Opera Infantil El Bosque de Sama

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 31

OPERO HIFMITIL

E l BOSQUE

snmn
(Música de Angel Arteaga y libro de Juan-Pedro Aguilar)

la ópera se desarrolla entre el mundo fantástico de los animales de las

fábulas de Samaniego y el mundo escénico es una creación de las

pintoras Teresa Muñiz, Carmen Abascal y Mana Dolores Llórente

se ha estrenado en el

REAL COLISEO DE CARLOS 111

en San Lorenzo de El Escorial

el día 21 de junio a las 8 de la tarde

en única sesión

50-
E l BOSQUE
DE
snrnn
original de Juan-Pedro Aguilar

PERSONAJES

NIÑO = ANTONIO-FABIO
LEON
MONA
ZORRA
RANA
GALLO
LEOPARDO
OSO
VARIOS LEOPARDOS

- 51 -
ACTO ÚNICO

LA ORQUESTA Y CORO "AMIGOS DE SAMANIEGO" SE REÚNE PARA EL EN-


SAYO DIARIO, LOS ANIMALES VAN LLEGANDO, LOS MÚSICOS AFINAN
INSTRUMENTOS Y LOS CANTANTES TEMPLAN SUS VOCES.

MONA. Te digo, Rana, que los problemas de celos profesionales son


el freno del arte. Y siempre me repito a mí misma: "Mona
cálmate, ten paciencia, Mona", pero a duras penas lo consi-
go-
Dame un sol...

LA RANA DA UN SOL Y MONA HACE ESCALAS.

RANA. Está tardando mucho la fauna.


MONA. Aquí llegan Oso y Gallo.
OSO Y GALLO. Buenos días.
MONA Y RANA. Buenos días.
GALLO. Presiento que hoy alcanzaré el do de pecho.
Rana, querida, dame un fa...

GALLO HACE ESCALAS.

LEON. Buenos días.


TODOS. Buenos días, Alteza.
LEON. ¿Estamos todos?
MONA (RETICENTE). ¡Falta ella, cómo no!
GALLO. Y Leopardo.

SE OYE EL RUIDO INFERNAL DE UNA MOTO, ENTRA UNA NUBE DE HUMO


NEGRO Y APARECE TIZNADO, CON UN CASCO DIABÓLICO, LEOPARDO.

LEOPARDO. Ciao, fauna.

SILENCIO EMBARAZOSO.

-52-
LEON. Te tengo prohibido que uses ese artefacto infernal. Durante
milenios la atmósfera de Sama ha sido respirable y así debe-
rá seguir hasta el fin de los tiempos...
LEOPARDO (GRUÑE). Está bien, está bien...
LEON. Empecemos.
Canto cuarto del libro de Esopo.
MONA. Pero Majestad, Zorra aun no ha llegado. Siempre se retrasa,
nunca llega a su hora y no es que me importe demasiado
pero...

SONIDO LEJANO DE ELEFANTES QUE ANUNCIAN PELIGRO. ZORRA VIENE


GRITANDO DESDE LEJOS.

RECITADO PRIMERO

ZORRA. ¡Alarma en el bosque, alarma!


¡Peligro en el bosque de Sama!
TODOS. ¡Es Zorra que resuella!
ZORRA. ¡Alarma, animales de Sama!
Un humano despiadado
ha puesto sus sucias huellas
en nuestro bosque sagrado.
TODOS. ¿Un humano?
ZORRA. Grande, sí, descomunal,
terrorífico, espectral.
TODOS. ¡Horror!
LEON. ¡A esconderse, rápido,
un, dos!
MONA. Los humanos me dan pánico.
RANA. ¿Lleva escopeta mortífera?
ZORRA. Lleva enorme escopetón
con su carga terrorífica.
TODOS. ¡Horror!
LEON. ¡A esconderse, un, dos!
MONA. Los hombres son peligrosos
para los animales.

-53-
RANA. Causa son de nuestros males.
GALLO. Peor son para sus hermanos: "Homo
hominis lupus", ¿verdad, Oso?
OSO. Desde que el mundo es mundo
el hombre para el hombre
es un lobo iracundo,
que nadie se asombre.
LEOPARDO. Pues en vista de que éste
es un bicho de cuidado
lo mejor, cuando se acerque,
será sin duda cazarlo,
para después me rendarlo.
LEON. ¡Silencio, por favor!
¡Y escóndanse, un, dos!

FIN RECITADO

TODOS SE ESCONDEN ENTRE EL FOLLAJE, ACECHAN LOS OJOS EL GRAN


PELIGRO CUANDO DE PRONTO ENTRA UN NIÑO PEQUEÑO QUE DESPUÉS
DE TITUBEAR SALE POR EL LADO CONTRARIO, DEJANDO A LOS ANIMA-
LES ATÓNITOS.

LEOPARDO. ¿Es éste el monstruo?


ZORRA. Sí.
LEON. Es un niño.
ZORRA. Pero yo vi un gigante.
LEOPARDO. Vio a King Kong con fusil.
ZORRA. ¡Gatuzo!
MONA. Es un niño.
RANA. Un niñito.
MONA. Qué bonito es.
LEON. Es un cachorro de hombre.
OSO Y GALLO. Parece inofensivo.
MONA. Quisiera jugar con él.
RANA. Yo también.
ZORRA. Y yo.

-54-
LEOPARDO. Mejor nos lo comemos crudo.
MONA. Salvaje.
RANA. Desnaturalizado.
LEOPARDO. Desnaturalizados vosotros que os habéis vuelto vegetarianos,
a mí me sigue gustando la chicha magra.
LEON. Esconderos que vuelve.

SE ESCONDEN DE NUEVO. APARECE EL NIÑO QUE BUSCA ALGO.

RANA. ¡Cu cú!


