136 - Como Frenar o Provocar El Mover de Dios
136 - Como Frenar o Provocar El Mover de Dios
136 - Como Frenar o Provocar El Mover de Dios
Introducción
Que importante es permitir el obrar de Dios en nuestra vida. Hoy podemos aprender a vaciarnos de
lo que detiene el mover del Señor en nuestro corazón. El desánimo, la duda, la incredulidad, la falta
de paciencia tienen que irse para realmente ser llenos de la presencia del Espíritu Santo. ¡Su poder
actúa en nuestra debilidad!
“
Ahora tenemos esta luz que brilla en nuestro corazón, pero nosotros mismos somos como frágiles
vasijas de barro que contienen este gran tesoro. Esto deja bien claro que nuestro gran poder
proviene de Dios, no de nosotros mismos” 2 Corintios 4:7
“Cierto día, la viuda de un miembro del grupo de profetas fue a ver a Eliseo y clamó: Mi esposo,
quien te servía, ha muerto, y tú sabes cuánto él temía al SEÑOR; pero ahora ha venido un acreedor y
me amenaza con llevarse a mis dos hijos como esclavos. ¿Cómo puedo ayudarte?— preguntó
Eliseo—. Dime, ¿qué tienes en tu casa? No tengo nada, solo un frasco de aceite de oliva—contestó
ella. Entonces Eliseo le dijo: Pídeles a tus amigos y vecinos que te presten todas las jarras vacías
que puedan. Luego ve a tu casa con tus hijos y cierra la puerta. Vierte en las jarras el aceite de
oliva que tienes en tu frasco y cuando se llenen ponlas a un lado. Entonces ella hizo lo que se le
indicó. Sus hijos le traían las jarras y ella las llenaba una tras otra. ¡Pronto todas las jarras estaban
llenas hasta el borde! Tráeme otra jarra—le dijo a uno de sus hijos. ¡Ya no hay más! le respondió.
Al instante, el aceite de oliva dejó de fluir” 2 Reyes 4:1-6 (NTV)
¡Que maravilloso milagro de multiplicación! Hoy podemos experimentar nosotros también cosas
poderosas si nos vaciamos de todo lo que no nos sirve y tal como estas vasijas vacías, ponemos en
práctica nuestra fe permitiéndole al Señor que obre milagrosamente. Por tanto, veamos pues las 5
claves que provocarán el mover de Dios en nuestra vida:
1. Permitir que la presencia de Dios nos libere
Vemos en este pasaje la importancia de estar alertas espiritualmente, no permitiendo más en
nuestro corazón los “ya no se puede”. Lo que salvó a la viuda de los acreedores que querían llevarse
a sus hijos como esclavos, fue la unción de Dios. Ella había guardado el aceite (que justamente
representa la unción) y fue eso lo que al multiplicarse milagrosamente, le dio la victoria. Esto nos
enseña que lo que nos va a liberar de la esclavitud del mundo, de todo lo que nos quiere robar la
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paz y la bendición, es más de la presencia de Dios en nuestra vida. Su Espíritu Santo marca la
diferencia, puesto que la unción rompe el yugo y produce libertad.
“Pues el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” 2 Corintios 13: 17
**Que tienes en tu casa (corazón)? ¿Hay emociones que deben irse? ¿Como lograr dejar el pasado
atrás y prepararse para lo que Dios tiene por delante?**
Como la viuda no tenía como contener el aceite por sí sola, el profeta le pidió que pidiera ayuda a
sus amigos y vecinos. Fue así como aparecieron las vasijas vacías que fueron testigos del milagro.
Hoy podemos preparar nuestro corazón, que es el templo del Espíritu Santo, para que Él haga la
obra en nosotros. Dios no busca personas perfectas, sino que busca corazones dispuestos, rendidos
a Él. Cuando Dios encuentra humildad y disposición, es allí cuando derrama de su Espíritu Santo y
nuestra vida rebosa de plenitud. Pero para ello, es necesario vaciarnos de lo que no nos edifica. Esas
emociones o reproches que nos llevan a recordar momentos de dolor, deben quedar atrás. Hay
mucho más por descubrir que vale la pena intentarlo con todas nuestras fuerzas y también con la
ayuda de quienes Dios ha puesto en nuestro camino para guiarnos.
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El enemigo sabe que no puede pelear contra el aceite, puesto que la unción lo destruye; pero si
puede intentar destruir a la vasija. Cuando ésta está vacía es fácil de romper, pero cuando está llena
de aceite, es muy difícil de mover.
Cuando no nos ocupamos de ser renovados cada día en la presencia de Dios, viviendo nuestras vidas
como nos parece, de a poco la fe se va apagando. Es allí cuando somos un blanco fácil y caemos en
las mismas situaciones y pecados, una y otra vez. Pero, por el contrario, cuando nos llenamos de la
presencia de Dios, lo que antes nos dominaba, nos angustiaba o deprimía, ya no puede hacerlo,
porque el Espíritu de Dios mora dentro de nosotros. Es tiempo de vaciarnos completamente para
que Dios llene nuestra copa.
Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi
copa está rebosando Salmos 23:5
“Luego Elías dijo a Acab: Vete a comer y a beber algo, porque oigo el rugido de una tormenta de
lluvia que se acerca” 1 Reyes 18:41 (NTV)
Elías declaró esta palabra, en un contexto en el cual hacía años que no llovía. Su fe provocó un
mover de Dios. Esperar pacientemente en el Señor, es esperar con fe, esperanza y expectativa,
sabiendo que algo va a pasar.
Muchas veces, cuando no vemos la respuesta inmediata de Dios, viene el desánimo y la duda. Elías,
en cambio, tuvo expectativa, esperó con fe y perseverancia la respuesta de Dios. Vemos que siete
veces envió a su ayudante para ver si la profecía se estaba cumpliendo.
“Luego le dijo a su sirviente: Ve y mira hacia el mar. Su sirviente fue a mirar, y regresó donde
estaba Elías y le dijo: No vi nada. Siete veces le dijo Elías que fuera a ver. Finalmente, la séptima
vez, su sirviente le dijo: Vi una pequeña nube, como del tamaño de la mano de un hombre, que sale
del mar. Entonces Elías le gritó: Corre y dile a Acab: Sube a tu carro y regresa a tu casa. ¡Si no te
apuras, la lluvia te detendrá!” 1 Reyes 18:43-44 (NTV)
Conclusión:
¡Es tiempo de activarnos! De recuperar nuestra hambre por Dios, nuestra fe y expectativa. La
presencia de Dios es la que corta toda cadena de pecado y dolor. Es por eso que necesitamos
buscar la respuesta del Señor y obedecer a lo que nos enseña a través de las Escrituras. Así como
Elías profetizó la lluvia, declaremos también la Palabra en las áreas secas de nuestra vida y
confiemos porque la intervención Divina ¡viene pronto!
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El día de Pentecostés, todos los creyentes estaban reunidos en un mismo lugar. De repente, se oyó
un ruido desde el cielo parecido al estruendo de un viento fuerte e impetuoso que llenó la casa
donde estaban sentados. Hechos 2:1-2 (NTV).
Actividad: ¿Qué podemos hacer para retener lo que Dios nos habla en cada reunión? Tomar notas
y revisarlas durante la semana, nos ayuda a recordar lo que Dios habló a nuestro corazón.
Desafío: Asignarle a un integrante del grupo, la tarea de compartir durante la semana el pasaje de
la última prédica. Eso nos ayudará a meditar en la Palabra de Dios.