Podría Ser Tu Historia
Podría Ser Tu Historia
Podría Ser Tu Historia
Les voy a contar una historia, puede que para ti sea conocida, porque podría ser la mía o la tuya, si
te identificas con ella es porque más allá de lo que te diga tu familia, tu comunidad o tus amigos, tú
crees en Dios, en ese amor tan grande que te tiene, que nos tiene y estás listo para compartirlo.
Esta es la historia de Mirabel, es un testimonio que nos ayuda a darnos cuenta de cada etapa que
pasamos en nuestras vidas. Mirabel era una niña que vivía en una familia, se diría que una familia
común, en la religión católica, de pequeña acompañaba a sus papás a las misas “importantes”,
tenían momentos de oración juntos, en familia, y cada vez que escuchaba, de sus papás, la historia
de Jesús, el hijo de Dios que había muerto en una cruz, se sorprendía de lo que le decían, y ella fue
creciendo con una fe, infundada en su familia, como muchos de nosotros que escuchamos sobre
Jesús, primero en nuestras casas.
A su corta edad ella sabía que se acercaban las fechas para recordar el sacrificio de Jesús, porque
veía huevitos de chocolate a la venta, y es que en su ciudad para Pascua ofrecían a la venta los
famosos huevos de pascua, algunos hasta tenían juguetes. Pero no era solo con la semana santa,
sabía que se acercaba el tiempo de celebrar el nacimiento del niño Dios, porque en las vitrinas de
las tiendas comerciales y en la televisión veía a Papa Noel, adornos con nieve, y en su país no caía
nieve, había varias ofertas de juguetes y ya había pasado el día del niño, y empezaba a escribir su
carta con destino el Polo Norte, aunque sabía que era el cumpleaños del niño Dios.
Ella al igual que nosotros vivía en una comunidad que creía en el nacimiento de Jesús, pero estaba
rodeada del consumismo, una comunidad que creía en el sacrificio de amor de Jesús, pero también
rodeado de una mixtura de tradiciones, y ella era pequeña y no tenía la edad ni formación suficiente
para saber lo que es bueno o malo de todo lo que rodea esas fechas tan importantes para la iglesia
católica, solo sabía que en navidad debemos ir a misa, en Reyes debemos llevar al niño Jesús a misa,
que tenemos que ir a recibir a Jesús en su entrada triunfal en un domingo de ramos, y que cada día
debemos dar gracias a Dios por la vida, la familia y los alimentos, que nada de eso está mal, al ser
lo primero que aprendemos de nuestras familias, lo aprendemos bien.
Cuando Mirabel tenía la edad de hacer su primera comunión, tenía muchas dudas sobre lo que le
explicaron en la catequesis, creo que a todos o a casi todos nos pasa eso de no lograr entender la
importancia de recibir el cuerpo y la sangre de Cristo, menos si es nuestra primera comunión; debe
ser por la etapa en que nos encontramos, muchas veces pensamos más en jugar o hablar con nuestros
amiguitos, pero si tus papás dicen que hagas la primera comunión lo haces, porque no es solo algo
que dicen tus papás lo dice la Iglesia Católica. A ella le pasó lo mismo, pero había algo diferente
que su familia preparaba para ese día, parecía algo muy importante, su familia preparó una fiesta,
invitaron a otras personas, prepararon una comida especial y hasta había una torta, todo para
después de la eucaristía, se puso un vestido blanco blanco, que le recordó a las fotos que veía de su
bautismo, le dieron un rosario y una vela, ella se sentía feliz por todo lo que estaba viviendo.
Después de que Mirabel hiciera su primera comunión, un grupo de la parroquia les invitaron a
participar de su grupo, un grupo misionero, o por lo menos eso dijeron decía ella. Al momento de la
invitación les dijeron varias cosas, pero a ella le resonó más 2 cosas, iremos de paseo y haremos
amigos, claro que ella ya tenía a sus amigos, pero quería tener más amigos y pasar tiempo con los
que ya tenía, así que todos, ella y sus amiguitos, se unieron al grupo para poder divertirse juntos;
seguro te pasó lo mismo, a mí sí, te invitan a un grupo y si sabes que ahí estarán tus amigos vas para
no sentirte solo/a y pasar tiempo con ellos. Cuando llegaron a los encuentros del grupo les dijeron
que ahí conocerían más a Jesús, que compartirían con otros niños de otras parroquias, que
participarían más de las actividades de su parroquia, que irían de misión y que aprenderían a hablar
con Dios, claro que ya lo sabían, pero ahora lo harían junto a personas que no son de su familia.
