PDF Tratado de Criminologia Clinica Cesar Herrero 2013 - Compress

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C ÉSAR   H ERRERO   H ERRERO

TRATADO
DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA

        7
        2
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    Í
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   U    O DYKINSON
   T    P
   S
   E    Y 2013
 

E s sabido por los estudiosos de las Ciencias Criminológicas


Criminológicas que, a partir de me-
diada la década de los setenta del pasado Siglo, la Criminología Clínica ha venido
escuchando voces no sólo sobre su puesta en duda, sino también de explícita invo-
cación descalificadora,
¿Es entonces, a estasde abiertamomento
alturas, recusación.
oportuno de presentar un “Tratado de
Criminología Clínica”?
Parece que no es sólo ese momento. Que estamos, además, ante la conveniencia
(si no la necesidad) de abordar,
abordar, en primer término, el esclarecimiento del verdade-
ro concepto y genuina orientación de esta categoría de Criminolog
Criminología,ía, obscurecidos
y distorsionados por exposiciones del “género”, pretendidamente científicas.
Exposiciones, muchas de ellas, que, desde luego, ponen de manifiesto su resis-
tencia a ofrecer,
ofrecer, con objetividad, el campo de indagación y las verdaderas funcio-
nes de la misma. Que le achacan, sin más, no investigar,
investigar, en el delincuente concreto,
concr eto,
plataforma desde la que se ha de estudiar, aquí, el fenómeno criminal, vertientes
tan relevantes como la contextualizad sociológica, por la que, se quiera o no, se
encuentra
gativa, condicionado
cualquier actor dey,la acriminalidad.
menudo, hasta intensamente afectado de forma ne-
En esa línea de acusación, no son pocos los que se mantienen otorgándole atribu-
ciones de descansar sobre conceptos (basamentos cardinales para esta Disciplina)
impregnados del más tradicional y rancio positivismo. Lo que hoy, más bien, está
lejos de la realidad. Al menos, para sus insignes tratadistas y cultivadores.
Por si fuera escasa la entidad de las precedentes “imputaciones”, hay quienes
enfatizan en el presunto fracaso de sus instituciones más representativas, como el
Tratamiento del delincuente. Cuando lo cierto es que éste, por ejemplo, si apenas
se ha puesto en verdadera práctica en lugar alguno. O hacen hincapié en la pre-
tendida debilidad (falibilidad) de sus métodos de trabajo. ¡Como si alguna de las
ciencias empíricas del comportamiento humano gozara de infalibilidad… o algo

aproximado.
El autor de este “T
“Tratado”
ratado” intenta, al respecto, traer ponderación y cierta luz so-
so -
 bre estas cuestiones, empezando por no negar las dificultades que, tanto teórica
como operativamente, encierra esta rama criminológica. Pero, al mismo tiempo,
argumentando contra los excesos dirigidos contra ella.
En segundo, y principal término, por lo demás, su esfuerzo más remarcable se
refleja en la elaboración de un completo sistema de la Criminología que ahora
se somete a análisis. Esfuerzo que, según él, merece asimismo la pena porque la
Criminologíaa Clínica, que nunca ha desaparecido, y menos aún fenecido, hace ya
Criminologí
algunos años que ha iniciado, de nuevo, el vuelo, haciéndonos otear espléndidas
perspectivas. El autor documenta y razona, con seriedad, todo ello, a través de su
sugerente y amplio estudio.
 

TRATADO
DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA

 
E  C  P C
Alfonso Serrano Maíllo, editor
editor..

CONSEJO EDITORIAL

Hans-Jörg Albrecht.
Martin Killias.
Raymond Paternoster.
Santiago Redondo.
Eugenio Raúl Zaffaroni.

 
CÉSAR HERRERO HERRERO
Doctor en Derecho. Graduado Superior en Criminología.
Licenciado en Ciencias Policiales y de Seguridad.
Facultativo Jurista del Ministerio del Interior (Jubilado).
Profesor de Derecho Penal y de Criminología

TRATADO
DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA

 
Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede

reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico. Cualquier forma de reproducción,
distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de
sus titulares, salvo excepción prevista por la ley
ley.. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si
necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com;
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© Copyright by
  César Herrero Herrero
  Madrid, 2013

Editorial DYKINSON, S.L. Meléndez Valdés, 61 - 28015 Madrid


Teléfono (+34) 91 544 28 46 - (+34) 91 544 28 69
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n.com
http://www.dykinson.es
http://www.dykinson.com
Consejo Editorial véase www.dykinson.com/quienessomos

ISBN: 978-84-9031-688-7  

Preimpresión por:
Besing Servicios Gráficos S.L.
e-mail: besing@terra
[email protected]
.es

 
 A Graci,
Graci, una vez más,
porque tiene, también,
parte en este libro
 
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN.- Observaciones para la mejor inteligibilidad de esta obra ........ 21

Primera parte
DELIMITACIÓN DE LA CRIMINOLOGÍA CLÍNICA.
NACIMIENTO, EVOLUCIÓN Y RECEPCIÓN CRONOLÓGICA. 
CRONOLÓGICA. 
SU ESTADO ACTUAL
Capítulo primero
EL CONCEPTO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA. SU OBJETO, SU 
SU 
MÉTODO Y SUS FINES
A. Introducción ..............................................
.............................................................................................
......................................................
....... 33
B. Concepto de Criminología Clínica ..........................................
...............................................................
..................... 35
C. El objeto (material y formal) de la Criminología Clínica ........................... 43
D. El método de esta misma Criminología ...........................................
.......................................................
............ 47
E. Funciones y finalidad de la Criminología Clínica ...................................... 49
F. La Criminología Clínica en la relación con otras ramas de Criminología
Aplicada ...............................................
.............................................................................................
.............................................................
............... 51

Capítulo segundo
NACIMIENTO Y EVOLUCIÓN DE LA CRIMINOLOGÍA CLÍNICA
A. Introducción ..............................................
.............................................................................................
......................................................
....... 55
B. Las cuatro primeras fases en la recepción y aplicación de la
Criminología Clínica ..........................................
.......................................................................................
............................................. 57
C. Fase Científica ............................................
..............................................................................................
......................................................
.... 58
D. Fase Penitenciaria ...............................................
............................................................................................
............................................. 59
E. Fase Judicial........................................
Judicial..........................................................................................
..............................................................
............ 66
F. Fase legislativa ...........................................
.............................................................................................
......................................................
.... 67
G. El periodo de mayor aceptación de la Criminología Clínica .................... 68

 
 

10 CÉSAR HERRERO HERRERO


ÍNDICE

Capítulo tercero
CRISIS Y OPOSICIÓN A LA CRIMINOLOGÍA CLÍNICA  CLÍNICA 
1º Visión
Visión básica y previa de las corrientes
cor rientes criminológicas
actuales más influyentes
A. Introducción .............................................
............................................................................................
.......................................................
........ 73
B. Las corrientes criminológicas, de algún modo activas, que siguen sien-
do hoy marcadamente influyentes ..........................................
..............................................................
.................... 75
C. Teorías criminológicas de la “Reacción Social” ........................................... 76
D. Corrientes contestatarias intermedias entre las teorías de la “Reacción
Social” y del “P
“Paso
aso al Acto” ...............................................
............................................................................
............................. 84
E. Teorías Ontológico-criminológicas, del “P “Paso
aso al Acto” o Factorialistas ... 85
F. Criminologías de la “elección razonable” y de “la vida cotidiana”.......... 87
G. El Postmodernismo y la Criminología ............................................
.........................................................
............. 90

Capítulo cuarto
CRISIS Y OPOSICIÓN A LA CRIMINOLOGÍA CLÍNICA
2º. Las teorías criminológicas expuestas en el capítulo precedente 
precedente 
y su afecto, o desafecto, para con la criminología clínica
A. Introducción .............................................
............................................................................................
.......................................................
........ 95
B. Teorías criminológicas de la “Reacción Social” ........................................... 95
C. Las corrientes contestatarias intermedias entre las teorías de la
“Reacción Social” y las del “P “Paso
aso al Acto” ................................................
....................................................
.... 96
D. Teorías Ontológico-criminológicas, del “P “Paso
aso al Acto” y Factorialistas ... 97
E. Las criminologías de la “Elección Razonable” y de la “Vida Cotidiana” 99
F. El Postmodernismo y la Criminología Clínica ............................................ 99
G. La Criminología Clínica en la actualidad tras su coyuntura adversa...... 100

Segunda parte
CONCEPTOS BÁSICOS Y CARDINALE
DE LA CRIMINOLOGÍA CARDINALES
CLÍNICA S 
Capítulo quinto
EL “ESTADO PELIGROSO”, CONCEPTO CARDINAL DE LA 
LA 
TRADICIONAL CRIMINOLOGÍA CLÍNICA
A. Introducción... ..........................................
.........................................................................................
.......................................................
........ 113
B. La gran pluralidad de enfoques en la delimitación del concepto de
“estado peligroso” .............................................
...........................................................................................
.............................................. 116

 
 

ÍNDICE
TRATADO
TRATADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 11

C. El concepto de “estado peligroso” en su acepción criminológica. Sus


componentes ..............................................
.............................................................................................
.....................................................
...... 118
D. Nuestra visión sobre el concepto de “estado peligroso” criminológico.. 121
E. Objeciones y críticas al concepto de “estado peligroso” ........................... 125

Capítulo sexto
OTRAS CUESTIONES
CUES TIONES RELEV
RELEVANTES
ANTES SOBRE
SO BRE EL ESTADO 
ESTADO 
PELIGROSO DE ÍNDOLE CRIMINOLÓGICA
A. Introducción ..............................................
.............................................................................................
......................................................
....... 133
B. El posible desvelamiento del “estado peligroso”: Desde criterios
legales y desde criterios etiológicos ..........................................
..............................................................
.................... 133
C.  Evaluación graduatoria del “estado peligroso”. Sus vías posibilitantes,
desde un punto de vista criminológico ...........................................
.......................................................
............ 136
D. Determinación de la gravedad y persistencia del “estado peligroso” a
través de indicios legales............................................
................................................................................
.................................... 139
E. Clases de “estado peligroso” ............................................
.........................................................................
............................. 142
F. Reflexione
Reflexioness finale
finaless..............................................
...........................................................................................
............................................. 144

CapítuloOséptimo
LA PERSONALIDAD CRIMINAL CRIMINÓGENA. EL CONCEPTO 
CONCEPTO 
DE PERSONALIDAD
PERSON ALIDAD “IN GENERE”,
GENERE” , SU PLATAFORMA
PLATAFORMA DE BASE
B ASE
A. Introducción ..............................................
.............................................................................................
......................................................
....... 151
B. El concepto de personalidad “in genere” ........................................
....................................................
............ 152
C. Punto de partida como base de su comprensión: La persona como
plataforma imprescindible de la personalidad........................................... 154
D. Definiciones de personalidad “in genere”. Algunas reflexiones previas 155
E. Algunas definiciones de personalidad “in genere”, ofrecidas por auto-
res reconocidos ...........................................
..........................................................................................
.....................................................
...... 157
F. Nuestro concepto de personalidad “in genere” ......................................... 161

Capítulo octavo
LA PERSONALIDAD CRIMINAL O CRIMINÓGENA. CONCEPTO, 
CONCEPTO, 
ELEMENTOS CONSTITUY
CONSTITUYENTES
ENTES Y NUEV
NUEVA
A ORIENTACIÓN
ORIENTACIÓN
A. Reflexiones introductorias ........................................
.............................................................................
..................................... 167
B. El concepto de personalidad criminal..............................................
criminal..........................................................
............ 168

 
 

12 CÉSAR HERRERO HERRERO


ÍNDICE

C. Las distintas orientaciones, en la manera de delinquir delinquir,, según según la forma y


estructura de la personalidad criminal ...........................................
........................................................
............. 174
D. Los elementos nucleares constituyentes de la personalidad criminal.
Variedad de enfoques ...............................................
.....................................................................................
...................................... 175
E. Los rasgos nucleares de la personalidad criminal según J. Pinatel ......... 178
F. los rasgos nucleares o estrictamente constituyentes de la personalidad
delincuente en M. Le Blanc, M. Fréchette y J. Morizot.............................. 181
G. Origen etiológico de los trazos o rasgos propiamente constituyentes de
la personalidad Criminal ..........................................
...............................................................................
..................................... 184
H. Plasticidad y cambio de los rasgos o trazos de la personalidad criminal 189
I. Contrastación y adveración científicas de los rasgos o trazos de la per-
sonalidad criminal ............................................
..........................................................................................
.............................................. 191
Capítulo noveno
LOS ELENEMTOS COMPLEMENTARIOS O PERIFÉRICOS 
PERIFÉRICOS 
DE LA PERSONALIDAD CRIMINAL. OBJECIONES
O CRÍTICAS A ESTE CONCEPTO
A. Introducción .............................................
............................................................................................
.......................................................
........ 195
B. El concepto de adaptación social (adaptabilidad)...................................... 196

C. El concepto de inadaptación social ........................................


..............................................................
...................... 199
D. Adaptación social, o inadaptación, con relación a los rasgos periféricos
de la personalidad criminal ..............................................
...........................................................................
............................. 202
E. Enumeración y descripción de los principales rasgos complementarios
y periféricos de la personalidad criminal ................................................
....................................................
.... 205
F. Críticas y objeciones al concepto de personalidad criminal ..................... 208
G. Reflexiones finales
finales.............................................
...........................................................................................
.............................................. 211

Terce
ercera
ra parte
pa rte
LOS ELEMENTOS COMPONENTES DEL OBJETO MATERIAL 
MATERIAL 
DE LA CRIMINOLOGÍA O DEL FENÓMENO CRIMINAL.
SU PERSPECTIVA CLÍNICO-CRIMINOLÓGICA
Capítulo décimo
EL DELITO COMO OBJETO DE ANÁLISIS 
ANÁLISIS 
DESDE LA CRIMINOLOGÍA CLÍNICA
A. Introducción .............................................
............................................................................................
.......................................................
........ 217
B. El delito en su concepción puramente legislativa ...................................... 218

 
 

ÍNDICE
TRATADO
TRATADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 13
C. El delito como institución inmutable desde una concepción ético-filo ético-filo--
sófica ...........................................
..........................................................................................
......................................................................
....................... 219
D. El Delito desde una visión puramente sociológica .................................... 220
E. El delito desde las criminologías del “Pa “Paso so al Acto” y de la “Reacción
Social” ..........................................
........................................................................................
.....................................................................
....................... 222
F. El Delito o crimen concebido a la manera de una autodenominada
“Nueva Criminología”...............................................
Criminología”....................................................................................
..................................... 224
G. Nuestro concepto criminológico del delito .............................................
.................................................
.... 225
H. Relevancia criminológica de los enfoques meramente subjetivos sobre
el delito ...............................................
..............................................................................................
..............................................................
............... 231

Capítulo once
EL DELINCUENTE DESDE LA CRIMINOLOGÍA CLÍNICA
CLÍNICA
A. Introducción ..............................................
.............................................................................................
......................................................
....... 235
B. Algunas nociones de Delincuente, acordes con las orientaciones doctri-
nales seguidas para el concepto complementario, el de Delito ............... 236
C. Nuestra visión del Delincuente desde la perspectiva de la
Criminología. Sobre todo, Clínica.............................................
Clínica.................................................................
.................... 240

Capítulo doce
EL DELINCUENTE EN PERSPECTIVA CLÍNICO-CRIMINOLÓGICA:
EL PASO
PASO AL ACTO CRIMINAL.
C RIMINAL. SUS
S US ELEMENTOS
ELEMENTO S FUNDAMENTALES.
FUNDAMENTALES.  
LAS FASES MÁS CARACTERÍSTICAS DE ESTE PROCESO
A. Reflexiones previas ...........................................
.........................................................................................
.............................................. 249
B. El concepto de situación criminógena .............................................
.........................................................
............ 250
C. El concepto de factores de protección o de resistencia.............................. 252
D. Las posibles clasificaciones de la situación criminógena .......................... 253
E. El proceso, globalmente considerado, del paso al acto ............................. 254
F. Reflexioness finale
Reflexione finaless..............................................
...........................................................................................
............................................. 257

Capítulo trece
EL DELINCUENTE PSIQUIÁTRICAMENTE DEFINIDO DESDE LA 
LA 
CRIMINOLOGÍA CLÍNICA
A. Introducción ..............................................
.............................................................................................
......................................................
....... 263
B. El concepto de delincuente psiquiátricamente definido. En sentido
estrictoo y en sentido amplio. Normalidad y anormalid
estrict anormalidad ad en la person
personaa..... 265

 
 

14 CÉSAR HERRERO HERRERO


ÍNDICE

C. Peligrosidad y orientación delincuencial, atribuidas a los tipos de in-


fractores psiquiátricamente definidos en sentido propio ......................... 268
D. Influjo de la enfermedad psicopatológica
psicopatológica en el paso al acto delincuen-
cial. El no aislamiento operativo ..............................................
...................................................................
..................... 271
E. Factores no nosológicos más relevantes, potencialmente influyentes en
esta clase de enfermos con relación al paso al acto criminal .................... 273
F. Criterios de evaluación de la influencia psicopatológica y factores con-
comitantes no nosológicos en el nacimiento de la acción gravemente
antisocial o criminosa. Especial referencia a la relación de causalidad ... 275

Capítulo catorce
DESARROLLO DE ALGUNAS PSICOP
PSICOPA ATOLOGÍAS CONCRET
CONCRETAS
AS EN 
EN 
PERSPECTIVA CLINICO-CRIMINOLÓGICA.
1º LAS PSICOSIS
A. Introducción .............................................
............................................................................................
.......................................................
........ 281
B. El cocepto de psicosis y la enumeración de sus categorías ....................... 281
C. La esquizo
esquizofrenia
frenia y sus tipolog
tipologías ías princip
principales.ales. Su vertien
vertiente te criminó
criminógena gena .... 283
D. La psicosis maníaco-depresiva. Concepto y relevancia criminológica ... 288
E. Psicosis epiléptica (Epilepsía). Concepto y su dimensión criminógena .... 292
F. La Paranoia, como psicosis autónoma. Concepto y su relación con la
delincuencia ...............................................
..............................................................................................
......................................................
....... 295

Capítulo quince
DESARROLLO DE ALGUNAS
ALGUN AS PSICOP
PSIC OPAATOLOGÍAS CONCRETAS
CONCRETAS  
DESDE UNA PESRPECTIVA CLÍNICO-CRIMINOLÓGICA:
2º LA NEUROSIS,
NEUROS IS, LA OLIGOFRENIA
OLIGO FRENIA Y LAS PSICOP
PS ICOPA
ATÍAS
A. Introducción .............................................
............................................................................................
.......................................................
........ 301
B. La neurosis. Concept
Conceptoo y ubicación psiquiátri psiquiátrica. ca. Su dimensión criminóge criminógena na ...... 301
C. La oligofrenia. Su concepto. Grados y capacidad criminógena ............... 304
D. Las psicopatías. Su concepto y su proyección criminógena ..................... 310
E. Afinidades y diferencias entre psicopatía y trastorno social de la perso-
nalidad ...............................................
..............................................................................................
...............................................................
................ 317
Capítulo dieciséis
LA VÍCTIMA COMO OBJETO DE ANÁLISIS 
ANÁLISIS 
DESDE LA CRIMINOLOGÍA CLÍNICA
A. Introducción .............................................
............................................................................................
.......................................................
........ 323

 
 

TRAT
ÍNDICE
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 15

B. El concepto de víctima desde una perspectiva específicamente crimi-


nológica. Su papel en el proceso de victimización y sus posibles clases
más relevantes para la presente exposición .............................................
................................................
... 324
C. El papel de la víctima en el nacimiento del proceso de victimización.
Moderna orientación ..........................................
......................................................................................
............................................ 326
D. Los distintos factores victimógenos .........................................
.............................................................
.................... 328
E. Algunas clasificaciones de víctimas más interesantes desde el punto de
vista de la Criminología Clínica ................................................
....................................................................
.................... 331
F. Distintas formas o modelos de victimización. Victimización Primaria,
Secundaria y Terciaria................................................
Terciaria.....................................................................................
..................................... 336
G. El concepto de Victimología y sus relaciones con la Criminología
Clínica. Concepto y fundamento real de la Clínica Victimológica .......... 341

Capítulo diecisiete
EL CONTROL SOCIAL CON RELACIÓN 
RELACIÓN 
AL DELINCUENTE CONCRETO
A. Introducción ..............................................
.............................................................................................
......................................................
....... 349
B. Presupuestos básicos de convivencia y la necesidad de un adecuado
control para mantenerlos...........................................
...............................................................................
.................................... 350
C. El concepto de control social “in genere”. Sus clases ................................. 352
D. El control social específicamente orientado al delito. Su posible adapta-
ción a la práctica de la Criminología Clínica ............................................
...............................................
... 354
E. El control social frente a la delincuencia desde algunas corrientes cri-
minológicas radicales..........................................
radicales......................................................................................
............................................ 357
F. Disfunciones de algunas formas del control social o del control del
delito ...........................................
..........................................................................................
......................................................................
....................... 359

Cuarta parte
LA DIMENSIÓN ETIOLÓGICA EN LA CONFIGURACIÓN DE LA 
LA 
DELINCUENCIA.. PROYE
DELINCUENCIA PROYECCIÓN
CCIÓN CLÍNICO-CRIMINOLÓGICA
Capítulo dieciocho
LOS FACTORES MÁS DETERMINANTES EN LA CONFIGURACIÓN 
CONFIGURACIÓN 
DEL DELINCUENTE. PROYECCIÓN
PROYECCIÓN CLÍNICO-CRIMINOLÓGIC
CLÍNICO-CRIMINOLÓGICA
A
A. Introducción ..............................................
.............................................................................................
......................................................
....... 367
B. Concepto y alcance de las causas o factores de la delincuencia o influ-
yentes en la configuración del criminal o delincuente  delincuente ..............................
.............................. 368

 
 

16 CÉSAR HERRERO HERRERO


ÍNDICE

C. Nuestro esquema básico de factores criminógenos atendiendo a las dis-


tintas dimensiones humanas de procedencia. Sus formas de recíproca
interacción ..........................................
.........................................................................................
..............................................................
............... 371
D. Factores criminógenos de base de orientación psicobiológica ................. 373
E. Factores criminógenos de base de orientación psicomoral ...................... 375
F. Factores criminógenos de orientación psicosocial o de carácter exógeno
continuado ................................................
...............................................................................................
.......................................................
........ 381
G. Factores situacionales o de carácter exógeno no permanente ................. 388
H. Los factores criminógenos en el delincuente concreto y sus factores
contracriminógenos o factores de protección .........................................
.............................................
.... 391

I. Los factorespropia?
renciación criminógenos y de protección en..............................................
la mujer
mujer.. ¿Alguna dife-
...........................................................................................
............................................. 393

Quinta parte
METODOLOGÍA O METODOLOGÍAS GNOSEOLÓGICO-
OPERATIV
OPERATIVAS
AS EN EL ÁMBITO DE LA CRIMINOLOGÍA
CRIMINO LOGÍA CLÍNICA
CLÍN ICA
Capítulo diecinueve
LOS MÉTODOS DE LA CRIMINOLOGÍA CLÍNICA
A. Introducción .............................................
............................................................................................
.......................................................
........ 403
B. El método propio o característico de realización de la Criminología

C. Clínica.El Métodognoseológicas
Las posibilidades Clínico-criminológico:
del Método su concepto ...............................
Clínico-crimiminológico 404
408
D. Fases o tiempos del Método Clínico-criminológico ................................... 414
E. La fase de Diagnóstico. Su concepto y funciones....................................... 415
F. La fase de Pronóstico. Concepto y funciones .........................................
.............................................
.... 418
G. La fase de Tratamiento.Concepto y funciones............................................ 420
H. La metodología clínica aplicada a la víctima ..........................................
...............................................
..... 423

Capítulo veinte
LA REALIZACIÓN DE LAS FASES DEL MÉTODO CLÍNICO-
CRIMINOLÓGICO. PRINCIPALES MEDIOS Y TÉCNICAS.
1º. La fase de diagnóstico
A. Introducción .............................................
............................................................................................
.......................................................
........ 427
B. Medios y técnicas de conocimiento y comprensión empleados en la
fase de Diagnóstico Criminológico..........................................
...............................................................
..................... 428
C. El axamen médico-biológico criminológico ...........................................
................................................
..... 429

 
 

TRAT
ÍNDICE
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 17

D.El examen psicológico-criminológico ..............................................


..........................................................
............ 431
E.El examen psiquiátrico-criminológico .............................................
.........................................................
............ 435
F.El examen social-criminológico (la Encuesta Social).................................. 437
G.El examen e intervención del Criminólogo clínico .................................... 439
H.El examen e intervención del Jurista ................................................
............................................................
............ 439
I.Algunas instituciones metodológicas muy frecuentes y relevantes en la
investigación clínica. 1ª: La figura de la Observación ............................... 440
 J. Algunas instituciones metodológicas muy frecuentes y relevantes en la la  
investigación clínica. 2ª: La figura de la Entrevista criminológica ........... 444
K. Algunas instituciones metodológicas muy frecuentes y relevantes en la

investigación clínica. 3ª: La figura de la Historia clínica criminológica .. 449


Capítulo veintiuno
LA REALIZACIÓN DE LAS FASES DEL MÉTODO
CLÍNICO-CRIMINOLÓGICO. PRINCIPALES MEDIOS Y TÉCNICAS. 
TÉCNICAS. 
2º. La fase de pronóstico
A. Introducción ..............................................
.............................................................................................
......................................................
....... 455
B. Los medios y técnicas de prediccpredicción ión o pronós
pronóstico. tico. Visión generagenerall actual.... 456
C. Factores predictores más relevantes y eficaces del comportamiento
criminal futuro del delincuente concreto .........................................
....................................................
........... 462
Capítulo veintidós
LA REALIZACIÓN DE LAS FASES DEL MÉTODO CLÍNICO-
CRIMINOLÓGICO. PRINCIPALES MEDIOS Y TÉCNICAS.
3º. La fase de tratamiento
A. Introducción ..............................................
.............................................................................................
......................................................
....... 475
B. La fase de Tratamiento. Su realización práctica. Algunas reflexiones
previas.........................................
........................................................................................
......................................................................
....................... 476
C. Los programas de realización práctica del Tratamiento. Sus objetivos y
características ..............................................
.............................................................................................
.....................................................
...... 480
D. Enumeración de algunos programas concretos de Tratamiento, ya
contrastados ................................................
...............................................................................................
.....................................................
...... 481
E. Sobre la elaboración, ejecución y efectividad actuales de los programas
de Tratamiento............................................
...........................................................................................
.....................................................
...... 485
F. Posibles contextos especiales e institucionales, extratradicionales, para
el Tratamiento ............................................
...........................................................................................
......................................................
....... 487

 
 

18 CÉSAR HERRERO HERRERO


ÍNDICE

Capítulo
SEGUIMIENT
SEGUIMIENTO O veintitrés
Y EV
EVALU
ALUACIÓN
ACIÓN
EN LA ACTIVIDAD CLÍNICO-CRIMINOLÓGICA
A. Introducción .............................................
............................................................................................
.......................................................
........ 493
B. Concepto, objeto y funciones de la evaluación .......................................... 495
C. Medios, instrumentos, técnicas o métodos aplicables en la práctica de
la evaluación ..............................................
.............................................................................................
......................................................
....... 499
D. Algunas otras observaciones, prevalentemente prágmáticas, con res-
pecto a la evaluación de programas o intervenciones clínico-criminoló- clínico -criminoló-
gicas ............................................
...........................................................................................
.......................................................................
........................ 502
E. Los evaluadores. Cualificaciones requeridas para llevar a cabo su fun-
ción .............................................
............................................................................................
.......................................................................
........................ 505
F. La elaboración y presentación formal del Informe de evaluación .......... 506

Sexta parte
LA CRIMINOLOGÍA CLÍNICA, UNA ACTIVIDAD ESPECIALIZADA. 
ESPECIALIZADA. 
LOS PRINCIPALES ACTORES DE LA MISMA
Capítulo veinticuatro
LOS SUJETOS ACTIVOS DE LA CRIMINOLOGÍA CLÍNICA. 
CLÍNICA. 
EQUIPOS Y SUS MIEMBROS COMPONENTES
A. Introducción .............................................
............................................................................................
.......................................................
........ 511

B. Los
de laconocimientos científicos
actividad clínica necesarios
criminológica más para la realización
característica adecuada
............................ 512
C. El personal penitenciario especialista, en relación con los los conocimien-
 conocimien-
tos ciéntíficos precedentes ................................................
.............................................................................
............................. 514
D. Funciones, “in genere”, de los especialistas del Equipo tratamental
clínico-criminológico ................................................
......................................................................................
...................................... 517
E. Las funciones propias de cada uno de los miembros especialistas del
Equipo Técnico de la actividad clínico-criminológica ............................... 518
F. Funciones propias del Médico especialista y del Psiquiatra ..................... 519
G. Funciones propias atribuidas atribuidas al Psicólogo y al Sociólogo o Trabajador Trabajador
social ...........................................
..........................................................................................
.......................................................................
........................ 522
H. Funciones a desempeñar por el Técnico Moralista y por el Pedagogo ... 524
I. Funciones a desarrollar por parte del Criminólogo y el Jurista ............... 528
 J. Reflexiones finales
finales.............................................
...........................................................................................
.............................................. 531

 
 

ÍNDICE
TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 19

Séptima parte
LA CRIMINOLOGÍA
CRIMINOLO GÍA CLÍNICA EN EL PLANO
PLA NO NORMATIVO
NORMATIVO 
NACIONAL Y SUPRANACIONAL ACTUAL
Capítulo veinticinco
LA ACTIVIDAD CLÍNICA CRIMINOLÓGICA
SEGÚN ALGUNOS ORGANISMOS INTERNACIONALES
INTERNACIONALES
O SUPRANACIONALES Y EN LA LEGISLACIÓN
DE ALGUNAS NACIONES DE NUESTRO ENTORNO CULTURAL
A. Introducción ..............................................
.............................................................................................
......................................................
....... 539
B. El Tatamiento científico recuperador de los delincuentes
según los Instrumentos jurídico-doctrinales actuales de

