Construcción de Pareja

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Capítulo 1.

Construcción de la relación de pareja

Temas

Posmodernidad y vínculo amoroso

La pareja actual en México

Amor y pareja

Pareja y conflicto

Psicoterapia del vínculo amoroso

Objetivo general

El alumno analizará el proceso de construcción y evolución de la relación de


pareja.

Objetivos específicos

- El alumno identificará cómo es la relación de pareja en el México actual.

- El alumno diferenciará los componentes intrapsíquicos que se presentan en el


vínculo amoroso.

- El alumno ilustrará desde su experiencia cómo es el proceso de elección de


pareja.

- El alumno reflexionará sobre la formación de la relación de pareja.

- El alumno describirá los conflictos de pareja y metodología de resolución de


los mismos.
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RELACIÓN DE PAREJA

Amor

Componentes Maturana Ligado a

Intrapsíquicos y biológicos La emoción que funda Evolución de civilización


el fenómeno social y cultura

Oxitocina Dopamina
Evolución Económico
histórica social

Lazos afectivos Exaltación,


alegría y euforia
Parejas tradicionales:
No hay elección de
pareja
Enamoramiento

Movimiento inicial de pasión


creciente, lábil, intensa que
puede o no evolucionar al
amor
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INICIO DE LA RELACION DE PAREJA

Enamoramiento Desenamoramiento Amor

Lo atractivo se vuelve Integración


Estado alterado de
punto de conflicto.
conciencia.

Aceptación de lo
positivo y negativo

Subjetividad
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AMOR Y PAREJA

Relación de pareja Elección de pareja Conflicto

Incluye Con Psíquica Función Forma

Reeditar relación Crecimiento Agresiones,


Dos Alto potencial
subsistemas de rivalidad,
individuales. inestabilidad lucha de
Depende de Depende de poder, etc.
Padre Madre

Capacidad de
Forman Puede Modelo de pareja resolver
primaria conflictos juntos

Un sistema Dirigirse al
caos
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Construcción de la relación de pareja

La relación de pareja a lo largo de la historia de la humanidad ha estado

presente, es la que da origen a la familia y a nuevas generaciones, sin

embargo, la psicoterapia de pareja es una ciencia relativamente nueva ya que

a mediados del siglo pasado comenzó a ser objeto de estudio este vínculo

amoroso.

La relación de pareja ha ido evolucionando desde aquellos acuerdos que

se hacían entre los padres que comprometían a los hijos donde los cónyuges

no tenían participación en la elección de pareja, lo que en algún momento

fueron las parejas tradicionales donde la idea era el matrimonio y esa frase de

“hasta que la muerte nos separe” era el eje rector de la relación hasta los

diferentes tipos de relación que encontramos hoy en día, en las cuales el

principio rector puede ser el hedonismo, de tal forma que las parejas se unen y

la consigna es si funciona le seguimos y si no nos separamos.

Podemos encontrar grandes historias de amor en pareja, desde Romeo

y Julieta, hasta películas que han sido un gran éxito en las salas de cine como

por ejemplo Titanic, película que muestra un amor pasional intenso que busca

luchar contra toda adversidad y que sin embargo uno de los protagonistas de la

historia muere, y uno de los mensajes implícitos es el amor hay que vivirlo

intensamente y desafiar a la vida si es necesario, yo me pregunto y te invito a

reflexionar ¿por qué en las grandes historias de amor la muerte es la que

separa a los amantes? Podemos citar algunas películas donde esto sucede

además de la ya citada, Ghost la sombra del amor, un ángel enamorado, entre

muchas otras, éstos modelos de pareja parecieran coincidir con un ideal


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colectivo de una relación de pareja donde se corran grandes riesgos, donde la

intensidad de la relación sea llevada al máximo, donde la vida de los miembros

de la pareja se vea transformada definitivamente, donde les sucedan cosas

espectaculares, empero, las relaciones de pareja reales distan mucho de esas

imágenes que nos venden, una relación de pareja cotidiana está empapada de

cosas cotidianas, lo espectacular no suele presentarse con frecuencia en las

relaciones de pareja reales, sin embargo, entrarle desde un ideal puede ser

una fuerza que impulse a los miembros de la pareja a buscar esta

espectacularidad, si habláramos de las películas de Walt Disney el formato de

relación que nos presenta es que el príncipe mata al dragón, rescata a la

princesa y son felices para siempre, sin embargo esto en la realidad no opera,

o por lo menos no de la misma manera.

Ahora bien el tema central de la relación de pareja es el amor, pero ¿qué

es el amor? En principio podemos decir que el amor es una experiencia

subjetiva, es una construcción humana, dinámica ya que se ha ido

transformando a lo largo de la historia.

Beck y Weiss (1995, 2003, citados en Velasco, 2007) hacen el siguiente

cuestionamiento:

¿Qué tiene de mágico y extraordinario este sentimiento? Es la pregunta

clave, ya que como si fuera un brebaje o medicina maravillosa, ha sido

recomendado y recetado por brujas, escritores, líricos y aun por connotados

médicos y psicoterapeutas (Beck, 1995 y Weiss, 2003). Este sentimiento hace

que los que lo experimentan, parezcan rejuvenecer, mejorar notablemente su

autoestima, su estado físico, su ánimo, su actitud ante la vida, sean capaces de


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grandes proezas y, paradójicamente, también de grandes desatinos, locuras,

odios y pasiones enloquecedoras, o bien, cuando no lo tienen o lo pierden,

pueden sentir que su vida ha terminado.

Al respecto Maturana (1992) define precisamente al amor como la

emoción que funda el fenómeno social.

Estas características eminentemente sociales determinan que el amor y

sus conflictos interrelacionados estén muy ligados a la evolución de la

civilización y a la cultura (Manrique, 1996 y Ackerman, 1994). Sin negar sus

indiscutibles componentes intrapsíquicos y biológicos (Kernberg, 1998 y Fisher,

1999). La concepción subjetiva del amor, su práctica y sus fines han ido

cambiando paralelamente a la transformación de las estructuras económicas,

sociales y al concepto de familia y pareja.

Vale la pena distinguir entre lo que es el enamoramiento, componente

inicial del amor que tradicionalmente se considera un movimiento inicial de

pasión creciente, lábil, intensa, que puede o no evolucionar hacia el amor, que

sería algo más establecido y permanente.

Desde el punto de vista biológico también se establece la diferencia, ya

que el enamoramiento está bajo el gobierno de la dopamina, que provoca

sensaciones de exaltación, alegría y euforia, y la oxitocina que estimula un

sentimiento de conexión y creación de lazos afectivos más permanentes

(Slater,2006).

Entonces trataremos de diferenciar tres momentos de la relación de

pareja: 1) enamoramiento, 2) desenamoramiento y 3) amor. El enamoramiento

es una especie de estado alterado de la conciencia, el sujeto proyecta en la


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pareja sus necesidades, carencias y/o deseos por lo que fácilmente se puede

vivir completo, ilusionado, es como si disfrazara al otro idealizándolo y al mismo

tiempo se ve incapacitado para ver al otro tal como es, ya que dicha proyección

aparece como un velo que impide una visión nítida de la realidad, en este

momento gran parte de lo que se espera de una pareja se vive como como una

realidad, la persona enamorada cree que el otro posee lo que ella no puede

conseguir: tranquilidad, alegría, carisma, manejo emocional, desarrollo

profesional, etc…. y por tanto existe la creencia de que estando juntos logrará

contactar con ello. En el segundo momento, el desenamoramiento, lo que fue

atractivo se vuelve punto de conflicto, si en el enamoramiento el otro era

divertido ahora se vuelve insoportable por qué se hace el gracioso todo el

tiempo, o no toma nada en serio; si en el enamoramiento se admiraba la

tranquilidad, en este momento se vive como un exceso de pasividad, si en el

primer momento era grato que fuera trabajador (a) ahora se vuelve un conflicto

que “nunca tiene tiempo”, “se la pasa trabajando” y así podríamos citar muchos

ejemplos.

Finalmente desde esta visión el amor sería un tercer momento en el que

se integran los dos previos, es decir, solo existe la posibilidad de amar si

aceptamos lo que nos agrada, lo que admiramos del otro y solo si también

aceptamos lo que nos desagrada, aquellas cosas que nos incomodan o enojan

del otro, amar pues es algo que se construye no es cuestión de suerte. Es un

trabajo psíquico profundo, que se va realizando en el día a día, en las cosas

ordinarias y en las cosas extraordinarias que nos suceden, es la posibilidad de

vivirnos en amor con el otro. Entonces el amor es alcanzable para todos


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siempre y cuando estemos dispuestos a entablar una relación psíquica

profunda.

Por otro lado Velasco (citado en Eguiluz, 2007) señala:

De igual manera nos resulta difícil aceptar que el amor no es fijo ni permanente
y que no tiene necesariamente que ver con el sagrado sacramento del
matrimonio, como tanto se insistió en el siglo pasado, o como lo aprendimos de
nuestros padres y abuelos.
Considero el sentimiento amoroso un vínculo, un tipo complejo de relación,
conectado con estados de ánimo positivo, intenso y pleno; pero también, un
sentimiento efímero, conflictivo, egoísta y relacionado con lo traumático y lo
doloroso, como puede observarse en las parejas que sufren una ruptura
amorosa o la difícil experiencia de los celos, que pueden conducir a la salida
explosiva de sus componentes agresivos, expresados en fantasías
autodestructivas u homicidas, dirigidas contra quien no nos correspondió o nos
abandonó (p. 89).

Las separaciones o los divorcios son un buen ejemplo de ello, ya que

generalmente en esos casos los integrantes de la pareja caen en un proceso

regresivo, perdiendo a veces el contacto con la realidad, lo que los lleva a pedir

la cabeza del otro, que se arruine económicamente o bien exigir la lealtad

incondicional de los hijos o que éstos se dividan por la mitad, como si fueran

bienes materiales que pudieran repartirse durante el convenio de divorcio.

Fantasías agresivas que también pueden llegar a consumarse, como

ocurre en los suicidios amorosos que ocupan un lugar predominante en las

estadísticas oficiales, o bien los homicidios pasionales que llenan los espacios

de la nota roja de cualquier periódico de circulación popular.

Se puede decir que el sentimiento amoroso revela entonces, la intensa

necesidad del otro, la exaltación, la pérdida de control, de rumbo, el dolor, el

sufrimiento y la añoranza. Todo ello se acompaña de momentos de intensa

dicha y de crecimiento del yo y de la autoestima cuando el amor es

correspondido; es decir, ambivalencia continua que es una característica

repetidamente señalada por diferentes autores que han escrito sobre el tema
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(Sahovaler, 1997), y que Oscar Wilde (citado en Fisher, 1999, p. 90),

atinadamente señala la existencia de dos grandes tragedias en la vida: perder

al ser amado y encontrar al ser amado.

Otro aspecto importante del amor se refiere al discurso, al diálogo

amoroso, a esta íntima comunicación que produce casi una cultura privada,

una serie de acontecimientos, de intercambios verbales intensos, cargados de

afectos que se graban en la memoria con una intensa nitidez.

Trueba (2001), en el prólogo de una selección de escritos sobre el amor,

al referirse al discurso amoroso nos dice precisamente que:

El discurso y el diálogo amoroso son los únicos materiales que permiten


mantener vivas y con sentido, las imágenes de lo amoroso; el discurso del
amor es, entonces, una muestra de nuestro amor, de la lejanía del objeto
amado. Así, el discurso del amor es algo que sólo podemos construir tras el
acto de amor (p.13).

Los comentarios de Trueba, invitan a la reflexión sobre la necesaria

construcción de un discurso propio entre los amantes que favorezca la

formación de un espacio único no compartido sino en la vida diaria de la pareja

amorosa, pero también nos habla sobre lo finito, intenso, tormentoso y a veces

imposible que puede ser el vínculo amoroso, de ahí la imperiosa necesidad de

mantenerlo vivo mediante el discurso, las cartas o la poesía.

Así como el discurso es fundamental en la práctica amorosa, también la

acción y el movimiento justifican la intensa unión con el otro, la intimidad y el

compromiso como los podemos observar desde los tiernos y repetidos

acercamientos de una pareja de enamorados o en el erotismo previo al acto

amoroso, hasta la intensa pasión del encuentro sexual. Maturana (1992, p.

251) dice: “El amor es, hablando biológicamente la disposición corporal para la

acción bajo la cual uno realiza las acciones que constituyen al otro como un
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legítimo otro en coexistencia con uno”. Lo que me lleva a pensar, por muy

platónica o fantaseada que sea un relación amorosa, ésta se consolida y

comienza a cambiar cuando se inicia el contacto físico y se despliegan una

serie de movimientos dirigidos por el deseo, que legitima no solo la existencia

del otro sino también la existencia de la pareja amorosa en una intensa

interacción intersubjetiva que pretende negar la finitud de la fusión.

Alberoni (1979) define precisamente el enamoramiento como: “el estado

naciente de un movimiento colectivo de dos” (p. 17), señalando que en el fondo

no importa quién sea el otro, sino que con el enamoramiento nace una fuerza

terrible que tiende a la fusión y hace a cada uno de nosotros insustituible, único

para el otro. De tal forma, se puede decir que nos enamoramos de lo que el

otro significa o representa en un momento determinado de nuestra vida.

Con base en lo anterior, considero que el camino definitorio del amor

como totalidad es resbaloso y está impregnado de subjetividad, por lo que una

aproximación descriptiva de sus componentes ha resultado de mayor utilidad

para muchos estudiosos del tema, como lo mencionamos en párrafos

anteriores.

1.1 Posmodernidad y vínculo amoroso

En estos tiempos el amor se debate entre permanecer atado al vínculo

conyugal, como lo había dictaminado el ideal de la pareja monogámica,

burguesa, eternamente enamorada, con su clásico lema de “hasta que la

muerte nos separe” (Fisher, 1999) o bien permanecer fuera del contrato

matrimonial oficial, como sucede con las nuevas expresiones de vínculos de

pareja que consolidan el sentimiento amoroso sin la formalidad legal: las


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parejas homosexuales, las parejas que no contraen matrimonio y viven juntos,

las parejas adultas que por voluntad propia deciden vivir separadas, o las cada

vez más frecuentes relaciones triangulares en donde muchas veces el amor se

experimenta fuera de la casa; todos estos casos son claros ejemplos de las

nuevas modalidades de vínculos amorosos cuyo lema es ahora “mientras

dure”, de tal forma que las parejas contemporáneas se encuentran en la

incertidumbre sobre la duración del amor y parecen buscar algo o alguien que

les explique no sólo cómo es el amor en la pareja, sino cómo amarse

(Verhaeghe, 2001).

Sin entrar en debates y pensando en los rápidos cambios que suceden

en torno al funcionamiento de la parejas y de las familias, creo que debemos

considerar las características sociales de la época que vivimos, que como

hemos mencionado impactan de manera importante nuestras ideas, mitos y

prejuicios sobre el amor.

En la nueva forma de pensar, la búsqueda del placer, sin considerar las

consecuencias de lo que se hace, caracteriza a este movimiento, la vida vale

sólo en razón de su calidad de ser gozada y su finalidad es proporcionar un

placer rápido y fácil; la meta no está centrada ya en la búsqueda de

realizaciones, sino en dejar que transcurra el tiempo sin mayores

preocupaciones. Otra característica importante es el énfasis en la apariencia,

en lo físico, en lo plástico; así, encontramos ahora un auge de la cirugía

estética, que pugna por modelar el cuerpo como si fuera maleable, favorecido

por la preocupación obsesiva de los que buscan en esta alternativa no

envejecer y fantasean con una sexualidad eterna. Varios programas televisivos

estadounidenses revelan este anhelo; uno de ellos, Extreme make over,


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presenta a mujeres y recientemente hombres como si fueran automóviles u

objetos de consumo que pueden ser corregidos y cambiados según el deseo

del cliente.

Asociado a lo anterior, está el consumismo. El hombre contemporáneo

compra y acumula objetos, aparatos electrónicos, ropa, etcétera, cada vez más

novedosos, que pasan rápidamente de moda pero que se acumulan como si se

tratara de una forma de llenar un vacío existencial.

Podemos decir entonces que la posmodernidad ha producido una ética

hedonista con un fondo nihilista en la que han desaparecido muchos ideales y

valores personales. Bajo este criterio, se le da más importancia a la opinión

mayoritaria, consensual para tomar decisiones que involucran incluso valores

fundamentales, dejando de lado los principios tradicionales.

Al hombre posmoderno no le interesa profundizar en las teorías,

tampoco en la exactitud de las cosas o en las concepciones personales. La

individualidad ha perdido vigencia: ahora se privilegia la pluralidad y la

diversidad, pues se considera que ya no existe una sola verdad (Lyotard, citado

en Welsch, 1992). Diversidad que el hombre posmoderno empieza a aceptar,

pluralidad que toca al individuo y en la que la vida de los sujetos pasa ahora a

ser “una vida en plural” (Welsch, p. 8). Como en otro programa televisivo de

gran éxito Friends, en donde un grupo mixto de jóvenes convive

superficialmente sin que existan límites o respeto por el mundo interno.

En nuestro entorno cibernético, el sujeto que navega en internet se

vuelve sobre sí mismo y es influido, controlado y modificado poderosamente.

Así, los progresos en la informática, en la televisión, cambian las conductas, los


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modos de pensar, los proyectos, la forma de concebir la pareja, así como los

vínculos amorosos.

La televisión se ha vuelto una fuente principal de conocimiento y

pareciera ofrecer ilusiones de realidad inciertas en las que se vive

artificialmente y muchas veces se manipula la información que se convierte en

desinformación. El ideal de la pareja eternamente joven, sin hijos y sin lazos

con la familia extensa predominante en algunas telenovelas estadounidenses.

La posmodernidad muestra entonces un interés vital por la tecnología y

por el pragmatismo; de esta forma la ciencia, más que buscar causa, ahora

“facilita” la vida placentera e intrascendente –una ciencia que tanto el hombre

como la mujer modernos veían como un recurso que lo salvaría y le daría una

vida más digna.

La tecnología ha determinado gradualmente que las relaciones humanas

se hagan virtuales. En la actualidad un médico puede operar a un paciente

mediante mecanismos automatizados y de telecomunicaciones; o bien una

persona puede realizar diferentes encuentros no solo de tipo comercial, sino

afectivo con personas de diversos países, sentándose pasivamente frente a su

computadora. Por este medio, las telecomunicaciones y los diálogos en internet

permiten encuentros virtuales entre personas, eliminando la “necesidad” de

contacto físico.

El amor electrónico es una nueva modalidad de relación de pareja, en la

cual se deshumaniza totalmente la experiencia vivencial del contacto y la

intimidad; en estas nuevas modalidades, las parejas ya no se tocan ni

intercambian miradas. La tecnología de la información está cambiando no sólo

las pautas de interacción humana que hasta ahora se llevaba a cabo por el
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contacto directo presencial de las personas entre sí, sino también las

tradicionales pautas y ritos del cortejo y la conquista amorosa presencial.

Lo mismo podemos señalar acerca de los numerosos portales

pornográficos, cuyo gran éxito económico se debe a buscadores de pareja

amorosa, sexual o del mismo sexo; la sexualidad está al alcance de una tecla

de la computadora, mediante este mecanismo se puede obtener desde

fantasías sexuales por teléfono hasta compañía sexual seleccionada por

catálogo.

En mi opinión, se trata de maneras de disfrazar con erotismo en todas

sus formas, el gran temor que tiene la pareja posmoderna a la verdadera

intimidad.

1.2 La pareja actual en México

En el siglo pasado, hasta la década de los setenta, la sociedad mexicana fue

muy estable en términos conyugales y en sus relaciones de pareja; los roles de

esposo y esposa eran claros y los jóvenes aspiraban a ser como sus padres.

Ahora el divorcio y las separaciones van en aumento y con seguridad la

tendencia se acentuará en los próximos años. Las tensiones y los problemas

emocionales graves que estas rupturas producen en la pareja son motivos de

consulta. Anteriormente eran poco frecuentes y la mujer divorciada, por

ejemplo, cargaba con un fuerte estigma muchas veces difícil de superar. Hoy

en día muchas parejas eligen precipitadamente el camino de la separación o el

divorcio, colocando a la pareja en crisis; a menudo, sin embargo, la lente de

aumento del terapeuta observa que tal vez ni siquiera estuvieron unidos o
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realmente casados, y que no fueron capaces de diferenciarse de sus familias

de origen.

A pesar de nuestra cultura machista, el índice de divorcios solicitados

por la mujer va en aumento, en contraste con el descenso de las parejas que

contraen matrimonio religioso o solamente civil. La mujer que enfrenta y

organiza emocionalmente su vida después del divorcio se aprecia cada vez

más y nuevas formas de vivir en pareja aparecen ahora en el panorama de la

sociedad mexicana: por ejemplo, las parejas que deciden vivir separadas pero

mantienen sus lazos afectivos y sexuales, las parejas homosexuales que

antaño eran estigmatizadas y condenadas socialmente.

La pareja que forma una nueva estructura familiar, la llamada familia

reconstruida, aparece también y presenta dificultades tan críticas para su

organización emocional y operativa que se destruye frecuentemente el vínculo

marital y conduce a un segundo rompimiento. Los míos, los tuyos y los

nuestros es el título de un libro, que encierra en un enunciado tres grandes

grupos de componentes explosivos que al mezclarse, lesionan las mejores

intenciones de la pareja, que en su segunda oportunidad decidió conjuntar sus

esfuerzos para vivir en familia. Los conflictos emocionales que se suceden en

la complejidad de sus vínculos acaban con la armonía del hogar recién

formado: las culpas, las lealtades, las alianzas, las envidias y colusiones son

elementos a menudo insuperables en esta modalidad de pareja. En el pasado

muchas escuelas privadas prohibían que los hijos de padres divorciados

ingresaran a sus aulas, hoy es más común que entre los alumnos de diferentes

grados convivan hijos que tienen dos casas y pasan el fin de semana con uno

de los padres y su nueva familia.


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Como se puede apreciar en este breve repaso, la pareja en México ha

cambiado de manera acelerada en las últimas décadas. Lo que fue el modelo

ideal de la pareja burguesa, producto del romanticismo del siglo XIX, se ha

gastado y está en vías de extinción. La típica escena familiar del hombre que

llegaba de trabajar a comer en su casa, se sentaba en la cabecera y con la

mirada retiraba o aprobaba los platillos que su mujer le había preparado

durante toda la mañana, y a quien regañaba por la falta de orden doméstico, ha

sido reemplazada por otra; hoy, la mujer trabaja o hace una maestría, el

esposo ya no come en casa y al llegar la noche encarga una pizza y se

posesiona del control de la televisión, despertando el enojo y las protestas de

una esposa que desea convivir con él. Las relaciones amorosas y la

procreación subsecuente fueron junto a muchos otros ideales de la

modernidad, los objetivos centrales de muchas parejas hasta antes de la mitad

del siglo pasado.

La época del México posrevolucionario que pugnaba por reformas

sociales para beneficiar al campesino y al trabajador, que enarboló la bandera

de la madre protectora, simbolizada por la escultura materna del IMSS o por la

protección de la familia, terminó.

Los movimientos socioeconómicos mundiales, la globalización, los

medios de comunicación y la clase política mexicana, entre otros factores,

parecen haber enterrado sus ideales y su ideología. La pareja eternamente

joven, sin hijos, narcisista, preocupada por su belleza externa, prototipo de la

cultura anglosajona de las últimas décadas, compite y choca con el ideal de

pareja tradicional mexicana, fincada en tener hijos y formar una familia nuclear.
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La maternidad, en el pasado la función más importante de la mujer en

México y heredera de las culturas española e indígena, ha dejado de tener

vigencia y de ser el leit motive de muchas mujeres, que ahora enfrentan nuevos

dilemas.

El conflicto generado por los dos modelos –el tradicional, transmitido y

reforzado por la propia madre, por la familia; el reciente, impuesto e impulsado

por la cultura norteamericana a través de los medios- acarrea culpas,

ambivalentes y dudas en la madre contemporánea: ¿tener hijos o no?,

¿dedicar tiempo completo a la crianza o al desarrollo laboral y profesional?,

¿mantenerse joven y esbelta o perder su cintura con los embarazos?

Veamos un ejemplo clínico:

A semejanza de la primera escena de una obra de teatro, una joven

pareja llega a su primera cita con la queja expresada en voz de ella: “Doctor,

venimos porque ya se terminó el amor; sabe, tenemos cinco años de casados,

estábamos muy enamorados en el noviazgo, nos casamos, tuvimos dos hijos.

Pedro hizo una maestría en Chicago, regresó hace cuatro años a la empresa

que lo había becado y al regresar después de que nació mi segunda hija, a mí

me ofrecieron un empleo como directora de capacitación de una empresa

trasnacional que me pedía un horario de tiempo completo. Ahí empezaron

nuestras discusiones”. Pedro interviene y señala que él en realidad no estuvo

de acuerdo en que dejara a los niños todo el día y que los cuidara la sirvienta.

Ella replica y menciona que ahora era su turno para desarrollarse

profesionalmente, y que él era un egoísta y que además tenían que pagar la

hipoteca de la casa que recién habían comprado. Claudia señala en seguida

que después de nacer su segunda hija, las discusiones continuaron por el poco
19

tiempo que ella pasaba en casa y empezaron a tener un alejamiento sexual,

reprochando que lo único que a él le importaba era lo sexual y que ella

necesitaba más cercanía afectiva y la ayuda en las labores de la casa que el

sexo.

Los conflictos se agravaron a raíz del despido de Pedro de su trabajo,

por lo que la mayoría de los gastos de la casa fueron entonces responsabilidad

de ella. Con todo, ella solicitaba el divorcio porque “el amor se había

terminado”.

Maitena es una caricaturista argentina que ilustra muchos de los

problemas de la pareja contemporánea; las preocupaciones de la mujer por su

cuerpo, las dificultades en torno a la crianza de los hijos, las inquietudes en

torno a los roles tradicionales, etcétera. Las líneas siguientes, que encabezan

unos de sus libros, reflejan parte de la problemática de las parejas de la

actualidad:

A Carmen:

¿Qué puede necesitar una mujer que tiene tres hijos maravillosos, un

hombre que la hace feliz y un trabajo que no para de crecer? Ayuda

1.3 Amor y pareja

Solomon (1989) define la relación de pareja como:

Una relación que implica que dos subsistemas individuales se combinen para
formar un nuevo subsistema familiar y la tarea de los miembros de esa pareja,
es desarrollar consciente e inconscientemente un sistema de trabajo mutuo que
les permita funcionar de manera confortable sin sacrificar completamente los
valores y los ideales que los han llevado a permanecer juntos (p. 23).

Si nos detenemos a reflexionar en los puntos que señala la definición,

podemos considerar de entrada diferentes aspectos conflictivos que


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examinaremos en los párrafos siguientes y que nos llevan a pensar que la

pareja es un sistema con un alto potencial de inestabilidad que rápidamente se

puede dirigir al caos. Estrada Inda (1990) apoya esta idea cuando señala que

la pareja tiene una organización dinámica que constantemente sufre

alteraciones, desmantelamientos y reconstrucciones que se repiten una y otra

vez.

Una dificultad inicial tiene que ver con la formación de un nuevo

subsistema, ya que la relación de pareja está construida en torno a un modelo

simbiótico original que ambivalentemente se debate por un lado entre la

autonomía y la separación, y por otro, el deseo de fusión, vaivén que con

frecuencia observamos en las diferentes variedades de vínculos amorosos.

Se puede pensar que la continua necesidad de conformación del

sentimiento amoroso en torno a la obsesiva pregunta de ¿cuánto me quieres?,

observable en muchas parejas, es una manifestación de intensa necesidad de

fusión, como si el lenguaje amoroso expresado de forma cuantitativa

representa simbólicamente la promesa del cumplimiento de esta profunda y

primaria necesidad; en oposición a lo anterior, para tener un amor maduro

deberíamos haber logrado la separación y haber resuelto nuestras primitivas

ligas incestuosas, lo cual también representa una contradicción que enfrentan

las parejas, y que en muchas ocasiones no se resuelve.

Este proceso de independencia frente a fusión se puede observar en lo

que llamamos elección de pareja y en donde mediante la identificación

proyectiva, de manera sutil y paulatina, uno de los integrantes de la pareja

envía mensajes inconscientes para que el otro actúe determinado rol, que

puede ser, por ejemplo, el de ser indispensable y único. Si el receptor se


21

identifica con esa representación, que incluso lo lleva a pensar que el otro

morirá si él deja de amarlo, se confirma el rol que da lugar y pone en marcha el

proceso amoroso, que ahora va a requerir la constante confirmación de los

roles que se han asignado.

En la trama de Romeo y Julieta, podemos considerar la muerte de él

como resultante de la desconfirmación del rol de salvador indispensable que le

provoca la noticia del suicidio de Julieta. De esa forma, al morir su amada la

vida no tiene ya sentido para él.

En la narrativa de una pareja sobre el proceso de elección y de

enamoramiento, podemos seguir el rastro de las diferentes fases de

intercambio de proyecciones e identificaciones proyectivas, que pierden su

función contenedora cuando un miembro de la pareja o ambos, ya no actúan

como un continente adecuado que metabolice las representaciones que se

depositan en el otro, lo cual representa una de las hipótesis de por qué se

acaba el amor.

Elegir pareja amorosa no sólo es reeditar una relación con el padre o la

madre, sino también tiene que ver con el modelo de pareja primaria que se

tuvo. A veces lo que se busca en el amor adulto, es suplir un afecto que no se

tuvo o bien recuperar una relación afectiva intensa, vía la compulsión a la

repetición.

Cuando se presenta esta correspondencia o mutua confirmación, el

sentimiento amoroso pierde intensidad y se transforma en una relación más

real, que se alimenta con los componentes de ternura y puede pasar a una

etapa de estabilidad y consolidación caracterizada por la neutralización exitosa

de los elementos agresivos vía la represión.


22

Este segundo punto de la definición, que se refiere a desarrollar

consciente e inconscientemente un sistema de trabajo mutuo que les permite

funcionar de manera confortable sin sacrificar completamente los valores y los

ideales que los han llevado a permanecer juntos, nos pone a pensar en un

segundo momento del vínculo amoroso, ya que es precisamente en la vida

diaria y bajo un compromiso mutuo que se pueden alcanzar los acuerdos o

pactos inconscientes que pueden dar lugar a una estabilidad en la pareja.

Si no se logra esto, después de una serie de vicisitudes

desconfirmantes, se presenta la desilusión, una fractura y la terminación

externa del vínculo, aunque en el espacio intrapsíquico, el vacío de la pérdida

permanece por mucho tiempo y destapa, ahora sí de manera más intensa, la

parte agresiva que estaba reprimida. Estas etapas se pueden observar en

muchos vínculos amorosos, desde un noviazgo, una relación matrimonial o una

relación con un tercero(a).

1.4 Pareja y conflicto

Si nos detenemos a pensar en una pareja en conflicto, en muchas parejas

durante una escalada, o bien en algunos de los relatos de las parejas que

terminan una relación y regresan y terminan en un juego interminable, como en

la película titulada La guerra de los Roses, podremos confirmar lo que señalaba

en los párrafos anteriores acerca de la inestabilidad del sistema de la pareja.

Hoy existe en todo el mundo una fuerte tendencia de muchos individuos

a vivir solos; sin embargo, la meta de vivir en pareja y de mantener una relación

única, continúa siendo un ideal de la mayoría de los jóvenes de la cultura


23

occidental (Galende, 2001). Este ideal de pareja que implica el matrimonio para

consolidar el vínculo amoroso, contrasta con el número creciente de divorcios y

la disminución de la tasa de conyugalidad (Beck y Beck, 2001). En México

también aparece el mismo fenómeno.

El mito generalizado de que casarse resuelve todos nuestros problemas

y de que el matrimonio será la continuación obligada de la relación amorosa

para toda la vida, es un ideal de la modernidad que ha favorecido la

dependencia y que conduce rápidamente al aburrimiento y la rutina, así como

la patología, según señala Rampage (1995) en un capítulo sobre los aspectos

de género en la terapia marital, donde se advierte que los hombres casados

viven más y más saludablemente, mientras que con la mujer sucede lo

contrario: la mujer soltera tiene una incidencia más baja de enfermedades

físicas y emocionales (p. 261).

Pareja no significa siempre matrimonio, ni es la culminación del vínculo

amoroso; a menudo representa lo contrario, ya que en muchos casos el amor

se extingue de manera gradual después de contraer nupcias. Pareja tampoco

significa una unión necesaria amorosa; existen conflictos, agresiones, rivalidad,

lucha de poder y dificultades con la intimidad que deriva entre otras cosas del

hecho de que después de nacer, requerimos un largo período de maternaje,

con una relación de gran dependencia que idealmente se resuelve con un

complejo período de individuación, que entra en crisis cuando elegimos pareja

y se activa el anhelo de regresar a una fusión simbiótica en el momento que

nos enamoramos y nos casamos.

En mi experiencia, he podido observar las dificultades de uno o ambos

miembros de la pareja para mantener un desarrollo autónomo e independiente


24

de sus padres; en efecto, a pesar de vivir juntos, entran en crisis ante la

posibilidad de una separación o un divorcio como consecuencia de una relación

triangular, ya que las parejas muchas veces permanecen unidas por miedo a

funcionar de manera independiente o por dificultades económicas.

Para Mitchel (2003) el amor es difícil de encontrar y más difícil de

mantener, pues fácilmente se degrada, entre otras razones porque es

manejado por la sexualidad, factor de naturaleza primitiva y que no permanece

eternamente (p.28).

Manrique (2001) opina que la excesiva proximidad, con acceso fácil al

sexo y a la interacción permanente, lleva a la desaparición del deseo y al

declive de la relación amorosa. Para este autor, ésa sería una de las razones

que explicaría las relaciones triangulares, ya que en su opinión, se presentará

la necesidad de nuevos espacios y nuevas emociones fuera de lo conyugal.

Relaciones que pueden o no tener involucración sexual o afectiva.

Nuevos espacios que reactivan un mundo privado que incluye fantasías

y deseos que no se pueden compartir y que constituyen gradualmente un

campo exclusivo, solitario, nutrido por las motivaciones y las necesidades

inconscientes de cada persona. Intimidad secreta que se comparte, ahora con

el otro no con la pareja, a través del chat o el correo electrónico, que se ha

convertido en medios fáciles y rápidos que con un simple “clic” comunican lo

prohibido, lo secreto y que sustituyen la frustración, la soledad y el vacío que

ocasionan los avatares de la vida conyugal actual.

Si conectamos lo anterior con lo que he venido señalando sobre el

vínculo amoroso en la pareja en esta época posmoderna, podemos darnos

cuenta de lo complicado que resulta actualmente formar una pareja, ya que


25

sobre una estructura poco estable como es la relación amorosa de las parejas,

se agrega ahora como nuevos elementos de carga, una serie de demandas en

torno a la exigencia de nuevos roles y funciones.

Sin embargo es necesario señalar en este momento que el conflicto

tiene una función en la relación de pareja, dicha función es el crecimiento de la

relación y/o de los dos individuos que conforman la pareja de tal manera que el

éxito de una pareja se mide en la capacidad que tienen para resolver conflictos

juntos, y hago énfasis en la última palabra “juntos” ya que muchos de los

conflictos en la relación de pareja se intentan resolver de manera unilateral.

1.5 Psicoterapia del vínculo amoroso

La psicoterapia de parejas es hoy en día una joven disciplina, no así los

problemas de la parejas o los conflictos derivados del vínculo amoroso, tan

viejos como la misma humanidad; sin embargo, como hemos revisado en

párrafos anteriores, la posmodernidad ha traído como resultado que las

solicitudes de ayuda, el reconocimiento de la problemática y las alternativas

terapéuticas, así como los modelos teóricos que sustentan las técnicas de

intervención, no sólo sean diferentes a las de décadas anteriores, sino que

ofrece un amplio abanico cuya muchas opciones rebasan la posibilidad de una

elección acertada.

