Gran Tentación Fácil

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SHAYLA BLACK-LEXI BLAKE

UNA GRAN TENTACIÓN

3 SERIE PERFECTOS CABALLEROS


ARGUMENTO
¿Pueden estos amantes que se han reunido
de nuevo desenredar una red de peligro y
volver a confiar en el otro antes de que sea
demasiado tarde?

Hace años, el oficial naval Dax Spencer y la


agente del NCIS Holland Kirk se entregaron a
una aventura apasionante... hasta que ella lo
traicionó tras la muerte de su padre. Dax trató de
dejarla atrás con una venganza propia. Pero
nunca olvidó a Holland...

Ahora, mientras Dax y sus compañeros de los


Perfectos Caballeros desentrañan una red de
mentiras, descubre que la tragedia de su familia
es parte de una conspiración mucho más grande.
Pronto, todas las pistas lo llevan de vuelta a
Nueva Orleans... donde Holland espera,
protegiendo su secreto mortal y perdidamente
enamorada del único hombre al que ha amado.

Una vez reunidos, no pueden luchar contra la


pasión que arde caliente y salvaje. Pero algo
siniestro acecha en cada esquina, desde la
elegancia del Garden District hasta la belleza del
pantano. Dax y Holland pueden encontrar el
camino de regreso al otro, si sobreviven...
Prólogo
San Diego, California

Hace nueve años

Dax Spencer se asomó a la elegante recepción y se preguntó adónde se


había ido el tiempo. ¿No fue ayer cuando él y sus amigos asistían a la
Academia Creighton, donde su mayor preocupación era aprobar cálculo y
escabullirse a la escuela de las chicas calle abajo?

Ahora Zack, uno de los suyos, estaba casado. De hecho, Zack fue el
primero en caer sobre la espada matrimonial. También era un senador a punto
de presentarse a la Casa Blanca, pero de alguna manera la idea de que
Scooter fuera un marido parecía más extraña.

Y el mundo político había venido a ver las nupcias. La revista People


incluso había enviado un fotógrafo. La boda fue la fiesta del año para la élite
americana y tuvo toda la pompa de un asunto real, con unos pocos
dignatarios extranjeros que vinieron a cubrirse las espaldas por si Zack y Joy
Hayes algún día ocupaban la Casa Blanca.

Dax asintió con la cabeza mientras Connor Sparks y Gabe Bond se


acercaban, con las bebidas en la mano. A lo lejos podía ver a sus padres entre
la multitud que se alineaba en la pista de baile. Una simple mirada demostró
que se trataba de la boda de una hija de la Armada, ya que el lugar era un mar
de uniformes blancos.

—No puedo creer que realmente se haya casado. —Connor, su mejor


amigo, puso una mano en su hombro mientras veían a los novios comenzar su
primer baile.

Dax estaba seguro de que todos se sentían así.


—Después del año que pasaron planeando esta fiesta, creo que los padres
de Joy habrían tenido la cabeza de Zack si no hubiera seguido adelante con
ello.

—Cierto. —Connor sonrió con suficiencia—. Espero que sea feliz. Me


gusta Joy, pero me preocupa que sea demasiado... No lo sé, buena para Zack.

Gabe suspiró.

—Sí. Habría pensado que querría a alguien con un poco más de actitud.

—Para sobrevivir al futuro de Zack, ella definitivamente necesitará agallas.


—A Dax hacer campaña y la política le parecieron un negocio desagradable.
La campaña a senador de Zack había estado salpicada de negatividad sobre
todo, desde su juventud hasta sus lazos familiares. ¿Cómo capearía Joy el
escrutinio de los medios a gran escala?

—La maldad sería aún mejor, aunque esa palabra probablemente me


abofeteará —dijo Connor riéndose—. Pero sí, me preocupa que sea un poco
frágil.

—Joy es la primera dama perfecta: guapa, amable, bondadosa. Ella será un


verdadero beneficio para él políticamente —dijo Gabe—. Supongo que yo
quería algo más para él.

—Ha estado con ella durante dos años. Parece feliz. —Al menos Dax
esperaba que lo fuera. Desde el día en que conoció a Zack Hayes, cuando
eran niños desgarbados y con granos, Zack había seguido un camino, uno que
su padre le había marcado hacía mucho tiempo.

Dax no podía quejarse exactamente. Su propio padre también le había


marcado un camino. Los hijos de Spencer iban a la Marina. Había habido un
Spencer en todas las guerras libradas desde la Revolución. Sólo unos días
antes, había sido ascendido. Se convertiría en capitán de su propio barco en
los próximos años y finalmente seguiría los pasos de su padre para
convertirse en almirante. Dax veía su camino claramente y no podía esperar.

¿Entonces por qué se sentía tan inquieto? Había al menos cien mujeres
hermosas rondando la recepción. La probabilidad de que tuviera suerte esta
noche era muy alta.

Sin embargo, Dax sólo buscaba a una mujer.

—Pareces ansioso esta noche. ¿Qué te pasa? —Connor se bebió su


cerveza.

—Parece que lo sabe todo, Señor Espía —le respondió. Su mejor amigo
trabajaba para la Agencia Central de Inteligencia como analista. De hecho,
encajaba con Connor. Siempre había sido bueno en el ajedrez y la estrategia.

Connor puso los ojos en blanco.

—Sabes que es más aburrido de lo que crees. Y no tengo que ser un espía
para saber que estás buscando a una bonita oficial de policía rubia. Dime
algo, ¿te ha mostrado sus esposas?

No, no le había mostrado nada en absoluto. Holland Kirk estaba


demostrando ser condenadamente escurridiza. Su padre era un oficial de la
Marina destinado aquí en San Diego con el padre de Dax. La conoció poco
después de que Joy y Zack comenzaran a salir. Zack lo había invitado a
conocer a algunos de los amigos de la universidad de Joy y Dax no había
podido quitarle los ojos de encima a la belleza.

La admiración no era mutua. Holland Kirk había sido perfectamente


agradable con él en cada ocasión que se habían encontrado. Tenían una
conversación inteligente, pasaban momentos divertidos juntos en grupos, y
disfrutaban de la compañía de los demás. Pero le rechazaba de plano cada vez
que la invitaba a salir. Ella sonreía educadamente y murmuraba alguna
excusa antes de convertir la conversación en algo que obviamente encontraba
más agradable.

—No está interesada. —Y eso dolía. Además de ser hermosa, Holland era
inteligente y divertida. Nunca le había gustado tanto una mujer. Tenían
química. Calor. Bueno, él pensaba que la tenían.

—Oh, ella está interesada. Pero creo que tu reputación te ha precedido. O


tal vez todas nuestras reputaciones. La escuché hablando con Joy sobre lo
valiente que fue al casarse con la central de escándalos. —Connor se encogió
de hombros—. Pero no hemos tenido ningún escándalo últimamente.

—Tampoco hemos sido niños del coro. —Gabe hizo un gesto de dolor—.
Me pillaron tirándome a una de las princesas suecas en la recepción de la
ONU. En mi defensa, ella juró que el armario de las escobas estaba cerrado.

Dax recordó el episodio con cariño.

—Te veías bien en esas fotos de los periódicos sensacionalistas, hermano.


Realmente has mantenido la rutina de abdominales. Pero en serio, todos
hemos madurado. No creo que ese artículo de Vanity Fair que relata nuestras
vidas amorosas fuera realmente justo.

—Sexcapadas —corrigió Gabe—. Era un artículo extenso que detallaba


nuestras sexcapadas, con un pormenorizado mapa de relaciones que prueba
que estamos a seis grados sexuales de Kevin Bacon[1]. Culpo a Mad. Se
acostó con todo el elenco de ese remake de Little Women[2].

—Vamos, ¿no fue irónico esa banalidad? —argumentó Dax esperanzado.

—Se las arreglaron para mantenerme al margen, pero, chicos... eso fue una
publicación de doble del tamaño normal. —Connor suspiró—. Lo que
probablemente es suficiente para hacer que cualquier mujer se lo piense dos
veces. Bueno, cualquier mujer cuerda. Especialmente alguien como Holland.
Está siendo reclutada por el NCIS. Otra cosa de la que le escuché hablar con
Joy.

Connor aparentemente escuchaba mucho. Dax volvió a mirar hacia la pista


de baile. Vio a Holland durante la ceremonia, pero no la había visto desde
entonces. En cambio, había estado jugando al buen padrino, asegurándose de
que todos los padres estuvieran felices y cómodos. Todos habían venido
excepto la madre de Connor. En ese sentido, no había cambiado mucho desde
sus días en Creighton.

Necesitaba mostrarle a Holland que había madurado. Sí, había tenido una
juventud algo salaz, pero ahora era mayor. Incluso sus amigos estaban
empezando a establecerse. Excepto Gabe, que seguía tirándose a todas las
princesas, modelos o estrellas de Hollywood que podía. Y Mad, que
aparentemente se tiraría a cualquier mujer con una falda y pulso.

Pero Connor, Roman y él eran perspicaces y maduros. Principalmente.

Maldición, él quería bailar con Holland, ver si podía hablar con ella.

—Aunque aceptara un trabajo en el NCIS, no estaría bajo mi mando. No


está enrolada, así que no hay problema. ¿Realmente crees que está
desencantada por el hecho de que he tenido muchas citas?

—Creo que está desencantada por tu estatus de gran prostituta —dijo


Gabe.

—Oooo, ¿estamos hablando de lo que creo? —Maddox Crawford se acercó


tranquilamente con una sonrisa. Ya se había deshecho de su pajarita y parecía
que había encontrado el whisky. Llevaba una licorera de cristal y varios
vasos. Mad era la imagen misma de la decadencia—. Porque esa chica está
buena. Ese lindo culo suyo casi hace que el asiento delantero del Bentley
eche humo cuando la recogí antes.

Dax se congeló.

—¿La pasaste a buscar?

Mad le mostró una sonrisa llena de dientes.

—Ella es mi cita.

Connor sacudió la cabeza.

—Sí, no íbamos a decirte eso.

Dax nunca había visto rojo antes, pero una oscura franja de carmesí cubría
su visión ahora.

—Uh, Dax, estaba bromeando. —Mad retrocedió, con los ojos abiertos
como platos—. Necesitaba que la llevaran. Eso es todo. Joy la quería aquí
temprano, así que Zack me llamó. Amigo, parece que estás a punto de matar
a alguien y tengo un poco de miedo de que sea yo.

Dax respiró profundamente. Por un momento, se vio a sí mismo asesinando


a uno de sus mejores amigos por una mujer, así que tal vez tuvo que aceptar
que, para él, ella era más.

—Si la tocas...

Mad asintió con la cabeza.

—Tendré una muerte realmente horrible. Ya lo tengo. Tú te lo buscaste.


Respeto los derechos, tío. También te hice un favor. Está esperando abajo en
el salón. Le dije que tenía que hablar con ella sobre algo importante.

La neblina roja amenazaba con volver.

—¿Por qué estabas tratando de tenerla a solas?

—Para ti, amigo. Todo para ti. ¿Por qué crees que estoy aquí arriba
mientras ella se escabulle a la biblioteca de ahí abajo? —Señaló vagamente
sobre el rellano, al primer nivel de abajo.

Pero Holland había accedido a reunirse con Mad a solas. Eso le amargaba
las tripas.

—Ella te desea.

Gabe resopló.

—Dax, la oí llamar a Mad un pozo de enfermedad supurante en dos


piernas.

—Sífilis ambulante es lo que yo oí —añadió Connor.

Mad asintió con la cabeza.

—En realidad, me llamó cosas aún peores. Así que ve allí y habla con ella.
Te hice quedar bien hoy temprano. Sobre todo haciéndome quedar como una
completa mierda. Es fácil. Tengo un montón de munición en esa arma, si
sabes a lo que me refiero. Gabe, amigo mío, he encontrado a unas gemelas
para nosotros. Voy a advertirte. Son de mente abierta y espíritu libre, y su
padre podría tener acceso a armas nucleares, así que si tenemos que correr,
tendremos que ser rápidos.

—Estoy totalmente de acuerdo. —Gabe sonrió mientras tomaba un vaso y


miraba hacia la boda.

—Dios, nunca me voy a casar.

—Con la mujer adecuada, podría considerarlo. —Dax sonrió con


anticipación y bajó las escaleras antes de que la escurridiza Holland se
escabullera de nuevo.

Un intento. Es todo lo que tenía. Si no podía convencerla de que no era el


mismo tipo de cazador de faldas que Mad o Gabe, ella podría dejarle para
siempre.

Se dirigió a la biblioteca y abrió la puerta con facilidad, entrando.


Claramente, la habitación pertenecía al padre de Joy. Era un espacio
masculino y estaba lleno de libros del suelo al techo. La habitación era
impresionante, pero nada hacía que se quedara sin aliento como la mujer que
estaba de pie en el centro.

La luz del atardecer atravesaba las ventanas, atrapando su pelo rubio como
la miel hasta que brillaba. Su elegante vestido de dama de honor mostraba la
curva de sus senos y su esbelta cintura. Holland estaba en forma, era elegante
y dura por fuera. Pero algo en ella parecía delicado bajo la superficie. Esa
vulnerabilidad llamaba al protector en él.

Al oír sus pasos, ella se volvió. Sus labios se curvaron en una sonrisa
irónica.

—Así que Mad me traicionó. Vaya. Debí saber que no tenía planeada una
gran sorpresa para Zack y Joy con la que necesitara mi ayuda.

Dax cerró la puerta tras él. Aunque los nervios le atacaron como un
enjambre de abejas, el simple hecho de estar a solas con ella calmó algo
dentro de él. Nunca se había dado cuenta de lo inquieto que se sentía hasta
que conoció a esta mujer.

Le envió una sonrisa.

—Yo no diría eso. Estoy casi seguro de que cambió las latas que atamos a
la limusina para tener buena suerte por tapones anales de neón.
Afortunadamente, Roman suele arreglar todo lo que Mad profana. En serio,
Roman incluso contrató a un hombre para que buscara y destruyera todos los
obsequios para “adultos” que Mad coló en los regalos.

Una verdadera sonrisa cruzó su rostro e iluminó la habitación.

—Es un amigo interesante. Creo que a la prensa le va a encantar en la


campaña.

—Oh, Roman tiene protocolos para eso también —admitió Dax—. No se


permite que Mad esté en el mismo estado en el que Zack está haciendo
campaña. Si se acerca demasiado, Gabe secuestrará a Mad y cazarán a un par
de supermodelos. Todos ganan. ¿Crees que Zack y Joy lo harán de verdad?

Este era un tema seguro. La política normalmente no lo era, pero no


discutía opiniones políticas, sólo sus amigos.

Holland miró hacia la ventana.

—¿Quieres decir presentarse para la Casa Blanca? Oh, creo que eso es un
hecho. Ojalá no lo hicieran. No sé cómo ese escrutinio en particular hace feliz
a alguien. Yo amo a Joy. Diablos, amo a Zack. Es un hombre increíble, por
eso me preocupo por los dos en esa guarida de serpientes que se deslizan por
D.C.

—Zack es más despiadado de lo que crees. Fue criado para esto y


protegerá a Joy. Roman también lo hará. Parece que le gusta mucho, lo cual
es una hazaña ya que a Roman no le gusta mucha gente. Te juro que haremos
todo lo posible para cuidarla.
—Estoy seguro de que ella lo apreciará. —Holland suspiró—. Bueno,
debería volver a la recepción.

Dios, su única oportunidad se le escapaba de las manos.

—¿Por qué tienes miedo de estar a solas conmigo?

Ella arqueó una elegante ceja sobre sus ojos azules.

—Comandante, podría llevarle a una pelea. No le tengo miedo.

Ahí estaba, esa energía crepitante que sentía cada vez que ella lo desafiaba.
Hacía que su corazón se acelerara, que su cabeza zumbara, que su polla se
pusiera dura. Siempre sentía ese deseo embriagador a su alrededor.

—No quiero pelear contigo, Holland. Sólo quiero hablar. Quiero entender
por qué no quieres salir conmigo. Voy a arriesgarme aquí y ahora. Estoy loco
por ti.

Ella dudó.

—Tú también me gustas, Dax. No mentiré y diré que no me atraes, pero no


podemos funcionar.

—¿Qué quieres decir? No estoy pidiendo un compromiso, sólo una cena.


Tal vez una película. Quiero pasar tiempo contigo.

Holland sacudió la cabeza y pasó por delante de él para abrir la puerta. Dax
retrocedió y la bloqueó.

Ella suspiró.

—Mira, tu estilo de vida no es el que yo elegiría.

—¿Qué estilo de vida? Soy marinero. Sé que has escuchado algunas


historias locas sobre mí, pero no son ciertas.

Esa ceja crítica se levantó de nuevo.


—¿En serio? Así que no causaste un incidente internacional porque te
acostaste con la hija de un dictador sudamericano.

Las cosas que hizo en Las Vegas.

—No sabía quién era ella, pero yo tenía veintitrés años en ese momento y
no me importaba. Además, todo eso fue realmente exagerado por la prensa.

—Claro que sí. Spencer, soy la hija de un soldado raso. El resto de mi


familia son policías. Yo soy obrera. Tú eres de la realeza americana.

—¿Sabes lo que me gusta de la Marina? No soy de la realeza allí. A nadie


le importa una mierda que mi familia tenga dinero. A nadie le importa cuál es
mi apellido. Trabajo duro y seguiré haciéndolo.

—Eres ingenuo si crees que tu apellido no abre puertas —dijo casi con
tristeza—. Admito que me siento atraída. Absolutamente cien por cien atraída
por ti. También me apetece mucho el chocolate. Eso no significa que me vaya
a dar un capricho.

Ella no esperó su respuesta, simplemente se abrió paso con el hombro para


pasar por delante de él. Si la dejaba marchar ahora, Dax temía no tener otra
oportunidad. No podía dejarla salir por la puerta sin pelear.

Dax le rodeó la muñeca con dedos suaves pero firmes.

—¿Así que ni siquiera intentarás conocerme?

Ella miró su muñeca hasta que él la soltó, levantando las manos.

—Estoy bastante segura de que conocerte sólo me hará querer más.


Además, me voy de San Diego en unas semanas. El NCIS me hizo una oferta,
así que trabajaré en Nueva Orleans. Todavía tengo familia allí. Desde que mi
padre falleció, he decidido que me gustaría estar con ellos.

Nueva Orleans. Su familia vivía en Nueva Orleans.

—Dame una oportunidad. Bésame una vez y mira si puedes alejarte,


porque no creo que yo pueda hacerlo. La distancia no significa nada si dos
personas quieren estar juntas. Dame una oportunidad para probar que no soy
el hombre que crees que soy.

Estaban muy cerca y sin embargo no se tocaban en absoluto. Aún así, él


prácticamente podía sentir su piel contra la suya.

Holland parecía desgarrada.

—No quiero ser otra conquista para ti.

Eso fue fácil. La honestidad, en este caso, era definitivamente su amiga.

—No me he acostado con nadie en casi un año. He estado en una misión.


Luego te conocí a ti. Tuve una juventud colorida; no lo negaré. Pero ahora
quiero algo más, algo más profundo. El hombre sobre el que has leído, no es
real. Yo sí lo soy. Bésame y déjame mostrártelo.

Dios, él quería. Lo anhelaba. Deseaba mucho poder abrazarla y mostrarle


todo lo que tenía para ofrecer, pero apresurarla sería un error. Tenía que
esperar a Holland. Lo que pasara entre ellos tenía que ser su elección.

Ella dudó y por un momento, Dax pensó que se iría para siempre. Se
encontró con su mirada como si evaluara la situación. Después de un
momento de escrutinio en silencio, se acercó, su falda se balanceaba
suavemente contra sus elegantes piernas, acercándola más. Su corazón se
aceleró.

Ella rozó la punta de sus dedos a lo largo de su mandíbula.

—¿Quiere que le bese, comandante? Eso podría ser peligroso.

Sabía que lo era, porque no había forma de que terminaran en la cama esta
noche. Dax estaría en un mundo de dolor, sin importar el camino que tomara.
Se sorprendió al darse cuenta de que tampoco quería ser otra conquista para
ella.

—Podría ser —admitió—. Estoy dispuesto a correr el riesgo. Sé que no me


creerás, pero me gustas. Me gustas mucho. Disfruto hablando contigo,
estando cerca de ti, oyéndote reír. No busco un rollo de una noche o un polvo
fácil. Estoy bastante seguro de que estoy buscando algo más.

Ella lo miró fijamente como si tratara de memorizar su rostro. Una


franqueza, casi una intimidad, en su expresión le dio gravedad al momento.
La forma en que lo miraba iba más allá de cualquier cosa sexual. Dax se
dispuso a memorizarla también. Se empapó de los delicados ángulos de su
rostro, la pequeña cicatriz que recorría su pómulo, la forma en que sobresalía
su carnoso labio inferior. Una ligera capa de pecas salpicaba su nariz. Era
hermosa, sí, pero Holland era mucho más que una cara bonita.

—Creo que es la cosa más peligrosa que me ha dicho, comandante. Voy a


besarlo una vez, pero cuando termine votaré por salvar mi cordura y me iré.
— Se puso en pie y presionó ligeramente sus labios contra los de él.

Maldición, se sintió suave, cálida y dulce... todas las cosas que él amaba de
las mujeres. Pero él la disfrutó mucho más. Este simple beso le llenó de calor.
Pasó por su organismo, chisporroteó por su columna vertebral. Él quería
deleitarse con este momento y hacerlo durar.

Cuando ella le rodeó la cintura con los brazos y sus labios rozaron
sensualmente los suyos, Dax no pudo contenerse más. Tomó su rostro entre
sus manos y profundizó la conexión. Exploró sus labios, lenta y
profundamente. Inquieta, ella se deslizó contra él, acercándose aún más.
Podía sentir sus senos aplastados contra su pecho. La cabeza le dio vueltas.
Dax fue a por más, pasando los dedos a través del cabello de Holland y
gimiendo en su beso.

Ella se alejó, su respiración no era muy estable.

—Holland... —Eso no podía ser. Esa muestra sólo le había hecho tener
hambre de más. Todo su cuerpo se sentía vivo, cada nervio se centraba en
ella.

—Eso es lo que me temía. —Holland se estrelló contra él una vez más.


Esta vez cuando lo besó, su boca se abrió, invitándolo a entrar.

Su lengua se deslizó contra la de ella en una caricia de terciopelo mientras


Holland se acercaba, deslizando sus manos por su pecho hasta que las
envolvió alrededor de su cuello.

Dax la devoró. Muy hambriento. Holland era la fuente de todos sus deseos
y, hasta que la tomó en sus brazos, sólo sospechaba lo mucho que ella podía
excitarle y satisfacerle. Ahora lo sabía.

Holland se sentía perfecta contra él mientras sus lenguas se acoplaban. El


resto del mundo se desvaneció mientras él se perdía en su aroma provocador
y su toque sedoso. La agarró con fuerza, deseando poder quitarle el vestido.
Definitivamente tenía que repensar el no seducirla en la cama.

La acercó aún más, necesitándola de una manera que nunca antes había
necesitado una mujer.

Entonces la puerta se abrió detrás de él, golpeando contra la pared,


sobresaltándolos.

—Por favor, almirante. Eres es el único que puede ayudarme —imploró


una mujer con lágrimas en los ojos.

Joder. Se aferró a Holland, aterrorizado de que ella se fuera si no lo hacía.


Miró por encima del hombro y encontró a su padre siguiendo a la madre de
Zack al interior de la habitación.

—Oh, no. —Holland sonaba ansiosa—. Joy y Zack estaban preocupados


por esto. Constance ha estado bebiendo todo el día.

Su padre los vio a él y a Holland. Sus ojos se abrieron de par en par por un
breve momento.

—Lo siento. Constance estaba montando una escena. No estaba seguro de


qué hacer.

—Iré a buscar a Zack. —Holland se alejó, y luego le dedicó una última


mirada—. Me voy a Nueva Orleans pronto. Que tenga una buena vida,
comandante.

Dax no quería dejarla ir, pero la madre de Zack empezó a llorar


ruidosamente, y él supo que tenía que controlar la situación. Frustrado y
sintiéndose impotente, vio a Holland salir de su vida.

Si la buscara la próxima vez que visitara su casa, ¿hablaría ella con él?

—Van a matarme —gritó Constance—. Y esa pobre chica. Ella no sabe la


verdad. ¿Cómo puedo decírselo? ¿Cómo puedo decírselo a alguien? Fue un
accidente. No quise hacerlo. —Se dejó caer en el sofá y se rodeó las rodillas
con los brazos, sollozando.

Dax le echó una mirada confusa a su padre.

El mayor Spencer se encogió de hombros.

—Lleva diez minutos hablando así, hijo.

Con un suspiro, Dax se sentó al lado de la madre de su amigo y trató de


calmarla.

No volvió a ver a Holland durante años.

Washington, D.C.

En la actualidad

—¿Estás seguro de que quieres hacer esto?

La pregunta de Connor sacó a Dax de sus recuerdos. Había estado


pensando en ese día con Holland, el día en que la besó por primera vez. Le
gustaba mucho más ese recuerdo que los posteriores. Un escalofrío lo
atravesó. El viento en D.C. era frío en esta época del año. Se paró afuera del
apartamento que Connor compartía con Lara, su esposa, y se preparó para el
largo viaje a casa.
—Tengo que averiguar todo lo que pueda. —Dax puso su casco en el
asiento de su moto y se puso los guantes—. El nombre de mi padre estaba en
esa lista.

Sólo unos días antes habían localizado a la misteriosa Natalia Kuilikov.


Era una mujer rusa relacionada con la familia Hayes cuando el padre de Zack
había sido embajador de EE.UU. en la Unión Soviética, antes de la caída del
Muro. Había escrito un diario por el que la gente había muerto, incluyendo a
su querido amigo Maddox Crawford. Todas las pistas llevaban a la Bratva, la
mafia rusa, a ser responsable del asesinato. Connor y Lara habían hablado
recientemente con la anciana. Momentos después de que una bala le
atravesara la frente, descubrieron las notas manuscritas de Kuilikov en
cirílico.

La traducción había llegado como una lista de objetivos de asesinato.

Joy Hayes estaba en esa lista, al igual que Constance, la madre de Zack.

El almirante Harold Spencer también estaba en esa lista. Todos estaban


muertos. Dax estaba totalmente seguro de que quería respuestas.

Su padre llevaba muerto tres años. Su muerte había sido declarada un


suicidio. Dax odiaba pensar en nada de eso, ni en el escándalo que había
ocurrido antes de la muerte de su padre, ni en el horrible momento posterior,
y definitivamente no en la investigación que terminó con la pérdida de
Holland Kirk para siempre.

Hasta que no vio esa traducción, nunca tuvo la intención de volver a verla.
Ella le traicionó de la manera más cruel posible cerrando su investigación
después de pensarlo tanto como alguien que abre un paraguas en un día
lluvioso. En un abrir y cerrar de ojos, Holland aportó un dictamen que dio a
la prensa licencia libre para vilipendiar a su padre. Demonios, incluso le hizo
creer que su padre era culpable hasta cierto punto. Ella había derribado su
familia para avanzar en su carrera. Oh, él se la había devuelto. Ahora nada se
interponía entre ellos salvo la ira y el arrepentimiento.

Pero ya no podía dejar que este caso descansara en paz. Las cosas habían
cambiado. Él había cambiado. Armado con nuevas pruebas, Dax tenía la
intención de asegurarse personalmente de que Holland abriera la
investigación de nuevo y diera a los hechos el debido trámite que se
merecían.

—Sí, su nombre estaba en la lista —El tono con el que estuvo de acuerdo
Connor le dijo a Dax que le estaba manejando con cuidado—. Lo investigaré.
Lara ayudará. Sabes que podemos hacer mucho. No tienes que volver a
Nueva Orleans. Zack movió los hilos y te puso en una misión especial aquí
en D.C. Cuando terminemos, puedes decidir si quieres volver a la Marina o
no. Puedes pasar los próximos dos meses conmigo y te ayudaré a resolverlo
todo.

Connor sabía muy bien lo que le esperaba en Nueva Orleans. O mejor


dicho, quién.

—Gracias, amigo. Pero creo que pasaré el tiempo que me queda con ella.

Connor hizo una mueca.

—Sí, eso es exactamente lo que estoy tratando de evitar. Vosotros dos sólo
os destrozaréis el uno al otro. Has hecho una estupidez con esa mujer.

¿Como despertarse después de una borrachera para encontrarse casado con


otra persona? Connor tenía razón; algunos de los peores momentos de su vida
fueron por Holland Kirk.

Dax dejó a un lado esa realidad.

—Estaré bien. Ciertamente no voy a beber hasta el olvido y casarme con


cualquier mujer que esté a mi lado.

—Su mejor amiga. Te casaste con su mejor amiga —señaló Connor—. No


esperes que ella sea de ayuda. Demonios, medio espero que te arranque la
cabeza de un mordisco.

—¿Si? Bueno, espero que finalmente me diga la verdad. —Tomó el casco


antes de darle a su mejor amigo un abrazo varonil—. Te llamaré si necesito
algo. Voy a llegar al fondo de esto. Por mi padre. Por Mad. Por Zack.
Alguien estaba jugando un juego peligroso con su amigo, el presidente.
Desafortunadamente para quienquiera que fuera, Zack era uno de los
miembros del círculo íntimo de Dax. Ya habían perdido a Mad por este
desagradable asunto. Dax se negaba a perder a nadie más.

Holland Kirk era un peón o un jugador destacado. Estaba totalmente


seguro que averiguaría cuál de los dos.

Con un asentimiento de cabeza hacia Lara en el balcón, se subió a su moto


y aceleró. Se dirigió al suroeste, hacia Nueva Orleans y a la única mujer que
había amado. A medida que los kilómetros avanzaban, el pasado fluía sobre
él como un maremoto...
1 Parte
Antes
Capítulo 1
Nueva Orleans, Louisiana

Hace tres años

Holland Kirk suspiró mientras empacaba su ordenador portátil. Otro caso


cerrado. A ella le gustaban los que eran sencillos. Dos marineros alistados se
habían metido en una pelea en un bar local y uno de ellos había esperado dos
días antes de decidir ir a por su oponente de vuelta en la base. Casi había
destripado al otro hombre. Por suerte, había encontrado un testigo y ahora el
marinero estaba sentado en una celda de la cárcel.

Si todos sus casos fueran tan fáciles.

Se puso de pie y se estiró, tratando de no pensar en las noticias que había


oído hoy temprano. Courtney había llegado con dos sándwiches de ensalada
de pollo y los últimos chismes.

El capitán Dax Spencer había tomado un mes de entrenamiento aquí en


Nueva Orleans. ¿Podría Holland creerlo? Uno de los Perfectos Caballeros
aquí en su patio trasero. Courtney había quedado deslumbrada.

Holland como que quería esconderse.

Su teléfono móvil sonó y miró hacia abajo para encontrar un mensaje de


texto de Courtney.

Es incluso más sexi de lo que imaginé. ¡Soy la colaboradora asignada a


él para este proyecto! ¡Oh Dios Mío! Necesito un vestuario
completamente nuevo. Y una manicura de manos y pies.

Siguió una ráfaga de emoticonos, todos transmitiendo su emoción. Holland


no estaba segura de que eran un par de ellos, pero definitivamente se veían
felices. Courtney sabía que ella había conocido a Spencer en algún momento,
pero no tenía idea de que era básicamente el hombre de sus sueños. Y ahora
quería evitarlo a toda costa.

¡Suena bien! Espero que os divirtáis.

Envió el mensaje de texto, tratando de no admitir que su estómago se


derrumbó al pensar en la bonita y curvilínea Courtney con Dax. Courtney
parecía una modelo de trajes de baño. Era exactamente el tipo de mujer que
Holland esperaba del brazo de uno de los infames Perfectos Caballeros.

Por supuesto no ella. Nunca Holland.

Hacía años que no hablaba con el guapo Dax Spencer, pero soñaba con él a
menudo. No era como si no hubiera tenido citas, pero terminó comparando a
todos los hombres que entraron en su vida con Dax, y siempre se quedaron
cortos.

Le había visto en el funeral de su padre. Apareció en silencio y se sentó


atrás. Fue indignante la poca gente que había asistido. La reputación ejemplar
del almirante Harold Spencer había sido arrasada por una indiscreción.

—Oye, he oído que vamos a tener problemas. —Jim Kellison se apoyó en


la puerta de su despacho, con sus ojos oscuros y sombríos—. Tu amiga va
diciéndole a todo el mundo que el capitán Spencer ha vuelto a la ciudad por
un tiempo.

Estaba segura de que tenía un par de agentes especiales pensando en la


jubilación anticipada, incluyendo el que estaba delante de ella.

—Al parecer, ha accedido a ayudar a escribir la documentación sobre los


nuevos procedimientos de entrenamiento. Los ha estado probando en su
barco.

—Claro. Eso es lo que todo capitán sueña —respondió Jim—. Pasar varias
semanas escribiendo manuales de entrenamiento. He oído un rumor que corre
por su círculo.
Holland negó con la cabeza.

—Dios, no. Soy amiga de su hermana. Estaba muy unida a la esposa de


uno de sus amigos.

Joy Hayes. Era difícil de creer que realmente se había ido, víctima de una
sola bala de un tirador solitario. Las lágrimas amenazaban. Lo hacían cada
vez que pensaba en el día en que Joy murió. ¿Cómo podría olvidarlo? Algún
programa de noticias de la TV reproducía el video de su amiga muriendo al
menos una vez a la semana.

Joy había sido asesinada por un hombre que quería asesinar a su marido.
Las noticias decían que el asesino era un enfermo mental que odiaba a Zack y
no podía soportar la idea de él en la Casa Blanca. Tres días después, Zack
Hayes había sido elegido presidente.

Seis semanas después, el terrible escándalo del almirante Spencer había


estallado. En medio de los chismes y las especulaciones de los medios, se
había suicidado. Holland sólo podía imaginar lo oscuros que habían sido esos
días para Dax.

Tanto dolor en tan poco tiempo.

Amaría a Zack Hayes hasta el final de sus días porque mientras todos los
demás habían abandonado a la familia Spencer, el hombre con más capital
político que perder se había sentado junto a Dax en la iglesia para el funeral
del almirante ese día. Todos los Perfectos Caballeros habían estado allí:
Crawford, Bond, el que daba miedo, Hayes y Calder. Desviaron a la prensa
de Dax y protegieron a su amigo.

Puede que no siempre comprendiera los lazos que unían a esos hombres,
pero a veces los envidiaba.

Jim asintió con la cabeza.

—Sí, la señora Hayes era una dama amable. Todos lloramos su pérdida.

Más lágrimas le inundaron los ojos. Parpadeó para contenerlas.


—¿Ha estado el capitán Spencer en contacto contigo? Bill y tú cerrasteis el
caso de su padre, si mal no recuerdo.

Eso fue un eufemismo. Sabía exactamente quién había trabajado en el caso,


pero había tratado de mantenerse alejada de él. Estar cerca de Augustine
Spencer, la hermana de Dax, significaba recusarse de participar en la
investigación abierta del almirante. Ni siquiera había leído el expediente. No
se atrevió a hacerlo.

Harold Spencer, hombre de familia y oficial de la Marina, un faro de la


sociedad de Nueva Orleans, había sido captado por la cámara en la cama con
una prostituta menor de edad. Ella había oído que un testigo cercano al
almirante le dijo al NCIS que el hombre había sido un pedófilo durante
mucho tiempo. Los rumores se habían extendido como un mal virus y los
chacales habían aparecido para arrastrar a la familia Spencer por el barro.

Y entonces, antes de que pudiera ser juzgado en un consejo de guerra, fue


encontrado con una bala en su cerebro.

—Cerramos el caso, pero el capitán dejó muy claro lo descontento que


estaba por ello. —Jim resopló—. Hicimos una investigación exhaustiva.

Jim era uno de los mejores investigadores que conocía. Había sido un
agente especial durante más de quince años.

—Estoy segura de que lo hicisteis lo mejor que pudisteis. Este tipo de


casos siempre son difíciles. Hubo mucho escrutinio de los medios de
comunicación.

La prensa había sido como una manada de lobos. La oficina se había


inundado con sus llamadas. Una vez que la historia morbosa llegó a los
periódicos sensacionalistas, los reporteros escribieron artículo tras artículo
especulando sobre los detalles escabrosos de las fiestas sexuales organizadas
por el almirante y las supuestas formas en que había defraudado a los
contribuyentes para organizarlas.

El NCIS se vio obligado a investigar todos y cada uno de los rumores.


Todos ellos habían sido probados como falsos, excepto la alegación original.
Dios, esperaba que el almirante no hubiera sabido la verdadera edad de la
chica. Amber Taylor tenía 15 años, pero en cámara parecía al menos media
docena de años mayor.

—Tengo canas de ese caso —reconoció Jim—. Y juro que Bill se quedó
calvo después de esa última conferencia de prensa. Nunca había visto a un
hombre tan aterrorizado en cámara. Hay una razón por la que no entró en el
campo del entretenimiento.

Probablemente fue lo mejor, ya que Bill tenía una mente brillante pero una
barriga que no se vería bien en la pantalla.

—Me acuerdo. Así que supongo que temes que el regreso del capitán
Spencer signifique más atención mediática. Si te sirve de consuelo, no creo
que le gustara la cobertura de la prensa más que a nosotros.

—No me preocupa la prensa. —Jim se pasó una mano por el pelo—. Estoy
preocupado por él. No necesito que me acose otra vez. Era como un perro
con un hueso, Kirk. Llamaba diez veces al día, enviaba tantos e-mails que no
podía seguirles el ritmo, y ni siquiera entraré en todas las veces que podría
haberlo arrestado por interferir en una investigación. No lo hice, porque me
gustan su madre y su hermana. Pensé que ya habían pasado por suficiente,
pero no voy a soportar esa mierda de nuevo.

Holland se había mantenido alejada. Se había tomado un par de semanas de


vacaciones y había ido a visitar a unos amigos porque la tentación de
interferir había sido muy grande. Pero había oído historias de que el capitán
Spencer causaba problemas. Aparentemente estaba particularmente enfadado
cuando la muerte de su padre fue declarada un suicidio.

Sería una verdad difícil de aceptar para un hombre como Dax.

Aun así, según Gus, su hermano estaba tratando de seguir adelante. A


Holland le gustaba Augustine Spencer. Era salvaje, inteligente e
impresionante. También trabajaba en la Casa Blanca y había estado cerca de
Joy. Las tres habían formado una amistad especial, y ella todavía apreciaba el
tiempo que Gus pasaba en Nueva Orleans.
—Tal vez el capitán simplemente aceptó la misión para estar cerca de su
madre por un tiempo —sugirió Holland—. Sé que este lío ha sido duro para
ella.

Gus había ofrecido rechazar el trabajo con la administración de Hayes y


Dax había ofrecido dejar la Marina, pero Judith Spencer insistió en que sus
hijos continuaran con sus vidas. Su madre había sido inflexible. Aun así,
Holland la visitaba de vez en cuando. Tenía que estar sola en esa enorme
casa.

—No me lo creo. —Jim negó con la cabeza—. Ha estado en el Golfo


durante seis meses. Hay mucha acción allí.

—Tal vez esté listo para un cambio. —Holland se encogió de hombros.

—¿Te parece que el capitán Spencer es un hombre de escritorio?

Holland frunció el ceño y se mordió el labio.

—Sabes que tengo razón. No es un hombre al que le guste la paz y la


tranquilidad. Y no eligió un puesto de entrenamiento en Nueva Orleans por el
gumbo[3].

—¿Crees que está aquí para intentar que se reabra el caso? —Realmente
esperaba que no.

—Creo que es un hijo que amaba a su padre y no puede soportar saber que
el hombre que lo crió no era quien él pensaba. No me gustaría creerlo de mi
propio padre. Debe ser doblemente duro para un hombre como el capitán, que
está acostumbrado a salirse con la suya. Todo ese dinero debe haber hecho su
vida bastante cómoda hasta ahora.

En un instante, Holland se acordó de él, tan guapo y serio, ese día en la


biblioteca.

¿Sabes lo que me gusta de la Marina? No soy de la realeza allí. A nadie le


importa una mierda que mi familia tenga dinero. A nadie le importa cuál es
mi apellido. Trabajo duro y seguiré haciéndolo.
En ese momento ella pensó que era ingenuo. Habiendo trabajado en el
NCIS durante los últimos años, se había dado cuenta de que a pesar de todas
las conexiones del capitán, su padre había sido tanto negativo como positivo.
Tuvo que trabajar el doble de duro para probar que no ascendía de rango por
nepotismo. Durante la guerra, sirvió a su país valientemente en el Golfo
Pérsico. Había leído informes de su valentía y sabía que se había ganado la
capitanía.

—El Spencer que yo conocía era un trabajador duro a pesar de que podría
haber pasado por la costa —argumentó—. Es honesto y leal. Sólo porque sea
rico no lo hace blando. Es un buen hombre, y deberías tratarlo con respeto
cuando aparezca.

—Me alegra oírte decir eso, Holland.

Holland se detuvo, su enfoque se estrechó ante esa voz profunda sacada de


las profundidades de su memoria. Dax Spencer tenía el acento más sexi,
habiendo sido criado aquí mismo en Nueva Orleans. Su padre había sido
marino de carrera, pero Judith Spencer insistió en una infancia algo normal
para Dax y Gus. Pasaron tiempo con su padre, pero también vivieron en una
gran mansión en el Garden District. Dax se había ido a la Academia
Creighton a los doce años, pero nunca había perdido ese acento de NOLA[4],
espeso y rico como la melaza. Cuando hablaba, con sus tonos profundos y
oscuros, le hacía algo a Holland que no podía explicar.

—Hablando del diablo. Podría haber llamado, capitán Spencer. —Ella se


giró, y el verlo fue como un golpe al plexo solar. Inhaló a través de la
respuesta, tratando de ocultar el hecho de que al estar tan cerca de él ya se le
había acelerado el corazón.

Maldición, pero se veía bien. Los años habían sido amables con él,
convirtiendo a un hermoso niño en un hombre hermoso y poderoso. Llenaba
sus caquis de una manera que la mayoría de los marineros no podían. Alto,
ancho y de constitución poderosa, era un glorioso trozo de masculinidad.

Le lanzó una sonrisa torcida que amenazaba con detener su corazón.

—No quería interrumpir.


Jim se había puesto de un bonito tono de rojo.

—Capitán Spencer, me alegro de volver a verle.

A Dax no le sorprendió en absoluto que los oyera hablar de él,


probablemente ya estaba acostumbrado. Simplemente sonrió amistosamente a
Jim.

—Ahora estoy absolutamente seguro de que es una mentira. Estoy seguro


de que fui un dolor de cabeza y que los últimos meses sin mí han sido
agradables. ¿Qué tal si prometo ser respetuoso esta vez? No estaba feliz la
última vez que hablamos.

—Es comprensible —reconoció Jim, tendiendo una mano—. Hágame


saber si puedo ayudarle, y bienvenido de nuevo a Nueva Orleans.

Dax estrechó su mano con un asentimiento de cabeza.

—Gracias, agente Kellison. Le prometo que no voy a hacer de su vida un


infierno. —Jim se fue con un saludo amistoso, y Dax dirigió su atención a
Holland—. Le llamé chupapollas de los bajos fondos que merecía que un
caimán le comiera las entrañas. Puede que en ese momento yo estuviera de
mal humor.

—Eso parece. —¿Por qué sonaba tan jadeante? No era del tipo vampiresa.

—Te ves bien, Holland —dijo—. ¿Alguna vez te agradecí por venir al
funeral de mi padre?

Ella le lanzó una mirada de sorpresa.

—No me di cuenta de que me habías visto allí.

—Cariño, había tan poca gente que no podía perderte. Te lo agradezco de


verdad. Sé que mi madre y Gus también lo hicieron.

Mientras el corazón de Holland continuaba latiendo acelarado, agradeció a


Dios que la puerta de la oficina estuviera abierta y pudo ver a la gente
saliendo al pasillo. No estaba segura de poder soportar estar a solas con él,
sabiendo que la última vez que lo estuvo le había besado. La presión de sus
cuerpos y labios había sido el momento más erótico de su vida. Se había
acostado con hombres y no se sentía tan cercana a ellos como lo había hecho
con Dax Spencer en ese momento.

A veces aún podía sentir la forma en que su lengua se había movido contra
la de ella, deslizándose en un baile sedoso. Podía sentir sus manos en su
cuerpo. Él había sido sutil, pero ella había sentido la posesión en su mano. Si
el almirante Spencer y Constance Hayes no hubieran irrumpido, se habría
encontrado encima de ese escritorio con las piernas abiertas y agarrada a Dax
Spencer mientras se abalanzaba sobre ella.

—¿Por qué está aquí, capitán?

—¿No puedes llamarme Dax? Cenas con mi madre dos veces al mes. Ves a
mi hermana cada vez que está en la ciudad. ¿No podemos al menos llamarnos
por el nombre de pila?

Su reticencia sonaba ridícula cuando lo dijo de esa manera. De hecho, se


movían en el mismo pequeño círculo. Ella simplemente lo evitaba a toda
costa y lo hizo desde el momento en que se dio cuenta de que le deseaba de
una manera que nunca había deseado a ningún hombre.

—Está bien. Dax, bienvenido de nuevo a Nueva Orleans. ¿Qué estás


haciendo aquí?

Dax le echó una mirada de reojo.

—Bueno, Holland. Estoy en la Armada y recientemente fui destinado a la


Base de la Reserva Conjunta de Nueva Orleans para entrenar. He estado
involucrado en nuevos métodos de entrenamiento en barcos modernos.

—Sí, porque el Capitán Asombroso realmente quiere pasar un mes


escribiendo manuales de entrenamiento. —Ese era el apodo que los
marineros le dieron después de su valentía en la guerra. Había sido creativo e
inteligente y apoyó a sus hombres. Ellos le querían. Pondrían sus vidas en
juego por él. Era todo lo que la Marina buscaba en un capitán.
Los ojos de Dax se abrieron de par en par, sorprendidos.

—¿Capitán Asombroso? ¿Hablas en serio?

Totalmente.

—Es como todo el mundo te llama. Después de lo que hiciste en la


Operación Libertad Iraquí, ¿puedes dudarlo? —En medio de un inesperado
fuego enemigo, había ideado e implementado un plan de batalla sobre la
marcha. Había usado su nave de una manera que había acortado la
escaramuza y salvado vidas.

Su preciosa boca hizo una mueca.

—Se suponía que eso era clasificado.

No era tan ingenuo.

—Nada tan genial es clasificado, capitán. Dax.

—Capitán Asombroso podría ser el peor apodo que he escuchado. —Negó


con la cabeza con tristeza—. Estoy de vuelta en Nueva Orleans porque me
pidieron que pasara el mes dando información sobre los nuevos
procedimientos de entrenamiento. Ya que los implementé en mi nave, decidí
ayudar.

No creyó eso ni por un segundo.

—¿Y esa es la única razón por la que estás aquí?

Le envió una sonrisa ilegible.

—Tengo otras cosas que hacer mientras esté aquí.

—Quieres que investiguemos el caso de tu padre otra vez. —Nada más


tenía sentido para ella.

—Estoy aquí por numerosas razones. Una, el cumpleaños de mi madre es


pronto. Dos, Gus se está tomando un tiempo libre. Así que vine para estar con
mi familia. Después de todo lo que pasó, la familia es mi prioridad.

Ella lo entendió.

—Me alegro. Creo que tu madre está sola. Estoy bastante segura de que
Gus no lo está.

Dax se estremeció, demostrando que había oído hablar de las tendencias de


Gus.

—No necesito saber lo que mi hermana está haciendo. O con quién. He


vuelto para asegurarme de que mi madre está bien... y para ocuparme de
algunos otros cabos sueltos.

Finalmente estaban llegando al punto.

—¿Viniste a ver a Jim o a Bill?

Sus ojos la inmovilizaron.

—He venido a verte, cariño.

Maldición, ella estaba en problemas.

—¿Por qué? No puedo ayudarte.

—Oh, creo que sí puedes. Holland, cena conmigo. Dame una oportunidad.

Negó con la cabeza porque aunque el apellido Spencer no era tan brillante
como lo había sido una vez, todavía venían de mundos diferentes.

—No creo que sea una buena idea.

Además, Holland no estaba del todo segura de lo que buscaba. Podría estar
pidiendo que reabriera el caso de su padre. O podría estar pidiéndole una cita.
Cualquiera de las dos sería una mala idea.

—Holland, escucha. Por favor. Eres la única que podría darme una
oportunidad, la única que podría escuchar lo que tengo que decir. —Su
mandíbula se endureció hasta convertirse en una línea terca—. Cena
conmigo. Déjame defender mi caso.

—¿O?— Siempre había un “o” en este tipo de conversaciones.

—Paso el resto de mi vida sabiendo que no hice todo lo posible para honrar
a mi padre.

Mierda. ¿Qué se suponía que debía hacer con ese alegato? Le había dado el
único argumento que garantizaba que no le rechazaría.

—Está bien. Mi casa. A las ocho en punto. No llegues tarde.

La visión de una sonrisa con hoyuelos la hizo caer en picado.

—Traeré el vino.

Se dio la vuelta y salió, dejándola mirando su increíblemente caliente


trasero y preguntándose por qué demonios había accedido. Sabía que no
podía manejarlo cuando él hizo todo lo posible para persuadirla de que le
diera una oportunidad durante la recepción de Joy y Zack hacía años. No
había cambiado mucho. Además, ella quería una carrera propia en ese
entonces. Todavía la quería. Desde luego, no quería ser como su madre,
siguiendo a su padre de base a base, siempre teniendo que hacer nuevos
amigos y encontrar la manera de encajar. Si se hubiera permitido salir con
Spencer en aquel entonces, ahora sería su esposa y habría tenido sus hijos,
viéndole subir de rango y dejándola cada vez más atrás.

Ella quería más para sí misma.

Sí, ahora era más fuerte. Más madura. Había tenido más experiencia con el
sexo opuesto. ¿Podía manejarlo? Preparada o no, parecía que lo iba a
descubrir.
Capítulo 2
Dax trató de no mirar a Holland mientras ella ponía un plato humeante
delante de él. Estaba muy hambriento. No por la comida. Olía deliciosamente
y no le sorprendió que, a pesar de ser una dura investigadora del NCIS,
también pudiera producir lo que parecía una comida gourmet. Holland Kirk
era el tipo de mujer que dominaría cualquier cosa que se le ocurriera.

Sí, él quería la comida, pero la anhelaba mucho más a ella. Holland seguía
siendo la mujer más hermosa para él. Su pelo rubio caía en una cascada de
ondas alrededor de sus hombros. Cuando la había visto antes, lo tenía
recogido en un moño ordenado que hacía juego con su ropa pulcra pero
funcional. Pero cuando le abrió la puerta no hace ni quince minutos, se veía
muy bonita y femenina con tejanos y una camisa rosa que abrazaba sus
delgadas curvas.

Años, millas, guerra y muerte se interponían entre su beso en la biblioteca


y ahora. Nunca se había sacado a esta mujer de la cabeza.

—Esto se ve increíble. Gracias. No tienes idea de cuánto tiempo ha pasado


desde que alguien cocinó para mí. Bueno, alguien que no aprendió sus
habilidades en la Marina —admitió Dax. Capitanear su propio barco tenía sus
privilegios, pero la comida cajún hecha a partir de cero no era uno de ellos.

Se sentó frente a él y levantó su copa de vino con una mano elegante.

—Mi madre era una buena cocinera, pero después de su muerte, mi padre
seguía en el mar. Así que terminé aquí en Nueva Orleans con mi tío. Ese
hombre sabe cocinar. Esta es su receta de gumbo. Lo siento, no es nada
emocionante.

—Esta es la mayor emoción que he tenido en un tiempo, Holland. —Tomó


una cucharada. El plato estaba perfectamente hecho con el toque justo de
calor—. Es excelente. Y realmente te agradezco que me hayas escuchado.

Iba a hacer todo lo posible por ser educado con ella. La necesitaba a su
lado. Si esta investigación no hubiera sido entre ellos, habría entrado en su
oficina y terminado lo que habían empezado casi siete años antes.

Las únicas veces que la había visto desde ese beso habían sido en
funerales. Primero la madre de Zack había muerto en un accidente de coche
un año después de la boda. Él había visto a Holland desde la distancia.
Ciertamente había estado en el funeral de Joy, pero había sido un desastre.
Tantos reporteros, tanta gente llorando a la mujer que habría sido la primera
dama. Entonces Holland había asistido al funeral de su padre. Aunque Dax
había visto todo el asunto a través de un filtro de incredulidad y rabia, el
único momento dulce había sido cuando había escudriñado el evento poco
concurrido y la había visto sentada en el banco de atrás, honrando en silencio
a su padre.

Además de su familia y sus mejores amigos, ella era la única persona que
conocía que se presentó. Todos los demás habían huido del escándalo y
abandonado a la familia Spencer en su momento de tragedia.

Ahora ella era su única esperanza de ver que se hiciera algún tipo de
justicia. Había pasado la última semana antes de su regreso a Nueva Orleans
planeando y planificando formas de persuadirla de hacer lo que necesitaba.
No podía emocionarse por mucho que ella lo conmoviera.

—No puedes comportarte como antes —dijo Holland, con un gesto


enfurruñado—. Mis compañeros de trabajo te dieron un pase porque sabían
que estabas sufriendo. No lo volverán a hacer.

Había sido un gilipollas y un grano en el culo. Luchaba con cualquiera que


se interpusiera en su camino. El NCIS definitivamente parecía un obstáculo
tras otro.

—Lo entiendo. Estaba cegado por la emoción en ese momento. Me he


enfriado y ahora estoy atacando el problema lógicamente.

Bueno, con tanta lógica como podía. No fue fácil ver a otros arrojar barro y
manchar la reputación de su padre. Demonios, habían hecho trizas a un
hombre muerto y alimentado con lo que quedaba de su buen nombre a los
perros de la prensa.
—¿Has estado llevando a cabo tu propia investigación? —preguntó
Holland, pasándole el pan de maíz.

Lo aceptó con gratitud. No había estado bromeando sobre su última


comida decente. Había sido hacía meses, justo antes de que Joy Hayes
muriera. Él y los otros Perfectos Caballeros se habían reunido para el Día del
Trabajo en los Hamptons. Habían hecho una comida al aire libre y se habían
reído y bromeado sobre las cosas pervertidas que harían en la Casa Blanca
una vez que Zack fuera elegido.

Eso fue hacía menos de un año. ¿Por qué se sentía una década más viejo
ahora?

—Contraté a un par de investigadores privados e hice que algunos amigos


investigaran algunas cosas para mí. —No le vino mal que su mejor amigo
fuera un analista de la Agencia Central de Inteligencia. Aunque Gabe y Mad
pensaban que Connor estaba en algo más profundo que eso. Dax a menudo se
preguntaba si tenían razón—. Encontraron una información que pensé que era
preocupante.

—¿Crees que Jim y Bill no hicieron su trabajo?

Hizo la pregunta educadamente, con voz suave, pero Dax reconocía una
mina terrestre cuando la oía.

Negó con la cabeza.

—Creo que el NCIS lo hizo lo mejor que pudo con la información y los
recursos disponibles en ese momento. Nadie estaba preparado para la forma
en que la historia explotó en la prensa.

—No, no lo estábamos. Cualquier entrenamiento en relaciones con los


medios que tengamos es superficial. Creo que hasta los federales habrían
tenido problemas con una historia de esa magnitud —admitió—.
Normalmente habría durado un ciclo de noticias y se habría acabado.

—Mi padre no fue noticia por lo que hizo, sino porque soy su hijo y tengo
amigos poderosos. —La culpa aún le retorcía las tripas por ese hecho.
Holland tenía razón. Los noticieros habrían publicado la historia sobre la
desgracia del almirante, pero los periódicos sensacionalistas no la habrían
cubierto. Su padre no había sido una estrella de rock o una celebridad. Fue
una persona con dinero heredado sirviendo en una posición de prestigio.

Dax era la celebridad. No importaba lo mucho que tratara de mantenerse


fuera de la prensa, los medios lo asociaban con dos de los playboys más
autoproclamados del mundo occidental, junto con el jefe de personal de la
Casa Blanca y el presidente de los Estados Unidos. De alguna manera,
Connor se las arregló para eludir la cobertura de las noticias. Probablemente
porque nunca permitió que nadie le tomara una foto completa de frente. Y la
CIA lo mantuvo fuera del ojo público. Ser arrastrado a las noticias nunca le
había molestado mucho a Dax. Había estado bien. Estaba acostumbrado a
ello. Pero sus padres no lo estaban.

—Desearía haberlas mantenido fuera de la historia. Intentamos mantenerlo


en secreto. —Ella extendió la mano, casi tocó la suya antes de retirarla
abruptamente.

Maldita sea. Él quería su mano en la suya, quería cualquier toque que ella
le diera. Hacía mucho tiempo que no sentía ningún tipo de afecto por una
mujer. De una mujer.

—Lo sé. Siempre iban a encontrar la historia y siempre la iban a girar para
que sonara lo más escabrosa posible. Es su trabajo.

Holland se recostó en su silla.

—¿Así que crees que tienes nueva información?

Parecía decidida a mantener las cosas de forma profesional. Tal vez eso era
lo mejor. Había venido por una misión, no por una mujer.

—Estoy enfocando la investigación desde un nuevo ángulo. No era difícil


de hacer. En realidad sólo hubo una semana de trabajo de campo real en el
caso. Me sorprendió lo delgado que era el expediente.

Ella levantó una mano.


—No quiero saber cómo conseguiste una copia de ese expediente.

Dax era ingenioso. También era bueno para coquetear con las secretarias.

—Me lo guardaré para mí. De todos modos, el NCIS cerró la investigación


del caso de mi padre después de que su muerte fue declarada un suicidio.

—No había nadie a quien procesar. No me pareció correcto seguir


arrastrando su nombre por el barro. En realidad tuve algo que decir al hacer
esa llamada. Les pedí a Bill y Jim que dejaran de investigar porque tendrían
que haber interrogado a tu madre. No quería hacerla pasar por eso.

Él podía entender su decisión.

—Te lo agradezco, pero creo que aquí está pasando más de lo que el
informe sugiere. ¿Sabías que la chica con la que mi padre fue acusado de
acostarse desapareció?

Usó ese eufemismo soso. Lo de que “su padre fue acusado” podría ser
interpretado como cualquier cosa desde violación de una menor hasta
agresión sexual.

—No. No estaba al tanto de eso. —Ella tomó un sorbo del vino que él
había traído—. Pero era una prostituta adolescente con un historial de fuga.
No es tan sorprendente que desapareciera.

—Pero Amber Taylor desapareció antes de que se cerrara la investigación.


Nadie de tu personal habló con ella. No hay ningún registro en el expediente
que indique que intentaran contactarla.

Levantó una elegante ceja con sorpresa.

—¿En serio?

Dax asintió.

—La única evidencia contra mi padre es esa cinta de video y el testimonio


de dos de sus ayudantes. —Para Dax, esas pistas eran un motivo muy poco
convincente para destrozar la reputación de un hombre. Incluso si se hubiera
demostrado su inocencia, el daño ya estaría hecho. La carrera de su padre
había terminado en cuanto lo llamaron pedófilo en público.

—Tal vez no necesitaban hablar con Amber Taylor. Esos dos ayudantes de
tu padre pasaron interrogatorios muy profundos —explicó Holland—. Fueron
buenos testigos según tengo entendido. Sé que Jim sintió que eran sólidos y
también el JAG.

El brazo legal de la Marina hizo todo para procesar a su padre. Lo tendrían


mucho más difícil si intentaran procesarlo hoy, ya que todas sus pruebas se
estaban desvaneciendo rápidamente.

—¿Sabías que uno de esos dos ayudantes fue asesinado recientemente?

—¿Qué? —Holland se sentó más derecha—. No.

Dax estaba bastante seguro de que ella no estaba al tanto del asunto.

—Fue transferido fuera de NOLA una semana después de la muerte de mi


padre. Fue asesinado en Puerto Rico durante un asalto.

—Admito que es extraño, pero no prueba nada. —Incluso mientras


hablaba, su frente se frunció, una señal segura de que estaba concentrándose.

Hacerla pensar era exactamente lo que él esperaba.

—No tengo que probar nada. Sólo tengo que estimular tu curiosidad lo
suficiente como para mirar.

—¿Crees que me conoces?

—Sí te conozco, Holland. Eres inteligente y rápida y te gusta que se haga


justicia. También te gustaba mi padre. —De hecho, Dax contaba con ello.

Es por eso que había vuelto a Nueva Orleans en primer lugar. Había pedido
la asignación de entrenamiento. Demonios, prácticamente la pidió porque
necesitaba estar aquí si quería convencer a Holland de reabrir el caso de su
padre. No confiaba en nadie más para verlo con un enfoque fresco y justo.
—No puedo negar eso —murmuró.

—De hecho, te gusta toda mi familia y odias lo que nos pasó. Si pudieras
darnos algún alivio, trabajarías día y noche para ello.

—Ahora estás jugando con mi ego. —El indicio de una sonrisa divertida
cruzó sus labios.

—¿Está funcionando?

—Sabes que sí —respondió—. Esta noche miraré lo que tienes, pero no


puedo prometerte nada.

—Todo lo que quiero es una oportunidad para convencerte.

—Como dije, leeré tu expediente. Realmente sentí mucho lo de tu padre.


También siento no haber contactado contigo. Debería haberlo hecho. Fuimos
amigos una vez.

—¿Por qué no lo hiciste? Te mantuviste en contacto con Gus y mamá.

Ella suspiró.

—Me enterré en el trabajo. Ellas estaban aquí y tú no. Parecía más fácil
dejarlo pasar. Y estabas muy enfadado. Seré honesta, tenía miedo de que me
hicieras pedazos. A veces la gente arremete cuando tiene tanto dolor como tú.
Tu mundo se había desmoronado bajo tus pies. No quería ser un daño
colateral.

—Hiciste bien en mantenerte alejada. Estaba tan enfadado que no podía


pensar con claridad. Cuando las acusaciones salieron a la luz, aprendí algunas
cosas sobre mi padre que no quería saber.

—Pero no crees que violó a una chica de 15 años. —Sonaba como una
declaración de hechos más que como una pregunta.

Dax asintió con la cabeza.

—Creo que a mi padre le tendieron una trampa. Hay demasiadas


coincidencias, y me pregunto cómo tanta gente con información crítica sobre
el caso desapareció de repente cuando ya no se lo necesitaba.

—Tenga cuidado, capitán. Empieza a sonar como un teórico de la


conspiración. ¿Por qué alguien querría arruinar a tu padre? Nadie fue tras su
dinero por lo que puedo decir.

No, fueron por su reputación.

—No sé por qué alguien haría esto. —Dax respiró hondo. Ahora tenía que
dejar caer el martillo. A Holland no le iba a gustar esta parte, pero no podía
aguantar más. O le ayudaba... o le echaba a patadas.

—Tampoco entiendo por qué, después de todo eso, sintieron la necesidad


de asesinarlo.

Cerró los ojos brevemente pero parecía tranquila cuando los abrió de
nuevo.

—Me preguntaba si llegaríamos allí. Tu padre fue encontrado con una sola
herida de bala en la cabeza de una pistola registrada a su nombre. El único
juego de huellas dactilares que encontramos en el arma fueron las suyas.

—Pero sabes que a veces las pruebas mienten.

—Muy raramente.

—Pero puede, y a veces tienes que confiar en el instinto, incluso cuando


las pruebas apuntan a otra cosa. Tú llevaste un caso hace unos años sobre el
asesinato de un alférez. Tu compañero quería cerrarlo porque todas las
pruebas sugerían que su novia lo agredió en un ataque de rabia. Estaba
borracha y se desmayó.

—De nuevo, probablemente no quiero saber cómo te enteraste de eso. Y sí,


debería haber cerrado el expediente. Parecía un caso sencillo, pero había algo
sobre la chica. Al final del día, no creía que fuera realmente capaz de ser
violenta, incluso cuando estaba borracha. Indagué más y descubrí que el
alférez había sido brutalmente hostigado por un superior y que tenía la
intención de ir al mando al día siguiente de su asesinato. Su oficial al mando
fue acusado y está cumpliendo una sentencia de por vida.

—Escuchaste tu instinto y tenías razón. Sé que mi padre era incapaz de


suicidarse. —Ahora Dax tenía pruebas—. Antes de morir, papá me dejó una
carta, no una nota de suicidio.

Ella frunció el ceño.

—No vi nada de eso en el expediente.

—Porque no la encontré hasta justo antes de que tuviera que volver a


unirme a mi barco. A mi padre no le gustaba el correo electrónico. Le parecía
impersonal. Escribió una nota pidiéndome que no hiciera ningún juicio hasta
que habláramos. Me dijo que tenía algo importante que quería decirme y me
pidió que por favor volviera a casa para que pudiéramos hablar. Después de
pensarlo mucho, me di cuenta de que mi padre no habría contemplado el
suicidio si hubiera escrito esa nota.

Encontró la carta mientras limpiaba el escritorio de su padre. Su madre no


podía soportar entrar en la habitación, así que se quedó intacta, hasta el vaso
medio lleno de whisky que su padre había estado bebiendo. Otra pista. Ese
escocés ridículamente caro había sido un regalo de un amigo. Si su padre
hubiera planeado suicidarse, al menos habría terminado su maldito trago.
Pero no usó esa lógica en Holland. Esperaba que la carta fuera suficiente.

Se encogió de hombros.

—Dax, no la envió por correo.

Al menos no lo llamaba por su rango o apellido. Él se llevaría cada


pequeña victoria que pudiera.

—Estaba sellada y lista para ser enviada. Mi padre no tomaba decisiones


por capricho. No habría escrito pidiéndome que volviera a casa y más tarde
esa noche se volaría los sesos. Mi padre era un luchador.

—El vil crimen del que se le acusó podría hacer que cualquiera quisiera
morir.

Se inclinó hacia adelante, mirándola a los ojos.

—Holland, quiero que tomes todo lo que sabes de mi padre y escuches tus
instintos. Piensa en quién era él cuando leíste ese expediente. Si todavía
puedes decirme que crees al cien por cien que era culpable y que se suicidó,
no te volveré a molestar.

Dax encontraría otra forma de limpiar el nombre de su padre. No se


detendría, pero rezó para que siguiera siendo la misma mujer que había
conocido antes, la mujer en la que Gus y su madre creían.

—Está bien. Lo revisaré. Entonces podremos hablar. Cómete tu gumbo.


Hice un chess pie[5] de postre. Así que dime cómo están los chicos. Hace
tiempo que no hablo con Zack.

Era su señal para que se retirara. Iba a leer su expediente y a tomar una
decisión.

Le pareció muy interesante que Holland acabara de hornear su pastel


favorito. Tal vez ella tampoco lo había olvidado.

—Se está ahogando en el trabajo, pero Roman lo está cuidando. Si


queremos cambiar el tema a algo más agradable, podría contarte cómo una
prostituta parisina le pateó el culo a Mad el mes pasado.

Sus ojos se iluminaron.

—Oh, por favor hazlo.

Sonrió al empezar su cuento, feliz de hacerla reír por una vez.

***
Holland se asomó a su balcón, cerrando la puerta tras ella lo más
silenciosamente posible, ya que tenía un invitado inesperado para pasar la
noche. Después del postre, Dax la había ayudado a lavar los platos. Después
le dijo que esperara en el salón mientras preparaba una taza de café. Debió
mostrarle la puerta porque eran casi las diez, pero había disfrutado de la
velada con él. Después de que se quitaron de en medio el negocio, él le contó
historias de sus amigos y habló de algunas de las payasadas de su equipo.
Ella se había reído y reído.

Fue la noche más agradable que había tenido en mucho tiempo. Cuando
ella salió con su café, el capitán estaba dormido en su sofá. Holland no había
tenido el corazón para despertarlo. Probablemente tenía un jet-lag brutal y
seguramente no había dormido mucho. Así que le quitó los zapatos y lo
cubrió con una manta.

Luego se sentó en la mesa de la cocina con la taza de café y su expediente.


Y leyó.

Ahora, al amanecer, miró hacia la ciudad. Incluso el Quarter[6] estaba


tranquilo. Le gustaba este momento, justo antes de que saliera el sol. Las
calles habían sido limpiadas del libertinaje nocturno, y por un momento todo
parecía fresco y nuevo otra vez.

El cielo comenzaba a iluminarse con tonos rosas y naranjas mientras


pensaba en el hombre que dormía en su sofá. Por lo que ella podía ver, él no
se había movido ni un centímetro. Debía estar exhausto. Después de leer su
expediente, ella misma había intentado dormir un poco. En cambio, había
soñado con él y con lo que podría haber sido si no se hubiera alejado.

Holland no se arrepintió exactamente. Le gustaba su vida. Estaba llena de


buenos trabajos y buena gente, así que ¿por qué se sentía inquieta en cuanto
pensaba en Daxton Spencer? ¿Por qué quería más simplemente porque él
entró por su puerta?

—¿Alguna vez piensas en ello? —preguntó él detrás de ella de repente.

Era como si sus pensamientos lo hubieran despertado. Holland no le había


oído abrir la puerta, pero ahora podía sentirle a su espalda. No necesitaba
darse la vuelta para saber que se vería adorable y ligeramente desarreglado.
Eso no lo haría menos sexi.
—Sí. —Ella sabía lo que él estaba preguntando y no se molestó en dar
rodeos.

Él se movió detrás de ella, agarrando sus hombros con sus cálidas y sólidas
manos. Holland no quería nada más que apoyarse en la fuerza de su cuerpo.

—Pienso en ello todo el tiempo, Holland. ¿Por qué te escapaste de mí?

—No estaba preparada para nada serio —respondió sinceramente—.


Tampoco estaba segura de poder manejar tu estilo de vida.

—¿El estilo de vida militar? Creciste en él.

Ella no se volvió a mirarlo porque esta conversación se había vuelto muy


íntima muy rápidamente.

—Sí. Vi a mi madre suspirar por mi padre todos los días hasta que murió.
Luego vi a mi padre volverse amargado y enfadado porque no tuvo la vida
que le habían prometido. Se suponía que debía trabajar duro y entonces un
día podría volver a casa y estar con ella. Pero ella ya no estaba para la parte
buena. A pesar de todo, mi madre nunca se quejó. Supongo que algunas
mujeres están hechas para la vida como esposa de un militar. Yo no.

Dax le dio la vuelta para que se enfrentara a él. Se había quitado la camisa
de vestir y se había quedado ahí con una camiseta ajustada que se pegaba a
cada músculo abultado, junto con sus pantalones caqui de la noche anterior.
Ella tenía razón. Se veía desarreglado, adorable y delicioso a la vez.
Definitivamente se había llenado, y ella no pudo evitar echar un vistazo a sus
esculpidos y bronceados hombros. Prácticamente se le hizo la boca agua.

—Eso es ridículo —respondió Dax negando con la cabeza—. Cuando dos


personas se aman, lo resuelven. Holland, nunca he dejado de quererte.

Ella tuvo que sonreír.

—¿Incluso cuando salías con esa supermodelo?

Dax suspiró.
—Necesitaba una cita para una entrega de premios. Mad y Gabe estaban
acompañando a sus amigas. Yo estaba en la ciudad y acepté ayudarla.

Se veía guapísimo con su traje blanco escoltando a la impresionante


modelo a los Oscar. Las fotos habían estado en todas partes, y ella había
sentido un verdadero tira y afloja ilógico de celos.

—Así que fue sólo un favor y no te acostaste con ella ni nada.

Incluso con la poca luz del amanecer, ella pudo ver la forma en que él se
sonrojó.

—No he sido un santo, por otro lado, te alejaste de mí.

Y él se fue a los brazos de solo Dios sabe cuántas mujeres. Esta era otra
faceta de su vida que no estaba segura de poder manejar. Siempre tenía a las
mujeres coqueteando con él, tratando de tentarle. El hecho de que tuviera una
novia o una esposa simplemente haría que se esforzaran más.

—No te estaba juzgando, Spencer. Simplemente señalaba que nuestro


estilo de vida no podía ser más diferente. Tú sales con supermodelos y
actrices. Yo salgo con policías.

Cuando salía con alguien.

Dax negó con la cabeza.

—Sí, sales con policías. Muchos de los cuales solían ser militares. Me
parece curioso que hayan pasado siete años y que hayamos vuelto a donde
empezamos. Excepto que esta vez, no hay ningún sitio al que correr. Voy a
estar por aquí, Holland.

Oh, pero ella todavía estaba a salvo de él.

—Sí. Tú estarás por aquí y yo estaré investigando la muerte de tu padre, así


que ahora tenemos un conflicto de intereses. No vamos a salir y no voy a
besarte otra vez.

Sabía a lo que eso conduciría y no estaba segura de poder pagar el precio a


su corazón. Él podría quedarse un tiempo, pero volvería a embarcarse y ella
estaría sola. Ese arreglo podría funcionar con otro hombre. Holland podría ser
capaz de vivir el momento y disfrutar del tiempo que pasaran juntos. Pero
siempre querría más de Dax Spencer.

Sus ojos se iluminaron.

—Leíste el expediente.

—Lo hice y no prometo nada, excepto que haré algunas preguntas y veré
qué se me ocurre.

Dax tenía razón. Nadie había puesto mucho trabajo en el caso. Holland
tendía a pensar que era porque toda la oficina había sido distraída por el
torbellino de la prensa en ese momento. Cuando el grueso de la historia se
había desbordado, no había razón para seguir investigando. El almirante
Spencer había muerto, y arrastrar a su familia por más lodo parecía
innecesario y poco amable.

Pero tantos hilos sueltos y coincidencias la hacían sentir incómoda.


Demasiados eludieron este caso. Uno de los dos principales testigos estaba
muerto. El segundo había sido embarcado casi inmediatamente después del
suicidio del almirante. Y la chica que estaba en el centro de todo estaba
desaparecida, y lo había estado desde casi el principio.

¿Cómo no iba a sospechar?

Y cuando ella pensó en el almirante, escuchando sus instintos, tuvo que


aceptar que no parecía un hombre capaz de matarse de esa manera.

—Estás tomando la decisión correcta.

Prácticamente podía sentir la satisfacción que se desprendía de él.

—Pensé en todo lo que dijiste y me despertó algo que había olvidado. Algo
que Gus me dijo después.

Su mandíbula se apretó.
—Gus lo encontró. Desearía que no hubiera visto eso.

—Pero él habría sabido que Gus sería la que lo encontraría —señaló


Holland—. Su oficina estaba tan alejada que es posible que nadie hubiera
escuchado el disparo.

Dax asintió.

—Papá a menudo trabajaba hasta la madrugada. Mamá puede tener el


sueño ligero. Tenía la oficina aislada para poder escuchar música, sin
importar la hora. Prefería a Chopin y Liszt. No le gustaba el silencio. Creo
que pasaba demasiado tiempo en los barcos. La tranquilidad le molestaba.

—Gus me dijo que por eso le pareció tan espeluznante la escena antes de
entrar en la habitación. Su oficina había estado tranquila. Me dijo que le
había llevado café y buñuelos después de su carrera matutina, alrededor de
las nueve. Dijo que tu madre y él discutían mucho, así que pasaba más
tiempo en la oficina. Gus había estado tratando de facilitarle una rutina para
ayudar a estabilizarlo. Ella era la primera persona que veía cada mañana. Y él
lo sabía.

—Mi padre nunca hubiera permitido que su niña encontrara su cuerpo.


Amaba a Gus con todo su corazón —dijo Dax apasionadamente—. No la
lastimaría así.

Holland estaba de acuerdo con él. En algunos casos, el diablo estaba en los
detalles. Un buen investigador tenía que saber cómo hacer las preguntas
correctas a las personas correctas, cómo depurar sus emociones para
encontrar la verdad.

—Voy a hablar con algunas personas que conozco del lado civil. Veré qué
es lo que saben.

Todo lo que realmente podía hacer era sacudir algunos árboles y ver lo que
caía de ellos.

Dax se acercó a ella.


—No puedo agradecerte lo suficiente. Sabía que me escucharías.

Se acercaba demasiado. Ella dio un paso atrás, levantando una mano.

—Dije que lo investigaría. Eso significa que estamos trabajando juntos, y


no salgo con quien trabajo.

Dax se detuvo, levantando las manos para señalar que no iba a presionar.

—No trabajamos realmente juntos y no hay absolutamente ninguna razón


para no explorar esta química que tenemos. He pensado en ti durante años.
Dime que no sientes lo mismo y me retiraré.

Ella no podía obligarse a mentir. Sería peor que admitir la verdad.

—Yo también pienso en ti. Pero esa es mi regla. Si quieres que lo


investigue, lo hago a mi manera.

—¿Entonces yo obtengo justicia o a tí?

Qué arrogante.

—No. Incluso si no estuviera investigando el caso de tu padre,


probablemente no saldría contigo.

La miró fijamente durante un minuto antes de que la sonrisa más sexi


cruzara su cara.

—Sí, lo harías. No podrías evitarlo.

—Tienes muy buena opinión de ti mismo, Spencer.

Cuando sonrió, iluminó el mundo.

—Ese es el Capitán Asombroso para ti, cariño, y me quedo con tus reglas.
Pero debes entender que soy famoso por quebrantarlas de vez en cuando.

—Y deberías saber que yo las hago cumplir. —Ese era más o menos su
trabajo.
—Tendremos que estar de acuerdo en estar en desacuerdo sobre nuestra
postura. Por ahora voy a prepararnos un poco de café. —Se detuvo, con la
mano en el pomo de la puerta—. ¿Dije gracias por dejarme dormir? No he
dormido tan bien en meses.

—No veo cómo lo hiciste. Eres demasiado grande para mi sofá. —Sus pies
colgaban de un lado. No iba a admitir que había pensado en despertarlo y
llevarlo a su cama. Al considerar que era una perspectiva demasiado
peligrosa, se obligó a alejarse.

—Creo que fue la compañía —respondió, su cara se suavizó—. Sabía que


tenía razón al venir a ti, Holland. Sabía que serías un refugio seguro. Puede
que bromee contigo, pero gracias. Nadie más está dispuesto a escucharme.
Sabía que tú lo harías.

—¿Por ese beso? —¿Realmente pensaba que tenía tanto control sobre ella?

Negó con la cabeza.

—No. Porque siempre supe que eras la mejor mujer que he conocido.

Volvió a entrar en el apartamento, y ella se quedó con la belleza del sol


saliendo sobre el French Quarter y sus palabras sonando en sus oídos.

Ella podía resistirse a la parte de Perfectos Caballeros de Dax Spencer.


Aunque fuera un poco más difícil, también podía rechazar al Capitán
Asombroso. No estaba tan segura del hombre que acababa de mostrarle su
lado vulnerable y sincero.

Con un suspiro, Holland miró fijamente a la ciudad y rezó por tener


fuerzas, porque si pretendía resistirse a ese hombre, las iba a necesitar.
Capítulo 3
Dax se sentía inexplicablemente optimista cuando se bajó del tranvía de la
avenida Saint Charles y comenzó a caminar a casa. Bueno, la casa de sus
padres. No estaba realmente seguro de poder llamar a cualquier lugar su casa.
Desde que fue enviado a la Academia Creighton, el hogar se había convertido
en una colección de personas en lugar de un sitio. Hogar significaba sus
amigos, su familia.

Ver a Holland de nuevo lo había puesto en un estado de ánimo reflexivo. O


quizás el volver a Nueva Orleans. La última vez que estuvo en la ciudad fue
para el funeral de su padre. Estaba tan enfadado que no podía ver o pensar
con claridad. El tiempo y la distancia lo habían vuelto más tranquilo, más
racional.

Pero no había nada de calma o racional en la forma en cómo se sentía


cuando miraba a Holland Kirk. Una parte de él esperaba que su hambre por
ella fuera un recuerdo, embellecido por el tiempo y su persistente cariño hasta
que el sentimiento se hizo demasiado grande para ser verdad. No. En cambio,
Dax estaba más convencido que nunca de que ella era la elegida. Holland le
hizo querer más de la vida, le hizo querer ser mejor. Era la única mujer por la
que doblaría su cuerpo de 1,80 m en dos y dormiría en ese horrible sofá sólo
para estar cerca de ella.

Pasó por delante de los turistas que miraban las magníficas mansiones
anteriores a la guerra que hacían del Garden District una atracción. Venían en
pares y tríos. Más tarde, los grandes grupos guiados seguirían, deseosos de
ver una parte de la historia de Nueva Orleans y la belleza del barrio en el que
su madre había vivido toda su vida.

Dax agachó la cabeza y serpenteó al otro lado de la calle para dar a los
turistas un amplio espacio. Lo último que necesitaba era que alguien lo
reconociera. Había tratado de mantener un perfil bajo... hasta que sus amigos
lo arrastraron a una mierda estúpida como esa cita con la supermodelo
anoréxica.
Su teléfono móvil sonó y sonrió mientras lo contestaba. Había estado en
una misión durante meses sin hablar con sus amigos o familia. Intercambió
algunos correos electrónicos con ellos, pero escuchar una voz amiga era otra
cosa.

—Amigo. ¿Qué pasa, súper espía?

—¿En serio? ¿Sabes que eso haría que me mataran si realmente fuera un
espía? —replicó Connor, aunque se estaba riendo—. ¿Cómo fue tu vuelo?

—Largo y duro. —Había pedido una plaza en un avión de transporte. Era


un largo camino desde los jets privados que sus amigos tomaron. Si hubiera
llamado a Gabe, Bond Aeronautics habría enviado un avión para él, pero
quería moverse lo más rápido posible. Mad le habría enviado un jet
Crawford, pero también estaría lleno de Mad, tres prostitutas y más licor del
que nadie debería beber. Y herpes. Estaba bastante seguro de que el jet de
Mad tenía herpes.

—Ah, tienes que amar a los militares. Bueno, supongo que tendrás algún
consuelo ahora que estás en Nueva Orleans. Dime que te quedas con tu
madre y no en un cuartel.

Esperaba, después de un tiempo, quedarse con Holland. A pesar de lo que


ella había dicho, no tenía intenciones de jugar limpio. Si ella no creía que
pudiera manejar su estilo de vida, él le mostraría lo contrario.

—Me quedo con mi madre. Gus también está en unas cortas vacaciones.
Será agradable pasar algo de tiempo con ellas. —Soltó el aliento—. Y he
convencido al NCIS para que le eche otro vistazo.

Connor hizo una pausa.

—¿No querrás decir que convenciste a Holland Kirk de que echara otro
vistazo?

No había mencionado que la volvería a ver, pero debería haber sabido que
Connor se daría cuenta.
—Sí.

—Bien. Sólo quiero que tengas cuidado con ella. No es una chica para
pasar el rato.

Nunca pensó que lo fuera.

—Tienes razón. Es una mujer intrigante y he ido en serio con ella durante
años. Desearía que por una vez alguien le advirtiera de que no hiera mis
sentimientos. Ella es la que se alejó.

—Me aseguraré de decírselo a todos —dijo Connor, sonando terriblemente


divertido—. Ahora, tengo buenas y malas noticias. ¿Cuáles quieres oír
primero?

La casa de su madre estaba otra manzana más abajo, pero Dax moderó su
ritmo. No hablaba de la muerte de su padre delante de su madre o de Gus a
menos que tuviera una razón. Por lo que ellas sabían, estaba en la ciudad para
trabajar en los nuevos manuales de entrenamiento y pasar algo de tiempo con
la familia. No quería darles esperanzas.

—Dame las malas noticias.

—La chica es un fantasma. No puedo encontrar un rastro de ella en


ninguna parte. Amber Taylor desapareció de la faz de la tierra
aproximadamente tres semanas después de que tu padre fuera asesinado. —
Connor estaba cien por cien de parte de Dax. Ninguno de sus amigos se
refería a la muerte de su padre como un suicidio—. Nunca volvió a su
instituto después de las vacaciones de invierno. Su madre aparentemente les
dijo a los administradores que estaría estudiando en casa después del año
nuevo. Estoy tratando de localizar a la mujer. La casa en la que vivían ha sido
alquilada a otra persona. El propietario dijo que la madre y su hija se fueron
un día y dejaron todo atrás. No la ha visto desde entonces.

Otro callejón sin salida.

—Sigue intentándolo.
—Lo haré, pero tengo que dejar esto en segundo plano por un tiempo. Me
han pedido que investigue otro asunto. Es importante, Dax. Sabes que no
dejaría esto a menos que lo fuera.

Si Connor dijo que era importante, entonces era probable que tuviera algo
que ver con la seguridad nacional, y Dax no podría discutirlo.

—Lo entiendo. No te preocupes por eso. Estoy aquí ahora y tengo a


Holland. Lo trabajaremos desde este ángulo. Haz lo que tengas que hacer.
¿Vas a estar fuera de contacto?

—Sí. Podría ser un tiempo. Lo siento —dijo Connor por la línea.

—No lo sientas, amigo. Tienes un trabajo que hacer. Ve y hazlo.

—Y ahora las buenas noticias... Espero que sí. No te dejé a tu aire —


continuó Connor—. No estaba seguro de que debieras investigar esto por ti
mismo y no sabía que reclutarías a Holland. Pensé que necesitabas refuerzos.

Dax se detuvo frente a la enorme casa que había estado en su familia desde
antes de la Guerra Civil.

—¿Qué quieres decir con refuerzos?

La puerta del frente se abrió y se quedó boquiabierto.

Maddox Crawford tenía una botella de champán en una mano y saludaba a


los turistas que iban detrás de él con la otra.

—Hola, encantadoras damas. Bienvenidas a Nueva Orleans. La primera


copa corre por mi cuenta. —Mad posó la mirada en un grupo de mujeres
mayores, que empezaron a revolotear como adolescentes cuando él les guiñó
el ojo. Mad coqueteaba sin importar la edad, la belleza, y en algunos casos la
cordura. Le dio a Dax una amplia sonrisa—. ¡Hermano mío, bienvenido de
nuevo! Te esperábamos hace horas. Supongo que alguien tuvo suerte anoche.
Por cierto, tu madre sigue tan sexi como cuando éramos adolescentes. Y nos
está haciendo el desayuno. Bueno, le dijo al ama de llaves que nos hiciera el
desayuno, que es totalmente lo mismo.
—No me odies —dijo Connor en su oído—. Estoy seguro de que serán de
ayuda. Bueno, uno de ellos lo será. Mad será divertido. Gabe, sin embargo,
tiene un archivo para ti, lo que debería ayudar. He pasado semanas
preparándolo. Es todo lo que sabemos sobre el caso, incluyendo mis ideas
sobre dónde deberíamos continuar la investigación.

Fue bueno que lo dejara en manos de Gabe. Mad lo usaría para anotar los
números de teléfono de mujeres a las que nunca llamaría. Aun así, Connor
tenía buenas intenciones.

—Gracias por todo. Y mantente a salvo donde quiera que estés.

—Hasta luego, hermano.

—Hasta pronto, espero—dijo Dax mientras colgaba.

La vida había sido mucho más fácil cuando todos compartieron una casa
mientras asistían a Yale. La mayoría de ellos podían permitirse sus propias
casas, pero había sido mucho más divertido vivir juntos. Todos habían
crecido desde entonces, y seguían con sus propias vidas. Sería bueno pasar
algún tiempo con un par de sus mejores amigos.

Aun así, tener a Mad por aquí para cualquier otra cosa que no fuera una
fiesta parecía una mala idea ahora.

Gabe se paseó por el porche delantero, con una sonrisa avergonzada en su


rostro.

—Lo siento. Intenté venir solo, pero Mad viajó de polizón en el avión. La
buena noticia es que me deshice de las tres strippers que intentó traer.

—Ha perdido todo el sentido del humor desde que empezó a trabajar en
Bond Aeronautics. ¿Alguien tiene jugo de naranja que podamos tomar? —
Mad negó con la cabeza—. Al diablo. Nunca me gustó el jugo de naranja de
todos modos. Necesito algo más fuerte. Bloody Marys por todas partes.

—Sí, va a ser muy divertido. Tu madre es una anfitriona muy amable, por
cierto. Nos dio a cada uno habitaciones en el ala este. Espero que esté bien.
Connor no creía que debieras estar solo. También envió esto. —Gabe sacó un
archivo.

Mad regresó a la casa.

—Oye, Spencer, ¿cuándo va a llegar tu hermana?

—Deja a mi hermana en paz, Mad. —Como si eso fuera a pasar. Era


consciente de que Mad no era el único problema. Gus tendía a tener una
mente propia y no era tímida en cuanto a lo que quería.

—Prometo no dar el primer paso, pero nunca me gusta decepcionar a una


dama, ya sabes. Dios, ese tocino huele bien. —Mad desapareció detrás de la
puerta mientras se cerraba.

—No le hagas caso. Desde que su padre murió, ha estado en Crawford más
o menos veinticuatro horas al día. Es la primera vez que se ha ido desde,
bueno...

Sabía adónde iba Gabe.