C. Naciones Unidas
El Tratamiento ...................................
.................
científico ....................................
recuperador .....................................
........................
de los delincuentes ..... 540
según los Instrumentos jurídico-doctrinales de la Unión
Europea .................
...................................
....................................
....................................
.....................................
....................... 543
D. El Tratamiento científico recuperador institucionalizado,
para delincuentes, en el Ordenamiento jurídico de algunas
Naciones europeas más representativas, incluida España ...... 546
E. Conclusiones sobre la actividad clínica, centrada en el tratamiento re-
socilizador (generalmente penitenciario) desde el derecho comparado
deesarrollado en los apartados precedentes 
precedentes ...............................................
............................................... 552

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
BIBL IOGRAFÍA CONSULT
CONSULTADAS
ADAS PARAPARA LA
ELABORACIÓN DE LA PRESENTE OBRA .........
..................
.................
.................
................
....... 557
SOBRE EL AUTOR ...................................
................. ...................................
....................................
..................................
............... 587
 

Introducción
OBSERVACIONE
OBSER ACIONES S PARA
PARA LA MEJO
MEJORR
INTELIGIBILID
INTELIGIBI LIDAD
AD DE EST
ESTAA OBRA
OBRA
 

Sé de la doble complejidad que supone escribir, todavía hoy, un


“TRATADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA”. Doble complejidad, ¿por
qué…? En primer término, porque la materia que compone esta Disciplina ha
entrañado, entraña y entrañará, siempre, dificultades especiales muy nota-
 bles. Estas dificultades, sin embargo,
embargo, se mitigan, o pueden mitigarse, con do-
cumentación abundante y cualificada, con suficiente experiencia en el campo
criminológico y tiempo generoso de raciocinio y reflexión. Y, naturalmente,
estando ampliamente abierto a admitir razonables sugerencias de otros para
perfeccionar el texto ylugar,
Pero, en segundo evitar, la
evitar,
lugar , en su más
cara caso,ardua
posibles
delyasunto,
hasta probables errores.
por comprometida,
tal vez sea la de embarcarse, aquí y ahora, en esta tarea conociendo, de an-
temano, que aún persisten no escasas voces, militantemente hostiles, contra
la existencia misma del “producto” que se ofrece. Voces que vienen prolon-
gándose, desde hace ya algunas décadas, contra esta Criminología, aunque
hayan sido incapaces de alcanzar su propósito de derogarla o de destruirla. Si
 bien (¿por qué no decirlo?), tales voces no han pasado, ni están pasando, des-
apercibidas. Hasta tal punto que, por ello, algunos partidarios convencidos
de esta Disciplina Clínica podrían razonablemente sentirse tentados a justifi-
car el escribir o el hablar favorablemente sobre ella.
Entonces, ¿cuál ha sido y es la situación, durante las referidas décadas transcu-
rridas y en la actualidad, de
d e esta rama de la Criminología para que exista un número
nada despreciable de “detractores”? ¿Tanto
¿Tanto la situación pasada como presente de aqué-
lla permite, desde criterios serios de conocimiento, juzgar el mismo como suficien-
temente asumible? Nosotros creemos que no. Y lo creemos en virtud de, entre otras
aportaciones, de las que siguen.
Al margen de lo que ya, dentro de texto, desarrollemos, ampliamente,
sobre esta cuestión, podemos hacer referencia, brevemente ahora, para con-
testar al interrogante precedente, a afirmaciones y actitudes, en torno a dicha
Criminología, de pluralidad de autores muy diversos.
En efecto, en la década de los sesenta y gran parte de los setenta (e, incluso,
en algunos años de los ochenta) del pasado Siglo XX, aún no era excesivamen-
te discutida dicha clase de Criminología. Era, todavía, extensamente seguida
la dirección consagrada, principalmente, por autores como Jean PINATEL y
otros muchos (G. CANEPA, Marc LE BLANC, M. FRÉCHETTE, J. MORIZOT,

24 CÉSAR HERRERO HERRERO

ANA Mª FAVARD, Noel MAILLOUX…) y que, en unión de bastantes otros


(D. SZABO, G. L. PONTI, Marco STRANO…) venían, por lo tanto, y han veni-
do defendiendo aquélla como disciplina aplicada y sintética, subrayando, por
lo demás, su
relevantes carácter de (Veremos
limitaciones. científica.
(V Eso, sí,
eremos todo estosinalpasar por
hablar dealto algunas de
las distintas susomás
fases pe-
riodos de recepción, crisis y rechazo de la misma y, por supuesto, en la exposi-
ción de los conceptos
con ceptos y elementos constituyentes, integrantes de ella).
Fueron, y vienen siendo, en gran parte, cultivadores de la denominada
“Criminología de la Reacción Social” (informada en “antropologías” de cuño
marxista, colectivista…), abrogantes, en general, del libre albedrío humano (y
para los que el delito y el delincuente nacen por obra y gracia de la etiqueta
que les “cuelga” el poderoso) los que iban a abrir, o intesificar, frentes contra
esta clase de saber y practicar criminológicos.
Uniéndose a la corriente anterior, casi de forma simultánea, está la ape-
llidada “Criminología
“Criminología Pos
Postmoderna
tmoderna”. ”. Coincidente, en algunos de sus plantea-
mientos radicales, con la precedentemente señalada, ofrece orientación dis-
tinta, al estar inspirada, en su base, más que en Marx y Hegel, en la filosofía
de Nietzsche y en el mediatizado psicoanálisis de Jacques Lacan. Por eso, para
esta última versión “sociofilosófica”, la realidad social (y, dentro de la misma,
la criminalidad) es algo en continua transitoriedad de contenidos y formas,
“perpetuo retorno”  de
 de lo igual, siempre en cambio, porque no existen “verdades “verdades
base”  ni,
 ni, por supuesto, la Verdad.
La realidad no va más allá del puro y artificial simbolismo. El tiempo ha
de ser concebido como un devenir inconexo, construido por sucesión de mo-
mentos desconectados entre sí. Pasado, presente y futuro son mera aparien-
cia y, por lo mismo, así es, quiérase o no, nuestra vida con la que, por lo tan-
to, es inútil e ilusorio hacer auténticos proyectos. Y, menos aún, un proyecto
único e inescindible. Todo es relativo y hasta caótico. Lo que acontece en el
individuo o en la sociedad, como siendo diferente, no es más que el “juego
de fuerzas” dominantes. De su impulso jerárquico e imperativo depende el
quehacer, el comportamiento individual. ¿Cómo hablar, pues, de delito, de
delincuente, de responsabilidad del ser humano concreto? La razón, lo deno-
minado racional o razonable es algo mítico, pura fantasía.
Hasta autores, otrora seguidores de la Criminología tradicional (incluida
la Clínica), iniciaron, de alguna forma, cambios profundos en su enfoque, al
haber sido tocados, sobre todo, por postulados defendidos desde la precitada
“Reacción Social”.
Social”. Es el caso de Chr. Debuyst y otros (J. Dozois, M. Lalonde,
 J. Poupart…), quienes empezaron, por el tiempo mencionado, a cuestionar
los coceptos básicos de la Criminología que ahora nos ocupa (estado peligro-
so, personalidad criminal…). Así, J. DOZOIS y otros escribían al inicio de la
década de los ochenta: “Conectando
“Conectando la postura de otros autores con la inspirada en

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 25

los resultados de nuestra propia investigación, nuestra reflexión alrededor de la noción


de peligrosidad nos ha conducido a desembocar en dos tipos de problemas: por una parte,
la ineptitud de los profesionales para pronunciarse “objetiva y científicamente”
científicamente” sobre la
peligrosidad de los individuos, aspecto primordial cuando se piensa en las consecuencias
de sus juicios sobre la suerte reservada a los mismos; por otra, la existencia de las des-
igualdades producidas por el sistema penal mismo, desigualdades que tal noción (la de
estado peligroso) continúa en mantener a causa de sus función legitimante” 1.
O pretendiéndose hacer ver, por parte de todas estas doctrinas, inten-
samente discrepantes, que la Criminología Clínica se desentendía, de forma
más o menos completa, de la vertiente social o sociológica
so ciológica de la delincuencia
y del delincuente . 2

No hay duda de que las anteriores orientaciones criminológicas (las de


la “reacción social” y las profundamente críticas) han apuntado, con no es-
caso acierto, hacia la necesidad de llevar a cabo determinadas exigencias
de reflexión frente a fallos, tanto teóricos como prácticos, respecto de tal
Criminología,
y otra cosa es ydeducir,
así hay que
desdereconocérselo. Pero una cosadeesque
éstos, la menesterosidad denunciar fallos
la disciplina
que los padece haya de ser derogada. Por ello, cuando empezaban a inten-
sificarse los ataques contra aquélla (finales de la década de los setenta) Jean
FRANÇOIS, profesor de la Escuela de Criminología de la Universidad de
Lovaina, hacía observar: “P “Pensamos nosotros
nosot ros que es posible sostener
sostene r en medio peni-
tenciario una práctica clínica y de asistencia a los internos a pesar de las dificultades y
los riesgos que comporta una tal empresa. Los análisis de la criminología y sociología
radicales, los trabajos como los de FOUCAULT, las investigaciones evaluativas sobre
la eficacia del tratamiento penitenciario, invitan a los clínicos y a los trabajadores so-
ciales a adoptar una perspectiva crítica a la vista de su práctica. Aquéllos, empero, no
conducen necesariamente a los que comparten tales críticas a renunciar a toda forma
3
alternativa
Desdede práctica
luego, socialdey clínica
a pesar en medio penitenciario” 
dicha campaña, a todas luces. poco favorable, más
 bien fruto
fruto de “ideo
“ideología
logía”” que de invest
investigació
igación,
n, de ideol
ideologías
ogías especi
especializa
alizadas
das en
en
autorreferirse la realidad y, por lo mismo, ser intento de suplantación de ésta,
la Criminología tradicional puesta al día (y, con ella, la Criminología Clínica)
siguen vivas y auspiciada por un amplio plantel de criminólogos, procedentes
de campos distintos de las ciencias del comportamiento, como ya hemos ad-
vertido. Y algo que hay que subrayar también: Que las legislaciones de gran
1  J. DOZOIS y Otros: “La dangerosité: un dilemme sans issue? Réflexion à partir d’une re-
cherche en cours”; en Déviance et Societé, Vol.
Vol. 5, 4 (1981)
( 1981) p. 397.
2  A este respe
respecto,
cto, puede vers
versee Chr DEBUYST:: “La notion de dangerosité, maladie infanti-
Chr.. DEBUYST
3
le de la  criminologie , en Criminologie,
Jean FRAÇOIS: Pour une Vol.
VClinique
ol. 17, 2 (1984),
(alternative
1984), pp. 7 en
24.milieu carcéral; en Déviance et
Societé, Vol.
Vol. 3, 2 (1979)
(19 79) p.178.

26 CÉSAR HERRERO HERRERO

parte de los países democráticos más representativos (como en su momento se


verá) siguen acogiendo estas últimas orientaciones criminológicas, representa-
das por la Criminología Clínica. Y es que la Criminología no puede contentar-
se con actuar solamente en un plano colectivo, sino también (porque el delin-
cuente, como ser
consecuencia, humano
en un planoque es, es único eAl
individualizado. intrasferible)
menos, conha de intervenir,
respecto en
a aquellos
delincuentes que, por la gravedad de sus delitos y por la fundada esperanza de
recuperación (individual y socialmente concebida) merezca la pena intentarlo.
No parece conguente afirmar, y menos “a priori”, que, con observancia
de todos los derechos (sobre todo, de los fundamentales) del delincuente,
sea contraproducente llevar a cabo con él, a los premencionados efectos,
un tratamiento aceptado libremente, informado en criterios como los del si-
guiente esquema, ofrecido por Sara RUBINI, citando a V. MASTRONARDI
y F. CALAFIORE, con el fin de neutralizar las desviaciones criminógenas y
fomentar los factores de protección frente al delito:
“INDIVIDUALIZACIÓN DEL TRATAMIENTO:
 — Particulares necesidades de la personalidad del del Sujeto.
 — Carencias físico-psíquicas y otras causas de la desadaptación
social.
 — Datos judiciales biográficos y sanitarios anotados en la cartilla
personal del sujeto con las evoluciones tratamentales sucesivas.
ELEMENTOS DEL TRATAMIENTO: ………….
 — Instrucción (cursos de escuela obligatoria, de formación profe-
sional general y equivalentes.
 — Trabajo interior
interior y exterior al penitenciario.
 — Religión.

 —
 — Actividad
Relacionescultural recreativa
recr eativa
con la familia, y deportiva.
contactos con el mundo exterior
con exterior..
OTROS ELEMENTOS DEL TRATAMIENTO:
 — Permisos para visitar
visitar,, en el caso de peligro para la vida, a un
 familiar o convivente.
 — Permisos-premio al condenado que ha observado una conducta
encomiable, así como cuando, durante la prisión,el sujeto haya
manifestado un sentido constante de responsabilidad y correc-
ción en el comportamiento personal y en la actividad organiza-
da de las instituciones”  4.
  Sara RUBINI: “La perizia criminologica. Un incontro tra interventi clinici e Discipline
4

Forensi”, These finale en “Sciences Criminologiques”, Université Européenne Jean Monet,


Bruxelles, June, 2009, p.17.
 

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 27

Todo lo precedentemente expuesto,


expuesto, por lo demás, favorable a la Criminología
Clínica, se encuentra fortalecido por las nuevas investigaciones, portadoras de
perspectivas realmente halagüeñas para el presente, y aún más para el inmedia-
to futuro, de dicha Disciplina. Merece traerse a colación, sobre este particular,
particular,
las reflexiones de René CARBONNEAU, insigne investigador canadiense,
procedente del campo de la Medicina Genética:
“En el curso de los últimos decenios, la criminología clínica ha conocido
un impulso que anuncia cambios importantes para la investigación e in-
tervención del futuro. Los estudios longitudinales sobre los factores de
riesgo, sobre la aparición de comportamientos antisociales y sobre la tra-
 yectoria a través de la vida de los individuos,
individuos, han producido
producido un conjunto
de conocimientos que han permitido una mejor comprensión del fenóme-
no de la delincuencia en una perspectiva de evolución. Además, el desa-
rrollo fulgurante de la investigación en ciencias biomédicas y su impacto
sobre la comprensión
comprensión de la etiología y sobre el tratamiento de los proble-
mas de salud mental, que inciden de manera importante en las conductas
antisociales,
co-social comohan traído
base consigoy la
de estudio deemergencia
intervencióndeenuncriminología
paradigma bio-psi-
clínica.
Los resultados de los estudios en las neurociencias y en genética del com-
portamiento son particularmente elocuentes en cuanto a la utilidad de
este paradigma para abordar en su totalidad el fenómeno delincuente. Si
el advenimiento de la aproximación bio-psico-social en un cuadro evolu-
tivo y su impacto sobre la comprensi
comprensiónón del comportamiento antisocial no
son plenamente recientes, las posibilidades sin precedentes que se ofrecen
ahora a los investigadores y a los intervinientes en criminología clínica
permiten el seguimiento activo de esta nueva estrategia insoslayable” 5.
  Si eso es así, de acuerdo con las investigaciones “ad hoc” efectuadas,
ello debe ser destacado, sin duda alguna, como un estímulo y una razón de
peso más paraClínica”.
Criminología mi decisión de haberme
Trabajo resueltodea este
que he titulado elaborar
modoeste
por“Tratado de
considerar,
modestamente, que, en él, se abordan, de forma coordinada, sistemática, los
principales aspectos de esta Disciplina criminológica aplicada, de neta índole
sintética. Que ello sea así puede percibirse repasando, a través del ÍNDICE de
esta misma obra, el simple enunciado y orden de las cuestiones abordadas.

EL AUTOR

5  René CARBONNEAU: “Les enjeux à venir pour la Criminologie Clinique: Approche


développementale et intégration avec les sciences biomédicales”, en Criminologie, Vol.
Vol. 41, nu-
méro 1, printemps, 2008, pp.1-2.
 

Primera parte

DELIMITACIÓN
DE LA CRIMINOLOGÍA CLÍNICA.
SU NACIMIENTO,
NACIMIENTO, EVOLUCIÓN
EVOLUCIÓN
Y RECEPCIÓN CRONOLÓGICA.
SU EST
ESTADO
ADO ACTUAL
 
Capítulo primero

EL CONCEPTO
SU OBJETO,DE
SUCRIMINOLOGÍA CLÍNICA.
CLÍNICA.
MÉTODO Y SUS FINES
 
A. INTRODUCCIÓN
Las ciencias sobre la conducta humana (sea ésta regular o irregular) pa-
recen percibir,
percibir, tras su estudio, una innegable realidad: la de que el comporta-
miento humano es producto de elementos comunes al hombre h ombre y de elemen-
tos intransferibles, propios de la singularidad de éste. Por ello, dichas ciencias
ofrecen una visión teórica, general, de su conocimiento, a la par que subra-
yan la necesidad de construir zonas gnoseológicas diferenciales (Psicología
diferencial, Pedagogía diferencial…)
A esa plural percepción de la realidad criminal no es ajena precisamente
la CRIMINOLOGÍA. Desde aquí se explica que, dentro del saber científico
criminológico, se hable, v. gratia, de Criminología GENERAL, Criminología
ESPECIAL APLICADA, Criminología OPERATIVA CONCRETA…
Son congruentes, a este respecto, las observaciones de W. W. BUIKHUISEN
y J. FRANÇOIS, al reclamar como imprescindible la presencia de una
Criminología diferencial, asegurando: “Cuando yo repaso las obras que
versan sobre criminología, una de las cosas que me sorprende es la genera-
lidad con la cual se habla del fenómeno de la criminalidad. Esta actitud se
refleja en numerosas teorías criminológicas existentes: son frecuentemente
sectoriales y se pretende con ellas un valor general. Así, según Eysenck, la
criminalidad halla su origen en la mala adaptabilidad del delincuente; para
Merton, el comportamiento criminal se explica por el hecho de que nuestra
sociedad crea toda suerte de necesidades sin permitir a todos la misma me-
dida de satisfacerlas a través de medios legales. Otros la atribuyen a las cla-
ses sociales (Cohen, por ejemplo) o a la organización de la sociedad (Taylor
(Taylor y
sus discípulos). Se podría citar a otros. Todas
Todas estas teorías, aunque diferentes,
presentan un punto común: el tratar de explicar la totalidad de la crimina-
lidad partiendo de una teoría bien determinada. Se olvida que numerosos
delitos tienen un carácter específico. El investigador que no tiene en cuenta
este último aspecto se priva no solamente de la posibilidad de desembocar en
una comprensión más profunda de la conducta estudiada, sino que también
desprecia igualmente elementos potenciales de tratamiento y de prevención
del delito concernido. (…) La heterogeneidad conduce a diluir las causas.
Una mejor comprensión no es posible sino a partir del momento en que se
trabaja con grupos más homogéneos. Ello significa en la práctica que será

34 CÉSAR HERRERO HERRERO

preciso formar subgrupos apoyándose


apo yándose sobre todo en las variables precitadas
(edad, clase social, sexo, el carácter individual o colectivo de la acción delicti-
va, etc.).Se podría añadir igualmente como criterio la tasa de reincidencia, el
grado de urbanización, etc…”1.
Los autores precedentes rematan su argumento viniendo a decir que una
criminología diferencial se manifiesta con más modestia que esas teorías ab-
sorbentes porque es consciente de que algunas categorías de personas, como
 jóvenes, mujeres, miembros
miembros de determinadas clases sociales, etc., se compor-
compor-
tan, en su delincuencia, con una cierta especificidad. Sin poder olvidar que la
conducta criminal, cuando trata de explicarse desde los principios
principio s derivados
de la “teoría del comportamiento”, el principal entre ellos nos persuade de que la
conducta del ser humano está en función de las características personales del autor y
de la situación en la que se encuentra2.
Si lo precedentemente expuesto es, sin duda, razonable, exigiendo dis-
tinguir entre delitos distintos y grupos de delincuentes diversos (no son lo
mismo, por ejemplo, los delitos contra la vida que los delitos sin violencia
contra el patrimonio y no es la misma la orientación delictiva de jóvenes que
de personas adultas), se impone también, por muy variadas razones, la dife-
renciación entre la motivación, ideación delictiva, elección de delito, influen-
cia del medio-ambiente…,
mente considerados. respecto de cada uno de los delincuentes singular-
De ahí que haya de hacerse referencia, absolutamente obligada, a una
Criminología CLÍNICA. Precisamente, porque sin ella no sería posible llegar
a conocer por qué esta persona concreta ha devenido delincuente, ni los in-
flujos más incidentes en su desviación, sean, o no, de su entorno y contexto
vital. Ni por qué la elección de su “registro” criminal, ni cuál podría ser la
pena o la medida más acorde
ac orde a la raíz delictiva, a la naturaleza y gravedad del
delito. Ni el espacio más positivo para llevar a cabo, en su caso, el proceso de
rehabilitación personal y social…
Tampoco la Criminología, salvo que quiera ponerse al servicio de ideolo-
gías alienadoras del hombre, en vez de ponerse al servicio
ser vicio constructivo de éste,
ha de permitir
colectivo que la
o fundido conpersona (sea o no delincuente)
los acontecimientos quede subsumida
a él sobrevenidos en lo
o superpuestos.
Porque el hombre es persona (inteligencia-razón, conciencia y libertad) y, por
ello, es el centro indiscutible de este universo. Para lo bueno y para lo malo.
Como resulta, pues, que el hombre sólo puede realizarse, de forma cons-
tructiva, desde el bien, una sociedad verdaderamente civilizada debe estar

1   W. BUIKHUISEN y J. FRANÇOIS: “La Criminologie intégrale”, en Déviance et


Societé, Vol.
Vol. 1º, 1 (1977)
(1 977) pp. 97-100.
97-100 .
2  Autores precitados, en Trabajo señalado, pp. 100.

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 35

dirigida a ofrecerle esta posibilidad. Sea cuando aquél merezca premio o haya
de recibir castigo. En este último supuesto, la mejor ayuda social debe des-
cansar en proporcionarle los medios aptos de corrección. Y ello difícilmen-
te se podrá conseguir, criminológicamente hablando, si se desprecia o se
arrincona los instrumentos de una adecuada Criminología Clínica que, pre-
cisamente, supone tratar al delincuente como lo que, a pesar de todo, sigue
siendo: verdadera persona y no como puro sujeto activo de delincuencia.
A esa postura se refería E. De GREEFF cuando recriminaba la mala ges-
mala  ges-
tión así de
clínica quenolapocos
clínica de
siendo criminólogos,
indagación al dejar fuera“supone
de la criminogénesis “de su examen
supone al hombre,
al hombre presente,
implacablemente presente”. Por ello, a los asistentes al II Congreso Internacional
de Criminología (París, 1950) les comentó:
“Es suficiente leer un cierto número de estudios para caer en la cuenta de
que muchos criminólogos jamás se lo han exigido. Ellos suponen, muy fre-
cuentemente y con un inquietante candor, que un hombre es el lugar donde
se presencian ciertos acontecimientos biológicos, sociales, psicológicos, etc. y
que sus acciones son el resultado de cosas que han pasado en él… Brevemente,
el hombre es, a sus ojos, una unidad económica o social, dotada de cualidades
más o menos perfectas y que reacciona al medio según ciertas leyes”3.
Antes había insistido en que el criminal debe ser acercado, aproximado,
como cualquier hombre por el que se siente interés, dejándose llevar por un
espíritu intenso de plena simpatía, que permita al examinador sin aprobar sus
acciones, encontrarse con él estableciendo una determinada comunicación.
Que, para ello, es esencial despojarse momentáneamente de todo esquema
preconcebido, de toda tendencia a resolver el caso acudiendo a un simple
c ategoría preestablecida4. Esta sería,
diagnóstico o colocando al sujeto en una categoría
pues, la vía para poder intervenir, de forma positiva, en el delincuente con-
creto, máxima aspiración de la Criminología Clínica.
Teniendo muy en cuenta las precedentes observaciones, vamos a ver, a
continuación, qué entendemos por Criminología Clínica, cual es su objeto, su
método, sus funciones dentro del fenómeno criminal, su finalidad. Y haremos
referencia, también, a su relación con otras ramas de la Criminología Aplicada.

B. CONCEPTO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA


La Criminología Clínica es una rama más del árbol representado por la
Criminología, considerada como una unidad inescindible de carácter teórico-
3  E. De GREEFF:  “Criminogenèse”.
GREEFF: “Criminogenès e”. Rapport des Actes du II Congrès Internacional de
Criminologie, Paris, 1950, p.296.
4  Dicho autor incluye este contenido en la mismo Estudio de nota anterior
anterior,, p. 272.

36 CÉSAR HERRERO HERRERO

operativo o científico-práctico. Desde luego, la Criminología Clínica es inse-


parable de la denominada Criminología General.
Si bien, ambas son diferentes en virtud de la extensión del campo de es-
tudio. La segunda tiene por objeto el estudio del delincuente, del delito, de
la víctima y del control social de la delincuencia en un plano colectivo. La
primera aborda el examen del fenómeno criminal en el ámbito del delincuen-
te concreto, singular. Ambas utilizan, con prevalencia, el método inductivo.
Pero adaptándolo cada una a los límites del objeto investigado.
La CriminologíayGeneral
la experimentación se sirve, para
la cuantificación. su meta, de laClínica,
La Criminología observación, de
sin aban-
donar estas formas de inducción, se vale, de forma obligada, de la denomi-
nada metodología clínica (que, dentro de unos momentos, veremos en qué
consiste y que más tarde desarrollaremos de modo amplio). En todo caso, la
Criminología Clínica no puede prescindir de la visión (descripción, interpre-
tación, experimentación) “in genere”, que del fenómeno criminal (delincuen-
te, delito, víctima, control social) ofrece la Criminología General, ni de sus
conceptos teórico-operativos. Pero tampoco la Criminología General habrá
de despreciar o minusvalorar las adquisiciones de conocimiento, alcanzadas
por la Criminología Clínica.
Como ya advirtieran,
advirtieran, hace algún tiempo,
tiempo, M. E. WOLFGANG y F. F. FERRACUTI,
hay que evitar,que:
consecuencia, a este respecto,
“Desde “los peligros
el punto de vistadel
deaislamiento”. Añadiendo,
la Criminología en
primordial-
mente sociológica, es imprescindible su interrelación con la criminología clí-
nica para que del enfoque unificado integrador surja el examen científico de
los procesos criminales, de la conducta y del tratamiento de los transgresores.
(…) La percepción mutua y constante de ambos enfoques, el clínico y el so-
ciológico, beneficiaría, sin duda, los planes de investigación y los proyectos en
marcha. La objeción más frecuentemente invocada en contra de los estudios
clínicos está resumida en la falta de percepción de las variables sociales y de las
características de regularidad inherentes a las estructuras sociales en general.
Y, a la inversa, LO QUE MÁS SE OBJETA EN CONTRA DE LOS ESTUDIOS
SOCIOLÓGICOS ES SU FALTA DE ATENCIÓN A LOS INDIVIDUOS Y A
LAS VARIABLESNo
EXAMINADOS. DEdebiera
SU PERSONALIDAD OSTENSIBLES
renunciarse a lograr un mutuoEN LOS GRUPOS
entendimiento en
la integración de todas las etapas del trabajo, que culmine en la aparición de
proyectos de investigación combinados y bien integrados”5.
Por lo demás, a esas dos ramas teórico-criminológicas cabe atribuirles
el concepto de ciencia empírica y multidisciplinar o interdisciplinar. Pero,

  M. E. WOLFGANG y F. FERRACUTI: “La subcultura de la violencia”, trad. de A. GARZA


5

y GARZA, Edit. Fondo de Cultura Económica, México, Primera reimpresión, 1982, pp. 108 y 112.

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 37

para entender correctamente esta aseveración, es menester recalcar que la


Criminología (y, por ello, tanto su rama general como la clínica) no se con-
vierte en criminología empírico-científica acudiendo a alguna de las disci-
plinas por ella utilizadas o mezclándolas sin sentido. Sólo lo será cuando su
conocimiento sistemático y verificable sea fruto de una auténtica síntesis con
respecto al fenómeno criminal. La Criminología, en todas sus ramas, ha de
presentar las características de una ciencia sintética.
Como muy bien razona L. RODRÍGUEZ MANZANERA: “En la química
se describe la síntesis como la formación de una sustancia compuesta me-
diante la combinación de elementos o substancias más sencillas.
En la Criminología el concepto es similar, pues nuestra ciencia está
formada por la suma y el compendio interrelacionado de sus diversos
componentes.
Usando el símil químico, podemos explicar la Criminología como una
materia nueva, autónoma, e independiente, formada por la combinación de
otras materias, si no más “simples”, sí más especializadas.
Quizá la característica más sobresaliente de la Criminología es ser sinté-
tica; si no se llega a la síntesis no hay criminología, podrá haber una parte,
podrá existir Psicología Criminológica o Sociología Criminológica, pero no
Criminología.
A nivel diagnóstico
de estudio, de interpretación individual
o pronóstico (el criminal)…sólo
criminológico, si se llegapuede hablarse
a la síntesis de
una serie de materias; en tanto no se logre esto tendremos tan sólo un estudio
médico, psicológico, antropológico o sociológico del criminal… Los estudios,
investigaciones o exploraciones parciales no costituyen Criminología, sino
fragmentos criminológicos…”6
En fin, que la Criminología (sea General o Clínica) ha de servirse, para
serlo, de las disciplinas fundamentales, versantes sobre el ser humano, en su
dimensión individual y social, haciéndoles conspirar, de consuno, hacia un
único e idéntico fin: el esclarecimiento (con propósito de hacerlo frente) del
fenómeno delincuencial, sea en un plano colectivo o con relación a un de-
lincuente concreto. Naturalmente, sin pasar por alto que el fenómeno crimi-
nal, y sus elementos
por tanto, integrantes
ha de esclarecerse con él, essuintensamente
y explicarse dinámico.
surgimiento, sino No sólo,
su continuado
desarrollo y hasta su metamorfosis. Cambian los delitos, cambian los delin-
cuentes (incluso los mismos delincuentes), las víctimas, las formas de control
social. Sería un error tratar de entender este fenómeno únicamente con datos
sin vigor. Desfasados. Hay que huir de las “fotos fijas”. Hay que partir, sobre
6  L. RODRÍGUEZ MANZANERA: “Criminología Clínica”, Editorial Porrúa, México,
cuarta edición, 2011, pp. 23-24.

