Roa Cendejas
Roa Cendejas
Roa Cendejas
Y DIVIDENDO DEMOGRÁFICO
Mayo de 2007
Resumen
Nuestro objetivo es establecer una serie de hechos básicos sobre la interacción entre
crecimiento poblacional, estructura de edades, entorno macroeconómico y crecimiento,
habida cuenta de la heterogeneidad observada a escala mundial en estructura demográfica y
niveles de desarrollo. En la primera parte del trabajo, se realiza una revisión profunda de la
literatura empírica y teórica que ha analizado los efectos de las variables demográficas sobre
el crecimiento económico. A partir de esta revisión se establece la fundamentación teórica de
nuestro análisis. En la segunda parte se efectúa un análisis empírico preliminar a partir de
diversas variables explicativas, con datos que abarcan los últimos 15 años para un amplio
conjunto de países. Los estudios teóricos y los resultados empíricos del trabajo, si bien de
naturaleza preliminar, permiten concluir afirmando la presencia de un dividendo
demográfico que está directamente relacionado con el porcentaje de población en edad
activa. Aprovechar este potencial remite a factores macroeconómicos e institucionales que
han de permitir explicar la gran variedad de situaciones halladas. En todo caso, no cabe
afirmar que la población sea una rémora para el crecimiento económico
Abstract
The purpose of this work is to get some basics facts from the interaction between economic
growth, age structure, macroeconomic environment and growth, taking into account the
heterogeneity of both the demographic structure and the levels of development in the world.
First, we discuss the theoretical and empirical literature that linking the effects of
demographic variables on economic growth. Second, we carry out the empirical analysis
with some explanatory variables. We use data over the last 15 years for a big group of
countries. The theoretical and empirical analysis find evidence of a demographic dividend
directly related to the percentage of the labor force. This potential relies on institutional and
political factors. All in all, we show that population is not a drag for economic growth.
1
División de Economía, Centro de Investigación y Docencia Económicas, CIDE, México. Instituto de
Investigaciones Económicas y Sociales Francisco de Vitoria, Madrid.
E-mail: [email protected].
2
Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales Francisco de Vitoria (Universidad Francisco de
Vitoria), Madrid. E-mail: [email protected].
1 2
Este trabajo es resultado del Proyecto de Investigación del IIES Francisco de Vitoria “Transición
demográfica, capital humano y desarrollo financiero: efectos sobre el crecimiento y desarrollo económico” al
que los autores agradecen la financiación y ayuda recibidas.
2
CRECIMIENTO ECONÓMICO, ESTRUCTURA DE EDADES
Y DIVIDENDO DEMOGRÁFICO
INTRODUCCIÓN
La evolución temporal de los niveles de producción, medida ésta de forma generaliza por el
PIB, señala, como hecho básico, el crecimiento de esta variable tanto en términos absolutos
como en términos per cápita. Se constatan, no obstante, enormes diferencias por países y
zonas geográficas. Asimismo la investigación histórica confirma la sucesión de periodos
tanto de auge como de estancamiento o retroceso económico. Por crecimiento económico no
sólo se entiende el crecimiento del PIB tal como se registra en los periodos de expansión
propios del ciclo económico, sino que implica sobre todo largo plazo, interacción con
factores demográficos y, como nota distintiva, acumulación de capital físico, humano y
conocimiento.
La importancia del crecimiento de la población en el crecimiento económico ha sido objeto
de debate desde hace siglos. Sin embargo, no es hasta finales del siglo pasado cuando se
empiezan a desarrollar trabajos teóricos y empíricos que tratan de demostrar cómo las
variables demográficas afectan al crecimiento económico y viceversa, dando lugar a la
literatura de crecimiento endógeno de la población. A pesar de los diversos enfoques, la
literatura teórica ha identificado claramente los mecanismos a través de los cuales la tasa de
crecimiento de la población afecta al crecimiento económico. Sin embargo, los resultados
que obtienen los trabajos empíricos son ambiguos y, en general, parecen indicar que el efecto
del crecimiento de la población en el crecimiento económico es insignificante desde el punto
de vista estadístico.
En parte motivado por estos resultados empíricos, a principios de este decenio surgen un
conjunto de trabajos que tratan de demostrar que es el cambio en la estructura de edades de la
población y no el crecimiento poblacional, el principal factor demográfico que afecta al
crecimiento económico1. El interés por la estructura de edades y sus efectos económicos se
1
Cabe destacar el trabajo pionero de los demógrafos Coale y Hoover (1958), donde ya se analiza el efecto de la
estructura de edades sobre el crecimiento económico. En particular, estos autores analizan el coste de tener un
alto porcentaje de población dependiente al principio de la fase de transición demográfica en México e India.
3
debe fundamentalmente a las transiciones demográficas que han experimentado la mayor
parte de las economías desarrolladas y en desarrollo en los últimos siglos. Dichas
transiciones han provocado importantes cambios demográficos relacionados estrechamente
con la estructura de edades de la población2. Así, por ejemplo, en el mundo desarrollado,
muchas economías tienden a tener una población progresivamente envejecida y unas tasas de
fertilidad sumamente reducidas (e.g.: Europa y Japón). Economías en desarrollo, sin
embargo, cuentan con poblaciones mayoritariamente jóvenes y altas tasas de fertilidad (e.g.:
Extremo Oriente, Iberoamérica). Este hecho puede tener importantes consecuencias sobre el
crecimiento a largo plazo.
La mayor parte de los trabajos realizados en este ámbito son empíricos, sus resultados son
preliminares y en muchos casos no concluyentes, por lo que es necesario un estudio más
profundo desde los puntos de vista empírico y teórico. Por ello, y por lo relevante del tema
para gran parte de las economías, nos parece sumamente interesante profundizar en el papel
que la estructura de edades desempeña a la hora de explicar las enormes diferencias en las
trayectorias de crecimiento entre países. Este es el objetivo de nuestra investigación.
Para ello, en la primera parte del trabajo, se realiza una revisión profunda de la literatura
empírica y teórica que ha analizado los efectos de las variables demográficas sobre el
crecimiento económico, haciendo especial hincapié en los mecanismos a través de los cuáles
se producen éstos. A partir de esta revisión se establece la fundamentación teórica de nuestro
análisis. En la segunda parte se efectúa un análisis empírico preliminar a partir de diversas
variables explicativas con el objeto de obtener unos hechos fundamentales, lo más claros
posibles, con datos que abarcan los últimos 15 años para un amplio conjunto de países.
Nuestro objetivo es establecer una serie de hechos básicos sobre la interacción entre
crecimiento poblacional, estructura de edades, entorno macroeconómico y crecimiento,
habida cuenta de la heterogeneidad observada a escala mundial en estructura demográfica y
niveles de desarrollo.
El artículo se divide en cuatro secciones. En la primera sección se revisa la literatura teórica
de crecimiento de la población y crecimiento económico así como sus antecedentes
históricos. En la sección dos se realiza la fundamentación teórica del efecto de la estructura
2
Los trabajos sobre crecimiento endógeno de la población tratan también de explicar dichas transiciones, pero a
partir de la tasa de crecimiento de la población, no de la estructura de edades.
4
de edades sobre el crecimiento económico y se revisa la literatura empírica y teórica
desarrollada hasta la fecha. En la sección tres se obtienen y analizan algunos resultados
empíricos. Por último, se discuten las conclusiones de la investigación y se apuntan futuras
extensiones.
3
Citado a través de Spiegel (1971), cita en la p. 324 de la traducción española.
5
primero. No defiende, por tanto, lo que luego se han calificado de políticas malthusianas
antinatalistas ya que “no hay ninguna prueba más válida de la felicidad y de la pureza de un
pueblo, que la rapidez de su crecimiento” 4 . Asimismo, era Malthus partidario de
determinadas actuaciones que hoy calificaríamos de políticas sociales.
Frente al pesimismo poblacional que cuenta con este antecedente insoslayable, los
“optimistas poblacionales” actuales defienden que los aumentos de población incentivan la
creación de nuevas tecnologías y la difusión de las existentes (Kuznets, 1967; Simon, 1981;
Boserup, 1981) acelerando el crecimiento económico. Estos trabajos se basan en el
desarrollo de las áreas rurales con bajos niveles de renta, donde la ratio tierra trabajador
disminuye con el crecimiento de la población. Cuando esta ratio disminuye, la población
presiona dando lugar al aprendizaje de técnicas más eficientes de producción y de economías
de escala.
Entre ambas teorías nos encontramos con los modelos de crecimiento neoclásico donde el
crecimiento de la población, exógeno y constante, no afecta a la tasa de crecimiento per
cápita de la economía. Por ello pueden calificarse como population neutralists. En los
primeros modelos de crecimiento (Solow, 1956; Cass-Koopmans, 1965) las variables per
cápita crecen a la misma tasa exógena que el progreso técnico y dicha tasa no depende del
tamaño ni de la tasa de crecimiento de la población. En los modelos donde el crecimiento es
endógeno (Romer, 1986, 1990; Lucas, 1988; Grossman y Helpman, 1991; Aghion y Howitt,
1992), de nuevo, la tasa de crecimiento de las variables per cápita depende del progreso
técnico, que es endogeneizado mediante distintos mecanismos. La clave para llegar a este
mismo resultado es que la población y su crecimiento son determinados fuera del modelo, de
manera que cualquier cambio en la renta per cápita no tiene efectos en las variables
demográficas. Existen pocos modelos de crecimiento endógeno donde la tasa de crecimiento
dependa del tamaño de la población (Barro, 1990; Romer, 1990 y Aghion y Howitt, 1992).
Este hecho se conoce como “efecto escala” e implica que los países con una mayor población
tendrán mayores tasas de crecimiento5.
4
Ibid., pág. 332. Como sacerdote de la Iglesia de Inglaterra que era se oponía al control de la natalidad. Fueron
Bentham y J.S. Mill quienes inventaron el “malthusianismo” que resuelve la preocupación por la población
mediante el control de los nacimientos.
5
Este resultado ha sido ampliamente discutido por algunos autores que abordan el crecimiento endógeno de la
población (Jones, 1995, 1998) al no encontrar apoyo en los trabajos empíricos (Barro y Sala-i-Martin, 1995).
