Segundo Conjunto Temático - RESUMEN

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ELABORACIÓN FREUDIANA DE LA PSICOSIS

3 momentos en la obra de Freud de los desarrollos de la psicosis

Primer momento (1885). Época de la teoría del trauma realmente acontecido en dos
tiempos: un primer tiempo en relación a lo sexual en la infancia, y un segundo tiempo en la
pubertad que resignifica la primera marca.
- Manuscrito h
- Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa

Piensa la paranoia como una neuropsicosis de defensa. Agrupa diversas entidades a


partir de un mecanismo común de defensa que opera frente a una representación
inconciliable por prematura y traumática que el aparato psíquico no puede elaborar,
entonces entra en conflicto con el yo. Lo inconciliable puede ser cualitativo en términos de
la representación, el contenido, lo que se puede contar; y lo cuantitativo, es decir el afecto,
la carga energética con la que impacta la situación en el cuerpo. Ante lo inconciliable
interviene el mecanismo psíquico separando la representación del afecto dándole un
nuevo destino con el síntoma.
Es decir que lo que diferencia a la paranoia de los otros cuadros es el mecanismo de la
defensa, de la formación de síntomas, que es el abuso del mecanismo de la proyección,
ya que la proyección puede estar también en personas normales. No hay una
diferenciación tajante entre neurosis y psicosis. En las 4 formas de neuropsicosis
(histeria, neurosis obsesiva, confusión alucinatoria y paranoia) opera la defensa, que
proviene de la represión de recuerdos penosos.
Es un diagnóstico difícil de ubicar desde una lógica estructural por el factor cuantitativo.
Aparecen las alucinaciones en la asociación. Se introduce la sensación de órgano.
Freud toma una concepción de la paranoia diversa a la paranoia de Kraepelin y por tanto de
la psiquiatría: se caracteriza por tener alucinaciones más pronunciadas, para él es una
perturbación afectiva que plantea un conflicto, por ciertas vivencias conmocionantes.

En la histeria la representación inconciliable no es admitida para su asociación con el yo, el


contenido se conserva desintegrado, el destino del afecto es la conversión o inervación
corporal y los síntomas corporales.
En la neurosis obsesiva el afecto se conserva y el contenido es sustituido, el afecto por
sustitución o desplazamiento se anuda a otra representación que se transforma en una
representación obsesiva, tampoco la representación inconciliable es admitida para su
asociación con el yo.
Estas dos forman parte luego de las neurosis de transferencia.
En la paranoia el contenido y el afecto de la representación inconciliable se
conservan en total oposición a la mentia pero son proyectados al mundo exterior.
Delirio hostil que sostiene la defensa. Opera la defensa porque al venir de afuera lo puede
desautorizar, pero si el reprocho viene de adentro se torna insoportable. El propósito es
defenderse de una representación inconciliable para el yo proyectando al mundo
exterior la causa que la representación establece. Si olvidamos a la alteración interior
estamos abusando del mecanismo de proyección. Si algo del mecanismo de proyección es
funcional para delimitar un adentro de un afuera, un yo de un no yo, la proyección normal es
la conservación de la perturbación interior.
En la neurosis obsesiva hay una desconfianza de sí, mientras que en la paranoia hay una
desconfianza hacia los otros.
Caso de la señora P (Nuevas puntualizaciones)

Desencadenamiento de la psicosis en dos etapas:


1era etapa, silenciosa: A los 6 meses de tener su primer hijo. El marido se pelea con el
hermano de ella y no vuelve a visitarla a su casa y lo empieza a extrañar demasiado.
Síntomas esenciales de la defensa primaria: desconfianza hacia los otros, siente que los
vecinos tienen algo en su contra y un rechazo a los cuñados.
2da etapa: La cuñada se pone a hablar de un conflicto entre hermanos, importancia de
la palabra “manto”. Toma eso con una significación personal por el tono en que se lo dice la
cuñada. Para Freud el tono tiene una significatividad que le fue desplazada desde el
contenido. La palabra manto se conecta con una escena sexual infantil con el hermano
en el que antes de meterse en la cama entre las mantas los niños se desnudaban
mostrandose sus partes íntimas. Se empieza a sentir observada, cree que le leen los
pensamientos y que la gente sabe lo que pasa adentro de la casa, es decir que pierde la
intimidad. Siente que la miran cuando se saca la ropa y se empieza a desvestir debajo de
una manta. La internan en un instituto de curas de aguas y se agravan bastante los
síntomas y aparecen alucinaciones cenestésicas (en el cuerpo, puntualmente en el regazo),
visuales (ve genitales femeninos con bello y a veces masculinos) y auditivas (escucha sus
pensamientos puestos en el afuera). Se desdibujan los límites entre el adentro y el afuera.
El cuadro se agrava si está acompañada entonces deja de salir a la calle. Se atiende con
Freud, que utiliza el método de Bleuer, una invitación a asociar mediante la presión de la
mano sobre la frente con el objetivo de buscar la escena primaria sexual traumática para
dilucidar el mecanismo de las alucinaciones y el delirio que son los síntomas del retorno de
lo reprimido. La escena infantil en la que el hermano le ve los genitales retorna en un
pensamiento actual puesto en la mirada de un extraño que la observa mientras ella se
desnuda. Lo que activa el mecanismo de defensa son recuerdos penosos que se
reprimen siendo proyectados al exterior, y su retorno siendo con el delirio o las
aluscinaciones esta determinado por el contenido de lo reprimido. Defensa y
represión son concebidas de forma análoga en este momento. Más adelante la
represión pasa a ser un mecanismo más entre otros de la defensa. Freud considera las
alucinaciones auditivas en tanto reproches internos que fueron expulsados al exterior. En
las alucinaciones visuales retorna la representación de las vivencias penosas. La
alucinación es la reproducción de una impresión real, se repiten elementos en los que
se anuda un gran interés.
Éxito mezquino: después de recorrer esas escenas sexuales infantiles las alucinaciones
desaparecen pero luego resurgen con mucha más intensidad. Retorna la sensación del
regazo y se modifica la alucinación visual se modifica apareciendo ahora un genital
femenino sin vello, que aluden a genitales de niño.
La internan por segunda vez con un diagnóstico de demencia precoz. Luego de esta
segunda internación se compensa. Se mantiene alejada de sus parientes, y cuando vuelve
a tener contacto con ellos se rebrota.
Tanto las escenas reprimidas como los reproches que se deducen de ellas retornan de
modo inalterado. Que retornen imperturbados denotan un fracaso parcial de la defensa. La
defensa es exitosa porque el conflicto queda localizado por fuera de yo y por que el
contenido del reproche retorna hostil al yo. A diferencia de la neurosis obsesiva, en la
paranoia faltan los síntomas de la defensa secundaria. Freud termina desaconsejando para
los casos de paranoia la teoría psicoanalítica.

Caso de la doncella (Manuscrito h)

Mujer de 30 años que vivía con sus hermanos, alquilan la habitación a un viajero. Las
hermanas se lamentaban de la ausencia del viajero y la doncella cuenta que un día él le
puso el pene en la mano. 3 desencadenamientos de esto: primero lo cuenta como si nada,
después lo desconoce y después desarrolla un delirio de ser notada. 3 Hipótesis de Freud:
que algo de esta escena le genera un malestar o tipo de reproche, por esto la reprime
adrede y el último es el propósito de olvidar es decir poner afuera el malestar. No divide
representación y afecto sino que proyecta ambas al exterior.

Segundo momento (1910-1915): Diferencia de estructura.


- Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (1911)
- Narcisismo y metapsicología (1914)
- Historial de Schreber
Freud plantea por primera vez una oposición entre psicosis y neurosis a partir de la
experiencia analítica que hace aparecer la posición subjetiva. Distingue psiconeurosis de
transferencia (neurosis) y psiconeurosis narcisistas (psicosis).
Ubica la paranoia desde la noción de libido y narcisismo porque responden al tratamiento
de un modo distinto donde es fundamental la retracción libidinal al narcisismo, la vuelta de
la libido al yo y el desasimiento de las cosas y el mundo. Postula que el yo mismo es un
objeto sexual es decir que el yo puede ser tomado como un objeto libidinal.
Introduce también los tres tiempos de la represión en una versión previa a la definitiva.
Se ve la diferencia entre las estructuras de la psicosis y la neurosis:
- A nivel del tratamiento. No hay transferencia en la psicosis, no hay neurosis de
transferencia. Lacan dirá que si hay transferencia en la psicosis, debemos ver la
multiplicación de las transferencias.
- A nivel teórico. Fijación al narcisismo, al autoerotismo o a la elección de objeto.
Retoma el concepto de proyección y lo abandona luego para plantear los tres tiempos de la
represión. El avance de la libido o del delirio cancela la represión. Luego abandona esta
idea también.

Acontece una retracción libidinal hacia el punto de fijación en tanto no se halla otra
vía de tramitación. Se trata de fundar la distinción y el desenlace de los síntomas por
medio de unas diferencias respecto de la predisposición o fijación.
A diferencia de la represión neurótica, en la psicosis, la represión produce una
cancelación de la colocación objetal de la libido. Lo propio de la defensa psicótica es
retirar la libido de los objetos para cancelar la posición objetal de la libido,
regresando al narcisismo. La libido que cae bajo la acción de la represión psicótica deja
de ser libido objetal y se convierte nuevamente en libido narcisista. En la neurosis eso no
ocurre. La represión psicótica cancela el amor y el deseo, la libido también abandona los
objetos, que la recluye en la fantasía (introversión). Pero la libido sigue invistiendo objetos
que no son el yo, sigue colocada en el campo objetal. La libido libre en el campo objetal
está relacionada con la angustia, pero en el campo narcisista está relacionado con la
hipocondría. En la neurosis se aparta un deseo de la conciencia pero ese deseo sigue
existiendo en el inconsciente y produce efectos, porque el deseo supone el investimiento de
la libido en el campo objetal aunque sea de modo inconsciente.

El carácter paranoico reside en defenderse de una fantasia de deseo homosexual que


se encuentra reeforzado desde el inconsciente, esta defensa fracasa y se reacciona con
un delirio de persecución. No lo toma en el sentido vulgar del término, señala que en la
paranoia la etiología sexual no resulta demasiado evidente mientras que lo que sí es
manifiesto es la afectación del lazo social y en la causación de la misma se resaltan las
mortificaciones y los relevamientos sociales. Lacan dice que el paranoico está fuera del
discurso, fuera del lazo del vínculo social, pero esto queda más en relación con la
esquizofrenia ya que el delirio implica una forma discursiva y cierta restitución del lazo.
Freud introduce el narcisismo en 1911, estadio intermedio entre el autoerotismo y la
elección de objeto y necesario para la constitución del yo. La continuación de ese camino
lleva a elegir antes de la elección de objeto heterosexual, un objeto con genitales
parecidos, bajo el interés narcicista. Esta elección se encuentra sostenida en la premisa
universal del pene, teoría sexual infantil que atribuye los mismos genitales a ambos sexos,
previa a la castración del CE sostenida en la creencia de la madre fálica. El falo en su
estatuto imaginario conduce a la elección de lo mismo. Para arribar al amor sexuado se
requiere de la castración, con la aceptación de la misma se llega a la elección heterosexual
en tanto la castración implica la diferencia sexuada.
Freud dice que estas aspiraciones homosexuales no son canceladas ni puestas en
suspenso sino que son forzadas a apartarse de su meta sexual, son sublimadas y
constituyen las pulsiones sociales, son puestas al servicio de la amistad. Estos lazos
sociales se sostienen en un vaciado de goce. En la paranoia estas relaciones con los
semejantes que se encuentran en el plano imaginario se ven afectadas en tanto se produce
una resexualización de los lazos sociales. Irrumpe un exceso de goce allí donde el lazo
debería estar sublimado y se desata el conflicto.

Distinción de los tres tiempos de la represión:


- Fijación o represión primaria. Anterior al desarrollo del cuadro clínico. Es un proceso
pasivo, donde reside la predisposición. Es precursora y condición de cada represión.
Condiciona en tanto punto de atraccion la fase de la represion propiamente dicha y
determina el desenlace, el retorno de lo reprimido. Consiste en que una pulsión no recorre
el camino previsto, hay una inhibición en el desarrollo. Se produce un estancamiento y una
detención libidinal.
- Represión propiamente dicha o represión secundaria. A este segundo tiempo
corresponde la cancelación de la colocación objetal de la libido. Implica un proceso de
desligadura, quite de la libido de los objetos. Tanto en la demencia precoz como en la
paranoia y en la melancolía se produce esa cancelación. Ese retiro de la libido en los
objetos se puede producir de manera generalizada o de manera parcial. La de Schreber es
generalizada. Muchas veces este tiempo se cumple mudo. Esfuerzo de dar caza que parte
del yo, proceso activo mediante el cual sucumben los retoños de las pulsiones
inhibidas primariamente reprimidas. Es decir que se acciona cuando el yo entra en
conflicto con un componente pulsional vinculado a lo reprimido primordialmente. No se
reprime cualquier cosa, sino algo que se enlaza con aquello fijado..
- Retorno de lo reprimido. Implica el fracaso de la defensa, la irrupción de lo reprimido que
se produce desde el punto de fijación e implica la formación de síntoma que reconduce la
libido a los objetos y tiene por contenido una regresión del desarrollo libidinal hasta ese
lugar. El tipo de síntoma queda determinado según el tipo de fijación. Los delirios y las
alucinaciones son intentos de retorno de la libido al campo objetal. En la psicosis implica
que la libido que había sido retirada en el segundo tiempo ahora vuelve a ser
conducida a los objetos que había abandonado. Se hace notar. Deshace y cancela lo
esencial del segundo tiempo porque devuelve la libido a los objetos.

