El Trabajo Equivocado de Los Centros
El Trabajo Equivocado de Los Centros
El Trabajo Equivocado de Los Centros
Una de las más interesantes ideas que se encuentran en este sistema de enseñanza es que el
hombre tiene diferentes mentes y que el intelecto es sólo una de las mentes que posee.
Tomemos el diagrama de les diferentes centros en el hombre con arreglo a la enseñanza.
Cada uno de estos centros es una "mente". Cada uno de ellos representa una diferente clase
de mente.
Se pueden comparar aproximadamente los centros, con máquinas muy delicadas y
extremadamente complejas, y pensar que cada máquina fue proyectada para un diferente
propósito y empleo. Además, cada máquina está compuesta por máquinas separadas más
pequeñas o por máquinas que están dentro de máquinas, y éstas pueden trabajar por sí
mismas. Es decir, el centro entero o la máquina entera puede trabajar, o sólo una pequeña
parte de ella. Todos los hombres poseen estas muy complejas y delicadas máquinas, pero al
no saber nada o casi nada acerca de ellas, están propensos a usarlas en una forma
equivocada. De hecho, creen que sólo tienen una mente y esta única mente puede ocuparse
de todo. Y la idea de una mente está ligada a la ilusión de que el hombre es uno —es decir,
a la forma de imaginación que todos tienen— a saber, que el hombre es internamente uno,
una unidad, que tiene una voluntad y un "Yo" permanente, y que posee plena conciencia y
conocimiento de sí y el poder de hacer. Es una cosa muy extraña e interesante sobre la cual
nadie ha reflexionado con bastante profundidad —porque conduce al origen de la
"enfermedad" interior del hombre— y se necesita mucho tiempo antes de que el hombre sea
capaz .de soportar la idea de que internamente no es uno sino muchos, que no hay unidad
en él ni armonía sino multiplicidad y falta de armonía, que no tiene un "Yo" permanente y
real sino centenares de diferentes y muy contradictorios "Yoes" que se hacen cargo de él en
diferentes momentos, que no tiene verdadera voluntad sino una hueste de cambiantes y
antagónicas voluntades, pertenecientes a cada uno de esos "Yoes", que rara vez tiene
mementos de conciencia sino que por lo general está en un estado peculiar de soñar
despierto, y de resultas de ello carece del poder de hacer y así vive en un mundo donde todo
sucede y nadie puede impedir que todo suceda. Aun la idea de que un hombre no tiene una
mente sino diferentes centros o mentes suele ser resistida o considerada tan fantástica como
decir que la gente no es consciente. De hecho, nadie quiere enfrentarse consigo mismo y su
verdadera situación.
Por eso un hombre se aferra a lo que se imagina que es, y al aferrarse de este modo a lo que
no existe, a lo que es irreal, hace que le sea imposible existir y ser real, es decir, llegar a ser
lo que podría ser y para lo que en realidad fue creado. Quizá haya oído en este Trabajo el
dicho de que todos pueden llegar a ser millonarios, pero a fin de ser millonario es preciso
comprender primero que no se es millonario. A este respecto cada cual se asemeja al joven
rico en la parábola, el hombre rico en el sentir de su propio mérito, que atribuye la bondad a
sí mismo como si fuera su propia posesión y que estaba profundamente identificado con sus
virtudes. Recuerdan ustedes que se le dijo de vender todo y dárselo a los pobres, es decir, a
la verdadera o esencial parte interior aún no desarrollada en él, a la que la "rica persona-
lidad" hacía padecer hambre. Ahora bien, es poco probable que el hombre aprehenda algo
de lo que se dice sobre el trabajo equivocado de los centros a menos que llegue a reconocer
por sí mismo que existen en realidad diferentes centros en el. Todos ustedes deben
comprender que esto no es una idea fantástica o una mera idea teórica. Es un hecho y es un
hecho de la mayor importancia para quienquiera que desee dar un buen uso a su vida y no
hacer de ella algo borroso, informe y sobre todo carente de sentido. Por esa razón lo
primero que debe hacerse con respecto al trabajo práctico sobre sí es observar cuál es el
centro o cuáles son los centros que están trabajando en un momento dado. Es decir, se les
hace practicar la observación de sí, que es el único camino que conduce a un cambio, ante
todo en relación con la observación de los diferentes centros que existen en el hombre. Pero
esto es muy difícil y la gente no se da realmente cuenta, aun al cabo de largo tiempo, que
esos centros existen en ella. O tratan de observarlos por un momento y creen que es todo lo
que se necesita. Para empezar, hay tres personas diferentes en cada hombre —el Hombre
Intelectual, el Hombre Emocional y el Hombre Instintivo Motor, que corresponden a estos
tres centros o mentes. Es decir, un hombre piensa que es una cosa, siente que es otra, y
percibe por los sentidos que es una tercera cosa— es decir, sus sensaciones, que pertenecen
al Centro Instintivo, son diferentes de sus sentimientos, que pertenecen al Centro
Emocional, y de sus pensamientos, que pertenecen al Centro Intelectual. Supongamos que
usted trata de cumplir un propósito, y se ha tomado el trabajo de aclarar el significado de su
propósito. Supongamos ahora que algo lo trastorne: ¿qué sucederá, si nos ocupamos de esta
cuestión sólo desde el punto de vista de los distintos centros? Si usted está trastornado
significa que el Centro Emocional se ha vuelto negativo. Se siente furioso, enfadado, desen-
gañado, o quizá no siente nada que merezca la pena. Supongamos ahora que se deje guiar
por la mente del Centro Emocional tal como es en ese momento, ¿podrá usted cumplir con
su propósito, sea cual fuere éste? No, de seguro no. Pero si penetra usted en su Centro
Intelectual —si puede hacerlo— y piensa acerca de su propósito y acerca de las razones que
le hicieron tomar este propósito puede aun cumplir con él. ¿Por qué? Porque está usando el
centro correcto para este menester. No está usando el centro equivocado, porque seguir el
Centro Emocional cuando es negativo es siempre usar el centro equivocado. Pero ya hemos
hablado bastante sobre este tema. Hoy tenemos que hablar del trabajo equivocado de los
centros no tanto en el sentido de usar los centros equivocados para una tarea particular,
como por ejemplo, tratar de pensar en bajar rápidamente una escalera, sino en el sentido de
usar la parte equivocada de un centro. Como ustedes saben, cada centro se divide en tres
partes y cada una de estas partes en otras tres. No me refiero ahora a la división de algunos
de los centros en un lado positivo y otro negativo. Cada centro se refleja en los otros y en
sus tres divisiones y tres subdivisiones. Por ejemplo, el Centro Intelectual tiene tres
divisiones, que representan el Centro Instintivo Motor, el Centro Emocional y el Centro
Intelectual, pero todo en escala más pequeña. Y éstos a su vez se subdividen de la misma
manera en una escala aun más reducida.
La parte Instintiva Motora de cualquier centro es la parte más mecánica y es en esas
divisiones mecánicas de los centros en las que la gente pasa su vida por regla general. Pero
antes de hablar en detalle sobre las divisiones de los centros en general, es preciso
aprehender un principio que se relaciona con sus divisiones. ¿Por qué la gente pasa su
tiempo en las divisiones mecánicas de los centros? La respuesta es simple: porque no
requieren atención alguna. Cuando la atención es prácticamente igual a cero, se está en las
partes más bajas y automáticas de los centros. De resultas de ello una persona dice y hace
cosas sin tener idea alguna de lo que está haciendo. Otro de los resultados es que una
persona no puede adaptarse a cualquier cambio o a cualquier empleo de su conocimiento
sino que se comporta en una forma absolutamente mecánica en todas las ocasiones y repite
lo que conoce como una máquina. Habrán observado todos ustedes cuánto les cuesta a
algunas personas adaptarse a nuevas ideas o condiciones, y cómo repiten como escolares
todo cuanto les fue enseñado.
Para llegar a las divisiones superiores de los centros es preciso un esfuerzo de atención.
Este es el principio. Ahora tomemos como punto de partida la parte mecánica del Centro
Intelectual. Tiene como función el trabajo de registrar los recuerdos y las impresiones y las
asociaciones y esto es todo lo que debe hacer normalmente —es decir, si se la usa
correctamente—. Nunca debería contestar a las preguntas dirigidas al centro entero. Sobre
todo nunca debería decidir nada importante. Ahora tenemos aquí el primer ejemplo del
trabajo equivocado de los centros en lo concerniente a sus partes y divisiones. La división
mecánica del Centro Intelectual, llamada Parte Formatoria o Centro Formatorio, está
contestando continuamente preguntas y tomando continuamente decisiones. Contesta a
cualquier cosa, en términos populacheros, en frases típicas y en cualquier clase de jerga.
Contesta automáticamente y dice lo que está más acostumbrada a decir, como una máquina.
O en una escala un poco más elevada, contesta siempre de un modo estereotipado, como un
maestro de escuela o un funcionario del gobierno, usando oraciones bien conocidas,
máximas de partido, slogans, proverbios, dichos sabios, etc. Y lo extraño es que mucha
gente siempre contesta de este modo y no se da cuenta de ello, ya sea porque no puede
pensar sobre un tema cualquiera y se fía de expresiones mecánicas y hasta automáticas del
Centro Intelectual, o porque no ve la importancia de pensar por sí misma y liberar así sus
pensamientos de las palabras y expresiones mecánicas que pertenecen a las divisiones
inferiores del centro.
Nos ocuparemos ahora de la atención. La atención nos pone en las partes mejores o más
conscientes de los centros. Hay tres clases de atención:
1) la atención cero, que caracteriza las divisiones mecánicas de los centros;
2) la atención que no requiere esfuerzo, sino que es atraída y necesita mantenerse alejada de
las cosas no pertinentes;
3) la atención que debe ser dirigida por el esfuerzo y la voluntad.
Como ya se dijo, la atención cero acompaña el trabajo de las divisiones mecánicas de los
centros; la segunda nos pone en las divisiones emocionales de los centros; y la tercera en
las divisiones intelectuales. Tomemos otra vez el centro intelectual como un breve ejemplo,
ya que habremos de regresar a este tema la próxima vez. La parte emocional del Centro
Intelectual produce el deseo de conocer, de comprender, de buscar conocimiento, de
descubrir, de acrecentar nuestra comprensión, de aprehender e investigar, de tener la satis-
facción de saber, de abarcar más; e inversamente, el dolor de no conocer, la insatisfacción
de ser ignorante, de carecer de información, etc. El trabajo de la parte emocional requiere
plena atención, pero en esta parte del centro la atención no exige esfuerzo alguno. Es
atraída y mantenida por el interés del tema mismo. La parte intelectual del Centro
Intelectual incluye la capacidad de creación, de construcción, de inventiva, el hallazgo de
métodos, el ver las relaciones, y poner juntas cosas aparentemente aisladas en un orden o
una unidad o formularias de tal modo que podamos ver la verdad de algo hasta entonces
oscuro. Esta parte no puede trabajar sin una atención dirigida. La atención no es atraída
sino que debe ser controlada y mantenida por el esfuerzo y la voluntad; por lo general
evitamos hacer el trabajo que pertenece a esta parte del centro, que debido a esto a menudo
no es usado.