Jones considera que es la tasa de crecimiento de la población y no su tamaño lo que afecta a la tasa de
6
Así las cosas, aunque el debate entre el crecimiento económico y el crecimiento de la
población existe, la literatura de crecimiento económico en general, y los modelos en
particular, no abordan con frecuencia el papel de las variables demográficas en el
crecimiento económico. Hacia principios de los noventa surgen una serie de trabajos teóricos
que tratan de demostrar la mutua y estrecha relación entre el crecimiento de la población y la
producción. En palabras de Bloom y Canning (1999) se trata de demostrar que “la
interacción del crecimiento económico y poblacional es un proceso dinámico donde cada
uno afecta al otro”. En estos trabajos el crecimiento de la población deja de ser exógeno y es
resultado de las decisiones óptimas de los agentes del modelo. En concreto, los agentes,
además de las variables económicas habituales (e.g.: consumo, inversión) eligen tanto el
número de hijos como su nivel de formación óptimos. De este modo, las variables
económicas sí afectan a las variables demográficas y viceversa.
Los primeros trabajos en ese ámbito tratan de demostrar la relación inversa entre el
crecimiento de la renta y el de la población que caracteriza la mayor parte de las economías
desarrolladas. Los mecanismos que utilizan para ello son diversos: a) altos rendimientos de
invertir en capital humano inducen a los padres a tener menos hijos pero más formados -trade
off cantidad calidad- (Becker et al., 1990); b) mayores salarios en las economías desarrolladas
elevan el coste de oportunidad de tener hijos para la mujer (Galor y Weil, 1996); c) las
transferencias de los padres a los hijos crecen según las economías se desarrollan lo cuál
encarece el coste de tener hijos (Elrich y Lui, 1997, Morand, 1999). Aunque los mecanismos
son diversos, la estructura formal de estos modelos es bastante similar. Son modelos de
generaciones sucesivas que mantienen las hipótesis básicas del paradigma neoclásico, donde
se integran fertilidad y mortalidad con acumulación de capital humano en un proceso de
crecimiento económico. En general, obtienen que la relación entre el crecimiento de la
población y el de la economía sirve para explicar las enormes diferencias de renta entre
países.
Los trabajos más recientes (Hansen y Prescott, 2000; Jones, 2000; Galor y Weill, 2000;
Morand, 2000; Kogel y Prskawetz, 2001; Tamura, 2002) estudian la evolución a lo largo del
crecimiento de la economía. Sin embargo, una posible explicación del efecto escala es que debido a los enormes
flujos de conocimiento entre países, la unidad relevante no es la unidad política sino el área sobre la cual se
difunde un determinado conocimiento (Kremer, 1993). Así, según la definición de unidad económica, el efecto
escala puede ser o no rechazado por la evidencia empírica.
7
tiempo de la relación entre población, progreso técnico y producción. Dicha evolución consta
de tres etapas, amparadas por la evidencia empírica de las economías desarrolladas. La
primera etapa, denominada malthusiana, se caracteriza por un crecimiento de la población y
de la renta prácticamente nulo, y un lento crecimiento del progreso técnico. En esta etapa la
relación entre renta per cápita y población es inversa (aumentos de la población reducen la
renta per cápita). En la siguiente etapa, denominada postmalthusiana, se produce una
aceleración del progreso técnico provocando un fuerte crecimiento de la producción y de la
renta per cápita. El aumento de la renta per cápita afecta positivamente al crecimiento de la
población, estableciéndose una relación directa entre ambas. Por último, la etapa de
crecimiento actual se caracteriza por un fuerte crecimiento del progreso técnico que
incrementa el stock de capital humano y su rendimiento, lo que da lugar a una segunda
transición demográfica donde los padres deciden tener menos hijos pero más cualificados, y
donde la relación entre crecimiento de la renta y crecimiento de la población es inversa.
Los modelos de crecimiento endógeno de la población se han desarrollado en el contexto de
la teoría del crecimiento endógeno. Si bien los factores que determinan el crecimiento son los
habituales en este tipo de modelos (acumulación de capital humano, conocimiento), en ellos
el crecimiento de la población desempeña un papel fundamental y constituyen el elemento
clave para salir de la etapa malthusiana y situarse en una etapa de crecimiento sostenido.
Como se ha señalado, estos modelos no se centran sólo en explicar cómo las variables
demográficas afectan al crecimiento económico, también en cómo influye éste en variables
como la fertilidad, la mortalidad o la esperanza de vida.
8
edades de la población –no su tamaño o crecimiento- la variable que afecta
significativamente al crecimiento económico. Mediante la realización de regresiones de
sección cruzada y de datos de panel para distintas áreas geográficas mundiales y por
agrupaciones especiales, muestran cómo los cambios demográficos y de estructura de edades
asociados a las transiciones demográficas experimentadas por la mayor parte de los países
desarrollados y en desarrollo, han afectado al crecimiento económico.
En general, el término transición demográfica se refiere al patrón de cambio de las tasas de
natalidad, mortalidad y crecimiento de la población que acompaña al proceso de desarrollo.
Dicha transición se va a traducir en un cambio de la estructura de edades de la población.
Antes del comienzo de la primera transición, el crecimiento de la población es prácticamente
nulo; las altas tasas de mortalidad contrarrestan las elevadas tasas de natalidad características
de las economías agrícolas. La transición comienza con una caída de las tasas de mortalidad
-principalmente infantil- y un aumento de la esperanza de vida, ambas debidas a la mejora de
las condiciones de vida, al desarrollo de programas de salud públicos y de prevención, al uso
de vacunas y antibióticos, etc. La caída de las tasas de mortalidad infantil provoca un rápido
crecimiento de la población joven, lo que se denomina un baby boom. La tasa de fertilidad
permanece elevada al comienzo pero disminuye posteriormente. Esto último se debe sobre
todo al acceso de la mujer al mercado de trabajo y a la educación, a la disminución de la
demanda de hijos por “motivo precaución” al caer sus tasas de mortalidad y a la extensión de
la planificación familiar. La caída de las tasas de fertilidad (segunda transición) indica que la
generación del baby boom es precedida y seguida por generaciones de menor tamaño. Las
tasas de fertilidad continúan cayendo, y la población tiende a ser mayoritariamente anciana o
a estar próxima a la edad de jubilación.
9
i) El primer mecanismo se refiere al aumento de la población potencialmente activa.
Como se acaba de indicar, en la segunda fase de la transición demográfica se genera
un fuerte aumento de población en edad de trabajar (los hijos del baby boom) respecto
a la total, lo que amplia la capacidad productiva. Además, por lo comentado
anteriormente, las nuevas generaciones gozan de mayor salud y educación por lo que
su productividad también es mayor.
ii) El segundo mecanismo es el aumento del ahorro. Este mecanismo ha sido el que
mayor debate ha provocado dando lugar a la aparición de dos líneas de investigación.
La primera línea explica el aumento del ahorro a partir de las teorías del ciclo vital del
ahorro y la inversión, según la cual las decisiones de los agentes sobre estas variables
dependen de la edad. En general, afirman que los niños y los ancianos tienden a
consumir más de lo que producen, representando un coste económico para la
sociedad. Mientras, la población en edad de trabajar ofrece trabajo como factor
productivo y ahorra para su jubilación, financiando los procesos productivos y de
inversión de la economía. Así en la primera transición demográfica, la generación del
baby boom genera un aumento de la población infantil respecto al total lo que,
siguiendo la teoría del ciclo vital, afectaría de forma negativa al crecimiento. Esta
población representa una “carga” financiera a las generaciones adultas. Sin embargo,
llega un momento en que la población infantil pasa a formar parte de la joven
población adulta, segmento de la población según esta teoría con mayor propensión al
ahorro. Finalmente, en la última fase de transición, la población tendería a ser
mayoritariamente anciana, deprimiendo de nuevo el ahorro, y con ello el crecimiento
económico.
La segunda línea de investigación defiende que el ahorro aumenta debido a un mayor
ahorro de las personas ancianas o bien al final de la edad adulta. En concreto, señalan
que factores como el aumento de la esperanza de vida, o el tipo de estructura
financiera con que se financia la jubilación, pueden provocar un aumento del ahorro
de los individuos jubilados o próximos a su jubilación, y por tanto, un aumento del
ahorro agregado y del crecimiento económico.
iii) El tercer mecanismo por el cual se produce el dividendo demográfico se refiere a
la acumulación de capital humano. El aumento de la esperanza de vida hace que el
10
rendimiento de invertir en educación aumente (Meztler, 1995; Kalemli-Ozcan et al.,
1998). Además, el descenso de la tasa de fertilidad provoca que los padres puedan
dedicar mas recursos por hijo, dotándoles de mayores niveles de educación y
cuidados médicos (Rosenzweig, 1990; Knodel y Wongsith, 1991). Todo ello puede
dar lugar a un aumento de la acumulación de capital humano y del crecimiento6.
6
Dentro de esta literatura, el efecto que provoca el aumento del número de personas en edad de trabajar se
denomina efecto accounting mientras que el aumento del ahorro y de la inversión en capital humano son los
denominados efectos behavioral.
11
Para evaluar los efectos de los tres mecanismos generadores del dividendo demográfico, se
han elaborado mayoritariamente trabajos empíricos. Aunque estos se refieren a diversos
países y grupos de economías relevantes, buena parte se centran en explicar el espectacular
crecimiento de los denominados “Tigres Asiáticos”.
Para medir el efecto de la población activa, en general, se utiliza la ratio de dependencia
(población inactiva entre activa), y se compara el efecto de la tasa de crecimiento de la
población en edad de trabajar frente al crecimiento de la población total. Los resultados
muestran que el efecto de la estructura de edades, vía el crecimiento de la oferta de trabajo, es
significativo (Kelley y Schmidt, 1995; Williamson, 1997; Bloom y Williamson, 1998;
Bloom, Canning y Malaney, 1999; Williamson, 2001; Bloom y Canning, 2005).
El mecanismo del ahorro ha recibido una mayor atención respecto a los otros dos, debido al
debate teórico referido anteriormente. Por un lado, los trabajos basados en la teoría del ciclo
vital apoyan la hipótesis de que una disminución de la población dependiente, especialmente
de los niños, causa un aumento de la tasa de ahorro (Higgins, 1998; Kelley y Schmidt, 1996;
Higgins y Williamson, 1997; Lee, Mason y Miller, 2000; Williamson, 2001). Sin embargo,
estos resultados son cuestionados por algunos autores con datos de tipo microeconómico
(Deaton y Paxson, 1997), encontrándose que la mayor tasa de ahorro aparece en individuos
cercanos a la jubilación (Lindh, 1999; Lee, Mason y Miller, 2000; Yoshikawa, 2002; Bloom,
Canning y Graham., 2003; Mason, 2005; Kinugasa y Mason, 2005). Williamson (2001)
señala que la contradicción entre ambos tipos de trabajos es más aparente que real pudiendo
reconciliarse (Mason y Feeney, 1997). Así algunos trabajos comienzan a hablar del “primer
dividendo demográfico” -que correspondería al generado por el aumento de la población
joven o joven en edad adulta- y el “segundo dividendo demográfico” -generado por el
aumento del ahorro de la población anciana o cercana a la jubilación. No obstante, Bloom y
Canning, (2001) señalan la necesidad de profundizar en el estudio de la importancia de la
estructura de edades para la inversión, identificar los mecanismos de forma más precisa y
tener en cuenta el funcionamiento del sistema financiero, especialmente en lo referido a las
pensiones de jubilación. Señalan también que es importante tener en cuenta que un mayor
ahorro no siempre se traduce en una mayor inversión.
