Marta Lapid Volosin NEUROCIENCIAS

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El 

Sistema Nervioso 

Es un sistema elegante, sofisticado y bastante misterioso. Las dificultades para comprenderlo se


visibilizan cuando miramos la lenta evolución en el tiempo de su estudio, el que - aunque cada
vez es más minucioso - siempre deja una pregunta sin contestar. Y así avanzamos.
El sistema nervioso es uno más de los sistemas de órganos de nuestro cuerpo – como el
digestivo o el cardiovascular. Coordina la actividad de los músculos, monitorea los órganos,
construye y procesa los datos que recibe de los sentidos e ¡inicia la acción!

Una breve información acerca del Sistema Nervioso 
Formado por todas las células nerviosas de nuestro cuerpo nos permite comunicarnos con el
mundo exterior y, al mismo tiempo,  controla muy variados mecanismos dentro de nuestro
organismo.
¿Qué ocurre al tocar un plato caliente? Por reflejo retiramos la mano y al instante los nervios
envían señales de dolor a tu cerebro. Así trabaja el sistema nervioso, capta información a través
de nuestros sentidos, procesa esa información y desencadena reacciones, como mover los
músculos o sentir dolor.
Los procesos metabólicos también son controlados por el sistema nervioso.
En el sistema nervioso hay muchos miles de
millones de células nerviosas, también llamadas
neuronas. Cada neurona tiene un cuerpo celular y
varias extensiones. Las extensiones más cortas
(llamadas dendritas) actúan como antenas:
reciben señales de otras neuronas y las pasan al
cuerpo de la célula. Estas señales se integran en
el cuerpo de las neuronas y se transmiten a través
de una larga extensión (el axón). Los axones de
algunas neuronas tienen hasta un metro de largo.

El sistema nervioso se divide dos partes: el sistema


nervioso central (SNC) y el sistema nervioso periférico
(SNP), llamadas así por su ubicación en el cuerpo. El SNC
incluye los nervios del cerebro y la médula espinal y está
contenido de manera segura dentro del cráneo y el canal
vertebral de la columna vertebral. Todos los otros nervios
del cuerpo son parte del SNP.
También se puede hacer una distinción entre el sistema
nervioso voluntario y el involuntario, independiente de
donde se encuentren en el cuerpo. El sistema nervioso
voluntario o somático controla todas las cosas de las que
somos conscientes y sobre las que podemos influir de forma
consciente, como mover los brazos, las piernas y otras
partes del cuerpo.


El sistema nervioso involuntario o vegetativo/autonómico regula los procesos del cuerpo sobre
los que no podemos influir de forma consciente. Este sistema está siempre activo ya que regula
la respiración, los latidos del corazón y los procesos metabólicos, entre otros. Lo hace recibiendo
señales del cerebro y pasándolas al cuerpo. También puede enviar señales en la otra dirección,
desde el cuerpo hacia el cerebro, de modo de proporcionar al cerebro con información de la
periferia, como por ejemplo qué tan llena está la vejiga o qué tan rápido está latiendo el corazón.
La relación cerebro-corazón merece un capítulo aparte que analizaremos más adelante en este
curso.
El sistema nervioso involuntario puede reaccionar con rapidez a los cambios. Lo hace a través
de mecanismos de adaptación. Si el cuerpo se calienta demasiado, el sistema nervioso
involuntario aumenta la circulación de la sangre hacia la piel para generar sudoración.
Tanto el SNC como el SNP tienen partes voluntarias e involuntarias. Sin embargo, mientras estas
dos partes están estrechamente relacionadas en el SNC, generalmente están separadas en otras
áreas del cuerpo.
El sistema nervioso involuntario se compone de tres partes:
El sistema nervioso simpático
El sistema nervioso parasimpático
El sistema nervioso entérico (gastrointestinal)
Los sistemas nerviosos simpático y parasimpático hacen cosas opuestas en el cuerpo. El sistema
nervioso simpático prepara el cuerpo para la actividad física y mental. Hace que el corazón lata
más rápido y más fuerte, abre las vías respiratorias para respirar con más facilidad e inhibe la
digestión.
El sistema nervioso parasimpático es responsable de las funciones corporales cuando estamos
en reposo: estimula la digestión, activa los procesos metabólicos y ayuda a relajarnos.
No siempre los sistemas nerviosos simpático y parasimpático funcionan en direcciones opuestas;
a veces se complementan entre sí.
El sistema nervioso entérico es un sistema nervioso separado ya que, en gran medida, se ocupa
de regular de forma autónoma la motilidad intestinal durante el proceso de la digestión. Esta
relación es muy importante para nuestro cuerpo y mente, por eso la analizaremos con un poco
más de detalle más adelante.


Nuestro cerebro 

Cuando al rey francés Luis XVI la guillotina le separó la cabeza del resto de su cuerpo, este señor
perdió una parte de su sistema nervioso llamada encéfalo. Se trata de una porción de tejido muy
importante, ya que cuando se pone en marcha da lugar a algo tan fascinante como la mente
consciente. El encéfalo es la máquina de la mente.
Desde el punto de vista de la anatomía, esta relación no es complicada de asimilar y es fácil de
comprobar ya que quienes sufren un accidente en ciertas partes del tejido encefálico también
suelen sufrir alguna modificación en su actividad cognitiva.

¿Es entonces lo mismo cerebro que encéfalo?  

El cerebro o telencéfalo - en inglés, cerebrum - es una parte del encéfalo. También son partes
del encéfalo el tálamo, el hipotálamo, los colículos, la protuberancia, el bulbo raquídeo y el
cerebelo. Todas estas regiones están muy relacionadas entre sí y funcionan en armonía para dar
lugar a la emergencia de una mente consciente.
La porción del encéfalo de mayor volumen es el cerebro, formado por dos hemisferios tan
grandes que, vistos desde arriba, cubren casi por completo el resto de las estructuras.
Por alguna razón, en la cultura popular el término cerebro se ha equiparado al de encéfalo y
ahora se usa el primero para referirse a toda la estructura. Esto en principio no es ningún
problema, las lenguas son fenómenos vivos que deben adaptarse y reflejar el hablar de la
mayoría. Nos suena mejor cerebro de mosquito que encéfalo de mosquito.


