TFG Aldabalde
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Facultad de Psicología
Trabajo monográfico
Producción de la criminalización de la
pobreza.
Cecilia Aldabalde
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ÍNDICE
1. Resumen………………………………………………………………………………3
2. Introducción……………………………………………………………………………4
6. Reflexiones finales……….….............……………………………………………..24
7. Referencias bibliográficas……………………………………………………….….26
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1. RESUMEN
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2. INTRODUCCIÓN
El trabajo final de grado que me propongo realizar tiene como eje la teoría del miedo
como lazo y controlador social. Se trata de una monografía que revisa y analiza
información publicada sobre la temática y la expone desde una perspectiva crítica que
intenta dar cuenta de la pertinencia de las ciencias de lo social en el campo. Finalmente
intentaré llegar a alguna conclusión que me permita responder, o al menos, esclarecer
los cuestionamientos de los que parto. Asimismo, sé que se generarán nuevas
preguntas que dejarán abierta la puerta para seguir investigando.
Las ciencias de lo social y las producciones subjetivas que producen, son enormemente
pertinentes en el pensamiento de nuevas metodologías y teorías para la creación de
perspectivas y alternativas que den cuenta de la inequidad social que produce estas
cuestiones y aporte a la formación de propuestas para tratar la problemática desde la
integralidad.
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3. EL ASENTAMIENTO DE UN CONTEXTO HABILITANTE
Agarrate Catalina
Para comenzar a abordar esta extensa temática, es menester situarnos, por lo que
intentaré hacer un raconto que dé cuenta la manera en que se fue gestando el modelo
neoliberal y de qué manera influye en la creación de un enemigo social al que hay que
eliminar.
Podemos decir que los últimos 25 años son cruciales para entender las nuevas
modalidades de relacionamiento con el otro que se han ido gestando en torno a las
desigualdades sociales que impulsa el capitalismo. En función del crecimiento de las
distancias sociales, se han generado nuevas representaciones en base al miedo al otro
(Svampa, M., 2006).
Lo propuesto por Wacquant (2010) ayuda a entender esta idea, ya que relaciona la
evolución de la penalidad en los países avanzados con el advenimiento del
neoliberalismo. Este proyecto ideológico y gubernamental apunta al libre mercado y la
responsabilidad individual, asimismo a la adopción de medidas punitivas contra la
delincuencia callejera y contra quienes quedan marginados de este nuevo modelo
económico que se afianza en el capital financializado y la flexibilización laboral.
El modelo neoliberal en América Latina se sostuvo sobre ciertos ejes, en primer lugar,
el cambio de las intervenciones estatales para con la sociedad a través de la
privatización de los bienes básicos y la desmejora de los servicios públicos como la
educación y la seguridad. Otro de los ejes tiene que ver con la progresiva destrucción
de las industrias nacionales debido a la privatización, lo que condujo a una economía
de exportación separada de la comunidad local. En términos más específicos, las
empresas multinacionales que abundan actualmente, son un resultado de esto. Lo
mencionado lleva al tercer eje, que tiene que ver con la transformación de la esfera
laboral mediante la desregulación y flexibilización de la misma, lo que dio lugar a la
informalidad y precariedad. Para hacer frente a esta realidad, el Estado tuvo que buscar
estrategias para sostener a quienes quedaban en esta franja por medio de la llamada
ayuda social con asistencia alimentaria y de vivienda, por ejemplo. El último eje tiene
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que ver con el control de la población que queda por fuera del nuevo sistema y lucha
contra el mismo, para el cual se apunta a un reforzamiento del sistema represivo
institucional (Svampa, M., 2006).
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barrios de la capital: Centro, Sur, Palermo, Tres Cruces, La Blanqueada, Parque Batlle,
Villa Dolores, Buceo, Cordón, Parque Rodó, Punta Carretas, Aguada, La Comercial y
Villa Muñoz. No es algo desconocido que en estas zonas es donde se encuentra la
mayor cantidad de población en situación de calle.
