2 - Género, Estereotipos y Perspectiva de Género
2 - Género, Estereotipos y Perspectiva de Género
2 - Género, Estereotipos y Perspectiva de Género
Hablar de género no es sencillo, porque como estamos viendo, atraviesa todo lo que
hacemos, nuestros modos de ser y de relacionarnos, nuestra vida cotidiana, y nues-
tras vivencias personales.
La categoría género rompe con ese esquema. No es algo natural, sino que refiere a
una construcción social y cultural. Esta construcción histórica, nos “enseña” a ser
hombres o mujeres –y sólo a ser eso, sin ninguna otra opción- según como cada so-
ciedad lo va definiendo.
Pero ¿Por qué el género es distinto al sexo? El género, es un concepto que abarca
a todas las personas y las formas en las que se relacionan; tiene que ver con una cons-
trucción social y cultural que se da a partir de la diferencia sexual entre unos y otras,
y nos atraviesa tanto en la esfera individual como la social, influyendo de forma crítica
en la composición de la familia ideal, la educación de las infancias, la división sexual
del trabajo, la distribución de los recursos, los tipos de identidades posibles para ha-
bitar más allá de lo binario y la definición de jerarquías entre lo masculino y femenino
en cada sociedad; entre muchas otras. Entonces el género está lejos de referirse a la
genitalidad, sino que está relacionado con una serie de prácticas cotidianas, roles y
mandatos sociales que se establecen culturalmente para cada uno de los sexos.
Algunos roles que se nos asignan según el género pueden verse en las siguientes
imágenes:
De este modo, la lucha feminista mediante el concepto de género, comenzó a cuestio-
nar el modo en que socialmente se definen roles y características, que definen nuestra
propia identidad a partir del sexo, y a mostrar que existe una construcción cultural y
social de un criterio “natural” o “biologicista”. Las feministas de la década del ‘70, llama-
ron “género” a la construcción sociocultural de “lo femenino” y “lo masculino”.
Podríamos decir que sexo, es todo lo relacionado con la genitalidad biológica, y géne-
ro, todo lo relacionado a un conjunto de prácticas y mandatos sociales.
Sexo: son las características biológicas que, en cada cultura, se seleccionan para
distinguir varones de mujeres. En nuestra sociedad, al nacer se nos asigna un sexo
teniendo en cuenta, principalmente, la apariencia de los genitales.
Además, los atributos y características entre los géneros pueden diferenciarse de una
sociedad a otra, pero tienen un aspecto común: siempre se imponen los valores y for-
mas de ser “masculinas” por sobre las “femeninas”.
Desde que llegamos al mundo, a las personas se nos asignan determinados roles, que
se consideran “naturalmente” femeninos o masculinos, a partir de las características
biológicas y anatómicas. Esto quiere decir de manera simple, que: aquellas personas
que nacen con pene son educadas como varones y aquellas que nacen con vul-
va como mujeres.
Los estereotipos son patrones culturales arraigados que se reproducen entre genera-
ciones. Con ellos se educa a niñas y niños, desde que nacen, tanto en la familia, como
en la escuela; esto también se ve reflejado en los medios de comunicación y en el uso
del lenguaje. Los estereotipos no son universales, sino que tienen sus particularidades
en cada comunidad, porque como hemos dicho son culturales.
En todos estos ámbitos se remarca con insistencia lo que deben ser y hacer las mu-
jeres y los hombres.
Se basan en construcciones sociales, culturales e históricas que condicionan la vida
de las personas. Los estereotipos se adquieren a partir de las creencias que se com-
parten en una misma sociedad y establecen lo que es esperable para cada identidad,
y lo que no. Se construyen sobre la falsa idea de que hay atributos naturales que dife-
rencian el comportamiento y la personalidad de los géneros.
