9GOROSTIAGAlas Politicas para El Nivel Secundario
9GOROSTIAGAlas Politicas para El Nivel Secundario
9GOROSTIAGAlas Politicas para El Nivel Secundario
Jorge M. Gorostiaga*
1. Introducción
Antecedentes
Históricamente, Argentina ha estado entre los países más avanzados de América Latina
en términos de desarrollo humano y de logros educativos. Sin embargo, no ha sido
ajena a los altos niveles de desigualdad social y de segmentación de los sistemas
educativos que son característicos de la región, fenómenos que se han acentuado en
las últimas cuatro décadas, siendo la contracara de la expansión continuada de los
índices de escolarización.
Durante la década de 1990, una de las principales políticas respecto del nivel
secundario fue la provincialización de las escuelas nacionales localizadas en las
provincias, gestionadas desde hacía un siglo por el gobierno nacional. La transferencia
a las provincias (1992-1994) fue impulsada principalmente por razones financieras
(Senén González y Arango 1997), sin que las jurisdicciones recibieran fondos
específicos para hacer frente al esfuerzo económico que la descentralización implicaba,
lo cual significó un primer elemento que acentuaría las desigualdades entre ellas.
Después de la transferencia, la Argentina se embarcó en una reforma amplia y
ambiciosa con la sanción, en 1993, de la Ley Federal de Educación (LFE). Esta, en su
art. 5, incluía dentro de los principios y criterios para el diseño de las políticas
educativas, “la concreción de una efectiva igualdad de oportunidades y posibilidades
para todos los habitantes […]” y “[…] la justa distribución de los servicios
educacionales a fin de lograr la mejor calidad posible y resultados equivalentes”. Dos
de los aspectos principales de la LFE afectaron especialmente al secundario: 1) la
ampliación de la obligatoriedad escolar de 7 a 10 años; y 2) la modificación de la
estructura académica. Además, se introdujeron cambios en el diseño del currículo, la
formación docente, la gestión escolar, y en la evaluación de resultados (Gorostiaga,
Acedo y Senén González 2004).
A pesar de las medidas de tipo compensatorio, uno de los efectos del aumento
de la desigualdad social y de algunas de las políticas a través de las cuales se
implementó la reforma educativa fue la consolidación de circuitos diferenciados de
escolaridad para distintos grupos sociales (Kessler 2002; Gorostiaga, Acedo y Senén
González 2004), fenómeno al que se agregó la profundización de la diferenciación de
un sector educativo privado para los grupos más pudientes y para buena parte de las
clases medias (Tiramonti 2011). Además, por factores políticos y financieros, la
reforma quedó a mitad de camino, con distintos grados de avance en las diferentes
provincias, desarticulando la vieja estructura pero sin terminar de construir la nueva.
Esta cita refleja parte del diagnóstico que sobre la educación en general
realizaba a poco de iniciar su gestión el Ministro de Educación del gobierno de Néstor
Kirchner. Los datos del sistema educativo para 2006, año en que se sancionó la
obligatoriedad del secundario, daban cuenta de altos índices de repitencia y abandono
en el nivel, así como significativas diferencias entre escuelas públicas y privadas; en
este sentido, se reportaba una tasa promedio de repitencia de 10,7 %, siendo 13,1 %
para las escuelas estatales y 4,4% para las privadas, y una tasa de abandono en el
último año del secundario del 30,4% para las escuelas públicas. Por otra parte,
también se verificaban deficiencias de calidad manifestadas en la falta de mejora de
los resultados de los operativos nacionales de evaluación, deficiencias acentuadas en
las escuelas catalogadas como de alta “vulnerabilidad social” (Ministerio de Educación
2008).
Las políticas que a nivel nacional han afectado al nivel secundario han estado
enmarcadas en una importante producción normativa en el período 2005-2006: la Ley
de Educación Técnico Profesional, la Ley de Financiamiento Educativo y la ya citada Ley
de Educación Nacional (LEN, sustituyendo a la Ley Federal de Educación de 1993).
La Ley de Educación Técnico Profesional y las políticas desarrolladas en esta área se
han propuesto re-jerarquizar la modalidad técnica de educación secundaria, así como
generar criterios y lineamientos nacionales como marco para las iniciativas
provinciales. Una de las principales herramientas para elevar la calidad de esta
modalidad han sido los Planes de Mejora jurisdiccionales e institucionales, junto con un
fondo específico establecido por la ley (Almandoz 2010).
Las “Escuelas de Re-ingreso” (ER) buscan que jóvenes que habían abandonado
los estudios se reincorporen a la escuela secundaria a través de una propuesta con
mayor flexibilidad; se apunta así a promover trayectorias académicas adecuadas a la
realidad de los alumnos y con diversidad de dispositivos pedagógicos, incluyendo
tutorías y clases de apoyo (Juarros y Cappellacci 2009, Baquero et al. 2009). En 2009
funcionaban ocho ER en la Ciudad de Buenos Aires. El trabajo de Krichesky et al.
(2007) indica la tendencia de estas escuelas a constituirse en espacios más
“amigables” y con una efectiva implementación de modalidades de cursado y de
promoción más flexibles, pero constata también la existencia de altos índices de
abandono en las ER. De manera similar, Tiramonti et al. (2007) resaltan la
contribución que esta propuesta realiza para hacer posible la escolarización de grupos
previamente excluidos de la secundaria, aunque también señalan el peligro de
aumentar la fragmentación del sistema al generarse formatos exclusivos para
determinados sectores sociales.
