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Martina y los Hombres Pájaro *

Monica Hoth

A Bruno, mi hijo.

Personajes
Martina
Mamá
Tendera
Mujer uno
Niña uno
Don Chipote
Víbora
El Lobo
Skin Head
Dorotea
Bato Loco
Dos gigantes
Memo
La Bruja

Primera Escena
En la tienda.
Martina está en la tienda, parada frente a una vitrina con dulces, velas, jabones de
baño etc. Suena el teléfono. La tendera aparece detrás de la vitrina. Contesta

Tendera:
Bueno (....) ¡Catarino! ¿Cómo estás? (.....) ¡Bendito sea Dios! (....) Claro, ahorita
mismo mando a avisarle a tu mamá.... ¿Cuándo llegas? (....)

A Martina.

1
Córrele Martina, vele avisar a Elena que Catarino ya viene de regreso. Que llega
en tres días.

Martina:
Pregúntale si viene con mi papá.

Tendera:
Catarino; ¿qué si vienes con Martín, el de Martina?

Martina:
¿O si me va a mandar mi bicicleta?

Tendera:
Bueno, yo le digo. Sí, gracias. Ándale, que te vaya bien.
Sí, en tres días. Aquí te esperamos….Adiós.

Cuelga.

Martina:
¿Qué te dijo?

Tendera:
Que no. Que no sabe nada de él.

Martina:
Mmmm
¿Me das un dulce?

Tendera:
¿Traes dinero?

2
Martina:
No, pero cuando venga mi papá, él te lo va a pagar.

Tendera:
Toma, pero apúrate.

Martina:
No, no quiero ése. Quiero de esos.

La tendera se lo da. Martina sale y al salir casi choca con la Mujer Uno que va
entrando.

Tendera:
Ya vienen los muchachos.

Mujer uno:
¿Todos? ¿También Martín?

Tendera:
No, de Martín nada, ni sus luces....

Mujer uno:
A mí se me hace que ese pájaro ya cambió de nido.

Tendera:
¿Cómo?

Mujer uno:
Sí hombre, que ya se quedó por ahí.

Tendera:

3
No le hagas…

Mujer uno:
Pues hace mucho que no da señales de vida.

Tendera:
Ojala no le haya pasado nada malo...

Mujer uno:
Pues ojalá, si no ¿quién te va a pagar todo lo que ya te
deben?

Tendera:
Bueno, ¿qué se te ofrecía?

Mujer uno:
No, nada. Yo sólo pasaba por aquí. Y ya me voy, que se
me hace tarde. Adiós.

Tendera:
¡Vieja chimiscolera!

Oscuro.

Segunda Escena

En penumbras pasa un gran pájaro volando.

Tercera Escena

4
De noche en la recámara. Todo en tono de charla íntima.

Martina:
Mamá... ¿Mamá?

Mamá:
¿Si Martina?

Martina:
Mamá, ¿por qué dice mi papá que es un hombre pájaro?

Mamá:
Porque él es igual que los pájaros que se van al norte al
comienzo de la primavera y regresan cuando el año se acaba.

Martina:
Mamá, soñé con mi papá. Volaba con unas alas grandes,
grandes. Tal vez ya viene de regreso... ¿no crees?

Mamá:
Tal vez... Ya duérmete Martina.

Martina:
Mamá, si no regresa... lo vamos a ir a buscar, ¿verdad?

Mamá:
No Martina, aquí lo vamos a esperar.... como tu abuela Angélica esperó a tu
abuelo Germán, como tu abuela Martha esperó a tu abuelo Jorge, como a todas
las mujeres, a nosotras nos toca esperar.

5
Martina:
Si no viene pronto, yo lo voy a ir a buscar.

Mamá:
No Martina, tú no vas a ir a buscar a nadie.

Martina:
¿Pero por qué?

Martina:
Porque las mujeres esperamos, no buscamos. Aparte es
peligroso y no quiero que nada malo te pase...

Martina:
¿Y si algo malo le pasa a él?

Mamá:
Nada malo le va a pasar. Ya duérmete...

Martina:
Mamá, tengo miedo...

Se acerca la mamá y abraza a Martina.

Mamá:
Ven, te voy a cantar la canción con que te arrullaba tu papá cuando eras chiquita y
no podías dormir.