—Desde el funeral de mi padre. —Iba a darle un respiro a Mad. Él siempre


había estado ahí cuando Dax lo necesitaba—. ¿Cómo van las cosas en
Crawford?

—Bien hasta donde puedo decir. —Gabe caminó junto a él hasta la casa—.
Las acciones van sorprendentemente bien. A pesar de su mal
comportamiento, Mad tiene un título de negocios de Yale. Sabe lo que hace.
Pero hay mucho en juego. Creo que necesita estar fuera de Nueva York por
un par de semanas. A mí también me vendría bien el tiempo fuera. Necesito
estar en la sala de juntas pero prefiero concentrarme en la investigación y el
desarrollo. Tengo muchas ideas sobre cómo racionalizar los nuevos
helicópteros de lujo. A veces pienso que debería haberte seguido en la
Marina. Al menos estaría en el aire.

Probablemente habría estado. Gabe había estado volando aviones desde


que apenas tenía edad legal para hacerlo. Habría sido un gran piloto de caza.
—Me habría encantado verte ocuparte del entrenamiento. —Dax le dio una
palmada en la espalda a su amigo.

—Sí, es por eso que sólo pienso en ello de vez en cuando —admitió Gabe
—. Así que cuéntame todo lo que ha pasado.

Detuvo a Gabe antes de que entraran.

—Primero, deberías saber que estoy tratando de mantener a mi madre fuera


de esto tanto como sea posible.

Gabe asintió.

—No he dicho ni una palabra, pero se va a dar cuenta. Y francamente, ella


tiene la información que necesitas.

—Cruzaré ese puente cuando llegue a él. Estoy tratando de caminar con
delicadeza alrededor de ella y de Gus. ¿De verdad va a aceptar ese nuevo
puesto en la Casa Blanca?

Gabe sonrió.

—Oh, creo que Roman insiste en ello. Liz es una increíble secretaria de
prensa, pero tiene que tener a alguien que pueda dirigir la oficina para que se
preocupe por Zack y deje de hacer dos papeles.

—Es difícil para mí imaginar a Gus dirigiendo algo tan importante.


Recuerdo cuando no podía mantener el Kool-Aid[7] en una taza.

Gabe negó con la cabeza.

—Eso es porque todavía la ves como tu hermana pequeña y no como la


machaca-hombres, ocasionadora de lágrimas, mega tiburón hembra con un
peinado perfecto en la que se ha convertido. Todos en la Casa Blanca le
tienen miedo. Ella mantendrá a esos malditos reporteros a raya. Escuché que
hizo llorar al jefe de Noticias de la ABC la semana pasada.

—Mi hermana es un encanto.


—Lo es para ti y para su familia —aceptó Gabe—. Es una T-Rex
devoradora de hombres para todos los demás. Pero deberías saber que Roman
jura que dejó de acostarse con ella cuando empezaron a trabajar juntos.

—Cielos, no necesito saber eso. —Cogió el archivo de la mano de Gabe.

—Sí, bueno, también deberías saber que Mad está deseando volver a verla.
Lo juro, estoy muy feliz de que mi hermana no tenga ningún interés en mis
amigos. Sara cree que estás caminando entre enfermedades venéreas. Echa un
vistazo a las notas de la parte de atrás. Todo lo demás lo puedes repasar en tu
tiempo libre.

Volvió a la parte de atrás y encontró la lista de recomendaciones de Connor


sobre cómo proceder. Un nombre sobresalía.

—¿Beau Kirk? Nunca he oído mencionar su nombre en relación con el


caso de mi padre.

—Porque sólo lo has estado trabajando desde la perspectiva de la Marina.


Connor descubrió que el caso se manejaba en gran parte en el mundo civil.
Sólo cedieron el control al NCIS cuando se hizo evidente que la noticia iba a
explotar —explicó Gabe—. El tío de Holland trabaja para la policía de
NOLA y se ocupó de la parte civil de la investigación. Si alguien va a saber
cómo investigar esto, será él.

Dax tenía un nombre. Era todo lo que podía pedir ahora mismo. Aunque en
algún momento quiso sentarse con Holland y preguntarle por qué nunca
mencionó que su tío había iniciado la investigación.

—Vamos a desayunar. Me muero de hambre.

Por primera vez en meses, lo dijo en serio.

***
Holland suspiró agradecida cuando el camarero le pasó una cerveza
helada. Había sido un día de mierda. Había tenido que arrestar a un teniente
de primer grado por darle una paliza a su esposa. Todo el tiempo la esposa le
había suplicado que no se llevara a su marido, llorando y rogando y tratando
de decir que todo había sido culpa suya.

La Unidad de Manejo de Amenazas usualmente se encargaba de casos


como este, pero el compañero del agente había llamado para decir que estaba
enfermo y los agentes no entraban sin respaldo. Holland había accedido a
ayudar, aunque odiaba los casos como este. Esperaba que la esposa del
teniente recibiera la ayuda que necesitaba, pero lo más probable era que
siguiera a su abusivo esposo fuera del ejército.

—¡Guau! ¡Margarita! —Los ojos de Courtney se abrieron de par en par


cuando el camarero puso el cóctel del tamaño de una pecera delante de ella
—. Esta tarde fue muy agradable. Juro que podría mirar a ese hombre todo el
día. Se suponía que íbamos a repasar cómo colocar el material de
entrenamiento, pero mayormente sólo miré sus brazos. ¿Crees que podría
convencerle de que trabaje sin su camisa? Quiero decir, escribir manuales de
entrenamiento es un trabajo muy duro. Le diré que el aire acondicionado está
roto y veré si puedo hablarle rápido sobre su ropa interior.

Las payasadas de Courtney normalmente la divertían. Se hicieron amigas


rápidamente después de que Holland aceptara el trabajo en Nueva Orleans.
Era bueno tener una amiga. La mayoría de sus colegas de trabajo eran
hombres. La única excepción era Berta, que parecía haber sido una ex
luchadora profesional en una vida pasada. Era una buena mujer, pero no le
importaban un comino las manicuras de manos y pies o donde arreglarse el
pelo. Courtney era inteligente y divertida, aunque un poco superficial cuando
se trataba de hombres.

El problema era que Courtney hablaba de su hombre.

Basta ya. Alto. No vayas allí, Holland. No es tuyo y nunca lo será.

Habían pasado diez horas desde que Dax le hizo el café y se fue a la casa
de su madre. Él había dormido en su sofá y ella lo había dejado. ¿Qué había
estado pensando? Se había duchado y se había metido en el trabajo después
de que él se fuera esta mañana, pero sólo podía concentrarse en el archivo
que le había dado. Y en lo masculino que se veía ahí de pie con nada más que
una camiseta delgada y un par de pantalones caqui. Le caían sobre las
caderas, y esa camiseta blanca, casi transparente, mostraba lo bien que estaba
formado su cuerpo.

—¿Tierra a Holland?

Sacudió la cabeza.

—Lo siento. Estaba pensando en otra cosa.

—Sí, me doy cuenta. ¿Cómo se llama?

Holland miró fijamente su cerveza, preguntándose cuánto decirle a su


amiga.

Courtney puso una mano en su hombro.

—Oye, en serio, ¿qué pasa? ¿Dije algo?

—Conozco al capitán Spencer personalmente.

Courtney se echó hacia atrás.

—Me preguntaba sobre eso. No te gusta hablar de ello, pero sé que eras
amiga de Joy Hayes. Eso significa que probablemente conocías a los PC.

Holland odiaba ese apodo. Los Perfectos Caballeros. La prensa lo usaba


todo el tiempo. De alguna manera Capitán Asombroso encajaba mejor con
Dax Spencer.

—No era su novia ni nada parecido. Nunca hemos sido nada más que
amigos.

Courtney la miraba con ojos incrédulos.

—¿En serio? Eso es bueno porque tengo una cita con él esta noche.

Holland sintió como se sonrojaba. Bueno, le había dicho de plano que no


saldría con él. Lo había dicho en términos muy claros. De alguna manera no
esperaba que se rindiera tan fácilmente. Pero también pensaba que tal vez él
se rendiría unos días antes de pasar a la siguiente mujer. Esto enfatizaba una
de las principales razones por las que se negaba a involucrarse con él.

—Ahí está. —Courtney se sentó negando con la cabeza—. Maldición.


Esperaba que todo eso fuera unilateral, pero está claro que a ti también te
gusta. No tengo una cita con él. Sólo quería ver tu reacción.

—¿De qué estás hablando?

—Hablo del hecho de que una vez que el hombre se enteró de que tú y yo
somos amigas, trató de sacarme la mayor cantidad de información posible.
Dame la primicia porque si no quieres al capitán Spencer, iré tras él.

La idea de Courtney, la guapa y divertida Courtney, con Dax la hizo


enrojecer de nuevo y no fue con vergüenza. Estaba enfadada. Holland se
obligó a calmarse, pero Courtney la hacía pensar. No estaría tan
irracionalmente enfadada si no le importara al menos un poco.

—Nunca tuvimos una relación, pero tengo algunos sentimientos por él.
Parece que no puedo evitarlo.

—Creo que a él también le gustas. De lo contrario, no habría sido capaz de


resistirse a las “chicas”. —Ella sacó el pecho—. Estuvieron en plena
exhibición hoy y no le saqué nada. Ni siquiera una mirada persistente, sólo
preguntas sobre cómo te conocí y qué hacemos en Nueva Orleans. Así que se
enteró de nuestra peluquería y de nuestro spa favorito. Ningún hombre
escucha historias de spa si no está interesado.

Holland bebió su cerveza. Le había dejado un mensaje hoy, pidiendo una


reunión para discutir el caso cuando tuviera tiempo. Ella le devolvió la
llamada y salió su contestador automático. No fue muy sorprendente. Ambos
eran profesionales ocupados. Los próximos días estaban bastante llenos, así
que ella le ofreció una reunión el viernes. En su oficina. Por la mañana
después del desayuno, pero no tan cerca del almuerzo como para que Dax
pudiera convencerla de que fuera a comer con él.

Se sentía débil en lo que respecta a Dax y no se atrevía a tentar al destino.


—Ya me alejé de él una vez —admitió Holland—. Él quería dejar atrás la
amistad, pero yo no podía hacerlo.

Su amiga parpadeó.

—Sabes que estás loca, ¿verdad? Es el hombre más sexi que he visto
nunca. ¿Cómo pudiste acostarte con él y no querer estar con él?

—No me acosté con él. Como dije, no pasamos de ser amigos.

Courtney hizo un ademán de despedida con la mano.

—Me acuesto con muchos de mis amigos. ¿Cómo se supone que voy a
averiguar si quiero ser más que amigos si no hago una prueba, por así
decirlo? Lo último que quiero hacer es involucrarme emocionalmente con un
tipo que no puede encontrar mi clítoris.

—¿Dax Spencer? ¿Malo en la cama?

—Podría serlo —dijo Courtney encogiéndose de hombros—. Quiero decir


que algunos tipos que son tan guapos y tienen tanto dinero ni siquiera
necesitan intentarlo. Las mujeres caen en sus camas. Se vuelven perezosos.

—De alguna manera dudo que un hombre cuyo pene tiene su propia cuenta
de Twitter sea malo en la cama.

Courtney resopló.

—Ese no es Dax. Es Maddox Crawford.

—Bueno, estoy segura de que todos las tendrán pronto. Besa como si fuera
bueno en la cama.

—Así que le has besado. ¿Cómo fue eso? ¿Demasiada lengua? ¿No la
suficiente?

—Había exactamente la cantidad correcta de lengua. ¿Por qué estamos


hablando de esto?
—Porque somos chicas y eso es lo que hacemos. También porque no te has
acostado con nadie interesante en el último par de años, así que te voy a
apoyar para que te metas en la cama con el capitán. Estoy muy colada por él,
pero conozco el código de chicas. “No hundirás tus bien cuidadas garras en el
hombre de los sueños de tu mejor amiga”.

Holland abrió la boca para disputar esa afirmación y luego suspiró.

—Me gusta mucho. Pero su estilo de vida... Sólo Dios sabe por cuántas
mujeres ha pasado ese hombre.

—Son muchas según Star. Tienen una línea de tiempo y todo —Courtney
proporcionó amablemente—. También tienden a exagerar. Es un oficial de la
Marina. Trabaja la mayor parte del tiempo. Creo que le estás condenando por
su juventud malgastada. Los últimos años el hombre ha estado haciendo lo
mejor para proteger a su país. Eso debería contar para algo.

Lo hacía.

—Cualquier mujer que salga con él va a tener que lidiar con su pasado y la
prensa.

—Ya has tratado con mierda antes. Escucha, si no te interesa seriamente


me gustaría probarlo con el tipo. Es guapo y amable y muy inteligente y
divertido. Sé que esto puede hacerme una perra, pero no me voy a quedar
atrás y dejarlo ir si estás demasiado asustada como para intentarlo.

Una vez más la ira ardiente la llenó.

—¿Puedo tener un par de días para resolverlo antes de que saltes sobre él?

Courtney asintió.

—Puedes. Y de nuevo, señalo que nunca te he visto tan sensible con un


hombre con el que salías, así que quizá deberías pensar en arriesgarte por una
vez en tu vida. Sé que piensas que yo me arriesgo demasiado.

Ella pensó que Courtney se metía en la cama con los tíos demasiado
pronto, pero eso no la hacía una mala persona.
—Creo que te haces mucho daño.

—Pero un día va a valer la pena. Un día el tipo correcto me hará una oferta
y no la rechazaré. No me quedaré atrás porque tenga miedo de que me hagan
daño o de que no funcione. Saltaré con los dos pies y nunca miraré atrás.
Parece que no haré eso con el Capitán Asombroso. La buena noticia es que
tiene dos amigos en la ciudad.

Se estremeció al pensar en quién estaba aquí. Rezó para que fuera Connor.
Connor era sensato, aunque un poco oscuro. Gabe Bond era agradable. Si
Maddox Crawford estaba en la ciudad, debería alertar a las autoridades
porque ese hombre era un problema.

—Tengo más problemas que su estilo de vida. Quiere que reabra el caso de
su padre.

—Por eso no te uniste a la charla del dispensador de agua fría. —Courtney


tomó otro trago—. Siempre me asombro. Todos los demás estaban
chismorreando y ahí estabas tú con la primicia. Pensé que estabas siendo
estoica y que el NCIS no habla de nuestros casos. Estabas protegiendo al
hombre que amabas. Eso es muy romántico.

Courtney podía ser muy complicada. A veces era la definición misma de la


exageración.

—Conocí al almirante. Me gustaba él y su familia. No iba a chismorrear.


Pero ahora me enfrento al dilema de trabajar en un caso en el que siento algo
por una persona directamente involucrada en el resultado.

—No es algo oficial, ¿verdad? Es privado. Ya lo has hecho antes.


Encontraste a la nieta de la señora McCallahan cuando se escapó. Y
encontraste el gato de George.

La señora McCallahan vivía en su edificio. Era una agradable señora


mayor que criaba a su nieta salvaje. No había sido difícil encontrar a la niña y
traerla a casa. En cuanto al gato, había estado en un árbol. No hubo un
verdadero trabajo de investigación allí. Simplemente había seguido los
maullidos.

—Esto se siente diferente. No inicié la investigación, así que no sé por


dónde empezar. He leído el expediente del caso cientos de veces. He hablado
con los investigadores del NCIS. —Había tratado de evitar pensar en esto
todo el día, pero quería tener algo que decirle a Dax cuando lo viera el
viernes. Algo más allá de “he vuelto a leer los informes”.

—Deberías hacer lo que hacemos en la escritura técnica. Empieza al


principio del proceso y sigue adelante. Ya sabes todo lo que hace el NCIS, así
que empieza fuera de tu grupo.

—Tengo que hablar con mi tío. —Su tío le había aconsejado que no tocara
este caso. La llamó después de que un periodicucho informara que Dax
estaba en la ciudad y le advirtió que se apartara de eso. No iba a estar
contento de que ahora ella se dedicara de lleno al caso.

—Creo que sí. Saluda a Beau de mi parte. Ahora, hablemos de posibles


citas dobles. Tú y Dax y yo y quienquiera que esté con él.

Courtney siguió charlando, pero Holland ya estaba pensando en cómo


acercarse a su tío. No sería un encuentro agradable.

Pero su amiga tenía razón. Era hora de empezar de nuevo, por el principio.
Capítulo 4
—¿Por qué haces esto, cariño? Este caso está cerrado y todo lo que puedes
hacer ahora es crear un montón de problemas. ¿Qué te enseñé sobre el
avispero?

Holland tuvo que concedérselo a su tío. Beau Kirk podría hacer que
cualquiera se sintiera como si tuviera doce años otra vez. Aunque era una
mujer adulta con una carrera y responsabilidades, cuando su tío la miraba, sus
ojos se entrecerraban ligeramente y esa pronunciación lenta cajún se
profundizaba, casi juraría que estaba sentada en su gran oficina en la casa del
pantano, esperando no ser castigada.

Después de la muerte de su madre, ella vivió con sus tíos. Había visto a su
padre cuando llegaba a casa de permiso, pero su tía fue la influencia
constante en su vida y su tío la figura de autoridad.

—Me enseñaste a no dar patadas a uno —respondió Holland—. No intento


causar problemas, tío Beau. Sólo intento darle a un amigo un poco de
tranquilidad.

Su tío frunció el ceño, sentado en su enorme silla. Había ascendido en las


filas de la policía de NOLA y ahora ocupaba una gran oficina y dirigía una
división de hombres que manejaban algunos de los peores casos de la ciudad.

—Estás hablando del hijo, ¿verdad? ¿Daxton? ¿No es una especie de héroe
de guerra?

Su tío sabía exactamente de quién estaba hablando, pero ella le siguió la


corriente.

—Sí, el capitán Spencer es considerado uno de los mejores de la Marina.

—Estoy seguro de que estaba en camino de seguir los pasos de su padre.


—El comandante Beauregard Kirk tenía unos cincuenta años, pero seguía
siendo un hombre de gran fortaleza. No era de los que entran en la
cincuentena elegantemente. Todavía entrenaba con sus hombres a diario—.
Dudo que ahora pase de ser capitán.

Holland frunció el ceño. Dax estaba destinado a cosas más grandes y


mejores. Ciertamente era capaz de hacerlas. En el momento en que lo
conoció, supo que llegaría lejos en la Marina.

—¿Qué se supone que significa eso? Es muy bueno en su trabajo.

—Oh, la Armada ciertamente le mantendrá activo y le dará barcos más


grandes, pero no querrán que el nombre Spencer se acerque al rango de
almirante. Demasiada mala prensa. —El tío Beau negó con la cabeza—. Esa
historia tardó una eternidad en morir. El chico Spencer debe saber que su
carrera en la Marina tiene un muro invisible que nunca escalará ahora.

—No está llevando a cabo esta investigación porque quiera un rango más
alto —intentó explicar Holland—. Está haciendo esto porque amaba a su
padre.

Su tío se echó hacia atrás, escudriñando la oficina. Tenía las persianas


abiertas como si estuviera observando y esperando que algo pasara.

—Estoy seguro de que lo hace. Pero ese es el problema con los padres y
los hijos. Cuando eres pequeño, tiendes a ver a tus padres de la mejor manera
posible. Es difícil entender que son humanos como el resto de nosotros.
Algunas personas no pueden manejarlo. Recuerdo lo decepcionado que
estaba cuando me di cuenta de que mi padre era un borracho. Al crecer,
siempre pensé que él era el alma de la fiesta. Un hombre verdaderamente
feliz. Entonces me di cuenta de que era feliz porque no tenía que afrontar
nada. Mamá hacía todo el trabajo y eso la agotó al final. Tuve que
enfrentarme a dos hechos: mi padre era un gilipollas irresponsable y mi
madre se dejó convertir en un felpudo.

Su tío siempre había sido terriblemente bueno dando reprimendas.

—Creo que su caso es diferente —argumentó Holland.

Su tío le lanzó una mirada fría.


—Sí, es mucho peor. Pensó que su padre era un héroe. Resulta que el
hombre era un criminal. Por eso precisamente te dije desde el principio que te
mantuvieras alejada de esta investigación. Hiciste lo correcto al recusarte.
¿Por qué volverías y arruinarías las cosas ahora?

Ella sabía que tendría que soportar este sermón. Por eso había pospuesto
ver a su tío hasta esta tarde. Pero planeaba reunirse con Dax mañana y quería
tener algo que decirle. De lo contrario, nunca se habría forzado a venir aquí.

—Esto no es una investigación formal. Soy yo investigando unas cuantas


preguntas para un amigo.

—¿Un amigo o un amante? —Se las arregló para hacer que la pregunta
sonara como una acusación.

Holland se sentó más recta, apretando los dedos en los brazos de su silla.

—Tío Beau, te quiero, pero soy adulta. Mi relación con el capitán Spencer
no es asunto tuyo.

—Claro que sí, si te está causando problemas en el trabajo.

—No habrá ningún problema. —A veces, como ahora, Holland realmente


extrañaba a su tía Dixie. Se divorció de su tío hacía unos años y se mudó a
Texas con su hermana. Si su tía siguiera aquí, Dixie podría haber razonado
con su terco tío. Por supuesto, su terquedad había sido una de las principales
causas del divorcio en primer lugar—. Tío Beau, te lo pido como un favor.
Me ahorrarás trabajo si me dejas leer el expediente. Piensa en ello como una
cortesía profesional.

—Estoy seguro de que el NCIS tiene el archivo en alguna parte —


respondió con una expresión amarga.

—De nuevo, no estoy haciendo esto con permiso. Es por eso que vine a ti y
no a mis colegas. Quiero examinar el archivo, tal vez cerrar algunas de esas
preguntas abiertas y hacer que Dax se sienta más cómodo. —No iba a
mencionar que pensaba que Dax podía tener razón. No quería que su tío
pensara que estaba considerando seriamente construir un caso para llevar a
sus superiores.

El tío Beau se pasó una mano frustrada por su casi inexistente pelo y
maldijo en voz baja.

—Bien. —Cogió el teléfono y pidió a su asistente que consiguiera una


copia impresa del archivo—. Todavía no entiendo qué es lo que ese hombre
cree que va a probar. ¿Que su padre no era culpable? Porque lo era, Holland.
No habría enviado la acusación al NCIS si no la hubiera encontrado creíble.
No me gustó arruinar la vida de un hombre que tanta gente admiraba.

Finalmente estaban llegando a alguna parte.

—Sé que no lo hiciste.

—Si hubiera encontrado una pista que pudiera ser falsa, habría intentado
refutarla antes de que la prensa se hiciera con la historia. Supe en cuanto
descubrí que el almirante estaba involucrado que el incidente estallaría en la
cara de todos. Hay días en los que desearía que esa llamada no hubiera
llegado. No en mi turno.

Sí, tenía algunas preguntas sobre la llamada que había llevado a su tío a ese
sórdido motel.

—¿Así que la pista original vino de una fuente anónima?

—Sí, no nos dimos cuenta de que la pista involucraba a un oficial naval de


alto rango en ese momento. —Beau pareció instalarse como si se diera cuenta
de que ella no se iba a ir.

Holland también podía ser terca. Había aprendido a través de los años que
tenía que serlo si quería sobrevivir a su tío. Le había enseñado a ser como un
perro con un hueso.

—¿Así que recibiste una llamada?

—Sí, a esta misma comisaría, poco después de la medianoche del día en


cuestión. He intentado identificar a la persona que llamó, pero es imposible.
La persona que llamó se comunicó a través de un teléfono fijo desde algún
lugar dentro del motel al que el almirante había llevado a esa chica.

—¿Pero ya se había ido cuando llegaste? —Ella quería anotar la línea de


tiempo—. He oído que las cámaras de vigilancia lo captaron entrando al
motel pero no saliendo de él.

—Sí. Las cámaras del motel estaban apagadas. Seguridad barata, nada que
no puedas comprar en una tienda de electrónica local, no funcionaban. —Su
tío puso los ojos en blanco—. Sólo había unas pocas cámaras en las zonas
con mucho tráfico. Aparentemente el almirante salió por una puerta diferente
de la que entró. Además de ser captado por la cámara de seguridad del
pasillo, el empleado del motel con el que hablé lo identificó. Por lo que
puedo decir, la persona que llamó era probablemente otro huésped del motel.
No dejó su nombre porque probablemente era una mujer de la vida.

El motel que se había convertido en la escena del crimen era bien conocido
por sus tarifas por hora. Una prostituta probablemente no querría tratar con la
policía en ningún nivel. Era sorprendente que llamara cualquiera que
frecuentara el lugar.

—Apenas puedo imaginar al almirante yendo a una ratonera como esa.

—Los hombres tienen sus secretos, Holland. Creo que también te enseñé
eso —dijo con un triste suspiro—. Lo que los hombres presentan a las
mujeres que aman tiende a ser una superficie brillante y feliz que no quieren
que sus esposas e hijas escarben. Somos criaturas oscuras, especialmente
alguien como el almirante. Sabes que él engañó a su esposa durante años.

—He oído ese rumor. —Había habido muchos chismes escabrosos


flotando por ahí después de que la historia saliera a la luz. Los periódicos
sensacionalistas habían especulado sobre todo, desde numerosas amantes
hasta orgías en nombre de Satanás.

La voz de su tío se suavizó en simpatía.

—No, cariño. Eso fue lo que su esposa nos dijo después de su muerte. Ella
aceptó quién era su marido, aunque no sabía lo de las menores. Creo que eso
fue lo que la quebró. Pensó que era la única a la que Hal Spencer estaba
haciendo daño.

El estómago de Holland cayó en picado. Definitivamente no quería ser la


que tuviera que decirle a Dax que su madre creía en las acusaciones.

—¿Por qué no empiezas por el principio y me dices todo lo que sabes?


También me gustaría tener toda la información que tengas sobre la víctima.

No dijo presunta víctima. De una forma u otra esa chica había sido
victimizada. Tenía quince años. Holland había visto la foto de Amber Taylor
en las noticias de la noche, observada mientras era escoltada a la comisaría de
policía por dos oficiales corpulentos a su lado. Era una chica guapa que, con
un poco de maquillaje, podría haber pasado por mucho mayor. Tenía el
cuerpo de una adulta, pero Holland había quedado turbada por sus ojos.
Fueron lo que realmente hizo que la chica pareciera mayor. Tenía la mirada
perdida de alguien que había visto demasiado y ya no le importaba.

¿Había puesto el almirante Harold Spencer esa mirada en la cara de la


niña? No quería creerlo, pero sabía lo suficiente sobre los criminales para
saber que los listos podían engañar a los más cercanos. Los pedófilos,
violadores y asesinos más exitosos venían con caras bonitas y
comportamientos que engañaban a los que les rodeaban.

Holland empezó a tomar notas mientras su tío repasaba con ella lo básico
del caso.

Había pasado casi una hora cuando Holland se puso en pie y se estiró.

—Sé que estás en contra de que investigue esto. Así que gracias por
compartir tu información conmigo.

Su tío se acercó desde detrás de su escritorio y la envolvió en un abrazo de


oso.

—Vamos, cariño, sabes que haría cualquier cosa por ti. Te quiero como si
fueras mía. Por eso voy a decirte que tengas cuidado con ese chico Spencer.

Holland le abrazó y luego se alejó.


—No estoy saliendo con él.

—Pero te gustaría. —Le dio una pequeña sacudida—. Diablos, si fuera


mujer también querría a ese chico. Es guapo, rico y encantador.
Aparentemente tiene un gran...

—¡Tío Beau!

—Corazón. —Se rió a carcajadas—. No me dejaste terminar. Iba a decir


que debe tener un gran corazón ya que ha hecho tanto trabajo social. Calla
esa mente desagradable ahora, chica. Todo lo que digo es que entiendo el
impulso de estar cerca del tipo. Pero te pide algo que tal vez no puedas darle
y no sé cómo lo manejará si le dices algo que no quiere oír.

Si Holland tuviera que decirle que todas las pruebas apuntaban a la


culpabilidad de su padre, Dax se enfadaría mucho. Posiblemente podría
volcar esa ira en ella. A nadie le gustaba escuchar cosas malas de sus seres
queridos. Sí, los policías tenían que dar malas noticias todo el tiempo. Era
parte del trabajo. Sin embargo, no podía soportar la idea de que Dax Spencer
la odiara. Aunque no estuvieran juntos, saber que se gustaban era de alguna
manera un consuelo.

—Estoy segura de que eso no causará ningún problema. Seré profesional y


Dax también lo será. Me ha confiado esto a mí, así que no deberías tener que
lidiar con él en absoluto.

Su tío levantó las cejas.

—¿En serio? ¿Ni siquiera una vez? Porque parece que estoy a punto de
tratar con él ahora mismo.

Ella se giró y como era de esperar el capitán Spencer estaba de pie en


medio de la comisaría, mirándola con los ojos entrecerrados. Llevaba ropa de
civil, pantalones y una camisa de vestir. Sin corbata. No necesitaba una. Se
veía atractivo y a cargo. Y bastante enfadado, si ella leía bien la postura de
sus hombros.

Entró hecho una furia. Prácticamente podía oír el ruido de sus mocasines,
probablemente demasiado caros, mientras se dirigía hacia ella.

—¿Así que todo es profesional? —Su tío sonaba totalmente divertido.

—Está de mi lado. —Pero algo en la expresión de Dax parecía como si


tuviera otras ideas.

Se acercó a ellos, sin dejar de mirarla a la cara.

—Hola, Holland. Creí que nos veríamos mañana.

—Yo también.

—Creí que íbamos a repasar el caso mañana en el almuerzo.

—No. Nunca dije nada sobre el almuerzo.

Dax se sonrojó un poco.

—Holland, pensé que éramos socios. Dime que no estás aquí hablando con
tu tío sobre mi caso.

¿Hablaba en serio? Tenían algunos conceptos erróneos que necesitaba


aclarar.

—No, no somos socios. Estoy investigando el caso de tu padre. ¿Y por


qué, por favor dime, estás aquí, Dax? ¿Tienes algunas multas de
aparcamiento? Porque esas deberían ser tratadas en el juzgado.

Él se calló por un momento, pero eso no significó que ella no pudiera sentir
su ira.

—Tuvimos una larga charla sobre esto ayer. Pensé que habíamos sido
claros.

—Entonces, ¿por qué demonios estás aquí, Spencer?

Holland se alegró cuando él se sonrojó más.


Su tío se apoyó en el marco de la puerta.

—Los dos parecéis estar totalmente de acuerdo. Estoy completamente


seguro de que esto va a funcionar de la mejor manera.

Dax exhaló, pareciendo como si tratara de relajarse.

—Nunca me dijiste que tu tío dirigía la investigación civil.

—No creí que importara. Te dije que lo investigaría. E hice planes para
mantenerte al día. Nunca tuviste la intención de dejarme investigar, ¿verdad?
Pensaste que estarías conmigo en cada paso del camino.

Su tío dejó escapar un largo suspiro.

—Obviamente tenéis que resolver más cosas de las que pensabais. No creo
que este sea el lugar para hacerlo. Puede que no le importen los chismes,
capitán Spencer, pero no me gusta que los hombres hablen mal de mi sobrina,
ni siquiera los que trabajan conmigo.

Cuando ella miró a su alrededor, todos los ojos estaban puestos en ellos.
Todos los policías de la comisaría estaban mirando. No tenía miedo de que
fueran a la prensa, pero sabía muy bien que hablarían entre ellos. Eso sería
incómodo para su tío.

—Lo siento. Nos iremos. Necesito dejarle algunas cosas claras al capitán.

Dax asintió.

—Sí, creo que tenemos que hablar.

El tío Beau agitó el brazo como si ahuyentara a un par de gatos no


deseados.

—Adelante, entonces. Holland, cariño, ¿por qué no lo llevas a Antoine’s?


Es tranquilo a esta hora del día y el personal es discreto.

Y su tío tenía una reserva para cenar allí. No la usaba a menudo, pero
Antoine's había estado atendiendo a la élite de NOLA desde que abrió. Podía
tomar un trago y tal vez enfriar la situación.

—¿Qué dices, Capitán Asombroso?

Dax puso los ojos en blanco, pero era obvio que ella se las había arreglado
para desinflar su ira.

—Está bien. Me vendría bien un trago. Comandante, le pido disculpas. No


quise hacer una escena.

—Asegúrese de no meter a mi sobrina en problemas, ahora. ¿Me oye?

Sí, volvía a sentirse como una adolescente y su tío estaba investigando a


sus novios. Era obvio que no le gustaba éste. Suspiró y llevó a Dax a la luz
del sol de la tarde.

***
Dax siguió a Holland y a la camarera hasta la fría habitación trasera de
Antoine’s. Habían pasado por los soleados alrededores del comedor
delantero. Ese era para los turistas y las familias que celebraban ocasiones
especiales. La verdadera política de Nueva Orleans ocurría en la parte de
atrás del establecimiento, el cuarto donde la luz del sol no llegaba.

Una vez que llegaron a la mesa de la esquina, Dax se sentó frente a ella y
reflexionó sobre qué decir.

La había cagado. Sabía que ella esperaba sacudir algunos árboles y


contárselo. Pero él ansiaba encontrar algo por sí mismo hablando con su tío
para tener algo que aportar en su reunión de mañana. Tal vez entonces ella
vería que podrían trabajar juntos. Y una parte de él esperaba que si Holland
podía asociarse con él en la investigación, vería que podían asociarse de otras
maneras.

—Siento lo de la escena en la comisaría. —Necesitaba calmarla y quitar


esa horrible cara de policía con el ceño fruncido. La llevaba como una
máscara, y Dax quería hablar con la mujer.
—¿Por qué estabas allí? —Y ella estaba usando su voz de policía con él,
también. Era insípida e impersonal. Estaba seguro de que usaba esa voz
cuando estaba interrogando a un sospechoso.

—Sabes por qué estaba allí. —No iba a mentir. La honestidad era su única
forma de salir del lío en el que se había metido—. Descubrí que tu tío dirigió
la investigación civil inicial y quería hacerle algunas preguntas.

—¿No pensaste que podría manejar todo eso por mi cuenta? —Su ceño se
convirtió en una sonrisa amistosa, cuando el camarero se acercó—. Gracias,
no necesito un menú. Tomaré un Sazerac[8] y para cenar el Poulet sauce
Rochembeau con Asperges au Beurre[9].

Presumida. Su acento era perfecto y tenía el menú memorizado como lo


haría una buena hija de NOLA. Bueno, él era un hijo y también podía jugar a
ese juego.

—También tomaré un Sazerac y empezaremos con el Huitres Bienville[10]


para la mesa. Para mi plato principal tomaré los Crabes mous frits y pommes
de terre[11]. Merci.

El camarero asintió con la cabeza y se fue a entregar sus órdenes.

Holland finalmente sonrió lo suficiente como para hacerle saber que se


divertía.

—¿En serio? ¿Ostras?

Seguro que eran afrodisíacas, pero también eran bastante buenas.

—Si no quieres, chère, me las comeré todas.

Holland abrió la servilleta blanca y la colocó sobre su regazo.

—Tomaré unas cuantas. No sé si deberías comer una docena de ostras.


Sólo Dios sabe lo que hará por tu libido.

Se alegró de que finalmente se relajara después de su tenso viaje al


restaurante.
—Tu francés es excelente.

—Pasé la mayor parte de mi adolescencia aquí. Mi tía y mi tío hablaban


mucho francés en su casa. Era una habilidad de supervivencia. También es
una de las razones por las que conseguí el trabajo aquí. Todavía hay mucha
gente por aquí que habla criollo o alguna forma de él. Incluso a mí me cuesta
entender a la gente en el pantano.

Porque algunas comunidades se habían aislado del mundo. Hablaban las


lenguas antiguas y no les gustaba que las autoridades se metieran en sus
asuntos.

—No debes tener que ir allí a menudo.

—Más de lo que piensas. Los chicos de la marina pueden ser muy


aventureros. Ahora, ¿qué es exactamente lo que pensaste que podías lograr
con mi tío que yo no pudiera? —Volvió a la formalidad, aunque aceptó su
bebida del camarero con una sonrisa amable.

Tal vez un Sazerac o dos podrían atravesar su fría reserva. Y tal vez
también la honestidad.

—Quería entrar en la reunión de mañana con algo sólido para mostrarte.

—Se supone que ese es mi trabajo, capitán. —Tomó un buen sorbo del
cóctel de whisky y absenta—. Soy la investigadora. Tú me pediste que lo
investigara.

Aquí tenía que pisar con cuidado.

—No exactamente. Te pedí que me ayudaras a investigarlo.

—Entonces tenemos un problema, porque no te llevaré a todas partes


conmigo. Tu presencia hará más daño que bien. ¿No lo ves?

—Todo lo que veo es que mi familia fue destruida y no creo que pueda
quedarme de brazos cruzados mientras alguien más averigua por qué.

—No parecen destruidas, Dax. —Se suavizó y se inclinó hacia adelante—.


Tu madre por fin está saliendo de nuevo. Está viendo a sus amigos.

—Los que no le dieron la espalda.

—Sí, sus verdaderos amigos. Está jugando al bridge de nuevo y está


planeando un crucero con algunas de sus antiguas hermanas de la fraternidad.

—Te ha hablado de eso, ¿eh?

—Ceno con ella de vez en cuando. En cuanto a Gus, está sonriendo de


nuevo. Ha vuelto a ser Gus. Y he oído que está a punto de empezar un nuevo
gran trabajo para la Casa Blanca. No están destruidas, Dax. Están empezando
a vivir de nuevo, y esto podría traerlo todo de vuelta.

¿Holland pensaba que él no había considerado eso?

—Por eso estoy tratando de mantenerme tranquilo. Pero no puedo dejarlo


pasar cuando sé que alguien le hizo algo terrible a mi padre. No puedo dejarlo
pasar simplemente porque mi madre y mi hermana lo estén superando.

—El mayor problema es que tú no lo estás superando.

—No conviertas esto en algo egoísta, Holland.

—Lo siento si sonó así. No era mi intención. Necesitas un cierre para


seguir adelante. Y te mereces eso. Lo que estás diciendo es que no
encontrarás ese cierre a menos que estés activo en esta investigación,
¿verdad?

Dax negó con la cabeza.

—No puedo quedarme en el banquillo esta vez.

—La última vez no te quedaste en el banquillo. Saliste al campo y les


dijiste a los otros jugadores lo horribles que eran.

Dicho así, había sido un imbécil.

—Lo siento. No estaba pensando con lógica en ese momento.


—Nadie puede bajo esas circunstancias. —Dio vueltas a su bebida—.
Dime algo. ¿Vas a ser capaz de manejarlo si esta investigación no va a tu
manera?

No iba a terminar así. Estaba cien por ciento seguro, así que podía
responderle fácilmente.

—Sí. Aunque no creo que pueda creerlo si no lo veo con mis propios ojos.

—Eso es lo que me temía. —Holland se echó hacia atrás—. Está bien. Te


haré saber lo que está pasando, y donde sea apropiado, puedes venir conmigo.
La primera vez que causes problemas, dejaré de investigar.

Eso era todo lo que podía esperar.

—No causaré problemas. Sé que lo hice la última vez. Pero estoy listo para
encontrar la verdad ahora. ¿Qué averiguaste de tu tío? Un tipo que da miedo,
por cierto.

Beauregard Kirk estaba construido como un linebacker y parecía el doble


de malo.

—Deberías haber visto la forma en que le gustaba asustar a mis posibles


citas en el instituto. Los saludaba con una escopeta. No salí mucho hasta que
me fui a la universidad. Pero sobre el tema que nos ocupa —dijo como una
suave transición—. Averigué algo nuevo. ¿Has estado alguna vez en el Motel
Raven?

El nombre hizo que se le revolviera el estómago. Tomó otro trago.

—No había estado allí antes del incidente. Aunque conozco su reputación.
Es un lugar donde las prostitutas llevan a sus clientes. ¿Alguien descubrió el
nombre de la mujer que llamó dando la pista?

—Tengo una copia de la llamada. Nunca se dio a conocer a la prensa por


razones obvias.

Dax sabía exactamente la razón.


—Si la mujer era una prostituta, habría hecho que la narración de la policía
pareciera un poco menos trascendental.

—Sí. Además, la mujer estaba tratando de hacer una buena obra. Si no


quería ser identificada, eso es asunto suyo. Queremos mantener las pistas
anónimas o nadie llamará.

Él entendió el razonamiento detrás de esto, pero maldición, quería hablar


con esa mujer.

—Me gustaría escucharla. Sólo su acento podría decirnos algo.

Holland asintió.

—Estoy de acuerdo, pero no sé si averiguar quién hizo la llamada cambiará


algo. Todavía tenemos el tema de la cinta de seguridad.

Recordaba bien esa cinta. Esos quince segundos de cinta habían sido
reproducidos una y otra vez en las noticias. Algo de eso también parecía
sospechoso.

—Nunca muestra la cara de mi padre, sólo la de la chica.

—Sí, pero tu padre iba de uniforme. Se identifica por la insignia y llega el


momento en que la chica lo mira. Teníamos a nuestros mejores lectores de
labios para saber lo que decía.

¿Adónde me lleva, almirante Hal?

Ella había hecho la pregunta mientras caminaban por el pasillo hacia las
habitaciones. No había habido ningún audio.

—¿Qué tan estúpido crees que mi padre tendría que ser para arriesgarse a
que alguien se fijara en un oficial con uniforme completo?

—Yo no diría estúpido. Diría imprudente, y eso encaja con el perfil de tu


padre. Era un hombre inteligente, pero le gustaba la adrenalina. Después de
dejar el mando y empezar a trabajar detrás de un escritorio, ¿qué le gustaba
hacer en su tiempo libre?
Su padre había saltado de aviones, hecho carreras de coches y se había
involucrado en cualquier cosa peligrosa.

—Entiendo lo que quieres decir, pero no puedo verle siendo tan


imprudente.

—Fue identificado por cuatro personas diferentes.

—Tres de las cuales están desaparecidas, Holland.

—Bien, admito que eso también me da que pensar. He llamado a su


antiguo ayudante de campo. Está en el extranjero en una misión, así que
podría tardar un poco en contestarme. Veremos qué tiene que decir.

Esperar realmente era la parte más difícil.

—¿Qué piensa tu tío de la chica?

—Ella tenía un historial de huir de casa. Unos cuantos arrestos juveniles


por hurto menor. Estuvo unos meses en el reformatorio y volvió a casa con
una madre alcohólica y un padre ausente. No es sorprendente que se fuera
después del escándalo.

—Lo que me sorprende es que nadie la haya visto desde entonces.

Holland negó con la cabeza con tristeza.

—Dax, a nadie le importa ya. La prensa ha pasado al siguiente escándalo.


La chica probablemente huyó y no miró atrás.

Por mucho que odiara admitirlo, Holland tenía razón. A nadie fuera de su
familia y amigos le importaba ya. Su padre estaba muerto y enterrado y había
nuevas historias morbosas para que la prensa las devorara. Demonios, la
mitad de ellas eran sobre Mad y Gabe.

—Aun así, alguien en algún lugar tiene que haberla visto.

—Tengo una lista de todos los involucrados en el caso. Estoy haciendo una
línea de tiempo. Luego tengo la intención de rastrear a cada uno de los
testigos. La madre de la víctima ya no está en su antigua residencia, así que
iré allí por la mañana para hacer algunas preguntas, a ver si puedo averiguar a
dónde se ha mudado. No sé si será de ayuda, pero es la mejor pista que tengo.

Entonces ahí es donde empezarían. El camarero trajo las ostras,


colocándolas sobre el lino fino entre ellos.

Dax cambió de asiento. Quería estar más cerca de ella. Había conseguido
una gran victoria. Holland estaba discutiendo el caso con él. Si era un hombre
inteligente, lo aceptaría como suficiente. Nunca había sido particularmente
inteligente cuando se trataba de Holland Kirk.

Los ojos de ella se abrieron como platos.

—Puedo oírte mejor aquí —afirmó tan inocentemente como pudo—. Y


sabes que una buena botella de vino complementaría la cena que tenemos por
delante. Creo que vi un sauvignon blanc apropiado en el menú. Se combina
con tu pollo y mi cangrejo.

Con suerte. Dax no era exactamente un somelier, pero el blanco iba con el
pollo y el marisco, y definitivamente suavizó a Holland. Ella finalmente
sonreía, y él no iba a dejar que eso se detuviera.

—Bien, ya que ninguno de los dos va a conducir —concedió ella y le pidió


al camarero que trajera una botella con la cena.

Se comió una de las ostras con el gusto de una mujer que las había estado
comiendo toda su vida. Cuando volvió a dejar la concha, ella se inclinó hacia
delante.

—Entonces, ¿cuál de tus amigos con pene andante está en la ciudad?

—¿Cómo has...? Courtney. Claro que sí. Es una buena chica. —Era
exactamente el tipo de mujer al que solía perseguir. Dulce, un poco divertida,
abierta sexualmente. Se ofreció en bandeja de plata el día que se conocieron,
pero fue menos agresiva desde que descubrió que él tenía una conexión con
su mejor amiga. Un poco menos—. Gabe está aquí. Sé que le encantaría
verte.
—¿Y? Oh, Dios. Si Gabe está aquí, eso significa que Mad también—dijo
con una risa—. Llamaré al hospital local y les diré que van a necesitar un
envío urgente de penicilina. Espera, ¿no vino Gus anoche? Gus puede
manejar a Mad. Aunque las prostitutas de Nueva Orleans llorarán. —Se
ruborizó—. Lo siento mucho. No estaba diciendo algo malo sobre tu
hermana. La adoro.

Pero Gus era una especie de equivalente femenino de Mad.

—Estoy seguro de que está encargándose de Mad mientras hablamos. —Se


estremeció—. Hablemos de algo más agradable. ¿No tienes un asesinato o
algo más agradable en lo que pensar que mi hermana acostándose con mi
amigo?

—Oh, he tenido algunos grandes asesinatos —dijo con entusiasmo. Estaba


sonriendo cuando empezó a hablar.

Y Dax la tenía justo donde quería.

***
Una hora y media y unas Cerises jubilee[12] compartidas más tarde, Dax
era un hombre feliz. Pasaron todo el tiempo hablando de su trabajo y amigos.
Holland habló de algunos casos en los que había trabajado y de cómo había
sido crecer como sobrina de uno de los policías más grandes y malos de la
parroquia. Dax le había contado algunas historias sobre sus amigos, las que le
hacían parecer un niño de coro, por supuesto. Y habló de lo que significaba
para él tener su propio barco, liderar a sus hombres. La cita con ella, fue todo
lo que había pensado que sería. Divertida y satisfactoria a un nivel que no
había conocido con una mujer antes. Sí, la deseaba sexualmente. No había
duda de eso. Había estado reprimiendo su excitación la mayor parte de la
noche. Y cuando ella se rió de verdad... bueno, ese sonido gutural encendió
su sangre. Pero el deseo iba más allá del sexo. Quería su compañía. La quería
cerca de él.

La quería siempre.
Dax sólo había revisado su teléfono una vez. Ella recibió una llamada que
no pudo evitar y se alejó para hablar. Fue entonces cuando vio aparecer la
alerta. Connor había amañado un sistema que alertó a Dax cuando su nombre
aparecía en los periódicos sensacionalistas. Dax había pulsado para encontrar
una foto de él y Holland entrando en Antoine’s, con su mano en la espalda de
ella.

Tres sitios de chismes de Internet ya habían recogido la historia. Era


posible que los periodicuchos más grandes también publicaran la historia.

Dios, iba a tener que decírselo, pero quería esperar un poco más antes de
recordarle todas las razones por las que se negaba a salir con él.

—No he comido tanto en mucho tiempo —admitió Holland—. Después del


trabajo, suelo calentar algo en el microondas.

—¿Por qué haces eso cuando eres una cocinera tan increíble?

Ella se ruborizó dulcemente.

—Me gusta cocinar, pero raramente lo hago. Cocinar para uno no es muy
divertido. No me gusta desperdiciar toda esa comida. Las recetas de mi tío
suelen alimentar a una docena de hombres. Aunque te comiste casi todo lo
que hice la otra noche.

Habría comido más si eso la mantuviera hablando con él.

—Entonces, ¿cuál fue la ocasión especial de esa noche? Hiciste gumbo y


pastel. ¿Interrumpí algo?

—No, para nada. Estaba experimentando. —Ella resopló un poco y dejó su


copa de vino—. Eso es una mentira. Lo hice para ti. Recordé lo mucho que te
gusta el chess pie y el hecho de que no puedes conseguirlo fuera del sur.
Quería impresionarte.

Quería estirar la mano y llevarla a su regazo, para abrazarla y agradecerle


apropiadamente. Se conformó con una sonrisa.

—Considérame impresionado, cariño. Fue asombroso. Hace tanto tiempo


que no le importo a nadie, que creo que he olvidado lo que se siente.

—Apenas puedo imaginar que eso sea cierto. Eres el Capitán Asombroso.

Dax puso los ojos en blanco.

—Aparentemente los hombres me llaman así. Estoy seguro de que es


porque hago la vista gorda a algunas de las cosas estúpidas que hacen. Puede
ser difícil estar atrapado en un barco durante meses. Si quieren empezar una
liga de hockey con escobas cuando están fuera de servicio, ¿quién soy yo
para detenerlos? No, estaba hablando de las mujeres, Holland. Ha pasado
mucho tiempo desde que una mujer cocinó para mí. Creo que fue mi novia de
la universidad. Y se especializaba en fideos ramen, así que no estoy seguro de
que eso cuente. —Había algo profundamente íntimo en una mujer que
cocinaba. Fue algo especial porque no había sido ninguna mujer. Fue
Holland.

—¿Cómo puede ser eso cierto? —Ella negó con la cabeza mientras lo
miraba, como si tratara de entenderlo—. Tienes mujeres persiguiéndote
constantemente.

Ella asumió muchas cosas sobre él. Podía aclarar algunos conceptos
erróneos.

—Me persiguen mucho, pero la mayoría de las mujeres no están realmente


interesadas en mí. Les gusta que las vean conmigo. Si les gusta la política y el
poder, esperan acercarse a Zack o a Roman. Si quieren dinero y ostentación,
entonces Gabe o Mad. Quieren que las saque y las muestre para que sus fotos
salgan en los periódicos sensacionalistas. No conocen mi verdadero yo y no
quieren hacerlo. No podría importarles menos que me encante el gumbo y el
chess pie.

—No lo había pensado de esa manera —reflexionó—. Eso suena como una
forma solitaria de vivir.

—Está empezando a sentirse así. —Cuando era más joven, no había


buscado nada serio. Las chicas para pasar el rato parecían la solución
perfecta. Sólo quería divertirse y pasar el rato con sus amigos. Entonces Zack
se casó y las cosas que una vez había buscado parecían inútiles—. Diablos, la
mayoría de los hombres bajo mi mando están casados y tienen hijos. En
algún momento, lo del playboy se convierte menos en una forma de vida y
más en una broma.

—Podrías casarte mañana si quisieras.

—No quiero casarme sin más. Quiero estar enamorado. Todo el mundo
mira al matrimonio como si fuera el premio que hay que tener. Debería ser el
resultado inevitable del verdadero premio.

—¿Estar enamorado?

—Amar tanto a una mujer que sé que nunca querré a otra como la quiero.
Saber que ella me completa de alguna manera inexplicable y yo hago lo
mismo por ella. El matrimonio, los hijos, la casa en los suburbios, no
significan nada sin esos cimientos.

De repente, Holland se sentó derecha y se pasó una mano por los ojos.

—Debo ser alérgica a algo. Voy a visitar el baño de damas, capitán.


Enseguida vuelvo.

Tomó su bolso y se fue corriendo como un conejito asustado. Dax le había


contado la verdad. Él llamó al camarero y se ocupó de la cuenta.

Lo que no le había dicho era que todo el tiempo que había estado en su
último despliegue, había pensado en ella. No había habido una esposa sin
nombre y sin rostro que mágicamente completara su mundo. Se había
imaginado a Holland. Sabía lo que quería y no era alguien dulce que lo
mirara como si fuera el rey del mundo porque de vez en cuando se acordaba
de llevarle flores o ayudar con los platos. No, él quería una mujer que le
mordiera el culo cuando se le olvidara. Quería una mujer que exigiera
respeto, que se lo ganara con su inteligencia, su rápido ingenio y pasión.

Quería a Holland.

Dax estaba totalmente seguro de querer que su matrimonio fuera más


fuerte y tuviera más fundamento que el de sus padres. Tal vez estaba siendo
ingenuo, pero pretendía hacerlo bien con Holland. A partir de ahora.

Dax se puso de pie, negándose a desperdiciar cualquier ocasión. Si tenía


alguna oportunidad de un futuro con Holland, la aprovecharía siempre.

Se dirigió al pasillo que conducía a los baños. El de Antoine’s era más


grande de lo que parecía y podía ser un poco laberíntico para el comensal
casual, pero a pesar del interior fresco y oscuro, sabía exactamente a dónde
iba.

Afuera estaría anocheciendo, el aire sería caliente y húmedo, pero aquí


podía sentir el aire acondicionado sobre su piel. No hizo nada para
refrescarlo.

Ella salió del baño cuando él se acercó. Sus ojos se abrieron como platos
cuando lo vio, pero volvió a su calma y a su tranquilidad.

—¿Estás listo para irte?

Tan educada… Quería pasar de la superficie elegante y encontrar a la


mujer apasionada que sabía que estaba debajo.

—Estoy listo para muchas cosas, Holland. Sobre todo, estoy listo para
terminar lo que empezamos hace años.

Holland retrocedió, su cuerpo golpeó la pared detrás de ella.

—¿De qué estás hablando?

Oh, ella sabía exactamente de qué estaba hablando, pero él podía


aclarárselo.

—Nunca llegué a terminar ese beso. Mi padre nos interrumpió.

Holland negó con la cabeza, pero estaba mirando su boca. Su respiración


se había vuelto superficial.

—Terminamos. Y me fui.
Él se acercó más, apretándola.

—Definitivamente no me sacié, cariño. Tal vez si lo hubiera hecho, no te


habrías ido. Creo que es hora de que arreglemos ese problema.

Dax se inclinó lentamente, dándole la oportunidad de protestar. Nunca la


obligaría... pero la persuasión era algo totalmente distinto.

—Dime que no quieres que te bese aquí y ahora.

—Sabes que no puedo —susurró.

Eso era lo que él quería oír. Puso su mano contra la pared sobre su cabeza
y se acercó, inspirando su aroma. Holland olía a melocotones maduros y a
algo muy propio de ella. Eso le excitó.

Lentamente, estiró la mano para acariciar la suave piel de su rostro.

—Nunca dejé de pensar en ti. Ni una sola vez, Holland. No creo que sea
capaz de olvidarte.

—Esto es un error. —Ella susurró las palabras contra los labios de él, sus
bocas se acercaban cada vez más—. No puede terminar bien.

Dax cerró la distancia que quedaba entre ellos y rozó sus labios sobre los
de ella, dándole a Holland una muestra de lo que estaba por venir.

—Puede si lo logramos. Elegimos nuestro destino.

Él haría que su matrimonio funcionara. Juntos tendrían hijos que siempre


se sentirían amados y nunca se preocuparían de que sus padres no los
pusieran a ellos y el uno al otro primero.

Dax profundizó el beso, deslizando la lengua sobre el carnoso labio


inferior de Holland y excitándose cuando ella se estremeció. Las manos
temblorosas de Holland subieron por su torso mientras presionaba sus
cuerpos y lo besaba más intensamente. Entonces Holland abrió la boca y Dax
sintió el deslizamiento de su lengua contra la suya.
Fuego puro amenazaba con consumirlo. Normalmente, él se tomaba su
tiempo y perseveraba hasta el sexo, pero la sensación de esta mujer en sus
brazos le puso duro y preparado en un instante. Quería empujarla contra la
pared y meterle la polla profundamente. Tómala. Gritó todo su ser para
reclamarla de una vez por todas.

La inmovilizó contra la pared, cubriendo su cuerpo con el suyo mientras


prolongaba el beso. Con manos codiciosas, abrazó sus curvas, luego las
colocó en su cintura y la empujó con fuerza contra él. Odiaba la ropa que
había entre ellos, no quería nada más que sentir su piel sedosa.

—Dax, no deberíamos —jadeó ella contra su boca.

—Deja de pensar. Siente. Siente cuánto te deseo, Holland. —Presionó su


pelvis contra la de ella. No fue algo caballeroso, pero no podía ser cortés con
ella. Holland sacaba al hombre de las cavernas que había en él. Quería
marcarla, para que todos supieran que esta mujer era suya.

La silenció con su beso, profundizando de nuevo. Sus dedos se aferraron a


sus hombros mientras su cuerpo se amoldaba al suyo, encajando juntos.
Pecho a senos. Vientre con vientre. Su erección se apoyó en el coño de ella.

¿Podría tomarla en el cuarto de baño? Tenía un condón. Todo lo que


necesitaba eran unos minutos de privacidad para aliviar el dolor que ambos
sufrían. Pero por mucho que la deseara, Dax no podía imaginar que su
primera vez con Holland fuera en un baño público. Ella merecía algo mejor.
Y ellos también. .

Mientras se obligaba a sí mismo a relajarse, una voz desconocida bajó por


el pasillo.

—Si vienen por aquí, echaremos un vistazo al comedor privado.

Holland jadeó ante la intrusión y le empujó. Dax miró sus mejillas


sonrojadas y sus labios hinchados, y una cinta de satisfacción le envolvió.

—Como pueden ver claramente, Antoine's es conocido por su ambiente


romántico. Como todo aquí en Nueva Orleans, lo mantenemos picante —dijo
de nuevo la voz masculina.

Dax hizo una mueca cuando vio a un grupo de turistas tomando uno de los
tours de comida y vino que se realizan diariamente por la ciudad. A medida
que el grupo pasaba, Holland parecía aún más nerviosa. Obviamente, no
había sido atrapada en muchas posiciones comprometedoras antes.
Afortunadamente él sí.

Dax se puso delante de ella y asintió con la cabeza al guía mientras pasaba.

—Que pasen una buena noche en el Quarter —dijo con una sonrisa,
quitando toda la atención de Holland.

Algunos ojos se abrieron y algunos susurros siguieron, como si alguien lo


reconociera, pero el tour siguió adelante.

—No puedo creer que haya hecho esto. —Holland todavía jadeaba detrás
de él, su pecho subía y bajaba mientras Dax se giró hacia ella.

—No hay nada de lo que avergonzarse, cariño. Apuesto a que no somos la


primera pareja atrapada besándose en un pasillo. —Él le alisó el pelo—. Lo
siento. Debí haber esperado hasta que llegáramos a casa.

Su pelo rubio tembló.

—No, no deberías haberlo hecho en absoluto. Te lo dije, si vamos a


investigar juntos, no podemos involucrarnos.

—¿Por qué? Somos adultos. En realidad no trabajamos juntos. Ninguno de


nuestros trabajos tiene reglas que prohíben una relación entre nosotros. Si
todavía te preocupa mi estilo de vida, te aseguro que es tranquilo. Sólo te
quiero a ti. Quiero sentar cabeza. No más fiestas. No más locuras. Sigamos
con esta cosa entre nosotros que se ha ido construyendo desde el día en que te
conocí.

Ella parpadeó hacia él. Por un momento, Dax pensó que aceptaría.

—No puedo. Si quieres investigar el caso de tu padre, tienes que dejar de


lado cualquier relación romántica conmigo.
La frustración brotó dentro de él. Holland le había dicho que le deseaba.
Había respondido a su toque como si estuviera hecha para él. Entonces, ¿por
qué lo estaba alejando? La única razón que podía ver eran sus miedos
ilógicos.

—¿Esto es una proposición de una de dos? ¿Puedo investigar el caso de mi


padre o puedo tenerte a ti?

Ella no se encontró con su mirada.

—No. No estoy diciendo eso. Estoy diciendo que no estoy preparada.


Necesito un poco de espacio. Sabías que ibas a volver a mi vida. Has estado
pensando en esto y planeándolo durante meses, pero todo esto es un shock
para mí, Dax. Todo ha sido pulcro y ordenado en mi vida y tú eres el huracán
que podría arrasar con todo.

Sus palabras le dieron una patada en las tripas. Tenía razón. Llevaba meses
conspirando, y ni una sola vez se había acercado a hablar con ella. Lo había
hecho a propósito para poder sorprenderla, para mantener la ventaja... para
ver si podía recoger sus verdaderos sentimientos. Holland no funcionaba así.
No era una mujer de “aquí te pillo, aquí te mato”. Ella necesitaba pensar en
cosas. No se sentiría segura hasta que no hubiera reflexionado completamente
sobre las opciones y posibilidades. Por mucho que su respuesta lo frustrara,
Dax sabía que Holland no intentaba forzarle a hacer su voluntad.
Simplemente estaba siendo quien era. Era inteligente y metódica, pero una
vez que tomaba una decisión, se quedaba con ella.

Él le agarró la barbilla y la obligó a mirarlo.

—Holland, lo siento. Te empujé cuando prometí que no lo haría. ¿Puedes


perdonarme?

Las lágrimas brillaron en sus claros ojos azules mientras asentía con la
cabeza.

—No fue como si no hubiera respondido.


—Pero no estabas preparada —respondió—. Déjame ser claro contigo. Te
quiero a ti, y no para una aventura de una noche. Quiero intentar algo
duradero. Creo que podríamos ser espectaculares juntos, pero quiero que tú
sientas lo mismo. Así que tómate el tiempo que necesites. Hazme cualquier
pregunta que quieras. Ponme a prueba. No me iré a ningún lado.

La tomó en sus brazos pero mantuvo el toque ligero, reconfortante.

—Siempre hemos sido amigos —dijo ella mientras suspiraba y se aferraba


a él.

La amistad era importante para Holland. Había perdido a una de sus


mejores amigas. Aunque él quería ser más que un amigo para ella, el hecho
de que ella lo incluyera en su círculo era significativo, y él lo aceptaría.

—Siempre seremos amigos, Holland. No importa lo que pase.

—Te tomo la palabra, Spencer.


Capítulo 5
Dax inspiró el aire húmedo cuando salieron del restaurante. Había caído la
noche, lo que hacía que saliera la gente del Quarter. Las calles siempre
estaban abarrotadas, pero después de que el sol se pusiera... comenzaba la
verdadera fiesta.

Miró hacia arriba y hacia abajo de la avenida, buscando alguna pista de los
paparazzi. El tráfico congestionaba la calle delante de ellos, los coches
circulaban de sur a norte. Las calles este/oeste estaban cerradas en el Quarter
para el tráfico peatonal, y eso parecía perturbar a la gente que había sido tan
tonta como para conducir. Las bocinas y los acelerones de los motores
llenaban el aire.

—Dijiste que sólo fue una foto. Eso significa un fotógrafo —señaló
Holland—. Estuvimos allí durante mucho tiempo. Probablemente ya se ha
ido. He oído que Brad y Angelina están en la ciudad. Son mucho más
interesantes que tú, amigo.

Ella tenía una forma de traerlo de vuelta a la tierra.

—Bueno, siento haberte arrastrado a ello de todas formas. —Tal vez ella
tenía razón. Sólo había sido la única foto. Eso no significaba que una horda
estuviera esperando para descender, sobre todo porque Mad y Gabe no
estaban con él.

Holland le sonrió. Alimentarla parecía haber mejorado enormemente su


humor.

—Está bien. Me veía muy bien en esa foto.

No podía discutir con eso. Siempre estaba preciosa.

La música de jazz, alta e intensa, sonaba desde los varios clubes y bares
que salpicaban la calle.
—Parece una noche loca —dijo Holland con un movimiento de cabeza.

—Tú eres la que realmente vive aquí. ¿Cómo lo haces?

Ella le dio un pequeño encogimiento de hombros.

—Mi abuela me dejó su apartamento. No podría venderlo. ¿Quién no


quiere vivir en una verdadera tienda vudú de Nueva Orleans?

Podía pensar en mucha gente. Incluido él mismo.

—Cualquiera que no quiera escuchar los tours a cada hora de cada día.

Dax sabía que se rumoreaba que la tienda vudú encima de la que vivía era
frecuentada por una tal Marie Laveau, reina del vudú de NOLA. Los tours
informativos paraban varias veces al día.

Ella simplemente descartó esa molestia con gesto de la mano.

—La buena noticia es que mi abuela tenía el lugar insonorizado. Toda la


gloria y la diversión del French Quarter. Ninguno de los sonidos de las
arcadas. O la información turística diaria. Es un gran lugar para vivir. Todo lo
que podría necesitar está aquí. Sólo eres un niño rico del Garden. No puedes
manejar una verdadera fiesta.

¿Había olvidado quién demonios era?

—Te aseguro que algunas de las fiestas en las que he estado te


avergonzarían, pequeña. Fui a la fiesta de cumpleaños número 21 de Maddox
Crawford. No tengo ni idea de cómo terminamos en Tijuana. Empezamos en
un bonito restaurante en el Soho. Es un misterio.

Holland negó con la cabeza y se colocó la correa de la bolsa de su portátil


en el hombro.

—Los ricos son realmente diferentes. Estamos a tres manzanas de mi casa.


¿Te vas a casa?

—No hasta que te acompañe a tu puerta. —Iba a tomar cada maldito


minuto que tenía con ella. Se negaba a dejarla hasta que no tuviera más
remedio, sobre todo después de saber que la prensa estaba detrás de él. No la
dejaría enfrentarse a eso por su cuenta.

—Señalaría que llevo un arma, pero creo que lo caballeroso es agradable.

—Diablos, cariño. No estoy siendo un caballero. Puedo tomar un taxi en tu


casa. Espero que me protejas. —Guiñó el ojo.

Pero ella podría hacerlo. Holland era más competente que nadie que
conociera, con la singular excepción de Connor. En cambio, le sonrió y
decidió no decirle que la acompañaría a casa porque no quería que la noche
terminara.

La calle St. Louis era un desastre lleno de gente, pero lo era todas las
noches. Incluso durante los días de verano, el barrio estaba lleno de turistas y
estudiantes, todos tratando de superar la fiesta del siguiente tipo.

Dax le agarró la mano para no perderla entre la multitud mientras se dirigía


a su apartamento. Tal vez podría convencerla de que le preparara un café y
así podrían hablar un poco más. No sobre el caso. Quería olvidarse de eso por
una noche. No volvería a besarla. Le mostraría que podían ser amigos y
cuando ella se sintiera cómoda, los llevaría a algo más físico.

Una mujer tropezó con él, sus hombros chocando entre sí.

—Discúlpeme.

—Perdón. Lo siento mucho. ¿Sabe dónde está la calle Bourbon? —Dada la


forma en que balbuceaba, sonaba como si ya hubiera tenido suficiente para la
noche. También parecía que no podía pasar de los diecinueve. Se apartó el
pelo alborotado de los ojos, que no estaban bien enfocados.

—¿Dónde están tus padres? —preguntó Holland, viendo obviamente lo


que él hizo.

—Malditos policías. —La chica puso los ojos en blanco y se tropezó.

—Típico. —Holland suspiró—. Podría seguirla, pero no tengo jurisdicción


aquí. Espero que tenga una buena identificación falsa porque esos tipos de la
calle Bourbon saben que están siendo vigilados. Cuando lleguemos a casa,
llamaré y haré que los policías de la calle la busquen. Al menos sabemos a
dónde va.

Un grupo de mujeres engalanadas para una despedida de soltera se abrió


paso, haciendo que él se separara ligeramente de ella.

Ella se apartó del camino de las mujeres borrachas. Desafortunadamente,


eso hizo que Holland se metiera en una parte de la calle que no estaba
bloqueada al tráfico. Una larga fila de coches esperaba, sus conductores
impacientes. Dax se volvió en su dirección cuando un hombre en bicicleta
serpenteó entre los coches.

Esa bicicleta iba a chocar con Holland. Los ojos de Dax se abrieron como
platos.

—¡Holland! —Dax trató de abrirse paso a empujones. Sólo les separaban


unos pocos metros, pero no podría alcanzarla lo suficientemente rápido—.
¡Vigila tus doce!

Ella pareció escucharlo y levantó la vista justo a tiempo para ver la


bicicleta que se dirigía hacia ella. Las cláxones sonaron y el mundo pareció
de repente más ruidoso que antes. A Holland no le entró el pánico.
Simplemente volvió a subir al bordillo y se equilibró.

Dax dio un suspiro de alivio cuando la bicicleta comenzó a pasar


zumbando por su lado, el ciclista extendió un brazo musculoso. Le arrebató la
bolsa del hombro a Holland.

Ella se dio la vuelta y cayó sobre una rodilla, golpeándosela fuertemente


contra el pavimento.

Dax finalmente consiguió abrirse paso hasta ella. Se arrodilló y la levantó.

Holland se agarró a su mano mientras ella luchaba por ponerse de pie.

—Se ha llevado mi ordenador. Ese imbécil se ha llevado mi ordenador.


Ahora que sabía que no estaba herida, Dax se giró y le persiguió. Si ella
quería su ordenador, él se lo conseguiría.

Salió corriendo, con los pies golpeando en el pavimento irregular. Tuvo


que abrirse camino entre la multitud, manteniendo los ojos en la bicicleta.
Mientras atravesaba la desagradable maraña del tráfico, escuchó a alguien
gritando detrás de él. Pensó que podía ser Holland, pero si le quitaba los ojos
de encima aunque fuera por un segundo, podría perder al ladrón.

Maldita sea, odiaba no tener el control de la prensa para seguirlos, sobre su


pasado, y definitivamente sobre este hijo de puta ladrón. Pero tenía la
intención de cazar al matón y recuperar su ordenador.

Entonces se dio cuenta, alguien había atacado a Holland, específicamente


se esforzó por llevarse su ordenador. El Quarter estaba lleno de turistas que
habían bebido demasiado, con carteras colgando de sus hombros y guardando
voluminosas billeteras en sus bolsillos traseros. Pero el tipo de la bicicleta
había ido directamente a por su chica. Ella acababa de empezar la
investigación y ya alguien quería las notas o pruebas que tenía, así que le
quitaron el portátil.

Igual que le habían quitado la vida a su padre.

Dejó de lado la sospecha en favor de correr, de ceder a sus instintos


depredadores.

La bicicleta giró, deslizándose por una calle lateral.

El tráfico se movía, pero eso a Dax no le importaba. Escuchó el sonido de


las bocinas pero corrió de todos modos. Golpeó con la mano el capó de un
coche que se detuvo de repente y se lanzó a su alrededor, al otro lado de la
calle, con el pecho agitado.

Se las arregló para correr hacia esa calle y se abrió camino. Luego aceleró
el paso. Si dejaba que el ladrón se escabullera de estas calles estrechas, Dax
seguramente lo perdería.

El tipo de la bicicleta pedaleaba con fuerza, pero las calles estaban


desniveladas desiguales y llenas de baches que podían hacer tropezar a una
persona que caminaba, mucho más a un imbécil que pedaleaba para huir de la
escena del crimen. Dax vio como el tipo chocó con un gran parche en la
carretera, su cuerpo voló hacia adelante antes de ceder finalmente a la
gravedad.

Joder, sí. Esta era la interrupción que necesitaba.

Aceleró, a pesar de que su corazón amenazaba con salirse del pecho. Vio
que la bolsa del portátil de Holland salía volando. Había estado colgando del
manubrio y ahora fue lanzado hacia arriba antes de volver a caer y estrellarse
contra la calle.

Dax se dirigió hacia ella pero vio al hombre que gemía retorcerse en el
suelo. Además de ser alto y bien construido, el criminal llevaba pantalones de
chándal y una chaqueta negra ligera.

Maldijo en voz alta y se puso de pie. Cuando se giró, Dax pudo ver que el
tipo llevaba gafas de sol bajo el casco. No pudo decir mucho más que eso,
excepto que el hombre estaba bronceado y era caucásico o hispano.

—Voy a devolver esa bolsa —gritó Dax mientras se movía por el callejón.

—Que te jodan —dijo el hombre con voz profunda y alcanzó su bicicleta.

Había caído la oscuridad y muy poca luz penetraba los cuerpos y edificios
de las calles principales. La sombra invadía todos los lados, pero Dax estaba
decidido. Fue a por la bolsa.

El hombre le dio una patada, alcanzándole en el antebrazo. Dax apretó los


dientes y dio vueltas, intentando mantenerse en pie. El imbécil era más fuerte
de lo que parecía y Dax se encontró recibiendo un fuerte puñetazo que le hizo
caer al suelo, sus rodillas impactaron en los adoquines con un golpe
estremecedor en la mandíbula.

El dolor le atravesó, pero trató de empujar eso a un lado y alcanzar la bolsa


del portátil.
Justo cuando la agarró, Dax se dio cuenta de que el imbécil de la bicicleta
había traído algo más que un casco para protegerse.

—Suéltala. —El hombre se paró sobre él, sosteniendo un arma en su mano.

Desafortunadamente, Dax sabía qué tipo de daño podía hacer una SIG
Sauer, y el matón parecía bastante competente con la maldita cosa. Se vio
obligado a dejar caer la bolsa de piel.

Maldita sea, estaba en una posición inferior, sin imaginar que su agradable
velada con Holland podría volverse peligrosa tan rápidamente. Calculó sus
probabilidades de distraer al otro hombre, pero su rodilla había recibido un
buen golpe, la derecha sangraba. Un dolor punzante le atravesó el muslo y le
agarró la rótula. Podría ser capaz de usar su entrenamiento en artes marciales
y pillar al criminal desprevenido con una patada bien dirigida usando su
pierna no herida, pero si no podía correr, Dax sabía que tendría un gran
agujero fatal en su cuerpo.

—Hablo en serio, cabrón —escupió el hombre—. Muévete un poco más y


te volaré la cabeza.

Dax le creyó. La humillación le calentó la sangre. Debería ser capaz de


derribar a un asaltante solitario y recuperar la bolsa de Holland. Era un
maldito oficial de la Marina. Había tenido años de entrenamiento, pero eso no
lo convertía en Superman. Estaba indefenso contra una bala que salía a toda
velocidad.

—¡Dax!

Mierda. Holland. Le había seguido. Ella tendría un arma, pero no podría


ver que este cabrón también la tenía hasta que fuera demasiado tarde. El
matón podía girar y dispararle antes de que ella pudiera siquiera defenderse.

Sin apartar la vista de Dax, el criminal se agachó y agarró la bolsa,


pasándola por encima de su cabeza y cruzándola en su pecho. El arma nunca
vaciló mientras gritaba por el estrecho callejón:

—No te muevas o le volaré la cabeza a él.


—Toma la bolsa y vete. No voy a hacer ningún tipo de movimiento. —
Holland se detuvo cerca de la calle, con las manos en alto—. No tienes que
empeorar esto. Ahora mismo, todo lo que has conseguido es un pequeño
robo. Presentaremos un informe y seguiremos adelante. Si le disparas, la
policía no dejará de buscarte.

El hombre usó su mano libre para levantar su bicicleta, pero no le dio la


espalda a ninguno de ellos. El callejón era estrecho, dejando libre la siguiente
calle al oeste. Podía perderse fácilmente entre más turistas.

—Continúa. No te detendré —prometió Holland con voz tranquila.

El hombre retrocedió por el callejón y se fue.

Dax se puso en pie, mirando a la distancia entre él y el asaltante.

—No te atrevas —advirtió Holland, corriendo por el callejón, con su arma


en la mano. La llevaba con la competencia de una mujer que había estado
cerca de las armas de fuego toda su vida. Llegó al final del callejón y enfundó
su arma.

—Todavía podemos atraparlo—insistió Dax.

Holland sacó el teléfono de su bolso y comenzó a marcar.

—No vas a ir a ninguna parte. Perseguirle fue una locura.

Dax tenía que evitar que hiciera esa llamada.

—Holland, si llamas a la policía, la prensa te seguirá. Estarán en todas


partes. Es por eso que fui tras él en primer lugar.

Dudó, suspiró, y luego guardó el teléfono.

—Tengo que hacer un informe, pero tienes razón. ¿Estás bien?

La noche se había ido a la mierda.

—Me limpiaré en casa.


—De ninguna manera. Estamos a una manzana de mi casa. Vámonos.

—¿Cómo puedes dejar que se salga con la suya?

Ella frunció el ceño.

—¿Sabes cómo? Porque si le persigo y empiezo a disparar, alguien saldrá


herido. Me estás mirando como si yo debiera haber sido más policía. ¿Sabes
qué? Estaba siendo un policía, Dax. Mi trabajo es proteger y no actué de
manera diferente a como querría que lo hiciera otra persona en mi situación.
Ese ordenador es una cosa. Puede ser reemplazado. La gente no.

Dax estudió su expresión pétrea, su mandíbula apretada. Estaba más


disgustada de lo que dejaba ver.

—Lo siento. Pensé que estaba ayudando. —Pensó que podía ser su héroe.
Lo había hecho cientos de veces a lo largo de su carrera, pero había fracasado
con su mujer.

—Lo sé. Vamos a limpiarte.

Entonces podría volver a casa. Gabe y Mad probablemente estaban en


algún lugar de fiesta. Se sentaría con su madre y tendría una charla tranquila
y solitaria con una copa de brandy, a ver si podía ver a la mujer feliz y
risueña que recordaba de su infancia.

Siguió a Holland hacia su casa y deseó que nunca hubieran dejado el


restaurante.

***
—Esto va a doler. —Holland hizo un gesto de dolor al frotarle el
antiséptico en el codo.

Dax siseó ligeramente pero no se estremeció. Más pruebas de que estaba


completamente loco. En lugar de eso, miró fijamente a un punto sobre su
cabeza.
—Deberías haberme dejado llamar a los paramédicos para que te echaran
un vistazo.

Se encogió de hombros mientras ella le ponía la venda sobre la herida.

—No quería tratar con la prensa. Es mejor si hacemos un informe sobre el


robo y dejamos el resto fuera de esto. ¿Te has preguntado por qué no te quitó
el bolso?

Ella pasó al irritado raspón rojo de su rodilla. Había golpeado el pavimento


tan fuerte que se había rasgado los pantalones, pero no parecía que necesitara
puntos de sutura. Afortunadamente, la hemorragia se había detenido.

—No tengo ni idea. Sin embargo, no era muy inteligente. Consiguió la más
barata de las dos bolsas que yo llevaba. Este bolso es en realidad un Versace
vintage. Joy me lo compró como su dama de honor. Vale una pequeña
fortuna, mucho más que el portátil.

—¿Era eso lo único que había en la bolsa? —Su voz baja sonaba
monótona. Había estado distante, casi alejado desde que el imbécil se había
escapado.

Holland se preguntaba si estaba enfadado o avergonzado de no haber


derribado al malo. No había nada más que Dax pudiera haber hecho.

—Mi portátil, una batería extra, un ratón inalámbrico. Eso es todo. Mi


teléfono estaba en mi bolso, gracias a Dios.

—¿Era un portátil particularmente caro?

—Es del gobierno, así que, ¿qué te parece? —preguntó con una sonrisa
ácida—. Apesta. Y no te preocupes. Ya he llamado a la oficina. Cerraron
cualquier acceso de ese sistema y cambiaron cada una de mis contraseñas. En
realidad es más una molestia que nada. Apuesto a que en realidad estaba
intentando coger mi bolso y falló.

Dax finalmente la miró, con ojos fríos.

—No. Le observé. Sabía exactamente lo que quería.


Una pizca de inquietud la invadió.

—¿Estás diciendo que alguien nos siguió? ¿Cómo iban a saber siquiera
dónde estábamos?

Su boca se apretó.

—No olvides que alguien nos tomó una foto entrando en Antoine’s. Estaba
colgada unos cinco minutos después de que entráramos en el restaurante.
Estuvimos allí durante dos horas. Desafortunadamente, no es difícil seguir a
alguien como yo por ahí. Todo lo que tienes que hacer es mirar los sitios de
chismes. —Echó un vistazo a su teléfono—. Me alegro de que nadie me haya
sacado fotos peleando con ese imbécil. Eso habría sido una gran noticia.

Con un asentimiento irónico de cabeza, Holland cerró el botiquín de


primeros auxilios y se sentó en su sofá, tratando de entender a Dax. Había
sido heroico e intentó salvarla. Ahora parecía estar casi apagado y ella no
podía soportarlo. Necesitaba abordar el problema desde un ángulo diferente.

—Tenía miedo por ti —murmuró.

Él la miró fijamente a través de los ojos entrecerrados.

—Sé que te gusta pensar que soy un niño rico malcriado, pero soy capitán
de la Marina. Sé cómo manejarme en una pelea.

Mientras la verdad detrás de su humor la golpeaba, ella se ablandaba.


Todavía sentía la adrenalina. La había visto una y otra vez después de una
batalla o pelea, la sintió ella misma algunas veces cuando se había metido en
situaciones peligrosas. Él necesitaba calma y ella se la iba a dar.

—Sí, pero eso no significa que no pudiera haberte disparado. Mi portátil no


valía tu vida. Hago una copia de seguridad de todo. Cada nota que tenía, cada
archivo que he reunido se guarda en un sistema de almacenamiento
alternativo. Incluso las notas que tomé durante la entrevista con mi tío están
guardadas allí. Lo pondré todo en mi equipo de casa esta noche, así que no es
gran cosa. Estuviste increíble, Dax. Aprecio que hayas intentado venir a
rescatarme, pero no quiero que vuelvas a ponerte en esa posición por mí.

El lenguaje corporal de Dax se suavizó ligeramente.

—No te gustó verle apuntarme con un arma, ¿eh?

Su corazón casi se había detenido cuando los alcanzó.

—Si no lo vuelvo a ver, será demasiado pronto.

Se había parado en la entrada del callejón sin poder hacer nada, sabiendo
que no podría llegar a él o a su propia arma a tiempo. Si el asaltante hubiera
querido apretar el gatillo, no podría haber salvado a Dax. En ese momento, se
dio cuenta de que podía perderlo. Y algo se había movido dentro de ella. Sí,
tenía miedo de que una relación con él pudiera terminar en dolor, pero
¿estaba dispuesta a pasar toda su vida sin saber lo que se sentía despertar a su
lado? ¿Abrazarle y saber que le pertenecía? ¿Rendirse completamente al
único hombre que sabía que haría que todo lo demás valiera la pena?

Como si su beso en Antoine’s hubiera tenido lugar hacía unos momentos,


ella todavía podía sentir sus labios en los suyos, tentándola mientras su gran
cuerpo la presionaba, caliente y fuerte, contra la pared. Holland estaba casi
dispuesta a hacer cualquier cosa para tenerlo en ese momento.

—Él tuvo suerte. Si hubiera estado más cerca, le habría quitado el arma de
la mano y habría agarrado tu portátil —juró Dax—. Si vuelvo a ver a ese
gilipollas, voy a limpiar el suelo con él.

Holland le dio una sonrisa aplacadora, con la intención de asegurarse de


que se mantuvieran lejos del tipo.

—Como dije, no hay nada importante en ese portátil que no pueda


recuperar. Así que si esto era un plan nefasto para robar mis secretos,
fallaron.

Dax se quedó en silencio por un momento.

—Me parece interesante que empieces a investigar el caso de mi padre y


alguien inmediatamente te asalte.
Dax sonaba un poco suspicaz, como si buscara teorías de conspiración a su
alrededor. Ella tenía algunas teorías propias.

—Era muy probable que fuera un crimen callejero al azar. Es la temporada,


y resulta que estamos en la calle perfecta y a la hora correcta. O si me estaban
apuntando a mí, era debido a tu atención mediática. Si un reportero piensa
que estamos saliendo, probablemente quieren el portátil para obtener
información sobre mí. O en caso de que tengamos cosas almacenadas en él.

—¿Cosas?

Holland se sintió sonrojada. No debería tener que decirle lo que


potencialmente podría tener en su ordenador que un periódico sensacionalista
podría pagar toneladas de dinero por tener.

Sus labios se curvaron en una amplia sonrisa masculina.

—¿Crees que alguien esperaba que tuvieras un video sexual de nosotros?

—He oído que hay una recompensa por cualquiera de los amigos del
presidente. Bueno, excepto por Mad. Prácticamente tiene un canal en
YouTube dedicado a su vida sexual. Si ya hemos llegado a las páginas de los
periódicos sensacionalistas, tiene sentido que algún periodista gilipollas
intente conseguir una primicia. Tenía una bolsa para la cámara en su
bicicleta.

—Las estúpidas bicis deberían tener matrícula. No pude ver bien al imbécil
una vez que giramos en el callejón. Estaba demasiado oscuro y él llevaba ese
casco de idiota. No me gusta que alguien ya nos esté acechando. Holland,
debería irme.

—¿Irte? —Ella le miró parpadeando y resistió el impulso de acercarse a él.

—Creo que debería —dijo Dax con tristeza—. Tal vez deberías dejar de
investigar y no deberíamos vernos más. Es demasiado pronto después de la
gigantesca tormenta de mierda del escándalo de mi padre. Quienquiera que lo
haya querido muerto no quiere que se descubra la verdad. No puedo
arriesgarme contigo.

Ayer, ella habría empezado a cantar el aleluya al pensar en que Dax ya no


pasearía su atractivo delante de ella. Ahora no podía soportar la idea de no
verlo todos los días. Había sido una cobarde en lo que a él respectaba durante
casi diez años, siempre huyendo de este increíble hombre porque le amaba
demasiado y temía que la dejara destrozada. Sí, él venía con equipaje.
Concedido, un equipaje extraordinariamente desgraciado, pero no podía dejar
de pensar en la soledad de su cara cuando admitió que ninguna mujer con la
que salía se había preocupado por él lo suficiente como para conocer sus
comidas favoritas. Ella sabía mucho más sobre él y apenas habían coqueteado
con algo más allá de la amistad.

Pero ahora Holland había encontrado algo que temía más perder que su
corazón. Temía perder a Dax Spencer para siempre.

—No me estás arriesgando. Acepté ayudarte. Y no puedes dejar que un


ladrón callejero al azar te impida obtener las respuestas que mereces. Estoy
bien. Déjame hacer mi trabajo. Y no te preocupes por la prensa, tampoco. La
verdad es que eres un Caballero menor —bromeó—. Connor y tú sois los
aburridos. Tienes un buen trabajo y eres excelente en él. No bailas borracho
en fuentes italianas.

—En defensa de Mad, no son sólo las fuentes italianas. Nadará desnudo en
cualquier masa de agua pública.

Holland se rió. Sus amigos estaban locos, pero eran totalmente leales.
¿Sería Dax tan leal a la mujer que le atrapara el corazón? ¿La apoyaría como
hacía con sus amigos? ¿La perdonaría aunque ella no pudiera darle las
respuestas que él más quería en el mundo?

—Dax, no quiero que te vayas.

—Yo tampoco quiero, pero podría ser lo mejor. Me moví demasiado


rápido antes. Lo dije en serio. No voy a empujarte de nuevo. Nuestra
relación, sea cual sea la forma en que se presente, es demasiado importante
para mí como para perderla. Te aceptaré de cualquier manera que pueda
conseguirte.
¿Había sido así de dulce hacía todos esos años? Tal vez lo fue y ella no
quiso oírlo. Su yo más joven había tenido miedo de ser otra muesca en el
poste de su cama, pero no pudo encontrar la voluntad de rechazarlo ahora.

Holland quería más que un beso. Quería más que tener su cuerpo
zumbando sólo por estar cerca de él. Ahora quería seguirle por el pasillo y
encontrar a dónde le llevaba ese zumbido, saber por fin lo que significaba ser
la amante de Dax Spencer.

El problema era que ella lo había convencido de que no era así. Podría
arrepentirse mañana... pero esta noche había subrayado el hecho de que la
vida podía acortarse en un instante. Prefería arrepentirse de lo que había
hecho, no de lo que no había hecho.

—Nuestra amistad es importante para mí también. Es una de las razones


por las que me alejé en la boda.

—Pensé que todo eso era por tu carrera y mi vida a mil por hora.

—Fue en parte. —Ella había retenido la verdad todos estos años. No se lo


había dicho a nadie, ni siquiera a Joy. Bromeó sobre el coqueteo con Dax e
inventado la excusa fácil de no querer ser el centro de atención, pero había
habido más detrás de su decisión—. Sabía que quería entrar en la policía. Lo
he sabido desde que era pequeña. Otras chicas estaban jugando a ser
princesas y yo estaba acabando con los malos. Tal vez admiraba demasiado a
mi tío. —Se encogió de hombros—. Finalmente, me di cuenta de que quería
aventurarme más en la parte de investigación del trabajo. Me gusta el desafío
mental de resolver el crimen. Pero es un cometido difícil para una mujer.

Dax se estremeció un poco al sentarse, pero su mirada permaneció firme en


ella.

—Puedo imaginarlo. Especialmente aquí abajo. Todavía hay una red de


tipos buenos en el Sur.