Ahora bien, de lo dicho anteriormente podemos observar en qué partes de los centros
estamos. La próxima vez nos extenderemos más sobre este tema.
La última vez hemos hablado del trabajo equivocado de los centros desde el punto de vista
del empleo de sus divisiones equivocadas y según el principio de Atención.
Como se dijo, la gente mora o vive en pequeñas divisiones de los centros, es decir, en las
divisiones mecánicas. Es preciso comprender que todos los diferentes "Yoes" en nosotros
viven en las más pequeñas o en las más amplias divisiones de los centros. Es decir, tenemos
"Yoes" más mecánicos o menos mecánicos. En las pequeñas divisiones, en las partes de los
centros mecánicas o hasta automáticas moran la mayoría de los "Yoes" que controlan
nuestra
vida ordinaria. En este sentido, la gente habita o vive en pequeñas divisiones mecánicas de
los centros. Es decir, nuestra vida ordinaria es en gran parle controlada por muy pequeños
"Yoes" mecánicos, que moran en esas pequeñas subdivisiones dé los centros. Tendrían que
ser nuestros sirvientes y nuestros amos, porque tenemos "Yoes" de diferente poder, calidad
o capacidad. Por ejemplo, los "Yoes" que viven en pequeñas subdivisiones de los centros
son incapaces de comprender este Trabajo. Son muy limitados. No pueden cambiar. Son
como campesinos que deconfían de todo lo nuevo. Los pequeños "Yoes" que ustedes usan
en la vida ordinaria, los "Yoes" que querellan y se sienten descontentos, que se ocupan de
pequeños planes, de pequeñas sospechas, de pequeñas cosas y de pequeños intereses son las
partes mecánicas de los centros. Son muy útiles para la vida ordinaria. Pero no pueden
comprender el Trabajo. Pertenecen a las pequeñas partes de los centros. A veces se
encuentran personas que están tan sumergidas en sus pequeños "Yoes" cotidianos que son
incapaces de comprender cosa alguna salvo lo que pertenece a sus intereses inmediatos y a
las perspectivas de esos mínimos "Yoes" que se ocupan sólo de las cosas superfinas de la
vida, las que son muy importantes en la escala de las pequeñas cosas. Esto quiere decir que
esos pequeños "Yoes" tienen su lugar correcto y si se ocupan de lo que les incumbe, hacen
su trabajo como deben hacerlo; y todas las personas deben poseer "Yoes" adiestrados de
esta suerte. Como ustedes saben, una persona debe .estar desarrollada hasta cierto punto en
todas las partes de los centros con el fin de llegar a ser un hombre Nº 4 u hombre
equilibrado. Pero, como se dijo, esos pequeños "Yoes" no pueden aprehender el Trabajo, no
pueden adaptarse a las ideas del Trabajo, y si esas ideas llegan a caer sólo en esos pequeños
"Yoes" de la vida cotidiana, el Trabajo no puede ser recibido y colocado correctamente en
el ser de la persona. En suma, si los pequeños "Yoes" cotidianos, capaces de interesarse
sólo por pequeñas cosas, se hacen cargo del Trabajo, éste será comprendido en su reducido
nivel de comprensión. Este trabajo debe recaer en mayores "Yoes" y nunca se debe permitir
que baje a los pequeños "Yoes". Este es un aspecto muy legítimo e importante del trabajo
sobre sí, es decir, importa mucho no permitir que los "Yoes" que viven en las pequeñas
partes de los centros piensen y decidan acerca de las ideas de este Trabajo. Puesto que es
tan importante y desde un punto de vista práctico constituye un ejemplo tan patente del
trabajo equivocado de los centros, que es el tema que ahora estudiamos, es preciso
comprender mejor lo que esto significa. Como se dijo, el estudio del trabajo equivocado de
los centros no es una mera cuestión, tal como el uso del centro del pensamiento para bajar
velozmente las escaleras —en cuyo caso se cae uno— sino también la cuestión de usar la
parte correcta de un centro en relación a lo que se debe hacer en un momento dado. Porque
hay muchas diferentes clases de cosas de las que debemos ocuparnos en diferentes
momentos y no sólo poseemos diferentes centros o mentes —el intelectual para las
comparaciones y los pensamientos complejos, el motor para los movimientos complejos
que son mucho más rápidos que el pensamiento, el emocional para ver la calidad de las
cosas y las relaciones y los significados ocultos al intelectual, y así sucesivamente— pero
cada centro está dividido y subdividido en partes, teniendo cada una su exacto lugar en el
esquema de las cosas y su propia función.
Volvamos al centro intelectual. La parte mecánica incluye en sí todo el trabajo del registro
de recuerdos, asociaciones e impresiones, y éste es el trabajo que debe hacer normalmente,
es decir, cuando los otros centros y partes de los centros están haciendo su propio trabajo.
Sólo debería ocuparse del trabajo de registro o grabado, como un secretario que escribe lo
que se le dicta. Y, como se dijo, nunca debería contestar a las preguntas que se hacen al
centro íntegro y nunca decidir nada importante: pero, desdichadamente, está siempre
decidiendo y siempre replicando por su modo limitado y estrecho, con frases ya hechas,, y
sigue diciendo las mismas cosas y trabajando de la misma manera mecánica bajo todas las
condiciones. Esta es la parte fija y cuando un hombre mora intelectualmente en las
divisiones mecánicas del centro intelectual, no cambiará, y nada puede ser nuevo en él,
pues siempre verá la vida de cierta manera y dirá las mismas cosas, como un gramófono.
Pero si tiene otra parte de él desarrollada en una división más amplia, en este caso todo será
diferente. Tendrá entonces el lado mecánico muerto y un lado diferente, que es más
consciente y vivo, a saber, que está en la división emocional o en la intelectual. En realidad,
un hombre equilibrado en el sentido dado por el Trabajo desarrolla hasta cierto punto todas
las partes —mecánica, emocional e intelectual— de todos los centros. Es decir, está
representado en ellas por algunos "Yoes" y no se asemejan a cuartos vacíos. Esto distribuye
su energía, y confiere armonía a la vida psíquica, pero sólo a través de ideas similares a las
del Trabajo, a saber, ideas provenientes de las influencias C, desde el círculo consciente de
la humanidad, desde aquellos que han alcanzado su plena estatura interna, es posible el
desarrollo armonioso de los centros. Los intereses sensuales de la vida sólo llevan a un
desarrollo parcial; y ningún hombre puede desarrollarse a través de su propio interés porque
entonces desarrollará nada más que ciertas partes del centro emocional.
Ahora bien, si el Trabajo actúa sobre el lado mecánico del centro intelectual caerá en los
"Yoes" que se ocupan de los asuntos ordinarios de la vida cotidiana. Esos "Yoes" están
alimentados por las influencias "A" y están destinados a ser usados en la vida, y no pueden
comprender de qué trata el Trabajo o por qué es necesario el Trabajo. Están vueltos hacia el
lado exterior y visible de la vida que para ellos es la suma total de realidad. _Para ellos sólo
que pueden ver y tocar es real. Por lo tanto las ideas de Trabajo no tienen allí un suelo que
les permita crecer, porque el Trabajo no se refiere a las cosas sensoriales que pueden ser
vistas o manejadas, sino que empieza con la observación de sí, es decir, con lo que no
puede ser visto ni manejado. Por eso comprenderán ustedes cuan peligroso es para aquellos
a quienes se les dio la oportunidad de recibir el Trabajo en las partes más amplias de los
centros, en los "Yoes" más grandes, permitir que dichas ideas caigan en los pequeños
"Yoes" mecánicos donde serán divididas o hasta desmenuzadas, por así decir. En realidad
es ésta la idea fundamental en el sacrilegio o la profanación, es decir, pertenece al trabajo
equivocado. Es menester pensar en el Trabajo con atención, porque esto sitúa a un hombre
en la parte intelectual de los centros.
En relación a las ideas del Trabajo con los pequeños y estrechos "Yoes", todos ustedes
conocen la parábola del Sembrador y la Semilla. La persona que solo vive en las pequeñas
partes de los centros, en las pequeñas cosas personales, al escuchar este trabajo sólo lo
comprenderá de una manera muy imperfecta. Esta situación se menciona en la parábola. La
semilla significa las ideas del esoterismo, las ideas de este Trabajo. Si las ideas de este
Trabajo caen, como las semillas vivientes, en los muy pequeños "Yoes", en las pequeñas
partes de los centros habitadas por muy pequeños, por diminutos "Yoes", es como si la
semilla —es decir, las ideas de este Trabajo— cayeran "junto al camino". Recordemos esta
parábola:
"El sembrador salió a sembrar su semilla: y mientras sembraba, una parte cayó junto
al camino, y fue hollada, y las aves del cielo las comieron. Otra parte cayó sobre la
piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad. Otra parte cayó entre espinos; y
las espinas que nacieron juntamente con ella la ahogaron. Y otra parte cayó en
buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno."
(Lucas, VIII 5-8)
Al interpretar esta parábola a sus discípulos. Cristo dijo: "La semilla es la palabra de Dios.
Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo, y quita de su corazón la
palabra, para que no crean y se salven." ¿Comprenden ustedes por qué es llamado junto al
camino? Significa que las ideas del Trabajo caen en medio del tránsito de nuestra mente,
entre los pensamientos de nuestra vida ordinaria, y son recibidas por el lado mecánico de la
mente al cual Cristo llama el diablo, porque la mecanicidad es el diablo.