Distinción entre los mecanismos de la demencia precoz y la paranoia:


Freud propone una nosografía en la cual estrecha la paranoia con la demencia precoz.
Si bien las distingue también marca el vínculo entre ambas. La fijación de la paranoia se
ubica en el narcisismo y en la demencia precoz al autoerotismo, y eso determina la
diferencia en el retorno de lo reprimido. Pero tienen en común el carácter básico de la
represión propiamente dicho, es decir el desasimiento de la libido. A razón de eso
critica los términos demencia precoz y esquizofrenia en tanto la esquizia no es lo exclusivo
ni esencial y adopta el término de parafrenia en tanto el “para” recuerda la paranoia y su
enlace, y el “frenia” que la diferencia recuerda a la hebefrenia.
El segundo tiempo de la represión se produce en la paranoia a través de un mecanismo
de proyección que da lugar a la formación de un delirio y en la demencia precoz a partir
de un mecanismo histérico por la participación del cuerpo produciendo alucinaciones.
En la parafrenia implica la liquidación del amor de objeto, y en la paranoia triunfa la
reconstrucción. En las alucinaciones triunfa la represión contra el restablecimiento de la
libido en objetos del mundo, mientras en la paranoia triunfa la reconstrucción de una nueva
realidad y por tanto implica un desenlace más favorable ya que la libido se traslada fuera del
cuerpo hacia el otro.
En la paranoia tiende a imponerse el retorno de lo reprimido con la recuperación del vínculo
libidinal con los objetos en un vínculo delirante, mientras que en la demencia precoz tiende
a prevalecer la represion propiamente dicha que es la que cancela ese vínculo con los
objetos.

Freud capta la estructura de la posición subjetiva de manera más radical que la


psiquiatría, en donde esta quedaba limitado a algo observado directamente. Requiere como
condición una interpretación del material de los síntomas que complejiza la clínica. Existe
una estructura que es la de un cuerpo vivo atravesado por el lenguaje que está en los
fenómenos observables pero se la capta por la vía de la lectura. Esta estructura es real,
existe y es la que nos diferencia de los animales y la que nos da el marco para desplegar
las preguntas del trabajo clínico. Preguntarnos por el mecanismo del síntoma es
preguntarnos por la estructura.

Freud hace comparecer al sujeto ante su síntoma, ante su propia división. El sujeto hace la
experiencia de lo indecible de esa experiencia. Se encuentra con su existencia deseante
más allá de toda representación,y ahí es donde se pone en juego la transferencia. Hay
sujetos que responden de manera diferente, porque en ciertas entidades el sujeto no
soporta de la misma manera esa interpretación en su división. La experiencia repetida de
ese fracaso le brinda un saber en la práctica pero falta todavía dar cuenta en la teoría, en el
mecanismo.

Tercer momento (1924): Pregunta por el mecanismo que no termina por responder.
- Neurosis y psicosis.
- Pérdida de realidad de la neurosis y la psicosis.
Articulado a la representación espacial del aparato anímico en su articulación entre yo,
ello y superyó, la noción de conflicto y de realidad. Se trata de una representación de
espacios que conforman el aparato anímico.

Freud distingue la psicosis, la neurosis y la melancolía con una fórmula simple:


- La psicosis es un conflicto entre el yo y el mundo exterior, en tanto el yo es avasallado
por el ello y eso lo conduce a desligarse de la realidad. El mundo exterior gobierna al ello
por las percepciones exteriores actuales y por las percepciones anteriores que forman el
mundo interior del sujeto como componente y patrimonio del yo. Define al delirio como un
parche colocado en el lugar donde originariamente se produjo una desgarradura en el
vínculo del yo con el mundo exterior. En términos lacanianos allí donde se presenta el
agujero la metáfora delirante viene a ser ese parche que lo cubre.
La pérdida de realidad está dada de antemano. Propone la desmentida. Pretende sustituir a
la realidad objetiva con una realidad fantástica.
Freud nos habla de la amentia como la forma más extrema de la psicosis, el mundo exterior
no es percibido de ningún modo o su percepción carece de eficacia. En estos casos se
rehúsan admitir nuevas percepciones y se resta valor psíquico de investidura al mundo
interior que subrogaba al mundo exterior como su copia, el yo se crea un nuevo mundo
tanto exterior como interior. Este nuevo mundo se edifica en el sentido de las mociones de
deseo del ello y el motivo de ruptura con el mundo exterior fue una grave frustración de
negación de un deseo por parte de la realidad. La esquizofrenia tiende a desembocar en la
apatía afectiva, hay una pérdida de toda participación en el mundo exterior.
- La neurosis es un conflicto entre el yo y el ello, el yo termina acatando al superyó y a la
realidad. El conflicto se genera porque el yo no quiere dar trámite a una moción pulsional
que puja en el ello o le impugna el objeto que tiene por meta. El yo se defiende de una
moción pulsional del ello mediante la represión. Por el fracaso de la represión se impone al
yo un sustituto que es el síntoma como formación de compromiso. Cuando el yo reprime
obedece al superyó que se origina en el mundo exterior. Es por la hiperpotencia del influjo
objetivo que se reprime una pulsión del yo.
- La melancolía es un conflicto entre el yo y el superyó (psiconeurosis narcisista). El
superyó reúne influjos del ello y del mundo exterior.
La oposición entonces se dará según cómo el yo resuelva el conflicto con los tres
amos, el ello que es el resto pulsional, el superyó que hunde sus raíces en lo moral y
en el ello y la realidad, que debemos pensarla como una cuarta instancia del aparato
psíquico.

Tanto neurosis como psicosis tienen una etiología en común: la frustración que es el no
cumplimiento de los deseos de la infancia, y pone en marcha la defensa. Frente a la
frustración, el desenlace de la enfermedad va a depender de lo que haga el yo con el
conflicto. Entre psicosis y neurosis va a depender de si el yo permanece fiel al mundo
exterior y entonces procura sujetar al ello (neurosis), o si el yo es avasallado por el
ello y se deja arrancar de la realidad (psicosis).
La neurosis y la psicosis se diferencian más en la primera reacción que en la segunda. En el
2do paso de la neurosis se evita a modo dividido un fragmento de la realidad, se afloja el
nexo, mientras en la psicosis se genera la fase de reconstrucción. En el 1er paso en la
neurosis hay una obediencia inicial, no desmiente la realidad sino que se limita a no querer
saber nada de ello mientras que en la psicosis hay una huida, la psicosis la desmiente y
procura sustituirla.
Lo normal sería una conducta que reúna determinados rasgos de ambas reacciones.

Similitudes y diferencias entre neurosis y psicosis:


- La angustia se puede ubicar tanto en la neurosis como en la psicosis. En la psicosis está
asociada al remodelamiento de la realidad. En la neurosis se reacciona con angustia
cuando la moción reprimida empuja hacia adelante.
- En la psicosis es probable que el fragmento de la realidad rechazado se vaya
imponiendo cada vez más en la vida anímiga, tal como lo reprimido en la neurosis.
- La tarea del segundo paso fracasa en ambos parcialmente. En la psicosis la subrogación
de la realidad no se deja verter en los moldes de forma satisfactoria, mientras que en la
neurosis no puede crearse un sustituto cabal para la moción reprimida.
- Los acentos se distribuyen diversamente. En la psicosis recae sobre el primer paso que es
patológico y solo puede llevar a la enfermedad, mientras que en la neurosis recae sobre el
segundo paso, el fracaso de la represión, y el primer paso puede lograrse en un marco de
salud.
- La fantasía en la psicosis es la cámara del tesoro de donde se recoge el modelo para
edificar la nueva realidad, el nuevo mundo exterior fantástico quiere reemplazar a la realidad
exterior, en la neurosis hay intentos de sustituir la realidad indeseada por una más acorde al
deseo, la posibilidad de esto la da la fantasía, busca apuntalarse en un fragmento de la
realidad.
En la psicosis se produce una desgarradura de la realidad, cuya forma de restitución
es vía el delirio. En la neurosis, frente al conflicto hay represión y retorno de lo
reprimido.

Lo cancelado adentro retorna desde afuera, lo cual retoma Lacan para entender como
aquello rechazado en lo simbólico retorna en lo real y se impone desde afuera de un modo
intrusivo.

Para poder formular el mecanismo de los síntomas se requiere de la interpretación de Freud


que los articula con la trama de la vida, es decir que reinserta los detalles del síntoma allí, y
hace aparecer las mociones pulsionales, los complejos psíquicos respecto de los cuales el
sujeto adopta cierta posición defensiva. La forma de los síntomas está determinada por el
mecanismo con el cual el sujeto se defiende de esos complejos y mociones.
Lo que distingue a la psicosis entonces es el mecanismo por el cual el sujeto se
defiende de la moción homosexual que le da una forma específica al síntoma en el
cual retorna esa moción por ejemplo un delirio.

Freud distingue tres instancias del yo que muestran cómo se diferencian el adentro y
el afuera:
- Yo realidad inicial, que podemos hacer coincidir con la inscripción de los signos
perceptivos como aquello que traduce la pura cantidad en una marca que funda el
aparato psíquico. Es previo al dominio del principio del placer, en el cual algo se incorpora
y algo se expulsa. La oposición entre yo y no yo, osea entre el sujeto y el objeto, se impone
tempranamente al individuo, a través de la experiencia de que puede acallar los estímulos
exteriores mediante una acción muscular pero está indefenso frente a los estímulos
pulsionales. Por acción del otro, frente al desamparo del cachorro humano, le permite hacer
esta distinción que produce un resto ajeno, que es condición de la instauración del principio
del placer. Es decir que el principio de placer depende del otro de los primeros cuidados.
- Yo placer purificado, en relación a la instauración del principio del placer que
coincide con las huellas mnémicas o representación cosa, es decir lo que constituye
el inconsciente. Se trata de la inscripción de la marca del objeto como perdido. Para
que se instale el principio de placer, como todo lo que queda por dentro el displacer y el
placer lo que es expulsado al exterior, es necesario que se hayan perdido objetos que antes
procuraron una satisfacción.
- Yo realidad definitivo, que coincide con la inscripción de la representación palabra,
lo consiente. Se ocupa del nexo con la realidad objetiva, permite instaurar el examen de
realidad a partir de la pérdida de estos objetos. Su función es distinguir un adentro y un
afuera, entre lo representado por el yo y lo que está allí afuera en la realidad objetiva.

La negación
Freud se interroga sobre la función del juicio al que le supone dos operaciones, que
permiten constituir el yo, la realidad como mundo exterior y la diferencia entre el
interior y el exterior:
- Juicio de atribución: atribuir o desatribuir una propiedad a una cosa pasible de ser
conocida, que se realiza en lenguaje pulsional, tiene que ver con el principio de placer. Está
relacionado con la operación de introyección/expulsión (el yo placer originario quiere
introyectarse lo bueno y arrojar por fuera de sí todo lo malo). El adentro y el afuera se
constituye respecto de esa atribución de esa afirmación o de esa distribución.
- Juicio de existencia: admitir o impugnar la existencia de un objeto que está representado
en la realidad, por fuera del psiquismo. Atañe al yo realidad definitivo. Se trata de que algo
presente como representación dentro del yo pueda ser reencontrado en la percepción o
realidad. Para que ese objeto sea encontrado afuera tiene que ser representado en el
psiquismo. Por eso el objeto es reencontrado en el afuera. Distingue lo no real de lo real (en
términos de realidad exterior).

De este modo y por la economía libidinal de un sujeto se constituye la realidad como una
trama de representaciones e imágenes y un nexo con la realidad que se soporta del
principio de placer pero que da lugar al principio de realidad y al examen de realidad.
El fin del examen de realidad es reencontrar en la percepción objetiva un objeto que
corresponde a lo representado en el psiquismo. La realidad es pensada por Freud en
relación con la pérdida original que funda el yo placer a partir del yo realidad
originario. Si hay pérdida y hay inscripción de falta del objeto luego habrá rodeo por
la realidad reencontrando ese objeto. La realidad, el yo, el cuerpo, se constituyen y
sostienen porque algo se ha perdido y porque esa pérdida ha sido inscripta en
términos de representaciones. Si la marca que deja la pura cantidad como fundante del
psiquismo no es traducida por el otro de los primeros cuidados no se inagura la lógica
placer displacer, ese resto no es nombrado en términos de pérdida y no se constituyen los
bordes del adentro, el afuera, el cuerpo, el icc y el armado de la realidad.

La perturbación entre el yo y el mundo exterior responde a una perturbación entre el


adentro y el afuera, en la traducción que va desde el signo perceptivo a la representación
cosa. Hay pérdida del objeto porque el signo perceptivo no es el objeto, ya es la marca del
objeto, pero no hay la inscripción de esa marca en términos de falta y por tanto del deseo.
Esa atribución/distribución o afirmación/expulsión primordial a partir del principio del
placer no se han producido y hay la presencia del objeto como invasión del ello.
Duelo, melancolía y manía en Freud

Freud presenta al duelo y a la melancolía como efectos de la pérdida de objeto.


El duelo es definido como una reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una
abstracción que haga sus veces, por ejemplo un ideal. Ubicamos a la pérdida como tiempo
1, y al duelo como tiempo 2, que constituye una respuesta cuya elaboración implica un
trabajo riguroso. Ante la contingencia de la pérdida y para que se produzca el trabajo del
duelo se va a requerir de la producción de ciertas condiciones. El objeto no existe más por
lo que el yo deberá retirar la libido de ese objeto y eso no se puede hacer de modo
inmediato, consiste en el retiro de la libido pieza por pieza, lo cual demanda un gran
gasto de tiempo y energía. La existencia de ese objeto perdido continúa en lo psíquico.
Cuando este trabajo finaliza, se supone la disponibilidad de la libido para poder
investir un objeto nuevo. El duelo normal vence la pérdida del objeto, se produce una
separación del objeto. Mientras dura este período, el yo está absorbido en el trabajo del
duelo.

