Grado Economia Derecho Tema 7
Grado Economia Derecho Tema 7
Grado Economia Derecho Tema 7
Autor:
20 de marzo de 2023
1.1. Planteamiento
Al fallecer una persona, sus bienes y derechos quedarían acéfalos, privados de titular y
cualquiera podría apropiarse de ellos, en caso de que el Derecho no previera el derecho a la
herencia en beneficio de las personas a las que aludiremos a continuación.
El Art. 33.1 de la Constitución española establece que: «se reconoce el derecho a la propiedad
privada y a la herencia». Admitida la propiedad privada de los bienes, el Derecho a la Herencia
viene a suponer un corolario necesario para evitar la apropiación indebida de los bienes que
pertenecieron a una persona fallecida por personas que no tienen derecho a ello. El Código
civil Art. 657 establece que: (los derechos a la sucesión de una persona se transmiten en el
momento de su muerte) para evitar que haya periodos de tiempo reales, por cortos que sean,
durante los cuales el conjunto de bienes y derechos de que era titular el difunto no puedan
imputarse a otra u otras personas.
Los sucesores del difunto se convierten en los titulares de sus bienes y derechos así como de
las deudas y obligaciones que pesaban sobre el fallecido.
El art. 659 Código civil establece que: «la herencia comprende todos los bienes, derechos
y obligaciones de una persona que no se extingan por su muerte» y en el art. 661 que:
«los herederos suceden al difunto por el hecho solo de su muerte en todos sus derechos y
obligaciones». Este hecho fortalece el tráfico económico y constituye una manifestación más
del principio de seguridad jurídica.
El problema fundamental que plantea el derecho de sucesión una vez admitido el derecho a la
herencia es: qué personas son las que heredan o suceden al fallecido y si este es plenamente
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libre y soberano para designar o, por el contrario, debe reconocer el concreto «derecho a
heredar» de ciertas personas a las que la ley le atribuya la condición de sucesores.
En caso de que el fallecido no haya querido o no haya podido testar (otorgar testamen-
to), o el testamento no abarque la totalidad de las relaciones jurídicas transmisibles
del causante, la ley prevé reglas tendentes a designar los herederos del fallecido. Da-
da la insuficiencia o inexistencia del testamento, se habla en tales casos de sucesión
intestada o sucesión abintestato
El artículo 667 del Código civil ofrece una noción del testamento que puede ser válida a
efectos de esta exposición: «el acto por el cual una persona dispone para después de su
muerte de todos sus bienes o de parte de ellos», pese a que el contenido del testamento
no tenga por qué ser exclusivamente patrimonial, aunque la mayor parte de él se destina a
realizar atribuciones patrimoniales a los sucesores: herederos o legatarios.
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La voluntad testamentaria es esencialmente revocable y, dado que no puede surtir
efectos hasta la muerte del testador, éste podrá modificarla en cualquier momento y
de forma libre.
La esencial revocavilidad del testamento hace que, en caso de existencia de varios
testamentos otorgados por una misma persona, en principio el último de ellos será
considerado válido. Existe un Registro de actos de última voluntad, dependientes del
Ministerio de Justicia. También la jurisprudencia insiste en el tema: «la revocabilidad
del testamento es inherente a su concepto, ya que recoge la última voluntad del testador,
solo la última, y es variable hasta el momento mismo de la muerte, lo que ya se
proclamaba en el derecho romano: la voluntad del difunto es variable hasta su último
suspiro».
La sucesión testada se fundamenta en la voluntad del causante, la ley procura que ésta
quede clarificada, para que, al fallecimiento del testante, no quepa duda ni discusiones
sobre la voluntad del testador. La configuración del testamento ha de ser considerada
como un negocio jurídico formal o solemne, se trata de garantizar la coherencia entre
la voluntad testamentaria y el vehículo del portador de la misma.
El otorgamiento del testamento sólo puede llevarse a cabo mediante alguna de las formas
testamentarias previstas legalmente que, por supuesto, son abundantes y procuran que todo
aquel que lo desee pueda testar.
Conforme al Código civil, existen testamentos comunes y testamentos especiales. Los testa-
mentos comunes son de tres clases:
Ológrafos: redactados de puño y letra y firmados por el testador que ha de ser mayor
de edad.
Cerrados: el testador entrega ante Notario y dos testigos un sobre o cubierta donde se
contendrá, escrita por el testador o por un tercero, la voluntad testamentaria.
La modificación del Código civil en materia de testamentos, la Ley 30/1991, la cual pretende
acentuar el carácter personalísimo del testamento y conseguir el mayor grado de discreción
respecto a las disposiciones testamentarias. Suprime la existencia de testigos, manteniéndolos
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únicamente cuando es testador no sabe o no puede leer o firmar, o cuando el testador o el
Notario así lo soliciten.
En ciertos casos, los testamentos comunes abiertos asumen características propias de las cir-
cunstancias en que han sido otorgados, y se habla por ello de «testamentos extraordinarios»:
el otorgado en lengua extranjera; por el sordo; por el ciego; en peligro de muerte y en tiempo
de epidemia.
Por cuanto se refiere al contenido patrimonial típico del testamento, consiste fundamen-
talmente en designar los sucesores del causante, para cuando se produzca la muerte de éste.
3.1. Introducción
El testador no puede disponer libremente de toda la herencia, sino que ha de reconocer los
derechos que el Código civil atribuye a los legimitimarios, llamados herederos forzosos.
