Téllez, Arnoldo - Hipnosis Clínica y Terapia Breve
Téllez, Arnoldo - Hipnosis Clínica y Terapia Breve
Téllez, Arnoldo - Hipnosis Clínica y Terapia Breve
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HIPNOSIS CLÍNICA
Y TERAPIA BREVE
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HIPNOSIS CLÍNICA
Y TERAPIA BREVE
ARNOLDO TÉLLEZ
(Coordinador)
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Secretaría de Extensión y Cultura
ISBN: 978-607-27-0530-2
8
Prólogo
E
l presente documento “Hipnosis y Terapia Breve”, es
un esfuerzo conjunto de la Asociación de Hipnotera-
pia de Nuevo León (AHNL) y la Facultad de Psicolo-
gía de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Este
documento pone a disposición del lector las ideas y experien-
cias de los mejores hipnoterapeutas ericksonianos y terapeutas
breves sistémicos de México, y dos excelentes hipnoterapeutas
extranjeros, Rubin Battino (EEUU) y Paul Anwandter (Chile).
La idea de este libro ocurrió en una de las reuniones de la
AHNL durante la organización del IV Congreso Internacional
de Hipnosis Clínica y Terapia Breve realizado en la Ciudad de
Monterrey en el año 2014. Después del congreso se extendió la
invitación a los participantes del mismo a colaborar con un ca-
pítulo para este libro. Creo que el contenido de esta obra es de
gran utilidad para los practicantes de la hipnosis clínica erick-
soniana y la Terapia Breve Sistémica; muchos de los capítulos
son un auténtico viaje de acompañamiento en las historias, na-
rraciones, metáforas e ideas de los autores de cómo hacer tera-
pia.
En los capítulos I y II, Sonia Quiroz, del Instituto Erickson
de Terapia Breve, y Ricardo Figueroa, del Instituto Erickson de
Guadalajara respectivamente, logran ejecutar un excelente
examen radiográfico de la interacción Paciente/Cliente-
Terapeuta recurriendo a un interesante análisis integral tanto
histórico, psicológico y social como neuropsicológico. Cada
quien con su estilo: Sonia, solemne y profunda (característico
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de un premio al mérito académico en la UANL), aborda la evo-
lución de la psicoterapia desde su origen hasta llegar a la tera-
pia sistémica y la psicología positiva, y posteriormente al enfo-
que integrador; considerando a la hipnoterapia ericksoniana
como uno de esos enfoques -uno que no se apega a perspectivas
rígidas- en lugar de eso hace la terapia “cortada a la medida”, a
lo que ella llama “terapeuta sastre”, recalca la necesidad de no
supeditar el paciente a la teoría, “sino que es, precisamente, la
relación terapéutica que se da dentro de cada sesión la que ge-
nera las pautas que guían todo el proceso”, como una vez men-
cionó Jung: “El paciente está para que le ayudemos con su pro-
blema, no para que le volquemos una teoría”. Por su parte Ri-
cardo, con ese estilo divertido y serio que lo caracteriza y que
solo se consigue con la seguridad que brinda la experiencia del
constante “ir y venir” entre la teoría y la práctica, logra hacer
que lo que parece tradicionalmente difícil de comprender para
los psicólogos (los procesos neuropsicológicos, fisiológicos y
hormonales involucrados en la relación paciente-terapeuta)
resulte fácil y agradable. Además, aborda los componentes ge-
néticos que nos inclinan a ayudar a los demás o “el gen chamá-
nico”, y la necesidad de manejar adecuadamente el lenguaje,
las expectativas y la relación directa con el paciente. Reconozco
que leyendo estos dos capítulos, aprendí muchas cosas impor-
tantes que ignoraba.
En el capítulo III, Teresa Robles nos invita a hacer un reco-
rrido desde el inicio de su camino profesional cuando hacía
investigaciones antropológicas con los nativos tarahumara en la
sierra de Chihuahua, pasando a su encuentro con la hipnosis de
Erickson, hasta concluir con la aportación de su visión del
mundo y de la forma de hacer lo que Tere ha denominado
“Psicoterapia Ericksoniana basada en la Sabiduría Universal”, la
cual describe y detalla en este capítulo. Ella considera que esta
terapia, la cual desarrolló, tiene el objetivo de ayudar a desper-
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tar la Fuerza Creadora al interior de cada persona, para que así
trascienda la visión del mundo ordinario que se nos han ense-
ñado: “dividido en pares opuestos, y que la persona reconozca
quién realmente es, y colabore a terminar con la Cultura del
Sufrimiento para que este mundo funcione como realmente es”,
es decir, al derecho y no al revés. Tere ha sido reconocida in-
ternacionalmente por su larga, fructífera e innovadora trayecto-
ria en el campo de la hipnosis ericksoniana. Recomiendo am-
pliamente su lectura.
Cualquiera que haya visto en acción a Paul Anwandter en los
congresos y talleres, se dará cuenta que es un artista elegante,
empático, efectivo, respetuoso y al mismo tiempo seductor de la
psicoterapia hipnótica, y en el capítulo IV con su tema de la
“Hipnosis Provocativa”, Paul nos presenta un modelo donde se
combinan la Terapia Provocativa creada por Frank Farrelly y la
hipnosis desarrollada por Milton H. Erickson, que por su simili-
tud en muchos aspectos no le resulta difícil hacer esta combina-
ción. Con la Hipnosis Provocativa el autor señala aquellos “ins-
tantes cuando Erickson hacía intervenciones que nos maravilla-
ban y nos sacaban de contexto”. Anwandter nos dice que los
síntomas que el paciente lleva a terapia son un tipo de trance
que podría llamarse “trance negativo”, y es necesario ayudarlo a
entrar en otro tipo de trance para evocar habilidades y con ello
salir de ese particular estado. También nos indica las caracterís-
ticas de la Hipnosis Provocativa, o sea lo que Erickson hacía
para provocar cambios durante el trance, tales como la parado-
ja, el re-encuadre, el humor, entre otras.
En el capítulo V Jorge Abia y Rafael Núñez nos hablan del
trabajo de las emociones con el enfoque ericksoniano propio
del Instituto Milton H. Erickson de la Ciudad de México: la
Hipnosis Ericksoniana Estratégica. Los autores nos hablan de
cómo la hipnosis es óptima, en este enfoque, para trabajar con
las emociones, que no hay emociones ni buenas ni malas, que
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todas las emociones tienen una función. Además consideran a la
hipnosis como una tecnología de comunicación humana, ya que
permite comunicarse directamente con la mente inconsciente y
el aparato emocional.
El capítulo VI trata sobre la importancia de las metáforas
aplicadas durante la hipnosis y su valor para fomentar el cam-
bio en el paciente. Los autores Javier Ramírez y Liliana Mole-
rez, también le explican al lector los elementos para la cons-
trucción de metáforas terapéuticas, e incluso nos ofrecen una
excelente metáfora construida por ellos mismos con un encap-
sulado terapéutico, dirigida a mejorar la respiración en pacien-
tes asmáticos. Los autores fueron mis alumnos de la primera
generación de la maestría en hipnosis y terapia familiar sistémi-
ca, y me siento orgulloso de ellos por este bonito trabajo.
El capítulo VII sobre “Una técnica de regresión hipnótica
por confusión temporal: una demostración de su aplicación”, es
un caso escrito por un servidor junto con Liliana Molerez y José
Luis Garza, en el que se describe en forma detallada la aplica-
ción de una técnica de confusión temporal para facilitar la re-
gresión en edad y realizar una intervención terapéutica, prime-
ro haciendo consciente lo inconsciente y después aplicando una
técnica de reestructuración de la memoria traumática. Para mí,
una bella técnica para desestructurar los patrones conscientes y
facilitar la regresión en edad.
El capítulo VIII, IX y X son tres muy interesantes aproxima-
ciones para abordar una problemática de mucha demanda en la
actualidad: los problemas de pareja. Jorge Orozco del Instituto
Milton H. Erickson de Mexicali, con su trabajo “Amor a Prime-
ra Vista: Primeras Maniobras en Terapia de Pareja Conjunta”,
después de revisar en forma resumida las aproximaciones de
terapia de pareja más importantes, presenta con mucho detalle
y paso a paso una guía de intervención basada en el modelo
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interaccional-sistémico. Una lectura obligada para aquellos que
atienden parejas.
En el capítulo IX, Jaime Montalvo Reyna, director del Insti-
tuto Familiar Sistémico del Estado de México, aborda con su
trabajo una problemática muy común y dañina: la dependencia
emocional, el patrón persistente de necesidades emocionales
insatisfechas que se intentan cubrir desadaptativamente con
otras personas. Jaime ha desarrollado un abordaje terapéutico
muy efectivo –lo cual he podido constatar al utilizarlo en mi
consulta privada- que se auxilia de técnicas de terapia breve,
PNL e hipnosis ericksoniana. Los talleres que Jaime imparte en
los congresos de la AHNL sobre este tema son sumamente soli-
citados.
Ruperto Charles Torres, el mejor exponente de la terapia
breve sistémica en el norte del país, y quien sazona sus inter-
venciones con algo de hipnosis, nos habla en el capítulo X sobre
“Soluciones en Terapia Breve con Parejas”, tema que ha ex-
puesto en varios congresos internacionales. Este capítulo repre-
senta una excelente y muy útil guía para trabajar con parejas
que incluye consejos, tareas, rituales, sugestiones hipnóticas y
autohipnosis. Lo divertido de leer a Ruperto es que evoca la
sensación de estarlo escuchando y viendo, ya que él escribe co-
mo habla.
El capítulo XI, escrito por Alejandra Andrade Ramos en co-
laboración con su esposo Jaime Montalvo de INFASI del Estado
de México, escriben sobre el tema de “El ciclo vital de la familia
y la terapia familiar breve sistémica” que nos enseña que la fa-
milia no es un sistema estático, sino que es dinámico y evoluti-
vo: la familia nace, crece, se desarrolla y muere. Cada fase de
este largo camino es examinado por los autores, indicándonos
el tipo de problema que pudiera surgir en cada una de ellas, y
los tipos de intervenciones que se pudieran realizar en cada
caso en particular.
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En el capítulo XII, José Antonio Zamora Barrera nos com-
parte su trabajo “Hipnosis y control de peso”. Aquí describe a la
hipnosis como una técnica útil de la psicobariatría, que es la
disciplina de la psicología que se encarga del manejo clínico del
paciente obeso. Toño nos invita a ver el fenómeno de la obesi-
dad desde la perspectiva psicosocial, posmodernista y sistémica.
Zamora reporta que la hipnosis con sugestiones para fortalecer
la autoestima y reducir el estrés, así como incrementar la adhe-
rencia al tratamiento, son efectivos para reducir el peso corpo-
ral. El autor afirma que la hipnosis es más eficaz cuando se apli-
ca en forma conjunta con la terapia cognitivo conductual.
En este mismo tema, Rosario Gutiérrez, hipnoterapeuta de
la ciudad de Guadalajara, nos comparte su experiencia con el
trabajo que expone el capítulo XIII “Obesidad y trauma: abor-
daje desde la hipnosis con enfoque narrativo”. Aquí, Rosario
nos habla de los factores psicológicos involucrados en la obesi-
dad como lo son el estrés, la ansiedad, la depresión, trastornos
de la imagen corporal y trastornos de la sexualidad, y finalmen-
te nos habla del trauma psicológico que es central en su trabajo.
Rosario nos comparte su abordaje terapéutico para la obesidad
que consiste en 4 fases: psicoeducación, hipnosis para estabili-
zar, trabajo con el trauma y seguimiento. La autora nos ilustra
“El caso Juanita”, para demostrar con detalle la aplicación de su
planteamiento. Excelente trabajo.
En el último capítulo, el XIV, denominado “Hipnosis y tera-
pia muy breve”, el maestro Rubin Battino, de Wrigth Universi-
ty, con su característica sabiduría terapéutica y de la vida, nos
adentra en su propuesta, de la terapia ultra-breve o de una sola
sesión, recurriendo entre otras técnicas a la expectativa tera-
péutica y al actuar “como-sí”. Rubin menciona a sus pacientes
que él les dará una o máximo dos sesiones, las cuales pueden
ser de varias horas, y que él está seguro que en ese lapso de
tiempo el paciente logrará sus metas. Battino también recurre a
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las siguientes técnicas terapéuticas para ayudar al paciente a
solucionar su problema: la pregunta del milagro, abordaje de
inclusividad, reencuadre, narrativa, externalización del pro-
blema e hipnosis ericksoniana. Rubin concluye con cuatro casos
en los cuales ilustra a detalle la aplicación de su aproximación
de la “terapia ultra-breve”.
Como vemos esta es un excelente compilación de trabajos
sobre el arte de la terapia breve e hipnótica que reúne la expe-
riencia de algunos de los mejores terapeutas nacionales y ex-
tranjeros, y es el primer libro de una serie que vendrán, como
resultado de la colaboración de la AHNL y la Facultad de Psico-
logía de la UANL que tiene la meta de difundir esta efectiva y a
la vez sorprendente rama de la terapia psicológica. La AHNL
agradece a todos y cada uno de los autores por su invaluable
colaboración en este libro.
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Índice
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Liliana Molerez Pulido.
José Luis Garza López.
18
Capítulo I
Consideraciones en el Marco
de Intervención de la Hipnosis
Clínica.
Más allá de la Técnica
Sonia Quiroz Leal 1
A
ctualmente nos encontramos frente a una gran trans-
formación estructural que involucra cambios tecnoló-
gicos, económicos y sociales, así como cambios en la
lógica de producción y de las organizaciones (Echeve-
rría & Cols, 2008), todo lo cual implica nuevos requerimientos
profesionales. Los nuevos escenarios mundiales representan
retos cada vez más importantes para los científicos sociales y
estas nuevas condiciones exigen la evolución de formas de pen-
samiento y de acción que empaten con los desafíos que se pre-
sentan en todas las esferas de desempeño del ser humano.
En el contexto de la salud mental resulta entonces de vital
importancia que se promueva una adecuada formación de pro-
fesionales que responda a estos nuevos requerimientos propo-
niendo intervenciones eficaces y eficientes, una vez que domi-
nen las competencias integrales correspondientes y hayan ela-
19
borado procesos reflexivos apropiados que guíen el buen pro-
ceder terapéutico.
Dentro del campo de la práctica clínica psicoterapéutica, la
hipnoterapia está probando su utilidad como una herramienta
invaluable que empata con las nuevas tendencias en psicotera-
pia y que, habiendo sido rodeada de una ola de misticismo y de
teatro, comienza a cobrar un auge creciente a partir del trabajo
acucioso de psicólogos e investigadores que están profundizan-
do en los aspectos conceptuales y pragmáticos a fin de consoli-
dar esta estrategia como verdaderamente científica, abonando
con ello al interés cada vez más creciente de solucionar las pro-
blemáticas que aquejan al ser humano.
Ante el desconocimiento de las bases que avalan esta herra-
mienta y sus importantes contribuciones en el crecimiento y
sanidad de la persona, los mitos cobran aún una cuota de recelo
y descalificación, por lo que es necesario clarificar e insistir en
la preparación adecuada de los profesionales que utilizan este
abordaje como parte de su alforja de recursos terapéuticos,
siendo muy necesario que éstos muestren el mejor dominio del
marco conceptual y metodológico que le avala.
Téllez (2007), quien cita a Strauss (1993), nos advierte lo
siguiente acerca del ejercicio de la hipnoterapia:
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El campo de la salud mental es uno en el cual, sin duda, los
requerimientos profesionales han de exigirse especialmente
acuciosos, toda vez que el profesional en esta área se constituye,
por mucho, en aquella persona que más se introduce en la vida
privada de las consultantes, probablemente como no lo hace
ningún otro profesional. Se exige ahora, como ha debido obli-
garse desde siempre, que los psicoterapeutas se muestren del
todo competentes, combinando el dominio de conocimientos,
la aplicación adecuada de tales conocimientos, el manejo de las
actitudes y responsabilidades correspondientes y, con ello, en-
caren los requerimientos éticos que esta delicada tarea implica,
garantizando la dignidad de las personas que buscan ayuda
terapéutica y el debido respeto integral de la historia que depo-
sitan al entregar su confianza a un profesional que suponen
experimentado.
21
y sesenta que surgen abordajes que reaccionan contra las ante-
riores tendencias y proponen centrar la atención ya no en la
historia del sujeto, sino en el aquí y el ahora, aspecto que privi-
legian y colocan en el centro de su modelo terapéutico. De he-
cho, según Yalom (2002), incluso se generó una nueva genera-
ción de neofreudianos que discrepan de la teoría pulsional
propuesta por Freud y que enfatizan la influencia de variables
del entorno interpersonal que moldean la estructura del carác-
ter de las personas.
Surgen así escuelas o corrientes tales como la terapia Gestalt,
la psicología humanista, las terapias cognitivas y de la conducta,
la logoterapia y el modelo sistémico, a los que se añaden otras
corrientes que acentúan el valor de la circunstancia presente en
el individuo; todas éstas, entre muchas otras corrientes que sur-
gieron en esa época. Estos modelos comenzaron a centrar su
atención ya no lo acontecido en el antecedente de las personas,
sino en su contexto presente, considerando que cada individuo
construye su propia realidad, misma que puede ser modificada
en su favor a partir de su empoderamiento una vez que se le
induce a descubrir sus propios recursos y su potencial inherente
para el cambio.
Aparecen entonces conceptos que se adhieren a la jerga psi-
coterapéutica tales como responsabilidad, libertad, recursos
propios, potencial, empatía y aceptación, acentuando la impor-
tancia de la relación terapeuta-paciente como elemento indis-
pensable desde el cual se comienzan a construir los cambios de
percepción y de puntos de vista del paciente. Importa ahora,
con las nuevas tendencias, la participación de un psicoterapeuta
que deconstruye los patrones irracionales de pensamiento ajus-
tándolos y connotándolos de una manera más adaptativa, dán-
dose así el desarrollo de modelos como el comportamental
cognitivo, por ejemplo.
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Los modelos de terapia breve, terapia breve sistémica y tera-
pia de familia, fijan la unidad de estudio y análisis ya no en el
individuo aislado sino en el sistema: la interacción del individuo
en su contexto. Los nuevos abordajes proponen evitar enunciar
siquiera el término “problema” así como la explicación y/o des-
cripción del mismo, interesando más bien ahora comprender
qué mantiene los problemas y no cómo estos se gestaron. Poste-
riormente el énfasis se centrará en desarrollar soluciones. Con
la logoterapia, específicamente con su búsqueda del sentido y
significado implicados, se ubica, de acuerdo con Pereyra (2011),
la primera orientación a futuro en los abordajes terapéuticos.
En resumen, ya no interesa específicamente mirar cómo sur-
gen los problemas, sino que el énfasis se centrará enseguida en
comprender cómo son mantenidos dichos problemas o sínto-
mas; después, se evoluciona para alcanzar otro nivel de manejo
terapéutico que mira ahora hacia la solución de los problemas,
eliminando etiquetas diagnósticas e inclusive el término “pro-
blema” y, más específicamente, se enfatiza que los abordajes
han de mostrarse del todo respetuosos del paciente, como lo
acentúa O’Hanlon (2001), proponiendo entonces un manejo
que considero es realmente más humanista, dado que aplica el
énfasis en la persona del paciente ante un terapeuta competen-
te para mostrarse cooperativo y entendido de las posibilidades
de solución que ha de ofrecer y poner en frente de aquel. Ello
se ilustra muy bien con Pereyra (2011), quien cita a Boscolo y
Bertrando (1996, 104) así: “El trabajo terapéutico tiende a eli-
minar las afirmaciones con valor de necesidad, para introducir
afirmaciones con valor de posibilidad” (p. 80), generando espe-
ranza para romper con la enfermedad y crear posibilidades
hacia un futuro más sano y promisorio.
Los llamados modelos postmodernistas miran aún más allá,
cubriendo los vacíos o las salvedades de los anteriores aborda-
jes, elevando la dignidad del paciente a un nivel en donde se le
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aplique justicia y pueda ejercer su derecho de considerarse “dé-
bil”, frente al pensamiento modernista de considerarle una
“persona ‘fuerte’ que cree conocer objetivamente la realidad”
(Vatimmo, 1994, citado por Sánchez, 2000). Además, se consi-
dera al contexto social como influyente en la construcción de la
realidad del paciente antes que considerar sólo la información
proveniente de su sistema nervioso, o la influencia del sistema
familiar del que forma parte, amén de considerar el rol crucial
del lenguaje en la construcción de significados.
El posmodernismo se adhiere asimismo a una cibernética de
segundo orden, con un manejo en el cual el terapeuta ya no se
coloca en el nivel de un experto que dirige y prescribe, sino que
éste se instala ahora en una posición horizontal en la que acepta
todo lo que trae la familia o paciente a consulta, construyendo
una experiencia terapéutica colaborativa, creativa y centrada en
encontrar soluciones.
Finalmente, el posmodernismo propone dejar de obviar los
temas de abuso y violencia en las familias y pacientes y conside-
ra, desde la opinión de Gerald Erickson (1988), citada por
Hoffman, 1990, a su vez citado en Sánchez (2000), que no es
posible entender una terapia familiar que tome en cuenta con-
ceptos de poder y género, revisándolos sólo en el marco de co-
municación circular de un sistema que se autorregula de mane-
ra aislada, ignorando las variables sociales, históricas y políticas
que son decididamente influyentes, así como tampoco es posi-
ble mantener el concepto de “neutralidad” en el abordaje tera-
péutico, que deja fuera un mejor manejo ético en la interven-
ción de casos (Hoffman, 1990, citado en Sánchez, 2000). La
terapia narrativa y las terapias feministas, por citar dos ejem-
plos, se desprenden de esta nueva forma de entender y aplicar
psicoterapia.
Cabe mencionar hasta aquí la aparición de una nueva pro-
puesta que en los últimos años ha destacado considerar los re-
24
cursos y el potencial de renovación o de recuperación de las
personas, versus la consideración de mirarles con déficits o
problemas. Se trata de la psicología positiva, una nueva rama
de la psicología que aborda al ser humano desde el estudio
científico de sus fuerzas y de su felicidad. Martin Seligman y sus
colaboradores son pioneros en este campo, en los Estados Uni-
dos de América (Carr, 2007). De este modo, la emergencia de
nuevas aplicaciones en psicología refleja que el pensamiento
científico continúa evolucionando en favor de tratar y atender
al ser humano con más respeto y, por ende, reconocerlo provis-
to con más oportunidades y posibilidades para encarar sus difi-
cultades y alcanzar plenitud existencial.
Es en este contexto donde bien podemos ubicar a la hipnosis
clínica con enfoque ericksoniano, reconociéndolo como un
abordaje integrador, posmodernista, positivista y del todo hu-
manista en su intervención, y que reconoce, sin ninguna duda,
la participación de factores bio-psico-sociales en el entramado
de cada caso que una persona trae a consulta.
25
de alguna modalidad como la cognitivo-conductual, erick-
soniana, psicoanalítica, etcétera. (Rhue et al., 1993), para
producir algún cambio terapéutico, ya que por sí sola la
hipnosis lo único que puede producir es un poco de rela-
jación (pp. 25-26).
26
única , sino más bien se ha de definir como un terapeuta que se
ajusta a un modelo de intervención con postura integradora,
con apertura al conocimiento y aprovechando la aplicación de
variadas estrategias que le permiten mejorar su fórmula de in-
tervención, al tiempo que investiga acerca de los procesos que
aplica, siempre privilegiando al paciente, colocándole por en-
cima de cualquier enfoque reducido y limitante por tanto.
El hipnoterapeuta ha de mantenerse muy consciente de los
fenómenos que ocurren durante el proceso terapéutico, mane-
jando un alto nivel de alerta cognitiva y de sensibilidad para
descubrir la fenomenología que aparece en el momento, y lue-
go echar mano de su alforja de recursos diversos y realizar una
intervención sensible e inteligente, centrada en soluciones y
centrada en la persona.
Es posible que existan aún terapeutas que consideran estar
aplicando un enfoque único de intervención, manteniendo la
creencia de que están abordando la necesidad del paciente des-
de un también único paquete de recursos técnicos propios de
un enfoque particular (gestáltico, por ejemplo), sin considerar
que, de hecho, no parece haber manera de que se utilice un
recurso único, sino que, en realidad es posible utilizar recursos
varios que bien se corresponden con técnicas que tienen distin-
ta procedencia (Fernández-Álvarez y Opazo, 2004).
La integración en psicoterapia se constituye entonces en una
visión terapéutica más amplia que considera al paciente a través
de un manejo verdaderamente respetuoso poniendo a su dispo-
sición una intervención que no se apega a esquemas rígidos y
que en su flexibilidad permite que la relación de ayuda fluya y
se desarrolle, produciendo una atmósfera de confianza, seguri-
dad y expectativa de resultado, que retroalimenta el quehacer
terapéutico, permitiendo que surjan manejos creativos que be-
nefician directamente al paciente.
27
En el caso de la hipnoterapia con enfoque ericksoniano, ésta
implica la utilización de diversas estrategias provenientes de
también diversos modelos teóricos, a saber: los principios fun-
damentales de la terapia ericksoniana, principios de terapia
breve y terapia familiar breve sistémica, terapia gestalt, terapia
cognitiva y conductual, terapia psicoanalítica, entre otros. Pre-
tende ser una intervención breve, basada o centrada en solucio-
nes, centrada en la persona; muestra elementos o aspectos de
las teorías del aprendizaje social, de la terapia racional emotiva,
terapia de realidad, terapia cognitiva de Beck, entre otras mu-
chas estrategias implicadas, lo que bien la puede definir como
una forma de psicoterapia integradora.
Se considera entonces que la evolución del pensamiento en
psicoterapia se asocia a la génesis de modelos que se superpo-
nen unos a otros, proponiendo nuevos conceptos que expliquen
el comportamiento del ser humano, entendido integralmente, y
diseñando nuevas estrategias o aplicaciones terapéuticas, gene-
rando así una nueva concepción de “terapeutas sastre”, que
diseñan trajes a la medida para elaborar soluciones a los con-
flictos que vivencian las personas.
28
Ondas beta. Están implicadas en el estado habitual de vigilia,
como cuando leemos un libro. La neocorteza está procesan-
do información que llega a través de los sentidos y esta in-
formación es procesada para crear un significado entre el
mundo exterior y el mundo interior. Se da un percatamiento
consciente de nociones de peso, sonidos, y de lo que vemos,
por ejemplo.
Ondas alfa. Se producen al cerrar los ojos, dejando el ochen-
ta por ciento de información fuera de conciencia, y la aten-
ción se centra en el interior. El sistema nervioso tiene ahora
menos información qué procesar. Las ondas cerebrales se
tornan entonces más lentas propiciando un estado de rela-
jamiento, Como hay menos información por analizar, la per-
sona se centra más en su mundo interior y reduce su análisis
de cosas o situaciones. En la vida diaria las ondas cerebrales
pueden pasar fácilmente de un estado beta a un estado alfa,
con tan sólo centrar un foco de atención en algo que des-
pierta el interés, dejando marginado todo lo demás que ocu-
rre fuera, mientras que se graba en la memoria la informa-
ción que se atiende selectivamente y que se desea aprender.
Ondas zeta. Surgen en el llamado estado crepuscular o en el
estado de lucidez en el que nos encontramos medio dormidos
o medio despiertos. En este estado se dan, los episodios de
mayor y mejor creatividad, recuerdo de información, el
momento en que se producen las mejores ideas y los mejores
análisis de situaciones.
Ondas delta. Se producen en un estado de sueño profundo,
con muy poca actividad consciente.
Ondas gama. Son las ondas de frecuencia más rápida. Se
asocian con estados mentales elevados como la felicidad, la
compasión, una mayor atención, mejor recuerdo y se asocian
con lo que se llamaría experiencias trascendentales que ocu-
rren en la vida (Dispenza, 2012, pp. 217-218).
29
Según Dispenza (2012), el estado en el que se producen las on-
das zeta “es el estado en el que el hipnoterapeuta puede acce-
der al subconsciente”, y añade: “en zeta es cuando más pro-
gramables somos porque no hay ningún velo entre la mente
consciente y la subconsciente”. Además, este neurocientífico
señala que las ondas gama están presentes cuando ha ocurrido
un cambio en la conciencia y se experimentan sentimientos de
bienestar y felicidad.
30
trance hipnótico y durante la hipnoterapia en sí, de manera que
podamos explicar los cambios de percepción que ocurren una
vez que se ha aplicado una intervención sistemática a través de
la hipnosis clínica.
Realizar una intervención mediante hipnosis clínica inicia
con una inducción al trance; durante este proceso la persona es
precisamente inducida a experimentar un estado de relaja-
miento cada vez mayor, durante el cual se produce un estado
alterado de consciencia que facilita una reducción de su perca-
tamiento consciente, permaneciendo, no obstante, totalmente
lúcida, y muy lejos de considerarse en un sueño profundo; antes
bien, la persona es introducida en un estado de relajamiento
profundo.
El siguiente es un fragmento de una inducción al trance den-
tro de una intervención a través de la técnica de confusión se-
mántica, presentada por Téllez (2007), que ilustra la dirección
hacia un estado de relajamiento profundo:
31
profundo que tu mente inconsciente necesite (se repite),
pero no más, profundamente más, que eso (Téllez, 2007).
32
mientos de pérdida, excesivamente consciente de sus limitacio-
nes y de su enorme dificultad para encontrar solución a sus
conflictos, sumergido en la funcionalidad que le determina su
movimiento cerebral de ondas beta altas, no logra en este esta-
do aprender de su propia experiencia. Aun cuando la persona
ha intentado fórmulas de solución y ha sido muy consciente de
su necesidad de cambio, lo cierto es que la mayor parte de la
información que incorpora a su sistema nervioso proviene de la
emoción que experimenta, lo que le mantiene precisamente en
el centro de un circuito reverberante de emociones que no pro-
duce otra cosa que incrementar la función de las ondas cerebra-
les beta altas, interpretando el cerebro un estado de emergencia
desde el que sólo interesa lograr la supervivencia. En medio de
este estado no es posible aprender en forma alguna.
El terapeuta bien capacitado clínicamente, buscará entonces
que el paciente profundice en su estado de relajamiento, como
se señala anteriormente, debilitando así la dispersión provoca-
da por la circunstancia generadora de ondas beta, y buscará
alejar el pensamiento del paciente de su mundo exterior para
generar un foco concentrado de atención en relación a su mun-
do interior, en sus metas y aspiraciones de bienestar, una vez
que se ha producido un estado generador de ondas alfa, indu-
ciendo que los patrones de ondas de su cerebro sean más cohe-
rentes y ocurra o se dé un mejor procesamiento de la informa-
ción.
Es a partir de este momento del proceso de intervención
hipnoterapéutica donde el terapeuta utilizará sus mejores he-
rramientas, con la apertura al mundo del inconsciente, para
sugerir el cambio de percepciones y de punto de vista del pa-
ciente. Aquí, el lóbulo frontal entra en acción, favoreciéndose la
entrada a un patrón de ondas cerebrales de calidad zeta, que
producirá una exaltación de la creatividad, accediendo a lo más
profundo del inconsciente, siendo ese momento el idóneo para
33
el cambio de asociaciones negativas a positivas. Es aquí cuando
“el cuerpo es todo mente” y el paciente puede cambiar pro-
gramaciones subconscientes inadecuadas por adecuadas, por
posibilidades, alejándole de la consideración de las limitaciones
previamente experimentadas.
Una vez que se ha llegado a esta etapa de la intervención y
que se han utilizado estrategias diversas y sugestiones podero-
sas, el hipnoterapeuta permitirá que el paciente prolongue un
poco más su estado de ondas zeta, preparándolo entonces para
la salida del proceso, propiciando el mantenimiento del estado
de relajamiento y de beneficio terapéutico, asegurando que la
intervención desde esa sesión mantenga activo el beneficio in-
tegral alcanzado, favoreciendo que el paciente confíe en el po-
der de su mente subconsciente, situación que éste alcanza, con-
firmando el grado de bienestar que logra tras la experiencia
terapéutica experimentada, regresando al estado de alerta con
menos presencia de ondas beta y más del tipo alfa, con apertura
hacia las nuevas experiencias de cambio y con sugerencias para
procurar estados de funcionalidad de ondas zeta:
34
Consideraciones en torno a la relación terapeuta-paciente
35
h) El terapeuta ha de constituirse en una fuente consistente y
favorable de afirmación, estímulo y esperanza.
36
análisis sus propias barreras limitantes y se aventura a mirar
más allá, a llevarse más allá, donde se encuentran las áreas se-
guras a las que ha de llevar a la persona, al tiempo que ratifica
su propio autoconcepto profesional y personal.
En este mismo tenor, Yalom (2002) considera respecto del
terapeuta y del paciente que “estamos juntos en esto y no hay
terapeuta ni persona inmune a las tragedias inherentes de la
existencia”. Añade: “todos —y eso incluye tanto al terapeuta
como a los pacientes— están destinados a experimentar todas
las alegrías de la vida, como su inevitable oscuridad: desilusio-
nes, envejecimiento, enfermedad, aislamiento, pérdida, falta de
sentido, elecciones dolorosas y muerte” (p. 26).
Es así como cobra especial importancia el papel del terapeu-
ta como un agente altamente responsable de la historia que
cada persona trae a la oficina de consulta, desvelando ese rol
esencial o determinante para influir en la elaboración de cam-
bios en los patrones de pensar, de sentir y de actuar que orien-
ten cursos de crecimiento en las personas, alejándoles de las
barreras obstaculizadoras que sabotean su salud mental y/o físi-
ca y que impiden su crecimiento, sanidad y plenitud.
Responsabilidad y ética
37
problema planteado, b) el grado de satisfacción del cliente, c) la
duración del tratamiento hasta llegar a la resolución y desapari-
ción del problema, y d) la relación entre los honorarios factura-
dos y los honorarios percibidos (O’Hanlon, 2002, p. 43).
Tal necesidad obliga a ajustar los alcances de nuestra oferta
profesional, formalizando el manejo metodológico a utilizar
ante cada caso, documentando las sesiones y estructurando el
proceso terapéutico desde la primera consulta para formular los
objetivos y las metas terapéuticas, evitando así una suerte de
desorden profesional. Asimismo, es de toda responsabilidad
profesional apegarse a las reglas y principios que fundamentan
el uso de cualquier abordaje clínico, conocer sus fuentes epis-
temológicas y explicar y describir los fenómenos que se produ-
cen u ocurren en cada sesión terapéutica. Cada sesión es un
laboratorio donde se producen experiencias diversas que el
psicoterapeuta ha de saber comprender y manejar en beneficio
de los pacientes, evitando dirigir procesos que no domina. El
psicoterapeuta no ha de conducir a las personas a experiencias
donde él mismo como terapeuta nunca haya ido, o donde no
posea competencias para dirigir, evitando así dispersiones, va-
guedad o cualquier tipo de negligencia.
O’Hanlon y Weiner-Davis aportan lo siguiente al respecto:
“Si el terapeuta permanece en el camino de las soluciones, todo
va bien. Sin embargo, si se desvía de la carretera principal, la
terapia puede dar un giro poco provechoso, quedar atascada en
la ciénaga de la patología, o entrar en callejones sin salida, sin
soluciones a la vista” (p. 178).
Ello involucraría, sin duda, un manejo terapéutico hasta cier-
to punto irrespetuoso, que afecta la confianza y la dignidad de
la persona del paciente quien, en muchos casos continúa depo-
sitando su confianza en la dirección que el terapeuta le ha seña-
lado. Es importante entonces realizar una observación discipli-
nada desde el primer contacto con el paciente, desenredar la
38
maraña que parece traer a cuestas, observar cuidadosamente las
piezas de ese rompecabezas y acomodarlas. De otra manera, el
terapeuta no sabrá qué buscar ni mucho menos qué hacer (de
Shazer, 1998).
Ahora bien, resulta por demás relevante considerar con toda
sensibilidad profesional los avatares que cursa una persona an-
tes de decidirse a pensar en solicitar ayuda psicológica y, por
supuesto, antes de llegar, de facto, a sentarse en el consultorio
frente a un terapeuta al que ha de mostrarle su historia y su
vida. Factores como el costo de las sesiones, traslado hasta la
ubicación del consultorio, dudas y temores, son aspectos que
una persona ha de necesitar vencer para llegar a instalarse co-
mo un paciente, ante nosotros como terapeutas. Considerar
estas variables, desde el momento mismo de aceptar su solicitud
de apoyo, es mirar con todo respeto al paciente, legitimando su
necesidad y comprendiendo la circunstancia que lo trae al fin a
este momento en el que se presenta ante un terapeuta al que le
concede confianza profesional. Por parte del terapeuta, implica
actuar con un sentido de responsabilidad profesional que le
coloque como un agente humanista, comprometido y con un
espíritu de apertura e igualdad.
El terapeuta ha de recordar continuamente que no es una
teoría la que guía el proceder terapéutico, sino que es precisa-
mente la relación terapéutica que se da dentro de cada sesión,
la que genera las pautas que guían todo el proceso. Asimismo,
ha de tener en cuenta que la tarea fundamental radica en cola-
borar para que desaparezcan síntomas y haya alivio del dolor,
entendido en el amplio sentido del término, favoreciendo con
ello el crecimiento y desarrollo personal, comprendiendo que
en la medida que fortalece personas fortalece comunidades. En
ello reside la responsabilidad del psicoterapeuta como agente
de cambio social.
39
Por otro lado, es de toda responsabilidad ética y profesional
el garantizar que los profesionales de la salud mental posean el
nivel necesario de competencias para el ejercicio clínico psico-
lógico en este caso. Dicho ejercicio requiere que los profesiona-
les demuestren haber adquirido las habilidades y capacidades
que hagan posible establecer una práctica acorde con la ética
(Fernández-Álvarez & Opazo, 2004).
