SOLO DE NOCHE. Ana María Shua y Paloma Fabrykant
SOLO DE NOCHE. Ana María Shua y Paloma Fabrykant
SOLO DE NOCHE. Ana María Shua y Paloma Fabrykant
Leandro tenía mucho miedo de quedarse solo de noche, pero nunca lo hubiera
confesado. A los 10 años, se sentía demasiado grande para pedirles a sus
padres que se quedaran en casa.
Se trataba de un hombre que había entrado en una cabaña perdida en medio del
bosque. Pasaba la noche allí y a la mañana descubría que había dos puertas
para salir, pero no podía acordarse por cuál de las dos había entrado. Abría una
puerta al azar y se encontraba de pronto en otra dimensión.
Aquí y allá había unos cactus que se movían lentamente y parecían tener ojos.
Una extraña fuerza lo atraía hacia el desierto.
–Pero mirá cómo tenés los pies embarrados… ¿Saliste al jardín sin pantuflas? –
preguntó la mamá.
Una simple pesadilla, por ejemplo, que lo había hecho caminar en sueños por el
jardín. Eso sí: las pantuflas no aparecieron nunca más.
¿O no?