Serie Filosofia Española Vol 12 - 1999
Serie Filosofia Española Vol 12 - 1999
Serie Filosofia Española Vol 12 - 1999
Juan de Santo
Tomás
Semiótica,
filosofía del lenguaje
I y argumentación
MAURICIO BEUCHOT
Idoya Zorroza
SECRETARIA
© Mauricio Beuchot
EUROGRAF NAVARRA, S. L. Polígono Industrial, Calle O, nave 31. Mutilva Baja. Navarra
ÍNDICE
índice 3
Introducción 5
I. Vida y obra de Juan de Santo Tomás 7
1. Rasgos biográficos 7
2. Significado histórico de la obra de Juan de Santo Tomás... 9
3. Actualidad de Juan de Santo Tomás 11
4. La lógica en general 13
a) Naturaleza de la lógica en general 13
b) Definición de la lógica 14
c) División de la lógica 17
d) Propiedades de la lógica 19
e) El objeto especificativo de la lógica: el ente de ra-
zón 21
f) Balance 23
U. Semiótica 25
1. Naturaleza del signo 26
2. Gnoseología y psicología del signo 29
3. División del signo 31
fía de la ciencia propia del aristotelismo. Todo eso hace de Joào Poinsot,
o Juan de Santo Tomás, uno de los mejores filósofos de la historia.
I
1. Rasgos biográficos
obras lógicas del Estagirita. Los trabajos de Juan de Santo Tomás sobre
la lógica han conocido numerosas ediciones, de la manera siguiente:
a) Artis logicae prima pars. De dialecticis institutionibus quas
Summulas vocant. Se editó aisladamente en Alcalá (Compiuti), primero
en 1631 (?) y después en 1634; además, en Douai (Duaci), 1635, y en
Madrid, 1648.
b) Artis logicae secunda pars. In Isagogen Porphyrii, Aristotelis
Categorías et libros Posteriorum. Se editó aisladamente en Alcalá,
1632 y en Madrid, 1640.
Ambas partes se publicaron juntas en Ferrara, 1694. Y, formando ya
cuerpo en el curso de filosofía - a saber, Cursus Philosophicus secun-
dum exactam, veram et genuinam Aristotelis et Doctoris Angelici men-
tem-, tuvieron las siguientes ediciones: Roma, 1637-1638; Colonia,
1638; Lyon, 1663; nuevamente en Lyon, 1678; Bolonia (Bononiae),
1648; París, 1883; y la edición más reciente es (dentro del Curso filosó-
fico) la de Beato Reiser, en Turín (Taurini), en 1930 (con reproducción
en Roma, 1948) . 3
4
Cfr. M. Beuchot, La filosofía del lenguaje en la Edad Media, México, Instituto de
Investigaciones Filosóficas de la UNAM, 1981.
5
Cfr. V. Muñoz Delgado, "Nominalismo, lógica y humanismo", en M. Revuelta
Sañudo y C. Morón Arroyo (eds.), El erasmismo en España, Madrid, Sociedad Menén-
dezPelayo, 1986,109-174.
Semiótica, filosofía del lenguaje y argumentación en Juan de Sto. Tomás 11
Poinsot exhibe una extraña actualidad. Tanto por los alcances que da
a su pensamiento filosófico como, sobre todo, por los límites que le
reconoce. A los filósofos analíticos les interesa por la capacidad de su
lógica, por su idea de la lógica como instrumento, por su construcción
semiótica, por su trabajo sobre la intencionalidad y por su desarrollo de
la filosofía del lenguaje en relación con la filosofía de la ciencia. Su
6
Cfr. L. E. Palacios, "La atención a Juan de Santo Tomás", en Atlántida, vol. 5, n. 26
(1967), 172.
7
Cfr. I. Perini, "De praestantia doctrinae Divi Thomae, deque condicionibus discipu-
latus eius, secundum Ioannem a S. Thoma, O.P.", en Divas Thomas (Piacenza), 66
(1963), 419 ss.
12 Mauricio Beuchot
4. La lógica en general
b) Definición de la lógica
citaremos así la obra de Juan de Santo Tomás, Ars logica seu de forma et materia
ratiocinandi, pars II, q. 1, a. 2; en el Cursus Philosophicus Thomisticus, ed. B. Reiser,
Taurini, Marietti, 1930, voi. 1,256b. Cfr. además, 271b-272a, 279a-280b.
Semiótica, filosofía del lenguaje y argumentación en Juan de Sto. Tomás 15
1 3
Cfr. L. Wittgenstein, "Algunas observaciones sobre la forma lógica", en AA. W . ,
Homenajea Wittgenstein, México, Universidad Iberoamericana, 1991,13-22.
16 Mauricio Beuchot
c) División de la lógica
d) Propiedades de la lógica
Cfr. I. M. Bochenski, Los métodos actuales del pensamiento, Madrid, Rialp, 1973,
88.
1 7
Cfr. Ch. S. Peirce, "Lógica", en Escritos lógicos, Madrid, Alianza, 1988,244; Th. A.
Sebeok/J. Umiker-Sebeok, Sherlock Holmesy Charles S. Peirce. El método de la investi-
gación, Barcelona, Paidós, 1990, 75.
20 Mauricio Beuchot
1 8
Tomás de Aquino, De ente et essentia, c. 1.
1 9
Tomás de Aquino, De veritate, q. 21, a. 1.
22 Mauricio Beuchot
20
Para una comparación con otro lógico coetáneo, cfr. J. J. Glanville, "Zabarella and
Poinsot on the Object and Nature of Logic", en R. Houde (ed.), Readings in Logic, Du-
buque, Iowa, William C. Brown Co. Publ., 1958, 204-226, donde dice algo muy intere-
sante: "En la Italia del renacimiento tardío y en la España barroca se estaba haciendo
algún trabajo retador sobre la noética de la lógica La cuestión de la naturaleza y del
Semiótica,filosofíadel lenguaje y argumentación en Juan de Sto. Tomás 23
J) Balance
el del objeto de la lógica y el tipo de ente que éste es, a saber, ese ente
de razón que es la relación de razón de segunda intención. No sólo
aporta Juan de Santo Tomás el estatuto ontológico del objeto de la lógi-
ca, a saber, un ente de razón, sino que también incursiona en su origen
gnoseológico o epistemológico. Y analiza diferentes aspectos o divisio-
nes de la lógica como la lógica docens y la lógica utens -división en la
que tanto insistía Peirce y que además procuraba cuidadosamente inte-
grar en su obra metodológica de la investigación, tal como se mencionó
arriba-. La misma importancia tiene, creemos, la consideración de las
propiedades de la lógica, como la de ser teórica y práctica a la vez, lo
mismo que ciencia y arte simultáneamente. Juan de Santo Tomás nos ha
aclarado en qué sentido y medida es lo uno y lo otro.
objeto, o sujeto, de la lógica se había desgajado de los comentarios de las varias escuelas
griegas, árabes y latinas de interpretación aristotélica, y le daban un tratamiento indepen-
diente y extenso" (205).
