Andre Gunder Frank - Globalizacion
Andre Gunder Frank - Globalizacion
Andre Gunder Frank - Globalizacion
Globalización, no occidentalización
EN : LOS RETOS DE LA GLOBALIZACION . ENSAYOS EN HOMENAJE A THEOTONIO DOS
Si la historia social que hemos recibido es insatisfactoria porque está basada en una
mala historiografía eurocentrista, ¿entonces qué? La respuesta obvia es comenzar a
mejorarla - una historia no-eurocentrista- pero cuidado, pues parece que también
necesitamos una mejor perspectiva, si no una teoría -más holística. El “sistema/economía-
mundial” de Braudel y Wallerstein [y Frank (1978a)] avanzó en la dirección correcta
quitando una mayor parte del conjunto de lo que habían hecho las teorías e historias
“nacionales” “de la sociedad” anteriores. Sin embargo, ellas no avanzaron lo suficiente y
ahora se han convertido en un obstáculo. El “Sistema Mundial Centrado en el Islam”
parece ser también un paso paralelo en la dirección correcta. Sin embargo, hasta aquí es
sólo un pequeño paso; y es una incursión excesiva, o demasiado ideológica, en la
ideología del Islam. [Para ver mi crítica, ver Frank y Gills (1995)]. El afrocentrismo, ¡ay de
mí! no es más que ideología. El sistema de Hamashita de tributo/comercio centrado en
China puede ser otro paso en la dirección correcta. También lo es el discurso de
Chaudhuri y otros acerca de una “economía mundial” del Océano Indico y el trabajo de
Reid acerca del mundo del sudeste asiático. Pero todas estas iniciativas, que son
bienvenidas, todavía son insuficientes; ¡porque están demasiado limitadas! Todas estas
piezas pequeñas y grandes del rompecabezas son partes necesarias del cuadro
completo. Sin embargo, ninguna de ellas individualmente, ni siquiera todas ellas juntas,
podrán revelarnos nunca el todo, ya que el todo es más que la suma de sus partes — ¡y
moldea las partes en sí mismas!
Sólo una historia mundial, global, universal y holística puede ofrecer la base
historiográfica para una mejor teoría social. Quizás dicha historia holística necesite estar
informada por elementos de una teoría social alternativa también más holística. Ambas
tendrán que vérselas de forma más satisfactoria con los problemas
historiográficos/teóricos abordados, entre otros, más adelante que son y continuarán
siendo tema y objetivo de disputa.
Hice lo mismo para estas mismas fechas (para utilizar la terminología de Anderson)
en mi Acumulación Mundial (Frank 1978a) antes de saber lo que habían dicho y hecho,
Teggart, Fletcher o Braudel. Con la ayuda de algunos datos adicionales provistos por
Braudel, llegué todavía más lejos en mi crítica de su libro (Frank 1995) y otra vez en mi
libro ReOriente: Economía Global en la Era Asiática (Frank 1998). Se muestra que, si sólo
quisiéramos ver, cada uno de estos años estuvieron marcados por las recesiones
mundiales que generaron y pueden explicar los eventos políticos y económicos que
habíamos observado Braudel, Wallerstein y yo. Pero ellos han sido la causa de
innumerables libros acerca de la revolución francesa, la americana y la industrial, que no
tuvieron en cuenta la instigación cíclica de éstos, ni de otros eventos simultáneos, ni
tampoco de sus relaciones a nivel mundial.
Ese libro también hace algunos intentos preliminares para hacer lo mismo en otras
épocas, especialmente alrededor de 1640. También ofrece una respuesta a la pregunta
de Fletcher (1985:54) “¿hay una recesión económica general en el siglo diecisiete o nó?
Parece que aquí hay un paralelismo.” Pero sólo un examen de este aparente paralelismo
horizontal permite una respuesta, y la mía por ahora es: No, no hubo una “crisis del siglo
diecisiete” generalizada. Sin embargo, en este caso hasta una respuesta negativa forma
la base para el estudio macrohistórico necesariamente integrador en la horizontal de lo
que sucedió, que en el siglo diecisiete parece que continuó la expansión y el crecimiento
económico mundial. Por supuesto, esto no es más que una puñalada en la obscuridad. Lo
que realmente se necesita es una macrohistoria político-económica horizontal mundial de
eventos simultáneos organizada en forma comprensible, que esté guiada por las alzas y
bajas cíclicas que se deben identificar y analizar. Pero antes de intentarlo, sería útil
proponerse otras investigaciones “horizontales” más parciales.
El mismo Fletcher planteó estudiar algunos otros “paralelismos” al inicio del período
moderno 1500-1800, incluyendo el crecimiento de la población, la aceleración del tempo,
el crecimiento de las ciudades y pueblos ‘regionales’, el surgimiento de las clases
comerciantes urbanas (renacimiento), resurgimiento religioso y movimientos de
misioneros (reformas), agitación rural y declive del nomadismo. Entonces él pregunta “¿Y
otros paralelismos? ¿Ya no hay más? Final infeliz” (ibid.56).