Campana de oro,
pájaro de abril,
cántale a mi niña,

6
que quiere dormir.
A la rorro rorro,
a la rorro ra,
duérmase mi niña,
duérmaseme ya.

Cuarta Escena El Secreto

Martina y la niña uno, ambas con uniforme y mochila van a la escuela

Niña:
Hoy no quiero ir a la escuela.

Martina:
Yo tampoco.

Niña:
Mi papá habló ayer; que ya viene de regreso, pero... ¿te digo
un secreto?

Martina:
Bueno.

Niña:
Pero no se lo digas a nadie.

Martina:
Te lo prometo.

Se acercan y la niña le susurra algo al oído.

7
Martina:
Pero ¿por qué?

Niña:
Porqué es muy enojón.

Martina:
Mi papá a veces también es enojón.

Niña:
Sí, pero el mío por todo grita y se enoja, y hasta le grita a mi
mamá.

Martina:
El mío sólo se enoja cuando hago travesuras.

Niña:
¿Y te pega?

Martina:
A veces.

Niña:
Cuando mi papá está, todo el día hay problemas; nada le gusta, sólo quiere
mandar, y si no lo obedecemos, la que se arma...

Martina:
Pero te va a traer regalos. Ojala también te traiga una bicicleta y entonces vamos
a poder andar juntas. ¿No te gustaría?

Niña:

8
Mmmm.

Martina:
Si quieres yo te invito.

Niña:
¿A qué?

Martina:
Andar en bici... cuando llegue mi papá.

Niña:
¿Tu papá?
Pero Martina, dicen que tu papá ya no va a regresar.

Martina:
¿Qué?

Niña:
Si, que no habla, ni manda paquetes, ni saludos, ni nada...y que nadie sabe nada
de él.

Martina:
¿Qué no va a regresar quién? ¿Mi papá? ¿Martín?

Niña:
Ajá

Martina:
Eso no es cierto. Eso es una mentira.

9
Niña:
Eso es lo que dicen y yo no soy ninguna mentirosa.

Martina:
¡Claro que sí, eres una mentirosa!

Niña:
¡Si no me crees, pregúntale a mi mamá!

Martina:
¡Tu mamá también debe de ser una mentirosa!

Niña:
¡Eso no es cierto!

Martina:
¡Claro que sí! Mentirosas, mentirosas...

La niña Uno se lanza a golpes contra Martina, que se defiende.

Se pegan violentamente. La niña uno logra zafarse y sale corriendo, gritando.

Niña Uno:
¡Mamaaaá!

Quinta Escena
Cuando estés triste, cómprate algo

Martina entra a la tienda y observa el aparador.

Martina:

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¿Me das un dulce de esos?

Tendera:
Pero Martina, ¿qué haces aquí? ¿No deberías estar en la
escuela?

Martina (molesta):
Hoy no quiero ir a la escuela. ¿Me das un dulce de esos?

Tendera:
¿Traes dinero?

Martina:
No, pero ya te dije que cuando venga mi papá, él te lo va a pagar.

Tendera:
No, Martina, ya no puedo darte más dulces.

Martina:
¿Pero por qué?

Tendera:
Hace tiempo que nadie sabe nada de tu papá.

Martina (molesta):
¡Pero si él va a regresar! Él me dijo que volvería... y hasta me va a traer una
bicicleta.

Tendera:
Si Martina, pero tal vez algo malo le pasó.

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Martina:
¿Qué cosa?

Tendera:
No sé, tal vez se perdió...

Martina:
Mi papá no se pierde, él conoce el camino a la casa.

Tendera:
O tal vez... una bruja malvada lo atrapó y lo hechizó para que no se acuerde.

Martina:
¿Qué no se acuerde de qué? ¿Del camino? ¿De la casa?¿De qué?

Tendera:
De nada Martina, de nada.

Martina:
¿Y por eso no habla, ni ha regresado?

Tendera:
Tal vez...

Martina:
A mí nunca me va a olvidar...

Martina se da la media vuelta y va saliendo.

Tendera:
O tal vez se murió...

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Martina la escucha y reacciona.

Martina:
Eso no es cierto.

Sale Martina.

Sexta Escena

Un pájaro que está volando es atrapado por unas largas manos y enjaulado.

Séptima Escena

Martina:
Mamá, a mi papá lo atrapó una bruja y no lo deja regresar. Debemos ir a salvarlo.

Mamá:
No, Martina.