2 1
Cfr. V. Tonini, "Lógica maior seu materialis", en M. Bunge, I. M. Bochenski y
otros, Science et métaphysique, Paris, Beauchesne, 1976,113 ss.
n
SEMIÓTICA
1
Cfr. M. Beuchot, "La doctrina tomista clásica sobre el signo: Domingo de Soto,
Francisco de Araújo y Juan de Santo Tomás", en Crítica (UNAM), vol. XII, n. 36 (1980),
39-60.
2
Cfr. Ch. S. Peirce, Collected Papers, ed. Ch. Hartshome and P. Weiss, Cambridge,
Mass., The Belknap Press of Harvard University, 1960, vol. 2, parágrafo 2.303. Sobre la
definición peirceana, cfr. M. Beuchot, Elementos de semiótica, México, Facultad de
Filosofía y Letras de la UNAM, 1979, 139, en el capítulo relativo a Peirce. Ver también
M. Beuchot, "La función del pensamiento dentro del fenómeno semiótico en Peirce y la
Escolástica", en Investigaciones Semióticas (Valencia, Venezuela), 4 (1984), 133-144,
recogido en Aspectos históricos de la semiótica y la filosofía del lenguaje, México, Insti-
tuto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, 1987.
Semiótica, filosofía del lenguaje y argumentación en Juan de Sto. Tomás 11
Esto lo señala muy bien J. N. Deely, "The Two Approaches to Language: Philoso-
phical and Historical Reflections on the Point of Departure of Jean Poinsot's Semiotic",
en The Thomist, 38 (1974), 873. Para una exposición detallada de la teoría tomista de las
relaciones, cfr. A. Krempel, La doctrine de la relation chez Saint Thomas, París, Vrin,
1952.
4
Por ser muy útil, damos el resumen de las relaciones hecho por Josef Gredt: "La
relación, tomada en sentido muy amplio, es el orden u ordenación de una cosa a otra Este
orden puede estar incluido en alguna esencia absoluta [no en el sentido de 'divina', sino
en el de 'no-relativa'] o ser un respecto puramente adventicio o sobreañadido a la esencia
absoluta. La ordenación incluida en una esencia absoluta es la relación secundum dici.
Esta es en verdad un ente absoluto pero que connota esencialmente algo extrínseco, en
orden al cual exige ser definido; así, la relación del alma con el cuerpo es una relación
secundum dici. En cambio, el orden adventicio, que consiste en un puro respecto, o aquel
orden cuyo ser completo es haberse a otro, es la relación secundum esse; por ejemplo, la
relación de paternidad, que es un puro respecto adventicio del hombre. La relación se-
cundum esse puede ser real y de razón. Es real la que tiene ser en la naturaleza de las
cosas, independientemente de la consideración de la mente, como la relación de padre a
hijo; es de razón la que sólo subsiste en el intelecto, como la relación de predicado a
sujeto. La relación secundum dici se llama trascendental, porque es un ente real, que no
se vincula a ningún género determinado de cosas, sino que se difunde por todos los
predicamentos; así, la materia, dentro del género de la substancia, se refiere trascenden-
talmente a la forma, y la forma a la materia; la facultad y la ciencia, dentro del género de
la cualidad, se refieren trascendentalmente al objeto. Por su parte, la relación secundum
esse que es real (no la de razón) es relación predicamental, y se define como accidente
real cuyo ser completo consiste en ordenarse a otro. Esta relación predicamental se dice
accidente real, para distinguirse de la relación de razón; se dice accidente cuyo ser com-
pleto consiste en ordenarse a otro, para distinguirse de la relación trascendental, de la
cual no puede decirse que su ser completo consista en ordenarse a otro, ya que es una
entidad absoluta, pero en la que se incluye el orden a otro; sin embargo, la entidad de la
relación predicamental consiste en un puro respecto o en un 'ser en orden a otro' y, en
consecuencia, es el accidente que tiene la entidad más débil" (I. Gredt, Elementa philoso-
phiae aristotelico-thomisticae, Friburgo-Barcelona, Herder, 1956 ( l i a ed.), vol. I.,
11
154). Sobre la relación trascendental en el tomismo, cfr. M.-D. Philippe, "La notion de
28 Mauricio Beuchot
mismo sino de otra cosa, como la imagen o estatua del emperador mue-
ve a conocer al emperador. El sólo terminativo es la cosa conocida por
una noticia producida por otro objeto, al modo como el emperador es
conocido por su imagen o estatua. El motivo y terminativo a la vez, es el
que mueve a la facultad a formar un conocimiento de sí mismo, como
cuando se ve la pared en cuanto tal y sin más (cfr. 9ab).
Poinsot explica que hacer conocer es más amplio que representar, y
representar más que significar. Pues hacer conocer se dice de todo
aquello que concurre al conocimiento, pudiendo decirse de cuatro ma-
neras: efectiva, objetiva, formal e instrumental. De manera efectiva, se
dice de la misma facultad que ejercita el conocimiento y de las otras
causas que concurren a él, como Dios que mueve, el intelecto agente
que produce las especies, el hábito que ayuda, etc. De manera objetiva,
se dice de la misma cosa que se conoce. De manera formal, se dice de la
misma noticia que, a modo de forma, vuelve cognoscente a la facultad.
De manera instrumental, se dice del medio que lleva el objeto a la fa-
cultad, por ejemplo la imagen del emperador lleva al emperador al in-
telecto como un medio, y a este medio lo llamamos instrumento. En
cambio, representar se dice de todo aquello por lo que algo se hace
presente a la facultad, y se dice de tres maneras: objetiva, formal e ins-
trumental. De manera objetiva, se representa el objeto, como la pared.
De manera formal, la noticia representa a su objeto o contenido. Y, de
manera instrumental, lo hace, por ejemplo, la huella. Finalmente, signi-
ficar se dice de aquello que hace presente algo distinto de sí, por lo que
sólo se dice de dos maneras: formal e instrumental (9b) . 7
En este sentido, excluye del representar y del significar la causalidad eficiente, cfr.