Rasgos que comparten la melancolía y el duelo: una desazón profundamente dolida, una
cancelación del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar y la
inhibición de toda productividad. Hay un rasgo que no se presenta en el duelo y si en la
melancolía: una rebaja en el sentimiento de sí, que se exterioriza en autorreproches y
auto denigraciones y se extrema hasta una delirante expectativa de castigo. En el duelo
falta la perturbación del sentimiento de sí, lo cual se localiza en la melancolía y apunta
también a la perturbación del sentimiento de la vida. Lacan se refiere a un desorden
provocado en la juntura más íntima del sentimiento de la vida en el sujeto, es decir no
cuenta con la significación fálica que es la que da un sentido a la vida.

Si en el duelo podría explicar la inhibición que se presentaba mediante la absorción del yo,
la inhibición melancólica impresiona como algo enigmático porque no se acerta haber lo
que absorbe al enfermo. Destaca la extraordinaria rebaja en su sentimiento yoico y un
enorme empobrecimiento del yo. La diferencia radica en que en el duelo el mundo se
hizo pobre y vacío, en la melancolía eso mismo le ocurre al yo. Freud lo llama un
delirio de insignificancia, que se acompaña por insomnio, rechazo por la comida y un
desfallecimiento en extremo asombroso psicológicamente de la pulsión de vida.

Pareciera que el melancólico en esos autoreproches captara la verdad con más claridad
que otros que no son melancólicos. Es como si faltara cierto velo y muestra esa verdad de
un modo más descarnado. Se pregunta por qué tendría que enfermarse para llegar a una
verdad de este tipo? Esto permite indicar cómo la psicosis revela algo de la estructura
que se presenta sin velo.
Al melancólico le falta la vergüenza en presencia de los otros. Lo caracteriza una acuciante
franqueza que se complace en el desnudamiento de sí mismo, sin los ropajes que aporta la
imagen y que permite armar ese velo y recubrir ese objeto. El melancólico perdió el respeto
por sí mismo, hay una pérdida del objeto que se muda en una pérdida del yo. Sitúa los
autoreproches como reproches contra un objeto de amor que desde el objeto de
amor rebotaron sobre el propio yo. Todo lo denigrante que se dicen sobre sí mismos en
realidad lo dicen de otros. Frente a la pérdida de objeto no se produce el quite de la
libido y el desplazamiento a otro objeto. El mecanismo de la melancolía es una
identificación regresiva. La investidura de objeto era poco resistente, esta fue cancelada y la
libido que quedó libre no se desplazó a otro objeto sino que se retiró sobre el yo. Se
produce así una identificación del yo con ese objeto resignado: “la sombra del objeto
cayó sobre el yo”. El objeto probó ser más poderoso que el yo mismo. Hay una
elección narcisista de objeto, hay una regresión desde la elección narcisista de
objeto hasta el narcisismo. Se renuncia al campo objetal pero no al objeto particular
que está en juego. La única manera de conservar un objeto de amor cuando se abandona
la colocación objetal es incorporarlo y conservarlo en el yo. La melancolía es lo contrario
del duelo, en donde se resigna un objeto de amor particular pero no se abandona la
colocación objetal. El objeto no se pierde, se introyecta por identificación narcisista.
Es posible separar la melancolía del resto de las psicosis. A partir de una pérdida el sujeto
se dirige a sí con feroces acusaciones, se relaciona con la culpa, que no puede ser pensada
con el mismo estatuto que en la neurosis obsesiva, en donde reconduce esa culpabilidad en
relación al padre, prohibidor del goce en la infancia. En este caso la culpa remite a la
ambivalencia amor-odio frente al objeto, aun cuando el duelo sea patológico. Encontramos
fenómenos de mortificación, se injurian constantemente, el sujeto asume la culpa,
mientras que en la paranoia eso está volcado en el otro. La pérdida del objeto de amor
es una ocasión privilegiada para que salga a la luz la ambivalencia amor-odio. Si el amor
por el objeto no puede resignarse y se va a refugiar en la identificación narcisista, el odio se
va a dirigir a ese objeto sustitutivo y es a partir de allí que lo insulta, lo denigra.

Una peculiaridad de la melancolía es que puede tender a su revés, es decir a la manía. No


tienen un contenido diferente y ambos luchan contra el mismo complejo: el yo sucumbe en
la melancolía mientras que en la manía lo domina. En la manía el yo tiene que haber
vencido la pérdida de objeto y entonces queda disponible ese monto de contrainvestidura.

Duelo, manía y melancolía en Lacan

Lacan retoma los textos freudianos y aborda el duelo, la melancolía y la manía a partir de la
conceptualización del objeto a
Hay una diferencia radical entre la melancolía y el duelo, y esa diferencia puede concebirse
si podemos distinguir el objeto a, real, de i(a), imagen especular, objeto imaginario del
narcisismo especular. El objeto a cubierto por los paréntesis indica que el objeto a está
velado. Del lado del duelo ubicamos el i(a) y del lado de la melancolía y la manía al a
Lacan se refiere a la melancolía situando como el proceso que se edifica de otro modo.

En el duelo opera la castración, la metáfora paterna y la función fálica, que va a


permitir articular esa imagen narcisista y el objeto a. En el i(a) está en juego el objeto de
amor. Es la metáfora paterna lo que permite separarse del objeto.
En la manía y la melancolía no contamos con la metáfora paterna. En la melancolía el
sujeto ataca su propia imagen para atravesarla y alcanzar el objeto a. El sujeto queda
identificado con el objeto deshecho. En la manía es la no función de a lo que está en juego,
no tiene aquello que permita un punto de capitón entonces queda librada a la metonimia
infinita de la cadena significante, esta es la explicación que da Lacan a lo que Kraepelin
recortaba como la fuga de ideas, en donde no puede seguir un orden de pensamiento y
pasa de una idea a la otra en donde se deshace la relación. Hay un retorno mortífero del
goce.
Las memorias del presidente Schreber

Diacronía:
La primera enfermedad que Schreber desencadena es a sus 42 años, este
desencadenamiento tardío es uno de los factores que lleva a diagnosticar como paranoia.
Es candidato al parlamento, pierde y es internado con ideas hipocondríacas. Es tratado por
el Dr. Flechsig y es curado. Esta enfermedad transcurre sin incidentes que rozaran lo
sobrenatural.
Su segunda enfermedad es a los 51 años cuando es nombrado presidente de la corte
suprema de Dresde. En el medio dice que tiene 8 años de felicidad ininterrumpida salvo
por la perturbación de no tener hijos. Aparecen dos fenónemos que dan cuenta que algo
se desencadenó a partir del nombramiento como presidente: los sueños de que vuelve la
enfermedad y la fantasía de duermevela (“que bello sería ser una mujer en el momento
del acoplamiento”) que se le imponen. Cuando asume el cargo aparece insomnio, crujido,
ruido y perplejidad. Lo sorprende la elocuencia sobresaliente del Dr. Flechsig que le
promete que lo va a curar y Schreber empeora. Entre la elocuencia sobresaliente, la
posición de saber del médico que le garantiza la cura, y la duda que interpreta Schreber
de que no pudo mirarlo más a los ojos, se determina el papel que va a cumplir Flechsig:
el principal perseguidor de su delirio persecutorio. Tiene un delirio persecutorio de
índole sexual: quieren entregar su cuerpo transformado en mujer para que abusen
sexualmente de él y luego lo dejen plantado. Tiene varios intentos de suicidio. Se lo traslada
a otra clínica y finalmente a la de Weber donde se produce la estabilización en donde hay
un cambio del perseguidor de Fleshing a Dios, que aunque al principio trae un
empeoramiento es el principio de solución del conflicto. Schreber termina de estabilizarse
en su delirio una vez que escribe las memorias. Se pasa de un delirio de persecusión a
un delirio de grandeza: ser la mujer de Dios. Dice que el mundo se ha terminado y
para repoblarlo, un hombre tiene que ser transformado en mujer en el trato por Dios
para ser fecundado por él. Schreber empieza a ver signos de feminización en su cuerpo.
Aquello que le generaba rechazo ahora es aceptado porque responde al orden cósmico y es
necesario ya que el mundo desaparece. Entre volverse loco o volverse mujer decide
volverse mujer. Ofrece a la ciencia que examinen su cuerpo para ver si tiene órganos
femeninos. Ejerce una presión en su pecho mientras piensa en algo femenino para obtener
la voluptuosidad porque todo lo femenino actúa atrayendo a Dios. Es Dios quien exige un
goce permanente dice, su tarea es proporcionarselo.

Detalles del delirio: el fenómeno en la estructura.


Schreber dice que hay cosas que él ha experimentado que están fuera de toda duda a
pesar de no poder demostrarlas: la posición de enunciación es de certeza. Una de ellas
es el influjo de Flechsig sobre su persona y otra que él ha entrado en relaciones
peculiares con Dios contrarias al orden cósmico, tan contrarias que el mundo ha
quedado sepultado. Los términos fundamentales de su delirio son el alma, en cada nervio
se encuentra la individualidad íntegra de un hombre, la totalidad de los recuerdos y de la
personalidad. No pensamos la psicosis por lo raro del contenido del delirio. Hay ideas que
desarrolla Schreber y otras que le vienen de afuera, que es el lenguaje de Dios y los
nombres que le proponen las voces en una lengua fundamental (delirio de influencia) donde
muchas palabras significan lo contrario. La bienaventuranza se le sexualiza. El dios de
Schreber se fragmenta.
Dice que dios se había colocado fuera del orden cósmico que también aplicaba para él. Es
fundamental esto porque el padre es el representante de la ley y la ley también vale para él.
En el caso de Schreber, Dios, que debería ser garante de la ley y la ley también debería
valer para él, se coloca por fuera de la ley. En la función de la ley hay una alteración.

Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia descrito


autobiográficamente:
I. Historial Clínico

Las razones por las que Freud toma ese material clínico:
Elige este material porque “el paranoico tiene la peculiaridad de traslucir aquello que los
neuróticos esconden como secreto”. Marca una diferencia entre la paranoia y la neurosis,
en relación a los mecanismos psíquicos. Aquello que permanece velado en la neurosis
lo vemos desvelado en el fenómeno de la alucinación verbal por ejemplo.
Freud se pregunta si su teoría y conceptualización sobre la psicosis apoyada en las
memorias no es incluso más delirante que las memorias mismas, o si esas verdad
contienen más verdad que lo que muchos querrían admitir. Esta posición ética refleja por
qué toma este material. Lacan dice que Freud hace de las memorias un texto freudiano
porque introduce en él, el sujeto en tanto tal, lo que significa no valorar al loco desde el
punto de vista del déficit, porque no hay nada en las memorias parecido a eso, sino que hay
verdades que apuntan al sujeto.

La función de la escritura y publicación de las memorias para Schreber:


Las memorias no son solo el testimonio del padecimiento sino que son parte integrante de
su evolución. Son un intento de curación porque implican la posibilidad de aportar un saber
para la ciencia, para las verdades religiosas y para la justicia. Esto lo vuelve a localizar en el
mundo y lo enlaza al otro social. Nombra su ser como aquel que posee una verdad y es
su deber comunicarla, esto restablece el lazo social. Es su delirio lo que le permite
volver a investir la realidad.
La otra función es la posibilidad de acotar el goce regulado en el cuerpo, los fenómenos
intrusivos y la alucinación verbal.

Las transformaciones del delirio:


El nombramiento de Schreber como presidente implica ser llamado a un cargo y a
cumplir una función de jefatura sobre colegas que son 20 años mayores que él, es esto lo
que desencadena lo que llama su primera enfermedad. Él mismo dice que enfermó por la
alteración nerviosa que implicaba querer conquistar el prestigio. Lacan dirá que esto lo
coloca al borde de un agujero que lo deja perplejo, sin posibilidad de responder
porque se carecen de las referencias simbólicas para ello, hay agujeros en lo
simbólico. Es un momento de extrañamiento de la realidad, acontecen cosas enigmáticas
para Schreber.
A la fantasía de duermevela que adviene entre el sueño y la vigilia, se le suma ruidos
extraños, crujidos en la pared, insomnio, un retraimiento general de la realidad. Algo quiere
decir todo esto pero el sujeto no lo sabe, hasta un determinado momento donde todo
cobra sentido y se instala el delirio propiamente dicho: el doctor Fleshing quiere
gozar de él como una mujerzuela y después dejarlo tirado. Tiene una fecha y un
momento exacto, cuando Schreber dice que no pudo seguir mirándolo a los ojos. Esa
mirada esquiva instala la certeza, que impone el delirio persecutorio con su médico
que queda ubicado como un otro gozador.

Parte de dos hilos lógicos para entender las transformaciones del delirio de Schreber:
la esmaculación o transformación en mujer y la relación con Dios.
La transformación a partir de la cual Schreber pasa a tener una misión redentora que
permite la reconciliación con la transformación en mujer y una posición en donde deja de
ser la mujerzuela de Fleshing y pasa a ser la mujer de Dios, permite a Freud ubicar en este
la importancia de la emasculación en mujer, trata de cómo se manifiesta el goce en el
cuerpo. Esto marca una diferencia con la psiquiatría, porque esta entendía que la
emasculación era un medio para un fin, mientras que Freud afirma que es en realidad un
punto de partida, porque está antes del estallido delirante en las fantasías de duermevela,
atraviesa ambas transformaciones del delirio, en el delirio persecutorio aparece como la
transformación en mujer contraria al orden del universo vivida como ultrajante y hostil, y en
el delirio de grandeza donde la emasculación es aceptada acorde al orden del universo para
engendrar una nueva raza, y persiste luego de su restablecimiento.
Mientras el delirio persecutorio se presenta como algo que desencadena la estructura y
que trae padecimiento, el delirio mesianico implica un viraje que se presenta como
estabilizador, como solución, apacigua los fenómenos del goce desregulado. Freud lo
plantea como una solución asintótica, que tiende al infinito, acontecerá en algún
momento. Ser la mujer de Dios marca un borde, un límite temporal al localizar la
transformación en mujer a un futuro posible, y un límite espacial al estar interceptado por
las voces y los milagros todo el día que pasan a acostarse a dos horas por día donde cultiva
la voluptuosidad, a los fenómenos de goce desregulado.
En términos de Lacan, ser la mujer de Dios nombra, reorganiza las significaciones,
marca un rumbo. Él es la mujer de Dios y en tanto tal va a engendrar una nueva raza, lo
que suple la operatoria del Nombre del Padre. Este ordena, nos da una carretera
principal, agrupa y polariza las significaciones. La carretera principal arma y ordena la
realidad.