Solicitudes de terapia más específicas por problemas de pareja, como

puede ser el descubrimiento de una relación extraconyugal o los conflictos con

los hijos de un nuevo matrimonio; o bien aspectos más sutiles, como el vacío

existencial después de pocos años de matrimonio que experimentan muchas

mujeres, o los intensos sentimientos agresivos proyectados contra el esposo


26

luego del nacimiento de un hijo y que esconden el rechazo por éste y las

dificultades para enfrentar la nueva función parental. La llamada crisis de los

cuarenta, que en la visión del hombre consiste una especie de “fatiga vital” por

tener que trabajar intensamente sin sentido, o la de la mujer que se encuentra

en el dilema entre el éxito profesional y la maternidad.

También en nuestros días, son comunes las consultas por problemas

sexuales que presentan nuevas modalidades; ahora muchas mujeres se quejan

de la disfunción sexual de su pareja o de la escasa disposición para tener

relaciones sexuales.
27

CUESTIONARIO

1. Explica ¿por qué se considera que la costumbre era el principio rector de la

formación de pareja?

2. ¿Por qué se considera que la concepción subjetiva del amor, así como su

práctica y sus fines han ido cambiando de forma paralela a la transformación

de las estructuras económicas, sociales y el concepto de familia y pareja?

3. ¿Es el amor el tema central en la relación de pareja?

4. ¿Qué papel juega la libertad de elección en la pareja actual?

5. ¿Cuáles son los tres momentos de la relación de pareja? Explica en qué

consiste cada uno de ellos.

6. En tu experiencia personal ¿en cuál de los tres momentos es en el que te

vives con mayor frecuencia con tu pareja actual o anteriores, si es que éstas

existen?

7. Desde tu visión ¿es cierto que el amor es alcanzable para todos, siempre y

cuando estemos dispuestos a entablar una relación psíquica con el otro?

8. Explica por qué el sentimiento amoroso es considerado un vínculo.

9. En la práctica amorosa es fundamental el discurso, la acción y el

movimiento. Explica.

10. La elección de la separación o el divorcio coloca a la pareja en crisis o la

pareja en crisis elige la separación o el divorcio.

11. ¿Cuáles son las principales problemáticas por las que actualmente una

pareja asistiría a terapia?


28

Capítulo 2. El contrato matrimonial

Temas

Modelo esquemático de contrato matrimonial

Entrevistas iniciales de diagnóstico

Objetivo general

El alumno analizará qué es el contrato matrimonial y los elementos que lo

conforman.

Objetivos específicos

- El alumno describirá el modelo esquemático del contrato matrimonial.

- El alumno discutirá cómo intervienen las expectativas conscientes e

inconscientes de la pareja en el contrato matrimonial.

- El alumno aplicará el proceso de cómo realizar una entrevista inicial de

valoración para dar un diagnóstico.


29
CONTRATO MATRIMONIAL
Ejemplificar una de las técnicas de
la terapia de pareja

Ayuda a:

Dar forma a las entrevistas


iniciales de diagnóstico Establecer el contrato de terapia que
cada cónyuge concertará
probablemente con el terapeuta.
Necesidades Inconsciente

Cuando se separan
1° Evaluar al 2° Afectar Cuando se unen
Consciente
paciente y su una
situación revolución
*Falta de soltura
antes de constante, Armonía
Variables *Cólera
emprender la durante
*Ofensa
psicoterapia. todo el
*Decepción
tratamiento
*Depresión
1° Consciente expresado *Síntomas
2° Consciente no expresado
(secretos)
Tipos 3° No consciente Neurótico

Psicosomáticos
Mensurables
Terapeutas de Se centran en Psicótico
comportamiento
conducta
Potencialmente Identificar las conductas
mensurables generales de felicidad
Terapeutas de Se centra en
pareja
Conyugales
Dificultades Desarrollo y de los
Relación crecimiento individuos
Terapeutas Interpersonal
existenciales Se centra en

“El Aquí y Ahora”

Sin entrevista Busca la

*Inicial
COMPRENSIÓN
Fases *Subsiguiente
DEL PACIENTE *Actual
Unión desacertada

1° Quién es la 2° De qué 3° Que 4° Cuál Grado alto de conflicto


persona que manera esta áreas es el
entabla este relación deben mejor No experimentan su relación
tipo de relación fomento, corregirse. método como unión desacertada
con esta otra. trabó o para
Prefiero a casarme con él o
impidió el lograrlo. Antes de estar solo (a)
crecimiento
y desarrollo.
30

El contrato matrimonial

La comprensión del contrato matrimonial contribuye a: 1) Dar forma a las

entrevistas iniciales de diagnóstico; 2) esclarecer el contrato de terapia que

cada cónyuge concertará, probablemente, con el terapeuta; 3) ejemplificar una

de las técnicas de la terapia de pareja. Dejemos para más adelante la

elaboración de cada uno de estos aspectos.

Con excesiva frecuencia, dicho contrato no es una declaración formal

(oral o escrita) de lo que cada cónyuge puede esperar del otro, sino un

conjunto no declarado de expectativas conscientes. Además, cada miembro de

la pareja abriga un conjunto de expectativas ignoradas (inconscientes) y que,

por ende, no está dispuesto a reconocer. Un contrato matrimonial que permita

la satisfacción mutua de suficientes expectativas dará por resultado la armonía

conyugal.

Un sólido contrato inicial es la mejor garantía para el logro de dicha

armonía. Si bien es cierto que los contratos deben renegociarse durante el ciclo

vital de un matrimonio, tales renegociaciones constituyen experiencias

dolorosísimas para la mayoría de las parejas. Aunque tengan éxito, dejan

núcleos de amargura que serán fácilmente reavivados por los desengaños

posteriores.

Este resurgimiento del interés por el contrato matrimonial no es la simple

presentación de un vino añejo en odres nuevos, ya que se le ha añadido un

nuevo elemento: la comprensión del contrato tácito e inconsciente en las

relaciones interpersonales íntimas. Desde el punto de vista histórico, el contrato

matrimonial personal ha sido un rasgo esencial de muchas culturas.


31

El modo de que una persona maneja el dinero nos proporciona una

importante intelección sobre la estructura de su carácter, su sistema de valores,

sus necesidades inconscientes y sus relaciones interpersonales. Si estas

cualidades entrelazan a las partes involucradas, de manera tal que se

establezca un contrato que permita un compromiso genuino, la pareja tendrá

buenas posibilidades de formar un matrimonio armonioso, basado en la

satisfacción de las expectativas.

El Instituto Familiar y la Sociedad Burocrática dice que el contrato

personal es una nueva forma de vínculo matrimonial. El trabajo preliminar

indica que los contratos incluyen una o más de las siguientes estipulaciones:

1. División de los quehaceres domésticos.

2. Uso del espacio vital.

3. Responsabilidades de cada cónyuge en la crianza, educación y

socialización de los hijos.

4. Propiedades, deudas y gastos diarios.

5. Dedicación a la profesión y domicilio legal.

6. Derechos de herencia.

7. Uso de apellidos.

8. Gama de relaciones permisibles con terceros.

9. Obligaciones de la díada marital en diferentes aspectos de la vida diaria

(p. ej., el trabajo, el ocio, la comunidad, la vida social).

10. Motivos de separación o divorcio.

11. Duración y negociabilidad del contrato inicial y los subsiguientes.

12. Fidelidad sexual y relaciones extramatrimoniales.

13. Posición asumida en cuanto a la procreación o adopción de los hijos.


32

Ejemplos clínicos

La experiencia clínica nos enseña que el contrato matrimonial abarca dos

conjuntos de condiciones: uno consciente y otro inconsciente. La ensambladura

de las expectativas conscientes e inconscientes de los cónyuges asegura la

armonía marital. Si ambas partes comprenden el contrato consciente y están

conformes con él, pero una de ellas o ambas discrepan inconscientemente, el

resultado será una falta de soltura.

Sager (1975) ha declarado lo siguiente:

Tal como yo la uso, la expresión contrato matrimonial es inapropiada, porque


no me estoy refiriendo a contratos o acuerdos formales, escritos conforme a la
ley, redactados y suscritos abiertamente por ambos cónyuges. Cada cónyuge
tiene su propio contrato o conjunto de expectativas, diferente del de su pareja,
buena parte del cual permanece en su mente sin tener formulado o escapa a
su propia conciencia. Este contrato individual puede ser internamente
incongruente, si la persona abriga simultáneamente fuertes necesidades o
deseos contradictorios (p. ej., desea ser independiente y al mismo tiempo,
necesita que su pareja apruebe sus acciones)

En el trabajo antes citado (Sager y otros, 1971), los autores hacen

hincapié en que, si bien los términos del contrato matrimonial son determinados

por profundas necesidades que el individuo espera ver satisfechas por la

relación marital (y que tanto pueden ser sanas y realistas, como neuróticas y

conflictivas), es preciso comprender otros dos factores: 1) por lo común, el

individuo no es consciente de que sus intentos por satisfacer las necesidades

de su pareja están basados en la suposición encubierta de qué, de ese modo,

verá cumplidos sus propios deseos; 2) El individuo no suele tener conciencia

de las expectativas implícitas de su pareja. Resulta obvio, pues, que la


33

imposibilidad de satisfacer aspectos importantes del contrato puede provocar,

en el cónyuge defraudado, una reacción de cólera, ofensa, síntomas neuróticos

o psicóticos, depresión y síntomas psicosomáticos, como si se hubiese violado

un verdadero acuerdo. Al desconocer las expectativas de su pareja, un

individuo puede creer que ha cumplido sus propias obligaciones y que, por

ende, el incumplimiento del otro es injusto o desleal. A menudo, es imposible

explicarles a estos cónyuges que sus expectativas se verán irremediablemente

frustradas, porque se fundan en fantasías que ninguna relación real puede

satisfacer.

Sager y sus colaboradores han presentado un modelo esquemático del

contrato matrimonial, que describiremos en detalle en el siguiente apartado.

2.1 Modelo esquemático de contrato matrimonial

Nivel 1(consciente, expresado)

En este nivel se sitúan las expectativas que cada cónyuge comunica al otro, en

un lenguaje claramente comprensible. Por lo general, los aspectos recíprocos

de estas expectativas no se expresan o reconocen. Aunque parezca

sorprendente, en el momento de casarse algunos individuos no saben que

esperan del matrimonio y, por consiguiente, no pueden expresarlo. Se contenta

con firmar contrato matrimoniales formales, o bien con aceptar las

declaraciones del futuro cónyuge sobre lo que ambos esperan del matrimonio

sus propias expectativas únicamente se cristalizan después de haber conocido

la experiencia marital.
34

Nivel 2 (consciente no expresado)

Figuran aquí los planes, expectativas, creencias, fantasías, etc., que cada

cónyuge se ha abstenido de comunicar al otro, generalmente por miedo o

vergüenza; esta puede ser la única diferencia entre el contenido de este nivel y

el del nivel. Algunos individuos piensan una cosa y dicen otra. Sus expectativas

conscientes expresadas sólo sirven para atraer a la otra persona al matrimonio;

una vez formalizada la unión, se cancelan todas las expectativas previas,

conscientes y expresadas, y se expresan otras nuevas y sinceras que, tal vez,

el cónyuge no querrá o no podrá satisfacer. Por ejemplo, la esposa espera

súbitamente que su marido –un hombre que soltero, era ahorrativo y tacaño– le

proporcione gozoso unos recursos financieros ilimitados.

Nivel 3 (no consciente)

Este tercer nivel abarca aquellos deseos o necesidades (a menudo quiméricos

y contradictorios) que escapan al conocimiento consciente del cónyuge.

Pueden ser similares a las necesidades y expectativas de los niveles 1 y 2, o

estar en conflicto con ellas; esto depende del grado de integración del

individuo.

Por congruentes que puedan ser en el momento de la boda, o aún

durante los primeros años de matrimonio, los contratos son dinámicos en todos

los niveles y pueden cambiar en cualquier punto del esquema de maduración

de cada individuo. Recuerdo vívidamente el ejemplo de una pareja que fue muy
35

feliz en sus dos primeros años de matrimonio. A ella le deleitaba la necesidad

que experimentaba su esposo de una intimidad constante y extremada, porque

compensaba sus carencias infantiles, pero al cabo de pocos años se hartó. Era

creativa por naturaleza, y ahora quería gozar de un poco de libertad para

«hacer lo suyo». El no pudo soportar la separación y la inarmonía que

surgieron en ese matrimonio hasta entonces ideal, donde las necesidades se

habían ensamblado a la perfección. Estos cambios pueden acontecer toda vez

que una nueva fuerza (p.ej., el nacimiento de un hijo, el ascenso de un cargo

superior por parte del marido o la esposa etc.) ingresa en el sistema marital.

El cambio es un elemento inevitable en la vida de un individuo. De ahí

que sorprenda ver cómo algunas personas, al comienzo de su matrimonio,

esperan que el contrato original continúe sin modificaciones «hasta que la

muerte nos separe». Más sorprendente aún es ver cómo algunos matrimonios

pasan años y años sin adaptarse a los cambios vigentes y sin modificar en

absoluto el contrato original, aunque ya no sirva. La única cosa segura es el

cambio. No obstante, el cambio interno del individuo –que es la base de la

psicoterapia y el tema principal de este libro– es constantemente resistido por

esa faceta conservadora de la naturaleza humana que, en mayor o menor

grado, está presente en todo individuo.

La unión desacertada (los malcasados)

El tema del contrato matrimonial nos conduce a otro vínculo con él: El

individuo malcasado (Scanzoni y Scanzoni, 1974). Si bien la existencia de

conflictos maritales no indica necesariamente un casamiento desacertado, no


36

deja de ser cierto que algunas personas se equivocan de veras y eligen a un

consorte por entero inapropiado.

El verdadero matrimonio desacertado no es un fenómeno infrecuente;

nuestro creciente índice de divorcios atestigua el uso de esta solución para

tales casos. A fin de comprenderlos mejor, importa conocer la diferencia entre

la unión desacertada observada y la experimentada o vivida, por cuanto es una

distinción crítica.

La unión desacertada observada puede advertirse en las parejas de

promedios y en los matrimonios de hecho. En ellos hay alto grado de conflictos

y, cuando se les llama la atención al respecto, admiten la existencia de

discrepancias graves. Sin embargo, no experimentan su relación como una

unión desacertada. Aunque se les diga que no deberían casarse sin someterse

antes a una terapia, se casan lo mismo; también lo hacen cuando, habiéndose

sometido a la terapia, ésta confirma su incompatibilidad. Comprender este

fenómeno significa subrayar, una vez más, la ensambladura de las

necesidades: hay una necesidad emocional más profunda que los ata. Por

ejemplo pueden coincidir en el sentimiento de que ninguna otra persona querría

casarse con ellos y que, por perturbador que pueda resultar este matrimonio,

más vale casarse con el individuo elegido que vivir solos. Por lo tanto, ellos no

experimentan la unión desacertada observada. Con frecuencia, estos

matrimonios desembocan un síndrome marital permanente: se habitúan al

conflicto. Algunas situaciones son irremediables y, en tales, casos perpetuar la

relación es más destructivo que terapéutico. Con el tiempo, estos matrimonios


37

pueden terminar en el divorcio o en una psicoterapia prolongada, al aparecer

en ellos el síndrome de apatía y falta de vitalidad.

A los cónyuges involucrados y, a menudo, a los terapeutas, les cuesta

reconocer esta situación. El curso de los acontecimientos estará regido, en

parte, por el objetivo fijado. Si dicho objetivo es la tolerancia y el concepto de

salud mental gira en torno a la capacidad de sufrimiento, tal vez se perpetúe el

matrimonio desacertado; si es la realización, el crecimiento o la actualización

del sí-mismo, y el concepto de salud mental gira en torno a estos ideales, la

perpetuación de la relación perderá importancia.

La verdadera unión desacertada puede clasificarse en tres categorías: 1)

inicial; 2) subsiguiente; 3) actual. En los párrafos precedentes ofrecimos un

ejemplo de la primera. Otro sería el del individuo que no dice lo que siente,

para embaucar a la otra persona y casarse con ella. Un ejemplo fantástico es el

del joven que quería casarse con una muchacha bonita, talentosa, rica y

profundamente religiosa: él declaró que compartía los mismos valores, pero

después que se casaron le confesó a su esposa que en realidad era ateo, en la

esperanza que ella lo aceptaría tal cual era. Fue un matrimonio

verdaderamente desacertado: La joven valoraba convicciones religiosas y

también la sinceridad; su dilema era divorciarse, pese a su religiosidad, o

condenarse a una relación marital vacía por el resto de su vida.

La unión desacertada subsiguiente es el proceso tóxico más común,

dentro de la inarmonía marital. El factor dinámico es la diferencia de

crecimiento. Cuando ambos cónyuges crecen como individuos, aunque sea en


38

direcciones diferentes (p. ej., uno en las artes y otro en los negocios), pueden

respetarse el uno al otro. Cuando uno de ellos crece continuamente y el otro

no, el abismo es casi insuperable, por cuanto el crecimiento diferencial es

acumulativo y las diferencias parecen aumentar en una progresión casi

geométrica (Cuber, 1974).

La unión desacertada actual es la que los mismos cónyuges definen.

Una vez más, nos hallamos ante una vertiente subjetiva y otra objetiva. Por lo

común, el aspecto subjetivo de este matrimonio desacertado es cómo cree

cada cónyuge que el otro ha fallado al no efectuar el cambio que resolvería los

problemas maritales. El aspecto objetivo implica la observación, hecha por el

terapeuta, que uno o ambos esposos no han crecido como individuos capaces

de resolver el trastorno marital, o de reconocer su carácter irresoluble y disolver

esa unión desacertada. Esta es la observación de la situación intrapsíquica

actual. Además, este tipo de situación errada entraña la incapacidad de la

pareja para comprometerse en un nuevo contrato matrimonial, que posibilitaría

una relación conyugal viable y vital. Dicha incapacidad involucra, a su vez,

ineptitudes intrapsíquicas y de relación intrapersonal.

2.2 Entrevistas iniciales de diagnóstico

Así como es difícil la terapia de pareja, también lo es escoger un solo enfoque

para las entrevistas iniciales de diagnóstico dentro de dicha terapia. Digo «las

entrevistas», porque rara vez puede llevarse a cabo un examen psicológico

adecuado y prepararse una historia adecuada en una sola sesión.


39

Generalmente, el terapeuta necesita realizar una o más entrevistas con cada

cónyuge y, luego, con ambos (si se propone utilizar la técnica de entrevistas

conjuntas), a fin de recopilar el material necesario para una evaluación

apropiada de los esposos y del matrimonio. Esta evaluación es vital para

determinar si la terapia de pareja es la indicada y, en caso afirmativo, qué tipo

de enfoque se amoldará mejor a las necesidades de la pareja evaluada.

Además, deberá efectuar una renovación constante en el trascurso de la

terapia, a medida que los nuevos acontecimientos (a veces sorprendentes)

impongan cambios en el diagnóstico y las técnicas.

La primera entrevista presenta numerosas variantes. A veces, el

terapeuta sólo ve a un cónyuge; otras, ve a ambos cónyuges y continúa

entrevistándolos de la misma manera, sin mantener sesiones individuales

(Williams, 1974); otras realizan entrevistas iniciales individuales seguidas de

sesiones conjuntas (o viceversa), sin atenerse después a ningún esquema fijo.

En algunas ocasiones, todo depende de lo que decidan los cónyuges; en otras,

de las preferencias de los terapeutas, que varían enormemente.

El método y el contenido de la entrevista inicial varían de un terapeuta a

otro. Los terapeutas de la conducta se centran, principalmente, en los

comportamientos mesurables y potencialmente mesurables de sus clientes.

Tratan de identificar las conductas generadoras de felicidad, delinear las

condiciones que influyen en ellas y estructurar en forma sistemática las

contingencias, del medio por cuanto dichas conductas son función de estas

(Knox, 1971).
40

El terapeuta de pareja, para quien el practicante es el matrimonio,

encara una historia clínica centrada en las dificultades conyugales y la relación

interpersonal. Los que se interesen primordialmente por el crecimiento y el

desarrollo de los individuos dentro del matrimonio incluirán en su historia clínica

observaciones sobre el carácter y el funcionamiento intrapsíquico de cada

cónyuge; por consiguiente, basarán las entrevistas iniciales en una clara

comprensión de la psicopatología y la psicodinámica. El terapeuta existencial o

gestáltico insistirá, durante la primera entrevista, en el «aquí y ahora» del

matrimonio.

Conviene advertir que algunos terapeutas no realizan una entrevista

inicial de diagnóstico. Unos prescinden de los procedimientos de diagnóstico y

comienzan directamente el tratamiento, sea cual fuere el problema que se

presente después.

Con frecuencia se distinguen artificiosamente las entrevistas de

diagnóstico de las terapéuticas (MacKinnon y Michels, 1971), y afirman que la

única señal del éxito alcanzado en una entrevista es el grado en que el

paciente y el terapeuta desarrollan un sentimiento de comprensión compartido.

Subrayan que una entrevista centrada en la comprensión del paciente

proporciona una información diagnóstica más valiosa que aquella que procura

sonsacar datos psicopatológicos. Aunque esto no siempre es cierto, no deja de

constituir una advertencia importante. De acuerdo con este énfasis, vale la

pena notar que es posible establecer una interacción terapéutica en una sola

sesión, aunque esta sea la entrevista inicial (Spoerl, 1975).


41

Howells (1975) se opone abiertamente a la insistencia en hacer

psicoterapia a partir de la primera entrevista. Fustiga la evitación del

diagnóstico, subraya cuán peligroso es lanzarse a la terapia sin un examen

previo y aboga por un retorno a la indagación sistemática, que es el camino

seguro hacia el conocimiento y hacia la sistematización en la esfera clínica. Su

dictamen es que el diagnóstico debe preceder a la terapia.

Desearía insertar aquí un comentario sobre la idea de empezar el

tratamiento con una entrevista inicial. Me parece administrable que el terapeuta

procure presentar un «ambiente» que estimule una respuesta positiva en el

paciente, pero creo que es un enfoque engañoso, por cuanto insiste

excesivamente en que la posibilidad de una involucración terapéutica está

determinada por lo que haga el terapeuta. Uno de los propósitos de la

entrevista inicial de diagnóstico es establecer si el paciente es capaz de entrar

en una relación terapéutica que provoque un cambio en él. La esposa

«enamorada» ofrece un muy buen ejemplo de una aparente «entrada»

inmediata en el tratamiento. Empero, la experiencia indica a menudo que no ha

habido ningún cambio, que el paciente nunca ha «entrado» en el tratamiento ni

ha captado el concepto de un cambio interno; a veces, esto sólo se advierte

muchos años después.

Hay casos en que la decisión del terapeuta de no «iniciar el tratamiento»

en la primera entrevista produce un efecto saludable en ciertos pacientes. Me

refiero a aquellos individuos que, al verse en el consultorio de un terapeuta, con

un tratamiento por delante, caen fácilmente en la regresión y pueden

desarrollar psicosis temprana. Es posible que estos pacientes se sientan más

cómodos si el terapeuta insiste en el diagnóstico, y no en una intimidad


42

prematura que ellos no pueden manejar. Una vez más, vemos que cada

enfoque presenta ventajas y desventajas. La flexibilidad y la aplicación sensata

del conocimiento pertinente a cada situación individual son más eficaces que

los pronunciamientos globales acerca de una técnica.

A lo largo de este libro, me esfuerzo por presentar un panorama general

de la terapia de pareja sin patrocinar ningún tipo de enfoque con preferencia a

otro, procurando evitar las polémicas o reivindicaciones de superioridad de un

enfoque sobre otro. Sin embargo, no sería práctico describir en este capítulo

los muy numerosos y diversos tipos de entrevistas iniciales de diagnóstico. Por

consiguiente, me limitaré a presentar dos enfoques marcadamente diferentes.

Uno es mi propio enfoque, que desprende de los capítulos anteriores.

Deseo insistir nuevamente en que más vale elegir, de un modo flexible, un

enfoque que se adecue a la pareja presentada, en vez de imponer el mismo

enfoque rutinario a todas las parejas.

El otro enfoque difiere notablemente en el mío en cuanto a su

formulación y técnica. Es un tipo de entrevistas de corta duración, tendiente a

acelerar la atención de los pacientes cuando hay una larga lista de espera, a

iniciar una terapia breve cuando se dispone de tiempo y recursos limitados, y el

problema no involucra un cambio de estructura de personalidad individual de

uno o varios cónyuges (Williams, 1974).

Mi enfoque habitual se basa en reconocimiento de: 1) la necesidad de

evaluar adecuadamente al paciente y su situación, antes de emprender

cualquier forma de psicoterapia; 2) la necesidad de efectuar una revaluación

constante, durante todo en tratamiento. La entrevista inicial comienza con el


43

primer contacto, que puede ser telefónico. Es importante observar qué cónyuge

telefoneó y en qué circunstancias, y averiguar luego porque ocurrió así.

Muchos esposos telefonean con el propósito de traer a su pareja al consultorio

del terapeuta, para que éste la «enderece»; otros quieren venir solos, a fin de

preparar al terapeuta para el rol que le han designado (un subtipo de esta clase

se presenta pertrechado con un informe legal contra el cónyuge, a quien el

terapeuta aún no ha visto).

Algunos cónyuges prefieren ir solos a la primera entrevista porque tienen

un «secreto» que no deberá revelarse durante la terapia de pareja, o porque

quieren coligarse con el terapeuta contra el otro esposo. Otros piensan en «el

matrimonio» y desean atenderse juntos, desde la primera entrevista.

Frecuentemente nos encontramos con la pregunta: « ¿Debemos ir juntos o por

separado?». Al replicar: « ¿Cómo preferirían hacerlo?», habremos comenzado

a recopilar información sobre el tipo de matrimonio que atenderemos y sus

integrantes.

El punto de partida de la entrevista puede ser una historia actual del

matrimonio, seguida de una historia longitudinal; simultáneamente, se recogerá

el material referente al carácter de cada cónyuge. Luego se obtendrá la historia

de cada individuo hasta el momento en que conoció al otro, al fin de completar

el cuadro. Aunque la secuencia es determinada por las necesidades de los

cónyuges, personalmente prefiero, tras haber escuchado brevemente las

principales quejas, la historia actual y las involucraciones emocionales en el

matrimonio, empezar con la historia de cada individuo hasta el comienzo de su

relación. De modo que dispongo de una comprensión psicodinámica de cada

individuo que me facilita el entendimiento del material concerniente al principio


44

y evolución del vínculo que condujo al matrimonio. En suma, procuro

comprender: 1) quién es la persona que entabló este tipo de relación con esta

otra; 2) de qué manera esta relación fomentó, trabó o impidió el crecimiento y

desarrollo continuos del individuo; 3) qué áreas deben corregirse; 4) cuál es el

mejor método para lograrlo.

Sager, C. (1980). Contrato matrimonial y terapia de pareja. Argentina:

Amorrortu. Capítulo 4 y 5. Pp. 50-69.


45

CUESTIONARIO

1.- ¿Para qué sirve el contrato matrimonial en terapia de pareja?

2.- ¿Menciona las estipulaciones que conforman los contratos matrimoniales?

3.- ¿Cuáles son los términos y factores que determinan el contrato matrimonial

según Sager y otros?

4.- ¿En qué consiste el nivel consciente, expresado del contrato matrimonial?

5.- ¿En qué radica la diferencia entre el nivel consiente expresado y el nivel

consciente no expresado del contrato matrimonial?

6.- Explica el nivel no consciente del contrato matrimonial

7.- ¿Cuáles son las formas en que se vive la unión desacertada? Explica cada

una.

8- Menciona un ejemplo de la categoría inicial en la unión desacertada.

9.- ¿A qué categoría de la unión desacertada corresponde la diferencia de

crecimiento en los individuos?

10.- ¿Quiénes definen la unión desacertada actual y de qué manera?

11.- ¿Cuál es la finalidad de la o las entrevistas iniciales?

12.- Respecto al enfoque a elegir para la terapia de pareja, ¿qué recomienda el

autor?

13.- ¿Para qué sirve la comprensión psicodinámica de cada individuo en la

terapia de pareja?
46

Capítulo 3. Selección de la terapia

Temas

Principio rector en la selección del tratamiento

Circunstancias en las que no se recomienda la terapia de pareja

Circunstancias en las que se recomienda la terapia de pareja

Selección del tratamiento

Terapia orientada hacia a la persona

Terapia orientada hacia el matrimonio

Terapia de orientación combinada

Terapia sexual

Terapia de pareja orientada hacia la resolución de una crisis

Objetivo general

El alumno analizará el proceso para selección de la terapia y los tipos de


terapia.

Objetivos específicos
- El alumno diferenciará en qué casos es conveniente la intervención
psicoterapéutica y en qué casos es innecesaria.
- El alumno conocerá y diferenciará la terapia orientada hacia la persona.
- El alumno conocerá la terapia orientada hacia el matrimonio.
- El alumno conocerá y describirá en qué consiste la terapia de orientación
combinada.
- El alumno identificará y describirá en qué consiste la terapia sexual.
- El alumno describirá en qué consiste la terapia de pareja orientada hacia la
resolución de una crisis.
47

Terapia

Si No Cuando es
demasiado
tarde

Innecesaria
“Tiranía del Ideal”
No es aplicable para
1° ¿Qué desea el paciente de la terapia? la pareja (en realidad
2° ¿Será el paciente capaz de asumir la no quieren terapia)
responsabilidad primordial de hacer que
funcione?

Selección del Tratamiento

Terapia Terapia Terapia Terapia Terapia Orientada a la


Orientada Orientada Orientada Sexual resolución de crisis
hacia la hacia el Combinada
persona
matrimonio

Derivar a Necesidad Inmediata


La atención recae Resolver los Persona y la pareja o
en el individuo, el problemas que matrimonio, el bien.
futuro del impiden la paciente se
matrimonio armonía en el responsabiliza
dependerá de las matrimonio. por el cambio
terapias individual que
individuales. impacta el Técnica de distancia
matrimonio. estructurada.
48

Selección de la terapia

Ahora estamos en condiciones de encarnar la selección de la terapia, problema

sumamente complejo, porque dicha selección depende de alguna amalgama

de diversos problemas, presentados por diversas combinaciones de cónyuges,

y de la formación y experiencia del terapeuta, a menudo limitadas. La selección

ideal de un tipo de terapia, escogida entre la amplia gama que acabamos de

describir, difiere marcadamente de la selección práctica, determinada por el

equilibrio entre lo que el terapeuta puede ofrecer y lo que los cónyuges pueden

aprovechar.

3.1 Principio rector en la selección del tratamiento

El principio rector básico es que el tratamiento debe adaptarse al paciente. Este

principio puede infringirse desde dos polos opuestos. Por un lado, en las

facultades de la medicina y centros de formación de Estados Unidos hay una

relativa carencia de educación didáctica y experiencia clínica formal

supervisada, en materia de terapia de pareja (Martin y Lief, 1973); sujeto a

estas limitaciones, el terapeuta puede derivar la pareja, o bien tratar de

adaptarla a la única forma de psicoterapia en la que él se siente cómodo. En el

otro extremo, está el peligro de que un terapeuta muy entusiasmado por la

forma de terapia más reciente o novedosa, adapte a ella al paciente que trata

en ese momento (Hollender, 1971).

Lo ideal es que las entrevistas iniciales de diagnóstico, que involucran

una evaluación atenta y detallada, sirvan de base para decidir, ante todo, si el

tratamiento es necesario y aplicable, y recomendar después el enfoque que


49

ofrezca mayores probabilidades de aprovechamiento para la combinación

formada por los terapeutas disponibles y una pareja determinada.

3.2 Circunstancias en las que no se recomienda la terapia de pareja

Cuando es innecesaria

En algunos casos afortunados, las entrevistas iniciales revelan que no hace

falta ningún tratamiento y que «iniciar una terapia» con el primer intercambio

entre el paciente y el terapeuta es, en verdad, prematuro. Por lo común, son

casos en que la pareja está mal informada, o ejemplos de la «tiranía del ideal»:

matrimonios que funcionan bien y que presentan una buena ensambladora de

sus necesidades, pero no se ajustan a la imagen del matrimonio ideal y a las

heroicidades sexuales que presentan los medios de comunicación de masas.

Cuando es demasiado tarde aplicarla

Otras veces, se rechaza a una pareja que solicita tratamiento porque su

matrimonio ya no tiene arreglo. Es posible que uno u otro cónyuge esté

buscando ayuda para poder separase o divorciarse con un mínimo de

hostilidad.

Cuando no es aplicable para la pareja.

Haber determinado que se requiere tratamiento no significa que se deba

recomendar automáticamente su aplicación. ¿Por qué decimos esto? Porque


50

muchos pacientes sometidos a una terapia nunca entran en ella. Esta es una

de las razones que explican el porcentaje aparentemente bajo de los buenos

resultados obtenidos con diversas formas de psicoterapia. Si los estudios

pudiesen diferenciar a los pacientes que entraron en el tratamiento de aquéllos

que se limitaron a asistir a las sesiones, el porcentaje de éxitos sería mucho

mayor.

Con frecuencia, los pacientes declaran que su presencia en la situación

terapéutica es una prueba de su deseo de someterse a un tratamiento, pero a

menudo esto dista de ser cierto. Hay muchos otros factores que determinan su

presencia (p.ej., el miedo a provocar la ira del compañero o aún a perderlo, si

no se asiste a la entrevista); la razón más común es su necesidad de

manipular al terapeuta para que acepte la validez de sus puntos de vista, pese

a que todas las evidencias los señalan como quiméricos e impracticables.

Uno de los casos más comunes en que puede diagnosticarse la

necesidad de un tratamiento, pero es imposible aplicarlo, es el de la esposa

que arrastra al consultorio a un marido renuente, con el propósito de que el

terapeuta lo transforme en la clase de hombre que, según ella, debería ser.

Esto no significa que se ha de despedir a la pareja sin tratarla; lo que hay que

hacer es demostrar cuan insostenible es el contrato terapéutico que este tipo

de esposa desea imponer. Antes de iniciar el tratamiento, el terapeuta deberá

presentar a cada pareja, con la mayor claridad posible, un contrato terapéutico

viable que corresponda a su caso. De otro modo el tratamiento fracasará, a

menos que se convenga a un nuevo contrato viable, que modificar un contrato

terapéutico establecido pero insostenible.


51

En el caso anterior, lo mejor es explicarle claramente a la esposa, lo

antes posible, que cada cónyuge debe responsabilizarse individualmente por el

cambio de sí mismo y de su relación con su compañero, y que la manipulación

de este no entra en los propósitos de la terapia. Puede señalársele que,

aunque el individuo cambie, esto puede suscitar o no un cambio en la relación.

Si no lo provoca, el iniciador del cambio debe decir que hará. Si lo provoca, el

cambio en la relación puede tener o no la orientación deseada. En caso

afirmativo, se establecerá un feliz equilibrio marital; en caso negativo, el

cónyuge afrontara nuevas decisiones.

Cuando se confronta a las parejas con un enfoque como este, algunos

conyugues (uno o ambos) deciden no someterse a tratamiento; otros deciden

conscientemente someterse a él, pero si siguen más resueltos que nunca a

llevar a cabo su propio plan. Esta actitud se revelará a medida que avance el

tratamiento, es cuyo transcurso será preciso redefinir simultáneamente el

contrato matrimonial y el terapéutico.

El movimiento de enriquecimiento conyugal

En Estado Unidos está desarrollándose un movimiento que podríamos llamar

de «enriquecimiento conyugal», comprendido en la oleada general de grupos

de encuentro que involucran a individuos «sanos». En él participan matrimonios

para los cuales no está indicado ningún tratamiento. Un grupo de parejas se

reúnen a fin de acrecentar su conciencia de los aspectos positivos de la

relación marital (Clarke, 1970); estas sesiones ayudan a las parejas

«normales» a ejercitarse más en un tipo de diálogo que bien podría ser un arte
52

interpersonal olvidado o no aprendido. Puede sugerirse el «enriquecimiento

conyugal» a aquellas parejas para las que no se ha diagnosticado la necesidad

de tratamiento.

