Antropología Guber Identidad Villera.

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Antropología

Guber, R Identidad social villera.

1. ¿En qué consiste la identidad villera?


2. ¿a través de que fenómenos manifiesta esta identidad la articulación
subordinada del villero?
3. ¿Qué papel asume el sector estigmatizado en la definición de su
identidad?

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La población en las villas miseria ha sido objeto de la marginalidad social. La
denominación localista “villera” en tanto integrante de las clases subalternas de
nuestra sociedad, articulada en una posición asimétrica y subordinada a los
sectores hegemónicos. Descartamos el término marginalidad al no poner
énfasis en las verdaderas causas de este fenómeno. En cuanto término
teórico, la marginalidad entraña determinados supuestos subyacentes que
orientan el conocimiento y la comprensión del observador, las prácticas de
planificadores y estadistas La identidad es socialmente optativa cuando
transmite sentidos relevantes para las partes de la interacción, por ello deben
ser consideradas como el complejo resultado de un proceso histórico y de una
formación social determinada. Esta investigación se llevó a cabo en 1982 y
1983 en una villa miseria de la zona sur del Gran Buenos Aires Amado, Julio
César. Identidad Social Villera – GUBER .La población en las villas miseria ha
sido objeto de la marginalidad social. La denominación localista “villera” en
tanto integrante de las clases subalternas demuestra sociedad, articulada en
una posición asimétrica y subordinada a los sectores hegemónicos.
Descartamos el término marginalidad al no poner énfasis en las verdaderas
causas de este fenómeno. En cuanto término teórico, la marginalidad entraña
determinados supuestos subyacentes que orientan el conocimiento y la
comprensión del observador, las prácticas de planificadores y estadistas. La
identidad es socialmente optativa cuando transmite sentidos relevantes para
las partes de la interacción, por ello deben ser consideradas como el complejo
resultado de un proceso histórico y de una formación social determinada. Esta
investigación se llevó a cabo en 1982 y 1983 en una villa miseria de razona sur
del Gran Buenos Aires. Al producirse el arribo de los migrantes internos (1930-
1940) a las ciudades del Litoral argentino y la Capital Federal, renació el
fenómeno de la confrontación entre el puerto, europeizante y centralista, y las
Provincias federales y mestizas. La población que residía en centros urbanos
era de origen europeo, la inmigración hacía arribado entre 1880 y 1940
provocando transformaciones. Con la llegada de los inmigrantes provincianos a
las ciudades del Litoral, la confrontación se volvió conflictiva por razones de
índole laboral y connotaciones étnicas. Las familias del Río de la Plata
apodaron con motes despectivos de “cabecita negra”, “descamisado”, etc. Este
fue el momento de mayor tensión durante la gestión peronista, la “masa
ignorante” adhería a medidas sociales reformistas del gobierno mientras que el
resto conformaban una alianza política anti oficialista. Junto a la ideología
peronista cobró fuerza el mote “villero” para designar al descendiente del
“cabecita negra”, al habitante de asentamientos urbanos precarios
considerados villas miseria o de emergencia. El villero comenzaba a tener su
propia identidad, en la cual convergían la mayor parte de empobrecidas
provincias del norte argentino o de algún país limítrofe cuyas condiciones de
vida eran igualmente precarias; su inserción laboral eran las tareas peor
remuneradas y menos especialización, se alineaba al peronismo, sus pautas
de vida preservaban el saber médico, culinario y religioso tradicional de las
provincias de origen.
A pesar de las políticas gubernamentales, las villas miseria permanecieron.
Uno de los hechos más trascendentes de las villas bonaerenses es su
erradicación masiva de la capital en 1978, durante el último gobierno militar. En
Capital y Gran Buenos Aires el villero es una figura social, caracterizada por su
anomia, carencia de reglas y moral; su apatía, al no preocuparse por el
progreso material y espiritual, ni el porvenir; se abandona a la vida fácil y se
dedica al robo; si trabaja, es para satisfacer las necesidades del día y los
vicios; estos rasgos pueden explicarse por la incultura, ignorancia y
desconocimiento de normas de urbanidad. A partir de esta imagen el
