Bleichmar - Fundamentos y Aplicaciones Del Enfoque Modular
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Bleichmar - Fundamentos y Aplicaciones Del Enfoque Modular
transformacional
Autor: Bleichmar, Hugo
Palabras clave
Pero, hay todavía más: mientras que hasta el 24 sostenía que todo lo que
estaba en el inconsciente se hallaba simplemente en estado de represión,
pugnando por emerger, en El sepultamiento del complejo de Edipo, Freud introdujo
una concepción sobre el inconsciente que llenó de perplejidad a los analistas de su
tiempo, incluso mereció la objeción de Ferenczi -véase al respecto la revisión del
Loewald (1979)-, y que fue dejada de lado por los analistas que le siguieron.
Sostuvo que en cierto momento el complejo de Edipo sufre una vicisitud que va
más allá de una simple represión. Afirmó que debido a la falta de satisfacción
esperada, a raíz del fracaso de lo deseado, como resultado de su imposibilidad
interna, y por la amenaza de castración, el complejo de Edipo sufre un
sepultamiento -Untergang- una verdadera demolición . Dice Freud: «Pero el
proceso descrito es más que una represión: equivale, cuando se consuma
idealmente a una destrucción y cancelación del complejo» (1924, p. 185).
Para complejizar aún más las cosas, Freud incorporó la distinción entre
represión secundaria -lo que estuvo en la conciencia y fue excluido- y represión
primaria, lo que nunca fue consciente y que estructuró, sin embargo, al sujeto.
Pero, más allá de éstas u otras limitaciones, Chomsky tuvo claro que la
lingüística sólo podría progresar si se la ubicaba como parte del funcionamiento
del psiquismo, si se estudiaba la forma en que el psiquismo procesa componentes,
cómo los va articulando hasta poder construir una frase. Frente a una lingüística
dominada por un estructuralismo no sólo ahistórico en el sentido más amplio de la
expresión, es decir, desprendido del contexto de génesis, sino ahistórico en cuanto
al interés por el suceder del segundo a segundo de la articulación de
componentes, Chomsky planteó un programa centrado en la necesidad de estudiar
minuciosamente el encadenamiento de procesos capaces de generar a la frase
como su producto final. Pero Chomsky es importante para nuestros propósitos por
algo que trasciende al problema del lenguaje. Su libro del 84: "Aproximaciones
modulares al estudio de la mente" plantea de una manera precisa la diferencia
entre dos formas de entender la mente: una, la aproximación modular, en que se
considera que el funcionamiento mental resulta de la coordinación de sectores
diferentes, separables tanto en relación a las cualidades de sus componentes
como en cuanto a sus leyes de organización.
La otra concepción, es la que Chomsky ubica como regida por "el principio de
principio de homogeneidad", por el cual la unidad del psiquismo no resultaría de
una coordinación de componentes sino de un principio organizador global que
sería el mismo para todos los componentes, en que el psiquismo evolucionaría in
toto, de modo que en cada etapa del desarrollo los diferentes constituyentes
dependerían obligadamente de las mismas leyes que los demás.
Incluso, con la idea de los tres registros -lo imaginario, lo simbólico y lo real-,
que nos pudiera hacer pensar en módulos, no se trata de nada de eso, permanece
en el orden de la homogeneidad ya que en cada período de las sucesivas
reformulaciones de su teoría, uno de ellos adquiere primacía y los otros son
dependientes, efectos, consecuencias. En la primera época, primacía de lo
simbólico, del significante; en la última, primacia de lo real. Además cada registro
se define en función de los otros, en una topología lógica de las implicaciones
recíprocas.
Pero si lo anterior tiene, desde mi perspectiva, algún valor es porque nos marca
un camino posible para el pensamiento: cada vez que nos encontremos ante una
teorización en Psicoanálisis, formulémonos la pregunta si es el principio de
homogeneidad el que la rige; o, en un nivel más concreto, ¿la teorización hace
derivar todo de una o unas pocas dimensiones?, ¿qué dimensiones deja afuera?
¿Nos habla de "el" obsesivo, de "la" histérica, "el" psicótico, "el" inconsciente,
todo en singular? ¿Se describen encadenamientos de procesos, paso a paso, y
sus transformaciones o, por el contrario, se plantean estructuras atemporales, a
modo de categorías ontológicas?
Un otro ejercicio que no deja de prestar utilidad para examinar una propuesta de
explicación psicopatológica y teoría del tratamiento consiste en confeccionar tres
columnas, una al lado de la otra, colocando en la primera columna los conceptos
que utiliza la teorización en examen, en la segunda columna los tipos de
intervenciones terapéuticas propuestas, y en la tercera hacer figurar los cuadros
psicopatológicos con sus subtipos y las variantes del carácter -es decir, tipos y
subtipos de personalidad- y ver si las dos primeras columnas, las que consignan
las dimensiones teóricas y las que anotan las formas de intervención terapéutica,
son suficientes o quedan cortas con respecto a la tercera?
Hetero-autoconservación
¿Qué representa cada miembro dentro del par sujeto/sujeto para el otro en
términos de los módulos? ¿Sobre qué modulo o módulos se asienta lo que
mantiene a uno de los miembros en la relación con el otro, o determina su
elección?