Un balance provisorio
- Por un lado, hay poca evidencia de aumento de la cobertura del secundario. Los
datos provistos por el INDEC muestran un incremento muy leve de la tasa de
asistencia escolar para la población de entre 13 y 17 años: del 91,1% en 2005 al
91,3% en 2009,[7] aunque también se advierte que el porcentaje de adolescentes y
jóvenes provenientes de hogares del primer quintil de ingresos que asistían al nivel
secundario creció en el mismo período de 66% a 71% (Rivas 2011).[8] Respecto al
nivel subnacional, pueden citarse a modo ilustrativo algunas cifras correspondientes a
la Ciudad de Buenos Aires, donde la tasa neta de escolarización secundaria no ha
variado significativamente desde 2002 (88,7%), antes de declararse la obligatoriedad
en esa jurisdicción, a 2010 (89,1%) (Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires 2011).
-Por otra parte, los resultados del Censo 2010 indican que un 18,4% de la población de
entre 15 y 17 años no asiste a ningún establecimiento escolar, existiendo una mejora
en este indicador de sólo 2,15 puntos respecto al valor del Censo 2001. En los casos
de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires, los valores entre 2001 y 2010 casi no
varían, yendo desde un aumento de la asistencia de 0,8% en el Gran Buenos Aires a
una disminución de 0,9% en la Ciudad (INDEC, s/f).
- El reemplazo de la estructura EGB3 + Polimodal, determinada por la LFE, por la
nueva estructura de dos ciclos de secundaria (2+3 o 3+3) representa para muchas
provincias un proceso complejo en el que conviven distintos tipos de establecimientos
y que puede tener implicancias en términos de igualdad de oportunidades. La Provincia
de Buenos Aires, por ejemplo, en el año 2009 presentaba una distribución de
establecimientos en la cual alrededor de un 55% correspondía a Ciclos Básicos de
Secundaria Independiente de 3 años, junto con los tipos Ciclo Orientado de Secundaria
Independiente y Secundaria Completa, cada uno cubriendo más de un 20% (DINIECE
2011). Es de destacar que el cruce entre la variable tipo de establecimiento y el nivel
de pobreza de la población matriculada en cada establecimiento a nivel nacional
indicaba que para los sectores más pobres predominaba la oferta del Ciclo Básico de
Secundaria (DINIECE 2011), lo cual podría repercutir negativamente en las
posibilidades de continuación de estudios en la secundaria orientada.
- Por otro lado, persisten altas tasas de repitencia (12,18% para la secundaria básica y
7,73% para el ciclo orientado) y de abandono (8,43% y 17,38%, respectivamente) a
nivel nacional (Ministerio de Educación 2011). En la Ciudad de Buenos Aires, la tasa de
repitencia dentro de las escuelas del sector estatal en 2010 fue del 15,7%, cuando en
2002 era de 11,0% (Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires 2011). A su vez, continúan
manteniéndose significativas diferencias entre jurisdicciones, que se revelan, por
ejemplo, en una tasa de abandono para la secundaria que varía desde un 6,9% para la
Ciudad de Buenos Aires a un 17,1% para la Provincia de Corrientes (datos del INDEC
en base a Relevamientos Anuales 2009 y 2010 de la DINIECE,
<http://www.indec.gov.ar>).
4. Discusión
5. Conclusión
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[1] Este programa prevé entre los años 2010 y 2012 –a través de una fuerte inversión
del gobierno nacional- la distribución de tres millones de computadoras portátiles a
alumnos y docentes de las escuelas de gestión estatal de Educación Secundaria
Orientada y de Educación Técnico Profesional, así como de los Institutos de Formación
Docente (<http://portal.educacion.gov.ar/inclusion-digital-educativa/>). El Programa
puede ser visto como una política de inclusión digital cuyo impacto en las aulas es
todavía difícil de dimensionar.
[2] La comprehensividad se refiere al reemplazo de distintas modalidades de educación
secundaria por un currículo unificado o con un fuerte tronco común.
[3] El dato de pobreza está tomado de Socio-Economic Database for Latin America and
the Caribbean (CEDLAS y Banco Mundial), <http://sedlac.econo.unlp.edu.ar/esp/>,
consultado el 2 de mayo de 2012.
[4] A partir de 2011 y de acuerdo con lo establecido por la Ley de Educación Nacional,
la inversión en educación (sin incluir Ciencia y Técnica) debería alcanzar el 6% del PBI.
El presupuesto nacional para 2011 avanzó efectivamente en aumentos en esa dirección
(Rivas 2011).
[5] La política de los últimos años también parece darle mayor reconocimiento a
instancias de formación alternativas para jóvenes y adultos que se originan en el
paradigma de la educación popular, como los bachilleratos populares, muchas veces
asociados a cooperativas de trabajo (Tello y Asprella 2012).
[6] Menghini (2012) relativiza el impacto que los planes de mejora puedan tener, dado
que el financiamiento es limitado en el tiempo y acotado a aspectos predeterminados,
sin incluir asuntos sustanciales como las condiciones de trabajo de los docentes.
[8] A pesar de algunos testimonios de funcionarios sobre sus efectos positivos (por
ejemplo, Bracchi 2010), el impacto en términos educativos de la Asignación Universal
por Hijo todavía es difícil de cuantificar.
[9] Datos presentados por SITEAL (2011) muestran que ya en 2010 existía un 17% de
adolescentes de diecisiete años perteneciente a esos sectores que había abandonado la
escuela en el nivel primario.