Lingüística Cultural de Gary B. Palmer

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GARY B.

PALMER

LING·ÜÍSTICA
CULTURAL
Versión de Enrique Bernárdez

Alianza Editorial

\
Título original: Towarda Theory of Cultural Linguistics

Reservados todos los derechos. El comen ido de esta obra está protegido por la Ley, que establece penas de prisión
y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren,
plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o cieruífica,
o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada
a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización.

© de la traducción: Enrique Bernárdez, 2000


Copyright © 1996 by The Universiry ofTexas Press
© Ed. cast.: Alianza Editorial, S. A., Madrid, 2000
Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 15;
28027 Madrid; teléf 91 3938888
ISBN: 84-206-6753-6
Depósito legal: M. 13.619-2000
Compuesto e impreso en Fernández Ciudad, S. L.
Catalina Suárez, 19. 28007 Madrid
Printed in Spain \
\
A mis padres,
Marian y Frank Palmer
ÍNDICE

TABLAS 12
FIGURAS :............................................................................... 13
AGRADECIMIENTOS.. 17
PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 19

PRIMERA PARTE
OBJETIVOS Y CONCEPTOS

l. INTRODUCCIÓN 23
2. TRES TRADICIONES DE LA ANTROPOLOGÍA LINGüíSTICA 31
Lingüística boasiana 32
Etnosemántica 40
La etnografía del habla...................................................................................... 44
3. EL SURGIMIENTO DE LA LINGüíSTICA COGNITIVA 49
Ciencia cognitiva 49
Lingüística cognitiva 51
4. SÍNTESIS DE LA LINGüíSTICA CULTURAL 59
El problema del significado emergente y el
situado 61
Sentimientos y situaciones veladas en los cantos beduinos 67
5. CONCEPTOS 71
Definición de imaginería 71
Funciones adaptativas del lenguaje y la imaginería 77
Símbolos lingüísticos......................................................................................... 79
Modelos cognitivos............................................................................................ 81
Esquemas y esquemas imaginísticos 89
Transformaciones de esquemas imaginísticos y polisemia................. 96
Rasgos frente a esquemas imaginísticos en los términos espaciales del navajo. 102
Escenarios y guiones............................................................................... 103

9
LINGüíSTICA CULTURAL

Categorías básicas 105


Prototipos........................................................................................................... 107
Imaginería gradual y términos básicos de color 108
Clasificación taxonómica folk 118
Clasificación por concatenación de categorías.................................................. 121
Categorías complejas.......... 126
Categorías generativas en los términos de parentesco de los fox............ 128
Perfil y base: imágenes de lo dicho y lo no dicho 130
Trayectores e hitos 130
Metáfora y metonimia....................................................................................... 134
Postulados culturales y esquemas proposicionales 135
La construcción cultural de las emociones 138

SEGUNDA PARTE
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

6. LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO 143


La visión del mundo como imaginería definida culturalmente.......................... 147
Mitologización de la Guerra del Golfo 149
El verdadero amor triunfa 153
Cosas largas, cosas peguntosas, cosas abultadas y los auténticos jefes-leones
en bantú................................. 157
Cosas rígidas, cosas flexibles y cosas pastosas en apache :......... 174
Animicidad lingüística.................................... 180
Por qué no se puede decir el caballo pateó al hombre en navaja: otra opinión
más 184
La jerarquía de empatía 192
La atención a los números en maya yucateca y en inglés 193
Cómo discutir lo irreal en chino 198
7. DISCURSO Y NARRACIÓN 205
Esquemas de participación...... 208
Los actos de habla como escenarios discursivos mínimos................................. 211
Esquemas de secuenciación 213
Esquemas de perspectiva 214
Esquemas ideacionales 221
Conceptualizaciones de escenarios discursivos 222
Los guiones culturales de Wierzbicka 224
Comparación de enfoques: lingüística cultural y etnografía del habla (EH) 226
Las máximas de Grice para el éxito de la comunicación (en un mundo simpli-
ficado) 228
Cómo reñir a un sobrino en hopi........................................................................ 230
Mentir en un mundo simplificado...................................................................... 231
Cómo vender una máquina de coser: el lenguaje honorífico en japonés 238
Yo, 'te digo': pragmática de una partícula discursiva del japonés 244
Por qué está desorganizada la historia cuna de la pimienta 250
Gramáticas de la narración 257
\

10
íNDICE

8. METÁFORA y METONIMIA 261


Los automóviles vistos por los apaches ,........ 263
Metáforas ontológicas y orientacionales 265
Llegar al atama y explotarle a uno la cabeza: metáforas de la ira en japonés e
inglés............................................................................................................ 267
Pensamiento y expresión metonímicos.............................................................. 273
Mi penacho de plumas; mi cuerda en el cuerpo: mezcla de metáforas y meto-
nimias en los difrasismos del nahuatl clásico 276
La dinámica de fuerzas de Talmy 281
9. CONSTRUCCIÓN Y DECONSTRUCCIÓN DE LA GRAMÁTICA DE LA PALA-
BRA Y LA ORACIÓN 289
El pumpkin bus de Fillmore: perfiles y bases en la composición 291
El continuo de abstracción morfológica de Bybee 296
La caja de herramientas de la gramática cognitiva 298
Pasar por una llanura: esquemas espaciales en la geografía india de los coeur
d'alene......................................................................................................... 302
La anatomía coeur d'alene como geografía....................................................... 308
Mirar el panorama con los prefijos cora 311
Cómo no perder el sueño con las declinaciones y las conjugaciones: los para-
digmas como categorías complejas 315
10. FONOLOGÍA CULTURAL 319
Los fonemas como categorías complejas........................................................... 320
Fonología multidimensional.............................................................................. 325
Simbolismo fonético en las lenguas yuma......................................................... 327
La fonología de los colorescálidos en el coeur d'alene..................................... 329
¿ Tiene el bella coola palabras sin sílabas? 331
11. DÓNDE ESTAMOS 339
Resumen de los principios .. 339
Implicaciones para la investigación etnográfica .. 343
Conclusiones 345
BIBLIOGRAFÍA CITADA 347
ÍNDICE ANALÍTICO 369

11
TABLAS

1. Relaciones semánticas en definiciones folk del papago 122


2. Extensiones de términos fox de parentesco 129
3. Perfiles y bases 131
4. Escenario idealizado del amor en inglés 154
5. Categorías semánticas de las clases nominales protobantúes 160
6. Algunos sustantivos shona para jefes, médiums, espíritus, leones
y conceptos relacionados 168
7. Categorías semánticas de las clases verbales del apache occiden-
tal 176
8. Diecisiete movimientos de apertura en una transacción comercial
japonesa, por categoría 240
9. Variantes complementarias del fonema inglés /k/ 323
10. Simbolismo fonético de 1 y 1 en ipai 328

12
FIGURAS

1. Imágenes esquemáticas frontal (a) y lateral (b) del cuerpo humano 86


2. The plane flew over 'el avión voló por encima' 97
3. Sam walked over the hill 'Sam caminó sobre/hasta el otro lado de
la colina' 98
4. Sam lives over the hill 'Sam vive al otro lado de la colina' 98
5. Relaciones visuales y lingüística entre categorías de RNF (Res-
puesta Neuronal Fundamental) 111
6. La secuencia evolucionista universal de términos básicos de color. 115
7. Categoría compleja .. 127
8. Perfil y base de la palabra radio :........ 131
9. Semántica de las clases nominales del protobantú 163
10. El muchacho camina aliado de la casa 182
11. La abeja trepa por la pared 182
12. El pato se mueve en medio delagua 183
13. Clasificación del control en navaja 186
]4. Esquema navaja de acción 187
15. Esquema de acción de la cláusula el hombre pateó al caballo 187
16. Esquema de acción tripartito de la cláusula el árbol rodó contra la
roca 188
17. Esquema de acción de la cláusula el hombre se dejó patear por el
caballo 188
18. Esquema de acción de agente controlador y agente no controla-
dor, como en la cláusula el hombre se dejó patear por el caballo. 188
19. Dibujo realizado a partir de los materiales de presentación de estí-
mulos usados en la comparaciór del número gramatical en inglés
y maya yucateca, por Lucy \................................................... 196
\"

13
LINGüíSTICA CULTURAL

20. Conceptualización subjetiva del acontecimiento discursivo . 217


21. Construcción objetiva de un acontecimiento discursivo . 218
22. Esquema de acontecimiento de habla con el participante-observa-
dor emergiendo como parte de una escena objetiva con polaridad
subjetivo/objetivo atenuada . 219
23. Esquema de acontecimiento de habla con el participante-observa-
dor conceptual izado como parte de una escena objetiva con un
foco de atención autoconsciente extremado . 219
24. Enlace directo de un término indicial con significados adquiridos
en contexto . 248
25. Relaciones de indización directas e indirectas . 249
26. Relaciones indiciales de yo . 249
27. La ira asciende a través de contenedores corporales en japonés . 268
28. Símbolos usados en los esquemas de fuerzas . 283
29. Esquema de fuerzas de la oración The ball kept rolling because 01
the wind blowing on it 'la pelota siguió rodando a causa del viento
que soplaba sobre ella' . 284
30. Esquema de fuerzas de la oración The shed kept standing despite
the gale wind blowing against it 'la cabaña siguió en pie a pesar
del vendaval que sopló sobre ella' . 284
31. Esquema de fuerzas de la oración The ball kept rolling despite the
stiff grass 'la pelota siguió rodando a pesar de la dureza de la hierba' 284
32. Esquema de fuerzas de la oración The log kept lying on the incline
beca use 01 the ridge there 'el tronco siguió en el borde de la cues-
ta porque había una cresta' . 285
33. Esquema de fuerzas de la oración 1 successfully resisted her
advances in spite 01 myse/f 'resistí con éxito las insinuaciones de
ella, a pesar de mí mismo' . 286
34. Pumpkin bus (autobús que visita una granja de calabazas) . 294
35. Pumpkin bus (autobús con forma de calabaza) . 294
36. Continuo de abstracción en morfología . 296
37. Símbolos para entidad abstracta, cosa, estado y proceso . 299
. /' . /' "
38 . A grupaclOn por reglOn comun . 299
39. Agrupación por conectividad . 300
40. Diagrama heurístico de la construcción una pelota de baloncesto
en un aro . 301
41. Diagrama heurístico de un proceso como secuencia de estados . 301
42. Construcción del topónimo coeur d'alene h;mc'" amqinkrc?
'superficie en la cabeza del agua' . 304
43. Diagrama del topónimo coeur d'alene cctccg § 'pasar por una lla-
W

nura' . 305

14
FIGURAS

44. Construcción del término coeur d' alene para parte del cuerpo
s~ncY)~míc~n' let 'palma de la mano' o 'superficie en el dorso de la
mano' 308
45. Sufijos anatómicos coeur d' alene proyectados sobre el cuerpo
humano 310
46. Prefijo coeur d'alene ne' 'en medio de' representado como cate-
goría compleja 313
47. Prefijo coeur d'alene hon 'en' representado como categoría com-
pleja 314
48. Estructura radial del paradigma parcial del verbo español dormir 316
49. Extensiones del fonema básico [a] como variantes [Pa], ea] y [ka] 322
50. Igual que la figura 50, con categorías esquemáticas [Xa]y [(x)a] 322
51. El fonema inglés Ikf representado como categoría compleja 324
52. Distribución complementaria y niveles de abstracción en las con-
sonantes fricativas del chino mandarín 324
53. Contorno tonal de archipélago 326
54. Descripción autosegmental de archipélago 326
55. Red que perfila las equivalencias fonológicas en las raíces coeur
d'alene para rojo, amarillo y calor 331
56. Descripción mediante rasgos fonológicos de las raíces coeur d' a-
lene correspondientes a rojo, amarillo y calor 331

15
AGRADECIMIENTOS

Doy las gracias por leer y comentar algunos capítulos del manuscrito a
Keith Basso, Wenny Carstens, Zoltán Kovecses, Colin Loader, John Swet-
nam, George Urioste, Gary Witherspoon y los no especialistas Pat y A. D.
Hopkins y Keith Peterson. Elizabeth Brandt, René Dirven, Austin Hale,
Ronald Langacker, Jacqueline Lindenfeld, Günter Radden y Ralf Reimann
rne hicieron muchos comentarios y críticas. Estos lectores no son responsa-
bles de las tonterías que puedan haber quedado, como tampoco son respon-
sables Basso, Kovecses y Witherspoon del uso que he dado a sus datos.
Evan Blythin, Timothy Clow y Scott Locicero, a quien echo mucho de
menos, me ayudaron discutiendo conmigo muchas de las ideas. Hideki Kis-
himoto, Wendy Sanders y Ester Waher discutieron amistosamente conmigo
desde el campo contrario, el de la gramática generativa, lo que me obligó a
reexaminar mis propias premisas, que son muy distintas. Don Diener, Terry
Knapp y Lori Temple me proporcionaron muchas referencias pertinentes en
los campos de la psicología cognitiva y la psicolingüística, referencias que
lamentablemente yo había omitido. Ondieki Kennedy me hizo un resumen
de las clases nominales del kisii, Mohamed Kaseko me ayudó con el swahili
y Rusandre Hendrikse me proporcionó información sobre mhondoro 'león',
un término clave en mi análisis de las clases nominales del shona. La mara-
villosa iniciativa, y la colaboración en la investigación sobre semántica del
coeur d'alene, de Debra Kendrick-Murdock, Debra Occhi y Roy Ogawa
aumentaron mi entusiasmo por el proyecto. Dorothy Neal Arin me propor-
cionó datos sobre las clases nominales shona.
Varios ancianos de la tribu india coeur d' alene fueron mis informantes
para mis estudios sobre su lengua, cu.\tura e historia a lo largo de los últimos

17
LINGOfSTICA CULTURAL

veinte años. Mi experiencia con los fascinantes sonidos y las imágenes del
coeur d' alene es una de las principales inspiraciones de este libro. Los que
visité con más frecuencia son Lawrence Nicodemus, Felix y Lawrence Aripa
y Lavinia Felsman. Tom Connolly, Armando DaSilva, el difunto Bemard
LaSarte, el Consejo Tribal coeur d' alene y otras muchas personas de la reser-
va, indios y no indios, contribuyeron de una forma u otra a mis estudios.
Parte de mi trabajo con los coeur d'alene recibió el apoyo conjunto de la
tribu y de la Association for the Humanities del Estado de Idaho, a través del
Proyecto de Conservación de la Lengua Coeur d' Alene. Parte fue financiada
por el Faculty Research Council Grant 4758 FP-6/30/81, «Definición de las
palabras en coeur d'alene».
Este libro se ha beneficiado enormemente de la oportunidad de asistir a
cursos y de participar en discusiones en los Institutos Lingüísticos de Stan-
ford en 1987 y Tucson en 1989. Mi asistencia recibió el apoyo financiero de
mi departamento y mi facultad. Phyllis Margolis, Sherron Bell, Michael
Geary y Catherine Hoye proporcionaron una ayuda incansable en labores de
secretaría.
Aunque han transcurrido más de veinte años desde que obtuve mi docto-
rado en antropología en la Universidad de Minnesota, querría aprovechar
esta oportunidad para dar las gracias a mi director, Luther P. Gerlach, y a los
restantes miembros de la facultad por su generosa guía y sus ánimos cons-
tantes.
y para Evan, Alan y, especialmente, para Jeanne, gracias por vuestra
paciencia y vuestro apoyo.

18
PRÓLOGO DEL TRADUCTOR

1. Traducción de los ejemplos ingleses. Cuando éstos se presentaban en


términos generales, sin formar parte de una discusión de fenómenos propios
de la lengua inglesa, optamos por la simple traducción en español sin repro-
ducir el original inglés. En ocasiones (p.ej., al tratar de las metáforas) no se
encontraban formas castellanas plenamente equivalentes, en cuyo caso
dejamos el original acompañado de una glosa literal en español y, cuando
pareció necesario, añadimos una breve explicación en nota. En cambio, para
los numerosos ejemplos que se integran en discusiones sobre la lengua
inglesa, así como para aquellos tomados de otros autores, preferimos dejar
las formas originales haciendo traducciones literales aproximadas y, en su
caso, añadiendo notas explicativas. A lo largo del texto se han incluido
expresiones que amplían al español el alcance de formulaciones hechas por
el autor en relación al inglés.

2. Referencias bibliográficas. Cuando se ha podido consultar una versión


española de las obras citadas, se han tomado de ellas las citas, indicando
además la paginación correspondiente a la versión traducida. En la biblio-
grafía final del libro se incluye la referencia completa de la traducción espa-
ñola, aunque para las fechas utilizadas para referir a la bibliografía se man-
tiene el uso del original. Las únicas excepciones son El péndulo de
Foucault, de Umberto Eco, y el Códice Florentino, de Bemardino de Saha-
gún: en ambos casos se hace referencia directamente a la traducción espa-
ñola y al original castellano, respectivamente (aunque en el caso del Códice
añadimos la ficha bibliográfica de la obra utilizada en el original de G. B.
Palmer).

19
LINGüfSTICA CULTURAL

3. Notas del traductor. Se han añadido algunas notas (identificadas siem-


pre como N. del T.). Para (1) añadir ejemplos españoles sin entrometemos
en el texto; (2) comentar detalles que no podían recogerse en simple traduc-
ción; (3) proporcionar información que podía no estar disponible, en gene-
ral, para el lector de lengua española; (4) añadir algunas referencias biblio-
gráficas españolas a cuestiones tratadas en el texto; en este terreno nos
hemos limitado a un par de obras básicas y significativas dentro del enfoque
cognitivo del lenguaje. Una nota proporciona resultados recientes de la
investigación del mismo G. B. Palmer, suministrados por éste al traductor, y
que desarrollaban un punto tratado en el texto.

4. Términos especializados. Como en español no se cuenta aún con una


terminología establecida para los estudios lingüísticos cognitivos, hemos
optado por algunas versiones de términos que deben considerarse «propues-
tas» terminológicas. Esto es cierto sobre todo de la compleja terminología
de Ronald Langacker y de algunos términos básicos usados por George
Lakoff. A continuación indicamos las opciones tomadas para los términos
más problemáticos.
De la teoría de la metáfora de G. Lakoff: usamos «dominio origen» y
«dominio meta» para source domain y target domain, siguiendo así una ter-
minología generalizada en otros ámbitos para source y target (por ejemplo,
teoría de la traducción y adquisición y aprendizaje de segundas lenguas).
Image schema se traduce como esquema imaginistico (y en su versión
adjetival, esquemático-imaginlsticos, a fin de mantener la equivalencia con
la terminología usada para otros tipos de esquema. Category chaining se ha
traducido como concatenación de categorías.
Del modelo cognitivo de R. Langacker: mientras perfil (perfilar; perfila-
miento) y base no presentan problemas, enmarcar/ enmarcación (framelfra-
ming) puede resultar poco familiar pero cuenta ya con cierta tradición. Tra-
ducimos entrenchment por afianzamiento y scope por alcance (siguiendo en
este último caso usos de la lógica simbólica).
Más problemática es la traducción de trajector y landmark; hemos opta-
do por trayector e hito, aunque en una nota se indican otras posibilidades.
Finalmente, construal se ha traducido sistemáticamente por conceptualiza-
ción.
Por último, map(ping) se ha traducido como proyección/proyectar (no
nos gusta el término «mapeo», bastante usual; en cambio hemos usado el ya
general escanear para scan/ning) y acontecimiento (p.ej., acontecimiento
de habla, etc.) por evento

20
PRIMERA PARTE

OBJETIVOS Y CONCEPTOS
CAPÍTULO 1

INTRODUCCIÓN

Actualmente, todo el mundo habla y escribe sobre el lenguaje, pero existe


poco acuerdo sobre cómo funciona éste. Algunos especialistas piensan que
la capacidad humana para el lenguaje es algo así como un mecanismo seme-
jante a una computadora digital. Otros creen que el lenguaje es algo que
hacemos a otras personas, igual que entregarles un libro o darles una palma-
dita en la espalda. Desde mi punto de vista, el lenguaje es el juego de símbo-
los verbales utilizados en la imaginería. La imaginería es lo que vemos con
el ojo de la mente, pero es también el sabor de un mango, la sensación de
caminar bajo un chaparrón tropical, la música de Mississippi Masala. Lo
que imaginamos está asentado en las experiencias adquiridas a través de
todas las formas de percepción, y además, hablamos.
Pero ¿qué tiene que ver exactamente el lenguaje con la imaginería?
Quizá servirá de ayuda una metáfora. El pueblo kaluli del sur de Nueva
Guinea considera a los pájaros del bosque como reflejos espirituales de
personas muertas, que habitan en un mundo paralelo (Schiefflin 1976; Feld
1990). Creo que las palabras son como los pájaros de los kaluli: vocaliza-
ciones fugaces enlazadas simbólicamente con las sombras que habitan el
mundo paralelo de nuestra imaginación. Este mundo imaginado representa,
a veces muy de cerca, lo que aprehendemos a partir de la experiencia coti-
diana directa, pero no siempre es tan de fiar: en muchas ocasiones nos ofre-
ce realidades alternativas y mundos de fantasía basados en la mitología, o
series de televisión, o teorías no demostradas. Sin embargo, en las visiones
del mundo encontramos esas representaciones estables y esas imágenes
fugaces que son los significados convencionales de las expresiones lingüís-
ticas.

23
OBJETIVOS Y CONCEPTOS

La idea de que el lenguaje evoca una imaginería y necesita de la imagi-


nación para poderse interpretar puede sonarles como un truismo a poetas,
críticos literarios y antropólogos simbolistas (en realidad, a casi todo el
mundo), pero, curiosamente, no resulta evidente a todos. Muchos lingüistas,
quizá incluso la mayoría, dejan la imaginería completamente fuera de sus
teorías, ¡incluso de las que pretenden no olvidar el significado lingüístico!
Estas teorías, que podemos llamar no imaginísticas, formales o generativas,
fueron puestas en entredicho de manera especialmente efectiva por George
Lakoff (1987), quien rechazó su «objetivismo», y por Ronald Langacker
(1987, 1990a: v), que les reprochó su «cerrazón» y su «falta de naturali-
dad» l. Más que añadir a la bibliografía otra crítica general, intentaré defen-
der mi posición aportando ejemplos convincentes. La imaginería no lo
explica todo sobre el lenguaje, pero un examen del papel que desempeña
ilumina muchos usos y muchos ámbitos del lenguaje que son de interés per-
manente para los antropólogos.
El estudio de la imaginería nos proporciona las bases para examinar una
gama sorprendentemente amplia de temas lingüísticos. No es sólo de aplica-
ción al lenguaje narrativo y figurativo, sino también a la semántica de las
palabras y de las construcciones gramaticales, al discurso e incluso a la fono-
logía. En el pasado, estos ámbitos lingüísticos corrían a cuenta de teorías
diferentes y carentes de relación entre ellas, como si fueran cosas funda-
mentalmente distintas, cuando en realidad sólo representan puntos de vista
diferentes. Argumentaré que como mejor pueden entenderse es en términos
de una teoría de la imaginería mental definida culturalmente: una teoría cul-
tural del significado lingüístico. En esta lingüística cultural, los fonemas se
oyen como imágenes verbales organizadas en categorías complejas; las
palabras adquieren significados que corresponden a esquemas imaginísti-
cos, escenas y escenarios; las cláusulas son construcciones basadas en imá-
genes; el discurso surge como un proceso regido por su propia imaginería
reflexiva; y la visión del mundo lo subsume todo. Este enfoque se apoya en
tradiciones más antiguas, así como en teorías contemporáneas de lingüística
cultural, pero depende muy especialmente de los desarrollos recientes en
lingüística cognitiva, la rama de la lingüística de más rápido crecimiento.
Desde la muerte de Benjamin Whorf en 1941, la antropología lingüística
dedicó poca atención a la imaginería, aunque los antropólogos interpretati-
vos y simbólicos le otorgaron un papel importante en sus teorías, llamándo-
la «experiencia» (Tumer 1967; Femandez 1986; Bruner 1986b). Aunque
«empobrecimiento» sea ciertamente una palabra demasiado fuerte para

1 Otras críticas eficaces de la gramática generativa son Sampson (1980a, 1980b), Doe (1988) y

Hockett (1989).

24
INTRODUCCIÓN

caracterizar el resultado, la antropología lingüística ha sufrido un innecesa-


rio empobrecimiento cognitivo. Ya que la buena etnografía suele precisar
análisis lingüísticos detallados, los efectos de este desinterés fueron muy
importantes para la antropología. A fin de despertar el interés de los antro-
pólogos lingüísticos por la imaginería cultural, mostraré que la lingüística
cognitiva, especialmente tal como la definen Langacker (1987 a, 1990a,
1991) y Lakoff (1987), puede aplicarse directamente al lenguaje y la cultu-
ra. La lingüística cognitiva puede ligarse con tres enfoques tradicionales de
importancia central para la lingüística antropológica: la lingüística boasia-
na, la etnosemántica (y la etnociencia) y la etnografía del habla. A la síntesis
resultante le he dado el nombre de lingüística cultural.
Consideremos ahora un caso real de cómo la imaginería gobierna una
construcción gramatical. El ejemplo está tomado de mis estudios sobre el
coeur d' alene, una lengua amerindia del norte de Idaho y el este del estado
de Washington 2.
«¿La palma de la mano es 'la superficie en la parte posterior de la
mano'? ¿Qué quieres decir?», le pregunté a mi distinguido informante, un .
anciano, mientras estábamos sentados en el salón de su casa de dos pisos en
la reserva india Coeur d' Alene del norte de Idaho. Levantó su mano dere-
cha, la curvó un poco en forma de copa y trazó una línea con su dedo índice
izquierdo por el interior de la palma, diciendo: «Es la superficie en la parte
de detrás de la mano», revelando claramente que la superficie cóncava esta-
ba acurrucada en la convexidad del dorso de su mano. Cuando capté el
modelo, empecé a descubrir un mundo conceptual de espacio y forma en el
que podía interpretar adecuadamente el sustantivo descriptivo complejo que
me había llevado a hacer aquella pregunta: snch' mích' ncht 'superficie en el
dorso de la mano', una palabra analizable en nada menos que cinco morfe-
mas: ts-n-c'em-icon' -iál NOM-EN-SUPERFICIE-POSTERIOR-MANO 3. Más tarde

descubriría que los modelos espaciales que delimitan toda la superficie del
cuerpo (pero no los órganos interiores del cuerpo) y definen los términos
para manos, dedos de la mano y el pie, y otras muchas partes del cuerpo, se
aplican también a los topónimos coeur d'alene e incluso, metafóricamente,

2 El coeur d'alene lo comprende y habla con soltura una docena de ancianos que viven en Idaho, y
lo entienden de manera imperfecta otras dos docenas de lingüistas y antropólogos especializados en
lenguas del noroeste de Norteamérica. Las lenguas amerindias del noroeste no son demasiado difí-
_\ c~l~s,pero pocas personas tienen ya oportunidad de aprenderlas. El coeur d'alene pertenece a la
dlvls6n interior de la familia lingüística salish. Otras lenguas estrechamente emparentadas son
kaüspel (que incluye los dialectos flathead, kalispel y spokan), coLumbia, okanoga, shuswap,
rpo,mpson y LiLLooet. "
NiEl coeur d'alene se escribe con un sistema práctico desarrollado flor el hablante nativo Lawrence
,ICOdemus en colaboración con algunos lingüistas, y está en uso ~hz los coeur d'alene (Nicode-
lIlUa 1975a, 1975b, 1975c). NOM es la etiqueta del prefijo norninalizador s-o

25
OBjETNOS y CONCEPTOS

a las expresiones de emociones y relaciones sociales (Palmer 1990; Occhi,


Palmer y Ogawa 1992; Ogawa y Palmer 1994). Pero fue esta expresión para
la palma de la mano la que despertó mi interés por la imaginería lingüística
y lo que me hizo consciente de la importancia de su estudio.
El ejemplo del coeur d'alene ilustra el papel de la imaginería en uno de
los niveles de la lengua, el de la palabra o ellexema, aunque en este caso se
trate de una palabra bastante compleja, comparable en sus partes a una ora-
ción típica del inglés o el español. Hay otros muchos niveles o dimensiones
que deben tenerse en cuenta, y que van desde la imaginería auditiva de los
fonemas hasta los patrones que indican efecto pragmático y participación
del hablante en géneros discursivos culturalmente definidos; y también
tenemos los tropos de la metáfora y la metonimia, que operan a su vez en
múltiples niveles y dimensiones. .
Como escribió Charles Fillmore (1975: 114), evocando otra imagen,
«cuando seleccionas una palabra arrastras una escena entera», pero ¿qué
clase de escena? Las palabras evocan imágenes mentales que van desde
experiencias sensoriales tan simples y concretas como el sabor de las palo-
mitas de maíz calientes hasta estructuras conceptuales tan abtractas y com-
plejas como los postulados culturales del amor verdadero. Algunas de las
imágenes evocadas están muy próximas a las orientaciones, fuerzas y mate-
riales de la experiencia inmediata. La palabra del coeur d' alene para la
palma de la mano es uno de esos elaborados esquemas espaciales básicos.
Otras imágenes y modelos cognitivos imaginísticos, también estructura-
dos pero más aún esquemáticos o metafóricos, como los del amor, la amis-
tad y el matrimonio, conforman el contenido social de nuestras visiones del
mundo (Quinn 1985; Kovecses 1991b; Quinn 1991; Kovecses 1993). En
algunos casos, la abstracción efectuada sobre la imaginería llega tan lejos
que resulta más práctico hablar de rasgos, axiomas culturales o proposicio-
nes, que sin embargo siempre podrán comprenderse más fácilmente como
derivaciones de la experiencia previa y de una imaginería más concreta. No
son alternativas a una teoría imaginística del lenguaje, sino que forman
parte de ella.
El ejemplo de la palma de la mano en coeur d'alene puede dar la impre-
sión errónea de que las lenguas se limitan a expresar la imaginería propor-
cionada por la experiencia y la visión del mundo igual que unas ceñidas
mallas de gimnasia dejan traslucir los músculos, huesos y tendones que hay
debajo. Es mejor decir que el discurso invoca una imaginería convencional
y provoca la construcción de nueva imaginería. Al mismo tiempo, la imagi-
nería estructura el discurso; se constituyen mutuamente. A través del tiempo
y el constante uso del RabIa, los hablantes pertenecientes a las comunidades
lingüísticas colaboran y negocian sobre la imaginería de las cambiantes

26
INTRODUCCIÓN

visiones del mundo. Se van eliminando ideas indeseables, sean viejas o nue-
vas. Nueva imaginería y lenguaje nuevo surgen al mismo tiempo. Esto es lo
que Edward Sapir llamó «la obra colosal y anónima de generaciones
inconscientes» 4.
Estudiar el lenguaje es escuchar el clamor de la cultura que pugna con la
experiencia bruta; es el sonido de la tradición que se regula a sí misma para
absorber lo incipiente (Femandez 1986), la (crepitante) fusión de texto y
contexto (Werth s.f.). En el flujo del contexto, es la imaginería de la visión
del mundo, construida culturalmente, convencional y mutuamente presu-
puesta, la que proporciona puntos de referencia estables para la interpreta-
ción del discurso. La prensa amarilla y el cine, por ejemplo, nos proporcio-
nan imágenes convencionalizadas de los extraterrestres como humanoides
lisos y pálidos con ojos inmensos y curiosos, como el que visitaba al presi-
dente George Bush en el semanario Weekly World News, o como perversos
reptiles feroces de cuyas fauces fluye viscosa baba verde y que depositan
sus voraces larvas en cuerpos humanos, como en la popular película Alien.
Pertenecen a lo que T. Givón (1992: 12) llamó «el contexto genéricamente
compartido, o conocimiento cultural», o lo que Deborah Schiffrin (1987:
28) denominó el «estado de información» que afecta «a lo que sabe un
hablante y lo que sabe un oyente», y que Deborah Tannen y Cynthia Wallat
(1993: 60) llamaron «esquemas de conocimiento», que son «expectativas
sobre personas, objetos, acontecimientos y escenarios del mundo». Junta-
mente con la situación y la historia de un discurso en particular, el conoci-
miento cultural proporciona los contextos compartidos que confieren «acce-
sibilidad referencial» a los tópicos discursivos 5.
El conocimiento cultural es especialmente importante para la interpreta-
ción de los tropos convencionales (especialmente metáforas y metonimias),
que se ven cada vez más claramente como situados en complejas estructuras
de «politropos» (Friedrich 1991; Ohnuki-Tiemey 1991). En una revisión de
los datos de fray Bemardino de Sahagún sobre las figuras del discurso de la
lengua nahuatl, mostraré cómo los aztecas del México central construían
complicados difrasismos que aludían a escenas de teocracia y sacrificio
humano. Un pareado como YA JUNTO A LA HOGUERA, YA AL PIE DE LA ESCALE-
RA puede combinar metáfora y metonimia en complejas y apasionantes
estructuras alusivas.
El conocimiento cultural suele adoptar la forma de modelos o esquemas
cognitivos que organizan un conocimiento muy esquemático de dominios

4 Citado en Hoijer (1953: 5). La cita procede del libro de Edward Sapir Language, Nueva York,
Harcourt Brace and Co., 1921.
5 La expresión procede de Givón (1992: 12), a quien le interesaba específicamente la accesibilidad

referencial de los tópicos nominales.

27
OBJETIVOS Y CONCEPTOS

tópicos recurrentes. Al fijamos en las metáforas japonesas para la ira, exa-


minaremos el modelo que subyace a la idea de que el calor se eleva hacia la
cabeza con un chasquido. Pero, a diferencia de los americanos o los españo-
les, a los japoneses no les estalla la cabeza (Matsuki 1989). Como en inglés
o en español, muchas metáforas japonesas de la ira expresan la idea de que
la ira es una sustancia caliente encerrada en un contenedor. El conocimiento
de este modelo es necesario para poder interpretar expresiones cotidianas.
Igualmente, las palabras amor y mentira deben definirse en términos de
modelos cognitivos. Un término de emoción, como amor, no sólo predica
estados sensitivos, sino también escenarios de discurso y de acción social.
Mentir puede ser un acto de habla pragmático, pero también se define en
relación con un modelo folk de comunicación en el que la gente intenta ayu-
dar, el conocimiento es beneficioso, la gente no proporciona intencional-
mente información incorrecta y las creencias tienen una justificación ade-
cuada (Sweetser 1987).
Las comprensiones compartidas incrustadas en escenarios convenciona-
les rigen también la estructura de las narraciones tradicionales. Al examinar
mitos de los indios cuna de Panamá, veremos que se cuentan de forma no
narrativa, esto es, violando el orden natural de los acontecimientos (Sherzer
1987). Parece que un muchacho que ha muerto y se ha convertido en espíri-
tu dentro de una planta de pimienta aparece antes de su muerte para guiar a
su hermana hacia la planta de la pimienta en la que ya vive él. La innaturali-
dad de la secuencia puede acarreamos una sensación de desorientación tem-
poral, pero sin duda resulta de lo más transparente para los mismos cunas,
que conocen previamente el argumento subyacente y quizá prefieren drama-
tizar la importancia espiritual del crecimiento vegetativo de la pimienta, que
es una de sus medicinas principales. Nuestro sentido de la narración va
unido a la cultura.
A la lingüística cultural también le interesan las ontologías folk que defi-
nen la esencia natural de las cosas en cada cultura. Las lenguas bantúes,
como el swahili y el shona, revelan mundos abstractos de forma y sustancia
en sus clasificaciones gramaticales de los sustantivos (Creider 1975; Denny
y Creider 1986); los hablantes de apache occidental, en el suroeste de Esta-
dos Unidos, insertan una imaginería semejante en los verbos, en lugar de en
los nombres (Basso 1990b), mientras que en la lengua dyirbal del noreste de
Australia las clases nominales parecen predicar dominios míticos más que
esquemas de forma y sustancia (Lakoff 1987). El caso del dyirbal nos lleva-
rá a un nuevo examen de las clases nominales del protobantú, donde existen
ciertas pruebas intrigante s que apuntan a un dominio rector de espíritus
ancestrales. Nuestro enfoque nos permitirá ver cómo los hablantes pueden
usar estratégicamente los clasificadores para poner de relieve algún aspecto
INTRODUCCIÓN

de forma, cualidad o importancia ritual (ayudando al mismo tiempo a los


oyentes a crear expectativas sobre el verbo que vendrá a continuación).
El significado no existe en el vacío. En el discurso, los enunciados ad-
quieren significados situados adicionales más allá de su imaginería conven-
cional. Comprendemos que la expresión perro grande significa algo dife-
rente para los criadores de chihuahuas y los de mastines. La expresión
power tie sólo tiene sentido en el contexto de la competencia dentro de las
empresas 6. Cada acontecimiento discursivo exige una reinterpretación si-
tuada de las formas convencionales. Pero incluso el discurso situado exige
una formulación con símbolos lingüístico s convencionales. El capítulo 4,
que trata de historias apaches, canciones beduinas y rituales cuna de manejo
de serpientes, examina cómo emerge el significado de la confluencia de
símbolos convencionales, usos situados y experiencias nuevas.
El discurso mismo está estructurado y regido por la imaginería esquemá-
tica de los acontecimientos sociolingüísticos, por su propia imaginería .
metalingüística o metadiscursiva. Esta imaginería reflexiva del discurso está
tan definida culturalmente como la del lenguaje figurativo. Ciertamente, el
metalenguaje folk puede ser metafórico, como cuando hablamos de «seguir
una conversación» o decimos que las palabras «contienen» información,
como si fueran contenedores físicos y la información consistiera en objetos
materiales (Reddy 1979). Los kaluli modelan sus canciones según los can-
tos de los pájaros, describen sus historias como si se endurecieran para con-
vertirse en imágenes claras y comparan las narraciones con el murmullo y el
chapoteo del agua que fluye y que cae (Feld 1990). Los apaches usan un
, método de caza en el que las historias son flechas (Basso 1984, 1990b). Lo
más difícil de entender es que la imaginería metadiscursiva también rige el
uso de las formas de cortesía, los pronombres, los indizadores y «modula-
dores» lingüísticos en general (Silverstein 1976). Por ejemplo, la partícula
.._japonesa yo, que significa aproximadamente 'Te digo', es una forma indi-
, cial que guía al oyente para que preste especial atención a los enunciados
: anteriores del hablante a fin de recuperar una imagen del discurso mismo
*• (Cook 1991). En lingüística cultural, los indizadores discursivos como yo
. n simplemente un caso especial y no precisan de una teoría diferente. Por
nes que explicaré en el capítulo 7, me referiré a ellos como discursivos
~8~.ticos mejor que con los términos marcador del discurso (Schiffrin
87: 31) o indizador no referencial (Silverstein 1976).
,

.• . te en las empresas norteamericanas que el estatus de un empleado pu~ reconocerse


1iPo ~ corbata que usa: a mayor categoría, mayor posibilidad de usarla con estampados lla-
DUen~ que los empleados de menor nivel han de preferir solamente las más sencillas.
esta información a Wade Matthews. (N. del T.)
OBJETIVOS Y CONCEPTOS

Este libro se apoya en teorías anteriores de la antropología lingüística y


toma muchos elementos de la lingüística cognitiva para construir una teoría
de la lingüística cultural que pueda abarcar toda la gama de fenómenos lin-
güísticos con los que suelen encontrarse los antropólogos en su trabajo de
campo. Discutiré muchos casos específicos que ilustran los diseños cogniti-
vos de las lenguas. Estos casos mostrarán que las visiones del mundo pro-
porcionan algunos de los modelos básicos sobre los que se organizan las
lenguas del mundo.
En este libro se encontrarán más problemas de investigación que res-
puestas. Hay dos razones para ello. Primero, el enfoque es nuevo; en segun-
do lugar, en e1libro hay más fenómenos lingüísticos interesantes de los que
los lingüistas y antropólogos existentes pueden llegar a estudiar nunca con
rigor científico. La variedad de casos considerados en este libro es suficien-
te para revelar un amplio número de posibilidades lingüísticas. Proceden de
Europa, Asia, Norteamérica, Centroamérica, Japón, Oriente Medio, África
y Australia. En este extenso territorio he elegido arrojar mi red conceptual
sobre un pequeño muestrario de lenguas y formas lingüísticas, esperando
pescar algo interesante. El diseño de la lingüística cultural sera el tema de
varios capítulos, pero primero hemos de inspeccionar algunas de las redes
viejas para comprobar dónde siguen enteras y dónde pueden necesitar
remiendos.
CAPÍTULO 2

TRES TRADICIONES DE LA ANTROPOLOGÍA


LINGüíSTICA

La antropología lingüística contemporánea se ha ido desarrollando a partir


de al menos tres tradiciones que, aunque un tanto entremezcladas, son sufi-
cientemente diferentes para contar con sus propios desarrollos: la lingüísti-
ca boasiana, la etnosemántica y la etnografía del habla (a partir de ahora
abreviada en EH). No sólo son las tradiciones de las que se nutren los
antropólogos lingüísticos, sino que las tres comparten postura sobre la rela-
tividad lingüística, así como un interés fundamental por el significado (lin-
güística boasiana y etnosemántica) o el discurso (EH). Muchos consideran
anticuadas a la lingüística boasiana y la etnosemántica, un punto de vista
con el que estoy en desacuerdo por razones que se discutirán más tarde.
Hoy día, la EH es la que tiende la red más amplia en antropología lingüísti-
ca, pero es una red necesitada de algunos remiendos porque hay muchas
cosas de interés lingüístico y antropológico que se escapan por sus agujeros
conceptuales. Sin rebajar ni desacreditar en lo más mínimo los muchos
hallazgos importantes acumulados ya en cualquiera de estos subcampos,
personalmente abogo porque la antropología lingüística incorpore explíci-
tamente los principios de la lingüística cognitiva, un nuevo subcampo que
parece ofrecer un enfoque moderno a la lingüística boasiana (Lee 1993) y
un marco teórico que puede integrar los hallazgos de la etnosemántica y
aportar una perspectiva esencial a la EH. Si la teoría de la lingüística cogni-
tiva puede combinarse con la teoría de la EH, el resultado sería una nueva
síntesis muy útil que enlazaría teoría lingüística, teoría cultural y teoría
sociolingüística. Esta revisión prestará especial atención al papel de la ima-
ginería en las tres tradiciones. Veremos que fue en la lingüística boasiana
donde la imaginei¡:ía alcanzó mayor importancia, y casi ninguna en etnose-
\ -,

31
OBJETIVOS Y CONCEPTOS

mántica y EH, aunque en este último caso puede desempeñar un papel


mayor en la práctica que en la teoría.

Lingüística boasiana

El enfoque boasiano, que floreció desde la primera década del siglo xx


hasta fines de los años cuarenta, se interesaba principalmente por la descrip-
ción de las gramáticas de las lenguas en sus propios términos, en lugar de
formularlas en términos de las categorías desarrolladas previamente para el
estudio de las lenguas indoeuropeas. Franz Boas (1966: 32) observó, por
ejemplo, que la clasificación de sustantivos por sexo, como en los pro-
nombres del español y el inglés, es sólo una de «muchísimas clasificacio-
nes posibles de este tipo», y que otras lenguas pueden clasificar mediante
principios como animado/inanimado, humano/no humano, miembro de la
tribu/no miembro y otros muchos principios que aún no se comprendían por
entonces y que siguen sin comprenderse bien del todo. A Boas le interesaba
también descubrir las bases psicológicas de las lenguas y las culturas (Boas
1966; Stocking 1974: 476-478). Por tanto, no es sorprendente que se diera
cuenta de que el lenguaje tiene mucho que ver con la imaginería mental:
«... se reconocerá que en cada lengua sólo se expresa una parte del concepto
total que tenemos en mente, y que cada lengua tiene una tendencia peculiar
a seleccionar este o aquel aspecto de la imagen mental transmitida por la
expresión del pensamiento» (1966: 39).
Boas (1966: 59) escribió en 1911 que el lenguaje era una de las manifes-
taciones más importantes de la vida mental, de modo que «la investigación
puramente lingüística es sólo una parte de una investigación exhaustiva de
la psicología de los pueblos del mundo». En su opinión, los estudios dellen-
guaje pertenecían a la etnología porque ésta era «la ciencia que trata de los
fenómenos mentales de la vida de los pueblos del mundo». En suma, Boas
observó que las lenguas establecen clasificaciones subyacentes de la expe-
riencia, que lenguas diferentes clasifican la experiencia de forma diferente
y que esas clasificaciones no tienen por qué hacerse conscientes (Lucy
1992a: 12-13) 1. Sin embargo, las clasificaciones que emergen en la gramá-
tica sí que reflejan una expresión selectiva de imaginería mental. Mientras
que en 1911 Boas ponía de relieve la forma en la que las lenguas reflejan el
pensamiento o la psicología de sus hablantes, en años posteriores considera-
ría la posibilidad de que las categorías lingüísticas pudieran llegar a domi-
nar los pensamientos de sus hablantes (Lucy 1992a: 15).

I Esta historia se ha contado muchas veces, la última por Lucy (l992a), quien discutió exhaustiva-
mente la relatividad lingüística de Boas, Sapir y Whorf.

32
TRES TRADICIONES DE LA ANTROPOLOGíA LlNGÜfSTICA

La relatividad lingüística boasiana fue desarrollada por Edward Sapir,


alumno de Boas, y por su contemporáneo, el excepcional lingüista autodi-
dacta Benjamin Whorf. Una de las principales contribuciones de Sapir a la
relatividad lingüística boasiana fue la idea de que las clasificaciones lingüís-
ticas de la experiencia están «organizadas en sistemas completos pero insu-
ficientes» (Sapir 1964; Lucy 1992a: 18). Sapir (1949 [1921]: 19) señaló
además que cualquier clasificación lingüística de la experiencia tenía que
ser «aceptada tácitamente por la comunidad como una identidad». Si escri-
biera hoy, podría haber descrito las clasificaciones lingüísticas como
«socialmente construidas». Pero Sapir es mejor conocido quizá por su pro-
puesta de la forma fuerte de la hipótesis de la relatividad lingüística: que las
clasificaciones lingüísticas fijan los límites del pensamiento o «canalizan»
los pensamientos, como se puede ilustrar con una famosa e impresionante
cita de un número de Science de 1931:

Categorías como número, género, caso, tiempo, modo, voz, «aspecto» y una
miríada de otras más, muchas de las cuales no se reconocen sistemáticamente en
nuestras lenguas indoeuropeas, se derivan en último término de la experiencia,
desde luego, pero, una vez abstraídas de ella, se elaboran sistemáticamente en el
lenguaje y no se descubren en la experiencia tanto como se imponen sobre ella,
por la tiranía que ejerce la forma lingüística sobre nuestra orientación en el
mundo (1964).

Mientras que fueron Sapir y Boas quienes definieron el problema de len-


gua y cultura para los lingüistas americanos, fue Whorf quien lo convirtió
en el eje de sus investigaciones. Igual que Sapir, Whorf parecía asignar a la
gramática un papel importante en la limitación de nuestra percepción del
mundo. Argumentó que los «modelos automáticos e involuntario s del len-
guaje no son los mismos para todos los hombres, sino que son específicos
de cada lengua y constituyen la parte formalizada de la lengua, o su 'gramá-
tica'» (1956b: 250). Continuaba:

De este hecho se deriva 10 que yo he llamado el «principio de relatividad lingüísti-


ca», que significa, en términos informales, que las personas que utilizan gramáti-
cas acusadamente diferentes se ven dirigidas por sus respectivas gramáticas hacia
tipos diferentes de observación y hacia evaluaciones diferentes de actos de obser-
vación externamente similares; por lo tanto, no son equivalentes como observado-
res, sino que tienen que llegar a puntos de vista diferentes sobre el mundo.

Determinar exactamente lo que creía Whorf en relación con la influencia


canalizadora de las categorías gramaticales sobre la cultura y la visión del
mundo se ha convertido en una pequeña industria dentro de la antropología

33
OBJETIVOS Y CONCEPTOS

y la lingüística, como ha sucedido también con la crítica de sus caracteriza-


ciones específicas de la lengua y la visión del mundo de los hopis, de modo
que remitiré al lector a otras fuentes (Hoijer 1954a; Whorf 1956b; Malotki
1983; Lakoff 1987; Schults 1990; Ridington 1991; Hill YMannheim 1992;
Lucy 1992a; Lee 1993). Para nuestros fines, es importante señalar que
Whorf estaba movido por un interés por la psicología de la gestalt que le
llevó a estudiar temas como las interpretaciones alternativas de las escenas
visuales, las configuraciones de gramática y significado, las relaciones de
figura y fondo en palabras amerindias complejas y las categorías ocultas,
anticipando así buena parte de la teoría moderna de la lingüística cognitiva
(Lee 1993).
Para mencionar un solo. ejemplo, Whorf aplicó explícitamente algunos
principios de la psicología gestáltica a la gramática en su análisis de las rela-
ciones de figura y fondo en palabras complejas de la lengua shawnee, reali-
zado en 1940. Propuso que, para la gramática shawnee, «la figura precede al
campo externo, lo más figurativo precede a lo menos figurativo», enumeran-
do como figuras prototípicas bases lingüísticas como pap- 'configuración
de espacio amplio', teepwe- 'verdad' y kis- 'caliente' y como fondos proto-
típicos -peewe 'plumas, pelo', -aapo 'líquido' y tepki 'terreno cenagoso,
pantanoso' (l965a: 192-193). Desde esta perspectiva, analizó el término ni-
peekw-aalak-h-a, que significa 'limpio o seco el rifle pasándole la baqueta'
y que tiene como figura peekw 'lugar limpio o seco' y como fondo aalak
'agujero' (l956a: 193-194). Esta interpretación anticipaba claramente tra-
bajos recientes sobre figuras y fondos gramaticales en inglés y lenguas
indias americanas (Talmy 1983; Casad y Langacker 1985; Lakoff 1987;
Brugman 1988; Palmer 1990; Langacker 1990a; Occhi, Palmer y Ogawa
1992). Whorf propuso también que las palabras encajan unas con otras en
redes relacionales (semánticas), lo que llamó relación (rapport). «No son
las palabras murmuradas, sino la RELACIÓN entre ellas lo que les permite
actuar juntas para conseguir un resultado semántico» (l956b: 84); y postuló
la existencia de conceptos abstractos -criptotipos- que influyen sobre la
morfología de las palabras pero no se realizan abiertamente como palabras
o morfemas (Whorf 1956b: 87). Entre los ejemplos de criptotipos encontra-
mos «dispersión sin un límite», «oscilación sin agitación de las partes»,
«impacto no durativo» y «movimiento dirigido». Hoy día, lingüistas y
antropólogos cognitivos aplicarían a estos criptotipos los términos de esque-
ma o esquema imaginistico y comprobarían que, una vez más, Whorf fue el
primero. J. R. Martin (1988) aplicó recientemente el concepto del criptotipo
de Whorf a un análisis del tagalo.
El programa boasiano de la búsqueda de las configuraciones culturales y
psicológicas del significado en la lengua tuvo pocos seguicores activos
\

34
TRES TRADICIONES DE LA ANTROPOLOGíA LINGOfSTICA

durante los treinta años que van de 1950 a 1980, una época en la que los
enfoques formales y matemáticos atrajeron la atención de todos. Algunos
lingüistas y antropólogos americanistas siguieron trabajando en el marco
relativista, sin embargo, y los estudiosos de otros campos conservaron el
interés por lo que llegó a conocerse como «la hipótesis de Sapir-Whorf».
Desde fines de los años treinta hasta fines de los cuarenta, Dorothy Lee
intentó descubrir la visión del mundo de los wintun del norte de California a
través del estudio detallado de su gramática y su mitología. Escribió que «la
gramática contiene en forma cristalizada la experiencia acumulada y acu-
mulativa, la Weltanschauung de un pueblo» (Lee 1938: 89, citado en Lucy
1992a: 71). Quizá su observación más interesante fue que, en su forma no
marcada, los sustantivos wintun se refieren a sustancias genéricas y necesi-
tan ser modificados por un sufijo derivativo que les proporciona particulari-
dad y referencia específica. En comparación, los sustantivos ingleses o
españoles son normalmente específicos, como muestra el hecho de que sean
siempre singulares o plurales y definidos o indefinidos (Lee 1940, 1944,
1.959). La siguiente cita muestra un ejemplo:

Tomemos por ejemplo la palabra ciervo. En los ejemplos utilizaré solamente el


caso objetivo, nop para el genérico y nopum para el específico. Un cazador salió
pero no vio ciervos, nop; otro mató un ciervo, nopum. Una mujer le llevó ciervo,
nop, a su madre; un cazador llevó a casa ciervo, nopum. Cortaron en pedazos el
ciervo de la mujer y lo transportaron, como una masa informe, en una cesta a la
espalda; pero el hombre transportó sus dos ciervos colgados enteros al hombro.
Unos hermanos estaban a punto de comer carne de ciervo; exclamaron: «Ancia-
no, ven a comer ciervo (nop)». El anciano respondió: «Podéis carneros ese cier-
vo apestoso (nopum) vosotros solos». Los hermanos lo veían solamente como
carne de ciervo; para el anciano era la carne de un ciervo particular, cazado cerca
del asentamiento urbano y alimentado con desperdicios humanos (1959: 123).

Los estudios de Lee la llevaron a presentar la visión del mundo de los


wintun como caracterizada por el hecho de que la realidad o verdad última
«existe independientemente del hombre», pero «fuera de la experiencia
humana, esta realidad es ilimitada, indiferenciada, aternporal». En este apa-
rente mar genérico, sin embargo, «vienen ya dados los materiales y las re-
laciones, la esencia y las cualidades». El hablante de wintun puede con-
formarse a esa realidad genérica o «actualizar» un diseño otorgándole
temporalidad o formas, pero «ni la crea ni la cambia» (Lee 1959: 121). Así,
los lexemas del wintun pueden referirse genéricamente a «masas sin partes»
(materia), relaciones o cualidades de las cosas, pero deben modificarse para
expresar particularidades temporales y formales. John A. Lucy (l99a: 72)
señaló que el trabajo de Lee es puram ente intralingüístico y que se basa en

35
OB]ETNOS y CONCEPTOS

«supuestos fuertes y no demostrados sobre la relación del lenguaje con el


pensamiento», pero no comprueba ni establece la validez de esas relaciones.
En 1953, Harry Hoijer y Robert Redfield organizaron un congreso en la
Universidad de Chicago para analizar las interrelaciones de lenguaje y cul-
tura. Hoijer (1954a: ix) informó del «escaso acuerdo entre los miembros del
congreso sobre lo que realmente dijo Whorf», pero señalando que se habían
logrado ciertos progresos en la definición de los problemas. Hoijer, que
estudió lingüística con Sapir, utilizó explícitamente conceptos whorfianos
en sus estudios sobre el navajo (1953, 1954b, 1964a, 1964b). Argumentó
que, si la lengua canaliza rígidamente el pensamiento, el motivo podía
encontrarse en el hecho de que el lenguaje «impregna todos los demás siste-
mas dentro de la cultura». Aunque, a diferencia de Lee, Hoijer intentó esta-
blecer conexiones entre lengua y cultura, Lucy criticó la debilidad de las
conexiones propuestas. Por ejemplo, Hoijer argumentó que el énfasis que
ponen los verbos navajos en la expresión del movimiento podía explicarse
por paralelos con la cultura navaja, específicamente el modo de vida nóma-
da y los viajes de los héroes culturales de la mitología. Este énfasis en la
expresión del movimiento se observa,-por ejemplo, en la variedad de bases
verbales activas (una «base» es, en este contexto, «cualquier segmento ver-
bal al que se pueden añadir prefijos paradigmático s para formar una cons-
trucción verbal libre»). Señaló que «las numerosas bases verbales que utili-
zan el tema 'un objeto redondo en movimiento' se dividen en no menos de
siete categorías aspectuales, cada una con un conjunto distintivo de bases
léxicas» (1964a: 144). Las categorías aspectuales, dotadas cada una de su
propio paradigma, son imperfectivo, perfectivo, progresivo, futuro, iterati-
vo, habitual y optativo.
Lucy criticó las conclusiones de Hoijer en varios aspectos. Puso en duda
su caracterización de los verbos navajos como excepcionalmente preocupa-
dos por el movimiento, señalando que otros verbos también clasifican sus
argumentos nominales; consideró las pruebas aportadas por la mitología
como una simple evidencia lingüística más; y calificó la conexión entre ver-
bos de movimiento y estilo de vida nómada como muy débil e incapaz de
establecer que el movimiento sea «un foco común o habitual de los patrones
de pensamiento de los navajos como individuos en su vida diaria, o que
sirva de base a una amplia variedad de instituciones culturales específicas
de los navajos» (1992a: 79).
En 1979, Madeleine Mathiot editó una colección de hallazgos recientes
de la «semántica empírica» de entonces, titulado Ethnolinguists: Boas,
Sapir, and Whorf Revisited. En su resumeu, alababa a los etnosemantistas
por sumar «la investigación sistemática del significado léxico a la semántica
empírica» (1979: 316). Distinguiendo entre significado léxico y gramatical,
\

36
·TRES TRADICIONES DE LA ANTROPOWGÍA LINGüíSTICA

concluía que los dos tipos «se prestan igualmente bien a una investigación
de las relaciones entre el lenguaje, la visión del mundo y el resto de la cultu-
ra» (1979: 317), pero no tomaba postura sobre la posición relativista fuerte.
Sí que distinguía entre «significado referencial» (con el que creo que se
refería al significado léxico y gramatical) y visión del mundo, teorizan-
do que la visión del mundo es más amplia que el significado referencial,
porque el «significado referencial es 'la información específica sobre el
mundo que se comunica directamente a través de la conducta lingüística'.
La visión del mundo es 'la forma general de pensamiento sobre el mundo
que subyace a toda conducta cultural, incluyendo la conducta lingüística'»
(1979: 318). Veía una influencia mutua entre el medio (lenguaje) y la visión
del mundo, en la que el lenguaje ejercería ciertas influencias claras pero no
especificadas sobre la visión del mundo.
Mathiot proponía que el dominio semántico del lenguaje es aquel aspec-
to de la visión del mundo que está ligado a la conducta lingüística y que es
discernible solamente a través de ésta, mientras que el dominio cognitivo
del lenguaje es aquel aspecto de la visión del mundo que puede expresarse
también por otros medios. Esta visión de la semántica parece separarla de la
cognición y de buena parte de la visión del mundo y convertida en un domi-
nio autónomo; eliminaría de la semántica aquellos elementos de significado
lingüístico que rigen las formas lingüísticas si y sólo si rigen también otras
formas. A la inversa, que las estructuras semánticas rijan el lenguaje no es
razón suficiente para excluidas del dominio de la cognición. Este libro pro-
porciona amplias pruebas de que los elementos del significado que conside-
ramos semánticos son al mismo tiempo elementos de la visión del mundo, o
tienen estructuras conceptuales paralelas a las propias de la visión del
mundo, o están profundamente ligados a elementos de la visión del mundo
que rigen conductas no lingüísticas. Mientras que el lenguaje puede mostrar
algunos rasgos especiales, lenguaje y visión del mundo son parte de la
misma red cognitiva. La discusión, e!l un capítulo posterior, de los clasifica-
dores nominales del dyirbal, el bantú y el apache, que se organizan sobre la
base de dimensiones culturalmente significativas, proporcionará una ilustra-
ción de este punto, al igual que la discusión de los prefijos de objeto del
navajo, que están regidos por una jerarquía definida de control. Un artículo
del volumen editado por Mathiot argumentaba que las sociedades de caza-
dores-recolectores que viven en entornas abiertos y sin árboles expresan en
sus clases nominales la distinción «a la vista/no a la vista» y la idea «distal»
de verticalidad, mientras que aquellas que viven en entornos boscosos cerra-
dos expresan ideas de dureza y flexibilidad, probablemente porque estas
distinciones son a la vez culturales y semánticas (Denny 1979). Lucy
(1992a: 73) criticó a Mathiot por su «linguocentrismo» y por tratar la

37
OBJETIVOS Y CONCEPTOS

estructura gramatical como «lingüística» y el contenido léxico como «esen-


cialmente no lingüístico».
Lucy ha escrito dos libros que reexaminan la hipótesis de la relatividad
lingüística. Uno es una historia intelectual que concluye abogando por un
mayor rigor experimental (1992a). El otro aplica el enfoque experimental al
número gramatical en inglés y maya yucateca (Lucy 1992b). Como la com-
probación experimental de Ia hipótesis de Sapir- Whorf está plagada de difi-
cultades, será interesante examinar detenidamente el enfoque de Lucy.
Lucy intentó reformular la hipótesis de Whorf limitando el problema a la
influencia del lenguaje sobre el pensamiento, especialmente la influencia de
los significados lingüísticos formalmente estructurados de las «categorías
morfosintácticas» sobre el pensamiento habitual de los no especialistas. La
cuestión crucial para Lucy es «si hay o no, si puede haber o no, pruebas
empíricas firmes que enlacen patrones lingüístico s distintivos con conduc-
tas o creencias habituales distintivas, en el nivel de los actores sociales indi-
viduales agregables» (1992a: 7). Si los pensamientos habituales del agrega-
do dan como resultado la visión del mundo o no es un problema que,
explícitamente, prefiere dejar de lado. En opinión de Lucy, la investigación
sobre la relatividad lingüística debe seguir cuatro principios metodológicos:
(1) debe comparar dos, o más lenguas (p.ej., inglés y maya yucateca), (2)
debería proporcionar condiciones comunes de estímulo (<<realidad no lin-
güística externa»; p.ej., dibujos, tríadas), (3) debe incorporar un análisis for- .
mal (esto es, un análisis morfosintáctico) de un dominio semántico (<<confi-
guración de significado», como el número gramatical) y (4) diferentes
patrones habituales del uso lingüístico deberían implicar diferencias en el
pensamiento.
La «realidad no lingüística externa» usada en un conjunto de experimen-
tos es una serie de dibujos test que representan personas, animales, contene-
dores, herramientas y sustancias (véase el capítulo 6). Se mostraron a un
grupo de hombres mayas con edades entre los dieciocho y los cuarenta y
cinco años o más, y a un grupo de estudiantes universitarios masculinos de
Estados Unidos, de edades comprendidas entre los diecinueve y los veinti-
siete años; Lucy (1992b: 99) indicó que diez de los hombres mayas habían
tenido «al menos un año de educación formal y tenían cierta capacidad de
lectura». Para minimizar la importancia de las diferencias de educación
(que podrían militar contra su deseo de comparar no especialistas), Lucy
diseñó las tareas cognitivas para que fueran «relativamente simples». En
una de las pruebas, mostraba a los sujetos un conjunto de dibujos de línea y
les pedía «describir lo que veían en cada ilustración» (1992b: 100). Luego
asignaba puntuaciones a las respuestas según mencionaran ciertos objetos y
si indicaban el número de objetos. En otras tareas, mostraba a los sujetos

38
TRES TRADICIONES DE LA ANTROPOWGfA UNGÜfSTICA

dibujos de línea y después de diversos periodos de tiempo les pedía que


escogieran los originales de entre unos grupos que contenían el original y
otros dibujos parecidos. Esto se hacía para acceder de forma no verbal a la
saliencia del número en la memoria de reconocimiento a breve plazo y a
largo plazo (1992b: 122, 130). También se pidió a los sujetos que hicieran
juicios de semejanza entre tríadas de objetos con el fin de determinar «la
saliencia cognitiva relativa de la forma frente al material» (1992b: 136).
Al interpretar sus resultados, Lucy no postuló la intervención de imagi-
nería, esquemas o modelos cognitivos, pero sí habló de «disposiciones cog-
nitivas», «actuación cognitiva», «implicaciones cognitivas», conceptualiza-
ciones diferenciales de «una realidad común» y un concepto bastante
amplio de atención al número (1992b: 156). Quizá cuando más se acercó a
la imaginería fue al proponer la investigación de «toda una configuración de
significado» (1992b: 2). Sin embargo, el problema principal, tal como lo
definió, es relacionar la conducta lingüística con la conducta no lingüística
y con el «contorno contextual», en circunstancias controladas.
De modo que ¿qué son las disposiciones cognitivas por medio de las cua-
les podría descubrirse que el lenguaje ejerce su influencia sobre el pensa-
miento? Éstas se encuentran en la hipótesis de Lucy, donde se formulan
como la tendencia de los hablantes a prestar atención habitual al número:

Primero, los anglohablantes deberían prestar habitualmente más atención al


número de objetos de referencia que los hablantes de yucateca. En particular,
deberían fijarse habitualmente en una gama más amplia de tipos de referente
para los cuales tienen que indicar obligatoriamente el número. En segundo lugar,
los anglohablantes deberían atender relativamente más a la forma de los objetos,
y los hablantes yucatecas deberían prestar relativamente más atención a la com-
posición material de los objetos (1992b: 156).

Lucy concluía que «los resultados de la evaluación cognitiva estaban


consistentemente en línea con estas expectativas». Finalmente, respondía a
la pregunta general acerca de la influencia del lenguaje sobre el pensamien-
to, concluyendo que «la frecuencia de pluralización en cada lengua influye
tanto en la interpretación verbal de imágenes como en la no verbal» y que
«las estructuras léxicas subyacentes asociadas con la marca de número de
las dos lenguas ejercen cierta influencia sobre la interpretación no verbal de
los objetos» (1992b: 157).
Aunque la derivación de estas conclusiones a partir de las pruebas de
estímulo no carece de problemas, el objetivo de este apartado no es realizar
una crítica completa de las teorías boasianas, sino más bien caracterizar el
marco conceptual de la antropología lingüística. Por tanto, dejaré para
el capítulo 6, que se centra en la conexión de las len!~uascon la visión del
'.

39
OBJETIVOS Y CONCEPTOS

mundo, la crítica) el resumen detallado de estas comparaciones y resulta-


dos sobre la expresión del número en maya yucateca e inglés.
Durante las tres décadas que van de los cincuenta a finales de los setenta,
los lingüistas estructurales americanos prácticamente excluyeron el signifi-
cado de su ámbito de interés, mientras muchos antropólogos lingüísticos
que escribían bajo la etiqueta de etnosemántiea o etnociencia se dedicaban
al estudio de dominios de significado organizados cultural mente, usando los
métodos del análisis componencial y la clasificación taxonómica sobre la
base de conjuntos de rasgos. El enfoque boasiano tal como lo practicaban
Lee, Hoijer, Mathiot, Lucy y otros pocos se convirtió solamente en una
parte minoritaria y no representativa de esa empresa. Quizá la publicación
de los dos volúmenes de Lucy anuncia el renacimiento del interés por el
planteamiento boasiano.

Etnosemántica

La etnosemántica fue la forma favorita de análisis lingüístico en antropología


durante los años sesenta y siguió siendo un modelo popular de interpretación
en los setenta. Muchos de sus artículos más fructíferos, representativos y sig-
nificativos están reunidos en Stephen A. Tyler (1969a) y Ronald W. Casson
(1981). En 1969, Tyler escribió sobre el fermento en la antropología que dio
origen a la etnosemántica: «Las revistas están llenas de artículos sobre análi-
sis formal, análisis eomponeneial, taxonomía folk, etnociencia, etnosemánti-
ea y sociolingüistica, por mencionar sólo algunos. Casi todos estos temas han
aparecido en el breve espacio de aproximadamente diez años, y con frecuen-
cia creciente en los últimos tres o cuatro años» (1969b: 1).
La etnosemántica, o etnociencia, es el estudio de los modos en que dife-
rentes culturas organizan y categorizan los dominios del conocimiento, tales
como plantas, animales y formas de parentesco. Tyler (1969b: 3) veía la
etnosemántica como parte de la antropología cognitiva, dedicada a «descu-
brir cómo organizan y usan sus culturas los diferentes pueblos» y a buscar
«los principios organizativos que subyacen a la conducta». Consideraba la
antropología cognitiva como una reacción contra las teorías que buscaban
las categorías de descripción en la lengua materna de los investigadores
antropológicos más que en las lenguas de los indígenas. En su fascinación
por las categorías indígenas del pensamiento, la etnosemántica tenía un
cierto regusto boasiano, pero sus métodos de investigación eran muy distin-
tos, al menos en comparación con los usados por los primeros boasianos.
Aunque la etnosemántica estaba movida por un fuerte interés por la cog-
nición, la mayoría de ~\uspracticantes no desarrolló, ni siquiera utilizó, una

40
TRES TRADICIONES DE LA ANTROPOLOGíA LINGüíSTICA

teoría de la imaginería. Más bien, se centraron primariamente en la descrip-


ción de los sistemas de clasificación taxonómica folk y en el análisis de los
rasgos atomísticos de significado, produciendo a menudo análisis compo-
nenciales de los léxicos o las taxonomías folk que se proyectaban sobre
dominios semánticos importantes.
Un análisis componencial es una recopilación de términos sobre una
matriz de rasgos semánticos. A todos los términos que comparten el mismo
rasgo o combinación de rasgos se les asigna la misma posición en la matriz.
El resultado es un paradigma (Tyler 1969b). En uno de los tipos de enfoque,
el investigador parte del supuesto de que las culturas clasifican de modo dis-
tinto entidades con características objetivas semejantes (como estatus seme-
jantes de parentesco biológico), asignándoles diferentes posiciones en una
matriz de rasgos universales (como la basada en las dimensiones de sexo,
generación, linealidad, colateralidad y edad relativa). Alternativamente, el
investigador parte del supuesto de que culturas diversas clasifican esas enti-
dades (como el parentesco) de modos diferentes asignando términos a las
posiciones dentro de matrices compuestas por conjuntos de rasgos cultural-
mente distintivos, que constituyen sus significados denotativos. Anthony F.
C. Wallace (1969 [1965]), por ejemplo, mostró que un análisis psicológica-
mente válido de un conjunto de términos japoneses de parentesco exigía la
distinción entre nikushin 'parientes carnales' y kinshin 'parientes no carna-
les', una distinción que, en su definición específicamente japonesa, está
ausente del inglés y probablemente de la mayoría de las demás lenguas.
Una taxonomía es -una"disposición de términos en una jerarquía que va
desde lo más global hasta lo menos global, como cuando clasificamos
perros, lobos y zorros como tipos, o especies, de cánidos, y a los cocker spa-
niels y los collies como tipos de perros. Idealmente, cada clase posee todos
los rasgos de su clase superordinada y contrasta en uno o más rasgos con
otras clases del mismo nivel. Los antropólogos solían volver de su trabajo de
campo con taxonomías folk de plantas y animales, pero también se fijaban
en enfermedades, clases de espíritus, términos anatómicos e incluso clases
de trampas (Frake 1961; Berlin, Breedlove y Raven 1966; Frake 1969;
Spradley 1970; Berlin, Breedlove y Raven 1973; Berlin, Breedlove y Raven
1974; Saunders y Davis 1974; Turner 1974; Brown 1984; Berlin 1992).
Algunos etnosemantistas dedicaron mucho esfuerzo a determinar la dis-
tribución interlingüística de los términos básicos de colores (blanco, amari-
llo, rojo, verde, azul, negro y otros pocos) (Conklin 1964; Berlín y Kay
1969; Berlin 1970; Kay y McDaniel 1978; Kay, Berlin y Merrifield 1991;
MacLaury 1991; Lucy 1992a). Algunos intentaron establecer secuencias
evolutivas por las que entran en las lenguas los términos básicos de color o
los términos para plantas y animales (Berlin y Kay 1969; Berlin 1970;

41
OBJETNOS y CONCEPTOS

Brown 1977; Brown 1979; Brown y Witkowski 1981; Brown y Witkowski


1983; Brown 1984a, 1984b; Kay, Berlin y Merrifield 1991). Los términos
básicos de color se discuten con más detalle en el capítulo 5, dedicado a los
conceptos de lingüística cognitiva.
La etnosemántica se ha centrado típicamente de forma casi exclusiva en
la semántica léxica. Para reunir datos sobre los dominios léxicos, los etnose-
mantistas suelen utilizar un método de elicitación que Tyler (1969b) llamó
«elicitación controlada». Implica tener que aprender a hacer las preguntas
adecuadas en la lengua indígena. Un tipo característico de pregunta es
«¿Qué es esto?». Si la respuesta fuera «Un' cortador de brócoli», podríamos
preguntar entonces acerca de otro objeto: «¿También eso es un cortador de
brócoli?» y «¿Un cortador de brócoli es un tipo de trasto?». La pregunta
«¿Qué otras clases de X existen?» podría hacerse recursivamente sobre las
respuestas mismas a fin de obtener una taxonomía. Preguntas cuidadosa-
mente construidas que se han ido desarrollando en consulta constante con
los informantes indígenas pueden encajar casi por completo en los marcos
de referencia nativos. De este modo, el etnógrafo evita prejuzgar los resulta-
dos haciendo preguntas y estableciendo categorías pertenecientes sólo a su
propio marco de referencia.
Mientras que el análisis basado en rasgos impone una limitación impor-
tante a la etnosemántica, al realizar una abstracción excesiva sobre la rica
imaginería de la categorización humana, el método de elicitación controlada
puede ser su punto más fuerte. Sin embargo, la elicitación controlada aca-
rrea sus propios riesgos. Aplicada en forma demasiado estricta puede
excluir dimensiones importantes del pensamiento indígena si, por ejemplo,
el investigador está empeñado en identificar la relación semántica de inclu-
sión sin tener en cuenta semejanza, contigüidad, partibilidad (parte/todo),
funcionalidad u otras consideraciones sugeridas por los hablantes indígenas
mismos, tales como el parentesco de una clase de planta con otra. Por ejem-
plo, en las lenguas thompson y lillooet de la Columbia Británica, todas las
bayas mantienen relaciones de parentesco entre sí (Turner 1989).
A pesar del interés predominante por los paradigmas y las taxonomías
basados en rasgos, hubo desarrollos dentro de la etnosemántica que prefigu-
raban el surgimiento de la lingüística cognitiva o que fueron en paralelo con
ella. Mathiot estudió la cognición y la visión del mundo, pero utilizó una
metodología que pasó del descubrimiento de oposiciones semánticas a la
postulación de rasgos distintivos (1985: 136). Robert A. Randall (1976)
introdujo las nociones de «modelo de asociación de memoria» y de «ima-
gen vegetativa» para explicar por qué los samal de Filipinas no almacena-
ban información sobre plantas en forma de taxonomías. Algunos investiga-
dores utilizaron la teoría de prototipos (Bright y Bright 1969; Berlin 1992) o

42
TRES TRADICIONES DE LA ANTROPOLOGÍA LINGüíSTICA

definieron las categorías indígenas en términos de la utilidad percibida de


sus referentes, en vez de basarse solamente en los atributos de la forma físi-
ca (Hunn 1985; Tumer 1989; Tumer 1992). Antes que ellos, Floyd G.
Lounsbury (1964) había argumentado que los términos de parentesco para
parientes lejanos en los sistemas del tipo crow-omaha podían verse como
extensiones semánticas sistemáticas de los términos para parientes próxi-
mos prototípicos. Este acercamiento a la terminología del parentesco, deno-
minado «hipótesis extensionista», se discute con más detalle en el apartado
sobre «categorías generativas» del capítulo 5. John A. Lucy y Richard A.
Shweder (1981 [1979]) defendieron la relatividad lingüística de Whorf en lo
referente a la terminología del color, argumentando que la memoria cromá-
tica está más determinada por los términos y los significados culturalmente
definidos que por la percepción de los colores focales con base innata. En el
capítulo sobre conceptos describiré un argumento lingüístico cognitivo muy
similar propuesto recientemente por Anna Wierzbicka (1990).
Michael Agar (1973) teorizó que las palabras de la cultura de la droga,
tales como hustle 'conseguir dinero ilegalmente', cop 'comprar heroína' y
get-off 'inyectarse heroína' se definían en términos de acontecimientos.
Cada acontecimiento era un prerrequisito para el siguiente, y cada uno tenía
también otros prerrequisitos. Una lectura cuidadosa de su obra sugiere que
su idea era que los acontecimientos enlazados que conformaban su teoría
eran cognizados o imaginados por los hablantes; no eran acontecimientos
documentados por observadores independientes. Desgraciadamente, desde
nuestra perspectiva, más que preguntar cómo se relaciona la cognición de
los acontecimientos con los significados de las palabras, dos de sus pregun-
tas lo alejaban del lenguaje per se acercándolo a la cultura y la actuación:
«¿cómo se relaciona esta estructura con las actuaciones reales?» y «¿cómo
selecciona un yonqui entre prerrequisitos posibles?» (1973: 24). En una
obra reciente muy popular, Agar (1994) volvió a retomar estos datos sobre
la cultura de la droga y trabajó en sentido contrario, hacia el lenguaje.
Charles O. Frake, cuyo trabajo sobre la etnosemántica de la terminología
de enfermedades en los subanun ejerció una influencia excepcional, defen-
día en 1977 la consideración de la cultura como «un conjunto de principios
para crear dramas, para escribir guiones y, desde luego, para reclutar actores
y audiencias [cursiva añadida]» (1981: 375-376). Consideraba esta nueva
dirección no como una entrega a los enfoques simbólicos e interpretativos,
sino como una expansión de las perspectivas cognitivas de la etnociencia.
Keith Basso (1976) descubrió que las metáforas apaches sólo pueden enten-
derse comprendiendo la clasificación apache de los seres animados; y Gary
Witherspoon (1980) bosquejó la jerarquía de control en la visión del mundo
de los navajos para explicar el uso de las construcciones activas .( pasivas.
-,
43
OBJETIVOS Y CONCEPTOS

Pero a pesar de estos experimentos paralelos con el análisis perceptual y


el de prototipos, la nueva defensa de Whorf y el descubrimiento de los guio-
nes culturales, la etnosemántica nunca se volvió hacia la imaginería o los
esquemas imaginísticos. De hecho, los métodos de análisis oscurecían a
menudo las bases imaginísticas de los dominios semánticos. Hasta hace
muy poco, la etnosemántica y la antropología cognitiva no consiguieron
aprovechar las implicaciones de los guiones culturales para interpretar el
lenguaje y unificar el estudio del lenguaje y la cultura.
No todos los antropólogos lingüísticos estaban satisfechos con el estado
de la teoría en este periodo. Paul Friedrich (1975: 235), por ejemplo, lamen-
taba la insuficiencia de «la actual opción entre sintaxis lógico-transfor-
macional, sociolingüística de orientación estadística y taxonomías del
antropólogo». Abogaba por el reconocimiento de la no arbitrariedad de los
símbolos léxicos, para poder aplicar la lingüística al uso creativo del lengua-
je, especialmente a la creatividad poética y a las «relaciones de la estructura
fonética y léxica con el mundo real y con los sistemas más profundos de sig-
nificado en los códigos semántico y cultural» (1975: 235-236). La influen-
cia de la etnosemántica sobre la antropología se desvaneció en los años
ochenta según fueron ganando popularidad los enfoques simbólico e inter-
pretativo. La antropología lingüística se apartó de la semántica léxica hacia
la EH, desplazándose hacia la sociolingüística centrada en el discurso .'