Ahora todos ustedes saben que, en el sentido del Trabajo, una persona sólo puede
comprender en su nivel de ser. Esto significa que si usted se encuentra con un hombre que
está en un nivel superior al que está usted, no lo comprenderá. Y si usted vive en "Yoes"
muy pequeños, muy diminutos, muy limitados,. mecánicos, entonces esto representa su
nivel de ser. Sólo comprenderá entonces lo que es muy pequeño, muy diminuto, muy
personal, como dije, si usted se centra en esos pequeños "Yoes", esos pequeños "Yoes" que
se relacionan con los pequeños asuntos de su vida cotidiana y con sus pequeños celos,
pequeños odios y deseos y vilezas, le será imposible adaptarse a nada nuevo, de modo que
las ideas del Trabajo "caerán junto al camino" y carecerán de significado para usted o serán
ridículas, estúpidas, innecesarias y fantásticas. Esto significa que usted comprenderá el
Trabajo en este nivel de su ser. Pero todos tienen una escala de ser. Es decir, un hombre
tiene, a condición de que tenga un centro magnético, un mejor nivel y mejores "Yoes" en
él, si trata de encontrarlos, para poder comprender el Trabajo a través de ellos. Y la señal de
haberlo encontrado es la posesión del "centro magnético" que puede distinguirse entre las
influencias "A" y las influencias "B".
Birdlip, 9 de noviembre, 1941
EL TRABAJO EQUIVOCADO DE LOS CENTROS. PARTE III.
Las divisiones mecánicas de los centros tienen su propio trabajo y pueden trabajar
correctamente sin atención alguna o con muy poca atención. Cuando usted camina, esta
acción requiere muy poca atención, y sólo de vez en cuando, y todos los movimientos
complejos implicados en el acto de caminar son realizados exactamente por las divisiones
mecánicas del centro motor. Lo prueba el hecho de que este trabajo es efectuado por las
divisiones mecánicas del centro motor porque mientras camina sus manos pueden estar
ocupadas en movimientos que requieren una dirección consciente —por ejemplo, atención
— como sacar la punta de un lápiz o desenredar una cuerda, y así sucesivamente. Pero
debido a que las partes mecánicas de los centros pueden trabajar con atención cero o con
muy escasa atención u ocasionalmente, a menudo actúan de manera independiente, por
ejemplo, un hombre se viste para asistir a una cena mientras reflexiona sobre un problema y
eventualmente se encuentra, para gran sorpresa suya, metiéndose en la cama. Todos habrán
observado ejemplos similares.
Ahora bien, toda la máquina humana está construida de tal modo que en un momento de
urgente necesidad una parte puede hacer el trabajo de otra parte durante un tiempo. Esto se
expresa, en este sistema, diciendo que los centros se sobreponen en cierto modo a su
función. Y aunque a causa del sobreponerse de los centros en grado limitado la máquina
humana pueda hacer frente a ciertas necesidades perentorias y es por lo tanto más capaz de
ajuste, en realidad debido a dicho sobreponerse se dan ocasiones para el trabajo equivocado
de los centros. Demos un ejemplo: sabemos que la respiración puede llevarse a cabo sin que
nuestra atención sea necesaria. Aquí el centro motor, que contrae y relaja los músculos
empleados en la respiración, es controlado por el centro instintivo, que calcula la condición
de la sangre a cada momento y en consecuencia aumenta y disminuye el ritmo de la
respiración. Pero no lo podemos observar directamente. No podemos observar el centro
instintivo y su intrincada tarea de atender al trabajo interior de los órganos. Pero podemos
observar el resultado de su trabajo, a saber, que después de correr nuestra respiración es
más profunda o si tenemos fiebre respiramos más rápidamente y comprender que esto se
debe a que el centro instintivo necesita más oxígeno, y así sucesivamente. Pero la res-
piración no es sólo efectuada por el centro instintivo motor. Se produce un sobreponer del
control porque podemos respirar deliberadamente, es decir, voluntariamente. Un hombre no
puede contener voluntariamente la respiración más allá de cierto tiempo porque el centro
instintivo se hará cargo de la respiración en cuanto empiece a perder el conocimiento. Pero
un hombre puede interferir en su respiración y hacerla más lenta o más profunda. Esto es
algo peligroso, pero hay momentos en que es muy importante y, de hecho, puede salvar la
vida de un hombre. No obstante, si una persona trata de controlar su respiración sin
comprender lo que está haciendo, y sin conocimiento, puede interferir en el trabajo normal
del centro instintivo motor, que entonces se hace perezoso, y, por así decirlo, pasa parte del
trabajo de la respiración a otro centro. Recuerdo que oí decir a G. más de una vez que las
personas que esperan acrecentar sus poderes mediante el control de la respiración eran
insensatas a menos que hubieran realizado un adiestramiento previo bajo un maestro y
hubieran sido escogidas por él. Eran insensatas porque interferían con una función que, una
vez mal encaminada por un tiempo, nunca trabajaría normalmente otra vez.
La cuestión del trabajo equivocado de los centros es un tema que exige un estudio de toda
la vida a través de la observación de sí. Con el fin de entenderlo es preciso comprender su
naturaleza, de otro modo se lo encara en una forma equivocada o se tiene una actitud
equivocada hacia él. No es posible llegar a la comprensión de los centros y de su trabajo
correcto y equivocado en un instante. Si se cree capaz de lograrlo, hará preguntas
equivocadas y por cierto nunca asimilará nada sobre este particular. Reflexione un
momento. Toda su vida está en función de los centros y es controlada por éstos. Sus
pensamientos, sus sentimientos, sus ideas, sus esperanzas, temores, amores, odios, sus
acciones, sus sensaciones, sus placeres, sus satisfacciones, y así sucesivamente. Luego,
¿cómo espera comprender en tan poco tiempo todo cuanto se refiere al trabajo correcto y
equivocado de los centros? Hacerlo equivale a tener la esperanza de comprender todo lo
que se refiere a la vida después de asistir a una o dos conferencias que tratan de este tema.
Todo lo que se ha dicho hasta ahora sólo le puede dar una somera indicación de lo que
significa e impulsarlo a empezar el estudio del tema, y a menos que lo estudie por la
observación de sí, aun cuando asista a mil y una conferencias sobre dicho tema, no
comprenderá ni una sola palabra.
Ahora presentaré la división de los otros centros de modo que se pueda disponer de un
diagrama general, que les ayude a encaminarse y al cual puedan referir algunas de las
observaciones que hagan sobre sí mismos y encontrar el lugar a qué pertenecen, porque
esto ayuda a que uno se vea a sí mismo más claramente.
Dividiré ahora ciertos centros en divisiones positivas y negativas, ante todo, y luego llenaré,
aquí y allá, sólo algunas de las subdivisiones por el momento, dando definiciones
aproximadas de sus funciones. Empecemos con el Centro Intelectual.
NOTA.
Sólo la Parte Motora del Centro Intelectual está indicada más detalladamente en este
diagrama. Obsérvese aquí la diferencia entre la Parte Emocional y la Parte Motora del
Centro Intelectual y la Parte Emocional del Centro Intelectual en su conjunto. Obsérvese lo
que esto significa.
Como dijimos, en estos diagramas de los centros y sus divisiones sólo se señalaron unas
pocas partes para que sirvieran de guía a la observación de los centros y de su trabajo. Hace
varios años formaba parte de nuestro trabajo observar las partes de los centros y recoger y
comparar nuestras observaciones.
Todo lo que fue expuesto hasta ahora requiere un cuidadoso estudio. Porque es preciso
registrar todo cuanto se ha dicho acerca de los centros y las partes tal como fue expuesto y
luego reflexionar sobre lo que significa y lograr una idea individual del tema —porque esto
nos pone en las partes superiores de los centros— y luego encontrar ejemplos y tratar de
ubicarlos. Se ruega no hacer preguntas acerca de las partes de los centros que no fueron
señaladas. Es siempre un signo de pensamiento negativo y de preguntas automáticas que
son peores que las preguntas formatorias, como hacer preguntas sobre Asia cuando se da
una conferencia sobre América o hacerlas sobre la excepción cuando se explica una regla.
Birdlip, 18 de noviembre, 1941
EL TRABAJO EQUIVOCADO DE LOS CENTROS. PARTE IV.
Ahora bien, las dos partes del centro deberían ser capaces de trabajar juntas, de un modo
parecido a las dos hojas de las tijeras, que actúan una contra la otra. Es decir, un hombre
debería ser capaz de ver lo que afirma, así como lo que niega, sea cual fuere lo que piensa
sobre este particular, y mantenerlos juntos, y entre los dos lados opuestos encontrar un
sendero para sus pensamientos, porque todo pensamiento legitimo lleva a alguna dirección
en la psique (y debería llevarlo a algún nuevo lugar en la mente y no siguiendo los senderos
que llevan a los antiguos lugares donde se estuvo antes y a los que se llega en realidad sin
necesidad de pensar sino mediante las asociaciones habituales). Hablo del pensamiento
genuino que requiere un esfuerzo y es algo que la gente rara vez hace. Como
indudablemente lo habrán oído decir, en este Trabajo se aconseja a todos que hagan
"funcionar el cerebro" una vez cada día, y esto significa un verdadero esfuerzo de
pensamiento. Lo que llamamos comúnmente pensamiento es un mero automático fluir de
asociaciones, una fuga de ideas vagas y recuerdos y frases interrumpidos por un ocasional
esfuerzo para recordar alguna cosa tal como lo que tenemos que comprar o a donde
tenemos que ir hoy. Cuando el Centro Intelectual está trabajando en su totalidad, todas las
partes diferentes y divisiones y subdivisiones se ubican en su orden exacto y desempeñan
sus funciones correctas, pero esto rara vez sucede. El centro íntegro rara vez se enciende en
su totalidad. Por regla general sólo trabajan las pequeñas partes y subdivisiones, es decir,
trabajan a baja presión, con sólo pequeñas partes que se encienden, y de este modo no
pueden ocuparse de pensamientos e ideas que exigen la actividad del centro en su totalidad.