—Sí. Curiosamente, mi apellido me compra algo de benevolencia. Es una


de las razones por las que quería venir a Nueva Orleans. Bueno, y porque se
siente como en casa. Cuando te acercaste a mí en la boda de Joy y Zack, me
preocupaba que ser tu novia afectara negativamente a la percepción que mis
compañeros de trabajo tenían de mí. Después de todo, si estuviera saliendo
con un playboy, ¿qué tan seria podría ser? —Ella suspiró, reacia a seguir
adelante, pero se lo debía—. En el peor de los casos, tener una relación
contigo me habría ablandado. Siempre me tienes aquí mismo. —Puso una
mano sobre su corazón—. Esa vulnerabilidad habría sido una grieta en mi
fortaleza mental. Era otro obstáculo que no estaba preparada para saltar.

Odiaba lo egocéntrico que sonaba eso, pero en ese momento de su vida su


carrera parecía ser todo lo que tenía. Se había visto obligada a establecerse
antes de lanzarse a una relación.

La mandíbula de Dax se apretó.

—Lo entiendo, pero saliste con otros hombres. ¿Por qué siempre me
rechazaste?

—Salí con hombres con los que nunca podría ir en serio. Lo mantuve
casual. Nunca tuve fotos de ellos en mi escritorio ni los llamé mi novio.
Compartimenté mi vida. Mantuve mis citas fuera de mi vida profesional y
viceversa. No habría sido capaz de hacer eso contigo. Lo sabía entonces. Lo
sé ahora.

Un ligero fruncimiento del ceño marcó su frente morena.

—Nunca quise interrumpir tu vida.

—No eres un hombre al que pueda tomar o dejar o pasar un buen rato una
noche y olvidar totalmente la siguiente.

—Eres la mujer para mí. Nunca te he olvidado, ni una sola vez desde el
momento en que nos conocimos. Salí con otras mujeres porque no podía
tenerte, pero nunca lo olvidé y nunca perdí la esperanza de que nos
volviéramos a ver.

En el fondo, Holland tampoco lo había hecho. Siempre supo que él era el


único hombre que podía hacer que ella quisiera más que su carrera.
—Creo que si me hubiera quedado contigo ese día, habría estado
siguiéndote de base en base ahora, esperando que volvieras a casa. Sé que
muchas parejas lo hacen. Es honorable y dulce en cierto modo, pero vi como
esa vida casi mata a mi madre. Ella esperó durante sus mejores años para que
mi padre se retirara, pero murió antes de que él pudiera hacerlo. Yo temía
vivir como si siempre estuviera esperando algo que nunca llegaba. No sé si
podría ser feliz. Y sin embargo, el servicio a tu país es parte de lo que eres y
de lo que haces.

—¿Tenemos que tomar decisiones hoy, Holland? ¿Tenemos cero


posibilidades a menos que deje la Marina?

Ella negó con la cabeza.

—Por supuesto que no. Simplemente te estoy diciendo cómo me sentí.


Cómo me sigo sintiendo de vez en cuando. También me preocupa que si no
encuentro una manera de restaurar la reputación de tu padre, me odiarás.

Dax se movió para sentarse a su lado.

—Nunca podría odiarte.

El calor de su cuerpo la rodeó, y le costó todo lo que tenía para no


inclinarse hacia su fuerza. Ella quería más que nada dejar todas sus
preocupaciones por una noche, para ver a dónde podía llevarla.

—Nunca digas nunca, capitán.

Dax negó con la cabeza y suavemente giró su cara hacia él.

—No te alejes de mí. No quiero ser un capitán esta noche. No quiero ser un
maldito Perfecto Caballero o alimento para la prensa sensacionalista. Quiero
ser Dax, el tipo que desea mucho estar con Holland. Sólo nosotros dos, sin
influencias externas.

—Esas influencias seguirán existiendo mañana por la mañana, Dax. —Dijo


su nombre porque él tenía razón. Había estado tratando de mantener su
distancia. Pero si pasaban la noche juntos, no habría nada entre ellos durante
esas hermosas horas. Sin investigación. Sin preocupaciones por el futuro.
Sólo una noche gloriosa con el hombre de sus sueños.

—Nos ocuparemos de ellas entonces. —Su mirada se había calentado, pero


no hizo ningún movimiento para besarla—. Pero no te tocaré a menos que te
oiga decir exactamente lo que quieres.

No iba a fingir que lo entendía mal. Escuchó la necesidad en su voz y la


conmovió. Probablemente ansiaba oírla decir las palabras en voz alta porque
le había alejado durante casi una década. ¿Le había convencido de que no
significaba nada para ella?

—Quiero hacer el amor contigo, Dax.

Debió saber que las palabras vendrían, pero aún así su cuerpo se tensó.

—Nunca he amado a una mujer como te amo a ti. Asegúrate, cariño. No


quiero una aventura de una noche. Si pasamos la noche juntos, es porque nos
vamos a dar una oportunidad. Eso significa que saldrás en la prensa. A menos
que no volvamos a salir de este apartamento, nos tomarán fotos. Pero tienes
razón. Ya que soy el aburrido Perfecto Caballero, después de unas semanas,
se calmará. Aunque todos en tu familia y en tu oficina sabrán de nosotros. No
se puede evitar eso.

Ella aceptaría algunas bromas serias de sus compañeros y de su tío, pero


podría manejarlo.

—Bésame de nuevo y mira si esta vez corro.

Sus labios se curvaron con una sonrisa sexi y peligrosa.

—Estamos en tu casa. No hay ningún lugar a donde correr. La primera vez


que me acerqué a ti, debí haber cerrado la puerta y tirado la llave. —Se puso
un poco serio mientras la miraba a los ojos con una mirada tan ardiente e
intensa, que el pulso de Holland saltó—. Me pregunto qué habría pasado
entre nosotros ese día si mi padre no hubiera interrumpido. A veces me
gustaría poder volver y asegurarme de que la madre de Zack no se zambullera
de cabeza en una cuba de Chardonnay.
Como el padre de Dax, Constance Hayes también estaba muerta. Había
muerto en una carretera de Inglaterra, años de alcoholismo y mala toma de
decisiones finalmente se cobraron su precio.

Tanta pérdida a su alrededor…, sin embargo Holland nunca había


intentado agarrar la vida por los cuernos. Dejó que la pérdida y el potencial
de dolor la asustaran, pero ahora se daba cuenta de lo poco que significaba la
vida sin un riesgo y alguien con quien compartirlo.

—¿Vas a besarme?

—Lo gracioso es que estoy nervioso. He esperado todos estos años...


¿sabes?

Ella también estaba nerviosa. ¿Cuánto hacía que no tenía mariposas en el


estómago, que su piel se calentaba hasta convertirse en rubor? Y apenas la
había tocado. Ciertamente había tenido sexo, y algo de eso había sido bueno.
Pero ella no había deseado a ningún otro hombre así.

—Has besado a cientos de mujeres.

Dax pasó sus dedos a lo largo de su mandíbula, mirándola como si quisiera


memorizar este momento.

—Nadie más que tú importaba.

—No tuviste problemas con la timidez hoy cuando casi le enseñaste a esas
viejecitas del tour de comida cómo los capitanes de la Marina hacen bebés.
—De alguna manera su nerviosismo alivió el suyo. A pesar de la ridícula
cantidad de experiencia que tenía, ella sería nueva para él. Harían sus propios
recuerdos, sus propias reglas y rituales.

Él se rió y se inclinó, su brazo se curvó alrededor de su espalda y sobre sus


hombros.

—No fue tan atrevido. —Mientras sus risas se callaban, él fusionó su


mirada con la de ella. El hambre llenó sus ojos oscuros, apretó su gran cuerpo
—. Voy a besarte ahora y no me detendré a menos que me lo digas.
—No diré una palabra —susurró.

Dax levantó su mano libre sobre su pelo, quitándole la banda elástica que
sujetaba la cola de caballo que ella solía llevar. Él agarró los mechones.

—Suave como la seda. Como tú.

—No soy suave, Dax. —No quería que él pensara que era como las otras
mujeres con las que había estado. Probablemente habían sido criaturas dulces
y femeninas. Holland no podía permitirse el lujo de serlo.

—Sí, lo eres. Puedes ser fuerte y suave y sedosa al mismo tiempo. Eso es
lo que eres y una de las razones por las que te encuentro interesante. Quiero
conocer cada una de las facetas de Holland Kirk. Quiero ser el hombre con el
que exploras, experimentas y eres sincera.

Ella tenía la sensación de que no estaba hablando sólo de sexo. Por eso
siempre había dudado. Dax la quería toda, incluso las partes de sí misma que
había cerrado y escondido y se decía a sí misma que no importaban. No
aceptaría nada menos que la totalidad de su alma.

Pero si él le entregaba todo lo suyo, ¿no valía la pena? Si ambos eran


vulnerables, podrían aprender a confiar.

Holland se inclinó y sus labios finalmente se encontraron con los de ella.


Despacio y con firmeza. Él tomó su boca como un hombre que se entrega a la
decadencia, como si saber que compartirán el placer del sexo le dispusiera a
estirar este momento hasta algo rico y pecaminoso.

Suavemente, le agarró el pelo en un puño, encendiendo su cuero cabelludo


con sensaciones mientras tomaba los labios de ella más completamente,
uniendo su cuerpo al suyo. Holland se ablandó, cediendo a la demanda de su
boca, sus manos. Y cuando su lengua se deslizó sobre su labio inferior,
exigiendo la entrada, no pudo evitar abrirse para él.

Dax la levantó y la puso en su regazo. Holland le rodeó el cuello con sus


brazos, acercándolo más. Podía sentir su erección presionando contra ella,
gruesa y dura. Tan grande... No pudo evitar retorcerse un poco, tratando de
acercarse a él.

Sus brazos se apretaron contra ella.

—Basta, cariño, o tendremos un problema. Quiero que esto dure. Después


de esperar tanto tiempo, quiero saborear esta noche.

Pero Holland ya estaba al límite, muriendo porque él estuviera encima de


ella, en su interior.

—Deberíamos ir a mi dormitorio.

—Deberíamos establecer algunas reglas básicas primero —gruñó contra su


cuello—. Holland, estoy loco por ti, pero me vas a dejar controlar el sexo. No
soy tan tonto como para pensar que podría controlar cualquier otra cosa en
nuestra relación pero necesito que me dejes manejar esto.

—¿Por qué alguien tiene que tener el control? —Siempre había estado en
la posición de poder con los hombres en su cama. Cedérselo a Dax la excitó y
la asustó.

—Porque, como señalaste, tengo más experiencia. Y estoy preparado para


tomar el control. No vamos a ir a por ello como dos adolescentes. No esta
primera vez. Tal vez más tarde, cuando sepa exactamente cómo tocarte para
ponerte caliente. —El calor derritió sus ojos oscuros como el chocolate—.
Pero ahora mismo tengo que averiguar cómo manejarte, cómo dirigirte de la
manera correcta.

—No soy un barco, capitán.

—¿No lo eres? —Pasó una gran mano sobre uno de sus senos, agarrándolo
en su amplia palma y haciendo que ella jadease—. Todo lo que vale la pena
hacer, vale la pena hacerlo bien. Hacer el amor contigo definitivamente vale
mi mejor esfuerzo. Ves, este pequeño pezón está pidiendo atención. —
Arrastró su pulgar por el sensible capullo tan lentamente que ella se mordió el
labio para aguantar un gemido—. Quítate la camisa y el sujetador para que
pueda darle la atención adecuada.
Su voz había bajado una octava y se había vuelto aterciopelada. Holland se
encontró obedeciéndole. Sus dedos temblaban mientras alcanzaba los botones
de su camisa, girando cada uno y soltándolo antes de pasar al siguiente. Ella
no dejó la comodidad de su regazo, pero él se sentó como un rey mirando el
espectáculo, desnudándola mentalmente con esos ojos. Había algo un poco
prohibido en desnudarse mientras su erección se apretaba tan íntimamente
contra ella.

Holland desabrochó el último botón y dejó caer su camisa antes de


desenganchar el cierre delantero de su sujetador. Sus senos no eran nada
especial. Iba al gimnasio tres o cuatro veces a la semana para mantenerse en
forma. Se consideraba más atlética que sexi, pero la forma en que la
respiración de Dax se detuvo y fijó su mirada en sus montículos desnudos,
como si nunca hubiera visto nada más sexi, la hizo replantearse todo eso.

Dax deslizó su cálida palma por el valle entre sus senos.

—Cariño... siempre supe que estarías preciosa sin toda esa ropa. Muy
hermosa.

Hasta él, ella no se había sentido así. Su cuerpo había sido una herramienta
al servicio de su trabajo, una forma de moverse cada día. Cuando había
tenido relaciones sexuales, prefería ir al dormitorio, realizar el acto y dormir.
A sus pocos novios duraderos no les importaba, pero tenía la sensación de
que Dax se opondría a esa rutina.

Con él, eso significaba mucho más para ella que una actividad rutinaria.

La besó de nuevo, sus lenguas se enredaron mientras exploraba sus senos,


acariciando sus pezones, hinchándolos con su toque. El fuego lamió a través
de su cuerpo. Podía sentir que se mojaba y se preparaba.

—Recuéstate para mí. Te sostendré y te mantendré a salvo. —Sus palabras


retumbaron sobre la piel sensible de su cuello mientras la apoyaba
suavemente en su espalda, descansando sobre su brazo hasta que ella se
arqueó y le empujó su pecho como una ofrenda.

—Sí, estas pequeñas perlas necesitan afecto. —Él le dio un lengüetazo a un


pezón, lamiéndolo y chupándolo.

Holland tuvo que morderse el labio para aguantar un grito. Nunca pensó
que sus pezones fueran particularmente sensibles, pero eso era porque nunca
habían experimentado la boca inteligente de Dax.

Se oyó a sí misma gimotear mientras él chupaba un brote más


profundamente entre sus labios. No se satisfizo con un pequeño lametón,
unos pocos segundos de succión. No el capitán Dax Spencer. Se dio el gusto.
Se deleitó. La acarició con la lengua, trazando su areola antes de volver a
chupar la punta en su boca y le dio el borde desnudo de sus dientes. Un
pequeño mordisco de dolor se encendió antes de que calmara el brote con un
suave lametón. Su cuerpo se convirtió en un dolor, su sexo palpitaba mientras
él dirigía su atención a su seno izquierdo y le daba el mismo tratamiento
amoroso.

—Quiero besar y lamer y probar cada centímetro de ti, Holland. ¿Sabes


cuánto tiempo he esperado para estar aquí? Años. Joder, cariño, incluso antes
de conocerte, soñaba contigo. Siempre supe que eras la única mujer que
podía hacerme sentir, hacerme desear un para siempre. —La acarició con la
nariz, la barba incipiente de su dura mandíbula rozó suavemente su piel—.
Levántate y quítate los pantalones. No quiero que nada me impida tocarte.

Dios, ella no era la chica que simplemente obedecía, pero se encontró


deslizándose de su regazo y situándose frente a él. Sin aliento, el momento
lleno de solemnidad, miró al hombre que tanto se había esforzado por ser su
héroe. Ninguno de sus novios había luchado por ella de esa manera. La
mayoría la consideraba más competente que ellos. Ninguno de ellos la había
hecho sentir suave y femenina o tan deseada. Su padre había querido un
chico, así que la crió para que fuera fuerte. Tal vez Dax tenía razón en que no
tenía que ser una chica dura típica. Tal vez aquí con él era seguro ser abierta,
expresar todas sus facetas—fuerte y suave y terriblemente débil en lo que a él
respectaba.

Holland bajó la guardia y abrió su corazón mientras desenganchaba el


cierre de sus pantalones y los dejaba deslizarse por sus caderas. Por una
noche, podría ser la mujer de Dax Spencer. Eso la hizo sentirse bella y
femenina por una vez. Y completa.
Vio como su mirada caliente seguía el rastro de sus pantalones mientras
caían lentamente al suelo. Él tenía razón. No tenían que apresurarse. Después
de esperar tanto tiempo, deberían saborear cada beso y cada caricia. Después
de todo, nunca volverían a estar juntos por primera vez. ¿Por qué apurarse
cuando ella no tenía intención de seguir adelante? Dax era el destino.

Cada centímetro de él se veía muy masculino, su rostro todo planos y


ángulos duros que de alguna manera formaban una definición perfecta de la
belleza masculina.

Dax se sentó, todavía completamente vestido mientras la estudiaba. Ella


permaneció muy cerca con nada más que sus bragas. Estar tan expuesta
debería hacerla sentir vulnerable. En cambio, Holland se sintió tan hermosa
como le había dicho que era, incluso cuando el miedo a estar tan expuesta
emocionalmente la atravesó. Pero respiró profundamente y recordó sus
dulces palabras. Dios, cuando le dijo cuánto la amaba, que no la dejaría, ella
le creyó.

Coquetear con algo duradero era un territorio inexplorado para ella y


quizás un poco peligroso con Dax, pero no podía volver atrás ahora.
Finalmente estaba lista para ver si podían tener algo como para siempre.

Se quitó los pantalones, habiendo pateado a un lado sus zapatos hace


mucho tiempo. Él se sentó hacia adelante, con la mirada fija mientras la
agarraba por las caderas. No había nada entre esas manos calientes y su
anhelante piel, excepto un pequeño trozo de algodón. Sus bragas de bikini no
eran tan sexis como ella quería, pero a Dax no parecía importarle. Se inclinó
y acarició su nariz contra su sexo, inhalando su aroma.

Normalmente, ella se alejaría de tal intimidad, pero él dio un bajo gemido.


El sonido retumbó y vibró a lo largo de su piel sensible.

—Joder, puedo oler lo excitada que estás. Tus bragas están húmedas. Estás
mojada, ¿verdad, cariño?

Holland cerró los ojos y hundió sus dedos en su cabello.

—Sí. Normalmente no soy así, Dax. ¿Qué me estás haciendo?


—Mostrándote lo bien que estamos juntos. Date por vencida y déjame
llevarte a un lugar que sólo nosotros dos podemos encontrar. Esto tampoco es
normal para mí. Algo tan asombroso sólo puede suceder contigo. —Sus
dedos se deslizaron bajo las tiras de sus bragas y las arrastró por sus muslos,
desnudando la piel femenina—. Hueles muy bien para mí.

Sus palabras eran como drogas, nublando su mente y volviendo todo su


mundo suave y nebuloso. Dax la hociqueó, frotándose contra sus labios
vaginales mientras inhalaba profundamente de nuevo su olor de forma
audible. Y cuando apartó los pliegues con la lengua, deslizándose entre ellos
para saborearla, ella no pudo evitar soltar un grito estrangulado.

Su cuerpo tembló mientras cerraba los ojos y se hundía en el momento.

—Oh, Dax. Oh... Se siente tan bien…

—Sabes bien, como sabía que lo harías. Miel y sol. —Le rodeó la cintura
con los brazos y la levantó en el sofá—. Recuéstate y abre las piernas para
mí.

Holland lo hizo, y él la siguió, colocándose encima de ella. El sofá de


Holland era del tamaño de un apartamento y Dax era un hombre grande, pero
la incómoda maraña de brazos y piernas aún la hacía temblar con un placer
que iba más allá de lo físico. Disfrutaba estar cerca de él y sentirse como una
mujer en sus brazos. Le encantaba sentir como si fuera todo suyo.

Después de un largo beso, Dax se puso de pie otra vez. Ella vio como él se
desabrochaba la camisa y se la quitaba. Ese espectacular pecho suyo apareció
a la vista. La visión casi la dejó boquiabierta. De constitución fuerte,
músculos y piel bronceada cubrían sus brazos, hombros y torso. Sus
pantalones de vestir le llegaban hasta las caderas, haciendo alarde de sus
músculos allí. Ahora entendía perfectamente lo que quería decir con lo de
lamer cada centímetro de ella, pasar su nariz por su piel. Holland quería
aprender su tacto, su gusto, su olor. Quería rodearse de él hasta que no
existiera nada ni nadie más. Sólo Dax.

Dax se arrodilló en el suelo y la hizo girar para que mirara hacia él


mientras se acomodaba, su gran cuerpo se retorció hasta que encajó sus
hombros entre sus muslos y encontró un lugar para sí mismo en el centro de
ella.

—Quiero hacerte volar, cariño. Quiero ser el único hombre al que vuelvas
para siempre, el único que pueda verte, saborearte y tocarte.

Bajó la cabeza y lamió su camino a través de la carne húmeda hasta el


clítoris.

Holland gimió, estiró la mano hacia él. La necesidad la atravesó. Ella dejó
caer su cabeza hacia atrás mientras él separaba su carne aún más y la lamía de
nuevo, atravesándola con su lengua. Otro relámpago de calor crepitó,
quemando su piel hasta que lo único que importaba era el placer que le daba
y la intimidad que compartían. Dax desenmarañó su fachada cortés, destruyó
sus paredes protectoras y la redujo a un tembloroso bulto de necesidad. Y ella
sabía que sólo él podía apagar este fuego y salvarla.

Deslizó su lengua más profundamente en su interior antes de reemplazarla


con uno de sus gruesos dedos.

—¿Quieres más? —Su murmullo ronco la provocó solo un poco.

Cuando Holland miró su cuerpo desnudo y lo encontró mirándola


fijamente con una sonrisa decadente, él la atormentó girando su dedo más
adentro.

Ella asintió.

—No, tienes que pedírmelo —la regañó suavemente—. Pídeme que haga
que te corras, Holland.

Era un bastardo por hacerla rogar, pero ella estaba demasiado lejos para
luchar contra él.

—Por favor. Dax, por favor, haz que me corra.

—Con gusto —gruñó contra su carne necesitada.

Dax aceleró, añadiendo otro dedo mientras sus labios se cerraban alrededor
de su clítoris y comenzó a masajear el pequeño botón con fuerza. Sus dedos
se curvaron en su interior, frotando y explorando mientras su lengua
atormentaba a su sensible nervio. Holland se aferró a las almohadas que la
rodeaban mientras su cabeza se agitaba. El gran cuerpo de Dax la sostuvo o
ella pudo haber salido del sofá al encontrar él algún lugar mágico dentro de
su cuerpo que la tuvo jadeando con un creciente éxtasis que apenas podía
comprender. Entre sus dedos en su interior y su boca sobre ella, no pudo
luchar contra el orgasmo ni un segundo más.

El placer la inundó, duro y rápido, y mientras se hizo astillas, gritó su


nombre. Su cuerpo tembló y se puso rígido mientras el orgasmo se convirtió
en su todo. Él no se detuvo, forzándola cada vez más alto. Holland podría
jurar que su visión periférica comenzó a desvanecerse, reduciendo todo su
mundo a sólo Dax.

Finalmente, la dejó ir y ella se relajó, flácida y satisfecha. Su sangre fluía a


través de su cuerpo en un placentero tamborileo. La levantó y se puso de pie,
acunándola en su cuerpo. Y ella se sintió delicada y adorada en sus brazos.

Holland apoyó la cabeza sobre el pecho de Dax y escuchó con una sonrisa
embobada el latido acelerado de su corazón.

—Ahora sé por qué te llaman Capitán Asombroso.

Los ojos de él se encendieron mientras se dirigía hacia su dormitorio.

—Oh, cariño, ni siquiera he empezado a mostrarte lo asombroso que puedo


ser.

Holland suspiró. Si los últimos minutos no hubiesen sido la cima de su día,


entonces podría haber encontrado el cielo. Debería haber sabido que Dax
sería el que la llevaría allí.
Capítulo 6
Dax estaba bastante seguro de que su libido estaba funcionando con una
mecha muy corta. Estaba a punto de explotar en cualquier momento, y ni loco
caería sobre Holland como un chico de 17 años con su primera mujer. Tuvo
que disculparse profusamente con Gabi Webber, una estudiante de último año
de la escuela de niñas cerca de su vieja escuela preparatoria, la Academia
Creighton, porque había arruinado su uniforme. No sucedería esta noche. Le
daría a Holland lo mejor que tenía. Su pasado, sus pensamientos, su
corazón... todos le llevaban directamente a esta mujer. Él le pertenecía.

La perdonó por haberle rechazado hacía tantos años. Ella era joven.
Demonios, probablemente él tampoco estaba preparado. Hubiera esperado
que fuera una buena esposa de la Marina, que se quedara en casa y tuviera
hijos. Pero Holland necesitaba una carrera tan apasionante como la suya, y
pedirle que viviera sola y eventualmente como madre soltera no era del todo
justo. Ahora lo entendía. Ella estaba centrada y necesitaba realizarse fuera de
casa, y él haría todo lo posible para que eso fuera posible. Esta vez, ambos
estaban listos para algo más, algo duradero. Nada iba a separarlos. Él se
aseguraría de ello.

Entró en su dormitorio y la llevó a la cama. La habitación era funcional, los


muebles cómodos y femeninos, sin la frivolidad de los dormitorios de otras
mujeres. Todo gris y crema con un toque azul pavo real. Le gustaba. Se sentía
como en casa en su ordenado apartamento.

Definitivamente se sintió en casa cuando estuvo entre sus piernas, con su


boca en su coño. Ella estaba tan caliente, que la sensación de ella alrededor
de sus dedos le chamuscó. Dax probó su dulzura cuando ella se hizo añicos
contra su lengua. Había sido todo lo que había fantaseado y mucho más
porque Holland era muy terca e inteligente y ella le había elegido. Abrió las
piernas y le dio la bienvenida en su interior.

Ahora pretendía marcarla con un placer tan profundo que le doliera por
dentro cada vez que se separaran. Él también lo sentiría. Ninguno de los dos
estaría completo a menos que estuvieran juntos de todas las maneras posibles.

Holland se dio la vuelta, la cabeza apoyada en la mano, su glorioso cuerpo


extendido.

—¿Sabes cuánto quiero verte desnudo, Capitán Asombroso?

No quería meterse en esa mierda.

—Sólo Dax.

Holland suspiró.

—Dax, ¿podría verte desnudo, por favor? He querido hacerlo desde hace
mucho tiempo. A diferencia de algunos de tus amigos, has tenido cuidado de
que no te pille la prensa con los pantalones bajados.

Tuvo que sonreír al pensarlo. Había tenido suerte, especialmente después


de ese fin de semana salvaje en Las Vegas con Harry y la piscina de
striptease. Había sido mucho mejor jugador de billar que el príncipe inglés.

—¿Me has vigilado?

Su sonrisa no se atenuó lo más mínimo.

—Siempre. Sospecho que vas a estar estupendo.

Escucharla decir eso le hizo sentir como si midiera tres metros de altura.
Holland no lo creería, pero rara vez una mujer le miraba con un deseo tan
abierto y honesto. El hecho de que lo conociera y le deseara, y que sus
sentimientos no tuvieran nada que ver con sus amigos, dinero o posición,
hizo algo por él.

Alcanzó la bragueta y la desabrochó, dejando que la prenda se deslizara


hasta el suelo.

No llevaba ropa interior, y cuando los ojos de Holland se abrieron como


platos y jadeó, él sólo sonrió.
Holland se sentó, mirando fijamente, con la respiración agitada. Dax gimió
interiormente, con la polla más dura de lo que recordaba. ¿Cuándo había
deseado más a una mujer que su siguiente comida, su siguiente amanecer, su
siguiente respiración? Dax sabía la respuesta.

No podía creer que finalmente iba a tener la mujer que siempre había
deseado. Una parte de él anhelaba simplemente saltar sobre ella y encontrar
algún bendito alivio, pero no iba a apresurar esto o a ella.

Cuando Holland se acercó al borde de su cama y le tocó el pecho con una


mano suave, fue la más dulce de las torturas. La palma de su mano se deslizó
sobre su torso, sus dedos trazaron cada línea y músculo que definía su cuerpo.
Pronto, ella levantó su otra mano. Se unió a la primera en su exploración
como mariposas gemelas rozando un suave y doloroso camino a través de su
piel.

Luego se inclinó hacia adelante y presionó su boca justo sobre su corazón.

Dax apretó los puños a los lados para no arrojarla sobre la cama y
penetrarla en los siguientes cinco segundos.

—Me vas a volver loco.

Ella le sonrió como la Mona Lisa.

—Voy a explorarte de la misma manera que tú me exploras a mí.

Holland inclinó la cabeza y pasó la lengua por su tetilla. Un agradable


escalofrío subió por su columna vertebral. Contuvo un gemido mientras
hundía las manos en su cabello gloriosamente suave.

—Muérdeme. Sólo un pequeño mordisco. Quiero sentir tus dientes.

Sus labios cubrieron su piel y él se puso tenso, esperando. Entonces ella le


dio un pellizco. Fue un dichoso tormento, lo suficiente para arrastrarlo al
borde. Hizo que su polla saltara también. Pero ahora podía quedarse quieto y
darle lo que ella quería.

Se cambió a la otra tetilla, dándole el mismo tratamiento. Él miró hacia


abajo, viendo su pelo dorado rozando su piel. Era como una telaraña en la
que podía perderse. Holland iba normalmente muy impecable: trajes
elegantes, faldas inmaculadas, nunca un cabello fuera de su perfecto y
funcional recogido. Pero ahora se veía un poco primitiva. Con su pelo
despeinado por sus manos y esos hermosos labios magullados por sus besos,
era la mujer más tentadora que jamás había visto.

Se arrodilló delante de él y Dax contuvo la respiración, rezando para


sobrevivir a lo que ella planeaba.

—Eres hermoso, Dax. —Sus ojos se posaron en su polla mientras deslizaba


la mano a lo largo de su erección. Lo miró como si fuera todo lo que ella
quería para Navidad.

—Agárrame, Holland. Fuerte.

Cerró su mano alrededor de su carne dura como una roca y los ojos de Dax
casi se pusieron en blanco. Holland bombeó su eje, encontrando un ritmo que
inició la lenta construcción de un orgasmo en su cuerpo. Su agarre se sintió
suave y firme, y él se obligó a mirar hacia abajo, a contemplarla dándole
placer. Los pezones de Holland estaban duros, y él se relamió, recordando el
tacto de estos. Entonces, querido Dios, ella se acercó y abrió sus rodillas,
sujetándose. La pose expuso su sexo. Ese había sido el coño más dulce en el
que había puesto su boca.

Ella miró fijamente su rígida longitud durante un momento, lo sostuvo en


su mano, sus ojos azules brillaron justo antes de inclinarse, con los labios
abiertos. Su bonita lengua rosada se asomó y él casi se corrió justo en ese
momento.

Dax inhaló profundamente, todo su cuerpo se tensó con el hechizo del


placer. Oh... demonios.

Tenía que recuperar el control. Tal como se sentía ahora, no duraría mucho
si ella le lamía cada centímetro.

Sus dedos se tensaron.


—Detente. Quiero sentirte a mi alrededor. Quiero hacer que te corras antes
que yo.

—Sí—respiró—. Quiero eso, Dax. Lo deseo tanto.

Iba a tenerla. Por fin. Después de todos estos años, iba a hacer el amor con
Holland Kirk. Entonces ella sería suya.

En algún lugar de su cabeza, le preocupaba que estuviera siendo egoísta.


Estaba comprometido a descubrir la verdad sobre el escándalo y la muerte de
su padre. Ahora entendía que sería peligroso. Mientras peleaba con el imbécil
que le había quitado el portátil, prácticamente juró que se alejaría de ella.
Incluso había intentado dejarla. Por su bien.

Pero perdido en su dulce aroma y su piel sedosa, apenas podía recordar


ahora por qué le había parecido una buena idea. Era una mujer capaz, y él
haría todo lo que estuviera en su mano para mantenerla a salvo. La adoraría y
haría que cualquier parte desagradable de la investigación valiera la pena.
Nadie en el mundo le importaba tanto como ella. Holland era el fin de su
existencia. Había estado sin ella durante casi una década. Ya no podía vivir
sin ella.

La levantó, su pasión creció mientras bajaba su boca hacia la de ella. La


lujuria agitaba su sangre mientras la besaba, aplastando su cuerpo contra el
suyo. Finalmente, pudo sentir su carne desnuda. Pecho con pecho, corazón
con corazón. Las caderas se encontraron. Los muslos se tocaron. Cuando él la
agarró por la cintura y la acercó, forzando su suave carne contra su polla, ella
se sintió suave y mojada.

Dios, ella era perfecta.

Él inclinó su boca sobre la de ella, enredando sus lenguas. Podía pasar


horas besándola. Más tarde, lo haría. Pero ahora la necesitaba tanto... tanto,
joder.

La presionó contra la cama antes de darse cuenta de que había olvidado


algo. Maldita sea. Se agachó y sacó su billetera, feliz de haber empezado a
llevar un condón de emergencia allí décadas antes.
Un día no lo necesitaría. Incluso cuando abrió el paquete y empezó a
enrollarlo sobre su polla, Dax se dio cuenta de que no quería llevar uno con
ella. Lo haría por ahora. Necesitaban tiempo juntos para solidificar lo que
sabía en su corazón. Pero un día no necesitaría esa fina pieza de látex que los
separaba. Ella le daría la bienvenida mientras él plantaba su semilla. Llevaría
a sus bebés. Juntos, tendrían una familia.

Primero, tenía que convencerla de que funcionarían.

No era estúpido. Sabía que esta noche no resolvería sus problemas.


Seguirían existiendo mañana. Así que tenía trabajo que hacer si quería que
ella creyera en ellos de la manera en que él lo hacía.

Y tenía decisiones que tomar. Después de escuchar la triste vida de su


madre y los temores de Holland, tal vez había llegado el momento de salir de
la Marina. Trabajaría en el sector privado. Claro, siempre había creído que se
retiraría como oficial de la Marina, pero la idea de dejar atrás a Holland para
mantener los fuegos caseros encendidos durante meses no le sentaba bien. No
podía imaginar que no pasaría tiempo con ella, que no estaría aquí para
protegerla.

Tal vez le sorprendiera que ella se convirtiera en algo más importante para
él que cualquier carrera. No lo fue.

Aseguró el condón y se subió sobre ella, abriendo sus piernas y


colocándose entre sus muslos.

—Estoy loco por ti, Holland. —No pudo revelar el verdadero alcance de
sus sentimientos. Ella no estaba preparada para oírlos.

Su sonrisa era perezosa y sexy mientras le tendía la mano.

—Lo mismo te digo, Spencer. —Le tocó la cara y pareció ponerse un poco
seria—. Estoy loca por ti, Dax. Desde el día en que te conocí.

Él presionó su rígido pene contra su suave apertura, recordando aquel


día… Joy había estado saliendo con Zack durante unos meses antes de que
Dax se fuera a San Diego a descansar. La pandilla había estado allí, todos
conociendo a la chica de Zack por primera vez, pero todo lo que pudo ver era
a Holland. No podía recordar si el cielo había estado completamente gris por
la lluvia o con un sol brillante. Todo lo que recordaba era el vestido amarillo
que ella llevaba y la forma en que su sonrisa iluminaba la habitación.

Después de esta noche, todo lo que podría recordar era lo delicada que ella
sentía en sus brazos y cómo sus ojos parecían soñolientos después de
correrse, incluso cuando todavía le daba la bienvenida a su cuerpo.

Dax se relajó dentro de su canal caliente y resbaladizo. Maldición, estaba


tan apretada a su alrededor… Se abrió camino, centímetro a centímetro,
uniendo sus cuerpos. Holland le rodeó el cuello con los brazos. Cuando él
presionó más profundamente, sus ojos se abrieron como platos.

Dax se congeló.

—No quiero hacerte daño.

Ella le clavó las uñas ligeramente.

—No te atrevas a detenerte. Se siente bien. Muy bien. Yo tampoco soy


frágil. No me trates como si lo fuera.

No era débil, ni se quebraría si él fuera un poco rudo. Había sido hecha


para tomarlo, su necesidad, su pasión, y luego devolverle todo.

Con un gemido salvaje, empujó en su interior.

Joder. Se sentía tan perfecto... Tan bien... Se mantuvo quieto en su interior,


moviéndose para tomar sus labios de nuevo. Deslizó su lengua contra la de
ella, mostrándole el ritmo que pretendía usar cuando tomara su cuerpo. La
introdujo y la sacó, al igual que haría con el resto de ella hasta que se hiciera
un hogar en lo más profundo de su alma.

Apoyó sus caderas contra ella mientras empezaba a empujar en sincronía


con sus besos. Instantáneamente, las sensaciones lo inundaron. Esto estaba
más allá de todo lo que había sentido antes. Estaba conectado a ella, y no sólo
por sus cuerpos. Podía sentirla a su alrededor, su tranquila reserva, su fuerza
femenina, su inteligencia, ese descaro que a menudo escondía.

Holland jadeó y apretó las piernas a su alrededor. Se aferró a Dax, sus uñas
no fueron tan suaves en su espalda cuando él se retiró y luego se hundió más
profundamente que antes.

Dios, le encantaba. Le gustaba el pequeño mordisco de dolor de sus uñas


mientras aceleraba el ritmo, moviéndose para golpear el punto sensible que
había encontrado dentro de ella. Holland se quedó sin aliento. Le miró,
aturdida y necesitada, antes de cerrar los ojos y gritar. Le clavó los dedos en
los hombros mientras se corría. No pudo evitarlo. Y él le había hecho eso, le
dio ese placer. Eso le liberó. Dax se dejó ir y se impulsó en su interior.

Ella se apretó de nuevo a su alrededor, su cuerpo se tensó. Gritó su


nombre.

Su columna vertebral hormigueó y todo su cuerpo se tensó. Su corazón se


estrelló contra su pecho. El placer se formó, burbujeó y se elevó,
sumergiéndolo en un torrente. Se transformó en un éxtasis incontenible que
se liberó y le hizo gemir con un rugido gutural al correrse. La agarró como si
nunca fuera a soltarla y le dio todo lo que tenía, la dicha lo ahogaba mientras
lo arrastraba bajo las olas.

Momentos intemporales más tarde, cayó contra ella, completamente


agotado.

Holland lo abrazó fuerte, jadeando.

—¿Estás seguro de que no es por esto que te llaman Capitán Asombroso?

Dax se rió.

—No. Eso fue todo por ti, cariño. Y no creas que no hay más de donde
vino eso.

Rodó a su lado y la besó de nuevo, decidido a probar su punto.

***
El humor de Dax era contemplativo mientras caminaba por el sendero
bordeado de flores hacia la casa de su madre. Antes, Holland se había
dirigido al trabajo, pero tenía el día libre. Había planeado hacer algunas
preguntas, hurgar un poco, sacudir algunos árboles. Pero Holland y él ahora
tenían un trato. Ella dirigiría la investigación. Él la seguiría. No era cómodo
exactamente, pero tenía razón. Holland tenía más experiencia con el crimen.
Y Dax confiaba en que ella haría lo correcto.

Especialmente después de anoche. Le había hecho el amor una y otra vez.


Ella se sentía perfectamente en sus brazos. Con la luz de la mañana, tuvo que
pensar en las repercusiones.

¿Podría pedirle que abandonara su carrera? ¿O él renunciaría a la suya? Era


ingenuo pensar que una relación a distancia podría funcionar para ellos.
Holland no sabría dónde estaba la mayor parte del tiempo y él no podría
llamar o hablar. Esa no era la vida que ella quería. No la haría feliz. Más que
nada, eso es lo que Dax quería darle.

Su relación estaba empezando y a pesar del hecho de que obviamente se


querían desde hace años, Dax tenía que aceptar que compartir sus
sentimientos era algo nuevo y que lo que había en sus corazones era frágil.
Podía romperse fácilmente.

—Buenos días, hijo.

La voz familiar de su madre lo sacó de sus pensamientos. Dax sonrió y


subió corriendo al gran porche envolvente para unirse a ella. Estaba sentada
en una mecedora, con una taza de café en las manos. A pesar de lo temprano
que era, ya estaba perfectamente vestida con pantalones y una blusa de seda,
su cabello y maquillaje hechos con mano experta.

—¿Me estabas esperando?

Puso la taza en el platillo y las colocó en la mesa a su lado.

—No sería la primera vez que te espero despierta. Tengo que admitir que
enviarte a un internado me salvó de volverme loca. No puedo imaginarme
cómo me hubiera preocupado durante tus años en el instituto.
Dax sonrió y tomó el asiento contiguo.

—Fue lo mejor. ¿Cómo estás esta mañana?

La sonrisa en su cara no llegó a sus ojos.

—Encantada. Tus amigos son compañeros divertidos. Augustine llegó


anoche y los cuatro cenamos muy bien antes de que ella subiera a
desempacar. Gabriel y yo jugamos al backgammon. Es un joven muy
agradable.

—¿Y Mad? ¿Salió?

Su madre suspiró.

—No. Creo que se fue a dormir temprano.

Iba a darle una paliza a Maddox, que muy probablemente no estaba


durmiendo en su maldita cama.

—Yo me encargaré de la situación, mamá.

—No te atrevas. Augustine siempre ha sido una jovencita enérgica. Es


inteligente. Sabe lo que hace.

Y él también. Lo que Gus estaba haciendo era Mad.

—Debería tener un poco más de respeto.

Su madre frunció el ceño, regañándolo con suaves ojos marrones.

—¿Respeto por qué? ¿Por mis tiernos sentimientos? No soy idiota, hijo. Sé
que Augustine ha pasado por la mayoría de los hombres de esta ciudad, y
sólo Dios sabe qué ha estado haciendo en D.C. Maddox es un joven vivaz
que parece saber de qué va. No estoy molesta con Gus, sólo un poco
envidiosa. Tiene una carrera que ama y es buena en ella. Hace lo que le gusta
y con quién le gusta, cuando quiere, y no responde ante nadie. Desearía haber
tenido esa libertad cuando era más joven.
No lo había pensado de esa manera.

—Les pediré que no hagan ruido.

Su madre le hizo un gesto con la mano.

—Es probable que Gus me lo cuente todo cuando se levante esta mañana.
Estamos bastante unidas, ya sabes. Soy una buena oyente. ¿Te gustaría hablar
de tu noche? ¿Finalmente hiciste debidamente el amor con Holland? Más
vale que la hayas tratado bien, Dax. Es una querida amiga y no creo que haya
tenido relaciones sexuales últimamente.

Se quedó boquiabierto y no pudo evitar mirar a su muy gentil madre.

Ella alcanzó su taza de porcelana una vez más.

—Oh, borra esa expresión de sorpresa de tu cara. No soy una mojigata. Y


no soy tonta. Sé por qué estás aquí realmente. Esperaba que Holland te
distrajera, pero la has metido en tu pequeña investigación, ¿no?

Dax se obligó a cerrar la boca y susurró una maldición.

—¿Cómo supiste de eso?

Su madre suspiró.

—Siempre supe que no lo dejarías pasar. No está en tu naturaleza. Dudo


que Gus lo haya hecho tampoco, aunque lo hará de otra manera. A mí
tampoco me gusta mucho pensar en ello. Desearía que te concentraras en tu
relación con Holland. Es una mujer muy agradable. Sería una esposa perfecta
para ti.

Dax estuvo de acuerdo en que Holland sería una esposa perfecta si


pudieran resolver sus problemas, pero también tenía un trabajo que hacer.
Nunca quiso discutir esto con su madre. No hasta que hubiera limpiado el
nombre de su padre.

—Crees que era culpable, ¿no?


No podía dejar de hacer la pregunta. Necesitaba saber. Habían evitado el
tema tantas veces que ya no podía contarlas. Finalmente era hora de la
verdad.

Ella miró hacia otro lado durante un momento, y Dax se preguntó si


volvería a guardar silencio sobre el tema. Finalmente, dejó su taza a un lado y
se volvió hacia él. Le dio una palmadita en la mano con la suya.

—Amaba a tu padre. Estábamos muy enamorados al principio. Pero


mantener el amor puede ser difícil, hijo. Los años pasan, y un día te das
cuenta de que has cambiado. Tu cónyuge ha cambiado. Te has distanciado.
—Suspiró—. ¿Creo que tu padre violó a esa chica? No. No necesitaba tener
poder sobre otra persona para sentirse importante y no tenía ese tipo de vena
violenta. ¿Creo que pudo haberse equivocado sobre la edad de ella y haberse
metido en una situación que no debía? Sí. Lo creo porque lo había hecho
muchas veces antes.

Dax sintió que se le retorcían las tripas. ¿Su padre?

—Dax, no intento desilusionarte o hacerte menospreciar a tu padre —dijo


su madre en voz baja—. Esto es algo que desearía que nunca hubieras tenido
que saber. Era humano. Sé que parecía maravilloso y muy heroico, pero tenía
defectos como el resto de nosotros.

—¿Estás diciendo que te engañó? ¿Y tú lo sabías? —Apenas podía


entender eso. Su padre había sido un buen hombre. Dax había construido toda
su vida sobre el hecho de que sus padres habían sido buenas personas que se
amaban entre sí y a sus hijos.

—Al principio no. Al menos no lo creo. Pero en algún momento después


de cumplir los cuarenta, las cosas cambiaron. Tenía buen ojo para las
jóvenes. Tuvo varias aventuras, aunque nunca duraron mucho tiempo. Lo
descubrí porque una de las mujeres se puso en contacto conmigo. Fue la
única vez que casi me divorcio de tu padre. Era cuidadoso, ya ves.
Normalmente elegía mujeres que no querían más que pasar un buen rato y
unos bonitos regalos. Pero esta mujer en particular decidió que quería más.
Me escribió y me explicó la situación. Busqué un abogado y amenacé con
divorciarme. Tu padre me convenció de que no lo hiciera. Estabas en la
universidad en ese momento. Gus acababa de empezar sus estudios de
postgrado en Harvard. Un divorcio podría haberos arruinado a ambos, así que
me quedé. A menudo me pregunto si ese incidente fue lo que lo envió a las
prostitutas.

Se sintió como si le hubieran dado una patada en el estómago. Se frotó una


mano en la cara.

—No puedes saber eso o culparte tú.

—Si yo lo hubiera ignorado o tal vez si hubiera seguido adelante, podría


estar vivo hoy. Podría no haber entrado en ese sórdido motel con esa chica.

Dax agarró la mano de su madre.

—Mamá, nada de esto es culpa tuya. Él era el único con el problema.

Obviamente, más problemas de los que Dax había imaginado.

—Desearía que todo hubiera sido diferente—murmuró su madre, y volvió


a sorber su café.

Sí, él también.

Se quedaron en silencio hasta que un Benz se detuvo frente a su casa.

Su madre le dio una palmadita en la mano.

—Esa es mi amiga Gloria. Vamos a tener un buen almuerzo y luego iremos


al club de bridge por la tarde. Siento mucho tener que decirte eso, Dax.
Simplemente no quiero que persigas alguna reivindicación sólo para que te
rompan el corazón. Te quiero mucho. —Ella se puso de pie y él la vio ladear
el rostro mientras saludaba—. Volveré esta noche. Tenemos un asado
estupendo y el ama de llaves hizo pastel de nuez. Trae a Holland si quieres.
Sé que a Gus le encantaría verla.

Dax observó a su madre bajar por el camino para unirse a su amiga. Él se


quedó allí sentado, todo su mundo se estremeció.
El brillo con el que había empezado el día parecía un poco más tenue que
antes.

¿Realmente había sido tan ciego e ingenuo? ¿Cómo es que no supo que su
padre engañaba a su madre? Su padre había mentido, roto sus votos y dejado
a su propia esposa destrozada.

Dax se puso de pie, sintiéndose injustificadamente cansado. Necesitaba un


trago. Dios, ni siquiera eran las nueve e iba a tomarse un whisky.

Se metió dentro. Podía oír al ama de llaves tarareando en la cocina. La


evitó. De todas formas, no era ahí donde guardaban las cosas buenas. El
escocés caro estaba en la oficina de su padre, ese santuario dedicado a un
hombre al que ahora se preguntaba si alguna vez había conocido realmente.

Bueno, al menos el alcohol había estado almacenado allí hasta que sus
amigos aparecieron.

Cuando entró, Gabe estaba sentado en el comedor, con una taza de café a
su lado, tecleando en su portátil. Miró hacia arriba, sus cejas leonadas se
elevaron.

—Bienvenido a casa, capitán. ¿Visitó un nuevo puerto anoche?

Dax le hizo una peineta a su amigo y continuó hacia las escaleras.

—Vaya, qué susceptible. Yo no subiría allí si fuera tú. Lo siento, pero Gus
no se convenció de que era una mala idea. Créeme, lo intenté.

—¿Mad tiene el whisky? —Eso era todo lo que le importaba en ese


momento.

—Sí, pero... Vaya. ¿Escocés a esta hora? ¿Qué demonios ha pasado?

Dax no sabía cómo responder, así que siguió subiendo las escaleras y
yendo a la habitación que su madre le había dado a Mad. La puerta estaba
cerrada. Estaba casi demasiado silenciosa al principio, pero luego escuchó
susurros.
—Sé que estás ahí, Augustine. Me importa un bledo. Quiero el whisky.
Mad, mejor que no te lo hayas bebido todo o esperaré que sea remplazado.
Esta mañana.

Después de un poco de movimiento, la puerta se abrió y Mad asomó la


cabeza, se veía entre sorprendido y preocupado mientras pasaba por el hueco
la botella de cristal y lo que parecía un vaso limpio. No es que eso importara
en ese momento.

—Uh, Dax, es temprano.

—Como si eso importara.

—A mí no me incomoda. Le afecta a mi muy serio y reservado amigo


capitán de la marina. Ahora bebe en momentos inapropiados. También ignora
educadamente el hecho de que me acuesto con su hermana.

—Tengo una aventura —gritó Gus desde el interior de la habitación—.


Acostarse con hace que suene importante, Crawford.

—Ella me hiere —dijo Mad con una mueca—. Dame un minuto y me


vestiré.

—No te molestes. —Cogió el whisky y el vaso y se fue. Sabía exactamente


adónde quería ir y ahora deseaba que sus amigos no hubieran venido.
Necesitaba estar solo, y no había forma de que dejaran que eso sucediera.

Pero no sabían lo del balcón de la biblioteca de arriba. Estaba oculto por


pesadas cortinas que nadie abría porque por la tarde el sol calentaba
demasiado. A esta hora del día, podía esconderse y beber y pensar en la
bomba que había lanzado su madre.

Se dirigió a su escondite y cerró las cortinas tras él antes de servirse esa


bebida tan necesaria. Se la tragó mientras miraba los jardines traseros. Había
jugueteado allí de niño. Gus y él jugaron al escondite y cuando su padre
estaba en casa, los perseguía por todas partes, llamándolos sus pequeños
monos. Atrapaba a Dax y a su hermana con grandes abrazos. Siempre se
había sentido seguro en los brazos de su padre.
¿Todo fue una mentira?

¿Su madre y su padre comenzaron su matrimonio con todas las buenas


intenciones del mundo sólo para ver todo desmoronarse? ¿Eso les pasaría a
Holland y a él?

Tomó un trago y se desplomó en una de las dos sillas que adornaban el


balcón. Este había sido su refugio cuando era niño. Cuando volvía a casa en
verano, a menudo se escondía aquí cuando necesitaba estar solo.

Escuchó un crujido detrás de él y suspiró porque debería haber recordado


que incluso entonces, cierta hermana suya rara vez lo había dejado en paz.

—Hola. —Augustine salió. Se había puesto la parte inferior del pijama y


una camiseta sin mangas, sin sujetador, con los pies desnudos y el pelo todo
revuelto por el sexo. Por las manos de Maddox Crawford.

—¿No deberías ir a jugar con mis amigos? Gabe parecía que hoy no se
había follado a nadie. —Dax se sentía malvado.

Gus simplemente se rió.

—Vaya. Eso fue bajo, especialmente para ti. ¿Qué ha pasado?


Normalmente ese tipo de hipocresía lleva tiempo. Al menos consigo un
“cómo te va, Gus “antes de empezar a meterte conmigo.

¿De qué hablaba? Se giró, mirando como ella se sentaba en la silla de


enfrente.

—¿Hipocresía?

—Sí, escocés-a-las-nueve-de-la-mañana. Te llamé hipócrita. ¿Con cuántas


de mis amigas te has acostado? Apuesto a que, dado que aún llevas la ropa de
anoche, te has acostado con una hace poco. ¿Qué pasa con el desgarro en tus
pantalones? ¿Holland se puso un poco dura contigo?

—No es lo mismo. Voy en serio con Holland.

—¿Ibas en serio con mis hermanas de la fraternidad? Porque te has


acostado con todas ellas. —Su voz bajó—. Siento haberte llamado hipócrita,
Dax. Mis sentimientos fueron heridos y me desquité. Tienes razón. No voy en
serio con Mad. Los únicos que deberían ir en serio con ese chico son los
médicos que deberían intentar resolver el misterio de cómo no ha contraído
aún una enfermedad de transmisión sexual. Usamos protección, por cierto.
No me va a tocar sin un condón. El problema es que es muy bueno en la
cama. Y no se enamorará de mí. Todos los demás lo hacen. Eso es lo que me
gusta de tus amigos. Son realistas.

Dios, no quiso hacer sentir mal a su hermana.

—Lo siento, Gus. Aunque me gustaría señalar que he sido mucho más
cauteloso en cuanto a dormir con tus amigas. Creo que mamá sabe lo que
estabas haciendo.

—Por supuesto que lo sabe. Se lo dije. Es mi madre, no una mojigata seca.


Dax, no estoy casada. Tengo un sano impulso sexual. Bueno, tengo un
impulso sexual desenfrenado y me gusta así.

—Igual que el viejo y querido papá. —Las palabras salieron con un


resoplido amargo. No quiso decirlas en voz alta.

—Vaya, no puedo creer que te haya contado eso.

—¿Lo sabías? —Negó con la cabeza.

—Me di cuenta hace mucho tiempo. Estuve aquí más que tú. —Gus no
había ido a un internado. Se puso firme y les dijo a sus padres que quería
quedarse en casa, así que en vez de eso fue a una bonita escuela privada
diurna.

A veces envidiaba a su hermana. Sobre todo al principio porque después de


encontrar a sus amigos, estaba feliz de volver a Creighton cada trimestre.

—¿Qué hizo que papá la engañara? —preguntó.

—Papá volvía a casa de permiso y a veces él y mamá se peleaban. Empezó


a dormir en su oficina muy a menudo. Me decía que era porque estaba
trabajando. Así es como me acostumbré a llevarle su café cuando estaba en
casa. —Su mandíbula se apretó y no había forma de que no recordara que la
última mañana le llevó el café a su padre.

—¿Sabías lo de la mujer que le escribió a mamá?

—Después del hecho —explicó Gus—. Ella me lo contó más tarde. Y


obviamente hablamos después de la muerte de papá.

—¿Pero nadie pensó en mencionármelo?

—Mamá no quería que pensaras mal de papá. Le adorabas... y puedes ser


un poco crítico, como lo demuestran tus acciones de esta mañana. ¿De verdad
crees que soy como papá? ¿Crees que porque me gusta el sexo hago daño a
todos los que me rodean?

Se volvió hacia ella, alcanzando su mano.

—No, no estás lastimando a nadie. Estoy siendo un idiota, Gus. Lo siento.


Fue como si me dieran un puñetazo en las tripas. Sé lo que estás haciendo
con Mad. Acabo de ver cómo puede tratar a las mujeres.

Gus levantó una ceja pálida.

—Bastante bien. Me gusta Mad porque le importa un bledo lo que una


mujer quiera en la cama. Tiene la reputación de ser un playboy, pero nunca
miente sobre ello. Es sincero sobre lo que quiere y lo que está dispuesto a dar.
Todos tus amigos lo son. Es lo que me gusta de ellos.

—¿Todos ellos?

Ni siquiera se sonrojó, simplemente se acercó y le sirvió otro trago.

—No todos. Connor me rechazó porque no podía acostarse con la hermana


de su mejor amigo. Es un buen tipo. ¿Tienes idea de lo difícil que fue para un
chico de diecisiete años rechazar todo esto? —Hizo un vago gesto hacia sus
curvas—. Gabe está demasiado delgado para mí. Roman era divertido. En
realidad me gustaba. Nos enrollamos, pero eso fue hace toda una vida.
—Aunque no Zack. —Dax quería que fuera verdad—. Definitivamente no
Zack.

—¿Cómo crees que consiguió el apodo de Scooter?

—Oh, Dios. —Dax dejó caer la cara en las manos—. Tantas cosas han
salido mal hoy…

—Vale, Zack no. Estaba bromeando sobre eso. Se ganó ese apodo con una
amiga mía, pero me enteré del incidente. —Ella se quedó mirando, con sus
ojos inteligentes taladrándole—. ¿Te hace pensar diferente de mí? He tenido
tantas parejas sexuales como tú. ¿Por qué está bien para ti pero no para mí?

—Porque eres mi hermana.

—¿Odiarás a papá ahora? ¿Porque era tu padre y la gente en tu vida no


puede ser humana?

Dax sintió que las lágrimas le picaban los ojos y luchó para no derramar las
malditas cosas. Odiaba verse a sí mismo a través de los ojos de su hermana.
Tal vez su madre tenía razón al ocultarle la verdad. Había estado viendo el
mundo en blanco y negro. Un hombre era un héroe o un villano. ¿Por qué
podía ser tolerante con las debilidades de sus amigos, pero no con las de su
padre?

— Volví para limpiar su nombre.

—Ya lo sé.

—¿Cómo?

—Trabajo con Roman y soy ridículamente buena escuchando a escondidas.


Además, soy buena espiando. Mad duerme como un tronco. Anoche me
levanté de la cama y no pude dormir. Pensé en examinar algo del porno de su
portátil pero encontré los archivos. Entonces él y Gabe estuvieron hablando
esta mañana. Creo que han encontrado un par de cosas que quieren compartir
contigo.

Su hermana era una especie de genio malvado. Y ella era la única persona
con la que podía hablar de esto. Y ella era la única persona en el mundo,
aparte de él, que sabía lo que significaba ser el hijo del almirante Harold
Spencer.

—¿Debería renunciar a la investigación? ¿Estoy haciendo más daño a


mamá?

Gus se inclinó hacia adelante, su mirada seria.

—¿Crees que se merece menos porque hizo trampa? No lo amo menos,


Dax. Estuve enfadada por un tiempo. Todavía lo estoy. Pero era mi padre.
Nos quería. Se sacrificó por nosotros. Fuera lo que fuera como marido, fue un
buen padre. No puedo dejar que sus errores me quiten eso.

Dax le apretó la mano, la emoción lo invadió. Recordó todas las veces que
su padre había aparecido en Creighton sin avisar. Conseguía un permiso y
arrastraba a la familia a pasar una sola tarde, llevando a Dax y sus amigos a
comer, al cine. Decía que extrañaba a su hijo.

Su hijo. Había sido el hijo de su padre. ¿Qué le debía a su padre? Su padre


obviamente había herido a su madre terriblemente, pero ¿eso negaba todo lo
demás en su vida? Su madre no quería una ruptura entre ellos.

—¿Crees que violó a esa chica? —No importaba que el sexo fuera
consentido. Legalmente, la chica no tenía edad suficiente para consentir. Aún
así fue una violación.

—No, no lo creo. —Su hermana se levantó y caminó hacia la barandilla,


con los hombros rectos—. No creo que sea el hombre que aparece en ese
video. Sé que se parecía a él, pero la cámara nunca captó su cara. Mamá dice
que le gustaban las mujeres jóvenes. Así que investigué un poco por mi
cuenta después de que fuera asesinado. Ninguna de sus amantes, y déjame ser
claro, sólo pude encontrar tres, ninguna de ellas tenía menos de treinta y
cinco años.

Entonces, ¿por qué su padre había elegido de repente a la quinceañera


Amber Taylor? A menos que, como Gus sospechaba, su padre no hubiera
sido el hombre de la grabación.
—Nuestra madre tiene una perspectiva sesgada sobre la edad —continuó
Gus—. Sé por qué y no voy a corregirla. Ella tiene derecho a lo que cree,
pero yo sé la verdad. Papá se sentía solo. No digo que fuera culpa de mamá,
pero siempre hay dos puntos de vista, dos lados en cualquier relación. Sé que
se lanzó a ser madre después de tenernos a nosotros. —Gus dejó escapar un
largo suspiro—. Cada una de esas tres mujeres se parecía a ella.

Las lágrimas rodaron por las mejillas doradas de su hermana. Maldición, él


odiaba ver a Gus llorando. Odiaba aún más que hubiera sido él quien la
disgustara.

Dax se puso de pie y abrazó a su hermana mayor. Gus era impresionante y


tan fuerte que a veces olvidaba que también era frágil.

—Lo siento. Y me disculpo por lo que dije antes. No eres como papá.
Demonios, ya ni siquiera sé qué pensar. Sólo sé que no creo en los informes.
Creo que el NCIS encubrió algo o se les escaparon hechos claves.

—No importa lo que hiciera, era nuestro padre. Dax, no podemos dejar
esto así. Necesito ayudarte. Necesitamos averiguar quién lo mató porque el
padre que conocí nunca se suicidaría. Jamás. Simplemente no lo habría
hecho. —Se giró y lloró contra su hombro.

Escuchó a alguien moviéndose detrás de ellos. Las cortinas se movieron y


Mad emergió, su cara roja por su lucha con la voluminosa tela.

—Maldita sea. Sabía que estabas ocultando algo. Malditas cortinas. Oye...
Mierda. Lo siento. No quise interrumpir.

Gus levantó la cabeza y resopló.

—Por supuesto que lo hiciste, Mad. Interrumpir es lo que mejor haces.

—Eso no es lo que dijiste la última vez... No importa. —Mad sabía que era
mejor no terminar esa frase.

Su hermana se aferró a él incluso cuando puso los ojos en blanco.

—Déjalo ya, Mad.


Su hermana podía manejar a su loco y adorable amigo. Tomaría lo que
Mad tenía para ofrecer sin necesidad de más. Tuvo que admitir que Gus era
una mujer que sabía lo que quería y en este punto, quería divertirse.

Un día, un tipo pondría el mundo de Gus al revés, y estaba deseando que


llegara ese día. Pero por ahora, él también podía divertirse.

—Oye, hermanita, ¿quién es mejor en la cama? ¿Mad o Roman? Verás,


siempre he oído a las mujeres decir que Mad era un poco inmaduro. Me
preguntaba si eso no se refería a su... técnica.

Mad frunció el ceño, su cara se volvió roja como la remolacha.

—Eso es totalmente falso. En los viejos tiempos, eso llevaría a un duelo,


señor. De hecho, creo que ahora debería. Has cuestionado mi hombría. Mi
polla es como el conejo de Energizer. Excepto que más varonil. Y más
grande. Y sin orejas. El punto es que tengo resistencia. Y técnica.

Gus resopló y negó con la cabeza.

—Nunca lo diré. Bueno, no hasta que necesite el dinero y luego tenga


notas para un libro que sorprenderá a todos. Voy a desayunar. Parece que me
ha abierto el apetito. Adiós, queridos.

Mad señaló en su dirección.

—Ves. Se le ha abierto el apetito porque soy increíble.

Y humilde. Dax se echó hacia atrás y le dio un puñetazo en la nariz. No lo


suficiente como para rompérsela al cabrón, pero Mad lo sentiría durante un
tiempo.

—¡Mierda! —Mad se encorvó, cubriéndose la nariz. Sus hombros


temblaron, pero se levantó de nuevo y comenzó a reírse—. Vale.
Probablemente me lo merecía.

El estallido de ira había abandonado el cuerpo de Dax. Todavía tenía


sentimientos no resueltos, pero nada de eso era culpa de Mad o de nadie más.
—Guárdatelo para ti. No quiero oírte alardear de que te has follado a mi
hermana.

Mad negó con la cabeza.

—Nunca. Jamás. En serio, estoy más asustado de Gus que de ti. Ella es
mala. Como seriamente mezquina. Y no la veré más si eso te molesta. Me
gusta Gus. No hay nada serio allí, pero ella es genial.

—Eso es asunto de Gus—admitió Dax. Miró hacia abajo, pero de repente


ya no necesitaba el whisky—. Y creo que me uniré a ella para el desayuno.
También se me ha abierto el apetito.

—Así que te metiste en el NCIS anoche. Qué bien.

—Voy a golpearte de nuevo.

—Déjame reformularlo. Estoy muy feliz de que finalmente hayas podido


profesar todos tus sentimientos de hombre a la encantadora y correcta agente
especial del NCIS de una manera física. ¿Debería haber traído purpurina para
que pudiéramos tirarla y mostrar al mundo lo feliz y brillante que eres ahora?

—Vete a la mierda, Mad. —Pero lo dijo con una risa.

—Me alegro mucho por ti, tío. Vamos a perderte de la misma manera que
perdimos... —Mad frunció el ceño de repente—. Lo siento. Iba a decir Zack.
Es difícil de creer que Joy esté muerta.

—Sí. No sé cómo lo lleva Zack. —Si perdiera a Holland...

—Zack se entierra en el trabajo. Trabaja desde que se levanta hasta que


pasa la hora en que cualquier persona cuerda se acostaría. Estoy preocupado
por él.

—¿En serio?

—¿Qué? Puedo preocuparme. Sé que soy un fiestero irresponsable, pero


me preocupo por mis amigos. Vosotros... sois mi verdadera familia. A mis
padres no les importaba una mierda. Me sentía más cómodo aquí y en el ático
de Gabe que en mi casa. Vivo en donde mi padre tenía a sus amantes. Puedo
rehacer el maldito sitio todo lo que quiera, pero no es mi casa. Este es un
verdadero hogar. No importa lo que tu padre haya hecho, al menos te dio
amor dentro de estas cuatro paredes.

—¿Estabas escuchando?

—Era difícil evitar escuchar mientras me digerían lentamente cien kilos de


brocado. Creo que estás haciendo lo correcto. Gabe y yo hemos estado
investigando. Bueno, Gabe ha estado investigando mientras yo juego al
solitario, pero está seguro de que algo está pasando. ¿Alguna vez te pareció
extraño que Joy haya muerto y tu padre haya sido asesinado seis semanas
después?

—Joy fue asesinada por alguien que intentaba asesinar a Zack. No veo la
conexión.

—Eso es lo gracioso de las conexiones, ¿no? No siempre las ves al


principio. Sólo tengo que preguntarme qué probabilidades hay de que Zack y
tú perdierais familiares cercanos tan seguido. —Mad negó con la cabeza
como si la estuviera despejando—. Pero no me escuches. Mi cerebro está
doce veces más jodido a esta hora de la mañana. Vamos, no me hagas caso.
Comamos algo. Gabe descubrió algunas cosas sobre la investigación. Tiene
algunas pistas que podemos seguir.

—Claro. Creo que ya he terminado de beber por ahora.

Mad movió las cejas y cogió el whisky.

—Gracias a Dios. Pensé que te lo beberías todo. Ven con papá. Y no te


preocupes por las cosas con tu padre. Dios sabe que el mío era mucho peor.
Me estremezco al pensar en todo el daño que ese hombre hizo. Ciertamente
no me corresponde a mí limpiarlo todo. Pero te ayudaré con el tuyo. —Mad
frunció el ceño mientras miraba las puertas abiertas—. No dejes que las
cortinas me maten esta vez.

Dax siguió a Mad. No importaba lo que pasara, tenía a su familia. Y a


Holland. Ella le pertenecía ahora. Sólo porque sus padres hubieran tenido
problemas no significa que él y Holland los tuvieran. Serían honestos y
abiertos el uno con el otro. No cometerían los mismos errores.

De ninguna manera.
Capítulo 7

Holland pasó el dedo por la pantalla para aceptar la llamada. Dax. Su


hombre. Se estaba convirtiendo en esa chica que sonreía demasiado y perdía
puntos de CI cuando su novio entraba en una habitación. Incluso sus
compañeros de trabajo habían empezado a darle la lata con eso. Estaba más
relajada, definitivamente más feliz, y todo porque tenía al Capitán
Asombroso en su cama, sin mencionar en su sofá y sobre la mesa del
comedor. En las últimas semanas hicieron el amor en cada superficie de su
apartamento. Y la noche que cenaron en casa de su madre, la llevó a
escondidas a su antigua habitación para un rapidito. No es que hubieran
engañado a nadie. Sus amigos y Gus fueron implacables en sus bromas. Y
Judith Spencer simplemente sonrió y le dio una palmadita en la mano a
Holland y le dijo lo feliz que era.

—Hola —dijo a su teléfono, apoyándose en su coche. No conducía a


menudo cuando estaba en la ciudad, pero los tranvías no iban tan lejos. No
habría tomado uno aunque lo hicieran, ya que estaba parada frente a una
prisión.

—Hola, cariño. ¿Va todo bien? —La voz profunda de Dax resonó sobre la
línea, cada sílaba pronunciada recordaba la lenta sensualidad sureña del
hombre.

Todo lo que tenía que hacer era escuchar su voz y temblaba por dentro.

—Estoy aquí. Mi cita es en media hora. Primero voy a hablar con los
funcionarios de la prisión. Es estrictamente por cortesía. Están acostumbrados
a tratar con los policías locales. Mi equipo no sale así a menudo.

La mayoría de las prisiones con las Holland que trataba eran militares.

—Desearía que esperaras hasta que pueda estar allí contigo.


Habían pasado por esto más de una vez.

—Dax, si hubieras venido, tendría que explicar por qué. Es más fácil de
esta manera, y si alguien peligroso nos está observando, parecerá mucho
menos sospechoso.

No es que hubiera pasado nada aterrador o fuera de lo normal desde el


idiota de la bicicleta. Pero algo en este caso estaba empezando a darle un mal
presentimiento.

—Soy el que te trajo la pista —argumentó Dax.

—No, fue Gabe. No lo ves aquí conmigo. —Ella suspiró—. Cariño, te


expliqué todo esto. Es una de esas veces en las que debería entrar sola.
Además, ¿no trabajas hoy?

Hubo una pausa al otro lado de la línea.

—Sí. Parece que van en serio con lo de terminar este manual, y pronto.
Quieren que los nuevos protocolos estén listos en las próximas semanas.
Courtney está trabajando mucho, pero no puede hacer mucho sin mí.

Courtney probablemente se quedaba mirando su trasero la mayor parte del


día. Se puso celosa, pero lo aplastó. Dax tenía un trasero realmente increíble.
Ella también lo habría mirado.

—Entiendo. Ya has hecho tu parte. Tus hombres encontraron a la madre de


Amber Taylor. Esta mujer ha usado tantos alias que no me sorprende que no
hayamos podido encontrarla. Connor tiene conexiones por las que la mayoría
de las fuerzas del orden pagarían mucho. Así que relájate y déjame manejar
esto. ¿Gabe y Mad se fueron bien?

—Mad seguramente lo hizo. Mi hermana se aseguró de ello —dijo de mal


humor.

Holland sofocó una risa. Las últimas dos semanas habían sido una
revelación. Dax había pasado todas las noches en su casa con la excusa de
que no quería escuchar a su hermana y a Mad Crawford. Holland pensó que
le gustaba dormir a su lado. Prácticamente se había mudado. Ella no le había
visto irse cuando sus amigos se habían subido a un avión a Nueva York.

—Me alegro de que haya disfrutado de su estancia. Estoy seguro de que


también hizo agradable la de Gus.

—Estoy bromeando sobre Gus. Se va a D.C. mañana, y la voy a extrañar.


—Se aclaró la garganta. Ella había aprendido que lo hacía mucho cuando se
emocionaba—. De todas formas, espero que esto signifique que tenemos
suficiente para reabrir el caso.

Holland no quería darle falsas esperanzas, pero se sentía optimista.

—Estoy pidiendo los archivos completos. Voy a decirle a mi jefe lo que


estoy haciendo y por qué. Aunque no puedo hacerlo oficial, creo que tengo
suficiente para poner algunos recursos del equipo en ello. A mi jefe le
gustaba bastante tu padre. Creo que estará abierto a una discusión. Si
involucro al NCIS de nuevo, debería poder solicitar acceso al antiguo
ayudante de tu padre. Es con él con quien realmente quiero hablar.

—Pero, naturalmente, está en una misión y su paradero es clasificado —


dijo Dax con una pizca de cinismo en su tono.

Naturalmente. A dondequiera que se dirigían se encontraban con otra


barricada u otro desvío que no llevaba a ninguna parte.

—Creo que puedo convencerles si todo va bien hoy. Especialmente cuando


les enseñe el rastro del dinero que encontraron Connor y Gabe.

Una vez que localizaron a la madre de Amber Taylor, encontrar su


información financiera fue sencillo. Nunca había estado casada con el padre
de Amber, aunque Sue Carlyle usó su apellido como alias durante años. La
mujer era una conocida estafadora y aproximadamente tres días antes de que
su hija fuera capturada con el almirante en la cinta, Sue Carlyle depositó
cinco mil dólares en efectivo en su cuenta bancaria.

Holland quería saber de dónde había salido ese dinero.


—Ten cuidado—dijo Dax sobre la línea.

—Lo haré. Oye, es una prisión. Estoy bastante segura aquí. —Miró al
edificio de aspecto adusto que tenía delante de ella. Era una instalación de
seguridad media para mujeres. A diferencia de la tierra que lo rodeaba, era
gris y sombrío—. Te veré esta noche.

—Llegaré tarde, pero recogeré algo para cenar. Adiós, cariño.

Holland colgó con un suspiro y se volvió hacia la tarea que tenía entre
manos. Podría darle a Dax la evidencia o la tranquilidad que necesitaba. Se
habían quedado despiertos unas noches antes haciendo el amor y hablando.
Él le contó lo que había averiguado sobre su padre. Evidentemente, Dax
estaba herido, y si ella podía ser un bálsamo para ese dolor, lo haría.
Descubrir que su padre no fue un pedófilo definitivamente le ayudaría a
aliviar el peso que tenía en el corazón.

Volviendo a tomar el control sobre si misma, Holland entró en la prisión.


Media hora después, se encontró en una pequeña sala de interrogatorios
usada para entrevistas con la policía y los abogados. No había nada de interés
dentro de la sala. Como todo en la prisión, se veía desolado y aparentemente
sin esperanza. La mesa era de acero inoxidable, las sillas estaban atornilladas
al suelo. Un espejo polarizado alineado en la parte de atrás, pero no veía por
qué alguien lo usaría en ella. Explicó que simplemente estaba siguiendo a un
testigo potencial en un caso sin resolver.

La puerta se abrió y entró una mujer delgada, arrastrada por un guardia


corpulento. La cara de Sue Carlyle era la foto del después en un poster de por
qué no se debía probar la metanfetamina. Surcada de arrugas, mejillas caídas,
había envejecido mucho más allá de sus cuarenta y ocho años. Los pocos
dientes que tenía eran negros. Según la información que Holland obtuvo, esta
mujer no había tenido una vida fácil. ¿Pero qué demonios le pasó en los
meses desde que su hija se había convertido en el centro de un gran caso?

—¿Va a estar bien? —le preguntó el guardia a Holland.

Sue tembló casi incontrolablemente mientras se sentaba.


Sí, ella podía manejar a la drogadicta. Parecía que pesaba 40 kilos.

—Estaré bien. Gracias.

La puerta se cerró y se quedó con una de las únicas personas vivas que
podían contarle lo que había pasado la noche en que el almirante Spencer
cayó en desgracia.

—Dijeron que querías verme. ¿De qué se trata? —Su mirada no se


encontró con la de Holland, sino que se lanzó como si buscara furiosamente
algún tipo de amenaza.

—Necesito hablar con usted sobre su hija.

—Se ha ido. No va a volver. Ninguno de nosotros va a volver.

—Ella se escapó de casa.

Un resoplido salió de la boca de Sue.

—Claro. Se escapó. ¿Es eso lo que quieres? Ya les dije a todos que se
escapó.

—¿A quién se lo has dicho?

—A todos los que se suponía que debía, maldita sea. Estoy cansada de esta
mierda. Tienes todo lo que querías. Todo. Pero sigues enviando gente para
asegurarte de que recibes más.

Un escalofrío atravesó a Holland, hasta los huesos.

—Señorita Carlyle, no soy quien cree que soy. Estoy aquí para ayudarla.
Quiero ayudar a encontrar a su hija.

Una risa frágil brotó de su pecho, y tosió como si la acción le doliera de


alguna manera.

—Bastardos. No podéis encontrar a mi hija. A menos que recordéis dónde


la enterrasteis.
Las palabras de Sue la sorprendieron. Holland se inclinó.

—¿Cree que su hija está muerta?

—Lo sé. ¿Tampoco debo decir eso? ¿Esto es algún tipo de prueba? Estoy
cansada de que me jodáis. Hice lo que me pedisteis. Tomé el dinero, ¿y sabes
qué? No fue suficiente. Ni siquiera cerca. ¿Sabes lo que valía esa chica?
Podría haber trabajado y ganado más que esos miserables cinco mil.

Holland se congeló. Ella y la mujer tenían un claro malentendido y no


estaba segura de cómo calmar a la madre de Amber para conseguir una
historia coherente. Holland tenía que convencer a Sue de que estaba aquí para
ayudar, y esperar que no se callara.

—Cogiste el dinero —recordó Holland en un tono frío y objetivo—.


Podrías haber negociado por más.

Los ojos de Sue se entrecerraron antes de sacudir la cabeza y mirar hacia


otro lado.

—No voy a hablar más, especialmente con los de tu clase. Vi lo que le


hicisteis a mi chica. Mi niña. Ella os hizo un favor.

¿Un favor? Holland siguió su instinto en esta corazonada.

—Sí, le tendió una buena trampa al almirante.

—No sé nada de eso. —Los labios de Sue formaron una línea sombría—.
Nada en absoluto. Todo lo que sé ahora es que mi chica se ha ido y vosotros
me enviasteis aquí.

¿Cómo conseguiría que Sue explicara quiénes eran “vosotros”?

—Quizás también podríamos sacarte de aquí si cooperas con nosotros.

—No hago nada más que cooperar.

Holland sabía que estaba caminando por una línea delgada ahora. Trató de
sonar lo más razonable y no amenazante posible.
—Estoy tratando de limpiar algunos asuntos dentro de la organización para
la que trabajo. Algunos socios demasiado entusiastas trabajaron en el frente
de esta operación. Necesito asegurarme de que tengo todos los hechos.
¿Quién era tu contacto?

Sue se quedó en blanco por un momento antes de que sus ojos volvieran a
estar enfocados. Luego negó con la cabeza.

—No voy a decir nada. No tengo ningún contacto. —Las lágrimas


empezaron a correr por su cara—. Os odio, rusos. Os odio a todos.

¿Rusos?

—Voy a tener que insistir en que tengamos este informe, Carlyle. Mi jefe
quiere saber todos los hechos antes de tomar una decisión.

—¿Sobre qué?

—Sobre si te ayudará o no a salir de esta prisión. —La culpa le retorció las


tripas, pero tenía que conseguir la información—. ¿Quién era tu contacto?

Su mirada se volvió más brillante.

—¿Qué importa ahora? Os odio a todos por lo que le hicisteis a mi chica.


Especialmente al hombre de la Marina. Odio a ese maldito marino.

—¿El almirante?

—Pequeña mierdecilla. Le odio. —De repente, golpeó la mesa con los


puños—. ¡Os odio a todos!

Entonces gritó, un sonido que parecía venir de lo más profundo de su alma.


Después estalló en lágrimas.

La puerta se abrió y el guardia entró rápidamente. Sue Carlyle luchó, sus


ojos se volvieron salvajes mientras lanzaba maldiciones, con aspecto de
enfadada y aterrorizada.

El guardia la esposó en un tiempo récord.


—Mira quién va visitar la unidad de confinamiento. Eres una invitada
habitual allí, Carlyle. —El guardia miró hacia arriba—. Lo siento. Es muy
inestable. Espero que haya conseguido lo que quería porque estará así durante
días.

Una mujer guardia entró y sacó a la prisionera.

—¿Qué le pasa? ¿Además de lo obvio?

El guardia frunció el ceño. Podían oír a Carlyle gritando por todo el pasillo.

—Está delirando. Probablemente debido a la cantidad de drogas que ha


tomado. Está aquí por traficar, pero esa mujer estaba demasiado interesada en
su propio producto.

Así que su cerebro estaba dañado porque había consumido demasiada


metanfetamina. La paranoia era una de las consecuencias de la droga.

—¿Habla mucho?

—Oh, a Carlyle le gusta contarle a todos los que escuchen cómo un ruso
mató a su niña y también viene a por ella. ¿Supongo que usted no representa
a la mafia rusa? Porque es a ella a quien culpa.

Holland consiguió reírse un poco, pero ya estaba pensando.

Al salir de la prisión, seguía rumiando sobre su extraña conversación con


Sue Carlyle y las implicaciones. La mujer no era un buen testigo, y la
mayoría de los abogados dirían que todo lo que había dicho era poco fiable e
inadmisible en el tribunal. Holland suspiró. Era improbable que su jefe
reabriera el caso del almirante basado en las divagaciones de una mujer
obviamente loca. Así que necesitaba averiguar de dónde había venido el
dinero y por qué Sue pensaba que la mafia rusa estaba tras ella.

¿La muerte del almirante fue el resultado de un chantaje que salió mal? ¿El
plan había sido para chantajearlo? ¿Controlarle colgando sus indiscreciones
en su cara? Si era así, ¿por qué los rusos lo habrían atacado a él, de entre toda
la gente? ¿Y cómo estaría involucrado un hombre de la Marina? Sue no pudo
haber estado hablando del almirante. Le llamó pequeña mierdecilla. El
almirante Spencer medía alrededor del 1,80 m.

Nada de esto tenía sentido. Por otra parte, tampoco lo tenía Sue. Holland
frunció el ceño. Tal vez estaba dando demasiada importancia a las palabras
de la mujer drogadicta.

Sacó sus llaves pero se detuvo cerca de su vehículo porque alguien se paró,
bloqueando la puerta de su coche.

—Hola, agente especial Kirk. —Un hombre anodino con un traje


perfectamente planchado asintió con la cabeza hacia ella.

—¿Le conozco?

—No, en absoluto, y mi nombre es irrelevante.

Apretó su bolso, donde tenía su arma, más cerca.

—Es bastante relevante para mí.

—Sólo represento a otra parte. Sé que gastarás una cantidad desmesurada


de tiempo y esfuerzo tratando de encontrarme, pero te prometo que es inútil.
Sólo estoy aquí para razonar contigo. Te estás involucrando en algo que ya
no importa.

No iba a fingir que lo entendía mal. Cuanto más tiempo lo mantuviera


hablando, más probable era que las cámaras de seguridad que salpicaban el
estacionamiento y barrían lentamente cada centímetro recogieran su cara para
que el software de reconocimiento pudiera identificarlo.

—Le importa a la familia del almirante.

—Estoy seguro que sí, pero necesitan seguir adelante o se enfrentarán a


más pérdidas. Una pérdida mayor. No quieres perder a nadie, ¿verdad? —
Mientras ella buscaba su arma en su bolso, él negó con la cabeza—. No me
apuntes con esa arma, agente especial. Sólo estoy aquí para hablar, pero no
estoy solo.
Holland se giró y vio que él tenía razón. Otros dos tipos grandes estaban de
centinela a cada lado del estacionamiento, ambos con sus miradas fijas en
ella. También llevaban chaquetas de traje impecables que probablemente
ocultaban las armas que llevaban.

La superaban en armamento.

—¿Qué es lo que quieres?

—Sólo quiero explicarte que si no detienes esta investigación, alguien


saldrá herido. Nadie quiere eso. El almirante se metió en una mala situación,
y aunque mis empleadores lamentan el resultado final, preferirían que el
pasado permaneciera allí.

—¿Trabajas para la mafia rusa?

Su expresión nunca cambió. Era muy bueno en su trabajo.

—Trabajo para un grupo de personas que tenían tratos previos con el


almirante. Este salió mal.

—Estás diciendo que el almirante estaba sucio.

—El almirante tenía inclinaciones que mantuvo ocultas. Mi empleador le


permitió dichas tendencias de vez en cuando. Si continúas por este camino,
no sólo dañarás aún más el nombre de la familia Spencer, sino que podríamos
decidir tratar con el verdadero problema.

—¿El verdadero problema? —No estaba segura de querer la respuesta a


esa pregunta.

—No estarías levantando este polvo si no fuera por el capitán Spencer. Él


es el que está detrás de todo. Se decepcionará cuando aparezcan fotografías
embarazosas de su padre. Eso sería perjudicial para su carrera. Si continúas
creando problemas, puede ser perjudicial para su salud.

Holland trató de contener su miedo.

—Si tienes esas fotos, ¿por qué no las liberas?


—Nunca tuvimos la intención de liberarlas, sólo guardamos las imágenes
para asegurarnos de que el almirante no se volviera contra nosotros. Alguien
más lo entregó. Creo que fue su ayudante. Demostró tener un código moral
más fuerte de lo que al almirante le hubiera gustado. ¿Lo entiendes?

Entendió que este hombre amenazaba a Dax y no le gustó.

—Los Spencer tienen derecho a saber quién mató al almirante.

Suspiró.

—No teníamos motivos para matarle. ¿Por qué buscas cebras cuando oyes
ruido de cascos? Creí que te habían enseñado lo de la navaja de Occam en la
universidad.

—La explicación más simple es casi siempre la correcta. —Sí, eso era algo
que los investigadores aprendían—. Pero estás aquí amenazando con matar a
un oficial de la Marina si no me echo atrás. ¿Cuál es la explicación más
simple para eso?

—Que mi jefe no desea ser expuesto por su participación en esta situación


y está dispuesto a hacer lo que sea para detenerla. Ahora, puedes elegir ir a
casa y decirle a tu novio todo lo que te he dicho. Será valiente. Se mantendrá
firme y finalmente tendrá algún accidente del que no podrás culpar a nadie de
mi organización. O puedes hacer lo más inteligente y decirle que encontraste
pruebas de que su padre se suicidó. Estará deprimido, pero de alguna manera
creo que encontrarás la manera de sacarlo de ahí.

La ira se encendió dentro de ella. Este imbécil quería corromper la justicia.


Quería mantener a Dax en la oscuridad... o muerto. Tenía que salir de aquí
sin que le dispararan. En el momento en que pudiera alejarse de estos
imbéciles, se encargaría de ver las cintas de seguridad del aparcamiento e
identificar a estos hombres.

—Lo tendré en cuenta.

—Me encargaré de que lo hagas. —Asintió con la cabeza a sus secuaces y


retrocedió hacia un todoterreno negro—. Y, Agente Especial, creo que
encontrarás que las cámaras han funcionado mal misteriosamente. Es una
pena que la tecnología no siempre funcione.

Holland apretó los dientes, temiendo el poder que él debía tener.

—Todavía puedo averiguar quién eres.

—Entonces tendré algún tipo de “accidente” y me reemplazarán. Sé cómo


funcionan estas cosas. Mi jefe simplemente contratará a alguien más y el
negocio continuará. —Se detuvo, observándola con una mirada astuta—. No
estás convencida, así que probaré mi punto. Si no cierras la investigación,
empezaremos poco a poco. Tal vez simplemente asustar al capitán. Después
de eso recibirá las fotos de su padre. Si eso no le convence de que está en una
cacería de brujas y la investigación no cesa... entonces empezaremos a
eliminar los problemas. Serás la última para verlos caer a todos. ¿Cómo
vivirás con eso, me pregunto? ¿Valdrá la “justicia” que buscas el precio?
Piénsalo. Buenas noches, agente especial Kirk.

Se metió en su vehículo y se fue. Memorizó el número de la matrícula pero


se preguntó si significaría algo. Después de una rápida llamada a la prisión,
se enteró de que las cámaras se habían apagado brevemente por un problema
de software.

Así que quienquiera que este hombre representara era lo suficientemente


poderoso para tener a alguien dentro.

La sorpresa se apoderó de Holland cuando subió a su coche y se alejó a


toda velocidad, agarró el volante con dedos temblorosos. No tenía ni idea de
qué hacer ahora, de qué decirle a Dax. Pero tal vez conocía a una persona en
la que podía confiar y que le hablaría con franqueza.

Dando una vuelta en U, se dirigió a la oficina de su tío.

***
Dax echó un vistazo al reloj. Casi era la hora del almuerzo. Odiaba el
hecho de que Holland investigara el caso sola, mientras él estaba atascado en
la oficina hablando de procedimientos y procesos.
—Creo que esta redacción funciona de verdad —dijo Courtney, mirando la
pantalla de su ordenador.

—Bien.

Ella lo miró, frunciendo el ceño en su linda cara.

—Estás muy distraído. ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte, Dax? Tu


cerebro ha estado en otra parte toda la mañana.

Courtney era una chica atractiva con una cascada de pelo oscuro y ojos
color avellana. Si no tuviera a Holland, podría haber estado interesado. Era
dulce y divertida, pero no tenía el valor o el ingenio mordaz de Holland.

Su cerebro había estado en Holland. Todo el día. Toda la semana. Desde el


día en que volvió a la ciudad, sólo podía pensar en ella.

—Lo siento. Estaré mejor esta tarde.

Después de que supiera que Holland estaba fuera de esa prisión y de vuelta
en su oficina. Aunque su trabajo siempre fuera peligroso. De alguna manera
era más fácil no saber exactamente dónde estaba. Podía fingir que estaba
cómoda en su oficina y no localizando a una perra loca que probablemente
vendió a su hija por dinero.

Los ojos de Courtney se entrecerraron.

—¿Así que todo va bien? Sé la respuesta a esa pregunta ya que no he


sabido nada de Holland. Normalmente almorzamos un par de veces a la
semana, pero apenas he sabido de ella.