Todas las formas de vivir que no respondan a estas construcciones sociales, serán
disciplinadas y violentadas por alejarse de la “norma”. Por ejemplo: las mujeres que no
se depilan, el varón que se pinta las uñas, el niño que juega con muñecas, una pareja
homoparental en proceso de adopción, una travesti que inicia su carrera universitaria,
la niña que se trepa a los árboles, un varón trans que elige gestar.
Los roles de género se construyen sobre la base de la diferencia sexual. Son represen-
taciones naturalizadas de lo femenino y lo masculino –y sólo de eso, sin ninguna otra
posibilidad- que se desprenden de los estereotipos y definen las actividades propias
para varones y mujeres. Estas tareas diferenciadas limitan las acciones y elecciones
que pueden darse por fuera de lo establecido.
A medida que cada persona crece, la sociedad se encarga de fijar los roles a partir de
diferentes herramientas y recursos: medios de comunicación, libros, películas, espa-
cios de juego, deportes, canciones y cuentos. La misma cotidianidad genera, de ma-
nera espontánea y desapercibida, el fortalecimiento de estos roles y estereotipos como
algo “natural”, “común” o “normal” que no se pone en discusión.
Por ello es importante poder visibilizar estas construcciones sociales para transformar-
las hacia una sociedad más libre y equitativa.
Aquellas personas que nacen y no responden al “standard” del modelo corporal mas-
culino-femenino hegemónico son patologizadas. Estas variaciones pueden manifestar-
se a nivel de los cromosomas, las gónadas (testículos y ovarios ), los genitales u otras
características corporales. En algunos casos se puede comprometer la asignación del
sexo en el momento del nacimiento, tal como expresa Paula Sandrine Machado (2009):
“La idea de la ambigüedad guarda –de manera paradójica– una relación estrecha con
las demarcaciones y las definiciones: ¿qué es un ‘”verdadero hombre” y qué es una
“verdadera mujer”? y ¿dónde, en este sentido, está la línea que define el límite entre
el uno y la otra? Como resulta evidente en las preguntas referidas a la intersexuali-
dad –así como sobre aquello que entra o no, y de qué forma, en las categorías socia-
les– a una determinada visión de los procesos clasificatorios corresponde una cierta
concepción sobre las relaciones entre naturaleza y cultura”.
Como resultado de las cirugías y otras intervenciones médicas, las personas intersex
son víctimas de la vulneración del derecho a la integridad física y al libre desarrollo y
expresión de su identidad de género autopercibida. Es necesario enfatizar también,
que estas intervenciones suelen impactar negativamente en el bienestar psíquico y fí-
sico, ya que pueden generar consecuencias irreversibles como la esterilización, cicatri-
ces severas, infecciones urinarias, reducción o pérdida total de la sensibilidad sexual,
dependencia de medicación, entre otras. En suma, la consecuencia fundamental y
más preocupante es la violación de la autonomía y la integridad personal. Las perso-
nas intersex tienen derecho a la integridad y la autodeterminación de su propio cuerpo;
el consentimiento previo, libre y completamente informado es un requisito que se debe
garantizar en todos los protocolos y prácticas médicas.
Antes de seguir avanzando vayamos completando el GLOSARIO, ya que utilizamos
los términos intersexualidad e intersex, sin haberlos definido. El INADI, define inter-
sex e intersexualidad, de la siguiente manera:
La intersexualidad se presenta con una frecuencia que varía según el estudio esta-
dístico: entre una persona cada 2.000 a una cada 4.500 nacen intersex. La dificultad
para saber con mayor precisión cuántos son los casos reside en la diversidad de con-
diciones asociadas con la intersexualidad, así como la desagregación entre distintos
diagnósticos, como también en el halo de silencio que se crea sobre estas historias.