A falta de los anteriores, los padres y ascendientes respecto de sus hijos y descendientes.
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El viudo o viuda en la medida que establezca este Código”.
Como se deduce de dicha norma, los hjos y descendientes, caso de existir, excluyen del
derecho a la legítima a los padre y ascendientes. Por el contrario, el cónyuge viudo concurre
a la legítima con cualquiera de tales grupos de parientes en línea recta.
La cuota legitimaria de los hijos y descendientes equivale a las dos terceras partes de la
herencia de cualquiera de sus progenitores; pudiendo éstos destinar uno de tales tercios a
mejorar a cualquiera de sus hijos o descendientes.
La mejora tiene un tope máximo, el tercio de la herencia, pero no tiene por qué agotarlo por
lo que se habla de:
Legítima larga: los dos tercios referidos por no haber utilizado ninguno de los proge-
nitores la facultad de mejorar.
Legítima corta: lo que resta de los dos tercios (será como mínimo un tercio), tras
tener en cuenta la mejora o mejoras por el causante.
Sean los únicos legitimarios con derecho a heredar: su legítima equivale a la mitad de
la herencia.
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3.4. Legítima del cónyuge viudo
La legítima del cónyuge viudo se caracteriza en el Código civil por constituir una atribución
patrimonial en usufructo. Constituye un presupuesto necesario de tales derechos que los
cónyuges no se encontrasen separados ni divorciado en el momento de abrirse la sucesión
salvo que se hubieren reconciliado.
El cónyuge viudo es el único legitimario que puede concurrir con cualquiera de los demás
grupos de legitimarios:
En el primer caso, tendrá derecho al usufructo de los dos tercio de la herencia, es decir,
la misma cuota que correspondería a los hijos y descendientes, pero sólo en usufructo.
El Código civil no es generoso con el cónyuge viudo, ofrece una imagen notoriamente alejada
de la realidad social: en ésta alcanza rango de cláusula testamentaria.
4. La sucesión intestada
En caso de que no haya testamento se abre la Sucesión Intestada, también denominada por
el Código civil sucesión legítima.
Sobre las reglas legales relativas a la sucesión intestada, el Código establece cuatro órdenes
de sucesores de forma excluyente:
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4.2. La linea recta descendente
El artículo 930 es terminante al establecer que «la sucesión corresponde en primer lugar
a la línea recta descente», es decir, a los hijos y, en su caso, demás descendientes, quienes
heredarán con exclusión de todos los demás familiares del causante.
Toda la herencia se distribuirá en línea recta entre todos los descendientes de la siguiente
forma:
Si solo hay hijos, la herencia se dividirá entre ellos en partes iguales. La coincidencia
de grado de parentesco con el causante los hace de igual condición. Heredan, pues, por
cabezas.
Si existen hijos y descendientes en línea recta de hijos que hubiesen fallecido, para
mantener la igualdad entre las diferentes «ramas filiales» (estirpes), los nietos, ya
huérfanos, heredarán cuanto le correspondería a su padre, hijo del causante. Heredan
por derecho de representación y no por derecho propio.
En caso de que todos los descendientes sean nietos o bisnietos, heredarán igualmente
por estirpes y por derecho de representación, la cuota hereditaria concreta de cada
uno dependerá del número de personas que integran cada una de las estirpes o ramas
filiales del causante.
Si los padres han sobrevivido al causante, heredarán ambos por mitad y, si sobrevive solo
uno de los dos, el supérstite tendrá derecho a toda la herencia.
Respecto de los ascendentes de segundo grado y grados sucesivos en línea recta los criterios
fundamentales de distribución de la herencia son dos:
El grado más próximo excluye al más remoto. Por tanto habiendo abuelos, uno de los
cuatro, los bisabuelos no tendrán derecho a la herencia.
Existiendo ascendientes del mismo grado la herencia se dividirá por líneas (maternas
y paternas), y dentro de cada una de ellas por cabezas.
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4.4. El cónyuge viudo
Modificados los artículos 956, 957, 958 del Códgio civil relativos a la sucesión a favor
del Estado. Los expedientes relativos a la declaración de herederos cuando no haya
testamento a favor de los familiares colaterales y la protocolización de testamentos
manuscritos cerrados u otros otorgados verbalmente salen de la jurisdicción voluntaria
para configurarse como expedientes notariales.
Ahora bien, lo dicho se refiere a la condición de heredero abintestato del cónyuge; el cual,
aunque existan descendientes o ascendientes en la sucesión intestada, tendrá derecho a su
legítima, la legítima del cónyuge viudo es operativa tanto el caso de sucesión testada cuanto
en la intestada.
Si concurren solos, (por inexistencia de hermanos del causante), heredarán por cabezas,
por partes iguales, con independencia del número de sobrinos que integren cada estirpe.
Si por fallecimiento de sus padres concurrieran con alguno o algunos de sus tíos, here-
dará, por derecho de representación, por estirpes.
Los hermanos heredarán por partes iguales (art. 947; salvo si concurren hermanos y herma-
nastros, en cuyo caso éstos heredarán la mitad de lo que les corresponda a aquellos, según el
art. 949) es decir por cabezas, regla que se mantiene incluso cuando han fallecido hermanos
y concurren con sobrinos que serán herederos por representación.
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5. El Estado