Finalmente, en lo que se refiere al tercer mecanismo del dividendo demográfico, la
acumulación de capital humano, todavía existen pocos trabajos empíricos que analicen
12
directamente el efecto de la transición demográfica sobre la educación. Los trabajos no son
concluyentes (Psacharopoulos, 1994; Meltzer, 1995; Berham et al., 1999) y, como ocurre con
los otros mecanismos, se necesita un estudio mucho más profundo desde los puntos de vista
empírico y teórico.
Como se ha señalado los principales trabajos dentro de literatura de crecimiento y cambio de
estructura de edades son básicamente empíricos, aunque algunos autores desarrollan marcos
teóricos formales para analizar el efecto del cambio de la estructura de edades sobre el
ahorro. A continuación vamos a revisar los más relevantes.
En primer lugar nos encontramos con modelos que tratan de explicar la aparición del primer
dividendo demográfico. Los modelos más sencillos toman como punto de partida la literatura
empírica de crecimiento económico (Barro y Sala-i-Martin, 1995). Para explicar
principalmente cuestiones de convergencia condicionada entre países (Barro, 1991; Mankiw
et al. 1992, Sachs y Warner, 1995), se consideran regresiones 7 donde se relaciona el
crecimiento de la renta per cápita con un rango de variables que determinan el valor de la
productividad del trabajo en el estado estacionario y el nivel de renta inicial. Para analizar el
efecto de la transición demográfica y la estructura de edades se introducen distintas variables
demográficas. Estas varían de un trabajo a otro: la tasa de crecimiento de la población en
edad de trabajar, la tasa de participación del trabajo y su crecimiento, la tasa de crecimiento
de la población, la densidad de población, la tasa de crecimiento de la población en edad de
trabajar sobre la total, y el crecimiento de la población productiva sobre la no productiva
(Bloom y Williamson, 1998; Bloom, Canning y Malaney, 1999; Bloom y Canning, 2005). A
partir de estas ecuaciones se cuantifica y evalúa la aparición del primer dividendo
demográfico.
Para explicar la aparición del primer dividendo, otros trabajos introducen el comportamiento
propio de la teoría del ciclo vital en el marco formal de generaciones sucesivas (Gertler,1999;
Grafenhofer et al., 2005). Consideran que en un mismo momento del tiempo conviven
distintos grupos de edades con distintos comportamientos frente al ahorro, el consumo, la
inversión y la oferta de trabajo. La transición de un grupo a otro es aleatoria y las
probabilidades se eligen de manera que el tiempo que se pasa en cada grupo de edad sea
7
Estas ecuaciones están basadas en la función de producción neoclásica habitual de los modelos teóricos de
crecimiento (Solow, 1956; Cass, 1965; Koopmans, 1965; Romer, 1986, 1990, Lucas, 1988), que relaciona los
factores productivos y sus productividades con el producto final.
13
realista. Se establecen una serie de supuestos sobre las funciones de utilidad que permiten
obtener funciones de consumo y ahorro para cada grupo y agregadas, que se introducen en un
modelo neoclásico de crecimiento exógeno. La transición demográfica, las ratios de
dependencia, y la tasa de crecimiento de la población son exógenas. Esto impide analizar el
efecto de feedback que se establece entre las variables demográficas a las restantes del
modelo. Hock y Weill (2006) extienden el análisis de este tipo de trabajos al endogeneizar la
tasa de fertilidad, siguiendo los modelos de crecimiento con población endógena.
También se han desarrollado modelos teóricos para explicar la aparición del segundo
dividendo demográfico. El marco teórico varía de unos trabajos a otros. Lee, Mason y Miller,
(1997, 2000) y Mason y Lee (2004) elaboran un modelo donde el consumo es resultado de
maximizar la utilidad intertemporal y estudian la aparición del segundo dividendo en China y
en Taiwán. Suponen que, hasta su independencia, los hijos permanecen en el hogar
añadiendo su renta a la de sus padres. Los ancianos reciben una transferencia de sus hijos
para su jubilación. En cada periodo los adultos deciden qué parte de su renta consumen y qué
parte ahorran, a partir de su renta actual, del tamaño de la familia y de sus expectativas.
Kinugasa y Mason (2005) desarrollan un modelo formal de generaciones sucesivas donde los
agentes viven dos periodos, edad de trabajar y jubilación. Todos sobreviven el primer
periodo pero la probabilidad de sobrevivir en el segundo no es igual a uno. Los agentes
resuelven un problema de maximización de la utilidad estándar de donde se obtienen las tasas
de ahorro y de desahorro, en la medida en que se supone que los agentes ahorran para
financiar su jubilación. Ambas tasas de ahorro dependen de la probabilidad de sobrevivir en
el segundo periodo. Un incremento de la probabilidad de sobrevivir aumenta el ahorro de los
jóvenes, pero reduce el de los adultos. Demuestran que la tasa de crecimiento de la economía
depende del efecto que predomine. Cutler et al. (1990) analizan también el segundo
dividendo para el caso de los EE.UU.. En concreto se preguntan qué problemas
macroeconómicos puede provocar el envejecimiento de la población y qué tipo de políticas
se deben llevar a cabo para remediarlos. Para ello se centran en los efectos del cambio
demográfico sobre el ahorro nacional óptimo, el crecimiento de la productividad y la política
impositiva óptima en el tiempo. Desde el punto de vista formal y para el caso del efecto sobre
el ahorro, utilizan el modelo de crecimiento óptimo de Ramsey, donde introducen la ratio de
“support” o número de trabajadores sobre el total de la población. La figura del “planificador
14
social” sirve para averiguar cómo la sociedad debería ajustar su ahorro buscando diversos
resultados.
Bloom, Canning y Graham (2003) introducen la esperanza de vida y la salud en un modelo
estándar de ciclo vital para tratar de explicar el importante aumento de las tasas de ahorro en
el Este Asiático desde 1950 hasta 1990 fruto del segundo dividendo demográfico. El modelo
consiste en un problema de control óptimo donde el agente representativo elige entre
consumo y ocio. La participación en el mercado de trabajo es endógena, lo que permite a los
individuos elegir su edad de jubilación. La longevidad, sin embargo, es exógena. La
estructura de edades no se modeliza explícitamente, simplemente se define una tasa media de
ahorro. Para construirla, se especifica una tasa de ahorro para cada grupo de edad y se
pondera por la proporción de renta de cada grupo sobre la total.
3. ANALISIS EMPÍRICO
Abordamos el análisis empírico de los datos relativos al periodo 1990 a 2004 en dos etapas.
En la primera procedemos a una caracterización, desde un punto de vista estadístico
descriptivo, de las variables de interés y de las relaciones que parecen apuntarse entre ellas.
En una segunda etapa se procede a modelizar mediante una serie de regresiones por mínimos
cuadrados ordinarios (MCO) una vez que se comprueba en el Apéndice B el cumplimiento
del supuesto de exogeneidad de los regresores.
8
El error estándar para la media muestral se calcula como la ratio σ̂ / n donde σ̂ es la desviación típica de
la muestra y n el tamaño muestral. El error estándar nos permite medir la magnitud de la variabilidad de un
estadístico muestral, en este caso de la media. Nótese que una muestra de menor tamaño, dado σ̂ , aumenta el
error estándar. Esto es, la medida de la media resulta menos precisa.
15
correspondió al África Subsahariana9 con un 0,9%. Tras Extremo Oriente, las economías que
más crecieron en PIB per cápita fueron las de la OCDE (2,0) y UE-27 (2,2), siguieron Oriente
Medio-Magreb y las economías, bien socialistas, o en transición desde regímenes socialistas.
Excluidos los países con conflictos bélicos graves, que en su mayor parte han experimentado
reducciones de su PIB per cápita en el periodo10, 32 economías (el 19%) vieron disminuir
esta magnitud. Destacan los casos de Comoros (-3,4%), Somalia (-2,8%), Gabón (-2,4%),
Tayikistán (-2,2%) e Islas Salomón (-1,9%); y de economías que actualmente mantienen un
régimen socialista (Corea del Norte (-1,8%) y Cuba (-0,5%)) o en transición desde dicho
régimen (Ucrania (-1,4%), Rusia (-0,4%), Croacia (-0,4%)). En Iberoamérica destacan por lo
negativo Nicaragua (-1%), Paraguay (-0,6%), Venezuela (-0,4%), Honduras (-0,1%) y
Ecuador (0,1%). En el extremo positivo, como atípico (que hemos excluido en lo sucesivo),
Guinea Ecuatorial (15,3%) gracias a la explotación petrolífera; y economías exsocialistas en
transición como China (8,3%), aunque formalmente se siga considerando un régimen
comunista, Armenia (7,2%), Bielorrusia (7,2%), Bosnia-Herzegovina (5,8%), Letonia
(4,5%), Lituania (4,4%) o Polonia (3,6%). En general a lo largo de los años 90 y hasta el final
del periodo muestral (2004), predominan cifras de crecimiento positivas, y de magnitud
apreciable, que se reparten a lo ancho del globo, con la excepción ya comentada del África
Subsahariana11.
Las tasas comentadas se han calculado tomando como referencia el año 1990. En relación al
nivel de PIB per cápita habido en ese año, caben destacar las importantes diferencias entre
grupos de países (Cuadro 2 (1)). Así, por ejemplo, el PIB per cápita de la OCDE era 7,4 veces
superior al del África Subsahariana, 3 veces el de Iberoamérica, y casi 2 veces el de Extremo
Oriente. Notemos que la variabilidad dentro de cada una de los grupos es muy elevada en los
casos de Extremo Oriente y Oriente Medio-Magreb lo que reduce la representatividad de sus
medias. Asimismo, en el nivel del PIB per cápita de la Unión Europea (UE) a 27 miembros
debe tenerse en cuenta el efecto que tiene la consideración de los 10 miembros de más
9
Hemos excluido del análisis aquellos países (Apéndice A) con conflictos bélicos graves, la mayor parte de
ellos localizados en el África Subsahariana. Si incluimos esos países (y excluido el caso atípico de Guinea
Ecuatorial) el crecimiento medio en esta región fue un casi nulo 0,2% con un error estándar de 0,37.
