Homilia Sabado XIX

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Josué «Continuó hablando al pueblo».

Termina su gran
catequesis histórico-teológica.
El texto de hoy nos narra el “interrogatorio” (podríamos
llamarlo así) al que Josué somete al pueblo de Israel para
comprobar si realmente están dispuestos a tener a Dios como
único a su Señor. Josué no halaga los oídos del pueblo: les
recuerda que la Alianza que ahora renuevan sinónimo «quitar de
en medio los dioses» que han ido tentándoles en Egipto, en el
desierto y, ahora, en la tierra que acaban de ocupar.
Por tres veces el pueblo de Israel promete servir solo a Dios.
Tres, que en la Escritura es el número de la totalidad; lo cual da
un sentido solemne a la promesa del pueblo.
Hoy puede ser una buena ocasión para echar la vista atrás, y hacer
memoria de todo el bien que nos ha hecho el Señor en nuestra
vida. Y acrecentar el deseo interior de no rendir nuestro corazón
ante los ídolos de nuestro mundo, que nos acosan y desfiguran
nuestra espiritualidad y relación con nuestro prójimo y con Dios.
Nuestra oración hoy podría ser: “Lejos de mí abandonar a Dios
para servir a otros dioses”.
Los dos versículos que escuchamos en el evangelio que hoy se
proclama se prestan a muchas interpretaciones.
Los niños de los que el evangelio nos habla tienen muy poco que
ver con lo que los niños significan en muchas de nuestras
culturas. Sabemos bien que los niños no contaban nada en el
mundo judío de la época de Jesús. Y a los discípulos les resulta
hasta molesto que la gente pretenda que los niños se puedan
acercar a Jesús.
Pero Jesús, como tantas veces, les contradice y les desconcierta.
¡Ahora resulta que el reino de los cielos va a ser para los que son
como los niños! Un dolor de cabeza más… porque no nos gusta
ser como los niños, porque pretendemos crecer y ser adultos,
porque entendemos que es necesario madurar como personas…
Hoy Jesús tanto a los discípulos como a nosotros nos propone
hacernos como niños para heredar el Reino de los Cielos. Y
quiero hacer referencia a Santa Teresa del Niño Jesús quien
enseñaba La infancia espiritual, toma como base esta propuesta
del Señor. en la que la confianza total es una de las actitudes
vitales de los niños. Viven siempre el momento presente, no
tienen preocupación ninguna por el futuro. Confían plenamente en
que sus padres proveerán todas sus necesidades y no se ocupan de
pensar qué comerán, qué beberán, con qué se van a vestir.
también los niños tienen la virtud de la transparencia entre lo que
viven y lo que dicen.
A algunos autores, como el protestante Oscar Cullmann teólogo
francés que sobresale por su obra ecuménica, le parece descubrir
en este pasaje de Mateo («no impidáis a los niños acercarse a
mí») una alusión al Bautismo de niños: ya en el primer siglo, los
niños de familias cristianas eran bautizados, con la garantía de
vivir en un clima en que fuera posible crecer en su fe personal.
La familia cristiana, y toda la comunidad, deben sentir la
corresponsabilida de evangelizar a los niños, de transmitirles la fe
y el contacto con Dios. Las maneras de esta atención para con los
niños son numerosas: la catequesis como iniciación en los
valores cristianos, y muchos otros elementos pedagógicos que la
iglesia nos ofrece para fundamentar nuestra vida cristiana.

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