Segundo Conjunto Temático - RESUMEN
Segundo Conjunto Temático - RESUMEN
Segundo Conjunto Temático - RESUMEN
Primer momento (1885). Época de la teoría del trauma realmente acontecido en dos
tiempos: un primer tiempo en relación a lo sexual en la infancia, y un segundo tiempo en la
pubertad que resignifica la primera marca.
- Manuscrito h
- Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa
Mujer de 30 años que vivía con sus hermanos, alquilan la habitación a un viajero. Las
hermanas se lamentaban de la ausencia del viajero y la doncella cuenta que un día él le
puso el pene en la mano. 3 desencadenamientos de esto: primero lo cuenta como si nada,
después lo desconoce y después desarrolla un delirio de ser notada. 3 Hipótesis de Freud:
que algo de esta escena le genera un malestar o tipo de reproche, por esto la reprime
adrede y el último es el propósito de olvidar es decir poner afuera el malestar. No divide
representación y afecto sino que proyecta ambas al exterior.
Acontece una retracción libidinal hacia el punto de fijación en tanto no se halla otra
vía de tramitación. Se trata de fundar la distinción y el desenlace de los síntomas por
medio de unas diferencias respecto de la predisposición o fijación.
A diferencia de la represión neurótica, en la psicosis, la represión produce una
cancelación de la colocación objetal de la libido. Lo propio de la defensa psicótica es
retirar la libido de los objetos para cancelar la posición objetal de la libido,
regresando al narcisismo. La libido que cae bajo la acción de la represión psicótica deja
de ser libido objetal y se convierte nuevamente en libido narcisista. En la neurosis eso no
ocurre. La represión psicótica cancela el amor y el deseo, la libido también abandona los
objetos, que la recluye en la fantasía (introversión). Pero la libido sigue invistiendo objetos
que no son el yo, sigue colocada en el campo objetal. La libido libre en el campo objetal
está relacionada con la angustia, pero en el campo narcisista está relacionado con la
hipocondría. En la neurosis se aparta un deseo de la conciencia pero ese deseo sigue
existiendo en el inconsciente y produce efectos, porque el deseo supone el investimiento de
la libido en el campo objetal aunque sea de modo inconsciente.
Freud hace comparecer al sujeto ante su síntoma, ante su propia división. El sujeto hace la
experiencia de lo indecible de esa experiencia. Se encuentra con su existencia deseante
más allá de toda representación,y ahí es donde se pone en juego la transferencia. Hay
sujetos que responden de manera diferente, porque en ciertas entidades el sujeto no
soporta de la misma manera esa interpretación en su división. La experiencia repetida de
ese fracaso le brinda un saber en la práctica pero falta todavía dar cuenta en la teoría, en el
mecanismo.
Tercer momento (1924): Pregunta por el mecanismo que no termina por responder.
- Neurosis y psicosis.
- Pérdida de realidad de la neurosis y la psicosis.
Articulado a la representación espacial del aparato anímico en su articulación entre yo,
ello y superyó, la noción de conflicto y de realidad. Se trata de una representación de
espacios que conforman el aparato anímico.
Tanto neurosis como psicosis tienen una etiología en común: la frustración que es el no
cumplimiento de los deseos de la infancia, y pone en marcha la defensa. Frente a la
frustración, el desenlace de la enfermedad va a depender de lo que haga el yo con el
conflicto. Entre psicosis y neurosis va a depender de si el yo permanece fiel al mundo
exterior y entonces procura sujetar al ello (neurosis), o si el yo es avasallado por el
ello y se deja arrancar de la realidad (psicosis).
La neurosis y la psicosis se diferencian más en la primera reacción que en la segunda. En el
2do paso de la neurosis se evita a modo dividido un fragmento de la realidad, se afloja el
nexo, mientras en la psicosis se genera la fase de reconstrucción. En el 1er paso en la
neurosis hay una obediencia inicial, no desmiente la realidad sino que se limita a no querer
saber nada de ello mientras que en la psicosis hay una huida, la psicosis la desmiente y
procura sustituirla.
Lo normal sería una conducta que reúna determinados rasgos de ambas reacciones.
Lo cancelado adentro retorna desde afuera, lo cual retoma Lacan para entender como
aquello rechazado en lo simbólico retorna en lo real y se impone desde afuera de un modo
intrusivo.
Freud distingue tres instancias del yo que muestran cómo se diferencian el adentro y
el afuera:
- Yo realidad inicial, que podemos hacer coincidir con la inscripción de los signos
perceptivos como aquello que traduce la pura cantidad en una marca que funda el
aparato psíquico. Es previo al dominio del principio del placer, en el cual algo se incorpora
y algo se expulsa. La oposición entre yo y no yo, osea entre el sujeto y el objeto, se impone
tempranamente al individuo, a través de la experiencia de que puede acallar los estímulos
exteriores mediante una acción muscular pero está indefenso frente a los estímulos
pulsionales. Por acción del otro, frente al desamparo del cachorro humano, le permite hacer
esta distinción que produce un resto ajeno, que es condición de la instauración del principio
del placer. Es decir que el principio de placer depende del otro de los primeros cuidados.
- Yo placer purificado, en relación a la instauración del principio del placer que
coincide con las huellas mnémicas o representación cosa, es decir lo que constituye
el inconsciente. Se trata de la inscripción de la marca del objeto como perdido. Para
que se instale el principio de placer, como todo lo que queda por dentro el displacer y el
placer lo que es expulsado al exterior, es necesario que se hayan perdido objetos que antes
procuraron una satisfacción.
- Yo realidad definitivo, que coincide con la inscripción de la representación palabra,
lo consiente. Se ocupa del nexo con la realidad objetiva, permite instaurar el examen de
realidad a partir de la pérdida de estos objetos. Su función es distinguir un adentro y un
afuera, entre lo representado por el yo y lo que está allí afuera en la realidad objetiva.
La negación
Freud se interroga sobre la función del juicio al que le supone dos operaciones, que
permiten constituir el yo, la realidad como mundo exterior y la diferencia entre el
interior y el exterior:
- Juicio de atribución: atribuir o desatribuir una propiedad a una cosa pasible de ser
conocida, que se realiza en lenguaje pulsional, tiene que ver con el principio de placer. Está
relacionado con la operación de introyección/expulsión (el yo placer originario quiere
introyectarse lo bueno y arrojar por fuera de sí todo lo malo). El adentro y el afuera se
constituye respecto de esa atribución de esa afirmación o de esa distribución.