Pero ¿qué es lo que sucede con este sistema para que ese número aumente tanto?
Una de las razones puede ser, “(…) la existencia de una hipertrofia o inflación de normas
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penales, que invaden campos de la vida social anteriormente no regulados por
sanciones penales” (Ghiringhelli de Azevedo, R. y Cifali, A. C., 2016, p. 39), es decir que
se comienzan a controlar la mayoría de los conflictos sociales por medio de faltas
penales. No se tiene en cuenta el impacto directo en el sistema penitenciario ni en el
efecto simbólico que produce, tampoco se busca como posibilidad para bajar los índices
de delitos, simplemente se busca una forma de contener el problema. De esta manera,
el porcentaje de prisión preventiva que hay en el país es enorme, con gran cantidad de
personas esperando una condena. En definitiva, asistimos a la legitimación de que una
clase social está por encima de otra y puede juzgarla en base a una escala de
peligrosidad infundada. Quienes no cumplen el rol de consumidores o trabajadores
quedan excluidos del sistema y pasan a ser el objetivo de la acción penal, que con el
aval del Estado transforma esta complejidad económica en un problema de seguridad
(Paternain, R., 2014).
“Desde Marx sabemos que la necesidad del capital de expandirse en escala ampliada
implica una extracción creciente de plusvalía, cuya consecuencia inevitable es la
reproducción de la pobreza absoluta (desempleo, marginación, informalidad, salarios
bajos, etcétera.) y/o de la pobreza relativa (concentración de la riqueza y
desigualdad)” (p.22).
Una economía dependiente y capitalista como la uruguaya, no escapa a esta tendencia,
si bien con sus particularidades ha logrado estabilizar ciertas consecuencias como el
estancamiento y la pobreza absoluta, sigue mostrando el mismo carácter.
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4. MIEDO COMO CONTROL SOCIAL
Unos días después el leñador encontró el hacha que había perdido. Y cuando
volvió a observar a su vecino, comprobó que no se parecía para nada a un
ladrón de hachas, ni en la mirada, ni en los gestos, ni en la manera de hablar.
Eduardo Galeano
El miedo es una reacción natural ante el peligro (real o no) que atraviesa nuestro cuerpo,
mente y alma. Por lo que podemos entrar en un estado de ansiedad por una situación
ficticia o no que nos esté asustando. Por ser natural, el miedo es algo saludable ya que
nos puede prevenir de algo doloroso y nos prepara para actuar en base a ello, sin
embargo, cuando se nos va de las manos podemos perder el control de nuestras
acciones y pensamientos, lo cual puede llegar a ser peligroso.
Producto de una construcción social basada, por una parte, en la forma como se
definen tanto las situaciones como los sujetos que pueden constituir amenaza, y por
otra en la forma como son vividas las situaciones de peligro de acuerdo a la
pertenencia en un estrato social, que determina la manera de enfrentar la cotidianidad
(Ovalles, A., 2010, p. 212).
Las personas van dando forma a un imaginario del miedo de acuerdo a sus procesos
históricos y culturales, así la población va construyendo la ciudad y su forma de
relacionarse con ella (Mena, Núñez-Vega, 2006).
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delincuentes o presuntos delincuentes primarios y 5005 reincidentes (53%)
(Berterretche, J. L., 2012). Se demuestra también que el gran porcentaje de las cárceles
del Uruguay (y también de otros países latinoamericanos como Argentina), está poblado
de “presuntos” delincuentes, es decir de personas que no tienen una condena
establecida.
