Suicidal Behavior Risk Indicators in A Sample of Adolescents

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Subjetividad y Procesos Cognitivos, Vol.

19, Nº 1, 2015
Pág. 228-245, ISSN impreso: 1666-244X, ISSN electrónico: 1852-7310

INDICADORES DE RIESGO DE CONDUCTA


SUICIDA EN UNA MUESTRA DE ADOLESCENTES
SUICIDAL BEHAVIOR RISK INDICATORS IN A
SAMPLE OF ADOLESCENTS
Silvia Viviana Pugliese1

Resumen
Este estudio tiene por objetivo buscar los indicadores de riesgo suicida a través del
Test de Pirámides de Colores de Pfister, dado que es una técnica proyectiva de fácil
aplicación, accesible a cualquier edad y generalmente una tarea agradable, que la ha-
cen adecuada para estos pacientes.

El estudio se basa en una muestra de 90 adolescentes del Hospital de Niños de San


Juan (Argentina), ingresados por “intento de suicidio”, cuyas edades van de 12 a 17
años, a quienes se les aplicó el test. Se toman datos relevantes de la entrevista indi-
vidual y correlacionan con los resultados del análisis e interpretación del material
obtenido.

Para el análisis de datos se consideró la frecuencia de los colores utilizados y el as-


pecto formal de las pirámides. Los resultados fueron interpretados de acuerdo con el
enfoque psicodinámico.

Se pudo concluir que los evaluados presentan frágiles mecanismos de control junto a
un lábil equilibrio emocional e impulsividad exacerbada, en unos y una sobrecarga de
ansiedad, en otros; por lo que en todos se halla comprometida la estabilidad afectiva
y la adaptación social.

Palabras clave: adolescentes, riesgo suicida, test de Pirámides de Colores.

Abstract
The aim of this study is to find risk indicators of suicide by means of the Pfister
Color Pyramid Test, since it is a projective technique of easy application, accessible
to any age and generally a pleasant task, which makes it suitable for adolescent
patients. The study is based on a sample of 90 adolescents in the Children’s Hospital
of San Juan (Argentina), admitted for “attempted suicide”, whose ages range from
12 to 17 years old, to whom the test was applied. Relevant data is obtained from the
individual interview and correlated with the results of the analysis and interpretation

1
Coordinadora del Comité de Maltrato Infanto–Juvenil, Hospital de Niños de San Juan, Argentina. E-Mail:
[email protected]

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of the material obtained. For the data analysis, the frequency of colors used as well
as the formal aspect of the pyramids was considered. The results were interpreted
according to the psychodynamic approach. It was concluded that some of the assessed
patients present fragile mechanisms of control as well as labile emotional balance and
exacerbated impulsiveness, and that others present an overload of anxiety. Therefore
affective stability and social adaptation are altered in all.

Keywords: adolescents, suicide risk, Color Pyramid Test.

Introducción
El presente trabajo es parte de una investigación más amplia que tiene como objetivo
determinar los indicadores patognomónicos del riesgo suicida en adolescentes, a tra-
vés del Test de Pirámides de Colores de Pfister, construido por Max Pfister en 1946,
sistematizado por Heiss y Hildegard (1951) e introducido en América Latina por Fer-
nando Villemor Amaral en 1956, quien lo enriqueció con sus aportes gestálticos y
psicoanalíticos.

En los últimos años ha aumentado en el mundo la tasa de muerte violenta en los ado-
lescentes y el suicidio forma parte de ella. Es la tercera causa principal de muerte en
la mayoría de los países, en las edades entre 15 a 24 años. En el año 2000, en base a
datos publicados por OPS en el 2006, se destacan las tasas de Estonia, Japón, Finlan-
dia, Australia (Martínez, 2007).

En Argentina la mortalidad por suicidio presentó un importante incremento entre los


jóvenes de 15 a 29 años, pasando del 4% en 1980 al 14% en el 2004; las que junto
con el resto de causas violentas (homicidios y accidentes) trepó al 60% de las muertes
(Martínez, 2007).

Considerando que luego de un intento, hay 18 veces más probabilidades que lo inten-
te en el año siguiente (Stoelb y Chiriboga, 1998); que el entorno tarda 2 o 3 años en
metabolizar el suicidio de una persona y que alrededor de un suicidio hay entre 50 a
70 personas afectadas; podemos inferir los efectos que se generan en la salud mental
de su entorno.

