3 Respuesta Metabolica Al Trauma
3 Respuesta Metabolica Al Trauma
3 Respuesta Metabolica Al Trauma
Introducción y antecedentes
La respuesta del organismo al
traumatismo y a la cirugía se
caracteriza por la activación
inmediata del sistema nervioso y
del sistema endocrino; en ella
participan los mediadores del
sistema inmunológico y el vascular.
John Hunter, cirujano inglés del siglo XVIII, fue uno de los primeros en hacer constancia de que existe
una tendencia natural o disposición al alivio o la curación de las lesiones; es decir, durante el trauma
existe un proceso que no pertenece al daño sino al camino de la curación.
Se interpreta la respuesta
al traumatismo como un
programa genético que en
forma innata sirve para
mejorar la recuperación de
los tejidos lesionados,
apoyar la respuesta
inflamatoria, así como
minimizar la infección y las
complicaciones.
Quizá, la observación más importante de Cannon fue la correlación entre disminución de la presión
arterial y acidosis. Durante las dos primeras guerras mundiales surgieron laboratorios de
investigación, de los que derivaron dos mensajes que han resultado fundamentales para el cirujano.
Primero, que el paciente muestra una respuesta biológica a la agresión física que se encuentra
profundamente enraizada con cada especie y que guarda un valor incalculable para sobrevivir y, por
consiguiente, para la curación y el retorno a la vida normal. En segundo término, que los pasos
encaminados al cuidado de la persona traumatizada o intervenida quirúrgicamente, son mucho más
efectivos cuando se llevan a efecto bajo un completo entendimiento de los cambios corporales del
paciente.
Definición
Consecuencia orgánica debido a un estímulo externo traducido en estrés metabólico, que
desencadena una respuesta sistémica inicial encaminada a restaurar el tejido a su condición normal.
Epidemiología
La desnutrición tiene una prevalencia alta en los pacientes quirúrgicos y un impacto negativo en el
pronóstico, y se asocia con mayores tasas de morbilidad y mortalidad; también con estancias
hospitalarias más prolongadas y costos más altos para el sistema de salud.
El impacto de la malnutrición sobre la enfermedad y la cirugía: Se encontró que cerca del 50% de
los pacientes programados para cirugía mayor, presentaban desnutrición moderada o grave, que
aumentaba la frecuencia de complicaciones postoperatorias (depende de la población de estudio).
Estímulos locales
La lesión de los tejidos causa dolor y libera sustancias que interactúan con los factores circulantes;
la rotura de vasos sanguíneos ocasiona hemorragia. Como resultado se produce vasoconstricción
local de efecto casi inmediato y los receptores del dolor envían mensajes a la médula espinal.
Estímulos sistémicos
Muchos factores pueden desencadenar una respuesta general, entre otros se encuentran temor o
ansiedad, ayuno, hipotermia, estados de hipoxemia, efectos anestésicos, fármacos, sustancias
tóxicas, pérdida de volumen circulante por hemorragia o deshidratación, alteraciones del pH
sanguíneo, desequilibrios hidroelectrolíticos, desequilibrios metabólicos, fracturas o traumatismos
extensos y, sobre todo, el traumatismo craneoencefálico.
Vía nerviosa
Desde 1959 Hume y Egdahl demostraron que en un animal desnervado no había respuesta
hipofisaria o suprarrenal al estímulo doloroso. Estos investigadores demostraron que con el sistema
nervioso periférico intacto las señales del dolor nociceptivo se transmiten por las vías sensoriales al
cuerno dorsal de la médula espinal y se transfieren al núcleo central posterior del tálamo.
El estímulo se inicia con la irritación de las terminaciones nerviosas periféricas en el tejido dañado;
después se estimulan las porciones caudal y ventrolateral del bulbo raquídeo, el locus ceruleus y el
área gris de la región dorsal de la protuberancia.
Los impulsos aferentes de los barorreceptores distribuidos en los bulbos carotídeos, la aorta y las
aurículas son desencadenados por la disminución del volumen sanguíneo circulante y convergen en
el núcleo del tracto solitario y en las estructuras de la porción dorsolateral del bulbo raquídeo.
A partir de ahí el impulso asciende al eje hipotálamo-hipófisis y al sistema nervioso autónomo, que
liberan sus mediadores químicos en una respuesta difusa.
Estudios realizados en pacientes con las extremidades desnervadas demostraron que también se
daban respuestas neuroendocrinas, se trata de los mediadores de la inflamación.