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que aportan a la calidad de vida que no están contemplados, aquí entran la democracia,
el desarrollo de la cultura y la convivencia cotidiana. Pero, al mismo tiempo es
importante notar que estos sentidos están íntimamente conectados, quienes no tienen
sus necesidades básicas satisfechas difícilmente accedan a llevar adelante un plan de
vida que incluya la participación ciudadana plena. Desde la mirada del desarrollo
humano, la pobreza se entiende principalmente en términos de carencia de
posibilidades de personas y grupos para desarrollar plenamente las capacidades que le
permiten emprender sus proyectos de vida. Esto se entiende por el precario acceso a la
vivienda, un ingreso y consumo bajo, pocas oportunidades sociales, políticas y
laborales, bajos logros en materia educativa, acceso limitado a la atención en salud y
nutrición, entre otros. Esta conceptualización permite entender la pobreza como un
proceso que viven seres humanos como uno, sujetos a incontables variables,
relacionadas con falta de capacidades propias tanto como por restricciones impuestas
por el medio.
En resumen,
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4.1 CONSTRUCCIÓN DE UN ENEMIGO
Cito aquí las palabras de Carlos, uno de los jóvenes que cuenta sus vivencias en el libro
“Quiero escribir mi historia” (2013), “Y así me drogaba o salía a robar y hacía cosas que,
para mí, después en la cama, sólo, era una angustia total, y era consciente de eso”
(p.77). La estigmatización consiste en un proceso cotidiano de naturalización de las
diferencias entre individuos o grupos, que va marcando una distancia simbólica y, en
algunos casos, física, entre yo- nosotros y ellos- los otros. (Di Leo, P. y Camarotti, A.,
2013, p. 138).
Existen distintos tipos de delitos, así como de personas que se asocian a los mismos,
en nuestro país son considerados delitos contra la propiedad los hurtos, las rapiñas y
los daños, los mismos son frecuentemente asociados al uso de violencia. Estos delitos
suelen ser poco sofisticados y poco planeados, lo que facilita este proceso, así como
también genera que los barrios más vulnerables de las ciudades sean los elegidos para
criminalizar. Éstos son diferenciados de la estafa y extorsión, por ejemplo, que remiten
a los cometidos sin el uso de la fuerza. Suelen ser más sofisticados y pensados, así
como menos castigados, socialmente hablando, a pesar de que el daño material pueda
ser mayor que el generado en un hurto. Este tipo de delincuente tiene más herramientas,
así como mayores posibilidades de defenderse al momento de su detención por estar
asociado a un nivel socio económico más alto. Por otro lado, el delincuente considerado
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“tipo” que comete los delitos contra la propiedad es directamente relacionado con un
estereotipo que responde a la pobreza. En palabras de Tijoux (2002), “Parece normal
que personas de estratos superiores cometan delitos que corresponden al sector
socioeconómico del que provienen (…) también parece normal que sus fechorías no
sean “tan mal vistas” (p.8).
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Hay un estereotipo de criminal creado y estigmatizado, principalmente por los medios
masivos de comunicación, que es el que me puede robar y hasta matar en cualquier
momento y sin razón. Podemos pensar así en lo propuesto por César González (2015)
de la cuestión estética de la inseguridad, constantemente diferentes entes privados o
públicos nos roban, pero sólo me molesta cuando lo hace un “negro villero”. Cabe hacer
aquí una breve reseña sobre César González, o Camilo Blajaquis, su nombre artístico.
Argentino de 28 años, nacido en el seno de una familia muy pobre en la Villa Carlos
Gardel (Morón), quien luego de un duro trayecto por las adicciones, robos y pasar por
el hospital debido a las heridas causadas en enfrentamientos con la policía, termina
cumpliendo una condena de 5 años por variados centros penitenciarios. En su camino
conoce a un tallerista que lo alienta a pensar sobre la desigualdad social y económica
como desencadenante de la violencia. Esto genera un despertar en él que le ayuda
plantear incomodidades e injusticias, hecho que le costó torturas y traslados, pero que
también le ayudaron a entender su realidad y la de muchos otros en su situación.
Seguidamente, a César se le ocurre comenzar con una revista donde publicar los textos
que escribía sobre esto. Así empieza su camino para difundir su discurso que responde
a la realidad marginada de muchas personas como él, que hoy ha llegado a estrenar
películas y libros (González, C., 2013).