La etnografía del habla

Desarrollada durante los años sesenta y setenta, la EH asume que los


hablantes aplican recursos lingüísticos a fines sociales en situaciones cultu-
ralmente definidas. La EH proporciona una necesaria dimensión de contex-
tualización social y una perspectiva dinámica que falta en gran medida en
los estudios relativamente estáticos de los vocabularios indígenas que carac-
terizan a los enfoques etnosemánticos. Pero la EH es poco mejor que la
etnosemántica en la conceptualización del papel de la imaginería cultural-
mente definida del lenguaje. Fines sociales, estilos de habla, actos de habla
y situaciones se toman a veces como el contenido de constructos (emic)
folk, pero al parecer más frecuentemente aún como categorías (etic J, analíti-
cas fundamentales de la teoría. Esta ambigüedad emicl etic sale a relucir en
los escritos de Dell Hymes y sus seguidores.
El enfoque de la EH fue articulado inicialmente por Hymes en una serie
de influyentes artículos de los sesenta y los setenta (1962, 1970, 1971,
1972, 1974a, 1974b). En ellos, Hymes hacía explícita la conexión entre len-
gua y cultura, pero, a diferencia d\~Boas, parecía no incluir como inte-
\
-,

44
TRES TRADICIONES DE LA ANTROPOLOGÍA. UNGÜfSTICA

rés fundamental suyo los «fenómenos mentales» (es decir, la cognición).


Hymes (1971: 340) trataba el habla como un sistema de conducta cultural,
pero él mismo no se dedicó al estudio del lenguaje y la cultura como psico-
logía o cognición. En cambio, puso de relieve la importancia de estudiar los
actos de habla, el discurso y la actuación (como enacción de formas poéti-
cas), todo ello situado en contextos sociales. Es precisamente este programa
el que ha llegado a dominar la antropología lingüística.
Hymes argumentaba que la competencia lingüística de los hablantes no
sólo incluye la capacidad de producir una sintaxis apropiada, como había
propuesto elgenerativista Noam Chomsky, sino también la capacidad de
usar el lenguaje pragmáticamente en contextos sociales y culturales. Puso
de relieve «la prioridad de la perspectiva funcional» y el papel del habla en
«la mediación entre personas y sus situaciones», frente a la visión en la que
el lenguaje sólo mediaría entre sonido vocal y significado (1971: 65). Los
especialistas que usaban el enfoque de Hymes recogieron y documentaron
muchos fenómenos del habla que solían quedar fuera del ámbito de interés
de la lingüística dominante, como el hablarles a las piedras en la cultura
ojibwa, el «tiempo indio», la charla callejera negra, el lenguaje ritual, el
lamento fúnebre y otros muchos géneros (Hymes 1974a, 1974b; Sherzer y
Urban 1986; Sherzer 1987; Abrahams 1989; Philips 1989). Hymes mismo
(1981) examinó la actuación y las formas poéticas de las narraciones chi-
nook.
Hymes nunca negó la importancia de la cognición, o «conocimiento», en
el lenguaje. De hecho, incluyó obras boasianas y etnosemánticas en su anto-
logía, ampliamente leída, y concedió al mismo Boas el crédito de definir
«casi todo el ámbito de la antropología lingüística americana hasta el pre-
sente» (1964a). Comentó favorablemente. las descripciones estructurales y
los análisis contrastivos de etnocientistas como Harold Conklin y Charles
Frake y planteó la cuestión del «grado en que las categorías cognitivas de un
pueblo hallan expresión patente en formas lingüísticas» (1964b: 97; véase
también 1974: 11-12). Pero dejó el estudio cognitivo del lenguaje a los etno-
cientistas 2, quienes nunca articularon sus teorías para incluirlas en la EH.
En su mayor parte, siguieron con el análisis contrastivo y componencial de
los sistemas de nomenclatura (parentesco, colores, botánica, enfermedades)
y no produjeron teorías cognitivas de la gramática, el discurso o el hablar,
aunque al menos Frake (1969a), como ya se ha indicado, sí que habló de la
cultura como «un conjunto de principios para crear dramas, escribir guiones
y, desde luego, reclutar actores y audiencias». Mientras que los etnocientis-
tas se centraban sobre todo en los análisis componenciales y taxonómicos

2 Comunicación personal (1992).


\ -,

45
OBJETIVOS Y CONCEPTOS

de las nomenclaturas y Hymes nos hacía conscientes de que el habla es


acción social, la antropología siguió dejando a un lado el estudio cognitivo
de la mayoría de aspectos del lenguaje.
Más que presentar una teoría explicativa, Hymes abogaba por una «teo-
ría descriptiva» dirigida a producir una taxonomía de lenguas. La teoría des-
criptiva es esencialmente una lista de control lingüística; el etnógrafo debe-
ría documentar escenarios, participantes, fines, secuencias de actos, claves,
instrumentalidades, normas y géneros. En el marco teórico de Hymes
(1971: 64), el escenario (setting), que se refiere a «tiempo y lugar, o escena
definida culturalmente», parece equivalente a lo que otros denominan situa-
ción. Instrumentalidades es una categoría compleja que incluye canales
(oral, escrito, etc.) y formas de habla (lengua, dialecto, código, variedad,
registro). Claves se refiere, de forma un poco vaga, al tono, la manera o el
espíritu.
Como estas categorías no reflejaban un interés demasiado grande por las
representaciones, ideas, imágenes, esquemas, marcos o gestalts, no está
claro dónde encajaría exactamente la lingüística cognitiva en el enfoque de
Hymes. De modo que, si aceptamos la validez de la conexión boasiana entre
el lenguaje y los fenómenos mentales, debe admitirse que la EH tal como la
define Hymes era un enfoque incompleto que podría beneficiarse de la teo-
ría cognitiva. En el capítulo 7 mostraré cómo la lingüística cognitiva contri-
buye al estudio de los actos de habla, los fines, las secuencias de actos y los
géneros, dando a cada uno una definición relativa al concepto de escenario
del discurso.
No deseo dar a entender que los estudiantes de EH y el campo más
amplio de la etnografía de la comunicación no hayan mostrado interés algu-
no por la cognición, porque tal interés está implícito en la idea de competen-
cia comunicativa. Muriel Saville-Troike (1989: 21) presentó una definición
de competencia comunicativa que abarca

el conocimiento y la expectativa de quién puede o no puede hablar en ciertos


escenarios, cuándo hablar y cuándo permanecer en silencio, a quién se puede
hablar, cómo se puede hablar a personas de diferentes estatus y roles, qué con-
ductas no verbales apropiadas existen en diversos contextos, cuáles son las ruti-
nas de cambio de turno en la conversación, cómo pedir y dar información, cómo
solicitar algo, cómo ofrecer o rechazar ayuda o cooperación, cómo dar órdenes,
cómo imponer la disciplina, y similares ~sto es, todo lo que se refiere al uso
del lenguaje y otras dimensiones comunicativas en escenarios sociales particu-
lares.

Esta definición sugiere una fuerte orientación cognitiva. Saville-Troike


(1989: 24) también esbozó los componentes del «conocimiento compartido

46
TRES TRADICIONES DE LA ANTROPOLOGÍA LINGOfSTICA

que deben poseer los hablantes a fin de comunicarse apropiadamente». Es


como sigue:

1. Conocimiento lingüístico:
(a) Elementos verbales.
(b) Elementos no verbales.
(e) Patrones de elementos en acontecimientos de habla determina-
dos.
(d) Gama de posibles variantes (en todos los elementos y su organi-
zación).
(e) Significado de las variantes en situaciones determinadas.
2. Destrezas de interacción:
(a) Percepción de rasgos salientes de las acciones comunicativas.
(b) Selección e interpretación de formas apropiadas para situaciones,
papeles y relaciones específicos (reglas para el uso del habla).
(e) Organización y procesos discursivos.
(d) Normas de interacción e interpretación.
(e) Estrategias para alcanzar objetivos.
3. Conocimiento cultural:
(a) Estructura social.
(b) Valores y actitudes.
(e) Mapas/esquemas cognitivos.
(d) Procesos de enculturación (transmisión de conocimientos y des-
trezas).

Pese a que Saville- Troike reconoció explícitamente que la descripción


necesitaba de la competencia comunicativa como conocimiento o como
expectativas, también ella definió sus unidades de análisis, no en términos
de teoría cognitiva, ni siquiera de teoría folk, sino más bien en términos de
las categorías de Hymes, más pragmáticas y conductales. En sus estudios
de casos y sus ejemplos, la competencia comunicativa se combina con las
descripciones conductales. Sin embargo, sí que discutió el problema de
cómo acceder a las interpretaciones indígenas a partir de datos etnográficos
(1989: 133).
Igual que la lingüística cultural, la EH está interesada por las intencio-
nes, el contexto sociocultural y las concepciones culturales del discurso
mismo. Por ejemplo, Alessandro Duranti (1988: 253) señaló que las contri-
buciones teóricas de la EH «se aglutinan en torno al estudio del discurso en
situación, es decir, se considera que la actuación lingüística es el lugar
donde se emplaza la relación entre el lenguaje y el orden sociocultural».
Charles Goodwin y Duranti (1992: 25) afirmaron que el enfoque de la EH

47
OBJETIVOS Y CONCEPTOS

para el estudio de los acontecimientos de habla se fundamenta en categorías


definidas culturalmente. Igual que la lingüística cultural, la EH rechaza las
categorías universales fijas (Duranti 1988: 268).
Aunque Duranti tenía razón en que la teoría contemporánea rechaza las
categorías universales fijas, quizá exageraba su defensa de Hymes, quien
estaba claramente interesado por el desarrollo de categorías descriptivas
universales y de las generalizaciones basadas en aquéllas. Por ejemplo,
Hymes (1972: 51-52) escribió sobre la necesidad de «una teoría general de
la interacción de lenguaje y vida social» y de la necesidad de una «etic... de
términos y tipos, como input para la descripción», y afirmó que «igual que
una teoría de la gramática tiene que poseer sus términos universales, tam-
bién debe tenerlos una teoría del uso del lenguaje». Por otro lado, Hymes
(1972: 49) también propuso que serían «estos rasgos y dimensiones, más
que constelaciones particulares de ellos», los que resultarían universales.
Mientras que los estudios realizados dentro del marco teórico de Hymes
tienen un valor innegable como etnografía lingüística, la EH no es aún una
teoría del lenguaje estrictamente articulada. Como mejor se puede describir
es como un enfoque exhaustivo y ecléctico, que, de forma un tanto vaga,
toma prestados los métodos de la lingüística y la etnografía estructurales y
su teoría de la lingüística, la antropología cultural, la filosofía y la sociolo-
gía 3. Creo que la EH ganaría en coherencia incorporando explícitamente los
principios de la lingüística cognitiva. Por tanto intentaré forjar algunas
conexiones conceptuales entre ambas. Entre estas conexiones ocuparán un
lugar fundamental los conceptos de escenario del discurso y modelo de
situación (definidos en el capítulo 7).
En resumen, las tradiciones de la lingüística boasiana, la etnosemántica
y la EH comparten un interés por el punto de vista del indígena. El proble-
ma es potenciar el programa de Whorf, evitar el objetivismo de la etnose-
mántica y añadir precisión a la EH. Una síntesis lingüística cultural es posi-
ble. Se basa en la integración de estos tres enfoques con la lingüística
cognitiva contemporánea. Pero primero intentemos comprender mejor qué
puede ofrecerle la lingüística cognitiva a la lingüística cultural.

3 Véase, por ejemplo, Goodwin y Duranti (1992),


\ \
\'.

48
CAPÍTULO 3

EL SURGIMIENTO DE LA LINGüíSTICA COGNITIVA

La premisa de que el análisis del lenguaje debería comenzar con la imagine-


ría convencional ha surgido con especial claridad en el nuevo campo de la
lingüística cognitiva (frecuentemente llamada gramática cognitiva). Este
campo comparte los intereses psicológicos de la lingüística boasiana y
podría considerarse como un renacimiento moderno de ese enfoque, excep-
to que hasta ahora no ha mostrado el mismo interés por la cultura que
encontramos en la lingüística boasiana o, a fin de cuentas, en la etnografía
del habla. Pero una forma más directa de comprender la lingüística cogniti-
va es situarla dentro del campo de la ciencia cognitiva.

Ciencia cognitiva

Tradicionalmente, las teorías del lenguaje, el razonamiento, la cultura, la


imaginería y la visión del mundo han estado repartidas entre varias discipli-
nas académicas, pero, con la llegada de la ciencia cognitiva, los diversos
temas han empezado a fundirse en uno. Durante los treinta años que van de
1960 a 1990, especialistas de diversas disciplinas han construido una teoría
de la cognición que ha influido considerablemente en el estudio del lengua-
je. Investigadores en antropología, inteligencia artificial, lingüística, neuro-
ciencia, filosofía, psicología y retórica han contribuido a la teoría emergen-
te l. Su empresa común suele recibir la denominación de ciencia cognitiva,

¡ Scherer (1988) enumeró info-rnática, psicología, filosofía, lingüística, antropología y neuro-

ciencia.

49
OBJETIVOS Y CONCEPTOS

pero con una participación tan amplia de las humanidades y las ciencias, el
terreno de interés común podría denominarse mejor estudios cognitivos. Sin
embargo, en cada uno de estos campos, al menos algunos especialistas apli-
can las nuevas ideas al lenguaje. Pero ¿qué quieren decir los términos cogni-
ción y ciencia cognitiva?
Una rama de la ciencia cognitiva pone de relieve la computación en su
definición del campo. Por ejemplo, Herbert A. Simon y Craig A. Kaplan
(1989: 2) definieron la ciencia cognitiva como «el estudiode la inteligencia
y sus procesos computacionales». Este punto de vista condujo a los investi-
gadores a buscar procesos inteligentes, término que podría describir mode-
los de pensamiento tan diferentes como la operación de conjuntos de reglas
de producción o de redes neuronales. Según Simon y Kaplan (1989: 9), el
«modelo estándar» de la cognición incluye memoria a corto plazo, caracte-
rizada como de acceso rápido y capacidad limitada, y memoria a largo
plazo, caracterizada por una «organización asociativa y capacidad práctica-
mente ilimitada». Algunas versiones del modelo estándar incluyen en la
memoria a largo plazo componentes especializados como información
declarativa, información procedimental (operadores) y un «índice» de la
memoria al que a veces se hace referencia como «red de discriminación».
La información declarativa puede organizarse como esquemas, que pueden
ser «proposicionales, pictóricos, o ambos» (1989: 10). Los modelos de aso-
ciaciones simbólicas, esto es, aquellos que «designan o 'señalan' estructu-
ras fuera de ellos mismos, pueden incorporar procesamiento en serie o en
paralelo» (1989: 11).
Mientras que el modelo estándar sigue rigiendo aún la mayor parte de la
investigación en la ciencia cognitiva, algunos científicos cognitivos están ya
descontentos con sus limitaciones. Por ejemplo, Raymond W. Gibbs (1994:
443) criticó a psicólogos y psicolingüistas cognitivos por poner excesi-
vo énfasis en la arquitectura general del procesador de lenguaje en vez de
centrarse en la investigación del «contenido de la mente en términos de las
creencias y concepciones reales que tienen las personas sobre sí mismas y
sobre el mundo que las rodea, o cómo ese conocimiento motiva específica-
mente la conducta lingüística». Howard Gardner (1985: 21) esbozó una
aproximación a la ciencia cognitiva que parece satisfacer la preocupación
de Gibbs por el contenido.
En La nueva ciencia de la mente: historia de la revolución cognitiva,
Gardner (1985: 21) definió la ciencia cognitiva como «un empeño contem-
poráneo de base empírica por responder a interrogantes epistemológicos de
antigua data, en particular los vinculados a la naturaleza del conocimiento,
sus elementos componentes, sus fuentes, evolución y difusión». Su defini-
ción es útil pues permite abarcar el razonamiento, la imaginería, la percep-
"

50
EL SURGIMIENTO DE LA UNGüfsnCA. COGNITIVA

ción, el lenguaje, la cultura y la visión del mundo. Dentro del lenguaje


mismo, dejaría espacio tanto a la sintaxis como a la semántica.
Mientras que la definición de ciencia cognitiva por Gardner arroja una
red muy amplia, es demasiado general para capturar el sentido del término
cognición tal como suele usarse en lingüística cognitiva. Gardner mismo la
redujo proponiendo que la característica central de la ciencia cognitiva es un
interés por las representaciones mentales. Según Gardner (1985: 38-39), «la
ciencia cognitiva se basa en la creencia de que es legítimo -más aún, nece-
sario- postular un nivel separado de análisis, al que podría denominarse
'nivel de la representación'» 2. «La actividad cognitiva humana debe ser
descripta en función de símbolos, esquemas, imágenes, ideas y otras formas
de representación mental.» 3 Gardner afirmó que las ciencias de la conducta
distintas de la ciencia cognitiva pueden no postular representaciones menta-
les en sus explicaciones: los neurólogos, por ejemplo, explican la conducta
del cerebro en términos de células nerviosas, y los antropólogos explican la
conducta humana en términos de cultura. (Parecía pasar por alto la posibili-
dad de utilizar los términos cultura o visión del mundo para referirse a las
representaciones agregadas de comunidades y sociedades completas.)

Lingüística cognitiva

Las representaciones son también importantes para la lingüística cognitiva,


un hecho que sitúa a esta nueva disciplina directamente en el terreno con-
ceptual que esbozó Gardner para la ciencia cognitiva. Wallace Chafe (1990:
80) señaló que el organismo humano es capaz de tratar con su entorno gra-
cias a su habilidad para imaginar, es decir, para «crear representaciones ela-

2 Por ejemplo, Scherer (1988: 8) dijo que los científicos cognitivos tienen un objetivo de investiga-
ción común: «descubrir las capacidades representacionales y computacionales de la mente y la
representación estructural y funcional de aquellas en el cerebro».
3 Una afamada científica cognitiva que adopta un enfoque distinto es EIeanor Rosch, quien colabo-
ró en una obra que combina ciencia cognitiva, filosofía budista y fenomenología (Varela, Thompson
y Rosch 1991). En este enfoque, no hay representaciones, sino solamente enacciones. Sin embargo,
en estas enacciones hay «estructuras cognitivas» que «emergen de los modelos sensorio-motores
recurrentes que permiten que la acción sea guiada perceptivarnente» (1991: 203). El principal efecto
del movimiento fenomenológico parece ser el apartar la atención de la estabilidad de las estructuras
representacionales y sus correspondencias y dirigirIa hacia entidades definidas objetivamente; la
atención se dirige hacia la emergencia dinámica y adaptativa de las estructuras en contexto. En mi
opinión, el énfasis de la lingüística cognitiva en los procesos activos de interpretación (por ejemplo,
figura y fondo, perspectiva, alcance, transformaciones esquemático-imaginísticas, etc.) constituye
un movimiento más conservador y pragmático en la misma dirección. Que hablemos de representa-
ciones o de estructuras cognitivas no parece dar lugar a diferencias cruciales. Las primeras, quizá
erróneamente, conservan más de una teoría folk de la mente; las últimas son tan abstractas que prác-
ticamente están vacías.

51
OBJETIVOS Y CONCEPTOS

boradas del mundo que lo rodea, representar dentro de sí mismo su propia


visión de cómo es el mundo que rodea al organismo [cursiva añadida]». Las
versiones de la lingüística cognitiva debidas a Langacker y Lakoff postulan
que el lenguaje expresa representaciones mentales o ideas coherentes, se las
llame gestalts, esquemas, imágenes o Modelos Cognitivos Idealizados
(MCI). Ronald W. Langacker (1987: 1) apuntó en Foundations ofCognitive
Grammar, una obra difícil pero importante, que la gramática cognitiva
«habla de imaginería en una época en que se suele intentar el estudio del
significado con el aparato derivado de la lógica formal». Hizo amplio uso
del concepto de «esquema», que describió como un concepto «abstracto en
relación a sus elaboraciones no nulas, en el sentido de que proporciona
menos información y es compatible con una mayor gama de opciones»
(1987: 132).
En Metáforas de la vida cotidiana, George Lakoff y Mark Johnson
(1980: 121) utilizaron la expresión «gestalts experienciales», entendidas
como «maneras de organizar experiencias [multidimensionales] en totalida-
des estructuradas». Por ejemplo, la gestalt experiencial para la experiencia
de la conversación incluye las dimensiones de participantes, partes, etapas,
secuencia lineal, causa y objetivo. Lakoff (1987) desarrolló más tarde el tér-
mino «Modelos Cognitivos Idealizados (MCIs)>>para las representaciones
mentales complejas que tan importante lugar ocupan en su teoría de la lin-
güística cognitiva. Un MCI es «una totalidad estructurada compleja, una
gestalt, que utiliza cuatro clases de principios estructuradores» (1987: 68).
Entre los principios estructuradores están estructura proposicional, estructu-
ra esquemático-imaginística, proyecciones metafóricas y proyecciones
metonímicas.
Así, la visión de la ciencia cognitiva por Gardner como ciencia de repre-
sentaciones parece confirmada por la lingüística cognitiva tal como la han
desarrollado Lakoff y Langacker en particular. Ninguno de estos dos estu-
diosos discutiría que imágenes, esquemas o Modelos Cognitivos Idealiza-
dos son imágenes especulares de los fenómenos o de la experiencia per-
ceptiva. Lo que tienen en común es un interés por las representaciones
imaginísticas -conceptos estructurado s y coherentes que pueden tener
complejas relaciones internas y que encuentran expresión simbólica en el
lenguaje. Las representaciones que interesan a la lingüística cognitiva son
más que simples colecciones de rasgos; son gestalts, conceptos unificados
derivados de los principios de agrupamiento y conexión, en los cuales «la
totalidad es conceptualmente más simple que la suma de las partes» (Lakoff
1987: 486-487,489-490).
El uso de la teoría gestáltica en el análisis lingüístico no es en absoluto
nuevo. Benjamin Whorf (1956a), por ejemplo, hizo uso explícito de los
\.

52
EL SURGIMIENTO DE LA UNGOfSTICA COGNITIVA

principios gestálticos ya en 1940, en su análisis de las relaciones de figura-


y-fondo de las bases léxicas del shawnee. Penny Lee (1993: 4) sugirió que
«la aplicación figurativa del concepto de figura/fondo a la actividad inter-
pretativa, que es una preocupación constante de los lingüistas cognitivos,
puede considerarse quizá un paso más [del programa de investigación de
Whorf], que está en marcha actualmente».
La gramática cognitiva ha sido caracterizada como «el enfoque lingüísti-
co de más rápida expansión en la última década» (Harris 1993). Quizá si
crece tan deprisa es porque presenta ventajas importantes sobre otras teorías
rivales que representan todo el significado como surgido de un módulo autó-
nomo del aparato de producción del lenguaje, como un nivel puramente lin-
güístico de conceptualización o como un sistema formado por categorías
discretas que operan en niveles discretos de integración. La lingüística cog-
nitiva unifica el estudio de campos aparentemente muy distintos, como son
fonología, sintaxis, semántica y discurso, tratándolos todos mediante un
mismo conjunto de principios. Esto quiere decir que los investigadores que
exploran estos distintos niveles del lenguaje pueden seguir más fácilmente
los progresos obtenidos por los demás y contribuir a una ciencia general del
lenguaje. En consecuencia, la lingüística cognitiva trata el lenguaje, no como
un conjunto de niveles discretos (p.ej., morfema> lexema > sintagma > cláu-
sula), sino como un continuo gradual de categorías 4. Ofrece un enfoque sin-
tético que acomoda fácilmente categorías intermedias, continuos lingüísti-
cos, fenómenos prototípicos y redes semánticas léxicas irregulares como las
que suelen encontrarse en la nomenclatura botánica, la toponirnia y los tér-
minos anatómicos (Bright y Bright 1969; Tyler 1969a; Berlin 1992; Palmer
1998b.). Permite también variación analógica y categorial dentro de los sis-
temas lingüísticos complejos, como los paradigmas verbales que presentan
formas regulares e irregulares (Bybee 1985). Esta perspectiva resulta en una
descripción del lenguaje que es a la vez natural y realista.
Langacker (1990a: 343) reclamaba para la gramática cognitiva los ras-
gos de «naturalidad, unificación conceptual y austeridad teórica». Para jus-
tificar esta afirmación, escribía:

La gramática cognitiva es natural en el sentido de que se basa solamente en


capacidades cognitivas bien establecidas o fácilmente demostrables(p.ej., cate-
gorización, establecimiento de correspondencias, formación de estructuras con-
ceptuales y fonológicas complejas, creación de enlaces simbólicos, capacidad
para imponer organización figura/fondo, para concebir una situación en diferen-

4 Como señala Langacker (1990a: 1): «Léxico, morfología y sintaxis forman un continuo de unida-
des simbólicas, divididas sólo arbitrariamente en .omponentes separados ... » (véase también 1990a:
115-116 y 343). \

53
OBJETIVOS Y CONCEPTOS

tes niveles de especificidad, etc.). Es conceptuaImente unificada porque sola-


mente postula estructuras semánticas, estructuras fonológicas y relaciones sim-
bólicas entre ellas. Léxico, morfología y sintaxis forman así una totalidad sin
fisuras que consta exclusivamente de estructuras simbólicas, y la semántica
constituye un aspecto inherente e indisociable de la gramática.

La lingüística cognitiva utiliza la metáfora del conexionismo y el proce-


samiento distribuido en paralelo (McClelland y Rumelhart 1986; Varela,
Thompson y Rosch 1991: 111-131). En este enfoque, la mente se ve como
una red de neurona s ocupadas en interacciones recíprocas a través de sus
conexiones con las neuronas y las capas neuronales próximas. Un nudo de
la red puede recibir el input de otro nudo o del entorno, o de ambos. Las
redes neuronales tienen propiedades emergentes o autoorganizativas, en
tanto en cuanto buscan ciertos estados de atractor que pueden representar
periodicidades temporales o espaciales. Un estado mental es una configura-
ción global que es función tanto de los patrones ambientales como de los
patrones emergentes, incluyendo los que dirigen los procesos perceptivos.
Como los significados se definen como estados globales de la red más
que como combinaciones de símbolos, la relación del modelo conexionista
con los procesos simbólicos es un tanto problemática. Una solución es ver
los símbolos como «descripción más elevada de propiedades que en última
instancia están encastradas en un único sistema distribuido subyacente», de
modo que el sistema subsimbólico incluye al sistema simbólico (Varela,
Thompson y Rosch 1991: 128). En consecuencia, pues, los símbolos y sus
significados corresponderían a estados mentales globales. De esto se des-
prende que los significados de los símbolos estarían estabilizados en tanto
en cuanto satisfacen estados de atractor de las redes neuronales, pero como
las redes neuronales biológicas están sometidas a continuo cambio, no
habría dos usos de un símbolo que fueran estrictamente idénticos.
En lingüística y en antropología lingüística, la influencia de la metáfora
conexionista aparece con especial claridad en la fonología no lineal, o auto-
segmental (Halle 1988; Lakoff 1989; Pulleyblank 1989; Clark y Yallop
1990; Goldsmith 1990), pero los antropólogos cognitivos Claudia Strauss y
Naomi Quinn (1994) abogaron recientemente por una aproximación cone-
xionista a la cultura misma. En un enfoque conexionista, dominios lingüísti-
cos tradicionales como la fonología y la serriántica no operan como proce-
sos modulares separados que se activan en serie, sino de forma concurrente
y en paralelo, cada uno sometido a sus propias restricciones (reglas) y a res-
tricciones surgidas de otras dimensiones relacionadas. Estos patrones de
enlace pueden corresponder o no con niveles tradicionales de análisis. El
enfoque ,\~onexionistade la cultura puede verse como la hipótesis de que
\
\'>

54
EL SURGIMIENTO DE LA UNGüfSTICA COGNITIVA

dimensiones significativas del pensamiento humano, la emoción, el lengua-


je y la conducta no verbal se correlacionan de forma indisoluble y de que los
estados mentales globales pertenecen a todos ellos al mismo tiempo.
La lingüística cultural toma muchísimos elementos de la lingüística cog-
nitiva. En consecuencia, no asume ni límites conceptuales arbitrarios ni
algoritmos de aplicación secuencial. Más que en nítidas categorías globales,
niveles discretos de lengua y procesos modulares para fonología, morfolo-
gía, sintaxis y semántica, estructurará habitualmente los conceptos lingüísti-
cos como procesos complejos y graduales, paralelos e interrelacionados,
constituidos por patrones de activaciones mutuas en redes conceptuales.
Charles Fillmore (1984: 74) escribió un pasaje un tanto mordaz para pre-
venimos contra las categorías arbitrarias de análisis:

Usando una imagen diferente, tenemos que distinguir la perspectiva de un carni-


cero de la de un estudiante de anatomía, colocados ante el cadáver de un cerdo.
El estudiante de anatomía, al di seccionar el cerdo, separa un músculo de sus
amarres con otro músculo, porque está interesado en cómo está formado el ani-
ma1. El carnicero, en cambio, segmenta el animal de acuerdo con las prácticas
habituales de los degustadores locales de carne y de sus propias necesidades.

Fillmore daba a entender que la lingüística cognitiva está descubriendo


realmente «cómo está formado el animal»; somos estudiantes de anatomía,
no carmceros.
Los lingüistas cognitivos han dedicado muchos esfuerzos a examinar la
musculatura de la categorización, pero no deberíamos extraer de ello la
consecuencia de que la gramática cognitiva ignora los procesos. Langac-
ker (l990a: 15), por ejemplo, caracterizó una unidad lingüística como
«una rutina cognitiva», es decir, «una estructura perfectamente aprendida,
es decir, la que un hablante puede activar como una totalidad ya ensambla-
da, sin tener que fijarse en las especificidades de su composición inter-
na» 5. Desde esta perspectiva, los oyentes evalúan expresiones nuevas por
comparación y utilizando la «valoración del contexto», «los objetivos co-
municativos», las «sensibilidades estéticas» y «cualquier aspecto de cono-
cimiento general que pueda resultar relevante» (1990a: 16). «Objetivos
comunicativos» y «sensibilidades estéticas» nos traen a la mente el énfasis
de Hymes en la prioridad de la perspectiva funcional y su interés por la
poética. En antropología cultural, el interés por los objetivos comunicati-
vos encaja con el actual interés por los «motivos intemalizados» de los
actores cultnrales (Strauss y Quin, 1994). Los objetivos comunicativo s

5 En mi opinión, esto viene a ser como decir que el lenguaje debería verse como un repertorio de
destrezas verbales.

55
OBJETIVOS Y CONCEPTOS

rigen el discurso mismo, incluyendo tanto las reglas gramaticales en el .


nivel de la cláusula como las reglas culturales para el uso apropiado del
lenguaje en contextos diversos, tales como discusiones familiares, conver-
saciones con conocidos y ceremonias religiosas. Cada vez que oímos a
alguien decir «llegastes» o formas como «me se cayó», o utilizar el pro-
nombre familiar de segunda persona «tú» en una situación formal, nues-
tras propias reacciones nos recuerdan cómo los motivos y las emociones
rigen la gramática y el discurso.
Hasta ahora, los lingüistas cognitivos se han limitado a la explicación de
los patrones gramaticales, afrontando sólo ocasionalmente nociones más
amplias como cultura, discurso, narración y visión del mundo. Hasta ahora,
la lingüística cognitiva ha producido pocos estudios sobre el discurso. El
hecho de que en la Universidad de San Diego se celebrara en noviembre de
1994 un congreso sobre «Estructura conceptual, discurso y lenguaje» sugie-
re que pueden esperarse algunas novedades, pero los títulos de las comuni-
caciones revelan que sus incursiones en el discurso están estrechamente
ligadas a la gramática en los niveles del léxico y la cláusula, sin nada que se
acerque a los intereses globales de la etnografía del habla. Anteriormente,
las implicaciones de la lingüística cognitiva para una teoría de la cultura
sólo podían inferirse del uso de conceptos como «expresiones convenciona-
les» (Langacker 1987: 35) y «esquemas culturales» (Lakoff 1988: 135). Sin
embargo, los lingüistas cognitivos han hecho importantes contribuciones a
nuestra comprensión de las culturas y las visiones del mundo, sobre todo
por lo que podemos deducir de los sistemas metafóricos. Los lingüistas cog-
nitivos han estudiado sistemas metafórico s pertenecientes al amor, la ira, la
discusión, el tiempo y otros muchos temas (Lakoff y Johnson 1980; Kovec-
ses 1987; Lakoff 1987; Kovecses 1988; Matsuki 1989; Kovecses 1990;
Kovecses 1991a; Kovecses 1991b; Kovecses 1993).
Finalmente, la lingüística cognitiva también arroja luz sobre las escurri-
dizas conexiones entre el lenguaje y el razonamiento. Desde esta perspecti-
va, el razonamiento es un proceso imaginativo basado en la manipulación
mental de modelos cognitivos imaginísticos y de esquemas de espacio, fuer-
za, perspectiva y acción social, así como de la lógica mecanicista de postu-
lados verbales, proposiciones formales y silogismos (Lakoff 1988: 120,
142). El razonamiento, en este sentido, no sucede exclusivamente a través
del lenguaje, pero puede ser evocado por marcos lingüísticos.
Ya que la visión del mundo consiste en materiales conceptuales como
modelos y esquemas cognitivos, tanto el lenguaje como la visión del mundo
están implicados en los procesos de razonamiento. Cuando puede demos-
trarse que el razonamiento lingüístico sobre las relaciones sociales se basa
en conceptos aparentemente no imaginísticos, en fórmulas lingüísticas o

56
EL SURGIMIENTO DE LA LINGüíSTICA COGNITIVA

«esquemas proposicionales» por ejemplo (Quinn 1991), aún podrá argu-


mentarse que es conveniente considerar estos conceptos simplemente como
el polo más abstracto de un continuo esquemático que en su otro extremo
tiene una imaginería muy específica y concreta.
Para concluir, los antropólogos verán claramente la utilidad de la lingüís-
tica cognitiva para el estudio de las nomenclaturas, la interconexión de len-
guaje y cultura y la relación entre lenguaje y razonamiento, pero limitar las
aplicaciones solamente a estos temas sería un error. Temas lingüístico s tra-
. dicionales como fonología, morfología, sintaxis, sociolingüística y discurso
pueden estudiarse también dentro del marco teórico de la lingüística cogni-
tiva, en formas que adquieren nueva relevancia para la antropología .

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57
CAPÍTULO 4

SÍNTESIS DE LA LINGüíSTICA CULTURAL \

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Este capítulo propone los rasgos generales de una síntesis de la lingüística


cognitiva con la lingüística boasiana, la etnosemántica y la etnografía del
habla (EH). En cierta medida, estas disciplinas ya proceden de raíces comu-
. nes y comparten supuestos, objetivos y métodos, de manera que una síntesis
quizá esté ya latente en sus formulaciones actuales. Todas aceptan algún
grado de relatividad cultural y de empiricismo. Investigadores con objetivos
boasianos han usado a veces métodos etnosemánticos, como se ve por ejem-
plo en la obra de Mathiot. La etnosemántica comparte el interés boasiano
por las psicologías de los hablantes indígenas. Igual que el enfoque boasia-
no, la EH se esfuerza por documentar las categorías indígenas del lenguaje,
especialmente en aquellos géneros que se manifiestan de modo natural en el
discurso real y en la actuación, frente a la elicitación controlada o la graba-
ción de textos en circunstancias artificiales (Sherzer 1983). Igual que la lin-
güística boasiana, la EH elabora el análisis de las categorías indígenas de la
gramática y, como la etnosemántica, puede dedicarse al análisis de los
dominios léxicos (Sherzer 1983; Saville-Troike 1989). Hymes (1964a: 9), el
principal exponente y formulador de la EH, escribió que «con Boas quedó
definida o esbozada la casi totalidad de la antropología lingüística america-
na hasta el día de hoy».
En cierta medida, ya se había producido una síntesis, y quizá es la EH la
que mejor la representa. Pero en la lingüística antropológica sigue existien-
do la necesidad de un enfoque cognitivo más sistemático que abarque los
métodos que permiten captar el punto de vista indígena y estudiar el uso del
lenguaje en su contexto social y cultural. Cuando fuera conveniente, debería
utilizar los métodos de la obtención controlada de datos, la observación de
i

59
· OBJETIVOS Y CONCEPTOS

los participantes y la etnografía sistemática en contextos naturales. Una vez


incorporados estos aspectos de los enfoques anteriores, la síntesis debería
redefinir sus categorías conceptuales en términos de las que son propias a la
lingüística cognitiva. Esto es, deberían redefinirse como categorías folk
cuyas conceptualizaciones indígenas son desconocidas antes de la investi-
gación. Si estas restricciones se aplicaran a la EH, nociones COIPO las de
comunidad de habla, género de habla, escenarios, participantes, objetivos,
variedadesy estilos lingüísticos, modos y maneras de actuación, actos de
habla y normas de interacción deberían analizarse como modelos cognitivos
[olk, esto es, emic, como modelos que están en la mente de los hablantes
más que en las mentes de los etnógrafos. Sin duda, es cierto que algunos
seguidores de la EH se han centrado en el descubrimiento de categorías
indígenas, pero la distinción no se ha integrado en la teoría y algunos, clara-
mente, la han ignorado.
Con las ideas de Hymes recogidas bajo el paraguas de la cognición, los
conceptos tomados de la lingüística cognitiva y de la antropología (que se
discuten con detalle en el próximo capítulo) pueden aplicarse al análisis de
los patrones y las categorías de habla indígenas o folk. Podemos, por ejem-
plo, tratar los géneros del habla como modelos cognitivos definidos cultu-
ralmente; podemos examinar las variedades y normas lingüísticas de inte-
racción como regidas por esquemas sociolingüístico s; podemos estudiar los
actos de habla como esquemas mínimos de discurso; y podemos profundi-
zar en la semántica de los dominios léxicos, la polisemia, el lenguaje figura-
do y las estructuras gramaticales.
Esta síntesis puede denominarse lingüística cultural, una etiqueta que
pretende destacar un interés amplio por el lenguaje y la cultura, una preocu-
pación por el conocimiento foIk y una dependencia de los métodos etnográ-
ficos y lingüísticos. La lingüística cultural se interesa por la mayor parte de
los ámbitos del lenguaje y la cultura que interesan también a los boasianos,
los etnosemantistas y los que siguen el programa de la EH, pero asume una
perspectiva sobre estos fenómenos que es esencialmente cognitiva. Trata
como fenómeno cognitivo no sólo la estructura del dominio léxico de los
términos de parentesco, sino también los argumentos de las historias de
Coyote, no sólo la estructura abstracta del fonema [a], sino también el fra-
seo de la entonación en los cantos fúnebres (Feld 1990), no sólo los agentes
y pacientes abstractos de la gramática del caso, sino también los roles de los
participantes en el discurso tradicional entre jefes (Sherzer 1983). En tan-
to en cuanto escenarios, participantes y situaciones se consideran dados en
el entorno o en la comunidad en estudio, y en tanto en cuanto se describen
de acuerdo con las categorías propias del etnógrafo, como parece suceder a
menudo en las etnografías lingüísticas, deberían tratarse como información

60
SíNTESIS DE LA LINGüíSTICA CULTURAL

de fondo que puede figurar o no en las comprensiones indígenas. La lingüís-


tica cultural no se interesa tanto en principio por cómo hablan las personas
sobre la realidad objetiva, sino por cómo hablan sobre el mundo que ellos
mismos imaginan. Sin embargo, incluso esta formulación restringida plan-
tea la interesante pregunta de cómo enmarca la gente las experiencias y de
cómo abstrae de ellas los significados l.
Ya que la antropología lingüística contemporánea está firmemente com-
prometida con la comprensión del lenguaje a través del discurso, una sínte-
si.~skilie atender dire~~!l~~ __~·e~~2!e~~l!l?~c;l~~:La finalidad del siguiente
apartado, en consecuencia, es explicar cómo la perspectiva cognitiva de la
lingüística cultural es útil para el importante problema antropológico de
delinear el significado emergente y situado en el discurso.

El problema del significado emergente y el situado

Una importante tendencia en los estudios sobre lenguaje y cultura de los años
setenta y ochenta ha sido el reconocimiento de que el significado emerge en el
discurso mismo según los participantes interpretan la actuación verbal de los
demás. Los significados dependen de los acontecimientos, en vez de estar fija-
dos enteramente en las glosas léxicas y las estructuras gramaticales conven-
cionales (Clifford 1986; Sherzer 1987; Brody 1991). Los oyentes formulan
situaciones e interpretan sus significados. Si el lenguaje expresa cognición, se
trata de la cognición en la interacción y el proceso, no de las estructuras cog-
nitivas aparentemente anquilosadas de las taxonomías y los análisis compo-
nenciales. Cuando los significados convencionales y literales son insuficientes
para abarcar acontecimientos y experiencias por sí mismos, encontramos la
capacidad cognitiva humana para construir significado en el discurso.
El carácter contingente del significado no es un descubrimiento nuevo,
porque todos los hablantes humanos han tenido probablemente la experien-
cia consciente de crear o descubrir significados nuevos. Incluso expresiones
simples y cotidianas adoptan sentidos nuevos dependiendo de las situacio-
nes. «Es un auténtico cielo» puede connotar afecto cuando lo dice una novia
nueva u hostilidad si lo pronuncia con sarcasmo la resignada esposa de un
marido agresivo. Naturalmente, estos usos emergentes se convierten fre-
cuentemente en corrientes y convencionalizados. Nuevos significados so-
ciales pueden emerger en actuaciones verbales que reconstruyen estatus
sociales existentes, como cuando digo algo en una forma que normalmente

I Utilizo el verbo enmarcar como equivalente al término idealización, que es el proceso por el cual
un esquema determinado se asocia o «se aplica» a un «referente completo, plenamente detallado»
(Talmy 1983: 258).

61
OBJETIVOS Y CONCEPTOS

sólo podría adaptarse con un amigo íntimo, por ejemplo «Confío en ti».
Dicho a un viejo amigo, reafirma nuestra relación. Pero la misma expresión
puede crear también estatus sociales nuevos o temporales: dicho a alguien
que acabo de conocer, puede crear, en las circunstancias apropiadas, nuevos
lazos de amistad. El discurso crea significados a partir de situaciones, con-
virtiéndose con ello en «la esencia de la cultura, y en constitutivo del len-
guaje, la cultura y la sociedad» (Sherzer 1987).
Sea convencional o emergente, el significado afecta a la sociedad y a la
política y está sujeto a discusión por interlocutores con trasfondos y estatus
diferentes. Frecuentemente tienen que negociarse significados mutuamente
comprendidos. Por ejemplo, la palabra tribu puede significar una banda tra-
dicional cuando la utiliza una tribu india que persigue el reconocimiento de
sus derechos de pesca ante un tribunal federal, pero su uso puede restringir-
se a una reserva en particular cuando la usa el juez, como sucedió en una
decisión reciente sobre los indios de Mases Columbia y varias bandas
emparentadas del noroeste. El efecto de la restricción fue excluir a los
Mases Columbia de los pescaderos tradicionales en el río Columbia. Esto
sucedió a pesar del testimonio de que los Mases Columbia y otros habían
conservado su identidad cultural desde 1855 hasta el día de hoy. El testimo-
nio mismo se basaba en pruebas históricas y en pruebas lingüísticas toma-
das de la toponimia 2. Debido a la importancia del poder y el contexto social
en la negociación de significados, sucede siempre que los significados nc
son sólo relativos, como el significado de tribu, sino que también están
situados en el discurso entre interlocutores que llevan consigo identidades
históricas y sociopolíticas.
La lingüística cultural puede necesitar una «descripción espesa» (Geertz
1973; Sherzer 1983). Determinar el significado del discurso exige prestar
atención a las identidades e historias de los participantes en el discurso, así
como a la historia previa inmediata del discurso que se está interpretando,
especialmente porque todas estas cosas son construidas por los participan-
tes. Pero determinar lo que es suficiente, pertinente y significativo es a
menudo cuestión de perspectiva y posición social. Por tanto, la determina-
ción del significado debe ser interpretativa, teniendo en cuenta las propias
interpretaciones de hablantes y oyentes. Langacker, de hecho, ha mantenido
siempre que «una parte fundamental del significado de cualquier expresión
incluye la aprehensión por el hablante del contexto total (lingüístico, social,
cultural e interaccional)» 3. William F. Hanks (1993) utilizó el término

2 Opinión, United States v. Oregon, Civ. N.O 68-513-MA, 3 de enero de 1992. Yo actué de perito
para las tribus confederadas de Colville y presenté la historia de las identidades étnicas de varias tri-
bus de lengua salish de la cuenca del río Columbia.
3 Ronald Langacker, comunicación personal (1991).
\.

62
SíNTESIS DE LA LINGüíSTICA CULTURAL

marco para la situación discursiva inmediata con todos sus detalles concre-
tos recordados. Paul Werth (1993: 82) usó el término terreno común para
abarcar no sólo el marco anterior tal como lo define Hanks, sino también los
modelos del mundo de los interlocutores. Todas estas formulaciones traslu-
cen la convergencia en un enfoque interpretativo 4.
Robin Ridington (1991: 252) dijo que «las palabras que nos pasamos
unos a otros dan origen a tejidos densamente interactivos de un mundo com-
partido». Esta metáfora de las conexiones puede formularse también en tér-
minos cognitivos usando la noción de escenario del discurso, un tipo de
modelo cognitivo convencional que implica participantes humanos e inte-
racciones. La visión del mundo está constituida por miríadas de estos esce-
narios conectados, junto con otras muchísimas entidades y procesos defi-
nidos culturalmente. Hablantes y oyentes se implican unos a otros en
escenarios enlazados unos con otros, al instanciarlos con imágenes del yo y
de los interlocutores. Por tanto, el significado no sólo depende de los esce-
narios, también es relacional y dependiente, en su textura, de los escenarios
discursivos.
Si el significado es siempre relativo al contexto y está situado en rela-
ciones sociales, ¿cómo podemos entendemos unos a otros? Un modelo
popular de comunicación, que aún se encuentra en los manuales sobre las
formas de comunicación, ha fracasado en la resolución de este problema.
Es la metáfora del canal para el lenguaje, un modelo folk hallado tanto en
inglés o español como en japonés (Reddy 1979; Lakoff 1987: 108). La
metáfora del canal, que se ha convertido en una especie de comodín, con-
ceptualiza el.significado lingüístico como consistente en una serie de obje-
tos discretos y estables contenidos en las palabras, que son transmitidos por
el hablante al oyente. Pero el modelo es ciertamente erróneo porque, como
señaló Langacker (1987: 62), «no hay nada que viaje del hablante al oyente
excepto las ondas sonoras». Es por tanto tarea del oyente construir «una
hipótesis razonable sobre la naturaleza de la conceptualización que dio
lugar al enunciado del hablante». En palabras de Fillmore (1975: 80), «en
cualquier punto del discurso, el intérprete necesita ser consciente de las
escenas, imágenes o recuerdos que, por así decir, están 'activados en ese
momento'».
El paradigma del significado emergente ofrece una perspectiva dinámica
e indispensable, pero llevado al extremo resulta insostenible porque, si

4 Geertz opuso la antropología interpretativa a los enfoques cognitivos, de modo que puede parecer
extraña la afirmación de que la lingüística cognitiva y la cultura son interpretativas, pero en 1973 el
enfoque cognitivo predominante en antropología era la etnociencia, que se veía habitualmente como
indebidamente estática. En los estudios cognitivos contemporáneos, las ideas se tratan como proce-
sos y expectativas, no como estructuras anquilosad'f
"

<,

63
OBJETIVOS Y CONCEPTOS

todos los significados tuvieran que emerger a través del discurso, todo signi-
ficado sería embrionario o momentáneo (Ellis 1991). En la práctica, las
palabras no tendrían utilidad fiable y los diccionarios serían irrelevantes y
completamente inútiles. Nunca podrían llegar a existir los significados y
patrones estables y consensuados que son evidentes en culturas, tradiciones
y lenguajes naturales. Sólo habría comunicación y flujo. ?
Ya que nuestra experiencia del discurso no es en absoluto tan embrio-
naria, tiene que existir algún terreno intermedio, un nexo donde los signi-
ficados convencionales consensuados interaccionan con las situaciones
convencionales para conformar significados que son a la vez convencio-
nales y relativos a diversas situaciones discursivas. Esto es lo que quiere
decir significado situado. Contrasto este término con el de significado
emergente, que implica la esquematización de experiencias relativamente
nuevas y no familiares, y su formulación o interpretación en términos de
categorías convencionales. Las lenguas contienen ricos inventario s de
expresiones y estructuras con imaginería estable (es decir, morfemas,
palabras, frases idiomáticas, metáforas, narraciones tradicionales), pero
cada uso de una expresión convencional la implica en una situación so-
cial y lingüística particular o requiere la formulación de una experiencia
nueva.
Langacker se ocupó de los problemas del significado situado y emer-
gente definiendo la gramática cognitiva como «un modelo de la estructura
del lenguaje 'basado en el uso'», con lo que parecía tener en mente dos
cosas: un enfoque inductivo y un enfoque basado en el contexto, es decir,
«maximalista, no reductivo y abajo-arriba», en oposición a la tradición
generativa, que es «minimalista, reductiva y arriba-abajo», al menos en su
espíritu (l990a: 260-266, 280-281). No tiene especial relevancia para el
problema del significado emergente que Langacker considerara inductiva a
la gramática cognitiva, pero lo señalo para evitar dar una imagen parcial y
distorsionada de sus ideas. Más relevante para nuestro problema es su afir-
mación 'de que «basado en el uso» implica también que toda la estructura
lingüística emerge del contexto, que incluye, entre otras cosas, «conoci-
miento cultural recurrente» 5. Afirmaba que «el uso del lenguaje (y la base
para la adquisición del lenguaje) consta de acontecimientos de uso en los
cuales comprensiones fundamentadas en el contexto se emparejan con ocu-
rrencias fonológicas en todo su detalle fonético». Esto quiere decir aparen-
temente que los símbolos, como emparejamientos de sonido y significado,
emergen, o surgen, de los acontecimientos de uso, es decir, del· discurso
mismo.

5 Comer \0 sobre este artículo en el III Congreso Internacional de Lingüística Cognitiva.

64
SíNTESIS DE LA LINGüíSTICA CULTURAL

Dada esta forma de entender los «acontecimientos de uso», que abarcan


el contexto del discurso, los significados convencionales se establecen a tra-
vés del «afianzamiento de rasgos comunes recurrentes»:

En tanto en cuanto los acontecimientos de uso sean semejantes, la esquematiza-


ción se produce mediante el reforzamiento y el progresivo afianzamiento de ras-
gos comunes recurrentes, y mediante la «cancelación» (no refuerzo) de rasgos
que no recurren. Esta abstracción puede desarrollarse en cualquier grado, cuan-
tos más acontecimientos de uso vayan tomándose en cuenta y según los rasgos
comunes discernibles vayan haciéndose más endebles. Mientras que semántica-
mente esto suele llevar consigo una descontextualización sustancial, cualquier
aspecto del contexto que recurra de manera consistente a través de un conjunto
de acontecimientos de uso puede conservarse como una especificación del
esquema que emerge de ellos 6.

Obsérvese que Langacker trataba «cualquier aspecto del contexto que


recurra de manera consistente» como significado convencionalizado poten-
cial. Esto es muy importante porque establece una base para la comprensión
del discurso y la pragmática. Como el proceso discursivo y la pragmática
constituyen parte del contexto significativo de todos los acontecimientos de
uso, es probable que se abstraigan sus percepciones y sus comprensiones y
se incorporen a los significados de términos que de otro modo no veríamos
como pragmáticos. ¡De hecho, cualquier expresión que parezca no requerir
interpretación pragmática alguna se trata como un caso especial! 7
Una de las diferencias entre la lingüística cognitiva y la EH es que esta
última pone de relieve los aspectos pragmáticos del habla como acción
social, como si ésta fuera una dimensión distinta del significado referencial.
El enfoque de Langacker ha mostrado que la separación es arbitraria. Yo
seguiría argumentando que los actos de habla, tales como preguntar, descri-
bir y pedir, pueden verse como representaciones de escenarios discursivos
mínimos que van acompañados de intenciones, valores afectivos y valores
modales existenciales (probabilidades de contingencia).

Emboscar con historias en apache: un caso de significado emergente

Proporcionaré solamente un ejemplo de cómo puede crearse significado


aplicando comprensiones convencionales a situaciones nuevas. En uno de

6 Langacker, comunicación personal, a partir de una descripción de la lingüística cognitiva que pre-
sentó en el «Instrumentarium» del manual que estaba preparando la Asociación Internacional de
Pragmática, 1993.
7 Ibíd.

65
OBJETIVOS Y CONCEPTOS

los artículos más esclarecedores y entretenidos que pueden encontrarse en


la bibliografía etnográfica, Basso (1990b) describió el tipo de discurso
emboscar con historias de los apaches occidentales, que se refiere a la prác-
tica de contar una narración histórica moralística (' agodzaahi) en presencia
de un infractor contra la moral de la comunidad, sin mencionar directamen-
te el blanco de esta sanción verbal ni dirigirse a él. Entre los casos que des-
cribió, estaba el de una joven apache de diecisiete años que volvió a casa
desde el internado para asistir a la ceremonia de entrada en la pubertad de
las muchachas, pero que, en forma muy impropia, se dejó el pelo sujeto con
rulos rosa de plástico, una violación de la expectativa de que en las ceremo-
nias de pubertad el pelo debe estar suelto para mostrar respeto por las cos-
tumbres apaches. Así describe Basso lo sucedido a la muchacha en una fies-
ta de cumpleaños, dos semanas después:

Después de comer empezaron a charlar y la joven se sentó en el suelo al lado de


su hermana pequeña. Y entonces -sin revuelo alguno, con habilidad y sin avi-
sar- su abuela narró una versión del cuento histórico sobre el policía apache
que se comportaba prácticamente como un hombre blanco. Poco después de ter-
minar la historia, la joven se levantó, se dio la vuelta sin decir nada y se marchó a
su casa. Sin entender bien lo que había sucedido, le pregunté a su abuela por qué
se había ido. ¿Acaso la joven se había puesto enferma de repente? «No», respon-
dió su abuela. «Le he lanzado una flecha» (1990b: 122).

Naturalmente, la «flecha» de la que hablaba era la historia misma. El


pleno significado moral de la historia sólo puede ser inferido por el infractor
y por los otros oyentes a partir de los paralelos existentes entre la historia y
el contexto en el que se cuenta. El infractor es consciente de que la historia
representa un principio moral y de que todos los oyentes presentes en la
narración pueden comprender quién ha realizado la infracción. Añadir sig-
nificados contemporáneos a esas narraciones históricas requiere actos ima-
ginativos por parte de hablantes y de oyentes.
Un proceso similar opera en otros géneros lingüísticos: los oyentes
extraen escenarios normativos a partir de narraciones específicas y usan los
escenarios para formular acontecimientos específicos. Lakoff (1990: 71)
observó que «la interpretación metafórica de fomas discursivas como pro-
verbios, fábulas, alegorías, etc., parece depender de nuestra capacidad para
extraer estructura de nivel genérico a partir de una estructura de conoci-
miento específica». Propuso una proyección de esquemas específicos desde
los proverbios sobre los esquemas generales, y la reproyección de los esque-
mas generales en esquemas específicos, a fin de llegar a una proyección
desde el origen a la meta. El proceso depende de la aplicación bidireccional
de una única metáfora, que denominó GENÉRICO ES ESPECÍFICO.

66
SíNTESIS DE lA LINGüíSTICA CULTURAL

Sentimientos y situaciones veladas en los cantos beduinos

Lila Abu-Lughod (1986: 173) describió la interpretación local de los cantos


poéticos de los Awlad 'Ali, una sociedad patrilineal beduina arabófona del
litoral norteafricano, una sociedad en la que la gente valora «el talento para
la improvisación y la habilidad para jugar con las formas lingüísticas». Ésta
es una sociedad en la que el discurso ordinario expresa un código de honor y
una moralidad que salvaguardan la integridad del patrilinaje, pero el género
de canto conocido como ghinnawa expresa por lo demás sentimientos per-
sonales muy diversos de amor, añoranza, pérdida y desesperación que, si se
les diera rienda suelta, amenazarían la organización social patrilineal. La
gente presta mucha atención a las canciones para descubrir los sentimientos
reprimidos de los cantantes. El siguiente poema (no reproduzco el texto
árabe) lo canta una mujer llamada 'Aziza (Abu-Lughod 1986: 172):

La paciencia no satisfizo los deseos


Quedé agotada y se' cerró la puerta de la esperanza ...

Su amiga respondió con un poema que venía a decir que era mejor reem-
plazar el amor con la paciencia. 'Aziza continuó con un poema sobre la per-
vivencia de los recuerdos; su amiga repuso con una exhortación a olvidar a
quienes causan dolor. 'Aziza retornó entonces su tema original de la pacien-
cia con el siguiente poema:

Si la paciencia le sirviera en su desesperanza


no cometería ofensa, ni aun pequeña ...

La amiga respondió con un poema que advertía contra las malas conse-
cuencias de rememorar historias de antiguos amores. Abu-Lughod (1986:
73) señalaba que cuando reproducía la canción para que la oyeran otras
mujeres, éstas parecían «solemnes y doloridas», y comentaban: «[Qué mala
suerte tiene!» o «Esas cosas te hacen llorar», y algunas incluso lloraban.
Hay varias cosas que deben tenerse en cuenta para intentar compren-
der cómo este género comunica sentimientos convencionales. En primer
lugar, como ya se ha mencionado, se espera que la gente exprese en las can-
ciones sus sentimientos personales. En segundo lugar, existe un amplio
corpus de canciones poéticas y parece que casi todo el mundo está familia-
rizado con muchas canciones. En tercer lugar, la gente que escucha las can-
ciones está familiarizada con la historia personal del cantante, de modo que
desarrolla expectativas acerca de los sentimientos reflejados en la canción.
En cuarto lugar, los cantantes y la audiencia comparten una tradición cultu-
\

-.
67
OB]ETNOS y CONCEPTOS

ral de interpretación. Han oído a otros interpretar muchas canciones simila-


res. Abu-Lughod (1986: 173) señalaba que «al extraer imágenes yexpe-
riencias del mundo compartido de una comunidad pequeña y culturalmente
homogénea, los poemas adquieren significado». En quinto lugar, las can-
ciones expresan sentimientos en forma abstracta: desesperación, hastío,
deseos insatisfechos y esperanza. Son ambiguas. Si fueran más específicas
o concretas, los sufriente s cantarían por ejemplo sobre la debilidad física,
la inapetencia o las hemorragias faciales, en vez de sobre la desesperación.
En cambio, los sentimientos predicados por las canciones son esquemas de
sentimientos.
¿Qué sabían de 'Aziza las mujeres beduinas para poder interpretar las
canciones y que éstas las movieran a la simpatía y hasta al llanto? 'Aziza,
ciertamente, había tenido una vida muy difícil que llevaría a la desespera-
ción a la mayoría de las mujeres: se casó y su marido la maltrataba (los
beduinos siguen haciendo matrimonios concertados), se escapó de casa para
vivir con su padre pero éste murió al poco tiempo; su hermano, que habría
debido apoyarla, tenía mal genio y era muy pobre; la devolvió a la casa de
su marido, donde la otra mujer la maltrataba y le provocó problemas con el
marido, que se divorció de ella; entonces se negó a casarse otra vez y crió
sola a su hijo, pero, como la familia del marido tenía plenos derechos sobre
los hijos, vivía con el temor de que le quitaran al suyo; para colmo de males,
tenía una repugnante y dolorosa enfermedad de la piel que se agravaba
cuando empeoraban sus problemas.
Las mujeres beduinas que escuchaban las cintas grabadas por Abu-Lug-
hod comprendían la historia. Así, aquellas canciones «tan aparentemente
impersonales» que predicaban sentimientos abstractos convencionales con
los que los beduinos formulan las situaciones predican también aspectos
específicos de las situaciones que mejor elaboran los esquemas sentimenta-
les. La tarea interpretativa de la audiencia es adivinar el significado deseado
a partir de la comprensión compartida del contexto. Aunque las conjeturas
estén equivocadas, las canciones seguirán produciendo simpatía al evocar
otras canciones similares que encajarían con los sentimientos esquemáticos
expresados en la canción. La comprensión del contexto es crucial para la
interpretación de las canciones. Abu-Lughod (1986: 175) informaba de que
«los Awlad 'Ali tienen dificultad para interpretar los poemas sin informa-
ción contextual: cada vez que le preguntaba a alguien el significado de un
poema determinado, lo primero que preguntaban era '¿Quién lo dijo?'».
Así, al intentar descubrir el significado de una canción, Abu-Lughod (1986:
177) preguntaba «lo que está diciendo la gente a través de sus poemas acer-
ca de sus experiencias, qué fines perseguían al recitarlos y a quién dirigían
los poemas».

68
SíNTESIS DE LA UNGÜfSTICA CULTURAL

En algunos géneros discursivos, como las canciones beduinas, la estruc-


tura genérica está perfilada explícitamente y el problema interpretativo es
hallar el contenido específico en el contexto comprendido que formula. El
discurso puede tener lugar en contextos sociales desarrollados a lo largo de
semanas o de años hasta que llegan a convertirse en situaciones reconoci-
bles comprendidas dentro de una comunidad. Mientras que en algunos
aspectos son únicos, las comprensiones comunitarias de las situaciones
sociales desarrolladas históricamente se organizan de acuerdo con las posi-
bilidades que ofrecen las estructuras sociales en las que se incrustan. Sus
comprensiones de discursos genéricos están situadas social, cultural e histó-
ricamente.

Situar los morfemas espaciales en una ceremonia cuna


de manejo de serpientes

El ejemplo apache de la «emboscada con historias» ilustraba la construc-


ción de significado en una situación nueva, mientras que la historia del
canto beduino mostraba cómo sentimientos generales adquirían significado
concreto en situaciones desarrolladas históricamente que son bien compren-
didas por los miembros de la comunidad discursiva. Un último ejemplo de
significado situado procede de un artículo de Sherzer (1987: 297) que se ha
convertido en punto de referencia para el estudio del discurso en antropolo-
gía. El ejemplo, tomado de la lengua de los indios cuna de Panamá, muestra
cómo significados convencionales pueden variar en situaciones altamente
convencionales. Sherzer describió cómo algunos sufijos verbales cuna con
significados convencionales pueden adoptar significados mágicos en usos
ceremoniales. Los sufijos posicionales -mai (tumbado, en posición horizon-
tal) y -nai (colgado) se usan en los encantamientos mágicos que se recitan
mientras se levanta una serpiente del suelo (donde se describe con -mai) al
aire (donde se describe con -nai). La finalidad evidente del ritual es dirigirse
a una serpiente espiritual, ordenándole que se levante del suelo, donde está
en posición horizontal, tumbada, y darle la vuelta mientras está colgada.
Sherzer dice: «El espíritu, al oír el canto que se le dirige en su lengua espe-
cial, hace inmediatamente lo que describe la narración del canto y, al mismo
tiempo, la serpiente real lo hace también». El uso poético de los sufijos
posicionales en pareados paralelos contribuye al efecto mágico del ritual.
La práctica cuna de describir verbalmente los actos rituales mientras se rea-
lizan es típica del uso ritual del lenguaje en las Américas. La idea de Sher-
zer es que la categoría gramaticalde Jª-QQ~i~iº.!l. registrada en los sufijos
el discurso.A
adqui~r~_sigoifj.f.~.os_.espe~~.é:l~eien
~---

69
OBJETIVOS Y CONCEPTOS

El ejemplo cuna es instructivo porque está situado cerca del extremo


convencional del continuo que va del significado emergente al convencio-
nal. La imaginería de los sufijos posicionales es convencional, y su uso des-
criptivo en el ritual de levantar la serpiente hace uso literal de los signi-
ficados convencionales. El ritual, con los cantos, es a su vez una-práctica
convencional porque significa esencialmente lo mismo cada vez que se rea-
liza. Sin embargo, los sufijos adquieren significados mágicos por su uso en
actos de habla mágicos. Estos significados mágicos, a la vez que siguen
siendo convencionales, son específicos de la situación ritual. Pueden descri-
birse como significados situados. Es cierto que ésta es una actuación muy
convencionalizada de discurso ritual en el que la serpiente es el interlocutor
directo, pero los observadores del ritual, como participantes adicionales e
indirectos en el discurso, también deben asignar estos significados apropia-
dos a los enunciados rituales, y sólo pueden hacerla si comprenden la cere-
monia de la serpiente.
Las emboscadas apaches con historias, las canciones beduinas y los
rituales cuna de manejo de serpientes nos han mostrado tres formas cultu-
ralmente estructuradas de construir significado en el discurso. En 'las can-
ciones beduinas, los significados genéricos son explícitos, pero los signifi-
cados genéricos de las historias apaches tienen que extraerse a partir de
narraciones específicas. Los significados construidos de los dichos apaches
son emergentes porque se aplican a acontecimientos nuevos, pero los signi-
ficados de las canciones beduinas derivan de situaciones que tienen una his-
toria y una estructura comunitaria más largas. Los significados de las fór-
mulas cuna de tratamiento de serpientes están muy convencionalizados.
Ninguna de estas distinciones pretende ser absoluta, pero todas ellas indican
algunas de las formas en que la lingüística cultural puede aplicarse a los
acontecimientos discursivos.

70
SEGUNDA PARTE

INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

\ \

-.
CAPÍTULO 6

LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES


DEL MUNDO

¡Otros escultores, otras ~;t~;uas de 'lamisma piedra!


¡Otras mentes, otros mundos a partir del mismo caos
monótono e inexpresivo! Mi mundo no es sino uno en
un millón de mundos igualmente incrustados, igual-
mente reales para quienes saben abstraer/os.
WILLIAM JAMES, Principios de psicología.

¿Dónde encaja la visión del mundo dentro de la lingüística cultural? Robin


Ridington (1991: 249) afirmó que «la visión del mundo no puede entender-
se sin el lenguaje. Está producida fundamentalmente por el pensamiento
humano mediado lingüísticamente». Pero esto parece ignorar el papel vital
y activo que desempeñan en la comunicación humana otras realizaciones
simbólicas y otras producciones culturales básicamente no lingüísticas,
como escultura, arquitectura, pintura, cocina, gesto, música, danza, deporte,
ritual y producción económica. Todos estos tipos de realizaciones y produc-
ciones esencialmente no lingüísticas están regidas, igual que el lenguaje,
por la visión del mundo. Ciertamente, todas están mediadas lingüísticamen-
te en el sentido de que hablamos sobre ellas. Además, en ciertas fases el
éxito de la realización puede necesitar el uso pragmático del lenguaje, pero
en muchas formas e instancias se las apañan bien sin el lenguaje. A la inver-
sa, el lenguaje mismo puede estar mediado por otras formas simbólicas;
ideas expresadas primero en el lenguaje de manera rudimentaria aparecen
en producciones no lingüísticas, como cuando los americanos que viven en
las urb.~nizaciones residenciales del extrarradio de las ciudades construyen

143
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

escuelas que desde el exterior parecen fortalezas o prisiones, dando expre-


sión concreta a la misma inseguridad física que mueve buena parte de la
retórica política contemporánea. Todo sugiere que el lenguaje y la visión del
mundo se constituyen mutuamente.
En la antropología ha habido muchas aproximaciones a una definición
de visión del mundo (Dundes 1972). Tal como uso yo el término, se refiere a
la orientación cognitiva fundamental de una sociedad, un subgrupo o inclu-
so un individuo. Incluye la filosofía natural (Pinxten, van Dooren y Harvey
1983), los postulados o temas existenciales y normativos fundamentales
(Opler 1946; Hoebel 1966), los valores (a menudo en conflicto unos con
otros), las emociones y la ética; incluye modelos cognitivos convencionales
sobre personas, espíritus y cosas del mundo, y sobre secuencias de acciones
y acontecimientos; acoge escenarios y situaciones sociales, junto con sus
valores afectivos, contingencias y estados sensibles (Spradley y McCurdy
1972; Hill 1988: 43-44; Ridington 1991). Engloba también 'la estructura-
ción metafórica y metonímica del pensamiento (Lakoff y Johnson 1980).
Podemos decir que la visión del mundo tal como aquí se define abarca los
valores y actitudes así como la configuración cultural, definidos como
«supuestos inconscientes» o «premisas tácitas» de una cultura (Kluckhohn
1947: 218) o como «evaluadores» (Geertz 1957: 421).
Mi tratamiento de la visión del mundo es más amplio que el de Geertz
(1957: 421-422), quien lo planteó en oposición al etos, o valores y actitudes.
Geertz definió el etos como «los aspectos morales (y estéticos) de una cultu-
ra dada, los elementos evaluativos», «el tono, carácter y cualidad de la vida
de las personas, su estilo y estado de ánimo moral y estético; [...] la actitud
subyacente de las personas hacia sí mismas y hacia su mundo reflejado por
la vida»; definió la visión del mundo como «su imagen de cómo son las
cosas, en su realidad desnuda, su concepto de naturaleza, del yo, de la socie-
dad [...] sus ideas más generales sobre el orden». A diferencia de Geertz, yo
incluiría el etos en la visión del mundo, porque prefiero no privar arbitraria-
mente a la cognición de las emociones y los valores.
Dicho en pocas palabras, una visión del mundo tiene toda la complejidad
de la vida misma. En tanto en cuanto subsume la imaginería esquemática de
la semántica lingüística, la visión del mundo puede verse como un impor-
tante determinante de la gramática; y el estudio de la gramática puede consi-
derarse como el estudio de la visión del mundo circunscrito a los símbolos
- lingüísticos. Quizá el mejor tratamiento formal de este tema sea el de Roger
Keesing (1979), quien mostró cómo la semántica de los sentidos no físicos
de las palabras del kwaio, una lengua hablada en la isla Malaita, de las Salo-
món, depende crucialmente del conocimiento de distinciones culturales
como FENÓMENO/NUMÉNICO y SUCIO/MUNDANO/SAGRADO. Por ejemplo, el

144
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO .

conocimiento de que los asuntos humanos «dependen de la potencia espiri-


tual infundida por los ancestros a objetos y acontecimientos» es necesario
para comprender muchos enunciados del kwaio, igual que elconocimiento
de que «los ancestros [...] están preocupados por la preservación de los lími-
tes adecuados entre los reinos de lo sagrado, lo mundano y lo sucio». Uno
de estos enunciados, traducido literalmente, significa «hacer hundirse por
debajo del suelo», pero traducido de modo figurado significa «hacer mar-
chitarse [a una persona]», como por medio de la brujería (1979: 20-22).
Keesing consideraba el conocimiento lingüístico como «parte de, y en el
mismo plano epistemológico que, el conocimiento cultural» (1979: 15).
Dos párrafos de una historia de Coyote, de los indios coeur d' alene, pue-
den servir de ilustración de por qué, al estudiar la lengua, es necesario tener .
en cuenta la visión del mundo:

Coyote salió. Vio a un hombre lanzando sus ojos al aire. Corrió y dijo: «¡Ojos
míos, volved!». Entonces cayeron de nuevo en sus cuencas. Coyote dijo: «Mi
gr-gr-gr-abuelo también conocía ese truco. ¿Crees que eres el único que lo
conoce?».
Se sacó los ojos y los lanzó a lo alto. «¡Volved, ojos míos!» Pero el hombre
echó a correr y los cogió, y Coyote se quedó sin ojos (Reichard 1969: 91) l.

La historia de los malabarismos con los ojos es un cuento sapiencial que


ilustra el absurdo de la presunción; Coyote debería estar satisfecho con sus
propios ojos y conservarlos en su cabeza. Las palabras no son las originales,
desde luego, pero la traducción preserva al menos un esbozo de la imagine-
ría indígena. Aunque el significado de este sencillo cuento puede parecer
transparente, podemos mejorar nuestro conocimiento considerando la ima-
ginería amerindia que se esconde tras él.
La imagen del Coyote mítico que pierde sus ojos procede de un escena-
rio en el que las partes del cuerpo de los personajes míticos conservan sus
funciones cuando se separan de él; y los productos corporales de los
humanos y animales míticos, incluso de las plantas, pueden adquirir fun-
ciones humanas. Así, perder los ojos desorienta a Coyote pero no le causa
dolor. Aceptar las premisas nos permite continuar la historia en el sentido
de que Coyote roba los ojos de otro hombre y se los pone en sus propias
cuencas, donde resultan ser demasiado pequeños, pero siguen siendo fun-
cionales. Cuando un buitre le arranca sus nuevos ojos, Coyote pone en su
lugar la brea de un árbol. Finalmente recupera sus propios ojos de cuatro
espíritus de aves, y deja su esputo para que cante por él mientras huye. En

I Cómo pierde Coyote sus ojos puede considerarse una parábola de la lingüística moderna, que pre-
fiere trabajar sólo con lo que puede oír, no con lo que ve o imagina.

145
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

historias de otras tribus, Coyote sabe incluso buscar el consejo de sus pro-
pias heces.
Entre otras cosas, la historia nos muestra que el lenguaje no se refiere
necesariamente al mundo sensorial externo. En cambio, se refiere a imáge-
nes que se hallan en las mentes de hablantes y oyentes, imágenes que pue-
den ser proporcionadas por una cultura a través de su literatura, sus artes o
su discurso cotidiano. Si la comprensión de este breve episodio exige refle-
xionar sobre la imaginería indígena de los coeur d' alene, está claro que
haría falta mucho más conocimiento para interpretar una historia o una con-
versación completas que contuvieran alusiones simples a la mitología narra-
da en la lengua indígena.
Necesitamos alguna comprensión independiente de otras culturas a fin
de captar la imaginería y la filosofía transmitidas en textos como la historia
de Coyote, pero el conocimiento de las visiones del mundo también es nece-
sario para las más minuciosas actividades del análisis gramatical y la tra-
ducción exacta. Las visiones del mundo proporcionan la imaginería semán-
tica más afianzada y permanente, que subyace tanto a las construcciones
gramaticales como a las expresiones figurativas.
El lingüista Ferdinand de Saussure (1991: 78) señaló hace mucho tiempo
que los patrones del lenguaje son convenciones sociales (Dinneen 1967).
Saussure llamó a los signos lingüísticos, como las palabras, «asociaciones
que llevan la marca de la sanción colectiva». Y Edward Sapir (1949 [1921]:
19) afirmó que cualquier clasificación lingüística de la experiencia exige
que «la comunidad [la] acepte tácitamente como una identidad». Lenguas y
visiones del mundo tienen esto en común. Al construir metafóricamente
sobre la base de esquemas imaginísticos emergentes, las personas crean sus
propias visiones del mundo a través de la actuación, la práctica y el discur-
so, y abstraen la esencia de la visión del mundo para presentarla enmarcada
en el lenguaje.
Con la entrada de la teoría postmodernista de la deconstrucción en la
antropología, es habitual poner en duda los conceptos que parecen referirse
a configuraciones duraderas y compartidas de la cultura. El concepto de
visión del mundo está claramente sujeto a esta crítica (Hill y Mannheim
1992). La lingüística cultural no depende de la existencia de visiones del
mundo estables compartidas por todos los miembros de una cultura o inclu-
so de una comunidad lingüística; tampoco se apoya en la premisa de que las
visiones del mundo de los hablantes poseen necesariamente consistencia
interna. Pero sí asume que hablantes y oyentes tienen alguna comprensión,
aunque sea rudimentaria, de las visiones del mundo de los demás; que por
muchas visiones del mundo que puedan existir en una cultura, están sin
embargo definidas culturalmente con elementos com,?artidos por amigos,
\..

146'
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

familias y comunidades lingüísticas mayores; y que el lenguaje depende de


imágenes tomadas de las visiones del mundo.

