Responsabilidad Civil Derivada de Daños Sufridos Por Futbolistas en Encuentros Deportivos

Biblioteca Digital - Dirección de Sistemas de Informática y Comunicación
UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS
ESCUELA DE DERECHO
ho
r ec
De
TESIS PARA OPTAR POR EL TÍTULO PROFESIONAL DE ABOGADO
de
“RESPONSABILIDAD CIVIL DERIVADA DE DAÑOS SUFRIDOS POR

ca
FUTBOLISTAS EN ENCUENTROS DEPORTIVOS”

te
AUTOR
lio
BACH. RENATO ALEJANDRO REYNA MANTILLA

b
Bi
ASEORA
DRA. JEANNETTE CECILIA TANTALEÁN RODRÍGUEZ
TRUJILLO – PERÚ
2017
Esta obra ha sido publicada bajo la licencia Creative Commons Reconocimiento-No Comercial-Compartir bajo la misma licencia 2.5 Perú.
Para ver una copia de dicha licencia, visite http://creativecommons.org/licences/by-nc-sa/2.5/pe/
DEDICATORIA
A DIOS, el gran arquitecto del universo, quien se encuentra presente en
cada uno de mis momentos, a quién le entrego la totalidad de mis acciones y
confío que siempre guía mis pasos.
ho
A MI FAMILIA, por el apoyo brindado a lo largo de mi existencia, fueron,
son y serán el soporte con el que siempre contaré, porque gozan con mis logros
ec
y me ayudan a levantarme en mis derrotas.
r
De
A MIS AMIGOS Y LAS PERSONAS QUE ME QUIEREN, porque los
de
amigos son los hermanos escogidos, son quienes me brindan sus mejores
consejos y siempre desean la superación personal.

ca
te
Renato Alejandro Reyna Mantilla.

b lio
Bi
II
AGRADECIMIENTO
Un agradecimiento especial a la Dra. JEANNETTE CECILIA TANALEÁN
RODRÍGUEZ, excelente maestra y mejor persona, por su confianza depositada
en mí y en el desarrollo de la presente investigación desde el principio, por su
disposición absoluta y total colaboración brindada durante la presente, le estaré
agradecido de por vida.
ho
r ec
De
“No sólo no hubiéramos sido nada sin ustedes, sino con toda la gente que
de
estuvo a nuestro alrededor desde el comienzo, algunos siguen hasta hoy…
¡Gracias totales!”
ca
te
b lio
Bi
III
PRESENTACIÓN
Señores Miembros del Jurado:
En cumplimiento de lo dispuesto por el Reglamento de Grados y Títulos
de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, Escuela Académica Profesional
de Derecho de la Universidad Nacional de Trujillo, con el objetivo de obtener el
Título Profesional de Abogado, me resulta honroso, someter a su consideración
el presente trabajo de investigación titulado: “RESPONSABILIDAD CIVIL
ho
DERIVADA DE DAÑOS SUFRIDOS POR FUTBOLISTAS EN ENCUENTROS
ec
DEPORTIVOS”.
r
La presente investigación resulta del esfuerzo realizado, en el cual se ha
De
plasmado los conocimientos y circunstancias pragmáticas adquiridas a el
transcurso de mi formación profesional.

de
Ante lo manifestado, dejo a vuestro criterio y análisis la presente
investigación, con el objetivo que sea materia de evaluación y se emita el

ca
dictamen correspondiente.
te
Es propicia la oportunidad para manifestar mi agradecimiento y

lio
reconocimiento para con los señores docentes de la Escuela Profesional de
Derecho y Ciencias Políticas, quienes con sus enseñanzas contribuyeron en mi

b
Bi
formación personal y profesional y, a todas las personas que en cierto modo
colaboraron en la realización de la presente tesis.
Trujillo, 04 de julio del 2017.
RENATO ALEJANDRO REYNA MANTILLA

Bachiller en Derecho y Ciencias Políticas
IV
INFORME DE LA PROFESORA ASESORA
En cumplimiento de las formalidades exigidas para la tramitación con la
finalidad de obtener el Título Profesional de Abogado, me resulta sumamente
grato realizar el siguiente informe de la Tesis titulada:
ho
Investigación que fue realizada por el Bachiller en Derecho y Ciencias
Políticas: Renato Alejandro Reyna Mantilla.
ec
En mi condición de docente asesora, he podido apreciar que se trata de
r
un excelente trabajo el que se ha realizado con paciencia y dedicación, sobre un
De
eje temático muy poco usual respecto a una hipotética existencia de la
Responsabilidad civil derivada por daños sufridos por futbolistas en encuentros

de
deportivos, ocasionado por su contrincante.

ca
El autor, luego de haber realizado el estudio correspondiente de los temas
que se tratan en la investigación y el desarrollo de la presente tesis, arriba a una

te
correcta manifestación de los objetivos planteados en su oportunidad, ello

lio
respecto a los presupuestos y requisitos necesarios para establecerse una
responsabilidad civil derivada por daños sufridos hacia un futbolista.

b
Bi
La presente investigación, recopila importante bibliografía de doctrina
nacional y comparada en relación al tema materia de estudio, por consiguiente
se trata un gran aporte con el objetivo de obtener el Título Profesional de
Abogado.
Conforme a lo manifestado, la presente Tesis se encuentra expedita para
ser sustentada ante el Jurado que sea designado en su oportunidad.
V
Es todo cuanto tengo que informar.
Trujillo, 04 de julio de 2017.
JEANNETTE CECILIA TANTALÉAN RODRÍGUEZ

Docente Asesora
ho
r ec
De
de
ca
te
b lio
Bi
VI
RESUMEN
La presente investigación titulada “RESPONSABILIDAD CIVIL
DERIVADA DE DAÑOS SUFRIDOS POR FUTBOLISTAS EN ENCUENTROS
DEPORTIVOS”, tiene como principal finalidad conocer cuáles son los
presupuestos y requisitos para que un futbolista, que haya sido dañado por un
contrincante en el desarrollo de un encuentro de fútbol, tenga la facultad de
acudir a la vía judicial respectiva con el objetivo de recibir una indemnización por
ho
el daño sufrido.
ec
La investigación tiene como base las diversas acciones de futbolistas que
se ven reflejadas en lesiones graves para con sus contrincantes; en efecto, se
r
De
busca tener conocimiento si resulta factible la existencia de una responsabilidad
civil en el marco del desarrollo de un encuentro futbolístico de naturaleza

de
profesional.
Ante ello, al resultar la existencia de los presupuestos previstos para

ca
determinarse una responsabilidad civil por parte de los futbolistas, la presente

te
investigación, busca desarrollar también si corresponde el derecho de un
deportista lesionado a solicitar una indemnización integral por los daños sufridos.
lio
Cabe precisar que se deslinda de toda sanción disciplinaria determinada por el

b
reglamento correspondiente al deporte del fútbol.