Es importante mencionar que los intereses de la “víctima” del delito no son compatibles
con los del delincuente, se manifiestan como diametralmente opuestos, de esta manera
se da un pensamiento muy rígido que plantea que si me preocupo por el delincuente no
tengo lugar para pensar en la persona afectada. Estoy de un lado o del otro, no existe
un equilibrio que permita visualizar la realidad más completa. De esta manera es útil el
estigma hoy en día, castiga al delincuente por el hecho que cometió y al mismo tiempo
prepara a la comunidad, la alerta de ese peligro (Garland, D., 2001).
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De igual modo, en varias oportunidades en que han ocurrido catástrofes en centros
penitenciarios, la investigación ha iniciado buscando las causas en los mismos internos.
Es el famoso caso de la masacre del pabellón séptimo de la cárcel de Devoto donde
murieron 64 personas debido al fuego, humo y ametrallamientos (Cesaroni, C., 2013),
o en la cárcel de Rocha donde 12 personas resultaron fallecidas por un suceso similar.
Siguiendo a Brodsky (2014), esa dualidad nosotros/ellos que existe hoy, tiene un doble
efecto. Por un lado, construye al delincuente por fuera de la sociedad, una amenaza
externa, que no pertenece a nosotros. Por otro, nos hace generar empatía con la víctima
del delito, la cual queda colocada como inocente, buena ciudadana, generalmente
trabajadora y persona de “bien”. Incluso lleva a avalar la justicia por mano propia y
legitimar el accionar homicida de la policía, muchas veces impune, con el fin de controlar
el crimen y proteger a los ciudadanos “de bien”, apelando también a la falta de confianza
en el sistema jurídico que es visto como lento y favorable para la clase alta (Azevedo,
R., y Cifali, A. C., 2016).
Cuando el sujeto que está frente a nosotros muestra poseer alguna característica
negativa que lo vuelve diferente y peligroso, dejamos de verlo como una persona total
para minimizarlo y tratarlo como inferior. Para que esto suceda, el atributo debe ser
incompatible con nuestro estereotipo; así lo consideramos no totalmente humano, lo
cual justifica de cierta manera los distintos tipos de discriminación y exclusión que se
practican. “Construimos una teoría del estigma, una ideología para explicar su
inferioridad y dar cuenta del peligro que representa esa persona (…)” (Goffman, E.,
1970, p. 15).
En síntesis, podemos decir que hace más de una década estamos asistiendo a un
discurso que denuncia la presunta gran inseguridad que vive el país. Esto a través de
la premisa de que hay cada vez más delitos y que cada vez son más graves, un Estado
con agencias punitivas ineficientes (mito que asegura el sentimiento de desprotección
en los receptores) y, un delincuente tipo al que hay que eliminar para estar seguros.
En todos los ámbitos de la vida conocemos a través de otro, ya sea persona, libro, radio,
televisión, internet, entre otros. Es así que incorporamos los mensajes que recibimos
como propios, como si fueran verdades, cuando en realidad hubo otro que seleccionó
qué mostrar y de qué forma hacerlo, es decir que elige el mensaje a dar. Suena muy
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obvio y sin embargo no es algo que solamos cuestionarnos. Usualmente olvidamos que
los medios de comunicación son empresas periodísticas con sus propios intereses
políticos e ideológicos además de económicos, y no sujetos neutrales o imparciales. Por
lo tanto, lo que vemos, escuchamos o leemos tiene un sentido orientado por dichos
intereses (Brodsky, P., 2014).
Nos encontramos con que muchas veces no existe lugar a la reflexión, ni siquiera a una
hipótesis en muchos casos, se cuentan los hechos como verdades y hay una condena
casi inmediata. Generan también los medios las representaciones sociales de lo que
preocupa o no a la sociedad en cuanto a temas de inseguridad, ya que por ejemplo los
accidentes viales o las muertes por violencia de género no son abordadas con el mismo
énfasis que la delincuencia en sí. Esto también da cuenta de lo fácilmente influenciables
que nos volvemos, no nos tomamos un momento para desnaturalizar y visibilizar la
realidad, simplemente digerimos lo que se nos da de la manera que se nos brinda
(Brodsky, P., 2014).