40
cargo. Adicionalmente, conocemos que el uso de esta herra-
mienta ha sido presentada en el ámbito teatral y cinematográfi-
co con un cariz de manipulación y de control para la consecu-
ción de fines alevosos; tal situación prevaleciente hasta la fecha,
crea suspicacias, desconfianza y temores que pueden desembo-
car en serios cuestionamientos ante una práctica clínica me-
diante hipnoterapia que no se apegue a los estándares éticos y
de responsabilidad.
En el ejercicio de la psicoterapia, en particular con el uso de
la hipnoterapia, en cierto modo actuamos como “franquiciata-
rios”, en el sentido de que aquello que hacemos con buen o
inadecuado proceder afecta a todo el conjunto de profesionales
que se dedican a ofrecer servicios clínicos, demeritando la pro-
fesión y desalentando a las personas a aproximarse a oportuni-
dades para retirar obstáculos a su desarrollo y crecimiento per-
sonal, o bien, exaltando y multiplicando la oportunidad de esta
aproximación.
Por último, es menester considerar dentro del terreno ético,
el desarrollo de las competencias multiculturales en los profe-
sionales de la salud mental, como parte de la formación, inclu-
yendo estándares de acreditación que enfaticen la mejor com-
prensión de las diferencias culturales e individuales y diversi-
dad, y su importancia a la hora de conducir procesos terapéuti-
cos. De acuerdo con Sue, Arredondo y McDavis (citados en Fer-
nández-Álvarez y Opazo, 2004), un adecuado entrenamiento en
competencias multiculturales se ha de “enfocar en tres planos:
conciencia de sí (especialmente del propio privilegio), conoci-
miento (del otro que es diferente a uno mismo) y habilidades
relevantes”.
Esto implica que el terapeuta multicultural competente ten-
ga muy en cuenta sus propios supuestos sobre la conducta hu-
mana, sus propios prejuicios, limitaciones personales, etcétera,
y cobre clara conciencia de cómo estas características pueden
41
afectar su proceder y afectar el trabajo profesional. Citando a
Hansen, Pepitone-Arreola-Rockwell y Greene, Fernández-
Álvarez y Opazo (2004) añaden:
Referencias
42
Fernández-Álvarez, H. & Opazo, R. (2004). La Integración en Psicoterapia. Barcelona:
Paidós Ibérica.
García, F. (2004). Y es gracias a la noche que el día se significa. El proceso Figura-Fondo en
Psicoterapia Gestalt. México: Centro de Entrenamiento Gestalt Fritz Perls.
Mahoney, M. (2005). Psicoterapia Constructiva. Una guía práctica. Madrid: Paidós.
O’Hanlon, B. (2001). Desarrollar posibilidades. Un itinerario por la obra de uno de los funda-
dores de la terapia breve. Barcelona: Paidós.
O’Hanlon, W & Weiner-Davis, M. (2011). En busca de Soluciones. Un nuevo enfoque en
psicoterapia. Barcelona: Paidós.
Rosen, Sídney. (1987). Mi voz irá contigo. Los cuentos didácticos de Milton H. Erickson.
México: Paidós.
Sánchez, D. (2000). Terapia familiar: modelos y técnicas. México: Manual Moderno.
Téllez, A. (2007). Hipnosis clínica. Un enfoque Ericksoniano. México: Trillas.
Yalom, I. (Eds.). (2006). El don de la terapia. Buenos Aires: Emecé Editores.
43
44
Capítulo II
Neuro-Biología de la Relación
Terapéutica
Ricardo Figueroa Quiroga 2
A los Neurólogos y Psiquiatras se les olvida que, dentro del cráneo, además de un cerebro existe
una mente. Y a los Psicólogos se les olvida que, dentro del cráneo, además de una mente existe un
cerebro.
—Dr. Alfredo Cornejo Aguilar
E
ntre las memorias que conservo de mi ingreso a la
Escuela de Psicología, en particular durante el primer
semestre, se encuentra la pregunta que hacían los
maestros con mucha frecuencia: “¿Por qué decidiste
estudiar Psicología?”. La respuesta ingenua-verdadera solía ser
“para ayudar a los demás” o “me gusta ayudar a los demás”.
Ciertamente, en ese momento ninguno conocíamos realmente
lo que implica “ayudar a los demás en la psicoterapia”; esto nos
colocaba en la silla de los sospechosos semi-mesiánicos, ególa-
tras con complejo de omnipotencia. En aquellos días todavía no
se conocía el trabajo de la madre Teresa de Calcuta; de haber
sido así indudablemente nos habrían sugerido que ingresára-
mos en su Orden para que realmente ayudáramos a alguien.
Con un maestro medio hippie que teníamos me atreví a con-
fesar: “Quiero vivir de esta profesión, ya que para mí es muy
interesante”; eso me ganó la buena voluntad del maestro, ya
que él vivía de eso, no de dar clases, y me puso en la lista negra
de algunas de mis compañeras, quienes consideraron mi interés
2
Director del Instituto Milton H. Erickson de Guadalajara y Presidente del Consejo
Mexicano de Hipnosis Clínica. Correo electrónico: [email protected]
45
como egoísta y mercenario; alguna llegó incluso a sugerirme
que mejor me fuera a estudiar Administración o Relaciones
Industriales.
Considerando estas respuestas desde la perspectiva evolu-
cionista, las así llamadas profesiones de ayuda, como las del
campo médico y psicológico, simplemente no hacen sentido.
Darwin define que la regla básica de la vida es “la supervivencia
del más apto”; desde esta perspectiva, el ayudar a los menos
aptos, o sea, los enfermos, sin importar que el padecimiento
esté en el área “física o mental”3 (¡Sí, ya sé!, Descartes se equi-
vocó) no es conducente a la supervivencia del más apto.
Es interesante señalar que en los primates o en los mamífe-
ros hay una conducta muy común que es el auto cuidado o el
auto acicalamiento, que es el cuidado de la superficie corporal.
Cualquiera que haya tenido una mascota, ya sea un gato o un
perro, puede recordar que gran parte del tiempo, el perro o el
gato, sobre todo al despertar, por ejemplo, se lame las patitas;
se lame la patita y con esta se limpia la cara; esas son conductas
de auto acicalamiento, que es el cuidado de la superficie corpo-
ral para mantenerla libre de basuras, piedras o bichos. Entre los
mamíferos, el acicalamiento de los demás es común, uno de los
más comunes es el cuidado de los recién nacidos. Cuando nace
un gatito o un perrito la madre se dedica a lamerlos y a limpiar-
los, se comen la placenta, ya que eso les va a permitir darles
mejor alimentación, pues esto les permite un mayor flujo de
leche materna. También estas conductas se ven en los primates
(Spruijt et al., 1992). En los monos, por ejemplo, en varias espe-
3 Aclararé este punto; ciertamente, la mente es una propiedad emergente del sistema
orgánico complejo que llamamos cerebro. ¡Sí!, el cerebro es físico y no existe separación
entre ambos elementos mencionados. Lo menciono así, ya que es de uso común asumir
que los psicoterapeutas se ocupan exclusivamente de la “psique” (lo que sea que es eso),
“entendiéndose” comúnmente que es diferente a lo que hace un médico, como curar
gripe o enfermedades “físicas”.
46
cies, el cuidado de otros es muy interesante. Se ponen a hacerle
a otro lo que nosotros llamaríamos “piojito”, que es buscar en-
tre la piel y sacar los parásitos que puedan estar en ella. Esta
conducta de limpiar a los demás es totalmente espontánea y,
ciertamente, tampoco tiene mucho valor de sobrevivencia, que
digamos, excepto que eso ayuda a unir más las relaciones socia-
les del grupo de primates. Hay una conducta interesante:
Cuando un primate macho se pelea con el macho alfa y el ma-
cho alfa le gana y se queda acá todo lastimado, lamiéndose las
heridas, una conducta muy común es que llega otro mono, le
pasa el brazo por el hombro al mono perdedor y lo consuela
(de Waal, 1979). Es una conducta de consolación, como decirle
“Ay, no te apures hombre (¿mono?), en un par de años tú le vas
a ganar”, que sería el equivalente entre los humanos.
47
incapacitantes de nacimiento. Su brazo derecho era inútil y hay
señales de que fue amputado arriba del codo; también presenta
cicatrices óseas que indican que era ciego del ojo izquierdo.
Aparentemente fue cuidado por sus compañeros hasta su muer-
te, más o menos a los 40 años de edad que, para los Neandert-
hal, era una edad muy avanzada. Esto nos indica que, aunque
estaba incapacitado de nacimiento, fue cuidado por los miem-
bros del grupo y sobrevivió. Es decir, que lo alimentaron, lo
cuidaron, lo llevaban con ellos, etcétera.
Así, esto nos lleva a la evidencia de que el cuidado social es
algo que ha evolucionado junto con la especie y que, por tanto,
lo tenemos codificado genéticamente. Hay un elemento intere-
sante que relaciona estadísticamente el cuidado social con el
volumen relativo del neocortex, ya que el volumen del neocor-
tex en los primates se correlaciona muy alto con varios índices
conductuales de complejidad social de vivir en grupo (Dunbar,
1998). Ciertamente, las relaciones sociales cercanas son muy
demandantes cognitivamente, no solo actualmente, desde
siempre, desde que ya vivíamos en grupos muy amplios, más de
120 personas en el grupo, esto implicaba que el neocortex tenía
que estar bien desarrollado para poder manejar estas relaciones
sociales/cognitivas.
El chamán
48
Hay evidencias arqueológicas que nos indican que la apari-
ción y práctica de los chamanes datan desde el Paleolítico… y
ciertamente hay evidencias en el Mesolítico y en el Neolítico.
Las prácticas de los chamanes son semejantes en todas las cul-
turas; o sea, es algo que está presente en todas las culturas y los
rituales tienden a ser muy parecidos (Eliade, 1964). Esto nos
indica que, en cierta forma, los chamanes, el chamanismo, es
una actividad que se hereda genéticamente por la especie, por-
que si solo hubiera chamanes en África o en América o en Eu-
ropa, obvio que no tendría nada que ver esto, sería específico,
sería un aspecto cultural. Sin embargo, está en todas las cultu-
ras; por ejemplo, en el antiguo Egipto, los doctores eran los
chamanes o podemos decir que los doctores eran una mezcla
muy interesante de magos y sacerdotes; y muchos procedimien-
tos que hemos encontrado en los textos de los egipcios son to-
talmente chamánicos. Hay un papiro muy famoso, que es el
Papiro de Ebers, en el cual hay una cita que dice: “La medicina
se beneficia con la magia, la magia se beneficia con la medici-
na”. Y la medicina en aquel tiempo no era exactamente lo más
avanzado que digamos.
Entre los procedimientos que se encuentran a través de las
culturas y la historia está la utilización de la música. Tanto el
escuchar música como el tocar música ha tenido y sigue tenien-
do un papel importante en tratar desórdenes de la mente y el
cuerpo. En Egipto, frescos del cuarto milenio a. C. presentan la
utilización de la música para incrementar la fertilidad en las
mujeres. En la foresta tropical del Perú, los chamanes utilizan
los cantos como herramienta principal para la sanación, los
Ashanti de Ghana acompañan las ceremonias de sanación con
música de tambores (Schlaug, 2008). Desde 1970 se ha utilizado
terapia de música y canto como parte de la rehabilitación de
pacientes que han perdido el uso del lenguaje por accidentes
vasculares. Les permite recuperar habilidades motoras y de
49
lenguaje. También se tiene evidencia de que activa la neuro-
plasticidad aumentando la conexión interneuronal, lo cual
compensa zonas cerebrales dañadas. Una característica que
tienen los chamanes, a lo largo de las culturas, es que pueden
comunicarse con el mundo de los espíritus. Es común que en
este mundo residan espíritus buenos y malos y, obviamente, las
enfermedades son atribuidas a los espíritus malos y la curación
o las cosas buenas a los espíritus buenos. Dentro de los proce-
dimientos chamánicos comunes se busca el desarrollar estados
de éxtasis y trance, los que malamente hemos llamado estados
alterados de conciencia, y digo malamente porque mucho
tiempo se le ha atribuido a la hipnosis el desarrollar estados
alterados de conciencia.
El chamanismo prehistórico presenta, a nivel real, —
quitemos la eficacia de los tratamientos— el primer ejemplo de
cuidado médico. También hay datos que nos indican que gran
parte del efecto de este tratamiento médico reside en el tipo de
relación que se establece entre el enfermo y el chamán. En esta
época, un elemento frecuente cuando alguien enferma y los
médicos no lo han podido ayudar, es que lo llevan a que vea al
chamán. Y es interesante la frase “ver al chamán”, no decimos
“a consultar al chamán”, es ir a ver, a estar en la presencia del
chamán. Cuando va a verlo y recibe un tratamiento por el cha-
mán —el que sea— obviamente el enfermo confía en el chamán
y cree firmemente que las habilidades terapéuticas del chamán
existen y que le va a servir; y así, en muchos lugares, cuando
hay alguna enfermedad o alguna molestia, ya sea psicológica,
espiritual o física, van con el chamán. Podemos decir algo que
hemos afirmado indebidamente, que una enfermedad mental
era considerada como un problema del espíritu o que algún
demonio se había metido en el enfermo. El único lugar docu-
mentado en el que se tiene una actitud diferente hacia los pro-
blemas mentales es en la isla de Bali. Los demonios entran en
50
los humanos y les crean padecimientos mentales; la gran dife-
rencia en la conducta a seguir es esperar a que el demonio se
salga y deje a la persona en paz. No es culpa de la persona que
un demonio haya decidido tomarlo de domicilio (Suryani y Jen-
sen, 1995). La epilepsia fue considerada mucho tiempo —entre
los griegos— como una enfermedad sagrada, lo cual es intere-
sante.
Los inicios de los procedimientos chamánicos indudable-
mente fueron de prueba y error. De ahí se desarrollaron trata-
mientos eficaces que se aplicaron de manera consistente y que
luego evolucionaron en procedimientos médicos. Por ejemplo,
el cuidado de una fractura de un hueso. El procedimiento nor-
mal, con el objetivo de proteger el hueso durante el proceso de
sanación, fue que se cubría la pierna o el brazo con barro o lodo
y se le ponía al sol para que secara, se endureciera y literalmen-
te teníamos una férula. Otro elemento chamánico que evolu-
cionó a la medicina es el desarrollo de la herbolaria, ya sea in-
gerida o aplicada en las heridas (Eliade, 1964). También se han
encontrado rastros de que, con la piel de los animales, se crea-
ron vendas y así se vendaban heridas con la piel de los anima-
les. Entonces, la medicina evolucionó a partir del chamanismo y
no tiene nada denigrante que haya evolucionado así; induda-
blemente, entre los chamanes actuales hay unos que son cha-
manes de a de veras y hay otros que son chamanes falsos, de
mentiras. Así como tenemos médicos de a de veras y médicos de
mentiras; por ejemplo, todos esos que se dedican dizque a ha-
cer cirugías estéticas sin tener estudios de medicina y que luego
matan a la gente porque le inyectan aceite de motor de auto o
algo así; pregúntenle a Alejandra Guzmán lo que le pasó con lo
que le inyectaron para que se viera más pomposa (no pomposa
en términos sociales, sino con los glúteos más desarrollados).
Con base en escritos que han sobrevivido hemos podido co-
nocer que, durante muchos siglos, la medicina progresó muy
51
poco. Entre las recetas más comunes que han sido heredadas y
que llegaron a ser registradas, por ejemplo, encontramos a la
aplicación de musgo de la calavera de una persona que hubiera
muerto de muerte violenta o carne de serpiente. Por supuesto,
mientras más venenosa, mejor. Ranas, lombrices, ojos de can-
grejo, pulmón de zorro; uno muy popular en todas las culturas
—en especial en las asiáticas— es el polvo de cuerno de unicor-
nio. Y se sigue vendiendo el polvo de cuerno de unicornio,
aunque no lo crean. La siguiente vez que vayan a Nueva York o
a Los Ángeles, vayan al barrio chino y entren a una tienda de
productos de herbolaria china, lo piden y les van a dar el polvo
de unicornio, bastante caro, por cierto. También se utilizaron
escorpiones y telarañas, lo cual tenía sentido, porque en algu-
nas telarañas podría haber un poco de hongos de penicilina; y
otros que eran muy comunes, vomitivos, la sangría, que era el
tratamiento de opción, ponerlos a sudar y, si no se les quería
cortar, entonces les ponían esos gusanitos chiquitos tan bonitos
llamados sanguijuelas, copas que se calentaban y se aplicaban a
la piel y entonces producían succión para sacar los malos hu-
mores, mandrágora, etc.
En el transcurso del tiempo, un grupo de chamanes evolu-
cionó, los chamanes evolucionaron a médicos, a terapeutas y
psicoterapeutas.
52
En la edad media, los reyes —quienes obviamente eran
nombrados directamente por Dios— tenían la obligación de
asistir, un día al año, a una misa solemne. Terminada esta sa-
lían a la escalinata de la catedral donde había sido la misa y, al
frente de la escalinata, se extendía una larga fila de súbditos,
todos con algún padecimiento físico (claro, aquellos con pade-
cimientos mentales eran quemados en la estaca porque ahí sí, la
brujería era evidente) (Tinterow, 1970).
El rey, a estos súbditos, uno a uno les imponía las manos en
la cabeza y los bendecía. Cuéntese que muchos de ellos se cura-
ban… Si tienes curiosidad —digo, morbosa, por supuesto—
puedes buscar en el libro de Sigmund Freud en “El tratado de
la histeria”; en ese libro, él describe cómo inició su técnica de
asociación libre, ahí, en la descripción de lo que hace es que se
ponía enfrente del paciente, les imponía las manos a los pacien-
tes y les daba lo que pudiéramos llamar una sugestión de tipo
hipnótico —de las que usamos actualmente— y él la usaba para
que asociaran libremente, que era lo que a él le interesaba, la
asociación libre; les imponía las manos como parte del proce-
dimiento. Más adelante dejó de hacer eso, pero al principio les
imponía las manos, lo cual dice mucho del querido maestro
Freud en el nivel en que él se colocaba.
El placebo
53
no el mecanismo bioquímico. En este sentido se aplica una me-
todología rigurosa para evaluar la eficacia de los medicamentos
en cuestión. Dentro de estos medicamentos, de estos tratamien-
tos médicos, uno que ha sido muy socorrido desde hace muchos
años es el placebo.
Definición general del placebo: (en grupos de experimenta-
ción) el efecto placebo se define como “cualquier mejoría que
pueda ocurrir en el grupo placebo sin considerar si es una re-
misión espontánea o un fenómeno psicológico”. Esa era la defi-
nición antigua; el grupo placebo se refiere al grupo al que se le
daba una sustancia inerte y a otro grupo, el grupo experimen-
tal, era al que se le daba el medicamento. La definición actual
de efecto placebo es: “Un cambio en el cuerpo —o en la unidad
cuerpo/mente— que ocurre como resultado del significado sim-
bólico que uno le atribuye a un evento o un objeto, en el medio
ambiente terapéutico” (Brody, 2000).
Un ejemplo de placebo. La tasa de respuestas del grupo pla-
cebo en pruebas de antidepresivos es muy alta. En 1989, Kirsch
y Sapirstein (1988), realizaron un meta-análisis en 19 pruebas
clínicas doble ciego con 2318 pacientes. Se encontró que el 75%
de la respuesta a la droga activa es atribuible al efecto placebo.
Así, el efecto farmacodinámico de la droga sería responsable
tan solo del 25% del efecto total del medicamento. Se concluye
que, en pruebas clínicas para depresión mayor, los efectos po-
drían considerarse de la manera siguiente: Un cuarto es debido
a la acción del medicamento activo; un cuarto a otros factores,
como remisión espontánea; y la mitad es el efecto placebo.
El efecto placebo nos conduce a algo que se llama “expecta-
tivas”. En pruebas con acupuntura, los investigadores encontra-
ron que los pacientes que tenían más expectativas hacia la acu-
puntura tuvieron mejorías clínicas mayores a las del grupo con
bajas expectativas, sin considerar si el grupo, al que se había
54
asignado el paciente, era de acupuntura real o de acupuntura
fingida.
La variable fue: si creían que tendrían mejoría con la acu-
puntura o no tendrían mejoría con la acupuntura.
Siguiendo con el tema de las expectativas, en estudios con
pacientes terminales (Benedetti, 2000, 2002) se utilizaron anal-
gésicos opioides para reducir el dolor y después se aplicó un
placebo. Cosa curiosa, se obtuvieron resultados diferentes con
Morfina y con Ketorolaco. Aquellos pacientes a los que se les
aplicó Morfina se les dijo: les vamos a poner Morfina. Les pu-
sieron Morfina y se les quitó el dolor. A los cinco días se les pu-
so el placebo —o sea, suero fisiológico— y los pacientes siguie-
ron sin dolor… A los cinco días de estarles aplicando suero fi-
siológico, se les aplicó Naloxona para revertir los efectos del
placebo (un químico que nulifica los efectos de los opioides) y,
como era de esperarse, volvió el dolor. Lo interesante del caso
es que ya tenían cinco días que solo se les aplicaba suero fisioló-
gico y no había posibilidad de que quedara Morfina en su sis-
tema. La explicación que se dio fue que los pacientes habían
generado endorfinas, que son los opioides naturales, por su-
puesto. Benedetti entonces decidió aplicar un medicamento
que quitara el dolor sin ser opioide, como el Ketorolaco; repitió
el procedimiento exactamente igual, aplicó el Ketorolaco, a los
pacientes se les quitó el dolor, a los cinco días aplicó suero fisio-
lógico, siguieron sin dolor y les inyectó Naloxona y, para sor-
presa de todos, resulta que siguieron los pacientes sin dolor, lo
cual quiere decir que no generaron endorfinas, como los que
habían recibido los opioides. Lo interesante de todo esto es que
pareciera ser que generaron algún neurotransmisor o alguna
sustancia semejante al Ketorolaco, que era lo que les habían
aplicado.
Entonces quiere decir, en otra forma más terrible, que pare-
ciera que, dentro de nosotros, tenemos nuestra fábrica de gené-
55
ricos y que, dependiendo de la sustancia que estamos recibien-
do, podemos generar un símil o un similar que funciona como
la sustancia original.
56
Entonces tenemos una señal, por ejemplo, el dolor de estó-
mago: hay un cambio fisiológico, la señal sube a mi cerebro y
me dice: tienes un dolor en el estómago, ah, OK. Y entonces yo
digo, para qué comí esto y me preocupo o no me preocupo, o
tomo algo para el dolor de estómago o equis. Pero si tengo un
dolor en el pecho, en el área izquierda del pecho y me duele el
brazo izquierdo y como que no puedo respirar, entonces voy a
responder de manera completamente diferente.
Ahora, ya tuve esa señal del cuerpo que me dice, mira hay
algo mal ¿cuál es el segundo paso?
57
médicos ciertamente es el paciente con el expediente gordo. Es
el paciente que llega después de haberse hecho todos los estu-
dios imaginables y haber consultado a todos los especialistas y
que no le “atinen” a qué es lo que le pasa. Y bueno, luego le
dicen “son sus nervios” y los mandan a psicoterapia. Los meca-
nismos psicológicos o cerebrales no solo se activan únicamente
en el paciente, también se activan en el médico o en el terapeu-
ta. En el mejor de los casos, el médico recibe al paciente y se
activan sus mismos mecanismos de compasión y de empatía
hacia el paciente; eso en el mejor de los casos. Cuando el médi-
co o el terapeuta no tienen la herencia chamánica, el gen cha-
mánico activado, entonces estos mecanismos no se van a activar.
La interacción entre el paciente y el médico o el terapeuta se ve
un tanto complicada, ya que por un lado tenemos esa confianza
y esperanza del paciente; y tenemos en el otro lado, la conducta
de empatía y de compasión hacia el paciente. Todos hemos
tenido esa experiencia en la cual hemos llegado con un médico
y no nos convence el médico o con un terapeuta y no nos con-
vence el terapeuta. Entonces ahí, ciertamente, esta interacción
de los mecanismos del médico o terapeuta con el paciente pue-
den producir resultados positivos o pueden producir resultados
negativos. Yo he tenido la maravillosa experiencia de que algu-
nos pacientes llegan y ya que se termina la primera sesión me
dicen: “ay, qué a gusto me sentí con usted” y otros se van muy
calladitos y no vuelven nunca, porque no les dio confianza o no
se sintieron entendidos por mí, lo cual es normal.
58
paciente, “bueno, le voy a dar este medicamento pero se tiene
que tomar todo el medicamento como yo se lo receté”. El pa-
ciente se va, se toma la medicina un par de días, se siente bien y
deja de tomar la medicina. Por supuesto, cuando es una buena
infección, el problema puede agravarse porque, como se sus-
pendió el medicamento (que durante muchos años el medica-
mento de opción han sido los antibióticos), eso hace que el
elemento que había creado la infección se fortalezca, lo único
que provoca es que se haga más resistente la bacteria y entonces
hay que dar dosis más altas de medicamento u otro medica-
mento.
En el caso de la psicoterapia, el paciente permanece en tera-
pia dos o tres años, ciertamente aprende un montón de cosas
interesantes, de su infancia, su estructura familiar y su autoes-
tima; lamentablemente, el problema inicial que lo motivó a
buscar la terapia sigue igual. Abandona la terapia y busca a un
hipnoterapeuta que le quite la fobia a (inserte el nombre de su
fobia favorita).
Ansiedad
59
En el grupo abierto se les dijo a los pacientes que se les iba a
dar un ansiolítico; se les administró Diazepam, explicándoles
que era Diazepam, que era un ansiolítico muy efectivo y, en
estas personas, a las que se les dijo que era un ansiolítico, fun-
cionó de maravilla. En el grupo al que se le dio Diazepam de
manera encubierta, sin decirles que era un ansiolítico, los pa-
cientes continuaron con ansiedad aunque se les administraron
las mismas dosis que al grupo de pacientes informados de la
aplicación del Diazepam y a quienes les quitó la ansiedad. Esto
es una demostración muy clara del efecto placebo.
Ahora señalamos que el efecto importante es la expectativa.
La administración oculta de tratamientos médicos reduce, o
elimina completamente, la eficacia de un tratamiento. Hay evi-
dencia que nos indica que esto es producido por la falta de ex-
pectativas del paciente en relación con un resultado esperado.
Cuando el medicamento se da de manera encubierta no hay
oportunidad de crear expectativas respecto al efecto del medi-
camento.
En un estudio con resonancia magnética funcional se encon-
tró que los tratamientos placebos pueden modular la percep-
ción emocional de la misma manera en que se modula la per-
cepción del dolor (Petrovic et al., 2005). La resonancia magnéti-
ca funcional mostró que el flujo sanguíneo regional cambió en
la corteza del cíngulo anterior y en la corteza órbito-frontal
lateral, las cuales son las mismas áreas involucradas cuando se
utiliza anestesia placebo. O sea, que tenemos evidencia funcio-
nal de que las expectativas producen resultados completamente
diferentes al aplicar medicamentos.
60
Psicoterapia
61
Strupp y Hadley (1979) diseñaron un estudio muy interesan-
te en el cual sujetos “alterados” (o sea, con algún tipo de pro-
blema emocional o de relación) fueron asignados a grupos de
psicoterapia. Se hicieron varios grupos de psicoterapia. Uno de
los grupos era de aquella realizada por terapeutas con más de
20 años de experiencia y otro grupo se asignó a profesores uni-
versitarios de distintas materias, como matemáticas, historia e
inglés, a quienes sus alumnos habían catalogado como “cálidos
y cercanos”. Nótese: no los alumnos que se enviaron a psicote-
rapia; alumnos que habían cursado esas materias los habían
calificado previamente como cálidos y cercanos. Después de un
número de sesiones con los psicoterapeutas de más de 20 años
de experiencia y con los maestros, se encontró que no hubo
ninguna diferencia entre los dos grupos de pacientes en cuanto
a la mejoría percibida por los pacientes. O sea, los que preten-
den que cualquiera puede ser terapeuta pudieran tener algo de
razón si, y solo si, la persona en particular presentara las carac-
terísticas adecuadas de ser una persona cálida, cercana, que
inspira confianza y que puede entender “al paciente” (además
de poseer sentido común).
Estudios recientes —comparando la terapia cognitivo con-
ductual y la terapia interpersonal— (Brody et al., 2001; May-
berg et al., 2002) encontraron que, en los dos tipos de terapia,
hubo activación de diferentes regiones dorsales cerebrales. Am-
bas psicoterapias presentaron decrementos sustanciales en el
funcionamiento en el área pre-frontal. Con la Terapia Cogniti-
vo Conductual (TCC) se encontraron cambios en regiones no
afectadas por medicamentos antidepresivos, como la fluoxetina,
y estas fueron la corteza órbito-frontal, corteza medial y corteza
del cíngulo anterior (Benedetti et al., 2005). Esto quiere decir
que la TCC también tiene efectos sobre áreas en las que no ac-
túan los antidepresivos y eso pudiera ser algo que ayuda al éxito
de la terapia cognitivo conductual en el manejo de la depre-
62
sión. Sorpresa, la psicoterapia produce cambios en el funcio-
namiento cerebral.
Confianza
63
persona tiene información de que el receptor del afecto del
paciente ha roto la confianza que se le tenía. Esto quiere decir
que si vas a ir a una consulta, y antes que entres a consulta te
doy oxitocina inhalada o te inyecto directamente oxitocina en la
vena, el terapeuta te va a parecer mucho mejor, más agradable,
más inteligente, más todo lo que quieras. Si se rompe la con-
fianza, literalmente, te pueden administrar un litro de oxitocina
y vas a seguir sin confiar en la persona. Aquí estoy hablando del
terapeuta pero es lo mismo con el médico.
Extrapolando esto a la relación de pareja, en el problema de
la infidelidad realizada por uno de los cónyuges, en la pérdida
de la confianza, se reduce la oxitocina; el/la pareja se percibe
menos confiable y también menos atractivo/a en varias áreas.
No es solo la parte cognitiva, autoestima, etcétera. También es
la parte fisiológica que está interactuando. Esto da luz para en-
tender la dificultad de restablecer relaciones de pareja después
de una infidelidad.
Entrando en la comunicación verbal encontramos que dife-
rencias sutiles en la comunicación verbal pueden producir efec-
tos diferentes. La incertidumbre, por ejemplo, en las palabras o
actitudes del doctor o del terapeuta, puede producir resultados
diferentes en el tratamiento. Por ejemplo, el médico puede de-
cir: “Es posible que este analgésico le sirva”, comparado con
“este analgésico es muy bueno y le va a ayudar mucho” (Bene-
detti, 2002, 2008). En términos de psicoterapia puede ser que
el terapeuta le diga: “Este enfrentarse con su niño herido le va
a dar un resultado rápido y eficiente” o el terapeuta le dice al
paciente: “A ver ponga en esta silla a su papá y dígale ‘eres una
rata inmunda’”; cuando haga el “cierre”, esto le va a ayudar a
producir esos cambios y a tener una mejor relación con su pa-
dre.
En un estudio se establecieron dos grupos específicos: el
grupo “positivo” y el grupo “negativo”. Después de dos sema-
64
nas se encontró una diferencia significativa en la recuperación
de los pacientes que estaban en grupos positivos y en grupos
negativos. Dependiendo del tipo de palabras que se utilizaban
con los pacientes, el resultado terapéutico siguió la dirección de
las sugestiones verbales que se les presentaron. Por ejemplo, en
el positivo: “Usted va a responder muy rápido a este procedi-
miento y a estos medicamentos”; en el negativo: “Bueno, mire,
este medicamento va a tardar tiempo en hacerle efecto”. Las
palabras que se utilicen pueden ser cruciales para la recupera-
ción del paciente. Entonces, si el médico te dice: “Sí, mire, esto
puede sanar rápidamente” o si el terapeuta te dice, “sí, mira
esto se puede arreglar rápidamente”, es muy posible que el
crear esa expectativa produzca una mejora en el paciente, nada
más por la forma en que presentas y aclaras la expectativa de
resultados del paciente.
Expresiones faciales
65
persona son diferentes a las que utilizamos para identificar ex-
presiones faciales). Más te vale que no pongas sonrisa de foto al
recibir al paciente.
Contacto físico
66
de se registra el componente afectivo del dolor se activa menos
si hay una buena relación afectiva y se activa más si hay una
relación deficiente. Te puede doler, pero vas a tener menos
sufrimiento. Se encontró que la sola presencia de una persona
significativa emocionalmente reduce los niveles percibidos de
dolor. Esto nos indica que el apoyo social, con la presencia de
una persona cercana emocionalmente, puede influir en el pro-
cesamiento del dolor, tanto en el nivel conductual como en el
nivel del sistema nervioso central. Todas esas conductas que
hemos visto tantas veces de tomar la mano para confortar a una
persona continúan, siguen, persisten porque hay una respuesta
neurológica que produce un cambio en el paciente.
67
Por ejemplo, en presencia de los padres es común que los
niños exhiban mayores señales de dolor; en ausencia de los
padres estas expresiones disminuyen y esto, quien tenga o haya
tenido niños chicos sabe que es muy común; están los niños
jugando en un parque, se tropieza uno, se cae y voltea; si ve que
la mamá lo está viendo entonces suelta el alarido para llamar la
atención de la mamá. Si se cae y no está la mamá o el papá a la
vista, sí se queja un poco pero no suelta el alarido.
En los adultos, la pena emocional tiende a expresarse casi
exclusivamente con familiares y amigos, evitando la expresión
con extraños (Parkes, 1972). Claro, no vamos a andar llori-
queando delante de extraños.
Esto apoya el poderoso significado social de la expresión de
emociones negativas. De hecho, parecería por ejemplo que, en
los velorios, lo importante es que estás acompañado por fami-
liares o por gente que te querían a ti y al difunto o la difunta.
Pero si no hay ninguna respuesta o únicamente tienes 5 perso-
nas alrededor tuyo, uno te agarra la mano izquierda, otro la
derecha y los otros cien están contando chistes o platicando,
pues no se produce el efecto deseado. En los velorios me ha
tocado escuchar que digan “ay, ¿y por qué no lloras?”, como
“estás en un velorio, tienes que llorar”; ciertamente hay gente
que no tiene por qué llorar en los velorios.
Los pacientes normalmente van a tener expresiones faciales
de dolor, miedo, pena y emociones negativas que son el factor
crítico. Ciertamente, estas expresiones no son las únicas que
pueden activar la conducta empática del médico o del terapeu-
ta. Algo muy común en los terapeutas y en los médicos es que es
muy frecuente desarrollar habituación, conforme pasa el tiem-
po de práctica profesional. Eso hará que se suprima la respues-
ta a estas expresiones faciales. Algo que me llama bastante la
atención es cuando alguna persona que sabe que el interlocutor
es terapeuta dice, “ay no sé cómo le hacen para aguantar tanto
68
dolor y tanto sufrimiento; yo supongo que se lo llevan a casa”.
No, no, no, espérame, una cosa es ver que el paciente necesita
ayuda, otra cosa es ver que el paciente está sufriendo por su
situación, pero después de años de dar psicoterapia, en alguna
forma ya desarrollamos —los terapeutas que tenemos ya tiempo
en terapia y los médicos también— la habituación. Estás habi-
tuado al nivel de sufrimiento de las personas y, en todo caso, en
mi experiencia personal, los niveles altos de sufrimiento sí ha-
cen que algunas veces al estar en mi casa, estar descansando o
en otro lado, yo esté pensando en algún paciente en particular
más que nada para determinar o decidir cuál es una interven-
ción que pudiera ayudar a esta persona. Fin de la historia, pero
es un proceso normal de habituación. No hay que confundir,
por supuesto, el no responder al llanto —como dirían, a la lá-
grima, moco y baba— del paciente es una cosa y otra cosa es
que no me importe que el paciente esté sufriendo. Me puede
importar que el paciente sufra y también puede ser que yo no
responda como respondería un amigo, el papá o la mamá o
alguna gente cercana a esta persona.
Conclusión
69
a trabajar en psicoterapia. Hay médicos en particular que son
muy apreciados por los pacientes y muy recomendados por los
pacientes, porque tienen muy buen trato hacia ellos. Anterior-
mente —al menos cuando yo estudié psicología— la idea era
que el psicoterapeuta está aparte del paciente, está separado
del paciente, está tranquilo, equilibrado, balanceado y puede
trabajar objetivamente con el paciente. Estos estudios nos indi-
can que esto no es real, parte de mi experiencia ha sido que ha
llegado algún paciente y simplemente no me siento cómodo
con él. No puedo decir por qué, simplemente no me siento có-
modo. Hay unos pacientes con los que sé exactamente por qué
no me siento cómodo y estos pacientes son los pederastas o los
que han abusado sexualmente de niños… ¡los detesto! Y en
cuanto me dicen el problema, yo los detesto y los refiero con
una persona que pueda atenderlos; yo no puedo atenderlos. Es
evidente, con base en los estudios que mencioné, del efecto pla-
cebo y la interacción paciente-terapeuta o paciente-médico, que
hay activación de procesos neuronales; no es cierto que los te-
rapeutas podamos estar “en neutro” con relación a un paciente
o podamos ser totalmente objetivos en la psicoterapia. Si el
paciente me cae bien, voy a generar oxitocina y endorfinas que
van a hacer que me caiga bien el paciente; si el paciente me cae
mal, no voy a generar endorfinas y menos oxitocina. Yo tam-
bién respondo fisiológicamente a la interacción con el paciente.
El punto importante, además de señalar que hay procesos
fisiológicos, neurológicos y genéticos que están actuando en la
relación terapeuta-paciente, es también señalar que el manejar
adecuadamente el lenguaje, la expectativa, la relación directa
con el paciente, tiene efectos directos en el resultado de la psi-
coterapia, independientemente del modelo con el que se esté
trabajando. Me gustaría, indudablemente, señalar que existe el
guacamole sagrado y me encantaría todavía más señalar que el
método terapéutico que yo utilizo es el guacamole sagrado;
70
pero me da mucho gusto anunciar que NO existe el guacamole
sagrado; lo que existe es una persona con genes o con una acti-
tud de ayuda a los demás, una actitud —perdón que lo diga—
una actitud chamánica ya que genéticamente estoy orientado a
cuidar a los demás: tengo el gen o no lo tengo. (¡Qué extremo
suena! Para mí así es).