38 CÉSAR HERRERO HERRERO

todo, de información del presente y que posibiliten predicciones de futuro en


orden a prevenir la delincuencia. Tanto en el plano colectivo como en un pla-
no individualizado. (Se habla, en este sentido, de esclarecer y de hacer frente
tanto a la criminogénesis como a la criminodinámica)7.
Con esas premisas, pues, podemos pasar, a continuación, a ofrecer algu-
nas definiciones de CRIMINOLOGÍA CLINICA (para seguir subrayando lo
que ésta tiene de específico), y elaboradas por algunos de los más insignes
criminólogos.

por criminólogos
** Algunas definiciones
ilustres. de Criminología Clínica, ofrecidas, en diversos periodos,
Desde muy pronto (la Criminología nacía fundamentalmente clínica),
grandes criminólogos ofrecieron su concepto de ésta. Y, Y, por ello, desde prin-
cipios del Siglo XX hasta nuestros días, no han dejado de aparecer definicio-
nes sobre la misma. Siguiendo un criterio de continuidad y progresión crono-
lógicas, dejaremos constancia, entre otras muchas, de algunas de ellas. Antes,
sin embargo, queremos exponer una sucinta visión entorno a esta disciplina,
acudiendo, precisamente, a la etimología de su término adjetivador
adjetivador..
Sobre este último extremo, escribíamos, hace ya algún tiempo, en nues-
tra “Criminología” 
“Criminología” : “El nacimiento de la Criminología está estrechamente re-
lacionado con las que han venido llamándose “Criminologías
“ Criminologías Especializadas”:
Biología, Psicología,
por ejemplo, Sociología.
era médico Pero, también, con la Medicina. (Lombroso,
psiquiatra).
Por ello, no es extraño que, muy tempranamente, se hablase de Criminología
Clínica, en imitación de la Clínica médica. No porque el delincuente hubiera
de ser considerado un enfermo, sino en virtud de la semejanza metodológica,
utilizada por cada una de estas Ciencias, cuando sus respectivos destinatarios
lo fuesen de forma individual o singularizada.
A la Criminología proyectada sobre el delincuente concreto se le domi-
na Clínica porque la palabra “klinikós
“klinikós”” (kliniké-klinikón),
(kliniké-klinikón), recogida de la lengua
griega clásica, tiene precisamente el significado de “lo concerniente al lecho”.
Lo que relacionado con la Medicina Clínica (“tejne kliniké”) quiere decir tanto
como la actividad o arte de cuidados médicos, otorgados al paciente o enfer-
mo concreto
nalmente que guarda
“médico cama, llevados
de cabecera” a cabo
(“klinikós por El
iatrós”). el médico
denominado
que setradicio-
inclina

7   En la orientación del texto, R.CARIO hace referencia a la Criminología diciendo


que: “… Puede ser definida como una ciencia multidisciplinar que tiene por objeto el análisis
global e integrado del fenómeno social provocado por las acciones criminales, en su génesis y
en su dinámica, bajo la doble dimensión individual y social, desde el punto de vista tanto del
infractor como el de la víctima, con los fines de prevención y tratamiento”. (“Introduction aux
sciences criminelles”; Edit. L’Harmattan,
L’Harmattan, 6ª Edition, Paris, 2008, p. 260).

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 39
(“klínei”) sobre el enfermo postrado en el lecho para, auscultándole, tratar de
indagar sus dolencias y las causas de éstas, en orden a procurar sus curación
mediante el adecuado tratamiento. Y aplicado a la Criminología Clínica, en
consecuencia, equivale a expresar la tarea sistemática y científicamente ilumi-
nada, de acuerdo a las ciencias de la conducta (sobre todo las empíricas, pero
sin descartar las normativas), para detectar el porqué del delinquir de este
individuo concreto con el fin de neutralizar
neutralizar,, o debilitar
debilitar,, los correspondientes
factores criminógenos” . 8

Es, efectivamente, en el precedente sentido como han de interpretarse


las definiciones que de Criminología Clínica han sido acuñadas por los cri-
minólogos de referencia y que pasamos a concretar, siguiendo el orden más
arriba señalado.
 José INGENIEROS venía a decir que la Crimiminología Clínica había
Clínica había de
entenderse como el estudio, científico, sobre las causas determinantes del delito en
el delincuente individualizado, sobre los actos en que se manifiesta, los caracteres fi-
siopsíquicos del autor, al mismo tiempo que la propuesta correlativa de las medidas
individuales y sociales de profilaxis o de repr
represión
esión por la infracción9.
B. DE TULLIO concebía esta clase de Criminología como: “La “La ciencia
ciencia de
 de
los comportamientos antisociales y delictivos, informada en la observancia y en el exa-
men profundo de supuestos individuales, sean normales, anormales o patológicos” 10.
E. DE GREEFF no elaboró, de forma explícita, una definición de
Criminología
reflexiones Clínica,
sobre pero
la que es evidente
viene que, desde
a denominar “Clínicasus
“Clínica delamplias y profundas
criminólogo”,  funda-
criminólogo”, funda-
mentada en la filosofía humanista y fenomenológica de Max Scheler11, to-
8  C. HERRERO HERRERO: “Criminología. Parte Parte General y Especial
Especial”,
”, Edit. Dykinson, 3ª
edición, Madrid, 2007, pp. 47-48.
9  Véase su “Criminología”, Edit. D. Jorro, Madrid, 1913, o sus “Dos páginas de
Psiquiatría criminal”, Buenos Aires, 1900.
10  Para
Pa ra percibir
percibir,, en B. Di TULLIO, cuál es su concepción de la Criminología Clínica,
es fundamental su obra: “Princi
“Principios
pios de Criminología Clínica y Psiquiatría Forense”, trad. de
D. TERUEL CORRALERO, Edit. Aguilar Aguilar,, Madrid, 1966.
11  Max Scheler habla de la capacidad de intuición del espíritu humano y de la ca-
pacidad de acceder a los valores desde la experiencia fenomenológica. (Ver, por ejemplo, su
obra “El Formalismo en la ética y la Ética material de los valores” (traducción de Clemente
FERNÁNDEZ, en su libro “Los filósofos modernos. Selección de textos”, tomo II, 3ª edición,
BAC, Madrid, 1976, pp.277 y ss., así como el estudio del mismo Scheler: “El puesto del hom-
 bre en el cosmos”, traducción e integración en la misma obra de Clemente FERNÁNDEZ, pp.
286 y ss. Adviértase, desde luego, que, desde finales del siglo XIX y más de la mitad del XX,
estuvo en primer plano, en no escasos ambientes filosóficos, la “Fenomenología”, elabora-
da por E. HUSSERL y preludiada, entre otros, por Bernard BOLZANO y, sobre todo, por F.
“ intencionalidad de la
BRENTANO, defensor, en el campo de la teoría del conocimiento, de la “intencionalidad
conciencia”. En medio de los planteamientos neocriticistas, antiempiristas y antipsicologistas,
Husserl va a orientarse de acuerdo a sus fundamentos fenomenológicos. “…La fenomenolo-

40 CÉSAR HERRERO HERRERO

mando, a la vez, como referencia de base los conocidos instintos de defensa


simpatía, formulados por él, podríamos afirmar que dicha Criminología es
 y simpatía, formulados
para él: El examen interdisciplinar del ser humano concreto, orientado a acceder a la
conciencia de éste mediante el encuentro empático entre examinador y delincuente,
posibilitado mediante el correspondiente método fenomenológico. Con el propósito de
indagar o de intuir las más íntimas motivaciones del delinquir de éste, en orden a
constatar su verdadera peligrosidad, que no tiene por qué emanar de patología alguna,
 y poder reconducir
reconducir,, constructivamente,
constructivamente, la raíz impulsiva
impulsiva de tales actos.
actos.
“Para De Greeff, comentan F. DIGNEFFE Y Chr. ADAM, la actitud clíni-
ca“ comporta ante todo el estudio del estado de la conciencia, de los acon-
tecimientos
sis, según elque pasan
mismo, en ella
debe manifestándose
estudiarse después deen lael conciencia,
“yo”. La criminogéne-
a través de
un esfuerzo de comprensión y de interpretación que exige del clínico llegar
a la perspectiva particular del otro, a partir de la cual su comportamiento
toma sentido. Se hace presente, pues, una cierta cualidad relacional con el
otro, que se realiza con la duración, que
duración, que permitirá ingresar en este universo de
sentido, propiciando el comprender cómo, aún en el paso al acto más grave,
éste aparece como “la mejor elección” que pudiera haber llevado el sujeto” 12.
Naturalmente, poniéndose el observador imparcial en el punto de vista de
ese elector, al que trata de comprender, sin justificar.
Efectivamente, De Greeff trata de explicar la delincuencia desde la psico-
psico -
logía del hombre normal. Considera que existe una identidad fundamental
gía –venía a decir el filósofo de Prossnitz (Moravia)– se ocupa del yo y de la “conciencia”, con
todas las formas de vivencias, actos y correlatos
cor relatos de actos. Cierto que comprender esto requiere
dominantes. (…) La
no pequeño esfuerzo en los hábitos de pensar dominantes. (…)  La psicología es una ciencia
empírica…es una ciencia de realidades. Los fenómenos de los que trata como fenomenología
psicológica son sucesos reales que en cuanto tales, si tienen existencia real, se inscriben, con los
sujetos reales a que pertenecen, en el mundo espacio-temporal uno, como en la omnitudo reali-
tatis. En oposición a eso se fundará la fenomenología
fenome nología pura o transcendental, no como ciencia de
hecho, sino como ciencia de esencias (como
esencias (como una ciencia “eidética”), como una ciencia que quiere
exclusivamente fijar “conocimientos de esencias”, y no en absoluto “hechos”. (…) El paso a la
esencia pura da, por un lado, un conocimiento esencial de lo real, y, y, por otro, respeto de la es-
fera restante, conocimiento esencial de lo irreal. Se mostrará también que todas las “vivencias”
purificadas trascendentalmente son irrealidades, excluidas de toda inserción en el “mundo
real”. Esas realidades estudia precisamente la fenomenología, pero no como particularidades
singulares,
ción sino pleno
en sentido en la “esencia”. (…) Lay intuición
y no una mera quizá vagaesencial es tambiénesintuición,
representación; y es contempla-
una intuición que da ori-
ginariamente y que capta la esencia en su mismidad “personal”. (E. HUSSERL: “Ideas “Ideas para una
 fenomenología pura y una filosofía fenomenológica”; textos en el ya citado Clemente FERNÁNDEZ,
pp. 315-323). (Más adelante, cuando hablemos de los instrumentos metodológicos clínicos,
volveremos sobre esta cuestión).
12  F. DIGNEFFE y ChrChr.. ADAM: “Le développement de la criminologie clinique à l’École
de Louvain. Une clinique interdisciplinaire de l’humain”; en Criminologie, vol. 37, printemps,
1 (2004)p.51.

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 41

o básica entre todos los hombres de este universo. Lo que ocurre es que el
delincuente sin ser ontológicamente distinto del que no lo es, se caracteriza
por la manera diversa de posicionarse ante el mundo. En una palabra, que su
marco de referencias, de valores, es distinto. ¿Por qué? Porque,
Porque, aún partiendo
de reacciones de normalidad, las situaciones existenciales posteriores, de ín-
dole longitudinal, propiciadas por el medio, percibidas por él como hostiles,
le van a ir mudando el marco primigenio. Y esta transformación va a conver-
tirse, para él, en plataforma de acciones
accion es impulsadas por el instinto de agresi-
vidad o de defensa, al mismo tiempo que se atrofia el de simpatía13.
Pero el mismo autor advierte que el delincuente puede rectificar toman-
do distancia con relación a esa actitud y orientarse hacia nuevos caminos.
Cabe una terapéutica, “sea de carácter psicológico o psiquiátrico, capaz de
liberar al individuo de determinismos que hacen imposible una vida de re-
lación y que, por el mismo hecho, perturban sus compromisos vitales, sean
ellos los que fueren”14.
Olaf KINBERG, que sigue la trayectoria médico-criminológica de su com-
patriota (H. SJÖBRING), en cuanto a su visión demasiado orgánica (constitu-
cionalista) sobre el concepto de personalidad, elabora un sistema clínico-cri-
minológico estupendamente bien trabado y coordinado. Recalcando, desde
este punto de vista, que la Criminología Clínica ha de entenderse como: La
ciencia proyectada a examinar a los delincuentes, de forma individualizada, con el
 fin de fijar las causas de su delinquir –fruto de su personalidad reaccionante ante
determinadas circunstancias– con el fin de erradicar aquéllas y así hacer desaparecer
los síntomas o los efectos mediante la aplicación de terapias consistentes en medidas
individuales y de medidas relacionadas con el medio ambiente . 15

Marvin E. WOLFGANG y Franco FERRACUTI, tras exponer que la


Criminología Clínica se circunscribe, sobre todo, a Europa, y que es su misión
prevalente servirse, con cierto grado de autonomía, de la ciencia criminoló-
gica para tratar de resolver problemas correccionales y forenses, afirman que

13   Sobre este particular son fundamentales los estudios de E. DE GREEFFF: “Le de-
venir, élément du processus criminogenèse. La durée, condition de son étude”; en L’homme
Criminel, Louvain, 1956, pp.169 y ss. También, su “Introduction à la Criminologie”, Edit.
Vander Plas, Bruxelles,
Br uxelles, 1947. Y,
Y, desde luego, su trabajo ya citado, “Criminogenèse”.
14  Chr.. DEBUYST
Chr DEBUYST:: “L “L’Obse
’Observati
rvation
on psych
psychologiq
ologique
ue des détenu
détenuss et sa signifi
signification
cation dans
les sciences
15  pénitentiaires”; en L’homme
L’homme Criminel, Louvain-Paris, 1956, p.146.
Olaf KINBERG: “Les problèmes Fondamentaux de la Criminologie”, éditions Cujas,
Paris, 1962” (Ver
(Ver,, sobre todo, los Capítulos 7 a 10 (= Sobre el acto delictivo en cuanto fenómeno
social, sobre la peligrosidad del delincuente y de la etiología delincuencial) y el Capítulo 14
(Sobre los medios para alcanzar los fines de la defensa social: profilaxis individual y social,
terapia para aplicar medidas individuales y medidas relacionadas con el medioambiente). Esta
obra de Kinberg es el desarrollo y modernización de la obra publicada por el mismo en la déca-
da de los treinta (1935) con el mismo título en inglés “Basic Principles of Criminology”.
Criminology ”.

42 CÉSAR HERRERO HERRERO

consiste.: “…En
“…En la aplicación integrada y conjunta del saber criminológico y de las
técnicas del diagnótico a casos particulares y con fines diagnósticos y terapéuticos.” 16
Por su parte, J. PINATEL ofrece en pluralidad de trabajos una variada
visión complementaria sobre esta clase de Criminología, a la que denomina
ciencia aplicada y sintética. Viene a decir,
decir, entre otras cosas, además de que se
trata de la criminología científica en la práctica penal, que tiene como objeti-
vo “ formular un parecer sobre el delincuente,
delincuente, parecer
parecer que comporta una diagnosis de
peligrosidad, una prognosis social y eventualmente un tratamiento destinado a prepa-
rar su reinserci
reinserción
ón social” 17 .
Antes, en su “T“Tratado
ratado de Derecho Penal y de Criminología”, la había de-
finido como: “…El enfoque multidisciplinario del caso individual con ayuda de los
principios y métodos de las ciencias criminológicas o criminologías especializadas” 18.
Haciendo, ahora, referencia a algunos criminólogos en activo, G. L.
PONTI, por ejemplo, nos dice que: “Se entiende por Criminología Clínica la utili-
 zación, sobre
sobre casos individuales concretos,
concretos, de las nociones
nociones de la criminología general,
general,
para fines diagnósticos, pronósticos, terapéuticos.” Y:
Y: “La ciencia pragmática y sintéti-
ca que emplea conocimientos multidisciplinares
multidisciplinares para atenuar o eliminar,
eliminar, en los indivi-
duos singularizados, las causas de su criminalidad y para prevenir la reincidencia” 
reincidencia” 19.
Para Marco STRANO, la Criminología Clínica es la criminología que “busca “ busca
explicar los comportamientos criminales singulares, tratando de evidenciar sus motiva-
ciones y sus dinámicas, delimitando la responsabilidad del autor de la acción delictiva.”  
Añadiendo que, en Italia: Su aplicación práctica es elegida en el ámbito de
la justicia penal donde facilita informaciones sobre las dinámicas psicológicas,
psicopatológicas y sociológicas, que están en la base del comportamiento crimi-
nal, orientando así la práctica de la aplicación de la sanción
sanció n por parte de la ma-
gistratura”. Señalando, asimismo, que: “El término “clínica” 
“clínica”  es
  es recogido de la
ciencia médica y hace referencia al conjunto de las intervenciones del criminó-
logo (diagnósticas, pronósticas y terapéuticas), tendentes a reconocer, “curar”
y prevenir los comportamientos ilegales en el individuo singular”
singular ”20.
Al otro lado del Atlántico, L. RODRÍGUEZ MANZANERA, después de
asegurar también que la Criminología Clínica pretende “aplicar los conoci-

16  M. E WOLFGANG y F. FERRACU FERRACUTI: TI: “La subcultura de la violencia”, ya citada, p.54.
17  J. PINA
PINATEL:
TEL: “Criminología”
“Criminología”,, artículo publicado en italiano en la “Enciclopedia delle
Science Sociali”, al final de la década de los 80.
80 . Puede verse en http:www
http:www.treccani.it/enciclope-
.treccani.it/enciclope-
dia/criminología_ (Enciclopedia_delle_Science_Sociali).
18  J. PINA
PINATEL:
TEL: “T“Tratado
ratado de Derecho Penal y de Criminología”, tomo III, Segunda
edición, trad. de X. Rodríguez de Canestri, Universidad Central de Venezuela, Facultad de
Derecho, Caracas, 1974, p.553.
19  G. L. PONTI: “Comp
“Compendio
endio di criminologia”, Ed. Cortina, Milano, 1987.
20  Marco STRANO: “Manuale di Criminología Clinica”, See Società Editrice Europea
di Nocodemo Maggiulli, Firenze, 203, p.47.

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 43

mientos teóricos
“actúa,adquiridos en ladando
Criminología
un corteGeneral,
vertical aatodas
un caso concre-
to…” y que por así decirlo, las discipli-
nas de” tal Criminología, “para aplicar todos los conocimientos de las mismas
a un solo individuo”, añade que: “Podríamos definir por tanto la Criminología
Clínica como la Ciencia que estudia al delincuente concreto en enfoque multidiscipli-
nario, mediante un trabajo en equipo criminológico y en orden a su resocialización.”  
Aclara, además, que la corriente criminológica clínica “parte de la base de con-
siderar al hombre como una unidad bio-psico-social.” Más adelante explicita
que: “Básicamente, la clínica criminológica consiste en el examen del delin-
cuente; distinguiendo una criminogénesis de una un a criminodinámica. Para ha-
cer esto se realiza un estudio criminológico, en que se analiza la personalidad
del criminal, para llegar a hacer diagnosis y prognosis, lo que completaría un
verdadero de dictamen, opinión o peritaje criminológico”21.
Nosotros, aceptando en lo sustancial las líneas de las precedentes defini-
ciones, delimitamos su concepto afirmando que la Criminología Clínica está
constituida: “ P
 Por
or el conjunto de conocimientos científicos multidisciplinares,
unificados por una orientación común: la de ser aplicados al delincuente indi-
vidual, con el fin de indagar,
indagar, con método gnoseológicamente riguroso,
r iguroso, el origen
 y constancia de su comportamiento criminal,
criminal, haciendo posible, con ello, la pro
pro--
 gramación bien fundada y el ofrecimiento, en su caso,
caso, de un tratamiento perso-
nalizado, destinado a su rehabilitación y reinserción social.” 
Para concluir este apartado, una ADVERTENCIA: Las definiciones, hasta
aquí expuestas, hacen referencia en exclusiva, al delincuente concreto, como
objeto de indagación. No hay duda que éste será, de forma muy generaliza-
da, el sujeto pasivo del examen y de las demás fases de este proceso especí-
fico. Pero no podemos pasar por alto (lo hemos insinuado ya más arriba)
que hoy se habla por los especialistas sobre la necesidad (o, al menos, sobre
altísima conveniencia, de acuerdo con los avances de la nueva Victimología
Victimología
científica en torno al “iter”
“iter ” de la victimización) de que la víctima tiene tam-
 bién un lugar en el campo de la Criminología Clínica. Incluso se llega a
hacer referencias a una Criminología clínica de la víctima. Más adelante lo
veremos y diremos las razones.

C. EL OBJETO (MA
(MATERIAL
TERIAL Y FORMAL) DE LA CRIMINOLOGÍA
CLÍNICA
Como ya hicimos constar más arriba, tanto la Criminología General como
la Criminología Clínica tienen como objeto de estudio ( objeto material)
el comportamiento delictivo. Pero
Pero así como la Criminología General trata de

 
21 L. RODRÍGUEZ MANZANERA: “Criminología Clínica”, ya citada, pp. 39 y 41.

44 CÉSAR HERRERO HERRERO

abarcar el examen
espacio como delsujetos
para los fenómeno criminal
activos de forma colectiva
y los elementos (tanto
integrantes de talpara el
fenó-
meno…), la Criminología Clínica trata de estudiar el mismo fenómeno tal y
como se hace presente en una persona singular,
singular, en el individuo concreto.
Por lo demás, es muy frecuente, entre los tratadistas de esta materia, que
se ponga en el delincuente, en exclusiva, la fijación de dicho estudio. Ello, nos
parece, no es correcto. Y no lo es porque el fenómeno criminal no se agota en
el delincuente aunque, al fin y al cabo, sea éste la fuente directa de donde la
infracción antisocial brota y, por lo mismo, haya de ser él “universo” central
de investigación. Pero, no obstante, no debe olvidarse que, a pesar de todo,
no existe, no puede existir (salvo que caigamos en la aberración moral y ju-
rídico-política del “Derecho penal de autor), conductas criminales sin delito.
Tampoco, sin víctima.
Y, al margen de cómo pueda influir el control social (el
social (el otro elemento in-
tegrante del fenómeno criminal) en el nacimiento de la conducta delictiva, la
Criminología (tampoco la Clínica) no puede quedarse en el mero conocimien-
to de su objeto, sino que ha de esforzarse por conocerlo, en consecuencia,
científicamente para poder hacerlo frente con garantías. Y esto sólo puede
hacerse mediante ese control. (Sea preventivo o represivo). No, en vano, la
Criminología, en toda su extensión, es considerada una disciplina operativa,
con vocación de transformar,
transformar, “in melius”, la realidad que se propone conocer.
conocer.
En la Criminología Clínica, la referencia directa, en este campo, claro está, es
el delincuente concreto, a quien se trata de alejar del comportamiento crimi-
noso, si es posible. Pero lo reiteramos, no hay delincuente “a quien alejar” si
su comportamiento
falta no ha de considerarse
de lesión del imprescindible criminológicamente
bien jurídico delictivo
o social. Y lo mismo, (por
por falta
de víctima correlativa). Y, naturalmente, sería difícil proponerse dicho aleja-
miento sin existencia de aquel control o con existencia inadecuada.
En resumidas cuentas, la Criminología Clínica, si quiere alcanzar su ob-
 jetivo, en el ámbito del delincuente concreto, ha de estudiar
estudiar,, además de al
delincuente mismo (su personalidad, su ambiemte…). el “registro delictivo”
propio, su víctima o sus víctimas concretas (por qué estas víctimas y no otras),
el control social (tanto en la vertiente negativa para este delincuente, como
en la positiva para encauzarle hacia su rehabilitación y reinserción en socie-
dad sin cometer delitos.
Similar orientación parece que debiera darse en la que se ha empezado a
denominarse Criminología Clínica de la Víctima. Naturalmente, partiendo
de la función estrictamente diferente que la víctima juega, o puede jugar, en
el nacimiento del delito y en en todo el complejo proceso de victimización.
Y sin negar la posible relación provocadora de las situaciones conflictivas no
propiamente delictivas (marginación, desviación, situación anómica…) con

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 45

relación al nacimiento, en su caso, de las conductas verdaderamente crimi-


nosas, en22las que, con no escasa frecuencia, la persona que vive aquéllas se ve
envuelto .
(Sobre estas cuestiones volveremos luego, cuando tratemos, más dete-
nidamente, uno a uno, los elementos del fenómeno criminal).

22  Creemos que la exposición ofrecida, en texto, sobre el objeto material de la


Criminología Clínica, es la apuntada por SARA RUBINI en estudio titulado: “La “ La Perizia cri-
minologica. Un incontro tra interventi clinici e discipline forensi”   (These finale en “Sciences
Criminologiques”), Université Européenne Jean Monnet, Bruxelles, June, 2009. En efecto, en
su p.11 escribe: “La criminología aplicada (se refiere a la criminología clínica) ha trabajado asi-
mismo en la dirección de elaboración de técnicas e instrumentos destinados a disminuir el
fenómeno criminal en su intensidad y frecuencia. Ello se realiza a diversos niveles: sea se a a través
de programas dirigidos a la prevención del fenómeno, sea mediante programas de tratamiento
del reo y prevención de la reincidencia. En razón de lo cual, el objeto de estudio del moderno
criminólogo clínico aparece, así, bastante diversificado, en proporción a la grande complejidad
del comportamiento humano, y concretamente, de la conducta criminal. Los elementos que
asumen relevancia criminológica, podemos sintetizarlos a la manera expresa de Ponti:
— Hechos delictivos: Los crímenes pueden ser notablemente diversos entre ellos, sea
tanto por las dinámicas operativas como por las motivaciones. El análisis de las con-
ductas criminosas puede ser realizado desde una óptica cuantitativa (v.gr., a través
de estudios estadísticos) o desde una óptica cualitativa (por ejemplo, a través de exa-
men de casos);
— Au tores del delito: También
Autores También los criminales son muy distintos entre ellos,
ellos , sea por tipo
de motivación, sea por lo que respecta a la percepción del crimen,
crime n, a su modalidad y a
la representación de los objetivos deseados, así como por la estructura de la persona-
lidad. Tal
Tal análisis está en la base para las valoraciones criminológicas en términos de
responsabilidad y culpabilidad.
— El ambiente y la reacción social: Todos los individuos tienden a adaptarse al am-
 biente social con el que interactúan, mediante modificaciones perceptivas y compor-
tamentales, algunas lentas y progresivas, otras más rápidas y radicales; las solicitacio-
nes externas, entrando en interacción con el mundo simbólico
s imbólico interno del individuo,
determinan el proceso adaptativo. Para el criminólogo es de primera importancia
adquirir elementos útiles, para una análisis ajustado al contexto ambiental, contras-
tando tales informaciones con las que arroje el estudio del individuo;
— La victima: los estudios de Victimología buscan responder a una serie de interrogan-
tes con relación al tipo de interacciones que se desarrollan entre autor y víctima en
el acontecimiento delictivo, tales, por ejemplo, como: todas aquellas situaciones par-
ticulares que rodean a ciertas personas más vulnerables y mayormente expuestas al
riesgo, el papel jugado por la víctima en el favorecimiento de la comisión del delito,
los daños físicos, psicológicos, económicos y sociales derivados del hecho criminal;
— La no desviación: Onorma
violan alguna sea, aquellas
penal. manifestaciones no socialmente conformes, pero que
Tal concepto hace relación a una genérica desviación
de sviación de la norma
nor ma socialmente comparti-
da, si bien en el ámbito de intereses de la Criminología guarda una parcial superposición de
la desviación con la criminalidad, constituyendo, por lo demás, un terreno abonado para el
delito.”

46 CÉSAR HERRERO HERRERO

Y, para terminar este punto, una muy relevante cuestión: La obligada


referencia,
Hablar,aquí, al objeto
en efecto, del formal
for malmaterial
objeto de la Criminología Clínica.científica es, evi-
de una disciplina
dentemente, indispensable. Porque,
Porque, sin él, ignoraríamos el campo o contenido
de conocimiento abarcante de tal ciencia. Pero esto no basta. ¿Por ¿Por qué? Porque
cabe (y así sucede en la realidad) que diversas ciencias tienen, parcial o total-
mente, idéntico objeto material. Por ejemplo, el Derecho penal, que es una
ciencia normativa, versa, también, sobre el fenómeno criminal. La diferencia
está, precisamente, en que su objeto formal (la perspectiva desde la que se es-
tudia el mismo fenómeno) es diferente. La Criminología en general (y dentro
de ella está la Criminología Clínica) no estudia ese fenómeno a la luz impera-
tiva de la Ley,
Ley, sino (sobre todo) a la luz
lu z de las ciencias empíricas del comporta-
miento, aplicadas, sintéticamente, al servicio del esclarecimiento científico de
la conducta
Clínica) delictiva
de esa en general
conducta o, en nuestro
en el ámbito personalcaso
del(hablamos
individuo de Criminología
concreto. (v.gr.,
quién es y cómo es este delincuente, cómo ha llegado a serlo, cuáles son los
factores criminógenos “ex se” propiciantes de su paso al acto criminal, cuál es
el pronóstico de comportamiento futuro con relación a su vida delincuencial,
cuáles pueden ser las medidas más adecuadas para evitar su reincidencia a la
vista del cuadro ofrecido por su criminogénesis y su crinodinámica…)23.
Son certeras, a este respecto, las observaciones del ya citado RODRÍGUEZ
MANZANERA: “… La explicación sintética es la misión del Criminólogo general
(al igual que del clínico), al que no corresponde hacer todas las investigaciones,
sino llegar a ordenanrlas, coordinarlas, relacionarlas, valorarlas hasta lograr la
síntesis final.” Y avanza, a continuación, el número mínimo de las ciencias con-
sideradas
Psicologíacomo integrantes
y Sociología de esa síntesis
criminológicas, criminológica:
Criminalística, Antropología,
Victimología Biología,
y Penología.
El mismo autor reconoce no obstante, que la horquilla de saberes científicos, in-
corporables a tal síntesis, está abierta. Para la síntesis criminológica clínica, añade
la Medicina y la Psiquiatría Forenses24. Y, ¿por qué no, por ejemplo, la Pedagogía
y la Moral Racional? La Criminología (y desde luego Clínica) ha de estar dispues-
ta a dialogar con cualquier saber riguroso que aporte algún esclarecimiento sobre
el ser, el estar, el actuar y el reaccionar del ser humano. Naturalmente, en nuestro
campo, de manera especialísima entorno a su comportamiento antisocial25.