10
Así, por ejemplo, Afganistán (-7,9%), República Democrática del Congo (-6,0%), Irak (-5,5%), República
del Congo (-4,8%), Sierra Leona (-3,9%), Liberia (-3,7%), Serbia y Montenegro (-3,0%), Zimbabwe (-2,7%),
Burundi (-2,6%), Costa de Marfil (-1,2%) y República Centroafricana (-1%).
11
Como excepciones positivas en la región tenemos Tanzania (4,6%), Cabo Verde (4,5%), Isla Mauricio
(3,9%), Botswana (3,7%), Uganda (3,5%) y Lesotho, Túnez o Etiopía, los tres en el entorno del 3%.
16
reciente incorporación que parten de unos niveles de PIB per cápita muy inferiores a los del
resto de la Unión.
La relación entre el crecimiento del PIB per cápita y su nivel inicial se aprecia en la primera
nube de puntos del Cuadro 3 (1). En él se aprecia la débil relación creciente entre ambas
variables con una escasa correlación del 9%. Como es sabido, la mera consideración de los
niveles iniciales de PIB per cápita y de las tasas de crecimiento no permite comprobar la
presencia de procesos de convergencia (convergencia de tipo β absoluta). Este tipo de
convergencia implicaría tanto un crecimiento diferencial positivo para las economías menos
desarrolladas, como una reducción de la dispersión de los niveles de producción o renta per
cápita entre países. Existiría, por tanto, una relación inversa entre las tasas de crecimiento de
la renta o del PIB per cápita y sus niveles iniciales. Sea una regresión como la siguiente
Δy i , t = μ + βy i , t −1 + u i , t (1)
donde yi,t representa el PIB per cápita (en transformada logarítmica) del país i-ésimo en un
periodo t, yi,t-1 lo mismo en un periodo previo (sea este el año anterior, diez años antes, cien,
etc.), Δ es el operador diferencia, μ y β parámetros y ui,t una perturbación aleatoria. La
convergencia de tipo β implica que este parámetro en (1) ha de resultar negativo al ser
estimado en una sección cruzada de países.
Sin embargo, por ejemplo, Barro y Sala-i-Martin (1995, pág. 7) señalan que el crecimiento
per cápita de 1960 a 1990 para un conjunto de 100 economías no presentaba relación con el
nivel de PIB per cápita existente en 1960. Empíricamente no se corroboraría, por tanto, una
convergencia de tipo absoluto. En cambio, para grupos de países o regiones de características
homogéneas sí se presenta este tipo de convergencia que se califica de tipo β condicionada
(Barro y Sala-i-Martin 1991, 1992, 1995 y Mankiw, Romer y Weil 1992). El
condicionamiento lo es respecto al estado estacionario, no observable, de cada una de las
economías consideradas. Dicho estado estacionario depende de determinados parámetros,
que se suponen dados, como la tasa de ahorro, el crecimiento de la población y otras,
dependiendo de la modelización llevada a cabo. En regresiones como (1), con el objetivo de
recoger esa dependencia, se añaden esas variables. La reducción del sesgo por variable
omitida permite encontrar, como así resulta también en este trabajo, una relación
significativa de tipo inverso entre nivel inicial de PIB per cápita y crecimiento. No obstante,
en un contexto empírico, no cabe suponer a priori como exógenas a dichas variables con
17
respecto al crecimiento del PIB per cápita, de ahí que sea necesario un contraste de esta
hipótesis y un procedimiento adecuado de estimación si ese fuera el caso.
La tercera de las variables consideradas es el crecimiento medio de la población en el periodo
1990 a 2004. Según el Cuadro 2 (1) las diferencias no parecerían elevadas en los distintos
grupos de países. Sin embargo, hay que tener en cuenta, por ejemplo, que una tasa de
crecimiento de 2,3 correspondiente a Oriente Medio-Magreb y África Subsahariana,
implicaría que se doblase la población pasados 30 años, mientras que con la tasa de 0,2 de la
UE esto sucedería tras 357 años. Es decir, las diferencias son muy notables, habida cuenta
además de que las economías del África Subsahariana apenas han crecido en PIB per cápita
en el mismo periodo. La tasa de crecimiento poblacional del total de 169 economías
implicaría una duplicación de la población en 50 años.
Hay que recordar que las tasas positivas de crecimiento del PIB que hemos constatado
anteriormente, al ser en términos per cápita, incorporan esos crecimientos poblacionales.
Conforme a ellas (Cuadro 2 (1) ), las regiones de mayor a menor crecimiento del PIB per
cápita fueron Extremo Oriente, UE, OCDE, Oriente Medio-Magreb, países exsocialistas y
socialistas, Iberoamérica, Asia Central y África Subsahariana. Si realizamos el supuesto de
que el crecimiento del PIB per cápita fue independiente del crecimiento poblacional,
podríamos preguntarnos sobre cuáles habrían sido las tasas de crecimiento del PIB per cápita
imponiendo idéntico crecimiento poblacional a todos e igual al total del 1,4%. Tenemos
entonces la siguiente ordenación: Extremo Oriente (2,8%), Oriente Medio y Magreb (2,7%),
África Subsahariana (1,8%), Iberoamérica (1,5%), Asia Central (1,4%), OCDE (1,2%),
países exsocialistas y socialistas (1,1%) y UE (1,0%). El desequilibrio entre crecimiento
poblacional y crecimiento del PIB es patente en los casos en que se cambia de posición en la
ordenación de modo notable, esto es, Oriente Medio-Magreb, África Subsahariana e
Iberoamérica. Las tasas de crecimiento de estas regiones no fueron por tanto reducidas, al
contrario, como lo prueba el hecho de que pasen a los primeros lugares cuando todas las
regiones experimentan hipotéticamente el mismo crecimiento poblacional. El paso a los
últimos lugares de la OCDE y la UE muestra que su crecimiento económico fue más débil y,
por tanto, que la mejora del PIB per cápita se debió en buena medida a su débil crecimiento
poblacional. Por lo tanto han crecido más las economías con menos PIB per cápita a lo largo
del periodo considerado, pero ese crecimiento no ha sido suficiente como para inducir una
18
mejora de mayor magnitud. Para explicar este hecho debe considerarse el efecto que han
tenido los diversos mecanismos por los que se produce el dividendo demográfico.
Con la finalidad de analizar este dividendo procedemos a considerar el crecimiento del PIB
por trabajador. Recuérdese que el primer mecanismo del dividendo demográfico se basa en el
efecto que tiene el crecimiento demográfico sobre el mercado de trabajo ampliando la
capacidad productiva. Dicho crecimiento (Cuadro 2(1)), para una muestra algo más reducida
que la total, ha resultado inferior al del PIB per cápita (1,2 frente a 1,6 respectivamente).
Dado que el numerador coincide (el PIB), la disparidad de tasas sólo puede deberse a un
crecimiento de la población activa mayor al crecimiento natural de la población total, ya que
el efecto neto de la migración sobre ambas variables (crecimiento del PIB per cápita y del
PIB por trabajador) cabe esperar que sea cero al agregar entre países. Se han calculado las
diferencias entre ambas tasas para todos los países con información disponible cuyos
resultados por grupos se presentan en el Cuadro 2(1). La diferencia media entre ambos
crecimientos, per cápita y por trabajador, es de 0,9 puntos en Oriente Medio-Magreb e
Iberoamérica, de 0,8 en Asia Central y de 0,0 en el África Subsahariana. En este último caso
no habría crecido más la población activa que la población total por lo que podría afirmarse
que el dividendo demográfico por el mecanismo del crecimiento de la población activa no se
ha producido. Este dividendo se ha observado también en las economías socialistas y
exsocialistas con una diferencia entre ambas tasas de 0,6 puntos. Las regiones más
desarrolladas presentan una diferencia de 0,3 (OCDE y UE) y 0,5 puntos (Extremo Oriente),
de magnitud inferior al de las otras regiones citadas en coherencia con el hecho de contar con
poblaciones relativamente más envejecidas. En este sentido, destaca el hecho de que en
algunas de las economías más desarrolladas y estables demográficamente la diferencia entre
ambas tasas ha resultado negativa (-0,14 en Alemania, -0,32 en Dinamarca, -0,15 en
Finlandia, -0,05 en Holanda, -0,28 en Luxemburgo) o muy cercana a 0 (Australia, Austria,
Malta o Suiza).
El porcentaje de población activa respecto al total se puede obtener dividiendo los PIB per
capita de las distintas economías entre los PIB por trabajador. En el Cuadro 2(1) se presentan
los porcentajes obtenidos al agregar por grupos de países para los años 1990 y 200312.
Asimismo con vistas a analizar la relación entre crecimiento de este porcentaje y crecimiento
12
En la base de PWT 6.2 apenas hay datos de PIB por trabajador para el año 2004.
19
del PIB, se han calculado también las diferencias producidas en ese intervalo de tiempo en
dichos porcentajes. Comparando los porcentajes de población activa en 1990 se pueden
distinguir tres bloques con cifras parecidas. De un lado OCDE, UE y Extremo Oriente; de
otro África Subsahariana, Asia Central y economías socialistas y exsocialistas, y con los
niveles más bajos, Iberoamérica y Oriente Medio-Magreb. En 2003 todos los grupos de
países, excepto el África Subsahariana, han incrementado sus porcentajes de población
activa. El mayor incremento se ha dado en Iberoamérica y Oriente Medio-Magreb con 3,9
puntos, aunque sus porcentajes continúan siendo los más reducidos, por lo que el dividiendo
demográfico potencial por incorporación de población joven y, eventualmente femenina, a la
población activa, continúa siendo muy elevado. La mejora de Asia Central ha sido de 2,7
puntos y la de los países socialistas y exsocialistas de 2,3 puntos.
