Literatura y Adolescencia en Cuestiones Críticas 2018
Literatura y Adolescencia en Cuestiones Críticas 2018
Literatura y Adolescencia en Cuestiones Críticas 2018
Se trata de dos chicos que salen a la vez por las puertas traseras del mismo taxi y que,
por miles de motivos, no se vuelven a ver más. Uno de ellos soy yo, el que cuenta la
historia. El otro es Máximo Disfrute, mi primer amigo, maestro, instructor, como se
le quiera llamar. (Casas. 29)
Este inicio del cuento “El bosque pulenta” de Fabian Casas revela dos narremas
posibles de los que menciona Piacenza y que pueden funcionar como estructurantes en las
narraciones de formación, primero, la narración y el carácter esencialmente
autobiográfico –aspecto que detaca Bajtín de este género- y que ortoga un sello realista al
cuento (“Uno de ellos soy yo, el que cuenta la historia”); y segundo, la “educación” en
general, y la figura de un “maestro” en particular, como motor y guia del proceso,
(“Máximo Disfrute, mi primer amigo, maestro, instructor, como se le quiera llamar”). La
edificación de la identidad en esta epata se logra mediante la intervención de un “otro” –un
amigo, un compañero, un adulto, según el caso- con quien el individuo busca aceptación y
aprobación, dice Weissmann, acerca del adolescente.
En el cuento de Casas esta figura de “maestro” esta en Máximo Disfrute y en El
origen de la tristeza el primer maestro de Gabriel es Rolando, el segundo, Fernandito.
-Hoy vamos a tener una clase diurna- dijo por fin mi maestro-, vamos a estudiar otro
punto crítico, el segundo punto cardinal de nuestro oficio: los visitantes. (Ramos 34)
“Por unos pesos te lleva hasta el puente de la ruta nacional. Ahí tenes que hacer dedo.
Pero yo te voy a decir cómo”. (Mairal 23) (le dice el gordo Carboni a Daniel)
-Los gatos somos para los viejos, para los casados –decía ella desparramandose
rápido la crema por los muslos-. Está lleno de chicas de tu edad que les encanta
acostarse, la cosa es que vos tenés que darles confianza, llenarles de flores. Tenés que
tratarlas bien y encararlas, decirles la verdad, que sientan que no vas a andar
contándole todo a tus amigos. (Mairal. 162) (Le dice Sabrina después de su encuentro
amoroso)
“Durante las horas de trabajo la única posibilidad de ver a Andrea C era cebar mate
sobre el banco de los papeles. Yo tenía la certeza de que en aquel afiche había algo
mágico, un mensaje del destino o algo así, y que en poco tiempo yo iba a poder
conocer de verdad a la modelo”. (Ramos. 44)
Hay una clama tensa. Estamos arriba de un avión y de un momento a otro vamos a
tener que empezar a arrojarnos en paracaídas……Esto va para atrás, pienso mientras
tiro más madera al fuego(35)
¡Chau Musculito!, le grito, ¡Lo que vamos a morir te saludan! (Casas. 36)
En estas citas vemos el miedo frente la provocación que conlleva la pelea entre
bandos. En Mairal el miedo como motor de la transición está acompañado –en varios
episodios- por el llanto, un estado que marca el pasaje y tensión de la niñez a la adultez que
vive el personaje en situaciones de peligro en los que reconoce estar solo. Por ejemplo en el
acontecimiento con los soladados y en el enfrentamiento con Bianchi, el manager de
Sabrina:
Daniel agarró y amagó tirarla afuera.
-Si la tiras te mato a trompadas.
Daniel miró el filo. Se tapó la cara con el antebrazo y empezó a llorar, acurrucado en
un rincón de la camioneta. No se animaba a hacer nada….Guardó sus cosas en su
bolso, secándose las lágrimas, temblando…Esa mañana se había dado cuenta de que
tenía que hacer el viaje solo…Apoyó la cabeza sobre el bolso y se quedó con los
ojos abiertos. Por primera vez comprendió que estaba solo. (M. 53, 54, 55)
Daniel pensó que su hermano lo hubiese defendido de Bianchi, le hubiese roto esa
cara de escuerzo de una trompada, pero estaba lejos. Imaginaba el teléfono sonando
en la tranquilidad del mediodía de provincia, sobre la mesa al final del pasillo, junto
a los banderines de fútbol y la foto de sus padres abrazados un invierno en Paraná.
Apoyó la cabeza contra la caja del teléfono y empezó a llorar. (M, 170)
Rolando pensaba entrar al cementerio por el peor lugar: el monobloque de los nichos.
Yo trataba de disimular pero estaba recontra asustado. En cambio Rolando caminaba
suelto, con cierta facilidad, como si no fuera consciente de que al lado tenía un
cementerio… (R 24)
Pero lo más horrible, lo que me destrozó el alma, fue el olor, tán fuerte que tuve que
contenerme para no vomitar. No supe hasta mucho después…que ese era el olor de
los desgraciados, de las personas que están desamparadas en el mundo…
El estómago se me había hecho piedra y el dolor en la panza me estaba dando ganas
de llorar. En ese momento me pareció que la vida era un hecho triste y feo, sobre todo
feo. (R117)
Weissmann, cuando describe al adolescente, dice que en esta etapa rondan las ideas
de muerte del padre tirano, de la madre incomprensiva, de la novia que lo abandonó,
incluso su propia muerte. Este sentimiento oscila entre el orgullo y el ridículo, la
omnipotencia y el desvalimiento, la fuerza y la impotencia. Gabriel suma otro hecho a su
tristeza cuando su madre intenta suicidarse, la odia por intentar quitarse la vida por
pretender abandonarlo, pero en el fondo deseo que lo que haga:
Cuando me sentí entonado me puse a repasar los almanaques de las minas desnudas.