La visión del mundo como imaginería definida culturalmente

Si ponemos de relieve la estabilidad, veremos la visión del mundo como


parte de la cultura, y la cultura -incluido el lenguaje- será todo el inven-
tario de conocimiento tradicional de una sociedad, un edificio social en
constante acumulación formado por imaginería parcialmente compartida.
Keesing (1979) denominó a esto la imagen del «arrecife de coral» que reifi-
ea y esencializa la cultura mientras presta un carácter romántico a los exóti-
cos extranjeros (Keesing 1989, 1992a, 1992b, 1994). Advirtió que hace
falta mantener el equilibrio con la comprensión de que las culturas también
saben enfrentarse a las contradicciones, los conflictos y las quiebras de
clase y género y que están caracterizadas por límites difusos o inexistentes,
producidos por la dinámica de las fuerzas sociales globales. Al mismo tiem-
po, advirtió que los antropólogos tienden a permitirse a sí mismos una alte-
ridad radical, una forma extrema de relativismo cultural que trata las len-
guas y las culturas como inconmensurables unas con respecto a otras. Esto
lo hizo escéptico ante la idea de que personalidad, agencia y emocióri están
construidas culturalmente. Creía que el enfoque de la lingüística cognitiva
llegaría a revelar el grado en que las comprensiones de los pueblos estaban
basadas' por todas partes en los mismos procesos cognitivos y en experien-
cias corporales universales (1992a, 1994).
Hay muchas pruebas para ambos aspectos de la cuestión. Lingüistas y
antropólogos cognitivos han acumulado pruebas de procesos universales
que permiten a los seres humanos construir modelos cognitivos, esquemati-
zar experiencias, categorizar conceptos y conceptualizar escenas. Al mismo
tiempo, han demostrado que existe una enorme variedad de formas para
construir, esquematizar, enlazar y conceptualizar, como se ve en la maravi-
llosa variedad de las lenguas y las culturas del mundo. Incluso en el clima
posmodemo de la academia contemporánea, debería haber lugar para un
concepto de visión del mundo que pusiera de relieve el marco general de la
tradición sin necesidad de asegurar que sea eso lo único que existe, o que
todas las tradiciones sean antiguas, inmutables y compartidas por todos den-
tro de una cultura, o que cualquier cultura esté enteramente localizada en
una única tribu, comunidad o sociedad, o que las culturas sean totalmente
inconmensurables.
El concepto de visión del mundo presentado aquí es muy similar al
famoso concepto del lcberinto de Anthony Wallace (1970: 14), que lo defi-
\ <,

147
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

nió como una «imagen mental» que consta de «residuos cognitivos de la


percepción [...] usados por su poseedor como una representación verdadera
y más o menos compleja de las características operativas de un mundo
'real'». El concepto de laberinto de Wallace incluye representaciones de
valores, de objetos (animados e inanimados), del yo (psicológico y físico),
del entorno humano (social), del entorno no humano (vida, cultura material
y sistemas naturales) y de las técnicas. En la formulación de Wallace, el
laberinto es al individuo lo que la visión del mundo es a la cultura. Wallace
planteó la hipótesis de que las culturas podrían funcionar aunque los indivi-
duos pertenecientes a ellas tuvieran laberintos muy diferentes unos de otros.
Si las visiones del mundo no son totalmente inconmensurables entre las
culturas, ¿en qué sentido son universales? A lo largo de las generaciones,
las comunidades y los individuos que operan en condiciones normales van
construyendo gradualmente sus visiones del mundo mediante la integración
de experiencias. Las experiencias nuevas se miden siempre sobre los mar-
cos tradicionales de nuestra cultura. Pero debajo del arrecife de coral de
cada cultura puede yacer un cimiento universal que consta de unas pocas
ideas humanas innatas o de ideas derivadas de experiencias universales,
cosas como las imágenes abstractas fundamentales de los rostros humanos y
del habla (aparte del mero sonido), los entes animados, la atribución de
intenciones a los actores, los colores básicos, los fenómenos fronterizos, los
esquemas imaginísticos y las comprensiones de relaciones figura-fondo, la
perspectiva y el alcance de la observación. Si es así, entonces, en cada cultu-
ra, las personas empiezan a construir una visión del mundo comparando sus
experiencias personales con el conjunto de ideas universales. Nuestras pri-
meras experiencias son muy elementales: nutrición materna, gravedad y
orientación, colores y formas, sonidos y voces humanas, límites externos a
los movimientos corporales, fatiga, hambre, sed, frío y calor. Según va acu-
mulándose la experiencia, nuestro recuerdo de ella realiza abstracciones y
asociaciones que la transforman en conocimiento y proporcionan un marco
más elaborado para la interpretación de nuevas experiencias. El proceso se
acelera según los niños van aprendiendo a compartir tradiciones y experien-
cias personales a través del discurso y los gestos, a involucrar a otros en sus
propios escenarios y a definir sus conceptos del yo en relación con esos
escenarios. Al madurar hasta hacerse adultos, aprenden artes orales, gestua-
les y plásticas, y aprenden a apreciar las realizaciones culturales elaboradas
y a participar en producciones complejas.
Cada uno de nosotros construye y vive a partir de una visión del mundo,
pero no se trata sólo de un retrato de familia roto, de una naturaleza muerta o
de un paisaje estático. Es más bien como un teatro de expectativas con sus
actores, sus personajes, sus decorados y sus escenas. El autor que tenemos

148
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

en la mente abstrae constantemente situaciones a partir de la experiencia


mundana y les asigna significado. Hasta en la cabeza del teleadicto dedica-
do sólo a ver las reposiciones de las comedias más horteras o los seriales de
sobremesa se desarrolla una animada obra de teatro. Paul Werth (s.f.) obser-
vó que nuestras imaginaciones generan submundos fractales autosemejantes
en los cuales «los personajes son seres sensibles, habitualmente humanos,
con las mismas clases de motivaciones, conocimientos, creencias, deseos e
intenciones que usted o yo». En la matinée mental, los acontecimientos pue-
den desarrollarse de acuerdo con unos argumentos bien establecidos, con-
vencionales, pero a veces el director interior crea sus propias narraciones
reelaborando viejos guiones culturales, cortando, separando y añadiendo
material nuevo. Auténticas innovaciones pueden saltar a la mente de manera
inesperada, convocadas por la contemplación de algo o por la mera fantasía,
por el estrés o la excitación, por los trances inducidos por ritmos de música
y danza, las drogas psicotrópicas o los neuropéptidos producidos natural-
mente en órganos del cuerpo alejadísimos del cerebro mismo. Las innova-
ciones distorsionan y reorganizan. Pueden amplificar o ahogar las ideas,
cercenar viejas conexiones y forjar otras nuevas. En diversas situaciones
institucionales producen nuevos dioses, nuevas ideologías e inventos cientí-
ficos y tecnológicos. También actúan sobre la fonología y la semántica del
lenguaje mismo. La «linguacultura» (Agar 1994) resultante puede tener
efectos trascendentales, unas veces magníficos y otras horrendos.

Mitologización de la Guerra del Golfo

Aunque es probable que mucha gente esté en desacuerdo, la visión del


mundo de una mayoría de los americanos debe caracterizarse como milita-
rista, o al menos como vulnerable a la retórica militarista que enmarca con-
fictos internacionales importantes en términos míticos. A partir de octubre
de 1991, como reacción a la invasión iraquí de Kuwait, el presidente de
Estados Unidos envió casi 500.000 soldados a Irak, poniéndolos en grave
riesgo de muerte por el gas venenoso, los agentes de guerra biológica y los
habituales riesgos de una guerra del siglo xx. Las primeras fases de la cam-
paña, destinada a proteger a Arabia Saudí de un ataque iraquí, se denomina-
ron «Escudo del Desierto». Para recuperar el control sobre Kuwait, el presi-
dente George Bush, con el apoyo de las dos cámaras del Congreso, autorizó
un ataque aéreo masivo, lanzando más de 2.000 salidas diarias sobre objeti-
vos militares iraquíes. La operación defensiva original se convirtió de pron-
to en una guerra apodada «Tormenta del Desierto». En comparación con las
protestas de las últimas etapas de la Guerra del Vietnam, las protestas de los

149
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

ciudadanos americanos fueron mínimas. El apoyo al presidente, medido por


las encuestas de opinión, alcanzó un máximo histórico. La mayoría de los
americanos, incluso los que apoyaban la guerra, admitieron abiertamente
que la finalidad primaria de la presencia militar no era restaurar la democra-
cia o la independencia de Kuwait, sino proteger el acceso americano al
petróleo de Oriente Medio 2.
Fue fácil encontrar un motivo importante que suscitara el entusiasmo de
los americanos por la campaña militar: el presidente Bush enmarcó la cam-
paña en una retórica pensada para concitar el apoyo al castigo del presidente
iraquí. Al mostrar la guerra como una batalla apocalíptica entre el bien y el
mal 3, el presidente pintó al presidente iraquí Saddam Hussein, ciertamente
despiadado y cruel, como el agresor perverso, como un «nuevo Hitler» de
«una brutalidad sin precedentes». Con evidente falta de respeto, Bush solía
pronunciar incorrectamente el nombre de pila de Hussein como [stedm] en
lugar del árabe [sadám], de modo que la primera sílaba rimaba con sad,
'triste'; con el acento en primera posición, el nombre evocaba términos
fonológicamente similares como sadism 'sadismo', Sodom 'Sodoma' y
Salan 'Satán' 4, que conjuran depravación de la peor especie. No está claro
si ese juego de palabras era deliberado o sólo consecuencia del acento teja-
no de Bush.
Mientras denigraba a Saddam Hussein de forma constante y deliberada,
el presidente ofrecía poco o ningún comentario informativo sobre la historia
de las relaciones de los Estados Unidos con Irak, sobre la desesperada situa-
ción de la economía iraquí antes de la invasión o sobre cómo Kuwait y otros
estados árabes habían estado bloqueando la recuperación económica iraquí
haciendo bajar el precio del petróleo. En vez de eso, personalizó la guerra
con su retórica, poniendo especialmente de relieve el papel de Saddam Hus-
sein como agresor perverso y brutal sobre un fondo de bien y de mal en
Kuwait. En su retórica pragmática, se ignoraba el marco histórico amplio de
los conflictos políticos y económicos regionales, al parecer porque sólo la
retórica del bien y del mal podía atraer apoyo hacia una campaña militar.
La estrategia del presidente de demonizar a Saddam Hussein tuvo consi-
derable éxito. En los años ochenta, a los americanos nos asombraba que los
iraníes siguieran histéricos la demagogia del ayatollah Jomeini, pero noso-

2 Se cuenta que el líder republicano del Senado dijo: «Estamos en Oriente Medio por unas pocas
letras: C-R-U-D-O», «Three Cheers for Dole», Las Vegas Review Journal, 18 de febrero de 1991,
7B.
3 Stephen Labash y Emily R. Greenberg, «Misunderstanding Purpose of Free Speech» (especial del
Baltimore Sun), Las Vegas Review Journal, 18 de febrero de 199 I, 7B.
4 En inglés americano, las sílabas iniciales de estas palabras se pronuncian [sed/s.xí], incluyendo
Salan [sredn]. (N. del T.) \
. \
<,

150
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

tros parecemos igual de susceptibles a una propaganda semejante dirigida


por nuestro propio presidente contra una personalidad del Oriente Medio.
En el escaparate de una peluquería para perros de Las Vegas, por ejemplo,
en un momento en que se habían lanzado ya 60.000 ataques aéreos contra
Irak, aparecieron las palabras «Ríndete a la paz mundial, Saddam Hussein».
Parecía que la mayor parte de los americanos que oían y veían al presidente
temían u odiaban a Hussein, deseaban su muerte o su castigo, lamentaban el
control extranjero sobre el petróleo, consideraban la campaña del Golfo
como una «guerra justa» y veían la fuerza militar como un medio legítimo
para mantener el estilo de vida americano, con preferencia a otras opciones
como las sanciones económicas contra Irak y el apoyo a un programa de
ahorro energético en Estados Unidos.
Lakoff (1992) argumentó que en el fondo de la retórica del conflicto del
Golfo encontramos sistemas de pensamiento metafórico y metonímico. Uno
de estos sistemas consta de las metáforas LA GUERRA ES POLÍTICA REALIZADA
POR OTROS MEDIOS (procedente de Karl van Clausewitz) y LA POLÍTICA ES
NEGOCIO. Estos tropos básicos llevan a la gente a discutir la guerra en térmi-
nos de análisis de costo y beneficio, «a definir 'objetivos' beneficiosos, a
medir los 'costos' y a decidir si la consecución de los objetivos 'vale' los
costos» (1992: 464). Según Lakoff, el análisis de coste-beneficio proporcio-
naba el marco general de buena parte de la discusión en el Comité de Rela-
ciones Exteriores, pero el presidente Bush recurrió a otro marco parajustifi-
car la guerra ante el pueblo americano. Para esta tarea retórica, el tropo más
influyente implicaba la noción metonímica de que el Estado es una persona,
junto a la idea de que el Estado-persona conserva su poder desarrollando el
poder militar. Esto me recuerda una pseudocita que el humorista Will Durst
atribuyó a George Bush en un escenario ficticio en que el presidente obser-
vaba el descenso de su popularidad en las encuestas justo antes de las elec-
ciones de 1992: «¡El próximo otoño tenemos Tormenta del Desierto I1, y
esta vez es personal!» 5. Al formular la equiparación de Estado y persona,
los Estados Unidos e Irak podían insertarse en lo que Lakoff (1992: 466)
denominó «El Cuento de Hadas de la Guerra Justa», que describió como
SIgue:

Personajes: un malo, una víctima, un héroe. La víctima y el héroe pueden ser la


misma persona. Escenario: el malo comete un crimen contra una víctima inocen-
te (suele ser un atraco, robo o rapto). El delito sucede debido al desequilibrio de
podery crea un desequilibrio moral. El héroe busca gente que le ayude, o bien
decide intervenir por sí solo. El héroe se sacrifica; padece dificultades, habitual-

5 Oído en el Canal 17, Las Vegas, 15 de oc .ubre de 1991.


\

151
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

mente realizando un peligroso viaje heroico, a veces atravesando el mar para lle-
gar a tierras peligrosas. El malo es inherentemente perverso, quizá incluso un
monstruo, de modo que no tiene sentido intentar razonar con él. El héroe no
tiene otra opción que enfrentarse en combate con el malo. El héroe vence al
malo y rescata a la víctima. Se restaura el equilibrio moral. Se consigue la victo-
ria. El héroe, que siempre actúa de forma honorable, ha demostrado su virilidad
y ha alcanzado la gloria. El sacrificio valió la pena. El héroe es aclamado y reci-
be la gratitud de la víctima y de la comunidad.

El escenario del cuento de Lakoff es adecuado. En la versión del Golfo


del Cuento de Hadas de la Guerra Justa, Saddam Hussein (no el estado ira-
quí) es claramente el malo, mientras que el presidente Bush, el general Sch-
wartzkopf y los soldados americanos se presentan como héroes. Kuwait
asume el papel de inocente víctima del asalto y el robo. Bush envía al secre-
tario de Estado para conseguir la ayuda de las Naciones Unidas. Los infor-
mativos de la televisión presentan todos los días imágenes de soldados ame-
ricanos (hombres y mujeres) que se despiden a disgusto de sus familias y
amigos para viajar al hostil desierto arábigo. Hussein es demonizado como
un Hitler moderno. Al no retirarse de Kuwait, no deja otra opción que
enfrentarse a él en combate. Nuestros héroes prueban su valor derrotando a
Hussein y rescatando Kuwait, de modo que el sacrificio vale la pena; vuel-
ven a casa para recibir aclamaciones y los kuwaitíes muestran su gratitud
ayudando a pagar la guerra.
La campaña del Golfo como guerra justa muestra la importancia de com-
prender el papel de la imaginería en el lenguaje, pero la observación de las
reacciones ante la Tormenta del Desierto resulta sin duda demasiado sim-
plista para poder caracterizar una parte de la visión del mundo americana
como militarista. Hay muchas diferencias entre los americanos por lo que
respecta a 'sus ideas sobre el conflicto del golfo Pérsico. Una manifestación
en San Francisco el 26'de enero de 1991, por ejemplo, atrajo a unas 50.000
personas. Pero en el mismo día, 600 ángeles de la muerte circularon en sus
motos para demostrar su aprobación a la campaña. Por todo el país, los par-
tidarios de la guerra enarbolaban banderas o se envolvían en ellas. Evidente-
mente, en este asunto no existe una única opinión americana. Conceptos
como visión del mundo y carácter nacional seguirán siendo siempre impre-
cisos y sujetos a la crítica de que crean estereotipos injustificados, de modo
que deberían matizarse todo lo posible mediante la descripción adecuada de
los contextos sociales e históricos, que habrán de ser complejos y confusos.
La visión del mundo es claramente un fenómeno complejo, no un patrón
totalmente generalizado como el que buscaban los antropólogos configura-
cionalistas de los años cuarenta y cincuenta. Pero si la visión del mundo no
fuer.\lnada más que un agregado asistemático de modelos cognitivos par-
-,
152
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

cialmente compartidos y parcialmente integrados en una comunidad, al


menos tendríamos un nombre para ese agregado. Seguiría proporcionándo-
nos una perspectiva para entender el lenguaje y la cultura.
Otro modelo cognitivo fundamental para la visión americana del mundo
es el amor romántico. El siguiente apartado presenta una definición cogniti-
va de la palabra que hace girar al mundo y motiva los seriales de sobremesa
de la televisión. El tema pasa ahora del amor a la guerra.

El verdadero amor triunfa

Algunas palabras, como ira, amor y mentira, parecen necesitar complejos


modelos cognitivos para su definición, de modo que buena parte de nuestra
visión del mundo está incorporada en esos conceptos. Las definiciones pro-
puestas para los términos de emociones pueden incluir normas de conducta,
máximas sobre conductas apropiadas y descripciones de sensaciones y acti-
tudes emocionales. Zoltán Kovecses (1988: 58-59; véase también 1990: 36)
publicó un escenario del amor idealizado y prototípico que representa una
definición folk inglesa del amor (véase la tabla 4). Este prototipo se consi-
dera parte de nuestro «sistema conceptual ordinario» en virtud del cual asu-
mimos un «mundo simplificado o idealizado» (1990: 37). Al presentarlo de
este modo, es difícil negar que el modelo tiene contenido proposicional.
Existen entidades: Yo, el objeto del amor, y amor verdadero. Hay proposi-
ciones que expresan relaciones entre entidades: el amor me da energía extra
y el otro me atrae. Y hay proposiciones que describen las propiedades de
entidades: el objeto del amor es hermoso y el amor dura para siempre.
Kovecses (1990: 36) escribió: «Lo que sugiero es que un modelo cognitivo
como el del amor está compuesto primariamente por conocimientos consis-
tentes en combinaciones de entidades y predicados (es decir, de proposicio-
nes)». Estas proposiciones parecen corresponder muy de cerca a lo que
Quinn (1991) llamaría esquemas proposicionales.
En una primera lectura, una definición como ésta parece carecer de imá-
genes. Sin embargo, el hecho de que Kovecses usara solamente proposicio-
nes para describir el escenario prototípico del amor no puede tomarse en sí
mismo como una prueba de que el concepto idealizado del amor carezca de
imaginería. Incluso en este escenario podemos percibir imágenes tan evi-
dentes como Yo, el otro, el punto límite, la intensidad del amor, sensaciones
de energía extra, unidad, experiencias de efectos psicológicos, proximidad
física, conducta sexual íntima y deseo sexual. Naturalmente, términos como
yo y el otro no representan necesariamente imágenes visuales. Creo, por
ejemplo, que el Yo es la idea del yo que, en la cultura americana, incluiría el

153
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

Tabla 4. Escenario idealizado del amor en inglés, según Kovecses (1988: 58-59)

1. El amor verdadero se impone.


El otro me atrae de forma irresistible.
La atracción alcanza enseguida el punto límite en la escala de intensidad.
2. La intensidad de la atracción pasa del punto límite.
3. Estoy en un estado de descontrol.
La intensidad del amor es máxima.
Siento que mi amor me da energía extra.
Nos veo a mí mismo y al otro formando una unidad.
Experimento la relación como un estado de armonía perfecta.
Veo el amor como algo que garantiza la estabilidad de la relación.
Creo que el amor es una necesidad, que este amor es mi verdadero amor, que el
objeto del amor es irreemplazable y que el amor dura para siempre.
El amor es mutuo.
Experimento ciertos efectos fisiológicos: aumento de la temperatura corporal,
aumento del ritmo cardíaco, rubor e interferenciacon la percepción.
Experimento ciertas reacciones de conducta: proximidad física, conducta sexual
íntima, sexo y conducta visual amorosa.
Experimento el amor como algo agradable.
Defino mi actitud hacia el objeto del amor mediante una serie de emociones y
actitudes emocionales: simpatía, deseo sexual, respeto, devoción, espíritu de
sacrificio, entusiasmo, admiración, amabilidad, atención, apego, intimidad,
orgullo, añoranza, amistad e interés.
Soy feliz.

punto de vista subjetivo del hablante, la autobiografía interna, una imagen


cinestésica y visual del cuerpo, el conocimiento, la voz y las emociones,
todo ello concebido en diferentes grados de abstracción y activación depen-
diendo de la situación. De hecho, todo el escenario del amor está cargado de
imaginería visual, física y emocional y puede tomarse como un único mode-
lo cognitivo complejo, algunos aspectos del cual son más abstractos que
otros. Entre las palabras y frases que describen cualidades abstractas de
imaginería están irresistiblemente.falta de control, armonía, estabilidad de
la relación, amor verdadero, irreemplazable, para siempre, mutuo, agrado,
respeto y otras palabras que describen actitudes.
De hecho, Kovecses (1990: 31) parecía concordar con mis ideas al escri-
bir: «El estudio del significado emocional no puede limitarse al estudio del
conocimiento proposicional», aunque no estaría necesariamente de acuer-
do con que lo que yo he llamado imaginería debiera designarse así (comuni-
cación personal, 1994). En otras partes de la misma obra dedicada al ideal
cognitivo del amor americano examinó el objeto del amor romántico tal.
\
"

154
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

como se encuentra en la metáfora. Por ejemplo, se suele hablar del objeto


del amor romántico en una o más de las siguientes metáforas estudiadas por
Kovecses (1990: 129-133):

EL OBJETO DE 'AMOR ES COMIDA (APETITOSA)

Hi, sweetheart. h,cq, ,(' !'J .,',;- ,,~I rk

'¡ hola, corazón dulce! 6 /',0"1 ",-~': '>:» < Hi·,t~·'<t

Hi, sugar!
'¡hola, azuquítar!'
Honey, you look great today.
'mielecita, qué guapa estás hoy'
Hello, sweetie-pie.
'hola, pastelito de fresa'

EL OBJETO DE AMOR ES BELLO

Let's go, beautiful.


'vamos,preciosa'
Hi, cutiei
'¡hola, monada!'
Well, gorgeous?
'¿qué tal, lindísima?'
Shall we go, angel-face?
'¿nos vamos, carita de ángel?'

LA BELLEZA ES UNA FUERZA (FÍSICA y PSICOLÓGICí\);


GUSTARSE ES UNA REACCIÓN A ESA FUERZA

She bowled me over.


'me dejó pasmado'
Who's that attractive man over there?
'¿quién es ese hombre tan atractivo?'
She's a dazzling beauty,
'es tan guapa que te marea'
1 was hypnotized by her beauty.
'quedé hipnotizado por su belleza'
What a bombshell!
'{menuda bomba!'

6 En esta frase y las dos siguientes utilizo traducciones literales del inglés; al parecer, en español es
menos habitual esta metáfora para el amor, y cuando se usa puede resultar o bien grosera o, por el
contrario, excesivamente «cursi» (como en el último ejemplo), La palabra azuquítar (diminutivo de
«azúcar») la he escuchado en algunas regiones españolas en un contexto de este tipo. Un análisis
detallado de las metáforas del amor en español, en comparación con las del inglés, puede verse en:
Antonio Barcelona Sánchez, «El lenguaje del amor romántico en inglés y en español», Atlantis 14,
1992, pp. 2-27. (N, del T)

"

155
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

EL OBJETO DE DESEO SEXUAL ES COMIDA (APETITOSA);


EL DESEO SEXUAL ES HAMBRE

She had him drooling.


'lo tiene en ayunas'
He's sex starved.
'no se come una rosca'
You have a remarkable sexual appetite.
'tiene un enorme apetito sexual'
You look luscious.
'estás para comerte'

LA CONDUCfA SOCIAL ÍNTIMA REPRESENTA AL AMOR

She showered him with kisses.


'lo cubrió de besos'
It was a fond embrace.
'fue un cariñoso abrazo'
He caressed her gently.
'la acarició dulcemente'
She held him to her bosom.
'lo apretó contra su pecho'

Kovecses presentó más metáforas y más ejemplos de estas metáforas,


pero esto es suficiente para transmitir la idea. Concluyó que los conceptos
de emociones tienen una estructura compleja con al menos las partes
siguientes:

1. un sistema de metonimias conceptuales;


2. un sistema de metáforas conceptuales;
3. un conjunto de conceptos relacionados; y
4. una categoría de modelos cognitivos, uno o más de los cuales son prototípi-
cos 7.

Kovecses consideraba que el número 4, modelos cognitivos, puede ejem-


plificarse con la descripción proposicional presentada más arriba. EL OBJETO
DE AMOR ES COMIDA (APETITOSA) Y las otras metáforas proporcionan un
ejemplo del punto 2. El punto 3, conceptos relacionados, puede referirse a
cualesquiera conceptos enlazados no incluidos en los otros tres puntos de la
lista. Las metonimias (número 1) se discuten en el capítulo 88•
Quinn (1985) estudió la estructura cognitiva de una relación social muy
vinculada con el amor en la visión americana del mundo. Investigó cómo

7 He abreviado las palabras de Kovecses.


8 Para un tratamiento n ás extenso del amor, véase Kovecses (1988).
\
\

156
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VlSIONFS DEL MUNDO

entendían las parejas sus propios matrimonios entrevistando a once parejas


y pasando de quince a dieciséis horas con cada persona. Uno de los princi-
pales hallazgos de esta investigación se refiere al uso que hacían de la pala-
bra compromiso, que Quinn definió como palabra de escenario. En el uso
de Quinn, un escenario es un esquema social que sirve como concepto de
base para un conjunto o marco de palabras relacionadas. En este caso, el
escenario rige la relación matrimonial misma.
Quinn descubrió que las parejas redefinían la palabra compromiso de
modo diferente al hablar de las fases del noviazgo y el matrimonio. Los tres
sentidos de compromiso definen un escenario matrimonial que progresa
desde las promesas mutuas a la dedicación y a la unión. Lo que es aún más
llamativo es que el compromiso también asume los papeles sintácticos de
sus paráfrasis más próximas. Resumiendo sus hallazgos, escribió:

Así, para parafrasear sus afirmaciones, cuando los entrevistados ofrecían enun-
ciados como «Cerramos un compromiso de boda» y «Los dos nos comprometi-
mos a seguir juntos», están usando «compromiso» en el sentido de PROMESA.
Cuando dicen «Estamos profundamente comprometidos con el matrimonio y la
familia» o «Tenemos el compromiso de hacer funcionar a nuestro matrimonio»,
están usando la palabra en el sentido de DEDICACIÓN. Y cuando dicen cosas como
«Estábamos realmente comprometidos el uno con el otro» y «¿Estaba preparado
para comprometerme con ella?» están usando «compromiso» en el sentido de
UNIÓN (1985: 301).

Quinn enmarcó su estudio como una lección de polisemia (significados


múltiples de una palabra) y como una lección sobre el enlace de palabras y
escenarios. El significado de compromiso en cualquiera de las instancias con-
cretas de su uso depende del contexto definido en términos de las fases de la
.relación matrimonial, más o menos como los alófonos de los fonemas apare-
cen en distribución complementaria. Las palabras de escenario, como com-
promiso, sirven para hacer depender esos objetivos de los objetivos generales
importantes, que son «permanentes y exigen un esfuerzo» (1985: 315). Pase-
mos ahora del ámbito de los escenarios sociales a aquello de lo que está
hecho el mundo, tal como se puede comprender a partir del lenguaje.

Cosas largas, cosas peguntosas, cosas abultadas


y los auténticos jefes-leones en bantú

Algunos tipos de estructuras gramaticales parecen especialmente útiles para


investigar el reflejo de las visiones del mundo en la gramática, porque pare-
cen predicar las formas y cualidades más salientes y fundamentales de los

157
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

fenómenos naturales. Entre las más intrigante s están las clases y los clasifi-
cadores nominales que se encuentran en muchas lenguas 9. Un tipo, llamado
de clasificadores numerales, se encuentra en chino, japonés, maya, ojibwa y
muchas lenguas del sureste de Asia (Burling 1970; Adams y Conklin 1973;
Creider 1975). Estas lenguas tienen construcciones que se parecen a las
expresiones españolas de medidas, como «seis hojas de papel» y «50 litros
de gasolina» [cursiva añadida] (Adams y Conklin 1973: 1). Aquí, los térmi-
nos hojas y litros son análogos a los clasificadores numerales de otras len-
guas. Pero los clasificadores numerales sistemáticos suelen ser más esque-
máticos, con traducciones como «8 cosas-redondas de naranjas» o «52
cosas-largas de pinos». Y como se aplican de manera más universal a los
sustantivos de las lenguas clasificatorias, revelan mejor los esquemas espe-
cialmente salientes de las visiones del mundo de sus hablantes.
Las lenguas bantúes del África subsahariana tienen un sistema de clases
nominales que se parece en algunos aspectos a los géneros masculino- feme-
nino-neutro del alemán o a las clases masculino-femenino del español.
Algunos especialistas se refieren a las clases nominales bantúes como siste-
mas de géneros, pero las lenguas bantúes clasifican los sustantivos por vías
que no son las del género sexual per se. Las clases nominales del bantú res-
ponden a las formas, la animicidad, el control y la consistencia física de las
sustancias. La clasificación no es muy clara, con su aparente mezcla de

9 Dixon (1986) distinguió entre clases nominales gramaticales obligatorias, como las de las lenguas
bantúes, el dyirbal y las lenguas cori género gramatical (p.ej., español, francés, alemán, latín), y cla-
sificadores nominales «léxico-sintácticos», como los de las lenguas del sureste asiático y otras
zonas de ese continente con clasificadores numerales. En su esquema, las clases nominales son
sistemas gramaticales cerrados; los clasificadores son formas libres. Las clases nominales son con-
cordantes y marcan a otras palabras además del sustantivo mismo; los clasificadores nunca son con-
cordantes fuera del sintagma nominal. Las clases nominales tienen significados fijos; los clasifica-
dores adquieren significados en contexto. El navajo y el apache no encajan muy bien en este
sistema.
En mi opinión, las observaciones de Dixon sobre las funciones y la semántica de las clases y los
clasificadores son difícilmente sostenibles, por razones que quedarán claras en este capítulo. Sospe-
cho que existe un continuo entre estas nociones prototípicas de sistemas de clases y de clasificado-
res y preferiría usar el término de clasificadores para todos estos sistemas aunque, en interés del dis-
curso interdisciplinario, seguiré el uso de Dixon siempre que sea posible.
Colette G. Craig (1986: 4) afirmó que el jacalteca se sitúa un tanto entre medias, «en los bordes
difusos», que los clasificadores del yagua son «a la vez numerales y concordantes, a la vez flexivos
y derivativos», y, finalmente, que «un cierto número de lenguas norteamericanas [...] muestra un
tipo secundario de clasificación a través de un proceso de incorporación nominal desarrollado en su
origen como sistema calificador del predicado». Setsuko Kiyomi (1992) está de acuerdo en que no
es posible dividir todas las lenguas clasificadoras en dos prototipos nítidos. Propuso, en cambio, uti-
lizar criterios puramente morfológicos, dividiéndolas en lenguas con clasificadores morfémicos
libres (numerales o no numerales) y clasificadores morfémicos ligados (concordantes, predicativos
e intralocativos). Los clasificadores predicativos corresponden a los verbos clasificatorios del nava-
jo. Los clasificadores intralocativos se afijan a las expresiones locativas que coocurren obligatoria-
mente con los sustantivos.

158
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

manzanas y naranjas, pero así es también el mundo que intenta clasificar.


Los bantúes mismos, sin duda, consideran satisfactorias las clases.
El swahili o kiswahili es una lengua bantú que es primera lengua de
algunos pueblos que viven en varias islas frente a la costa de África oriental.
Sirve de lingua franca para muchos pueblos de la costa y el interior y con-
tiene un gran número de préstamos del árabe y otras lenguas. Un manual
popular de swahili que llevé conmigo en un viaje de campo antropológico a
África oriental en 1968 enumera seis clases, sin contar los plurales (Perrott
1965). Estas clases reciben a veces etiquetas semánticas como persona,
árbol o cosa, pero la mejor forma de etiquetarlas es con sus prefijos nume-
rales obligatorios, o números. Una clase de formas singulares y plurales es
designada por una pareja de números (p.ej., 1/2, 3/4, 5/6, 7/8, 9/10, por
mencionar solamente aquellas a las que nos dedicaremos especialmente).
La mayoría de las clases tiene prefijos singulares y plurales. Por ejem-
plo, los prefijos m-/wa- (clase de personas, 1/2) aplicados a la raíz toto
'niño' dan m-toto 'niño' y wa-toto 'niños'. Los prefijos ki-/vi- (clase de las
cosas, 7/8) aplicados a la raíz tu 'cosa' dan ki-tu 'cosa' y vi-tu 'cosas'. La
siguiente expresión muestra cómo los prefijos de adjetivos y verbos depen-
den de la clasificación del sustantivo y concuerdan con el prefijo nominal:

VI-SU vi-wili vi-me-potea


pl.-cuchillo pl.-dos pl. suj.-perf.-perder
'Dos cuchillos están perdidos/se han perdido'.

La concordancia no es siempre tan regular como la que muestran estos


tres prefijos de la clase vi-, pero el patrón general es el mismo. A continua-
ción veremos un ejemplo más complicado, tomado de la contraportada del
famoso libro de Jomo Kenyatta Naushangilia Mlima wa Kenya (Frente al
monte Kenya) (1966), con elementos de concordancia de la clase ki- (cosa)
en negrita:

Kitabu hiki cha Facing Mount Kenya kimesaidia elimu kwa njia nyingi.
libro DEM Prep. Facing [...] ha. ayudado conocimiento Prep. maneras muchas.
'Este libro, Facing Mount Kenya, ha hecho avanzar el conocimiento en muchas
formas'.

Ya que los sufijos clasificadores aparecen en tantas posiciones de la ora-


ción, parece probable que pongan de relieve la saliencia de la clase. A pesar
de esta indicación evidente de que las clases nominales tienen importancia
semántica, algunos especialistas han considerado la asignación de sustanti-
vos a clases como fundamentalmente arbitraria, aparte de unos pocos proto-
\
\ <,

159
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

Tabla 5. Categorías semánticas de las clases nominales protobantúes (traduccio-


nes españolas solamente). Abreviado y reordenado a partir de Denny y Creider
(1986: 232-239)

Clase 1/2: persona


persona, esposo, hombre, esposa, mujer, extranjero, pariente por matrimo-
nio, anciano, persona muerta
Clase 3/4: extenso (largo)
concreto
cuerpo, río, sanguijuela, raíz, cuerda de fibra de corteza, labio, río, fila de
objetos, espalda, pierna, flecha, cola
abstracto
trabajo, carga, espíritu, pisada, año, mes, luna, día
Clase 3: sustancias dispersas (partículas separadas, infusiones)
concreto
arena, caldo, salsa, veneno, lluvia (continua, brumosa), medicina a base' de
hierbas, humo
abstracto
luz diurna, silbido, bostezo, luz de luna, oscuridad, vida
Clase 3: formas con asterisco (de Guthrie)
sustancias secas en forma de partículas
hollín, arena, lluvia, mezcla de paja y heno, sal, arroz, sorgo, cenizas, humo,
sal
sustancias líquidas y viscosas
caldo, salsa, veneno
sólidos
carne, pan, plomo
abstractos
sabor agradable, silbido, atardecer, ocho, olor, provisiones, seis, luz diurna,
oscuridad, vida
Clase 5/6: no extenso (redondo, abultado)
concreto
mancha, peca, mama, araña (cuerpo bulboso), piedra, vello corporal (circu-
lar), lágrima, anzuelo, rodilla, huevo, montón de basura, sol, nariz, ámbar,
ombligo (a menudo saliente), piedra de cocinar, ampolla, estómago (hincha-
zón), nalga, mejilla, ojo, diente
abstracto
voz, diez, herencia, gemelo(s)
Clase 5: sustancias que se pegan una a otra
concreto
arcilla para cerámica, tierra
abstracto
ayer, parte superior, cielo
Clase 6: sustancias líquidas, viscosas, agregados
concreto
leche, secreciones, orina, intestinos (producen secreciones), carbón, pus,
esputo

160
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

Tabla 5. Categorías semánticas de las clases nominales protobantúes (traduccio-


nes españolas solamente). Abreviado y reordenado a partir de Denny y Creider
(1986: 232-239) (continuación)

abstracto
tiempo frío (húmedo)
Clase 7/8: artefactos utilitarios, (por extensión) objetos y seres despreciados
muslo (despreciativo), persona tullida, úlcera, ñame, pubis, mortero para
moler, plataforma (granero), fuente, rana, cosa (pertenencias)
Clase 9/1 O: animal
animal
animal, serpiente venenosa, búfalo, mosquito, perro, cabra, leopardo, vaca,
facócero, rata, civeta, pollo
humano
hechicero, jefe, ciego
Clase 9/10: figura no extensa, contorno
concreto
olla (para almacenamiento), espacio abierto, semilla, suelo, país, botella de
calabaza, vesícula biliar, casa del jefe, tambor, ropa de piel, fuera, camino,
claro en el bosque, camino abierto, ceja (rodea el ojo), cuello (abertura hacia
estómago y pulmones), hueco en un árbol, fetiche, encantamiento (haz de
hierbas), olla para cocinar
abstracto
sueño, viento frío
Clase 9: no explicados
concreto
lluvia, papilla, arcilla blanca, carne
abstracto
vergüenza, fuerza, hambre, hambruna
Clase 11: figura extensa, contorno [título de la categoría, añadido]
concreto
costilla, costado del cuerpo, telaraña, colina, corteza, palma de la mano,
bofetada, uña del dedo de la mano, cuerno
abstracto
picadura de abeja, viaje, canción (duración melódica)
Clase 14/6: estructura interna diferenciada
concreto
puente, catre, arco, canoa, rostro
abstracto
noche
Clase 14: sustancias diferenciadas, abstractos
concreto
liga para cazar pájaros, mineral de hierra, grano, panal de miel, seta
abstracto
brujería, amargura, medicina, fiereza, ancianidad, miedo
----\----------------------------------------------------------
\

161
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

tipos evidentes. Esta interpretación fue rechazada por Denny y Creider


(1986), quienes intentaron descubrir la base semántica de las clases nomina-
les del protobantú, la lengua ancestral de todas las bantúes modernas. En su
opinión, los miembros aparentemente arbitrarios de las clases nominales
pueden estar enlazados semánticamente.
La tabla 5 enumera algunas de las categorías semánticas identificadas
por Denny y Creider, junto con algunas glosas de sustantivos radicales per-
tenecientes a cada una de ellas 10. Las categorías protobantúes de significado
no corresponden exactamente a las clases gramaticales basadas en la asig-
nación de prefijos. Algunas clases parecen contener más de una categoría
semántica. La clase 3, por ejemplo, contiene «extenso, largo» y «disperso».
Clases diferentes pueden contener nombres caracterizados por el mismo
rasgo. Tanto la clase 6 como la 3, por ejemplo, contienen nombres de sus-
tancias líquidas y viscosas.
No está del todo claro si las distinciones identificadas por Denny y Crei-
der operan en el nivel del esquema o el del rasgo. Sea cual sea el nivel, refle-
jan el interés de Denny y Creider por las distinciones semánticas. Los autores
distinguieron entre sustantivos con significados concretos, «concretos-pro-
blemáticos» y abstractos. Para mayor claridad, he omitido los términos pro-
blemáticos, que son mucho menos numerosos que los concretos en todas las
clases. De cualquier modo, los mismos tipos de argumentos se aplicarían a
los términos problemáticos. Las distinciones principales son como sigue: .

no extenso (redondo, saliente)


extenso (largo)
no extenso,figura en contorno
extenso,figura en contorno
estructura interna diferenciada
persona
animal
artefactos utilitarios, (por extensión) objetos y seres despreciados
sustancias dispersas (partículas separadas, infusiones)
líquidos, sustancias viscosas, agregados
sustancias que se pegan una a otra
sustancias diferenciadas, artefactos
no explicados

La clase 3, sustancias dispersas (partículas separadas, infusiones), se


subdivide en:

10 Además de lo que aparece en la tabla, Creider (1975) incluye más ejemplos, grafías para las raí-
ces del protobantú y listas de excepciones a las clases.

162
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

sustancias secas divididas en partículas


líquidos y sustancias viscosas
sólidos
abstractos

Denny y Creider presentaron las clases en un diagrama arbóreo en el


cual la primera distinción es según se trate de sustantivos contables o de
masa (véase la figura 9). Sólo los sustantivos contables admiten plurales.
Los contables se dividen entonces en «configuraciones» muy parecidas a
los esquemas imaginísticos. Las principales configuraciones espaciales son
figuras no extensas, sólidas; figuras extensas, sólidas; figuras no extensas,
contorno; figuras extensas, contorno. Las dos configuraciones de figuras
sólidas tienen formas de plural (colecciones). Sólo las formas singulares de
figuras en contorno se distinguen por su carácter de extensión, y la existen-
cia de una forma de contorno en plural parece algo dudosa porque los datos
son escasos (1986: 239).
Obsérvese que las partes del cuerpo aparecen en varias de las categorías
y clases semánticas. La situación es muy diferente en las lenguas salish de
Norteamérica, como el coeur d'alene, en la que los términos para partes del
cuerpo se segregan gramaticalmente según se refieran a órganos internos o
externos y, si son externos, el lugar de la superficie del cuerpo donde se

Para sustantivos contables

contable

----
figura sólida
no extenso
configuración

extenso -------
figura contorno
unidad colección
-
animado
hum~mal
especie
artefacto
@
-----colección -----colección ~ @
unidad
(iXB)®G)
unidad
8)
no extenso
®
extenso
@
10
@S
• ~ ® ~
Para sustantivos de masa

----G)
cohesivo
masa
disperso

--------
homogéneo
sólido
diferenciado
líquido
®
® @
Figura 9. Semántica de las clases nominales del protobantú. De 1. Peter Denny y
Chet A. Creider, «The Semantics ofNoun Classes in Proto-Bantu», en Colette Craig
(ed.), Noun Classes and Categorization (1986), p. 219. Reimpreso con autorización
de John Benjamins Publishing Company.

163
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

encuentran. El diferente tratamiento gramatical de las partes del cuerpo


demuestra que los dominios anatómicos folk están estructurados cultural-
mente. Sin embargo, también hay semejanzas llamativas porque ciertos sufi-
jos que predican partes del cuerpo en las lenguas salish tienen también signi-
ficados abstractos parecidos a las categorías espaciales de las clases
nominales del bantú. El coeur d'alene, por ejemplo, tiene sufijos de partes
del cuerpo para cabeza (CONTENEDOR), oreja (DISTRIBUIDO POR TODA LA
SUPERFICIE), espalda (OBJETO SÓLIDO Y PLANO), mano (RAMA), vientre (SUPER-
FICIE PLANA VERTICAL) Ypiel, manta o pellejo de animal (OBJETO PLANO, SEN-
SIBLE). Sufijos para árbol (OBJETO CILÍNDRICO, LARGO Y RÍGIDO) Y canoa
(CONTENEDOR ABIERTO O CERRADO) son también de uso común 11. Otra lengua
salish, el bella coola, tiene una organización parecida de los sufijos anatómi-
cos, más un grupo de sufijos léxicos que parecen funcionar solamente como
clasificadores nominales (Saunders y Davis 1975a, 1975b, 1975c; Denny
1979). Talmy (1983) observó que en clases cerradas de lexemas (como las
preposiciones inglesas o españolas, los sufijos anatómicos del coeur d'a1ene
y los prefijos de las clases nominales bantúes), estos esquemas espaciales
muestran escaso solapamiento semántico dentro de una lengua. Quizá son
disyuntivos porque las clases cerradas, al ser pequeñas casi por definición,
funcionan simbolizando distinciones muy amplias que se ven refinadas en el
discurso por especificaciones posteriores.
Sorprendentemente, los términos protobantúes para jefe, hechicero y
persona ciega aparecen en la clase animal y no en la humana (tabla 5). Crei-
der (1975) sugirió que encajan en ella porque el simbolismo bantú establece
una distinción fundamental entre salvaje y domesticado. La clase animal es
«fundamentalmente» la clase de los animales salvajes (aunque, extrañamen-
te, también contiene a los domésticos perro, cabra, vaca y pollo). Las perso-
nas con poderes especiales como los jefes, los hechiceros y posiblemente
los ciegos se agrupan con los animales salvajes. ¿Es esto porque de alguna
manera son más salvajes que las personas normales o porque están menos
sometidos al control de los seres humanos corrientes?
Pueden surgir otras explicaciones según vayamos consiguiendo una
mejor comprensión de las culturas bantúes 12. Quizá las clases nominales

11 Si pensamos en los clasificadores nominales como núcleos nominales, los sufijos léxicos del
coeur d'alene se parecen a los complementos de las preposiciones inglesas o españolas más que a
los clasificadores nominales. Sin embargo, si vemos los clasificadores nominales como hitos abs-
tractos en el sentido de Langacker (1987, 1990a), cuyos sustantivos están unidos a ellos por relacio-
nes como PARTE DE ESCENA Y SEMEJANTE A, así ,como INSTANCIA DE, entonces quizá no sean tan dife-
rentes (véase el capítulo 9).
12 Agradezco a Kennedy G. Ondieki, originario de una aldea cercana a Nyaribaii, en Kisii, y actual-
mente estudiante en la Universidad de Nevada, Las Vegas, la información que me condujo hasta la
hipótesis de un dominio de la experiencia centrado en tomo a los espíritus de los antepasados. Ken-

164
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

del bantú están organizadas de forma semejante a las del japonés y el dyir-
bal, tal como las describió Lakoff (1987: 91-114). Debra Spitulnik (1987:
25, 109-11) argumentó que las clases nominales del bantú tienen «valores
nocionales centrales», muchos de los cuales «incluyen interpretaciones,
situadas culturalmente y basadas en la experiencia, de las entidades especí-
ficas denotadas por los sustantivos». Cada uno de estos conjuntos de valores
nocionales 'centrales constituye un estereotipo de la clase, y cada valor
nocional es un criterio necesario pero no suficiente para la pertenencia a la
clase (1987: 26). Así, en chibemba, una lengua hablada en Zambia, los valo-
res nocionales de la clase 9110 (iN-/iN-) son 'animal salvaje', 'realeza!
poder', 'animal cazado/comestible', 'deformidad', 'bosque', 'espacio limi-
tado', 'orificio-borde' y 'redondo'. Casi todos los sustantivo s de estas cla-
ses tendrán al menos una de estas nociones como parte de su significado.
Spitulnik (1987: 37) caracterizó el estereotipo de la clase 9110 como «orga-
nizado en tomo a las nociones de 'marginalidad', 'exclusión' y 'deformi-
dad' /'deficiencia'». La cultura entró en su definición como sigue: «hemos
sugerido que el sustantivo imfumu 'jefe' aparece en la clase dominada por
sustantivos que denominan a animales salvajes (Cl. 9110) debido a la asocia-
ción cultural del jefe con el mundo animal. Específicamente, el jefe pertene-
ce al clan del cocodrilo (inandú, considerado uno de los animales más fero-
ces), y a menudo aparece como un león (ínkalamo) en la poesía laudatoria y
otra imaginería» (1987: 110). También señalaba que los chibemba mantie-
nen a sus animales domésticos principalmente para hacer regalos (a menudo
a jefes y otros dirigentes) y sacrificios. Señaló que «los animales domésti-
cos como vacas (inombé) y pollos (ínkoko) suelen matarse y comerse
durante los rituales ceremoniales» (1987: 36).
Entre los shona de Zimbabwe hay estrechas relaciones entre médiums,
animales del bosque y jefes ancestrales (Lan 1985). Los espíritus de los
jefes ancestrales viven en los cuerpos de los leones. Los médiums pueden
ser poseídos por estos jefes ancestrales o por otros espíritus ancestrales-ani-
males. Los médiums trabajan estrechamente con los jefes vivos, de modo
que se desdibujan las distinciones entre jefes, médiums y espíritus poseedo-

nedy me explicó que los papeles de jefe y hechicero exigen clarividencia y profecía, la capacidad
para percibir acontecimientos que quedan más allá del alcance de los sentidos corrientes. El hechi-
cero, en particular, debe diagnosticar enfermedades, a veces mediante la lectura de las chispas que
saltan de una hoguera. También me indicó que los términos para perro y nariz pertenecen a la
misma clase que los animales salvajes porque a éstos se les caza con perros y por el olor. Sin embar-
go, en kisii, a diferencia del protobantú, los términos para jefe y hechicero pertenecen a la misma
clase nominal que las demás personas; la chispa sigue en la misma clase que los animales.
Muchos de los datos etnográficos y lingüísticos sobre el shona en los que se basa la discusión
que viene a continuación proceden de un artículo de Dorothea Neal Arin (s.f.), ~I artículo se escri-
bió para un seminario de antropología cognitiva en la Universidad de Nevada, La~\Vegas -.
\
-,

165
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

res (1985: 69). Los espíritus ancestrales de los jefes reinan sobre las cosas
del mundo salvaje y sobre los asuntos humanos: «Todas las cosas que cre-
cen silvestres en el bosque están bajo la protección de los mhondoro [espíri-
tus de jefes ancestrales]. Desde luego, como implica su nombre, los mhon-
doro son animales salvajes. Son leones. Cuando un mhondoro no está en el
cuerpo de su médium, vive en el cuerpo de un león» (1985: 160). Michael
Gelfand (1956: 23) escribió: «Los leones mhondoro no son leones auténti-
cos, porque no atacan a las personas, son espíritus y se llaman mhondoro (la
palabra significa 'león') porque el león es animal fiero y poderoso». Una de
las principales funciones de los espíritus mhondoro es atraer la lluvia y con-
firmar así la propiedad de la tierra por sus descendientes, los jefes vivos
(Lan 1985: 59,98; Bullock 1970: 130).
..Si las creencias protobantúes eran como las de los shona y los chibemba
contemporáneos, lo que podría parecer una clase «salvaje» o de «animal
salvaje» quizá pueda entenderse mejor como una clase centrada en los espí-
ritus ancestrales de los jefes, que poseen tanto a los animales salvajes como
a los médiums humanos. La saliencia de los espíritus ancestrales de los jefes
en las culturas protobantúes explicaría también la inclusión de los animales
domésticos, aparte de los perros, en la misma clase que los animales salva-
jes, porque probablemente todos los pueblos bantúes realizan rituales en los
cuales ofrecen sacrificios de animales domésticos a los antepasados.
Veamos ahora cómo podría funcionar la concatenación de categorías
para el shona y, en consecuencia, para el protobantú. Para la clase 9/1O,
propondré un dominio de experiencia centrado en tomo a la posesión por
los espíritus ancestrales de los jefes. Los sustantivos pueden unirse a esta
categoría si los conceptos que predican pertenecen al mismo dominio de
experiencia o si participan en él, o si son percibidos de alguna forma pareci-
da a un miembro central de la categoría. Jefes, médiums, espíritus ancestra-
les y animales salvajes, especialmente los leones, son participantes salientes
de este dominio y, por tanto, miembros centrales. Jefes y médiums se pare-
cen por estar cooperativamente implicados con los espíritus ancestrales .
. Médiums y animales salvajes se parecen en que los espíritus ancestrales de
los jefes pueden poseerlos a ambos. Los animales domésticos entran aquí
porque se usan en rituales sacrificiales para los ancestros.
Si observamos algunos miembros de la clase 9/10 en shona, encontra-
mos los siguientes:

mhondoro 'antepasados tribales, espíritus tribales, león'


IIPI7.ga 'hechicero'
shumba 'león'
tiombe 'ganado' \ \
\
-,
166
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

ma-dzi-she 'jefes'
ma-dzi-Baba 'varios ancestros'

Esto parece buena prueba de la hipótesis, pero lo que realmente encon-


tramos es considerablemente más complicado que lo que predije en base a
un único dominio de experiencia. G. Fortune (1955: 88) explicó que dzi- es
un prefijo de la clase 10 que lleva consigo el sentido plural distributivo de
'varios'. El prefijo ma- de ma-dzi-she y ma-dzi-Baba indica que jefes y
ancestros pertenecen realmente a la clase 5/6, que incluye personas que ins-
piran miedo. Observando más profundamente la cultura shona, encontra-
mos que los espíritus mhondoro poseen médiums masvikiro de la clase 5/6 y
no los esperados médiums uauga de la clase 9110 (Gelfand 1965: 132). Los
médiums masvikiro pueden ser poseídos también por los vadzimu 'espíritus
de la estirpe' de las clases 1 y 2 (personas), que a su vez son reclasificados a
veces como midzimu de la clase 3/4, que incluye fenómenos atmosféricos.
Obsérvese que-e} prefijo dzi- de plural distributivo de la clase 10 aparece
también en vadzimu y midzimu. Los médiums tiauga son poseídos por los
mas ha ve 'espíritus extranjeros' de la clase 5/6 o por los vadzimu de la clase
1/2 (Gelfand 1965: 58).
¿ Cómo afectan estos datos a la hipótesis de un complejo del espíritu ances-
tral? Los espíritus mhondoro pueden pertenecer a la clase 9110porque poseen
a animales salvajes. Los animales domésticos pueden pertenecer a esta clase
porque se usan en sacrificios rituales. Hasta aquí, las cosas parecen apoyar la
hipótesis de un complejo centrado en el espíritu ancestral del jefe. Sin embar-
go, los antecesores y los espíritus de la estirpe pertenecen realmente a otras
clases. Los jefes mismos parecen pertenecer a la clase lal2a (personalidades
públicas) y aparentemente sólo aparecen en la clase 10 porque ésta proporcio-
na el sentido de plural. Nos quedamos sin una razón clara para situar a los
médiums tianga en la clase 9110,porque no son poseídos por los mhondoro.
Sin embargo, la distinción entre los espíritus mhondoro y vadzimu puede ser
un tanto difusa o dependiente de las situaciones. Gelfand (1965: 129-131)
señaló el caso de un muchacho que se convertía en natiga cuando era poseído
por el espíritu (mudzimu) de su abuelo, que se le aparecía como un león. Si los
espíritus de los leones y otros animales pueden poseer médiums tiatiga,
entonces existe una motivación para la inclusión de los tiatiga en la clase
9110.Además, los QaQga realizan sacrificios de animales domésticos.
Los agentes involucrados en el complejo shona de posesión porlos espí-
ritus (jefes, espíritus de ancestros de jefes, leones, médiums, ancestros de
personas corrientes, espíritus de la estirpe, hechiceros, espíritus extranjeros)
corresponden a tres clases diferentes (véase tabla 6). Sin embargo, una
interpretación al estilo de la de Lakoff (1987) para las clases nominales del

167
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

dyirbal sigue siendo posible. Los leones y especialmente los espíritus entran
en la clase 9/10, como se esperaba. Los espíritus extranjeros, los médiums
de espíritus masvikiro y los antepasados pueden considerarse prototípi-
cos de la clase 5/6, personas que inspiran miedo. Esta clasificación es con-
sistente con sus funciones en el escenario de la posesión por los espíritus.
Otras personas de la clase están ahí porque se parecen a los prototipos o por-
que se relacionan con ellos de alguna forma. Jefes y espíritus de la estirpe
entran en la clase 1a/2a con los personajes públicos, lo que parece dejar esta
clase indiferente en cuanto al escenario de posesión por espíritus. Sin
embargo, antepasados, espíritus de la estirpe y jefes contienen todos ellos

Tabla 6. Algunos sustantivos shona para jefes, médiums, espíritus, leones y con-
ceptos relacionados

Clase 1/2 (mu-/va-), personas, miembros de tribus"


mudzimu, vadzimu 'espíritu(s) de la estirpe'
mucinda 'hijo de un jefe'
muroyi, varoyi 'espíritu(s) maligno(s)', 'brujo(s)'
munhu, vanhu 'persona(s)'
Clase lal2a (0/va-), parientes, personalidades públicas, socios, personificaciones
ishe, madzishe 'jefersj'"
mambo 'jefe principal'
nevanje 'heredero de la jefatura'
Clase 3/4 (mu-/mi-), fenómenos atmosféricos, cosas largas, algunas partes del cuerpo
mudzimu, midzimu 'espíritus de la estirpe', 'sombra de antepasado'
mnea 'aire, alma'
muti, miti 'árbol(es)' 13
Clase 5/6 tri-lma- y, personas y cosas que inspiran miedo, colecciones, aumentativo,
gran tamaño
shave, mashave 'espíritu(s) extranjero(s)'
svikiro, masvikiro 'médium(s) de espíritu'
ma-dzi-Baba 'antepasados'

13 En un trabajo reciente dedicado a un análisis en profundidad de la clase 3 del shona, el autor pro-
pone que la misma «gramatical iza y lexicaliza modelos y escenarios culturales fundamentales: (l)
el modelo shona de las plantas, (2) el escenario cultural de moler el grano con un mortero, (3) el
escenario cultural de la curación que incluye peticiones y sacrificios a los antepasados y (4) el esce-
nario de los antepasados como dadores de lluvia» (Gary B. Palmer y Claudia Woodman [1999],
«Ontological Classifiers as Polycentric Categories, as Seen in Shona Class 3 Nouns». Se publicará
en M. Puetz y M. Verspoor [eds.], Explorations in Linguistic Relativity. Amsterdam y Filadelfia,
Johns Benjamins, pp. 225-249). En este mismo trabajo, se propone que las clases nominales están
caracterizadas por la presencia de varios centros, y no por un único prototipo central; los centros
están formados por diversas experiencias físicas, culturales, etc., enlazadas en una red; proponen el
término de categoría policéntrica. (N. del T.)

168
lA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y lAS VISIONES DEL MUNDO

Tabla 6. Algunos sustantivos shona para jefes, médiums, espíritus, leones y con-
ceptos relacionados (continuación)

Clase 9/10 (N-/N- )d, animales, aves y reptiles; diversas clases de personas, objetos
cotidianos
rnhondoro 'antepasados tribales', 'espíritus tribales', 'león', 'médium
de espíritu tribal"
ngozi 'espíritus vengativos"
QaQga 'hechiceros, adivinos'
tigoma 'tambor'
ttgomna 'mujer estéril'
rnhizha 'herrero'
rnhuka 'animal'
shurnba 'león'
mbada 'leopardo'
nzou 'elefante'
nyati 'búfalo'
tiguruve 'cerdo'
imbga 'perro'
tiombe 'ganado vacuno'
rnornbe 'cabeza de ganado'
nyarna 'carne'
mtieni 'extranjero'
hari 'olla'

a Las designaciones de categorías y la mayoría de los términos proceden de Fortune (1955: 60-132). Otros
términos proceden de Fry (1976), Gelfand (1956,1959,1964,1965,1973) YLan (1985).
b Compárese protobantú -kumu 'jefe' (9110) (Creider 1975).

e ri- se realiza como sonorización de algunas consonantes iniciales.

d N representa una consonante nasal, pero el sistema es demasiado complejo para describirIo aquí. Véase

Fortune (1955: 83-84).


e La pertenencia a esta clase es dudosa.

un prefijo de plural secundario de la clase 10. Exactamente en qué difiere


semánticamente el término para ancestros (ma-dzi-6a6a) del usado para
espíritus de la estirpe (vadzimu o midzimu) es algo que no está claro.
Podemos continuar delineando cadenas de conexiones basadas en domi-
nios comunes de la experiencia y en otras relaciones, de acuerdo con el
método de Lakoff. Hechiceros y mujeres estériles pertenecen a la clase
9110.Una función importante de los hechiceros es curar a las mujeres estéri-
les, y los hechiceros suelen usar tambores en las ceremonias de curación. Es
interesante que los términos para hechiceros, mujeres estériles y tambores
-I/.aI/.ga, ngomtia y tigoma, respectivamente- sean fonológicamente
muy similares, compartiendo el marco abstracto [NvbajONa],donde N es I/.,

169
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

iig, mn o m, donde aparece siempre una consonante continua nasal y, excep-


to para m, un segmento velar. El problema con este tipo de razonamiento es
que pueden encontrarse otras conexiones de la clase 9/10 igual de salientes
para los shona, en un grado igual o mayor: los tambores están cubiertos de
piel de animal; los médiums se comparan a bolsos llenos de sus espíritus
(Fry 1976: 30); ya que los animales salvajes también son poseídos por los
espíritus, también ellos pueden compararse a contenedores, igual que las
mujeres estériles y los tambores. El término para ganado vacuno, tiombe, es
fonológicamente similar al de hechiceros, mujeres estériles y tambores. Los
perros se usan para cazar animales salvajes. Los extranjeros pueden compa-
rarse a los médiums tiattga porque son poseídos por espíritus extranjeros.
Es posible que todas estas cqnexiones entren en la determinación de la per-
tenencia a una clase, o que no lo haga ninguna de ellas. Sin duda hay infini-
dad de otras conexiones de las cuales no tienen ni idea los que no son shona.
Es por este motivo por el que es necesario un trabajo de campo que inquiera
sobre la base cultural de la categorización y clasificación en shona, a fin de
hacer de esto algo más que una hipótesis atractiva.
Para concluir esta investigación, puedo estar de acuerdo con Spitulnik
(1987) en que cada clase nominal comprende un cierto número de nociones
relacionadas que implican interpretaciones culturales. Preferiría no llamar
«estereotipo» a cada conjunto de nociones, como hizo ella. En vez de eso,
cada una de las ideas del conjunto será en sí misma un prototipo o un esque-
ma. Algunas de las ideas, como las de posesión por los espíritus ancestrales
de jefes y por espíritus extranjeros o espíritus ancestrales menores, son
escenarios muy ricos y aproximadamente equivalentes a los dominios de
experiencia de Lakoff (1987). De modo parecido a lo que sucede en dyirbal,
los agentes y personajes involucrados en los escenarios rectores pueden
dividirse en varias clases. Igual que en dyirbal y chibemba, para cada clase
parecen existir miembros centrales o designaciones genéricas que subsu-
men muchos miembros de cada clase: p.ej., -nhu 'persona' para 1/2, -ti
'árbol' para 3/4, -shave 'espíritu extranjero' para 5/6, mhuka 'animal' o
nyama 'carne' para 9110. No está claro que un pequeño conjunto de contras-
tes tenga importancia para la organización de los miembros genéricos y cen-
trales, pero sí son importantes para las asignaciones de los esquemas de
forma y sustancia, como se mostró en la figura 9. Ciertamente, no hay nada
comparable al evidente contraste de macho y hembra del dyirbal, pero en
las lenguas bantúes el número de clases es mayor. Nuevas investigaciones
podrían explicar por qué ciertos esquemas de forma y ciertos agentes de
escenarios prototípicos van en la misma clase. Parece que la concatenación
de categorías es importante para la organización de las clases, pero es nece-
sario investigar mucho más.
\
"
170
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

En cuanto al protobantú, Denny y Creider (1986: 221) siguieron una


línea de razonamiento similar al decir que «los casos problemáticos [en la
clase de figuras sólidas extensas, 3/4] incluyen dos partes del cuerpo, cabe-
za y frente, para las cuales es posible que la longitud tenga un especial valor
cultural» (similaridad) y «la otra parte del cuerpo, el corazón, ciertamente
no tiene forma extensa pero está unida a los vasos sanguíneos, que pertene-
cen a las clases extensas 3/4 y 11/1O» (contigüidad, metonimia o mismo
dominio de experiencia). Igual que Lakoff, supusieron que la metáfora
podía explicar la clasificación: «Creemos que una breve observación de los
sustantivos abstractos sugiere que la extensión espacial puede aplicarse
metafóricamente a la extensión temporal, incluyendo así año, mes y día».
Mientras reconocen que varios términos de cada clase comparten rasgos
comunes, los lingüistas han mostrado frecuentemente extrañeza por las
excepciones, atribuyéndolas a asignaciones arbitrarias o incluso a la degene-
ración lingüística. Thomas Hinnebusch (1979: 229), por ejemplo, argumentó
que la lengua bantú ancestral «seguía parámetros semánticos consistentes»,
pero según las diversas lenguas bantúes se iban desarrollando separadamen-
te, «la base semántica del sistema clasificatorio se fue deteriorando». La teo-
ría es atractiva por su simplicidad. Una lengua desarrolla un pulcro conjunto
de categorías expresadas en clases nominales, pero la dispersión de la lengua
las desorganiza. Desgraciadamente, las cosas no son tan simples, probable-
mente. La teoría no explica, por ejemplo, por qué nunca conseguimos encon-
trar esos conjuntos de categorías tan pulcramente organizados en las lenguas
clasificatorias contemporáneas, sean o no bantúes.
Una perspectiva cognitiva basada en las categorías complejas sugiere
que la teoría de la degeneración del lenguaje está equivocada. Parece proba-
ble que las clases nominales bantúes siempre hayan sido un tanto difusas.
Proponer un protobantú puro con clases nominales nítidas desde el que han
degenerado las lenguas bantúes actuales parece un poco romántico y puede
recordamos a las teorías de evolución cultural del siglo XIX, que sostenían
que las formas exóticas de parentesco, las creencias e incluso las variedades
físicas humanas debían ser supervivencias, en sociedades ya degeneradas,
de otras formas anteriores superiores o más puras. Si, hace varios siglos,
hubiera habido gramáticos del protobantú que hubieran hecho intentos
conscientes de racionalizar su sistema de clases nominales, probablemente
habrían encontrado igual de difícil definir la semántica de cada clase. A lo
largo de los siglos, es seguro que los hablantes bantúes han añadido y quita-
do muchos términos de las clases siguiendo los principios de concatenación
de categorías. Los términos con significados que encajaran muy claramente
en las categorías semánticas tendrían pertenencia estable a la clase, mientras
que los que encajaran n,\alcambiarían de clase más fácilmente.
,
"

171
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

¿Por qué no se limitan los bantúes a crear más clases para las palabras
difíciles de encajar? Quizá porque el mundo contiene fenómenos tan infini-
tamente variables que la racionalidad perfecta exigiría tantos cientos o
miles de clases como para que éstas fueran completamente imprácticas. En
vez de eso, vieron que tenía un valor utilitario contar con sólo unas pocas
clases a las que enlazar los nombres mediante relaciones semánticas salien-
tes para las culturas bantúes. Existe una economía clasificatoria que favore-
ce pequeños números de clases en sistemas fono lógicamente cerrados pero
semánticamente abiertos. Los nombres son asimilados a las clases a base
de (1) elaborar el esquema clasificatorio en el caso de los sustantivos cen-
trales y (2) extender significados centrales por similaridad o conexión
metonímica en el caso de aquellos con significados periférico s para la defi-
nición de la clase. Denny (1986: 302) propuso la hipótesis de que las clases
expresan «tipos», que son «variables restringidas en cuanto a la clase de
unidades que abarcan». Su función es «proporcionar expectativas sobre el
predicado verbal».
Una segunda razón de por qué las clasificaciones nominales de las len-
guas bantúes modernas pueden diferenciarse unas de otras y de la proto-
bantú es que las lenguas y las culturas bantúes han evolucionado. Las pobla-
ciones bantúes se fueron expandiendo en tiempos prehistóricos e históricos,
emigrando desde África central hacia África oriental y meridional, pueblos
y clanes se dispersaron por nuevos territorios y explotaron nuevos recursos.
Los pueblos bantúes en dispersión encontraron nuevos vecinos, hicieron
nuevos amigos y aliados y adquirieron nuevos animales domésticos y nue-
vas ideas. Al asentarse y aumentar su número en lugares nuevos, los viejos
recursos adoptaron para ellos significados nuevos. Algunos de estos aconte-
cimientos pueden haber inspirado, o incluso exigido, una reclasificación de
las entidades existentes en sus visiones del mundo. Así, las clasificaciones
modernas de los sustantivos deberían verse como sistemas simbólicos evo-
lucionados pero no degenerados. Una mejor comprensión de la semántica
de las clases nominales puede obtenerse a través de estudios de base lingüís-
tica de las culturas, historias y ecologías bantúes.
Una explicación cognitiva distinta de las clases nominales bantúes es la
propuesta por A. P. Hendrikse y G. P. Poulos (1994). Estaban de acuerdo en
que no se puede identificar un conjunto de rasgos semánticos compartido
por todos los miembros de cualquier clase nominal y adelantaron la hipóte-
sis de que la semántica de los nombres varía a lo largo de un continuo, desde
una noción prototípica de entidades concretas delimitada en el espacio tridi-
mensional hasta meras relaciones como locativos e infinitivos. Para ellos,
las clases nominales bantúes predican (<<gramaticalizan») segmentos del
continuo que va de lo concreto a lo relacional.

172
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

Hay algunos problemas con la teoría del continuo semántico como expli-
cación para las clases nominales del bantú o de cualquier otra lengua. Es
probable que los sustantivos de cualquier lengua pudieran disponerse sobre
ese continuo semántico que va de las entidades concretas a las relacionales.
¿Por qué, entonces, varía de una lengua a otra el número de clases, y por qué
organizan las lenguas sus clases en tomo a conjuntos diferentes de prototi-
pos y miembros centrales? La teoría del continuo semántico no explica por
qué segmentos particulares del continuo son suficientemente importantes
para los hablantes bantúes como para diferenciarlos dentro de la .grarnática.
La teoría de las categorías complejas sí puede hacerlo. El problema del con-
tinuo semántico es que elimina la cultura de la organización de las clases
nominales. Como dijo Michael Agar (1994), necesitamos devolver la cultu-
ra al círculo que suele dibujarse en tomo a la gramática. Igualmente, en una
discusión de los clasificadores nominales del birmano, Robbins Burling
(1970: 6) concluyó que «incorporar explícitamente factores del mundo exte-
rior al lenguaje puede ser más satisfactorio que un análisis que intente limi-
tarse a lo gramatical».
Si la teoría de las categorías complejas de los clasificadores nominales es
correcta, podemos predecir que la mayoría de las raíces nominales variará a
veces en sus asignaciones a las clases porque los hablantes intentan categori-
zarlas de diversos modos de acuerdo con su forma, su carácter personal, su
carácter salvaje y otras cualidades abstractas de los sujetos, que pueden ubi-
carse en diferentes dominios conceptuales. De hecho, podemos ver esto en los
términos del swahili basados en la raíz toto: m-toto 'niño' (clase persona), ki-
toto 'infantil' (clase cosa) y u-toto 'infancia' (clase abstracta). Con la raíz -ti
'árbol, palo', el uso del prefijo de árbol produce m-ti 'árbol', pero el uso del
prefijo cosa produce ki-ti 'silla', esto es, un objeto inanimado hecho de un
árbol o, en forma más abstracta, de palos. Así, los clasificadores ponen de
relieve ciertos rasgos de sus complementos nominales; perfilan dimensiones
del predicado nominal que de otro modo sólo serían tácitas o, para decirlo con
palabras de Denny (1986), despiertan expectativas. Al hacerlo así, estrechan
el ámbito de correspondencias adecuadas con los complementos verbales.
Las clases nominales bantúes funcionan como complejos simbólicos de
prefijos que entran en construcciones con raíces de nombres, adjetivos y
verbos, siempre regidas por la conceptualización del sustantivo. Para aque-
llos sustantivos que más claramente encajan en su clasificación, los prefijos
de las clases nominales funcionan (semánticamente) como esquemas. Para
aquellos términos que parecen inadecuados para su clasificación, las clases
nominales funcionan más como prototipos o, metonímicamente, como eti-
quetas de dominios de experiencia que incluyen predicados nominales. Ya
que existe cierta laxitud en la asignación de los sustantivos a las clases, los

173
INTERPRETACIONFS y APLICACIONFS

hablante s pueden usar los prefijos de clases nominales para producir pala-
bras nuevas y reesquematizar las raíces nominales.
Esta flexibilidad gramatical no está limitada a las lenguas bantúes. Bur-
ling (1970: 58-62) escribió sobre una flexibilidad semejante en la asigna-
ción de los clasificadores numerales birmanos. Mary R. Haas (1967: 358-
359) señaló que, en yurok, el mismo sustantivo admite el uso de diversos
clasificadores. En algunos casos, se produce una clara diferencia de signifi-
cado referencial (<<así,ci.sep' significa 'arbusto de flores' cuando se clasifi-
ca como arbustivo, pero 'flor' cuando se clasifica como redondo») pero, en
otros casos, afirmó, no había «diferencia alguna en significado referencial»
y la diferencia de clasificación era «enteramente taxonómica». Esta genera-
lización es indudablemente cierta si por «significado referencial» queremos
decir sólo significado ostensivo: la asignación a un objeto o rasgo percepti-
vo del entorno objetivamente disponible. Sin embargo, pasa por alto la idea
de que los clasificadores ponen de relieve rasgos seleccionados de sus refe-
. rentes. El concepto perfilado por el clasificador más el sustantivo varía
según el clasificador y también según el predicado nominal.

Cosas rígidas, cosas flexibles y cosas pastosas en apache

Hasta ahora hemos encontrado dos procedimientos gramaticales usados por


las lenguas para clasificar los sustantivos: los clasificadores nominales morfé-
micos libres del dyirbal y los marcos prefijales de concordancia de las lenguas
bantúes. En Norteamérica existe una familia de lenguas indígena de Canadá
occidental, Alaska, Arizona y Nuevo México que se denomina colectivamen-
te atabascano. Las más conocidas son las lenguas apache y navaja, muy estre-
chamente emparentadas, del suroeste de Estados Unidos. Las lenguas atabas-
canas dotan a sus verbos de los mismos tipos básicos de información que las
lenguas bantúes sitúan en sus prefijos de concordancia. Todas las lenguas
atabascanas contienen clases de temas verbales agrupados de acuerdo con
los tipos de objetos que sufren los procesos denotados por los verbos. Estos
temas contienen por tanto información tanto nominal como verbal.
Los objetos clasificados por los temas verbales atabascanos son las figu-
ras de los esquemas figura-fondo, que incluyen trayectoria, movimiento y
manera (Talmy 1985: 60-76). Así, el navaja y el apache pertenecen a un tipo,
junto con el atsugewi, una lengua hoka del norte de California, en la que los
verbos de movimiento suelen unir la figura con el hecho-de-movimiento.
Esto es, el verbo predica tanto la forma esquemática del objeto con función
de figura como el tipo de movimiento que sufre esa figura. Glosas típicas
serían «cosa larga, delgada y rígida cae» o «cosa redonda e..: bajada». En
\
,

174
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

contraste, los verbos ingleses (y los chinos) suelen unir el hecho-de-movi-


miento con la manera (p.ej., inglés slide 'deslizarse', roll 'rodar', bounce
'rebotar'); las lenguas románicas, juntamente con las semíticas, polinésicas,
el nez perce y el caddo, prefieren unir el hecho-de-movimiento con la trayec-
toria (p.ej., español entrar, salir, pasar). Como muestran estos ejemplos, los
esquemas verbales cruzan los límites de las grandes familias lingüísticas.
Los temas verbales del apache occidental funcionan de manera parecida
a los clasificadores bantúes en tanto en cuanto diferentes clasificaciones del
mismo argumento perfilan de manera selectiva dimensiones diversas de ese
argumento. Esto puede verse claramente en la descripción que hace Basso
de cómo el tabaco puede perfilarse como alargado, como un cigarrillo, o
como cuadrado y compacto, como un paquete de cigarrillos:

Por ejemplo, en apache occidental los temas -tífh y -' áh se encuentran en expre-
siones como nát' oh shantííh y nát' oh shan' áh, que pueden interpretarse aproxi-
madamente como «dame tabaco». La diferencia de significado entre los verbos
.,' de estas expresiones está señalada por sus temas respectivos: shantiiñ especifica
que hay que manipular un único objeto alargado, mientras que shan' áh especifi-
ca que el objeto es cuadrado y compacto. Los dos temas verbales identifican así
distintos referentes del sustantivo nát' oh (,tabaco'), indicando de este modo que
la primera expresión se interpreta correctamente como «dame el cigarrillo» (o
quizá un cigarro), la segunda como «dame el paquete de cigarrillos» (o quizá
una bolsa de tabaco de mascar) (1990b: 1).

He utilizado la descripción de Basso para construir la tabla 7, que pre-


senta las categorías de temas verbales del apache occidental 14. Estos temas
revelan las dimensiones físicas del trayector que tienen saliencia para los
hablantes de apache. Basso presentó las categorías de la tabla 7 en el con-
texto de un análisis formal en el que halló que siete dimensiones semánticas
son necesarias y suficientes para definir las trece categorías de temas verba-
les del apache occidental. Las dimensiones son ANIMAL/NO ANIMAL, RECINTO
CERRADO (EN UN CONTENEDOR), ESTADO (SÓLIDO, PLÁSTICO, LÍQUIDO), NÚME-
RO, RIGIDEZ, LONGITUD Y PORTABILIDAD. Un rápido examen revela que cada
dimensión puede entrar en la definición de sólo uno de los esquemas de la
tabla 7 o en unos pocos de ellos. La ocupación parcial de la matriz semánti-
ca formada por las siete dimensiones semánticas sugiere que las selecciones
verbales están regidas por esquemas y no por dimensiones.
14 He abreviado parte de sus descripciones de las categorías y sólo presento algunas glosas de temas

verbales representativos. La descripción de las clases verbales del apache que ofrece Basso es
mucho más formal y completa. He reemplazado especificaciones formales como «la longitud es al
menos tres veces mayor que la anchura o altura» (~ «largo») y he omitido especificaciones negati-
vas como «no animal», «no encerrado en un contenedor» y «la longitud es menos de tres veces la
anchura o la altura». .•
\

175
OBJETIVOS Y CONCEPTOS

Este libro se apoya en teorías anteriores de la antropología lingüística y


toma muchos elementos de la lingüística cognitiva para construir una teoría
de la lingüística cultural que pueda abarcar toda la gama de fenómenos lin-
güísticos con los que suelen encontrarse los antropólogos en su trabajo de
campo. Discutiré muchos casos específicos que ilustran los diseños cogniti-
vos de las lenguas. Estos casos mostrarán que las visiones del mundo pro-
porcionan algunos de los modelos básicos sobre los que se organizan las
lenguas del mundo.
En este libro se encontrarán más problemas de investigación que res-
puestas. Hay dos razones para ello. Primero, el enfoque es nuevo; en segun-
do lugar, en el libro hay más fenómenos lingüísticos interesantes de los que
los lingüistas y antropólogos existentes pueden llegar a estudiar nunca con
rigor científico. La variedad de casos considerados en este libro es suficien-
te para revelar un amplio número de posibilidades lingüísticas. Proceden de
Europa, Asia, Norteamérica, Centroamérica, Japón, Oriente Medio, África
y Australia. En este extenso territorio he elegido arrojar mi red conceptual
sobre un pequeño muestrario de lenguas y formas lingüísticas, esperando
pescar algo interesante. El diseño de la lingüística cultural será el tema de
varios capítulos, pero primero hemos de inspeccionar algunas de las redes
viejas para comprobar dónde siguen enteras y dónde pueden necesitar
remiendos.
INTERPRETACIONES Y APliCACIONES

Tabla 7. Categorías semánticas de las clases verbales del apache occidental.


