Antecedentes Históricos Del Blues
Antecedentes Históricos Del Blues
Antecedentes Históricos Del Blues
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Las raíces de lo que más tarde se conocería como la música de blues son, por
un lado, las “canciones de trabajo”, rítmicas guturalizaciones que los esclavos
hacían mientras tiraban de la mula o pizcaban el algodón durante las
interminables jornadas a que eran sometidos; por otro, canciones espirituales
(gospels) que habían traído con ellos desde su tierra nativa. Eran plegarias a los
dioses, cantadas en lengua bantú, yoruba y fon, principalmente. Aunque las
lenguas fueron varias, de acuerdo con las diversas procedencias de la población
negra, el término griots designó genéricamente a esos cantadores.
Posteriormente surgió el verbo holler, gritar, aullar. Esos cantos a capela
derivaron, con la posterior incorporación de diversos instrumentos, a la
expresiones del blues, el jazz, el soul, y un poco después, del rock’ and roll. La
incorporación de instrumentos y armonías europeas que se fundieron con los
ritmos africanos fue posible por la gradual integración de la población negra a la
vida en la Unión Americana, a pesar de -o quizá por ello mismo- la profunda
discriminación de que fue objeto.
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incorporaran también la tabla de lavar ropa y otros objetos domésticos como
instrumentos de percusión. La incorporación de la guitarra contribuyó
enormemente al desarrollo melódico y armónico del blues. Charley Patton,
Robert Johnson, Son House y una auténtica miríada de bluesmen de leyenda
surgieron por doquier: Alabama, Georgia, Louisiana, Texas… el delta del
Mississippi. Un personaje central de esta saga es W.C. Handy, quien mucho
antes de los distintos “padres”, “reyes” y “padrinos del blues” que luego poblaron
la escena, fue llamado precisamente así: “padre del blues”, por 1903. Tenía
formación musical, tocaba la guitarra, pero sobre todo quizá fue el primero en
percibir la potencialidad comercial del blues, y sus posibilidades expresivas más
allá de las plantaciones. A pesar de que su lugar en la historia del blues no es
como ejecutante o compositor, sino como difusor de este género, es de destacar
la técnica del knife song usada por él: un cuchillo rasgaba las cuerdas de la
guitarra, en vez del plectro o plumilla. También un cuello de botella (bottleneck).
Esta técnica definitoria del sonido blues se conoce ahora como slide. Otros
componentes de ese sonido son el uso constante de vibratos, notas sostenidas
y bendings.
Además de los lamentos por las duras condiciones de trabajo, las miserables
condiciones en las barracas de los campos y de las plegarias a los dioses, otra
fuente inagotable del blues fue y ha sido la directa referencia erótica, sexual. A
la tristeza, la plegaria, se suma el gozo de vivir: “blues is a felling”.
El blues en la actualidad
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un asunto que tenga que ver con la primera vez que se interpretó el blues o algo
parecido. Su origen se puede determinar con claridad por el momento en que
devino un producto de interés mundial, ya no como el jazz, de modo elitista,
minoritario, sino como el rock y el pop, de forma masiva, como un
acontecimiento planetario. Tal momento fue la Segunda Guerra mundial y sus
largas posguerras, entre 1940 y 1970, básicamente. De los primeros blancos
folcloristas que intentaron interpretar tal cual la música de la gente negra de los
EUA, hasta la grabación de “Yer Blues” por parte de los Beatles. En tanto que el
blues, los doce compases base, fue lo más interpretado e intercambiado entre
quienes integraron los ejércitos de los Aliados en la gran guerra y con ello
afectaron de forma directa las socioculturas de los espacios geográficos donde
se desplazó y ocurrió la guerra. Porque ese blues de la Segunda Guerra
mundial ya era tan amplio y diverso que incluía canciones de Frank Sinatra y
Bing Crosby, lo mismo que el swing de Glenn Miller y Benny Goodman y una
buena parte de toda la música norteamericana ya de ese momento, todo
afectado y controlado en forma directa por jóvenes norteamericanos de raza
negra que interpretaban el blues entre sus compañeros y compañeras de
guerra, dentro y fuera, muy fuera, de los Estados Unidos. Tal fue el origen real
del blues. Lo que todos aprendemos con los discos y las guitarras, armónicas y
demás instrumentos musicales, la vuelta constante y machacona de los doce
compases del blues y su backbeat.
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posible de las infinitas figuras, estilos, épocas, nombres y olvidos del blues: un
fenómeno en este momento vivo, en praxis, todavía sin terminar, que nos ocupa
e invade. El blues con el que debemos dialogar ampliamente, si queremos
ofrecer legítima resistencia al opio del pueblo. Súmense, ya en medio de esto,
como dos constelaciones completas en sí mismas, a los guitarristas Jimi Hendrix
y Stevie Ray Vaughan, con la obligación meta-teológica de tener que nombrar a
Eric Clapton como el Dios que no hay en el blues. Otras etiquetas y estratos de
blues son todo el “metal”, lo “punk” y lo “pesado”, sin que la lista de
clasificaciones posibles tenga fin siquiera pensable. Todo está abierto hoy,
todavía, para el blues. Cruza las modas. Perdura y lo hace con sentido crítico.
Como revuelta sociocultural dentro del orden establecido por las corporaciones y
sus eternas “payola” y “obsolescencia planificada”.