Dar sentido a la complejidad alucinante del cerebro no es fácil. Lo que sí sabemos es que es el
órgano que nos hace humanos, nos da la capacidad para el arte, el lenguaje, los juicios morales
y el pensamiento racional. Es responsable de la personalidad, de los recuerdos, de los
movimientos de cada individuo y de cómo percibimos el mundo. Esto último será tema de
nuestros debates.
Todo esto proviene de una masa gelatinosa de grasa y proteína que pesa cerca de 1,4 kg, es
uno de los órganos más grandes del cuerpo. Contiene - en promedio de cerebro humano - 86 mil
millones de neuronas que unen pensamientos y acciones físicas altamente coordinadas y que
regulan los procesos corporales inconscientes, como la digestión y la respiración.

Las partes del cerebro 
Los cuerpos de las neuronas (somas) forman la llamada sustancia o materia gris del cerebro.
Estas células, sumamente diferenciadas, son capaces de transmitir y reunir señales
electroquímicas que permiten la comunicación a través de una red de millones de procesos
nerviosos: las dendritas y los axones.
La materia gris se distingue de la sustancia o materia
blanca en que contiene numerosos cuerpos celulares y
relativamente pocos axones mielinizados, mientras que la
sustancia blanca contiene muy pocos cuerpos celulares y
se compone sobre todo de axones mielinizados. La
diferencia de color surge principalmente del color blanco
que posee la mielina, una capa protectora que le da
rapidez a la comunicación neuronal.

El cerebro tiene dos mitades o hemisferios. Cada hemisferio se divide en cuatro regiones, o
lóbulos. Los lóbulos frontales, ubicados detrás de la frente, están relacionados con el habla, el
pensamiento, el aprendizaje, la emoción y el movimiento.
Detrás de ellos están los lóbulos parietales, que procesan información sensorial como el tacto, la
temperatura y el dolor.
En la parte posterior del cerebro están los lóbulos occipitales, que se ocupan de la visión.
Cerca de las sienes se encuentran los lóbulos temporales, relacionados con la audición y la
memoria.


Movimiento y Balance 

La segunda porción más grande del encéfalo es el cerebelo; se encuentra detrás de la parte
superior del tronco encefálico (donde la médula espinal se une con el cerebro); una de sus
principales funciones es coordinar el movimiento muscular y controlar el equilibrio.
El diencéfalo localizado en la zona interna del encéfalo; es un complejo de estructuras del tamaño
de un damasco; las dos secciones principales son el tálamo y el hipotálamo. El tálamo actúa
como una estación repetidora para los impulsos nerviosos que ingresan de las diversas partes
del cuerpo y que deben ser enviadas a regiones cerebrales apropiadas para su procesamiento.
El hipotálamo controla las secreciones de hormonas de la glándula hipofisaria. Estas hormonas
gobiernan el crecimiento y algunos comportamientos, como comer, beber, sexo, enojo y
reproducción. El hipotálamo, por ejemplo, regula el proceso de lactación. El hipotálamo es clave
para regular la respuesta de estrés. Por eso veremos esta parte del eje con algo más de detalles
en este curso.
El tronco encefálico, en la base del encéfalo, controla los reflejos y las funciones vitales básicas,
como la frecuencia cardíaca, la respiración y la presión arterial.
El cerebro es extremadamente sensible y delicado, por lo que requiere la máxima protección.
Esto es proporcionado por el cráneo y tres membranas resistentes llamadas meninges. Los
espacios entre estas membranas están llenos de líquido que amortigua el cerebro y evita que se
dañe al contacto con el interior del cráneo.

Puede ser algo tedioso por sus nombres complicados y sus funciones superpuestas conocer
un poco más sobre nuestro cerebro.

Puedo darles varias razones para hacerlo. Desde lo cultural porque hoy conferencias, periódicos,
divulgadores, coachs y tantos otros nos hablan de la neurociencia y de nuestro cerebro y tenemos que
entender lo que nos dicen para poder procesarlo.

Pero más importante aún:

Los miles de millones de neuronas y los trillones de conexiones entre ellas de nuestros cerebros están
en permanente cambio con cada experiencia, incluso cuando dormimos.

Estamos en un estado de cambio constante que ocurrirá por casualidad o que puede suceder por
elección. Estamos evolucionando en todo momento con la química de cada sonido, mirada,
pensamiento y emoción que pasa por el cerebro.

A medida que comienzas a comprender tu naturaleza dinámica y el movimiento de la química de tu


cerebro que nunca cesa, vislumbras la importancia de ser consciente y tomar decisiones. El cambio es
inevitable. La única pregunta es decidir si tenemos algo que decir y/o hacer al respecto.

Recomiendo la charla TED de Suzana Herculano. Contiene subtítulos en español.

https://www.ted.com/talks/suzana_herculano_houzel_what_is_so_special_about_the_human_brain/transcript?gobac
k=.gde_1797787_member_5808908072147513344&language=es#t-6237

Suzana Herculano-Houzel es una neurocientífica brasileña. Su principal campo de trabajo es la neuroanatomía


comparada. Sus hallazgos incluyen un método de recuento de neuronas de cerebros de humanos y de otros animales
para realizar la relación entre el área de la corteza cerebral y el grosor y el número de circunvoluciones cerebrales.)
Relieve o pliegue que, junto con muchos otros, forma la superficie exterior del cerebro. Las circunvoluciones están
separadas unas de otras por surcos. http://www.suzanaherculanohouzel.com/lab