Construido a partir de Basso (1990b: 1-14)

1. objetos únicos, sólidos, largos, rígidos (-tiih)


lápiz, pluma de escribir, cuchillo de caza, palanca, leño
II. objetos únicos, sólidos, compactos, rígidos (-' áh)
cubo, taza de café, sartén, zapato, bombilla eléctrica
I1I. objetos únicos, sálidos.planos.flexibles (-tsoos)
hoja de papel, sábana, saco de dormir, pantalones, tortilla
IV. objetos únicos, sólidos, largos.flexibles, y dos objetos de las categorías 1, 1/,
1/1Y IV (-léh)
lazo, cordón de zapato, cinturón, cable eléctrico, más dos de cualquiera de
los elementos de I-IV, como dos lápices, cubos, hojas de papel o lazos
V. más de dos objetos sólidos, largos, rígidos (-diif)
«más de dos de cualquier elemento de la categoría 1», como tres lápices, cua-
tro plumas, cuatro cuchillos de caza
VI. más de dos objetos sólidos, compactos, rígidos (-jáh)
«más de dos de cualquier elemento de la categoría 11»,como tres cubos, cua-
tro lámparas de queroseno, cinco hogazas de pan
VII. más de dos objetos sólidos, flexibles (né')
«más de dos de cualquier elemento de la categoría I11, y más de dos de cua-
lesquiera elementos que, cuando se mencionan en singular, pertenecen a la
categoría IV», como tres hojas de papel, una pila de seis tortillas, ocho cami-
setas, una pila de mantas
VIII. masas o conglomerados de material plástico (-ttééh)
barro, arcilla húmeda, copos de avena, helado
IX. líquidos que no están en un contenedor (-ziig)
agua, refresco, cerveza, gasolina, sopa
X. objetos encerrados en contenedores rígidos (-kaah)
«cualquier elemento (o elementos) de las categorías 1, I1, 111,IV (componen-
te singular), VIII y IX cuando están metidos en cualquiera de los siguientes:
taza, lavabo, vaso de beber», como una taza de clavos, una taza de granos de
maíz, un vaso con cigarrillos, una cesta con papeles
XI. objetos encerrados en contenedores flexibles (-deh)
«cualquier elemento (o elementos) de las categorías 1, I1, I1I, IV (componen-
te singular), VIII y IX cuando están metidos en cualquiera de los siguientes:
bolsa de papel, saco (para alimentos), bolsa de plástico», como una bolsa de
papel llena de cigarrillos, un atado de gamuza lleno de plumas
XII. animales suficientemente ligeros para ser levantados y transportados fácil-
mente por una sola persona (-teeh)
cachorro de perro, ternero, trucha, serpiente de agua, lombriz, gato montés,
cabra, niño humano
XIII. animales demasiado pesados para ser levantados y transportados fácilmen-
te por una única persona (-loos)
novillo, vaquilla, vaca, toro, caballo, ciervo adulto, humano adulto, puma

,-,

176
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

Las correspondencias semánticas entre los clasificadores apaches y ban-


túes son llamativas dado que las dos lenguas están separadas por un océano,
pertenecen a familias lingüísticas totalmente distintas y son habladas por
personas con entorno s físicos y culturales enormemente diferentes. Las cla-
ses son similares en número: diez en bantú y trece en apache. Ambos siste-
mas pueden clasificarse en base a dimensiones de animicidad, longitud y
carácter líquido. La clase apache de masas o conglomerados de material
plástico se parece a la clase bantú de sustancias que se pegan una a otra.
Más allá de estas significativas similaridades, las categorías bantúes
revelan un mayor interés por diferenciar a los seres humanos de los anima-
les, así como por la curvatura de los objetos, el reconocimiento de sustan-
cias intangibles y la evaluación social; el apache parece centrarse más en
valores tangibles y mecánicos: pluralidad, flexibilidad, posibilidad de estar
dentro de un contenedor y portabilidad. Por razones desconocidas, las cla-
ses del apache parecen mucho más regulares y predecibles que las del proto-
bantú. Esta diferencia podría ser auténtica, o bien el resultado de diferentes
métodos de elicitación o análisis. La fusión de los clasificadores nominales
con el verbo en apache sugiere que los esquemas de clase son más relevan-
tes para la selección del verbo que cuando se trata de sistemas en los que los
clasificadores son morfemas libres o prefijos del sustantivo. Esto parece
estar relacionado de alguna forma con el hecho de que el sistema apache ha
evolucionado para describir la adecuación de los objetos y animales para su
manipulación mecánica.
¿Por qué algunas lenguas favorecen esquemas conducentes a la manipula-
ción de objetos mientras que otras parecen clasificar sus sujetos a distancia?
Denny (1979) planteó la hipótesis de que los sistemas de clasificadores
nominales se desarrollan para adaptarse mejor al entorno. Las lenguas habla-
das por cazadores-recolectores que viven en entorno s abiertos es más proba-
ble que contengan formas gramaticales adecuadas para clasificar objetos a
distancia. Así, el esquimal tiene un «estilo distal de clasificación» con una
clase extensa que se aplica sólo a objetos grandes, como una escoba o un
fusil, pero no un lápiz. Los clasificadores de los cazadores-recolectores toba
de los amplios espacios del Chaco argentino son similares. Los clasificado-
res de lenguas habladas por los cazadores-recolectores que habitan en entor-
nos boscosos es más probable que muestren un «estilo proximal» de clasifi-
cación que especifica tipos de objetos, sugiriendo una preocupación por la
manipulación de objetos a corta distancia. Así, en cree y en ojibwa, los obje-
tos extensos se subclasifican como rígidos o flexibles. Ya hemos visto que los
clasificadores apaches están organizados según los estados de sólido, plástico
y líquido y por su rigidez y portabilidad. Los sistemas clasificatorios atabas-
canos, incluyendo el del apache, se originaron en el bosque boreal.

177
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

Denny propuso también la hipótesis de que los sistemas de clasificadores


de las lenguas habladas por personas preocupadas por los límites de la propie-
dad y las que viven una existencia sedentaria en casas añadirán probablemente
una dimensión de «interioridad», a menudo esquematizada como «anillo» o
«agujero». El protobantú, que esperaríamos que encajara en este patrón, se
aleja de él en realidad, agrupando éstos con la clase no extensa del contorno,
pero dentro de la clase encontramos «no sólo 1) anillos y 2) agujeros, sino
también 3) contenedores como ollas de arcilla y botellas de calabaza, 4) casas
y 5) espacios geográficos como claro del bosque, suelo, espacio abierto, aldea,
lago y pradera» (Denny 1979: 111). El bella coola, una lengua salish de la
Columbia Británica, se incluye en el grupo de lenguas que tienen la distinción
entre las figuras de contorno con anillo y las que tienen un agujero. El bella
coola tiene sufijos léxicos que aparentemente funcionan sólo como clasifica-
dores. Entre éstos encontramos -al 'contenedor', -aX 'objeto largo', -aXikt
'objeto largo, plano', -ikt 'objeto plano', -l 'objeto de forma de aro', -ul 'casa'
y id- 'objetos tridimensionales' (Saunders y Davis 1975c). Citando a H. E.
Driver (1969), Denny (1979: 112) observó que «los lugares de caza, pesca y
recolección de los salish eran propiedad de hombres ricos con derechos de uso
pertenecientes.a sus parientes. La propiedad podía comprarse y venderse y era
heredada por el hijo del propietario». Otras lenguas además del bella coola y
el protobantú que clasifican por «interioridad» son trukés, tzeltal y birmano.
Las especulaciones de Denny son plausibles, pero como su razonamien-
to se basaba solamente en un reducido número de casos y de familias lin-
güísticas, difícilmente puede considerarse probado e indiscutible. Observe-
mos un posible contraejemplo. El coeur d'alene está emparentado con la
lengua bella coola que Denny eligió como ejemplo. Antes, los coeur d'alene
eran cazadores-recolectores que vivían buena parte del año en el entorno
boscoso de las Montañas Rocosas del norte de Idaho, aunque algunas fami-
lias pasaban parte del año en las praderas abiertas de la cuenca del río
Columbia. A primera vista, la teoría parece válida para los sufijos léxicos
del coeur d'alene 15. Ya que eran cazadores-recolectores que recorrían un
amplio territorio en un entorno boscoso, esperaríamos un «estilo proximal»
de clasificación. Como podría esperarse, el coeur d'alene tiene una variedad
de sufijos extensos que son rígidos o flexibles:

extenso rígido (1D) (-ilqW 'árbol, palo')


extenso rígido (2D) (ic;m' 'espalda')
extenso flexible (2D) (ico? 'piel humana o animal'; -ilx" 'piel, estera,
cobertor')

15 Véase la nota 11 anteriormente.

178
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

Éstos también parecen encajar con el «estilo proximal» identificado por


Denny. Sin embargo, el coeur d'alene tiene también sufijos referentes a ras-
gos como ladera de montaña y camino de tierra, pruebas de «estilo distal»:

extenso vertical (2d) (-inc 'vientre, banco, ladera')


extenso horizontal (-ilqs 'camino, sendero, final/extremo')

A diferencia de los otros cazadores-recolectores citados por Denny, pero


de forma semejante al bella coola costero, el coeur d'alene tiene también
una variedad de sufijos que sugieren un interés por la «interioridad». Entre
éstos encontramos:

-qon 'cabeza, contenedor, parte superior'


-gr»l 'canoa, carromato, abdomen' (contenedor abierto o cerrado)
-il 'dentro'
-C;Jn 'boca, superficie interior' (borde 2D)
-ilpq 'boca'
-ilgris 'corazón, estómago' (sentido interior)
-iw' is 'entre'

Desde luego, no todos son clasificadores en sentido estricto, porque la


mayoría tiene también contenido léxico específico, pero en sus sentidos
abstractos funcionan de manera muy semejante a los sufijos clasificadores
del bella coola citados por Denny. La divisoria entre clasificador y sufijo
léxico es difusa en las lenguas salish, como parece serio también en yurok.
Haas (1967: 359) observó que el sufijo clasificador yurok -ep 'árbol, arbus-
to' quizá «no es [...] estrictamente hablando, un clasificador, sino simple-
mente un sufijo concreto que puede usarse con temas numerales y también
nominales». Esta flexibilidad funcional de los sufijos léxicos del coeur d'a-
lene y el yurok es sin duda un fenómeno mucho más general en el que los
sufijos nominales sustantivos puede sufrir procesos de gramaticalización
que gradualmente acaban por transformar a algunos de ellos en clasificado-
res. Quizá una forma aún mejor de ver este fenómeno es pensar que el coeur
d' alene y el yurok tienen un gradiente de clasificadores que se extiende
desde lo muy abstracto hasta lo muy específico. Estos últimos se conocen
más normalmente como sufijos léxicos o sustantivos.
Dicho sea de paso, los clasificadores sufijales verbales del coeur d'alene,
el bella coola y el yurok proporcionan un grado de relevancia a la predica-
ción verbal que es menor que la fusión supletiva de los verbos atabascanos,
pero mayor que los morfemas libres del dyirbal. La escala de clasificadores
nominales discutida hasta aquí p\)dría representarse en la siguiente forma,
\
'--

179
INTERPRETACIONFS y APUCACIONFS

de lo menos relevante a lo más relevante (para la predicación verbal): morfe-


ma libre en sintagma nominal> afijo en sustantivo> afijo en verbo> suple-
tivo verbal. Las lenguas bantúes tienen afijos clasificadores en sustantivo y
verbo. A la vista de esta escala, es interesante el hecho de que los clasifica-
dores morfémicos libres de los sintagmas nominales del dyirbal no parecen
nada interesados por las formas o las sustancias, lo que sugiere un mayor
grado de independencia de la predicación y la selección verbales.
No está claro por qué el coeur d' alene habría de dar pruebas de «interio-
ridad». Antes, el pueblo coeur d'alene vivía probablemente en chozas de
tierra durante el invierno. Aunque familias y bandas tenían áreas de uso tra-
dicional, mostraban escaso interés por la propiedad, la compra o el uso
exclusivo de tierras o recursos (Palmer 1998a). Su acceso a los pescaderos
de salmón en el río Spokane era limitado. Así, no parecen encajar muy bien
en ninguna de las amplias clasificaciones de ecología lingüística y cultural
propuestas por Denny. Mientras que el intento de Denny de relacionar clasi-
ficadores con patrones de actividades culturales características de diversos
entorno s parece razonable, las amplísimas categorías de entorno cerrado
frente a entorno abierto, interioridad y estilos proximal y distal son proba-
blemente inadecuadas para describir los rasgos relevantes de todas las len-
guas clasificatorias. Es probable, por ejemplo, que las culturas materiales de
muchos cazadores-recolectores que se mueven en territorios amplios les
hagan adquirir un interés clasificatorio por los contenedores y otras mani-
festaciones de interioridad.
Existe también evidencia de que esquemas culturales más amplios, y no
la simple conveniencia material, pueden influir en las dimensiones de clasi-
ficación nominal y verbal en formas que aún comprendemos mal. En el
siguiente apartado discutiré la concepción que tiene la lengua navajo de un
mundo animado en el contexto de un marco lingüístico para el estudio de la
animicidad. El control inteligente sobre cosas y seres de varias masas pare-
ce otro esquema fundamental en la visión del mundo de los navajos y deter-
mina el uso de prefijos de objeto en el verbo navajo. También discutiré la
relación entre esta jerarquía navaja de control y las propuestas de jerarquías
universales de animicidad y empatía lingüísticas.

Animicidad lingüística

Bernard Comrie (1989: 266) argumentó que la animicidad es una categoría


conceptual universal. Podría pensarse que la animicidad puede representar-
se mentalmente como un escenario de seres vivos en acción. Sin embargo,
\ Cornrie parecía definir la animicidad no como un modelo mental sino como

180
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

una jerarquía de entidades dispuesta en la escala humano> animal> inani-


mado. Afirmó que «algunas lenguas hacen distinciones más toscas (v.g.
humano frente a no humano, animado frente a inanimado) o distinciones
más sutiles» (1989: 264). Así que para Cornrie lo primario no es la estructu-
ra de los modelos mentales de animicidad, sino las distinciones entre nive-
les. En mi opinión, esto es poner el carro delante de los bueyes, porque los
niveles sólo pueden interpretarse adecuadamente una vez que hemos conse-
guido comprender los escenarios que hay tras ellos, sean universales o par-
ticulares de cada comunidad lingüística.
Cornrie (1989: 267-276) discutió una variedad de fenómenos lingüísti-
cos que parecen estar en relación con los sintagmas nominales de animici-
dad alta: pueden tener marcas de caso especiales; es más probable que trans-
mitan distinciones de número, es decir, que sean contables, que muestren
pluralización en los pronombres y que exijan concordancia en el verbo.
También señaló que la animicidad es una cualidad de los sintagmas nomina-
les y por tanto difiere del control, que es «una relación contraída entre un
sintagma nominal y su predicado» (1989: 265).
Cornrie puede tener razón acerca del carácter universal de la animicidad
como categoría conceptual con significación gramatical, pero las culturas
varían considerablemente en su atribución de vida a los fenómenos natura-
les. En las culturas amerindias, plantas, rocas y montañas son considerados,
de forma casi universal, como seres animados porque hay espíritus que
habitan en ellos. Los antropólogos han dado el término animismo a esta
forma de pensamiento (pero no a una religión en particular). Se distingue
del animatismo, que postula que el universo está animado por fuerzas abs-
tractas e impersonales como el yin y yang de la filosofía china. El filósofo
cosmológico Chou Tun-Yi (1017-1073) explicó, por ejemplo, que «los dos
Éteres [el yin y el yang] operan en su interacción para producir todas las
cosas, y éstas a su vez producen y reproducen, de manera que transforma-
ción y cambio continúan sin final [corchetes en el original]» (Fung 1966:
270). Así, mientras que la jerarquía humano> animal> inanimado estruc-
tura con frecuencia las categorías lingüísticas, haríamos mejor en buscar
algún concepto prototípico de animicidad como punto de partida cognitivo
del análisis lingüístico, un concepto como el de movimiento iniciado por sí
mismo característico de los seres vivos, o SERES EN MOVIMIENTO INICIADO
POR ELLOS MISMOS.
Algunas culturas pueden considerar el mundo como esencialmente está-
tico o como esencialmente animado. Yo me encontré con una evidencia lla-
mativa de esto entre hablantes de yaqui, una lengua utoazteca del norte de
México y el sur de Arizona. Mientras realizaba trabajos de elicitación lin-
güística, descubrí que los hablantes yaquis atribuyen cualidades dinámicas a

181
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

ilustraciones que yo tendería a describir como estáticas 16. Hice un rudimen-


tario dibujo de una figura de palotes y una casa, que yo mismo describiría
normalmente como «un hombre de pie al lado de una casa», pero la figura
fue descrita por los hablantes de yaqui, en yaqui, como «un chico que cami-
na junto a una casa». Otras ilustraciones de sujetos animados que aparecen
en lo que a mí me parecían poses estáticas recibieron el mismo tratamiento
(véanse figuras 10 a 12). Sobre la figura 12, me explicaron que el pato esta-
ba siendo arrastrado por la corriente 17. La sesión de elicitación fue demasia-
do breve como para poder hacer afirmaciones concluyentes sobre la imagi-
nería yaqui, pero la experiencia sugiere que para los hablantes de yaqui las
imágenes animadas pueden tener mayor saliencia que las estáticas, y a este
respecto pueden diferenciarse de los hablantes de inglés.

Figura 10. El muchacho camina al lado de la casa.


u 'ili' ow kari-ta mak-u weeye
Det./muchacho/casa- Acus./junto- Pp./caminando
'El muchacho está caminando al lado de la casa'

Figura 11. La abeja trepa por la pared.


u mumu sapti-t weama
Det./abeja/pared-Pp./mover
'La abeja trepa por la pared'

16 Participé como alumno en una clase de lengua yaqui impartida en 1989 el Instituto Lingüístico,
en la Universidad de Arizona, Tucson. La profesora era Eloise Jelinek, que no es responsable de las
conclusiones que expongo aquí.
17 Esto es lo que yo recordaba en 1992. Inexplicablemente, parece que no tomé notas al respecto.
También tengo una descripción estática del pato en el agua. \
\.

182
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

Figura 12. El pato se mueve en medio del agua.


u pato nasuk va' am-po weama
Det./pato/medio/ agua -Pp ./mover
'El pato se mueve en medio del água'

La evidencia de una conceptualización esencialmente dinámica del


mundo es más firme en navajo, donde varias generaciones de investigadores
han llegado a conclusiones similares. Harry Hoijer (1964a: 145) observó
que.1os navajas, que son vecinos de los yaquis aunque sus lenguas no están
emparentadas, tienen una «concepción dominante del universo en movi-
miento». Los verbos navajos transmiten movimiento «con un detalle minu-
cioso, incluso hasta el punto de clasificar como semánticamente diferentes
los movimientos de uno, dos o más cuerpos, y a veces distinguiendo tam-
bién entre los movimientos de cuerpos diferenciados por su forma y su dis-
tribución en el espacio». Señaló también que «el alto grado de especificidad
en la expresión del movimiento [oo.] permea el vocabulario navajo» y afecta
incluso a aquellos verbos que a primera vista no parecen ser expresiones de
movimiento (Hoijer 1964a: 145). Incluso conceptos sustantivos se enmar-
can en términos de «alguna acción o movimiento característico de un objeto
o conjunto de objetos». Por ejemplo, háni.be' tz 'luna llena' se traduce como
'un objeto en forma de aro ha girado', Zádildil 'juego de varillas' es 'varios
objetos se mueven repetidamente a través del espacio', ná.lco:s 'papel,
carta' es 'un objeto parecido a tela se mueve' y iná.be:s 'carromato' es
'madera rueda como un aro' (Hoijer 1964a: 146) 18. Esta conclusión ha sido
apoyada por Gary Witherspoon (1977: 48-53) y por Rix Pinxten y otros
(1983: 15), quienes afirmaban que «una característica básica de la visión del
mundo de los navajos, inherente a todos los fenómenos particulares que dis-
tingue, es la naturaleza fundamentalmente activa o dinámica del mundo y de
todo lo que hay en él». Lo dinámico se aplica incluso a los llamados objetos
inanimados. Por ejemplo, tsé si' parece significar 'la roca está en su lugar,
á

18 Hoijer utiliza una grafía del navajo que no es la estándar usada actualmente; así, la e de Hoijer es
ts en la ortografía moderna, y en lugar del signo : para indicar cantidad, hoy se escribe doble la
vocal; p.ej., en lugar de ná.lco:s, hoy se escribe nááltsoós. ="1resto de los ejemplos navajos que apa-
recen en el libro están en la ortografía estándar. (N. del T.) \
'.

183
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

está en el proceso de estar en su lugar' . El mundo navajo es un lugar donde


todas las cosas ya se han puesto en movimiento. Este énfasis lingüístico
navajo por el movimiento ha sido puesto en duda por John A. Lucy (1992a),
quien, sin embargo, observó que, si esto es cierto de los navajos, también es
igualmente cierto de otras lenguas amerindias.

Por qué no se puede decir el caballo pateó al hombre en navajo:


otra opinión más

En una visión del mundo como la de los navajos, donde todas las cosas han
sido puestas en movimiento por los espíritus en los tiempos míticos, los
agentes ya no serían necesarios para propulsar el movimiento, pero seguiría
habiendo necesidad de controlar las acciones inherentes, características o
caprichosas de los seres, y los movimientos de objetos y sustancias. En un
mundo así, sería el control sobre los resultados de las interacciones, más
que la agentividad, lo que les quedaría a los seres humanos y animados. Los
esquemas de control adquirirían mayor saliencia y, en consecuencia, mayor
importancia gramatical. En la lengua de una cultura que presupone un
mundo animado, esperaríamos encontrar la marca de control como un rasgo
destacado de la gramática. La lengua navajo proporciona una ilustración de
este punto. El navajo marca los objetos con prefijos pronominales en los
verbos transitivos (Hale 1973; Witherspoon 1977). Los prefijos de objeto
del navajo están regidos por un esquema de control que también modela
otras áreas de la lengua y la cultura, como la agrupación de seres animados
e inanimados, la clasificación de verbos e incluso los nombres de divinida-
des. Veamos cómo funciona,
Los verbos transitivos del navajo tienen dos prefijos para pronombres
objeto de tercera persona del singular, yi- y bi-, que pueden traducirse según
el contexto por él, ella, ello. Un patrón normal para una oración transitiva
usa yi- como sigue:

líf dzaanéez yiztal


caballo mulo él-él-pateó
'El caballo pateó al mulo'.

Otro patrón, que utiliza bi-, aparece en un paralelo de la pasiva inglesa o


española con inversión de sujeto y objeto, y habitualmente se ha traducido
como tal, pero, como señaló Witherspoon, se trata de un grave error eje
interpretación. He puesto un signo de interrogación delante de la traducción
para indica\ que ésta es cuestionable.
\.,

184
lA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONFS DEL MUNDO

líe dzaanéez yiztal


caballo mulo él-él-pateó
?'El caballo fue pateado por el mulo'.

Ahora bien, según Witherspoon (1977: 64), esta «inversión sujeto-obje-


to» regular no es posible con ciertos sujetos y objetos:

Sin embargo, cuando en vez de mulo usamos un hombre, parece suceder algo
extraño. Encontramos que la oración 'el hombre pateó al caballo'

(3) Hastiin fíe yistal


hombre caballo él-él-pateo

es aceptable, pero que la oración 'el caballo fue pateado por el hombre'

(4) lii hastiin biztal


caballo hombre él-él-pareó

es inaceptable. La oración (4) no es sólo mala gramática; es una imposibilidad


en el mundo navajo.

A fin de comprender lo que sucede, debemos aislar el patrón gramatical


y, además, como sugirió Witherspoon, enlazar este patrón con un esquema
de la visión del mundo de los navajos. Pero en interés de la simplicidad y la
claridad, me alejaré algo del enfoque de Witherspoon introduciendo termi-
nología y conceptos de la semántica.
Los términos sujeto y objeto son aquí de dudosa utilidad, pues suelen
referirse a la vez a posición y significado. Hay una posición de sujeto y una
posición de objeto, que son, respectivamente, inicial y final en inglés y, nor-
malmente, también en español. Pero los términos también se refieren a los
sujetos como actores y a los objetos como receptores de acciones. La confu-
sión se produce al discutir construcciones pasivas donde el objeto semántica
de la acción ocupa la posición de sujeto. Para una discusión precisa del sig-
nificado con independencia de la posición gramatical, es mejor hablar de
agentes y pacientes. Los agentes son iniciadores y controladores de accio-
nes. Los pacientes son entidades afectadas por las acciones de agentes, o
sufren ellos mismos alguna acción involuntaria, como caer. En inglés y
español, el caso habitual es que el agente ocupe la posición del sujeto, y el
paciente la de objeto: The man (AGENTE y SUJETO) kicked the horse (PACIEN-
TE Y OBJETO), 'El hombre (AG y sUJ) pateó al caballo (PAC y OBJ)'. La voz
pasiva funciona en ambas lenguas colocando el paciente en posición de
sujeto: The man (PACIENTE y SUJETO) was kicked by the horse (AGENTE), 'El

185
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

hombre (PAC y sUJ) fue pateado por él caballo (xo)'. Esta alternancia de
agente y paciente en la posición de sujeto puede actuar en otras lenguas
siguiendo principios diferentes, y las diferencias pueden derivarse de dife-
rentes definiciones culturales de agentes y pacientes, esto es, de esquemas
culturales de control y acción.
Comprenderemos mejor lo que sucede en navajo si definimos dos clases
de agentes: aquellos que controlan a otros agentes y aquellos que carecen de
control. Para reforzar la metáfora, podemos ver a estos últimos como agen-
tes impotentes, incapaces de actuar según sus propias intenciones, si las tie-
nen, hasta que sus controladores se lo permiten o hasta que algún agente
primario los empuja a actuar. Sólo los seres animados pueden ser agentes
controladores. Los agentes no controladores o incapaces pueden caer en
cualquiera de las categorías navajas de entidades del mundo, tal como se
representa en la figura 13. Esto es, los agentes no controladores pueden ser
habladores o gritadores animados, o puede ser cualquiera de los tipos inani-
mados de entidades. Veamos cómo se derivan de la cultura navaja estos
agentes y pacientes grarnaticalizados.
En la visión del mundo de los navajos, nada sucede sin la intención y
control de algún ser animado, un ser humano o un espíritu. Hay una jerar-
quía de control, de modo que los seres animados pueden controlar a los ina-
nimados, pero no a la inversa. Entre los seres animados, los habladores,

habladores

animados

< gritadores -- subdivididos a su vez en categorías graduales


basadas en el grado de inteligencia

. '< y la potencia de animación, o e = MI2

<
activado

inanimados corporeo estacionario

incorporeo

Figura 13. Clasificación del control en navaja. Lafórmula e = MF se refiere a la


relación entre control, masa de participantes e inteligencia de participantes. Toma-
do de Gary Witherspoon, Language and Art in the Navaja Universe, p. 78. Copy-
right © por The University of Michigan 1977. Reimpreso con autorización de la
University of Michigan Press.

186
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

como los humanos y ciertos espíritus, controlan' a los gritadores, es decir,


niños pequeños y animales. Al comparar dos habladores o dos gritadores,
hay tendencia a atribuir control al agente de mayor inteligencia y mayor
masa. Normalmente, un gato dominaría a un ratón. Hale (1973: 308) propu-
so una jerarquía de animicidad o potencia como explicación de lo que consi-
deraba como «inversión sujeto-objeto»; pero no elaboró personalmente el
modelo cultural, que predijo sería «sutil y complejo». La figura 14 muestra
un esquema prototípico de acción de los navajas. El agente no controlador
es opcional, como se muestra en la figura 15, que representa sólo un agente
controlador y un paciente. La cláusula española el hombre pateó al caballo
representa este esquema.

AGENTE
CONTROLADOR
CONTROL AGENTE NO
CONTROLADOR
8
_A_C_C_I_Ó_N---+-.

Figura 14. Esquema navajo de acción. Un agente controlador causa o permite a


un agente no controlador hacer algo a un paciente.

AGENTE
CONTROLADOR

hombre
CONTROL
ACCIÓN
8 caballo

Figura 15. - Esquema de acción de la cláusula el hombre pateó al caballo.

A menudo, una cláusula presupone el esquema de acción tripartito repre-


sentado en la figura 14, pero menciona explícitamente sólo uno de los agen-
tes junto con el paciente. La figura 16 representa el esquema subyacente a la
cláusula el árbol rodó contra la roca, que menciona sólo un agente no con-
trolador y un paciente. A veces, el agente controlador y el paciente son el
mismo, como en la cláusula el hombre se dejó patear por el caballo. Esta
situación se representa en la figura 17. Este esquema se reduce para dar el
de la figura 18. Dados los esquemas de acción representados en las figuras,
todo lo que necesitamos decir para explicar las cláusulas con verbos transiti-
vos del navaja es que esta lengua suele marcar el paciente con una partícula
pronominal yi- prefijada al verbo, pero en el caso de que el paciente sea
también el controlador, el prefijo será bi-. Para expre~\~lo de otra forma, el
-,
187
8
INTERPRETACIONFS y APUCACIONFS

AGENTE CONTROL AGENTE NO _A_C_C_IÓ_N


__
CONTROLADOR CONTROLADOR

no especificado árbol roca

Figura 16. Esquema de acción tripartito de la cláusula el árbol rodó contra la


roca. Sólo son explícitos el agente no controlador y el paciente. El agente controla-
dor que puso el árbol en movimiento está implícito.

r---------------------------------------------------------------
,

AGENTE
CONTROLADOR
CONTROL AGENTE NO
CONTROLADOR
ACCIÓN 8' ,

PACIENTE

hombre caballo hombre

Figura 17. Esquema de acción de la cláusula el hombre se dejó patear por el


caballo. La línea de puntos muestra la identidad de agente controlador y paciente.

CONTROL
AGENTE AGENTE NO
CONTROLADOR CONTROLADOR
ACCIÓN

Figura 18. Esquema de acción de agente controlador y agente no controlador,


como en la cláusula el hombre se dejó patear por el caballo. Igual que lafigura 17.

prefijo yi- marca pacientes prototípicos, esto es, aquellos que carecen de
control. El prefijo bi- marca sólo aquellos pacientes especiales que contro-
lan acciones dirigidas a ellos mismos. Es por esto por lo que Witherspoon
considera bi- un marcador reflexivo más que pasivo. Lo llamaré marcador
de paciente controlador. Veamos ahora algunos de los ejemplos proporcio-
nados por Witherspoon (1977: 63-81) a la luz de las distinciones de agente y
paciente que hemos desarrollado aquí:

Agente controlador/Paciente no controlador (yi-)


hastiin lli' yiztal
hombre caballo 3.a-3.a-pateó
'El hombre pateó <\1 caballo'
\.,

188
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

líf dzaanéez yiztal


caballo mulo 3.a-3.a-pateó
'El caballo pateó al mulo'
at' ééd tó yoodláá'
muchacha agua 3.a-3.a-bebió
'La muchacha bebió el agua'
awéé líf yiztal
mno caballo 3.a-3.a-pateó
'El niño pateó al caballo'

Agente no controlador/Paciente (yi-)


tsé t' iis yik' ich' inimááz ,
roca árbol 3. -sobre-horizontalmente-3. -rodó
a a

'La roca rodó contra el árbol'


t' iis tsé yik' iikééz
árbol roca 3.a-sobre-3.a-cayó
'El árbol cayó sobre la roca'
tó tsin 'ayiü' éél
agua palo allá-3.a-3.a-llevó
'El agua se llevó el palo'
yas abe' yistin
nieve leche 3.a-3.a-heló
'La nieve heló la leche'

Paciente controlador (bi-¡


lii' dzaanééz biztal
caballo mulo 3.a-3.a-pateó
'El caballo fue (se dejó ser) pateado por el mulo'
hastiin líf biztal
hombre caballo 3.a-3.a-patear
'El hombre fue (se dejó ser) pateado por el caballo'
al' ééd tó biisxi
muchacha agua 3.a-3.a-mató
'La muchacha fue (se dejó ser) ahogada (muerta) por el agua'
hastiin awéé biztal
hombre mno 3.a-3.a-pateó
'El hombre dejó al niño patearlo'

189
INTERPRETACIONFS y APUCACIONFS

Hasta ahora se ha tratado de cláusulas aceptables en navaja, pero debe-


mos conocer algo más que las reglas de la gramática a fin de producir cláu-
sulas navajas correctas con esta regla. Aunque son muy parecidas a varias
de las cláusulas recogidas arriba, las siguientes son todas ellas inacep-
tables, aunque no necesariamente incorrectas gramaticalmente. Son mal
navajo porque violan el conocimiento cultural navajo de cómo se controlan
unas a otras las entidades. Su inaceptabilidad se indica con el asterisco pre-
fijado.

*lít hastiin yiztal


caballo hombre 3.a-3.a-pateó
'El caballo pateó al hombre'.

Los hombres son seres habladores y los caballos son seres gritadores. Ya
que los habladores tienen control sobre los gritadores, es inaceptable sugerir
que el caballo tiene control sobre el hombre usando el prefijo de objeto no
controlador yi- para indicar el hombre.

*lít hastiin biztal


caballo hombre 3.a-3.a-pateó
'El caballo fue (se dejó ser) pateado por el hombre'.

El uso del prefijo bi- sugiere de manera impropia, o quizá humorística,


que el caballo tiene control sobre el hombre.

*awéé hastiin yiztal


niño hombre 3.a-3.a-pateó
'El niño pateó al hombre'.

Los hombres son seres habladores y los niños, como los animales, son
gritadores. Así, este ejemplo sufre la misma contradicción de la cláusula
navaja el caballo pateó al hombre.

*tó al' ééd boodláá


agua muchacha 3.a-3.a-bebió
'El agua fue (se dejó ser) bebida por la muchacha'.

En el pensamiento navajo, el agua es inanimada y no tiene inteligencia.


Por tanto, no puede controlar a otro agente, y el uso del sufjo bi-, aquí reali-
zado como bo-, es inaceptable.

190
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

*tsin tó 'abiü'éél
palo agua allá-3.a-3.a-llevó
'El palo dejó que el agua se lo llevara' .

El palo inanimado no tiene capacidad de inteligencia o control y por


tanto no puede regir el prefijo bi-. Ahora podemos representar los esquemas
gramaticales. El esquema básico es

[ENTIDAD ENTIDAD OBJETO- VERBO]

Esto se descompone en los siguientes subtipos:

[AGENTE PACIENTE y/-VERBO]


[AGENTE_CONTROLADOR AGENTE_NO_CONTROLADOR BI-VERBO]

La descripción que de este sistema hacen Robert W. Young y William


Morgan (1987) parece correcta hasta aquí, pero deja en cierta oscuridad el
significado de las expresiones con yi- y bi-. Señalaron sin más explicación
que la ocurrencia de bi- con dos argumentos inanimados (p.ej., una roca y
un leño) es infrecuente, un hecho apuntado también por Hale (1973). En
este análisis, bi- exige un agente controlador y, ya que las entidades inani-
madas no pueden ejercer control, sería irracional usar bi-, El hecho de que
bi- sí aparezca a veces con dos argumentos inanimados sugiere que el argu-
mento sujeto puede reconstruirse metafóricamente como paciente controla-
dor animado. Esto sería parecido al inglés o el español, cuando decimos
cosas como el coche se salió de la carretera.
Siguiendo a Hale (1973), Witherspoon (1977) también se refirió a la in-
versión de posiciones de agente y paciente que o~urren con el marcador bi-
como «inversión de sujeto-objeto». Es cierto que podemos ver el prefijo
corno un marcador que desplaza nuestra búsqueda del paciente desde la
posición 2, la normal para el objeto/paciente, hasta la posición 1, la del
sujeto/agente, pero llamar al fenómeno «inversión S-O» oscurece el hecho
de que el paciente de las expresiones bi- sigue siendo en cierto modo un
sujeto, porque controla la acción predicada por el verbo, y el agente no con-
trolador se convierte en objeto de control aunque no en el objeto de la
acción misma. Podríamos llamar a esto inversión de agente-paciente, pero
un nombre más directo para la construcción es marca del paciente contro-
lador. El controlador permanece fijo en la posición inicial (sujeto) y sólo su
papel de paciente se marca con el prefijo. Este anclaje sintáctico del contro-
lador en la posición de sujeto sugiere que la relación de controlador a no
controlador es más saliente para los navajos que la relación \de agente a
\

-,
191
INTERPRETACIONFS y APUCACIONFS

paciente. Tomado en conjunto, con el foco en la semántica, el sistema yi-


Ibi- podría denominarse control del paciente. yi- marca pacientes no con-
troladores; bi- marca pacientes controladores. Centrándonos en la sintaxis,
el sistema podría denominarse control del sujeto, porque el sujeto es siem-
pre el controlador.
Pero lo importante aquí es que el dominio del patrón gramatical sólo
puede producir cláusulas e interpretaciones aceptables cuando está enlazado
con la visión del mundo de los navajos, en especial con los conceptos nava-
jos de animicidad, inteligencia y control. Es preciso conocer el control rela-
tivo, la potencia o inteligencia relativas de las entidades agente y paciente,
que vienen definidas culturalmente.

Lajerarquía de empatía

La jerarquía de control del navajo puede r{'a ser tan extraña como podría
parecerle a un hablante de español o inglés. Langacker (1991: 306-307) pro-
puso que el estatus de los nominales como sujetos depende, en parte, de su
posición en una jerarquía de empatia de carácter universal. Esta jerarquía
tiene la estructura hablante> oyente> humano> animal> objeto físico>
ente abstracto.
La jerarquía de empatía de Langacker se parece mucho a la jerarquía de
control en navajo que en rasgos generales sitúa a los seres humanos por enci-
ma de los animales y a éstos por encima de los objetos inanimados. Existe
también una gran similitud con la jerarquía de animicidad (humano> animal
> inanimado) propuesta por Cornrie (1989: 264) Y que parece estar en corre-
lación con ciertas características de los sustantivos, como las marcas especia-
les de caso, las distinciones de número, esto es, contabilidad, pluralización de
pronombres y concordancia con el verbo. Jane H. Hill (1988) enmarcó la
alternancia bi-/yi- del navajo en términos de la jerarquía de animicidad, sugi-
riendo que el navajo se limita a reflejar tendencias universales. Sin embargo,
recordemos que Cornrie señaló que la animicidad es una cualidad de los sin-
tagmas nominales y por tanto difiere del control, que es «una relación con-
traída entre un sintagma nominal y su predicado» (1989: 265). Es la relación
existente en navajo entre el sintagma nominal y su predicado lo que aquí nos
interesa. Sin embargo, sí parece que animicidad, empatía y control son fenó-
menos muy estrechamente relacionados. Los hablantes humanos verán pro-
bablemente una mayor semejanza con los entes animados que con los inani-
mados y tendrán más intereses comunes con los primeros, de modo que les
conceden una posición más elevada en la escala de empatía. Además, el con-
trol requiere un grado de anim.cidad y sin duda mayor empatía.
\

192
lA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

Así, parece que lo más adecuado es afirmar que animicidad, empatía y


control son facetas de un escenario de interacción posiblemente universal.
Cada cultura elabora a su propia manera el escenario universal y lo liga a
sus propios marcos lingüísticos. Mientras que cada cultura define su modelo
de interacción de una forma única, la mayoría se alineará con las jerarquías
universales propuestas por Langacker y Cornrie. Así, los navajos sitúan a
los adultos más arriba en nivel de control que a los niños, a los seres inteli-
gentes más arriba que a los menos inteligentes y a los seres grandes más
arriba que a los más pequeños. Escenarios de animicidad específicos y
generales pueden regir la gramática y el uso en el discurso.
La jerarquía de empatía es sólo uno de los determinantes del estatus de
un nominal como sujeto, en el marco teórico de Langacker. Para él, los suje-
tos, debido a su especial saliencia cognitiva, tienen una fuerte tendencia a
asumir «un papel de pivote en la estructura gramatical» (1991: 306). Esta
elevada saliencia del sujeto puede llamarse topicalidad. La empatia alta
representa un tipo de topicalidad. Otros factores que proporcionan topicali-
dad son agencia, definición y el estatus de figura dentro de una relación
perfilada. Así, el sujeto prototípico es «agentivo, humano, definido y la
figura dentro de la relación perfilada» (1991: 308, 1995: 24). En navajo, el
prefijo bi- marca un paciente-sujeto que ha perdido su agentividad pero
retiene su control. De este modo, en navajo la jerarquía de control (o empa-
tía) tiene prioridad sobre el estatus del sujeto como agente.

La atención a los números en maya yucateca y en inglés

La hipótesis de Sapir-Whorf es el nombre que la lingüística y la antropolo-


gía han dado al problema de la relatividad lingüística. En su formulación
fuerte, es la proposición de que las categorías gramaticales permiten, y tam-
bién limitan, las percepciones del mundo de sus hablantes. Nuestra visión
del mundo está canalizada, por ejemplo, por los sistemas de clasificadores
nominales, los sistemas de casos (p.ej., declinaciones) y los paradigmas de
tiempo, aspecto y modo verbales. En palabras de Sapir, «el 'mundo real' se
construye en gran medida de forma inconsciente sobre los hábitos lingüísti-
cos del grupo»; para Whorf, «diseccionamos la naturaleza según las líneas
establecidas por nuestras lenguas nativas» 19. En una formulación más débil,
puede considerarse que la hipótesis es la proposición de que el lenguaje
refleja de alguna manera la visión del mundo. Los intentos de probar las for-

19 Las citas son de Sapir en Mandelbaum (1949: 162) y Whorf (1952: 5) en Hoijer (1954b: 92-
\,4)0

193
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

mas fuerte o débil de la hipótesis han tenido poco éxito, pero hay dos
recientes que merecen consideración: el estudio por John A. Lucy del
número gramatical en maya yucateca e inglés y el estudio de Alfred Bloom
sobre el razonamiento contrafáctico en chino. Comenzaré con el estudio del
número por Lucy (1992b).
Lucy prefirió evitar el concepto de visión del mundo, limitando el ámbi-
to de sus investigaciones al pensamiento habitual de los no especialistas. Sin
embargo, su problema entra en el ámbito de mi concepción de la visión del
mundo como imaginería definida culturalmente. Según Lucy (1992b: 1), la
primera tarea de cualquier investigación sobre la relatividad cultural es
obtener datos comparables en dos o más lenguas. En consecuencia, se cen-
tró en el número gramatical en inglés y yucateca. El inglés, como sabemos,
marca el número con una inflexión de plural -s (- -es), con determinantes
como el artículo indefinido y formas semejantes a (- an), ordinales (prime-
ro, segundo, tercero, etc.), concordancia verbal (habitualmente el sufijo -s)
en el presente de indicativo y formas de pronombres singulares (he/she/it,
himlherlit) o plurales (they/them). El yucateca marca opcionalmente los
nombres léxicos con un sufijo de plural (-ó' ob'), como en péek' 'perro' y
péek' -ó' ob' 'perros' (1992b: 46). También los pronombres pueden tomar
marca de plural. Un sufijo idéntico marca los complementos de tercera per-
sona del plural en los verbos. Lucy señaló que «el sufijo es opcional o facul-
tativo en tanto en cuanto no necesita usarse para establecer referencia
correcta cuando existe realmente una multiplicidad de referentes, pero
puede usarse para clarificar o poner de relieve esa multiplicidad» (1992b:
46). El facultativo es usual con nombres animados (Lucy, comunicación
personal, 1995). Así, «uno puede hablar de e' éec' ek péek' 'poco perro' sin
necesidad de añadir el sufijo plural « péek' 'perro'» (1992b: 47).
El yucateca, como el inglés, también puede marcar los nombres con un
modificador con significado numeral, pero en yucateca el modificador
numeral está ligado a un morfema que funciona como clasificador numeral.
Estos clasificadores marcan (o determinan) a sus nombres como 'forma uni-
dimensional', 'forma bidimensional', 'forma tridimensional', 'forma auto-
segmentante', 'planta agrícola o socialmente importante', 'par', 'montón,
pila' (normalmente de elementos bidimensionales), partes de totalida-
des, incluyendo 'costado, cara' y 'esquina, borde', porciones de totalidades,
incluyendo 'hebra' y 'rebanada', cuatro clases de medidas y dos clases irre-
gulares. Así, ká' a-túul 'úulum (es decir, dos + clasificador de animal/perso-
na + pavo) (Lucy 1992b: 49). El yucateca moderno tiene otros marcadores
cuantitativos con los sentidos de 'poco', 'otro' y '(el) cual'. En el habla coti-
diana, la flexión de plural y la concordancia se limitan a los entes animados
y a los objetos poseídos por ellos, como cabeza y casa (55). Lucy (1992b:

194
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

55-56) concluyó que el yucateca parece mostrar poca preocupación por el


número:

El patrón básico yucateca es no tener en cuenta el número, y la mayoría de los


sintagmas nominales léxicos son neutros con respecto al número [...] En la gra-
mática yucateca, las distinciones de número en cuanto tales carecen de la impor-
tancia que tienen en inglés', y el número gramatical se expresa con bastante indi-
ferencia en comparación con el inglés.

Pero el problema que Lucy se planteó fue comparar y contrastar inglés


y yucateca «en las diferencias de sus formas de construir una realidad
común» (2). Presentar una realidad común a hablantes de ambas lenguas no
es asunto fácil, pero es parte explícita de su método: «tal comparación debe-
ría tomar una realidad no lingüística externa como patrón de medida para
calibrar el contenido de las categorías lingüísticas y cognitivas» (2). A fin de
crear una semblanza de realidad común, Lucy presentó a sus sujetos conjun-
tos de dibujos de línea de personas trabajando con aperos varios en situacio-
nes que contenían edificios, vehículos, animales, árboles y líquidos (véase
la figura 19). Los dibujos variaban según los números y cantidades de sus
componentes. Se pidió a los sujetos que describieran verbalmente lo que
veían en los dibujos, a veces con el dibujo delante, otras veces sin él. Una
tercera tarea pedía a los sujetos que juzgaran «cuál de cinco dibujos alterna-
tivos relacionados era más parecido al original» (97). En una cuarta tarea,
cada sujeto tenía que «seleccionar un original que había visto a partir de una
selección que contenía el original y sus cinco alternativas» (98). Los sujetos
fueron doce hombres yucatecas y doce hombres de los Estados Unidos para
cada tarea. Las edades estimadas de los yucatecas iban de «18 a más de 45
años» (99). Los hablantes de inglés eran estudiantes universitarios con eda-
des comprendidas entre los 19 y los 27 años.
Dado este complejo marco de investigación, Lucy (992b: 156) pudo ela-
borar las siguientes hipótesis:

Primero, los hablantes de inglés prestarán habitualmente más atención al núme-


ro de los diversos objetos de referencia que los hablantes de yucateca. En par-
ticular, habitualmente prestarán atención al número para una gama más amplia
de tipos referentes para los que marcan obligatoriamente el número. En segundo
lugar, los hablantes de inglés prestarán relativamente más atención a la forma de
los objetos y los hablantes de yucateca prestarán relativamente más atención a la
composición material de los objetos. :'_:.~:;~
Lucy vio confirmada su hipótesis, pues los hablantes de inglés mencio- .: _~
naban con mayor frecuencia el número de referentes de animales ~}E~~~~_,,~
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195
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

Figura 19. Dibujo realizado a partir de los materiales de presentación de estímu-


los usados en la comparación del número gramatical en inglés y maya yucateca,
por Lucy. Tomado de John A. Lucy, Grarnrnatical Categories and Cognition (1992b:
170, Fig. 7). © Cambridge University Press 1992. Reimpreso con autorización de
Cambridge University Press.

mentos en comparación con los referentes de sustancias, ínientras que los


hablantes de yucateca mencionaban con mayor frecuencia sólo el número
de referentes de animales en comparación con los referentes de sustancias.
En tareas de clasificación de tríadas, «los hablantes de yucateca mostraron
una mayor tendencia a agrupar objeto; sobre la base de su composición
\ \
,-,

196
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

material común, y los anglohablantes mostraron una mayor tendencia a


agrupar objetos sobre la base de su forma común» (157).
¿Qué podemos concluir de todo esto? Lucy se había planteado la tarea
de determinar las «implicaciones cognitivas» de las estructuras Iingüísti-
cas de uso habitual. «En cuarto lugar deben articularse las implicaciones
que poseen las diferencias lingüísticas para el pensamiento. Esto exige
proponer implicaciones cognitivas plausibles sobre el uso habitual de los
patrones lingüísticos en cuestión» (2). Así, no es sorprendente que conclu-
yera que el lenguaje influye sobre el pensamiento, o más específicamente
que «la frecuencia de pluralización en cada lengua influye sobre la inter-
pretación verbal de las ilustraciones y también sobre la no verbal» y que
«las estructuras léxicas subyacentes asociadas a la marca de número en las
dos lenguas tienen influencia sobre la interpretación no verbal de los obje-
tos» (157).
Pero estas conclusiones van demasiado lejos. El hecho de que los patro-
nes de uso gramatical varíen a la par que los resultados de las tareas de clasi-
ficación no implica necesariamente que la frecuencia de uso.de las formas
gramaticales o la existencia de estructuras gramaticales de plural estén
influyendo sobre las interpretaciones no verbales. Podríamos argumentar,
con igual motivo, (1) que los usos gramaticales están influidospor categorí-
as culturales no verbales (como se descubrió en las tareas de clasificación
de tríadas), (2) que las categorías gramaticales, en su polo semántico, son
idénticas a las categorías culturales abstractas o (3) que tanto la gramática
como la categorización están influidas por alguna otra cosa, como diferen-
cias estables en los entomos socioeconómicos y discursivos de los hablantes
de inglés y yucateca. Mi preferencia personal es por la postura (2), que las
categorías semántica y cultural del número son epistemológicamente idénti-
cas, o al menos que las categorías semánticas del número se subsumen den-
tro de algún conjunto más amplio de categorías culturales del número. Si es
así, podríamos argumentar razonablemente que la formación de categorías
está influida por el uso del lenguaje y también por las prácticas culturales no
verbales. Hablamos de lo que pensamos (y hacemos), y pensamos sobre las
cosas de que hablamos. Hablar, pensar y hacer pueden activar esquemas
semánticos. En una página posterior, Lucy hace una afirmación menos
tajante: «Dicho en pocas palabras, parecen existir pruebas iniciales de que
la diversidad de las formas lingüísticas está relacionada con las respuestas
cognitivas características de los hablantes» (158). También escribió sobre
«la interrelación entre la estructura lingüística y las diversas funciones psi-
cológicas, culturales y semióticas del lenguaje» (161). Estas posturas. pare-
cen más fáciles de defender a la vista de los datos referentes al número gra-
matical en ir,glés y yucateca.
\
\

197
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

Cómo discutir lo irreal en chino

Ya que es tan difícil probar que la gramática constriñe nuestras percepcio-


nes del mundo real, quizá podamos conseguir una nueva perspectiva del
problema examinando cómo estructura la gramática nuestra concepción de
lo irreal. Quizá en algún sitio existe una lengua en la que no haya forma de
hablar sobre lo que podría ser, en oposición a lo que es. Un investigador ha
indicado que el chino es una de esas lenguas, o al menos que los hablantes
de chino están poco inclinados a discutir lo posible en oposición a lo real.
Para ser más concretos, Alfred Bloom (1981: 13) descubrió que hablantes
de «la lengua china» experimentaban gran dificultad para entender enuncia-
dos del tipo «Si el gobierno de Hong Kong fuera a aprobar una ley exigien-
do que todos los ciudadanos nacidos fuera de Hong Kong hicieran informes
semanales de sus actividades ante la policía, ¿cómo reaccionaría usted?» 20.
Afirmó que, a diferencia del inglés, el chino carece de mecanismos gramati-
cales diseñados especialmente para expresar ideas contrafácticas y no tiene
nada que pueda corresponder a los modales del inglés y el español, como
fuera y reaccionaría. Sus intentos de conseguir que los hablantes de chino
usaran el razonamiento contrafáctico producían reacciones como «no pen-
samos/hablamos aSÍ»; «no es natural»; «eso no es chino» (1981: 13).
Bloom también descubrió que los chinos no estaban dispuestos, por lo
general, a formar sustantivos a partir de verbos y adjetivos (sincero ---7 sin-
ceridad; proliferar ---7 proliferación). En realidad, hablaba de «entificación»:
la construcción de entidades a partir de cualidades y procesos. Afirmó que,
por influencia del inglés, estaban adquiriendo recursos lingüísticos para
esos fines, pero que éstos eran reconocidos por casi todo el mundo como
propios de un habla occidentalizada. Más habitualmente, los hablantes de
chino a los que se les presentaban pasajes muy nominalizados y contrafácti-
cos se quejaban de que eran demasiado abstractos y oscuros.
Probablemente, muchos hablantes de inglés o español estarían de acuer-
do con los chinos en este punto. Los pasajes de textos ingleses con abundan-
cia de nominalizaciones 21 y contrafácticos pueden resultar difíciles de se-
guir aunque se usan mucho, especialmente en la prosa académica. Pero
la idea de Bloom era ésta: como la lengua china carece de herramientas
gramaticales habituales para expresar estos esquemas cognitivos de contra-
factualidad y nominalización, los esquemas mismos están relativamente

20 Por «lengua china», parece que Bloom se refería al cantonés y al mandarín o min meridional, ya
que realizó su investigación en Hong Kong y Taiwan.
2\ Es conveniente recordar que el inglés utiliza la nominalización con muchísima más frecuencia
que el español, lo que causa considerables problemas a los hispanohablantes a la hora de compren-
der textos ingleses, especialmente técnicos y académicos. (N. del T.)

198
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

subdesarrollados. Los esquemas necesarios para nominalizar y hablar con-


trafácticamente están a un nivel de abstracción o complejidad suficiente-
mente alejado de la experiencia cotidiana como para necesitar un refuerzo
lingüístico para sobrevivir como entidades conceptuales. Ya que el chino no
proporciona herramientas gramaticales de contrafactualidad o nominaliza-
ción, esos esquemas no reciben refuerzo cognitivo. A los chinos no parece
gustarles pensar de esta forma; por tanto, les falta motivación para mantener
procedimientos gramaticales especializados a esos fines.
El contrafáctico precisa de una cierta disposición para considerar la
influencia de un acontecimiento irreal sobre otro. Bloom concluyó que, ya
que esos conceptos abstractos y complejos precisan de un frecuente refuer-
zo lingüístico, sirven de ejemplo de cómo el lenguaje ejerce una influencia
considerable sobre la cognición. Es en los terrenos más rarificados del len-
guaje, más que en los términos básicos de color y otras experiencias básicas,
donde puede ser válida la forma fuerte de la hipótesis de Whorf. En el nivel
de los esquemas imaginísticos que representan patrones físicos corporeiza-
dos, la cognición influye con especial fuerza sobre el lenguaje. En el nivel
de la sintaxis compleja puede existir una influencia opuesta, tal como pro-
puso Bloom.
T. K. Au (1983) revisó los estudios de Bloom y comprobó sus conclusio-
nes con estudios propios. A diferencia de Bloom, afirmó que «en el mundo
real, los chinos usan contrafácticos con escasa ambigüedad» (1983: 157).
La construcción concreta utilizada depende de si la audiencia es familiar
con el tema. Si la audiencia sabe si una declaración es fáctica o no, la cons-
trucción si-entonces servirá para introducir una implicación contrafáctica.
Afirmaba: «Por ejemplo, cuando un hablante chino afirma 'Si yo soy presi-
dente de Estados Unidos, entonces pensaré antes de hablar', todo el mundo
sabe inmediatamente que la observación es contrafáctica porque todos
saben que el hablante no es el presidente de Estados Unidos» (1983: 157).
Sin embargo, si el tema no resulta familiar al auditorio, el hablante chino
deberá «negar primero la premisa y entonces usar la construcción si-enton-
ces para la premisa y sus implicaciones», como sigue:

Por ejemplo, al hablar de una «Sra. Wong» a quien la audiencia no conoce, el


hablante tiene que decir «la Sra. Wong no sabe inglés. Si la Sra. Wong sabe
inglés, puede leer el New York Times». La traducción es: «La Sra. Wong no sabe
inglés. Si la Sra. Wong supiera inglés, podría leer el New York Times» (1983:
157).

Si la versión china suena extraña, es sólo porque los verbos chinos no


están marcados para tiempo en la 'primera y tercera personas del singular.
\,

199
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

Bloom había presentado a sus sujetos chinos y americanos una historia que
Au(1983: 158) resumió como sigue:

La historia trataba de un filósofo europeo del siglo XVIII, Bier, que no sabía leer
chino. En aquella época, muy pocas obras filosóficas chinas se habían traducido
a las lenguas europeas, pero si hubiera sabido leer chino y hubiera aprendido
algo de la filosofía china, habría hecho diversas contribuciones a la filosofía
occidental. La forma abstracta de esta historia era: «A no era el caso. Si A hubie-
ra sido el caso, B habría sido el caso; e habría sido el caso; D habría sido el caso;
E habría sido el caso».

Au argumentó que los chinos del experimento de Bloom no consiguieron


pobres resultados por lo que respecta a su capacidad para interpretar afirma-
ciones contrafácticas porque carecieran de esa capacidad, sino porque la
lengua china de la historia de prueba usada por Bloom no era idiomática. En
sus primeros experimentos, ella introdujo por tanto una historia nueva sobre
un explorador holandés en África central que observó a algunos indígenas
cocer un cuerpo humano y beber el caldo; al verlo huyó. La historia afirma
que si el explorador hubiera sido capaz de comprender la lengua de los indí-
genas y no hubiera huido tan deprisa, se habría enterado de que el muerto
era un héroe de la tribu que había muerto en accidente, que los nativos be-
bían el caldo de su héroe movidos sólo por el deseo de adquirir sus virtudes
y que eran amistosos.
Dejando aparte el buen gusto del tema, la historia del Caldo Humano
muestra claramente un talento para escribir dramas de acción que falta en la
historia de Bier, y esto no es del todo irrelevante para discutir la interpreta-
ción de los resultados, como veremos enseguida. Au no encontró diferen-
cias significativas en la capacidad de los sujetos chinos y de los america-
nos para razonar de modo contrafáctico. Ambos grupos obtuvieron buenos
resultados en diversas condiciones experimentales. La autora concluyó que
sus hallazgos no apoyaban la hipótesis de Bloom.
Au rescribió también la historia de Bier en «un chino más simple y más
idiomático» con resultados parecidos: las diferencias de realización de los
sujetos chinos y los americanos habían desaparecido. Pero quizá sus sujetos
chinos bilingües habían aprendido el esquema contrafáctico junto con los
modales ingleses y podían usar ese esquema al interpretar la historia escrita
en chino. Para alejar esta crítica, presentó la historia del Caldo Humano a un
grupo de jóvenes de doce a quince años que no controlaban los modales
ingleses. Pudo comprobar que el 98 por ciento de los mismos era capaz de
asignar interpretaciones contrafácticas.
Bloom contraatacó afirmando que su argumento se aplicaba sólo al razo-
namiento complejo y que las historias usadas \por Au eran demasiado sim-
\

200
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

ples, No afirmaba que los chinos no tuvieran o no comprendieran expresio-


nes contrafácticas, sino que ante una forma de lengua intelectualmente muy
exigente, tienden a expresadas mediante rodeos, haciendo más fácil que se
produzcan confusiones y distracciones. Sus propios párrafos de la historia
de Bier implicaban «un contenido más bien abstracto, intelectualmente exi-
gente», mientras que los de Au tenían «un contenido más bien concreto,
menos intelectualmente exigente» (1984: 281). Además, la historia de Bier
y la historia del Caldo Humano se estructuraban de modo diferente. En la
historia de Bier, los enunciados fácticos se limitaban a la premisa original:
«esto es, Bier era un filósofo occidental del siglo XVIII que quería [...] y que
no sabía hablar chino» (1984: 281). En la historia del Caldo Humano, el
contenido fáctico se introducía a lo largo de toda la historia, haciéndola
menos intelectualmente exigente. Bloom contraatacó la afirmación de Au
de que sus versiones chinas de la historia de Bier eran poco idiomáticas,
afirmando que las habían escrito profesores de la Universidad Nacional de
Taiwan, que eran hablantes nativos de chino. Sin embargo, P. W. Cheng
(1985) citó el juicio de cinco hablantes nativos de chino, que afirmaron que
la versión china de la historia de Bier contenía numerosos errores, incluyen-
do la omisión sistemática del caracter hui en la cláusula implicativa con
'entonces', donde habría tenido el efecto de contrafáctico modal del inglés
would o would have.
A la respuesta de Bloom, Au respondió con una variedad de argumentos
sobre la naturaleza de la expresión contrafáctica en chino que son demasiado
detallados para detenemos aquí en ellos. Realizó nuevos experimentos en los
cuales intentó hacer las versiones china e inglesa lo más comparables posi-
ble. Descubrió, por ejemplo, que al añadir los marcadores hipotéticos jiu, hui
y yidan a una de las versiones chinas de la historia de Bier para equilibrarla
frente a la presencia de subjuntivos en la versión inglesa, aumentaba el índi-
ce de respuesta contrafáctica del 23 al 81 por ciento. Una vez más, concluyó
que los hallazgos prestaban poco apoyo a la hipótesis de Sapir- Whorf.
Cynthia Hsin-feng Wu (1991) argumentó que si la hipótesis de Bloom
era correcta, los hablantes de chino tendrían grandes dificultades para ope-
rar en el mundo real. Mantuvo que el chino posee diversas expresiones con-
trafácticas comunes, que se traducen como si, en caso, suponiendo y si no
fuera el caso. Al carecer de control suficiente del chino mandarín, Bloom se
equivocó al omitir esas expresiones de su historia y de las preguntas de
prueba que presentó a sus sujetos. Por ejemplo, tradujo tendría a expresio-
nes chinas que significan era, etc. Wu revisó el test de Bloom y comparó un
grupo de estudiantes americanos con 349 estudiantes de Taipei. Con bastan-
te sorpresa, descubrió que los estudiantes chinos tenían una probabilidad
mucho menor de comprender expresiones contrafácticas.
,
'.

201
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

ples, No afirmaba que los chinos no tuvieran o no comprendieran expresio-


nes contrafácticas, sino que ante una forma de lengua intelectualmente muy
exigente, tienden a expresadas mediante rodeos, haciendo más fácil que se
produzcan confusiones y distracciones. Sus propios párrafos de la historia
de Bier implicaban «un contenido más bien abstracto, intelectualmente exi-
gente», mientras que los de Au tenían «un contenido más bien concreto,
menos intelectualmente exigente» (1984: 281). Además, la historia de Bier
y la historia del Caldo Humano se estructuraban de modo diferente. En la
historia de Bier, los enunciados fácticos se limitaban a la premisa original:
«esto es, Bier era un filósofo occidental del siglo XVIII que quería [...] y que
no sabía hablar chino» (1984: 281). En la historia del Caldo Humano, el
contenido fáctico se introducía a lo largo de toda la historia, haciéndola
menos intelectualmente exigente. Bloom contraatacó la afirmación de Au
de que sus versiones chinas de la historia de Bier eran poco idiomáticas,
afirmando que las habían escrito profesores de la Universidad Nacional de
Taiwan, que eran hablantes nativos de chino. Sin embargo, P. W. Cheng
(1985) citó el juicio de cinco hablantes nativos de chino, que afirmaron que
la versión china de la historia de Bier contenía numerosos errores, incluyen-
do la omisión sistemática del caracter hui en la cláusula implicativa con
'entonces', donde habría tenido el efecto de contrafáctico modal del inglés
would o would have.
A la respuesta de Bloom, Au respondió con una variedad de argumentos
sobre la naturaleza de la expresión contrafáctica en chino que son demasiado
detallados para detenemos aquí en ellos. Realizó nuevos experimentos en los
cuales intentó hacer las versiones china e inglesa lo más comparables posi-
ble. Descubrió, por ejemplo, que al añadir los marcadores hipotéticos jiu, hui
y yidan a una de las versiones chinas de la historia de Bier para equilibrarla
frente a la presencia de subjuntivos en la versión inglesa, aumentaba el índi-
ce de respuesta contrafáctica del 23 al 81 por ciento. Una vez más, concluyó
que los hallazgos prestaban poco apoyo a la hipótesis de Sapir- Whorf.
Cynthia Hsin-feng Wu (1991) argumentó que si la hipótesis de Bloom
era correcta, los hablantes de chino tendrían grandes dificultades para ope-
rar en el mundo real. Mantuvo que el chino posee diversas expresiones con-
trafácticas comunes, que se traducen como si, en caso, suponiendo y si no
fuera el caso. Al carecer de control suficiente del chino mandarín, Bloom se
equivocó al omitir esas expresiones de su historia y de las preguntas de
prueba que presentó a sus sujetos. Por ejemplo, tradujo tendría a expresio-
nes chinas que significan era, etc. Wu revisó el test de Bloom y comparó un
grupo de estudiantes americanos con 349 estudiantes de Taipei. Con bastan-
te sorpresa, descubrió que los estudiantes chinos tenían una probabilidad
mucho menor de comprender expresiones contrafácticas.
,
-,

201
INTERPRETACIONFS y APLICACIONFS

No está claro por qué los sujetos chinos de Wu obtuvieron bajos resulta-
dos en las interpretaciones contrafácticas, y hay muchas explicaciones plau-
sibles. Por ejemplo, pueden considerar cualquier test, en mayor grado que
los estudiantes americanos, como una evaluación seria de sus habilidades
académicas y de su conocimiento concreto. En un contexto tan orientado a
los resultados, un test sobre contrafactualidad puede resultar molesto y
desagradable, haciendo que los sujetos pierdan el interés o alterando incluso
dichos resultados. Sería útil saber cómo interpretaban los dos grupos de
estudiantes la situación de prueba.
Así, la cuestión del efecto de la lengua sobre el razonamiento contrafác-
tico aún no está resuelta. Los extensos experimentos de Au, otros similares
realizados por L. Liu (1985) y las observaciones efectuadas por P. W. Cheng
(1985) parecen contradecir las conclusiones de Bloom, pero los hallazgos
de Wu les prestan apoyo y D. K. Jordan (1982) consideró plausibles las con-
clusiones de Bloom. Después de una revisión muy detallada y minuciosa de
toda la controversia, Lucy (1992a: 251) rechazó las conclusiones de Bloom
porque no había conseguido proporcionar «evidencia de que las etiquetas
específicas en cuestión tuvieran efectos demostrables sobre ningún patrón
de conducta y pensamiento cotidiano».
Puede ser imposible controlar todas las variables sociales y culturales
que pudieran afectar a las situaciones de prueba y alterar de manera impor-
tante los resultados de los tests, pero quizá una interpretación de los hallaz-
gos de Bloom en términos de sentido común ayudará a establecer su impor-
tancia. Ya que, según insistió él mismo, sus instrumentos de prueba eran
intelectualmente exigentes y representativos del estilo de escritura de los
intelectuales chinos, parece probable que los marcos gramaticales y sus
esquemas semánticos subyacentes fueran más complejos de lo habitual en
el uso vernáculo. Por ejemplo, un marco que permitiera una serie de im-
plicaciones no marcadas siguiendo a una premisa y la primera cláusula
«entonces» sería más complejo que otro que exigiera que cada implicación
estuviera prefijada con un marcador de implicación, aunque sólo fuera por-
que contendría cláusulas «entonces» marcadas y no marcadas (para las cua-
les el marcador real sería su posición sintáctica). Quizá los traductores chi-
nos estaban escribiendo por encima del alcance de los sujetos a los que iba
dirigido, lo que no sucedía de forma tan acusada en la versión inglesa de la
historia de Bier.
A este respecto, es interesante que Cheng (1985) señalara que a los estu-
diantes chinos se les enseña mucho menos que a los estudiantes americanos
a responder a preguntas basadas en la comprensión de ensayos, porque la
educación china pone mayor énfasis en la memorización que en la compren-
sión. Quizá fuera este sesgo lo que intentó corregir Au al rescribir la historia

202
LA CONEXIÓN DE LAS LENGUAS Y LAS VISIONES DEL MUNDO

de Bier incluyendo más marcadores hipotéticos. Si Bloom limitó la hipóte-


sis al ámbito intelectual, parecería que su afirmación se parece mucho a la
afirmación, obvia y bastante poco interesante, de que quienes comprenden
los símbolos matemáticos es más probable que comprendan los conceptos
que representan. Pocos negarían que el uso frecuente de los símbolos y el
lenguaje matemáticos ayuda a afianzar los conceptos matemáticos. Pero a
partir solamente de esta analogía es difícil argumentar que la mayoría de los
hablantes de inglés y chino difieran fundamentalmente en su capacidad o su
inclinación para razonar de modo contrafáctico. De modo parecido, G. Ha-
tano (1982: 819) observó que «lo que demuestra Bloom es que la gente
puede no comprender un discurso que incluye expresiones 'innaturales',
raramente usadas», y que «Bloom no prueba que los hablante s nativos de
chino tengan dificultades para la comprensión/utilización del modo contra-
fáctico de procesamiento, incluso cuando es apropiado en su propio contex-
to cultural». A Hatano le preocupaba que el etnocentrismo de algunos estu-
diosos occidentales les llevara a pensar que el chino y los hablantes nativos
de esta lengua son menos sutiles que el inglés y sus hablantes nativos.
En un nivel más filosófico, se podría considerar el contrafáctico como un
ejemplo de la capacidad para considerar dos ideas opuestas. Como hemos
visto, la oposición lógica es un tema fundamental de la lengua y la cultura
chinas. Puede verse en los principios supernaturales de yin y yang, que son a
la vez contradictorios y complementarios y que connotan un equilibrio de
macho y hembra, vida y muerte, invierno y verano (Fung 1966). También
puede verse en la formulación habitual de las preguntas como negación de
una posibilidad por su opuesto, como en el saludo ni hao bu hao? '¿tú bien
no bien?'. Parecería muy improbable que personas que habitualmente es-
tructuran su pensamiento y su gramática en líneas opuestas carecieran de la
capacidad o la inclinación para el razonamiento contrafáctico. Quizá, una
forma mejor de enfocar este problema sería descubrir cómo hablan normal-
mente los hablantes de chino acerca de las posibilidades y las ideas hipotéti-
cas y cómo estructuran estos ámbitos en su pensamiento. Las diversas críti-
cas al trabajo de Bloom testimonian también la importancia de comprender
. la cultura institucional en la que se sitúa el uso del lenguaje. Un enfoque de
etnografía del habla es un preliminar necesario siempre que los objetivos
del uso del lenguaje puedan alterar los resultados de los tests.

203
CAPÍTULO 7

DISCURSO Y NARRACIÓN

.-

t: ; L: i r . ' '
,",

Una tarde, mientras paseaba a mi perro por la zona residencial de Las


Vegas donde vivo, dos chicos de unos diez años de edad pasaron a mi lado
en sus bicicletas. Estaban enfrascados en una conversación de la que sólo
pude cazar lo que viene a continuación antes de que se alejaran demasiado
para poder oídos: «y cuando tu papá diga '¿Por qué le pegaste?', le dices
'Porque me llamó idiota', y luego le dices 'Pregúntale a John'». Aunque
corta, la conversación es jugosa. El muchacho que le proponía una excusa
a su amigo mediante una pseudocita (<<Porqueme llamó idiota») se estaba
imaginando un diálogo basado en un escenario discursivo más o menos
del siguiente estilo: cuando un padre pregunte por tu mala conducta.justi-
fícala describiendo el insulto del otro chico y procura que lo confirme un
amigo. Los escenarios del discurso constan de imaginería abstracta de
hablantes y oyentes. Son imágenes complejas de gente que habla, escucha
y replica o que reacciona de alguna otra forma al desempeñar un papel en
una escena social. Es porque los escenarios del discurso son imaginísticos
por lo que podemos hablar sobre ellos, como hacía el muchacho citado
arriba, o representados, como puede haber hecho más tarde su compañero.
El estudio de los escenarios discursivos puede usarse para varios fines:
descubrir por qué el discurso es coherente o incoherente, determinar cómo
puede tener sentido el habla sobre el discurso e investigar cómo diversas
culturas y subculturas pueden definir los escenarios discursivos de mane-
ras diferentes.
Propongo investigar la forma en que se representa el discurso mismo
en escenarios definidos culturalmente. Típicamente, las teorías del esque-
ma o el marco del texto y el discurso proponen ql\e las interpretaciones
\,

205
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

están constreñidas por las ideas preconcebidas de oyentes o hablante s


(Shakir y FarghaI1991). La propuesta de que los esquemas o los modelos
cognitivos representan los acontecimientos discursivos mismos, incluyen-
do sus relaciones contextuales y sus fundamentaciones subjetivas (p.ej.,
«centrado») y su secuencialidad, intencionalidad e intersubjetividad, pro-
porciona una segunda vía por la cual la teoría cognitiva puede resultar
importante para el discurso. Voy a discutir un marco teórico amplio de
categorías analíticas comenzando por los escenarios discursivos, que son
modelos cognitivos (y culturales) de acontecimientos discursivos. Al igual
que los modelos de entes físicos y acontecimientos no lingüístico s, son
entes complejos que se activan y conceptualizan desde diferentes perspec-
tivas con diferentes g~dos de especificidad y alcance. Los escenarios dis-
cursivos son comparables a los guiones culturales (Wierzbicka 1992b, s.f.)
y resultan aproximadamente equivalentes a lo que Deborah Tannen y
Cynthia Wallat (1993: 59-60) llamaron «marcos interactivos»: «una idea
sobre a qué actividad nos estamos dedicando, sobre cómo significan los
hablantes lo que dicen» o «una definición de lo que está sucediendo en la
interacción». Deborah Schiffrin (1993: 233) definió los marcos interacti-
vos como «lo que las personas piensan que están haciendo cuando hablan
unos con otros».
Los escenarios discursivos están ubicados dentro de modelos de situa-
ción, que son representaciones más amplias de contexto social. Por ejemplo,
en una aldea libanesa, la mentira convencionalizada (kizb¡ es algo que un
joven de la aldea le hace a un enemigo o un rival siempre que es posible
(Gilsenan 1976). Son las rivalidades establecidas las que proporcionan las
situaciones para el kizb. Para dar un ejemplo más cercano, una clase univer-
sitaria incluye el discurso verbal de las lecciones magistrales y las discusio-
nes de clase, pero puede incluir también conducta no verbal, como la reali-
zación de pruebas escritas y la disposición de los asientos. Igualmente, un
caso legal incluye declaraciones verbales en el proceso de instrucción, testi-
monios de testigos ante el tribunal y alegatos de los abogados, pero también
puede necesitar declaraciones escritas no verbales, reunión y entrega de
documentos y pruebas físicas por los funcionarios correspondientes, así
como patrones generales de movimiento físico de acuerdo con las posibili-
dades de la disposición física de la sala de audiencias y las exigencias de-
rivadas de los objetivos del juicio. Todos estos elementos pertenecen al
modelo situacional. Estrictamente hablando, sólo las representaciones del
habla son escenarios discursivos, pero, en la práctica, diferenciar escenarios
discursivos y modelos situacionales puede ser problemático.
El modelo situacional corresponde aproximadamente a lo que Schiffrin
(1987: 28) llamó «estado \de información», que definió de forma un tanto

206
DISCURSO Y NARRACIÓN

difusa como «la organización y la gestión de conocimiento y metaconoci-


miento» y «lo que un hablante sabe y lo que un oyente sabe». También
parece corresponder más o menos a la noción de «esquemas de conoci-
miento» de Tannen y Wallat (1993: 60), que son «expectativas de los parti-
cipantes sobre personas, objetos, acontecimientos y situaciones del mundo,
en oposición a los alineamiento s negociados en una interacción determina-
da». Sin embargo, el encaje entre «escenario discursivo» y «marco interac-
tivo» por un lado y «modelo situacional» y «esquema de conocimiento»
por otro es bastante débil. La distinción establecida por Tannen y Wallat
entre marco interactivo y esquema de conocimiento parece depender de las
interacciones concretas, frente al conocimiento general de la interacción y
la situación. La distinción que hago entre escenario discursivo y modelo
situacional depende de la distinción entre el discurso verbal y las situacio-
nes más amplias en las que se integra el discurso, tal como son conceptua-
lizadas por los interlocutores. Ambos tipos de conocimiento (verbal y
situacional) intervienen en las escenas activas de las interacciones concre-
tas.
Un modelo situacional es relativamente estable y en consecuencia no es
exactamente lo mismo que el modelo construido y negociado por un partici-
pante concreto en una situación discursiva en realización, con todos los
detalles concretos que aquél puede recordar. Este último modelo ha sido
denominado mundo textual (Werth s.f.). William F. Hanks (1993) llamó al
mundo textual construido el marco general del discurso, a fin de distinguir-
lo del concepto de marco, que es más abstracto y resulta comparable a un
escenario discursivo tal como se define aquí. En tanto en cuanto los interlo-.
cutores comparten visiones del mundo, escenarios discursivos, modelos
situacionales y marcos discursivos generales, tienen un terreno común que
permite el discurso (Werth 1993: 82).
El terreno común resulta importante para explicar cómo pueden ser
coherentes hasta las conversaciones rutinarias. Schiffrin propuso la hipóte-
sis de que una expresión lingüística puede evocar «un cierto número de
marcos potenciales (tanto institucionales como interaccionales) dentro del
cual puede interpretarse el enunciado siguiente». Así, cuando Henry dice:
«¿Quieres un caramelo?» e Irene responde: «No», las siguientes palabras
de Henry (si leo correctamente a Schiffrin) pueden revelar su utilización de
cualquiera de varios marcos (modelos, esquemas) posibles para compren-
der o ignorar la respuesta de Irene: «No tiene nada de malo» (la gente
rechaza comida si sospecha que tiene algo malo), «¡Sólo te estaba proban-
do! Sé que estás a dieta» (las personas que están a dieta no aceptan comi-
da), «No te he oído» (Henry tiene problemas para oír a Irene) o «¿A qué
\ hora salen los profesorcs?» (cambio de tópico/tema a un marco no relacio-
\
-,
207
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

nado) (1993: 256). A menos que Irene también haya comprendido estos
marcos, será incapaz de captar lo que quiere decir Henry.
Los escenarios discursivos integran una variedad de tipos de esquema,
incluyendo, aunque no sólo éstos, esquemas de (1) participación, (2) actos
de habla como asertivos, directivos, comisivos, expresivos y declarativos,
(3) secuenciación (recíproca y narrativa), (4) perspectiva (p.ej., subjetiva,
objetiva, autoconsciente, juego de roles) y (5) ideación. Los elementos (2),
(3) y (5) corresponden a las estructuras retóricas, secuenciales e ideaciona-
les en la teoría de la coherencia discursiva de Gisela Redeker (1991:
1168). Los cinco tipos éonstituyen un marco general etic de categorías
analíticas destinado solamente a la investigación de los escenarios folk del
discurso.

