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Renacimiento Musical

El Renacimiento es un movimiento cultural nacido en Italia en el siglo


XV. Rápidamente alcanzó casi toda Europa durante los siglos XV y XVI. Estaba
basado en recuperar los valores grecolatinos. Dentro del arte renacentista, la
música sufrió importantes cambios en sus características.
Al no conocer la música grecorromana con la misma precisión que en la
escultura y en la arquitectura, la música renacentista no fue una restauración
de la Antigüedad, sino una culminación del período anterior. El Renacimiento
musical se desarrolló de forma paralela al artístico.

Las características generales de la música renacentista son las


siguientes:

 Fusión de la música religiosa y la profana.


 Mayor sentido imitativo en el contrapunto.
 Mayor equilibrio entre las voces, generalmente cuatro, en las obras
polifónicas, tanto las de carácter religioso como las profanas.
 Uso atenuado de acordes disonantes (4ª, 5ª, 8ª, 3ª y 6ª son
consonantes).
 Paulatina sustitución de voces por instrumentos, lo que favoreció una
música instrumental que también acompañó a la danza.
 Ampliación del campo de acción de la interpretación musical. De los
templos y universidades se pasó a los salones cortesanos.
 Búsqueda de la expresión de emociones en la composición y del goce
sensual en la audición musical.
 Mayor dignificación social del músico profesional, debido al mecenazgo
de las clases poderosas.

Las novedades renacentistas de la música


A mediados del siglo XV, después de mil años de ideas aceptadas, los
cambios culturales empezaron de pronto a sucederse e hicieron sentir su
influencia en la música. Entre los más importantes se pueden citar la
invención de la imprenta en 1445 por Gutenberg, el descubrimiento de América
por Colón en 1492 y la Reforma luterana en 1517.
La imprenta tuvo un impacto decisivo en la difusión de la música. En
cuanto al descubrimiento de América, supuso el comienzo de un proceso que,
a largo plazo, provocó la mezcla de las culturas musicales de Europa, África (a
través de los esclavos) e indígena. Por su parte, la Reforma luterana marcó el
inicio de una tradición musical diferente a la romana que daría en Alemania
excelentes frutos en los siglos posteriores.
Los códices manuscritos desaparecieron con la introducción del papel y
la imprenta. Una colección de 96 canciones a varias voces titulada Harmonice
Muskes Odhecaton, editada en Venecia en 1501 por Ottaviano de Petrucci, fue
la primera colección de música polifónica impresa de la historia.
Sin embargo, durante casi dos siglos la música impresa fue de escasa
utilidad, porque el número de copias obtenidas en cada impresión era muy
pequeño y el papel, la tinta y la impresión resultaban excesivamente caros. La
copia de un manuscrito era indudablemente más barata. Se ha estimado que
únicamente la décima parte de la música compuesta con anterioridad al año
1600 ha llegado hasta nosotros.

El nuevo sentido de la música


Durante la Edad Media, el arte había sido solo un medio para honrar a
Dios y guiar los pasos de la humanidad mediante los ejemplos que proponía.
Pero en el Renacimiento surge la idea de que la música podía expresar las
emociones humanas, sobre todo si se apoyaba en un texto.
Otra diferencia por primera vez aparecen compositores, creadores
individuales con nombre propio, como Josquin des Prés. Al no poder conocer la
música griega y romana con la misma precisión que su arquitectura y escultura,
la música renacentista no fue una restauración de la Antigüedad. Por el
contrario, la música del Renacimiento, deudora de la evolución técnica del Ars
nova, fue más bien la culminación del período anterior. Sin rupturas similares a
las que se produjeron en el arte, pero buscando siempre naturalidad,
proporción entre las partes y armonía entre el texto y la melodía, valores
propios de la cultura renacentista

