SOC. DE LA CULT. III Parte. EL SABER POPULAR
SOC. DE LA CULT. III Parte. EL SABER POPULAR
SOC. DE LA CULT. III Parte. EL SABER POPULAR
EL SABER POPULAR
SOCIOLOGIA DEL FOLKLORE.
Todo hecho cultural es un hecho social, por tanto si estudiamos el grupo humano necesariamente
debemos conocer el medio social que nos rodea y las características que posee cada sociedad en
cada época por lo tanto la cultura en lo resultante del trabajo humano con el conocimiento de la
actividad laboral y de la fabricación de los primeros instrumentos musicales, se inició la sociedad
humana.
Cultura y Folklore.
La Cultura es definida como el conjunto de valores materiales y espirituales, así como de los
procedimientos para crearlos, aplicarlos y transmitirlos; obtenidos por el hombre en el proceso de la
práctica histórico-social. Comprende todo lo que es aprendido mediante la comunicación social.
Abarca toda clase de lenguaje, tradiciones, costumbres y las instituciones, además de la
instrumentación práctica, traducida en la técnica.
Esos tipos de conducta y sus correspondientes realizaciones institucionales, socialmente adquiridas y
que se transmiten con igual carácter por medio de símbolos, constituyen el contenido de la
Sociología de la Cultura y de la Sociología del Saber.
Ahora bien: existe una serie de formas de conducta que por su difusión popular son clasificadas como
saber vulgar, en oposición al saber culto, y que en el campo del conocimiento se conocen con el
nombre de Folklore. El folklore como hecho social es saber vulgar, pero el Folklore como
conocimiento de ese saber vulgar es un conocimiento científico sobre un saber vulgar. A diferencia
del conocimiento filosófico, que es dominio de unos pocos, el saber vulgar es obra anónima del
grupo, patrimonio común de la colectividad social. Luce así su marca de origen popular, su carácter
despersonalizado, por ser sabiduría colectiva por excelencia. Señalamos el concepto de "popular",
como contrapuesto a lo minoritario, es decir a lo que pertenece a la "élite".
Este saber vulgar es el punto de partida para toda investigación del folklore. El folklore es la
sociología del saber vulgar, pero es esencialmente tradición que se transmite de padres a hijos y, por
lo general sin utilizarse un medio de comunicación gráfico, sino más bien oral. Por eso una parte
considerable del folklore de muchos pueblos se ha perdido para siempre. El folklore de las
sociedades ágrafas1, escribe Herskovits- se compone de sus mitos, fábulas, proverbios, adivinanzas
y versos, juntamente con su música y comprende la expresión menos tangible de los aspectos
estéticos de la cultura. En grados varios estas formas se combinan entre sí y con las artes plásticas y
del diseño, para producir rituales, danzas y otros medios de expresión del grupo que nosotros
llamamos drama.
1. Las sociedades ágrafas son aquellas que desconocen la escritura y que, por consiguiente, se mantienen
relativamente ajenas a la civilización.
El problema del estudio de las cosas del pasado fue resuelto por las ciencias históricas culturales. La
arqueología, la etnografía y la historia, contribuyen a rescatar ese periodo, a explicarlo y darle
sentido. Pero en toda sociedad, incluso la de nuestros días, hay grupos humanos que han
conservado numerosos objetos culturales, inventados o utilizados en fechas más o menos lejanas.
"Los objetos que retienen -dice Carlos Vega, en su obra "La Ciencia del Folklore"-son, muchas veces,
creaciones inmediatas pasadas que las últimas promociones culturales superiores eliminaron de los
altos niveles sociales; o bien, restos de cosas antiquísimas que sobrevivieron con desconocidos
portadores o, en algunos casos, productos obtenidos en el seno de la propia comunidad; esas cosas
constituyeron el fundamento de la ciencia que se ha llamado folklore".
La Etnografía y el Folklore, coinciden en estudiar hechos actuales, vivos; la Arqueología consigna
datos para la Etnografía y la Historia da fechas y circunstancias a las cosas del Folklore; el tiempo
del Folklore, coincide con el tiempo de la Historia.
Ese nexo es importante porque en toda sociedad coexisten los dos tipos de saber ya anotados Junto
al saber de la ciencia, existe un repertorio de prácticas, costumbres y tradiciones populares, que los
investigadores europeos denominaron "antigüedades", al lado de la Historia. Esa voz refiérase, en
términos calificados, a lo ''popular". Esas expresiones constituirán, lo que posteriormente se llamó
Folklore.
