No Todo Esta Perdido
No Todo Esta Perdido
No Todo Esta Perdido
¿Cómo se rebela uno ante algo que está obligado a hacer? Odio
las rutinas, pero son inevitables. El trabajo siempre es el
mismo; tus funciones, las mismas todos los días. A no ser
que te dediques a la actuación. En ese caso tal vez un día
te toca ser un bombero, otro día el presidente de un país,
más adelante un soldado o un criminal que disfruta ma-
tando ancianos. Yo no disfruto de matar ancianos, aunque
a veces mi madre me haga ponerlo en duda. Elvira tiene
setenta y ocho años y siempre fue un poco manipulado-
ra. No sé cómo hace, pero logra que pase de amarla a
odiarla en cuestión de segundos. De tenerle compasión y
comprenderla a desear profundamente que se legalice la
eutanasia sin justificación.
No tengo hermanos. Mi padre murió repentinamente
cuando yo tenía 18 años y, desde entonces, mi madre usa
su soledad como herramienta para hacerme sentir culpa,
algo que logra realizar con éxito muy seguido, a pesar de
mis cuarenta años. Por consejo de su médico, hace poco
menos de un mes, decidí trasladarla a una residencia de
adultos mayores, lugar al que ella prefiere llamar «sala
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