LEON. ¡Calíate!
RANA. No quiero, quiero conocerlo.
MONA. Cucú.
LEOPARDO. Chitón, que me lo espantan.
MONA. Yo quiero jugar con él.
LEOPARDO. Pesada.
ZORRA. Cu cú.
NIÑO. ¿Quién eres tú?
ZORRA. ¿Quién eres tú?
NIÑO. Cu cú.
ZORRA, MONA Y RANA. Cu cú, cu cú, cu cú.
NIÑO. Es el eco.
MONA. ¿Cómo te llamas?
NIÑO. ¡¡Mamá!!

EL NIÑO HUYE ASUSTADO PERO LEOPARDO LO ATAJA CON UN FORMIDA-


BLE SALTO.

LEOPARDO. ¡Alto ahí, amigúete!


NIÑO. ¡¡Ayü
RANA. Bruto, más que bruto, has asustado al pequeño.
LEON. Leopardo eres un animal.
RANA. No te asustes, niño.
NIÑO. ¡Socorro, papá, animales salvajes!

-55 -
GALLO. Este chico nos insulta.
MONA. Cálmate, pequeño.
GALLO. Y mide tus palabras, no somos animales salvajes; muy al
contrario, somos animales cultivados.
LEON. Incluso famosos.
NIÑO. ¿Famosos?
GALLO. Sí, efectivamente, muy famosos.
NIÑO (POR LEOPARDO). ¿Este también?
LEOPARDO. No señales, rico, está feo señalar.
NIÑO. Más feo está asustar a los niños.
MONA Y ZORRA. Tiene razón.
NIÑO. ¿Eres una mónita?
ZORRA. Tanto como mónita... déjalo en mona. Ya tiene sus años, es
de la quinta de Samaniego.
MONA. Yo seré de la quinta de Samaniego, pero tú eres del quinien-
tos antes de Cristo.
RANA. Por favor...
GALLO. Dejad conversación tan banal y vamos a presentarnos co-
rrectamente. Nosotros, querido, somos...
NIÑO. A mi me parece que os he visto antes.
MONA. ¿Dónde?
NIÑO. ¡En fotografías!
TODOS. Frío, frío...
NIÑO. ¿En un libro?
TODOS. Templado, templado...
NIÑO. ¡En un libro de fábulas!
TODOS. ¡Te quemaste!

CANTO DE PRESENTA CION

TODOS. Nosotros somos


los animales
de las fábulas geniales
que en otro tiempo escribieron

-56-
Esopo, Fedro,
La Fontaine, Iriarte y Samaniego.
ZORRA. Yo soy la zorra de las uvas
siempre verdes y nunca maduras.
MONA. Yo soy la Mona caprichosa,
graciosa, saltarina, revoltosa,
diva de las selvas misteriosas.
LEOPARDO. Yo soy el leopardo criminal,
asocial, amoral,
siempre bestia.
LEON. Y yo simplemente
Antonio Clemente
Sixto Sisebuto
y por más atributos
su Serenísima Majestad
Imperial
LEON EL ÚNICO.
TODOS. ¡Majestadddd!
(ESTRIBILLO: NOSOTROS SOMOS...)

OSO. Yo soy el Oso pelumbroso,


siempre fuerte,
TODOS. siempre muy hermoso.
RANA. Y yo soy la rana que feroz
un buen día
asustó la monarquía,
¿conoces mi historia?
NIÑO. No.
RANA. Pues fue notoria.
TODOS. Samaniego la escribió.
NIÑO. ¿Y tú,
quién eres tú?
GALLO. Yo soy el gallo elocuente
que anduve siempre
entre los dientes
de ciertas gentes.
TODOS (ESTRIBILLO).
FINAL
-57 -
NIÑO. ¿Entonces este no es un bosque normal?
LEON. Digamos que no es un bosque ordinario.
GALLO. Es el bosque de Sama, abreviatura de Samaniego, el insigne
y egregio escritor.
RANA. Aquí vivimos todos los animales de las fábulas pretéritas.
LEOPARDO. Cortad el rollo.
RANA. Maleducado.
LEOPARDO. Rana.
RANA. Sanguinario.
OSO. No riñáis, tenemos visita.
NIÑO. ¿Y por qué no os anunciáis en los periódicos? Vendría mu-
cha gente a veros y ganaríais dinero.
LEON. A nosotros hace siglos que el dinero nos dejó de interesar y,
hay otra cosa, nadie puede entrar en este bosque, lugar fue-
ra del tiempo y del espacio tangible.
NIÑO. ¿Tan...? ¿qué?
GALLO. Tangible, que se toca.
NIÑO. Gracias.
GALLO. De nada.
NIÑO. Pues ganaríais mucho dinero.
LEOPARDO. Es un pequeño especulador.
MONA. ¿Por qué sólo piensas en el dinero?
NIÑO. Porque estoy harto de ser pobre, quiero ser rico y me he es-
capado de mi casa para encontrar un tesoro, así no pasaré
envidia.
En mi pueblo hay unos niños que dicen que sus padres tie-
nen una habitación llena de oro hasta arriba, hasta el techo,
con una cerradura de oro y una llave de oro ; por eso ellos
tienen tantos juguetes y sus padres coches grandes y sus
madres abrigos de pieles de animales de la selva.
TODOS. ¡Qué horror, son seres primitivos!
NIÑO. ¿En este bosque hay tesoros?
ALGUNOS. No lo sabemos.
LEON. Podría ser, Fabio.

-58-
NIÑO. ¿Por qué me llamas Fabio? Yo soy Antonio.
LEON. Porque los niños de las fábulas siempre se llaman así. Nadie
que se llame Antonio encontró nunca un tesoro. Tendrás
que llamarte Fabio, olvidarte de tu pueblo, de tu casa y de
tus padres... El dinero necesita hombres libres, hombres que
no piensen en nada, en nada más que en el oro.