bonaerense conoce al villero. Se prueban ciertas identidades en las cuales se
deposita todo lo abyecto y vergonzante, lo que no corresponde al “deber ser”.
Atributos con estas connotaciones desacreditan a sus portadores,
justificándose un trato diferencial para con ellos.
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Podemos reconocer la identidad social villera a partir de dos características: la
inmoralidad y la pobreza. La pobreza es la falta de total o parcial de bienes o
recursos. El villero carece de vivienda digna, de un suelo propio, de empleo
estable, de una instrucción adecuada y completa, de condiciones sanitarias, de
seguridad social, etc. El villero tiene las mismas expectativas que el resto de la
población urbana, pero debe enfrentarse a limitaciones reales que obstaculizan
su acceso a distintos recursos, y por ello, a la concreción de esas expectativas.
La inmoralidad, imagen transmitida desde el medio externo a la villa, es
retomada por el villero, quien la admite y la sustenta. El pensamiento liberal
concibe al individuo como responsable de su destino, por lo que si ellos son
pobres es porque no tienen aptitudes o interés en ser salvados. Todas las
categorías morales que se aplican al villero remiten a la carencia: no tener
trabajo=vagancia, no tener espacio= promiscuidad, no tener comodidades=
apatía e inactividad.
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El estigma es el atributo que suministra información acerca de su portador, una
información que puede ser manipulada en función de la interacción. La
utilización del estigma interviene en las redefiniciones sociales acerca de
cuáles son las limitaciones y las ventajas que este rasgo particular impone. Ser
villero es un estigma que el niño aprende desde los primeros años de escuela:
cada alumno adquiere una imagen de sí mismo por contraste con los demás
compañeros, internalizando juntos el código normativo hegemónico de la
sociedad. El damnificado intuye que ser villero no es bueno por los comentarios
de sus compañeros, y aprende a ocultarlo.
Muchos adultos ocultan su identidad. Muchas veces esto está relacionado a
diversos intentos por salir de su condición. Esta búsqueda de movilidad social
junto al hecho de desenvolverse en medios no villeros hace que el
estigmatismo encubra aquel factor que lo diferencia de sus compañeros. El
ocultamiento y la vergüenza conducen tanto a los niños como adultos a la
fragmentación de su vida social. Esta imposición externa (ocultar el origen,
experiencias de la villa de los temas de conversación) se traduce en un
desconocimiento deliberado del propio lugar de la estructura social, y en la
desvalorización y ocultamiento vergonzante de la familia y de la propia
persona.
Aquellos que se encuentran sumergidos en su pobreza, carente de trabajo
estable y de ingresos regulares, son bastante menos enfáticos en este aspecto.
Su medio habitual es la villa y los empleos donde predominan trabajadores de
esta extracción.
Cuando se define como tal, el villero suele presentarse ante los demás con
distintos matices que denotan su inferioridad. Como carenciado, se muestra
necesitado, minusválido, incapaz de valerse por sí mismo. En este caso, la
manifestación de la identidad villera a través de la ostentación de la pobreza,
contribuye a la obtención de beneficios secundarios. Esta actitud ha sido
reforzada desde la política de diversas instituciones, fundamentalmente la
iglesia católica, las organizaciones de beneficencia, las gestiones oficiales y los
partidos políticos.
El villero puede presentarse en una posición de inferioridad defensiva, cuando
ante la mera presencia de un extraño no villero, sin responder a acusación
explicita alguna, el villero se excusa por su precaria condición, demostrando
así, conocer y compartir con este su código y sus pautas. Si el extraño emite
una afirmación que desvaloriza la condición del villero, este ni asiente ni refuta.
Esto es frecuente cuando hay en juego una transacción (empleo o bien). Esto
encubre una disconformidad no explicitada, y que no arriesga la fuente de
recursos materiales y laborales.
Una de las pocas veces que el villero puede detentar una posición de
superioridad ante el no villero ocurre cuando este necesita de su ayuda dentro
de este territorio: buscar objetos perdidos, encontrar personas, canalizar ayuda
a la población, etc.

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