Aroldo Wilson Quiroz Monsalvo

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AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO

Magistrado ponente

AC3091-2022
Radicación n.° 11001-02-03-000-2022-00385-00

Bogotá D.C., quince (15) de julio de dos mil veintidós


(2022).

Se decide la solicitud de inscripción de la demanda


formulada por Salvador Maestro SL dentro del trámite de
reconocimiento del laudo arbitral internacional proferido el
«29 de junio de 2021» por el Comité Jurisdiccional de la Real
Federación Española de Fútbol, donde fue convocado Marco
Jhonnier Pérez Murillo.

ANTECEDENTES

1. La convocante solicitó esa cautela sobre tres


inmuebles que, señala, son propiedad de Marco Jhonnier
Pérez Murillo, están ubicados en Medellín y se identifican así:
(I) «…ubicado en la Carrera 77 # 60 - 70, interior 1211,
identificado con el folio de matrícula inmobiliaria No. 01N-
5426471»; (II) «…ubicado en la Carrera 77 # 60 - 70, interior
99153, identificado con el folio de matrícula inmobiliaria No.
Radicación n.° 11001-02-03-000-2022-00385-00

01N-5425416» y; (III) «…ubicado en la Carrera 77 # 60 - 70,


interior 02126, identificado con el folio de matrícula
inmobiliaria No. 01N-54254780» (folios 1 y 2 del archivo
digital “0004Documento_Radicacion.pdf”).

2. La demandante aportó copia de los certificados de


tradición y libertad de dos de los predios referidos («01N-
5425416» y «01N-54254780»), donde aparece como como
último adquiriente y propietario el convocado Marco
Jhonnier Pérez Murillo (folios 18 y 25 del archivo digital
“0004Documento_Radicacion.pdf”).

3. También ofreció prestar caución «…con el fin de


garantizar los perjuicios que se pudiesen ocasionar con el
decreto y práctica de las medidas solicitadas» (folio 2 del
archivo digital “0004Documento_Radicacion.pdf”).

4. El 18 de marzo del año en curso fue admitida la


petición de reconocimiento del laudo arbitral y se requirió al
actor aportar el folio de matrícula 01N-5426471 y prestar
caución por $39.000.000.

5. El 18 de abril de 2022 el peticionario allegó el folio de


matrícula requerido y póliza de seguros afirmando que «si
bien… el término de diez (10) días … ya transcurrió… la
gestión de la póliza de seguros fue difícil, teniendo en cuenta
que el Tomador es una sociedad extranjera, situación fáctica
que en principio no permitía que tramitaran la solicitud».

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CONSIDERACIONES

1. Procedencia de medidas cautelares en el


reconocimiento de laudos arbitrales internacionales

1.1. Las medidas cautelares se caracterizan, según la


jurisprudencia de la Sala, «por la transitoriedad y
accesoriedad» porque, generalmente, «garantiza[n] los efectos
de una sentencia futura ante el peligro que la tardanza del
Estado en la rituación del proceso (periculum in mora), o la
propia conducta del obligado… ponga en riesgo el derecho del
titular del crédito por la distracción que pueda hacer el
obligado o causahabientes…» (CSJ. SC3254-2021 del 4 de
agosto de 2021. rad. n.° 2014-00084).

Es de la esencia de algunas providencias cautelares


«mantener inmutada una situación de hecho y derecho incierta
o controvertida, que se teme pueda ser alterada por distintos
eventos o por hechos imputables a las partes, proveyendo a
hacer imposible su modificación o por lo menos predisponiendo
los medios para restablecer la situación preexistente»1, lo que
justifica que responda a «la necesidad efectiva y actual de
remover el temor de un daño jurídico…»2.

Las medidas cautelares suelen tener dos requisitos


genéricos de viabilidad: verosimilitud del derecho (fumus boni

1 ROCCO, Ugo. Tratado de Derecho Procesal Cvil, Tomo V, Parte Especial, Proceso
Cautelar, Ed. Temis – De palma, 1977, p. 16.
2 CHIOVENDA, José. Principios de derecho civil, Ed. Reus S.A., 1977, p. 283.