Y entonces, la gente por lo general no sabe qué pensar. Ahora bien, este sistema con todas
sus ideas y principios, con sus inmensos fundamentos y sus detalles prácticos —de hecho,
la enseñanza íntegra— es un sistema orgánico coherente construido para que un hombre
sepa pensar. La enseña a pensar y le da algo mediante lo cual pueda desarrollar su propio
pensamiento. Porque algunas de las ideas son fáciles de captar en pequeña escala, otras son
más difíciles en escala más grande, y a veces se tarda mucho tiempo en ver la conexión que
hay entre ellas, pero el Centro Intelectual en su totalidad, con todas sus partes, grandes y
pequeñas, es eventualmente necesario para mantener el sistema unido en su orden correcto
de modo que pueda trabajar acertadamente y transmitir la fuerza como un todo organizado
y viviente. Esta no es sólo una cuestión de memoria, porque la memoria, ante todo, es una
función de la división mecánica formatoria del Centro Intelectual, que registra, y esta parte
no es suficiente para comprender plenamente las ideas de la enseñanza. Es también una
cuestión de valoración y de ver y saborear su verdad. Al mismo tiempo, a menos que este
sistema quede registrado apropiadamente en un hombre no puede desarrollarse y crecer
correctamente en él y transmitir las vibraciones de los centros superiores. Es preciso
comprender que no hay fuerza en el Trabajo mismo si se lo toma como palabras y diagra-
mas, sino en lo que el Trabajo transmite al ser voluntariamente comprendido. Porque
cuando se comprende el Trabajo, entonces se forma algo en el hombre que antes no poseía
y este instrumento, por así decir, que se ha formado en él, puede responder a influencias de
las cuales antes no tenía conciencia. Y son esas influencias las que modifican, cambian y
eventualmente transforman al hombre. Verán, por lo tanto, cuan importante es mantener el
Trabajo vivo en uno mismo y oír sus ideas repetidas una y otra vez, y pensarlas y
repensarlas una y otra vez y tratar de actuar según ellas. Porque si el Trabajo muere en una
persona debido a la presión abrumadora de la vida y sus exigencias diarias, será difícil
despertarlo otra vez. La gente cae fácilmente en el sueño; y se necesitan mucho tiempo,
estudio, esfuerzos y sacrificios antes que el Trabajo pueda llegar a ser bastante fuerte en un
hombre como para que se mantenga vivo por sí mismo, por eso la gente debe mantenerse
en contacto con las personas capaces de mantenerlo vivo y cuya tarea consiste en hacerlo
así.
He hecho esta digresión con el fin de mostrar cómo el Centro Intelectual al trabajar en su
totalidad es necesario para la plena comprensión de este sistema y cómo el sistema está
construido para este propósito y puede organizar justamente todo el Centro Intelectual para
que sea un instrumento capaz de responder a las influencias provenientes de los Centros
Superiores. Pero como este tema pertenece al "Pensamiento Relativo" (que es el único que
suscita una acción correcta en el Centro Intelectual) retornaremos aquí a las divisiones del
centro en un lado positivo y otro negativo y los consideraremos en relación al trabajo
equivocado de los centros (y de las partes de los centros).
Ocupémonos del pensamiento negativo. El pensamiento negativo tiene lugar en un hombre
cuando piensa siempre o casi siempre con el lado negativo del Centro Intelectual. Para su
pensamiento usa la parte negativa. Como se dijo, los dos lados, positivo y negativo,
deberían trabajar juntos y confrontarse el uno al otro. Ahora bien, si un hombre empieza a
pensar, digamos en este Trabajo, desde el lado negativo del Centro Intelectual y permite
que este lado prosiga su actividad sin confrontación alguna, llegará seguramente a una
negación del Trabajo, porque el lado negativo sólo puede asociar las cosas en la forma de
una creciente negación. Por lo tanto el resultado final será No. Este pensamiento negativo,
acerca de los temas a que se refiere el Trabajo, es muy común hoy, pero con el fin de
prosperar se debe descartar, rechazar o' menospreciar todo cuanto no está de acuerdo con el
Trabajo.
El pensamiento negativo adopta muchas formas según las diferentes personas. Algunas
personas tienen sistemas bien desarrollados de pensamiento negativo acerca de diferentes
cosas que nunca fueron confrontadas, acerca de sí mismas, acerca de otras personas, acerca
de la vida, acerca del mundo, el Universo, etc. Esos sistemas se formaron a sí mismos
independientemente del lado positivo del Centro Intelectual y por lo tanto son parciales, no
están confrontados, no están en pugna con cualquier pensamiento opuesto, y a menudo son
el origen de muchos males.
Una de las cosas más fáciles de hacer es disentir. Para disentir es preciso habitualmente
usar la parte negativa del centro. El habitual disentimiento, la desaprobación, la
denigración, el desacreditar, etc., es usar el centro negativo sin confrontación alguna: y un
hombre que piensa negativamente es, en suma, un hombre a quien hay que evitar, porque
tratará de destruir todo lo que se le diga. No puede evitar proceder de este modo porque es,
por así decirlo, intelectualmente invertido y sólo puede marchar hacia atrás. Todo ello se
debe al uso equivocado de un centro. Por otra parte, una persona que piensa, digamos, sólo
en el lado afirmativo de este sistema, nunca llegará a aprehenderlo. Nunca llegará a ser real
para ella, porque no habrá pasado a través de las tentaciones que se relacionan con este
sistema, ni habrá luchado ni se habrá empeñado en vencerlas.
En el Trabajo se dice que antes el hombre era perfecto. Este hombre estaba en contacto con
los "centros superiores". De hecho, se decía de él que conversaba con los dioses. Pero era
muy débil, porque, al no haber nunca negado y haber siempre afirmado, no sabía cómo
enfrentarse con la negativa. Por eso le fue tan fácil caer de su elevada posición, porque
carecía de fuerza de pensamiento y de comprensión de sí. Ahora tiene que buscar su camino
para regresar al lugar donde antes estaba, empleando el poder de la negación para que lo
ayude.
NOTA ADICIONAL
Cabe decir cosas muy interesantes respecto de las dos divisiones, positiva y negativa, del
Centro Intelectual, si las contemplamos en conjunción con los otros centros, tal como el
Centro Emocional. Por ejemplo, un hombre puede tener un pensamiento negativo y un
sentimiento o una voluntad positiva hacia una cosa. O, por el contrario puede tener un
pensamiento positivo y un sentimiento o voluntad negativa. . Con el fin de ilustrarlo, este
ejemplo tomado de los Evangelios nos será útil para reflexionar sobre este particular.
"Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a
trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero: pero después, arrepentido,
fue. Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera. Y respondiendo él, dijo: Si,
señor voy, y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?"
(Mateo XXI, 28-31.)
Una persona que tiene una afirmación demasiado mecánica del Centro Intelectual dirá "Sí"
pero esto pertenece a su pensamiento, no a su voluntad. La base de su voluntad está en el
Centro Emocional. Así dice "Sí" con su pensamiento, pero eventualmente "No" con su
Centro Emocional. O un hombre tiene un pensamiento negativo y un sentimiento positivo.
Dice "No" con su mente pero su sentimiento dice después "Sí". La parábola o definición
psicológica puede ser comprendida de un modo diferente. Pero significa que un hombre no
es uno, y tiene dos lados distintos que no están necesariamente de acuerdo.
Cabe decir también que si un hombre no tiene Centro Magnético (que afirma la existencia
de dos clases de influencias en el vórtice de la vida —a saber A y B— puede tomar como
punto de partida sólo el lado negativo del pensamiento una vez que se enfrente con un
trabajo de esta clase y perder todo su tiempo en desaprobar. Un sentimiento inicia cierta
clase de pensamiento. Al estar dividido nuestro aparato intelectual en positivo y negativo,
puede dar cualquier resultado según sea el lado que se pone en acción. Puede aprobar o
desaprobar cualquier cosa. Es la valoración —el Centro Emocional— lo que es decisivo.
Contemplado como una pura máquina, los dos lados del Centro Intelectual son mutuamente
destructivos. Por eso se dice que es necesario un tercer factor para un trabajo apropiado del
centro.
En este comentario, que es el último de la serie sobre el Trabajo Equivocado de los Centros,
empezaremos con el lado negativo del Centro Emocional, pero haré una larga digresión
sobre el tema de las emociones negativas mismas.
Se dijo en el último comentario que el Centro Intelectual tiene, naturalmente, una parte
negativa. Pero no ocurre lo mismo con el Centro Emocional. La parte negativa del Centro
Emocional es la sede de las emociones negativas. Pero naturalmente no existe tal parte en
el centro: se la adquiere. Y cabe decir al punto que cada vez que esta parte negativa
adquirida es activa, significa un trabajo equivocado del centro. Y no es exagerado decir que
el Centro Emocional rara vez trabaja en una forma correcta, debido a la acción de esta parte
negativa adquirida que ha llegado a infectarse por su contacto con la vida. Porque las
emociones negativas gobiernan la vida, quizás especialmente hoy, y la gente se aterra más a
sus desdichadas emociones negativas que a cualquier otra cosa. Ahora bien, la infección de
las emociones negativas (como la infección del pensamiento negativo) ser introduce
gradualmente en el niño que crece, porque un niño nace despierto (en su propia escala) en
un mundo de gente dormida, y, por imitación, a su vez aprende a caer dormido: entre
muchas otras cosas imita las emociones negativas, es decir, las expresiones faciales, las
entonaciones, las palabras y frases que dan salida a los estados negativos de la demás gente.
El niño lo imita todo y así gradualmente empieza a sentir lo que representan. De este modo,
los sentimientos negativos de sus mayores se comunican gradualmente al niño y después de
un tiempo el niño empieza a mostrar emociones negativas y a enfurruñarse y amargarse y a
quejarse y a sentir piedad de sí y así sucesivamente. Al fin y al cabo, ¿qué otra cosa podía
hacer el niño? Y nuevamente, ¿qué otra cosa pueden hacer quiénes ya están infectados con
emociones negativas, puesto que ignoran que son negativas y nunca oyeron mencionarlo y,
por regla general, si lo han oído, están seguros de no ser negativos? Así ven ustedes lo
difícil que es cambiar esta siempre repetida, siempre recurrente cadena de causa y efecto,
esta continua e inevitable infección y reinfección, que es peor que cualquier otra infección,
física o moral. ¿Quién la romperá? ¿O quién podrá romperla? La única cosa que puede
romperla es que un hombre oiga, vea, comprenda y se dé cuenta cuáles son las emociones
negativas y empiece consigo mismo. Porque aun cuando una persona cambie de posición a
este respecto en la apretada red de la vida, en el inmovible atascadero de seres humanos, lo
único que hará es dejar sitio a los otros. Pero esto sólo tendrá lugar si trabaja genuinamente
sobre sus emociones negativas desde la más honda, más interior, más individual percepción
del verdadero horror e inutilidad de dichas emociones. Este es el punto de visión interior
desde donde se inicia el verdadero trabajo. Es menester que todos ustedes comprendan que
es posible trabajar desde diferentes lugares o, por así decir, profundidades en sí mismo. Se
puede trabajar por razones superficiales o por razones más profundas. Generalmente el
hombre trabaja sobre sí en la espera de una recompensa o elogio o posición o deber, o
debido a cierta clase de engreimiento u orgullo o auto-merecimiento, o alguna idea que se
forja de sí mismo, o por el honor o por tratar de gustar, o imitación, o temor, o por miedo de
perder su reputación, miedo de la. crítica, miedo de perder una amistad, etc. Todos estos
motivos no son el hombre mismo, pues trabaja exteriormente. Esos motivos son una serie de
sustitutos para el verdadero "Yo" en el hombre, "Yoes" de sustitución, de los cuales algunos
forman el Mayordomo Delegado y, como dije, algunos son mejores y otros son peores,
algunos son útiles y otros son impedimentos; es decir, algunos son más internos y así están
más cerca de la esencia o de la parte verdadera del hombre y algunos son más externos y así
están más cerca de la falsa personalidad o de la persona imaginaria que creemos ser y para
quien gastamos tanta fuerza, pensamiento, tiempo y dinero para que siga andando, en
medio de nubes de emociones y roces negativos.