Del fondo del corazón les digo que me da un poco de envidia, de la buena, porque a mí no me
invitaron a ser parte de un grupo después de mi primera comunión, simplemente no había un grupo
de niños y adolescentes en mi parroquia, tuve que irme y volver para hacer mi confirmación, pero
esa es otra historia, continuemos con la historia de Mirabel.
Había algo que Mirabel no entendía de lo que les dijeron en el grupo, ella se preguntaba, ¿Cómo me
quieren dar a conocer a Jesús si yo ya lo conozco? Ella pensaba y se decía a sí misma, yo suelo orar
con mis papás cada día, voy a misa en Navidad, Reyes, el Domingo de Ramos y aparte ya hice mi
primera comunión, ¿qué más puedo conocer de Jesús? Con el tiempo ella fue aprendiendo que Jesús
no estaba en la parroquia solo esas fechas, para su mayor sorpresa aprendió que a Jesús no lo
encontraba solo en la parroquia, aprendió que Jesús estaba con ella todos los días, que estaba en
sus papás, en sus amigos y hasta en las personas que no le agradaban; es sorprendente como creemos
o creíamos que si eran o son malos con nosotros, si nos tratan mal, o simplemente no nos agradan,
de niños podíamos decir que tienen el diablo dentro, o cosas parecidas y nos alejábamos más de
ellos, y hablando con sinceridad a todos nos pasó alguna o algunas veces, ¿no les parece?, incluso
ahora podemos decirlo en un momento de mucho enojo, pero ya es rara vez y a veces ni lo decimos;
pero volviendo a la historia de Mirabel, ella estaba aprendiendo lo que es vivir en comunidad, el
compartir y aprender juntos.
Cuando ella estaba empezando en el grupo, un día les dijeron que irían de misión, que irían a visitar
a un asilo de ancianos, ella se sintió un poco triste, ¿un asilo de ancianos? se preguntaba, cómo
podemos ir ahí, son personas que están demasiadas viejas para divertirse, seguro será aburrido;
mayor fue su sorpresa cuando les dijeron que prepararían un teatro para ir a presentarlo allá y hasta
los animadores hablaban de que algunos se pueden disfrazar de payasitos, también recaudaron
dinero para llevar algunas cosas al asilo, algo para dejarles a las personas que cuidaban de los
ancianitos y otras cosas para ir a compartir con ellos, y tanto Mirabel como sus amiguitos pensaron
que no debían llevar eso, son ancianitos esto les aburrirá, es muy infantil, se decían entre ellos, pero
al ser la primera vez que salían de misión aceptaron preparar todo lo que sus animadores les
proponían; estoy segura que la primera vez que salimos de misión nos pasó algo parecido, quizás no
de decir que será aburrido, pero si con miedo de no llevar algo que les atraiga, algo con que poder
hacerles olvidar un poco del momento que pasan, pensando que quizás es poco lo que llevamos o
que no es adecuado, fuimos temerosos a nuestra primera misión, así que supongo que un poco
entendemos a estos pequeños niños que tienen miedo de ir a aburrir más a estos ancianitos.