Porque Dax había consumido cada momento libre de Holland. Los


almuerzos de él estaban programados aquí. Si ella podía, se reunía con él.
Dos veces la llamaron para una misión, pero Dax lo entendió.

—Lo siento. Somos una nueva pareja. Estoy seguro de que nos
aborreceremos pronto.

No si él se salía con la suya. Serían una de esas parejas que no se cansan


del otro, de las que molestan a todos los que les rodean porque están
profundamente entrelazados.

—No sé nada de eso. —Courtney miró su ordenador con un suspiro—.


Creo que he perdido a mi mejor amiga.

Maldición. No quiso interponerse entre Holland y sus amigos,


especialmente una a la que estaba tan unida. Dax sabía muy bien lo
importante que era tener gente en la que confiar. Después de la muerte de
Joy, Holland necesitaba amigos más que nunca. Courtney parecía un poco
frívola para Holland. La chica era inteligente, sin duda. Y divertida. Pero
pasaba mucho tiempo hablando de sus uñas. Aún así, tal vez Holland había
necesitado a alguien menos serio a raíz de su dolor.

—No te está ignorando. Sólo soy un bastardo posesivo y le he robado todo


su tiempo para mí. —Trató de darle una sonrisa tranquilizadora—. Me ha
hablado de ti, pero no sé cómo se os conocisteis.

Courtney sonrió con el recuerdo.

—Ella estaba trabajando en un caso con serios problemas de procedimiento


durante un ejercicio de entrenamiento. Soy una especie de experta, así que me
preguntó para asegurarse de que entendía completamente lo que se esperaba.
Trato con el NCIS de forma regular. Cerca de la mitad de ellos no tienen base
militar, así que soy una traductora bastante buena.

Los militares tenían su propio idioma y a veces los civiles se perdían un


poco. Los marinos tendían a hablar con una extraña mezcla de acrónimos y
jerga que sólo otros marinos entendían. Definitivamente podía ver donde
alguien como Courtney podía ser un activo. Había crecido en el ejército, pero
había estudiado en el mundo civil.

—¿Vosotras dos os llevasteis bien?

—Ambas somos mujeres civiles en un mundo militar. Sin ofender, pero


esto sigue siendo territorio de hombres.

El paisaje estaba cambiando, lentamente.


—Puedo entenderlo. —Aunque parecían opuestas, se habían hecho amigas
rápidamente—. A Holland le gustas mucho.

Courtney sonrió, sus ojos se iluminaron.

—A mí también me gusta. A veces puede ser muy seria. Necesita que


alguien la saque de sí misma. Su trabajo puede ser un poco sombrío, ya sabes.
Necesita que le recuerden que también hay diversión en el mundo. La obligo
a salir un par de veces a la semana. Bueno, lo hice hasta las últimas semanas.
—Ella le lanzó una sonrisa irónica.

Había sido codicioso con su tiempo con Holland y no tenía intención de


cambiar. Mientras estuviera aquí, tenía la intención de tener a Holland para él
solo tan a menudo como pudiera.

—Supongo que no puedes decirles a tus superiores que necesitamos otros


seis meses más o menos para terminar este manual, ¿eh?

Courtney se inclinó hacia adelante, una expresión de simpatía suavizando


su rostro.

—No quieres volver a tu nave, ¿verdad?

—No quiero dejarla. —Pero tenía responsabilidades. No importaba cuánto


quisiera quedarse, le debía a su barco y a sus hombres otro año. Debía
presentarse en dos semanas.

La idea de dejar a Holland le dio una patada en el estómago.

—Estará bien. Estaré aquí y ella tendrá su trabajo. El tiempo pasará


volando. Cuando te vayas, volverás.

—¿Crees que ella puede ser feliz en ese tipo de relación? —Era una
pregunta que se había estado haciendo sin parar.

—Creo que es capaz de manejar cualquier cosa que quiera.

Había algo en la forma en que ella formuló esa respuesta que lo puso al
límite.
—¿Si ella quiere?

Courtney hizo una pausa, pareciendo pensativa por un momento.

—Creo que nunca se ha visto a sí misma como una esposa militar. Su


madre lo fue, y por lo que puedo decir, no funcionó muy bien para ella. En
realidad me sorprendió que te diera una oportunidad. Y no puedo ver a
Holland tratando bien con toda la prensa que tienes.

—No tengo demasiada. —Después de esas primeras fotos de ellos entrando


en la Antoine’s hace semanas, no habían encontrado más prensa. Los
paparazzi habían pasado a presas más interesantes, incluyendo a sus amigos.
Mad y Gabe volvieron a ser supermodelos, y eso pareció satisfacer a la
prensa sensacionalista. Dax estaba bastante seguro de que lo hacían para darle
un poco de cobertura.

—Lo harás con el paso del tiempo. No me imagino que el presidente no


vaya a darte un trabajo de alto perfil.

Zack lo sabía. Ya le había dicho a su amigo que se negaba a ser convertido


en una especie de político. Si dejaba el ejército, se dedicaría a la seguridad
privada o a algún otro campo. No iba a quedarse atrapado en D.C. De
ninguna manera.

—No aceptaré ningún trabajo de alto perfil. Eso no es para mí.

—¿En serio? —Preguntó Courtney, con una ceja enarcada—. Porque tener
al presidente como amigo de la infancia suele significar una carrera en la
política en algún momento. Estoy segura de que necesita gente a su alrededor
en la que pueda confiar.

Zack lo necesitaba mucho, y Dax se sentía un poco culpable por rechazar a


su amigo. Sabía que Zack tuvo la intención de que su padre se sentara en la
Junta de Jefes de Estado Mayor. Dax tuvo suerte de no ser elegible por su
rango o Zack y Roman podrían haberlo intimidado. Aún así, tal vez debería
pensar en tomar un puesto con Zack. Si no podía conseguir un puesto más
fijo en la Marina.
Dios, acababa de decidirlo. Dejaría la Marina por Holland para que
pudieran construir una vida juntos. No quería pasar años lejos de ella, nunca
estaba seguro de cuándo la volvería a ver. Estaba al final de su contrato. Si no
se reenganchaba, podría estar en D.C. el año que viene por estas fechas.
Holland podría solicitar un traslado y nunca tendría que dejar el NCIS.
Podrían casarse, comprar una casa, empezar una vida normal.

De alguna manera eso ya no sonaba tan aterrador.

Sin embargo, Courtney se equivocaba en una cosa.

—Si decido trabajar para Zack, probablemente será el fin de mis días de
paparazis. A nadie le importa la gente mayor casada.

—¿Casados? —Los ojos de Courtney se habían abierto mucho.

Dax asintió con la cabeza.

—Sí. Si acepto un trabajo con Zack, es porque me casaré y formaré una


familia, y no quiero perderme la infancia de mis hijos. Mi padre lo hizo.
Volvía tan a menudo como podía, pero aún así se perdía cosas. Quiero estar
ahí cada minuto. Puedo encontrar una manera de servir a mi país y aún así
tener a mi familia de la manera que quiero.

Podía hacerlo. Holland y él podrían hacer que funcionase.

Courtney se sentó.

—Vaya. No esperaba eso tan rápido. Sólo has estado con ella unas pocas
semanas.

—Pero la conozco desde hace años. Nos hemos estado rondando todo el
tiempo. Este es finalmente el momento adecuado para nosotros.

—Bueno, eso espero. No le gusta mucho el matrimonio. Espero que diga


que sí.

Él iba a asegurarse de que lo hiciera. No aceptaba un no por respuesta.


Dax se sentó con una sonrisa. Iba a cambiar toda su vida por ella, para
mejor.

—Ella lo hará. Aún no lo sabe, pero me ama.

Courtney se puso de pie.

—Eres un buen hombre, Dax. Espero que se dé cuenta de lo que tiene


contigo. Voy a ir a archivar esto.

Sus ojos estaban sospechosamente rojos cuando salió.

Dax frunció el ceño. No entendía a la mayoría de las mujeres. La buena


noticia es que sí que entendía a Holland. Y sólo ella importaba.

Cogió el teléfono para llamar a su madre. Tenía un compromiso que


planear.

***
—¿Tienes una descripción de este hombre? —Su tío se quedó totalmente
quieto cuando le habló del hombre que la esperaba en el estacionamiento de
la prisión.

Holland asintió con la cabeza.

—Hablé con él probablemente durante diez minutos. Definitivamente


puedo describirlo. Tenía otros dos matones con él, pero no los vi tan
claramente.

—¿No se disfrazó? ¿No usaba gafas de sol o un sombrero?

—No. —Entendía por qué eso perturbaba a su tío. El tipo del traje se había
comportado como un hombre que no tenía nada de qué preocuparse, como si
estuviera por encima de cualquier cosa que ella pudiera hacerle. Había
trabajado en las fuerzas del orden lo suficiente como para saber que era un
escenario posible. Había lugares a los que no podía ir, cosas que eran
clasificadas. No era ingenua y ciertamente entendía que la gente poderosa a
veces se esforzaba mucho por mantener los secretos ocultos.

Con un profundo suspiro, su tío se acercó a la ventana de su izquierda. Su


oficina tenía ventanas en tres lados. Siempre le había dicho que le gustaba
poder intimidar a sus hombres en todo momento. Ahora se acercó lentamente
a cada ventana, cerrando las persianas.

—¿Qué es lo que no me has dicho? —dijo ella. Su tío nunca habría cerrado
esas persianas a menos que estuviera a punto de decir algo que no quería que
otras personas presenciaran.

—Como resultado de mi investigación, encontré algunas fotos que no he


dado a conocer a la prensa. Fotos que me llegaron después de que el
almirante Spencer se suicidara.

—¿De qué?

—Imágenes tomadas de una cámara oculta en el bolso de Amber Taylor.

Holland parpadeó en shock, sintiendo frío a través de ella.

—¿Por qué no me lo dijiste antes?

—Cariño, porque estás enamorada del hijo de ese hombre y ver esas fotos
podría herir a su familia. Por lo que he podido averiguar, todo fue un chantaje
que salió mal.

—¿Crees que la mafia rusa usó a Amber Taylor para chantajear al


almirante Spencer? —Dax nunca había dicho nada sobre una amenaza de
chantaje—. ¿Por qué le importaría una mierda a la mafia rusa un almirante?
Sé que la familia Spencer tiene dinero, pero seguro que tienen cosas más
importantes que hacer.

—Tal vez no fue por el dinero. Tal vez fue por sus conexiones.

—¿Pero quién? El almirante ha estado con los mismos amigos durante


años, ¿por qué ahora?

Su tío se sentó hacia delante.


—Porque alguien descubrió su debilidad y decidió explotarla poco después
de que el almirante hiciera una nueva conexión, gracias a su hijo. Mucha
gente despiadada no dudaría en usar esa relación en su beneficio.

—¿Qué...? Oh, Dios. Zack. Me refiero al presidente Hayes. ¿Crees que


intentaban utilizarlo para llegar al presidente Hayes?

Beau se sentó y negó con la cabeza.

—Todavía me cuesta creer que se pueda llamar legítimamente al presidente


de los Estados Unidos por su nombre de pila, pero sí. El almirante murió seis
semanas después de las elecciones. ¿No puedes decirme que el momento no
es interesante?

No, no podría. Holland tragó saliva y se hundió en su asiento.

—Son personas importantes con las que estás involucrada, cariño. Y


vienen con serios enemigos. En mi opinión, alguien relacionado con la mafia
rusa quería saber algo sobre el almirante Spencer. Habría sido útil más tarde,
cuando casi seguro que habría sido nombrado para el Estado Mayor
Conjunto.

Holland cerró los ojos, la gravedad de las implicaciones la aplastó. El


Estado Mayor Conjunto asesoraba al presidente, al senado y al congreso en
todos los asuntos militares. Tenían una enorme influencia.

—¿Pero no habría salido todo a la luz cuando la Casa Blanca lo


investigara? Seguramente habrían descubierto su afición por las adolescentes.

—Si esta gente es tan poderosa como para tener a un hombre como el
almirante Spencer en la palma de su mano, es lógico que puedan obligar a
otros poderosos a guardar sus secretos —razonó su tío.

Cierto.

—Entonces, ¿por qué matarlo incluso antes de la toma de posesión de


Zack?

Su tío se acercó y le puso una mano alrededor de la suya.


—No tenían razón para hacerlo ya que él no había tenido la oportunidad de
probar su utilidad todavía. Creo que lo chantajearon pero no tuvieron nada
que ver con su muerte. Después de todo, perdieron un pez gordo cuando el
ayudante del almirante lo entregó. También creo que es por eso que la Marina
envió a Peter Morgan y lo puso en una misión clasificada. Estaban
protegiendo a su informante.

—No tengo ningún registro de eso. —Negó con la cabeza ante la


afirmación—. Lo que naturalmente no haría porque es clasificado.

Eso conectó un montón de puntos. Explicaba por qué no podía contactar


con el ayudante del almirante Spencer. El papel y el motivo de la mafia rusa
era suficiente para hacer que se le revolvieran las tripas, pero tenía sentido.

—¿Viste las fotos?

Su tío cerró los ojos brevemente.

—Las vi. Esperaba que no tuvieras que hacerlo. ¿Necesitas hacerlo? Puedo
hacer que las recuperen. Las mantuve fuera de la vista del público porque no
había necesidad de herir más a la familia Spencer.

—¿Estás seguro de que el padre de Dax se suicidó?

Su tío asintió con la cabeza.

—No veo otro escenario, Holland. Nunca encontramos una nota, pero creo
que el viejo no pudo soportarlo más. Toda esa prensa. El trabajo de toda su
vida tirado por el retrete. Su esposa pidiendo el divorcio.

—¿Qué?

—Ella no lo había solicitado, pero había visitado a un abogado de


divorcios el día antes de que él muriera. No se puede saber la verdadera
medida de un hombre hasta que se le presiona. No puedo decir que yo no
haría lo mismo.

—Pero Dax está tan seguro... Sé que el almirante amaba a sus hijos.
—Sí, pero seguía siendo sólo un hombre. Y en algún momento estoy
seguro de que acabar con su vida pareció un acto de misericordia para
evitarles lo que hubiera sido un horrible juicio que hubiera mantenido el
sórdido asunto en todos los medios. La familia Spencer habría sido el centro
de atención en el momento exacto en que el presidente Hayes nombrara su
gabinete. Su amistad con Dax habría estado bajo un desagradable escrutinio.
Demonios, si alguien tenía una razón para matar al almirante, no eran los
rusos. Era la Casa Blanca.

Se puso de pie abruptamente.

—Nunca lo haría. Conozco a Zack.

—A veces el presidente no toma todas las decisiones. Y estoy especulando.


No creo ni por un segundo que el almirante haya hecho algo excepto caer
honorablemente sobre su espada. Le ahorró a su familia y a la Marina una
enorme cantidad de dolor.

Holland absorbió otro choque del día.

—¿Crees que hizo lo correcto?

—Vi esas terribles fotos, cariño, así que sé que lo hizo.

—¿Qué demonios hago ahora? Dax no se rendirá. Puedo intentar hablar


con él, pero no creo que pueda persuadirlo de que se detenga. Creo que al
menos tengo que probar que a su padre le tendieron una trampa.

Su tío dudó y luego soltó un suspiro de reticencia.

—Voy a darte un expediente. Es mi investigación personal. Las fotos


estarán dentro. Si quieres detener a Dax, muéstrale estas imágenes. De lo
contrario, estás tratando de tomar algo sobre lo que no tienes jurisdicción.

—Pero hay algo siniestro y equivocado aquí. ¿Por qué no has seguido
buscando la verdad?

—Porque me gusta respirar. Y la mafia rusa es algo más grande que la


policía local. Si el FBI quiere investigar, les ayudaré, pero no pondré a
ninguno de mis hombres en la línea de fuego cuando no es su responsabilidad
y sólo heriría susceptibilidades. Tenemos otros crímenes que combatir y
resolver todos los días.

El tío Beau carecía de fondos y mano de obra para luchar en cada batalla.
Era una triste verdad de la policía. Como los médicos, los policías se veían
obligados a clasificar una situación en lugar de arreglarla.

Esperó tranquilamente mientras su tío abría su archivador y recuperaba las


fotos que probarían la culpabilidad del padre de Dax.
Capítulo 8
Dax abrió la puerta de la casa de Holland con un suspiro, agradeciendo
que el largo día hubiera terminado. Todo lo que quería era comer algo antes
de meterse en la cama con ella, y no necesariamente en ese orden. La comida
realmente podía esperar. Necesitaba su amor y afecto.

Qué día tan extraño.

Dejó la pizza en el mostrador.

—¿Cariño? ¿Estás en casa?

Por un momento pensó que estaba solo. Estaba a punto de coger el teléfono
y llamarla cuando vio su pelo secándose en el balcón. Miró por un momento
su delgada forma grácil, antes de unirse a ella. El atardecer casi había llegado
y la sombra de Holland se movía a lo largo de la ventana, pasando por la
pequeña mesa y sillas del bistro, como si hubiera empezado a caminar.

Abrió la puerta e inmediatamente se encontró siendo abrazado por Holland.


Ella se lanzó contra su pecho, envolviendo el cuerpo alrededor de él.

—Oye, si hubiera sabido que iba a recibir este tipo de bienvenida, me


habría escabullido del trabajo y te habría encontrado hace horas.

Holland levantó la cara.

—Fue un largo día. Esa prisión es deprimente.

La estudió y le alisó el pelo.

—Lo siento, cariño. Ojalá hubiera podido estar contigo. ¿Aprendiste algo
nuevo?

—Descubrí que Sue Carlyle es una drogadicta furiosa con serios problemas
mentales. Todo eso de drogarse afectó su memoria. No puede decirnos nada.
Era otro callejón sin salida. Lo siento mucho.

Claramente, Holland estaba molesta por eso. La abrazó fuerte.

—No es culpa tuya. Esta investigación era a ciegas. Sabíamos que sería
difícil.

Ella le devolvió el abrazo. Después del día que tuvo, hizo un gesto de
dolor.

—¿Estás bien? —Ella se alejó, mirándolo con ojos azules preocupados.

—No es nada —le aseguró—. Hoy casi me acribillan cerca de Jackson


Square. Estoy bastante seguro de que ese borracho imbécil empezó a golpear
la botella demasiado pronto.

Holland jadeó.

—¿Qué ha pasado? Dímelo.

Le besó la frente, haciendo lo posible por calmarla.

—Sólo un poco del alboroto habitual en la ciudad.

Ella dio un paso atrás, mirándolo. Su mirada se dirigió inmediatamente a la


zona de su brazo donde se había estrellado contra el hormigón para evitar el
todoterreno que se acercaba. Por suerte, se movió rápido o habría estado en
serios problemas. Había tenido unas cuantas palabras desagradables para ese
borracho que naturalmente no se había detenido para que Dax pudiera
decirlas.

—Cuéntamelo todo. —Sus ojos se habían abierto de par en par con el


miedo, las lágrimas brillaban. Le pasó las manos por encima como si tratara
de buscar el daño y curarlo con su toque.

Dax suspiró porque preocuparla no era la forma en que quería pasar la


noche, pero tal vez toda la historia la tranquilizaría. Parecía genuinamente
disgustada.
—Sí, el cabrón ni siquiera puso el pie en los frenos. No sé si se dio cuenta
de lo que casi había hecho. Idiota. ¿Quieres explicarme por qué nunca hay
policías cerca cuando los necesito, pero al menos tres listos para ponerme una
multa cuando supere el límite de velocidad?

—¿Conseguiste la matrícula? —Su voz temblaba.

Frunció el ceño.

—No. Estaba tratando de rasparme del hormigón. Supongo que debería


haber preguntado si alguien más lo había hecho, pero lo dudo. Todo sucedió
muy rápido. —La gente que le rodeaba se había preocupado por ayudarle a
levantarse y asegurarse de que estaba bien. Nadie le había ofrecido
información sobre el coche o el conductor.

—Dax... —Ella lo abrazó y lo sostuvo con fuerza.

¿Qué demonios? Apreció su preocupación pero no la necesitaba.

Con calma, le tomó la cara y la estudió por un momento.

—Holland, estoy bien.

—Es la segunda vez desde que estás en la ciudad que alguien casi te mata.

¿Qué quería decir?

—Bueno, prometo no volver a correr tras los ladrones callejeros y me


mantendré alejado de Jackson Square. Estoy realmente bien, cariño. Después
del incidente, recogí el almuerzo para la oficina y volví. No te preocupes, no
pasó nada.

Holland lo abrazó de nuevo, arrastrando sus dedos por su cara. Lo miró


fijamente como si nada fuera más valioso para ella.

—No puedo soportar la idea de que te hagan daño. Haría cualquier cosa
para asegurarme de que estés bien. Lo sabes, ¿verdad?

Esa prisión debía haberla puesto muy nerviosa.


—Yo haría lo mismo por ti. Deja de parecer que has perdido a tu mejor
amigo. Estoy aquí y no me iré a ninguna parte.

—¿En serio? ¿Y si no puedo resolver este caso?

No quería pensar en eso esta noche. Además, lo haría. Conocía a Holland.


Era brillante y tenía tenacidad. No dejaba de buscar. Así que la madre de
Amber Taylor había resultado ser un fracaso. Si no se podía confiar en la
memoria drogadicta de la mujer, era un revés, pero no era culpa de Holland.
Tal vez debería hablar con las compañeras de celda de Sue Carlyle. A veces
los locos contaban núcleos de verdad en sus cuentos.

Llamaría a algunos contactos y pediría algunos favores, tal vez organizaría


una o dos entrevistas. Hablar con los guardias podría arrojar algo de luz,
también. Pero si la prisión había molestado tanto a Holland, la dejaría fuera
de esto. Haría todo lo que pudiera para salvarla de más angustia.

Pero ahora tenía la intención de hacerla sentir mucho mejor.

Dax enredó sus dedos en sus sedosas olas mientras bajaba su boca a la de
ella. Besar a Holland era muy diferente. Antes de ella, presionar sus labios
contra los de otra mujer había sido sólo el principio de la seducción, un
eventual medio para un fin. Era algo que había hecho para que él y su pareja
estuvieran listos para el sexo.

Con Holland, besar era una emoción para saborear, un destino que podía
disfrutar durante largas horas. Devoraba su boca, arrastrando su lengua sobre
su labio inferior hasta que ella suspiraba y se derretía contra él, rodeándole el
torso con sus brazos. Dax sintió que empezaba a relajarse.

Eso estaba bien, porque ella no necesitaba pensar aquí. Cuando estaban
solos, juntos, ese era su refugio seguro. No tenían espacio aquí para nada más
allá de ellos dos.

A lo lejos, Dax escuchó la música de los clubes cercanos que comenzaban.


Al caer la noche, la fiesta comenzaría, pero sólo le interesaban los buenos
momentos que podía compartir con Holanda. Aunque le gustaba la idea de
disfrutar de su “privacidad” en medio de una multitud.
Le pasó las palmas de las manos por la espalda antes de encontrar su
trasero y llenar sus manos con ella mientras se acercaba. Holland le dio el
más dulce de los gemidos. La luz de su balcón no estaba encendida. Aquí
arriba, los letreros de neón que parpadeaban abajo parecían nebulosos, casi
suaves mientras las plantas en sus macetas de arcilla alrededor filtraban sus
colores chillones.

Ella lo besó una vez más, luego dio un pesado suspiro antes de volverse a
alejar para apoyarse en la barandilla de hierro forjado. Se veía pensativa, con
los hombros encorvados.

—¿Qué sucede?

—Es sólo que es difícil. Mi trabajo puede deprimirme de vez en cuando.


Hay algunas cosas que no puedo arreglar y eso me vuelve realmente loca.

Dax la rodeó con sus brazos por detrás y quedó satisfecho cuando ella dejó
caer su cabeza contra él.

—Sólo hay un límite en lo que puedes hacer.

—Hace que me enfade.

—Te conozco. Si dices que no puedes hacer más, entonces sé que has
hecho todo lo que podías. Ahora necesitas dejarlo ir. —La besó a lo largo del
pabellón auricular, satisfecho cuando se estremeció—. Necesitas relajarte,
cariño. Deja que yo me encargue.

Holland se detuvo, y luego soltó un pequeño gemido.

—No debería, pero no puedo evitarlo. Te necesito, Dax. Te necesito


muchísimo.

—Háblame de ello. Háblame de tu día. —Su mano le acarició el pecho.

Holland negó con la cabeza.

—Quiero olvidarlo.
Le tocó el pezón, sintiendo que se ponía rígido contra su pulgar. Él podía
darle placer y un respiro del día.

—Puedo ayudarte con eso.

—Vamos adentro. —Su voz sonaba ligeramente ronca.

—Hmm —murmuró Dax en su oído—. La fiesta acaba de empezar aquí,


cariño. Silencio, nadie puede verte. Nadie tiene ni idea de lo que estamos
haciendo aquí arriba. Sólo somos una pareja mirando el Quarter, disfrutando
de una velada romántica.

Dax deslizó su mano hasta la cintura de los pantalones de ella, consciente


de que estaba congelada y mirando a la gente en la calle, como si estuviera
midiendo quién podría ser capaz de verlos. Un enrejado de hiedra trepadora
ocultaba sus movimientos, pero aún así tenían una visión completa de la
acción abajo. Las parejas se arremolinaban, tomándose de la mano y
besándose. Grupos de amigos paseaban por el Quarter. La gente comenzaba a
llenar los restaurantes y bares.

—Mira ahí fuera. Dime lo que ves. —Él usaba tácticas mentales y físicas
para pasar por encima de sus defensas y así poder distraerla de sus
problemas. Así que mientras hablaba, deslizó su mano justo debajo de su
cintura y hasta la seda de su ropa interior.

Su aliento se recuperó.

—Dax, ¿qué estás haciendo?

Con la otra mano, le pellizcó ligeramente el pezón, lo suficiente para


hacerla jadear. También le recordó quién estaba a cargo por ahora.

—Estoy pasando un buen rato con la mujer más hermosa del mundo y ella
me va a dejar. ¿No es así, cariño? Porque sabes que te llevaré a un lugar
maravilloso, un lugar donde no tengas que pensar en nada más que en tu
próximo orgasmo. Así que ríndete y déjame hacer mi trabajo.

—¿Tu trabajo?
—Cuidar de ti. He decidido que es mi principal trabajo en la vida. —Le
susurró las palabras al oído—. Así que cállate a menos que te haga una
pregunta. Nadie puede vernos. Están demasiado ocupados con sus propios
placeres. Ahora mira a esa pareja en la calle de abajo y dime qué ves.

Estaban de pie en la fila, esperando a ser sentados. La mujer llevaba un


vestido veraniego blanco y el hombre pantalones y camisa. De vez en
cuando, ella lo miraba como si compartieran un secreto. Él siempre le
devolvía una sonrisa maliciosa.

—Han estado juntos por un tiempo. Se puede ver en la forma en que él le


toma la mano, la forma en que se miran —murmuró.

—Sí. —Él le mordió ligeramente la oreja y ella gimió.

Incentivado, Dax deslizó su mano un poco más abajo, bien debajo de la


banda de su ropa interior de bikini, rozando su sexo con las puntas de sus
dedos y obviando intencionadamente su clítoris. Holland ya se estaba
excitando para él.

—Dios, Dax, por favor tócame ahí. Por favor. —Holland arqueó la
espalda, aplastando su firme trasero contra su rígida polla.

Ella no estaba jugando limpio, pero hace dos minutos le había dicho que no
quería jugar, así que él lo llamó victoria.

Sonrió mientras calmaba con su lengua el pequeño mordisco que le había


dado, pasándola a lo largo del pabellón de su oreja.

—Llegaré allí, pero no hasta que me des lo que quiero. Así que dime qué te
hace pensar que han estado juntos por un tiempo.

—Vas a matarme, Spencer. Bien. Están cómodos tomados de la mano. Ella


se inclina hacia él. Le sonríe de forma diferente a como lo hace con todos los
demás. Mírala. Es educada con los demás, pero cuando él habla, ella se
ilumina.

Dax la atormentó más, acariciando la pequeña joya que les daba tanto
placer a ambos. Dejó que la yema de su dedo se frotara contra ella, iniciando
el lento giro hacia el orgasmo de ella. Su erección saltó cuando se dio cuenta
de que ya estaba mojada.

—¿Dónde crees que están en su relación?

—Están enamorados. —Su voz había tomado una calidad jadeante


mientras miraba a la pareja tomar sus asientos. Las puertas del restaurante
eran de cristal con grandes ventanales. La pareja estaba sentada en la parte
delantera. El hombre se movió rápidamente, no permitiendo que el camarero
sentara a su cita. Sacó la silla para ella, y le tendió una mano para facilitarle
la tarea.

—Creo que tienes razón —susurró mientras frotaba su sensible nudo de


nervios en pequeños círculos.

Bajó los dedos, deslizándolos en los labios vaginales de ella donde


encontró toda la evidencia de su excitación que necesitaba. Estaba muy
mojada. Todo lo que tenía que hacer era tocarla. Ninguna mujer le había
respondido nunca como lo hizo Holland. Era como si estuviera hecha para él.

—La trata como tú me tratas a mí. —Su cabeza cayó contra su pecho, una
señal segura de su rendición.

No habían intercambiado palabras de amor, no exactamente. Tampoco las


dijo ahora. Quería reservarlas. Tenía planes para su chica.

—Sí, la trata como yo te trato a ti. Apuesto a que siempre está pensando en
ella. Es el último pensamiento que tiene antes de irse a dormir por la noche y
el primero cuando se despierta por la mañana. A veces no puede trabajar
porque su mujer se hace cargo de todos sus pensamientos. ¿Y cuando está
cerca de ella? Oh, es inútil para nada más que para tocarla, estar cerca de ella.
Es su hogar.

—Dax —dijo Holland, con la voz quebrada.

—Shh, deja que pase, cariño. No diré ni una palabra más. —Ella no estaba
lista para declaraciones inmortales esta noche. Necesitaban un poco más de
tiempo. A él le quedaba un poco para darle.

Dax aceleró el ritmo, su excitación hizo que se derritiera aún más rápido.
Una y otra vez, rodeó su clítoris, su cuerpo empezó a moverse hacia el suyo.
Holland empujó su pelvis contra su mano, ofreciéndose a él. Ya no estaban
mirando la calle de abajo. Dax la miraba. Y con la cabeza echada hacia atrás
y los ojos cerrados, ella se entregó a él.

Su cuerpo se estremeció, y él le atrapó la boca con un beso para cubrir sus


gritos. Estaba bastante seguro de que nadie oiría esos dulces gemidos sobre el
ruido de la calle, pero ella se mortificaría si lo hicieran.

Cuando finalmente le exprimió hasta el último segundo de éxtasis, tiró


suavemente de su mano hacia atrás y se metió los dedos en la boca,
saboreando la dulzura de su excitación. Holland era miel en sus labios.

—¿Cómo me haces eso? —Holland se giró en sus brazos—. ¿Cómo me


haces olvidar todo excepto a ti? No soy una chica salvaje.

—Por supuesto que no. Disfrutas del sexo, como deberías. No sólo eres
una mujer, eres una dama.

Ella frunció el ceño.

—Tampoco soy del tipo que necesita ayuda para sentarse en una silla o
alguien que abra la puerta.

—Lo sé, pero necesito hacer cosas por ti. No conviertas mi deseo de
asegurarte protección y cuidado en alguna marca contra tu fuerza. Necesito
que sepas lo especial que eres para mí. Por eso hago esas cosas por ti.

Holland resopló un poco y puso los ojos en blanco.

—Naturalmente. Sabes exactamente qué decirme. Dios, eres demasiado


bueno para ser verdad, Dax. Todo esto se va a desmoronar.

¿Qué estaba pasando con ella? La acercó, abrazándola fuerte.

—Todo se desmorona en un momento dado. La clave es asegurarse de que


lo vuelvas a armar.

—Te amo, Dax. No lo olvides nunca. —Lo besó, poniendo su cara en sus
manos y presionando todo su cuerpo contra el suyo.

Dax se iluminó como un niño en Navidad. Claramente, la había


interpretado mal. Ella estaba lista. Él estaba seguro de estar listo. Finalmente,
su momento era el adecuado.

—Yo también te amo. Dios, no tienes ni idea de cuánto te amo.

La levantó, llenándose las palmas de las manos con ese delicioso culo de
ella. Holland le rodeó la cintura con las piernas. Le encantaba el peso de ella
en sus brazos. Si le dejara, él la llevaría a todas partes, abrazándola.

Ahora se abrió paso a tientas hasta la puerta del balcón porque lo que
estaba a punto de hacer requería privacidad. No iba a callarla esta vez. Quería
oírla gritar por él.

De alguna manera consiguió abrir la puerta, se las arregló para que entraran.
Todo el tiempo sus lenguas se acoplaron, deslizándose una contra la otra en
un frenesí de amor y euforia. Dejó que todos sus sentidos fueran inundados
por ella. Su dulce aroma, melocotones y excitación. Joder, todo lo que tenía
que hacer ahora era oler los malditos melocotones y se ponía duro. La
sensación de sus curvas presionando las suyas, sus senos contra su pecho. El
sonido de sus gemidos. Le encantaba cuando su mujer malvada se convertía
en un dulce gatito en sus brazos.

Se movió al dormitorio, con su polla saltando cada vez que daba un paso.
La fricción de su erección contra el núcleo de ella amenazaba con deshacerlo.

Los dedos de Holland se deslizaron contra su cuero cabelludo. Ni siquiera


intentaba agarrarse a él, sólo explorar. Ella confiaba en él. La certeza se
propagó por su organismo, despertándolo tan seguramente como la sensación
de su piel desnuda contra la de él. Sabía que nunca la dejaría caer, que nunca
la lastimaría.

Cuando sus rodillas hicieron contacto con el lado de la cama, se inclinó


hacia adelante, enviándola hacia abajo suavemente. Se enderezó y se quitó la
camisa por la cabeza. No tenía tiempo para un lento striptease. Necesitaba
estar dentro de ella ahora.

Con manos temblorosas, Holland luchó con el botón de su pantalón. Una


dulce desesperación marcó su expresión, muy probablemente reflejando la
suya. Se necesitaban el uno al otro, necesitaban este acto de pasión para
poner el sello en sus palabras. Te amo. Lo habían dicho con sus bocas, y
ahora sus cuerpos querían poner un signo de exclamación en la confesión.

Sus manos también temblaban, al desabrochar su cinturón y la bragueta de


sus caquis. Se quitó los zapatos porque no le hacía el amor con los zapatos
puestos y los pantalones alrededor de las rodillas. Esto era demasiado
importante. Además, una vez que la llevaba a la cama, la mantenía allí.

—Déjame hacerlo. —Holland se levantó de la cama, tirando sus pantalones


a un lado. Estaba con su bonito sujetador y sus bragas, que tenían una
mancha húmeda. Sí, él le había hecho eso.

Ella se arrodilló y terminó de bajarle la cremallera.

—No creo que sea la política de la Marina ir de comando, capitán.

Él inhaló ruidosamente mientras ella le bajaba los caquis, liberándole la


polla.

—Menos mal que no tengo que pasar la inspección, entonces, ¿no?

—Oh, pasas la inspección. —Se inclinó hacia adelante y tomó la punta de


su polla en la boca.

Él la vio desaparecer detrás de sus carnosos labios con un gemido.

A Dax le encantaba cómo iba tras lo que quería. Había estado con mujeres
que se hacían las tímidas. Tal vez algunas lo eran, pero la mayor parte había
sido un juego para excitarlo. Fingirían ser inocentes y dulces, como si nunca
antes hubieran chupado una polla. Holland no. Se zambullía con gusto, sin
los juegos tontos.
—Joder, qué bien sienta. —Él deslizó sus dedos alrededor de la coronilla
de su cabeza, guiándola a tomar más. Su boca era como seda caliente,
envolviéndolo. Quería sentir la parte de atrás de su garganta.

Ella giró su lengua alrededor, y luego se relajó.

—Me encanta cómo sabes. Quiero cada parte de ti, Dax. Todo lo que tienes
para darme.

Estaba bastante seguro de que hablaban de algo más que de simple sexo
oral, pero eso era parte de la mezcla. Nunca dejaría que ella lo llevara al
clímax de esta manera, simplemente la dejaría jugar y aumentar su excitación
antes de trepar entre sus muslos.

—Cariño...

—Por favor, Dax. Quiero hacer esto. Quiero sentir que te corres en mi
boca.

Estuvo a punto de hacerlo en ese mismo momento. Es más, no pudo


rechazarla.

—Está bien, pero el resto de la noche será a mi manera. Ahora toma más.
Tómalo todo.

Dax le folló suavemente la boca, dentro y fuera, introduciéndose


centímetro a centímetro. Mientras lo hacía, ella le tomó las pelotas. El placer
irradiaba hasta su columna vertebral, haciendo que sus ojos se quedaran en
blanco. Tan bueno... Holland se sintió condenadamente bien. Y cuando se
arrodilló, se sintió como si se la hubiera ganado. Holland no intimaba con
nadie por fama o dinero. Sólo lo hacía porque quería. Eso era lo mejor de
todo, saber que él había hecho que ella lo amara.

Hizo que le amara.

Incluso mientras su boca se encargaba de él y su sangre se calentaba hasta


hervir, en todo lo que podía pensar era en cuánto la adoraba y lo haría para
siempre. Sí, ella era buena haciendo una felación, pero eso era parte del amor,
junto con el sexo y la comodidad. Ella era todo eso para él, envuelta en un
paquete hermosamente fuerte.

Serían mejores que sus padres. Él sería un hombre mejor. Sería el mejor
marido del mundo para esta preciosa mujer.

Su lengua trabajaba en la parte inferior de su polla, enviando una loca


emoción por su columna vertebral. Cuando ella le rozó con el borde de sus
dientes, él siseó, la sensación elevó su placer.

—Más. —Dax apretó el puño en su pelo.

Ella lo recompensó con un gemido que recorrió su piel e hizo vibrar su


carne, instándole a meter su polla más profundamente en su boca.

Holland lo chupó fuerte, engullendo su polla hasta su garganta con labios


suaves y una lengua activa. Ella lo tragó y él no pudo aguantar ni un segundo
más. Le dio lo que ella había pedido. Se dejó ir y se corrió con un fuerte
gemido, empujando en su boca y soltando todo lo que tenía. A través de una
neblina de éxtasis, vio como ella lo succionaba.

La electricidad chisporroteó sobre su piel. Todo su cuerpo se sintió vivo.


Holland le provocaba eso. Ninguna otra mujer podría. Pero era más que un
mero deseo. Él debería saberlo, porque lo había sentido un millón de veces.
Fue más que un simple placer. Dax también lo había experimentado. Este...
sólo el amor podía sentir este gran cambio de vida.

Dax sonrió mientras ella se echaba hacia atrás y le miraba fijamente, con la
sonrisa más dulce, como un gato que había robado toda la crema.

Él le devolvió la sonrisa, luego la levantó y la arrojó sobre la cama.

No había terminado con ella. Ni siquiera se acercó.

***
Holland se despertó horas después y no pudo evitar mirar a Dax. Estaba
tendido de espaldas, con la sábana pegada a sus caderas. Incluso a la luz de la
luna podía ver todos los músculos de su torso. Su rostro parecía muy
tranquilo en reposo.

Holland se sentía como si luchara contra una tormenta de ansiedad.

Casi lo había perdido de nuevo. Después de que él le hiciera el amor por


segunda vez, se quedó dormido. Holland se había levantado y caminó de un
lado a otro. Fue entonces cuando se dio cuenta del mensaje de texto en su
teléfono de un número desconocido, probablemente un teléfono desechable
no rastreable. Quienquiera que haya enviado el terrible mensaje
probablemente ya había tirado el teléfono.

La próxima vez será de verdad.

Un mensaje sencillo. Nada que apunte a ningún incidente en particular.


Demonios, si fuera otra mujer en otra situación, podría convencerse de que
alguien le había enviado un mensaje por error.

Pero ella sabía la verdad. La mafia rusa o quienquiera que haya sido el
enemigo del almirante podía llegar a Dax. Podrían matarlo.

Ella había pensado en ello toda la tarde. Después de visitar a su tío, había
considerado ir directamente a sus jefes. Había empezado a conducir al trabajo
antes de darse cuenta de que pondría a todos sus compañeros en peligro. Sí,
eran agentes de la ley y el riesgo era parte del trabajo, pero primero tendría
que convencerlos de que no estaba simplemente perdidamente enamorada o
paranoica. Tendría que vender su turbia teoría de la conspiración.

Si lo hacía, todos estarían metidos hasta el cuello en algo peligroso... y


quienquiera que hubiera amenazado a Dax sólo vendría a por él con más
fuerza. Incluso si no podía convencer a sus compañeros de que estaba en
algo, cada uno de ellos sería vulnerable a una amenaza que no verían venir
simplemente porque habían oído la verdad.

Como su tío le había mostrado las fotos incriminatorias del almirante con
Amber Taylor, Holland sólo podía pensar en lo desilusionado que estaría Dax
si veía lo duro que Hal Spencer había sido con la chica, la forma en que la
había dejado magullada y maltratada. ¿Qué sentido tenía hacerle pasar por
eso ahora? Su padre se había ido.

Si le contaba todo lo que había visto y averiguado hoy, se sentiría herido y


enfadado, pero aún así no creería que su padre se había suicidado, al menos
no cuándo y dónde lo había hecho. Y Dax nunca dejaría de buscar al asesino
del almirante.

¿Qué iba a hacer? ¿Cómo podría distraerlo de este caso y mantenerlo a


salvo? Si no encontraba la manera, la violencia que se había llevado al
almirante también podría llevarse a Dax. Incluso el pensamiento la volvió
loca. No podía perderlo así. No cuando finalmente se unieron.

¿Qué le debía a la justicia? Ciertamente no la vida del hombre que amaba.


Su tío parecía pensar que la muerte del almirante Spencer había sido un
suicidio. ¿Debía arriesgar la vida de Dax para ir tras la gente que podría haber
llevado a su padre a ello?

Se inclinó y besó la frente de Dax. ¿Cómo un hombre tan bueno pudo salir
de uno tan imperfecto y egoísta?

—Oye, nunca hemos comido. —Se rió mientras se daba la vuelta y la


arrastraba a sus brazos—. Bueno, nunca comimos la pizza que traje.

—La puse en la nevera hace un rato. —No tenía hambre desde que se dio
cuenta de que la mafia rusa podía cumplir su amenaza—. ¿Quieres que te
caliente un trozo?

Holland quería que se sintiera cómodo y feliz antes de decirle que no


seguiría investigando y que él tampoco debería hacerlo. No esta noche, sino
mañana. Dax tenía que trabajar mañana, y ella haría todo lo posible para
asegurarse de que quien estuviera mirando creyera que había abandonado el
caso.

Mañana por la noche, ella le haría ver que desenterrar estos viejos huesos
no era lo mejor para todos. Necesitaban dejar descansar el pasado para poder
tener un futuro.

Dax le dio una sonrisa adormilada.


—No. Sólo quiero acostarme aquí contigo. ¿Qué hora es?

—Un poco más de medianoche. Dax, te amo.

—Yo también te amo. Me gusta decirlo. Nunca le he dicho esas palabras a


ninguna mujer excepto a mi madre y a mi hermana. —Se giró de lado,
apoyando la cabeza en su mano—. Tú eres la única para mí, Holland. Eres la
único a la que quiero mantener a salvo, en la que confío.

Dios, Holland rezaba para que él siguiera confiando en ella mañana.

—Yo siento lo mismo.

Pero ella tenía que poner la vida de Dax en primer lugar. Incluso si se
enfadaba con ella y tenían una discusión horrible, se aseguraría de que él
estuviera a salvo. No podía hacer menos.

Lograrían superar esto.

Dax se inclinó y la besó con un gemido, su gran cuerpo frotándose contra


el de ella.

Ella tuvo que sonreír a pesar de los oscuros pensamientos en su cabeza.

—¿Cómo es posible que estés duro otra vez?

No parecía posible, pero el hombre tenía la resistencia de un toro en celo.


Gracias a Dios.

La besó de nuevo, más profundamente esta vez.

—Todo esto es para ti, cariño. Siempre estoy duro contigo. No necesito
comer o beber o dormir. Sólo te necesito a ti.

Holland lo abrazó y le devolvió el beso, deleitándose con la sensación de


sus grandes manos en su cuerpo. Ella lo entendía. Nunca se había excitado
tan rápidamente para nadie antes de Dax. Era como si el hombre supiera
cómo tocarla, besarla, excitarla como ningún otro.
En el momento en que la tocó, ella se relajó, su corazón latió más rápido.
Cuando Dax bajó la cabeza y le chupó un pezón, Holland dejó que todo lo
malo se alejara. Le convencería de alguna manera de que dejar la
investigación era lo mejor y que seguirían adelante juntos. Ella sería buena
para él, y cuando tuviera que volver a su barco, esperaría a que volviera a
casa.

Ya había esperado años por él. Al menos esta vez sabría que él volvería a
casa con ella.

Holland se dio la vuelta, cubriendo su cuerpo con el de ella.

—Mi turno.

—¿Nos estamos turnando?

Ella pudo oír la sonrisa en su voz y sonrió.

—Has tenido la mayoría de los turnos esta noche, cariño. Me has tenido
sobre la espalda toda la noche. Quiero estar arriba.

Dax observó como ella se le subía a horcajadas. Él ya estaba duro. Una


bestia muy hermosa. Holland se agachó y agarró su polla en la mano. A él le
gustaba un agarre firme. Ella lo sabía porque él se lo había dicho. A su
hombre le gustaba hablar durante el sexo. Le gustaba decirle lo hermosa que
era. Era hora de devolvérselo, también.

—¿Tiene idea de lo sexi que es, capitán?

Sus labios se curvaron hacia arriba.

—No la tengo, agente especial. Debería decírmelo.

—Es fácil ver que sufres de baja autoestima porque nadie te ha dicho
nunca lo guapo que eres realmente. —Dax había tenido artículos enteros de
revistas dedicados a su cuerpo, pero necesitaba oírlo de ella. El cumplido
significaría más para él porque venía de la mujer que veía más allá de su
superficie y sin embargo aún le amaba.
Holland vio más allá de los gloriosos abdominales y la hermosa cara y
supo que era un hombre increíble por dentro. Leal, valiente y bueno. Dios,
ella esperaba que también fuera perdonador.

—Caramba, Kirk. Nadie me ha dicho ni una vez que soy atractivo. —Le
puso las manos alrededor de los muslos y juguetonamente la miró
lascivamente—. Nadie que importe, de todos modos.

Estaban sincronizados. Ella bombeó la polla en la mano.

—Es usted simplemente impresionante, capitán, y no puedo pensar en otro


hombre que pueda querer en mi cama.

—Eso es algo bueno porque ningún otro hombre se va a meter en esta


cama. No sin pasar sobre mi cadáver.

Luchó contra un escalofrío e intentó centrarse en lo positivo.

—Posesivo, ¿eh? Bueno, resulta que me gusta tu cuerpo vivo. También me


gusta tu cuerpo caliente. Y definitivamente me encanta esta parte de ti.

Holland ya estaba húmeda y anhelante y lista para él.

—Cariño, necesito ir a buscar una nueva caja de condones. Hemos


terminado la última.

Si ella estaba dentro, iba con todo.

—Dax, me han inyectado mi anticonceptivo, así que a menos que estés


escondiendo algo de tu último examen físico, creo que podemos estar de
acuerdo en que planeamos ser monógamos.

Sus ojos se abrieron como platos y ella sintió el latido de su polla en su


mano.

—Sólo he tenido sexo contigo desde mi último examen físico. No quiero


volver a tener sexo con nadie excepto contigo, Holland. Eres la única mujer
para mí.
Holland frotó su carne dolorida sobre su polla, adorando la forma en que su
erección provocaba su clítoris. Incluso después de haberla hecho gritar su
nombre una y otra vez unas horas antes, todavía sentía el destello de la
conciencia zumbando a través de su cuerpo.

—Me gustó lo que hiciste antes.

Él pasó sus manos por encima de sus caderas.

—Hice muchas cosas. Vas a tener que ser más específica. ¿Fue por cuánto
tiempo te comí el coño? ¿O la forma en que chupé tus dulces pezones?

Le gustaba hablar sucio. ¿Cómo le gustaría escucharlo de ella?

—Me gustaba estar al aire libre, viendo a todos caminar por el Quarter y ni
uno solo de ellos sabía que me estabas follando con los dedos y que yo me
estaba corriendo por tu mano.

Los ojos de Dax se cerraron brevemente mientras la excitación se


apoderaba de su rostro.

—Cariño, estoy más que dispuesto a follarte en cualquier momento y lugar.


Estoy listo ahora. Quiero ver cómo me montas y esos preciosos pechos
rebotan. Definitivamente quiero sentirte alrededor de mi polla. Nunca he
tenido sexo sin condón antes.

Eso sorprendió a Holland. Parecía un hombre que podía tener sexo de


cualquier manera con quien quisiera, pero como ella lo conocía de verdad, le
creyó. Él cuidaba de sus parejas y de sí mismo. Pero ya no necesitaban esas
barreras entre ellos. Y un día, tampoco necesitarían un químico. Un día,
comenzarían una familia.

Por primera vez en su vida, Holland realmente creía que podía tener una
familia propia. Sí, la perspectiva la aterrorizaba, pero la idea de no tener
nunca en brazos a un bebé que se pareciera a Dax era aún peor. Sacrificaría el
pasado para que pudieran tener un futuro juntos.

Lentamente se bajó por su erección de acero, amando cada centímetro de la


sensación. Era tan grande que la llenaba, la estiraba. Incluso después de todas
las veces que habían hecho el amor, ella todavía sentía sus ojos abiertos
cuando él empezó a presionar.

Ella bajó lentamente, queriendo prolongarlo. Arriba y abajo, llevándolo un


poco más profundo con cada pasada.

—Provocadora. —Gruñó las palabras pero no hizo nada para que fuera
más deprisa.

—Eso es porque es mi turno.

Como si pudiera hablar. Dax era el rey de la provocación. Podía hacer que
el sexo durara horas. La empujaba casi hasta el borde y luego la traía de
vuelta. Repetía el proceso una y otra vez hasta que ella pensaba que no podía
aguantar ni un segundo más. Entonces se deslizaba sobre su punto dulce y la
enviaba a un torbellino.

Holland le tomó lentamente, finalmente los unió completamente sólo para


detenerse y permitirse saborear cada centímetro de él dentro de ella.

Sus grandes y calientes manos se acercaron a sus pechos y él suspiró.

—Me encanta estar dentro de ti. Te sientes tan bien...

Todo en él era correcto.

Holland giró sus caderas. Dax la llenaba deliciosamente. Arriba y abajo,


ella montó su polla mientras las manos de él exploraban su cuerpo. No había
un lugar que no tocara como si quisiera marcarla como suya para siempre.

Ella lo era. No podía imaginar que otro hombre le pusiera las manos
encima. Se inclinó, sin dejar de seguir el ritmo de sus caderas. Bajando su
boca a la de él, lo besó larga y lentamente, enredando sus lenguas.

Dax empujó hacia arriba moviendo las caderas mientras apretaba a Holland
con las manos, forzándola a bajar.

—Móntame, cariño. Móntame con fuerza.


Holland intentó darle al hombre lo que necesitaba, así que se balanceó y
empujó más fuerte, encontrando un ritmo más profundo. Con un gemido, él
colocó sus dedos entre sus cuerpos unidos y se encargó de su hinchado
clítoris, gimiendo mientras la frotaba con fuerza. Entonces ella fue la que no
pudo esperar. Aceleró su ritmo. El placer se elevaba, su cabeza flotaba, el
corazón tamborileaba, Holland jadeó. Esta cabalgata sexi y rápida se sentía
como el principio de la eternidad. Aunque era totalmente erótica, ella sentía
su amor. Todas las sensaciones convergieron con sus emociones y la
destrozaron. Holland se corrió un instante más tarde, el éxtasis se apoderó de
ella de forma salvaje y rápida.

Antes de que pudiera empezar a disfrutar de la languidez de su orgasmo,


Holland se encontró de espaldas, Dax la miraba fijamente mientras le abría
las piernas y se introducía profundamente en su interior. Obviamente él ya
había terminado de jugar, y ella casi gritó cuando Dax alcanzó algún lugar
mágico que detonó una nueva ráfaga de hormigueos. El orgasmo comenzó a
construirse de nuevo.

—Dame uno más, cariño. Quiero sentir cómo tu coño me aprieta. Te


sientes tan bien…

Ella se movió con Dax, levantándose hacia él y sintiendo el aumento de la


necesidad. Se agarró a sus hombros, gritó cuando él le pellizcó el cuello y se
hundió profundamente.

Luego llegó al extremo de nuevo. Esta vez él estaba con ella. Se mantuvo
duro y grande en su interior mientras su cabeza caía hacia atrás con un
gemido. Ella pudo sentir su liberación llenándola, hirviendo, primitiva,
satisfactoria.

Después de un largo y bajo gemido, Dax cayó sobre ella, rodeándola con
sus brazos y sujetándola fuerte.

—Te amo mucho.

Y luego se volvió a dormir, con su respiración profunda y mientras la


abrazaba.
Esta vez Holland dejó que su calor se filtrara en su piel. Ella arreglaría las
cosas entre ellos. Tenía que hacerlo. No había otra opción porque no podía
renunciar a este hombre y no dejaría que nadie se lo quitara.
Capítulo 9
Dax miró el anillo. El precioso diamante amarillo de dos quilates con corte
esmeralda se vería muy hermoso en el dedo de su chica. No. No su chica. Su
esposa.

Iba a pedirle a Holland que se casara con él.

—¿Estás seguro de que no es demasiado pronto? —Su madre le había dado


su bendición cuando le dio el anillo que había estado en la familia Spencer
durante generaciones. Ella nunca lo había llevado ya que su abuela vivía
cuando sus padres se casaron, pero lo dejó para que Dax se lo diera a su
esposa.

—Siento como si hubiera esperado para siempre. —Y no esperaré más,


pensó mientras deslizaba el anillo en su bolsillo. Dax había llegado justo a
tiempo por el aspecto de las maletas de su madre. Se dirigía a D.C. para
ayudar a Gus a encontrar un nuevo apartamento.

Gus no necesitaba ayuda, pero su hermana sabía que a su madre Nada le


gustaba más que decorar un nuevo espacio, así que Gus la había invitado a
pasar la semana.

Con un suspiro, su madre le miró.

—Entonces no deberías esperar más. Amo a Holland como si ya fuera mi


hija.

—Voy a dejar la Marina, mamá.

Eso la sobresaltó.

—¿Estás seguro? Pensé que querías una carrera como tu...

—¿Como la de papá? La suya no terminó bien. Creo que intentaré algo


diferente.
Los males entre sus padres provenían de pasar demasiado tiempo
separados. Si hubieran sido la típica pareja de trabajadores de los suburbios,
su padre probablemente no habría tenido amantes. Tampoco habría estado
cerca de una prostituta de 15 años o se habría dejado llevar por las mentiras
sobre él. Dax hizo una mueca al pensarlo.

Las lágrimas hicieron brillar los ojos de su madre.

—Estoy muy contenta. ¿Y detendrás esta investigación sobre la muerte de


tu padre? Necesitas enfocarte en el futuro, hijo. No en el pasado. Está
terminado.

—Me quedan algunas preguntas, pero prometo que tendré cuidado. —


Estaba dejando a Holland fuera de su visita a Sue Carlyle. Dax había movido
algunos hilos para poder conocerla la próxima semana. También contrató a
un detective para hablar con dos de las mujeres con las que estuvo
encarcelada que habían sido liberadas. Esperaba un informe en los próximos
días.

La mujer Carlyle era una testigo clave. En algún lugar de su mente


drogadicta, probablemente guardaba los secretos de lo que pasó con su padre.
Era un instinto visceral y él tenía la intención de seguirlo. Pero después de
ver cómo el ir a la prisión había afectado a Holland, no podía pedirle que
volviera. Cuando tuviera todos las declaraciones e información, se los
mostraría para que pudieran discutir los siguientes pasos.

Hasta entonces, se concentraría en su propuesta.

—¿Cómo piensa preguntarle, Dax? —Su madre se acomodó en su gran


mecedora en el porche con una sonrisa. No la había visto tan feliz en lo que
parecía una eternidad.

—Tengo un avión que nos lleva a Las Vegas. Sé que puede no sonar
romántico, pero ella nunca ha estado y sólo tenemos unos días libres. Así que
tengo planeado algo especial. Mad mantiene un extravagantemente suntuos
ático allí equipado con un mayordomo y un chef privado. Quiero tratarla
bien. En la última noche, voy a pedirle que se case conmigo.
Y ella diría que sí. Otro instinto visceral que lo acompañaba.

Su madre le lanzó una mirada aguda.

—No me digas que te vas a casar allí.

—No. No se permite fugarse. Sólo voy a hacer esto una vez, así que tengo
la intención de hacerlo bien. Gus, Holland y tú podéis ir a lo grande. Quiero
una boda de blanco, todo lo que Holland siempre ha querido.

—Estoy muy feliz por ti, hijo. Estoy feliz por todos nosotros. Ya es hora de
que tengamos buenas noticias en esta familia. Augustine está empezando su
nuevo trabajo. Te vas a casar. —Ella le apretó la mano—. Realmente es hora
de seguir adelante.

—Mamá, ¿le extrañas?

Suspiró y se sentó, descansando en la gran mecedora.

—A menudo. Echo de menos al hombre que creía que era, pero ahora
también voy a seguir adelante. Voy a salir más a menudo, a reanudar mi
trabajo de voluntaria. Ciertamente he echado de menos eso. Me pidieron que
dirigiera el comité de planificación del baile anual de caridad.

Esas perras desagradables le habían dado la espalda a su madre cuando


estalló el escándalo, pero él sabía que ella extrañaba su lugar en la sociedad.
Los chismes parecían haberse enfriado lo suficiente como para permitirle
volver a vivir algo cercano a la normalidad.

La culpa hizo que su estómago se revolviera al pensar que podía deshacer


su progreso social. Puede que a él no le importase, pero ser incluida en la
comunidad era algo por lo que su madre vivía. La mataría pasar por todo eso
otra vez.

¿Su madre tenía razón? ¿Él debería concentrarse en el futuro? Holland


podría verse arrastrada al escándalo. También Gus.

No. Inhaló profundamente. Tenía que hacer esto. Tendría que tener
cuidado para no alterar su nuevo status quo. Mantendría su investigación
tranquila hasta que probara que su padre era inocente. Una vez que lo hubiera
hecho, ella nunca más tendría que preocuparse por su lugar en la sociedad. Y
todos podrían dejar atrás el pasado.

Su móvil sonó cuando llegó un mensaje de texto. Sonrió. Gabe.

Acabo de escuchar las noticias. ¡Felicidades y buena suerte! Te daré


un regalo de bodas anticipado manteniendo a Mad lejos de Las Vegas
mientras estés allí.

Sonrió. Perfecto. Dax envió un mensaje de agradecimiento y echó un


vistazo a la hora. Necesitaba salir. El turno de Holland terminaría y ella no
tenía ni idea de que él había arreglado que se tomara un tiempo libre. Se
había puesto en contacto con su superior el día anterior, pidiéndole algo de
sus vacaciones como una sorpresa. Su jefe estaba feliz de dárselo. Dax estaba
bastante seguro de que el hombre había pensado que llamaba para denunciar
el caso de su padre otra vez. Obviamente se había sentido aliviado.

—Te quiero, mamá. Te llamaré cuando lleguemos a Las Vegas esta noche.
Tengo que volver al apartamento para poder llevármela. Mad está enviando el
avión mientras hablamos. Saldremos tarde, pero es Las Vegas, así que todo
estará abierto cuando lleguemos. —Y él disfrutaría de un vuelo nocturno con
su casi prometida. Tenía la intención de mostrarle lo depravado que podía ser
a treinta mil pies.

—Eres un buen chico cuando quieres serlo pero sé que tienes un lado muy
malo. —Su madre le guiñó un ojo, y luego se levantó cuando un sedán negro
se acercó—. Ahí está mi coche. Gus lo envió, junto con ese guapo conductor
joven.

Dios mío. El hombre llevaba un traje, pero parecía que estaba hecho para
desnudarse. Sí, eso era exactamente lo que Gus buscaría en un conductor para
su madre viuda de sesenta y tantos años.

La ayudó a subir al coche y se despidió con la mano mientras ella se


marchaba para lo que parecía un viaje divertido.

Su madre finalmente parecía estar lista para seguir adelante. Durante meses
había estado preocupado por ella y ahora era como si las nubes se
desplazaran y el sol volviera a brillar en la vida de su madre.

¿Estaba haciendo lo correcto al hurgar en la muerte de su padre? ¿O


simplemente sacando a relucir todo lo doloroso?

Hablaría con las compañeras de celda de Sue Carlyle y decidiría desde allí.
Si realmente era un callejón sin salida, dejaría el pasado atrás y se
concentraría en el presente, en casarse con Holland y comenzar un nuevo
capítulo de su vida.

Se guardó el anillo y se dirigió a la estación del tranvía. Tenía una semana


de permiso y no iba a desperdiciar ni un minuto.

Su móvil volvió a sonar. Roman esta vez. Pasó su dedo por la pantalla para
aceptar lo que probablemente sería una felicitación sincera.

—Es un buen día, amigo mío.

—Hola, Dax.

Dax se detuvo porque no sonaba como una voz de felicitación. La última


vez que escuchó ese tono de voz de Roman, su amigo le llamó para contarle
lo que le había pasado a su padre. Así que fue directo al grano.

—¿Qué ha pasado?

—Necesito hablarte sobre una historia que el Times-Picayune iba a


publicar mañana por la mañana.

—¿Iba?

—Creo que Gus la ha anulado. —Roman sonaba muy sombrío.

—¿Gus?

—Es parte de lo que hace por Liz. Por supuesto que Liz dirige la oficina de
prensa, pero Gus es como su ejecutor. Ella se enteró de la historia primero.
Por eso pensó que lo mejor era traer a tu madre aquí a D.C. En caso de que el
periódico decidiera publicar esta mierda de todas formas, quería que tu madre
estuviera aquí con nosotros para aislarla un poco. Pero quiero asegurarte que
cuando Gus dice que algo está muerto, normalmente lo está.

—¿De qué trata la historia?

—Han aparecido fotos de tu padre.

—Está bien. Había fotos cuando estalló el escándalo. —De su padre


entrando en el sórdido motel con la chica—. ¿Qué tienen de diferente?

Roman se detuvo un momento.

—Está en la cama con la prostituta adolescente, la del vídeo. Son...


explícitas.

El estómago de Dax se hundió. Qué momento más inoportuno.

—Y hay más. Alguien está planeando una exposición de tu familia. ¿Sabes


algo de que tu padre tiene múltiples aventuras?

—Sí, pero sólo porque mi madre me lo dijo. —¿Qué diablos estaba


pasando?

—Alguien más lo sabe. Alguien va a vender los derechos de un libro y a


airear todos los trapos sucios de tu familia y naturalmente encontraron un
editor para llevarse un pellizco.

Dax podía sentir todo su cuerpo tenso.

—Maldita sea. No necesito esto. Mi madre no necesita esto.

—Lo sé. Desafortunadamente, aún no he terminado —continuó Roman—.


Gus ha estado haciendo algunas preguntas y husmeando. Cree que ha
encontrado la fuente de esta repentina historia. Ha habido una filtración. Esas
fotos estaban guardadas bajo llave en la policía de NOLA. Recientemente,
otro investigador se apoderó de ellas. Este investigador en particular tenía
cien mil dólares depositados en su cuenta de un banco extranjero ayer. No
estoy seguro de por qué eligió hacerlo de esa manera. Debería haber
conseguido una cuenta en el extranjero ella misma. A Gus le llevó cinco
minutos averiguarlo.

Su estómago todavía se estaba hundiendo. Sólo un investigador habría ido


tras esos archivos.

—¿Dices que Holland vendió fotos de mi padre y esta prostituta


adolescente a la prensa?

—Eso parece.

—No es posible. —Holland nunca haría tal cosa. Alguien tenía que estar
incriminándola.

—Mira, no voy a decirte cómo jugar a esto y tengo a Gus con una correa
por ahora. No puedo empezar a decirte lo que quería hacer. Tu hermana es
muy creativa con la venganza. Esta es tu chica y tienes que averiguar cómo
manejar esto. En cuanto al escándalo, está terminado. No habrá un libro.

Dios, ¿qué habían hecho para que se anulase ese libro que lo decía todo?

—¿Cómo lo lograste?

—El editor es parte de un conglomerado de medios de comunicación. Zack


accedió a dar a su sección de noticias una entrevista sobre la muerte de Joy.

—No. —No podía dejar que Zack lo hiciera. Era uno de los seres humanos
más reservados que Dax había conocido, y hablar de algo tan personal como
la muerte de su esposa le aplastaría—. Dile que he dicho que encontraré otra
manera.

—Zack sabía que dirías eso, por eso ya ha hecho el trato. Está hecho. No
hay marcha atrás ahora. —Roman hizo una pausa—. Dax, necesita hacer esto
por ti. Déjalo, para que sienta que ha hecho una maldita cosa buena para
ayudar.

Debido a que su trabajo parecía tan grande, no había nada que pudiera
contribuir.
—Está bien, pero nunca podré pagarle por esto.

Dios, ¿qué había pasado? ¿Cómo había llegado a esto y quién estaba
jodiendo a Holland? No había ninguna posibilidad de que ella hubiera elegido
venderlo. Algo estaba pasando y su necesidad de verla se disparó.

Holland podría estar en peligro. Toda esta situación se había descontrolado


de repente.

—No quiere que le devuelvan el dinero. Quiere que tú y tu familia estéis a


salvo. —Hubo una pausa al otro lado de la línea—. Dax, sé lo que sientes por
tu padre, pero necesito que pienses en Gus ahora.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir que si esta historia explota de nuevo, estará directamente en


la línea de fuego. Estará en todos los periódicos y una buena parte de su
credibilidad podría ser cuestionada. Apagamos este fuego hoy, pero reabrir
esta investigación probablemente le costará a Gus su carrera. Odio eso. Odio
incluso decirlo, pero la imagen lo es todo aquí. Zack puede mantenerla, pero
si estas fotos de vuestro padre salen a la luz, Gus pasará de tener un trasfondo
trágico a que las fotos de su padre abusando de mujeres jóvenes sean la
noticia principal cada vez que alguien la busque en Google.

—Gus no estaría de acuerdo contigo—dijo, aunque las palabras de Roman


le hacían pensar.

—Sí, no lo estaría, pero estoy preocupado por ella. Estoy preocupado por
tu madre. Gus querría que siguieras siendo un soldado. Es una mujer dura,
pero este es un mundo donde la carrera de una persona puede terminar con
una sola noticia. La única razón por la que contraté a Gus para un trabajo de
tan alto perfil en primer lugar fue porque los medios de comunicación se
habían calmado y la mayoría de la gente lo había olvidado.

—¿Por qué no la contrataste porque era buena? —La ira estaba empezando
a recorrer su cuerpo.

Roman hizo una pausa.


—Sé que probablemente pienses que estoy siendo despiadado, pero
realmente estoy pensando en Gus. Y francamente, esas fotos... Dax, yo
tampoco quiero creerlo. No sobre tu padre, pero las vi. No puedo dejar de
mirarlas.

Dax negó con la cabeza.

—No puedo hablar de esto ahora. Tengo que irme.

—Está bien. —Roman suspiró pesadamente—. Piensa en lo que dije. Y


siento lo de Holland, Dax. Todos hemos pasado por eso. Todos hemos sido
engañados por alguien que nos importa. Es desgarrador.

—Mi corazón no está roto, maldita sea. Holland no hizo esto. Voy a ir a
verla ahora mismo y arreglaremos esto. Te llamaré pronto. —Colgó y
prácticamente corrió para llegar al tranvía que lo acercaría a Holland.

***
—¿Diga?

—Buenas tardes, agente especial Kirk.

La sangre de Holland casi se congeló en sus venas. Ella conocía esa voz.
¿Cómo podría olvidarla? Había oído esa voz en sus pesadillas durante las
últimas noches. Lo escuchó hablar y luego vio el cuerpo de Dax frío y aún en
las calles.

Ahora se preguntaba si el robo de su portátil fue al azar. No había sido


difícil de reemplazar, pero podrían haber averiguado hasta dónde había
llegado en la investigación. Obviamente sabían que había estado investigando
la situación. Es probable que tuvieran a alguien de dentro que les diera
información.

Holland tenía la intención de encontrar a esa persona. Discretamente.


Puede que no fuera capaz de enfrentarse a la Bratva sola, pero podría
encontrar al topo traidor.
—¿Qué es lo que quieres? —No había necesidad de cortesía profesional
con este imbécil.

—Quiero lo que siempre he querido, agente especial Kirk. Paz y


tranquilidad. Mi trabajo es infinitamente más fácil cuando tengo esas cosas.

—He abandonado la investigación.

Ha sido una buena chica estos últimos días. Le dijo a Dax que continuaría,
pero se había mantenido en sus propios casos, en su propio escritorio. No iba
a darle a ese hombre ninguna razón para enviar a alguien más tras él. Y cada
noche, le había mentido a Dax sobre su progreso. La culpa estaba empezando
a carcomerla. Se echaba en sus brazos y el sentimiento de satisfacción que
normalmente tenía con él desaparecía en cuanto recordaba que tenía que
aplastar la necesidad de él de ver a su padre exonerado pronto.

De alguna manera, ella tenía que decirle que dejaba la investigación.


Tendría que convencerlo de que su padre no valía la pena.

—Puede que hayas abandonado la investigación —dijo el hombre con


tristeza—, pero tu novio parece haberla retomado donde tú la dejaste.

—¿De qué estás hablando?

—El capitán Spencer movió algunos hilos y descubrió los nombres de las
antiguas compañeras de celda de Sue Carlyle. Además, ha programado una
reunión con la propia drogadicta para la próxima semana. No has hecho lo
que prometiste.

Su corazón dio un vuelco en su pecho.

—¿Hizo qué?

No mencionó absolutamente nada al respecto. Ni una palabra. Por lo que


ella sabía, él había estado tratando de terminar los protocolos de
entrenamiento con Courtney. Ella temía eso ya que significaba que se iría
pronto, pero también lo pondría fuera del alcance del hombre del teléfono.

—Ya me has oído. He tenido que tomar medidas adicionales. Tenía dos
opciones, agente especial. Podía hacer lo que he hecho o podía haber
eliminado el problema.

El terror se desató a través de ella.

—Si lo tocas de alguna manera, te juro que nunca dejaré de perseguirte.

—Pensé que esa sería tu reacción, así que elegí la puerta número dos. Tuve
que vendérsela a mi jefe. La próxima vez él hará lo que quiera. No te
gustarán sus elecciones, agente especial.

Su mano se agarró al teléfono.

—¿Qué has hecho?

—Me he asegurado de que el problema desaparezca. Desafortunadamente,


tú eres parte del problema. Spencer está aquí en Nueva Orleans por ti tanto
como por su investigación. Me he asegurado de que no quiera estar cerca de
ti otra vez. Necesita una distracción, y una pequeña traición hará maravillas
para su concentración. Una vez que regrese a su barco, no tendrá tiempo para
cosas como investigaciones. Demonios, no tendrá tiempo para comunicarse
con el mundo exterior y así es como nos gusta.

Sí, Holland pudo ver que sería útil enfocar a Dax en algo más que en la
muerte de su padre.

—¿Dónde entro yo en esto?

—Verás que tu cuenta bancaria es mucho más saludable que antes. Espero
que disfrutes de los cien mil dólares. Son tuyos para que los guardes de parte
de mi amable empleador. Considéralo un intercambio justo por tu relación.

—¿Por mi relación? ¿Por qué romper con Dax haría que él dejara de
investigar la muerte de su padre?

Una risita llegó desde el otro lado de la línea.

—Estoy seguro de que no lo hará, aunque es probable que se tome su


tiempo para volver a ello. Pero no tendrá acceso al NCIS. No tendrá a un
profesional de la ley allanándole el camino.

—Podría tener al maldito presidente allanándole el camino. —¿Olvidaron


quién era Dax?

—Tu capitán nunca arrastraría a sus amigos a esto —respondió el hombre


con soltura—. Si eso fuera cierto, ya lo habría hecho. No puede ir a un
periodista porque eso lastimaría a su madre y a su hermana. Su única opción
real eres tú. Si ya no puede confiar en ti, no tendrá nada más que empleados a
los que recurrir.

Holland se estremeció.

—Y los asalariados pueden ser comprados.

—Todos pueden ser comprados, con la excepción de una mujer


enamorada. No confío en ti, querida. Creo que el capitán podría subir a su
barco y tú podrías repensar todo, decidir que tal vez puedas encontrar las
respuestas que busca. Sois peligrosos juntos, así que os separaré de una forma
u otra.

Su sangre se enfrió.

—¿Y crees que cien mil dólares pueden separarnos?

—Sí, lo creo. Creo que esto funcionará e incluso cuando Spencer vuelva a
casa después de sus próximos seis meses en el mar, habremos tenido tiempo
de arreglar cualquier fuga que pudiéramos tener. No encontrará la misma
información de nuevo. Puede buscar, pero esta vez habremos hecho un
trabajo mejor.

—¿Por qué no le enseñamos esas malditas fotos? —No sería capaz de


hacerlo. Sólo con verlas se había puesto enferma, pero estaba muy
confundida.

—Lo haría en un abrir y cerrar de ojos si pensara que realmente cambiaría


las cosas. No. Creo que he elegido el conjunto de movimientos correctos. Es
como el ajedrez, ya sabes. En unos momentos el capitán Spencer se
enfrentará a tu traición. También tendrá que pensar en las ramificaciones del
caso que se abrirá de nuevo. Él pensó que podía hacerlo discretamente. Le he
demostrado que eso no es probable. Incluso ahora alguien probablemente le
llamará y le dirá cosas como escándalo y exposición y óptica. De todos los
hombres del mundo, los políticos y los de su calaña son los más predecibles.
Irá a su barco, se lamerá las heridas y decidirá que quizás su hermana, su
madre y sus amigos valgan más que la memoria de un muerto. El escándalo
se desvanecerá de nuevo. La administración Hayes puede seguir trabajando
en lugar de responder a preguntas sobre la familia de su empleado. Y mi jefe
también puede mantenerse fuera del foco de atención. Todos estamos más
felices con la investigación cerrada. Incluso el capitán, ya que nunca tendrá
que ver esas fotos. Todo el mundo está mejor. Bueno, excepto tú.

Podría funcionar. Aún no sabía lo que estaba pasando, pero Dax podría
cerrar la investigación si pensara que podría perjudicar a su hermana.

—Hablaré con él sobre eso. Haré que entre en razón.

—Lo dudo —fue la respuesta—. Cuando el capitán venga a enfrentarte,


espero que recuerdes el viejo dicho: a veces hay que ser cruel para ser
amable. Adiós, agente especial. Esta es la última vez que hablaremos. La
próxima vez, usaré algo más que palabras para resolver la situación.

Nunca se había sentido más indefensa que cuando oyó que la


comunicación se cortó.

¿Qué demonios había hecho ese hombre? No podía ser bueno. Su


estómago se apretó, las lágrimas comenzaron a perforar sus ojos.

Cien mil dólares. Alguien había pagado mucho para tenderle una trampa.
¿Pero para qué?

La puerta se abrió y Dax entró como un vendaval. Su normalmente


perfecto cabello estaba ligeramente despeinado y sus ojos abiertos como
platos.

—¡Holland!
Ella se puso en su línea de visión.

—Estoy aquí.

Suspiró y caminó hacia ella, acercándola.

—Estaba muy preocupado por ti.

—¿Preocupado? ¿Por qué? —Ella le abrazó fuertemente por un largo


momento, inhalándole. Tuvo la repentina sensación de que este abrazo podría
ser el último.

—Cariño, necesito que vayas y mires tu cuenta bancaria. Creo que alguien
nos está jodiendo, y tenemos que averiguar quién es. Voy a decirte algo
inquietante, pero quiero que te quedes tranquila. Necesito que entiendas que
voy a hacer todo bien. No voy a dejar que te pase nada.

Tuvo que obligarse a respirar. No seguirle la corriente al mafioso


significaba que algo terrible le sucedería a Dax.

Dio un paso atrás, con el corazón en la garganta.

—¿De qué estás hablando?

Estaba bastante segura de que no quería saberlo.

—Alguien quiere hacerme creer que estás intentando vender fotos de mi


padre y Amber Taylor juntos en la cama —explicó, con la boca plana.

—¿La chica a la que fue acusado de violar? —Ella todavía podía ver esas
fotos. La mirada hueca en los ojos de la chica la perseguiría por el resto de
sus días. Dax pensaba que había conocido a su padre, pero esas fotos le
recordaban que por mucho que ella pensara que conocía a alguien, nunca
podrías conocer las profundidades de su oscuridad.

Si salían al público, la familia Spencer podría no recuperarse nunca.

Una sola ceja se elevó sobre el ojo izquierdo de Dax mientras daba otro
paso hacia atrás.
—La chica con la que fue acusado de acostarse, sí. Aparentemente alguien
robó las fotos y quien quería destruir a mi padre ahora amenaza con liberarlas
y culparte a ti.

Dios, su misterioso mafioso había liberado las fotos originales del chantaje
y le había tendido una trampa para que cargara con la culpa, esperando que
Dax estuviera tan abrumado por su traición que se alejara de la investigación.
No se las habían enviado al propio Dax. Dax había dejado claro que estaba
investigando lo que creía que era el asesinato de su padre. La posible creencia
de que su padre era culpable del crimen no había desanimado a Dax.

Pero la idea de que esas fotos salieran al mundo podría. La idea de que la
mujer que amaba le había traicionado podría perturbarle y enviarle de vuelta
a su barco donde no podría causar problemas. Ninguno que la mafia no
pudiera controlar. Si enviaba investigadores privados, serían comprados o
chantajeados. Habían demostrado que había muy pocas personas a las que no
podían llegar.

La pondrían en una posición horrible. Holland tenía la intención de ponerlo


en un barco en una semana y entnces ella habría tenido seis meses para
averiguar cómo manejar la situación. Se le ocurriría algo, alguna forma de
apartar su mente o intentar demostrarle que su padre realmente se había
suicidado.

Ahora no tenía nada. Si ella se defendía, él podría morir.

—¿Dónde están publicando las fotos?

Dax sacudió la cabeza y se dirigió al bar. Ella tenía una botella decente de
bourbon y él sirvió dos vasos.

—Tenían la intención de ir a los periódicos con las fotos. Y el reportero


que iba a publicar la historia estaba finalizando un acuerdo de publicación.
Aparentemente no pueden derribar a mi familia con una sola historia.
Necesitaban un libro entero.

—¿Estaba finalizando un acuerdo? —¿Hasta dónde habían llegado?


Dax le dio un vaso antes de tomar un buen trago del suyo.

—Sí. Mis amigos se enteraron del trato y ahora está roto.

¿Cómo se tomaría eso su hombre sin nombre? ¿Estaría enfadado? ¿O ella


podría satisfacerlo echando a Dax de la investigación? El pánico combatía
con la rabia en su interior. No quería perder a Dax, pero Holland estaba
furiosa porque no veía una salida. ¿O todo eso había sido parte de su plan
desde el principio? Tenían que saber que los amigos de Dax podían acabar
con ese trato. Todo esto se trataba de hacerla quedar mal. El “trato” se
anularía para que los rumores y las investigaciones no se hicieran públicos
otra vez, pero una persona tendría que asumir la culpa. Ella.

—¿Cómo lo hicieron?

—Zack lo manejó.

Cuando uno de tus mejores amigos era el presidente de los Estados Unidos,
ella suponía que se podía lograr mucho con un mínimo de burocracia.

—¿Qué vas a hacer?

No es que Holland pudiera creerle. Dax no había mencionado que había


hecho planes para ir a la prisión. A menos que el hombre del teléfono le
hubiera estado mintiendo.

—Voy a averiguar quién te está tendiendo una trampa y voy a hacerles


pagar. No soy idiota, Holland. Sé que no me traicionarías así. Alguien quiere
que piense que lo harías. Están tratando de abrir una brecha entre nosotros, y
no dejaré que eso suceda.

Holland reprimió las lágrimas porque ¿cuántos hombres en su posición la


creerían? Ninguno que ella supiera. Él la amaba. Era la única razón por la que
podía mirar todas las pruebas y llegar a la conclusión de que era inocente.

Fue dulce y conmovedor... y desgarrador. Claramente, no dejaría de


intentar reivindicar a su padre o a ella. Nunca. Sería un perro con un hueso, y
la mafia finalmente le eliminaría. Lo llamarían un accidente, una tragedia.
Nadie podría probar nada, pero Dax Spencer dejaría de existir.

Ella era la única que podía detenerlo. Tenía que hacerle creer que su padre
era culpable. Era la única manera de acabar con esto. Ese era su verdadero
trabajo en todo este caos.

—Él era culpable. —Las palabras cayeron de su boca como una roca que
de repente era demasiado pesada para ella.

—Connor está en el extranjero ahora mismo, sospecho. Nunca sé


realmente dónde está el hombre. —Dax continuó como si no hubiera dicho
nada—. Le dejaré un mensaje, pero tan pronto como pueda hablaré con él
para que investigue tus registros bancarios. Tenemos que ser capaces de
averiguar quién te envió ese dinero.

—Él era culpable, Dax. —Tenía que hacerle entender—. Tu padre cometió
una violación de una menor y se suicidó por las repercusiones.

Dax la miró fijamente por un momento, sus ojos no estaban muy


enfocados.

—Lo siento, cariño. No lo entiendo. ¿Qué me estás diciendo?

Esto iba a ser mucho más difícil de lo que Holland podía imaginar. Dax no
iba a aceptar simplemente que su padre había poseído un lado oscuro y seguir
adelante, pero ese era el plan de los mafiosos. El hombre del teléfono fue
explícito. Quería que Dax Spencer volviera a su puesto naval y ella estuviera
sin recursos aquí en casa. Quería separarla de Dax. No contaba con que Dax
creyera que ella era inocente.

Necesitaba que el hombre que amaba pensara que ella era el malo. Holland
no vio otra forma de hacer que esto funcionara. Si le decía a Dax toda la
verdad, él sólo lucharía más y pondría a sus amigos en peligro. No, ella tenía
que sacrificar su relación para salvarle la vida.

Holland pensó por un momento, tratando de encontrar una salida. Tal vez
podría decirle la verdad y que él necesitaba dejarla, subir a su barco y que
podrían intentarlo de nuevo, más tranquilamente esta vez. Él podría dejarla
aquí y permitirle intentar derribar a la mafia.

Sí, él se subiría tranquilamente a ese barco y la dejaría. Ni en un millón de


años. Nunca la dejaría atrás. Iría directamente a la Marina y abriría otra
investigación... esta sobre las amenazas contra ella.

No tenían ni idea de a quién tenía la mafia dentro. De la policía. Del NCIS.


De la Marina.

La única forma de salvar a Dax era ocultar la verdad y conseguir que se


subiera a ese maldito barco.

Holland le dio la espalda y se abrazó a sí misma. Dios, le encantaría


abrazarlo por última vez... pero eso no le convencería de que le había
vendido.

En cambio, respiró hondo y se obligó a ser fría cuando se volvió hacia él.

En unos meses, tal vez un año, podría intentar hablar con él de nuevo. Tal
vez podrían encontrarse en secreto y ella podría explicarle, pero ahora no
había otra manera que hacer que él la odiara.

—Ya has oído lo que he dicho, Dax. He pasado las últimas semanas
investigando este caso. He puesto mi vida en espera y he llegado a una sola y
única conclusión. Tu padre violó a esa chica. He visto las fotos. De hecho, fui
yo quien las encontró.

La sangre abandonó su cara, dejándole pálido. Se tomó otro trago largo


antes de mirarla.

—¿Cuándo encontraste las fotos? ¿Y dónde están? Quiero verlas.

Holland negó con la cabeza.

—Ya no las tengo.

Hizo hincapié en el “ya”, rezando para que él llegara a las conclusiones


adecuadas. No podía soportar una pelea prolongada y desagradable. En algún
momento se quebraría porque lo que más necesitaba era que él la tomara en
sus brazos, la abrazara y le prometiera que todo estaría bien. Ella lo
necesitaba más que nada y era lo único que podría no volver a tener. Después
de hoy, él bien podría odiarla por el resto de sus vidas.

Y ella lo amaría para siempre.

Sus labios se apretaron hasta formar una línea de enfado.

—¿Qué estás diciendo, Holland?

—Creo que lo sabes. ¿Quién te llamó? ¿Fue el mismo Zack?

Dax negó con la cabeza.

—Roman.

Por supuesto que sí. Roman hacía el trabajo sucio de Zack. Siempre lo
hizo.

—¿Te dijo Roman que era mi culpa?

—Por supuesto que lo hizo. Aunque deberías saber que fue Gus quien lo
encontró.

Las rodillas de Holland casi se doblan. Dios, no había pensado en el hecho


de que iba a perderlas a todas. Gus nunca la perdonaría. Claro, Gus parecía
una fiestera feliz y divertida que cuidaba de sus amigos y familia como una
mamá oso. Pero una vez que Holland fuera marcada como culpable, Gus no
le hablaría de nuevo, no la llamaría y la obligaría a ir a almorzar o a fiestas.
Holland sabía muy bien que Gus no le permitiría volver a ver a Judith
Spencer.

Dios, ella iba a extrañarlas. Pero todos y cada uno de ellos estarían vivos.
Eso es lo que más importaba.

—Debería haberlo adivinado. Es una chica lista. Pensé que podría salirme
con la mía. —Obligó a su voz a sonar fría como el ártico. Por dentro, quería
llorar desesperadamente, pero no podía darle una pista de que no era otra
cosa que una perra mercenaria.
Dax se puso de pie, mirando fijamente por un momento de sorpresa.

—No lo entiendo. Dime lo que hiciste. Dímelo en un lenguaje sencillo.

Dax no iba a hacérselo fácil. Nunca lo hizo. Ella iba a tener que venderlo.

—Cuando me di cuenta de que estabas completamente equivocado sobre tu


padre, tuve que tomar una decisión. No voy a arruinar mi carrera por ti. No
voy a ser la agente idiota que dejó que un hombre la arrastrara. Soy más
inteligente que eso. Además, cualquier mujer con la que termines será un cero
a la izquierda, Dax. Ella no existirá excepto como un apéndice tuyo. Lo
mismo con cualquiera de tus amigos. ¿Crees que he olvidado cómo fue
tratada Joy? Era mi mejor amiga y cuando murió, todos hablaban de cómo su
asesinato afectó la maldita campaña de Zack. A nadie le importó que ella se
fuera mientras él ganara las malditas elecciones.

A veces era más fácil teñir la mentira con un poco de verdad. Ella
realmente se había sentido así por la muerte de Joy. Nadie había celebrado la
vida de su dulce amiga o incluso había llorado su muerte. Simplemente
dijeron que su asesinato había sido un error, ya que obviamente querían matar
al senador y no que era una pena. Pero tres días después, el senador se había
convertido en el presidente. Entonces a nadie le había importado ya un bledo
Joy Hayes.

Sí, ella seguía enfadada por eso. Le vendría bien.

Dax palideció.

—Eso es descaradamente falso. Algo en Zack murió cuando Joy lo hizo.


Todos la queríamos. Todos aún nos afligimos por ella. No finjas que no nos
preocupamos por ella.

—No importa. —Realmente no lo haría. A nadie le importaría lo que


Holland pensara después de que Dax creyera lo peor de ella—. Lo que sea.
La cosa es que no puedes esperar que me quede contigo a largo plazo. Te lo
expliqué hace años. No voy a estar atada a alguien con los paparazzi
siguiéndole por el resto de nuestras vidas. No quiero ese estilo de vida.
De nuevo, un poco de verdad. Esa posibilidad siempre la había asustado.

—Soy más que un maldito estilo de vida, Holland. Soy un hombre. Creí
que te habías dado cuenta de eso.

Ahora lo tenía. Ella lo golpeaba donde le dolía y funcionaba.

—Últimamente, he estado pensando que la manzana nunca cae lejos del


árbol. Eres el hijo de un pedófilo. Lo intenté... pero no puedo superarlo. —Se
encogió de hombros como si no importara, como si su mundo no se
desmoronara con cada palabra—. Como no creo que pueda construir un
futuro con esa clase de hombre, decidí sacar algo de ello y ganarme mi paga
contigo. —Ella le dio una mirada ligeramente arrepentida—. Espero que lo
entiendas. No creo que pueda amarte.

La cara de Dax se puso roja.

—¿Qué has dicho?

—Ya me has oído. —No pudo volver a decirlo. Le había dolido demasiado
la primera vez—. Vendí esas fotos porque el público necesita saber la verdad
sobre tu padre. Estas estúpidas teorías de conspiración necesitan ser puestas a
dormir. Tu padre hizo todo de lo que se le acusó. Eso incluye su suicidio.