El papel social del músico del Renacimiento


Durante la Edad Media, la composición musical no era propiamente una
profesión, sino más bien una actividad complementaria de algunos miembros
activos de una gran iglesia o un monasterio. Durante el Renacimiento, la
creciente complejidad técnica de la polifonía, extendida ya por toda Europa y
considerada un acompañamiento insustituible de las ceremonias religiosas y
políticas desarrolladas en las catedrales y los palacios, exigía un cierto número
de profesionales.
Obispos y príncipes deseaban contar con la presencia estable de
músicos bien preparados y les pagaban generosamente. Así se crearon en
grandes iglesias, catedrales y cortes las llamadas «capillas musicales»,
formadas por un cierto número de cantores expertos presididos por el maestro
de capilla, cargo reservado a los cantores en posesión de las nuevas técnicas y
capaces de enseñarlas a los miembros más jóvenes del coro.
Pagados para hacer y enseñar música, los mejores músicos se movían
de una capilla a otra, atraídos por las ventajas económicas o por el atractivo de
la experiencia artística que se les proponía. Poco a poco, los compositores
tomaron conciencia de su importancia profesional. Su técnica musical les
permitía gozar de un gran prestigio, y surgieron las primeras figuras
internacionales de la música.
Sin embargo, es muy poco probable que los compositores del
Renacimiento se hubiesen considerado a sí mismos compositores en el sentido
que hoy damos a ese término. No hay que olvidar que, aún durante varios
siglos más, la música será solo la compuesta para una ocasión determinada, y
el profesional, el compositor artesano, componía siempre música «nueva», sin
esperanzas de perdurar.
La canción
Renacimiento temprano
Durante los dos primeros tercios del siglo XV la canción profana
polifónica presenta características similares a la del siglo anterior: predominan
las formas fijas, habitualmente en la textura de canto, tenor y contratenor. En
una primera generación, con un dominio claro de la ballade, destacan como
autores Guillaume Dufay y Gilles Binchois. La generación siguiente abandona
poco a poco la ballade y prefiere el rondeau y el virelai; los compositores
fundamentales son Johannes Ockeghem y Antoine Busnois.

Renacimiento medio
El tránsito entre los siglos XV y XVI supone una época de cambios
importantes en la canción polifónica. En primer lugar, desaparecen las formas
fijas, que ya se consideraban bastante anticuadas (hay que recordar que
provenían de la monodia trovera y estaban en uso desde mediados del siglo
XIII). En segundo lugar, se percibe una doble influencia en las técnicas de
composición: de un lado, la del motete —la forma polifónica más importante—,
con una textura densa que evitaba las cadencias simultáneas y planteaba una
gran libertad entre las voces; de otro lado, la influencia de la canción popular,
con sus melodías sencillas, sus estribillos y sus ritmos vivos. En tercer lugar, se
acentúan las innovaciones que venían experimentándose desde comienzos del
siglo: homofonía, homorritmia, armonía nueva, igualdad estructural entre las
voces… Todo esto conduce a una pluralidad de modelos de canción, tanto
entre unos compositores y otros como en la obra individual de cada uno.
Por otra parte, este momento central del renacimiento musical presenta
una altísima concentración de compositores importantes en una misma
generación. El personaje central es Josquin des Prez, uno de los grandes
genios de la historia de la música occidental; entre sus contemporáneos están
Heinrich Isaac, Alexander Agricola, Jakob Obrecht y Pierre de la Rue.
Al mismo tiempo, comienzan a aparecer formas autóctonas de origen
popular en diversos lugares: en Italia es la época de la frottola, canción de tipo
tradicional con estribillo; en España comienza el desarrollo del villancico y del
romance polifónicos, que tendrán una presencia importantísima en la música
española de los dos siglos siguientes; la figura central de este momento es el
músico-poeta Juan del Enzina.