RECITADO SEGUNDO

LEON. Oro, oro, oro


montañas de oro...
NIÑO. Acepto el cambio,
me llamaré Fabio,
Fabio Güito.
TODOS. ¿Por qué Gilito?
NIÑO. Porque el abuelo del Pato Donald
es riquísimo, el más rico de la tierra.
LEON. Bien está y ahora
recibe este azadón y comienza
a buscar tu tesoro.
Es un azadón mágico
que de modo rápido
dará con el oro.
TODOS. Oro, oro, oro
en montañas, torreones
repletos de doblones.
Oro, oro, oro
soñemos un tesoro
Oro, oro, oro
te amamos sin medida
igual que el rey Midas
que todo cuanto tocaba
en oro se transformaba.
Oro, oro, oro
tengo la fiebre del orooooooooooo

FIN RECITADO

-59 -
NIÑO. ¡Ah, es un azadón mágico!
¿Puedo empezar a cavar ya?
LEON. Por supuesto, pero antes debemos comer...
MONA. Para tomar fuerzas.
ZORRA. ¿Por qué no unimos nuestras comidas y celebramos un ban-
quete?
GALLO. Hecho, yo tengo preparado aquí un maravilloso plato de
trigo seco.
MONA. Y yo estas cortezas fermentadas riquísimas.
OSO. Yo pongo castañas bordes.
RANA. Yo aporto mi plato de algas finas.
LEON. Aquí va una hoja de lechuga.
TODOS. ¡Majestad, qué largueza!
LEON. No tiene importancia.
LEOPARDO. Y yo propongo...
TODOS. ¿Qué?
LEOPARDO. Que comencemos por un buen plato caliente: "Consomé de
niño tierno".
TODOS. Ni lo pienses.
MONA. Pobrecito Fabio, se ha puesto blanco, ¡como vuelvas a asus-
tar al niño...!
OSO. Tengamos la fiesta en paz.
RANA. La mesa está apetitotísima... ¡a la mesa amigos míos!
LEON. Buen apetito.

PALABRAS DE CUMPLIDO Y TODOS EMPIEZAN A COMER MUY FINAMENTE


CON APETITO. EL LEOPARDO CON GESTOS DE ASCO Y EL NIÑO NO SE
ATREVE...

MONA. ¿Qué te pasa, pequeño, no comes?


NIÑO. Es que no tengo hambre.
LEOPARDO. Fabio Gilito no como porque esta comida es un asco.
RANA. ¿No te gusta el menú?
NIÑO. No mucho.

-60-
MONA. ¿No es así la comida de tu casa?
NIÑO. La comida de mi casa es muy buena (ROMPE A LLORAR)
LEON. Pero eso para un hombre que abandona su casa en busca de
un tesoro no tiene importancia. No comas, la ambición de-
be bastarte.
NIÑO. Sí, señor.
OSO. ¿Y qué es lo que te hace madre de comer?
NIÑO. Arroz con pollo.
GALLO. ¡No!
NIÑO. Sí y siempre me como un muslito.
GALLO. No lo soporto, qué manía tiene la gente con nuestros musli-
tos.
LEOPARDO (RIE). Este niño es tan fiera como yo.
ZORRA. No es cierto porque este niño vive entre los humanos y, ya
sabemos todos, que los humanos están por civilizar, en
cambio tú ni siquiera has pasado el período de domestica-
ción.
LEOPARDO. Estáis chalados.
MONA. Yo tengo algo para Fabio, mira qué hermosa manzana, ¿la
quieres?
NIÑO. Sí, muchas gracias.
MONA. Al pobre Fabio le ha pasado lo que a la cigüeña de la fábula.
NIÑO. ¿Qué le pasó?
ZORRA. Es una vieja historia que le ocurrió a mi abuela.
NIÑO. ¿Le pasó de verdad?
ZORRA. Pues claro, te la vamos a contar...

CANTO DE LA FABULA

LA ZORRA Y LAS CIGÜEÑAS"

Una Zorra se empeña


en dar comida a una Cigüeña;

-61 -
la convidó con tales expresiones,
que anunciaban sin duda provisiones
de lo más excelente y exquisito,
acepta alegre, va con apetito ;
pero encontró en la mesa solamente
calducho claro sobre chata fuente,
en vano la comida picoteaba,
pues era para el guiso que miraba
inútil tenedor su largo pico.
La Zorra con la lengua y el hocico
limpió tan bien su fuente, que pudiera
servir de fregatiz si a Holanda fuera.
Más de allí a poco tiempo, convidada
de la Cigüeña, halla preparada
una redoma de calducho llena;
allí fue su aflicción, allí su pena;
el hocico goloso al punto asoma
al cuello de la hidrópica redoma,
más en vano, pues era tan estrecho
cual si por la Cigüeña fuese hecho.
Envidiosa de ver que a conveniencia
chupaba la del pico a su presencia,
vuelve, tienta, discurre,
huele, se desatina, en fin, se aburre.
Y se retira triste y apenada
con la cola entre las patas colocada

FIN FABULA

NIÑO (APLAUDE). Muy bien, muy bonito...


LEOPARDO (QUE DE UN SALTO SE APODERA DEL PEQUEÑO). ¡Basta, basta de
idioteces, este niño es para mi! ¡Sigo la Ley de la selva!
NIÑO. Me hace d año.
LEON. Suelta al pequeño.
LEOPARDO. No me da la gana.
LEON. Suéltalo, te digo.
LEOPARDO. Ni lo pienses, ¿crees que dejaré escapar mi presa?, nosotros
los leopardos comemos carne y si es de humano tierno, me-
jor.

-62-
LEON. Por última vez te lo digo
LEOPARDO. Ven tú a por él.
LEON. A por él voy.

LUCHA EMOCIONANTE ENTRE LOS DOS ANIMALES. EL LEON SALE VENCE-


DOR.