Esquemas de participación

Los esquemas de participación definen quién habla a quién. A menudo


implican múltiples participantes con roles mutuamente interdependientes y
definidos intersubjetivamente. Por ejemplo, los términos hablante y oyente
implican esquemas de participación definidos de manera tan general que
sancionan a cualquier persona que habla a cualquier otra. Si los esquemas
de participación fueran realmente cruciales para la comprensión del discur-
so, esperaríamos que influyeran en la gramática. De hecho, buena parte de
la información sobre los términos honoríficos de tratamiento puede enten-
derse en términos de su predicación de esquemas de participación definidos
culturalmente.
Los roles de los participantes en el discurso verbal suelen representar
solamente una parte de sus roles institucionales más amplios como profeso-
res, secretarias, detectives o padres. Los esquemas folk de participación
pueden surgir a diversos niveles, desde los actos de habla simples hasta los
acontecimientos discursivos complejos. Hanks trató lo que estoy llamando
«esquemas de participación» bajo la rúbrica, algo más general, de las voces
del texto, que «subsumen la relación entre el artefacto textual y el marco
general de producción y participación del cual surgen». El concepto de
voces del texto atañe a «las distinciones entre monólogo, diálogo, discurso
directo, indirecto y citado [...], las producciones colaborativas [...], coopera-
tivas [...] y unipersonales [citas omitidas]» (Hanks 1989: 102).
Lo que llamo «esquemas de participación» está relacionado con lo que
otros han llamado «marcos de participante» (Goodwin 1990: 10) y «marcos
de participación», que son «la forma en que hablante y oyente se relacionan
con sus enur.ciados y uno con el otro» (Schiffrin 1993: 233). Dentro de esos
\
\..~

208
DISCURSO Y NARRACiÓN

marcos de participación hay «alineamiento s de participación» que están


«relacionados con la forma en que los interactantes se sitúan uno en relación
al otro, p.ej. sus relaciones de poder y solidaridad, sus posturas afectivas, su
equilibrio ...» (Schiffrin 1993: 233). Estos alineamiento s de los participantes
deben surgir cuando los interlocutores interpretan los acontecimientos dis-
cursivos en marcha y se imaginan a sí mismos como participantes.
El esquema de participación es una categoría analítica general que debe-
ría usarse como una especie de linterna para descubrir categorías folk pare-
cidas o más específicas. Un estudio reciente del discurso infantil ilustra la
diferencia entre categorías de participación analíticas y las de carácter folk.
Observando los patrones de habla de los niños negros del suroeste de Fila-
delfia, Marjorie Goodwin (1990) identificó «marcos de participante» en un
tipo específico de disputa que denominó «él-dijo-ella-dijo». Se trata de una
actividad en la que «una chica acusa a otra de una infracción determinada:
haber hablado de ella a sus espaldas»:

Los enunciados utilizados para realizar estos enunciados proporcionan anima-


ciones de incrustación múltiple de interlocutor, hablante y tercera parte; cierta-
mente, se elabora una biografía separada para cada personaje, como pasado re-
levante que culmina en la acusación actual. Las acusaciones él-dijo-ella-dijo
proporcionan un ejemplo de un marco de participación que representa de mane-
ra explícita las partes relevantes (1990: 10).

Dentro del marco general de interlocutor/hablante/tercera parte, descu-


brió un marco más específico de acusador/defensor, aunque «acusador» y
«defensor» no eran términos que usaran los niños mismos. Goodwin deter-
minó el marco de participante a partir de enunciados biográficos como «y
Arthur dijo que tú dijiste que yo estaba presumiendo sólo porque me había
puesto esa bl:u:sa» (1990: 195). Este ejemplo, como muchos otros, sugiere
que los esquemas acusador/defensor tienen menos saliencia cognitiva para
los niños involucrados en los acontecimientos discursivos él-dijo-ella-dijo
que las identidades personales, como «Arthur», «tú» y «yo» y las catego-
rías de acto de habla y acción social como decir y presumir. Así, Goodwin
puede haberse acercado bastante a la diana cognitiva al identificar los
esquemas de participación como interlocutor, hablante y tercera parte. En
las descripciones infantiles del discurso, pronombres y nombres de persona
revelan esquemas de participación muy específicos centrados en identida-
des personales. Este patrón emerge probablemente de las especiales preocu-
paciones sociales de estos niños afroamericanos, frente al habitual foco cul-
tural afroamericano, centrado en la expresión de identidades personales
(Kochman 1981).

209
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

Susan U. Philips (1989) describió patrones de participación involucrados


en la percepción del «tiempo indio» 1 en la reserva india de Warm Springs.
El estudio, realizado dentro del paradigma de la etnografía del habla, es
agudo, y las conclusiones resultan muy interesantes desde el punto de vista
de la etnografía y la acción social, pero el método de presentación es tal que
no podemos estar seguros de que los patrones de participación observados
representen cogniciones folk. Por ejemplo, la autora escribió:

Hay una amplia variedad de formas en las que pueden combinarse los factores
intervinientes en la regulación de los participantes. Una actividad puede impli-
car participantes comprometidos de antemano o no, o ambas cosas a la vez.
Podemos definir para quién está abierta la actividad en términos de una amplia
gama de criterios sociales. El número de participantes posibles y/o necesarios
puede ser finito o determinado por la situación. Para cualquier actividad delimi-
tada, los participantes pueden estar obligados a mantener su participación en esa
actividad, o pueden ser, reemplazados por otros en ciertos puntos. Las activida-
des de los indios de Warm Springs incluyen la actualización de ciertas combina-
ciones específicas de estas dimensiones de entre las combinaciones posibles,
probablemente infinitas, y es la gama y frecuencia de lo que los indios perciben
como combinaciones deseables lo que los distingue de otros grupos de personas
(1989: 107).

Philips obtuvo probablemente estos datos en una variedad de formas,


incluyendo observaciones personales, participación y entrevistas, pero
como no se aportaron enunciados en la lengua indígena no es posible deter-
minar con cuánta exactitud esos «factores» analíticos (compromiso, crite-
rios sociales, reemplazo) reflejaban también los esquemas folk de participa-
ción. Philips (1989: 109) se acercó a un enfoque cognitivo al escribir lo
siguiente:

Si el individuo tiene que convertirse en un participante real y tiene que mantener


su participación, debe ser capaz de reconocer e identificar en todo momento la
naturaleza de la regulación de participación, saber cómo se modificará y recono-
cer en qué dirección se está modificando [...]
Este conocimiento es conocimiento del «contexto social» o «situación»; yes
conocimiento que el individuo tiene que poseer, simplemente para poder mante-
ner su copresencia con otros participantes en una actividad en desarrollo a fin de
estar en posición de hablar, no digamos ya de hablar en forma socialmente apro-
piada.

I Se llama «tiempo indio» a una forma de ver el tiempo y su devenir propia de los indios
(norte)americanos, poco adecuada para los tipos de actividad propios de las culturas europea y ame-
ricana no indias y que, en consecuencia, da lugar a incomprensiones y conflictos entre ambas comu-
nidades. (N. del T.)

210
DISCURSO Y NARRACIÓN

Pero esto es más una propuesta para la investigación de los modelos


situacionales foIk que una descripción de los mismos; se refiere más direc-
tamente al conocimiento inferido de la acción social que a los esquemas dis-
cursivos inferidos del lenguaje. Philips (1989: 94) se acercó especialmente a
mi forma de ver el asunto al escribir: «Desde el punto de vista de los indios,
hay algunas actividades en la reserva que suceden de acuerdo con el tiempo
indio y otras actividades que suceden -o se espera que sucedan- en tiem-
po de blancos (para lo que no hay término análogo de referencia, 'tiempo
indio' es la categoría marcada)», «Tiempo indio» es claramente una catego-
ría folk, que cubre no sólo la participación, sino toda una gama de aconteci-
mientos y secuencias discursivas. «Tiempo indio» es un modelo cognitivo,
un fragmento importante de la visión del mundo en Warm Springs.
Alguien que se acerca algo más en su análisis a lo que entiendo por
esquema de participación es Michael R. Walrod (1988: 29), quien estudió el
discurso persuasivo o discursivo que se encuentra en la litigación formal
entre los ga'dang de Filipinas. El concepto de guión de litigación propuesto
por Walrod incluye el conocimiento sobre quién puede participar, es decir,
«quién debería hablar primero, quién debería hablar a continuación y quién
no debería hablar» (1988: 29). También incluye el conocimiento de los
actos de habla apropiados para iniciar el pleito y para tomar la palabra. Igual
que los esquemas de escape de los ladrones propuestos por Agar, el guión
de litigación de Walrod parece suficientemente general para permitir contin-
generas.

Los actos de habla como escenarios discursivos mínimos

Los escenarios de acto de habla representan las unidades mínimas en la


estructura secuencial de los acontecimientos discursivos. Los escenarios de
acto de habla pueden implicar estados sensitivos cognitivamente salientes,
como regañar implica vergüenza, burlarse implica frustración o incomo-
didad y dis en inglés negro implica humillación y resentimiento. Pueden
implicar respuestas de conducta, como contar un chiste suele implicar risa.
Así, incluso el más reducido de los escenarios discursivos integra dominios
de experiencia lingüísticos y no lingüísticos. En último término puede tener
. más sentido hablar de escenarios culturales, que serían comparables a los
guiones culturales de Wierzbicka. Un escenario prototípico de acto de habla
implica como mínimo un esquema de participación que proporciona un
hablante y un oyente, aunque éstos pueden ser la misma persona (como
cuando hablamos con nosotros mismos o nos prometemos algo a nosotros
mismos). \

211
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

Un punto de referencia para buena parte de la teoría pragmática dellen-


guaje contemporánea es la obra de John B. Searle (1990: 410), quien definió
los actos de habla ilocutivos de acuerdo con lo que hacemos con las propo-
siciones:

En la forma de actuación ilocutiva hay cinco y sólo cinco cosas básicas que
podemos hacer con proposiciones: Decimos a las personas cómo son las cosas
(asertivas), intentamos que hagan algo (directivas), nos comprometemos a hacer
algo (comisivas). Expresamos nuestros sentimientos y actitudes (expresivas) y
producimos cambios en el mundo para que el mundo corresponda a la proposi-
ción precisamente en virtud de la expresión (declarativas).

La formulación de Searle es pragmática y orientada a la acción. Parece


alejar nuestra atención de los mundos cognitivos de hablantes y oyentes para
dirigirla hacia una relación con un mundo _exterior. Las categorías son analí-
ticas y no parecen proporcionar vía alguna para el hallazgo de categorías
folk. El analista adopta la posición de alguien que observa los acontecimien-
tos y lee en ellos las intenciones de sus interlocutores. La cuestión es si los
actos de habla de Searle pueden reformularse en términos más culturales.
Supongamos que el discurso está regido parcialmente por escenarios que
incluyen intenciones, acciones, roles y pensamientos de los participantes.
Los actos de habla predican estos escenarios. Etiquetarlos «actos de habla»
es simplemente llamar la atención sobre el aspecto pragmático del lenguaje,
las intenciones, motivos y objetivos inherentes a todo discurso humano pero
que pueden definirse más claramente en algunos tipos de expresiones. Dada
esta perspectiva cognitiva, los cinco tipos básicos de actos ilocutivos defini-
dos por Searle pueden considerarse como escenarios discursivos mínimos
y muy esquemáticos en los que interlocutores con intenciones diversas in-
teractúan para producir diversos resultados cognitivos y conductales. Yo
redefiniría los cinco actos ilocutivos básicos de Searle en términos de los
siguientes escenarios discursivos:

- Los asertivos predican que el hablante está pensando en algo que el


hablante quiere que crea el oyente.
- Los directivos predican que el hablante pretende que el oyente haga
algo.
- Los comisivos predican la intención del hablante de comportarse de
cierta forma en circunstancias especificadas o presupuestas.
- Los expresivos predican estados sensitivos del hablante.
- Las declaraciones predican que el hablante pretende consensuar un
modelo ideacÍl\nal o una conceptualización del mundo.

212
DISCURSO Y NARRACIÓN

Pero éstas son categorías analíticas. Searle las consideraba básicas y, por
tanto, presumiblemente universales. Dudo que tenga razón en este punto. El
reto para la lingüística cultural es descubrir las configuraciones de actos de
habla indígenas, que pueden abarcar una variedad de intenciones pragmáti-
cas y de estados sensitivos dentro de sus gestalts definidas culturalmente.
Por ejemplo, en el atolón de Ifaluk, en Micronesia, los actos de habla pue-
den ser instancias de lago, un término de emoción relacionado con la com-
pasión, el amor y la tristeza. Catherine A. Lutz (1988: 119) apuntó: «Fago
se expresa como reconocimiento del sufrimiento que existe por doquier, y
con un espíritu fuertemente optimista, convencido de que el esfuerzo huma-
no, muy especialmente la preocupación por los demás, puede controlar sus
estragos». Es difícil asimilar lago a cualquiera de las categorías de Searle,
pero una combinación de ellas puede acercamos. Igualmente, Jane H. Hill Y
Judith T. Irvine (1993: 8) argumentaron que el marco teórico de Searle no
consigue dar cuenta de un acto de habla de los ilongotes de Filipinas: «tuy-
dek (aproximadamente, 'orden') exige diferencias concretas de rango so-
cial, que a su vez derivan de otras cualidades personales que se consiguen a
través de la acción social, como un corazón comprensivo». Así, mientras
que la clasificación de actos verbales de Searle puede proporcionar algunas
preguntas generales para dirigir nuestra investigación inicial, casi con toda
seguridad esos actos están ligados culturalmente y deberían abandonarse
cuando la evidencia de una lengua indígena nos empuje en otra dirección.

Esquemas de secuenciación

La secuenciación de actos de habla es importante para la mayoría de las


definiciones de los géneros lingüísticos. Es quizá en su análisis de la
secuencia donde Hymes se acercó más al desarrollo de una teoría explícita-
mente cognitiva del discurso. Sus análisis, en colaboración con Joel Sher-
zer, de la retribución de un chamán abipon y del rito de pubertad de una
muchacha incluyen descripciones formales de secuencias que representan el
conocimiento de los abipon sobre la forma de participación en los actos de
habla (Hymes 1972: 66-67).
La secuenciación implica direccionalidad, que puede ser reflexiva (como al
hablar consigo mismo), unidireccional (como en el monólogo y algunas narra-
ciones) o recíproca con intercambio de turnos (como en el diálogo, las conver-
saciones y la llamada-y-respuesta). Los escenarios narrativos definen géneros
narrativos, guiones de historias o gramáticas del relato (Bartlett 1932; Dundes
1964; Dundes 1965; Propp 1968; Colby 1973; Rumelhart 1975; Beaugrande
1979; Hymes y Cazden 1980; Palmer 1980; Mandler 1984; Bruner 1986a).

213
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

Creo que Redeker entendía la coherencia ideacional como una categoría


analítica, pero también puede utilizarse el término metalingüísticamente
para caracterizar las representaciones folk de la coherencia ideacional del
discurso. Así, en la clasificación folk inglesa y española de la coherencia del
hablante, podemos imaginar hablantes que son «lógicos», que «presentan
sus ideas claramente» o que «tienen sentido», y otros que «no tienen nin-
gún sentido», que «desvarían», «no dan una» o «están perdidos», o que «no
dicen más que tonterías». Además, podemos caracterizar algunos aconteci-
mientos discursivos como «satisfactorios», «informativos» o «útiles»,
mientras que otros son «insatisfactorios», «no informativos» o «incoheren-
tes», de acuerdo, entre otras cosas, con su grado de coherencia ideacional.
La conceptualización folk de la coherencia ideacional es importante, pero
los esquemas de ideación no tienen por qué limitarse a evaluar la coheren-
cia. En términos de ideación, podemos juzgar que un chiste es bueno o que
un relato está lleno de sorpresas. Si estuviéramos caracterizando los mismos
acontecimientos como actos de habla, podríamos juzgar el chiste como
divertido o el relato como conmovedor.

Conceptualizaciones de escenarios discursivos

Si los escenarios discursivos son imaginísticos, tienen que estar sometidos a


procesos de conceptualización en términos de figura y fondo, alcance, perfil
y base, especificidad y perspectiva (Langacker 1990a). La imaginería de los
acontecimientos discursivos, en este sentido técnico, debe determinar cómo
se lleva a cabo el discurso, cómo se interpreta y cómo se habla sobre él. Por
ejemplo, el descubrimiento de relaciones de figura y fondo en las escenas
del discurso podría implicar la conceptualización de uno de los participan-
tes como figura frente a los demás, o la identificación de un tipo de acto de
habla frente a otros actos de habla. Es la cuestión de quién lleva la voz can-
tante y quién canta en coro, en nuestra imagen de un grupo vocal. En la ima-
gen de una conversación compleja entre varias personas, se trata de qué par-
ticipantes hablan en voz normal mientras otros hablan más bajo. Parte de
nuestra competencia comunicativa es reconocer estos esquemas y participar
apropiadamente.
El control del alcance del discurso puede implicar el establecimiento de
los límites de las situaciones. La recomendación que hacemos a un adolescen-
te de que debe hacer los deberes podría tomarse como un recordatorio amisto-
so si su alcance se limita a un solo día, pero seguramente se tomará como crí-
tica poco amistosa si la interpretación es que se refiere a un patrón ya
prolongado de suspensos y malos hábitos de estudio. Parte de la competencia

222
DISCURSO Y NARRACIÓN

comunicativa incluye saber cómo conceptualizar el alcance, para mantener-


nos en el significado deseado o para crear nuevos ámbitos de significado.
La relación del perfil con la base en el nivel de los lexemas es la de radio
frente a rueda. Un término carece de significado si lo separamos de la con-
cepción de su base. Esta distinción puede aplicarse también a las predica-
ciones discursivas. Eve E. Sweetser (1987), por ejemplo, mostró que un
acto de habla sólo puede considerarse mentira (el perfil conceptual) en rela-
ción a un modelo folk de comunicación (la base conceptual). Así, un acto de
habla sólo puede adquirir significado en el contexto de un escenario discur-
sivo o en términos de algún modelo folk más general de comunicación,
estructurado menos como un acontecimiento delimitado temporalmente que
como un conjunto de principios interrelacionados.
La especificidad es una dimensión importante de nuestras representacio-
nes del discurso en general y de las pseudocitas en particular. Podemos com-
parar al arqueólogo dedicado a discutir minuciosamente los vidriados, colo-
e-

res e incisiones de las tradiciones cerámicas con el elíptico monje budista


que popone adivinanzas del estilo de ¿cómo suena la palmada que se da con
una sola mano? Tannen (1989: 26-27) argumentó que la imaginería detalla-
da produce participación activa en el discurso conversacional, pero que el
detalle también puede exceder las normas conversacionales y aburrir a los
oyentes (Grice 1975). Narraciones y topónimos muy específicos pueden
contener esquemas tácitos que adquieren significados emergentes muy espe-
cíficos en situaciones sociales. Basso (1984) explicó cómo los topónimos
apaches evocan historias moralistas. Los apaches pronuncian estos nombres
en ciertas situaciones a fin de recriminar a los transgresores de las normas
tradicionales. Así, además de sus significados moralistas más generales, los
nombres adquieren significados específicos en situaciones dadas.
También es importante considerar el nivel de esquematización/especifi-
cidad con el que conceptualizan los interlocutores a los participantes del
discurso, la secuencialidad y los actos de habla. Así, cuando alguien predice
«si haces eso, se te van a echar encima», está ofreciendo una conceptualiza-
ción esquemática del acto de habla anticipado. En contraste, el discurso
oído casualmente al principio de este capítulo era muy específico, incluso
contenía pseudocitas. La dimensión de especificidad en la imaginería del
discurso puede verse en las siguientes oraciones dispuestas de acuerdo con
su especificidad creciente:

(1) Suplicó clemencia.


(2) La víctima del atraco suplicó por su vida con voz lastimera.
(3) La víctima del atraco dijo con voz lastimera: «Por favor, no me
mate».

223
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

En un determinado nivel, los ejemplos ilustran el potencial de niveles de


especificidad de la selección léxica y la construcción gramatical, pero la
auténtica finalidad de presentarla aquí es ilustrar los niveles de especificidad
de la imaginería discursiva del hablante. En (3), es la pseudocita lo que
aumenta la especificidad. Esa especificidad puede ser una dimensión impor-
tante de la imaginería discursiva folk, como pone de manifiesto la experien-
cia de Steven Feld en la presentación de partes de su descripción etnográfica
a los kaluli mismos. Éstos objetaron que no había aportado suficientes deta-
lles y que no se había incluido él mismo en las historias. Feld (1990: 252)
señaló que: «Los kaluli prefieren las narraciones tomadas de la experiencia
directa. Ese deseo de situar el conocimiento y la experiencia, con actores,
agendas e instancias específicos, era lo que más les preocupaba al discutir el
libro».
Los escenarios discursivos establecen por tanto un marco teórico que uni-
fica algunas de las diversas áreas de interés y plantea preguntas nuevas a la
investigación, con implicaciones para la comprensión del discurso como retó-
rica, como comunicación, como acción social y como actuación dramática.

Los guiones culturales de Wierzbicka

Anna Wierzbicka (1992b, s.f.) desarrolló un enfoque parecido al defendido


en este trabajo, al relacionar las diferencias culturales en las formas de
comunicación con «diferencias subyacentes» en las formas de pensar. En su
opinión, las comunidades de habla tienen formas características de hablar
que están regidas por guiones culturales, a los que definió como sistemas
tácitos de reglas culturales (1992b). Describió los guiones culturales usando
un «metalenguaje semántico natural» supuestamente universal que nos per-
mite «representar y comparar actitudes, suposiciones y normas específicas
de una cultura desde un punto de vista neutral e independiente de la cultu-
ra...». (s.f.: 4) 5. Los guiones que distinguió son muy generales, como el

5 En las notas, Wierzbicka (1992b, s.f.) señaló que el metalenguaje semántico natural incluye los
siguientes elementos:
[sustantivos] yo, tú, alguien, algo, gente
[determinadores, cuantificadores] esto, lo mismo, otro, uno, dos, mucho(s), todo(s)
[predicados mentales] saber, querer, pensar, sentir, decir
[acciones, acontecimientos] hacer, suceder
[evaluadores] bueno, malo
[descriptores] grande, pequeño
[intensificador] muy/mucho
[metapredicados] poder, si, porque, no, como
[tiempo y lugar] dónde, cuándo, después (antes), abajo (arriba)
[taxonomía, partonimia] tipo de, parte de

224
DISCURSO Y NARRACIÓN

correspondiente a la tendencia japonesa a no hablar, en favor de la empatía


mutua, de acuerdo con el ideal del omoiyari. Algunos de estos guiones para
el japonés son (1992b):

l. es bueno no decir a otras personas todo lo que pienso


2. a menudo es bueno no decir nada a otras personas
3. cuando quiero decide algo a alguien, es bueno pensar algo como esto
antes de decido:
es bueno no decir a otras personas todo lo que pienso
algo malo podría suceder por eso
4. si digo muchas cosas a la gente
la gente puede pensar algo malo sobre mí
puedo sentir algo malo por eso
5. cuando quiero que alguien sepa lo que pienso
no tengo que decírselo a esa persona
puedo hacer alguna otra cosa
6. cuando quiero que alguien sepa lo que siento
no tengo que decírselo a esa persona
puedo hacer alguna otra cosa
7. es bueno si puedo saber lo que otra persona
siente/piensa/quiere
esa persona no tiene que decirme nada

En mi opinión, es importante darse cuenta de que, por muy sucintos, pre-


cisos y útiles para las comparaciones interculturales que puedan ser estos
guiones, no son realmente los modelos culturales mismos --el conocimien-
to tácito de formas apropiadas de hablar- sino representaciones metalin-
güísticas de los mismos. Los escenarios sociales y lingüísticos que motivan
el habla y la acción constan de una imaginería que no puede captarse del
todo en pocas palabras. Wierzbicka no resulta siempre totalmente clara a
este respecto y a menudo parece fundir las representaciones con los pensa-
mientos subyacentes.
Los guiones culturales de Wierzbicka funden los tipos de esquemas dis-
cursivos que he propuesto con los esquemas para la acción social. Esto no es
una crítica, porque el1enguaje no puede separarse nítidamerite de la cultura.
La mezcla de contenidos descubierta por Wierzbicka se encuentra probable-
mente en todas las culturas y ciertamente puede ser la mejor forma de repre-
sentar los modelos discursivos japoneses. En los guiones culturales reseña-
dos más arriba, el esquema de participación es muy general y trata sólo de
yo, otras personas y esa persona. El único acto de habla que introdujo
Wierzbicka es decir, por me ~io del cual los hablantes revelan sus pensa-
\.

225
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

mientos y evocan pensamientos en otros. Estos guiones no implican diálo-


go, de modo que los esquemas de secuenciación serían irrelevantes, aparte
de la secuenciación de pensar/hablar/pensar o hablar/sentir. El uso de la pri-
mera persona por el etnógrafo produce la impresión de que el poseedor de
este guión es un observador objetivo autoconsciente. La caracterización de
la ideación que encontramos es también extremadamente abstracta y gene-
ral: la gente puede pensar algo o yo puedo decir algo o muchas cosas. Los
valores modales y emocionales de los guiones son transmitidos por los tér-
minos sentir, querer, bueno y malo.
Los guiones culturales de Wierzbicka parecen situarse en un nivel de
abstracción comparable, o algo inferior, al de los esquemas proposicionales
del matrimonio identificados por Quinn y los postulados del amor identifi-
cados por Kovecses. Estos guiones culturales tan abstractos parecen útiles
para una caracterización general de los patrones culturales prototípicos del
discurso, pero una etnografía del habla exhaustiva precisaría añadir guiones
mucho más específicos y variados.

Comparación de enfoques: lingüística cultural


y etnografía del habla (EH)

La mayor parte de los lectores habrán notado probablemente el solapa-


miento entre los términos que he utilizado --escena, acto de habla, esque-
ma de participación, situación- y los que usa Hymes en su etnografía del
habla, aunque yo empleo estos términos en un sentido más limitado. Todo
el lenguaje analítico presentado aquí se refiere a las representaciones men-
tales del discurso, tal como es construido y experimentado por los interlo-
cutores, no al discurso mismo ni al mundo exterior previo a la experiencia
y a su conceptualización por los interlocutores. Hymes, al discutir su len-
guaje analítico, no parece distinguir entre las situaciones tal como son defi-
nidas por los interlocutores y por los observadores externos. Por ejemplo,
Hymes (1972: 56) usó el término situación de habla, que se define sólo
mediante ejemplos como «ceremonias, peleas, cacerías, comidas, cortejo y
similares». Propuso que «estas situaciones pueden entrar como contextos
en la formulación de las reglas del hablar como aspectos de la situación (o
del género)». Quizá, Hymes pretendía que el sintagma «entrar como con-
textos» se tomara como una afirmación sobre la cognición del discurso,
pero no podemos estar seguros. John Gumperz (1982: 155) observó que la
EH no había conseguido resolver la cuestión de cómo «identifican los
acontecimientos» los miembros de los grupos sociales, ni de «cómo afecta
el conocimiento social a la interpretación de los mensajes». En contraste
\"-
226
DISCURSO Y NARRACIÓN

con el enfoque de la EH, la lingüística cultural define explícitamente el


modelo situacional como el contexto cognizado de los escenarios discur-
SlVOS.
Tampoco cuando Hymes discute los actos de habla encontramos una
consideración de su estatus como acontecimientos cognitivos, pero lo que él
proponía era una teoría del hablar como acción social con significados
situados, no una teoría cognitiva. Sí que habló del «conocimiento comparti-
do por los hablantes en lo referente al estatus de los enunciados en cuanto
actos», pero su objetivo primordial era marcar las diferencias entre la EH y
la gramática generativa y establecer los actos de habla como un nivel autó-
nomo de competencia distinto de la sintaxis y la semántica:
En cierta medida, los actos de habla pueden ser analizables por medio de exten-
siones de la estructura sintáctica y semántica. Parece cierto, sin embargo, que
buena parte del conocimiento, si no todo, que comparten los hablantes acerca del
estatus de los enunciados como actos es inmediato y abstracto, dependiente de
un sistema autónomo de señales procedentes de los diversos niveles de la gramá-
tica y también de las situaciones sociales (1972: 57).

Aparte de la dificultad de entender el carácter aparentemente contradic-


torio de un «sistema autónomo de señales procedentes de los diversos nive-
les de la gramática y de las situaciones sociales», mía dificultad que encon-
tramos al leer a Hymes es que parece confundir a menudo la consideración
del habla como conocimiento y como acción social. Por ejemplo, en una
entrevista reciente, dijo sobre el estatus del término competencia: «Soy el
primero, por lo que sé, que definió una comunidad de habla como algo que
implica conocimiento, no sólo de una variedad de lengua, sino también de
su uso», pero en la misma página continúa escribiendo que «el reto de la
idea de comunidad de habla, como contexto para la competencia, es ver-
la como más que un simple locus de gramática o de dialectología, para verla
como una organización depersonas que usan la lengua ... [cursiva añadi-
da]» (1992: 50). Mientras la teoría de Hymes es algo indefinida respecto al
papel de la cognición, nunca negó la importancia de la cognición, o «cono-
cimiento», sino que más bien, como ya se indicó, dio por sentado queotros
realizarían estudios de tipo cognitivo mientras él se dedicaba a las acciones
del habla y a la poética, que le interesaban más. Mientras los etnocientíficos
se centraban en las nomenclaturas y Hymes despertaba nuestra conciencia
sobre el habla como acción social, el estudio sistemático de la cognición del
discurso se escapaba por las rendijas.
La definición más explícitamente cognitiva (pero también un tanto circu-
lar) propuesta por Hymes es la de la escena como «la 'situación psicológi-
ca', o la definición cultural de una ocasión como un cierto tipo de escena».

227
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

Con «situación psicológica» pensaba en distinciones como las de «formal e


informal, serio y festivo, y otras semejantes» (1972: 60). Observó que «los
actos de habla se usan con frecuencia para definir escenas y suelen juzgarse
como apropiados o inapropiado s también en relación con las escenas».
Escena se contrasta con escenario, por el que Hymes entendía «el tiempo y
lugar de un acto de habla y, en general, [...] las circunstancias físicas».
Siguiendo la lógica del enfoque cognitivo que estoy dearrollando aquí, las
situaciones de tiempo, lugar y circunstancias físicas se consideran como
aspectos de los escenarios discursivos y los modelos situacionales.
Cuando más se acercó Hymes al enfoque cognitivo fue en su tratamiento
de los objetivos (resultados y metas). Por ejemplo, escribió que «los resulta-
dos convencionalmente reconocidos y esperados suelen participar en la defi-
nición de los acontecimientos de habla», que «lo convencionalmente espera-
do o asignado debe distinguirse de lo puramente situacional o personal y de
lo latente y no pretendido» y que «los motivos reales de los participantes, o
parte de ellos, pueden ser muy diversos» (1972: 61-62). Sin embargo, su
intención en este pasaje no era mostrar cómo participan los objetivos en la
cognición de los acontecimientos discursivos, sino distinguir los resultados
esperados de las metas y las metas individuales de las comunes.
La teoría descriptiva de Hymes es detallada y contiene otras categorías:
estilos de habla, formas de hablar, contenido del mensaje, clave, canales,
formas de habla, normas de interacción, normas de interpretación y reglas
del hablar. Tratarlas todas nos llevaría demasiado lejos. Formas, códigos y
normas de comunicación forman el núcleo deuna colección reciente de ar-
tículos (Carbaugh 1990a). Al ver la comunicación como «la creación y afir-
mación de identidades en situaciones sociales», Donal Carbaugh (1990b: 7)
preguntó: «¿Cómo crea la comunicación sentidos de orden moral y, a su
vez, cómo influyen los órdenes morales en la comunicación?». Las diferen-
cias entre los enfoques de la EH y la lingüística cultural son en gran medida
diferencias entre la perspectiva cognitiva y la centrada en la acción social.
En el caso ideal, la lingüística cultural y cognitiva seguirá teniendo el con-
texto social tan presente como la EH, mientras que la EH hará distinciones
más explícitas entre categorías folk y analíticas.

Las máximas de Grice para el éxito de la comunicación


(en un mundo simplificado)

Uno de los marcos más influyentes en los estudios sobre el discurso y la


pragmática es el de H. P. Grice (1975), quien intentó formular las presuposi-
ciones fundamentales de cualquier comunicación, esto es, lo que tendrían
\
-,
228
DISCURSO Y NARRACIÓN

que asumir como cierto los participantes de cualquier conversación. Los


denominó máximas. Su máxima más general es simplemente ser cooperati-
vo 6. La denominó principio de cooperación, que se descompone en cuatro
máximas. Como las máximas han sido resumidas de modo algo más sucinto
por Herbert H. Clark y Susan E. Haviland (1977: 1-2), citaré la versión de
éstos, que es como sigue:

Cantidad: Haz tu contribución ni más ni menos informativa de lo necesario.


Calidad: Di solamente lo que crees y para lo que cuentes con pruebas ade-
cuadas.
Relación: Sé relevante.
Modo: Haz tu contribución fácil de entender; evita ambigüedad, oscuri-
dad y prolijidad.

Si estuviera pidiendo información sobre los estantes de un supermerca-


do, me encantarían todas esas cosas. Sin embargo, hay muchas más situa-
ciones en las que parecen bastante poco aplicables. La cantidad de informa-
ción que es necesaria para una conferencia ante una audiencia de profesores
universitarios suele dormir a los estudiantes. ¿Quién decide cuánta informa-
ción es necesaria? Dos viejos colegas de la facultad podrían discutir con
mucho detalle e interés los viejos tiempos, acariciando verbalmente viejos
recuerdos que aburren a sus esposas. Una cosa se considera apropiada para
un científico y otra distinta para un entusiasta del tema de los extraterrestres.
En cuanto a las creencias, un oyente puede animar a un hablante a decir algo
que los dos saben que solamente es creído por el hablante mismo, a fin de
establecer una buena relación o de agravar una discusión. Un adulto puede
mentir para ahorrar dolor emocional a un niño. Michael Gilsenan (1976:
212) escribió sobre un pueblo libanés en el que la mentira endémica, llama-
da kizb, «actúa en el mundo diario como un elemento positivo, 'capaci-
tador'». Para mejorar su propio prestigio social, los hombres jóvenes se
inventan de manera habitual elaboradas fantasías, que, cuentan a sus pares.
Ciertamente, en este pueblo la máxima de calidad tiene un alcance limitado
de aplicación o se define de manera diferente.
Ser relevante es honrar el contrato dado-nuevo, es decir, referirse a una
imagen anterior de comprensión mutua y añadir algún elemento nuevo de
información. Sin duda es necesario para la coherencia conversacional, pero
lo que se juzga relevante varía mucho según las circunstancias individuales

6 «Haga que su contribución a la conversación sea, en cada momento, la requerida por el propósito
o la dirección del intercambio comunicativo en el que está usted involucrado» (Grice 1975: 45).
(Tomo la traducción de V. Escandell, Introducción '1 la pragmática. Barcelona, Anthropos, 1993:
\
92. N. del T.) \
-,
229
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

y culturales. Cuando se «habla en lenguas» en las iglesias fundamentalistas,


los hablantes son relevantes, pero los no creyentes pueden considerar las
lenguas como pura verborrea, irrelevantes para cualquier tema. Sin embar-
go, esas «lenguas» pueden considerarse comunicaciones exitosas desde el
punto de vista de los creyentes, porque ciertas personas con el don de inter-
pretación pueden traducidas a la lengua común. Dentro de la universidad, la
mayoría de las subculturas académicas cultivan estilos farragosos y a veces
deliberadamente ambiguos y oscuros. Cada una de las máximas de Grice es
objeto de definición y ratificación cultural y subcultural.
Podemos estar de acuerdo en que la densidad de información, la natura-
leza de la evidencia, la relevancia y la manera son aspectos importantes del
discurso en todas las lenguas y culturas, pero las máximas concretas de
Grice sólo parecen válidas como descripciones de las normas conversacio-
nales de los círculos más sobrios de la sociedad occidental. Hill (1988: 21),
sin embargo, argumentó que las máximas de Grice «parecen ser siempre
aplicables, incluso cuando algunos estilos de habla altamente valorados
dependen de su carácter no directo y elaborado». Pero interculturalmente,
todo lo que podemos decir con alguna certeza es que cada cultura define sus
propias máximas del discurso. En vez de intentar aplicar universalmente las
máximas de Grice, que están ligadas a una cierta cultura, deberíamos inten-
tar descubrir las máximas distintivas de los géneros de discurso subcultura-
les o no occidentales. Quizá lo mejor sea pensar que las máximas de Grice
definen un mundo simplificado de intercambio de información que los an-
glohablantes evocan solamente en circunstancias especiales, como la con-
versación intelectual (Sweetser 1987).

Cómo reñir a un sobrino en hopi

Buena parte de lo que suele llamarse bromear parece violar la máxima de


calidad de Grice: di sólo lo que crees y para lo que cuentas con pruebas ade-
cuadas. Por ejemplo, en tiempos pasados los indios hopi realizaban una
forma de grosera broma sexual, que incluye amenazas de castración a los
muchachos jóvenes por parte de sus parientes políticos masculinos y provo-
caciones sexuales por parte de las hermanas de su padre. He aquí un breve
testimonio tomado de la autobiografía de Don Talayesva (Simmons 1942:
40), citado en Alice Schlegel (1975: 522):

Cuando cumplí los cuatro o cinco años, casi todos mis abuelos, los maridos de
las hermanas de mi padre y los esposos de otras hermanas del clan me hacían
bromas muy pesadas, me agarraban el pene y amenazaban con castrarme,
diciendd que me habían pillado haciendo el amor con sus esposas, que eran mis

230
DISCURSO Y NARRACIÓN

tías. Las mujeres se ponían de mi parte, me llamaban tesoro, me acariciaban el


pene y fingían desearlo terriblemente [...] Me gustaba jugar con ellas pero me
daban miedo sus brutales maridos, pensaba que iban a castrarme. Pasó mucho
tiempo hasta que pude estar seguro de que sólo querían gastarme una broma.

Schlegel propuso una explicación plausible para las amenazas en broma


y para el juego sexual. Los maridos hopis viven en las casas de sus esposas,
donde ocupan una posición un tanto vulnerable con respecto a sus parientes
políticos masculinos. Un marido inseguro y frustrado puede acumular senti-
mientos de hostilidad hacia su esposa y la familia de ésta y puede descargar-
los amenazando a los hijos de los hermanos y hermanas de ella o a otros
muchachos que mantengan una relación de parentesco semejante aunque
más lejana. Las mujeres hopis, por su parte, utilizan las bromas sexuales
para reírse de las inseguridades de sus maridos, presentando a los hijos de
los hermanos de éstos como futuros rivales de sus afectos. En opinión de
Schlegel, los hombres hopis son especialmente vulnerables al rechazo de sus
esposas, ya que de niños se les educó para depender de las mujeres.
Así, las bromas de los hopis sobre la castración y el sexo proporcionan un
claro contraejemplo a la máxima de Grice de que el éxito de la comunicación
exige decir sólo lo que se cree cierto. Quizá desde el punto de vista del sobri-
no objeto de la broma, las comunicaciones no se considerarían exitosas, pero
en cierto sentido deben considerarse así porque son tradiciones lingüísticas
hopis. No sería difícil encontrar otros cientos de contraejemplos más.

Mentir en un mundo simplificado

(VII) Dos pacientes esperan que los lleven en sus camas


al quirófano. El médico señala a uno y dice: «¿Este
Jones es la apendectomía o la amigdalotomía?». La
enfermera Braine acaba de leer los gráficos. Aunque
está ansiosa por conservar su trabajo, confunde mental-
mente los gráficos y responde: «La apendectomía»,
cuando en realidad el pobre Jones es el que tiene que
someterse a la amigdalotomía. ¿Mintió la enfermera
Braine?
(VIII) Superfan tiene entradas para el partido de
copa y está tan orgulloso. Se las enseña a su jefe, que le
dice: «Escucha, Superfan, si un día no vienes a trabajar,
harás mejor en preparar alguna excusa convincente».
Superfan dice: «Eso haré». El día del partido, Superfan
llama por teléfono y dice: «Jefe, no puedo ir hoya traba-
jar porque estoy enfermo». Irónicamente, Superfan no

231
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

puede ir al partido porque el dolorcillo de estómago que


tenía al levantarse se convierte en una intoxicación por
tomaína. De manera que Superfan estaba realmente
enfermo cuando dijo que lo estaba. ¿Mintió Superfan?
(Coleman y Kay 1981: 31-32).

Mentir es un acto de habla pragmático dirigido a crear una impresión falsa.


Ya que existen muchas clases de mentira -mentiras piadosas, mentiras
sociales, mentiras descaradas-, quizá exista también un modelo cognitivo
prototípico de mentira, una imagen de mentir de la que se alejan todos los
demás tipos en ciertos aspectos, pero al que se parecen en otros. En otras
palabras, mentir es quizá una categoría compleja. Como un primer intento
de hallar una solución al problema, podríamos suponer que la mentira pro-
totípica en la lengua inglesa se produce cuando alguien dice algo que no
cree, quizá violando la máxima de calidad de Grice: di solamente lo que
crees y para lo que cuentas con pruebas suficientes. Un enfoque semejante
es el de Coleman yKay (1981). Igual que Paul Kay y Chad K. McDaniel
(1978) comprobaron que los matices intermedios del espectro del color pue-
den juzgarse como buenos o malos ejemplos de colores focales, Coleman y
Kay propusieron que las mentiras tienen diferentes grados de pertenencia a
la categoría de la mentira. Sugirieron que mentir, igual que un término bási-
co de color, es una categoría «difusa», y definieron el concepto de prototipo
de la siguiente manera:

Digamos, en términos generales, que un prototipo semántico asocia una palabra


o un sintagma a una imagen o un esquema cognitivo prelingüístico; y que los
hablantes están dotados de una capacidad que les permite juzgar el grado en que
un objeto (o bien, si se prefiere, la representación interna de éste) se adecua a la
imagen o el esquema del prototipo [cursiva añadida] (1981: 27).

He puesto en cursiva el sintagma imagen o esquema cognitivo a fin de


resaltar el parentesco de su enfoque con el de la lingüística cultural 7. Cole-
man y Kay definieron el prototipo de mentir como «(a) falsedad, que es (b)
deliberada y (c) con intención de engañar». Arguyeron que los casos de
mentira que cumplieran los tres criterios se juzgarían como mejores ejem-
plos, mientras que aquellos que encajaran sólo con uno de ellos serían con-
siderados malos ejemplos. En la mentira social, por ejemplo, el hablante
puede contar una falsedad deliberada pero sin intento de engañar al oyente
(1981: 29):

7 Kay y Fillmore parecen ver la gramática de construcciones como generativa y, en consecuencia,


consideran, compatibles los enfoques cognitivo y generativo. Véase Fillmore, Ka,: y O'Connor
(1988). \

232
DISCURSO Y NARRACIÓN

(2) a. ¡Qué fiesta tan agradable!


b. La cena fue exquisita.
c. Oh, ¿fuiste tú quien escribió ese artículo sobre la mentira? Me
pareció de lo más interesante.
d. ¡Cómo me alegro de verte!
e. Pásate por casa cuando quieras.

Existen además casos en los que se intenta deliberadamente engañar,


diciendo algo que es literalmente cierto (pero que quizá viola las máximas
de cantidad y manera de Grice):

Por ejemplo, si Mary está saliendo de casa para comprar el regalo de


navidad de John, y John le pregunta adónde va, ella podría responder:

(3) Nada, que en Shod's tienen zapatos rebajados y los míos están gasta-
dos.
(4) No tenemos pimentón.
(5) A la tienda.

Los dos primeros enunciados (3 y 4) proporcionan impresiones inco-


rrectas sin hacer afirmaciones falsas. El tercero (5) ignora la finalidad de la
pregunta de John, que sin duda era determinar las actividades que deseaba
realizar Mary, así cómo saber adónde iba. Mary proporciona información
insuficiente.
En un experimento destinado a probar la teoría prototípica de la mentira,
Coleman y Kay elaboraron un cuestionario que contenía ocho historias que
representaban posibles variaciones sobre el prototipo. Las historias VII y
VIII son las que figuran al principio de esta sección. Cada historia contenía
un enunciado, representado entre comillas, que podría considerarse una
mentira. Se pedía a los sujetos que evaluaran los enunciados correspondien-
tes haciendo un círculo en las respuestas, según el formato siguiente: «Era
{una mentira / no era una mentira / no lo sé}».
En mi propia teoría folk del lenguaje, el enunciado de la enfermera Brai-
ne, de VII, no es premeditado y en consecuencia es un error, pero no una
mentira. El enunciado de Superfan en VIII era una mentira en el momento
en que hizo la llamada, pero resultó ser cierto. Yo habría respondido «una
mentira». La cuestión es que en el «error honrado» de VII no había deseo de
engañar. En VIII, aunque el hablante cree que su propio enunciado es falso,
falta intención de engañar. Por sus muchas complicaciones, esta pregunta
produjo resultados de difícil interpretación.
Coleman y Kay presentaron su cuestionario a setenta y un anglohablan-
tes nativos, unos 50 de los cuale.s eran «alumnos, profesores o funcionarios
\
\"

233
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

de la Universidad de Berkeley». Los sujetos tenían edades comprendidas


entre los 15 y los 72 años, con los dos sexos «representados de forma apro-
ximadamente igual». Por lo demás, no intentaron organizar una muestra sis-
temática ni, por lo que sé, se pidió a los sujetos que justificaran sus conclu-
siones.
Los investigadores habían predicho que los ejemplos con los tres ele-
mentos prototípicos se juzgarían como mentiras con mayor frecuencia, y
que los que carecieran de alguno de los elementos del prototipo ocuparían
lugares apropiados en la escala de juicios. En 18 de 19 comparaciones de
juicios sobre parejas de historias, los resultados confirmaron su predicción
con un nivel de fiabilidad de .01, que es considerablemente mejor que el
nivel de .05 que suele exigirse para establecer la fiabilidad de los resultados
experimentales. Además, descubrieron que los elementos del prototipo-
variaban en orden de importancia.
Veamos los tres elementos del prototipo, ordenados según su influencia
sobre los juicios de los sujetos del experimento de Coleman y Kay:

1. El hablante cree que el enunciado es falso.


2. El hablante lo dijo con intención de engañar.
3. El enunciado es realmente falso.

Resultó que la creencia en la falsedad era el elemento más importante del


prototipo, mientras que el deseo de engañar y la falsedad real eran menos
importantes.
Sweetser (1987) adoptó un enfoque diferente para el problema de com-
prender lo que quiere decir la gente cuando afirma que alguien está min-
tiendo. Comenzó con una exploración del modelo inglés de intercambio de
información, que constituye un mundo simplificado en el que puede defi-
nirse claramente la mentira. Este mundo simplificado comienza con una
metamáxima, esto es, una máxima sobre máximas, y una regla general.
La metamáxima es: La gente normalmente obedece reglas; la regla gene-
ral es: Intenta ayudar, no dañar. Las máximas de amabilidad, de Lakoff, y
las máximas de comunicación de Grice dependen también de estos mismos
postulados generales. El resto de los postulados del modelo de intercambio
de información propuesto por Sweetser para el inglés es como sigue:

Modelo de Sweetser para el Intercambio de Información en Inglés (1987: 47;


cursiva añadida).
(O) La gente normalmente obedece reglas (caso por defecto).
(1) Regla: Intenta ayudar, no dañar.
(2) El conocimiento es beneficioso, útil. (Corolario: La información incorrecta
es dañina.)

234
DISCURSO Y NARRACIÓN

(3) Regla: Proporciona conocimiento (informa a otros); no proporciones infor-


mación incorrecta.
(4) Las creencias tienen justificación adecuada.
(5) Las creencias adecuadamente justificadas son conocimiento (= son verdade-
ras).
(6) Por tanto, las creencias son verdaderas (son conocimiento).
(7) Regla: Di lo que crees (ya que creencia = conocimiento); no digas lo que no
crees (esto = información incorrecta).

Dentro de esta situación simplificada de intercambio de información,


que es parte importante de la visión del mundo de los anglohablantes ameri-
canos, una mentira puede definirse, en forma bastante simple, como un
enunciadofalso. En cualquier otra situación, por ejemplo las que exigen un
chiste o una expresión de cortesía, el mismo enunciado podría no ser una
mentira, o podría ser menos que una mentira prototípica. La razón por la
que una mentira puede definirse de manera tan simple es porque un enun-
ciado falso implica no creencia, y la no creencia implica falsedad de hecho.
El mundo simplificado es un sistema cuyos enunciados se siguen unos de
otros; todos son implicaciones mutuas. Repasemos estas implicaciones. Si
una persona dice algo falso, es preciso que no lo crea. Si no lo cree, tiene
que ser realmente falso.
Puse en cursiva el cuarto postulado -Las creencias tienen justifica-
ción adecuada- porque parece ser el más importante y el más difícil de
aceptar por cualquiera que haya estudiado ciencias o lógica. Supongo
que a la mayoría de los lectores de este libro se les ha enseñado a consi-
derar las creencias con profunda sospecha hasta que su validez pueda
someterse a una comprobación rigurosa usando el método científico o
comparándola con las reglas de inferencia. Pero el de Sweetser es un
modelo folk, no un modelo científico. La raza humana se ha comunicado
con el lenguaje durante muchos miles de años, ciertamente 50.000 por lo
menos, sin ciencia moderna ni lógica formal. Nuestros antepasados pro-
bablemente aceptarían sin cuestionarIo un modelo de intercambio de
información semejante al esbozado por Sweetser, y la mayoría de noso-
tros, para la mayor parte de. los fines, seguimos haciéndolo hoy día. Si
fuera de otro modo, apenas podríamos comunicamos porque nos vería-
mos forzados a justificar cada creencia antes de hablar. Ciertamente,
algunas personas que podemos considerar extremadamente intelectuales
pueden tener dificultades para comunicarse por este mismo motivo.
Solamente cuando nos dedicamos a las comunicaciones intelectuales
o legales solemos pasar a un modelo más fiable y elaborado de inter-
cambio de información, como si nos abrocháramos el cinturón de seguri-
dad informativa.

235
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

¿Cómo encaja la nueva definición de la mentira dentro del mundo sim-


plificado de intercambio de información con la definición por Coleman y
Kay de la mentira prototípica como enunciado que el hablante cree falso,
dicho con intención de engañar y falso realmente? En el mundo simplifica-
do decimos lo que creemos, de manera que pronunciar un enunciado falso
implica inmediatamente que no lo creemos. Por tanto, tenemos que estar
queriendo engañar. En el mundo simplificado, las creencias están adecuada-
mente justificadas. Ya que un enunciado que es falso no se cree, no está ade-
cuadamente justificado en la mente del hablante y puede ser realmente
falso. Así, el principio implicado más directamente, la creencia, es el mejor
diagnóstico según Coleman y Kay. El principio más indirectamente impli-
cado, la factualidad, es el peor diagnóstico 8.
Sin embargo, aún no está completamente claro que Sweetser formulara
la descripción correcta del mundo simplificado de intercambio de informa-
ción, o la definición adecuada de la. mentira
,
dentro de ese mundo. Si una
mentira es un enunciado falso, entonces ¿qué sucede con el honrado error
de la enfermera Braine, que fue la causa de que al pobre Jones le hicieran
una apendectomía innecesaria? Los errores honrados parecen encajar en la
definición de la mentira por Sweetser como enunciado falso, contrariamente
a nuestra comprensión de ambas categorías según el sentido común.
El enfoque de Sweetser exige que las palabras sobre el lenguaje se defi-
nan en relación con elaborados modelos de comunicación de fondo, ya que
el mentir está integrado en cierto modo en el modelo de intercambio de
información. Estos modelos de fondo varían con las culturas ..Ronald Seo-
llon y Suzanne Wong-ScoUon (1990) observaron que en las comunidades
atabascanas se parte del supuesto de que la persona dominante en una rela-
ción de habla debería ser quien más hablara, debería «ser el exhibicionis-
ta». Basso (1990a) introdujo «factores extralingüísticos» de inseguridad e
impredictibilidad para explicar por qué guardan silencio los apaches occi-
dentales, pero ciertamente esa correlación de conducta debe estar relaciona-
da con los escenarios discursivos apaches. Este tipo de modelo sería tam-
bién lingüístico, a menos que mantuviéramos un punto de vista muy
limitado sobre lo que pertenece o no a la categoría. Ciertamente, podría
decirse que el modelo cultural de comunicación constituye una parte funda-
mental del significado de cualquier comunicación.
Sweetser (1987: 56) veía el hablar y oír como una relación asimétrica de
poder en la que un oyente cooperativo da permiso a un hablante para que
modifique sus creencias. Una vez concedido un grado de poder lingüístico,

8 Sweetser (1987) propuso una respuesta más compleja al ordenamiento descubierto por Coleman
y Kay basada en un árbol de decisiones, pero confieso que me resulta un tanto oscura.

236
DISCURSO Y NARRACIÓN

un hablante asume la responsabilidad de no perjudicar al oyente con una


mentira. Naturalmente, la gravedad de la mentira depende de las circunstan-
cias; pero en general, cuanto mayor sea la autoridad de un hablante, tanto
mayor será la vulnerabilidad del oyente y tanto mayor el potencial de abuso
de autoridad con la mentira.
Mentir a la gente mina su poder de autodeterminación y viola uno de los
valores fundamentales del anglohablante americano: el individualismo
inquebrantable. Ya que se conoce a los americanos por el valor que conce-
den a la autonomía personal, es probable que se sientan ofendidos por cual-
quier mentira, incluso si ésta va dirigida a evitar algún daño o se dice en
broma. En culturas patemalistas como la japonesa o la china, en las que los
individuos esperan que los parientes de mayor edad o los jefes superiores de
la empresa tengan grandes dosis de responsabilidad en su bienestar, las per-
sonas pueden agradecer las mentiras de sus superiores si van destinadas a
evitarles un daño o una incomodidad, aunque pueden sentirse tremenda-
mente heridos cuando la misma persona dice mentiras con intención de
herir.
Esta visión del discurso como relación asimétrica de poder ayuda a
explicar por qué las personas suelen evitar la apariencia de mentira matizan-
do sus enunciados con matizadores que especifiquen la naturaleza de las
pruebas. Pueden decir cosas como «por 10 que yo sé; si no estoy equivoca-
do; por lo que puedo decir; tal como yo lo entiendo; creo realmente que; sin
comprometerme; es sólo una estimación; para expresarlo suavemente; sin
ningún género de duda» (Sweetser 1987: 56). Algunas lenguas incluso tie-
nen matizadores de evidencia dentro de la gramática, lo que sugiere mode-
los culturales bien desarrollados de intercambio de información. Por ejem-
plo, en la lengua o'odham (papago) del sur de Arizona, casi siempre es
necesario utilizar una palabrita, s, para indicar que el narrador se limita a
informar de lo que le han contado. (El punto debajo de la s indica que la
consonante se pronuncia con la lengua curvada hacia la parte posterior de la
boca.) Por otra parte, en hualapai, una lengua yuma del norte de Arizona, el
hecho de que el hablante haya visto en persona aquello de lo que está infor-
mando puede especificarse sufijando -o a un verbo. Los wintun usan el sufi-
jo verbal -ke para la información recibida de oídas y la narración de mitos,
los sufijos -da, -besken o -be (primera, segunda, tercera persona) para la evi-
dencia visual o indudable, los sufijos -ntida, -nterestken y -nte para eviden-
cia sensorial no visual y el sufijo -re para información basada en inferencias
(Lee 1938). La naturaleza de la evidencia viene revelada, por tanto, por la
gramática, y estas construcciones se llaman evidenciales. Cuánta tinta y
saliva nos ahorraríamos nosotros si tuviéramos sufijos evidenciales que
pudiéramos utilizar ante los tribunales. Ut. lizando el sufijo wintun, diríamos
\
,

237
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

por ejemplo: «El acusado robó-be el compact disc», eliminando así la nece-
sidad de la inevitable pregunta: «¿Usted lo vio personalmente cogerlo?».
La estrategia de Sweetser para la definición de la categoría discursiva de
mentira es curiosamente parecida al modelo de esquema proposicional pro-
puesto por Quinn para el matrimonio y al modelo de postulados propuesto
por Kovecses para el amor, una categoría con dimensiones emocionales y
sociales. Tanto el amor como la mentira tienen dimensiones verbales, emo-
cionales y sociales. El tema de la mentira centra la atención sobre la con-
ducta verbal, mientras que el amor puede poner de relieve la conducta social
y los estados sensitivos. Tanto el modelo de Kovecses como el de Sweetser
representan mundos prototípicos simplificados que son normas o destilacio-
nes de la conducta social. Cuando reunimos e integramos los diversos mun-
dos simplificados de comunicación, amor, poder y otras áreas de interés pri-
mordial dentro de una cultura, llegamos a la visión del mundo.

Cómo vender una máquina de coser:


el lenguaje honorífico enjaponés

La transacción comercial es un género de discurso en el que los actos de


habla pragmáticos adquieren especial relieve porque el vendedor debe man-
tener el flujo del discurso mientras el cliente potencial seguramente preferi-
ría interrumpido. El vendedor también debe intentar motivar a la víctima
para que compre el producto. Aoi Tsuda (1984) nos proporcionó la traduc-
ción inglesa de un delicioso texto de un vendedor japonés de máquinas de
coser tentando a una clienta poco dispuesta. Reproduzco los primeros vein-
tidós turnos, con pequeños cambios 9.
A fin de comprender el texto, es necesario ser conscientes de que los
esquemas de nivel social y distancia subyacen a gran parte del discurso
japonés, incluyendo las transacciones comerciales. El esquema de nivel
puede verse en muchos rasgos del habla, pero es especialmente evidente en
el uso de las expresiones honoríficas. En la transacción comercial, el vende-
dor utiliza formas de humildad para sí mismo y expresiones honoríficas que
elevan el nivel del cliente y sus parientes. En general, usará formas corteses
o formales siempre que sea posible, invocando una relación de estatus que
aumente sus oportunidades de hacer una venta. Desde luego, los vendedores
también pueden elevar el estatus del cliente en Estados Unidos, pero las
convenciones de habla honorífica del japonés proporcionan más herramien-
tas para ello.

9 Se omiten n {meros de línea, marcadores de pausa y marcadores de interrupción.

238
DISCURSO Y NARRACIÓN

El uso de expresiones que implican nivel en la escala social se codifica


en el texto con (H), estilo honorífico, y (F), estilo formal. Cuando aparezca
una de estas claves, indicará el uso de un término especial de tratamiento o
la referencia a una forma especial del verbo. He aquí cómo describió Tsuda
(1984: 50-51) la situación y los participantes: «S es un vendedor de unos
cuarenta y tantos años, que está vendiendo una máquina de coser. C [clien-
te] es un ama de casa, madre de dos hijas. La siguiente conversación tuvo
lugar a la puerta de la casa de C en Tokio».

s. Dispénseme (F).
C: Sí.
S: Dispénseme (F). Pertenezco a J (nombre de la empresa) (F). Sí, J (empresa)
(F).
C: ¿Qué desea?
S: Okusan (H) (significa ama de casa), ¿conoce el anuncio de la televisión (F)?
Ese de que podemos coser lo muy grueso o incluso lo muy fino [oo.]
C: Ya, una máquina de coser. Tenemos una.
S: Ah, ¿sí (F)?
C: Sí.
S: ¿Cuándo la (F) compraron (H) ustedes?
C: Bueno, déjeme pensar. Hace cuatro o cinco años.
S: Cuatro o cinco años. ¿Es para recto o para zigzag (F)?
C: Es para zigzag (F).
S: Mm, mm. Zigzag. ¿Qué (H) marca es (F)?
C: Marca J, creo.
S: Ah, ¿sí (F)? Muchas gracias (F). ¿Es esa que tiene un cam que se puede cam-
biar (una parte de la máquina)?
C: ¿Qué?
S: Ya sabe, el cam, que tiene muchos accesorios.
C. Sí.
C: Unas diez cosas. Quiero decir que se cambian. (F)
S: Mm.
S: La nueva máquina de coser que empezó a venderse el uno de mayo no nece-
sita cambiar el cam (F). La llamamos máquina de coser electrónica.
C: Ya tenemos una. Es suficiente para mi casa.

Después de las introducciones, los actos de habla de la transacción


comercial entran en un patrón de preguntas planteadas por el vendedor
seguidas de respuestas de la clienta, quien parece demasiado cortés para
expulsar al vendedor. Después de cada respuesta del cliente, el vendedor
repite en eco la respuesta o bien plantea nuevas preguntas a fin de mantener
la transacción. La secuencia básica de la primera parte de la transacción
comercial es, pues, [[Pregunta-Respuesta-(Reconocimiento)] ...], donde los

239
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

Tabla 8. Diecisiete movimientos de apertura en una transacción comercial japo-


nesa, por categoría a

Peticiones:
S: Dispénseme (F).
C: Bueno, déjeme pensar.
Declaración-Introducción de uno mismo:
S: Pertenezco a J (nombre de la empresa) (F). Sí, J (empresa) (F).
Respuesta a petición:
C: Sí.
Preguntas:
C: ¿Qué desea?
S: Okusan (H) (significa ama de casa), ¿conoce el anuncio de la televisión
(F)? Ese de que podemos coser lo muy grueso o incluso lo muy fino ...
S: Ah, ¿sí (F)?
S: ¿Cuándo la (F) compraron (H) ustedes?
S: ¿Es para recto o para zigzag (F)?
S: ¿Qué (H) marca es (F)?
Declaraciones-Respuestas a preguntas:
C: Sí.
C: Ya, una máquina de coser. Tenemos una.
C: Hace cuatro o cinco años.
C: Es para zigzag (F).
C: Marca J, creo.
Ecos y reconocimientos de respuestas:
S: Cuatro o cinco años.
S: Mm, rnm. Zigzag.

a S = Vendedor, C = Cliente; (H) Honorífico; (F) Formal.

paréntesis muestran que el reconocimiento es opcional, y la elipsis significa


un número indefinido de repeticiones. Eventualmente, el vendedor ofrece
más información sobre sus productos y la financiación, y recomienda la
compra. El cliente reconoce las declaraciones de aquél, pone en duda sus
informaciones y explica por qué no está en posición de comprar. Buena
parte de la transacción consiste en negociar si la máquina de coser que el
vendedor está intentando colocar encajará en la vida del cliente y su fami-
lia. Vendedor y cliente negocian una imagen muy específica de la situación
que podría llegar a convertirse en objetivo principal e incluso, quizá, a moti-
var la compra.
Pero el habla del vendedor predica más que la simple conveniencia de su
producto para esa clienta. Expresiones formales (F) y honoríficas (H) apare-
cen en las cinco preguntas que hace el vendedor, mientras que las cinco res-

240
DISCURSO Y NARRACIÓN

puestas de la clienta contienen una sola (F), que además parece repetir en
eco una expresión usada por el vendedor. El vendedor preguntó: «¿Es para
recto o para zigzag (F)?». A lo que respondió la clienta: «Es para zigzag
(F)>>.Quizá cambiar el nivel de formalidad en una respuesta ecoica sugeriría
de forma poco cortés que el vendedor había hablado de manera inapropiada.
El uso de la lengua formal por el vendedor parece predicar una relación de
estatus que debe invocar sus propios escenarios, que encajan en el escenario
comercial. Al invocar un estatus superior para el cliente, el vendedor puede
estar aumentando el interés, la simpatía y la generosidad que la gente tiene
. que mostrar hacia los inferiores o los socialmente dependientes.
Este análisis de la transacción comercial muestra que al menos tres tipos
de imaginería contribuyen a su estructura. Entre éstos están el conocimien-
to de fondo, el esquema de participación de cliente de estatus elevado y ven-
dedor de estatus bajo y el esquema secuencial de actos de habla. La mayor
parte del contenido de la transacción implica construir una imagen de la
vida del cliente con espacio para una máquina de coser con accesorios extra
y buena financiación. Es una escena o modelo textual construida, en el sen-
tido de W. F. Hanks (1993), un marco general. Esta escena representa aspec-
tos de lo que los antropólogos que trabajan en la tradición de la EH denomi-
nan situación y fines (u objetivos). Naturalmente, el objetivo que empuja
todo el episodio es la motivación del vendedor para vender una máquina,
pero nunca aparece explícitamente en el texto. Por ejemplo, el vendedor
nunca dice nada que pueda indicar que si le ayudan comprando una máqui-
na su jefe le dará una buena comisión.
El esquema de participación es el de cliente y vendedor, pero el lenguaje
honorífico también lo inserta en un esquema de estatus elevado y bajo. El
lenguaje honorífico encaja con lo que Hymes llamó normas, esto es, «las
reglas de base cultural para las conductas comunicativas apropiadas», pero
el uso del lenguaje honorífico aquí no es sólo apropiado; es también un uso
estratégico de claves contextuales (Gumperz 1982, 1992)10.
Las secuencias de actos de habla, como el marco [[Pregunta-Respuesta-
(Reconocimiento)]. ..], mantienen el flujo de la transacción comercial. En un
nivel superior, toda la transacción comercial podría considerarse como un
acto de habla intencional complejo (y de este modo se podría pensar que

10 Gumperz (1992: 232) afirmó que las claves de contextualización «funcionan relacionalmente y
no pueden asignarse a significados léxicos nucleares, estables e independientes del contexto», Yo
argüiría que los honoríficos pueden considerarse significados convencionales estables, porque pre-
dican escenarios sociales muy esquemáticos, aunque podría estar de acuerdo en que buena parte de
su significado procede de su uso estratégico al enmarcar el contexto discursivo. Lo mismo puede ser
cierto de otros muchos tipos de claves de contextualización. Para mencionar un solo ejemplo, véase
Basso (1992: 267), que descubrió que «los datos del kalapalo contradicen la afirmación de Gum-
perz de que las claves de contextualización son 'marginales o SlCántiCamente insignificantes'».

241
INTERPRETACIONES Y APliCACIONES

subsume la categoría de los fines, propuesta por Hymes), pero el término


acto de habla suele reservarse habitualmente para actos menores realizados
dentro de los límites de una cláusula o un sintagma (saludos, preguntas,
declaraciones, etc.).
En este análisis, he propuesto tres tipos básicos de imaginería: la escena,
situación o mundo textual construido, la clasificación social relativa de los
participantes, invocada temporalmente, y la secuencia de actos de habla. La
más dinámica es la situación, que se ve sometida a intensa negociación,
revelación y elaboración en el curso de la transacción. El objetivo del ven-
dedor, naturalmente, es negociar la aceptación por la clienta de un mundo
textual en el que ésta necesita la mercancía y un sistema social en el que se
siente responsable por el bienestar del vendedor o por el mantenimiento de
una relación amistosa. Esto podría motivarla a realizar el acto de habla cul-
minante en la transacción comercial ideal: la promesa de compra.
Este ejemplo de transacción comercial proporciona un buen preludio
para una discusión más general de la lengua honorífica y de cortesía japone-
sa. Masayoshi Shibatani (1990: 374-380) presentó un ejemplo simple en el
que alguien está hablando a un oyente indefinido sobre una tercera persona
llamada Taro. En habla simple podemos decir Taroo ga ki-ta (Taroo vino),
pero si deseamos ser corteses con nuestra audiencia, podríamos añadir el
sufijo verbal de cortesía -masi y decir Taroo ga ki-masi-ta": Así, desde el
punto de vista del hablante, el uso de la forma verbal de cortesía está regido
(«controlado») por el interlocutor, que no se menciona explícitamente en la
oración. En las siguientes expresiones, (1) y (2), se proporciona el análisis
completo (1990: 375). NOM se refiere a la marca de caso nominativo; ga
marca su sustantivo núcleo como sujeto.
(1) Taroo ga (simple)
ki-ta.
Taroo NOM venir-PASADO
'Taroovino'.
(2) Taroo ga ki-masi-ta. (cortés)
Taroo NOM venir-coRTÉS-PASADO
'Taroovino'.

Los honoríficos pueden ser regidos por referentes distintos del receptor.
Pueden usarse prefijos y sufijos especiales para honrar al sujeto de una ora-
ción, como en los ejemplos (4) y (5), o al complemento, como en (7). En los
ejemplos (4), (5) y (7), es el maestro quien resulta honrado. HON señala un

11 Para evitar confusiones, debe tenerse en cuenta que Shibatani utiliza en estos ejemplos un tipo de
escritura romanizada del japonés diferente del empleado en otros ejemplos del libro; p.ej., la sílaba
que aquí se escribe si aparece en la otra forma habitual de romanización como shi;igualmente, tu =
tsu, sy = sh, ty = ch, etc. (lv\ del T.)
,<,

242
DISCURSO Y NARRACIÓN

prefijo o sufijo honorífico. ADV se refiere a un adverbializador. ACC es caso


acusativo; es decir, marca como complemento directo del verbo al sustanti-
vo precedente (1990: 376).

Honorífico de sujeto (controlado por el referente)


(3) Sensei ga warat-ta. (simple)
maestro NOM reír-rwsxno
'El maestro rió'.
(4) Sensei ga o-warai ni nat-ta. (honorífico)
maestro NOM HON-reÍr ADV ser-PASADO
'El maestro rió'.
(5) Sensei ga warawa-re-ta.(honorífico)
maestro NOM reÍr-HON-PASADO
'El maestro rió'.
Honorífico de objeto (controlado por el referente)
(6) Taroo ga sensei o tasuke-ta. (normal)
Taroo NOM maestro ACC ayudar-rwsxno
'Taroo ayudó al maestro'.
(7) Taroo ga sensei o o-tasuke si-la. (honorífico)
Taroo NOM maestro ACC HON-ayudar hacer-rwsxno
'Taroo ayudó al maestro'.

Las formas de cortesía pueden usarse independientemente de las honorí-


ficas, pero normalmente se utilizan en combinación con ellas. ¿Qué se hace
si el receptor es el sujeto o el complemento que controla el honorífico y
también el complemento de la lengua de cortesía? En este caso se usarían
ambas formas, como en el ejemplo (8):

(8) Itu o-kaeri ni nari-masu-ka?


¿Cuándo HON-regresar ADV ser-conrss-o?
¿Cuándo va a regresar (usted)?

Al explicar estos usos, Shibatani escribió que cuando se utiliza el lengua-


je de cortesía suelen usarse también honoríficos «cuando el referente es
apropiado», aunque los honoríficos pueden aparecer en ausencia de formas
verbales de cortesía. El uso de las formas de cortesía está regido por varias
dimensiones de la situación, incluyendo la «naturaleza del receptor, la for-
malidad de la ocasión, la naturaleza de los temas de discusión y la naturaleza
de los espectadores», pero la dimensión subyacente que rige tanto los hono-
ríficos como las formas de cortesía es la distancia psicológica relativa. Por
ejemplo, cuando una madre y su hija estén hablando sobre el padre, hablarán
de él usando honoríficos, pero usar éstos al hablar sobre el padre a una perso-
na de fuera de la familia parecería inapropiado. En otras palabras, en el trián-

243
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

gulo de hablante-oyen te-referente, es apropiado aplicar los honoríficos sólo


a alguien no presente como oyente o como referente, el que esté más alejado
psicológicamente de los tres. El mismo principio actúa en otras situaciones.
Shibatani (1990: 379) proporcionó un ejemplo más de posible valor para
los interesados en el protocolo empresarial japonés. En este ejemplo, una
secretaria se refiere al presidente de la empresa. Su uso de la forma honorífi-
ca depende del estatus de la persona a la que está hablando. Si el receptor es
un colega de la compañía, usa el honorífico (ejemplo a), pero si habla a
alguien de fuera de la empresa seguirá usando la forma de cortesía, pero no
empleará honoríficos para el presidente (ejemplo b). TOP marca un tópico
(1990: 379):

a. Syatyoo-san wa ima o-dekake ni natte i-masu.


presidente-HON TOP ahora HON-ir fuera HON ser-CORTESÍA
'El presidente está fuera ahora'.
b. Syatyoo wa ima dekake-te ori-masu.
presidente TOP ahora salir estar-CORTESÍA
(igual que a)

Las reglas que usan la distancia psicológica relativa se enseñan explícita-


mente en la escuela y en el hogar. El principio de distancia psicológica pare-
ce funcionar suficientemente bien cuando dos personas discuten sobre una
tercera, pero cuando dos personas están hablando y una se dirige a la otra
con honoríficos, siguen necesitando el esquema clasificatorio dependiente
del nivel social. Naturalmente, situarse uno a sí mismo en una cierta posi-
ción de la escala social puede considerarse como una especie de distancia-
miento psicológico respecto a la persona de rango superior a la que por
defecto se le asigna la mayor distancia. El punto importante que hay que
recordar es que los honoríficos mismos son actos de habla que predican la
participación de los interlocutores en escenarios de discurso con obligacio-
nes mutuas. Al predicar una gama reducida de escenarios que implican a los
hablantes, los honoríficos sirven de «claves de contextualización» que en-
marcan la situación discursiva, y esa enmarcación puede ser estratégica
(Gumperz 1982, 1992).

Yo, 'te digo': pragmática de una partícula discursiva deljaponés

Algunas palabras y partículas gramaticales parecen carecer a primera vista


de significado referencial, adquiriendo significado solamente en contexto.
Como apuntan hacia algún aspecto del contexto discursivo, se les ha lla-
mado indizadores no referencia/es (Silverstein 1976). Al observar pala-

244
DISCURSO Y NARRACIÓN

bras inglesas como oh, well, and, but, or, so, because, now, then, 1 mean,
y' know 12, Schiffrin (1987: 31) las llamó marcadores discursivos, que de-
finió como unidades de interacción, esto es, «elementos dependientes
secuencialmente que delimitan unidades de conversación». Yo propongo
adoptar un enfoque diferente que asume que los marcadores del discurso y
los indizadores «no referenciales» predican realmente significados con-
vencionales y derivan significado del contexto, básicamente como hacen
otras expresiones lingüísticas. Estos significados son metalingüístico s o,
más estrictamente, metadiscursivos. Supondré que la gente conceptual iza,
esquematiza y simboliza muchos aspectos del discurso verbal, incluyendo
su contenido ideológico (pensamientos que evoca en las mentes de los
oyentes), forma fonológica, situación, estructura de interacción e incluso
las intenciones de los hablantes de realizar actos de habla pragmáticos 13.
Los términos que predican esas cosas sobre el discurso mismo pueden lla-
marse indizadores discursivos o simplemente discursivos (comparables a
los nominales, verbales, adjetivales, adverbiales, etc.) 14. Pueden caracteri-
zarse además como pragmáticos, interaccionales, situacionales, fonológi-
cos, etc., de acuerdo con lo que predican sobre el discurso, pero en la
mayoría de las expresiones estos elementos estarán mezclados. Los dis-
cursivos pragmáticos pueden funcionar también ellos mismos como actos
de habla debido a que tratan de actos de habla; redirigir la atención de un
hablante hacia un acto de habla puede ser el equivalente pragmático de
repetir el acto mismo.
El enfoque de la lingüística cultural unifica por tanto el estudio de las
partículas discursivas con el de otras clases de predicaciones. También
explica un fenómeno que ha atormentado a los teóricos del discurso: que
muchas partículas discursivas no muestran un comportamiento demasiado
apropiado si se definen como marcadores que delimitan unidades conversa-
cionales (Schiffrin 1987: 31-36). Ya que solamente predican algo sobre el
discurso en vez de regir la estructura interaccional de éste en forma mecáni-
ca, su distribución no tiene por qué corresponder exactamente a los límites
de las unidades de habla y su dependencia secuencial no tiene por qué ser

12 Algunos ejemplos de marcadores discursivos en español: bueno, y tal, venga, mira, ¿me sigues",
¿sabes?, ¡hombre!, pues nada ... Puede verse al respecto Helena Calsamiglia y Amparo Tusón, Las
cosas del decir. Manual de análisis del discurso. Barcelona, Ariel, 1999, sección 8.2.4; también
M." A. Martín Zorraquino y Estrella Montolío Durán (coord.), Los marcadores del discurso.
Madrid, Arco, 1988; José Portolés, Marcadores del discurso. Barcelona, Ariel, 1998. (N. del T.)
13 Igualmente, Hill e Irvine (1993: 1) observaron que «muchos aspectos de la forma lingüística pue-
den verse con provecho como caracterizados por su inclusión de procesos interaccionales profunda-
mente incrustados en ellos». .
14 Este uso de 'discursivo' es una nominalización de la forma adjetival de discurso, esto es, 'perte-
neciente al discurso', y no debe tomarse en un sentido más general de di,\resión, etc.

245
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

exacta. Los únicos discursivos que son marcadores discursivos en el sentido


estricto de delimitar el flujo de la conversación son aquellos que predican
sobre la secuencia de interacción, frente a sus funciones pragmáticas, su
fonología o su ideología.
Haruko Minegishi Cook (1991: 5) nos proporcionó un interesante estu-
dio de un discursivo pragmático en su examen de la partícula japonesa yo,
que a veces puede traducirse de forma aproximada como 'te digo' pero que
otras veces adopta una diversidad de significados determinados situacional-
mente, incluyendo aserción, advertencia, consejo, instrucciones, anuncio,
explicación, solicitud, insistencia y contradicción 15. Veamos el ejemplo
siguiente en el que un niño intenta atraer la atención de su madre y su her-
mano, que están conversando. Se trata de un ejemplo del significado 'te
digo' en los dos primeros usos, seguidos por el yoo más insistente en su uso
final. Las flechas señalan la expresión a la cual indiza la partícula (1991: 5):

[H está mirando un insecto macho en un libro de ilustraciones e intenta hablar


sobre el insecto a su madre y a K.]
((La madre y K están hablando))
->H: Kore osu da yo, osu.
'Éste es macho, macho'.
((La madre y K están hablando))
->H: Kore osu dayo.
'Éste es macho'.
(La madre y K están hablando))
->H: Kore osu dayoo.
'Éste es macho'.