Bi
Finalmente, conforme a los resultados, conclusiones y recomendaciones
de la presente, teniendo como fundamento el caso práctico que se estudiará
también, se prevé una investigación realizada de acuerdo a los objetivos
planteados en un principio.
VII
ABSTRACT
This research entitled "CIVIL LIABILITY DERIVED FROM DAMAGES
SUFFERED BY SOCCER PLAYERS IN SPORTS ENCOUNTERS", has as main
purpose to know what are the budgets and requirements for a player, who has
been damaged by an opponent in the development of a football match, Has the
power to go to the respective court with the objective of receiving compensation
for the damage suffered.
ho
The investigation is based on the various actions of soccer players who
ec
are reflected in serious injuries to their opponents; In fact, it seeks to have
knowledge if it is feasible the existence of civil liability in the framework of the
r
development of a football match of a professional nature.
De
In view of this, as the existence of the budgets provided for determining a
de
civil liability on the part of the players results, the present investigation also seeks
to develop the right of an injured athlete to claim full compensation for the
ca
damages suffered. It should be specified that it is devoid of any disciplinary

te
sanction determined by the regulations corresponding to the sport of football.

lio
Finally, according to the results, conclusions and recommendations of the
present, based on the case study to be studied also, an investigation is planned

b
according to the objectives set out in the beginning.

Bi
VIII
ÍNDICE
Pág.
- DEDICATORIA ..................................................................................... II
- AGRADECIMIENTO .............................................................................. III
- PRESENTACIÓN ................................................................................. IV
- INFORME DE LA ASESORA ................................................................ V
- RESUMEN ............................................................................................ VII
ho
- ABSTRACT .......................................................................................... VIII
ec
- ÍNDICE ................................................................................................. IX
I. INTRODUCCIÓN .................................................................................. 1
r
De
1. MOTIVACIÓN Y FUNDAMENTOS ................................................. 1
2. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA .............................................. 2

de
2.1. Antecedentes ........................................................................ 2
2.2. Realidad Problemática ......................................................... 11

ca
2.3. Formulación del problema .................................................... 13
2.4. Justificación del problema .................................................... 14

te
2.5. Hipótesis .............................................................................. 15

lio
2.6. Variables .............................................................................. 15

b
2.6.1. Variable Independiente ............................................. 15

Bi
2.6.2. Variable Dependiente ................................................ 16
3. OBJETIVOS ................................................................................... 16
3.1. Objetivos Generales .............................................................. 16
3.2. Objetivos Específicos ............................................................ 16
4. MARCO TEÓRICO ......................................................................... 18
IX
CAPÍTULO I
DERECHO DEPORTIVO
I. Antecedentes ................................................................................ 18
1.1. Evolución del Deporte ........................................................... 18
ho
A. El proceso de deportivización ......................................... 25
B. El deporte en el Perú ...................................................... 27
ec
II. Definición de Deporte desde una Perspectiva Jurídica .................. 28
r
III. Organización Pública del Deporte ................................................. 29
De
IV. Organización Privada del Deporte ................................................. 30
4.1. Olimpismo Internacional ........................................................ 30

de
4.2. Olimpismo Nacional .............................................................. 31
V. El Derecho Deportivo .................................................................... 33

ca
5.1. Definición de Derecho Deportivo ........................................... 33

te
5.2. Ámbito del Derecho Deportivo .............................................. 36
5.3. Fuentes del Derecho Deportivo ............................................. 37

lio
A. La Ley .............................................................................. 38
b
B. La Costumbre .................................................................. 40
Bi
C. Los Principios Generales del Derecho ............................. 42
D. La Jurisprudencia ............................................................ 44
E. La Doctrina ...................................................................... 44
5.4. Autonomía del Derecho Deportivo ........................................ 45
A. Argumentos a favor ......................................................... 46
B. Argumentos en contra ...................................................... 49
X
C. Posición ecléctica ............................................................ 49
5.5. Principios del Derecho Deportivo .......................................... 51
VI. Derechos del Deportista ................................................................ 52
6.1. Los derechos de la persona y el deporte ............................... 52
A. El proyecto de vida .......................................................... 53
B. Derecho al deporte .......................................................... 55
C. Deporte y Derechos humanos ......................................... 56
ho
6.2. Los derechos personales relacionados al deporte ................ 58
A. Derecho a la Dignidad ..................................................... 58
ec
B. Derecho a la Libertad ....................................................... 59
r
C. Derecho a la Salud .......................................................... 60
De
D. Derecho a la igualdad ...................................................... 60
E. Derecho a la integridad .................................................... 61

de
F. Actos de libre disposición ................................................ 62
G. Derecho a la intimidad ..................................................... 62

ca
H. Derecho a la Identidad ..................................................... 63

te
I. Derecho a la imagen ........................................................ 63
VII. Justicia Deportiva .......................................................................... 64

lio
7.1. Definición y ámbito de aplicación .......................................... 64

b
7.2. La disciplina deportiva ........................................................... 67

Bi
A. Características ................................................................. 68
B. Publificación .................................................................... 69
C. Principios constitucionales en la disciplina deportiva ....... 69
7.3. Justicia Interna Deportiva ...................................................... 70
7.4. Justicia Administrativa Deportiva ........................................... 71
7.5. Justicia Jurisdiccional Deportiva ............................................ 71
XI
A. Carácter exclusivo ........................................................... 72
B. Tutela jurisdiccional estatal especializada ........................ 73
CAPÍTULO II
RESPONSABILIDAD CIVIL
I. Noción jurídica de Responsabilidad ..................................................... 74
II. Conceptualización de Hechos Jurídicos .............................................. 75
ho
2.1. Diferencia entre Hechos Jurídicos Voluntarios Lícitos y Hechos
Jurídicos Voluntarios Ilícitos ........................................................ 76
ec
III. Principios de la Responsabilidad Civil .................................................. 78
r
3.1. El Principio subjetivo de Responsabilidad .................................... 78
De
3.2. El Principio objetivo de Responsabilidad ..................................... 79
IV. Requisitos de la Responsabilidad Civil ................................................ 79

de
4.1. La antijuricidad ............................................................................ 79
A. Antijuricidad Típica y Antijuricidad Atípica o Genérica ............ 81

ca
4.2. El Daño causado ......................................................................... 86

te
A. Requisitos del Daño Resarcible ............................................. 89
B. Daños Patrimoniales .............................................................. 90

lio
C. Daños Extrapatrimoniales ...................................................... 91

b
4.3. Relación de Causalidad ............................................................... 93