- Juicio de existencia: admitir o impugnar la existencia de un objeto que está representado
en la realidad, por fuera del psiquismo. Atañe al yo realidad definitivo. Se trata de que algo
presente como representación dentro del yo pueda ser reencontrado en la percepción o
realidad. Para que ese objeto sea encontrado afuera tiene que ser representado en el
psiquismo. Por eso el objeto es reencontrado en el afuera. Distingue lo no real de lo real (en
términos de realidad exterior).
De este modo y por la economía libidinal de un sujeto se constituye la realidad como una
trama de representaciones e imágenes y un nexo con la realidad que se soporta del
principio de placer pero que da lugar al principio de realidad y al examen de realidad.
El fin del examen de realidad es reencontrar en la percepción objetiva un objeto que
corresponde a lo representado en el psiquismo. La realidad es pensada por Freud en
relación con la pérdida original que funda el yo placer a partir del yo realidad
originario. Si hay pérdida y hay inscripción de falta del objeto luego habrá rodeo por
la realidad reencontrando ese objeto. La realidad, el yo, el cuerpo, se constituyen y
sostienen porque algo se ha perdido y porque esa pérdida ha sido inscripta en
términos de representaciones. Si la marca que deja la pura cantidad como fundante del
psiquismo no es traducida por el otro de los primeros cuidados no se inagura la lógica
placer displacer, ese resto no es nombrado en términos de pérdida y no se constituyen los
bordes del adentro, el afuera, el cuerpo, el icc y el armado de la realidad.
Rasgos que comparten la melancolía y el duelo: una desazón profundamente dolida, una
cancelación del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar y la
inhibición de toda productividad. Hay un rasgo que no se presenta en el duelo y si en la
melancolía: una rebaja en el sentimiento de sí, que se exterioriza en autorreproches y
auto denigraciones y se extrema hasta una delirante expectativa de castigo. En el duelo
falta la perturbación del sentimiento de sí, lo cual se localiza en la melancolía y apunta
también a la perturbación del sentimiento de la vida. Lacan se refiere a un desorden
provocado en la juntura más íntima del sentimiento de la vida en el sujeto, es decir no
cuenta con la significación fálica que es la que da un sentido a la vida.
Si en el duelo podría explicar la inhibición que se presentaba mediante la absorción del yo,
la inhibición melancólica impresiona como algo enigmático porque no se acerta haber lo
que absorbe al enfermo. Destaca la extraordinaria rebaja en su sentimiento yoico y un
enorme empobrecimiento del yo. La diferencia radica en que en el duelo el mundo se
hizo pobre y vacío, en la melancolía eso mismo le ocurre al yo. Freud lo llama un
delirio de insignificancia, que se acompaña por insomnio, rechazo por la comida y un
desfallecimiento en extremo asombroso psicológicamente de la pulsión de vida.
Pareciera que el melancólico en esos autoreproches captara la verdad con más claridad
que otros que no son melancólicos. Es como si faltara cierto velo y muestra esa verdad de
un modo más descarnado. Se pregunta por qué tendría que enfermarse para llegar a una
verdad de este tipo? Esto permite indicar cómo la psicosis revela algo de la estructura
que se presenta sin velo.
Al melancólico le falta la vergüenza en presencia de los otros. Lo caracteriza una acuciante
franqueza que se complace en el desnudamiento de sí mismo, sin los ropajes que aporta la
imagen y que permite armar ese velo y recubrir ese objeto. El melancólico perdió el respeto
por sí mismo, hay una pérdida del objeto que se muda en una pérdida del yo. Sitúa los
autoreproches como reproches contra un objeto de amor que desde el objeto de
amor rebotaron sobre el propio yo. Todo lo denigrante que se dicen sobre sí mismos en
realidad lo dicen de otros. Frente a la pérdida de objeto no se produce el quite de la
libido y el desplazamiento a otro objeto. El mecanismo de la melancolía es una
identificación regresiva. La investidura de objeto era poco resistente, esta fue cancelada y la
libido que quedó libre no se desplazó a otro objeto sino que se retiró sobre el yo. Se
produce así una identificación del yo con ese objeto resignado: “la sombra del objeto
cayó sobre el yo”. El objeto probó ser más poderoso que el yo mismo. Hay una
elección narcisista de objeto, hay una regresión desde la elección narcisista de
objeto hasta el narcisismo. Se renuncia al campo objetal pero no al objeto particular
que está en juego. La única manera de conservar un objeto de amor cuando se abandona
la colocación objetal es incorporarlo y conservarlo en el yo. La melancolía es lo contrario
del duelo, en donde se resigna un objeto de amor particular pero no se abandona la
colocación objetal. El objeto no se pierde, se introyecta por identificación narcisista.
Es posible separar la melancolía del resto de las psicosis. A partir de una pérdida el sujeto
se dirige a sí con feroces acusaciones, se relaciona con la culpa, que no puede ser pensada
con el mismo estatuto que en la neurosis obsesiva, en donde reconduce esa culpabilidad en
relación al padre, prohibidor del goce en la infancia. En este caso la culpa remite a la
ambivalencia amor-odio frente al objeto, aun cuando el duelo sea patológico. Encontramos
fenómenos de mortificación, se injurian constantemente, el sujeto asume la culpa,
mientras que en la paranoia eso está volcado en el otro. La pérdida del objeto de amor
es una ocasión privilegiada para que salga a la luz la ambivalencia amor-odio. Si el amor
por el objeto no puede resignarse y se va a refugiar en la identificación narcisista, el odio se
va a dirigir a ese objeto sustitutivo y es a partir de allí que lo insulta, lo denigra.
Lacan retoma los textos freudianos y aborda el duelo, la melancolía y la manía a partir de la
conceptualización del objeto a
Hay una diferencia radical entre la melancolía y el duelo, y esa diferencia puede concebirse
si podemos distinguir el objeto a, real, de i(a), imagen especular, objeto imaginario del
narcisismo especular. El objeto a cubierto por los paréntesis indica que el objeto a está
velado. Del lado del duelo ubicamos el i(a) y del lado de la melancolía y la manía al a
Lacan se refiere a la melancolía situando como el proceso que se edifica de otro modo.
Diacronía:
La primera enfermedad que Schreber desencadena es a sus 42 años, este
desencadenamiento tardío es uno de los factores que lleva a diagnosticar como paranoia.
Es candidato al parlamento, pierde y es internado con ideas hipocondríacas. Es tratado por
el Dr. Flechsig y es curado. Esta enfermedad transcurre sin incidentes que rozaran lo
sobrenatural.