Pero Bum!!!!!! Vaya sorpresa que se llevaron Mirabel y sus amiguitos, en el asilo de ancianos tenían
divididos a las mujeres de los varones, y les pidieron visitar primero a las señoras, en su visita a las
señoras conocieron a una bailarina de ballet, a una señora que era muy buena tejiendo, se
encontraron con una señora que había escrito algunas poesías y hasta se las recito, y no falto una
cantante que les endulzó los oídos con una hermosa canción, eran muchas señoras y todas con ganas
de contar sus historias, lamentablemente, cuenta ella, el tiempo no fue suficiente para escucharlas a
todas; les tocó visitar el sector de los varones, y todo lo que tenían ellos preparado no pudieron
presentarlo, porque para sorpresa de todos los niños en ese sector había un veterano de guerra que
les contó cómo lo vivió, también había un mimo, que entro en su papel y empezó a actuar con ellos,
aprendieron a improvisar ese momento, también conocieron a algunos músicos y cantantes, y a unos
expertos en futbolín o que los retaron a un juego, la experiencia que tuvieron no se puede expresar
en palabras, solo basta decir que se entregó y recibió mucho cariño, que según dice Mirabel es el
mejor regalo que pudieron recibir, les dieron tanto cariño que se sintió en cada cálido aplauso, en
esos grandes abrazos, hasta algunos soltaron algunas lágrimas al escuchar esas canciones, esas
historias que podían ser tristes o alegres, pero que les hacía sentir afortunados de poder escucharlas.
De esta manera tanto Mirabel como sus amigos vivieron su primera misión, aprendiendo a compartir
ese cariño que Dios nos tiene, a compartir esos dones que Dios nos regaló.
Con el tiempo Mirabel, junto a sus amiguitos, empezó a participar más de las actividades de su
parroquia y con ello conocía un poco más a Jesús, participaban de las eucaristías dominicales,
preparaban un teatro para navidad, participaban de la procesión de ramos y les explicaban todo lo
que se recuerda en semana santa, tenían momentos de oración y adoración al santísimo, preparado
para su edad, y también participaban de las actividades a nivel arquidiocesano, y veía que Jesús se
presentaba de diferente manera en cada persona con la que trataba. Y empezó a creer que el Jesús
que le mostraron desde muy pequeña era una pequeña imagen del que realmente era, que los demás
lo conocían muy bien pero no querían compartirlo porque no sabrían explicar bien, y paso mucho
tiempo con esa idea, pero a la vez se preguntaba cómo en ese convivir en el grupo empezó encontrarse
con Jesús, cómo para esos jóvenes que los acompañaban les era fácil explicar quién es Jesús y que
los niños puedan entenderlo. Y a veces nos pasa que no podemos entender lo que unos nos explican,
pero podemos entender la misma explicación a otros, incluso si realmente el tema nos parece
interesante le ponemos más atención a la explicación.
Cuando Mirabel cumplió los 14 años era tiempo de que se prepare para hacer la confirmación, y
ella no dudo en registrarse al grupo, podré estar en ambos se decía para sí misma, pero un cambio
repentino no le permitió cumplir con su propósito, pues el grupo de confirmación se movió al mismo
horario que el grupo de misioneros, se sintió triste en ese momento, pero entendió que confirmar su
fe era muy importante y ya le habían dicho que después podría volver y formarse para ser animadora,
porque ya no era una niña dentro el rango de edad de los del grupo. Después de hacer su
confirmación ella se tomó un tiempo para orar y hablar con Dios, y le pidió permitirle seguir
conociéndolo, que le permita servirlo, que ella no sabía si estaba preparada para ser animadora
pero que estaba dispuesta a escuchar y seguir la voluntad de Dios, igual que lo hizo la Virgen María.
Y vaya que Dios la escuchó y la llamó a servirla, cuando somos llamados por Dios no se puede
explicar esa sensación que tienes, es una mixtura de sentimientos y emociones, pero tu mayor
emoción es el miedo; no sé si les pasó pero en vez de desaparecer parece que crece día tras día, al
principio tienes miedo de no estar escuchando lo que Dios quiere, piensas que solo escuchas lo que
quieres y no lo que Él te pide, después tienes miedo de no hacerlo bien, sigues teniendo miedo porque
las responsabilidades aumentan, para después tener muchísimo más miedo de no poder mostrar a
ese Jesús que conoces, quieres mostrar a ese Jesús que te enamoró, a ese Jesús que te animó, a Jesús
que te llamó.