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72
Capítulo III
Psicoterapia Ericksoniana basada
en la Sabiduría Universal
Teresa Robles 4
E
n este capítulo presento los desarrollos que he reali-
zado hasta 2015, a partir de las enseñanzas del doctor
Milton H. Erickson. Para eso, inicio con una breve
historia sobre cómo se fue dando el proceso de inte-
gración de la Psicoterapia Ericksoniana Basada en la Sabiduría
Universal, a partir de mis raíces, de mi historia y mi formación
académica.
Antecedentes
73
tarde llamé la cultura del sufrimiento y un papá liberal, que se
rebelaba a eso. Tal vez por esta combinación soy especialmente
sensible a lo que siento como rigidez y reacciono inmediata-
mente a eso. Eso me ha llevado a romper paradigmas a lo largo
de toda mi vida y a buscar caminos nuevos.
Tal vez por eso también aprendí que aunque papá y mamá
eran tan diferentes por afuera, en el fondo eran muy parecidos,
lo que, como veremos, me abrió la puerta para trabajar con
temas universales.
Iniciando mi formación como antropóloga tuve una expe-
riencia que me marcó también en este sentido. Estaba en la
Sierra Tarahumara: Tenía que investigar sobre hábitos alimen-
ticios y me senté frente a la Barranca del Cobre a platicar con
una muchacha tarahumara de mi edad. Eran las diez de la ma-
ñana. Al ponerse el sol, mis compañeros preocupados nos en-
contraron. Nunca me di cuenta de qué sucedió en esas horas,
sólo sé que tenía una sensación de plenitud y de ser uno con esa
Barranca. Miré a la muchacha vestida con falda de flores, blusa
blanca y pañoleta, su ropa típica. Yo estaba vestida con panta-
lones de mezclilla y botas. Y sentí que siendo tan diferentes por
afuera éramos iguales en el fondo. Fue la primera vez que re-
cuerdo que entré en un estado amplificado de consciencia o
trance hipnótico natural, aunque seguramente lo había hecho
ya muchas veces porque en mi casa decían que “siempre estaba
en la luna”.
Y creo que fue a partir de ahí que empecé a poner atención
en las diferencias entre los distintos grupos indígenas, los habi-
tantes de los países que visitaba, las personas que conocía y a
sentir cómo en el fondo éramos iguales.
Cuando se me cerraron las puertas para hacer trabajo de
campo en la Antropología, afortunadamente se me abrieron las
puertas de la Psicología Clínica y pude volver a estar en contac-
to con la gente. Tuve una larga formación en Psicoanálisis por-
74
que en ese tiempo era lo único que parecía serio y formal. La
teoría desarrollada por Freud y sus seguidores, hasta la fecha
me sigue fascinando, pero nunca fui capaz de aplicar la técnica,
a pesar del empeño de mis supervisores.
Mi primera paciente fue una mujer mazahua, de la región en
donde hice mi tesis de la Maestría en Antropología. Hablo un
poco de ella en mi libro Revisando el pasado para construir el futu-
ro. Y como empezó hablándome con metáforas sobre lo que
estaba viviendo, continué hablándole en metáforas durante to-
do el proceso de terapia. Para mis supervisores eso estaba mal,
pero yo no podía hacer de otra forma y ella resolvió la depre-
sión que la había llevado a intentar suicidarse. En ese momento
no sabía que estaba trabajando con comunicación indirecta y
menos que eso era parte de las técnicas ericksonianas que más
tarde iba a desarrollar y divulgar.
Con tres compañeras egresadas de la Formación en Terapia
Familiar Sistémica, empecé a estudiar otras formas de terapias
breves, diferentes. Una de ellas trajo al grupo un libro de PNL:
Transformaciones. Lo leí con avidez y empecé a aplicarlo en mis
pacientes. Verdaderamente llegué a asustarme de los cambios
que hacían de semana a semana y de lo que vivía cuando me
aplicaba a mí estos ejercicios.
Busqué quién estaba atrás de estas técnicas y dije: tengo que
conocer el trabajo del doctor Erickson. Como siempre que de-
seo algo que me va a servir para cumplir con mi misión, el Uni-
verso me abrió el camino. Otra compañera de la formación en
Terapia Familiar, me llamó para invitarme a que la acompaña-
ra al Congreso Ericksoniano organizado por la Fundación Mil-
ton H. Erickson en Phoenix, Arizona. Me parece que era el año
1984.
Quedé fascinada de que el Congreso estuviera organizado en
talleres de 3 horas donde se podían aprender técnicas concre-
tas, Regresé a México llena de ideas y, con mi formación auto-
75
didacta —no fui a la escuela en la Primaria— continué desarro-
llando mi propia forma de trabajo.
Desde 1986 propuse que la relación en la psicoterapia es
una relación entre dos expertos: la persona que consulta, que
es experta en sí misma, y el terapeuta, experto en las técnicas.
Los dos trabajan para lograr lo que la persona que consulta
quiere lograr, a su propio estilo, a su paso, a su ritmo, protegi-
damente; ahorrando tiempo, esfuerzo y dolor. Integré la visión
de la teoría psicoanalítica y de la teoría de sistemas que nos
permiten entender qué sucede en el mundo interno de las per-
sonas que nos consultan y en sus interacciones.
La mayoría de los terapeutas ericksonianos, especialmente
en los Estados Unidos, proponen la no-utilización de una teo-
ría, porque el doctor Erickson no hablaba explícitamente de
teoría en sus seminarios. En ellos, Erickson trataba de crear un
ambiente similar al de la terapia, creando experiencias diferen-
tes en los participantes para promover su crecimiento a su esti-
lo. Sin embargo, basta revisar sus obras completas para darse
cuenta del respaldo teórico de sus intervenciones.
Ese mismo año comencé a utilizar la respiración (Robles,
2004) como metáfora del cambio interno saludable. Poco des-
pués y como una manera de proteger el trabajo y asegurar que
se desarrolle y termine bien, propuse utilizar lo que llamé pala-
bras protectoras (Robles, 2004). Cuatro de estas palabras son
adverbios que en español resultan juegos de palabras: SALU-
DABLEMENTE o MENTE SALUDABLE, AUTOMÁTICA-
MENTE o MENTE AUTOMÁTICA (la mente inconsciente),
PROTEGIDAMENTE o MENTE PROTEGIDA y CÓMODA-
MENTE o MENTE CÓMODA es decir, siguiendo el Principio
del Placer.
Las otras dos son gerundios (presente en movimiento): DIS-
FRUTANDO, siguiendo el principio del placer y ahorrando
tiempo, esfuerzo y dolor, pero además porque detrás de toda
76
patología está la dificultad para disfrutar. APRENDIENDO, que
ubica el cambio dentro de un proceso que incluye la posibilidad
de la recaída para terminar de aprender lo que falte aprender y
seguir adelante.
Para 1988 estaba trabajando con pacientes con dolor crónico
y me enteré de que necesitaba operarme de la vesícula. Me pa-
reció incongruente trabajar con hipnosis con dolor y operarme
con anestesia, por lo que decidí tener analgesia hipnótica du-
rante la cirugía. En ese entonces, Jorge Abia había tomado dos
talleres de hipnosis conmigo. Yo lo consideraba una persona
extremadamente sensible, comprometida y muy brillante. Así
que lo invité a entrar conmigo a la cirugía y trabajar conmigo,
así como a construir juntos la inducción con la que íbamos a
trabajar.
Como ese año tendría lugar otro congreso ericksoniano,
llamé al doctor Zeig, Presidente de la Fundación Milton H. Eri-
ckson, y después de explicarle que a partir de lo aprendido en
Congreso anterior, había desarrollado una forma personal de
trabajo, le pregunté si podría presentar el video de la cirugía.
No sólo aceptó sino que le encantó la idea y me dijo que el doc-
tor Erickson, donde estuviera, seguramente estaría feliz de lo
que estaba haciendo, que eso era lo que él quería de sus alum-
nos. Me invitó, además, a supervisar un grupo en el Congreso.
En esa ocasión tuve la oportunidad de conocer a los que eran
en ese momento los grandes de la hipnosis y a los que estaban
empezando. Muchos de ellos como Jeffrey Zeig, Marilia Baker,
Betty Alice y Roxanna Erickson son ahora muy buenos amigos.
Terminando el Congreso, me invitaron a dar unos talleres a
la Clínica de la Fundación, a observar el trabajo de sus terapeu-
tas y, cual sería mi sorpresa, a trabajar con pacientes. Invité a
Jorge. En esa ocasión di mi primera sesión formal en inglés.
77
Jeffrey Zeig nos propuso crear el Instituto Milton H. Erick-
son de la Ciudad de México. Iniciamos en marzo de 1989. Jor-
ge y yo trabajamos juntos hasta 1999.
Durante el período en que fui codirectora de este Instituto,
continué desarrollando mi forma de trabajo. Para no alentar
que apareciera la transferencia, y de acuerdo con la propuesta
de Milton H. Erickson de que el cambio se da en el interior de
las personas, empezamos a decir quiénes nos consultaban que
los méritos o fracasos eran del equipo de expertos, 90% de ellos
y 10% del terapeuta y la Institución. Y cada vez que se daba la
trasferencia, hablábamos de ella como algo natural, como parte
de la vida.
Incorporé a mis marcos de referencia, la Antropología Social
y la Neurología.
En 1990, en Concierto para cuatro cerebros en Psicoterapia, hago
por primera vez referencia a los tres nudos que estorban nues-
tro crecimiento:
78
nocer qué sucedió ahí. Por esto, cuando se daba la amnesia es-
pontáneamente, y yo tenía notas de lo que había sucedido du-
rante el trance, siempre se las compartía.
En ese entonces, pedíamos a los consultantes que llegaran a
la primera sesión con una lista de las metas que querían lograr.
Más allá de esa lista, tal vez por la formación en Psicoanálisis,
propongo siempre trabajar con lo que está debajo de las metas,
“eso que originó las dificultades”.
Durante este período, Jorge y yo empezamos a trabajar de
maneras muy diferentes. Tanto, que llegaron a ser hasta con-
tradictorias. Por esa y otras razones decidimos separarnos. Él se
quedó con Rafael Núñez con el Instituto y la Fundación me dio
a mí el Centro Ericksoniano de México en el año 2000.
Todos los videos que existen de Erickson corresponden a la
etapa en que se encontraba en una silla de ruedas. En ese tiem-
po, su visión y todas sus facultades estaban disminuidas y no
podía observar las claves mínimas en sus pacientes ni en los
sujetos durante sus seminarios. Repetía las mismas inducciones
que yo considero corresponden a temas que son universales
para todos los seres humanos.
Los asistentes a sus Seminarios comentan que su vida cambió
radicalmente a partir de ese momento. Me parece que traba-
jando con temas universales él estaba ya haciendo terapia de
grupo. Esta es la etapa de la vida de Erickson con la que me
identifico y sigo.
79
muchas cosas diferentes. En el 2014 me invitaron al Congreso
de Terapias Breves organizado por la misma Fundación a pre-
sentar mi “Terapia Basada en la Sabiduría Universal” y tuve
que estructurar formalmente lo que estaba haciendo para pre-
sentarlo. Yo insisto en llamarla Psicoterapia Ericksoniana por-
que está inspirada en las enseñanzas del doctor Erickson. Du-
rante algunos años la llamé Psicoterapia Ericksoniana Mexicana
porque en verdad surge de nuestras raíces y he hecho un gran
esfuerzo por adaptarla a nuestra lengua y a nuestra cultura,
pero otros mexicanos están trabajando y aportando en este
campo en formas diferentes. Así que por lo pronto, podemos
llamarla Psicoterapia Ericksoniana Basada en la Sabiduría
Universal.
Ahora, voy a platicarles cómo trabajo en este momento, en el
año 2015. Por supuesto sigo trabajando con la respiración como
mecanismo de cambio interno saludable y con las palabras pro-
tectoras, así como con los mismos marcos de referencia a los
que incorporé la Etología Humana, la Física Cuántica y estamos
trabajando para integrar también la Ecología.
Puedo resumir diciendo que esta nueva escuela de Psicotera-
pia tiene los siguientes ejes:
80
do amplificado de consciencia: Nuestra atención está dirigida
hacia nuestro interior pero seguimos conectados con el afuera.
Sabemos dónde estamos. Y nuestro cerebro funciona de una
manera diferente. Aparece más fácilmente la plasticidad cere-
bral.
Si recuerdas cómo estudiaste que se conectaban las neuronas
con su “patita larga” el axón, y las otras chiquitas que surgen
del protoplasma, las dendritas, podrás entender fácilmente que
durante la plasticidad cerebral, crecen nuevas dendritas, se ha-
cen nuevas conexiones, pueden deshacerse otras y esto quiere
decir cambiar las actitudes, conductas, reacciones, emociones
que se daban automáticamente, en forma permanente.
Durante la plasticidad cerebral también se regula la produc-
ción de los neurotransmisores. Los neurotransmisores nos lle-
van a vivir diferentes estados de ánimo. Para que funcionen,
tienen que entrar en los neuroreceptores que tienen su forma,
como esos juegos de bebés en donde hay que meter el triángu-
lo, en el agujero del triángulo, el cuadrado en el del cuadrado y
el círculo dentro del círculo, o no pueden entrar.
Cuando hemos estado un tiempo largo, por ejemplo en ten-
sión, utilizando preferentemente la adrenalina, sin producir las
cantidades normales de los otros neurotransmisores, es como si
sus neuroreceptores se apagaran y dejaran de funcionar.
Durante la plasticidad cerebral, además de que volvemos a
producir neurotransmisores en la proporción que corresponde
al bienestar, los neuroreceptores que estaban como apagados,
se vuelven a encender y a funcionar.
Además, para nuestro cerebro, lo que imaginamos es más
fuerte que lo que él mismo reconoce como realidad. Cuando
vemos una película de terror, sabemos que estamos viendo una
película pero nuestro corazón se acelera y nos sudan las manos.
La fuerza de la imaginación y la plasticidad cerebral, hacen tan
potentes estas técnicas.
81
Podemos resumir diciendo que para mí el trabajo del tera-
peuta ericksoniano consiste en ayudar a la persona a imaginar,
recordar y sentir saludablemente, agradablemente. Y lo hace a
través de un uso especial del lenguaje creado por el doctor Eri-
ckson, que se conoce como Conversación Hipnótica.
82
nosotros no sólo están nuestras experiencias de vida, sino todo
lo vivido por toda la humanidad en todos los tiempos”. Y em-
pecé a decir: “Yo, completa, yo soy mi Parte Sabia” y a poner el
trabajo en manos de esa Parte Sabia que Yo Soy. Luego supe
que Yo Soy es uno de los siete Grandes Nombres Sagrados de
Dios en hebreo; es el nombre para el Dios adentro de mí, y me
gustó, para quien lo crea, y para los que no, también me gustó
como una linda metáfora. Empecé a poner el trabajo en manos
del Yo Soy o de la Parte Sabia que la persona es, pero había
inconvenientes. Algunas personas identificaban al Yo Soy con la
Metafísica y empezaban a dudar si éste era un trabajo esotérico.
Para otras, si tenían una Parte Sabia, tenían una Parte Necia,
Oscura o Tonta, igualmente poderosa.
Por eso, empecé a hablar mejor de una Sabiduría Universal.
Sabiduría, porque es toda la información del Universo y Uni-
versal, porque está en cada una de sus partes. Y para mí, Teresa
Robles, toda la información del Universo en cada una de sus
partes, es la Fuerza Creadora, que yo considero Todopoderosa.
Pero lo importante es que nadie tiene que creerlo, basta con
imaginarlo.
Recomiendo a las personas que me consultan y a nuestros
alumnos, que hagan un equipo con la Sabiduría Universal y así,
cada vez que platiquen con ella en su imaginación, hacen surgir
la plasticidad cerebral y serán cada vez más creativos, más per-
ceptivos.
El primer ejercicio, en la primera sesión, es siempre para
ponerse en contacto con la Sabiduría Universal y poner en sus
manos el trabajo que estamos comenzando y su vida. Después
siempre inicio cada ejercicio poniendo el trabajo en manos de
la Sabiduría Universal y encomendándole que trabaje con va-
rios procesos que son temas universales, como cicatrizando las
heridas que la persona se ha hecho a lo largo de la vida, mien-
tras nosotros, la persona que consulta y yo, trabajamos los pun-
83
tos concretos que desea resolver o mejorar. Empezamos a traba-
jar con uno, lo dejamos en manos de la Sabiduría Universal,
luego lo mismo con otro y con otro y al final revisamos como
van todos, uno por uno, dejamos el trabajo que queda por ha-
cer en manos de la Sabiduría Universal y le damos las gracias.
De esta manera, trabajamos todos los puntos que la persona
trae a cada sesión en forma muy intensa.
De cada ejercicio, desprendo un ejercicio de auto hipnosis
que la persona puede hacer en caso de necesitarlo, pero el
principal o básico es poner una forma o un color a lo que le
molesta y entregarlo a la Sabiduría Universal.
3. Nuevas conceptualizaciones
84
en una indigestión emocional. Otro ejemplo es el concepto de
trauma como una huella profunda llena de la fuerza de vida
(afecto) que utilizamos para sobrevivir ese momento. Esa fuerza
de vida está lastimada (por lo tanto hay que sanarla) y está ahí
en forma de las emociones que sentimos en ese momento, es
decir como una indigestión emocional que hay que digerir.
85
5. Trabajo con temas universales
86
Ejemplo de la aplicación de este tipo de psicoterapia
Así como todos tenemos una piel que permite ver claramente
que de ahí hacia adentro es Yo, y de ahí hacia fuera, es No Yo,
todos necesitamos un límite mental, emocional, social, una es-
pecie de barda, que muestre claramente que de ahí hacia aden-
tro es Yo, con mis deseos, mis valores, mis emociones, mis sue-
ños y de ahí hacia fuera son los de los demás. Esa barda distin-
gue claramente entre Tú y el afuera, pero necesita ser además
una barda que proteja, que deje pasar solamente lo que es parte
tuya y te hace bien y deje fuera lo que adentro podría estorbar a
tu bienestar. Como la piel, esa barda, en lugar de aislar, nos
permite comunicarnos con el mundo, tiene entradas y salidas,
puertas y ventanas que dejan pasar lo que nos hace bien y se
cierran para dejar afuera lo que podría hacernos daño o incluso
para echar fuera lo que ya dejó de servirnos, como el bióxido
de carbono, que afuera tiene su lugar y si se quedara adentro
estorbaría a nuestro bienestar saludable. Como la piel, esa bar-
da nos permite tocar a los otros protegidamente, acariciarlos, y
que nos toquen.
Hay familias en donde aprendemos a construir bardas como
verdaderas fortalezas que no nos permiten ver a los demás, ni
enterarnos de lo que pasa afuera, y otras donde se enseña que
lo bueno es no tener bardas. Son las familias donde todos lloran
87
con el mismo pañuelo y unos hablan por otros, de modo que si
le preguntas a alguien cómo está, tal vez la mamá o el hermano
te responden y el interrogado asiente. A veces sucede también
que situaciones difíciles de vida nos agujeran nuestra barda.
Así donde estás, cierra tus ojos y observa, ¿cómo está tu barda
en este momento? ¿Cómo la imaginas? ¿Qué tipo de barda es?
Comentar sobre distintos tipos de bardas, materiales y formas,
sus ventajas y desventajas.
Mientras la estás observando, pon este trabajo en manos de
tu Sabiduría Universal. ¿Ya te diste cuenta cómo es tu barda?
¿Da toda la vuelta alrededor de ti? ¿Te sientes cómodo, cómo-
da, ahí adentro? Recuerda que tu respiración es el principal
instrumento con que trabaja el Yo Soy y que desde ahora en
adelante, con tu sólo deseo, sin que tú hagas nada, está arre-
glando lo que hay que arreglar en esa barda para que te sientas
a gusto ahí y que sea una barda que realmente te sirva y te pro-
teja. De ahora en adelante tu respiración está continuamente
remodelando tu barda, fortaleciéndola, renovándola saluda-
blemente, adaptándola a cada situación y momento de vida.
Observa, tal vez tiene una buena puerta que puedes abrir y ce-
rrar con el sólo deseo cada vez que necesites.
Y tu respiración al mismo tiempo está haciendo otros traba-
jos para ti. Tu respiración está haciendo entrar, protegidamen-
te, automáticamente, todas esas partes tuyas que por alguna
razón se habían quedado afuera y está haciendo salir protegi-
damente todas esas partes que son No Tú y que por alguna ra-
zón se encontraban adentro. Las ayuda a salir protegidamente y
a que afuera encuentren su lugar, el lugar que les corresponde
en armonía contigo.
88
Fíjate cómo con cada respiración, adentro, tus distintas par-
tes se miran, se conocen, se reconocen, se están comunicando,
aprendiendo unas de otras, colaborando todas, como equipo,
para tu bienestar saludable. Y entre todas están arreglando allá
adentro lo que necesitan arreglar, limpiando, acomodando,
poniendo cada cosa en su lugar y van echando fuera, con cada
respiración, lo que ya dejó de servir adentro.
Esa barda muestra claramente que de ahí hacia adentro eres
Tú, y de ahí hacia fuera es no Tú, y ahí adentro están todas tus
experiencias de vida, todo lo que has vivido desde que naciste y
tal vez desde antes de nacer. Y tu respiración está digiriendo
esas experiencias de vida y te nutre con lo que te hace bien, y
echa fuera lo que pudiera estorba a tu bienestar saludablemen-
te, cómodamente, protegidamente, con cada respiración.
Quédate un momento observando cómo sucede todo eso, y
después, guardando las sensaciones agradables que tienes aho-
ra, deja tu barda, este proceso de crecimiento y evolución de tu
vida en manos de la Sabiduría Universal, dale las gracias, haz
una respiración profunda y abre tus ojos, porque este es un
proceso de progreso que ya se inició, en manos de la Sabiduría
Universal y continúa todo el tiempo necesario, automáticamen-
te, con cada respiración.
89
crear otras. De manera que lo que acabas de leer es sólo una
fotografía de lo que estoy haciendo hoy, en mayo del 2015.
Para mí, la Psicoterapia Ericksoniana Basada en la Sabiduría
Universal, se ha vuelto parte de mi Misión como Maestra, como
Terapeuta, como Persona. En este momento considero que mi
Misión es ayudar a despertar la Fuerza Creadora al interior de
cada persona, para que así trascienda la Visión del Mundo co-
mo dividido en pares opuestos, reconozca quién realmente es, y
colabore a terminar con la Cultura del Sufrimiento para que
este mundo funcione como realmente es.
Ojalá que esto, que va conmigo, represente para ti un ca-
mino con corazón.
Don Juan dice a Castaneda: “Todos los caminos son lo mis-
mo, todos van por el matorral, no llevan a ninguna parte…
pero hay caminos que te harán maldecir la vida y otros que tie-
nen corazón, donde eres uno con el camino.” Le dice: “Prueba
cada camino con intención y hasta a ti mismo y a ti sólo esta
pregunta: ¿Tiene corazón este camino? Si lo tiene, el camino es
bueno, sino, te hará maldecir la vida” (Robles, 1990).
Y si esto no tiene corazón para ti, no importa, pero te pido
que por el camino que elijas, por favor nos ayudes a que este
mundo funcione como realmente es, para que todos colabore-
mos en lugar de competir, reconociéndonos como personas
completas, parte de todos los todos en los que participamos,
disfrutando la vida.
Gracias por ayudar a construir un mundo mejor (Zohar y
Marshall, 2000).
90
Referencias
Krauze, Guillermina, Tejiendo sueños y realidades, 2a edición, Alom Editores, S.A. de C.V.,
México, 2007.
Robles, Teresa, La magia de nuestros disfraces, 2a edición, Alom Editores, S.A. de C.V.,
México, 2004.
Robles, Teresa, Terapia cortada a la medida. Un seminario ericksoniano con
Jeffrey K. Zeig, Alom Editores, S.A. de C.V., México, 1991.
Robles, Teresa, Concierto para cuatro cerebros en psicoterapia, 1a edición, Alom Editores,
S.A. de C.V., México, 1990.
Robles, Teresa, Revisando el pasado para construir el futuro, Alom Editores, S.A. de C.V.,
México, 1996.
Robles, Teresa, Manual del grupo de crecimiento, 2a edición, Alom Editores, S.A. de C.V.,
México, 2005.
Zohar, Danah & Marshall, Ian, Spiritual intelligence, the Ultimate Intelligence, Bloomsbury
Publishing Plc., London, 2000.
91
92
Capítulo IV
Hipnosis Provocativa
Paul Anwandter 5
E
l propósito de este artículo es establecer un marco de
deconstrucción de algunas intervenciones realizadas
por Milton Erickson en su trabajo como Hipnotera-
peuta, las que muchas veces no llegan a ser compren-
didas en su esencia, para luego establecer una relación con la
Terapia Provocativa.
Es de particular interés revisar esta porción de las propues-
tas de Milton Erickson, porque, como bien sabe usted, él fue
una persona genial en todos los aspectos de su vida, y hasta el
día de hoy nos es complejo deconstruir la experiencia erickso-
niana para apreciarla o estudiarla mejor y, al mismo tiempo,
poder replicarla.
Aquellos profesionales que hayan trabajado con el modelo
de Terapia Provocativa percibirán que en él existen muchos
elementos constitutivos de lo que hacía Milton Erickson.
Por otro lado, aquellos profesionales especialistas en Hipno-
sis Clínica Ericksoniana, se darán cuenta que al tener conoci-
miento sobre elementos esenciales de la estructura de la Tera-
pia Provocativa ganarán consciencia y comprensión de qué ha-
93
bía tras aquellas intervenciones que nos parecen, hasta cierto
sentido, un poco “mágicas”.
Este marco de deconstrucción relacional que presento busca
que usted tenga más herramientas como hipnoterapeuta erick-
soniano, encontrando la inspiración en la Terapia Provocativa,
para aquellos contextos en que le pudieran ser de utilidad.
94
Síntomas de Trance
95
El concepto de las oposiciones
96
El padre de la terapia provocativa, Frank Farrelly (1981), dio
pie para que se trabajara en los efectos del trance. A partir de
su trabajo, Stephen Wolinsky (1991) nos dice que los fenómenos
de trance tienen síntomas de forma conjunta. Es decir, los tran-
ces son sostén por sí mismos de ciertas situaciones, o ciertas
experiencias negativas que experimentamos subjetivamente.
Por ejemplo, si por alguna razón un paciente está deprimido
y posee un estado interno “negativo”, este mismo estado (que es
un trance) se mantendrá y será llevado eventualmente a otras
áreas de su vida. Así, otras experiencias podrían ser apreciadas
de acuerdo al mismo estado interno negativo.
Los eventos e interacciones vividas por nuestro propio ser
son observados desde el interior como por un observador, a
veces consciente, pero muchas veces inconsciente de la misma
experiencia.
Ese trance o esa experiencia negativa, por ejemplo, un acci-
dente o una situación que ha dejado una impronta, se sostendrá
a través del tiempo debido a la mantención de la focalización
sobre lo ocurrido, es decir, el paciente permanece “conectado”
a esa experiencia y no la deja partir, pues no sabe aún cómo
hacerlo. Esa sustentación es creada por el mismo paciente. Na-
die lo está forzando a quedarse “enganchado” en la experien-
cia. Por lo tanto, podríamos imaginarnos que si hay algún me-
canismo que cambia ese proceso de “enganche”, va a suceder
una transformación en la esencia de la percepción de realidad
de nuestro paciente.
97
mo, pudiéramos asumir entonces que su proceso de absorción
sobre esa experiencia es profunda.
Como consecuencia, debemos aceptar que el paciente se
encuentra hondamente absorto, pues el paciente nos presenta
un trance profundo al hablar de aquello que lo aqueja y que no
logra solucionar.
Por lo tanto, bajo la mirada de la Hipnosis Ericksoniana, al
tener al paciente en un trance profundo usted puede asumir
que ya no es necesario hacer el proceso de inducción al mismo,
pues ya se encuentra establecido. Usted puede detectar el grado
de profundidad del trance, al percibir el grado de absorción y
focalización del paciente en su experiencia problema.
A partir de la detección del grado de absorción, usted puede
utilizar el mismo proceso presentado por el paciente, para ge-
nerar la transformación necesaria.
Podríamos asumir también que el problema para el paciente,
reside en la estructura nuclear de ese mismo trance y de cómo
el paciente lo ha construido y lo sustenta a través del tiempo.
Por lo tanto, si llegamos a intervenir el núcleo del trance del
paciente, de tal manera que ya no sea exactamente el mismo,
independiente que la transformación sea infinitesimal, ya sa-
bemos que el paciente ha iniciado un proceso de transforma-
ción sobre la realidad que tenía constituida.
Lo anterior es esencial en la propuesta para poder decons-
truir mejor el proceso ericksoniano. Como complemento po-
dríamos preguntarnos ¿cuál es la razón de la existencia de un
trance para el paciente? y ¿por qué alguien tiene un trance?
Las respuestas serían múltiples, pues podemos tener distin-
tas disciplinas que nos ayuden a encontrar explicaciones, como
la biología, la psicología, la filosofía, la neurolingüística, etcétera.
Sí, es probable que parte de estas respuestas estén orientadas
a entregarnos creencias, valores, principios.
98
Pareciera entonces que la pregunta que más nos ayudará no
está solo basada en el ¿por qué existe?, sino más bien en la pre-
gunta ¿para qué existe el trance? y ¿qué gana el paciente con él?
99
funda a través del humor y de distintos métodos que veremos
más adelante.
Trance e identificaciones
100
— ¡Hola! ¡Buenos días! ¿Cómo está usted?
Y la otra persona responde:
—Más o menos, no tan bien como usted, ahí no más, hoy
día estoy bien, pero mañana, quién sabe cómo voy a estar.
Esa personalidad pudiera presentarse en esta forma por-
que le han ocurrido ciertos sucesos en la vida, y desde ahí
se constituye como tal.
Si usted le dice:
—Oiga, pero mañana va a ser un día mejor, va a ir muy
bien, y va a conseguir hacer esto y aquello…
La persona responde:
—No, eso es a usted, que todo le resulta.
La identidad hipnótica
101
La identidad hipnótica se empieza a transformar en parte de
la esencia de esa persona y para modificarla debemos tener
muy claro que el trance no es la identidad de la persona.
Con esto podemos entender mejor la mirada Erickson y có-
mo usaba la provocación con sus pacientes, para ver de qué
forma estos cambios que hacía con los trances, sostenían o mo-
dificaban la estructura de los síntomas.
102
Hay, a su vez, alucinaciones negativas. Son varios fenómenos, a lo
menos trece o catorce.
Y todos ellos van presentes con la focalización que ocurre en
nuestro paciente debido a algunas situaciones específicas. Erick-
son decía que el trance puede ser utilizado terapéuticamente
para evocar los recursos inconscientes.
Así como el trance está entregando una dirección de la iden-
tidad, que eventualmente se transforma en una queja, el mismo
trance u otro trance, puede traer recursos específicos.
Y así como Stephen Wolinsky afirma en su libro Trances Peo-
ple Live: Healing Approaches in Quantum Psychology que se trabaja
para ampliar el foco, cuando estoy trabajando en un trance y
logro ampliar el foco con la intervención, van a surgir, sin du-
da, nuevos recursos.
103
pasa? ¿Qué ocurre? ¿Y dónde está? ¿Y qué más?, etcétera, etcé-
tera.
Recuerde siempre que si existe mucha emocionalidad y do-
lor en el relato del paciente, es recomendable que exista diso-
ciación (simple o doble) para que el paciente pueda atenuar
aquello que le produce dolor y, al mismo tiempo, tener una
perspectiva "algo" más objetiva.
A partir del mismo relato transformaremos esos sistemas de
contenidos y estructuras a través de modificaciones, interven-
ciones propias a generar cambios en lo esencial del trance.
Muchas veces el paciente nos entrega una gran descripción
del contexto y por ende del trance que nos presenta.
El paciente sabe mucho de su problema, es un experto en su
problema. En lo que no es experto es en cómo salir de ahí. En
esto, estamos asumiendo que el paciente en todo momento
quiere estar bien.
Puede ser que tal vez no sepa, o tal vez no quiera, o tal vez ni
se lo ha planteado desde esta mirada, de forma deconstructiva.
Para esto, quisiera proponerle a usted elementos de la Hip-
nosis Provocativa, o mejor dicho, de cómo Erickson provocaba
ciertas intervenciones con el objeto de producir las transforma-
ciones en la esencia del trance:
104
Como diciéndome, “claramente eres ignorante en térmi-
nos de conocimiento de actuación, tanto del mundo del
teatro como de la televisión”.
Entonces le hice esta otra pregunta, que podría ser pro-
vocativa o estúpida...
— ¿Es usted capaz de representar cualquier papel?
Y la actriz bastante molesta me dijo:
—Es obvio. Si soy de las mejores. Es obvio.
Entonces, la próxima pregunta que le hice fue tanto pro-
vocativa como desafiante:
— Le apuesto que no consigue representar a una persona
feliz por una semana, 24 horas al día. Creo que es muy di-
fícil para cualquier profesional de la actuación.
La respuesta vino de forma airada con un:
—Por supuesto que sí. ¡Ya lo verás!
Ella salió furiosa conmigo, pues la ofendí en algo que pa-
ra ella era motivo de orgullo.
Desde esa molestia, ella volvió a la próxima sesión, y le
pregunté:
— ¿Y cómo está usted?
—Bien... y entendí lo que hiciste. Me parece muy mal eso
de estar deprimido.
105
más de lo mismo que lo aqueja, con el objetivo de generar con-
trol sobre aquello que el paciente asume que no puede contro-
lar.
Por ejemplo, si un paciente fuese a una sesión con Milton
Erickson, porque estaba fumando mucho y quería dejar de fu-
mar, Erickson podría decir y solicitar al paciente algo así como:
106
Por ejemplo: “No quiero tener una relación de pareja con
otra persona, porque si esto sucede, seguro que esta persona
me va a causar daño". "Entonces me protejo, pues es preferible
quedarme solo/sola, pero sé que si me quedo solo/sola, sufriré y
me sentiré mal, pues estar solo/sola me hace daño”.
Esto es una construcción paradojal del paciente, por lo tanto,
se le podría decir:
107
—No, eso es muy poco. Hágalo más.
Entonces preguntó:
— ¿Por qué me pide eso?
—Es que me da placer y lo encuentro divertido.
Y en la sesión seguimos con:
—Ahora suelta.
Y luego otra vez, le dije: “Contrae, contrae, contrae, más,
más, más y suelta”.
108
concentrarse, o que muchos pacientes tienen el mismo síntoma.
Lo importante es que ya no está pensando de forma lineal, so-
lamente en su problema.
El humor le va a causar un "non sequitur", es decir, que en su
línea de proceso, en su tren de pensamientos, hay una interven-
ción, en la cual se le produce otro trance dentro del trance.
Ese es el momento donde, con plena conciencia, podemos
hacer intervenciones claves, siembras, y debemos preocuparnos
de hacerlo con sumo cuidado ya que nada puede ser dejado al
azar.
Este elemento de humor podría parecer un chiste gratuito,
pero no lo es, pues está dentro del marco de la terapia necesa-
ria para ese paciente en especial.
109
Nombre/Re-etiquetado. Los re-encuadres, las etiquetas que
significan las experiencias, son muy conocidos, porque cuando
estructuramos la experiencia, aun cuando dicha experiencia no
sea todo lo funcional que deseamos, sabemos que está clasifica-
da lógicamente y tiene una organización dentro de nuestra
construcción de realidad.
Supongo que usted, al igual que gran parte de las personas,
ha tenido amigos que por alguna razón dejan de ser amigos o
amigas. Preguntas para usted:
110
En este caso, como intervención se haría un re-encuadre a
través de cambios lógicos de etiquetas.
111
Una vez que ya está en movimiento y se encuentra algo más
flexible, va a ser mucho más fácil que se realice cualquier inter-
vención.
112
Pero el paciente no puede no rellenar; dos negaciones que se
transforman en una afirmación.
Es interesante esta intervención porque el paciente no tiene
clara la dirección de la terapia, si sabe que se le sugieren ciertos
elementos como puntuaciones, pero es él mismo quien va com-
pletando la dirección para que esta no sea absurda, y en eso,
tenemos conciencia de los cambios que aparecerán en el trance
establecido en el paciente.
113
Por ejemplo, usted le puede decir a alguien con un trauma
de accidente automovilístico:
114
do, y que el trance que ha traído a la sesión empieza a modifi-
carse.
115
—Bueno, pero cuénteme cómo lo va a solucionar.
Conclusiones
Referencias
116
Capítulo V
Manejo Ericksoniano Estratégico
de las Emociones
Rafael Núñez Ortiz y
Jorge Luis Abia Guerrero 6
H
acia finales del siglo XVIII, a partir de la Revolu-
ción Industrial, la humanidad dejó de lado a las
emociones para dedicar sus esfuerzos a construir
un mundo menos agreste para el género humano.
Eso implicó que se privilegiara al “positivismo” y todo cuan-
to se saliera de dicho esquema de pensamiento era automáti-
camente rechazado, particularmente las emociones.
A partir de los años sesenta del siglo XX, se comenzó a po-
pularizar la consciencia acerca de que el desarrollo indiscrimi-
nado de los avances tecnológicos estaba repercutiendo severa-
mente en los equilibrios de la naturaleza, gestándose así lo que
hoy conocemos como Ecología, la preocupación por conservar
el medio ambiente.