—¿Por qué estás haciendo esto?

—Te lo expliqué, Dax. Mira, ha sido divertido y me gustas, pero no puedo


dañar mi carrera para que persigas una estúpida fantasía de que tu padre no
era un criminal. Me encantaría pasar más tiempo contigo en la cama. Eres
espectacular, pero no creo que puedas ser más que eso para mí. Además, si se
hace público que soy tu novia, ya nadie me tomará en serio como
investigadora. Seré otra tonta más, una que francamente no podría hacer su
trabajo correctamente.

—¿Qué significa? —dijo.

—Investigué. Encontré la verdad. Déjalo ir. Este caso está cerrado y no se


volverá a abrir. Punto.
Eso fue lo más escueto que pudo decir. No iba a arriesgar la vida de Dax
para que él pudiera reivindicar a su padre, porque según esas fotos, el
almirante era culpable como un pecado.

—¿Así que no querías hacer público que eres mi novia? Oh, cariño, no me
das suficiente crédito. Soy mucho más estúpido que eso. —Una sonrisa
desagradable le retorció los labios. Metió la mano en su bolsillo y volvió con
un brillante anillo de compromiso. El corazón de Holland casi se detuvo.

—Quería ser tu marido. Quería proponerte matrimonio con el anillo de mi


abuela, pero obviamente eso nunca va a pasar. Pensé que podría convencerte
de que vinieras conmigo esta noche. Iba a salir de la Marina en seis meses y
tomar un trabajo con Zack para que pudiéramos estar juntos todo el tiempo.
Quería tener hijos contigo, formar una familia y tener una vida contigo. Qué
tonto fui.

¿Planeaba proponérselo? La noticia golpeó su pecho hasta que se sintió


como si hubiera colapsado. Holland habría dicho que sí en un abrir y cerrar
de ojos. Ahora que había revelado el futuro que buscaba con ella, tan lleno de
infinitas posibilidades, ella supo lo que no sabía antes. Se habría casado con
él y nunca habría mirado atrás. Siempre había temido sus profundos y
duraderos sentimientos por Dax, pero su miedo no era nada frente a su amor.

Desafortunadamente, su sacrificio tenía que tener prioridad y nada de ese


bello futuro sucedería. No podría amarlo si estaba muerto, y Holland
descubrió que estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para asegurar que Dax
siguera respirando mañana.

Una vez que Dax la dejara atrás, ella trataría muy discretamente de
averiguar quiénes eran esos malditos y encontraría la manera de acabar con
ellos aunque fuera lo último que hiciera. Y lo haría sola para no arriesgar más
que su propia vida. Pero se vengaría de los hombres que le habían costado el
amor de su vida y su futuro juntos.

Ahora que sabía que ellos la estaban observando, tendría más cuidado y,
oye, como se sentía en ese momento, si venían a por ella, no importaría una
mierda. En ese momento, realmente no le importaba.
Suspiró largo y tendido, como si la conversación la aburriera, intentando
parecer que no se estaba muriendo por dentro.

—Como dije, Dax. El sexo fue genial, pero no me veo compartiendo nada
más contigo.

—Dijiste que me amas.

Holland se encogió de hombros.

—Me encanta lo que me haces. Me encanta cómo me haces sentir en la


cama. No va más allá de eso. Hace mucho tiempo, te dije que sabía que el
beso sería increíble y que aún así me alejaría. Esta vez me voy con un
montón de dinero.

—¿Cuánto habrías conseguido si el acuerdo de publicación se hubiera


llevado a cabo?

—Suficiente para vivir cómodamente. Lo suficiente para asegurarme de no


tener que casarme con alguien como tú por dinero.

Fue una jugada calculada. Si él lo pensara durante dos segundos, vería los
obvios defectos de su lógica. ¿Ella no se casaría con él pero lo traicionaría
por dinero? Casarse con Dax le traería mucho más dinero y posición, pero
ella contaba con que él no vería más allá de su traición y la emoción del
momento. Después de todo, ya le había pasado antes. Le había pasado a todos
sus amigos antes. Eran de la realeza americana. Habían sido traicionados por
dinero y fama, y buscados por todo menos por los hombres que eran.

Valientes. Leales. Salvajes y sinceros. La mayoría de las mujeres no


podían ver más allá de las fachadas de sus corazones.

¿Por qué amo a Zack? No lo sé. Es curioso, pero una vez que lo vi con sus
amigos, supe que era el tipo de hombre con el que podía construir una vida.
Él es real. Todos lo son. Mira más allá del glamour. Mira a sus corazones.
Encontrarás lo que yo hice, Holland. Encontrarás una familia.

Ella echaba de menos a Joy. La pérdida de su amiga aún hacía que Holland
sufriera. Si Joy hubiera estado aquí, habría llamado a la mujer, pedido
consejo, escuchado. Joy fue la hermana que nunca tuvo.

Y había sido miembro de una familia de la que Holland nunca sería parte,
porque había tomado su decisión. Dax viviría. Un día en el futuro miraría el
periódico o la web y vería que se casaba con alguien que amaba y se alegraría
por él. Ella sabría que arrancar su propio corazón había valido la pena todo el
terrible dolor.

Dax se quedó tan quieto que Holland no estaba segura de si él se movería


de nuevo.

—No te creo.

Tenía que creerla. Todo, incluyendo su vida, dependía de ello.

—Entonces eres tonto. No te quiero. Nunca me casaré contigo. Vete, Dax.


Ya lo superé. ¿Lo entiendes?

Todo su cuerpo tembló. Se sentía débil. Las lágrimas presionaban sus ojos,
picaban. Parpadeó para contenerlas y se obligó a mantenerse fuerte.

—Sí, creo que sí. ¿Y sabes qué? Nunca te perdonaré. Ni por un segundo.
No eres la mujer que ha tenido que ser fuerte para los demás y escondió su
corazón para protegerse. Me convencí a mí mismo de que necesitabas amor y
persuasión. Pero sólo eres una perra fría, ¿no es así?

Ella quería lanzarse hacia Dax, jurando que su corazón era suyo. Estaba
muy enamorada de él.

—No, soy una perra inteligente.

—Bueno, al menos estamos de acuerdo en que eres una perra. —Se metió
el anillo en el bolsillo y se dirigió hacia la puerta, la furia aceleraba cada uno
de sus movimientos. Prácticamente podía sentir su ira volcánica—. No me
llames de nuevo. No llames a mi hermana o a mi madre. Me aseguraré de que
sepan exactamente lo que eres.

Dio un portazo y pareció como si el mundo de Holland se hubiera


desintegrado bajo sus pies. Sintió como si su vida se hubiera acabado.

Se arrodilló y bajó la cara hasta las manos. Las lágrimas cayeron como la
lluvia.

***
Dax se frotó una mano en la cara. Se había equivocado. Tan jodidamente
equivocado. Equivocado en todo.

—¿Otro? —El camarero frunció el ceño como si eso no fuera la mejor idea
del mundo.

Al camarero no le había arrancado el alma de su cuerpo y meado encima la


mujer que amaba.

—Sí. Que sea doble.

El camarero respiró hondo y sirvió el bourbon. Sus amigos preferían el


whisky, pero a Dax le gustaba la mierda asquerosa. Le gustaba la quemadura.
No debería ser fácil y suave. El licor debería doler.

¿Qué estaba haciendo? ¿Qué había estado haciendo? Había pateado un


avispero y lo había picado. Sintió un verdadero dolor en los huesos.

Tomó un largo trago e ignoró su teléfono móvil. Sería su hermana o uno de


sus amigos llamando para asegurarse de que estaba bien.

No estaba bien, joder. Nunca más estaría bien.

Mientras estaba sentado aquí, tuvo que hacerse la pregunta que había
estado evitando durante mucho tiempo. Estaba tan seguro de que podría
encontrar justicia para su padre... Al principio había intentado limpiar el
nombre de su padre. Ahora, de acuerdo con Roman y su propia madre, su
padre había estado involucrado con otras mujeres. Había fotos de él haciendo
daño a una chica. Y como él había acudido a Holland, las imágenes casi
habían salido y arruinaron la carrera de Gus y la vida de su madre de nuevo.
¿Había conocido a su padre? Seguro que no había conocido a Holland.

¿Qué querría su padre? Si hubiera sido medio hombre querría que su


familia estuviera a salvo. Querría que se curaran y siguieran viviendo, aunque
eso significara que nunca se hiciera justicia.

Tal vez era hora de que Dax empezara a pensar en seguir adelante,
también. Cancelaría sus citas en la prisión. Se iría y tal vez esto no volvería a
afectar a su familia. Tal vez.

Echó un vistazo a su reloj. El avión de Mad lo recogería en una hora. No es


que tuviera ninguna razón para ir a Las Vegas ahora.

¿O debería? Tal vez debería ir a Las Vegas y follarse a todas las chicas
guapas que pudiera manejar antes de reportarse a la base y a su barco.

Estaría en el mar durante seis meses. Podría ser suficiente tiempo para
olvidar cómo olía, cómo se sentían sus brazos alrededor de él.

—Oye, tú. —Una voz femenina lo sacó de su ensueño. Courtney. Llevaba


una falda corta y una blusa muy ajustada, su pelo negro le llegaba a los
hombros. Estaba tan lejos de Holland Kirk como una mujer podía estar en
todos los sentidos. A Courtney no le importaba una mierda su carrera. Era
una estación de paso entre la universidad y el matrimonio. Ciertamente no era
lo suficientemente calculadora como para una paga.

A Courtney le gustaba. Ella no tenía ningún reparo en ello. En el momento


en que la conoció, supo que podía tenerla si quería. Era dulce y siempre lo
había mirado como si midiera tres metros de altura. Y era la mejor amiga de
Holland.

Él la miró mientras ella se acomodaba en el taburete junto a él. Sí, tal vez
ella era exactamente lo que él necesitaba.

—Hola. —Se bebió el resto del whisky. Nada importaba ahora, y una idea
realmente mala echó raíces en su cerebro. Bueno, en su polla, en realidad—.
Oye, ¿qué te parece Las Vegas, nena?
Cuando sus ojos se abrieron como platos, supo que la tenía.
2 Parte
Ahora
Capítulo 10
Holland vio el video con total consternación. ¿Cómo puede un ordenador
traer tan terribles recuerdos? El video se desarrollaba un poco como una
película de terror. Empezó con un día encantador y terminó con el corazón de
alguien siendo arrancado de su cuerpo.

En las imágenes, el sol brillaba en el Quarter. La cámara estaba


perfectamente colocada para capturar cada momento. Entonces el flashmob
tomó forma y comenzaron a bailar como uno solo. Un hombre en una misión
emergió al frente. Era un hombre increíblemente guapo, podría haber hecho
una fortuna con esos penetrantes ojos azules y pómulos afilados.

Todos sus amigos, que eran numerosos, bailaron una canción sobre el amor
y el compromiso y él se acercó con una caja de terciopelo negro en la mano.
Llevaba un esmoquin y era tan hermoso que dolía mirarlo. Entonces se
arrodilló.

Era la propuesta soñada de toda mujer, pero la mujer del vídeo se echó
atrás y sacudió la cabeza, la negación en su cara dejaba claro que quería hacer
cualquier cosa menos escucharle pedir su mano en matrimonio.

Desafortunadamente, esa mujer era Holland Kirk y el título del video viral
era “Mujer Cruel Rechaza a Hombre Increíble”. Y había circulado por todo el
mundo en menos de dos semanas.

Sí. Era la mujer cruel y había rechazado al hombre más increíble porque no
había sido Dax Spencer. El Capitán Asombroso.

Presionó el botón de pausa del video y maldijo en voz baja. Más bien El
Capitán Imbécil.

¿Cuánto tiempo le había llevado superar lo suyo? Tal vez quince minutos.
No pudo haber sido mucho más ya que se casó con su supuesta mejor amiga
el día después de alejarse de ella.
Holland respiró profundamente e intentó relajar los puños que había
cerrado a sus lados. Tenía que olvidar a Dax Spencer. Ya no significaba nada
para ella. Desde que ella rompió su relación, él subió de rango otra vez y
consiguió un barco más grande con más personal y responsabilidad. Al
menos estaba vivo y Holland había hecho que eso sucediera. No es que él se
lo fuera a agradecer.

Imbécil. Aparentemente, su “amor” no significaba casi nada. Ella había


sacrificado su futuro y su corazón por él, y él se había casado con su mejor
amiga en ese momento, ni veinticuatro horas después, sólo para apuñalarla
por la espalda.

Tres años después, sus pensamientos seguían girando en torno a Dax.


Debería concentrarse en qué demonios hacer con este vídeo y el hombre
cuyos sentimientos había herido. Pero no.

A Holland le costó algo más de un año, pero por fin había empezado a salir
con alguien. Cuando el detective Chad Michaels la invitó a salir en el evento
anual de cocer cangrejos que organizaba su tío, aceptó porque no tenía nada
mejor que hacer. Se había enamorado de la relación porque había sido fácil.
Eran amigos, y él era agradable. Una noche estaba tan desesperada por borrar
a Dax de su mente que se encontró en la cama con Chad. Lloró después pero
siguió adelante porque necesitaba seguir adelante. Catorce meses más tarde,
tuvo que lidiar con las consecuencias.

—¿Estás viendo esa cosa de nuevo? —Los ojos color avellana de su nueva
compañera estaban abiertos como platos. Gemma White era una mujer alta,
con pelo rubio platino y una sonrisa fácil que podía patear más culos de los
que Holland había soñado. Gemma era una verdadera cabrona, una ex oficial
de la Marina que había pasado un poco de tiempo con el FBI antes de volver
a casa—. Resultaste una verdadera perra, ya sabes.

También era obstinada y tan honesta que a veces dolía.

Holland se sintió así cuando vio el vídeo.

—Gracias por señalarlo.


Gemma se encogió de hombros.

—Hago lo que puedo. —Se inclinó y presionó el botón que inició todo de
nuevo—. Esta es mi parte favorita. Mira eso. Todo el mundo parece brillante
y feliz. Oh, ahí. Sacó a su abuela del asilo para la ocasión.

Holland sintió que todo su cuerpo se sonrojó de vergüenza.

—Sí. Y después tuvo que ir a urgencias porque se quejaba de


palpitaciones.

Holland no estaba del todo segura de que la mujer no lo hubiera hecho para
poder poner una demanda.

—Tengo una captura de pantalla de ese momento en el que dices que no.
—Los labios de Gemma se curvaron en una sonrisa cuando la cámara se
centró en el bello rostro de Chad y una luz parecía morir en sus ojos—. Sí,
justo ahí. Lo hice mi protector de pantalla.

La mortificación se extendió sobre ella.

—Tienes que quitar eso.

—No se puede hacer, compañera. Quiero que te sirva de señal. Yo tenía


razón. Es un imbécil. Oye, Johnson. ¿Qué te pareció el antiguo novio de
Kirk?

Un agente más joven apareció, con una sonrisa en su rostro. Estaba vestido
informalmente, acababa de llegar de una escena de crimen desagradable.

—Era increíble. Sólo estuvo unas semanas, pero es una maldita leyenda
por aquí. Un día nos mandó una barbacoa a todos. Supongo que por eso le
llaman Capitán Asombroso.

Gemma negó con la cabeza.

—No. El antiguo más reciente.

Johnson puso cara larga y el chico prácticamente gruñó.


—Es un completo imbécil. Hiciste bien en dejarle. Algunos de los chicos y
yo tenemos un juego de beber basado en ese video. Tomamos un chupito
cada vez que el imbécil se mira en el espejo. Pillé una borrachera el martes.
Sí, probablemente no debí hacerlo justo antes de tener que procesar un
homicidio múltiple. —Se encogió de hombros—. Todos los días se aprende
algo.

A su alrededor podía oír a sus colegas concordar en que Chad Michaels era
un imbécil de primer orden.

—Había una razón por la que no nos invitó a ninguno de nosotros a su


pequeña propuesta, y no fue porque Jim no puede bailar ni para salvar su vida
—explicó Gemma.

—Oye —Jim gritó por encima de la pared de su cubículo—. Soy un buen


bailarín. Pregúntale a cualquiera que me haya visto la última Navidad. —Se
levantó y se puso serio—. Y tenías razón al rechazar a ese tipo. No le tengo
cariño al Capitán Asombroso ni al imbécil de Johnson, pero ese hombre
estaba locamente enamorado de ti. El oficial Michaels quiere ascender y
pensó que serías la esposa perfecta.

Ella frunció el ceño. Ni una sola vez sintió que Chad la estuviera
utilizando. Todo lo contrario, de hecho. Y Holland siempre se había sentido
culpable.

—Era agradable salir con Chad. Y debo señalar que el capitán Spencer no
pudo haber estado muy locamente enamorado ya que se casó al día siguiente
de dejarme.

—¿Te dejó? No es así como lo escuché, Kirk. La historia que circulaba era
que habías destrozado al hombre y el idiota se emborrachó, y entonces se
encontró en una mala situación —respondió Jim—. Ya que he estado casado
cuatro veces, simpatizo con el tipo. Nunca conseguí a la única mujer que
amé, así que seguí intentando que funcionara con otra persona. Como dije,
hiciste bien en rechazar al detective Michaels, por más de una razón.

—¿Estamos teniendo algún tipo de sesión de terapia aquí? —Su jefe, Bill
Edmonds, era un hombre capacitado, habiendo pasado más de veinte años en
el ejército. Ahora, a los sesenta años, dirigía su unidad—. Porque si es así,
voy a correr hacia el otro lado.

—Estamos discutiendo la vida amorosa de Kirk —Jim señaló a su antigua


compañera.

Bill asintió.

—Sí, ha sido un desastre desde que dejó al Capitán Asombroso. No te


recobras de eso, Kirk. Ríndete. Hazte monja. O encuentra un juguete sexual
como White y pare un par de bebés.

Gemma le disparó a su jefe el dedo. Era ese tipo de lugar de trabajo.

—Mi Frasier es un hombre hermoso y me dio tres preciosos bebés. Kirk


sería muy afortunada.

Frasier White era un académico flaco que enseñaba literatura comparativa


en Tulane. Pesaba por lo menos diez kilos menos que su esposa y tenía un
cuarto de su tono muscular, pero ella se iluminaba cada vez que lo veía.

Sí, ella podría ser igual de afortunada. Sólo un hombre la había hecho
encenderse, y estaba perdido para siempre.

—Necesito informes en treinta minutos de todos los casos abiertos, gente.


Resuelve tu vida amorosa más tarde, Kirk. —Bill se detuvo en su escritorio
—. Aunque si te importa mi opinión, hiciste lo correcto. Michaels no era lo
suficientemente bueno para ti.

Bill asintió y siguió adelante.

Holland cerró su portátil, sin poder mirar la pantalla ni un segundo más.

—Bueno, al menos tenemos un consenso.

Gemma se apoyó en el escritorio.

—Tienes que dejarlo ir.


Holland hizo un gesto hacia su portátil.

—Oh, creo que ya lo he hecho.

—No. No estaba hablando del reemplazo. Estaba hablando del verdadero.


Spencer. Sabes, cuando me transfirieron aquí hace dos años y me asignaron a
ti, Jim y Bill me dijeron que te habías involucrado en una pequeña
investigación paralela que significaba algo para alguien que amabas y salió
mal. Dijeron que nunca lo habías superado. Aún no lo has hecho, cariño. Ya
es hora.

Ella había seguido adelante... casi. Hace tres años supo que abandonaba a
Dax y a su cálida y cariñosa familia. No se había dado cuenta de cuánto le
dolería la primera vez que vio a Judith Spencer y la mujer se había alejado de
ella, con la cabeza alta y lágrimas en los ojos.

Había estado al tanto de Gus. Su loca amiga lo estaba haciendo muy bien
en D.C. De vez en cuando veía a Gus siguiendo a Roman y Zack y a su jefa
directa, Liz Matthews, cuando salían del Marine One o del Air Force One o
del increíble transporte que tomaran.

No es que respondiera a las llamadas de Gus. Habían sido numerosas ese


primer año. Gus había dejado un mensaje tras otro quejándose de la falta de
información por parte de Holland. Le había dicho a Holland que quería la
verdad. Holland no podía dársela, así que había ignorado a su amiga.

Funcionó. Después de un año, Gus había dejado de llamar.

Tampoco tenía ya a Courtney. Era raro. Odiaba a la mujer y la echaba de


menos al mismo tiempo. Una vez que Courtney se fugó con Dax, Holland no
tenía una amiga con quien hablar. Tal vez no había importado. Después de
separarse de Dax, se había metido en su caparazón y no había salido. Ni
siquiera por Chad. Oh, ella hizo las cosas por inercia, trató de poner una cara
valiente, pero se mantuvo alejada de todos y de todo lo que pasaba a su
alrededor. Hizo su trabajo, superó los días, y se esforzó por convencerse de
que se estaba enamorando.

¿Por qué no le dijo simplemente que sí a Chad? No iba a recibir una oferta
mejor. Al menos podría haber tenido una vida con él. Ahora ella era un cliché
andante... más de treinta años, triste, y nunca se había casado. Tal vez debería
conseguir un montón de gatos y empezar a acumularlos.

—Tengo que ir a prepararme para esa reunión. La presentaré por las dos.
¿Por qué no te vas antes a almorzar? —dijo Gemma con una palmadita en la
espalda—. A nadie le importará. Y oye, ven a casa este fin de semana.
Haremos una barbacoa y nos relajaremos con mis monstruos en la piscina.

Gemma guiñó un ojo, y se dirigió a su escritorio para recoger sus archivos.

Uno por uno, todos sus compañeros de trabajo dejaron la habitación para
unirse a la reunión. Cada agente que pasaba por allí le enviaba una mirada o
una sonrisa de simpatía. En unos momentos, estaba sola y todo parecía
demasiado tranquilo.

Esta era la forma en que su vida sería de ahora en adelante. Silenciosa. Sin
incidentes. Podía verlo muy claramente. A pesar de lo que los demás habían
dicho, Chad había sido un buen tipo. Tal vez había estado buscando avanzar
en su carrera. ¿Y quién no? Pero no podía creer que el hombre se hubiera
casado con ella sólo para ganarse el favor de su tío. Nadie se apegaba de por
vida a otra persona a cambio de unos cuantos peldaños en la escalera de la
carrera.

Abrió su portátil de nuevo y el vídeo comenzó a reproducirse. Todos


parecían muy felices, excepto ella. Dios, ¿era este vacío como garras todo lo
que podía esperar en la vida? Pensó que se desvanecería con el tiempo, pero
no. ¿Viviría el resto de sus días incapaz de aceptar el amor o la alegría porque
no había venido de un hombre?

—¿Sabes?, pienso que debería crear un grupo de apoyo para hombres que
han sido rechazados por Holland Kirk. Se está convirtiendo en un grupo
considerable, por lo que podríamos tener reuniones y formar nuestro propio
programa de doce pasos.

Holland se congeló en su silla, se le hizo un nudo en el estómago.


Reconocería esa voz sexi y grave en cualquier lugar. ¿Había imaginado esa
voz en un intento desesperado de mantener alguna conexión con el hombre al
que amó y perdió?

Por favor, que sea eso. Porque se mortificaría si el capitán Dax Spencer
estuviera detrás de ella, viendo su completa y total humillación en la red.

—Esta es mi parte favorita —susurró su voz—. Justo ahí. Fue entonces


cuando el alma de ese tipo murió. Puedes verlo. Oye, al menos no me vestí
para mi gran momento. Aunque te ves bien. De alguna manera te las arreglas
para estar guapa incluso cuando le rompes el corazón a un hombre.

Ella pensó en no darse la vuelta. Todo lo que tenía que hacer era levantarse
y marcharse. No tenía por qué mirar su cara. Iría a la sala de reuniones. Su
jefe se ocuparía de él. Diablos, podía enviar a Gemma y ver cómo Dax se
ocupaba de Xena, la Princesa Guerrera.

O podría ser una adulta.

Tomó aire para prepararse y luego se volvió hacia él. Dax estaba recostado
en su escritorio con una sonrisa burlona, pareciendo un dios decadente. No
estaba vestido con sus caquis limpios normales, sino con unos vaqueros bien
ajustados y una camiseta blanca que abrazaba su musculoso torso. Tenía un
casco en una mano poderosa y su pelo era más largo de lo que había sido
antes. Se veía un poco más viejo, un poco más duro, y tan hermoso que dolía
mirarlo.

—¿Quizás puedas recomendar la fuga con mi mejor amiga a todos mis


hombres del saco de lágrimas? —Vale, quizás no era capaz de actuar como
una adulta delante de él.

—Bueno, cariño, tu mejor amiga no era una perra traidora que aceptó
dinero a cambio de destruir a mi familia. —Sus labios se habían elevado con
una sonrisa desagradable—. Y ella era mucho mejor en la cama de lo que tú
nunca pensaste ser.

Dios, ¿a dónde fue su dulce hombre? Dax no era capaz de este tipo de
maldad antes. Precisamente por eso ella nunca había sido capaz de rechazarlo
de verdad. No era despiadado ni capaz de tirar a alguien debajo de un autobús
para llegar un poco más lejos en el camino. Ciertamente nunca había sido
capaz de ser tan cruel.

—Bueno, sentí mucho oír lo de tu divorcio. Después de todo el tiempo que


le dedicaste a la relación de antemano, esperaba que duraras un día más o
algo así. —Siempre fue capaz de ser cruel, especialmente después de que las
circunstancias la obligaran a arrancar su propio corazón. La rabia que sintió
después se enconó y se acumuló bajo su superficie, pero la aplastaba. Por lo
general.

Sus palabras no parecían afectarle. En todo caso, sonrió un poco más


brillantemente.

—Bueno, hicimos lo mejor que pudimos. Parece que pasaste al siguiente


idiota. Dígame algo. ¿Cuánto dinero ganaste con este imbécil? Como el
esmoquin, por cierto. Realmente se esforzó mucho.

Ya había terminado con esta conversación.

—¿Hay algo que pueda hacer por usted, capitán Spencer? Si no, me
gustaría que abandonara las instalaciones. Yo no invado su espacio de trabajo
y espero que no vuelva a entrar en el mío. Vuelva a la base. Estoy segura de
que hay alguna civil de ojos brillantes esperando ser su próxima conquista
borracha.

—No necesito emborrachar a una chica para llevarla a la cama, cariño.


Deberías saberlo.

—No, sólo necesita estar borracha para casarse contigo.

Él se congeló por un momento y ella deseó poder retirar las palabras.

—Bueno, eso es cierto, pero eso es lo que pasa cuando tu vida es arrastrada
por el barro y los insectos depredadores pasan todo el tiempo usándote.
¿Sabía ese niño que te gustaba follar por dinero? Lo juro, Holland, si hubiera
sabido que lo único que querías era un poco de beneficio, podríamos haber
resuelto algo. Diablos, habría pagado mucho por follarte el culo.

Un minuto ella lo estaba escuchando y al siguiente su mano salió disparada


arqueando el aire y conectando con su mejilla. El sonido resonó por la
habitación silenciosa como un trueno.

Sus ojos se encendieron y él se inclinó hacia adelante, preparado para


alcanzarla. Entonces, de repente, se apartó. La decepción se extendió por
Holland, aunque obtuvo una pequeña satisfacción al ver la huella de su mano
en su cara. No estaría allí mucho tiempo. De hecho, ya se estaba
desvaneciendo, pero al menos la sentiría por unos momentos.

¿Cómo diablos llegaron hasta aquí? Había amado a este hombre con todo
su corazón. Dio todo para salvarlo. Y él la había llamado puta. Realmente era
hora de seguir adelante. Lo dejó ir para protegerlo. Se dio cuenta ahora de
que siempre había creído y esperado que un día él estaría frente a ella de
nuevo para que pudieran volver a empezar porque estaban destinados a ser.

El que no había ningún “destinados a ser” en la vida, la golpeó con el


impacto de un ladrillazo en el pecho. ¿Todavía tenía cinco malditos años y
estaba esperando a su príncipe? Su padre. Sí. Seguía esperando que su padre
llegara a casa y la tratara como a una princesa, para ver todo lo que su madre
había sacrificado. La verdad era que su madre había muerto rota, sola y
esperando. No mucho después de eso, su padre se volvió a casar y envió a su
hija a Nueva Orleans para que no causara problemas con la nueva esposa.
Para que pudiera ser olvidada.

Holland estaba de repente muy cansada.

—Lo creas o no, no he venido aquí para insultarte —dijo Dax después de
un momento.

—No importa. —Realmente ya no importaba. El hombre que estaba


delante de ella no era el mismo del que se había enamorado. Tal vez ese
hombre no había existido en primer lugar. Tal vez ella simplemente lo había
inventado en su cabeza—. Si buscas a alguien en particular, te sugiero que
hables con la recepcionista. Todo el mundo está en una reunión ahora mismo.
Deberían salir en una hora más o menos.

Recogió su bolso. Al diablo con el almuerzo. Se tomaba la tarde libre.


Todo el mundo sabría por qué cuando viera quién estaba aquí.
Holland frunció el ceño. De hecho... ¿por qué estaba Dax aquí si no era
para hacerla sentir miserable? Supuso que podía haber muchas razones y
ninguna de ellas le preocupaba.

—Cuídate —murmuró, y luego empezó a irse, pero él la alcanzó,


agarrándola del brazo.

—Espera. Vine a verte, pero no sobre nosotros. Obviamente. Ninguno de


los dos quiere sacar a relucir viejas heridas. Vine aquí porque ha habido un
cambio en el caso de mi padre y espero que hagas lo que no hiciste la última
vez, tu trabajo. Supongo que te gusta ganar dinero a la antigua, vendiendo a
tus amantes, pero esta vez necesito que seas policía.

Ella lo miró fijamente por un momento, sintiendo que se quedaba


boquiabierta. ¿Volvió aquí para investigar el caso de su padre? Y todavía la
llamaba puta. Todo lo que ella había hecho, lo había hecho para protegerlo,
pero él era demasiado estúpido para verlo.

Había terminado de jugar sus juegos. Iba a salir del medio de esta mierda
para siempre. Si quería arriesgarse a sí mismo y a la gente de su vida, era su
decisión. Ella había terminado.

Holland soltó su brazo y tiró de su bolso, y luego volvió a su ordenador.


Los expedientes del caso todavía estaban allí. No había borrado o alterado
nada. De hecho, había pasado los últimos tres años buscando al hombre que
casualmente arruinó su vida. Esta vez había sido muy inteligente, ya que
sabía que alguien la estaba vigilando. Había seguido con su vida en el NCIS y
encontró formas de extraer información en la red profunda donde nadie podía
rastrearla. El hombre del teléfono había resultado ser escurridizo, pero ella lo
había encontrado. Aparentemente su utilidad había llegado a su fin seis meses
antes porque habían encontrado un John Doe en Nueva York que coincidía
con la descripción de su hombre. Lo había reconocido por las fotos de los
archivos de la policía de Nueva York, pero nadie sabía su nombre, sólo que
tenía conexiones con la Bratva.

Sin decir nada más, le envió por correo electrónico todo el expediente a
Dax. Tan pronto como llegara a casa, borraría cada pizca de su investigación.
Quemaría la copia impresa que tenía y volvería a empezar su vida. Sin él. Sin
ninguna expectativa de él.

—Hecho. Acabo de enviarte mi archivo completo, incluyendo todas mis


notas del caso y todo lo que he descubierto en los últimos tres años. Piensa
antes de mirar algunas de esas fotos. Harán que mires a tu padre bajo una luz
diferente, pero ahora es tu decisión. Si les dices a mis superiores que te envié
ese archivo, seguramente harás que me despidan. Estoy segura de que eso te
alegrará el día. No vuelvas a llamarme o contactar conmigo, y yo pondría
guardaespaldas a tus seres queridos si realmente te importan. Una vez que la
mafia rusa sepa que estás investigando esto de nuevo, vendrán a por tu madre
y tu hermana.

La mirada dura dejó sus ojos, y sólo por un segundo se pareció a su Dax
otra vez.

—¿De qué estás hablando? Holland, ¿qué quieres decir con que has estado
investigando durante los últimos tres años? ¿Y la mafia rusa? Esa es la pista
que tengo.

Ella se alejó de él. No iba a caer en la trampa de esa hermosa cara


masculina o esos ojos de chocolate. Necesitaba salir de este edificio porque
no iba a dejar que nadie la viera llorar por este imbécil nunca más, y menos
él.

—Sí. Me llamaron hace tres años, justo antes de separarnos, y me dijeron


que si no dejaba la investigación y te convencía de hacer lo mismo, te
matarían a ti y a tu familia. Tomé la decisión de salvarte. Está todo ahí. Verás
los detalles cuando leas mis archivos. Adiós, Dax.

Se dio la vuelta y se fue, con la cabeza bien alta.

Por fin habían terminado, ese capítulo de su vida se cerró para siempre. De
alguna manera no era el alivio que ella había pensado que sería.

***
Dax la miró fijamente. ¿Qué demonios acababa de pasar?
Se quedó clavado, incapaz de moverse, incapaz de hacer otra cosa que no
fuera mirarla fijamente. Incluso cuando ella salió, él seguía mirándola
fijamente.

No quiso decirle ninguna de esas cosas. Quería ser civilizado, educado.


Frío, sí, porque ella no era una amiga y aparentemente nunca lo fue. Había
sido una perra por el dinero y la fama, como el resto de ellos, pero él lo
superó. A pesar de lo que le dijo a Connor, había superado lo de Holland
Kirk.

Demonios, incluso había intentado que funcionara su matrimonio con


Courtney. Se despertó al día siguiente con una resaca del infierno y un
certificado de matrimonio y decidió que si no podía tener a Holland, haría lo
mejor con Courtney.

Ella había sido dulce y lo intentó, también. Más de lo que él lo hizo.


Estuvo feliz de embarcarse por seis meses e ignorar el permiso que le
ofrecieron. Había elegido volver a alistarse y volver al mar. Cuando los
papeles del divorcio aparecieron junto con una nota de que Courtney se había
enamorado de otra persona, él cumplimentó un sustancioso cheque y le deseó
lo mejor.

Courtney le había engañado y la última vez que la vio, Dax le había dado
un gran abrazo y le había preguntado por su nuevo marido. No había sentido
ninguna rabia hacia ella.

En cuanto entró en la misma habitación que Holland, la llamó puta.

Le seguía doliendo la mejilla y se lo merecía.

¿Qué demonios sabía ella sobre la mafia rusa? Sacó el teléfono móvil del
bolsillo y revisó su correo electrónico. En efecto, había un archivo enorme de
Holland que había recibido minutos antes. Demasiado grande para abrirlo en
su teléfono. Tendría que esperar.

¿Mintió ella para protegerlo? ¿O estaba mintiendo otra vez?

—Mierda. ¿Eres Spencer?


Miró hacia arriba y había una mujer alta que parecía que podía vencerlo en
una pelea. Tenía el cabello rubio platino cortado a la moda, pero de alguna
manera no la suavizaba.

—Soy el capitán Spencer. Vine a reunirme con la agente especial Kirk.

Los labios de la mujer se curvaron hacia arriba.

—Tengo que enseñar a esa chica a luchar. Debería haberte dado un


puñetazo. Tal vez podría haberte roto la mandíbula. Una bofetada con la
mano abierta me recuerda a todas esas amas de casa con mala leche de la
televisión, y esa huella de mano se nota. Las mujeres de verdad dan
puñetazos. O patean. Se merece una buena patada en las gónadas, capitán.
Veremos lo increíble que es cuando sus testículos golpeen su cavidad
abdominal.

—Es muy específica en sus amenazas, ¿agente especial…? —Necesitaba


un nombre para llamarla además de Rompepelotas.

—Gemma White. Soy la nueva compañera de Holland. Digo nueva, pero


hemos estado trabajando juntas durante casi dos años. Eso es nuevo en los
cuerpos policiales ya que nuestras asociaciones tienden a ser a largo plazo. A
diferencia de ustedes, los de la Marina, no cambiamos de tripulación cada
año. Sabemos cómo cuidarnos las espaldas. Y cómo sacar la basura cuando lo
necesitamos.

Así que era una fan.

—No he venido aquí para causar problemas.

—Bien, porque no tengo ninguna intención de permitírselo. ¿Quiere


explicar por qué está aquí?

—El caso de mi padre.

Negó con la cabeza, enviándole una mirada que le dijo que pensaba que era
un condenado idiota.

—El caso de su padre se cerró hace mucho tiempo. Era culpable. Fin de la
historia.

Todavía tenía su respaldo.

—No lo era y ahora tengo algunas pruebas.

—¿Le importaría enseñármelas?

—Creo que, por ahora, me las guardaré para mí. —No tenía ni idea de
quién era esta mujer. Dado todo el peligro que había soportado con Gabe y
luego con Connor, no iba a confiar en nadie de su entorno porque sus placas
dijeran que eran agentes de la ley.

Gabe, Connor, Roman y Zack. Eran los únicos a los que les confiaría esta
información. Mad estaba muerto porque había tropezado con un fragmento de
ella.

¿Habían advertido a Holland? ¿Había sabido algo de esta conspiración


años antes? ¿Se había sentido amenazada por ella?

—Le rompió el corazón.

—Sí, bueno, ella rompió el mío también. —¿Realmente importaba si ella


lo había hecho para salvarlo? Sólo demostró que no confiaba en él. Si lo
hubiera hecho, lo habría contado todo, dándole la oportunidad de decidir con
ella.

Necesitaba leer sus documentos, ver los archivos por sí mismo y tomar una
decisión. Lo último que debía hacer era lo que su instinto le gritaba…
perseguir a Holland y ponerla debajo de él. Hacerla rogar por su perdón. Y tal
vez, sólo tal vez, se la follaría hasta sacarla de su organismo.

Si pudiera.

—No puedo haberle roto el corazón demasiado. Ella parece haber seguido
adelante, según Internet. Si ese oficial de policía se estaba declarando,
probablemente han estado juntos por un tiempo. —Aunque él estaba listo
para casarse con ella un par de semanas después de que se reunieron.
Demonios, había estado pensando en ello la primera vez que se acostó con
ella.

La vergüenza le retorció las tripas al recordar lo que le había dicho,


especialmente que Courtney había sido mejor en la cama. Ni siquiera podía
recordar la mayor parte del sexo que había tenido con la mujer con la que se
casó. Podía contar con una mano las veces que se acostó con ella, y cada vez
estaba pensando en Holland.

Bromeaba con sus amigos sobre ligar con mujeres, pero la verdad era que
no se había acostado con nadie desde su divorcio. No podía. No era justo para
ninguna mujer ya que simplemente serían un sustituto para la que él quería.
La que él amaba. La que él odiaba.

Holland. Holland era para él y lo había sido desde el momento en que la


conoció.

—¿Eso? —La agente especial White dijo que con la ceja fruncida—. Eso
fue su intento de tratar de encontrar algo normal de nuevo. Yo sabía que no
funcionaría. Era un imbécil a sus espaldas. Usted es mejor. Es un gilipollas
que va de cara o no le habría pegado. ¿Para qué está aquí realmente?

—Ya se lo dije. —No iba a mentir. Si alguien estaba observando y tenía la


intención de matarlo por investigar la muerte de su padre, entonces los haría
salir. Estas personas se escondían en las sombras y él quería arrastrarlas a la
luz. Habían matado a su amigo, y ahora estaba casi seguro de que también
mataron a su padre y a la madre de Zack.

Y a Joy. El nombre de Joy estaba en esa lista de asesinatos. Ahora sabían


que Joy no había sido la víctima de un tiro al azar destinado a Zack. Su
asesinato no fue un accidente. No. Había sido el objetivo todo el tiempo.

Así que les haría salir. Ya era hora de que conocieran a esos cabrones que
habían tenido su vida bajo control durante años.

—Si está interesado en un caso cerrado, tal vez debería contactar con
nuestro supervisor. —Los ojos de la agente especial White se entrecerraron
cuando lo miró—. Puedo ir a buscarlo por usted.
No había forma de que estuviera sentado aquí y recibiendo un sermón
durante horas. Y no iba a contarle a nadie lo de Holland, ni siquiera a su
compañera.

—Sólo la estaba tanteando. Recientemente he oído algunos rumores de que


el ayudante de mi padre dejó el servicio. Me gustaría hablar con él, pero no
puedo encontrar al hombre.

Era cierto. El ayudante de su padre, Peter Morgan, había dejado la Marina


18 meses antes y después parecía haber desaparecido de la faz de la tierra. El
trabajo principal de Connor en este momento era encontrar al hombre que
había entregado a su padre. Dax tenía algunas preguntas para él.

—Ese no es problema nuestro, capitán Spencer, ya que el caso de su padre


no está abierto. Está cerrado y el fallo sobre su muerte no va a cambiar, así
que a menos que tenga pruebas que quiera compartir, le agradecería que se
mantuviera alejado de mi compañera.

—Veré lo que puedo hacer. —Se volvió porque seguir provocando a la


compañera de Holland no iba a promover su causa. Necesitaba reorganizarse
y averiguar qué demonios estaba pasando. Nada de lo de hoy había resultado
como se esperaba. Pensó que entraría y vería a Holland de nuevo y se daría
cuenta de que realmente la había superado. Se daría cuenta de que no era tan
hermosa y vibrante como la recordaba.

Todo lo que había sentido era un terrible impulso de abrazarla y una


enorme ola de celos al pensar que algún imbécil se le declaró. El mismo
imbécil que probablemente había estado en su cama. Sabía que era un
hipócrita, pero la idea de que ella se acostara con otro hombre lo había vuelto
muy cruel.

Tan desalmado que se mereció ese golpe.

Volvió a subir a su moto y se dirigió a casa, decidido a averiguar qué


demonios estaba pasando.
Capítulo 11
Dax levantó la vista de su ordenador y de todas las páginas impresas que
habían abarrotado el escritorio de su padre.

—Pensé que te gustaría un poco de té. —Su madre puso la taza de té en


una esquina casi despejada. Se sacudió ligeramente contra el platillo, una
señal segura de que ella estaba cansada.

Dax miró hacia la ventana. La tarde se le había escapado y ahora entraban


rayos de luz naranja, el último vestigio del día que terminaba.

No estaba seguro de si este era uno de los peores días de su vida o el mejor.

—Me equivoqué con respecto a Holland.

Su madre se acomodó cuidadosamente en la silla frente a él como si no


estuviera segura de querer hacerlo. Hizo que Dax se preguntara cuánto
tiempo había pasado en esta habitación desde la muerte de su padre. Él sólo
se había instalado aquí porque Gus había colocado la impresora en la parte
trasera de la oficina para tener un lugar de trabajo cuando fuera a casa. De
alguna manera, las fotos de Gus y sus amigos que ahora salpicaban el
escritorio junto a las viejas fotos de su padre hacían que el lugar pareciera
más alegre, como si los vivos estuvieran recuperando el espacio en una lenta
e inevitable marcha del tiempo.

Su mirada captó una imagen en el lado más alejado del escritorio. Tres
encantadoras mujeres estaban de pie, agarradas de los brazos, todas
sonrientes. Joy Hayes estaba de pie en el medio, radiante con su encantador
vestido de novia blanco mientras se agarraba a sus amigas más cercanas, Gus
y Holland.

Ahora que había revisado todas las pruebas que ella acumuló y pensado en
lo que dijo, se dio cuenta de que Holland lo dejó todo por él. Egoístamente
había pensado sólo en su relación y en cuánto le dolió perderla, pero Holland
había estado entretejida en el hilo de su familia durante años. Tenía tan poco
que se había convertido en una hermana para Gus, una hija extra para su
madre.

Y cuando él se fue en un berrinche y se llevó a Courtney, Holland se quedó


sola.

—¿Qué es esto de Holland? Pensé que esa relación había terminado. —Su
boca se endureció como si incluso decir el nombre de Holland fuera difícil
para ella—. Hijo, entiendo que el afecto masculino a menudo proviene de
impulsos sexuales, pero creo que debes recordar lo que esa mujer nos hizo.
Casi nos hizo. Si Zachary no hubiera intervenido, bueno, nos habría
arruinado de nuevo. Sé que tu hermana cree que deberíamos darle a Holland
el beneficio de la duda, pero no veo muchas dudas en lo que dijo Roman.

Le pareció interesante que su hermana siguiera defendiendo a Holland.


Dios, ella le iba a patear el culo cuando tuviera que decirle inevitablemente
que había tenido razón todo el tiempo.

—Roman no lo sabía todo. Roman no tenía ni idea de que Holland había


sido amenazada por un miembro de la Bratva.

—¿La brat qué?

Iba a tener que explicárselo.

—La Bratva. Es la palabra rusa para hermandad. Es su mafia.


Aparentemente papá se interpuso en su camino de alguna manera. Pero esto
no es todo sobre papá. Es más grande que papá. Es la única razón por la que
lo volví a mencionar. Esto nos está afectando a todos y no se detendrá porque
no lo investigue. Voy a necesitar que seas muy cuidadosa por un tiempo.
Contrataré seguridad para la casa y un guardaespaldas para ti.

Su madre agitó la mano.

—Bah, no necesito eso.

—Lo necesitas y lo aceptarás. De lo contrario te enviaré a D.C. para que


pases un tiempo con Gus.
Su madre negó con la cabeza.

—No soy una anciana. Bueno, lo soy, pero no me gusta que me traten
como tal, Daxton. Si tu padre se interpuso en el camino de alguien, quiero
ayudar a averiguar de quién.

Ella podría ser de ayuda. Podría recordar cosas que él no había estado aquí
para presenciar. Necesitaba investigar el pasado de su padre, y nadie lo sabía
como su madre.

—Si te dejo ayudar, tienes que aceptar al guardaespaldas.

Un solo hombro se encogió en una aceptación cansada.

—Está bien, pero Gus puede elegirlo. Quiero uno de esos chicos de D.C.
Me gustan sus acentos y tienen las mejores anécdotas.

Increíble. Su madre quería un niño bonito que la cuidara.

—La pondré en ello inmediatamente. Tendré a alguien aquí antes de salir


esta noche, y espero que me llames si ves algo raro o incluso si no te sientes
segura.

Su madre se levantó y se dirigió hacia el armario de su padre, lo abrió


fácilmente y volvió con una escopeta bien conservada.

—Gus tiene una de esas armas de mano, pero yo soy realmente mejor con
esto.

La miró fijamente, con los ojos abiertos como platos al ver a su dulce
madre con un arma de doble cañón en sus manos.

—Creo que deberías dejarle eso al guardaespaldas.

Ella negó con la cabeza.

—Sólo asegúrate de que él sepa que puedo usar esto. No siempre fui una
debutante, Dax. Sabes que la remilgada Clementine Gray-Jones se supone
que me va a visitar mañana. Apuesto a que puedo hacer que se mee encima si
apunto con cuidado. —Sonrió—. Esto va a ser divertido, hijo. Hazme saber
cómo puedo ayudar. Creo que voy a armar a la criada. Rosalie es buena con
los cuchillos, pero es una excelente tiradora con un rifle de francotirador. Que
Gus nos envíe fotos de los guardaespaldas propuestos. Rosalie y yo
elegiremos uno guapo. Avísame si te quedas a cenar.

¿Qué demonios había hecho? Lo siguiente que le diría es que el jardinero


estaba colocando minas terrestres en el jardín delantero.

Su teléfono móvil sonó y respondió, sabiendo exactamente quién llamaba.


Había enviado toda la información a Connor horas antes. No podía
imaginarse que su mejor amigo no la hubiera repasado ya.

—Hola, amigo.

—La has cagado.

¿No lo sabía?

—¿Puedes confirmar lo que tiene?

No estaba seguro de qué camino quería que tomara esto. Bueno, lo estaba,
pero la más mínima parte de él quería creer que no sería tan idiota como para
dejarla aquí sola después de haberlo sacrificado todo.

—Puedo verificar la mayor parte. También tengo una identificación del


cuerpo que ella rastreó hasta Nueva York. Te enviaré su expediente, pero era
un conocido abogado de la Bratva. Su muerte fue encubierta por el FBI
porque había estado tratando de informar sobre sus jefes en ese momento.
Los federales no pueden dejar saber que saben quién es o los agentes que
tienen encubiertos podrían estar en peligro. Tu chica estaba en el camino
correcto. Simplemente no tenía la autorización para saberlo.

—Así que todos estos años, ¿pensó que me estaba protegiendo?

Hubo una ligera pausa al otro lado de la línea.

—No, Dax. Todos estos años te estaba protegiendo.


Dax negó con la cabeza.

—Puedo protegerme a mí mismo, Connor. Si me lo hubiera dicho, podría


haberte metido en esto. Podría haber metido a todos en esto. Dios, ¿has
pensado en ello? ¿Has pensado en lo que podríamos haber sido capaces de
prevenir?

Esa posibilidad había sido como una piedra que lo arrastraba hacia abajo.

—Tal vez si lo hubiéramos sabido, Mad todavía estaría vivo —dijo Connor
con voz grave—. Sí, he pensado en ello, pero también he pensado en otras
cosas. No teníamos ni idea de que hubiera algún tipo de conspiración en ese
momento. Si hubiera mirado las mismas pruebas que tenía Holland, habría
tomado la misma decisión. Yo no estaba en el país en ese momento, Dax.
Estuve fuera de contacto durante seis meses. No puedo decirte en qué estaba
trabajando, pero era importante. Zack estaba luchando por poner en marcha
su administración. Mad y Gabe, a pesar de su inteligencia, no son
investigadores ni especialistas en seguridad. Si yo hubiera visto esas fotos,
habría tratado de disuadirles de seguir investigando.

—No me las creo. —Le enfermaron, pero aun así no lo creyó—. Sí,
parecen incriminatorias a primera vista. Pero sus ojos no están abiertos en
ninguna imagen. Creo que está drogado.

—Tal vez. Tengo a Lara intentando contactar con un amigo suyo. Me


gustaría conseguir las fotos originales y dejar que les eche un vistazo.
También me gustaría volver a ver esa cinta de video. Yo no, en realidad. No
es mi especialidad, pero Freddy es un genio cuando se trata de dejar al
descubierto un montaje.

Dax gimió. Freddy. Dios mío. La última vez que se enredó con ese
monstruo, casi le arrancan la cabeza con un hacha. Freddy podía ser brillante
para desacreditar o probar teorías de conspiración, pero también era muy
inventivo con la seguridad del hogar.

—Pensé que se había escondido preparándose para el apocalipsis o algo


así.
Freddy se había ido cuando descubrió que Connor era de la CIA. Al amigo
de Lara no le gustaban los agentes del gobierno. Por supuesto, también había
sido el que descubrió que el asesinato de Joy Hayes no había sido un
accidente. Todos estaban en deuda con el hombre.

—Según mi esposa, tiene varios escondites, como le gusta llamarlos, y


Lara tiene una forma de llegar a él —explicó Connor—. Ella saca un anuncio
en algún periódico raro pidiendo piezas para su máquina SETI.
Aparentemente, la búsqueda de vida extraterrestre es el código para llámame.

Dax resopló.

—ET. Teléfono. Mi casa.

A veces le encantaba la nueva esposa friki de Connor.

—Eso es horrible, pero sí, encaja. Intentaremos traerlo y hacer que le eche
un vistazo al material. Hasta entonces, Gus tiene un nuevo guardaespaldas y
te enviaremos dos. Preferiría que usaras uno de ellos.

No le gustaba esa idea.

—¿Qué coño hago con Holland? ¿Cómo puedo compensarla?

—No puedes. Intenta encontrar a alguien nuevo. Mira, ella no esperará que
se lo compenses. Sabía lo que estaba sacrificando y lo hizo para protegerte.
En su cabeza se acabó y no hay vuelta atrás. ¿Estás enfadado con ella por
mentirte? ¿La culpas por la muerte de Mad? Porque eso, amigo mío, no es
lógico. No puedo imaginar que no harías exactamente lo mismo que ella.
Estás enfadado porque eres el hombre y no necesitas protección. Bueno, no te
cabrees. Holland es una agente de la ley y tú eres capitán de un barco. Si
necesita ser protegida de misiles o submarinos, tú eres el hombre a quien
acudir. Ella sabe más de esto que tú. Si dijo eso fue porque te quería lo
suficiente como para renunciar a todo para protegerte.

Eso le consumía.

—No estoy enfadado. Y tienes razón. Si nos lo hubiera dicho entonces, no


habríamos entendido ni la más mínima pieza del rompecabezas como
hacemos ahora. No puedo mirar atrás.

—No está enfadada porque te tragaste lo que te hizo creer. Ella quería que
lo hicieras. Misión cumplida. —Hizo una pausa—. Courtney es otra cosa
completamente diferente.

¿Cómo demonios le haría entender por qué había hecho lo que hizo? No
podía justificarlo en su propia cabeza. Ella había estado sacrificándose y él se
lo había hecho con su mejor amiga. Y luego se jactó de ello hoy temprano.

—Nunca me perdonará.

—Probablemente no. Mira, cree que ha terminado con este lío, pero ambos
sabemos lo contrario.

La había convertido en un objetivo con sólo pasar por su puerta.

—Volveré a D.C. y contrataré a un investigador privado, haré las cosas tan


silenciosamente como pueda. Si no vuelvo a ver a Holland de nuevo, quizás
la Bratva no venga a por ella. Dijiste que el hombre original que hizo las
amenazas está muerto, ¿verdad?

—Sí, pero habrán contratado a alguien nuevo inmediatamente. No


permiten que cosas como esta se dejen de lado o se olviden. Asumiría que en
el momento en que Mad empezó a mirar en el diario asignaron a alguien para
vigilarnos a todos. Y si lo que pasó hace tres años tiene algo que ver con lo
que está pasando ahora, vendrán a por Holland.

¿Qué había hecho? ¿Realmente la había puesto en peligro de nuevo?

—Pero ella ya no está conectada a nosotros.

—¿Y qué? Sabe algo. —Se burló—. Más que cualquiera de nosotros, en
realidad. Ella será un activo para nosotros, así que es un objetivo para ellos.
Voy a enviar esta información a Roman y Zack. Llamaré a un guardaespaldas
para Holland.

—No lo aceptará. —El estómago de Dax se revolvió, sabiendo que un


criminal tenaz seguramente ya la estaba vigilando—. Nos dirá que nos
vayamos a la mierda y que sigamos con nuestra vida normal.

Y entonces alguien la mataría.

—Entonces, ¿qué sugieres?

Dax suspiró.

—Sugiero que me tengo que acostumbrar a suplicar, Connor. Porque no


puedo dejarla ir. Ella es mía. Siempre ha sido mía. No debería haberla dejado
entonces. Debí haberme quedado y pelear con ella. No cometeré el mismo
error.

Connor silbó.

—Sólo recuerda que es una mujer que sabe cómo manejar armas de fuego.

—Sí, hay mucho de eso en estos días. —¿Cómo iba a conseguir que
Holland confiara de nuevo en él, y mucho menos dejar que la protegiera? Ella
prefería dispararle. A menos que...—. Oye, ¿puedes poner a Zack en la línea
para mí? Necesito que me haga un pequeño favor.

***
Holland resopló y deseó que se le hubiera ocurrido detenerse por una
botella de vino. O whisky. Tal vez eso sería mejor. ¿Cuál iba con el luto y el
helado? Desafortunadamente, no conocía un sitio web que diera
recomendaciones sobre la mejor manera de ahogar las penas cuando el que se
iba regresaba a la ciudad.

Dax no era un pez. No. Era un tiburón desagradable y le había quitado un


trozo de su piel. Ella le había dejado libre, y si era inteligente, lo mantendría
así.

¿Por qué no podía sacárselo de la cabeza? ¿Por qué se sentía ahora como
una mierda por haberle dado ese maldito archivo de información? Tampoco
había borrado su copia. Oh, no. Estaba sentada en la mesa de su cocina
estudiándola. Estaba lista para pulsar la tecla de borrar. Por alguna razón,
simplemente no podía.

Esta información era su último vínculo con él. Bueno, con el que solía ser.
Tenía que verlo de esa manera. Que Dax Spencer se había ido. Tal vez
siempre fue una ilusión, ya que se volvió contra ella en cuanto pudo.

Cerró de golpe la estúpida tapa del portátil porque ahora se estaba


mintiendo a sí misma. Él no lo había hecho. Vio el rastro del dinero y la
había creído. Si ella le hubiera dado una pista de que no era culpable, Dax
habría confiado en su palabra sobre todas las pruebas del mundo. No podía
culparle por eso.

Pero entonces él salió y se casó con su mejor amiga. Tenía un anillo para
ella, de su abuela. Había planeado ese viaje para ellos y la reemplazó como si
no significara nada, como si fuera intercambiable.

Ahora Courtney estaba casada de nuevo, por lo que había oído. También
estaba embarazada y era feliz. Dax le había comprado una casa para celebrar
su divorcio. Le engañó mientras él estaba en la guerra y Dax prácticamente la
había recompensado.

Ni siquiera había llamado esta noche. De alguna manera pensó que


llamaría. Lo había esperado toda la tarde. Se sentó y miró el teléfono,
esperando el momento en que se diera cuenta de que estaba muy equivocado
con ella.

Pero nada.

Se había enfriado. ¿Ella le hizo eso? ¿O se habían combinado otras fuerzas


para cambiarlo? ¿Perder a Mad fue lo que le llevó del chico feliz al hombre
amargado?

No la vio en el funeral de Crawford. Holland se había escapado a Nueva


York y asistió con los miles de dolientes porque Mad también significaba
algo para ella. Incluso si todos los Perfectos Caballeros la odiaban ahora, en
un momento dado, había sido amiga de ellos.
Era difícil creer que Mad había muerto y que Gabe Bond se iba a casar.
Zack se había establecido bien en su presidencia, mientras que Roman aún se
comía a sus oponentes para desayunar. Y Connor... sus actividades eran
probablemente de alto secreto. Pero todos habían seguido adelante mientras
ella estaba atrapada aquí.

Esas lágrimas que había sido tan buena en no derramar ahora rodaban por
sus ojos, haciendo del mundo un lío acuoso y escaldando sus mejillas. Tanto
tiempo perdido. Todo se ha ido y todo para nada. Dax estaba de vuelta en el
caso. Debería haber sabido que no podía descarrilarlo para siempre. Sólo le
había comprado unos pocos años más.

Maldita sea, se arrancó el corazón y perdió su futuro para que él pudiera


tener una buena vida.

Un fuerte golpe en su puerta sacó a Holland de sus pensamientos. Se


limpió las lágrimas y miró el reloj. Las siete y media. Parecía que era más
tarde. Tuvo que preguntarse cuál de sus compañeros de trabajo había venido
a ver cómo estaba. Había recibido una llamada de Gemma antes. Parecía que
todos sabían que Dax había vuelto a la ciudad. La recepcionista no había sido
capaz de mantenerlo en secreto. En el momento en que salieron de su
reunión, les dijo a todos lo que pudo sobre el regreso del Capitán Asombroso,
seguido rápidamente por Holland saliendo por la puerta.

Pensó seriamente en no responder a la llamada, pero si no lo hacía era


totalmente posible que Gemma simplemente irrumpiera. Su compañera no era
buena para dejar pasar las cosas.

Holland abrió la puerta y luego deseó haberse lavado.

Dax estaba allí con una botella de vino en una mano y una pizza en la otra.
Lo que parecía ser un ramo de flores estaba agarrado bajo su brazo derecho.
Lirios. Su cara se suavizó al mirarla.

—Hola.

Ella cerró de golpe la puerta y la aseguró con la llave. Maldito sea. La


había pillado llorando. En la oficina, se las arregló para mantener su dignidad
y se fue antes de que él viera sus lágrimas. Ahora lo había estropeado todo.

Volvió a llamar, esta vez con un sonido más suave. Holland miró fijamente
a la puerta como si fuera una serpiente lista para morderla. Odiaba esta
sensación. No era una adolescente, pero lloraba como una.

—¿Holland, cariño? Voy a dejar las flores, el vino y la pizza aquí, ¿de
acuerdo? Me voy a ir, pero quería que supieras cuánto siento lo que pasó. Sé
que no puedes perdonarme, pero sólo quería... —Suspiró—. Maldita sea,
quería darte algo aunque no sea más que una cena y flores.

Sonaba como el viejo Dax. Más amable. Su voz volvió a tener ese acento
sureño que ningún instituto pudo destruir completamente. Era la forma en
que le hablaba cuando la había amado.

Dijo que la había amado. Ningún hombre que amaba a una mujer podía
casarse con su mejor amiga al día siguiente.

No iba a enfrentarse con él. Lo ignoraría y seguiría adelante con su vida.

Sus botas sonaron cuando bajó las escaleras. Se sintió como una idiota,
pero miró por la mirilla y vio como él se retiraba, la puerta que daba a la calle
abriéndose y cerrándose.

Tenía que cambiar el código de esa puerta. No lo había pensado antes


desde que Dax se fue. Además de él, sólo Gemma y unos pocos compañeros
tenían los números que les llevarían a la puerta principal. A lo largo de los
años había tenido algunos compañeros de trabajo que le llevaban el correo y
le regaban las plantas mientras estaba fuera. La compañía de seguridad la
obligaba a cambiar el código de la puerta una vez al año, pero a nadie le
importaba que fuera perezosa con el código del edificio.

Bueno, eso cambiaba mañana. Se aseguraría de que nadie pudiera entrar.


¿Y luego qué? ¿Nunca más dejaría la ciudad? ¿O se desharía de las plantas?
Tal vez. No era como si la quisieran.

Pero no podía dejar allá afuera las cosas que Dax había traído. Era
antihigiénico.
Abrió la puerta y rápidamente recogió su ofrenda de sangre, su estómago
retumbó recordándole que no había comido nada desde una tostada muy seca
y unos huevos esta mañana. La pizza olía celestial, pero el vino era lo que
realmente quería.

Cerró la puerta con llave e intentó poner buena cara a la situación. Se había
ido y no tendría que volver a verle. Se acabó.

Él volvería a dondequiera que hubiera venido con sus nuevos datos. No


importaba si ahora él entendía lo que ella hizo. Se terminó.

Y en algún momento ella descubriría que fue asesinado por la mafia rusa.

La idea hizo que su estómago se revolviera. Dejó la pizza con un golpe y


pensó seriamente en tirar las flores, pero no le habían hecho nada malo.
Tampoco la pizza. Ni el vino. Definitivamente no el vino. Estaría mal
desperdiciarlo. Está bien. Siendo honesta, necesitaba un maldito trago.

¿Por qué Dax había vuelto a Nueva Orleans? ¿Por qué no podía dejar las
cosas en paz? Nada de lo que descubriera traería a su padre de vuelta.

Encontró el sacacorchos y acababa de descorchar el vino cuando se abrió la


puerta del balcón. Fue a por su pistola pero se detuvo en seco cuando se dio
cuenta de quién estaba allí.

Dax se pasó una mano por su pelo desgreñado. Se había dejado crecer el
corte de pelo militar un centímetro o dos, y eso solo le hacía más sexi.

—Lo siento creo que he roto el pestillo de la puerta del balcón, pero
realmente tienes que actualizar tu sistema de seguridad. Creo que necesitas un
equipo completamente nuevo y quiero repasar esas ventanas. Son bonitas
pero cualquiera desde el otro lado de la calle puede ver el interior.

El estómago de Holland se tensó.

—¿Qué demonios estás haciendo aquí? Dijiste que te irías.

Dax negó con la cabeza.


—No, dije que me iría. Dejé la puerta principal y subí por el enrejado de tu
balcón, pero sólo después de que hice que la dueña de la tienda de vudú
prometiera que no llamaría a la policía. O clavara alfileres en una muñequita
con mi imagen. Por suerte, es una romántica.

Iba a tener una larga charla con su vecina de abajo por la mañana. Y ella
misma podría investigar un poco de vudú.

—Puedes irte de la misma manera que entraste.

—Entiendo que estés enfadada conmigo, Holland. Tienes todo el derecho a


estarlo, pero tenemos que hablar, así que sírveme un vaso de ese vino.
Sentémonos y seamos racionales. No he sido racional en tres años, así que
debería ser una nueva experiencia interesante para mí.

Odiaba lo tranquilo que sonaba cuando todo en su interior era tan caótico.

—No tenemos nada de qué hablar. Te di la información que me pediste. Ya


no estoy involucrada. Y me regalaste el vino. No te lo voy a devolver.

Sus labios se curvaron un poco hacia arriba, recordándole lo sexi que podía
ser cuando sonreía.

—¿Ni siquiera compartirás un poquito conmigo?

—No.

Dax metió la mano en la bolsa de mensajería que le cruzaba el pecho y la


sacó con una pequeña botella.

—Menos mal que traje el whisky. Recuerdo lo codiciosa que puedes ser
con el vino. Pero debes recordar que si no me alimentas, me pongo un poco
irritable. Así que abramos esa pizza y veamos si puedo quitar los
champiñones de mi mitad.

Él odiaba los champiñones, pero a Holland le encantaban, así que siempre


los pedía y luego los sacaba con cuidado y los dejaba en las rodajas de ella.
Era una tontería, pero en ese momento la hacía sentir cuidada.
Chad no comía pizza. No había carbohidratos de ningún tipo después del
mediodía. Así que cuando ella comía pasta para la cena, negaba con la cabeza
como si pudiera verla engordar justo delante de él.

Dax se sacó la bolsa por la cabeza y la dejó en el suelo.

—Si todavía tienes hambre después, saldré corriendo a buscar un poco de


pudín de pan. Con mucho caramelo, como a ti te gusta.

El timbre profundo de su voz fue directo a sus partes femeninas,


reviviéndolas. Pudo haber endurecido su alma contra este hombre, pero todos
sus órganos reproductivos eran traidores dispuestos a deponer las armas en el
momento en que el tipo sexi con un pene realmente talentoso entraba de
nuevo en escena. No iba a caer en eso.

—¿Por qué no vas a buscar un poco ahora?

—¿Para que encuentres una manera de dejarme fuera?

—Sí. —No tenía ninguna razón para mentirle.

Él estaba serio, su sonrisa se desvaneció.

—Gracias por tratar de protegerme. Debí haber seguido mi primer instinto.


Sabía que no eras capaz de ese tipo de traición. Incluso después de que me
fui, seguí pensando que siempre fuiste el tipo de mujer que me rechazó en la
cara, no que me apuñaló por la espalda. Eres una muy buena actriz, Holland.
Pero entonces las apuestas eran muy altas para ti. Estabas protegiendo al
hombre que amabas.

Se le revolvió el estómago y supo que no tocaría esa pizza.

—Es suficiente, Dax.

Se dio la vuelta, pero pudo sentir que él se movía detrás de ella.

—No lo creo. Te sacrificaste para salvarme y yo actué como un completo


idiota. Holland, después de convencerme de que habías vendido a mi familia,
me volví loco.
Holland no iba a escuchar esto. Se volvió hacia él.

—No me importa. Lo que pasó entre tú y Courtney es asunto tuyo. Ella era
tu esposa. Tomaste la decisión de casarte con ella.

—El bourbon con un chupito de tequila tomó la decisión por mí, pero yo
fui el que se ahogó en alcohol. Por favor, cariño. Déjame explicarte lo que
pasó, cómo me sentí.

Había estado cachondo y sus planes para el fin de semana desaparecieron.


Conocía la historia. El Capitán Asombroso no se privó por mucho tiempo.

—No. Vete ahora o llamaré a la policía para que te saquen.

Su decepción la arrastró.

—Entiendo por qué te sientes así, pero hay más en juego que simplemente
nosotros dos. La muerte de Mad tuvo algo que ver con la de mi padre.

Ella se detuvo, sus palabras la golpearon como un cubo de agua helada.

—¿Qué quieres decir? Pensé que se dictaminó que fue un accidente.

—Mantenemos la verdad en secreto por ahora, pero tenemos pruebas


concluyentes de que Mad fue asesinado porque se involucró en una especie
de complot de la Bratva que se remonta a años atrás. Estaba buscando a una
mujer llamada Natalia Kuilikov. Era la niñera de Zack en Moscú cuando él
era pequeño. Escribió un diario por el que personas han muerto y matado. Sus
escritos no son específicos, pero sabemos que el grupo que la envió a trabajar
para la familia Hayes tenía grandes planes de algún tipo. Ella emigró a los
Estados Unidos más tarde y desapareció. Connor y su nueva esposa la
localizaron hace unas semanas. Mientras hablaban con ella, fue asesinada
delante de ellos.

Eso sacudió a Holland. ¿Otro asesinato? La cadena de ellos se estaba


alargando.

—Vaya.
Dax asintió.

—Se pone peor. Consiguieron encontrar lo que Natalia había estado


tratando de ocultar. Una lista de personas que fueron asesinadas por la
Bratva.

Holland se estremeció pero dio un paso atrás mientras pensaba en todo lo


que él le decía.

—No. No puede estar conectado. Leíste mi informe. Lo que pasó con tu


padre fue un chantaje que salió mal.

—Así es como se hizo parecer para que hubiera una explicación simple y
limpia de su muerte. Pero mi padre sabía algo que podría detener lo que sea
que el grupo esté planeando. Todavía no sé lo que era. Todavía estoy
investigando. Pero todos los caminos en este caso conducen a Zack. —Su voz
se suavizó—. El nombre de mi padre estaba en esa lista de muertes, Holland.
También el de Joy. Su muerte no fue un accidente. Creemos que fue para
mover las encuestas a favor de Zack, para asegurar que ganara la presidencia.

Tuvo que aferrarse a la barra o habría caído.

—No. Estaba segura. Estaba deteniendo esta cosa en seco, Dax. Estaba
haciendo algo bueno.

—Sí, lo sé. —Se acercó como si estuviera listo para atraparla—. Pensaste
que nos estabas salvando a mi madre, a Gus y a mí. Pensaste que estabas
haciendo lo correcto. Me siento humilde por todo lo que hiciste por nosotros.

Pero ella no pudo escapar. Se mantuvo callada. Guardó el secreto que le


dieron. En vano. Todo fue una trampa. Y fue lo suficientemente estúpida
como para creerlo. Desafortunadamente, no fue la única que pagó el precio.

—Mad está muerto por mi culpa.

Instantáneamente, Dax negó con la cabeza y la rodeó con sus brazos. De


repente, ella no tuvo la voluntad de luchar contra él.

—No fue culpa tuya, cariño. He repasado por esto interminablemente.


Connor y yo hablamos. Aunque me hubieras dicho todo en ese momento, no
hay forma de que hubiéramos descubierto el alcance de este complot.
Todavía no lo entendemos completamente. En ese momento, habría llegado a
la misma conclusión que tú. Podría haber decidido proteger a mi madre y a
mi hermana y renunciar a ello.

No. Ella conocía a Dax. Habría encontrado otra manera.

—Fui tan estúpida...

La acurrucó cerca de su cuerpo, y Holland cerró los ojos, sin querer pensar
en lo bien que se sentía estar en sus brazos. Pero no podía ignorar el
sentimiento profundamente correcto.

—No —aseguró—. No tenías todos los hechos. Miré esas fotos hoy. Me
dieron asco. Si no supiera que hay una enorme conspiración involucrada,
probablemente vería lo que ellos quieren que vea. Querían que creyera que
mi padre no merecía justicia, que un monstruo había muerto y que debía ser
olvidado, porque así es como estos conspiradores permanecen en las
sombras.

—Soy una maldita policía, Dax.

—Sí, y has visto lo suficiente para saber que la mayoría de los hombres en
esta situación son tan culpables como el pecado. Hiciste la llamada para
proteger a los inocentes. No te culpo a ti, cariño. Ninguno de nosotros lo
hace. Sin embargo, necesitamos tu ayuda. Esto crece y se hace más grande
cada día.

No estaba segura de perdonarse a sí misma, pero se hundió en su abrazo y


se deleitó de estar tan cerca de él otra vez. Tan perfecto y correcto. Era como
si hubiera estado en las frías sombras durante mucho tiempo y finalmente
viera la luz del sol de nuevo, iluminando su camino a casa.

Su amabilidad y su persuasión eran una ilusión como todo lo demás. La


necesitaba por ahora. Tal vez incluso pensaba que como ella no era culpable,
sería una buena compañera sexual. Dax no pasaba mucho tiempo sin
conseguir alguna. Si iba a estar en Nueva Orleans, querría a alguien en su
cama. Habían sido buenos juntos. Ella lo haría.

Y eso es malo, ¿por qué?

Holland cerró de golpe la tapa de esa línea de pensamiento. Él la había


visto llorar. No iba a verla suplicar.

Se obligó a salir de la comodidad de sus brazos.

—Siento mucho lo de Maddox. No importa lo que digas, siempre me


culparé. Pero estoy fuera de este caso ahora. No estoy involucrada y eso es lo
mejor. Te deseo toda la suerte del mundo, Dax, pero no voy a trabajar contigo
en esto. Es mejor si tomamos caminos separados.

Su mandíbula se endureció y por un momento ella pensó que la iba a


agarrar y llevarla a sus brazos otra vez. Dio un cuidadoso paso atrás.

—Me temo que eso no es una opción, agente especial Kirk. Tiene una
nueva misión. Trabajará con un oficial de la Marina en un caso especial.

Holland negó con la cabeza.

—No. No he recibido ninguna notificación de eso. Esa mentira no


funcionará, Dax.

Su móvil empezó a vibrar en la barra, el sonido era muy fuerte.

Dax entró en su cocina, agarró un vaso y se sirvió un par de dedos de


whisky.

—Deberías atender eso. Es importante y no le gusta que le hagan esperar.

Ella miró el número. DESCONOCIDO.

Con dedos temblorosos, presionó el botón para contestar el teléfono. ¿Qué


le había hecho Dax ahora?

—Aquí la agente especial Kirk.


—Por favor, espere al presidente de los Estados Unidos —dijo una
competente voz femenina.

Mierda.

Dax le sonrió y le sirvió una copa de vino.

—Vas a necesitar esto.

Sí. Sí, así fue.


Capítulo 12
A veces tener al presidente de los Estados Unidos de su lado era una
ventaja definitiva.

Dax vio como Holland sacaba un juego de sábanas y lo que parecía ser su
almohada más abultada. La manta que le había traído era superfina y ella
parecía haber convertido el aire acondicionado en un ambiente ártico.

Lo dejó todo en el sofá, luego se volvió hacia él, su mirada desafiándolo a


decir una palabra. Sí, esa era una mujer enfadada.

Desde el momento en que Zack le explicó que estaba en una misión


especial y bajo el mando del capitán Dax Spencer, Holland se congeló. Se
había bebido un vaso de vino, pero después tapó la botella, diciendo que no
bebía en el trabajo.

Cuando él le explicó que no tenían que trabajar esta noche, ella señaló la
puerta. Dax había retrocedido rápidamente en el tiempo. Afortunadamente
para él, no tenía su opinión remilgada sobre beber mientras trabajaba, porque
definitivamente necesitaba ese whisky.

Había luchado como el demonio, incluso llamando a su supervisor, quien


le explicó que sí, de hecho, el presidente podía hacerle esto y que la única
forma de rechazar la tarea era dejar el NCIS.

La tenía acorralada y estaba furiosa por ello.

Dax prefirió volver a ese momento en el que ella se había aferrado a él


como si fuera una balsa salvavidas. Por un momento, sintió como si hubieran
reconectado. Y Dax había recordado de nuevo lo que realmente había echado
de menos durante este oscuro período. No había sido el apoyo, porque
siempre había tenido eso de sus amigos y familia.

La había extrañado a ella. Muchísimo.


Toda la rabia que llevaba como un peso en su pecho se había ido. Ella
realmente creía que hizo lo correcto. Probablemente él habría hecho la misma
elección en su lugar. Era una guerrera, su mujer. No se echaba atrás en una
pelea y protegía a la gente que amaba.

Le amó. Se había sacrificado por él. ¿Podría perdonarle alguna vez?

Una cosa que sabía con seguridad es que no estaba lista para perdonarle
esta noche.

Tampoco le estaba dando ninguna razón para echarlo. Estaba exactamente


donde tenía que estar.

—Sí, Holland, prepararé el sofá yo mismo. Sé exactamente cómo me gusta.

Sus ojos se entrecerraron.

—No hay ninguna razón para que duermas aquí esta noche.

Dax contuvo un gruñido porque ya habían pasado por esto unas cuantas
veces.

—Hay muchas razones y tú lo sabes. Habrán tenido a alguien vigilándote.


Incluso después de todo este tiempo, la mafia rusa sabe lo que estás haciendo.
Sabrán que me has visto hoy. Demonios, puede que incluso sepan que estoy
aquí ahora. No hay razón para creer que no vendrán por ti otra vez.

—Ahí es donde tu lógica apesta, Spencer. No vinieron por mí en primer


lugar. Vinieron por ti. Me estás poniendo en peligro al estar aquí. ¿No tienes
una megamansión en el Garden District a la que ir? —Jadeó—. Tu madre.
Dax, tu madre está allí sola.

Antes de que ella pudiera salir por la puerta, él se puso de pie.

—No, mi madre está siendo protegida por dos guardaespaldas, y estoy


bastante seguro de que uno de ellos tiene un pluriempleo como modelo
masculino. El ama de llaves y ella también se turnan en posiciones de
francotirador alrededor de la casa. Dios me salve de las mujeres sureñas.
Holland se calmó un poco.

—Bien. ¿Gus está siendo protegida en la Casa Blanca?

—Sí, tiene al servicio secreto y a la seguridad a su alrededor todo el día.


No estoy preocupado por Gus. —Roman había prometido que la vigilaría.
También tuvo que prometer que su madre haría caso de los guardias o Gus
estaría en el primer avión de vuelta, abriendo el estuche del arma junto a su
madre.

—Pero no has explicado por qué crees que soy un objetivo y que necesito
protección —respondió—. Como dije, iban detrás de ti y de la gente que
amas.

—Oh, esa es fácil, pero no estás preparada para escuchar la respuesta,


cariño. —Nunca había amado a nadie como amaba a Holland. El profundo y
seguro sentimiento volvió en cuanto se dio cuenta de que ella le mintió hacía
tres años. Incluso cuando estaba más enfadado y desilusionado, su devoción
nunca desapareció. Había hecho todo lo posible para desterrarla.

Holland negó con la cabeza, su boca una línea plana.

—Ni siquiera lo digas. Ya te lo he dicho. Hablaré del caso. Hablaré de lo


que pasa con tus amigos. Diablos, hablaré del tiempo si quieres, jefe. Pero en
cuanto intentes hacerlo personal, me quejaré a cualquiera que me escuche. La
Casa Blanca no quiere una queja por acoso sexual.

Dax suspiró. Naturalmente, ella iría allí.

—Sí, definitivamente no estás preparada. Pero la respuesta a tu pregunta es


fácil. Si la Bratva piensa por un segundo que me estás ayudando, te
eliminarán. Especialmente si piensan que eres vulnerable.

Holland se echó el pelo rubio hacia atrás.

—He sido vulnerable durante años, Dax. Aún no han venido a por mí. Han
tenido tres años para encargarse de mí. Podrían haber arreglado un accidente
conveniente. Soy una mujer soltera que vive sola.
—Pero no has estado soltera. Has estado saliendo con ese policía, ¿verdad?
¿Cómo se llama? ¿Charles? ¿Chazz?

Holland puso los ojos en blanco.

—Sí, se llama Chazz. Un nombre muy tradicional de Nueva Orleans.

Así que no iba a engañarla.

—Bien. Chad. Sé su nombre. He memorizado un montón de cosas sobre


ese gilipollas.

—¿Por qué sabrías algo sobre él?

Hora de la confesión...

—Porque te he observado desde que me desperté en un hotel de Las Vegas


y me di cuenta de que había cometido el mayor error de mi vida. Me he
mantenido al día con tus redes sociales.

Ella resopló, sonando sorprendida.

—Te eliminé como amigo.

—Sí, bueno, podría o no haber inventado otra identidad. —No era algo de
lo que estuviera orgulloso.

—Acosador. —Cruzó los brazos sobre su pecho.

—Sí, pensé que lo verías de esa manera, pero necesitaba saber que estabas
bien. —No le estaba diciendo toda la verdad. Al principio, quería ver si ella
era tan miserable como él. Estaba desesperado por saber que no estaba solo
en su agonía—. No te hablé ni nada, sólo te envié una solicitud de amistad
como prima segunda por parte de tu madre.

Ella lo miró como si hubiera perdido la maldita cabeza.

—¿Eres Sissie Mae, la que cría labradoodles[13]? También envías un


montón de videos de gatos.
Malditos sean sus amigos.

—Sí, Mad preparó a esa imbécil. Yo estaba de vuelta en mi barco y fue


más fácil para él hacerlo. Le pedí que me creara un primo varón. Alguien con
un trabajo. Naturalmente, me convertí en Sissie Mae, amante de todos los
animales y lectora de los misterios de los gatos. ¿Sabías que existen los
misterios de los gatos? Aparentemente es todo un género. No he averiguado
si el gato resuelve el misterio o es el misterio. Mad tenía un extraño sentido
del humor.

—Increíble. —Tomó aire—. Sabes que podría acusarte de acosarme y


arruinar tu carrera.

Podía, pero la conocía. No lo haría.

—Como dije. Nunca me puse en contacto contigo personalmente después


de la solicitud inicial de amistad. Sólo quería ver en qué andabas.

—O querías monitorearme para asegurarte de que no volviera a ir tras tu


familia.

¿Cuánto tiempo pasaría antes de que dejara de darle la peor vuelta a cada
uno de sus movimientos?

—Tal vez al principio, pero me hiciste creer eso. Te pintaste como alguien
que arruinaría a todos los que me importaban. No puedes culparme por eso.
Incluso discutí contigo. Te dije que pensaba que eras inocente.

Por un momento pareció como si ella fuera a rebatir, pero suspiró


largamente.

—Sé que lo hice. Tienes razón. No puedo culparte por eso. Pero necesito
que te mantengas a distancia de mí ahora, Spencer. Admito que también
quiero atrapar a estos tipos. Quiero ver lo profundo que llega la madriguera
del conejo, pero no creo que sea buena idea que esté cerca de ti.

Todo lo que Dax quería era una oportunidad.

—Empezamos de nuevo.
—No puedo hacerlo —dijo en voz baja.

Dax quería acercarla pero mantuvo la distancia.

—Holland, en un momento dado fuimos amigos. Muy buenos amigos. Y tú


confiaste en mí. ¿Podemos olvidarnos de lo que pasó esta tarde? Estaba
amargado y enfadado y arremetí con la única persona a la que nunca debería
lastimar. Intentémoslo de nuevo. Hola, Holland. ¿Cómo has estado?

Ella se rió, aunque él no pudo llamarlo un sonido feliz.

—Eso nunca va a funcionar, pero no te vas a rendir, ¿verdad?

Fue muy gracioso que él viniera a Nueva Orleans pensando que podría
vengarse de ella. Ahora sólo quería recuperarla.

—No puedo. Es demasiado importante. Pero si te hace sentir mejor, me


concentraré en el caso. Dormiré aquí en el sofá como un buen chico, pero no
te dejaré sola. Mañana nos sentaremos y veremos adónde ir desde aquí. Te
daré acceso a todo lo que he averiguado y ahora tienes una autorización que
haría girar la cabeza de tu jefe.

Eso finalmente la hizo sonreír.

—Vale, eso suena divertido, pero esto no es un juego, Spencer.

Dax levantó las manos en un probable gesto inútil de inocencia.

—Prometido. De ahora en adelante, no es más que un asunto de negocios.


Te advierto, sin embargo, que en algún momento probablemente tendremos
que reunirnos con un... ¿cómo debería llamar a Freddy? ¿Un entusiasta de las
conspiraciones? ¿Un preparador del día del juicio final? Básicamente es un
completo lunático para el que no tiene la menor importancia casi desollar a
un simple intruso, pero aparentemente es muy hábil para descubrir si una
parte de la película es auténtica o falsa. Connor quiere que mire el video del
motel y las fotos del archivo de tu tío. Y hablando de tu tío...

Dax no quería meterse en esto con ella, pero no vio la forma de evitarlo.
Holland negó con la cabeza.

—No era el único con acceso al archivo. La mayor parte se encuentra en


los registros de la policía. Mantuvo las fotos fuera de la prensa. No tenía que
usarlas ya que no iba a haber un juicio.

—¿Era el único que sabía de ellas?

—No, en absoluto. Ni siquiera fue él quien descubrió originalmente las


fotos. Sue Carlyle las trajo. Ella fue la que descubrió que había una cámara en
el bolso de su hija. Simplemente no sabía cómo sacarlas del disco duro. Las
fotos en sí fueron sacadas de forma inalámbrica de la pequeña cámara que era
en realidad un microordenador. Una vez que Sue se dio cuenta de lo que era,
pensó que la policía le daría dinero por la cámara. Estaba profundamente
decepcionada, cuando menos.

Dax todavía estaba interesado en su tío. Alguien había avisado a los rusos
que ella había obtenido el archivo y había visto las imágenes.

—¿Adónde fuiste después de visitar a su tío ese día?

Frunció el ceño.

—¿Crees que alguien en la oficina de mi tío podría haberlo sabido? Estás


buscando un topo.

—Sí. Alguien avisó a tu abogado muerto de la Bratva.

Se quedó callada por un momento, pareciendo pensar.

—No tenía que saber que yo tenía las fotos. Todo lo que tenía que hacer
era plantarlas con la prensa o sacar la idea a la luz.

—No, en realidad le dio las fotos a un periodista y parecía que venían de ti.
Hemos seguido esta pista. —Repasó brevemente lo que Roman y Connor
habían descubierto—. El reportero recibió información sobre las fotos desde
una cuenta de correo electrónico creada a tu nombre. Se originó en un
ordenador de una biblioteca pública de Nueva Orleans. Tan pronto como el
acuerdo de fotos por dinero fue firmado y sellado, la cuenta fue cerrada. Lo
mismo con el acuerdo del libro. La editorial recibió una propuesta para un
libro sobre el escándalo y mi familia desde la misma cuenta de correo
electrónico. Se aseguraron de que todos los caminos llevaran a ti. Pero lo que
encuentro interesante es que realmente tenías las fotos que dijeron que tenías.

Ya no creía en las coincidencias. Tenía las fotos y alguien lo sabía.

—Está bien. Le preguntaré a mi tío si se lo dijo a alguien —concedió—.


Obviamente todos me vieron entrar ese día. Después de que volví a mi
oficina, estudié el archivo en mi escritorio.

—¿Lo dejaste allí por alguna razón?

Asintió con la cabeza.

—Me enfadé. Fui al baño durante unos minutos para calmarme porque vi
esas fotos. Estaba en mi escritorio, pero no puedes pensar que uno de mis
compañeros de trabajo es un infiltrado de la mafia rusa.

No le gustaba pensar en lo que había pasado ese día.

—No es un infiltrado, pero el gobierno paga una mierda. Alguien sin


escrúpulos podría haber ganado un poco de dinero extra. Haré que Connor lo
investigue.

Sus mejillas se sonrojaron, sus hombros se enderezaron. Su boca se aplanó


en una línea obstinada. Estaba lista para la batalla.

—No te metas con mis compañeros de trabajo.

Había llegado el momento de que Dax explicara cómo había cambiado la


situación, porque ella aparentemente no lo había asimilado todavía.

—Agente especial, ya no son tus compañeros de trabajo. Durante el resto


de esta misión trabajarás para la Casa Blanca y sólo para la Casa Blanca. Esto
ya no se trata de que alguien vaya a por mi familia. Alguien va a por mi
presidente. Juré hace mucho tiempo defender este país de todos los invasores
extranjeros y nacionales, y si eso incluye a uno de tus antiguos compañeros
de trabajo, entonces será mejor que creas que los derribaré con extrema
hostilidad. Si tu lealtad es más profunda hacia la gente con la que compartiste
un despacho que hacia tu país, entonces házmelo saber porque no eres la
mujer que creía que eras.

Holland apretó la mandíbula y levantó las manos en obvia capitulación.

—Está bien. Revisa sus antecedentes. Por favor, hazlo discretamente.


Tengo que trabajar allí después de que te hayas ido. Esas personas son los
únicos amigos que me quedan. Y si también vas a investigar a la policía de
NOLA, querido Dios, no dejes que nadie lo sepa. Se ponen nerviosos.

Él investigaría a su tío, pero también estaba interesado en su novio. El


detective Chad Michaels era la mano derecha de su tío, buscando ascender en
las filas por lo que Dax había oído. Era sorprendentemente fácil encontrar
información sobre el hombre, pero algo en su moderadamente limpio historial
hacía que Dax sospechara.

Todos estaban un poco sucios. No criminalmente, pero no había una


persona que él conociera que no tuviera algún aliento de escándalo en su
pasado... excepto el Detective Chad.

—Seré muy discreto.

—Seguro que lo harás. —Cruzó los brazos sobre su pecho—. No pienses


que porque me has puesto en una esquina profesionalmente puedes sacar algo
personal de esto, Spencer.

Lo que no daría por oírla llamarle Dax otra vez.

—Ni lo sueñes, Holland.