Puede comprobarse también la presencia del dividendo demográfico vía crecimiento de la
población activa, analizando dos a dos las relaciones que se apuntan entre las variables. La
nube de puntos del Cuadro 3.3 relativa al crecimiento del PIB por trabajador no permite
apreciar la presencia de convergencia de tipo β incondicionada. Si para el crecimiento del
PIB per cápita la relación entre éste y su nivel en 1990 era débilmente directa, la relación
entre crecimiento del PIB por trabajador y su nivel inicial en 1990 es en apariencia nula, si
bien hay que repetir lo dicho entonces en relación al PIB per cápita, esto es, falta comprobar
el efecto que tiene sobre esta relación añadir variables ausentes.
Siguiendo con las nubes de puntos del Cuadro 3.1, la relación inversa que se apunta entre
crecimiento del PIB por trabajador y variación de la población activa (Cuadro 3.4) resulta
muy débil. En todo caso podría estar sucediendo algo análogo a lo observado entre el
crecimiento del PIB per cápita y el crecimiento de la población. En ambos casos, el hecho de
que en el denominador de la variación del PIB se incluya, bien la población total, bien la
población activa, induce una correlación de signo negativo entre las variaciones de los PIB
(per cápita y por trabajador) con respecto a las variación de la población (total y activa
respectivamente). Por este motivo, no aporta nada afirmar que han crecido más en términos
per cápita aquellas economías con menor crecimiento de la población, o han crecido más en
PIB por trabajador, aquellas con menor crecimiento en el número de trabajadores.
Sí tienen un gran interés las nubes relativas el crecimiento del PIB per cápita sobre la
variación del porcentaje de población activa (Cuadro 3.5) y de esta variable sobre el
20
porcentaje de población con edad en el tramo de 15 a 64 años (Cuadro 3.6). Respecto a la
primera relación es patente la presencia del dividendo demográfico vía población activa, esto
es, han crecido más aquellas economías con mayor crecimiento de la población activa. Si
bien la correlación es débil a falta de variables adicionales (de un 15%), el signo es el
esperado. De otra parte, la nube de puntos de la variación de la población activa sobre el
porcentaje de población en edad activa (Cuadro 3.6) es claramente no lineal. Se ha dibujado
la parábola que resultaría de un ajuste con una función polinómica13. La interpretación de
esta relación es inmediata tras lo dicho en las secciones precedentes al referirnos a las fases
demográficas. Aquellos países con población relativamente joven han experimentado
crecimientos de la población activa en el periodo 1990 a 2004 crecientes con la edad, hasta
un punto a partir del cual el crecimiento de la población activa se relaciona de modo inverso
con la edad. Es decir, estamos en presencia de la relación que cabe esperar entre la edad
media de la población u otro indicador relacionado con esta, como el porcentaje de población
en edad activa, y el crecimiento de la población activa, cuando en la muestra se encuentran
poblaciones en distintas fases demográficas.
Al comienzo de la fase de baby boom, gana peso en la población el tramo de edad por debajo
de los 14 años y lo pierden los otros tramos. Esta fase se correspondería con cifras negativas
o muy reducidas en la variación de la población activa y con diferencias entre crecimiento del
PIB per cápita y del PIB por trabajador de signo negativo o muy reducidas. En el Cuadro 3.5
se corresponde con países en el cuadrante negativo en ambas variables. Progresivamente esta
población joven accede a la edad activa, mientras se reducen las elevadas cifras previas de
natalidad. Como consecuencia de este hecho, gana peso el tramo de edad activa. Es aquí
donde estamos en presencia del dividendo demográfico (recuérdese la correlación positiva de
esta variable con el crecimiento del PIB per capita del Cuadro 3.5). Cuando el porcentaje de
población en edad activa está aproximadamente en torno al 65% (véase el Cuadro 3.6), la
“velocidad” de acceso de población joven a los tramos de edad activa se reduce mientras
aumenta la “velocidad” de salida hacia el tramo de edad por encima de los 65 años (segunda
transición demográfica). En tanto accedan más personas a la población en edad activa de las
que salen de dicho tramo, la variación del peso de la población activa sigue siendo positiva
13
La ecuación estimada con mera finalidad descriptiva es una regresión de la variación del porcentaje de la
población activa sobre el porcentaje de población en edad activa y su cuadrado siendo significativos ambos
coeficientes.
21
pero a un ritmo decreciente. Llegado un punto, sale más población de dicho tramo de edad,
de la que accede a él, perdiendo peso entonces el porcentaje de población en edad activa para
ganarlo el tramo de edad superior a los 65 años. En términos de dividendo demográfico este
llega a ser nulo, esto es, la población activa pierde peso en el conjunto de la población. Lo
comprobamos en los casos citados anteriormente de economías avanzadas y poblaciones
maduras en que revertía la diferencia, de signo positivo, entre la tasa de crecimiento del PIB
per cápita y del PIB por trabajador como consecuencia de crecer más la población total que la
activa, pero no por crecer la población por debajo de los 14 años, sino por hacerlo la que está
por encima de los 65.
22
Cuadro 1 (1): Histogramas de las variables para la totalidad de países
1.1 Crecimiento medio del PIB per 1.2 PIB per cápita en 1990 (en $ con 1.3 Crecimiento medio de la
cápita en el periodo 1990 a 2004 paridad de poder adquisitivo) población
en el periodo 1990 a 2004
25 25 20
20 20 16
15 15 12
10 10 8
5 5 4
0 0 0
-2 0 2 4 6 8 0 5000 10000 15000 20000 25000 30000 -1 0 1 2 3 4
1.4 Crecimiento medio del PIB por 1.5 PIB por trabajador en 1990 (en $ 1.6 Diferencia entre los crecimientos
trabajador en el periodo 1990 a con paridad de poder adquisitivo) del PIB per cápita y por trabajador
2003 24 28
20 24
20
20
16 16
16
12 12
12
8
8 8
4 4
4
0 0
0 12500 25000 37500 50000 62500 75000 -1 0 1 2 3
0
-4 -2 0 2 4 6 8
1.7 Porcentaje de población activa 1.8 Porcentaje de población activa 1.9 Variación del porcentaje de
en 1990 en 2003 población activa de 1990 a 2003
16 12 20
14
10
16
12
8
10 12
8 6
6 8
4
4
4
2
2
0 0 0
25 30 35 40 45 50 55 60 30 35 40 45 50 55 60 -4 -2 0 2 4 6 8
16
12
0
50 55 60 65 70 75
23
Cuadro 2 (1): Valores medios de las variables para distintos grupos de países14
Diferencia entre los crecimientos medios del PIB per cápita y por trabajador
0.5
0.3 0.3 0.5 0.9 0.9 0.0 0.8 0.6
(0.05)
(0.07) (0.07) (0.15) (0.08) (0.17) (0.07) (0.22) (0.09)
n=156
14
Entre paréntesis se encuentra el error estándar de la media (véase la nota a pie 9). Puede suceder que no todas
las variables estén disponibles para todos los países por lo que n puede haber variado, al calcular alguno de los
estadísticos, en más/menos 1 a 3 respecto a la cifra que se presenta en la primera fila del cuadro. Esto se aplica
también en las regresiones posteriores.
24
Cuadro 3 (1): Nubes de puntos y rectas de regresión entre pares de variables
3.1 Crecimiento medio del PIB per capita 3.2 Crecimiento medio del PIB per capita
sobre el logaritmo del PIB per cápita en 1990 sobre el crecimiento de la población
10 10
8 8
6 6
4 4
2 2
0 0
-2 -2
-4 -4
5 6 7 8 9 10 11 -2 -1 0 1 2 3 4 5
3.3 Crecimiento medio del PIB por trabajador 3.4 Crecimiento medio del PIB por trabajador
sobre el logaritmo del PIB por trabajador en 1990 sobre la variación del porcentaje de población activa
10 10
8 8
6 6
4 4
2 2
0 0
-2 -2
-4 -4
6 7 8 9 10 11 12 -6 -4 -2 0 2 4 6 8 10
3.5 Crecimiento medio del PIB per cápita sobre 3.6 Variación del porcentaje de población activa sobre
la variación del porcentaje de población activa el porcentaje de la población en edad activa
10 10
8 8
6
6
4
4
2
2
0
0
-2
-2
-4
-4 -6
-6 -4 -2 0 2 4 6 8 10 45 50 55 60 65 70 75 80
25
La nube de puntos del Cuadro 3.6 permite observar también una mayor dispersión conforme
aumenta el porcentaje de población en edad activa, lo que remite nuevamente a la necesidad
de considerar variables adicionales para explicar la variación de la población activa en
poblaciones en fase demográfica madura. Así, por ejemplo, cuando la población en edad de
trabajar está en torno al 65%, se observa un rango de situaciones que van de tasas de
crecimiento de la población activa del -2% hasta el 8%. En todo caso, nos encontramos en la
muestra con poblaciones en diversidad de momentos demográficos, si bien podemos
distinguir en el histograma del porcentaje de población en edad activa (Cuadro 1.10) dos
grupos de países, que se corresponden a grandes rasgos con los tramos creciente y
decreciente de la nube de puntos (Cuadro 3.6) recién analizada.
Pasamos a considerar a continuación el segundo mecanismo por el cual tiene lugar el
dividendo demográfico. Este consiste en la influencia que tiene la estructura de edad y la
variación consiguiente de la población activa (cuadro 3.6) sobre el ahorro, en tanto luego este
es invertido permitiendo una capitalización creciente. Notemos que en un contexto de
equilibrio en que se desarrollan buena parte de estos modelos, la tasa de ahorro es igual al
porcentaje de PIB que se invierte siendo realmente la inversión la causante de una creciente
capitalización. Por este motivo, y por no coincidir necesariamente ahorro e inversión en
economías abiertas, hemos considerado la tasa de inversión en lugar de la tasa de ahorro. En
el Cuadro 2 (2) se comprueba que son los grupos de países más desarrollados las que más
invierten y que este hecho ha estado, además, directamente relacionado con el crecimiento
del PIB per cápita (nube de puntos del Cuadro 3.10). A su vez, la correlación entre tasa de
inversión y porcentaje de población en edad activa es elevada, del 48% (véase también la
nube del cuadro 3.7), aunque resulta prácticamente nula en relación a la variación de la
población activa. Esto es, el crecimiento de la población activa se ha producido con
independencia del nivel de inversión de la economía influyendo positivamente en el
crecimiento (Cuadro 3.5), pero con una mayor inversión el crecimiento inducido habría sido
mayor y eso ha sucedido en economías con poblaciones de mayor edad.
Entre las restantes variables de tipo macroeconómico, consideramos el grado de apertura, el
peso del sector público (ambas en porcentaje del PIB per cápita) y la tasa de inflación. El
grado de apertura resulta en general importante en todos los grupos de países (Cuadro 2 (2)).