Con el progreso de la tecnología, los seres humanos nos he-
mos visto sumamente beneficiados, por ejemplo, nuestras ropas
de textiles sintéticos nos dan un confort superior a cuando se
tenían que almidonar los cuellos y puños de las camisas; ade-
6
Co-Directores del Instituto Milton H. Erickson de la Cd. de México; UNAM, FES
Iztacala. Correo electrónico: [email protected]
117
más, al salir de la secadora, basta con extender la ropa y doblar-
la adecuadamente para que quede lista para ser utilizada.
Poco a poco, la tecnología ha ido devolviendo a la humani-
dad su mirada hacia su consciencia, esto es, la percepción pro-
funda del “sí mismo” y de la comunidad a la que pertenecemos,
planteándonos un reencuentro con el interior de los seres hu-
manos.
La tecnología nos ha permitido hacer viajes al espacio exte-
rior, ahora la tecnología nos está permitiendo a los seres huma-
nos recomenzar a realizar viajes a nuestro espacio interior y
cuestionarnos tan profundamente como sea tolerable, el sentido
de nuestra existencia.
En este retorno al “sí mismo” de la humanidad, hemos expe-
rimentado un estallido creativo en las disciplinas que se dedican
al universo interior de los seres humanos.
Una de las principales funciones de las emociones displacen-
teras, desde el punto de vista estratégico, es generar cierta in-
comodidad en nuestro interior para motivarnos a buscar el sa-
tisfactor que será capaz de devolvernos la estabilidad.
Gracias a la Hipnoterapia hemos descubierto en el Instituto
que la depresión “revuelve” las emociones, como una “sopa”
indiferenciada, dando como resultado algunos de los síntomas
de la depresión: la apatía, la irritabilidad, la dificultad para
disfrutar, los problemas para concentrarse, las ideas fijas, etcé-
tera.
Al revolverse las emociones el sujeto pierde la motivación y
tampoco logra distinguir cuáles son los satisfactores que le están
haciendo falta y se deprime más cada vez, bajando su autoesti-
ma ante la incapacidad de proveerse a sí mismo de la satisfac-
ción de sus necesidades.
En vista de esto, como resultado de explorar directamente,
mediante hipnosis, con las mentes inconscientes de quienes
sufren depresión, se ha visto la necesidad de instrumentar téc-
118
nicas hipnoterapéuticas que faciliten la diferenciación de emo-
ciones, darles elaboración, aprender de ellas y descubrir su uti-
lidad en nuestras vidas.
Inteligencia emocional
119
sarnos que ya llegamos a la meta deseada y nos toca gozar de
ella.
Estudiosos del “éxito” han concluido que un éxito pleno es el
que comprende tanto el éxito intelectual como el afectivo. Estos
mismos estudiosos del éxito, encontraron que no hay ninguna
relación entre un alto “Coeficiente Intelectual” (I.Q.) y el éxito
conseguido por estos sujetos en sus vidas. Y sí han encontrado
una relación directa entre el éxito alcanzado y un alto “Coefi-
ciente Emocional”. Aunque estas son investigaciones que ape-
nas están en una etapa exploratoria y por lo tanto sus resulta-
dos no son aún contundentes, sí nos permiten replantearnos la
importancia que puede tener el lograr un desarrollo emocional
óptimo para aproximarnos más a la posibilidad de sentirnos
más plenamente realizados en nuestras vidas.
Otro aspecto relevante de la propuesta de la “Inteligencia
Emocional” es que además de contactar con tus propias emo-
ciones, para alcanzar el éxito emocional, también necesitas ser
sensible a las emociones de quienes te rodean y conseguir que
tanto las emociones de uno mismo como las emociones de
quienes te rodean, se pongan al servicio de lograr la meta que
los haya reunido.
120
emociones tengan el beneficio de la corteza del cerebro, esto es,
que la emociones participen en los procesos racionales, se nece-
sita “entrenar” a los sujetos para permitir que sus emociones de
alguna manera voluntaria, tengan acceso desde los centros
emocionales localizados en el hipotálamo y el sistema límbico,
hasta la corteza cerebral, para que las personas se vean benefi-
ciadas de la integración de los procesos racionales y emociona-
les.
Definición de emoción
121
quiatría, cuya descripción es: "emoción es un estado de senti-
miento complejo con componentes psicológicos, somáticos y de
comportamiento que está relacionado con el afecto y el estado
de ánimo" (Kaplan, 1999).
Por "afecto" comprenderemos la manifestación externa de la
unión de las emociones y las ideas; y por "estado de ánimo" una
emoción sostenida (Ibid.).
Por sentimiento entenderemos la sensación corporal que nos
produce una situación sin llegar todavía a conformarse como
una emoción, incluso, para cada sentimiento corresponde una
gesticulación facial, mientras que hay estados emocionales que
pueden pasar desapercibidos para los demás.
122
sortear o para avisarnos que ya nos toca gozar de los logros que
hemos alcanzado.
Una ancestral meditación Sufi propone identificar cada
emoción con el color de determinados estambres, enredarlos lo
más posible y trabajar un largo rato desenredándolos y medi-
tando al mismo tiempo acerca de las situaciones que se han
vivido como resultado del enredo emocional. Conforme la per-
sona va avanzando en dicha meditación, llega un momento en
que comienza a desenredar la madeja de estambres de colores,
como una representación de que el enredo está siendo elaborado.
Una historia Huichol (indígenas mexicanos del norte de Ja-
lisco) cuenta que dentro de nosotros habitan nuestros hijos (e hijas)
internos, esos hijos son nuestras emo-
ciones. A esos hijos hay que darles todo
lo que se da a un hijo para que crezca
saludable: reconocimiento, alimento,
cariño, atención, límites, libertad, etcé-
tera. Cuando no tratamos adecuada-
mente a uno de nuestros hijos interno,
éste nos hace travesuras, nos pone el
pie, nos abandona, se asocia con otros
para “darnos lata”, etc. Dejan de estar
en nosotros y se va a nuestra sombra y
ya no podemos disfrutar de sus benefi-
cios. Para recuperarlos, primeramente
hay que reconocerlos y pedirles perdón
por haberlos abandonado. Cumpliendo
con nuestro papel de darles reconoci-
miento, alimento, cariño, atención, límites, libertad. A cambio recibimos
sus beneficios. Enojo, miedo, tristeza y todas tus emociones feas y des-
agradables se convierten en las guardianas de nuestra alegría, de nues-
tra felicidad, de nuestra tranquilidad. Incluso estos hijos pueden llegar
a evolucionar tanto que en algunas ocasiones actúan como maestros
123
internos nuestros (Comunicación directa al maestro Rafael Núñez
del Chamán Mara’kame Huichol Agustín Xilaumine).
En nuestro Instituto, el enfoque ericksoniano estratégico nos
ha llevado a considerar, desde el punto de vista de la “utilidad”
de las emociones, la clasificación que llevó a cabo el Ministerio
de Salud de Colombia en 1999, en que agrupó 100 emociones
en 4 familias:
1) Miedo
2) Tristeza
3) Enojo
4) Alegría
124
- Miedo: tiene la capacidad de estimular la sinapsis de pre-
visión, la función de la memoria humana más evoluciona-
da y compleja, ya que utiliza toda la información acumu-
lada en la memoria para prever posibles riesgos y así po-
der protegernos de ellos.
- Tristeza: estratégicamente puede ser dirigida para que a
través del dolor emocional moderado, localice las heridas
emocionales y tiene la facultad de aliviarlas.
- Enojo: marca los límites saludables de la persona con su
entorno, ya sea para defendernos o para que respetemos
a las demás personas.
- Alegría: nos avisa que ya vamos en camino a lograr el sa-
tisfactor, o nos avisa que ya llegamos y que nos toca gozar
en lo que surge la próxima insatisfacción.
125
Conclusiones
Referencias
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127
Anexos
Familias de emociones7
7Tomado de: Manual Habilidades para la Vida, Ministerio de Salud Colombia, 1999.
128
Satisfecho Suplicante Beligerante Sorprendido
Cercano Cansado Destructivo Horrorizado
Tierno Agotado Furioso Destruido
129
Tabla de expresiones de sentimientos8
1 2 3 4 5 6
7 8 9 10 11 12 13
14 15 16 17 18 19
8 Cati L. Kordotr-l, Stasy Azok; Life Managment Skills; Wellness Reproduction Inc,
Ohio, USA; 1989; ISBN-0-9622022-4-X
130
20 21 22 23 24 25
26 27 28 29
131
132
Capítulo VI
Metáforas Terapéuticas
En una buena terapia la metáfora es la ventana de la mente al universo, es el sendero más directo
al corazón, es el golpe indirecto y más travieso, también el robo más grande a la razón.
La metáfora o te lleva o te acompaña a lugares donde la razón se niega a ir, y cuando más parece
que te engaña te muestra lo que siempre ha estado allí.
—Javier Ramírez L.
L
a metáfora puede ser un recurso poético, narrativo o
discursivo para muchos fines; lo que aquí nos ocupa es
su aplicación como recurso terapéutico. Más particu-
larizada aun, es un recurso hipnoterapéutico. Es a esta
aplicación a la que vamos a referirnos en este capítulo, presen-
tando una serie de restricciones y alcances que generalmente no
tiene en otras, como lo veremos a continuación.
¿Para qué va a ser usada la metáfora? Una metáfora es una
vía para comunicar y producir un cambio en algún tipo de acti-
tud, perspectiva, emoción, creencia y finalmente conducta y
calidad de vida. Por lo tanto, es importante diseñarla en base a
un buen trabajo de entrevista con el paciente, su historia, situa-
ción actual en los aspectos de salud, familia, social, laboral,
emocional, cambios significativos y cómo le afectan actualmen-
te, así como definir cuáles son sus metas de vida y terapéuticas;
en base a esto, se va a poder postular una hipótesis de los dife-
rentes factores de la situación no deseada del paciente y de los
133
elementos que buscamos modificar para apoyar al paciente en
el logro de sus metas.
Metáfora terapéutica
134
El símbolo
135
ver u obtener en lo cognitivo conductual, entonces estaremos
hablando de la historia compartida de ese grupo y el sistema de
creencias en común de esa cultura. Las características de la
misma serán más objetivas, por lo menos en lo que a ese grupo
se refiere.
Aunque cada símbolo tenga un significado personal, hay una
base cultural subyacente que los enmarca, matiza e impregna.
Veamos el siguiente ejemplo: Si a un grupo de personas
adultas de una misma cultura le pedimos que describa qué ima-
gen les viene de la siguiente, muy breve, descripción: a) un no-
gal plantado en tierra fértil, con raíces profundas; b) un nogal
plantado en terreno pedregoso y árido, con raíces superficiales.
La descripción general que dará el grupo respecto al escenario
(a) tendrá mucha concordancia e igualmente ocurrirá con la
situación (b).
Aquí las discrepancias serán generadas por la individualidad
de cada persona y las concordancias, por la herencia cultural
del grupo.
Figuras arquetípicas
136
El héroe (líder motivado, resiliente, valiente, etcétera).
El mentor (maestro y guía).
El mago (creador de soluciones inesperadas).
El aprendiz (está en proceso de llegar a ser como su maes-
tro).
El bufón (con pretexto de la broma dice verdades que los
demás no se atreven).
El loco (rompe todos los protocolos y hace lo impensable)
(Jung y Sallie Nichols, 1988).
137
Aquí también podremos encontrar, en cada grupo de personas,
experiencias de concordancias y discrepancias que se darán
respectivamente, las primeras por la herencia cultural grupal y
las segundas por la historia y experiencia personal de cada uno.
138
Literalidad de la mente en trance
139
Aquí Arnoldo Téllez nos señaló lo que estaba ocurriendo: la
mente del paciente en trance, estaba funcionando con la litera-
lidad infantil, buscando encontrar el sabor que se le indicó.
Se pueden contar metáforas, siempre cuidando que lo na-
rrado sea aquello que deseamos que el paciente experimente, lo
deseable. Pero es necesario ser precavidos con las “expresiones”
o palabras metafóricas, pues pueden dar resultados imprevistos.
En uno de sus seminarios, el doctor Milton Erickson men-
cionaba ocho características o valores de las metáforas y anécdo-
tas terapéuticas:
140
el paciente pueda identificar como dirigido a él, pero mante-
niendo su objetivo.
Funcionalidad de la metáfora
141
Es importante que toda metáfora cuide de puntualizar solo
lo deseable y lo positivo, pues es lo que evocará en el paciente y
sus componentes siempre deben de reforzar la resiliencia.
Una metáfora es una vía para comunicar y producir un cam-
bio en algún tipo de actitud, perspectiva, percepción, emoción,
creencia y finalmente conducta y calidad de vida, por lo que es
importante definir para qué va a ser usada y así poder diseñar-
la. Para esto se requiere un buen trabajo de entrevista con el
paciente y, en base a esto, poder postular una hipótesis de los
diferentes factores de la situación no deseada, así como las
áreas en las que buscamos apoyar al paciente en el logro de sus
metas.
Al construir una metáfora es importante evitar sobre-definir
sus elementos, para permitir que surjan del subconsciente del
paciente los siguientes dos aspectos: el subjetivo o la experien-
cia propia, y el objetivo, su cultura y experiencias vividas en
comunidad.
Otra importante razón es que al sobre-definir la metáfora se
puede llegar a entrar en conflicto con lo que esté experimen-
tando el paciente en trance, con la posible salida del trance ante
esa incoherencia (Bandler y Grinder, 1997).
142
Estas técnicas ya resumidas, son las siguientes:
143
enlace (a los que están culturalmente asociados) reforzando
al quinto y último mensaje de la siguiente manera:
144
atención del paciente se vea desviada a pensar “este terapeu-
ta ¿piensa que soy un niño o algo así?
2. Como terapeuta, evite ser el protagonista de las historias que
narra (Lankton y Lankton, 1986).
Construyendo la metáfora
145
2. Identificar la sintomatología y emociones no deseables; es
decir, estar atentos a los elementos psicosomáticos y emocio-
nales que lleven al paciente a consulta.
3. Identificar lo que sí desea obtener, en este caso, obviamente
serían elementos contrarios a la lista de lo que nos pudo ha-
ber dado en el punto anterior.
4. De estos elementos deseables, usar analogías que tengan que
ver con situaciones propias de la naturaleza, funcionamiento
de un sistema, verdades o truismos universales, científicos o
culturales que le den estructura a la historia.
146
menos probables de resistir, pudiendo ser elementos de carác-
ter animal, vegetal, o artificial. Estos pueden ser tomados de la
misma naturaleza (el viento, ríos, mares, montañas, hielo, nu-
bes, etc.) o algo elaborado por la mano del hombre como una
computadora, un automóvil, un tren. Incluso se pueden men-
cionar los elementos que conforman un proceso como el creci-
miento de un árbol, la formación de la lluvia o la formación del
hielo, la cadena de vida en un ecosistema o la fabricación de un
producto dado.
Una vez completados los elementos anteriores, proponemos
una historia y un escenario, entretejiéndola en dirección a la
meta prefijada, más con la imaginación que con la lógica, pero
sin perder la coherencia, revisando que los elementos estén
unidos con una sintaxis agradable de oír, con elementos de
resiliencia y orientación a futuro, si es posible incluyendo de
manera discreta las creencias y valores personales o grupales
expresados por el paciente en la entrevista, cuidando de no
sobre-definir los escenarios.
El desarrollo de la historia debe de fomentar la creencia de
que el logro es regularmente gradual, pero alcanzable, deta-
llando y puntualizando solo las características deseables de él o
los elementos que escogimos.
Crear una imagen final que deje algo a la interpretación
creativa del paciente, generando curiosidad e interés en el te-
ma, y tener el cuidado de que ese algo no incluya a lo no desea-
do.
Dejar un “disparador inevitable” a futuro de la respuesta
emotiva o conductual deseada. Cuidar de revisar la metáfora
con tiempo, antes de narrarla al paciente.
147
Ejemplo 1: Pacientes asmáticos
148
Es importante hacer notar que un elemento, símbolo, acto o
imagen en conjunto puede contener uno o más de los elemen-
tos deseables en cada escena que presente.
Escogimos como elemento natural al aire, también al proce-
so de crecimiento de un árbol desde su semilla. Como escenario
un bosque, puntualizando el espacio entre los árboles.
Elementos e interacciones básicas en el escenario:
149
tenderá a adaptarlo al sistema de pensamiento ya existente, por
lo que es de esperarse que su efecto sea mucho menor.
A continuación presentamos en la técnica de encapsulado la
metáfora ya construida con los elementos y escenarios antes
citados.
150
8, 7, y tu trance puede seguir incrementándose (implicación
simple futura), 6, 5, estamos acercándonos cada vez más, 4,
3, 2, casi llegando, 1, profundamente relajado(a). Cuando
caminamos tantas veces por los mismos lugares nos pasa que
dejamos de prestar atención el paisaje, ya no nos damos
cuenta de esas cosas que antes nos maravillaban, pero a veces
eso pasa y es normal, lo que antes era bueno, después parece
no serlo tanto y lo que no era tan bueno puede, después de
un cierto tiempo volverse valioso y cambiamos nuestra ma-
nera de pensar y eso es normal, porque en este mundo nada
permanece exactamente igual, todo está continuamente
cambiando (truismo universal), incluso un amanecer es
completamente diferente a otro, no hay dos iguales, aunque
nos lo parezcan.
151
lo especial y afortunadas que eran, a diferencia de todas las
demás semillas, pues esas lograron salir y crecer. El tiempo
siguió pasando, y años después, al pasar nuevamente por
aquel lugar, lo que encontré ya no fueron unas pequeñas
plantas sino dos poderosos y extraordinarios árboles cuyas
verdes hojas les permitían inhalar el aire fresco para trans-
formarlo en el más suave y puro oxígeno. Sus movimientos
fáciles y naturales de ingreso y expulsión del aire les hacían
estar en un balance y un equilibrio armonioso, lo que a su
vez lograba que toda la vegetación de aquel lugar fuera tupi-
da y exuberante, por la gran capacidad de aire puro que esos
árboles producían, además de la abundante lluvia vital que
estos atraían, todo lo cual les había ayudado a crecer y hacer-
se cada vez más y más, y más fuertes, tan fuertes y diferentes
que me cuesta trabajo recordar lo pequeños y frágiles que
fueron tiempo atrás. Y mientras ese par de árboles siguen
creciendo en su lugar, sin hacer nada en especial, solo seguir
su sabia naturaleza (truismo universal), tú puedes recordar
que desde que eras muy niño(a) has aprendido, aprendido
cosas reales (sembrado de ideas) y cosas falsas o que fueron
reales y luego se volvieron falsas (técnica de confusión se-
mántica), como por decir, imagina que tú tienes 3 años en
este momento y hay algunas cosas que no puedes hacer (re-
gresión). En un tiempo eso fue real, mas ya no lo es, porque
has crecido y aprendido nuevas cosas, algunas de ellas no te
has dado cuenta que las sabes (no saber no hacer). Tú has
pasado algunos momentos difíciles con tu respiración y has
salido de todos ellos, en un tiempo más corto o más largo, en
ocasiones con ayuda y en otras sin ayuda, pero has salido de
todas. Tu cuerpo ha aprendido a reaccionar ante ciertos es-
tímulos con una sobre-respuesta pero también tu cuerpo ha
aprendido (no saber no hacer) cómo salir de esta reacción y
lo ha hecho tantas veces de manera exitosa que ya lo sabe
152
hacer muy bien. Ahora eres una persona que ha ido madu-
rando y aprendiendo cada vez más, y de lo que te das cuenta
(técnica de confusión) es que hay cosas que son importantes
de recordar, y la más importante que tienes que recordar, es
que tienes que olvidar (amnesia). Lo que antes era imposible
o molesto ahora puede no serlo tanto o no serlo más (confu-
sión semántica). Pues todo cambia continuamente, nada
permanece igual, hay algunos cambios que aun siendo nota-
bles, no se notan (confusión semántica). Y en el momento
en que más lo necesites te darás cuenta de lo fuerte que eres
y cuánto has cambiado (progresión en edad con vinculación
positiva, sugestión post hipnótica), y todo esto lo puede ol-
vidar tu mente consciente pero tu mente inconsciente sabrá
lo que tiene que hacer (amnesia) (al final de la historia).
153
mino de la metáfora). (Autores: Alicia Ramos Cordero, Javier Ramí-
rez Lira, Liliana Molerez Pulido)
Narrando la metáfora
Técnica de reimprontación
154
que en algunos casos es posible que, al narrarle al paciente (en
trance) el evento traumático que nos relató, sin cambiar el even-
to principal, pero cambiando en algo en su desarrollo o conclu-
sión, dándole “herramientas emocionales” a la persona, quitan-
do alguno de los elementos del recuerdo traumático o agregan-
do algún elemento de apoyo, este puede experimentar un fuer-
te alivio emocional al respecto; a esto se le conoce como “reim-
prontación” y se usa en diferentes técnicas de terapia (Luco,
2015).
A la reimprontación también se le puede fundamentar en la
Gestalt, al solucionar asuntos inconclusos, pero corresponde
más a la “Terapia de estados del ego” de los Watkins, ya que se
realiza por medio del trance hipnótico.
155
po que intentaba hablar, sintiendo tristeza, indignación y mu-
chas ganas de llorar, mas no le salían las lágrimas. Después de
eso, se sentía enojada y triste, con molestia en la garganta.
Después de la inducción al trance hipnótico, se le guio de la
siguiente manera (utilizando como guía de búsqueda las emo-
ciones y sensaciones mencionadas por el paciente como asocia-
das al síntoma):
156
a mi abuela diciéndole a mi papá que yo era una niña un
tanto malcriada, pero buena, lo que me enojó más.
T: Ya estas allí otra vez, y vuelves a ir atrás en el tiempo. En
el momento en que tu abuela te da los dulces, ¿qué quieres
hacer?
Ana: Devolverle los dulces y pedirle que sea justa, que corrija
a mi hermano o yo voy a decírselo a mi papá.
T: Allí está tu abuela, puedes hacerlo.
Ana: Abuela, qué injusta eres, mi hermano es tu preferido y
por eso le toleras todo. Ten tus dulces, no los quiero, ¿oyes?
No los quiero, o corriges a mi hermano o yo le voy a dar la
queja a mi papá de todo lo que ha pasado esta semana,
cuando llegue.
T: ¿Que más pasa?
Ana: Mi abuela está sorprendida y parece asustada, me dice
que me calme.
T: ¿Tú que haces?
Ana: Le digo que no, que ya no me calmo, o lo corrige o le
doy la queja a mi papá.
T: ¿Y luego?
Ana: Ella lo corrige, pero suavemente, nada como me trata a
mí.
T: ¿Ante eso cómo estás?
Ana: Bien, me siento tranquila.
T: ¿Queda algo de tristeza, enojo o molestia en la garganta?
Ana: No.
T: ¿Deseas llorar?
T: ¿Deseas comer dulces?
Ana: No, ninguno.
T: ¿Necesitas hacer o decir algo más a alguien?
Ana: Ya no.
T: Muy bien, te voy a pedir que vayas regresando al presente
y si encuentras algún evento similar que desees sanar, te de-
157
tengas y me lo indiques, o al llegar al presente me lo hagas
saber.
Ana va dejando transcurrir el tiempo y después de algo más
de un minuto.
Ana: Ya, ya estoy aquí.
T: ¿Aquí en este lugar?
Ana: Sí.
T: Muy bien, ahora te pido que veas frente a ti, uno de los
últimos eventos en que tu marido o alguno de tus hijos fue-
ron injustos contigo o se mantuvieron en su error, indícame-
lo cuando ya lo veas.
Después de unos segundos.
Ana: Ya, ya está allí.
T: ¿Qué es lo que está allí?
Ana: Mi hija que quiere que le ayude a planchar su ropa pa-
ra mañana porque ella va a salir a una fiesta y se le va a ha-
cer muy noche para llegar planchando, yo ya ando cansada
de lo que hice en el día, pero ella insiste en que “no sea ma-
la” y le ayude con su ropa.
T: ¿Qué le respondes tú?
Ana: Le digo que es muy injusta y ella sigue pidiéndomelo.
T: ¿Cómo te sientes?
Ana: Molesta, pero tranquila, es su responsabilidad.
T: ¿Alguna sensación de tristeza, ganas de llorar o molestia
en la garganta?
Ana: Solo algo de enojo.
T: Lógico.
Aquí el terapeuta saca del trance a Ana y da por concluida la
sesión.
158
Otro enfoque
159
todos los demás que llamaremos el fondo, para motivar en el
individuo que su organismo movilice sus energías para obte-
ner el objeto deseado hasta lograr hacer contacto con él y de
esta manera satisfacer entonces la necesidad identificada, una
vez satisfecha podrá volver al estado de reposo y estará listo
para satisfacer a la nueva necesidad que vaya a surgir y así
iniciar otro nuevo ciclo.
En los esquemas clásicos del ciclo de experiencia en la
Gestalt se identifican de cuatro a seis etapas sucesivas, toma-
remos este último:
160
giendo sus energías a aquellas partes del cuerpo requeri-
das para lograr el objetivo deseado.
6. Contacto. Es la etapa final. En el contacto, se da la unión
plena del sujeto con el objeto de la necesidad para lograr
finalmente la satisfacción de la misma. Esta etapa termina
cuando el sujeto se da por satisfecho y puede volver a
quedar en estado de reposo desprendiéndose del objeto
(la retirada), listo para satisfacer la siguiente necesidad;
casi siempre ocurren simultáneamente varios ciclos a sa-
tisfacer, pero jerarquizados.
Me excito, Retroflexión
Introyección energización
Tomo
conciencia, Acción
me doy
cuenta, hago
figura
Deflexión
Proyección
Sensación Contacto
Reposo,
todo vuelve
al fondo Confluencia
Desensibilización
161
La interrupción o bloqueo en cualquiera de las etapas del ciclo
puede originar una situación no resuelta, la importancia vital
de la necesidad o necesidades no satisfechas; de estas y el im-
pacto emocional que provoquen, dependerá el grado de trauma
y el daño existencial que impliquen.
Relato
Recuerdo la anécdota que una vez nos platicó uno de mis maes-
tros de la escuela primaria “Dr. Jaime Torres Bodet”, cuando
yo fui su alumno, acerca de un niño llamado Juan Antonio, que
estuvo 3 o 4 años antes que yo en esa escuela.
Me contaba mi maestro que a este niño un grupo de mucha-
chos lo habían tomado como su entretenimiento. En mis tiem-
pos se decía que “ya lo agarraron de su puerquito”; ahora le
decimos bullying y como lo hacían era que, a la hora del descan-
so o recreo, esperaban a que fuera a sentarse en el lugar en que
él acostumbraba, en una parte del patio escolar mirando hacia
el Cerro de la Silla. Mientras pensaba o soñaba allí, a su espalda
el grupito de abusivos comenzaban a lanzarle pequeñas piedri-
tas, golpeándole en la espalda, cuello y cabeza (el blanco era su
cabeza) anotándose puntos al que le atinaba, mientras el niño
permanecía inmóvil, abstraído. Al paso del tiempo, los niños
incrementaron en algo el tamaño de las piedritas, logrando con
esto que al impactarlo se estremeciera o se pasara la mano por
la cabeza en donde había pegado la piedrita, sin poner atención
a la molestia que sentía porque le estaban apedreando. Bueno,
“apiedritando”, concedamos la diferencia. Finalmente un día
alguien le lanzó una piedra un poco más fuerte o más grande y
él notó que sentía dolor en la cabeza, con lo que estuvo sobán-
dose un buen rato. Por un momento dejaron de lanzarle pie-
162
dras temiendo haberlo descalabrado, mas viendo que él no hizo
escándalo y se quedó en el mismo lugar se despreocuparon. En
eso sonó el timbre y se terminó el recreo, cada quien se fue a su
salón. Al siguiente día, Juan Antonio, después de comer su lon-
che fue a sentarse al lugar de siempre y el grupito de molesta-
dores lo siguió disimuladamente, ya que notaron que otra vez
estaba absorto mirando hacia el cerro. Comenzaron a arrojarle
piedritas (algo medianas) con intención de pegarle a la cabeza y
al pegarle las primeras, él las sintió y de inmediato se volteó a
ver quién se las lanzó. Entonces vio a los que se las estaban lan-
zando. Él se quedó desconcertado de ver que lo estuvieran mo-
lestando, los otros también al notar que había volteado a verlos
y al verse descubiertos huyeron rápidamente. Juan Antonio
tardó en reaccionar, para cuando quiso hacer algo ya no había
nadie a la vista. Por varios días lo dejaron en paz, mas luego el
grupito decidió volver a molestarlo, pero esta vez al lanzarle las
piedras, él se volteó rápidamente y se lanzó en su persecución
dándoles alcance, comenzó la pelea (muy desigual) entre los
cinco del grupito y Juan Antonio, quien aunque delgado era
fuerte y ágil, repartiendo patadas y puñetazos. Rompió varias
narices e hinchó varios ojos. Los del grupito estaban a la vez
que enfurecidos, asustados de los golpes que él les lanzaba; en
eso, uno de los maestros vio la pelea que estaba pasando. Como
es lógico, todos los participantes fueron a dar a la dirección de
la escuela. En principio quisieron echarle la culpa a Juan Anto-
nio, diciendo que él los había provocado y atacado primero, él
se defendió dando su versión de lo ocurrido mas los maestros
conocían a Juan Antonio y también a los otros cinco, así que por
separado los fueron interrogando, de uno por uno, hasta que
fue saliendo la verdad. Los cinco fueron expulsados por una
semana y obligados a pedirle disculpas, con la condicionalidad
de que cualquier agresión a Juan Antonio, dentro o fuera de la
escuela, sería castigada con la expulsión definitiva. A él le seña-
163
laron que en otra ocasión, mejor diera la queja a algún maestro
o lo expulsarían también.
Él siguió yendo en los recreos a sentarse al mismo lugar,
mirando al Cerro de la Silla, mas ya no tan frecuentemente,
pues el haberle hecho frente al grupito de abusadores lo hizo
popular en la escuela y los nuevos amigos lo buscaban para par-
ticipar en los juegos. Al paso del tiempo los abusadores también
fueron haciéndose amigos de él (a esa edad se tiene la sabiduría
de no quedarse con el enojo permanentemente). A partir de ese
evento, Juan Antonio cambió (según decía mi maestro), dejó de
ser tan introvertido y lucía más despierto, más sociable, más
relajado. Yo en ocasiones me he preguntado, ¿por qué mi
maestro nos platicó esa historia?
Ahora bien, ¿podrás tú encontrar los elementos que fomen-
tan la resiliencia en esta metáfora? Y si te pidiera que encontra-
ras los elementos del ciclo de la experiencia, ¿los ves? ¿Cuál fue
el propósito de construir esta metáfora? ¿Hay un solo propósi-
to? O para ti, ¿tiene varios niveles o sentidos? ¿Cuáles fueron
los elementos a incluir del ciclo de la experiencia?
Conclusiones
164
igual que en estas áreas, a mayor práctica, mayor facilidad de
realización.
La narrativa en la metáfora es tan importante como su cons-
trucción, pues es indispensable una voz interesante e interesada
en lo que narra, con tintes de actuación, que involucren y refle-
jen en el manejo de la voz, tanto la tonalidad como las emocio-
nes requeridas por la historia e intención final, así como el
mantenimiento del trance, al igual que las puntualizaciones en
las palabras clave que provoquen en el paciente, en casi todo
momento, un deseo de permanecer en el trance y en la vivencia
que se está teniendo, o que de manera inconsciente, involunta-
ria, el individuo sea guiado más allá de lo que él mismo o el
terapeuta puedan imaginar.
Recordemos que el terapeuta es un mero motivador, el gran
actor es el subconsciente y él hará algo de esta obra según sea
su estado de ánimo, salud y las experiencias con que cuente, así
como los comentarios y vivencias que haya tenido en los mo-
mentos previos al trance.
Todos hemos sido niños, así que todos podemos tener fanta-
sías y acceder a un universo de emociones y evocaciones, expe-
rimentando aquellas vivencias que solíamos tener de niños, al
escuchar esas historias de nuestra niñez y dejando libre la ima-
ginación, cabalgar a lomos del deseo.
Referencias
Bandler, R., & Grinder, J. (1993). Trance Fórmate. Madrid: Editorial Gaia.
Lankton, S., & Lankton, C. (1986). Enchantment and intervention in family therapy: Train-
ing in Ericksonian Approaches. New York: Brunner/Mazel.
Luco, A. (2015) Titulo del cartel. Trabajo o sesión de cartel presentado en la conferencia
de Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, N.L.
Nichols, S. (1989). Jung y el Tarot: Un viaje arquetípico. Barcelona: Editorial Kairos S.A.
Peñarrubia, F. (1998). Terapia Gestalt: la vía del vacío fértil. Madrid: Alianza Editorial.
Téllez, A. (2007). Hipnosis Clínica: Un Enfoque Ericksoniano. México: Trillas.
165
Téllez, A. (2003). La memoria humana: Revisión de los hallazgos y propuestas de un modelo
neuropsicológico. (Tesis de maestría). Universidad Autónoma de Nuevo León. Monte-
rrey, México.
Zeig, J. (1992). Un seminario didáctico de M. H. Erickson. Buenos Aires: Amorrortu Edito-
res.
166
Capítulo VII
Técnica de Regresión Hipnótica
por Confusión Temporal:
Una Demostración de
su Aplicación
Arnoldo Téllez López 10
Liliana Molerez Pulido
José Luis Garza López
L
a confusión es una técnica muy recomendada y utili-
zada por Milton H. Erickson para inducir al trance
hipnótico. Pero además, la confusión de tiempo o
confusión temporal, es sumamente útil, aparte de
inducir al trance, para facilitar la desestructuración y desorien-
tación del presente, del aquí y el ahora, para después orientar
al paciente hacia el pasado, a un momento concreto del pasado,
a lo que se le denomina regresión en edad hipnótica (Téllez,
2007). La regresión en edad se refiere al uso de la hipnosis para
facilitar la reexperimentación o recuerdo muy vívido de una
etapa anterior en la vida, con la intención generalmente de que
el paciente lo revise, lo reestructure, lo resuelva y/o sane alguna
herida emocional a causa de un evento traumático. Para el lo-
gro de una ganancia terapéutica, durante el proceso de regre-
sión, es importante y necesario el uso de la reestructuración
cognitiva (Hammond, 1990). También es importante mencio-
167
nar que, aunque la catarsis o abreacción son comunes durante
la regresión, estas no son necesarias para que haya una ganan-
cia terapéutica (Hunter, 2009).
Contrario a lo que se cree, también se puede usar la regre-
sión en edad para buscar recursos olvidados de experiencias
muy positivas para traerlas o asociarlas al presente o para rees-
tructurar el recuerdo de un evento traumático, como lo vere-
mos en este caso. Esto es usar la regresión en edad con enfoque
en solución o regresión positiva. Ya que existe la creencia gene-
ralizada de que la regresión hipnótica es solo para buscar trau-
mas “enterrados” en el inconsciente, y al hacerlos conscientes
viene automáticamente la cura, lo que obviamente no siempre
es así.
Estas experiencias positivas reexperimentadas o recordadas
pueden ser vivencias anteriores de éxito, resolución de proble-
mas, sensaciones de seguridad en sí mismo, y/o bienestar fisio-
lógico y psicológico, que se usan para evocar habilidades y re-
cursos para afrontar alguna otra situación donde el paciente se
haya visto des-empoderado (Edgette y Edgette, 1995).
Un buen ejemplo de un trabajo de regresión con este enfo-
que es “El Hombre de Febrero” donde Erickson (Erickson y
Rossi, 1992) hace un trabajo excelente con una paciente. Des-
pués de una regresión a etapas tempranas, Erickson le implanta
una persona que la estima, la aconseja y la cuida. Esta persona,
“el hombre de febrero”, discute con ella cosas o situaciones de
la vida diaria. Al final de la sesión Erickson le produce amnesia
para el evento y la persona despertaba con una sensación de
bienestar. El resultado fue una internalización de una persona
protectora, que la quería, aconsejaba y cuidaba, con una mejora
en su autoestima.
La técnica de regresión en edad que a continuación describo,
fue desarrollada por el primer autor y aplicada a una mujer de
44 años, que llamaremos Janeth, psicóloga, casada y con dos
168
hijos, y que además era estudiante en un curso de hipnosis clí-
nica impartido en el estado de Baja California, y participó como
voluntaria en una práctica demostrativa. Veamos la técnica y su
aplicación.
Inducción al Trance
169
Escuchando mi voz.
Relajándote más y más cada vez.
Quiero decirte.
Que el tiempo es relativo.
Tú sabes.
Sabes.
Que mañana será domingo.
Ayer fue viernes.
Yo apenas ayer estaba en Monterrey.
Hoy es sábado y estoy en La Paz.
Mañana será domingo
Apenas ayer pensaba en sábado como mañana.
Y domingo como pasado mañana.
Cuando llegue el día de mañana.
Pensaremos en domingo como hoy.
Y hoy sábado como ayer.
Y ayer viernes como antier.
Y pasado mañana lunes como mañana.
Y hoy como ayer.
Hoy, mañana, pasado mañana, ayer, antier, la semana en-
trante, la semana que viene, la semana pasada, el mes pasa-
do, el año anterior.
El tiempo es relativo.
Pero si en lugar.
De estar a sábado.
Estuviéramos a miércoles
Mañana no sería domingo sino jueves.
Y ayer no sería viernes, sino martes.
Ayer.
170
Pasado mañana.
Enero.
Febrero.
Marzo.
Abril.
Mayo.
Junio.
Julio.
Octubre.
Noviembre.
Octubre.
El tiempo es relativo.
Lunes.
Domingo.
Sábado.
Viernes.
Jueves.
Septiembre.
Agosto.
Junio.
Mayo.
Abril.
Marzo.
Febrero.
Enero.
Diciembre.
Noviembre.
Octubre.
El tiempo va hacia atrás.