Martina:
Pero... ¿por qué no?

Mamá:
Si una bruja lo atrapó, él solo debe encontrar cómo escapar de ella.

Martina:
Pero él solito no puede. Está atrapado. Tenemos que ayudarle.

Mamá:

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No, Martina, ya te dije que aquí lo vamos a esperar... como tu abuela Angélica
esperó a tu abuelo Germán, como tu abuela Marta esperó a tu abuelo Jorge.
Como a todas las mujeres, a nosotras nos toca esperar.

Martina:
Pero mamá, no podemos quedarnos aquí, esperando... Si tú no quieres venir, yo
solita voy a ir a buscarlo.

Mamá:
Ya te dije que mientras que yo viva, tú no vas a ir a buscar a nadie.

Martina:
Pero mamá, ¡eres muy mala! ¡A ti no te importa mi papá!

Martina sale corriendo y llorando.

Mamá:
Martina, si me importa tu papá y también te quiero a ti, pero no podemos ir a
buscarlo. Tenemos que esperarlo. Anda, cálmate, cámbiate de ropa y lleva tu vaca
a pastar, que la pobre está muy flaca.

Octava Escena

Martina lleva su vaca a pastar. Entra Don Chipote.

Don Chipote:
Qué flaca está tu vaca, niña. ¿Es la que te regaló Martín cuando naciste?

Martina:
Si. Está flaca porqué no ha llovido, pero cuando llueva se va a poner gorda. Si
quiere se la vendo.

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Don Chipote:
¿Necesitas dinero? ¿No ha llegado Martín?

Martina:
No. Todos los que se fueron a otro lado ya regresaron, todos, toditos, menos mi
papá.

Don Chipote:
Ya vendrá. Todos regresamos algún día.

Martina:
Pero ¿por qué se van?

Don Chipote:
Porque aquí no hay trabajo, porque aquí el que nace pobre, muere pobre...
Cuando yo era joven también me fui, a poner las vías del tren que va al norte... Ah,
cómo trabajamos, cruzamos el desierto y llegamos hasta el otro lado y ahí
seguimos poniendo vías porque ninguno de allá quería hacer ese trabajo. Pero
nosotros bien que aguantamos y eso que trabajamos de sol a sol.

Martina:
¿Las vías del tren van hasta el otro lado?

Don Chipote:
Si Martina, pero no se te ocurra seguirlas....

Martina:
¿Por qué?

Don Chipote:

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Por que te puedes perder.

Martina:
Si no me bajo de las vías, no me pierdo.

Don Chipote:
Pero qué, ¿acaso quieres ir a buscar a Martín?

Martina:
Sí.

Don Chipote:
¿Y tu mamá también?

Martina:
No, ella no quiere. Yo solita voy a ir...

Don Chipote:
No, niña. Tú no puedes ir solita al otro lado, está muy lejos y tú estás muy
chiquita.

Martina:
Pero yo tengo que ir porque le tengo que ayudar, y además ya no soy chiquita, y
soy muy valiente.

Don Chipote:
Por más grande y valiente que seas hay muchos peligros...

Martina:
A ver, ¿cuáles?

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Don Chipote:
Ah, pues los polleros. Muchos que quieren cruzar, sin papeles, han muerto por su
culpa.

Martina:
No me dan miedo.

Don Chipote:
Y los de la migra, que son unos perros...

Martina:
No me dan miedo.

Don Chipote:
¿Y cruzar el río Bravo, el río Grande?

Martina:
Tampoco me da miedo. Yo sé nadar.

Don Chipote:
Y el desierto, sin sombra que te cobije, sin agüita que te refresque y con sus
víboras y demás alimañas ponzoñosas…

Martina:
Aquí también hay víboras ponzoñosas, y no me dan miedo, ni las arañas peludas,
ni los perros de la migra, ni las brujas ni nada de eso. Yo sólo sé que debo ir a
buscar a mi papá porque sino, él no va a regresar.

Don Chipote:
Ay, Martina, él ya esta grandecito para regresar solo, ¿no crees?

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Martina:
Ya sé que está grande, pero me necesita. Por favor Don Chipote, ayúdeme a ir.

Don Chipote:
Pero ¿cómo quieres que te ayude criatura? Si yo no tengo papeles, ni dinero para
cruzar. Pero mira te voy a dar unos cuantos pesos para que te vayas a comprar
unos dulcecitos...