Es sólo el verdadero trabajo y no el trabajo imaginario sobre las emociones negativas
personales lo que permitirá a las otras cambiar de posición porque de otro modo las
emociones negativas se quedan en el mismo lugar, en otra forma, porque se parecen a
Proteo que siempre cambiaba de forma y se convertía en otra cosa. Pero es una parte
necesaria de este Trabajo, por la cual todos deben pasar eventualmente, ver en uno mismo
por una observación sincera, cómo se aferra el yo a las emociones negativas con una mano
mientras con la otra intenta liberarse. El Trabajo conduce inevitablemente a todos a los
mismos lugares y a las mismas experiencias. Un hombre debe llegar al punto de discernir
su propio desamparo, de comprender su propia . mecanicidad. Y esto, si no es una
experiencia negativa, lo llevará al estado de recuerdo de sí. Al darse cuenta de su
desamparo atrae la ayuda. Porque comprender el propio desamparo pone al hombre en el
Tercer Estado de Conciencia donde la ayuda puede llegarle. Y ya que me ocupo de este
tema, agregaré para aquellos que aún no comprenden bien lo que significa trabajar más
"externamente" y lo que significa trabajar más "internamente" que el caso se presenta de
este modo. El objeto del Trabajo es el de despertar la "conciencia escondida" —no me
refiero a la conciencia adquirida que es diferente en todas las razas y es cuestión de
costumbres, adiestramiento, clase y nación. La conciencia escondida es la misma en toda
la gente pero está oculta —es decir, fuera de su alcance. A menos que tengamos esta "con-
ciencia escondida" en nosotros, el Trabajo es inútil. Nada más que una nueva locura, una
nueva moda, una nueva jerga. Ahora bien, si pudiéramos ponernos en contacto con esta
conciencia escondida y verdadera, sabríamos instantáneamente que todos los estados
negativos son equivocados y, de hecho, nos envenenan. Es exactamente por el "sabor
interior", como es llamado en el Trabajo, por lo que empezamos a comprenderlo. El "sabor
interior" hace que un hombre se dé cuenta de cuándo es negativo. Entonces se inicia la
lucha. Desea decir algo y no puede. Esto ocurre cuando el Trabajo está "obrando en él". Ya
no es más algo que acepta, sino que es algo por lo cual debe luchar en sí mismo. Luego
empieza a ver que es preciso trabajar sobre sus emociones negativas más internamente, y
entonces la conciencia moral lo ayudará. Pero si trabaja sobre sus emociones negativas
porque le dicen que debe hacerlo, o porque está avergonzado ante los otros de tenerlas,
entonces trabaja más "externamente" sobre ellas, y no genuinamente desde sí mismo. Si no
fuera por estas leves señales de la verdadera conciencia que el Trabajo evoca en la gente, y
su ayuda interior, la lucha con las emociones negativas sería imposible. Es decir, a menos
que en alguna parte de nosotros tuviéramos conciencia moral, las emociones negativas
serían inconquistables. La vida sería demasiado fuerte. Pero afortunadamente para los que
existimos en esta tierra, situada tan bajo en el Rayo de Creación, que sólo está separada por
un grado del peor lugar posible de todo el Universo, tenemos dentro de nosotros los medios
para despertar, aunque estén escondidos, y por otra parte tenemos fuera de nosotros las
formas de enseñanza que se relacionan con este despertar, que nos fueron transmitidas de
edad en edad a través de. los esfuerzos del círculo de la humanidad consciente exterior a la
vida que puede suscitar en nosotros el despertar.
Regresemos ahora a una breve consideración del Centro Emocional en su parte negativa. Se
lo puede representar, aunque no exactamente, de la misma manera que en el caso del
Centro Intelectual.
Esto representa el centro después de haber adquirido una parte negativa por su contacto con
la vida. No me propongo en esta etapa decir algo más sobre las diferentes partes del aspecto
negativo del Centro Emocional, salvo que el punto de partida de su pensamiento personal
sobre este particular radica en la idea de que todo en la parte negativa trabaja de un modo
por completo equivocado, como si fuera invertido. Tomemos la sospecha. La sospecha es
un estado emocional que no tarda en implicar la parte negativa del Centro Intelectual y lo
lleva a conclusiones de una clase negativa. Dije la última vez que una de las cosas que
debemos comprender respecto del Centro Intelectual es que cada lado de él —el lado
positivo o el lado negativo— si trabaja independientemente del otro no puede llegar a
conclusión alguna. Es preciso entenderlo claramente. Ahora bien, si la sospecha surge en la
parte negativa del Centro Emocional, porque la sospecha es ante todo una emoción,
entonces hará que opere el lado negativo del Centro Intelectual, en cuyo caso todo
contribuirá a probar que la sospecha es correcta. Supongamos ahora que su sospecha se
transformó de súbito en una emoción más agradable al oír algo que ignoraba. ¿Qué ocurre?
Entonces el lado positivo o afirmativo del Centro Intelectual empezará a trabajar y sus
conclusiones serán muy diferentes. Conoce la expresión "el deseo es el padre del
pensamiento". Pero ésta no es una formulación suficiente. Todos nuestros estados emocio-
nales tienden a gobernar nuestro pensamiento. Este es un ejemplo de un centro que
hipnotiza a otro y produce un trabajo equivocado de los centros. Por eso debemos liberar
nuestros pensamientos de nuestras emociones cuando éstas son negativas.
Pero todo ello es una cuestión de observación y explicarlo extensamente exige mucho
tiempo.
Agregaré una o dos cosas respecto de las emociones negativas. Son muy poderosas. Pueden
infectar a cualquier persona. Esta es una de las razones por la cual prevalecen a tal punto y
por lo que la gente gusta tanto de ser negativa, pues de este modo puede herir a sus
semejantes más fácilmente. Recuerdan ustedes que en el Trabajo hay un dicho muy duro; a
saber, que usted siempre es culpable de ser negativo. Esto es difícil de comprender. Se
tiende siempre a adjudicarle la culpa al otro. Les recordaré también que una característica
peculiar de las emociones negativas es que siguen creciendo por sí mismas, creando
siempre nuevas emociones negativas, mucho después de haber desaparecido la causa.
Además captan tanta energía y la derrochan de un modo tan inútil que debido a ellas la
gente cae con frecuencia enferma. Y finalmente, si una persona tiene sus pensamientos
negativos y sus emociones negativas bien marcadas, el estado en que se halla es muy
peligroso. Si un hombre trabaja en la percepción de bu Centro Emocional verá que toda su
vida adquiere un nuevo significado y experimentará momentos de despertar que nunca
olvidará y logrará una vislumbre de lo que puede significar el trabajo correcto del Centro
Emocional. Pero no puede hacerlo por sí mismo. Sólo a través de una nueva fuerza y a
través de nuevas ideas y de una nueva manera de contemplarse a si mismo esto llega a ser
posible. Todos los esfuerzos a que se refiere el Trabajo son necesarios, en particular el
recuerdo de sí, y también es preciso sentir todos los antecedentes del Trabajo.
COMENTARIO 2
Nos han dicho que una de las peores cosas es ser indiferente y el quid de la cuestión es
establecer la distinción entre 'no dar importancia' y 'ser indiferente'. Ahora bien, damos
importancia a las cosas según nuestra mente. El objeto del Trabajo es el de cambiar nuestra
mente. ¿Qué es nuestra mente? Imaginamos quizá que nuestra mente es infinitamente
flexible. Sin embargo, nuestra mente tal como es, es una cosa prefabricada, adquirida. Por
ejemplo, por medio de la educación nos dicen que debemos pensar o imitar esto o aquello,
y todo esto forma nuestra mente, la mente con la cual andamos por la vida. En este sentido,
la mayoría tiene una mente rígida. Nuestra mente adquirida es parte de nuestra
Personalidad, es decir, del lado adquirido de nuestra psicología. Ahora bien, debemos
comprender que este Trabajo comienza con el cambio de la mente y esto significa cambiar
nuestra manera de pensar sobre todas las cosas. Tal vez les hayan enseñado que deben pre-
ocuparse por algo, y esto forma parte de su mente adquirida, y por lo tanto cuando sucede
esto o aquello le darán importancia, porque esto es su forma de mente. Sentirán que deben
darle importancia porque su mente fue formada por lo que les han enseñado en cuanto a
esto o aquello. Así cuando una impresión cualquiera proveniente de la vida exterior les
golpea la mente, le darán importancia. Pensarán en ello con arreglo a la mente que fue
establecida en ustedes, y de este modo no verán otra manera de encarar el incidente que les
ha sucedido, esto es, otra manera de darle importancia. De hecho, nunca se les ocurrirá que
no se necesita dar importancia a una cosa de la manera en que lo hacen. Digamos, por
ejemplo, que les han dicho que cierta persona es muy mala; entonces siempre se cuidarán
de esa persona porque su mente adquirida ha establecido en ella esa manera de darle im-
portancia, esa manera de tomar a la gente y de pensar sobre ella.