LEOPARDO. Basta, basta, me rindo... ¡pido la paz!


LEON. Hecho, pero promete que te portarás bien y que no volverás
a poner tus garras sobre Fabio.
LEOPARDO. Lo prometo.
LEON. Más fuerte, que no se oye.
LEOPARDO. ¡Lo prometo!
LEON. Grita, grita, que lo oigan todos los niños del mundo.
LEOPARDO. ¡ ¡Lo prometoooooooü
LEON. Niños del mundo, ¿habéis oído a este cobarde asusta ni-
ños?...

ESPERA LA RESPUESTA DEL PUBLICO INFANTIL

LEON. Y ahora que estás perdonado puedes seguir comiendo con


nosotros.
LEOPARDO. No tengo hambre y me da asco el verde.
RANA. Pues las verduras son excelentes.
ZORRA (RIE). Se ha quedado con ganas de comer niñito.
LEOPARDO. ¿Yo comerme a ese? ..., ni loco, es feo, raquítico, escuchi-
mizado y seguro que tiene microbios.
MONA. El feo lo serás tú y el raquítico también. Fabio es un niño
muy hermoso y muy sano.
OSO. A Leopardo le ha ocurrido lo que a tu abuela con las uvas.
(A LA Z.)
TODOS. ¡Es cierto! (RIEN).
NIÑO. ¿Es otra historia?
ZORRA. ¿Quieres que te la cuente, Leopardito?
LEOPARDO. A la porra con vuestros rollos! (SE VA).

-63-
NIÑO. ¿Y qué le pasó a tu abuela?
ZORRA. No, fue a mi bisabuela, verás.

CANTO DE LA FABULA

LA ZORRA Y LAS UVAS"

Es común que a más del mediodía


en ayunas la Zorra iba cazando;
halla una parra; quédase mirando
de la alta vid el fruto que pendía.
Causábale mil ansias y congojas
no alcanzar a las uvas con la garra,
al mostrar a sus dientes la alta parra
negros racimos entre verdes hojas.
Miró, saltó y anduvo en probaduras;
pero vio el imposible ya de fijo.
Entonces fue cuando la Zorra dijo :
"No las quiero comer, no están maduras".

FIN DE LA FABULA

NIÑO (APLAUDE). ¡Ah, ahora lo entiendo, al Leopardo le ha pasado conmigo


lo que a tu bisabuela con las uvas!
ZORRA. Exacto.
NIÑO. Bueno, voy a empezar a cavar porque tengo prisa en hacer-
me rico.
MONA. ¿Qué harás cuando encuentres el tesoro?
NIÑO. Correré a la pastelería y compraré todos los bombones que
tengan y todos los pasteles y todas las tartas.
RANA. ¡Y harás un banquete con tus amiguitos!
NIÑO. No, me lo comeré yo todo.
MONA. "Reventarás, criatura, de tanta confitura".
LEON. No hagas caso, los ricos no revientan nunca.
ZORRA. "¿Y qué más harás, Fabio, cuando seas millonario?"
-64-
NIÑO. Me compraré un castillo que esté lleno de juguetes y un co-
che policía, y un helicóptero y un barco, todo de verdad.
MONA. ¿Invitarás a tus amigos a dar un gran paseo?
NIÑO. No, que se chinchen y pasen envidia.
GALLO. ¡Toma ya!
LEON. Este niño se hará rico en menos que cante un gallo, tiene
todas las condiciones.
NIÑO. Bueno, me voy, que estoy perdiendo el tiempo con vosotros.
Adiós.

SALE EL NIÑO Y LOS ANIMALES SE QUEDAN PERPLEJOS.

GALLO. Este niño es un plomazo.


ZORRA. Y tú, León, le llenas la cabeza de pájaros. Todos sabemos
muy bien los tesoros que se pueden encontrar en este bos-
que...
MONA. Pues yo quiero que Fabio encuentre lo que busca.
RANA. Pero su ambición es desmedida, un torrente sin cauce.
LEON. Le regalaremos el cauce y él encontrara el tesoro.
TODOS. ¿En qué pensáis, Majestad?
LEON. No puedo dar más detalles, es materia reservada.

RECITATIVO. TODOS: El Gobierno se encierra en enigma ignoto


y nosotros quedamos con cara de idioto.
NIÑO (ENTRANDO). He cavado veinte hoyos y no he encontrado nada. En toda
la zona tesorera no hay ni una chapa de coca.
LEON. Oh, es posible que las ardillas ambiciosas hayan desenterra-
do los cofres escondiéndolos en otra parte.
Prueba a cavar por el lado contrario.
NIÑO (SALIENDO). De acuerdo.
MONA. Creo León que estás engañando al pequeño.
RANA. Eso me parece a mí.
TODOS. No está bien.
LEON. Tened paciencia y veréis cómo esta historia termina feliz-
mente. Ahora, de momento, es preciso pensar en alguien