Le da unas monedas que ella guarda en un bolso.

Pero sácate esas ideas de la cabeza, niña y lleva a tu vaca a pastar a otra parte,
que aquí el zacate esta muy seco.

Don Chipote se va. Martina guarda el dinero en su bolsa y se queda con su vaca.
Silenciosamente asoma una víbora e inesperadamente muerde a Martina.

Martina:
¡Ay, malvada víbora, me picaste!

Martina se cae del dolor.

Víbora:
Perdón, pero fue a propósito.

Martina:
Pero ¿por qué? Si yo no te he hecho nada.

Víbora:
Tómalo como una cortesía. Sabes, escuché todo lo que le decías a Don Chipote y
me sorprende que seas tan valiente. Por eso me dije: tengo que animar a Martina
para que vaya al otro lado a buscar a su papá. Anda, ¿qué esperas? Sigue las

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vías del tren, míralas aquí están, y cuando veas pasar a la bestia, móntate en ella,
para que llegues pronto.

Martina se incorpora y se va siguiendo las vías. Se detiene y voltea

Martina:
¿Y mi vaca?

Víbora:
Ya alguien vendrá por ella.

Escena Novena
La Piñata

Martina esta parada junto a la línea (la frontera) cuando llega El Lobo.

Lobo:
Niña, ¿qué haces aquí?

Martina:
¿Quién eres tú?

El Skin Head sale por el otro lado.

Skin Head:
¿No sabes que hay gente muy mala por aquí?

Martina (Asustada):
¿Quiénes son ustedes?

Skin Head y Lobo:

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Ja, ja, ja.

Martina:
Yo estoy esperando a alguien que me ayude a cruzar.

Skin Head:
Y, ¿adónde vas?

Lobo:
Conejo Blas.

Martina:
Pues al otro lado.

Lobo:
Nosotros también vamos pa’ allá.

Skin Head:
Y les ayudamos a los que quieren cruzar....

Martina:
¿Ustedes son polleros?

Skin Head y Lobo:


Aja.

Martina:
¡Qué bueno! ¡Ya llegaron! ¿Y me pueden cruzar a mí también?

Skin Head:
Si, claro. Pero sale caro.

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Martina:
Aquí traigo dinero.

Les muestra su bolso.

Lobo:
Mira, trae su dinerito... y ¿con quién vienes? ¿A poco estás viajando sola, niñita?

Martina:
Sí, por que soy muy valiente y nada me da miedo.

Skin Head:
¿Y quieres que nosotros te ayudemos a cruzar?

Martina:
Sí.

Lobo:
Con gusto. Pollito, pollito. Véngase pa ́cá,
Le vamos a dar su agüita pa ́ que pueda cruzar...

Skin Head y Lobo:


Ja, ja, ja

Martina:
¿Ya cruzamos?

Lobo:
No, tenemos que esperar que se haga de noche.

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Martina se sienta y el Lobo y el Skin Head caminan de un lado a otro.

Lobo: (mientras camina de un lado al otro)


Esperar, esperar, esperar, esperar. Ya me cansé de esperar y no anochece....
Tengo una idea, ¿por qué no aprovechamos y le hacemos una fiesta de despedida
a nuestra amiga?

Skin Head:
¿Una fiesta de despedida?

Lobo:
Claro, con una piñata llena de dulces de colores...

Martina:
¿Una fiesta de despedida, para mí?

Lobo (al Skin Head):


Sí, córrele, tráete la piñata.

Skin Head trae la piñata. La cuelgan. Le quitan el bolso y lo ponen al lado. Le


vendan los ojos, luego Skin Head la marea.

Skin Head:
¿Cruz o cuernos?

Martina:
Cruz.

Skin Head:
Perdiste. Pero no te preocupes... aquí esta la piñata.

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La tocan con el palo.

Lobo:
Y para que veas que somos amigos te vamos a dejar que le pegues dos
veces...Pero no te quites la venda. No se vale ver.

Lobo y Skin Head:


“Dale, dale, dale, no pierdas el tino,
porque si lo pierdes, pierdes el camino,
ya le diste una, ya le diste dos, ya le diste tres
y tu tiempo se acabó...”

Mientras, agarran el bolso de Martina y los dos salen cantando. Martina se queda
sola golpeando la piñata y el estribillo se va alejando.