No estamos en el 2011-08-14 (decir fecha actual e ir ajustando
las siguientes fechas).
Ni siquiera en el 2008.
Ni en el 2002.
171
Ni en el año 1999.
El tiempo va hacia atrás, hacia atrás…
Explorando el Momento
172
P: Tenía que hacerme un legrado en la matriz, que no se ex-
plicaba la presencia de algo.
T: ¿Pero vas a la Exposición?
P: No fui, porque me quede internada.
T: ¿Te quedaste?
P: Si, mi marido se fue a la Exposición
T: ¿Estás ahí en ese momento? ¿Cómo te sientes?
P: Estaba contenta
T: ¿Por qué?
P: Me sentí bien, porque no tenía nada, me veía bien.
(La paciente hace gestos faciales y respira profundamente, lo detecto
y le pregunto lo siguiente).
T: OK, correcto, ¿Qué pasa ahora?
P: Mi esposo se fue a Ciudad del Cabo, y no me dijo.
T: ¿Te dejó sola?
P: Sí
T. ¿Y eso cómo te hace sentir?
P: No me gusta.
T: ¿Cómo te hace sentir eso?
P: Incomoda porque sentía que no le importaba.
T: ¿Eso pensabas?, sigue observando. ¿Qué más pasa?
P: Me regresé al día siguiente y tuve licencia médica, luego
me darían los resultados, y el miércoles me llamaron y me
dijo que tenía cáncer (la paciente llora). Me sentía mal, deses-
perada, con miedo.
T: ¿Con miedo?
P: Sí.
T: Quiero que te veas a ti misma y todo lo que ocurre en una
pantalla (sugiero disociación para atenuar la intensidad de la
catarsis). ¿Te estás viendo en esa pantalla?
P: Sí, me dijo el médico y me dio el nombre del tumor.
T: ¿Que siguió pasando?
173
P: Mi esposo supo, no sabíamos que hacer. Fuimos con ma-
má a decirle, todos lloraban. Mi esposo se emborrachó. Yo
estuve sola, porque él se emborrachó. Fueron días muy difí-
ciles.
T: ¿Muy difíciles?
P: Sí. Mi esposo tiene un amigo que nos trajo a los Cabos,
fuimos al médico, me dio fecha para operación, me hicieron
unos estudios horribles. Esa semana fue difícil, después del
estudio, porque yo creía que la enfermedad avanzaba y que
pasaban los días. Mi esposo no me quiso acompañar. Él de-
cía que no tenía caso, que él iba hasta el día siguiente. Yo me
sentí mal, mi mamá fue conmigo, pero yo la tenía que cuidar
a ella. Yo quería que alguien me cuidara a mí y no yo a ella.
Ese día que fuimos al hospital, una amiga habló con otras
amigas y ese día me estaban esperando, y nos fuimos a co-
mer y luego me metí al hospital. Ese día estuve muy bien, me
quedé sola en el hospital y recorrí el hospital a ver a todas las
pacientes, me sentí bien, aparentemente no me quería que-
dar sola y mejor platiqué con las pacientes.
T: ¿Qué más pasa?
P: Me llevaron a la operación, me sentía tranquila porque
pensaba que ya las cosas hasta ahí iban a pasar, pero el doc-
tor me dijo que había que mandar analizar, para ver si el
cáncer no se había desparramado y fueron dos días de mu-
cha angustia esperando resultados. Había días que sentía
que el corazón se me salía. Una sensación horrible en el es-
tómago. Hasta que me dieron el resultado. Me dijeron que
todo el cáncer se había salido, y que era de un tipo muy
agresivo, y que no sabían cómo iba a evolucionar y que a lo
mejor tenían que darme radiaciones, yo no sabía.
T: ¿Eso era difícil?
P: Sí, porque siempre estuve sola.
T: ¿Sola en las radiaciones?
174
P: En todo.
T: Después de la quimio, ¿te sentiste sola?
P: Sí, mi esposo siempre dijo que no me acompañaba porque
me pondría débil y que sola lucharía por mí misma.
T: ¿Que más está pasando?
P: Siempre en ese tiempo sentí mucho desinterés de su par-
te. Una vez estaba en la casa, y me sentí mal, le grité a una
prima mía que es vecina, que me sentía mal y ella le habló
por teléfono a mi esposo y él nunca llegó, y yo me estaba
muriendo.
T: ¿Qué pasó?
P: Me habían bajado las defensas por la quimioterapia y es-
taba muy mal, y él no iba porque estaba atendiendo un pe-
rro.
T: ¿Ese es su trabajo?
P: Sí.
T: ¿Que más está pasando?
T: Me internaron, me pusieron sangre y nomás fue y me de-
jó ahí.
T: Ajá, ¿qué más pasó?
P: Ahí estuve muy mal, pero ya después de eso, estuve mejor,
esa fue la segunda vez de la quimio, me faltaban 4, estuve
bien. Después de la quimio estuve bien, me daban 4 días se-
guidos, tenía que andar en taxi o camión, y me mareaba, me
daban ganas de vomitar.
T: ¿Sí?
P: Cuando me pusieron las radiaciones, me dieron una ra-
diación interna, estuve 3 días incomunicada, sin moverme y
estuve sola. Fui y regresé sola.
T: ¿Sola?
P: Sí, esa radiación interna me afectó mucho la vagina, me la
dejó irritada. He hecho esfuerzos por estar mejor, mi marido
también. Hemos cambiado. No siento resentimiento. No
175
tengo ganas de tener relaciones con él y él sufre pero a mí
no me importa. El otro día me dijo que a él le podía mucho
eso y me siento mal, porque dije que no me importaba, que
ese era asunto de él, que si él quería tener alguna relación
que me conquistara, que yo no iba a mover ningún dedo pa-
ra eso.
T: ¿OK, correcto? Sigue observando, ¿cómo te sientes?
P: Bien, muy bien.
176
mos caminando por las calles recorriendo la feria. Estábamos
muy contentos. Estábamos juntos.
T: ¿Cómo te sientes?
P: Muy bien.
T: Sigue observando, ¿Qué pasa?
P: Yo tenía frío, allá generalmente hace fresco y él me prestó
su chamarra.
T: ¿Te prestó su chamarra?
P: Sí, fuimos al hotel muy bonito.
T: ¿Se la pasaron muy bien?
P: Sí.
T: Quiero que sigas observando y manteniendo esa sensa-
ción, repite una palabra tuya para recordar esa sensación,
como puedes llamarle a esa sensación.
P: Satisfacción.
T: Que llegue la imagen, observa la sensación, respira esa
sensación. ¡Satisfacción! Esa palabra mágica es tuya.
177
P: No, porque me hicieron cesárea, solo me lo enseña. Era
muy chillón.
T: ¿Qué se siente tener un bebe?
P: Muy feliz.
T: ¿Fue parte tuya por 9 meses?
P: Sí.
T: Excelente, quiero que observes esa sensación. ¿Cómo le
llamas a esa sensación?
P: Felicidad.
(Con la intención que la paciente evoque un momento importante
con su hijo recién nacido, se le hace la siguiente sugestión.)
T: Ahora quiero que vayas a unas horas o días hacia adelan-
te, un poco más adelante. ¿Qué pasa ahora?
P: Estoy abrazándolo, lo veo y me parece increíble. Me siento
con mucha responsabilidad, de que algo le pase.
T: ¿Estas cargándolo?
P: Sí, está pesado.
T: Así que lo alimentaste bien por los 9 meses. ¿Está ham-
briento?
P: Más o menos, nunca pide más.
178
ción de felicidad y satisfacción. ¿Que ves allá? Con esa misma
sensación.
P: Pues les dije que se fueran, incluso fuimos al centro, creo
que fue lo mejor. Me llevaron al doctor. Sentí un gran alivio
de que la operación fuera en una semana. A mi hijo lo en-
cargué con todo el mundo.
T: Ahora la palabra secreta es satisfacción y felicidad. Sigue.
P: Me operaron y me sentí contenta porque me quitaron al-
go que me hacía daño, y me pareció correcto el tratamiento,
que al fin de cuenta significaba mi vida.
T: ¿Qué más?
P: Mi esposo, lo entiendo. Él está acostumbrado a que lo
cuiden y no a cuidar.
T: ¿Qué pasa en la pantalla?
P: Estoy bien, me propuse sentirme mal sábado y domingo
para ir a trabajar el lunes, mucha gente se preocupó.
179
Comentario Final
180
debido al recuerdo de eventos muy dolorosos que pudieran
presentarse en la sesión.
2. Mantener la atención de la información no verbal que el suje-
to manifieste durante el desarrollo del proceso como pueden
ser expresiones faciales, cambio de respiración, manifesta-
ciones de incomodidad, sonidos que pudieran traducirse
como quejas, etc., que nos permitan inferir de la vivencia de
un evento emocionalmente importante.
3. Elaborar preguntas utilizando la última palabra o frase dicha
por el paciente, para obtención de más información, y utili-
zar preguntas neutras, como ¿qué más pasa?, ¿qué pasa aho-
ra? Esto con la intención de evitar utilizar preguntas que
sesguen la respuesta del paciente.
4. En caso de ser necesario, dependiendo de la intensidad emo-
cional, si ésta lleva al sujeto a un momento de alto impacto
emocional, utilizar la disociación, como se mostró aquí.
5. Durante el proceso tomar en cuenta los eventos positivos o
memorias agradables del paciente para reestructurar el pro-
blema.
6. Usar durante el proceso tono de voz suave y amigable.
7. Ser respetuoso y solicitar permiso al paciente en caso de re-
querir un anclaje kinestésico.
8. Evitar presionar al paciente entre pregunta del terapeuta y la
respuesta del mismo, dándole el tiempo necesario para res-
ponder. Si no quiere responder, respetemos, y continuemos
con el siguiente cuestionamiento.
Referencias
181
Hammond, D.C. (1990). Hypnotic Suggestions and Metaphors. New York: Norton.
Hunter C. R. (2009). The Five Phases of Regression Therapy. Australian Journal of Clini-
cal Hypnotherapy and Hypnosis, 30(1), 14-25.
Téllez, A. (2007). Hipnosis Clínica: Un Enfoque Ericksoniano. México: Trillas.
182
Capítulo VIII
Amor a Primera Vista: Primeras
Maniobras en Terapia de Pareja
Conjunta
Jorge Orozco Mendoza 11
E
n una relación de pareja se pueden vivir algunas de
las experiencias más sublimes y significativas de la
vida, como el ser amado, cuidado y aceptado por otro
quien no tiene necesariamente responsabilidad filial
de hacerlo, sin embargo, asimismo, se pueden evocar experien-
cias denigrantes y lascivas como el desprecio, el abandono, la
violencia y la traición, eventos que pueden causar heridas emo-
cionales con graves consecuencias psicológicas y relacionales a
largo plazo.
Al parecer en la historia de la evolución del ser humano, la
vida conyugal es un importante hito; al respecto Eguiluz, Romo
(2007) explica que “el antecedente de todo tipo de grupo hu-
mano es la pareja”. En distintas épocas y en diversas culturas los
grupos humanos han creado modos particulares de organiza-
ción dentro de los cuales la pareja ha constituido el núcleo cen-
tral para estructurar y dirigir la evolución de estas sociedades,
183
independientemente del tiempo histórico y la cultura. Es decir,
es posible que hayan cambiado las manifestaciones de las rela-
ciones de la pareja, pero socialmente permanece como una base
de la estructura social.
Así, se sabe que la pareja cubre funciones biológicas, psicoló-
gicas y sociales sin las cuales sería difícil concebir la existencia
de la especie humana tal y como la se conoce actualmente.
Sin embargo, la pareja actualmente está en crisis, la intro-
ducción a la modernidad y la difícil transición a la posmoderni-
dad han inaugurado complejidades en la estructura, dinámica y
función de la relación que implican retos y desafíos para los
cuales, todavía, no se encuentra preparada. Por ejemplo, para
Velasco Alva (2007) la concepción subjetiva del amor, su prácti-
ca y sus fines han cambiado paralelamente a la transformación
de las estructuras económicas, sociales y al concepto de familia y
de pareja. Signos de la permanencia y la evolución de esta crisis
es lo que el investigador Daniel Goleman refiere al respecto:
184
continuó la tendencia a la baja, encontrándose de 10 a 20 años,
y finalmente para 2000 disminuyó de 5 a 10 años. Continuando
con cifras del INEGI se pueden analizar los cambios que se pre-
sentaron en una década, en 1985 hubo 34,114 divorcios regis-
trados en México, mientras que en 1992 la cifra fue de 51,953;
para el año 2006 aumentó a 72,396 divorcios. Cabe mencionar
que estas cifras no incluyen la realidad de que muchas parejas
terminan su relación sin disolver legalmente su matrimonio.
Por un lado la disminución de la duración de los matrimonios y
el aumento de los divorcios es una tendencia inquietante digna
de ser atendida por los profesionales de la salud mental.
Otro ángulo para la completar el análisis es la consideración
de la edad promedio de los miembros de las parejas en la que
es más probable que se divorcien, al respecto el INEGI en el
2006 publicó la edad promedio de los hombres al momento de
divorciarse la cual fue de 37.3 años y de las mujeres de 34.7
años. El mayor índice de divorcio se dio entre las edades de 30
y 39 años tanto en hombres como mujeres. En este mismo año
el 48.6% de los matrimonios tuvieron una duración social de 10
años o más, seguida del 32.3% que estuvieron casados 5 años o
menos. Se puede concluir en base a estos datos estadísticos que
los miembros de la pareja de estas edades y en este promedio
de duración se encuentran en comparación con el resto en ma-
yor riesgo de separación y divorcio con todas las consecuencias
nocivas, no solo para los miembros de la pareja sino también
para la familia y la sociedad en general.
Con respecto a los efectos nocivos de las desavenencias ma-
trimoniales, son muchos y variados, por ejemplo, Markman,
Stanley y Blumberg (2000) refieren que los problemas matri-
moniales son una de las causas más frecuentes de depresión, y
este se reconoce como unos de los problemas de salud mental
más común en la actualidad. Los problemas de pareja, separa-
ciones y el divorcio producen trabajadores distraídos y muy
185
poco motivados, lo cual conduce a grandes pérdidas en la pro-
ductividad de las empresas. Asimismo, el divorcio se convierte
en un factor determinante que da origen a una baja significativa
en el nivel socioeconómico, por cuanto divide a las familias y
deja a muchos niños viviendo en hogares pobres monoparenta-
les. Por otro lado, se ha comprobado recientemente que el in-
fortunio matrimonial produce graves efectos sobre la salud y
provoca tensión arterial alta, un declive en el sistema inmuno-
lógico y problemas gastrointestinales, respiratorios y urinarios.
Un reciente estudio del National Institute of Mental Health
(Instituto Nacional de Salud Mental) en los Estados Unidos,
concluyó que los problemas matrimoniales constituyen uno de
los principales factores de riesgo de muchos problemas de salud
física y mental.
Otros datos que muestran los efectos dañinos de los proble-
mas conyugales son los que refieren Gottman y Silver (2004)
por ejemplo; reportan en una investigación realizada por
Verbrugge, Louis y House, James que un matrimonio insatisfac-
torio aumenta en un 35 por ciento las posibilidades de caer
enfermo, e incluso parece acortar la expectativa de vida en un
periodo medio de cuatro años. En un estudio, realizado por
este mismo autor, con 63 niños en edad preescolar se compro-
bó que aquellos que vivían en sus hogares una gran hostilidad
matrimonial sufrían elevados niveles de estrés, en comparación
con los otros niños. En el seguimiento a 15 años se averiguó
que entre ellos existía un mayor índice de ausentismo escolar,
depresión, rechazo a los compañeros, problemas de comporta-
miento (sobre todo agresión), malas calificaciones e incluso fra-
caso escolar. Estos efectos pueden ser predisponentes de pro-
blemas sociales más graves tales como la delincuencia, droga-
dicción y violencia.
Expuesto lo anterior se hace evidente que los efectos nocivos
se muestran desde la salud física, pasado por la afectación en la
186
salud mental, la disfuncionalidad familiar, hasta las graves con-
secuencias en el tejido social.
187
Los factores socioculturales se han considerado como causas
principales de la crisis de transición en las relaciones de pareja,
por ejemplo el impacto de la introducción de la pastilla anti-
conceptiva no solo permitió separar la sexualidad de la repro-
ducción sino que además trajo consigo profundos cambios en el
rol de la mujer dentro de la pareja y la sociedad, pasando de un
rol prioritariamente maternal y confinada al hogar a un rol con
mayor participación en otras áreas que tradicionalmente ocu-
paba el hombre. Esto generó cambios en los roles de género y
las relaciones de poder entre hombre y mujer. Además, la rele-
vancia que se le da actualmente a la perspectiva de género ha
influido en las aspiraciones y proyectos de vida en los miembros
de una pareja, en la delimitación de lo masculino y femenino y
en crear desajustes en la definición de la relación como tal y la
asignación de funciones del hombre y la mujer. Este intento de
una nueva construcción de la identidad de hombres y mujeres
se refleja en la inestabilidad del matrimonio y de la familia
(Grandeso, 2007).
Robert J. Sternberg (1990) realiza, de mediados a finales de
los ochentas del siglo pasado, un extenso estudio sobre la vida
en pareja en el cual concluye que las relaciones de pareja se
sostienen sobre tres “pilares” a saber: la intimidad, la pasión y
el compromiso. Estos ingredientes son básicos para una satisfac-
toria y funcional relación de pareja, si alguno de ellos se afecta
es muy probable que los otros dos, con el tiempo, no se sosten-
gan, ocasionando conflictos en la relación de pareja o un rom-
pimiento de la misma.
Desde una aproximación sistémica, el investigador español
José Antonio Ríos (2006) ha desarrollado un enfoque terapéuti-
co basado en una integración de distintos modelos de relación
de pareja que explican la forma como se gestan y se mantienen
los problemas conyugales. En su obra “La pareja: modelos de
relación y estilos de terapia” expone de manera pormenorizada
188
distintos modelos para entender la funcionalidad y disfunciona-
lidad de las parejas, los cuales sintetiza para proponer formas
de intervención (Ríos, 2006).
Desde el enfoque cognitivo conductual, Aaron T. Beck
(2004) propone una metodología basada en este enfoque para
trabajar terapéuticamente con parejas. Después de realizar ex-
tensos y minuciosos estudios con personas diagnosticadas con
depresión y ansiedad encontró que “…los problemas de pareja
[…] manifestaban la misma clase de aberraciones del pensa-
miento —distorsiones cognitivas— (Beck, 2004) que los pacien-
tes antes mencionados. Este mismo autor explica que los pro-
blemas de comunicación, los malos entendidos y los errores del
pensamiento son causantes de los graves conflictos que las pare-
jas experimentan, por lo tanto enriquecer y clarificar la comu-
nicación, corregir los errores del pensamiento y realizar inter-
pretaciones más racionales y objetivas ayudará a los cónyuges a
resolver sus problemas, ya que independientemente del conte-
nido, el fondo de los mismos es más o menos igual.
Otro investigador estadunidense, John M. Gottman (2004;
2008 y 2013) dirige un laboratorio donde realizan detallados
estudios sobre la pareja que incluye desde mediciones fisiológi-
cas, observaciones en laboratorio hasta entrevistas profundas de
seguimiento con parejas. Las investigaciones tanto transversales
y longitudinales dirigidas por Gottman han arrojado interesan-
tes resultados tales como el predecir con más de 90% de exacti-
tud la posible separación de la pareja, los cambios fisiológicos
que generan los conflictos relacionales y sus consecuentes efec-
tos en la intensificación del conflicto. Además han identificado
cuatro factores básicos relacionados con los problemas de pare-
ja que son las críticas-actitud defensiva, el desprecio-actitud
evasiva. Su método consiste en reeducar a las parejas, primero
identificando sus errores de comunicación y luego invitándoles
a buscar estilos de comunicación más efectivos y funcionales.
189
Por otro lado, el prestigiado terapeuta familiar Jay Haley y
Madeleine Richeport-Haley (2006) propone un método de te-
rapia de parejas desde el método estratégico, el cual consiste en
enfocarse a resolver problemas de manera práctica y directa a
través de estrategias de intervención paradójicas, directas e in-
directas. Tal planteamiento considera que los problemas de
pareja se gestan por la lucha de poder. Es decir, cuando un
problema de poder en la pareja no se resuelve emerge un pro-
blema que se hace repetitivo y refractario; la intervención en-
tonces consiste en resolver dicho problema considerando el
conflicto subyacente relacionado con el poder. Además, los au-
tores consideran los aspectos culturales, tanto de los miembros
de la pareja como del terapeuta, como un elemento fundamen-
tal a considerar en el proceso terapéutico.
Desde el punto de vista interaccional, David Olsen y Douglas
Stephens (2003) proponen un método para resolver problemas
de pareja bajo el supuesto que los intentos de solución que im-
plementa cada uno de los cónyuges para resolver el problema
que perciben es lo que crea y mantiene la situación problemáti-
ca. Lo anterior en concordancia con el modelo para resolver
problemas (Watzlawick y cols., 1994) del Mental Research Insti-
tute de Palo Alto, California, en Estados Unidos. Exponen que
la mayoría de los problemas se crean en base a patrones rela-
cionales disfuncionales, los complementarios perseguir-escapar,
dominación-sumisión, exceso de responsabilidad-déficit de res-
ponsabilidad, educado-hostil; los simétricos intensificación rá-
pida del conflicto y evasión del conflicto.
Recientemente en México, Félix Velasco Alva (2004) desde
un enfoque psicodinámico constructivista ha introducido un
modelo de terapia de pareja detalladamente sistematizado, en
el cual propone técnicas y estrategias para abordar la compleja
problemática integrando posturas psicoanalistas, sistémicas,
constructivistas y posmodernas, en el cual pone especial énfasis
190
en la cibernética de segundo orden en la cual incluye al obser-
vador —al terapeuta en este caso— como co-creador de la
realidad en terapia redimensionado con ello la relación tera-
péutica con la pareja y analizando desde una novedosa postura.
Asimismo en México, Jaime Montalvo Reyna y colaboradores
en su libro Terapia sistémica de pareja: Teoría, investigación y apli-
caciones (2013) además de realizar un análisis de la problemática
de las parejas en México, revisan distintos abordajes terapéuti-
cos de origen sistémico aplicados a la terapia de pareja. Además
presentan investigaciones recientes, destacando una en espe-
cial, a propósito del tema de este estudio “Efectos de la rees-
tructuración comunicativa (RC) en diversos problemas psicoló-
gicos de la pareja” en la cual muestran los resultados prelimina-
res de la aplicación de un sencilla técnica que consiste en que
después de un análisis de la comunicación de la pareja, el tera-
peuta les informa de los resultados y les proponen estrategias
de solución involucrando tres puntos: a) explicar a la pareja la
concepción de la realidad –realidad de primer y segundo or-
den-; b) explicar a la pareja cómo se construye al realidad y; c)
proponer tres reglas a seguir para mejorar su comunicación (no
usar argumentos del pasado al tratar de resolver un problema,
tratar de comunicarse no estando alterados emocionalmente y
no utilizar argumentos basados en la familia de origen de la
pareja) (Montalvo et al, 2013).
Desde el modelo humanista existencial destaca el trabajo
realizado por María Gilbert y Diana Shmukler (2000), quienes
desarrollan un modelo de terapia breve con parejas desde un
enfoque integrador, del cual las mismas autoras exponen que
“…nuestra orientación y sistema de valores puede caracterizar-
se como humanista/existencial, creemos en la confianza inhe-
rente de las personas hacia el crecimiento y la salud” (2000). En
este modelo integran conceptos elementales de teorías tales
como el psicoanálisis, la Gestalt y el análisis transaccional.
191
Dentro de este mismo modelo humanista existencial, el re-
conocido investigador Joseph C. Zinker en su obra intitulada
En busca de la buena forma propone un modelo de terapia de
pareja sustentado en la terapia Gestalt, que consiste en trabajar
con un equipo de terapeutas, hombre y mujer, en terapia con
parejas, el modelo está basado en el ciclo de la experiencia y en
la creación de experimentos terapéuticos ad hoc a los conflictos
planteados por la pareja y los bloques del ciclo antes mencio-
nado (Zinker, 2013).
Realizar una revisión histórica exhaustiva de todas las pro-
puestas de terapia de pareja escapa de los alcances de este tra-
bajo. Sin embargo, en la actualidad esta modalidad terapéutica
ha alcanzado un reconocimiento, no solo de su necesidad, sino
también de su efectividad basada en evidencia científica.
192
Los efectos positivos de la terapia de pareja superan al
no tratamiento. Un 35 a 40% de las parejas en terapia mejo-
raron, al comparar la diferencia entre evaluaciones pre y
post tratamiento (en términos de satisfacción marital). Res-
pecto de la durabilidad del cambio, existe evidencia que
permite suponer que las recaídas a los 6-9 meses son bajas y
que las recaídas entre el primer y cuarto año pueden ser sig-
nificativas (30%). (Datos de terapias conductuales). Existen
algunos modelos de terapia de pareja que mantienen sus
cambios después de los dos años (terapia de pareja centrada
en las emociones) e incluso hasta los cuatro años (terapia de
pareja orientada al insight). La terapia conjunta (ambos cón-
yuges) es más efectiva que la terapia individual. Los cambios
positivos logrados en general ocurren con una cantidad de
12 a 20 sesiones. La terapia de pareja fue útil sola o en com-
binación con otras terapias en el tratamiento de algunos
desordenes psiquiátricos como depresión, alcoholismo, y
trastornos de ansiedad. La terapia de pareja en co-terapia no
fue más efectiva que con terapeuta único. Los efectos negati-
vos de la terapia de pareja son posibles y alcanzan al 10%.
Con respecto a la efectividad de la terapia de pareja, los
estudios de meta análisis evalúan su efectividad entre 35-
70% (Tapia Villanueva, 2005). Una dificultad con respecto a
la investigación de la efectividad en terapia de pareja según
Tapia Villanueva, es que aunque hay claras evidencias sobre
la efectividad de esta modalidad terapéutica, el problema
radica en definir el éxito en la terapia de pareja.
193
Propuesta de una guía del trabajo terapéutico con parejas
194
Otro de los límites de esta guía es que está orientada al tra-
bajo con problemas de pareja de relación y comunicación y no
al tratamiento de psicopatologías en terapia de pareja conjunta.
A continuación se presentan cada uno de los pasos de la guía
de terapia de pareja conjunta.
Encuadre
195
Horarios y fechas de las consultas. Generalmente trabajo con
sesiones de una hora, las sesiones las programo una vez cada
quince días. Si decido algún cambio en el horario o en la perio-
dicidad de las sesiones lo consulto con la pareja, explicándoles
los motivos de mi decisión.
Hay algunas condiciones que considero idóneas para la tera-
pia de pareja, las cuales explico en esta etapa del proceso, estas
son las siguientes:
196
pareja bajo la idea que el otro miembro va a necesitar ayuda.
Los invito a que sean claros y honestos con respecto de este
último tema.
197
Datos iniciales del genograma y dinámica familiar
¿Cómo se conocieron?
198
¿Cómo iniciaron y llevaron su noviazgo?
¿Cómo decidieron casarse o vivir juntos? ¿Qué sucedió en
torno a esta decisión?
¿Qué es lo que más le atraía uno del otro? ¿Qué es lo que
más admiraba? ¿Qué planes, proyectos y fantasías tenían
al principio de su relación?
199
manda puede ser lo que piden al terapeuta, la forma en que
desean ser ayudados o atendidos, el papel que piden que jue-
gue el terapeuta; por último, el problema es el acuerdo entre
pareja y terapeuta sobre lo que van a trabajar terapéuticamente.
Es sobre estas distinciones donde el terapeuta tiene que ser há-
bil para escuchar empáticamente la queja con miras a reestruc-
turarla, entender la demanda para situarse en una posición
relacional que le permita margen de maniobra terapéutica y
contribuir a definir el problema de tal manera que resulte favo-
rable para el cambio.
A continuación se describen tres actividades que el terapeuta
realiza en esta etapa:
200
qué dicen lo que dicen (el efecto que pretenden causar y en
quién).
201
Circularidad. Es la habilidad de formular las preguntas que
exploren la relación o el patrón interaccional que describe el
problema en el presente. Las preguntas circulares van dirigidas
a indagar sobre la participación de ambos integrantes en el
conflicto o en una situación determinada. No buscan la causa o
el origen del problema sino construir una comprensión de có-
mo se mantiene el problema en el presente, dicha comprensión
conviene que implique su solución. Pueden explorar también
contribuciones de la familia de origen, sus valores sociales y
factores culturales que alimentan el problema.
Las preguntas circulares enriquecen el entendimiento del
terapeuta y transmiten la idea de que ambos participantes con-
tribuyen a lo que está sucediendo. Ejemplo:
202
Desbalance. En ocasiones un miembro de la pareja ejerce un
poder excesivo, inadecuado o disfuncional, ante esto es conve-
niente que el terapeuta balancee la relación apoyando al que
tiene menos poder o confrontando al que tiene más. Esta ma-
niobra se tiene que hacer con mucho cuidado para no generar
un conflicto mayor o perder la alianza terapéutica con la pareja,
por lo que se requiere una excelente alianza terapéutica, la cual
se caracterice porque ambos miembros de la pareja confíen en
el terapeuta percibiéndolo como un experto capaz e interesado
en ayudarlos.
203
Puesta en acto. Es una técnica donde el terapeuta invita a la
pareja que le dé una muestra de cómo intentan resolver sus
problemas, cómo se comunican o cómo crean los problemas, los
observa atentamente un rato y posteriormente el terapeuta los
retroalimenta acerca de lo que observó.
204
DIMENSIONES DEL PROBLEMA
CONTEXTO
DONDE
HABILIDAD
COMO
CONTENIDO
QUE
TEMAS
(Concisos y claros)
ATMOSFERA DE LA RELACION
(Seguridad, confianza, amor)
205
lacional positivo. Los miembros de la pareja muestran apertura,
motivación y disposición para aprender y desarrollar habilida-
des para resolver sus diferencias o conflictos. Las dificultades
más comúnmente se presentan en las habilidades para comuni-
carse, para el ejercicio de un sexualidad satisfactoria, para ex-
presión de afecto (caricias, ternura, etcétera), para el manejo de
los sentimientos, para intimidad, para lograr equilibrio entre
dar y el tomar, para resolver problemas, etc.
206
sacar provecho del acuerdo y del desacuerdo o de las diferen-
cias, del éxito y del fracaso, de los momentos “buenos” y “ma-
los”, reconocen que todo esto es parte de la vida en pareja y del
crecimiento y maduración de la misma.
CONTEXTO RELACIONAL
de riesgo y vulnerabilidad
207
contraste con la realidad que viven. Lo anterior reforzará la
tendencia de intentar cambiar al otro, obteniendo el mismo resul-
tado, sosteniendo un patrón de relación repetitivo y automati-
zado que generará frustración en ambos miembros. Bajo esta
sensación de decepción los miembros optarán por insistir en el
intento de cambiar al otro bajo la idea que su pareja no quiere
cambiar, aunque pudiera “tener mala voluntad” con los senti-
mientos concomitantes de enojo, resentimiento y frustración
como emociones defensivas; o con resignación dejando de hacer
algo (así como no es posible no comunicar, no es posible no
hacer nada) evitando-escapando o rindiéndose. Asimismo pueden
creer que su pareja tiene una especie de incapacidad, bajo la
creencia de que si pudieran cambiar lo harían pero no pueden
por algún impedimento emocional o psicológico, alguna situa-
ción traumática que vivieron en su infancia o algún déficit afec-
tivo, entonces su actitud será de cuidado o tolerancia en exceso.
Así es como se crearán patrones disfuncionales automáticos y
predecibles, que independientemente del tema que se trate, la
forma de resolverlo será la misma con el mismo resultado, man-
teniéndose un círculo vicioso manifestado en pautas de relación
estables simétricas y/o complementarias.
Gregory Bateson nos invita a cuestionarnos sobre cómo los
efectos pueden modificar sus propias causas. Un patrón inter-
accional es una secuencia de conductas en la cual su último es-
labón dispone las condiciones para que se active la conducta
inicial y se vuelva a disparar toda la cadena de manera retroac-
tiva. En terapia de pareja es necesario identificar la secuencia
conductual repetitiva que se asocia con el problema presentado
en consulta. Para ello el terapeuta tiene que tener presente la
pregunta básica: ¿Quién hace qué a quién, cuándo y cómo?
Buscando comprender cómo se inicia, se desarrolla y cesa el
patrón interaccional conflictivo, además de cómo se crean las
condiciones para volver a activarse. Las preguntas circulares
208
son un excelente recurso para este propósito: ¿Cuándo es más
probable que inicien una discusión? ¿Qué haces tú antes de que
ella inicie a discutir? ¿Qué sucede cuando ya se ven envueltos
en la discusión y no la pueden parar? ¿Qué tiene que suceder
para que la discusión termine? ¿Cuándo la discusión termina,
qué sucede?
209
terapeuta tenga presente. Un problema no sería tal si ambos
miembros de la pareja no participaran en su creación y mante-
nimiento. Ante una dificultad en la relación de pareja, hacer
algo cuando no conviene —insistir en platicar una situación en
el momento inoportuno—, no hacer algo cuando conviene —
dejar pasar dificultades que al no abordarles se complican—, o
emprender una acción al nivel equivocado —el intento de re-
solver un problema de contenido en el nivel de relación—, son
formas como los miembros de la pareja participan en la crea-
ción y mantenimiento de los problemas que les aquejan.
En las relaciones de pareja, cuando un problema se mantie-
ne sin resolver por algún tiempo, las interacciones se convierten
en pautas repetitivas que mantienen el problema que intentan
solucionar, entonces el comportamiento de un miembro, por
mejor intencionado que sea, alimenta el comportamiento inde-
seable del otro y viceversa, sin embargo no se dan cuenta de
esto, más bien justifican su acción por la intención y no por su
resultado. Entonces los miembros de la pareja se acusan mu-
tuamente de ser culpables del problema, por lo tanto exigen
que el otro cambie, agravándose de esta manera la situación.
No se dan cuenta de la mutua responsabilidad en el manteni-
miento de la situación conflictiva.
210
interacción que se produce al intentar resolver el asunto o tema.
El problema más difícil de resolver es la forma como discuten y
la pauta que emerge como parte del intento sincero de resolver
el asunto originario. La pareja se encuentra atrapada en la im-
posibilidad de resolver el tema a través de una pauta de inter-
acción estereotipada y predecible, porque independientemente
del tema del que se trate, la discusión terminará sin resolverse o
peor aún, agravándose.
Las relaciones siguen unas pautas de comunicación particu-
lares que son predecibles, repetitivas y únicas en cada pareja.
Por lo tanto, una relación tiene un ciclo de interacción que es
mayor que ambas personas. Cuanto más se intente modificar
este ciclo haciendo lo mismo, más estancado estará. Casi siem-
pre la solución que intenta darle al asunto inicial de la discusión
se convierte en el problema. Por lo que:
211
Ejemplos de pautas complementarias más comunes son:
212
2. De evasión de conflictos
213
rapéutica de empatía y validación, y de preferencia se presente
gradualmente a través del proceso de diálogo y co-creación del
problema con la pareja. Algunos propuestas de re-encuadre son
las siguientes:
214
el preámbulo de una mejor relación cuando se enfrentan y resuel-
ven”.
6. Encuadrar el problema como parte de algo más amplio: Ayuda
que el cliente desfocalice el problema por lo tanto pueda enfrentarlo
de manera más adecuada. Ejemplos: lealtades familiares, conflictos
con la familia de origen, las ideas, creencias, valores y modelos so-
ciales de hombre y mujer, etcétera.
PROBLEMA
PRESENTADO POR
LA PAREJA
215
Establecer objetivos y metas graduadas
216
to interaccional y epistemológico. Los elementos que se consi-
deran para este propósito son:
217
1. Definir el problema en términos de conducta concreta y ex-
terna: Observable y medible, en términos de hacer y no de
ser.
2. Identificar las acciones específicas que cada una de las perso-
nas involucradas con el problema emprende con la intención
de ayudar a resolver el problema. Posteriormente encontrar
lo que tienen en común cada uno de los intentos.
3. Indagar los efectos específicos de cada uno de los intentos de
solución: mantienen el problema o lo empeoran, lo resuel-
ven o mejoran. Las que mantienen el problema o lo empeo-
ran son las soluciones intentadas fallidas, las que lo resuelven
o mejoran son soluciones intentadas (potencialmente) exito-
sas. Las primeras hay que cambiarlas, a las segundas hay que
promoverlas y estimularlas.
4. Determinar cuál es la “buena razón”, la lógica o la creencia
por lo cual las personas intentan “más de lo mismo” que no
funcionan. Esta atribución cognitiva será vital para la crea-
ción y prescripción de la tarea terapéutica.
5. Las tareas se engloban en tres tipos:
218
2. Una vez definida la pauta relacional problemática se aplica la
estratagema de “añadir para cambiar”, prescribiendo inter-
venciones sobre la pauta o el contexto.
219
Cambiar la modalidad de uno de los elementos.
Hacer los reproches por escrito en vez de discutiendo
Introducir el humor en la secuencia.
Tendrán un disfraz listo que utilizarán al momento de discutir.
Ligar la realización de uno de los elementos a una conducta
gravosa (ordalía).
Cada vez que uno caiga en la provocación del otro, le pagará con algo
que le agrade al provocador.
220
a. Les podemos pedir que nos platiquen de una ocasión en
que estuvieron un poquito mejor o menos mal.
b. Otro tipo de preguntas son las pesimistas o las del por
qué no: ¿Cómo es que no habiendo cosas positivas entre
ustedes, permanecen juntos, cuál es la razón, por qué no
se han divorciado? Si encontramos una información, aun-
que sea mínima, la amplificamos.
c. Otra forma son las preguntas por la escala. Preguntamos
a la pareja en una escala de 0 a 100 cómo se califican y en
este momento dicen que están muy bajos, que están en un
dos por ejemplo. El terapeuta puede preguntarles: ¿y por
qué no se califican con un cero? Y ellos pueden decir cuál
es la diferencia de lo que ha pasado cuando han estado en
un cero y lo que tienen ahora.