DEFINICION Y CONCEPTO DE FOLKLORE
Folklore. Es el conjunto de las creencias, prácticas y costumbres que son tradicionales de una cultura
o de un pueblo. Incluyen los bailes, la música, las leyendas, los cuentos, las artesanías y las
supersticiones de la cultura local; también Se trata de tradiciones compartidas por la población y que
suelen transmitirse, con el paso del tiempo, de generación en generación.
El término "Folklore" fue introducido al lenguaje sociológico por William John Thoms, en 1846, como
un feliz neologismo (2) para designar el estudio del saber popular que implícitamente vive y se
desarrolla en el seno de toda comunidad de seres humanos, Fara Thoms, el Folklore significó "el
estudio de las antigüedades que abarca lo relativo a las antiguas prácticas y costumbres, a las
nociones y creencias, tradiciones y prejuicios del pueblo común".
2. Un neologismo puede definirse como una palabra nueva que aparece en una lengua, o la inclusión de un
significado nuevo en una palabra ya existente
La nueva disciplina se desprendió, de ese modo, de los objetos que constituyen la ocupación de los
anticuarios (coleccionistas), y tomó para sí los materiales literarios, las creencias, las prácticas
sociales, la tradición y las costumbres que conforman la cultura popular.
Así enmarcado el ámbito de la nueva disciplina, su posterior desarrollo y desenvolvimiento plantearon
con mayor precisión sus límites estableciendo los conceptos básicos de su estructura y contenido.
Ese proceso formativo, necesariamente laborioso, permitió, por fin, definir con alguna seguridad qué
es el folklore, qué ámbito le corresponde dentro la cultura humana, cuál es su destino en los tiempos
actuales, cuáles son, finalmente, sus métodos y su significado en las relaciones humanas.
En lo que se refiere al problema de una definición del Folklore, diremos que, como sucede en toda
ciencia en proceso formativo, existen muchas. El sociólogo Luis Mendieta y Nuñez, las clasifica en
dos grandes grupos que a su vez engloban diferenciados planteamientos conceptuales; unas que
consideran la disciplina del folklore como la ciencia que estudia los hechos del saber popular en el
pasado, con la valoración arqueológica que le dio Thoms, como esta de Sebillot: "El folklore es una
historia no escrita de los tiempos primitivos": y, otras, de sentido más amplio, y a nuestro juicio
más reales, que conceptúan al Folklore como la ciencia de la vida popular en el seno de las
sociedades civilizadas; es decir, ciencia que aprehende la obra popular en la multiplicidad de sus
aspectos, del pensamiento que inspira y dirige sus reacciones, cumpliendo, al decir de Ismael
Moya, una profunda finalidad cívica dentro de un país y de fraternidad dentro del mundo.
El "saber del pueblo", en sus proyecciones históricas, no tiene limitaciones en el tiempo ni en el
espacio; tampoco tiene linderos en los marcos de la estructura clasista de la sociedad; es decir, no es
patrimonio exclusivo da las clases bajas o populares, como lo demostraremos a continuación.
La raíz popular es la esencia del folklore, pero, entiéndase bien, el pueblo todo, sin exclusión de
castas o de clases, es decir la comunidad en su conjunto como proceso de acciones e interacciones
socio-históricas. Corresponde al Folklore toda manifestación espontánea de cultura, "todo
conocimiento anónimo que acepta y repite la gente sin someterlo a consideración alguna, sin
analizarlo, sin discutirlo, sin ponerlo en duda, siquiera".
Como arte el Folklore es semillero espontáneo, simple e ingenuo; como literatura o filosofía, será
breve y conciso: relato, cuento, romance, refrán, proverbio, adivinanza, etc., que encuentran ideal
acomodo en las diferentes circunstancias de la vida.
Tal apreciación reafirma el carácter dinámico y creador del Folklore, presentándolo no solamente
como una tradición del pasado, sino como una permanente muestra de las fuerzas creadoras de la
sociedad humana, que día a día se enriquece con dichos, cuentos, costumbres, giros del lenguaje,
sentencias, refranes y canciones, que moldean el alma popular y plasman en ella ese espíritu secular
y a la vez permanente de la inspiración anónima del pueblo.