Si bien las estadísticas que se cuentan son subrregistros, dado que muchas veces no
llegan al hospital o un centro de salud, o bien no quedan asentados como tales y para
dimensionar la problemática, en el Hospital de Niños de San Juan (Argentina), se
contabilizaron los siguientes “intentos de suicidio” entre 2007 y 2014:

2007: 12 casos entre 12 y 16 años


2008: 25 casos entre 12 y 17 años
2009: 34 casos entre 11 y 19 años

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2010: 28 casos entre 8 y 17 años


2011: 42 casos entre 12 y 17 años
2012: 48 casos entre 10 y 17 años
2013: 53 casos entre 12 y 17 años
2014: 41 casos entre 12 y 17 años

Suicidio y riesgo suicida


Si bien hay dos líneas teóricas para definir al suicidio, tomamos la definición de la OMS
(1976) que considera el suicidio como “todo acto por el que un individuo se causa a sí
mismo una lesión o un daño, con un grado variable de la intención de morir, cualquiera
sea el grado de intención letal o de conocimiento del verdadero móvil”. Vale decir que
más allá del grado de conciencia de quien lo exterioriza, está orientado a comunicar la
intención de una resolución al conflicto que le da origen, por medios letales.

A partir de estos conceptos definimos:

Intento de suicidio: conducta autodestructiva que fracasa en el intento de quitarse la


vida

Riesgo suicida:
• Baja letalidad (cortarse, quemarse, pegarse, etc. para aliviar el dolor emocional.
• Mediana letalidad: automutilación.
• Alta letalidad: veneno, disparo, etc.

Sin embargo, se debe considerar que puede pasar de la baja letalidad al intento de
suicidio, cuando:
• Aumenta la frecuencia e intensidad.
• No experimenta dolor físico al autolesionarse.
• Cuando la autolesión no ha aliviado el dolor emocional.
• Experimentan rechazo y exclusión del entorno.

En cuanto a la etiología hay teorías que lo atribuyen a factores biológicos y genéticos


(Mann and Currier, 2007), estacionales, económicos, climáticos, psicológicos (Apter,
2000), sociales (Durkhein, 1897) entre otros.

En nuestro país, Casullo (1998) retoma los aportes de Abadi y Yampei (1973) y señala
que el potencial suicida es universal por originarse en el instinto de muerte, pero se
potencia en momentos o situaciones de crisis (vitales o accidentales), más aún si pro-
viene de familia violenta.

Se sabe que cuando los afectos negativos son intensos o pobremente controlados, el
riesgo de una conducta violenta, impulsiva y explosiva aumenta (Berman et al., 2011).

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Por ello las dificultades en la regulación de los afectos, hostilidad y agresión impul-
siva están altamente asociadas a riesgo suicida (Brent, Johnson et al, 1993–94). Si el
adolescente presenta signos de control pobre de los impulsos; y falta de control en la
expresión de los mismos. La expresión de la ira puede ser direccionada hacia otros,
hacia sí mismo o quedar flotante.

Las propuestas actuales intentan comprender y explicar esta problemática desde una
perspectiva integradora y comprehensiva (psicosocial), puesto que se vincula a fac-
tores concurrentes (historia familiar, personal, salud mental) y factores precipitantes
(experiencias estresantes, incapacidad para resolver conflictos).

Laimou (2012), implementó el test de Rorschach (1921) en una muestra de adolescen-


tes con intento de suicidio, concluyó que, inhibición y rigidez son tendencias que se
alternan casi con frecuencia ante la descarga de tensión interna. Sin embargo, puede
observarse una tendencia dominante propia de cada adolescente. Para ellos, inhibir es
una manera de proteger la integridad del Yo del impacto de un impulso potencialmen-
te destructivo. Según esta autora, el intento surge cuando se quiebra la defensa y dirige
sus impulsos hacia su propio cuerpo para restablecer el equilibrio interno.

Apter (2000), en base a los adolescentes suicidados en Israel, propuso una tipología
de conductas de riesgo suicida:

1) Tipo perfeccionista–narcisista: No tolera una imperfección, se exige un alto ren-


dimiento y expectativas, manteniendo una imagen positiva. Está pendiente de la
aprobación de los demás y es vulnerable al fracaso o la crítica, no lo puede tolerar.
Presenta también un alto monto de agresividad y aislamiento.

2) Tipo impulsivo–agresivo: Presentan una sensibilidad excesiva antes perturbacio-


nes menores, frente a las que reaccionan con ira y ansiedad. Posteriormente desa-
rrollan una depresión secundaria ligada al riesgo suicida.