Todos actúan primero de manera local y participan en la reparación de los tejidos, al mismo tiempo
que ingresan a la circulación en cantidades proporcionales a la extensión de las lesiones para
producir respuestas sistémicas con repercusiones en el metabolismo.
Respuesta neuroendocrina
El sitio primario donde se origina la respuesta es
en los NÚCLEOS DEL HIPOTÁLAMO. La
respuesta se expresa en dos ejes: El eje
simpático suprarrenal y el eje hipotálamo-
hipófisis-suprarrenal que convergen en sus
efectos.
Eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal
El segundo sistema efector tiene origen en los núcleos supratalámicos y el hipotálamo. Sus efectos
se deben a las hormonas correspondientes de la hipófisis, tales como GH, TSH, LH, PRL, pero sobre
todo ACTH.
El cortisol modifica el metabolismo de la glucosa poniendo a disposición del cerebro mayor cantidad
de esta sustancia, facilitando la acción de las catecolaminas y previene una reacción exagerada del
sistema inmune a las lesiones. La concentración sérica de corticoides aumenta después de un
periodo latente en respuesta a la anestesia o a la intervención quirúrgica; la respuesta continúa
Acción glucocorticoide:
Metabolismo de carbohidratos, proteínas y
grasas.
Acción mineralocorticoide:
Homeostasis del agua y los electrolitos.
Además:
Debido a la acción de las hormonas adrenérgicas en el tejido adiposo se produce la hidrólisis de los
triglicéridos. Esta acción es realizada fundamentalmente por la noradrenalina, que activa a través
del AMP cíclico (cAMP) una cinasa proteínica en el adipocito que, a su vez, activa la lipasa del
adipocito; la respuesta se continúa con un aumento sostenido de la ACTH.
TSH
ADH
Uno de los estímulos que intensifican la secreción de ADH es la disminución del volumen sanguíneo;
cuando desciende en 15% o más la secreción de la hormona llega a elevarse hasta 50 veces por
encima de sus valores normales. Por otro lado, las aurículas poseen receptores de distensión que se
excitan cuando el llenado auricular es excesivo y envían señales al encéfalo para inhibir la secreción
de ADH, por el contrario, la disminución de la distensión de los barorreceptores favorece la
secreción de la hormona, estableciendo un servocontrol del mecanismo volumen sanguíneo-
presión.
La importancia de esta hormona radica en que participa en la conservación de los niveles normales
de glucosa durante las situaciones de estrés y para incrementar la disponibilidad de sustratos para
la gluconeogénesis hepática. Los sujetos en tratamiento a largo plazo con corticosteroides, cuyas
glándulas suprarrenales se han atrofiado y que no los reciben durante una operación o después de
un traumatismo, pueden morir porque no se libera cortisol de las glándulas, temporalmente
inactivas por la atrofia, llegando a la circulación. En sujetos que han sufrido una lesión extensa se
identifican alteraciones hormonales que se relacionan con las modificaciones metabólicas
posteriores al traumatismo y a la cirugía convencional.
En 1953, Francis D Moore describe una tercera fase, que aparece cuando prevalecen los sistemas
compensadores, el gasto de energía disminuye y el metabolismo cambia nuevamente a las vías
anabólicas. Es la llamada fase anabólica, de reparación o de convalecencia, en la que por un período
prolongado (meses) se produce la cicatrización de las heridas, el crecimiento capilar, la
remodelación hística y la recuperación funcional.
1. Gran flujo de sustratos (hidratos de carbono, proteínas y grasas) desde la periferia hasta el
hígado, que determina gran pérdida de nitrógeno con incremento de su eliminación urinaria
en forma de urea, hiperglicemia e hiperlactacidemia, con aumento de los triglicéridos y
ácidos grasos libres en el plasma.
2. Retención de sodio y agua.
3. Pérdida de potasio.
Razón por la cual el cuerpo da uso de muchos elementos para mantener una homeostasis por lo
cual se ve alterado el metabolismo de proteína, glucosa y lípidos.
Sin duda, el mayor efecto metabólico del trauma es la acelerada lisis proteica, proveniente en
esencia del músculo sano; esto se manifiesta por un aumento en las pérdidas urinarias de nitrógeno,
incremento en la liberación periférica de aminoácidos e inhibición de la captación de aminoácidos
observada en la sepsis. Esta lisis se realiza con la finalidad de obtener alanina y glutamina las cuales
son transportados al hígado para su conversión en glucosa (gluconeogénesis).