Por lo elevado, destacan las ratios de Extremo Oriente, UE y Oriente Medio-Magreb y por lo
26
reducido, comparativamente, Iberoamérica. Su relación con el crecimiento del PIB es directa
pero reducida (Cuadro 3.11), con el porcentaje de población en edad activa la correlación es
de un 25% (véase también el Cuadro 3.8), pero casi inexistente con la variación de la
población activa (de un 5%). Esto es, las economías más maduras demográficamente se
encuentran en general también más abiertas al exterior.
El peso del sector público tampoco manifiesta una relación destacada con el crecimiento;
aparenta ser débilmente negativa (Cuadro 3.12). El peso del sector público es mayor en la
economías exsocialistas y socialistas, Asia Central (que incluye buena parte de las anteriores)
y África Subsahariana (Cuadro 2 (2)). La relación del peso del sector público con el
porcentaje de población en edad activa es de un -22%, con la tasa de inversión de un -18%, y
prácticamente nula con la variación de la población activa. En consecuencia, un mayor peso
del sector público no va parejo a un mayor crecimiento, y conforme aumenta la madurez
demográfica y la tasa de inversión, es menor el peso del sector público.
Por último, la tasa de inflación apunta una relación de signo negativo con el crecimiento (de
un -15%), con la tasa de inversión (de un -14%) y directa con el peso del sector público (de
un 24%). Grupos de países que han sido especialmente inflacionarios son los de Asia Central
y economías exsocialistas y socialistas. Se pone así de manifiesto el régimen de inflación
reprimida en que se desenvuelve una economía de precios regulados. La elevada tasa de
inflación de la UE se debe sin duda a la presencia, precisamente, de economías exsocialistas.
Destaca también por lo elevado la tasa de inflación de Iberoamérica.
27
Cuadro 1 (2): Histogramas de las variables para la totalidad de países
20
12
15
8
10
4
5
0 0
5 10 15 20 25 30 35 0 40 80 120 160 200 240 280 320 360
1.13 Peso medio del gasto público 1.14 Tasa de inflación media en
en el periodo 1990 a 2004 el periodo 1990 a 2004
24 80
70
20
60
16
50
12 40
30
8
20
4
10
0 0
10 20 30 40 50 60 0 20 40 60 80 100
Cuadro 2 (2): Valores medios de las variables para distintos grupos de países15
15
Véase la nota a pie 15.
28
Cuadro 3 (2): Nubes de puntos y rectas de regresión entre pares de variables
280
30
240
200
20
160
120
10 80
40
0 0
45 50 55 60 65 70 75 80 45 50 55 60 65 70 75 80
3.9 Peso del sector público sobre el porcentaje 3.10 Crecimiento del PIB per cápita sobre
de población en edad activa la tasa de inversión
60 10
50 8
6
40
4
30
2
20
0
10 -2
0 -4
45 50 55 60 65 70 75 80 0 10 20 30 40
3.11 Crecimiento del PIB per cápita sobre 3.12 Crecimiento del PIB per cápita sobre
el grado de apertura el peso del sector público
10 10
8 8
6 6
4 4
2 2
0 0
-2 -2
-4 -4
0 40 80 120 160 200 240 280 320 360 0 10 20 30 40 50 60
29
3.2. Estimaciones de los modelos de regresión por áreas geográficas
Procedemos en esta sección a realizar regresiones del tipo (1) añadiendo las variables
explicativas de interés. En el Apéndice B se comprueba que puede aceptarse la hipótesis de
exogeneidad de los regresores lo que permite considerar consistentes las estimaciones que
vienen a continuación. Los resultados de las estimaciones MCO para la muestra total, que
excluye los países en guerra citados en el Apéndice A y el atípico correspondiente a Guinea
Ecuatorial, se muestran en el Cuadro 4.1. En todas las regresiones efectuadas se han estimado
los errores estándar de modo robusto a heterocedasticidad mediante el procedimiento de
White (1980). En general, se han estimado los modelos prescindiendo de las estimaciones
claramente no significativas (n.s.), aunque en algún caso se muestra el resultado de la
estimación para comentarlo posteriormente. Para juzgar la significatividad, hay que tener en
cuenta en algunos grupos de países su escaso tamaño muestral.
Comenzamos por la muestra para el conjunto de países (Cuadro 4.1). En él no han resultado
variables significativas la variación de la población activa, el grado de apertura ni el peso del
sector público. La hipótesis de dividendo demográfico está presente a través de la
significatividad del porcentaje de población en edad activa y de la tasa de inversión. Ambas
variables han condicionado de modo directo el crecimiento per cápita. La variación de la
población activa no ha resultado significativa como hemos dicho, pero al excluir el
porcentaje de población en edad activa, esta variable pasa a ser significativa al 5% con el
signo positivo que cabía esperar. A la vista del signo positivo del porcentaje de población en
edad activa, la población no constituye una rémora para el crecimiento. En efecto, un mayor
porcentaje de población en edad activa ha estado presente en aquellas economías que más
han crecido. En términos cuantitativos, 10 puntos porcentuales de población adicional en ese
tramo de edad explican 1,7 puntos porcentuales de crecimiento adicional.
La tasa de inversión también ha estado positivamente relacionada con el crecimiento. Un
peso de 10 puntos porcentuales adicional ha producido casi 0,5 puntos adicionales de
crecimiento. Por último, la tasa de inflación ha resultado inferior en aquellas economías con
mayor crecimiento. Es este caso, una inflación de 10 puntos adicionales redujo el crecimiento
en 0,2 puntos porcentuales. Se detecta igualmente convergencia condicionada. En términos
cuantitativos 10 puntos porcentuales de PIB per cápita por debajo de la media supone un
crecimiento adicional de 0,8 puntos.
30
Cuadro 4: Estimaciones MCO para el crecimiento per cápita en el periodo 1990 a 2004
4.6
4.1 4.2 4.3 4.4 4.8 4.9
4.5 Oriente 4.7
Extremo Asia Exsocia-listas
Iberoa-mérica Medio África
Total OCDE UE-27 Oriente Central y
y Subsaha-riana Socialistas
n =18 Magreb n =34 n =49
n=146 n =30 n =27 n =14 n =16
n =17
PIB per
cápita en
-0.8429 -1.5489 -2.7552 -2.1011 -1.0903 -0.5963 -0.6241 -1.9464 -1.7241
1990
(0.1894) (0.9496) (0.7511) (0.2657) (0.7817) (0.2861) (0.5106) (1.0639) (0.5480)
(PPP$)
Variación
población 0.1502
n.s. n.s. n.s. n.s. n.s. n.s. n.s. n.s.
activa (0.0829)
% medio
población
0.1775 0.0851 -0.1467 0.2241 0.3349 0.0903 0.1829 0.4500 0.2529
en edad
(0.0333) (0.1384) (0.1644) (0.0796) (0.0992) (0.0451) (0.0853) (0.2380) (0.0798)
activa
Tasa de
inversión 0.0456 -0.1153 0.0624 0.1811 0.0553
n.s. n.s. n.s. n.s.
media (0.0199) (0.0487) (0.0306) (0.1365) (0.0533)
Grado de
apertura 0.0088 0.01040 0.0100
n.s. n.s. n.s. n.s. n.s. n.s.
medio (0.0042) (0.0041) (0.0032)
Peso
medio del -0.0848 -0.0914 0.0856 -0.1163 -0.0429
n.s. n.s. n.s. n.s.
s. público (0.0365) (0.0313) (0.0383) (0.0613) (0.0214)
Tasa de
inflación -0.0220 -0.0588 -0.0832 -0.2296 -0.0377 -0.0316
n.s. n.s. n.s.
media (0.0128) (0.0300) (0.0194) (0.0300) (0.0161) (0.0300)
R2
0.26 0.42 0.57 0.88 0.52 0.52 0.11 0.48 0.26
2
R ajust.
0.24 0.29 0.45 0.78 0.37 0.36 0.02 0.35 0.21
Estad. F 13.75 3.41 4.49 8.88 3.45 3.28 1.24 5.28
3.68
(p-valor) (0.00) (0.02) (0.00) (0.04) (0.05) (0.31) (0.00)
Nota: entre paréntesis se encuentra el error estándar de la regresión estimado de modo robusto a
heterocedasticidad.
31
a apreciar al analizar los estadísticos descriptivos del Cuadro 2 ((1) y (2)). Abordamos esta
última cuestión mediante la realización de regresiones para submuestras de grupos de países.
Tomando como referencia la regresión del Cuadro 4.1, estimamos y analizamos a
continuación los resultados para determinados grupos de países. En estas, el número de
países es por lo general reducido por lo que los contrastes de significatividad que realicemos,
cuya validez es asintótica, han de tomarse con cautela. Nos interesará, con preferencia sobre
la significatividad estadística, la robustez de los signos y la magnitud numérica de la
estimación, esto es, su parecido con los obtenidos en la regresión de referencia del Cuadro
4.1.
Para el grupo de países pertenecientes a la OCDE, el Cuadro 4.2 muestra que no han
resultado significativas, además de la variación de la población activa, el porcentaje de
población en dicha edad y la tasa de inversión. Sí lo han sido, en cambio, el peso del sector
público y el grado de apertura. Parece pues que una mayor homogeneidad demográfica no
permite apreciar los efectos del dividendo demográfico pasando a primer plano variables de
tipo macroeconómico. Destaca también la importancia del proceso de convergencia.
Algo similar sucede para Unión Europea a 27 (Cuadro 4.3). Las variables poblacionales no
resultan significativas, incluso el signo de la tasa de inversión es opuesto al esperado. Lo
primero puede estar relacionado, como en el caso de la OCDE, con la homogeneidad
demográfica del conjunto de países que impide apreciar la importancia de estas variables en
el proceso de crecimiento. El hecho de que la tasa de inversión se estime de modo
significativo con un signo opuesto al esperado puede deberse a que, a lo largo del periodo
considerado, han crecido en menor medida las economías con mayor tasa de inversión (el
núcleo de la Unión) y más las menos desarrolladas. Esto lo prueba además el valor elevado
de la estimación del parámetro β de convergencia, el más elevado por grupos de países, que
prueba la importancia de la UE para favorecer dicho proceso en economías como Irlanda y
España en la UE a 15 (véase Cendejas et al. 2006); y las incorporadas en 2004 y 2007,
antiguas economías socialistas muchas de ellas y que parten de niveles de PIB muy inferiores
a los de la UE a 15. Como para la OCDE, las variables de tipo macroeconómico resultan de
importancia. Conjuntamente el modelo 4.3 explica un destacado 45% (R2 ajustado) del
crecimiento del periodo.