3.3 Circunstancias en las que se recomienda la terapia de pareja

Una vez decidida la necesidad de la terapia, la pregunta siguiente será: ¿Qué

tipo de tratamiento debe aplicarse? A menudo, no se requiere una anamnesis

exhausta para determinarlo; no obstante, cuanto más conozca el terapeuta la

relación marital y los individuos que la integran, tanto mayores serán sus

probabilidades de elegir el mejor tratamiento. La recopilación de una buena

historia es tan importante para determinar si se recomendará o no un

tratamiento, como para establecer de que tipo será este. Si hemos decidido

que el paciente desea la terapia y puede utilizarla, los interrogantes decisivos

son:1) ¿Qué desea obtener el paciente de la terapia? 2) ¿Será él capaz de

asumir la responsabilidad primordial de hacer que ella funcione? Con

frecuencia, las respuestas no coinciden. En algunos casos la esposa está

resuelta a pedir el divorcio si su marido no cambia; una vez que lo ha obtenido

descubre, para su desconsuelo, que mantenía mejor su equilibrio emocional

cuando contaba con el apoyo de su marido, que en su actual soledad.

A veces es difícil evaluar con exactitud la capacidad de realización de un

individuo, en tanto no haya transcurrido un período de tratamiento bastante

prolongado. Por eso, la reevaluación forma parte inherente del proceso

terapéutico.
53

La terapia de pareja es una forma de tratamiento autárquica, cuyo

campo de acción está delimitado por la formación y pericia del terapeuta, y no

se limita exclusivamente al tratamiento de problemas psicosociales o de la vida

diaria. La unidad terapéutica integrada por un matrimonio y un terapeuta

representa «una psicología grupal para el grupo numérico más reducido»

(Dicks y Stevens, 1974), o una terapia de familia destinada a dicho grupo.

Cuando a esta unidad básica se le añaden los hijos, podemos hablar de una

terapia de familia; si se le añaden otras parejas, podemos llamarla terapia de

grupo. Empero, los valores terapéuticos de la terapia de familia o de grupo

están presentes en su unidad más pequeña: la terapia de pareja. Algunos

pacientes incapaces de aprovechar la terapia individual sacan provecho de la

terapia de pareja, aun cuando no exista inarmonía conyugal y el otro esposo no

necesite un tratamiento individual.

3.4 Selección del tratamiento

El siguiente bosquejo es una modificación del enfoque sugerido por Hollender

(1971), en su excelente reseña del tema. Las cuatro categorías aquí

presentadas no son excluyentes y, a veces, pueden superponerse entre sí.

El terapeuta puede recomendarle a la pareja uno de estos cuatro tipos

de tratamiento, basándose en la información proporcionada por una cuidadosa

evaluación del caso.


54

3.4.1Terapia orientada hacia a la persona

En este tipo de terapia, uno o ambos cónyuges están bajo tratamiento. En el

primer caso, no hay ninguna comunicación entre el terapeuta y el otro esposo;

en el segundo, tampoco hay comunicación entre los respectivos terapeutas. En

el capítulo anterior expusimos las ventajas, desventajas, indicaciones y

contraindicaciones de los diversos tipos de tratamiento que entran en esta

categoría. Como la atención recae en el individuo, el futuro del matrimonio

dependerá del resultado de las terapias individuales.

3.4.2 Terapia orientada hacia el matrimonio

Aquí se insiste, principalmente, en resolver aquellos problemas que interfieren

en la obtención de una ensambladura de necesidades que baste para infundir

armonía en el matrimonio. Esta categoría comprende todos los tipos de terapia

descritos en los capítulos anteriores, salvo los dos casos contemplados en el

apartado anterior. A veces, si no logran su objetivo original, este tipo de terapia

ayuda a que el divorcio sea una experiencia menos destructiva.

3.4.3 Terapia de orientación combinada

En la práctica, suele orientarse hacia la persona y el matrimonio. El paciente

debe de responsabilizarse por su cambio individual para lograr la

ensambladura de necesidades, pues si se obtiene un cambio de conducta

duradero, esto provocará un cambio en la persona como efecto secundario.


55

3.4.4 Terapia sexual

El éxito alcanzado por Masters y Johnson (1970) en el tratamiento de la

disfunción sexual ha hecho que el terapeuta de pareja enfrente una crisis de

identidad. Cuando las evaluaciones indican una disfunción marital que afecta

principalmente lo sexual, cunado la terapia individual o de pareja a que ya se

han sometido los cónyuges no ha logrado resolver la disfunción sexual, ¿el

terapeuta de pareja debe derivar a estos esposos a los terapeutas sexuales, o

él mismo debe procurarse una formación en terapia sexual que le permita

utilizar eficazmente estos nuevos principios y añadirlos a su bagaje

terapéutico?

El carácter tentativo del estudio de Cookerly impone la necesidad de

emprender nuevas investigaciones, con el fin de establecer si la forma de la

terapia es un factor determinante de su resultado. Yo extraería de este estudio

la siguiente conclusión provisional: la forma de terapia elegida puede influir

mucho en el resultado si los diferentes terapeutas poseen aproximadamente el

mismo nivel de pericia; empero, cuando la pericia y experiencia de los

terapeutas varían en grado considerable, pueden llegar a pesar más que la

técnica empleada.

3.4.5 Terapia de pareja orientada hacia la resolución de una crisis

La inclusión de esta sección en el presente capitulo obedece a que, en la

primera entrevista, puede plantearse la necesidad inmediata de utilizar una


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técnica especial, de la que aún no hemos hablado, antes de que se elija

cualquiera de las formas ya descritas. Además de las importantes

contribuciones mencionadas hasta aquí, Bernan L. Greene y sus colegas han

aportado a la terapia de pareja una técnica denominada «distancia estructurada

transitoria»* (Greene et al., 1973), cuyo uso queda ejemplificado en la siguiente

viñeta clínica:

El tratamiento se solicitó a raíz de una crisis: el marido había golpeado

de modo brutal a la esposa y había abusado físicamente de su pequeña

hijastra, fruto de un matrimonio anterior de aquella. El hombre había perdido su

capacidad de dominio frente a los insultos, quejas y reyertas de su esposa. Era

una relación sadomasoquista en la que ninguno podía vivir sin el otro, si bien

las provocaciones hicieron que el marido cayera en la violencia y amenazara

con matarse (había una escopeta en la casa). Este esquema se había repetido

varias veces el año anterior, y el tratamiento ya proporcionado por otros

terapeutas había sido vano. En la primera entrevista (una sesión conjunta), se

eligió la técnica de distancia estructurada transitoria. Se le pidió al marido que

se internará voluntariamente en un hospital para una mejor evaluación y

tratamiento. Los esposos no mantendrán ninguna comunicación entre sí y cada

uno sería entrevistado por separado (terapia concurrente), hasta que el

terapeuta pudiera tomar nuevas decisiones.

Durante el período de enfriamiento, el terapeuta entrevistó a la esposa a

solas y en sesiones conjuntas con su hija; así mismo, hizo una evaluación de

cada persona y el vínculo que mantenían entre sí. El maltrato de la criatura era

un hecho importante: de continuar, debería ser denunciado a las autoridades,

con la consiguiente separación de la niña para su protección. Al cabo de unas


57

pocas semanas los cónyuges comenzaron a participar en sesiones conjuntas,

siendo este su único contacto durante dos meses. Solo en estas condiciones

pudo iniciar una terapia conjunta de pareja y de familia, sin afrontar la amenaza

de abuso, asesinato o suicidio. (A veces, esta técnica resulta igualmente

necesaria cuando ya se ha seleccionado la forma de terapia a aplicar y ha

comenzado el tratamiento).

La técnica de distancia estructurada transitoria se compone de tres

aspectos. Es una maniobra de distanciamiento de los esposos, que puede

permitirles establecer (o restablecer) una relación básica constructiva. Además,

implica una estructuración; consistente en una activa interacción del terapeuta

en aquellos matrimonios trabados por un tipo de conflicto semejante a una

espiral ascendente, el cual exige que se efectué alguna clase de estructuración

para prevenir la destructividad (Yo añadiría que en el transcurso de la

estructuración se establecen, simultáneamente, un contacto terapéutico y un

contrato matrimonial viables). Por último, la maniobra es de naturaleza

transitoria: constituye una técnica dentro del proceso terapéutico total.

Esta técnica puede utilizarse igualmente como método para salir de un

impasse terapéutico, como táctica de enfriamiento o como un importante

método de manejo, cuando este se convierte en el objetivo del tratamiento.

Además, es un valioso instrumento de diagnóstico para aquellos casos en que

se desee poner rápidamente al descubrimiento, algunas de las dinámicas

básicas de una estructura marital. Greene (1973) le atribuye un amplio campo

de acción-siempre que sea utilizada por un terapeuta dotado de inventiva-y

define con claridad sus ventajas.


58

CUESTIONARIO

1.- ¿De qué manera podemos infringir el principio rector básico de selección de

tratamiento?

2.- ¿Para qué me sirve la entrevista inicial de diagnóstico?

3.- ¿Cuándo la terapia de pareja es innecesaria?

4.- ¿Cuándo se considera demasiado tarde aplicar terapia de pareja?

5.- Describe para qué tipo de pacientes no es aplicable la terapia de pareja

6.- ¿En qué consiste el movimiento de enriquecimiento conyugal?

7.- ¿Qué se necesita para escoger el mejor tratamiento?

8.- ¿Qué interrogantes podemos plantearnos si hemos decidido que el paciente

puede utilizar la terapia?

9.- ¿Qué desea obtener el paciente de la terapia?

10.- ¿Será capaz “él” de asumir la responsabilidad primordial de hacer que

“ella” funcione?

11.- En la terapia orientada hacia la persona, ¿en qué recae la atención del

futuro del matrimonio?

12.- ¿Qué sugiere la terapia orientada hacia el matrimonio para infundir

armonía en este?

13.- ¿Cómo funciona la terapia de orientación combinada?


59

Capítulo 4. Psicoterapia de la inarmonía marital

Temas

Consideraciones generales

Psicoterapia para las situaciones que requieren un tratamiento especial

Importancia de los sistemas de valores

Objetivo general

El alumno examinará la diversidad de alternativas en la psicoterapia de la

inarmonía marital, las situaciones especiales para intervenir y el sistema de

valores.

Objetivos específicos

- El alumno construirá alternativas de intervención en las siguientes

situaciones:

 Esposa enamorada-marido frío.

 Marido en busca de una madre.

 Matrimonio de dos parásitos.

 Matrimonio paranoide.

- El alumno ilustrará con casos clínicos cómo el sistema de valores es factor

importante en la terapia.
60

PSICOTERAPIA

DE LA INARMONIA
MARITAL

Diversidad de terapias Sistemas de valores

Situaciones especiales

“Esposa “Marido en busca “Matrimonio de “Matrimonio


enamorada- de una madre” dos parásitos” paranoide”
marido frio”
61

Psicoterapia de la inarmonía marital

4.1 Consideraciones generales

En este manual he procurado presentar, de un modo imparcial, mi propio

enfoque para el tratamiento de la inarmonía marital y los innumerables

enfoques elaborados por otros terapeutas. En los últimos treinta años, he

experimentado con los otros enfoques aquí descritos hasta adquirir un

conocimiento directo de las cuestiones presentadas en la naciente bibliografía

sobre terapia de pareja; de esta manera he podido comprender mejor estas

técnicas a las que se referían los otros autores. También he tenido la fortuna de

poder supervisar el trabajo de muchos terapeutas, en varios centros de

formación. Mis experiencias con las diversas formas de terapia de pareja son

similares a las conclusiones a que han llegado los pocos estudios verificados

de que disponemos, y coinciden con la posición adoptada por Marmor (1966):

ninguna forma de psicoterapia ha mostrado ser mejor que otras; en general, los

terapeutas maduros y experimentados, de diferentes orientaciones teóricas,

logran resultados comparables; los resultados psicoterapéuticos favorables

dependen más de las características personales del terapeuta, su capacidad de

empatía y su madurez clínica, que de sus inclinaciones teóricas.

4.2 Psicoterapia para las situaciones que requieren un tratamiento

especial

«Esposa enamorada- marido frio»


62

Cuando hay otra posible fuente de gratificación, aparte del cónyuge, se obtiene

un mejor pronóstico. Por ejemplo, es beneficioso que el paciente tenga algún

tipo de aptitud, ya sea para el arte, para la abogacía, etc., pues se necesita

alentar su desarrollo y utilización (lo primero se logra con un medio protector y

generoso). El aprovechamiento de las ambiciones latentes puede ser

igualmente decisivo. Las capacidades creadoras innatas son la piedra de toque

para la remoción de los deseos pasivos y dependientes. Si estas personas

triunfan, se obtienen resultados espectaculares. En tales casos, de existir la

probabilidad de aplicar una terapia de insight y lograr unos cambios

estructurales, el enfoque terapéutico decisivo será el siguiente:

Ante todo, debe separarse a la esposa aferrada al marido. Esto puede

lograrse fomentando la neurosis de trasferencia, por cuyo intermedio el vínculo

de dependencia pasa del marido al terapeuta. De este modo, se pone al

descubrimiento el defecto específico de su yo. Estas mujeres manifiestan una

sed insaciable de gratificaciones narcisistas; para ellas, cualquier ofensa o

decepción trivial constituye un golpe contra su autoestima, y, ante esta herida

narcisista, reaccionan con una respuesta difusa y arrolladora de energía

pulsional agresiva, que amenaza aniquilar el yo. A su vez, este peligro las

obliga a aferrarse de manera aún más desesperada a la posición simbiótica.

Por consiguiente, el terapeuta debe asumir un enfoque bifocal centrado,

por un lado, en el yo (deberá esforzarse por desarrollar en la paciente una

mayor tolerancia a las privaciones narcisistas) y, por el otro, en una

disminución de la intensidad de la cólera infantil asesina.


63

Inicialmente, el terapeuta debe gratificar una necesidad vital de estas

mujeres, cuya naturaleza fue grafíticamente descrita por una paciente con las

palabras: «Nos falta algo… pectina… no se forma la jalea. Buscamos a alguien

que nos proporcione esta pectina». En otras palabras, su yo es

extremadamente débil. Al comienzo del matrimonio, el marido puede

suministrar a esta clase de esposa el factor faltante en su yo, pero a medida

que aumenta su necesidad de un yo sustitutivo, hasta hacerse excesiva, llega

un momento en que él ya no puede compensar el déficit. De ahí la obligación

inicial del terapeuta de satisfacer la necesidad de la paciente transformándose

en un yo sustitutivo al comienzo del tratamiento. Por supuesto, esta terapia de

remplazo no tendrá una eficacia más duradera que los esfuerzos iniciales del

marido. Posteriormente, la mujer deberá someterse a una terapia intensiva,

tendiente a desarrollar una estructura yoica adecuada. Una de las pacientes

que lo logró, describió así su proceso: «Lo que una persona necesita

esencialmente para “cuajar” es la pectina. Pectina es no importarle un comino

que otra persona la critique o trate de desaprobarla, pensando que una va a

enloquecer de furia».

El problema psicoterapéutico deriva de la resistencia de la esposa a todo

esfuerzo por diferenciar sus propias dificultades de sus quejas contra el marido.

Al terapeuta le es casi imposible desenredar la maraña mediante sesiones

individuales con ese tipo de paciente, pues invariablemente ella lo confundirá

con su uso constante de un mecanismo de desmentida y proyección. En

realidad, esta esposa libra una lucha de vida o muerte por impedir su

separación terapéutica del marido, por cuanto este es a menudo utilizado para

prevenir el estallido de una psicosis en la mujer. Debemos advertir, al respecto,


64

que el terapeuta incauto puede aceptar las declaraciones irrealistas de estas

pacientes sin darse cuenta de que sus maniobras son frenéticos empeños en

defensa del yo. Pero aunque tenga plena conciencia de estas maniobras

defensivas, enfrentará un dilema: ante la constante amenaza de un colapso

psicótico, le costará decidir cuándo deberá apoyar las actividades defensivas y

cuando esclarecerlas. Debe tener un correcto sentido de la oportunidad, pues

un exceso de apoyo afianzará aún más las tendencias paranoides y generará

un antagonismo con el marido, en tanto que las interpretaciones prematuras

pueden provocar en la esposa gran angustia o un mayor apartamiento de la

realidad.

Las diferencias terapéuticas planteadas por estas mujeres, y sus

exigencias de un cambio en sus maridos, pueden obligar a estos a someterse a

tratamiento.

Pasaremos ahora a la psicoterapia del marido «frío». Ante todo, hay que

distinguir dos tipos de casos: 1) aquellos en que los maridos son

verdaderamente tal como los describen sus esposas; 2) aquellos en que tales

descripciones son meras identificaciones proyectivas, y los maridos, además

de ser personas dignas de confianza, de las que se puede depender, son

cálidos y sensibles. Al terapeuta le es mucho más fácil tratar a este último tipo

de esposo, que al verdaderamente frio y desenamorada. La técnica mejor para

ayudar a una esposa «enamorada», sumida en una dependencia inmutable, es

la psicoterapia conjunta; ayuda a distinguir este tipo de esposa de su marido, a

detectar rápidamente sus distorsiones de la realidad y sus proyecciones en el

esposo. De no poder alcanzarse la separación e individualización ideales,

puede utilizarse al marido para lograr un objetivo menos deseable, pero aún
65

viable. A veces, la prevención de un colapso francamente psicótico se

constituye en un objetivo inmediato. La terapia conjuntiva permite al marido

inteligir como provoca las respuestas de su esposa, y a ella le brinda la

oportunidad de comprender que su esposo la ama de veras. En estas

circunstancias ideales, la mujer puede pasar, al menos, de una posición de

parasitismo hostil y quejoso, a otro de dependencia agradable y apreciativa,

logrando así un cambio que traerá paz a la familia.

El tratamiento del marido le ayudará a comprender que las exigencias de

su esposa son expresiones de su enfermedad; de este modo, lo capacita para

ser más bondadoso y menos frío en sus empeños defensivos contra sus

ataques. Munido de esta comprensión, el marido coadyuva considerablemente

al logro del objetivo intermedio que acabamos de mencionar, ya sea retomando

sobre si la carga total del matrimonio, o lo que sería aún más deseable,

alentando a su esposa a desarrollar sus aptitudes naturales.

Un marido auténticamente frío, distante y desenamorado representa un

dificilísimo problema terapéutico. En el tratamiento conjunto, el terapeuta

puede observar la relación conyugal y percibir el tipo de transferencia que el

marido establece hacia él. La cuestión es cómo enseñarle a un hombre así a

ser capaz de amar. La experiencia indica que en estos casos la familia de

origen se caracterizaba por una falta de amor y calidez. Una capa de odio

glaciar cubrió su herida, a diferencia de la ardiente ira de su esposa. Pese a ser

la intensidad relativamente baja, este odio entraña un rencor implacable e

inexorable contra las mujeres. La esposa puede tener episodios explosivos,

pero los supera y vuelve a mostrarse cariñosa; el marido nunca olvida ni

perdona. Por ende, la terapia procura poner al descubierto los sentimientos de


66

dolor y ofensa que se ocultan bajo ese exterior frío. A menudo, la interrupción

de la ira y las lágrimas reprimidas presagia un punto decisivo: el

redescubrimiento del amor cálido y de una nueva forma de experimentar la

vida. La esposa se sorprenderá, quizás, al descubrir que su marido puede

sentirse herido u ofendido y al saber de qué modo contribuirá ella a su frialdad.

Cuando ya ha transcurrido un largo período de terapia y el mal

funcionamiento cognoscitivo de la esposa le impide utilizar los innumerables

insights que ha reconocido, el terapeuta tiende a desilusionarse y a reaccionar

en forma negativa. En cambio, el marido, que conserva intactas sus funciones

cognoscitivas, puede convertirse en el «buen» paciente que el terapeuta desea.

Para bien del paciente, debemos tener cuidado de que las reacciones

contratransferenciales no enturbien nuestro criterio clínico, ni traben los

esfuerzos terapéuticos.

«Marido en busca de una madre»

Este esquema es el reverso del anterior («esposa histérica-marido

compulsivo»), puesto que el marido es quien busca el «amor» de otra mujer, en

tanto que los rasgos de frialdad y desamor recaen en la esposa. Cuando el

marido es incapaz de cumplir con sus responsabilidades laborales y se ve

incapacitado por una sintomatología o una regresión inminente, culpa de ello a

su esposa y busca en otra parte la intimidad y el amor que le permitieran

mantener su equilibrio. En la medida en que esta «búsqueda de una madre»

tenga éxito, no sentirá la necesidad de ponerse bajo tratamiento; en cambio, si

la otra mujer lo rechaza, su nivel de angustia lo obligara a solicitarlo. Las


67

necesidades de dependencia se traspasan al terapeuta, y la subsiguiente

neurosis de trasferencia aclara el problema psicodinámico. El restablecimiento

de su autoestima por intermedio de su situación laboral, con la consiguiente

disminución de su dependencia de una figura maternal, se convierte en un

factor clave de su adelanto terapéutico. La incorporación de la esposa al

tratamiento, mediante una de las formas de terapia conjunta, aclara el contrato

matrimonial no viable y permite concertar otro que conforme a ambos cónyuges

y restablezca la armonía.

Matrimonio «de dos parásitos»

El tratamiento de este tipo de matrimonio es, probablemente, la tarea más difícil

dentro de la terapia de pareja. En los dos esquemas anteriores, uno de los

cónyuges era emocionalmente apto y podía recurrirse a él para que asumiera

una mayor porción de responsabilidad por el mantenimiento de un matrimonio

viable. En este, la tarea consistente en capacitar a uno de los esposos como

mínimo, para que se separe, adquiera individualidad y desarrolle algunas de

sus capacidades: capacidad de independencia, de apoyar al otro cónyuge, de

amar, de experimentar apetito carnal y sensualidad, por supuesto, lo antedicho

rige especialmente cuando hay niños en la familia. Esta pareja ejemplifica, en

particular, al fenómeno de la interacción marital neurótica y el equilibrio marital

neurótico. Al principio, nos sorprende advertir que si uno de los cónyuges

dependientes empieza a avanzar hacia la independencia y la asunción de

responsabilidades laborales, que otorgaran solvencia financiera a la familia, el

otro (que no ha cambiado) tratara de sabotear los esfuerzos terapéuticos. Su


68

lucha por preservar el equilibrio patológico del matrimonio se basa en el miedo

a perder al cónyuge «en vías de desarrollo».

Este esquema entraña una advertencia para el terapeuta: que reconozca

la amplia gama de esquemas de matrimonios funcionales y se cuide de

empujar a la pareja hacia un ideal que el mismo ha elegido. El terapeuta debe

sintonizarse cuidadosamente con el equilibrio que estas parejas desean y

pueden establecer.

Los cónyuges pueden responder a la terapia sexual. Empero, ella está

contraindicada cuando uno o ambos esposos representan un cuadro de

depresión.

Matrimonio paranoide

La psicoterapia de un matrimonio paranoide se lleva acabo con extrema

cautela, en el entendimiento de que el sistema marital satisface importantes

necesidades psicopatológicas de ambos esposos. El tratamiento del cónyuge

paranoide parte del reconocimiento de que las relaciones maritales infunden en

él un sentimiento general de ineptitud, al que hace frente valiéndose de ciertos

mecanismos defensivos (desmentida, formación reactiva, proyección, etc.).

Como son personas en extremo sensibles a las heridas narcisistas, el

terapeuta debe obrar con paciencia y con sensibilidad hacia las reacciones de

pánico que experimenta el paciente al reconocer y admitir sus ineptitudes.

Cuesta mucho establecer una relación terapéutica confiada y activa porque, al

principio, el terapeuta es investido con las ideas paranoides.


69

En la terapia de pareja, los celos constituyen un problema que puede

encontrarse en los primerísimos tiempos del matrimonio o aún con anterioridad

a él, mucho antes de que aparezcan los rasgos netamente paranoides. El

cónyuge celoso repara en todas las acciones de su pareja, exige que su

conservación o contacto con otros sea limitado, espera una sumisión total y, a

menudo, la recibe inicialmente de su compañero, a quien le disgusta las

reyertas. La paz inicial se logra a costa de un resentimiento creciente (Morgan,

1975). Una vez que este mecanismo ha fallado, a causa de depresión o de la

explosión de ese resentimiento, tal vez se solicite la terapia de pareja.

El tratamiento debe emprenderse con los dos cónyuges, a quienes

permitirán expresar y desahogar sus miedos, depresiones y rencores. Si se lo

inicia tempranamente, cuando todavía no hay delirios o deseos de venganza

provocados por un exceso de heridas narcisistas, el terapeuta puede ayudar al

cónyuge no celoso a escuchar a su compañero con atención y sensibilidad,

consciente de que su autoestima y su confianza personal y sexual son bajas y

necesitan ser mejoradas. La participación del cónyuge no celoso en la situación

de sometimiento hace que su autoestima se menoscabe también. Si el

terapeuta es aceptado por los dos miembros de la pareja, el análisis de las

transacciones puede aliviar los síntomas. El paciente paranoide se mantiene

exageradamente alerta durante las entrevistas, de modo que el terapeuta debe

ayudar al compañero a tomar conciencia de la minuciosidad con que aquel

observa sus palabras y actos. Además, el terapeuta enfrentará la difícil tarea de

evaluar la naturaleza de las acusaciones de infidelidad: ¿son reales,

sospechadas o delirantes? He descubierto que la infidelidad sospechada por

algunos cónyuges evidentemente paranoides y delirantes resulta real. Durante


70

la terapia, el contacto con la realidad modula las sospechas y es posible

modificar los delirios fluidos-aunque tal vez solo por un tiempo y tras haber

reunido una impresionante cantidad de contrapruebas-; los delirios fijos

escapan virtualmente al influjo de las experiencias negativas (Abroms et al.,

1966).

Debemos diferenciar las acusaciones de infidelidad en los casos de

paranoia conyugal, de los celos patológicos manifestados por las personas

débiles, inseguras y posesivas (Revitch, 1960). Esto puede tratarse, no así

aquellas, Revitch recomienda la separación para los casos de paranoia

conyugal. Por cuanto el cónyuge paranoide no puede establecer una reacción

terapéutica. Es preciso efectuar entrevistas conjuntas, para no correr el riesgo

de emitir un diagnóstico equivocado, que califique de paranoico o mentalmente

enfermo al cónyuge sano.

4.3 Importancia de los sistemas de valores

He agrupado en un capítulo estas situaciones diferentes porque en ellas la

terapia está íntimamente ligada a los sistemas de valores. El divorcio y el estilo

de vida matrimonial están mucho más vinculados con los valores vigentes de la

sociedad, los valores de los pacientes y los del terapeuta, que cualquiera de las

otras situaciones tratadas en este libro.

Hollender (1959) resume así las cuestiones que debe encarar el

terapeuta: se aplica una terapia centrada en el matrimonio, tiene que decidir

que lo favorecerá o perjudicará; si actúa para preservar el matrimonio, debe

admitir que es un agente (o, al menos, un representante) de la sociedad, cuyo


71

sistema de valores está defendiendo. Por supuesto, es libre de adoptar la

posición que desee, pero debe ser explícito al respecto, tanto consigo mismo

como con sus pacientes.

La presencia de los hijos acentúa el problema de los valores y

parcialidades. El terapeuta pensará, quizá, que el matrimonio debe mantenerse

unido por amor a los hijos, o bien estará predispuesto en favor de la familia

nuclear. Una vez más, estará en libertad de elegir esta posición, pero deberá

admitir que es un juicio de valor, aun cuando lo sostenga la mayoría de los

miembros de nuestra sociedad.


72

CUESTIONARIO

1.- ¿De qué dependen los resultados psicoterapéuticos favorables?

2.- ¿Qué podría garantizar un mejor pronóstico en un caso de, “esposa

enamorada – marido frio”? Explica.

3.- En el caso de la esposa enamorada ¿qué tendría que desarrollar la terapia

en ella?

4.- ¿Cuáles son los dos tipos de casos que tenemos que aprender a distinguir

en la psicoterapia del marido frío?

5.- ¿Cuál es la mejor psicoterapia para la esposa enamorada y por qué?

6.- ¿Qué permite la terapia conjuntiva en el esposo frío?

7.- ¿Cuáles son los principales rasgos del marido en busca de una madre?

8.- ¿Cómo podemos restablecer la armonía de pareja en el marido en busca de

una madre?

9.- ¿Qué sucederá si en un matrimonio de dos parásitos uno de los individuos

trata de avanzar hacia la independencia? Explica.

10.- Menciona la cuestión que Hollender considera, debe encarar un terapeuta.


73

Capítulo 5. El terapeuta de pareja

Temas

Su formación

La empatía en el terapeuta de pareja

El terapeuta de pareja como persona

Objetivo general

El alumno analizará los elementos de la formación de los terapeutas de pareja,

el impacto de la empatía del terapeuta y al terapeuta como persona.

Objetivos específicos

- El alumno conocerá y discutirá el proceso de la formación básica del

terapeuta de pareja.

- El alumno aplicará la propuesta de Shapiro.

- El alumno identificará cuál es el efecto en el terapeuta y en la terapia al

presentarse la contratransferencia.
74

LA EMPATÍA EN EL TERAPEUTA DE PAREJA

No es
No es Si es No es No es

Cuando el Cuando percibe Cuando percibe Cuando Cuando está


individuo no los sentimientos los sentimientos reconoce que se convencido de
admite su del otro, pero no del otro y siente igual, que se siente
percepción comprende el reconoce dos aunque igual que el
del otro. motivo. cosas. desconozca al otro.
agente causal.

Se viene la
Que él siente o Que la congruencia convicción de
sentiría igual. de sus sentimientos vivir una
se basa en una experiencia de
circunstancia
especifica. FUSIÓN

*Oportunidad de
crecimiento No pierde la
*Desarrollo personal individualidad
*Oportunidad de cambio
Tiene
*Crecimiento dentro de EL TERAPEUTA
su familia Vs CONTRATRANSFERENCIA

Impedimento para la
Requisitos
cura

Que posea una


capacidad creativa que le
permita crecer y con
Una mayor posibilidad de
desarrollarse PERSONA
cambio y toma de conciencia
continuamente como:
75

El terapeuta de pareja

5.1 Su formación

Los terapeutas de pareja provienen de muy diversas disciplinas; su formación,

experiencia, capacidad y propósitos difieren notablemente entre sí. Pueden

limitarse a tratar casos de menor conmoción psicológica, planteados por

personas incapaces de hacer frente a unos aspectos de su situación marital

inmediata que imponen, temporariamente, un esfuerzo excesivo a su

capacidad de adaptación (Frank, 1975).

Esto demuestra la importancia que encierra la formación amplia y

profunda del terapeuta de pareja. Con ella, y mediante enfoques innovadores

como el que acabamos de citar, se podrá descargar en el terapeuta la

responsabilidad principal de adaptarse a las necesidades del paciente.

Teóricamente, al menos, todos parecen estar de acuerdo en que la educación

del profesional en salud mental debe ser pluralista. De este acuerdo básico,

que no siempre se alcanza en la práctica, se extraen muchas conclusiones. En

un extremo esta es la tendencia a familiarizarlo con las diversas escuelas de

pensamiento, para que pueda utilizar cualquiera de ellas. (Personalmente,

apoyo esta tendencia). Tal como la presenta Havens (1973), procura sacar la

psiquiatría de entre las garras del sectarismo y conducirla hacia la ciencia y

hacia una práctica más efectiva. Aplicada al campo de la terapia de pareja, esta

tendencia obliga al terapeuta a tener amplios conocimientos teóricos y

prácticos sobre los numerosos enfoques presentados en este libro, y aquellos

que puedan surgir en el futuro. Obviamente, es una meta idealista, quizá

inaccesible, pero la orientación en sí es deseable.


76

5.2 La empatía en el terapeuta de pareja

Se ha escrito mucho acerca de la empatía y de lo importante que es como

herramienta.

Shapiro (1974) presenta un aspecto útil, integrado por cinco experiencias

humanas posibles, que van desde la extremadamente egocéntrica hasta la más

centrada en el objeto:

1. El individuo no admite su percepción de los sentidos del otro.

Evidentemente, esta respuesta no es empática.

2. Percibe los sentimientos del otro, pero no comprende el motivo. Esta

respuesta tampoco es empática.

3. Percibe los sentimientos del otro y reconoce dos cosas: que él siente o

sentiría igual, y que la congruencia de sentimientos se basa en una

circunstancia específica. Es una respuesta claramente empática, puesto

que se funda en la convicción de que, en igualdad de circunstancias, la

mayoría de las personas sentirán lo mismo.

4. Le basta observar al otro para reconocer que él siente igual, aunque

desconozca al agente causal. Es una experiencia que revela una gran

inmediatez entre el sujeto y el observador, en la que los límites de sus

yoes permanecen intactos.

5. Está convencido de que siente igual que el otro, sea cual fuere la

circunstancia o expresión de este. Se borran los límites entre el yo y el

objeto, y se tiene la convicción de vivir una experiencia de fusión.


77

La terapia es más eficaz cuando el terapeuta se mantiene en el tercero

de estos cinco estados (empatía), o sea cuando se identifica transitoriamente

con el paciente pero sin perder su individualidad, a diferencia de lo que ocurre

en una identificación en la que se comparten hasta los sentimientos de

desvalimiento (Beres Arlow, 1974). El terapeuta debe ser capaz de sentir con el

paciente, mediante la identificación, pero luego debe separarse de él para

poder sentir algo acerca de él.

Por lo general, el paciente prefiere una experiencia que implique un

sentimiento de fusión entre el terapeuta y él (experiencia que puede ser

riesgosa y perjudicial para el tratamiento), al auténtico estado empático de una

identificación transitoria, en la que el terapeuta conserva su individualidad. De

ahí que tienda a preferir la distorsión de los procesos empáticos del terapeuta

y, a menudo, durante la terapia, trate de provocar un estado en el que ambos

refuercen mutuamente sus distorsiones empáticas. En el trascurso de un

tratamiento, puede producirse una folie a deux transitoria, placentera para

ambos. Esta gran vulnerabilidad de la empatía frente a la distorsión nos obliga

a controlarla cuidadosamente. Además, es preciso establecer una clara

distinción entre la empatía y la contratransferencia.

La terapia de pareja pone de relieve, con suma nitidez, el valor y los

peligros de la empatía. Cuando se entrevista a los dos esposos, en las diversas

formas de terapia conjunta, es difícil alcanzar el ideal de unas respuestas

empáticas simultáneas hacia esas dos personas enfrentadas. Por lo común, se

salta de una a otra con periodicidad variable. Cada vez que la empatía de un

terapeuta de pareja se distorsiona en dirección a uno de los cónyuges, el otro

reacciona prontamente contra tal distorsión, actuando así como una especie de
78

supervisor del terapeuta. Por eso, en una terapia conjunta hay menos

probabilidades que en terapia diádica de que terapeuta y paciente refuercen

sus distorsiones empáticas. Cuando ello ocurre, se convierte en un

impedimento para la cura.

Las respuestas empáticas del terapeuta son esenciales; pero no bastan.

La intelección e interpretación del tipo de dinámica que posee cada individuo y

la naturaleza de su relación interpersonal, dentro del contexto familiar, con

otras tantas fuerzas que se entrelazan y posibilitan la eficacia terapéutica.

5.3 El terapeuta de pareja como persona

Deseo terminar este capítulo con un mensaje simple: el terapeuta de pareja

tiene ante sí una notable oportunidad de crecimiento y desarrollo personales.

En su trabajo con las parejas se les presentan ocasiones para comprender con

mayor amplitud y profundidad las experiencias que tuvo en su familia de origen;

asimismo, ellas le brindan la oportunidad de continuar el proceso de cambio y

crecimiento dentro de su familia actual. Es interesante observar como los

primeros cambios creativos logrados por las parejas de pacientes estimulan

otros cambios creativos en el terapeuta, y viceversa.