680a.
Semiótica, filosofía del lenguaje y argumentación en Juan de Sto. Tomás 31
Juan de Santo Tomás efectúa una primera división del signo toman-
do como criterio o fundamento de la división la relación del signo con la
facultad; de ello resultan dos clases: el signo formal y el signo instru-
mental. Pero, como ésa no es la relación principal del signo, tampoco
esta división es la principal. El signo formal es la noticia o forma que
representa por si misma algo al conocimiento y no por medio de otra
Omitimos por ahora la cuestión del signo en los animales irracionales, en los que
también se da Véase Tomás de Aquino, In I Peri hermeneias, lect. 1, n. 9; lect. 2, n. 2;
De Veritate, q. 9, a. 5, ad 10; q. 24, a 2, ad 7; Juan de Santo Tomás, 685 ss.; L. Lachance,
Philosophie du langage, Ottawa-Montréal, Lévrier, 1943, 99-105.
34 Mauricio Beuchot
J. A. Casaubón, "Para una teoría del signo y del concepto mental como signo for-
mal", en Sapientia, 10 (1955), 275.
1 2
Cfr. además J. G. Pola, "Noción tomista del signo formal", en Studium, 5 (1965), 98.
Algunos autores ponen como signos formales cosas materiales extrínsecas, como fotogra-
Semiótica,filosofíadel lenguaje y argumentación en Juan de Sto. Tomás 35
fías y pinturas muy fieles; pero, siguiendo a Casaubón, creemos que sólo pueden aceptar-
se como signos formales cosas inmateriales e intrínsecas a la mente, como imágenes
mentales y conceptos. Él mismo señala que tomar a las imágenes o a los conceptos como
signos instrumentales lleva a escindir ruinosamente el conocimiento y el ser real (cfr. J.
A. Casaubón, 273).
36 Mauricio Beuchot
fique a la cosa. Por eso, la palabra misma es signo o efecto del concepto.
Es ésta una teoría que da un lugar preponderante en la significación al
pensamiento, como intermediano o medianero entre el lenguaje y la
realidad'.
2. La lógica y el término
4
Sobre la noción de forma lógica y su relación con la semántica en Poinsot, cfr. M.
Prieto del Rey, "Significación y sentido ultimado. La noción de 'suppositio' en la lógica
de Juan de Santo Tomás", en Convivium, nn. 15-16 (1963), 33-73 y nn. 19-20 (1965), 45-
72. Poinsot dice que tratará de ese tema en la lógica y no en las súmulas, ya que llama
"súmulas" a la lógica menor o formal, y "lógica" a la lógica mayor o material.
5
Esto nos habla de la advertencia que tenía Poinsot de que la semiótica, más que una
parte de la lógica, fundamentaba a toda la lógica y reunía a varias disciplinas en su estu-
dio.
42 Mauricio Beuchot
Sobre estos temas de sujeto, cópula y predicado, cfr. P. T. Geach, A History of the
Corruptions of Logic, Leeds, University Press, 1968. Allí expresa el autor que en la
tradición tomista, aunque no se ve al "ser" como sincategoremático, se evita el esquema
ockhamista sujeto-cópula-predicado, y se tiene sólo sujeto-predicado (con la cópula
reabsorbida en el predicado), al modo como lo propuso después Frege.
Semiótica, filosofia del lenguaje y argumentación en Juan de Sto. Tomás 45
4. El nombre
en caso oblicuo, por ejemplo en genitivo, pues decir "de Platón ama" o
"de Aristóteles es prudente" no tiene sentido. Así es como Poinsot de-
fiende la exclusión de los oblicuos de la razón del nombre, operada por
Aristóteles.
5. El verbo
misma, y pasa a los extremos copulados; pero esto no debe ser tomado
de manera infinitante, sino negante. Luego..." (126a).
Cfr. B. Muñoz Delgado, La obra lógica de Pedro de la Serna. La lógica como una
filosofa de los modos de saber, Madrid, Ediciones de la revista "Estudios", 1966.
50 Mauricio Beuchot
10
Tomás de Aquino, InIPeri herm., lect. 8; In lAnal. Post, lect. 5.
Semiótica, filosofía del lenguaje y argumentación en Juan de Sto. Tomás 51
1. La proposición o enunciado
Cfr. H. Elie, Le complexe significabile, Paris, Vrin, 1936. Para la actualidad de esta
teoría, y para el caso de Juan de Santo Tomás, ver A. Church, "Propositions and Senten-
ces", en I. M. Bochenski-A. Church-N. Goodman, The Problem of Universals. (A Sym-
posium), Notre Dame, University of Notre Dame Press, 1956, 5-6, quien dice: "Estoy en
deuda con el Profesor Bochenski por haberme señalado que la noción abstracta [de pro-
54 Mauricio Beuchot
por una cópula predicativa (i.e. que une sujeto y predicado) o una có-
pula preposicional (i.e. que conecta proposiciones categóricas). Puede
decirse que el objeto complejo consiste en las conexiones o en las re-
pugnancias de las cosas que se dan en la realidad, y son reflejadas en la
enunciación o proposición.
La proposición es verdadera o falsa según corresponda o no al ob-
jeto complejo (dentro de una teoría correspondentista de la verdad, co-
mo la profesada en la escolástica). Significar la verdad o significar la
falsedad son propiedades accidentales tanto del juicio como de la pro-
posición (i.e. ellos son los portadores de la verdad); porque la proposi-
ción puede cambiar de valor de verdad (p. ej. "Pedro está sentado" es
verdadera cuando lo está y falsa cuando se levanta), pero su significa-
ción no cambia. La significación (del objeto complejo) es, pues, la
substancia o lo esencial de la proposición, y lo verdadero y lo falso son
accidentes suyos . 2
posición] aparece de nuevo en los escritos de los escolásticos tardíos, comenzando con
Gregorio de Rimini, bajo el nombre de complexe signiflcabile. Inclusive Juan de Santo
Tomás habla todavía de la 'ventos complexa significata per enuntiationem' en lo que
puede ser una referencia al complexe signiflcabile (aunque el uso de la palabra 'veritas' es
muy desafortunado al hablar de proposiciones cuya significación puede ser falsa al igual
que verdadera)". Tal vez en lo que no ha reparado Church es que Poinsot podía hablar de
la verdad compleja tanto como de la falsedad compleja, al referirse a esos significables
complejos.
