Deontología Tema 6 Trabajo
Deontología Tema 6 Trabajo
Deontología Tema 6 Trabajo
UNIVERSIDAD DE ALMERÍA
24 MAYO 2023
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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN 4
MARCO TEÓRICO 5
PROPUESTAS DE MEJORA A CONSIDERAR 9
CONSTANTE FORMACIÓN DE LOS PROFESIONALES DEL TRABAJO SOCIAL 9
PROPUESTA CREACIÓN DEPARTAMENTO DE APOYO, ORIENTACIÓN Y ESCUCHA
ACTIVA AL ALUMNADO EN CENTROS DE SECUNDARIA. 9
CONCLUSIONES 11
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INTRODUCCIÓN
Es fundamental reconocer la importancia de las buenas prácticas en cualquier ámbito, ya que
son una serie de medidas y acciones que se llevan a cabo para garantizar la eficiencia y la
calidad en el desempeño de una tarea o proceso.
A partir de este trabajo realizaremos un breve estudio sobre la importancia de las buenas
prácticas, su efectividad y eficiencia en materia de trabajo social.
A lo largo del estudio hablaremos sobre diferentes autores y la importancia de los mismos
para desarrollar teorías como las de Howe quien nos habla de la importancia de la reflexión
crítica, Goleman uno de los pioneros en hablar sobre la inteligencia emocional, entre otros.
En este estudio vamos a abordar en primer lugar las buenas prácticas del trabajo social
sanitario con las familias de los enfermos de Alzheimer. Se inicia con unas nociones básicas
de la sintomatología y el proceso de deterioro de esta enfermedad.
Seguidamente se exponen las buenas prácticas de los profesionales de trabajo social sanitario
en los centros de salud desde los tres niveles: individual, grupal y comunitario.
Estas se desarrollan en conjunto con el enfermo de Alzheimer, el cuidador o cuidadores y
otras familias con familiares con la misma enfermedad y problemáticas.
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MARCO TEÓRICO
Las buenas prácticas en trabajo social son aquellas estrategias y técnicas que se han
demostrado efectivas en la intervención social y que se basan en principios éticos y valores
profesionales. En el ámbito de la salud y la educación, estas prácticas tienen como objetivo
mejorar el bienestar de las personas, familias y comunidades, promoviendo la prevención de
problemas de salud, el acceso a los servicios de salud y educativos, y la promoción de estilos
de vida saludables.
Uno de los autores más importantes en el campo de las buenas prácticas en trabajo social es
David Howe, quien ha desarrollado la teoría de la práctica reflexiva, la cual enfatiza la
importancia de la reflexión crítica en el proceso de intervención social. Howe sostiene que el
trabajo social efectivo requiere que los profesionales estén comprometidos en la reflexión
sobre su propia práctica y en la búsqueda de nuevas formas de mejorarla.
En el ámbito de la educación, Paulo Freire es un autor clave, cuya teoría del aprendizaje
crítico se ha convertido en una referencia para el trabajo social en la educación. Freire
sostiene que la educación debe ser un proceso de liberación, que permita a las personas tomar
conciencia de su realidad y desarrollar su capacidad crítica para transformarla.
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Daniel Goleman es un psicólogo y autor que ha estudiado y escrito sobre temas como la
inteligencia emocional y su aplicación en diferentes contextos, incluyendo el trabajo social.
En su libro "Inteligencia Emocional en el Trabajo", Goleman aborda la importancia de las
habilidades emocionales en el trabajo social y cómo éstas pueden ser utilizadas para
desarrollar buenas prácticas en este ámbito.
Goleman señala que el trabajo social implica una gran cantidad de interacciones emocionales,
tanto con los clientes como con otros profesionales, y que es fundamental contar con
habilidades emocionales para poder gestionar y responder efectivamente a estas
interacciones. Entre las habilidades emocionales que Goleman destaca como importantes para
el trabajo social se encuentran la empatía, la autoconciencia, la regulación emocional y la
capacidad para motivarse a sí mismo y a los demás.
Por otra parte, uno de los enfoques que también nos ha llamado la atención son las buenas
prácticas en el ámbito del alzheimer que el trabajador social de salud reflexione sobre la
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importancia de su labor ante la enfermedad de Alzheimer y estimularlo a realizar
intervenciones de apoyo a los familiares.
Se exponen las buenas prácticas en las intervenciones a nivel individual con el enfermo, con
su cuidador principal y con la familia. A nivel grupal se exponen seis sesiones, contenidos
teóricos y dinámicas grupales. A nivel comunitario se valora la red social existente.
“La enfermedad de Alzheimer es un tipo de lesión cerebral orgánica frecuente a partir de los
65 años y no debe considerarse como un deterioro intelectual” (Diaz Dominguez, M. En casa
tenemos un enfermo de Alzheimer. (AFA Federación de asociaciones de familias de enfermos
de Alzheimer.)