—Está bien. Por la mañana, tenemos que idear un plan de acción. Creo que
deberíamos volver a la prisión, pero esta vez no llamamos por adelantado. No
creo que debamos darle a nadie tiempo para planear nuestra visita. ¿Tienes
todo el video que necesitamos? Debería ser bastante fácil de conseguir.
Puedo requisar el original si quieres.

Dax negó con la cabeza.


—Tengo todo lo que necesitamos.

Se quedó quieta por un momento.

—Realmente crees que van tras Zack.

Asintió con la cabeza.

—Puedo sentirlo en mis entrañas. Esto es más grande de lo que nunca


soñamos y ya hemos perdido mucho. La madre de Zack. Mi padre. Joy. Mad.
No podemos dejar que se lleven a nadie más de nuestra familia.

—¿Qué es lo que la mafia rusa quiere de él?

Esa era la pregunta del millón de dólares.

—Podría ser cualquier cosa, pero sospecho que todo esto gira en torno al
dinero y el poder. La mierda nefasta suele ser así. Nos preguntamos si el
padre de Zack hizo algún trato con la Bratva cuando estaba destinado en
Moscú y ahora vienen a cobrar. Roman está haciendo una lista de todos los
contratos importantes que se avecinan, pero que Zack no aprueba.

Holland frunció el ceño.

—¿Por qué habrían esperado tanto tiempo para hacer su movimiento?

De nuevo, no tenía ni idea.

—Es posible que Frank Hayes prometiera algo a los rusos cuando Zack se
convirtiera en presidente, por lo que le dieron tiempo. Pero el viejo tiene
demencia ahora, así que si están esperando a que presione a Zack para que
haga algo, están condenados a la decepción. Se mueve arrastrando los pies
por la residencia y tararea mucho. A veces piensa que son los sesenta otra
vez. Zack intentó encontrar un centro de cuidado de la memoria para él, pero
se puso tan violento que la prensa informó al respecto. Se calma cuando sabe
que Zack está cerca. Con suerte, si averiguamos por qué mataron a mi padre,
averiguaremos lo que quieren y los detendremos. Mi padre debe haber sabido
algo. Por eso lo silenciaron. Necesito encontrar a su antiguo ayudante de
campo, Peter Morgan. Él es la clave.
—Y naturalmente está fuera del sistema y su paradero es desconocido.

—Lo encontraremos. Su familia era de Nueva Orleans. Me quedaré


despierto un rato e investigaré un poco. Deberías dormir un poco —murmuró
Dax, deseando poder tomarla en sus brazos.

Había sido un día duro para ella. Cuando abrió la puerta antes, la vista de
sus lágrimas le había dado una patada en las tripas. Holland siempre fue
fuerte, y la idea de que verlo de nuevo la había deshecho, aunque fuera
temporalmente, le hacía sentir como si midiera medio metro de altura.

—Bien. —Se dio la vuelta y comenzó a alejarse. Cuando llegó al pasillo de


su dormitorio, se detuvo, con la columna recta y la cabeza alta. No le miró a
la cara—. ¿Alguna vez la amaste?

Su corazón se apretó por un segundo. La respuesta más fácil que le había


dado en todo el día.

—No.

—Eso lo hace peor, Dax. —Se alejó y cerró la puerta en silencio.

Su corazón se hundió. Había arremetido y cometido ese estúpido error


cuando estaba enfadado y dolido. Les había afectado profundamente, pero
ambos la habían cagado. Ella debería haberle confiado la verdad. Debió saber
que nunca pondría a su madre y a su hermana en peligro. Que movería cielo y
tierra para mantener a Holland a salvo.

Aún así, alguien tenía que ceder, y su error había sido mucho peor. Él haría
el primer gesto. Tal vez finalmente podría ganarla de una vez por todas. Era
su primera noche de vuelta a su vida y ya estaba durmiendo en su sofá.
Recordó a dónde había llevado eso la última vez.

Y lo había llamado Dax.

Se sentó frente a su ordenador y comenzó su búsqueda, más esperanzado


de lo que había estado en años.
***
Holland presionó el botón de la cafetera y suspiró mientras miraba
alrededor de su cocina. Su huésped, aparentemente, estaba demasiado
acostumbrado a una criada. O a tener todo un barco de subordinados ansiosos
de ganarse el favor y limpiar lo que el jefe les dijera. Sabía que él había
estado de licencia por un tiempo, y eso parecía haber hecho mella con su
pulcritud habitual.

La caja de pizza medio vacía todavía estaba en la barra. La botella de vino


estaba tapada, pero su whisky estaba abierto, tentándola. Lo único que había
limpiado era el sofá. No vio ninguna señal de que hubiera dormido allí. Miró
el armario del pasillo y notó que él había doblado y apilado sus sábanas, junto
con la manta y la almohada más asquerosa que ella tenía. Esta mañana se
sintió vagamente culpable por lo que debió haber sido una noche incómoda.

A su alrededor, la escena parecía como si ella hubiera disfrutado de una


buena cita la noche anterior. O una noche de trabajo. Ciertamente no había
sido una cita. Papeles y fotos de los archivos del caso llenaban la mesa del
comedor. Su portátil seguía ahí y se preguntaba hasta qué hora se había
quedado despierto.

Trató de no pensar en el hecho de que había dormido bien por una vez. Y
soñó con él. No era que no lo hiciera a menudo. Era simplemente que esta
vez el sueño no se había transformado en algo terrible. Esta vez, la abrazó, le
hizo el amor y le pidió perdón. Sus manos se habían movido sobre su cuerpo,
ofreciendo arrepentimiento con cada caricia hambrienta.

No. No iba a pensar en eso.

Se sirvió una taza de café y se preguntó cuánto tiempo había estado en la


ducha. Podía oír correr el agua en el baño de invitados. Estaba en el baño,
desnudo. ¿Su cuerpo había cambiado? ¿Su corazón? ¿Qué había pasado
durante los años que estuvieron separados? Lo estudió la noche anterior y
más allá del cambio en el largo de su cabello, vio unas pequeñas líneas
alrededor de sus ojos que traicionaban los tres años que habían pasado.
Se miró en el espejo de la pared de su sala de estar. ¿Qué vio Dax? ¿Había
cambiado en los tres años desde que lo alejó? Vio a una mujer vestida con
pantalones de pijama y una camiseta que la cubría adecuadamente. No más
cosas sexis para Holland. Las había tirado todas.

También tiró mucha de su sexualidad en el momento en que perdió a Dax.


¿Por eso no había funcionado con ningún otro hombre? ¿Era ella parte del
problema porque carecía de alguna cualidad sensual? ¿O era una
incompetente que dio su corazón una vez y su cuerpo lo había seguido?

Cuando Dax la tocó la noche anterior, su piel volvió a la vida. No se había


sentido como si realmente hubiera vivido durante tres largos años.

La ducha se apagó y pudo imaginarlo saliendo, su cuerpo brillando con la


humedad. Una vez, le había encantado ducharse con él. Qué tontería. Ella
había estado con el hombre durante poco tiempo y aún así habían hecho sus
propios rituales, los cuales extrañaba hasta el día de hoy. Solía meterse en la
ducha para prepararse para el trabajo y Dax inevitablemente la seguía. A
menudo se quedaban allí entrelazados hasta que el agua se enfriaba.

¿Cómo podía perderse algo que nunca había tenido? Salió con Chad
durante mucho más tiempo. Sin embargo, con la excepción del humillante
video de Internet, no podía destacar un momento memorable que hubieran
compartido. Estar sola de nuevo había sido un alivio culpable.

A pesar de los catorce meses que había pasado con Chad, nunca habían
llegado a vivir juntos. Ni siquiera hablaron de ello. Dax prácticamente se
había mudado la noche en que regresó con ella.

Tenía que preguntarse si él no estaba recreando el maldito escenario. Se


había quedado dormido esa primera noche en su sofá y la noche anterior se
había posicionado allí de nuevo.

¿Cuánto tiempo sería capaz de aguantar cuando ya lo deseaba tanto?

Escuchó un golpe en su puerta. Murmurando una pequeña maldición, juró


una vez más que cambiaría el código de abajo. Esta vez miró por la mirilla,
anticipando que Gemma o alguien más del trabajo había venido a preguntar
por qué demonios estaba ahora en un grupo de trabajo presidencial de dos.

No. Era mucho peor.

Con un largo suspiro, abrió la puerta.

—Hola, Chad.

Chad Michaels estaba en la puerta, su traje estaba perfectamente


planchado. De alguna manera se las arreglaba para verse bien incluso con el
calor de una mañana de Nueva Orleans. Su cabello ya se estaba rizando, pero
la perfección rubia de él estaba despiadadamente gelificada en un elegante
peinado.

—Holland. He oído algunos rumores muy angustiosos y quería pasar a ver


cómo estabas.

Entró en su apartamento sin invitación.

—Este no es un buen momento. —No estaba segura de cómo demonios iba


a explicar lo del hombre en el baño. Desafortunadamente, a diferencia de
Chad, la rutina de aseo de Dax no duraba una hora. Dax se duchaba, se
lavaba los dientes y ya está. Chad podía pasar horas con su hidratante para
hombre y arrancándose los pelos invisibles de las cejas.

¿Por qué se había acostado con él?

Chad le sonrió y ella pudo oler su poderosa colonia.

—No cambiaste el código de la escalera. Alguien se está arrepintiendo,


creo.

—Sí, definitivamente estoy teniendo dudas sobre el cambio del código. —


Lo haría en el momento en que se deshiciera de él.

Él se rió.

—Te presioné demasiado. Fue demasiado rápido. Todo el mundo sabe que
voy detrás de lo que quiero. Eso funciona para mí la mayor parte del tiempo.
No quise molestarte. Creo que deberíamos hablar. Ambos dijimos algunas
cosas que no queríamos decir la semana pasada.

Holland no podía pensar en una sola cosa que no hubiera querido decir.

—Sólo dije que no. Lo dije en serio, Chad. Mira, siento mucho haberte
rechazado de una manera tan pública. Nunca te habría humillado
voluntariamente. Pero no me consultaste exactamente de antemano. Nunca te
di ninguna indicación de que quisiera casarme contigo.

Se había quedado sin habla, totalmente sorprendida de que él hubiera


estado pensando en un futuro a largo plazo. Holland apenas había
considerado dónde irían para su próxima cita nocturna.

—No estás lista para casarte —reconoció—. Hablé con el doctor Jansen
sobre mis sentimientos y realmente resolví algunas cosas. Me llevó un
tiempo. He estado en sesión todos los días desde que me rechazaste. Me ha
costado mucho, pero esto me ha traído aquí. Holland, te perdono.

—Es impresionante. —El tipo pasaba demasiado tiempo con su terapeuta


sobrevalorado. ¿Cómo es que Chad podía pagarlo?—. Pero creo que
deberíamos terminar las cosas aquí, en una nota positiva. El perdón es bueno.
Es hora de que ambos sigamos adelante. Gracias por pasar por aquí.

En cualquier momento, saldría Dax y esto le explotaría en la cara si no


podía convencer a Chad de que se fuera.

A pesar de que ella había abierto la puerta, Chad no se movió ni un


centímetro.

—Según el doctor Jansen, tu miedo a la intimidad y tu incapacidad para


comprometerte provienen de tus experiencias de la infancia. Ahora lo
entiendo. Empecemos de nuevo. He concertado una cita con el doctor Jansen
para ti esta tarde. Incluso tu tío está de acuerdo en que deberías ver a alguien.

Sintió que se quedaba boquiabierta y dio un portazo.

—¿Hablaste con mi tío sobre esto?


Chad la miró con una simpatía repugnante en su rostro.

—Tu tío entiende que soy bueno para ti. Tu negativa la semana pasada fue
parte de la necesidad de representar la infelicidad de tu propia madre. Fue una
decisión irracional y una que deberías explorar en la terapia. Creo que una
vez que reconozcas que estás dejando que tu pasado te frene, podremos
volver al buen camino.

—Déjame decirte algo, amigo. Si quisiera representar la infelicidad de mi


madre, encontraría al oficial de la Marina sexi más cercano, emocionalmente
no disponible y me desmelenaría. —Sí, ahora recordaba todas las razones por
las que ella y Chad no eran compatibles. Podría ser un imbécil santurrón.

—Entiendo tu reticencia. —Frunció el ceño cuando se adentró en su


apartamento y miró el bar—. ¿En serio? ¿Vino y licor fuerte? ¿Has estado
haciendo esto toda la semana? ¿Y la pizza? Sabes lo que los carbohidratos
después del mediodía pueden hacerte. Este es un comportamiento más que
autodestructivo.

—Ah, el whisky es mío y la ayudé con la pizza. De hecho, la animé a


comer. Se está quedando muy delgada —dijo una voz familiar.

Maldita sea. Holland negó con la cabeza y se giró, rezando para que la
situación no se viera tan mal como se temía. No. Era mucho peor. Dax estaba
allí allí de pie sin nada más que una toalla envuelta alrededor de su delgada
cintura, su pecho todo musculoso y perfecto. Llevaba una segunda toalla, que
frotó sobre su cabeza mojada.

—Capitán, ¿por qué no va a vestirse? —Cosnsiguió decir entre dientes,


todo su cuerpo ardía de vergüenza.

Dax sonrió y le guiñó un ojo.

—Lo siento, cariño. Pensé que estábamos solos.

—Bueno, puedes ver ahora que no lo estamos —respondió—. Así que la


ropa sería realmente apropiada aquí.
—Muy bien, entonces. Supongo que podría vestirme después de nuestra
perezosa mañana. —Agarró su bolsa y se volvió hacia el baño. Justo cuando
ella pensó que estaba libre en casa, él se dio vuelta, y sus ojos se estrecharon
sobre Chad—. Me resultas familiar, chico. Tal vez te vi en YouTube o en
algún lugar. Y para que lo sepas, Holland, estoy completamente disponible
emocionalmente, así que no pienses que puedes usarme para alguna cosa de
terapia psicosexual. Estoy disponible para ti en todas las formas en las que un
hombre puede estarlo para su mujer, querida.

Ella suspiró mientras él se alejaba y cerró la puerta a su espalda.

—¿Es ese quien creo que es? —Chad se había puesto de un perfecto tono
rojo. Incluso su color de enfado parecía como si alguien lo hubiera pintado en
su piel. No con manchas como le pasaba a ella.

¿Cómo había terminado saliendo con un hombre más guapo que ella?

—Depende. ¿Quién te crees que es?

—El capitán Daxton Spencer, uno de los amigos más cercanos del
presidente, pero más importante, el hombre que te dejó por tu mejor amiga.

—No la dejé. Ella me dejó y yo terminé en un matrimonio de borrachos —


gritó Dax desde el baño, demostrando que aunque no se podía oír nada de
fuera de su apartamento, las paredes eran superfinas en el interior—. Así que
realmente cuando lo piensas, todo es culpa de Holland. ¿Me envió un feliz
regalo de divorcio? No. Ni siquiera una tarjeta.

Ella tenía algo que podía enviarle. Holland sacó un almohadón del sofá y
lo tiró contra la puerta, deseando que hubiera sido la cabeza de Dax.

—Imbécil.

Chad ignoró su juego. Le dio la vuelta, con las manos sobre los hombros.

—Ese hombre te usó y te hizo quedar como una tonta. Todo el mundo lo
sabe.

—¿En serio? —No pudo evitar la amargura de su tono—. ¿Todos? Creo


que hay algunas personas que no lo saben. Tal vez en la Antártida. Y no es
asunto tuyo.

—Por supuesto que es asunto mío. Te amo, Holland. Soy el hombre que se
quedó contigo, el que te cuidó. No él.

Ella dejó ir su ira. Estaba fuera de lugar.

—Has malinterpretado la situación, Chad. El capitán Spencer y yo estamos


trabajando juntos en un proyecto. Eso es todo. Trabajamos hasta tarde y él
terminó durmiendo en el sofá. Pero la verdad del asunto es que mi vida
amorosa ya no es de tu incumbencia. Aprecio que hayas venido a verme, pero
no es necesario.

Chad entró en el comedor, mirando la pizarra que había montado y los


documentos que habían impreso y fijado allí. A pesar del hecho de que cada
uno de ellos tenía un portátil, era simplemente más fácil mirar todo junto en
una pizarra. Ella lo prefería porque a menudo le daba una visión general que
no tenía cuando miraba las pruebas por separado.

Sus ojos se encendieron cuando se volvió hacia Holland.

—¿Sabes en qué clase de problemas te podrías meter por darle a ese


hombre acceso a esos documentos? ¿Se lo dijiste a tu supervisor? Algunos de
estos son documentos de la policía de NOLA. ¿Hiciste que se los transfirieran
a través de los canales adecuados?

Chad era muy bueno con los canales adecuados.

—Mi tío me los dio. Puedes preguntárselo tú mismo.

—Si lo hizo, no fue para que llamaras a ese promiscuo y lo atrajeras de


nuevo a tu vida. Este caso está cerrado. Ha estado cerrado durante años. Si el
capitán Spencer quiere volver a crear problemas, que lo haga en su tiempo
libre.

—Me encantaría, pero parece que ahora estoy en un grupo de trabajo


presidencial y Dax es mi jefe.
Chad se detuvo.

—¿Qué se supone que significa eso?

—Significa que no puede hablar de ello. —Dax volvió a entrar en la


habitación. Al menos esta vez llevaba un par de vaqueros. Parecía haber
olvidado su camisa otra vez—. Este caso es clasificado. Le haré saber si
necesitamos la ayuda de la policía de Nueva Orleans. —Se giró hacia ella—.
Cariño, ¿aún te gustan los huevos a medio cocer?

—Me gustan mis huevos solos. Son mucho más felices de esa manera. —
¿Cuándo había perdido completamente el control de la situación? Esta escena
era como algo salido de una terrible comedia de errores, especialmente
cuando Dax entró en la cocina y procedió a probar que sabía exactamente
donde ella guardaba todo. ¿Cómo recordaba dónde guardaba su sartén
después de tres años?

Chad frunció el ceño y la tomó por el codo, sacándola a rastras.

—Tienes que explicarme lo que está pasando ahora mismo. ¿Por qué está
ese hombre aquí?

—Tienes que quitarle las manos de encima —dijo Dax, siguiéndolos.


Parecía muy masculino para un hombre con una sartén de hierro fundido y
una espátula en las manos. De alguna manera hizo que ambos utensilios de
cocina parecieran las armas de un depredador.

—Puedo manejar a Chad, capitán Spencer.

—Sí, capitán Spencer. —Chad pasó un brazo alrededor de sus hombros en


un movimiento posesivo—. Esto es entre mi prometida y yo. Así que
retrocede. Pondré mis manos sobre ella cuando quiera.

Dax empezó a hincharse de esa manera cavernícola que no debería ser tan
malditamente sexi. Pero lo era. Aún así, por interesante que fuera verle
derribar a Chad, ella podía hacerlo por sí misma.

Holland agarró la muñeca de Chad para incitarlo a que la dejara ir. Cuando
él apretó su mano, lo lanzó sobre su espalda, su peso golpeó el suelo con un
fuerte golpe que esperó no hubiera molestado a Madame Delphine en el
apartamento debajo de ella.

Chad se puso de pie más rápido de lo que ella hubiera querido, su cara
ahora era de un rojo intenso.

—Te vas a arrepentir de esto, Holland. Cuando él te vuelva a joder, vas a


desear haber elegido de otro modo. Vas a mirar atrás y te arrepentirás de
haberme dejado.

Salió furioso del apartamento.

Dax sonrió en su dirección.

—¿O prefieres una tortilla?

Holland apenas se las arregló para no gritar.


Capítulo 13
Dax no pudo evitarlo. Sabía que una sonrisa engreída se le dibujaba en la
cara ya que aún estaba dentro del apartamento de Holland y ese imbécil
estaba huyendo con su cola demasiado estilizada entre las piernas.

—¿Tu tío está reclutando oficiales en Abercrombie y Fitch estos días?

Holland cerró la puerta y respiró hondo antes de darse la vuelta, con un


brillo de advertencia en los ojos.

—Ni siquiera empieces. ¿Qué demonios fue toda esa rutina del pavo real,
Spencer?

Ah, volvieron a Spencer. Así que se había reagrupado durante la noche.

—Me estaba aseando, compañera. Tengo la intención de ser un muy buen


compañero de trabajo para ti, y parte de eso es mantener un buen ritual de
aseo. Y si necesitas alguna ayuda con el tuyo, estoy aquí para ti. Creo
recordar que hay un lugar justo en la parte baja de tu espalda al que te cuesta
llegar. Puedo ayudar.

Ella se sonrojó y él estaba casi seguro de que el color rosa no era todo de
ira.

—Puedo manejarlo, capitán. Después de todo, lo he estado manejando por


mi cuenta durante los últimos tres años. ¿Ayudaste a tu esposa a bañarse?

Sabía exactamente dónde clavar el cuchillo.

—¿Quieres hablar de Courtney?

—No. Ya te lo dije. No me importa tu matrimonio o tu divorcio. O


cualquier otra cosa que no sea el caso —resopló, un sonido frustrado—. Voy
a vestirme y luego podemos empezar a trabajar. Cuanto más rápido
resolvamos esto, más rápido saldrás de mi vida.
Se giró sobre sus talones y se alejó pisando fuerte.

Para ser una mujer que no quería hablar de su matrimonio, lo mencionaba


mucho. Dax suspiró y fue a su nevera para averiguar qué hacer para el
desayuno. Tal vez ella estaría de mejor humor si la alimentaba.

Dax realmente deseaba haberle dado un puñetazo a ese imbécil.


¿Carbohidratos después del mediodía? ¿Hablaba en serio? ¿Había hecho que
Holland se sintiera mal por sus curvas? Era una mujer hermosa, y él adoraba
cada centímetro de ella. Nadie debería hacerla sentir que no era perfecta.

Aunque tenía la intención de hacerla comer más.

Abrió la nevera y se dio cuenta de que tendría que comprarle algo de


comida para lograrlo. No había nada en la nevera excepto una ensalada
embolsada, algunos condimentos y un pequeño recipiente de leche.

¿Qué demonios? Dejó la sartén en el suelo. No estaría mostrando sus


habilidades culinarias hoy. Irían a la maldita tienda de comestibles, porque no
podía sobrevivir con comida para conejos.

Sonó su teléfono móvil. Ya había hablado con su madre, así que era
probable que fuera uno de sus amigos o...

—Hola, Gus. ¿Estás bien?

—Estoy muy bien. Anoche tuve que cenar con un periodista. El chico tonto
pensó que podía colarse en una conferencia de prensa sobre las credenciales
de su jefe. ¿Alguna vez te he explicado adecuadamente lo mucho que disfruto
arruinando la vida de los completamente estúpidos?

Su hermana era una matona.

—Sé que es un hobby tuyo. Ahora pregúntame lo que sabes que quieres
preguntarme.

Soltó un largo suspiro.

—Bien. ¿Cómo está ella?


Gus había extrañado a Holland y le había dado un infierno por su ruptura y
su matrimonio impulsivo.

—Ella es Holland. Es fuerte, pero la lastimé.

—Imbécil, prácticamente la destripaste.

—Sabes, en ese momento pensé que ella me había traicionado de la peor


manera posible. —Ya habían hablado de esto antes, pero todavía sentía la
necesidad de defenderse.

—En ese momento, creo que te dije que había algo sospechoso, pero
¿alguien me escucha? Todos pensáis que soy una hermosa mujer guerrera,
pero también tengo sentimientos profundos. Bueno, no realmente, pero
aprecio cuando otros los tienen. Y sé cuando alguien está escondiendo algo,
lo cual Holland definitivamente hacía. Las mujeres como Holland no
cambian, ni por dinero, ni por sexo, ni por fama. Así que tienes que
arrodillarte y rogar como un buen hombre debe hacerlo.

—¿Crees que no intentaría eso? No escuchará una palabra de lo que diga,


esté o no de rodillas.

Su hermana se rió y él prácticamente pudo ver que ella ponía los ojos en
blanco.

—No estaba hablando de palabras, tonto. Estaba hablando de sexo oral.


Tienes que bajar y no aflojar hasta que haya tenido tantos orgasmos que esté
demasiado agotada para pelear contigo. Confía en mí. Esta es una técnica
probada y verdadera. La semana pasada tuve que tratar con un embajador
extranjero muy desagradable. Nadie pensó que podría conseguir que se
moviera en las concesiones comerciales. Pero tres horas más tarde, los
Estados Unidos tuvieron el trato de su vida.

A Dax le ardían los oídos.

—¿Me estás tomando el pelo?

—Soy una maldita patriota, hermano. Así que sé de lo que hablo.


Arrodíllate y ruega como es debido o vendré y haré que el incidente del
coscorrón del ochenta y nueve parezca un paseo por el parque. Quiero a
Holland como mi cuñada.

Maldición, Gus era realmente mala.

—Y yo quiero dártela a ti, aunque por mis propias razones egoístas. Pero
no creo que vaya a ceder tan fácilmente. Realmente la lastimé.

—Y ella te hizo daño. —La voz de su hermana se suavizó—. No te rindas.


Ella te amaba lo suficiente como para dejarte ir. Necesitas recordarle que te
amaba. Rechazó ese compromiso súper cursi por una razón. La mayoría de
las mujeres no lo haría. Ese anillo por sí solo habría influido en la mayoría de
las mujeres, pero Holland ni siquiera lo miró. Sólo negó con la cabeza todo el
tiempo. Todavía tienes una oportunidad con ella.

¿La tenía? No podía soportar la idea de que no tenerla.

—Lo intentaré.

—No lo intentes. Hazlo. Eres un maldito Spencer, Dax. Es hora de que


empieces a actuar como tal. No nos alejamos de las cosas que hemos hecho
mal. Las arreglamos. Has pasado los últimos tres años de tu vida
escondiéndote y dejando que todo se te escape. Quiero a mi hermano de
vuelta.

Maldición, Gus tenía razón. Se había escondido, lamido sus heridas y


tratando de olvidar.

Había sido un idiota. Debió haberse mantenido fuerte, cavar más profundo
y entender la situación. Debería haber estado justo en su puerta. La amaba.
Nunca dejó de amarla. Si ella hubiera seguido con el ardid de que lo había
traicionado, debería haberle dejado claro que era un comportamiento
inaceptable y haberlo superado. Nunca debió haber huido.

Imbécil.

Había dejado a Holland sola, abandonada. Ahora que lo pensaba realmente,


dejó a todos los que le importaban. Y le había causado un grave perjuicio a su
padre. Gus tenía razón. Los Spencer no retrocedían cuando habían hecho algo
malo. Se enfrentaban a ello. Su padre se hubiera enfrentado a un juicio y
luchado como un demonio para reclamar su nombre y reputación.

—¿Has visto las fotos?

Se las había enviado a Connor y a Roman la noche anterior.

—Oh, sí. Roman trató de fingir que no estaban allí. Supongo que quería
proteger mi delicada disposición. —Se rió—. Pero conozco sus contraseñas.

—¡Augustine! —gritó una voz masculina.

Así que ella estaba pasando el rato con Roman. Bajó la voz.

—Sabes que el hombre tiene una extraña fijación con Magnum P.I. Así que
sí, las he visto y no las creo. Están manipuladas de alguna manera o él fue
drogado. Mira las sábanas y la ropa de cama. ¿Parece que pertenecen a un
motel barato?

Se acercó a la mesa y sacó el archivo. En segundos, localizó las fotos


impresas, ampliadas para revelar los detalles más finos de la imagen. No
había prestado atención a los muebles o a las citas, sólo a las dos personas.

—No sé mucho de sábanas, Gus.

—Bueno, yo sí. ¿Ves cómo la sábana tiene un poco de brillo?

—¿Como si fuera de satén o algo así? ¿No crees que el motel tuviera
sábanas de satén?

Gus hizo un sonido de náusea.

—Nadie tiene sábanas de satén, hermano. En serio, deja los setenta atrás.
Digo que las sábanas tienen un buen número de hilos. Más alto que la mierda
que tendrían en un motel sin sábanas. Más allá de eso, examiné la esquina de
la tercera foto.
Dax dio un vistazo hasta que encontró la imagen a la que ella se refería.
Era una foto con las sábanas reunidas alrededor de la pareja en la cama.
Todas las fotos habían sido tomadas desde un solo lugar en la habitación y
capturaban la misma vista general. En esta, su padre parecía estar encima de
la joven, con su cuerpo sujetándola a la cama. No había manera de no ver la
cicatriz en su espalda. Había recibido un disparo una vez y la metralla dejó
una sección plateada de cicatrices en su espalda, enrollándose alrededor de su
pecho. Por un momento eso fue todo lo que pudo ver, la aparente prueba de
que su padre había sido infiel y criminal.

—La estoy viendo.

—En primer lugar, esta foto no parece muy activa. Deja de mirarla como
un hijo y ponte tu gorra de pensar. Te pongo en el altavoz porque Roman me
está empujando.

—Oye, primero que nada, no la puse en esa mierda con el embajador de


Brasil. No sabía nada —dijo Roman rápidamente—. En segundo lugar, creo
que tiene razón sobre esta foto. Si estos dos están involucrados en el sexo,
¿por qué sus músculos están tan flojos? Ella es la única que parece tener algo
de movimiento en estas fotos. Demonios, es la única que parece coherente.

Dax puso su móvil en altavoz y dispuso las fotos. Había pasado demasiado
tiempo enfocado en esa cicatriz que identificaba a su padre. Estuvo viendo
estas fotos a través de los ojos de un hijo traicionado y no las estudió
realmente como investigador. Se forzó a sí mismo a retroceder.

Los músculos de la espalda de su padre estaban completamente en reposo.


En cada foto. El único movimiento que podía discernir era el de la chica. Ella
lo empujaba como si tratara de luchar contra un ataque. Pero Dax no estaba
convencido de que ninguno de ellos hubiera ocurrido realmente.

—Está drogado —dijo Dax.

—No podemos saberlo sin lugar a dudas, pero el estado laxo de la


musculatura me hace creer que tu padre no estaba tan comprometido
físicamente como la gente que envió estas fotos quiere que pensemos —dijo
Roman.
—Déjame traducir el discurso del abogado por ti —propuso Gus—. Estas
fotos son una completa mierda.

Roman suspiró.

—Probablemente tenga razón.

—Por supuesto que la tengo. Y también tengo razón sobre el hotel—


insistió Gus.

—¿Qué pasa con el motel? —Dax no podía creer lo que ella estaba
diciendo.

—No. No es un motel. Ese es el punto. —Su hermana era como un perro


con un hueso, pero parecía pensar sin toda la rabia y la desilusión que él
había tenido.

—¿Cree que estas fotos fueron tomadas en otro lugar?

Dax se giró porque la voz venía de detrás de él. Holland entró, mirando las
fotos.

—¿Holland? Hola, chica. Entiendes que tienes que responder a mis putas
llamadas ahora o te juro por Dios que te enviaré un strip-o-grama[14] en una
hora hasta que lo hagas —juró Gus.

Roman aclaró su garganta por el altavoz.

—Realmente hará eso. Pensé que estaba bromeando. Imagina tener que
explicar a la seguridad de la Casa Blanca por qué diez strippers solicitaban
acceso a mi oficina.

Holland resopló un poco, y Dax podría jurar que las lágrimas habían
brotado en sus ojos.

—Hola, Gus. —Holland volvió a prestar atención a la tarea que tenía entre
manos—. ¿Qué estabas diciendo sobre el motel? —Tocó una de las fotos—.
Oh, ya veo lo que quieres decir. Mira el reloj. No es una basura barata. Es
una estación de conexión.
—Sí, lo es—respondió Gus.

—Diablos, me perdí eso —dijo Roman, con asco en su voz—. Tuve uno de
esos hace unos años. Se pasaron de moda muy rápido, pero por entonces no
era barato. Creo que una de las grandes cadenas de lujo solía tenerlos en cada
habitación.

—La misma que usa sábanas hechas en Italia. —El tono de Gus sonó con
triunfo—. Mira la esquina de la foto. Hay una etiqueta colgando. Es difícil de
ver pero si miras a través de una lupa es el logo de un fabricante de sábanas
italiano muy caro. Las sábanas mismas están hechas de un costoso percal. De
ahí el bonito brillo.

Holland silbó.

—Tiene razón. Yo misma derroché en algunas. Son muy caras. Un motel


de mala muerte nunca tendría el presupuesto para esto. Las fotos deben haber
sido tomadas en otro lugar.

Dax lo pensó. Había repasado cada movimiento de su padre miles de


veces.

—Estuvo en Londres la semana anterior.

—Tienes razón —Gus estuvo de acuerdo—. Me dijo que se había sentido


muy mal mientras estaba allí, como si estuviera a punto de coger la gripe o
algo así. Pero fue drogado, y fue entonces cuando todo esto se vino abajo.
Había estado en una conferencia. Revisemos eso, veamos si podemos
averiguar algo.

—No, Gus. No tiene sentido. —Dax odiaba tener que desilusionarla—. Ya


he comprobado la línea de tiempo.

—No hubo ninguna conferencia—dijo Holland.

Dax se lanzó sobre Holland con una mirada de sorpresa.

Ella se encogió de hombros.


—Yo también hice una línea de tiempo. Tengo notas de todos los lugares a
los que tu padre fue durante las seis semanas anteriores a su muerte.

—¿No hubo una conferencia? —preguntó Gus—. ¿Crees que estaba


viendo a una de sus amantes? Si es así, puedo intentar averiguarlo. No
recuerdo que tuviera una en Europa, al menos no una que mamá conociera.
Pero es posible.

—O estaba allí por otra razón y eso fue lo que hizo que lo mataran —dijo
Dax con firmeza. La verdad parecía estar al alcance de su mano. Ese viaje a
Inglaterra debe tener algo que ver con esto.

Holland asintió con la cabeza, dándole apoyo.

—Sé que se alojó en un Gately Resort. Usan las mismas sábanas y ropa de
cama en todo el mundo. Sólo los colores cambian. Roman, apuesto a que
tienes unos contactos geniales del MI5.

—Me pondré a ello —respondió. El MI5 era la versión inglesa del FBI—.
Sin embargo, han pasado años. No sé lo que tendrán. Las grabaciones de
videovigilancia se mantienen sólo por un tiempo limitado.

—Intenta cualquier cosa. —Esta era la primera pista real que tenían en
mucho tiempo, y Dax quería seguirla hasta donde pudiera—. Sacaremos
todos los registros de sus tarjetas de crédito y trataremos de averiguar a dónde
fue mientras estuvo allí. Hacedme saber lo que descubráis.

—Lo haremos —dijo Gus—. Y realmente deberías trabajar en ese otro


proyecto que discutimos.

—Quinientos dólares a que Dax no tiene suerte—dijo Roman.

Grandes palabras de aliento de uno de sus mejores amigos. Era bueno saber
que tenía apoyo.

—Oh, me voy a llevar todo tu dinero, Calder —respondió Gus—. Adiós,


Holland. Que te diviertas con Dax. Iré a verte en unas semanas. Planea algo
divertido.
La línea se cortó.

Dax se dio la vuelta y Holland seguía mirando el teléfono con nostalgia,


como si no quisiera que la llamada terminara.

Se había separado de todos para salvarlo. Tenía que encontrar una manera
de devolvérselo. Tal vez Gus tenía razón. Tal vez el encanto funcionaría. Y el
sexo oral. Estaba dispuesto a intentarlo.

***
Holland miraba la pantalla, su mente vagaba.
—¿Encontraste algo?

Negó con la cabeza mientras Dax la sacaba de sus pensamientos. Estaba


recordando aquellos días tres años antes cuando Dax y ella finalmente se
habían unido y todo parecía posible. Hoy él se había quedado merodeando en
su espacio. Holland estaba sentada ante su portátil, revisando los informes y
mirando los recibos de la tarjeta de crédito de su padre del viaje a Londres.
Dax se cernió justo detrás de ella, arrimándose. Holland podía oler el jabón
que él había usado antes, sentir el calor de su cuerpo. De vez en cuando se
rozaba con ella, piel con piel, y Holland recordaba exactamente cuánto
tiempo había pasado desde que sintió verdadera lujuria.

Habían pasado horas, y ahora el día se hundía en la noche otra vez. Dax
seguía aquí y no mostraba ni una sola señal de irse.

—Tengo recibos de combustible —respondió Holland—. También he


encontrado un contrato de alquiler de coches. Compró gasolina dos veces. Mi
pregunta es ¿por qué necesitaría un coche en Londres? Es mucho más fácil
usar el transporte público. Incluso para ir y venir de otras ciudades
importantes de Inglaterra es más fácil hacerlo en tren. Así que creo que se
dirigía a algún lugar fuera de los caminos trillados.

Dax asintió.

—¿Dónde compró el combustible?


Ella hizo una mueca.

—En las afueras de Londres. Parece que llenó el depósito las dos veces en
una gasolinera de la M25, la autopista que rodea Londres. Desde allí pudo
haber ido a cualquier parte, aunque sospecho que se dirigía al norte desde la
ubicación de la estación.

Deseaba tener mejores noticias. Demonios, deseaba poder simplemente


resolver todo el asunto para que él pudiera seguir su alegre camino y no
sentarse al otro lado de la mesa, tentándola con lo que ya no podía ser.

Se había comportado perfectamente todo el día. Incluso había traído


comida para llevar para el almuerzo, así que no tuvieron que detenerse mucho
tiempo. Había traído exactamente lo que ella había pedido. Una ensalada de
espinacas. El bastardo también había traído un sándwich de muffuletta[15] y
una docena de almendrados de la panadería de la calle. Y pralinés. Afirmó
que eran un aperitivo de última hora de la tarde. Incluso le hizo una taza de té
para acompañarlo.

Maldito hombre. De alguna manera su apetito también había vuelto.

Ya se estaba preguntando si podría colar un vaso de ese estúpido y


excelente vino con cualquier cena que Dax preparara. Trajo una bolsa de
comida antes con su almuerzo, diciendo que ella necesitaba una comida
adecuada.

Había estado escatimando calorías últimamente. De alguna manera, dejó


que Chad el Imbécil la convenciera de que tenía un poco de sobrepeso. Fue
algo sutil, en realidad. Él mencionó su propia dieta y luego, de alguna
manera, ella comenzó a estar de acuerdo.

La comprensión fue enloquecedora porque ella no era del tipo que cambia
por un hombre. Y ahora sólo comía los estúpidos pralinés porque sabían bien.

Dax suspiró.

—Eso no nos lleva a ninguna parte. Y no usó su tarjeta de crédito para


nada más que para la gasolina y el hotel.
—Retiró mil libras esterlinas en Heathrow, así que probablemente usó
dinero en efectivo para todo lo demás.

—Maldición. ¿Qué estaba haciendo allí? —Dax sonaba tan frustrado como
se sentía ella.

Su teléfono móvil sonó. Holland miró hacia abajo, vio quién era, y lo envió
su directamente al correo de voz.

Dax le lanzó una mirada.

—¿Debería hablar con tu antiguo pretendiente?

—Finalmente desaparecerá. —Estaba bastante segura de eso. Era su tío el


que no la dejaba en paz. Dejó un único y severo mensaje pidiéndole que le
llamara porque se había enterado de que tenía serios problemas.

Tenía serios problemas porque ya se estaba ablandando con Dax. En un


momento dado se encontró casi tocándolo como en los viejos tiempos. Se
detuvo un momento, antes de perder la cabeza en su calidez y bondad
muscular.

—¿Cómo te involucraste con él?

—¿Cómo acabaste casado con una mujer con la que ni siquiera saliste?—
Sonaba como una maldita arpía. Las palabras salieron, burbujeando y
explotando como un desagradable volcán de celos.

Dax se hundió en el asiento a su lado.

—Fui estúpido y tonto y estaba tan enfadado que no podía ver con
claridad, así que me emborraché como una cuba. Tomo pésimas decisiones
cuando estoy tan borracho, cariño.

Holland se puso de pie.

—No voy a hablar de esto.

—Tenemos que hacerlo.


No tenían que hacerlo. Negó con la cabeza y se alejó, escapando al balcón
para tomar un poco de aire fresco. Su cuerpo se sentía rígido, cada músculo
tan tenso como una cuerda de arco. ¿Cómo sobreviviría estando encerrada
con él durante días? ¿Semanas?

El aire fresco no ayudó. El aire goteaba humedad. Y estar en el balcón sólo


le recordaba la forma en que él la había tocado una vez aquí. De hecho, no
podía olvidar lo que se sentía al tener sus manos sobre ella. Dax era un horno
en la cama. Emitía tanto calor que no necesitaba una manta, sólo su cuerpo
envuelto alrededor del de ella. No recordaba ningún momento en el que se
hubiera sentido tan segura. Tan amada.

Se frotó en un punto justo encima de su pecho. Se sintió apretado. El dolor


no desaparecía.

—Holland, no podemos ignorarlo para siempre.

Naturalmente, no le dio ni un segundo a solas.

—Mírame.

—Siempre fuiste testaruda.

—Dime algo, Dax. ¿Habrías vuelto si no hubieras encontrado esa pista en


el caso de tu padre? —Sabía la respuesta, pero quería oírla de él. Nunca
habría vuelto. No habría vuelto a hablar con ella.

Se movió a su lado, apoyándose en el balcón de hierro forjado.

—Con el tiempo. Tal vez no tan pronto, pero sí. Habría vuelto.

—Mentiroso. Nunca me habrías perdonado.

—Estaba enfadado, lo admito. Pero incluso cuando estaba muy enfadado


contigo, seguía sabiendo que eras el centro de mi mundo. Lo has sido desde
el día en que te conocí. Eras la chica de mis sueños entonces. Cuando pensé
que me habías traicionado, te convertiste en mi pesadilla. Pero estaba
centrado en ti. Amarte, odiarte, no cambió el hecho de que eras y siempre
serás todo para mí.
Holland cerró los ojos. Dulces palabras... pero no estaba segura de creerlas.

—No importa. Seguí adelante. Supe cuando te dejé ir que era el fin de
cualquier relación que tuviéramos.

—¿Lo sabías? —Se giró hacia ella, asomándose acercándose con la luz de
la tarde—. ¿En serio?

Se obligó a enfrentarse a él.

—Sí, Dax. Lo supe en cuanto recibí la llamada.

—Entonces, ¿por qué te involucraste con un hombre al que sabías que


nunca podrías amar o casarte si realmente te habías alejado de mí?

Se había hecho esa pregunta muchas veces, pero no iba a admitirlo ante él.

—Me gustaba Chad. Nos movemos en el mismo mundo.

—Policía. —Dax se burló—. Eso no significa nada. Si a ese niño bonito le


importa más su historial de arrestos que su gel para el pelo, me comeré mis
caquis para la cena. Conozco a los de su tipo. Los tenemos en la marina.
Quieren ser oficiales por el privilegio que les da. Lo ven como un trabajo
corporativo y empiezan a ascender.

—¿Y tú no, capitán?

—Me parto el culo por mi país y mis hombres. No soy estúpido. No me


voy a mover mucho más arriba de donde estoy ahora. Puede que consiga un
barco mejor porque soy muy bueno en mi trabajo, pero después del escándalo
con mi padre mi nombre es una mierda.

Probando así su punto.

—Por lo tanto, estamos trabajando para limpiar su nombre para que puedas
alcanzar tu destino, almirante Spencer. Siempre he sabido que ahí es donde te
dirigías.
—Sabes mucho sobre mí, ¿eh? ¿Sabías que estaba listo para dejar la
marina ese día?

—Tonterías. Sé que dijiste eso, pero dudo que realmente lo hubieras hecho.
—No pudo haber sido en serio.

Simplemente asintió con la cabeza.

—Había tomado la decisión de que tener una familia contigo era más
importante que mi carrera. Decidí llamar a Zack y pedirle un trabajo, ya que
podrías transferirte fácilmente a D.C. No quería terminar como nuestros
padres. Necesitamos estar juntos todos los días, todas las noches.

¿Realmente decidió eso? ¿O este pequeño discurso era algo que había
inventado para atraer a la romántica en ella para poder meterse de nuevo en
su vida? No podía seguir este camino con él otra vez. La última vez había
dolido demasiado.

Tenía razón al temer el poder que él podía ejercer sobre ella. Al crecer,
temía ser como su madre solitaria y enferma de corazón que había esperado
toda su vida adulta por un hombre. Después de que Dax dejara Nueva
Orleans, Holland se había convertido en esa mujer. Sólo él podía darle la
vuelta al derecho y al revés.

—Ya no importa —insistió.

—Sí que importa. Quiero que me digas lo que realmente viste en Chad
Michaels. —Apretó las palabras entre sus dientes mientras se movía,
invadiendo su espacio—. ¿Por qué saliste con él?

—Me sentí atraída por él.

—Eso es una mentira. —Se movió, forzándola a dar un paso atrás—. Sé el


tipo de hombre que te atrae, y no es un tipo metrosexual que se hace pasar
por hombre. Inténtalo de nuevo.

No quería jugar este juego con él y aún así no podía forzarse a alejarse. Si
no tenía cuidado, algo se abriría paso entre ellos. Holland se sentía impotente
para detenerlo. Su lado racional parecía haberse apagado. Su lado más suave
estaba más que dispuesto a jugar al antílope con el león al acecho de Dax.

—Me sentía sola.

Negó con la cabeza mientras se movía de nuevo.

—Nunca antes te había importado eso.

Iba a hacer que lo admitiera. En voz alta. Sospechaba que ésta era la
versión de la terapia de Dax. Chad la habría llevado a la oficina de un
psiquiatra caro donde ella habría discutido sus sentimientos durante 50
minutos. La terapia de Dax implicaría algo más físico.

De alguna manera, pensó que la metodología de Dax sería mucho más útil.

Tal vez tenía razón. Tal vez necesitaban sacarlo a la luz. Tal vez
necesitaban ser honestos el uno con el otro de una vez por todas.

—Salí con él porque no me importaba una mierda, Dax. —Retrocedió de


nuevo hasta que su espalda golpeó contra la pared y no tenía otro lugar donde
escapar.

Dax no dejó de acercarse a ella. Se movió hasta que sólo unos centímetros
se interpusieron entre ellos. Su pecho casi rozaba sus senos. Cuando lo hizo,
¿podría sentir lo duros que estaban sus pezones? Cuando sus caderas se
apretaran contra las de ella, ¿sentiría su calor y sabría que estaba mojada y
lista para él simplemente porque estaba cerca?

Sabía que debía hacerlo, pero no podía obligarse a alejarlo más.

Estaba equivocado. Ella había estado sola. Chad le enseñó que nadie podía
llenar el vacío excepto Dax.

—Por fin, estamos llegando a alguna parte. —Levantó la mano, con los
dedos rozando su cabello—. Sabías que no podías amarle. Dime cómo lo
supiste.

Lo miró a los ojos, casi perdiéndose en sus profundidades. Había tenido


frío durante mucho tiempo. Pero no hoy. No en este momento.

Entre tratar con Chad, estar tan cerca de Dax, y hablar con Gus por primera
vez en años, se tambaleó en un precipicio emocional. Sólo un pequeño
empujón la lanzaría. Entonces podría dejar ir el terrible pasado y el sombrío
futuro. Podía olvidar la pena y la angustia y lo que podría haber sido durante
unas horas en los brazos de Dax. Podría hundirse en él. Por supuesto que no
era para siempre. Sabía cómo terminaría esto, pero si esta vez entraba con los
ojos abiertos, podría conservar un trozo de su corazón.

—Ya sabes por qué.

Bajó la cabeza, sus frentes se tocaron.

—Necesito escucharlo.

—Eres un bastardo. —Quería que la besara para no tener que admitirlo. Si


él tomaba sus labios con los suyos, presionaba sus cuerpos, ella podía olvidar
todo excepto lo bien que se sentía estar con él.

—Sí, lo soy. Pero eso no cambia nada. Necesito escuchar las palabras de ti.

A ella no le importaban sus necesidades, pero no estaba segura de poder


pasar un segundo más sin su beso. Su desesperación subrayaba todas las
razones por las que debía correr tan rápido como pudiera. Simplemente no
podía negárselo.

—Sabía que no podía amarlo porque él no era tú.

El alivio y el triunfo consumieron su expresión. Acunó su cara como si


fuera algo infinitamente precioso y quebradizo.

—Así es como yo también me siento. Para mí, siempre has sido tú.
Siempre serás tú.

Se inclinó, su boca descendiendo sobre la de ella. Por primera vez en años


su cuerpo cobró vida. No podía esperar para envolver sus brazos alrededor de
su cintura y arrancar la camiseta de sus vaqueros. No para quitársela de su
cuerpo. Eso podía esperar, pero necesitaba sentir su piel bajo las palmas de
sus manos, caliente y viva.

Había soñado con él muerto muy a menudo. Después de esas pesadillas,


cerraba los ojos, odiando el hecho de que estuviera todavía a kilómetros de
ella, despreciando el hecho de no poder tocarlo y asegurarse de que estuviera
todavía en algún lugar ahí fuera. Su ruptura había sido como una muerte,
matando algo en lo profundo de su alma que ella creía que se había ido para
siempre. Tocarlo ahora se sentía como un despertar. Holland sabía por
experiencia que el amor que ella le daba podía estar lleno de tanta belleza y
placer. También podía causar un dolor inconmensurable.

Apartó ese pensamiento. Tendría tiempo para decidir su futuro más tarde.
Por ahora, todo lo que quería era deleitarse con lo bien que se sentía al estar
presionada contra él, abierta a su toque.

Dax profundizó el beso, su lengua deslizándose a lo largo de su labio


inferior y rogando por su entrada. Holland separó sus labios para él. Sí, el
caso terminaría eventualmente y ella estaría sola de nuevo. Pero durante unas
semanas, podría ser su amante, y atiborrarse del placer que él podría darle.

Dejó que sus manos se deslizaran por los fuertes músculos de su espalda, y
Dax gimió contra su boca. Él presionó más profundamente, dejándola sentir
cada parte de su pasión. Nunca se había contenido o fingido con ella. Siempre
le hizo saber cuánto poder tenía Holland sobre su cuerpo.

—Dios, te he echado de menos, cariño. He extrañado todo de ti. Quiero


tocarte en todas partes, recordarme lo hermosa que eres. —Susurró las
palabras sobre su piel—. Quiero saborearte de nuevo. No es posible que
sepas tan bien como recuerdo.

Su cuerpo se movió con el de él instintivamente, como si nunca se


hubieran separado. Dax deslizó sus manos para acariciar su trasero. Ella se
arqueó más cerca.

—Déjame llevarte a la cama —le ofreció—. Juro que todo tendrá sentido
por la mañana. Ya lo verás.

No estaba segura de eso, pero también sabía que no tenía la fortaleza para
rechazarle.

Holland le miró, temiendo que se arrepintiera. Pero ya no le importaba.


Acomodó su cuerpo contra el suyo y asintió con la cabeza.

—¡Abajo! —gritó otra voz—. ¡Tirador! A las tres en punto.

Los ojos de Holland se abrieron como platos cuando un disparo chasqueó


en el aire.
Capítulo 14
Dax se movió en cuanto oyó la voz. ¡Abajo! ¡Tirador! A las tres en punto.
A su derecha.

Apretó los brazos alrededor de Holland y la empujó hacia abajo, a su


izquierda, justo cuando la bala pasó por delante de ellos.

Alguien les estaba disparando desde el tejado de enfrente, y le habían


pillado sin su arma. Desde que se dio cuenta de que la muerte de su padre
había sido parte de un complot más grande, no había estado sin un arma de
algún tipo en su cuerpo. Siempre estaba listo para defenderse, no sólo a sí
mismo, sino también a sus amigos y a su familia. Pero cuando estaba con
Holland, se olvidaba de todo menos de ella.

—¿Estás bien? —Cubrió su cuerpo con el suyo.

Dax había tratado de llevarse la peor parte de la caída, pero estaba seguro
de que Holland se llevó alguna raspada.

Asintió con la cabeza.

—Pero tenemos que entrar. No tenemos mucha cobertura aquí.

La había llevado al fondo del balcón donde sería más difícil que el
pistolero los viera, pero ella tenía razón.

Sonó otra ráfaga de disparos, y él los giró de nuevo, exponiendo su espalda


y usando su cuerpo para protegerla. Dax se puso tenso, esperando que la
sensación de una bala lo atravesara.

—Tenemos que movernos —susurró Holland—. Escucho dos tipos de


disparos. Uno es de una pistola y el otro de un rifle. Creo que quien tenga el
arma de mano nos está cubriendo. Pero tenemos que entrar y ahora.
Tenía razón. Definitivamente había dos tiradores, y uno les había avisado.
Era bueno saber que no tenían dos bastardos armados con el asesinato en
mente tras ellos.

Se puso de rodillas.

—Quédate cerca de la pared. Nos moveremos tan rápido como podamos.


Cuando entres, mantente abajo y lejos de las ventanas.

—Mi arma está en la barra. Puedo llegar a ella con una mínima exposición.
Encuentra tu teléfono y llama a la policía —dijo ella con calma.

Su chica era buena bajo fuego.

—No creo que traer a la policía aquí sea un problema.

Los turistas gritaban en las calles de abajo al darse cuenta de que la gente
intercambiaba disparos. El Quarter se convirtió en un caos en minutos,
haciendo muy fácil que el asesino se colara entre la multitud y desapareciera.

Dax se arrastró por el balcón y dejó entrar a Holland primero. Todavía


podía oír gritos y disparos intermitentes, pero ahora el dulce sonido de las
sirenas se unió a la mezcla.

Abrió a empujones la puerta del balcón y entró a la fuerza. Para cuando se


cerró de golpe detrás de él, Holland ya había recuperado su SIG y se dirigía
hacia la puerta principal.

—No creo que sea una gran idea, cariño. —Sabía que ella quería salir y
buscar a la persona que les había disparado, pero no tenían ni idea de a quién
buscaban.

Holland se detuvo en la puerta, con la mirada perdida.

—No puedes esperar que me quede de brazos cruzados. Tengo que


averiguar dónde estaba el gilipollas. Podría haber dejado algo atrás.

—Creo que primero deberíamos averiguar quién nos advirtió. —La voz
había sido profunda, pero él apostaría lo que fuera a que había venido de una
mujer—. Además, la policía está en camino. Tendremos que hacer una
declaración.

De repente, escuchó un estrépito. El vidrio se rompió a su alrededor. Dax


se volvió hacia las ventanas del balcón. Mientras las cortinas se incendiaban,
comenzó el horror. Alguien había arrojado un cóctel molotov por la ventana.

—Los archivos —dijo Holland, abriendo los ojos como platos.

Dax ya podía sentir el calor mientras sus finas cortinas se quemaban y la


alfombra se incendió. Corrió a por los archivos mientras otra botella pasaba
por el balcón y se añadía a las llamas. Podía oír más disparos pero no
importaba, nada importaba excepto sacar a Holland. Cogió uno de los
portátiles y la carpeta de archivos, dejando todo lo demás atrás.

—Vamos —ordenó, consciente de que tenían que escapar a la calle para


evitar el fuego... donde no tendrían donde esconderse.

Holland cogió su bolso del sofá y se lo echó al hombro. Eso les daría un
arma extra. Sería para Dax.

Tomó su mano y entrelazó sus dedos. No había forma de que la perdiera.

—La puerta de atrás lleva a las calles. A menos que tengan a alguien en lo
alto del edificio o esperándonos, deberíamos poder salir y tomar una de las
calles laterales del Quarter. Podemos contactar con la policía desde allí.

Ya tenía su móvil en la mano. Una de las grandes cosas de salir con


Holland Kirk era que cuando los imbéciles trataban de asesinarlos, podía
desviar su atención lo suficiente como para pedir ayuda porque su mujer
sabía lo que hacía. Ella tomó la delantera, asegurándose de que el pasillo y la
escalera estuvieran vacíos al comenzar el descenso.

Llamó a la caballería. Sólo se necesitó un tono de llamada para que Connor


respondiera.

—¿Qué pasa, hermano? ¿Holland está demostrando ser terca? Eso espero,
porque Lara y yo tenemos una apuesta en esto. En realidad, yo tengo una
apuesta. Me dijo que era desagradable e inhumano apostar por la vida
amorosa de un amigo.

Bien por Lara.

—No hay tiempo. Alguien nos disparó e incendió el apartamento de


Holland. Necesito una casa segura. Nos vamos de la ciudad y llamaré cuando
sea seguro. Haz los arreglos de transporte para nosotros también. —
Desconectó la llamada y se metió el teléfono en el bolsillo.

—Deberíamos ir a la comisaría —dijo Holland.

—Me estoy replanteando la participación de la policía de NOLA, cariño.


Sólo dos grupos saben que estoy en la ciudad: la policía y tu equipo.

Su mandíbula se apretó cuando llegaron a la puerta trasera de su edificio.

—Crees que alguien de uno de los equipos trabaja para la mafia y


probablemente tengas razón. Ambos equipos también sabían que yo tenía las
fotos. Uno de ellos tiene que ser el responsable de esto.

Mientras Dax asomaba la cabeza afuera, maldijo.

—Maldición. Tú toma las nueve y yo tomaré las tres.

Holland asintió con la cabeza, y ambos irrumpieron en la calle, él girando a


la izquierda y asegurándose de que nadie les disparara desde esa dirección, y
ella previniendo lo mismo por la derecha. Cuando lo que les rodeaba se veía
despejado, él tomó su mano de nuevo.

—Dirijámonos hacia Canal Street. Podemos encontrar un bar y esperar


hasta que Connor llame.

Holland apretó los dientes, como si la idea de correr la molestara. Pero


deslizó su arma en la parte trasera de sus vaqueros y la escondió con su
camisa, asintiendo con la cabeza.

—Está bien. Tengo que enviarle un mensaje a mi tío, de lo contrario


pondrá una orden de búsqueda y captura en mi trasero.
Lo último que necesitaban era que la policía les persiguiera. Oh, alguien de
la policía puede ser, pero no necesitaban que fuera oficial.

—Está bien. Vámonos.

Dax le apretó la mano y se perdieron entre la multitud mientras las sirenas


llenaban el aire.

Mientras salían del Quarter, Dax tuvo que preguntarse por la mujer que les
había avisado a gritos de que se movieran.

Su identidad era un misterio, pero uno que él pretendía resolver.

***
Holland frunció el ceño al mensaje de texto cuando Dax salió de la
autopista y se dirigió directamente a la zona de los pantanos.

Preocupado por ti. Llámame cuando puedas. Y cuida tu espalda. El


problema es seguir a tu antiguo novio a todas partes. No se puede confiar
en él.

Su tío. Se las arregló para convencerlo de que no enviara un equipo


SWAT, a por ella pero él no estaba convencido de que estuviera a salvo. Por
supuesto, como parecía que se dirigía al territorio de la Liberación, tampoco
estaba segura.

—¿Sabes a dónde vas? ¿Estás seguro de que aquí es donde Connor nos dijo
que nos escondiéramos? —Porque acababa de ver un caimán holgazaneando
en la carretera y eso no le dio una sensación de calidez.

Dax sonrió como si todo esto fuera una gran aventura.

—¿Qué pasa, chica de ciudad? ¿No puedes manejar algunos bichos? Creí
que te habías criado en Nueva Orleans.

—Exactamente. Nueva Orleans. Me crie en la ciudad, no en el pantano. Mi


tía siempre me dijo que el pantano era para caimanes, turistas que querían ser
comidos por caimanes, y criminales que sabían que nadie quería pasar el rato
con caimanes. ¿En cuál de esas categorías entra tu amigo?

En todo caso, los labios de Dax se curvaron más hacia arriba.

—Cae en la categoría de loco hijo de puta.

—Estás muy feliz para ser un hombre que huye.

Dax volvió a mirar a la carretera encogiéndose de hombros.

—No diría que estoy feliz. Sólo estoy contento de que vayamos a resolver
esto. Ahora que estamos solos, vamos a concentrarnos.

—¿Concentrarnos? ¿Crees que no me he concentrado? He pasado años


tratando de resolver este maldito misterio.

—¿Qué tal esto, entonces? —dijo él—. Soy optimista porque estamos
juntos. Somos un buen equipo. La última vez que trabajamos juntos en un
caso fuimos tan buenos que la mafia rusa nos persiguió.

—Y eso fue una gran ventaja. —Él se estaba irritando y aun así ella se
encontró sonriéndole.

—Llámalo como quieras, pero somos perfectos juntos.

Dax se concentró en la carretera de nuevo y ella se quedó en silencio.


Probablemente no debería estar de acuerdo... pero lo estaba.

Los minutos pasaron mientras ella miraba el pantano iluminado por la luna.
Rayos plateados iluminaban las aguas tranquilas del pantano. De vez en
cuando se reflejaba la luz en los ojos de las criaturas. Se estremeció.

—¿Podemos hablar de nosotros ahora? —preguntó Dax en voz baja.

No estaba preparada, aunque había empezado a creer que en algún


momento podría ser capaz de hablar de eso con algo más que sarcasmo y
cinismo.
—Todavía no.

Se quedó callado por un momento, el único sonido entre ellos el traqueteo


del Jeep contra el pavimento.

—Está bien. Hablemos del hecho de que alguien nos advirtió hoy. ¿Alguna
idea de quién pudo ser?

Holland había oído lo mismo que él.

—Era una mujer. No lo sé. Era caótico y no gritó después de eso. Por lo
que puedo decir, ambos estaban al otro lado de la calle de mi edificio.

—¿Por qué tendrían dos agentes enfrente de nosotros y por qué uno
vendería al otro?

Era una pregunta que se había estado haciendo a sí misma.

—No creo que estuvieran juntos. Uno de los edificios de enfrente es dos
pisos más alto que el otro. Quienquiera que nos avisara debe haber tenido la
mejor posición estratégica. Sospecho que se había colocado en ese edificio
más alto. Le disparó varias veces, apuesto a que con la pistola. El tipo con el
rifle estaba justo enfrente de nosotros, así que su posición elevada estaba más
cerca de mi ventana. Por eso le fue fácil tirar esos cócteles molotov en mi
casa. Para entonces, la competencia de disparos había cesado.

—Obviamente no estaba allí para matarnos.

—De acuerdo. Ojalá hubiera podido verla. Desafortunadamente, todo eso


de correr por nuestras vidas se interpuso en el camino. Es exasperante.

Lo era. La inquietaba el hecho de haber sido tan vulnerable, que no una


sino dos personas la habían estado observando. Si Dax no hubiera estado allí,
se habría ido en una persecución en caliente. Con él a su lado, tenía que
pensar en algo más que más que en sí misma y su orgullo.

Se había sentado tranquilamente en el bar de uno de los hoteles más


grandes entretanto le enviaba un mensaje a su tío y trataba de averiguar quién
les habría avisado. Mientras esperaban el Jeep que Connor había gestionado,
se dio cuenta de que su única preocupación en ese momento no era ella, su
apartamento o incluso los archivos.

Había sido Dax.

Al final del día no importaba lo dura que fuera. Era una chica estúpida por
naturaleza. Todavía estaba tontamente anhelando un chico. No, un hombre.
Podía confiarle su vida, pero no su corazón.

—Según las instrucciones, ya no estamos lejos —dijo Dax al volver a


girar, esta vez por un camino de tierra de un solo carril tan estrecho que los
árboles rozaban los lados del Jeep como si se extendieran para arrastrarlos
hacia la espesa oscuridad del pantano. Dondequiera que se dirigieran, estaba
aislado.

—¿Mencionó tu tío cuánto se perdió del edificio? —preguntó Dax.

—La buena noticia es que el departamento de bomberos llegó allí


rápidamente. El tío Beau cree que no hay daños estructurales reales. Estaba
allí cuando llegaron los bomberos, y firmó todo el papeleo por mí. Va a
enviar a un ingeniero para asegurarse. Se mantendrá en contacto por correo
electrónico, pero en algún momento querrá verme.

—Démosle un día o dos.

—¿Cómo está tu madre? —Era mucho más fácil hablar de la familia que
del tema tabú. Aún no habían hablado de ese beso o del hecho de que si algún
imbécil no hubiera empezado a disparar, muy probablemente se hubiera
rendido ante Dax en el balcón. Habría abierto bien las piernas sin una palabra
de protesta y le habría dado la bienvenida en su interior porque no le había
importado nada en ese momento excepto estar cerca de él.

—Hasta ahora, todo bien. Intenté que se fuera a D.C., pero está siendo
obstinada.

Todos los Spencer eran testarudos. Parecía que estaba en su ADN.

Finalmente, un edificio apareció a la vista, iluminado por las luces gemelas


del Jeep. No pudo distinguir muchos detalles en la oscuridad circundante,
pero al menos no era uno de los pequeños campamentos de pesca que
salpicaban el pantano. Parecía una cabaña lo suficientemente grande como
para vivir en ella. La puerta se abrió y salió alguien que no había visto en
años.

—¿Ese es Connor?

Dax detuvo el Jeep y apagó el motor con una sonrisa en su cara.

—El imbécil no me dijo que ya estaba aquí.

—Tal vez salió esta tarde.

Dax negó con la cabeza.

—No. Probablemente ha estado aquí desde que llegué a Nueva Orleans,


esperando el momento en que necesitara refuerzos.

Saltó del Jeep. A la luz de la luna, vio a Dax señalar con el dedo a su
amigo, acercándose. Entonces los dos hombres hicieron esa cosa de abrazo
varonil y golpear la espalda del otro.

Connor había venido hasta aquí porque no dejaría a Dax sin refuerzos.
¿Cuándo fue la última vez que tuvo un amigo así? Probablemente Joy.

¿O había alejado a otra verdadera amiga porque la mujer era la hermana de


Dax? Dejó de lado ese pensamiento y salió del Jeep. Con Connor aquí, estaba
firmemente en el mundo de Dax de nuevo y tendría que recordar que no
estaban realmente solos. Sólo ella lo estaba. Él estaba rodeado de gente que
lo amaba. Holland los había perdido hace mucho tiempo.

Incluso cuando salió del vehículo, vio a Connor medirla. El mejor amigo
de Dax siempre había sido sombrío, la oscuridad para su luz. Dax siempre
parecía soleado mientras que Connor obviamente prefería las sombras. A
veces pensaba que habría sido más fácil si se hubiera enamorado de Connor.
Ese hombre nunca la habría presionado más que para pasar un buen rato en la
cama.
Se preguntaba cómo era su esposa. Era difícil imaginarlo casado.
Probablemente ella era tan oscura y sin emociones como Connor.

—Holland —dijo él, asintiendo con la cabeza en su dirección.

—Hola, Connor. —Sí, iba a ser una reunión incómoda todo el tiempo,
pero, ¿qué esperaba? Los amigos de Dax habían pasado años odiándola por la
forma en que lo había lastimado. Sólo porque ella tenía buenas razones no
significaba que pararan—. Si me has reservado una habitación, me iré y me
pondré cómoda mientras vosotros dos os ponéis al día.

Un leve indicio de sonrisa arrugó la boca de Connor.

—Eso tendrá que esperar. Mi esposa decidió hacer la cena. Lo siento


mucho. Espero que hayas comido antes.

¿Su esposa estaba aquí? Así que tendría que aguantar a una chica fría como
el hielo a quien probablemente le enseñaron a odiarla en cuanto la viera.
Increíble.

—No es tan malo —dijo Dax—. Es sólo que es comida muy vegana.

La puerta se abrió y salió una delgada figura. Lara Sparks llevaba un


brillante vestido veraniego, su pelo oscuro en un recogido desordenado de
rizos en su cabeza. Incluso con la luz tenue, podía ver que la mujer tenía unos
enormes ojos azules.

—¡Holland! —La pequeña Lara se acercó a ella con una sonrisa y la


abrazó, con la cabeza apoyada en el hombro de Holland—. Me alegro mucho
de conocerte. Eres como la pieza que falta en la familia.

Holland miró a Connor, totalmente sorprendida por su cariñosa novia


vegetariana.

Simplemente se encogió de hombros.

—Sí, déjala que se desahogue. Es una abrazadora.

La cabeza de Lara se levantó y se volvió hacia su marido.


—Los seres humanos necesitan afecto físico, y después de todo lo que ha
pasado Holland, probablemente necesite un buen abrazo, especialmente ya
que ha estado exiliada durante tanto tiempo por un crimen que no cometió.

—Ella estaba en Nueva Orleans. Nadie la envió lejos —señaló Connor.

Lara dio un paso atrás.

—Ella es el laúnico amor verdadero de Dax.

—Oh, yo no diría eso. —Holland no quería engañar a Lara.

—Tiene razón —dijo Dax con un guiño—. He aprendido que Lara tiene un
profundo conocimiento de las personas que la rodean. Creo que por todo el
yoga que hace.

Lara miró entre Holland y Connor con el ceño fruncido.

—Connor, ¿no quieres darle un abrazo a Holland para darle la bienvenida a


la familia?

Holland negó con la cabeza.

—Ya ha dicho hola. Estamos bien.

La cara de Connor mostró la sonrisa más abierta que jamás había visto en
el hombre. Se adelantó, y antes de que Holland pudiera protestar, la rodeó
con sus brazos.

—Nunca discuto con mi esposa. Siento que haya pasado tanto tiempo,
Holland. Pero eres una tonta que debería haber pedido ayuda hace tres años.

—¡Connor! —protestó Lara.

Holland se rió y le devolvió el abrazo, sintiéndose mejor de lo que se había


sentido siempre.

—Tú eres el tonto, Sparks.


Él asintió con la cabeza y dio un paso atrás.

—Tal vez. Definitivamente no debí haber escuchado su culo borracho


cuando afirmó que eras el diablo. Adelante, Kirk. Traje un poco de whisky.
Sentémonos todos y tomemos un trago y pensemos qué diablos vamos a
hacer. Oh, y puedes conocer a Freddy.

Lara asintió con la cabeza.

—Dame un minuto. Necesito asegurarme de que no está en posición de


tiro. —Volvió corriendo a la cabaña—. Freddy, está bien. No son federales.
O extraterrestres. Sólo Dax y su único y verdadero amor. —Una voz baja y
masculina retumbó antes de que Lara volviera a hablar—. Vale, es una
especie de federal, pero de las buenas. Sí, hay una buena clase, señor. Hay
bondad en todo el mundo, maldita sea. Bueno, está bien, tienes razón. No hay
nada bueno en los Reticulanos Grises.

Connor suspiró.

—Lo siento, dejamos que Freddy viera un documental sobre antiguos


alienígenas. Ahora se dedica a las abducciones. Tendrás que perdonarlo. En
realidad es bastante brillante.

—Es un maldito maníaco —dijo Dax—. Y voy a tener una charla con él
sobre su paranoia.

Holland se quedó afuera con Connor.

—¿De verdad me disparará? Porque ya me ha pasado una vez hoy.

—Freddy, no. Yo tampoco lo haré. Lo siento, Holland. Debí haber seguido


mis instintos.

—¿Tus instintos?

—Cuando Dax me dijo lo que habías hecho, mi primer pensamiento fue un


“joder no”. Debí haber seguido ese pensamiento, pero tenía miedo de hacerlo.

—¿Miedo? —¿Connor tenía miedo de algo?


—Porque Dax ya estaba casado. —Respiró hondo y miró fijamente al
agua. La cabaña estaba a unos seis metros del pantano. Podía ver lo que
parecía un muelle y un barco al final del mismo—. Me preocupaba que si
descubría que tenía razón, tendría que decirle que había jodido toda su vida.
Y la tuya.

—Estoy bien, Sparks —mintió—. Hice lo que tenía que hacer, y he hecho
las paces con ello.

Connor se burló.

—Estás tan llena de mierda... No se dará por vencido, sabes. Te ha echado


de menos.

—Estuvo casado con Courtney durante dos años, así que cuestiono esa
evaluación.

Esa verdad era la píldora más difícil de tragar. Dax no se había despertado,
se dio cuenta de que había cometido un error colosal y se divorció
rápidamente. Había permanecido casado con Courtney hasta que la mujer le
dejó.

—Estaba avergonzado. Su decisión de quedarse con ella fue más por ti que
por otra cosa. No quería parecer tonto o como si no pudiera seguir adelante.
En el fondo creo que decidió que si no podía tener a la mujer que quería,
podría intentarlo con otra persona.

Si Holland hubiera podido haberse retirado del escenario, las acciones de


Dax tenían sentido. Pero no pudo.

—Ya no importa.

—Sí, importa. Habría estado de acuerdo contigo en esto hace unos meses.
Le habría dicho a Dax que siguiera adelante y encontrara a alguien más si
tuviera que casarse y hacer lo de la familia. Pero se me ocurrió algo.

—¿Qué es?

—La gente no es intercambiable. Sólo hay una Lara en el mundo entero.


Ella es la única que podía... No lo sé. —Se encogió de hombros—.
Completarme. Sólo decir eso me hace sentir como si tuviera un nivel de
estrógeno discernible, pero es verdad. Dax no puede seguir adelante porque
eres la única mujer en el mundo para él. Lo has sido durante mucho tiempo.
Recuerdo el día que te conoció. Me llamó y me dijo que había conocido a la
futura señora Spencer. Le dije que estaba loco. Pero tenía razón.

—Dudo seriamente que sea la única mujer para él, Sparks. Se siente
culpable por no haber luchado más hace tres años. Pero yo no quería que
luchara. Hizo exactamente lo que yo quería y no me arrepiento. —Incluso
mientras decía las palabras, Holland sabía que se estaba mintiendo a sí
misma, pero no podía dejar sus sentimientos al descubierto ante Connor o
Dax o nadie. No podía decirle a nadie cómo lo lamentó—. No estuvimos
juntos durante mucho tiempo. Fue breve e intenso, y después de todo, fue
bueno que rompiéramos porque no habría funcionado.

Excepto que Dax había dicho que iba a dejar la Marina por ella. Holland se
habría mudado felizmente a D.C. si él hubiera estado allí.

Pero no estaba y el tiempo había pasado. Ahora ella sabía lo que


significaba estar sin él, y no podía permitirse enamorarse de Dax otra vez.

—Si tú lo dices. Pero debes saber que Dax es muy bueno para conseguir lo
que quiere, y no hay duda de que te quiere a ti.

—¿Y si te dijera que sólo voy a utilizarlo? Me acostaré con él y lo sacaré


de mi sistema. Y al final de todo esto, me iré. —Lo pensó durante todo el
viaje hasta aquí. No estaba segura de poder alejarse físicamente de Dax. El
calor entre ellos era demasiado fuerte. Tal vez si cedía, se daría cuenta de que
su memoria era defectuosa. No podían estar tan bien juntos como ella
recordaba.

La ayudaría si Connor le dijera a Dax que se alejara de ella. Dax podría


escuchar a su mejor amigo.

Connor sonrió.

—Esta vez voy a seguir mi instinto, Kirk. Puedes decir todo lo que quieras,
pero entonces lo amabas. Puedes decirte a ti misma que lo estás sacando de tu
sistema, pero lo amas ahora. Eso es todo lo que importa. Eres el tipo de mujer
que entrega su corazón una vez. No volverá a suceder. Oh, puede que te
engañes a ti misma creyendo que podrías estar contenta con otra persona.
Podrías salir con otro tipo y dormir a su lado, pero cuando se trata de
comprometerte de verdad, no podrás. Siempre dirás que no porque en el
fondo, siempre estarás esperando a Dax. Como descubrió ese policía.
Apuesto a que quiere estrangular a quien sea que subió ese vídeo a YouTube.
Entremos y veamos qué reciente horror ha creado mi esposa con tofu.

Holland vio como Connor entraba, preocupada de que sus palabras


resultaran demasiado ciertas.
Capítulo 15
Dax se echó hacia atrás mientras Freddy señalaba una pizarra. Al parecer,
una de las primeras cosas que Lara había hecho cuando Connor aseguró este
lugar hace unos días fue establecer una sala de conspiración. La cabaña
pertenecía a un rico hombre de negocios que había donado mucho a la
campaña de Zack, y estaba ansioso por permitir a cualquiera de los amigos de
Zack usar su pequeña cabaña en el pantano, como explicó Connor. Dax se
preguntaba si el tipo estaría tan ansioso si pudiera ver cómo se usaba su
guarida.

Había pizarras, notas adhesivas y papeles pegados que cubrían lo que solía
ser una habitación encantadora. Dondequiera que Dax miraba a lo largo de la
lejana pared había alguna nota o pensamiento de Freddy.

—Así que crees que Joy fue asesinada para asegurarse de que Zack ganara
las elecciones. —Holland estaba sentada en el suelo, con las piernas cruzadas
y su pelo rubio sostenido por un lápiz que había metido en su moño.

Dax supuso que era práctico, pero todo lo que hizo fue hacerle querer tocar
la suave piel de la nuca. Podía pasar su nariz por ella, llenando sus pulmones
con su olor antes de besarla. Holland temblaría y entonces él podría acercarse
a ella.

Él era tan condenadamente sexi... Ni siquiera podía concentrarse en el caso


porque sólo podía concentrarse en el hecho de que tendrían que compartir
una habitación. La cabaña sólo tenía dos dormitorios y un sofá. Freddy había
explicado que rara vez dormía en una cama, así que estaba feliz de quedarse
con el sofá.

—Sí, creo que por eso Joy Hayes fue eliminada. He teorizado varias
razones por las que la misma gente querría matar al almirante también —
explicó Freddy.

En los últimos meses, el tipo había puesto algo de músculo.


Aparentemente, huir de los agentes del gobierno y perderse en las
profundidades de los Apalaches había hecho maravillas con el físico de
Freddy. Parecía un soldado de las fuerzas especiales, con la única excepción
del pelo largo que mantenía en una cola.

¿Holland miraba a Freddy porque el tipo estaba loco, o porque creía que
estaba bueno?

Porque Dax estaba bastante seguro de que estaba más bueno que Freddy. Y
cuerdo. Prácticamente.

—Creemos que sabía algo—dijo Holland con una sonrisa en dirección al


paranoico.

Lara asintió y se puso al lado de Freddy.

—Claro. La única pregunta es, ¿qué? Dax, ¿eres consciente de que tu padre
tenía varios artículos sobre la muerte de Joy Hayes encima en el momento de
su arresto?

Eso hizo que Dax se sentara derecho y se centrara en algo más que en sus
celos.

—No.

—Está en el informe policial —dijo Freddy.

Holland frunció el ceño.

—Recuerdo que cuando arrestaron a tu padre, registraron el contenido de


su maletín cuando lo procesaron. Según ese informe, tenía diez páginas de
artículos del New York Times y del Washington Post en su interior, fechados
unos días antes. ¿Cómo puedes estar seguro de que los artículos eran sobre
Joy?

—El número de páginas concuerda con el que habría arrancado del


periódico. Reconstruí los artículos principales, los uní y encontré una teoría.
Es una conjetura, pero me siento muy seguro de ello —dijo Freddy con un
guiño.
—¿Así que crees que la mafia rusa se enteró de este viaje y le tendió una
trampa? —Durante la cena, habían repasado lo que habían descubierto el día
anterior.

Freddy había confirmado que las fotos no habían sido tomadas en el mismo
lugar o momento que la policía creía. También había escaneado una de las
fotos en el ordenador y se las arregló para aislar los números en un reloj
brillante en el fondo. Según la declaración de Amber Taylor ante la policía, el
incidente con el almirante había ocurrido entre las siete y las diez de la noche,
mientras que el reloj de las fotos mostraba las dos y doce de la madrugada.

Dax le había entregado el resto de las fotografías a Freddy. Puede que el


antiguo vecino de Lara estuviera loco, pero era bueno.

—No necesariamente —dijo Connor. —Puede que simplemente haya sido


el lugar más fácil para drogar a tu padre y preparar la situación. Necesito
saber por qué estaba en Londres antes de poder decidirme.

—Volveré a la ciudad mañana y hablaré con mi madre. —Tendría que


hacerlo. Su madre era la única que podía recordar.

—Bien. Pregúntale si sabe algo sobre una conexión entre tu padre y la


madre de Zack —dijo Lara.

—¿Constance Hayes? —preguntó Holland, obviamente sorprendida. Se


dirigió a Dax—. Se conocían, ¿verdad? Fueron a la escuela juntos durante
años.

Dax se rió. Qué poco entendía de sus vidas.

—La madre de Zack no era exactamente del tipo que se presentaba en el


fin de semana de los padres. La mitad de las veces su padre tampoco lo logró.

—Y cuando llegaban las vacaciones de verano, ponían a Zack en algún


programa académico de verano o lo dejaban con una niñera. Perdón, creo que
la llamaban acompañante. La mayoría de las veces contrataban a abuelas,
pero recuerdo que ese verano teníamos 16 años, alguien la cagó y contrató a
una estudiante universitaria. —Connor asintió a Dax—. Ah, el gran
encubrimiento. Me quedé con Dax y convencimos a sus padres de que
íbamos a pasar una semana en Nueva York con Gabe y Mad.

Holland sonrió.

—Quien estoy segura que decidió decirle a sus padres que lo pasaban con
vosotros. ¿Y Roman?

—Se suponía que estaba de becario en Crawford Legal —admitió Dax—.


Todos fuimos a la playa y convencimos a la estudiante universitaria de traer
algunas amigas. Buenos tiempos, hombre. Bueno, para todos los demás. —
De repente se dio cuenta de que no debía seguir contando esas historias con
tanto entusiasmo—. Sólo estaba allí por la cerveza.

—Yo también. —Connor le dio el visto bueno. —Pero los otros chicos
montaron una orgía.

Lara gimió y le tiró una almohada a la cabeza de su marido.

—Qué promiscuo. Me voy a la cama, donde no tendremos sexo. Tal vez


nunca.

Los labios de Connor se curvaron con una sonrisa lobuna.

—¿Quieres apostar?

Las mejillas de Lara se calentaron.

—No. Tú haces trampa.

—Por supuesto que sí. —Siguió a su esposa cuando ella corrió hacia el
dormitorio—. Os veo por la mañana.

Freddy suspiró.

—Así que pregúntale a tu madre sobre cualquier conexión entre tu padre y


Constance Hayes.
Dax apenas podía recordar una vez que los dos hubieran estado en la
misma habitación... excepto cuando interrumpieron su primer beso con
Holland.

—¿Alguna razón en particular de por qué?

Holland se levantó y se puso en el sofá a su lado. Le tomó todo lo que tenía


para no acercarla.

—¿Crees que estaba en Inglaterra por ella?

—La madre de Zack llevaba muerta unos cinco años para entonces. —De
repente se dio cuenta—. Mierda. Pero ella murió en Inglaterra. Y su nombre
estaba en esa lista. Me pregunto si mi padre sabía lo de la lista de muertes.
¿Has encontrado sentido a los otros nombres de allí?

Freddy dejó su marcador y se estiró.

—Estoy trabajando en ello. Algunos de los nombres son rusos, y uno o dos
murieron justo cuando Natalia se fue a trabajar con la familia Hayes. No es
fácil conseguir documentos soviéticos de hace casi cuarenta años. Podría
llevarme un par de días, si es que todavía existen. Tengo una red en marcha.
Es cuestión de resumirlos. El ruso que conozco es un poco susceptible. Lo
último que oí fue que pensaba que Putin iba tras él, así que probablemente se
esconda en Siberia.

—¿No es Siberia a donde envían a los disidentes? —preguntó Holland.

—Sí, esconderse a plena vista, hombre. Así es Oleg. Eso y beber mucho
vodka. Voy a ir a la ciudad a recoger algunas cosas. Hay un Walmart que
funciona toda la noche a unos dieciséis kilómetros de distancia. Necesito
papel de aluminio. ¿Quién no tiene papel de aluminio? Me hace preguntarme
sobre el dueño de esta cabaña. ¿Puedo llevarme tu Jeep? Vine caminando.

Dax le tiró las llaves porque no estaba seguro de si Freddy había venido
caminando desde la parada del autobús o del transporte que había elegido, o
si se refería a que había venido caminando literalmente desde la Costa Este.
—Claro, hombre.

—Volveré. Oh, y puede que haya puesto algunas trampas alrededor de la


casa. No deberías ir muy lejos. Buenas noches.

Dios mío. Dax rezó para que Freddy no hubiera puesto minas terrestres.
Pero el loco bastardo era capaz.

La puerta se cerró, y de repente se quedó solo con Holland y con unas mil
preguntas. Literalmente. Estaban rodeados de pizarras cubiertas de preguntas.
Pero la que más quería que le respondieran no estaba en ninguna parte de la
pared.

—¿Crees que alguna vez me perdonarás?

Holland se puso de pie abruptamente.

—Ya lo he hecho. No hay nada que perdonar, no realmente.

—Me casé con Courtney.

—No estábamos juntos en ese momento. Eras perfectamente libre de


casarte con quien quisieras.

Ese tenía que ser su orgullo hablando. Y su miedo.

—Te elegí a ti. Maldita sea, Holland. Te elegí a ti, no a ella. Fue un terrible
error del que me arrepentí en cuanto estuve sobrio. —No pudo explicarle lo
vacío que se sintió cuando se dio cuenta de lo que había hecho.

—Debes haber decidido que no fue un error tan terrible ya que no te


divorciaste de ella inmediatamente.

Por lo menos estaban hablando de ello.

—Courtney y yo lo discutimos. Yo quería hacerlo, pero la prensa había


captado la historia y no quería avergonzar más a mi familia. Fue una
estupidez, pero el orgullo era todo lo que tenía en ese momento. Y tenía que
proteger a mamá y a Gus. Así que Courtney y yo seguimos casados. Me
embarqué una semana después. Te perdí. Y estaba muy enfadado.

Fue la peor época de su vida. Después de perder a su padre y creer lo peor


de él, Holland parecía haberle traicionado. No había sido capaz de llenar el
hueco en su corazón hasta que recientemente se dio cuenta de que ella nunca
quiso hacerle daño.

—Podría haber sido capaz de tragarme eso durante seis meses, no dos años
—señaló Holland.

—Y estuve en el mar casi todos esos días. Era fácil olvidar que estaba
casado. Le di dinero y le dejé que comprara un apartamento en el que pasé
exactamente dos noches. ¿Intenté que funcionara? No, en realidad no. Podría
haber pensado que lo hacía en ese momento, pero me estaba engañando a mí
mismo. Sabía que no funcionaría por la misma razón que tú sabías que no
funcionaría con Chad. Ella no era tú.

Holland negó con la cabeza, mordiéndose el labio mientras su mirada se


alejaba.

—No creo que podamos volver atrás.

—Entonces sigamos adelante. —Cerró la distancia entre ellos, sin querer


separarse de ella ni un minuto más—. Lo que pasó está en el pasado. No nos
define. Sólo sé cuánto te necesito ahora. No puedo respirar, te deseo tanto...
La única pregunta es: ¿tú también me deseas?

Su cabeza se levantó de golpe. Se encontró con su mirada, tanto la


incertidumbre como el calor en sus ojos.

—Siempre te he amado. Nadie me ha hecho sentir como tú, Dax. En la


cama. Fuera de la cama. Lo bueno y lo malo. Siempre eres tú.

La amargura sonaba en su tono, pero él la ignoró y eligió centrarse en lo


positivo. Si pudiera llevarla a la cama, ponerla debajo de él, podría recordarle
lo bien que podía hacerla sentir. También podría mostrarle lo mucho que le
importaba. Ella no sería capaz de darle la espalda entonces. Una vez que
estuviera de vuelta en su cama, la ataría a él y nunca la dejaría ir.
Hundió los dedos en la seda de su pelo.

—Te necesito, Holland. Mi vida ha sido un desastre sin ti en ella.

Ella negó con la cabeza pero no intentó liberarse.

—Yo también te deseo. No puedo evitarlo. En el momento en que entras en


una habitación, mi cuerpo cobra vida. Pero eso no cambia nada entre
nosotros. No arregla nada.

Ella era la que se engañaba a sí misma si pensaba que hacer el amor de


nuevo no arreglaría algunos errores entre ellos. Aceptaría esa apuesta.
Cambiaría todo para él, y sospechaba que haría lo mismo para ella.

Dax bajó la cabeza y puso sus labios sobre los de ella.

Dulce perfección. Besar a Holland era más íntimo que el sexo con todas las
demás mujeres juntas. Cuando la besaba, podía sentir que se alineaban,
comunicándose a un nivel que sabía que nunca lo haría con nadie más.

Sus brazos le rodearon, y Dax supo que la tenía. Ahora no habría balas
voladoras, ni interrupciones. Pasaría la noche con ella y tenía la intención de
que valiera la pena.

Una y otra vez la besó, recordando su sabor y la dulce forma en que se


ajustaba a su cuerpo. La aprendería de nuevo.

Con un pequeño gemido, ella cedió y tiró de su camiseta con una


desesperación que hizo correr su sangre. Dax se la sacó por la cabeza,
lanzándola a un lado. Holland pasó las palmas de las manos contra su piel y
él pudo ver la somnolienta expresión de deseo en sus ojos mientras lo miraba.
Acarició su pecho lentamente, como si se asegurara de que era real. Se obligó
a quedarse quieto pero no pudo detener el gemido que se le escapó del pecho.
Hacía mucho tiempo que no sentía su piel contra la suya. Cerró los ojos y
dejó que la sensación se apoderara de él.