Bi
A. La causa adecuada ................................................................ 94
B. Las fracturas causales y la concausa ..................................... 95
4.4. Los Factores de Atribución .......................................................... 98
A. La Culpa ................................................................................. 100
B. El Riesgo creado .................................................................... 101
V. Clasificación ........................................................................................ 102
XII
5.1. Responsabilidad Civil Contractual ............................................... 102
5.2. Responsabilidad Civil Extracontractual ........................................ 102
VI. La Indemnización por Daños ............................................................... 103
CAPÍTULO III
RESPONSABILIDAD CIVIL EN EL DEPORTE
I. Definición ............................................................................................. 106
ho
II. Relaciones jurídicas en los accidentes deportivos ............................... 109
2.1. Lesión de un deportista profesional ............................................. 109
ec
2.2. Lesión de un deportista federado ................................................ 113
r
2.3. Lesión de un deportista aficionado .............................................. 114
De
III. Teorías respecto a la Responsabilidad Civil deportiva derivada de daños
causados por un deportista frente a su contendor ............................... 115

de
3.1. Responsabilidad Civil Contractual o Extracontractual .................. 115
3.2. Fundamento de la Responsabilidad Civil Deportiva ..................... 121

ca
3.3. Teorías respecto a la Responsabilidad Civil deportiva derivada de

te
daños causados por un deportista frente a su contendor ............ 125
A. Teorías Absolutorias .............................................................. 125

lio
1. Teoría del consentimiento dado por la víctima .................. 125

b
2. Teoría del consentimiento dado por la víctima en un deporte

Bi
autorizado por el Estado ................................................... 128
3. Teorías de las causas supralegales de justificación .......... 129
B. Teorías Condenatorias ........................................................... 132
IV. La asunción voluntaria del riesgo ......................................................... 136
V. La autorización del Estado respecto al fútbol ....................................... 139
XIII
CASO PRÁCTICO
ANÁLISIS DE LA SENTENCIA DEL EXPEDIENTE N° 141.806 - EMITIDA
POR LA SALA PRIMERA DE LA CÁMARA DE APELACIÓN EN LO CIVIL Y
COMERCIAL DEL DEPARTAMENTO JUDICIAL DE MAR DEL PLATA.
ANÁLISIS DE LA SENTENCIA DE LA CAUSA N° 113.317 – EMITIDA POR
LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA PROVINCIA DE BUENOS
AIRES RESPECTO A RECURSOS EXTRAORDINARIOS DE
ho
INAPLICABILIDAD DE LEY.
ec
1. Planteamiento del Asunto ..................................................................... 141
r
1.1. Datos Generales ............................................................................ 141
De
1.2. Referencia de la situación planteada ............................................. 142
1.3. Calificación Jurídica de la Materia Controvertida ........................... 143

de
1.3.1. En el Derecho Civil ............................................................... 143
1.3.2. Sanción Disciplinaria ............................................................. 148

ca
2. Desarrollo Procedimental ...................................................................... 149

te
II. MATERIALES, MÉTODOS Y TÉCNICAS .......................................... 154
2.1. Materiales de estudio ................................................................. 154

lio
2.2. Métodos ..................................................................................... 154

b
2.3. Técnicas ..................................................................................... 156

Bi
2.4. Diseño de Experiencia o Procedimiento ..................................... 156
III. RESULTADOS .................................................................................. 158
IV. CONCLUSIONES .............................................................................. 161
V. RECOMENDACIONES ...................................................................... 163
VI. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ................................................... 166
ANEXOS
XIV
I. INTRODUCCIÓN
1. MOTIVACIÓN Y FUNDAMENTOS
La relación entre deporte y derecho es bastante estrecha. A decir de
Enrique Varsi, al ser el hombre – y por ende, la sociedad – el principal
beneficiario del deporte, el derecho se constituye como la herramienta
ho
reguladora de las actividades deportivas .
ec
Además, las actividades deportivas y los espectáculos deportivos
propiamente dichos movilizan a millones de personas, involucran
r
De
grandes cantidades de dinero y, en general, son el centro en el que
convergen una serie de intereses de distinta índole. Esta convergencia,
así como la propia naturaleza de ese tipo de actividades, hace inevitable

de
la presencia de conflictos que el derecho, una vez más, como instrumento
regulador de comportamientos sociales, deberá resolver.

ca
En este sentido, el deporte “es considerado en su vertiente educativa, en

te
su manifestación a través de la competición, como cauce de expresión y

lio
comunicación corporal o, en fin, desde la perspectiva lúdico – recreativa,

b
es que se presenta como una acotación de una realidad humana

Bi
polisémica y diversa ”, lo cual dificulta su definición y, aún más, su
regulación legal, ya que, como realidad cambiante, el deporte ha
contagiado a las propuestas legislativas, sufriendo esa efervescente y
permanente metamorfosis, de lo menor a lo mayor, de lo intrascendente
a lo trascendente. Fruto de ello es que, actualmente, si bien el deporte en
general se encuentra regulado por el derecho administrativo, también lo
1
está por el Derecho Privado, que no se encuentra al margen de esta
realidad: Una de las instituciones jurídicas comprometida por las
peculiaridades de este fenómeno social es la de la responsabilidad civil.
No nos es ajeno que la práctica de los deportes ocasiona frecuentemente,
entre otros, daños a quienes los practican. Es más, en los últimos años,
hemos sido testigos de innumerables lesiones deportivas suscitadas
ho
dentro del desarrollo de un partido de fútbol. En el Perú, por ejemplo,
podemos registrar que una de las últimas lesiones graves de futbolistas
ec
de nuestro torneo local fue aquella sufrida por Joazhiño Arroé (jugador
r
de Sporting Cristal), quien en el 2013 sufrió la fractura de tibia y peroné
De
a consecuencia de una falta fuerte y artera por parte de Frank Rojas –
quien, en ese entonces, era parte del plantel profesional de Club

de
Deportivo Pacífico–. Producto de ello, el jugador rimense tuvo que
alejarse de las canchas por un periodo superior a los 8 meses, lo cual –

ca
podemos concluir de antemano – conlleva a un perjuicio no solo físico

te
sino también emocional, moral y económico.