Martina: Tras un rato de golpear la piñata.


No la puedo romper. ¿A quién le toca?

Se quita la venda. No hay nadie

¿Están escondidos? Ya salgan.

Se da cuenta de que no esta su bolsa y ve a los polleros que están a punto de


cruzar al otro lado.

Martina:
¡Esperen que los agarre, ladrones, rateros!

Se lanza con el palo tras ellos. Todos brincan la barda al otro lado.

Décima Escena

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Del otro lado de la línea

Al caer al otro lado de la línea entran "los perros" de la migra.


Todos se dispersan. Martina corre, los perros no la alcanzan, pero siguen tras ella.
Un pájaro cruza volando, se oye un disparo y una pluma cae. Martina la recoge.
La jauría se acerca más y más. Aparece una mujer. Jala a Martina.

Dorotea:
¡Ven para acá!

Martina y Dorotea desaparecen. Los perros extravían el rastro. Olfateando se


pierden en la oscuridad.

Dorotea:
¡Dame esa pluma!

Martina se la da. Dorotea la guarda en un costal.

Dorotea:
¿No ves que esos perros pudieron haberte matado? ¿No viste sus colmillos? Son
más feroces que cien mil cuchillos.

Martina:
No me dio miedo.

Dorotea:
Pero a mí sí. ¿Qué haces aquí?

Martina:
Vine a buscar a mi papá... Me dijo que iba a regresar. Y que me iba a traer una
bicicleta... Todos los que se fueron con él ya regresaron. Todos, menos él.

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Dorotea:
¿Y tú quieres tu bicicleta?

Martina:
No, de veritas que no me importa la bici. Yo lo único que quiero es que regrese...
Porque no quiero que me olvide, porque yo tampoco lo quiero olvidar...

Dorotea:
¿Y qué, no tienes una mamá que te quiere?

Martina:
Sí.

Dorotea:
¿Entonces qué haces acá? Regrésate con ella.

Martina:
Pero mi papá también me quiere y me necesita.

Los ladridos de los perros se vuelven a escuchar cerca.

Dorotea:
¡Ven, escóndete!

Las dos se esconden. Los perros pasan de regreso, sus hocicos husmean en
busca de alguna pista. Pasan y se alejan.

Martina:
Y tú ¿quién eres?

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Dorotea:
Me llaman Dorotea.

Martina:
¿Y qué haces?

Dorotea:
Junto las plumas que caen.

Martina:
¿Por qué?

Dorotea:
Porque son de los hombres pájaro que mueren rumbo al norte. Al morir dejan caer
sus alas cargadas de sueños... Estas plumas son sus esperanzas.

Martina:
¿Y tú, para qué las recoges?

Dorotea:
Para que no se pierdan en la nada.

Martina:
¿Tú juntas sus esperanzas?

Dorotea:
Hago almohadas para que los niños huérfanos duerman en paz.

Martina:
Quisiera que no mataran a los hombres pájaro. Quisiera que no hubiera niños
huérfanos porque sus papás se van a trabajar al otro lado.

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Dorotea:
Yo también quisiera eso...

Martina:
Quisiera que todos pudieran regresaran. Yo estoy buscando a mi papá. Me dijeron
que no ha vuelto porque una bruja lo hechizó.

Dorotea:
Hay algunos hombres pájaro que prueban el veneno que les roba sus recuerdos y
ya no pueden regresar.

Martina:
¡Eso le pasó a mi papá! Yo sé que está en una jaula y por eso no ha vuelto.

Dorotea:
Entonces alguien debe ayudarle...

Martina:
Yo lo vengo a ayudar, pero no sé cómo...

Dorotea:
Debes encontrar la jaula dónde está encerrado. Al abrir la puerta, todos sus
recuerdos regresarán y sólo entonces él decidirá si quiere volver o no.

Martina:
¡Yo lo voy a liberar!

Dorotea:
Ten cuidado nada más..

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Martina:
Lo tendré. Gracias por salvarme de la migra, Dorotea. Ahora debo de seguir, antes
de que regresen.

Martina va saliendo cuando una pluma comienza a volar de abajo para arriba.

Martina:
Dorotea, ¡mira! ¡Esa pluma no la puedes agarrar. Está volando para arriba!

Dorotea:
¡Es un hombre pájaro que no está muerto, que va a regresar!