Cfr. G. Nuchelmans, Theories of the Propositions. Ancient and Medieval Concepti-
ons of the Bearers ofTruth and Falsity, Amsterdam, North-Holland, 1973; Late Scholas-
tic and Humanist Theories of the Propositions, Amsterdam, North-Holland, 1980.
Semiótica, filosofia del lenguaje y argumentación en Juan de Sto. Tomás 55
cies; pero tiene también cierta analogía, porque es más formal la unidad
de la categórica que la de la hipotética.
Pero es una división (en categórica e hipotética) más primaria que
otras; por ejemplo, la división de la proposición en afirmativa y negativa
sigue siendo esencial todavía (porque es según la cualidad, pero no
según la cualidad accidental, sino según la cualidad esencial o in quale
quid), pero es unívoca, i.e. de un género en sus especies, lo cual indica
que es menos universal que la división anterior. Y la división de la pro-
posición universal y particular es ya accidental, pues procede según el
accidente cantidad (y no puede hablarse aquí de cantidad esencial, co-
mo se habló de cualidad esencial en el caso de la división en afirmativa
y negativa).
Esto por lo que hace a la naturaleza o esencia de las proposiciones.
Después pasa Poinsot a estudiar sus propiedades. Y, primero, sus pro-
piedades internas o las de los términos en la misma proposición; y, lue-
go, las propiedades extemas de las proposiciones o sus relaciones con
otras proposiciones. Así, aborda primero las propiedades lógicas (y
semánticas) de los términos en el seno de la proposición, y después trata
las propiedades extemas de la proposición, que son ciertas relaciones
entre proposiciones, como son las de oposición y conversión.
Vemos así que, a pesar de la exclusión que Poinsot hace de los términos infinitos al
hablar del nombre, aquí les encuentra una ocupación, en la conversión proposicional por
contraposición.
1 0
Cfr. E. Bondi, "Predication: A Study Based in the Ars Lógica of John of St. Tho-
mas", en The Thomist, 30 (1966), 274.
66 Mauricio Beuchot
'1
Cfr. J. Lukasiewicz, "Para la historia de la lógica de proposiciones", en Estudios de
lógica yfilosofía, Madrid, Revista de Occidente, 1975, 88.
Semiótica,filosofíadel lenguaje y argumentación en Juan de Sto. Tomás 67
primera parte se trata del análisis de los conectivos. Juan de Santo To-
más establece la relación funcional de verdad entre proposiciones
12
Esta regulación corresponde a lo que hoy llamamos "tablas de verdad"; aun cuando
no se hacían mediante tabulación, sino mediante reglas para la verdad de las conexiones,
pueden obtenerse las tablas de verdad actuales siguiendo esas reglas.
13
Esta reducción vuelve a encontrarse sólo hasta Frege. Sobre ella cfr. W. V. O. Qui-
ne, Elementary Logic, New York, Harper and Row, 1965 (rev. ed.), 15-16.
1 4
Cfr. A. Moreno, "Lógica proposicional en Juan de Santo Tomás", en Sapientia, 18
(1963), 97; Ph. Boehner, "Bemerkungen zur Geschichte der De Morgannsche Gasetze in
der Scholastik", en Archiv für Philosophie, 4 (1951), 113-146.
15
Se encuentra en W. V. O. Quine, Methods of Logic, London, Routledge and Kegan
Paul, 1970 (repr.), 22-28.
1 6
Cfr. A. Moreno, "Lógica proposicional en Juan de Santo Tomás", 94-98.
17
Cfr. A. Moreno, "Implicación material en Juan de Santo Tomás", en Sapientia, 14
(1959), 188-191; I. Thomas, "Material Implication in John ofSt. Thomas", en Dominican
Studies, 3(1950), 180.
68 Mauricio Beuchot
2 3
Cfr. E. J. Ashworth, "The Tehory of Consequences in the Late Fifteenth and Early
Sixteenth Centuries", en Notre Dame Journal of Formal Logic, 14 (1973), 289-315;
"Strict and Material Implication in the Early Sixteenth Century", en Notre Dame Journal
of Formal LogicX 3 (1972), 556-560.
70 Mauricio Beuchot
7. Balance
3
El universal, materialmente tomado, es la naturaleza o esencia, a diferencia del
universal formalmente tomado, que es el concepto. En la naturaleza, el universal se toma
materialmente, porque se toma en el fundamento de su universalidad, y en el concepto se
Semiótica, filosofía del lenguaje y argumentación en Juan de Sto. Tomás 11
puede ser algo real, esto es, la naturaleza que se puede dar por parte de
la cosa, aunque no con estado de universalidad, de donde resulta que,
como formal, es decir, como universalidad y abstracción, sólo se en-
cuentra en el conocimiento" (318ab). En esta tesis o conclusión señala
que el substrato, la materia o el fundamento de la relación de universali-
dad es la naturaleza misma; pero ella, en cuanto está en la cosa, sólo es
material o fundamentalmente universal; sólo es propia o formalmente
universal en el intelecto.
Ya que la unidad es requisito de la universalidad, pasa a preguntarse
si la unidad formal (i.e. por parte de la forma substancial), que permite
distinción con respecto del individuo (i.e. por parte de la materia), con-
viene a la naturaleza antes de la operación del intelecto.
Y, antes de responder, introduce la declaración del término "unidad
formal". La unidad dice algo positivo y algo negativo: la entidad (o
identidad) y la indivisión. Pero hay varios modos de entidad y varios
modos de negar la división, por lo que hay varios modos de unidad. A
saber, la unidad formal, que puede ser genérica o específica, la unidad
individual y la unidad universal. Estos son diversos modos de unidad
que no resultan de haber distintas entidades, sino distintos modos de
negar la división, (a) La unidad formal resulta de que en la cosa no haya
división de sus principios formales, que pueden ser genéricos o especí-
4
La quididad es lo mismo que la esencia, en cuanto dice lo que se puede poner en la
definición, en orden a responder a la pregunta "¿qué?" {quid?).