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iuris o humo de buen derecho) y peligro en la demora de la


decisión final (periculum in mora).

La verosimilitud del derecho no radica en averiguar «la


certeza del derecho, sino la posibilidad o probabilidad de [su]
existencia…»3; tampoco exige un juicio certero e
inmodificable sobre la procedencia de las pretensiones del
solicitante, sino la probabilidad contingente que su
reclamación, solicitud, pretensión o derecho puede salir
avante. Por su parte, el peligro de la demora consiste en la
necesidad de tomar una medida provisional con miras a que
se mantenga el estado de cosas vigente mientras se profiere
la decisión final, en aras de hacer inoperante el fallo futuro.

En algunas ocasiones, para decretar la cautela, el


fallador debe examinar el cumplimiento específico de los
anteriores requerimientos y de algunos adicionales. Así
ocurre, por ejemplo, con las medidas cautelares innominadas
en las que es menester evaluar la legitimación, interés de las
partes, existencia de amenaza o vulneración de derechos,
apariencia de buen derecho, necesidad, efectividad y
proporcionalidad (arts. 590 lit. c del CGP, 32 de la ley 1563
de 2012 y 229 y ss. del CPACA). En otros eventos el legislador
señala su procedencia abstracta dependiendo de factores
como el derecho perseguido, la clase de cautela y la fase
procesal en que procede; véase que la inscripción de la
demanda sobre bienes sujetos a registro del demandado
procede desde el inicio en los procesos donde se pretenda el

3 ROCCO, Ugo. Ob. Cit., p. 98.

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pago de perjuicios derivados de alguna clase de


responsabilidad civil, siempre que el solicitante preste
caución (art. 590, #1, lit. 2 CGP), evento en que el fallador
debe limitarse, por línea de principio, a verificar esos
requisitos.

Como la función prototípica de las medidas cautelares


consiste en asegurar la eficacia de la decisión final, proceden
tanto en los procesos que adelantan los jueces que encarnan
de manera permanente la función estatal de administrar
justicia como en aquellos que surten particulares habilitados
contractual y temporalmente por las partes para resolver
controversias arbitrables, sin distinguir entre el carácter
local o internacional del arbitraje.

1.2. En el arbitraje nacional proceden las mismas


medidas cautelares consagradas en el Código General del
Proceso o en el Código de Procedimiento Administrativo y de
lo Contencioso Administrativo, dependiendo si la
controversia fuera conocida por la jurisdicción ordinaria o la
contencioso administrativa. Se trata de una remisión
normativa parcial a estos códigos, según el tipo de asunto,
donde se combinan los requisitos especiales previstos en el
estatuto arbitral y en las leyes 1564 de 2012 y 1437 de 2011,
según el caso.

Además, también son procedentes medidas cautelares


probatorias o -lo que es lo mismo- que permitan «recaudar
elementos de prueba… relevantes y pertinentes para la

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controversia», las cuales pueden decretar y practicar tanto


árbitros al interior de trámites arbitrales, como todo aquel
que ejerza funciones jurisdiccionales en cualquier clase de
procesos (art. 32 ley 1563 de 2012).

En cuanto al arbitraje internacional, las normas


colombianas regulan dos tipos de medidas cautelares según
quién las decrete. Las primeras son ordenadas por el panel
arbitral, se ejecutan de manera directa, inmediata y sin
necesidad de reconocimiento de la providencia cautelar ante
esta corporación, a menos que se presente alguna de las
causas taxativas que justifican su inejecución (art. 88 y 89
de la ley 1563 de 2012). Las segundas son decretadas por la
autoridad judicial «con anterioridad a la iniciación del trámite
arbitral o en el curso del mismo», para lo cual procederá «de
conformidad con su propia ley procesal y teniendo en cuenta
los rasgos distintivos de un arbitraje internacional», sin que la
petición tuitiva equivalga a desistimiento tácito del pacto
arbitral (arts. 90 y 71 ibidem).