En cuanto a la relación a Dios, toma las vicisitudes del lazo al otro y cómo el goce se
juega en el campo del otro. Freud cada vez que habla de la misma, habla del padre. La
relación a Dios es extraña porque comporta por un lado veneración y temor y por otro lado
la burla. Esto último ubica a Schreber en un lugar de excepción, porque es el único
permitido a esto. Schreber dice que Dios es ridículo y pueril y que no sabe tratar con los
vivos por tratar con los difuntos, y esa ignorancia y tontera provoca por un lado que quede
entrampado a Schreber, se trata de la unión nerviosa a un ser vivo contraria al orden del
universo, y por otro lado que martirice a Schreber con los milagros y las voces. No solo Dios
lo insulta e injuria vía las voces, sino que el mismo Schreber tiene la tarea de ser el burlador
de Dios. Respecto al fenómeno de la bienaventuranza, que es el continuo gozar en la
unión con Dios, no porque él lo desee sino que Dios mismo exige el cultivo de la
voluptuosidad. Se sexualiza el lazo a Dios.
Estamos en el terreno del complejo paterno, que se resuelve de diferente modo: si en la
neurosis el padre interviene perturbando el goce, en la psicosis este aparece exigiendolo..
Este Dios padre no se trata del padre muerto que en tanto símbolo se erige como interdictor
de la ley, no castra ni resta goce ni prohíbe la satisfacción autoerótica e incestuosa. El dios
de Schreber se comporta como el padre vivo de la horda primitiva, que exige el goce
sexual y el cultivo de un goce ininterrumpido en la voluptuosidad, es un padre gozador en
tanto empuja al goce. La solución delirante de Schreber frente a este padre que no opera
como agente de la castración es inventarse el ser la mujer de Dios, que limita y ordena
ese goce desregulado. Aquello que daría fin al complejo, la amenaza de castración que en
la neurosis provoca la salida, en el delirio de Schreber se traspuso su contenido, la
emasculación, a la fantasía de transformación en mujer. La emasculación a los fines
redentores es una forma de inscribir algo de la castración.
Respecto al padre real de Schreber, fue un importante médico en su época, cuya obra
escrita influyó en su época y trascendió en su muerte, con varios textos dedicados a la
educación de los hijos, a las prácticas de control y obediencia a las que debían atenerse
para alcanzar una formación mental y física correcta, es decir que uno de sus objetivos era
moldear una nueva raza de jóvenes fuertes y obedientes. Disciplina, obediencia y una rutina
de premios y castigos estaba en los primeros mandamientos de este padre. Pero no se
trata de un padre interdictor de la ley como un tirano autoritario, sino de aquel que
puede transmitir algo de la ley porque también está afectado por esta, es decir tocado
por la castración y el deseo.

II. Intentos de interpretación

Freud utiliza la técnica de la interpretación haciendo prácticamente una traducción entre


el modo de expresión paranoico y el normal, como si se tratara de dos lenguajes. Dice que
los pájaros de milagro es una referencia a mujeres jóvenes, ya que estos pájaros hacían
juegos de palabra por homofonía como cuando no se sabe pronunciar una palabra en otro
idioma y se la dice erróneamente. Schreber corrobora esto porque llama a los pájaros con
nombres de mujeres. El material con el que Freud trabaja no está completo, hay muchos
párrafos que no se publicaron y que fueron censurados, además de no contar con el
paciente, por lo que varios años después utiliza el método de la construcción en lugar de
interpretación si bien incluye una parte de ella.

El neologismo es un fenómeno del lenguaje de la psicosis. Puede presentarse en dos


formas:
- Con palabras que ya existen, pero que en el decir del psicótico tienen un significado
diferente. Se las suele detectar por el lugar que ocupan en una frase o por la forma en la
que se pronuncia, como cuando Schreber dice “pequeño” Fleshing;
- Con palabras que no existen, por ejemplo el término almicidio, del cual el mismo
Schreber no puede dar su significado. Lacan dirá que el neologismo remite a la significación
en tanto tal, significa que significa. La significación aparece perdida, inefable, el término está
incluido en una cadena pero aparece como suelto. El psicótico solo tiene la certeza de que
significa.

El ocasionamiento de la enfermedad y el papel que juega Fleshing:


Cuestión de la causa, el origen, el punto donde algo sucede y estalla la psicosis. Período de
incubamiento, el tiempo que va desde que lo nombran en la cámara de apelaciones y hasta
que asume el cargo.
Freud encuentra llamativo como el médico Fleshin perdura aún en las transformaciones
del delirio manteniendo el lugar del perseguidor aun habiendo logrado la externación.
Inicialmente cuando la transformación en mujer tenia por objetivo el abuso sexual por parte
de Fleshing, y también cuando entra Dios en la trama, que lo hace en complot con Fleshing
que se las ingenio para influir en Dios y ponerlo en contra de Schreber.
Freud establece una fórmula, el que fue amado y respetado se presenta como
perseguidor y merece ser odiado por eso.
Schreber cuenta que luego de haber recibido la comunicación de su nombramiento tuvo
repetidos sueños en los que volvía a estar enfermo, es decir que retornaba a la primera
enfermedad, cuando Fleshing era su médico. Tuvo en ese periodo la fantasía de
duermevela. Persiste la referencia a una sensación. Hay algo que toca el cuerpo. Se podría
inferir que al recordar al médico y a la enfermedad podría estar añorando verlo.
La fantasía femenina rechazada, tras el estallido de la psicosis se impone por la vía
delirante. Esa mujer es el propio Schreber transformado, y ese sometimiento es primero
ejecutado por Flechsig y contrario al orden del universo, y luego con Dios pero con fines
acordes. Aquí introduce el ocasionamiento de la enfermedad: un avance de libido
homosexual, cuyo objeto es el médico.
Luego la separación con su esposa lo deja sin protección contra Flechsig y los otros
hombres que lo rodeaban.
Otra de las construcciones que realiza Freud es sobre la transferencia que puede haber
operado sobre la figura del médico. Un sentimiento que en Schreber se encontraba
investido en una persona importante para él, es transferido a su médico en el estado
de enfermedad y toma el lugar de sustituto. Freud indica que son las figuras del padre
y del hermano que este transfiere.

Freud le da un lugar destacado al delirio a diferencia de la psiquiatría de su época que


consideraba al delirio como un síntoma accesorio.
Fases del delirio y la posición que cada uno toma respecto del delirio:
- Primera fase: forma persecutoria que tuvo el delirio cuando Fleshing persigue a Schreber
transformado en mujer para abusarlo sexualmente
- Segunda fase: sustitución de Fleshing por la persona superior de Dios, que al principio
parece que empeora todo.
- Tercera fase: Schreber se reconcilia con la transformación en mujer, acorde al orden del
universo. El delirio adquiere una forma nueva, producto del efecto delirante de una
sustitución en referencia a lo que Lacan considera una metáfora delirante, en donde la
emasculación ya no tiene por objeto ser tomado como una mujerzuela para que abusen de
ella sino que el fin de la transformación es volverse la mujer de Dios que incluye la
procreación de una nueva humanidad. Incluye introducir una modificación en la
temporalidad del delirio, que podía ocurrir en cualquier momento, y lo posterga a un futuro
impreciso.
Ubica a Flechsig en una misma serie con Dios, ya que Schreber cuenta que escuchó al
médico referirse a sí mismo como “Dios Fleshing”. También se dividía en un superior y en
un inferior, como Dios. El perseguidor en la primera fase del delirio se divide en dos en la
segunda fase.

Podemos concebir la fantasía de deseo entramada con una frustración de la vida real,
la de no haber podido tener hijos. Será a través del delirio el medio por el cual poblaría
de hombres nuevos de espíritu Schreberiano.

III: El mecanismo paranoico

Freud va a abordar lo patognomónico de la paranoia, es decir la particularidad de sus


síntomas. Va a revelar que la misma no se encuentra ni en el complejo paterno ni en la
fantasía del deseo, sino que la particular forma de manifestarse los síntomas y también de
la demencia paranoide es atribuida al mecanismo de la formación de síntoma o al de la
represión. Se pregunta dónde ubicar lo patológico.
El mecanismo del sintoma va a dar cuenta del ultimo tramo de la represion, el retorno
de lo reprimido, pero también plantea una disontinuidad para ambos.
Habla del papel del deseo homosexual inconsciente y la introducción del narcicismo,
explicado más arriba en la segunda nosología freudiana de la paranoia.

La formación del delirio y el abandono de la proyección.


Todas las formas de delirios paranóicos que Freud reduce a 4 formas son una defensa
frente a ese deseo homosexual. Reduce dicho deseo a la frase “yo lo amo al varón”. El
delirio como defensa frente a una frase, como una dialéctica orientada a resolver ese
problema de lenguaje. Traduce la pulsión como gramática, no es la necesidad ni el instinto
sino la transformación de las necesidades bajo el efecto de la demanda, del lenguaje. La
sexualidad pasa por las redes del significante. El mayor tratamiento para esa excitación
pulsional es su deriva en el lenguaje, el delirio implica el tratamiento simbólico de la
pulsión en tanto la pulsión siempre llega a su meta.
Todos los delirios constituyen una defensa bajo el modo de contradecir la frase en la que
se traduce el conflicto. 4 formas producen el agotamiento de tal fórmula:
- Delirio de persecución, la negación del verbo, “yo no lo amo, yo lo odio”. Esta
contradicción no puede devenirle consciente al paranoico de esa forma, entonces se
transforma en una percepción que viene desde afuera. Con la utilización de la
proyección queda la frase “él me odia, me persigue”. En consecuencia justifica lo
odio porque me persigue. El perseguidor no es otro a quien el sujeto había
amado con anterioridad.
- Delirio erotómano, la negación del objeto, “yo no lo amo, puesto que yo la amo”.
La proyección imprime que tiene que venir de afuera en tanto “ella me ama”. No hay
percepción interna del amar, es ella quien me ama, y con esta justificación puede
devenir consciente que él la ame también y se instala una persecución amorosa
heterosexual exagerada.
- Delirio de celos, la negación del sujeto, “no soy yo quien lo ama, ella lo ama”.
Sospecha de todos los hombres de la taberna que él estaría tentado de amar. Los
celos a causa de su narcisismo predisponente. Con el cambio de vía del sujeto el
proceso es arrojado fuera del yo, con lo cual no requiere de la proyección.
- Delirio de grandeza, la negación de la frase completa, “yo no amo en absoluto y
no amo a nadie”. Pero la libido debe ubicarse en algún lado, y se ubica en el yo
diciendo “yo me amo solo a mí”. Tampoco interviene aquí la proyección. De este
examen llega a la conclusión de descartar la proyección.
La represión y la formación de síntomas no son mecanismos idénticos. Hay una
discontinuidad entre ambos, no son dos caras de la misma moneda la represión y retorno
de lo repirimido.
Freud encuentra que la proyección no se cumple en dos tipos de delirio y que es de
un uso normal cuando trasladamos hacia afuera nuestros juicios internos, por lo que
renuncia provisoriamente a ella y empieza a estudiar la represión que se entrama de
manera más directa con la libido y con la predisposición, a decir, lo patológico.

Habla de los tres tiempos de la represión, también explicado arriba en la 2da nosología.
Ejemplificamos estos tres tiempos de la represión en el caso Schreber.
Articula como primer momento la represión propiamente dicha en la psicosis con la
vivencia de fin de mundo. El apogeo de la enfermedad implica el sepultamiento del mundo
que se produce cuando Schreber le ha sustraído su amor a partir del conflicto con Flechsig.
Lo patológico consiste en este proceso mudo que supone la extracción de libido que se
desata con el objeto y se cancela. Implica el desasimiento libidinal. Donde en el trabajo
transferencial el sujeto depositaria la libido en el analista en Schreber no se produce sino
que se cancela y la libido es reconducida al yo. La realidad se construye a partir de la
economía libidinal del sujeto, y por el retiro de la libido también se puede perder.
En un segundo momento, el sujeto intenta reconstruir un mundo más acorde a las mociones
del ello, Freud lo llama el momento ruidoso que es el momento patológico, que en realidad
es el trabajo de curación por parte del delirio. El paranóico reconstruye el mundo de tal
suerte que pueda vivir en él. Se produce en el retorno de lo reprimido una reconduccion
de la libido al mundo mediante el trabajo del delirio, una restitución de los lazos, en este
caso con Fleshing. Implica en sí mismo un intento de curación. No es una simple restitución
de la realidad sino que se edifica de nuevo, la creación de una nueva realidad.

El mecanismo paranoico
“No es correcto decir que la sensación interiormente sofocada es proyectada hacia
afuera.” Es decir, no es correcto decir que haya proyección en la paranoia, en tanto esta se
sigue de la represión, implica estas dos caras de la misma moneda. Utiliza un término en
alemán que significa caído por debajo de la barra de la represión. Que caiga por debajo
implica que alguna vez estuvo por encima, es decir estuvo inscripto. Es necesario que
haya ingresado a lo simbólico para que pueda reprimirse. Así puede volver bajo el
modo de la negación o trasladarse hacia el exterior como en la proyección normal.
“Lo cancelado adentro retorna desde afuera”. Utiliza otro término en alemán que implica
lo cancelado, lo abolido, lo anulado. Lacan dirá que no se trata de represión allí, sino que lo
cancelado implica un rechazo más radical del significante, de allí extrae el término
verwerfung, dado que solo puede reprimirse aquello que se ha inscripto. Aquello que
no fue simbolizado no puede saberse ni en el sentido de la represión y entonces retorna
desde lo real, desde afuera. En la paranoia nos quedamos solo con la rama del silogismo
exterior.

