En Pos de Un Sueño
En Pos de Un Sueño
En Pos de Un Sueño
No obstante, se sentía en paz consigo mismo y estaba satisfecho por la decisión que había tomado.
El temor que había experimentado
mientras se alejaba del atolón se había disipado y en estos momentos, en su inmensa soledad,
Daniel sabía que su vida había tomado el camino correcto, que se dirigía hacia un lugar que siempre
había sabido que existía, pero que nunca había visto. Daniel se hallaba ensimismado en sus
pensamientos, cuando de pronto sintió una impresionante sacudida y vio emerger en la superfi cie
una fi gura descomunal, diez veces mayor que él. Enseguida comprendió que al menor contacto
físico aquella criatura lo aplastaría. Aunque Daniel jamás había contemplado nada parecido, no se
sintió amenazado ni asustado; en realidad, tenía la sensación de que protagonizaba un encuentro
inesperado pero grato con un viejo amigo.
–Soy una ballena jorobada –contestó afablemente la inmensa criatura, sin dejar de nadar. Daniel
tuvo que apresurarse para alcanzarla.
–Emigro hacia aguas más cálidas antes de que llegue el invierno –respondió la ballena, volviéndose
hacia Daniel–. ¿Y tú qué haces en medio del océano?
–Te respeto por tu decisión –dijo la ballena–. Debe de ser difícil abandonar tu mundo para perseguir
un sueño embarcado en un viaje arduo y peligroso. Presta atención a todo lo que hagas y veas, y
aprenderás muchas cosas. No solo se trata de alcanzar tu meta; la odisea que has emprendido te
mostrará el signifi cado de la ola perfecta y cómo hallarla.
Daniel se disponía a preguntar a la ballena qué dirección tomar cuando apareció una silueta negra
en el horizonte. Parecía reposar en la superfi cie del mar, arrojando humo y cenizas al aire.
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