lio
Es ante ello que nuestra realidad nos coloca en la posición de analizar si
los daños derivados de las actividades futbolísticas deberían ser

b
Bi
resarcidos o no. Es decir, la presente investigación nace sobre la base
de la idea de que no sería imposible otorgar tratamiento jurídico a un daño
ocasionado por un rival a otro durante el desarrollo de un lance
futbolístico.
2. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
2.1. Antecedentes
2
Los daños derivados de las actividades futbolísticas son
frecuentes y comunes, pero los supuestos que se pueden generar
son diversos. Es por ello que la denominada “Responsabilidad
Civil Deportiva” resulta un tema jurídico complejo, novedoso, que
no goza de regulación especial en nuestra legislación. Sin
embargo, la variedad de fuentes que enriquecen nuestro sistema
jurídico nos da pie a citar los siguientes antecedentes:
ho
- En la antigüedad, en los Juegos Olímpicos de la Antigüedad
ec
existía una especie de inmunidad legal de aquellos atletas que
r
dañaban o mataban De accidentalmente a sus rivales.
Probablemente, dichos supuestos se debían a que las
disciplinas practicadas en aquella época, tales como el

de
pugilato, la lucha y el pancracio, los riesgos de lesiones graves
y de muerte eran considerables. Ante dicha realidad, los

ca
legisladores, quienes en su mayoría eran partícipes de dichas

te
disciplinas deportivas, se presume se hayan dejado influenciar
para establecer la irresponsabilidad ante una posible muerte

lio
del adversario.
b
Bi
En Roma, en materia de daños causados entre personas, se
recurrió en una primera etapa a una figura penal como la
“injuria”, la cual era designada como todo acto contrario a
derecho (en un sentido amplio). Pero en una acepción más
restringida, significaba el ataque a la persona. La Ley de la XII
Tablas, no comprendía más que los ataques a la persona física,
3
golpes y heridas de considerable gravedad, pero sin distinguir
la intención o la simple imprudencia del actor.
No obstante el avance del Derecho Romano, respecto de otros
pueblos civilizados de la antigüedad en temas de
responsabilidad por daños, no se encuentra un desarrollo
teórico de un principio general de responsabilidad, pero en
ho
materia de accidentes en el deporte se conocen antecedentes
que dieron lugar a respuestas de los juristas en su oportunidad,
ec
y a decisiones pretorianas que en definitiva dejan en claro que
r
el consentimiento del deportista, si era ciudadano romano, es
De
decir si poseía los tres status: libertatis, civitatis y familiae,
impedía cualquier reclamo salvo que el daño fuese doloso o se

de
hubiese causado violando las reglas del juego.

ca
En la Edad Media, no se registraron avances significativos
respecto a la responsabilidad por daños causados entre

te
deportistas, a pesar de que en los Torneos y en las Justas se

lio
producían gran cantidad de heridos y muchas muertes.
Tampoco se produjeron cambios relevantes en la Edad

b
Bi
Moderna, debido a que los deportes que llegaron a tener un
mayor grado de desarrollo y organización desde los Juegos
Olímpicos griegos hasta esas épocas, eran los practicados por
los integrantes de las clases sociales más altas que veían en la
práctica de sus deportes y pasatiempos favoritos, antes que un
medio de ascenso social o de procurarse un medio de vida, tan
sólo una forma de relacionarse socialmente entre pares que

4
compartían un código moral que se encontraba por encima de
las simples reglas de juego.
Ya en el siglo XX, con la llegada del profesionalismo y el
reconocimiento de la relación laboral del deportista profesional
con el club, en especial en el fútbol, a partir del caso “Eastham
vs Newcastle” en Inglaterra (1963)1, ello cambia
ho
sustancialmente los valores. El amateurismo exigía que los
deportes se practicaran únicamente entre los integrantes de
ec
determinado grupo social, por ello sus reglas se crearon para
r
mantener a los miembros de otras clases sociales alejados de
De
su práctica. Dentro de esa estructura social, no existía
posibilidad alguna de acciones judiciales buscando un

de
resarcimiento económico si en la disputa deportiva se producía
lesiones entre deportistas.

ca
- A nivel jurisprudencial, en el plano internacional, quizá el aporte

te
de mayor peso se encuentra contenido en la sentencia de

lio
Mauro Camoranesi y Roberto Pizzo, la cual abre el debate
acerca del tratamiento jurídico que se debe dar a las lesiones

b
Bi
deportivas. Es decir, a decir de la sentencia, si bien el futbol es
un deporte que implica conductas ilícitas aceptadas por el
Estado - es decir, la asunción de los riesgos deportivos
aprobados -, no deberían quedar exentos de responsabilidad
1 Es a partir del Caso Eastham vs Newcastle, que se dio paso al

reconocimiento de la relación laboral de los futbolistas profesionales,
primero en Inglaterra y luego en todo el mundo.
5
aquellos casos en que se halle una mala intención por parte de
los jugadores, así como las significantes imprudencias que
conlleva a un grave perjuicio para los compañeros de profesión.
Además de la referida sentencia, la justicia Argentina se ha
pronunciado ya respecto a temas similares al presente hasta
en cuatro ocasiones, a decir:
ho
a) El primero es el que otorga mayor influencia. Es el Caso
ec
“Cotroneo contra Banfield y otro”, el mismo que la Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Civil de Argentina, debió
r
De
resolver la procedencia del reclamo formulado por
Cotroneo, quien como jugador del club Banfield, concurrió
a buscar la pelota en el área adversario y al no poder

de
cabecearla la tocó con la mano. En consecuencia, el árbitro

ca
del encuentro sanción dicha acción cortando el juego. Sin
embargo, el arquero del equipo contrario (Club Almirante

te
Brown), Domingo Violi, en dichas circunstancias continúo la

lio
acción que venía desplegando y aplicó un rodillazo en la
zona renal a su rival. Como consecuencia de dicho golpe,

b
Bi
es la pérdida del riñón a Cotroneo. La resolución dictada por
la Cámara antes precisada, de fecha 17 de diciembre de
1982, confirmó la sentencia de primera instancia en todas
sus partes, e impuso a Domingo Violi y al Club Almirante
Brown, la obligación de pagar una indemnización a favor de
Cotroneo.
6
En dicha oportunidad, se resolvió que, el deber de
responder por las lesiones deportivas tiene origen en los
siguientes casos: a) Cuando existe una acción “excesiva”
que viola grosera y abiertamente el reglamento del juego.
Y, b) cuando existe intención de provocar el resultado
dañoso, sea durante el desarrollo del juego o bien cuando
éste se encuentre detenido.
ho
b) Así mismo, se presenta el caso “Berman Gerardo R. contra
ec
Goldin, Jorge”, en la que, en relación a lo dispuesto por la
r
Cámara encargada de dilucidar el conflicto de intereses del
De
primer caso, se hizo una distinción, puntualizando que,
“cualquiera sea la posición doctrinaria a que se adhiera en

de
esta materia de lesiones por accidentes en el deporte,
debería concluirse que en la especie el deber de responder