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Utilizando un lenguaje simple, entendible por todos, y mostrando imágenes sin
contextualizar, se logra que un gran porcentaje de personas adhiera y crea una
criminología mediática. Este lenguaje es a su vez clasista y agresivo para construir al
criminal y la víctima, y nunca se utiliza de la misma forma para los ricos y poderosos en
delito, según lo investigado por Rincón y Rey tomado por Brodsky (2014).
Que está mal que un pibe se robe un celular, pero los Panama Papers y todo eso no
es robo, es corrupción. Ya son palabras diferentes. Los corruptos son gente que...
bueno, cometieron un errorcito; en cambio, el ladrón ya es un monstruo.
El acto delictivo hoy en día es visto como la ruptura del pacto social, como un ataque
del autor hacia la sociedad. Esto genera que rápidamente se torne un problema de
afectación social y así, el interés se vuelva público. Esto genera un fenómeno que se
viene dando desde hace algunos años en la región, que tiene que ver con que algunos
hechos o información, que debería ser mantenida en privado para la investigación
correspondiente, salga a la luz y pueda ser accesible para todos. Un ejemplo es el caso
del servicio lanzado por el Ministerio del Interior en 2015 llamado “Tu cara me suena”,
el cual tiene como objetivo “permitir que la población acceda a las imágenes de quienes
resultaron procesados con prisión y cuentan con antecedentes penales, a efectos de
poder identificar posibles responsables de la comisión de delitos contra su persona”. Lo
que genera este tipo de prestaciones es un gran estigma en la persona, que no logra
salirse de la etiqueta de delincuente, lo que acorta o elimina sus posibilidades de
inserción tanto laboral como social. Siguiendo esta línea, pareciera no haber límites para
la televisión que transmite verdaderos “reality shows” como el caso de Policías en
acción, en el que se cubren diferentes delitos en vivo y se entrevista a los presuntos
actores, generando para esas personas cierto acoso mediático, escudándose en el
derecho a informar (Brodsky, P., 2014). Los medios masivos de comunicación dedican
cada vez más recursos a la cobertura de noticias policiales. Esto se ve en algún punto
también reflejado en la industria cultural norteamericana, que ha tenido un auge de
series de ficción del estilo de CSI (Investigación de la escena del crimen).
Existen canales de televisión que transmiten noticias las 24 horas del día, muchas veces
repitiendo en varias oportunidades la misma noticia, este suele ser el caso de delitos
graves, por ejemplo, algún homicidio que sacuda a la sociedad. No tiene por qué ser un
caso extremo, pero sí se busca amplificar cada detalle de manera que lo parezca.
Tampoco quiere decir que haya tantos crímenes por día para cubrir un día entero de
noticias, lo que sucede es que al transmitir la misma noticia varias veces al día se genera
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una sensación de amenaza permanente, así como un sentimiento de empatía con la
víctima que suele ser perfilada como semejante al televidente (Zaffaroni, E., 2014).
El temor del que venimos hablando genera modificaciones en la vida cotidiana de las
personas con el fin de sentirse más seguras. Vemos casas enrejadas, sistemas de
alarmas y video vigilancia, guardias de seguridad, grupos de “vecinos en alerta”, el
menor uso de efectivo y joyas, entre otras conductas. Asimismo, cambia la forma en que
la ciudad es vivida, lugares públicos que ya no son considerados seguros, ciertos barrios
de la periferia nombrados como “zona roja”, concepto creado por el resto de nosotros,
que no habitamos allí y llamamos asentamientos a lugares que son barrios. Con
respecto a estos cambios de forma de vivir la ciudad, me cuestiono por sus habitantes
y sus vivencias. En cuanto a lo investigado, en estos casos el barrio puede ser sentido
tanto como un lugar que les da identidad y pertenencia y al que hay que proteger, así
como un símbolo de exclusión por tratarse de un barrio periférico, por lo cual, para
conseguir un trabajo, por ejemplo, tengan que mentir.