-65 -
que se ocupe de Fabio, encontrar el tesoro puede retenerle
aquí una larga temporada.
RANA. Cierto, me ocuparé yo de él.
GALLO. Claro, y lo llevarás a dormir a una charca para que coja unas
anginas con tanta humedad. Lo mejor será que se venga al
gallinero.
ZORRA. ¿Qué hace un niño entre tanta gallina loca? Porque tú serás
encantador pero tus hermanas me parecen perturbadas, mi-
ra que pasarse el día entero diciendo: "Co co co co..." Me
lo llevaré a mi madriguera, es buena y caliente.
MONA. Y terminará lleno de pelusas y oliendo a vulpe.
ZORRA. ¿Qué insinúas?
MONA. El niño vendrá conmigo, haremos una cabana preciosa, en la
copa del viejo pino, con cañas y barro, al igual que su ante-
pasado, nuestro primo hermano, el Homo Erectus.
LEON. Mona tiene razón y es mi voluntad que ella se convierta en
institutriz de Fabio.
NIÑO (ENTRA FATIGADISIMO). ¿Esto es un bosque misterioso? Esto es un bosque
de risa, aquí no hay nada de nada. Venga a cavar y cavar...
No hay ni una peseta.
MONA. ¿Te has cansado mucho?
NIÑO. ¡Estoy reventado!
MONA. Iré a prepararte algo de comer.
LEON. Alto mona, Fabio no necesita comer. La ambición...
MONA. Basta de ambiciones y tonterías, soy su institutriz y cuidaré
de él. Toma, hijo, cómete este plátano mientras tanto.
NIÑO. ¿Institutriz es una señora que cuida de un niño?
MONA. Sí.
GALLO. Y como Mona tiene costumbres parecidas a los humanos te
cuidará ella, porque si te fueses con Rana, ¡ja!, terminarías
en una charca croando.
RANA. Y si te fueras con Gallo terniinarías cacareando a las cinco
de la madrugada, ¡qué horror!
ZORRA. Podría pasarte lo que a la Gata Zapaquilda que nunca pudo
abandonar sus costumbres de la infancia.

-66-
NIÑO. ¿Qué le pasó?

FABULA TERCERA

FABULA TERCERA

"LA GATA MUJER"

Zapaquilda la bella
era gata doncella,
muy recatada, no menos hermosa;
queríala su dueño por esposa,
si Venus consistiese,
y en mujer a la Gata convirtiese.
De agradable manera
vino en ello la diosa placentera,
y ved a Zapaquilda en un instante
hecha moza gallarda, rozagante.

Celébrase la boda;
estaba ya la sala nupcial toda
de un lucido concurso coronada;
la novia relamida, almidonada,
junto al novio, galán enamorado,
todo brillantemente preparado,
cuando quiso la diosa
que cerca de la esposa
pasase un ratoncillo de repente.
Al punto que le ve, violentamente,
a pesar del concurso y de su amante,
salta, corre tras él y échale el guante.

. FINDE LA FABULA

TODOS RIEN Y APLAUDEN.

MONA. Y, ahora, me llevo a Fabio para darle de comer como es


debido, no se dedique en el futuro a cazar ratones. Vamos.
NIÑO. Señor León, ¿dónde debo seguir cavando para encontrar mi
tesoro?

-67-
LEON. Deja ya de cavar; comienza a buscar en el fondo de las cue-
vas, en los acantilados de aguas verdes, allí escondían sus te-
soros los piratas.
MONA. Yo te acompañaré.
NIÑO. Hasta luego.
TODOS. Adiós.
LEON. Amigos, id cada uno a vuestros asuntos. Nos reuniremos al
atardecer. Dejadme solo, tengo que pensar.

TODOS SALEN.

RECITADO TERCERO

LEON. Tesoros, tesoros,


cofres de diamantes, de oro
y emergiendo del dorado resplandor
la corona imperial gloriosa,
el cetro cincelado de mano poderosa
y mil hilos de perlas de infinito valor.
Tesoros, tesoros
en los sueños infantiles
de tantos pequeños tristes.

Tesoros, tesoros
que el tiempo convierte
en humo o en polvo.

SE OSCURECE EL CIELO, HAY RELÁMPAGOS Y TRUENOS, EL VIENTO SOPLA


IRACUNDO.

Soplan misteriosos los vientos


negros presagios presiento
¡Fabio estará en peligro!

SALE. EL LEOPARDO CAE SALTANDO EN MEDIO DE LA ESCENA.

LEOPARDO. ¡Este es el momento,


necesito estar atento
y moverme con sigilo,
deslizarme sin ruido

-68-
para cazar por sorpresa
y Fabio será mi presa!

SE ESCONDE Y ACECHA EN LA ESPESURA. OÍMOS A MONA LLAMANDO A


FABIO, LUEGO ENTRA EN ESCENA.

MONA. ¡Fabio..., Fabio...!


¡ Ah, Júpiter bendito,
desapareció el niñito
en el fondo de una cueva
cuando subió la marea.
¡Auxilio, ¿quién me socorre?!
GALLO. Dirne Mona, ¿por qué corres?
MONA. Fabio se ha perdido ...
GALLO. ¿Dónde?
MONA. En el fondo de una cueva.
TODOS ENTRANDO. ¿Quién grita de esa manera?
GALLO. Fabio se ha perdido
Y Leopardo, yo sospecho,
debe rondar al acecho,
para calmar su despecho
y, de paso, su apetito.
Buscadle sin dilación,
yo avisaré al León.

SALEN TODOS. ENTRA EL NIÑO. RELÁMPAGOS.

NIÑO. ¿Hay alguien por aquí?


LEOPARDO (SALTA). ¿En qué te puedo servir?
NIÑO. ¡Socorro Mona, Mona!
LEOPARDO. ¿Por qué llamas tanto a Mona,
no te sirve mi persona?
NIÑO. Yo a tí ya no te quiero.
LEOPARDO. Te guste o no te guste
tú serás mi compañero.

SE OYE AL LEON LEJOS.

LEON. ¡Fabio, Fabio...!


¿dónde te encuentras, pequeño? 69
LEOPARDO. ¡Maldición
está próximo el León!
Tengo que huir de estampida
pero recuérdalo Fabio
la tercera es la vencida. (VASE)

FIN RECITADO

LEON (ENTRANDO). ¡Fabio, gracias al cielo!