Veamos ahora un uso asertivo de yo en una pelea de vecindad en la que


yo aparece con altísima frecuencia, 33 veces en un texto de 824 palabras, en
comparación con las ocho veces que aparece yo en una conversación fami-
liar normal de extensión semejante (1991: 6):

El Sr. Suzuki, propietario de un apartamento, está enfadado con uno de los


inquilinos, el Sr. Kobayashi, quien sacó la basura el día equivocado porque esta-
ba a punto de mudarse [...] El Sr. Suzuki afirma con fuerza sus puntos de vista,
en contra de la afirmación del Sr. Kobayashi, con los usos primero y tercero de
yo, y señala lo que podría hacerse con el segundo uso de yo.

15 En algunas variedades del español, por ejemplo la canaria, se utilizan discursivos semejantes,

como ¿oíste?, que coinciden parcialmente con la partícula japonesa yo: Éste es macho, ¿oíste?
(N. del T.)

246
DISCURSO Y NARRACIÓN

[El Sr. Suzuki y el Sr. Kobayashi llevan un rato discutiendo sobre la basura que
el Sr. Kobayashi sacó el día equivocado.]
K: Toriaezu hikkoshi dakara koko ni =
'Como voy a mudarme, (la) saqué a toda prisa'.
S: Un
'A-ja'
->S: =Iya, kotchi wa sonna koto shiranai yo.
'No, no lo sabía'.
Da- dakara otaku mo saa, hikkoshi suru kara kore tanomu tteba
-> ore mo yatte yaru yo.
'B- bueno, si usted me hubiera dicho que iba a mudarse y quería que yo
me ocupara, lo habría hecho'.
K: Chotto wakannasugiru no ja nai desu ka?
'¿No es verdad que es (usted) demasiado poco razonable?'
->S: Iya, wakannaku nai yo.
'No, no soy poco razonable'.

Igual que los honoríficos japoneses y las formas de cortesía, yo puede


utilizarse incluso para afirmar relaciones de estatus. Debido a las implica-
ciones coercitivas de yo, los pertenecientes a un estatus inferior deben ser
especialmente cuidadosos al usarlo. Cook (1991: 14) proporcionó un ejem-
plo de conversación entre una mujer que es yome (ha entrado por matrimo-
nio en la familia de su marido), una posición de estatus relativamente bajo, y
su cuñada, de más edad. En esta conversación, la mujer de mayor edad (CH)
utiliza yo, mientras que la más joven (AY) usa honoríficos (en negrita):

AY: Hansode nanka kiterashita mono neo


'Llevabas ropa de manga corta'.
->CH: Hansode yo.
'(Naturalmente,) ropa de manga corta'.
Natsufuku no hansode, go-roku-gatsu no.
'Ropa de verano con manga corta, (se puede usar) en mayo o junio'.

De este y otros ejemplos, Cook (1991: 14-15) extrajo la conclusión de


que «los participantes en una conversación negocian su poder mediante el
uso del lenguaje. El uso del lenguaje puede crear el papel social y el estatus
del hablante en estas interacciones, mientras que su estatus social en la
sociedad puede restringir ciertos usos del lenguaje».
A los hablantes nativos suele resultarles difícil describir el significado de
yo, aunque las partículas son «recursos importantes para la interacción
social» (1991: 1). En una visión del lenguaje en la que el significado está
imbricado en las entidades y predicados de las proposiciones, partículas
como yo no contribuyen a los significados referenciales de las proposicio-

247
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

nes. Más bien, «señalan la estructura del contexto de habla». Cook (1991: 2)
argumentó que los significados de los indizadores son impredecibles porque
surgen de lo que pretenden conseguir los hablantes y de las expectativas
sobre las reacciones y suposiciones de los oyentes.
Una forma posible de entender los indizadores es proponiendo que cada
uno de estos términos está unido directamente a un significado adquirido en
contexto, como en la figura 24, pero este modelo es insuficiente porque no
distinguiría entre diferentes indizadores y porque no explicaría por qué
habría de surgir un enlace específico entre forma y significado. ¿Por qué un
uso del término habría de significar cualquier componente concreto de la
situación y no otro cualquiera?
Citando a E. Ochs (1988), Cook sugirió una modelización alternativa del
significado de los indizadores. En este modelo, un término tiene significa-
do directo e indirecto al mismo tiempo, como en la figura 25. El significado
directo es abstracto y estable. El significado indirecto está situado en el con-
texto del discurso. Los significados indirectos que surgen en el discurso
pueden representarse, para la partícula yo, como en la figura 26.
Es el significado directo el que nos permite distinguir yo de otros indiza-
dores. Pero al apuntar al enunciado del hablante, yo también llama la aten-
ción sobre la condición del hablante tal como éste la describe, o sobre las
consecuencias de ignorar al hablante. Pide al oyente que reexamine los
escenarios más salientes que implica la locución del hablante y la situación
misma 16. De manera implícita, pero a menudo insistente, yo pide al hablan-
te que proporcione respuestas convencionales a los escenarios evocados.

significado 1

significado 2

indizador no referencial <I!!! ~~~==========~ significado 3


significado 4

significado x

Figura 24. Enlace directo de un término indicial con significados adquiridos en


contexto. Tomado de Cook (1991: fig. 1). Reproducido con autorización de Haruki
M. Cook.

16 Esto es un ejemplo de lo que Silverstein (1976: 33) llamó «presuposición indicial»,

248
DISCURSO Y NARRACIÓN

significado indirecto 1

significado indirecto 2

significado indirecto 3
recurso lingüístico -_. - significado directo
significado indirecto 4

significado indirecto x

Figura 25. Relaciones de indización directas e indirectas. Tomado de Cook


(1991 :fig. 2). Reproducido con autorización de Haruko M. Cook.

Recurso Significado Significados


lingüístico directo indirectos

Actitud asertiva

Actos de habla

Advertencia

Consejo
Apuntar
Yo ----- al enunciado ~--- Instrucciones
del hablante

Anuncio

Explicación

Informe

Petición/orden

Insistencia

Contradicción

Relaciones sociales

Estatus superior

Parte cómplice

Figura 26. Relaciones indiciales de yo. Tomado de Cook (1991: fig. 3). Reprodu-
cido con autorización de Haruko M. Cook.
\
\.

249
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

Con ello, yo, indirectamente, adquiere el carácter de acto de habla (insistir,


advertir, solicitar, etc.) y sirve para definir estatus sociales. Este modelo del
funcionamiento de la partícula yo en el discurso parece perfectamente con-
sistente con la función de las historias moralistas apaches que discutimos
más arriba. Muestra que el significado del indizador no se limita a un nivel
del discurso en particular.
¿Tienen yo y otros discursivos semejantes un significado referencial en
el sentido de simbolizar directamente alguna imaginería? Contra Silverstein
(1976), creo que sí. Un indicio de la naturaleza de esta imaginería se en-
cuentra en cómo representa Cook el «significado directo» de yo, esto es,
«apuntar hacia el enunciado del hablante» (1991: 4). Yo sostengo que la
partícula gramatical yo predica esquemáticamente la locución más reciente
del propio hablante. El símbolo adquiere contenido semántico y fonológico
específico para cada interlocutor a partir de los recuerdos de la locución
anterior del hablante, a contar desde el momento en que se pronuncia ese yo.
El esquema de yo enmarca estos recuerdos. Yo adquiere efectos pragmáticos
a partir de las conceptualizaciones de la situación por los interlocutores, al
responder éstos a la pregunta de por qué quiere el hablante que los oyen-
tes recuerden sus palabras anteriores.
Para resumir, la partícula japonesa yo proporciona un ejemplo de expre-
sión cuyo significado es siempre situado y sometido a interpretación, de
modo que puede realizar actos de habla pragmáticos o puede usarse perfor-
mativamente para definir estatus sociales. Yo está en el extremo emergente
del continuo que va desde los significados convencionales hasta los emer-
gentes. Yo es metalingüístico; es conversación sobre el discurso mismo, por-
que su sentido convencional residual es evocar de nuevo una imagen de la
locución previa del mismo hablante juntamente con su significado y con las
intenciones del hablante. El examen del significado estable y la función gra-
matical de yo sugieren que esta y otras expresiones de claro carácter indi-
zador simbolizan probablemente una imaginería abstracta del discurso
rrusmo.

Por qué está desorganizada la historia cuna de la pimienta

Según Hymes y Cazden (1980: 131), «la narración puede ser un modo insos-
layable de pensamiento», mientras que Wallace Chafe (1990: 79) veía las
narraciones como «manifestaciones patentes de la mente en acción: como
ventanas sobre el contenido de la mente y sus operaciones en desarrollo».
Parece que tenemos la opción de considerar la narración como una ventana
que nos libera o como una celda (Iue nos aprisiona. Pero si la narración es

250
DISCURSO Y NARRACIÓN

insoslayable, como afirmaba Hymes, ¿qué son las formas de la narración


para poder constreñir nuestro pensamiento? Si la narrativa potencia y cons-
triñe a la vez, un examen de la narración basado en la lingüística cognitiva
puede ayudamos a comprender los panoramas que nos ofrece y los límites
que nos Impone.
La narración se refiere a la recitación de historias. Generalmente, las
narraciones describen secuencias de acontecimientos dispuestos en el tiem-
po o el espacio, independientemente de si los acontecimientos se consideran
míticos o reales. La narración más simple y prototípica tiene la forma de
una proposición independiente con sujeto y objeto concretos, más o menos
como:

Coyote lanzó sus ojos al aire.

Una narración más larga podría utilizar muchas de estas narraciones bre-
ves, como en la siguiente secuencia de tres proposiciones:

Un hombre lanzó sus ojos al aire. Coyote vio a un hombre. Coyote lanzó
sus ojos al aire.

Austin Hale (1984) llamó a una secuencia elemental como ésta eje narra-
tivo. Yo veo el eje narrativo como un escenario. Como veremos, el escenario
de un cuento no surge necesariamente al contarlo; no todos los cuentos tie-
nen esos ejes narrativos prototípicos. Pero algunos cuentos amerindios pare-
cen tener una estructura de este estilo. La historia Coyote Perdió Sus Ojos
discutida en el capítulo 6 tiene los rasgos de una secuencia de eje. Sin embar-
go, las narraciones suelen ser más complejas que el escenario del eje.Robert
E. Longacre (1981) mostró cómo el eje narrativo y los acontecimientos se-
cundarios pueden distinguirse de la información situacional y del trasfondo
mediante tiempos y aspectos verbales que aparecen en un continuo que va
desde lo más activo hasta lo más estático.
Obviamente, las narraciones tienen que hacerse más complejas según
relaten acontecimientos más complejos. Las narraciones complejas deben
tener al menos tres rasgos estructurales básicos que proporcionan cohesión
e interés 17:

(1) estructura de constituyentes,


(2) índices de información nueva y vieja, y
(3) perfilamiento del contenido saliente.

17 Bale. en el marco de la gramática generativa transformacional, diría que los procedimientos

narrativos transforman y distorsionan el eje.


\,

251
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

Al igual que los sintagmas y cláusulas, las narraciones son construccio-


nes con estructuras de constituyentes, pero las narraciones suelen ser más
largas, más complejas y más entrelazadas. Dentro de la estructura de consti-
tuyentes encontramos el eje narrativo y otros constituyentes que especifican
trasfondo y acontecimientos concurrentes. Ya que las narraciones suelen
presentar mucho más que una escena o un escenario básico, o un número
pequeño de éstos, necesitan formas gramaticales que conecten la posición
actual en una narración dada con lo que la precede, esto es, formas que in-
dicen y activen información vieja. Las narraciones complejas también de-
ben introducir personajes, escenas y escenarios nuevos. Finalmente, en las
narraciones, como en los actos de habla breves, es necesario perfilar los
constituyentes más salientes y valorados de las imágenes complejas. Ya que
las narraciones pueden ser largas, las imágenes que perfilan pueden ser
complejas. Los narradores usan «procedimientos de refuerzo de la aten-
ción» para perfilar imágenes con mayor efectividad (Hale 1984: 6). Entre
estos procedimientos encontramos repetición, contraste, secuencia, anuncio
y flashback. En la terminología de Hale, los tres elementos de la estructura
de constituyentes, información nueva y vieja y perfilamiento, se denominan
respectivamente árboles, archivos y contenido focal ":
La estructura de constituyentes de la narración coincide a menudo, pero
no siempre, con la estructura del argumento 19. Como ejemplo, presentaré
tres argumentos habituales que rigen la estructura de constituyentes de
muchos cuentos y leyendas folk de los indios americanos 20:

1. (1) La gente experimenta carencia y privaciones; (2) la carencia es


sustituida por la abundancia.
II. (1) Un personaje recibe una advertencia; (2) el personaje viola la
advertencia; (3) el personaje experimenta consecuencias desa-
gradables; (4) el personaje puede intentar la huida.
III. (1) La gente (o un héroe) es perseguida por enemigos o personajes
perversos; (2) la gente (o un héroe) toma venganza 21 .

La imaginería que forman los oyentes al principio de una narración


influye sobre el resto de la narración. Se trata de la influencia de la memo-
ria, que Hale llamó archivos y Chafe (1991: 50) situó en un continuo de

18 La correspondencia no es perfecta. Hale no es responsable de mi conceptualización de su marco


teórico.
19 Para una representación de dependencias múltiples no lineales de argumento y subargumento,
véase Palmer (1980).
20 Los dos primeros proceden de las secuencias «Bang-Bang-Liquidado» y «Prohibición- Viola-
ción-Consecuencia-Intento de Fuga», de Alan Dundes (1964, 1965).
21 Para una discusión de los motivos de persecución y venganza, véase Palmer (1980).

252
DISCURSO Y NARRACIÓN

información dada, accesible y nueva. Chafe (1990: 92) propuso que una
unidad de información nueva puede contener un único concepto, mientras
que concepto se usa como término genérico para cosas, estados y aconteci-
mientos.
El término archivos proporciona una metáfora concreta para la imagine-
ría compartida por narrador y audiencia. Buena parte de esta imaginería es
construida en el curso de una narración y se convierte en parte del mundo
textual de la escenificación o presentación de la narración. Narradores y
audiencias suelen llegar a los acontecimientos narrativos con muchas com-
prensiones comunes procedentes de sus herencias culturales, pero se reacti-
va incluso esta información compartida. Si la información ya mencionada
(perfilada) en una narración vuelve a usarse otra vez después de un tiempo
suficientemente breve, el narrador puede situada en posición de sujeto, indi-
zarla con un pronombre o eliminar por completo la referencia explícita. En
la siguiente narración simple, Aparatitos Nacional se menciona en el primer
segmento, de modo que el oyente «abre un archivo» sobre esa empresa. No
hay necesidad de mencionar el nombre otra vez; en vez de eso, el narrador
puede utilizar un pronombre o, en español, la elipsis total, que dirige la
atención del oyente hacia un archivo abierto. Igualmente, la segunda refe-
rencia a año puede eliminarse porque el archivo está abierto y la informa-
ción está activa:

En el primer año, Aparatitos Nacional fabricó solamente 3.000 cachiva-


ches.
En el segundo..., ... dominaba el mercado.

Algunas lenguas indias americanas tienen un procedimiento llamado


referencia alternada que parece especialmente adecuado para mantener en
relieve en una narración el archivo apropiado, más o menos como cuando
traemos al primer plano de una pantalla de ordenador una ventana abierta
con anterioridad mientras trabajamos con una interfaz de usuario de.gráfi-
coso Por ejemplo, en hualapai, una lengua amerindia de la familia yuma
hablada en Arizona, el narrador debe especificar cuándo el sujeto de la ora-
ción sigue siendo el mismo o cuándo cambia, usando respectivamente los
sufijos verbales -k y -m. Así, un narrador menciona el sujeto, digamos el
Lobo mítico, solamente al principio de un pasaje. Después, el sufijo de suje-
to idéntico, -k, indica en verbos subsiguientes al Lobo como sujeto. Cuando
el sujeto cambia de Lobo a Coyote, el sufijo de sujeto diferente, -m, nos
alerta de ello.
La referencia alternada sería especialmente útil como procedimiento
narrativo siempre que los personajes funcionaran como las cabeceras m.is
\ \
'.

253
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

frecuentes. Las cabeceras son símbolos que perfilan constituyentes salientes


compartidos por múltiples marcos de historias. Algunas cabeceras habituales
en el inglés americano de los años noventa son Michael Jackson, O. J. Simp-
son, el sida, las drogas, las bandas, el control de armas de fuego, los sin
techo, el medio ambiente, la educación, el aborto, los impuestos y la música
rapo Claramente, todos ellos han surgido como cabeceras porque evocan
cuestiones sociales controvertidas. Nuestras comprensiones de estos asuntos
constan en buena medida de escenarios sociales esperados o alternativos:
¿Juzgarán a o. J. o se librará? ¿Tendrá un juicio justo? ¿Se producirá unjui-
cio nulo? Con suerte, cuando esté usted leyendo esto ya tendrá la respuesta.
En lugar de presentar una narración en una secuencia de tiempo o espa-
cio, un narrador puede desear presentar los acontecimientos en el orden de
su importancia relativa, de acuerdo con la saliencia y con su evaluación de
la imaginería en la visión del mundo del narrador. Hale llamó a esta dimen-
sión de la narración contenido focal. Determina la estructura narrativa
estándar de los artículos de periódico, que normalmente presentan en primer
lugar los acontecimientos más llamativos, seguidos por el relleno con perso-
najes, secuencias, lugares y otros detalles. Los antropólogos han observado
a veces que los narradores de otras culturas cuentan historias en las que el
orden temporal necesario de los acontecimientos parece estar revuelto. En
algunos casos, los narradores pueden estar organizando el contenido focal o
la saliencia cultural.
Longacre (1981: 349) observó que un narrador puede marcar el clímax
de una historia introduciendo detalles a fin de «empaquetar o extender la
línea de acontecimientos». Los no acontecimientos se informan como acon-
tecimientos y los personajes se acumulan sobre la escena de la narración. En
el clímax, la narración puede cambiar de segunda a primera persona, o de
tercera a segunda. El tiempo puede cambiar del pasado a presente histórico.
Parece probable que esta marca de persona y tiempo para conseguir mayor
inmediatez capture la atención de un oyente evocando una conceptualiza-
ción más subjetiva de la historia, es decir, una conceptualización que sitúe
imaginativamente al oyente y/o al narrador más cerca de la acción. Puede
haber mayor uso de pseudodiálogo, diálogo o drama, que Longacre definió
como diálogo sin el uso de fórmulas de cita. La marca de acción e inmedia-
tez, la acumulación, la repetición y el diálogo pueden verse como marcado-
res de saliencia o contenido focal.
El contenido focal de Hale y los clímax de historia de Longacre parecen
depender de alguna idea de activación relativamente alta de la información
narrativa. Chafe (1990: 89) propuso que «la información puede estar en uno
de tres estados de activación [...] activa, semiactiva o inactiva». Analizando
la narración de una excursión, Chafe m.l\stró cómo operan diversas expre-
-,

254
DISCURSO Y NARRACIÓN

siones inglesas para caracterizar o elevar el nivel de activación de la infor-


mación narrada.
Hale creía que el contenido focal domina archivos, árboles y eje. Donde
puede verse más claramente es quizá en la mitología, que dramatiza valores
nucleares y escenarios problemáticos aunque salientes, proporcionando al
parecer un destilado fuerte pero a veces enigmático de la visión del mundo.
Un cuento cuna nos mostrará cómo la estructura de constituyentes y la
secuencia natural pueden estar subordinadas al contenido focal.
El texto, llamado Historia de la Pimienta Picante, es narrado por los
indios cuna de Panamá (Sherzer 1987: 303-395). La historia habla aparente-
mente sobre un hermano, una hermana y la abuela de éstos, quien tenía un
pimentero que crecía cerca de su casa. Siempre que el muchacho iba a
empezar a comer le decía a su hermana que fuera a pedirle a la abuela algo
de pimienta para tomar con la comida. La abuela recogía la pimienta por
ella. El muchacho murió y lo enterraron debajo del pimentero. Un día, la
muchacha fue a su abuela a pedirle pimienta y la abuela le dijo que fuera
ella misma a recogerla. Cuando lo hizo, una persona, aparentemente el espí-
ritu de su hermano difunto, empezó a hablar desde la tierra.
Éste es, en mi opinión, el meollo de la historia, pero esta secuencia es
difícil de extraer del texto real. Se trata básicamente de mi propia concep-
tualización del escenario que subyace al texto. Aquí está:
Bueno, un día cuando iban a comer.
«Cuando estaban empezando a comer» dicen que decía siempre el muchacho a su
hermana, «cerca de casa de la abuela pues hay algo que crece allí», dice ah.
«Crecía encima del suelo, algo muy pequeño crecía», dice.
Bueno, la abuela vio que se iba haciendo más grande, ¿qué-era?
Sí.
Bueno, poco a poco va creciendo, va creciendo, va creciendo, hasta que produjo
fruto.
Bueno, cuando produjo fruto la carne maduró, resulta que era pimienta.
Mmm, «pimienta», así dicen.
Bueno, la abuela la cuida, la planta de la pimienta era de la abuela, ah.
La pimienta mi amiga maduró ... eso pasó con la pimienta.
y el muchacho que había muerto, cuando estaban empezando a comer, siempre
le decía a su hermanita:
«Hermana, ve a casa de la abuela que está allí y pídele un poco de pimienta para
mí, que quiero comer con pimienta ah».
Ella siempre iba a pedírsela.
Bueno, fue y le dijo a la abuela: «Quiero un poco de tu pimienta».
La abuela dice: «muy bien» y la abuela siempre iba a recoger pimienta para ella.
Pimienta, recoger, bueno, la abuela estaba allí.
Bueno, ltn día, cuando estaban comiendo otra vez, ella volvió a pedírsela.

255
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

y ella le dice a la niña: «Ve tú a recoger la pimienta, anda».


Bueno, ella fue a recoger la pimienta, dicen.
Bueno, ella siempre iba a recogerla a casa de la abuela, el pimentero es de la
abuela.
Bueno, alguien empezó a hablar desde el suelo a la niña que estaba cogiendo
pimienta 22.

A mí el texto me parece un poco caótico. Como observó Sherzer (1987:


305): «Un rasgo de esta narración que a los no cunas les resulta especial-
mente extraño es el hecho de que el pimentero está creciendo antes de que
muera el muchacho y que luego encontramos al muchacho enterrado bajo la
planta, como si su entierro hubiera hecho crecer la planta». Sherzer no indi-
ca cómo explican los cunas el orden de la recitación.
Un motivo para la aparente despreocupación por la representación del
orden temporal podría ser el hecho de que la mayoría de las personas del
público cuna ya ha escuchado la historia antes. Los archivos ya están abier-
tos; el mundo textual es conocido por todos. No es necesario especificar
cómo, cuándo o dónde murió el muchacho. Esta información puede apare-
cer en otro cuento o en otra recitación motivada por una finalidad narrativa
diferente.
Un segundo motivo de por qué los narradores pueden alejarse del orden
temporal normal sería el intento de dramatizar los acontecimientos más
salientes, de destacar el contenido focal colocándolo en posición inicial o
final o dándole prominencia de alguna otra forma según los recursos narrati-
vos disponibles en la lengua. El contenido focal domina archivos, árboles y
eje. Al repetir el motivo del crecimiento y seguir su proceso, este cuento
parece perfilar el crecimiento de la pimienta. Pero ¿por qué habría de ser tan
importante el crecimiento de la pimienta para los indios cuna? Es útil saber
que existe un mundo de espíritus poblado por varias docenas de tipos y sub-
tipos de espíritus de la pimienta y que los granos de pimienta se usan en los
rituales de curación y se les dedican cantos (Sherzer 1983: 32). Después de
la línea de apertura, que ubica la situación en una comida, y una segunda
línea que traslada la localización a casa de la abuela, aparecen las siguien-
tes líneas, todas ellas relacionadas con el crecimiento:

«Crecía encima del suelo, algo muy pequeño crecía», dice.


Bueno, la abuela vio que se iba haciendo más grande, ¿qué-era?
Sí.

22 En el texto original, un oyente hace respuestas convencionales a cada línea. Las he eliminado
porque hacen perder legibilidad y porque nuestro interés principal está en el contenido más que en
la realización. Sin embargo, he conservado espacios, que indican pausas, y guiones, que indican
prolongaciones.

256
DISCURSO Y NARRACIÓN

Bueno, poco a poco va creciendo, va creciendo, va creciendo, hasta que produjo


fruto.
Bueno, cuando produjo fruto la carne maduró, resulta que era pimienta.

Después de estas líneas se menciona la muerte del hermano, la hermana


recoge pimienta para su hermano antes de que éste muera, y descubre el
espíritu de su hermano hablándole desde la tierra. La importancia del espíri-
tu del suelo es dramatizada por su primera aparición en la última línea: «una
persona empezó a hablar desde el suelo ...».
El cuento es típico de los mitos amerindios de fertilidad, que dotan a
plantas o huertos domésticos importantes de espíritus antropomorfo s que
promueven el crecimiento. Tiene una estructura bipartita. En primer lugar
está el crecimiento de la pimienta, y en segundo lugar el alojamiento de un
espíritu en el suelo del huerto, donde es descubierto por la hermana. La
secuencia narrativa dominante es [CREMIMIENTO DE PIMIENTA, ESPÍRITU DE LA
PIMIENTA VIVE EN EL SUELO]. La secuencia más general es [EFECTO-CAUSA].
La historia explica cómo hemos llegado a tener pimienta hoy día y dramati-
za la importancia espiritual de la pimienta.
Este análisis sitúa la estructura social del cuento sobre un fondo. Natu-
ralmente, desde luego no es por casualidad que la pimienta y el espíritu del
muchacho se sitúen cerca de la casa de la abuela, sea cual sea el significado
de este hecho para los cuna. Especularíamos sobre los papeles nutricio y
productor de abuelas y hermanos en la cultura cuna, pero en esta narración,
a mi juicio, los papeles de parentesco parecen estar más en un segundo que
en un primer plano, aunque sea con poca diferencia. El marco dominante no
está organizado en términos de tiempo o localización o parentesco, sino en
términos de valores nucleares (la pimienta como sustancia curativa) e imá-
genes salientes (crecimiento, espíritu de la pimienta) de la cultura cuna. El
contenido focal de la Historia de la Pimienta Picante de los cuna procede de
la visión del mundo de los cuna.

Gramáticas de la narración

En esta sección describiré un intento de descubrir restricciones universales


a las secuencias narrativas o argumentos. La Morfología del cuento de
V. Propp (1968) es un hito en los intentos de nuestro siglo por descubrir
la lógica del cuento folk y desarrollar gramáticas de la narración. Después
de Propp, otros muchos estudiosos se han enfrentado a este problema 23.

23 Véanse, por ejemplo, Dundes (1964, 1965), Powlison (1965), Colby (1973), Rumelhart (1975),
Beaugrande (1979), Black y Wilensky (1979), Palmer (1980) y Mandler (1984).

257
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

Edward M. Bruner (1986b: 9) definió las gramáticas de la narración como


«descripciones formales de la estructura mínima que producía narraciones o
secuencias narrativas». J. Mandler (1984: 18) definió una gramática de la
narración como «un sistema de reglas diseñado para describir las regulari-
dades identificadas en un tipo específico de texto». Diferenció el concepto
de gramática de la narración del de esquema narrativo, que definió como
«una estructura mental consistente en conjuntos de expectativas sobre la
forma en que se desarrollan las narraciones».
La Historia de la Pimienta Picante de los cuna muestra cómo la gente
puede comprender historias con secuencias temporales no naturales, siem-
pre que las secuencias sean convencionales. La importancia absolutamente
fundamental de la convención y los valores culturales para determinar las
secuencias narrativas parecería condenar al fracaso cualquier intento de pro-
porcionar reglas universales mediante las cuales un argumento subyacente
pudiera transformarse en la secuencia superficial de una narración. Sin
embargo, algunos estudiosos han intentado desarrollar gramáticas de la
narración siguiendo el modelo de la gramática generativa. Se cree que exis-
te alguna secuencia universal de acontecimientos que proporciona la base
o estructura profunda de todas las narraciones. Estas gramáticas suelen
comenzar con alguna clase de secuencia de causa-efecto, un acontecimiento
o una acción seguida de una reacción. Reglas transformacionales operan
sobre la base para producir una narración. Se supone que esto sucede en la
mente del narrador y hay que desarrollar un modelo que funcione en sentido
inverso para explicar la comprensión de historias por las audiencias. Pero
John B. Black y Robert Wilensky (1979) evaluaron un cierto número de
propuestas de gramáticas de la narración y llegaron a la conclusión de que
determinar si una historia estaba bien formada exigía comprender la histo-
ria. La forma de las historias está determinada por procesos semánticos y no
por reglas sintácticas. De aquí se deduce que sería mejor centrarse en el
conocimiento que necesitan las audiencias para comprender historias y no
en el orden de aparición de las formas superficiales (Black y Wilensky
1979). Son las presuposiciones (escenarios culturales) compartidas por
audiencia y narrador las que resultan fundamentales para la comprensión de
las historias en la forma en que se desea que se comprendan.
Robert de Beaugrande y Benjamin N. Colby (1979: 44) se enfrentaron al
extremo semántica del problema de las gramáticas de la narración desarro-
llando un modelo de comprensión de historias que parte de la premisa de
que «las acciones humanas están controladas por planes dirigidos a la con-
secución de objetivos». Desde esta perspectiva dinámica, desarrollaron un
«conjunto básico plausible de REGLAS DE NARRACIÓN DE HISTORIAS» que se
aplicaría a historias con personajes únicos y tamb;pn a las que tienen prota-

258
DISCURSO Y NARRACIÓN

gonistas y antagonistas. Para que una historia sea interesante, arguyeron, los
problemas de los protagonistas tienen que ser difíciles de resolver. Aquí está
el conjunto de reglas protagonista-antagonista para historias con persona-
jes opuestos (1979: 46):

REGLA 1
Identifica dos personajes, el protagonista y el antagonista.
REGLA 2
Crea un estado problemático para el protagonista que es deseado o causado
por el antagonista.
REGLA 3
Identifica un estado meta deseable para el protagonista y no deseable para el
antagonista.
REGLA 3.1. (optativa)
Identifica un estado meta deseable para el antagonista y no deseable para el
.:'
protagonista. .
REGLA 4
Inicia una trayectoria en el curso del estado-acción del protagonista que se
aleje del estado problemático y se dirija hacia el estado meta.
REGLAS
Crea acciones del. antagonista que bloqueen o desvíen la trayectoria planeada
por el protagonista.
REGLA 6
Marca como decisiva una transición de estado para permitir o impedir la con-
secución del estado meta del protagonista evocado por la regla 3 (si se aplica
la regla 3.1., define los efectos de la transición de estado para la consecuen-
ción del estado meta del antagonista).
REGLA 7
Crea un estado terminal cuyo valor de conveniencia para el protagonista sea
claramente. opuesto al que posee para el antagonista, adecuándose o no de
este modo a sus respectivos estados meta 24.

Las reglas de Beaugrande y Colby representan un escenario narrativo


básico. Las reglas pueden aplicarse recursivamente a subargumentos y sub-
personajes tanto como al escenario principal. Aplicaron estas reglas a un
delicioso cuento tradicional de Suffolk, Inglaterra, que trata de Tom Tit Tot,
un personaje estilo Rumperstitskin descrito como «una cosita negrita con
cola larga» (1979: 52), pero las reglas protagonista-antagonista parecen sufi-
cientemente básicas como para caracterizar el drama humano en cualquier
cultura. Sin embargo, las reglas no pueden usarse universalmente para carac-

24 He hecho algunos cambio~\de formato para mejorar la legibilidad.

259
CAPÍTULO 8

METÁFORA Y METONIMIA

En 1980, Lakoff y Johnson publicaron M etaphors We Live By (Metáforas de


la vida cotidiana), un libro dedicado a las metáforas del inglés. La importan-
cia del libro no se debió a que enumerara un gran número de metáforas, sino
a que pareció mostrar que el lenguaje está regido por sistemas completos de
pensamiento metafórico organizado en estructuras jerárquicas. Los sistemas
metafórico s consisten en grupos de expresiones metafóricas que expresan
alguna faceta de una metáfora más general. Por ejemplo, las siguientes ora-
ciones tomadas de Lakoffy Johnson (1980: 138) expresan todas ellas alguna
faceta de la metáfora UN ARGUMENTO ES UN EDIFICIO:

Tenemos el armazón para un argumento sólido.


Si no refuerzas tu argumento con hechos sólidos se hundirá completamente.
Está tratando de reforzar su argumento con gran cantidad de hechos irrelevantes,
pero aún es tan frágil que se hundirá bajo las críticas.
Con esos cimientos puedes construir un argumento bastante fuerte.

Estas expresiones representan los argumentos verbales como edificios,


refiriéndose a rasgos de edificios y a acciones relacionadas con éstos. Los
edificios típicos tienen contenidos; podemos ir siguiendo el progreso de su
construcción; tienen resistencia y estructura; y son tan habituales y funda-
mentales en nuestra sociedad que resultan psicológicamente básicos. En el
sistema metafórico basado en UN ARGUMENTO ES UN EDIFICIO, las caracterís-
ticas del edificio se convierten en características de los argumentos. Al
conectar el discurso de la discusión con el modelo cognitivo complejo de un
edificio, el hablante consigue acceder a toda una gama de expresiones enla-
zadas con una estructura cognitiva coherente.

261
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

Podemos decir que el conocimiento de los argumentos se proyecta sobre


el modelo cognitivo esquemático de un edificio. Las discusiones verbales
proporcionan el dominio meta de la metáfora -aquello sobre lo que habla-
mos- y nuestro conocimiento esquemático de los edificios proporciona el
dominio origen. Se establece una conexión por medio de la cual la estructura
básica de los edificios se proyecta sobre los rasgos estructurales de los argu-
mentos. En la práctica, la distinción entre dominio meta y origen puede des-
dibujarse, como cuando discutimos dos cosas a la vez, cada una en términos
de la otra, como sucede a menudo en la poesía, pero funciona suficientemen-
te bien para caracterizar la mayoría de los casos de habla metafórica.
El tratamiento de la metáfora en inglés por Lakoff y Johnson es impor-
tante porque representa un intento de explicar el lenguaje sobre la base de la
cognición en una época en que la mayoría de los estudiosos del lengua-
je consideraban la semántica supeditada a la sintaxis. Metáforas de la vida
cotidiana fue de los primeros trabajos dentro del movimiento de la lingüísti-
ca cognitiva 'que reconoció que el uso lingüístico está regido por imágenes
complejas, gestalts o configuraciones y que las cogniciones que subyacen
el uso de lenguaje metafórico podrían ser las mismas que las utilizadas en el
razonamiento práctico. Fue el primer libro completo que pertenece clara-
mente a la lingüística cognitiva.
Desde entonces, Lakoff ha ido siguiendo las implicaciones de su teoría
de la metáfora para la comprensión del razonamiento humano. Propuso lo
que denomina hipótesis de invariancia:
.r

La Hipótesis de Invariancia es un principio general propuesto para caracterizar


una amplia gama de regularidades en nuestros sistemas conceptual y lingüísti-
co. Dado que todas las proyecciones metafáricas son parciales, la Hipótesis de
Invariancia afirma que la parte proyectada de la estructura del dominio origen
conserva la topología cognitiva (aunque, naturalmente, no tiene que proyectar-
se toda la topología cognitiva del dominio origen) (1990: 39).

En una primera lectura, esta afirmación parece una tautología. El térmi-


no proyectar tal como se usa aquí parecería exigir lógicamente la preserva-
ción de al menos aquella parte del dominio origen que se proyecta: los pun-
tos de correspondencia. Sin embargo, Lakoff parece querer decir que la
proyección metafórica no sólo conserva los puntos de correspondencia, sino
también, además, la estructura esquemática imaginística, o «topografía»,
del dominio origen. También podemos ver esa estructura esquemática como
todas las entidades y relaciones que conectan puntos de correspondencia
dentro de la región cognitiva proyectada. La topología cognitiva del domi-
nio origen constituye un campo de inferencia. Se supone que las inferencias
basadas en el dominio origen se aplican también al doml~io meta (Lakoff
'-

262
METÁFORA Y METONIMIA

1990: 54). En el próximo apartado examinaremos cómo denominan los


indios apaches las partes de los vehículos de motor. Este caso pondrá de
relieve algunos aspectos de la hipótesis de invariancia: que la proyección es
parcial y que la metáfora conserva la topología cognitiva y, en un grado
limitado, la inferencial.

Los automóviles vistos por los apaches

En una metáfora, una cosa está por otra, o a una cosa se le llama con el nom-
bre de otra cosa. Por ejemplo, en la lengua india coeur d'alene, las llantas de
un coche o un camión se convierten en 'pies arrugados', una referencia a sus
huellas. El nuevo conocimiento sobre los automóviles se enlaza con el cono-
cimiento antiguo sobre el cuerpo. Donald A. Norman creía que el encaje del
conocimiento nuevo en un marco general de conocimierito antiguo es un
proceso básico por el cual la gente se enfrenta a asuntos complejos como
«aprender a tocar el piano o aprender una lengua» (citado en Evans 1976:
98). Norman no trataba específicamente de la metáfora, pero la metáfora
parecería ofrecer un mecanismo por el cual un sistema complejo de conoci-
miento nuevo en un dominio meta podría encajar teóricamente en el marco
de conocimiento viejo de un dominio origen.
En un artículo muy leído dentro de la antropología y la lingüística desde
su publicación original en 1967, Basso (1990b: 15-24) describió todo un
sistema de denominación de partes de vehículos de motor en la lengua de
los apaches occidentales del centro-este de Arizona. Los apaches occidenta-
les han extendido el uso de los nombres de las partes del cuerpo de los seres
humanos y los animales para referirse a las partes de automóviles y camio-
netas. En esta metáfora estructural, el capó se convierte en la nariz (bichih),
los faros son los ojos (bidáá) y el parabrisas se convierte en la frente (bita').
El término para la cara (binii'¡ se extendió a toda la zona que va desde la
parte superior del parabrisas hasta el parachoques delantero, de modo que
este término incluía como subpartes la nariz/capó y la frente/parabrisas. Las
ruedas delanteras se convierten en manos y brazos (bigan), mientras que las
ruedas traseras y sus neumáticos son los pies (bikee']. Todos los elementos
debajo del capó se clasificaban como partes de las tripas (bibiye'). Bajo el
capó, la batería se convirtió en el hígado (bizig); los cables eléctricos, en las
venas (bits' oos); el depósito de gasolina, en el estómago (bibid); el distri-
buidor es el corazón (bijii); el radiador, el pulmón (bijíf izólé); los mangui-
tos delradiador, los intestinos (bich' í) l.
1 La sílaba inicial bi- es el prefijo pOSé.-ivo de tercera persona, de modo que, p.ej., bich' i es literal-
mente «su intestino». (N. del T.) \
"-

263
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

Aparentemente, cuando los apaches occidentales vieron vehículos de


motor por primera vez, el cuerpo humano o el caballo proporcionaron una
metáfora que les permitía hablar de ellos 2. Había una metáfora conceptual
subyacente, que yo definiría como LOS VEHÍCULOS DE MOTOR SON COSAS ANI-
MADAS, que les permitía establecer correspondencias entre las partes de los
seres vivos y las partes de los coches y las camionetas y denominarlas en
consecuencia 3. En la metáfora LOS VEHÍCULOS DE MOTOR SON COSAS ANIMA-
DAS, la cosa de la que hablamos (el vehículo de motor), con sus partes y
relaciones constitutivas (su topología cognitiva), es el dominio meta, mien-
tras que la cosa con la que hablamos (seres animados), con sus propias par-
tes y relaciones constitutivas, es el dominio origen.
Basso se refirió a la denominación de vehículos de motor en apache
occidental como «extensión de conjunto», sugiriendo que lo sucedido era
simplemente que un conjunto de nombres del dominio de los seres anima-
dos había extendido su significado para abarcar el nuevo conjunto de las
partes pertenecientes al dominio de los vehículos de motor. Anticipando la
hipótesis de invariancia de Lakoff, Basso argumentó que la extensión del
conjunto preservaba la estructura cognitiva jerárquica de las relaciones
entre las partes, de modo que tanto el chasis del coche como el cuerpo
humano tenían «tripas», entre las que se encontraba el «hígado». En otras
palabras, la proyección de los términos para partes del cuerpo sobre las par-
tes de los vehículos de motor conserva la topología cognitiva. Mientras que
asumir simplemente una correspondencia completa de relaciones y partes
podría causar problemas si se quería razonar acerca del funcionamiento de
los vehículos de motor, la eficacia cognitiva lograda al mantener un único
conjunto de nombres en lugar de dos parece valer la pena. Quizá es simple-
mente una cuestión práctica de limitar la metáfora a los niveles más superfi-
ciales de las apariencias y las funciones de ambos dominios. Como propuso
Lakoff (1990: 39), «no tiene que proyectarse toda la topología cognitiva del
dominio origen».
Buscando una mejor comprensión del proceso de denominación, Basso
(1990b: 23) descubrió que los vehículos de motor se clasificaban como

2 Mientras Basso consideraba al cuerpo humano como fuente primaria de la metáfora, House
(s.f.: 5) argumentó que sobre la base de los datos del navajo parecía más probable que se tratara del
caballo: «Mientras que el modelo del caballo puede considerarse funcional, el modelo del 'hombre'
no tiene justificación funcional y, en mi opinión, parece estar motivado por un impulso puramente
antropocéntrico». House señaló también que sólo 28 palabras navajas de las 121 referidas a térmi-
nos de partes del automóvil eran extensiones de términos anatómicos. La mayoría de los restantes
términos eran «descriptivos de la apariencia o la actividad de cada parte del vehículo» (s.f.: 8).
3 La expresión LOS VEHÍCULOS DE MOTOR SON SERES ANIMADOS ilustra una convención ortográfica:
los conceptos que subyacen a los usos metafóricos o metonímicos se escriben en versalitas. Más en
general, las versalitas señalan significados, esto es, valores semánticos frente a los fonológicos.

264
METÁFORA Y METONIMIA

cosas animadas, o «' ihi' dahí, una categoría muy amplia que también inclu-
ye seres humanos, cuadrúpedos, aves, reptiles, peces, insectos, plantas y
varias máquinas movidas a motor (p.ej., bulldozers, tractores, excavado-
ras)». House (s.f.) señaló que los navajos aplican términos parecidos de par-
tes del cuerpo a los automóviles, aunque no términos generalistas que cate-
goricen separadamente entidades animadas e inanimadas.
Los apaches occidentales establecen correspondencias entre sus modelos
cognitivos de vehículos de motor y el modelo o los modelos cognitivos de
seres animados. Una cosa compleja se ve y se describe en términos de otra.
El hecho de que los apaches perciban un esquema que subsume a ambos, de
modo que los vehículos de motor se asimilan a la clase de seres animados,
no obvia la metáfora. De hecho, el esquema podría considerarse necesario
para el establecimiento de la metáfora. En palabras de Basso (1990b: 22),
no muy alejadas de las de Norman: «La extensión de conjunto facilitó la
comunicación sobre un objeto totalmente extraño en un marco familiar de
referencia y, al menos por un tiempo, hizo innecesario que los apaches se
enfrentaran a la compleja terminología inglesa que a veces resulta confusa
incluso para los hablante s nativos [cursiva añadida]».
Los nombres apaches para los vehículos ilustran capacidades cognitivas
básicas que subyacen al uso de la metáfora: la capacidad de analizar entida-
des complejas y comparar punto por punto las correspondientes partes y
estructuras al proyectar una imagen compleja sobre otra. De modo que si
una cosa ocupa el lugar de otra en la referencia metafórica, lo mismo sucede
con las partes de la primera, que ocupan los lugares de las partes correspon-
dientes de la segunda, igual que las partes del cuerpo ocupan el lugar de las
partes de los vehículos de motor en apache. Además, las partes del dominio
meta mantienen unas con otras las mismas relaciones que sus contrapartidas
denominativas en el dominio origen. La topología cognitiva se conserva.
Pero los nombres apaches para vehículos ilustran también nuestra capaci-
dad para ser selectivos, para abstraer sólo aquellas partes del dominio origen
que parecen apropiadas para el dominio meta.

Metáforas ontológicas y orientacionales

En El péndulo de Foucault, de Umberto Eco (1989: 189), Lia pronuncia el


siguiente pasaje:

Pero arriba es mejor que abajo, porque si te pones cabeza abajo se te sube la san-
gre a la cabeza, porque los pies apestan y el pelo no tanto, porque es mejor subir-
se a un árbol para coger los frutos que acabar bajo tierra engordando gusanos,

265
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

porque es raro que te hagas daño dándote por arriba (tienes que estar en una
buhardilla) y en cambio sueles hacértelo por abajo, al caer, y por eso lo alto es
angélico y lo bajo diabólico.

La teoría de Lia está basada en ciertas metáforas orientacionales, que


son metáforas apoyadas en nuestra experiencia física y cultural y que pro-
porcionan orientación espacial a los conceptos. A continuación se enume-
ran las metáforas orientacionales que se discuten en Lakoff y Johnson
(1980: 51-54). Sólo se proporciona un ejemplo de cada una cuando los auto-
res mencionaban varios:

FELIZ ES ARRIBA; TRISTE ES ABAJO


Se me levantó la moral.
LO CONSCIENTE ES ARRIBA; LO INCONSCIENTE ES ABAJO
Se hundió en un profundo sueño.
SALUD y VIDA SON ARRIBA; ENFERMEDAD Y MUERTE SON ABAJO
Lázaro se levantó de entre los muertos.
TENER CONTROL O FUERZA ES ARRIBA; ESTAR SUJETO A CONTROL O FUERZA ES ABAJO
Está en la cumbre de su poder.
MÁS ES ARRIBA; MENOS ES ABAJO
Mis ingresos se elevaron el año pasado.
LOS ACONTECIMIENTOS FUTUROS PREVISIBLES ESTÁN ARRJBA (y ADELANTE)
Tengo miedo de lo que pueda pasamos más adelante.
UN ESTATUS ELEVADO ES ARRIBA; UN ESTATUS BAJO ES DEBAJO
Tiene una elevada posición.
LO BUENO ES ARRIBA; LO MALO ES ABAJO
Hace trabajo de alta calidad.
LA VIRTUD ES ARRIBA; EL VICIO ES ABAJO
Yo no me rebajaría a eso.
LO RACIONAL ES ARRIBA; LO EMOCIONAL ES ABAJO
La discusión cayó en un nivel emocional, pero la levanté otra vez al plano
racional.

El inventario de la imaginería metafórica es muy rico en cualquier len-


gua. Mientras que todos estos ejemplos se basan en la relación arriba-abajo,
otras metáforas espaciales se basan en delante-detrás, en contacto-suelto,
centro-periferia y cerca-lejos. Además de las metáforas de orientación exis-
ten las metáforas ontolágicas, que equiparan actividades, emociones e ideas
con entidades y sustancias. Su ego es muy frágil es un ejemplo de la metáfo-
ra ontológica LA MENTE ES UNA ENTIDAD. En este ejemplo, se trata de un
objeto frágil (1980: 66). Lakoffy Johnson (1980: 44-45) mostraron tan~ién

266
METÁFORA Y METONIMIA

que las metáforas tienen niveles e implicaciones diferentes entre ellos. Por
ejemplo, la metáfora EL TIEMPO ES DINERO implica EL TIEMPO ES UN RECURSO
LIMITADO que implica EL TIEMPO ES UN OBJETO VALIOSO. Estas implicaciones
significan que quien quisiera comprender el razonamiento humano práctico
haría bien en estudiar la metáfora pero, como hemos visto al discutir la críti-
ca de Quinn a Lak:off y Johnson en el capítulo 5, el razonamiento es otras
cosas además de metáfora.
Ahora podemos usar estos conceptos, pertenecientes a metáforas estruc-
turales, orientacionales y ontológicas, para intentar entender la imagine-
ría de algunas interesantes expresiones metafóricas en japonés, inglés y
nahuatl.

Llegar al atama y explotarle a uno la cabeza: metáforas


de la ira en japonés e inglés

Cada cultura modela el cuerpo de acuerdo con sus propias prioridades de


agrupamiento y diferenciación. Estos modelos son interesantes por sí mis-
mos y su conocimiento mejora la apreciación de las diferencias culturales y
lingüísticas, pero otro motivo para examinar detenidamente los modelos y
mapas anatómicos es que a menudo sirven de base para el lenguaje figurado
sobre otros temas. Un modelo anatómico cultural puede permitimos una
mejor comprensión del lenguaje sobre la conducta y las emociones. Veamos
cómo funciona esto en las metáforas japonesas para la ira. Los ejemplos
están tomados de Keiko Matsuki (1989).
La figura 27 es la representación esquemática de tres regiones del cuerpo
tal como las entienden los hablantes de japonés. Cada región tiene un lugar
en el pensamiento japonés sobre la ira. Hara se refiere al vientre, pero tam-
bién tiene usos extendidos como estómago, centro, corazón e intención.
Matsuki dice que hara es el contenedor de las emociones. Para expresar la
cualidad de su ira, los hablantes japoneses pueden decir hara está subiendo,
déjalo en hara o no lo dejes salir de hara. Mune refiere al pecho. Cuando la
ira no puede controlarse y mantenerse en hara, asciende a veces como un
líquido caliente hasta mune, donde puede dar ocasión para enunciados como
(me) sentí agobiado en mune porque había subido el hara. Cuando una per-
sona está a punto de perder el control, la ira llega a la cabeza, atama, de
modo que podemos oír la expresión llegó hasta atama con un chasquido, o
por fin llegó a atama. Hara, mune y atama representan tres regiones del
cuerpo en las que está contenida la ira, y tres fases en el proceso del enfure-
cimiento progresivo.
\

267
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

Figura 27. La ira asciende a través de contenedores corporales enjaponés.

Junto con la idea de la ira como líquido caliente, hara, mune y atama
proporcionan un esquema para la construcción de un escenario metafórico
ordenado secuencialmente. Para comprender plenamente una expresión
como hara sube, agobiado en mune o llegó hasta atama, no basta con saber
que hara se refiere al vientre, mune al pecho y atama a la cabeza y que la ira
líquida a presión puede estar contenida en una de estas tres regiones. Tam-
bién tenemos que saber que la ira asciende a través de ellos en una secuen-
cia fija para crear una escala de incomodidad creciente y un potencial de
agresividad progresiva. Igual que en la escuela debemos conocer el esque-
ma de calificaciones de 1 a 10 para comprender la afirmación Saqué un 10
en geometría, en japonés debemos conocer el esquema de la jerarquía de
contenedores corporales a fin de comprender la expresión lingüística de la
ira. Es por ello por lo que el significado denotativo proporcionado en una
seca definición de diccionario rara vez capta el significado pleno de una
palabra. Tampoco basta con proporcionar una lista de connotaciones, si con
este término hacemos referencia simplemente a otros significados asociados
a la denctación, porque éstos pueden ser insuficientes para delinear el
\

"

268
METÁFORA Y METONIMIA

esquema significativo en el que se incrusta funcionalmente una palabra, más


o menos igual que una pluma está incrustada en el ala de un pájaro, sirvien-
do a una función especial en:virtud de su posición en el ala así como de su
forma.
Es interesante comparar el esquema japonés con el que subyace a las
metáforas de la ira en inglés. Con el crecimiento de las tensiones entre Esta-
dos Unidos y Japón por todo lo que va desde los precios de los microchips y
los Toyotas hasta la cuestión del rearme japonés, puede resultar incluso de
importancia vital hacer estas comparaciones. Kovecses (1987: 53-55) pro-
puso que en inglés la metáfora fundamental para la ira es LA IRA ES EL CALOR
DE UN LÍQUIDO EN UN CONTENEDOR (una metáfora ontológica). Esta metáfora
da lugar a expresiones como las siguientes:

You rnake rny blood boil.


'Me haces hervir la sangre'.

Simmer down!
'iTranquilízate!'
1 had reached the boiling point.
'Alcancé el punto de fusión'.

Let hirn stew.


'Déjale que sufra' 4.

Igual que en el caso japonés, la metáfora básica implica un escenario que


describe lo que. sucede cuando la ira se hace más intensa: la ira líquida
asciende; la ira produce vapor y presión sobre el contenedor; cuando la ira
se vuelve demasiado intensa, la persona explota; cuando la persona explota,
partes de ella saltan por el aire y lo que tuviera dentro escapa. Estos escena-
rios dan lugar a expresiones como las siguientes 5:

4 Simmer down es literalmente 'reducir el hervor'; boiling point es el momento en que el agua
comienza a hervir; stew es 'guisar', de modo que la última frase significa literalmente 'deja que se
guise'. Como puede comprobarse por la inadecuación en la traducción de varias de estas expresio-
nes, el español organiza de modo diferente esta metáfora, que está mucho menos lexicalizada que
en inglés (como sucedía también, por ejemplo, con la metáfora EL AMOR ES ALIMENTO). (N. del T.)
5 La mayoría de los verbos de estos ejemplos ingleses están compuestos con la preposición/adver-
bio up, que indica dirección ascendente. I blew my stack es una expresión slang de difícil traducción
literal, de modo que se presenta una versión aproximada. Las demás traducciones son literales, aun-
que en algunos casos corresponden a expresiones metafóricas semejantes del español. Esto mismo
se aplica a otros ejemplos de este capítulo. Recordemos que, aunque son válidas las mismas metáfo-
ras en ambas lenguas, la frec~encia y la forma de su representación lingüística pueden ser bastante
diferentes. (N. del T.)

269
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

His pent-up anger welled up inside him. (líquido que asciende)


'Su furia contenida brotó en su interior'.

She got all stearned up. (la ira produce vapor)


'Se indignó'.

He was bursting witli anger. (la ira produce presión).


'Estaba que explotaba de ira' .

She blew up at me. (una persona explota).


'Explotó contra mí' .
1 blew my stack. (partes saltan por los aires)
'Me estalló la cabeza'.

His anger finally carne out. (sale lo que había dentro)


'Por fin salió (a relucir) su furia'.

Para Kovecses, la metáfora central para la ira está relacionada con la


metáfora inglesa (y española) más general para las emociones, que dice que
EL CUERPO ES UN CONTENEDOR PARA LAS EMOCIONES. El hecho de que «ira»
sea un sustantivo de masa y no contable nos da una clave sobre su imagen.
Se podría decir ¿Cuánta ira tiene acumulada? pero no ¿Cuántas iras tiene
acumuladas? Como cualquier entidad de masa, la ira tiene una escala que
indica su cantidad. En la metáfora central para la ira, ésta se mide por la
temperatura.
Igual que cualquier otra metáfora, hay un dominio origen y un dominio
meta. El dominio origen es nuestra concepción de un líquido dentro de un
contenedor; el dominio meta es la ira misma. Una metáfora establece una
serie de correspondencias entre entidades de los dos dominios. Kovecses
(1987: 56-57) las llamó correspondencias ontolágicas. A continuación se
presenta su propuesta de organización del modelo cognitivo con sus corres-
pondencias ontológicas:

Origen: CALOR DE LÍQUIDO EN CONTENEDOR


Meta: IRA

Correspondencias ontológicas:
• el contenedor es el cuerpo,
• el calor del líquido es la ira,
• la escala de calor es la escala de ira, con puntos finales cero y límite,
• el calor del contenedor es calor corporal,
• la presión sobre un contenedor es la presión interna del cuerpo,
• la agitación en el contenedor es la presión interna del cuerpo,
• el límite de la capacidad del contenedor para resistir la presión causada por el
calor es el límite de la escala de ira,

270
METÁFORA Y METONIMIA

• la explosión es la pérdida de control,


• el frío del líquido es ausencia de ira,
• la calma del líquido es ausencia de agitación.

Kovecses parecía considerar el conocimiento de entidades como cualita-


tivamente diferente del conocimiento sobre entidades, porque hizo una dis-
tinción entre ellos, llamando al conocimiento sobre entidades «epistémico»
y no «ontológico». Las correspondencias epistémicas surgen cuando el
conocimiento sobre entidades (líquido, contenedor) de un dominio origen co-
rresponde al conocimiento sobre entidades de un dominio meta (ira, cuer-
po). Daré sólo una de las cinco correspondencias epistémicas que enumeró:

Origen: El efecto de calor intenso en un líquido es calor del contenedor, presión


interna y agitación.
Meta: El efecto de la ira intensa es calor corporal, presión interior y agitación.

Las otras cuatro correspondencias tratan de la explosión y la pérdida de


control, del daño causado por una explosión de líquido o de ira, de cómo se
evita la explosión aplicando una fuerza y del control del escape del líquido
caliente (ira). Así, para Kovecses, las metáforas completas constan de
correspondencias ontológicas y epistémicas entre los dominios origen y
meta. Aunque, en último término, dudo de la necesidad de una distinción
rígida entre correspondencias ontológicas y epistémicas (metonímicas),
acepto su utilidad para separar los aspectos más centrales de las metáforas
de los más periféricos.
LA IRA ES EL CALOR DE UN LÍQUIDO EN UN CONTENEDOR no es la única metá-
fora de la ira en inglés o español. Otras son LA IRA ES LOCURA, LA IRA ES UN
ADVERSARIO Y LA IRA ES UN ANIMAL PELIGROSO, que dan lugar a expresiones
como He got so angry, he went out 01 his mind 'se enfadó tanto que perdió la
cabeza', /'m struggling with my anger 'estoy luchando contra mi furia' y He
has a ferocious temper 'tiene un temperamento feroz' . La ira se describe tam-
bién en expresiones metonímicas en las que se toma la parte por el todo. Con
referencia a las emociones, el principio general de la metonimia afirma que
LOS EFECTOS FISIOLÓGICOS DE UNA EMOCIÓN REPRESENTAN LA EMOCIÓN. Según
esto, toda una serie de acontecimientos fisiológicos, conductales y percepti-
vos pueden representar la ira: calor corporal, presión interna, enrojecimiento
de la cara y el cuello, agitación o interferencia con la percepción correcta.
Estas metonimias nos proporcionan expresiones como las siguientes:

Don't gel hot under the collar. (CALOR CORPORAL)


'No dejes que se te caliente la cabeza' (lit.: 'debajo L~l cuello').
\

271
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

Don't get a hernia. (PRESIÓN INTERNA)


'No vayas a herniarte'.
She was scarlet with rage. (ENROJECIMIENTO DE CARA Y CUELLO)
'Estaba roja de ira'.

She was shaking witb anger. (AGITACIÓN)


'Temblaba de ira'.

She was blind with rage. (INTERFERENCIA CON LA PERCEPCIÓN CORRECTA)


'Estaba ciega de furia' .

La metáfora central inglesa de la ira se parece a la japonesa. Ambas


imaginan la ira como un líquido caliente y el cuerpo como un contenedor.
Ya que la ira va unida, probablemente en todas partes, a un aumento de la
temperatura corporal y de la presión sanguínea, es bastante posible que
algunas imágenes nucleares y algunas descripciones figuradas de la ira
sean universales. Tanto en inglés como en español y en japonés, el aumento
de intensidad de la ira hacer subir el líquido. La metáfora occidental parece
poner de relieve la presión y el escape explosivo del contenedor. En japo-
nés, la pérdida de control se produce con un chasquido en vez de una explo-
sión. Para comprender por qué, necesitaríamos más información sobre el
modelo japonés de la mente y el cuerpo y un repertorio más amplio de
metáforas japonesas.
Las metáforas japonesas de la ira muestran la importancia de com-
prender el modelo cognitivo indígena del cuerpo, pero también ilustran
otro punto importante: que los modelos subyacentes a los términos de
emociones incluyen escenarios diversos que describen cómo las emocio-
nes progresan secuencialmente a través de varias fases. Las definiciones
de términos aparentemente simples, como los de emociones, pueden pre-
cisar de modelos complejos, como ya hemos visto en el ejemplo del
amor, presentado en el capítulo 6. Además, como las emociones tienen
estructuras conceptuales complejas, pueden dar lugar a una variedad de
inferencias no triviales (Kovecses 1987: 50). Por tanto, el lenguaje figura-
do y emocional nos puede permitir acercarnos al conocimiento de los
procesos de razonamiento. Al hallar las conexiones entre palabras y esce-
narios, alcanzamos un nivel de comprensión del lenguaje inalcanzable a
través de las simples traducciones de palabras por medio de definiciones
normales de diccionario 6.

6 Para un análisis de los términos de emociones en español desde esta perspectiva puede consultar-
se: José Manuel Martín Morillas y Juan Carmelo Pérez Rull, Semántica cognitiva intercultural.
Granada, Método, 19~,:9.(N. del T.)
\

272
METÁFORA Y METONIMIA

Pensamiento y expresión metonímicos

Buena parte del interés de los especialistas por el lenguaje figurativo se cen-
tra en la metáfora, pero importancia parecida posee la metonimia: la rela-
ción de una cosa con otra dentro de un único modelo o una escena concep-
tual única. Lakoff (1987: 114) definió la metonimia como «una función de
un elemento del modelo sobre otro». Mientras cualquier clase de asociación
puede dar lugar a la metonimia, frecuentemente la parte se usa por el todo
(técnicamente, una sinécdoque), como cuando nos referimos al coche nuevo
de un amigo como «unas buenas ruedas». Sin embargo, frecuentemente la
metonimia no se basa en relaciones físicas, sino en el contenido de las esce-
nas, como en los ejemplos siguientes:

Un médico dice: «Este Jones ¿es la apendectomía o la amigdalectornía?» (OPE-


RACIÓN SOBRE UNA PARTE DEL CUERPO POR LA PERSONA SOBRE LA QUE SE REALI-
ZA LA OPERACIÓN).
Una camarera le dice a otra: «El sándwich de jamón acaba de echarse encima la
cerveza» (Lakoff 1987: 77) (COMIDA ENCARGADA POR CLIENTE).

Obsérvese que no hay intención metafórica de comparar o equiparar a


Jones con las partes de su cuerpo o con la operación, ni hay intención alguna
de comparar o equiparar al cliente con un sándwich de jamón. Más bien, el
desdichado Jones y el cliente descuidado se identifican a través de algo con
lo que están asociados: una operación sobre una parte del cuerpo en la pri-
mera expresión o lo que encargó el cliente en la segunda. El número de rela-
ciones metonímicas posibles en las lenguas del mundo es ciertamente enor-
me y probablemente indefinido. Aquí hay más ejemplos de metonimias:

ACTIVIDAD INCLUIDA POR ACTIVIDAD


Who do you run with? (CORRER POR JUGAR AL BALONCESTO)
'¿con quien corres?' (literal)

PARTE POR TODO O CONTENEDOR POR CONTENIDO


Envíame una tarjeta. (TARJETA POSTAL POR TARJETA POSTAL CON MENSAJE)

ATRIBUTO POR COSA


Vengan esos cinco. (NÚMERO CINCO POR CINCO DEDOS; CINCO DEDOS POR
GESTO DE SALUDO CON LA MANO)

LOCALIZACIÓN POR INSTITUCIÓN POLÍTICA


La Casa Blanca anunció esta mañana un cambio de política.

La metonimia tiene consecuencias para la gramática porque una expre-


sión metonímica asume la función gramatical de su alternativa. Considérese

273
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

la siguiente expresión tomada de René Dirven (1991: 4): eDifererues partes


del país no quieren decir necesariamente lo mismo cuando usan la misma
palabra».
Pienso que esta metonimia se basa en la ecuación PARTES DIFERENTES
DEL PAís = HABITANTES DE PARTES DIFERENTES DEL PAÍS. Personas y partes
geográficas del país son dos componentes de una imagen más amplia, y la
metonimia, en consecuencia, es de una parte sobre otra parte. Dirven la
denominó metonimia ad hoc. En opinión de Dirven, la metonimia actúa
sobre la dimensión sintagmática de la imaginería, es decir, la contigüidad
conceptual, la yuxtaposición o el agrupamiento de elementos temporales y
espaciales.
Las partes de la metonimia del país asumen la función gramatical de su
referente conceptual. La metonimia viola las restricciones normales de coo-
currenciaque impedirían partes diferentes del país ... quieren decir si la
expresión se interpretara literalmente. La expresión sólo tiene sentido si el
sujeto del verbo se interpreta como formado por seres humanos.
Otro ejemplo con consecuencias para la comprensión de construcciones
gramaticales lo proporciona la expresión ella oyó el piano. Langacker
(1990a: 193-196) argumentó que en expresiones como ésta el verbo es
polisémico. Propuso la polisemia verbal a fin de evitar derivar la expresión
de una paráfrasis en la estructura profunda, como ella oyó el sonido del
plano.
Creo que es correcto intentar evitar una paráfrasis en la estructura pro-
funda en favor de la polisemia, pero el argumento en favor de la poli se-
mia verbal parece innecesariamente complejo. Un análisis más económi-
co apelaría directamente a la metonimia piano por sonido de piano,
haciendo polisémico al hito y no al verbo. La expresión perfila solamente
la persona, el piano y el oír, mientras que implica la base completa, que
es una escena que incluye estos elementos e incluye además a alguien
que toca el piano y los sonidos que emite éste. Así, ella oyó el piano es
una metonimia COSA CON RASGO en la que el piano está por la música que
produce.

La meronimia y un caso de matrimonio meronimico

Un término técnico para las relaciones parte-todo independientemente de su


expresión verbal en la metonimia es meronimia. Resulta que en inglés, y sin
duda en todas las lenguas, hay un número considerable de estas relaciones
meronímicas. Morton E. Winston, Roger Chaffin y Douglas Herrmann
(1987) identificaron seis tipos:

274
METÁFORA Y METONIMIA

1) componente-objeto íntegro (pedal-bicicleta);


2) miembro-colección (barco-flota);
3) porción-masa (porción-tarta);
4) material-objeto (acero-coche);
5) rasgo-actividad (pagar-comprar);
6) lugar-área (Everglades-Florida).

Estos tipos se abstrajeron a partir de expresiones tan comunes como La


cabeza es parte del cuerpo, Las bicicletas son parcialmente de aluminio,
Los pistones son partes de los motores y Ligar es una parte de la adoles-
cencia. Los mismos tipos de la parte al todo pueden distinguirse además
por otras tres relaciones según (1) si la relación parte-todo es funcional
(pedal-bicicleta), (2) si las partes están hechas del mismo material que la
totalidad (porción-tarta) y (3) si las partes son separables de sus todos
(pedal-bicicleta).
Se ha debatido durante mucho tiempo si estas relaciones parte-todo son o
no transitivas. Por ejemplo, podemos decir en inglés que un dedo es parte de
la mano y que la mano es parte del cuerpo, de modo que el dedo es parte del
cuerpo. Las relaciones de dedo a mano y a cuerpo son claramente transiti-
vas. Pero dado que el brazo de Simpson es parte del cuerpo de Simpson, y el
cuerpo de Simpson es miembro del departamento de filosofía, no por eso
podemos decir que el brazo de Simpson sea parte o miembro del departa- ,
mento de filosofía. Naturalmente esto no es necesariamente un problema en
otras culturas. Recuerdo haber leído un caso sobre una cultura amerindia de
la costa noroeste donde un jefe que carecía de un hijo de la edad apropiada
organizó el matrimonio ceremonial de una de sus piernas con la hija de otro
jefe. Quizá los padres de la novia habrían podido caracterizar a la pierna
como miembro de la familia. Incluso en este claro caso de meronimia
social, la relación no es necesariamente transitiva. Es más bien como lo
siguiente: una pierna es parte del cuerpo; el cuerpo es parte de la persona;
una parte del cuerpo puede representar al cuerpo. En consecuencia, se trató
de un matrimonio meronímico.
Las relaciones meronímicas son transitivas siempre que no confundamos
cualquiera de los seis tipos. El problema del cuerpo de Simpson mezcla la
relación componente-objeto íntegro con la relación miembro-colección, de
modo que su uso transitivo parece anómalo. Mantener la conciencia de los
diferentes tipos de relaciones metonímicas en inglés, quizá con otras rela-
ciones aún no descubiertas en otras lenguas, nos ayudaría a comprender la
metonimia. También nos plantea un interesante problema de investigación:
recopilar y comparar meronimias transitivas e intransitivas en otras lenguas
y culturas. \
-,

275
INfERPRETACIONFS y APUCACIONFS

Mi penacho de plumas; mi cuerda en el cuerpo: mezcla de metáforas


y metonimias enlos difrasismos del nahuatl clásico

Un colega mío, Evan Blythin, me llamó la atención hace poco sobre una
curiosa peculiaridad de la retórica azteca: en el siglo XVI, los hablantes de
nahuatl, la lengua de los aztecas, mezclaban las metáforas 7. El interés de mi
colega despertó al observar 87 metáforas enumeradas en el Libro 6 del volu-
men XIII del Códice Florentino, Historia general de las cosas de la Nueva
España (1988), escrito por el monje franciscano Bernardino de Sahagún. El
Códice fue traducido por Sahagún el año 1577, treinta años después de su
redacción en nahuatl o, para usar el término de Sahagún, «en la lengua
mexicana». Desde los tiempos de Sahagún, la lengua nahuatl ha incorpora-
do muchos términos y construcciones del español hasta convertirse en lo
que hoy día se denomina mexicano, una lengua con miles de hablantes (Hill
y Hill1986) 8.
Mi colega estaba estudiando el Códice en busca de claves para entender
algunas características intrigantes de la retórica política mexicana contempo-
ránea, en especial la tendencia a mezclar las metáforas, lo que es, desde luego,
una violación de las máximas retóricas inglesas (aunque no necesariamente
del uso corriente). Wayne C. Booth (1979), por ejemplo, descubrió que todas
las guías modernas de escritura parecían estar de acuerdo en que las metáforas
deberían ser novedosas y coherentes, esto es, no mezcladas. Booth ofreció
varios criterios alternativos, a los que volveré más adelante en este capítulo.
Es difícil saber lo que podían sentir los aztecas sobre el carácter novedoso de
sus metáforas, pero en el Códice había numerosas entradas como las siguien-
tes, que atrajeron la atención de Blythin: TE HAS VUELTO CONEJO; TE HAS VUEL-
TO CIERVO, expresión que parece mezclar las metáforas mezclando sus anima-
les. De acuerdo con Sahagún (1988: 461-462), se refiere a un fugitivo de las
responsabilidades familiares: «Se dice de aquel o de aquella que se van de
casa de su padre [...]; ni quieren obedecer a sus padres ni estar en casa» 9.
La pareja es coherente porque tanto el conejo como el ciervo son anima-
les que suelen huir. El ejemplo también tipifica el formato de las metáforas
nahuas, que aparecen en pareados o grupos de pareados 10. A este respecto,
es típico de los textos nahuas en general mostrar una variedad de estructuras

7 Blythin es profesor del Instituto de Comunicación de la Universidad de Nevada en Las Vegas.


8 Sin embargo, también se conservan numerosos dialectos nahuas con menor interferencia del espa-
ñol; en conjunto son hablados por más de un millón de personas. (N. del T)
9 Las traducciones de los pareados están adaptadas de las glosas que proporciona Sahagún; en algu-
nos casos se trata más de comentarios que de traducciones, y entonces he optado por la versión a
partir del original nahuatl. (N. del T)
10 Ángel María Garibay K. denominó difrasismos a estas construcciones. Véase su Llave del
nahuatl (3," edición). México, POITÚa,19 (0, pp. 115-117. Aquí sigo este uso. (N. del T)

276
METÁFORA Y METONIMIA

pareadas (Bright 1990), como sucede también en otros muchos textos cen-
-troamericanos (Sherzer 1983; Tedlock 1985; Hill 1992). Siguiendo la opi-
nión, habitual en los estudios retóricos, de que el objetivo de las metáforas
es proporcionamos alguna información sobre algo desconocido, o tenor (es
decir, meta), introduciendo algo conocido, o vehículo (es decir, origen), mi
colega razonó que la función de los difrasismos era proporcionar más infor-
mación sobre lo desconocido y al mismo tiempo, quizá, producir aún mayor
inseguridad. Es una hipótesis interesante, pero, antes de extraer conclusiones
sobre las funciones retóricas de las metáforas nahuas, puede ser útil exami-
nar más detenidamente su significado prestando especial atención a su ima-
ginería y organización conceptual. Esto revelará cómo las figuras nahuas
contienen más que simple metáfora. En el caso típico, un modelo metafóri-
co subyacente sigue siendo implícito e innombrado. Revelado solamente
por la mención explícita de dos de sus partes o, en el caso del conejo y el
ciervo, de dos ejemplos de actores de un escenario. Así, en muchos casos,
una expresión combina una metáfora con una metonimia, una relación de la
parte al todo, un actor con su escenario, una entidad con su localización. El
difrasismo figurativo resultante es coherente en el sentido de que las dos
partes tienen implicaciones semejantes, y suele ser consistente, en el sentido
de que ambas pueden asimilarse a la misma imagen o modelo cognitivo
(Lakoffy Johnson 1980: 127-136). Obsérvense los siguientes ejemplos:

EL OJO, LA OREJA.
LAS ENTRAÑAS, LA GARGANTA.
LAS ALAS, LA COLA.

Cada uno de estos difrasismos nombra dos partes de la misma imagen:


ojo y oreja forman parte de la cabeza, cola y alas, de un ave; LAS ENTRAÑAS,
LA GARGANTA se traduciría probablemente mejor como «el útero, la vagina»
(Maxwell y Hanson 1992: 83,93,171,175). Los tres difrasismos metafóri-
cos son también metonimias. El difrasismo EL OJO, LA OREJA nombra órga-
nos de los sentidos y corresponde a un mensajero o un espía que actúa para
el emperador. Así que la metáfora subyacente es EL EMPERADOR ES UNA
CABEZA Y SUS ESPÍAS SON SUS OJOS Y SUS OÍDOS. El corolario de esto, lo que
Kovecses (1987) llamó correspondencia epistémica, es que los espías reco-
gen información para el emperador igual que los ojos y los oídos recogen
información para la cabeza o el cerebro.
LAS ENTRAÑAS, LA GARGANTA se dice de un miembro del linaje real, esto
es, de alguien nacido de un vientre real. Probablemente es una forma abre-
viada de HA SURGIDO DEL VIENTRE, DE LA GARGANTA. Esta metáfora podría
\definirse como EL LINAJE REAL ES UNA MADRE.
-,

277
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

LAS ALAS, LA COLA se refiere a las partes periféricas de un ave y se dice


del vulgo, esto es, POSEE LA COLA, POSEE EL ALA (Sahagún 1988: 457). Una
expresión semejante, PROfEJO TU PELO, TU CABEZA refiere también a dos par-
tes del cuerpo, pero en este caso hay una segunda metonimia porque el
cabello puede verse como una parte de la cabeza. Se decía al amonestar a
una persona para que cuidara su honra. La metáfora compara la honra con la
integridad de un cuerpo o de sus partes.
De modo que las metáforas nahuas son más coherentes y muchas veces
más consistentes de lo que podrían parecer a primera vista, pues muestran
una estructura parte-todo con una imagen o modelo cognitivo implícito
coordinante. Igual que las expresiones discutidas más arriba, otras muchas
figuras se refieren a entidades concretas:

¿DÓNDE HE PASADO SOBRE EL CABELLO, LA CABEZA DE NUESTRO SEÑOR?


YA EN OTRO PATIO, YA EN LA ENTRADA DE LA CASA DE OTRO.
SUS CABELLOS, SUS UÑAS, SUS ESPINAS, SUS COLUMNAS, SUS BARBAS, SUS
CEJAS, SUS ASTILLAS, SUS FRAGMENTOS.
SU ROSTRO ESTÁ ABATIDO; SUS DIENTES ESTÁN ABATIDOS.
AFILA OBSIDIANA; ENHIESTA FLECHAS.
CIERTAMENTE TIENE OJOS; CIERTAMENTE TIENE OÍDOS.
CORAZÓN, SANGRE.
NUESTRO SEÑOR NOS HA PELLIZCADO EN LA OREJA, EN EL HOMBRO.

Algunas figuras recogidas por Sahagún corresponden a acciones o cuali-


dades, en vez de a cosas concretas. Más que traer a la mente una imagen,
pueden necesitar una generalización y exigir además al oyente que recurra a
su conocimiento para interpretar algún significado común en las dos partes.
Éste es el caso de CONEJO, ... CIERVO antes mencionado, que expresa la' idea
del fugitivo, más que las partes de una única imagen visual. Observe tam-
bién las figuras siguientes:

MI PENACHO, MI CUERDA EN EL CUERPO,


MAÑANA, PASADO MAÑANA.
YA JUNTO A LA HOGUERA, YA AL PIE DE LA ESCALERA.

La expresión MI PENACHO, MI CUERDA EN EL CUERPO es bastante sutil.


Refiere concretamente a la ropa de un esclavo y metafóricamente a alguien
a quien la ciudad le ha encargado alguna tarea, asemejando así el estatus de
ser llamado al deber con el de la esclavitud. Nuevamente, la imaginería
-ropa de esclavo- es implícita, mientras que la mención concreta de dos
prendas usadas por los esclavos depende de una relación parte-todo o poseí-

278
METÁFORA Y METONIMIA

do-poseedor. Así, una cadena de inferencias bastante larga enlaza una parte
del vestido (penacho, cuerda) con la imagen completa de la ropa de un
esclavo, con el papel de la esclavitud y finalmente con una tarea onerosa. La
cadena de metonimia y metáfora, con la meta situada siempre en primer
lugar, es como sigue:

ALGUIEN A QUIEN SE ENCARGA UNA TAREA DIFÍCIL ES UN ESCLAVO (metáfora).


UN ESCLAVO USA ROPA DE ESCLAVO (metonimia).
LA ROPA DE UN ESCLAVO TIENE UN PENACHO DE PLUMAS Y UNA CUERDA
(metonimia) ..