3) Tipo Desesperanzado: Se caracteriza por una combinación de una psicopatología


del Eje 1 (DSM IV) y desesperanza. Presenta un alto monto de ansiedad con mie-
do a perder la identidad y el autocontrol.

Diseño Metodológico
Sujetos de la muestra
Con el objetivo de aislar indicadores que contribuyan al diagnóstico y comprensión
dinámica de los adolescentes con riesgo de suicidio, se tomó una muestra de 70 pa-
cientes: 59 mujeres y 11 varones que presentaban uno o más intentos de suicidio entre
10 y 18 años, hospitalizados por esa causa, entre el 2011 y 2014, a quienes se les
aplicó el test de las Pirámides de Pfister y entrevista semiestructurada.

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Caracterización de la muestra
Dado que se registran diferencias por sexo, pues mientras que los varones se quitan la
vida cuatro veces más que las mujeres, según National Center for Injury Prevention
and Control de Oregon, las mujeres intenta tres veces más que los varones (Berman,
2011), esta muestra no se ha subdividido por sexo, sino por edades

La muestra está compuesta por 59 mujeres y 11 varones, divididos en dos grupos:


Grupo A: de 10 a 14 años (20 sujetos) y el Grupo B: de 15 a 18 años (50 sujetos)

Instrumento

El Test de las Pirámides de Colores fue elaborado por Max Pfister en 1948 y viene a
enriquecer la familia de las Técnicas Proyectivas. Pfister sostenía que los colores una
estrecha relación con los estados o reacciones emocionales y que la pirámide es la
figura geométrica que permite construirse hasta en tres dimensiones.

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El Test de las Pirámides de colores de Pfister es un instrumento usado en diagnósticos,


tanto en investigaciones como en la clínica. En cambio, se registran pocos trabajos
en relación al diagnóstico diferencial, siendo los últimos de A. E. de Villemor Amaral
(2005). Se encuentran investigaciones sobre la aplicación de este test en diversos
campos de la Psicología (Bauer, 1979). Carnio & Loureiro (1993); Oliveira, Pasian &
Jacquemin, (2001), específicamente trabajaron en la Clínica y Salud Mental.

Se trata de un instrumento no verbal, casi lúdico, que no exige habilidades específicas,


lo que redunda en que sea una técnica con escasa resistencia para ejecutarla, lo que lo
hace adecuado para los adolescentes con riesgo de suicidio, independientemente de su
nivel educativo. Es aplicable de 5 a 99 años.

Este test proporciona una rápida y adecuada manera de abordar ciertos aspectos de la
afectividad.

Actualmente se encuentra estandarizado en Brasil (Villemor Amaral, 2015) pero aún


no se cuenta con una estandarización argentina del test.

Se compone de un conjunto de tres cartas con el diseño de una pirámide, dividido en


15 cuadrículos, y un conjunto de cuadraditos de colores, compuesta de diez colores
(blanco, negro, marrón, gris, azul, verde, rojo, amarillo, naranja, violeta) subdividido
en hasta cuatro tonos. Los colores utilizados pueden clasificarse según su función en
representación psíquica. Las combinaciones de colores son los síndromes afectivos,
que serían representantes del equilibrio interno de los sistemas de la personalidad.

A través de un análisis cuantitativo y cualitativo es posible determinar la dinámica


de la personalidad. Asimismo, puede contribuir al diagnóstico de diversos trastornos

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mentales como la depresión (Villemor–Amaral et al., 2004), esquizofrenia (Villemor–


Amaral et al., 2005), el trastorno obsesivo compulsivo (Villemor–Amaral, Silva y
Primi, 2002), el trastorno de pánico (Villemor–Amaral et al., 2005); Alcoholismo (Vi-
llemor–Amaral et al., 2005); y trastorno somatoforme (Villemor–Amaral et al., 2005)

Procedimiento
Las evaluaciones se realizaron en el consultorio de Psicología del hospital y con las
condiciones físicas adecuadas, en encuentros de una hora promedio. Una vez que el
paciente ha logrado su recuperación física y previo al alta hospitalaria, se entrevista al
familiar acompañante y al adolescente previa firma del consentimiento informado (se
adjunta en anexo) y luego se le aplica el test de Pirámides de colores.