Ahora bien, uno de los grandes objetos del Trabajo es-hacer que pensemos de una nueva
manera sobre todas las cosas, incluso sobre nosotros mismos. El Sr. O. acostumbraba a
decirnos continuamente que en cierto momento el objeto del Trabajo es hacernos pensar de
una nueva manera. Esto quiere decir, tener una mente diferente. Ahora bien, para pensar de
una nueva manera es preciso tener una nueva mente y esto significa que si pensamos de una
nueva manera no daremos importancia a las mismas cosas que antes. El cambio de mente
constituye la base de toda la enseñanza esotérica que pertenece al período posterior a
Cristo. Hablando con mayor profundidad, ello se debe a que el Hombre está tan encerrado,
tan próximo a la muerte, tan dormido, que la única cosa dejada abierta al esoterismo para
que pueda ponerse en contacto con él es el camino que conduce a la mente. Por esta razón
Cristo enseñó la μετάνοια o cambio de mente, como punto de partida de su enseñanza
esotérica, y cabe decir en general que hoy nadie tiene posibilidad alguna de despertar o de
transformarse interiormente o de sentir nuevas influencias, si no es por la senda de la
mente. La mente debe cambiar, es decir, la manera de dar importancia a las cosas debe
cambiar. Por consiguiente conviene observar de qué modo se da importancia a las cosas
porque la importancia que se da o deja de dar a las cosas depende de la forma en que la
mente las toma, ya sea por lo que nos han enseñado, por los prejuicios y las actitudes
admitidas, etc. No obstante tomamos todo lo que ha sido fijado en la mente como algo muy
real, muy verídico y, de hecho, como única mente posible. Pero mientras lo sigamos
haciendo, nuestra mente no cambia ni puede cambiar. Cada persona tiene ciertos puntos de
vista, ciertos prejuicios mentales, ciertas ideas inculcadas acerca de lo que es justo y de lo
que es injusto, y mientras todas esas ideas permanezcan sin ser puestas en tela de juicio por
la persona misma mediante una atenta observación de sí —mientras no sean observadas—
dicha persona seguirá dando importancia a las cosas siempre de la misma manera y no se
dará cuenta de que las ideas del Trabajo intentan cambiar su mente petrificada y hacer que
el hombre piense de una manera por completo nueva. Porque si la mente está petrificada,
nadie puede pensar de una manera nueva. Pensamos según la forma de nuestra mente.
Supongamos ahora que usted tiene una mente fija y limitada; luego, observará las cosas de
un modo fijo y limitado. Por ejemplo, encontrará justo preocuparse por esto o enojarse por
aquello, o sentirse deprimido por otra cosa, y así sucesivamente. Dará importancia a todas
esas cosas. ¿Por qué les da importancia? Les da importancia porque su mente trabaja de
este modo. Les da importancia porque le han enseñado esas cosas, esa manera de dar
importancia a las cosas. Ahora bien, la mente es una cosa infinita, y esa cosa a la que
llamamos mente y que Vd. ha adquirido, no es en absoluto la mente total. Se asemeja más
bien a un montoncito de piedras en una extensa llanura. Es algo muy pequeño y arbitrario,
una cosa adquirida sin haberlo pensado por si mismo. Una de las piedras puede ser suya,
pero el resto fue adquirido. Nos han enseñado a hacer un montoncito de piedras y a consi-
derarlo como si fuera toda la mente con todas sus infinitas posibilidades de comprensión y
discernimiento. Cuando la mente es herida por algo que no podemos tomar en
consideración, decimos: "¡Basta!" o nos enfurecemos porque sólo dejamos penetrar a través
de una pequeña hendidura ciertas cosas que corresponden al montoncito de piedras que
llamamos nuestra mente. De modo que andamos por la vida, por así decirlo, con un
minúsculo instrumento que fue creado en una forma más o menos casual y recibimos toda
la vida con ese minúsculo e inadecuado instrumento, ese montoncito de piedras.
Ahora bien, ¿de qué modo damos importancia a las cosas? ¿Ha notado de qué modo da
importancia a las cosas? ¿Está satisfecho con su manera de dar importancia a las cosas o
podría hacerlo diferentemente? Si lo ha advertido, entonces se está acercando al punto en
que !e será posible cambiar su mente actual y tener una nueva mente. Para cambiar la
mente son necesarios nuevos pensamientos. Qué difícil es cambiar nuestra mente. Una de
las razones es que nunca observamos nuestra mente ni cómo damos importancia a las cosas
ni por qué les damos importancia de la manera en que lo hacemos. Damos por supuesto
nuestro intelecto y de este modo nuestra manera de dar importancia a las cosas. Creemos
que nuestras preocupaciones no tienen nada que ver con nuestro intelecto y la manera en
que se formó. Somos capaces de advertir que damos importancia a las cosas, pero no lo
conectamos con la clase de mente que tenemos. De hecho, no sabemos que tenemos una
mente con una forma particular. No atacamos nuestra mente, no sospechamos de nuestra
mente. Todos nuestros hábitos mentales no son para nosotros hábitos, sino verdades. Para
nosotros son justos. No puede haber otro punto de vista. Somos incapaces de contemplarlos
como hábitos. Esto es lo trágico. Por eso no podemos ver que muchas cosas a las que
damos tanta importancia son debidas a invisibles hábitos mentales. Claro está que hemos
de preocuparnos, claro está que hemos de pensar que tal cosa es imposible. Claro está que
diremos que nunca hemos oído hablar de tal cosa. Diremos "¡Basta!", "¿Yo? ¡Jamás!", etc.
¿Y por qué? Porque tomamos nuestros hábitos mentales como verdades, como normas
fundamentales, sin siquiera darnos cuenta de que son hábitos mentales que hemos adquirido
insensiblemente durante un largo periodo, de hecho, durante el prolongado y oscuro
periodo que inevitablemente transcurrió —la Edad Media— antes de que empezáramos a
pensar por nosotros mismos sobre nosotros mismos, acerca de la vida, y de por que
hacemos y decimos las cosas que hacemos y decimos, y acerca de lo que somos.
Es en verdad muy difícil darse cuenta de la propia mecanicidad en los 3 centros. Podemos
notar nuestra mecanicidad en el Centro Motor, pero se necesita mucho tiempo para que la
mayoría de las personas se de cuenta de su mecanicidad en el Centro Emocional y en el
Centro Intelectual, esto es, sus hábitos emocionales e intelectuales. Ahora bien, el Trabajo
toma como punto de partida la mente o Centro Intelectual y por esta razón su modo de
aproximación es llamado psicológico. No comienza desde el punto de vista del Faquir,
torturando al cuerpo, ni desde el punto de vista del Monje, rompiendo las emociones.
Empieza con el entendimiento tal como lo hacen los Evangelios. Comienza con el cambio
de la mente, con ver las cosas de un modo diferente, con una nueva enseñanza, con nuevas
ideas. A no ser que esto tenga lugar, a no ser que empecemos a vernos, mentalmente, a
nosotros mismos y a la vida de un modo nuevo, no podemos esperar trabajar sobre los otros
centros excepto de un modo puramente falto de inteligencia. Puedo pasarme todo el día de
cuclillas; puedo rechazar el alimento; puedo someterme a los mayores tormentos físicos
como lo hace el Faquir, pero el resultado no tendrá utilidad alguna porque no estará
vinculado con mi comprensión, por tanto no me llevará a ningún desarrollo interior. Pero si
empiezo por mi intelecto y observo de qué manera doy importancia a las cosas, y me
pregunto por qué doy importancia a las cosas de esta manera, y pienso en el Trabajo,
empezaré a tener la percepción interior de la cosa que siempre presupuse que era
indiscutiblemente yo mismo y que siempre tenía razón, la cosa a la que llamo mi intelecto.
Empezaré a ver que mi mente, tal como es, el montoncito de piedras, es una cosa ridícula,
limitada y que es imposible decir de ella que siempre tiene razón. De hecho, empezaré a ver
que mi mente muchas veces se equivoca y que todas mis ideas también están equivocadas y
que, en cierto sentido, tengo que librarme de esta forma de mente, de esta limitada manera
de pensar sobre todas las cosas de darles la importancia que les doy. ¿Se imagina que en el
momento en que da tanta importancia a las cosas aparezca una persona y le diga: ¿No ve
que usted da demasiada importancia a las cosas porque hay algo que no anda en su
entendimiento y usted entiende mal y tendría que cambiar su entendimiento y pensar de una
manera completamente nueva acerca de esa cosa a la que estúpidamente da tanta
importancia? No cabe duda que usted se molestará. Ahora bien, trate de examinar más
profundamente la cuestión y ver por qué da tanta importancia a las cosas, y comprenderá
que se debe a que hay algo en su intelecto que le hace pensar de ese modo, algo en sus
pensamientos, que sólo proviene de su intelecto, tal como es, porque mientras su intelecto
esté formado de ese modo, siempre producirá la misma clase de pensamientos. Quiero
decir, intente ver de qué manera da importancia a las cosas, en virtud del montoncito de
piedras al que toma como el único intelecto que puede tener.
Recuerdo que una vez G. nos hizo gritar desaforadamente: "Yo puedo trabajar". Ahora
bien, cuando se da demasiada importancia a una cosa, basta gritarse a si mismo: "Yo puedo
trabajar", y examinar qué significa el Trabajo en tal momento. Esto es, convoque la mente
de Trabajo. Todo ello significa que es preciso observar más profundamente cuáles son los
prejuicios e ideas que nos enseñaron en el pasado que ahora nos hacen prestar importancia
a las cosas tal como lo hacemos. En el supuesto caso que se contentó-con decirse a si
mismo: "No es necesario que lo haga de este modo", y lo repita, ¿se deberá ello al Trabajo?
¿Se deberá a la observación de sí? ¿Será un intento de profundizar nuestra mente y ver a
qué se asemeja? ¿Será esto examinar la mecanicidad mental? Desde luego no. Es menester
luchar consigo mismo mucho más y ser capaz de ver a qué se parece nuestro montoncito de
piedras, formado por todas las cosas adquiridas, los topes, los prejuicios, por todas las cosas
pertenecientes a nuestro contorno que han formado nuestro pequeño entendimiento. Basta
decir: "No debe importarme", y andar con una horrorosa y sagrada expresión diciendo: "No
debe importarme", una y otra vez porque no es el Trabajo y no tiene nada que ver con el
Trabajo. Pero si Ahora dice: "¿Por qué me importa?, entonces quizá, mediante una sincera
observación, advierta algo en sí mismo que ha reinado imperturbable, alguna idea de vida
adquirida o de los otros o de sí mismo que es la causa que usted dé tanta importancia a las
cosas. Es sabido con cuanta frecuencia una persona empieza a montar en cólera y dice
claramente: "¿Quiere decir que no sé lo que es justo y lo que es injusto?", o alguna
observación semejante. Todos ustedes habrán observado esta reacción en sí mismos y cuan
rápidamente se tropieza con el nivel de ser. Este Trabajo se propone enseñarles una nueva
manera de considerar lo justo y lo injusto, porque el objeto de este Trabajo es elevarnos a
un nivel de mayor conciencia en que la gente no monta en cólera de ese modo, ni da a las
cosas el valor acostumbrado. El Trabajo se propone elevamos a un nivel diferente, a un
nivel en que se da importancia a las cosas diferentemente —en que a la gente le importa el
ser negativa, a la luz de su nueva mente.