221
lajado, ¿cómo se da cuenta de eso, qué es diferente en su
respiración, cómo se sienten sus músculos, cómo se siente
el flujo de su sangre? Una vez que usted siente su cuerpo
más relajado, ¿qué hace diferente?
c. Continuamos con la parte externa de la interacción: ¿Có-
mo reacciona su pareja, qué dice, qué hace? ¿Qué observa
en ella? ¿Cómo sabe usted que ella se siente bien?
d. Se sigue con investigar lo mismo en el otro miembro de la
pareja hasta cerrar el círculo.
222
técnica del “como sí” (1990), es la técnica de la fantasía del mi-
lagro:
223
ferente? ¿Qué hacen ahora que antes hacían y disfrutaban
mucho?... ¿Qué hacen ahora que siempre han querido hacer
y disfrutar en pareja?... ¿Cuáles son las sensaciones que tie-
nen durante ese día?... ¿Qué época te recuerda de tu vida?
224
Cierre del proceso
Comentarios finales
225
conservadores; —que— crean ciertas sendas que al principio
son sólo preferidas. Con el tiempo se vuelven cómodas, hasta
que finalmente resultan tan habituales que —el intento de—
modificarlas conduce a que los miembros de la familia —o pa-
reja— sientan malestar; se convierten en rutas de las que es
muy difícil apartarse (Minuchin y Nichols, 1994).
Homeostasis y resistencia son dos conceptos íntimamente
relacionados con la estabilidad de los sistemas como las familias
y las parejas, sean estos funcionales o disfuncionales, de ahí que
ésta relación se puede utilizar para explicar por qué, a pesar de
tener serios problemas —incluso crisis que exigen atención—
las parejas suelen resistirse a los cambios que podrían benefi-
ciarlas (Friedlander, Escudero y Heatherington, 2009), en las
etapas iniciales del proceso terapéutico.
Es común observar a parejas que acuden a terapia donde al
alguno de sus miembros —o los dos— percibe o interpreta el
contexto terapéutico como peligroso o riesgoso para ellos en
particular o para la relación de pareja. En función de esto, pre-
sentarán ciertos comportamientos relacionales que el terapeuta
intentará cambiar, lo que muy probablemente sucinte en los
miembros de la pareja ciertas respuestas complementarias que
el terapeuta puede interpretar como indicios de resistencia al
cambio. Como mencionan Friedlander, Escudero y Heathering-
ton (2009) “…desde los albores de la terapia familiar sistémica,
el concepto de resistencia ha tenido una gran importancia, y
las técnicas en que se han apoyado muchas de las diferentes
escuelas teóricas ponen de manifiesto que será probable que
alguien de la familia la muestre”. Sin embargo actualmente se
considera que en los sistemas familiares existen fuerzas impul-
soras del cambio y que cuentan con recursos para lo lograrlo; es
una forma más positiva y optimista de percibir a las familias y
parejas, por lo tanto, la terapia se enfoca en despertar, activar
226
y/o rescatar estas propiedades evolutivas en estos sistemas hu-
manos.
Por lo anterior, parece necesario entender que la resistencia,
desde la perspectiva sistémica, no es un concepto que defina
una característica inherente a un individuo o a la pareja como
tal, es más bien un concepto relacional. Es decir, se entiende la
resistencia como una propiedad emergente de una relación esta-
blecida entre la pareja y el terapeuta; esto quiere decir que ante
tales comportamientos de la pareja, el terapeuta intentaría
otros complementarios —o viceversa— y si estos resultan en
una invariación de lo que se pretende cambiar podrían rotular-
se como resistencia. De esta manera la resistencia podría defi-
nirse como “la asistencia de la naturaleza de la pareja, ante el
artificio de la insistencia del terapeuta”. Es evidente que en esta
definición se le da mayor responsabilidad al terapeuta debido a
que, desde mi particular punto de vista, es él quien tiene que
estar capacitado y preparado para manejar estas vicisitudes
propias del proceso terapéutico.
Para Milton H. Erickson, la resistencia “ha de ser respetada,
en vez de considerarla como una intención activa y deliberada,
o también inconsciente, de oponerse al terapeuta. La resistencia
habrá de aceptarse abiertamente, más bien aceptada cortésmen-
te, dado que se trata de una comunicación de esencial impor-
tancia” (Erickson, 1964b citado en Nardone, Loriedo, Zeig y
Watzlawick, 2008).
Acerca de cómo manejar la resistencia, Camilo Loriedo re-
fiere que según la concepción de Erickson (2008): "la persona
consigue abandonar su propia resistencia para colaborar en la
terapia solamente cuando se siente reconocida en su identidad
y en sus necesidades personales". Finalmente, para Erickson fue
esencial "cortar la terapia a la medida de la persona" (Tailoring
Therapy), de ahí que su método terapéutico se enfocaba en po-
ner todo al servicio de la persona, se esforzaba por hacer sentir
227
a su pacientes que su identidad y sus necesidades personales
eran reconocidas y respetadas. Como resultado lograba que
éstos estuvieran dispuestos a colaborar con todas sus fuerzas en
una alianza terapéutica sumamente fuerte. Entonces para Erick-
son el poder del terapeuta surgía como una propiedad emer-
gente de un contexto relacional basado en la confianza y el res-
peto, es decir, a través "de la instauración del rapport y la recí-
proca sensibilidad entre —terapeuta— y el paciente" (Loriedo,
2008).
Siguiendo a Friedlander, Escudero y Heatherington (2009),
lo más importante al inicio de la terapia es crear un espacio
seguro, conseguir que ambos miembros se involucren en el pro-
ceso, e identifiquen un terreno común en el que la pareja pueda
estar de acuerdo. Aclarando en primera instancia que el valor
práctico de esta conexión consiste en comprometer a la pareja
con el tratamiento. Finalmente, con el paso del tiempo, cuando
las cosas se pongan más difíciles, el lazo emocional adquirirá
mayor importancia. La confianza en el terapeuta, más que cual-
quier comprensión intelectual del proceso terapéutico, les pro-
porcionará a los miembros de la pareja la fuerza para asumir
riesgos interpersonales, afrontar duras realidades y trazar un
nuevo camino. Solo después de haber creado una sólida alianza
terapéutica es cuando conviene que el terapeuta y pareja inicien
francamente los esfuerzos directos orientados hacia el cambio.
Quizás cuestionando o desafiando las “certezas” que justifican o
sostienen la disfuncionalidad de la pareja, proponiendo nuevos
marcos de referencia para comprender su relación, o empren-
der acciones dirigidas a cambio o al restablecimiento de inter-
acciones positivas en su vida compartida, resaltando sus recur-
sos y fortalezas.
La alianza terapéutica es la relación de cooperación entre
terapeuta y el cliente (o clientes) en particular, con respecto a
compartir las metas y las tareas de la terapia. Conviene aclarar,
228
según los autores anteriormente citados, que no solo consiste en
un contrato conductual, sino que además la alianza también
tiene un fuerte componente emocional. Después de una revi-
sión exhaustiva de los estudios con respecto a la relación de la
alianza terapéutica y la efectividad del tratamiento tanto en
terapia individual como familiar y de pareja, Friedlander, Es-
cudero y Heatherington (2009) sintetizan que:
229
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230
Capítulo IX
Técnicas de Terapia Breve
e Hipnosis para reducir
la Dependencia Emocional
de Pareja
Jaime Montalvo Reyna 12
E
n México es común encontrar a pacientes quejándose
de que la vida los ha tratado mal y de su infortunio
para escoger pareja. Las mismas estadísticas de divor-
cio son evidencia de este tipo de situaciones en donde
no “embonan los pares”; de acuerdo con el INEGI (2012) los
indicadores sobre la situación conyugal de la población, matri-
monios y divorcios ocurridos en México, advirtieron un aumen-
to paulatino de las separaciones y las uniones; señalando que en
2009, se dieron 558 mil 913 matrimonios contra 84 mil 302
divorcios; en tanto que entre 2000 y 2009 el monto de matri-
monios se redujo 21% y el de los divorcios aumentó 61 por
ciento. Así mismo, el INEGI detalló que el 30.5% de los divor-
ciados estuvieron casados 5 años o menos, el 18.5% permane-
cieron unidos entre 6 y 9 años, y prácticamente la mitad, es
decir el 49.5%, duraron 10 años o más; siendo 12 años la media
231
en que los matrimonios disolvieron su vínculo de manera legal
a los 12 años.
Sin embargo, el casarse, divorciarse, unirse o juntarse no
tiene mayor problema hasta que sus consecuencias son refleja-
das emocionalmente en lo personal, familiar y socialmente; por
ejemplo, en la depresión, baja autoestima, entre muchos otros
factores que forman parte de la sintomatología con que se pre-
senta un paciente al consultorio. Y es justamente la situación de
“depender” de algo o alguien para ser feliz el punto central del
presente trabajo.
Montalvo, Nápoles, Espinosa y González (2011), definen la
dependencia emocional como:
232
nocidos, valorados, apreciados, alabados, amados y tomados en
cuenta; sin embargo detrás de todas esas condiciones para sen-
tirse “bien”, existen problemas y carencias personales aún no
resueltos.
Es importante reconocer que el dependiente a lo largo de su
historia de vida aprendió a comportarse así, lo cual está deter-
minado enormemente por el contexto en donde vive y por las
interacciones que tiene a cabo con familiares, amigos íntimos,
etc. Por tanto, estos hábitos pueden conducir a mantener a la
persona en relaciones destructivas que no funcionan, a estro-
pear las relaciones que en otras condiciones sí hubieran funcio-
nado y a impedir encontrar la felicidad con la persona más im-
portante en la vida: Uno Mismo.
De acuerdo con Andrade y Márquez (2002), se encuentran
entre las principales causas que posibilitan la dependencia: el
haber sufrido abandono físico y/o emocional por uno de sus
padres o de ambos durante la niñez; haber sido objeto de algún
tipo de abuso físico o emocional en la infancia, ya que los niños
que crecieron con familias disfuncionales se caracterizan por su
baja autoestima y buscan la aprobación de otras personas para
sentirse mejor consigo mismos, siendo su hambre de amor y de
aprobación tan grandes que al llegar a la adolescencia o la adul-
tez, están dispuestos a soportar cualquier cosa con tal de recibir
aunque sea sólo un poco de cariño y de atención. Otro de los
factores que menciona Reagan (2002, citado por Andrade y
Márquez; 2002) es estar enamorados o casados con un adicto,
ya que este tipo de relación les permite ejercer su papel de “sal-
vadores” ocupándose de manera obsesiva en solucionar los
problemas que puede llegar a presentar el compañero: tener un
padre/madre, abuela/abuelo adicto, crecer en familias reprimi-
das, etc.
Puede decirse que las personas dependientes no salen de ese
círculo vicioso debido a que tienen un miedo terrible al aban-
233
dono, son capaces de soportar cualquier cosa con tal de no sen-
tir la ausencia de la otra persona, por eso viven en función de
sus deseos y necesidades y se olvidan de las mismas: el depen-
diente elabora una serie de estrategias para el rescate de la otra
persona, convirtiendo esa situación en un círculo; por un tiem-
po el dependiente logra su objetivo y crea la fantasía de que ya
todo está bien, pero el agresor vuelve a actuar en algún mo-
mento, luego pide perdón y asegura que no lo volverá a hacer.
El dependiente, entonces piensa que falló, se siente culpable de
haber provocado la agresión y justifica al agresor (Martínez,
2000; citado por Andrade y Márquez; 2002).
Independencia emocional
234
Una persona independiente, según Sánchez (2003), se carac-
teriza por poseer un bienestar psicológico que le permite tener
una vida plena que la guiará por el camino del éxito; se siente
cómoda dando y recibiendo cumplidos; mantiene una gran
apertura a la crítica y puede reconocer sus errores; tiene pala-
bras y movimientos de tranquilidad y espontaneidad; es cohe-
rente con lo que dice y hace, tanto en la forma de mostrarse
como de expresarse; está abierta a las nuevas ideas y es capaz
de disfrutar plenamente los aspectos positivos de la vida, de
uno mismo y de los demás.
Clark y Páez (citado en Sánchez, 2003) advirtieron que
cuando una persona es independiente, es capaz de asumir sus
responsabilidades, afronta sus retos con entusiasmo, está orgu-
llosa de sí mismo y de sus logros, tolera la frustración, tiene
iniciativa para emprender nuevas metas, se siente capaz, a gusto
consigo mismo y sobre todo se encuentra satisfecha por cual-
quier cosa realizada. Así mismo es indispensable contar con una
autoestima elevada, lo cual influye directamente en las eleccio-
nes y decisiones que se toman.
En el año 2011, Montalvo et al., comenzaron una línea de
investigación sobre los efectos cualitativos de una técnica utili-
zada en un caso por Andreas y Andreas (2003) cuyo objetivo era
lograr la independencia emocional de la pareja (o ex pareja);
dicha estrategia de intervención terapéutica se trabajó siguien-
do uno de los principios de la Programación Neurolingüística,
el cual consiste en crear una forma efectiva de pensar funcio-
nalmente (Montalvo, 2009). Por tanto, la técnica de indepen-
dencia emocional permitió el desarrollo de una nueva capaci-
dad de interpretación cognitiva que ayuda a los pacientes a ver
de manera diferente lo que están viviendo en su relación y que
a la vez se percaten del daño emocional que les genera la de-
pendencia emocional, sustituyendo este tipo de cogniciones
disfuncionales por otras, por ejemplo: en busca de posibles so-
235
luciones a dicha dependencia, el ya no aferrarse a una persona
que no los quería como pareja, tratar de ya no darle tanta signi-
ficancia a lo que vivieron con su pareja, etcétera.
Entre los resultados mencionados por Montalvo et al. (2011)
se destaca cualitativamente que mediante el desarrollo de una
sensación interna (“sí mismo”), en un alto porcentaje de los
casos el nivel de dependencia emocional había disminuido,
ayudando entonces al bienestar individual, a la capacidad de
elevar autoestima, percibir las cosas de manera diferentes (a
partir del control de las interpretaciones) y a presentar conduc-
tas que fueran más funcionales en sus vidas. Otro de los princi-
pales ejes de cambio en la vida emocional de los pacientes fue
que se establecieron pautas de comunicación diferentes (más
adecuadas) y a la vez más funcionales, que les permitían poder
interactuar y dialogar de mejor manera con su pareja o ex-
pareja, habiendo respeto por lo que decía el otro, una mayor
comprensión por lo que sentían y pensaban, y mayor empatía,
lo cual implicaría otra de las direcciones de la PNL, es decir
“mediante la creación de una forma de comunicación funcional
en la vida de los usuarios” (Montalvo, 2009); lo cual al principio
del tratamiento no existía, ya que la comunicación tendía a ser
poco adecuada dentro de la diada, existían reclamos, recrimi-
naciones, críticas, gritos, insultos, etc., lo cual para autores co-
mo Melody (2001) y Martínez (citado en Andrade, 2002) impli-
caría un tipo de “Comunicación Débil” dentro de la relación de
pareja, ya que además no dicen lo que sienten, no sienten lo
que dicen, no saben lo que sienten, no están seguros de saber
cuál es el camino correcto, acostumbran decir que ellos mismos
tienen la culpa de todo, o bien dicen no tener la culpa de nada.
Sin embargo, se debe reconocer que el punto clave de este
trabajo de Montalvo et al. (2011) para que los pacientes logra-
ran pensar y comportarse de manera diferente fue que, tras la
aplicación de la técnica de la PNL, lograron darse cuenta de que
236
el apoyo que viene de las personas que los rodean es importan-
te, pero que aún mucho más es el apoyo, amor, cuidado, acep-
tación que uno mismo se llegaba a tener. Al poder ser más in-
dependientes emocionales de su pareja, los usuarios no sólo
lograron mejorar su calidad de vida emocional, sino que ade-
más lograron establecer más y mejores interacciones con gente
que los rodeaba, lo cual les generaba una mayor satisfacción y
bienestar ante la vida. Dichos cambios en la forma de interac-
tuar de los pacientes con otras personas (que no fuera su pare-
ja) son lo que para Olivera (1991) implicaría el mantener al
sistema, ya que cada uno de estos subsistemas (relación con la
pareja, con los padres, con amigos, etc.) contribuye a la estruc-
turación y al funcionamiento de los otros. O lo que para Minu-
chin (1986) y Montalvo (2009) es que “el sistema implica un
orden dinámico de las partes y de los procesos que están en
mutua interacción… por lo cual el cambio en uno de los ele-
mentos del sistema afectará a todos los miembros y no a algún
elemento en particular”. Es decir, que los cambios positivos que
los paciente lograron obtener tanto en su forma de actuar como
de pensar (subsistema Individual), fue contribuyendo para que
su actuar con gente que los rodeaba fuera funcionalmente dife-
rente, por lo cual ese cambio se viera reflejado en otro tipo de
interacciones que llegaba a establecer con la gente que los ro-
deaba (subsistema familiar, de amigos, etcétera).
Por todo lo anterior, en el presente trabajo se describe la
mencionada técnica y le agregamos otra para tratar de garanti-
zar un poco más los buenos resultados. Ambas técnicas el autor
las ha venido utilizando en los talleres a los que ha sido invitado
en diversas ciudades y eventos y han sido muy efectivas para
reducir la dependencia emocional en todos los casos. Además la
técnica de PNL de independencia emocional ya fue probada
por Montalvo, Nápoles, Espinosa y González (2011).
237
Método
238
te por si los requiere en otra ocasión. Se hace un ritual de
regreso del trance y ahí termina la técnica.
3. En segundo lugar se aplica la Técnica de PNL que trata de
generar Independencia Emocional en las relaciones de pare-
ja, utilizada por Andreas y Andreas, 2003; y probada por
Montalvo et al., 2011. Consta de ocho pasos: 1. Identificar al
otro. Pensar en la persona de la cual se cree ser dependiente.
2. Percatarse de la sobre-conexión con este otro. Imaginar que di-
cha persona está de pie en la sala. Permitiéndose tener una
experiencia plena de la calidad de esta conexión (cómo se ve
y cómo se siente). 3. Descubrir los objetivos positivos. 4. Desarro-
llar el sí mismo en evolución. Girar hacia la derecha y crear una
completa imagen tridimensional de uno mismo habiendo
evolucionado más allá del nivel actual de positivismo. Éste es
el yo que está varios pasos más adelante, que ya ha resuelto
los asuntos que ahora se están abordando. 5. Transformar la
conexión con el otro en una conexión con el sí mismo. Volver a gi-
rar hacia el “otro” adherido. Ver y sentir la conexión. Luego
romper la conexión con ésta “otra persona” e inmediata-
mente reconectarse con su sí mismo en evolución, de la
misma forma en que había estado conectado con la otra per-
sona. Agradecer a este yo por estar aquí para uno mismo. 6.
Respetar al otro. Mirar hacia atrás a su “otro” y fijarse en la
conexión escindida. Ver que la otra persona tiene la opción
de reconectar la cuerda a sí misma. Esto puede dar la certeza
de que esta otra persona ahora también estará en una mejor
posición, con un mayor sentido de sí misma. 7. Agregarse a su
conexión con el sí mismo. Volver a mirar a su sí mismo evolu-
cionado, con el cual está conectado ahora. En realidad, entre
en él, de modo que ahora se esté mirando hacia atrás a usted
mismo. 8. Avanzar hacia el futuro. Fijarse cómo es poseer este
nuevo positivismo, a medida que se imagina relacionándose
con otra gente sobre esta base más sólida. Imaginarse cómo
239
será adentrarse en el futuro, teniendo de compañero a su sí
mismo en evolución.
Por último, se sugiere que se haga una postevaluación
del nivel de dependencia haciendo el mismo ejercicio que se
hizo al principio, antes de la aplicación de las técnicas, en la
mayoría de los casos los pacientes reportan ya una disminu-
ción de la dependencia.
Referencias
240
Capítulo X
Soluciones en Terapia Breve
con Parejas
Ruperto Charles Torres 13
C
on una combinación de explicaciones teóricas y
ejemplos de la vida real, este capítulo ofrece estrate-
gias para trabajar con las actitudes desafiantes que
muchas parejas manifiestan desde su llamada telefó-
nica para pedir terapia. Por ejemplo, cuando solo uno de ellos
está interesado en luchar por la relación y tomar la terapia, la
tensión provocada cuando se quejan en voz alta el uno sobre el
otro, o cuando en definitiva, tienen metas diferentes para la
vida y la terapia. Además, el capítulo ofrece formas para evitar
la resistencia, al favorecer la motivación positiva desde la “mer-
cadotecnia” de la terapia, permitiendo que un mayor número
de parejas tomen la decisión de asistir a ella. Se ofrece también
una guía para dirigir la primera sesión y subsecuentes, ya sea
con solo un miembro de la pareja o ambos, contrarrestando el
tradicional prejuicio de que es verdaderamente difícil trabajar
en sesión conjunta con parejas en conflicto; aun más, señalando
las ventajas de trabajar juntos en el diseño de metas y la moti-
241
vación al cambio. Se ofrecerán también estrategias para mane-
jar efectivamente la tensión, las interrupciones negativas y para
incrementar ‘”subliminalmente” la comunicación de la pareja a
través de la entrevista y comentarios circulares-cruzados. Se
revisará un esquema para el análisis de problemas y soluciones
y el diseño de prescripciones como reencuadres circulares, ri-
tuales y trances terapéuticos para los problemas de relación de
pareja y padres.
Antecedentes
242
vieron buenos resultados pero se han sentido insatisfechos de-
bido al tiempo, dinero y dolor emocional que invirtieron en
ello.
La metodología que propongo da algunas respuestas a estos
desafíos, ofreciendo las siguientes ventajas:
Supuestos teóricos
243
Todo esto envuelto en la filosofía ericksoniana que consiste en
creer en:
Así que espero compartir con usted cómo usar maneras forma-
les e informales de la hipnosis ericksoniana en conjunto con la
terapia breve enfocada en soluciones.
Supuestos prácticos
244
tendrá, no sólo en las preguntas sino también en los comen-
tarios, un enfoque esperanzador así como realista, más que
tercamente optimista.
3. Ley del “mínimo cambio” posible. Del mismo modo, este modelo
de terapia marital favorece y motiva un pequeño cambio que
resuene y se expanda gradualmente en las interacciones de
la pareja, en vez de cambios drásticos de su estructura, pa-
trones, creencias y valores. La actitud de “ir despacio” del
grupo de MRI todavía funciona como una tarea básica en es-
te modelo que presento. Según he observado, siempre que se
desee realizar “cambios totales”, en ocasiones se genera daño
psicológico o sociopsicológico, o al menos causa resistencia
al cambio y la pareja se siente amenazada o confrontada
bruscamente.
4. Empatía y compromiso con ambos cónyuges. Si fuésemos aboga-
dos, jueces o hasta ministros religiosos, podríamos tomar el
lado de uno de los esposos, pero como terapeutas tenemos la
responsabilidad de buscar que cada uno de ellos termine ga-
nando. Por lo tanto, la idea de prosperidad mutua y com-
plementaria es muy útil. Cuando cada uno entiende el mun-
do del otro, entendiéndolo y aceptándolo, cada uno puede
obtener prosperidad del otro; el cambio también es posible
cuando cada uno toma su 50% de responsabilidad en el pro-
ceso de estar mejor. Una vez más, la idea que encaja aquí es
que las metas van a ser establecidas por los dos miembros de
la pareja; de esa manera es vital para el terapeuta entender
las prioridades de cada uno. Incluso en situaciones de abuso
o violencia podemos hacer que cada cónyuge sea un agente
de cambio y no una víctima del otro, víctima del pasado, de
sus genes o del ambiente.
5. Presuponer cooperación vs resistencia. Cada miembro de la pare-
ja va a hacer su mejor esfuerzo si se sienten entendidos en
sus prioridades y si sienten el auténtico interés de ayuda que
245
les ofrece el terapeuta. La postura del terapeuta es entender
de qué manera los dos miembros están bien y cuál es la lógi-
ca que dirige sus acciones y sentimientos, en vez de conside-
rar que uno está bien y el otro está mal. En la práctica, cuan-
do el terapeuta parcializa o externaliza las malas ideas, sen-
timientos o actitudes, es posible transformarlas sin atacar a la
persona.
Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sa-
car la paja del ojo de tu hermano.
246
—Mateo 7, 3-5
247
1. La estructura hipno-amnésica de la sesión. Si repetimos ese
viejo experimento de la memoria y le preguntamos a una
persona que nos repita las palabras de una lista de diez o
quince palabras, lo que vamos a descubrir es que la mayoría
de las personas tienden a recordar sólo las primeras y últi-
mas palabras de la lista, y casi siempre olvidan las que están
en el medio. Esta experiencia diaria demuestra que de un
evento importante podemos recordar más el principio y el
final. El Dr. Erickson, basado en estos experimentos sobre
memoria, diseñó una estrategia hipnótica llamada amnesia
estructurada. Aplicaba ésta estrategia cuando consideraba
que era conveniente para el paciente olvidar una experiencia
dolorosa, así como dejar la principal intervención en el in-
consciente para poder provocar un cambio terapéutico y que
éste se sintiera espontáneo. Lo que hacía era empezar a con-
tar al paciente una historia aparentemente simple y trivial, y
luego, como resultado de un aspecto irrelevante de la histo-
ria, hacía un paréntesis en el cual en realidad daba una su-
gestión terapéutica o aprendizaje que el paciente debería es-
cuchar. Luego él volvía a donde se había quedado en la his-
toria y terminaba con algo que, aparentemente, no tenía na-
da que ver con eso. Esta estrategia de hipnosis clínica que
aprendí de Jeff Zeig fue la base sobre la cual desarrollé “la
entrevista de pareja”.
248
dor. Así, la idea es respetar este principio general en la primera
sesión y las subsecuentes.
Cuando nos concentramos un poco más en cada fase o
momento, podemos ver que, en la primera fase alegre, moti-
vamos al paciente a que hable, en un primer momento, acerca
de aspectos triviales y luego de los aspectos positivos, alegres y
relajantes del presente, así como de experiencias positivas, lo-
gros del pasado y, al final de la sesión, que establezca las metas
del futuro, las ventajas que habrá en su vida si alcanza esas me-
tas, así como las habilidades y los recursos necesarios para al-
canzarlas.
Como se puede ver, lo que estamos haciendo es ayudar al
paciente a que recuerde conscientemente aspectos positivos del
presente y del pasado, así como sus planes y metas para el futu-
ro.
Luego, y sólo si hemos hablado acerca de estos temas duran-
te 10 minutos como mínimo, sólo entonces le “damos permiso”
al cliente, en esta parte central de la sesión, de que hable acerca
de cosas que son tristes, malas, negativas u horribles. Ahora le
damos una amplia libertad para que se hable ampliamente
acerca de sus quejas, fallas, culpas, recuerdos negativos (o inclu-
so hasta) traumáticos del pasado, así como las preocupaciones y
ansiedades del futuro.
Al hacer esto, podemos generar amnesia en el cliente acerca
de esos temas negativos así como “una memoria inconsciente”
para algunas ideas terapéuticas que se ofrecen en el momento.
Así que, el cliente puede sentir esas reflexiones, decisiones o
conductas sugeridas ofrecidas en esta parte central de la sesión
como espontáneas.
Una vez que les hayamos dado esta oportunidad, debemos
mover a los clientes, de manera gentil pero firme, hacia un es-
tado esperanzador y feliz, al invitarlos a que hablen de nuevo
acerca de planes nuevos y positivos para el futuro, imaginando
249
los beneficios de alcanzarlos y motivarlos a que también en-
cuentren las estrategias que deban ser usadas.
Todo esto se hace terminando la sesión con cumplidos y
comentarios reencuadrantes para preparar su mente para cual-
quier tarea, así como un trance terapéutico, ritual metafórico o
una tarea conductual. Con todo esto, habremos obtenido el
“gran final”, el cual será recordado conscientemente de una
manera feliz y esperanzadora, como una foto, sinfonía o histo-
ria.
250
3. Estrategias para interrumpir las interrupciones y los sabota-
jes malévolos. Cada terapeuta sabe que cuando uno de los
miembros de la pareja interrumpe, tiene que pensar rápido
para decidir permitirlo o no. Entonces, toma ventaja de esa
interrupción cuando refuerza el objetivo en el que está traba-
jando, pero, cuando la interrupción causa tensión, culpa,
enojo, etcétera, entonces es mejor que el terapeuta la inte-
rrumpa. El terapeuta puede, por medio de gestos del inte-
rruptor, deducir que él no va a decir nada agradable. Así que
es necesario ser gentil pero valiente para detener dicha in-
teracción.
251
“¿Con cuál de tus sentidos eres más capaz de adivinar: con
tus ojos, labios o manos?”. Ok. Ahora, toca suave y breve-
mente. OK, ahora pon atención a lo que él te va a transmi-
tir. Pídele al otro, “manda el mensaje por ese medio”. Ok.,
Ok., ahora otra vez hacia el acusado: “Bien, bien… ¿Qué es
lo que está pensando, sintiendo… quieres decirlo?”. ¿Cuál
es la ventaja de hacer esto? Incluso si no adivinan, tienen la
oportunidad de favorecer un pequeño acercamiento.
5. Dilo a él / ella (al interruptor): “Acérquese a su pareja y
dígale lo que le iba a decir”. Luego pregunte al “acusado”,
¿qué entendió de lo que dijo? Ahora revisamos con el acu-
sador: “¿Es correcto lo que entendió?”. Luego vuelva al
acusado y pregunte: “¿Cuáles son las buenas razones por
las que cada uno piense, sienta eso?” (incluso si no respon-
dieron bien).
6. Te escucho María, ¿escuchas, Juan?: Diga al interruptor:
“un momento”. Luego dígale al acusado, “Por favor, te pi-
do que pongas atención”. Luego diga al interruptor: “Ade-
lante, ¿querías decir…?”. Luego pregunte al acusado que
repita (sin juzgar) lo que el otro dijo y siga los pasos desde
el inciso e) y, si el conflicto continúa…
7. Terapeuta = traductor-intérprete. Pídale al que original-
mente estaba hablando que guarde silencio con un movi-
miento de mano que indique ALTO. Luego, escuche al in-
terruptor lo suficiente para salir del sistema y decir lo esen-
cial; luego vuelva al otro y repítale lo que su pareja dijo
como si lo estuviera traduciendo (sin hacer caras o tonos)
en un tono robot.
8. Humor: Una perspectiva humorística de la situación
usualmente tiende a interrumpir el ciclo molesto y es
bueno usarlo con o sin las otras estrategias. Cada terapeuta
tiene su propio estilo para hacer bromas, siempre con la
regla de no ofender a la pareja o humillarlos. Aún si el caso
252
se ve extraño o desagradable, prefiero que la pareja se
vuelva crítica hacia mí, no hacia sí mismos.
9. Terapeuta = muralla, escudo. Cuando la pareja persiste en
su interacción negativa, póngase en medio de ambos y con
su actitud no-verbal invítelos a la cordura pacífica.
10. Divide y vencerás. Siga mirando hacia la nada, párese en
silencio. Lance una moneda (siempre debe tener una a la
mano al trabajar con parejas en Terapia Breve con Parejas)
y dígales: “El modelo requiere que en estos momentos tra-
baje con ustedes de manera separada, así que lanzamos la
moneda y el que pierda se queda a trabajar conmigo du-
rante 10 minutos reflexionando en qué bonita sorpresa le
dará al otro, y el que se vaya pondrá en palabras y escribirá
todo lo negativo que no había dicho sobre su pareja…” (es-
to es como una prescripción del síntoma).
253
• Entrevista con el otro internalizado (ECOI): Por ejemplo,
pídale a Juan que imagine que es María y luego hágale algu-
nas preguntas a él (“siendo” María), en las que tenga que
pensar como María.
• Para el mismo propósito podemos usar casi todas las estrate-
gias para interrumpir interrupciones, particularmente de la
3 a la 7.
254
C. En esta llamada previa hay 3 preguntas importantes que
realizar:
255
crito anteriormente; en otros casos cuando el tono de voz de la
persona y el contexto general me hacen pensar que se esconde
algo, en ese caso sugiero que es importante empezar sesiones
individuales y tal vez después tomemos una decisión acerca de
la participación del otro.
La ventaja de esta metodología es que puede ser aplicada efec-
tivamente aún si vamos a trabajar con sólo un miembro de la
pareja.
Primera entrevista
256
cremento del alma sale de la boca, así que las cosas negativas
salen solas, porque es similar a la diarrea, pero por otro la-
do, tenemos que insistir en lo que es positivo. En la primera
parte alegre de la sesión, después de socializar y trivializar
un poco, se exploran seis aspectos claves a través de pregun-
tas reflexivas:
1. Intereses
2. Actividades, hobbies de cada uno
3. Familiograma, divorcios, número de hijos
4. Valores y experiencias positivas de las familias de origen
5. Inicio de la relación: ¿Estaban solteros o tenían una pare-
ja? ¿Atracción a primera vista? Necesidades emocionales
de cada uno, ideales y expectativas acerca de vivir en pa-
reja (“adicciones”), miedos, cosas que querían evitar
(“alergias”); actividades y diversiones afines.
6. Patrón Interpersonal Estable Satisfactorio de la Pareja
(PIES). Cuando han estado bien, ¿qué es lo que cada uno
ha hecho por su pareja? ¿Cuál es el recuerdo más hermo-
so de cada uno? (ponga mucha atención a esto, es vital).
¿Cuánto tiempo ha pasado desde que no han pensado en
eso? En esta parte, es importante usar la técnica de adivi-
na-adivinador para encontrar la clave de lo que María y
Juan hicieron bien. Simplemente el preguntar esto es te-
rapéutico incluso a los que se están divorciando, ya que
no se van con la idea de que todo fue malo, y pueden can-
tar “gracias a la vida que me ha dado tanto…”, en vez de
comportarse como niños malcriados y rebeldes.
257
y puesto su confianza en el piloto, la pareja puede pasar a tra-
vés de la turbulencia de los siguientes pasos:
258
quiero hacerles una pregunta extraña. SUPONGAMOS que
mientras duermen esta noche y toda la casa está en silencio,
sucede un MILAGRO. El milagro es que EL PROBLEMA
QUE LOS TRAJO AQUÍ, YA SE RESOLVIÓ. Sin embargo,
debido a que están dormidos, no saben que EL MILAGRO
HA SUCEDIDO. Así que, cuando se despierten por la ma-
ñana, ¿QUÉ COSA VAN A VER DIFERENTE que te demos-
trará que el milagro ha pasado y que el problema que te tra-
jo aquí se resolvió? (de Shazer, 1988). Luego, le damos un
tiempo al trabajo interno y posteriormente le pedimos gen-
tilmente que nos describa “el milagro”, preguntando por de-
talles que cada uno percibe: visuales, kinestésicos y auditivos,
en el pensar, sentir y hacer. Y ponga atención a la primera
respuesta, ya que esa es en la que trabajaremos.
e. El mínimo cambio posible: ¿Cuál sería el primer paso que
tomarás hoy mismo (para que) tu pareja pueda notar que
“has empezado a cambiar”? Si guiamos bien a la pareja hasta
aquí y hacemos la pregunta milagro, entonces, y sólo enton-
ces, es que esto funciona; antes de esto, podría ser fallido.
Por favor considere que esta no es sólo una pregunta infor-
mativa, sino también una intervención terapéutica, por lo
tanto, tenemos que preguntarla con las inflexiones de voz
que usamos en una inducción de trance o algo similar.
f. En esta parte de la sesión, para poder corroborar, hacemos
de nuevo la pregunta que hicimos en la primera llamada, de
qué manera específica y cómo esperan ser ayudados, cuánta
fe tienen en este tipo de terapia y en “uno como terapeuta”,
específicamente. Para saber esto, resulta útil juntar mis pro-
pios comentarios y sus expectativas, reencuadrar sus miedos
y ajustar la terapia a su medida.
g. En este momento aclaro mi deseo de ayudarlos y señalarles
lo que ya les había dicho en su llamada para agendar la cita:
“la terapia va a ser de 4 ó 5 sesiones, de una hora y media
259
cada 15 días y voy a hacerles preguntas inteligentes y comen-
tarios interesantes y les voy a sugerir varias tareas de ‘inge-
niería mental’, para que cada uno de ustedes trabaje y saque
lo mejor de ustedes mismos, y que ambos terminen ganan-
do”. Los dejo tres minutos a solas para que tomen la decisión
de seguir o no, para que yo pueda preparar mis comentarios
y primeras tareas. Como sabemos, un buen final de la sesión
se desenvuelve en dos acciones esenciales: reencuadres y ta-
reas. Así que, después de esa breve pausa, regreso a la sesión
y después de que me digan que sí quieren continuar con la
terapia, les pido que me escuchen. Les doy elogios por todos
los aspectos positivos que noté, les digo que veo que tienen
un pronóstico excelente, redefino sus problemas en términos
no patológicos, luego los re-describo de manera circular, se-
ñalando cómo cada uno participó en el problema y lo que
saben que pueden hacer para estar bien. Un ejemplo puede
ser:
Juan María
Acción: Se retira Lo regaña
Siente: Enojo Miedo
Piensa: Quiere man- No me ama como
darme antes
Alergia: Voz mandona Desprecio hacia él
260
Tarea: (¿Qué podría ser?)
261
1. Esfuerzos de cada uno. En la primera etapa, comenzamos
preguntando qué fue lo que hizo cada uno para mejorar.