23  Sobre esta cuestión puede verse las reflexiones de la Escuela de Criminología de la
Universidad de Montreal bajo el título “Criminologie”, en http://www.crim.umontreal.ca/cri-
minologie.htm
24  L. RODRÍGUEZ MANZANERA: “Criminología Clínica”, ya citada, pp.25-26.
25  A este respecto, puede verse el magnífico estudio de D. SZABO: “Criminologie et
Defense Sociale: Dialogue à voix multiples”, en Annales Internationales de Criminologie, Vol.
29, numrs. 1-2 (1991) pp. 73 y ss.

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 47

D. EL MÉTODO DE EST
ESTA
A MISMA CRIMINOLOGÍA

Como, en esta Obra, reservamos un Capítulo íntegro a esta materia, bas-


te, ahora, exponer lo que sigue a modo de necesario adelantamiento.
Pues bien. Digamos, aunque ya lo hemos apuntado, que la Criminología
General, de acuerdo con su carácter empírico utiliza, muy prevalentemente,
la metodología inductiva que, como es sabido, actúa desde la observación,
la experimentación y la cuantificación. Todo ello proyectado sobre el ancho
campo de su objeto material26.
R. GASSIN advierte que método, en sentido científico, no puede con-
fundirse con el “sentido común” o el “buen sentido”, resultando éstos de la
experiencia ordinaria ametódica. Que tampoco equivale al concepto de epis-
temología (reflexión sobre la calidad gnoseológica de la ciencia). Que ni siquie-
ra puede
en homologarsedisciplina.
una determinada al conjunto de las técnicas
Concluye, por ello,deque
investigación empleadas
hablar de método en
Criminología es hacer referencia “al conjunto de “caminos” 
“caminos”  por
 por los que el pen-
samiento criminológico puede alcanzar su objeto específico”. Señalando, a con-
tinuación, las características de este método criminológico, que reduce a tres
fundamentales. Concretamente dice: “El primero de estos rasgos es el recurso
a la forma de razonamiento que se denomina inducción. La Criminología es en
efecto una ciencia empírica fundada sobre la observación de la realidad y sobre
la experiencia, por oposición a las ciencias normativas, de las que forma parte
evidente el Derecho penal, y que recurren
recur ren al razonamiento deductivo.”
Una segunda característica es la pertenencia del método de la Criminología
al marco más amplio de los métodos de las ciencias del hombre y de la sociedad,  que
sociedad, que
se distinguen
rácter dedel
particular loshecho
métodos de ciencias
en las las ciencias de la naturaleza en razón del ca-
humanas.
En fin, el método de la Criminología, según dicho autor, autor, se caracterizaría,
también, por “su “su especificidad en el seno de los métodos de las
l as otras ciencias huma-
nas” , si bien este último rasgo sea discutido por algunos. Esta especificidad re-
sultaría, en primer término,de la índole unitaria y autónoma de la criminolo-
gía “a pesar de su multidisciplinaridad.” En segundo lugar, lugar, esta especificidad
“se deriva del hecho de que, a diferencia de la mayoría de las otras ciencias
del hombre, la criminología se presenta a la vez, por su propia naturaleza,
como una ciencia teórica y aplicada”27.
 Jean PINATEL,
PINATEL, tras referir que la Criminología se sirve de gran variedad
de métodos concretos (diversidad de vías), tanto de carácter documental, psi-

  A este respecto, puede verse C. HERRERO HERRERO: “Criminología. Part


26 Partee General
Especial”, ya citada, pp-39-40.
27  R. GASSIN: “Criminologie”, Edi. Dalloz, 6ª édition,Paris, 2007, pp. 38-39.

48 CÉSAR HERRERO HERRERO

cosocial, etnológico, experimental, clínico, así como de técnicas diversas (de


organización y tratamiento estadístico de datos…) y sugerir que maneja con-
ceptos operativosdinámica
correspondiente específicos, relacionados
(procesos con la etiología
del fenómeno criminal
delincuencial) y con“te-
como: la
rreno” orgánico (factores biológicos…), “ambiente personal” (factores socio-
lógicos), situación precriminal, formación de la personalidad, personalidad
criminal, interacción entre universo objetivo y subjetivo…, alude a reglas
metodológicas, que reduce a cuatro sustanciales.
La primera es la de los “niveles
“niveles interpretativos. En virtud de la cual es po-
interpretativos.
sible distiguir, dentro del fenómeno criminal, tres dimensiones: la criminali-
dad (fenómeno global que incluye el conjunto de los delitos cometidos en un
determinado momento y en un determinado lugar); el criminal (sujeto acti-
vo particular); el crimen (el acto perpetrado por ese sujeto activo). La segun-
“ primado de la descripción”, que
da pone de relieve el llamado “primado descripción”, que ha de preceder
siempre a lapara
otras cosas, vertiente etiológica
impedir y aexplicaciones
posibles la criminodinámica. Algo necesario,
insuficientemente entre
fundadas.
La tercera dispone eliminar,
eliminar, aquí, los denominados “tipos
“ tipos psiquiátricamente de-
 finidos”, porque no se ha de confundir psiquiatría con criminología. La cuarta
prescribe la necesidad de la que viene llamándose criminología diferencial
(diversos tipos de paso al acto delictivo según los distintos delincuentes) y
distinción clara entre criminalidad y otros fenómenos asociales o antisociales,
pero no criminales (simple desviación, automarginación…). Y, en fin, dife-
renciación entre delincuentes y no delincuentes…28
Toda esta orientación metodológica es aplicable a la Criminología
Clínica, si bien ajustándola a su campo de investigación, respecto del fenó-
meno criminal, en el ámbito de la persona concreta. Es, en ésta, donde se ha
de
nadaaplicar dicho método inductivo,
pluridisciplinariedad, a través operante, aquí, dentro
de los pertinentes de la de
procesos premencio-
observa-
ción (descripción), interpretación y experimentación. Se trata, efectivamen-
te de la aplicación del método clínico-criminológico.
En la fase o en el proceso de OBSERVACIÓN se llevan a cabo el examen médi-
 y la llamada encuesta social. En la fase de INTERPRETACIÓN,
co-psicológico y
co-psicológico INTERPRETACIÓN, han de
realizarse, con criterio de síntesis, el diagnóstico criminológico,
criminológico, el pronóstico social y
social y el
programa de tratamiento del individuo observado, diagnosticado y pronosticado.
Con la fase de EXPERIMENTACIÓN, se pretende poner en práctica el
programa de tratamiento del delincuente con el fin de hacer posible su ale-
 jamiento de una vida social con delitos. Esta fase supone, claro está, un se-
guimiento estrecho del programa para poder detectar, en su caso, posibles

  J. PINA
28 PINATEL:
TEL: “Criminologia
“Criminologia”,
”, en Enciclopedia delle Science Sociali, ya citado, p.5 del
estudio.

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 49

lagunas, los progresos o regresos del tratado… Todo


Todo ello, con
c on el fin de evitar
que, al final del proceso, la imprescindible evaluación definitiva pusiera de
manifiesto que el delincuente si apenas habría superado la situación precri-
minal de partida. Lo que supondría un clarísimo fracaso.
(Reiteramos que, más adelante, desarrollaremos los medios, instrumen-
tos, técnicas…, que han de utilizarse para hacer efectivo el método clínico
criminológico).

E. FUNCIONES Y FINALIDAD DE LA CRIMINOLOGÍA CLÍNICA


Hemos advertido ya, más arriba, cómo la Criminología General y la
Criminología Clínica deben marchar unidas porque el fenómeno criminal no
puede ser esclarecido, convenientemente, ni tampoco hacerle frente, en la me-
dida de lo posible, si no se le conoce desde la doble óptica social e individual.
Está ampliamente
lincuencia contrastado
y las medidas quecorrelativas
colectivas el solo conocimiento
no llegan asociológico
cuantiosos de la de-e
grupos
individuos de la población. Que existen muchas personas, incursas en delitos o
en riesgo crítico de caer en ellos, que, con ayudas individualizadas, podrían re-
habilitarse o prevenir la caída. Precisamente, en este sentido, ha de ser situada
la función o funciones fundamentales de la Criminología Clínica.
Por ello, son numerosos los criminólogos que asignan a esta Criminología,
como una de sus funciones fundamentales e, incluso, como su función pri-
maria, la de interrelacionar las Ciencias criminales, en particular el Derecho
Penal, con las Ciencias del hombre (las médicas, las psicológicas, las socio-
lógicas…), “ofreciendo al sistema judicial informaciones útiles para la apli-
cación individualizada y resocializadora de la pena”29. J. CASTAIGNÈDE,
en la misma
unión línea,
entre la sugiere que
criminología la Criminología
como Clínica representa
ciencia y la penología. ¿Por qué?elPorque:
lazo de
“Organizándose a la manera de la medicina, asume como misión formular un
dictamen sobre el delincuente, dictamen que comporta un diagnóstico, un
pronóstico y un tratamiento, revistiendo, por ello, una gran importancia el
examen médico-psicológico y social que, en consecuencia, constituye la clave
de bóveda de dicha criminología”30. Y, en este mismo sentido, U. FORNARI
concluye que: “Sólo gracias a la contribución facilitada por los progresos de
las ciencias modernas, incluida aquí la Criminología, y al conocimiento de la
personalidad del imputado, es posible imponer una pena idónea”31.
 
29 Así, Marco STRANO.Obra citada, p. 47.
30

  223.
(1999)p. J. CAST
CASTAIGNÈDE:
AIGNÈDE: “Hommage à Jean Pinatel et à sa oeuvre”; en Eguzkilore, 13
31  U. FORNARI y Otros: “P
“Percorsi
ercorsi clinici e discipline forense”, Centro Scientifico
Editore, Torino, 2005.

50 CÉSAR HERRERO HERRERO

Para cumplir tales funciones, la Criminología Clínica ha adoptado un vasto


arsenal de instrumentos y técnicas de investigación (técnicas de entrevista, técni-
cas de exploración médico-psicológicas, metodología fenomenológica, tests muy
diversos
Mediante(cuantitativos
estos medios, ydice
de G.
personalidad, cuestionarios
PICCA, se permite “analizardeenpersonalidad…).
profundidad el
paso al acto, la personalidad del sujeto, proceder a las investigaciones de los su-
 jetos
 jetos que
que pue
puedan
dan pre
presen
sentar
tar sig
signos
nos de int
interve
ervenir
nir en el pro
proces
cesoo de
de deli
delincu
ncuenc
encia
ia y
por lo tanto hayan de ser considerados como individuos de riesgo.
Pero se puede ir más allá y evaluar el comportamiento criminal en térmi-
nos de vínculos, más o menos distendidos, con los diferentes medios sociali-
zadores (HIRSHI,T. Califor nia Press, 1969)”32.
(HIRSHI,T. –Causes of Delinquency– California
El acceso al servicio de una ciencia, como
c omo la Criminología clínica, sólida y
rigurosa, que tenga encomendadas dichas funciones y persiga, eficazmente,
la correlativa finalidad, es hoy más necesaria que nunca debido, precisamen-
te, a tanta diversidad de corrientes “doctrinales” (lo veremos “in extenso” en
el capítulo siguiente) que subjetivizan en demasía el sentido y el significado
del delito y que, por lo mismo, es cada vez más difícil escrutar las motivacio-
nes del delincuente respecto de su paso al acto antisocial. Al menos, quiérase
o no, objetivamente criminoso33.
Y no se olvide que el círculo operativo al que sería muy conveniente e,
incluso, necesario que accediera una madura y documentada Criminología
Clínica es, a todas luces, amplio. No sólo ha de referirse al campo de reinser-
ción social del delincuente, tras la pena impuesta. También,
También, reiteramos, que de
forma voluntaria para el posible destinatario, a situaciones agudamente pre-
delictivas (naturalmente, siempre con respeto escrupuloso de los derechos del
ciudadano, sobre todo los fundamentales). A las situaciones referibles a la que
hemos denominado Criminología Clínica de la víctima. Y, Y, desde luego, a los ca-
sos de concesión de medidas de prevención procesales o preprocesales o para
la concesión o denegación de beneficios penitenciarios que conlleven puesta
en libertad (condicional…), permisos fuera de prisión… No hacerlo así ha de

  G. PICCA: “La criminología Clínica: Evolución y perspectivas”; en Eguzkilore, 7


32

(1993) p. 184.
33  A esta realidad parece referirse también Concetta MACRÌ cuando comenta: “T “Todavía,
odavía,
como ya se ha explicado, hoy los sistemas teóricos y aplicativos parecen converger en una episte-
mología de la complejidad donde el sujeto deviene en “hombre social”. Constructor de significa-
dos, que elabora activamente la propia realidad. Un hombre al que viene restituida autonomía y
responsabilidad. En tal sentido, la explicación del crimen evoluciona de acuerdo a principios de
complejidad creciente, en línea con las nuevas impostaciones metodológicas y epistemológicas. El
aumento de la complejidad está, por consiguiente, en relación
rel ación con la articulación de los fenómenos
sociales desviados y de los procesos que conducen a la formación de las normas de comportamien-
to. (“III. Criminología Applicata”; en C. Serra (a cura di), Giuffrè, Milano, 2003, p. 6 del estudio.

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 51

llevar a errores peligrosos para la seguridad de la ciudadanía y no raras veces a


situaciones inasumibles, por injustas, de discriminación.
“Para algunos autores –comenta Sara RUBINI– como Gottfredson, la li-
bertad
por discriminante
bajo cauciónentre
ha sido
las calificada
varias clases
en los
sociales.
EstadosEnUnidos
efecto, elcomo
dejarinjusta
en li-
bertad preprocesal plantea el problema de proteger a la sociedad frente a in-
dividuos que podrían revelarse ahora como peligrosos; es por ello necesario
llevar a cabo una selección de aquellos imputados a liberar en base a su gra-
do de peligrosidad. Según Goldstein, son muchos los datos de los que aún
no tenemos conocimiento: desde los costes sociales de la medida alternativa
hasta la constatación de cuánto haya ascendido respecto a las crímenes co-
metidos durante la libertad provisional, sean semejantes, o no, a aquellos
por los que el sujeto ha estado acusado. Además de no saber qué crímenes se
habrían podido prevenir y qué ventajas, o no, de d e esto podría sacar el sujeto.
Numerosos proyectos están actualmente en fase de elaboración, orientados
a recabar datos sobre los que basar las concesiones de la libertad provisional.
Pionero es el Manjattan Bail Projet (1961) que se basa sobre la recogida de
datos referentes a la estabilidad de residencia, la carrera
car rera laboral, el contacto
con los familiares, la precedente documentación
documentación criminal, obteniendo una
puntuación como base para conceder o no la libertad provisional” 34.
Precisamente, no vamos a decir que esos datos del “ Manjattan “ Manjattan Bail Projet ”,
Projet”,
no deban tenerse en cuenta. Pero es la concesión, o no, de tales beneficios
sólo por la posesión o ausencia de esos datos (puramente externos), la que ha
hecho afirmar a Gottfredson que la referida libertad, en USA, se concede de
forma discriminatoria, al beneficiar,
beneficiar, muy prevalentemente, a las clases socia-
les más acomodadas.

F. LA CRIMINOLOGÍA
CRIMINO
RAMAS LOGÍA CLÍNICAAPLICADA
DE CRIMINOLOGÍA EN RELACIÓN CON OTRAS
Ya hemos hecho referencia a la necesidad de distinguir en Criminología,
como ocurre en gran parte de las Ciencias Humanas, entre una Criminología
General y una Criminología Diferencial. Y dimos las razones.
Pues bien. Es aquí, en el ámbito de esta Crimiminología Diferenci al, don-
Diferencial,
de cabe hablar de Criminologías Aplicadas. Entendiendo por Criminología
Aplicada la Criminología que, sirviéndose de los conocimientos de la
Criminología General, los aplica, para el oportuno esclarecimiento y hacer-
los frente, a algunos de los sectores de la criminalidad o a la correspondien-
te indagación del fenómeno criminal tal como acontece en un delincuente
 
34 Sara RUBINI: Trabajo ya citado, p. 18.

52 CÉSAR HERRERO HERRERO

concreto, en orden a procurar, si procede, su reinserción social 35. En ambos


sentidos, en efecto, podemos hablar de Criminología Aplicada, aunque, a
veces, algunos monopolicen este concepto para referirse al primero de estos
dos espacios y, otras veces, sólo al segundo. Pero es correcto hablar de tal
Criminología
nológico sobretanto si, por ejemplo,
la delincuencia hacemos un como
socioeconómica, estudiosi monográfico-crimi-
lo llevamos a cabo
sobre la personalidad criminal del delincuente concreto X.
Precisamente, en este segundo supuesto, estaremos dentro del ámbito
de la Criminología Clínica.
Hay autores que, partiendo de la extensión, más o menos circunscrita,
del campo criminologicamente analizado, y de la intención, en su aplicación,
más o menos operativa de los conocimientos criminológicos, hacen mención a
una Criminología Teórica General, a una Criminología Teórica Especial  (corres-
Especial (corres-
pondiente a nuestra Criminología Aplicada monográficamente a algún área
de la delincuencia) y la Criminología Aplicada Concreta, en la que incluyen:
la Criminología clínica,
clínica, la Criminología de Prevención y la Criminología Crítica
o Analítica36.

35   Es conocida la distinción que, con un criterio conceptual, hace M. LÓPEZ-REY


LÓPEZ-REY,, de
la Criminología: Criminología Científica, Criminología Académica, Criminología Analítica y
Criminología Aplicada. Ésta última, según el autorautor,, es la constituida “por las aportaciones de
la criminología científica y de la empírica, no siempre ortodoxamente científica, creada por los
 jueces, funcionarios, etc., que forman parte del sistema penal, (policía, procedimiento penal,
Código penal, organización de Tribunales, tratamiento institucional, semiinstitucional y en li-
 bertad, y prevención del delito; ésta última puede en buena parte hallarse fuera del sistema
penal). La aplicación puede darse en la formulación de una nueva o reformada política crimi-
nal, en un programa o práctica determinados o en cualquiera otrea actividad del sistema nece-
sitada de criminología. (” Criminología. Teoría,
Teoría, Delincuencia juvenil,
juve nil, Prevención, Predicción y
Tratamiento”, Editorial Aguilar, tomo I, pp. 3 y ss.
36  Los autores de esta clasificación dicen entender por “Criminología de Prevención”:
Prevención”: la
que estudia las acciones puntuales coordinadas de la prevención colectiva frente a los delin-
cuentes (v.gr., las acciones de los Consejos Locales franceses). Y por Criminología Crítica, la
criminología orientada a a hacer ver las disfunciones de las instituciones de derecho positivo
a la luz de las enseñanzas de la criminología
cr iminología teórica, proponiendo reformas concretas. (V ( Ver so-
 bre “Crimiminologie. Introduction”, en http://psychologie-m-fouchey.
esto: Documento Colectivo “Crimiminologie.
psyblogs.net/public/fichiers%20joints/criminologie/psychiatrie_Cours_criminologie.doc.)
psyblogs.net/public/fichiers%20joints/criminologie/psychiatrie_Cours_criminologie.doc .)
 

Capítulo segundo
NACIMIENTO Y EVOLUCIÓN
DE LA CRIMINOLOGÍA CLÍNICA
 
A. INTRODUCCIÓN
Puede decirse, con certeza, que la Criminología Clínica nace con la
Criminología. Con la Criminología como ciencia. Al principio de esta ciencia,
la Criminología es, sobre todo, clínica. Siguiendo las exigencias del método
positivista, en eclosión, iniciada la segunda mitad del Siglo XIX (y supera-
do, de alguna manera, el puro discurso “racionalista”), C. LOMBROSO par-
te, para el esclarecimiento del fenómeno criminal, del individuo. Es preci-
samente, desde este estudio individualizado, como llega a sus conclusiones
criminológicas37.
Y aunque, con E. FERRI, comienza la Criminología sociológica, al subra-
yar la importancia de los factores climáticos y metereológicos y,   sobre todo,
sociales, en el surgimiento de la delincuencia, conserva también la convic-
ción, siguiendo a su maestro, sobre la necesaria incidencia de los factores an-
tropológicos (los inherentes a cada individuo) en el nacimiento de aquélla38.
Durante la primera mitad del siglo XX, la Criminología Clínica se fue
enriqueciendo con la asunción de la misma por parte de no pocos tratadis-
tas provenientes de Continentes diversos. Prevalentemente, de Europa y de
ambas Américas. Sobre todo, fue decantándose poco a poco en su específica
metodología.
Como afirma Marc LE BLANC, haciendo referencia, aproximadamente,
a ese periodo acabado de mencionar: “La criminología clínica se apoyaba ya
sobre los cinco métodos cuyos instrumentos fundamentales iban a permane-

37   “La fama que da a Lombroso su obra fundamental –escribe CARLOS Mª


LANDECHO– reúne alrededor del mismo una serie de discípulos que han de ser sus mejores
auxiliares en el futuro y los propagadores de sus ideas. En primer lugar acude un grupo cada
vez más numeroso de esudiantes al Curso libre de Antropología Criminal. Desde que se puede
dar ésta en Laboratorio, su fisionomía ha cambiado por completo: se presenta a los estudiantes
tres o cuatro delincuentes, reclutados de entre los que andan en libertad, con la promesa de
una pequeña recompensa en metálico; enseguida se les somete a toda clase de medidas y
comprobaciones; y finalmente se discute en mesa redonda cada uno de los casos. Las sesio-
nes se prolongan a veces varias horas  y el número de los asistentes crece
cre ce de modo tan notable
que hay que ir con gran antelación para encontrar sitio en el aula.” (“ La tipificación lombrosiana
de delincuentes”, UNED EDICIONES, tomo I, Madrid, 2004, p.87.
38  E. FERRI: “Sociología Criminale”, Bocca, Torino, 2ª ediz., 1900.

 
56 CÉSAR HERRERO HERRERO

cer en el futuro. Son ellos: El estudio de casos, la comparación de delincuen-


tes con no delincuentes, el análisis estadístico multivariado, la investigación
tipológica y los estudios longitudinales.
Los estudios de casos,
casos, sobre todo por psiquiatras, fueron objeto de nume-
rosas publicaciones, ocupando la posición dominante en criminología clínica.
Sobre este particular,
particular, puede señalarse a: Alexander y Healy (1935), Freidlander
(1947), De Greeff (1947, 1955), Lagache (1951), Klein (1951), Debuyst y Andersen
(1963) y muchos otros. Los estudios comparativos y longitudinales ocupaban,
longitudinales ocupaban, por
su parte, un lugar importante gracias sobre todo a los influyentes trabajos de
los Glueck en el curso de los dos decenios precedentes. A pesar de los trabajos
tipológicos de
tipológicos estadísticos, de Nye (1958)
lo s estudios estadísticos,
 de Hewitt y de Jenkins (1946) y los
entre otros, estos dos últimos métodos no ocupaban una posición dominante
en razón de la ausencia de soportes técnicos apropiados como c omo las técnicas esta-
dísticas de “variación
“variación múltiple”
múltiple” y los ordenadores.
Por tanto, los datos empíricos que alimentaban la criminología clínica
provenían esencialmente de los estudios de casos y de los análisis compara-
tivos, cada uno adoleciendo de una gran dificultad. Por un lado, la represen-
tatividad de los casos relatados no podía determinarse a la vista del conjunto
numérico de los criminales. De otro, la comparación de muestras recogidas
en medio penitenciario con las sustraídas entre miembros de la población p oblación ge-
neral carecía también de comparatibilidad y de representatividad. Estas defi-
ciencias eran ampliamente discutidas en los escritos científicos de la época”39.
A partir de la Segunda Guerra Mundial, y con el advenimiento de los de-
nominados Estados Sociales y Democráticos de Derecho40, va a tomar predi-
camento, al sintonizar con él, la llamada “Nueva Defensa Social” (inspirada
sobre todo en Marc ANCEL) y patrocinadora de una penología orientada,
con prevalencia, a la reeducación y reinserción social de los delincuentes 41.
Y, por ende, firme defensora de la Criminología Clínica. De forma clara,
van a imbuirse de este espíritu los Congresos de las Naciones Unidas sobre
Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente, puestos en marcha,
precisamente a mitad de los cincuenta 42.

  Marc LE BLANC: “La criminologie clinique, un bilan rapide des travaux sur l’homme
39

criminel depuis 25 ans”; en Revue Internationale de Criminologie et de Police Technique, 2


(1989) p.118.
40  A este respecto, puede verse: C. HERRERO HERRERO: “P “Política
olítica Criminal
Integradora”, Edit. Dykinson, Madrid, 2007, pp. 59 y ss.
41  Marc ANCEL: “Les doctrines nouvelles de la Défense Sociale”; en Revue de Droit
Pénal et de Criminologie”, 1961, pp. 58 y ss.
42  Efectivamente, el Primer Congreso de esta índole se abre en Ginebra en 1955, con el
que aparecen ya las conocidas “Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos (véanse,
sobre todo, sus arts. 61 y ss.).

TRATADO
TRATADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 57
Desde mediados de los cincuenta hasta mediados de los ochenta, aproxima-
damente, del pasado siglo, podemos decir,
decir, como ya veremos, que la Criminología
Clínica alcanza su esplendor
esplendor,, tanto por su recepción abierta por parte de las legis-
laciones de los principales Estados democráticos (al menos de Occidente) como
por el progreso técnico-científico (a pesar de déficits remarcables), propiciado
por grandes criminólogos (v.gr., como Jean PINATEL).
Alrededor
de varios de entrando
frentes, los ochenta, empieza
en crisis, a ser atacada
teniendo ostensiblemente
que resistir, des-
incluso, a afanes
derogatorios.
Todo lo expuesto, en este apartado, vamos a desarrollarlo en el presente y
en el siguiente Capítulo.
En el Capítulo actual
actual,, abordaremos: Las cuatro primeras fases, en la recepción
 y aplicación, de la Criminología clínica (ahora veremos cuáles son), y el periodo de
mayor aceptación de esta Criminología. En el Capítulo siguiente, desarrollaremos,
de forma amplia, la entrada en crisis de la misma y su porqué. Y haremos referencia,
asimismo, como conclusión, a su presente y probable futuro.

B. LAS CUA
CUATRO
APLICA TRO PRIMERA
APLICACIÓN
CIÓN PRIMERASS FASES EN LACLÍNICA
DE LA CRIMINOLOGÍA RECEPCIÓN
RECEPC IÓN Y

De acuerdo con el orden cronológico de la asunción y recepción de la


Criminología Clínica por parte de grupos, criminólogos de prestigio, movi-
mientos o instituciones de carácter científico-antropológico, de la aplicación
práctico-penitenciaria, jurisdiccional, producción legislativa…, se vinieron
marcando, dentro de los últimos años del siglo XIX y los primeros cincuenta y tan-
tos años del siglo XX, las cuatro siguientes fases: Fase científica, fase penitenciaria,
 fase judicial y fase legislativa. Advirtamos, no obstante, que, a pesar del men-
cionado orden temporal de aparición, no confluyeron, después, transversal-
mente y,y, entre sí, con alguna conjunción.

de laVolvemos
década dea repetir ademásvaque,
los ochenta, dentro
a darse la de
quelospodemos
años 1960denominar
a la primera mitad
Fase de
esplendor. Iniciándose, al final de este mismo periodo (y con persistencia hasta
la fecha), el proceso de crisis (comienzo de una quinta fase, la Fase Crítica).
Crítica). E,
incluso, de una sexta, con intenciones de derribo, y que podríamos denominar
 fase derogatoria. En este Capítulo, hablaremos también, como ya hemos dicho,
derogatoria.
de la Fase de esplendor. La segunda, la Fase derogatoria, será abordada en el
Capítulo siguiente. 
siguiente. 
Ahora, pues, vamos a desarrollar
desarrollar,, sucintamente, las cuatro enumeradas en
primer lugar: Fase científica, Fase penitenciaria, Fase judicial y Fase Legislativa.
Luego abordaremos lo que hemos denominado “Periodo “Periodo de mayor aceptación”.

58 CÉSAR HERRERO HERRERO

C. FASE CIENTÍFICA
Hace acto de presencia a la par que nace la Criminología como ciencia. Ya
hemos advertido, más arriba, que la primera Criminología científica se inicia
como criminología clínica. Se intenta persuadir, en efecto, por parte de los
llamados padres de la Criminología, que, si se pretende conocer, adecuada-
mente, la criminalidad, con el fin de hacerla frente de manera eficaz, será
menester
revés que desplazar
lo hacía la el objetoClásica
Escuela de estudio o de investigación
del Derecho Penal) desdedeelladelito,
mismao in-
(al
fracción penal o antisocial, al delincuente en singular.
singular. ¿Cuáles eran sus razo-
nes? Las de que, para conocer una realidad humana, en esta caso la realidad
delincuencial, hay que conocer primero sus causas. Y las causas, al menos las
inmediatas y directas, en este supuesto, se encuentran en el sujeto activo que
produce aquélla: el delincuente concreto, este  delincuente. A él, por tanto, es
este delincuente.
al que habría que investigar.
investigar. Es ésta, pues, la fase comenzada, desde postula-
dos positivistas, por Lombroso y seguida, en parte, por Ferri y Garófalo, sus
discípulos más conocidos43.
Lo precedente es el motivo de por qué el mismo C. Lombroso, en el
Congreso Penitenciario de San Petersburgo (1890), algunos años después de
haber sido publicada su obra más conocida (“L (“L’Uomo delincue
delincuente ”, aparecido,
nte”,
en su edición primera, en 1876)), defendió, con éxito, la necesidad de practi-
car, con respecto al delincuente, una específica indagación. Indagación con-
sistente en realizar, de forma unitaria, en sus tres dimensiones, el pertinente
examen médico, psicológico y social. La Criminología, pues, según convic-
ción de Lombroso, habría de actuar con referencia a la delincuencia o al deli-
to, proyectándose sobre el delincuente singularizado, a modo semejante en
que lo hace la Medicina cuando, en vez de estudiar la enfermedad en abs-
tracto, trata de diagnosticar partiendo del enfermo. También, en el campo de
criminalidad, el mismo delito, objetivamente ponderado, puede tener raíces,
motivaciones o factores distintos, en cada uno de los delincuentes44.
Esta orientación lombrosiana iba a tomar carta de naturaleza ya a prin-
cipios de siglo, al ser asumida por otros grandes criminólogos. Es el caso
de Ingenieros (como veremos) o, en Europa, por ejemplo, por parte de O.
Kinberg quien, como advierte PINATEL, señalaba ya, a principios de siglo,
la necesidad del examen médico-psicológico y social, al menos para determi-
nados imputados. Como los acusados de homicidio, violación… Y, también,

43   Sobre este particular puede consultarse Carlos Mª LANDECHO: “II. Génesis de la


doctrina criminológica lombrosiana”, 
lombrosiana”,  en su libro “La
“La tipificación lombrosiana de los delincuentes”,
delincuentes”,
tomo I, ya citado, pp. 235 y ss.
44  El contenido manifestado en texto puede verse en “ Actes” , del mencionado
Congreso, pp. 440 y ss.