Su segunda enfermedad es a los 51 años cuando es nombrado presidente de la corte
suprema de Dresde. En el medio dice que tiene 8 años de felicidad ininterrumpida salvo
por la perturbación de no tener hijos. Aparecen dos fenónemos que dan cuenta que algo
se desencadenó a partir del nombramiento como presidente: los sueños de que vuelve la
enfermedad y la fantasía de duermevela (“que bello sería ser una mujer en el momento
del acoplamiento”) que se le imponen. Cuando asume el cargo aparece insomnio, crujido,
ruido y perplejidad. Lo sorprende la elocuencia sobresaliente del Dr. Flechsig que le
promete que lo va a curar y Schreber empeora. Entre la elocuencia sobresaliente, la
posición de saber del médico que le garantiza la cura, y la duda que interpreta Schreber
de que no pudo mirarlo más a los ojos, se determina el papel que va a cumplir Flechsig:
el principal perseguidor de su delirio persecutorio. Tiene un delirio persecutorio de
índole sexual: quieren entregar su cuerpo transformado en mujer para que abusen
sexualmente de él y luego lo dejen plantado. Tiene varios intentos de suicidio. Se lo traslada
a otra clínica y finalmente a la de Weber donde se produce la estabilización en donde hay
un cambio del perseguidor de Fleshing a Dios, que aunque al principio trae un
empeoramiento es el principio de solución del conflicto. Schreber termina de estabilizarse
en su delirio una vez que escribe las memorias. Se pasa de un delirio de persecusión a
un delirio de grandeza: ser la mujer de Dios. Dice que el mundo se ha terminado y
para repoblarlo, un hombre tiene que ser transformado en mujer en el trato por Dios
para ser fecundado por él. Schreber empieza a ver signos de feminización en su cuerpo.
Aquello que le generaba rechazo ahora es aceptado porque responde al orden cósmico y es
necesario ya que el mundo desaparece. Entre volverse loco o volverse mujer decide
volverse mujer. Ofrece a la ciencia que examinen su cuerpo para ver si tiene órganos
femeninos. Ejerce una presión en su pecho mientras piensa en algo femenino para obtener
la voluptuosidad porque todo lo femenino actúa atrayendo a Dios. Es Dios quien exige un
goce permanente dice, su tarea es proporcionarselo.
Las razones por las que Freud toma ese material clínico:
Elige este material porque “el paranoico tiene la peculiaridad de traslucir aquello que los
neuróticos esconden como secreto”. Marca una diferencia entre la paranoia y la neurosis,
en relación a los mecanismos psíquicos. Aquello que permanece velado en la neurosis
lo vemos desvelado en el fenómeno de la alucinación verbal por ejemplo.
Freud se pregunta si su teoría y conceptualización sobre la psicosis apoyada en las
memorias no es incluso más delirante que las memorias mismas, o si esas verdad
contienen más verdad que lo que muchos querrían admitir. Esta posición ética refleja por
qué toma este material. Lacan dice que Freud hace de las memorias un texto freudiano
porque introduce en él, el sujeto en tanto tal, lo que significa no valorar al loco desde el
punto de vista del déficit, porque no hay nada en las memorias parecido a eso, sino que hay
verdades que apuntan al sujeto.
Parte de dos hilos lógicos para entender las transformaciones del delirio de Schreber:
la esmaculación o transformación en mujer y la relación con Dios.
La transformación a partir de la cual Schreber pasa a tener una misión redentora que
permite la reconciliación con la transformación en mujer y una posición en donde deja de
ser la mujerzuela de Fleshing y pasa a ser la mujer de Dios, permite a Freud ubicar en este
la importancia de la emasculación en mujer, trata de cómo se manifiesta el goce en el
cuerpo. Esto marca una diferencia con la psiquiatría, porque esta entendía que la
emasculación era un medio para un fin, mientras que Freud afirma que es en realidad un
punto de partida, porque está antes del estallido delirante en las fantasías de duermevela,
atraviesa ambas transformaciones del delirio, en el delirio persecutorio aparece como la
transformación en mujer contraria al orden del universo vivida como ultrajante y hostil, y en
el delirio de grandeza donde la emasculación es aceptada acorde al orden del universo para
engendrar una nueva raza, y persiste luego de su restablecimiento.
Mientras el delirio persecutorio se presenta como algo que desencadena la estructura y
que trae padecimiento, el delirio mesianico implica un viraje que se presenta como
estabilizador, como solución, apacigua los fenómenos del goce desregulado. Freud lo
plantea como una solución asintótica, que tiende al infinito, acontecerá en algún
momento. Ser la mujer de Dios marca un borde, un límite temporal al localizar la
transformación en mujer a un futuro posible, y un límite espacial al estar interceptado por
las voces y los milagros todo el día que pasan a acostarse a dos horas por día donde cultiva
la voluptuosidad, a los fenómenos de goce desregulado.
En términos de Lacan, ser la mujer de Dios nombra, reorganiza las significaciones,
marca un rumbo. Él es la mujer de Dios y en tanto tal va a engendrar una nueva raza, lo
que suple la operatoria del Nombre del Padre. Este ordena, nos da una carretera
principal, agrupa y polariza las significaciones. La carretera principal arma y ordena la
realidad.
En cuanto a la relación a Dios, toma las vicisitudes del lazo al otro y cómo el goce se
juega en el campo del otro. Freud cada vez que habla de la misma, habla del padre. La
relación a Dios es extraña porque comporta por un lado veneración y temor y por otro lado
la burla. Esto último ubica a Schreber en un lugar de excepción, porque es el único
permitido a esto. Schreber dice que Dios es ridículo y pueril y que no sabe tratar con los
vivos por tratar con los difuntos, y esa ignorancia y tontera provoca por un lado que quede
entrampado a Schreber, se trata de la unión nerviosa a un ser vivo contraria al orden del
universo, y por otro lado que martirice a Schreber con los milagros y las voces. No solo Dios
lo insulta e injuria vía las voces, sino que el mismo Schreber tiene la tarea de ser el burlador
de Dios. Respecto al fenómeno de la bienaventuranza, que es el continuo gozar en la
unión con Dios, no porque él lo desee sino que Dios mismo exige el cultivo de la
voluptuosidad. Se sexualiza el lazo a Dios.
Estamos en el terreno del complejo paterno, que se resuelve de diferente modo: si en la
neurosis el padre interviene perturbando el goce, en la psicosis este aparece exigiendolo..