Martina:
¿A su casa?

Dorotea:
Tal vez...

Martina:
¡Qué contentos se van a poner al verlo!

Se vuelven a oír los ladridos de los perros.

Dorotea:
Sigue tu camino y no dejes que te atrapen.

Décima primera Escena


El Bato Loco

Martina sigue su caminando. En sentido contrario viene un hombre con los pelos
parados, corriendo como loco, volteando a ver para atrás, huyendo de algo.

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Bato Loco:
¡Ahí vienen! ¡¡Vámonos, córrele, no te quedes ahí paradota!! ¡¡Córrele!!

Martina corre detrás de él

Martina:
¿Pero qué pasa?

Bato Loco:
¿No los oyes?

Martina se para.

Martina:
No oigo nada.

Bato Loco:
¡¡Silencio!! No, ya pararon. Ahora se lo están comiendo.

Martina:
No te entiendo...

Bato Loco:
O tal vez se lo lleven a la bruja...

Martina:
¿Hablas de la Bruja...?

Bato Loco:
Sí, sí, de la bruja. Te voy a contar, pero abre bien tus ojos, porque si nos agarran...

29
Martina:
¡Ya cuenta!

Bato Loco:
Bueno, pero primero dime: ¿tienes un varo que me prestes? Por que yo ya me
regreso...ya no quiero saber nada de éste lugar.

Martina:
No, unos polleros me robaron todo mi dinero, pero anda cuéntame...

Bato Loco:
Bueno, bueno. Íbamos caminando mi cuñado y yo. Estábamos buscando a mi
hermana...Nos dijeron que una bruja la atrapó en una jaula y ¿cómo la íbamos a
dejar solita? Así que decidimos venir por ella. Y ahí vamos... cuando de repente,
ya bien cerca de la casa de la bruja, que nos salen dos gigantes, pero bien
grandototes y con un sólo ojo cada uno. Al vernos se lanzaron contra nosotros y
que nos corretean y a mi cuñado lo agarró uno pero yo corrí más recio y a mi no
me atrapó el otro... Yo no sabía que había gigantes...y de un solo ojo, cuidando la
casa de la bruja, si no, ni nos hubiéramos acercado.

Martina:
Si tienen un solo ojo…. es por que sólo han de ver un lado de las cosas.

Bato Loco:
Pues yo no sé que es lo qué ven, pero a mí ya me dio cosa verlos, así que yo
mejor me esfumo. Ya no quiero estar aquí.

Martina:
Espera, no te vayas.

30
Bato Loco:
N’ombre. Ahí te ves. Y yo que tú, mejor me regresaba.

El Bato Loco toma aire y se aleja corriendo.

Martina:
No. Yo si voy a seguir porque nada me da miedo. Bueno, si un poquito pero debo
ser valiente, sí, soy valiente, muy valiente..

Décima segunda Escena

Memo, el que busca los recuerdos.

Martina entra en un espacio que se ilumina como set de televisión. Entra Memo
vestido como animador de programa de concurso de tele con dos grandes sobres
y una gran llave.

Memo:
Aquí tenemos a nuestra siguiente concursante. Muy buenas tardes señorita. ¿Me
puede decir cuál es su nombre?

Martina:
Martina.

Memo:
Muy bien Martina, y usted está acá porque quiere rescatar a su papá, un hombre
pájaro, del olvido, ¿no es así?

Martina:
Sí. Voy a casa de la Bruja. Ella lo tiene encerrado en una jaula.

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Memo:
¿Y cuenta usted con la llave para abrir la jaula?

Martina:
No, pero soy muy fuerte y a patadas la voy abrir.

Memo:
¡Pero qué comportamiento tan poco civilizado! Mire usted, yo cuento con ésta llave
maestra que abre todas las puertas y jaulas del mundo y puede ser suya, siempre
y cuando conteste usted correctamente las siguientes dos preguntas. ¿Está usted
lista?

Martina:

Entra música de concurso. Memo abre el sobre y lee.

Memo:
La primera pregunta es: ¿Cómo era la canción de cuna que le cantaba su padre
cuando usted no quería dormir? Tiene diez segundos para contestar.

Se oye un tic-tac potente.

Martina:
Campana de oro,
pájaro de abril,
cántale a mi niña,
que quiere dormir.
A la rorro rorro,
a la rorro ra,
duérmase mi niña,

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duérmaseme ya.