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 59

cuando se tratase de reincidentes (fuesen jóvenes o viejos) o, en fin, si los de-


lincuentes en cuestión se movieran en ámbitos de vagabundeo45.
D. FASE PENITENCIARIA
Parece razonable afirmar que, si en la opinión científica específica, la refe-
rida a la necesidad de indagar el fenómeno criminal tomando como centro al
delincuente individualizado, era ya a principios del pasado siglo mayoritaria,
lo congruente hubiera sido que, antes de poner en acción esta doctrina en
instituciones de ejecución penal se hubiera asumido, por parte de las insti-
tuciones públicas competentes (aquí, las legislativas) la regulación objetiva y
contextual desde las que tal práctica hubiera de realizarse.
No fue así. La primera andadura de la aplicación de las conclusiones clí-
nico-criminológicas, en el campo del sistema penal, se llevó a cabo dentro
de la actividad penitenciaria y, además, por obra y gracia, sobre todo, de la
generosa iniciativa de personas ajenas, en un principio, al estamento público.
Ello, tanto en Europa como en ambos subcontinentes
su bcontinentes americanos.
Adelantado en el uso de la Criminología Clínica, en el Continente Europeo,
con manifiesta orientación penitenciaria, fue el belga L. VERVAECK.
VERVAECK.
En efecto. En el Congreso Internacional Penitenciario de 1925, celebrado
en Londres, su informe recalcaba que, si los Estados pretendían llevar acabo
una política penitenciaria con garantías serias de una aceptable eficacia, no
cabía otra posibilidad que elegir el siguiente camino: Seguir un modelo pe-
nitenciario informado en el estudio empírico, sistemático y metodológico, de
los factores delictivos obrantes en el delincuente individualizado, una vez ya
condenado, con el fin de tratar neutralizarlos. El Pretender influenciar,
influenciar, cons-
tructivamente, al condenado, fuera de esta vía, no llegaría a conseguir sino
logros claramente insuficientes. Actuar en las prisiones al margen de dichos
criterios, sin base científica ni sistema alguno, difícilmente habría de conducir
sino a que los internos, al final del cumplimiento de su pena, salieran de los
centros penitenciarios
fuera poco, físicamente
con el hábito de trabajodebilitados, agriados,46.deprimidos y,
altamente atrofiado y, por si
A partir de 1925, en el área teutófona (fundamentalmente, Austria y
Alemania), algunas instituciones académico-científicas e investigadoras,

45  J. PINA
PINATEL:
TEL: “T
“Tratado
ratado de Derecho Penal y Criminología”, III, ya citado, pp.555-556.
46  Este informe está icluido en las Actas del referido Congreso Internacional celebrado
en la Capital británica. Ver, sobre todo, Vol. 3, pp. 197 y ss. Naturalmente, Vervaeck era conoci-
do ya en los círculos científicos de esta especialidad por diversidad de trabajos publicados en
Revistas del ramo. Ver, por ejemplo, su interesante trabajo: “La conception anthropologique
du traitement des condemnés”, en Revue de Droit Pénal et Criminologie, 1924, pp. 355 y ss.

60 CÉSAR HERRERO HERRERO

como el Instituto de Criminología de Graz o


Graz o la Sociedad de Investigaciones Biológicas
Baviera, pretendiendo remediar,
de Baviera, remediar, en lo posible, los defectos que se acaba de
señalar,, tomaron contacto con
señalar co n centros penitenciarios, con el propósito de que
el cumplimiento de penas, en ellos realizado, se atuviera a las conclusiones
ofrecidas por entonces desde la clínica criminológica47.
Especial mención, sobre este particular,
particular, merece la labor desarrollada por
los principales representantes de la Escuela de Criminología Sueca. Sueca. Y, en Francia
Francia,,
han venido siendo meritorios, asimismo, los propósitos activos del Centro
Nacional de Orientación de Fresnes. M. E. WOLFGANG y F. FERRACUTI es-
criben al respecto:
“En la Península Escandinava, el empeñoso trabajo de O. Kinberg y
otros dio por fruto una labor de conjunto sin paralelo en otros países.
El libro de texto de Kinberg, reimpreso hace poco tiempo, sirve todavía
de fructuosa lectura a los estudiantes que toman la criminología con se-
riedad 48. A Kinberg le debemos también una de las mejores definiciones
de criminología clínica. Él considera que toda la criminología constituye
una cierta clínica, cuyo objeto es examinar los casos particulares para en-
contrar las causas del delito –entendiendo el delito
d elito como una reacción de
la personalidad del individuo ante determinadas
deter minadas circunstancias– y pres-
cribir un tratamiento racional que pueda erradicar las causas de los sín-
tomas criminales. A tales efectos, fundó y dirigió, hacia 1922, la “Clínica
de Psiquiatría Legal”, ubicada en Estocolmo.
(…) En Franc
Francia,
ia, el centro Nacional de Orientación, radicado en Fresnes,
Fresnes,
representa
repre senta uno de los escasos intentos de aplicación masiva de los princi-
pios de la Criminología Clínica para clasificar a los criminales y elaborar
su ficha de dignóstico” 49.
En Italia, sin ladear al Lombroso de las distintas vertientes (primero, la
concepción anatómica-biólogica de la criminalidad y después asumiendo
dimensiones sociológicas), sus sucesores, con matices profundos diferentes
y con modificaciones en el punto de mira, no han abandonado, en ningún
momento, la cadena teórico-práctica de esta Criminología. Los nombres
de
tanBenigno Di TULLIO,
para convencerse de Agostino GEMELLI,
lo afirmado. G. CANEPA,
Sin poder entrealotros,
pasar por alto, bas-
respecto,
el Instituto de Observación de Adultos y Jóvenes Transgresores, situado en
Rebbibia, en la circunscripción de Roma. En él se han venido realizando estu-
47   A este respecto, puede verse E. MEZGER: “Criminología”, traducción española en
Edit. de Orientación de la Revista de Derecho Privado, Madrid, 1950, pp. 156 y ss.
48  Se refieren los autores al libro de O. Kinberg: “Les problèmes fonfamentaux de la
Criminologie”; éditions Cujas, Paris, 1959.
49  M.E. WOLFGANG y F. FERRACU FERRACUTI:TI: La subcultura de la violencia”, ya citada,
p.137.

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 61

dios completos individualizados de personalidad a delincuentes ya condena-


dos, sirviéndose de una metodología indagadora de factores múltiples50.
Y, en fin, en este afán de esclarecimiento del fenómeno criminal entran-
do, en lo posible, en el interior psíquico (pulsión-motivación), es relevante la
figura de Alfredo NICEFORO. Situado, en su concepción sobre la conduc-
ta humana, entre los postulados de la “Psicología Profunda” de S. Freud y
Adler, la antropología criminal de Lombroso y la endocrinología y biotipolo-
gía de N. Pende y E. Kretschmer, persiste en la teoría de los tres pisos de
la psique
dad, humana,
esta teoría tratando
aparece de explicar
totalmente el porqué
semejante del delincuente.
al trípode de Freud: elEn reali-
“yo”, el
“super-yo” y el “ello”, presentado con otro lenguaje. Porque escribe: “ Todo
individuo conserva en su personalidad psíquica la herencia criminal, a la que
se superpone la herencia salvaje. Sobre estas dos herencias se alza la organi-
zación reciente del yo actual civilizado.” No obstante, Nicéforo sostiene que
la teoría de los “tres pisos” es patrimonio italiano desde Dante51.
En su cátedra de Sociología de Lausana, el programa por él adoptado, si-
milar al que José Ingenieros había incluido en su “Criminología
“Criminología”,”, recogía, en su
segunda parte: “EL JUICIO SOBRE EL DELINCUENTE” o “Clínica “Clínica criminoló-
”. O sea, como señala Paula CANEVELLO,
 gica”.
 gica CANEVELLO, se estudia, aquí, los “caracteres
específicos de las diversas categorías de delincuentes y las distintas modali-
dades
fiestanque reviste elreacciones
las mismas delito. Así,antisociales,
frente a la variedad
se daba ende afirmar
formas enqueque
“noseexisten
exmani-
isten
delitos, sino delincuentes” (como ocurre en Medicina con los enfermos).
Estudiados sus caracteres físicos y psíquicos con un criterio de individua-
lidad, se podría deducir fundamentalmente el diagnóstico de su grado de
peligrosidad, instituir el régimen de tratamiento conveniente y formular un
pronóstico de readaptación social”52.
En Bélgica, la “Escuela
“Escuela de Ciencias Criminales”
Criminales” fue creada en 1929, dentro
de la Universidad de Lovaina. El encarcagado de impartir la enseñanza de la
denominada “ Antropología CriminalCriminal”” fue un médico antropólogo de la Prisión
Central de aquella ciudad., ya entonces suficientemente conocido. Se llama-

50   Sobre este particular


particular,, B. Di TULLIO: “Principi di Criminologia Clinica e Psichiatria
Forense”, Istituto Italiano di Medicina Sociale, Roma, 1963.
51  A este respecto, ver A. NICEFORO: “Criminali e degenerati dell’Inferno dantesco”,
Torino, 1898; “El yo profundo y sus máscaras. Psicología obscura de los individuos y grupos
sociales”, 1956. Y,
Y, sobre todo, su “Criminologia”
“Criminologia”,, Fratelli Bocca Editores, 4 vols., 2ª ediz., Milano
1949-1952. (Sobre lo expuesto en texto, puede leerse, especialmente, el capítulo III del tomo
III). Sobre esta “Criminología” del autor italiano, puede verse el comentario de C. BERNALDO
DE QUIRÓS: “Criminología”, en Boletín del Instituto, pp.187 y ss.
52  Paula
Pa ula CANEVELLO: “Criminología: la evolución del pensamiento internacional”;
en Working Paper, nº 71, p.9.

62 CÉSAR HERRERO HERRERO

 ba, en efecto, E. De GREEFF.


GREEFF. Desde muy temprano
temprano apuntó maneras de ir ha-
cia una criminología clínica más allá de la entonces ofrecida.
Como ya hemos hablado de él, al referirnos a su definicón de Criminología
Clínica, recordemos, tan sólo, que, como ya se advirtió también, partía de
concebir al delincuente como un hombre dentro de la normalidad, porque su
delito no era otra cosa que un conato por adaptarse lo mejor posible para él, a
su biografía y a la situación que, en el momento de delinquir, había de hacer
frente. Ante él, por ello, el criminólogo clínico, si trataba de ayudarle, habría
de esforzarse por percibir (actitud fenomenológica) ese estado de conciencia
sin posiciones preconcebidas. (Criminología Clínica dinámica).
En este sentido, comentan los ya mencionados F. DIGNEFFE y Chr.
ADAM: E. De Greeff “se desmarca de las corrientes criminológicas europeas
de su época, centradas sobre investigaciones de diferentes exclusivas entre
delincuentes y no delincuentes. Para él, el paso al acto criminal debe com-
prenderse, desde el punto de vista del sujeto, como la mejor solución a un
problema vivido, a través del concepto de psico-criminogénesis”53.
E. De Greeff “llenó” dicha Escuela de Criminología hasta muy finales de
los sesenta.
En España, durante este periodo de tiempo del siglo XX, del que veni-
mos hablando ahora, y con referencia a la fase penitenciaria, fueron muchos
los
No autores que estaban
puede olvidarse que,por
en lanuestra
prevención
Patria,especial con relación
estuvieron en boga alaslasorienta-
penas.
“Correccionalismos” . Tanto el foráneo como el
ciones y postulados de ambos “Correccionalismos” 
patrio. La no escasa recepción del positivismo en general y, específicamen-
te, de las corrientes lombrosianas. Y que, desde luego, existieron autores
de altura intelectual que estuvieron al tanto de las más novedosas corrien-
tes criminológicas y penal-penitenciarias. Baste citar nombres como los de
R. Salillas y Ponzano, F.
F. Cadalso y Manzano, Q. Saldaña, C. Bernaldo de Quirós,
L. Jiménez de Asúa…54
El contacto de algunos de ellos, como Bernardo de Quirós, con cultivado-
res sobresalientes de la Clínica criminlógica al estilo lombrosiano (por ejem-
plo, con J.Ingenieros, A. Nicéforo…) fue constante y mutuamente influencia-

53  F. DIGNEFFE y Chr Chr.. ADAM: “Le développement de la Criminologie clinique à


l’École de Louvain…”, ya citado, nº 13, p.5 del estudio.
54  Sobre este particular
particular,, C. HERRERO HERRERO: “España penal y penitencia (Historia
y Actualidad”, I. de Estudios de la Policía, Madrid, 1986, pp. 294 y ss.; “La Criminología en
España desde finales del siglo XIX hasta 1940”, en su “Criminología
“Criminología.. Parte General y Especial”,
ya citada, pp. 159 y ss. A. SERRANO GÓMEZ: “Historia de la Criminología en España”,
Editorial Dykinson, Madrid, 2007, en diversidad de apartados de la Obra. L. MARCÓ DEL
PONT:: “Criminólogos españoles en el exilio”, Ministerio de Justicia, Madrid, 1986. Sobre todo,
PONT
pp. 127 y ss.

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 63

dora55. Si bien, en el caso de los españoles se trataba, en general, de enfoques


teóricos académicos.
Pero también empezaron a surgir algunas Instituciones, orientadas, preva-
lentemente, a la enseñanza y formación; unas, con aspiraciones de carácter in-
vestigativo y, otras, con carácter práctico u operativo (funcionarios de prisiones,
de Policía…). Todo
Todo ello, bajo influjo del movimiento positivista-criminológico.
Entre tales Instituciones cabe hacer referencia a: El Laboratorio o
Seminario de Criminología (Madrid , 1899-1915), patrocinado por Giner de los
Ríos; Cátedra de Antropología Criminal y Estudios Superiores de Derecho
Penal, para cursos de Doctorado en Derecho (Universidad de Madrid, 1901);
Escuela de Criminología (Madrid, 1906), con Rafael Salillas de Director);
Instituto Español Criminológico (Madrid, 1913), con carácter de asocia
ción científica, empezando como presidente Fructuoso Carpena; Escuela de
Estudios Pernitenciarios (Madrid, 1940), empezando su actividad, una vez
aprobado su Reglamento en 1945, siendo su Director E. Cuello Calón.
Entre el profesorado de esas Instituciones estuvieron insignes cultivado-
cultivado -
res de las Ciencias penales y Criminológicas56.
Sin olvidarnos que, a principios de la década de los treinta, y orientado
hacia un TRATAMIENTO científico de los delincuentes, nacía como proyec-
to, bajo el impulso de Federico CASTEJÓN,
CASTEJÓN, el Instituto de Criminología de la
Universidad
cuente al ladodedeSevilla.
la colectividad
Su finalidad
punible.
era estudiar
Ello, bajolaelindividualidad
método auspiciado
del delin-
para
la investigación biológicocriminal, previo protocolo o formulario preconsti-
tuido, inspirado en el modelo del Instituto Criminológico de la Universidad
de Graz (Austria), donde sobresalía Hans GROSS57.
En América Latina, sin menospreciar a otros estudiosos latinoamerica-
nos, ni los refuerzos de autores españoles, que llegaron a no pocas Naciones
de este Subcontinente58, la figura de la Criminología Clinica, desde la pers-
55   En este sentido, por ejemplo, Laura SUÁREZ y LÓPEZ-GUAZO comentan: “Las
obras de Ingenieros y sus seguidores Alfredo Nicéforo y Constancio Bernaldo de Quirós, re-
flejan claramente su concepción lombrosiana.” (“La antropología criminal y su influencia en el
campo de la salud mental en México”, en Llull, vol 23, 2000, p.696.
56
  Sobre esta cuestión véase A. SERRANO GÓMEZ: “Historia de la Criminología en
España”, ya citada, en el Capítulo XIII de la Obra, pp. 447-481.
57  A este respecto, F. CASTEJÓN: “Datos para una reforma penal”. (Discurso leído en
la Universidad de Sevilla en la apertura del curso 1933-34), Tipografía de Archivos, Madrid,
1934.
58  “Los españoles, de los que nos ocuparemos, afirma “L. MARCÓ DEL PONT- eran
hombres formados, que habían obtenido sus cátedras, que tenían libros publicados, que llega-
 ban a las extrañas
extrañas tierrras sin bibliotecas,
bibliotecas, pero con sus ideas en la cabeza. Con esto quiero decir
que no vinieron a aprender, sino que estaban en plena producción y, en consecuencia, conti-
nuaron su labor, pero fundamentalmente vinieron a enseñar, a crear cátedras, a formar discí-

64 CÉSAR HERRERO HERRERO

pectiva ahora tratada, fue, en las primeras décadas de la vigésima centuria, el


ítalo-argentino JOSÉ INGENIEROS. La publicación de su “Criminología” (en
1907)59 y luego sus otras numerosas y específicas publicaciones, así como el
nacimiento del Instituto de Criminología, por él impulsado, incardinado en
la Penitenciaría
Penitenciaría Nacional de Buenos Aires, exige este reconocimiento.
Encomiable fue su estudio sobre delincuentes, desde metodología clíni-
ca, construyendo, así, una relativamente original clasificación de aquéllos.
Parte, para la misma, de lagunas referentes a la inteligencia, a la voluntad,
volun tad, a la
afectividad, al sentido moral…, sea por descompensación entre esos distintos
planos de la personalidad, sea por combinación convergente. Estas lagunas
podrían derivarse de anomalías congénitas o sobrevenidas, o tener naturale-
za permanente o transitoria. Habla de tipologías puras y combinadas.
De acuerdo con su naturaleza (congénitas, de carácter permanente so-
 brevenido o adquirido o, en su caso, de naturaleza puramente transitoria),
tales déficits de personalidad (volitivo, de estructura afectiva o moral) propi-
ciarían, respectivamente, la categoría de delincuente nato o próximo al nato,
de delincuente habitual o de delincuentes de ocasión. Cuando la laguna o
anomalía fuese inherente al plano intelectual: Si fuese congénita, podrían
configurarse delincuentes marcados por su debilidad mental (oligofrenia). Si
fuese de adquisición indefinida, el tipo de delincuente estaría modelado por
la etiología derivante de dicha debilidad (psicosis depresiva, manía “esen-
60

cial”,Con
paranoia…)
respecto a. estas posibles últimas causas (psicosis depresiva o bipo-
lar…), no puede olvidarse que, cuando INGENIEROS actúa dentro de “su”
Instituto de Criminología, en la misma Penitenciaría Nacional, está operando
también un ANEXO PSQUIÁTRICO CENTRAL, apoyado, precisamente, en
dicho Instituto. Y parece ser que no funcionaban nada mal si hacemos caso al
 juicio global que de la institución matriz (la Penitenciaría) formulara por ese
mismo tiempo el mismo E. FERRI61.

pulos. Esto fue lo que perdió España y eso fue lo que ganó América Latina.” (“Criminólogos
españoles en el exilio”, ya citado, p. 14.
59  Esta obra de José INGENIEROS se volvió a imprimir en Madrid, en 1913. De nuevo,
en la 60Editorial
  Ver Rosso, Buenos
sus obras: “LasAires,
fuerzas1919. En la
morales ”, Editorial
morales”, Elmer
Elmer,
“Dos páginas de, B. Aires, 1957…
psiquiatría criminal”, “Principios
criminal”,
de Psicología genética”, incluidas
genética”, incluidas en sus “Obras Completas”, Buenos Aires, 1930 y ss. Interesante
“ Caracteres del delito en los alienados y en los simuladores de la locura”
es también, al respecto, “Caracteres locura” (en
conexión con su tesis doctoral) y puede verse versión en Ed. Del Cardo, Buenos Aires, 2003.
61  E. FERRI, en efecto, en un artículo publicado en la Revista “Scuola Positiva”, di-
ciembre, 1909, reproducido décadas después en la publicación argentina “Revista Penal y
Penitenciaria”, septiembre de 1936, escribía (recojo cita de la autora Paula CANEVELLO, ya
mencionada, en mismo trabajo, p. 15): “La Penitenciaría Nacional, inaugurada en 1877 y con-
vertida en 1880 en Instituto Federal, no ha cambiado, bajo la dirección de Ballvé, su estructura

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 65

En relación con América del Norte, es posible decir, en primer lugar, con
relación a Estados Unidos, que,
Unidos, que, aunque su Criminología ha sido, desde el princi-
pio, una criminología muy preponderantemente sociológica, no faltaron, tam-
poco desde el comienzo, orientaciones y prácticas de corte clínico. A principios
de siglo, en 1909, William HEALY
HEALY, si bien confundiendo en demasía delincuen-
tes y enfermos, puso en marcha, en el Condado de Cook, una clínica psicopa-
tológica, destinada, sobre todo, a jóvenes gravemente infractores. Clínica que
después paso a denominarse “Instituto
“Instituto de Investigaciones Juveniles” 62.
En 1913, se fundaba la Asociación Norteamericana de Criminología
Clínica. Y siguiendo la estela de los
lo s Congresos Penitenciarios
Penitenciarios Internacionales,
como
goría, elrelacionados
de Londrescon
(1925) o los Congresos
Derecho o similares de
penal y Criminología (así,la la
misma cate-
Comisión
Internacional Penal y Penitenciaria
Penitenciaria [Berna, 1937], Congreso Internacional ce-
lebrado en Roma y el Primer Congreso Latinoamericano, en Buenos Aires,
ambos de Criminología y acaecidos en 1938), empezaron a surgir institucio-
nes diversas unidas a la Criminología Clínica. En Estados Unidos es ejemplo
“Guidance Center”
de éstas, el llamado “Guidance Center” en el Centro de Penados
Penados de San Quintín
(1944), existente en el Estado de California.
De éste último ha dejado escrito J. Pinatel que: A través de personal es-
pecializado, se ha venido llevando a cabo “un trabajo de observación, cuyos
resultados son condensados en informes que contienen una evaluación de la
personalidad del individuo y opiniones prácticas relativas a su tratamiento
en prisión”63.
No puede olvidarse, asimismo, que, en diversidad de Estados USA, han
venido existiendo variedad de clínicas de diagnóstico, con sede en centros
prisionales64. Y, desde luego, no deben pasarse por alto los trabajos sobre
multifactorialidad de la delincuencia, en la Universidad de Harvard, por
parte de los GLUECK a base de estudios individualizados, comparativos, de
los componentes de los correlativos grupos de jóvenes (delincuentes y no

arquitectónica de “panóptico celular”, que en su estilo ligero y claro no tiene nada de tétrico.
Pero le ha cambiado el alma y la llevó a ser, cuando la visité, en agosto de 1908, el instituto
carcelario humano, social y científicamente más perfecto que jamás haya visto en los diver-
sos paises de Europa y que haya conocido en los libros de ciencia carcelaria, si se exceptúa el
moderno Reformatorio de Elmira, cerca de nueva York, organizado por la Brockway y preci-
samente como aplicación de las doctrinas lombrosianas, o también la famosa colonia agrícola
de Mettray,
Mettray, hasta que su fundador Demetz
Deme tz fue, hacia mediados del siglo XIX, el alma directriz
–por instinto psicológico más que por método científico– en medio de los 700 a 800 menores
delincuentes por él recogidos”.
62  A este respe
respecto,
cto, W. HEALY
HEALY:: “Indiv
“Individual
idual Delinq
Delinquent”,
uent”, New York, 1915.
63  J. PINA
PINATEL:
TEL: “T
“Tratado
ratado de Derecho Penal y Criminología”, ya citado, p.560.
64  Sobre este particular puede verse J. LARGUIER: “Criminologie et science péniten-
tiaire”, Ed. Dalloz, Paris, 1989, p.8.

66 CÉSAR HERRERO HERRERO

delincuentes) con quienes formaban parejas (delincuente con no delincuen-


te)65 y otros trabajos anteriores a esos, sirviéndose, asimismo, de metodología
prioritariamente clínica.
En segundo término, por lo que respecta a Canadá, tampoco se ha des-
cuidado el estudio y el cultivo de la Criminología que ahora tratamos, al me-
nos a partir de la segunda Guerra Mundial, a pesar de la influencia anglo-
sajona (USA, sobre todo), en este país, durante este periodo. Influencia, como
queda ya afirmado, de índole predominantemente sociológica en el campo
de las ciencias empíricas del comportamiento. La gran referencia canadien-
se, en la iniciación clínica-criminológica, está representada, sobre todo, por
la preclara figura
publicación (a partir
del de
P. Noel
1943):MAILLOUX,
“ Contributions
insigne
aux clínico psicoanalítico.
Sciences de l’Homme”,Su
recogía estupendos estudios relacionados con la psicopatología juvenil y
con la delincuencia. En su cátedra del Instituto de Psicología (Universidad
de Montreal) aparecerían, por entonces, las primeras tesis de Psicología con
contenidos prevalentemente criminológicos.
No es, pues, extraño que años después, al principio de los sesenta, como ad-
vierte el mismo D. SZABO, uno de los grandes configuradores de la Criminología
como disciplina universitaria autónoma en la referida Universidad canadiense,
la Criminología que se impartía, en este Centro universitario, se caracterizara
ya por: Analizar “la etiología de la conducta de delincuentes (aspecto biopsi-
cológico) y las causas sociales y legales del extravío y de la criminalidad (aspec-
tos socioculturales,
diagnóstico jurídicos
y pronóstico y políticos).”
dentro Que,
de la clínica asimismo, sedonde
c riminológica
criminológica crearasemétodos de
ocupaban,
también, de la adaptación penológica, de las técnicas de resocialización y de
readaptación psicosocial tanto en instituciones como en medio libre”66.

E. FASE JUDICIAL
Por lógica competencial y procesal, parece obvio que debería haber sido
la autoridad jurisdiccional la que, antes que la autoridad administrativa (ad-
ministración para la ejecución o cumplimiento de penas), hubiera de haber

65  Ver
er,, a este respecto, su libro. “Unravely juvenile delinquency
delinquency”, ”, publicado en 1950 y
su trabajo “Toward
“Toward a tipology of juvenile offenders. Implication for therapy and prevention”,
New York, 1970. Dan gran importancia a los factores predisponentes. (Es muy conocida su ti-
pología psicofisica o costitucionalista). Trabajos
Trabajos interesantes antes de las fechas precitadas son,
por ejemplo, “500 Criminal Careers”, New York, 1930 y “500 Delinquent women”, New York,
1934.
66  D. SZABO: “La criminología en Québec. Una historia que ilustra las relaciones entre
ciencia y Política”; en su libro “Criminología y Política en materia criminal”, Siglo XXI
X XI Editores
(Nueva Criminología), México, 1980, p.237.

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 67

recepcionado la actividad clínico-criminológica.


clínic o-criminológica. Todo ello debido a la necesi-
dad de la correspondiente fiscalización respecto al cumplimiento de los dere-
chos humanos respecto a los delincuentes condenados, a los ya cumplidores
en acto de las penas o de medidas de carácter punitivo. Y desde luego, por
razones obvias de una mejor individualización penal o ajustamiento singular
de las medidas o penas a imponer.
Lo cierto es, sin embargo, que, en los procesos penales, no se produjo (y
esto es extensible a prácticamente a todos los países o a una gran mayoría de
ellos) la acogida satisfactoria de aquélla. En ellos siguió campeando, de forma
ostensible, cuando no única, la perspectiva puramente jurídica. Aunque, na-
turalmente, no en todos los sitios existiera el mismo grado de lejanía.
Es digno de resaltar,
resaltar, además, que, en la escasa asunción operativa o prác-
tica de esta Criminología en estas Instituciones, las más frecuentes fueron
las intervenciones llevadas a cabo en el “preproceso.
“preproceso. Con estas referencias,
escribe J. PINATEL: “Después de integrarse en la ejecución penitenciaria, la
Criminología Clínica se infiltró en el dominio judicial. En efecto, se expresó
la idea de que la prisión preventiva debía utilizarse para organizar la obser-
vación judicial de los procesados.
p rocesados. Los Anexos psiquiátricos se transformaron
progresivamente en el preludio de los centros de observación”67.
Más tarde, sin embargo, empezaron a utilizarse técnicas de examen de
personalidad en orden a auxiliar a los jueces o tribunales, jurisdiccionalmen-
te competentes, a fijar,
fijar, de forma
for ma más adecuada, el juicio de responsabilidad y
programar el idóneo tratamiento individualizado.
Lo anterior empezó a activarse al final de los años veinte de la pasada cen-
turia  en no escasos países de la Europa Occidental (Bélgica, Francia, Holanda,
turia
Suecia…) y, también, en Estados Unidos. Si bien, el clima umbroso y turbu-
lento de entreguerras 
entreguerras amenazaba con colapsarlo y así sucedió algunos años
después con “la hecatombe mundial”.

F. FASE LEGI
LEGISLATIV
SLATIVA
A
Ya hemos hecho mención al no despreciable número de Congresos
Internacioales de materia penal-penitencia y criminológica, celebrados antes
de sobrepasar los años iniciales de la primera mitad del siglo XX. Pero ha de
reconocerse queelsus
gisladores. Con conclusionesdeapenas
advenimiento si fueron
la década de lostenidas en cuenta
cincuenta por los
iba a darse, le-
sobre
el particular, un no inestimable giro. Concretamente, a partir del denominado
“Ciclo Europeo de Bruselas”, iniciado en 1951, caracterizado por los notables estu-
dios sobre la materia que nos ocupa, y patrocinado ya por Naciones Unidas.

 
67 J. PINATEL: “T
“Tratado…
ratado…”,
”, ya citado, p.561.

68 CÉSAR HERRERO HERRERO

En este contexto, en efecto, van a ver la luz “Las


“ Las Reglas Mínimas para
el Tratamiento de los Reclusos”, aprobadas en el primer Congreso de N. U.
(Ginebra, 1955), sobre “Prevención y Tratamiento del Delincuente”. Su in-
fluencia, en este campo, con la reiteración de numerosos documentos en
igual línea, de la misma Organización, iba a dejarse sentir, de forma ostensi-
 ble, en las décadas siguientes y hasta nuestros días, en no pocas legislaciones
del entorno democrático. (Pero esto ya lo veremos ampliamente, en otro lu-
gar de este mismo estudio).
Lo malo, no obstante, está, precisamente, en que la generosa acogida le-
gislativa se ha proyectado, muy parcamente, en la actividad práctica68.