La teoría del cerebro triuno 

Hay una escena en la película Fear & Loathing en Las Vegas (Pánico y Locura en las Vegas) en
la que el escritor, enloquecido por los alucinógenos, observa como una sala llena de mesas de
casinos se transforma en lagartos gigantes que se atacan unos a otros en sangrientos combates.
La escena sugiere que, bajo el barniz de la civilización, todos somos reptiles a la espera del
momento de atacar.
Por extraño que parezca, esta visión alimentada por las drogas refleja una teoría biológica que,
en los años 60, parecía estar ganando algo de tracción: la teoría del cerebro triuno de Paul
MacLean, cuya idea básica es que cada cerebro humano contiene tres mentes independientes
competidoras: el reptil, el mamífero primitivo y el primate moderno.
Al igual que la escena de Fear & Loathing, la idea del cerebro triuno tiene cierto atractivo
alegórico: el lagarto primigenio, una especie de dios ancestral embaucador, que acecha dentro
de cada uno de nosotros. Desde hace unos años, escritores y oradores están dragando esta
vieja teoría para exhibirla como si fuera un hecho científico. Esto no es solo cosas de marionetas
nocturnas: está apareciendo en TED y en Forbes.
Para comprender qué es lo que estas personas afirman, es útil conocer algunos puntos claves
sobre los aciertos y desaciertos de MacLean sobre la neuroanatomía. Tomemos, por ejemplo,
los ganglios basales, un conjunto de estructuras neuronales cerca de la base del cerebro anterior
que son cruciales para aprender y reforzar los hábitos, como morderse las uñas y cepillarse los
dientes. En la década de 1960, los biólogos pensaron que el cerebro frontal de los reptiles y de
las aves estaba compuesto por ganglios basales (no es así), por lo que MacLean decidió agrupar
estas estructuras con el tallo cerebral bajo el nombre de complejo reptiliano. Para MacLean este
cerebro reptiliano era responsable de la agresión, el dominio, la territorialidad y las exhibiciones
rituales de nuestros lejanos ancestros reptiles.
Para MacLean algunas de las estructuras neuronales más complejas ubicadas alrededor de los
ganglios basales, como la amígdala, el hipotálamo y la corteza cingulada, desempeñan un papel
central en ciertas emociones como el disgusto, el nerviosismo, la duda, etc. Con un razonamiento
similar al anterior, supuso que estas áreas cerebrales debían haber surgido en los primeros
mamíferos para hacer frente a tareas como el vínculo familiar y la crianza de los hijos. Decidió
entonces unirlos bajo un solo encabezado al que denominó complejo paleomamífero.
Finalmente, MacLean consideró que si la neocorteza, la capa más externa del cerebro se
encontraba solo en los mamíferos, debía estar relacionada con las habilidades cognitivas de alto
nivel, tales como la planificación abstracta, la creación de herramientas, el lenguaje y la
autoconciencia. De allí que le diera el nombre de complejo neomamífero.
La hipótesis sustenta que estos tres complejos no solo representan tres etapas distintas de la
evolución cerebral, sino que seguían siendo tres cerebros separados, semi-independientes,
"cada uno con su propia inteligencia especial, su propia subjetividad, su propio sentido del tiempo
y el espacio y su propia memoria”.
Con esto MacLean estaba diciendo, en otras palabras, que cada cerebro humano contiene tres
conciencias subjetivas independientes.
Si bien la hipótesis tiene sus ventajas para intentar comprender la complejidad de nuestro cerebro
no se sostiene bajo escrutinio. Por ejemplo:


1. Los ganglios basales se encuentran en los cerebros de los primeros peces con mandíbula,
lo que significa que el cerebro reptiliano de MacLean se originó mucho antes de que los
primeros tetrápodos se desplazaran a la tierra.
2. Los primeros mamíferos ya tenían neocortezas bien formadas, lo que significa que al menos
algunas habilidades cognitivas de alto nivel son anteriores a los mamíferos.
3. Muchos reptiles exhiben comportamientos paleomamíferos como el vínculo familiar y la
crianza de los hijos, y muchas aves exhiben habilidades neomamíferos como la fabricación
de herramientas, la comprensión verbal y el desarrollo del dialecto.
En términos funcionales, un cerebro humano no se comporta como una serie de complejos
separados, sino como un todo unificado. Algunas redes neuronales inhiben a otras, pero las
formas de esas redes no tienen nada que ver con las capas reptilianas o mamíferas.

Paul MacLean y las neuronas espejo 
La idea errónea del cerebro reptiliano surge de una mala interpretación de MacLean de la teoría
evolutiva del sistema nervioso. Le puso una mirada demasiado simplista.
Sin embargo, Paul MacLean no era un improvisado. Neurólogo y psiquiatra, joven investigador
en Yale, profesor de fisiología, trabajó para el NIH, US (Instituto Nacional de Salud Mental) hasta
su muerte en 2006. En los años 1970 y 1980, algunos aspectos del modelo de MacLean fueron
popularizados por el astrónomo Carl Sagan y el novelista Arthur Koestler, entre otros.
MacLean desarrolló la intrigante teoría del cerebro triuno para explicar su evolución y para
intentar conciliar el comportamiento racional humano con su lado más primitivo y violento.
Cometió dos errores. El primero fue atribuir al tronco encefálico y demás estructuras del cerebro
reptiliano las decisiones no conscientes de los instintos, cuando en éstos participan también
estructuras del sistema límbico como, por ejemplo, la amígdala. El segundo, fue considerar que
las decisiones no conscientes implicaban no sólo componentes instintivos, emocionales y
motivacionales vinculados al sistema límbico, sino también y de manera profusa, a la totalidad
de la neocorteza.
Las técnicas actuales de neuroimágenes permitieron definir que las decisiones se toman en una
red cerebral muy amplia que incluye el núcleo accumbens (ganglios basales), el hipocampo, la
corteza prefrontal, a las que se le adicionan algunas otras regiones.
Además, hoy sabemos que los humanos somos animales sociales, que hemos alcanzado
nuestro éxito evolutivo precisamente porque nuestro cerebro desarrolló extensas regiones
cerebrales de la corteza motora y frontal dedicadas a las relaciones con los otros, a experimentar
el sentimiento de pertenencia al grupo y a propiciar actividades que, siendo (prácticamente)
exclusivas del ser humano –como la música– nos vinculan de forma incluso física –como en el
baile– con nuestros iguales.
Estas regiones contienen, entre otras, las llamadas neuronas espejo, que siendo neuronas
motoras se activan al ver a otros realizando actos motores. Por tanto, están en la base de la
imitación y han dado lugar a la llamada teoría de la mente, según la cual somos capaces de
ponernos en el lugar del otro y experimentar cómo piensa, cómo siente y cómo actuaría. De allí
que sea muy posible que nuestras decisiones (como la de comprar una pizza) tenga un poco que
ver con el hambre (instinto!) y un mucho con lo que es cool: comer entre iguales en nuestro grupo
preferido.

   