La manera binaria de diferenciar a las personas según su sexo está siendo cuestiona-
da desde la misma biología. Si bien la biología hegemónica supone sólo dos sexos, la
misma biología señala que hay muchas más posibilidades. En el libro “Mitomanías de
los sexos: ideas sobre el amor, el deseo y el poder”, la investigadora Eleonor Faur
y el investigador Alejandro Grimson, se preguntan ¿Cuántos sexos hay?, comparti-
mos un fragmento del libro:
Hay cuerpos en los que estas estructuras se superponen o alteran: bebés que nacen
con una fisonomía ambigua, de clasificación imposible, o sin una coincidencia directa
entre la estructura cromosómica y la expresión genital o gonadal. Solía denominar-
se “hermafroditas” a aquellos cuerpos donde coexistían ovarios y testículos. Hoy se
reconoce una categoría más amplia de sujetos que no responden al modelo binario,
en el cual solo caben dos sexos, y que se reconocen como intersex.”
Observá las siguientes imágenes. Mirá a cada una de estas personas. ¿Pue-
de establecerse quien es normal, o que es la normalidad? ¿Quién puede de-
cir que es la anormalidad? ¿Quién establece lo normal o lo anormal? ¿Porqué y
para qué se establece lo “normal”? ¿Desde qué lugar se lo intenta establecer?
Desde la década de 1970 el concepto de género, diferenciándolo del sexo, comenzó
a cuestionar los fundamentos “naturales” de las diferencias entre varones y mujeres,
y que lo biológico determinara los roles según el sexo. Pero esta definición inicial de
género fue cuestionada y ampliada tan solo unos años después. Ese primera defini-
ción se limitaba a cuestionar la asignación de roles pero seguía mostrando solo dos
géneros posibles, varón y mujer, y además consideraba una solo manera posible de
ser varón o de ser mujer. En los debates se empezaron a cuestionar ¿Sólo se puede
ser varón o mujer, no existen más géneros posibles? ¿Hay una sola forma de ser mujer
o una sola forma de ser varón? ¿Acaso no afectan las pertenencias de clase, etnia,
etarias, etc. en las formas de ser varones y mujeres y/o otras identidades sexuales?¿-
Qué pasa con las identidades travestis y transexuales, pueden ser consideradas como
varón o mujer?
• Reconocer las relaciones de poder que se dan entre los géneros, en general fa-
vorables a los varones como grupo social y discriminatorias hacia las mujeres y
diversidades (desigualdades de género);
• Tener en cuenta que las relaciones han sido constituidas social e históricamente y
son constitutivas de las personas;
• Identificar que las relaciones de género atraviesan todo el entramado social y se
articulan con otras relaciones sociales, como las de clase, etnia, edad, preferencia
sexual y religión;
• Reconocer los roles y estereotipos que se asignan a cada identidad;
• Visibilizar la falta de acceso a derechos y buscar estrategias para revertirlas;
• Cuestionar y generar instancias de acceso igualitarios para todas las personas.
A partir de ver las historietas, proponemos algunas preguntas que nos permitan re-
flexionar sobre lo que venimos leyendo.
• ¿Cómo se comportan los personajes de las viñetas? ¿Qué quiere decir “ser varón”,
“ser nena”, “ser hombre” o “ser mujer” para estas niñas y estos niños?
• ¿Cuáles son los espacios que en la historieta se ven asignados para cada género?
• ¿Alguna vez sintieron que se les asignaba una tarea o rol según su género y con la
cual se sintieron incómodas/os?
• ¿Piensan que alguna de las situaciones que aparecen en la historieta pueden pro-
ducir malestar a alguno de sus personajes? ¿Creen que alguna de esas situacio-
nes puede beneficiar o perjudicar a alguien por el hecho de ser varón o mujer?
• ¿Qué harían para lograr desnaturalizar los roles de género asignados por el patriar-
cado en ustedes y acompañando a otras personas a que hagan el mismo ejercicio?
En el siguiente video, que reproduce unas secuencias de un capítulo de la serie Friends
visibilicemos la temática de estereotipos.
Friends - El niñero
https://www.youtube.com/watch?v=NXI7flmJOzU&ab_channel=Fundaci%C3%B3nMi-
caelaGarcia