Maracumbia

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 5

Sandra Siemens

Maracumbia
Maracumbia
Sandra Siemens

Ilustraciones
de Irene Singer
Coordinadora del Área de Literatura: Laura Giussani
Editora de la colección: Pilar Muñoz Lascano
Correctora: María Luz Rodríguez
Jefe del Departamento de Arte y Diseño: Lucas Frontera Schällibaum
Diagramación: Patricia Cabezas
Gerente de Diseño y Producción Editorial: Carlos Rodríguez

Maracumbia
Siemens, Sandra
Maracumbia / Sandra Siemens; ilustrado por Irene Singer. - 1a ed. - San Isidro: Estrada,
2013.
144 p.: il.; 19 x 14 cm - (Azulejos. Naranja; 52)

ISBN 978-950-01-1513-1

1. Narrativa Infantil y Juvenil Argentina. 2. Novela. I. Singer, Irene, ilus. II. Título.
CDD A863.928 2

Colección Azulejos - Serie Naranja 52


© Editorial Es­tra­da S. A., 2013.
Editorial Estrada S.A. forma parte del Grupo Macmillan.
Avda. Blanco Encalada 104, San Isidro, provincia de Buenos Aires, Argentina.
Internet: www.editorialestrada.com.ar
Queda he­cho el de­pó­si­to que mar­ca la Ley 11.723.
Impreso en Argentina. / Printed in Argentina.
ISBN 978-950-01-1513-1

No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la


transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico,
mediante fotocopias, digitalización y otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su
infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446.
El Circo

El Circo Alegría venía de mal en peor.


A la función del sábado habían asistido solo cinco per-
sonas y el domingo las cosas habían empeorado todavía un
poco más.
Esa misma noche el dueño del circo, el Gran Servando,
decidió que ya era suficiente de ese lugar de morondanga.
Partirían rumbo al sur en busca de mejores horizontes.
El lunes de madrugada se organizó la partida. Los más
musculosos del circo desenterraron las estacas y doblaron la
pesadísima lona de la carpa. Los demás se habían repartido el
resto del trabajo: algunos plegaban las sillas, otros llenaban
baúles con los bártulos1 desparramados.
Cada integrante del circo sabía exactamente cuál era su
tarea. Estaba el que instalaba y desinstalaba las larguísimas
líneas de foquitos de luz, el que desplegaba y enrollaba las
alfombras, el que juntaba las sogas, el que apilaba los bultos,
etcétera.

1  Son los enseres, es decir, los muebles e instrumentos necesarios en una casa o una profesión.

Maracumbia | 5
Para las nueve de la mañana, el circo entero estuvo plega- La caravana del circo quedó en medio de un embudo de
do y doblado adentro de la caja del camión. Los artistas via- tierra rojiza como el azafrán, que giraba a una velocidad im-
jaban en el colectivo. Y el oso Pablo (único animal del circo) presionante.
en su jaula enganchada detrás del camión. Aunque los integrantes del circo con la rapidez de un rayo
Al oso Pablo el traqueteo del viaje le daba sueño, así que subieron las ventanillas, la situación se agravó porque los
apenas arrancó la caravana buscó un rinconcito y se olvidó vehículos no eran para nada herméticos y el polvo rojo se
del mundo mientras dormía como un tronco. coló por todas partes.
Detrás del camión que conducía el Gran Servando, al vo- Cuando la tormenta se calmó, ellos no se dieron cuenta. Con-
lante del colectivo iba Gilda, la mujer barbuda. En el viejo tinuaron luchando más de una hora con los vientos que seguían
Citröen, la seguía Freddo, el malabarista. Y cerrando la cara- soplando dentro del colectivo. La troupe del Circo Alegría pare-
vana, las tres casillas rodantes. cía una tribu berebere2 en medio de una tormenta de arena.
El clima estaba un poco pesado y hacía bastante calor, así Finalmente Gilda alcanzó a abrir la puerta, y el resto de los
que los integrantes del circo decidieron viajar con las venta- que viajaban en el colectivo, uno más ahogado que el otro, se
nillas abiertas porque el aire no les alcanzaba para respirar. atropelló para salir primero.
Todo andaba sobre ruedas. En el colectivo, Stella Maris, Fue un tremendo error porque Stella Maris, el mago y la
la Diosa de los aires, se limaba las uñas mientras el resto de Monumental Thelma quedaron atascados en la puerta del
la troupe dormitaba y Gilda no paraba de asombrarse de la colectivo sin poder salir ni volver a entrar. Y para colmo de
inmensidad del desierto a los costados de la ruta. males tapaban el único pasaje de aire puro porque las dos
Pero no llevaban hecha ni la mitad del camino cuando el ventanillas utilizables se habían trabado.
cielo se oscureció de golpe. De la nada se levantó un terrible El resto de la troupe, a pesar del pánico, en seguida com-
viento huracanado e inmediatamente un polvo rojo, fino y prendió que la única forma de salir de ahí era destapando
pegajoso los cubrió por completo. A partir de ese momento la puerta.
nadie pudo ver ni siquiera la punta de su propia nariz.
2  Las tribus bereberes habitan el desierto del Sahara.

6 | Sandra Siemens Maracumbia | 7

También podría gustarte