1. Entrevista al paciente
En la misma se considera:
a) Datos personales: nombre, fecha de nacimiento, año que cursa, localidad en que vive.
b) Características de personalidad sobresalientes.
c) Constitución del grupo familiar: integrantes, sexo, edad, actividad laboral, con
quien/es convive.
d) Motivo de internación.
e) Intento de suicidio: antecedentes, motivación, reflexión.
Del análisis de las entrevista se destaca que el 55,71% de los adolescentes son parte
de un grupo familiar violento; el 20% son parte de un grupo familiar disfuncional;
Duelos recientes 12,85%; 2, 85% registra como antecedente haber padecido trastorno
alimentario y de un 8,57% no se conocen datos sobre su grupo familiar (ver gráfico).
Estos datos nos permiten inferir que la violencia familiar, en primer término y la dis-
función familiar, en segundo lugar, tienen una alta incidencia en el riesgo suicida en
los adolescentes.

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En un trabajo anterior, y en coincidencia con otras investigaciones (Van der Kolk,


Perry y Herman, 1991; P. Fonagy, 2002; Houston et al., 2001) se pudo concluir que
los padres violentos, instalan una dinámica de funcionamiento donde no se observa
una vinculación afectiva con sus hijos, en consecuencia, no registran qué necesitan,
qué intentan transmitir, ni cómo estimularlos/tranquilizarlos. Por tanto, ante la falta de
sostén emocional parental, es posible que los hijos crezcan sintiéndose poco valiosos
sin un equipamiento que les permita absorber las situaciones ansiógenas o angustian-
tes y reprimiendo el sentimiento de hostilidad.

2. Aplicación del test de Pirámides de Colores


El test consiste en pedirle al sujeto que haga una pirámide como más le guste y luego
se le piden las otras dos.

Después de haber completado las tres pirámides, se le realizaron las preguntas que
completa la aplicación del test.

Cabe destacar que ningún sujeto de la muestra se resistió a la ejecución del test. Al
contrario, fue bien aceptado y siempre dispuestos. Una de las adolescentes de 15 años,
internada por intento de suicidio, manifestó al finalizar la tarea: “Hacía mucho tiempo
que no jugaba”.

Análisis de los datos


Debido a la falta de datos normativos para adolescentes en la población argentina, se
utilizaron las tablas de Brasil (Villemor Amaral, 2015). Para el análisis de datos se
consideró el aspecto formal de las pirámides y la frecuencia de los colores utilizados.

Los índices considerados formales se obtuvieron de cada una de las tres pirámides
realizadas por cada evaluado; mediante el análisis del modo de ejecución, de colo-
cación y el diseño resultante para evaluar cómo utiliza su función lógica ante sus
vivencias afectivas. Los índices considerados emocionales se obtuvieron por la fre-
cuencia porcentual en el uso de cada uno de los colores y los denominados síndromes
cromáticos, que son conjuntos de 3 o más colores que agrupados se relacionan con
características psicológicas o psicopatológicas específicas.

La forma constituye uno de los elementos fundamentales dado que indica las posibi-
lidades de control racional que una persona tiene sobre sus afectos y las emociones
(Rorschach, 1922; Exner y Sendín, 1999, Weiner, 2000). En consecuencia, está rela-
cionada con el funcionamiento cognitivo y las funciones de atención y concentración.
Asimismo, con el test de Pfister, la precisión de la percepción y del pensamiento
depende tanto de la capacidad intelectual como del buen control emocional, como
lo comprobaron investigaciones llevadas a cabo (Brauer, 1998; Oliveira, Pasian y
Jacquemin, 2001; Costa y Villemor Amaral, 2004). Por ello a cada configuración, su
interpretación corresponde a distinto nivel de madurez emocional y nivel cognitivo.

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En el aspecto formal se considera si configuró un Tapete (puro, desequilibrado, aguje-


reado o con inicio de orden); Formaciones (en camada monocromática, multicromáti-
ca, simétrica o alternada) o una Estructura (simétrica, en escalera, en manto, en manto
cerrado, dinámica asimétrica o en mosaico). En este estudio se consideró el porcentaje
total de cada una de las configuraciones y las subclases.

Así como en el test de Rorschach, el “fenómeno color” es analizado como un factor


capaz de despertar emociones peculiares o típicas; Pfister concedió un lugar primor-
dial al factor color como fuente que permite explorar y analizar la personalidad.; sin
abandonar el aspecto formal, la “gestalt” asociada a la organización o disposición
cromática para la ejecución de las pirámides (Villemor Amaral, 1978).