Renacimiento tardío
Este momento de cambios cristaliza en el florecimiento de diversos tipos
de canción que dominarán los dos últimos tercios del siglo XVI. Esta
diversificación es en principio de tipo nacional, pero los continuos viajes de los
músicos, junto con la imprenta musical y la circulación de manuscritos hará que
la mayor parte de estas canciones se hagan conocidas en todos los lugares de
Europa. Entre estos tipos de canción destaca el madrigal italiano, que será la
forma más característica de la polifonía profana de finales del Renacimiento.
Los madrigales se componían sobre poemas no estróficos con versos de siete
y once sílabas; el compositor ponía música a cada verso individualmente, sin
apenas repeticiones; la textura habitual era a cinco o seis voces, con uso de la
imitación y de otros recursos de la polifonía culta. Entre los compositores de
madrigales destacan Adrian Willaert y Luca Marenzio, y finalmente Claudio
Monteverdi, a quien se considera uno de los iniciadores del estilo barroco.
En los decenios finales del Renacimiento se producen cambios
importantes que afectan a la composición de canciones. Por un lado, la
«internacionalización» de la música lleva a que algunos compositores
destaquen en la creación de prácticamente todos los tipos de canción: así
ocurre con Orlando di Lasso, músico flamenco que trabajó en Italia y Alemania.
Por otra parte, la influencia de la contrarreforma católica llevó a algunos
músicos, italianos y españoles principalmente, a renunciar a la composición de
canciones profanas o a «disfrazar» de religiosas formas de canción profana,
como ocurre con los Madrigali spirituali de Giovanni Palestrina.
Finalmente, la canción profana y especialmente el madrigal fueron
terrenos de experimentación para técnicas nuevas como el cromatismo o las
disonancias extremas, que desembocarían finalmente en un nuevo estilo hacia
1600, el estilo que actualmente denominamos barroco.

La música vocal en el Renacimiento

Hasta el final del siglo XVI la música que se componía era casi
exclusivamente vocal. Existían dos grandes tipos: música vocal de carácter
religioso y música vocal de carácter profano:

Música vocal religiosa


Fue a partir de 1450 cuando las voces de los cantantes quedaron establecidas
bajo una denominación
común: superius (soprano); altus (contralto); tenor (tenor) y bassus (bajo). La
mayor novedad consistió en la aparición de la polifonía coral. En la música
de la Edad Media cada parte de la polifonía era ejecutada por un solista. El
coro renacentista por el contrario, son varios los cantores que entonan cada
parte. En la música religiosa la ejecución coral, alternada con dúos o tríos de
voces solistas, constituyó la norma habitual.
Lo normal era un coro de entre 10 a 14 hombres (las voces femeninas
estaban prohibidas en la Iglesia) que leían la música en grandes libros corales
situados sobre un facistol. La música religiosa, en los países católicos, llevó a
su máximo esplendor la tradición de la polifonía vocal desarrollada durante la
Edad Media.
En los países del norte de Europa, tras la ruptura, la Iglesia luterana no
solo permitió la música en sus servidos religiosos, sino que la promovió por
todos los medios a su alcance, lo que dio lugar a un desarrollo musical
magnífico en siglos posteriores.
La Iglesia luterana abandonó el latín y adoptó la lengua nacional, el
alemán, y sustituyó el canto gregoriano por el coral, un himno de melodía
sencilla, fácil de recordar y capaz de ser entonado por todos los fieles en los
oficios religiosos.
Formas de música vocal religiosa en el Renacimiento

Motete: Composición a dos, tres o más voces, de argumento generalmente


sagrado, sobre texto latino y de extensión breve. Se cantaba, sobre todo,
durante las celebraciones litúrgicas de Adviento, Cuaresma y Semana Santa,
etc. Durante los siglos XIII y XIV, el motete fue el género mayor de la música
polifónica y alcanzó su máximo esplendor en el siglo XVI con Palestrina, Di
Lasso y Victoria.

Misa: Se estructura sobre los textos litúrgicos de esta celebración: Kyrie,


Gloria, Credo, Sanctus y Agnus. Podía inspirarse en temas del canto llano y
también en temas profanos. Las misas que no se inspiraban en ningún tema
preexistente recibían el nombre de misas sin nombre (missae sine nomine).

Música vocal profana


La música de carácter profano, que a partir de este período irá cobrando
cada vez mayor importancia frente a la religiosa, se basa también en la
polifonía vocal. Sin embargo, las voces solistas, y no el coro, continuaron
siendo el modo normal de ejecución de la música profana. Se cultivaron las
siguientes formas vocales:

 Canzona: Canción trovadoresca sobre un poema.


 Ricercare: Canción de estilo imitativo y repetitivo por entradas sucesivas
de las voces de un tema.
 Chanson: Canción francesa a una o varias voces sobre tema estrófico
con elementos descriptivos, en algunos casos onomatopeyas musicales.
El texto puede ser sentimental, ingenuo y, a veces, picante.
 Villancico: No se trata de las canciones que se entonan en la fiesta del
nacimiento de Cristo, sino que se derivan de tonadas cantadas por los
villanos. Es una composición musical típica española y de origen popular
sobre texto estructurado en estrofas con un estribillo.
 Villanella: Canción rústica napolitana totalmente opuesta al madrigal y
en la que predomina el espíritu cómico.
 Madrigal: La gran forma renacentista. Escrita a varias voces, es una
composición genuinamente italiana.