32
La regresión para el grupo de países incluido en Extremo Oriente (Cuadro 4.4) sorprende por
su elevada capacidad explicativa, del 88%, reducido al 78% (R2 ajustado) al excluir el efecto
de alguna variable próxima a la no significatividad, y a pesar de incluir sólo 14 países. Como
en los grupos anteriores, el coeficiente de convergencia es claramente significativo y de
magnitud destacada. En este grupo de países tanto la variación de la población activa como el
porcentaje de población en dicha edad han resultado significativas (si bien la primera
marginalmente). También la tasa de inversión y la inflación han contribuido a explicar las
cifras de crecimiento. Destacan el signo positivo en la variable de peso del sector público y la
elevada magnitud de la estimación del parámetro correspondiente a la tasa de inflación: una
inflación un punto inferior habría condicionado un crecimiento 0.2 puntos superior.
Para el grupo de países iberoamericanos (Cuadro 4.5) no han resultado significativas ni la
variación de la población activa, ni la tasa de inversión media, ni el grado apertura. En
cambio sí el porcentaje de población en edad activa con un valor sólo superado por el grupo
de países de Asia Central: un 10% de población adicional en edad activa ha explicado 3,3
puntos adicionales de crecimiento. El peso del sector público y la tasa de inflación tienen los
signos esperados y son significativos, mientras que el coeficiente de convergencia no ha sido
significativo. Prescindiendo de esta variable, conjuntamente el resto explican el 37% (R2
ajustado).
Para el grupo de países de Oriente Medio (excluido Irak) y el Magreb (Cuadro 4.6) las
variables que han resultado significativas lo son, sin embargo, con valores numéricos
inferiores a los de los otros grupos de países. Tanto el coeficiente de convergencia, el
porcentaje de población en edad activa, como el peso del sector público cuentan con valores
menos destacados. Destaca la significatividad del grado de apertura. Hemos incluido una
variable ficticia que adopta el valor 1 en aquellos casos en los que el petróleo o el gas ocupan
un lugar predominante en la estructura productiva de estas economías. La no significatividad
de esta variable indica que los países productores no crecieron sistemáticamente más en el
periodo considerado.
En el grupo de países del África subsahariana (excluidos aquellos con conflictos bélicos de
importancia en algún momento del periodo muestral) sólo el porcentaje de población en edad
activa resulta claramente significativo, si bien su capacidad explicativa es muy reducida: sólo
del 2% en términos de R2 ajustado. El coeficiente de convergencia y el de la tasa de inflación
33
son no significativos aunque tienen los signos esperados. Como comprobamos al analizar
dichas variables, es este grupo de países el que cuenta con un porcentaje de población en
edad activa más reducido y en el que apenas ha crecido el porcentaje de población activa a lo
largo de periodo. Esto es, no se han producido los rendimientos en términos de crecimiento
propios del dividendo demográfico a lo largo del periodo considerado. Además de otros
graves problemas, las poblaciones de estos países siguen siendo excesivamente jóvenes.
Para el grupo de países de Asia Central (Cuadro 4.6) destaca la elevada magnitud del
coeficiente del porcentaje de población en edad activa, el más elevado entre grupos, y de la
tasa de inversión, si bien no resulta significativa (vale, en este sentido, lo dicho antes sobre el
tamaño muestral). El coeficiente de convergencia puede considerarse significativo al 10%.
Globalmente las variables consideradas explican un destacado 35% en términos del R2
ajustado.
Por último, consideramos (Cuadro 4.9) el grupo de países que han estado gobernados bajo un
régimen de tipo socialista actualmente abandonado (economías en transición), o bien se
declaran todavía oficialmente como socialistas. El tamaño muestral no resulta escaso y
constituye el 34% del total de economías consideradas en la columna 4.1. El nivel inicial de
PIB per cápita y el porcentaje de población en edad activa son variables significativas, no así
la tasa de inversión que, no obstante, cuenta con el signo esperado. En consecuencia podría
afirmarse que está presente el mecanismo del dividendo demográfico. La capacidad
explicativa es de un 21% en términos del R2 ajustado.
Podemos comparar por grupos de países y en relación a la totalidad, los valores numéricos de
las estimaciones. Comenzando por la hipótesis de convergencia de tipo β condicionada, su
signo se mantiene en todos los grupos de países, aunque no su significatividad, como en el
África Subsahariana o esta es marginal como en Iberoamérica y Asia Central. En
consecuencia, se corrobora una vez más esta hipótesis. Su importancia es especialmente
destacada en la Unión Europea y Extremo Oriente destacando el papel de la integración
económica y del grado de apertura (ambos son los grupos de países con mayor apertura)
como factores que favorecen el proceso de convergencia, siendo en la UE donde constituye
además un objetivo de política económica.
El mecanismo del dividendo demográfico está presente en la importancia que tiene el
porcentaje de población en edad activa en todos los casos. Su no significatividad en los
34
grupos de la OCDE y la UE no menoscaba este hecho, pues es la variedad de situaciones
demográficas la que cuenta con capacidad explicativa sobre el crecimiento. Esta variedad
está presente en la totalidad de la muestra y en todos los grupos de países excepto los citados.
Este hecho se comprueba al observar la magnitud de los errores estándar de esta variable en
el Cuadro 2 (1). Aunque los porcentajes medios están en un entorno similar (excepto África
subsahariana que es 10 puntos inferior a la media aproximadamente), la dispersión de valores
en cada grupo queda patente en los errores estándar: de 0,35 y 0,34 en OCDE y UE
respectivamente, y sustancialmente mayor en el resto de grupos. En efecto, para comprobar
la capacidad explicativa de una variable, ésta ha de contar con un rango de variación de cierta
entidad, lo que no sucede en los dos grupos de países que incluyen las economías más
desarrolladas.
Resulta, en principio, contradictorio con lo hallado en el análisis descriptivo de las variables
el hecho de que la variación de la población activa no sea significativa, salvo si se prescinde,
para la totalidad de la muestra, de la variable de edad, o en el caso de Extremo Oriente. A
falta de un estudio más pormenorizado, esto puede deberse al tipo de relación no lineal entre
estructura de edad y crecimiento de la población activa (Cuadro 3.6) que da lugar a que las
mismas tasas de crecimiento de la población activa se hayan producido con poblaciones de
distinto grado de madurez demográfica. Y esta última variable sí es relevante por su
correlación, por ejemplo, con la tasa de inversión (segundo mecanismo del dividendo
demográfico).
La tasa de inversión ha resultado explicativa para la totalidad de países considerados en 4.1, y
en el grupo de Extremo Oriente, marginalmente significativa en las economías socialistas y
exsocialistas, y como anomalía, significativa y de signo opuesto al previsto en la UE. La
elevada correlación entre porcentaje de población en edad activa y tasa de inversión puede
estar también detrás de este comportamiento. Grado de apertura y peso del sector público
cuentan con los signos esperados en los casos donde estas variables han sido significativas.
Un juicio global sobre lo visto hasta el momento permitiría decir que las variables de tipo
macroeconómico resultan más relevantes en los grupos de países que incluyen economías de
mayor nivel de desarrollo relativo como la OCDE, la UE o Extremo Oriente. En todo caso la
estabilidad de precios es factor determinante del crecimiento como lo demuestra la
generalidad del signo negativo, en los grupos donde esta variable ha sido significativa, y lo
35
parecido de las magnitudes (excepto Extremo Oriente). La importancia del factor
demográfico se comprueba donde hay variedad de situaciones demográficas. Sin duda es la
interrelación entre ambos aspectos la que explica, en los casos de importante crecimiento de
la población activa, la elevada variación de tasas de crecimiento del PIB per cápita
observadas.
Por último, en relación a la posible endogeneidad de las variables demográficas que, a su vez,
deberían haberse visto influidas por el crecimiento, conviene indicar que el hecho de que no
haya resultado así en nuestro trabajo (véase el Apéndice B donde contrastamos la
exogeneidad de los regresores) no niega tal afirmación ya que el horizonte temporal que
hemos considerado es relativamente corto como para recoger esa influencia.
4. CONCLUSIONES
Los estudios teóricos referidos en la primera parte de este trabajo así como los resultados
empíricos de la segunda parte, si bien de naturaleza preliminar, permiten concluir afirmando
la presencia de un dividendo demográfico que está directamente relacionado con el
porcentaje de población en edad activa. Ahora bien, aprovechar este potencial remite a
factores macroeconómicos e institucionales que han de permitir explicar la gran variedad de
situaciones halladas. En todo caso, no cabe afirmar que la población sea una rémora para el
crecimiento económico, un juicio precipitado que podría derivarse de la consideración
exclusiva del grupo de países del África Subsahariana. Este grupo, por su juventud
demográfica, y el de la OCDE y la UE por lo contrario, son los que en menor medida pueden
beneficiarse del crecimiento derivado de su potencial demográfico. En el lado opuesto están
el resto de grupos, que constituyen el mayor porcentaje de población mundial, aunque no,
todavía, de PIB mundial. El mayor potencial de crecimiento atendiendo a su capacidad
demográfica corresponde a Iberoamérica, Oriente Medio y Magreb y Asia Central, mientras
que el potencial de crecimiento de Extremo Oriente radicaría en mayor medida en otros
factores. En el grupo de economías socialistas o en transición se mezclan variedad de
situaciones demográficas de forma que su comportamiento se asimilará a uno u otro grupo de
los citados antes. En resumen, los próximos factores de crecimiento habrán de ser distintos
según los casos radicando esa especificidad, en buena medida, en las características
demográficas de cada uno de los países y regiones, por lo que las políticas económicas
orientadas al crecimiento habrán de tener éstas en cuenta de modo preferente.
36
Entre las extensiones posibles de este trabajo, cabe considerar el tercer mecanismo generador
del dividendo demográfico: la acumulación de capital humano. Asimismo analizar el papel
de las instituciones y el marco político en la generación del dividendo demográfico por
cualquiera de los tres mecanismos señalados. En particular, estamos interesados en la
importancia de las instituciones financieras a la hora de materializar los incentivos que
favorecen el ahorro y la acumulación de capital humano. La distinta estructura de edades de
los países en desarrollo y desarrollados y los diferenciales de crecimiento que, de hecho,
tienen lugar en unos y otros, constituyen el principal factor causante de los flujos migratorios.
No se descarta relación en sentido contrario tanto en los países emisores como receptores.