Las tablas de frecuencia, contienen los porcentajes esperados para cada color, así
como para los cuatro síndromes cromáticos principales; discriminados por grupo eta-
rio. Se comparó con el valor esperado con el porcentaje obtenido en cada caso, si éste
es cuatro puntos mayor o menor del esperado se consideró que la frecuencia del color
está aumentada o disminuida, correspondiéndole un significado distinto, así como las
tonalidades usadas en cada color. De igual modo se consideran los síndromes cromá-
ticos, los que pueden resultar con valores medios, aumentados o disminuidos.

Se analizaron los siguientes indicadores: cómo el evaluado realiza la tareas y el di-


seño resultante, los diferentes tipos de formaciones y colores elegidos. Estos índices
permiten obtener una comprensión del funcionamiento cognitivo y emocional de los
sujetos de la muestra.

Resultados
Los resultados tanto del aspecto formal como emocional, fueron interpretados de
acuerdo con el enfoque psicodinámico, basado en los aportes de F. Villemor Amaral
(1973); Justo y Van Kolck (1976) y Heiss y Halder (1983), quienes basaron sus con-
clusiones en amplias investigaciones y que fueron corroboradas y sintetizadas por
A.de Villemor Amaral (2005)

1. Aspecto formal
El aspecto formal parte del análisis de las tres formas de configuración de las pirá-
mides, conforme al nivel de elaboración de la forma y que corresponden a niveles
distintos de madurez emocional y desarrollo cognitivo. Vale recordar que siempre
la interpretación debe hacerse a la luz del conjunto del protocolo, pues puede em-
pobrecerse o enriquecerse, según los colores o tonalidades empleadas y el modo de
ejecución y colocación.

Los resultados indican que si bien un 70,33% logra un trabajo organizado (ejecución
ordenada) esto significa que organiza naturalmente sus actividades. Por su parte, el

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modo en cómo trabaja (modo de colocación predominantemente descendente direc-


ta) indica inmadurez, inestabilidad y búsqueda de seguridad interior, lo que podría
atribuirse a etapa evolutiva de los sujetos de la muestra. Este proceso de ejecución
muchas veces se encuentra en aquellos que tienen dificultad para adaptarse al medio.

Para el análisis formal tomamos en consideración la distribución de la muestra en


cada grupo expresados en las tablas 2 y 3 respectivamente.

Tabla 1. Tipo de configuración de las pirámides Grupo A

Porcentaje Total
TAPETE
Puro 48,33
Desequilibrado 1,66
Agujereado 13,33
Con inicio de orden 1,66 64,98
FORMACIÓN
En camada 18,33
Simétrica 3,33
Alternada 10 31.66
ESTRUCTURA
En manto 3,33 3,33

Tabla 2. Tipo de configuración de las pirámides GRUPO B

Porcentaje Total
TAPETE
Puro 36,66
Desequilibrado 8,66
Agujereado 6,66
Con inicio de orden 6 57,98
FORMACIÓN
En camada 28,66
Simétrica 7,33
Alternada 2,66 38,65
ESTRUCTURA
En manto 2,66 2,66

A través del análisis de la disposición de los colores dentro de la pirámide puede


adquirir un aspecto plano donde la forma se pierde (tapete), o adquirir un aspecto
ordenado bidimensional (formaciones) o tridimensional (estructuras). En la muestra
el 59,15% del total realizó tapetes, lo que indica que no presentan buena integración

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de los aspectos reguladores de los afectos y su expresión. Aunque se registró una di-
ferencia significativa según las edades: los menores de 14 años arrojaron un 64,98% y
el grupo mayores de 15 años: 57,98%. Y del conjunto, predominan los “tapetes puros”
indicando labilidad afectiva por la interferencia de un fenómeno emocional. Siendo
un test muy sensible a lo situacional, puede interpretarse que su prevalencia se debe a
la interferencia de un fenómeno emocional, posiblemente el desencadenante del inten-
to de suicidio. Sólo un 13,33% para el grupo A y el 6,66% para el grupo B de la mues-
tra presenta indicios de disociación de pensamiento (tapete agujereado). Mientras que
un 36,66% del total de la muestra realizó Formaciones, lo que indica que presentan un
funcionamiento cognitivo dentro de los parámetros medios y se observan indicadores
de personalidad en formación, fácilmente perturbable y vulnerable, los que podrían
considerarse comunes en la infancia y adolescencia, por encontrarse en proceso de es-
tructuración de su personalidad. En general indican inestabilidad interna y búsqueda
de equilibrio con una actitud tímida y muy prudente. En esa línea se registran diferen-
cias entre el grupo de menores de 14 años: 31,66% en formaciones, y en el grupo de
mayores de 15 años que registró un 38,65%. Sin embargo en Estructuras, que implica
un nivel cognitivo elevado y cierto grado de equilibrio emocional, los valores fueron
bajos y similares: 3,33% y 2,66 % en ambos grupos.