Holland frotó las palmas cálidas sobre sus hombros y pectorales, trazando
las líneas de sus músculos hasta sus abdominales. Separó sus manos,
continuando su exploración un poco más abajo.

Su jadeo de sorpresa le obligó a abrir los ojos. Había encontrado su última


cicatriz.

—Es una herida de bala. —Tocó la cicatriz arrugada del lado izquierdo,
justo encima del hueso de la cadera.

Naturalmente, ella sabría exactamente qué había causado la cicatriz. Podría


encogerse de hombros y decirle a cualquier otra mujer que era una
desafortunada quemadura de cigarrillo o algo así, pero no a una mujer que
había estado cerca de las armas toda su vida.

—Nos encontramos con un pequeño incidente hace unos meses. Connor,


Gabe y yo tuvimos un pequeño encuentro con nuestros amigos rusos. La
buena noticia es que ellos están muertos y yo estoy vivo.

—De todos modos, sólo un centímetro o dos y...

La obligó a mirarle.

—No tiene sentido preguntarse qué pudo haber pasado, cariño. Yo viví.
Me las arreglé para darle a Everly, que ahora es la prometida de Gabe,
suficiente tiempo para salvarlo mientras Connor hacía el trabajo pesado. Pero
es bueno que hayas visto esto. Deberías saber la tormenta de mierda en la que
te estás metiendo si sigues investigando. No están jugando. Esto es muy real.

¿Estaba haciendo lo correcto, arrastrando a Holland a esto? Dax no podía


tratarla como una flor que se desmaya y necesita protección día y noche. Tal
vez debería enviarla a la clandestinidad con su madre.

—No te vas a librar de mí tan fácilmente. —Le miró con los ojos
entrecerrados—. Dime que no pensaste en enviarme a casa de tu madre.

A veces prácticamente podía leerle la mente.

—Nunca. Eres una ventaja. Eres inteligente y capaz y conoces este caso.
Te necesito conmigo, pero me pregunto si estoy siendo egoísta. Si algo te
pasara, no sé cómo viviría conmigo mismo.
Sus dedos rozaron la cicatriz una vez más, pero cuando levantó la vista, su
mandíbula había adquirido esa línea terca que él conocía tan bien.

—No voy a ir a ninguna parte. Este es mi caso también. Yo lo empecé y lo


voy a terminar. Y tienes razón. No podemos pensar en lo que podría haber
pasado. Tenemos que vivir en el aquí y ahora. Es todo lo que tenemos en
realidad.

Podría haber argumentado que tenían un futuro, pero ella se puso de


puntillas y presionó su boca contra la de él, su lengua se deslizó audazmente
contra la suya. Holland pegó su cuerpo al suyo, dejándole sentir la suave tela
de su blusa, las puntas duras de sus pezones. Necesitaba más de ella, quería
su calor contra él, pero no podía hacerlo aquí y necesitaba dejar las cosas
claras.

—Quiero hacerte el amor, Holland.

—Parece que no puedo decir que no esta noche.

—Perfecto. —La levantó en sus brazos y se dirigió hacia el dormitorio.


Capítulo 16
Holland estaba más allá del pensamiento lógico. Ahora mismo no le
importaba lo que había pasado en el pasado. Esta noche no. Mañana podría
reconstruir las paredes alrededor de su corazón, pero esta noche tenía la
intención de tomar todo lo que Dax le diera. No tenía la fuerza para luchar
contra él y contra sí misma nunca más.

Todos los encuentros que había tenido, aparte de Dax, habían sido
olvidables e insatisfactorios. Sólo un hombre sabía cómo manejarla. Era
peligroso para su paz mental, su alma, pero si lo hacía bien podría conseguir
lo que necesitaba sin quemarse demasiado.

La levantó en sus brazos como si no pesara nada. Cuando estaba con Dax,
podía disfrutar de su lado femenino. A menudo tenía que ser fuerte y física.
Tenía que demostrar que podía soportar su propio peso. No con Dax. Nunca
se sintió más femenina y delicada que cuando él la levantó y luego la acostó
sobre la cama que compartirían.

Era divertido. Nunca le extendería a otro hombre este tipo de confianza


física. Temía que alguien más la dejara caer, pero nunca se le pasó por la
cabeza con Dax. No la dejaría caer. Nunca.

Castigarle por su matrimonio era injusto. En el fondo lo sabía, pero no


podía dejarlo ir. Había entrado en la institución más sagrada entre dos
personas con otra mujer. Ella le lloraba mientras él estaba diciendo “sí
quiero”.

—No lo hagas. —Se detuvo en la puerta del dormitorio—. No vayas allí.


Quédate conmigo esta noche.

Un sonido del dormitorio al final del pasillo le llamó la atención. Escuchó


un gruñido bajo, seguido de una risa femenina ante los obvios sonidos de los
muelles de la cama chirriando.

—Tendrás que disculparlos. Están tratando de concebir un bebé. —La cara


de Dax se suavizó.

—Están enamorados. Es natural. Nunca hubiera pensado que Connor


pudiera amar a alguna mujer.

—Sólo a la correcta —susurró Dax—. Es así con todos nosotros.


Jugaremos, follaremos y disfrutaremos hasta que conozcamos a la mujer
adecuada, y entonces habremos terminado. Holland, déjame llevarte a la
cama. Déjame mostrarte.

Su cuerpo reaccionó a los sonidos de hacer el amor que llenaban la casa.


No sería capaz de acostarse junto a Dax y no estar con él. Fue una tonta al
pensar que podría estar en la misma habitación que ese hombre y no tocarle.

Asintió con la cabeza e intentó no pensar en el pasado.

Dax abrió la puerta y la arrojó sobre la cama, siguiéndola hasta el mar de


ropa de cama suave y almohadas mullidas. Él se incorporó lo suficiente para
abrir la bragueta de los vaqueros de Holland. El silbido de su cremallera aún
persistía en el aire cuando arrastró la tela vaquera sobre sus caderas.

—¿Sabes cuánto tiempo he estado muriendo por verte así?

No importaba lo que hicieran, el pasado siempre estaba ahí.

—¿Aproximadamente dos días?

Dax negó con la cabeza mientras desabrochaba su blusa y separaba las


mitades. La miró fijamente durante un momento antes de palmear la copa de
encaje que rodeaba su pecho con una reverencia que trajo lágrimas a sus ojos.

—Siempre. Incluso cuando estaba tan enfadado que no podía ver bien, te
quería aquí mismo. Te quería desnuda y extendida para mí. Quería mirar
hacia abajo y saber que este hermoso cuerpo me pertenecía.

—Me odiabas. —Todavía no podía soportar la idea. Sí, lo había planeado


así, empujándolo para que la viera con malos ojos. A veces seguía
empujando, tratando de medir la extensión del daño entre ellos.
Hasta ahora todo parecía unilateral por su parte, y Holland no estaba segura
de qué hacer con eso.

Dax dio un golpecito al broche central de su sujetador. En la habitación


brillaba la única luz de una pequeña lámpara de mesa y proyectaba sombras a
su alrededor, haciendo que el cuerpo de Dax pareciera aún más musculoso y
depredador de lo habitual. Se situó sobre ella, todavía con los vaqueros,
mientras la desnudaba dejándola con el sujetador y un par de bragas
transparentes. Todos sus músculos parecían tensos y en sus ojos había una
mirada hambrienta.

—Tal vez. —Apartó las copas de su sujetador a un lado, liberando sus


pechos, exponiendo sus pezones apretados—. Todavía te amaba. Quería
follarte hasta que no pudieras reunir la energía para traicionarme de nuevo.
En esas largas noches en el mar, cerraba los ojos y ahí estabas tú, extendida
debajo de mí. Me rogabas que te llevara de vuelta y me ofrecías tu cuerpo. Y,
oh, aceptaría. Te marcaría con mi piel y no podrías volver a dejar mi lado
porque todos sabrían que eres mía. En esas horas oscuras, nada importaba
más que hacerte pagar y, cariño, definitivamente me interesaba mi libra de
carne.

De alguna manera hizo que las cosas más asquerosas sonaran tan sexi.

—Esta noche no se trata de venganza.

Dax agarró un seno.

—No. Pero todavía quiero follarte durante tanto tiempo y tan fuerte que no
puedas pensar en otro hombre otra vez. Quiero ser el único hombre en tu
mente, tu cuerpo y tu corazón.

Holland no podía decirle que ya había logrado su objetivo. Incluso cuando


salía con otro hombre, no le había olvidado. Nadie lo igualaría nunca.

—Tócame. Nadie me toca como tú.

Él palmeó el otro seno.


—A nadie le importas como a mí, Holland.

Era cierto. Podía fingir que su deseo provenía simplemente del hecho de
que era muy bueno en la cama. Pero había aprendido que su pasión y
habilidad en la cama no significaban nada sin la conexión emocional que
habían encontrado.

Tal vez eso se había cortado cuando se separaron. Tal vez no volvería.

Se inclinó y su pecho desnudo se encontró con los senos de ella.

—Eres todo para mí. Cuando estaba sangrando en el edificio Crawford


después de que me dispararan, en lo único en lo que podía pensar era en ti.
No podía imaginarme morir sin verte una última vez.

La idea de un mundo sin Dax la llenó de completa negación y terror.

Holland se aferró a él fuertemente mientras su boca descendía sobre la de


ella. Dejó de lado sus reservas, sus barreras. No más hablar del pasado o del
futuro. No podía manejarlo esta noche.

En vez de eso, rodeó su espalda con los brazos para encontrar la piel suave
allí. Trazó la larga línea de su columna vertebral mientras le devolvía el beso
con todo lo que tenía. Sus lenguas se enredaron mientras sus pezones se
endurecían, pidiendo su atención.

—Por favor, Dax.

Él le mordisqueó la oreja, la sensación se abrió paso por su piel.

—¿Por favor qué?

—Bésame por todas partes. Ha pasado tanto tiempo…

—¿Cuánto tiempo? No importa. No me importa. Lo que hiciste con ese


imbécil no me importa. Sólo me importa que estés conmigo ahora. —Besó el
lóbulo de su oreja, arrastrando su lengua sobre la carne sensible allí.

Holland se estremeció. Él tenía razón. Todo lo que importaba era el aquí y


ahora. Tenía que dejar de pensar en nada excepto en lo bien que se sentía
estar en sus brazos en este momento.

La besó en el cuello, dejando un rastro de calor dondequiera que la tocara.


Le separó las piernas, haciendo un lugar para él entre sus muslos. La
rugosidad de sus vaqueros se frotaba contra sus pliegues húmedos. Sólo esas
delgadas bragas la protegían y no hacían nada para disfrazar su gruesa
erección proyectándose contra ella.

—Se siente tan bien estar aquí contigo… —Su voz baja retumbó sobre su
seno mientras el calor de su boca acariciaba la piel alrededor de su pezón—.
Como si finalmente volviera a casa.

Holland se concentró en la sensación mientras su lengua le humedecía el


pezón y trataba de no pensar en sus palabras. Eran demasiado dulces y la
arrastraron desde el ahora hacia pensamientos locos sobre el futuro.

Rodó sus caderas, necesitando la fricción para elevarse. El frenesí que


siempre sentía cuando él la tocaba, la tomaba, ya estaba empezando. Se
apoderó de ella la desesperada necesidad de sentirlo en su interior.

Pero parecía decidido a tomarse su tiempo. La inmovilizó, su cuerpo la


presionó deliciosamente en el edredón.

—¿Te vas a volver loca por mí?

—Ya lo estoy. —No podía hacerse la tímida ni fingir.

Ahora que había tomado la decisión de darle todo, no podía dejar de


tocarle. Odiaba la poca ropa que aún había entre ellos. Se sentía mal. Nada
debería interponerse entre ellos cuando estaban juntos a solas. Deberían pasar
horas desnudos y entrelazados.

—Vas a tener que esperar hasta que esté listo.

—Dax —Presionó sus caderas hacia arriba, empujando contra su dura


erección—. Te sientes listo.

—Ni siquiera cerca. —Le chupó el pezón en su boca mientras la forzaba a


bajar.

Atormentó las puntas de sus pechos, con su cuerpo exasperadamente


quieto. Entre sus piernas se iniciaron hormigueos. Mientras él le quitaba el
pelo de la cara y murmuraba su nombre, Holland se sentía peligrosamente
adorada. Dax debía saberlo, pero solo le impuso la tortura, lamiendo y
chupando, moviéndose entre sus pezones hasta que ella quiso gritar su
necesidad. Cada vez que se deslizaba hacia el borde, él retrocedía,
contentándose con un beso, una caricia, un dulce mordisco en sus doloridas
puntas.

—Por favor, Dax —jadeó, sintiéndose febril e inquieta—. No puedo


soportarlo más.

Levantó la cabeza, con los labios arqueados en una sonrisa arrogante.

—¿Qué quieres de mí?

—Tú sabes lo que quiero. —Le arañó la espalda.

—Quiero oírte decirlo.

Por supuesto que quería. Y en ese momento, ella no era demasiado


orgullosa para dejar que lo escuchara.

—Fóllame.

Dax negó con la cabeza.

—No puedo todavía. Necesito saborearte de nuevo. Otra vez. Ha pasado


tanto tiempo… No puedo seguir adelante hasta que no recuerde lo dulce que
eres en mi lengua.

Holland quería gritar de frustración, pero Dax ya se deslizaba por su


cuerpo, con su boca, besando sus senos y su vientre. Su lengua penetró en su
ombligo brevemente antes de lamer su camino hacia el borde elástico de las
bragas que se aferraban a sus caderas.

Holland observó a lo largo de su cuerpo. Él miró fijamente hacia arriba,


esos orbes color chocolate derritiéndose intensamente. Sus ojos se
encontraron. La conexión que fluía entre ellos la sacudió.

—Nunca me he quitado el sabor de tu boca. —Metió los dedos bajo la


cintura de sus bragas, tirando hacia abajo. Cuando no se movieron más,
simplemente las arrancó.

—Maldita sea, Dax. Era mis únicas bragas.

—No las necesitas cuando estás conmigo. Quiero mantenerte así. Abierta,
preparada para mí. Dios, hueles tan bien. —Metió la nariz justo en su coño,
inspirando profundamente.

Si alguien más lo hubiera hecho, ella se retorcería y trataría de liberarse o


distraerlo. No Dax. Con él, sus caderas se movían por sí solas, levantándose
para ofrecerle todo. No estaba mal que enterrara su nariz allí. Nada era
demasiado íntimo entre ellos.

Holland echó la cabeza hacia atrás. Quería esto, anhelaba la boca de él


sobre ella. Le necesitaba desesperadamente. Podía sentir lo mojada que
estaba. Su coño latía con anticipación, y era el único que podía hacer que se
precipitara en un éxtasis de gritos. Era el único que podía hacer que le doliera
el corazón.

Le separó los muslos.

—Si fuera por mí, no volverías a llevar bragas. No volverías a salir de esta
maldita cama. Te mantendría aquí mismo, siempre lista para mí. Siempre
dulce para que te pruebe. Eres mi regalo favorito.

Mientras inspiraba, sus exhalaciones calientes se esparcieron por su coño.


Holland agarró el edredón, tratando de aguantar un gemido. Pero era
imposible. Suplicó sin palabras, toda su atención se centró en su generosa
boca. Tenía labios llenos y sensuales que no deberían pertenecer a un
hombre. Ellos, junto con el resto del paquete, lo hacían demasiado sexi para
negarlo.

También era un hombre al que le gustaba oírla hablar sucio. Estaba


dispuesta a hacerlo para su placer.

—Por favor, Dax. Por favor, pon tu boca sobre mí. Lámeme. Hazme gritar.

—Oh, cariño —dijo, y su acento sureño la excitó aún más—. Puedo


hacerlo.

Bajó la cabeza y llevó la lengua hasta la vulva, arrastrándola hacia el


clítoris. Se detuvo cerca, haciendo una pausa para exhalar su aliento caliente
sobre ella otra vez. Holland contuvo un grito. Pero Dax no se rindió ni se
precipitó. Era demasiado terco y estaba decidido a hacerla pagar. Claramente
tenía la intención de extraer su libra de carne, librando una dulce guerra
usando su propio cuerpo contra ella.

No la dejaría estallar hasta que estuviera satisfecho. Y a menos que ella


estuviera dispuesta a luchar con él, no podía hacer otra cosa que ceder y dejar
que se saliera con la suya.

Finalmente, Dax arrastró su lengua sobre su clítoris, cálida y suave, y


Holland no pudo reunir la fuerza para luchar contra él ni un segundo más. Le
gustaba estar indefensa y a su merced. Tuvo que dejar de intentar controlar
las cosas entre ellos y simplemente dejarlas estar mientras permanecieran
juntos.

Holland se relajó mientras sus dedos separaban su carne resbaladiza,


permitiéndole el acceso total a su núcleo femenino. Su lengua la perforó. Tan
bueno. La intimidad, las sensaciones, se sintieron más allá de lo que ella
recordaba. ¿Cómo había olvidado por un segundo lo que este hombre podía
hacerle sentir? Más allá del mero placer, estar con Dax la golpeó en el pecho,
justo en el corazón. ¿Alguna vez había dejado de estar enamorada de él?

Era muy fría e intelectual la mayor parte del tiempo. Dada su ocupación,
tenía que serlo. Pero con Dax, no podía dar un paso atrás mentalmente. La
hacía sentir como el centro del mundo, como si fuera la única que le
importaba. Cuando estaba con él, nadie más le importaba.

Pensamientos peligrosos, pero ya no le importaba.


Su pulgar encontró su clítoris y comenzó a frotar en círculos dulces.

—Quiero que te corras para mí. Nunca he podido olvidar tu sabor cuando
lo haces.

Presionó hacia abajo mientras su lengua se clavaba profundamente en su


interior. El éxtasis se disparó y la felicidad se extendió por Holland mientras
se entregaba al orgasmo. La marea del placer hizo que su cuerpo se retorciera
y la sacudió más profundamente, dejándola despojada ante Dax y muy
vulnerable.

Incluso mientras flotaba desde lo alto de su clímax, Dax se quitó los


vaqueros y regresó, con un condón en la mano. Vio como enrollaba el látex
sobre su polla y trepaba entre sus muslos.

—Nunca me siento más hombre que cuando estoy en la cama contigo. —


Ajustó la polla a su vagina y empezó a presionar hacia adentro—. Diablos,
nunca me siento más hombre que cuando estoy contigo, cariño. Te he echado
mucho de menos. —Se movió, llenándola con un largo empujón.

Holland se aferró a él y jadeó, sintiéndose muy llena. Dios, había estado


vacía durante demasiado tiempo. Ahora no sólo se sentía llena... sino
completa.

Ella lo acercó porque él todavía estaba demasiado lejos.

—Bésame. Por favor, Dax.

—No hay nada que me guste más que eso. —Le dio su peso, su cuerpo
presionado al de ella mientras Holland envolvía sus piernas alrededor de su
delgada cintura.

Necesitaba más de él. Le agarró del pelo y lo acercó tanto como dos
personas podían estar. Las bocas se fusionaron, los senos al pecho, su polla
en su interior.

No importaba que acabara de correrse. Holland sintió que el deseo crecía


de nuevo, la necesidad aumentaba con cada deslizamiento profundo y rítmico
en su interior hasta que le arañó. Dax la besó mientras sus caderas trabajaban,
golpeando y empujando. Ella se balanceó con él, siguiendo cada movimiento
con facilidad.

Todo lo relacionado con este momento con él la dejó sin aliento. Era como
si nunca hubieran terminado la relación y nunca hubieran dejado de hacer el
amor. En esto, seguían siendo uno.

La agarró de las caderas y capturó su boca de nuevo mientras empujaba


con fuerza. Holland voló de nuevo, se aferró a él y gritó su nombre. Dax
perdió el control, sumergiéndose dentro de ella una y otra vez hasta que
finalmente se puso rígido y rugió su propio placer.

Mientras bajaban de las alturas eufóricas en una maraña de respiraciones y


extremidades empapadas de sudor, Dax suspiró de satisfacción contra la piel
de ella.

—He necesitado eso durante tres años.

Holland le abrazó pero no dijo nada porque estaba bastante segura de que
le necesitaría durante el resto de su vida.

A pesar de que el placer aún tarareaba a través de ella, tenía miedo.

***
Dax se despertó con una sonrisa en la cara.
¿Había algo que una noche de asombrosas relaciones sexuales no pudiera
curar? Estaba bastante seguro de que no. No sólo había tenido sexo con
Holland o simplemente se había acostado con ella. De hecho, habían hecho el
amor tres veces, antes de que ella cayera en un sueño agotador.

Se volvió de lado, con cuidado de no despertarla. Estaba profundamente


dormida, su cuerpo estaba acurrucado contra él. Se preguntó si sabía cuánto
se parecía a un gatito suave cuando dormía.

Aquí, cuando ella era más vulnerable, confiaba en él. ¿Qué haría falta para
que recuperara esa confianza todo el tiempo?

—¿Me estás observando dormir? —murmuró con los ojos cerrados.

No pudo evitar sonreír. Estaban en medio de una maldita investigación de


asesinato, tratando de desentrañar una conspiración que podría llegar hasta la
Casa Blanca, pero él sonreía como un loco.

—Sí.

—Rarito.

Quizás, pero era su rarito.

Dax suspiró. Podrían quedarse en la cama más tiempo. Lo que estuviera


pasando en el mundo exterior podría esperar otros treinta minutos. Además,
Connor llamaría a la puerta si algo realmente feo hubiera ocurrido.
Demonios, Connor probablemente estaba encontrando maneras deliciosas de
despertar a su propia esposa.

Esposa. Quería casarse con Holland, y lo harían bien. No más mierda de


“viaje rápido a las Vegas”. Holland y él tendrían una boda de verdad. Se
pondría su traje blanco y ella encontraría un hermoso vestido de novia. Gus
sería la dama de honor y se acostaría con todos los padrinos que pudiera.

—¿De qué te ríes? —Lo miraba con suspicacia con un ojo abierto.

Suspiró y se puso a su lado, besándole el hombro.

—Estaba pensando que Gus va a ser una dama de honor interesante.

Holland se quedó quieta a su lado.

—¿Dama de honor? ¿Quién se va a casar?

Maldita sea. ¿Alguna vez lo haría bien con ella? Se dio la vuelta, con la
cabeza apoyada en su mano.

—Nosotros.
—¿Nosotros? —Se sentó, tirando de las mantas alrededor de su cuerpo.

Lo que le dejó desnudo. Por suerte, no le importó y no hacía precisamente


frío. Había estado tibio recostado contra ella, y su polla ya se estaba
tensando.

—Con el tiempo. Lo siento, sé que no fue exactamente romántico, así que


olvida que dije algo. Vuelve a la cama.

—Estás pensando en el matrimonio.

—Por supuesto que sí, Holland. Nunca dejé de querer casarme contigo.
Eso no puede ser un secreto, así que, ¿qué pasa? Como dije, sé que no soy
muy romántico, pero no quieres que haga todo el baile loco en medio del
Quarter.

Se puso rígida, luego se levantó y se volvió hacia él.

—Nunca pedí matrimonio, Spencer.

Mierda. Volvieron a Spencer.

—Creo que pedirlo es tradicionalmente el papel del hombre.

—Nunca te pedí que me lo pidieras. —Se sonrojó, su piel se puso de un


hermoso tono rosado mientras miraba su erección—. ¿No puedes hacer algo
al respecto?

Sonrió.

—Claro que puedo si vuelves a la cama.

—Sé serio por un minuto, Dax. Acabas de hablar de matrimonio. Pensé


que había sido clara anoche.

No le gustó la forma en que se desarrollaba esta conversación. Se sentó,


tratando de ignorar su polla todavía dura.

—Sí, claramente estábamos juntos. Anoche significó todo para mí. Fue una
promesa entre amantes.

—Era inevitable porque somos muy buenos en la cama juntos. Siempre


hemos tenido una química combustible, pero no estoy lista para casarme
contigo por eso.

Su primer impulso fue arremeter contra ella por rechazarle. El dolor se


sentía demasiado familiar. ¿Esta era su forma de venganza contra él por
casarse con Courtney? Ella fue la que rompió, lo hizo a un lado. No había
confiado en él.

¿Por qué le estaba convirtiendo en el malo?

Se puso de pie y agarró los pantalones, más allá de estar listo para hablar
con ella. Después de anoche, después de todo lo que habían pasado, ¿pensó
que podía despedirlo?

Entonces la miró, la miró de verdad. Estaba allí muy orgullosa y erguida,


con la barbilla levantada y los hombros rectos. Si simplemente la juzgaba por
las apariencias, parecía fría. Pero sabía que no era así.

Una vez cometió el error de oír sus palabras pero no escucharla realmente.
Les había costado tres años.

Se negó a cometer el mismo error de nuevo.

—Cobarde.

Ella frunció el ceño.

—No seas ridículo. No te tengo miedo. Simplemente no me interesa una


cosa a largo plazo. No contigo. Ni con nadie.

Iba a tener que ser paciente con ella, pero eso no significaba que no fuera a
desafiarla. Si la dejaba, se escondería para siempre. No tenía tanto tiempo.

—¿Con nadie? Cariño, esto es sobre nosotros. Se trata de mí y de cómo te


hice daño. Podría entrar en las formas en que me heriste, también, pero eso
sería contraproducente.
—No, por favor, dime todas las formas en que te he hecho daño.

No se molestó en ponerse los pantalones. No los necesitaría. Esto no iba a


terminar de la manera que ella pensaba. No tenía ninguna intención de
rendirse.

—Me dejaste. Estar separado de ti me dolió profundamente.

—Perdóname si lo dudo. Te casaste veinticuatro horas después. —Agarró


la sábana como un escudo—. Ya no importa.

—Oh, sí que importa. —Se acercó, acechándola—. Mucho. Para los dos.

Holland dio un paso atrás con ojos cautelosos, como si se diera cuenta de
que él pretendía enfrentarse al problema de frente y derribar la barrera entre
ellos.

Dax se acercó, la necesidad y el instinto se agolpaban en su sangre. Oh,


estaba a punto de enseñarle que no pelearía limpio. Esta era la batalla más
importante de su vida y no tenía problemas para jugar sucio.

—¿Qué estás haciendo, Dax?

—Lo que debería haber hecho ese día. Debí haber escuchado mi instinto,
Holland. Te paraste ahí y me explicaste todas las formas en que me habías
traicionado. ¿Sabes lo que mis instintos me decían que hiciera?

Ella dio un paso atrás y agarró la sábana en la que se había envuelto a sí


misma. Su respuesta salió en un dulce jadeo.

—No. No lo sé.

Podía mantenerse erguida todo lo que quisiera. La verdad estaba en su


tono. Ligeramente sin aliento. Tembloroso. Y sus ojos. Las ventanas de su
alma parecían abiertas y vulnerables.

—Mi instinto me dijo que te llevara a la cama. No puedes mentirme en la


cama.
—No te estoy mintiendo. —Se echó hacia atrás otra vez y chocó contra la
puerta. Ahora la tenía acorralada. No le quedaba ningún sitio al que correr—.
No estoy preparada para pensar en un futuro contigo. Ahora no. Tal vez
nunca.

Las palabras dolían, pero él sabía de dónde venían. Tenía que ver esto a
través de sus ojos, porque su punto de vista no era el único.

Darse cuenta de eso fue como un golpe contundente en la cabeza. Si quería


amar a Holland, amarla de verdad como merecía ser amada, tenía que
doblarse y comprometerse. Gabe y Connor ya habían pasado por esto. Habían
aprendido a forzar sus propias necesidades y miedos a un lado para tratar con
sus mujeres.

En el pasado, habría salido de la habitación, herido y dolido y en busca de


una botella. Ahora simplemente se acercó a Holland porque la distancia entre
ellos no resolvía nada. No le dejó ningún espacio, simplemente presionó su
cuerpo contra el suyo hasta que lo único que les separaba era esa tonta sábana
que ella pensó que la protegía.

Nunca necesitaría ser protegida de él, pero Dax entendió por qué pensaba
que lo hacía. Ya la había atacado antes. Había tomado todo lo que tenía
sentido y lo había tirado a un lado. Ella también había tenido algo que ver,
pero él había cometido el verdadero crimen.

—No voy a ninguna parte, cariño —juró, deslizando la mano por la nuca
de ella—. Nunca más, así que no tienes que preocuparte por eso. Voy a estar
aquí hoy y mañana y todos los mañanas después de eso. El futuro se va a
cuidar por sí mismo. Y yo voy a cuidar de ti.

—No funcionará. Siempre he sabido que no puede. —Las lágrimas


brillaron en sus ojos cuando negó con la cabeza—. Ojalá pudiera.

La acercó, ofreciéndole el confort de su cuerpo.

—Entonces viviremos el momento. Si no funciona, habremos tenido este


tiempo juntos.
—No lo dices en serio —acusó, pero soltó la sábana y le rodeó la cintura
con los brazos—. Me estás diciendo lo que crees que quiero oír.

Se rió porque realmente le conocía.

—En efecto. Te lo digo porque tienes miedo, pero sé que te voy a amar
para siempre. Nunca más me iré.

Ella levantó la barbilla. Un rayo de luz entró, iluminando la tristeza en sus


ojos.

—Pero yo sí. ¿Recuerdas ese día? La boda de Joy. Dijiste que si podía
besarte y aún así alejarme, me dejarías ir. Me iré al final de esto, Dax. No
puedo hacer esto contigo otra vez. Sé que crees que puedes prometerme el
mundo, pero ya no confío en nada.

Entonces le haría confiar. Pero ahora no tenía sentido discutir, al menos no


con sus palabras.

La besó.

—Si todo lo que tenemos son los próximos días o semanas, no voy a
desperdiciarlos.

Le agarró el pecho, con la polla alargada contra la suave curva de su


vientre. Ella suspiró, con su cabeza cayendo hacia adelante sobre su hombro.

—No voy a pelear contigo. Mientras trabajemos juntos, estaré en tu cama.


No quiero pelear por eso. Pero me iré. No quiero hacerte daño, pero cuando
esto termine, nosotros también.

Dax se encargaría de eso. Tenía días para convencerla y sabía cómo


hacerlo de forma segura.

Le tomó la boca en un largo y lujoso beso. Nunca la dejaría ir. Cuando esta
misión terminara, él todavía estaría a su lado. Ella lo querría allí. Se
aseguraría de ello.

—Hice ese trato contigo hace mucho tiempo —le susurró contra los labios
—. Yo era un hombre diferente entonces. Deberías saber que esta vez pelearé
sucio. Lucharé por nosotros, Holland.

La levantó y la llevó de vuelta a la cama.

—No hay que pelear —dijo ella mientras la acostaba—. Te lo dije, seré tu
amante mientras esto dure.

Era muy terca y trataba de aguantar hasta el final. Dax intentó hacer eso
completamente imposible.

—Entonces creo que debo salirme con la mía, ¿no? Si tengo tan poco
tiempo, debería tenerte de la forma que yo quiera. Ponte a cuatro patas,
cariño. —Se movió hacia la mesita de noche donde había metido los
condones en el cajón.

—¿Qué estás haciendo? —La vacilación paralizó su voz, pero


obedientemente se dio vuelta y se puso a cuatro patas, dejando ese glorioso
trasero en el aire.

Tan jodidamente bonito. Pasó una mano por sus nalgas y bajó hasta su
coño. Ella ya estaba caliente y mojada para él. La comprobó, deslizando un
solo dedo por sus labios vaginales.

—Voy a hacerte gritar por mí. Mira eso. Ya estás a punto de caramelo.

—¿Cómo me haces esto? —Inclinó la cabeza, el pelo rubio rozando el


colchón, en señal de rendición.

—De la misma manera que tú me lo haces a mí. ¿Crees sinceramente que


ando por ahí con una erección todo el tiempo? Ni siquiera cuando era
adolescente. —Encontró su clítoris con dedos perezosos y lo rodeó,
observando la forma en que se arqueaba y retorcía—. Sólo una mujer puede
tenerme duro y listo con sólo caminar en una habitación. La mujer adecuada.
Tú.

Holland movía sus caderas al ritmo de él, maullando como una linda gatita
en celo.
—Se siente tan bien... Sé que no debería ceder, pero no puedo evitarlo.

Y eso era exactamente lo que temía. No tenía el control con él. Dax tenía
que enseñarle que eso estaba bien. Tampoco tenía el control con ella, pero
Holland era un lugar seguro. No necesitaban control el uno con el otro.
Necesitaban dejarse llevar y simplemente ser.

—¿Quieres correrte, cariño?

—Sí —gimoteó—. Lo necesito.

—Y yo necesito observarte. Me encanta verte llegar al clímax. Me encanta


cómo se siente cuando te envuelves alrededor de mi polla y finalmente te
dejas ir. No te corras todavía. No sin mí. —Alineó su carne rígida con su
entrada resbaladiza y presionó con empujes lentos y cortos.

Le encantaba lo apretada que estaba, lo bien que se sentía. No importaba


cuántas veces la tuviera, siempre tenía que luchar para entrar. Pero una vez
que lo hacía... siempre encajaban perfectamente.

La respiración de Holland se volvió superficial. Gritó su nombre mientras


levantaba sus caderas en una súplica silenciosa, ofreciéndose a él.

Dax le agarró las caderas y le dio lo que quería, hundiéndose un poco más
con cada pequeño movimiento. Ella se sentía diferente desde este ángulo y a
él le encantaba poder ver cómo la afectaba por la forma en que se agarraba a
la barandilla del cabecero, arqueaba su columna vertebral para tomar más de
él, y movía la cabeza con placer. Todo su cuerpo estaba tenso y deseoso.
Ahora no pensaba en todas las formas en que la había lastimado.
Simplemente estaba perdida en el momento con él.

La haría cambiar de opinión. Tenía que hacerlo. No podía vivir sin esta
mujer.

Te amo. Lo dijo en silencio porque aún no se había ganado el derecho de


decirlo en voz alta.

Usó sus caderas para tirar de ella hacia atrás cuando empezó a follarla en
serio. Ella no aceptaba palabras de amor de él, así que dejó que su cuerpo
hablara. La adoró, acariciándola suavemente, se inclinó para darle un beso en
la espalda y le susurró palabras en el cuello. Más de una vez, los llevó a
ambos al borde del clímax y luego los arrastró de vuelta porque quería que
esto durara. Nunca quiso que su tiempo con ella terminara.

Se mecía con él, empujando sus caderas hacia atrás y llevándolo tan
profundamente como podía. Luchó por su placer, y le excitó como nada más
podía hacerlo. En algún lugar en el fondo, como ese corazón que no quería
reconocer, también lo quería.

Cuando no pudo aguantar ni un segundo más, extendió la mano y encontró


su clítoris de nuevo, dándole un fuerte masaje mientras se adentraba aún más
en su interior.

Holland jadeó y empujó hacia atrás, los músculos de su interior se tensaron


deliciosamente.

No pudo detener la avalancha de deseo. Un cosquilleo comenzó en la base


de su columna vertebral, y luego se disparó a través de su cuerpo. Dax podría
jurar que explotó de placer. Cuando llegó el clímax, ella le dio vuelta y lo
aplastó. Con un largo gemido, él le dio todo, apretando los dientes con el
esfuerzo de sostenerse profundamente y permanecer en su interior el mayor
tiempo posible.

Cuando ya no le quedaba nada, cayó sobre ella, sin pensar siquiera en


quitarle el peso de encima. Aterrizaron en una maraña de brazos y piernas.
Estaba exactamente donde quería estar.

Y donde pretendía estar cuando todo estuviera bien, aquí con ella.
Capítulo 17
Holland todavía estaba agitada mientras se sentaba a desayunar. Por
suerte, el papel de aluminio no fue lo único que Freddy trajo con él. El
teórico de la conspiración aparentemente no creía que la carne fuera un
asesinato. Había traído medio kilo de bacon que había cocinado, para
disgusto de Lara.

Connor estuvo robando trozos de bacon a escondidas toda la mañana.

Y en todo lo que ella había sido capaz de pensar era el hecho de que Dax
había mencionado el matrimonio.

No debería permitirse ni siquiera pensar en ello, y mucho menos esperar de


nuevo. ¿Cómo se suponía que iba a confiar en él? Dijo todo lo correcto, pero
en el momento en que las fichas se agotaran, ¿se volvería a la mujer
disponible más cercana y se iría a Las Vegas de nuevo?

Le había dicho que podía perdonarle, pero ¿se estaba engañando a sí


misma? No quería ser la segunda esposa de Dax Spencer cuando él se casó
por primera vez con una actitud tan despreocupada. ¿Qué significaba
realmente el matrimonio para un hombre que podía hacer eso?

—Así que hemos tenido algunos avances de la noche a la mañana. La


mayoría porque Freddy no duerme —dijo Connor, sirviéndole otra taza de
café.

Holland estaba lista para enfocarse en cualquier otra cosa además de su


vida amorosa.

—¿No duermes?

Freddy se encogió de hombros.

—No mucho. Todo eso de las ocho horas de sueño es un mito perpetrado
por las compañías de colchones y las grandes farmacéuticas.
—Freddy desconfía mucho de las grandes farmacéuticas —reconoció Lara
—. Pero también es muy bueno desenterrando cosas que otras personas no
pueden encontrar.

—Como los registros del almirante Spencer visitando un hospital


psiquiátrico en la campiña inglesa. Solicitó registros allí —añadió Connor.

Eso hizo que se sentara derecha.

—¿Registros de quién?

—Una paciente llamada Jane Downing —explicó Freddy—. Pero sospecho


que es un alias. El hospital es conocido por ser un escondite para los ricos y
los locos. Es pequeño, con una alta proporción de empleados por paciente.
Emplean a un chef gourmet.

—¿Alguien está pensando lo mismo que yo? —Dax entró, metiéndose la


camisa por dentro. Su cabello aún estaba mojado por la ducha.

—Si te preguntas si Jane Downing era en realidad Constance Hayes,


entonces sí —respondió Holland.

No le gustaba pensar en lo cerca que estuvo de meterse en la ducha con él


sólo para sentir cómo la abrazaba de nuevo. El impulso había estado ahí.
Había pensado en invitarle a entrar en la suya. En cambio, había cerrado la
puerta con llave. Necesitaba tiempo, un poco de espacio.

—Hemos llamado a Zack —explicó Lara—. Y tenemos a Everly


intentando comprobar otros centros de rehabilitación u hospitales mentales
para ver si aparece ese alias. Sabemos que se fue un par de veces de
“vacaciones” que en realidad eran estancias en un lugar como éste. No que
ninguno de ellos lo haya aceptado.

—¿Everly? —El nombre de repente le sonó—. ¿Prometida de Gabe? Lo


siento, todavía me estoy acostumbrando a que los chicos tengan mujeres
pegadas a ellos por más de una o dos noches.

Lara sonrió.
—Everly es maravillosa y es muy buena para entrar en los sistemas
informáticos... —Se aclaró la garganta—. Quiero decir en la investigación.

Así que Gabe se iba a casar con una hacker.

—Mientras no esté pirateando el ejército, no es mi jurisdicción. Además, a


veces hay que romper algunas reglas para encontrar justicia. Todo buen
policía lo sabe.

Lara suspiró.

—Gracias a Dios.

—Dice eso porque no siempre ha sido muy honesta, ¿verdad? —Connor


miró a su esposa con el rastro de una sonrisa en los labios—. Pequeña
criminal.

—No lo soy. Todo lo que hice fue para exponer la actividad criminal —
respondió Lara delicadamente.

—Tiene miedo de que por ser una federal, la arrestes —dijo Freddy con
una sonrisa—. Creo que tenía razón la primera vez. Eres un Mulder.

—¿Soy un qué?

Lara le hizo señas con la mano.

—Freddy tiene la idea en su cabeza de que todos los empleados del


gobierno son Mulders o Smoking Men. Ha visto demasiado Expediente X.
Mulder era el que buscaba justicia, ya ves. Él era el que creía. Y Cigarette
Smoking Man era malvado, siempre involucrado en muchas cosas malas. Así
que el hecho de que te llame Mulder significa que le gustas.

Increíble. Ella le dio una sonrisa porque él era en realidad algo interesante,
de una manera extraña.

—Gracias. Me alegra que no pienses que soy del otro tipo. Entonces, ¿qué
hacemos mientras esperamos que Zack vuelva a llamar? Tengo algunas ideas
sobre cómo localizar a Peter Morgan.
Dax se sentó frente a ella.

—¿El ayudante de campo de mi padre? Pensé que todo lo que le rodeaba


era clasificado. No vamos a piratear los expedientes del personal de la
Marina. Tengo a Roman investigándolo. No pueden encontrar su dirección
actual.

—Lo sé, pero descubrí que su madre está en un asilo a menos de dos
kilómetros de Nueva Orleans. —Hizo algunas llamadas, habló con algunos
empleados. Estuvieron más que felices de decirle a una “trabajadora social”
que la madre de Peter Morgan recibía una visita semanal sin falta—. Creo
que la está viendo. Las enfermeras de la casa dicen que es su sobrino el que
pasa, pero su madre era hija única. No hace falta decir que creo que está
visitando a su madre y suele hacerlo a la misma hora todas las semanas. Lo
que sucede que es esta tarde.

Lara aplaudió.

—Vamos a vigilar un asilo de ancianos. —Se detuvo de repente y frunció


el ceño—. Espera. La última vez que hicimos eso alguien murió
horriblemente.

—Sí, ¿qué tal si te quedas aquí y vigilas el pantano con Freddy? —Connor
le dio una palmadita en la mano a su esposa—. Holland y yo vigilaremos el
asilo de ancianos y averiguaremos dónde está el escondite de Peter. No
quiero asustar al hombre, al menos hasta que estemos listos y sepamos todo
lo que queremos preguntarle.

Dax frunció el ceño.

—Iré con Holland.

Ella negó con la cabeza.

—Tienes que hablar con tu madre, averiguar si hay alguna conexión entre
tu padre y la madre de Zack.

—Hay un pequeño invento al que llamo teléfono móvil —dijo Dax.


—Creo que deberías verla. —A Holland no le gustaba la idea de que Judith
anduviera por esa gran casa con sólo guardaespaldas y su ama de llaves como
compañía—. Después de que casi nos quemamos vivos anoche, deberías ir a
verla. Hablar con ella. Pregúntale. Busca en la oficina de tu padre. Puede que
eso avive algo. Sé que han pasado años. Tal vez algo se pasó por alto.

—¿Al NCIS? Lo dudo—respondió Dax, y luego suspiró—. Pero debería


asegurarme de que todo está bien y que nadie se ha acercado a mi madre.

—Además, necesita verte. Estoy segura de que ha oído lo del incendio. —


Holland estaría muy preocupada si fuera Judith. Querría ver a Dax,
asegurarse de que su hijo está bien. Si no, no podría dormir—. ¿La llamaste
para decirle que estás bien?

Su cara se puso roja.

—Está bien. La visitaré, pero entraré discretamente. No quiero que nadie


me siga hasta aquí. Conozco una ruta indirecta para entrar. Cuando era
adolescente, Gus era muy buena entrando y saliendo de la casa. Me enseñó
bien. Connor, cuida de mi chica.

Se fue antes de que ella pudiera protestar que no era su chica.

Probablemente discutiría de todas formas.

—Así que vamos a vigilar un hogar de ancianos. Eso suena como una
pasada. —Estaría sola en un coche con Connor durante horas. Sí, nada podría
salir mal.

Connor se recostó en la silla.

—Definitivamente deberíamos llegar allí pronto. Sabes, podría contarte


algunas historias sobre Dax por el camino. Eso será entretenido.

Holland sospechó que era el código de Connor para: voy a hacerte un


montón de preguntas que no quieres responder. Suspiró. Iba a ser una tarde
larga.
***
Dax entró en la casa, el guardaespaldas de la puerta trasera asintió con la
cabeza.

—Hola, señor.

Dax extendió una mano y estrechó la del otro hombre. Era un tipo grande
vestido con un traje impecable y anodino, a pesar de que pasaría casi todo el
día en el interior. Pero así era como el servicio secreto tendía a funcionar.
Dax había catalogado al agente en el momento en que vio al tipo. Gus no
había enviado meros guardias pagados. Había convencido a Zack para que
enviara las armas grandes.

—¿Cómo han estado las cosas por aquí? —preguntó.

—Tranquilas, señor. Aunque su madre nos ganó a Bentley y a mí 50


dólares a cada uno cuando jugamos a las cartas anoche.

—Oh, no seas tonto. Era dinero falso. Nunca juego con dinero auténtico.
Para lo que sirve el dinero de verdad es para comprar zapatos —dijo su
madre mientras entraba en la cocina, con los brazos abiertos—. Ven aquí,
muchacho. Si no fueras demasiado grande te pondría sobre mis rodillas por
asustarme así.

Así que Holland tenía razón. Su madre había oído hablar del incendio en su
casa.

—Siento no haber llamado. Obviamente escapamos, pero las cosas estaban


un poco locas. No me di cuenta de que sabrías que Holland y yo estábamos
involucrados. No mencionaron nombres en las noticias.

—El tío de Holland llamó buscándote. Estaba preocupado por su sobrina.


Tuve que decirle que no tenía ni idea de dónde estabas. No es lo mismo que
cuando estás desplegado, Daxton. Tienes que llamar.

Se acercó a su madre, tirando de su delgada figura para darle un abrazo.


—Lo siento. Lo prometo. ¿Podemos hablar unos minutos? Tengo que
volver con Holland, pero deberías saber que no estamos solos. Connor está
con nosotros.

Le dio una palmadita en la espalda.

—Bueno, eso me hace sentir mejor. Es un buen hombre. ¿Vamos al salón?

—La oficina de papá es más apropiada.

Su cara se tensó.

—Oh. Esto no es una visita social.

Odiaba tener que interrogarla, pero era la única que aún vivía que podía
hablar, y quería que siguiera siendo así.

—No, mamá.

Asintió y se giró, con los hombros firmes, una verdadera belleza sureña a
punto de cumplir con su deber. Amaba a su madre. Holland le recordaba a su
madre a veces. Ella tenía ese mismo acero en su columna vertebral.

Dax se quedó en silencio mientras entraba en la oficina de su padre. Las


persianas estaban cerradas y ella se dirigió a las ventanas como para abrirlas,
pero se detuvo con un movimiento de cabeza.

En cambio, se sentó en el asiento frente al escritorio, con las manos en el


regazo.

—¿Qué necesitas saber?

Odiaba el hecho de que no pudiera abrir las persianas. No podía dejar


entrar la luz del sol en esta habitación. Cuando esto terminara, contrataría a
alguien para redecorarla, para convertirla en una habitación que su madre
pudiera volver a amar.

—Papá hizo un viaje a Londres poco antes de que estallara el escándalo.


¿Sabes algo al respecto?
—Fue una conferencia de algún tipo.

Dax negó con la cabeza, odiando tener que empañar más la memoria de su
padre y desilusionar aún más a su madre.

—En realidad no asistió a una conferencia. Creemos que se fue al


extranjero por razones personales. ¿Has oído hablar de una institución
llamada Homewood? Es un pequeño hospital en la campiña inglesa.

Ella frunció el ceño.

—¿Tu padre fue herido?

—No. Fue allí a pedir los registros de una paciente llamada Jane Downing.

—Conozco ese nombre. —Se puso una mano en la frente como si tratara
de recordar dónde lo había oído—. Downing era un apellido. Oh, ¿por qué no
puedo recordarlo? Hayes. Downing era el apellido de soltera de la madre de
Constance Hayes. Eran una familia muy refinada. De Sussex, creo.

Su madre tenía interés en la genealogía.

—¿Había un miembro de la familia llamado Jane?

—Oh, yo hice la genealogía de Zack para él cuando estabas en la


universidad. Una familia muy interesante. No recuerdo una Jane en las
últimas generaciones, aunque si la memoria no me falla, era el segundo
nombre de Constance. Tengo el árbol genealógico aquí en alguna parte.

—No es necesario, mamá. Creo que eso responde a la pregunta. —Había


entrado en el hospital con un alias—. ¿Tenía papá algún tipo de conexión con
Constance Hayes?

—¿Me estás preguntando si tu padre tuvo una aventura con ella? —Su
madre hizo un gesto de despedida con la mano—. No es una posibilidad. A tu
padre le gustaban más jóvenes y mucho menos problemáticas que Constance.
Esa mujer era un desastre. Creo que nunca la encontré cuando no estaba
bebiendo. Tenía un serio problema. Y señor, podía hablar hasta por los codos.
También, sobre las cosas más extrañas. Nunca tenían sentido. No me
sorprendió descubrir que estaba borracha cuando murió en ese accidente de
coche.

Se le erizó el pelo de la nuca. El nombre de Constance Hayes había estado


en la lista de Natalia. La gente que hablaba era silenciada en este mundo. ¿Su
accidente fatal había sido realmente un accidente? Probablemente no.
Entonces, ¿qué sabía Constance?

—¿Qué tipo de cosas?

—No recuerdo los detalles.

—Los necesito, mamá.

Ella frunció el ceño.

—¿Qué tiene esto que ver con el caso de tu padre?

Tenía que decírselo. Odiaba arrastrarla al pasado antes de que supieran


todos los hechos, pero no podía ocultárselo.

—Creo que papá estaba drogado cuando estaba en la cama con Amber
Taylor.

—¿Por qué crees eso?

—La policía tenía fotos reales de él en la cama con ella, pero parece estar
drogado. No está participando activamente y esas fotos no fueron tomadas en
el motel en el que supuestamente asaltó a la chica. Creo que fueron tomadas
en Inglaterra y usadas después para incriminar a papá porque estaba
investigando algo peligroso. —Rápidamente le dio un resumen de lo que
habían descubierto.

—¿Una lista? ¿Y todos los de la lista están muertos?

Asintió con la cabeza.

—Al menos toda la gente que reconozco. Creo que papá debió sospechar
que Constance no había muerto porque estuviera conduciendo borracha.
Cuando empezó a indagar sobre su vida y su muerte, le inventaron la mierda.
Cuando se negó a ser chantajeado, lo mataron. No creo que se haya
suicidado, mamá. Ni por un segundo. Tampoco Gus.

Las lágrimas se acumularon en los ojos de su madre.

—¿Realmente crees que no se acostó con esa niña?

Al menos pudo darle algo de consuelo.

—No. Y creo que puedo probarlo. Todo el incidente fue montado para
despojarle de credibilidad y darle algo más en que concentrarse.

Su madre inspiró estrepitosamente, pareció estabilizarse.

—Constance hablaba a veces. La mayoría de las veces era un galimatías.


No los veíamos muy a menudo, pero parecía gravitar hacia tu padre cuando
nos reuníamos. Pensé que era porque era muy guapo, pero tal vez ella tenía
otra razón. ¿Recuerdas el día de la boda de Zack?

—Vívidamente. Recuerdo que tuve que ayudar a papá a sacar a la señora


Hayes de la vista de los reporteros y las cámaras porque estaba muy borracha.

—Sí, pero no te sentaste con ella. Tu padre y yo lo hicimos hasta que llegó
su marido. Creo que le tenía miedo. En ese momento, decidimos no interferir.
Estaba tan mal que era imposible saber cuáles de sus miedos eran reales y
cuáles estaban en su cabeza.

—¿Habló de algo específico? Sé que fue hace mucho tiempo, pero


cualquier cosa podría ayudar.

—Habló de Joy. Constance estaba preocupada por ella. Al principio pensé


que estaba angustiada por el matrimonio, como si pensara que Joy no era lo
suficientemente buena para Zack. Luego dijo algo desconcertante acerca de
que Joy lo descubriera. No estaba segura de lo que quería decir exactamente.
No siempre era coherente. Pero sonaba como si algo hubiera sucedido en
Rusia. Dijo que si Joy se enteraba de lo de Moscú, la matarían. No tengo ni
idea de lo que eso significaba. También habló de cuando Zack era bebé y de
lo difícil que era. ¿Era un niño malhumorado? Constance no dijo nada más y
yo no lo entendí. Pero sí recuerdo que tu padre estaba perturbado por algo
que ella le dijo en privado.

—¿Qué fue?

—Dijo que Constance le pidió que la protegiera. Ella dijo: “Un día no me
necesitarán y me matarán”. ¿Así que realmente crees que su accidente no fue
un accidente en absoluto?

Dax negó con la cabeza.

—Empiezo a sospechar que alguien se ha tomado muchas molestias para


ocultar algo que es más profundo y que se remonta a más atrás de lo que
nunca imaginamos.

—¿Tu padre no hizo realmente daño a esa niña? Lo siento. Necesito


decirlo en voz alta.

Cruzó la habitación hacia su madre, se arrodilló frente a ella y le tomó la


mano.

—Puede que haya sido culpable de muchas cosas, pero no de esto.

—¿Y realmente crees que no se suicidó?

—No, mamá. Eso también fue una trampa.

Sus manos se apretaron en su regazo.

—Iba a divorciarme de él. Estaba muy enfadada. No sabía cómo podía ser
el hombre con el que me casé y con el que tuve dos hijos. Pensé...

—¿Qué nunca le habías conocido? Le conociste. —¿Todos estos años y se


había ahogado en preguntas sin respuesta y en la culpa?—. Iba a luchar. Me
lo dijo en una carta que nunca envió por correo. Escribió que sin importar lo
que pasara, lucharía para limpiar su nombre y salvar a su familia. No se
suicidó para escapar de su vergüenza o culpa o de su matrimonio. Iba a luchar
por ti.
Ella le apretó la mano.

—Yo lo amaba. De verdad lo amaba.

—Él también te amaba. Sé que no siempre lo demostró. Hizo cosas que te


lastimaron, pero creo que de verdad te amaba. —Dax no pudo encontrar en su
corazón el juzgar a sus padres por más tiempo. Su matrimonio había florecido
en otra época, y su funcionamiento interno siempre sería un misterio para él.
El hecho de que su padre pudiera deshonrar sus votos y a su esposa con otra
mujer aún lo hacía enfadar, pero la ira no servía para nada. Siempre había dos
lados en cada matrimonio. Lo mejor que cualquier hijo podía hacer era amar
a sus padres.

Dax juró trabajar tan duro como pudiera por su propio matrimonio y
tratarlo con la santidad que merecía.

Después de un momento de lágrimas, su madre cogió un pañuelo y se secó


los ojos.

—Pero si no le hizo daño a esa chica, ¿por qué entró en el motel con ella?

Esa era una muy buena pregunta.

—Sabes, nunca vemos su cara en ese video.

—Era su uniforme. Lo sé porque tuve que remendarlo. Había roto la


manga y le iban a dar uno nuevo, pero se quedó con las dos chaquetas que
tenía hasta que la reemplazaron. No sé por qué eligió llevar la que había que
arreglar, pero la reconocí.

—¿Alguna vez te preguntaste por qué demonios llevaría un uniforme a la


escena del crimen? Sé que estabas enfadada con él, pero dale algo de crédito.
No era tonto.

—Esa noche estaba borracho. Hacia cosas estúpidas cuando bebía


demasiado whisky.

No podía discutir con ella sobre eso.


—¿Te dejaron una copia de ese video? Sé que el abogado de papá tiene
una copia. Por casualidad no tendrás una, ¿verdad?

Suspiró.

—El abogado me dejó una caja. Estoy segura de que está ahí, junto con
todos los documentos legales. Tengo una copia de todo, aunque nunca lo he
revisado. Dax, si tu padre era inocente, tenemos que limpiar su nombre.

Apretó el hombro de su madre.

—Eso es exactamente lo que pretendo hacer.


Capítulo 18
Holland salió del coche, estirándose después de horas de estar encerrada y
de escuchar a Connor contar historias de lo increíble que era Dax Spencer.
Según Connor, Dax le había ayudado a aprobar álgebra, lo salvó de ahogarse
una vez y le dio a Zack la idea de presentarse como candidato. Holland no
estaba segura de cuándo había tenido tiempo para hacer esas cosas, ya que
aparentemente el joven Dax había pasado mucho tiempo ayudando a los
pobres y guiando a las ancianas a cruzar la calle. Oh, y Connor también había
agregado una historia sobre Dax salvando a un perro.

—Sabes, si tu espalda te da problemas, deberías ver a Dax.

Puso los ojos en blanco.

—Te dio muchos masajes en la espalda, ¿verdad?

Connor sonrió.

—¿Se me ha ido la mano?

Para ser un ex-agente de la CIA, no era muy bueno a la hora de vender a su


amigo como un potencial compañero.

—Hace mucho tiempo, Sparks. —Suspiró mientras cerraba la puerta del


coche. Parecía que Dax ya estaba de vuelta en el remoto campamento de
pesca y esperando dentro—. No estoy tan segura de que no debamos
enfrentarnos a Peter Morgan. Podría desaparecer de nuevo fácilmente.

—No lo creo —respondió Connor—. Parece bastante instalado en su casa.


Está alejado de los caminos trillados. Piensa que se ha quitado a sí mismo de
la red. Puedo prometerte que no me atrapó siguiéndolo. Sabemos dónde está.
Cuando Dax esté listo, lo confrontaremos. Pero primero necesitamos saber
qué le vamos a preguntar.

—Deberíamos preguntarle por qué entregó a un hombre inocente. —


Parecía bastante sencillo. Si hubiera dependido de ella, habría arrastrado e
interrogado al pequeño bastardo hasta que lo soltara todo.

Connor cerró su puerta.

—Quiero a Dax allí. Se merece estar involucrado en lo que sea que pase.
Sabes que recibió una bala para salvar a la prometida de Gabe hace unos
meses.

—Sí. Vi la cicatriz.

La mandíbula de Connor se apretó antes de hablar.

—Sé que crees que tienes que apartarlo, pero no tires algo bueno porque
podría ir mal algún día. Pensé que necesitaba hacerlo, pero es mejor de este
lado, Kirk. Puede sonar estúpido, pero es verdad. Da un salto. Ya lo verás. Y
si no lo haces, bueno, si alguna vez necesitas algo, acude a mí porque, seas o
no lo suficientemente valiente, siempre te amará y eso significa que siempre
te ayudaré.

Holland parpadeó, miró fijamente. No tenía ni idea de cómo manejar eso.

Connor se giró hacia la casa.

—No te quedes aquí mucho tiempo. Tenemos que ponernos al día con
Dax, ver qué puede haber averiguado y decidir cómo queremos proceder. No
podemos escondernos aquí para siempre.

No. No podían, lo que significaba que tendría que decidir qué hacer con
Dax pronto. Se iría. ¿No estaba ya tomada esa decisión?

El móvil de su bolsillo sonó y estuvo feliz por la distracción. Su tío. Sí, su


felicidad se desvaneció un poco. Respondió de todos modos.

—Hola, tío Beau.

—Holland, me alegro de que hayas decidido responder al teléfono. Creo


que deberíamos hablar.
—No tengo mucho tiempo, pero deberías saber que estoy a salvo. Estoy
con un par de hombres muy bien entrenados.

—Si estás con quien creo que estás, podrías estar en serios problemas. —
La voz profunda de su tío retumbó sobre la línea—. He investigado esta
situación y es mala. Ven y deja que te ponga en custodia protectora.

Como si fuera a dejar que eso pasara.

—Estoy bien. Lo último que necesito es sentarme en un motel barato a


comer comida para llevar.

—¿Te has preguntado por qué las únicas veces que tu vida se vuelve
realmente peligrosa es cuando ese hombre está en ella? No digo que quiera
ponerte en riesgo, pero está involucrado en algo que ninguno de vosotros
puede manejar.

—¿Qué has descubierto?

—Las balas coinciden con un arma muy específica. Encontramos tres


casquillos en la percha del asesino frente a tu edificio. Y sí, dije asesino
porque esos casquillos fueron hechos especialmente y coinciden con los
casquillos encontrados en otras tres escenas del crimen. Aparentemente son la
tarjeta de visita de este bastardo. Es una especie de asesino a sueldo europeo.
Holland, alguien está tratando de matar a Dax Spencer y a este asesino no le
importará que tú estés en el camino.

Esa era una noticia interesante.

—¿Es ruso?

Beau hizo una pausa. Holland podía oír a su tío revolviendo papeles.

—Creen que es ruso porque hace mucho trabajo para un sindicato en


particular. ¿Has oído hablar de alguien llamado Ivan Krylov? Odio a estos
extranjeros.

Había leído toda la documentación de Connor sobre los eventos en Nueva


York hace unos meses. Un teniente del sindicato de Krylov había disparado a
Dax. El mismo grupo también había estado involucrado en el asesinato de
Maddox Crawford. Se calló, sin embargo, porque esa información era
clasificada, no de manera formal, pero Connor y Dax no querían que se
filtrara.

—Lo comprobaré.

—Maldita sea, Holland. Todos estamos preocupados por ti. Sé que pediste
visitar la prisión para poder interrogar a Sue Carlyle otra vez.

Tenía que hacerlo. Desafortunadamente, uno no entra en una prisión y la


visita sin papeleo.

—No es realmente un interrogatorio. Sólo tengo algunas preguntas de


seguimiento.

—Está muerta —dijo, con un tono plano—. La encontraron en su celda


colgada de las sábanas de su cama hace unas semanas. No dejó ninguna nota.

No era difícil imaginar que una mujer loca tuviera tendencias suicidas,
pero... maldita sea.

—¿Puedo leer los informes de su muerte? Supongo que hubo una autopsia.

—Claro. Ven a la oficina y te dejaré leer todo lo que tengo.

¿Así podría ponerla en custodia protectora? No, gracias.

—Envíame el informe por correo electrónico, por favor.

Su tío suspiró.

—¿No has notado que la gente alrededor del capitán Spencer y sus amigos
mueren? Su amigo Connor estaba visitando a una mujer en un asilo hace unas
semanas cuando este mismo asesino aparentemente asesinó a la mujer con la
que estaba hablando.

Natalia Kuilikov.
—No sabía que era el mismo asesino que va tras Dax. Por supuesto, no
sabía que ningún asesino iba tras Dax. Puedo decirte que estás preocupado,
pero no puedo dejar pasar esto. Tal vez la presión se apartaría de Dax si la
policía de NOLA abriera oficialmente una investigación sobre la muerte del
almirante. Si empezamos a iluminar esto, las alimañas volverán a las
sombras.

—O hará que maten a mis hombres.

Estaba muy frustrada con él.

—Dejé que me convencieras de no hacerlo una vez, pero tengo que


preguntarte... ¿Por qué demonios te convertiste en policía? ¿Para alejarte en
el momento en que una investigación se vuelve peligrosa? Esa es la
naturaleza de nuestro trabajo. Nos arriesgamos para que los ciudadanos de a
pie no tengan que hacerlo. Servir y proteger, tío Beau. Es para lo que estamos
entrenados y tú me dices que no haga ninguna de las dos cosas.

—Te estoy diciendo que crezcas y dejes de ser tan malditamente ingenua
—gruñó—. ¿Sabes por qué me hice policía? Porque era eso o que me
disparasen en el maldito ejército. No voy a hacer que me maten a mí o a mis
hombres porque tu novio metió las narices donde no corresponde. Dile que se
vaya de mi ciudad y que vuelva a D.C. donde pertenece. ¿Sabes qué? Se lo
diré yo mismo. Y, Holland, será mejor que te replantees tu posición, porque
va a hacer que te maten.

La línea se cortó abruptamente y ella miró fijamente su teléfono. Su tío


nunca le había hablado así. Nunca.

—¿Estás bien? —Dax estaba de pie a no más de tres metros de ella, su


gran cuerpo iluminado por el sol de la tarde.

Se metió el móvil en el bolsillo.

—Estoy bien. Podemos cancelar nuestro viaje a la prisión.

Sus ojos se cerraron brevemente.


—Entonces, Sue Carlyle está muerta. ¿Suicidio?

—Aparentemente. —Había llegado el momento de elegir un bando y darlo


a conocer—. Probablemente el sindicato Krylov organizó la escena, como lo
hizo con tu padre. Mataron a tu padre y ahora intentan matarte a ti.

Él se acercó, y cuando la rodeó con sus brazos, ella no lo apartó.

—Siento que esto esté causando problemas entre tú y tu familia.

—No pasa nada. Todo lo que importa es averiguar lo que pasó y lo que
estos criminales quieren. —Se dejó empapar por el calor de su cuerpo.

Dax retrocedió, tomando su mano.

—Me alegra que digas eso, porque creo que Freddy encontró una pista.

—Bien. —Se volvió para seguirlo, cuando algo le llamó la atención. Se


detuvo, mirando por un momento a la tierra cercana. Había llovido antes,
haciendo visible una sola huella en el lado más alejado del camino de tierra
que habían recorrido—. ¿Ha estado alguien aquí?

Se acercó sigilosamente para inspeccionar. Connor había aparcado cerca de


la línea de árboles para dar a Dax espacio en el estrecho camino en caso de
que necesitara salir en el Jeep.

Tal vez no era una huella. Maldita lluvia. Podría ser cualquier cosa. Estaba
siendo paranoica.

—Creo que todos hemos estado fuera. —Dax miró hacia el lugar que ella
examinó. —Cariño, está tan embarrado que no estoy seguro de lo que es.
¿Quieres que Freddy lo vea?

—No. Sólo tenemos que tener cuidado. Y tal vez deberíamos entrar. —Ella
tomó su mano, llevándolo hacia la cabaña. De repente, estar al aire libre la
hizo sentir expuesta—. ¿Todos han apagado el localizador de sus teléfonos?

—Sí. Freddy se aseguró. La verdad es que alguien que realmente quiera


rastrear una llamada puede llevarle a la torre de telefonía móvil más cercana,
por otro lado todavía tendrían una búsqueda en sus manos. Campamentos
como este están a lo largo del pantano.

—Sí, antes rastreamos al ayudante de tu padre hasta uno, aunque no es tan


bonito como este. —Echó un vistazo a su alrededor cuando entraron. —¿Te
he dado las gracias por no insistir en que nos escondamos en una choza?

—Sí, podemos ser el objetivo de la mafia rusa, pero nunca digas que no
nos escondemos con estilo —dijo Dax con un guiño mientras la acompañaba
—. Estuve hablando con Connor sobre todo esto. Después de que tengamos
una discusión con Peter, podría ser el momento de ir a Londres. Tenemos que
ir a ese hospital y averiguar si Constance Hayes realmente estuvo allí y por
qué.

—¿Cómo lo está llevando Zack?

—A la manera habitual de Zack. Hace esa cosa en la que se queda en


silencio por un momento. Luego me agradece la información. Roman no es
mucho mejor. Traté de dejar a Gus fuera de esto, pero parece que escucha
mucho. Uno de estos días Roman va a despedirla.

Holland tuvo que reírse de eso.

—No, no lo hará. Nunca, nunca despedirá a Gus. No cuando ha hecho


tanto para mantenerla cerca.

Dax se detuvo y miró fijamente.

—¿Qué quieres decir?

Tal vez no debería haber dicho nada. Después de todo, sólo tenía una
teoría. La verdad era que no había visto a Gus o a Roman en tres años.

—Nada.

—¿Hablas de la forma en que Roman actúa como un hermano mayor


alrededor de Gus y le da un codazo, mientras la mira como un león
hambriento que quiere abalanzarse sobre un antílope? —preguntó Lara,
mirando desde su portátil.
Connor frunció el ceño, mirando a su esposa.

—Eso es ridículo. Roman y Gus tuvieron algo hace como un millón de


años. Ella no es su tipo. ¿Y quién es el antílope en esa pareja? Seguro que no
es Gus. Es una depredadora.

Dax le envió a su amigo una mirada que podría haber arrancado la pintura
de una pared.

—¡Oye, que es mi hermana!

Al menos alguien estaba dispuesto a defender a Gus.

—¿Ves a Roman con ella a largo plazo? —Respondió Connor—. Roman,


¿a quién le gustan las mujeres recatadas y elegantes?

—No, pero ella no es una depredadora. Admitiré que tiene garras, pero no
busca doblegar a Roman. —Se puso pálido al mirar a Holland—. ¿No? Por
favor, dime que no, porque estará condenada a la decepción. Roman
realmente está buscando a su Jackie Kennedy.

Se encogió un poco de hombros.

—No los he visto juntos durante años. Podría estar totalmente equivocada,
pero el aire solía crujir a su alrededor cuando estaban en la misma habitación.

—Puede que piense que quiere una Jackie, pero maldición, seguro que
mira mucho a Marilyn —dijo Lara—. Creo que vosotros dos estáis
demasiado cerca de él para verlo. Sé que pensó que estaba enamorado de Joy,
pero no lo veo por lo que sé de ella.

—¿Roman estaba enamorado de Joy? —Eso sorprendió a Holland—.


¿Tuvieron una aventura? No. No. Joy nunca habría engañado a Zack.

Dax la miró directamente.

—Y tampoco Roman. La puso en un pedestal como ejemplo de su mujer


perfecta. Ella fue amable con él. Gus no siempre es amable.
—No, pero Roman habría pasado por encima de Joy. Ella no podría haber
manejado su lado despiadado. Gus lo encontraría sexi. —Cuanto más
pensaba Holland en ello, más segura estaba de que tenía razón—. Joy habría
aburrido a Roman hasta la muerte. Dos años, tal vez menos, y luego habría
seguido adelante. Pero parece que sigue dando vueltas y sigue interesado en
Gus. —Holland sonrió al pensarlo. —Zack era definitivamente más el estilo
de Joy.

—¿Amaba a Zack? —preguntó Dax.

—Sí, pero por otro lado Joy era propensa a amar a todo el mundo. Sé que
no tuvieron el matrimonio más apasionado. Adoraba a Joy, pero era muy
callada. Prefería quedarse en segundo plano. Su padre aprobaba el
matrimonio y eso era todo. Pero seré honesta, me preocupaba que Zack le
rompiera el corazón por su secretaria de prensa. Siempre temí que tuviera una
aventura con ella porque obviamente la quería.

—Liz. —Suspiró Connor—. Sí, no tenemos que preocuparnos por eso


ahora. Zack no ha tocado a Liz, por cierto. Sigue siendo fiel a Joy, así que no
pienses mal de él.

—No lo hice. Simplemente me preocupé por Joy, pero se ha ido. ¿Por qué
Zack no perseguiría a la mujer que obviamente quería? —La respuesta la
alcanzó—. Cree que los rusos la usarán en su contra.

Dax asintió.

—Sí. Es por eso que tenemos que tratar la situación aquí tan pronto como
sea posible para poder terminar con el resto de este lío. Si Peter no puede
decirnos los quién y los por qué, tendremos que ir a Inglaterra y empezar a
trabajar desde ese ángulo. Es la única otra pista que tenemos.

—Podríamos pensar en ir a la fuente —instó Holland—. El sindicato


Krylov. Ayer mi tío encontró pruebas de que nuestro posible asesino era un
conocido asociado de Krylov. Dijo que los casquillos de bala coincidían con
el asesinato de una mujer a la que Connor visitaba en una residencia de
ancianos.
—Mierda. Así que tenemos a un profesional tras nosotros —dijo Dax en
voz baja—. Detrás de mí.

Conocía esa expresión. Era su mirada de “hombre protector”, y ella no iba


a dejar que fuera más lejos.

—No te atrevas a pensar en dejarme atrás. Mi tío ya intentó convencerme


de que me pusiera en custodia protectora. No lo haré. Puede que tenga un
útero, pero eso no significa que no sea muy buena en mi trabajo. Si no me
quieres contigo, investigaré por mi cuenta, pero tengo un interés en esto y soy
la única aquí con algo cercano a la jurisdicción real.

—Tengo autoridad presidencial —señaló Dax.

—Capitaneas un barco para tu comandante en jefe. No investigas


asesinatos ni mafias. Yo soy oficial de policía. Déjame hacer mi trabajo, Dax.

Él levantó una mano, cediendo obviamente.

—Lo haré, ya que tienes un interés en esto.

Estaba malinterpretándola deliberadamente.

—Como dije, soy del NCIS y este crimen involucró a un oficial de la


Marina.

Dax suspiró.

—Por supuesto. No esperaba que te importara una mierda nada más.

Estaba siendo obstinado.

—Estos bastardos me jodieron y jodieron a mis amigos, y no voy a


quedarme de brazos cruzados y permitir que suceda.

—Entonces ven conmigo y te mostraremos lo que tenemos —prometió


Dax.

Connor se acercó.
—En realidad voy a ir a investigar algo más. No recibiste el informe
policial del tiroteo de ayer, ¿verdad?

Casi gruñó su frustración.

—No, mi tío me dijo que la única forma de dármelo es si yo volvía. Todos


sabemos a dónde nos llevaría eso.

—Tengo algunos amigos. Veré qué puedo hacer —Connor salió de la


habitación, caminando a zancadas por el pasillo.

—Por amigos quiere decir hackers —dijo Lara con una sonrisa—. Vamos.
Freddy está usando las mismas técnicas que usó para destruir el nuevo video
de Sasquatch que salió. Está al tanto de las últimas formas de falsificar un
video.

Freddy levantó la vista de su portátil.

—Hay muchos programas de software que pueden cambiar la apariencia de


los cuadros o secuencias. Hollywood tiene unos efectos especiales geniales, y
ahora cualquier niño con una tableta puede usar la mayoría de ellos, pero no
creo que hayan usado software para arreglar los problemas con esto.
Utilizaron tecnología poco sofisticada, lo cual es en realidad
sorprendentemente efectivo.

—¿A qué te refieres?

—Mira el vídeo del almirante supuestamente entrando en la habitación del


hotel con Amber Taylor. Nunca gira la cabeza —señaló Freddy.

—Sí, por lo que no hay una identificación positiva excepto la del


recepcionista que lo registró. —Siempre le había molestado. Este video había
sido mostrado en todas las noticias. Era mucho menos condenatorio que las
fotografías, pero era la evidencia que habían publicado. ¿Sabían que las fotos
de los dos supuestamente en la cama no resistirían un verdadero escrutinio?
Si hubieran enviado esas fotos a la prensa, habrían sido analizadas hasta la
muerte y alguien probablemente habría averiguado el asunto con tiempo y
lugar.
—El testimonio de los testigos puede ser incorrecto —dijo Freddy mientras
tecleaba, y apareció una nueva pantalla—. A veces la mente simplemente no
puede recordar todos los detalles. Y... otras veces la gente es simplemente
imbécil y se puede comprar. Apostaría que ese es el caso de este tipo, Anson
King.

—¿Dónde está ahora? —Preguntó Dax.

—Murió convenientemente de cáncer unos seis meses después que tu


padre. —Freddy le envió un ceño fruncido mordaz—. Estoy seguro de que su
familia obtuvo una ganancia inesperada por su ayuda. Fue una elección
perfecta. Debido al circo mediático y a la atención de alto perfil, el juicio por
estupro contra tu padre probablemente habría durado más que los seis meses
de King. El tipo pudo haber firmado una declaración jurada, o haber sido
interrogado por la policía o los abogados, pero no lo hizo. Cualquiera de los
dos habría sido admisible en el tribunal. Pero incluso si el juez hubiera
decidido descartar el testimonio de King porque no podía ser interrogado,
todos los miembros del jurado habrían escuchado su versión de los hechos. A
menos que el juez estuviera sucio. ¿Quién sabe? Se lo concederé a estos
rusos. Son muy minuciosos.

—Lo son —Dax estuvo de acuerdo con un suspiro.

—Pero yo soy más inteligente. —Freddy nunca apartó los ojos del teclado
—. Y entiendo pequeños conceptos como las matemáticas.

—También envolvió su saco de dormir en papel de aluminio —dijo Lara,


dándole palmaditas en la cabeza como si fuera un Labrador Retriever.

—Evita que los extraterrestres se metan en mis sueños. Hacen eso, ya


sabes. Especialmente a la gente creativa.

Si Holland no les hubiera hecho volver a la tarea, Freddy podría darles una
conferencia sobre antiguos extraterrestres y el mundo de los sueños.

—¿Cómo nos ayudan las matemáticas aquí?

—Mira, quiero que esta cinta también esté equivocada. Pero mi madre me
dijo que estaba segura de que era mi padre. Dijo que reconoció la chaqueta
del uniforme. —Dax señaló la pantalla—. Ves. Es difícil de decir, pero si
miras de cerca hay un parche en el hombro izquierdo. Papá lo rompió
caminando por una zona en construcción mientras recorría una nueva
instalación. ¿Hay alguna forma de que esté drogado en este video? Lo
hicieron una vez. Podrían hacerlo de nuevo.

—No, en absoluto. —Freddy tocó el teclado y de repente aparecieron un


montón de líneas y números—. ¿Qué altura tenía tu padre?

—Un metro ochenta. Unos cinco centímetros más bajo que yo.

—Sí, eso es lo que yo también le pongo —respondió Freddy—. Saqué


fotografías de él de Internet. Este software en particular puede examinar
matemáticamente una fotografía.

—Analiza las relaciones espaciales y asigna altura y a veces peso a un


objeto —explicó Lara—. Incluso a los humanos. ¿Ves las líneas? Toma
medidas de los objetos, los compara con objetos relativos, y usa eso para
determinar el tamaño de las personas y los objetos a su alrededor.

—He visto esto antes. —Holland se inclinó, examinando la pantalla. Era


una geometría muy simple, pero podía explicar muchas cosas que el ojo
humano no podía entender—. ¿No necesitas un punto fijo y conocido?

—Sí. —El dedo de Freddy tocó la máquina de refrescos a la derecha de la


pareja—. Esa es una máquina estándar. Todas tienen las mismas
dimensiones. Lara llamó a la compañía y consiguió las especificaciones de la
máquina. No han cambiado en cinco años.

—Esta máquina en particular fue instalada unos tres meses antes de que se
tomara esta foto. —Lara miró sus notas—. Ese otoño el propietario firmó el
contrato. Así que sabemos con certeza cuál es la altura y el ancho de ese
equipo.

—De acuerdo con las matemáticas, este hombre mide exactamente 1,80
metros —dijo Freddy con una sonrisa.
Holland sintió cómo se le retorcían las tripas.

—Igual que el almirante.

—No lo entiendo. Si esto fue una trampa... —Todo el cuerpo de Dax se


había tensado.

Holland le puso una mano en la espalda y lo sintió suspirar ante su toque.

—Vas a explicarme cómo es que esto es algo bueno. ¿Verdad, Freddy?

—Cuéntales sobre la relación torso-pierna—animó Lara.

Volvió a tocar el teclado y apareció una foto de su padre, vestido de pies a


cabeza con pantalones y una camisa abotonada, con un cinturón alrededor de
la cintura. Había sido fotografiado sonriendo y saludando.

—Conseguí esto de las redes sociales. Bien, cuando mido de la cintura a


los hombros de tu padre, calculo que hay unos 45 centímetros desde la
cintura a la parte superior de su cabeza. Tu padre tenía piernas ligeramente
más largas que el torso. Sus piernas medían aproximadamente treinta y nueve
centímetros. Lleva mocasines, así que creo que estoy cerca.

—Está bien —Concedió Dax.

Holland pudo oír la tensión en su voz y le frotó la mano por la columna en


un gesto relajante. Se inclinó hacia ella, obviamente necesitando el afecto, y
luego deslizó su brazo alrededor de su cintura.

—Hagamos lo mismo con una captura de pantalla del vídeo. —Freddy


sacó una foto. El almirante estaba casi fuera de alcance, con todo su cuerpo
en la toma. —Así que sabemos las medidas de tu padre. Pero cuando las puse
aquí, la proporción entre el torso y las piernas está mal. ¿Ves dónde cae la
cintura natural? Las piernas de este hombre son casi seis centímetros más
largas que su torso.

—Ese no es mi padre —dijo Dax con un resoplido.

—No. —La voz de Lara se elevaba cuando parecía estar entusiasmada—.


Y tenemos aún más pruebas. Una vez que nos dimos cuenta de que podíamos
probarlo con las matemáticas, fuimos un poco más lejos. Freddy aisló la
mano en el hombro de Amber Taylor. —Sostuvo una foto impresa de los
dedos agrandados—. ¿Lo ves?

Holland miró fijamente la imagen de la mano de un hombre en la parte


baja de la espalda de la chica. La habían agrandado y enfocado en los dedos.
La mano izquierda. Se dio cuenta de lo que faltaba.

—No hay ningún anillo.

—Cariño, no creo que mi padre usara su anillo si estuviera poniendo los


cuernos —señaló Dax.

Lara levantó su mano, sacándose el anillo de bodas del dedo.

—Sólo lo tengo desde hace unas semanas. Deja una marca. Tu padre llevó
ese anillo durante décadas. Esta mano nunca ha usado uno.

Tenían razón.

El almirante Harold Spencer era inocente. Ella lo sabía, pero al ver la


prueba visible se le humedecieron los ojos y las emociones se intensificaron.
Dax finalmente podía encontrar un cierre y paz. También su madre y Gus.

—Gracias, Freddy. —Dax extendió una mano.

Freddy asintió con la cabeza.

—De nada. Esta es una conspiración realmente fascinante. Aún no lo he


descubierto, pero tengo algunas teorías. Creo que las próximas semanas serán
interesantes.

—¿Qué sabes del sindicato de Krylov? —Preguntó Holland. Si Freddy era


tan bueno con la investigación, tal vez deberían ponerlo a trabajar.

—Puedo empezar con eso. No es muy diferente de la forma en que se


organizan los Reticulianos Grises. —Freddy sacó un cuaderno—. Tengo un
amigo en la Interpol que puede ayudar.
—Necesito saber si hay un hombre llamado Sergei involucrado en esa
organización criminal —dijo Dax—. Si te encuentras con alguien con ese
nombre, márcalo.

Lara se había quedado en silencio.

—Tengo una teoría.

—¿Quién es Sergei? —preguntó Holland.

—Eso es lo que todos queremos saber. —Dax dio un paso atrás y Holland
se sorprendió de la pérdida que sintió—. Oímos su nombre por primera vez
cuando Mad le preguntó a Gabe sobre ello justo antes de morir. Entonces un
ruso que trabajaba para el sindicato no sólo confirmó que Sergei existía, sino
que este tipo misterioso estaba más cerca de lo que pensábamos.

—Y Natalia también habló de él. Bueno, lo hizo antes de que la asesinaran


horriblemente. —Lara se estremeció—. Ella lo amaba. No sabemos si era un
marido, hermano, amante, hijo... Apuesto a que tuvo un hijo con el padre de
Zack cuando vivía en Moscú y la contrataron en la embajada cuando era la
amante de Frank Hayes. Creo que Sergei es el medio hermano de Zack.

Holland gruñó. Tener un medio hermano en la Bratva podría ser un


asesinato político para Zack.

—¿Crees que van a perturbar las próximas elecciones? ¿Por qué no lo


habrían hecho la primera vez que intentaba ser elegido?

—Porque quieren que Zack sea presidente. Supongo que quieren que gaste
su capital político haciendo algo por ellos mientras tiene el poder —explicó
Dax—. Y la segunda vez, será un presidente sin capacidad de maniobra.
Como no puede volver a presentarse, puede hacer lo que le plazca. Tiene
sentido. Los rusos quieren un favor político. Tal vez así es como intentan
chantajear a Zack para que se los dé.

—Como dijiste, no tiene que presentar la candidatura. Puede anunciar


mañana que no buscará la reelección y entonces nadie tendrá nada contra él
—señaló Holland.
—Pero un hermano bastardo de la mafia rusa podría arruinar su legado. Y
eso le importa. Esta gente probablemente lo sabe. Harán un movimiento en
los próximos meses, ya que el ciclo electoral está en pleno apogeo... si no
encontramos una manera de atacarlos primero.

Finalmente entendió la complejidad de este insidioso esquema.

—Tenemos que destejer cualquier red en la que tengan atrapado a Zack.

—Sí, y son unos cuarenta años de conspiración. Si estoy en lo cierto,


Sergei no empezó esto. Sus padres lo hicieron. —Lara se sentó—. Tenemos
que encontrar una forma de detenerles. Para ello, tenemos que llegar a ellos.

—Empecemos con Peter Morgan. Él conoce a alguien involucrado con los


rusos. —Holland apostaría por eso—. ¿Cuánto tiempo fue el ayudante de tu
padre? —Algo sobre todo el asunto del uniforme le molestaba. Si el almirante
no era el hombre del vídeo, ¿quién y cómo se había apoderado de la chaqueta
del almirante?

—Cuatro años, pero antes de eso eran amigos. Mi padre confiaba en él


implícitamente —explicó Dax—. No estoy convencido de que sea digno de
esa confianza, pero tampoco he podido revisar sus registros. Fueron
clasificados cuando tomó esa nueva asignación después de la muerte de mi
padre.

—¿Zack podría encontrarlos? Nadie tiene mejor autorización que el


presidente —razonó Holland.

Incluso Lara se rió de eso.

—Zack tiene que tener cuidado. Si empieza a meter los dedos en asuntos
de la Marina, podría causar serios problemas. Sería aún peor, ya que todo el
mundo sabe que es amigo de Dax.

—Podría parecer que intentaba encontrar una forma de encubrir los


crímenes de mi padre —terminó Dax—. Tenemos que proteger a Zack.

También tenían que encontrar justicia.


—Zack no es el único involucrado en esto.

Dax buscó su mano.

—Zack es como mi hermano. Amaba a mi padre. Amo a mi madre y a mi


hermana y Zack significa tanto para mí como ellos. Es mi familia, Holland.
Me ha sacado de problemas más veces de las que puedo contar y estará a mi
lado hasta el día de mi muerte, así que no me pidas que le haga daño de
ninguna manera.

—¿Ni siquiera si eso significa justicia para tu padre?

Dax se puso sombrío.

—No.

Siempre supo que era leal a sus amigos. Aún así, su voluntad de sacrificio
la sorprendió.

—Está bien. Entonces resolveremos esto sin el poder de Zack.

—Yo no he dicho eso —respondió Dax—. Sólo dije que lo dejemos fuera
tanto como sea posible. Connor dijo que averiguaste dónde vive Peter
Morgan en estos días.

Freddy volvió a mirar su pantalla.

—Y si alguien se pregunta, Peter Morgan encaja perfectamente en la


proporción torso-pierna del hombre del vídeo si llevaba alzas. Lo cual creo
que era para parecer tan alto como el almirante. Habría tenido acceso a la
chaqueta, y nunca ha estado casado. Acepto propinas, si alguien quiere dejar
una. O papel de aluminio. Cualquiera de los dos funciona.

—Vamos a encontrar a ese mierdecilla y voy a hacerle hablar. —Dax tomó


la mano de Holland de nuevo—. Terminemos con esto.

Su corazón se hundió porque una vez que esto terminara, ellos también lo
harían.
***
Dax frenó en el estrecho camino que llevaba a la casa de Peter Morgan.
Había apagado las luces y tenía que ir muy despacio porque la niebla le
dificultaba ver el horrible camino de tierra.

—Está un poco más arriba —dijo Holland—. Realmente decidió salirse del
camino trillado. Creo que quería estar lo más lejos posible de Nueva Orleans
sin dejar a su madre. Estoy segura de que una vez que ella muera, él
desaparecerá completamente.

—Sí, tuvimos suerte. —Dax no se sentía afortunado. Se sentía fatal porque


necesitaba más tiempo con Holland. Si Peter les daba las respuestas que
necesitaban, ella podría salir de su vida tan pronto como mañana. Presentaría
todos sus papeles, le daría un beso de despedida y se iría para encontrar su
vida feliz sin él.

No podía dejar que eso sucediera.

—Es bueno saber que hasta los chicos malos quieren a sus madres —dijo
Lara desde el asiento trasero.

—Sí, aunque eso no va a salvarlo —murmuró Connor junto a su esposa,


tecleando en un portátil. —He perdido completamente mi señal. ¿Por qué no
pueden estos gilipollas esconderse en entornos urbanos? Realmente necesito
Internet ahora mismo.

—¿Salvarlo?— Preguntó Lara—. ¿Salvarlo de qué? Connor, espero que


sigas las reglas de la Convención de Ginebra sobre el tratamiento de
prisioneros.

Holland resopló al lado de Dax, algo que hacía cuando la pillaban


desprevenida y pensaba que algo era gracioso.

—No creo que Sparks recibiera ese memorándum.

—Estoy segura de que Connor es muy minucioso y a la vez gentil con sus
interrogatorios —dijo Lara delicadamente—. Entiende que se atrapan más
moscas con miel que con vinagre.

—Y nosotros atrapamos más criminales con el submarino —murmuró


Dax.

Connor gimió.

—No le hagas empezar con Guantánamo. Por favor. Prometo interrogar


muy amablemente al hombre que podría ayudar a la mafia rusa a chantajear
al presidente de los Estados Unidos. Ya está. Ves, podrías haberte quedado
con Freddy.

—Ajá, y ahí es cuando le haces el submarino al hombre. Soy ingenua, mi


amor, no estúpida. Estoy aquí simplemente como observadora —explicó Lara
—. ¿Por qué no te quedaste atrás si necesitas ese archivo que tanto quieres
recuperar?

—¿Qué archivo estás esperando? —preguntó Holland.

La mirada de Connor se iluminó, encontrándose con la de Dax en el espejo


retrovisor, como un raro rayo de luz de luna en el vehículo.