Memo:
Muy bien contestado.

Aplausos que Martina agradece.

Memo:
Y ahora, para ser la feliz poseedora de esta llave maestra, conteste a la siguiente
pregunta:

Memo abre el otro sobre y lee.

Memo:
Usted no llegó a este mundo por generación espontánea, no, no, no, de ninguna
manera. Como todos, usted viene de una familia. Mencione el nombre de sus
abuelos y abuelas y ésta llave será toda suya.

Se oye nuevamente el tic-tac potente. Martina duda qué contestar. El tiempo va


pasando. Ella se muerde las uñas.

Martina:
Mi abuela Martha y mi abuelo Jorge, mi abuelo Germán y mi abuela Angélica.

Memo:
¡Per-fec-ta-men-te bien con-tes-ta-do! Aquí tiene joven Martina, la llave prometida
para la valiente niña que ha pasado mil aventuras para recordarle a su papá —un
hombre pájaro— que ella lo quiere y lo necesita, no como necesitamos el aire o el
agua para vivir, no, no, no. Ella puede vivir perfectamente sin él; pero siempre es
más lindo saberse querido por los dos que hicieron posible que uno naciera.

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Por favor, distinguido público, un fuerte aplauso y es así como despedimos a
Martina, la feliz poseedora de la llave maestra.

Martina toma la llave y va a salir, cuando Memo la detiene hablando normal, ya no


con voz impostada de animador de tele.

Memo:
Espera Martina, debes de tener mucho cuidado en la casa de la Bruja. Ella esta
durmiendo ahora. No hagas ruido para que no se despierte o te atrapará.

Martina:
Gracias.

Décima tercera Escena


Martina y los Gigantes

Un extraño ruido proviene de la tierra. Son los ronquidos feroces de los gigantes.
Martina los ve, toma una piedra y se la lanza a la cabeza de uno. Luego se oculta.
El gigante despierta muy enojado, voltea a todas partes pero al no descubrir a
nadie, le da un puñetazo al otro gigante que está dormido. El otro se despierta
enojadísimo y se lo regresa y así empiezan a golpearse.

Gigante 1:
Me pegaste y ahora te haces el dormido. Toma infeliz (le pega).

Gigante 2:
Oye, ¿por qué me pegas? (Le pega).

Gigante 1:
No te hagas, tú me pegaste primero (le pega).

34
Gigante 2:
¿Por qué te iba a pegar yo primero? (Le pega).

Gigante 1:
Porque yo me comí al hombrecito y tú no agarraste nada... (Le da otro puñetazo).
Y ahora te haces el que no sabe nada... pero toma (le pega).

Gigante 2:
Claro que no… Lo que no permito es que me pegues. Así que toma (le da otro
golpe).

Gigante 1:
Acéptalo. Reconoce que no soportas que nadie tenga más que tú. (Le da otro
golpe.)

Gigante 2:
Lo que no soporto es que me peguen. Así es que toma.
(Le da otro golpe).

Gigante 1:
Lo que no soportas es que haya alguien más poderoso y fuerte que tú (Le da otro
golpe).

Gigante 2:
Yo soy más poderoso que tú y te lo voy a demostrar (le da otro golpe).

Los dos se van alejando matándose a golpes. Martina sale de su escondite.

Martina:
Debo seguir. Seguro que estoy muy cerca de la casa de la bruja.

35
Décima cuarta Escena.
En casa de la Bruja

Martina entra en un espacio donde hay jaulas con pájaros colgadas. No hay nadie
más que el silencio y las jaulas. Con la llave maestra va abriéndolas para que los
pájaros vuelen. Cuando están libres, comienzan a silbar estrepitosamente.

Martina:
¡Cállense! No hagan ruido. Son libres, recuerden y vuelen, vuelen, regresen, que
los estamos esperando.

Los pájaros empiezan a volar libremente, pero su canto no se detiene. De la nada


aparece la Bruja y detiene firmemente a Martina.

Bruja:
Maldita escuincla, haz dejado escapar a mis pájaros.

Martina:
No son tus pájaros, ni éste es su nido. Ellos son libres y pueden ir y venir cuando
quieran y buscar otros cielos, otras tierras... y regresar porque alguien los espera.

Bruja:
Pagarás por eso. Ahora tu vivirás en mi jaula y olvidarás de dónde vienes, quién
eres y a dónde vas.