Me siento tentado a usar MI PENACHO, MI CUERDA cuando alguien me


encargue alguna tarea fastidiosa en algún comité, o quizá me limite a decir:
«Mi lápiz mordido, mi tacita de café».
La expresión MAÑANA, PASADO MAÑANA se dice que significa «el tiempo
hacia el que nos dirigimos, unos pocos días» (Sahagún 1988: 455). A falta
de un conocimiento nativo de la lengua, es difícil saber si la traducción
representa con precisión la concepción azteca del tiempo; pero si lo hace,
esta expresión se refiere a las partes (días) de algún concepto más general
del futuro. 0, para decido al revés, como esta expresión es paralela a tan-
tas otras que son obviamente metonímicas, parece razonable postular una
concepción general de tiempo futuro en la visión del mundo de los azte-
cas.
La expresión YA JUNTO A LA HOGUERA, YA AL PIE DE LA ESCALERA se decía
de las personas a punto de ser ejecutadas. Evoca una escena de sacrificio
humano, con la víctima situada junto a la escalinata del templo, al borde del
fuego sacrificial ". Al evocar una escena con su localización y sus escena-
rios constitutivos, se diferencia de las figuras que traen a la mente objetos
concretos (cuerpo, pájaro), abstracciones (sustento, tiempo) o estatus social
(esclavo). La imagen compleja presentada por una escena contiene elemen-
tos que son tanto concretos (escalinata, fuego) como conductales (sacrifi-
cio). La figura es una metonimia, porque la escena sacrificial representa la
situación de ser condenado a morir. Evoca la escena con más metonimia:
mencionando partes de la escena en vez de nombrar la escena entera.
Los hablantes nahuas construían algunas metáforas como pareados
múltiples. Por ejemplo, la expresión sus CABELLOS, sus UÑAS, SUS ESPI-

11 Dirven (1991: 5) se refirió a la combinación de elementos de un contexto sociocultural como sin-


tagma socio cultural. Citó el ejemplo de la palabra inglesa tea 'té' que, en el Reino Unido, puede
referirse al arbusto, las hojas o las comidas denominadas afternoon tea (aprox., 'merienda') y high
tea (aprox., 'cena'). La extensión del término a las comidas es una metonimia basada en el sintagma
sociocultural. \
\

279
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

NAS, SUS COLUMNAS, SUS BARBAS, SUS CEJAS, SUS ASTILLAS, SUS FRAGMEN-
TOS tiene cuatro difrasismos. Se refiere a alguien nacido en el linaje real,
más o menos como la expresión de tal palo tal astilla, con cada difrasis-
mo reiterando el tema con una temática procedente de un dominio semán-
tica distinto: partes periféricas del cuerpo/objetos afilados hechos de
material animal/vello facial/material sólido (¿hueso? ¿obsidiana?). Los
tres primeros pareados sugieren gran número de descendientes (cf. Max-
well y Hanson 1992: 171). Más habitualmente, encontramos un par de
pareados en el que el segundo difrasismo abstrae del primero, como en la
metáfora explícita HUMO, NIEBLNFAMA, HONOR, que se dice de un dirigen-
te fallecido, o FINAS ESMERALDAS, FINOS ZAFIROS, BIEN LABRADOS, BIEN
ALARGADOS, BIEN REDONDEADOS, dicho de LA EDUCACIÓN NOBLE. El ele-
mento individual final de este último difrasismo (EL ANCHO ESPEJO) rompe
el patrón de pareados. Estas desviaciones son infrecuentes. El patrón de
concreto a abstracto vuelve a romperse en el doble difrasismo LO QUE
PUEDE ACARREARSE, LO QUE PUEDE LLEVARSE AL HOMBRO/LO QUE VA EN EL
REGAZO, ENTRE LOS BRAZOS, una metáfora para el vulgo. Ambos pareados
se encuentran en el mismo nivel de especificidad. No puedo resistir men-
cionar un último ejemplo, de carácter especialmente poético, que tiene la
forma concreto-concreto/escenario-escenario: ERES CIPRÉS, ERES CElEN
DEBAJO DE TI, LA GENTE COMÚN BUSCARÁ LA SOMBRA; BUSCARÁN LA SOM-
BRA. Las metáforas del primer pareado establecen localizaciones para el
segundo.
Estos ejemplos demuestran que el nahuatl construye habitualmente una
metáfora sobre una imagen evocada por una metonimia. El origen de la me-
táfora es un modelo cognitivo innominado del cual sólo se verbalizan explí-
citamente dos de varias partes posibles. El contenido de los modelos subya-
centes incluye objetos concretos (cuerpo, pájaro), escenarios (sacrificios
humanos, buscar sombra bajo un árbol), estatus sociales (esclavismo, fugi-
tivo) y abstracciones (tiempo, fama, forma cilíndrica). También son posi-
bles expresiones más largas que acumulan dos o más pareados, y a veces
después de los pareados aparecen elementos individuales. Hay muchas
cadenas sutiles de razonamiento metafórico en estas figuras del habla que
apenas podemos comprender sin un mayor conocimiento de la lengua
nahuatl y de la cultura azteca. Hill (1992: 123) señaló que el difrasismo
ceremonial nahuatl in cuicatl in xochitl 'el canto, la flor' hace explícito el
enlace natural de flor y canción y que a los poetas se les solía llamar «canto-
res de flores».
Recuérdense los criterios de Booth para las buenas metáforas: deberían
ser activas, concisas, apropiadas a su objetivo buscado, adaptadas a la
audiencia y constructivas para el personaje representado por el hablante.
\

280
METÁFORA Y METONIMIA

Ahora parece claro que estos criterios están ligados a la cultura. Incluso si
nos creyéramos justificados para aplicar las normas retóricas del mundo
anglohablante a otras lenguas, lo que no es mi caso, sigue siendo difícil apli-
car sus criterios a las figuras aztecas. Las metáforas nahuas son muy conci-
sas y habitualmente concretas, pero lo habitual es que sean inactivas. NOS HA
PELLIZCADO EN LA OREJA, EN EL HOMBRO, por ejemplo, es más activa que LAS
ENTRAÑAS, LA GARGANTA; ambos difrasismos son concisos y concretos.
Sahagún no recogió el grado de variación que se permitía a los hablantes ni
qué libertades podían tomarse para ofrecer metáforas apropiadas a la situa-
ción, la audiencia o el hablante, pero no podemos culparlo de no responder a
preguntas planteadas cuatro siglos después. El hecho mismo de que a menu-
do se refieren a estatus sociales hace pensar que sus hablantes eran sensibles
al contexto de uso.
Para resumir, muchos difrasismos nahuas expresan una metonimia cons-
truida sobre una metáfora, como ala y cola sugieren la relación de periférico
y la imagen de un ave. Los difrasismos nahuas son metáforas metonímicas.
Son politropos (Friedrich 1991). Los difrasismos revelan el modelo metafó-
rico pretendido al mismo tiempo que introducen connotaciones que nos
hacen pensar. Los hablantes nahuas de la época de Sahagún obtenían el
material metafórico que cumpliría la función de dominio origen, del mundo
físico, de las escenas de la vida, los roles sociales y las abstracciones. Pro-
bablemente, las normas de la retórica literaria inglesa no sirven; pero en
cualquier caso, las metáforas nahuas eran más coherentes y consistentes de
lo que podrían parecerle a un lector casual.

La dinámica de fuerzas de Talmy

Hasta ahora nuestro tratamiento de la metáfora y la metonimia ha conside-


rado ejemplos bastante evidentes: la batería de un coche es un hígado, El
sándwich de jamón está esperando la cuenta, Me hiciste hervir la sangre
son ejemplos típicos. Expresiones incluso más frecuentes todavía como
Estoy alto/subido de ánimo y Es difícil meterle esa idea son también cla-
ramente metafóricas, pero en éstas la metáfora puede ser más difícil de dis-
tinguir porque yace en sentidos perfectamente afianzados de verbos, com-
plementos verbales y preposiciones. Uno de los descubrimientos de la
lingüística cognitiva es que muchas expresiones que a primera vista no
parecen figurativas resultan serio en realidad cuando se las estudia más sis-
temáticamente. Cuando desbrozamos del lenguaje todo el sotobosque meta-
fórico, lo que queda es muy escaso. La inmensa mayoría de las expresiones
cotidianas contienen lenguaje metafórico o metonímico. Como un caso de

281
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

interés a este respecto, consideremos las oraciones siguientes, que expresan


alguna idea que implica interacción psicológica o social:

1couldn't help singing along. 'No pude evitar ponerme a cantar con ellos'.
He resisted accepting their arguments. 'Se resistió a aceptar sus argu-
mentos'.
She refrained from saying anything impolite. 'Se reprimió para no decir
alguna descortesía' .
She was civil. 'Era muy civilizada' .
1am being pressured to go to the graduation ceremony. 'Me están presio-
nando para que vaya a la ceremonia de graduación' .
You must, you have to. 'Debes hacerlo, tienes quehacerlo' ..
You can't make me. 'No puedes obligarme'.
1guess 1will, despite my better judgment. 'Supongo que lo haré, aunque
no me parece bien' .
You better not try it. 'Mejor ni lo intentes'.
She need not trouble herself. 'No necesita preocuparse'.
1would, but I can't go. 'Iría, pero no puedo'.
1 know it's aggravating, but try to let it be. 'Sé que empeora las cosas,
pero intenta no hacer nada'.
Keep on keeping on. 'Sigue aguantando'.
1 think I will win, in spite of myself. 'Creo que ganaré, a pesar de mí
mismo'.

Estas expresiones, en su mayor parte, parecen de lo más directas y sim-


ples, pero lo que resulta menos aparente es que, además de registrar una
interacción psicológica o social, todas estas oraciones encajan además en el
modelo cognitivo de dinámica de fuerzas (Talmy 1988). Talmy creía que la
dinámica de fuerzas es uno de los cuatro sistemas básicos de imaginería que
organizan las escenas para el lenguaje. La imaginería de la dinámica de
fuerzas afecta a la forma en que hablamos sobre acontecimientos naturales,
presiones sociales y acontecimientos psicológicos. (Obsérvese la metáfora
en las presiones sociales.) Los otros tres sistemas básicos de imaginería
corresponden a la estructura espacial y temporal, la perspectiva del observa-
dor y la distribución de atención, esto es, el alcance y el foco de atención
dentro de una escena. Estos cuatro sistemas de imaginería se consideran
parcialmente independientes unos de otros.
La dinámica de fuerzas implica prototípicamente la oposición de dos
fuerzas en estado estacionario. Una de las dos fuerzas «es puesta de relieve
para recibir la atención focal». Talmy llamó a esta entidad focal del esque-
ma de fuerzas agonista, y la fuerza opuesta es el antagonista. Como en tan-

282
METÁFORA Y METONIMIA

tos experimentos mentales de la lingüística cognitiva, no está siempre claro


que podamos determinar de modo objetivo y fiable las asignaciones correc-
tas de los papeles de agonista y antagonista a las entidades de una oración,
pero supongamos que nuestros juicios subjetivos concuerdan. La figura 28
nos da un conjunto de símbolos que pueden usarse para representar las enti-
dades y su conducta en el esquema de dinámica de fuerzas. Las figuras 29 a
32, con oraciones que sirven de ejemplo, muestran los esquemas de fuerzas
más básicos en la semántica del inglés. Estos cuatro esquemas existen en un
estado estacionario: algo está en reposo o continúa en movimiento. Otros
esquemas derivados pueden incluir cambios de estado, como sugiere la ora-
ción Cuando la golpeó la pelota, la lámpara cayó de la mesa, o pueden
implicar escenas donde el agonista y el antagonista ya no se afectan uno a
otro, como en la oración Como el tapón estaba suelto, el agua se escapó del
depósito. Talmy desarrolló diagramas esquemáticos para todas las variacio-
nes habituales.,

Entidades

Agonista
o
Antagonista

Tendencias intrínsecas

Hacia la acción >


Hacia el reposo e

Equilibrio de fuerzas
Entidad más fuerte +
Entidad más débil

Resultantes de la interacción de fuerzas

Acción

Reposo

Figura 28. Símbolos usados en los esquemas de fuerzas. Tomado de Talmy (1988:
54). Reproducido con autorización de Ablex Publishing Ccrporation.
, \
283
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

viento pelota

teo -+--
Figura 29. Esquema de fuerzas de la oración The ball kept rolling because of the
wind blowing on it 'la pelota siguió rodando a causa del viento que soplaba sobre
ella'. El agonista (círculo) tiene tendencia a permanecer en reposo (e). El antago-
nista tiene tendencia a la acción (». La fuerza del antagonista es mayor (+) que la
del agonista (-). La resultante es que el agonista sigue en movimiento (-7-). Toma-
do de Talmy (1988: 55). Reproducido con autorización de Ablex Publishing Corpo-
ration.

viento cabaña

Figura 30. Esquema de fuerzas de la oración The shed kept standing despite the
gale wind blowing against it 'la cabaña siguió en pie a pesar del vendaval que sopló
sobre ella'. El agonista (círculo) tiene tendencia a permanecer en reposo (e). El
antagonista tiene tendencia a la acción (». La fuerza del agonista es mayor (+)
que la del antagonista (-). La resultante es que el agonista sigue en reposo (---).
Tomado de Talmy (1988: 55). Reproducido con autorización de Ablex Publishing
Corporation.

pelota hierva

OJJ
-+--
Figura 31. Esquema de fuerzas de la oración The ball kept rolling despite the stiff
grass 'la pelota siguió rodando a pesar de la dureza de la hierba'. El agonista (círcu-
lo) tiene tendencia a moverse (> ). El antagonista tiene tendencia a permanecer en
reposo (e). Lafuerza del agonista es mayor (+) que la del antagonista (-). La resul-
tante es que el agonista sigue en movimiento (--;;.....-----).
Tomado de Talmy (1988: 55).
Reproducido con autoriza.ion de Ablex Publishing Corporation.
\ -,

284
METÁFORA Y METONIMIA

tronco cresta

Figura 32. Esquema de fuerzas de la oración The Iog kept Iying on the incline
because of the ridge there 'el tronco siguió en el borde de la cuesta porque había
una cresta'. El agonista (círculo) tiene tendencia a moverse (». El antagonista
tiene tendencia a permanecer en reposo (»}. La fuerza del antagonista es mayor (+)
que la del agonista (-). La resultante es que el agonista sigue en reposo (---).
Tomado de Talmy (1988: 55). Reproducido con autorización de Ablex Publishing
Corporation.

Lo apasionante llega al ver cómo los esquemas de dinámica de fuerzas


se extienden metafóricamente a acontecimientos psicológicos y presiones
sociales. Por ejemplo, el esquema bipartito deagonista y antagonista ayu-
da a explicar oraciones que implican un yo dividido, como en 1 held myse/f
back from responding 'me contuve para no responder'. Esta oración encaja
claramente en el esquema de la figura 30, aunque el agonista se convierte
en el pronombre inglés 1 [en español, un yo elidido formalmente pero pre-
sente en el verbo], y el antagonista se convierte en myse/f'me'. El hecho de
que también podríamos parafrasear la oración como 1 refrained from res-
ponding 'me reprimí para no responder' muestra que los verbos de voluntad
habituales pueden definirse con los esquemas de dinámica de fuerzas. Para
usar la expresión de Talmy (1988: 69), la expresión inglesa refrain from
'reprimirse' lexicaliza el esquema. Resulta que un sintagma reviste a una
idea.
Supongamos ahora que fuéramos a decir 1 successfully resisted her
advances in spite 01 myself 'resistí con éxito las insinuaciones de ella, a
pesar de mí mismo'. Podríamos representar gráficamente la escena
como en la figura 30, pero el sintagma in spite of myse/f 'a pesar de mí
mismo' sugiere que, en algún nivel, digamos la libido del yo interior,
lexicalizado como myse/f, estamos deseando ceder a la fuerza de las insi-
nuaciones que actúan sobre nosotros. También resistimos ese deseo con
la fuerza de nuestra personalidad o nuestra conciencia, de manera que
tenemos un segundo antagonista (myse/f 'yo mismo') que actúa sobre el
yo consciente. Talmy llamaría a esto proceso de esfuerzo psicológico.
También podríamos esquematizar el conflicto del yo dividido como en
la figura 30. Las dos figuras pueden combinarse económicamente para

285
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

obtener un esquema producto para la oración, usando una taquigrafía


simbólica para el proceso de esfuerzo psicológico, como en la figura 33.
Éste sería todo el aparato simbólico necesario para representar los esque-
mas de fuerzas que subyacen a las oraciones que nos han servido de
ejemplo.

Ecr
«sus insinuaciones» «yo»

ESffiE~O I

Figura 33. Esquema de fuerzas de la oración 1successfullyresisted her advan-


ces in spite of myself 'resistí con éxito las insinuaciones de ella, a pesar de mí
mismo' . El agonista (círculo) tiene tendencia a permanecer en reposo («}. El anta-
gonista tiene tendencia a moverse (». La fuerza del agonista (se supone que) es
mayor (+) que la del antagonista (-). La resultante es que el agonista sigue en
reposo (---).

Talmy aplicó este esquema a la semántica y la sintaxis de las palabras


de clases abiertas, mostrando. cómo los esquemas pueden usarse para defi-
nir verbos corrientes. También lo aplicó a palabras de clases cerradas,
mostrando cómo los esquemas de fuerzas pueden usarse para unificar los
verbos ingleses de ayuda (make, let, have y help 'hacer, dejar, ayudar') con
los modales (can, may, must, should, would, need not, dare not y had
better 'poder, deber, tener que, no necesitar, no atreverse') en una única
clase sintáctica. En conjunto, componen lo que Talmy llamó Sistema
Modal Mayor. Todos ellos pueden llevar la forma de infinitivo de un
verbo, sin la partícula to, como complemento, como en los dos conjuntos
siguientes:

He can/may/must/should/would/need not/dare not/had better.


1 made him/let him/had him/helped (him).
-push the car to the garage (Talmy1988: 81).
'Él puede/debe/debería/nonecesita/nose atrevea/haríamejoren.
Yole hice/dejé/obligué/ayudé.
-a meterel cocheen el garajeempujando'.

Todos los ejemplos de Talmy están tomados del inglés, de modo que no
podemos suponer que los mismos cuatro esquemas sean prototípicos en

286
METÁFORA Y METONIMIA

otras lenguas 12. Al estudioso de la lingüística le espera un apasionante pro-


grama de investigación semántica para determinar cómo organizan otras
culturas los esquemas de fuerzas físicas, psicológicas y sociales, e incorpo-
rarlos en patrones de vocabulario y sintaxis. Nuestro interés por la imagine-
ría que subyace al lenguaje figurado nos ha llevado desde la simple aprecia-
ción de algunas expresiones interesantes a la comprensión más profunda de
que buena parte del lenguaje está constituido por correspondencias metafó-
ricas y análisis metonímicos a partir de unos cimientos en los modelos cog-
nitivos.

12 Un análisis de los verbos españoles de movimiento que utiliza en buena medida el enfoque de
Talmy es: José Luis Cifuentes Honrubia, Sintaxis y semántica del movimiento. Alicante, Instituto de
Cultura «Juan Gil-Albert», 1999. (N. del T)
-,
,

287
CAPÍTULO 9

CONSTRUCCIÓN Y DECONSTRUCCIÓN
DE LA GRAMÁTICA DE LA PALABRA Y LA ORACIÓN

Como la ciencia occidental tiende a ser analítica y positivista en vez de sin-


tética y relativista, lingüistas y antropólogos lingüísticos han adoptado habi-
tualmente visiones extremadamente analíticas de la gramática de la palabra
y la oración. Aprendemos de los libros introductorios o de las clases que
todas las lenguas tienen, al menos, sustantivos y verbos y además artículos,
auxiliares, adjetivos, adverbios y adposiciones (preposiciones y posposicio-
nes). Aprendemos que existen niveles discretos de organización gramatical:
morfema, lexema, sintagma y cláusula, cuyas partes encajan limpiamente
unas con otras en sistemas combinatorios discretos l. Aprendemos que en
sus sistemas más corrientes de construcciones, las lenguas pueden ser flexi-
vas, con paradigmas formados por afijos pertenecientes a clases cerradas,
como sucede con las declinaciones del latín o en los clasificadores nomina-
les bantúes; o sintéticas, de modo que las palabras suelen ser construcciones
idiomáticas que contienen varios morfemas pertenecientes a clases grandes
o abiertas, como es el caso del esquimal; o aislantes, en las que cada palabra
aparece aislada como morfema único de una o dos sílabas, como en chino
mandarín y, en menor grado, en inglés. Nuestro enfoque analítico nos pro-
porciona la visión del lenguaje como un conjunto de Legos, un conjunto
universal de bloques o parámetros de construcción que pueden usarse para
construir la gran variedad de estructuras lingüísticas que encontramos en las
lenguas del mundo. Las formas de expresión que no encajan en las catego-
rías se tratan como aberraciones excepcionales o caprichosas.
I «Las reglas del lenguaje son sistemas combinatorios discretos: los fonemas se combinan para for-
mar morfemas, los morfemas para crear palabras y éstas para formar oraciones. En todos estos
casos, los elementos no se funden ni se mezclan ... » (\inker 1994: 178).
\ v,

289
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

En cierto modo, el enfoque analítico es útil, porque muchas expresiones


lingüísticas pueden reconocerse y clasificarse fácilmente con criterios sim-
ples, de modo que cuando hacemos trabajo de campo podemos organizar de
manera eficiente una proporción significativa de los datos lingüísticos. Pero
reificar las categorías analíticas tradicionales también tiene su costo, porque
anima al analista a ignorar una gran cantidad de datos que no se conforman
con las categorías a priori. Cuando se ordenan en una síntesis adecuada a
la lengua en cuestión, los datos formalmente excepcionales e intratables
suelen ser más interesantes que los que muestran buen comportamiento ana-
lítico. Lo son especialmente para los antropólogos lingüísticos, que tienden
a ser relativistas culturales, interesados por los sistemas únicos tanto como
por los universales, o aún más.
¿Qué resulta oscurecido al ver el lenguaje como un Lego? Para empezar,
los continuos lingüísticos, los prototipos y las redes. Por ejemplo, algunos
miembros de un paradigma verbal pueden parecerse semánticamente a la
tercera persona del singular y uno a otro en grados diferentes, como en
español duermo y dormí se parecen a duerme. Una red semántica organiza-
da en torno a un prototipo como duerme puede aparecer en una estructura de
paralelos fonológicos. En esta red simbólica, algunas formas pueden pare-
cer flexivas (adoptan afijos de paradigmas regulares) pero otras parecen
mostrar alternancias vocálicas (ablaut) o consonánticas, o bien supletivis-
mos. En este capítulo consideraremos un ejemplo de estas redes de seme-
janza tomado de la descripción del español publicada por Joan L. Bybee
(1985). Bybee también mostró que dentro de una única lengua es posible
disponer las construcciones léxicas verbales y nominales sobre una escala
de relevancia que va desde las formas flexivas (con paradigmas de afijos)
hasta las que aglutinan raíces en sustantivos compuestos o incorporaciones
verbales.
Prosiguiendo con el enfoque sintético, encontramos que en algunas len-
guas la gramática no distingue entre raíces de palabras que sí pueden distin-
guirse semánticamente como nominales o verbales, de modo que todas las
raíces pueden tomar todas las flexiones verbales y nominales, lo que sucede
en algunas lenguas salish como el coeur d'alene. En el ámbito de la fonolo-
gía, encontramos a menudo fonemas con valores simbólicos consistentes,
de modo que palabras que a primera vista parecen supletivas deben reconsi-
derarse como cuasiconstrucciones. En el capítulo 10 se estudia un caso del
yuma.
Pero a pesar de haber puesto de relieve la importancia de un enfoque sin-
tético, la importancia de las gradientes y las redes semánticas y la arbitrari-
dad de las categorías tradicionales de la gramática, no estoy abogando por el
tota~ abandono del análisis. Cada lengua produce un conjunto muy grande
\
<,

290
CONSTRUCCIÓN Y DECONSTRUCCIÓN DE LA GRAMÁTICA DE LA PALABRA Y LA ORACIÓN

de construcciones específicas de esa lengua, que son unidades gramaticales


constituidas por unidades simbólicas. En los casos ideales, los constituyen-
tes están claramente definidos, dando lugar a construcciones igualmente
diferenciadas y discretas. Pero en la mayoría de las lenguas, si no en todas,
los fenómenos en gradiente y las redes semánticas se entrecruzan consiste-
mas simbólicos claramente definidos para producir formas intermedias y
sistemas heterogéneo s, como cuando vemos que las formas más frecuente-
mente usadas de un paradigma verbal adquieren significados polisémicos e
idiomáticos mientras que las formas utilizadas con menor frecuencia con-
servan significados componenciales analíticamente transparentes. Tanto los
sistemas uniformes como los heterogéneos son dignos de estudio, pero la
consideración de los principios cognitivos sugiere que, en contra de la opi-
nión tradicional, los sistemas muy uniformes son probablemente la excep-
ción y los sistemas heterogéneo s son la regla. Para aquellos a quienes les
encantan las cualidades analógicas, sintéticas y heterogéneas de los fenóme-
nos naturales, el enfoque de la lingüística cognitiva puede ser liberador. El
primer ejemplo considerará los sustantivos compuestos ingleses. Como los
significados de estas construcciones omnipresentes no pueden predecirse
fácilmente sobre la base de principios componenciales, son un reto para la
lingüística cognitiva y cultural.

El pumpkin bus de Fillmore:


.,-
perfiles y bases en la composición

Denominar cosas, en el sentido de asignar palabras a imágenes, es algo que


hacemos frecuentemente sin pensar. Por tanto, los nombres nos proporcio-
nan algunas de las mejores claves para la cognición lingüística. Muchas de
las cosas que denominamos son entidades complejas: cosas (como paisajes
y animales), estados (como aburrimiento y parentesco) y procesos (como
correr y emancipación). En aras de la eficacia comunicativa, la denomina-
ción suele evitar los detalles descriptivos de la entidad de base que nombra,
seleccionando y perfilando, en cambio, una o más partes o aspectos salien-
tes de su imaginería. El nombre es suficiente para evocar el resto no men-
cionado de la imaginería, pero sólo si el término es convencional o el con-
texto es conocido. Por ejemplo, el término topless bar (bar topless) podría
ser entendido por un no nativo como una barra de hierro (bar en inglés) que
de alguna forma carece de parte superior (top). O bien, si el hablante com-
prende que la palabra bar es un mostrador donde se sirvan bebidas, podría
pensar que el término significa un bar sin parte superior. Sería necesario
saber más cosas sobre una escena social para identificado adecuadamente
como un establecimiento comercial donde trabajan mujeres que bailan des-

291
INTERPRETACIONFS y APUCACIONFS

nudas hasta la cintura para estimular sexualmente a los clientes, que beben
junto a un mostrador llamado bar 'barra' . Esta perspectiva puede aplicarse a
la gramática de las palabras complejas.
Palabras inglesas compuestas como skyscraper 'rascacielos' , motor seo-
oter 'ciclomotor', bookend 'sujetalibros', top spin '(efecto) topspin', gut-
tersnipe 'granuja', butter knife 'cuchillo de (para) mantequilla', si/k purse
'bolso de seda' y ball hog 'chupapelota' tienen un esquema gramatical de
[sustantivo sustantivo] o [sustantivo verbo] y un esquema semántico muy
abstracto de [MODIFICADOR MODIFICADO], pero saber esto aún no nos permite
predecir sus significados demasiado bien. Además del hecho de que al
menos tres de ellas sean metafóricas (skyscraper 'rascacielos', guttersnipe
'granuja' y ball hog 'chupapelota'), las dos partes de estos compuestos
desempeñan toda una variedad de roles semánticos. Los términos skyscra-
per 'rascacielos', butter knife 'cuchillo de mantequilla' y quizá bookend
'sujetalibros' tienen la relación semántica más específica de META-INSTRU-
MENTO; si/k purse 'bolso de seda' y motor scooter 'ciclomotor' se basan en
la relación PARTE-TODO, aunque motor scooter también podría interpretarse
como INSTRUMENTO-META; guttersnipe 'granuja' es LOCALIZACIÓN-PROCESO;
y ball hog 'chupapelota' es META-AGENTE o, quizá, META-PROCESO. Todos los
procesos están nominalizados 2.
Aunque los compuestos parecen lógicos, caracterizados en virtud de su
semántica o su sintaxis no nos permite necesariamente predecir el significa-
do de un compuesto nuevo. Los compuestos, sean sustantivo-sustantivo o de
cualquier otro tipo, están motivados por conexiones sernánticas; tienen un
orden regular, aunque abstracto, y un patrón acentual regular que recae so-
bre la primera palabra; pero los significados específicos de los compuestos
no son predecibles a partir de la sintaxis. Los teóricos generativos intenta-
ron, sin conseguido, derivar los compuestos aplicando transformaciones a
supuestas perífrasis subyacentes. Pamela Downing (1977: 840) concluyó
que los compuestos sustantivo-sustantivo en inglés «no pueden caracterizar-
se en términos de limitaciones absolutas sobre las estructuras semánticas o
sintácticas de las que se derivan». No encontró restricciones al proceso de
composición sustantivo-sustantivo. Si resulta que la lengua es impredecible

2 La presente disusión es bastante específica de la lengua inglesa y no puede esperarse una correla-
ción precisa en castellano, que recurre con menor frecuencia a la composición de palabras en senti-
do estricto y que tiene menor afición a nominalizar; guttersnipe, por ejemplo, incluye un nombre de
pájaro (la agachadiza), snipe y referencia a 'canalón de desagüe', extendido para significar 'alcanta-
rilla' y, de aquí, 'bajos fondos' (gutter); puede compararse con nuestro 'rata de alcantarilla'. Bal!
hog, por su parte, es el 'cerdo (hog) de la pelota (ball)' ; el término es equiparable a road hog, lit.
'cerdo de carretera', referido a quien conduce como si la carretera fuera solamente suya. Motor
scooter, por otra parte, tiene un núcleo scooter determinado por motor, mientras que el orden e¡'
ciclomotor es justamente el inverso. (N. del T) 1
1.
-,

292
CONSTRUCCIÓN Y DECONSTRUCCIÓN DE LA GRAMÁTICA DE LA PALABRA Y LA ORACIÓN

incluso en este nivel básico de los términos compuestos, ¿cómo podríamos


esperar predictibilidad en las construcciones mayores, como sintagmas y
cláusulas?
Mientras una teoría altamente predictiva de la semántica de los com-
puestos no parece posible, éstos no carecen de regularidad. Como está claro
que tienen sentido para los oyentes y como parecen motivados semántica-
mente, vale la pena explorar con mayor detalle el significado de uno de
estos compuestos. El siguiente ejemplo está tomado de Charles Fillmore
(1984)3.
Supongamos que solamente uno de los autocares de una excursión tiene
previsto visitar una granja de calabazas. Este autocar podría ser conocido,
sólo durante la duración de la excursión, con el sustantivo compuesto pump-
kin bus 'autobús de la calabaza'. Podría ser conocido como pumpkin bus no
sólo por las personas que van en el autobús, sino también por los otros
miembros de la excursión que van en otros autobuses y, ciertamerite, por
cualquiera que tuviera conocimiento de la excursión. Es tentador considerar
la expresión como idiomática, porque su significado pretendido es conoci-
do, pero no puede reconstruirse solamente a partir de las palabras que lo for-
man. Pero pumpkin bus no es un idiotismo en el sentido habitual de forma
gramatical mente impredecible pero convencional, porque se originó instan-
táneamente y sin pensar. Tenemos que estar allí para comprenderlo, mien-
tras que las expresiones idiomáticas, como la semejante tour bus 'autobús
de excursión', tienen una historia más prolongada y un uso mucho más
general. La mayoría de la gente sabe casi siempre lo que significan y se pue-
den interpretar sin especial conocimiento de la situación. Dadas las circuns-
tancias adecuadas, pumpkin bus podría llegar a convertirse en expresión idio-
mática, pero de momento quienes desconocieran la situación no tendrían ni
idea de lo que significa el término. Podrían pensar que estábamos hablando
de un autobús que transporta calabazas o que tiene forma de calabaza.
Las figuras 34 y 35 ilustran posibles imágenes denominadas por pump-
kin bus. La figura 34 muestra un autobús que avanza por la carretera hacia
una granja de calabazas. Podemos considerar a ésta como la imagen de
base, el alcance del término. El marco léxico asociado con .esteconcep-
to base en particular podría incluir carretera, autopista, camino, visitar,
viaje, pasajeros, conductor, granja y campo, así como autobús y calabaza,
cada uno de los cuales evoca algún componente de la base. También pueden
venimos a la mente otros muchos términos, pero sólo tras un mayor esfuer-
zo de reflexión. Entre los términos más salientes, hemos seleccionado sola-
mente calabaza y autobús, formando así un nombre muy económico, pump-

3 Este ejemplo lo tomó Fillmore de K. E. Zimmer.


\
\

293
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

DDDDDH
Pumpkin bus U
@' ®
Figura 34. Pumpkin bus (autobús que visita una granja de calabazas).

Figura 35. Pumpkin bus (autobús conforma de calabaza).

kin bus 'autobús de la calabaza'. Después de todo, podríamos llamar-


lo pumpkin farm bus 'autobús de la granja de calabazas', bus visiting the
pumpkin farm 'autobús que visita la granja de calabazas' o, para evocar la
situación más general, el only bus visiting the pumpkin farm 'único autobús
que visita la granja de calabazas'. Pero lo llamamos simplemente pumpkin
bus. La expresión es una especie de metonimia que denomina al autobús
perfilando un elemento de la escena en la que existe (conceptualmente) el
autobús.
Veamos ahora un pumpkin bus diferente. La figura 35 podría entenderse
en el contexto de una versión moderna del cuento de la Cenicienta. Quizá
una muchachita del gueto escapa por una noche en un autobús calabaza con
un príncipe azul de algún barrio residencial. Aquí, el término pumpkin
'calabaza' evoca solamente la apariencia de una calabaza más que las cala-
bazas reales, como en el ejemplo anterior. Hemos estrechado el alcance del
significado de la construcción, limitándolo a los rasgos externos y al color
del autobús mismo en vez de referimos a toda la escena del viaje. Así, el
mismo término parece apropiado para dos imágenes muy distintas. El prin-
cipio de selección es el mismo, pero las imágenes concretas de base y las
selecciones son diferentes.
Un sustantivo compuesto es como la abreviatura de una posible descrip-
ción más extensa de la situación. Sin embargo, no es realmente la abreviatu-
ra de una expresión más larga en uso común o anterior, porque al acuñar
nombres se dejan de lado muchas posibles expresiones más largas. Com-
prendemos pumpkin bus como se pretende en la figura 34 porque comparti-
mos la presuposición de que estamos hablando de un autobús que va camino
de .una granja de calabazas. La imagen esquemática representa sólo los

294
CONSTRUCCIÓN Y DECONSTRUCCIÓN DE LA GRAMÁTICA DE LA PALABRA Y LA ORACIÓN

componentes más salientes de las presuposiciones compartidas. Pero la


saliencia de los elementos en las escenas difiere para hablantes y comunida-
des lingüísticas diferentes. Por eso resulta imposible predecir el contenido
de los compuestos.
El término pumpkin bus ilustra el patrón habitual de los compuestos en
inglés: el compuesto en su conjunto perfila la misma entidad que es perfila-
da con menor detalle por la segunda palabra 4. La primera palabra del com-
puesto es un modificador y la segunda es el núcleo. En el marco de Langac-
ker (1991: 144), núcleo y modificador se definen en términos de la relación
perfil-base: el núcleo de un sintagma nominal es «el perfil determinante en
un nivel dado de constituyencia» 5. En la figura 34, el modificador pumpkin
'calabaza' evoca toda la granja de calabazas, que es el destino del autobús, y
por tanto una LOCALIZACIÓN. Calabaza es aquí una metonimia parte-todo.
Como el autobús es semánticamente un instrumento usado para viajar, la
relación semántica que subyace a pumpkin bus podría definirse como METO-
NIMIA LOCALIZACIÓN A INSTRUMENTO, o simplemente LOCALIZACIÓN-INSTRU-
MENTO. Esta denominación de un autobús, por tanto, se realiza mediante la
composición de símbolos lingüísticos después de la selección de los ele-
mentos salientes a partir de imágenes compartidas por los interlocutores.
Esta selección, como en la de calabaza, podría ser metonímica.
En la composición, la única restricción semántica es que dos símbolos
tienen que estar en relación de MODIFICADOR a MODlFICADO. Hemos encon-
trado las relaciones META-INSTRUMENTO, PARTE-TODO, INSTRUMENTO-META,
LOCALIZACIÓN-PROCESO, META-AGENTE, META-PROCESO Y LOCALIZACIÓN-INS-
TRUMENTO. Probablemente, el lector podrá encontrar otras. Es dudoso que
haya que considerar estas relaciones como primitivos semánticos. Por
ejemplo, hemos visto que la relación LOCALIZACIÓN-INSTRUMENTO esque-
matiza una escena en la que unos agentes (personas) viajan hacia una meta
(granja de calabazas) por medio de un instrumento (autobús). No parece
haber nada especialmente primitivo o irreductible en esta relación. Proba-
blemente existe un continuo de expresiones que varían desde relaciones
claramente bipolares, como PARTE-TODO, hasta relaciones más complejas e
indirectas, como LOCALIZACIÓN-METONIMIA A INSTRUMENTO. Los ejemplos
muestran también la composición de algunas metáforas (p.ej., roadhog
'loco del volante' lit. 'cerdo de la carretera'). Es probable que la composi-
ción funcione sobre los mismos principios generales en otras lenguas natu-
rales, si no en todas.

4 Langacker, comunicación personal (1972).


, -
~{:
5 Podríamos argüir que es la construcción misma, y no cualesquiera de sus constituyentes, la que ."
determina el perfil, pero la fórmula de Langacker es válida para los sustantivos compuestos in- . -
gleses. ' ~. CL=-:"
.A.; ...
..•...
0:~;..~:"~~·'?-:
:t..::.~
~;r ~ .~.. ~,:
~~J.
N~\.
,¡; s c-'~,;;:',
~~.a.:~~~..:~." .. ~~
295
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

La conclusión de que los términos compuestos designan componentes


salientes de las escenas encaja con la conclusión de Pamela Downing (1977:
842) de que los compuestos se aplican a categorías que se considera que
vale la pena denominar, y que esto nos dice más sobre el proceso de catego-
rización que sobre las restricciones derivacionales. En las imágenes com-
plejas, los componentes con mayor probabilidad de ser designados por tér-
minos compuestos son los más salientes: pumpkin bus, spin doctor 'asesor
(o creador) de imagen (pública)', roadhog 'conductor abusivo'. Sus formas
están determinadas no por reglas que operan sobre paráfrasis oracionales
subyacentes o por restricciones a los enlaces sintagmático s de las palabras,
sino por convenciones basadas en la fuerza de la imaginería.

El continuo de abstracción morfológica de Bybee

Joan Bybee (1985) señaló que el proceso de composición nominal está en


uno de los extremos de un continuo semántico, como se muestra en la figu-
ra 36. En la composición, el significado del término modificador es relevan-
te o esencial para el de su núcleo, como black 'negro' es integrante de black-
bird 'mirlo' (lit. 'pájaro negro'), un motor es integrante de un motor scooter
o sky 'cielo' es relevante para la metáfora del skyscraper 'rascacielos'.
Cambiar los modificadores de estos términos implicaría cambios correspon-
dientes en la naturaleza esencial de la entidad designada. Como resultado de

flexión (roasted) 'asó'

derivación (kingdom) 'reinado'

incorporación (babysit) (cf. español 'maniatar')

composición (roadhog) (cf. español 'bocamanga')

El núcleo (determinante del perfil) es específico; el significado del modificador es muy relevante
para el significado del núcleo; el significado resultante es idiosincrático.

Figura 36. Continuo de abstracción en morfologia (núcleos gramaticales inter-


nos en negrilla).

296
CONSTRUCCIÓN Y DECONSTRUCCIÓN DE LA GRAMÁTICA DE LA PALABRA Y LA ORACIÓN

la elevada relevancia de estos modificadores para sus núcleos, es probable


que estén muy limitados en su capacidad para formar compuestos con otros
términos. El término motor, por ejemplo, sólo modifica entidades que pue-
den tener motores (motor scooter) o que tienen alguna relación con los
motores (motor oil 'aceite de motor'). Estos términos sólo pueden combi-
narse con sustantivos que tienen significados algo complementarios, y éstos
serán probablemente bastante específicos y por tanto relativamente menos
comunes que los morfema s abstractos de clase cerrada.
En el otro extremo del continuo semántico están las formas flexivas. Los
morfemas flexivos, como el sufijo inglés de tiempo pasado -ed (cf. español
'-aba; -ía; -(i)ó', etc.), son muy abstractos, pudiéndose aplicar de manera
general a muchísimas clases de cosas. Puede parecer extraño ver el sufijo
-ed caracterizado como el núcleo de este término en el diagrama. Sigo aquí
el enfoque de Langacker, que difiere de otros enfoques más tradicionales
que tratarían roast 'asar' como núcleoléxico en vez de como modifica-
dor de su propio sufijo. Langacker (1991: 144) argumentó que el elemento
que determina el perfil de la construcción debería considerarse como
núcleo. Como el sufijo de tiempo pasado -ed no puede realizarse si no es
mediante la instanciación de un proceso, podemos pensar que perfila un
proceso abstracto que determina el perfil del verbo en el que aparece. Una
palabra con sufijo temporal sólo puede ser un verbo. Por tanto, -ed '-ó'
debería considerarse como el núcleo interno de roasted 'asó'. Este trata-
miento de la morfología flexiva, un tanto contraintuitivo pero lógicamente
consistente, permite una disposición apropiada de la gama de construccio-
nes sobre la dimensión de relevancia, como en la figura 36.
Entre composición y flexión se encuentran (1) la incorporación de sus-
tantivos a verbos (hogtie 'maniatar' 6, babysit 'hacer de baby-sitter') 7 y (2)
los afijos derivativos (kingdom 'reinado' 8, obtuse-Iy 'obtusa-mente'). Las
derivaciones son términos formados por afijos que determinan la clase gra-
matical de las construcciones, como -dom o '-ado' hacen que kingdom y
'reinado' sean sustantivos y -Iy o '-mente' derivan un adverbio a partir de un
adjetivo. Quizá porque son semánticamente más relevantes para sus modifi-
cadores, los afijos derivativos aparecen a menudo más cerca de la raíz que
los afijos flexivos. Para los sustantivos, género y número son derivativos

6 Hogtie significa literalmente 'atar como un cerdo', esto es, de pies y manos; 'maniatar' puede
considerarse un caso de incorporación semejante en español. (N. del T.)
7 Bybee (1985) señaló que, «habitualmente, 'incorporación' se refiere a la inclusión del paciente
nominal del verbo dentro del verbo mismo ... », pero limitar el concepto al paciente, sin permitir la
inclusión de agente u objeto oblicuo, parece una distinción un-tanto arbitraria e innecesaria para los
fines de esta discusión, que se centra en las características generales de las construcciones más que
en las definiciones a priori.
8 Propiamente, 'reino', pero 'reinado' es un ejemplo comparable en español. (N. del T.)

297
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

porque predican características inherentes del referente (Bybee 1985: 99) 9.


Igualmente, en los verbos, el género y el número del sujeto o el objeto sue-
len afectar a la naturaleza inherente del proceso verbal: una vaca puede
correr pero un rebaño sólo puede salir en estampida. Así, la concordancia de
género y número puede expresarse en el verbo en forma de supletivismo
léxico, como sucede en navajo, !kung y ainu, o como reduplicación morfo-
lógica, como en las lenguas salish y wakash (Bybee 1985: 100). También
pueden considerarse tipos de derivación. Naturalmente, género y número
también pueden expresarse en el verbo mediante afijación, como en swahili.
Parece probable que, en todas las lenguas, los constituyentes de las cons-
trucciones léxicas se encuentren distribuidos a lo largo del continuo que va
desde la especificidad y la relevancia hasta la abstracción y la generalidad.
Sobre esta gradiente, cada lengua produce su propia distribución de las
construcciones más frecuentes, pero las restricciones universales, ambienta-
les y cognitivas reducen los tipos de construcciones que aparecen realmente.

La caja de herramientas de la gramática cognitiva

Fillmore, Bybee y Langacker proporcionaron algunas perspectivas funda-


mentales sobre la composición de palabras. Según pasamos a palabras más
complejas y de ahí a los niveles gramaticales del sintagma y la cláusula, será
útil contar con algunos diagramas heurísticos que nos sirvan para represen-
tar entidades y estructuras conceptuales. Langacker (1987: 220) usó un cua-
drado simple para representar la noción de un ente abstracto, como en la
figura 37(a). Una COSA, que Langacker representó con un círculo, es la base
semántica de los nominales. En inglés, los nominales pueden ser perfilados
por sustantivos, sintagmas nominales o afijos derivativos, como el -dom de
kingdom y dukedom 'ducado'. Cuando un concepto tiene un contenido más
específico, como la hierba, el pelo, una superficie, una mano o un Nissan,
podemos representar esta especificidad con una etiqueta o dibujando el
objeto concreto.
Langacker (1987: 214) definió una COSA conceptual como «una región
dentro de algún dominio». Una región es «un conjunto de entidades interco-
nectadas». En las predicaciones nominales (sustantivos y sintagmas nomi-
nales), una región es perfilada colectivamente; menor relieve que el perfil
colectivo tienen las interconexiones entre sus entidades componentes. Por
ejemplo, los ojos, la nariz y la boca están ubicados unos cerca de otros en

9 Bybee escribió en realidad «modifican características inherentes del referente», pero yo uso aquí
el término modificar en un sentido diferente, como el elemento que añade información específica a
un determinante de perfil.

298
CONSTRUCCIÓN Y DECONSTRUCCIÓN DE LA GRAMÁTICA DE LA PALABRA Y LA ORACIÓN

(a) (b) (e) (d)

ENTE COSA RELACIÓN PROCESO


ESTÁTICA
(tr) 9 (tr)

O (1m)

o o (1m)

Figura 37. Símbolos para entidad abstracta, cosa, estado y proceso. Compárense
los diagramas, algo más complejos, de Langacker (1990a: 128).

relaciones predecibles sobre la parte delantera de la cara, pero el mismo tér-


mino cara no nos presenta estas relaciones. Más bien, refiere colectivamen-
te, como región, a esas partes perfiladas.
La definición de COSA por Langacker como aquello que designa un con-
junto de entidades interconectadas se ve apoyada por dos nuevas leyes de
formación de gestalts propuestas por Irvin Rock y Stephen Palmer (1990).
Primero, propusieron «una ley de cercamiento o región común, que se refie-
re a la tendencia de un observador a agrupar elementos situados dentro de la
misma región percibida [cursiva añadida]» (Rock y Palmer 1990: 86) (véase
la figura 38). Los elementos agrupados por aparecer dentro de una región
deberían explicarse como componentes del significado del sustantivo
correspondiente. Así, el término archipiélago tendría como componentes de
su significado las islas incluidas dentro de la región.

Figura 38. Agrupación por región común. Otras figuras límite imponen agrupa-
miento a los pares de puntos. Adaptado de Irvin Rack y Stephen Palmer, «The
Legacy o/ Gestalt Psychology». Copyright © 1990 por Scientific American, Inc.
Todos los derechos reservados.

La segunda leyes la de conectividad, que se refiere a «la poderosa ten-


dencia del sistema visual a percibir cualquier región uniforme, conectada
(como un punto, una línea o un área más extensa) como una única unidad»
(véase la figura 39). Obsérvese que la definición por Langacker de un sustan-
tivo como región depende de la idea de agrupación por conectividad. Esto es,
los componentes de una región conceptualizada deben estar conectados de
alguna forma mediante asociación, escaneo o alguna otra operaciói.,
. \.
\

299
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

Figura 39. Agrupación por conectividad. Adaptado de Irvin Rack y Stephen Pal-
mer, «The Legacy ofGestalt Psychology». Copyright © /990 por Scientific Ameri-
can, /nc. Todos los derechos reservados.

En nuestra imaginería de las cosas, éstas suelen mantener relaciones


figura-fondo con otras cosas. Una característica de nuestro pensamiento
parece ser que en el primer plano de nuestra atención debe haber siempre
algo especialmente saliente, y algo menos saliente en segundo plano. Venus
en el cielo nocturno o Hillary Clinton sobre un podio, por ejemplo. Pode-
mos representar una relación figura-fondo como una línea que conecta un
trayector y un hito, como en la figura 37(c) y (d). Las relaciones pueden ser
estados o procesos.
En inglés y español, las relaciones estáticas suelen expresarse como pre-
posiciones, adjetivos o adverbios. Por ejemplo, un trayector puede estar
sobre, al lado de, encima de, debajo de un hito, o ser mayor, menor, más
oscuro o más claro que éste. En otras lenguas, relaciones semejantes pueden
expresarse con posposiciones, como en apache, o con prefijos, como en
coeur d'alene. Según Langacker (1987: 215), la diferencia fundamental
entre una predicación nominal y una relacional es que «una predicación
relacional perfila las interconexiones (en vez de presuponerlas simplemen-
te como parte de la base)». Además, las relaciones son conceptualmente
dependientes. Como las relaciones son conexiones, deben tener algo que
conectar. Las líneas gruesas de conexión de la figura 37(c) y (d) muestran
que la relación está perfilada; pero como una relación depende para su sig-
nificado de las entidades que conecta, también éstas se representan perfila-
das. Una predicación relacional perfila tanto la relación misma como las
entidades que conecta.
Al enlazar las palabras, elaboramos los trayectores, los hitos y las rela-
ciones abstractas mediante entidades más específicas. Esto requiere una
correspondencia entre entes específicos y abstractos. La correspondencia es
el pegamento que une símbolos para formar construcciones significativas.
Es lo que Langacker (1987) llamó relación de valencia. En un sistema más
formal, patrones regulares de correspondencia podrían denominarse restric-
ciones o limitaciones de selección. La correspondencia se muestra con lí-
neas rayadas. Para ilustrar la correspondencia en una construcción, pode-
mos representar la idea específica de una pelota de baloncesto sobre un aro,
como en la figura 40. El hecho de que las pelotas de baloncesto, los aros y el
símbolo de COSA sean redondos no sign'lfica nada. La misma figura, con
\

"
300
CONSTRUCCIÓN Y DECONSTRUCCIÓN DE LA GRAMÁTICA DE LA PAlABRA Y LA ORACIÓN

0--- tr

¡m
---o
PELOTA EN ARO
DE BALONCESTO

Figura 40. Diagrama heurístico de la construcción una pelota de baloncesto en


un aro (los artículos no se incluyen en el diagrama).

diferentes etiquetas, serviría para representar los sintagmas un mono con un


plátano o un político en un spot radiofónico.
Necesitamos introducir un símbolo elemental más, a fin de tener un
equipo de herramientas útil para representar los esquemas más generales. Es
el símbolo de proceso, que se construye sobre el esquema de relación. Un
proceso es una relación que se desarrolla en el tiempo o que persiste por la
acción de alguna fuerza en el tiempo. Implica una comparación de estados
en diferentes puntos temporales. En contraste, un estado es cualquier confi-
guración estable 10. Podríamos representar un proceso con una serie de rela-
ciones, como en la figura 41.

tr tr tr

im im

PROCESO

Figura 41. Diagrama heuristico de un proceso como secuencia de estados.

Representar una serie como ésta cada vez que queremos mostrar un pro-
ceso es enojoso y aburrido, de modo que en su lugar utilizaremos un único
símbolo de relación, como en la figura 37(d). La flecha gruesa muestra que
hemos añadido el tiempo al perfil de la relación conectora y sus entidades
conectadas. Los símbolos de proceso suelen aparecer superficialmente en

10 Lakoff (1990: 57) descubrió que en inglés se entienden los estados como regiones delimitadas en
el espacio;I\Sprocesos se entienden como movimientos.

\.

301
CAPÍTULO 10

FONOLOGÍA CULTURAL

El lector que me ha acompañado hasta aquí puede haberse dado cuenta de


que el ámbito de estudio ha ido estrechándose progresivamente: empezó con
la visión del mundo, siguieron el discurso, el lenguaje figurado, la gramáti-
ca de la cláusula y la palabra y ahora termina con la fonología. Mi esperanza
es que el lector estará tan impregnado de lingüística cultural y cognitiva que
le parecerá natural considerar la fonología como un tipo de imaginería que,
aunque limitada a la audición, comparte buena parte de las características de
los otros tipos. Esto es, los fonemas individuales y las secuencias de fone-
mas están regidos por esquemas articulatorios (y rutinas articulatorias); son
categorías complejas; y son multidimensionales. Este acoplamiento repre-
senta un enfoque que debería revestir especial interés para los antropólogos
lingüísticos.
Pero la fonología tiene otra característica que les puede parecer aún más
entretenida a los antropólogos. Contrariamente a la mayor parte de las ideas
contemporáneas, la fonología revela a menudo una dimensión simbólica
que se ve penetrada por el ámbito emotivo del ethos y la visión del mundo.
Para dar sólo un ejemplo, yo incluiría en el ámbito de la fonología la confi-
guración prosódica del lamento, que imita el canto de los pájaros, usado por
el pueblo kaluli de Nueva Guinea en las ceremonias funerarias, cuando el
alma-pájaro del muerto pasa al reino de los pájaros vivos (Feld 1990, 1991).
Al llorar a sus parientes fallecidos, los kaluli hacen cantos parecidos a los
trinos de las aves del paraíso, que visualizan con faldas femeninas de plu-
mas, de color canela, o a los sonidos de los casuarios no voladores que se les
aparecen con el plumaje negro y sedoso de las crías. Éste es un ejemplo exó-
tico, pero esta conexión de sonido y sig.iificado emocional en el canto y el
\

319
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

habla no es nada rara. La mayoría de los lingüistas situaría el ejemplo kaluli


en el ámbito de la prosodia o del paralenguaje, separado de la fonología pro-
piamente dicha. Esta distinción es ciertamente justificable, porque son sólo
los seres humanos los que pueden segmentar rápidamente el habla en con-
sonantes y vocales y combinarlas para formar complejas construcciones
de muchos niveles. Pero yo prefiero una visión más amplia de la fonología
como proceso multidimensional que puede incluir unidades suprasegmenta-
les de acento y entonación semejantes a las encontradas en las representa-
ciones de cantos de aves de los kaluli.
Los simbolismos fonéticos aún proporcionan una justificación más para
adoptar una perspectiva más amplia de la fonología. Habitualmente, la
fonología se limita al estudio de las reglas por las cuales rasgos fonéticos,
fonemas, unidades acentuales y unidades métricas como moras, sílabas y
pies interactúan en sistemas no simbólicos. Se diferencia de la morfología,
que enlaza sonidos con significados. Normalmente pensamos en el morfe-
ma como la menor unidad lingüística acompañada de significado, mientras
que el fonema es el menor segmento verbal que nos permite distinguir un
morfema de otro. El enlace entre fonema y morfema se considera indirecto.
Pero estas distinciones tan útiles distorsionan a veces la realidad lingüística.
Fonología y morfología se entrecruzan en ocasiones. Esto puede verse en
los simbolismos fonéticos, donde elementos individuales, no analizables
como morfemas, pueden denotar movimiento o cambios de forma. También
puede verse en la reduplicación silábica que denota pluralización o dismi-
nución. Como otros aspectos del lenguaje, la fonología parece íntimamente
conectada con los esquemas imaginísticos, los modelos cognitivos y las
visiones del mundo. La fonología es cultural.

Los fonemas como categorías complejas

Los lingüistas suelen tratar al fonema como una unidad abstracta que repre-
senta un conjunto de sonidos similares. Las instancias del fonema pueden
variar de forma libre e impredecible. Por ejemplo, los anglohablantes pro-
ducen variantes tensas y laxas de p en posición final de palabra, esto es,
tanto [p] como [po] l. O las instancias pueden variar regularmente de acuer-
do con sus entornos fonológicos; las variantes, o alófonos, presentan un
patrón de distribución complementaria. La [ph] aspirada inglesa aparece en
principio de palabra; las no aspiradas [p] y [po] en las demás posiciones 2.

J El ejemplo procede de Wolfram y Johnson (1982: 45).


2 Igualmente, en español, las consonantes sonoras como b se pronuncian oclusivas [b] en posición
inicial, Pl{O fricativas [B] entre vocales, por ejemplo en la palabra bebo, [béBo]. (N. del T.)
\,

320
FONOLOGíA CULTURAL

Esto parece sencillo, pero si inspeccionamos la variación más de cerca en-


contramos a menudo que el enfoque tradicional es un poco demasiado torpe
para capturar los múltiples niveles de abstracción y los efectos prototípicos.
Éstos pueden captarse con la teoría de las categorías complejas.
En la aproximación de Langacker a la lingüística cognitiva, el fonema
esquematiza imaginería fonética, perfilando sólo lo que es común a todas
las instancias de uso de una consonante o una vocal.'. Por ejemplo, la vocal
[a] podría seguir a [p], [t] o [k], y cada una de ellas la influiría en una cierta
dirección. En la notación estándar, el fonema abstracto, que representa el
esquema que tienen en común todas las instancias de [a], se representaría
laJ. Langacker fue aún más allá, argumentando que los alófonos eran tam-
bién entidades abstractas. Señaló que «incluso un alófono de bajo nivel (es
decir, máximamente específico) representa una abstracción de los aconteci-
mientos articulatorios (y auditivo s) reales, cada uno de los cuales es fonéti-
camente único en términos absolutos» (1987: 389).
La figura 49 ilustra cómo se enlazan los alófonos en categorías comple-
jas (es decir, imágenes fonéticas complejas). Un hablante aprende primero
sílabas, como [a], [ka], [pa] y [ta]. Una categoría compleja emerge después
cuando los oyentes hacen juicios categorizadores que resultan en extensio-
nes del alófono básico [a] a sus variantes posconsonánticas. Esto es, los aló-
fonos [Pa], [tal y [ka] se juzgan como variantes de [a]. Las consonantes su-
perescriptas representan transiciones, es decir, pequeñas variaciones de
pronunciación, inducidas en las vocales por las consonantes precedentes.
Las flechas de enlace de la figura 49 apuntan a las variantes del «alófono
básico» [a]. El alófono básico junto con sus variantes compone una catego-
ría prototípica simple.
Hasta aquí, el enfoque es bastante similar al de la fonología estructural,
pero ahora puede entrar en juego la verdadera capacidad del enfoque de
Langacker. Las extensiones [Pa], [tal y [ka] pueden subsumirse bajo un
esquema que podemos llamar «a posconsonántica», que Langacker repre-
sentó como [Xa](véase la figura 50). Aquí, la x superescripta representa lo
que es común a las transiciones indicadas por las superescriptas P, t Y k.
Finalmente, el alófono básico [a] y el esquema posconsonántico [Xa]se

3 Fonología cognitiva, en la forma en que utilizo este término, no debe confundirse con la fonología
cognitiva como subcampo de la gramática generativa, tal como la desarrolló Kaye (1989). En el
racionalismo extremado de Kaye, la teoría fonológica contribuye a la gramática universal, según la
cual el chino y el inglés son lenguas «casi idénticas», con diferencias «relativamente secundarias»,
simplemente valores diferentes de un conjunto de parámetros binarios. Kaye (1989: 54) escribió:
«Podemos considerar la capacidad lingüística humana como una gran impresora con una serie de
interruptores debajo de la tapa. Ir del inglés al chino, al navaja o al swahili es simplemente cuestión
de ajustar estos interruptores». Difícilmente podría enunciarse de modo más claro e inequívoco la
metáfora del lenguaje como ordenador digital.

321
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

Figura 49. Extensiones del fonema básico [a] como variantes [Pa], (la] y [kaj.
Reimpreso de Foundations of Cognitive Grarnrnar, volume 1: Theoretical Prerequi-
sites, de Ronald W.Langacker, con autorización de los editores, Stanford University
Press. © 1987 por the Board ofTrustees ofthe Leland Stanford Junior University.

resuelven en un esquema superior, [(x)a],donde el paréntesis indica que la


consonante que precede a a es opcional. Las abstracciones de nivel superior
se proyectan sobre las categorías subordinadas, a las que sancionan plena-
mente. Tanto [Xa] como [(x)a]corresponderían a los fonemas de la fonología
tradicional, pero probablemente sólo uno de ellos sería reconocido como
tal. Así, un fonema debería considerarse como una categoría compleja que
subsume tanto la categorización prototípica (por extensión) como la catego-
rización esquemática (por elaboración).

Figura SO. Igual que la figura 50, con categorías esquemáticas fa] y rrx)aj.
Reimpreso de Foundations of Cognitive Grarnmar, volume 1: Theoretical Prerequi-
sites, de Ronald W.Langacker, con autorización de los editores, .Stanford University
Press. © 1987 por the Board ofTrustees ofthe Leland StanfordJunior University.

322
FONOWGfA CULTURAL

Las consonantes se tratan de la misma forma que las vocales. La situa-


ción de la Ik/ inglesa es similar a la de Ipl, en que las formas aspiradas en
principio de palabra están en distribución complementaria con las formas
no aspiradas, pero en Ik/ hay también una distribución complementaria de
formas palatales delante de vocales anteriores, y velares ante vocales poste-
riores. Lakoff (1987: 61), siguiendo a Jaeger (1980), discutió los efectos
prototípicos de cuatro variantes estándar de Ik/ en inglés. La tabla 9 ilustra
las variantes, sus entornos fonológico s y un ejemplo de cada una.

Tabla 9. Variantes complementarias del fonema inglés fkI

Variante Descripción Ejemplo

[k] velar no aspirada ch en school


[kh] velar aspirada e en cool
[k'] palatal no aspirada k en ski
[k'h] palatal aspirada k en keel

Jaeger sugirió que el prototipo de este grupo es probablemente [k''] 4.


Ahora bien, usando el enfoque de Langacker podemos representar gráfica-
mente el grupo como categoría compleja, como se hace en la figura 51.
Como las categorías de palatalización y aspiración se entrecruzan en Ik/,
"esta red tiene que ser un poco más compleja que la que vimos para Ia/. El
diagrama capta muy bien la complejidad extra de la categoría 5.
Apliquemos ahora este enfoque a un caso que ha creado problemas a los
análisis fonémicos tradicionales. El chino mandarín tiene dos sistemas de
consonantes fricativas en distribución complementaria. En el primer sistema
sólo existe una fricativa alveolopalatal ante vocales anteriores altas; en el se-
gundo, otras tres fricativas contrastan distintivamente ante todas las demás
vocales. Geoffrey R. Sampson (1980b) señaló que el análisis fonémico tra-
dicional tenía dificultades para determinar cuál de las tres fricativas del
segundo sistema debe equipararse a la fricativa alveolopalatal del primer
sistema. En un análisis cognitivo, podríamos proponer una unidad conso-
nántica fricativa alveolopalatal fF21 que dominaría sólo el sistema 2, como

4 La prototipicidad de [k"] es una suposición basada en la mayor saliencia de la fkj inicial y en el


carácter de [k"] como la variante más alejada de su contrapartida sonora /g/. Jaeger no presentó
datos experimentales para justificar que el prototipo de fkj sea [k]. Véase Lakoff (1987: 61),
5 Podríamos trazar más flechas de puntos para ilustrar relaciones de prototipo-variante en el nivel II
y más flechas de línea continua para mostrar que los elementos del nivel 1 elaboran el esquema en el
nivel III. Naturalmente, podríamos simplificar el diagrama elirninando el nivel 11,pero la teoría de
Langacker nos hace pensar que posee realidad psicológica.

323
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

11I

11

---_ .

Figura 51. Elfonema inglés /k/ representado como categoría compleja.

se ve en la figura 52. Entonces podríamos proponer también una abstracción


IF/ de nivel más alto, que dominaría tanto 1F2/ como la fricativa alveolopa-
latal del sistema l. Esto no exigiría emparejar a la alveolopalatal con ningu-
na de las consonantes del segundo sistema.
Las reglas fonológicas de las gramáticas modernas suelen identificar
solamente los patrones de abstracción más evidentes y regulares. Natural-
mente, escribir descripciones simplificadas de fonemas complejos está jus-
tificado a menudo por limitaciones prácticas como la falta de tiempo o la
escasez de fondos para investigación. Puede no ser necesario esquematizar
todas las variantes posibles de un fonema si la finalidad es desarrollar una
ortografía práctica para una lengua no escrita, como suele ser la situación de

IF/

~II~

fricativa ~
alveolo-
otras fricativas
palatal

ante ante
vocales todas
frontales las otras
altas vocales

Figura 52. Distribución complementaria y niveles de abstracción en las conso-


nantes fricativas "fe! chino mandarín.
\,

324
FONOWGfA CULTURAL

los etnógrafos que trabajan en el campo. Pero las limitaciones prácticas no


deberían confundirse con limitaciones teóricas. Ya que nunca sabemos qué
clase de problemas surgirán en el futuro, lo mejor es buscar una compren-
sión general de la fonología. Esta comprensión aumenta al considerar los
fonemas como categorías complejas.

Fonología multidimensional

En algunos de sus empeños, la fonología cultural se parece muchísimo a


lo que se ha llamado fonología autosegmental en lingüística. Autoseg-
mental refiere al hecho de que la segmentación de un flujo de habla puede
tener lugar en diferentes niveles o dimensiones. Por ejemplo, el tono seg-
menta a menudo independientemente de consonantes y vocales, de modo
que la longitud temporal de los segmentos tonales es diferente de la que
encontramos en los fonemas. En la mayoría de los casos son más largos
que los fonemas, pero es imaginable que pudieran ser más cortos. De
cualquier modo, esperaríamos que se desarrollaran relaciones jerárquicas
entre niveles de modo que un segmento tonal se extendiera sobre una síla-
ba, una palabra o un sintagma, por ejemplo. Sin este encasillamiento de
un nivel en otro, el sistema se volvería enseguida excesivamente comple-
jo. La síncopa es buena, pero con moderación. Cada nivel tiene sus pro-
pios patrones temporales regulares de segmentación -sus propios esque-
mas fonológicos. La tarea de la fonología multidimensional consiste en
describir los esquemas de cada nivel y elaborar las correlaciones entre
niveles.
La palabra inglesa archipelago, cuya fonología fue analizada por John
Goldsmith (1976), proporciona un buen ejemplo de lo que se quiere decir
por niveles de segmentación. En la figura 53, el patrón tonal está representa-
do debajo de la palabra. La tarea es explicar este patrón tonal.
Dentro del marco teórico de la fonología autosegmental, diríamos que
el tono alto está asociado con la vocal de la sílaba tónica y «se extiende» a
la vocal precedente en el segmento archi. El tono bajo se asocia con las dos
vocales finales. Así, al menos en habla rápida, palabras como infernal, inte-
rrogative y patrimony muestran el mismo contorno tonal de alto a bajo, con
tono descendente después de la sílaba tónica. La generalización se represen-
ta en la figura 54. Las líneas entre las filas del tono y del esqueleto segmen-
tal representan asociación (expresión simultánea). El asterisco muestra que
el tono alto se asocia con la sílaba tónica.
Goldsmith (1976: 36) estableció la siguiente «Condición de Buena For-
mación» para este diagrama:

325
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

archipélago

Figura 53. Contorno tonal de archipélago. De Goldsmith (1976: 36). Reproduci- .


do con autorización de Linguistic Analysis.

a r ch i p e* 1 a g o

~V A B
Figura 54. Descripción autosegmental de archipélago. De Goldsmith (1976: 36).
Reproducido con autorización de Linguistic Analysis.

(a) Todas las vocales están asociadas con al menos un tono. Todos los
tonos se asocian con al menos una vocal.
(b) Las líneas de asociación no se cruzan.
El hecho de que suelan coincidir los límites de las unidades de diferentes
niveles justifica en parte el principio de Goldsmith de que «las líneas de aso-
ciación no se cruzan». También podríamos decir que todos los segmentos
temporales de diferentes dimensiones tienden a encasillarse en jerarquías.
Un ejemplo más complejo de fonología de niveles múltiples aplicado a un
ejemplo de la lengua mohawk aparece en Lakoff (1989). Lakoff (1989: 309)
llamó a este enfoque «fonología constructiva», señalando que «en fonología
constructiva no existen un 'antes' y un 'después' atemporales. Simplemente
hay correlaciones a través de dimensiones». Esto es, las unidades de las
dimensiones de entonación, morfología y fonología se correlacionan unas
con otras en el tiempo.
El conducto vocálico es un órgano complejo. Esta complejidad sugiere
que la imaginería sonora que se expresa en el conducto vocálico debe ser
multidimensional y que para cada rasgo fonológicamente importante del
conducto vocálico (p.ej., articulaciones de la lengua y los labios, conductos
nasales, laringe) deben activarse dimensiones en paralelo. Douglas Pulley-
blank (1989) esquematizó la activación paralela de planos fonológicos para
los tres segmentos de la palabra inglesa sam. Al revisar los desarrollos
recientes en la teoría fonológica en los niveles de sílabas y segmentos, llegó
a la conclusión de que «es frecuente que los hallazgos importantes se deban
en último término, directamente, al abandono de los modelos fonológico s de
la lingüística en favor de alguna versión de una teoría no lineal» (1989: 225).

326
FONOWGÍA CULTURAL

Goldsmith abrió el camino para una fonología multidimensional de la


palabra; Pulleyblank mostró cómo el mismo marco general se aplica al seg-
mento; desde aquí no hay un gran salto hasta la suposición de que las pers-
pectivas multidimensionales también funcionarían en el nivel de la sílaba y
en niveles más .amplios que el de la palabra. También parece probable que la
multidimensionalidad enlace esquemas fonológico s de diversos tipos con
dimensiones semánticas. Una forma lógica de expandir nuestro marco es
ver si las categorías fonológicas mínimas pueden enlazarse con categorías
semánticas para formar símbolos.

Simbolismo fonético en las lenguas yuma

Los símbolos verbales enlazan unidades conceptuales de sonido con unida-


des de significado. En teoría, el significado podría ir unido a una amplia
variedad de configuraciones sonoras incluyendo rasgos acústicos, segmen-
tos, sílabas, combinaciones de sílabas, suprasegmentales como tono y acen-
to e incluso exclamaciones involuntarias. Por ejemplo, un narrador masculi-
no puede usar una /s/ muy siseante (una fricativa apical) como forma
cómica, aunque chovinista, de indicar femineidad. Un tono ascendente en la
palabra ¿Ohhh? o el sintagma ¿Es verdad? pueden indicar duda, mientras
que un tono ascendente-descendente en ¿Ohhh? o el sintagma Desde luego
indican reconocimiento o aceptación. Estos fenómenos corrientes del habla
ilustran la gran flexibilidad en la asignación de significados a unidades
sonoras en cualquier nivel de integración. Es difícil evitar la conclusión de
que el lenguaje es casi infinitamente plástico y que sus formas corrientes
son convencionales, resultado de la habituación y de la colaboración tácita
de las comunidades de hablantes y oyentes.
Los enfoques estructurales clásicos hacen una clara cesura entre los
fonemas -los segmentos verbales mínimos que codifican significado (pero
no tienen significado propio)- y los morfemas -las unidades verbales
mínimas que tienen sus propios significados- situándolos en niveles dife-
rentes e,independientes. En los cursos introductorios suele dejarse de lado el
simbolismo fonético: la asociación directa de sonido a significado en virtud
de la analogía. Pero las unidades lingüísticas no siempre encajan en los
modelos estructurales tan claramente como querríamos. Entre los dos polos
del fonema y el morfema clásicos hay un margen de posibilidades en las que
unidades parecidas a los fonemas pueden unirse a significados definibles.
Los fenómenos que violan los claros niveles apriorísticos de fonología y
morfología son tan corrientes que es casi imposible ignorarlos. El enfoque
cognitivo sugeriría que puede haber gradientes en las que una ~idad lin-

327
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

güística puede parecerse más o menos a un fonema o a un morfema silábico.


En estos casos intermedios, su significado puede proporcionar un trasfondo
o una información subsidiaria que apoya la información de primer plano de
un morfema pleno, prototípico.
Para mencionar un ejemplo, Margaret Langdon (1971) recogió casos de
ablaut (alternancia) consonántica en ipai (diegueño septentrional), una len-
gua yuma del sur de California. Los datos del ipai recogidos por Langdon
han sido reanalizados por Langacker (1987: 399) como casos de simbolis-
mo fonético. En los ejemplos de la tabla 10, que se consideran típicos de las
lenguas yumas, hay alternancia entre la consonante 1, que indica gran tama-
ño o neutralidad respecto al tamaño, y /, que indica pequeño tamaño. En
ipai, la forma corriente, o no marcada, es la que tiene 1, que indica tamaño
grande. La I del ipai parece funcionar aproximadamente como la vocal
inglesa [1], que da un sentido diminutivo a palabras como flit 'revolotear',
twit 'burlarse' y nitwit 'bobo' 6. La diferencia es que el ipai exige también
expresión fonética de la forma no marcada. Estos fenómenos están muy ex-
tendidos y por ello son importantes por motivos prácticos y teóricos.

Tabla 10. Simbolismo fonético de 1 y i en ipai

(a) cokulk 'agujero (grande) a través de algo'


(b) cokulk 'agujero pequeño a través de algo'

(a) iapeiap 'ser (grande y) plano'


(b) lapolap 'ser pequeño y plano'

(a) xokal 'tener un hueco en una fila'


[p.ej., un diente que falta]
(b) xokal 'tener un hueco pequeño en una fila'

¿Por qué habríamos de considerar esto como simbolismo fonético? Prin-


cipalmente porque la f y la I no pueden abstraerse como morfemas por ana-
logía, por ejemplo, con el sufijo inglés de pasado -ed; es decir, nunca en con-
traríarnos ejemplos de cokuk 'agujero a través de algo', apap 'ser plano' o
xoka 'tener un hueco en una fila' que carecieran de las nociones de grande y
pequeño, ni encontraríamos estas formas combinadas con segmentos que no
fueran f y l. El análisis morfológico deja formas cdku ... k, ...apo ... ap y xoka ...
que Langacker (1987: 400) llamó «residuo discontinuo carente de estatus

6 También en español, la /i/ se us •..para indicar pequeñez, aunque ciertamente no en los equivalen-
tes de los ejemplos ingleses aquí mqncionados. (N. del T)
\
-,

328
FONOWGÍA. CULTURAL

morfémico». Igualmente, un análisis del inglésflit dejaría la forma disconti-


nua [fl ... t}, que ciertamente no es un morfema en el sentido tradicional. Así,
las formas ipai con ablaut [...i...IGRANDE] y [...I...I[PEQUEÑO] parecen funcio-
nar como símbolos por analogía de sonido a tamaño 7. Fricativa es a voz
como grande a pequeño 8.
Las lenguas yuma parecen hacer buen uso del simbolismo fonético para
describir emociones y cambios físicos en expresiones muy compactas yefi-
cientes. En la lengua hualapai del norte de Arizona, por ejemplo, la base
léxica quir tiene que ver con las revoluciones. Un buen número de concep-
tos de forma y movimiento se simbolizan mediante cambios segmentales en
la base, como en quir 'rodó', quid 'curvas grandes' y quin 'rotación rápida
en espacio pequeño' 9. El mismo proceso actúa sobre otras muchas bases
léxicas, un patrón que sugiere una cierta afición cultural y lingüística hacia
la mecánica. Lo que ilustra este simbolismo fonético, de nuevo, es la arbi-
trariedad de la distinción entre fonema y morfema.
El interés por el simbolismo fonético no es nuevo en absoluto. Whorf
(1956b: 92) también observó que palabras inglesas como flash, flicker,
clash, click, clack, crash, lick y lash 10 podrían «ser resueltas en fracciones
con significado» y que las partículas demostrativas inglesas (the, this, there,
than, etc.) tienen th inicial. El interés de Whorf se despertó a partir de la lec-
tura del estudio que Fabret d'Olivet dedicó en el siglo XIX al hebreo, una
lengua en la que fenómenos semejantes tienen un papel destacado. Me gus-
taría ampliar este tema del simbolismo fonético con un caso más que nos
vuelve a llevar de nuevo a las redes simbólicas de Bybee. Se trata de la fono-
logía de los colores cálidos en coeur d'alene.

Lafonología de los colores cálidos en coeur d'alene

Bybee (1985) presentó claras pruebas de que las semejanzas fonológicas


implican semejanzas semánticas. Como hemos visto, comprobó que los para-
digmas del verbo en español pueden representarse como redes fonológicas

7 De acuerdo con el uso de Langacker en este contexto, los corchetes indican marcos conceptuales
y no valores fonéticos.
8 l1J es sonora y /fI sorda.
9 Margaret Langdon, comunicación personal (Instituto de Lingüística, Tucson, Arizona, 1989).
10 Los segmentos significativos sonf/-, [kl-], [kr-] Y las agrupaciones de estos grupos con -sh final;
igualmente, l-sh; los significados son, respectivamente: destellar, parpadear (una luz), chocar,
chasquear, tabletear, rajarse, lamer, azotar. Puede observarse que todos los verbos de esta lista que
se refieren a sonidos o luces repentinos terminan en -sh, el grupo CT- se asocia a una rotura, la aso-
ciación de 1 con [k] final (escrita ck) alude a sonidos 'secos', las vocales i y a están relacionadas con
el '1\lmaño' del estallido, etc. (N. del T.)
\
\.