A continuación resumiré un caso que corrobora esta observación y, al

mismo tiempo, ejemplifica la importante diferencia que existe entre el primer

cambio –una repuesta contraria que, en realidad, no entraña cambio alguno…-

y el segundo -un cambio creativo que soluciona el problema-(Watzlawick et al.,

1974).
79

Durante el tratamiento de un grupo de parejas, una de las esposas

planteó una queja común: su marido no le prestaba atención. Era un hombre

muy gregario, que invitaba a cenar en su casa a dignatarios extranjeros y

pasaba toda la cena conversando con ellos, con evidente agrado e interés.

Para peor, las conversaciones se desarrollaban en el idioma de los visitantes,

incomprensible para la esposa. Cuando esta expuso su queja ante el grupo, los

otros le dijeron que era demasiado pasiva, debía cambiar. Tenía que hablar

claramente con su marido y pedirle que dejara de comportarse así. En

respuesta a estas sugerencias, la mujer amenazó a su esposo con no preparar

ni una cena más si él no cambiaba su conducta. La reacción de él fue invitar a

sus amigos extranjeros y confiar la preparación de las comidas a un cocinero

famoso. Si la esposa persistía en su nueva actitud, menos pasiva, no le

quedaba otra alternativa que dejar de asistir a las cenas.

En este punto, la mujer dio un salto creativo por encima del grupo y de

los terapeutas de pareja, y experimentó un segundo cambio: comenzó a

aprender el idioma extranjero y a utilizar sus propias aptitudes de cocinera

refinada. Empezó a disfrutar la oportunidad de conocer a personas

interesantes, hablarles en su idioma y crecer internamente. No hace falta

advertir que esta mujer había iniciado el proceso de individuación y separación

psicológica de su marido. Su cambio constituyó una experiencia conmovedora

para el grupo, pero su efecto sobre los terapeutas fue todavía mayor. Como

«por casualidad» uno de ellos comenzó a aprender la lengua nativa de sus

padres, aprendizaje al que se resistía desde su infancia. La otra terapeuta, que

tenía fama de ser una pésima cocinera, viajó a Londres para asistir a un curso

de gastronomía, y regresó renovada. Evidentemente, ambos escucharon


80

sanamente a esa mujer, con la mente abierta. Este modo eficaz de escuchar

puede tener un gran valor curativo, y conducir al individuo a nuevos insights y

tomas de conciencia (Barbara, 1973).

El principal requisito de un terapeuta de pareja es que posea una

capacidad creativa que le permita crecer y desarrollarse continuamente como

persona. Gracias a ella, podrá ofrecer a sus pacientes un medio en el cual

tendrán la mayor oportunidad de cambiar.


81

CUESTIONARIO

1.- Respecto a la formación del terapeuta, de manera teórica, existe un punto

en el que todos parecen acordar. ¿Cuál es?

2.- Menciona las cinco experiencias presentadas por Shapiro

3.- Según las cinco experiencias presentadas por Shapiro ¿cuál es la más

eficaz? Descríbela.

4.- Generalizando, ¿cuál es la experiencia preferida por el paciente respecto a

la empatía y como usa esta preferencia en la terapia?

5.- ¿Qué aporta al terapeuta, principalmente, la terapia de pareja?

6.- ¿Cuál es el principal requisito de un terapeuta de pareja?


82

Capítulo 6. Toma de conciencia y cambio

Temas

La fenomenología del aquí y ahora

Paradoja y cambio

Toma de conciencia y resistencia

Objetivo general

El alumno analizará los procesos del “aquí y el ahora”, la paradoja ante el

deseo del cambio, la toma de conciencia y la resistencia al cambio.

Objetivos específicos

- El alumno aplicará la metodología de intervención que consiste el “aquí y el

ahora”

- El alumno experimentará cómo se genera e identifica un cambio en los

pacientes a partir de la intervención del terapeuta.

- El alumno aplicará la paradoja ante el cambio en la pareja o familia.


83

LA FENOMENOLOGÍA DEL AQUÍ Y EL AHORA

Termino fenomenológico Aquí y ahora

Le otorga a este
Proceso psicofisiológico fenómeno personal
que experimenta, inmediatez existencial.
pertenece únicamente a
uno mismo.

Vivenciar el aquí y el
Carl Rogers: El mundo ahora comienza con las
fenomenológico es sensaciones.
el mundo
vivenciado.

La experiencia
sensorial es convertida
a palabras
automáticamente
elaborada
cognitivamente.
84

PARADOJA Y CAMBIO

Edwin Nevis:
Beisser, 1970: Teoría
paradójica del cambio
Agente de
Terapeuta: cambio

El cambio ocurre Motiva a la pareja o familia para que vean y experimenten


cuando uno se convierte la bondad, la utilidad y la creatividad de lo que se
en lo que es, no cuando descubre cuando ellos se examinan a sí mismos.
trata de convertirse en
algo que no es.

Enfocarse más profundamente en lo “que es “permite


continuar moviéndose hacia lo óptimo y adaptarse más
plenamente a la vida de pareja y familia.

Entre más se experimenta lo que “se es” y “como se


opera”, más grande se vuelve la oportunidad de acceder a
una mejor vida, una manera más plana de estar juntos.
85

TOMA DE CONCIENCIA Y RESISTENCIA

El ímpetu, la energía
y curiosidad por
cambiar deben venir
La autoimagen de una pareja o de la familia. La experiencia de las pláticas en el
una familia se desarrolla aquí y ahora les permite el
durante los primeros autoexamen en presencia de un
encuentros con los otros testigo que los apoya.
(abuelos, padres y comunidad).

Consiste en una fórmula de


Modelo intervención que consta de tres
pasos:

Qué Cómo Por qué

Estrategia terapéutica

El terapeuta comienza por El terapeuta se enfoca en el Para cambiar las reglas


animar a la familia mediante otro lado de las implícitas de los enredos del
sesiones de conversación competencias familiares. sistema hacia comportamientos
sobre temas que sean explícitos que apoyen la
importantes para todos los flexibilidad de las fronteras
miembros. existentes entre la familia y el
entorno.
Incluye descubrir sus
incompetencias.
Da apoyo a las competencias,
bondades y sentido de
creatividad a la familia.
86

Toma de conciencia y cambio

Los eventos que se producen a lo largo de la vida inciden en las parejas y en

las familias, generando el cambio. Los niños nacen, crecen y abandonan el

hogar, los descendientes se casan, sus padres se divorcian y vuelven a

contraer matrimonio; llegan enfermedades, sobreviene la muerte, nacen los

nietos; la pérdida de empleos obliga a la búsqueda de nuevos trabajos.

Constantemente fluye información al interior de las familias proveniente de

muchas fuentes: escuelas, periódicos, televisión, libros, nuevos amigos, nuevos

lugares que se visitan. Las parejas y las familias saludables, con frecuencia

están cambiando.

Cuando las habilidades de las parejas o de las familias no son

adecuadas para asimilar el cambio, cuando este proceso de asimilación es

rígido en vez de ser flexible, se generan problemas en las parejas o los

miembros de la familia, tanto individualmente como en el sistema. Se produce

ansiedad (la energía se separa de la esfera de la conciencia), se manifiestan

ciertas actitudes hacia el exterior (desconexión entre la conducta y las

necesidades del individuo) o aparecen síntomas físicos (bloqueo de energía).

Estas parejas o familias a menudo buscan ayuda o son orientadas para

recibirla.

En la terapia de pareja y de familia, el cambio saludable puede ocurrir en

la medida en que las personas involucradas se muestran interesadas en su

proceso interactivo, mientras se comprometen con su esfuerzo de tomar

conciencia y trabajen para resolver las resistencias o interferencias que

obstaculizan el cambio saludable.


87

6.1 La fenomenología del aquí y el ahora

La razón por la que los modelos determinísticos son exitosos en cuanto al

cambio funcional, pero fallidos con respecto al cambio significativo se debe a

que están basados en la casualidad histórica en lugar de (lo que es) en el

tiempo presente. En una plática en Harvard hace varios años, el poeta

Cummings expuso a la audiencia:

“Ustedes no tienen ni la más mínima noción de estar aquí y ahora, solo y

siendo ustedes mismos”. ¿Por qué (preguntarán) debería alguien querer estar

aquí, cuando (simplemente presionando un botón) cualquiera puede estar en

cincuenta lugares al mismo tiempo? ¿Cómo pueden querer estar ahora,

cuando pueden ir a cualquier lugar de la creación con solo girar una perilla?... Y

en cuanto a ser ustedes mismos, ¿Por qué deberían ser ustedes mismos,

cuando en vez de eso podrían ser alguna de las otras tantas personas que

habitan en este planeta?... la idea misma de ser uno mismo, en una época de

“si mismos intercambiables”, debe ser sumamente ridícula… Solamente

recuerden una cosa: eres tú -nadie más - quien determina y decide tu destino.

Nadie vive por ti, al igual que tu no vives para nadie más”.

El término fenomenológico implica que el proceso psicofisiológico que

uno experimenta pertenece únicamente a uno mismo; el agregarle la dimensión

del aquí y ahora le otorga a este fenómeno personal inmediatez existencial.

Este fenómeno que está en proceso (y más) constituye el mundo de una

persona. Cuando la gente muere, asumiendo que su conciencia cesa

permanentemente, su mundo entero se habrá terminado para siempre y,

fenomenológicamente, el mundo concluirá.


88

En la actualidad la expresión “aquí y ahora” se ha vuelto casi un cliché.

Se ha pervertido en una demanda para extraer de otra persona su darse

cuenta inmediato, como si el otro siempre experimentara la elección o el deseo

de compartir lo que les sucede. Se ha convertido en una exigencia forzada de

sentimientos usando unas pocas palabras descriptivas. Carl Rogers señaló

hace tiempo que el mundo fenomenológico es el mundo vivenciado. Esto es, yo

soy lo que yo experimento de mí mismo en este momento, y si tú me preguntas

que es lo que siento en este momento, y yo contesto “nada”, tu puedes

asegurar que, en este momento, yo vivo en un mundo coloreado por la nada,

que yo siento “nada” dentro de mí, que mi experiencia interior se interpreta

como igual a “nada” en mi comunicación contigo. En cambio, algunos

terapeutas y líderes de grupo, en lugar de entender de manera respetuosa esa

“nada” de la experiencia de la otra persona, presionan despóticamente para

obtener más respuesta, como si no hubieran contestado cuando les hicimos

nuestra pregunta.

Vivenciar el aquí y el ahora comienza con las sensaciones. En los

organismos con una corteza cerebral pequeña, la función sensorial del

presente inmediato es primordial, dado que el proceso cognitivo no se convierte

en algo conceptualmente elaborado. En los seres humanos esto no sucede. La

experiencia sensorial es convertida a palabras automáticamente, elaborada

cognitivamente y embellecida; “yo veo una luz. Es una luz amarilla. Surge

directamente hacia abajo y hacia arriba desde una lámpara de mesa que tiene

una base de cristal esférica que se parece a una botella de whisky. La lámpara

tiene una pantalla de papel grisácea. Es horrible. No me gusta. Quiero

deshacerme de ella… etcétera”.


89

6.2 Paradoja y cambio

Beisser, en su artículo de 1970, definió la teoría paradójica del cambio de la

siguiente forma: “El cambio ocurre cuando uno se convierte en lo que es, no

cuando trata de convertirse en algo que no es”. Edwin Nevis ha definido el rol

del terapeuta como agente de cambio de ésta manera: “el cambio no ocurre a

través de esfuerzos coercitivos efectuados por el individuo o por otra persona

que pretenda cambiarlo, pero si ocurre si uno se toma el tiempo y el esfuerzo

para ser lo que es completamente identificado con su actual estado.

Rechazando el rol de agente de cambio es como nosotros hacemos el cambio

posible de manera significativa y ordenada”. ¿Qué significa cuando decimos

que observamos “lo que es” en una pareja o familia? Les damos una

oportunidad de que examinen lo que es experimentando, lo que se hace, las

acciones, que sentimos son expresados, así como aquellos que todavía se

encuentran retenidos. Nosotros motivamos a la pareja o a la familia para que

vean y experimenten la bondad, la utilidad y la creatividad de lo que descubren

cuando ellos se examinan a sí mismos. Las parejas y familias normalmente son

incapaces de ver las bondades y competencias de su estado actual. El

malestar que surge a raíz de sus problemas y conflictos es lo que predomina

en la atención.

Cuando una pareja o los miembros de una familia empiezan a

experimentar sus competencias y su creatividad, aun estando en problemas,

experimentan afirmación y una dignidad que no estaba previamente disponible

en su conciencia. Esto, a su vez, les da ánimos para ver que está faltando en

sus sistemas y qué fortalezas hay en otros lados. Entonces pueden decir
90

“hacemos esto bien, pero pagamos un precio muy alto. Posiblemente

podríamos hacer las cosas de otra manera que no nos haga sentir tan solos y

aislados como hemos estado”. Enfocarse más profundamente en lo “que es”

permite continuar moviéndose hacia lo óptimo y adaptarse más plenamente a

la vida de pareja y familia.

Para las parejas y familias la paradoja consiste en el siguiente hecho:

Entre más se experimenta lo que “se es” y “cómo se opera” (en lugar de lo que

“debería” ser), más grande se vuelve la oportunidad de acceder a una mejor

vida, una manera más plena de estar juntos. Por otro lado, entre más se

presione a una familia para cambiar su forma de pensar y de actuar, más se

resistirán al cambio.

Aceptar lo “que es” es la piedra angular de mi posición terapéutica.

Como terapeutas nos insertamos dentro de la vida de las parejas y de las

familias en un nivel de curiosidad y toma de conciencia. Tratamos de estimular

su curiosidad sobre cómo son, cómo funcionan y lo que es importante para

ellos. En el momento que puedan observar al otro miembro de la pareja o

familia y comiencen a examinar lo que son, es el momento en que se

involucran en el proceso de cambio. El nivel de sus tomas de conciencia

combinadas cambia. Un darse cuenta más grande y más rico les otorga

opciones y, por lo tanto, mejores oportunidades de acceder a una vida mejor.

6.3 Toma de conciencia y resistencia

Por lo general el cambio no es placentero. Los constructos acerca de mí mismo

o de la propia familia de uno mismo, son egosintónicos y están bien

enraizados: “Yo soy una persona amable” o “Somos una familia unida”, han
91

sido construidos a lo largo del tiempo y están ligados al desarrollo. La

autoimagen de una pareja o de una familia se desarrolla durante los primeros

encuentros con los otros, con los abuelos, los padres y la comunidad.

El terapeuta Gestalt de pareja o familia primero ofrece al sistema una

oportunidad de mirar con respeto y dignidad el estilo de vida que han

practicado su naturaleza y sus cualidades, de tal manera que pueden hacer

exploraciones desde dentro de su propia cerrazón, para que puedan

observarse a sí mismos como gente competente e intrínsecamente buena, y

volverse conscientes de sí mismos. Solamente cuando la conciencia colectiva

de la familia se revela o se abre pueden comenzar a sentirse lo suficientemente

confortables como para que, entre ellos mismos, se hagan las preguntas más

provocativas y difíciles… “¿Qué hemos hecho o dejado de hacer, para

encontrarnos en este desorden?” “¿Por qué nuestra cerrazón no nos ayuda a

avanzar más?”

El ímpetu, la energía y la curiosidad por cambiar deben venir de la

familia. La energía es estimulada cuando el terapeuta, primero, les propone a

los miembros del sistema que hablen entre ellos sobre algo que los preocupe.

La experiencia de la práctica en el aquí y ahora les permite el autoexamen en

presencia de un testigo que los apoya. Cuando se hace la pregunta “¿Qué es

lo que más les importa a ustedes?”, el terapeuta Gestalt puede hacer

inicialmente la siguiente intervención:

Existen habilidades genuinas y cualidades positivas en todas las parejas

y todas las familias, independientemente de qué tan desorganizadas o

disfuncionales aparenten ser.


92

Es tan simple que nuestro enfoque puede parecer decepcionantemente

sencillo, aun cuando es extremadamente poderoso. El modelo consiste en una

fórmula de intervención que consta de tres pasos. Ahora recapitulo el “qué,

cómo y por qué” de mi estrategia terapéutica.

1. El terapeuta comienza por animar a la familia mediante sesiones de

conversación sobre temas que sean de importancia para todos los

miembros. Esto le otorga al practicante una oportunidad para observar el

nivel de toma de conciencia familiar dentro de sus propias fronteras.

Después de obtener suficiente información fenomenológica, el terapeuta

hace algunas observaciones. Ésta es la primera intervención. Las

observaciones se basan en datos reales. Su propósito es dar apoyo a

las competencias, bondades y sentido de creatividad de la familia; lo que

existe se traslada a la toma de la conciencia familiar.

El terapeuta da suficiente tiempo al sistema para responder, encontrar

excepciones, cambiar los significados y enriquecer su toma de

conciencia acerca de cómo realmente son. El terapeuta procura

“deslizarse” sobre la energía generada por el sistema, en lugar de

ejercer alguna presión en contra de ella. En la medida que la familia se

siente apoyada se engancha el proceso terapéutico.

2. Posteriormente, el terapeuta se enfoca en el otro lado de las

competencias familiares, que consiste en los que sus miembros pagan

por sus cualidades aparentes. Se trata de la parte negativa de la

operación del sistema; incluye descubrir sus incompetencias. Ésta es la

segunda intervención. Ello implica, por lo general, un mayor grado de


93

dificultad y el terapeuta puede esperar encontrase con resistencias

potenciales expresadas con negación, vergüenza, culpa, enojo o simple

y llana inconciencia. Éste es un giro sutil de los acontecimientos, donde

la toma de conciencia del sistema sobre sí mismo es potencialmente

ensanchada; el terapeuta se encuentra con muchos cuestionamientos y

discusiones.

La resistencia, en la medida que se eleva, es siempre validada. La

familia es alentada para masticar completamente los datos generados,

en vez de tragárselos completos. Los practicantes experimentados se

percatan de que si la pareja o la familia aceptan sus puntos de vista muy

rápido, el aprendizaje y el cambio no ocurren. Todas las partes del

sistema están apoyadas de manera equitativa. Las intervenciones están

balanceadas. Este enfoque también minimiza la polarización, tanto

dentro del sistema, como entre las partes de éste y el terapeuta. A los

padres se les apoya su sentido de cautela, mientras que a los

adolescentes se les apoya en su necesidad de aventurarse al mundo

exterior. Únicamente usando las necesidades de todos se legitiman,

puede el sistema avanzar y abrirse al mundo.

3. El terapeuta puede entonces pasar a las preguntas entonces de lo que

puede hacerse (aplicar lo que se ha aprendido) para cambiar las reglas

implícitas de los enredos del sistema hacia comportamientos explícitos

que apoyen la flexibilización de las fronteras existentes entre la familia y

el entorno. El terapeuta Gestalt hace experimentos con este propósito.

Ésta es la tercera intervención. Cuando la toma de conciencia familiar se


94

enriquece a partir de su propio entusiasmo, se crean más opciones y

más acciones posibles.

Zinker, J. (2006). En busca de la buena forma. México: IHS. Capítulo 5.

Pp.107-127
95

CUESTIONARIO

1.- ¿Qué ocurre cuando no hay una asimilación al cambio por parte de la

familia o pareja?

2.- ¿Qué actitudes pueden ir mostrando los consultantes cuando se da lugar a

un cambio saludable?

3.- ¿Qué implica el “aquí y el ahora” en un término fenomenológico?

4.- ¿Cómo vivencia el aquí y el ahora el ser humano a diferencia de los

organismos con una corteza cerebral pequeña?

5.- ¿De qué manera ocurre un cambio según Edwin Nevis a partir del rol del

terapeuta?

6.- ¿Cuál es la paradoja para la pareja y la familia?

7.- ¿Cuáles son las tres “aportaciones” importantes por parte de la familia o la

pareja para generar un cambio?

8.- Menciona los tres pasos de intervención en el modelo terapéutico.


96

Capítulo 7. Resistencia al contacto

Temas

Toma de conciencia insoportable y acciones demasiado difíciles

Fenomenología de la resistencia

Tipos de resistencia

Objetivo general

El alumno analizará el proceso de toma de conciencia, la fenomenología de la

resistencia al contacto y los tipos de resistencia de la pareja o la familia.

Objetivos específicos

- El alumno identificará el proceso de la resistencia y cómo funciona.

- El alumno identificará y comparará cada uno de los tipos de resistencia.


97

RESISTENCIA

Forma disfuncional de evitación al contacto y a Inherentes y


la toma de conciencia. Heredadas

Responden a un propósito adaptativo de supervivencia,


adoptadas y desarrolladas a través de la cooperación Trasladadas fuera del
consciente o inconsciente. sistema, hacia el mundo,
a otros sistemas
relacionales.

Fijación Desensibilización Proyección Introyección Retroflexión Deflexión Confluencia

Bloquea el Existe cuando una Las personas se vuelven La pareja o la


desarrollo persona sin hacer hacia adentro y se hacen o familia evitan la
continuo del preguntas completa dan a sí mismas lo que incomodidad
organismo. la información de la quisieran hacer u obtener de entre unos y
otra persona. otros miembros de la familia. otros.

Las personas se ven Evita la expansión de Evitan la conexión, desviando el


unas a otras con poca la energía mediante contacto hacia algún otro tema que
profundidad. el acuerdo arbitrario. provoque menos ansiedad.
98

Resistencia al contacto

Parece ser que todo mundo sabe qué es una pareja o familia feliz. Tiene

características que podemos identificar y con las cuales podemos estar de

acuerdo. ¿Cuáles son estas características? Las parejas y familias felices

usualmente poseen una combinación de estas características:

 Se escuchan mutuamente.

 Aceptan sus propios sentimientos e ideas.

 Intercambian ideas para lograr un ajuste positivo.

 Hacen preguntas unos a otros, en lugar de hacer suposiciones.

 Pueden no estar de acuerdo y aceptar las diferencias sin temor.

 Se adaptan mutuamente.

 Luchan por lo que sienten “correcto” y “bueno” para unos y otros.

 Comienzan, desarrollan y terminan una discusión o evento y luego lo

dejan partir.

 Comparten penas, curiosidades, arrepentimientos, ternuras –una

variedad de necesidades y deseos.

 Aprenden a aceptar un “si” con agradecimiento y un “no” cortésmente sin

guardar resentimientos.

 Se mueven de una experiencia a la siguiente sin atorarse.

 No se aferran a algo que es imposible.

 Se ríen de sí mismos.

 Se influencian mutuamente.

 Apoyan mutuamente sus intereses y proyectos.

 Muestran orgullo y compasión por los logros y reveses mutuos.


99

 Respetan la privacidad del otro y, al mismo tiempo, acuden cuando uno

enfrenta un dolor.

 “Se ocupan de los asuntos de los otros” cuando se trata de cuestiones

importantes.

 Toleran ideas extrañas y novedosas de los otros y sueñan juntos.

Practicar estas conductas es difícil. Primero, el buen funcionamiento

requiere trabajo –y frecuentemente trabajo muy arduo. Segundo, las parejas y

familias están, por lo general, pobremente educadas en el arte de vivir en

familia. La educación de cada generación es una de las funciones de la

generación previa. El funcionamiento deficiente se pasa de una generación a la

siguiente como una especie de enfermedad, un “defecto del carácter” de

familia. Dado que estos patrones de funcionamiento deficientes son

básicamente inconscientes, encontramos que por cada fuerza en nosotros que

añora un “buen” funcionamiento dentro de la pareja o la familia, hay otra fuerza

que pasa desapercibida, de igual magnitud, que empuja en su contra, que

“resiste” el contacto sano entre los miembros de la pareja o la familia. Tercero,

algunas tomas de conciencia son demasiado dolorosas para ser soportadas,

algunas acciones son demasiado difíciles de desempeñar.

7.1 Toma de conciencia insoportable y acciones demasiado difíciles

A menudo no nos escuchamos unos a otros; es muy doloroso descubrir algo

horrible, desconcertante o vergonzoso o inclusive hermoso acerca de nosotros


100

mismos, o acerca de aquellos que nos rodean. Es difícil escucharlo y es difícil

decirlo.

No aceptamos nuestros propios sentimientos e ideas de resentimiento,

celos, ira, estupidez, timidez, mezquindad, egoísmo, exageración de las cosas

pequeñas, exageración de ideas sin importancia, mentalidad cerrada, torpeza,

y cosas así. Éstas, también son demasiado difíciles de escuchar.

Y no intercambiamos ideas para lograr un “buen ajuste” unos con otros

porque probablemente no queremos admitir que tal vez no tengamos razón, o

porque cada vez que intentamos algo en la infancia fuimos golpeados, puestos

en vergüenza, comprometidos, abandonados, insultados, fastidiados,

menospreciados, como si fuéramos tontos o estúpidos y luego fuimos

abandonados a sufrir solos. Es demasiado difícil permitir a tal dolor entrar en

nosotros (o fuera de nosotros).

No nos hacemos preguntas unos a otros porque puede ser que nos

digan que somos demasiado entrometidos, o puede ser que nos dé temor

parecer estúpidos. Podemos oír respuestas que nos hagan sentir horrible, o

descubrir secretos escondidos acerca de nosotros mismos que nos hagan

sentir ganas de morir. Podemos descubrir lo negligentes que nos hemos

portado con otros, o nuestras preguntas pueden ser consideradas como tontas.

Tales conocimientos son demasiado dolorosos como para cargarlos en

nuestras mentes y corazones.

Tal vez no queremos aceptar las diferencias entre nosotros porque

simplemente es inaceptable que un cónyuge, un padre, un hermano o una

hermana pueda “pensar de esa manera”, o sea tan insensible, ingenuo,


101

idealista, estúpido, repugnante, necio o descuidado. ¿Entonces, por qué

habríamos de querer aceptar un punto de vista tan diferente? Es una maldición

este tipo de conocimiento; duele demasiado.

¿Por qué debemos intentar algo cuando la experiencia del pasado está

llena de fracasos repetidos, cuando éramos demasiado débiles o torpes para

enfrentarnos a nuestro cónyuge, nuestros padres o nuestros hermanos? ¿Por

qué debemos acercarnos a los otros cuando nos han llamado “egoístas” en el

pasado? ¿Por qué luchar por algo cuando hemos sido aplastados por nuestro

cónyuge o familia con “otra forma” de hacer las cosas? y, ¿Por qué debemos

luchar por algo cuando, en el pasado, nuestras voces no han sido escuchadas,

entendidas o apreciadas?

La lista de nuestras objeciones inconscientes a tales ideales –ideales

nacidos de sueños y del optimismo juvenil- es interminable. Hemos tenido

bastante experiencia en ser rechazados, profundamente heridos y

decepcionados. Y nuestro ser inconsciente carga estas penas.

Es fácil referirse al crecimiento como un proceso maravilloso, liberador,

de expansión de la mente. Pero no es fácil ver lo que está realmente allí, y no

es fácil soportar la propia responsabilidad por lo que uno hace o no hace. Vivir

con las pérdidas, las inevitables fallas propias y de otros a los que amamos, y

ver la condición en que está el mundo, y vivir con ella es, a menudo,

insoportablemente doloroso. El estar completamente despierto a todas estas

cosas es una carga pesada.

El conocimiento es una bendición, sin embargo, con el saber, viene la

maldición de sufrir dicho conocimiento. No es de extrañar que la mayoría de


102

nosotros estamos parcialmente dormidos. Esta alerta somnolienta, esta

adaptación creativa al dolor en el mundo, es expresada en nuestro léxico como

resistencia al contacto y resistencia a la toma de conciencia. Podemos decir

que la resistencia es un tipo de contacto en el que se permite la evitación de un

tipo de contacto en favor de mantener otro contacto con otra cosa que no sea

la experiencia inmediata; la inconsciencia se vuelve “el mal menor”. Sin

embargo, en este trabajo presentaré la resistencia en su definición más

tradicional: como forma disfuncional de evitación al contacto y a la toma de

consciencia.

Nunca estamos solos en nuestras resistencias. Se desarrollan en

nuestra infancia en cooperación con nuestras familias, y de allí se extienden a

nuestras relaciones actuales. Requiere al menos dos participantes para resistir,

y toda la familia puede involucrarse en el bloqueo. Las resistencias responden

a un propósito adaptativo de supervivencia. Adoptadas y desarrolladas a través

de la cooperación consciente o inconsciente por parte del entorno familiar, son

sistemáticamente inherentes y heredadas. Finalmente, son trasladadas fuera

del sistema, hacia el mundo, a otros sistemas de relaciones.

7.2 Fenomenología de la resistencia

Todo movimiento genera resistencia. Dado que la experiencia está en

constante flujo, también se enfrenta contra una resistencia interna. Nuestra

resistencia interna se experimenta con una reticencia a cambiar nuestra forma

de hacer las cosas. Es natural sentirnos confortables con aquello que

permanece constante. También pretendemos esta comodidad en nuestro flujo


103

de la experiencia, pero este constante cambio interno necesita moverse a un

ritmo suave y seguro: un cambio que vaya reforzando la experiencia del sí

mismo. Por desgracia, resistencia es un término que se asocia con la

observación externa de la reticencia o poca disposición de una persona.

Aunque alguien puede señalarnos nuestra resistencia hacia una conducta, una

idea, una actitud o una cierta manera de ver las cosas, nuestra propia

experiencia nos dice que estamos actuando para preservar, mantener, afirmar

y proteger nuestra integridad psicológica. Lo que a usted le parece, en una

observación superficial, como una oposición infundada al cambio, puede ser

una crisis interna para mí, una lucha para mi propia vida. Ésta es una definición

fenomenológica de resistencia –una definición que resalta la validez de la

experiencia interna de la persona.

Unos breves comentarios básicos pueden ser de utilidad aquí. Nuestro

proceso de ser y de experimentar es constantemente influido por el estado de

nuestras necesidades y de su ciclo de frustración-satisfacción. Como

organismos altamente complejos y fácilmente programables, podemos

aprender a bloquear nuestra satisfacción de necesidades. Este bloqueo puede

ocurrir en cualquier nivel de proceso de ingestión y asimilación, incluyendo las

percepciones sensoriales, las glándulas y otros órganos internos, los músculos

y varias otras funciones vitales como la respiración. El bloqueo también ocurre

a nivel cortical en forma de meditaciones, obsesiones y pensamientos

estereotípicos repetitivos. A esto se refiere el término fijación, la fijación

bloquea el desarrollo continuo del organismo. Toda psicopatología puede

definirse como una interrupción generalizada y a menudo crónica del proceso

temporal-espacial mediante el cual el organismo se mueve con fluidez


104

armónica para satisfacer su gama completa de necesidades. No es que esta

persona haya perdido su integridad, simplemente vivencia cambios para

asimilar este estado de estancamiento. La conducta “lisiada” tiene sus propias

características especiales, y lo que aparenta ser “insano” es en realidad un

estado de adaptación al bloqueo.

7.3 Tipos de resistencia

Las resistencias interactivas interrumpen los procesos antes de, o durante,

cualquier fase del ciclo interactivo, de modo que una pareja o familia no es

capaz de empezar algo, colaborar para el desarrollo de una conversación o un

proyecto, completarlo con satisfacción, soltarlo y moverse hacia algo nuevo.

Veamos ahora todas las formas en que pueden presentarse bloqueos

inconscientes en cada fase del ciclo.

Al comienzo de la fase de toma de conciencia, la sensación se organiza

como una experiencia identificada entre dos personas. Las personas escuchan

las voces del otro, se sienten la piel mutuamente, se ven y se observan, se

huelen y posiblemente, se saborean unos a otros cuando está cerca. La toma

de conciencia es activada por estos estímulos: las necesidades despiertan y se

identifican, los sentimientos pasan a primer plano formando una figura y las

ideas se desarrollan y más tarde son llevadas a la acción.

La resistencia que se desarrolla durante la fase de sensación del ciclo se

llama desensibilización. En este fenómeno, las personas se ven unas a otras

con poca profundidad; exploran el lenguaje de cada uno sólo superficialmente

o, de plano, ni se molestan en escuchar. Ellos, o evitan tocarse uno al otro o,


105

cuando lo hacen, bloquean la “entrada plena” de sensaciones en sus cuerpos,

mentes o corazones. La delicadeza del contacto desaparece, incluso, antes de

que haya una oportunidad de sentirse entendido.

Cuando se atoran en este temprano nivel de interacción, las parejas o

familias se sienten aburridas, sin comprometerse e intelectualmente dormidos,

o no disponibles los unos para los otros. Los miembros de la pareja o de la

familia no se estimulan, y mantienen un hogar monótono, aburrido y poco

interesante. Aceptan el aburrimiento como una forma de vivir juntos, sin

reconocer siquiera el aburrimiento como tal, sino como una especie de “vida

gris”, llenado por el color de la televisión o cualquier otra distracción sustituta

de una actividad o de una búsqueda intelectual mutua. Su sistema no valora el

despertar de sensaciones e ideas. Llevan vidas aburridas y, por lo tanto, se

sienten seguros y contenidos dentro de sus precavidos límites personales.

Las parejas y familias desensibilizadas evitan lastimarse o ser

lastimadas a través de no sentir. A menudo tienen éxito en este objetivo, pero

el precio es no saber todo lo que se pierden en la vida.

La resistencia principal al contacto en la fase de toma de conciencia es

la proyección. La proyección existe cuando una persona, sin hacer preguntas,

completa la información de la otra persona. La otra persona, ni da información

ni corrige la información proyectada. Por ejemplo, la persona que proyecta

puede decir, “debes tener hambre”, prepararé algo de comida, o “debes tener

frío”, le subiré a la calefacción. Tiene que haber alguien del otro lado que nos

dé información y que permita que la otra persona complete. El otro no dice “no,

no tengo frío” y tampoco está dispuesto a responder las preguntas claramente.


106

La pareja o familia que es proyectiva, a menudo está claramente

desincronizada: la persona que proyecta se mueve más rápido y la persona

que absorbe la proyección es más lenta en la comprensión. El proyector es

impaciente. Si yo le pregunto “¿tienes hambre? y usted necesita mucho tiempo

para pensarlo, es posible que yo me impaciente y no espere su respuesta. Si

usted tarda demasiado sin encontrar dentro lo que realmente desea, yo lo

completaré con lo que yo quiero. Tener un ritmo más rápido que el suyo hace

que me sea difícil esperarle y decir “bueno, parece que usted está pensándolo

con cuidado. Está bien, yo esperaré hasta que usted decida. En cierta forma, la

proyección está diciendo, “¡vamos, decídase ya de una vez!”.

Cuando usted proyecta hace algunas suposiciones y corre el riesgo de

estar equivocado en algunas de ellas, aun así continúa adelante en base a lo

supuesto. Cuando las suposiciones son correctas, ambas personas pueden

continuar y apreciar el resultado. Si una persona comienza por preguntar,

“¿tienes hambre?” y la otra persona no está segura, a menudo es agradable

para alguien tomar la decisión acerca de preparar algo de comida o salir a

cenar. Pero si suponer se vuelve algo crónico, los individuos se estancan en

sus propios mundos y nada nuevo sucederá jamás entre ellos.

Las proyecciones tienden a repetirse, porque mientras el proyector

completa lo que él o ella quiere, la relación entre los miembros de la familia se

estereotipa, carece de variación y se vuelve predecible. Una pareja o familia

que mantiene un estilo de vida proyectivo tiende a tener un líder tipo “yo sé qué

y cómo” y seguidores pasivos y apáticos. Hay poca discusión o debates

intensos. Aquéllos que no dicen lo que piensan tienden a acumular

resentimientos, mismos que paga la familia con arranques exagerados de ira


107

mostrando poca, si es que alguna relación con la importancia del asunto que lo

detonó.

Los “acuerdos” entre los miembros de la familia son, si acaso se dan,

débiles y sin vitalidad. Las conductas resultantes son devaluadas y apenas

apreciadas. Una vez que la pareja o familia llega al restaurante, descubren qué

persona en realidad no tiene hambre, a otra no le gusta el tipo de comida y la

tercera quiere ir al cine. El pretendido banquete termina siendo, en el mejor de

los casos, un aburrimiento, y en el peor, un desastre. Un escenario similar y su

resultado puede ser extrapolado a cualquier otra decisión o actividad familiar, el

problema aquí es el proceso disfuncional, y no el contenido.

