Antecedentes: Históricos

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Antecedentes históricos
Para comprender mejor lo que era esta institución tenemos que revisar sus antece-

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dentes históricos, en los que encontramos dos: por un lado, la “milicia provincial” de la Nueva

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España junto con las “milicias locales”, también de origen colonial; por el otro, las milicias loca-
les de los Estados Unidos. Empecemos con las primeras.

Alfonso García Gallo1 nos dice que desde siempre en Castilla y León, pero particu-
larmente en la Edad Media, todos los súbditos estuvieron obligados a prestar servicio militar
en defensa del reino y del monarca. Por lo tanto, era natural que la misma obligación se esta- 9
bleciera en sus colonias allende los mares, las llamadas Indias, citando de ejemplo una Real
Cédula del 13 de noviembre de 1535 en la que se refería a la ciudad de México, dando lugar
a la creación de milicias tanto provinciales como urbanas (en ciudades grandes y en pueblos
costeros y fronterizos, estas últimas).

En la Nueva España, nos informa Lyle N. McAlister:2 “nunca se habían formado uni-
dades provinciales disciplinadas, en lugar de éstas existían en todo el virreinato diversas com-
pañías de infantería y caballería separadas, las cuales no tenían organización uniforme, no

1 Cfr. García Gallo, Alfonso, “El servicio militar en Indias”, Estudios de historia del derecho indiano, Madrid, Instituto Nacional de Estudios Jurídicos,
1972, p. 801.
2 Cfr. McAlister, Lyle N., El fuero militar en la Nueva España (1764-1800), trad. de José Luis Soberanes (tomada de la 2a. Greenwood Press, 1972)

México, UNAM, 1982, p. 8.

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estaban entrenadas, les faltaban armas, uniformes y demás pertrechos”. Mientras que las
“urbanas” estaban generalmente patrocinadas por las corporaciones municipales o los gre-
mios, como fue el caso de las ciudades de México y de Puebla o del Consulado del Comercio
(en este último caso daba lugar a la creación del Regimiento del Comercio), los carniceros,
los panaderos, los curtidores o los plateros. Su función era proteger y patrullar las respectivas
ciudades en casos de emergencia. Las milicias se conformaban con todo tipo de personas,
excepto indios, incorporando inclusive morenos y pardos (negros y sus descendientes).

Los soldados provinciales, aparte de los honores que resultaban de tener un grado
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militar, contaban con dos fuertes alicientes: el fuero de guerra y otros privilegios y exenciones
llamadas preeminencias.
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Con motivo de la derrota sufrida por España en la Guerra de los Siete Años, se tomó
la resolución en 1764 para que, entre otras cosas, se crearan ejércitos profesionales en las
colonias, misión encargada al general Juan de Villalba para que la llevara a cabo en Nueva
10 España. Este personaje arribó a Veracruz en noviembre de ese mismo año acompañado por el
Regimiento de América, así como con cuadros de oficiales y soldados que sirvieran de base
para formar nuevas unidades de regulares y provinciales; éstos pasaron de 9,244 a 16,755.

Por otro lado, hemos citado la influencia norteamericana, cuyo constitucionalismo


tuvo una fuerte influencia en los primeros años de vida independiente en nuestro país. En efec-
to, en las colonias inglesas de Norteamérica existían milicias locales (en cada colonia, soldados
ciudadanos, en su mayoría indígenas), conformadas por varones físicamente aptos entre los
18 y 50 años. Estas milicias tuvieron un papel fundamental en la Guerra de Independencia.
Cuando alcanzaron su independencia, los estados quisieron mantener el entrenamiento, nom-
bramiento y equipamiento de dicha milicia, y al mismo tiempo se encontraron con un proble-
ma: el Congreso General solicitaba una cuota de hombres para formar un ejército federal.
Esta petición no fue bien recibida, pero era necesaria. Aunque con otras funciones, existieron

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intentos por federalizar la milicia, para convertirla en un ejército permanente. Sin embargo, los
redactores de la Constitución no lo hicieron.

Los debates constitucionales se enfocaron casi exclusivamente en el poder que


tendrían sobre la milicia tanto el gobierno local como el federal. Al ser necesaria una milicia
para garantizar la seguridad de la Nación, ninguno de los miembros de la Convención Nacional
(que como se recordará fue la que dio origen a la nueva Nación) estuvo de acuerdo en que
las milicias locales formaran el nuevo ejército y menos que las existentes dependieran de ese
ejército permanente.