80 Mauricio Beuchot
4. Balance
LOS PREDICABLES
1. El género
2. La especie
Entra aquí el tema del individuo, pues los individuos son los inferio-
res de la especie. El individuo es doble: determinado y vago. El indivi-
duo determinado es aquel cuyo conjunto de propiedades nunca se dará
con otro. El ya no se divide, y se predica sólo de uno. Pero lo más pro-
pio de la individualidad no es el distinguirse por las propiedades, sino
por la individuación misma; y ésta depende del principio de individua-
ción, que es la materia signada por la cantidad . El individuo vago, por
5
4. La diferencia específica
Acerca de estas doctrinas de los nombres propios, cfr. M. Beuchot, Aspectos históri-
cos de la semiótica y la filosofia del lenguaje, México, UNAM, 1987, el capítulo corres-
pondiente a Roger Bacon.
Semiótica,filosofíadel lenguaje y argumentación en Juan de Sto. Tomás 93
universal respecto de ella, sino de los individuos de ésta. Pero las dife-
rencias superiores o genéricas no están incluidas en las diferencias indi-
visibles ni se predican de ellas.
5. Lo propio
6. El accidente
7
Cfr. M. Beuchot, "Necesidad y contingencia en Aristóteles, Santo Tomás y Saúl
Kripke", en Revista de Filosofía (Universidad Iberoamericana, México), 15 (1982), 211-
230.
96 Mauricio Beuchot
LOS PREDICAMENTOS
Cfr. A. García Díaz, "La analogía entre Dios y las creaturas según Santo Tomás", en
Diánoia, 4 (1958), 142-169, donde trata por extenso a Juan de Santo Tomás.
2
Los términos equívocos se llaman "equívocos equivocantes" y las cosas equívocas
se llaman "equívocas equivocadas".
Semiótica,filosofíadel lenguaje y argumentación en Juan de Sto. Tomás 99
que sea unívoco, ya que los equívocos y los análogos significan varias
naturalezas.
Sigue el tema de la analogía. En la escuela tomista, a la que es fiel
Juan de Santo Tomás, se establece que el ente no es unívoco, sino aná-
logo a los diez predicamentos. El ente es análogo porque trasciende o
supera en universalidad a los predicamentos -en efecto, todos los predi-
camentos son entes de una u otra manera-; pero, al hacerlo, es decir, al
tener cabe sí cosas tan dispares como la substancia y el accidente, pre-
senta un concepto muy desigual, y ya no puede comportarse como gé-
nero de éstos, por lo que no puede ser unívoco. Poinsot critica a los
escotistas, que sostenían la univocidad del ente, y defiende la analogía
que profesa la escuela tomista.
Pero hay que decir, además, con qué tipo de analogía es análogo el
ente. Poinsot sostiene que el ente tiene analogía de proporcionalidad
propia, aunque virtualmente incluye la de atribución. La proporcionali-
dad propia es intrínseca, mientras que la atribución es extrínseca. La
primera se da por virtud de una forma que está intrínsecamente en todos
los analogados, y la segunda por denominación de una forma que está
intrínsecamente en uno principal. Y de ambos modos se puede decir el
ente; pues el ente es intrínseco a la substancia y también al accidente
(aunque muy distintamente en cada uno), y por ello es proporcional;
pero también tiene la atribución, pues, si por un imposible el accidente
no tuviera entidad intrínsecamente, podría seguir llamándose ente por
denominación extrínseca del ser de la substancia, y, así, tiene virtual-
mente analogía de atribución respecto de la substancia (cfr. 512a).
También la noción de accidente es análoga a esos nueve predicamentos
que abarca, de una manera dependiente de una forma denominativa
intrínseca, esto es, con analogía de proporcionalidad.
Juan de Santo Tomás se pregunta igualmente si la división en diez
predicamentos es adecuada y correcta. Y prueba que lo es porque res-
ponde a los principales modos de predicación. Hay tres modos en que
algo puede predicarse del sujeto o substancia primera: (a) como predi-
cado que pertenece a su esencia, y entonces se trata de la substancia; (b)
como predicado que le es inherente, el cual puede ser absoluto o relati-
vo; si es del primer modo, puede seguirse de la materia, y entonces es la
cantidad, o de la forma, y entonces es la cualidad; si es del segundo
modo, como algo que se ordena a otro ténnino, es la relación; (c) como
predicado proveniente de algo extrínseco de lo que se toma su denomi-
nación, y entonces son los seis últimos predicamentos, que se deducen
Semiótica,filosofíadel lenguaje y argumentación en Juan de Sto. Tomás 101
la relación que se sigue de aquél: por eso, sus correlatos, más que refe-
rirse en acto, fundan la relación. En cambio, la relación según el ser es la
que designa primeramente la relación misma, y luego el término. Ha-
bría, pues, una relación según el decir, o relación trascendental, y una
relación según el ser, que se divide en real y de razón. La primera de
estas dos últimas tiene fundamento real y coexistencia del término (con
el sujeto), y la segunda carece de fundamento real, sólo lo tiene puesto
por la razón. Por lo demás, únicamente es relación predicamental la real
que además es finita. Las divisiones de la predicamental son en mutua y
no mutua, y la mutua se divide en relación de equiparación y de no
equiparación. También se divide en relaciones de semejanza y deseme-
janza, de causa-efecto y de la medida a lo medido.
Poinsot se pregunta si la relación se distingue de su fundamento por
parte de la realidad. Lo primero que responde es que se distingue real-
mente de su fundamento remoto, que es el sujeto. Mas, en cuanto al
fundamento próximo, "parece más probable en la doctrina de Sto. To-
más que la relación no se distingue de él como una cosa de otra, sino
como un modo; pero mediante este fundamento, con el que se identifi-
ca, no es contradictorio que se distinga realmente del sujeto, si tal fun-
damento se distingue realmente de tal sujeto" (593a). Otra pregunta es si
la relación termina formalmente en algo absoluto o en algo relativo. No
puede ser algo totalmente absoluto, pues parecería no tener reciproci-
dad. Debe ser algo al menos en parte relativo. El térínino formal corre-
lativo se da en las relaciones de tercer orden, esto es, en las de la medida
a lo medido. Y en las relaciones mutuas, el término es el otro relativo o
correlato, pero como opuesto.
¿Cómo surgen la distinción específica y la numérica de la relación?
Es decir: ¿cómo se especifica y cómo se individualiza una relación? Lo
que la especifica es, primariamente, el fundamento y, secundariamente,
el téirnino. Tal especificación brota "del fundamento como de la causa y
principio especificativo; del término, como de lo que completa y termi-
na la razón de especificar, y no como la causa de la especificación"
(601b); por ejemplo, las facultades y los actos se especifican por sus
objetos. En cuanto a la distinción numérica o individualización de la
relación, se da a través del sujeto, es decir, de la substancia, como suce-
de con todo accidente; pues, si fuera por el término, cuando hay varios
términos, se multiplicarían las relaciones, pudiendo llegar a multiplicar-
se hasta el infinito. Así, hay una sola relación de paternidad entre un
padre y todos sus hijos, por muchos que sean.