Las anteriores ideas se traducen en que el Estatuto de


Arbitraje Nacional e Internacional sí regula algunos aspectos
de las medidas cautelares, tales como las que ordenan los
árbitros y las autoridades judiciales (antes o durante de la
instancia arbitral). Sin embargo, omite resolver
expresamente procedencia, requisitos y, en general, su
régimen al interior del trámite de reconocimiento de laudos
arbitrales internacionales. Tal ausencia de desarrollo
normativo debe resolverse según los principios generales que

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inspiran el Estatuto de Arbitraje Nacional e Internacional


(precepto 64 ibidem).

Uno de estos principios es el pro-reconocimiento o pro-


ejecución4, consagrado en la Convención de Nueva York sobre
el Reconocimiento y la Ejecución de Sentencias Arbitrales
Extranjeras de 1958, cuyo artículo III obliga a los Estados
firmantes (dentro de los que está Colombia) reconocer la
autoridad de la sentencia arbitral y conceder su ejecución,
siempre que se satisfagan las condiciones allí previstas.

Algo similar se predica del artículo 4º de la Convención


Interamericana sobre Arbitraje Comercial Internacional de
1975 (Convención de Panamá), que le otorga «fuerza de
sentencia judicial ejecutoriada» a los laudos foráneos, amén
de que «[s]u ejecución o reconocimiento podrá exigirse en la
misma forma que la de las sentencias dictadas por tribunales
ordinarios nacionales o extranjeros».

Para estos fines, el reconocimiento no podrá someterse


a «condiciones apreciablemente más rigurosas, ni honorarios
o costas más elevados, que las aplicables al reconocimiento o
a la ejecución de las sentencias arbitrales nacionales»
(artículo III de la Convención de Nueva York); en otras
palabras, será improcedente imponer cargas más onerosas al
reconocimiento, que aquellas establecidas para el arbitraje

4BORN, Gary B. Arbitraje Internacional: Norma y práctica, 2ª Ed., Wolters Kluwer,


2012, p. 379.

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local5, disposición que es reflejo del artículo 114 de la ley


1563 de 2012.

En consecuencia, el principio pro-ejecución o pro-


reconocimiento es una herramienta jurídica que garantiza
favorabilidad para la homologación y, por tanto, la eficacia
de laudos arbitrales internacionales, en tanto hace preferible
otorgar fuerza vinculante al laudo en el país en que se
promueve el reconocimiento, aún en casos de duda, salvo
que deba rechazarse con base en alguna de las causales
taxativas de denegación (CSJ SC9909-2017, rad. 2014-
01927-00, 12 jul. 2017).

Comoquiera que el relatado principio pro-reconocimiento


o pro-ejecución procura que el laudo arbitral internacional
tenga eficacia al interior de un Estado particular sin trámites
y requisitos injustificados o engorrosos, de su núcleo se
desprende que ante la autoridad judicial que conoce el
reconocimiento también puede solicitarse la expedición de
providencias cautelares orientadas a garantizar la efectividad
de la decisión final, siempre que se satisfagan las exigencias
correspondientes. Por supuesto, la estructura abierta del
principio, al carecer de supuesto de hecho y consecuencia
jurídica, no desarrolla aspectos específicos como cuáles son
las cautelas procedentes, sus requisitos, cargas de las partes,
forma de practicarlas, modificarlas o levantarlas, entre otros,

5Suprema Corte de Juzgamiento de Canadá, 20 may. 2010, Caso n° 32738, Yugraneft


Corp. v. Rexx Management Corp.

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los cuales pueden ser establecidos mediante una regla


jurídica que también colme ese vacío normativo parcial.