329
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

y semánticas organizadas en tomo a prototipos, que son las formas usadas


más frecuentemente. De aquí se deduce que, para cualquier lengua, cual-
quier dominio de conceptos estrechamente relacionados podría estar enlaza-
do simbólicamente a un marco léxico de términos relacionados fonológica-
mente y que éstos pueden estar organizados en tomo a prototipos. Lo que es
cierto de los verbos españoles 'puede ser también cierto, por ejemplo, de los
términos de color.
Recordemos que Wierzbicka (1990) teorizó que las experiencias del
fuego y el sol están relacionadas en tanto en cuanto ambas son cálidas y
luminosas. Relacionó el color amarillo con el sol y el calor, y el rojo con el
calor y el fuego. También sabemos que blanco, rojo y amarillo ocupan posi-
ciones adyacentes en la carta de colores. Así que hay motivo para sospechar
que brillo, rojo, amarillo, fuego y calor tendrán estrechos enlaces simbóli-
cos en cualquier lengua. Podríamos esperar hallar lenguas, por tanto, que
codificaran esto en un conjunto de términos con estrechas relaciones fono-
lógicas. Una de estas lenguas es el coeur d'alene, cuyos términos de anato-
mía y geografía se han discutido en capítulos anteriores. La figura 55, que
muestra las raíces lingüísticas del coeur d'alene pertenecientes a rojo y
amarillo, procede de Palmer (l998b).
Robert Johnson (1975) analizó las raíces coeur d'alene krel 'rojo', kwil
'enrojecer', q=el 'encender fuego' y q'ril 'quemar'. La estructura general de
estas raíces puede describirse como /{kW, «: q'W} [o, e, i} {r,l, 'I}/, o más
formalmente como en la figura 56 11. El segmento inicial es siempre una
velar o posvelar Iabializada; el segundo segmento es siempre una vocal
frontal o una schwa; el segmento final es siempre una líquida rol, con la 1
glotalizada a veces. Así, todas estas raíces son muy similares fono lógica-
mente.
Suponiendo que el análisis fonológico diferencia correctamente las raí-
ces en cuestión 12, de la figura 55 podríamos deducir también que existe una
estrecha relación semántica entre ROJO y [BRILLANTE, CALIENTE] por un lado,
y AMARILLO, NARANJA Y [BRILLANTE, CALIENTE] por otra. Otro rasgo intere-
sante de este complejo es que todos los estados de color y calor tienen k"
inicial, en contraste con los procesos (encender fuego, quemar), que tienen
qW inicial. Agrupaciones simbólicas como éstas son corrientes, seguramen-
te, en las lenguas del mundo.

II /+ consonántico, - continuo, - sonoro, + posterior, - coronal, + redondeado/, /+ sonoro, + sono-


rante, - redondeado, - posterior/, /+ consonántico, + continuo, + sonoro, + sonorante, + coronal,
- redondeado, - nasal/.
12 Es difícil tener plena confianza en el análisis de las vocales porque son entes teóricos, ya que
sufren armonía vocálica progresiva y retraimiento regresivo en el entorno de consonantes bajas pos-
teriores.

330
FONOWGlA CULTURAL

Términos de color

Términos de calor

Figura 55. Red que perfila las equivalencias fonolágicas en las raíces coeur d' a-
lene para rojo, amarillo y calor. Podrían trazarse otras líneas de correspondencia
para ilustrar las similitudes de 1 con r y de kW con qW. En esta figura , las formas glo-
talizadas y no glotalizadas se consideran equivalentes.

l
e v e
+ cons
- cont
-son
++son
sonte
-md
J +cons
+ cont
+ son
+ post -post + sonte
-cor + cor
+rnd -rnd
- nas

Figura 56. Descripción mediante rasgos fonolágicos de las raíces coeur d' alene
correspondientes a rojo, amarillo y calor. Las vocales y las consonantes velares del
coeur d' alene no son nuncafonológicamente nasales.

¿Tiene el bella coola palabras sin silabas?

Cuando nos encontramos con la transcripción de una lengua que nos resulta
nueva, y sin saber nada del significado de sus palabras, al principio puede
llamamos la atención la peculiar forma de organizar sus consonantes y
vocales en sílabas que tiene esa lengua. Esto es especialmente cierto de
algunas lenguas del noroeste de América, donde podemos encontrar pala-
bras como xfp'xwitlpllskwc', que carece totalmente de vocales y que, pOli
, \
'o,

331
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

tanto, carecería necesariamente de sílabas, al decir de algunos lingüistas.


Las sílabas son unas criaturas curiosas. Son unidades fonológicas, de modo
que no necesitan tener significado, pero a menudo son coextensivas con mor-
femas. Algunos morfemas se comportan como sílabas; ciertamente, algunos
son sílabas en su extremo fonológico porque toman acento o contribuyen al
ritmo prosódico de una lengua de consonantes y vocales, acentos y alturas
de tono. Por ejemplo, la palabra inglesa recarpeted 'volvió a alfombrar'
sólo tiene tres partes significativas, o morfemas: re-carpet-ed; pero, en mi
pronunciación, tiene cuatro sílabas: re-car-pe-ted. La primera sílaba, re-,
fonéticamente [ri] y que indica repetición, es también un morfema, pero las
otras, car-pe-ted no lo son. Algunos podrían argüir que la última sílaba sería
-ed, la marca de pasado, en vez de -ted. De hecho, puede considerarse que la
t pertenece a ambas sílabas (Clark y Yallop 1990), pero en cualquier caso
esto no afecta al argumento. La sílaba es una unidad fonológica y prosódica
independiente deja conformación del morfema. Decir que es prosódica es
decir que está definida en términos de altura de tono, sonoridad, tempo o
ritmo (CrystaI1985: 249).
En este punto querría introducir el concepto de dependencia porque es
necesario para comprender la sílaba y sus constituyentes prototípicos: voca-
les y consonantes 13. La mayoría de las construcciones lingüísticas, en cual-
quier nivel, puede dividirse claramente en dos unidades, una autónoma o
nuclear y otra dependiente o periférica. Para el nivel oracional, en las cons-
trucciones simbólicas tenemos cláusulas dependientes e independientes. En
el nivel de la sílaba, en fonología inglesa y española, las vocales proporcio-
nan los constituyentes nucleares, mientras que las consonantes son más
dependientes o periféricas. Las sílabas inglesas o españolas deben tener una
vocal por lo general, pero la consonante no es totalmente imprescindible ..
Las vocales incluso pueden funcionar como palabras, como sucede en in-
glés con el artículo indefinido a [A], o como enunciados completos, como la
respuesta oh [ú:] 14. No se me ocurren ejemplos de palabras o enunciados
ingleses compuestos solamente de consonantes sordas o de oclusivas. (A
menos que consideremos la fricativa alveolar implosiva de tsk tsk como
consonante, pero entonces se trataría de una consonante que sólo aparece en
una sola palabra.) Langacker (1987: 299) describió consonantes y vocales
de la siguiente forma:

13 Langacker (1987: 227) señaló la «autonomía y dependencia conceptual (y fonológica)» como


uno de los cuatro «factores de valencia» que participan en las construcciones gramaticales. Los
otros tres son correspondencia, determinación de perfil y constituyencia. La combinación de dos o
más estructuras simbólicas presupone alguna clase de re 1ación de valencia gramatical.
14 Para el español, compare la conjunción y [i] y la respu\!sta ¡ah! [a:]. (N. del T.)
,
-,

332
FONOLOGÍA CULTURAL

Las consonantes presuponen vocales, y necesitan vocales para su plena imple-


mentación fonológica, pero no a la inversa. Sugiero que la propiedad fundamen-
tal de una vocal es un periodo (aunque sea breve) de sonoridad básicamente esta-
ble. La característica principal de las consonantes, en contraste, es el cambio: las
consonantes pueden verse como operaciones sobre la sonoridad producida por
las vocales. La relación entre las dos es asimétrica, pues la sonoridad estable de
una vocal no exige en absoluto modificación consonántica para su manifesta-
ción, aunque una consonante sí exige una vocal para proporcionar la sonoridad
que modifica.

Ya que las unidades dependientes, como las consonantes, requieren algo


más para completarse, pueden representarse como marcos de dependencia
con corchetes para el marco y espacios blancos (posiciones de elaboración)
para el núcleo abstracto. En este contexto, los corchetes representan marcos
silábicos, no fonemas como en la notación habitual. Por ejemplo, una repre-
sentación del marco de una sílaba basada en el fonema consonántico Irl
podría tener el siguiente aspecto: [e], donde el espacio en blanco debe estar
ocupado por una vocal. Podríamos reescribirlo como [rV], donde V repre-
senta una vocal abstracta. Llenar la casilla nuclear con [i] para dar [ri] des-
cribe la primera sílaba de la palabra repeat 'repetir'; llenado con [eY]para
dar [reY]describe la palabra ray 'raya, rayo' 15.
En inglés y en muchas otras lenguas, los constituyentes nucleares de las
sílabas son prototípicamente vocales, pero otras resonantes, como las líqui-
das (1, r) y nasales (n, m) funcionan a menudo como núcleos silábicos.
Cuando esto sucede, es convencional decir que son silábicos y representar-
los con puntos suscritos: ¡, m, 1'}, r Por ejemplo, la palabra inglesa apple
'manzana' podría transcribirse como [tepl], atom 'átomo' como [setm], pla-
ten 'rodillo (de una máquina de escribir, p.ej.)' como [pltetn] y cavern
'caverna' como [ksevrn]. Los ejemplos platen y cavern muestran que la
asignación de dependencia es relativa al contexto: el fonema In! es silábico
en platen, pero no en cavern, donde el núcleo de la sílaba final es [r].
El grado de dependencia puede ser un tanto indeterminado. A menudo,
dos unidades dependientes comparten un núcleo. Por ejemplo, si dividimos
cavern en sílabas como [krevrn], la primera sílaba [kzev] tiene dos conso-
nantes, [k_] y [_v], ambas dependientes de la vocal nuclear. Quizá sea
mejor tratar los segmentos sonoros [rev] como una sola unidad autónoma
con respecto a la sorda [k_], dando la estructura incrustada [k[zev]]. Esto
proporciona una descripción de dependencia del ataque (consonante o con-
sonantes iniciales) y de la coda (todo lo que sigue al principio). La estructu-
ra silábica consonante-vocal-consonante o CVC es una estructura muy

15 En español, cf. l\~]en risa y [reY] en rey. (N. del T)


-,

333
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

corriente para raíces léxicas en las lenguas del mundo, quizá la más corrien-
te y prototípica. Como unidad con resonancia y límites a la vez, proporciona
un buen centro planetario para prefijos y sufijos, que tienden a ser CV o VC.
Mientras que el inglés puede carecer de palabras formadas solamente
por consonantes, hace mucho que los lingüistas se percataron de que las len-
guas del noroeste de América encadenan frecuentemente consonantes en
completa ausencia de vocales. ¿Qué puede decirse de la estructura silábica
de palabras como las siguientes, existentes en la lengua bella coola de la
costa central de la Columbia Británica y descritas por Bruce Bagemihl y
Patricia A. Shaw (Shaw 1989; Bagemihl1991: 627)?

xip'xwitipfiskwc' 'Entonces había tenido él en su posesión una planta de


bayas' .
k' xiicx" sixwtitc 'Tú habías visto que yo había atravesado el paso' .

Para quienes se animen a intentar pronunciar cualquiera de estas pala-


bras, el recuadro 1 ofrece los valores fonéticos de los caracteres.

Recuadro 1. Símbolos fonéticos para las consonantes del bella coola

Esta sección presenta algunos símbolos fonéticos más bien esotéricos utiliza-
dos corrientemente por los lingüistas que trabajan en lenguas del noroeste de
Norteamérica. Los símbolos usados en la discusión son los siguientes:

i Aspiración lateral, más o menos como pronunciar shl por un lado


de la boca.
e Fricativa alveolar; pronunciada como ts.
c',p', t' Glotalizaciones; estas consonantes se pronuncian con una peque-
ña explosión de aire.
x,X,XW La velar x y las uvulares X, XW son fricativas, parecidas a la j cas-
tellana de ajo; XW está labializada; X y XW se pronuncian con el
dorso de la lengua contra la parte posterior de la boca.

Si una estructura silábica viene marcada por un ritmo de sonoridad


ascendente y descendente -lo que Goldsmith (1990: 104) llamó la pers- .
pectiva de la sonoridad silábica- pero una palabra carece de vocales e
incluso de consonantes sonorantes, ¿cómo puede tener núcleos silábicos o
sílabas? ¿Puede ser que estas palabras carezcan totalmente de sílabas? Si,
por otro lado, asumimos que es probable que en todas las lenguas se
encuentre algún tipo de ritmo básico con unidades u ondas de longitud apro-

334
FONOWGÍA. CULTURAL

ximadamente silábica (uno a cinco segmentos), habrá que adoptar otro


enfoque. Quizá haya consonantes que se parezcan a las vocales lo suficiente
como para proporcionar núcleos silábicos. Éste es el caso de las consonan-
tes sonorantes silábicas ¡, [, m, IJ. Las líquidas y nasales silábicas son
corrientes en bella coola, pero no aparecen en los ejemplos. j Una observa-
ción detallada de las palabras bella coola permite comprobar que no sólo no
tienen vocales, sino que carecen totalmente de segmentos sonorantes!
Otra propiedad de las vocales es que son continuas. Como las fricativas
también son continuas, podrían funcionar como núcleos silábicos. Y es que
aunque sean sordas, la propiedad de ser continuas les da una especie de
parecido de familia con las vocales. Como consecuencia de este parecido,
podríamos teorizar que los hablantes de bella coola podrían dar permiso
prosódico a las fricativas para actuar como si fueran vocales 16. El núcleo
silábico puede ser una categoría compleja con vocales como prototipo y fri-
cativas sordas y consonantes de otros tipos como variantes menos prototípi-
casoCon las consonantes oclusivas, las fricativas comparten la propiedad de
ser obstruyentes, esto es, de obstruir el paso libre del aire por el conducto
vocal en grados diversos. Quizá los bella coola ignoran esa cualidad en la
construcción de sílabas pero prestan atención a la sibilancia, el siseo de alta
frecuencia asociado con las fricativas.
Si observamos de nuevo la palabra xip' XWitlpiiskwc', encontramos las fri-
cativas x, i, XW y S. La i aparece cinco veces. Esto indica seguramente que la
i desempeña alguna función fonológica importante, actuando quizá como el
núcleo de varias sílabas sordas. Usemos F para fricativa y O para otras obs-
truyentes, y supongamos que algunas estructuras silábicas posibles son F,
OF, FO y OFO. En esta notación abstracta, la palabra tiene este aspecto:
FFOFFOFOFFFOO. Está claro que las ocho fricativas de esta palabra pro-
porcionarían mucho material para núcleos silábicos, si es que realmente
pueden servir para ello.
Esta historia de formas prototípicas y extendidas de núcleos silábicos es
atractiva, pero, tal como la hemos presentado, simplifica en exceso la fono-
logía del bella coola. Bagemihl (1991) demostró que las unidades fonológi-
cas que contienen vocales o resonantes (líquidas y nasales) sufren toda una
serie de procesos fonológico s que no se aplican a las unidades que carecen
de vocales o resonantes. Por ejemplo, los temas con vocales o resonantes
como núcleos silábicos pueden sufrir reduplicación asociada al diminutivo
semántico y derivación del aspecto continuativo, como en los siguientes
ejemplos:
16 En términos de Shaw (1989), la i está licenciada prosódicamente en el nivel de la mora, el más
bajo de los niveles de su marco teórico. Para una presentación de la fonología métrica, véase Hogg y
McCully (1987).

335
INTERPRETACIONES Y APUCACIONES

qayt -> qaqayt-i


'sombrero' -> 'honguito'

ya/k -> yaiyaik


'hacer demasiado' -> 'continuativo'

ur- -> tltlk'" [las 1son núcleos silábicos]


'tragar' -> 'continuativo'

mnik'r'a -> mnmnikra-ip [las n son núcleos silábicos]


'un tipo de baya' -> 'la planta correspondiente'.

Es importante el hecho de que no existan formas en las que participen las


obstruyentes como núcleos silábicos en la reduplicación. Por ejemplo, no
existe la siguiente derivación:

kf-> *kfkf-
'caer'.

Con datos como éste acerca de los procesos de reduplicación y otros


correspondientes a procesos que insertan y eliminan vocales y resonantes,
Bagemihl concluyó que el bella coola sí que tiene sílabas, pero que no todos
los segmentos tienen que formar parte de una sílaba. Estableció que para los
bella coola, la «forma silábica canónica» es CRVVC, donde R es una reso-
nante, C una consonante y V una vocal. Las agrupaciones de segmentos no
pertenecientes a una unidad subsumible en esa conformación son simple-
mente no silábicas y en consecuencia no participan en los procesos fonoló-
gicos del bella coola que afectan sólo a las sílabas. En particular, las agrupa-
ciones de obstruyentes (fricativas, africadas y oclusivas) no conforman.
Naturalmente, para Bagemihl, esto significa que las palabras xip' XWitipif
sk"c' y k' xiicxwsfxwtiic no tienen sílabas, porque están formadas totalmente
por agrupaciones de obstruyentes. También significa que en bella coola un
segmento obstruyente puede formar parte de una palabra aunque no perte-
nezca a una sílaba fonológica. Para Bagemihl, el bella coola licencia (per-
mite la expresión fonética de) cualquier segmento con una mora. Una mora
es «una unidad mínima de tiempo métrico, equivalente a una sílaba corta»
(Crystal 1985: 198). Otras lenguas sólo licencian segmentos pertenecientes
a sílabas, que son unidades de nivel superior.
Sin discutir los datos de Bagemihl, podríamos adoptar una perspectiva
diferente, más consistente con la idea cognitiva de que la silabicidad, como
cualquier otro fenómeno lingüístico, se encuentra probablemente distribui-
da sobre una gradiente, aunque no tiene por qué estar dislrbuida de manera
\,

336
FONOWGÍA. CULTURAL

uniforme. La sílaba prototípica del bella coola requiere una vocal o al


menos una resonante. Pero si la sílaba es una categoría compleja o gradual,
incluso algunas consonantes obstruyentes podrían funcionar como núcleos
silábicos menos prototípicos. Bagemihl rechazó estas sílabas como «fonéti-
cas» frente a «fonológicas», pero dado que ellO por ciento de las palabras
del bella coola están formadas totalmente por obstruyentes, parece raro
decir que no tienen fines ni funciones fonológicas o prosódicas en absoluto.
De mi propia experiencia con una lengua emparentada, el coeur d'alene,
tengo la sensación intuitiva de que estas palabras sí poseen ritmos prosódi-
cos que han de tener alguna representación cognitiva. Incluso en ausencia
de segmentos resonantes, se esperarían ritmos prosódicos sobre la base de
las reglas de buena formación de agrupaciones y las reglas de preferencia de
agrupación propuestas por Jackendoff (1986: 132) 17. Aunque no participen
en procesos fonológico s gramaticalmente importantes, teóricamente se po-
drían descubrir por otros medios unidades de nivel silábico en bella coola
constituidas solamente por obstruyentes. Por ejemplo, podríamos examinar
errores o variantes de pronunciación, como las ilustradas por la pronuncia-
ción errónea de la palabra inglesa sacrosant como [sénkrussekt]. La inver-
sión revela las sílabas fonéticas [srek], [ru] y [senk] 18.
En lugar de discutir que las palabras formadas por obstruyentes carecen
de sílabas, podríamos argumentar que el bella coola tiene dos niveles de
sílabas: (1) sílabas prototípicas con núcleos silábicos compuestos por voca-
les o resonantes y (2) sílabas marginales (y menos frecuentes) con núcleos
silábicos formados solamente por obstruyentes. Dentro de las sílabas con
núcleos sonorantes, las vocales son probablemente más centrales que las
líquidas y nasales. En las que tienen núcleos de obstruyentes, las fricativas
serían probablemente más centrales que las africadas y las oclusivas. Como
mostró Bagemihl, sólo las sílabas prototípicas participan en procesos fono-
lógicos gramaticalmente importantes. Este sistema de dos niveles de sílabas
fonológicas-sonorantes y prosódicas-obstruyentes implica también que las

17 Jackendoff (1986: 132) argumentó que los principios básicos del agrupamiento formulados por
Wertheimer se expresan, en su aplicación a la música, en «reglas de buena formación de agrupa-
miento» y «reglas de preferencias de agrupamiento», algunas de las cuales se aplican localmente (a
unidades de nivel inferior) y otras globalrnente (a unidades de nivel superior). Sus reglas de buena
formación de agrupamiento para la música son como sigue: «un grupo debe estar constituido a par-
tir de una secuencia de sucesos contiguos; una obra debe estar segmentada exhaustivamente en gru-
pos; aunque un grupo puede estar completamente incrustado en otro grupo, no puede solapar nin-
gún límite de cualquier grupo que lo contenga». No está claro si consideraba estas reglas de la
cognición musical como facultades humanas innatas o como específicas de la música occidental.
Goldsmith (1976: 36) propuso una regla similar para la fonología, estipulando que «todas las voca-
les están asociadas con un tono por lo menos», «todos los tonos están asociados al menos con una
vocal» y «las líneas de asociación no se cruzan».
18 Escuchado por el autor en una convers ición, abril 1992.
\

337
CAPÍTULO 11

DÓNDE ESTAMOS

He propuesto una síntesis de la lingüística antropológica con el reciente


campo de la lingüística cognitiva. El enfoque se centra en la imaginería lin-
güística, que viene definida en gran medida por la cultura. Por tanto, llamo a
este enfoque lingüística cultural. El término invoca la tradición antropológi-
ea de que la cultura es el conocimiento acumulado de una comunidad o
sociedad, incluyendo su inventario de modelos, esquemas, escenarios y
otras formas de imaginería lingüística convencionalizada. Me gustaría con-
cluir este libro resumiendo algunos supuestos básicos de la lingüística cul-
tural, ofreciendo algunas sugerencias generales sobre cómo podría afectar
este marco teórico a la práctica de la etnografía.

Resumen de los principios

1. El significado lingüístico convencional depende de la imaginería. Las


imágenes son interpretaciones particulares de modelos cognitivos, que están
en gran medida estructurado s por la cultura. Los modelos cognitivos se acti-
van, y a menudo se componen, como escenas o modelos textuales. Las imá-
genes tienen perspectiva, estructura de figura y fondo, alcance y valores
emocionales. La imaginería no está limitada a lo visual; puede ser auditiva,
quinésica y también olfativa.
Los modelos cognitivos pueden consistir en imágenes esquemáticas,
modelos metafórico s, modelos metonímicos, modelos folk de postulados
verbales, esquemas proposicionales o combinaciones de éstos. Los modelos
cognitivos pueden modelar cosas, estados o procesos dinámicos o combina-

339
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

ciones de éstos; pueden originarse en más de uno de los sentidos; y están


indisolublemente entretejidos con valores emocionales e intenciones en
actitudes, planes y metas.
2. El lenguaje es simbólico. Un símbolo verbal es la unidad formada
por un enlace entre una unidad fonológica y una unidad de significado. La
gramática refiere a los órdenes secuenciales esquemáticos y a las estructuras
de símbolos lingüísticos reunidas en las construcciones. Las clases y cons-
trucciones gramaticales son a su vez símbolos lingüísticos esquemáticos.
Las restricciones entre los constituyentes de las construcciones lingüísticas
están motivadas convencionalmente por los marcos fonológicos, las estruc-
turas imaginísticas o ideacionales de los modelos de base y las correspon-
dencias de sus partes, por la saliencia relativa de los componentes del mode-
lo de base (especialmente las relaciones figura-fondo) y por las relaciones
de categorización.
3. La categorización refiere a las relaciones existentes entre conceptos.
Las categorías complejas tienen una estructura de red que implica relacio-
nes de un esquema con una instancia (elaboración) y de un prototipo con
una variante (extensión). Los esquemas son gestalts con estructuras integra-
das; no son categorías taxonómicas clásicas consistentes enteramente en
colecciones de rasgos.
Los sistemas folk de clasificación lingüística parecen favorecer a los cla-
sificadores gramaticales por encima de las taxonomías. Los sistemas de cla-
sificadores gramaticales describen con frecuencia ontologías folk de forma
y sustancia. Los clasificadores se organizan como categorías complejas que
pueden centrarse en un dominio de experiencia, como el mito (dyirbal), o en
un marco de creencias sobrenaturales (bantú). Los clasificadores evocan
cadenas de enlaces metafórico s y metonímicos como parte de su significa-
do. Un clasificador destaca rasgos generales de sus sustantivos complemen-
to y despierta expectativas para la selección de verbos.
Igual que el mundo plástico y borroso que nos representa el lenguaje, los
subsistemas del lenguaje integran categorías analíticas con continuos con-
ceptuales, dando cuenta de este modo de la inmensa mezcla de formas alter-
nativas y supletivas regulares e irregulares en muchos paradigmas de afijos
verbales y nominales. A este respecto, la lingüística cultural responde al 11a-
mamiento de Friedrich (1975) en favor de un tratamiento no arbitrario de
los símbolos lingüísticos.
4. El significado lingüístico está subsumido dentro de la visión del
mundo. El significado lingüístico es enciclopédico en el sentido de que
implica la activación en difusión de redes conceptuales que son cadenas y
jerarquías organizadas de modelos cognitivos. El lenguaje expresa y consti-
tuye al mismo tiempo la visión del mundo, pero sólo podría determinarla
\.

340
DÓNDE ESTAMOS

plenamente en una cultura que careciera de otros medios de expresión y


comunicación. No existe tal cultura en ningún sitio (aunque las subculturas
académicas pueden aproximarse).
5. El lenguaje resuena en estructuras conceptuales distribuidas que pue-
den ser activadas en paralelo o secuencialmente. Esquemas activos concu-
rrentemente paralelos procedentes de múltiples dimensiones o niveles de
fonología, gramática y visión del mundo se correlacionan en el tiempo como
estructuras encasilladas (restricciones). La fonología cultural y la fonología
no lineal se basan en esta idea. Hablar y escuchar activan las mismas redes
conceptuales, de modo que no hay necesidad de postular un proceso de escu-
cha que invierta una secuencia de reglas del proceso de habla.
6. El significado del discurso es siempre, en cierta medida, situado y
emergente. El significado situado implica enmarcar los significados como
elementos de situaciones convencionales. El significado emergente se refie-
re a la esquematización (abstracción) de experiencias nuevas (tanto percep-
tivas como autónomas). La mayoría de los usos y discursos lingüístico s
existen en algún punto de un continuo que va desde los significados conven-
cionales, mutuamente presupuestos y tradicionalmente situados, hasta los
significados emergentes en confluencias peculiares de la sociedad, la cultu-
ra, la historia y el discurso mismo. La categorización puede verse como un
proceso cognitivo, espontáneo o dirigido, por el cual esquematizaciones nue-
vas de expresiones novedosas se comparan con esquemas viejos.
7. El discurso establece relaciones entre interlocutores mediante la
instanciación de escenarios discursivos. Los escenarios discursivos son
modelos cognitivos de interacción verbal consistentes en secuencias de
esquemas de actos de habla pragmáticos. Se encajan en los esquemas de
participación, perspectiva e ideación. Estas categorías sólo pretenden ser
puntos de referencia analíticos (etic) para la investigación de escenarios dis-
cursivos folk (emic), que pueden organizarse perfectamente de otras for-
mas. El discurso es performativo en el sentido de que realiza una imaginería
cognitiva. La narración puede describirse por las mismas líneas que otros
tipos de discurso y no necesita una teoría especial propia. Los discursivos
(indizadores discursivos) son términos que predican reflexivamente aspec-
tos del discurso en desarrollo, incluyendo aspectos pragmáticos, interaccio-
nales, situacionales, fonológicos e ideacionales. Este enfoque unifica el
estudio de las partículas, marcadores, indizadores discursivos, etc., con el
de otros tipos de predicación.
8. Las lenguas, los sistemas semánticos, los modelos cognitivos y las
visiones del mundo están construidos socialmente. Sin embargo, la lingüís-
tica cultural no nos exige entregamos a un relativismo o una «alteridad radi-
cal» sin matices (Keesing 1989). Hay restricciones de distinto origen que
',,-

341
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

actúan sobre el lenguaje, incluyendo la forma y las funciones universales


del cuerpo y el cerebro humanos (entre las cuales pueden estar los compo-
nentes fisiológicos de unos pocos estados afectivo s básicos), la experiencia
universal de la gravedad, la tierra, el cielo y el sol en la «escena primige-
nia», el fuego, lo líquido, las sensaciones de color determinadas neuronal-
mente, el reconocimiento de rostros humanos y escenarios muy generales
de experiencias físicas. Lakoff y Johnson llamaron la atención sobre los
esquemas imaginísticos orientativos y ontológicos emergentes, surgidos de
las experiencias físicas universales. Éstos proporcionan materiales metafó-
ricos usuales para la enmarcación de buena parte del conocimiento cultural.
Otra fuente de universalidad está en el funcionamiento de la mente. Son
varias las funciones cognitivas importantes que resultan relevantes en este
contexto. En general, los seres humanos tienen en todas partes la capacidad
de simbolización y la capacidad del lenguaje como forma verbal rápida de
expresión. En todas partes, los seres humanos' tienen la capacidad de la ima-
ginería: la aptitud para interpretar escenas en términos de figura y fondo,
especificidad, perspectiva y alcance. Todos los seres.humanos esquematizan
sus experiencias y organizan sus esquemas en categorías complejas, cade-
nas y jerarquías. En todas partes, los seres humanos tienen la capacidad del'
lenguaje figurativo: metáfora y metonimia. En todas partes, los seres huma-
nos conforman sus experiencias en términos de los modelos y esquemas
cognitivos existentes.
Dados estos firmes cimientos, comunes a los seres humanos, de experen-
cia y repertorio de funciones cognitivas, los seres humanos han elaborado
en todas partes lenguas y culturas ricas y diferenciadas, tan destacables por
su tremenda diversidad como por los universales culturales. Igual que los
esquemas imaginísticos surgidos de experiencias físicas universales, las
categorías culturales proporcionan también recursos para la conformación
de experiencias. Invirtiendo el proceso metafórico, las categorías emergen-
tes mismas pueden llegar a ser conformadas por los modelos culturales,
como cuando las cosmologías amerindias interpretan el cosmos en términos
teológicos. Los indios mayas y oglalas, y la mayoría de las demás tribus,
consideran al sol, la luna, el cielo, la tierra y los puntos cardinales como
manifestaciones de las divinidades, y se dirigen a ellas como si fueran
parientes.
En último término, las categorías emergentes universales proporcionan
sólo un tipo de ancla cultural, ciertamente importante, porque una cultura
totalmente a la deriva de la realidad física y social debe perecer. Pero, teóri-
camente, cada cultura puede construir un mundo y un lenguaje propios a
bordo de su propio barco. Como cuestión práctica, naturalmente, todas las
culturas cc\ntemporáneas están muy próximas, porque son mutuamente acce-
\...

342
DÓNDE ESTAMOS

sibles a través de los medios modernos de comunicación y de los medios de


transporte. Todas ellas deben aprender y asimilar algo de los mundos de los'
demás.

Implicaciones para la investigación etnográfica

La lingüística cultural tiene implicaciones para la forma en que deberíamos


estudiar las lenguas, independientemente de que nuestra intención sea
aprender realmente a hablarlas o solamente aprender sobre ellas. Algunos
querrán descubrir las reglas que puedan predecir con mayor fiabilidad los
usos gramaticales; otros preguntarán si la lingüística cultural puede poten-
ciar el programa de comprobación dela hipótesis de Sapir-Whorf; y otros,
como yo mismo, estarán interesados sobre todo en continuar en la línea del
interés de Dorothy Lee por obtener una visión más profunda de la forma de
pensar de los hablantes indígenas, mejorando así nuestra comprensión de
sus textos, actuaciones y discursos; finalmente, algunos querrán mejorar su
comprensión de cómo usa la gente sus recursos lingüísticos pragmática-
mente en situaciones definidas culturalmente.
El enfoque de la lingüística cultural sugiere que un investigador debería,
en el caso ideal, convertirse en participante en la cultura, porque aprender a
interpretar matices y a hablar con el discernimiento de un indígena exige
una empatía que implica una comprensión profunda y exhaustiva de los
modelos culturales indígenas, así como una competencia suficiente en los
patrones discursivos indígenas. Cuanto más parecidas a las de los hablantes
nativos sean nuestras experiencias, más probabilidad habrá de desarrollar la
imaginería y las bases conceptuales necesarias para usar y comprender las
lenguas de forma apropiada. Siempre que sea posible, deberíamos intentar
aprender las mismas cosas en los mismos modos perceptivos con que fueron
aprendidas por los indígenas. Además de las artes de la conversación, y la
narración, deberíamos prestar atención a las artes gráficas, plásticas y gas-
tronómicas, el teatro y la música; deberíamos seguir rutinas cotidianas,
aprender de manera práctica las destrezas de los indígenas y aprender a
reconocer las situaciones sociales convencionales. Todas las formas de
expresión cultural revelan modelos cognitivos que se proyectan en signifi-
cados lingüísticos. También Agar (1994) argumentó que la comunicación
efectiva requiere aprender los marcos de la linguacultura, esa compleja
entidad que incluye lenguaje y cultura.
Con el énfasis puesto en la imaginería, estamos menos inclinados a usar
la lógica simbólica para describir formalmente los géneros o las formas gra-
maticales. En general, sólo es necesario modelizar el lenguaje con lógica

343
INTERPRETACIONES Y APLICACIONES

formal cuando los mismos hablantes indígenas han desarrollado sus propias
categorías generativas muy bien estructuradas, como los conjuntos elabora-
dos de términos de parentesco o las reglas fonológicas regulares. Los etnó-
grafos deberían establecer distinciones explícitas entre los postulados ver-
bales y los silogismos presentados por los hablantes nativos y los esquemas
proposicionales formulados por el etnógrafo a partir de un proceso de abs-
tracción sobre los usos de la lengua o los textos.
Como la lengua está tan teñida de pensamiento metafórico y metoními-
co, el lenguaje figurado debería tenerse en cuenta en casi cualquier estudio
del lenguaje y en cualquier nivel. Puede implicar el estudio de metáforas
corrientes o el contenido metafórico normalmente inconsciente de las for-
mas gramaticales, como el modelo de dinámica de fuerzas que subyace al
sistema modal inglés descrito por Talmy (1988), o las metáforas y metoni-
mias que equiparan las conversaciones con los hilos telefónicos (esquema
lineal) o con las competiciones de artes marciales (esquema de cambio de
turno) en la clase nominal hon del japonés (Lakoff 1987). Los modelos folk
de meronimia apenas se han tocado.
He argumentado que es la imaginería del discurso mismo, culturalmente
definida, lo que predican los lexemas metalingüísticos (como lying 'mentir'
y gabby 'parlotear') y las partículas discursivas (como el yo japonés). Si no
es así, habría que dedicar mayores esfuerzos a descubrir modelos folk de
comunicación, como hizo Sweetser (1987) en su estudio de la mentira. Aquí
podemos estudiar actos de habla pragmáticos, participación, secuencia,
perspectiva e ideación cuando estas categorías se realizan en modelos dis-
cursivos folk, Quizá parte del esfuerzo dedicado a estudiar los indizadores
debería pasar de sus funciones discursivas, definidas analíticamente, a su
imaginería, definida como categorías populares. Podríamos hacer preguntas
como «¿Qué aspectos de enunciados previos o subsiguientes son predica-
dos por la partícula discursiva P y qué piensa el hablante S que puede conse-
guir al enunciar P?». Desde luego, los hablantes pueden ser incapaces de
verbalizar sus pensamientos, especialmente sobre algo tan automático como
la elección de partículas discursivas, pero éste es un problema común a
buena parte de la semántica y la pragmática.
Hymes y Sherzer argumentaron convincentemente que deberíamos tratar
el discurso como una actuación constituyente de relaciones sociales. Un
ejemplo se ve en el estatus invocado inequívocamente por la lengua honorí-
fica del vendedor japonés de máquinas de coser. Además, podemos conside-
rar las categorías de Hymes (escenarios, participantes, fines, actos, secuen-
cias, claves, instrumentalidades, normas y géneros), especialmente tal como
las conciben los indígenas. Las categorías de la lingüística cultural y la EH
no tratan directamente del estatus y el poder relativos, pero no hay nada en

344
DÓNDE ESTAMOS

la teoría que excluya a estas dimensiones de los escenarios discursivos.


Estos escenarios representarían la forma en que se negocia o se colabora
sobre el significado lingüístico dentro de las estructuras convencionales o
emergentes de poder político o económico (como en las discusiones fami-
liares, las campañas políticas, los movimientos regeneracionistas y los plei-
tos legales) y cómo se comunica información sobre las tomas de posición
política, sean reales o potenciales.
En el estudio de la narración, la lingüística cultural no dicta ninguna
aproximación específica. Los argumentos convencionales pueden tratarse
como secuencias de esquemas de acción, como en la secuencia amerindia
de prohibición-violación-consecuencia, o pueden tratarse en términos de la
interacción de agonistas y antagonistas, como en la historia de Tom Tit
Tom. Los modelos folk de coherencia ideacional pueden aplicarse a la com-
prensión de argumentos o a la investigación de la participación en el conoci-
miento, así como la complementariedad de éste, que resultan imprescindi-
bles para narradores y público. Las expresiones convencionales pueden
tratarse como actos de habla pragmáticos o como imaginería verbal poética.
Valores culturales diferentes podrían explicar los alejamientos de las secuen-
cias narrativas naturales o convencionales, como se describió en la Historia
de la Pimienta Picante de los cuna. La narración es tan rica, multifacética y
culturalmente diversa que la lingüística cultural sólo puede esperar iluminar
algunos retazos de los textos y las realizaciones específicos, pero en algunos
casos puede hacerlo con más agudeza que otros enfoques.

Conclusiones

En una reseña de la teoría de esquemas en antropología cognitiva, Casson


(1983: 455) observó que podía aunar «la investigación y los resultados de
muchos campos del estudio cognitivo aparentemente independientes» en un
«marco explicativo único, amplio y coherente». Opinaba que la teoría actual
de esquemas es «sin duda enormemente poderosa y demasiado general»,
pero que tiene «muchísimo futuro» y ofrece «perspectivas apasionantes de
investigación futura en antropología cognitiva». Esta afirmación puede apli-
carse tanto a la antropología lingüística como a la antropología cognitiva. Se
ha progresado mucho desde su reseña, incluyendo la fundación de la Aso-
ciación Internacional de Lingüística Cognitiva 1 y su revista Cognitive Lin-
guistics, y la publicación de obras teóricas en lingüística cognitiva (Lakoff

1 En España, la Asociación Española de Lingüística Cognitiva (AELC0), formalmente fundada en


1998. (N. del T.)

345
INTERPRETACIONFS y APLICACIONFS

1987; Langacker 1987; Kovecses 1990; Langacker 1990a, 1991; Deane


1992) 2. Estos estudios proporcionan ideas fascinantes sobre el funciona-
miento del lenguaje, pero, con la excepción de Kovecses, a menudo parecen
carecer de esa dimensión cultural esencial. Espero que la lingüística cogniti-
va llegará a ver la necesidad de anclar en la etnografía sus teorías de mode-
los y metáforas.
Durante el mismo periodo, la antropología cognitiva ha visto la publica-
ción de varias colecciones editadas (Dougherty 1985; Holland y Quinn
1987; Strauss y Quinn 1994), los dos volúmenes de Lucy (1992a, 1992b)
que exploran la validez de la hipótesis de Sapir- Whorf, la popular obra de
Agar (1994) sobre linguacultura, el resumen de antropología cognitiva de
D' Andrade (1995) y numerosos artículos dispersos por revistas y volúme-
nes editados. Pocos de ellos han incorporado los desarrollos recientes de la
lingüística cognitiva. Este libro se ha escrito con la esperanza de que estos
autores, y otros, se unirán a mí en la reconstitución de una antropología lin-
güística como teoría cultural del lenguaje centrada en la imaginería que teja
una luminosa urdimbre cognitiva en el tapiz histórico de nuestra disciplina.
Los antropólogos deberían continuar con sus intereses tradicionales por
el lenguaje, la cultura y la visión del mundo. Por muy problemáticas que se
hayan vuelto las nociones de cultura y visión del mundo, siguen proporcio-
nando un trasfondo interpretativo esencial que falta en buena parte de la lin-
güística contemporánea. Es inmenso el terreno potencial de aplicación de la
lingüística cultural a la gramática, el canto, la narración, la conversación, el
habla figurada, las situaciones de habla y otras muchas facetas de las len-
guas del mundo. Los estudios reseñados en este libro apenas han puesto pie
en la superficie del nuevo mundo lingüístico abierto por la perspectiva lin-
güística cultural. Éste no es un mundo a explotar tanto como un mundo a
apreciar, pues es nuestro mundo cotidiano, es un mundo en desesperada
necesidad de curación y reparación en aras de mayor comprensión y tole-
rancia interculturales. Quizá la lingüística cultural puede contribuir a ese
proceso.

2 Para una introducción español= a la lingüística cognitiva puede verse Maria Josep Cuenca y
Joseph Hilferty: Introducción a la Irgüística cognitiva. Barcelona, Ariel, 1999. (N. del T.)
."
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"-
367
ÍNDICE ANALÍTICO

Abelson, Robert, 95, 104 Agar, Michael, 43, 173,343,346


ablaut, 290, 315 agencia y topicalidad, 192-193
absolutivo, 309 n. 13 agente, definición del - semántico, 185
abstracción, 81, 90, 280 aglutinación, 290
Abu-Lughod, Lila, 67 agonistaJantagonista, 282, 283 fig. 28
accesibilidad referencial, 27 agrupamiento, reglas de, 337 n. 17
acontecimiento de uso, 64 ainu, supletivismo verbal en, 298
acontecimientos cognitivos conectados aislantes, lenguas, 289
periféricamente, 73 alcance de predicación, 130, 133,222
across,91 alófonos, 320
activación, 63 alteridad radical, 146,341
acto(s) de habla, 211-213 Alverson, Hoyt, 101
y emoción, 213 amarillo, 110-111
esquemas, 208 amenazas en hopi, 230
ilongote,213 amor, modelo cognitivo del, 28, 153-
mentira, 231-238 157
en transacción comercial, 238, 241, anatomía. Véase también partes del
242 cuerpo, 308-310
actos de habla pragmáticos, 65 animicidad, 180-184
afianzamiento, 65 en clases nominales bantúes, 158
África: en Cornrie, 192
chibemba, 165-166, 170 en sustantivos apaches, 264-265
clases nominales, 28, 157-174 en verbos apaches, 177
kisii, 164 n. 12 antepasados en la clasificación nominal,
kiswahili, 28, 135, 159, 173,298 164-169
!kung,298 antropología:
maasai,135 cognitiva, 346
shona,28,165-169 interpretativa, 24, 62, 63 n. 4
,
'.

369
LINGüíSTICA CULTURAL

lingüística, 31 topónimos apaches, 223, 306-307


simbólica, 24, 134 verbos apaches, 175
apache: Beaugrande, Robert de, 92, 258
clasificadores verbales, 28 beduinos, cantos, 67-69
narración, 65-66 bella coola, 164, 179,331-338
occidental, 28 Berlin, Brent, 109
posposiciones, 307 Biesele, Megan, 78
silencio, 236 Black, John B., 258
topónimos, 306-307 Bloom, Alfred, 198-203
vehículos de motor, 263-265 Boas, Franz, 32, 305-306
aprendizaje de la lengua, 317 Booth, Wayne e, 276, 280-281
árabe, 67-69, 206, 229 Bregman, Albert, 76
arbitrario: Bright, Jane D., y William, 119
asignación arbitraria, 171 bromas en hopi, 230
no -,340 Brown, Cecil, 118
argumentos. Véase narración Brugman, Claudia, 96-102
articulación, imagen motora de, 73 Bruner, Edward M., 258
asertivos, 211-213 buena formación, condición de, 326-
Asociación Internacional de Lingüística 327
Cognitiva, 345 Burling, Robins, 93 n. 9
aspecto, 36, 335 Bush, presidente George, 27, 149-152
atabascano: Bybee, Joan L., 290, 296, 297 n. 7, 298,
apache, 158 n. 9, 236, 263, 300, 306- 298 n. 9
307
exhibicionista, 236
navajo, 158 n. 9,264 n. 2, 298 cabeceras, 205
ataque de la sílaba, 333 caddo, verbos de movimiento, 175
atención, distribución de la, 282 cambio de turnos, 214, 238-240
atsugewi, verbos de movimiento, 174 campo perceptivo en el discurso, 215
Au, T. K., 199 canal, metáfora del, 63
autonomía, 73, 332, 332 n. 13 carácter adaptativo de la imaginería, 77-
axiomas culturales, 135 79
azteca. 276-281. Véase también na- Casad, Eugene, 311-312
huatl Casagrande,1. B., 122, 123
caso, marca de, 181
Casson, Ronald W., 40, 90, 345
Bagemihl, Bruce, 335-337 categorías:
bantú: a priori, 290
clases nominales, 28, 157-174, 158 en chibemba, 170
n.9 color, 109-114
kisii, 164 n. 12 complejas, 126-128
kiswahili, 28, 135, 159, 173,298 concatenación, 121
shona,28,165-169 difusas, 232
Basso, Ellen B., 241 n. 10 folk,344
Basso, Keith: generativas, 128-130, 343
nombres apaches para vehículos de en kwaio, 144
motor, 264 de la narración, 260
silencio apache, 236 de nivel básico, 105-106
\

370
íNDICE ANALíTICO

parecidos de familia entre miembros cognitivo:


de, 106 acontecimientos, 73
prototípicas, 321 ciencia, 49
radiales, 127 estudios, 50
como relaciones entre conceptos, 340 gramática, 53
y extensión de conjunto, 264 mapas, 47
en shona, 165-169 procesos, 72-73
categorías complejas: coherencia de la metáfora, 277
en bantú, 173 Colby, Benjamin N., 258-260
en cora, 311 Coleman, Linda, 232, 234
definición, 126-128 color, términos de:
fonemas como, 24 básicos, 41, 108
paradigmas como, 315 en coeur d'alene, 329-331
categorías de nivel básico, 105-106 evolución de, 108-118
categorías compuestas, 111 e imaginería gradual, 108
cazadores-recolectores, mito, 78 Columbia, prefijos espaciales, 312
Cazden, Courtney, 250 Columbia, Moses, banda, 62
Chafe, Wallace, 89, 250, 252 Colville, tribus confederadas, 62 n. 2
chehalis superior, 133 n. 29 comisivos, 211-213
Cheng, P. W., 201-202 competencia, 45, 46,227
chibemba, clases nominales, 165 complejidad del lenguaje, 79
chino: componencial,. análisis, 41-42, 93 n. 9
en Bloom, 198 n. 20 compromiso, 157
contrafácticos, 198-204 compuestos, sustantivos, 291-296
fricativas, 323-324 computación, 50
verbos, 175 Cornrie, Bemard, 180-181, 192
yin y yang, 181 concatenación, 123, 165-166, 340
cita, 220 conceptualización de:
clases cerradas, 164 discurso, 219-221
clasificación de plantas en thompson, escenas, 345
123 espacio en cora, 311
clasificadores. Véase sustantivos realidad, 195
cláusula, basada en la imagen, 24 concordancia, 181
claves.en Hymes, 46 conexionismo, 54
coda de la sílaba, 333 conjugación del español, 315-317
Códice Florentino, 276-281 Conklin, Harold e, 112
coeur d'alene: conmensurabilidad de las 'culturas,
distinción sustantivo/verbo, 290 147
historia de Coyote, 145 consistencia de la metáfora, 277
palma de la mano, 25 consonantes:
prefijos, 311-315 bella coola, 334, 336-337
pupila del ojo, 133 fricativas del chino mandarín, 324
salish, 25 n. 2-3 /kJ como categoría compleja, 323
sufijos léxicos, 163, 179 papel en la sílaba, 333-334
términos anatómicos, 308-310 prototipicidad de [k"], 323 n. 4
términos de color, 329-331 ritmo de producción, 78-79
topónimos, 302-310 silábicas, 333-334
trayector e hito en, 133 construcciones, 25

371
LINGüíSTICA CULTURAL

constituyencia como factor de valencia, D' Andrade, Roy G., 139, 346
332 n. 13 ' declaraciones, 211-213
contenedor, esquema del, 102 deconstrucción, 146
contexto, 27, 62-63 definido, carácter - de la topicalidad, 193
en canto beduino, Q8 demonización de Saddam Hussein, 150-
y claves de contextualización, 241 n. 152
10,241,244 Denny, J. Peter:
en honoríficos, 244 clasificadores, 177-178
en lingüística cultural, 226 protobantú, 159-164
social,210 dependencia:
contingencia, relaciones de, 104 de consonantes en la sílaba, 333-335
continuo: como factor de valencia, 332 n. 13
de abstracción, 172-174, 179, 296 marcos, 333-335
de categorías, 53 en relaciones, 300
conceptual, 340 derivación, 296, 335
escala de relevancia, 290 descontextualización, 65
de experiencia, 72-73 descripción espesa, 62
de tiempo y aspecto en narración, 251 Dewell, Robert B., 101-102
de unidades simbólicas, 53 n. 4 diegueño,328-329
Véase también gradiente difrasismos, 27,276-281
contrafácticos, 198-203 dimensión sintagmática de imaginería,
control, 158, 181, 184-192 274
Cook, Haruko Minegishi, 246-250 diminutivos en bella coola, 335
cora, prefijos espaciales, 311-315 dinámica de fuerzas, 281-287, 344
coocurrencia, restricciones de, 274 directivos, 211-213
coordenadas, móvil y fija, 116 Dirven, R., 274, 279 n. 11
correspondencia como valencia, 332 n. discursivos:
13 carácter indizador de, 245, 341
correspondencias epistémicas, 271, 277 en lingüística cultural, 245
COSA como base semántica de nomina- pragmáticos, 29
les, 298 términos, 245 n. 14
Craig, Collette, 158 n. 9 tipos de, 245-246
creencias, 235 discurso, 205-260
Creider, Chet, 159-163, 171 cambio de turno, 213
criptotipo, 34 campo perceptivo, 215
crow-omaha, términos de parentesco, 128 cita, 220
cuerpo, partes del, 25, 163,263-265 discursivos, 29
cultura como «arrecife de coral», 147 de emociones, 140
cultural, lingüística: escenarios, 341, 342
comparada, con la etnografía del esquemas, 341
habla, 226-228 esquematización del, 245
y comprensión intercultural, 346 estructura de acción, 214
y discurso, 245 estructura de intercambio, 214
imaginería mental en, 24 hablar por otro, 221
principios de, 339-343 imaginería, 24
como síntesis, 24-26, 60 indizadores, 29
cuna, valores nucleares del, 257 marcadores, 29
cuna, 29,69-70, 255-257 moduladores, 29

372
íNDICE ANALíTICO

negociación del poder en, 247 conceptualización de, 342


pares de adyacencia, 214 esquema de sentimiento, 68
partículas, 244-250 en Fillmore, 26, 63
pseudocita, 220, 224 en Hymes, 227
significado del, 341 en información declarativa, 50
situado, 47 en Lutz, 139
distribución complementaria de la Ik/ en nahuatl, 278
inglesa, 323 como modelo cognitivo, 76
Dixon, R. M. W., 123, 158 n. 9 prirnigenia, 101,342
dominio: en transacción comercial, 241-242
de experiencia, 340 en Saville- Troike, 47
de experiencia en shona, 165-169 escena auditiva, análisis de -, 76
origen y meta en la metáfora, 262 escenario(s),103-105
topografía, 311 del amor, 153-154
dormir, 315-316 conectados, 63
Downing, Pamela, 292 contienen objetivos, 157
Dressler, Wolfgang, 92 culturales, 211
drogas, cultura de las, 43 discursivos, 63, 205-208, 211-213,
Dundes, Alan, 257 n. 23 220,222-224,341,345
Duranti, Alessandro, 47-48 como dominio de experiencia, 170
dyirbal, 28,123-125,158 n. 9 emic, 341
como esquema de acontecimiento, 96
de la guerra justa, 152
EH. Véase etnografía del habla de la ira en japonés, 269
él-dijo-ella-dijo, 209 en Lutz, 139
elaboración, 333-335 de narración, 251
emergente, significado, 61 normativo, 67
emic, 48,341 palabra, 157
emociones: de posesión por espíritus, 168
construcción cultural de las, 138-140 protagonista-antagonista, 259
como discurso pragmático, 140 como representación, 206
esencialismo, 139 social, 144
lago en ifaluk, 213 esclavitud en nahuatl, 278-279
fisiológico-cognitivas, 139 espacial:
tripartismo, 139 conceptos en navajo, 102-103
en la visión del mundo, 144 equivalencia, 82
empatía en la topicalidad, 192 esquemas en protobantú, 163
enacciones, 51 n. 3 esquemas en topónimos coeur d'ale-
enlace de instancia, 100 n. 13 ne,302-307
enlace de semejanza, 100 n. 13 modelos o esquemas, 25
enmarcación, 64, 73, 244 sistema de imágenes, 282
en marcación arriba-abajo, 73 sufijos en tarasco, 86-87
entificación, 198 espafiol,175,290,316
equivalencia espacial, principio de, 82 especificidad, 76, 223-224
equivalencia estructural, principio de, 83 esquema(s), 89-96
equivalencia transformacional, 83 acción en navajo, 185-186, 187-188
escena: fig. 14-18
en composición nominal, 294 en Cal~OríaS complejas, 126-128

373
UNGOfSTICA CULTURAL

compuestos, 220 expectativas, 29,148,173,207,258


conocimiento, 27, 206 experiencia, 24
contenedor, 102 expresivos, 211-213
conversacional, 220 extensión de conjunto, 264
contrafáctico,201 extensión en fonología, 325
del cuerpo, 86-87,268 extensionista, hipótesis, 129
discursivo, 208, 220, 341
espacial, 163, 302-315
fonológico, 321 lago, en ifaluk, 213
como gestalts, 340 fantasía, 75, 78
gramatical, 292 figura y fondo:
ideacional,221-222 conceptualización de, 76
interioridad, 178 diagramas, 299-300
de la mentira, 232 en escenarios discursivos, 223
narrativo, 258 en topónimos, 306
de over, 96-102 como trayector e hito, 130
perspectiva, 208, 214-221 en Whorf, 34, 53
proposicional, 135-138,344 figurado, lenguaje: carácter básico de,
en protobantú, 163 134,344
trayectoria, 97, 102, 311-312 Véase también metáfora, metoni-
teoría, 346 mIa
esquema de acontecimiento como esce- Filipinas:
nario,96 ga'dang, 211
esquema imaginístico: hanunóo, 112
y criptotipo, 34 ilongote, 213
intencional, 101 samal,121
en MCI, 87 subanun,43
orientacional y ontológico, 342 Fillmore, Charles J.:
trayectoria en arco, 101 sobre el análisis, 55
esquemas. Véase esquemas imaginísti- escenas, 26, 63
cos; escenario(s); esquema(s); guio- esquemas, 90
nes imágenes, 63
esquematicidad, 312-313 marcos, 88, 90
esquematización, 64, 65, 91 modelo textual de, 87
estado mental global, 54 significado léxico, 93
estructura profunda de la narración, 258 sustantivos compuestos, 293
Estudio Mundial de Colores, 110 fines en Hymes, 46
etic, 341 Finke, Ronald, 74, 82-85
etnociencia. Véase etnosemántica, 31, flexión, 289,290,297
40-44,59,118-121 focos cromáticos, 110
etnografía del habla, 31, 44-48, 59, 226- folk:
228 categorías, 344
etos, 144 clasificación, 340
evidenciales, 74, 237-238 modelos, 235
evolución: modelos de comunicación, 344
del bantú, 172 modelos cognitivos, 60
del lenguaje, 77-78 taxonomía, 40
de términos básicos de color, 109-112 fonemas, 24, 78, 317,320-325
\
\,

374
íNDICE ANALíTICO

fonología, 316-338 del sustantivo compuesto, 291-292


autosegmental, 325-327 tipos de lenguas, 289
bella coola, 334-338 gramaticalización de clases nominales,
cognitiva, 321 n. 3 173
constructiva, 326 gramáticas de la narración, 257-260
cultural, 341 Grice, H. P., 228-230 .
distribución complementaria, 321- gritadores en el control navajo, 186
322 GRUE,110
en Langacker, 53 guerra, retórica de la, 149
métrica, 335 n. 16 Guerra del Golfo, 149-153
multidimensional,325-327 guiones:
prototipicidad de [k"], 323 n. 4 culturales, 224-226
fonología no lineal, 54 en Frake, 43
forma, 157, 178, 180 litigación, 211
formalidad en japonés, 238-244 como planes estabilizados, 92
formas de cortesía en verbos japoneses, en Taylor, 88 n. 6
241-244 . Gumperz, John, 226, 241 n. 10
fox: términos de parentesco, 128-129
Frake, Charles, 43, 118, 119
fricativas en bella coola, 335 Haas, Mary R., 174
Friedrich, Paul, 86, 340 habladores en control navajo, 186
fuerza léxica, 315 Hale, Austin, 251, 252
Hale, K. L., 122, 123, 191
Hanks, William F., 62, 207, 241
ga'dang,211 hanunóo, 120
Gardner, Howard, 50-51 Hatano, G., 203
Geertz, Clifford, 62, 63 n. 4, 144 Hendrikse, A. P., 172-
generativa, gramática, 24, 292, 321 n. 3 heterogéneos, sistemas, 291
género, 125, 158,297 Hill, Jane H., 245 n. 13,280
Véase también sustantivo(s) Hinnebusch, Thomas, 171
gestalt(s), 34, 52, 53, 262, 299 fig. 38, hipótesis de Whorf, 199
300 fig. 39 Véase también Sapir- Whorf, hipóte-
Gibbs, Raymond W., 137-138 sis de
Gilsenan, Michael, 229 Hoijer, Harry, 36, 183
Givón, Talmy, 27 honoríficos en japonés, 238-244
Goldsmith, John, 325-327, 337 n. 17 hopi: bromas, 230
Goodwin, Charles, 47 House, Deborah, 264 n. 2, 265
Goodwin, Marjorie, 208, 209 hualapai, 237, 253
gradiente: Hussein, Saddam, 149-152
de fonema a morfema, 327-328 Hymes, Dell:
imaginería, 108 actuación, 344
de silabicidad, 336-337 y etnografía del habla, 44-48
Véase también continuo narración, 250, 251
gramática: teoría descriptiva de, 226-228
analítica y sintética, 289-291
de construcciones, 232 n. 7, 340
niveles, 289 ideación, en Redeker, 208
sistemas combinatorios, 289 idealización, 61 n. 1,91

375
LINGotSTICA CULTURAL

ifaluk: términos de emoción, 139-140, inglés:


213 across,91
ilongote: orden tuydek, 213 compromiso, 157
imagen: él-dijo-ella-dijo, 209
análogo de experiencia periférica, 72 fonología, 320-326
auditiva, 78-79 mentira, 231-238
conceptualización, 51 metáfora, 261
definición, 72 metáforas de la ira, 269-272
especificidad, 84 modales, 286
en Fillmore, 63 número, 193-197
fugaz, 76 over,96-102
de la mentira, 232 sustantivos compuestos, 291-296
laberinto, 147-148 términos básicos de color, 113
Ymorfema, 79 innovación, 149
motora, 73 instrumentalidad en Hymes, 46
origen, 77 interpretación:
como parte de un modelo, 83 de cantos beduinos, 67-68
perspectiva, 83-84 Ydescripción espesa, 62
rutinas articulatorias, 73 como erimarcación, 64
en samal, 121 invariancia, hipótesis de la, 262
Véase también imaginería ipai (diegueño septentrional), 328-
imaginería: 329
del amor, 153-154 ira, 7, 227-272
adaptativa, 77-79 Irvine, Judith T., 241 n. 13
auditiva, 78-79
Boas, 32
cultural, 74-75 jacalteca, 158 n. 9
dimensión sintagmática, 274 Jackendoff, Ray, 337 n. 17
en las emociones ifaluk, 139-140 Jaeger, Jeri, 323
espacial, 25 japonés:
fantasía, 75 ira, 27-28, 267-272
gradiente, 108 indizadores, 29, 244-250
en la gramática, 25 jerarquía:
lugar en la lingüística, 23-27 de animicidad, 186
metalingüística, 29 en fonología, 325
y modelo estándar, 50 de escenarios, 104-105
origen, 71 de esquemas, 92
de la perspectiva, 218 Johnson, 11ark, 52,92-94, 261,266,267
principios de Finke, 74, 82-83 Johnson, Robert, 330
sistemas de imaginería, 282 Johnson-Laird,82-87
social,77-78 Jordan, D. K., 202
en Tyler, 71 n. 1
tipos, 71-77
Véase también imagen kaluli, 23, 224
indizadores, 29, 244-246 Kaplan, Craig A., 50
inferencia, 82 karok, clasificación de plantas, 120
Véase también razonamiento Kay, Paul, 109-112,232-236
información, 27, 50, 206-207 Keesing, Roger, 144, 147

376
lNDICE ANALlTICO

Kenyatta, Jomo, 159 diagramas heurísticos, 298, 100 n.


Kinkade, Dale, 133 n. 29, 302, 312 14,329 n. 7
kisii, 164 n. 12 esquematización,65
kiswahili, 28, 135, 159, 173,298 extensión y elaboración, 121
Kiyomi, Setsuko, 158 n. 9 fonemas, 321-322
kizb (mentira), 206, 229 generativismo, 24
Kosslyn, Stephen M.; 85 gramática cognitiva, 24, 53-54, 64-65
Kovecses, Zoltán, 153-156, 269-272, imagen, 76
277,346 jerarquía de empatía, 192
kwaio,l44 objetivos comunicativos, 55
kwakiutl, topónimos, 305-306 perfil y base, 130-132
perspectiva, 85,215
polisemia verbal, 274
Lakoff, George: rutinas cognitivas, 55
el carácter imaginativo de los esque- símbolo, 79-80
mas, 89 subjetificación, 215, 332 n. 13
categorías básicas, 105-106 subjetividad,216-217
categorías generativas, 129 sujeto gramatical, 193
concatenación de categorías, 123- sujeto y objeto, 132
126, 167 tipos de imaginería, 76
conexiones de instancia y semejanza, topicalidad, 193
100 n. 13, 100 n. 14 trayector e hito, 100 n. 14, 132 n. 28
convenciones gráficas, 100 n. 14 valencia, 300, 332 n. 13
y Cuento de Hadas de la Guerra Langdon, Margaret, 328
Justa, 151-152 Lee, Dorothy, 35
fonología construccional, 326 Lee, Penny, 53 -
gestalts,52 lexemas:
imaginabilidad, 90 clases cerradas, 164
y lingüística cognitiva, 23, 24 espaciales, 164
Y MCI, 52, 87 etnosemántica, 35
metáfora, 66, 261, 266 metalingüísticos, 344
metonimia, 273 sufijos léxicos del coeur d'alene,
polisemia, 96-102 163,179
principios de estructuración, 52 términos básicos de color, 41
tipos de imaginería, 73 Véase también palabra
transformaciones de esquemas ima- lexicón: alternativa a las reglas, 315
ginísticos, 96-102 lillooet,42
trayector e hito, 96 n. 12, 132 n. 28 linguacultura, 149,343
Langacker, Ronald: lingüística cognitiva:
acontecimientos cognitivos, 73 campo de la, 49-58
afianzamiento, 65 características, 51-57
categorías complejas, 126-128 desarrollo de, 53
consonantes y vocales, 332-333 en síntesis, 59
conceptualización, 76 lingüística boasiana, 31, 32-40
conceptualización objetiva, 215 linguocentrismo, 37
contexto, 64-65 locativa, relación, 76
continuo de unidades simbólicas, 53 Longacre, Robert E., 251, 254
n.4 Lounsbury, Floyd G., 43, I~L)(29

377
LINGüíSTICA CULTURAL

Lucy, John A.: nahuatl, 27, 276-281


críticas de Lee, Hoijer y Mathiot, 35- tarasco, 86-87
38 meta en metáfora, 262
hipótesis de Sapir- Whorf, 38-40, 346 metacognitivo, modelo, 102
número en maya yucateca e inglés, metacomunicación, 217
38-40, 193-197 metaesquema, 102
términos de color, 43 metáfora:
visión del mundo navajo, 184 del amor, 155
Lutz, Catherine A., 139 en clases nominales del protobantú,
171
coherencia y consistencia de, 277
maasai: enkishon, 135 como canal, 63
MacLaury, Robert E., 116-118 en coeur d' alene, 309, 312
Malinowski, Bronislaw, 129, 137 difrasismos, 276-281
Mandler, J., 95, 258, 260 UNA DISCUSIÓN EN UN EDIFICIO, 261
marca, 125 estructural, 134
marcador de implicación, 202 GENÉRICO ES ESPECÍFICO, 66
marco: en la Guerra del Golfo, 151
en Fillmore, 88, 90 hipótesis de invariancia, 262
como conocimiento global, 92 de la ira, 227-272
en Hanks, 207 en MCI, 87
como idealización, 61 n. 1 mezcla, 276
interactivo, 206 origen y meta, 134, 262
de interpretación, 77 orientacional y ontológica, 134, 265-
en Schiffrin, 206 267,342
en Taylor, 88 n. 6 en pensamiento y acción, 135
Marco Universal de Referencia, 102 proyección, 134,262
Martin, J. R., 34 tenor y vehículo, 277
Mathiot, Madelaine, 36-37 topología cognitiva de, 262, 264-265
matizadores, 237 visión constitutiva de, 137
matrimonio, modelo cognitivo del, 136- metalenguaje semántico natural, 224 n. 5
137 metalingüística, 218, 225, 344
Matsuki, Keiko, 267 metas. Véase objetivos
máximas de Grice, 228-230 método de investigación:
maya yucateca, 38-39, 193-197 empatía en, 343
McDaniel, Chad K., 109-110 en etnografía, 343
MCI. Véase modelo cognitivo idealiza- hipótesis de Sapir-Whorf, 195, 199-
do 203
memoria, 50 mentira, 233
mentir(a), 28, 206, 231-238 observación del participante, 221-343
meronimia, 274-275 en fonología, 325-326
Véase también metonimia métodos, investigación lingüística, 38,
Merrifield, William, 110-112 42
Mesoamérica: metonimia, 87, 171,273-275,294
cora, 311-315 Véase también mero nimia
jacalteca, 158 n. 9 Metzler, J., 85
cuna, 27,69-70, 255-258 mexicano, 276
maya yucateca, 38-39,193-197 mhondoro en shona, 165-169

378
íNDICE ANAÚnCO

mito: cuna, 27, 255-258


en clasificación nominal dyirbal, 123- estructura y contenido, 250-260
125 historia de Coyote, 145
Cuento de Hadas de la Guerra Justa, predisposición innata para, 214
149-153 planes y metas en, 258
Historia Cuna de la Pimienta Picante, secuencia, 345
255-258 Véase también mito
como ideas afianzadas, 75 naturalidad, 24
!kung, 78 navajo:
norteamericano, 78 aspecto, 36
modelo estándar, 50 conceptos espaciales, 102-103
Modelo Cognitivo Idealizado, 87 control, 184-192
modelos cognitivos, 81-89 términos de vehículos de motor, 264
del amor, 153 n. 2, 265
de la comunicación, 344 verbos de movimiento, 158 n. 9, 174,
del Intercambio de Información en 298,
Inglés, 234-235 visión del mundo como animado,
de la ira, 270-271 183-184
modelos situacionales, 206 negación en chino, 203
en nahuatl, 280 nez perce: verbos de movimiento, 175
resumen, 339-340 Nicodemus, Lawrence, 25 n. 3
terminología, 76-77 niveles:
en la visión del mundo, 144 de abstracción, 85, 106
modelos del mundo, 63 de gramática, 289
modularidad, 54 en la metáfora, 267
mohawk,326 nivel básico de categorías, 105-106
mora, definición de, 336 de representación, 84
morfología: .de segmentación, 325
criterios para clasificadores, 158 n. simbólicos, 53
9 nocionales, valores, 165
e imaginería, 79 nominalización, 198
en ipai (diegueño septentrional), 328- Noricks, Jay, 129
329 Norman, Donald, 107
limitaciones, 329 Norteamérica:
Morgan, William, 191 atsugewi, 174
multidimensionalidad del lenguaje, caddo,175
341 karok,120
múltiple a masa, 98 mohawk,326
mundo textual en transacción comer- nez perce, 175
cial,242 shawnee,34
smith river, 120
wakash, 298, 306
nahuatl, 27, 276-281 wintun, 35, 237
narración: yurok, 120, 174, 179
argumentos, 252, 345 Véase también atabascano; salish;
argumentos amerindios, 252 utoazteca; yuma
Conjunto de Reglas Protagonista- nuclear, vocal - en la sílaba, 332
Antagcrista, 282 número, 158, 181, 194-197
\
379
LlNGOfSTICA CULTURAL

objetividad, eje de, 216 ejemplo de, 133


objetivos comunicativos, 55 esquemas, 208,214-221
objeto gramatical, 132, 184-192 enimágenes,85-86
obstruyentes en bella coola, 335-338 múltiple, 85-86
Occhi, Debra, 311-313 observador en el acontecimiento de
Ochs, E., 248 habla, 216
Ogawa, Roy, 311-313 en observación dé participante, 221
omoiyari (empatía) en japonés, 225 resolución, 85-86
Ondieki, Kennedy, 164 n. 12 como sistema de imágenes, 281
ontologías, 340 Philips, Susan, 210-211
ontológicas: Pimienta Picante, Historia de la, 255-
correspondencias, 270 258
metáforas, 264-265 Pinker, Steven, 289 n. 1
oposición lógica, 203 Pinxten, Rik, 102, 183
orientacional, metáfora, 264-265 planes en gramáticas de la narración,
origen, en metáfora, 258
over, 96-102 polaco, términos de color, 113
o'odham (papago): evidenciales, 237 polinesio, verbos de movimiento, 175
polisemia:
de compromiso, 157
paciente: en prefijos espaciales de cora y coeur
en navajo, 185-186, 191-192 d'alene, 311-315
semántico, de sufijos de partes del cuerpo, 86
palabra, 23-26, 34, 93 y transformaciones de esquemas ima-
Véase también lexemas ginísticos, 96-102
papago, 74, 122 de over, 96-102
paradigmas como categorías complejas, politropos, 27, 281
315 posmodemismo, 146
paralelismo, 54, 341 posposiciones, 69-70, 300, 306
pareados. Véase difrasismo postulados, 135-138, 144,344
parentesco, términos de -,344 Poulos, G. P., 172
pares de adyacencia, 214 pragmatismo en Searle, 212
participación: prefijos, 133 n. 29, 300, 311-335
alineamientos, 209 premisas culturales, 136
esquemas, 208-211 preposiciones: over, 96-102
en Hymes, 46 proceso:
en transacción comercial, 241 cognitivo, 71-72
pensamiento habitual, 194 esquema, 90-91
perceptiva: principio de equivalencia, 74 símbolo para, 299 fig. 37, fig. 38
perfil: proceso de esfuerzo psicológico, 285-
determinante, 297, 332 n. 13 286
clasificadores nominales, 173-174 pronombres, 184, 192
de relaciones, 300 proposiciones:
perfil relacional, 132 en información declarativa, 50
perfil y base, 130, 222, 291 en modelo cognitivo del amor, 153
persona en español, 315-316 como representaciones, 84
perspectiva: Propp, Vladirnir, 257
en esquema de trayectoria en cora, 311 prosodia, 319, 335, 337

380
íNDICE ANALíTICO

Protagonista-Antagonista, Conjunto de gramatical y del léxico, 315


Reglas -, 259 de narración de historias, 258
protobantú, 160-164 relaciones, 300
prototipo, 107-108 relaciones semánticas, 122, 295
alófono básico como, 321 relatividad lingüística, 31-34, 341
en categorías complejas, 126-128 Véase también hipótesis de Sapir-
de conceptos espaciales en cora, 312 Whorf
como conjunto de conceptos, 170 relativismo cultural, 147
de la mentira, 232-233 Véase también relatividad lingüísti-
en Rosch, 107 n. 18 ca; hipótesis de Sapir- Whorf
verbal en español, 315-316 relevancia, 177, 179, 297
proyección en la metáfora, 134, 262 religión, 75
pseudocitas, 220, 224 representación:
Pulleyblank, Douglas, 326 concepto de, 51-53
pumpkin bus, 291-296 como esquemas, 89-90
punto de referencia en esquema de tra- experiencia sensible, 71
yectoria en cora, 311 gestalts, 52-53
imaginística,53
modelos mentales como, 82
Quinn, Naomi: metalingüística, 225-226
compromiso, 157 niveles de, 84
conexionismo, 54 obtenida a partir de modelos, 84
imaginabilidad, 92 retórica de la guerra justa, 149-153
metáfora, 136-137 Ridington, Robin, 63, 143
ritual, 69-70, 75
rojo, 110-111
radial, categoría, 127 románicas: verbos de movimiento en
Randall, Robert A., 42, 120 lenguas, 175
rasgos, 41, 42, 102, 176 Rosch, Eleanor, 105-107, 108 n. 20
razonamiento: rus, término de emoción ifaluk, 139-140
en chino, 203 rutina cognitiva, 55
con esquemas proposicionales, 59,
135-136
y lingüística cognitiva, 56 Sahagún, fray Bernardino de, 27, 276
como metáfora, 262 saliencia:
metáfora en, 134-135 en composición nominal, 295
con modelos metafórico s, 138 número, 38
con modelos mentales, 82 en topicalidad, 193
y visión del mundo, 56-57 salish:
realidad, 195 bella coola, 164, 179,331-338
realidad psicológica, 93 chehalis superior, 133 n. 29
red neuronal, 54 coeur d'alene, 25, 133, 145, 163,
reduplicación, 298, 335-336 179,302-315,329-331
referencia alternada, 205 interior, 25 n. 2
región, 299 lilloet,42
reglas: distinción sustantivo/verbo, 290
de agrupamiento, 337 n. 17 reduplicación, 298
de asociación, 335 n. 16 thompson,42

381
LINGüíSTICA CULTURAL

salvaje en protobantú, 164-165 denotativo y connotativo, 109


samal,121 directo e indirecto, 249 fig. 25, fig.
Sampson, Geoffrey, 323 26
Sapir, Edward, 146 emergente, 29, 61, 63
Sapir- Whorf, hipótesis de: enciclopédico, 340
hipótesis de Whorf, 198 especificación mínima y máxima del,
en lingüística boasiana, 34-35 98-99
en Lucy, 193-197 léxico, 36
métodos de investigación, 38 mágico, 70
pensamiento habitual, 38-40 metalingüístico y metadiscursivo, 245
. Véase también relatividad lingüística polisemia, 86
Saussure, Ferdinand de, 80-81, 146 en relación con los esquemas, 93
Saville- Troike, Muriel, 46-47 situado, 29, 61, 63, 70
Schank, Roger, 90,104 sub sumido en la visión del mundo,
Schiffrin, Deborah: 340
estructuras de acción e intercambio, significante y significado, 81
214 signo, 80, 146
estado de información, 27, 206 sílaba:
marcadores discursivos, 245-246 forma canónica de - en bella coola,
marcos, 206 331-338
Schlegel, Alice, 230 dependencia en, 332
Schwartzkopf, Norman, 152 gradiente de silabicidad, 336-337
Scollon, Ronald, 236 ataque y coda, 333
Searle, John B., 212 sonoridad, 334
secuencia, 46,208,240-242 tipos de - en bella coola, 336
semántica, como unidad prosódica, 332
de verbos apaches, 175-176 Silverstein, M., 248 n. 16
en Langacker, 54 simbolismo fonético, 327-331
léxica,42 símbolo(s), 53-54, 65, 79-81,340
visión del mundo, 37,144-145 Simon, Herbert A., 50
semítico: verbos de movimiento, 175 sinécdoque, 273
sentimientos, 67-69 sintagma sociocultural, 279 n. 11
sesgo, regla del, 128 sistemas combinatorios, 289 n. 1
Shaw, Patricia, 334 situación:
shawnee,34 habla, 226-227
Shephard, R. N., 85 en Hymes, 46
Sherzer, Joel, 69, 256, 344 modelos, 206-208
Shibatani, Masayoshi, 242-244 en transacción comercial, 241
shona,28,165-169 situado:
Shweder, Richard A., 43 discurso,47
sibilancia en consonantes del bella significado, 61
coola, 335 Smith River, indios, 120
significado: sonoridad, 334
en claves de contextualización, 241 Spitulnik, Debra, 165-169
n.lO Strauss, Claudia, 55, 91-92
consensuado, 63 Stubbs, Michael, 218
contingente, 61 subarrun,43
convencional, 63 subjetificación, 215 \
,,

382
íNDICE ANALíTICO

subjetividad,216-217 transformación reflexiva, 97


subjuntivos, 198-200 transformacionales, reglas, 258
sufijos: transformaciones de esquemas imagr-
como clasificadores, 178-179 nísticos, 96-102
léxicos, 178-179 transitividad en relaciones parte-todo, 275
léxicos en coeur d' alene, 163-164, 302 trayector e hito, 132-134
posicionales en cuna, 69-70 en topónimos coeur d'alene, 302-307
sujeto gramatical, 132, 192-193 definición, 123
superposición, 98 en over, 96
supletivismo, 290, 298, 315 trayectoria, 96-98
sustancia, clasificación de, 158, 177 Tyler, Stephen A., 40, 92
sustantivo(s): universal( es):
absolutivo, 308, 309 n. 13 actos de habla como, 213
clasificación de - en bantú, 157-174 en la cognición, 147-148
clasificadores, 32, 178-180, 158 n. 9 en Duranti, 48
clasificadores dyirbal, 123-124 cosa, relación y proceso como, 302
clasificadores numerales, 120 escenario de interacción, 193
clasificadores verbales, 174-177 en Hymes, 48
compuestos, 291-292 limitaciones en la narración, 257
esquema de COSA, 91 metalenguaje semántico natural, 224
fo1k,340
genéricos, 34-35
nominalización, 198 utoazteca:
como región, 299 cora, 3 11-315
como símbolo, 79-80 hopi,230
sufijos nominales en coeur d'alene, nahuatl, 27, 276-281
302-303 o'odham (papago), 237
sustantivos contables en animacidad, yaqui, 181-183
181
swahili, 28, 135, 159, 173, 298
Sweetser, Eve, 234, 238 valencia, 300, 332 n. 13
variante en categorías complejas, 126-
128
Talayesva, Don, 230 vehículo en metáfora, 277
Talmy, Leonard, 91,164,281-287 verbo(s):
Tannen,Deborah,27,207 aspecto, 36
tarasco, 86-87 base, 36
taxonomía, 41, 118-121 como clasificadores nominales, 120
temas culturales, 135 esquema de PROCESO de, 91
tenor en metáfora, 277 en español, 315-317
terreno común, 63 figura y fondo, 174
terreno común en el discurso, 63, 207 incorporación, 290, 297, 297 n. 7
thompson (lengua), 42 modales en inglés, 286
tiempo indio, 210-211 de movimiento, 174
tono, 325-326 en narraciones, 251
topicalidad, 193 en navajo, 36
topónimos, 302-309 significado, 74
transacción comercial, 241 supletivi..mo, 297
\

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