ca
tendría su origen, al menos, en una acción “excesiva” o de

te
notoria imprudencia o torpeza, agregando que aun
asumiendo que el deporte del fútbol tiene riesgos inherentes

lio
a su práctica normal y que, conforme lo sostiene Orgaz, la

b
autorización estatal crea una presunción de licitud en

Bi
cuanto a las consecuencias que resulten de su ejercicio, de
modo que las lesiones derivadas de tales acciones estarían
de antemano justificadas como la actividad misma de la que
proceden, debería coincidirse que el caso en examen
7
encuadra entre aquellas hipótesis que, según el propio
autor, acarrean responsabilidad civil”.2
c) En el caso “Gil, Exequiel Osvaldo y otro contra Sociedad de
Fomento Deportivo y Cultural Siglo XX y otro. Daños y
Perjuicios”, la Suprema Corte de la Provincia de Buenos
Aires se puntualizó en los riesgos del deporte y sus límites,
ho
afirmando que en todo partido de fútbol, los jugadores se
exponen a los riesgos propios de esa práctica deportiva que
ec
muchas veces derivan en lesiones. Cuando tales lesiones
r
provienen del riesgo normal que imponen las reglas del
De
juego, ellas quedan cubiertas por la licitud del mismo. Así
mismo, señalan que la irresponsabilidad en los accidentes

de
deportivos, resulta de la concurrencia de diversos
elementos: la licitud del juego o deporte mismo; el

ca
consentimiento de la víctima para exponerse y someterse a

te
os riesgos inherentes al deporte que practica; la ausencia
de dolo o culpa u otra circunstancia que comporte la

lio
responsabilidad del autor del daño; y finalmente la

b
observancia de las reglas, pragmáticas o cánones del juego

Bi
o deporte de que se trate. Dicho caso fue materia de
controversia en razón a la lesión de un menor de edad
2 CNApel. Civil, sala A,“Berman Gerardo R. c. Goldin, Jorge N.”,(1995)

L.L. (1996), C, 701, con nota de Jorge Adolfo MAZZINGHI (h.); DJ 1996-
2, 400.
8
demandante a consecuencia de recibir un pelotazo en el ojo
izquierdo que le produjo lesiones graves.
d) Finalmente, respecto a casos analizados por la ente
jurisdiccional argentino, es el que corresponde a Pizzo
contra Camoranesi; el cual constituye los hechos de la
siguiente manera: en un partido entre los equipos del Club
ho
Alvarado y Club Aldosivi, ambos de la ciudad de Mar del
Plata, cuando promediaban los 40 minutos del primer
ec
tiempo, Roberto Javier Pizzo recibe la pelota sobre la franja
r
izquierda del sector medio de su propio campo, bajándola
De
y punteándola. En dichas circunstancias, por su lateral
derecho apareció el jugador Camoranesi, quien con su

de
pierna izquierda en forma de “plancha” golpeó con la planta
del botin sobre la cara interna de la rodilla izquierda de

ca
Pizzo, provocándole un daño que a la postre retiraría de la

te
actividad profesional al jugador lesionado, debido a las
diversas intervenciones quirúrgicas que debía haberse

lio
realizado.
b
Bi
Ya teniendo, una actividad jurídica similar al caso en
cuestión, la jurisdicción correspondiente favorece a Javier
Pizzo, ordenando el pago de una indemnización a su favor,
por el daño causado, entre ellos el daño a la persona, daño
emergente, lucro cesante; manteniéndose como base lo
dispuesto anteriormente por las salas en su oportunidad.
9
En el plano nacional, si bien nuestras salas aún no se han
pronunciado jurisprudencialmente respecto a ello, hemos sido
testigos de lamentables hechos que pudieron haber dado pie a
que se inicie tal desarrollo jurisprudencial. Así, por ejemplo,
tenemos aquella lesión producida por el futbolista Carlos
Zegarra (Club León de Huánuco) en una disputa del balón,
donde la víctima, Mauricio Montes (Club Juan Aurich), debido
ho
a un uso desmedido y desproporcionado de la fuerza y
ec
actuando fuera de los parámetros permitidos por las reglas del
fútbol, es golpeado en el rostro ocasionándosele una lesión en
r
De
el tabique nasal y partiéndosele dos dientes.
Cabe mencionar también el caso Franco Navarro, quien a costa

de
de una fuerte infracción por parte Julián Camino, ocasionado
en un encuentro entre Argentina y Perú (válido por las

ca
Eliminatorias al Mundial de México 1986), sufre la fractura de

te
tibia y peroné.
lio
Así mismo, como ya se ha señalado líneas arriba, tenemos el
más reciente el daño sufrido por Joazinho Arroé, producto de

b
Bi
una imprudente y desmesurada falta que lo imposibilitó de jugar
por un prolongado período de tiempo y que, además, lo
mantuvo en salas quirúrgicas y tratamientos costosos.
- Finalmente, a nivel doctrinario, recientes estudios sobre
Derecho de Obligaciones y Fuente de las Obligaciones han
venido incluyendo las denominadas “responsabilidades
10
especiales”, las cuales – en su mayoría – marcan puntos de
especial interés respecto a la zona limítrofe entre la
responsabilidad por inejecución de obligaciones y la
responsabilidad civil extracontractual. Así, celebramos con
gran alegría el hecho que nuestra doctrina nacional empiece a
pronunciarse al respecto, teniendo en consideración que el
daño a razón de sucesos deportivos ya no constituyen una
ho
realidad extraña sino que, por el contrario, son sumamente
ec
comunes.
r
2.2. Realidad Problemática De
El daño es considerado como el elemento fundamental que
conlleva a una indemnización civil, es señalado como el eje en

de
torno al cual gira todo fenómeno resarcitorio. Es así que, la

ca
existencia de un daño no aceptado legalmente ejecuta y pone en
funcionamiento toda acción resarcitoria que tiene como finalidad

te
única la de otorgar un desagravio para con la víctima.