Una buena práctica es saber detectar la enfermedad desde los primeros síntomas. Éstos suelen
ser de tipo: cambios de carácter y de humor sin causa aparente. Torpeza. Falta de precisión
para la realización de actividades habituales. Aturdimiento y falta de nitidez en sus
percepciones. Errores de repetición. Sentimientos inespecíficos de perdidas. Intento disimular
las pérdidas. Desgana para el auto cuidado personal. Autoestima disminuida y tristeza” (
RODRÍGUEZ PONCE, C. (Coord.), Guía para la planificación de la atención
socio-sanitaria del enfermo de Alzheimer y su familia. Confederación Española de familiares
de enfermos de Alzheimer y otras demencias, Fundación Pfiser, 2003.)
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Según va evolucionando la enfermedad, o deteriorándose sus neuronas, aumentan sus
necesidades afectivas, demandaba mimos y dedicación, necesitaba compañía para su
estabilidad emocional y cuidados físicos para sobrevivir.
Una buena práctica del trabajador social es su contribución en la defensa de los intereses de
los enfermos de Alzheimer por delante de la familia, se debe respetar la dignidad humana
hasta el final de la vida de la persona, favoreciendo que gocen de respeto por parte de la
familia, lo que se puede conseguir dando a los familiares una educación para la salud, que es
una herramienta útil e importante ante las reacciones y los comportamientos del enfermo.
Una buena práctica es la aplicaci;on del modelo Psicosocial, caracterizado por dos elementos
principales:
● Tiene en cuenta el aspecto psicológico y social que comporta cada caso, es decir, la
persona en su situación.
● Da importancia a una diagnostico-evaluación que trata al mismo tiempo los
problemas y los recursos, los puntos fuertes y los puntos débiles de las personas y su
situación. ( RANQUET, M, du, Modelos en trabajo social. Intervención con personas
y familias, Madrid, Siglo XXI, 1991.)
Debemos intervenir en la organización familiar para favorecer el buen cuidado del enfermo y
la estabilidad familiar. Hay cuatro particularidades que deben ser tenidas en cuenta por el
trabajador social cuando desee intervenir con la familia de una persona enferma de
Alzheimer:
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● La ansiedad del cuidador principal llega al límite cuando ve deteriorarse al enfermo.
● La sobrecarga del cuidador principal le hace pedir ayuda sin saber exactamente lo que
necesita.
● El cuidador expresa la necesidad de que se tomen medidas urgentes.
INTERVENCIONES SOCIALES.
Se establecen las posibles intervenciones sociales del trabajador social sanitario en los centros
de salud desde los tres niveles: individual, grupal y comunitario.
En esta fase se pretende presentar la situación real de la enfermedad para buscar las mejores
opciones de afrontarla:
También hay que motivar a los familiares para que acepten la conveniencia de que el enfermo
asista a talleres de estimulación, necesarios para lograr un mantenimiento funcional y
cognitivo, a la vez que proporciona un tiempo de respiro a los cuidadores.
2. Intervención Grupal
En el grupo se puede prestar una mayor atención a los enfermos y familiares y se posibilita el
seguimiento de los casos, al mismo tiempo que se pueden cambiar algunas situaciones y
problemas de convivencia en la familia.
Esto llevó a la autora a poner en marcha algunos grupos para enfermos de Alzheimer en el
centro de salud, a enseñar habilidades sociales para convivir con un enfermo en casa, y
reducir los niveles de estrés de los cuidadores mediante técnicas de relajación y respiración, a
la vez que los mantenía informados sobre los recursos sociales existentes para el apoyo a los
enfermos de Alzheimer.
3. Intervención comunitaria.
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La intervención comunitaria desde los centros de salud está orientada a actividades de
carácter informativo, formativo y asistencial, a una coordinación intersectorial con
instituciones públicas y privadas, y a la participación comunitaria.
Una buena práctica es que en los Centros de Salud, por iniciativa de los trabajadores sociales
se promuevan las intervenciones individuales, grupales y comunitarias con los familiares de
enfermos de Alzheimer, independientemente de las que llevan a cabo las Asociaciones de
Familiares de Enfermos de Alzheimer.
Los trabajadores sociales, junto con los profesionales sanitarios del Centro de Salud
(E.B.A.P.), a la hora de valorar y tratar los casos, deben realizar un trabajo multidisciplinar.
El trabajo social es una disciplina orientada a la promoción del cambio social, la solución de
problemas en las relaciones humanas y el fortalecimiento y bienestar del individuo, la familia
y la comunidad. Es una profesión que implica trabajar con personas en situaciones
vulnerables y, por tanto, la ética, la responsabilidad y la profesionalidad son fundamentales a
la hora de realizar las labores que se le encomiendan.
Es por ello, la importancia de las buenas prácticas en trabajo social es crítica, ya que permite
asegurar que se ofrecen servicios de calidad, que se protege el bienestar de las personas
atendidas y se evita cualquier posible violación de sus derechos. Las buenas prácticas en
trabajo social incluyen un amplio rango de consideraciones éticas, culturales, legales y
profesionales que deben guiar el enfoque del trabajo social en todo momento.
En este sentido, se busca garantizar la integridad del profesional, promover una cultura de
solidaridad y respeto y, en general, asegurar que el trabajo social cumpla con sus objetivos de
mejorar la calidad de vida de las personas que atiende.