106 Mauricio Beuchot
6
Cfr. Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I, q. 28, a. 2.
Cfr. Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 49, a 2.
Semiótica, filosofía del lenguaje y argumentación en Juan de Sto. Tomás 107
nión) nos inclina a decir que de hecho, anacrónicamente, lo estigmatizó como doxá" (H.
Scholz, "The Ancient Axiomatic Theory", en J. Barnes, M. Schofield y R. Sorabji (eds.),
Articles on Aristotle. I: Science, London, Duckworth, 1975,63).
3
J. Hintikka, "On the Ingredients of an Aristotelian Science", en Noüs, 6 (1972), 55.
B. C. Van Fraassen, "A Re-examination of Aristotle's Philosophy of Science", en
Dialogue, 19 (1980), 20.
Semiótica,filosofíadel lenguaje y argumentación en Juan de Sto. Tomás 111
cas, sino que se está refiriendo de manera especial a las ciencias forma-
les, como las matemáticas, que pueden presentarse en ese modelo
axiomático que es el ideal heredado del Estagirita. Hay una tradición ya
larga (pero reciente, desde la tercera década de este siglo) que ha inter-
pretado la silogística aristotélica como una axiomática (Scholz, Luka-
siewicz, Bochenski, Patzig), pero algunos la han interpretado como algo
más cercano a un sistema de inferencia natural . 5
Sobre estas interpretaciones puede verse L. Vega, "La historia de la lógica y el 'caso
Aristóteles'", en Llull, 5 (1983), 184-185.
6
Para Heinrich Scholz, la teoría de la ciencia de Aristóteles es una axiomática: "Ordi-
nariamente, la axiomática es el estudio de las propiedades de un sistema axiomático; pero
aquí no deseamos tomar la frase en un sentido tan estrecho. Más bien, lo usaremos en un
sentido amplio, identificando la teoría axiomática con el estudio de los elementos de
cualquier ciencia exacta, i.e. de cualquier ciencia que tome las matemáticas como su
patrón. La base para esta definición reside en Aristóteles: en su obra el estudio de las
propiedades de un sistema axiomático está tan ligado con la axiomática en nuestro senti-
do amplio, que su separación sólo produciría un torso mutilado e ininteligible" (H.
Scholz, 50).
112 Mauricio Beuchot
es cierto; de entre las características que exige Aristóteles para los prin-
cipios: que sean universales, necesarios, anteriores, más conocidos,
inmediatos y evidentes, Van Fraassen no ve problemático para la cien-
cia actual el aceptar que los axiomas o principios de la ciencia son pro-
posiciones verdaderas universales y necesarias , pero la ciencia moder-
9
H. Scholz, 57.
Cfr. B. C. Van Fraassen, 43.
Semiótica,filosofíadel lenguaje y argumentación en Juan de Sto. Tomás 115
tadas por intuición intelectual, mientras que para nosotros son esquemas
formales aceptados por convención" . 10
1 0
J. Mosterín, Historia de la filosofía. 4: Aristóteles, Madrid, Alianza, 1984,190.
11
H. Scholz, 60.
116 Mauricio Beuchot
tamente evidentes, pero gracias a haber sido probadas por otras; y, por
lo tanto, ya no conocidas por sí mismas e inmediatas. Y acepta que
basta esto segundo, pues las premisas demostradas (y no indemostrables
como los axiomas) se reducen a los principios o axiomas por los que
son demostrados. Y así siempre serán los principios los que garantizan y
sustentan toda la estructura axiomática. Poinsot dice que esto se ve
cuando se deducen cinco o diez conclusiones en dicha ciencia; ya no
son los axiomas solamente los que prueban, sino que se usan teoremas
demostrados, pero éstos beben su verdad en los axiomas mismos, y así,
por transitividad, se sigue teniendo la verdad de los axiomas o primeros
principios.
Pasa Poinsot a preguntarse qué se requiere para que alguna proposi-
ción sea demostrable. Responde que se requieren dos cosas: (a) que
verse sobre materia necesaria y (b) que se pueda iluminar por algún
término medio. La materia necesaria la opone a la mera opinión, y la
posesión de un medio la opone a la proposición conocida por sí y de
manera inmediata, i.e. sin requerir medio demostrativo. Juan de Santo
Tomás se opone a algunos escolásticos modernos o recientes en su
época (recentiores), no tanto filósofos modernos cuanto escolásticos
tocados de nominalismo, como Vázquez y Cabero, a quienes cita, y que
dicen que puede haber demostración en materia contingente. La razón
que les opone es que la ciencia requiere asentimiento indubitable o
cierto, y de lo contingente no puede darse, pues puede cambiar. Para
Juan de Santo Tomás lo más que podría aceptarse como demostrables
son cosas contingentes pero con conexión necesaria, como que en in-
vierno haya lluvias, pues son contingentes en cuanto al suceso, pero es
necesaria la conexión de que en ese tiempo sean connaturales y debidas
en cuanto a la mayoría de las veces (ut in plurimum), y eso ya se acerca
a lo necesario. En cuanto a la carencia de medio, basta que carezcan de
medio intrínseco y esencial, aunque no carezcan de medio extrínseco,
ya por los efectos o por la causa extrínseca, eficiente o ejemplar, ya por
reducción al absurdo. Porque de ese modo la proposición no deja de ser
conocida por sí.
Estas proposiciones axiomáticas son un punto de llegada que detiene
el proceso infinito de las pruebas o demostraciones. Son indemostrables
y por ello en ellas se detiene la regresión al infinito. Pero de ellas no hay
ciencia, sino que son el principio de la ciencia; i.e. no se demuestran,
sino que sirven para demostrar. Pero alguien podría alegar que se pue-
den demostrar circularmente, i.e. por la misma conclusión que infieren,
118 Mauricio Beuchot
Cfr. M. Beuchot/J. Iñiguez, "Ciencia empírica contra ciencia teórica: un falso dilema
(Aristóteles vs. Galileo)", en Quipu. Revista Latinoamericana de Historia de las Ciencias
y la Tecnología (UNAM), vol. 3, n° 2 (1986), 213-232.