Tuve que hacerme una paja enseguida, para poder mirarlos con más tranquilidad.
(Ramos 20)
La miré y me quedé petrificado. Descubrí en ese momento qué era la belleza. Había
estado confundido toda mi vida; no había nada en los afiches del taller de papá que
pudiera compararse con la imagen que ahora tenía de Marisa. (R. 89)
En Una noche con Sabrina love, la sexualidad, la iniciación real y concreta son los
núcleos que estucturan la narración y conducen al personaje a transitar un camino lleno de
vicisitudes y pruebas para lograr convertirse en adulto. Las escenas que apelan a la
experimentación sexual en la novela son: al incio con la visualización de revistas, películas
y el programa de Sabrina; luego con los consejos-enseñanzas dictadas por sus maestros; y
las más importantes los encuentros con Sabrina y después con Sofía.
A modo de conclusión
Una manera de ingresar a la lectura de estos relatos es a través de lo que Rosa y
Piacenza reconocen como “narrremas”, esos enunciados de extensión variable que
construyen –y deconstruyen agregaríamos nosotros- el material narrativo preexistente e
conforman los ejes del discurso con el que la narración configura su entramado sintáctico y
sus temáticas. Esta perspectiva nos habilita leer estos textos como narraciones de iniciación
o aprendizaje porque vemos sujetos adolescentes (en distinto momentos de esta etapa,
podríamos decir que según el planteo de Susana Quiroga en Gabriel se ve la adolescencia
temprana –de 13 a 15 años, la rebeldía, en Andrés y Daniel una mudanza entre la media
(15-18) y la tardía (18-28), la formación de grupos, el noviazgo, los problemas próximos a
la adultez) que viven experiencias de propedéutica positivas o negativas en el camino a la
adultez.
El impulso de comenzar a revisar este corpus surge de las experiencias que
realizamos en el Seminario de Letras de DCA II en una clase taller dedicada a la literatura y
la adolescencia con una propuesta de lectura que incorpora –además de los relatos
trabajados- otros que se ubican en la línea de discusión de Gemma Lluch.
El punto nodal de la discusión es revisar qué concepción o perspectiva de adolescente
se visulizan en los textos y con qué estrategias discursivas, estilísticas propone cada autor
para configurar al sujeto; en algunos encuentros cuando no se revelan previamente el origen
de los textos, las lecturas apuntan a visualizar en todas las narraciones a un individuo
adolescente estereotipado, marcado por las representaciones sociales negativizadas
(Chaves) cuando en realidad los protagonistas de este corpus no cumplen un papel fijo en
los debates idológicos (De Diego) sobre la adolescencia, sino que viven experiencias
parecidas a otro de su misma edad, pero con una posición frente así y a las cosas de modo
particular.
Recién arrancamos el camino, queda mucho por recorrer.
Bibliografía
Bajtín, Mijail. “La novela de educación y su importancia en el realismo”. Estética
de la creación verbal. Buenos Aires: Siglo XXI. 2008
Barthes, Roland. Roland Barthes por Roland Barthes. Barcelona: Editorial Kairos.
1979
Casas, Fabián. “Los cuatro fantásticos” y “El bosque pulenta”. Los lemming y
otros. Buenos Aires: Santiago Arcos Editor 2012
Chaves, Mariana. “Juventud negada y negativizada: representaciones y
formaciones discursivas vigentes en la Argentina contemporánea”. Ultima Década
N° 23, CIDPA Valparaíso, Diciembre 2005
De Diego, José Luis. “Literatura y educación: la novela de aprendizaje”.
http://www.raco.cat/index.php/Arrabal/article/download/140532/192104 2007
Lluch, Gemma. “Mecanismos de adicción en la literatura juvenil comercial”.
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/mecanismos-de-adiccion-en-la-
literatura-juvenil-comercial--0/html/b4c88206-b4fa-4182-b09d-
f9394ce0faaf_2.html
Mairal, Pedro. Una noche con Sabrina love. Buenos Aires: Emecé. 2017
Piacenza, Paola. “Subjetividad adolescente, literatura y formación en los años
sesenta en la Argentina” en Lulú Coquette. Revista de didáctica de la lengua y la
literatura. N°6, Septiembre 2011
Ramos, Pablo. El origen de la tristeza. Buenos Aires: Alfaguara. 2014
Rosa, Nicolás. “Manual de uso”. http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/signa-
revista-de-la-asociacion-espanola-de-semiotica--10/html/dcd92f4c-2dc6-11e2-b417-
000475f5bda5_34.html
Weissmann, Patricia. “Adolescencia”. Revista Iberoamericana de Educación.
https://rieoei.org/historico/deloslectores/898Weissmann.PDF