Conclusiones:
El desasimiento de la libido no es exclusivo de la paranoia, es algo regular de toda
represión. La soltura libidinal no puede ser entonces lo patógeno dado que uno busca una
sustitución. Lo patológico en la paranoia es que la libido sustraída regresa hasta el
narcisismo, implica la retracción libidinal.
El desasimiento libidinal puede ser parcial o puede perfeccionarse a una soltura general.
No se trata de falta de interés yoico en el mundo, sino que este pierde interés en tanto se
retira la libido.

Diferencia entre la paranoia y la demencia precoz, explicado más arriba.


El diagnóstico de Schreber se trata para Freud de un caso mixto y lo diagnostica como
demencia paranoide. El polo parafrénico responde a la relevancia del deseo femenino que
se impone y a la presencia de alucinaciones. El polo paranoico responde a ese desenlace
más favorable en el que triunfa la reconducción de la libido al mundo y en el uso del
mecanismo de proyección en el delirio de persecución.
AUTOMATISMO MENTAL Y ESTRUCTURA

De Clerambault propone sus psicosis basadas en el automatismo. Estudia las psicosis


crónicas de persecución junto con las psicosis alucinatorias crónicas ubicando que su
fuente no es ni la ideación ni la afectividad sino que su origen es histológico, neurológico.
Resultado de procesos mecánicos extra conscientes.
Los elementos considerados esenciales en los desarrollos psiquiátricos, el grado de
sistematización, los temas delirantes y la tonalidad afectiva no son más que
accesorios y se invierte la forma clásica de la psiquiatría. La idea delirante no crea las
alucinaciones.

El automatismo mental es un síndrome considerado basal, es decir que genera la psicosis


y tiene un origen mecánico que se presenta a la conciencia como elementos espontáneos,
autónomos y parasitarios, por fuera de la voluntad del sujeto. Es el elemento inicial
fundamental generador de las psicosis alucinatorias crónicas. Es neutro (se presenta en un
momento de calma o sin tonalidad afectiva), es anideico (matemático, no está sujeto a
asociación de ideas, el sujeto no está delirante) y es asensorial (no proviene de los
sentidos). Denomina a este pequeño automatismo que puede presentarse en tres áreas
distintas: en lo motor (movimientos involuntarios, gestos, tics, y fugas y vagabundeos en su
forma compleja), en el sensitivo (trastornos cenestésicos, alucinaciones cenestésicas de
los órganos del cuerpo en el interior del cuerpo) y en el ideo-verbal (eco del pensamiento
que es la sensación de que el pensamiento se repite como un eco dentro de la cabeza sin
ser agente de esa repetición, siente ese pensamiento como algo ajeno; el adelantamiento
del pensamiento es decir la sensación de que el pensamiento surge antes de que el sujeto
lo piense; el comentario de pensamientos y de actos, el sujeto escucha lo que va a hacer,
etc. que muestran la intrusión de lo verbal del significante por fuera del registro del
significado).
El prototipo de las psicosis alucinatorias crónicas es la alucinosis que es la producción
crónica de alucinaciones sin sistemas delirantes que aparecen al enfermo como extranjeras,
impuestas, en donde se ve el carácter automático.

El pequeño automatismo puede permanecer por un largo tiempo sin agregado de delirio, en
su estado puro: el pedestal que espera la estatua. Sobre ese pedestal que es el
fenómeno automático se monta el delirio que tendrá como base la personalidad
previa del sujeto. La estatua será el delirio como reacción secundaria: la parte sana de
la personalidad reacciona con su intelecto tratando de darle alguna explicación al fenómeno
automático.
Cuando se agrega lo afectivo y lo sensorial se transforma en un gran automatismo.
- Ideación neoplásica: ideas delirantes que no parten de la reflexión del sujeto sino que se
presentan de manera automática, mórbida, parasitaria.
- Ideación reactiva: secundaria, no automática, que corresponde a la parte sana de la
personalidad.

Define el síndrome en términos de síndrome de pasividad.

Lacan toma el pequeño automatismo para describir lo que él llama el fenómeno elemental
que es la presencia de un significante aislado el cual no significa nada, que se presenta
para el sujeto como efecto del mecanismo de la forclusión: produce que el significante
forcluido retorne como el significante solo, aislado, en lo real. Por eso es aideico, no está
ubicado en el cuerpo como forma de la sensorialidad y es neutro afectivamente. Este
fenómeno elemental es típico de la prepsicosis.
La forma más compleja del fenómeno elemental es la propia de la psicosis propiamente
dicha y remite al gran automatismo de Clerambault. Corresponde al momento en que ese
significante aislado (S1) se asocia con los otros significantes (S2) pero no como
significantes propios del significante simbólico sino como significantes que producen nuevas
cadenas significantes restitutivas que producen las alucinaciones y los delirios. A partir
de la combinación significante de s1 y s2 se producen efectos de significación a nivel
imaginario, por lo tanto se producen efectos de significación en los 5 sentidos del cuerpo y
en relación a los afectos.

ELABORACIÓN LACANIANA DE LA PSICOSIS

Sincronía: Parte del discurso del sujeto, porque para Lacan la estructura del lenguaje
aparece en el fenómeno. Construye el mecanismo tomando el discurso de Schreber.
Ubicamos este mecanismo como una dimensión sincrónica del abordaje de la psicosis
porque nos permite escuchar la estructura que está operando independientemente del
momento clínico que tomemos al paciente. Y la estructura nos va a orientar en la dirección
de la cura. La distinción neurosis y psicosis resulta de una operación de lectura que Lacan
realiza de los textos freudianos, que no es un dato de partida en Freud.

La cuestión preliminar es ubicar la estructura de la psicosis en su diferencia con la


estructura de la neurosis que es la forclusión del NP, esto determina la relación del
sujeto con el Otro, y por tanto, la relación del sujeto al otro semejante, la posición del
sujeto en su decir y las características de la relación transferencial.
Definimos al Otro como lugar de esa memoria que Freud interroga en tanto condiciona la
indestructibilidad del deseo. A esa interrogación que queda abierta Lacan responde con la
concepción de la cadena significante, que se inaugura con la simbolización primordial, ese
momento mítico en donde los significantes son rechazados o afirmados en lo simbólico, el
momento de constitución de la estructura.

En el texto freudiano de La negación un paciente dice respecto de un sueño “mi madre


seguro que no es” y Freud desarrolla entonces “es su madre”. Freud dice que un contenido
de representación puede irrumpir en la conciencia pero a condición de que se deje
negar, entonces cuando el paciente dice no es mi madre, es que la represión fracasó. Es
decir que sitúa la negación como el retorno de lo reprimido junto con otras formaciones
de lo inconsciente.
La lectura que hace Hippolyt es la diferencia en esa negación de negar un contenido de
representación, es decir lo enunciado o de negar la propia posición del sujeto respecto de la
enunciación. Hace un desarrollo respecto del lugar del juicio a partir de que Freud plantea
los juicios de atribución y juicios de existencia en el armado del yo y su diferencia con la
realidad. El juicio va a tener un primer nivel en relación a lo funcional. Lo que queda dentro
del aparato psíquico ha sido objeto de una bejahung, afirmación primordial, y lo que
queda afuera es efecto de una ausstossung, rechazo primordial. Solo se puede negar
algo que ha entrado al aparato, que se ha afirmado antes.
En una primera fase de la represión del lado de la fijación, estaría esto primario de
bejahung y ausstossung. En un segundo momento, donde Freud habla de la represión
propiamente dicha, pondríamos a la verdrangung como antecedente de la negación, algo
tiene que estar reprimido para que retorne como negación. En una tercera fase el retorno de
lo reprimido.
Lacan reemplaza el ausstossung por el verwerfung. Hay una única operación que
presenta dos caras, la bejahung y la verwerfung, con distintos destinos, y esto es
constitutivo del aparato y de un adentro y un afuera.
Plantea que detrás del proceso de verbalización hay una bejahung primordial, en el
sentido de lo simbólico, que a su vez puede faltar. Para que algo sea reprimido, primero
tuvo que haber sido admitido en el aparato, en lo simbólico. Se trata de la inscripción
de significantes. Por tanto lo que se rechaza también son significantes. Los
significantes inscriptos pueden retornar como lapsus, síntomas, sueños, o vía la negación.
En la psicosis puede ocurrir que parte de esta simbolización no se lleve a cabo, que
algo primordial en lo tocante al ser del sujeto no entre en la simbolización y sea
entonces no reprimido, sino rechazado. Lo que le permite distinguir psicosis y neurosis
no es si hay o no bejahung o forclusión, sino si el significante del NP, un significante
primordial, cae de un lado o del otro y eso tiene consecuencias muy específicas. Pensamos
a la verwerfung del NP como mecanismo específico de la psicosis. En la neurosis
también hay forclusión, por ejemplo no hay representación de lo femenino ni de la propia
muerte, tampoco el Otro está completo.

En el campo de la bejahung, cuando se trata de la admisión del significante en el campo


del Otro, esos significantes podrán ser reprimidos y luego retornar desde ahí a nivel de lo
simbólico, es decir que retornan en la cadena significante.
En la verwerfung el retorno es en lo real, lo forcluido en lo simbólico retorna en lo real,
por fuera de la cadena significante. El significante se encuentra suelto, no articulado.

Lacan trabaja la noción de punto de capitón. La significación siempre remite a otra


significación, pero en algún punto debe detenerse. Los significantes primordiales tienen
esa función de ordenar las significaciones en juego para un sujeto, es un punto de
convergencia en el discurso. Lacan dice que el significante primordial que sirve de capitón y
enlaza la estructura del significante a la del significado y al sujeto con el Otro, es el Nombre
del Padre. El NP es una carretera principal, una ruta, un trazado y por tanto un elemento
simbólico. Polarizan y crean las significaciones. Como toda carretera tiene una función
de orientación, es una vía de acceso a las relaciones sexuales, una forma de abordar la
diferencia sexual. El NP es responsable del anudamiento de significante y significación en sí
mismo. Cuando está forcluido, significante y significado se independizan. El significante
comienza a funcionar de manera automática, acá cobra valor el término de automatismo
mental. La significación estalla. La terceridad que supone la función del padre en el Edipo
tiene por consecuencia que se instituya el falo como elemento central en la producción de la
posición sexuada. Por tanto si está forcluido el significante NP, el acceso a la virilidad
no puede hacerse más que por caminos secundarios, por vías imaginarias.
El delirio le provee los caminos secundarios de los que el sujeto puede valerse cuando no
está la carretera principal del NP, a través de neologismos, alucinaciones, aparecen las
palabras claves que organizan la significación de otros modos, supliendo la función
de articulación de significante y significado, y bordean el agujero dejado por la
forclusión.
Lacan toma el término verwerfung de un pasaje del texto de Freud El hombre de los lobos,
por una alucinación que describe el paciente de que tenía un dedo cortado en su infancia, y
Freud utiliza ese término para subrayar que allí operó un mecanismo distinto del de la
represión. Lacan opone este término a la bejahung, y el aparato psíquico se constituirá
por los significantes que forman el mundo simbólico de un sujeto y los que se
excluyen. Lo excluido de lo simbólico por la forclusión, retorna en lo real de la
alucinación del dedo cortado. La alusinación entonces es tratada por Lacan, no como una
formación del inconsciente y el retorno de lo reprimido, sino como un retorno en lo real.
Relaciona la alucinación del hombre de los lobos con la castración. Lo reprimido es un
saber, algo que insiste y retorna en la vía simbólica. El hombre de los lobos rehúsa el
acceso a su mundo simbólico de la castración.

En la entrada a lo simbólico está la pérdida del objeto. El término ausstossung lo podemos


reservar para la pérdida del objeto, no del lado del significante sino del lado del objeto.
Además de la cuestión del campo de los significantes, está el objeto que se pierde por el
hecho de entrar en el lenguaje en este tiempo mítico. Y la verwerfung queda para la
operación que deja fuera de lo simbólico determinados significantes.

Allí donde hay representaciones, significantes que se inscriben en el aparato por esa
afirmación primordial, ellas dejan por fuera algo real que es una de las versiones del
objeto a1, el objeto perdido de entrada, es decir el significante mata la cosa, la cosa está
perdida por el hecho de habitar el mundo palabrero constituido por la bejahung. En lo real
queda el objeto y esto es transestructural. La distinción neurosis-psicosis se establece no a
partir de que en lo real quede el objeto sino de que en lo real queden significantes.
El significante en lo simbólico está encadenado, representa un sujeto para otro
significante, produciendo significación. El significante en lo real está suelto,
desencadenado. El ejemplo paradigmático es el neologismo, esa significación de un
significante que retorna sobre sí mismo, que no remite a ningún otro y tiene un peso muy
particular.

La noción de fenómeno elemental nos sirve para acercarnos a cuál es la lógica diagnóstica
en psicoanálisis: no hay fenómenos propios de ninguna estructura, es cómo una estructura
se puede ver en la estructura. El fenómeno elemental es el fenómeno en el cual se
verifica la estructura, la estructura se presenta a nivel observable. No viene dado, es una
construcción del analista, es producto de un recorte que el acto analítico produce.
Lo que caracteriza la psicosis no es la presencia de tal o cual idea o fenómeno, sino que es
la forclusión del nombre del padre. Llamamos fenómeno elemental en la psicosis a
aquel fenómeno en el cual se pueda observar las consecuencias clínicas de la
forclusión del nombre del padre.