Cuando la toma de conciencia de una pareja o familia empieza a

acumular energía, la introyección es la forma perezosa del sistema para resistir

tal conciencia. La idea o solución es, a la vez, impuesta por un alimentador que

fuerza a tragar, y aceptada por otro, que se la traga entera. La introyección

requiere invertir sólo una pequeña cantidad de energía en lugar de la enorme

energía que requiere el fuego del cuestionamiento o la argumentación. Las

discusiones y los esfuerzos para obtener una solución adecuada para todos

requieren energía y tiempo. La introyección evita la expansión de la energía

mediante el acuerdo arbitrario. La familia está de acuerdo en no masticar las

cosas de nuevo, y no invierten tiempo ni esfuerzo en buscar el “aquí cabemos

todos”.

Tal como en la proyección, la introyección evita discusiones airadas. La

familia sobrevalora el hacer las cosas como siempre se ha hecho, usando las

viejas reglas en lugar de crear formas nuevas y actualizadas de hacerlas. La


108

apatía y la falta de excitación son evidentes en estas parejas y familias. El

sentido de la falsa seguridad se logra manteniendo la conciencia del grupo

reducido, estable y sin cambio. La conformidad a las reglas resulta en un tipo

de sopor comunal, tanto en el sistema principal como en los subsistemas. Los

individuos de este tipo de familias necesitan conformarse a la autoridad –por

ejemplo, la estridente información de los medios u otras fuentes influyentes- de

esta manera, tienden a desempeñarse bien en ambientes altamente

estructurados que no requieren de mucha creatividad o de juicio independiente.

A menudo hacen las cosas al pie de la letra y valoran los “procedimientos de

operación estandarizados”. Cuando entran a un trabajo nuevo, con frecuencia,

está muy ansiosos acerca de las nuevas reglas –claro, sólo el tiempo que

tardan en conocerlas. Normalmente están más preocupados por “lo que

pensará el jefe”, en lugar de tomar una decisión correcta, ya que en sus mentes

la “decisión correcta” es definida por “lo que pensará el jefe”. Ellos engrosan las

filas de burócratas, soldados y consumidores compulsivos.

La retroflexión es otro método que, desapercibidamente, utilizan las

familias para evitar la toma de conciencia y el contacto. Se ubica entre las

fases de energía y acción del ciclo interactivo. La energía necesita ser liberada

por los individuos para poder invertirse en una causa común de la pareja o

familia, para trabajar vigorosamente un proyecto, actividad o cualquier otra

acción colectiva. En un sistema retroflexivo, las personas se vuelven hacia

adentro y se hacen o dan a sí mismas lo que quisieran hacer u obtener de otros

miembros de la familia. Las parejas retienen la ira, la agresión y la expresión

sexual y no piden apoyo, alivio ni caricias. Todos se sienten de alguna manera

aislados y, al mismo tiempo, seguros en su lucha interna.


109

Esta lucha muchas veces queda aprisionada en los músculos, en las

cuerdas vocales u otras partes del cuerpo potencialmente expresivas. Los

individuos cargan la energía petrificada en la tensión de sus cuerpos,

desarrollando así una multitud de síntomas físicos. Parece amenazante “dejarlo

salir”, percatarse que otro está sufriendo u ofrecerle ayuda para salir de un

apuro. Las personas se sienten más seguras volcándose en su trabajo, en el

alcohol o en alguna droga, en lugar de hacerlo en un padre, hermano o amigo.

Los miembros de parejas o familias retroflexivas viven aislados unos de

otros. Ellos no comparten su ira o su dolor, tampoco ofrecen alivio o consuelo a

los otros. Sus límites son demasiados rígidos. La privacidad es sobreestimada,

y los miembros están incrustados en su propia soledad. La autosuficiencia es

más valorada que el hacer conexiones.

La familia retroflexiva, como un todo, tiene características similares a la

de sus subsistemas internos. Sus fronteras se hacen densas y no son

fácilmente atravesadas. No pide ayuda fácilmente a los vecinos, amigos o

terapeutas. Tampoco le es placentero aventurarse en el mundo de los amigos,

así como invitar gente a cenar a su casa, hacer fiestas o disfrutar la compañía

de otros. Los miembros de la familia tratan de refugiarse detrás de la muralla

de su propio castillo psicológico.

Es fácil imaginar cómo este tipo de sistema mantiene su energía

contenida y cómo la conducta expresiva es frustrada. El contacto entre los

miembros de la familia es limitado a las interacciones esenciales y hay poco

intercambio significativo. La familia se aísla de la comunidad que la rodea. Es

sigilosa, ya sea dentro de su propio sistema como dentro del mundo. Mamá
110

dice, “no le digas a tu padre”. Las hermanas y hermanos retienen sus propios

secretos individuales. Los adultos no comparten ideas, sentimientos,

preocupaciones o descubrimientos con sus niños. Los pequeños no se atreven

a hacer preguntas de adultos. El clima intelectual es árido. Si bien, la

producción, individual de diarios, memorias y cosas similares puede ser

abundante, rara vez son compartidos. Enfermedad, culpa y una amplia

variedad de conductas autodestructivas son típicas; sin embargo a menudo

tales familias son “correctas” y bien portadas cuando están afuera en el mundo.

Casi siempre sufren en una miseria silenciosa y pagan un alto precio por el

sentido de seguridad y protección.

Estos individuos son del “tipo silencioso y resistente” que valora la

autonomía. Rara vez participan cuando son parte de un grupo, sin embargo, a

menudo son buenos para los juegos de equipo porque tienden a no hablar de

sus preocupaciones o resentimientos, prefiriendo arreglárselas como puedan.

Su constante “cara de póquer” hace difícil saber qué están pensando. Se

conducen a sí mismos en la vida como si fueran “yo contra el mundo”.

La deflexión es otra de las formas en que la pareja o familia evita el

enriquecimiento en la fase de contacto del ciclo interactivo. Aquí, las personas

evitan la conexión, desviando el contacto hacia algún otro tema que provoque

menos ansiedad. Aquí se presentan dos interacciones típicas con mi propia

familia de origen, las cuales fueron de naturaleza deflexiva:

Joseph: (Dando la bienvenida a sus padres después de una larga separación)

¡Este viaje parecía eterno! ¡Hola! ¡Hola! Los he extrañado.


111

Padre: Hola, tu cabello es un desorden. ¿Por qué no vas a que te lo corten?

Y…

Joseph: (Después de la operación de su madre) ¿Cómo te sientes? Estoy

preocupado por ti.

Madre: Tengo un dolor aquí. A ver, cuéntame, ¿sólo te vas a quedar el fin de

semana?

En lugar de hacer conexiones sólidas los mensajes rebotan sin ser

recibidos por alguien. Al no percatarse de la deflexión, el sistema colabora para

aceptar asuntos no resueltos. Las parejas y familias deflexivas son incapaces

de construir una temática sólida para ser explorada y lograr la satisfacción del

grupo. Una experiencia se disuelve en otra y desaparece. Hay poco desarrollo

o resolución cabal de los temas. Las fronteras entre las personas son vagas y

poco definidas, por lo que el displacer interpersonal es evitado.

La deflexión da vértigo y “trastorna”, en el sentido de que los miembros

de la familia no se sienten enraizados o completamente conectados unos con

otros. Las voces viajan unas sobre otras, empezando a la mitad de un

enunciado, cambiando temas. En sus niveles más extremos, las personas

deflexivas hablan todas al mismo tiempo, y nadie siente pertenencia ni se

siente comprendido.

La confluencia es otra forma en que los miembros de la pareja o familia

evitan la incomodidad entre unos y otros. La confluencia es común en la fase

de toma de conciencia del ciclo, así como en las fases de resolución y retirada.

Es una forma básica de desatender las diferencias. En la fase de toma de

conciencia del ciclo, las personas saltan de forma prematura a un acuerdo


112

antes de examinar los temas con mentes y voces verdaderamente

independientes. Un fenómeno similar ocurre durante la fase de resolución del

ciclo, cuando la separación y la diferenciación son requeridas para la buena

salud pero no pueden lograr; las personas tienen que “estar de acuerdo” para

poder seguir adelante. Las familias confluentes también tienden a ser

retroflexivas. Hay pocos incentivos para “masticar” las ideas de uno y de otros y

responder honestamente. Hay un tipo de pereza intelectual en donde las

personas no se molestan en pensar seriamente acerca de lo que están

discutiendo. Cierran acuerdos que están a medio cocinar y que, cuando se ven

más de cerca, no siempre son juiciosos. El trabajo de amar siempre involucra

desacuerdo. La confluencia siempre impide que ocurra este trabajo, así

disminuye la experiencia y la cantidad de amor dentro del sistema; la energía

es neutralizada.

Las familias confluentes y deflexivas no hacen el trabajo que conduce a

una cercanía amorosa que nace del “estira y afloja”, del insistir en ser

escuchados, provocando ira, o simpatía, discutiendo un punto de vista y

evitando dar soluciones fáciles a problemas complejos. La confluencia y la

deflexión resultan de expresiones de amor estereotipadas que no se sienten

auténticas, porque en realidad no se han puesto a prueba. Las personas en

estas familias no pueden contar plenamente unos con otros o sentir una

solidaridad real como grupo.

En la parte de retirada del ciclo, los miembros de la pareja o familia

confluentes tienen dificultad en soltarse unos a otros. Se sostienen temiendo

que la separación que acompaña el final de la experiencia resulte en la pérdida

del apoyo entre ellos. Aquí están los trabajadores en el sector de servicios,
113

como vendedores y ejecutivos de venta de agencias de publicidad, a quienes

les pagan para agradar a través de su servilismo manipulador. Éstas son las

“personas sí”, o “personas de la organización”. Son notables por sus

habilidades diplomáticas así como por ser fóbicos al conflicto. En efecto, la

confluencia usualmente se presenta en aquellos que son tan inseguros o

inconscientes de su propio poder interno que temen a cualquier poder externo.

Conforme vamos viendo estas variadas creaciones llamadas

resistencias, observamos repetidamente que son protecciones contra el riesgo

de dolor psíquico, daño, comodidad, confrontación dura, rechazo, etc. Al mismo

tiempo, somos testigos del precio pagado: apatía, falta de chispa y vitalidad

intelectual, apagamiento de energía, depresión, pérdida del buen humor y la

alegría y una sensación de que rara vez se resuelven las cosas a satisfacción

de todos.

Gran parte de la terapia con parejas y familias se enfoca en estas

fuerzas inconscientes. La meta de la terapia es traer estas resistencias a la

conciencia, para que la pareja o familia pueda elegir transformarse a sí misma

en una unidad más conectada. La labor del terapeuta es invitar o seducir a los

miembros de la pareja o familia para que despierten su curiosidad acerca de

cómo manejan estos fenómenos, lo que están evitando cuando se dirigen hacia

una dificultad y el precio pagado por mantenerse seguros. Es porque somos

optimistas que, normalmente, esperamos que dicha toma de conciencia

produzca un cambio para mejorar, y a menudo nos complace ver que así

sucede.

Zinker, J. (2006). En busca de la buena forma. México: IHS.


114

CUESTIONARIO

1.- ¿Cómo funcionan las resistencias?

2.- Menciona las resistencias que se presentan en cada una de las siguientes

fases del ciclo de la experiencia

Fase: Sensación= Desensibilización

Fase: Toma de conciencia= Proyección

Fases: Movilización de la Energía y Acción = Retroflexión

Fase: Contacto= Deflexión

Fase: resolución y retirada= Confluencia

3.- ¿Cuál es la meta de la terapia en la resistencia al contacto?

4.- Menciona la labor del terapeuta para abordar la resistencia al contacto.


115

Capítulo 8. Fronteras y manejo de fronteras

Temas

Fronteras del terapeuta.

Objetivo general

El alumno analizará qué es una frontera y el manejo de la misma por parte del

terapeuta.

Objetivos específicos

- El alumno identificará que es una frontera.

- El alumno identificará y explicará cuáles son las fronteras del terapeuta.

- El alumno diseñará intervenciones utilizando como eje la presencia del

terapeuta.
116

FRONTERAS
Y
MANEJO DE FRONTERAS

Frontera

Es donde se experimenta la diferencia

donde hay un “yo” y un “tú” o un “nosotros” y un “ellos.

Cualidades

Retroflexión Proyección

Presencia

Mantiene el campo de energía Lanza la energía hacia afuera y


pequeño al mantener una lejos, haciendo las fronteras
frontera “espesa”. confusamente “delgadas”.

Es un estado
especial

“Es una forma de estar


Presencia del
completamente, permanecer
Terapeuta
abierto a todas las posibilidades y
oportunidades de escuchar o de
intervención”
117

Fronteras y manejo de fronteras

Formar fronteras da significado a un conjunto de eventos o experiencias y

diferencia a la pareja o familia de su ambiente, así como las fronteras dentro

del sistema le dan significado y diferencia a los subsistemas.

Cada vez que observe a su pareja o familia, una de sus tareas es ver

estas fronteras. Debe ser capaz de apartarse en cualquier momento e

identificarlas. La terapia Gestalt señala que la frontera es donde se

experimenta la diferencia –donde hay un “yo” y un “tú” o un “nosotros” y un

“ellos”- y el crecimiento toma lugar cuando hay contacto en la frontera. Las

diferencias deben ser aumentadas antes de que se pueda hacer contacto: Yo

tengo que saber que tú y yo somos diferentes antes de que podamos estar

juntos.

Las fronteras no sólo son conceptos, existen. A pesar de que no

podemos verlas, las podemos experimentar como “actuales” y “reales”. Sólo

porque nuestro equipo sensorial no las ve directamente, no quiere decir que no

estén ahí. Son, en efecto, campos de energía. Usted experimenta una frontera

cuando las personas se paran demasiado cerca mientras le están hablando:

parecen invadir su espacio personal. Usted desea transmitir sus pensamientos

a su propio paso y ritmo. Si la persona está demasiado cerca cuando usted

envía un mensaje, éste toca la frontera de la otra persona antes de que usted

esté listo.

Las cualidades de las fronteras pueden variar. La retroflexión mantiene

el campo de energía pequeño al mantener una frontera “espesa”. La


118

proyección lanza la energía hacia afuera y lejos, haciendo las fronteras

confusamente “delgadas”. Cuando usted empieza a visualizar el fenómeno de

las fronteras, el intercambio dentro de la pareja o familia empieza a tener más

sentido. Conforme usted aprende a experimentarlas, notará su existencia y

naturaleza cambiante: dónde se ubica, cuáles faltan, cuáles nunca se forman,

quiénes se estancan, dónde no corresponden estar y a quiénes o a qué nunca

le permiten entrar.

8.1 Fronteras del terapeuta

Creando una presencia y manejando fronteras

Cuando los terapeutas se sientan con una pareja o familia, hay un momento en

que cambian de ser espectadores a estar presentes para los otros. La

presencia de los terapeutas crea un aura y refuerza una frontera clara

alrededor de la pareja o familia. En ese momento, ellos saben que están

haciendo terapia de pareja o familia. Sin la presencia, los terapeutas son

testigos que sólo están haciendo comentarios.

El diccionario menciona “espíritu o fantasma” al definir la palabra

presencia. Aunque esta definición de presencia está lejos de ser adecuada, da

pistas de ese estado especial de estar completamente ahí con todo el sí

mismo, en cuerpo y alma. Es una forma de estar con sin hacer a la presencia

implica estar allí completamente –permaneciendo abierto a todas las

posibilidades, cuando el estar- ahí intrínseco del terapeuta estimula el bullicio

en las partes más profundas del sí mismo de las personas. La presencia de mi


119

terapeuta me permite confrontarme a mí mismo, sabiendo que tengo un testigo

sabio.

Quizás el término presencia puede ser mejor descrito por lo que no es.

 Presencia no es adoptar una pose afectada o estructura frente a otro; no

hay nada extravagante, dramático, o teatral en ésta.

*Presencia no es estilo.

*Presencia no es carisma. El carisma pide llamar la atención, la

admiración. El carisma atrae hacia sí mismo, mientras que la presencia

llama al otro. El carisma es una figura compitiendo con otra figura,

mientras que la presencia es un fondo, “pidiendo que se escriba en él”

*Presencia no es humildad religiosa afectada (que en realidad es una

forma de orgulloso secreto).

*Presencia no es polémica. No toma partido. Ve totalidades.

Los terapeutas que sólo tienen presencia son poco comunes. Aquellos

pocos dotados parecen haber nacido así. La mayoría de nosotros adquirimos

presencia a través de los golpes del tiempo –tiempo que nos recuerda una y

otra vez cuando hay que aprender lo poco que sabemos. Presencia es el

estado adquirido de reverencia de cara a un universo infinitamente complejo y

maravilloso. La presencia llega fácil cuando ya hemos recibido aprobación y

afirmación –cuando nuestra alma está colmada y ya no necesitamos la

aceptación de nadie. La presencia es más fácil de experimentar cuando

aprendemos a vivir con el dolor y la desilusión de otras personas, sin tener que

salvarlos o rescatarlos. La presencia a menudo llega cuando somos maduros y


120

viejos, cuando nuestros acalorados anhelos se han enfriado hasta una especie

de brillo tibio y dulce.

Cuando hablamos de la presencia de los terapeutas, queremos decir

que comunican otra dimensión de sí mismo, más allá de las intervenciones

verbales. La visión de los terapeutas en un estado de presencia periférica y

difusa, en una forma silenciosa y sutil, son firmes y lentos en lugar de frívolos y

apurados. En este estado nuestra respiración es profunda, completa, pareja.

Nuestro sentido del tiempo es lento y mesurado. Nuestro cuerpo está

firmemente plantado y alerta. No nos “preocupamos” en el sentido de que no

estamos sobre-apegados al contenido de las historias de nuestros clientes. En

el momento en que la familia se estanca, por ejemplo, el terapeuta maneja el

silencio hasta que la tensión está madura para una intervención fuerte y clara.

La familia es aliviada y no se siente abandonada. Al principio estás

intervenciones oportunas, cognitivamente claras y bien elaboradas, aumentan

la confianza de los clientes en el papel y el poder del terapeuta.

Al dar un paso adelante en el momento correcto para articular una idea y

conectarse con todos en la sesión, el terapeuta deja bastante espacio

psicológico para la interacción familiar. Los clientes se sienten validados y

apoyados, con cada individuo sintiéndose completamente escuchado y visto. El

silencio del terapeuta mientras escuchan y atienden es tan importante para el

impacto total de la sesión como las palabras que dice. El silencio de la

presencia evoca vitalidad en el sistema.

Esto significa que una vez que la sesión está en curso, los terapeutas no

charlan o distraen a la familia de la tarea principal, que es volverse más


121

plenamente conscientes de su propio proceso. Mientras que cada intervención

es fuerte y audaz, el espacio entre cada intervención le pertenece

completamente a la familia, y el terapeuta ni se aferra ni persiste en llamar más

atención hacia ellos mismos. La presencia y el sentido de oportunidad

enmarcan el poder de cada intervención, mientras se apoya el papel de los

terapeutas como figuras importantes en el proceso. Al mismo tiempo, los

clientes se sienten respetados (vistos) y cobijados (contenidos) por los

practicantes.

Cuando los terapeutas son distraídos por un dolor de cabeza, un evento

inesperado o un pensamiento “especial”, por el que se sienten obligados a

imponerse sobre la familia, su presencia y efecto disminuyen, esto nos pasa

ocasionalmente a todos nosotros, simplemente porque somos humanos.

Así como en el sistema de pareja o familia, usted, el terapeuta, también

tiene un cúmulo de energía que debe ser manejada. Usted debe establecer el

ritmo de su toma de conciencia. Esto se hace buscando todo el apoyo que

necesita previamente para entrar al sistema al comenzar la sesión o al hacer

una intervención y posteriormente salir, sentándose en silencio y asociando

libremente, armando las piezas del rompecabezas que se ve. Para retirarse del

sistema y hacer una frontera limpia, debe ser capaz de manejar su propia

energía para establecer un estado de indiferencia creativa: un estado alerta,

abierto, inmóvil.

La cantidad de energía intrapsíquica es la misma cuando está haciendo

una intervención o está simplemente atendiendo. La diferencia radica en cómo

usa usted la energía. Permanecer tranquilo y “desinteresado” significa retirar el


122

nivel de energía de la frontera de contacto del sistema de pareja o familia. El

nivel de energía aún es alto, pero no está siendo dirigido hacia ningún lado.

Usted está en un estado de indiferencia creativa. Habrá momentos en los que

experimenta la diferencia entre usted y la pareja o familia mientras atiende a la

frontera del sistema; entonces la diferencia disminuye y usted deja vagar

libremente su mente de modo que pueda interesarse en algo nuevo naciendo

frente a usted.

Los terapeutas deben estar atentos a cuando estén entrando

forzadamente a la frontera de los clientes para volverse parte de su toma de

conciencia. Es importante saber cuándo ser parte del campo de la pareja o

familia para poder influenciar, y cuándo solamente observar. Al estar viendo, no

querrá jalar la energía hacia usted, ya sea por preocupación, interés, o

simplemente por ver. Únicamente deberá jalar la energía hacia usted cuando

quiere la completa atención de sus clientes… luego se vuelve a alejar.

Tengo un recuerdo cariñoso de un trabajo con una pareja que tenía un

nuevo bebé. Mientras estaban trabajando, un miembro de nuestro personal

levantó al bebé y se fue. Cuando el bebé fue devuelto veinte minutos después,

la pareja había terminado su trabajo y se sorprendieron al descubrir que el

bebé no había estado en el cuarto. Estaban tan “adentro” que cualquier cosa

sucediendo “afuera” era irrelevante.

La frontera inicial es interrumpida y se reforma cuando el terapeuta hace

contacto con ésta al hablar con toda la familia y dirigir la atención y la energía

hacia ellos mismos. Éste es el objetivo de una intervención: hablar acerca de lo

que ha estado pasando con la familia y armar un experimento. Es entonces,


123

previo a que proceda la familia cuando los terapeutas deben abandonar el

terreno interrumpiendo el contacto con la frontera.

Zinker, J. (2006). En busca de la buena forma. México: IHS. Capítulo 7. Pp.

157-173
124

CUESTIONARIO

1.- ¿Qué es una frontera?

2.- ¿Cuál es el significado de formar fronteras?

3.- ¿Cómo actúa la retroflexión en una frontera?

4.- ¿Cómo actúa la proyección en una frontera?

5.- ¿Qué es presencia?

6.- ¿Qué es tener presencia por parte del terapeuta?

7.- ¿Cuál es la labor del terapeuta?


125

Capítulo 9. Intervenciones en sistemas de pareja

Temas

Como preparar el escenario para la terapia de pareja

Como elegir una intervención

Como intervenir

Trabajando un tema de la pareja en terapia individual

Objetivo general

El alumno experimentará cómo preparar el escenario para la terapia de pareja,

el proceso de elección de intervención y las fases de la misma.

Objetivos específicos

- El alumno aplicará cada uno de los pasos a ejecutar para preparar el

escenario de la terapia de pareja.

- El alumno utilizará la metodología Gestalt de una intervención de terapia

individual abordando un tema de la pareja.

- El alumno diferenciará las fases de la intervención en la terapia de pareja.


126

INTERVENCIONES EN SISTEMA DE PAREJA

TOMA DE CONCIENCIA DEL PROCESO DE


UNA PAREJA

Fluidez, solidez cognitiva,


energía y potencial para el
contacto.
Fluye con Es deficiente
porque

Energía cuando lo construye


desde un lugar diferente, se Deja energía sobrante, la cual
encuentran, realizan algo hasta se experimenta como
que se sienten plenos y insatisfacción y dolor.
satisfechos.

Necesitan hablar acerca de lo


que sucede con ellos, sus INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA
pensamientos y experiencia,
corregir sus procesos.

Ampliará la toma Crear experimentos


de conciencia de la que proporcionen
pareja, extrayendo estructura para la
algo de fondo para toma de conciencia.
hacerlo figura.
127

PREPARAR EL ESCENARIO PARA LA


TERAPIA DE PAREJA

Dar la bienvenida y crear un


clima de confianza

Se presentan resistencias en Definir las reglas de la terapia: se les solicita


la pareja, las cuales se a cada uno que hablen entre ellos de lo que
resaltan y se permite que cada sea importante y el terapeuta solo actuará
persona exprese toda su como testigo para interrumpir cuando algo le
resistencia a la situación. llame la atención.

INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA
(Experimento)

Fuerza y debilidades en Prestando atención a


el proceso de pareja las resistencias

Temas de contenido Complementariedad y


zona media

Completar un ciclo, es
decir como la pareja Son una forma de contacto de la
Polaridades sesgadas y
empieza, desarrolla y pareja y cuando se hacen
otros desequilibrios
termina una situación. conscientes, existe mayor
satisfacción en la relación.

El terapeuta debe enfocarse en En una pareja la fusión con el otro


el proceso y no en el contenido, es “nosotros” y la separación del
es decir, como la pareja dice lo otro hace el “yo”. Y la zona media
que dice y no qué dice. son similitudes.

Un sistema es sano si cada persona


desarrolla más partes de sí mismo en
lugar de delegar al otro.
128

Se lleva a cabo con la persona


inmovilizada, que está demasiado
confundida para trabajar con su
pareja.

Sea curioso en la manera en


que tiene la pareja de Encontrar una manera de decir
experimentarse en sí mismo. lo que ve y escucha.

Uso de la terapia individual

Con audacia Proporcione datos


fenomenológicos

¿CÓMO INTERVENIR?

Sugiera un experimento Reportar lo que es evocado

Enseñe

Son situaciones de campo en las Cuando el terapeuta comparte lo


cuales la conducta nueva puede ser que siente, la pareja responde
evocada y practicada. desde el mismo nivel.

No siempre es dar información, pero


ofrece gran ayuda y alivio.
129

Intervenciones en sistemas de pareja

La toma de conciencia plena promete el cambio en todos los niveles de

nuestras vidas. En la terapia Gestalt de pareja, la conciencia del proceso es la

base para el cambio significativo.

Como regla, las parejas no están conscientes de su propio proceso: su

fluidez, su solidez cognitiva, su energía, su potencial para el contacto. Ellas

atienden al contenido de lo que hacen, y es a éste a lo que están más

apegadas. Cuando su proceso va bien, no necesitan estar conscientes de éste.

El proceso de una pareja fluye con armonía cuando cada uno confluye desde

un lugar diferente, se encuentran, realizan algo, hasta que se sienten plenos y

satisfechos. Cualquier interrupción en el proceso dejará energía sobrante, la

cual será experimentada como insatisfacción o un funcionamiento defectuoso –

un “algo que no está bien”. Cuando su proceso es deficiente experimentan

dolor, y es ahí cuando piden apoyo al terapeuta.

Una pareja que funciona bien no tiene que poner atención a su proceso.

La revisión del proceso es verdaderamente útil sólo cuando la función se

interrumpe o se estanca. Por ejemplo, cuando conduce un automóvil, usted no

pone atención a su proceso de conducir, simplemente presta atención al llegar

al lugar a donde va. Si es un conductor deficiente y constantemente estropea el

embrague, debe extraer del fondo su proceso de cambio de velocidades y

colocarlo en el primer plano de la consciencia. Debe poner atención a cómo y

cuándo cambia las velocidades. En el momento en que reaprende la manera

correcta de cambiarlas, su proceso regresa al fondo. Usted sólo conduce sin

pensar acerca de cómo hace los cambios.


130

Mientras el proceso funcione bien, éste permanece en el fondo. Cuando

el proceso funciona mal y se vuelve figura, es necesario examinarlo. Cuando

una pareja acude a terapia, detienen su vivir no consciente y cambia su

atención del contenido de vivir al proceso de vivir. Dejan de prestar atención al

contenido de qué están viviendo y se enfocan en el proceso de cómo es su

vivir. Cuando la vida es de nuevo armoniosa y conduce a la satisfacción, el

proceso de nuevo regresa al fondo.

¿Qué debe hacer la pareja para corregir su proceso? Necesitan hablar

acerca de lo que está sucediendo con ellos, sus pensamientos, sentimientos, y

experiencias. Deben quedarse con este proceso hasta dar con algo que

requiera interés, atención o energía. Necesitan llegar a una “figura” a la cual

estén apegados y sea importante para ambos. Después la viven, la digieren, la

concluyen y la apartan.

Como terapeutas, nosotros atravesamos el mismo proceso que nuestros

clientes. Observamos a la pareja, sin saber en qué poner la atención.

Permitimos que algo en este proceso nos haga figura, luego les hablamos

sobre ésta. Llamamos a esto compartir una intervención. La intervención

amplía la toma de conciencia de la pareja, extrayendo algo del fondo para

hacerlo figura. Si la pareja puede masticar esta toma de conciencia, sacar

alguna conclusión y, en consecuencia, decide cambiar su conducta, nos

podemos dar por satisfechos.

Si la pareja no puede hacerlo como lo describí, entonces creamos

experimentos que proporcionen una estructura para jugar con esta nueva toma

de conciencia en un contexto concreto. El experimento enfrenta a la pareja a


131

una nueva conducta, experiencia o aprendizaje; luego pueden decidir si

incorporan o no la nueva experiencia a su repertorio de vida. Habiendo

introducido a la pareja a una forma novedosa de verse a sí mismos, cerramos

la sesión.

Este capítulo define las reglas básicas de una sesión de terapia y

describe cómo crear y presentar intervenciones que lleven a la pareja a una

toma de conciencia más plena de su proceso y de las opciones y

oportunidades que tienen de modificarlo.

9.1 Cómo preparar el escenario para la terapia de pareja

Como terapeutas, debemos observar el tiempo suficiente, escuchar el tiempo

necesario y experimentar lo que está ocurriendo con la pareja, de modo que

podamos obtener suficientes datos acerca de su proceso, para crear

intervenciones apropiadas a la naturaleza de su dilema. Para hacer esto

debemos establecer nuestra presencia en el sistema y seducir a la pareja para

que participen en la exploración de su proceso.

Lo primero que hacemos es charlar con la pareja. Esto establece nuestra

presencia como terapeutas e inicia el contacto entre todos los participantes.

Aquí es sólo la plática social ordinaria para dar la bienvenida. Nos aseguramos

de hacer contacto con todos y creamos un clima de confianza que posibilita la

plática sobre temas íntimos.

A continuación, discutimos las reglas de la terapia. Decimos a los

participantes que la mejor manera en que podemos ayudarlos es mirándolos,


132

que vamos a pedirles que hablen uno con otro acerca de cualquier cosa que

sea importante para ellos y que actuaremos como testigos que interrumpirán

cuando algo nos llame la atención y creamos que sea de interés o útil para

ellos.

Nunca he dado estas instrucciones sin toparme con resistencia. Estos

son los comentarios que escucho una y otra vez:

“Pero es que ya hablamos de esto en casa, así que no será de utilidad para

nosotros hacerlo aquí”

“No tiene caso hablar de esto, de todos modos él (ella) no escucha, y es por

eso que estamos aquí”

“Yo no esperaba esto”.

“¿Qué no quiere saber nada de nosotros? ¿No quiere saber nuestra historia o

cómo llegamos hasta aquí?”

“Venimos para obtener algún consejo de usted, no para hablar entre nosotros

de la misma historia de siempre”.

“Eso sería muy embarazoso. No sé si podré hablar mientras soy observado”.

“Esto me parece artificial y actuado. Es una situación falsa, y no creo que nos

haría un bien si solamente fingimos”

En este punto, resaltamos la resistencia (como lo hacemos en todo buen

trabajo terapéutico), manteniéndonos ahí hasta que cada persona haya

expresado toda su resistencia a la situación. Por ejemplo, si el cliente dice que


133

siente que la situación será muy falsa y fingida y que se siente incómodo

“actuando” para usted, su respuesta podría ser:

Terapeuta: Aprecio que me pueda decir que está incómodo. Tiene razón, es

artificial. La situación terapéutica no es natural. Sin embargo, es muy

importante para mí poder observarlos para que pueda ver cómo se comunican.

Yo sé que es artificial e incómodo, pero espero que usted pueda hacerlo de

todos modos, porque creo que es la mejor manera en que puedo ser útil para

ustedes.

También explicamos que, así como podemos interrumpirlos cuando

vemos algo que quisiéramos decirles, ellos a su vez pueden voltear hacia

nosotros cuando necesiten ayuda o se estanquen, o cuando quieran

informarnos o preguntarnos algo. Tan profundo como nuestras instrucciones

queden claras, podemos reclinarnos en nuestra silla, fuera del sistema, y trazar

una frontera. Conforme hablan uno con algo que resalte, les interrumpimos

para hacer una intervención.

La situación terapéutica con la pareja es en sí misma un experimento.

Empezamos la situación con un experimento. Todos los experimentos son

situaciones artificiales, dramáticas o simuladas. No obstante, son fragmentos

de la vida donde se puede ver lo que está sucediendo y ponerlas al

descubierto.

Una vez que tengamos una buena intervención trabajamos desde ahí.

La pareja puede ir avanzando a partir de ella o podemos proponer un

experimento con el cual se pueda masticar más la situación y se aprenda algo.


134

Terminamos la sesión volviendo a una charla amena. Volvemos de una

situación artificial, estructurada hacia un contacto natural humano más social y

fácil. Les deseamos suerte y nos despedimos. La sesión es como un vuelo en

avión: despegamos, alcanzamos cierta altitud, viajamos por un momento y

aterrizamos.

9.2 Cómo elegir una intervención

Un novato podría preguntar, “¿qué hago con toda está plática? ¿A qué presto

atención?”.

Imaginemos que usted está sentado frente a la pareja y suceden un

número de cosas más allá de lo que se puede asimilar. Sin una teoría que

describa la conducta humana, simplemente no va a ver nada. Va a ser

demasiado confuso. Sólo cuando usa un “mapa cognitivo” la información se

organizará, resaltará y lo conducirá a una intervención. Todos los conceptos de

los que hablamos en terapia Gestalt son “pantallas” los “ojos” a través de los

cuáles vemos el mundo. Hay cuatro “pantallas” principales que puede

sobreponer a lo que ve y escucha:

1.- Fuerzas y debilidades en el proceso de pareja. Primero está el ciclo

interactivo. ¿Cómo avanza la pareja a través del ciclo? ¿Cómo se relacionan

uno con otro? ¿Cómo no lo hacen? ¿Cómo persisten en algo para lograr una

buena resolución? ¿Cómo no lo hacen? Si la pareja tiene un buen ciclo,

tendrán una buena experiencia psicológica.


135

Los terapeutas deben observar no sólo las interrupciones en el proceso,

sino también las fuerzas en la interacción de la pareja. La mayoría de las

parejas no están conscientes de sus propias competencias. Las frases y

afirmaciones sobre sus habilidades son intervenciones poderosas. A veces son

incluso más poderosas que cuando se les señala cómo se interrumpen a sí

mismos. La razón por la que son potentes es que el conocimiento de lo que

hacen bien no es mayor que el de lo que hacen deficientemente.

Si usted ve a una pareja compartiendo información, formulando y

contestando preguntas, intentando influenciarse uno a otro y permitiendo que la

energía se acumule y que la emoción fluya y enganche a la otra persona, están

haciéndolo bien. Si ve alguna interrupción en este proceso –se hacen

preguntas pero no se contestan, la información se entrega de forma dosificada

o no se da en absoluto, hay pausas largas, discusiones que se desvanecen,

una persona hablando y la otra perdiendo interés, pero sin decir nada al

respecto, una persona diciendo que quiere hacer algo acerca de un problema,

pero no invierte energía y no hace un intento por comprender a la persona –la

pareja tiene un problema.