NIÑO. El leopardo me ha cogido otra vez.
LEON. Lo suponía
GALLO (ENTRANDO). ¡Por fin os encuentro!
TODOS (ENTRANDO). ¿Estáis aquí? ¡Menos mal!
MONA. Fabio, ¿por qué te has escapado?
NIÑO. Me perdí en el fondo de la cueva y luego encontré un pasa-
dizo que me trajo hasta este lugar.
ZORRA. De buena te has librado.
MONA. Tienes que estar más atento.
RANA. Más atenta tienes que estar tú.
GALLO. ¿En qué pensaba la ilustre institutriz?
MONA. Yo no puedo seguirle, no tenía equipo de espeleóloga, ¿qué
podía hacer? Y además, ¿qué clase de institutriz soy yo?
¿Cómo puedo desarrollar mi labor si no tengo material ade-
cuado? Necesito el uniforme de institutriz, la cofia, los
adornos almidonados, las medias y los zapatos de tacón, el
collar de perlas y unas antiparras con cadenita dorada para
decir: "Oh la,la..."
TODOS. ¡Nooo!.
ZORRA. ¿Y tú eres la mejor institutriz para Fabio? Creo que Rana
hubiera sido más práctica.
MONA. Nunca, jamás me comprenderéis.
GALLO. Las monas sois como los humanos, nunca aprendéis de los
errores cometidos, ¿es que han olvidado lo que les ocurrió
a tus primas las africanas?
MONA. ¿Qué primas?
GALLO. Aquellas que se hicieron zapatos con cascaras de nueces.

-70 -
NIÑO. ¿Qué les pasó?
GALLO. Es una historia que me hace doblar de risa.
MONA. Sádico.
GALLO. Fabio, escúchala.

FABULA CUARTA

LA MODA

Después de haber corrido


cierto danzante mono
por cantones y plazas,
de ciudad en ciudad, el mundo todo,
logró, dice la historia
aunque no cuenta el cómo,
volverse libremente
a los campos del Africa orgulloso.

Los monos al viajero


reciben con más gozo
que a Pedro el Zar los rusos,
que los griegos a Ulises generoso.
De leyes, de costumbres,
ni él habló, ni algún otro
le preguntó palabra;
pero de trajes y de modas todos.

En cierta jerigonza,
con extranjero tono,
les hizo un gran detalle
de lo más remarcable a los curiosos.

"Empecemos, decían,
aunque sea por poco".
Hiciéronse zapatos
con cascaras de nueces, por lo pronto ;
toda la raza mona
andaba con sus choclos,
y el no traerlos era
faltar a la decencia y al decoro.

71 -
Un leopardo hambriento
trepa para los monos:
Ellos huir intentan
a salvarse en los árboles del soto.
Las chinelas lo estorban,
y de muy fácil modo
aquí y allí mataba,
haciendo a su placer dos mil destrozos,
en Tetuán, desde entonces
manda el senado docto
que cualquier uso o moda,
de países cercanos o remotos,
antes que llegue el caso
de adoptarse en el propio,
haya de examinarse,
en junta de políticos a fondo.

Con tan justo decreto


y el suceso horroroso
¿Dejaron tales modas?
Primero dejarían de ser monos.

FIN DE LA FABULA

LEON. Mona, para ser buena institutriz no hacen falta perifollos


sino mirar con los ojos bien abiertos para ver cada vez más y
más, así es como se llega a hacer una cosa bien.
TODOS. Mónita, apréndete la lección.
MONA. Vuestros consejos, ¿sabéis que os digo,
que son banales,
me entran por un oído
y por el otro me salen.
TODOS. Se hace la chula.
MONA. Fabio, vamos a seguir buscando el tesoro.
NIÑO. No quiero.
MONA. ¿No quieres encontrar el tesoro?
NIÑO. Claro que sí, pero aquí no hay tesoros, me habéis engañado.
Yo me voy a la ciudad, trabajaré allí y ganaré millones de
pesetas.

-72 -
MONA. Pero, hijo, ¿cómo vas a ir tú solo a la gran ciudad? Está
llena de peligros para un pequeño.
RANA. Es cierto, no podemos consentir que Fabio se marche solo.
NIÑO. Pues sólo llegué y solo me marcharé.
OSO. La ciudad grande es terrible para un niño.
NIÑO. Me importa poco.
LEON. Silencio. Nadie puede detener a un buscador de oro, no po-
dremos convencerle, arde en la fiebre dorada; si Fabio quie-
re marchar que marche.
NIÑO. Adiós.
MONA. Fabio, niñito, ten cuidado. Puede ocurrirte lo que le suce-
dió al Ratón del Campo que fue invitado por el Ratón de la
Corte.
NIÑO. No me interesan tus cuentos, me he aburrido de vuestras
historias y tú eres una tonta y una fea.
MONA. ¡Oh!
NIÑO. Adiós. (SALE).
TODOS. Pobre Fabio.
MONA. ¿Es cierto que soy tan fea?
ZORRA. No le hagas caso, eres monísima.
GALLO. Y yo te encuentro preciosa.
TODOS. Y yo.
GALLO. Ese niño es odioso.
LEON. No es odioso, es un pobre pequeño que todavía tiene que
sufrir mucho antes de encontrar su tesoro.
Y, ahora, basta de lamentaciones inútiles, cada uno vuelva a
su ocupación, ¡un, dos!
Mona, ¿me harías el inmenso placer de venir a cenar con-
migo?
MONA. Estoy tan afectada...
LEON. Conozco un bello lugar, recoleto, cerca del lago...

VAN SALIENDO TODOS. ENTRA EL LEOPARDO DISFRAZADO DE GUARDA-


BOSQUES, EL SOMBRERO LE OCULTA LA CARA.

-73 -
LEOPARDO (DE IMPROVISO). El niño va solo, ha despreciado la ayuda de los anima-
les, pero nunca jamás logrará salir del bosque porque yo se
lo impediré.

ENTRA EL NIÑO SIN VER AL LEOPARDO. VA BUSCANDO LA SALIDA.

LEOPARDO (CAMBIANDO VOZ). ¿Qué buscas, pequeño?