El mito del cerebro reptiliano 
El cerebro triúnico o cerebro triuno propuesto por Paul MacLean trataba de explicar la
organización del cerebro humano, la existencia de sistemas contradictorios o al menos
alternativos en nuestro comportamiento y la influencia de la evolución como elemento
organizador. MacLean sugirió esta idea y la desarrolló en su libro The Triune Brain in Evolution
(1990). Para MacLean nuestro cráneo aloja los tres cerebros, que operarían como tres
ordenadores biológicos interconectados, cada uno con su propia inteligencia, su propia
subjetividad, su propio sentido del tiempo y su propia memoria.
El cerebro reptiliano estaría lleno de memorias ancestrales y controlaría las funciones
autonómicas (respiración y latido cardíaco), el equilibrio y el movimiento muscular. Sus
respuestas son directas, reflejas, instintivas.
El cerebro límbico sería el responsable de la motivación y la emoción que sentimos al
alimentarnos, al reproducirnos y del comportamiento parental.
Al cerebro moderno de los mamíferos actuales, como el nuestro los primates, lo considera más
evolucionado y responsable del pensamiento avanzado, de la razón, del habla, de la
planificación, la abstracción, la percepción y lo que en general llamamos funciones superiores.
El modelo del cerebro triuno considera, por tanto, que el cerebro humano es el resultado de un
proceso estratigráfico, de suma de capas sucesivas: un cerebro instintivo reptiliano, el más
profundo y primitivo; al que se le superpone un cerebro emocional e intermedio y, sobre ese, se
deposita un cerebro racional y moderno.
La realidad es que ningún estudio consigue separar la emoción y la racionalidad de una forma
clara, están íntimamente interrelacionadas en nuestra organización cerebral y en nuestro
funcionamiento mental.
Por otro lado, la idea de una aparición de estructuras nuevas y complejas en un proceso de
acreción sucesiva es contraria a todo lo que sabemos sobre la evolución que, en realidad,
funciona reorganizando los circuitos existentes y, en todo caso, dotándolos de mayor complejidad
y asumiendo nuevas funciones
La idea del cerebro triuno no es aceptada por los neurocientíficos, pero en particular, por los que
más tienen que decir al respecto: los que investigan la neuroanatomía comparada.
Los ganglios basales solo forman una parte mucho menor del telencéfalo de los reptiles, existen
en todos los grupos de vertebrados y no son, por tanto, estructuras asociadas a este grupo de
vertebrados con escamas, sino que están presentes en los antecesores de los vertebrados,
mucho más primitivos.
Las estructuras del sistema límbico que según MacLean surgirían con los primeros mamíferos
están presentes en otros grupos de vertebrados y características definitorias de este segundo
cerebro, como el cuidado de las crías, se presentan también en aves o peces.
La neocorteza es rudimentaria, pero hay esbozos de ella en los mamíferos más primitivos. La
diferencia con el humano es que otros vertebrados no tienen estructuras con la característica
laminación en seis capas de nuestra corteza. Sin embargo, el telencéfalo de las aves forma
conexiones con otras estructuras, conexiones que son similares a las que hace el neocórtex y,
está comprobado que se encarga de funciones teóricamente neomamíferas como el aprendizaje
y la memoria, la toma de decisiones, el control motor o el pensamiento conceptual.
Hemos visto aves utilizando herramientas para sacar insectos de un hueco, añadiendo agua a
una probeta para que flote una semilla y podérsela comer o recordando las caras de las personas
que las persiguieron. Esas capacidades de planificación y aprendizaje entrarían según el modelo


de MacLean dentro del último ámbito, el neomamífero, pero resulta que las aves presentan ya
esa capacidad.
Las únicas virtudes del modelo del cerebro triuno son su sencillez y su facilidad, pero es
simplemente un modelo erróneo, sencillo y fácil.
Otro punto importante para recordar es que la evolución no funciona como una hilera de seres
que se van sucediendo unos a otros. No es como la dibujan, cada vez menos encorvados y con
más cosas en la mano.
Para decirlo de forma más clara, todas las especies actuales tenemos la misma edad, la misma
antigüedad, tanta como la vida terrestre tiene.

La revancha del cerebro reptiliano 
¡Vamos a defender a los reptiles! los reptiles pueden ser sosos, feos y muy lentos. Sin embargo,
algunos son letalmente rápidos, increíblemente bellos, hasta cariñosos y muy sofisticados.
¡Y esos sí que tienen un cerebro reptiliano!

¿Cuál es el estado actual de la teoría del cerebro triuno? 
La teoría del cerebro trinitario es una imagen poética e intuitiva de cómo el cerebro ha
evolucionado y funciona en los humanos. Es una lástima que no sea cierto, pero tampoco está
del todo mal.
La teoría del Cerebro Triuno nunca se menciona en la investigación de la neurociencia, no es útil
como modelo científico para el cerebro.
Se podría hacer una analogía con la división de las plantas en frutas y vegetales. Esta es una
división bastante intuitiva que captura algunos temas básicos y puntos en común, pero es inútil
científicamente. Muchas frutas, como la calabaza y los tomates, se llaman vegetales. Y muchas
verduras, como el maíz y los porotos, en realidad son granos. Mientras tanto, el maní es un tipo
de poroto y la papa es un tubérculo.
El hecho de que la teoría del cerebro triuno relaciona la psicología emocional con las principales
estructuras cerebrales la ha hecho un modelo conceptual para la neurociencia del pop.

Verdadero o Falso  
Verdadero: El cerebro humano tiene estructuras cerebrales antiguas y preservadas para las
funciones básicas de supervivencia (cerebro reptiliano y / o cerebro paleomamífero) y también
estructuras evolucionadas más recientes que sostienen la cognición (cerebro neomamífero o
neocorteza)
Existe, hasta cierto punto, competencia por el control del comportamiento entre los circuitos más
primitivos y los más modernos, con un sistema límbico que es más central e instintivo y una
corteza prefrontal de mayor nivel, más flexible y orientada a los objetivos.
La idea de un sistema límbico fue introducida por MacLean y de algún modo se asocia con el
cerebro triuno. El sistema límbico es un concepto que se sostiene aun hoy en la neurociencia
moderna.
Falso: La estratificación propuesta por MacLean no ha resistido la prueba del tiempo. Por
ejemplo, MacLean incluyó los ganglios basales en la capa reptiliana más inferior, mientras que
ahora se considera una capa intermedia. Un modelo más moderno debería tener 4 capas: tronco
encefálico e hipotálamo (funciones básicas de supervivencia), sistema límbico (amígdala, etc.,
comportamiento automático complejo), ganglios basales (optimización adaptativa de la


secuencia conductual), corteza prefrontal (aprendizaje orientado a objetivos, comportamiento, y
razonamiento); pero estos son subsistemas dentro de sistemas más grandes y no capas
verdaderas.
El cerebro no evolucionó mediante la adición de capas, como lo indica el modelo de MacLean.
Por el contrario, los circuitos centrales de todo el cerebro se han reorganizado con el tiempo, con
ciertos elementos del circuito y regiones expandiéndose y volviéndose más complejos. Incluso
los reptiles tienen estructuras parecidas a la corteza, simplemente más pequeñas y menos
complejas.
El modelo plantea un área cerebral competitiva, lo que es simplista e inexacto. A un nivel
conceptual amplio, los circuitos cognitivos desempeñan un papel muy importante en los
humanos, mientras que los circuitos límbicos toman el control en momentos de amenaza (lucha
o huida). Sin embargo, el cerebro es un sistema completo y todos los circuitos participan y
colaboran al mismo tiempo. La corteza prefrontal requiere que el resto del cerebro funcione y las
respuestas de lucha o huida activan circuitos en los ganglios basales y la corteza cerebral.
En general, el cerebro como un todo ha demostrado ser altamente complejo e intrincado, con
interconexiones profundas y conexiones cruzadas. Los elementos del circuito y las regiones
cerebrales son parte de un sistema complicado y dinámico que no se separa fácilmente en
módulos independientes.