Cualquier situación que resalte ante usted puede convertirse en una

intervención poderosa. Aun si sólo tiene esta única pantalla por la cual ver,

observará muchas cosas que necesitan aprender. El modelo del ciclo Gestalt le

da un lenguaje con el cual puede comprender el proceso de la interacción

humana. Y le da una forma de comunicar a la pareja lo que ve y lo que le es de

interés a usted.
136

2.- Temas de contenido. Hasta ahora, asumimos que usted está orientado

hacia el proceso. ¿Cómo no sucumbir ante la tentación de enredarse con el

tema del que está hablando la pareja, cuando es tan atractivo y seductor

comentar sobre el contenido de la conversación? ¿Tiene algún método para no

verse envuelto en el contenido, algo que hace con su cuerpo, dentro de su

cabeza o con su entorno? Mi respuesta es que no es nuestro trabajo poner

atención al contenido. Nuestro trabajo es ver el proceso –cómo nuestros

clientes dicen lo que dicen y no qué dicen. Éste es un verdadero reto. Es sólo

cuando nos da pereza que nos dejamos llevar por el contenido. Piense en

todos los temas potenciales de contenido en el segundo diálogo que pudieran

atrapar al terapeuta, sin ser útiles en lo absoluto a la pareja.

Dejamos de “trabajar” en el momento que nos enredamos en el

contenido. Nuestro trabajo es ver el proceso de la pareja y ayudarlos a

modificarlo. El trabajo de ellos es seguir con su contenido. Si sencillamente nos

unimos con la pareja en su contenido, ya no somos asesores adecuados al

proceso.

Nuestro supuesto es que el mal funcionamiento del sistema ocurre una y

otra vez, independientemente del tema que discute la pareja. Puede tratarse de

sexo, dinero o mudarse a otra ciudad las áreas de interrupción tenderán a ser

las mismas. Y esto es proceso. No es el contenido con lo que se atoran. Esto

no quiere decir que algún contenido no será más problemático que otro, pero

es en el proceso donde ocurre el problema con más frecuencia.

Una pareja puede atorarse al procesar demasiado en su toma de

conciencia y no estar lo suficientemente estimulados para hacer un contacto


137

fuerte. Por ejemplo, si están tratando de resolver problemas económicos,

pueden hablar acerca del dinero por mucho tiempo, pero mientras no inviertan

su energía en hacer que algo suceda, sus esfuerzos serán insípidos. O pueden

hablar acerca de mudarse a otra ciudad, pero si no generan excitación o

entusiasmo, su conversación no los llevará a una resolución.

Estancarse en la toma de conciencia, sin lograr excitación de la energía,

mengua nuestra experiencia de las cosas, sin importar cuál sea el contenido.

En la toma de conciencia, la energía invertida es relativamente baja. Aún no es

suficiente para generar excitación. No hay intención de convencer o discrepar

con nadie. La toma de conciencia, por sí misma, es una modalidad de baja

energía. Y es importante que permanezca baja porque es experimental.

Queremos ser capaces de desechar la mitad de nuestras ideas porque, de lo

contrario, todo se vuelve importante y estaremos estancados en ese lugar para

siempre.

¿Qué pasa si la pareja logra un ciclo fluido y luego pide información de

nosotros? ¿Cómo manejamos esto? A causa de que nuestra opinión está más

informada que la de la población en general, las personas que llegan a

nosotros tienen derecho de esperar que les demos una opinión acerca de

ciertos temas. Por ejemplo, una pareja podría preguntarnos acerca de lo que

pensamos respecto a enviar a un hijo fuera a una escuela privada: ¿Cuál es su

efecto? ¿A qué edad es conveniente? ¿Qué deberían cuidar? O se nos puede

preguntar lo que pensamos acerca de una madre que quiere trabajar: ¿Qué

edad debería tener el niño cuando la madre regrese a trabajar, y si el efecto es

bueno o malo? Otra pareja podría pedir nuestra opinión acerca de tener a uno
138

de los suegros viviendo con ellos. ¿Pensamos que es una buena idea, o

pensamos que sería muy estresante para la familia?

Estos son momentos delicados, porque no importa lo que sepamos

como resultado de nuestra experiencia, no importa lo que creamos, en realidad

no sabemos qué es mejor para otra persona. A veces, sin embargo, es nuestro

trabajo correr el riesgo de decir lo que creemos que es mejor. Lo que hace esta

área particularmente peligrosa es que usualmente es a los sistemas más

retroflexivos, aquéllos con fronteras más fuertes y que no nos preguntan nada,

a los que queremos darles nuestra opinión, porque hay muchas cosas obvias

que no saben. Es difícil aconsejar a una pareja que no le pregunta nada a

usted, aun cuando tienen información contenida que le parece radicalmente

incorrecta. Por ejemplo, usted puede creer que los niños se desarrollan bien en

situaciones dónde ambos padres trabajan, pero sus clientes dicen que sería

malo porque el niño sentiría que no lo aman, o se convertirá en un delincuente.

Usted sentirá una tentación enorme en ese momento, porque quiere realmente

corregir su opinión.

En tales momentos, exhortamos a los terapeutas a no intervenir. Debería

siempre esperar a que le pregunten. Si no se le pregunta, las posibilidades de

ser escuchado son mínimas. No será útil entrar a trabajar en el proceso

dándoles información del contenido. Sin embargo, como profesionales, cuando

se nos pregunte (aunque sabemos que no necesariamente sabemos qué es lo

mejor), podemos dar una opinión informada y debería ser presentada como tal,

es decir, como una opinión, y no como un hecho.


139

Hay veces en que intervenimos en temas del contenido sin que nos

hayan preguntado. Pero el contrato que establecemos al comienzo es que

observaremos el proceso de la pareja y les diremos acerca de éste, en lugar de

darles información del contenido. En cuanto a este último, podemos esperar

que nos cuestionen más frecuentemente que con la información sobre el

proceso. La razón de esto es que nos sentimos más libres con la información

del proceso y más seguros acerca de nuestros valores son claros. Creemos

que será útil para ellos aprender estas cosas, así que estamos más dispuestos

a intervenir. Además, en la intervención sobre el proceso, estamos mucho más

respaldados por los datos que emergen durante la hora de terapia.

3.- Polaridades sesgadas u otros desequilibrios. Cada vez que veamos una

polaridad sesgada, que está desbalanceada, hay una oportunidad para una

posible intervención. Si el sistema es sano, cada parte desarrolla muchos

potenciales. Si una persona está demasiado ocupada en una función mientras

la otra no, se fomentan polaridades sesgadas y se topan con dificultades

intrapsíquicas e interpersonales. Se sentirán más o menos igual que la otra

persona o experimentarán mucha admiración o mucho desprecio hacia el otro.

Si esta condición sesgada persiste por demasiado tiempo, resultará en

estancamiento psicológico, embotamiento, agitación, ira e irritabilidad.

¿Cómo ocurre la polarización en nuestro desarrollo? ¿Y qué pasa

cuando nos juntamos con otros? Habrá partes del sí mismo que permanecerán

subdesarrolladas por mucho tiempo, simplemente porque, por la razón que

sea, estamos desarrollando otras partes de nosotros mismos. El resultado es

que todos desarrollamos ciertos rasgos psicológicos a expensas de los otros.

Por ejemplo, cuidar de otros puede ser un rasgo que está bien desarrollado,
140

pero cuidar de uno mismo puede no haber recibido suficiente atención. O

quizás la seriedad está bien desarrollada, pero el humor está subdesarrollado.

Ver en otra persona una cualidad que está subdesarrollada en usted

puede parecer tentador. Es fácil obtener esa parte subdesarrollada

simplemente uniéndose con la otra persona; de repente usted tiene humor o

autocuidado, una sensación de estar activo o bien organizado. Es un sentido

de autorrealización instantáneo y una sensación maravillosa. Le llamamos

“enamorarse”. Usted se siente completo y, en efecto, está completo en ese

momento. Y la otra persona que tiene cosas diferentes que desarrollar, también

encontrará al amado atractivo. Entonces se unen y se vuelven una unidad y

aman todo esto por un momento. Ustedes juntos como pareja, hacen un todo

una nueva persona.

Sin embargo, a menudo las cosas empiezan a ir mal después de varios

años e, irónicamente es debido a su lado subdesarrollado. Parte de la razón es

que usted no valora esa característica de la misma manera que valora lo que sí

ha desarrollado, al mismo tiempo que piensa que si es importante y muy

buena. Así que tiene sentimientos ambivalentes hacia tal característica. Se

queda con su pareja y aprovechan lo positivo de esa característica particular.

Con el humor, por ejemplo, puede haber aprovechado sus bondades, tales

como sentir vitalidad, agrado y buenos sentimientos. Sin embargo, no pasa

mucho tiempo antes de que empiece a ponerse en contacto con el lado oscuro

de ese placer: el humor tiene sus cualidades deflectivas, su toque de crueldad,

su capacidad de apagar la seriedad cuando se requiere seriedad. Y la misma

cosa que antes le gustaba, ahora no le agrada. Usted se irrita por el humor de

su pareja.
141

Este es el momento más difícil que cada relación debe trascender; dejar

de ver lo que su pareja hace bien o mal y voltear hacia lo que usted hace –bien

o mal. Debe reconocer lo que usted ha aprendido de su pareja y acerca de una

cierta característica, lo que ha vivido con esa característica que está en usted

mismo y que ha proyectado en su pareja. Debe dejar de mantener la mirada fija

y pegada en el otro. Usted no debe amar el humor de su pareja una vez que

desarrolle el suyo propio, ni odiarlo –puede vivir con ambos. Le puede gustar o

no gustar, sabiendo que es responsabilidad de su pareja manejarlo. Debe dejar

de mantener la mirada fija y pegada en el otro. Puede despegar los ojos de su

pareja, porque el humor ya no está subdesarrollado en usted. Una vez que

usted desarrolle su humor conoce las complejidades de éste y ya no seguirá

apegado, positiva o negativamente, al humor en la otra persona.

¿Qué puede hacer usted, como terapeuta, cuando ve polaridades

sesgadas? Por ejemplo, ve que él se mantiene haciendo chistes mientras ella

se ve como si experimentara mucho dolor y quisiera contar la historia de sus

dificultades. Aquí está una intervención potencial:

Terapeuta: Está bien, quiero detenerlos un minuto. Me gustaría decirles algo

que he observado. Noto que hay, al mismo tiempo, seriedad y humor en su

interacción. Por la razón que sea, uno de ustedes es el serio y el otro es el

chistoso, y parece que entre ambos preservan esta situación. ¿Alguna vez han

notado esto? ¿Lo hacen en el hogar así como lo hacen aquí?

Después de que contesten, usted podría preguntar:

Terapeuta: ¿por qué no se dicen uno a otro cómo se sienten acerca de esto?

¿O les gustaría ver si pueden hacer algunos cambios?


142

Si están interesados y quieren algunos cambios, podría sugerir

experimentos, tales como invertir roles, que los llevaría a una toma de

conciencia más intensa sobre sus polaridades.

Después de que discutan sus reacciones a este fenómeno de

polaridades sesgadas, puede formular un experimento.

Terapeuta: Me gustaría que ustedes intentaran un pequeño experimento.

Podría ser útil para ustedes invertir los roles: para usted, J el dar soluciones a

los problemas mientras L formula preguntas y dilemas. ¿Qué dicen? ¿Quieren

ver qué pasa?

Cualquier polaridad que se encuentre sesgada puede ser utilizada como

una intervención para aumentar la conciencia de la pareja sobre algo que usted

cree que es un factor disruptivo.

Cuando ve polaridades sesgadas en una pareja, puede diagnosticar que,

como individuos, estas personas no están bien desarrolladas. Sin embargo,

nadie está completamente desarrollado en todos los aspectos posibles. El

desarrollo completo de todas las características es un ideal que ninguno de

nosotros alcanza. Cada uno de nosotros elige ciertas características para que

sean nuestra definición primaria del sí mismo.

En un nivel más alto de desarrollo, estamos conscientes de nuestras

elecciones. Sabemos que no vamos a invertir energía en desarrollar todos los

aspectos de nosotros mismos, simplemente porque no queremos o no

necesitamos hacerlo. Podemos apreciar lo que la otra persona trae a la

relación, o puede no gustarnos, y aun así vivir con ello.


143

Por ejemplo, si el esposo es más sociable y sobresaliente que su

esposa, ella puede elegir dejarlo ser como es, y puede apreciar cuánto esto

enriquece su propia vida. Ella puede descubrir que no valora mucho la

popularidad de él y puede no comprender porque a él le es tan significativo y se

esfuerza tanto en ello, pero si está bien para él, está bien para ella. No es una

cualidad que ella requiera adorar de él, ni tampoco necesita detestarla –no

necesita hacer nada al respecto. Este equilibrio es semejante al punto cero de

la “indiferencia creativa”, mencionada en capítulos anteriores.

Al principio la esposa puede haberse sentido inferior a su esposo: “¿No

es maravilloso? ¡Vean lo amigable que es! Después puede haberse sentido

superior: “¿Cómo puede desperdiciar su tiempo en cuestiones sociales frívolas

y superficiales? Él es una persona tan vana” No obstante, cuando hay una

complementariedad madura, hay una sentido de lo filosófico en el otro, un lugar

de sentimientos de inferioridad o superioridad. Cuando una pareja logra

complementariedad, la polaridad no se entromete con su proceso. Las

polarizaciones no desaparecen; éstas son percibidas y manejadas de manera

diferente. Ya no tienen más la carga energética de la proyección.

4.- Complementariedad y zona media. La fusión con otro es una experiencia

profunda, de éxtasis. Es el principio, el sueño original, el primer sueño de unión

con la madre. Al principio de la vida esta fusión no era “amor” en el sentido

tradicional. Esta necesidad”, esta imagen, es un tipo de anhelo indiferenciado –

antes de que las palabras estén ahí, antes de que uno pueda murmurar “te

quiero” o “anhelo algo”- es una sensación psicológica fuera de la toma de

conciencia. En ese momento –el momento de sensaciones psicológicas–si la


144

necesidad de unión no es satisfecha de alguna manera, el niño puede dañarse

para siempre.

Es solamente hasta después que este gran anhelo adquiere palabras.

Estas palabras son diferentes en las distintas culturas. Cada sociedad ha

desarrollado maneras únicas de satisfacer esta necesidad. Por lo tanto, el amor

tiene diferentes significados en diferentes momentos de la vida, pero la

experiencia de enamorarse y la necesidad de fusión permanece como un

misterio esencial, el cual, independientemente de las palabras, es una forma de

alquimia psicológica. Es intuir que, de alguna manera, sin el otro uno no está

completo, uno no es completamente uno mismo, aunque tampoco hay

reconocimiento del otro como una persona completa. Es básicamente una

lectura de lo que el otro es- fantasía abruma el propio sentido de curiosidad

acerca del otro. La unión se asemeja a la alquimia en cuanto que ponemos

cosas juntas y creamos una forma nueva. En la alquimia, nuestros ancestros

trataron de unir metales opuestos en un intento de hacer oro. En cierta forma,

creemos que esto es de lo que se trata el anillo de oro compromiso que usan

los matrimonios. También hay alquimia en la biología de la sexualidad. El Otro

es distinto, y es el misterio inherente a lo diferente lo que es tan subyugante.

Pero la fusión falla. El feto muere si se queda en el vientre. Si una

persona joven se queda en el hogar con la madre o el padre, muere

espiritualmente o de alguna otra forma. Lo que debe seguir a la fusión es la

separación. Diferenciación significa que la pareja empieza a dejar la fusión y

debe desarrollar su propio sí mismo. En términos junguianos se le llama

individuación, mientras que en terapia Gestalt le nombramos formación de

fronteras. En terapia Gestalt decimos que la única manera de poder tener un


145

contacto adecuado es teniendo fronteras adecuadas. No se puede tener

contacto si ambos seres son masas indiferenciadas. Tampoco se puede tener

conflicto. Usted debe evolucionar de una masa amorfa, homogénea, hacia un

organismo diferenciado y delimitado, con sus propias ideas, sentimientos,

preferencias y alegrías. Después, cuando se une con otro fuera de su

delimitación, usted experimenta fuego. El fuego, en este caso, no sólo consume

gozosamente sino también ilumina.

Lo que sucede en un sistema de dos personas es un fluir rítmico de

fusión y separación. Nos encontramos uno a otro en diferentes lugares de

nuestras vidas y en nuestros propios ritmos de la vida cotidiana. También

hacemos contacto unos a otros con intensidades diferentes. A veces tocamos

con éxtasis, otras con ira, pero la mayoría de las veces tocamos con un

pedacito agradable de magnetismo. Después de este encuentro, nos alejamos

uno del otro. Luego nos volvemos a juntar. Este proceso de encuentros y

desencuentros es el fluido dinámico que palpita en la relación.

El tema de fusión y separación es una experiencia de toda la vida,

manifestándose de formas diferentes que se sincronizan con momentos

diferentes. Las parejas experimentan la fusión cuando se enamoran. Son

inseparables. Se sientan y se miran fijamente a los ojos. Se profesan amor

para siempre. Después cuando se meten a las rutinas de la vida y se

familiarizan con los modos de ser del otro, ocurre un proceso de separación

lento y sutil. Durante este periodo, hay un mayor reconocimiento de las

diferencias y un regreso a la labor de auto-actualización. La fusión se hace más

difícil cuando nacen los niños. Puede ser sublimado en un sistema que incluya

a los niños y la familia como un todo. La separación se vuelve a experimentar


146

cuando los niños crecen y se van. De nuevo, la pareja está sola, idealmente

como adultos más maduros, que eligen una vez más intimar profundamente

uno con otro. Después, la enfermedad y la muerte confrontan a la pareja con la

separación y con la fantasía (o realidad) de fusión con algún poder eterno más

allá de ellos mismos, en una experiencia de trascendencia.

La necesidad de afirmar el “yo” –como sucede entre madre e hijo –viene

después de la fusión. Después de la experiencia del enamoramiento, cada uno

experimenta su existencia por separado, y es nuevamente confrontado por el sí

mismo –sus necesidades internas, conflictos y talentos especiales. Cada

miembro de la pareja adecua su modo de operar dentro de la relación para

hacerla funcionar. Cada persona necesita incrementar la toma de conciencia de

sí mismo, en tanto entidad separada y diferente del otro. Cada uno necesita

aprender a diferenciar su experiencia interna de la apariencia, el darse cuenta y

la experiencia del otro. El terapeuta apoya las fronteras individuales, pudiendo

pedir a cada uno que haga enunciados como “yo siento…y “tú te ves como…”

la introyección, la proyección y la confluencia son las resistencias al contacto

favoritas en este nivel: “Yo siento que tú te ves con hambre” o “yo me siento

tensa y tú te ves tenso” o “pareces estar enojado conmigo”.

Antes de que la pareja pueda experimentar el “nosotros” del contacto

entre ellos, necesitan articular el “yo” de las fronteras del sí mismo:

“Yo percibo…”

“Yo siento…”

“Yo quiero…”
147

“Yo no quiero…”

Cada persona dice estas cosas por turnos y no de forma reactiva al otro.

Es sólo hasta mucho después de que sus visiones internas separadas se

iluminan, cuando cada uno puede verdaderamente validar y preocuparse por la

experiencia del otro. Sin embargo, antes de que esto pueda pasar, el contacto-

confluencia debe ser remplazado por el contacto-conflicto. Uno no puede

experimentar diferenciación sin el conflicto. Pero muchas parejas han sido

condicionadas por Hollywood para sentir que el conflicto significa “ya no

estamos enamorados”, o que “en realidad no estamos hechos el uno para el

otro”, y puede ser que nunca hayan experimentado lo que es una resolución de

conflictos –seguido por expresiones tiernas –en sus propias familias de origen.

La pareja puede estar asustada de su fantasía catastrófica del conflicto, y

teman el fracaso de la relación.

Es este punto, el terapeuta Gestalt necesita enseñar a la pareja cómo

pelear limpio y cómo resolver e integrar diferencias de manera que ambos se

enaltezcan y no causen pérdida de estima en cualquiera de los dos. El

terapeuta valida la experiencia de cada uno, mientras alienta a los dos a

respetar la forma en cómo el otro ve la situación. Habiendo apoyado a ambos

en la pareja, el terapeuta se mueve al apoyo del “nosotros” alentándoles a

encontrar una integración creativa de sus cualidades divergentes. El calor del

conflicto resuelto deja a la pareja con una sensación de atracción mutua, con

un interés renovado, y a menudo, hasta con pasión. La diferenciación es

seguida de la fusión. Y así, este ritmo continúa y la naturaleza sigue su curso.


148

Sin embargo, algunas diferencias no son reconciliables y deben ser

aceptadas como tales. Uno puede amar y respetar a la pareja y aprender a

aceptar la realidad existencial de que no todos los problemas son

solucionables. Así como Hollywood nos vendió el mito del amor como fusión, el

movimiento de crecimiento personal nos vendió el mito de que todos los

problemas interpersonales tienen solución. Esta ética introyectada obliga a

algunas parejas a negociar y renegociar frenéticamente. Todas las diferencias

hasta que ambos quedan exhaustos, experimentando pena, fracaso y

decepción de la relación.

Las diferencias son esenciales en una relación madura; mantienen viva

a la pareja. Las diferencias llevadas al extremo conducen más allá de la

separación sana hacia una ruptura irreparable en la relación.

La complementariedad es el aspecto funcional de la diferenciación. Es

cómo se vive la diferenciación. Desde un punto de vista del desarrollo, una

persona elige a la otra para complementar partes de sí mismo de las que no

está consciente, no acepta o son estéticamente repugnantes. Las cualidades

son vistas por el otro de forma idealizada. Dos medias-personas se unen para

ser un ser entero y enfrentar mejor al mundo.

La función complementaria es aceptada y apreciada en el otro en la

medida en que nos sea experimentada en uno mismo. Después, cuando esa

cualidad que les es ajena empiece a emerger hacia la superficie de uno mismo,

la conducta complementaria de la pareja puede ser experimentada con fastidio,

enojo, irritación y vergüenza. Lo que era idealizado ahora es visto en su

máxima crudeza –el extrovertido sociable es visto como “parlanchín”, mientras


149

que él introspectivo ahora se convierte en “deprimido”. En este punto, el

terapeuta Gestalt puede ayudarles a experimentar con las polaridades

alienadas de cada uno, tal como se discutió en la sección previa. Algunos

modos complementarios –cuestiones tanto de carácter y estilo- permanecerán

como rasgos estables de un miembro de la pareja particular, no importando

qué tanto crecimiento individual se lleve a cabo.

Es aquí donde la verdadera complementariedad (no neurótica, no

proyectada) entra en acción para inyectar variedad y excitación a la vida de la

pareja. Mientras más completamente se desarrolle cada uno de los dos

individualmente, más plenas y amplias son sus polaridades, y más pueden

apreciar la conducta “loca” o la idiosincrasia del otro.

Donde la complementariedad enfatiza diferencias, la zona media atrae

similitudes. La vida se lleva a cabo en el medio, no en los extremos. En su

mayor parte, la vida es ordinaria. Así es con la vida de las parejas. Hay

quehaceres, trabajo, recibos que pagar, compras en el supermercado,

llamadas telefónicas, baños por la mañana, comidas y descansos en los brazos

del otro al final de un largo día. Es sólo cuando nos tomamos el tiempo para

detenernos, ver y reflexionar, que emergen los aspectos extraordinarios de la

vida.

Mientras que la complementariedad incrementa el entusiasmo en la vida

de la pareja, la zona media ofrece un lugar para descansar, un lugar donde la

energía está nivelada, uniforme, en lugar de estar dispersa –donde los niveles

de energía están sincronizados. Mientras que la complementariedad estimula el

conflicto, la zona media es la depositaria de la confluencia silenciosa.


150

La supervivencia y el crecimiento de la pareja están determinados por un

equilibrio entre complementariedad y confluencia. La figura de las diferencias

solamente es significativa contra un fondo de acuerdos, entendimientos,

compromisos y placeres ordinarios. La figura de la confluencia es viable sólo

contra un campo de color, diferencia, discusión vivaz, disputas y explosiones

emocionales. Uno podría decir que el indicador de supervivencia de una pareja

se sitúa en algún punto entre la confluencia y el contacto diferenciado, o entre

la zona media y la complementariedad.

Para determinar la zona media y para balancear el trabajo, así como la

percepción de la pareja de sí mismos, el terapeuta puede formular preguntas

como éstas:

¿Cómo se conocieron?

¿Qué les gustó al uno del otro?

¿Cuáles son las creencias que tienen en común?

¿Qué disfrutan juntos cuando todas las cosas están bien?

Las respuestas a estas preguntas recuerdan a la pareja su espacio

común: su lealtad, devoción, amistad y empeño. El terapeuta puede descubrir

rápidamente que la zona media de esta pareja no es para nada estable, sino

que más bien es una delgada capa de hielo. El terapeuta puede encontrar, en

realidad, que no emplearon su mejor criterio al decidir unirse. Cada uno pudo

haber negado sentimientos personales y mentido al otro, creando una amistad

empobrecida. Finalmente, el terapeuta puede descubrir que la lealtad y

devoción están extrañamente ausentes en esta pareja.


151

El terapeuta puede juzgar en el aquí y ahora cuánto conflicto puede

tolerar este sistema en particular sin llegar al rompimiento. La pareja puede

necesitar ser confrontada con estas preguntas –cuestionables si están

dispuestos a empezar a construir unas reglas básicas de confianza para

enfrentar el tipo de conflicto en el que están inmersos.

1. Prestando atención a las resistencias. Las resistencias son lo que ocurre

en la frontera entre cualquiera de dos subsistemas, y también son una

forma de contacto. La resistencia puede ocurrir en el interior de la

pareja, en su frontera de contacto, o la pareja podrá formar un

subsistema para resistir las intervenciones del terapeuta. Generalmente

las personas tienen sus resistencias “favoritas”, éstas son ego-sintónicas

y caracterológicas. Esto es, la pareja usará las mismas resistencias en

su interacción con el terapeuta que las que utiliza en su relación mutua.

Por ejemplo, las personas que retroflectan entre ellas se aliarán

formando un sistema que evita el contacto con el terapeuta, usando la

retroflexión. La relación que como pareja adopten con su terapeuta será

el reflejo de la relación del uno con el otro. A menudo hablamos de la

resistencia como si fuera exclusivamente un fenómeno intrapsíquico: “Yo

soy un retroflector”, “yo soy un proyector” o “yo soy confluente”. Sin

embargo, las resistencias se originan en las interacciones. Se requiere

de dos personas para que se produzca una resistencia. Éstas se

vuelven intrapsíquicas cuando se vuelven habituales al repetirse una y

otra vez las mismas interacciones. La persona responde a cada

situación nueva como si fuera una situación vieja, sin percatarse de

otras cosas que están sucediendo y, por lo tanto, reaccionando


152

intrapsíquicamente a las situaciones nuevas con lo que ha aprendido

interactivamente. O para decirlo de otra forma: lo aprendido

interactivamente en el pasado, actúa intrapsíquicamente en el ahora.

Como ya hemos discutido a fondo las diferentes resistencias en

capítulos precedentes, nos limitaremos aquí a la operación de la resistencia en

un sistema como una oportunidad de intervención para el terapeuta. Cuando el

terapeuta descubre una resistencia dentro de un sistema interactivo, es crítico

reconocer la confabulación dentro de dicho sistema para mantener tal

resistencia al contacto. Ésta última no puede ser mantenida por una sola

persona. Toda resistencia puede ser convertida en una experiencia de contacto

por cualquiera de los dos.

Otro lugar donde son posibles las intervenciones es cuando señalamos a

la pareja las resistencias típicas que evitan que tengan contacto.

Recapitulación

He sugerido una serie de cosas que se pueden resaltar de la interacción de la

pareja y que proporcionan material potencial para planear una intervención.

1. Fuerzas y debilidades en el proceso de la pareja. Completar un ciclo –

esto es, empezar, desarrollar y terminar una situación- es sano para la

pareja y se le debe prestar atención.

2. Temas de contenido. Cierto, usted como terapeuta es un experto en

conducta humana. Usted sabe cómo responder a ciertas situaciones de

la vida. Pero tenga cuidado porque no necesariamente puede saber qué


153

es lo mejor para otros. Siempre recuerde que el contenido es seductor,

pero que trabajar con el proceso es como puede producir el cambio en el

sistema de la pareja.

3. Polaridades sesgadas u otros desequilibrios. Un sistema es sano sí cada

persona desarrolla más partes del sí mismo, en lugar de estar

constantemente delegando algunas funciones a la pareja. Éstas

necesitan ser señaladas y exploradas con la toma de conciencia y la

experimentación.

4. Complementariedad y zona media. La fusión con el otro hace el

“nosotros” mientras que la separación del otro hace el “yo”. Este ritmo de

unirse y alejarse es la coreografía o danza de la pareja, cuyos cambios

se dan para armonizar la “música” de diferentes compases.

La complementariedad es el aspecto funcional de la diferenciación. Es el

cómo la diferenciación es expresada dentro del sistema de pareja. Mientras

que la complementariedad está basada en las diferencias, la zona media está

compuesta de similitudes. La vida, como hemos dicho antes, toma lugar en el

medio, no en los extremos. La zona media literalmente proporciona una base

estable de confianza y mutualidad, en la cual las figuras excitantes –unas

veces tormentosas, otras apasionadamente candentes- y mutualidad, en la cual

figuras excitantes –unas veces tormentosas, pueden aparecer, ser expresadas,

ser apreciadas y permiten a la pareja, como individuos y como sistema, crecer

y madurar.

5. Prestando atención a las resistencias. Las resistencias son un fenómeno

del sistema. Cuando la pareja se hace consciente de las formas en las

cuáles ellos confabulan para interrumpir el contacto, sus habilidades


154

para contactar mejorarán gradualmente y experimentarán mayor

satisfacción cuando estén juntos.

Ahora consideremos cómo hacer intervenciones.

9.3 Cómo intervenir

Intervenir es hacer que algo se vuelva figura para la pareja, compartirles algo

que usted ve o experimenta acerca de su conducta, y que no son capaces de

percibir por sí mismos.

1.- Intervenga con audacia. Su propio sentido de asombro acerca de su

observación debe evidenciarse si desea que su afirmación sea recibida.

Examine sus objeciones a ser audaz. Usted puede preguntarse a sí mismo, ¿y

si esto no fuera relevante para ellos?, luego podría preguntarles ¿con qué no

están de acuerdo de lo que he dicho?, de esta forma obtendrá más información

acerca de los pensamientos y sentimientos de la pareja. Nunca discuta su

punto de vista cuando encuentre objeciones a su observación, ya que

simplemente incrementará la resistencia. En cambio, sea curioso acerca de la

manera que tiene la pareja de experimentarse a sí mismos.

Usted puede estar preocupado acerca de si la pareja no acepta su

afirmación. En tal caso es probable que no haya hecho su aseveración con

suficiente firmeza para ser escuchado. Más aún si la pareja está

completamente involucrada en su discusión o si están demasiado

retroflectados como para invertir energía en los otros. Si es así, puede usted

elegir atraer su atención hacia esa observación. Recuerde que siempre está
155

pisando terreno seguro si su intervención está basada en material que usted ha

observado.

2.- Proporcione datos fenomenológicos. Siempre dé datos fenomenológicos

como apoyo cuando escucha o ve algo que quiera usar como intervención. De

esta forma será escuchado. La parte difícil es encontrar una manera de decir a

cada persona y a todo el sistema lo que ve y escucha y no sólo a un individuo,

procurando formularlo de la manera más útil posible. Por ejemplo, puede decir

a la pareja.

Terapeuta: Me gustaría compartir algo que he observado en su conversación.

He notado que cada vez que usted, Hans, habla, usted, Adriana, interrumpe

antes de que él complete su reflexión. Y usted, Hans, no parece notarlo y se

vuelve distraído. Parece que toman turnos para hacer esto. Después ambos

pierden claridad acerca del problema en mano. ¿Se habían percatado de esto?

El terapeuta hace observaciones pertinentes a la pareja y describe el rol

que juega cada persona para crear la pérdida de claridad. La intervención tiene

más probabilidades de ser bien recibida porque no es crítica. ¿Cómo pueden

usar esta observación Hans y Adriana? Pueden incluso haber notado esto ya y

encontrarse desamparados repitiendo la misma conducta. Si la pareja reconoce

esta observación, el terapeuta puede continuar con una sugerencia:

Terapeuta: Yo sugiero que se observen entre sí más de cerca y permitan al

otro completar su pensamiento. Si es interrumpido, por favor dígale a la otra

persona que aún no ha terminado. No hay peligro de que alguno de ustedes se

quede sin tener su oportunidad. Yo les prometo que me aseguraré de ello.


156

Note que el terapeuta tiene cuidado de no convertir en villano a uno u

otro. Les da una sensación clara de que ambos son atendidos equitativamente.

Aquí presento una intervención que podría levantar resistencia:

Terapeuta: Me gustaría compartir algo que he observado en su conversación.

Adriana, usted interrumpe a Hans todo el tiempo.

Hans se convierte en el “niño lastimado” y se siente favorecido, pero sin

darse cuenta que él permite las interrupciones. Adriana naturalmente se siente

menospreciada, casi como si le dieran “un jalón de orejas”, y no se da cuenta

que también ella permite interrupciones de Hans. Parecería que el cambio en la

conducta sólo podría venir de ella y no de él –lo cual es una distorsión de lo

que debe pasar para que el sistema cambie. La pareja es tratada como niños

castigados, en lugar de como adultos competentes.

La pareja parece no darse cuenta que se interrumpen uno a otro. En

este caso, el terapeuta puede elegir pedirles que continúen su discusión,

añadiendo:

Terapeuta: Vean si pueden detectar el momento en que interrumpen al otro o

son interrumpidos. Yo lo señalaré si ustedes parecen no notarlo.

Entonces, una “buena” intervención:

 Describe lo que realmente está ahí.

 Señala cómo todos los participantes contribuyen al fenómeno.

 Implica la acción potencial que cada participante puede hacer para

mejorar el sistema.
157

3.- Reportar lo que es evocado. Reportar lo que es evocado en usted, el

terapeuta, puede generar una intervención poderosa. Especialmente después

de que ha visto a la pareja por varias sesiones y se ha ganado su confianza.

Imagínese diciendo:

“Mientras estoy aquí sentado con ustedes, me siento invisible, sin ser visto

por ninguno”.

“Quiero decirles cuánto me inspira el cariño que usan para responderse tan

gentilmente”.

“Me siento como un traductor en las Naciones Unidas”.

“Sentado aquí con ustedes, me siento tan indefenso: ¡Si sólo tuviera una

varita mágica!”.

“Después de veinte minutos aquí sentado con ustedes, empecé a sentir

letargo y somnolencia”.

“Sólo han pasado unos cuantos minutos en la sesión y ya me siento como si

todo me estuviera dando vueltas. Me siento mareado y desorientado”.

“Lo están haciendo tan bien que me siento suficientemente cómodo como

para prepararme una taza de té”.

Cuando sentimos algo profundamente y lo compartimos con claridad y

firmeza, las personas a menudo responden dentro de sí mismos en el mismo

nivel en el que llega el mensaje. Esto no es un truco ni una técnica o una forma

de inventar metáforas. Es un mensaje sincero que usted desarrolla desde su


158

generosidad emocional, como un testigo de un drama que le preocupa

sinceramente.

Si, por una u otra razón, no puede lograr que le interese, no se moleste

en compartir sus sentimientos –al menos que “no interesarle” sea evocado por

la forma en que la pareja se comporta con usted. Decirles cómo usted se enfría

en su presencia es también otra forma poderosa de permitirles verse ellos

mismos.

4.- Enseñe. Enseñar es otra forma de intervenir. Es un placer enseñar cuando

la pareja le pide ayuda directamente. Recuerde, al principio les ofreció la

opción de recurrir a usted para pedir ayuda. Frecuentemente una pareja está

tan retroflectada que la energía es dirigida al interior de ellos mismos y no

tienen el ímpetu para voltear hacia usted. Pueden no estar completamente

conscientes de su presencia como un recurso significativo para ellos. Después

de todo, se han estado comportando de la misma forma rígida con el resto del

mundo antes de acudir con usted.