En ésta última, la música se adapta rítmicamente a un texto en verso de


tema amoroso, destacando su valor descriptivo o sentimental. Si un verso
refleja alegría, la música para ese verso será alegre; si el siguiente verso
expresa sorpresa o inquietud, la música también lo hará, sin repetir nunca la
misma música para versos diferentes.
Compusieron madrigales Claudio Monteverdi (1567-1643), Adnaan
Willaert (1490-1562), Cipriano Rore (1516-1565) y, sobre todo, el
gran Orlando di Lasso (1532-1594).
La música instrumental en el Renacimiento
La aparición de la música instrumental, en un segundo plano de
importancia respecto a la música vocal, es otro fenómeno destacado del
período renacentista. Hasta el siglo XVI, los instrumentos musicales tan solo
se utilizaban para duplicaciones de las partes cantadas o para interpretar las
transcripciones de la polifonía vocal.
En el Renacimiento se formaron pequeños conjuntos de
instrumentos que interpretaban melodías de notas musicales escritas
originalmente para ellos y no para la voz humana, pero sin darse todavía una
total independencia respecto de la música vocal. Los primeros instrumentos
para los que se componen piezas musicales son los de tecla (órgano, clave) y
el laúd, el instrumento favorito en Europa.
Los instrumentos de viento fueron perdiendo importancia y siendo
sustituidos por los de cuerda y por los de sonido punteado. Destacaron los
instrumentos capaces de dar acordes:

 El órgano: Es un instrumento de teclado cuyo sonido se produce al


pulsar las tedas, las cuales regulan el aire a través de los tubos. En el
Renacimiento se introdujeron en el órgano dos teclados y el pedal.
 El davicémbalo y el clavicordio: Son instrumentos de teclado en los
que las cuerdas son, respectivamente, punteadas o golpeadas.
 El laúd: Es un instrumento de cuerda, con una caja abombada y con el
clavijero doblado hacia atrás.
 La vihuela: De parecidas características al laúd, con caja plana y mástil
corto, alcanzó gran popularidad en España.

Instrumentos musicales del Renacimiento


Como hemos comentado anteriormente, el instrumento preferido del
Renacimiento fue el laúd. Era un acompañante obligado de danzas y
canciones, como lo es hoy el piano. Para él se publicaban toda clase de
transcripciones o arreglos de músicas pensadas para otros instrumentos o
conjuntos.
En el Renacimiento, la música para conjunto se ejecutaba con un grupo
de instrumentos musicales de timbre similar (flautas dulces, violas), pero
tesitura diferente (el llamado consort).

Formas de música instrumental renacentista

 Variación o diferencias: Composición que consiste en la exposición de


un tema seguida de variaciones sobre el mismo. Es decir, que el tema
principal es continuamente cambiado, aunque siempre es reconocible.
 Tocata: Obra breve para instrumentos de teclado (órgano, clavecín,
clavicordio, piano) que sirve de introducción para una composición de
mayor envergadura.
 Fantasía o tiento: Composición sin forma fija, que queda totalmente
supeditada a la capacidad de improvisación del intérprete. Dio origen a
la fuga.
 Danza: Obra para ser bailada, escrita en grupos de dos ritmos de
distinta velocidad y para toda clase de instrumentos y agrupaciones. Su
carácter es aristocrático o popular. La danza popular (alta danza) se
distingue de la aristocrática (baja danza) en que se levantan los pies y
se golpea el suelo. Mientras que en la aristocrática los ropajes de las
damas y caballeros «no permiten la agitación muscular».