Este Dios padre no se trata del padre muerto que en tanto símbolo se erige como interdictor
de la ley, no castra ni resta goce ni prohíbe la satisfacción autoerótica e incestuosa. El dios
de Schreber se comporta como el padre vivo de la horda primitiva, que exige el goce
sexual y el cultivo de un goce ininterrumpido en la voluptuosidad, es un padre gozador en
tanto empuja al goce. La solución delirante de Schreber frente a este padre que no opera
como agente de la castración es inventarse el ser la mujer de Dios, que limita y ordena
ese goce desregulado. Aquello que daría fin al complejo, la amenaza de castración que en
la neurosis provoca la salida, en el delirio de Schreber se traspuso su contenido, la
emasculación, a la fantasía de transformación en mujer. La emasculación a los fines
redentores es una forma de inscribir algo de la castración.
Respecto al padre real de Schreber, fue un importante médico en su época, cuya obra
escrita influyó en su época y trascendió en su muerte, con varios textos dedicados a la
educación de los hijos, a las prácticas de control y obediencia a las que debían atenerse
para alcanzar una formación mental y física correcta, es decir que uno de sus objetivos era
moldear una nueva raza de jóvenes fuertes y obedientes. Disciplina, obediencia y una rutina
de premios y castigos estaba en los primeros mandamientos de este padre. Pero no se
trata de un padre interdictor de la ley como un tirano autoritario, sino de aquel que
puede transmitir algo de la ley porque también está afectado por esta, es decir tocado
por la castración y el deseo.
Podemos concebir la fantasía de deseo entramada con una frustración de la vida real,
la de no haber podido tener hijos. Será a través del delirio el medio por el cual poblaría
de hombres nuevos de espíritu Schreberiano.
Habla de los tres tiempos de la represión, también explicado arriba en la 2da nosología.
Ejemplificamos estos tres tiempos de la represión en el caso Schreber.
Articula como primer momento la represión propiamente dicha en la psicosis con la
vivencia de fin de mundo. El apogeo de la enfermedad implica el sepultamiento del mundo
que se produce cuando Schreber le ha sustraído su amor a partir del conflicto con Flechsig.
Lo patológico consiste en este proceso mudo que supone la extracción de libido que se
desata con el objeto y se cancela. Implica el desasimiento libidinal. Donde en el trabajo
transferencial el sujeto depositaria la libido en el analista en Schreber no se produce sino
que se cancela y la libido es reconducida al yo. La realidad se construye a partir de la
economía libidinal del sujeto, y por el retiro de la libido también se puede perder.
En un segundo momento, el sujeto intenta reconstruir un mundo más acorde a las mociones
del ello, Freud lo llama el momento ruidoso que es el momento patológico, que en realidad
es el trabajo de curación por parte del delirio. El paranóico reconstruye el mundo de tal
suerte que pueda vivir en él. Se produce en el retorno de lo reprimido una reconduccion
de la libido al mundo mediante el trabajo del delirio, una restitución de los lazos, en este
caso con Fleshing. Implica en sí mismo un intento de curación. No es una simple restitución
de la realidad sino que se edifica de nuevo, la creación de una nueva realidad.
El mecanismo paranoico
“No es correcto decir que la sensación interiormente sofocada es proyectada hacia
afuera.” Es decir, no es correcto decir que haya proyección en la paranoia, en tanto esta se
sigue de la represión, implica estas dos caras de la misma moneda. Utiliza un término en
alemán que significa caído por debajo de la barra de la represión. Que caiga por debajo
implica que alguna vez estuvo por encima, es decir estuvo inscripto. Es necesario que
haya ingresado a lo simbólico para que pueda reprimirse. Así puede volver bajo el
modo de la negación o trasladarse hacia el exterior como en la proyección normal.
“Lo cancelado adentro retorna desde afuera”. Utiliza otro término en alemán que implica
lo cancelado, lo abolido, lo anulado. Lacan dirá que no se trata de represión allí, sino que lo
cancelado implica un rechazo más radical del significante, de allí extrae el término
verwerfung, dado que solo puede reprimirse aquello que se ha inscripto. Aquello que
no fue simbolizado no puede saberse ni en el sentido de la represión y entonces retorna
desde lo real, desde afuera. En la paranoia nos quedamos solo con la rama del silogismo
exterior.
Conclusiones:
El desasimiento de la libido no es exclusivo de la paranoia, es algo regular de toda
represión. La soltura libidinal no puede ser entonces lo patógeno dado que uno busca una
sustitución. Lo patológico en la paranoia es que la libido sustraída regresa hasta el
narcisismo, implica la retracción libidinal.
El desasimiento libidinal puede ser parcial o puede perfeccionarse a una soltura general.
No se trata de falta de interés yoico en el mundo, sino que este pierde interés en tanto se
retira la libido.
El pequeño automatismo puede permanecer por un largo tiempo sin agregado de delirio, en
su estado puro: el pedestal que espera la estatua. Sobre ese pedestal que es el
fenómeno automático se monta el delirio que tendrá como base la personalidad
previa del sujeto. La estatua será el delirio como reacción secundaria: la parte sana de
la personalidad reacciona con su intelecto tratando de darle alguna explicación al fenómeno
automático.
Cuando se agrega lo afectivo y lo sensorial se transforma en un gran automatismo.
- Ideación neoplásica: ideas delirantes que no parten de la reflexión del sujeto sino que se
presentan de manera automática, mórbida, parasitaria.
- Ideación reactiva: secundaria, no automática, que corresponde a la parte sana de la
personalidad.
Lacan toma el pequeño automatismo para describir lo que él llama el fenómeno elemental
que es la presencia de un significante aislado el cual no significa nada, que se presenta
para el sujeto como efecto del mecanismo de la forclusión: produce que el significante
forcluido retorne como el significante solo, aislado, en lo real. Por eso es aideico, no está
ubicado en el cuerpo como forma de la sensorialidad y es neutro afectivamente. Este
fenómeno elemental es típico de la prepsicosis.
La forma más compleja del fenómeno elemental es la propia de la psicosis propiamente
dicha y remite al gran automatismo de Clerambault. Corresponde al momento en que ese
significante aislado (S1) se asocia con los otros significantes (S2) pero no como
significantes propios del significante simbólico sino como significantes que producen nuevas
cadenas significantes restitutivas que producen las alucinaciones y los delirios. A partir
de la combinación significante de s1 y s2 se producen efectos de significación a nivel
imaginario, por lo tanto se producen efectos de significación en los 5 sentidos del cuerpo y
en relación a los afectos.