El fenómeno elemental, ya sea la alucinación o el delirio, le significa al sujeto de manera


directa autorreferencial. El sujeto siente que eso le concierne, le está dirigido. Al
psicótico no le interesa si eso que sucede está en la realidad o no, sino que es algo que le
concierne y en tanto tal le dice algo. Ese modo de aparición del lenguaje se impone en lo
real, por lo que esa palabra que le aparece no se conecta a nada. Queda estancado en
relación a toda dialéctica, no entra en ningún razonamiento, hay un fenómeno de certeza.
También hay un fenómeno de desapropiación del lenguaje, porque esa palabra que se le
impone al sujeto aparece como viniendo de un otro. El sujeto articula las palabras que dice
estar escuchando, por lo que es propia pero no la puede registrar como tal, está en ese
sentido alienado de su propia palabra. El psicótico tiene que encontrar algún modo de
responder, de hacer algo con esa pregunta que llega desde el lugar en que algo faltó,
pero no tiene un elemento simbólico que le permita ubicarse y responder. Es en el
punto donde se requiere de un apoyo simbólico que Lacan ubica el momento del
desencadenamiento de la psicosis, en donde la estructura tambalea y el sujeto queda al
borde del agujero. Y esto se relaciona justamente con que hay algo que está forcluido de la
estructura, no inscripto, el NP. Algo empieza a desarmarse pero también a reconstruirse,
eso que se impone es también el germen de lo que el sujeto va a ir tejiendo por la vía de la
alucinación y del delirio como un intento de curación. Algo de la realidad se desvanece y el
sujeto tiene que intentar reconstruir un mundo en el que vivir le sea posible. Schreber
reconstruye su mundo en buena medida a partir de su trabajo de escritura.

La forclusión del NP se verifica en los trastornos del lenguaje, que Lacan caracteriza a
partir de un tipo de retorno del signifcante que se distingue del retorno del significante en el
campo de las neurosis, que es el retorno de lo reprimido como el retorno del significante
en lo simbolico, del significante encadenado, articulado con otros significantes. El retorno
del significante en la psicosis es en lo real bajo un fenómeno de cadena rota, un
significante suelto, aislado. Lacan entonces propone como hipótesis general que en la
psicosis de lo que se trata es de un trastorno en el nivel del funcionamiento de la
palabra en el campo del lenguaje. Un trastorno en la relación del significante y el
significado, y no un trastorno perceptivo. Lacan va a llamarle alucinaciones verbales y no
alucinaciones auditivas a las voces, que considera como el mejor modelo para tratar de
reconocer en el fenómeno la estructura, es decir que la alucinación verbal es el paradigma
de esos fenómenos en el sentido de ser el fenómeno en donde se reconoce mejor el
fenómeno de la ruptura de la cadena.
Características de la cadena significante: 1. la voz soporta la palabra, toda cadena de
la palabra tiene la voz aunque sea áfona; 2. una temporalidad, un significante tiene una
conexión con otro y requiere un tiempo y una significación a posteriori 3. una atribución
subjetiva, en la cual se indica mediante el shifter, que no participa del mensaje, quién habla
y hacia quién se dirige dicho mensaje. En los fenómenos elementales estas tres
particulares no se dan, ya que la voz no queda como soporte de la palabra asociada a otra
sino que queda como pura voz en la injuria que rompe la cadena discursiva, la temporalidad
queda interceptada, el sujeto en el momento en que queda alucinando queda por fuera del
tiempo, y la atribución subjetiva que tiene que ver con que hay un sujeto de la enunciación
que puede ubicarse como agente del discurso y sabe hacia quién se dirige no es posible
ubicarla.

El NP es un significante impar, privilegiado, que por exceptuarse del conjunto de


significantes permite el armado de dicho conjunto como un conjunto cerrado, sostiene y
garantiza el armado del cuerpo, del yo y de la realidad. El correlato a nivel del goce es un
goce limitado, discreto y localizado en torno al falo, separa al goce del cuerpo. Cuando el
significante se presenta encadenado, entre ellos es posible ubicar una circulación de
goce. Cuando se presenta desarticulado, el goce se amalgama al significante, es un
goce no limitado, continuo y no localizado.

Lacan retoma en De una cuestión preliminar las alucinaciones verbales en términos de


fenómenos de código y de mensaje, que conservan la estructura de la palabra, y critica las
teorías clásicas referidas a la alucinación. Estas teorías suponen un sujeto o sustrato que
unifica la experiencia perceptual, el término, mientras que Lacan propone un sujeto
alternante, dividido en el acto de hablar y de oír. El perceptum, es decir el objeto percibido,
tiene una estructura de palabra.

Toma del lingüista Jakobson los términos de código, mensaje y la función del shifter, quien
utiliza los primeros dos como elementos de construcción de una estructura comunicacional.
Define al mensaje como una combinación de signos que van de un emisor a un receptor. El
código es un sistema de signos elegidos para dar un mensaje. Ambas tienen doble función,
dando como resultado cuatro combinaciones posibles:
- Mensaje que remite a mensaje: cita
- Código que remite a código: nombre propio
- Mensaje que remite al código: el código puede ser utilizado para facilitar la
comprensión del código, el contenido del mensaje es sobre el código que se utiliza,
por ejemplo definición de diccionario. Se sirve de ellos para plantear los fenómenos
de código
- Código que remite a mensaje: ubica el shifter, término índice. La significación
general de un shifter no puede hacerse sin referencia al mensaje. Señala el
lugar y la posición de quién habla pero no dice nada de él. Lacan lo retoma
como fenómeno de mensaje.

Fenómenos de código: las voces que hacen uso de la lengua fundamental en Schreber.
Incluye a los neologismos por su forma y su uso. Las voces le informan a Schreber sobre
el uso del neocódigo. También incluye los fenómenos de significación, fenómenos en los
cuales la significación se le presenta al sujeto vacía y enigmática pero sabe que tiene una
significación aunque no sepa cual y eso le concierne, la paradoja es que hay plenitud de
significación en ese vacío. Por último incluye los estribillos, otro modo en que hay vacío de
significación, como los pájaros de milagro.

Fenómenos de mensaje: frases interrumpidas, términos que ubican al otro como


destinatario del mensaje pero falta la parte léxica que permitiría comprender. El punto de
interrupción de esos mensajes no es arbitrario, ya que se produce en puntos que tienen una
función específica en las relaciones código-mensaje. Se trata de esos términos índice,
shifters. Schreber habla de la compulsión a pensar, este ejemplo permite situar la pasividad
respecto al lenguaje, la posición de mártir del inconsciente, la dimensión del sufrimiento.

Esta distinción permite situar la estructura de la palabra en el fenómeno mismo, no solo


como trastorno del lenguaje sino que encuentra en el fenómeno mismo la relación con el
Otro, el psicótico mártir, testigo sufriente, siendo parasitado por lo que viene del Otro.

CASO MARRANA:

Presentación de la paciente. 3 tiempos lógicos distintos:

- Tiempo 1: Se caracteriza por la reticencia (resistencia) con la que esa paciente toma la
palabra y se dirige a Lacan. Esa paciente que estaba internada porque ya había
desarrollado un cuadro clínico de psicosis paranoica, no estaba en una buena disposición
para abrirse y dar un testimonio. Lacan insiste en la importancia de que el analista tome
una actitud distinta a la del médico psiquiatra, una sumisión completa a las posiciones
subjetivas del enfermo, es decir tratar de dar lugar a que se despliegue la subjetividad del
paciente dejando de lado la propia. Este tiempo se trataba fundamentalmente de un manejo
de la transferencia y del vínculo que permitiera que la paciente encontrara un interlocutor
distinto que no estaba ahí para juzgarla sino para escucharla.
Antes de ser internada vivía con su madre y deliraba junto con ella, con características de
un delirio persecutorio con un sentimiento de intrusión en esa intimidad de la madre y la hija.
Lacan dice que la paciente “adelantó” un insulto proveniente del amante de su vecina
intrusa, como prueba de las injurias de las que era objeto, “marrana” (chancha). Este es el
punto de llegada de la primera etapa, que le da ocasión a Lacan de intervenir.

- Tiempo 2: Lacan dice hay que evitar reconocer el mecanismo de la proyección, que le
adjudica a los psiquiatras y a los psicólogos como una respuesta común, que era la primera
hipótesis de Freud, suponer que esa paciente mujer que se cruza con un hombre connotado
por su masculinidad y virilidad y cree escuchar esa palabra que es insulto entonces tambien
sanción, en realidad es porque tal vez ella en su fantasía de deseo hacia ese hombre
querría decirle “marrano” en el sentido del insulto pero también del lenguaje del erotismo. El
camino que elige consiste en intervenir sobre el discurso mismo de la paciente. Le
pregunto entonces qué es lo que había dicho o pensado ella en el momento
inmediatamente anterior al encuentro con ese hombre, para tratar de encontrar las
referencias significantes del plano inmediatamente anterior. Se trata de hacer un
diagnóstico apelando al discurso y no a una referencia exterior o a una teoría como la de
la proyección.
La paciente “concedió” entonces que ella estaba murmurando “vengo de la
carnicería…” Esos puntos suspensivos intentan dar cuenta de esa posición subjetiva que
es la de quien se frena en el discurso. La frase demuestra funcionar como un significante,
un elemento simbólico del discurso en el cual la paciente se reconoce como sujeto de ese
significante. Es ella la que viene de la carnicería y la que pronunció la frase. Entonces, 1er
significante: vengo de la carnicería; 2do significante: marrana. Según el grafo del
deseo, vengo de la carnicería es el mensaje que queda interrumpido y marrana es el código
que permite retroactivamente la significación si funcionara bien, pero en este caso se
produce una ruptura entre esos dos términos significantes. La paciente no se reconoce
en la palabra marrana, se la adjudica al hombre y es una palabra sobrecargada de
significación que es un insulto.
Lacan presta atención a la gestualidad de la paciente. El discurso no es solamente lo que
el paciente dice sino también ese conjunto de elementos o variables que hacen a la
enunciación sirviendo como índices, en el sentido de quién lo dice, a quién, para qué, y no
lo que dice. Lo que funciona como el shifter, es decir como indicador del sujeto de la
enunciación, es la sonrisa de la paciente. Algo del cuerpo, de la relación del deseo con el
cuerpo, con el goce, está implicado en esa representación de la paciente “yo vengo de la
carnicería”, y le permite a Lacan estar seguro que la paciente como sujeto se reconoce
en ese término significante, porque eso se demuestra en acto, es ella o algo de ella lo que
viene de la carnicería, y sin embargo no queda claro el sentido de esa expresión, tampoco
sabe a quienes estaban dirigidas esas palabras ni queda determinado quién habla. La
paciente no puede advertir que el término marrana es lo que viene a responder y a
situar el sujeto de la enunciación: ¿quién viene de la carnicería? una marrana.

- Tiempo 3: Lacan subraya que eso también podría haberse explicado apelando a la
historia de esa paciente, se había separado de su marido que era de una familia de
campesinos es decir que debía tratar con animales; y a la teoría psicoanalítica como la del
cuerpo fragmentado para explicar cómo ella se cree una suerte de chancha que viene de la
carnicería donde la han cortado en pedazos. Pero lo más importante en el método analítico
es advertir que eso que tuvo lugar como coyuntura dramática en el
desencadenamiento de la psicosis se reproduce en el diálogo mismo que sostiene
paciente y analista en esa presentación, bajo laforma de una perplejidad al hecho de que
la paciente no puede explicar qué quiere decir esa frase vengo del fiambrero. No hay modo
de que la paciente pueda reconocerse en ese segundo significante que es un significante
de su ser de mujer. Esa es la prueba en acto de que el mecanismo es el de la ruptura de
la cadena significante: en el momento en que la paciente se confronta con ese hombre,
vuelve a quedar en la misma coyuntura, frente al mismo conflicto sin referencias, queda al
borde del agujero, confrontada a la pregunta hombre-mujer, matrimonio, eso que la condujo
al desencadenamiento. Ese significante, elemento simbólico, pasa a lo real y desde lo
real produce un desajuste en lo imaginario de la realidad, del cuerpo y del yo. Ese
significante que se sonoriza, marrana, queda ubicado en el imaginario del otro especular, es
él quien insultó. Tanto “vengo del fiambrero” como “marrana” no se encadenan
simbólicamente, son fenómenos elementales.

En el caso de Marrana, podría decirse que la joven se encontraba en una compensación


imaginaria con su vecina, identificada con ella de manera imaginaria y conformista, y
cuando se introduce este amante masculino, allí se rompe dicha estabilización e interviene
como un padre en lo real. El insulto que él suelta, la deja terminada como resto al final de la
cadena discursiva.

Diacronía:

La forclusión del NP supone un agujero en la estructura, pero eso no se confronta de


entrada. Una psicosis puede mantenerse estable hasta que un acontecimiento lleva al
sujeto a confrontarse con el borde del agujero, con ese defecto que existe desde siempre, y
es allí donde se produce el desencadenamiento de una psicosis.

Tiempo 0: Psicosis no desencadenada.


Tiempo 1: Desencadenamiento o prepsicosis
Tiempo 2: Psicosis clínica.
Tiempo 3: Metáfora delirante.

1. Psicosis compensada no desencadenada: Compensación de esa falla en la estructura


que supone que el sujeto no cuenta con el NP. Encontramos el mecanismo del “como si”
definido por Helene Deutsch, la dimensión significativa de la sintomatología de las
esquizofrenias, es un mecanismo de compensación imaginario del edipo ausente. No
se pueden tomar vías simbólicas entonces se recurre a identificaciones imaginarias.
Esta identificación significa que el sujeto no cuenta con la inscripción del CE. Podría
presentar algunos síntomas muy sutiles en tanto fenómenos del lenguaje.