El Folklore no tiene nunca una forma fija, sino una pauta aproximada o general que varía de tiempo
en tiempo, de grupo a grupo o aún de una región a otra cuando se cuenta o se presenta dentro del
mismo grano o por el mismo individuo.
Lo que caracteriza el contenido del Folklore no es el tiempo de su origen, sino su origen popular.
Cuando un fenómeno cultural es creado anónimamente por una sociedad, tal aspecto cultural
pertenece al Folklore, anota Mendieta y Nuñez.
Por otro lado, es insostenible la tesis de que únicamente es en el pueblo bajo donde se encuentra
difundido el Folklore. Tal posición llevaría a sostener, algo absurdo, que una costumbre o un sistema
determinado de ideas hacen folklórico al proletariado y no a la burguesía que las comparte.
Sabemos que Folklore es saber vulgar, y también que en la medida del progreso, el hombre
profundiza sus conocimientos y cultiva su inteligencia superado las concepciones empíricas
(practicas) y las expresiones culturales espontáneas, de manera que ésas quedan como un
fundamento mental de las capas populares de la sociedad y se hacen cada vez más raras a medida
que ascienden en la escala social; pero, como anota Mendieta y Nuñez, nunca desaparecen
totalmente, ni siquiera en las llamadas élites de la sociedad. "En toda cultura por elaborada que sea,
hay siempre un fondo de empirismo".
La explicación de este fenómeno puede sintetizarse del siguiente modo; a) La ciencia es cada día
más complicada, de tal modo que nadie puede poseerla en su conjunto; b) La ciencia no es capaz,
hasta ahora, de explicarlo todo y, c) Ante la imposibilidad de dominar a la ciencia en su totalidad, los
hombres se especializan en ciertas ramas de ella, partiendo de una base de cultura general; pero en
algunos aspectos científicos, aún los más cultos y los más sabios son tan ignorantes como el más
ignorante de los proletarios (Lucio Mendieta y Nuñez).
A este tercer punto, fundamentalmente, se debe la supervivencia del saber empírico en las clases
medias y altas de toda sociedad, pues el hombre, tiene, necesariamente, que darse una explicación
de las cosas, del mundo y del universo, además que recibe la influencia de las prácticas, costumbres
y tradiciones del medio social que le rodea y que, de un modo u otro, estampa en su espíritu los
valores de la comunidad de que forma parte.
La práctica social confirma lo dicho. Hay supersticiones que son comunes a todos los estratos
sociales. Gentes muy cultas tienen terror al maleficio del número 13. No es extraño ver tanto a
proletarios como a burgueses, evitar pasar debajo de una escalera. La farmacopea casera suple en
muchos casos el uso específico de refinadas técnicas científicas. Los consultorios de los "brujos" son
frecuentados por gentes de exquisita cultura. Así, los ejemplos de la pervivencia del saber vulgar
podrían extenderse al infinito. En la mayor parte de los grupos humanos -dice Bogs-, estas dos
categorías de cultura tradicional y erudita se mezclan en la vida del individuo: la mayoría de los
seres humanos son parcialmente “folklóricos". Es pues el pueblo todo, que diría Ismael Moya, sin
determinación de esferas, que hereda y disfruta los bienes del folklore, que es como un aire "que
trascendido de aroma antiguo, recorre las gradaciones de la sociedad, desde aquella donde se
acogen los campesinos, y la que tiene albergue y escenario en los suburbios y en los conventillos,
hasta que la integran la clase media y encumbrada en el orden intelectual, artístico y económico".
A partir de 1960 y en honor a Thoms, cada 22 de agosto se celebra el Día Mundial de Folklore,
designado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Resumiendo:
1. El folklore no abarca únicamente el estudio de lo arcaico contenido en el saber popular, sino
que su ámbito incluye toda manifestación empírica del grupo humano;
2. No se refiere únicamente al saber de las clases bajas. Ha de entenderse, más bien, como
señala el profesor Mendieta y Nuñez, como la integridad del saber empírico que engloba al
conjunto de los habitantes de un país o de miembros de una comunidad, sin restricciones de
tiempo ni de estratos sociales. Dicho en otras palabras, por Folklore debe entenderse "la
Cultura empírica de las sociedades humanas".