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“(…) cuando un área ha sido muy estigmatizada, las personas no se identifican con
ella, no se sienten ligadas con otros, quieren evitar el estigma y se lo pasan unos a
otros. Este fenómeno crea distancia social entre los residentes, crea desconfianza
social y socava la posibilidad de la solidaridad (…)” (párr.13).
En resumen, la pertenencia a un barrio puede ser el lugar de desarrollo más amplio para
la persona, ya sea por la gente, la familia, los ámbitos recreativos que allí hay, entre
otros. Por otro lado, puede actuar como una barrera a la hora de integrarse con el
“afuera”. En este sentido es muy importante la participación de las instituciones que
trabajan en los distintos barrios ya que son quienes intentan generar esos lazos entre el
adentro y el afuera para lograr posibilidades.
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5. CONSTRUCCIÓN DE IDENTIDAD Y EL PAPEL DE LAS CIENCIAS
SOCIALES
Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo,
no socializan los medios de producción y de cambio, no expropian las cuevas de
Alí Babá.
Eduardo Galeano
La identidad es entendida como una realidad configurada a través de los discursos. Los
distintos actores sociales, Estado, medios masivos, la sociedad toda; ejercen su propio
control en tanto que operan clasificando, ordenando y distribuyendo aquellas realidades
que configuran, determinando el comportamiento de las personas en tanto que
construyen las limitaciones y obligaciones de éstas. En este sentido, se da vida a una
identidad, se crea una imagen, un estereotipo de delincuente capaz de cometer los
delitos de los que se habla en los noticieros, de manera que el receptor no se cuestione
otra posibilidad (Cubells, J., 2004).
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identitaria, la ausencia de proyecto “hacen difícil” –como dice R. Castel – “hablar en
nombre propio” (2006, p. 4).
Tomaré lo trabajado por Axel Honneth, tomado por Di Leo y Camarotti (2013), en cuanto
a los procesos de construcción de identidad de los sujetos. Las personas necesitan del
reconocimiento del otro permanente para poder fabricar su identidad; sucede que la
negación de este reconocimiento lleva al individuo a manifestarse contra eso y, en
algunos casos a generar un sentimiento de inexistencia. Las formas de reconocimiento
que él identifica son tres:
Siguiendo en esta línea, a través de las interacciones que los individuos generan entre
sí, de manera dinámica se va construyendo el self o la conciencia de cada uno. “(…) La
identidad es un proceso de negociación y ajuste que conforma la construcción de la
intersubjetividad y el mundo de significados compartidos. La identidad, así entonces,
requiere de la interacción para ser definida y negociada” (Rizo, M., 2004, p.56).
Sumado a esto, se indican distintos regímenes de interacción que se han dado a lo largo
de la historia. En el caso de la modernidad, prima una “expresión de las diferencias y de
su reconocimiento público”. Estos regímenes son vividos de distintas maneras en cada
contexto histórico- social y, repercuten en la forma que construimos nuestras
experiencias. No debemos olvidar los tipos de violencia a los que se enfrenta
frecuentemente un individuo que proviene de un barrio popular. Las experiencias vividas
por los jóvenes principalmente en su infancia y adolescencia, tienen que ver con
abandono, violencia física, abuso sexual y privación de necesidades básicas (Di Leo,
2013). Enlazando las categorías de Honneth, cuando un niño vive estas situaciones
con alguien tan importante en el proceso de individuación, vive la negación del lazo de
dependencia, la negación para la construcción de su seguridad. Estos jóvenes que han
sufrido estos casos, ha tenido que buscar otros soportes existenciales para sortear estas
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fallas; ejemplo de esto pueden ser los fuertes vínculos con docentes, referentes de
iglesias, otros familiares, o mismo en la maternidad o paternidad temprana que suele
ser vivida como refugio afectivo. Por otro lado, las adicciones también pueden actuar de
refugio.