2. Desencadenamiento y sus consecuencias: Confrontación con ese agujero, que puede


no acontecer nunca. Encontramos tres subfases:
- La coyuntura dramática, implica el momento de encrucijada en el que se pone en
juego toda la estructura, lo que lleva al encuentro con ese agujero. Retornando desde
lo real, ese un padre, viene a poner en cuestión las identificaciones imaginarias que
mantenían compensada la estructura psicótica.

La forclusión del NP no implica el desencadenamiento, este puede producirse o no a lo


largo de la vida del sujeto, es necesario que el NP sea llamado allí en el Otro donde
nunca estuvo, en oposición simbólica al sujeto, y lo que responde es el agujero. No está
forcluido del sujeto sino que no llegó nunca al lugar del Otro del sujeto, es decir que no se
ha inscrito en el Otro del sujeto. El agujero que se abre en lo simbólico hace agujero en lo
imaginario, agujerea la realidad del sujeto, y se inician en cascada los retoques del
significante que produce el desastre creciente de lo imaginario y que van en la vía de
alcanzar una nueva estabilidad entre significante y significado en la metáfora delirante.
Frente al agujero tenemos un sujeto perplejo.
Es un padre real el que convoca a responder, es necesario que ese un padre venga a
ese lugar y quiebre la relación imaginaria que sostiene al sujeto, que se sitúe en posición
tercera respecto de la pareja imaginaria. Este un padre no es el padre biológico. Es la
caída de la posición simétrica de identificación imaginaria.
Es por algo que ocurre en la vida del sujeto que se produce la coyuntura dramática.

Retoma la definición de paranoia de Kraepelin para decir que no se trata de eso ya que
contradice todos los puntos de la clínica (p.30). Lacan dirá que no es progresiva,
siempre hay brotes y rupturas y lo lleva al concepto central del desencadenamiento que
implica una crisis vital en la vida del sujeto. El momento del desencadenamiento es un
momento fecundo, disruptivo y su causa se debe a relaciones externas. No se da por
causas internas como dice Kraepelin sino que tiene que ver con una coyuntura
dramática, con una crisis vital en la vida del sujeto. El sistema delirante varía porque el
sujeto va modificándose en función del mundo exterior. Critica también la concepción
caracterológica de la paranoia.

El dispositivo analítico para el campo de las neurosis es una máquina de puesta en cuestión
de las identificaciones imaginarias. Introducir al psicótico no desencadenado en ese
dispositivo podría llevar al psicoanalista a ese lugar de un padre que ponga en cuestión las
identificaciones imaginarias que mantenían estable el mundo de ese sujeto.

- La prepsicosis, supone el primer tiempo del desencadenamiento de una psicosis, no la


psicosis compensada. La perplejidad que caracteriza el desencadenamiento es el afecto
subjetivo correlativo de la confrontación con el agujero en la estructura que deja la
forclusión del NP.

- Psicosis franca o clínica: Luego del estado de perplejidad comienzan a presentarse los
fenómenos de franja, es decir que en los bordes de la realidad algo comienza a
trastabillar, aparecen alucinaciones y el delirio. El delirio comienza a partir del momento
en que la iniciativa viene de un Otro, la iniciativa está fundada en una actividad subjetiva.
El delirio es un fenómeno elemental, mientras que la metáfora delirante es un modo
de estabilización.
Es una crítica al primer De Clerambault que suponía que el delirio era una construcción
secundaria, una respuesta de una personalidad sana a lo patógeno del fenómeno
elemental, que el delirio se apoyaba en el fenómeno elemental como una estatua en el
pedestal. Pero el delirio está en el pedestal mismo para Lacan, es primario. El delirio
como fenómeno elemental es un paso hacia la estabilización.

3. Modos de estabilización: de acuerdo a cuál es el registro que prevalece:


- Las identificaciones imaginarias que compensan el edipo ausente no son exclusivas de
ese tiempo. Hay identificaciones imaginarias que operan restableciendo la estructura
luego del desencadenamiento. Especialmente en las esquizofrenias.
- Podemos hablar de algunas operaciones en lo real. Lacan ubica algunos pasajes al acto y
algunos actos que tienen función de estabilización. Frente a la dispersión en el infinito de su
delirio que hace al sufrimiento de Schreber le opone el acto de la defecación que le permite
sentir reunirse en ese acto los elementos de su ser. Dispersión del lado del delirio y efecto
de unificación ligado a que algo se desprende del cuerpo. Allí donde la castración no se
inscribe simbólicamente es preciso que algo real se desprenda del cuerpo para
producir algo similar a aquel de la unificación propia del estadio del espejo.
- Del lado de lo simbólico, localizamos la metáfora delirante. Es la estabilización entre las
relaciones de significante y significado que se habían soltado. Es la reducción de la
dispersión del delirio a los puntos de apoyo significante mínimos que transforman ese delirio
en un axioma que puede quedar más o menos oculto. La metáfora es un trabajo de recorte.
Es la primera versión del anudamiento de los tres registros. Es el sustituto de otra metáfora,
que es la metáfora ausente (la metáfora paterna). Puede no ocurrir en todos los casos. La
metáfora delirante es una sustitución significante pero no la del NP y del falo, sino que suple
eso mediante otros elementos. Con esa sustitución el sujeto logra estabilizarse, mantener
una relación con la realidad, y en el caso de Schreber, logra volver a vivir en su casa.

Todas las fases tendrán un punto en común (se presenta para el sujeto un inconsciente del
cual él es un testigo abierto) y a su vez son diferentes. Lacan dirá que el sujeto psicótico
se encuentra por fuera del inconsciente y con una relación de exterioridad.

Caso del joven atendido por Katan: llegó justo en el momento en el que el caso viraba, es
decir en el momento del desencadenamiento, por lo que pudo describir el momento anterior
y posterior.
Prepsicosis: En este caso se trata del encuentro con el agujero que le impidió realizarse en
el tipo viril. Si no hubo el NP, lo que viene en su lugar es una identificación imaginaria que
permite que la psicosis se mantenga compensada: al igual que el amigo se entrega a la
masturbación, renuncia luego a ella inducido por este amigo y comienza a identificarse
con él en relación a la conquista de sí mismo, le gusta la misma chica que al amigo, etc.
Una disimetría quiebra esa identificación, en este caso, cuando una chica de la que se
enamoran los dos lo elige a él. Podemos ubicar aquí el un padre real.
Luego del estado de perplejidad con los fenómenos de franja en los bordes de la realidad
algo comienza a trastabillar. El paciente delira a partir del momento en que dice que su
padre lo perseguía para matarlo, robarlo y castrarlo. El delirio comienza a partir del
momento en que la iniciativa viene de un Otro.

La normalidad para Lacan es no hacerse preguntas que no tienen respuestas, no acercarse


al punto forclusivo. Los neuróticos se hicieron una pregunta, mientras que los psicóticos no
están seguros, quizás la respuesta le llegó antes que la pregunta o bien la pregunta se
formuló por sí sola.
No todo lo que retorna en lo real es disruptivo, el sujeto puede valerse de eso para
encontrar un sentido y una orientación.

Hay algunas consecuencias clínicas de la forclusión del NP que no son ubicables en


alguna de las 3 fases descriptivas, sino que son efectos que cruzan transversalmente
toda la diacrónica de la psicosis. La no operación de la metáfora paterna, la ausencia de
significación fálica y la consecuente certeza que se sigue de allí, y los trastornos del
lenguaje, puede pescarse en cualquiera de esas tres fases.
Un psicoanalista debe poder diagnosticar psicosis en el sentido de la estructura aunque no
haya desencadenamiento franco.

Fases de la psicosis en Schreber: (no está muy claro)

Desencadenamiento: Se produce ante una encrucijada biográfica. Primer brote de la


psicosis de Schreber: desde el nombramiento en 1893 hasta que se hace cargo. Al ser
nombrado y no contar con las insignias simbólicas para abordar dicho
acontecimiento lo confronta con la falla estructural. El orden de las generaciones en
nuestra cultura se da por el apellido paterno. El linaje se ordena a partir de la vía paterna.
La función del padre entonces introduce un orden simbólico en la procreación. Lacan
adjudica el desencadenamiento de Schreber a algo de este orden. Cuando es nombrado
como presidente entre hombres que hacen leyes y son mayores que él, se perturba el
orden de las generaciones: el sujeto es convocado a ocupar un lugar paterno, un lugar
para el que no tiene los resortes simbólicos para responder por la forclusión del NP.
Los fenómenos de franja en Schreber los localizamos en el crujido que escuchaba en la
pared con pausas prolongadas.
El doctor Fleshing le asegura la cura a Schreber cuando va a verlo. De este modo Fleshing
ocupa un lugar de saber y queda participando del desencadenamiento de la psicosis, y
ocupando el lugar del otro perseguidor. El lugar del analista no debe ser un lugar de saber
respecto a lo que le sucede a los pacientes ni un lugar oracular respecto de la cura.
Advierte el sentimiento de perplejidad que invade al presidente Schreber en el momento
de su prepsicosis, que coincide con el momento en que lo invade el pensamiento de ser
una mujer.

Los fenómenos del desencadenamiento:


- El milagro del alarido. Frente al agujero abierto en el otro, toda la estructura del
significante está en juego. La falta de un significante pone en juego a la estructura completa,
y se presenta puro significante.
- El llamado del socorro, emitido desde los nervios divinos que se han separado de él.
Ubica algún esbozo de significación por elemental que sea.
- Ruidos que se le imponen al sujeto como manifestaciones producidas intencionalmente
para él. Podemos ubicar la certeza como esa autorreferencia.
- Otros milagros.

Derelicción: Esto se ubica en Schreber cuando Dios lo da por muerto y deja de someterlo a
ese diálogo continuo en la lengua fundamental. Frente a ese abandono de Dios se
producen fenómenos elementales del orden del lenguaje que se producen en la vía
del retorno de la derelicción: el milagro del alarido, grito feroz que sorprende a Schreber y
sale por su boca; el llamado de socorro, una serie de ruidos que siente del exterior, etc.
A diferencia del neurótico que habita el lenguaje, el sujeto psicótico es habitado por el
lenguaje.
Cuando comienza una psicosis, se producen fenómenos de tipo imaginario. Hay un
reordenamiento de lo simbólico observable en Schreber por ejemplo con su lengua
fundamental. La palabra del delirio hace cuerpo y el sujeto responde con todo su ser.
Las frases interrumpidas es otro fenómeno de la psicosis.
El delirio concluye cuando Schreber se siente llamado a redimir el mundo y a devolverle a
este la beatitud perdida. Lo esencial de su misión va a ser redentora cumpliendo la
transformación en mujer. Plantea que se trata de una necesidad inscrita en el orden del
universo. Cuando el delirio alcanza esta forma y Schreber acepta ser fecundado por
Dios se detienen los fenómenos invasivos. Esta modalidad delirante adquiere la función
de metáfora acotando lo ilimitado del goce invasivo de la psicosis.
Ser la mujer de Dios nombra, reorganiza las significaciones, marca un rumbo. El es la
mujer de Dios y en tanto tal va a engendrar una nueva raza, lo que suple la operatoria del
Nombre del Padre. Este ordena, nos da una carretera principal, agrupa y polariza las
significaciones. La carretera principal arma y ordena la realidad.

Consecuencias clínicas de la forclusión del NP:


Las consecuencias de la metáfora paterna se dan en distintos planos, por lo que las
consecuencias clínicas de la forclusión del NP se dará en esos mismos: en el orden del
significante, del significado, del deseo y del goce.

Plano del significante: El significante que retorna en lo real, fuera del sistema simbólico.
Fenómenos elementales: fenómenos de automatismos mentales. El estudio que había
hecho De Clerambault era muy próximo a un análisis estructural, de algún modo describía el
significante en lo real, ya que el automatismo mental irrumpe como elementos que
toman autonomía con respecto al sujeto, este no se reconoce como agente de esos
elementos del lenguaje que se le imponen.
Lo parasitario del lenguaje es algo sufrido por el sujeto, sin embargo puede ser que un
retiro de esta presentificación del significante resulte igualmente insostenible para el
sujeto, a este fenómeno de que el Otro del lenguaje se retire y deje de hablarle al sujeto
en la psicosis Lacan lo llama derelicción, abandono en un sentido determinante, ser
arrojado por el Otro. El significante se ha callado en el sujeto, y esto produce un brutal e
indecible vacío en el sujeto, el sujeto queda suspendido en su ser. Frente al abandono
hay una recuperación en la vía del fenómeno elemental, que asegura al sujeto de no
quedar totalmente por fuera del significante, se presenta como una salida y un intento de
respuesta, como una función restitutiva.

El eco del pensamiento es un ejemplo del significante en lo real, ya que aparece bajo la
forma de pensamientos que el sujeto no reconoce haber pensado o que le han sido
sustraídos, o como algo que se repite sin que él lo quiera. No es una alucinación
estrictamente, pero el sujeto lo sirve de forma pasiva no tematizada.

Asociado con el fenómeno de la certeza que se impone. Lo que relativiza a un significante


es que pueda remitir a otro. Cuando un significante se aísla, se torna absoluto. La
ajenidad se presta a lo persecutorio. El significante que funciona no articulado tiene ese
efecto de ajenidad y de certeza donde el sujeto queda concernido por ese significante sin
poder articularlo o remitir a otro.

Aparición de neologismos por su forma y por su uso. Lo que le da la característica de


neológica a una palabra tiene que ver con que la significación de esas palabras no se
agotan en la remisión a una significación. Son significantes que se diferencian por tener un
peso particular en el discurso y un carácter no dialectizable. Distingue dos tipos de
fenómenos donde se dibuja el neologismo: la intuición delirante, que será el fenómeno
pleno que tiene un carácter colmante, y la forma que adquiere la significación cuando ya no
refiere a nada, llamada en oposición a la palabra, el estribillo. Ambas formas detienen la
significación, algunas palabras se remiten a sí mismas lo que vuelve a esa significación
irreductible. El sujeto permanece cautivo por esa significación que en sí misma pesa. El
neologismo da cuenta de una perspectiva clínica y estructural donde se verifica la no
inscripción del significante del Nombre del Padre. Por otro lado, ciertos significantes
neológicos tienen la función de organizar el delirio.