Recuerdo que en una oportunidad el Sr. O. estaba hablando sobre la actitud y decía que era
maravilloso ser capaz de encontrar la justa actitud hacia las cosas. Poco después tuve que
reemplazarlo para hacerme cargo de su grupo y cometí el error de permitir que la gente
charlase sobre las actitudes y las cosas emocionales y recibí una buena reprimenda, bien
merecida. La actitud empieza como una cosa mental. Me dijo, exactamente: "Es preciso
que comprenda que la actitud tiene su punto de partida en el Centro Intelectual. Pertenece a
la mente. Un cambio de actitud es ante todo un cambio en el Centro Intelectual. Nuestras
actitudes mentales afectan nuestro Centro Emocional pero tienen su origen en el Centro
Intelectual —en la mente—. La gente tiene toda clase de actitudes mentales sin saberlo. Las
actitudes negativas son como lugares muertos en la mente. En ellos nada crece. En lugar de
pensar, la gente tiene actitudes que han adquirido con la educación e imitado de sus padres.
Tan sólo pensando de una manera enteramente nueva se puede cambiar esas actitudes
inculcadas y dejar a la mente en libertad para que piense por si misma". Debería ser
evidente para todos nosotros y el dar demasiada importancia a las cosas proviene de
nuestras ideas y actitudes mentales a las que damos por supuestas, y por consiguiente
ignoramos tenerlas. Las actitudes mentales negativas podrían llamarse prejuicios y si se
acrecientan se convierten en topes. En otra ocasión el Sr. O. nos dijo: "Lo que la gente
llama educación es por lo general, en cuanto a la mente, nada más que la adquisición de un
sinnúmero de estereotipadas actitudes negativas. La mente entonces está casi muerta. Es
preciso comprender", prosiguió que la última cosa que la gente hace es pensar. Nadie
quiere pensar. Pensar es demasiado difícil para la mayoría de la gente. Prefieren andar por
la vida con la mente que han adquirido y si una persona carece de Centro Magnético las
perspectivas no son buenas.
NOTA
Supongo que nadie entiende de qué modo nos resistimos a pensar de una nueva manera.
Recientemente leí la historia de las Universidades inglesas en la Edad Media y el
Renacimiento. Gran número de jóvenes estudiantes se establecieron en Oxford a comienzos
del siglo XIII, influidos vagamente por el nuevo movimiento llamado Renacimiento que se
extendía por toda Europa. Los habitantes de Oxford resistieron la presencia de esos
extraños escolares, como los llamaban. Los odiaban porque estudiaban algo nuevo. En
aquellos días no había Universidad, tal como la entendemos hoy, ni tampoco colegios. Se
produjo un tumulto debido a cierta mujer y todos aquellos estudiantes abandonaron Oxford
y algunos fueron a Cambridge y otros a Northampton o a otros lugares. Allí también todos
los habitantes resistieron su presencia porque estudiaban otra clase de conocimiento. Esas
revueltas estudiantiles se produjeron durante mucho tiempo tanto en Oxford como en
Cambridge antes que pudieran formar un cuerpo organizado y construir sus propios
colegios. Vemos muchas veces reflejado en la historia lo que sucede en nuestra mente.
Todos nos resistimos a las nuevas maneras de pensar, nos resistimos al cambio. Toda la
historia desde un punto de vista mental nos muestra cómo todas las cosas nuevas fueron
siempre combatidas. Si aplicamos la historia a nosotros mismos hallamos exactamente la
misma cosa. Encontramos que es muy difícil cambiar la mente: advertimos una muy
poderosa fuerza de resistencia. Y si consideramos nuestra mente ordinaria como la ciudad y
nuestra nueva mente como los estudiantes, siempre se producirá una lucha entre la ciudad y
los estudiantes.
¿Han pensado alguna vez bajo la influencia de qué fuerza estaban esos jóvenes estudiantes,,
esa fuerza que los impulsaba a reunirse para formar nuevos centros de enseñanza, no de
guerra o de revolución, sino de enseñanza? Las influencias conscientes sólo pueden actuar
sobre la humanidad aquí y allá, "cuando las cosas están en vías de desarrollo", como me
enseñaron. ¿No es este un ejemplo? Sólo en ciertos momentos las influencias de la Octava
Lateral del Sol —es decir, las Influencias Esotéricas— se insertan entre las aterradoras
fuerzas provenientes del Rayo de Creación. Las cosas se abren un instante y luego se
cierran por mucho tiempo.
II
Ahora quizá se den cuenta porque un cambio de actitud hace que todo se vuelva por
completo diferente. ¿Qué significa un cambio de actitud? Significa no dar importancia de
la misma manera —porque las actitudes son mentales— no tomar las cosas con nuestra
mente en la forma en que estamos acostumbrados. Darse cuenta que es posible dar
importancia diferentemente, entender diferentemente, que podemos trascender nuestro
entendimiento actual, es una maravillosa toma de conciencia —de hecho, una experiencia
corroboradora. Un cambio de actitud hace que una situación que parecía insuperable sea
muy fácil. Pero no vemos nuestra mente con sus actitudes inculcadas y sus ideas de las
cuales derivan nuestros modos de pensamiento. No vemos las raíces de gran parte de
nuestras penas porque están en la clase de mente que hemos adquirido mecánicamente,
aceptadas, dadas por supuestas. Se asemeja a tener un gramófono con escasos discos y a
ignorar que hay otra clase de música. Ahora bien, para esa forma de mente existen tan sólo
toa disco» de gramófono que pueden ser tocados por ella. La mente es entonces un gramo"
fono con escasos discos. Todo lo demás lo sufrimos pacientemente, como lo dije antes:
"Pues bien, no ha de importarme", o "Debo tratar de que no me importe". Pero repetirlo no
es trabajar sobre si. Esto es un atajo al martirologio con todo su desagradable olor. Todos
conocemos a la gente que anda diciendo: "No debe importarme", o "¿Quién soy yo para qué
me importe?", y todas esas piadosas imbecilidades, que son tan irritantes, y con justa razón.
Me imagino que de todas las formas de manifestaciones desagradables de las otras personas
que hemos de permitir y comprender y soportar, las patéticas manifestaciones de ese
valiente sufrimiento herido se cuentan entre las peores. El Trabajo es una cosa muy fuerte,
muy limpia, y por eso exige tanta limpieza ulterior y fuerza y sinceridad en si mismo.
¿Quiénes son los impuros en los Evangelios? Cada forma de hipocresía y fingimiento, cada
forma de engreimiento, cada forma de suspirar levemente, cada forma de acudo paciencia
—sí, todo ello es impureza y llegamos a conocerla—. Esto es alcanzar una muy buena
etapa, cuando se sabe cómo hacerlo.
Por eso es preciso observarse desde el ángulo de "dar importancia" e intentar registrar los
momentos en que damos importancia a algo y observar más profundamente nuestro Centro
Intelectual, nuestros pensamientos, nuestras ideas, nuestras actitudes —si podemos hacerlo
— para examinar a qué cosa le damos importancia. Intervienen aquí muchas formas de
imaginación, muchas formas de expectativa, muchas ideas equivocadas sobre nosotros mis-
mos —-de hecho, toda la imaginación que proviene de la Falsa Personalidad—. Todo esto
constituye una tarea muy larga. Es un camino muy largo, un viaje muy largo, en el cual
cometemos error tras error, pero se tiene la certeza, si se posee una genuina valoración del
Trabajo, que se hallarán las rutas apropiadas. Y asimismo se tiene la certeza que si se está
en ese viaje que es tan extraño y no se asemeja a nada de lo que se pensó con la mente
ordinaria, al cabo de un tiempo se podrá ver la cosa a la cual se daba tanta importancia y
que ahora ya no se le da importancia de la misma manera, y esto significa que la mente está
cambiando, que toda la manera de pensar está cambiando, y entonces se lo verá en muchos
lugares de la propia vida a los que antes se daba importancia Con tanta ligereza e
insensatez. Esto se debe a un acrecentamiento de conciencia.
Ahora bien, esta luz de la conciencia se derrama también en el pasado, en el cuerpo-tiempo,
y aquello de lo cual tenemos conciencia ahora, lo vemos como si nos hubiera hecho tomar
un mal camino, simplemente porque nos aceptamos a nosotros y a nuestra mente tal como
fuimos educados; sin ni siquiera detenernos a pensar quiénes éramos o a dónde íbamos.
Recuerden que cada etapa de conciencia ligeramente acrecentada empieza a cambiamos
tanto a nosotros como el pasado. El pasado está viviendo en nosotros. Nos rodea por
doquier, no lejos de nosotros. Todo lo que se hace cambia el pasado como también el
futuro. Toda cosa a la que ya no se da más importancia cambiará en el pasado —todas las
cosas similares a las que se daba importancia—. Todo discernimiento que se logra ahora
hace que se discierna el pasado y lo cambia. La conciencia es la fuerza que nos cambia.
Esta es una cosa sobre la cual conviene reflexionar porque significa que en la recurrencia
volverá a encontrar a su yo más consciente, tal como es en la actualidad.
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IDEA-TRABA JO
El Trabajo se refiere al uso equivocado de los centros.
COMENTARIO
En una ocasión Ouspensky dijo a Gurdjieff estas palabras: "La gente se está convirtiendo
en máquinas. La gente ya no piensa más. Llegan a ser máquinas casi perfectas, en pequeña
escala, como en una fábrica llena de máquinas, y están contentos de ser así. De hecho, si
empezaran a pensar, dejarían de ser pequeñas máquinas tan perfectas." En respuesta a esta
observación de Ouspensky, Gurdjieff dijo, en pocas palabras: "Sí, es muy cierto. Pero debe
recordar que el Hombre tiene más de una mente. En realidad tiene, para empezar, cinco
mentes, que corresponden a los cinco centros, que trabajan de una manera muy diferente.
Todo depende primeramente de qué mente, qué centro, usan para el particular trabajo en el
que están empeñados. Si usan la mente apropiada, serán capaces de pensar aun mejor en
medio de todo trabajo con máquinas. Pero sólo si usan la mente apropiada para este
propósito." Dijo: "Lo comprenderá más tarde."