Martina corre y se le escapa a la bruja.

Martina:
No

La bruja trata de atraparla

36
Bruja:
Tomarás de mi veneno y todos tus recuerdo morirán.

Martina:
No.

Bruja:
Te olvidarás de todos a los que les prometiste regresar.

Martina:
¡No!

Martina corre, la Bruja la persigue con una gran cuchara. Martina se tropieza y
cae. La bruja le quiere meter la cuchara con la pócima en la boca. Martina se
resiste. La bruja la fuerza y no la deja escapar.

Bruja:
¡Abre la boca!

Martina:
¡Nooooo!

Oscuro.

Décima quinta Escena


La Carta

Mamá:
Anda Martina, tómate la medicina.

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Martina:
No, no.

Mamá:
¡Anda! Que el veneno de la víbora que corre por tu sangre no te mate...

Martina:
No, no.

Mamá:
Tómatela Martina.

Martina abre la boca y toma la medicina.

Mamá:
¡Bien hecho mi amor!

Lentamente Martina se incorpora.

Martina:
Mamá... ¿mi papá?

Mamá:
Tu papá... no sé nada de tu papá...

Martina:
Pero, si yo fui a abrir todas las jaulas para que pudiera regresar....

Mamá:
Descansa... la medicina te va a curar.

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Entra la tendera.

Tendera:
Martina, ¿cómo estás? Ya te ves mejor.
Les traigo una carta… Llegó hace ratito. Cuando estés mejor Martina, ve a la
tienda que te tengo unos dulces de los que te gustan…

Entrega la carta y sale. La mamá la toma y la abre

Martina:
¿Es de papá? ¿Qué dice?

Mamá:
Sí, es de Martín…

Martina:
Ábrela . ¿Qué dice?

Mamá:
Querida esposa, querida hijita:
¿Cómo pedirles perdón por este largo silencio en el que las abandoné? Han de
haber pensado que me había muerto... Y lo cierto es que una parte de mí casi
murió...Fui el hijo de Nadie, el esposo de Nadie y el padre de Nadie. Fui el dueño
de mi libertad y estaba tan solo...No sé por qué, ni cómo, pero de pronto, mis
recuerdos perdidos regresaron a mí; y me acordé del canto con el que te arrullaba,
mi pequeña Martina, del color de las jacarandas en marzo, del sabor de tus besos
rojos como granadas, mujer y del sonar de las campanas todas las mañanas del
pueblo. Las vi esperándome, día tras día, solas, abandonadas a su suerte...Y me
dolió tanto imaginarlas así.
Voy de regreso. Llego el (Fecha de la función) a las cinco de la tarde. Si me
esperan, por favor, vayan por mí. Si no me esperan, yo sabré entenderlo.

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Martín

Martina:
Mamá, ¡mi papá recuperó sus recuerdos!

Mamá:
Sí, Martina.

Martina:
Se acordó de nosotras. Yo sabía que tenía que ir a ayudarle a escapar de la
Bruja.

Mamá:
Pero ¿qué estas diciendo? (Le toca la frente) Todavía estas delirando...

Martina:
Mamá, no estoy delirando. Yo fui a abrir la jaula de todos los hombres pájaro que
no han regresado, para que se acuerden de su familia.

Mamá:
Está bien, Martina. Lo bueno es que la mordida de esa víbora no te mató.

Martina:
Mamá ¿qué día es hoy?

Mamá: (Fecha de la función)

Martina:
¿¡Hoy llega mi papá!?

Mamá:

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Sí mi amor. Hoy llega tu papá.

Martina:
Vamos a ir por él ¿verdad mamá?
Y, ¿tú crees que me haya traído mi bicicleta?

Mamá:
No lo sé...

Martina:
Si no me la trajo, en verdad que no me importa. Pero vamos, mamá, apúrate, que
ya va a ser la hora.

Ambas se levantan y salen.


Lentamente se obscurece la escena….
Sólo se ilumina una pluma que vuela hacia arriba.
A lo lejos se escucha el timbre de una bicicleta.

Oscuro final.

*Premio Nacional de Literatura Obra de Teatro para Niños 2003


Texto escrito con apoyo de la beca de ejecutantes del Fonca 2001-2002
Registro Público Indautor 03-2004-101411183800-01
Contacto: [email protected]

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