NIÑO. ¡Menos mal, por fin encuentro a un hombre! ¿Usted sabe
por dónde se sale de este bosque?
LEOPARDO. Claro que sí, soy su guardián.
NIÑO. ¿Es usted el guardabosques?
LEOPARDO. Exacto.
NIÑO. ¿Y conoce usted un montón de animales que hablan como
las personas?
LEOPARDO. ¿Te refieres a una panda de locos disfrazados de animales?...
Ciertamente. Gente peligrosa y mala, ¿has hablado con
ellos?
NIÑO. Sí.
LEOPARDO. Entonces es mejor que te pongas a salvo. Ven conmigo, yo
te llevaré por camino seguro.
NIÑO. Yo quiero encontrar el camino de la ciudad, porque quiero
hacerme millonario.
LEOPARDO. ¡Ah, ¿sí? qué interesante! Vamos, vamos...

LA MÚSICA CREA UN CLIMA DE PELIGRO, MUY LEJANO. ENTRAN LEON Y


MONA.

MONA. Me perdonarás que no te acompañe a cenar, la verdad es


que me siento muy triste desde la partida de Fabio y (SO-
LLOZA) estoy muy preocupada.
LEON. Mona, no podemos hacer nada ...
ZORRA (GRITA FUERA). ¡Alarma en el bosque, alarma!
¡Peligro en el bosque de Sama!
MONA. ¡Ay, Júpiter mío, ¿qué sucederá?!
LEON. ¿Otra vez? Después de dos siglos de tranquilidad ésto es de-
masiado .
ZORRA (ENTRANDO). ¡Alarma, alarma!

-74-
TODOS LOS ANIMALES ENTRAN. ¿Qué sucede, ahora?
ZORRA. Terrible, amigos, esta vez no hay quien salve a Fabio, los
perritos de la pradera me han dicho que están reunidos
todos los leopardos en la cueva de la muerte y ¿sabéis por
qué?
TODOS. ¿Por qué?
ZORRA. Porque tienen prisionero a Fabio y se lo piensan merendar.
TODOS. ¡No!
ZORRA. Sí, quieren devorarlo.
MONA Y RANA. ¡No, por favor!
LEON. Eso ha sido obra de Leopardo, pero no vencerán.
Organicemos un ejército.
GALLO. Imposible, somos cuatro gatos contra un sinfín de leopardos
hambrientos.
LEON. No cunda el desánimo en mis filas, ¡a formar, un, dos!
GALLO. Yo seré el general.
ZORRA. La generala seré yo.
OSO. Con un general ya hay bastante.
ZORRA. Entonces que se retire Gallo pues un ave de corral no sirve
para una lucha a dentelladas.
RANA. Mejor será que la generala sea yo; mi abuelo fue General en
Jefe de las ranas que causaron la plaga de Egipto.
MONA. No se discuta más, el generalato para mí y para Zorra la
capitanía. Los demás no tienen que hacer nada en esta
guerra.
TODOS. Ni tú, ni tú, ni tú,...
LEON. ¡Basta! ¡Basta, he dicho!
No hay derecho a que discutáis de ese modo. Este ejército
se forma para salvar a Fabio, no para medrar en puestos
militares, y necio es quien, en una guerra, a su compañero
desprecia.

-75 -
RECITADO CUARTO

FABULA DE EL LEON CON SU EJERCITO

LEON. Un león, rey de los bosques poderoso,


quiso armar un ejército famoso.
Juntó sus animales al instante;
empezó por cargar al elefante
un castillo con útiles, y encima
rabiosos lobos, que pusiesen grima.
Al oso le encargó de los asaltos ;
al mono con sus gestos y sus saltos
mandó que al enemigo entretuviese ;
a la zorra que diese
ingeniosos ardides al intento.

Uno gritó: "La liebre y el jumento,


éste por tardo, aquélla por medrosa,
de estorbo servirán, no de otra cosa".
"¿De estorbo? dijo el rey ; yo no lo creo.
En la liebre tendremos un correo,
y en el asno mis tropas un trompeta".
Así quedó la armada bien completa.

. FIN DEL RECITADO

TODOS. Perdónanos, Majestad, estamos a tus órdenes.


ZORRA. ¿Cuál será el plan de batalla?
LEON. Cuando el enemigo es así de poderoso los débiles debemos
emplear la astucia.
ZORRA. ¿Guerra de guerrillas?
LEON. No llegaríamos a tiempo; mi plan es el siguiente; tengo un
fusil de caza, con él nos acercaremos cautelosos, cerca de
la cueva Zorra gritará: "Alarma, alarma en el bosque, se
acercan los terribles cazadores" ...
ZORRA. Entendido.
LEON. Entonces yo dispararé varios tiros al aire y los leopardos
huirán despavoridos. Espero.
-76-
MONA. Y en ese momento rescatamos a Fabio.
LEON. Exacto.
OSO. ¿Y si hubiera quedado algún leopardo rezagado?
LEON. Lucharemos cuerpo a cuerpo.
OSO. De eso me encargo yo. (GRUÑE EN SON DE LUCHA)
TODOS. ¡Bravo!
ZORRA. Y yo le morderé las patas.
MONA. Y yo le tiraré cocos a la cabeza.
GALLO. Y yo le picaré en el cogote.
RANA. Y yo les asustaré con el grito de guerra de Lin-Chu. (GRITA
COMO UNA SAMURAI)
TODOS. ¡Bravo!
GALLO. Vuelve la tormenta.
LEON. No importa. Lucharemos también contra los elementos.
¡Formación, un, dos!

VUELVEN LOS RELÁMPAGOS Y RAYOS, SALEN DESFILANDO, SONIDOS MIS-


TERIOSOS, ENTRA EL LEON CON UN FUSIL; ESPERA ATENTO, SE OYE A LA
ZORRA DAR LOS GRITOS ACORDADOS, EL LEON DISPARA VARIAS VECES
AL AIRE;DENTRO GRITAN LOS LEOPARDOS.