—El expediente de Natalia Kuilikov.

—¿Para qué lo necesitas? —Ella frunció el ceño.

—Quiero comprobar algo. —La mirada de Connor volvió a la carretera.

Eso sonó como la voz de su mejor amigo

—Sé algo y no quiero contarlo. —Eso puso a Dax nervioso, pero no iba a
interrogar a Connor ahora—. Dime cuándo debo aparcar. Caminaremos el
resto del camino.

—No te preocupes por Morgan —dijo Holland—. Lo he observado antes.


No está en condiciones de correr. Tiene mala salud. Se está escondiendo aquí
para no tener que correr. Cuando inspeccionamos el lugar antes, no vi un
muelle para botes. Él está sobre el agua, pero dudo seriamente que el tipo
vaya a nadar por ella.
—¿En estas aguas? No a menos que sea un suicida. —Aquí, el pantano
tenía muchas criaturas a las que no les importaba un pequeño festín humano
—. No quiero que se escape. Necesitamos respuestas.

—Las conseguiremos —prometió Connor—. Al menos conseguiremos lo


que sea que este tipo sepa. Dudo que lo sepa todo. Pero puede indicarnos la
dirección correcta.

—Quiero saber quién mató a mi padre. —Un deseo ardiente de corregir los
errores cometidos a su padre se había asentado dentro de él en ese momento,
Freddy le había dado una verdadera prueba de que su padre no había sido el
hombre que llevó a una adolescente a una sucia habitación de motel para
poder violarla. En el fondo, Dax siempre lo supo, pero ver la prueba lo centró
de una manera que no había hecho durante años.

Ahora podía volcar su desgarradora ansiedad en la mujer que amaba y


preguntarse si le dejaría para siempre después de esta noche.

Más adelante, vio la casa en la que vivía el ayudante de campo de su padre.


Peter Morgan se había retirado de la Marina recientemente, pero parecía que
no había ahorrado mucho. La “casa” era más bien una choza. Un resplandor
emanaba de una de las ventanas, así que al menos el lugar tenía algún tipo de
poder. Dax recordaba a Peter Morgan como un hombre inteligente, ambicioso
y amigable. Pensaba que Morgan no sólo era el hombre de su padre, sino
también su amigo.

Se había equivocado mucho y ahora finalmente iba a aprender algunos


cómos y porqués.

Aparcó el coche y dejó que las mujeres salieran. Cerraron las puertas en
silencio. Antes de que Connor tuviera la oportunidad de moverse, Dax se giró
hacia su mejor amigo.

—¿Qué es lo que no estás diciendo?

—Estoy comprobando algo. No te preocupes por eso. Estoy cruzando todas


mis tes y poniendo los puntos sobre las ies en esto —le informó Connor—.
Llamé a Roman antes de venir aquí. Sabe a dónde vamos y cuándo espera
que volvamos. Si no lo llamamos dentro de una hora, vendrá a buscarnos.

—¿Crees que nos están siguiendo? —Dax no había visto a nadie en la


carretera, pero confiaba en el instinto de Connor.

—Sólo estoy siendo cauteloso.

Holland golpeó su ventana y abrió la puerta.

—¿Hay algo que debería saber?

Se tranquilizó e intentó tranquilizarla.

—Connor sólo está siendo paranoico.

Holland entrecerró los ojos cuando Connor cerró su portátil, lo metió en su


bolsa y salió del coche.

—Creo que estamos siendo observados. No puedo decir por qué, excepto
que puedo sentirlo en mis entrañas. Alguien nos está siguiendo.

Connor asintió con la cabeza.

—Son buenos. En realidad no vi a nadie en la carretera, pero creo que


también están aquí.

—Deberíamos irnos, entonces —dijo Dax.

—¿Y renunciar a lo que podría ser nuestra única oportunidad?—preguntó


Holland—. Si nos vamos ahora, Peter Morgan sufrirá un oportuno accidente.
A menos que alguien aquí piense que él es una parte más grande de esta
conspiración de lo que nunca soñamos.

Dax tuvo que negar con la cabeza.

—No. Es un peón. Pero no quiero arriesgarte a ti o a Lara.

Connor le envió una mirada significativa.


—Sabes que puedo defenderme.

No había discusión en eso. Dax había visto las secuelas del “trabajo” de
Connor en el edificio Crawford la noche en que le dispararon. Había sido una
matanza quirúrgica de enemigos. Lara era un interrogante pero Connor nunca
dejaría que le pasara nada.

—Sí.

Holland frunció el ceño y sacó la SIG de su lugar en la funda.

—Yo te cuidaré la espalda, capitán. ¿Cuándo fue la última vez que


estuviste en una pelea cuerpo a cuerpo?

A veces entendía por qué Roman quería una mujer tranquila y tímida.

—Últimamente no. Gracias por el recordatorio, cariño.

—Bueno, cuando necesite a alguien para dirigir las operaciones de un


acorazado, te llamaré. Ahora es el momento de que me dejes hacer mi
trabajo. —Ella entró en su espacio.

Joder. Ninguna mujer dulce y tímida conseguiría que su motor funcionara


como lo hacía esta. Tomaría a su mujer ligeramente loca cualquier día de la
semana. Acarició los labios de Holland con los suyos.

—Muy bien. Vigila a Lara también. Es una pacifista.

—Sí, no tanto desde lo que pasó hace unas semanas —admitió Lara—. He
decidido que luchar por la vida de uno es una respuesta natural. No es que
haya traído un arma. Soy muy mala con las armas, así que si las balas
empiezan a volar, se supone que debo esconderme detrás de Connor.

—Mantendrás la cabeza baja y esperarás mis instrucciones —reafirmó


Connor en voz baja.

Lara puso los ojos en blanco.

—Es tan mandón...


Y era obvio que ella lo amaba de esa manera. Enredó sus dedos con los de
Connor, por supuesto en su lado izquierdo. Su mano de fuego tenía que estar
libre.

Holland enfundó su arma, y Dax se relajó un poco cuando ella se puso a su


lado.

—Todo va a ir bien. Quienquiera que nos siga...tenemos que averiguar


cómo nos han localizado. Estoy bastante segura de que no nos siguieron
antes.

Dax apostó a que él lo sabía.

—Alguien estaba vigilando la casa de mi madre. Intenté entrar y salir sin


que me vieran, pero si alguien estaba vigilando de cerca, podrían haberme
visto y me siguieron. Pensé que Freddy tenía trampas.

—Hay mucho terreno que cubrir y no hemos tenido tiempo de poner


cámaras —admitió Connor—. Aquí es donde un entorno urbano ayudaría.

Llegaron a la puerta principal.

—Llamaremos a Freddy cuando de nuevo tengamos señal de móvil. Le


diremos que se vaya y no regresaremos.

—Nos dirigimos directamente a D.C. —Connor estuvo de acuerdo—. Es


hora de salir de Nueva Orleans.

Dax llamó a la puerta principal de Morgan antes de que Holland pudiera


poner su granito de arena. Estaba bastante seguro de que ella le daría una
buena bronca sobre su trabajo en el NCIS y que Nueva Orleans era su hogar.
Al diablo con eso. Dax tenía la intención de ser despiadado esta vez. Usaría
todo el asunto del equipo de trabajo presidencial para mantenerla a su lado.
Sólo porque una parte del caso se terminara no significaba que ella tuviera
que renunciar. Descubrir todas las piezas y a los jugadores podría llevar un
tiempo. Necesitaban ir a Londres. También usaría eso. La mantendría cerca y
antes de que se diera cuenta se encontraría con un anillo en el dedo.
Tal vez debería emborracharla un poco. Demonios, había funcionado con
él.

El silencio cayó a su alrededor mientras esperaban. No el silencio. Nunca


había silencio en el pantano, pero podía oír el crujido de las tablas del suelo
cuando el hombre de dentro de la casa se movió.

La puerta se abrió y un rostro cansado miró desde detrás de la mosquitera.


Peter Morgan estaba vestido con su pijama y una bata, llevaba puestas unas
gafas. Había envejecido diez años en los tres que pasaron desde que Dax lo
vio por última vez. Había perdido peso. Ese tipo de delgadez denotaba
enfermedad.

—Siempre me pregunté si me encontrarías, capitán.

No necesitaba matar a Peter Morgan. Parecía que la vida estaba haciendo


un buen trabajo con eso.

—Tengo algunas preguntas.

Morgan dudó pero finalmente asintió con la cabeza.

—Por supuesto. Pasa. Tendrás que disculpar el lugar. No es a lo que estás


acostumbrado, por supuesto. El señor Sparks, supongo. Y la señorita Kirk. —
Miró a Lara—. Lo siento, querida, no sé qué papel juegas en este juego.

La mujer de Connor sonrió como si la invitaran a tomar el té.

—Lara Sparks. Estoy casada con el tipo grande que no le torturará esta
noche. Considéreme una periodista de investigación.

—Ah, trajeron un eslabón débil. Esperaba uno. —Morgan cerró la puerta


tras ellos.

—Lara no es débil —respondió Dax. Echó un vistazo a la habitación. A


pesar de su naturaleza ruinosa, estaba limpia y ordenada. Austera. A Morgan
no le gustaban las baratijas. Había un sofá y un sillón, dos estanterías y
algunas lámparas. No vio un televisor, pero un montón de periódicos y
revistas ocupaba un rincón de la mesa del comedor.
—No quise decir eso en un sentido moral o físico —aclaró Morgan,
haciendo un gesto para que se sentaran—. Quise decir que puedo apelar a sus
sensibilidades más suaves de una manera que no puedo contigo. Me culpas
por lo que le pasó a tu padre. La señorita Kirk es la encargada de hacer
cumplir la ley. Ella no verá la justicia pasada a la compasión, y Sparks...
bueno, por lo que sé, no tienes compasión.

—Ninguna. —La sonrisa de Connor habría hecho que cualquiera se


retorciera.

Lara frunció el ceño cuando se sentó en el sofá.

—La tiene. —Pero no estamos aquí para hacerte daño. Simplemente


tenemos unas cuantas preguntas.

Connor caminó por la habitación, sus ojos buscando en las esquinas.

—Muchas preguntas.

—No soy una amenaza, señor Sparks —dijo Morgan cansado, hundiéndose
en el sillón—. No hay trampas. Nunca fui un hombre violento. Siempre me
pareció divertido que terminara en la Marina. Después de dejar el mando del
almirante Spencer, encontré trabajo en inteligencia. Era mucho más feliz allí.
Era un buen lugar para mí. Yo también estaba a salvo allí.

No parecía que nadie nefasto fuera a aparecer de repente y a asesinarles,


pero Dax estaba de guardia de todos modos. A Dax no le gustaba la forma
lenta en que Connor merodeaba por la cabaña. Algo tenía a su amigo en
alerta máxima, y confiaba en el instinto de Connor.

Cuanto más rápido consiguieran lo que necesitaban, mejor.

—¿Por qué necesitas estar a salvo?— Preguntó Dax.

Morgan se echó hacia atrás en su asiento.

—Por lo que hice. Supongo que estás aquí porque finalmente has
descubierto lo que le hice a tu padre.
Holland tenía su cara de policía. Presionó un botón de su teléfono y lo dejó
en la mesa de café.

—Voy a grabar esta entrevista, si no le importa.

Morgan agitó una mano.

—Sólo si la chica dulce promete ir a ver a mi madre de vez en cuando. El


asilo está bien, pero no siempre le cambian las sábanas con regularidad. Pago
extra para asegurar su comodidad.

Los ojos de Lara se habían nublado un poco.

—Lo prometo. ¿Crees que vas a ir a la cárcel?

Negó con la cabeza.

—No, en absoluto. Me voy a morir. Si no es esta noche, entonces pronto.


El cáncer está en todas partes. Así que ya no importa si hablo o no. Soy un
miserable. Judith es miserable. Luché todos estos años para vivir y ahora no
me importa si muero, porque hay cosas peores que la muerte.

—¿Como la traición? —Gruñó Dax. No le gustaba el hecho de que este


hombre hubiera mencionado el nombre de su madre—. Mi padre te ayudó.

—Pero también engañó a tu madre. Es una mujer increíble. Él nunca fue


digno de ella. Cuando me ofrecieron una forma de mostrarle el hombre que
realmente era, la acepté.

Dax trató de reconciliar las palabras de Morgan.

—¿Me estás diciendo que le tendiste una trampa para exponerlo? ¿O para
vengarte?

—No fue realmente una venganza. Quise asustarlo. Tu padre siempre lo


tuvo todo muy fácil. Se salía con la suya en la mitad de los casos porque era
rico y estaba conectado. —La amargura salió de la boca de Morgan—. Yo era
más inteligente que él. Tenía mejores notas. Me comporté bien. A él la vida
le daba todo en bandeja de plata. Le ascendieron de rango. Tenía a tu madre.
Incluso cuando supo qué clase de hombre era, lo eligió a él en vez de a mí.

¿Morgan había arruinado completamente a su familia por celos?

—Te recuerdo durante la mayor parte de mi adolescencia. Venías a casa a


cenar. Eras amigo de mi padre. ¿Cómo pudiste hacerle esto? ¿A nosotros?
Llamaste a la Marina y enviaste el video falso.

Negó vigorosamente con la cabeza.

—No lo hice. Como dije, para mí el plan era un mero chantaje. Quería mi
parte. Estuve escondido a la sombra de tu padre durante décadas. La mayor
parte de mi vida había consistido en facilitarle las cosas. ¿Cómo crees que me
sentí cuando debería haber estado en un lugar de poder y todo lo que tu padre
me ofreció fue el puesto de un secretario encumbrado? Me lo debía.

Dax pensó seriamente en estrangular al hombre, pero era tan patético que
simplemente se sentó al lado de Holland y observó. Ella tomó su mano en la
suya, lo mantuvo en tierra.

—No entiendo cómo pensaste que chantajear a mi padre le daría una


lección.

Morgan tosió, con un sonido de cascabeleo en su pecho.

—Sabía que en el momento en que Hayes ganara las elecciones, Hal le


cantaría a todo el mundo que conocía al presidente.

—Zack es uno de mis mejores amigos. Un amigo leal —respondió Dax.

—Tu padre habló de todos vosotros a lo largo de los años. Es una de las
razones por las que la muerte de Constance Hayes le preocupaba.

Ahora estaban llegando a alguna parte.

—Hizo un viaje unas semanas antes de morir. Dijo que iba a una
conferencia.

La cabeza de Morgan tembló.


—Sí, pero fue al Reino Unido porque pensó que la madre del presidente
había sido asesinada. Después de que Joy Hayes fuera asesinada, dijo que
Constance le había dicho hace años que cualquiera que supiera moriría.

—¿Supiera qué? —Preguntó Holland.

—No lo sé. Supongo que por eso sigo vivo. —Se movió en el sillón—.
Originalmente, asumí que iba a volar a Londres para encontrarse con una de
sus putas y no quería que lo supiera porque pensó que se lo diría a Judith.

—¿Lo harías? —Preguntó Lara.

—No. Ella ya lo sabía —respondió Morgan—. Era demasiado señora para


divorciarse de Hal. No somos como los jóvenes de hoy en día. Tenemos
moral. Pero finalmente vi mi oportunidad de asegurarme de que nunca se
convirtiera en uno de los Jefes del Estado Mayor Conjunto, su trabajo
soñado. Estaba muy cerca y lo sabía. Ojalá hubiera podido ver la mirada en
su cara cuando se dio cuenta de que nunca sería nombrado.

Holland apretó la mano de Dax como si supiera que estaba a punto de


perder el control.

Morgan nunca se dio cuenta. Sólo sonrió, sus labios se curvaron en un


gruñido desagradable.

—Dios, él quería esa posición. Me dijo que podía ir con él a D.C. Después
de retenerme todos estos años, actuaba como si me estuviera haciendo un
favor. No sabes lo que es estar siempre a la sombra de alguien, no llegar
nunca a dar un paso hacia la luz.

Dax agradeció a Dios por los amigos que tenía. Nunca se inclinarían ante
los celos mezquinos o lo traicionarían como este pedazo de mierda había
traicionado a su padre.

—¿Quién se acercó a ti para chantajear a mi padre?

—Supongo que no tiene sentido ocultar la verdad ahora, ¿verdad? Puedo


decírtelo porque ya estoy muerto. ¿Sabes qué es lo gracioso? Odiaba a Hal y
lo quería. Todavía le echo de menos. Se suponía que nunca iba a terminar así.
Sólo quería ganar al menos una vez. —Morgan tosió de nuevo.

—¿Quién te contactó? —Preguntó Dax, sus palabras entrecortadas.

—Un hombre. No entendí realmente quién era hasta más tarde, y entonces
fue demasiado tarde para echarme atrás. El hombre que inicialmente me
contactó era americano, pero luego descubrí que trabajaba para un ruso. Un
nombre extraño. Kuilly…algo.

Connor se quedó quieto.

—¿Kuilikov?

Morgan señaló mientras luchaba contra otro ataque de tos.

—Eso es. Es él. Era un tipo grande y aterrador.

Esto fue lo más cerca que estuvieron.

—¿Sergei? ¿Era ese su nombre de pila? ¿Qué edad tenía?

—No, se llamaba Boris. Era un hombre mayor. Probablemente un par de


años mayor que yo.

Lara se inclinó hacia delante.

—Boris Kuilikov es un nombre que hemos escuchado antes. No sabemos


exactamente quién es. El hermano de Natalia tal vez. Sospechamos que tuvo
algo que ver con la mafia rusa, pero no sabemos cómo está conectado con la
gente que mató a Natalia.

—No entendí de inmediato que Boris estaba con la mafia rusa. Pensé que
quería hacer algo de dinero, como yo. Me llamaron para que les ayudara a
montar el plan de chantaje y acepté. Pero no envié esa cinta a la Marina, Dax.
—Morgan se inclinó hacia adelante—. Sé que soy un viejo amargado, pero
no habría hecho eso. No quería que Hal fuera humillado públicamente o
muerto. Era mi amigo.
El hombre sentado frente a él no sabía nada de la amistad.

—¿Así que accediste a hacer qué?

—Acepté trabajar con la chica que habían contratado. Le quité el uniforme


a tu padre, me hice pasar por él, y permití que las cámaras de un motel
filmaran lo que parecía ser tu padre caminando con la prostituta adolescente.
Una vez que lo chantajearan con éxito, se suponía que yo obtendría una parte
del dinero. Pero conocía a tu padre. Habría pagado el dinero la primera vez, y
luego rechazaría el puesto de Jefe del Estado Mayor para no ser chantajeado
otra vez. Eso es todo. Celebré que no hubiera sido capaz de lograr su maldito
sueño y finalmente sabría cómo se siente ser como el resto de nosotros.

De nuevo, Holland apretó la mano de Dax como si supiera que la


necesitaba, recordándole que ahora no era el momento ni el lugar para perder
el control. Se ocuparía de Morgan más tarde, después de que tuvieran la
verdad.

—¿Cuándo te diste cuenta de que querían matarlo? —exigió Dax.

Morgan se calló por un momento.

—Llamaron la noche antes de que se publicara la historia. Me dijeron que


yo había enviado una carta al secretario de la Marina, exponiendo a mi jefe
como un pedófilo. Me dijeron que si negaba que escribí la carta, matarían a
mi madre. Les creí. Fue mi primer indicio de lo despiadados que eran y de
sus verdaderas intenciones.

—Ese hombre en el estacionamiento de la prisión me dijo que no tenían


intención de matar al almirante —dijo Holland—. Me dijo que Morgan la
había cagado. ¿Por qué habría de mentir ese hombre? ¿Por qué querían tanto
que rompiera contigo?

—Para reenfocar a Dax y descarrilar la investigación. Querían evitar matar


a un segundo miembro de la familia del almirante —explicó Connor—. Se
podría considerar un suicidio. La muerte de Dax habría sido más difícil de
explicar. Era muy cercano al presidente. Su muerte habría atraído más
atención de los medios que la de su padre. Querían permanecer en las
sombras. Yo habría hecho lo mismo en su lugar.

Así que se creyeron la versión de Morgan. Después de todo, un moribundo


no tenía nada que perder y no tenía motivos para mentir.

—¿Por qué Boris Kuilikov mataría a Natalia, una de sus propias parientes?
No es que el tipo descubriera cuarenta años después que ella se había estado
tirando al embajador. Debió saberlo.

—Eso es una conjetura —recordó Lara.

—Pero tiene sentido. Demonios, probablemente le tendió una trampa para


que tuviera una aventura con Frank Hayes. Quizá era una espía —reflexionó
Holland.

—Los rusos parecen evitar matar a quien no tienen que hacerlo, así que
¿por qué esperar décadas para matar a Natalia? —preguntó Lara, con voz
firme—. ¿Connor? ¿Escuché un coche acercándose a la carretera?

Connor miró por la ventana.

—No puedo decirlo. Si alguien está conduciendo por ahí, han apagado las
luces, porque está demasiado oscuro para ver algo.

Un minuto más tarde, un golpe en la puerta resonó en la habitación. Todo


el mundo se detuvo, girando hacia la intrusión. Nadie hizo ningún ruido.

Connor levantó su mano izquierda, sacando su arma con la derecha.

—No os mováis. Kirk, toma mis seis.

Dax miró fijamente a su amigo.

—¿Hablas en serio?

Connor se encogió de hombros.

—Ha pasado más tiempo en el campo de tiro que tú y no le han disparado


recientemente.
Holland se puso de pie, moviéndose detrás de Connor. Le guiñó un ojo a
Dax.

—Yo me encargo de esto, cariño.

Vale, la parte de “cariño” le hizo sentir un poco menos castrado.

—Voy a recordar esto la próxima vez que me llamen para jugar al


conductor de limusina o para ser el imbécil que tiene que invadir la casa de
Freddy.

Lara le dio una palmadita en la rodilla.

—Todo saldrá bien.

Deseaba ser tan optimista como Lara.

Connor abrió la puerta e inmediatamente puso su SIG en la cara del recién


llegado. Gemma White estaba preparada, con una expresión pétrea y su
pistola apuntando a Connor.
Capítulo 19
Holland sintió que sus ojos se abrían como platos mientras su compañera
estaba en la puerta, agarrando su SIG Sauer y apuntando a Connor Sparks.

—Retírese, agente especial —gruñó Connor.

Su compañera reina guerrera no parecía querer cumplir. Sus brazos nunca


vacilaron mientras lo miraba.

—Retírese, quienquiera que sea. Holland, necesito hablar contigo.

—Cuando bajes la maldita arma, tal vez podamos hablar —escupió


Connor.

—Tal vez después de que hablemos, bajaré la maldita pistola —respondió


Gemma.

Holland sabía que Gemma podía discutir todo el día.

—¿Qué estás haciendo aquí?

La intensa mirada de su compañera nunca se apartó de Connor.

—Te he estado siguiendo y no soy la única. Alguien está llegando. La


policía de NOLA está a punto de rodear el lugar. Creo que puedes necesitar
un arma extra.

—¿Por qué me seguirías? —Holland se movió detrás de Connor.

—Tomé esta tarea porque Augustine Spencer me lo pidió. Soy del servicio
secreto, pero ella quería que alguien te vigilara. Me dijo que si alguna vez
estábamos en esta posición te dijera algo que probaría para quién trabajo.

—¿Qué es eso?
—Me dijo que te dijera que no se rinde ante sus amigos. Incluso cuando
sus amigos son unos imbéciles que evitan las llamadas.

Connor bajó su arma.

—Sí, esa es Gus.

—Tú fuiste la que gritó la advertencia antes de que empezara el tiroteo en


mi apartamento. —Debió ser Gemma.

Ella atravesó la puerta y la cerró de golpe.

—Sí. Desde que el Capitán Asombroso regresó, intensifiqué mi vigilancia,


y tienes suerte de que lo haya hecho. Buen trabajo en el balcón, Romeo.

Dax se puso de pie.

—¿Mi hermana te envió?

—Tu hermana es más inteligente que el resto de vosotros. Se dio cuenta de


que algo andaba mal en el momento en que la rubia aquí se volvió una perra
consumada. —Gemma se movió, mirando por las persianas—. Tenemos que
salir de aquí.

—¿Así que trasladaste a toda tu familia aquí porque Gus te lo pidió? —La
cabeza de Holland todavía estaba tambaleándose.

—Mi marido y mis hijos son en realidad mi hermano, mi sobrina y dos


sobrinos. Son una buena tapadera. Su madre se fue y yo me ofrecí para
ayudar. Ahora vámonos. La policía de NOLA está llegando. Creo que han
tenido este lugar vigilado durante semanas.

Holland frunció el ceño.

—¿Por qué vendrían aquí? Estamos fuera de su jurisdicción.

¿Y por qué su tío se procupaba lo suficiente como para tener la cabaña de


Morgan vigilada?
Unas cuantas cosas que antes no tenían sentido se colocaron en su sitio.

Su tío había llamado y le dijo que el casquillo de la bala coincidía con otro
crimen. Lo supo en horas cuando ese tipo de cosas podían tardar días.
También sabía que el asesino era ruso. De nuevo, algo que podría demorar
mucho más en confirmarse. ¿Pero no sabía un nombre? Mentira.

—¿Por qué intentabas sacar los informes policiales sobre la muerte de


Natalia Kuilikov? —le preguntó a Connor.

La cara de él se volvió fría.

—Quería ver si habían encontrado casquillos de bala en el asilo. Hasta


donde recuerdo, no había ninguno.

Connor Sparks no cometería un error así.

—¿Holland? ¿Estás bien? Te has puesto blanca. —Dax estaba de repente


en su espacio, sus manos sosteniendo su cintura.

—Crees que mi tío tuvo algo que ver con esto. —Aunque sintió el apoyo
de Dax, no pudo inclinarse hacia él.

La mandíbula de Connor se tensó.

—¿De qué otra forma lo sabría? ¿Quién te convenció para que traicionaras
a Dax? ¿Fue realmente el hombre que representaba a la mafia rusa?

Después de ver a ese hombre en el aparcamiento de la prisión, ella condujo


directamente a casa de su tío y él tenía el archivo listo y esperándola. Tenía
esas malditas fotos colocadas justo ahí. ¿Por qué las habría guardado en su
oficina, justo al alcance de su mano?

Se obligó a pensar, a dejar de lado la emoción y a mirar las pruebas. Pero


todo lo que pudo suponer fue que su tío había estado involucrado en la
investigación inicial.

Miró a Peter Morgan, que se levantó con dificultad.


—Después de que la prostituta avisara a la policía... Espera ¿No estaba
planeado?

Morgan negó con la cabeza.

—No. De repente la policía de NOLA estaba involucrada y el simple


chantaje ya no era una opción. Empecé a entrar en pánico, pero seguí el
juego, identificando a Hal en el video. No estaba seguro de qué más hacer
cuando los policías aparecieron en mi puerta y empezaron a hacer preguntas.

—¿Quién te entrevistó cuando hablaste con la policía?

Ahora le creía. Todo tenía sentido. Después de todo, no tendría dinero si su


plan de chantaje se exponía a las autoridades y luego a la prensa.

Los ojos de Morgan se habían abierto como platos.

—Un gran hombre apareció. Kirk. ¿Sois parientes? —Dio un paso atrás—.
Estás aquí para matarnos a todos, ¿verdad?

Holland levantó una mano.

—No. —Luego se volvió hacia el hombre que una vez había amado—.
Dax, lo siento mucho.

Su mandíbula se había apretado.

—¿Tu tío? ¿Mató a mi padre?

—No lo sé, pero creo que estaba involucrado de alguna manera. Y está en
camino. —Alcanzó su teléfono y apagó la grabadora, entregándosela a Lara
—. Tienes que sacar esto de aquí. Connor, toma a tu esposa y a Dax y corre.
Yo me encargaré de mi tío.

Lara agarró el teléfono.

—No sé qué camino tomar. Indícame la dirección correcta y llevaré esto a


la ciudad, pero creo que Connor debería quedarse y respaldarte.
—Nadie va a ir a ninguna parte —dijo Connor—. Encontremos un lugar
para esconderos a Morgan y a ti.

—¿Cuánto tiempo tenemos, agente especial? —preguntó Dax, con la mano


en el arma.

Holland trató de no pensar en el hecho de que apenas podía mirarla.

Gemma sacudió la cabeza.

—No mucho tiempo. La buena noticia es que sólo traerá dos coches
patrulla, pero cada uno de esos hombres será suyo. Tienes otros dos minutos
o menos.

Connor asintió.

—¿Saben que estoy aquí?

—Si tenía a alguien vigilando este lugar, lo máximo que podrían haber
reportado era que dos hombres y dos mujeres entraron a la cabaña, pero
puede que haya estado demasiado oscuro para eso. Las ventanas de tu
todoterreno están tintadas, ¿verdad? Tal vez no pudieron ver nada.

Holland asintió. Así que tendrían que arriesgarse a que la policía de NOLA
no supiera quién estaba aquí y a qué se enfrentaban.

—Una vez que lleguen, puedo suponer dónde se pondrán a cubierto —


continuó Gemma—. Si eso ayuda.

Era la única oportunidad que tenían.

—Lara debería esconderse —dijo Holland—. Connor, ¿puedes encontrar


una posición de francotirador en algún lugar?

Todos miraron a Morgan.

—Sal por la puerta de atrás —dijo—. Tendrás que seguir el camino


alrededor del pantano. Llevará unos minutos, pero estarás justo detrás de
ellos. Nunca te verán venir. Si simplemente sales por la parte delantera,
seguro que te verán.

—En ello. —Connor agarró el pomo de la puerta trasera—. Holland,


mantén a los policías fuera de la casa. No podré verlos aquí. Usa la oscuridad.
Mi visión nocturna es excelente. Y hagas lo que hagas, no dejes que sepan
que hay alguien más que tú y Dax. No desconfías de tu tío en absoluto.

Dax asintió con la cabeza.

—Llegamos aquí y Morgan se había ido.

—Correcto. Cuida de Lara. —Connor miró a su amigo una última vez y


desapareció.

—Deberías esconderte en el armario —dijo Morgan, asintiendo a la única


habitación con puerta—. Está ahí atrás. Te mostraré el camino. No tengo
ninguna arma. Siempre supe que si me encontraban, moriría. Ya no me
importa, excepto que eso le hará daño a mi madre. Ella es todo lo que me
queda. Perdí a Judith cuando Hal murió. Muchos amigos se fueron. Esa fue la
parte horrible. Descubrí que nada tenía sentido sin él.

Morgan podría perder la cabeza antes que su vida.

Holland oyó un coche que se acercaba, vio luces rojas y azules que
entraban a través de las cortinas.

Su tío. Le dolió más de lo que podría procesar ahora, pero ella no podía
justificar lo evidente. Debería haberlo visto mucho antes y podría haberle
ahorrado a Dax la angustia.

—Verán mi coche. No pude ocultarlo. No tuve tiempo una vez que me di


cuenta de que estaban en camino. Te estoy ayudando en esta investigación y
tratando de cubrir el culo del NCIS —dijo Gemma—. Tu tío lo entenderá.

Cuando sonó un fuerte golpe en la puerta, Holland se dio cuenta de que se


le había acabado el tiempo.

—Policía de Nueva Orleans. Abran. —La voz de su tío resonó a través del
porche.
Ciertamente no se iba a esconder. Hablaría con él, conseguiría que se fuera,
y empezaría a construir su caso contra él.

Holland abrió la puerta antes de que Dax pudiera detenerla.

—¿Tío Beau? Me sorprende verte aquí. ¿Estás buscando a Peter Morgan?

Su tío estaba allí de pie, su gran cuerpo iluminado en la luz del porche.
Detrás de él pudo ver que había traído a Chad y a otros tres policías, todos
conocidos.

Esta era la pandilla de su tío, los que sabían dónde estaban enterrados los
cuerpos porque él había ordenado a estos hombres que los enterraran. Eran
mutuamente cómplices, y eso la enfermó.

—Te estaba buscando, Holland —respondió su tío—. Y a Dax Spencer. Se


le busca para interrogarle en la comisaría.

¿Era así como pretendía hacer esto, todo legalmente para poder separarlos
a los dos y luego informarle de la prematura pero impactante muerte
accidental de Dax o alguna otra tontería así? Su corazón se aceleró porque
esta táctica hizo todo más peligroso y difícil.

Mantén a los policías fuera de la casa. Eso fue lo que dijo Connor. ¿Estaba
cerca de rodear el pantano para poder dar la vuelta y colocarse detrás de los
policías?

Fue entonces cuando recordó la cámara. Peter Morgan no tenía un arma,


pero tenía una cámara en la puerta principal que su tío no había visto o
pensaba que podía manipular.

—¿Interrogarle sobre qué? —Holland se mantuvo firme, sin darle a su tío


ni un centímetro.

Los ojos de Beau se entrecerraron.

—Tengo suficientes pruebas para demostrar que contrató al asesino que


intentó matarte. He visto sus transacciones bancarias. Muy condenatorias.
Sabes que te dije que ese tipo era un problema. Va a usar tu muerte para
arrojar luz sobre la muerte de su padre y hacer que el NCIS reabra el caso.
Esa familia es despiadada.

—No tiene que hacer eso. Ya lo he reabierto yo. —Miró a la izquierda,


donde Dax estaba de espaldas a la pared, justo fuera de la línea de visión de
su tío.

Puede que Connor bromeara sobre Dax y el campo de tiro, pero manejaba
su arma como un profesional. Puede que no hiciera este tipo de cosas todos
los días, pero sería competente. No vacilaría. Gemma se movió detrás de ella.

—Teniente —dijo Gemma con un gesto de cabeza—. ¿Cuál parece ser el


problema? Mi compañera y yo estamos trabajando en un caso. Vinimos aquí
para hablar con un testigo.

La cabeza de su tío se inclinó como si estuviera tratando de ver dentro.

—¿Estáis aquí para hablar con Morgan?

Debía de estar desesperado, porque había olvidado que no debía saber


dónde vivía Morgan. Era hora de hacerle hablar.

—No está aquí. —Holland frunció el ceño, fingiendo confusión—.


¿Cuánto tiempo llevas trabajando para la Bratva?

A su lado, Dax cerró los ojos. Cuando los abrió, ella vio lo furioso que
estaba.

Holland tenía que mantenerlo hablando, tenía que mantener esa cámara
rodando. Si dejaba que su tío se llevara a Dax, lo más probable es que lo
metieran en una celda donde algún imbécil pagado esperaría para eliminarlo.
Y su tío conseguiría mantener sus manos completamente limpias.

No podía dejar que eso sucediera. Eso significaba hacer hablar a su tío para
que cuando Connor encontrara una posición y se moviera, no fuera acusado
de asesinar a un oficial de policía.

Porque no había manera de que esto no se volviera sangriento.


—¿De qué estás hablando? —Su tío cruzó los brazos sobre su pecho y se
elevó sobre ella—. Holland, todo lo que he hecho es para protegerte. Ese
hombre te ha estado arrastrando durante años. Ahora te está usando para
probar algo cuando debería haber aceptado los crímenes de su padre. No
puedes confiar en estos tipos ricos. Harán lo que sea necesario para proteger
su dinero.

No conocía a Dax en absoluto. No era el típico niño rico. Sí, había sido
salvaje, pero siempre había sido un amigo fiel, leal y amable. No arrojaba luz
sobre la muerte de su padre por dinero o gloria o para poder ascender de
rango. Todo lo que le importaba era la verdad y honrar a un padre que amaba,
a pesar de sus defectos.

Dax era el tipo de hombre que amaba con todo su corazón.

—¿Cómo supiste que esta es la cabaña de Peter Morgan? La escritura no


está registrada a su nombre—señaló. Mantuvo sus ojos en los hombres detrás
de su tío. Uno de ellos se dirigía hacia el porche.

Chad. Naturalmente Chad era el hombre de su tío. Le hizo preguntarse si


Beau le había ordenado a Chad que saliera y se acostara con ella para poder
vigilarla, para asegurarse de que no descubriera nada que no debiera.

—Holland, es hora de dejar de pensar en tu libido—dijo Chad. Se había


quitado la chaqueta, mostrándole la gran pistola en su funda—. Es hora de
que elijas a tu familia en vez de a un tipo que te la jugó mientras te follaba.

—No —no estaba de acuerdo—. Es hora de que averigüe exactamente


cuán involucrada estaba mi familia en la humillación del almirante Spencer.

Gemma se movió a su lado.

—Creo que podríamos necesitar interrogar a tu tío. Me gustaría saber


dónde estaba el día de la muerte del almirante Spencer.

—Eso no es asunto tuyo —escupió Beau—. Ahora entregad a Dax


Spencer.
—Si quieres hablar con el capitán Spencer, puedes hacerlo en el cuartel
general del NCIS. —Tal vez podría hacer que él se echara atrás. En su
oficina, ella podría controlar la situación. Incluso podría hacer algunos
interrogatorios por su cuenta.

—No me quites la jurisdicción. Estoy harto de que la Marina se crea mejor


que el resto de nosotros—gruñó Chad.

La mayoría de los policías estaban más que felices de ceder ante el NCIS.
Esto no tenía nada que ver con la protección del territorio y todo con el ego
herido de Chad. Podía prescindir de ello. Necesitaba concentrarse en obtener
información de su tío.

Y evitar que pusiera sus manos sobre Dax.

Sabía que estaba matando a Dax el no enfrentarse a ellos, pero era la única
que podía hacerlo. Haría esto por Dax y enmendaría el daño que le hizo hace
tres años.

—Voy a necesitar saber dónde estabas el día de la muerte del almirante. —


No podía echarse atrás en eso.

—Creo que estaba trabajando ese día. Estoy seguro que sí. Holland, no
quieres hacer esto. No me empujes a hacer algo que he tratado de evitar. —
Su tío la miró fijamente, con ojos fríos—. Déjame ver si puedo evaluar esto.
Estás mintiendo sobre Peter Morgan. Está ahí dentro y has hablado con él. Te
dijo que yo era con quien trató al principio de la investigación.

—¿Hubo realmente una investigación?

—Se tiene que hacer que estas cosas se vean bien, cariño —admitió.

Afuera, en la distancia, vio un indicio de movimiento. Connor. Debió haber


corrido alrededor del pantano y ahora se estaba acomodando en posición en
caso de que esto explotara.

—¿Por qué hiciste esto? ¿Por qué? Sabías que yo era amiga de esa familia.
—La traición fue un verdadero dolor en su cuerpo.
Si su tío estaba preocupado, no lo mostró. Puso una mano en la pared y se
inclinó.

—Esa familia no significa nada para mí. ¿Sabes cuánto me pagan por
arriesgarme todos los días? Casi nada. Así que cuando los grandes me
ofrecen dinero para atrapar a algún rico imbécil, lo acepto. Así es como
funciona el mundo. No podemos luchar contra el crimen organizado. Todo lo
que podemos hacer es tomar un pequeño pedazo del pastel. Eso es lo que
hace un hombre inteligente.

—Holland, vas a hacer que nos maten a todos. No se detendrán. Han sido
cuidadosos, pero no dejarán que descubras el cómo y el porqué de sus planes
—argumentó Chad.

—¿Por qué querían al almirante muerto?—preguntó Gemma. Holland


podía sentir lo tensa que estaba su compañera, pero su voz era tranquila.

—Eso no me importa —dijo el tío Beau—. Tal como lo oí, estaba


metiendo su nariz donde no debía. Morgan se puso nervioso y se convirtió en
un soplón. El almirante no quiso ceder a sus demandas y los grandes
decidieron eliminarle. —Su tío trató de mirar dentro de la casa—. ¿Oyes eso,
Spencer? ¿Quieres saber quién mató a tu padre? Ven aquí y te lo diré.

—¿O vas a dejar que tu novia haga todo el trabajo sucio?—Se burló Chad.

—No está aquí —explicó Holland—. Le dejé atrás porque no puede estar
tranquilo y dejarme hacer mi trabajo. Sólo estamos Gemma y yo. ¿De verdad
vas a enfrentarte a nosotras? ¿Estás listo para matar a un compañero?

—No quiero, pero ciertamente no voy a ir a la cárcel —juró su tío—. Por


supuesto, también estoy listo para darle la vuelta a todo esto. Verás, has
estado actuando de forma extraña últimamente. ¿No es así, Chad?

—Muy extraña. Solía ser muy dulce. Estoy seguro de que eran drogas lo
que encontré en su apartamento el otro día. —Chad suspiró—. Las pusimos
en evidencia. Estaba casi seguro de que pertenecían al capitán, pero siempre
puedo cambiar esa teoría. Podrías haber estado tratando de hacerte daño a ti
misma. Después de todo, has estado fuera de control.
Qué obvio.

—¿Así que me vais a poner en una retención psiquiátrica de setenta y dos


horas? ¿En serio? ¿Cómo vas a tratar con todos los demás?

—Eso es fácil —dijo su tío con una sonrisa—. Los mataré. Empezando por
tu compañera.

Sacó su arma antes de que Holland pudiera pensar. Gemma la empujó


fuera del camino y cerró la puerta de un portazo cuando la primera bala salió
volando.

Sintió que algo pesado la golpeaba. Dax se había lanzado sobre su cuerpo.

La puerta explotó hacia adentro y ella escuchó otra ráfaga de disparos.

—Te doy una última oportunidad, Holland —gritó Chad—. Sal y


hablaremos, pero tienes que dejar al resto. Es la única manera de que esto
termine.

Escuchó un grito y otro disparo.

—O Connor puede manejarlos —gruñó Dax, poniéndose de pie de un


salto.

—Todavía hay tres de ellos y están armados hasta los dientes —susurró
Holland—. Pero creo que ya he documentado suficiente. Él disparó primero.
La cinta lo demostrará.

—Cariño, tengo un audio de la conversación en caso de que el video de


Morgan no capture voces. Tengo su confesión en mi teléfono —respondió
Dax—. Gemma, ¿están entrando?

Gemma había tomado una posición detrás del sofá.

—Todavía no. Pero no puedo ver mucho.

—Tratará de esperar a que salgamos o nos hará salir con humo —dijo
Holland un momento antes de que su tío le diera la razón abriendo la puerta y
metiendo un bote de gas lacrimógeno.

—Maldición. —Dax se puso la camisa en la boca y le tendió una mano—.


Voy a salir primero.

Sus ojos ya empezaban a arder. Lara y Morgan tendrían algo de tiempo,


pero si no terminaba esto, esos dos estarían atrapados y desprotegidos.

Ella miró a Gemma a través del humo, haciendo un gesto hacia la puerta
trasera. Gemma asintió y silenciosamente comenzó a moverse hacia la parte
trasera de la casa para recuperar a Lara y Morgan.

En la distancia, escuchó disparos de nuevo.

—Vamos. Ese es Connor dándonos un poco de caos para escapar. Cariño,


sé que no quieres, pero por favor, déjame ir primero —prácticamente rogó
mientras tosía.

Pero él no entendía.

—Serán reacios a matarme. Voy a salir con las manos en alto. Tú vienes
detrás de mí. Entonces podrás salvarme.

Si cruzaba esa puerta solo, lo matarían inmediatamente. Podría distraer a


Beau, Chad y a los otros. Podría darle una oportunidad. Entre Connor, que
estaba disparando lo suficiente como para empezar su propia guerra, y
Gemma, que regresaría después de poner a Lara y Morgan en el camino
alrededor del pantano para proporcionar otra distracción, Dax tenía una
oportunidad de sobrevivir. Lara haría una huida limpia y se encontraría con
Connor frente a la casa, probablemente cuando la lluvia de disparos
terminara.

Francamente, no le importaba una mierda si Morgan moría. Era un imbécil.

—Cariño, no puedo perderte. —Dax le apretó la mano.

A pesar del gas que le hacía llorar los ojos, lo besó.

—Entonces no lo hagas.
No hubo más tiempo para entender su relación o decidir qué debía hacer.
Sólo había el aquí y ahora y ella le amaba. No podía dejar que él saliera
primero porque moriría y su vida se acabaría.

Aunque no volviera a tocar al hombre, no podría vivir en un mundo que no


tuviera a Dax Spencer.

Dejó caer su arma y salió corriendo por la puerta, con las manos en alto.
Holland esperaba que su salto de fe valiera la pena, que simplemente su tío y
Chad no le dispararan. Tenía que arriesgarse para que Dax pudiera vivir.

Tan pronto como salió, el aire fresco llegó a sus ojos. Las lágrimas fluían
libremente por su cara, pero podía respirar de nuevo. Arrastró el aire hacia
sus pulmones ardientes mientras asimilaba la escena frente a ella. Un cuerpo
yacía tirado en el suelo a unos tres metros de distancia. Otro estaba tendido a
su izquierda. Chad y su tío estaban espalda con espalda, buscando al
francotirador.

Su tío se detuvo, apuntándole con su arma.

—Quédate justo donde estás. ¿Dónde está Spencer?

—Te lo dije. No está aquí. —Necesitaba que él creyera eso ahora... pero
Dax no podía quedarse en la casa nociva mucho tiempo—. Te lo dije, lo dejé
atrás. Es demasiado imprudente.

—¿Quién está ahí fuera disparando? —Exigió Chad.

—Gemma es rápida. —No iba a revelar la presencia de Connor—. Pero


seguiré tu plan. Detenme. Sólo no me dispares.

Sólo necesitaba que creyeran su rendición por un minuto o dos, sólo hasta
que Connor pudiera tener un tiro limpio sobre Chad, entonces los otros
podrían respaldarla para apresar a su tío.

Pero temía que Dax no se quedara en segundo plano.

De hecho, sabía que vendría por ella. Siempre. Podría estar enfadado con
ella, sentirse traicionado por ella. No importaba. Él vendría por ella.
No era una mujer que necesitara ser salvada, pero Dax seguiría ahí,
apoyándola.

—Ve y súbete al coche, Holland —insistió su tío.

—¡Hazlo! —gritó Chad.

Asintió con la cabeza, saliendo del porche y entrando en el patio.

—Lo haré.

El humo se derramó detrás de ella y se movió lentamente, sin tener que


fingir angustia y desorientación.

—Ve hacia la parte de atrás del coche —gritó su tío, con el dedo en el
gatillo.

Fue directamente detrás de ella. El corazón de Holland latía con fuerza.


Esperaba que su calculado riesgo no hubiera sido un error. Había tenido que
dejar su arma y no tenía forma de defenderse. Confiaba en que la sangre
significara algo para este hombre que ya había arruinado su vida y la de Dax.

Muchas cosas podrían salir mal. Pero rezó para que Dax estuviera bien.

Fingió bajar cojeando por las escaleras del porche, con las manos todavía
levantadas. Cuando miró atrás, vio a Dax salir de la casa. Instantáneamente,
se tiró contra el suelo.

—A las doce en punto —gritó. No podía ver bien. Necesitaba darle algún
punto de referencia.

Los disparos estallaban a su alrededor. Intentó ver lo que estaba pasando,


esperando que Dax no fuera acribillado por una lluvia de balas. No podía
perderlo. Estaba muy asustada por lo que pasaría entre ellos, pero sabía que
perder a Dax arruinaría su vida. Nunca amaría a otro hombre.

La niebla de gas comenzó a despejarse. Las lágrimas seguían saliendo de


sus ojos, el ardor era doloroso, pero ahora tenía que ser los ojos de Dax.
Entonces el mundo volvió a explotar con los disparos. Cerca de allí,
escuchó un ruido sordo. Su tío se puso tenso y gruñó. Se pasó la mano por los
ojos, tratando de concentrarse.

Cuando miró a Beau, él se agarraba el pecho y tosía, escupiendo sangre de


la boca mientras su arma caía de sus manos. Le habían disparado y se veía
mal.

—Elegiste el lado equivocado, chica.

No estaba escuchando. A pesar de todas las cosas terribles que había


hecho, no podía dejar morir al hombre que la había medio criado. Se arrodilló
y sostuvo su chaqueta sobre su herida abierta para detener la hemorragia.

—No hables.

Él le apartó la mano.

—Escúchame. Si alguna vez me quisiste, déjame morir. No puedo ir a la


cárcel. —Escupió y jadeó—. Escucha lo que digo mientras pueda hablar.
Dejad de buscar respuestas u os destruirán a todos. No se detendrán. Este
juego lleva décadas en marcha.

Dax se lanzó a su lado, pateando el arma de Beau. Vagamente se dio


cuenta de que Gemma tenía un arma apuntada a Chad, que había caído de
rodillas, con las manos en alto.

—¿Qué juego? —Se inclinó para intentar escuchar las palabras de su tío.

—El juego de Sergei. Eso es lo que el viejo me dijo. Dijo que Sergei lo
quemará todo. Te quemará a ti también. —Volvió a toser justo antes de que
le un terrible vacío apareciera en sus ojos.

Holland no podía dedicar un momento a la pena ahora. Quizá más tarde,


pero por el momento sólo se alegraba de estar viva y de tener a Dax a su lado.

Él la abrazó.

—Ahora estás a salvo. Gemma está arrestando a Chad. Connor y yo


eliminamos a todos los demás y ahora va a llevar a Lara y Morgan a un lugar
seguro. Cariño, lo siento mucho.

Miró a su tío y sus lágrimas no eran sólo por los químicos ahora. Había
sido una gran parte de su infancia. Fue la razón por la que se había metido en
la policía. Él fue una mentira, pero lo había amado e idolatrado de niña.

—Lamento todo lo que te hizo.

—No tuviste nada que ver con eso. Todo va a estar bien. —Dax la abrazó
con fuerza.

Habían hecho su trabajo. El escándalo que rodeaba la muerte del almirante


había sido expuesto como un engaño y la investigación había terminado. Pero
no sólo alguien seguía tras el presidente, sino que todo su mundo había
cambiado. Nada podría volver a ser lo mismo.
Capítulo 20
Washington, D.C.

Veinticuatro horas después

Dax quería llegar a Holland, pero parecía tan condenadamente lejos...


Desde el momento en que abordaron el jet privado a la Casa Blanca con Lara,
Connor y Gemma, ella estuvo distante. Se sentó con Gemma, escribiendo un
informe conjunto para satisfacer a la Casa Blanca, al NCIS y al Departamento
de Policía de Nueva Orleans.

La noche anterior ella se había acostado en un sofá en el NCIS, durmiendo


entre las sesiones de entrevistas.

Se sentó y la miró fijamente y se preguntó si le dejaría volver a tocarla.

Ahora Dax entraba en el ala residencial de la Casa Blanca, deseando poder


agarrarle la mano.

—¡Oh Dios mío! —dijo una voz familiar. Gus estaba de pie en el pasillo,
vestida de punta en blanco con un vestido de cóctel y tacones altos.
Repiquetearon sobre el suelo de mármol mientras corría hacia él.

Dax se preparó para un abrazo de hermana.

—Hola, Gus.

Se estrelló contra él y fue entonces cuando se dio cuenta de que Roman


estaba detrás de ella. Llevaba un esmoquin, con el pelo engominado. ¿Cuánto
tiempo llevaba Roman siguiendo a su hermana? Ahora que lo pensaba,
Roman había estado rondando a Gus durante mucho tiempo.

—Estaba muy preocupada. Cuando Gemma llamó y dijo que estabais todos
en el pantano a punto de ser horriblemente asesinados, me asusté —dijo Gus,
dando un paso atrás y mirándole—. Te ves bien. Mejor que después de Nueva
York.

—Sí, bueno, esta vez sólo me han gaseado. Evité una bala —admitió. En
realidad, los últimos meses de permiso habían sido mucho más peligrosos
para su bienestar que estar en su barco.

—Me alegro de oírlo. —Roman extendió una mano—. Lo siento,


estábamos en una fiesta para unos diplomáticos. Zack está en camino.
Llegasteis rápido. Me alegra ver que estás bien. Holland, siento mucho lo de
los últimos años.

Holland estaba lidiando con Gus, que no aceptaba un no por respuesta a los
abrazos. Se había envuelto alrededor de su amiga.

—Holland apesta. Chica estúpida. Deberías haberme llamado cuando


descubriste que la mafia rusa iba detrás de ti.

Holland sonrió y le apretó la espalda.

—No iban detrás de mí, tonta. Iban detrás de ti y de Dax.

—Aún así los habría derribado —prometió Gus—. Te he echado de menos,


hermana.

Los ojos de Holland de repente brillaron con lágrimas no derramadas.

—No tienes ni idea de cómo te he echado de menos, Gus. El mundo no es


tan brillante sin ti.

Gus le besó la mejilla y luego extendió la mano para estrechar la de


Gemma White.

—Agente especial, gracias. Cualquier asignación que quiera. Dígamelo y


obligaré a Roman a que lo haga.

Roman negó con la cabeza.


—Vas a matarme uno de estos días, Gus. —Se volvió hacia Dax—. Tu
hermana es una amenaza. No tengo ni idea de por qué no la despido diez
malditas veces al día.

Connor miró a Dax y sonrió.

—Estoy seguro de que sólo eres un vago, Roman. Esa es la única


explicación.

¿Cómo no lo había visto? Había una energía crepitante entre Roman y Gus.
Probablemente no lo había reconocido porque no quería saber que uno de sus
mejores amigos se había enamorado de su hermana. ¿Sabía Roman que ella
se había acostado con Mad hace unos años?

Probablemente. Gus no escondía su pasado. No se disculpaba y no tenía


motivos para hacerlo. Era una fuerza de la naturaleza. Si Roman no podía ver
lo asombrosa que era su hermana, entonces no la merecía.

Y esa era su gran pérdida.

Roman puso una mano en su brazo.

—Vamos, amigo. Tengo un escocés ridículamente bueno esperándonos.


Creo que a todos nos vendría bien. Zack trajo una cita al baile de esta noche.
Una abogada muy guapa.

Mierda. Cuando se dieron cuenta de lo peligrosa que podía ser su situación,


Zack decidió alejarse de Liz. La secretaria de prensa de la Casa Blanca había
sido la mujer de su vida durante años, pero nunca había hecho un
movimiento. Liz había sido su esposa en todos los sentidos, excepto en el
dormitorio. Dax estaba bastante seguro de que Zack estaba enamorado de la
mujer, y salir con otra persona era un sacrificio.

—Una abogada puta totalmente tonta —siseó Gus—. Dile a Zack que
puede morderme el culo y que tiene suerte, y quiero decir suerte, de haber
conseguido que Liz firmara ese contrato o se vería con una rotación completa
de personal en la oficina de prensa porque él apesta. Es el presidente
apestoso. —Gus agarró la mano de Holland—. Vamos, chicas. No vamos a
beber con los chicos esta noche. Liz está muy emocionada de verte de nuevo,
Holland.

Holland le echó un vistazo a Dax antes de seguir a su hermana.

—Bueno, sabemos de qué lado está Gus —dijo Connor aceradamente


mientras se despedía de su esposa.

Roman frunció el ceño mientras veía a las mujeres moverse por el pasillo.

—Vuestras mujeres no le dirán a Gus por qué Zack está saliendo de


repente con alguien que no ama, ¿verdad? Porque Gus no puede guardar un
secreto ni para salvar su vida.

Gus podía guardar un secreto. Lo había hecho durante años, pero él vio
claramente que seguía enamorada de Roman. Pero Dax sabía que Roman
tenía razón en un sentido. No guardaría ningún secreto sobre los sentimientos
de Zack por Liz. Bajo su exterior de tiburón, era una romántica.

—Holland no lo contará.

—Tampoco lo hará Lara —dijo Connor—. Ambas saben lo que es este


juego. Si Zack quiere que sea algo discreto, se quedarán calladas.

Roman observaba a las mujeres mientras se movían por el pasillo.

—Bien, porque ella es un dolor en mi trasero. Si entendiera lo que


realmente está pasando, no sería capaz de detenerla.

Dax no pudo dejar de notar que Roman observó a Gus hasta que ella se dio
vuelta y desapareció. Entonces su amigo se volvió a concentrar.

—Vamos. Zack se unirá a nosotros cuando pueda. Quiero saber todo lo que
has averiguado —dijo Roman—. Me voy a Londres en unas semanas. Zack
tiene una cumbre con el primer ministro. Contactaré con el hospital y
empezaré a investigar la muerte de Constance. También tengo algunos
contactos allí con la Interpol que pueden informarme sobre el sindicato
Krylov.
—Bien —dijo Dax—. Creo que podría respaldarte.

Roman le echó una larga mirada mientras empezaban a caminar por el


pasillo.

—¿En serio? Porque pensé que estarías ocupado con tu nueva novia. Eché
un vistazo a los informes de Gemma White una vez que me di cuenta de lo
que Gus había hecho. ¿He mencionado los problemas que puede causar tu
hermana? Gemma era una de nuestras mejores agentes. Creía que la
habíamos perdido por el salario.

Su hermana era una conspiradora. También había vigilado a Holland


cuando él fue demasiado estúpido para hacerlo.

—No creo que sea mi novia. Me dijo que se iría al final de esto.

Pasaron por delante de los guardias uniformados y entraron en los


apartamentos personales del presidente.

—Deberías asegurarte de que no lo haga —dijo Zack mientras entraban.


Tenía una jarra de cristal en la mano y sirvió lo que parecían un par de dedos
de whisky.

Gabe Bond, que había estado sentado en el sofá, se puso de pie y cruzó el
espacio entre ellos.

—Dax, me alegro de que estés vivo. Creí que te iba a comer un reptil.

Un chico de ciudad.

—Sí, los caimanes no son tan malos.

Gabe negó con la cabeza.

—Hablaba de los policías de Nueva Orleans.

Es curioso, algunos de ellos resultaron bastante decentes. Habían puesto a


Chad bajo custodia y prometieron una investigación completa. Él les creyó.
Llegarían al fondo de lo que había ido mal en su departamento.
Desafortunadamente, incluso los buenos a veces se volvían malos.

—Sobrevivimos. Aunque me gustaría que hubiéramos cogido a Beau Kirk


vivo.

Zack le pasó un vaso.

—Todo lo que importa es que estás a salvo, Dax. Deja que Roman y yo nos
encarguemos a partir de aquí.

Connor resopló.

—Diablos, no. Le prometí a Lara una luna de miel en Londres.

—Ya he comprado mis billetes —aceptó Gabe—. Everly está muy


interesada en ver los lugares de interés locales.

—No me lo perdería por nada del mundo. —No era como si tuviera algo
mejor que hacer—. Después de todo, ¿quién va a llevar en coche a todos los
hombres que has traído?

—No le hagas caso —dijo Connor, yendo a por el whisky—. Se está


convirtiendo en un pesimista horrible. Pensé que ese era mi trabajo. Veinte
años de ser el tipo que no puede ver un resquicio de esperanza y termino
como la Suzy Sunshine[16] de nuestro dúo.

Dax le dio la espalda a su mejor amigo.

—Que te den, Sparks. Puedo manejar mi propia vida amorosa.

Zack se quitó la chaqueta del esmoquin.

—Parece que no puedes. Dax, has estado loco por esa chica desde que Joy
te la presentó. No puedes dejarla ir.

—No sé si tengo elección. —Había pensado en esto todo el camino desde


Louisiana hasta D.C. —. ¿Tengo derecho a meterla en nuestra pesadilla
colectiva? No vas a traer a Liz. Escuché que tenías una cita esta noche.
La mandíbula de Zack se tensó.

—Sí. Tendré otra en unos días. Tengo todo un calendario “romántico”


planeado. Sólo se podrá hablar del presidente playboy, y se olvidarán de los
rumores de que estuve enamorado de mi secretaria de prensa. Holland es una
agente entrenada. Liz no tiene ni idea de cómo manejar esto. Saldría
lastimada. Haría lo que siempre hace, lanzarse a resolver el problema. Y
terminaría muerta. Holland sabe lo que está haciendo. También Everly y
Lara. Le ocultamos la verdad a Liz y a Augustine.

Roman comenzó a caminar.

—Ni siquiera me gusta pensar en lo que pasaría con Gus. Conspira a


nuestras espaldas. Trataría de tomar el control.

Dax no se perdió la forma en que Zack le devolvió una sonrisa.

—Todos sabemos que Gus informaría inmediatamente a Liz y luego


sindicalizaría a las mujeres contra nosotros —dijo Zack con un movimiento
de cabeza—. Mantendremos esto en secreto. Por lo que saben Liz y Gus,
Roman y yo vamos a Londres a reuniones y ellas no necesitan asistir.
Connor, si no te importa ser presionado en el deber de seguridad, te
agradecería que cuides de Roman.

—No necesito que nadie me cuide —se quejó Roman—. Soy


perfectamente bueno protegiéndome a mí mismo.

Gabe se rió.

—Sí, amigo. Ni siquiera sabes hacia dónde apuntar el arma. Seamos


democráticos. Todos los que estén a favor de que Connor esté a cargo de la
seguridad digan sí. Sí.

Habían instituido el voto democrático sobre la locura en Creighton, a


menudo cuando se unían entre sí, especialmente cuando era en el mejor
interés del grupo.

Roman puso los ojos en blanco mientras el resto del grupo daba su
aprobación.

—Echo de menos a Mad porque al menos podía contar con él para disentir.

Mad a menudo disentía sólo por diversión. Dax también le extrañaba.

—Te cubrimos las espaldas, de una forma u otra. Hoy pasé demasiado
tiempo con un hombre que no entendía el significado de la amistad.

Peter Morgan estaba vivo y hablando. También Chad, aunque parecía que
no sabía tanto como Beau Kirk. Simplemente había hecho lo que su superior
le exigía.

Una cosa era segura. Tenían un nombre completo: Boris Kuilikov. Y un


poco de orientación sobre quién era y cuál podría ser su juego.

Zack se acercó y puso una mano en su brazo.

—Lo entiendo. No tenéis ni idea de lo que significa teneros a vosotros


cuatro a mi alrededor. Sé que Mad estaría aquí si pudiera. Los cinco… bueno,
entonces hicisteis mi vida soportable. Ahora hacéis lo mismo. Mis hermanos.
Así que entiende cuando te digo, no dejes ir a esa mujer.

Gabe se unió a ellos.

—Has estado enamorado de ella desde siempre. Cometiste un error. No


cometas otro.

—Pero invitanos a esta boda, maldita sea —insistió Roman.

Connor intervino.

—Ella también te ama. No tengo ninguna duda. Pero la cagaste cuando


hiciste esa mierda en Las Vegas. ¿Te has disculpado?

¿Connor pensaba que era imbécil?

—Por supuesto. Dije que fue un error.


—Fue más que un error —dijo Connor—. Mira, entiendo esta mierda por
mi esposa, pero Lara es realmente muy buena para entender las cosas
emocionales. ¿Has estado dando vueltas alrededor de esta mujer durante
cuánto? ¿Diez años?

—Casi —estuvo de acuerdo.

—Y ella ha estado dando vueltas a tu alrededor. Tú le quitaste algo.


Mientras ella se sacrificaba por ti, te casaste con alguien que no te importaba
—señaló Connor—. Holland siempre será una segunda esposa. Eso es
significativo para las mujeres. Muchas de ellas creen que la primera esposa es
el verdadero amor. Tienes que hacerle creer que ella no es la segunda.

—¿Cómo hago eso? —Holland nunca fue la segunda para él.

Connor suspiró.

—Ni idea, hombre. Pero sé que no puedes hacerlo si estáis en continentes


separados. Arregla esto o vuelve a Nueva Orleans y no te vayas hasta que ella
acepte que eres un idiota y que siempre fue la indicada para ti.

—A las mujeres les gusta pensar que son la elegida. —Gabe inclinó su
vaso y tomó un trago de whisky—. En mi caso, era verdad.

—En mi caso, también —Connor estuvo de acuerdo.

—Las primeras esposas no siempre son la única mujer que amas —


murmuró Zack.

—Sí, bueno, a veces un hombre también quiere creer que es el único —


Roman alargó su vaso.

¿Holland pensaba que el matrimonio no le importaba porque ya lo había


hecho una vez estúpidamente? ¿Le había hecho creer que no tenía que ser
para siempre porque una vez trató a la institución con tan poco respeto?

Se había disculpado, pero ¿le explicó por qué quería casarse con ella? ¿O
lo dejó como un concepto abstracto, una idea que simplemente tenía sentido
porque era mujer y él disfrutaba de tener sexo con ella? ¿Porque estaban muy
familiarizados?

Él podía aclarar todos esos conceptos erróneos muy rápidamente.

—¿En qué dormitorio la pusiste?—Preguntó Dax.

Zack levantó la vista de servirle la bebida a Roman y sonrió.

***
Holland abrió la puerta de la habitación a la que había sido asignada con
un largo suspiro. Su única pieza de equipaje habría sido traída y asumió que
su armario tendría los artículos necesarios. Pasó las últimas 24 horas
limpiando el desastre que su tío había dejado en Nueva Orleans. No había
tenido tiempo de hacer más que preparar una bolsa de viaje. En el vuelo,
llamó y explicó lo que necesitaba. La Casa Blanca fue minuciosa. Gus se
aseguró de ello. Por lo que ella podía decir, todo el mundo estaba aterrorizado
de Gus, con la excepción de sus amigos.

Liz Matthews había puesto buena cara, pero era obvio que estuvo al borde
de las lágrimas toda la noche. Gus había explicado que Liz y el presidente
habían estado muy unidos hasta hace poco. Tan unidos que se especulaba con
una aventura. Liz había sido básicamente la suplente de la primera dama de
Zack. Pero esta tarde, el comandante en jefe había aparecido con una tonta en
su brazo. No parecía importarle a Gus que dicha tonta tuviera un título de
abogacía de Harvard. Era una mujer muy maleducada y todas las mujeres en
la habitación estaban de acuerdo.

Dios, Holland había extrañado a la extravagante Gus y su honestidad


directa.

Iba a echar de menos a Dax para siempre.

En el dormitorio que le habían asignado, Holland cerró la puerta tras ella y


bloqueó la cerradura. Hábito. Casi ningún lugar en los Estados Unidos era
más seguro, pero probablemente no dormiría si no podía bloquear la puerta.
Demonios, su propio tío había resultado ser un maldito infiltrado de la mafia.
¿En quién diablos podía confiar?
No se molestó en encender la luz. No necesitaba ver lo vacía que estaba su
habitación. No necesitaba preguntarse dónde estaba Dax. Probablemente
seguía bebiendo con sus amigos, ya que tenían la maldita Casa Blanca como
su cueva de hombres. Lo más probable es que Dax no tardaría mucho en
encontrar otra mujer dispuesta, como la guapa, dulce y risueña Courtney.
Encontraría una mujer que se acobardaría detrás de él cuando los malos
aparecieran y le dejaría ser el hombre. A pesar de lo que había dicho, él
seguiría adelante.

Y Holland pensaría en él todos los días durante el resto de su vida.

¿Había cometido un terrible error al insistir en que se separasen ahora? Tal


vez el vino estaba hablando por ella. O los chupitos de tequila, ya que Gus
había sacado la artillería pesada. De cualquier manera, el licor la estaba
poniendo sentimental, pero se preguntaba si no debería entrar a hurtadillas en
la habitación de Dax para una última noche.

Si te vas, entonces vete. Ya has decidido ser una cobarde y dejar que otra
chica se lo quede, así que deja de ser una perra tan floja. Deja que el hombre
de tus sueños se quede con su tonta mujer que nunca ha disparado a un
criminal.

O podrías reclamarle y defenderle contra todas las invasoras guapas,


cariñosas y con pechos falsos.

Holland gimió. Puede que fuera una idiota, pero tenía que hablar con él.
Esperaba que pudieran encontrar una manera de resolver esto.

Se pasó un poco de brillo de labios porque estaba bastante segura de que se


veía horrible. Tanteó la pared, buscando un interruptor de luz y esperando
encontrar un espejo para probar que estaba equivocada. Sus dedos
encontraron su premio y lo accionó.

Y casi gritó.

—No me dispares —dijo Dax desde la cama frente a ella.

Holland se detuvo y recuperó el aliento porque bajo la sábana que cubría su


mitad inferior, no creía que llevara ni una puntada de ropa. Había cubierto la
cama con pétalos de rosa.

—¿Qué estás haciendo aquí? —susurró.

Su sonrisa sexi la sorprendió con la guardia baja.

—Esperándote.

Y se veía muy bien. Delicioso, masculino y ridículamente sexi.

—¿Por qué estás aquí?

Apartó la sábana y demostró que no llevaba nada puesto. Se puso de pie, su


cuerpo parecía nada menos que la pura perfección.

—Holland, no voy a dejar que te vayas.

Podía decir lo que quisiera, pero ya la había dejado ir una vez. Menos de
veinticuatro horas después, se había casado con otra persona. Nunca se había
disculpado por lo que realmente había hecho para herirla. Sí, había dicho que
sentía haberse emborrachado, pero eso no curó el dolor de su corazón.

—¿Así que quieres unas semanas más en la cama? No importa.

Se quedó cerca de la cama, dándole espacio.

—¿Porque me casé con Courtney?

—No es sólo eso.

—Tienes razón. Lo estaba haciendo demasiado simple. Tomé algo nuestro


que debería haber sido sagrado y lo tiré a la basura. Te amo, Holland.
Deberías haber sido mi única esposa. Hasta que la muerte nos separe y
mucho después porque te amaré hasta que muera. Demonios, te amaré
mientras esta alma exista. Por eso deberíamos casarnos. Y por eso significará
todo. Nunca quise casarme con Courtney. Quería demostrar que podía...
olvidarte, supongo. Pero no pude. Ninguna otra mujer en el mundo es como
tú. Así que puedes irte, pero yo estaré detrás de ti, rezando para que cambies
de opinión, porque no puedo estar entero sin ti.

Las lágrimas brotaron en sus ojos fuerte y rápido. Sabía que debía detener
esta conversación o pronto estaría sollozando, pero no podía. Tenían que
hablar de esto.

—Incluso años después, no podía casarme con nadie más.

Cruzó la habitación hacia ella y la tomó de los hombros.

—Lo sé, cariño. Fuiste fiel de una manera que yo no, y todo lo que puedo
hacer es pedirte perdón y prometer que nuestro matrimonio será para siempre.
Pondré mi corazón y mi alma en nosotros. Eres todo lo que siempre he
querido. Voy a dejar la Marina. Viviré donde tú quieras. Seré paciente si no
puedes perdonarme todavía, pero no me dejes fuera.

Sus lágrimas fluyeron libremente. Se dio cuenta de que no había llorado


hace tres años. Se había tragado su dolor e intentado actuar como si su
matrimonio no importara. Incluso después de que aparecieran fotos de Dax y
Courtney en las revistas, se encogió de hombros y empujó su dolor a lo más
profundo.

—Le diste mi anillo. —Odiaba eso.

Se detuvo y negó con la cabeza.

—No. No lo hice. Holland, cariño, ¿por qué pensaste eso?

—Lo tenías en el bolsillo cuando te fuiste ese día.

La arrastró a sus brazos, con su cálida piel rodeándola.

—Y se quedó allí. Incluso cuando estaba borracho, fui lo suficientemente


listo como para parar en una joyería y comprar su anillo porque el anillo
familiar era para ti, para nadie más. Mira la mesita de noche.

Ella miró por encima de su hombro y ahí estaba una caja de terciopelo rojo.
Su anillo.
—Lo has traído.

—Sí —le susurró al oído—. Lo llevaré hasta que digas que sí y me dejes
deslizarlo en tu dedo, que es donde siempre ha pertenecido.

Ella lo respiró y tomó su decisión. No podía hacer otra elección. Él era el


amor de su vida.

—Hazme el amor, Dax.

—Nunca rechazaré esa orden. Holland, ¿estás tomando la píldora? Porque


si no, tendré que salir a hurtadillas y conseguir algunos condones de Dios
sabe dónde.

Tuvo que reírse de la idea de que Dax corriera al servicio secreto a pedir
condones. Sería una cosa muy de Perfectos Caballeros. Su cuerpo se calentó
al pensar en no usar ninguna protección más allá de la inyección que se ponía
cuatro veces al año.

—Estamos cubiertos. También me hice un chequeo y estoy perfectamente


limpia.

Dejó que sus manos vagaran sobre su piel. Había algo sexi en que él
estuviera desnudo mientras ella estaba vestida. Dax estaba aquí para su
placer. Su comodidad y protección, también, pero esta noche definitivamente
iba a ser de placer.

—No he tenido sexo con nadie más en un año —admitió—. Estoy limpio.
¿Puedo tomarte, cariño? Nada entre nosotros. Te seré fiel. Por el resto de mi
vida. No amo a otra mujer. Sólo a ti.

—¿Un año? —Era inconcebible. Dax poseía un fuerte impulso sexual.


Tenía sexo con Holland al menos dos veces al día. Siempre estaba tratando
de entrar en ella.

—Sí. Después de separarnos, sólo me acosté con una mujer y sólo un


puñado de veces.

—Courtney. —Era más fácil decir su nombre ahora. Nunca volverían a ser
amigas, pero algunos de los sentimientos tóxicos se habían desvanecido. Eso
fue un alivio, porque había habido dolor por todos lados.

—Sí.

—¿No la engañaste?

—No. Te estaba engañando a ti. Es la pura verdad. Sé que ese es mi


verdadero pecado.

Holland lo perdonó, final y completamente.

—No lo hagas de nuevo.

Sus ojos eran solemnes mientras bajaba la cabeza.

—Nunca. Soy tuyo. Todo lo que soy y todo lo que tengo es todo para ti.

Holland acortó la pequeña distancia entre ellos, poniéndose de puntillas


para presionar su boca contra la de él. La pasión se encendió, caliente y
rápida. Pero siempre había sido así entre ellos. Todo lo que tenía que hacer
era pensar en Dax y su cuerpo se suavizaba para él.

Lo besó, cubriendo su boca y enredando su lengua con la de él. Dax le


concedió la entrada, tirando de ella contra la dura longitud de su cuerpo. Era
tan cálido…, su hombre. Esta vez era lo correcto y tenía la intención de
quedarse con él por el resto de su vida.

Sus lenguas jugaban, deslizándose suavemente una contra la otra. Las


manos de Holland exploraron los fuertes músculos de su espalda. Dejó que se
deslizaran hasta su trasero y lo acarició, frotando su cuerpo contra el de él. Su
polla reaccionó, moviéndose entre ellos.

—Vas a matarme esta noche, ¿verdad? —Dax sonrió mientras le besaba la


nariz y las mejillas.

—Voy a tomar lo que es mío. —Él era su hombre y ella lo tendría como
quisiera.
Siempre tendrían este tira y afloja. Dar y tomar. Cuando él necesitaba
control, ella se rendía a él, pero en noches como ésta, lo tomaba y le mostraba
lo que significaba ser su hombre.

Dax se estremeció.

—Soy tuyo. Definitivamente deberías reclamarme. De lo contrario, me


sentiré muy solo. Me sentaré en tu puerta sin llevar nada puesto. Podría
causar un escándalo.

Ella no podía permitir eso.

—Súbase a la cama, capitán.

Él se echó hacia atrás, dándole una vista espectacular de su pecho


esculpido, sin mencionar esa polla monstruosa que estaba en posición de
firmes.

—Tus deseos son órdenes para mí.

Su mirada nunca vaciló mientras extendía su gran cuerpo por el colchón.


Todo ese hombre delicioso y magnífico estaba dispuesto para su deleite.

Asi sería el resto de su vida. Todo lo que tenía que hacer era decir que sí y
podrían amar, vivir y divertirse juntos. Podrían tener una familia. Podrían
tener toda una vida de aventuras.

Holland le miró mientras se desabrochaba la blusa y la dejaba caer a un


lado.

—Te amo, Dax. Siempre has sido tú. Tenía miedo. Todavía lo tengo, pero
no me voy a ir esta vez.

—No tienes nada que temer. —Extendió una mano mientras ella se quitaba
los zapatos y se bajaba los pantalones hasta el suelo—. Voy a pasar el resto
de mi vida asegurándome de que estés a salvo y feliz. Es todo lo que quiero.

—¿Todo? —Tuvo que preguntar porque una parte específica de él parecía


como si quisiera más.
—Semántica —respondió—. Amor y felicidad es lo que quiero compartir
contigo. ¿Y ese hermoso cuerpo que tengo encima? Sí, también lo quiero.
Dios, eres hermosa.

De alguna manera la hizo sentir así. Le miró, a todo lo que él tenía para
ofrecerle. Negó con la cabeza. Él era el más hermoso. Pasó la mano por su
pecho, la piel suave y sedosa cubriendo sus músculos duros como una roca.
Hasta sus rígidos abdominales y pasó por esa parte que parecía tan decidida.
Llegaría a eso, pero primero, tenía la intención de explorar.

Dax gimió mientras su mano bajaba por su muslo.

—Me vas a matar.

Sólo de placer. Sería una buena forma de hacerlo.

—Sólo estoy explorando.

—Quítate ese sujetador, Holland. Por favor.

A ella le gustaba oírle suplicar. Suponía que ya que estaba siendo tan
paciente, podía darle eso. Se subió a la cama entre sus piernas abiertas y llegó
a sus rodillas. Nunca se llamaría a sí misma una mujer sensual. No provocaba
a sus amantes, pero era diferente con Dax. Su mirada se fundió con la de ella,
esperando el momento en que se revelara a él. Se encontró moviéndose
lentamente, prolongando el momento deliberadamente. Giró el cierre frontal
de su sujetador, pero lo sostuvo por un momento, bloqueando la mirada con
él. Se llevó las copas casi hasta los pezones, disfrutando de lo quieto y
absorto que se había quedado.

Se quitó el sujetador. Luego las manos de Dax la cubrieron. El aire frío fue
reemplazado por el calor de sus callosas manos moviéndose sobre ella.

—No quiero dejar de tocarte —dijo, moviendo los pulgares sobre sus
pezones.

Su piel se encendió, los pezones se convirtieron en duras puntas bajo sus


manos. Su sangre comenzó a circular a través de ella en un pulso agradable.
Después de todo el estrés del día, esto era lo que necesitaba, estar a solas e
intimar con él. Necesitaba dejar el mundo fuera y ser la Holland que sólo era
estando con Dax.

—Déjame tocarte, Dax. Déjame probarte. —Se apartó, su piel llorando por
la pérdida de su toque, pero quería una conexión más profunda. Se movió
entre sus piernas, bajando para tener acceso a su polla.

Esta latió bajo sus labios mientras la cubría suavemente con besos y
pequeños lametazos. Le encantaba pasar la lengua por el lugar donde la punta
se inclinaba hasta su grueso tallo. Definitivamente le encantaba lamer la
punta.

Su cuerpo se estremecía bajo ella, pero le dejaba hacer lo que quería.


Levantó la mano y la enredó en su pelo.

—Por favor, pon tu boca sobre mí.

Holland tuvo que admitir que le gustaba torturarle. Le dio un besito.

—Está sobre ti.

Dax se rió, aunque ella escuchó un silbido frustrado detrás de ello.

—Chúpame. Por favor, chúpame la polla, Holland. Moriré si no lo haces.

Holland no podía permitir eso. Se metió suavemente la punta de su polla en


la boca, chupándola ligeramente y disfrutando de su sabor, salado y dulce y
muy masculino.

Dax gimió cuando ella comenzó a llevarlo más profundo. Pasó su lengua
por su carne aterciopelada, llevándolo a su boca. Era muy grande, pero podía
manejarlo. Una mano agarró sus pesados testículos, haciéndolos rodar y
haciéndole retorcerse y rogar por más.

Se tomó su tiempo, haciendo que el momento durara. Arrastrando la lengua


por todas partes, no quería perder ni un centímetro. Se lo metió en la boca,
abriéndose poco a poco mientras él le murmuraba. Le dijo cuánto la amaba,
lo feliz que era, que algún día aceptaría casarse con él.
Tenía noticias para él. Algún día era más pronto de lo que él pensaba.

—No quiero correrme en tu boca, Holland. —Su mano le tiró del pelo—.
Sigue haciendo lo que estás haciendo y yo me haré cargo.

No podría aguantar mucho antes de entregarse a sus instintos de macho


alfa. Holland intentaba recordarlo porque quería estar encima esta vez. Le dio
una última lamida antes de sentarse. Cuando empezó a tirar de su ropa
interior, él la detuvo.

—Déjame ayudar. —Dax alcanzó los lados de sus bragas de encaje y las
rompió antes de tirarlas fuera de la cama—. Ves. Eso fue fácil.

Dax era un infierno con su lencería, pero tenía que admitir que eso hizo
que lo que estaba a punto de hacer fuera mucho más fácil.

Se sentó a horcajadas sobre él, deslizando sus pliegues doloridos sobre su


polla. Estaba tan mojada que no necesitaba jugar más. Sólo quería a Dax en
su interior, conectado a ella. El día sin él había sido demasiado largo.
Necesitaba que se le recordara a dónde pertenecía. Con él. Siempre con él.

Se agarró a sus caderas y empezó a guiarla hacia abajo. Mientras la


llenaba, ella se inclinó y lo besó. Sus cuerpos se entrelazaron y se movió con
él.

Juntos, encontraron un ritmo. Lo tomó profundamente. Las manos de él se


movieron sobre su cuerpo, tomando y dando. Sus caderas se elevaron,
enviándolo más y más profundo, y se perdieron en su conexión. Montó su
polla, con los ojos cerrados. Dax le había dicho que la amaba, que no podía
querer a nadie más, y finalmente podía devolverle las palabras.

Cuando su dedo encontró su clítoris y lo presionó, Holland montó esa


salvaje ola de placer que sólo él podía darle. Sintió que se ponía rígido debajo
de ella, las oleadas calientes de su propio placer la enviaron de nuevo en
espiral.

Finalmente se hundió en su cuerpo, acurrucándose a su alrededor. Mientras


la sangre palpitaba por su cuerpo, supo que nunca más le dejaría.

—Creo que estoy lista para ese anillo ahora.

Dax se apoyó en su codo, mirándola fijamente, examinándola.

—¿Hablas en serio? Asegúrate, Holland, porque esto es para siempre.

—Estoy segura. Pero no iremos a Las Vegas. —No se dejaría influenciar


por eso.

Se acercó y agarró la caja. Tenía ese anillo en su dedo antes de que pudiera
respirar otra vez.

—A Las Vegas no. Te amo. Podemos ir a donde quieras.

Ella tenía un plan.

—He oído que hay un encantador jardín de rosas aquí.

Sería el lugar perfecto para empezar su vida juntos.


Capítulo 21
Roman ajustó su asiento, escaneando el área en busca de uno de sus
ayudantes. El Air Force Two[17] estaba repleto de personal de la Casa
Blanca en su camino a Londres. Prepararían todo para el presidente, que
vendría por su cuenta en una semana.

Miró por la ventana mientras se alejaban cada vez más de D.C.

—¿Quieres un trago? —preguntó Connor, deslizándose en el asiento de


enfrente.

—Probablemente ya tuve suficiente en la boda —admitió.

A principios de la tarde, Dax y Holland habían pronunciado sus votos en el


Rose Garden, una pequeña ceremonia culminada con una fiesta organizada
por el presidente. Unas cincuenta personas habían asistido, pero naturalmente
Roman sólo tenía ojos para una.

Augustine Spencer fue la dama de honor de Holland. La novia no había


embutido a su única asistente en un horrible vestido color pastel. Oh, no. No
Augustine Spencer. Llevaba un vestido tubo de color verde esmeralda que
abrazaba todas sus curvas y con un escote pronunciado que llamaba la
atención de todos los hombres de la habitación.

Era la cosa más sexi del mundo y lo sabía.

—Sabes que podríamos haber esperado hasta mañana —dijo Connor—.


Me sorprendió que decidieras salir esta noche.

Si no lo hubiera hecho, se habría visto obligado a lidiar con Gus, que


pensaba que ella pertenecía a este viaje. Le explicó que ella podría salir con
Liz y Zack la semana que viene. Se lo había soltado cuando estaba demasiado
atada para hacer su magia.

Por una vez, se las arregló para engañarla.


—Sí, bueno, si hubiera esperado no estaríamos solos. Gus estaría aquí y
entonces tendríamos que lidiar con ella metiendo las narices en nuestros
asuntos.

Una sonrisa se curvó en los labios de Connor.

—¿Así que esta era tu forma de escabullirte de tu esposa del trabajo?

Tal vez tomaría otro trago después de todo.

—Yo no lo diría así.

No pondría las palabras “esposa” y “Gus” en la misma frase, nunca.


Cuando finalmente se casara, no sería con una bocona y descarada bomba
sexual. Gus le molestaba mucho. Le volvía loco.

No, elegiría a alguien que lo calmara y lo tranquilizara. Como Joy. Aunque


había sido de Zack, Joy era exactamente lo que Roman buscaba en una
esposa. Fiel, amable, ecuánime, recatada. Si hubiera vivido, Joy habría sido
una madre maravillosa. Le habría dado a Zack un hogar sereno al que volver
cada noche.

Eso era lo que Roman anhelaba. Una paz simple y dichosa. Había visto
demasiada supuesta pasión de sus padres. Su niñez estuvo marcada por sus
peleas y su constante reconciliación y ruptura. Los disturbios habían sido un
caos, y se negaba a pasar por eso otra vez.

Fue precisamente por eso que rompió con ella en la universidad. Sabía que
no podría funcionar. Así que, ¿por qué no podía apartar su mente de Gus
incluso décadas después? ¿Por qué la vio bailar con otro hombre y quiso
arrancarla de los brazos del imbécil?

Ella le convertía en un hombre de las cavernas y él no lo aceptaba. Estaba


haciendo lo correcto al dejar a Gus atrás, y cuando regresara de este viaje, tal
vez habría puesto alguna distancia real entre ellos de una vez por todas.

Porque trabajar con ella todos los días y no tocarla le estaba volviendo loco
lentamente.
—¿Hemos encontrado al misterioso Sergei? ¿Tenemos alguna idea de
cómo está conectado con Boris? —Necesitaba centrarse en otra cosa, como el
misterioso hombre que iba tras Zack.

Finalmente, tenían un nombre y un rastro. Así que él y algunos de los otros


se dirigían a Inglaterra para investigar la muerte de Constance Hayes. Tal vez
finalmente descubrirían los secretos que ella había estado ocultando y quién
la mató por ellos.

—Tengo a un detective privado en Rusia que los está investigando a ambos


por mí. ¿De verdad crees que Sergei podría ser el medio hermano de Zack?
— Preguntó Connor.

Era la única explicación que tenía sentido, dado lo que sabían.

—Si van a ir a por Zack para chantajearle, es una buena jugada. Va a


presentarse a otra elección. Nuestros enemigos nunca dejarían que nadie
olvidara que el presidente está relacionado con un mafioso ruso. Avísame en
cuanto sepas algo sobre ese hombre.

—Hecho. —Connor asintió con la cabeza.

—¿Qué hombre? —preguntó una voz familiar—. ¿Estamos conspirando?


Al gran Roman Calder le encanta una buena trama.

Roman se congeló y luego maldijo en voz baja.

Gus se deslizó en el asiento a su lado y cruzó esas largas piernas suyas que
le hacían pensar en el pecado. Se había puesto una falda y una blusa sedosa
que no podía ocultar el hecho de que tenía frío. Sus pezones eran casi
visibles.

En un abrir y cerrar de ojos, su polla se endureció.

Connor le envió una sonrisa estúpida.

—Debería haber mencionado que tuvimos una adición de último minuto.

—Por suerte para ti, empaco rápido, Calder. —Se sentó, sus labios se
curvaron en una sonrisa satisfecha.

—Tomaré ese trago después de todo, Connor. —Parecía que lo iba a


necesitar.

Fin

[1] Es un juego entre los fanáticos al cine.

[2] Mujercitas

[3] Sopa que consiste principalmente en arroz y caldo. Se elabora en


grandes ollas. El caldo puede ser de mariscos, aves o carnes.

[4] Acrónimo de Nueva Orleans.

[5] Pastel ajedrez. Postre típico del sur de Estados unidos. Está hecho de
pasta quebrada y un relleno a base de huevos, azúcar y mantequilla. Se sirve
caliente o frío.

[6] French Quarter. Se refiere al barrio Francés. Es el corazón histórico de


la ciudad y es conocido por su intensa vida nocturna y sus coloridos edificios
con balcones de hierro forjado.

[7] Bebida para preparar, viene en polvo y en diferentes sabores.

[8] Cóctel típico de Nueva Orleans. De coñac o whisky.

[9] Pollo con salsa Rochambeau y espárragos a la mantequilla. Platos


célebres de Antoine’s.
[10] Ostras Bienville plato típico cajún.

[11] Cangrejos fritos y patatas.

[12] Cerezas con kirsch flambeadas.

[13] Raza de perro creado a partir del cruce entre Labrador retriever y
Caniche.

[14] Telegrama cantado en el cual un hombre o una mujer realizan un


streaptease mientras cantan o bailan. Generalmente para felicitar los
cumpleaños o en despedidas de solteros/as.

[15] Muffuletta es un tipo de pan de origen siciliano redondo con sésamo.


Los bocadillos típicos de Nueva Orleans hechos con este pan llevan fiambres,
quesos y un tipo de ensalada de aceitunas y encurtidos.

[16] Programa infantil en el que se introduce a los pequeños en el mundo


de la música.

[17] Nombre que recibe cualquier aeronave que transporte al


vicepresidente de los Estados Unidos pero nunca al presidente.

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