El concepto del cerebro triuno tiene un extraño sentido intuitivo. Somos un conjunto de instintos,
inhibiciones y deseos que no encajan de un modo eficiente. Sería reconfortante, de alguna manera,
si pudiéramos encajar estos conflictos en pequeños cerebros de lagartos.

Nos guste o no, sin embargo, el lagarto es parte de nosotros. Cada hábito y obsesión, cada temor
y deseo en nuestras mentes depende de las vías neuronales que una vez fueron establecidas por
nuestras experiencias personales. Como cualquier otro organismo en la tierra, llevamos la historia
de un largo y exitoso linaje en nuestra composición genética y biológica. La cuestión de qué hacer
con esos recursos, sin embargo, no está predeterminada por el pasado. Está en cada uno de
nosotros como utilizarlo.

10 
Cerebro derecho / cerebro izquierdo, ¿verdad o mito? 

El 90% de las personas son diestras y gran parte de la razón es genética. Y eso es cierto, aunque
sigue siendo un misterio por qué nuestra evolución genética llevó a más diestros que a zurdos.
Para ciertas tareas, se puede superar el uso de la mano. Por ejemplo, los niños diestros que
aprenden a jugar tenis, golf o básquet pueden llegar a ser exitosos jugando con el otro lado.
Puede ser más una cuestión de cómo se les enseña y qué se refuerza más que sobre como está
inervada una mano u otra.
El concepto cerebro izquierdo o cerebro derecho es un hecho que debemos desmitificar.

¿Conócete a ti mismo? 
De acuerdo con la sabiduría convencional, las personas tienden a tener una personalidad, un
estilo de pensamiento o una forma de hacer las cosas que provienen de un cerebro derecho o
izquierdo.
Se supone que aquellos que poseen un cerebro derecho son intuitivos y creativos, libre-
pensadores. En general, son cualitativos, capaces de mirar al mundo a través de una gran
pantalla y describirlo en términos descriptivos o subjetivos. Por ejemplo: El cielo esta gris y
amenazante, ¿me pregunto si va a llover?
Las personas de cerebro izquierdo tienden a ser más cuantitativas y analíticas. Prestan atención
a los detalles y se rigen por la lógica. Su visión del clima es más factible: el pronóstico decía que
solo había un 30% de probabilidad de lluvia, pero es probable que esas nubes cumulo-nimbus
traigan truenos y lluvia.
Un libro popular publicado por primera vez en 1979, Dibujando en el lado derecho del cerebro
(Betty Edwards), amplía este concepto. Sugiere que, independientemente de cómo esté
conectado el cerebro, ponerse en contacto con el cerebro derecho ayuda a visibilizar y dibujar
las cosas de manera diferente.
Estas nociones de cerebro izquierdo y derecho son generalizadas y ampliamente aceptadas.
Pero también pueden estar equivocadas

La ubicación importa 
Hay algo de verdad en el concepto de que algunas funciones cerebrales residen más en un lado
del cerebro que en el otro. Lo confirma la pérdida de ciertas habilidades según donde se localice
una lesión cerebral.

11 
Por ejemplo, durante mucho tiempo se pensó que, en la mayoría de las personas, el control del
lenguaje residía en el lado izquierdo del cerebro. Y hay áreas de la mitad derecha del cerebro
que controlan el movimiento del brazo y la pierna izquierdos (y viceversa). Una lesión de una
zona frontal del cerebro puede ocasionar una menor motivación, dificultad para planificar y
problemas de creatividad. Sabemos que la parte posterior del cerebro (la corteza occipital)
integra información visual del ojo. Un daño en esta área puede causar ceguera parcial o
completa. Estos son solo algunos ejemplos de cómo ciertas partes del cerebro parecen ser
responsables de funciones específicas. Entonces, la ubicación sí importa.
Pero para rasgos de personalidad más individuales, como la creatividad o una tendencia hacia
lo racional en lugar de lo intuitivo, ha habido poca o ninguna evidencia que respalde una única
localización en un área del cerebro. De hecho, si se compara con tomografía computarizada,
resonancia magnética o incluso en una autopsia el cerebro de un matemático con el de un artista,
es poco probable que se encuentren muchas diferencias. Lo mismo si la comparación fuera entre
1.000 matemáticos y artistas, es muy poco probable que surja un patrón claro de diferencia en la
estructura cerebral.

¿Cerebro derecho / cerebro izquierdo, es un mito? 
Entonces, ¿la idea de pensar con el lado izquierdo de tu cerebro es un mito? Tal vez. Pero la
falta de pruebas no prueba lo contrario. Para las personas que vivieron hace miles de años, la
incapacidad de probar que la tierra era redonda no prueba que la tierra sea plana.
En el 2013, se realizó un estudio muy interesante en la Universidad de Utah, EEUU con 1000
jóvenes de entre 7 a 29 años. Les realizaron escáneres dividiendo diferentes áreas del cerebro
en 7.000 regiones para determinar si un lado del cerebro estaba más activo o conectado que el
otro lado. La evidencia descartó el concepto de cerebro izquierdo / derecho, ya que la actividad
era similar en ambos lados del cerebro, independientemente de la personalidad. Tampoco se
encontró evidencia de lateralidad. De modo que, hasta la actualidad, la noción de que algunas
personas tienen más cerebro izquierdo que derecho o a la inversa es más una forma de hablar
que una descripción anatómica precisa.

Si siempre has pensado en ti mismo como una persona de los números o un tipo creativo, esta
investigación no cambia nada. Pero es probable que sea incorrecto vincular estos rasgos a un lado del
cerebro. Todavía no sabemos mucho sobre lo que determina la personalidad individual; pero es poco
probable que lo que importe sea el dominio de un lado del cerebro sobre el otro.