G. EL PERIODO DE MA
MAYOR
YOR ACEPT
ACEPTACIÓN
ACIÓN DE LA CRIMIN
CRIMINOLOGÍA
OLOGÍA
CLÍNICA
Al empezar la década de los sesenta, lo hemos insinuado ya, la Criminología
Clínica va a presentarse, ante no pocos estudiosos de estos problemas, ante po-
po -
líticos de Estados democráticos y ante algunas Organizaciones Internacionales
(sobre todo, de Naciones Unidas), como un instrumento aprovechable para lle-
var a cabo tareas de prevención especial en el campo penitenciario. Siguiendo los
postulados de la antropología acuñada por los Estados Sociales y Democráticos
de Derecho69, los delincuentes empezaron a ser vistos como ciudadanos, cuyos
derechos fundamentales había que respetar aún estando condenados e, inclu-
so, a los que había que ayudar si estaban dispuestos a emprender el regreso
hacia actitudes de convivencia
nera sintonizante social
y congruente, sin delitos.laÉste
proclamaba era elPenología”,
“Nueva modelo que,apoyada
de ma-
en el discurso de la “Nueva Defensa Social”70. Incluso, en algunos Estados de

68  Sobre este extremo


extremo,, puede verse Ana Mª FA FAVVARD. “L
“L’indiv
’individuali
idualisation
sation de la peine:
du paradigme clinique à la realité de la practique”; en Eres (2001) pp. 215 y ss.
69  La filosofía de estos Estados, en relación con el ser humano, la sugiere perfecta-
mente E. MOUNIER cuando describe: “Una civilización personalista es una civilización cu-
yas estructuras y espíritu están orientadas al acogimiento como persona de cada uno de los
individuos que la componen. Las colectividades naturales se las conoce aquí en su realidad y
en su finalidad propia, diferente de la simple suma de intereses individuales y superior a los
intereses del individuo entendido materialmente. Su fin último es éste: colocar a cada perso-
na en la situación de poder vivir como persona, es decir, posibilidad de acceder a un máximo
de iniciativa, de responsabilidad, de vida espiritual”. (Manifeste au service du personalisme”;
Oeuvres, Edit. Seuil, Paris, 1961.
70  Veamos, a este respecto, el texto siguiente de Marc ANCEL: “Después de su reconoci-
miento al principio del siglo XIX hasta la segunda guerra mundial, la política criminal, a reserva
de modalidades y matices diversos, ha consistido esencialmente en la organización racional (la
palabra es importante) de la represión retributiva, es decir, de la incriminación y de la sanción.
Se trataba esencialmente de una racionalización de la acción y de la justicia penal. Después, la

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 69

tradición
naban, conhumanista-cristiana (aunque
agrado, los principios con dictaduras
fundamentales políticas en
del precedente acto), 71reso-
mensaje .
Efectivamente, en muchos países de nuestro entorno, numerosos tra-
 bajos de especialistas (psicólogos, juristas, pedagogos, estudiosos de la
Criminología…) hacían acto de presencia en multitud de publicaciones (re-
vistas, libros, conferencias, prensa…)
Naturalmente, ello suponía un ambiente propicio para cierto afianza-
miento téorico y progreso doctrinal de esta clase de Criminología. Y así fue.
Aunque con no despreciables limitaciones. El ya citado Marc Le BLANC ha
resaltado estos avances (que iban a proporcionar a la Criminología Clínica
la base intelectual para su expansión), aunque sin dejar de subrayar,
subrayar, a la vez,
determinadas deficiencias.

misma ha conocido un alargamiento en dos direcciones esenciales. (…) La Política criminal ha


sido concernida en adelante por los problemas de la prevención, de los que el viejo sistema no
se había ocupado directamente. (…) Ellos remitían a la política social del país determinado. Se
trata de un alargamiento y de un enriquecimiento considerable del campo de la política crimi-
nal. (…) Nos parece así que los derechos del hombre han otorgado a la política criminal mo-
derna una nueva finalidad, que es la de asegurar la garantía y la protección de los derechos
fundamentales del individuo en su contexto socio-cultural y en la dinámica del desarrollo so-
cial…” (L’Apport de la Criminologie au renouvellement de la Politique criminelle moderne…”,
en Vol
Vol Col. “Criminología y Derecho Penal al servicio de la persona.
pers ona. Libro-Homenaje al Profesor
Antonio Beristain, Instituto de Criminología, San Sebastián, 1989, pp. 39-40).
71  Sobre este particular puede verse C. HERRERO HERRERO: “España Penal y
Penitenciaria. Historia y Actualidad”, ya citado. Al exponer y comentar el contenido del Decreto
2.705/64, de 27 de julio, referente al régimen y funcionamiento de Trabajos penitenciarios;
de la Orden Ministerial de 22 de septiembre de 1967, relativa a la creación de la Central de
Observación; del Decreto 162/1968 de 25 de enero, sobre la introducción del modelo de
Tratamiento penitenciario científico, y de la Ley 39/1970, de 22 de diciembre, sobre reestruc-
turación de los Cuerpos Penitenciarios, decíamos en las pp. 506-507 de dicha obra: “El clima
penológico-penitenciario, que quedó descrito al hablar de los Reglamentos de Servicios de
Prisiones, no sólo no se debilitó, sino que cobró nuevo impulso gracias a los innumerables
coloquios y reuniones internacionales celebrados por parte de organismos especializados en
el tema. Como consecuencia apareció una gran avalancha de trabajos científicos en tono a esa
misma cuestión.
En España, ni los responsables de la Dirección General de Prisiones ni los estudiosos de
estos problemas quedaron tampoco al margen de las últimas corrientes en materia penitencia-
ria. Estudios de carácter científico o exposición de estudios ajenos, de esta misma índole, eran
publicados con gran frecuencia en revistas especializadas o en plurales monografías. Objeto
favorito
dos”. Sindefaltar
análisis eraanálisis
serios precisamente la “ personalidad
sobre otros criminal
temas conexos con los”,anteriores,
el “Tratamiento”
“Tratamiento”
como ely sus
de la“méto-
crisis
de las prisiones tradicionales y el pronunciamiento expreso por la prisión abierta. (…) El im-
pacto de esas orientaciones penitenciarias tenía que producir sus efecto, y lo produjo. Ejemplo
de ello es el decreto que ahora comentamos y que venía a llenar algunas lagunas de fondo…
así, la ausencia científica del programa de tratamiento o la manifiesta preponderancia del régi-
mern penitenciario sobre cualquiera otra finalidad penitenciaria…”

70 CÉSAR HERRERO HERRERO

Criminología
Dicho autor,
Clínica
después
al iniciarse
de describir
los sesenta
la situación
(haber conseguido
en que se encontraba
definición de
la
métodos, temática delimitada, programa esbozado para su aplicación…) hace
hincapié en los avances que dicha disciplina había conseguido 25 años des-
pués: Un cambio, para mejor, en la metodología utilizada 72, un gran énfasis
en la necesidad de su aplicación; progreso, aunque no muy notable, respecto
al plano teórico. Si bien, reconoce aportaciones interesantes a conceptos sus-
tanciales en esta materia, como al concepto de personalidad criminal. Pero
sin innovar ni superar, en su globalidad, la concepción de Pinatel en este
asunto. Subraya, simplemente, otras contribuciones que vinieron (y vienen,
decimos nosotros) a enriquecerla73. (Pero de esto se hablará en amplitud y
profundidad cuando llegue el momento).

Con todoatractiva
manifestaba ello, porylopuede
demás,considerarse
la Criminología Clínica,
éste su mejorenmomento.
este periodo, se
Desde
luego, había empezado a marcar la inclusión, en las legislaciones democráti-
cas (incluso en plano constitucional), de las principales instituciones defendi-
das por la misma, en unión de sus métodos, con el fin de orientar el sentido
en el cumplimento de las penas. Lo que, a pesar de todo, permanece aún. Y
lo que es, también, de resaltar: Seguían cultivándola, defendiédola, o las dos
cosas, grandes nombres de la Criminología. Por citar algunos, tan sólo recor-
dar a: Jean Pinatel, G. Canepa, Marc Le Blanc, M. Fréchette, Ana Mª Favard, J.
Morizot, D. Szabo, G. L. Ponti, Marco Strano…
No obstante, antes ya de la década de los ochenta, este Criminología ha-
 bía empezado a ser objetivo de sometimiento
sometimiento a crisis y hasta de derribo,
derribo, des-
de pluralidad de frentes. Lo vamos a ver en el próximo Capítulo.
72   Se refiere el autor
autor,, sobre todo, a la práctica corriente de los estudios estadísticos mul-
tivariados y a las investigaciones longitudinales prospectivas.
73  Ver
er,, a este respecto, M. LE BLANC, en su estudio ya mencionado “La Criminologie
clinique…”, pp. 120 y ss.

Capítulo tercero
CRISIS Y OPOSICIÓN
A LA CRIMINOLOGÍA CLÍNICA
1º Visión básica y previa de las
corrientes criminológicas actuales
más influyentes
 

A. INTRODUCCIÓN
Como acaba de decirse en el Capítulo anterior, mientras la Criminología
Clínica, tal como ha sido aquí entendida, alcanzaba cotas de expansión y
consolidación, determinadas teorías (de cuño colectivista unas, menos radi-
cales otras, pero apuntado hacia extremos) sometían, respectivamente, a la
Criminología en cuanto tal y,
y, desde luego, a la Criminología Clínica, a asedio.
A radical oposición (las primeras) y a severo juicio (a profunda crisis) a la mis-
ma,
que las segundas.
habían venido,Éstas asumidas,
hasta entonces,aldefendiéndola
menos en parte, por algunos de aquellos
o practicándola.
Esa actitud de las teorías colectivistas o sociologistas (ahora de variada
orientación, y no sólo desde el campo social-marxista) era previsible, puesto
que, para ellas, el ser humano no pasa de ser una simple pieza del puzzle
político-social, sin reconocérsele autonomía o iniciativa personales para pla-
nificar y decidir,
decidir, con respeto a los demás, su propia biografía.
Se le negaba, y se le niega también, en consecuencia, toda clase de cul-
pabilidad, que no de toda responsabilidad, por su comportamiento, subpro-
ducto, al fin y al cabo, de la provocación inducida por las fuerzas del medio.
Sobre todo, por las que detentan y ejercen, sin alternativa consensuada, los
resortes del poder. De todo el poder. O, desde el otro extremo (que los ex-
tremos siempre suelen tocarse), al dar por supuesto que es el ser humano
(aunque sea en interacción) el que construye o reconstruye la realidad. Sobre
todo, la realidad social, al margen o en contra de cualquier universo preesta-
 blecido u objetivo. Estamos, efectivamente, como veremos dentro de unos
momentos, ante visiones socio-antropológicas que tratan de de suplantar la
verdadera realidad (la que al ser humano le viene dada desde siempre) por
una determinada ideología o visión artificial del mundo74. Lo que de seguir-
las, nos encontraríamos, a la postre,
p ostre, con coexistencias humanas en un medio
  G. I. ANITUA parece estar en la onda de lo que se afirma en texto cuando comenta:
74

“Y esta romántica mirada individualista tenía su correlato social pues implicaba la posibilidad
de realizar cambios sociales. Estaba la convicción optimista de que el hombre todo lo puede. El
ser humano
puede no tiene
cambiarse marcado
y, además, e l destino,
el
para cambiarnialgo
tiene
haypor
quequé conformarse
cambiarlo todo.con lo que
Poner qtodo
ue existe. Todo
Todo
de cabeza.
(…) Había llegado el momento de la transformación.
transfor mación. El momento de criticar el esto es
e s así, el de
las cosas como deben ser o como están mandadas. Todo ello se pondría en crisis. Se discutiría
el modelo económico, el político, el científico, pero lo importante es que se discutía. Y así se

74 CÉSAR HERRERO HERRERO

asocial, caótico, magmático. Son, en parte, esas pluralísimas teorías las que
han dado a luz la “posmodernidad”,
“posmodernidad”, atenazada por el más amplio y puro re-
lativismo.
alguno se Desde
atreva aaquí tieneasualguien
atribuir sentidoel que se niegue
calificativo de lacriminal.
legitimidad de que
¿Desde qué
criterios definir a alguien así?75
Por lo demás, los ataques a la Criminología clínica por las teorías “crí-
ticas” (no radicales) se habían iniciado ya, antes de los sesenta, tratando de
desvirtuar a una de las principales instituciones de aquélla: El tratamiento
penitenciario. Después vendría el desacuerdo con la comprensión de sus
principales conceptos (estado peligroso, personalidad criminal…). A esta ta-
rea crítica, repetimos, empezaron a sumarse, sin negar siempre la posibilidad
de otra clínica criminológica, autores de cierto predicamento y prestigio, for-
mados en principio dentro de la Criminología “clásica” o “tradicional”.
Pero esa Criminología “tradicional” (bastante alejada ya entonces, por
parte de no tenía,
positivistas) pocos ycultivadores especialistas,
sigue teniendo, no escasosdee insignes
planteamientos puramente
valedores.
He ahí por qué, a partir, sobre todo, de la mitad de la década de los se-
tenta, empezaron a “verse las caras”, en torno a la Criminología Clínica, los
distintos enfoques criminológicos del momento. Era, por ello inevitable, al
estar entre partes disconformes y hasta enfrentadas, que esta Criminología
entrara en crisis.
Si esto es así, vamos a exponer ahora, a continuación, las coordenas fun-
damnetales de esas corrientes de la filosofía social, conformadoras de tales
orientaciones criminológicas radicales, de las corrientes críticas no radicales,
de los criterios, al respecto, de algunos autores contestatarios,  próximos a és-
contestatarios, próximos
tos últimos , y, en fin, la versión, sobre este particular, de la teoría, en sentido
moderno y no positivista, de la personalidad criminal. Terminamos, en este
Capítulo, con las teorías actuales del pragmatismo económico. 
Esta exposición está orientada a ofrecer todos esos mensajes doctrina-
les para poder compararles con el concepto y exigencias de la Criminología
Clínica (tal como la hemos conceptuado aquí) y así poder comprobar cuáles
de esas teorías admiten o no llevar a cabo, en Criminología, la precitada
p recitada acti-
vidad clínica.
En este Capítulo, abordamos, tan sólo, la exposición del contenido del precitado
mensaje. En el Capítulo siguiente, trataremos de desarrollar la anunaciada actividad
comparativa. Empezamos, pues.

producía una lectura políticamente radical de todas las ideas”. (“Historia de los pensamientos
criminológicos”, Buenos Aires, 2005, p. 354.).
75  A este respecto, puede verse C. HERRERO HERRERO: “P “Política
olítica criminal integrado-
ra”, ya citada, pp. 137-140.

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 75

B. LAS CORRIENTES CRIMINOLÓGICAS, DE ALGÚN MODO


ACTIVAS, QUE SIGUEN SIENDO HOY MARCADAMENTE
INFLUYENTES
Intentado completar las insinuaciones que acabamos de hacer en la pre-
cedente “Introducción”, podemos añadir que, a la hora de ofrecer criterios de
comprensión o explicación del acto gravemente antisocial o delictivo, no son
pocas, en efecto, las teorías o corrientes doctrinales, de muy diverso signo,
que pretenden hacerlo. Y, Y, precisamente, en virtud de esta amplia concurren-
concur ren-
cia, hay, también, mucha variedad de esquemas indicativos de cuáles sean,
entre ellas, las más conocidas e influyentes. No obstante, una parte conside-
rable de notables criminólogos están de acuerdo en señalar, al menos en las
últimas décadas, dos o tres orientaciones fundamentales. Se habla, concreta-
mente: De Teorías
eorías,, o de Criminología,
Crimino logía, de la Reacción
Rea cción Social;
So cial; de Teorías
Teorías,, o de
Criminología, del paso al acto o teorías factorialistas. Algunos añaden una
tercera que denominan Criminología del acto razonable o Criminología de
la vida cotidiana. Y otros hacen referencia a una cuarta: la criminología rela-
cionada con las corrientes postmodernistas.
En ese sentido, escribían A. PIRES y Françoise DIGNEFFE en la confluen-
cia del siglo XX y XXI: “Hoy se puede divisar, “grosso modo”, la historia del
saber sobre la criminalidad en dos grandes bloques: a) el de aquéllos que la
han concebido casi exclusivamente como un hecho social y lo han estudiado
como una manera de hacer (o de ser); y b) el de aquéllos que la han entendido
como una mera definición social o lo han estudiado como una manera de eti-
quetar ciertas situaciones-problemas y de reaccionar al respecto. Brevemente,
se ha hablado entonces de la criminalidad como si fuese un hecho hecho   bruto o
como si fuese una definición. Nosotros llamaremos al primer bloque el para-
digma del hecho social y al segundo, el paradigma de la definición social”76.
Y otros, también, abogan por introducir, sobre el particular, una tercera
vía menos cerrada que la dos anteriores e integrada por dos teorías comple-
mentarias: la Teoría del acto razonable y la Criminología de la vida cotidiana,
referente de las denominadas teorías de “las actividades rutinarias” y de las
“ventanas rotas.” Se trata de teorías adictas al control social, propugnadoras de
someter a continuo marcaje al potencial delincuente, consciente perseguidor
de su interés con el menor riesgo, y que, por ello, comete el delito de forma
deliberada. (M. CUSSON, D. K. CORNISH, R. V. CLARKE, A. CRAWFORD,
D. GARLAND, J. Q. WILSON, G. L. KELLING…).
76  Álvaro PIRES y Françoise DIGNEFFE: “Vers un paradigme des inter-relations sociales ?
Pour une reconstruction du champ criminologique”; en Criminologie, vol.25, 2 (1992) p. 17.

76 CÉSAR HERRERO HERRERO

Entonces, si son las precipitadas corrientes (en todo caso, nada unifor-
mes dentro de ellas mismas) las orientaciones criminológicas, aún hoy y a
pesar de todo las más relevantes, vamos a ver, ahora, en qué consisten cada
una, cuál es su mensaje
la Criminología Clínica. criminológico, para luego relacionarlas con las exigencias de

C. TEORÍAS CRIMINOLÓGICAS DE LA REACCIÓN SOCIAL


La orientación, en la comprensión del fenómeno criminal desde la
Sociología, tiene viejos precedentes. Remontándonos al momento del naci-
miento de la Criminología como ciencia, aparecen, en este sentido, nombres
y Escuelas ilustres. Con mensajes que consideran a la delincuencia (hasta
cierto nivel) como fenómeno social normal.
social normal. E.
 E. DURKHEIM, en efecto, enun-
cia el denominado principio de la normalidad estadística, al aseverar que la de-
lincuencia es fruto de las características de la sociedad en que surge. Que no
depende, salvo excepciones, de una etiología excepcional. E. FERRI, en su
“Sociología Criminal”, acentúa los factores sociales al expresar su ley de la
saturación criminal. Según la cual, la delincuencia de una sociedad tiende a
permanecer estable en la medida en que persisten las mismas características
sociales. Si bien, ha de tenerse en cuenta el
cuenta el influjo de los factores psicobiológi-
cos; naturalmente, de índole individual. La Escuela Sociológica Funcional de
Chicago, por su parte, vino a potenciar esta visión sociológica. Desde aquí, E.
SUTHERLAND elaboraba su teoría de la asociación diferencial. H. D. McKAY
y C. R. SHAW hablaron de zonas urbanas específicamente criminógenas en
virtud de su intensa desorganización social y urbana. R. K. MERTON conti-
nuaba a Durkheim en el concepto de anomia (cruce de disfunciones entre
las metas u objetivos propuestos
objetivos propuestos por la sociocultura y las normas y la falta de opor-
tunidades para conseguirlos.
su gran parte, T. SELLIN
desde los conflictos tratabaY,deenexplicar
de cultura. la delincuencia,
fin, en Francia, G. TARDE 
TARDEen 
absolvía, casi al completo, al individuo de sus desviaciones, porque su com-
portamiento es puro reflejo de la sociedad. (“Leyes de la imitación)77.
Pues bien. Las actuales teorías criminológicas de la REACCIÓN SOCIAL
amplían y, sobre todo, profundizan en las raíces y plataformas sociológicas
del fenómeno delincuencial, desembocando, al menos las teorías más extre-
mistas, en un puro constructivismo criminológico. El delito y el delincuen-
te, en nuestras sociedades capitalistas y burguesas, serían pura creación (in-
vención) de las clases dominantes en contra de las sin poder. poder. Este mundo no
77
nomène  criminel
Sobrejuvénile”, Capítulo
este particular
juvénile”, puede
 Capítulo verse
3 de su obraR.“ Jeunes
CARIO:
“ Jeunes “Les spécificités
délinquants. criminologiques
A la recherche
recherche du phé-
de la socilisation
perdue”; ed.
perdue”; ed. L’Harmattan, 2ª éd. PaParis,
ris, 1999, pp. 155 y ss.

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 77

existe como universo de bienes y valores objetivos. Es producto de la historia


y de esta cultura. Al fin y al cabo, por ello, lo bueno y lo malo depende de la
esta cultura.
voluntad de los que mandan. El delito, el delincuente, surgen al dictado de
los que conforman las normas. El delito y el delincuente nacen de la etique-
ta que les cuelga el poderoso78. No existen, pues, causas de la delincuencia
porque no existe ontológicamente eso que, en dichas sociedades, se llama
delincuencia con puro interés rotulatorio (“Labelling
(“Labelling Approach”).
Approach”). Existen pers-
pectivas distintas y diferentes interpretaciones de la realidad. Lo que sucede
es que unos pueden imponer su personal visión (básicamente subjetiva) y la
mayoría, no79.
Ha de advertirse, por otra parte, que estas teorías de la “Reacción Social”,
salvo su plataforma común totalmente sociológica80, no tienen todas una
idéntica inspiración ideológica ni todas son igualmente extremistas. Si bien
todas ellas, por discursos diversos, parecen desembocar en la negación del
sostén etiológico de una Criminología razonable (si se pretende hacer ciencia
de verdad) o en la resolución de no hablar de delitos o, al menos, de propia-
mente delincuentes. No es lo mismo, por ejemplo, las teorías más moderadas del

  En esta misma onda, escriben A. PIRES y F. DIGNEFFE: “El paradigma de la defini-


78

ción social es el más reciente y se desarrolla, primeramente, en Estados Unidos al principio de


los años sesenta. Ha recibido diversidad de apelaciones: teoría del etiquetamiento, criminolo-
gía de la reacción social, del control social, constructivismo, etc. Este paradigma se distingue
del paradigma del paso al acto por el hecho de concebir el objeto de otra manera. Se estudia
aquí la manera de definir los acontecimientos y de reaccionar frente a ellos. Las grandes cues-
tiones de la investigación son las siguientes: ¿ quien
quien define
 define el comportamiento como desviado,
como criminal, etc.? ¿Cuáles son las consecuencias de este
es te proceso de etiquetamiento? ¿Cómo
son creadas y han evolucionado históricamente ciertas prácticas sociales de etiquetamiento?
Para
truidoeste
porparadigma,
la historia yelpor
mundo social
nuestras apareceactuales
acciones menos(Berger
como algo dado que 1966).
y Luckmann, como Se
algo cons-
trata de
ver cómo las gentes perciben, describen,
de scriben, interpretan y proponen definiciones de la situación y
cómo las gentes actúan en función de estas definiciones. Las definiciones son vistas como el e l re-
sultado de un proceso histórico y social. En esta perspectiva, lo que interesa al investigador es
el examen de cómo se viene a etiquetar a otras personas como desviados, locos, delincuentes,
etc.” (Trab.
(Trab. anteriomente citado, pp. 18-19).
79  Sobre este particular puede verse: D. SZABO: “Au milieu de l’affrontement des
doctrines crimiminologiques”, en Vol. Col. “La criminologie. Bilan et perspectives. Mélanges
offerts à Jean Pinatel”, Ed. Pedone, 1980, pp. 23 y ss.; M. COLVIN y J. PAULY: “A critique of
Criminology: toward an integrated structural-marxist theory of delincy production”, en
American Journal of Sociology, 1983, pp. 513 y ss.; C. HERRERO HERRERO: “Delincuencia y
criminología crítica o radical. La teoría del “Labelling approach”, en su obra “España penal y
penitenciaria. Historia y actualidad”, ya citada, pp. 379 y ss.
80  Sobre la orietación totalitaria de la Sociología, para interpretar el universo humano
y su comportamiento, no tiene más que recordarse la obra de P. BERGER y Th. LUCKMANN:
The Social Construction of reality , New York,
York, 1966.

78 CÉSAR HERRERO HERRERO

conflicto que las teorías más representativas del “Interaccionismo


conflicto que “ Interaccionismo simbólico”,
simbólico”, a
modo, v. gr.
gr. de E. Goffman81 o las del “Labelling Approach”82.
Por lo demás, aunque a veces se confunden con las anteriores (como si
fueran homólogas), han de diferenciarse, dentro de estas corrientes socioló-
gicas,
aunque lasen
teorías insertables
sus inicios, dentro decomo
se presentaba la llamada “Criminología
“Crim
suavizadora inología  que,
Crítica”de
de los criterios la
Criminología del etiquetamiento, o del conflicto social irreconciliable, infor-
madas éstas, a la postre, en concepciones filomarxistas, han devenido, en su
mayoría, a rectificar, de alguna manera (al menos, parcialmente) lo que, al
principio, era uno de sus basamentos: la negación de toda presencia etiológica
en la delincuencia. Entonces, ¿cómo se presenta esta última Criminología?
René VAN SWANINGEN, al preguntarse cómo puede definirse la
Criminología Crítica, viene a decir, sintetizando, que sus defensores tratan
de hacer frente al fenómeno delincuencial (al que al menos reconocen que
existe, sugerimos nosotros) centrando la política criminal en el ámbito de la
delincuencia socioeconómica en vez de en la delincuencia patrimonial más
ordinaria, porque monopolizando ésta no se hace otra cosa que reforzar la
desigualdad social, al ocuparse, por parte de las agencias de la persecución
del delito, en las clases sociales más desfavorecidas, ya que son mayoría los
que entran en este círculo de infractores.
En consecuencia, el precitado autor comenta: “Los criminólogos críticos
vinculan el análisis empírico a la teoría social y política. La especulación de la
criminología crítica halla sus raíces más profundas en el plano teórico crítico
que proclama que las cuestiones científicas deben reflejar las cuestiones socia-

81  E. Goffmann está muy próximo (en realidad es el máximo precedente) de los culti-
vadores del “Labelling Approach”. Puede verse, al respecto, su obra “Interaction Ritual. Essays
of face-to face Behavior”, Ed. Garden City, New York, 1967). Para una distinción entre teo-
rías del conflicto “in genere” y las teorías rotulatorias, de cuño marxista, puede verse: Th. J.
BERNARD: “The distinction between conflict and Radical Criminology”, en The Journal of
Criminal Law and Criminology, Vol Vol 72, 1 (1981) pp.70 y ss.
82  Para
Pa ra una visión muy satisfactoria de estas corrientes criminológícas de la “Reacción
Social y la Criminología Crítica” puede verse A. TÉLLEZ AGUILERA: “Criminología”; Edisofer,
Edisofer,
Madrid, 2009. En su Capítulo VI desarrolla lo que el autor denomina “Modelo de la reacción
social y la criminología Crítica”. Después de afirmar que: “Para entender la Criminología de
la reacción social hay que partir de estudiar el concreto marco ideológico de la que ésta trae
causa, el interaccionismo simbólico. Y para ello entendemos necesario conectar éste con sus
antecedentes más directos, la filosofía fenomenológica y con las corrientes vecinas al mismo,
la etnografía y la etnometodología” (pp.501-502), pasa a exponer, en efecto, estos anteceden-
tes tal como se encuentran, respectivamente, en autores como G.H. MEAD, CH. H. COOLEY, COOLEY,
H. BLUMER, E. GOFFMANN. Y, expresamente, entre las teorías enmarcables dentro de la
“Reacción Social, cabe citar las del etiquetamiento tal como han sido ofrecidas, entre otros au-
tores,
ss.) por: M. LEMERT, H. S. BECQUER, K. T. ERIKSON, D. CHAPMAN, F. SACK… (pp. 562 y
 

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 79

les y que la ciencia puede ser un medio para cambiar el status quo. En
quo. En efecto,
como esta problematización de la construcción social de las cuestiones queda
fuera del modelo explicativo positivista, la criminología crítica, al menos en
sus comienzos, ha recibido una orientación ante todo antipositivista.

dividual
El acento
sino sobre
ya nolos
es análisis
colocadomacrosociológicos
más sobre el comportamiento
de la desviación
criminal
así como
in-
sobre las instituciones mismas de control social.” Añadiendo, a continua-
ción, que de las cuatro fuentes intelectuales principales de las que ha bebi-
do la Criminología Crítica, además de la influencia general de la teoría po-
lítica y social y la muy influyente, de forma implícita, de los especialistas de
Francfort, sobre todo de Jürgen Habermas, los criminólogos europeos se han
inspirado también tanto en los post-estructuralistas
post-estruc turalistas franceses (principalmen-
te, Luis Althuser y M. Foucault) como en la tradición intelectual neomarxista
de Antonio Gramsci. Y que, aunque los criminólogos críticos se han inclinado
por seguir la tradición conformada por los especialistas angloamericanos, los
especialistas críticos europeos han escogido la tarea “de elaborar la perspecti-
va del etiquetamiento relacionando su orientación micro-meso-sociológica a
cuestiones macrosociológicas de poder”83.

* El realismo de izquierdas.- Ante la gran carga especulativa y, por lo


mismo, en la práctica poco efectiva, de las precedentes orientaciones crimi-
nológicas, surgía el llamado “realismo de izquierdas”, nacido en medio de
triunfos electorales de políticas neoliberales (M. Thatcher,
Thatcher, R. Reagan …), tra-
tando de modular, con otra flexibilidad, las concepciones crítico-radicales de
origen.