lio
Pues bien, con el devenir del tiempo, el concepto DAÑO ha ido

b
evolucionando, no sólo con los nuevos avances médicos y

Bi
científicos, sino también con las diversas circunstancias en las que
el hombre se iba desarrollando. Ante ello es que, el concepto
jurídico de DAÑO ha ido siendo perfeccionado por aportes
doctrinales recientes, ampliando también su objeto de estudio.
Siendo así, como precisa Mosset Iturraspe, “La noción de daño
jurídico o resarcible aparece enriquecida. Perjuicios que antes no
11
se consideraban tales, sea por juzgar a la responsabilidad como
excepcional, sea para evitar la catarata de damnificados, o bien
porque se partía de una visión parcializada del ser humano,
hombre máquina, ser productivo o trabajador; o de una
apreciación incompleta del patrimonio y, por tanto, del objeto que
puede ser dañado, son hoy merecedores de indemnización”.
ho
Un claro ejemplo de ello es el ya mencionado caso acontecido en
2004, en el cual la Cámara Civil y Comercial de Mar del Plata emite
ec
un fallo que, con el paso del tiempo, sería el punto de partida para
r
las nuevas teorías que ponen en cuestión a las teorías
De
relacionadas a la asunción del riesgo por parte de los futbolistas
así como también la naturaleza impune y exenta de

de
responsabilidad dentro de los deportes y acciones aceptadas por
el Estado. En el mismo, contrario a la tradicional creencia de

ca
impunidad en el ámbito de lesiones deportivas, se condena al

te
futbolista Mauro Camoranesi a indemnizar con $ 200 mil a Roberto
Pizzo, jugador al que habría lesionado en un lance futbolístico en

lio
1994. El fallo, suscrito, con la característica de haber sido decidido

b
en mayoría por los jueces Ramiro Rosales Cuello y Roberto

Bi
Loustaunau, subraya que "si bien no se puede calificar el accionar
como intencional, denota una notoria torpeza, un exceso en la
práctica del deporte, anormal y evitable" por parte de Mauro
Camoranesi, quién habría incurrido en un "grosero apartamiento
de las reglas del deporte". Siendo este el punto inicial de nuestra
investigación.
12
En este orden de ideas, la ampliación no se da únicamente en
razón al tipo de daños, sino que también se amplían los elementos
propios de este concepto; es decir, aparecen nuevos legitimados
activos, que consecuentemente encontrarán un nuevo número de
legitimados pasivos a quienes se les reclamará la acción
resarcitoria correspondiente.
ho
En este orden de ideas, en la esfera deportiva, específicamente
dentro del ámbito del FÚTBOL, cuando un deportista sufría un
ec
daño durante el desarrollo de un lance futbolístico, el principio
r
general a utilizar era el de la impunidad penal y el de no constituirle
De
responsabilidad civil al agresor – causante del daño, dado que
habría actuado dentro del marco de las reglas de juego de un

de
deporte de contacto aceptado por el Estado, basándose en las
características propias del fútbol en el que determinan que no

ca
puede juzgarse la eventual responsabilidad de los participantes

te
con el mismo criterio que se aprecia la culpa en general. Siendo
así, la jurisprudencia en materia de lesiones graves producidas

lio
entre deportistas en pleno lance futbolístico es escasa.

b
Bi
2.3. Formulación del problema
¿Cuáles son los presupuestos jurídicos para que un futbolista
acceda a la vía jurisdiccional civil y obtenga una sentencia
favorable que determine una indemnización integral en caso
de sufrir alguna lesión en el desarrollo de un partido de
fútbol?
13
2.4. Justificación del problema
Como primer punto se debe señalar que la presente investigación
se justifica en los diversos daños deportivos a los cuales se
encuentra expuesto un futbolista; consecuentemente, resulta
necesario tutelar su derecho en cuanto a una indemnización civil
integral ante un daño producido en el desarrollo de la actividad
ho
deportiva a causa de una conducta antideportiva y fuera de lo
establecido en el reglamento respectivo.
ec
En concordancia con lo anterior, con el devenir del tiempo, se ha
r
De
ido dejando de lado la irresponsabilidad en materia civil respecto
al daño deportivo. De tal forma, en otros países, este daño ha ido
accediendo a los tribunales solicitándose las indemnizaciones

de
respectivas. Sin embargo, en nuestros tribunales, ello resulta casi

ca
nulo; pues bien, considerando lo mencionado y ante una prevista
casuística nacional, es que se propone la necesidad de la

te
aplicación extensivamente de las normas generales que rigen a la

lio
responsabilidad civil en el ámbito de una responsabilidad surgida
ante un daño deportivo. Es así que resulta fundamental establecer

b
Bi
los supuestos en los cuáles se torna necesaria y factible acudir
ante la vía jurisdiccional civil a fin de obtener una sentencia
favorable que ordene la reparación del daño deportivo ocasionado.
Asimismo, como siguiente punto que justifica la presente
investigación, se precisa que existe poco conocimiento y menor
convencimiento de poder arribar a una indemnización civil integral
14
como consecuencia de una lesión producto de una conducta
antideportiva, tanto por parte de los agraviados, propiamente
dicho, como por parte de los letrados patrocinadores en su
oportunidad.
Del mismo modo, como se ha precisado líneas arriba, ante la
escasa jurisprudencia referente al tema en específico, es
ho
necesario conllevar a la unificación de un criterio que ampare las
pretensiones de los futbolistas que fueron lesionados en su
ec
oportunidad y que, por la magnitud y gravedad del daño
r
ocasionado, ésta no se halle dentro de lo denominado “lícito”
De
inmerso en la teoría de la autorización estatal en el fútbol.
2.5. Hipótesis
de
Para que un futbolista pueda acceder a la vía jurisdiccional civil y

ca
obtenga una sentencia favorable que determine una
indemnización integral en el caso de sufrir una lesión en el

te
desarrollo de un partido de fútbol, deberá existir una conducta

lio
antideportiva, apartada de las reglas del deporte, no amparable en

b
el contexto de las conductas ilícitas aceptadas por el Estado, y

Bi
debe existir evidente intención de provocar un daño – lesión.
2.6. Variables
2.6.1. Variable Independiente
Los Presupuestos jurídicos que debe cumplir un futbolista
lesionado para que pueda acceder a la jurisidicción civil.
15
2.6.2. Variable Dependiente
La obtención de una sentencia favorable al futbolista lesionado
que determine una indemnización integral en caso de lesión en
el desarrollo de un partido de fútbol.
3. OBJETIVOS
ho
3.1. Objetivos Generales
ec
• Determinar la naturaleza jurídica de la responsabilidad civil
derivada de daños sufridos por futbolistas, a causa de un
r
De
contrincante, durante el desarrollo de un encuentro deportivo.
• Determinar los presupuestos jurídicos que conllevarían a la

de
posibilidad de demandar una indemnización civil integrada a
consecuencia de un daño producido por una conducta