12 
La conexión cerebro‐corazón: emociones, sentimientos y salud 

El corazón es esencial para nuestra vida, bombea sangre oxigenada a todo nuestro cuerpo. Pero
también es el lugar donde experimentamos muchos de nuestros sentimientos, desde latidos
acelerados cuando recibimos a un ser querido luego de una larga separación, a esa pausa
dolorosa que nos sucede al escuchar malas noticias.
Todos sabemos de esta conexión íntima entre las sensaciones físicas de nuestro cuerpo y las
emociones que surgen en respuesta al mundo que nos rodea. De hecho, este enlace es el tema
favorito de muchos poetas: Hay que escuchar la cabeza, pero dejar hablar al corazón (Marguerite
Yourcenar).
Estudios recientes muestran que esta conexión podría ser real. Percibir las sensaciones físicas
del corazón y – quizás de otras partes del cuerpo – estaría relacionado con la capacidad
emocional del individuo. Incluso, algunos investigadores sugieren que sería posible para ciertas
personas cambiar su estado emocional aprendiendo a sintonizar con el latido de su propio
corazón.
La capacidad para percibir la condición fisiológica de tu propio cuerpo se llama interocepción.
Si bien la mayoría de nosotros es consciente del latido del corazón, de la presión de la vejiga o
del hambre - hasta cierto punto -, hay una amplia variabilidad en la sensibilidad de cada uno.
Las personas que tienen la capacidad natural de monitorear el estado interno de su propio cuerpo
son más intuitivas, experimentan más fuerte las emociones y tienen memorias más intensas de
sus experiencias emocionales que las personas menos conscientes de su cuerpo. Son, además,
más capaces de controlar las emociones negativas.
En la última década, la investigación en neurociencia ha producido dos hallazgos que, de manera
similar, respaldan una visión incorporada de la emoción.
En primer lugar, algunas regiones corticales, y especialmente la ínsula anterior, se activan
cuando las personas atienden o intentan controlar una cantidad de estados corporales internos,
que incluyen dolor, temperatura, ritmo cardíaco y excitación, lo que sustenta la participación de
la esta estructura en la percepción del estado corporal interno (interocepción).

Insula anterior (AI) 

En segundo lugar, la ínsula se activa al experimentar diversas situaciones que inducen


emociones, lo que la conecta con la experiencia de la emoción. Por ejemplo, presenciar un
accidente, recibir un premio, ver una película que nos moviliza, etc.
Esta conexión entre las sensaciones físicas del cuerpo y las emociones se extiende a los
procesos neuronales del cerebro. Con estudios de resonancia magnética funcional fue posible
evaluar la neuroanatomía funcional de estos dos fenómenos en un mismo individuo.

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Oschner y col. (Columbia University) estudiaron la conexión que se establece al controlar los
latidos cardiacos y, al mismo tiempo, ver videos de autobiografías con fuertes componentes
emocionales.
Los participantes fueron monitoreados por resonancia magnética funcional mientras
completaban dos tareas: primero vieron videos de personas que relataban historias personales
con fuerte contenido emocional para luego calificar su propia experiencia emocional en respuesta
a estos videos. Luego completaron una tarea localizadora de intercepción que les requería que
controlaran sus propios latidos. Este diseño les permitió los investigadores examinar hasta qué
punto las estructuras neuronales comprometidas por la interocepción – en especial la ínsula
anterior- estaban también involucradas cuando se controlan nuestras propias emociones.
Sus resultados fueron muy claros, ambos producían similares patrones de activación de la ínsula.
Umeda y col (Keio University, Japon) llegaron a conclusiones similares. Para estos
neurocientíficos cognitivos integrar la información del estado corporal interno y el ambiente
externo es crucial para la experiencia de emoción. Dado que las personas que son expertas en
controlar el estado de su propio cuerpo tienden a ser más intuitivas desde el punto de vista
emocional, es tentador pensar que entrenar la mente para que sea internamente más consciente
produciría una mayor capacidad emocional.
Esta línea de pensamiento es especialmente seductora por sus implicancias para la vida
cotidiana. Aquellas personas con una conciencia interoceptiva deteriorada serian menos intensas
con sus experiencias emocionales positivas en la vida diaria y, como consecuencia, esto
aumentaría la probabilidad de que tengan dificultades con la toma de decisiones cotidianas.

Una experiencia argentina 
Muchas técnicas, incluida la meditación, tienen como objetivo ponernos en contacto con nuestro
propio cuerpo, así como con nuestra propia mente, al proporcionar retroalimentación y
capacitación. Puede ser demasiado pronto para decir, sin embargo, cuánto de nuestro estado
emocional podemos alterar simplemente escuchando más de cerca nuestro corazón.
Agustín Ibáñez, es el director del Instituto de Neurociencia Cognitiva y Traslacional (INCYT,
CONICET-INECO- FAVALORO). Junto a su equipo realizaron un intensivo estudio sobre los
déficits en la interocepción en pacientes hipertensos con preservación neurocognitiva. Con test
cognitivos y el uso de la tecnología que brinda la MRIf, demostraron en individuos con diagnostico
reciente de hipertensión que los marcadores neurocognitivos de la interocepción estaban
alterados, a pesar de estar bajo tratamiento con antihipertensivos. Para Ibáñez las firmas
interoceptivas dependerían parcialmente de la integridad de la comunicación mente-cuerpo.

Prestar atención al estado corporal subyace a la conciencia del propio estado emocional.

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Neuroplasticidad cerebral 

La neuroplasticidad, o plasticidad cerebral, es la capacidad del cerebro para modificar sus