83

  René critique”;
la criminologie VAN SW SWAA
AANINGEN:
NINGEN:et“Vingt
in Déviance ansvol.
Societé, de21,
“Déviance et Societé”
1 (1997) pp. sous
58-59. Ian l’angle de
TAYLOR, P.
WALTON y J. YOUNG (del área aglosajona) ya afirmaban, a mediados de los setenta, que:
“La ruptura con las interpretaciones individualistas (esto es, las genéticas, las psicológicas, y
similares) para adoptar interpretaciones sociales, nos han impuesto encarar la economía po-
lítica como el factor dominante primordial del marco social. Sostendremos más adelante que
los procesos involucrados en la génesis del crimen están íntimamente vinculados, en el últi-
mo análisis con las bases materiales del capitalismo contemporáneo y sus estructuras jurídi-
cas.” (“Criminología crítica”, Siglo XXI Editores, México, 1977, p.39). El ya citado A. TÉLLEZ
“ Criminología”” (p.625) resalta los aspectos no
AGUILERA, en su ya también mencionada obra “Criminología
convincentes que esta Criminología Crítica percibe (otra cosa es que todos ellos sean ciertos,
decimos nosotros) en la Criminología “tradicional”. Concretamente: el consenso social, la na-
turaleza patológica de la acción desviada, el propio status de acto desviado, la naturaleza abso-
luta de la reacción, el carácter fiable y objetivo de las estadísticas, el concepto de delito común,
el carácter determinista del delincuente, el fin reinsertador del sistema penal y el propio papel
que ha de desempeñar el criminólogo.
 

80 CÉSAR HERRERO HERRERO

Ante la entrada en caída del pensamiento crítico, se trata de orientarle,


ahora, hacia asuntos que la84 Criminología crítica y radical había descuidado
o preterido. Si bien, tratándolos con especificidad sociopolítica. Se intenta,
con oportunismo, poner a mal tiempo buena cara. Para ello, sus cultivadores
pasan a comprometerse, comenta R. Van SWAANINGEN, en una investiga-
ción etiológica,
policía de orientación
de comunidad, sobre lapolítica, sobre ladeinseguridad,
multiplicidad organismosladevictimología,
prevención
contra el crimen, etc (…) Es un hecho que todos estos temas fueron aparca-
dos por los criminólogos críticos en los años de los setenta. En este sentido, el
impulso del realismo de izquierda habría de ser bien acogido. Law and Order .
Arguments for Socialism (1981) de Ian Taylor y What is to be done about
Law and Order ? (1984) de John Lea y Jock
Jo ck Young,
Young, han llegado a ser obras clá-
sicas que tratan del realismo.” Sigue afirmando el autor que no se trata, aquí,
de una perspectiva teórica. Que las deficiencias por esta corriente señaladas,
con referencia a la Criminología, hacen referencia, por ejemplo, a problemas
como la calidad de la vida urbana o a la necesidad de reconsiderar la etiología
social del crimen85.
Parece
al entrar enobvio que de
el ámbito los laautores del “realismo
investigación de izquierdas”
empírico-científica, de se percatan,
forma seria,
que es imposible llevarla a cabo, con alguna eficacia, sin acudir a la determi-
nación de las causas del fenómeno investigado. Aquí, la criminalidad. Y, por
ello, en primer
p rimer lugar,
lugar, aceptan la objetividad del fenómeno y, a continuación,
para hacerle frente, perciben que no hay otra solución verdaderamente razo-
nable que concretar la etiología del fenómeno producido, porque todo efecto,
de modo menesteroso, depende ontológicamente de una causa. Sea ésta físi-
ca o psíquica. Material o espiritual. De carácter social o individual. O del cru-
ce de las variantes representadas por todas o algunas de ellas. Es claro, por lo

84  I. RIVERA BEIRAS y Otros, creo que en parecida orientación a la del texto, describen
a este realismo de la manera siguiente: “Este realismo de izquierdas volverá a hablar de “cau-
sas” de la conducta delictiva.
La teoría de la “privación relativa” será útil para ello. Por medio de la misma se explica-
rá que la gente experimenta un nivel de injusticia en la distribución de los recursos y utiliza
medios individualistas en el intento de salir de esa situación. En este sentido el realismo de
izquierdas pretende separar “realidad de fantasía”, entendiendo que es la Política la que, en
definitiva, determinará las condiciones sociales que causan el delito, el grado de igualdad o
selectividad del sistema penal, la conformación y actuación de sus agencias de aplicación, etc.
(…) Si bien el positivismo erró en las causas del delito, indican estos autores, la criminología
debe considerar como importante tema a tratar, tratar, precisamente, el de las causas de aquel tipo de
comportamiento; ello será una importante tarea política a desarrollar para mejorar las condi-
ciones de vida materiales, cuya privación pueden llevar al delito. (…) Es una criminología que
expresa un compromiso con la investigación empírica minuciosa y reconoce la objetividad del
(“Política criminal y Sistema penal”,
delito…” (“Política penal ”, Edit. Anthropos, Barcelona, 2005, pp.216-217).
85
  Ver su estudio en mismo lugar antes citado, p. 68.

 
TRATADO
TRATADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 81

demás, que las orientaciones de izquierdas verdaderas sienten debilidad por


lo colectivo en el ámbito de lo humano. Siguen, según parece, pasando de
largo de los posibles factores de la criminalidad de origen individualmente
humano e, incluso, de una posible combinación dual en la influencia sobre
aquélla.

** El feminismo radical.- El feminismo radical echa también a andar, de


forma abierta y sin complejos, en la década de los setenta del pasado siglo.
Uno de los libros, desde este punto de vista más resonantes, fue el publica-
do por Shulamith FIRESTONE: “Dialectic
“Dialectic of the Sex”
Sex” (1973). En él no sólo se
propugnaba la liberación de la mujer mediante el reconocimiento teórico y
práctico, respecto a ella, de todos los derechos de que ya goza el hombre.
Los mismos que los del varón por poseer la misma identidad. Mas, tam-
 bién, conectando con F.
F. ENGELS, a través de la interpretación de Simone de
BEAUVOIR86, proclamaba, superando a éstos, que la servidumbre de la mujer
no nacía, exclusivamente, de condiciones socio-económicas, sino, asimismo,
de la rancia creencia generalizada de que la mujer es mujer y el hombre es
hombre
como una por imperativo
especie natural.
animal, Cuando
sino una lo cierto
realidad es que la humanidad
históricamente construida. no es
La distinción, por tanto, entre hombres y mujeres (incluso en sus funcio-
fun cio-
nes reproductoras) no hunde sus raíces en la naturaleza. Lo “natural”, pues,
no ha de ser tomado como referencia para discriminar entres varones y hem-
 bras. Hay que ir ir,, como consecuencia, a la más perfecta y exhaustiva igual-
dad. Para ello, la reproducción de la especie a cargo de únicamente de uno
de los dos sexos habrá de ser sustituida por una reproducción de naturaleza
artificial (biotecnología). Hay que ir a la destrucción de la opresión represen-
tada por la familia biológica. El futuro de la especie ha de ponerse en úteros
artificiales.
La revolución cultural del inmediato futuro ha de ser andrógina. Esta ab-
soluta igualdad ha de extenderse no sólo a niños y niñas entre sí, sino de los
niños y niñas con relación a los adultos. Sin recorte alguno tampoco con rela-
ción al ejercicio de sus derechos. Hasta en las relaciones sexuales, los adultos
pueden practicarlas, sin escrúpulo con los menores y éstos con los adultos.
La educación será del todo indiferenciada. La verdadera revolución cultural
habrá de fusionar la modalidad cultural estética (la de la mujer de ahora) y la
modalidad tecnológica (la del varón)87.

  Son conocidas las obras de S. de Beauvoir


86 Beauvoir,, con relación a estas cuestiones. Así, “El
segundo sexo” (1949); “Las bellas imágenes” (1965) o “La mujer rota” (1967).
87  Véase cómo Sh. FIRESTONE expone el mensaje adelantado en texto: “Del mismo
modo que para asegurar la eliminación de las clases económicas se necesita una revuelta
re vuelta de la

 
82 CÉSAR HERRERO HERRERO

Aunque parezca mentira, esta orientación feminista-radical tiene aún reco-


Aunque reco -
nocidas valedoras. Sobre todo, por el área anglosajona. Por Por ejemplo, en Estados
Unidos. Son conocidos los nombres, v.gr v.gr.,., de A. Dworkin, K. Mackinnon o Kate
Barry…
Frente a estas posiciones tan radicales, hablar de delincuencia real, con
relación a la mujer,
mujer, tiene escaso o ningún sentido. La desviación de ésta, para
estas corrientes, no será más que un burdo etiquetamiento desde un triple
frente. Porque la verdad, dicen, es que su comportamiento socialmente dis-
crepante no sería, en efecto, sino una conducta de adecuado y equitativo me-
canismo de autoprotección (de legítima defensa o resultado de una situación
de estado de necesidad justificante) ante: 1º Su discriminación, consolida-
da desde la “noche de los tiempos”, por caprichosa atribución a aquélla de
funciones natural-biológicas sustancialmente diferenciadas de las del varón
y consideradas, arbitrariamente, inmutables e irrenunciables. De aquí que,
cuando, por ejemplo, aborta se la etiquete de delincuente. 2º Ante su status”,
cuando es de clase baja, su desobediencia a las leyes de los poderosos la ha-
ría merecedora de ser rotulada de gravemente infractora (infracciones, por
ejemplo, contra el patrimonio). 3º Ante el minusvalorado y estereotipado roll 
de su actividad
y, por lo mismo,laboral,
ocasiónfuente
directano pocas
para veces deohumillaciones
la rebelión y desprecios
la reacción airada o agresi-
va (situación emotiva explosiva) se la motejaría, incluso, hasta de criminal. Su
imputación delictiva no sería más que puramente definitorial.
Naturalmente, no todos los movimientos de lucha por la igualdad de la
mujer revisten semejantes extremismos. También También aquí existen corrientes
cor rientes crí-
ticas, ni mucho menos tan radicalizadas. Y es, en este plano, donde cabe ex-
poner lo más interesante y práctico de lo relativo al ámbito criminológico crítico
referido a las mujeres. En este sentido, el mismo R. Van SWAANINGER asegura
que: “La más importante contribución en el desarrollo de la criminología crítica
de los años 80 proviene probablemente del campo feminista. “Women, “Women, Crime
(1976), crítica feminista de Carol Smart, fue un trabajo de pio-
and criminology” (1976),
nera. Si en los años 1970, los especialistas críticos habían puesto en cuestión las
pretensiones de universalidad de la criminología, denunciando que ella igno-

clase inferior (el proletariado) y, mediante una dictadura temporal, la confiscación de los me-
dios de producción, de igual modo, para asegurar la eliminación de las clases sexuales se nece-
sita una revuelta de la clase inferior (mujeres) y la confiscación del control de la reproducción;
es indispensable no sólo la restitución a las mujeres de la propiedad sobre sus cuerpos, sino
también la confiscación (temporal) por parte de ellas del control de la fertilidad humana. (…)
El objetivo final de la revolución femenina no debe limitarse a la eliminación de los privilegios
masculinos, sino que debe alcanzar a la distinción misma de sexo; (…) La reproducción de la
especie a través de uno de los sexos en beneficio de ambos sería sustituida por la reproducción
artificial. (…) Se destruiría así la tiranía de la familia biológica.” (“La dialéctica del sexo”, Edit.
Cairos, Barcelona, 1976).

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 83
raba las diferencias de clases sociales, las feministas, a su vez, han realizado la
misma denuncia en cuanto la ignorancia de diferencias de sexo.
El feminismo ha jugado un papel importante al señalar un actor olvida-
do en el ámbito de la desviación y del control social: la víctima. En los años 70,
cuando la criminología crítica evocaba a las víctimas, era en términos de vícti-
mas de la sociedad: los oprimidos, los desprotegidos. El feminismo y el movi-
miento feminista
autónomo, tanto han colocado
práctica comoa analíticamente.
la víctima de un (…)
crimen en un lugar
La crítica propio,
feminista ha
sido una gran fuerza de la reconceptualización de las ideas de la criminología
crítica sobre el control social y el poder.
poder.
Las feministas han tendido a centrar la atención sobre las necesidades
concretas de las víctimas, en particular de las víctimas de violencias sexuales.
Gracias igualmente a esta presión feminista, los estudios sobre victimología
han cobrado gran relevancia en la Criminología. Hemos aprendido mucho so-
 bre la inciden
incidencia
cia y el conte
contexto
xto de la
la violencia
violencia sexual;
sexual; las
las estadísti
estadísticas
cas criminale
criminaless
han llegado a ser más refinadas gracias a la introducción de sondeos regulares
sobre las víctimas; las técnicas de investigación criminológica así como las pers-
pectivas teóricas han sido mejoradas. Si el feminismo ha marcado el discurso
criminológico en la mayor
Unido, en Noruega, dondeparte
existede loscrimimonología
una países del continente, es,específica
feminista junto al Reino
muy
pujante con, por ejemplo, el trabajo de Tove Stang Dahl sobre “Women’s
“Women’s Law”  
(1987) y en Italia, con Tamar Pitch y su obra “Responsabilità
“Responsabilità Limitate”  (1990)”
 (1990)”88.
No hay duda de que ésta última
ú ltima es la parte positiva y que permite llegar a
conclusiones a través de investigaciones empíricas, sin que sea prudente dar
prioridad a especulaciones enraizadas, casi siempre, en ideologías dogmáti-
cas y,
y, por lo mismo, cerradas.
Los trabajos, en esta orientación científico-empírica, como los llevados a
cabo, V. gratia, por autores como Colette PARENT, ponen de manifiesto que
la conducta antisocial de las mujeres posee, generalmente, una configuración
propia y que ha de huirse de estereotipos sexistas y que, desde luego, hay
que superar, por lo menos, algunos de los tradicionales axiomas positivistas,
anunciantes, por ejemplo, de determinismos perversos, generalizados en la
conducta de los delincuentes. Aquí, de las mujeres delincuentes. O que se
trate, en estas mujeres, de seres humanos distintos cualitativamente de las
otras mujeres no criminales. Sólo por esta vía, las investigaciones sobre las
mujeres podrán ayudarles a emanciparse de verdad. Y a esta forma de ver las
cosas es a lo que debe llamarse verdadero feminismo89.

  René van SWA


88 SWAANINGER:
ANINGER: Trabajo ya citado, mismo lugar, p. 70.
  A este respe
89 respecto,
cto, puede verse Colette PARENT
ARENT:: “Au delà du silen
silence:
ce: Les produc
productions
tions
féministes sur la “criminalité” et la criminalisation de femmes”,
femmes ”, en Déviance et Societé, Vol.
Vol. 16,

84 CÉSAR HERRERO HERRERO

D. CORRIE NTES CONTESTA


CORRIENTES CONTESTATTARIAS INTERM
INTERMEDIAS
EDIAS ENTRE LAS
TEORÍAS DE LA REACCIÓN SOCIAL Y DEL PASO AL ACTO
No nos referimos, aquí, a las concepciones estructurales de las teorías del
control y de la tensión (“Control
(“Control and Strain Theories” ),), porque no caben en este
epígrafe. Y es que éstas, más bien, son teorías críticas específicas (St. HALL, L.
WALGRA
ALGRAVE,VE, Tony
Tony JEFFERSON…).
JEFFE RSON…). Lo mismo
mi smo que acontece
acon tece con las corrien
co rrientes
tes
críticas
mínimo,volcadas,
lleno deespecíficamente, en impulsar un
garantías en su elaboración, Derechoy penal
aplicación recortado,
ejecución, hasta
que llegue su momento derogatorio. (A. BARATTA, L. FERRAJOLI, TONY
PETERS, F. SACK…)
Se hace aquí referencia a los autores que, sin abjurar del todo de las corrien-
tes criminológicas del paso al acto, han sido conquistados, “en demasía”, por las
tesis de críticos o realistas de izquierdas y que, como veremos, su nueva postura
repercute en su aceptación, muy condicionada, de la Criminología clínica.
Existen autores, advierten A. PIRES y F. F. DIGNEFFE, que reparten, casi por
igual, sus críticas a ambos paradigmas. Así, al paradigma “de la Definición
Social” le atribuyen: Ignorar o menospreciar: la manera de surgir las “situa-
ciones-problemas” o la manera de hacer de los rotulados como desviados; las
consecuencias negativas de esas maneras de hacer (relaciones de poder entre
los individuos o los grupos); las políticas sociales y las relaciones de ayuda
orientadas a mejorar las condiciones de vida…
Con respecto al paradigma “del Hecho Social”, le tachan de falta de
consideración al determinar y seleccionar a los que van a ser calificados de
delincuentes; también, con relación a las consecuencias de la reacción penal
(relaciones de poder entre el Estado de una parte y el infractor y la víctima de
otra). Asimismo, con referencia a la moderación, a la mediación, a la incrimi-
nación y despenalización o en materia general de intervención jurídica.
Los mismos autores llaman la atención, sin embargo, sobre que estas des-
consideraciones se consideran demasiado puras. Que no son exactas. Que, en
todas las deficiencias
positivas por parte depreanotadas,
estudiosos deexisten
ambosgrados y hastaYactitudes
paradigmas. que, por contrarias
lo mismo,
hay que tratar la cuestión con prudencia. “Que es suficiente aquí remarcar que
el paradigma del hecho social se interesa en la descripción o en el origen feno-
ménico del acontecimiento, pero deja en la sombra la manera de definirlo y
sus efectos. Que, al contrario, el paradigma de la definición bascula sobre esta
dimensión olvidada pero descuida la dimensión “factual” del conflicto”90.

3 (1992); “La contribution féministe à l´étude de la déviance en Criminologie, vol. 25, 2 (1992);
“Feminisme
“F eminisme et Criminologie”, Les Presses de l’Université
l’Univer sité d’Ottawa, 1998.
90  Ver estos autores en Trabajo ya citado
citado,, mismo lugar, pp. 20-21
20-21..

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 85

Pero existen autores que se han inclinado, de forma descompensada, en


contra de la Criminología, al haberse dejado influir profundamente por de-
terminados tratadistas de la Criminología crítica, incluso de la del “Labelling”.
Es el caso, por ejemplo, de Chr. DEBUYST, del que hablaremos más tarde, al
tratar de la personalidad criminal y del concepto de peligrosidad. De él, en
efecto, F. DIGNEFFE y Ch. ADAM sostienen que: “A fuerza de conducir sus
programas de investigación hacia las reacciones sociales y políticas, corre el
riesgo de hacer desaparecer lo humano detrás de la mecánica de las institu-
ciones. He aquí por qué es un “clínico contestatario”91.

E. TEORÍAS ONTOLÓGICO-CRIMINOLÓGICAS, DEL PASO AL


ACTO O FACTORIALIST
FACTORIALI STAS
AS
Dentro de estas teorías existe una variadísima pluralidad. Y pueden ir
desde comprensiones estrictamente positivistas de la criminalidad hasta con-
cepciones criminológicas (y son las que ahora
aho ra nos interesan) que, sin rechazar
las orientaciones metodológicas del positivismo científico, admiten, o incluso
propugnan, alejar, del delincuente estadísticamente normal, o no psiquiá-
tricamente definido, toda clase de determinismos en su comportamiento.
Haciéndole, desdetiempo,
por alto, al mismo luego, responsable
la influencia,de su oactividad
más antisocial,
menos intensa, sindisfun-
de las pasar
ciones institucionales, económincas o sociopolíticas en el surgir de aquélla.
Coinciden también, aunque no sea en el mismo grado, en que la crimina-
lidad posee una dimensión entitativa u ontológica.
Todo ello quiere decir que no ha de confundirse, sin más, Criminología
factorialista con criminología positivista. Aún más. Tampoco ha de acusarse
a todas estas corrientes
co rrientes criminológicas de admitir,
admitir, a ciegas, el concepto jurídi-
co de delito. Y,
Y, por supuesto, no todas estas orientaciones doctrinales afirman
la naturaleza patológica de la desviación gravemente antisocial o delictiva.
Reiteramos que existen, al menos en algunas de ellas, la admisión clara
de presencia
pulsores, del (aunque
acto criminal.
no en De
monopolio)
tal maneradequefactores
existen
sociales,
no pocos
propiciantes,
cultivadores
im-
y defensores de estas teorías que perciben el acto delictivo 
delictivo   como fruto de la
conspiración actual, en el mismo sentido, de factores psicobiológicos, psico-
morales (psicológicos en sentido amplio) y psicosociales. Ello ocurre, ocur re, sin duda,
con las llamadas teorías de la personalidad criminal en sentido actual o mo-
derno.. O sea,
derno sea , con las representad
rep resentadas,
as, v. gr.,
gr., por
po r E. DE GREEFF
GREEFF,, A. Mª
M ª FAV
FAVARD,

91  F. DIGNEFFE y Ch. ADAM: “Le développement de la crimiminologie clinique à


l’École de Louvain”, en Criminologie, Vol
Vol 37, 1 (2004) p.13.

86 CÉSAR HERRERO HERRERO

N. MAILLOUX, Marc LE BLANC, M. FRÉCHETTE, Marco STRANO…92  Y,


por supuesto, con la teoría estupendamente vertebrada y sintética de Jean
PINATEL93. (Esta cuestión, relacionada fundamentalmente con las llamadas
teorías del “paso al acto”, será abordada con amplitud, y esperemos que con
cierta profundidad, en algunas de las siguientes lecciones).
Se trata ésta, en efecto, dentro de estas últimas elaboraciones, de una cri-
minología actualizada y renaciente (recalcamos que no positivista) que su-
 braya las influencias de socialización de
de los individuos en términos de psico-
logía y de sociología diferenciales, sin dejar fuera el influjo de las estructuras
sociopolíticas disfuncionales. Recuérdese que, hace ya tiempo, el mismo J.
PINATEL publicó uno de sus libros 
libros con el título de “Sociedad criminógena”
(primera edición, en 1971).
Otra cosa es que, como defienden algunos, sin abandonar la dimensión
individual de la delincuencia, esta teoría de Personalidad Criminal haya
Criminal haya de in-
tegrar,, tal vez, “con más convicción”, al decir de R. CARIO, los conceptos cla-
tegrar
ve de la psicología social, como los de representación social y de identidad
social, a la hora de la interpretación de los comportamientos transgresivos.
Habiendo de evitar el análisis criminológico proyectado,en exceso, sobre el
acto mismo, según pretensiones de alguna sistematización reciente…94

92   Sobre esta cuestión, ampliamente, C. HERRERO HERRERO: “Explicación persona-


lista de la delincuencia (T
(Teorías
eorías psicomorales)”, en su obra “Criminología…”, ya citada, pp.350
y ss. O en su estudio monográfico: “Delincuencia de menores. Tratamiento criminológico y
 jurídico”, Edit. Dykinson, 2ª edición, Madrid, 2008, pp. 114 y ss.
93  En torno a la teoría “del paso al acto”, el mismo Robert CARIO ofrece las amplias
observaciones siguientes: “Constantemente enriquecida por los progresos de la neurofisiolo-
gía y de la sociología, la orientación biopsicológica del fenómeno criminal se expresa hoy a
través de los trabajos de la criminología del paso al acto, en algún caso reductible a la crimino-
crimino -
logía clínica, rama particular de la criminología. Ella descansa sobre el principio de que el cri-
men es la respuesta de
d e una personalidad a una situación. Los trabajos de O. KINBERG (sobre
las situaciones criminales) y de E. DE GREEFF (sobre los procesos del paso al acto) aparecen
así como los fundadores de la expresión más utilizada de esta corriente biopsicológica. Las
investigaciones de Juan PINATEL sobre la personalidad criminal se presentan como la síntesis
más seductora.
en tela de juicioLa
enteoría que él propone,
su globalidad, en las proposiciones
sino al contrario, siguientes,contemporáneos.
por los criminólogos no han sido puestas
En
este sentido, el criminal es un ser como los otros. Se diferencia solamente por una aptitud par-
ticular en el paso al acto, manifestando un umbral delincuencial menos elevado. Esa aptitud
es la expresión, en un plano cuantitativo, de diferencias de grado –y en algún caso de natu-
raleza– entre delincuentes y no delincuentes. En el plano cualitativo expresa no obstante la
consolidación de una estructura de personalidad descrita con la ayuda de rasgos psicológicos
específicos. Estos rasgos pueden ser reagrupados en un nudo central y en variables. (…) El
nudo central gobierna el paso al acto. (…) Las variables de la personalidad
pers onalidad criminal dirigen las
modalidades de ejecución del acto, siendo neutrales con relación al paso del acto en sí mismo.”
(Jeunes délinquants. A la recherche…” ya citado, p.159).
94  R. CARIO: “Jeunes délinquants. A la recherche…”, ya citado, p. 160.

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 87

Sin olvidar, por otra parte, que hasta las teorías interaccionistas modera-
das, que no hablan de personalidad criminal, hacen referencia a
referencia a la produc-
ción,, en el delincuente, de hábitos de reacción o de respuesta favorable a los
ción
estímulos criminógenos, inducidos por los factores exógenos. Es decir, que
estamos, también, con ellas, ante interpretaciones factorialistas de la delin-
cuencia, sin excluir la cooperación consciente del individuo95. Y no sólo estas
teorías sino que, asimismo, otras versiones sobre el nacimiento del delito de-
fienden la necesidad de comprenderlo desde alguna clase de factorialidad o
96

etiología
desde el “.Conductismo”
Sea de índole endógena
moderado,oseexógena. O de
habla del ambas a lacomo
delincuente vez. persona
Incluso,
dotada de ciertos rasgos característicos. Es el caso H. J. EYSENCK. (También
lo veremos)97.

F. CRIMIN OLOGÍAS DE LA ELECC


CRIMINOLOGÍAS ELECCIÓN
IÓN RAZONABLE Y DE LA VIDA
COTIDIANA
Estamos, como ya advertíamos más arriaba, ante otra de las corrientes
criminológicas que, a partir, sobre todo, de la década de los noventa, han al-
canzado gran predicamento. Sobre todo, en las sociedades occidentales.
Parten tales orientaciones doctrinales de dos postulados básicos. El pri-
mero sostiene que el acto delincuencial es fruto de selección y elección ra-
cionales por parte del delincuente. Es decir, que el delincuente, el que está
decidido a delinquir (sea de forma próxima o predisposicional) en princio
sólo pasa a delinquir cuando el objetivo a “asaltar” es posible y se presenta,
en su conjunto, como beneficioso y rentable para el agresor. El segundo se
funda en la persuasión de que el delincuente se convierte en delincuente sin
salirse de la normalidad, que el delito es un aspecto ordinario y habitual de
las sociedades modernas. Que ha de irse a deshacer el mito de la delincuen-

95   Recordar
Recordar,, a este respecto, el concepto de “campo” en las ciencias sociales, introduci-
do por K. LEWIN. (V er su obra: “La teoría del campo en la ciencia social”,
(Ver social”, Paidós, Barcelona, 1970).
96  De los ocho modelos para la comprensión de la delincuencia que V. GARRIDO
GENOVÉS enumera en su obra “La prevención de la delincuencia: el enfoque de la compe-
tencia social “ (Tirant lo Blanch, Valencia, 1995): Modelo biológico, analítico-psicodinámico
de Freud, modelo humanista, modelo sociocultural, modelo conductual, modelo cognitivo,
el informado en el denominado “pensamiento saludable” de Kendall, modelo ecológico-con-
ductual, hacen referencia directa a una base factorial (prevalentemente endógena o exógena,
según). Naturalmente, en concordancia con la comprensión ha de ir la actuación o la inter-
vención. Sobre estos modelos puede verseve rse un buen comentario sintético en F. F. BUENO ARÚS:
“Nociones de prevención del delito y Tratamiento de la delincuencia”. Editorial Dykinson, Madrid,
2008, pp.32-33.
97  H. J. EYSENCK: “V “Ver
er,, por ejemplo, su trabajo “Crime and personality
personality”,
”, Routlege,
London, 1964, pp. 67 y ss.