18
Cfr. P. Feyerabend, "Una lanza por Aristóteles. Anotaciones al postulado del au-
mento del contenido", en G. Radnitzky/G. Andersson (eds.), Progreso y racionalidad en
la ciencia, Madrid, Alianza, 1982,136-138.
Cfr. J. Hintikka, "Intuitions and Philosophical Method", en Revue Internationale de
Philosophie, 35 (1981), 90, donde expresa que su postura en cuanto a la lógica de la
invención coincide con la de Aristóteles.
Semiótica, filosofía del lenguaje y argumentación en Juan de Sto. Tomás 123
dos generaciones. Sin embargo, esperamos que hará un poco más que
eso: que dejará al lector con alguna impresión del genio, la instintiva
seguridad de toque, que Aristóteles desplegó al inventar la teoría de la
axiomática. Esperamos un lector que tenga la capacidad de juzgar una
obra que, después de más de dos mil años, permanece casi tan acertada
como Euclides; y que tenga la sensibilidad para apreciar una creación
cuyos errores, aun ahora, son casi tan interesantes e instructivos como
sus cualidades positivas; esperamos un lector que saludará una obra
verdaderamente clásica, a la cual, aun los hombres más avezados de hoy
en día, miran con admiración y reverencia" . 20
Para ubicar este modelo científico podemos valemos de los que ex-
pone Imre Lakatos tomando como criterio la inyección de valores veri-
tativos a través de la construcción científica, (a) El modelo euclídeo es
"un sistema deductivo en el que las proposiciones de la cúspide (axio-
mas) constan de términos perfectamente conocidos (térirrinos primiti-
vos), y se practican en la cúspide inyecciones de valores-de-verdad
infalibles, que sean del valor-de-verdad verdadero, y que fluyan hacia
abajo por los canales deductivos de transmisión de verdad (pruebas) e
inunden todo el sistema" . El tener sólo proposiciones autoevidentes o
23
2 0
H.Scho1z,64.
2 1
Esta es la concepción que precisamente adjudica Nicholas Rescher a la ciencia
moderna en su libro Dialectics, Albany, State University of New York Press, 1977, cap.
1.
2 2
Cfr. J. Ifliguez/M. Beuchot, "Ciencia empírica contra ciencia teórica: un falso dilema
[Aristóteles vs. Galileo)", ya citado.
2 3
I. Lakatos, Matemáticas, ciencia y epistemología, Madrid, Alianza, 1981,17.
Semiótica, filosofia del lenguaje y argumentación en Juan de Sto. Tomás 127
I. Lakatos, 18.
I. Lakatos, 21.
128 Mauricio Beuchot
I. Lakatos, 23.
27
Cfr. J. Iñiguez, "Entre la necesidad y la conjetura: el modelo epistémico de Alberto
Magno", en E. González Ruiz (comp.), Filosofia y cultura medievales (Actas del I er
J. Iñiguez, 10.
IX
LA INTENCIONALIDAD DE LA MENTE
1. Planteamiento
2. La intencionalidad y su importancia
H. Putnam, 21.
3
H. Putnam, 22.
Después de Brentano, ha habido un amplio debate sobre la intencionalidad tanto en
círculos ingleses como continentales. Pero esos debates no han ido más allá de Brentano
hacia las fuentes escolásticas, de las cuales Poinsot es una de las principales, donde de
hecho hay que encontrar una comprensión mucho más rica de la fórmula de Brentano
aun más de la que Brentano fue capaz de dar. Esto ha sido tratado directamente por J.
Deely en "The Immateriality of the Intentional As Such", en The New Scholasticism, 42
(1968), 293-306, y en "Semiotic and the Controversy over Mental Events", ACPA Pro-
ceedings, 52 (1978), 16-27, al igual que en su libro The Tradition Via Heidegger, The
Hague, Martinus Nijhoff, 1971.
Sem iótica, filosofía del lenguaje y argumentación en Juan de Sto. Tomás 133
3. La intencionalidad
cia con el objeto, más aún es la misma quididad del objeto, en cuanto
que todo lo que en el objeto se encuentra de manera real se transfiere a
la especie de manera representativa; luego tiene semejanza formal"
(184ab). Por eso tienen conveniencia, coincidencia o semejanza repre-
sentativa, pero no entitativa; i.e, no son semejantes entitativamente co-
mo dos individuos de la misma especie, sino intencionalmente como la
imagen y la idea con respecto a lo que representan.
Otra dificultad es que no se ve cómo la especie informe a la facultad
y se haga una cosa con ella. La información o es substancial o acciden-
tal o algo distinto. La primera no puede hacer la especie, ni la segunda;
porque ambas son reales, y ella es intencional. Sólo podría ser una unión
representativa o intencional, pero sería una unión extraña, que no es ni
substancial ni accidental. La respuesta que da Poinsot es que la especie
informa a la facultad de dos maneras: entitativamente, o como algo que
es inherente, algo que se da intencionalmente, o haciendo las veces del
objeto "o, más bien, transformando a la facultad en el objeto" (185a). Y
esta información doble se debe a que la especie no sólo informa por sí
misma, sino además por el objeto representado (aquí es donde se ve que
es signo -formal-, con ser de objeto y ser de signo; en cuanto a su ser de
objeto, informa por ella misma; en cuanto a su ser de signo, informa por
el objeto que significa) . Además, la forma intencional (como lo es la
9
Cfh J. Deely, "Idolum, Archeology and Ontology of the Iconic Signs", en P. Bouis-
sac, M. Herzfeld y R. Posner (eds.), Iconicity. Essays on the Nature of Culture, Tübingen,
Stauffenburg, 1986,29-49.
Semiótica, filosofía del lenguaje y argumentación en Juan de Sto. Tomás 137
Así, en lugar de decir que la influencia del cielo es la que hace que los
objetos materiales produzcan una especie intencional e inmaterial, ha de
acudirse a la capacidad intencional misma de la facultad cognoscitiva,
que es donde se educe la especie . 13
Por supuesto, esto nos lleva al punto central de la doctrina de Poinsot sobre los
signos; y, en el mismo pasaje que hemos citado, remite a sus lectores a lo que en la edi-
ción de Deely del Tractatus de signis, es el lib. I, q. 1, donde establece su doctrina crucial
del signo como ortológicamente relativo, en contraste con el resto de los seres, que son,
en cuanto tales, con la sola excepción del predicamento de la relación (y las Personas de
la Trinidad, lo cual es otra cuestión), trascendentalmente relativas. De hecho, Poinsot
mismo asigna como "la base principal de la opinión opuesta al punto de vista de que el
signo es una relación de acuerdo con la manera en que tiene ser" esos casos en que "un
signo significa formalmente una cosa no existente"; por lo cual Deely ha puesto un apén-
dice precisamente a este pasaje citado de la psicología de Poinsot.