Sincronía: Parte del discurso del sujeto, porque para Lacan la estructura del lenguaje
aparece en el fenómeno. Construye el mecanismo tomando el discurso de Schreber.
Ubicamos este mecanismo como una dimensión sincrónica del abordaje de la psicosis
porque nos permite escuchar la estructura que está operando independientemente del
momento clínico que tomemos al paciente. Y la estructura nos va a orientar en la dirección
de la cura. La distinción neurosis y psicosis resulta de una operación de lectura que Lacan
realiza de los textos freudianos, que no es un dato de partida en Freud.
Allí donde hay representaciones, significantes que se inscriben en el aparato por esa
afirmación primordial, ellas dejan por fuera algo real que es una de las versiones del
objeto a1, el objeto perdido de entrada, es decir el significante mata la cosa, la cosa está
perdida por el hecho de habitar el mundo palabrero constituido por la bejahung. En lo real
queda el objeto y esto es transestructural. La distinción neurosis-psicosis se establece no a
partir de que en lo real quede el objeto sino de que en lo real queden significantes.
El significante en lo simbólico está encadenado, representa un sujeto para otro
significante, produciendo significación. El significante en lo real está suelto,
desencadenado. El ejemplo paradigmático es el neologismo, esa significación de un
significante que retorna sobre sí mismo, que no remite a ningún otro y tiene un peso muy
particular.
La noción de fenómeno elemental nos sirve para acercarnos a cuál es la lógica diagnóstica
en psicoanálisis: no hay fenómenos propios de ninguna estructura, es cómo una estructura
se puede ver en la estructura. El fenómeno elemental es el fenómeno en el cual se
verifica la estructura, la estructura se presenta a nivel observable. No viene dado, es una
construcción del analista, es producto de un recorte que el acto analítico produce.
Lo que caracteriza la psicosis no es la presencia de tal o cual idea o fenómeno, sino que es
la forclusión del nombre del padre. Llamamos fenómeno elemental en la psicosis a
aquel fenómeno en el cual se pueda observar las consecuencias clínicas de la
forclusión del nombre del padre.
La forclusión del NP se verifica en los trastornos del lenguaje, que Lacan caracteriza a
partir de un tipo de retorno del signifcante que se distingue del retorno del significante en el
campo de las neurosis, que es el retorno de lo reprimido como el retorno del significante
en lo simbolico, del significante encadenado, articulado con otros significantes. El retorno
del significante en la psicosis es en lo real bajo un fenómeno de cadena rota, un
significante suelto, aislado. Lacan entonces propone como hipótesis general que en la
psicosis de lo que se trata es de un trastorno en el nivel del funcionamiento de la
palabra en el campo del lenguaje. Un trastorno en la relación del significante y el
significado, y no un trastorno perceptivo. Lacan va a llamarle alucinaciones verbales y no
alucinaciones auditivas a las voces, que considera como el mejor modelo para tratar de
reconocer en el fenómeno la estructura, es decir que la alucinación verbal es el paradigma
de esos fenómenos en el sentido de ser el fenómeno en donde se reconoce mejor el
fenómeno de la ruptura de la cadena.
Características de la cadena significante: 1. la voz soporta la palabra, toda cadena de
la palabra tiene la voz aunque sea áfona; 2. una temporalidad, un significante tiene una
conexión con otro y requiere un tiempo y una significación a posteriori 3. una atribución
subjetiva, en la cual se indica mediante el shifter, que no participa del mensaje, quién habla
y hacia quién se dirige dicho mensaje. En los fenómenos elementales estas tres
particulares no se dan, ya que la voz no queda como soporte de la palabra asociada a otra
sino que queda como pura voz en la injuria que rompe la cadena discursiva, la temporalidad
queda interceptada, el sujeto en el momento en que queda alucinando queda por fuera del
tiempo, y la atribución subjetiva que tiene que ver con que hay un sujeto de la enunciación
que puede ubicarse como agente del discurso y sabe hacia quién se dirige no es posible
ubicarla.
Toma del lingüista Jakobson los términos de código, mensaje y la función del shifter, quien
utiliza los primeros dos como elementos de construcción de una estructura comunicacional.
Define al mensaje como una combinación de signos que van de un emisor a un receptor. El
código es un sistema de signos elegidos para dar un mensaje. Ambas tienen doble función,
dando como resultado cuatro combinaciones posibles:
- Mensaje que remite a mensaje: cita
- Código que remite a código: nombre propio
- Mensaje que remite al código: el código puede ser utilizado para facilitar la
comprensión del código, el contenido del mensaje es sobre el código que se utiliza,
por ejemplo definición de diccionario. Se sirve de ellos para plantear los fenómenos
de código
- Código que remite a mensaje: ubica el shifter, término índice. La significación
general de un shifter no puede hacerse sin referencia al mensaje. Señala el
lugar y la posición de quién habla pero no dice nada de él. Lacan lo retoma
como fenómeno de mensaje.
Fenómenos de código: las voces que hacen uso de la lengua fundamental en Schreber.
Incluye a los neologismos por su forma y su uso. Las voces le informan a Schreber sobre
el uso del neocódigo. También incluye los fenómenos de significación, fenómenos en los
cuales la significación se le presenta al sujeto vacía y enigmática pero sabe que tiene una
significación aunque no sepa cual y eso le concierne, la paradoja es que hay plenitud de
significación en ese vacío. Por último incluye los estribillos, otro modo en que hay vacío de
significación, como los pájaros de milagro.
CASO MARRANA:
- Tiempo 1: Se caracteriza por la reticencia (resistencia) con la que esa paciente toma la
palabra y se dirige a Lacan. Esa paciente que estaba internada porque ya había
desarrollado un cuadro clínico de psicosis paranoica, no estaba en una buena disposición
para abrirse y dar un testimonio. Lacan insiste en la importancia de que el analista tome
una actitud distinta a la del médico psiquiatra, una sumisión completa a las posiciones
subjetivas del enfermo, es decir tratar de dar lugar a que se despliegue la subjetividad del
paciente dejando de lado la propia. Este tiempo se trataba fundamentalmente de un manejo
de la transferencia y del vínculo que permitiera que la paciente encontrara un interlocutor
distinto que no estaba ahí para juzgarla sino para escucharla.
Antes de ser internada vivía con su madre y deliraba junto con ella, con características de
un delirio persecutorio con un sentimiento de intrusión en esa intimidad de la madre y la hija.