Sin embargo, una visión realmente holística del período 1400-1800 sirve para
demostrar que podemos contar y entender el subsiguiente “Surgimiento del Oeste” sólo
dentro del enfoque económico/sistémico del mundo dentro del cual tuvo lugar. Aún más,
este proceso mundial sistémico incluía la “Caída del Este” como un factor condicionante,
si no como pre-condición, para el “Surgimiento del Oeste”, que desplazó al Este dentro del
mismo, y único, sistema/economía mundial.
Hay dos lecciones importantes que surgen de esta revisión de la historia y de las
conclusiones extraídas del presente capítulo: Una es que hay unidad en la diversidad, ya
que es la unidad económico/sistémica del mundo la que genera la diversidad. La otra es
que esta unidad ha sido contínua, pero cíclica. Estas dos condiciones estructurales del
proceso condicionan como nosotros podemos y debemos hacer nuestra propia historia.
Admitimos que este libro todavía se concentra mucho más en la “descripción” y no lo
suficiente en el “análisis”, dejando aparte el trazado de toda la estructura económico-
sistémica del mundo que subyace bajo la descripción de las características y la relación
de eventos.
Entre más conozcamos acerca de la estructura de estas condicionantes, mejor
podremos manejar nuestra “agencia” dentro de ellas; en realidad, mejor podremos afectar
o hasta cambiar estas condiciones. Para citar el inicio de Wang Gungwu (1979:1) sobre la
tesis número once de Feuerbach “los historiadores sólo han percibido el pasado de
diferente maneras: el punto es usarlo.” Sí, el punto es usarlo, ¿pero cuál de ellos? Mi
punto es que “ello” es la única historia mundial en que las diferencias son parte y parcela
de su unidad.
Por fin, Europa llegó a algún lugar (¡en la economía mundial!) después de tres siglos
intentando hacer negocios en Asia desde 1500. Sin embargo, realmente estos intentos
europeos fueron de una mayor duración, ya que las cruzadas europeas al Asia occidental
en el siglo XII y luego las excursiones europeas del siglo XV en busca del sur y el este de
esta región, se habían generado por la atracción de las riquezas de Asia. El Capítulo 6
trata de las raíces del “Surgimiento de Occidente” y la “Declinación del Este” después de
1800 en la economía mundial y en términos demográficos, en los que las economías de
Asia jugaron un papel principal. La explicación propuesta tiene tres partes relacionadas
entre sí. Una combinación de análisis demográfico y micro-/macro-económico identificó un
punto de inflexión en los índices de la población y el crecimiento de la productividad
económica que condujo a un “intercambio” de lugares entre Asia y Europa en el
sistema/economía mundial entre 1750 y 1850. El análisis microeconómico de las
relaciones mundiales de oferta-demanda mostró como ellas generaron incentivos para la
fuerza de trabajo y el ahorro de capital y energía al producir inventos, inversiones e
innovación, que tuvieron lugar en Europa. Por otro lado, el análisis macroeconómico de la
distribución cíclica de los ingresos y una demanda y entrega efectiva en Asia iluminaron la
oportunidad para obtener ganacias en términos económicos mundiales. La combinación
de estos procesos y su anterior análisis cortaron el nudo gordiano del famoso dicho de
Kipling acerca de Europa y Asia.
La teoría social eurocentrista anterior sirve como una “legitimación” ideológica para
tales pronunciamientos y acciones divisivas. Sin embargo, como ha mostrado la
documentación de este libro, esta teoría social carece de bases en la realidad histórica y
no descansa en ninguna otra base que en la ideología eurocentrista. Esta ideología se
utiliza otra vez en las nuevas situaciones actuales cuando de nuevo la crisis económica
mundial limita el sustento de la gente y acentúa la competencia para obtenerlo en todo
este único mundo. Como resultado directo de ello, los historiadores, los arqueólogos, los
post-modernos y otros están presionados cada vez más para hallar una “prueba de que
esta tierra es mía” y lo ha sido desde tiempos inmemoriales. Por ello, debe ser “limpiada
étnicamente” de, o al menos protegida “multiculturalmente” contra, todos aquellos que la
reclaman. Cuidado, es una generalización (¿lección?) empírica histórica que entre más
personas, incluyendo a los historiadores y los “científicos” sociales, estén afectadas y
limitadas por fuerzas mundiales que están más allá de su control y comprensión, menos
quieren saber de ellas. Entre más rápido el mundo rote alrededor de ellas, o ellas
alrededor de él, más insisten en “¡paren el mundo; quiero bajarme — y hacer mis propias
cosas!”
En vez de éso lo que necesitamos es construir una base intelectual para aceptar la
diversidad en la unidad y celebrar la unidad en la diversidad. Cuidado, aquellos que más
la necesiten serán los que menos se interesen en ella. Aquellos que deseen armarse para
“el choque de las civilizaciones” si es que conocen este libro, lucharán también contra ello
invocando todavía más argumentos culturológicos y civilizacionistas. Esto se debe a que
la evidencia presentada en este libro ayuda a halar la alfombra bajo su “teoría” social, que
es poco más que una máscara para la ideología eurocentrista de dominación. Esto ya
está socavado por el propio proceso histórico, al que Theotonio ha hecho y sigue
haciendo contribuciones propias — ¡por las que le estamos agradecidos!
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