Resumen-Lectura 11
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Nuestro sistema nervioso puede infectarse por diferentes microorganismos, incluyendo bacterias,
virus, hongos, protozoos y helmintos. Dentro de las principales patologías que afectan a dicho
sistema, se encuentran la meningitis bacteriana aguda que es producida por microorganismos como
Neisseria meningitidis, Streptococcus pneumoniae y Haemophilus influenzae, los cuales se transmiten
por vía respiratoria. Entre sus síntomas, se manifiestan fiebre, cefalea, vómitos, fotofobia o disfunción
mental, y rigidez de nuca. Generalmente, el LCR de pacientes con meningitis bacteriana aguda tiene
un aspecto turbio y la presión de salida es elevada. La confirmación de un caso de meningitis
bacteriana aguda se realiza mediante la demostración de la presencia del microorganismo en el LCR,
y suele realizarse mediante cultivo o detección del ADN bacteriano. En el diagnóstico de dicha
patología, la PCR (reacción en cadena de la polimerasa) tiene mayor sensibilidad que la del cultivo
tradicional, y la administración de antimicrobianos previa a la obtención de la muestra apenas afecta
su sensibilidad. Debido al tipo de bacterias implicadas en la etiología de la meningitis, cuando se
realiza un cultivo deben emplearse medios enriquecidos, como el agar sangre y el agar chocolate.
Por otro lado, los virus son causa frecuente de meningitis y meningoencefalitis agudas,
principalmente citomegalovirus y poliomavirus. Algunas infecciones localizadas en el sistema
nervioso central o entre la duramadre y el cráneo, son el empiema subdural, el absceso epidural o la
tromboflebitis séptica de los senos venosos.
Meningitis neonatal
Meningitis tuberculosa
Los síntomas más frecuentes son fiebre y cefalea de curso subagudo o crónico, añadiéndose
disminuciones del nivel de conciencia, alteraciones de la conducta, hipertensión intracraneal,
afectación de los pares craneales, hidrocefalia, y diferentes formas de alteraciones neurológicas
focales. Las técnicas estandarizadas de tinción con fluorocromos (auramina-rodamina) o
carbolfucsina (Ziehl-Neelsen) permiten demostrar la presencia de micobacterias de forma rápida y
sencilla. Son capaces de detectar 104 bacilos/ml, y su sensibilidad en el diagnóstico de la meningitis
tuberculosa es del 10%. En cambio, la mayoría de las técnicas genéticas que se emplean para la
detección de Mycobacterium tuberculosis directamente en muestra clínica implican la selección de
un fragmento específico del ADN del microorganismo y su amplificación mediante reacción en
cadena de la polimerasa (PCR).
Meningitis aséptica
Los virus que se detectan con más frecuencia en meningitis aséptica son los enterovirus (EV),
seguidos de virus herpes simple (VHS) y varicela zoster (VZV). Un líquido cefalorraquídeo claro u
opalino, con predominio de linfocitos, sin disminución de la concentración de glucosa y con elevación
discreta de proteínas apunta hacia una etiología de tipo vírico.
Cryptococcus neoformans representa la causa más frecuente de infección fúngica del SNC. La
mayoría de los casos se presentan en pacientes inmunodeprimidos, especialmente con infección por
el VIH. En los pacientes con infección por VIH, la meningitis criptocócica se produce como
consecuencia de la reactivación de una infección latente, localizada inicialmente en el pulmón. El
método más rápido y específico para el diagnóstico de meningitis criptocócica es la tinción de
contraste con tinta china, la cual permite observar sobre un fondo negro la cápsula refringente de la
levadura.
Los microorganismos implicados en la infección de las derivaciones internas son los propios del
microbiota cutáneo. Entre estos, se encuentran el Estafilococos coagulasa negativa, principalmente
Staphylococcus epidermidis y S. aureus, seguidos por Corynebacterium spp y Propionibacterium
acnes. La infección se produce, por contaminación del catéter con la microbiota de la piel del paciente
durante el acto quirúrgico y aparece a las pocas semanas de la intervención. Otras posibles vías de
entrada son a partir de la infección de la herida quirúrgica de inserción o de decúbitos de la piel, vía
hematógena y vía ascendente a partir de la microbiota del colon. En este último caso, la infección
suele ser polimicrobiana y predominan las enterobacterias. El procesamiento de muestras de LCR
para diagnóstico de infección de derivaciones debe incluir siempre medios de cultivo y atmósfera
para el desarrollo de bacterias anaerobias manteniendo la incubación de los cultivos durante 7-14
días.
Absceso cerebral
El absceso cerebral se puede desarrollar por diferentes mecanismos: a) extensión por contigüidad
desde focos próximos de infección (oído medio, mastoides, senos paranasales, y con menor
frecuencia focos odontógenos), b) diseminación hematógena a partir de infecciones pulmonares,
cardiopatías congénitas con shunt derecha-izquierda, infecciones dentales o endocarditis bacteriana,
c) inoculación directa como consecuencia de traumatismos craneales o procedimientos
neuroquirúrgicos. Los estreptococos del grupo milleri (S. anginosus, S. constellatus y S. intermedius)
son los agentes causales más frecuentes de abscesos cerebrales originados por contigüidad a partir de
otitis media y mastoiditis (70% de los casos). Las bacterias anaerobias, Bacteroides spp. y Prevotella
spp., ocupan un lugar en la etiología de los abscesos cerebrales, casi siempre en relación con otitis
media crónica y mastoiditis, formando parte de una microbiota mixta junto a enterobacterias. Las
manifestaciones clínicas y los signos neurológicos de los pacientes con absceso cerebral varían según
la localización, el tamaño, el número de lesiones, el estado inmunitario y el poder patógeno del agente
causal.
Bibliografía
Codina, G., Cueto, M., Echeverría, J. & Vicente, D. (2010). DIAGNÓSTICO MICROBIOLÓGICO
DE LAS INFECCIONES DEL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL. Procedimientos en
Microbiología Clínica. Recuperado de
file:///C:/Users/H%20%20P/Downloads/diagn%C3%B3stico%20microbiol%C3%B3gico%20de%2
0enfermedades%20del%20SNC.pdf