Nota: algunas parejas empiezan reportando inmediatamente
que todo sigue siendo lo mismo, mejor o peor, pero tenemos
que insistir en la pregunta. “Disculpe, antes de ir a los resul-
tados, primero es importante saber qué fue lo que hizo para
obtenerlos…” A través de este estilo de pregunta nos concen-
tramos en el proceso, no en los resultados, e insistimos en
invitar a cada miembro a que tome un rol activo y responsa-
ble, en vez de un rol de víctima o de afortunado. Siempre
podemos preguntar de varias maneras acerca de lo que cada
uno hizo bien, pero también hizo mal. Por ejemplo: “María,
¿qué fue lo que Juan puso de su parte durante estas dos se-
manas?”; “María, dile a Juan los esfuerzos que viste que hi-
zo”. Cuando se vean molestos y tal vez no quieran hablar
acerca de lo bueno del otro, llévelos suavemente hacia el
punto de vista positivo del otro, en este caso es válido pre-
guntarles directamente: “María, ¿qué esfuerzo hiciste que te
gustaría que Juan reconociera?” Y luego hágale las mismas
preguntas a Juan.
2. Efectos/Beneficios. “Juan, las actitudes que María ha mos-
trado hacia ti, ¿qué tan bien te hacen sentir? ¿Qué beneficios
han traído en su estado de ánimo, apariencia, trabajo e hi-
jos?”.
3. Conexión con ideales y valores. “¿La manera en la que han
estado interactuando es la manera que soñaban cuando esta-
ban saliendo? ¿Qué es lo que sus hijos pensarían de ustedes
en el futuro? ¿Cómo te sentirías contigo mismo en veinte
años después de reconocer que hiciste estos cambios? ¿Esta
es la forma en la que te habría gustado ver a tus padres in-
teractuar? Si entrevistáramos a Dios, ¿Él diría que esto es a lo
que ustedes se comprometieron el día de su boda?”
262
4. Escala de Avance y Fórmula de cómo lo conseguiste. “En
una escala donde 10 es lo mejor, ¿en qué punto estás de la
meta de ser ‘cercanamente amorosa’? María, ¿cuál es la clave
o la fórmula secreta para lo que has estado haciendo? ¿Qué
pensamientos o imágenes han pasado por tu mente, tu cora-
zón, qué palabras te dices a ti misma? ¿Y cómo es que se
siente tu cuerpo? ¿Tus ojos, tu cara, tu aliento?”
5. Fallas de cada uno. “Juan, ¿qué dices acerca de cuáles han
sido tus fallas en estas dos semanas? Oh… Oh… ¿qué más? Y
tú, María (las mismas preguntas de Juan). Cuándo tú (Ma-
ría/Juan) te comportas de esa manera errónea, ¿qué pensa-
mientos vienen a tu mente?” En este momento es cuando
podemos trabajar con recuerdos, experiencias “traumáticas”,
decisiones existenciales drásticas, prejuicios, etc. Todas estas
cosas son precisamente a las que tenemos que ofrecer un
nuevo significado al reencuadrar y dar tareas. Por ejemplo,
María podría decir: “Me he portado de esa manera (regaño-
na, malhumorada) porque recordaba cómo mi papá le pega-
ba a mi mamá y me prometí a mí misma que no dejaría que
eso me pasara a mí”; y Juan diría: “Me he portado así (irme
lejos) porque en mi relación pasada sufrí mucho y me sentí
incapaz de quedarme y ser golpeado”.
6. Reconstrucción del PIP y PIS fantaseados. “Si piensas
acerca de todas las cosas buenas que has estado haciendo…
¿qué crees que debiste de haber hecho? Si vivieras ese mo-
mento otra vez, ¿qué harías diferente? ¿Qué pensamientos
pondrías en tu mente o qué lado te gustaría ver desde la si-
tuación, que no te hubiera hecho comportarte de esa mane-
ra? … ¿Y tú, Juan?”
7. Posibles obstáculos futuros “Ahora, vamos a hacer una lista
acerca de los posibles obstáculos que podrían estar en los
días siguientes y anotemos en frente de cada uno qué harán
diferente.”
263
8. Pasos para la pausa. “Si me dijiste que te calificaste como
6.5, ¿en qué puntaje te gustaría estar en 15 días? ¡7!... ¡Ok!...
Creo que 6.7 estaría bien, ¿no? ¿En qué aspectos seguirán
trabajando para calificarse en ese punto? Voy a tomar una
pausa para organizar algunos comentarios y tareas para us-
tedes; pero mientras yo hago esto, quiero que anoten una lis-
ta de las cosas buenas que tienen que les hará lograr el 6.7.”
Reencuadres y tareas
264
2. Aclare las cosas con cada uno
Intervenciones
265
del desarrollo de la relación a través del ciclo vital, un proce-
so de buena comunicación, etcétera.
c. Redescripción de la interacción de la pareja. En la cual ha-
cemos obvia la participación de cada uno en el patrón pro-
blemático y el rol que tomaron en el patrón de excepciones y
en las nuevas interacciones que tienen que ser ensayadas.
Aquí es extremdamente útil que ambos estén conscientes
acerca de los “virus del pensamiento” y los malos hábitos que
tienen que ser cambiados para lo mejor de la relación. Para
hacer esto podemos usar las estrategias de externalizar el
problema o parcializar el área del yo que necesita más prác-
tica para ser maduro o fuerte.
Tareas
266
4. Tareas cruzadas. A solas con cada uno, se da una tarea secre-
ta que puede ser una sorpresa para el otro, y luego cuando
estén los dos juntos puede decir “Me pregunto quién va a
hacer su tarea mejor”, observe lo que ve diferente en cada
uno (si son de los que pelean, podrían pelear acerca de
quién hará la tarea mejor).
Rituales
1. Individuales:
2. Como pareja:
267
en lo que quieres que trabaje la siguiente semana es bla,
bla, bla…”. Y luego: “¡Cenen, bailen y diviértanse!”
b. “Juntos, anoten los malos ejemplos que vieron en sus fa-
miliares de origen y todo el mundo, písenlos, tírenlos a la
basura, y luego canten: “Somos diferentes y originales y
podemos ser una pareja tranquila y cariñosa”, y luego ha-
gan una lista de las cualidades realísticamente ideales que
quieren como pareja.
c. Antes de ir a dormir, toquen los dedos de cada uno y re-
cuerden todas las cosas buenas detrás de este otro mundo
que pueden hacerlos más exitosos.
268
Autohipnosis
Referencias
269
270
Capítulo XI
El Ciclo Vital de la Familia
y la Terapia
Familiar Breve Sistémica
R. Alejandra Andrade Ramos 14
Jaime Montalvo Reyna
S
egún la Declaración Universal de los Derechos Huma-
nos de 1948, la familia es el elemento natural y funda-
mental de la sociedad y tiene derecho a la protección de
la sociedad y del Estado (ONU, 2012); es el grupo social
básico en que la mayoría de la población se organiza para satis-
facer sus necesidades y en el cual los individuos construyen una
identidad por medio de la transmisión y actualización de los
patrones de socialización.
Para Fishman (1995), la familia como institución es la fuente
de las relaciones más duraderas y el primer sustento social del
individuo, con pautas de relación que se mantienen a lo largo
de la vida, lo que la convierte en la instancia con mayores recur-
sos para producir cambios. Mientras que la familia según Mi-
nunchin y Fishman (1993), es un contexto natural para crecer y
para recibir auxilio; es, además, un sistema vivo que intercambia
información internamente y externamente. Las fluctuaciones de
origen interno o externo suelen ser seguidas por una respuesta
271
que devuelve el sistema a su estado de constancia. Pero si la
fluctuación se hace más amplia, la familia puede entrar en una
crisis en que la transformación tenga por resultado un nivel
diferente de funcionamiento capaz de superar las alteraciones y
exigencias del medio.
Como Bargagli (citado en Esteinou, 2004) lo señalara, exis-
ten particularmente tres dimensiones bajo las cuales ha sido
captada la realidad familiar: la estructura familiar, las relacio-
nes familiares y las relaciones de parentela. La primera, com-
prende al grupo de personas que viven bajo el mismo techo, la
amplitud y composición de este agregado de corresidentes, las
reglas con las cuales éste se forma, se transforma y se divide. La
segunda dimensión incluye las relaciones de autoridad y de
afecto al interior de este grupo de corresidentes, los modos a
través de los cuales éstos interactúan y se tratan las emociones y
los sentimientos que prueben el uno con el otro. La tercera se
refiere a las relaciones existentes entre grupos distintos de co-
rresidentes que tengan lazos de parentesco, la frecuencia con la
cual éstos se ven, se ayudan, elaboran y persiguen estrategias
comunes para acrecentar, o al menos para conservar, sus recur-
sos económicos, su poder, su prestigio.
Minuchin (1986) señaló que los miembros de una familia se
relacionan de acuerdo a ciertas reglas que constituyen la estruc-
tura familiar a la cual define como "el conjunto invisible de de-
mandas funcionales que organizan los modos en que interac-
túan los miembros de una familia".
Desde el enfoque sistémico, cada familia se distingue de
acuerdo a la estructura de sus reglas de relación en su nexo de
intercambio diario entre sus miembros y entre éstos y ambien-
tes externos, tales como el lugar de trabajo, la escuela y otras
instituciones de la comunidad; y en este intercambio, los miem-
bros de la familia son afectados y a su vez afectan a otros, espe-
cíficamente los procesos psicológicos y emocionales en turno
272
influyen y moldean patrones específicos de relaciones familiares
(Minuchin, 1995; García, Rivera, Reyes y Días, 2006; Montalvo,
2009).
Dentro de la estructura familiar se pueden identificar las
siguientes formas de interacción:
1) Los límites, que "están constituidos por las reglas que definen
quiénes participan y de qué manera lo hacen en la familia...
tienen la función de proteger la diferenciación del sistema"
(Minuchin, 1986). Los límites al interior del sistema se esta-
blecen entre los subsistemas familiares (individual, conyugal,
parental y fraterno) y pueden ser de tres tipos: a) Claros, que
definen las reglas de interacción con precisión. b) Difusos,
que no definen las reglas de interacción con precisión y ca-
racterizan a las familias con miembros muy dependientes en-
tre sí; y, c) Rígidos, que definen interacciones en las que los
miembros de la familia son independientes, desligados.
Los límites al exterior del sistema implican reglas de in-
teracción entre la familia y otros sistemas.
2) Jerarquía, que hace referencia al miembro con mayor poder
en la familia.
3) Centralidad, miembro con base en el cual gira la mayor parte
de las interacciones familiares; dicho miembro puede desta-
carse por cuestiones positivas o negativas.
4) Periferia, miembro menos implicado en las interacciones
familiares.
5) Alianzas, se refieren a la unión de dos o más personas para
obtener un beneficio sin dañar a otro.
6) Coaliciones, que son la unión de dos o más personas para
dañar a otra.
7) Hijo (a) Parental, es aquel miembro de la familia que asume
el papel de padre o madre.
273
Umbarger (1983), Minuchin (1986) y Hoffman (1992) señala-
ron que una estructura disfuncional posibilitaría la presencia de
un síntoma en alguno de los miembros de la familia, y tendría
como características: límites difusos y/o rígidos al interior y/o
exterior del sistema, la jerarquía no sería compartida en el sub-
sistema parental, presencia de hijo (a) parental, centralidad
negativa, coaliciones, algún miembro periférico, diversas inves-
tigaciones son ejemplo de ello (Montalvo, 1999 y 2000; Montal-
vo, Soria y González 2004; Montalvo, Sadler, Amarante y Del
Valle, 2005; Montalvo, Cedillo, Hernández y Espinosa, 2010).
Con estos cambios también se ha podido dar cuenta de que la
familia es un sistema vivo en constante evolución y desarrollo,
ya sea por el contexto o bien por los individuos que la confor-
man. Las personas nacen, crecen, se reproducen y mueren, pe-
ro a su paso van dejando huellas muy marcadas en la interac-
ción con otros; así las costumbres, los hábitos, las reglas, los
vicios y la genética se van trasmitiendo de generación en gene-
ración.
274
Ciclo de vida familiar
1. Formación de la pareja.
2. Familia con hijos pequeños.
3. Familia con hijos en edad escolar o adolescentes.
4. Familia con hijos adultos.
275
a. Elaborar pautas de interacción que constituyen la estructura
del holón conyugal.
b. Negociar fronteras y límites que regulen la relación con las
respectivas familias de origen, los amigos, el trabajo, en sín-
tesis, con los “otros”.
c. Mantener contactos, pero con fronteras nítidas que permitan
el crecimiento de una íntima relación de pareja.
d. Armonizar dos estilos diferentes de comunicación y expre-
sión de los afectos.
e. Crear normas sobre jerarquía, reconocimiento de experti-
cias, pautas de cooperación y respeto por los valores del
otro.
f. Elaboración de pautas viables para expresar y resolver los
conflictos.
276
reacomodaciones a los padres. El tema de la autonomía y el
control se debe negociar en todos los planos.
Los padres también están experimentando cambios y mo-
mentos de pasaje en su propia etapa vital que influyen en la
familia y que son influidos por ésta. Es posible que sus propios
padres requieran cuidados y atenciones que compensen la de-
clinación de sus fuerzas o la muerte de uno de ellos.
Comienza un estadio de separación, probablemente del hijo
mayor, lo que implica una nueva mirada de los padres sobre el
que le sigue, instalando ahora sobre él (que podía tener una
posición relativamente desapegada hasta ese momento) la pau-
ta de relación establecida con el hijo que abandona el hogar.
La familia con hijos adultos. Los hijos han elegido sus propios
estilos de vida y se alejan del hogar familiar. El holón conyugal
vuelve a estar solo, o que requiere una importante reorganiza-
ción que implica relacionarse padres e hijos como adultos.
Se le llama el período del nido vacío, definido como una
etapa de pérdida en especial para la madre, pero también pue-
de ser una oportunidad de nuevos desarrollos para la pareja
que ya ha cumplido sus tareas.
En cuanto al ciclo de desarrollo propio de la pareja, se conside-
ran que desde la perspectiva de roles, la pareja vive cuatro en el
matrimonio (Pinto, s/f):
277
c. Rol de esposos. Es el espacio del compromiso, la capacidad
de cumplir fielmente el contrato matrimonial, negociar la
convivencia, adaptarse a las costumbres de la pareja, discutir
con inteligencia las desavenencias de la convivencia, plantear
metas materiales, trabajar en conjunto para lograrlas. Los
problemas se centran en los límites a las familias de origen,
los amigos, la organización del presupuesto, las reglas en
general.
d) Rol de padres. Es el espacio de la crianza de los hijos, la edu-
cación, los principios filosóficos que la rigen, los estilos de
disciplina a usarse, la capacidad de jugar, aconsejar, cuidar,
adaptarse a los cambios de edad. Los problemas conyugales
se concentran en los acuerdos relacionados con la crianza.
278
c) La emancipación. Ser capaces de separarse sin sentirse cul-
pables, aprender a proteger el nosotros construido en con-
junto sin necesidad de estar amarrados el uno al otro, crecer
personalmente y ayudar al cónyuge en la consecución de sus
metas personales. Este momento suele ocurrir cuando los hi-
jos han crecido y no necesitan muchos cuidados, la pareja re-
flexiona sobre los logros personales.
d) El re encuentro. Es un renacer del matrimonio, reconocerse,
verse de otra manera, valorar los logros alcanzados, reactivar
la pasión, retomar la aventura de vivir juntos.
e) La compañía. Los hijos se han ido, la pareja sobrevive, se
enfrenta la jubilación, los achaques de la vejez, la enferme-
dad, la preparación para la muerte y la despedida.
279
decir, influencias culturales, además todo lo anterior permeado
por el concepto de totalidad.
En seguida se apuntan algunas de las clasificaciones de las eta-
pas o procesos evolutivos de las familias en su ciclo vital pro-
puestas por varios autores además de lo señalado anteriormen-
te.
1.- El desprendimiento.
2.- El encuentro.
3.- Los hijos.
4.- La adolescencia.
280
5.- El reencuentro.
6.- La vejez.
Conclusiones
281
roles de género: quién cuida los hijos, quién lava los platos o
asea la casa, lo que antes se hacía sin preguntar, ahora hay que
hablarlo, razonarlo, negociar y acordar.
Por otro lado, a pesar de las diferencias en cuanto a las clasi-
ficaciones que proponen los diversos autores sobre el ciclo vital,
consideramos que es un marco de referencia sumamente im-
portante para el trabajo clínico y por lo mismo es un campo
virgen y fértil para la investigación en el área familiar. Vale la
pena subrayar el valor teórico, heurístico y aplicado que tiene el
concepto del ciclo vital.
Valor teórico por que le permite al psicólogo enmarcar con
mayor claridad su trabajo con pacientes y encontrar un sentido
a muchas cosas que sin estos conceptos no encontraríamos; sin
esto, el psicólogo clínico se la puede pasar sólo intentando eli-
minar o resolver una mínima parte de una problemática mucho
más compleja que permanecería oculta si no se tiene este marco
de referencia y por supuesto si no se trabaja bajo los lineamien-
tos del modo sistémico.
Valor heurístico porque el concepto del ciclo vital permite
plantear muchas posibilidades de investigación en el área fami-
liar que tan descuidada está en nuestro país.
Y finalmente valor aplicado porque al tenerse este marco de
referencia para la identificación y definición de los problemas
que presentan las familias, las tareas del terapeuta se clarifican.
Consideramos, al tomar en cuenta el ciclo vital y el modelo sis-
témico, que el trabajo docente de supervisar alumnos con casos
clínicos, se va enriqueciendo enormemente, problemas que an-
tes parecían sumamente confusos desde otras perspectivas teó-
ricas, ahora resultan más claros y por ende, con mejores proba-
bilidades de solución.
282
Referencias
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283
284
Capítulo XII
Hipnosis y Control de Peso
José Antonio Zamora Barrera 15
L
a hipnosis es una herramienta importante para el psi-
cólogo dedicado a combatir la obesidad. Para que su
aplicación sea en consonancia con la Norma Oficial
Mexicana para el tratamiento integral del paciente
obeso y con sobrepeso, debe combinarse con maniobras cogni-
tivo conductuales. Por otro lado, la normatividad es muy clara
en cuanto a que solamente los profesionales de la medicina,
nutrición y psicología pueden evaluar e instalar tratamientos en
los pacientes obesos y con sobrepeso. La disciplina de la psico-
logía que se encarga del manejo clínico del paciente obeso es la
psicobariatría; esta establece métodos y procedimientos especí-
ficos dependiendo de cada persona y de la etapa en que se en-
cuentre dentro del tratamiento integral. Como la Secretaría de
Salud exige que solo se apliquen tratamientos científicamente
probados o al menos con soporte empírico, en este capítulo se
explica y argumenta las formas y circunstancias que justifican el
uso de la hipnosis como técnica en psicobariatría. En las prime-
ras etapas del tratamiento, se utiliza la hipnosis para reforzar la
adherencia terapéutica y la expectativa de éxito. En el desarro-
llo del programa, se debe enfocar la hipnosis en la aplicación
efectiva de habilidades de enfrentamiento y resiliencia. En la
285
última etapa, se debe de enfocar en el mantenimiento del cam-
bio y el manejo positivo de las recaídas. La reflexión final gira
en torno a la idea de que la hipnosis tiene un efecto importante
cuando se combina con la terapia cognitivo conductual y se
propone la inclusión como marco de tratamiento, procedimien-
tos reconocidos que forman parte de las terapias posmodernas
como el enfoque en soluciones o la terapia narrativa.
Introducción
286
dicen otra cosa. Estamos ante un fenómeno que por la constela-
ción de características puede considerarse un síndrome con
elementos biológicos, psicológicos y sociales; pensar que contro-
lando uno solo de éstos de forma desarticulada, es suficiente
para controlar el problema, es quedarse corto en el plantea-
miento.
La propuesta en este capítulo es considerar el concepto de
obesidad desde una perspectiva posmoderna y sistémica (Zamo-
ra, 2014a) en la cual cada paciente tiene su historia y su propia
solución diferenciada de la de otras personas en situaciones
similares y que aunque se incida en un elemento de la ecuación,
al mantener la perspectiva sistémica, se permite hacer el trata-
miento de forma estratégica considerando la manera en que se
verán afectadas las demás piezas del todo.
Desde el punto de vista orgánico, la persona obesa es aquella
que está en un desbalance en su economía metabólica. Es decir,
presenta un tejido adiposo mayor al que su cuerpo necesita
para una calidad de vida acorde a los estándares actuales. En
muchos casos, su metabolismo está comprometido en lo que se
llama “síndrome metabólico” con lo cual presenta complicacio-
nes en los procesos relativos al aprovechamiento eficiente de la
energía proporcionada por los alimentos y a lo cual se suman
afectaciones cardiovasculares. Obvia decir que la salud está
comprometida al grado de que la persona al llegar a la catego-
ría de “obesidad mórbida”, su calidad de vida, tal y como la
pudiera estar disfrutando, queda pendiendo de un hilo.
Desde el punto de vista humano, como fenómeno de vida, la
obesidad es una condición relacionada con un modo de vivir y
de ser; una forma de encajar en la vida. En donde por un lado,
hay aspectos agradables como pueden ser el comer a placer, la
sensación de libertad, de ejercer potestad y control sobre lo que
nos es importante. Del mismo modo la persona en condición de
obesa muestra otros aspectos adaptativos, es decir, en su modo
287
de vida, la forma como se relaciona con las tensiones, malesta-
res en los estados de ánimo o simplemente con el aburrimiento,
incide en desbalance del aprovechamiento nutricio. También
tiene su vertiente relacional, cuando la persona manifiesta ele-
mentos afectivos intensos con la comida, o con la forma de bus-
car ser aceptada por los demás; hay rituales, apegos y circuns-
tancias sociales ligadas fuertemente al consumo de la comida.
La cara negativa con lo cual se configura el conflicto en la
persona obesa, es que los efectos de lo comentado en los párra-
fos anteriores, generan molestia, dolor y tensión, con lo cual se
genera una cualidad emergente, característica de todo sistema,
que tiene la forma de un “estigma de lucha quijotesca y román-
tica contra la fatalidad de estar obeso”. Misma lucha que se instala
como parte de la narrativa o historia de vida de la persona y
que se convierte en ese círculo vicioso en el cual mientras más
se lucha contra la obesidad, ésta se fortalece acrecentando la
inconformidad y reactivando el ciclo de lucha contra la “gordu-
ra” para de este modo volverse un cuento de nunca acabar. Esto
se reconoce en el paciente obeso cuando se le escucha decir
cosas como: “Quiero bajar de peso pero sin dejar de comer lo
que me gusta, aunque lo que me gusta es lo mismo que me tie-
ne obeso”, “Quiero bajar de peso pero no me pidas que haga
ejercicio por que no puedo” y al mismo tiempo se le oye decir
“Odio mi cuerpo”, “Ya me cansé de estar gorda o gordo”,
“Ahora sí, ya no quiero comer”.
Esta interacción entre lo bueno y lo malo de la condición de
obesidad es uno de los puntos críticos en dónde se trunca el
camino hacia el éxito en el tratamiento bariátrico en general. Y
este fenómeno paradójico es el punto de inflexión en el que el
trabajo psicobariátrico concentra su esfuerzo principal.
288
La obesidad como “emergencia sanitaria” y el plan nacional
para su combate
289
¿Qué esperar de este capítulo?
La psicobariatría
290
ma de comer y en los hábitos de actividad física; sus indicadores
van más allá de la disminución radical de la talla y el peso y
estos incluyen la normalización de los síntomas del síndrome
metabólico, la disminución de las cargas estructurales sobre las
articulaciones y musculatura, erradicación de síntomas relativos
a apnea de sueño, mejora en la vida sexual, recuperación de la
movilidad y flexibilidad corporal, etcétera. Esta lista de objeti-
vos contrasta con la expectativa de muchos pacientes motivados
ya sea por miedo a morir o por la vanidad, ya que los primeros
sólo progresan mientras se les pasa el miedo y los segundos
suelen buscar resultados superficiales, inmediatos y general-
mente poco duraderos. Ambas generan expectativas poco rea-
listas y el compromiso suele ser débil. Viene al caso hacer tal
mención porque a diferencia de la expectativa de adelgazar
para satisfacer estándares sociales, las metas de tratamiento
para reducir la comorbilidad suelen apuntar a pérdidas de peso
de aproximadamente un 10% (OMS, 1997; Manrique, De la
Maza, Carrasco, Moreno, Albala, García, et al., 2009) en un lap-
so aproximado de tres a seis meses y a mantener un progreso
modesto pero sostenido por lapsos de más de 18 meses. A lo
que se debe añadir que se deberán de mantener los nuevos há-
bitos de por vida. Como se mencionó antes, para muchos pa-
cientes bajar 6 o 15 kilos y sostener el cambio de por vida pue-
de parecer muy poco comparado con el “sacrificio” que les re-
presenta apegarse a un plan alimentario y de activación física.
Esto representa una razón para abandonar el programa (Garau-
let, 2006).
291
¿Cuáles son los puntos a incidir dentro del tratamiento psicológico del
paciente obeso y con sobrepeso?
292
sición a ponerle remedio definitivo a su condición. Y algo que
me quedó claro es que cada quien tiene su historia. Así que,
siguiendo con la línea visualizada que une a los puntos “A” con
“B”, podemos hacer una división conceptual en tres etapas den-
tro de este tránsito. La primera, tiene que ver con la parte del
proceso en que la persona gestiona la disposición a adelgazar.
La segunda, es el transitar por la implementación de la “dieta”
y la activación física que le van a permitir restaurar su equilibrio
y del cual los signos más notorios son la talla y el peso. Y la úl-
tima, es el mantenimiento de los logros y la adopción de un
nuevo estilo de vida más saludable para los estándares actuales.
La relevancia de este mapa conceptual es que cada sección tiene
su tipo de manejo psicobariátrico y en lo particular, la hipnosis
puede ser aprovechada de diferente forma (Zamora, 2014;
2014a, y 2014b).
293
adelgazar por salud. Otros pacientes deciden buscar apoyo de-
bido a que ya padecen algún tipo de complicación: padecen
hipertensión, diabetes, colesterol alto, algún malestar en la co-
lumna o rodillas, etcétera. Los menos, acuden determinados a
hacer un cambio permanente en sus vidas.
En la Etapa II, la persona ha recibido la asesoría multidisci-
plinaria y se encontrará con diversas circunstancias que frena-
rán el ímpetu de su esfuerzo: resistencia al cambio, metabolis-
mo lento, problemas en la adaptación a la dieta, rebeldía por
coacción percibida, resistencia al ejercicio, ansiedad, depresión
u otros síntomas secundarios (dolor de cabeza, dolor de estó-
mago, mareos, visión borrosa, etc.) por restricciones en la co-
mida, cambios en el humor por hambre, estrés por luchar con-
tra la tentación de romper el plan alimenticio, soportar la críti-
ca de los demás y la falta de colaboración de las redes sociales
cercanas. A todo lo anterior, se agrega el resultado reflejado en
la báscula y en las tallas, ya que si cumple con la expectativa del
paciente, entonces éste se dispondrá a seguir en el programa, al
menos por un par de semanas más. De lo contrario, la decep-
ción lo hará abandonar. Este punto a menudo no sigue un cri-
terio objetivo; para unos bajar 2 kilos es bueno, para otros bajar
5 kilos no lo es tanto. Simplemente la persona hace un contras-
te entre el costo emocional invertido en el plan alimenticio con-
tra los kilos perdidos. Si a lo anterior se agrega el estilo de
creencias y actitudes poco ajustadas y realistas, entonces se
acrecienta el disgusto por los efectos secundarios del tratamien-
to. En esta etapa se despliega el grueso del trabajo psicobariá-
trico.
En la Etapa III, el paciente se encuentra por finalizar el pro-
grama formal, pero ahora debe de empezar a sostenerse por sí
mismo en el camino de los buenos hábitos. Entonces se debe de
preparar para superar tropiezos y para evitar caer en exceso de
confianza. El paciente debe asumir que lo logrado es producto
294
de haber sido metódico y disciplinado. En esta parte es impor-
tante establecer un plan de seguimiento para superar los posi-
bles tropiezos y asegurar los resultados hasta que de nueva
cuenta se proceda con el avance y se retome otro programa
formal contra la obesidad y el sobrepeso.
295
caso de la hipnosis, ¿existen estudios de esta naturaleza particu-
larmente aplicándose en casos de obesidad? La respuesta es
afirmativa, en todos los casos en combinación con procedimien-
tos conductuales o cognitivo-conductuales (Kirsch, Montgo-
mery, Sapirstein, 1995; Vanderlinden, 2001; Feixas y Saldivar-
Maldonado, 2010; Surman, Baer, Keuroghlian, 2015).
296
mera duró media hora y fue en un formato individual; la se-
gunda fue un mes después y en grupos de cuatro participantes.
Para ambos grupos, la sesión individual fue grabada, de tal ma-
nera que los participantes contaran con la inducción para que a
modo de autohipnosis repasaran todos los días el procedimien-
to. Para el interés que nos ocupa sobre el uso de la hipnosis, se
rescata que el grupo en el cual se aplicó la hipnosis sobre el
manejo del estrés fue el que arrojó los mejores resultados en
comparación con los otros dos grupos; éste grupo bajó más de
peso y en un seguimiento de 18 meses mostró resultados más
consistentes. Es decir, la dispersión que mostraron alrededor de
los valores medios del porcentaje de pérdida de peso fue más
compacta. El porcentaje medio de peso perdido fue de alrede-
dor del 3.8%. Lo cual puede parecer poco, pero hay que consi-
derar que la opción convencional, basada en la asesoría nutri-
cional más el trabajo enfocado en las reflexiones sobre los cam-
bios, no dio mejores resultados.
297
dos en forma general, lo cual presenta esta opción como viable
y económica.
En conclusión, este estudio da pie a perfeccionar diversas
líneas de investigación controlada con diseños experimentales
más actuales y midiendo los indicadores específicos sobre los
que se debe enfocar el contenido de la hipnoterapia. Nos per-
mite argumentar que es mejor contar con maniobras de trance
que suprimirlas. Esto concuerda con el trabajo de Mendoza y
Bonet (2009), en donde aluden a estudios que sugieren que la
hipnosis aplicada como coadyuvante de un tratamiento conduc-
tual enfocado en control de estímulos, relajación, monitoreo
diario del peso y reforzamiento del programa es prometedora-
mente mejor en comparación con solo llevar el manejo conduc-
tual. Sumado a lo anterior, un meta-analisis efectuado por
Kirsch, Montgomery y Sapirstein (1995) apunta en el mismo
sentido de que la hipnosis junto con procedimientos de terapia
cognitivo conductual tales como automonitoreo, autocontrol y
autoreforzamiento, muestran mejores resultados que cuando se
prescinde del trance.
298
b) Entrenar al individuo a relajarse (Vanderlinden, 2001) en
preparación al desarrollo de habilidades de enfrentamiento
y resiliencia (Zamora, 2014, 2014b).
c) Potenciar la expectativa de logro (Zamora, 2014b).
d) Toma de conciencia de las sensaciones propioceptivas (Van-
derlinden, 2001; Zamora, 2014b).
299
el contexto y como coadyuvante de otras herramientas. Por eso
se insiste que además de los procedimientos cognitivo conduc-
tuales, es interesante el trabajo desde la perspectiva de las tera-
pias posmodernas (Tarragona, 2006) de corte sistémico (Ochoa
de Alda, 1995) como la terapia centrada en soluciones
(O’Hanlon y Weiner, 1990; de Shazer, 1991) y la terapia narra-
tiva (White y Epston, 1993; Castillo, Ledo y Del Pino, 2012).
Conclusiones
300
cia hace diferencia en los resultados y posteriormente en su
mantenimiento a mediano y largo plazo.
Por último, es importante que además de las técnicas cogni-
tivo conductuales sean incorporadas otras plataformas que con-
templan el fenómeno de manera más integral y sistémica ya que
tanto en la experiencia personal como en el material revisado,
se destaca la importancia de la interacción del paciente con sus
redes sociales. Siendo estas clave en la fórmula psicoterapéutica
en el tratamiento integral del paciente obeso y con sobrepeso.
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303
304
Capítulo XIII
Obesidad y Trauma: Abordaje
desde Hipnosis con Enfoque
Narrativo
Rosario Gutiérrez16
L
a obesidad desde el punto de vista psicológico no es
fácil de definir, ya que se pueden considerar varias
teorías psicológicas que pudieran explicarla y que nos
muestran su posible origen así como su tratamiento. A
pesar de que todavía no es clara la relación entre la obesidad y
algún síndrome psicológico o conductual de características pro-
pias, es más común encontrar alteraciones de la personalidad y
problemas psiquiátricos en personas obesas que en las de peso
normal, ya que la obesidad puede ser entendida como el sínto-
ma o la consecuencia de un problema de ajuste psicológico o
social, que atenta contra la salud emocional, y contra percep-
ción del propio funcionamiento. Algunas vivencias son más
devastadoras que otras. Nos referiremos a estas experiencias
con la palabra TRAUMA, a estas vivencias que representan un
305
quiebre en la vida de la persona y que la llevan a desarrollar
una barrera corporal a modo de protección.
Los trastornos de la alimentación incluidos en la Clasifica-
ción de Enfermedades Mentales de la American Psychiatric As-
sociation hasta 1994 eran anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y
trastornos de la
conducta alimentaria no especificado, que incluye el tras-
torno por sobre-alimentación.
Este último, fue excluido, en el DSM-IV (1994) y por la OMS
en el ICD-10. Actualmente la Obesidad es considerada en la
Clasificación Internacional de las Enfermedades (ICD-10-CM)
como un trastorno físico que no se relaciona con ningún sín-
drome psicológico o conductual con características propias. En
DSM-V (2013) se incluyen ahora como trastorno específico:
Estrés
306
modificaciones en el comportamiento alimentario y en la movi-
lidad física, pero también actúa almacenando grasa, es decir
modificando el metabolismo basal. Diferentes zonas en el cere-
bro actúan sobre el comportamiento alimentario. Estas zonas se
comunican entre sí y con el resto del organismo a través de los
neurotransmisores, sustancias secretadas directamente en el
cerebro como la serotonina, la dopamina, etc. (Clerget, 2011).
Entre estas zonas implicadas, el hipotálamo es el verdadero
director de orquesta de todas nuestras secreciones hormonales.
Otras zonas implicadas son el sistema límbico que es la sede de
nuestras emociones. Permanentemente está asociado con el
hipocampo que gobierna gran parte de nuestra memoria. Este
es el hecho que explica que nuestras emociones pasadas, en
especial nuestras vivencias infantiles, tengan que ver con nues-
tros aumentos de peso emocionales de hoy. El estrés tiene dife-
rentes niveles, puede ir desde una incomodidad por un inciden-
te, hasta una fuerte respuesta causada por un trauma complejo,
de lo cual hablaremos más adelante.
Trastornos en la Sexualidad
307
Distorsión de la imagen corporal
Ansiedad
308
Depresión
309
este fenómeno en personas jóvenes que han sido cuidadoras de
enfermos terminales. “Si no como me voy a enfermar”.
Miedo al éxito
310
Como forma de evasión
Trauma
311
cuando eran niños, nadie les enseñó las conductas ni las actitu-
des de valorarse y cuidarse. En muchos casos, los adultos que se
suponía que tenían que cuidar del niño lo maltrataron o no les
proporcionaron los cuidados adecuados. Muchos aprendieron
que el “necesitar” es “malo”, que necesitar cosas es “egoísta” y
que no está permitido. A través del deficitario modelado de sus
cuidadores, algunos incluso aprendieron a “castigarse” en lugar
de autocuidarse. Estas personas suelen continuar mirándose a sí
mismos a través de los ojos de sus figuras de apego negligentes
o abusivas (González y Mosquera, 2013).
Es de suma importancia hacer una buena anamnesis, ya que
la historia de la relación con sus cuidadores primarios, nos dará
el mapa de la construcción de la historia dominante del pacien-
te, esta historia que tendremos que deconstruir a fin de poder
llevarlo a un nuevo significado. Tengo que ver de qué se trata
esta persona. Revisemos un poco el concepto de apego, a fin de
entender por qué algunas personas son más propensas a no
cuidarse.
El concepto de apego
312
dispara el miedo u otros sentimientos asociados con la percep-
ción de vulnerabilidad.
Su principio más importante declara que “un recién nacido
necesita desarrollar una relación con al menos un cuidador
principal para que su desarrollo social y emocional se produzca
con normalidad”.
Tipos de apego
Apego seguro
Apego ambivalente
Apego evitativo
Apego desorganizado
313
El trauma puede dar origen a un Estado del Yo lastimado
314
Relación trauma y alimento
315
Tratamiento con hipnosis
316
Estructura del tratamiento para obesidad por trauma
317
Para estructurar la sesión de Hipnosis:
Construyendo caminos
318
A continuación se describe un ejemplo de una de las sesiones
de estabilización. Iniciamos con interrogatorio que nos ayudara
a externalizar el problema.
Conversación de Externalización
319
¿Cuál fue el momento de mayor satisfacción durante ese
proceso?
R. Cuando bajé de los 90 kilos.
¿Recuerdas qué día fue? ¿Cómo estaba el día? ¿A qué hora
fue? ¿Cómo era tu vestido? ¿Dónde estabas? ¿Recuerdas al-
gún olor en particular?
R. Recuerdo que ese día me sentía muy bien porque el vesti-
do que me gustaba ya me quedó bien y ese día iba a ir con la
nutrióloga. Me pesó y al ver el número y las medidas que
había bajado, me sentí feliz.
¿Cuáles fueron algunas de las cosas que pudieron haber con-
tribuido a que sucediera esto? Es decir, ¿qué pasos tomaste
para poder lograrlo?
R. Mi hermano también se puso a dieta y nos dábamos áni-
mo. La dieta era fácil de llevar, había mucha comida y eso
alejaba la ansiedad. Seguí paso a paso lo que la nutrióloga
me dijo.
¿Cómo supiste cómo hacer lo que hiciste?
R. No lo sé, solo recuerdo que no me daba hambre y eso ha-
cía que siguiera confiando.