Conjuntos instrumentales
Los instrumentos renacentistas se clasificaban en «altos» y «bajos»: los
primeros son los instrumentos aptos para tocar al aire libre, por tener una
mayor sonoridad; se incluyen en este grupo, en general, los instrumentos de
metal (trompetas, trompas, sacabuches) y los de lengüeta (chirimías,
cromornos), junto a la percusión. Entre los instrumentos «bajos» se incluyen
aquellos más apropiados para interpretar en recintos cerrados, como son los de
cuerda en general (violines, violas, laúdes) y las flautas. Prácticamente todos
los instrumentos se construían en varios tamaños para poder interpretar música
polifónica de tesituras diversas con conjuntos instrumentales homogéneos.

Los principales conjuntos instrumentales serían los siguientes:

Ministriles: Se trataba de músicos al servicio de las ciudades y las


instituciones públicas, generalmente con instrumentos de metal o instrumentos
«altos» en general. Participaban en ceremonias oficiales, desfiles y
procesiones. Son un remoto antecedente de las bandas de música.

Músicos de iglesia: Intérpretes de instrumentos de viento, sobre todo cornetas


(de madera o hueso) y sacabuches (antepasados del trombón), estos últimos
en varias tesituras. Doblaban o sustituían a los cantantes interpretando siempre
repertorio polifónico religioso.

Músicos de cámara: Los instrumentos principales eran flautas de pico y violas


da gamba, construidas en todas las tesituras. Podían formar conjuntos
homogéneos (con el mismo tipo de instrumentos en todas las voces) o
heterogéneos (mezclando instrumentos diferentes). Solían añadirse
instrumentos polifónicos, sobre todo de cuerda pulsada. Los violines (también
en todas las tesituras) se consideran en principio instrumentos populares aptos
solo para la danza, pero acaban formando parte también de los conjuntos de
cámara.

La escuela franco-flamenca
El ducado de Borgoña poseía, hacia el siglo XV, la casi totalidad de las
tierras que circundan las bocas del río Rhin. Fue una época de extraordinario
auge del comercio, circunstancia que convirtió a los señores de estos territorios
en poderosos gobernantes. Este poder político y económico propició una
floreciente actividad musical, con la creación de magníficas capillas
musicales, sobre todo en los tiempos de Felipe el Bueno y Carlos el
Temerario. Musicalmente se siguieron las directrices del Ars nova, hasta llegar
a un laborioso contrapunto de multitud de voces y a la utilización de la forma
imitativa canónica.
El primer músico de la escuela franco-flamenca fue Gilles
Binchois (hacia 1400-1460), en cuyo estilo influyó el inglés John
Dunstable (hacia 1390-1453). Pero las tres grandes figuras de esta escuela
fueron Dufay, Ockeghem y des Prés.

 Guillaume Dufay (1400-1474): Autor de más de 150 composiciones


entre misas, motetes y canciones, trabajó en la capilla papal del
Vaticano.
 Johannes Ockeghem (1425-1495): Gran maestro del contrapunto, está
considerado como una de las glonas de su época, que ejerció mucha
influencia en la producción musical de Francia, Italia y Alemania.
 Josquin des Prés (1440-1521): Se le denomina «Príncipe de la
música». Practicó con éxito todos los géneros de la época y,
abandonando la Edad Media, se introdujo plenamente en el
Renacimiento.

El gran músico de la escuela flamenca renacentista ya bien definida


fue Orlando di Lasso (1532-1594). Más que representante de esta o aquella
escuela o época, se le debe considerar un gran músico europeo de todos los
tiempos, pues su estilo musical, de carácter cosmopolita, responde a una
síntesis de tendencias diversas. Cultivó todos los géneros propios de su época
y se interesó especialmente por las composiciones profanas, siendo el madrigal
la forma en la que alcanzó mayor virtuosismo.

La escuela italiana
Italia fue la cuna renacentista. Los mecenas impulsaron el nacimiento de
grandes movimientos musicales, entre los que sobresalieron las escuelas
romana y veneciana.

Escuela romana: Resueltos los problemas internos de la Iglesia romana, el


Concilio de Trento dio normas que pretendían eliminar de la liturgia lo sensual
para que la casa de Dios pudiera ser llamada «casa de oración». La polifonía
del Ars nova fue considerada como «ruido infernal» hasta que Giovanni
Pierluigi da Palestrina (1525-1594) logró redimirla con su extraordinaria Misa
del papa Marcelo. Sobriedad, profundidad, nobleza y transparencia respiran las
más de cien misas y cerca de doscientos motetes de este gran maestro de la
Capilla Sixtina, a quien se le reconoce como el más destacado representante
de la escuela romana y uno de los genios de la música universal.