Y llegó el día de que Mirabel participe de su primer encuentro, pero como animadora, según cuenta
ella fue con mucho miedo, sus manos le sudaban, tenía un nudo en la garganta, porque a pesar de
conocer el grupo, conocer a los demás, no era lo mismo, según cuenta ella, entrar como niña a entrar
como animadora. Y su testimonio de ese primer encuentro es este: “Al llegar al encuentro los
animadores antiguos, aquellos que me habían guiado por unos cuantos años estaban ahí y me
recibieron con un abrazo, un abrazo que me calmo un poco, me invitaron a unirme al juego de los
niños, algunos estaban jugando futbol, otros estaban en el tobogán, algunos en el sube y baja, otros
en el pasamanos, y yo estaba a un lado viendo a todos, seguía nerviosa pero ya no tanto después de
esos abrazos, y cuando estaba analizando con la vista donde ir, ahí lo vi, vi a Jesús en medio de los
niños, jugando con ellos y se paraba para sonreírme, para mostrarme y decirme que ese es mi lugar,
había algo diferente en su rostro, tenía una cara llena de alegría, pero a la vez me miraba con ternura
y de aprobación, supe en ese momento que ahí era, ese es el lugar que Dios eligió para mí, el lugar
donde encontré a mi segunda familia, y mis nervios se fueron, empecé a sentirme cómoda, a sentirme
en familia” Recuerdo este testimonio como si lo hubieran contado ayer, un testimonio que me eriza
la piel y me deja pensando en la importancia de un abrazo del corazón, la importancia de hacer
sentir a los demás cómodos y en familia, la importancia de la amistad y de poder mostrar a Jesús a
los demás para que ellos lo puedan reconocer en sus momentos más importantes, ya sea de alegría,
nerviosismo o tristeza, pero que sientan que Dios siempre está con ellos.
A los pocos días, los demás animadores le invitaron a formarse con ellos, en esas formaciones ella
aprendió muchas cosas, recordó otras que había olvidado, reforzó otras que sabía, pero la que más
le sorprendió es ver que los demás animadores, los antiguos como ella solía llamarlos, no eran
perfectos como creía, y que ellos seguían aprendiendo y preparándose para poder guiar y acompañar
a los niños, algunos buscaban quién los guíe, pedían ayuda a los demás animadores, algunos
recurrían a los sacerdotes, y uno que otro recurrió a ella para pedirle ayuda para tratar con los
niños y jóvenes, todo eso le sorprendía, pero estaba alegre porque podía formarse, aprendió
diferentes modos de presentar a Jesús, porque le habían dicho que no todos, quizás ninguno, va a
conocerlo de la misma manera que ella lo hizo, y que lo más importante era que los niños puedan
reconocerlo y aprendan a tratar a los demás como hermanos. Fue así, reunión tras reunión,
encuentro tras encuentro, formación tras formación, que Mirabel vio la importancia de compartir
con los amigos en comunidad, de ser acompañada y acompañar, de ser guiada y guiar.
Actualmente Mirabel es una feligresa activa de su comunidad parroquial, colabora en lo que puede
al párroco, participa de las actividades de la parroquia y comparte sus experiencias con los niños y
adolescentes, llegó a ser parte del equipo arquidiocesano, llego a estar a cargo de un grupo de niños,
y puede ver que hay algunos niños que siguen su camino, ella es un testimonio de vida para muchos,
una niña que creció conociendo cada día más a Jesús de muchas maneras, desde la base que le
dieron en su familia, paso por lo que le pedía la iglesia, compartió con sus amigos momentos
importantes, llego a ser parte de un grupo parroquial, primero como niña que era guiada por los
animadores para después ser una de ellas y poder acompañar y guiar a los niños. Esta es una historia
que puede ser mía, pero que también puede ser tuya, una historia que podemos compartirla y lograr
que más y más niños, adolescentes y jóvenes se animen a seguir a Jesús, se animen a encontrarse
con Él. Dios nos guie e ilumine en nuestro camino, nos permita encontrarnos en algún momento y
compartir experiencias, compartir testimonios, y te animo a seguir a Jesús, sin miedo, sin
preocupaciones y con alegría en el corazón.