¿Qué tipo de pensamientos pudieron haber cruzado por tu
mente mientras hacías lo que hiciste?
R. Que ahora sí iba a bajar de peso, que sí podía, que mi
cuerpo me estaba respondiendo.
¿La disfrutaste? ¿Qué fue lo que más disfrutaste?
R. Que fue lento y que podía comer a veces lo que se me an-
tojaba.
¿Cuáles fueron algunas de las consecuencias positivas de to-
mar esta acción?
R. Mejoró mi salud, se niveló mi presión arterial y pude po-
nerme jeans.
Al hacer esto que hiciste, ¿qué efecto tuvo en los otros?
320
R. Los compañeros de trabajo me felicitaban, mi mamá em-
pezó a respetarme más.
¿Qué crees que esta experiencia nos dice sobre tus priorida-
des? ¿Y sobre tu capacidad de cuidarte?
R. Que la salud es importante para mí y que sí sé cuidarme.
¿Escogiste este evento como algo de lo que te sientes bien?
R. Sí.
¿Si pudieras englobar en una palabra este buen sentimiento
que tuviste, cuál sería?
R. Orgullo.
¿En qué parte de tu cuerpo experimentaste este sentimiento
de orgullo?
R. En el estómago.
¿Te viene alguna imagen a la mente que represente este sen-
timiento? Puede ser una imagen visual o de palabras.
R. La palabra alegría.
¿Crees que surjan otras posibilidades acerca de esta refle-
xión?
R. Sí, creo que a veces veo las cosas más fáciles.
Si pudiéramos ponerle un nombre a esta parte de ti que lo-
gró bajar de peso con esa motivación, ¿cómo le pondrías?
R. La campeona.
321
Deja que tu respiración lleve a cada célula de tu cuerpo este orgullo
que me comentas y quiero pedirte antes de que entres en un nivel más
profundo de hipnosis, “llénate” de ese orgullo que me comentas y disfru-
ta por unos momentos más lo que se siente estar orgullosa de una mis-
ma (utilizamos la palabra de referencia que nos dio: libertad,
tranquilidad, felicidad, etc.). Y mientras sigues disfrutando de esta
sensación, a mí me gustaría comentarte que en ocasiones creemos que
no hay por donde avanzar, pero en realidad hay muchos caminos y ahí
están esas historias esperando ser habitadas. Es como si hubieras perdi-
do una maleta con tus álbumes de fotografías, y después de muchos años
la encuentras cuando ya ni te acordabas de ella y la abres y curiosa-
mente esas fotos aparecen cuando menos las esperabas, y te recuerdan
historias felices precisamente cuando más necesitabas recordarlas. Tu
mente inconsciente trae nuevamente esas historias y muchas otras más
historias que en realidad son caminos que ya recorriste, por eso es que
YA SABES QUE SABES POR DÓNDE IRTE y es por eso que para ti
es un camino conocido, y es por eso que PARA TI ES FÁCIL hacer
cambios en tus hábitos alimenticios porque ya los has hecho antes, y es
por eso que TRANQUILAMENTE PUEDES practicarlos y te puedes
imaginar haciéndolo para CUI DAR TE, con ausencia de complica-
ciones innecesarias y con presencia de éxito que tú disfrutas al disfru-
tarte a ti y tu respiración automáticamente continua este proceso, solu-
cionando sin que tú trates (Téllez, 2007), utilizando todos tus recursos
personales incluyendo recuerdos olvidados en los rincones de tu mente,
recuerdos que son respuestas a estas preguntas (Abia, 2001). Estas
respuestas ya están inconscientemente en el lugar saludable que les
corresponde dentro de ti; adentro y desde ahí están ya activando recur-
sos saludables, desarrollando potencialidades, estimulando tus capaci-
dades sanas, disfrutando de la vida, adquiriendo otras destrezas salu-
dables y poniendo en práctica estrategias diferentes formas nuevas,
creativas, divertidas de ser eficaz en muchas áreas en tu realización
saludable, armoniosamente contigo misma y con las demás personas que
322
te rodean. Quédate con las sensaciones agradables que esto produce y
poco a poco ve regresando a un estado usual de consciencia.
Cerramos hasta llegar a buen puerto y al final de la sesión de
hipnosis una metáfora es adecuada como sugestión post-
hipnótica. Podemos elegir alguna relacionada con disfrutar del
proceso o del camino antes de llegar a la meta.
323
Hablando acerca del monstruo
324
R. Sí, porque cuando ceno lo de la dieta me está diciendo
que no me va a dejar dormir si no como más, o me dice que
mi mamá se va a sentir conmigo porque no cené su cena.
¿Qué ha estado sucediendo en tu vida que hizo que el mons-
truo verdoso se hiciera más fuerte?
R. En casa la situación es difícil. Mi mamá casi no me habla.
En el trabajo mis compañeros son hombres todos y cuando
me halagan o dicen algún piropo me pongo muy nerviosa y
me da por comer.
¿Quisieras explicarme en detalle? Me gustaría que me conta-
ras con más detalle, si te parece bien.
R. Si lo que pasa es que cuando empiezo a bajar de peso los
hombres me invitan a salir y eso me da mucha ansiedad y
como para tranquilizarme. En relación con mi mamá, siento
que ella no me quiere.
¿Te acuerdas si el monstruo apareció en relación a sucesos
difíciles en tu vida, durante o después de una temporada pa-
ra ti?
R. Sí. Después de que mi papa abusó de mí. Yo le dije a mi
mamá pero mi mamá en lugar de defenderme me culpó
*Tomo nota para trabajo con trauma y le digo que eso es
muy importante y que lo trabajaremos más adelante.
¿Así que el monstruo te hace comer para recuperar tu tran-
quilidad?
R. Sí, el chocolate me da más tranquilidad principalmente.
¿Cómo has hecho para que las cosas no se pongan peor?
R. A veces le pido a la señora del aseo en la oficina que coci-
ne para mí cosas saludables. También hace tiempo perdoné
a mi papá, sé que está arrepentido.
¿Qué otras soluciones has intentado para que el monstruo no
tomara completamente tu vida?
R. Salgo a tomar café de vez en cuando con mi hermano y
eso me relaja mucho.
325
¿Esto quiere decir que cuando haces cosas que te relajan el
monstruo no se sale con la suya?
R. Pues sí, así parece.
¿Podrías comentarme en qué momentos tú notas que el
monstruo se hace más grande?
R. Sí, de hecho él aparece especialmente cuando los hom-
bres me miran o cuando mi mamá se enoja conmigo.
¿Podrías comentarme en que momentos se hace más peque-
ño?
R. Cuando estoy tranquila, por ejemplo cuando juego con
mis sobrinos.
Si estoy entendiendo bien, entonces no siempre se sale con
la suya, como cuando vas a tomar el cafecito con tu hermano
y / o juegas con tus sobrinos.
R. Sí.
Reencuadre
326
R. Pues que empiece a comer más sano y cuando el Mons-
truo me pida comer pueda enfrentarlo o engañarlo. Por
ejemplo si me dice que coma dulce, pues me como una na-
ranja dulce o sandia.
¿Al estar reflexionando sobre esto, qué emociones o sensa-
ciones corporales vienen?
R. Como tristeza, pero a la vez esperanza.
¿Consideras que las preguntas hechas en este ejercicio son
útiles para ti?
R. Sí.
¿Cómo te darías cuenta que el día de hoy lograste dar un pa-
so en la recuperación de tu bienestar?
R. Se me figura que voy a llegar a mi casa más tranquila.
327
convirtieron en problemas de peso, soluciones que se convirtieron en
problemas, verdades a medias saturadas de engaños. Quiero que ob-
serves en este documental cómo actuaba el monstruo verdoso, cómo y
dónde te engañaba. Obsérvalo, escúchalo, recuerda lo que te hacía
sentir antes y como te sentías después de haber realizado su cobarde
proeza de engañarte. Quiero pedirte que lo observes sin lastimarte,
con una actitud de aprendizaje y deja que tu respiración se quede
con la parte nutritiva de esta experiencia que la vida te mandó, por-
que la vida siempre nos pone frente a situaciones o personas de las
cuales algo tenemos que aprender, así que deja que tu respiración se
quede con la parte buena, con la parte saludable. Ese monstruo fue
tu maestro de trampas y estrategias y mientras tu respiración conti-
núa automáticamente este proceso aprendiendo, me gustaría pedirle
a tu Mente Inconsciente que ahora que por fin has descubierto la
existencia del Monstruo verdoso y cada una de sus mentiras y sus
trampas a través de esta filmación, que imagine una escena del fu-
turo cercano, un recuerdo del porvenir en donde TÚ YA LOGRAS-
TE controlar al Monstruo verdoso, en esa escena por fin puedes
EVITAR QUE EL MONSTRUO TE ATAQUE. Porque tú YA
SABES CÓMO HACERLO, como cuando estás tranquila y juegas
con tus sobrinos, en esa escena tu mente inconsciente está APLI-
CANDO TODOS TUS RECURSOS INTERNOS para debilitar al
monstruo con sus mismas estrategias, tranquilamente, con ausencia
de necesidad de complicaciones, con ausencia de complicaciones que
ni necesitas y con presencia de logro y por qué no, hasta con sentido
del humor. En esa escena AHORA LAS TRAMPAS LAS PONES
TÚ, por eso es que esa escena es muy agradable. (Le pedimos que
en la escena de solución aplique las trampas vistas en psi-
coeducación como respirar, tomar agua, etcétera).
328
torno a visualizarse con tranquilidad, a recordar las anécdotas
que contradicen la historia dominante.
Buscaremos historias de éxito que el paciente ha de recordar
para ampliar la consciencia de sí mismo y de sus capacidades,
con el fin de construir otras rutas, nuevos caminos que lo lleven
a lograr su objetivo, creando círculos virtuosos que rompan con
el círculo vicioso en el que se encontraba atorado.
Normalizamos la situación
329
La ansiedad por comer que tú sientes es una respuesta común ante
este tipo de situaciones. Ahora dime, ¿qué dentro de ti te gustaría
que fuera distinto para darte cuenta que la terapia ha sido útil?
R. Que ya no me importara si mi mamá me habla o no y que no me
molestara que los hombres me miraran, porque así no sentiría ansie-
dad.
Supongamos que pudieras empezar a dejar de sentir ansiedad por la
incomodidad que te causan los hombres y por la indiferencia de tu
mamá, ¿cómo podrías darte cuenta que esto es útil para ti?
R. Porque tendría mucha tranquilidad y mi atención ya no estaría
ahí, supongo.
Bien. Quiero ahora pedirte que imagines que hoy en la noche ocurre
un milagro. El milagro es que el problema que te trajo aquí (la an-
siedad por comer) pueda resolverse de raíz, desde su origen. Tú no
sabes cómo se resolvió puesto que estabas dormida. Tú no sabes si
unas manos divinas curaron el recuerdo de ese evento o si alguien
rescató a la niña; nada, no sabes nada, quién sabe qué pasó. El caso
es que tú despiertas y no sabes que ESTÁS SANADA DE ESE RE-
CUERDO. Tu Mente inconsciente por supuesto que sabe que ES-
TÁS SANADA DE ESE RECUERO, pero tu mente consciente no
sabe todavía que ESTÁS SANADA DE ESE RECUERDO.
Imagina que te levantas, ¿cuál será la primera pequeña cosa que te
hará pensar que las cosas son diferentes?
R. Que al llegar a la cocina vea a mi mamá y la salude sin esperar
a ver qué me va a contestar.
¡Eso suena a un gran milagro! ¿Y qué otra cosa te hará pensar que
las cosas están mejor?
R. Que pueda prepararme el desayuno de mi dieta y cuando ella me
quiera dar más comida le diga yo “Gracias madre, así estoy bien”,
sin importarme qué cara ponga y ni si quiera mirarla.
Cuando ya no sea importante para ti la reacción de tu mamá, ¿qué
cosas diferentes podrá notar la gente a tu alrededor, que les hagan
pensar que tú te sientes mejor?
330
R. Que estoy más tranquila.
¿Qué cosas podrías hacer diferente cuando te sientas más tranquila?
R. Voy a estar más enfocada en mi persona, voy a hacer dieta; si me
dicen piropos los hombres no me pondría nerviosa.
¿Qué otra cosa?
R. Podré ver a mi papá con una actitud diferente, como perdonán-
dolo más, como soltando. A lo mejor hasta comprendiendo a mi ma-
má.
Tú me dices que el milagro es que quede sanada la ansiedad por
comer. ¿Que será diferente en tu vida ahora que está sanada esa an-
siedad por comer?
R. Podré seguir una dieta. Ya no revolveré mis problemas con la
comida.
¿Qué otra cosa?
R. Bajaré de peso.
Tú dices que cuando te sientas más tranquila ya no estarás sólo pen-
sando en la comida, ¿qué harás en lugar de eso?
R. Creo que iré a la Universidad, siempre soñé con estudiar más, tal
vez hasta compre un departamento y me vaya a vivir sola, hasta po-
dría salir con alguien.
¿Quién sería la persona más sorprendida de esos cambios?
R. Mi hermano.
¿Qué notará él?
R. Me verá más sonriente y vestida de manera diferente.
¿Qué diferencias notarán tus compañeros de trabajo?
R. Que ya bromeo más y que ahora voy a las fiestas con ellos.
¿Y cuando todos esos cambios ocurran qué crees que hará tu mamá
de manera diferente?
R. Me tratará mejor, porque mis hermanos son groseros con ella y
los trata muy bonito, yo creo que si la ignoro también me tratará me-
jor.
¿Y qué hará tu papá de manera diferente?
331
R. Me sonreirá más porque me verá contenta y ya no se agachará
como cuando estaba triste.
¿Y tú que harás cuando tu mamá te trate mejor?
R. Pues le diré que si vamos de compras o salimos a comer o algo
así.
¿Y cómo serán las cosas diferentes en casa?
R. Creo que ya no habrá tanta tensión y a lo mejor mis hermanos ya
no serán groseros con mi mamá cuando vea que me trata bien.
¿Cómo te sientes al poder hablar de estos resultados?
R. Con fe, con optimismo.
¿En qué parte de tu cuerpo sientes esa fe, ese optimismo?
R. En el pecho y el estómago.
Muy bien. ¿Te parece si ahora vamos a hacer digestión de todo esto?
¡Muy bien! Eso es. AHORA, deja que tu respiración metabolice toda
esta información, permite que al inhalar se vaya acomodando dentro de
ti, todo lo que necesite ser acomodado y que al salir del aire de tu respi-
ración, salga todo eso que está de más. Tu respiración en este momento,
junto con tu mente inconsciente, está sanando todo lo que necesite estar
sanado y dejando igual lo que se necesite dejar igual, mientras tu respi-
ración automáticamente, protegidamente se encarga de este proceso, y
mientras tu mente consciente continúa en contacto con los sonidos del
exterior. A mí me gustaría, aquí entre nos, comentarle a tu mente in-
consciente, que ahora que ya sabe que sabe cómo hacerle para salir de
todo esto, podría ir visualizando todos esos cambios como si estuvieran
ocurriendo en este momento. Quiero pedirte amablemente que observes
en tu pantalla interior esa solución que me acabas de comentar, en una
escena del futuro que es presente. En esa escena tú te observas después
de despertar a esta nueva realidad. Ahí en la cocina, sin esperar a ver
332
que te dice tu mamá, preparando el desayuno de tu dieta y negándote
educadamente cuando te ofrece comida que engorda (se repite todo lo
que comento en el ejercicio previo, con el objetivo de informar
a la mente inconsciente de los cambios). En este recuerdo del futu-
ro tú te observas a ti misma disfrutando agradablemente, resolviendo
eso que querías resolver. No sabemos qué ocurrió la noche del milagro,
sólo sabemos que al despertar, que al abrir los ojos, algo cambió y se
estabilizó y sigue cambiando y se sigue estabilizando. Y tu respiración
produce un efecto acumulativo del tal forma que aunque ni siquiera
volvieras a recordar este ejercicio, esos cambios siguen y siguen y siguen
progresando a través de tu respiración. En tu vida cotidiana, cuando
hablas por teléfono, cuando trabajas, cuando caminas, cuando descan-
sas, en todo momento resolviendo y manteniendo eso resuelto favora-
blemente para tu salud. Quédate con las sensaciones agradables que
todo esto produce. Cuando tu mente consciente decida despertar a esta
nueva realidad, es porque tu mente inconsciente ya inició ese proceso
desde hace un buen rato y cuando tú lo decidas, poco a poco vas regre-
sando a un estado usual de conciencia…
En el trabajo con trauma, fue necesario hacer más intervencio-
nes. En alguna de las sesiones, se utilizaron preguntas descritas
por White (2004) en su libro Guías para una terapia familiar sisté-
mica relativas al trabajo de abuso.
El tratamiento con esta paciente continuó bajo la misma moda-
lidad: Siembra (Conversación con enfoque narrativo) + Induc-
ción a trance hipnótico + integración de lo narrado, acompa-
ñado de palabras de protección + visualización (sensación o
percepción) de la solución + metáforas y cierre llegando a buen
puerto.
333
Conclusión
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335
336
Capítulo XIV
Hipnosis y Terapia muy Breve
Rubin Battino 17
L
a hipnosis puede ser realizada en una terapia muy
breve, y la expectativa tanto del terapeuta como del
cliente es la esencia de este tipo de trabajo. Esta ex-
pectativa es que ambos, el terapeuta y el cliente, traba-
jen juntos para lograr lo que él/ella quiere en una o dos sesio-
nes. (En mi experiencia esto se logra principalmente en una
sesión). Este enfoque se originó en el trabajo hecho en el Cen-
tro de Terapia Familiar Breve de Milwaukee, cuya investigación
y el trabajo de otros, son discutidos antes de describir lo que el
autor hace. Se presentan, de manera breve, una variedad de
abordajes, algunos estudios de caso, el método preferido de
trabajar del autor, llamado “charlar”, y cómo la hipnosis es una
parte integral de este método. Piense en la expectativa como si
fuera alguna especie de efecto placebo psicoterapéutico. De
alguna forma, esto también es actuar “como-si” algo fuera real y
cierto.
337
Introducción
338
sesión, y el 65% reportaron haber tenido otros cambios positi-
vos que no tenían relación con el motivo de consulta. Éstos pu-
dieron haber sido atribuidos al efecto dominó. Esencialmente no
había relación entre lo que el paciente (en su memoria) pensaba
que lo había ayudado en la sesión, y lo que el terapeuta pensaba
que era útil (consulta de las notas del caso).
Una vez escuché a Steve de Shazer describir un proyecto de
investigación llevado a cabo en el Centro de Terapia Familiar
Breve (CTFB) de Milwaukee. Al inicio, a los clientes se les dijo,
al azar, que para su problema en particular, típicamente les
tomaría a sus terapeutas cinco o diez sesiones el poder ayudar-
los. Los terapeutas no sabían qué se les había dicho a sus clien-
tes. El seguimiento hecho un año después demostró que los
clientes de cinco sesiones empezaron a realizar trabajo “signifi-
cativo” en la cuarta sesión, y los clientes de diez sesiones en la
octava o novena sesión. Esto es, que la expectativa del cliente
tiene un profundo efecto en cómo él/ella pronto empezará a
hacerse cargo de la situación. Dado que soy un científico (he
pasado casi toda mi vida profesional como un profesor de quí-
mica), inmediatamente grafiqué estos resultados y llegué a la
conclusión de que si les digo a mis clientes que yo espero ser
capaz de ayudarlos en una sesión, su expectativa será la misma.
Esto significa que les digo a todos mis clientes, en el contacto
inicial, que raramente veo gente más de una o dos veces; tam-
bién les digo que haré todo lo que pueda para que sólo sea una
sesión. Dado que trabajo por mi cuenta y mi “oficina” está en
mi casa, mis sesiones siempre son ilimitadas, y pueden durar
varias horas (usualmente son 90 minutos). En los últimos años,
casi todas mis sesiones con clientes han sido de una sola sesión.
Por otro lado, siempre les digo a mis clientes que estaré dispo-
nible para verlos de nuevo si sienten que les ayudaría tener otra
sesión.
Para mí, la expectativa es la esencia de hacer TSS.
339
La naturaleza de la expectativa
Sabemos por los estudios doble ciego llevados a cabo por com-
pañías farmacéuticas y médicas y otros investigadores, que el
efecto placebo es efectivo al producir cambios tanto físicos co-
mo mentales en la gente. Kirsch establece categóricamente que
la psicoterapia es un placebo. Estoy de acuerdo. En abordajes
psicodinámicos la expectativa era que el cliente fuera a terapia
340
por un año. Las terapias después de la segunda guerra mundial
típicamente esperaban que los clientes fueran a terapia por 1 a
3 años. En años recientes, el sistema de atención médica (en
EUA) ha prescrito de 8-12 sesiones para varios diagnósticos.
Los proponentes de la terapia muy breve han promovido la
posibilidad y el sentido práctico de la TSS o varias sesiones (ver
Hoyt and Talmon, 2014). Mi expectativa para cualquiera que
venga a verme es una sesión, y se les dice esto a mis clientes en
el contacto inicial. Vulgarmente, esto sería expresado como
“¡Dejémonos de estupideces y pongámonos a trabajar!”. Proba-
blemente haya espacio para hacer pruebas o gastar tiempo en
obtener información suficiente para diagnosticar (¡o DSM!) al
cliente. En mi experiencia, esto nunca ha sido de utilidad.
341
se vuelve real. No hace mucho tiempo tenía un cliente que me
dijo en nuestra primera sesión que ella había decidido que iba a
ser feliz, y lo estaba siendo. Luego me contó algo de su historia
de vida y sonaba como una novela donde casi todo lo que po-
dría salir mal, salió mal. Ella no vino a verme debido a estas
dificultades pasadas (después de todo, ¡ella era feliz ahora!),
sino con respecto a unas preocupaciones que tenían que ver con
su hija. De eso fue lo que trabajamos en esa sesión. En una se-
sión de seguimiento, pasé todo el tiempo con su hija. El pro-
blema con su hija estaba, aparentemente, resuelto.
La palabra “aparentemente” en la oración anterior debió de
haberlo dejado queriendo más información, la cual yo simple-
mente no puedo otorgar en este caso, o para la mayoría de las
personas que veo solo una vez. No regresan, no vuelven a lla-
mar, ni me escriben, y presumo que ellos obtuvieron lo que
querían en esa sola sesión. Ocasionalmente recibo retroalimen-
tación después de mucho tiempo de clientes que me encuentro
en mi pequeña comunidad, o infiero un resultado satisfactorio a
través de la gente que me refieren. (Habrá más información
acerca de esto en la sección F).
Sugerir a los clientes directamente que actúen “como-si” sus
preocupaciones ya hubieran sido resueltas (a su satisfacción),
funciona. He aquí un ejemplo. El Mental Research Institute, en
Palo Alto, inició esta idea al trabajar con parejas en conflicto. A
la pareja se le decía que uno de ellos lanzara una moneda cada
noche durante dos semanas. Si la moneda caía en cara, el día
después actuarían como si todo en su matrimonio estuviera
bien. Si caía en cruz, entonces actuarían al día siguiente de ma-
nera “normal”. La pareja mantenía reportes separados, la per-
sona que no lanzaba la moneda anotaba de qué lado había caí-
do en la noche anterior. Dos semanas después, en la sesión si-
guiente, generalmente se le decía al terapeuta que dejaron de
hacer el experimento, y que sus vidas habían dado un giro posi-
342
tivo. De alguna forma este es un ejemplo de “inyectar” a una
familia con un agente de cambio (el lanzador de monedas), el
cual modificó las dinámicas del sistema.
La Pregunta Milagro, que inicialmente fue desarrollada por
Insoo Kim Berg del CTFB, es mi abordaje “como-si” favorito.
En un momento apropiado en la sesión (usualmente al inicio)
se le dice al cliente lo siguiente:
“Suponga que esta noche, después de nuestra sesión, usted
va a casa y se duerme, y mientras está durmiendo, ocurre un
milagro. El milagro es que las preocupaciones que lo trajeron
aquí se han resuelto totalmente. Pero no sabe que el milagro ha
ocurrido, dado que estaba dormido. Cuando se despierte en la
mañana, ¿qué es lo primero que notaría que le haga darse
cuenta que este milagro ha ocurrido?”.
Luego, durante los siguientes veinte a treinta minutos, guíe a
su cliente a través de su día, preguntándole detalles de lo que es
diferente en su día post-milagro. Si fueran capaces de salirse de
sí mismos y observarse a sí mismos, ¿qué notarían en su postu-
ra, sus expresiones faciales, de lo que dicen y hacen? ¿Qué no-
taría su pareja, sus hijos? Es preferible preguntar más por con-
ductas observables que acerca de sentimientos. ¿Qué notará la
gente del trabajo que lo conoce bien? Suponga que llamen a
uno de sus padres esa noche, ¿qué notarían diferente en la for-
ma en que habla, las cosas que dice? Entre más información
tenga acerca de su conducta post-milagro, más real se vuelve el
cambio “milagroso”. Entre más detalles den, más real se vuelve.
De alguna forma, esto es como un reencuadre elaborado en
donde ellos te dicen la nueva manera en la que se quieren per-
cibir a sí mismos y pensar de sí mismos. La nueva vida milagro-
sa (“como-si”) obtiene una realidad propia.
Steve Andreas (2012) tiene un ejercicio para transformar el
diálogo interno negativo, el cual consiste en pedir a la persona
que se diga a sí misma cuando entre a su casa: “Me estoy sen-
343
tando en esta silla feliz. Ahí hay una mesa feliz. Allá están las
ventanas felices con sus cortinas felices.” Se le pide al cliente
que haga esto todos los días por 10-15 minutos. También pue-
den usarse otras palabras, como calmado, pacífico, relajado,
activo, sonriente y creativo.
344
Compulsivamente despreocupado o despreocupadamente
compulsivo.
3. Reencuadre
345
los cuales hacen más de lo mismo. (Si no funciona o no ha fun-
cionado, ¡haga algo diferente!). El reencuadre del contexto in-
volucra alterar el marco o el contexto en el que ocurre la preo-
cupación. Por ejemplo, ¡algunas dificultades maritales se han
resuelto debido a que simplemente la pareja cambió de lados
de la cama! El reencuadre del contexto tiene que ver con cam-
biar la perspectiva de la preocupación, es decir, ver su conducta
desde un diferente ángulo o interpretación. Un reencuadre
“estándar” al principio de la sesión es decirle al cliente lo va-
liente o fuerte que es al estar ahí y que esté interesado en en-
frentar sus dificultades. “Yo sé que realmente se necesita mucha
fuerza para estar aquí.” La técnica de la “Silla Vacía” de la Te-
rapia Gestalt puede ser considerada como una forma de reen-
cuadrar, así como cualquiera de los métodos “como-sí”. El diso-
ciarse de sí mismo y observarse en varias situaciones funciona
muy bien. El verse a sí mismo sobre el hombro de su pareja es
otra manera. La técnica de la “Bola de Cristal”, en la cual uno
se observa a sí mismo en el futuro, cuando esta preocupación en
particular se haya resuelto, y preguntarle al cliente qué hizo
para que las cosas cambiaran, también funciona.
He observado muchos terapeutas de prestigio hacer demos-
traciones en eventos como los congresos ericksonianos. Cuando
analizo lo que están haciendo, encuentro que el principal in-
grediente es, invariablemente, el reencuadre, es decir, hacer
que el voluntario piense diferente acerca de su preocupación.
(Habrá notado que evito la palabra “problema” dado que los
problemas son más difíciles de trabajar que las preocupaciones,
molestias o dificultades. Este cambio en el lenguaje es, por su-
puesto, un reencuadre).
346
4. Terapia Narrativa, Externalización y Exorcismo
347
El trance profundo no es algo por lo que me preocupo, solo
porque la persona esté totalmente concentrada en su respira-
ción (por ejemplo) y mi voz. (Si está usando hipnosis para la
cirugía, ¡ese es otro asunto!).
He observado que mis clientes entran en algún nivel de hip-
nosis cuando uso cualquiera de los abordajes anteriores. Esto es,
cuando un cliente “se va hacia su interior”, están en un estado
de trance. También es característico del estado de trance que
las personas estén más abiertas a las sugestiones. Así que, mu-
chas sugestiones son incrustadas en el lenguaje hipnótico que se
usa. La palabra “muchas” es muy importante aquí dado que los
clientes llegan a usted cuando están estancados. Estar “estanca-
do” significa que típicamente, ellos tienen solo una respuesta o
una interpretación de los estímulos de su vida. Entonces, su
tarea es otorgarles muchas opciones realísticas en términos de
interpretaciones y respuestas. Creo que el cliente seleccionará
la(s) interpretación(es) y respuesta(s) que queden de forma rea-
lista en su vida.
También es de mucha importancia que el terapeuta esté en
un estado de atención concentrada, y que esa atención esté en
el cliente. Las personas que trabajaron con Erickson, reporta-
ban invariablemente la intensidad de su concentración y la
atención que les ponía. Necesita observar (¡sin mirar fijamente!)
la actitud física y las respuestas de sus clientes, es decir, sus ex-
presiones faciales, posiciones corporales, patrones de respira-
ción, tonalidad, pulsos y patrones de discurso, así como las pa-
labras exactas que usan. Si hace inducciones de grupo, como yo
suelo hacerlo, entonces usted siempre debe de mantener sus
ojos abiertos para observar a los miembros del grupo.
Para mí, la hipnosis es casi una parte esencial de realizar
terapia muy breve, como se demostrará en los casos siguientes.
348
Cuatro Estudios de Caso
La Gran D
349
Seguimiento – Dos años después me encontré a Jim, hablamos
por un rato, y me dijo que estaba viviendo su vida de manera
activa y feliz.
350
cómoda, sabiendo que te puedes mover y ajustar tu posición…
Sí. Y, dentro de tu mente, puedes ir al lugar de campamento
que tú amabas. Es de mañana y puedes oler el tocino cocinán-
dose. Y ahí está el sonido del agua fluyendo en el río cercano.
Puede haber una ligera brisa, y el olor del bosque a tu alrede-
dor. Un pájaro canta en algún lugar… Mientras estás disfru-
tando el estar ahí, te podrías estar preguntando cómo es que
esto va a ayudar a que cambies tu estilo de vida para que seas
más ligera y saludable, y más capaz de hacer cosas físicamente
con facilidad y comodidad. En este lugar y en este momento
sientes la presencia del Señor. Es más simple y fácil con Su ayu-
da, con Su amor, con Su apoyo. Y, puedes casi sentir, o no, que
con Su ayuda, Su presencia, que de alguna forma, de alguna
forma, en algún lugar dentro de ti se ha movido un interruptor.
Se ha tomado una decisión. A partir de este momento vas a
sentir una ligereza de ser… El peso extra innecesario que te ha
estado estorbando, simple y sencillamente y naturalmente se
separa y se desliza fuera de ti… permanentemente… En este
momento sabes, simplemente sabes, desde el fondo de tu ser,
que solo comerás lo que tu cuerpo necesita, y lo harás por el
resto de tu vida. El interruptor ha sido movido. Los viejos ca-
minos han sido eliminados y se han establecido nuevos cami-
nos. De alguna manera, de alguna forma, se han movido los
cables de tu cerebro, tu fisiología ha sido alterada y cambiada y
acomodada al nuevo tú que está emergiendo… Tocando y sien-
do tocada, amando y siendo amada, riendo con esa sonrisa, el
canto del pájaro en la mañana, atardeceres y amaneceres, la
luna en la mañana, este momento, esta respiración, este latido
del corazón… Esa sensación interna de que el interruptor ha
sido movido, la convicción interna de que, de ahora en adelan-
te… esta respiración y la siguiente. Y, deberías saber, Joanne,
que tu mente es como una grabadora, así que lo que sea que
haya pasado en esta sesión, hoy, que sea útil y beneficioso para
351
ti, estará contigo en lo que lo necesites y cuando lo necesites.
Quiero agradecerte, Joanne, por tu confianza, por tu seguridad
y por tu atención. Y, cuando estés lista, puedes respirar profun-
damente una o dos veces, abrir tus ojos, y estirarte un poco, y
regresar a este cuarto aquí y ahora… Sí, y sí, y sí… Gracias.
Cuatro Asuntos
352
que su presencia y su voz pueden ser amenazantes. Harry traba-
ja en un ambiente peligroso con otros hombres, así que puede
ser gritón y estrepitoso. Se le sugirió a Marlene que tuviera una
charla calmada, tranquila y de adulto a adulto con Harry. Ella
le diría que lo amaba, se preocupaba por él y quería estar más
cercana a él. Marlene le diría, también de forma calmada, que
él simplemente no sabía que algunas de sus reacciones y con-
ductas le despertaban a ella malos recuerdos. Esto le hizo mu-
cho sentido a Marlene y sintió que podía llevar a cabo la tarea
encomendada.
353
dres necesitan establecer para protegerlos y amarlos incondi-
cionalmente.
De esta manera las cuatro preocupaciones fueron resueltas
en una sola sesión para el gusto de Marlene (ahora ella sabía
qué hacer). Estoy seguro de que habrá algo nuevo para ella en
un año o dos. En asuntos 2, 3 y 4, Marlene fue “inyectada” ha-
cia su situación familiar como un agente de cambio. Es decir, al
cambiar sus conductas, ella será capaz de influenciar y cambiar
las conductas de aquellos a su alrededor. La hipnosis, y espe-
cialmente el lenguaje hipnótico, fueron parte de las interaccio-
nes con Marlene.
Gastritis
354
Sesión de hipnosis – [Nota: Antes de una sesión de hipnosis, a
veces es útil (como con este cliente) obtener información acerca
de: (1) su modo favorito de relajarse o meditar o hacer hipno-
sis; (2) un cielo o lugar seguro que sea real o imaginario, donde
se sienta segura y protegida, donde la sanación pueda ocurrir; y
(3) una modalidad o lugar o presencia sanadora, curativa y so-
lucionadora de dificultades que logrará su(s) cambio(s) desea-
do(s). Estos son incorporados a la sesión hipnótica].
Gloria, por favor póngase en una posición cómoda, sabiendo
que puedes moverte para estar aún más cómoda. Y, podemos
empezar poniendo atención a tu respiración, notando como el
aire entra y luego sale. Con cada inhalación, el pecho y el estó-
mago se levantan suavemente. Y, con cada exhalación, todos
aquellos músculos sólo se relajan. Suavemente, fácilmente, na-
turalmente. Solo un respiro a la vez, un latido de corazón a la
vez. Si un pensamiento vago pasa por tu mente, nótalo, agradé-
cele por estar ahí, y solo vuelve a tu respiración, y la siguiente.
Este es tu tiempo ahora, un tiempo sanador.
Y ahora, adentro de tu mente, puedes irte a una escena de
agua que es especialmente agradable, un lugar seguro, un lugar
sanador, un lugar de aprendizaje. Disfruta estar ahí, notando el
ambiente, los sonidos del agua moviéndose, la paz y la tranqui-
lidad. Y, sabes, puede haber algunas cosas en tu vida que sim-
plemente no puedes digerir, lo cual te molesta. Y aun así, hay
mucho más que eso. Está tu esposo, y tu hijo y tu hija, y ese
nuevo nieto, y el trabajo que amas hacer. Son nutritivos y cal-
mantes y capaces y apreciables y sanadores, ¿no? Esta respira-
ción y la siguiente.
Los sonidos y la vista del agua moviéndose son refrescantes y
limpios. Y, sabes, por supuesto, que el agua puede apagar fue-
gos y reducir las flamas y curar. Me dijiste que el caminar en los
bosques era especialmente sanador. Así que, ahora da esa cami-
nata adentro de tu mente, notando el camino con sus piedras y
355
las raíces cruzándolo. Está el viento moviendo las copas de los
árboles, y tal vez pájaros cantando y sonidos de insectos volan-
do. El tocar la corteza de este árbol transfiere sensaciones de
sanación y poder a todos tus órganos internos, de tal forma
que, de alguna manera, tu interior y tu estómago han sido res-
taurados a la normalidad. El balance ha sido restaurado, ¿no?
Y, puedes comer lo que desees, con tu sistema digestivo adap-
tándose a eso como sabe hacerlo, y lo ha hecho durante todos
estos años. El silencio y los sonidos del bosque están contigo.
Tomas todo con una sensación de calma y paz y amor y alegría.
La naturaleza restaura automáticamente al igual que tu cuerpo.
Gloria, sabes que tu mente es como una grabadora y serás
capaz de recordar y revivir y realzar tu sanación en cualquier
momento que necesites, al encontrar un lugar tranquilo, po-
niendo atención a tu respiración, y regresando a las aguas que
se mueven y el bosque. SÍ, y sí y sí.
Quiero agradecerte por tu confianza y por tu seguridad y
por tu atención, Y, cuando estés lista, puedes respirar profun-
damente una o dos veces, abrir tus ojos, estirarte un poco y re-
gresar a este cuarto. Gracias.
[Nota: Lo anterior fue dicho con muchas pausas y énfasis en
ciertas palabras y frases.]
356
te, es de menos de un año y casi siempre es por algo nuevo que
ha aparecido en su vida. Para algunos terapeutas, estas visitas
de regreso podrían involucrar varias sesiones, ¡y entonces po-
drían ser llamadas terapia de múltiples sesiones secuenciales!.
Charlar
357
charla terminan con otra de hipnosis breve para consolidar y
extender lo que ha ocurrido anteriormente.
Conclusiones
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358
Hipnosis clínica y terapia breve, de
Arnoldo Téllez , terminó de imprimir-
se en Septiembre de 2015, en los
talleres de Serna Impresos, S. A. de
C. V. En su composición se utilizaron
los tipos NewBskvll BT 11, 16, 20 y
70. El cuidado de la edición estuvo a
cargo de Juan Ramón Piña de la
Fuente. Formato interior de Olga
Lydia Treviño Martínez y diseño de
portada de Claudio Tamez Garza.
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