Si eligen pedir ayuda, usted tiene la oportunidad de enseñar. Enseñar es

un arte. No siempre es dar información, aunque la información a menudo

ofrece gran ayuda y alivio. También puede hablar de libros que ha leído o

experiencias que ha tenido, o les puede contar una historia que sea adecuada

para su dilema. La meta de enseñar es tocar las mentes y corazones de la

pareja, informar, inspirar, y dejarlos seguir su camino. ¿Recuerda cómo sus

padres u otros adultos le contaban historias más allá de su nivel de

comprensión, aun cuando usted ya comenzaba a interesarse en las

experiencias de ellos? Tenga eso en mente como figura “paterna” de la pareja.


159

Sin embargo, compartir experiencias o contar historias, tiene la cualidad

de jalar demasiado la atención hacia el terapeuta y puede ser utilizado como

una forma de aliviar el aburrimiento o reflejar egoísmo. Haga su historia

moderadamente corta y relevante para la pregunta de la pareja, y luego

establezca sus fronteras claramente de nuevo y vuelva a enviar a la pareja a

trabajar.

5.- Sugiera un experimento. Uno siempre puede intervenir sugiriendo un

experimento. Los experimentos son situaciones de campo en las cuáles la

conducta nueva puede ser evocada y practicada. Un experimento

generalmente implica seguir una secuencia de desarrollo, sin embargo puede

variar, ya que es un proceso orgánico que evoluciona con el tiempo:

 Fijar bases para el desarrollo del experimento.

 Negociar los consensos entre el terapeuta y el sistema cliente.

 Graduar el trabajo en términos de la dificultad experimentada por el

sistema cliente.

 Activar la toma de conciencia grupal del sistema cliente.

 Situar la energía del sistema cliente.

 Enfocar la toma de conciencia y la energía hacia el desarrollo de un

tema.

 Generar auto-apoyo, tanto para el sistema cliente como para el

terapeuta.

 Elegir un experimento particular.

 Realizar el experimento.

 Recapitular con el sistema cliente: aprendizaje y conclusión.


160

Uso de terapia individual. Cuando una parte del sistema se estanca e

impide que todo el sistema fluya, usted puede intervenir solamente con esa

parte. Puede hacer terapia individual con la persona inmovilizada que está

demasiado confundida como para unirse y trabajar con su pareja. Digamos que

Loretta guarda silencio, llorando calladamente. Ninguna intervención sistémica

dirigida a ambos podrá sacarla de su estancamiento. Aquí presento cómo

organizar un pequeño trabajo individual con Loretta.

Terapeuta. Noto, Loretta, que estás teniendo un momento difícil. ¿Jim, te

molestaría si hablo con Loretta por un pequeño momento?

Jim: No, no me molesta.

Terapeuta: Bien, regreso contigo en un instante, Jim. Sólo acompáñanos

sentado por unos minutos.

Al hacer trabajo individual, uno debe ser muy cuidadoso de no convertir

en paciente identificado a una persona. Si se hace terapia individual con uno de

los miembros de la pareja, asegúrese de hacerlo con el consentimiento, y en la

presencia, de la otra persona. Además, note cómo se trazó con cuidado una

nueva frontera para este trabajo: se estableció alrededor de Loretta y el

terapeuta y, después, se regeneró la frontera alrededor de la pareja, con el

terapeuta claramente afuera una vez más. La pareja siempre es la figura

principal en el drama que el terapeuta resalta y apoya.

Proporcionar un regreso. Finalmente, recuerde terminar una sesión

regresando la pareja al mundo cotidiano. Así como en un vuelo, regresar a

tierra es disminuir la altitud y aterrizar. De esta manera, la pareja puede salir de


161

la oficina sintiéndose de nuevo conectada con la realidad. El aterrizaje se logra

con la simple plática ordinaria, que logra lo siguiente:

 Mantiene la presencia del terapeuta y la relación hacia la pareja en un

nivel humano y de compasión.

 Define fronteras claras para lo que es terapia y para lo que no es terapia,

lo que es la pareja y lo que no es la pareja. El terapeuta “toma prestado”

al sistema por una hora, luego lo regresa.

 Refuerza el aprendizaje, recordando a la pareja seguir con las conductas

nuevas y con las enseñanzas. Por ejemplo, el terapeuta sugiere alguna

“tarea” para hacer en casa: “Jim, me gustaría que usted practique el

preguntarle a Loretta qué quiere ella. Y Loretta, me gustaría que usted

practique decirle a Jim lo que quiere. ¿Quieren intentar esto durante la

semana?

 Equilibra el tono de la sesión, haciéndolo ya sea más ligero o más serio:

“Loretta, cuando le esté diciendo a Jim lo que quiere, no le pida ese

Mercedes Benz que vio en el estacionamiento -¡él podría tener un

ataque de pánico!-.

 Da apoyo, de manera que la pareja sale sabiendo que el terapeuta se

interesa por ellos y su bienestar.

9.4 Trabajando un tema de la pareja en terapia individual

Debe tenerse mucho cuidado cuando se atiende a un individuo solo dentro del

proceso de terapia familiar, porque el terapeuta puede convertirse en el objeto

de amor, y luego puede ser percibido como si confabulara con el cliente para

agrietar la relación con la pareja que no está asistiendo a terapia. El cliente


162

puede mirar al terapeuta y decirle “mi cónyuge es malo (a) conmigo y usted es

tan bueno (a)”. Esta amenaza de separación o alienación, ya sea que venga

del ambiente como una situación catastrófica, de la psicoterapia o de cualquier

otra experiencia interna, claramente altera el balance del sistema y puede

arrojar a la pareja a una crisis potencial.

La transferencia puede convertirse en un sustituto para lidiar con el

matrimonio. Como los psicoanalistas bien saben, los comentarios del cliente

hacia el terapeuta deberán ser considerados, no sólo como simples cumplidos

o críticas, sino como posibles afirmaciones acerca de los padres, hermanos o

cónyuge. Tales comentarios deberían incitar al terapeuta a hacer preguntas

acerca de la relación significativa del cliente, y estimular la toma de conciencia

de sus problemas en estas relaciones.

Nuestro punto de vista es que el terapeuta puede, sin advertirlo,

incentivar los problemas del matrimonio al no traer a la conciencia del cliente

las implicaciones acerca de su creciente apego, o de sus sentimientos hacia el

terapeuta. Aunque tengamos a un individuo sentando en nuestra oficina,

estamos constantemente conscientes y atentos del impacto de nuestro trabajo

en los “círculos externos” de nuestro cliente: familia, cónyuge, hijos, jefe,

amigos. Es ingenuo suponer que nuestro impacto y responsabilidad están

limitados solamente al individuo sentado frente nosotros.

En general, puede ser más fácil trabajar con un cliente del mismo género

(si es un sistema heterosexual) –preocuparse por el cliente y quererlo – sin

poner en riesgo al sistema. Tome en cuenta que si la pareja es homosexual,


163

usted igualmente se puede convertir en un rival potencial o en una amenaza, si

usted y el cliente son del mismo género.

Es posible ver sólo a uno de los compañeros maritales y, ¿poner

atención al sistema? En un momento de crisis no es suficiente sólo poner

atención. Usted debe invitar a la otra persona a la oficina y trabajar con ambos.

Únicamente preocuparse del compañero ausente, y tener al sistema presente

en la mente, puede no ser suficiente. El dilema ético del terapeuta se da entre

su deseo de incluir al compañero, y expandirse en un trabajo más ambicioso

por un lado, y cumplir el deseo del cliente de ser atendido individualmente.

Cuando se elige el trabajo individual, el terapeuta debe aprender cómo sobre

llevar cualquier ansiedad acerca del futuro de la pareja, sin proyectar esta

ansiedad al cliente.

No puede trabajar en el desarrollo de un miembro sin afectar el

desarrollo del otro. Si uno de los compañeros está trabajando en su parte

oscura, subdesarrollada –la “sombra”, en términos Junguianos- el otro también

ha de estar trabajando en la parte oscura y subdesarrollada. Pueden ocurrir

problemas si uno está trabajando en esa oscuridad interna y el otro no.

En este capítulo, le he dado una idea de cómo usar mi teoría del ciclo

interactivo y la teoría de sistemas para hacer terapia con parejas. Entre otras

cosas, he dado sugerencias de cómo preparar el escenario para la terapia,

cómo elegir la intervención que se hará, cómo atender a las resistencias y

cómo crear experimentos.

Ahora que está bastante bien cimentado en este enfoque Gestalt

sistémico, y acaba de leer acerca de los sistemas de dos personas, es


164

importante recordar que el de la pareja, en realidad está compuesto de tres

subunidades; las dos formadas por los individuos y la relación o espacio

relacional entre ellos. Una pareja, cuando está operando como unidad, es un

sistema en sí misma. Ubicando ese mismo sistema independiente dentro del

sistema mayor que forma la familia, automáticamente convierte a aquél en un

subsistema dentro de una totalidad mayor. Y, por supuesto, no se requiere

mucha imaginación para continuar escalando la jerarquía social e incluir la

familia dentro de la comunidad, la comunidad dentro de la provincia, la

provincia dentro del país, y así sucesivamente. Como veremos en el siguiente

capítulo, mucho de lo que ya se ha dicho acerca del trabajo con parejas puede

ser aplicado al trabajo con familias. Pero existe una diferencia. Una familia es

necesariamente más compleja que una pareja. También es más grande, debe

buscarse una ubicación que nos dé una mejor vista panorámica que abarque

más para poder entender mejor este fenómeno. Para proveer al lector de esta

perspectiva más amplia, mi presentación está basada en una serie de

supuestos y principios y orientadores.

Notas

1. Yo conceptualizo este proceso como el ciclo interactivo.

2. La estructura básica de cómo establecer una sesión terapéutica y cómo y

cuándo intervenir en un sistema de pareja está basado en las notas de Sonia

M. Nevis tal como es presentada a nuestros estudiantes del Instituto Gestalt de

Cleveland.

3. En el capítulo tres traté sobre las parejas como un sistema; en el capítulo

cuatro, explique el ciclo interactivo de experiencia.

4. El capítulo seis trata sobre las resistencias al cambio.


165

5. Véase el capítulo siete para más información acerca de la creación de

fronteras.

6. El material en esta sección está extraído de J. Zinker (1992), “Gestalt

approach to couple therapy”, en E.C. Nevis (Ed.), Gestalt therapy; Perspectives

and applications (New York: Gestalt Institute of Cleveland Press).

Zinker, J. (2006). En busca de la buena forma. México: IHS. Capítulo 8. Pp.

177-210
166

CUESTIONARIO

1.- Cuando el proceso de una pareja funciona bien, ¿Es conveniente en la

intervención poner atención a su proceso? ¿Por qué?

2.- ¿En qué momento un proceso de la pareja se convierte en fondo y cuando

en figura?

3.- En el caso de que un proceso de una pareja no funcione bien, ¿Qué

necesita hacer la pareja para corregir su proceso?

4.- La intervención amplía la toma de conciencia de la pareja, sin embargo hay

ocasiones que no es así. ¿Qué se hace para llegar a la conciencia?

5.- ¿Qué implica preparar el escenario para la terapia de pareja?

6.- ¿Cuáles son los pasos de una intervención en un sistema de pareja?

7.- ¿Cuál es la importancia de conocer una teoría que describa la conducta

humana, para una intervención?

8.- De acuerdo a la terapia Gestalt, ¿Cuáles son las cuatro “pantallas” que se

puede sobreponer a lo que se ve y escucha en una intervención?

9.- ¿Qué significa intervenir?

10.- ¿Cómo se realiza una intervención?

11.- ¿Cómo se trabaja un tema de pareja en terapia individual?


167

Capítulo 10. La estética del enfoque Gestalt

Temas

Los valores Gestalt: Hacia una visión estética

Valores cardinales y principios de la terapia Gestalt

Objetivo general

El alumno analizará los valores cardinales y principios de la terapia Gestalt que

direccionan hacia una visión estética.

Objetivos específicos

El alumno identificará los valores y principios de la terapia Gestalt.

El alumno ilustrará, con casos clínicos, intervenciones donde muestre que es

una visión estética en la terapia Gestalt.


168
169
170

La estética del enfoque Gestalt

El enfoque Gestalt, debido a su herencia psicológica única, tiende en sí mismo,

más que cualquier otra escuela de pensamiento, a la exploración de un modelo

estético.

10.1 Los valores Gestalt: Hacia una visión estética

La Psicología Gestalt creció más allá de la investigación experimental y

fenomenológica de la percepción visual y debemos reconocer esta influencia

distintiva. Los primeros psicólogos de la Gestalt se enfocaron en los principios

de la visión –en cómo los humanos organizan su campo visual y los tipos de

factores que influencian la percepción, entre otras cosas. Por ejemplo, estaban

interesados en la figura-fondo, líneas, formas, contornos, proximidad,

profundidad, puntos, colores, planos, movimiento y espacio. La idea de la forma

–especialmente la noción de Gestalt qualitaten o las cualidades de la forma–

fue fundamental. Al poco tiempo, la psicología Gestalt fue una teoría

psicológica y metodológicamente hecha a la medida para el estudio de lo

estético.

Aunque los psicólogos de la Gestalt dirigieron su atención a la

organización del espacio psicológico y geográfico, hicieron referencias

ocasionales al problema de la percepción estética. Así, como se mencionó

antes, ningún psicólogo Gestalt debería extrañarse al darse cuenta que el

término estético proviene de la palabra griega que significa “percibir”.


171

Desarrollar una visión estética de la interacción humana y la intervención

terapéutica en un contexto Gestalt debe comenzar no con abstracciones tales

como bueno, o bello, sino con valores. La apreciación de los valores, tal como

la apreciación de la percepción y organización del fenómeno visual, fue de gran

interés para los psicólogos pioneros de la Gestalt, particularmente Kohler.

Para esbozar una teoría práctica de la estética de la interacción humana

dentro de la terapia Gestalt, deberemos primero definir nuestros valores

haciéndonos preguntas como éstas: ¿Por qué nosotros mismos escogimos el

enfoque Gestalt prefiriéndolo sobre las muchas otras opciones de terapias?

¿Qué hay en nosotros que resuena con la terapia Gestalt? ¿Qué esperamos

nosotros que sucedan en la sesión de terapia? ¿Qué nos guía cuando

hacemos terapia Gestalt? ¿Qué significa ser un terapeuta Gestalt? Cuando

pensamos en valores en la teoría y la práctica Gestalt, buscamos declaraciones

de lo que nos importa más, lo que nos es preciado, por lo que sentimos afecto,

lo que nos es significativo en nuestro pensamiento, en nuestro trabajo y en

nuestra relación con otros. Las respuestas a estas preguntas nos conducen al

sistema de valores que está incrustado en nuestros estructurados fundamentos

personales.

La progresión histórica de los valores Gestalt es semejante al despliegue

de una flor. En un principio, todas las ideas estaban condensadas en el

delicado capullo de los primeros escritos de Fritz Perls y Paul Goodman. Con el

tiempo, cuando el capullo se convirtió en flor, cada noción desarrolló sus

propios colores brillantes, detalles y belleza –y continúan desarrollándose. Este

desarrollo puede ser catalogado en cuatro grupos de valores que han surgido
172

en las últimas décadas: valores populares, valores de contenido, valores de

procesos y valores de sistema.

1. Valores populares. Los valores populares son imperativos categóricos –

los clichés o frases introyectados que surgieron de las dramáticas

demostraciones de Perls de algunos de sus últimos escritos. Estos se

convirtieron en los “encabezados” del movimiento de crecimiento

personal y la subcultura de los 1960’s, estos valores son generalmente

monolíticos y desconectados de la corriente de la Teoría Gestalt es su

forma más sustancial, aquí están algunas de las frases que expresan

conceptos Gestalt:

“Permanece en el aquí y el ahora”.

“Apaga la cabeza y enciende tus sentidos”.

“Yo soy yo, tú eres tú…yo hago lo mío, tú haces lo tuyo”.

“Vive en el momento y no para el momento”.

“Yo y tú, el por qué y cómo, aquí y ahora”.

No es que estos dichos sean falsos o mentirosos. Contienen referencias

elípticas a verdades profundas y jugaron un rol importante durante nuestro

proceso de aprendizaje en los sesentas –un tiempo de rebelión contra lo

formal, lo excesivamente intelectual, las enseñanzas académicas del

psicoanálisis ortodoxo y otras disciplinas.

Pero su poder condensado menguó gradualmente por el abuso (y mal

uso), y la gente pronto olvidó que fueron creados como reacción a la

fragmentación entre pensamiento, sentimiento y acción humanos. Perls,


173

Hefferline y Goodman enfatizaron la totalidad de la experiencia humana y

rechazaron esta fragmentación. Los siguientes “opuestos” los catalogaron ellos

en el rubro de “falsas dicotomías” del vivenciar.

Sí mismo y mundo exterior.

Organismo y entorno.

Consciente e inconsciente.

Cuerpo y mente.

Infantil y maduro.

Biológico y cultural.

Poesía y prosa.

Espontáneo y deliberado.

Personal y social.

Amor y agresión.

Enfermedad y salud.

Perls, Hefferline y Goodman enfatizaron la noción del contexto o campo

en las relaciones humanas. He aquí cómo describieron su método “contextual”.

El único método útil de argumento es incluir en la fotografía el contexto total del

problema, incluidas las condiciones de vivenciarlo, el medio social y las

defensas personales del observador”. Tenían conocimiento de la Teoría de

Campo de Lewin y seleccionaron una cita clave para dar sustancia a su visión

del encuentro terapéutico: Es particularmente necesario que quien se proponga

estudiar fenómenos totales deberá cuidarse contra la tendencia de pretender

que los todos abarquen todo lo que sea posible. La verdadera meta es

investigar las propiedades estructurales de un todo dado, indagar las relaciones


174

de los todos subsidiarios, y determinar las fronteras del sistema con el cuál se

está tratando. No es más cierto en psicología que en física el que “todo

depende de todo”. Perls, Hefferline y Goodman usaron este pasaje en una

forma especial. Nos conminaron a no considerar todos los valores sociales, las

implicaciones y los sistemas relacionados en una situación terapéutica dada,

sino a enfocarnos en el encuentro paciente-terapeuta, en el mundo y el

potencial de este último para la autorregulación organísmica. Advirtieron a los

terapeutas de no imponer su teoría de enfermedad y salud sobre el paciente,

sino de atender al proceso de la experiencia propio de la persona, además de

“trazar fronteras” alrededor de esos fenómenos: “Obviamente, es deseable

tener una terapia que establezca tan pocas normas como sea posible y que

trate de obtener tanto como sea posible de la estructura de la situación actual,

aquí y ahora”. Para Perls, Hefferline y Goodman, el terreno en la terapia

consistió en fronteras delimitadas alrededor de la fenomenología del paciente,

así como el encuentro entre terapeuta y paciente. Éste era el campo dentro del

cual existía el trabajo de psicoterapia; como tal, era el estándar de la belleza

estética para la terapia individual. Agrandarlos para incluir parejas, familias o

grupos sociales –y para aplicar los principios de la formación y destrucción de

gestalten a esos sistemas –no estaba ni siquiera en el horizonte en los 1950’s,

cuando la teoría Gestalt fue elaborada formalmente por primera vez. Después

de todo, el mismo Perls estaba aún a sólo unos pocos pasos de distancia de su

propio trabajo inicial como psicoanalista.

2. Valores de contenido. Los contenidos, como son comúnmente definidos

en psicoterapia, son las cosas de la vida de la persona: la “queja”, el

“asunto”, el “problema”. Nosotros distinguimos el contenido regular –el


175

“qué” de la vida de la persona –del contenido significativo- lo que la

persona experimenta y escoge hacer con conciencia en la vida y en la

terapia.

Cuando mira a un sistema pequeño –una pareja o una familia – usted ve

y oye una cantidad increíble de material complejo. Puede sentirse atraído por el

tema de que están hablando; esto es lo que comúnmente conocemos como

contenido. El contenido es seductor, lo arrastra a usted hacia su interior porque

con frecuencia emerge del conflicto y del desacuerdo; es polarizado y

polémico; está magnetizado por nuestros propios asuntos de

contratransferencia. En el desacuerdo polémico, los lados opuestos están

resueltos a ganar. Si sólo están polarizados (pero no polemizados), hay todavía

desacuerdo, pero están queriendo hacer un esfuerzo para resolver el problema.

Mientras observa al sistema, podrá notar que, independientemente del

contenido, hay un proceso. Por ejemplo, puede notar que la conversación

tienen una calidad circular: da vueltas, se atora y se repite constantemente. Si

mantiene la atención abierta acerca de cómo hablan, dónde se sientan, quién

es el “problemático”, quién es el “bueno” y cosas por el estilo, los datos pueden

ser en verdad abrumadores. Pero si se enfoca en el contenido –el material que

los divide podría caer en los siguientes errores comunes:

1. Encuentra un lado más atractivo que el otro (un efecto de

contratransferencia).

2. Puede querer resolver el problema animándolos a encontrar un

acuerdo. La debilidad de esta intervención es que ellos realmente no

aprenden nada acerca de dónde se estancan en su proceso, y por tanto,


176

conflictos similares emergerán en el futuro, situaciones cargadas de

contenido.

3. Puede querer enseñarles a dialogar de modo diferente y podría

ofrecer una intervención del tipo, “diga yo quiero… en vez de tú

debes…”.

Las interrupciones en el proceso del sistema tienden a ocurrir con

frecuencia, sin importar qué problema está sobre la mesa. Estamos

escasamente interesados en la logística de una decisión vital, por ejemplo, y sí

prestamos atención, en cambio, en cómo la persona llega a la decisión y qué

experimenta durante el proceso. Estamos atentos en cómo se toman las

decisiones, pero éste es más un valor de proceso que uno de contenido.

El contenido cotidiano es seductor porque es atractivo, pero es una

trampa: parece estar generándose la toma de conciencia –se están explorando

los asuntos, se intercambian opiniones, se articulan necesidades y deseos –

pero no hay energía para movilizar más allá de una discusión interminable. Hay

mucho movimiento verbal, pero no hay movimiento hacia una figura clara.

Como no hay contacto, no hay sentido de conclusión y, fatalmente, se asoma la

inevitable frustración. Mientras el sistema no invierta su energía en hacer que

algo suceda, el esfuerzo –por mínimo que sea- es desperdiciado. El contenido

significativo, tal como lo definimos, es el aspecto propositivo y relevante del

proceso –lo que la persona está haciendo en el momento y cómo lo hace.

3. Valores de proceso. El proceso es la acción que continúa y progresa. El

proceso implica un movimiento vivo, orgánico, espontáneo. El proceso

es curvilíneo, con un patrón, en constante flujo, no inducido, no


177

planeado, puro –propulsado por la energía creada por dos o más

personas. El pensamiento sobre el proceso está desprovisto de

obsesionarse con preocupación acerca del contenido y la presión por

crear resultados particulares. Ser uno con el propio proceso es estar

plenamente vivo.

Atender al proceso de la sesión de terapia casi siempre suplanta al

contenido de lo que el paciente está diciendo. Aquí hay algunas declaraciones

de Perls, Hefferline y Goodman que destacan el valor del proceso en el

enfoque Gestalt:

El paciente… se encuentra y se hace a sí mismo.

El sí mismo es la frontera de contacto al trabajar.

El sí mismo es la unidad sintética… es el artista de la vida.

Trabajar con la toma de conciencia de la resistencia significa trabajar

con la energía creativa de la persona.

Todo contacto es un ajuste creativo del organismo y el ambiente.

En la perspectiva Gestalt, la naturaleza humana es un proceso –opuesto

a las concepciones categóricas del tipo “los humanos son animales racionales”.

Éste es un valor de desarrollo –estamos en un constante estado de

convertirnos, nuestra naturaleza es potencialidad. Nuestra esencia no está

predeterminada. Esencia es proceso. Somos proceso en constante

movimiento, nuestras fronteras nunca son las mismas. Lo que Perls, Hefferline

y Goodman valoraron más acerca de este modelo de proceso fue la toma de

conciencia dirigida, la concentración que se lleva a cabo entre terapeuta y

cliente. Éste era el lugar excitante, el campo de batalla, el encuentro donde uno
178

puede ver y oír completamente al otro, hacer preguntas y hacer observaciones

de lo que es obvio al terapeuta, pero no percibido ni visto por el paciente.

Veamos un ejemplo. Usted está viendo a una pareja discutir acerca de

cómo llevar su negocio. Ella quiere planear por adelantado –con un mínimo de

treinta días. Él, por otra parte, prefiere esperar y obtener más y mejor

información antes de tomar una decisión. Éste es el contenido.

Ahora el proceso. La argumentación -su polémica- empieza a acalorarse

y usted observa la fenomenología de su interacción. Ella alza su voz y él se

pone cada vez más tenso y más atrincherado en su posición. Es evidente que

en el ciclo interactivo de la experiencia, están ubicados en algún lugar en la

fase de la energía/movimiento y estancados entre energía y contacto. He aquí

la primera intervención que podría usted hacer:

Terapeuta: Los he estado viendo hablar durante los últimos diez minutos.

Ustedes hablan bien y se mantienen en el asunto, pero hay algo más que está

sucediendo aquí. Bárbara, cuando tu voz se eleva y más te frustras, tú, Bill, te

pones más testarudo y más rígido psicológica e intelectualmente. ¿Han notado

esto alguna vez?

Ahora usted ha encontrado un patrón casi desprovisto de contenido,

pero muy real y fácil de observar una y otra vez. Ha obtenido un patrón a partir

de un caos –un patrón con validez fenomenológica y confiabilidad. La pareja

puede cuestionar la utilidad de su observación a pesar de su estancamiento y

replicar, “no realmente, pero, ¿para qué nos servirá saber esto?” He aquí una

respuesta:
179

Terapeuta: Verán, si son curiosos acerca de cómo ustedes repetidamente se

atoran en el proceso de sus argumentos, serán capaces de desestancarse, no

importando si el desacuerdo es sobre el negocio, los planes de las vacaciones

o a qué hora cenar. Si alguno de ustedes aprende a cambiar su conducta –por

ejemplo ya sea que tú, Bárbara, relajes tu voz, y tú, Bill, te recargues en tu silla

sin tensarte, les irá mucho mejor sin importar con que tema estén tratando.

Entonces, “querrán intentarlo”, pero como esto es completamente nuevo

para ellos, necesita entrenarlos un poco.

Terapeuta: Bill, esta vez ¿estarías dispuesto a recargarte y no ponerte rígido

sin importar qué tan enojada le salga la voz a Bárbara? Y tú, Bárbara,

¿Probarías jugar un poco con tu voz cuando Bill empiece a ponerse realmente

tenso y firme en su posición?

Luego ellos lo intentan y -¡milagro de milagros!- su contenido cambia y

empiezan a sonar más conciliatorios el uno con el otro. Puede usarse una

metáfora para describir la intervención en términos estéticos:

Terapeuta: Es como si estuvieran bailando juntos pero ambos quieren guiar. Lo

que yo les digo es, ¡al diablo con quién está guiando! Sólo métanse ambos al

ritmo, al compás. Ni siquiera saben aún cuál es el baile aún, un fox trot, un

tango o lo que sea.

Pero no es una cuestión de si la intervención es artística, sino de la

maestría artística de ellos como pareja. La voz enojada de ella y la tensión de

él son una expresión estética que busca comunicar “no es suficientemente

bueno”. El terapeuta se atreve a hacerla agraciadamente funcional.


180

4. Valores de sistema. El enfoque Gestalt valora la noción de sistemas y

campos porque estos crearon el marco de referencia para un

entendimiento holístico, dinámico y comprensivo de los eventos e

interacciones humanos. fundamental para nuestra visión es la idea de

que la mayoría de las características de los sistemas psicológicos son

virtualmente idénticas a aquéllas de los campos psicológicos y de las

gestalten psicológicas. Perls, aunque usó el lenguaje de la teoría de

campo y con frecuencia hablaba de la “relación organismo-entorno”, se

impacientaba con cualquier teoría si ésta no implicaba un esfuerzo

humano, una acción. Si hoy viviera Perls sería crítico de la teoría de

sistemas porque la encontraría demasiado abstracta para su gusto. Su

énfasis estuvo consistentemente en la naturaleza activa de ser y llegar a

ser. Para citar sólo un ejemplo, aquí hay un típico comentario que Perls,

Hefferline y Goodman hicieron una vez acerca de la orientación hacia el

campo de los psicólogos de la Gestalt: “Ellos frecuentemente parecen

estar diciendo… que todo es relevante en el campo de la totalidad,

excepto los factores interesantes para el hombre”. El hecho es que

Perls, Hefferline y Goodman, dadas sus propias inclinaciones

intelectuales, fallaron en darse cuenta que todo es relevante en el

campo de las experiencias humanas, y que todo en el campo es

potencialmente bello. Aunque estaban conscientes del trabajo de Lewin

y otros teóricos, estuvieron básicamente enfocados en lo individual y no

en el ambiente. Sintieron que el sí mismo individual estaba hundiéndose

bajo las expectativas y presiones de la sociedad y que ésta no traía

nada bueno. Quizás tenían algo de razón, porque a finales de los 1930’s
181

el mundo explotó en una guerra global y una de las naciones más cultas

de la tierra usó su tecnología altamente desarrollada para eliminar

millones de gentes. La sociedad no traía nada bueno, dado que la

conformidad a los dictados del estado importaban más que el bienestar

individual de los seres humanos. Durante y después de la segunda

guerra mundial, los filósofos existenciales, teólogos y psicólogos

empezaron a formular declaraciones ontológicas –declaraciones acerca

del significado del desarrollo individual. O la fenomenología de Husserl

se volvió popular porque ofrecía un sistema para estudiar

subjetivamente los fenómenos vivenciados por la persona singular.

En cierta forma, la atmósfera intelectual de finales de los 1940s y hasta

los 1960s apoyó la liberación de lo individual. Dentro de este contexto, Perls,

esta ola de individualismo pasó, fue que nosotros como practicantes tomamos

conciencia, una vez más, de las unidades sociales como sistemas de apoyo

para el crecimiento personal e interaccional. Después de todo, los sistemas

sociales occidentales no requieren la total sumisión de las necesidades

individuales a las necesidades de grupo, como vemos en el Este. En el Oeste

es posible para la gente desarrollarse a sí misma en un matrimonio o una

familia, en el círculo de amigos o en el trabajo. Dentro de este contexto, la

teoría de sistemas logra un nuevo significado y estatus. El fenómeno de las

fronteras se extendió de lo intrapsíquico a lo interpersonal, y de ahí al grupo, al

gran mundo de las corporaciones, naciones y el cosmos. En el nivel

interpersonal o familiar, por ejemplo, animar a un paciente a mostrar su enojo a

un padre puede traer como resultado la alienación del progenitor y rigidez de la


182

posición adaptativa del paciente. Invitar al padre a estar presente y permitirle

responder al enojo del paciente ofrece la posibilidad de llegar a una solución

creativa que mejore el estancamiento interaccional de ambas personas.

Los valores sistémicos son profundamente compatibles con la teoría

Gestalt, aplicando principios del todo y sus partes a unidades mayores.

Además, debemos mirar las ciudades como un todo para entender su deterioro,

porque son diferentes de la suma de sus partes. Es simple tontería corregir las

condiciones de los barrios pobres mediante la construcción de nuevas casas,

porque las soluciones pasan por alto el tejido total de la sociedad de una

metrópolis: sus parejas y familias, su educación, su estratificación

socioeconómica, los parques y museos de la ciudad, su sistema de asistencia

pública, su economía y demás. Sin embargo, como apuntó Lewin, es peligroso

considerar que todo es relevante en un campo dado. Por una parte, hace la

investigación de un fenómeno humano dado demasiado compleja y poco

práctica la metodología aplicable. Lewin supo mucho acerca de este problema,

porque él de hecho investigó varios fenómenos sociales durante muchos años.

Con respecto a los valores, el problema de ver las interacciones

humanas a través de una perspectiva sistémica es más serio. Cuando vemos

todos los factores en una situación dada, estamos en peligro de volvernos

complacientemente relativistas en nuestra evaluación. Si nos deshacemos de

causas y efectos ¿a quién podemos responsabilizar por una tragedia? ¿Qué

hacemos con la noción legal de culpabilidad en un crimen? Para un terapeuta

este dilema es enorme. ¿Vamos a ser complacientes cuando un violador o

alguien que golpea a su esposa nos cuenta acerca de sus explicaciones

porque “entendemos la complejidad” de tales eventos? ¿Qué hay del miembro


183

de la pandilla que mata a otro –es sólo una “víctima de la sociedad”? Como

terapeutas debemos luchar con asuntos de mantenimiento del orden social.

No podemos escondernos en las torres de marfil de nuestros

consultorios y comportarnos como confesores religiosos. Y es así como, con

toda nuestra compasión y con enormes remordimientos, debemos reportar

asesinatos, violaciones, golpes y otras violaciones de los derechos humanos a

las autoridades. ¿Por qué con remordimiento? Porque sabemos que las

sentencias de cárcel no resuelven la enfermedad psicológica o los problemas

sociales. Las medidas punitivas son, en el mejor de los casos, un medio para

proteger víctimas potenciales de la repetición de crímenes.

Así que el relativismo potencial del pensamiento sistémico no nos

protege de la dolorosa responsabilidad de decidir qué es lo que no vamos a

tolerar en una familia en nuestra comunidad, en nuestra vida o en una sesión

de terapia. Una orientación sistémica ofrece un conjunto de valores para

entender la estructura de los grupos primarios, instituciones sociales variadas,

eventos políticos, desastres naturales, problemas ecológicos y relaciones

internacionales. El pensamiento sistémico puede ayudarnos a entender

problemas complejos y esquivar la polémica o las soluciones simplistas.

Cuando vemos el mundo con mayor alcance, podemos usar estrategias

efectivas para ayudar a influenciarlo. Además, si reportamos a un violador a la

policía, no renunciamos a nuestra opción de hablar con su familia, de

influenciar el pensamiento del oficial encargado de su libertad condicional con

la víctima, de ir a la corte; en resumen, de ayudar a influir en un programa más

comprensivo para el manejo que haga la sociedad de nuestro paciente. Cada

vez que tomamos acción de esta forma, dejamos una pequeña huella no sólo
184

en la vida de una sola familia sino, en un sector de la estructura social en la

cual vivimos. Esta actitud refleja el volver a encender en el practicante Gestalt

el interés por la comunidad, así como la libertad existencial y responsabilidad

de hacer elecciones.

Por supuesto que no podemos presumir que todos los terapeutas,

incluidos los de orientación Gestalt, tengan este interés, pero creemos que la

mayoría lo tienen, en especial aquéllos que trabajan en un escenario

institucional que es vector de muchas de estas fuerzas sociales.

A pesar de su interés en las fronteras, Perls se enfocó mayormente en la

capacidad individual para funcionar en la frontera con un mundo abstracto en

vez de describir la calidad interactiva de una relación. Lo que a menudo falta es

la cualidad activa del mundo –cómo éste responde a la persona, pareja o

familia. Perls al menos presupone esta actitud cuando habla acerca de que un

buen analista debe ser más que sólo una tabla rasa o un intérprete de un

fenómeno de transferencia –debe ser una persona diferente que permita que el

paciente lo haga mejor en esta ocasión, en esta relación.

Después del advenimiento de la teoría de sistemas, muchos de nosotros

en terapia Gestalt nos interesamos en este proceso interactivo cuestionando el

concepto de resistencias como si fueran experiencias individuales. Por ejemplo,

en la retroflexión, Perls, Hefferline y Goodman dijeron que “cuando una

persona retroflecta la conducta, ésta se hace a sí misma lo que originalmente

hizo o trató de hacer a otras personas u objetos”. La pregunta que surge es,

¿por qué la persona dejó de intentar el conseguir algo para sí misma del medio

ambiente? ¿Qué pasó en el ambiente? Después de alguna reflexión fue


185

evidente que las resistencias son creadas y mantenidas por dos o más

personas. Por ejemplo, en el caso de las parejas y familias retroflectivas, “las

personas no hacen contacto, ni en la forma de ternura ni en el ojo, ni en la

curiosidad o en los intentos de influenciarse mutuamente. Tal resistencia se

mantiene cuando nadie protesta o no hacen intentos de contactarse”. Los

“retroflectores” no piden ser confortados y los “retroflectados” no ofrecen ayuda

cuando ven la incomodidad de los otros; “todos aceptan el supuesto de que los

límites deben ser sobre-respetados, que la intrusión está prohibida”. Poco a

poco, muchos psicólogos de la Gestalt cayeron en la cuenta de que no siempre

es bueno ocuparse sólo de los propios asuntos –que el valor popular de “yo

hago lo mío, tú haces lo tuyo” era sólo un introyectado. Hay un punto en el cual

la propia autonomía como un valor, deja de ser auto-responsabilidad saludable

y se convierte en mera insensibilidad o libertinaje.