Lacan dice que la paciente “adelantó” un insulto proveniente del amante de su vecina
intrusa, como prueba de las injurias de las que era objeto, “marrana” (chancha). Este es el
punto de llegada de la primera etapa, que le da ocasión a Lacan de intervenir.
- Tiempo 2: Lacan dice hay que evitar reconocer el mecanismo de la proyección, que le
adjudica a los psiquiatras y a los psicólogos como una respuesta común, que era la primera
hipótesis de Freud, suponer que esa paciente mujer que se cruza con un hombre connotado
por su masculinidad y virilidad y cree escuchar esa palabra que es insulto entonces tambien
sanción, en realidad es porque tal vez ella en su fantasía de deseo hacia ese hombre
querría decirle “marrano” en el sentido del insulto pero también del lenguaje del erotismo. El
camino que elige consiste en intervenir sobre el discurso mismo de la paciente. Le
pregunto entonces qué es lo que había dicho o pensado ella en el momento
inmediatamente anterior al encuentro con ese hombre, para tratar de encontrar las
referencias significantes del plano inmediatamente anterior. Se trata de hacer un
diagnóstico apelando al discurso y no a una referencia exterior o a una teoría como la de
la proyección.
La paciente “concedió” entonces que ella estaba murmurando “vengo de la
carnicería…” Esos puntos suspensivos intentan dar cuenta de esa posición subjetiva que
es la de quien se frena en el discurso. La frase demuestra funcionar como un significante,
un elemento simbólico del discurso en el cual la paciente se reconoce como sujeto de ese
significante. Es ella la que viene de la carnicería y la que pronunció la frase. Entonces, 1er
significante: vengo de la carnicería; 2do significante: marrana. Según el grafo del
deseo, vengo de la carnicería es el mensaje que queda interrumpido y marrana es el código
que permite retroactivamente la significación si funcionara bien, pero en este caso se
produce una ruptura entre esos dos términos significantes. La paciente no se reconoce
en la palabra marrana, se la adjudica al hombre y es una palabra sobrecargada de
significación que es un insulto.
Lacan presta atención a la gestualidad de la paciente. El discurso no es solamente lo que
el paciente dice sino también ese conjunto de elementos o variables que hacen a la
enunciación sirviendo como índices, en el sentido de quién lo dice, a quién, para qué, y no
lo que dice. Lo que funciona como el shifter, es decir como indicador del sujeto de la
enunciación, es la sonrisa de la paciente. Algo del cuerpo, de la relación del deseo con el
cuerpo, con el goce, está implicado en esa representación de la paciente “yo vengo de la
carnicería”, y le permite a Lacan estar seguro que la paciente como sujeto se reconoce
en ese término significante, porque eso se demuestra en acto, es ella o algo de ella lo que
viene de la carnicería, y sin embargo no queda claro el sentido de esa expresión, tampoco
sabe a quienes estaban dirigidas esas palabras ni queda determinado quién habla. La
paciente no puede advertir que el término marrana es lo que viene a responder y a
situar el sujeto de la enunciación: ¿quién viene de la carnicería? una marrana.
- Tiempo 3: Lacan subraya que eso también podría haberse explicado apelando a la
historia de esa paciente, se había separado de su marido que era de una familia de
campesinos es decir que debía tratar con animales; y a la teoría psicoanalítica como la del
cuerpo fragmentado para explicar cómo ella se cree una suerte de chancha que viene de la
carnicería donde la han cortado en pedazos. Pero lo más importante en el método analítico
es advertir que eso que tuvo lugar como coyuntura dramática en el
desencadenamiento de la psicosis se reproduce en el diálogo mismo que sostiene
paciente y analista en esa presentación, bajo laforma de una perplejidad al hecho de que
la paciente no puede explicar qué quiere decir esa frase vengo del fiambrero. No hay modo
de que la paciente pueda reconocerse en ese segundo significante que es un significante
de su ser de mujer. Esa es la prueba en acto de que el mecanismo es el de la ruptura de
la cadena significante: en el momento en que la paciente se confronta con ese hombre,
vuelve a quedar en la misma coyuntura, frente al mismo conflicto sin referencias, queda al
borde del agujero, confrontada a la pregunta hombre-mujer, matrimonio, eso que la condujo
al desencadenamiento. Ese significante, elemento simbólico, pasa a lo real y desde lo
real produce un desajuste en lo imaginario de la realidad, del cuerpo y del yo. Ese
significante que se sonoriza, marrana, queda ubicado en el imaginario del otro especular, es
él quien insultó. Tanto “vengo del fiambrero” como “marrana” no se encadenan
simbólicamente, son fenómenos elementales.
Diacronía:
Retoma la definición de paranoia de Kraepelin para decir que no se trata de eso ya que
contradice todos los puntos de la clínica (p.30). Lacan dirá que no es progresiva,
siempre hay brotes y rupturas y lo lleva al concepto central del desencadenamiento que
implica una crisis vital en la vida del sujeto. El momento del desencadenamiento es un
momento fecundo, disruptivo y su causa se debe a relaciones externas. No se da por
causas internas como dice Kraepelin sino que tiene que ver con una coyuntura
dramática, con una crisis vital en la vida del sujeto. El sistema delirante varía porque el
sujeto va modificándose en función del mundo exterior. Critica también la concepción
caracterológica de la paranoia.
El dispositivo analítico para el campo de las neurosis es una máquina de puesta en cuestión
de las identificaciones imaginarias. Introducir al psicótico no desencadenado en ese
dispositivo podría llevar al psicoanalista a ese lugar de un padre que ponga en cuestión las
identificaciones imaginarias que mantenían estable el mundo de ese sujeto.
- Psicosis franca o clínica: Luego del estado de perplejidad comienzan a presentarse los
fenómenos de franja, es decir que en los bordes de la realidad algo comienza a
trastabillar, aparecen alucinaciones y el delirio. El delirio comienza a partir del momento
en que la iniciativa viene de un Otro, la iniciativa está fundada en una actividad subjetiva.
El delirio es un fenómeno elemental, mientras que la metáfora delirante es un modo
de estabilización.
Es una crítica al primer De Clerambault que suponía que el delirio era una construcción
secundaria, una respuesta de una personalidad sana a lo patógeno del fenómeno
elemental, que el delirio se apoyaba en el fenómeno elemental como una estatua en el
pedestal. Pero el delirio está en el pedestal mismo para Lacan, es primario. El delirio
como fenómeno elemental es un paso hacia la estabilización.