Ahora bien, esta conversación nos lleva directamente a la cuestión del empleo del centro
correcto para determinado trabajo. Un Hombre puede usar un centro equivocado para una
tarea particular. Este es un mal empleo de los centros. Un hombre, que realiza una tarea que
exige un movimiento manual puramente automático, que no puede variar, usa el Centro
Emocional y el Intelectual, así como el Centro Motor, de una manera innecesaria. Digamos
que tiene que taladrar una cosa cada segundo, pero se concentra en esa pequeña, diminuta
tarea automática, de lo cual resulta una pérdida de fuerza. Piensa y siente cuando lo único
necesario es taladrar. Este es un empleo equivocado de los centros: es lo mismo que utilizar
tres caballos para una tarea cuando un asno es suficiente. En una oportunidad Ouspensky
me dijo: "Usted toma las cosas demasiado seriamente. Trate de comprender lo que le quiero
decir." Le contesté después que prestar demasiada importancia a algo que carece de
importancia es tomar las cosas seriamente —esto es, es perder fuerza—. Prestar demasiada
importancia a cosas nimias puede resultar en dar demasiado poca importancia a cosas de
mucha monta. Cuando estaba en una carpintería en Francia recuerdo haber observado un
hombre que vino con un trozo de cajón para cortar dos listones. Lo midió una y otra vez,
hizo marcas con un lápiz, frunció el ceño, entresacaba la lengua —como solemos hacer— y
finalmente serró el trozo de madera por la mitad. Luego perdió mucho tiempo en cepillar
los dos listones para que fueran exactamente iguales y los ató juntos con mucho cuidado y
se fue con ellos. Regresó para buscar algunos clavos y dejó los listones. Claro está que
todas esas medidas eran inútiles y cepillar un listón impide la adherencia del yeso. Es un
ejemplo que nos muestra que no es necesario estudiar escrupulosamente una cosa nimia.
Ouspensky dijo una vez: "Dé a las cosas importantes la importancia que merecen y a las
que no lo son, también la importancia que merecen." Este es un buen consejo. Sígalo.
Observe lo que le está quitando toda su fuerza. ¿Es importante? En otra ocasión Ouspensky
declaró: "Un atleta bien entrenado es el hombre que sabe eliminar los movimientos
innecesarios. El entrenamiento radica, por así decir, en aprender a no hacer ciertas cosas —
a no hacer lo que es innecesario. Entonces sólo se hace lo necesario." En otra oportunidad
Gurdjieff dijo a una persona que estaba contemplando un cantero de flores: "Usted piensa.
Yo sólo miro." Me imagino que quería decir que esa persona estaba pensando en la
variedad de peonías que crecían. Desde luego, en este caso se trata de ver la belleza
mediante el centro formatorio. La belleza emocional es muy diferente. Digamos que va a
una pinacoteca con otra persona que insiste en relatarle la historia del artista. O que
empieza a discutir. Será incapaz de ver el cuadro, —esto es, está empleando el centro
equivocado para la tarea que tiene en manos—. Se debe aprender simplemente "a mirar",
como dijo Gurdjieff. Por eso es preferible, en lo posible, ir solo a ver cuadros en vez de
hacerse acompañar por otra persona. "Oh, doctor Nicoll, ¿no cree que el ritmo que anima
este cuadro es maravilloso? Y examine el contrapunto que representan los colores. Al fin y
al cabo, la pintura es en realidad música bidimensional, ¿no es cierto?" Murmura uno para
su coleto: "No sé ... pero lo que sé es que no puedo ver el cuadro estando presente una
persona como esta, y probablemente nunca lo podré ver porque siempre lo asociaré con las
tontas observaciones que acabo de oír." Es realmente extraordinario cómo muchas personas
piensan que la belleza sólo puede ser vista a través de teorías. Las teorías son intelectuales.
La belleza es emocional y también instintiva.
Hablemos ahora, en este breve comentario, acerca del uso de los centros correctos, de la
pérdida de fuerza en relación con el Centro Motor. Algunas personas caminan con
agitación, otras demasiado rígidamente. Se puede hacer toda suerte de movimientos
complejos debido al hábito —casi se podría decir, movimientos ceremoniosos, tal como lo
hace un perro antes de echarse. Pero hay que modificar en lo posible los movimientos en
relación con la tensión muscular —y no se tarda en alcanzar el limite—. Ya les relaté cómo
un hombre en Francia, cuando los cerdos se metieron en un campo de tomates, se dirigió
hacia ellos andando lentamente para evitar el identificarse y la tensión muscular, y se lo
dijo a Gurdjieff. Me temo que Gurdjieff lo insultó y saltó, por así decir, los 400 metros que
lo separaban de los cerdos. Este es un buen ejemplo de un mal uso de los centros —como
si, cuando se le está quemando la casa, observase el Centro Motor y se empeñara en hacer
sus movimientos conscientes, con plena deliberación—. Se comprende que esa clase de
gente no tiene sentido de escala, ningún sentido de lo que, en esas circunstancias, es
importante o carece de importancia. Es comportarse neciamente. No ver la importancia
relativa de una cosa es signo de estupidez. La inteligencia, en el sentido de Trabajo, radica
en ser capaz de pensar relativamente. La Tercera Fuerza —esto es, la fuerza que nos
conecta con el evento— no es por cierto en tales casos el Hidrógeno 12, una fuerza muy
elevada de inteligencia, sino probablemente tiene la densidad de un trozo de madera —
digamos. Hidrógeno 1536—. Supongo que el dicho "ser uno de mala madera" deriva de
alguna escuela esotérica. Se advierten tales pullas o sarcasmos en los cuentos de hadas,
muchos de los cuales provienen de las escuelas esotéricas del pasado y contienen gran
hondura de significado psicológico. Ahora bien, un hombre que está identificado y al
mismo tiempo desea estudiar para pasar un examen no usará el centro correcto. Derrochará
fuerzas. Según mi parecer no se puede estudiar cosa alguna sin relajamiento interior.
Algunas personas corren a lo largo de un libro como si temiesen perder algo. Desde luego,
pierden todo. Por otra parte, algunos se quedan tranquilos y miran fijamente el libro,
quejándose y suspirando o se atan una toalla húmeda en torno de la cabeza. Claro está que
no usan el Centro Intelectual sino su mismo cuerpo y músculos para empaparse del tema.
Conocía un hombre en Cambridge que solía dejar de fumar y beber para prepararse para los
exámenes, pero nunca entendió que si pensaba realmente en lo que estaba leyendo no
hubiese tenido que privarse de ese modo. Fracasó —pero, me imagino, siempre creyó que
había realizado un verdadero esfuerzo—. Es lo mismo que arrojarse al Tigris para salvar
una muía, cuando la propia mujer y la familia dependen del sueldo que uno gana en el
Ejército. El esfuerzo equivocado —y en especial el esfuerzo para evitar el esfuerzo, lo cual
es diferente— lleva a un enorme gasto de fuerza sin resultado alguno. Pero el Trabajo nos
enseña que vivimos en un Universo inteligente y que tenemos que descubrir qué esfuerzos
dan resultado.
Ahora bien, este comentario trata de un tema que requiere ejemplos. Les dejo a todos
ustedes la tarea de encontrar ejemplos suministrados por sus observaciones personales
acerca del mal empleo de los centros.
COMENTARIOS 2
Esta noche les expondré algunas notas que he redactado sobre la inteligencia de los centros.
Algunos de ustedes recordarán lo que se dijo hace mucho sobre el trabajo equivocado de
los centros en el Hombre. Interfieren uno con otro, se hipnotizan el uno al otro, emplean
energías equivocadas, se ocupan de cosas equivocadas, etc. El primer paso que hay que dar
es observar los centros. Esto es de hecho la primera cosa enseñada en la observación de sí.
Es preciso conocer en qué centro se está o qué centro está interfiriendo, etc. Esto ha de
realizarse eventualmente como una tarea necesaria. Es menester estudiar y clasificar y
poner orden en la vida interior.
Todos relacionamos la inteligencia con la estimativa del significado. La inteligencia se
relaciona con el significado. Conduce el significado. Un sentimiento tiene significado. Un
pensamiento tiene significado. Una sensación tiene significado. Un movimiento tiene
significado. Todos estos significados son diferentes. Deseo que consideren esto: ¿acaso la
inteligencia y el significado no están relacionados entre sí? ¿Y la inteligencia no implica
una relación con algo a través del significado? No veo muy bien cómo se puede ser
inteligente en relación con nada o con lo que carece de significado. Cada centro nos pone
en relación de un modo diferente, a través de su función particular, con los mundos exterior
e interior. Respecto a lo que nos relaciona con el mundo exterior, la función del Centro
Intelectual como pensamiento, la del Centro Emocional como sentimiento, la del Centro
Instintivo como sensación y la del Centra Motor como movimiento, son todas funciones por
completo diferentes. Son cuatro clases de inteligencia o conductoras de significado. Se ve
una serpiente, se siente una serpiente, se piensa en una serpiente y se escapa a una
serpiente. Esto es sensación, emoción, pensamiento y movimiento. Esto son cuatro
significados: cuatro inteligencias que trabajan conjuntamente.
Diafragma (1)
La inteligencia de las partes motoras de los centros, no obstante, estaba adaptada a sus
propios usos cotidianos, pero emplearlos para comprender lo que estaba fuera de su
alcance, o lo que exigía la inteligencia del centro íntegro, no daba resultado alguno, o
producía resultados por completo equivocados, o contradictorios. La inteligencia de un
centro como un todo está hecha de todas las inteligencias que componen las partes
separadas. La Inteligencia del Centro Intelectual como un todo pertenece a un orden muy
elevado. Cuando el centro está trabajando en su conjunto—, esto es, cuando cada parte es
dirigida hacia una meta común —cada subdivisión comparte el esfuerzo y desempeña su
propio papel. Por ejemplo, las partes motoras recuerdan y graban en palabras o cifras los
pensamientos alcanzados por la parte intelectual. Pero comúnmente, sólo las partes motoras
del Centro Intelectual son empleadas por nosotros y éstas, que trabajan con Hidrógeno 48 y
sólo piensan en términos de opuestos, esto es, carecen de conciencia en la Tercera Fuerza,
producen resultados muy pobres y lentos. Cabe decir, entonces, que bajo las condiciones
ordinarias la inteligencia del Centro Intelectual es tan sólo la de su división mecánica —a
saber, la parte formatoria. Pero no debemos suponer que esto cubre todo el alcance del
Centro Intelectual, en el cual hay partes que trabajan con Hidrógeno 24 y con Hidrógeno
12.
Podemos representar el paso del Centro Intelectual al Centro Mental Superior de la
siguiente manera:
NOTAS ADICIONALES