2. Aspecto emocional
Frecuencia en el uso de los colores y síndromes
En cuanto al uso de los colores, se consideró el orden de frecuencia en el uso, en re-
lación al aumento o disminución a la frecuencia esperada. Del mismo modo respecto
de los cuatro síndromes principales. Sus valores están expresados en las Tablas 3, 4,
5 y 6.

Tabla 3. Porcentajes de las medias obtenidas en el Grupo A

COLOR Porcentaje obtenido Porcentaje esperado


Azul 14,3 15,06
Rojo 15,40 15,72
Verde 15,40 17,01
Violeta 12,45 11,87
Naranja 6,75 7,84
Amarillo 10,85 7,50
Marrón 2,8 5,20
Negro 12,05 8,02
Blanco 5,73 8,43
Gris 3,35 3,29

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Tabla 4. Porcentajes de las medias obtenidas en el Grupo B

COLOR Porcentaje obtenido Porcentaje esperado


Azul 15,52 18,10
Rojo 15,82 13,60
Verde 14,64 19,70
Violeta 12,62 8,50
Naranja 8,18 10,80
Amarillo 9,44 9,50
Marrón 3,26 4,00
Negro 9,24 4,50
Blanco 7,32 8,30
Gris 2,88 2,90

Tabla 5. Porcentajes de medias de sindromes en el Grupo A

SINDROME Porcentaje obtenido Porcentaje esperado


NORMAL 41,75 47,81
ESTÍMULO 31,05 31,08
FRÍO 39,90 43,96
INCOLORO 19,28 19,76

Tabla 6. Porcentajes de medias de sindromes en el Grupo b

SINDROME Porcentaje obtenido Porcentaje esperado


NORMAL 45,08 51,30
ESTÍMULO 32,88 33,90
FRÍO 41,48 46,30
INCOLORO 19,12 15,80

De acuerdo con los porcentajes de las Tablas 3 y 5, se observa que en el Grupo A


predominan:

Amarillo elevado (Am↑); Marrón disminuido (Ma↓); Negro elevado (N↑); Blanco
disminuido (B↓); Síndrome Normal disminuido (SN↓) y Síndrome Frío disminuido
(SF↓).

De su análisis se concluye:

1) Fragilidad estructural con bajos niveles de energía y productividad (Ma↓).


2) Excitabilidad afectiva, susceptibilidad, fácilmente irritable, por lo que se torna

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objeto de frecuentes frustraciones (Am↑).


3) Dificultad de adaptación al medio, tanto en sus actitudes como en su comporta-
miento, con consecuencias en la estabilidad. (SN↓).
4) Inhibición como defensa contra los estímulos o temor al desencadenamiento de
impulsos que le harían perder el equilibrio (N↑).
5) Tiende a negar los estímulos o situaciones afectivas en un intento de mantener un
frágil equilibrio (SF↓).

Por su parte, en función de los porcentajes de las Tablas 4 y 6, se observa que en el


grupo B predominan:

Azul disminuido (Az↓), Rojo aumentado (R↑), Verde disminuido (Vd↓), Violeta au-
mentado (Vi↑), Negro aumentado (N↑) y Síndrome Normal disminuido (SN↓), Sín-
drome Incoloro aumentado (SI↑).

De su análisis se concluye:

1) Débil capacidad defensiva yoica para mantener la estabilidad (Az↓).


2) Desorientación provocada por la excitación e irritación por la frágil capacidad
de elaboración interna y la ruptura de mecanismos represivos, lo que lo lleva a
reacciones de modo irritado y descontrolado, a través de descargas explosivas y
súbitas (Vd↓, R↑, Vi↑).
3) Sensación angustiosa de insatisfacción de deseos o aspiraciones que generan un
malestar interno y los torna irascibles (N↑, R↑)
4) Menor capacidad de adaptación al medio, en sus actitudes y su comportamiento
(Vd↓).
5) Comportamiento ligado a perturbaciones por motivos profundos (SN↓, SI↑).
6) Fuga de situaciones afectivas. Reprime los estímulos, que pudiere perturbar su
aparente equilibrio (SI↑).

Si bien cada color y tonalidad tienen un significado particular la secuencia del análisis
del funcionamiento psíquico se completa con los resultados de los síndromes cromá-
ticos con los valores esperados para los adolescentes.