De este modo, consideramos que una de las buenas prácticas más importantes de seguir sería
la educación y la reeducación, es decir, la constante formación de los profesionales del
trabajo social debido que el mundo se encuentra en un constante cambio, al igual que las
legislaciones y necesidades de las personas, es por ello de vital importancia estar
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suficientemente preparados para atender dichas necesidades, con todos los elementos y
herramientas dispuestas para realizarlas de la manera más eficaz.
Los programas de formación deben estar enfocados en aspectos específicos como la
tolerancia a la incertidumbre, la comunicación efectiva, la capacidad para manejar la
complejidad, la toma de decisiones en contextos inciertos, entre otros. En definitiva, la
formación continuada permite a los trabajadores sociales actualizar sus habilidades y
conocimientos, y adaptarse a los cambios en el entorno en los que se desempeñan, lo que les
permite proporcionar servicios de alta calidad y cumplir con las expectativas y necesidades
de los usuarios a quienes atienden.
Los centros educativos de secundaria españoles, hoy en día podrían optar a crear un
departamento de apoyo y orientación exclusivo para el alumnado, ( como el defensor del
pueblo) pero solo para resolver inquietudes dudas y dar apoyo a los alumnos entre 12 y 16
años, ya no niños pero tampoco adultos, que tantas veces son tan vulnerables, los padres tan
ocupados con el progreso profesional, dejan desatendidos o en manos de cuidados de terceros
que no se ocupan de sus verdaderos intereses, ni les dan ese apoyo emocional y cariño que
tanto se necesita en esas edades, en nuestras sociedades individualistas y aceleradas en las
que vivimos.
Esta podría ser una buena práctica no sólo para detectar problemas de soledad, injusticia
marginación o exclusión por parte de compañeros, sino también dar opción de expresar su
forma de ver la vida , alguien que les escuche y les haga sentirse útiles e importantes. Este
departamento podría estar formado por equipo multidisciplinar, por un trabajador social, un
psicólogo y/o educador social.
Nuestra sociedad, donde todo va tan rápido, adolece de personas que tengan tiempo para la
escucha comprensiva, sin críticas, ni censuras para los jóvenes, para detectar problemas
mentales, soledades, problemas depresivos, situaciones de desmotivación crónica.
O simplemente un teléfono donde puedan pedir información tanto sobre posibles salidas
académicas, como dudas sobre sus deberes y derechos.
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MEJORAR LA COMUNICACIÓN CON EL USUARIO
En ocasiones, los trabajadores sociales carecen de tiempo de calidad para atender al usuario,
esto hace que la comunicación sea fría y no fluya. Esta falta de comunicación hace que sea
más difícil la intervención, debido a que se pueden dejar cosas en el aire o que se escapen de
nuestro conocimiento.
Para mejorar el tiempo de calidad que un trabajador social pasa con su usuario, se pueden
hacer las siguientes prácticas:
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En general, para mejorar el tiempo de calidad que un trabajador social pasa con su usuario, es
necesario tener una buena planificación, utilizar técnicas efectivas de comunicación,
establecer metas realistas y utilizar herramientas y recursos adecuados. Además, es
importante ser flexible y evaluar regularmente la intervención para ajustarla según las
necesidades del usuario.
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CONCLUSIONES
En conclusión, es evidente que las buenas prácticas son fundamentales para garantizar la
eficiencia y la calidad en cualquier ámbito. La implementación de buenas prácticas permite
minimizar los errores y maximizar la eficiencia, contribuyendo al éxito de cualquier proyecto,
tarea o actividad. Además, las buenas prácticas suelen ser el resultado de la experiencia y el
conocimiento previo, por lo que su adopción es beneficiosa para la mejora continua y el
perfeccionamiento de los procesos.
La implementación de buenas prácticas se traduce en una mejora en los resultados obtenidos,
así como en una mayor satisfacción por parte de los clientes o usuarios, al tiempo que se
respalda la reputación y credibilidad de la organización.
Es por ello que podemos afirmar que, las buenas prácticas en trabajo social en el ámbito de la
salud y la educación se basan en principios éticos y valores profesionales, requieren una
reflexión crítica y actualización constante, y deben abordar los problemas de manera integral,
considerando los factores biológicos, sociales y culturales que influyen en la salud y el
aprendizaje. David Howe, Malcolm Payne, Rudolf Virchow y Paulo Freire son algunos de los
autores clave en este campo.
Las cuales a su vez combinadas con una buena atención al paciente se traducen en mejora,
como lo observamos con los enfermos de alzheimer.
Las buenas prácticas han de adaptarse a la sociedad como a las necesidades mismas, ya que
gracias a estas logramos ejercer nuestro trabajo de una manera eficaz.
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BIBLIOGRAFÍA
Principios. 4.1. Derechos humanos y dignidad humana. Código de ética de la FITS, 2004.
RANQUET, M, du, Modelos en trabajo social. Intervención con personas y familias, Madrid,
Siglo XXI, 1991.)
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