Abordaje
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Promover la realización de actividad física regular. Lo cual puede variar desde sesiones
estructuradas de algún deporte a caminatas. La actividad física regular será beneficiosa desde el
punto de vista cardiovascular, social y bienestar general, por tanto se debe fomentar su
mantención en quienes ya la practican y/o el comenzar con quienes no realizan. Son múltiples las
actividades que se realizan a nivel comunitario en las cuales se puede participar (baile, taichí,
gimnasia, natación, etc.). Importante considerar antes de recomendar o derivar a algún tipo de
estas actividades: cuáles son los intereses de la persona (favorece la adherencia y satisfacción de
la persona con la actividad) y tener claro cuáles son las características médicas y manifestación
de los síntomas propios de la demencia en la persona (permite pesquisar si la persona requiere
de apoyo físico o el nivel de intensidad de una actividad, el nivel de asistencia cognitiva que
requiere la persona para seguir una instrucción o interactuar, y evitar la manifestación de
síntomas conductuales).
Control anual de vista, audición y dentición. Realizando las derivaciones que corresponda y
posteriormente verificando que se hayan ejecutado las intervenciones o adecuaciones
necesarias. Es muy relevante convencerse que no basta con entregar una interconsulta sino con
verificar que las cosas se realicen.
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En etapas tempranas las personas podrán participar mejor de los cuidados y adaptarse de mejor
forma a ayudas técnicas como audífonos, anteojos etc., pero ello no descarta hacer seguimiento
a estos temas en demencia más avanzada.
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3. Búsqueda dirigida de depresión y síntomas psicológicos y conductuales asociados a demencia.
4. Discutir el diagnóstico, pronóstico y opciones de abordaje con la persona con demencia y su
familia.
5. Referir a la persona con demencia y a su familia para programas educativos, soporte comunitario
y de asociaciones.
6. Monitorear y apoyar las necesidades emocionales y salud física, así como el nivel de preparación
a lo largo de la progresión.
7. Incentivar y facilitar el desempeño social, físico, cognitivo y afectivo de la persona con demencia.
8. Derivar a Terapia ocupacional, programas de ejercicio y otra actividad física para atenuar el
deterioro funcional.
9. Derivar a especialista en aquellos casos de diagnóstico poco claro, rápida progresión del
deterioro cognitivo o funcional y alteraciones de conducta con deficiente manejo o respuesta.
10. Discutir acerca de planificación anticipada, incluyendo objetivos de cuidado, riesgos y beneficios
del tratamiento para otras comorbilidades y abordaje de fin de vida.
11. Facilitar la comunicación entre los diferentes proveedores.
Como vemos será fundamental evaluar siempre las 4 áreas: clínica, social, cognitivo/afectiva y funcional.
Así como también considerar a la demencia en todas las decisiones clínicas, en algunos momentos será
un diagnóstico más en la lista de prioridades pero en otros será el mayor conductor para la toma de
decisiones.
En cuanto al fijar metas, es deseable identificar ámbitos en los cuales se espere pueda existir una
mantención o mejoría considerando la situación actual de la persona y evolución esperada de la
demencia y otra comorbilidad. Ámbitos en los cuales resulta práctico e ilustrativo establecer metas son:
conducta, tiempo libre/ pasatiempos y/o funcionalidad. La forma de hacerlo es pedirle a la persona o al
familiar que mencione cómo está actualmente en alguno de los ámbitos recién mencionados y que
piense qué escenario sería mucho mejor, algo mejor, algo malo y muy malo. Luego en el tiempo se
compara sobre esa misma situación cómo está la persona. Siendo la demencia una condición usualmente
crónica y de carácter progresivo, es prioritario dar relevancia a la percepción del cuidador y de la persona
con demencia como indicador de éxito de un tratamiento. Actualmente, los tratamientos que presentan
mejores resultados son aquellos que se enfocan en mejorar la percepción o sensación que tienen las
familias y las personas en relación a diversas situaciones específicas del vivir con demencia. Es por esto
que, si la familia y la persona con demencia refieren que sienten que las cosas han mejorado para ellos,
debe ser considerado como un indicador de éxito de la intervención.
Incluimos un ejemplo de conversación de un familiar, quien aparece en comillas con el profesional, el
que figura en cursiva.
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Familiar: “Mi papá pasa la tarde sentado frente al televisor y su rutina es muy pobre, me gustaría
que tuviese más actividad”.
Profesional: ¿Cómo podríamos darnos cuenta que esta situación cambió? ¿Qué sería mucho peor?
Familiar: “Que no pusiera ninguna atención a la TV”.
Profesional: ¿Qué sería mucho mejor?,
Familiar: “Que comentara con nosotros lo que ve”.
→ Al control podemos ver que la persona ahora en la tardes barre y ayuda a su hija a poner la
mesa. No se logró el indicador en sí, pero claramente tenemos un aspecto para comparar y
constatamos que la situación es diferente a la existente al momento del control previo ya que la
persona no pasa la tarde sentado frente al televisor.
Uno de los puntos más importantes es el trabajo con los familiares. El éxito de cualquier tratamiento
farmacológico y no farmacológico está suscitado a la comprensión y participación de la familia en el
enfrentamiento de esta condición. En relación al trabajo con familiares será fundamental conocer su
historia, biografía, creencias e intereses, así como también su nivel de conocimiento y comprensión de la
enfermedad, preocupaciones y nivel de preparación para enfrentar la condición de su familiar y asumir
cambios de conducta que se requieran, además de aspectos financieros y logísticos.
Por otra parte se debe recalcar la importancia de entregar información e indicaciones de forma verbal y
escrita, en lenguaje claro y comprensible para la persona a quien se le estén entregando, evitando
tecnicismos, siglas, etc.
→ Todos los puntos recién enunciados corresponden a actividades que pueden ser
realizadas o gestionadas desde el equipo de atención primaria.
En las primeras etapas será clave que la persona pueda ser lo más participativa posible en la toma de
decisiones y planificación en la medida que sus capacidades lo permitan, así como mantener la mejor
condición de salud posible.
En etapas más severas, cobrará máxima importancia la historia de vida que hayamos recopilado y la
planificación anticipada que exista. El conocer la biografía nos permitirá entender aspectos que la
persona ya no es capaz de explicarnos.
Tal como se mencionó en el capítulo de VGI, todas las intervenciones que se han planteado a lo largo del
presente capítulo y su pertinencia deben ser analizadas y consideradas dentro del contexto de la persona
y su familia, y vertidas en el plan de trabajo. Plan que debe ser resultado de la entrega de información
necesaria, discusión, priorización y consenso que se genere entre las diferentes partes, siendo
fundamental para esto el considerar las preferencias de la persona con demencia y de su entorno
próximo, no olvidando que lo que para nosotros como equipo nos puede parecer importante, evidente o
prioritario puede no serlo para ellos necesariamente de acuerdo sus valores y contexto.
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