Todas las fases tendrán un punto en común (se presenta para el sujeto un inconsciente del
cual él es un testigo abierto) y a su vez son diferentes. Lacan dirá que el sujeto psicótico
se encuentra por fuera del inconsciente y con una relación de exterioridad.
Caso del joven atendido por Katan: llegó justo en el momento en el que el caso viraba, es
decir en el momento del desencadenamiento, por lo que pudo describir el momento anterior
y posterior.
Prepsicosis: En este caso se trata del encuentro con el agujero que le impidió realizarse en
el tipo viril. Si no hubo el NP, lo que viene en su lugar es una identificación imaginaria que
permite que la psicosis se mantenga compensada: al igual que el amigo se entrega a la
masturbación, renuncia luego a ella inducido por este amigo y comienza a identificarse
con él en relación a la conquista de sí mismo, le gusta la misma chica que al amigo, etc.
Una disimetría quiebra esa identificación, en este caso, cuando una chica de la que se
enamoran los dos lo elige a él. Podemos ubicar aquí el un padre real.
Luego del estado de perplejidad con los fenómenos de franja en los bordes de la realidad
algo comienza a trastabillar. El paciente delira a partir del momento en que dice que su
padre lo perseguía para matarlo, robarlo y castrarlo. El delirio comienza a partir del
momento en que la iniciativa viene de un Otro.
Derelicción: Esto se ubica en Schreber cuando Dios lo da por muerto y deja de someterlo a
ese diálogo continuo en la lengua fundamental. Frente a ese abandono de Dios se
producen fenómenos elementales del orden del lenguaje que se producen en la vía
del retorno de la derelicción: el milagro del alarido, grito feroz que sorprende a Schreber y
sale por su boca; el llamado de socorro, una serie de ruidos que siente del exterior, etc.
A diferencia del neurótico que habita el lenguaje, el sujeto psicótico es habitado por el
lenguaje.
Cuando comienza una psicosis, se producen fenómenos de tipo imaginario. Hay un
reordenamiento de lo simbólico observable en Schreber por ejemplo con su lengua
fundamental. La palabra del delirio hace cuerpo y el sujeto responde con todo su ser.
Las frases interrumpidas es otro fenómeno de la psicosis.
El delirio concluye cuando Schreber se siente llamado a redimir el mundo y a devolverle a
este la beatitud perdida. Lo esencial de su misión va a ser redentora cumpliendo la
transformación en mujer. Plantea que se trata de una necesidad inscrita en el orden del
universo. Cuando el delirio alcanza esta forma y Schreber acepta ser fecundado por
Dios se detienen los fenómenos invasivos. Esta modalidad delirante adquiere la función
de metáfora acotando lo ilimitado del goce invasivo de la psicosis.
Ser la mujer de Dios nombra, reorganiza las significaciones, marca un rumbo. El es la
mujer de Dios y en tanto tal va a engendrar una nueva raza, lo que suple la operatoria del
Nombre del Padre. Este ordena, nos da una carretera principal, agrupa y polariza las
significaciones. La carretera principal arma y ordena la realidad.
Plano del significante: El significante que retorna en lo real, fuera del sistema simbólico.
Fenómenos elementales: fenómenos de automatismos mentales. El estudio que había
hecho De Clerambault era muy próximo a un análisis estructural, de algún modo describía el
significante en lo real, ya que el automatismo mental irrumpe como elementos que
toman autonomía con respecto al sujeto, este no se reconoce como agente de esos
elementos del lenguaje que se le imponen.
Lo parasitario del lenguaje es algo sufrido por el sujeto, sin embargo puede ser que un
retiro de esta presentificación del significante resulte igualmente insostenible para el
sujeto, a este fenómeno de que el Otro del lenguaje se retire y deje de hablarle al sujeto
en la psicosis Lacan lo llama derelicción, abandono en un sentido determinante, ser
arrojado por el Otro. El significante se ha callado en el sujeto, y esto produce un brutal e
indecible vacío en el sujeto, el sujeto queda suspendido en su ser. Frente al abandono
hay una recuperación en la vía del fenómeno elemental, que asegura al sujeto de no
quedar totalmente por fuera del significante, se presenta como una salida y un intento de
respuesta, como una función restitutiva.
El eco del pensamiento es un ejemplo del significante en lo real, ya que aparece bajo la
forma de pensamientos que el sujeto no reconoce haber pensado o que le han sido
sustraídos, o como algo que se repite sin que él lo quiera. No es una alucinación
estrictamente, pero el sujeto lo sirve de forma pasiva no tematizada.
Frente a estos problemas del sujeto psicótico, este puede encontrar una solución, por lo que
también podemos considerar estas soluciones como consecuencias de la forclusión
del NP, que no estarán sostenidas en el NP sino que serán singulares, invenciones.
La función diagnóstica es la que nos permite orientarnos en la lógica de la estructura.
En Lacan están distinguidos desde el inicio de su enseñanza los tres registros: imaginario,
simbólico y real. El ser hablante está constituido como un nudo entre estos tres registros.
Nudo borromeo: compuesto por tres redondeles de manera tal que ninguno pasa por el
agujero del otro. La lógica del anudamiento entre los tres registros es una lógica que tiene
como punto de partida el 3, la terceridad, no hay posibilidad de que 2 se anuden de esa
manera.
Hacia el nudo del ser hablante: el instinto en tanto tal está perdido, quedan restos
perturbados. En un momento mítico del sujeto por venir al mundo el imaginario y el real
anudados anteriormente se sueltan. El ser hablante nace prematuro y eso hace que no
pueda servirse de ningún saber hacer para preservar su vida y la de su especie. Se agrega
el registro simbólico, un lenguaje que en sí mismo no tiene ninguna finalidad, sólo cumple
una función de comunicación cuando se anudan los registros. No se sabe si primero se
perdió el instinto o si primero entró el lenguaje. No hay nada parecido a una unidad en este
tiempo mítico, en Freud es el tiempo del autoerotismo donde prevalece la fragmentación.
Esos tres registros en el ser hablante van a tender a anudarse borromeanamente, pero ese
intento de anudamiento borromeo siempre va a fallar, hay algún lapsus del nudo. A
nivel estructural al ser le falta el ser. Lapsus remite al inconsciente, a la equivocación, y a la
vez es un error en la confección del nudo. La distinción fundamental entre neurosis y
psicosis a nivel del nudo borromeo consiste en el tipo de lapsus. La estructura es el
nudo: una estructura es un aparato de combinación de elementos, y lo que determina esa
estructura es la cantidad de elementos que la constituyen, el tipo de elementos y las reglas
de sus combinaciones. Una estructura subjetiva como la psicosis es una estructura
nodal en la cual encontramos siempre un lapsus en el nudo borromeo. Si hay un
lapsus se pierde la propiedad borromea para siempre.