En los pacientes lesionados se observa un aumento en los niveles circulantes de ácidos grasos libres
y triglicéridos; lo que causará una hipertrigliceridemia por el aumento de la síntesis hepática de
apolipoproteínas y triglicéridos, para tener reservas energéticas. La lipólisis acelerada por el truma,
se da por la adrenalina, el glucagón y el cortisol. En los pacientes traumatizados también se observa
una reducción en la capacidad lipogenética; este fenómeno es provocado por el TNF (por inhibición
de la actividad de la lipasa) o por la IL-1β y la prostaglandina E2. Además, se cuenta con evidencias
que indican que el TNF estimula la síntesis y la secreción hepática de triglicéridos, y potencia la
lipólisis.
El SIRS se atribuye a una reacción inflamatoria masiva y daño endotelial generalizado que se supone
mediado por las siguientes moléculas proinflamatorias o reactantes de fase aguda:
Se caracteriza por una respuesta proinflamatoria local que parece tener como objetivo limitar la
extensión del daño, promover el crecimiento de tejido nuevo y eliminar el material antigénico. En
esta fase se controla la causa inicial y la respuesta inflamatoria es inhibida por una respuesta
antiinflamatoria que autolimita la respuesta. Desde el punto de vista inmunológico, las
interleucinas-4, 10, 11 y 13, así como los antagonistas de los receptores de interleucina-1 y el factor
Dicha fase cursa con amplificación de la respuesta inflamatoria que ya no se circunscribe al tejido
dañado. Debido a la mayor extensión de la lesión, se produce liberación de los mediadores
inflamatorios que originan una repercusión sistémica, se activan los polimorfonucleares, hay
atrapamiento plaquetario y respuesta endotelial generalizada. Ahora se aprecia fiebre, taquicardia,
vasodilatación sistémica y, debido al daño endotelial, se inician datos de fuga capilar.
En esta fase se pierde el equilibrio entre la respuesta inflamatoria y antiinflamatoria; ahora existe
una amplificación no controlada de la respuesta inflamatoria secundaria a la liberación masiva de
mediadores celulares y moleculares. El daño endotelial es grave y su disfunción más pronunciada,
hay obstrucción de la microcirculación por fibrina, plaquetas y polimorfonucleares que acarrean
mala distribución del flujo sanguíneo a los tejidos con obstrucción al aporte de oxígeno a los tejidos.
El daño en esta fase, además de la respuesta inflamatoria sistémica, consiste en una o varias fallas
orgánicas con desequilibrio ácidobásico. De no ser controlada la causa o de ser ineficiente la
respuesta antiinflamatoria o si falla la producción de moléculas antiinflamatorias, el paciente
evoluciona de manera progresiva a la disfunción orgánica múltiple (DOM) y a la muerte.
En esta fase hay una hiperactividad de la respuesta antiinflamatoria que lleva al paciente a un estado
de anergia y de inmunosupresión excesiva que lo hacen muy susceptible a las infecciones debido a
que hay una disminución en la expresión de los antígenos HLA-DR y HLA-DQ, y tendencia a una
disminución en la síntesis de citosinas proinflamatorias; de hecho, se han identificado
concentraciones elevadas de interleucina-10 y de factor de crecimiento beta, se suprime la
expresión a nivel de los monocitos de antígenos clase II del complejo mayor de histocompatibilidad
lo cual, a su vez, bloquea la proliferación de linfocitos T.
Bibliografía
Acevedo D.M. Estudió de la respuesta al estrés quirúrgico bajo dos técnicas anestésicas en la cirugía
oncologica colo-rectal. Facultad de medicina: Madrid; 2012.
Archundia Abel. Cirugía 1. Educación quirúrgica. 5ta ed. McGrawHill: México; 2014. Capítulo 07.
Respuesta metabólica al trauma.
Rodríguez Navarro, Darismel, Rodríguez Acosta, Mireida, Alfonso Alfonso, Lázaro Emerio,
Castellanos Puerto, Edelis, Reyes Martínez, Margarita Lázara, & Quintana Ruiz, Mireidys.
(2012). Respuesta metabólica en el trauma. Revista Cubana de Medicina Militar, 41(1), 96-
104. Disponible en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0138-
65572012000100012&lng=es&tlng=es.