Es relevante tener en cuenta que frente a los procesos de vulnerabilidad que viven
muchos de los jóvenes con las características mencionadas, el Estado participa como
aval, ya que la actuación de agentes estatales no es de lo más presente en estos casos,
únicamente la escuela en determinadas ocasiones, actúa como detector y mediador de
estas situaciones. Es decir que, por omisión, el Estado es cómplice.
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En este sentido es esencial la capacidad del actor para entender al mundo social y a sí
mismo como dinámico y cambiante y poder actuar en él con estas condiciones, y no
como la creencia de un conocimiento absoluto y predeterminado. Participar más bien en
una práctica social que se desarrolle con los encuentros, dándole lugar a la singularidad
y subjetividad, haciendo de la escucha, la mirada y la palabra, elementos esenciales.
Desde esta perspectiva no se apunta a universalizar resultados, sino que a respetar las
particularidades y condiciones de cada espacio sin querer corregir o evaluar para
cambiar. Se trata de involucrarse en la generación de coaliciones que aporten en la
búsqueda de la formación de conocimiento, habilidades y deseos.
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6. REFLEXIONES FINALES
Eduardo Galeano
El objetivo que plantea este trabajo monográfico es revisar la realidad actual en cuanto
a la situación delictiva de nuestro país, indagando las distintas áreas que la misma
incluye. Esto es, las estadísticas reales que existen del crimen, quienes son los
acusados de cometerlos, sus realidades de vida y cómo la sociedad reacciona a este
fenómeno. Luego de realizar este recorrido, es menester puntualizar algunos elementos,
en primer lugar, que el sentimiento de inseguridad vivido por gran parte de la población
no tiene una justificación real en virtud de las evidencias, sin embargo, los medios
masivos de comunicación apoyan esa idea generando una realidad paralela que
condiciona nuestro día a día. De esta manera, comenzamos a actuar con cierta paranoia
respecto a un personaje peligroso, protagonizado por los jóvenes de barrios periféricos
de piel oscura, que no estudian ni trabajan y suelen vestirse con ropa deportiva, es el
estereotipo de persona que puede atentar contra mi seguridad.
Pensar la problemática sólo desde esta perspectiva que divide a la sociedad entre
“buenos” y “malos” y apunta a proteger a un sector, no permite visualizar el problema en
todo su esplendor. Las soluciones que hasta ahora se han planteado tienen que ver con
la eliminación de ese “ellos” ajeno a la sociedad, mediante el reforzamiento de las
lógicas de castigo, llevándonos a una realidad carcelaria fuera de serie que no soluciona
el problema, sino que lo agudiza.
Propongo entonces, que comencemos por aceptar que ésta es una problemática social
que nos incluye a todos y de la que todos somos responsables, nos atraviesa sin
distinción de alguna u otra manera. Por lo tanto, es necesario realizar un movimiento al
momento de pensar nuestra realidad y la del otro, pensar en cómo las condiciones
sociales habilitan o no ciertas realidades y así ciertas consecuencias, pensar más
específicamente en las causas estructurales que generan la criminalidad.
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través de la generación de instancias que promuevan el empoderamiento y
conocimiento, para que así todos tengamos la posibilidad de elegir. Promover el
pensamiento crítico ayuda a reconocer nuestra realidad y sus atravesamientos, para
poder así pararnos desde la autonomía. Llevándolo a la situación de la población
estigmatizada que se toma en este trabajo, este punto toma mayor fuerza, ya que son
los más desprovistos de estas cualidades. La búsqueda debe ser sobre la crítica a la
naturalización de ciertos aspectos que forman parte de su vida como los procesos de
dominación a los que se han visto sometidos repetidamente, así como promoviendo la
diversidad y la otredad como algo valioso.
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7. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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barrios populares. Buenos Aires: Biblos.
26
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