También, con sus preguntas conexas: ¿qué hace el paciente para inducir, a
veces para arrastrar, para lograr que el terapeuta actúe el rol del objeto que el
módulo motivacional desde el cual se dirige al terapeuta logre ser satisfecho en
sus deseos específicos?
El objeto perturbador
Pueden cumplir bien una de estas funciones y mal las otras, pueden estimular
adecuadamente el erotismo a costa de aplastar la individuación y el surgimiento de
cualquier deseo que vaya más allá del erotismo. Pueden sostener
adecuadamente el narcisismo a costa de inhibir el desarrollo de la sensualidad o
de los recursos yoicos, o pueden se patológicos para el sistema de alarma.
No hay un objeto único, sino que lo hay para cada uno de los módulos, y para
los subsistemas dentro de los módulos, como vemos con los distintos objetos
narcisistas. Mientras que una cierta persona puede desempeñar adecuadamente
las funciones de objeto del apego, es dable que no lo haga en cuanto a la
regulación de las funciones psíquicas. Por ej.: una padre o un padre fóbico, están,
por sus propias necesidades, en continuo contacto con el sujeto. El apego está
satisfecho, pero llenan de ansiedad, no dejan dormir, desregulan biológicamente,
etc.
Un analista puede ser un objeto para el sujeto que cumpla la función del
apego. Es estable, con toda la estabilidad que provee la regularidad del marco
analítico; confiable, por tanto, para el apego. Pero, al mismo tiempo, puede hacer
sentir continuamente con sus intervenciones que el sujeto se está defendiendo,
que oculta, que deforma, y que requiere de un otro que le diga qué es lo que
verdaderamente pasa en su interior. En estos casos, el analista es un objeto
perturbador para el narcisismo y para el desarrollo de los recursos yoicos, para el
sentimiento de potencia.
En este mismo orden de cosas, un analista que escuche en silencio, que no
perturbe el narcisismo pues no cuestiona, puede no aportar algo esencial a un
paciente que necesita ser vitalizado o que requiera incorporar algo que carece en
su capacidad de regular su ansiedad.
Enfasis en lo transformacional
Estos pocos ejemplos muestran que si bien los módulos pueden tener
independencia en su génesis y haber momentos en que uno de ellos predomina
netamente sobre los otros, convirtiéndose en el centro funcional dominante del
sujeto, al mismo tiempo los módulos imprimen transformaciones los unos a los
otros. De ahí que un enfoque modular del psiquismo requiera, necesariamente, de
la articulación con el concepto de transformacional.
¿Con lo no inscrito, con aquello que no llegó a constituirse, con los "agujeros"
en el psiquismo, la técnica clásica de hacer consciente lo inconsciente, de
levantar la represión, de desmontar las defensas, es suficiente para constituirlo?
¿Es que acaso los déficits yoicos son exclusivamente por angustia de castración o
por culpa, porque el sujeto no se animaría a desplegar lo que sí existiría inscrito en
su inconsciente? ¿Y si algo no se inscribió porque faltaron las experiencias, las
identificaciones, los intercambios con la función complementaria aportada por el
otro que pudiera hacer surgir lo que es un potencial del sujeto pero que requiere
de ese otro para pasar a tener existencia? En estos casos, nos encontramos con
la necesidad, de un proceso en dos tiempos: primero, de insight, pero no de lo
reprimido sino de toma de conciencia de aquello que falta y cuya carencia fue
sentida en sus efectos pero no en sus causas. Luego, tiempo, como ha planteado
reiteradamente Silvia Bleichmar (1993), marcado por la neogénesis, por la
constitución de inconsciente.
El fenómeno del entonamiento, estudiado por Stern (1985), indica que más
allá de la semántica, del significado de la frase, a lo que "entona" el paciente es al
estado emocional del terapeuta, a dimensiones tales como la vitalidad, la
intensidad, a lo que este autor denomina "contorno".
Se suele aceptar que ciertas funciones yoicas o del superyó pueden ser
desempeñadas por el otro, que ciertos aspectos de estas subestructuras nunca se
han desarrollado o que han sido delegadas en el otro, pero existe dificultad para
llevar a fondo esta concepción sobre la relación entre dos psiquismos y extraer
todas las conclusiones que de ella se derivan. En El Yo y el Ello (1923) y en
la Conferencia XXXI (1933) Freud dio un paso significativo: aunque mantuvo la
concepción que el yo se desarrolla por un proceso de maduración interna, sin
embargo colocó a la identificación como factor relevante en su constitución,
haciendo lo mismo en relación al superyó. O sea, el objeto externo interviene,
pasando a formar parte de la estructura, no solamente condicionándola por sus
acciones sino siendo componente. Sin embargo, con respecto al ello parecería
como que fuera algo que no tuviera ni génesis ni historia: habría una fuente
originaria de energía, un reservorio que luego se repartiría para las nuevas
estructuras. Al respecto, Laplanche (1992) tiene el mérito de ser en psicoanálisis el
que ha intentado reformular la metapsicología freudiana para incluir en ésta el
poder del otro en la constitución de la pulsión en el ser humano.
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