Complementan el análisis, otros aspectos como la amplitud cromática sintetizada en


la Fórmula Cromática (FC) obtenida, y la relación Variación Cromática en relación
variación de Matices (VCo: VMa), factores que no fueron tomados en el presente
trabajo.

Caso Clínico
A los efectos de ilustrar el análisis e interpretación de los aspectos formal y emocional
arriba descriptos, se presenta el siguiente caso:

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Subjetividad y Procesos Cognitivos, Vol. 19, Nº 1, 2015
Pág. 228-245, ISSN impreso: 1666-244X, ISSN electrónico: 1852-7310

Mujer de 17 años que ingresa al hospital por intoxicación medicamentosa y cortes en


el antebrazo con un pedazo de botella de vidrio. Se registra violencia en su familia. La
madre falleció hace un año y el padre se va a vivir con otra mujer. Actualmente vive
con sus hermanos y antes vivía con un novio.

Resultados del Test de Pfister


Aspecto formal
Pirámide I: Tapete puro
Pirámide II: Tapete puro
Pirámide III: Tapete puro
Modo de colocación:
Pirámide I: Descendente alternada
Pirámide II: Descendente alternada
Pirámide III: Descendente directa
Modo de ejecución: ordenada a desordenada

Tabla de frecuencias: Síndromes Duplas

Az 11,1 ↓
R 24,4 ↑ Normal 48,9 R↑ + Ma↑
Vd 13,3 ↓
Vi 8,9 Estímulo 48,9 ↑ R↑ + Vd ↓
Na 13,3
Am 11,1 Frío 33,3 ↓ G↑ + R↑
Ma 8,9 ↑
N 2,2 Incoloro 8,9 ↓
B0↓
G 6,7 ↑

Partiendo del análisis del aspecto formal se destaca que el modo de colocación se co-
rresponde con inestabilidad y búsqueda de seguridad interior con un nivel intelectual
bajo, que en este caso podemos pensar por hipoestimulación; ratificado por el modo
en que ejecuta las pirámides y la configuración (tapete puro) que indica labilidad
afectiva que puede condicionar la adaptación externa que permite el manejo adecuado
de las emociones.

La distribución de la frecuencia de los colores nos lleva al plano emocional y su di-


námica.

El aumento del rojo indica una irritabilidad e impulsividad exacerbadas, que en una
frágil estructura de personalidad y sin capacidad defensiva para mantenerse organizado
(azul aumentado), es posible la descarga de impulsos sin posibilidades de elaboración
(verde disminuido).

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Subjetividad y Procesos Cognitivos, Vol. 19, Nº 1, 2015
Pág. 228-245, ISSN impreso: 1666-244X, ISSN electrónico: 1852-7310

El aumento del marrón da cuenta de la fuerza represora que intenta bloquear los im-
pulsos, dificultando su libertad para actuar, con apego a normas y costumbres tradicio-
nales y al pasado. Frente a la dupla marrón y rojo aumentado la regresión, tiene una
connotación negativa. Tampoco resulta positiva la combinación del gris aumentado
junto al rojo aumentado, esto es, influenciabilidad junto a agresión impulsiva, que
lleva a que se caractericen por sus descontroles, litigios y polémicas.

El aumento del Síndrome Estímulo junto a la disminución del Síndrome Frío indica que
la excitabilidad e incontinencia afectiva le dificulta la estabilidad afectiva y una adapta-
ción al medio social, corroborado por el rebajamiento del Síndrome Incoloro que denota
falta de los elementos inhibidores necesarios para la adaptación emocional y social.

Aunque el análisis de los resultados está sólo centrado en parte del análisis general, es
posible captar la dinamismo de su personalidad y comprender por qué ante la negativa
a una salida pudo haber reaccionado con ese grado de impulsividad, con intención de
quitarse la vida.

Discusión de conclusiones
El pasaje por la adolescencia con los cambios que conlleva, imponen un esforzado
trabajo psíquico del que resultará un reordenamiento y una resignificación tanto en
el campo de lo intrasubjetivo como en el intersubjetivo; y si no hay mayores per-
turbaciones dará el salto cualitativo que le permita ingresar a la vida adulta. Pero la
presencia de perturbaciones, sean provenientes de su interior, del ámbito familiar o del
contexto social, no tardan en hacerse sentir. (Cao, 1997).

En nuestra muestra, a partir del análisis del aspecto formal se observa inmadurez,
inestabilidad y búsqueda de seguridad interior que interpretamos como características
propias de esta edad. Así como su vulnerabilidad y fácil perturbabilidad. Salvo el
6,19% del total de la muestra presenta indicadores de disociación de pensamiento, el
resto presenta un nivel intelectual dentro de los parámetros medios.