El Estatuto de Arbitraje Nacional e Internacional (ley


1563 de 2012) se abstuvo de remitir de manera genérica al
Código General del Proceso en los aspectos no regulados. Sin
embargo, el artículo 1º de esta segunda obra lo hace aplicable
«…a todos los asuntos de cualquier jurisdicción o especialidad
y a las actuaciones de particulares y autoridades
administrativas, cuando ejerzan funciones jurisdiccionales, en
cuanto no estén regulados expresamente en otras leyes».

Esto quiere decir que los vacíos sobre las medidas


cautelares en el marco del reconocimiento de laudos
arbitrales internacionales, por tratarse de un asunto
jurisdiccional que carece de regulación en la ley de arbitraje,
se llenan según el precepto 12 del Código General del Proceso
que consagra el principio general de analogía:

Cualquier vacío en las disposiciones del presente código se


llenará con las normas que regulen casos análogos. A falta de
estas, el juez determinará la forma de realizar los actos
procesales con observancia de los principios constitucionales y
los generales del derecho procesal, procurando hacer efectivo el
derecho sustancial.

Como si lo anterior fuera insuficiente, el uso de la


analogía también procede como principio general del derecho
consagrado en el artículo 8º de la ley 153 de 1887:

Cuando no hay ley exactamente aplicable al caso controvertido,


se aplicarán las leyes que regulen casos o materias semejantes,

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y en su defecto, la doctrina constitucional y las reglas generales


de derecho.

En consecuencia, las reglas aplicables a las medidas


cautelares en el trámite de reconocimiento de laudos
arbitrales internacionales se determinan de acuerdo con las
disposiciones que regulen casos análogos, las cuales deben
aplicarse e interpretarse sin pasar por alto que las normas
sobre arbitraje tienen origen internacional, propenden por su
aplicación uniforme, imponen la buena fe y la vigencia de los
demás principios que las sustentan.

2. Procedencia de la inscripción de la demanda en el


caso concreto

2.1. En razón a que el promotor del asunto de la


radicación solicitó decretar la inscripción de la demanda
sobre bienes del convocado, las normas análogas y, por
tanto, subsumibles para resolver la petición son los artículos
590 y siguientes del Código General del Proceso que se
ocupan de esa cautela, los cuales serían aplicables a una
hipotética petición ante un panel arbitral nacional por
disposición del canon 32 de la ley 1563 de 2012, dado que
las partes involucradas son particulares.

2.1.1. Se debe tener como cumplido el requisito previsto


en el precepto 590, #1, lit. b, del Código General del Proceso,
consistente en que con la inscripción de la demanda se
busque garantizar el pago de perjuicios derivados de
responsabilidad civil contractual o extracontractual, pues el

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laudo que pide ser reconocido condenó al convocado a pagar


cincuenta mil dólares (USD$50.000) con ocasión del
incumplimiento del acuerdo de voluntades celebrado por las
partes.

2.1.2. También está satisfecha la exigencia atinente a


que los bienes pertenezcan al demandado, pues los
certificados de libertad y tradición 01N-5425416, 01N-
54254780 y 01N-5426471 de la Oficina de Registro de
Instrumentos Públicos de Medellín prueban el dominio en
cabeza de Marco Jhonnier Pérez Murillo.

2.1.3. De forma similar está acreditada la exigencia


plasmada en el numeral 2º del artículo 590 del Código
General del Proceso, relacionado con prestar caución por el
20% de las pretensiones, pues al momento de resolver sobre
la solicitud cautelar fue presentada póliza de seguros por
valor de treinta y nueve millones de pesos colombianos
(COP$39.000.000).