ca
antideportiva.
te
3.2. Objetivos Específicos

lio
• Precisar la naturaleza jurídica del deber violado al causar

b
daños a otro jugador durante el desarrollo de un partido

Bi
futbolístico.
• Analizar la pertinencia y trascendencia de iniciar una línea
jurisprudencial en materia de responsabilidad civil en el ámbito
futbolístico.
16
• Proponer un marco legal adecuado a fin de viabilizar la
pretensión de indemnización por daños sufridos por futbolistas
durante encuentros deportivos.
ho
r ec
De
de
ca
te
b lio
Bi
17
4. MARCO TEÓRICO
CAPITULO I
DERECHO DEPORTIVO
I. Antecedentes.
1.1. Evolución del Deporte.
ho
Desde su inicio el deporte estuvo estrechamente ligado a los vínculos
ec
socioculturales de los pueblos. A través de él, las personas se
relacionaban formando lazos especiales, integrándose a través de
r
De
eventos en los que la destreza y la habilidad permitían el triunfo y el
surgimiento del ganador. Aquellos que no lograban alcanzar la victoria

de
esperaban ansiosos las próximas jornadas para reivindicarse y
demostrar ser los mejores. Así, por un lado, está el triunfo,

ca
acompañado de la ovación y los premios; por el otro, la derrota, que
deja siempre un sinsabor que debe borrarse con un nuevo encuentro

te
y la derrota del oponente. Superación, bienestar, ser los mejores y,

lio
sobre todo, demostrarlo, es lo que permitió que – desde los orígenes

b
de la civilización- el deporte como actividad se convierta en uno de los

Bi
medios más eficaces para el desarrollo del hombre y la integración de
los pueblos, trascendiendo hasta nuestros días como un vigoroso
factor de cohesión social e identidad cultural.
En diversas ocasiones, al deporte se le instrumentalizó como un
elemento válido para aunar voluntades y exaltar identidades raciales,
en definitiva, como un medio para hacer patria, situación que hasta la
18
actualidad continúa, pero que de una manera más horizontal y
democrática. Fue también un signo de distinción y dominación. Siendo
así que, en Grecia, los ganadores de los Juegos Olímpicos, eran
merecedores de privilegios sociales, mientras que en Roma, las
competencias deportivas fueron utilizadas con fines bélicos y de
conquista territorial.
ho
Todo hace suponer que el origen de muchos deportes ha sido el
ejercicio de las destrezas físicas que permiten la sobrevivencia del
ec
hombre, como la velocidad, la agilidad, la fortaleza, que se ponían en
r
evidencia al correr, lanzar, luchar, nadar, bucear, remar, entre otras
De
actividades humanas; a ello se le suma el adiestramiento bélico, pues
los combatientes que gozaban de las mejores condiciones física y

de
mentales eran los que siempre vencían. Aquí el deporte jugó un rol
preponderante.
ca
El juego es algo natural. Si bien todos los animales compiten, el

te
hombre es el único que practica deporte, y lo hace para demostrar su

lio
habilidad, su fuerza y su destreza. El holandés John Huizinga
fortalece esta premisa cuando afirma que: “El juego es más viejo que
b
Bi
la cultura, pues por mucho que estrechemos el concepto de éste,
presupone siempre una sociedad humana y los animales han
esperado a que el hombre les enseñe a jugar”.3
Las diversas teorías sobre el origen del deporte lo consideran como
un fenómeno histórico en el desarrollo de la cultura humana, unido
3 HUIZINGA, Johan. Homo Ludens. Juego y cultura, 1972, p. 11.
19
intrínsecamente a esta y a la realidad social, llegando a presentarse
como un modo de vida. Y es que, algunos deportes, no solo mueven
masas humanas embriagadas por los triunfos de sus cuadros o
enardecidas por sus derrotas, sino que también provocan nuevas
sensaciones y consecuencias (júbilos, suicidios, caída de la moneda).
La conducta del deportista y del aficionado -estimulado o deprimido-
ha merecido concienzudos estudios sociológicos y antropológicos que
ho
nos informan que además de ser una mera actividad física, el deporte
ec
está enraizado en la humanidad.
r
Funcionó, y hasta ahora es así, como una forma de disipación, de
De
relajo, de allí su atributo lúdico, ya que se construye y deriva de una
esencia anterior: el juego. La actividad laboral rutinaria, como

de
primaria, es compensada por el deporte. Una forma de desenfreno
“ordenado”; como diría José Ortega y Gasset, una “ocupación

ca
felicitaría”. El tiempo que el hombre empleaba en su vida diaria para

te
ganarse el pan busca refugio en una actividad que lo disipe e integre
con su comunidad. El deporte pasa a ser un complemento que,

lio
digamos, lo recompensa internamente en su tiempo libre. Un estilo de

b
ocio entendido en su sentido cabal, activo, productivo; un “ocio

Bi
estoico” como decía Séneca, o un “ocio recreativo”, según Santo
Tomás de Aquino, referido como actividad llevada a cabo por
diversión o pasatiempo, tomado regularmente como descanso de
otras tareas, haciendo menos molesta y más llevadera la labor
cotidiana, si así se quiere. El deporte termina siendo el rey de ocio. La
20
actividad deportiva facilita el reencuentro del hombre consigo mismo
y ni qué decir de la obtención de un saludable equilibrio psico-físico.4
En sus orígenes primó el deporte colectivo. Existen antecedentes en
Asia, en las civilizaciones inca y azteca y en las tribus indígenas de
Norteamérica, donde se practicaron juegos grupales. La
individualidad no era una característica del deporte en sus orígenes;
ho
al contrario, la multitud fue una característica típica de los juegos
comunales. A través de estos no solo se logró la integración de las
ec
personas, sino que se consiguió trabajar en equipo, y sobre todo se
r
tendía a la responsabilidad colectiva, en la que cada cual cumple una
De
función, una tarea precisa para lograr un objetivo: vencer al oponente
(cooperación-oposición). La unión hace la fuerza puede haber sido el

de
lema distintivo de los orígenes del deporte, tan importante en los
quehaceres actuales, pero que se necesitaron reglas para su correcta

ca
práctica a lo largo de todos estos últimos siglos.

te
Es así que, Luis E. Valcárcel nos dice que la actividad lúdica

lio
(perteneciente o relativa al juego) está relacionada con la magia y el
mito. Los juegos se clasifican en juegos de destreza y juegos de azar.

b
Bi
Los segundos sin simplemente juegos, mientras que los primeros en
nuestros días los denominamos deportes. Comprenden tanto las
actividades físicas como el desarrollo de las partes corporales,
relacionándose con la resistencia física, la aptitud corporal y el vigor
con el que puedan realizarse ciertos actos, sin producir fatiga
4 KRESALJA, Baldo. “Gestión y justicia deportiva”. La República, Lima,