La característica fundamental de la estructura psicótica se trata de un anudamiento
no borromeo, en los que hay interpenetración entre registros, mientras que en la
estructura neurótica encontramos otro tipo de lapsus que van a hacer dos lapsus
entre dos mismos registros que hace que se suelten los tres registros y entonces se
pueda mantener el nudo borromeo.
- Nudo en la esquizofrenia: lapsus entre simbólico y real que hace que el imaginario
tienda a soltarse. Si no hay nada que repare ese lapsus del nudo, entonces se va a
desencadenar la psicosis. El registro imaginario se caracteriza por la consistencia, lo que
une y mantiene juntos los registros, como planteaba en el estadio del espejo propone una
anticipación de unidad a través de la imagen. Esa función de unificación es lo que se
pierde en la esquizofrenia cuando se desencadena. Los efectos clínicos son de
fragmentación del cuerpo, fenómenos y lenguaje de órgano según Freud; y a nivel del
lenguaje se pierde la unidad del lenguaje, hay un efecto de desencadenamiento de los
significantes relacionado con la ausencia de la carretera principal, significantes
sueltos. También efectos de interpenetración entre simbólico y real, presencia de
significantes en lo real y la significación se vuelve enigmática porque falta lo imaginario
abrochando el campo del sentido.
- Nudo en la parafrenia: lapsus entre simbólico e imaginario que hace que se suelte lo
real. No hay pérdida de la unidad. Es un tipo de psicosis que puede confundirse fácilmente
con la histeria. Cuando está desencadenada encontramos una metonimia incesante en el
campo del semblante donde nada lo anuda. Lo real es lo que le da consistencia al orden
lógico, lo que vuelve siempre al mismo lugar, y eso es lo que falta en el decir de la
parafrenia.
El nudo borromeo que enlaza los tres registros le permite a Lacan elaborar una clínica de
las suplencias. En dicho anudamiento los redondeles se anudan de no anudarse, es decir
se mantienen anudados sin que ninguno de ellos pase por el agujero del otro, sin que haya
interpenetración.
El sinthome es una noción que Lacan introduce en el Seminario 23 y se diferencia de dos
versiones previas del síntoma: el síntoma definido como una metáfora, pensado como la
sustitución de un significante por otro donde predomina la dimensión simbólica-imaginaria; y
también del síntoma definido como una letra de goce, donde enfatizamos su dimensión de
satisfacción donde predomina la dimensión simbólica-real. El sinthome no es simbólico,
imaginario ni real, sino un cuarto redondel que permite que esos tres se mantengan
anudados y se puedan diferenciar y hereda la función de la nominación, que podía ser
imaginaria (inhibición), simbólica (síntoma) y real (angustia).
La noción de sinthome resulta inseparable del lapsus del nudo, es un modo de suplir
un desanudamiento del nudo. Es la reparación que se produce en el punto mismo en
que se produjo el lapsus, dando como resultado que los eslabones no sean
equivalentes. Si el nudo se repara en otro de los puntos de cruce y no en donde se
produjo el lapsus el resultado es la equivalencia entre los redondeles.
En el punto en el cual los tres registros se sueltan ubicamos el no hay relación sexual.
Esto es equivalente al hecho de que el nudo falla de modo tal que real, imaginario y
simbólico no pueden enlazarse entre sí. El sinthome viene a suplir ese no hay relación
sexual. Si hay sinthome no hay equivalencia y “hay” relación sexual.
Existe este lapsus estructural del ser hablante que hace que el nudo siempre esté mal
hecho en algún punto. Es el tipo de lapsus fundante de la estructura el que permitirá
distinguir estructuralmente a la psicosis de la neurosis.
CASO JOYCE
Muestra un modo de suplir un desanudamiento del nudo. Lacan dice que Joyce tiene un
síntoma que parte del hecho de que su padre era radicalmente carente: verwerfung de
hecho, el hecho de que su padre no ha sido para él un padre. Partiendo del nudo de tres
Lacan escribe esa carencia paterna como un lapsus del nudo que ubica entre la cuerda
de lo real y de lo simbólico, de modo tal que lo simbólico pasa por encima de lo real en
lugar de pasar por debajo y de esto resultan dos consecuencias: 1. lo imaginario se
suelta, Joyce deja caer la relación con su propio cuerpo en la escena de la paliza; 2. lo
simbólico y lo real quedan interpenetrados, pasan por el agujero, da cuenta de esto a
partir de las palabras impuestas en Joyce, que tienen una relación con las epifanías.
No se produce un desencadenamiento franco.
Debemos diferenciar el síntoma, eso que se le impone a nivel del lenguaje, con eso que
joyce hace con la palabra que se le impone. Lo que hace con eso tiene que ver con el
artificio, con su saber hacer, la respuesta que elabora frente al síntoma, es decir su
sinthome. Ubicamos el sinthome como el tratamiento del síntoma: el deseo de ser un
gran artista, hacerse un nombre a través de su arte. Ese sinthome puede llevar el nombre
de ego. El sinthome de Joyce no corrige la interpenetración de simbólico y real, porque eso
tiene que ver con el nudo fundante de la estructura, pero el ego permite que lo imaginario
no se suelte. La escritura de Joyce dará cuenta de esa interpenetración.
Mantenía una relación peculiar con tres dimensiones del Otro: la nación irlandesa, la lengua
inglesa y la religión católica. Establece un punto de ruptura con el Otro que lo lleva a Lacan
a plantearlo como un desabonado del inconsciente. Joyce se reengancha con el Otro a
partir de la escritura, que le permite un modo de anclaje.
Relación sexual con su mujer Nora, “aunque sabemos que no la hay”. Hay una
complementariedad que permite ubicar a Nora también en una función de sinthome.
Relación con su hija Lucía. Joyce le atribuye a ella algo que está en la prolongación de su
síntoma, comparte algo de la relación del lenguaje en el sentido que algo se le impone a
ambos. A nivel del sinthome, Joyce tiene un saber hacer con eso que lo diferencia de su
hija. De cualquier manera no puede marcarse una dimensión tan tajante entre el síntoma y
el sinthome.