Si bien la póliza se aportó más allá del término judicial


concedido para hacerlo, ello no impide decretar la medida
cautelar. La Sala ha dicho que el tiempo suele ser un
requisito general de viabilidad de los actos procesales que
impone ejercerlos en la oportunidad adecuada «si no se desea
soportar las consecuencias enojosas del incumplimiento»,
pues su transcurso «crea, modifica y extingue también los

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derechos procesales concretos»6, para lo cual debe repararse


en el tipo de término que se trate. Si es legal, es decir,
concretado por el legislador y la competencia del funcionario
judicial se contrae, solamente, a verificar si se cumplió o no
(art. 117 CGP), se caracteriza por ser improrrogable y no
puede ser ampliado, recortado, ni adicionado por el fallador,
además de perentorio, esto es, su fenecimiento ocasiona
consecuencias fatalmente objetivas, pues una vez «vencidos,
producen la caducidad del derecho, sin necesidad de
actividad alguna ni del juez ni de la parte contraria. La
extinción del derecho se produce por la sola naturaleza del
término, lo que quiere decir que se realiza por ministerio de la
ley», en virtud de que «vencido el último día, se extinguió
definitivamente la posibilidad de realizar el acto procesal»7
(CSJ AC2418, rad. 2020-1298, 17 jun. 2021).

Cosa diversa se presenta en los términos judiciales, es


decir, aquellos que establece el fallador a su prudente
arbitrio, los cuales son prorrogables cuando se invoque una
justa causa antes de su fenecimiento, sin que respecto de
ellos se establezca, para todos los casos, la perentoriedad
(art. 117 CGP).

Si bien la caución fue presentada luego del vencimiento


del término concedido para aportarla, la naturaleza judicial
del plazo concedido y de la solicitud no tornan improcedente
la cautela solicitada. Esto es así porque si llegara a pensarse

6 COUTURE, EDUARDO J. Fundamentos de derecho procesal civil. Depalma editores,


3ra edición, Buenos Aires, 1958, p. 174.
7 Ibídem.

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que en esta oportunidad debía negarse la cautela por


vencimiento del lapso judicial concedido, nada impediría que
en el futuro volviera a solicitarse, dado que no existe regla o
principio alguno que lo impida.

Además, decretar la medida cautelar dirigida a asegurar


el cumplimiento de la decisión que reconozca el laudo arbitral
internacional, en vez de negarla, es la que más consulta el
principio pro-reconocimiento o pro-ejecución, el cual debe
tener eficacia en el caso concreto por mandato expreso del
artículo 64 de la ley 1563 de 2012, sobre todo cuando, prima
facie, no se advierte la configuración de alguna de las
causales que impiden reconocer el laudo internacional (lit. b,
art. 112 ejusdem).

2.2. Así las cosas, por resultar procedente la medida


cautelar de inscripción de la demanda y haberse cumplido
sus requisitos, se decreta y, por tanto, ordena practicarse de
acuerdo con lo previsto en el artículo 591 del Código General
del Proceso.
DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, el magistrado ponente


resuelve:

1. Ordenar la inscripción de la demanda de solicitud de


reconocimiento de laudo arbitral extranjero sobre los bienes
inmuebles identificados con los folios de matrícula 01N-
5425416, 01N-54254780 y 01N-5426471 de la Oficina de

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Registro de Instrumentos Públicos de Medellín, que


pertenecen a convocado Marco Jhonnier Pérez Murillo. Por
secretaría líbrense las comunicaciones correspondientes.

2. Practicada la anterior medida cautelar, deberá el


demandante cumplir con las cargas atinentes a la
notificación personal según lo ordenado en el auto de 18 de
marzo de 2022.

Cumplido lo anterior y vencido el término del


convocado para pronunciarse, regrese el expediente al
despacho para el trámite pertinente.

Notifíquese y cúmplase

AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO


Magistrado

14
Firmado electrónicamente por Magistrado(a)(s):

Aroldo Wilson Quiroz Monsalvo

Este documento fue generado con firma electrónica y cuenta con plena validez jurídica, conforme a lo dispuesto
en artículo 103 del Código General del Proceso y el artículo 7 de la ley 527 de 1999

Código de verificación: 38CDF6254052E2F9ED40C4C144C61AC4741AFC914A9BC50288DDAEDB4CD5401E


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