EL HECHO FOLKLORICO
Cuando tipificamos al Folklore como la Cultura empírica de las sociedades humanas, queremos
expresar que esta disciplina estudia aquellas expresiones anónimas de la colectividad, objetivas o
subjetivas, orales o escritas, con profundidad en el tiempo, vivencia tradicional, dispersión y
radicación geográfica manifiesta, que coexisten con la cultura más avanzada en una sociedad
determinada.
El Folklore desempeña varias funciones -escribe Herskovits-. Los mitos explican el universo y
proporcionan una base para el ritual y las creencias. Las leyendas, que habitualmente se diferencian
de los mitos por su carácter secular, se consideran con frecuencia como un registro no escrito de la
historia de la tribu. Actúan no sólo como valiosos instrumentos educativos, sino que son
igualmente útiles para mantener un sentido de la unidad y del valor del grupo. Los proverbios y
las adivinanzas adornan la conversación con alusiones oportunas, ayudan a aclarar una referencia
obscura en quien carece de mundo y moralizan. Las adivinanzas divierten porque sirven de prueba
de ingenio; dan prestigio al que puede resolverlas con seguridad y facilidad. Con la perspicacia del
artista, Anatolie France ha resumido el papel principal del folklore: "Las naciones viven de la mitología
-dijo él- De las leyendas sacan todas las ideas necesarias a su existencia. No necesitan muchas; y
unas pocas fábulas sencillas bastarán para reunir en el mismo grupo millones de vidas".
Las características del Folklore en palabras de Ismael Moya, se puede sintetizar en la siguiente
forma: 1) Es la colectividad la que lo recoge, anima y mantiene su universalidad; 2) El carácter
anónimo de la creación; 3) Su carácter tradicional; 4) La transmisión que puede ser oral o escrita; 5)
Su perspectiva histórica; 6) Su perspectiva geográfica; 7) Su coexistencia con la cultura vigente; 8) Su
objeto moral, utilitario o instructivo en el organismo social; 9) La vivencia como hecho y el traspaso,
de generación a generación, como fin.
El ambiente natural del folklore es el pueblo. Su carácter tradicional se expresa en su transmisión
generacional a través de las edades; es decir, continuidad en el tiempo y en el espacio. La creación
plástica de los pueblos, su inspiración musical, sus actividades, sus valores, perduran en el tiempo,
expandiéndose, tomando nuevos rumbos como un río inagotable y eterno que fecunda
incesantemente la vida de la sociedad.
La tradición es la presencia del pasado en el presente de los pueblos; fuerza cohesionante del
carácter de las naciones, introduce a las colectividades los valores del civismo, del orgullo nacional y
fertiliza la personalidad que, se halla implícita en todas las colectividades nacionales. Todo pueblo,
por pequeño que sea, tiene sus héroes, sus mártires y sus dioses; sus ritos, sus costumbres y sus
juegos; vibra en su entraña el impacto tutelar de sus grandezas nacionales y canta sus glorias, sus
penas, sus alegrías, sus desgracias. Al calor de estas vibraciones profundas, el pasado se funde con
el presente para plasmarse en la fuerza renovadora que con decisión mira al futuro.
La tradición boliviana canaliza dos impulsos milenarios. Uno proviene de la veta indígena; el otro de la
Iberia peninsular. Dos razas, dos mentalidades, dos idiosincrasias diferentes se fundieron en el crisol
de ese drama épico cuya síntesis fue el mestizaje que, al decir de Julio Alberto d'Avis, resultó
igualmente mutilante respecto de sus correspondientes culturas, pues el criollo no fue nunca español
y junto a su linaje ibérico bulló en su alma el arcano de la sangre indígena.
España transportó hacia nosotros los aires de la cultura grecolatina, la cual se difuminó en la entraña
popular de nuestro estamento criollo. Nuestra paremiología (3), con su sal y su pimienta, ofrece
ejemplos ilustrativos de esa tradición tan rica y variada; para no hablar de esa ingeniosidad incisiva,
picante y mordaz, con que la picardía criolla matiza la vida a través de esa fecundidad que tiene para
el apodo y el sobrenombre.
3. La paremiología es la disciplina que estudia los refranes, los proverbios y demás enunciados cuya intención es
transmitir algún conocimiento tradicional basado en la experiencia.