Con el correr de los años, cuando empezamos a trabajar más con

parejas, grupos, familias y corporaciones, fuimos forzados a agrandar el campo

de los significados explícitos e implícitos de las interacciones en la frontera.

Primero, empezamos a desarrollar un modelo de proceso más coherente que

los conceptos sobre el individuo de Perls de sensación, toma de conciencia,

excitación, movimiento y contacto.

Creamos un ciclo en el cual un fenómeno sigue a otro en un tipo de

cadena, moviéndose de la vaga experiencia sensorial a la formación de una

Gestalt, a la excitación que pide satisfacción, luego al movimiento, y finalmente

al contacto que satisface. Cuando progresó nuestro trabajo, adaptamos una

serie de valores y principios de la teoría de sistemas y los incorporamos dentro

de nuestro enfoque Gestalt. Esta noción de movimiento desde la sensación a la


186

toma de conciencia y hasta la conclusión y satisfacción, se convirtió en nuestro

primer y fundamental valor estético.

10.2 Valores cardinales y principios de la terapia Gestalt

Estos valores “cardinales”, como nos gusta llamarlos, se desarrollaron con el

tiempo; a través de la experiencia de prueba y error crecieron a veintidós

valores, junto con sus principios de intervención correspondientes. Estos

valores y principios tienden a traslaparse en la práctica, y así, los hemos

catalogado dentro de seis subgrupos. Las categorías de nuestro sistema de

valores Gestalt son equilibrio, cambio, desarrollo, auto-conciencia, holismo y

forma.

Valores de equilibrio

1. Valor: Relaciones equilibradas

Principio: Nuestro labor en la vida como seres humanos es volvernos

independientes y autónomos. Enseñamos auto-apoyo y también modelamos

apoyo mutuo –el ritmo equilibrado de fusión en la pareja o familia y la

diferenciación individual con respecto a ésta.

La vida transcurre dentro del rango del ser, hacer y tener. Nos

desarrollamos en la fusión con nuestros padres hasta convertirnos en adultos

diferenciados que luego, a su vez, buscamos la fusión con otros y luego la

diferenciación en las relaciones. Éste es el ritmo de ser y llegar a ser en la


187

relación con los otros. Permanecer en fusión es infantil; estar aislado en la

autonomía es esquizoide. En el Enfoque Gestalt somos extremadamente

sensibles al ritmo natural de la interacción humana. Al trabajar con familias,

somos muy conscientes del grado de protección dada a los niños por los

adultos.

2. Valor: La importancia de compartir el poder en la pareja o familia

Principio: Entender y observar el diferencial de poder en los sistemas

pequeños. Las grandes discrepancias en el poder pueden dar lugar a

conductas abusivas.

El poder en el sistema familiar debe estar decididamente en manos de

los adultos hasta que los niños alcancen las etapas de desarrollo que exigen

una diferenciación más completa. Las familias no son “democráticas” pero

deberían ser “dictaduras benignas” hasta que los niños crezcan. Buscamos

complementariedad en el uso del poder en las parejas y en los subsistemas

adultos de las familias. El poder conlleva obligación y responsabilidad y no

debe ser utilizado como excusa para conductas irresponsables o abusivas.

Esto es también cierto para los sistemas más grandes, en dónde suceden

cosas como la “victoria arrasadora” del político, que conduce a la tentación de

justificar acciones abusivas en razón de “un mandato del pueblo”.

3. Valor: Fronteras claras, tanto en la pareja o familia, como en el terapeuta.


188

Principio: Nunca tomar partido o perder su frontera. Equilibre una intervención

con otra; modele y trabaje por la definición y manejo de buenas fronteras.

¿Dónde termino “yo” y empiezas “tú” cuando somos una pareja? ¿Qué

es mío, qué es tuyo y qué es nuestro? Una frontera incluye y excluye al mismo

tiempo, creando así significado. Las fronteras hacen el vivir claro y consciente.

La falta de conciencia, los problemas en la fusión y la diferenciación y las

resistencias tales como la introyección, la retroflexión y la proyección pueden

oscurecer las fronteras, confundir los significados y maniatar las relaciones

interpersonales.

Un criterio del buen funcionamiento de pareja y familia es la habilidad de

formar, destruir, y re-formar roles y subgrupos claramente delineados. Este

proceso está lleno de gracia en familias y parejas sanas y funcionales. Es “la

buena forma”.

El terapeuta vive su propio límite como un testigo presente en la pareja o

familia. No hay lugar para las charlas o las distracciones una vez que inicia la

sesión de terapia, ya que la meta principal es ayudar al sistema a volverse

consciente de su proceso, haciendo intervenciones y retiradas audaces,

creativas y bien articuladas, para permitir que continúe el proceso.

Valores de cambio

4. Valor: Auto-actualización a través de la autorregulación organísmica.

Principio: Una visión de la pareja o familia como grupo esforzándose por la

totalidad, la integración, la fluidez y la espontaneidad del funcionamiento. El


189

sistema se esfuerza para lograr el equilibrio entre lo estático y el movimiento de

avance.

La autorregulación organísmica ha sido la piedra angular del enfoque

Gestalt desde que Perls escribió su primer trabajo, Yo, Hambre y Agresión, en

los 40. Como valor, nos guía en cómo miramos las interacciones dentro de la

pareja o familia.

Tendemos menos a pensar en términos de organismo individual

(excepto cuando lo observamos como un subsistema) y más en términos de

organismo relacional. Tome por ejemplo el breve caso de estudio que

ofrecimos sobre John y Nelly Mathienson. Su díada organísmica se esfuerza

por autorregularse en términos de necesidad-satisfacción sexual. Como

individuos separados ambos son saludables, adultos orgásmicos, pero juntos

sus ritmos de autorregulación difieren. Ayudar a John y Nelly a adaptarse el

uno al otro –él expresando sus fantasías y necesidades, y ella estimulando

previamente su toma de conciencia –logró mejor sincronía en su ritmo sexual al

combinarse como pareja.

5. Valor: Aprender a través de hacer.

Principio: Aprender a través de hacer funciona mejor que sólo la discusión

racional. Nosotros enseñamos, animamos y apoyamos a experimentar con la

conducta novedosa y fresca, moviendo a la pareja o familia más allá de su

funcionamiento presente estancado y limitado.


190

La experiencia directa es altamente valorada en el trabajo Gestalt con

parejas y familias (como lo es en la terapia individual). En nuestro enfoque, la

experimentación se usa como herramienta primaria para realzar la toma de

conciencia, no sólo de lo que es, sino de lo que puede ser. Hablar está bien,

como en la utilización de ejercicios de fantasía, pero el hecho de hacer es

mucho mejor porque moviliza energía, lleva al contacto con los otros y permite

la práctica de nuevas conductas –la tan mencionada “emergencia segura” del

ambiente de terapia –la cual genera nuevos aprendizajes.

El experimento es un acto creativo para ambas partes, el terapeuta y la

pareja o familia –aquél mediante su planeación y éstos en su ejecución.

Desarrollar y participar en un experimento es parte del proceso estético de la

terapia Gestalt en tanto apoya y unifica lo que se hace figura al contrastar

conductas experimentales. En este sentido es que la terapia Gestalt ha sido

nombrada un conductismo fenomenológico.

6. Valor: Cambio a través de la toma de conciencia

Principio: El cambio tiene lugar a través de la toma de conciencia y la toma

activa de decisiones, y está más plenamente integrado, y dura más, que el

cambio que pasa de largo la conciencia y la elección.

La terapia Gestalt difiere de todas las otras escuelas de terapia en que

posee una teoría formal y un modelo de toma de conciencia. Usar el darse

cuenta como herramienta fundamental para el cambio es de un valor supremo.

Esto es porque nosotros, probablemente más que los adeptos a otros

enfoques, vemos que el cambio significativo sucede únicamente cuando está


191

siendo intensificada la toma de conciencia vivencial; el grado de cambio

generado es igual al grado de conciencia incrementada.

Enseñamos a través del enriquecimiento activo de la toma de conciencia

del sistema de pareja o familia y no la esquivamos. Somos maestros, no magos

ni gurús. Animamos la participación activa del proceso de aprendizaje de la

pareja o familia (preguntando, argumentando, discutiendo y demás) al

involucrarlos en las intervenciones, ideas e imágenes del terapeuta.

Desanimamos la introyección de las intervenciones.

7. Valor: Cambio paradójico.

Principio: Validar la resistencia mientras acompañamos a la pareja o familia.

Mientras más apoyemos lo que es, más cambio ocurrirá.

El cambio también puede ser logrado paradójicamente, apoyando el “es”

(isness) del sistema de pareja o familia. Ya que cada sistema posee estilos

diferentes de resistencia, nosotros respetamos esta resistencia como una

expresión saludable de la pareja o familia que pretende protegerse a sí misma

y lograr un funcionamiento armónico como una unidad colectiva. Cultivando la

toma de conciencia de cómo una pareja o familia es competente en lo que

hace, los valida como individuos y como grupo. Tal afirmación lleva de forma

natural a la toma de conciencia del sistema sobre el lado negativo de sus

conductas –cómo están “estancados” en su predicamento –y también hacia el

camino de salida. Es por estas razones que somos críticos con otras

psicoterapias que pasan de largo o confrontan las resistencias para lograr un


192

cambio funcional a corto plazo. Esto es también lo que conceptualizamos el rol

del terapeuta como un testigo en lugar de un agente de cambio.

8. Valor: Proceso sobre contenido.

Principio: Al diagnosticar lugares de estancamiento, el cómo una pareja o

familia se expresa a sí misma es casi siempre más importante que lo que está

siendo discutido.

En la óptica de la Gestalt, el contenido es literalmente un asunto

“muerto”, en oposición al proceso, el cual se trata de energía viva, del drama y

de las dinámicas de la interacción. No importa si un problema de contenido

pudiera ser resuelto mágicamente en el curso de la hora de terapia, porque otro

asunto aparecerá mágicamente. Los problemas son como la mitológica Hiedra;

resuelva uno y otros dos tomarán su lugar; la vida es así. Y cuando usted cae

en la cuenta de esto, el contenido de la vida parece como cosas sin

importancia: viajes a la escuela, comprar la comida, pagar las deudas, cuándo

tener sexo, cómo obtener aquella promoción, cortar el césped y cosas así. No

hay nada estético acerca de si debería o no una pareja obtener una segunda

hipoteca, o a dónde ir de vacaciones con la familia.

La belleza o “fealdad” del sistema está en cómo negocian sus acuerdos

sobre estos asuntos. Si regresamos al ejemplo de la pareja del negocio –

Bárbara y Bill- nos recuerda que su proceso era más intrigante que la cantidad

de tiempo que necesitaron para hacer decisiones juntas. Lo que era interesante

para el terapeuta y para la pareja fue descubrir cómo cuando Bárbara

levantaba la voz, Bill se tensaba físicamente y se volvía más rígido en su


193

opinión. Este cambio de toma de conciencia les permitió empezar a

experimentar cómo ellos procesaban su contenido y les dio interminables

oportunidades para cambios creativos en el futuro.

Valores de desarrollo

9. Valor: La regla de que hay excepciones para cada regla.

Principio: Usted necesita entender y apreciar el desarrollo y lo que es

apropiado para el desarrollo en sus intervenciones. A la vez que pueden ser

muy útiles, todas las reglas son también potencialmente estúpidas y peligrosas

(incluida ésta).

Se ha dicho que “no hay nada menos común que el sentido común”. Y

no hay sustituto para el sano juicio. Las intervenciones deben ser apropiadas al

escenario de la pareja o familia, y esto implica tener consideración por la

historia del desarrollo tanto como por el desarrollo de su proceso en el aquí y el

ahora. Ante la duda, permanezca en el proceso del aquí y ahora, de lo que es.

10. Valor: Equidad en el desarrollo vivencial (o “lo que es bueno para el ganso

es bueno para el pato”).

Principio: Creemos que tanto los terapeutas como los clientes, están en un

estado de cambio y desarrollo constante, y que necesitan nutrirse de su propio

proceso de terapia, así como de una vida plena en un mundo que es mucho

más grande que su propia profesión.


194

A fin de cuentas, creemos que no hay tal cosa como un “terapeuta”,

solamente un paciente más experimentado. Muchos de nuestros colegas

pueden argumentar que uno no necesita haber experimentado una gran

desgracia personal para poder ayudar a alguien con una pérdida grave o con

una enfermedad terminal. Aun así, hay una diferencia entre ayudar a alguien en

una jornada y estar preparado para participar completamente en ella de una

manera que inspire a todos los involucrados.

Una cosa es ayudar a alguien a ajustarse a una situación, y otra ser una

presencia inspiradora, una presencia que estimule la trascendencia espiritual

en lugar de la mera supervivencia.

La habilidad innata del terapeuta de ser una presencia evocadora viene

de la profundidad horizontal y vertical de su “masa perceptiva”, el bien-vivir de

la experiencia personal. Ésta es la razón de por qué la amplitud de nuestras

experiencias personales –nuestra terapia individual, nuestros amores y

pesares, viajes, educación, pasiones y recuerdos –son tan importantes para

nosotros como individuos y como profesionales.

Valores de auto-conciencia

11. Valor: La tendencia del terapeuta a “colorear” la pareja o la familia.

Principio: Como terapeuta, debe rastrear constantemente sus propios estados

de ánimo, deseos, conflictos, necesidades y cambios ideológicos porque la

pareja o familia en su presencia será afectada de una manera u otra,

consciente o inconscientemente.
195

Los límites personales son difíciles de manejar y modelar. El terapeuta

es simplemente humano, y estar presente significa estar ahí con la propia

fuerza tanto como la debilidad. En la teoría Gestalt creemos que tendemos a

afectar a la pareja o familia a través del encuentro personal, y más en función

de quienes somos que por lo que hacemos. De hecho, quiénes somos y qué

valores tomamos, guían lo que hacemos. Y cómo hacemos lo que hacemos es

guiado por el proceso inmediato que se despliega ante nosotros.

12. Valor: Humildad profesional.

Principio: Respete la integridad del sistema de la pareja o familia. Sin importar

qué tan disfuncional parezca, ellos tienen la capacidad de cambiar por su

cuenta.

Finalmente, una pareja o familia hace la mayoría de su vida fuera de

nuestro consultorio. Nuestra influencia, tan poderosa como pueda parecer a

veces, es en realidad muy limitada. Nosotros, como terapeutas, somos más

como rocas en un río: el flujo de agua nos pasa y sólo podemos afectar su

corriente un poquito, aquí y allá. Un testigo atestigua; estar presente es estar

ahí. ¿Qué más podemos nosotros u otros esperar de nosotros mismos?

Valores de Holismo

13. Valor: La teoría de sistemas –el todo influencia a todas las partes

individuales y es mayor que su suma.


196

Principio: Concebimos a la pareja y a la familia como relacionada a un

contexto sistémico de la familia extendida, la comunidad, el mundo. Hacemos

un esfuerzo para responder a la persona/sistema teniendo en cuenta este

contexto mayor.

Relacionando a este valor está el hecho de que nadie está nunca

verdadera y absolutamente solo. Un ermitaño en la cumbre de una montaña

está en relación con alguien en algún lugar… aún si sólo es en la memoria. Un

esquizofrénico callejero tiene contacto con otros –gente de quienes mendiga, la

policía, un trabajador social, los voluntarios en un albergue. Los humanos son

criaturas gregarias y siempre están relacionadas a otra gente; si no es a otro

singular, sí al menos a una familia o a “desconocidos” en la comunidad y en el

sistema social. La relación humana es una cuestión de grado.

14. Valor: Que “nadie es una isla”.

Principio: Cada intervención debe tener como fundamento el patrón del mundo

exterior de la pareja o familia. Usted debe esforzarse para entender la “sopa”

en la que ellos flotan en su vida diaria. (Imagínate que todos los personajes en

la vida del paciente están parados detrás de él como un siempre-presente “coro

griego”).

Además de considerar el gran contexto social, nosotros pensamos en la

“familia” como la extensión de todos los parientes, al menos dos generaciones

hacia atrás, incluyendo cualquier miembro transitorio que pueda estar

relacionado, aunque sólo sea superficialmente, en algún momento dado.

También debemos incluir la influencia de las relaciones que están físicamente


197

distantes o muertas. Por ejemplo trabajar con la viuda o viudo sobreviviente, la

relación entre un miembro de la familia y un progenitor muerto. Las relaciones

no resueltas del pasado persisten como fantasmas, como sombras, aunque

problemáticas aún, y las exorcizamos mediante el trabajo con la pareja o la

familia en el aquí y ahora.

15. Valor: La entidad “tercera-persona” de la relación.

Principio: En terapia de pareja, las intervenciones deben ser tanto sistémicas

como complementarias. Las intervenciones con una persona y no la otra –

positivas o negativas- no beneficiará al sistema.

Este valor y principio reconoce que cada pareja está compuesta de tres

individuos –un “tú”, un “yo” y un “nosotros”. La terapia Gestalt de pareja, en

tanto existe entre dos personas. En trabajo de pareja, ponemos especial

atención a las interacciones de ambas partes como una unidad y equilibramos

todas las observaciones e intervenciones en términos del “nosotros” de la

pareja. Esto también es así en el trabajo individual con una sola parte.

16. Valor: La voz colectiva de la pareja o familia.

Principio: Atender a la voz única (en la psique y el sistema) tanto como al

patrón de las voces.


198

Usted puede oír la cualidad estética de los miembros de una pareja o

familia cuando interactúan uno con otro, justo como escucharía una obra

musical.

La ópera es un buen ejemplo. La armonía y la cacofonía, las subidas y

bajadas, el tono, el volumen y el ritmo de dar y recibir de la conversación nos

dice mucho de los individuos juntos como un sistema. Energía, fronteras,

dominancia, resistencias y muchas otras características son transmitidas en los

patrones vocales de la pareja o familia.

Valores de forma

17. Valor: Gestalten completadas.

Principio: Nos enfocamos en cómo la fortaleza de la pareja o familia crea

partes alienadas que necesitan ser descubiertas y reintegradas dentro de su

vida. Nosotros siempre comenzamos a partir de sus fortalezas, no de sus

debilidades.

La fortaleza de una familia con frecuencia es, paradójicamente, su propia

debilidad y viceversa. Esto es por lo que empezamos con un reconocimiento de

su fortaleza –su bondad-seguido de una observación del lado negativo o

desventaja causada por dicha fortaleza. En la filosofía platónica, una Forma es

necesaria si ha de mantenerse un diálogo, una discusión, en la búsqueda de la

verdad. En terapia con parejas y familias, el cambio ocurre incrementando la

toma de conciencia a principalmente a través del diálogo –el encuentro yo-tú.

Nuestra estrategia de intervención de tres pasos es un proceso dialéctico que


199

culmina con la síntesis de un experimento. Nuestras intervenciones tienen la

intención de ampliar la toma de conciencia y el aprendizaje primero, apoyando

lo que es, luego, contrastando con lo que no es y, finalmente, integrando

ambos lados en una nueva Gestalt, un nuevo “lo que es”.

18. Valor: Buena forma.

Principio: Dejamos ser a la pareja o familia, y los dejamos partir. (Y a pesar de

cómo están siendo y a dónde están yendo, nosotros apoyamos la buena forma

que es “suficientemente buena”).

Cada pareja o familia, tal como sucede con una pintura, tiene una forma

que puede ser vivenciada, evaluada, apreciada, y criticada. El juicio estético de

una pintura –en este caso, digamos, una pintura que al observador no le gusta

–es sólo eso: un juicio basado en un particular sistema de valores. Un sistema

de valores es apenas una postura, un lugar desde el cual ver. Una pintura en sí

misma no está ni equivocada ni correcta; cada trabajo de arte es “sólo

diferente”. Por otro lado, tampoco está equivocado el crítico en suscribirse a un

conjunto particular de valores preferidos. Si consideramos el caso de la familia

Houghton vemos que su forma como sistema estaba estancada en conductas

culpabilizadoras.

Su patrón interactivo estaba basado en supuestos e interpretaciones.

Esto puede considerarse una especie de buena forma –ellos tienen fuertes

sentimientos el uno por el otro y están esforzándose por contactar –pero ¿es

suficiente? Lo que estaba ausente en el sistema era la curiosidad básica del

uno acerca del otro que conduce a más información, más entendimiento, mayor
200

tolerancia y satisfacción mutua. ¿Se han transformado en la familia perfecta?

No, pero su forma fue mejorada y por ahora es “suficientemente buena”. El

terapeuta alivia la presión y la ansiedad, permitiendo la familia capitalizar su

pequeña mejora y así prepararse para más trabajo en el futuro.

19. Valor: La importancia de la relación terapéutica total como una entidad

integrada y un evento estético.

Principio: Nosotros enfatizamos el proceso de la terapia (e intervención) y su

calidad de movimiento. Valoramos ver la belleza tanto como la fealdad y la

validez estética de la lucha del sistema cliente con sus síntomas y patología.

20. Valor: La integridad de la terapia Gestalt en cuanto a desarrollo.

Principio: Vemos la simple belleza que se encuentra en las intervenciones

terapéuticas, que se manifiesta en forma de temas, desarrollados y

resoluciones. Cada encuentro terapéutico es, en potencia, un trabajo artístico.

21. Valor: La integridad de la pareja o familia como son en este momento.

Principio: Nosotros aceptamos a la persona/sistema como está, lo

acompañamos y encontramos juntos un sentido de aprecio por su competencia

actual.

Vemos no sólo el proceso de la pareja o familia, sino el sistema de

terapia entero, incluyendo la forma estética de la presencia e intervenciones del


201

terapeuta como un evento estético. El sistema cliente, como individuos y como

un todo, lucha con sus problemas mientras el terapeuta está ahí trabajando

desde su frontera como un testigo benévolo, apoyador y comprometido. Como

en los primeros tiempos de nuestra experiencia personal de terapia Gestalt,

ayudamos a nuestros clientes a dejar el consultorio sintiéndose “más amigos”

de la raíz misma de la experiencia dolorosa y desagradable. Les ayudamos a

reconocer que sus síntomas y conductas, aun sus resistencias, son esfuerzos

creativos que tienen bondad, validez, estética y propósito.

Les ayudamos a dejar cada sesión de terapia con la sensación de que

ellos, como personas, son afirmados como “buenos”.

Mucho de lo que hacemos como “artistas”, es poner los datos

fenomenológicos acerca del proceso del sistema en términos de una metáfora

o un tema. Esto da a la pareja una mejor perspectiva de cómo son y de sus

problemas.

22. Valor: La fenomenología del aquí y el ahora.

Principio: Buscamos patrones tanto en la psique como en el sistema mayor.

Las observaciones más útiles están basadas en observaciones

fenomenológicas actuales del proceso.

La terapia Gestalt de pareja y familia valora lo que es –lo presente, lo

inmediato, lo tangible. No estamos interesados en la especulación, la

interpretación o la etiquetación de sus propios motivos. Esto no significa

necesariamente que evitemos todas las herramientas básicas de nuestra


202

profesión tales como pruebas de personalidad, genogramas, DSM-IV, y otros

instrumentos de diagnóstico. En el enfoque Gestalt, por ejemplo, tendemos a

“diagnosticar y clasificar” los fenómenos del sistema en términos de contacto-

resistencia y patrones de frontera. Tales herramientas son importantes para las

determinaciones clínicas y proveen buenos antecedentes de apoyo, pero éstas

permanecen justo así: como antecedentes y como secundarias para nuestro

propósito. Por ejemplo, el identificar a la familia Madiar como un sistema

“retroflector” se basa lógicamente en sus historias y conducta actual y es

bastante útil. Pero, ¿Cómo serán en la próxima sesión? ¿O dentro de un mes?

Cada terapia es un nuevo encuentro, y lo que permanece como figura para

nosotros a cada momento son los aspectos fenomenológicos del encuentro

interactivo inmediato con y entre la pareja o miembros de la familia. Estos

aspectos incluyen la dimensión del tiempo, el espacio, el cambio, la conciencia,

la sensación, las polaridades, la energía, la coreografía de movimiento y

ubicación, la belleza, el balance, la armonía, la complementariedad, el ritmo, el

contraste, la calidad de contacto, la naturaleza de la retirada, la capacidad de

dejar partir y empezar de nuevo, el humor y un sentido de lo filosófico.

Desde nuestro punto de vista, cada sesión con una pareja o familia es

un nuevo encuentro con “lo que es”, y en este sentido se parece mucho a

realizar un nuevo viaje al museo de arte para ver un trabajo diferente del mismo

artista.
203

Conclusión

Estos son los valores centrales del enfoque Gestalt para terapia de pareja o

familia. Cada valor apoya y guía una habilidad técnica. Quizás la inclusión de

cada principio es superflua, dado que cuando usted tiene claridad acerca de

sus valores, entonces puede actuar con claridad en el mundo. En otras

palabras, si se apoya exclusivamente en las técnicas, eventualmente se

volverán velos que limitarán su visión y crecimiento. Cuando ha buscado y

asimilado valores integrales, usted, de forma natural, poseerá un “estilo”: una

postura distintiva de estar –en-el-mundo.

La técnica no se necesitará más, porque posee algo mucho más

poderoso y profundo –un enfoque filosófico- haciendo de la creatividad

personal algo ilimitado.

Los valores Gestalt nos dan una manera particular para intervenir en los

sistemas de pareja y familia, pero no deben ser tomados como imperativos

categóricos. Aquí debemos ser cuidados y “masticar” a conciencia nuestros

valores, porque si nos los “tragamos enteros”, en el lapso de unos pocos años,

nuestras declaraciones de valor y principios degeneran en apenas un nuevo

juego de clichés. La terapia Gestalt, como otras terapias, ha tenido suficientes

frases en su historia. Finalmente, una última ventaja de poseer valores significa

que uno puede hacer elecciones para la acción basado en reglas de conducta,

mientras sabe que esas reglas son monolíticas, sino pulmones vivientes y

respirantes, que cambian con el tiempo.

Expresamos nuestros valores mediante nuestro actuar en el mundo.

Debemos actuar. Aun cuando escojamos no actuar, nuestra mera inactividad


204

expresa un valor (aburrimiento, indiferencia, acuerdo tácito, desapegos,

protesta pasiva y demás). Inclusive cuando restringimos la acción debemos

retroflectar, frecuentemente lastimándonos, cuando dirigimos la energía

expresiva contra nosotros mismos. La pregunta es, ¿cómo podemos “actuar

bien” en el mundo?

Cuando los hijos de Israel estuvieron viajando desde Egipto durante los

días bíblicos del éxodo, Dios se mantuvo tratando de ayudarles a través de

Moisés. Releyendo el libro del éxodo, uno encuentra que frecuentemente los

Israelitas no escucharon a Dios y con imprudencia hicieron lo que se les

antojaba.

Finalmente, cuando Moisés presentó el Libro de la Alianza a la gente,

ellos replicaron, “A todo lo que ha dicho el Señor nosotros prestaremos

atención y lo haremos”. El mandato era actuar acorde con las órdenes de Dios,

y después entender. Dios se comportó de la manera en que nosotros lo

hacemos con los niños, ejerciendo la función de la conciencia por ellos. Ellos

eran sus “niños”.

Nosotros le decimos “no le pegues a Johny” a un niño de dos años,

porque el niño chico no tiene conciencia adecuada ni control interno para

escoger esa opción personalmente. Cuando uno se convierte en adulto,

abandona las cosas infantiles y empieza a tomar conciencia por sí mismo y, en

ese sentido, uno se vuelve el propio “Dios” de sí mismo –lo que quiere decir, yo

me convierto plenamente en persona en tanto me vuelvo plenamente

consciente. Cuando eso pasa, sustituyo mis propios mandamientos ontológicos

por los imperativos categóricos de Dios. Yo digo, “Voy a hacer esto porque lo
205

siento correcto”. En palabras de Sonia Nevis, “Es nuestro destino destruir”.

Desestructurar es necesario para que algo nuevo ocurra, para que el

crecimiento se dé. Por lo tanto, frecuentemente nos sentimos bien cuando

participamos en desestructurar. Sin embargo, ese “sentirse bien” no es una

condición suficiente para las acciones. “sentirse bien” es un criterio infantil –

nosotros somos adultos cuando nuestras acciones emergen de la compleja

toma de conciencia. Por ejemplo, puede sentirse bien al terminar una relación,

pero en este caso en particular, este acto puede ser considerado “inmoral”

cuando toma en consideración todo… puede sentirse bien dar una puñalada a

alguien en un arranque de celos, pero no es moral”. La comodidad de actuar de

acuerdo a los imperativos categóricos de una autoridad más elevada es que al

momento de la elección no necesitamos esforzarnos tanto. No obstante,

cuando consideramos todas las posibles consecuencias, todas las acciones

finales son, en cierto sentido, arbitrarias. Es imposible actuar de modo correcto

sin negar una parte de la realidad. No hay actos morales puros. Si una persona

escoge ser “libre” y deja a su esposo o esposa, elige también abandonar a otro,

y ver con menos frecuencia a sus propios hijos. Si una mujer escoge abortar

por cuestiones de salud, también elige destruir una vida potencial; si escoge

tener al niño, puede también estar eligiendo el sufrir una salud precaria y,

posiblemente, traer un niño al mundo sin un apoyo justo, adecuado para su

crecimiento. Si un grupo escoge liberar a todos los animales de un laboratorio,

también escoge destruir estudios científicos y el trabajo devoto de otras gentes.

Nuestra teoría nos alienta a completar una Gestalt, y así resolver algo

dentro de nosotros para sentirnos completos. Pero, una vez más, la voz de

Sonia Nevis: “La debilidad en nuestra teoría Gestalt es que ésta presenta una
206

foto ideal sin perturbaciones en el mundo. Pero las perturbaciones en el mundo

–ahí afuera- son profundas… (Y a veces) lo mejor que podemos hacer es

reducir las perturbaciones internas porque no hay manera de reducir las

perturbaciones externas”. No podemos controlar el ambiente todo el tiempo.

Debemos usar nuestra toma de conciencia enriquecida lo mejor que podemos,

porque toda la conducta humana tiene su posibilidad polar entretejida dentro de

ella. Escuchamos ambas voces (o a todas) en nuestras cabezas y entonces

actuamos. Entre más compleja es nuestra toma de conciencia, más complejas

se vuelven nuestras acciones potenciales. Las acciones informadas nos

permiten conocer muchos aspectos de un asunto dado. Esto ha sido llamado

“actuar con remordimiento”. Actuar con remordimiento significa escoger hacer

algo mientras reconocemos que también debe tener un rango de

consecuencias, algunas de ellas malas para uno mismo, para otro, para la

familia de uno o para el mundo. Dada la naturaleza de las polaridades, usted

nunca… nunca puede no hacer daño. Por lo tanto, nuestra decisión siempre se

hace con remordimiento en el mejor de los casos; la elección es el mejor acto

posible. Y así, no podemos evitar lastimar a otros y debemos aprender a cargar

la desaprobación y el dolor de otros dentro de nosotros. Esto hace imperativo

que hagamos nuestras elecciones con los más altos estándares de

responsabilidad. Y podemos aprender a hacerlo con alguna semblanza de

humildad, coraje y compasión.

Quizás nunca como ahora necesite tanto de responsabilidad, coraje y

compasión, dado que está en aumento el número de familias perturbadas,

rotas y cambiantes que acuden al terapeuta por ayuda, en busca de sanación.

En esta era de familias desintegradas, de crecientes índices de divorcio y de


207

restructuración dinámica de entidades familiares de reciente formación,

necesitamos honrar y apreciar las nociones bellas y pasadas de moda de

cuidar de nuestros niños y promover el respeto en las parejas. Necesitamos

recordarnos repetidamente que ésta es una era de increíble estrés para

nuestros niños, quienes a la edad del jardín de infantes son ya aguijoneados

por sus sobrecargados y agobiados padres, para que muestren un enorme auto

soporte y niveles cada vez más altos de desempeño.

Ésta es la era en que nuestros hijos no pueden ya optar por no entender

las computadoras y la alta tecnología. Esto significa que los adultos deben

practicar tanto la disciplina como la compasión para nutrir a la joven

generación, preparándola para la vida en el siglo veintiuno. Este libro muestra

una y otra vez preocupación y atención a cómo una pareja, y luego una familia,

pueden nutrir valores básicos de cuidado y respeto mutuos en sus luchas de un

estado de la vida a otro. El terapeuta no es sólo un sanador, sino la figura de

un abuelo que otorga bendiciones a una generación de jóvenes padres, cuyos

propios padres no tuvieron ni las habilidades ni el tiempo para prepararlos para

las complejidades de la vida moderna.

Zinker, J. (2006). En busca de la buena forma. México: IHS. Capítulo 12. Pp.

267-290
208

CUESTIONARIO

1. ¿Cuáles son las implicaciones estéticas para la terapia desde el enfoque

Gestalt?

2. Describe las funciones de los valores populares en la terapia Gestalt

3. ¿Cuáles son las limitantes de los valores de contenido?

4. ¿Qué miran los valores de proceso?

5. ¿Por qué son importantes los valores de sistema?

6.- Menciona cuáles son los grupos de valores cardinales y describe su utilidad

en un proceso terapéutico Gestalt.


209

Consideraciones Finales

Al finalizar tu lectura quiero invitarte a reflexionar lo siguiente:

Considero que hay cuatro áreas que nos hacen psicoterapeutas:

La primera es la Formación académica y este material para el módulo de

Terapia Pareja está diseñado para ofrecerte un panorama amplio de los

elementos, proceso y metodología de la TP sin embargo te invito a que te

formes a profundidad como Terapeuta de Pareja, para muchos profesionales y

promotores de la salud mental esto no es relevante, sin embargo, desde mi

experiencia te comparto que la formación es fundamental e imprescindible, ya

que es necesario conocer los procesos por los que atraviesan las parejas,

saber cómo se construyen, cuáles son los límites y los alcances del trabajo

terapéutico con parejas.

La segunda es el trabajo personal que realices en cuanto a ésta área de tu

vida, porque creo profundamente que no solo la experiencia personal en pareja

sino la revisión profunda de este vínculo en tu persona te permitirán tener una

visión más aguda de la problemática de tus clientes. La psicoterapia es una

profesión privilegiada y la TP ocupa un lugar importante en ella. Así que acude

con un especialista en TP a trabajar tu proceso personal.


210

En tercer lugar la supervisión de casos es necesaria, formativa e importante ya

que te permitirá revisar con un especialista algunas áreas de tu ser terapeuta

para afinar tus habilidades y dotarte de herramientas necesarias para el

ejercicio de tu profesión, así que éntrale a la supervisión de casos.

Y por último, e igual de importante que las anteriores, la experiencia profesional

a lo que yo llamo “las horas de vuelo” ya que todo lo anterior cobra sentido

cuando aplicas lo aprendido, lo revisado y de lo que te has percatado, es

entonces, que te comprometes con tu desarrollo personal y al compartirlo con

otros creas un espacio de crecimiento para ellos y para ti.

Colega lector, deseo que hayas encontrado una visión amplia y profunda de los

temas que aquí te presentamos y deseo haber despertado en ti la inquietud por

saber más acerca de éstos y otro temas en la TP. Este vínculo es tan profundo

como tu deseo de profundizar en él. Es apasionante averiguar y cuestionar

cosas en uno mismo que daba por hechas, reinventar la forma en que vemos la

vida es un indicador de salud mental. En TP decimos “si quieres ver tu salud

mental ve a tu pareja”, si llegaste hasta este punto de lectura sabes a lo que

me refiero, y si no fue así, no te preocupes, nunca lo sabrás.


211

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