Escuela veneciana: Esta escuela estuvo centrada en la Capilla de San


Marcos, más colorista y alegre que la romana. Los grandes maestros de la
música renacentista veneciana fueron Adriaan Willaert (1490-1562) y Andrea
Gabrieli (hacia 1533-1586) y Giovanni Gabrieli (1551-1612).

Característica de esta escuela es la música para dos coros, que


intervienen conjuntamente o en diálogos de gran sonoridad. Los trabajos en
composición instrumental de Giovanni Gabrieli esbozaron el colorido tímbrico
de la futura orquesta y la creación autónoma de un estilo instrumental.

La música renacentista francesa, alemana e inglesa


La Reforma protestante tuvo una importancia decisiva en la música
alemana e inglesa, mientras que en Francia su influjo fue menor. Se puede
afirmar que la música alemana comenzó con la Reforma y que gran parte de la
música inglesa estuvo influida por el cisma anglicano. En Francia, donde
finalmente triunfaron los católicos, la impronta reformista en la música fue
menos importante.
Escuela francesa
En Francia, la música renacentista estuvo representada, sobre todo, por
la chanson y los salmos hugonotes.

 La chanson: De corte delicado, es muy sencilla y procura el logro de un


tipo de música descriptiva en consonancia con el texto. El más
importante autor fue Clément Jannequin (1485-1560). Su obra más
popular, Batalla de Malignan, alcanzó gran éxito en toda Europa.
 Los salmos hugonotes: Son cantos a una sola voz sin
acompañamiento, que se convirtieron en la música oficial de la Iglesia
calvinista. Uno de sus más importantes creadores fue Claudio el
Joven y, junto a él, Jacques Maudurt (1557-1627) y Qaude
Goudimel (1520-1572)

Escuela alemana
Martín Lutero (1483-1546), el fraile agustino que llevó a cabo
la Reforma protestante en Alemania, desde un principio fue consciente del gran
papel didáctico de la música en la religión. Por ello, mantuvo algunos
elementos de la música católica para el culto reformista. Pero buscó melodías
de carácter popular de fácil interpretación, a las que puso letra de textos
didáctico-morales en lengua alemana que sustituyeron al gregoriano.
Al principio, estas canciones fueron ejecutadas por el pueblo a una sola
voz y se acompañaron con el órgano. Luego se armonizaron a cuatro voces y
fueron interpretadas por un coro, con lo que se llegó al célebre coral.  El coral
es un canto a cuatro voces, con melodía sencilla y ritmo marcado, y con
frases muy regulares y sobrias.
Además de Lutero, compusieron corales Johannes Eccard (1553-1611)
y Leo Hassler (1564-1612). En esta época también se trabajó el lied, canción
original para una sola voz, escrita en un estilo íntimo, con acompañamiento
generalmente pianístico y con una plena compenetración de la música y el
texto sobre temas populares.

Escuela inglesa
La ruptura de Enrique VIII con la Iglesia de Roma en la primera mitad del
siglo XVI y la posterior creación de la Iglesia anglicana provocaron un
empobrecimiento de la música religiosa en Inglaterra.
La nueva Iglesia eligió como canto para sus servicios
litúrgicos el anthem, especie de himno o antífona en lengua inglesa, a cuatro
voces y de estilo muy parecido al motete. Entre sus compositores
destacaron Thomas Tallis (hacia 1505-1585) y, sobretodo, su
discípulo William Byrd (1543-1623), conocido como «el Palestrina inglés»,
cuyas obras tienen como principal característica su riqueza armónica.
El madrigal inglés, semejante al italiano, gozó de gran popularidad
durante más de cincuenta años y caló profundamente en la clase noble, que
participaba directamente en su interpretación. Los compositores más famosos
de este género fueron el ya citado William Byrd, Orlando Gibbons (1583-
1625) y Thomas Morley (1557-1602). La música instrumental inglesa creó
escuela para virginal, especie de piano pequeño, y para laúd, instrumentos
para los que escribió el compositor John Dowland (1563-1626).

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