Desde el análisis del aspecto emocional, si bien, no fueron discriminados tal como lo
hicieron Laimou y Apter, podemos decir que en unos adolescentes está presente una
irritabilidad exacerbada e impulsividad, con una débil capacidad reguladora, por lo
que tiende a la negación, inhibición o constricción como mecanismo defensivo; para
mantener una estabilidad precaria, cuyo quiebre daría lugar al intento de suicidio. En
otros el alto monto de ansiedad, por necesidad de amparo y protección, con frágiles
mecanismos de control, puede dar lugar a reacciones imprevisibles. Asimismo están
presentes indicadores de su dificultad de adaptación en la relación con el medio, dan-
do como resultado la rigidización afectiva o el retraimiento social. Esta dinámica es
más nítida y más florida en el grupo B, que corresponde a la franja etaria que registra
mayor incidencia y que representa el 71,42% de la muestra.

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Pág. 228-245, ISSN impreso: 1666-244X, ISSN electrónico: 1852-7310

En síntesis, podemos concluir que el frágil equilibrio emocional, por la impulsividad


exacerbada en unos y la sobrecarga de ansiedad, en otros; y los frágiles mecanismos
de control, comprometen la estabilidad y canalización afectiva y la adaptación social;
dando lugar a la rigidización afectiva y retraimiento social o a descargas explosivas e
imprevisibles, que en nuestra muestra, la agresión la dirige contra sí mismo.

Nuestra investigación continúa, con el objetivo de verificar si es posible aislar indi-


cadores patognomónicos de riesgo suicida en adolescentes, que contribuyan al diag-
nóstico, comprensión de su dinámica e intervención temprana de este trastorno que se
presenta en creciente aumento.

Anexo

Consentimiento informado
(Según Ley 26.529, arts. 2 inc. E); Ley 26.657, art. 10)
Sr./Srta............................., con D.N.I. .................., domiciliado en ............................
MANIFIESTO:
Que he sido informado/a de forma verbal por.................................................en fecha
.........../.........../201........, y que me ha sido entregada por escrito la información sobre
las características referidas mi participación en la investigación.
He comprendido toda la información que se me ha proporcionado, habiendo sido
aclaradas mis dudas satisfactoriamente Entiendo que el consentimiento de que se me
informes requisito para todas las personas que participen en esta investigación.
Por lo tanto:
CONOZCO Y CONSIENTO:
1) Que se me apliquen los instrumentos incluidos en la investigación.
2) Que el material obtenido será utilizado para la investigación y será confidencial y
sujeto al secreto profesional.
3) Que no se emitirán informes a los usuarios.
4) Que en cualquier momento puedo revocar mi consentimiento.
5) Aclaro que he leído y entiendo cada párrafo de este documento y firmo dos ejem-
plares el día …. del mes de …… de 201….
Firma Firma de psicóloga

Consentimiento informado
(Para el padre/tutor)
(Según Ley 26.529, arts. 2 inc. E); Ley 26.657, art. 10)
Sr./Sra.............................., con D.N.I. ..................., domiciliado en .............................
MANIFIESTO:
Que he sido informado/a de forma verbal por..................................................en fecha

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Subjetividad y Procesos Cognitivos, Vol. 19, Nº 1, 2015
Pág. 228-245, ISSN impreso: 1666-244X, ISSN electrónico: 1852-7310

.........../.........../201........, y que me ha sido entregada por escrito la información


sobre las características referidas la participación de mi hijo/a ……………………..
en la investigación.
He comprendido toda la información que se me ha proporcionado, habiendo sido
aclaradas mis dudas satisfactoriamente
Entiendo que el consentimiento de que se me informa es requisito para todos los pa-
dres/tutores de menores que participen en esta investigación.
Por lo tanto:
CONOZCO Y CONSIENTO:
1) Que se le apliquen los instrumentos incluidos en la investigación.
2) Que el material obtenido será utilizado para la investigación y será confidencial y
sujeto al secreto profesional.
3) Que no se emitirán informes a los usuarios.
4) Que en cualquier momento puedo revocar mi consentimiento.
5) Aclaro que he leído y entiendo cada párrafo de este documento y firmo dos ejem-
plares el día... del mes de …… de 201….
Firma Firma de psicóloga

Bibliografía
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Fecha de recepción: 26/04/15


Fecha de aceptación: 5/06/15

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