LEOPARDOS. ¡El cazador, el cazador, que vienen los cazadores!


OTROS LEOPARDOS. ¡Huyamos, huyamos, dejemos el bosque de Sama!
LEOPARDO. ¿Pero qué hacemos con el niño?
LEOPARDOS. Déjalo, huyamos deprisa.
LEOPARDO. ¡Pero me ha costado tanto atraparlo!
LEOPARDOS. Vale más perder una merienda que la vida.

EL LEON DISPARA DE NUEVO.

LEOPARDOS. ¡Huyamos ya, tenemos los cazadores pisándonos los talo-


nes!

EN LA LEJANÍA SE VE HUIR UNA MANADA DE LEOPARDOS.

ZORRA (ENTRA CORRIENDO). Han huido todos, ¡hemos vencido!, han abando-
nado el bosque para siempre, ¡aquí vienen con Fabio!
-77 -
¡Hemos ganado! ¡Huían como conejos!
LEON. Bravo mis valientes, ¿cómo está el pequeño?
MONA. Muy asustado, Majestad.
GALLO. Esos no vuelven a molestarnos.
ZORRA. Me alegro, así el bosque de Sama quedará tranquilo por
muchos siglos.
LEON. La tormenta se retira, se ha hecho de noche y ya sale la luna.
Alumbrad un poco esta parte del bosque y vamos a celebrar
nuestra victoria.
Fabio Gilito, siéntate a mi lado.

LOS ANIMALES TRAEN LUCES.

LEON. Te veo un poco serio, buscador de tesoros.


NIÑO. Ya no quiero buscar más.
LEON. ¿Cómo es posible?
NIÑO. Ya no quiero nada de nada, sólo volver a casa con mis pa-
dres.
LEON. No es fácil encontrar tesoros.
NIÑO. No.
LEON. Y si yo te diera ahora un cajón lleno de monedas y diaman-
tes y te dijese: "Fabio escoge entre una de estas dos cosas,
el tesoro o volver con tus padres", ¿qué harías?
NIÑO. Volvería con mis padres.
LEON. Fabio Gilito, creo que tú eres riquísimo porque alguien me
ha dicho que tus padres son los mejores del mundo.
NIÑO. Es verdad, yo quiero irme con ellos, decidme por donde se
sale de este bosque oscuro.
LEON. Por el camino recto llegarás siempre a donde desees.
NIÑO. Me da miedo ir solo.
TODOS. Nosotros te acompañaremos.
LEON. Y antes de que te dejemos a la puerta de tu casa, ¿deseas
preguntar algo?
NIÑO. Sí, me gustaría saber lo que le pasó al Ratón de la Corte y
al del Campo.

-78-
MONA. ¡Ja, a este picaro le vuelven loco nuestras historias!
TODOS. Escucha chaval.

CANTO DE LA FABULA
"EL RATON DE LA CORTE Y EL DEL CAMPO"
Un Ratón cortesano
convidó con un modo muy urbano
a un Ratón campesino.
Dióle gordo tocino,
queso fresco de Holanda,
y una despensa llena de vianda
era su alojamiento,
pues no pudiera haber un aposento
tan magníficamente preparado,
aunque fuese en Rato polis buscado
con el mayor esmero,
para alojar a Roepán Primero.
Sus sentidos allí se recreaban,
entre mil ratonescas golosinas,
salchichones, pemiles y cecinas.
Saltaban de placer, ¡oh, que' embeleso!,
de pemil en pemil, de queso en queso.
En esta situación tan lisonjera
llega la despensera.
Oyen el ruido, corren, se agazapan,
pierden el tino, más al fin se escapan
atropelladamente
por cierto pasadizo abierto a diente.
" ¡Esto tenemos!, dijo el campesino;
reniego yo del queso, del tocino
y de quien busca gustos
entre los sobresaltos y los sustos".
Volvióse a su campaña en el instante,
y estimó mucho más de allí adelante,
sin zozobra, temor ni pesadumbre,
su casita de tierra y sus legumbres.

FIN DE LA FABULA
-79 -
TODOS APLAUDEN. SIN DARSE CUENTA HAN LLEGADO A LA CASA DE
ANTONIO, EL NIÑO.

NIÑO. ¡Esta es mi casa!


LEON. Sí.
MONA. Ahí dentro está tu mayor tesoro, ahora que eres pequeño,
cuando seas mayor podrás encontrar el otro.
GALLO. ¡Ah, y hazte listo! Los listos y los que saben mucho son los
que antes encuentran los tesoros verdaderos.
NIÑO. Venid, quiero que os conozcan mis padres.
LEON. Imposible, Antonio, sólo tú entre miles de humanos has po-
dido conocernos.
NIÑO. ¿Ya no me llamas Fabio?
MONA. Has vuelto a ser Antonio.
RANA. Que te llamaste Fabio será un secreto entre tú y nosotros.
OSO. Anda, entra en tu casa, te están esperando tus padres.
ZORRA. Corre, están asustados e impacientes.
NIÑO. ¡Papá, mamá, abridme! ¡Soy Fabio!
TODOS. ¡Antonio!
NIÑO. ¡Es verdad!... ¡Abridme, soy Antonio!

LOS ANIMALES SE ESCONDEN EN LA MALEZA. SE ABRE UNA PUERTA Y


OÍMOS DENTRO A LOS PADRES DEL NIÑO.

PADRES. ¡Hijo, Antonio, por fin te hemos encontrado!

LOS ANIMALES DICEN ADIÓS CON LAS MANOS.

TODOS. ¡Adiós Antonio Fabio Güito, buscador de tesoros!

SE CIERRA LA PUERTA DE LA CASA Y CAE EL TELÓN.

* * *

-80-

También podría gustarte