conexiones o reconectarse por sí mismo. Sin esta capacidad, cualquier cerebro, no solo el
cerebro humano, sería incapaz de desarrollarse desde la infancia hasta la edad adulta o
recuperarse de una lesión cerebral.
Lo que hace especial al cerebro es que, a diferencia de una computadora, procesa señales
sensoriales y motoras en paralelo. Tiene muchas vías neuronales que pueden replicar la función
de otras para que los pequeños errores en el desarrollo o la pérdida temporal de la función por
una lesión puedan corregirse con facilidad redireccionando señales a lo largo de una vía
diferente.
El problema se vuelve severo cuando los errores en el desarrollo son importantes, como los
efectos sobre el desarrollo del cerebro durante el embarazo del virus Zika, o como resultado del
daño producido por un golpe en la cabeza o después de un derrame cerebral. Sin embargo,
incluso en estos ejemplos, dadas las condiciones adecuadas, el cerebro puede superar la
adversidad y recuperar alguna función.
Ya vimos que la anatomía del cerebro asegura que ciertas áreas tengan determinadas funciones.
Esto es algo predeterminado por los genes. Por ejemplo, hay un área del cerebro dedicada al
movimiento del brazo derecho. El daño a esta parte del cerebro afectará el movimiento del brazo
derecho. Pero dado que una parte diferente del cerebro procesa la sensación del brazo, se puede
sentir el brazo, pero no moverlo. Esta disposición modular significa que una región del cerebro
que no esté relacionada con la sensación o la función motora no puede asumir un nuevo rol. En
otras palabras, la neuroplasticidad no es sinónimo de que el cerebro sea infinitamente maleable.
Parte de la capacidad del cuerpo para recuperarse después del daño cerebral puede explicarse
porque se mejora el área dañada, disminuye la inflamación, se reacomodan las estructuras, pero
la mayoría es el resultado de la formación de nuevas conexiones neurales, la neuroplasticidad
se pone en juego. En un estudio con Caenorhabditis elegans, un tipo de nematodo utilizado como
organismo modelo en investigación, se descubrió que la pérdida del sentido del tacto mejoraba
el sentido del olfato. Esto sugiere que perder un sentido reconecta a los demás. Es bien sabido
que, en los humanos, perder la vista temprano en la vida puede aumentar otros sentidos,
especialmente el oído.
Al igual que en el bebé en desarrollo, la clave para desarrollar nuevas conexiones es el
enriquecimiento ambiental que se basa en estímulos sensoriales (visuales, auditivos, táctiles,
olfato) y motores. Mientras más estimulación sensorial y motora reciba una persona, más
probabilidades tendrá de recuperarse de un trauma cerebral. Por ejemplo, algunos de los tipos
de estimulación sensorial utilizados para tratar pacientes con
accidente cerebrovascular incluyen entrenamiento en entornos
virtuales, musicoterapia y practicar con la mente ejercicios físicos.
La estructura básica del cerebro se establece antes del nacimiento
por la carga genética de cada persona. Su desarrollo continuo
depende, en gran medida, de un proceso llamado plasticidad del
desarrollo, por el cual los procesos durante el desarrollo cambian
las neuronas y las conexiones sinápticas. En el cerebro inmaduro
esto incluye hacer o perder sinapsis, la migración de neuronas a
través del cerebro en desarrollo o el redireccionamiento y brotes
(bubbing) de neuronas.

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Hay muy pocos lugares en el cerebro maduro donde se forman nuevas neuronas. Las
excepciones son la circunvolución dentada del hipocampo (un área involucrada en la memoria y
las emociones) y la zona subventricular del ventrículo lateral, donde se generan nuevas neuronas
y luego migran al bulbo olfatorio (un área involucrada en el procesamiento del sentido del olfato).
Aunque la formación de nuevas neuronas de esta manera no se considera un ejemplo de
neuroplasticidad, podría contribuir a la forma en que el cerebro se recupera del daño.

La poda sináptica 
A medida que el cerebro se desarrolla, las neuronas individuales maduran, primero enviando
múltiples ramas (axones, que transmiten información desde la neurona, y dendritas, que reciben
información) y luego aumentando la cantidad de contactos sinápticos con conexiones
específicas.
Al nacer, cada nueva neurona de la corteza cerebral tiene alrededor de 2.500 sinapsis. A los dos
o tres años de vida, a medida que el bebé explora su mundo y aprende nuevas habilidades, el
número de sinapsis por neurona aumenta a cerca de 15.000, este proceso se denomina
sinaptogénesis. Pero en la edad adulta, el número de sinapsis se reduce a la mitad, lo que se
conoce como poda (pruning) sináptica.
Es discutible si el cerebro retiene la capacidad de aumentar la sinaptogénesis. Sin embargo, un
tratamiento rápido y agresivo que refuerce la función de las conexiones no dañadas después de
un accidente cerebrovascular podría revertir el daño causado.

Nuevos caminos 
La capacidad de aprender nuevas actividades, habilidades o idiomas continua incluso en la vejez.
Esta capacidad requiere que el cerebro tenga un mecanismo disponible para recordar, de modo
que el conocimiento se conserve a lo largo del tiempo para recuperarlo en el futuro. Este es otro
ejemplo de neuroplasticidad que implica cambios estructurales y bioquímicos a nivel de la
sinapsis.
El reforzamiento o las actividades repetitivas llevarán, eventualmente, al cerebro adulto a
recordar la nueva actividad. Por el mismo mecanismo, un entorno enriquecido y estimulante
favorecerá, eventualmente, la recuperación de un cerebro dañado. Entonces, si el cerebro es tan
plástico, ¿por qué no todos los que tienen un accidente cerebrovascular recuperan la función
completa? La respuesta es que depende de la edad (los cerebros más jóvenes tienen una mayor
posibilidad de recuperación), del tamaño del área dañada y, más importante aún, de los
tratamientos que se ofrecen durante la rehabilitación

No solo los niños pueden desarrollar nuevas vías neuronales. Niños, adultos y ancianos pueden
desarrollar nuevas vías neuronales, fortalecer o restablecer las vías más antiguas, prevenir la pérdida
de vías neuronales útiles y ser activos para su propia plasticidad y salud del cerebro.

16 
Despiece #1

¿Qué es la neurociencia? 

La neurociencia estudia cómo se desarrolla el sistema nervioso, su estructura y su función.


Los neurocientíficos se focalizan en el cerebro y su impacto sobre el comportamiento y las
funciones cognitivas (del pensamiento). También investigan qué le sucede al sistema nervioso
cuando las personas tienen trastornos neurológicos, psiquiátricos y del neurodesarrollo.
La neurociencia ha sido tradicionalmente clasificada como una subdivisión de la biología. En la
actualidad es una ciencia interdisciplinaria que se relaciona estrechamente con otras disciplinas,
como las matemáticas, la lingüística, la ingeniería, la informática, la química, la filosofía, la
psicología y la medicina.
Algunos dicen que la neurociencia es similar o igual que la neurobiología. Sin embargo, la
neurobiología analiza la biología del sistema nervioso, mientras que la neurociencia se refiere a
todo lo que está relacionado con el sistema nervioso.
Quienes trabajan en neurociencia se encuentran hoy en un escenario mucho más amplio que
hace algunos años. Ellos estudian aspectos celulares, funcionales, evolutivos, computacionales,
moleculares, celulares y médicos del sistema nervioso.