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Federalizar la milicia se interpretó como una amenaza, pues sus miembros eran

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ciudadanos integrantes de una comunidad específica que además, como ciudadanos, con-
taban con varias obligaciones. Entre ellas, la de servir militarmente durante algún tiempo a
su comunidad. Esto contrastaba con el servicio militar de tiempo completo, pues el ejército
formaba compañías exclusivamente militares sin lealtades o afinidades derivadas de la ciuda-
danía y del sentimiento de pertenencia a una comunidad. Existía un miedo de que el ejército 11
permanente dominara de manera tiránica ese sentimiento particular que cada una de las
colonias tenía.

El Congreso General de acuerdo con el artículo 1o., sección ocho, fracción 15 de la


Constitución,3 tiene el poder de llamar a dichas milicias, la llamada Guardia Nacional, al servi-
cio federal solamente en tres casos: para ejecutar leyes de la Unión, suprimir insurrecciones y
repeler invasiones. La disciplina y organización es responsabilidad de las fuerzas armadas de
Estados Unidos sólo en estos casos. Además, cabe destacar que la Constitución hace del
presidente el comandante en jefe de la Guardia Nacional.

3 “El Congreso tendrá facultad para: …Proveer lo necesario para organizar, armar y disciplinar a la Reserva Militar, y para regular la parte de esta
que se utilice en servicio de los Estados Unidos; reservándose a los Estados correspondientes el nombramiento de los oficiales, y la facultad de
entrenar la Reserva Militar conforme a la disciplina prescrita por el Congreso”.

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Los intentos del Congreso a través de los años de federalizar la Guardia Nacional
provocaron que este precepto constitucional se eludiera. Las reformas que posicionaron a la
Guardia Nacional como componente de reserva de las fuerzas armadas tuvieron un objetivo:
que el presidente pudiera llamarla en mayor amplitud de casos y no sólo en los tres puntos
constitucionales citados.

Cada estado de la Unión tiene su propia guardia nacional y bajo la ley de cada es-
tado el gobernador es el comandante de su propia milicia local, por lo que puede llamarla a
servicio para enfrentar problemas internos como disturbios e inundaciones. Cuando la guardia
no está en servicio federal, es entrenada por el estado. Sin embargo, es la Federación, como
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dijimos antes, la que regula el entrenamiento y equipamiento de sus miembros, mediante leyes
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marco.4

Para finales del siglo XIX, la milicia era la fuerza militar primaria del país y, para comien-
zos del siglo XX, la milicia tenía un papel fundamental en la defensa de la Nación. Se pensó que
12 el modelo original de milicia era obsoleto. Es en este momento en que se acrecentó el poder
federal sobre la milicia.

En 1903, mediante la Dick Act, en Estados Unidos a la milicia se le nombró oficial-


mente Guardia Nacional, fruto de un proceso que, como señalamos antes, comenzó desde
los orígenes de su nación. La evolución de la milicia como una asociación de ciudadanos, a
una selecta y organizada institución militar.

En 1908, el Congreso de los Estados Unidos determinó que la Guardia Nacional


podría ser trasladada fuera del territorio nacional. Incluso, se alegó la inconstitucionalidad de
esta disposición, aunque sin mucho éxito. Gracias a la Primera Guerra Mundial y a la National
Defense Act se confirmó esta disposición del Congreso.

4 Hirsch, Alan, “The Militia Clauses of The Constitution and The National Guard”, 56 U. Cin. L. Rev. 919, Yale Law School, 1988.

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Para 1933, se integró la Guardia Nacional como componente de reserva de las


fuerzas armadas de Estados Unidos, tanto en la fuerza aérea como en el ejército permanente.
De esta manera, se pueden dejar de lado fácilmente las disposiciones constitucionales, pues
el presidente puede llamar a la Guardia Nacional cuando convoque a las reservas de defensa
(en caso de emergencia nacional o en una misión u operación especial). Aun así, la Guardia
Nacional sigue desempeñando un papel fundamental en cuestiones de orden público interno
como en el caso de desastres naturales.

A pesar del origen de esta institución, tan fuertemente arraigada con los sentimientos
ciudadanos de comunidad y de los esfuerzos de los representantes de la originaria Conven-

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ción Nacional por mantenerla, hoy día, la Guardia Nacional de los Estados Unidos dista mucho

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de ser lo que fue en algún momento: una corporación ciudadana en defensa de un pequeño
núcleo de comunidad que se convirtió en una institución de defensa nacional. Por tanto, la
Guardia Nacional que hoy día sirve a Estados Unidos es, en esencia, distinta a las milicias
estatales que le dieron origen.
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