Por un lado, la inmigración puede paliar los efectos negativos del envejecimiento de la
población de los países desarrollados favoreciendo su crecimiento. Sin embargo, la evidencia
también parece mostrar que aparecen una serie de efectos negativos externos (conflictos
sociales, económicos, culturales) en los países receptores y en los países de origen (pérdida
de población activa y de capital humano y consiguientemente menor crecimiento).
Los grupos de países son los siguientes (téngase en cuenta que al no disponer de todas las
variables para todos los países, las estimaciones y estadísticos calculados en el trabajo no
siempre cuentan con un número de observaciones igual al que viene a continuación):
OCDE: Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Corea del Sur, Dinamarca,
Eslovaquia, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Grecia, Holanda, Hungría, Irlanda,
Islandia, Italia, Japón, Luxemburgo, Méjico, Noruega, Nueva Zelanda, Polonia, Portugal,
Reino Unido, República Checa, Suecia, Suiza y Turquía (# obs.: 30).
Unión Europea: Alemania, Austria, Bélgica, Bulgaria, Chipre, Dinamarca, Eslovaquia,
Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Holanda, Hungría, Irlanda, Italia,
Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Polonia, Portugal, Reino Unido, República Checa,
Rumanía y Suecia (# obs.: 27).
37
Extremo Oriente: Brunei, Camboya, China, Corea del Norte, Corea del Sur, Filipinas, Hong
Kong, Indonesia, Japón, Laos, Macao, Malasia, Mongolia, Singapur, Tailandia, Taiwán y
Vietnam (# obs.: 17).
Iberoamérica: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El
Salvador, Guatemala, Honduras, Méjico, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico,
República Dominicana, Uruguay y Venezuela (# obs.: 20).
Oriente Medio y Magreb: Arabia Saudí, Argelia, Bahrein, Egipto, Emiratos Árabes Unidos,
Irak, Irán, Israel, Jordania, Kuwait, Líbano, Libia, Marruecos, Omán, Qatar, Siria, Túnez,
Turquía y Yemen (# obs.: 19).
África Subsahariana16: Angola, Benin, Botswana, Burkina Faso, Burundi, Cabo Verde,
Camerún, Chad, Comores, Costa de Marfil, Djibouti, Eritrea, Etiopía, Gabón, Gambia,
Ghana, Guinea, Guinea Bissau, Guinea Ecuatorial, Kenia, Lesotho, Liberia, Madagascar,
Malawi, Mali, Mauricio, Mauritania, Mozambique, Namibia, Níger, Nigeria, República
Centro Africana, República del Congo, República Democrática del Congo, Ruanda, Santo
Tomé y Príncipe, Senegal, Seychelles, Sierra Leona, Somalia, Suazilandia, Sudáfrica, Sudán,
Tanzania, Togo, Uganda, Zambia y Zimbabwe (# obs.: 48).
Asia Central: Afganistán, Armenia, Azerbaiyán, Bangla Desh, Bután, Georgia, India,
Kazajstán, Kirguizistán, Maldivas, Nepal, Pakistán, Sri Lanka, Tayikistán, Turkmenistán y
Uzbekistán (# obs.: 16).
Exsocialistas y socialistas: además de los estados que actualmente se autocalifican de
comunistas (China, Corea del Norte, Cuba, Laos y Vietnam), se incluyen los de la antigua
URSS (Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Estonia, Georgia, Kazajstán, Kirguizistán,
Letonia, Lituania, Moldavia, Rusia, Tayikistán, Turkmenistán, Ucrania y Uzbekistán),
antigua Yugoslavia (Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia y Servia), y
Afganistán, Albania, Angola, Argelia, Benin, Bulgaria, Burkina Faso, Camboya, Eslovaquia,
Etiopía, Guyana, Hungría, Irán, Libia, Madagascar, Mali, Mongolia, Mozambique,
Nicaragua, Polonia, República Checa, República del Congo, Ruanda, Rumanía, Seychelles,
Siria, Somalia, Surinam, Sri Lanka, Tanzania, Togo, Yemen y Zambia. Fuente: elaboración
16
Listado que no excluye los países en guerra que no se han tenido en cuenta en las estimaciones anteriores.
Tampoco se incluyó en dichas estimaciones Guinea Ecuatorial.
38
propia a partir de la información contenida en CIA World Factbook 2006. Esta lista se
ampliará y matizará en extensiones posteriores de este trabajo (# obs.: 59).
Países en guerra: Afganistán, Angola, Azerbaiyán, Burundi, Costa de Marfil, Irak, Liberia,
República Centro Africana, República del Congo, República Democrática del Congo,
Ruanda, Serbia, Sierra Leona, Sudán y Zimbabwe (# obs.: 15). Consideramos sólo los
conflictos bélicos graves por sus efectos destructivos producidos en el periodo 1990 a 2004,
esta lista se ampliará y matizará en extensiones posteriores de este trabajo.
- CREC90_04: crecimiento anual medio de 1990 a 2004 del PIB per cápita real. Tasa
calculada a partir de la variable RGDPCH [17] (Real GDP per capita –chain-) de
Penn World Table 6.2.
- LPIB90 y LPIB04: logaritmos del PIB per cápita real en 1990 y en 2004
respectivamente calculados a partir de la variable RGDPCH [17] (Real GDP per
capita -chain-) de Penn World Table 6.2.
- CREC_POB90_04: crecimiento medio anual de la población en el periodo 1990 a
2004. Tasa calculada a partir de la variable Pop [1] de Penn World Table 6.2.
- LPIB_WORK90 y LPIBWORK03: logaritmo del PIB por trabajador en 1990 y 2003
respectivamente calculados a partir de la variable RGDPWOK [19] (Real GDP chain
per worker) de Penn World Table 6.2.
- CREC_WORK90_03: crecimiento anual medio de 1990 a 2003 del PIB por
trabajador. Tasa calculada a partir de la variable RGDPWOK [19] (Real GDP chain
per worker) de Penn World Table 6.2.
- POB_ACTIVA90 y POB_ACTIVA03: porcentajes de población activa obtenidos
dividiendo el nivel de PIB per cápita por el PIB por trabajador del mismo año. La
variación en el porcentaje de población activa es la diferencia entre ambos
porcentajes.
- EDAD15_64: porcentaje de población en el tramo de edad de 15 a 64 años. Fuente:
CIA World Factbook 2006.
- FERTILIDAD: tasa de fertilidad. Fuente: CIA World Factbook 2006.
39
- ESP_VIDA: esperanza de vida. Fuente: CIA World Factbook 2006.
- INV90_04: tasa media anual de inversión en el periodo 1990 a 2004. Promedio
calculado a partir de la variable KI [24] Penn World Table 6.2.
- GOB90_04: peso medio en el periodo 1990 a 2004 del sector público sobre el PIB per
cápita real. Promedio calculado a partir de la variable KG [23] de Penn World Table
6.2.
- OPEN90_04: grado de apertura (exportaciones más importaciones reales divididas
por el PIB real) medio del periodo 1990 a 2004. Promedio calculado a partir de la
variable OPENK [21] de Penn World Table 6.2.
- INFLACION90_04: tasa de inflación media anual en el periodo 1990 a 2004
calculada a partir de la información proporcionada por el Fondo Monetario
Internacional: World Economic Outlook Database (septiembre de 2006).
40
La estimación presente en Cuadro B.1 sirve para comprobar la hipótesis de exogeneidad de
las variables instrumentales que vamos a utilizar. Estas van a ser el nivel de PIB por
trabajador en 1990 (en logaritmos), el porcentaje de población activa en 1990, la tasa de
fertilidad, la esperanza de vida, el grado de apertura y el peso del gasto público en el PIB.
Estas dos últimas no fueron significativas en la regresión 4.1 y pueden servir como variables
instrumentales. En las regresiones de exogeneidad y de relevancia de instrumentos se incluye
también el regresor exógeno LPIB90. En el Cuadro B.1 se efectúa la regresión de los
residuos del modelo de referencia de la regresión 4.1, en la que se prescinde de los regresores
no significativos, sobre los instrumentos y la variable exógena. En él se comprueba la
ausencia de relación entre los variables instrumentales y la exógena con respecto a los
residuos de la regresión de referencia. Dado que contamos con 6 variables instrumentales y el
número de variables endógenas supuesto es de 4, podemos llevar a cabo un contraste de
sobreidentificación de instrumentos. El estadístico J resulta ser de 1,83 cuyo p-valor en una
distribución χ 62−4 = χ 22 es de 0,40; por lo que puede aceptarse sin problemas la hipótesis de
exogeneidad de instrumentos.
La segunda propiedad requerida para las variables instrumentales es la de relevancia, esto es,
que tengan relación con las variables supuestas endógenas. En el Cuadro B.2 puede
comprobarse el cumplimiento de esta propiedad ya que esta hipótesis se acepta en las cuatro
variables (contraste F de significatividad global).
41
Cuadro B.2: Relevancia de las variables instrumentales propuestas
42
estándar
C 254.8007 137.8971 1.8478 0.0667
LPIB90 86.7745 74.6884 1.1618 0.2472
LPIB_WORK90 -90.6695 74.3792 -1.2190 0.2248
POB_ACTIVA90 -2.2036 1.8418 -1.1964 0.2335
FERTILIDAD -5.7384 1.6511 -3.4755 0.0007
ESP_VIDA -0.3659 0.2296 -1.5937 0.1132
OPEN90_04 -0.0143 0.0286 -0.5001 0.6178
GOB90_04 0.3416 0.1761 1.9398 0.0544
2
R 0.1361 Estadístico F 3.2406
R2 ajustado 0.0941 P-valor 0.0032
σˆ u 18.8167
En una segunda etapa, con el fin de comprobar la endogeneidad de las variables, se efectúa la
regresión MCO que se planteó inicialmente añadiendo como variables explicativas los
residuos procedentes de estas regresiones auxiliares. Bajo la hipótesis de estimación
consistente, estos residuos no han de resultar significativos. En el Cuadro B.3 se presenta esta
regresión. Se puede aceptar la hipótesis de ausencia de significatividad para cada una de las
cuatro variables de residuos. La hipótesis de ausencia de significatividad conjunta de las
cuatro variables de residuos se aceptaría con un p-valor de 0,87. En consecuencia, se puede
aceptar que los regresores de la estimación de la regresión 4.1 son exógenos y que los
resultados de las estimaciones MCO son consistentes.
Cuadro B.3: Regresión auxiliar para el contraste de exogeneidad de los regresores
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