La ajenidad está en estrecha conexión con la alucinación psicótica, que es un modo en


que retornan los significantes en lo real. Descubrimiento de Séglas, en el momento en que
un paciente decía estar escuchando voces, realizaba un movimiento fonatorio a veces
esbozado. La alucinación verbal no pasaba tanto por los sentidos como por la propia
articulación del lenguaje. Concierne a la relación del sujeto con un lenguaje que aunque
él articule no se puede reconocer en él como su agente. Y está causada porque hay
significante en lo real.

Plano del significado:


El significante en lo real puede aparecer como vaciado en los primeros momentos, pero
también puede generar un efecto de una significación no dialectizable, enigmática y
personal, a través del delirio. El sujeto se ve confrontado con ciertas cuestiones que él vive
cargadas de significación aunque no puede explicar cuál. Tiene la certeza de que eso
quiere decir algo.
Ausencia de dialectización de las significaciones: una significación no remite a otra,
como consecuencia de la ausencia de la significación fálica. La significación fálica
permitía significar como falta ese agujero producido por la acción del lenguaje y poder
introducirlo en un sistema de sustituciones posibles.

Plano del deseo:


¿Qué puede ser un deseo que no está sostenido en el NP? ¿Cómo el sujeto psicótico
puede arreglárselas para resolver el problema que se le plantea en torno al deseo?

Kraepelin en la demencia precoz destacó los trastornos de la voluntad y de la afectividad.


Freud leyó este fenómeno con el momento del sepultamiento del mundo de Schreber, que
para explicarlo explica primero qué es el mundo, la realidad de cada quién. El mundo son
los objetos que el sujeto inviste libidinalmente. Por tanto el mundo se ha sepultado,
ya que por el conflicto que se ha generado, ha desprendido las investiduras
libidinales de los objetos de su mundo. Para Freud es la retracción de la libido que
atenta contra el deseo. El modo en que el psicótico puede tratar de resolver esto es que el
sujeto pueda reconstruir de alguna manera el mundo, así interpreta el delirio como un
intento de curación, y reconstruir el mundo es reconstruir algo del deseo, poder
volver a investir los objetos y reconectarse en el sentido libidinal. Permiten al sujeto
reordenar algo en el plano de un deseo que no está sostenido edípicamente. En Schreber
el deseo se sostiene asintóticamente, en ser la mujer de Dios.
La función que adopta el objeto a en la psicosis, en vez de operar causando el deseo, el
riesgo es que irrumpa como presencia bajo la forma de la voz y de la mirada. Estos
objetos deberían estar extraídos, ya que esto permite que el sujeto lo busque en el mundo.

Plano del goce:


El NP introduce una regulación y localización del goce. En la psicosis el goce aparece
como un desborde, un exceso. Lo podemos ejemplificar con el término voluptuosidad de
Schreber, que emerge en un primer momento sin límites, que no lo vive como una situación
grata sino como algo desbordante e invasivo. Encuentra dos momentos, el primero lo vive
de manera amenazante y perturbadora en donde rechaza la transformación en mujer, hasta
que encuentra una solución que pone un límite en el infinito, un autotratamiento, que es
transformarse en la mujer de Dios de manera asintótica.

Frente a estos problemas del sujeto psicótico, este puede encontrar una solución, por lo que
también podemos considerar estas soluciones como consecuencias de la forclusión
del NP, que no estarán sostenidas en el NP sino que serán singulares, invenciones.
La función diagnóstica es la que nos permite orientarnos en la lógica de la estructura.

NUDOS DE LAS PSICOSIS, SÍNTOMA Y SINTHOME

Esquemas de los nudos:


https://drive.google.com/file/d/1Nfx_PMrAKvaxm58j8icbfXqO681jcG4C/view

En Lacan están distinguidos desde el inicio de su enseñanza los tres registros: imaginario,
simbólico y real. El ser hablante está constituido como un nudo entre estos tres registros.
Nudo borromeo: compuesto por tres redondeles de manera tal que ninguno pasa por el
agujero del otro. La lógica del anudamiento entre los tres registros es una lógica que tiene
como punto de partida el 3, la terceridad, no hay posibilidad de que 2 se anuden de esa
manera.

Nudo del instinto: entrelazamiento o interpenetración entre el registro imaginario y el real.


Cada uno de ellos pasa por el aguero del otro. El instinto funciona como un patrón
comportamental, un saber que está inscripto en lo real del cuerpo cuyo funcionamiento se
desencadena a partir del encuentro con imágenes. Desemboca en la finalidad de la
autoconservación, es decir la defensa o el ataque, o en la conservación de la especie, la
copulación. El lenguaje animal es un lenguaje de signos, comunicacional, utilitario al servicio
del instinto.

Hacia el nudo del ser hablante: el instinto en tanto tal está perdido, quedan restos
perturbados. En un momento mítico del sujeto por venir al mundo el imaginario y el real
anudados anteriormente se sueltan. El ser hablante nace prematuro y eso hace que no
pueda servirse de ningún saber hacer para preservar su vida y la de su especie. Se agrega
el registro simbólico, un lenguaje que en sí mismo no tiene ninguna finalidad, sólo cumple
una función de comunicación cuando se anudan los registros. No se sabe si primero se
perdió el instinto o si primero entró el lenguaje. No hay nada parecido a una unidad en este
tiempo mítico, en Freud es el tiempo del autoerotismo donde prevalece la fragmentación.
Esos tres registros en el ser hablante van a tender a anudarse borromeanamente, pero ese
intento de anudamiento borromeo siempre va a fallar, hay algún lapsus del nudo. A
nivel estructural al ser le falta el ser. Lapsus remite al inconsciente, a la equivocación, y a la
vez es un error en la confección del nudo. La distinción fundamental entre neurosis y
psicosis a nivel del nudo borromeo consiste en el tipo de lapsus. La estructura es el
nudo: una estructura es un aparato de combinación de elementos, y lo que determina esa
estructura es la cantidad de elementos que la constituyen, el tipo de elementos y las reglas
de sus combinaciones. Una estructura subjetiva como la psicosis es una estructura
nodal en la cual encontramos siempre un lapsus en el nudo borromeo. Si hay un
lapsus se pierde la propiedad borromea para siempre.
La característica fundamental de la estructura psicótica se trata de un anudamiento
no borromeo, en los que hay interpenetración entre registros, mientras que en la
estructura neurótica encontramos otro tipo de lapsus que van a hacer dos lapsus
entre dos mismos registros que hace que se suelten los tres registros y entonces se
pueda mantener el nudo borromeo.

Distintos tipos de psicosis a partir de los distintos lapsus:

- Nudo en la esquizofrenia: lapsus entre simbólico y real que hace que el imaginario
tienda a soltarse. Si no hay nada que repare ese lapsus del nudo, entonces se va a
desencadenar la psicosis. El registro imaginario se caracteriza por la consistencia, lo que
une y mantiene juntos los registros, como planteaba en el estadio del espejo propone una
anticipación de unidad a través de la imagen. Esa función de unificación es lo que se
pierde en la esquizofrenia cuando se desencadena. Los efectos clínicos son de
fragmentación del cuerpo, fenómenos y lenguaje de órgano según Freud; y a nivel del
lenguaje se pierde la unidad del lenguaje, hay un efecto de desencadenamiento de los
significantes relacionado con la ausencia de la carretera principal, significantes
sueltos. También efectos de interpenetración entre simbólico y real, presencia de
significantes en lo real y la significación se vuelve enigmática porque falta lo imaginario
abrochando el campo del sentido.

- Nudo en la parafrenia: lapsus entre simbólico e imaginario que hace que se suelte lo
real. No hay pérdida de la unidad. Es un tipo de psicosis que puede confundirse fácilmente
con la histeria. Cuando está desencadenada encontramos una metonimia incesante en el
campo del semblante donde nada lo anuda. Lo real es lo que le da consistencia al orden
lógico, lo que vuelve siempre al mismo lugar, y eso es lo que falta en el decir de la
parafrenia.

- Nudo de la psicosis maníaco-depresiva: lapsus entre imaginario y real cuya


consecuencia es el soltamiento del registro simbólico. Una vez que se suelta el registro
simbólico podemos distinguir dos posibilidades: una que da cuenta de la manía y otra de la
melancolía. Para ello nos servimos de la posibilidad de pensar giros en cada uno de los
registros o redondeles del nudo. Puede ocurrir que lo imaginario arrase lo real y se
imponga sobre él o que lo real arrase y se imponga sobre lo imaginario. En el primer
caso tenemos la manía, que puede ser un momento o puede haber una permanencia, lo
mismo ocurre con la melancolía en el segundo caso.
La manía se caracteriza por la prevalencia de la imagen narcisista, donde el maníaco es un
puro imaginario que arrasa sobre lo real del objeto. Se pierde el anclaje del objeto.
La melancolía se caracteriza por el arrasamiento de lo imaginario por lo real, identificación
del melancólico con el objeto como resto.

- Nudo en la paranoia: no se confecciona a partir de un lapsus, sino de cortes y


empalmes. Nos queda el trébol paranoico que es una continuidad entre los tres
registros, plantea una equivalencia entre paranoia y personalidad, no se distingue el delirio
del ser del sujeto. La paranoia es una estructura que se despliega insidiosamente desde
temprano para evitar el encuentro con el lapsus del nudo. Se plantea con una fuerte
consistencia que se pone al resguardo del desencadenamiento.

El nudo borromeo que enlaza los tres registros le permite a Lacan elaborar una clínica de
las suplencias. En dicho anudamiento los redondeles se anudan de no anudarse, es decir
se mantienen anudados sin que ninguno de ellos pase por el agujero del otro, sin que haya
interpenetración.
El sinthome es una noción que Lacan introduce en el Seminario 23 y se diferencia de dos
versiones previas del síntoma: el síntoma definido como una metáfora, pensado como la
sustitución de un significante por otro donde predomina la dimensión simbólica-imaginaria; y
también del síntoma definido como una letra de goce, donde enfatizamos su dimensión de
satisfacción donde predomina la dimensión simbólica-real. El sinthome no es simbólico,
imaginario ni real, sino un cuarto redondel que permite que esos tres se mantengan
anudados y se puedan diferenciar y hereda la función de la nominación, que podía ser
imaginaria (inhibición), simbólica (síntoma) y real (angustia).
La noción de sinthome resulta inseparable del lapsus del nudo, es un modo de suplir
un desanudamiento del nudo. Es la reparación que se produce en el punto mismo en
que se produjo el lapsus, dando como resultado que los eslabones no sean
equivalentes. Si el nudo se repara en otro de los puntos de cruce y no en donde se
produjo el lapsus el resultado es la equivalencia entre los redondeles.

En el punto en el cual los tres registros se sueltan ubicamos el no hay relación sexual.
Esto es equivalente al hecho de que el nudo falla de modo tal que real, imaginario y
simbólico no pueden enlazarse entre sí. El sinthome viene a suplir ese no hay relación
sexual. Si hay sinthome no hay equivalencia y “hay” relación sexual.

Existe este lapsus estructural del ser hablante que hace que el nudo siempre esté mal
hecho en algún punto. Es el tipo de lapsus fundante de la estructura el que permitirá
distinguir estructuralmente a la psicosis de la neurosis.

CASO JOYCE

Muestra un modo de suplir un desanudamiento del nudo. Lacan dice que Joyce tiene un
síntoma que parte del hecho de que su padre era radicalmente carente: verwerfung de
hecho, el hecho de que su padre no ha sido para él un padre. Partiendo del nudo de tres
Lacan escribe esa carencia paterna como un lapsus del nudo que ubica entre la cuerda
de lo real y de lo simbólico, de modo tal que lo simbólico pasa por encima de lo real en
lugar de pasar por debajo y de esto resultan dos consecuencias: 1. lo imaginario se
suelta, Joyce deja caer la relación con su propio cuerpo en la escena de la paliza; 2. lo
simbólico y lo real quedan interpenetrados, pasan por el agujero, da cuenta de esto a
partir de las palabras impuestas en Joyce, que tienen una relación con las epifanías.
No se produce un desencadenamiento franco.

Debemos diferenciar el síntoma, eso que se le impone a nivel del lenguaje, con eso que
joyce hace con la palabra que se le impone. Lo que hace con eso tiene que ver con el
artificio, con su saber hacer, la respuesta que elabora frente al síntoma, es decir su
sinthome. Ubicamos el sinthome como el tratamiento del síntoma: el deseo de ser un
gran artista, hacerse un nombre a través de su arte. Ese sinthome puede llevar el nombre
de ego. El sinthome de Joyce no corrige la interpenetración de simbólico y real, porque eso
tiene que ver con el nudo fundante de la estructura, pero el ego permite que lo imaginario
no se suelte. La escritura de Joyce dará cuenta de esa interpenetración.

Mantenía una relación peculiar con tres dimensiones del Otro: la nación irlandesa, la lengua
inglesa y la religión católica. Establece un punto de ruptura con el Otro que lo lleva a Lacan
a plantearlo como un desabonado del inconsciente. Joyce se reengancha con el Otro a
partir de la escritura, que le permite un modo de anclaje.

Relación sexual con su mujer Nora, “aunque sabemos que no la hay”. Hay una
complementariedad que permite ubicar a Nora también en una función de sinthome.
Relación con su hija Lucía. Joyce le atribuye a ella algo que está en la prolongación de su
síntoma, comparte algo de la relación del lenguaje en el sentido que algo se le impone a
ambos. A nivel del sinthome, Joyce tiene un saber hacer con eso que lo diferencia de su
hija. De cualquier manera no puede marcarse una dimensión tan tajante entre el síntoma y
el sinthome.

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