1 6
Véase la aguda crítica que hace Poinsot a Suárez, en su Tratado sobre los signos,
segundo preámbulo "Sobre la relación", artículo 2: "Qué se requiere para una relación
categorial", para un establecimiento de esta distinción que en seguida se muestra ser el
sirte qua non para establecer una semiótica o doctrina de los signos unificada.
1 7
Este caso es examinado en detalle por J. Deely, Basics ofSemiotics, Bloomington,
Indiana University Press, 1990,33-49.
Poinsot dice crípticamente (651 a): "basta que virtualmente sea signo para que signi-
fique en acto". Deely ha argüido que lo más granado de esta noción lleva precisamente a
un marco semiótico comprensivo, revelando "una semiosis que afecta aun a las estrellas"
(M. L. Santaella-Braga, citada en el "Prefacio" a J. Deely, Basics ofSemiotics, xii). Véase
140 Mauricio Beuchot
Juan de Santo Tomás, Ars Logica, ed. B. Reiser, Taurini, Marietti, 1930, Ila pars, q.
23, traducida por M. Beuchot como: De los signos y los conceptos, México, UNAM,
1989,168. Citaré por mi traducción.
Esta cuestión ha sido tomada a propósito en J. Deely, The Human Use of Signs,
Lanham, Rowman and Littlefield, 1994,136-137.
J. Deely, The human Use of Signs, 136-137.
142 Mauricio Beuchot
2 3
Cfr. la 2 parte del Ars Lógica, q. 22, a. 3.
a
2 4
Este es el proceso que se ha dado en llamar semiosis después de Peirce. Así (CP
2.303), un signo es "algo que determina a algo más (su interpretante) a referirse a un
objeto al cual él mismo se refiere (su objeto) de la misma manera, el interpretante vol-
viéndose a su vez un signo, y así sucesivamente ad infinitum".
La cita de J. Deely ("Idolum, Archeology and Ontology of the Iconic Signs") es
instructiva sobre este punto: "Joseph Randsell, en Charles Peirce: The Idea ofRepresen-
tation (disertación doctoral, New York, Columbia University, 1966), 148 (cfr. también su
"The Epistemic Function of Iconicity in Perception", en Peirce Studies, 1 [Lubbock,
Texas, Institute for Studies in Pragmaticism, 1979], 55-56), escribe: 'Estrictamente ha-
blando, un icono es cualquier forma cualitativa pura (primeridad) en cuanto figura en el
conocimiento como forma de un objeto conocido. Ya que el objeto de un icono puro
'sólo puede ser una primeridad', parecería seguirse que de hecho no hay distinción entre
un icono puro y su objeto propio, excepto en que el último puede contener formalmente
más que el primero -pues, en la medida en que el icono es icónico con ese objeto, no
difiere de ningún modo de él en ese respecto en el que es icónico con él-; el signo y el
objeto aquí se llegan a fusionar, exactamente como en el caso de la mente y el objeto (en
su aspecto formal) en la epistemología aristotélica'. "De ahí que Randsell considere (53)
que 'el supuesto de que el objeto es siempre distinto de su idea' debe negarse cuando
llegamos a la clase de los iconos que están dentro de la mente. Empero, una considera-
ción más cuidadosa muestra que esta consecuencia no se sigue de lo que se ha dicho, y de
hecho es esencial a la doctrina de los signos que tal consecuencia se evite (Poinsot, TDS
233/35-234/5): 'A la objeción de que un signo formal no añade nada numéricamente
Semiótica, filosofía del lenguaje y argumentación en Juan de Sto. Tomás 143
[distinto] a la misma cosa significada para que ese significado se haga conocido, la res-
puesta es que es verdad que un signo formal no añade nada numéricamente [distinto]
como si hubiera dos cosas conocidas o representadas; pero se niega que un signo formal
no añada algo numéricamente [distinto] en cuanto uno es el que representa y el otro es lo
representado; y así, basta que haya un signo y un significado; y aun con existencia inten-
cional o representativa, el signo formal se dice que constituye una misma cosa con el
objeto, no sólo como lo hacen aquellas cosas que coinciden en una razón común, sino
más bien porque de manera total contiene y representa numéricamente el mismo ente que
está en otro. Pero este mismo hecho supone que lo que representa y lo que es representa-
do sean distintos, de tal manera que una y la misma cosa nunca se representa a sí misma;
pues esta identidad cancela la razón de signo'. "En todos los otros detalles, el análisis de
Ransdell de 'lo que es más importante para la noción de icono o signo icónico, i.e. lo que
permite a Peirce combinar una doctrina de conocimiento representativo con una doctrina
de percepción inmediata del objeto conocido' (disertación, 6) nos da un ejemplo muy
notable de la confluencia doctrinal entre pensadores separados por siglos de desarrollo
epistemológico hostil, pero unidos por las consecuencias de una adhesión resuelta al
punto de vista semiótico".
144 Mauricio Beuchoí
2 6
Cfr. J. Haldane, "The Life of Signs", en The Review ofMetaphysics, Al (1994), 451-
470.
2 7
H. Putnam, 46.
Semiótica,filosofiadel lenguaje y argumentación en Juan de Sto Tornas i 45
social no basta por sí para fijarla, y que se tiene que acudir a los con-
ceptos o representaciones . Tanto el concepto como el uso pueden
29
H. Putnam, 60.
29
En la terminología de Poinsot, vemos aquí la dependencia del signo instrumental
con respecto al signo formal. Véase la formulación contemporánea del argumento esco-
lástico hecha por J. Deely en "How Language Refers", en Studi Internazionali di Filoso-
fía, 4 (1972), 41-50; "The Ontological Status of Intentionality"; "Reference to the Non-
Existent", en The New Scholasticism, 51 (1977), 546-553.
3 0
Cfh Poinsot, Ars Lógica, 679b-691a También J. Deely, 'Toward the Origin of
Semiotic", en Th. A. Sebeok (ed.), Sight, Sound, and Sense, Bloornington, Indiana Uni-
versity Press, 1978,1-30.
3 1
D. de Soto, Summulae, Salmanticae, In aedibus Dominici a Portonariis, 1575, fol.
4v, col. b.
146 Mauricio Beuchot
7. Resultados