88 CÉSAR HERRERO HERRERO

cia como efecto de una motivación especial, de una anomalía, de una patolo-
patolo -
gía, de déficits de socialización o del influjo dominante de disfunciones ins-
titucionales, públicas o privadas, de estructuras gravemente irregulares o de
circunstancias externas spsicológica y socialmente desestabilizantes. El delito
es producto, como cualquier otra tarea, del juego de las actividades interre-
lacionales rutinarias. El delito ha de ser percibido como cualquiera otra acti-
vidad que conlleva riesgo en su realización y, y, por tanto, ha de calcularse si es
procedente ejecutarlo. El delito no es otra cosa que la consecuencia de llevar
a cabo un resultado económico, o ventajoso, superior al riesgo negativo con
que amenaza la Ley.
De acuerdo con tales premisas, la teoría de las actividades rutinarias conclu-
ye que el delito surgirá siempre que exista un potencial infractor,
infractor, un blanco u
objetivo potencial rentablemente apetecible o atractivo y que no esté presen-
te nadie capaz de impedir el ataque (policía, vigilante de seguridad, amigos,
vecinos, dueños…)98.
Lo que procede, pues, es proteger “el blanco” con vigilancia competente
y eficaz y,
y, en su caso, con la amenaza e imposición real de castigo verdadera-
mente disuasorio y “sin contemplaciones” de falsa piedad. Castigo eficaz con
el mínimo coste posible. He aquí, pues, la Política
Política criminal a seguir para estas
teorías.

mosComo
decir, antes
pues, hemos habladoexiste
que también de ununrealismo de de
“realismo izquierdas,
derechasahora pode-
”, potencia-
do, al máximo, con las políticas informadas en la denominada “tolerancia
cero”99. Con ellas volvemos, al fin y al cabo, al enfoque y rigorismo de la
política criminal penal clásica, por una parte. Y, por otra, se ha extendido

  A este respecto, D. K. CORNISH y R. CLARKE: “The reasoning criminal, ration-


98

al choice perpectives on offending”; Ed. Springer Verlag, New York, 1986. A. CRAWFORD:
“Crime Prevention and community Safety. Policies and Practices”, Ed. Longman, Harlow,
1998, pp. 68 y ss.; Marcus FELSON y Otros: “Opportunity makes the thief. thief. Practical theory for
crime prevention”, Police Research Series, Paper 98, ed. Barry Bebb, Home Office Research,
Development and statistics
s tatistics Directorate, 1998; Th. Mª PACHECO
PACHECO DE CARVALHO:
CARVALHO: “La “ La ocasion
hace al ladrón. La prevención de la delincuencia por medio de la prevención situacional”, en Revista
Electrónica
99  ADerecho Penalsobre
este respecto, Online
las[en línea]. de
doctrinas Disponible en http://www.derechopenalonline.com
sociólogos-criminólogos como W. J. BRA
BRATTON,
TTON,
 J. WILSON o G. KELLIG, puede verse C. HERRERO HERRERO: “Reflexiones criminológi-
cas sobre la Ley Orgánica 5/2000, reguladora de la Responsabilidad Penal de los Menores”,
en ICADE 53 (2001)pp. 43 y ss. Sobre esta cuestión puede verse también:Emma BELL: “Le
tournant punitif. Une tentative d’explication”, en su trabajo: “L’État
“L’État britannique entre le social
et le carcéral:Un étude du “tournant punitif” de la Politique pénale neo-travailliste” (1997-
2007”, Thése de Doctorat, Université Lumière Lyon 2, 2008, pp. 146 y ss. Para ver cómo ha de
tratarse la exclusión superando la simple política criminal: J. F. MORALES y A. BUSTILLOS:
“Marginación y exclusión social: Consideraciones sociales clínicas en la España del Siglo XXI”;
en Vol.
Vol. Col. “Violencia y salud mental. Salud mental y violencia institucional, estructural y so-

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 89

la convicción de que el control del delito no es sólo tarea del Estado, que se
manifiesta muy limitado para atajarlo y que, por lo mismo ha de abrirse a la
cooperación con agencias de carácter privado. (De aquí, la emergencia de la
actividad expansiva de la denominada “Seguridad privada”, eje ahora con-
solidado de la prevención situacional).
Estas políticas que, en realidad, sustituyen a la “opinión” de los expertos
por visiones de alguna manera populistas, han sido recibidas con satisfacción
en Occidente, más que por la población, por las autoridades correspondien-
tes. Empezando por Estados Unidos y Gran Bretaña, pero extendiéndose
también por el resto de los grandes países de Europa continental.
David GARLAND confirma, al menos en parte, la precedente afirma-
ción cuando, al hablar de “las
“las nuevas criminologías de la vida cotidiana”, escribe:
“Uno de los desarrollos más significativos de las dos últimas dos décadas ha
sido el surgimiento de un nuevo estilo de pensamiento criminológico que ha
logrado atraer el interés de los funcionarios gubernamentales. Con el declive
de las justificaciones correccionalistas de la justicia penal y frente al dilema
contemporáneo del control del delito, los funcionarios gubernamentales han
ido descubriendo gradualmente una afinidad electiva entre sus propias pre-
ocupaciones prácticas y este nuevo género de discurso criminológico. Este
nuevo género –que podría denominarse las nuevas criminologías de la vida co-
tidiana–– ha incidido escasamente en la opinión pública, pero ha funcionado
tidiana
como un soporte
Es posible rastrearcrucial de muchas
su influencia de las
no sólo políticas
en la públicas
estrategia recientes. (…)y
responsabilizante
en los nuevos aparatos de la prevención del delito, sino también en las re-
cientes políticas de disuasión e incapacitación penal. (…) En contraste con
la criminología correccionalista, este enfoque ya no presenta al estado y sus
agencias como si fueran los actores fundamentales e inmediatos en las tareas
del control del delito. Y en la medida en que articula una imagen del sujeto
delincuente, esta figura no es ya la del inadaptado pobremente socializado,
necesitado de ayuda, sino, en cambio, la del consumidor oportunista, cuyas
actitudes no pueden ser modificadas pero cuyo acceso a ciertos bienes socia-
les puede ser obstaculizado. (…) Del mismo modo en que estos discursos han
sido puestos en funcionamiento en estrategias de prevención acordes con las
nuevas condicionesdedeestrategias
en el renacimiento la modernidad tardía, han
más antiguas jugado también
que ignoran un papel
estas condiciones
y descansan en los poderes penales tradicionales del estado soberano”100.

cial colectiva” (Ponencias del XXIV Congreso de la Asociación Española de Neuropsiquiatría),


Asociación Española de Neuropsiquiatría, Madrid, 2009, pp.75 y ss.
100  D. GARLAND: “La cultura del control. Crimen y orden social en la sociedad contemporá-
nea”;
nea ”; traducción de Máximo SOZZO, Edit. Gedisa, Barcelona, 2005, pp.216 y ss.

90 CÉSAR HERRERO HERRERO

G. EL POSTMODERNISMO Y LA CRIMINOLOGÍA
Dejando, ahora, la pluralidad de significados que cabe atribuir al  post-
modernismo o a la postmodernidad y fijándonos, tan sólo, en el que aquí
nos interesa, decimos que entendemos por el mismo: El actual movimiento
cultural (o subcultural, tal vez) de carácter más emotivo que intelectual, ca-
racterizado por el intento de refutar la denominada modernidad, como forma de
existencia confiada en la razón. Es, pues, una forma existencial que se presenta
como negación de la racionalidad, de la autoridad, de la tecnología y de la
ciencia, al concebir a éstas como algo inconsistente y desorientador. Se ten-
dería a equiparar, aquí, modernidad con occidentalización. Y, por lo mismo,
cultura postmoderna equivaldría a rechazo de esa occidentalización. O sea,
rechazo, consciente o incoscientemente, de las columnas en que se ha basado
la civilización occidental: La Filosofía griega (la razón), el Derecho Romano
(sociedades organizadas sobre la ley) y Cristianismo (el ser humano conce
 bido como persona, con el reconocimiento de la correlativa dignidad de la
misma).
En formulación positiva, el discurso del postmodernismo, informado
más que en Marx y Hegel, en la filosofía de Nietzsche y en el psicoanálisis
a través de Jacques Lacan, concibe a la realidad social en continua transito-
riedad de contenidos y formas, subrayando, así, el “perpetuo retorno” de lo
cambio. Porque,
igual siempre en cambio. Porque, como heredero de Nietzsche, para el postmo-
postmo -
dernismo no hay “verdades-base”
“verdades-base” ni, por supuesto, existe la Verdad.
Verdad. Hasta la
apariencia de verdad es pura máscara hurdida, en cada tiempo, por los con-
dicionamientos psicológicos y sociales de los que dominan. Esta realidad hay
que entenderla, por tanto, en clave simbólica101.
Lo que acontece en el individuo o en la sociedad como siendo diferen-
te no es más que la proyección del “juego de fuerzas”. De las dominantes
depende el criterio a seguir. Del impulso, así jerarquizado, depende hasta el
quehacer individual.
Con tanta interferencia, ni el tiempo posee una orientación lineal. El tiem-
po es pura sucesión de momentos entre sí desconectados. Sin textura orgáni-
ca entre pasado, presente y futuro. Y a esto hemos de acomodar, se quiera o
no, nuestrayvida.
proyectos menosEs un
decir,
decir, es inútilSólo
proyecto. tratar
losdemomentos,
hacer con nuestra
cerradosvida
en síauténticos
mismos,
tienen algún sentido. Y lo pierden cuando el siguiente llega102.

101   Sobre estas cuestiones, puede verse G. MAROTT


MAROTTA: A: “Teorie Criminologiche.
Crimi nologiche. Da Beccaria
Becc aria
al Postmoderno” ; Università degli Studi di Roma “La Sapienza”, 2004.
102  A este respecto, puede verse C. HERRERO HERRERO: “P “Política
olítica Criminal
Integradora”, Ya
Ya citda, pp. 138 y ss.

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 91

De acuerdo con esas premisas, escribíamos, hace algún tiempo, en nues-


tra Criminología: “Su concepción sobre el fracaso de la razón, como guía del
hombre en este mundo, lleva, a los profesos de la postmodernidad
postmodernidad,, a impugnar
impu gnar,,
en consecuencia, la planificación, la organización, la previsión, por inútiles
y alienantes, y a cambiarlas por la espontaneidad constante, la improvisa-
ción…, la ausencia de toda clase de proyección. Hay que vivir el momento sin
inhibiciones y sin condicionamientos. Porque toda la realidad que envuelve
al hombre es sustancialmente fragmentaria, todo es relativo y hasta caótico.
Hay que desvanecer,
desvanecer, pues, el ensueño de futuros lógicos, de la posibilidad de
conocimientos previos. Al hombre no le cabe, por ello, otra oportunidad que
embarcarse
el hombre esenlibre
viajes hacia ninguna
n inguna
o dominador parte. Y,
del medio Yque
, si esto es así, es103ilusorio
le circunda” . creer que
Desde tanta inconsistencia, desde tanta obscuridad, desde tan cerrado y
a la vez dinámico magma, tanto individual como social, ¿es posible poder ha-
 blar en serio de cualquier clase de Criminología? Lo veremos en el Capítulo
siguiente.
 
103 “Criminología…”,, ya citada, p.337.
“Criminología…”
 

Capítulo cuarto
CRISIS Y OPOSICIÓN
A LA CRIMINOLOGÍA CLÍNICA
2º. Las teorías criminológicas
expuestas
expuestas en el capítulo precedente
pr ecedente y su afecto, o
desafecto, para con la criminología clínica
 

A. INTRODUCCIÓN
Una vez que hemos ofrecido, en el Captulo precedente, las correspon-
dientes corrientes criminológicas (en conjunto, quizá, las más influyentes
durante las últimas décadas), cabe hacernos ya, de forma más concreta y espe-
cífica , , esta
 esta pregunta: ¿Cuáles de ellas son compatibles, y cuáles no, con los
requerimientos de la Criminología Clínica?
Con adelantamiento puede asegurarse, desde un CRITERIO general de
referencia y contraste, que parece que se puede contestar lo que sigue:
Son compatibles (y, por tanto, el resto no lo serán) aquéllas que estimen
que la persona, estadísticamente normal e individualmente considerada, es
o puede ser responsable, al menos con alguna responsabilidad subjetiva, del
nacimiento o aparición de sus propios comportamientos antisociales o delic-
tivos. Aunque,
Aunque, a la vez, la sociedad, por sus graves disfunciones políticas, so-
so -
cioeconómicas, ético-culturales…, pueda y deba ser calificada de criminóge-
na al impulsar (no determinar
deter minar fatalmente) a las personas a delinquir
delinquir..
Desde ese enunciado, puede señalarse ya, entonces, que algunas de
aquellas corrientes
sólo fueron criminológicas,con
(y son) incompatibles desarrolladas
la admisiónen
de el
la anterior Capítulo,
Criminología no
Clínica,
sino que, por su militancia activa contra ella y por sus planteamientos crimi-
nológicos, propiciaron el comienzo de lo que empezó a denominarse etapa o
periodo de crisis de la Clínica criminológica.
Pero pasemos, ahora, para constatarlo, a examinar, desde el CRITERIO
PREANUNCIADO,, cada una de tales teorías.
PREANUNCIADO

B. TEORÍAS CRIMINOLÓGICAS DE LA REACCIÓN SOCIAL


Las corrientes radicales de la Criminología de la Reacción social no cum-
plenellas,
gún ninguna de las exigencias
las personas clave de alalas
que se enfrentan Criminología Clínica.
leyes penales de losPorque, se-
poderosos
no hacen otra cosa que defenderse, justamente, de ellas. Se trata de una sim-
ple transferencia del atributo de delincuente a los sin poder, a los sin voz,
a los desprotegidos… Pero éstos no son delincuentes. Son rotulados como
delincuentes por una delincuencia que no es tal, sino que se inventa porque

96 CÉSAR HERRERO HERRERO

conviene a los intereses de los que detentan el poder (poder legal, judicial,
gubernativo o administrativo). Y si no hay delincuencia real, tampoco hay
delincuentes reales. Y si no hay delincuentes reales, sobra la Criminología
Clínica y toda clase de Criminología.
Tampoco cabe la Criminología Clínica
Clínic a en las corrientes críticas si, a pesar
de admitir existencia de delincuencia real, ésta es atribuida, en exclusiva y en
totalidad a disfunciones graves estructurales, sobre todo de origen socioeco-
nómico.Tampoco,
nómico.T ampoco, aquí, es posible esclarecer el fenómeno criminal desde per-
sonas individualizadas.
Lo mismo acontece con el “realismo
“realismo de izquerdas”.Y
izquerdas”.Y aún más, desde lue-
go, con el feminismo radical, embarcado en la revolución del igualitarismo
de los sexos. ¿Por qué? Porque, antes de dar entrada a cualquier clase de
Criminología (que, en todo
a cabo dicha revolución caso, sería
en unión purode
del resto constructivismo), habría
revoluciones marxistas.
mar que llevar
xistas.
Otra cosa hay que afirmar, al respecto, con relación al feminismo mode-
rado, militante de la auténtica emancipación de la mujer,
mujer, orientado a recono-
recono -
cerle, en virtud de su dignidad, igual a la del varón, la misma tabla de dere-
chos. Casi siempre, ajeno (como ya hemos insinuado) a postulados fuera del
marxismo o de filosofías colectivistas, en sí mismo no es incompatible con
dicha criminología.
También sería posible, creemos, la práctica de la Criminología Clínica con
orientaciones criminológicas al modo del interaccionismo moderado (por
ejemplo , el de E. H. Sutherland, Reckless…), porque habla de presencia, en
el delincuente, por influjo de factores exógenos, de un proceso de modela-
ción de sus hábitos reactivos y,
y, aquí, puede tener entrada dicha Criminología,
para ayudar a reencauzarlos.
C. LAS CORRIEN
CORRIENTES
TES CONTESTA
CONTESTATTARIAS INTERME
INTERMEDIAS
DIAS ENTRE LAS
TEORÍAS DE LA REACCIÓN SOCIAL Y LAS DEL PASO AL ACTO
Como ya hemos visto, existen criminólogos que aprecian deficiencias no- no -
tables en los dos principales paradigmas criminológicos de hoy: El “paradigma “paradigma
del hecho
hecho” 
”  y
 y el “paradigma
“paradigma de la definición” . Y,
Y, por ello, tratan de ir a una especie
de entente entre los mismos con el fin de comprender mejor el fenómeno de
la delincuencia. Incluso, hay autores que tratan de desembocar en un nuevo
paradigma
mas basadosfusionando los dos
en el concepto “precedentes.
interrelacionesYsociales”,
de “interrelaciones hablan, de”actores
en efecto,sociales”…
de paradig-
104

104 
Recuérdese, precisamente, que A. PIRES y F. DIGNEFFE han titulado un de sus es-
tudios: “Vers un paradigme des inter-relations sociales? Pour une reconstruction du champ
criminologique”, ya citado.

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 97

Son éstos, precisamente, los autores que han hecho entrar en crisis, sin
negarla del todo, a la
to, de “paradigma” criminología
basado clínica del
en el concepto “paso al acto”.
“paso acto”. Y hablan,
de “interrelaciones en efec-
sociales”.
Pero no parecen negar,
negar, del todo, la participación propia del individuo en
general en el surgimiento de sus actos delictivos.
En esta orientación, es, quizá, Chr. DEBUYST el que, intensamente in-
fluenciado por algunas propuestas de cierta Psicología (sobre todo, Psicología
social) y por algunos estudios de la denominada Segunda Escuela de Chicago
(sobre todo, los de Goffman), ha pasado a efectuar una profunda revisión
de los conceptos de “estado
“estado peligroso” (dangerosité) 
(dangerosité)  y de personalidad criminal,
conceptoss cardinales de la Criminología
concepto Crim inología clínica.
cl ínica. Pero revisar,
revisar, y hasta reconstruir
reconstr uir,, no es
igual a negar, sin más, tales conceptos. Caben reconstrucciones alternativas. Como
dice el mismo PIRES, sobre el precedente autor, autor, sus críticas a las nociones de
de peligrosidad y de personalidad criminal tienen una finalidad. “Persigue
una reflexión con vistas a consolidar una orientación de psicología clínica
preocupada por el respeto y la emancipación de todos los sujetos. Esta clínica
no debe estar a merced de los sesgos introducidos por la ideología penal y
debe estar en condiciones de neutralizar las tentaciones reduccionistas que
afectan al problema de la “criminalidad”105.
Con estas corrientes contestatarias sí podría ser factible la Criminología
Clínica. Si bien, más o menos profundamente renovada y reorientada.

D. TEORÍAS ONTOLÓGICO-CRIMINOLÓGICAS, DEL PASO AL ACTO


Y FACTORIALIST
FACTORIALI STAS
AS
Dentro del amplio abanico que forman estas corrientes criminológicas,
que coinciden, fundamentalmente, en considerar la delincuencia como algo
real (factual) y con base etiológica ambivalente (factores endógenos y exó-
genos) es, aunque todas ellas admiten de alguna manera la función de la
Criminología clínica, la denominada Criminología del “paso al acto” la que
representa mejor, en la actualidad, esta actividad clínica criminológica, des-
colgada YA,
YA, entre sus principales valedores, del determinismo
deter minismo positivista.
Hablamos, efectivamente, en este último supuesto, de la corriente del
paso al acto encarnada dentro del ámbito de la denominada personalidad
criminal en sentido moderno. Se trata de una versión criminológico-clínica
que, al examinar los rasgos o trazos componentes de dicha personalidad, no
pasa por alto que pueden haber cristalizado no sólo en virtud de factores psi-

105  Alvaro PIRES: “Des signes d’un renouveau en criminologie?”, en editorial de la re-
vista Criminologie, vol 25, 2 (1992) pp. 10-11.

98 CÉSAR HERRERO HERRERO

cobiológicos y psicomorales, sino también por influencia (incluso principal)


de factores psicosociales y hasta
h asta situacionales. Pero,
Pero, aún más. Que los rasgos
componentes de la personalidad criminal lo son no porque sean específicos
de los delincuentes (pues se dan también en los no delincuentes) sino por-
que, en aquéllos, sobrepasan (en grado) la media.
No hay por qué reducir, por tanto, esta teoría del “paso al acto” a ba-
ses biológicas o psicológicas. (Recuérdese, una vez más, que el mismo Juan
Pinatel hablaba de sociedad criminógena). Y que, por lo mismo, no cabe ne-
gar que, en la configuración de la personalidad criminal, estén siempre, o
muy a menudo, influyendo contextos y situaciones de procedencia exterior.
exterior.
Desde ese punto de vista son interesantes las reflexiones “ad hoc” del
profesor venezolano A. E. GONZÁLEZ SALAS: “En apoyo a la teoría de que
las conductas delictivas son producto de aprendizaje es importante destacar
las condiciones
desarrollo bajo las
evolutivo; cuales
, elsemedio
es decir,
decir desenvuelve
ambienteelfamiliar,
individuo
familiar a lo ,largo
, escolar,
escolar de su
las relacio-
nes con sus vecinos y amigos. Por esa razón la teoría del Paso al Acto hace
mucho énfasis no sólo en los componentes de la personalidad criminal des-
tacados por Pinatel, sino además en las situaciones específicas del entorno
inmediato del individuo. Ello intentaría explicar, desde el punto de vista del
llamado “estado peligroso”, por qué unos llegan al acto delictivo en tanto que
otros, sometidos a las mismas condiciones de estimulación, no acceden a él
(condicionamiento operante)”106.
La producción del delito, el paso al mismo, por parte del delincuente no
psiquiátricamente definido, es fruto de la interrelación entre su mundo in-
terior y el mundo exterior que le circunda. Éste, en todo caso, interpretado,
aquí y ahora,
sentido, porque
por ello, el sujeto activo desde
la Criminología su “universo”
Clínica, interior.
exploradora No tendría
del fenómeno cri-
minal desde una plataforma individual, la de la persona concreta, eludiese,
en su examen, la dimensión sociológica de la misma. No cabe, tampoco, si se
pretende llevar a cabo clínica criminológica, prescindir de la aportación de
esta persona singular a su hecho delictivo. Si el ser humano concreto no cola-
 borara activamente
activamente en el paso al acto delincuencial, las disfunciones, desajus-
tes etc., del arco económico-político, socio-cultural…, descansarían indefini-
damente en el limbo de la ineficacia. También,
También, con respecto a la desviación o
a la delincuencia. ¿Cómo, entonces, tratar de explicar razonablemente este
fenómeno sin atender al mundo interno del actor?107

106  A. E. GONZÁLEZ SALAS: “Consecuencias de la prisionización”; en revista Cenipec,


20 (2001) p. 9 del estudio.
107  A este respecto, puede verse la amplia nota (1) de la pág. 365-366 de mi “Criminología.
Parte General y Especial”, ya citada.

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 99

Nosotros creemos, desde luego, que esa vertiente sociológica está ya in-
corporada, al menos implícitamente, en la teoría del paso al acto, sistemati-
zada
comoporlos PINATEL y preconizada
que acabamos `por E.enDe
de denominar, el GREEFF.
apartado Sianterior,
bien, sin“contestata-
ir tan lejos
rios” de esa corriente.

E. LAS CRIMINOLOGÍAS DE LA ELECCIÓN RAZONABLE Y DE LA


VIDA COTIDIANA
Como ya hemos advertido, para estas teorías el delito es algo que aparece
dentro de las coordenadas de la vida social normal. Como efecto, más bien,
de la falta de control social adecuado, que como fruto de déficit de socializa-
ción y privación de los delincuentes.

La delincuencia,
las sociedades pues,perpetrada
modernas, no dejaría por
de ser un aspecto
individuos rutinario, común
perfectamente norma-a
les. Individuos que acceden al delito por motivos de rentabilidad económica
o por otras clases de gratificación, según fuere la naturaleza del bien social
quebrantado.
El mejor antídoto contra esa realidad, pues, habría de ser el representado
por medios de control basados, desde el primer momento, en la retribución
y en la disuasión penal correspondiente (“tolerancia cero”) y practicando, de
forma simultánea, las técnicas de la prevención situacional.
Si la delincuencia se produce cuando el delincuente, persona normal
persona normal (sin
 (sin
déficits específicos) percibe la actividad delictiva como un negocio rentable,
¿entonces para qué hablar, vendrían a decir, de clínica criminológica? Habrá
que hacer frente al delito con instrumentos que no lo hagan apetecible.
Claro que ese planteamiento aparca una interrogante básica: ¿Por qué,
ante la misma atracción y rentabilidad de los objetivos, unas personas de-
ciden delinquir y otras no? ¿No será por la presencia, en ellas, de distin-
tas motivaciones, factores impulsantes o causas? ¿Tanto endógenas como
exógenas?
F. EL POSTMOD
POSTMODERNISMO
ERNISMO Y LA CRIMINO
CRIMINOLOGÍA
LOGÍA CLÍNICA
Lo insinuábamos más arriba. Con las premisas del postmodernismo puro
es imposible hablar no ya Criminología clínica, sino de Criminología en gene-
ral. Imposible
La verdadhacer ninguna
es que, clase
desde lasdeposiciones
ciencia desplazando a la razón.
más genuinas del postmo-
dernismo, no se ha superado, en este campo, la mera actitud destructiva.
Precisamente, desde estas posiciones, se ha venido haciendo referencia a la

100 CÉSAR HERRERO HERRERO

necesidad de acudir “a la deconstrucción” de la Criminología nacida de la


“modernidad”.
Reiteramos
de los queennosolitario
individuos, es posible
o enuna criminología,
interacción, al menos
dicen científica,
encontrarse don-
desorien-
tados y descentrados por su constante, incoherente e incontrolable cambio.
Y, por si fuera poco, donde el libre albedrío y el determinismo o fatalidad
se cruzan, presintiéndose el caos. ¿Cómo explicar, así, con alguna lógica, el
fenómeno delictivo, sea en un plano general o individual? ¡Si lo que ahora es
delito, al siguiente instante no lo es…!108

G. LA CRIMINOLOGÍA CLÍNICA EN LA ACTU


ACTUALIDAD
ALIDAD TRAS SU
COYUNTURA ADVERSA
1º Planteamiento de la cuestión
En conexión con todo lo que acaba de exponerse, cabe también, aquí,
interrogarse: ¿Pero cuál es el estado de la Criminología Clínica en la
actualidad?
¿Se atribuye, hoy, algún papel destacado, dentro del campo crimino-
lógico, a la Criminología Clínica? ¿Ha resistido los vaivenes de los cultiva-
dores de las “criminologías” de la reacción social? ¿Ha reaccionado ante las
dubitaciones de sus contestatarios salidos del umbral de la propia casa, fas-
cinados, en demasía, por planteamientos extraños a esta clase de orientación
criminológica?
Hemos de partir, en efecto, que, desde la década de lo sesenta, la
Criminología clínica empezó a recibir pluralidad de “desaires” por parte, so-
 bre todo, de las más características criminologías de la reacción social y otras
orientaciones afines. Abel TÉLLEZ AGUILERA las sintetiza de la manera si-
guiente: “Así
“Así se le criticó la escasa relevancia que otorga a los aspectos sociales
de la criminalidad, discriminados a favor de los biológicos y psicológicos, su
insuficiencia para planificar una política criminal, al estar centrado su objeto
de estudio en la personalidad de cada delincuente; los excesos y fracasos de
las tablas de predicción; el desinterés prestado por los procesos de atribución
del rol de delincuente, la imposibilidad de formular teorías explicativas ge-
nerales, la falta de validación empírica de los resultados alcanzados con el
tratamiento y el maniqueo uso del concepto de peligrosidad. Todo
Todo ello, unido
a los peligrosos de identificar al delincuente con un enfermo, llevó a que la
Ciriminología Clínica cayera, ya en los años noventa, en una profunda crisis,

108  Sobre este particular


particular,, A. SERRANO MAÍLLO: “Introducción a la Criminología”,
Edit. Dykinson, 4ª edición, Madrid, 2005, p. 487.
487 .

TRAT
TRATADO
ADO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA 101

irrumpiendo en la práctica penitenciaria una nueva concepción de los pro-


gramas tratamentales más próximos a la Psicología cognitiva y al realismo
criminológico”109.
¿Qué decir de esta larga lista expositora de tan notables imputaciones?
Vayamos por partes en la respuesta. Empezando por las objeciones que cree-
mos de más envergadura.

2º Respuesta a las objeciones de mayor importancia:


 — En torno a la escasa relevancia concedid
concedidaa a los aspectos sociales de la
criminalidad
Ya hemos dicho que la Criminología del “paso “paso al acto”, la más represen-
tativa de la Criminología Clínica durante todas estas décadas, nunca negó la
posible influencia de los aspectos sociales en el nacimiento del delito en los
delincuentes concretos. Lo que sucede y sucedía es que esta corriente crimi-
nológica creía y cree en la singular identidad (única e irrepetible) de cada ser
humano. Y, Y, por lo mismo, de cada delincuente. Por lo mismo, no en todos los
delincuentes han de confluir de forma necesaria los mismos factores o con
la misma prevalencia en el supuesto, posible, de convergencia. (Ello ha de
ser constatado en cada individuo, porque el hombre no es sólo sociología,
sino también, al menos, biología y psicología. Integrante ésta de inteligencia,
razón, conciencia, libertad, sentido del bien y del mal…). En las teorías de la
social, de cuño colectivista, los seres humanos están hechos en serie.
reacción social,
De aquí que se dictamine “a priori” que el delito es hijo de la atribución social
o de las disfunciones sociales.

 — Sobre la insuficiencia
insuficiencia para
para planificar una política criminal
Si la objeción se refiere a una planificación general de política criminal,
es evidente que la Criminología Clínica es insuficiente. Pero ello es algo a lo
que esta clase de Criminología no debe aspirar. Entre otras cosas porque se
trata de una Criminología especializada. Mas es evidente que sí puede y debe
servir para ser base de políticas selectivas y cualificadas.
cu alificadas. Porque,
Porque, para los que
estamos persuadidos de la singularidad, de la identidad única de cada ser hu-
mano, ¿cómo llevar a cabo, por ejemplo, de forma razonable, una política cri-
judicial fundada en la individualización de las penas (única forma justa
minal judicial fundada
de imponerlas) sin acudir a los medios de la Criminología Clinica? Y puede
decirse lo mismo en orden a la clasificación de los delincuentes ya senten-
ciados, o para la elección del lugar de cumplimiento penal, etc. etc. Tampoco
Tampoco
 
109 A. TÉLLEZ AGUILERA: “Criminología”, ya citada, p.376.

102 CÉSAR HERRERO HERRERO

puede olvidarse un dato que, para aquí, puede considerarse esclarecedor: el


de que se estima por no pocos expertos (v. gr. trabajos de Moffitt, de 1993, o
Tremblay, 2000) que alrededor del 50 al 70 % de los delitos cometidos son per-
petrados
una porcriminal
política un 6% de delicuentes
(selectiva) reincidentes.
informada ¿No
desde la hay campo,Clínica?
Criminología aquí, para
Por lo demás, naturalmente que, si una de las funciones de la Criminología,
entre otras afines, es informar la política criminal, ella puede y debe centrarse
en la personalidad del delincuente, epicentro complejo del comportamiento
gravemente antisocial. Y habrá que recordar (lo veremos detenidamente en
su momento) que los trazos del concepto de personalidad criminal, diseña-
dos por Pinatel han sido verificados y ampliados incluso, empíricamente, por
pluralidad de investigadores110.

 — Respecto a la imposibilidad
imposibilidad de formular teorías explicativas generales

Ni leperspectiva
de esta es posible ni
nodebe intentarlo,
hay duda po rque
porque
que sus no es esa
resultados su función.
pueden Pero
concurrir des-
a con-
firmar o desmentir,
desmentir, a ese respecto y al menos en parte, las conclusiones de la
criminología general. ¿O es que la Criminología General es infalible y plena-
mente eficaz?

 — Por lo que atañe a la falta de validación empírica de los resultados alcanza-


dos con el tratamiento y el maniqueo uso del concepto de peligrosidad
 En primer lugar
lugar,, decir que si apenas ha existido tratamiento (tratamiento
científico)y,, por lo tanto, ha sido parco el campo donde validar.
científico)y validar. Y el poco que
ha existido (en España, puede decirse que ha sido aún más escaso y efímero)
se ha llevado,
medios reales en general (por
y personales) al falta
margende exigencias de esfuerzoLo
de todo seguimiento. y por
queescasez de
no quiere
decir que éste no pueda realizarse. ( Pero
 Pero sobre esta institución
institución del Tratamiento
Tratamiento
 y sobre el concepto de Peligrosidad volveremos,” in extenso”, en el momento
oportuno).

  Así, por ejemplo, J.C. HERAUT


110 HERAUT:: “Le concept de personnalité criminelle à l’épreuve
du Rorschach. Essai de validation et d’opérationnalisation clinique”, Thèse, Université de
Bordaux II, 1989. An. Mª FAVARD: “Operationnalisation et validation du modèle clinique de
personnalité criminelle”, Ed. Ronéo, Bayonne, 1984. Y Marc LE BLANC ratifica que sus in-
vestigaciones sobre la personalidad criminal (solo o con otros autores como M. Fréchette) no
invalida la cocepción pinatelista, sino que la fortalecen perfeccionándola, habiendo utilizado
una gran variedad de métodos (metodología comparativa, metodología correlacional o esta-

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