La historia de la neurociencia 
Los antiguos egipcios pensaban que la sede de la inteligencia estaba en el corazón. Debido a
esta creencia, durante el proceso de momificación descartaban el cerebro, pero dejaban el
corazón en el cuerpo.
Las primeras escrituras sobre el cerebro se encontraron en el 1700 aC (Edwin Smith Surgical
Papyrus). La palabra "cerebro" se menciona ocho veces al describir los síntomas, el diagnóstico
y los resultados probables de dos personas que tenían fracturas del cráneo.
Alcmaeon (500 aC) - En la antigua Grecia comenzaron a surgir diferentes puntos de vista sobre
el cerebro. Alcmaeon, que se cree era un estudiante de Pitágoras, escribió que el cerebro está
donde está la mente; probablemente fue la primera persona en la historia en expresar la idea por
escrito. Hipócrates lo sucedió diciendo que el cerebro es el asiento de la inteligencia.
Aristóteles (384-322 aC) tenía otra teoría, el cerebro es un mecanismo de enfriamiento de la
sangre y el corazón el asiento de la inteligencia. Sostuvo que los humanos se comportan más
racionalmente que los animales porque nuestros cerebros son más grandes por lo que enfriaban
con facilidad la sangre, previniendo el “apasionamiento”.
Herófilo, médico griego y Erasistratus, anatomista y médico real (300-240 aC)- hicieron
considerables contribuciones a la anatomía del cerebro y del sistema nervioso. Sus escritos se
perdieron; solo sabemos acerca de sus aportes a través de fuentes secundarias.
Galeno (129-200), anatomista griego que trabajó en Roma, dijo que debido a que el cerebro era
suave y blando permitía procesar los sentidos, mientras que el cerebelo, más denso, controlaba
los músculos.
El microscopio (1590), quizás inventado en los Países Bajos en 1590, permitió una comprensión
mucho más profunda del cerebro.

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Golgi (1843-1926) - Médico, patólogo y científico italiano, utilizó sal de cromato de plata para
mostrar las formas de diferentes neuronas.
Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) - patólogo, histólogo y neurocientífico español, tomó el
trabajo de Golgi y desarrollo la doctrina neuronal: una hipótesis de que la neurona es la unidad
funcional del cerebro. En 1906, Golgi y Cajal recibieron conjuntamente el Premio Nobel de
Fisiología o Medicina por sus extensos trabajos y categorizaciones de neuronas en el cerebro.
Hermann von Hemholtz (1821-1894): médico y físico alemán, junto con otros científicos,
demostró la excitabilidad eléctrica de las neuronas y cómo el estado eléctrico de las neuronas
vecinas era afectado por una neurona estimulada.
Pierre Paul Broca (1824-1880), médico, cirujano, anatomista y antropólogo francés, trabajó en
pacientes con daño cerebral. Llegó a la conclusión de que las diferentes regiones del cerebro
estaban involucradas en funciones específicas.
John Hughlings Jackson (1835-1911) - neurólogo inglés, a través de observaciones de pacientes
con epilepsia, descubrió cómo se organizaba la corteza motora mientras observaba la progresión
de las convulsiones a través del cuerpo.
Carl Wernicke (1848-1905) - médico, anatomista, psiquiatra y neuropatólogo alemán, creía que
ciertas partes del cerebro eran responsables de entender y pronunciar el lenguaje.

Neurociencia durante el siglo XX y XXI 
Desde la década de 1950 en adelante, el estudio científico del sistema nervioso realizó enormes
avances, principalmente debido al progreso logrado en otros campos relacionados, como la
neurociencia computacional, la electrofisiología y la biología molecular.
Los neurocientíficos pudieron estudiar la estructura, las funciones, el desarrollo, las anomalías y
las formas en que se puede alterar el sistema nervioso.

Las principales ramas de la neurociencia moderna 
Las siguientes ramas de la neurociencia se pueden categorizar en las siguientes disciplinas (los
neurocientíficos suelen abarcar varias ramas al mismo tiempo):
Neurociencia afectiva: en la mayoría de los casos, la investigación se lleva a cabo en animales
de laboratorio y observa cómo se comportan las neuronas en relación con las emociones.
Neurociencia del comportamiento: el estudio de las bases biológicas del comportamiento. Cómo
el cerebro afecta la conducta.
Neurociencia celular: el estudio de las neuronas, incluida su forma y propiedades fisiológicas a
nivel celular.
Neurociencia clínica: examina los trastornos mentales y las enfermedades neurológicas.
Neurociencia cognitiva: el estudio de las funciones cognitivas superiores y los circuitos
neuronales que participan. La neurociencia cognitiva se basa en la lingüística, la psicología y la
ciencia cognitiva. Los neurocientíficos cognitivos pueden tomar dos direcciones: conductual/
experimental o computacional/modelado, con el objetivo de comprender la naturaleza de la
cognición desde un punto de vista neural.
Neurociencia computacional: intenta comprender cómo computan los cerebros, usa
computadoras para simular y modelar funciones cerebrales y aplica matemáticas, física y otros
campos computacionales para estudiar la función cerebral.

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Neurociencia cultural: estudia la intersección entre la cultura y el cerebro o como los procesos
mentales son modificados por factores ecológicos como el contexto sociocultural, estructuras
sociales, etc Examina cómo las creencias, las prácticas y los valores culturales se configuran y
moldean el cerebro, la mente y los genes en diferentes períodos. La neurociencia cultural, y
dentro de esta el área de la neurociencia cultural de la percepción social, puede ofrecer grandes
respuestas sobre la naturaleza dinámica de la percepción y interrelación ente las personas.
Neurociencia del desarrollo: analiza cómo se desarrolla el sistema nervioso sobre una base
celular; qué mecanismos subyacen al desarrollo neuronal.
Neurociencia molecular: el rol de moléculas individuales en el sistema nervioso.
Neuroingeniería: el uso de técnicas de ingeniería para comprender, reemplazar, reparar o
mejorar los sistemas neuronales.
Neuroimagen: una rama de las imágenes en medicina que se concentra en el cerebro. Permite
diagnosticar enfermedades y evaluar la salud del cerebro, pero también se utiliza para estudiar
cómo diferentes actividades afectan al cerebro.
Neuroinformática: integra datos de todas las áreas de la neurociencia, comprende la adquisición
de datos; compartir, publicar y almacenar información; análisis, modelado y simulación.
Neurolingüística: estudia qué mecanismos neuronales controlan la adquisición, la comprensión
y el enunciado del lenguaje.
Neurofisiología: analiza la relación del cerebro y sus funciones, y la suma de las partes del cuerpo
y cómo se interrelacionan. Utiliza técnicas electrofisiológicas, como la estimulación con
electrodos o estímulos naturales como ruido o luz.
Paleoneurología: estudia el cerebro de fósiles.
Neurociencia social: es un campo interdisciplinario dedicado a comprender cómo los sistemas
biológicos afectan los procesos sociales y el comportamiento. La neurociencia social reúne
conceptos y métodos biológicos para informar y refinar las teorías del comportamiento social.
Neurociencia de sistemas: sigue las vías del flujo de datos dentro del SNC (sistema nervioso
central) e intenta definir los tipos de procesamiento que se llevan a cabo allí. Utiliza esa
información para explicar las funciones de comportamiento.

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