15 de Octubre del 2006, p.17
21
inmediata. A simple vista estas actividades no se relacionan con la
religión ni con la magia, sino que solo son ejercicios físicos, sin otro
objeto que el desarrollo del organismo. Sin embargo, no es así. Nos
explica Valcárcel que entre los pueblos de las culturas antiguas la
destreza y el físico generaron el concurso o duelo entre dos o más
personas, a fin de destacar en estos certámenes; los ganadores
fueron en muchos casos los que sobrevivían en los torneos a muerte
ho
o los más aptos. Cuando la competencia se produce entre
ec
comunidades surge la batalla. Es, en sí, una actividad esencialmente
lúdica, que termina con ganadores y perdedores, con la satisfacción
r
De
de unos y el pesar de otros, el llamado homo ludens.
Pero en los pueblos antiguos, la lucha tiene otro sentido, Es la

de
interpretación del tiempo o de la derrota como una señal de lo que
está por venir; es una forma de adivinación. Cuando se trata de una

ca
competencia entre dos grupos cada uno representará una actitud, una
te
alternativa, sea de felicidad o desgracia. El deporte es una
conjugación de destrezas, de posiciones de dominio del más fuerte

lio
sobre el más débil, pero, además, de habilidades, siendo parte del

b
folclore de los pueblos, al igual que sus canciones, bailes, cuentos,

Bi
mitos o leyendas.
En general, todos los pueblos del mundo tienen “sus” deportes
tradicionales que van ganando espacio en otros lares. El fútbol y el
rugby son originarios de Inglaterra, el béisbol de Estados Unidos, la
pelota vasca de España, el golf de Escocia, el tae kwon do de Corea,
el judo y el karate de Japón, el kung fu de China (teniendo en cuenta

22
que la mayoría de artes marciales son oriundas de Asia). Al parecer
van originándose a partir de los juegos de los niños, de la lucha contra
el ocio buscando entretenimiento, perfeccionándose a través de su
práctica. En su esencia, el deporte es un juego. Juegan quienes lo
practican y también los espectadores. Como dice De la Plata: “Una
proporción elevada de nuestro tiempo de ocio se emplea en nuestros
propios juegos o en contemplar cómo juegan otros. Y estos juegos,
ho
los propios y los ajenos, son en gran medida actividad deportiva”.5
ec
Pero si bien, como se indicó en el comienzo, todos los deportes
representan en el fondo un juego, no todos los juegos son un deporte.
r
De
El juego es el género y el deporte es la especie. Obviamente, cabe la
necesaria diferenciación entre prácticas lúdicas, ceremoniales, juegos

de
deportivos tradicionales, ritos físicos, juegos de sociedad y otros que
deben ser apreciados de acuerdo con el contexto en el cual se llevan

ca
a cabo.
te
Más allá de los datos históricos, que tienen todo un tratamiento en
esta materia, para la sociedad contemporánea, el deporte es una

lio
institución preservadora y animadora de la convivencia humana.

b
Bi
A pesar de lo tantas veces sostenido, el deporta ya no es “el hijo del
trabajo”. Actualmente es una actividad profesional que mueve
ingentes cantidades de dinero. El impacto económico de los grandes
acontecimientos deportivos es impresionante, generándose diversas
profesiones en torno a su desarrollo: medicina deportiva, psicología
5 DE LA PLATA CABALLERO, Nicolás. Las Leyes del deporte de la democracia.

Bases para una nueva ley del siglo XXI, 2002, p.21
23
del deporte, fisiología, biomecánica, ingeniería en infraestructuras de
esparcimiento, e incluso las ya existentes se vienen perfeccionando:
economía del deporte, sociología del deporte, antropología del
deporte. De más está decir que “el deporte es un tema que interesa
por igual a sociólogos, economistas, psicólogos, escritores, juristas,
etc. En tanto fenómeno que ejerce gran influencia en diversos ámbitos
sociales”,6 y ni qué decir de la relación deporte-política en la que los
ho
gobiernos utilizan esta actividad o los logros obtenidos.
ec
El deporte ha traspasado las fronteras de la mera recreación. Es una
r
actividad profesional en la que la inversión económica marca su
De
norte,7 Claro que el problema aún no reside en la dificultad de medir
la trascendencia económica del deporte en la sociedad y su beneficio

de
directo de los integrantes de esta. En efecto, el deporte es una
empresa, un negocio o una industria importante en la que convergen

ca
un sin número de actividades, desde los más simples oficios, pasando

te
por las profesiones tradicionales, hasta la ciencia y la tecnología. Es
esta, la tecnología deportiva, la que viene colaborando en forma más

lio
intensa con las ocupaciones relacionadas con el deporte y la actividad

b
física, como son: docencia dela educación física; formación de

Bi
técnicos deportivos; iniciación. Entrenamiento y preparación física de
deportistas y equipos; gestión deportiva y autoempleo; ocio y
6 OSTERLING PARODI, Felipe y Mario CASTILLO FREYRE. “Tratado de las

obligaciones”. Para leer el Código Civil, 2003, p. 1017.
7 En nuestro medio, y más aún en otros países, el fútbol es el deporte
que ha adquirido una gran importancia económica. ACUÑA NAUCAR, Nancy:

“Fútbol, hoy más que un deporte, un negocio”. Derecho, Banca y Sociedad.
Año 1, núm. 4, noviembre del 2005, pp. 23-26.
24
recreación; salud y ergonomía; inspección y autorización, e
investigación, de manera que el deporte es tratado como una ciencia
en la que el estado físico y la técnica de los atletas es la base para los
triunfos y el éxito en las competiciones.
El derecho no es ajeno a este complejo mundo de relaciones. Regula
la materia desde su contenido básico, es decir, desde la simple
ho
actividad física hasta el nivel profesional, a fin de conseguir el triunfo
y las mejoras en el nivel deportivo, cosechando valores y promesas.
ec
El deporte, como fenómeno, deja marcada su importancia en los
r
diversos ámbitos sociales, culturales y económicos. Cada vez se
De
practica más, pues vivimos en la era de la cultura de la belleza física,
del cuidado de la salud, de la figura y la estética. Celebramos el

de
nacimiento del homo sportivus presente y latente que habita en cada
uno de nosotros. La cultura deportiva es cada vez más aceptada. Así,

ca
es necesario considerar que la actividad física y el deporte

te
constituyen, sin lugar a dudas, uno de los hechos más importantes de
la sociedad contemporánea, tanto en su faceta de práctica activa,

lio
como espectáculo de masas, formando parte esencial de la vida y la

b
cultura del hombre moderno, aunque su incidencia sobre la calidad de

Bi
vida de la población no sea del todo uniforme. Queda muy claro que
el deporte es una forma de vida; pero más aún una ciencia, a la que
el derecho viene prestándole atención para su ordenamiento legal.
A. El proceso de la deportivización.
25
El deporte busca alcanzar metas, obtener logros y satisfacer
anhelos. Tiene como fin la superación y se presenta como un
fenómeno mundial. Y es que constituye un elemento importante
en el desarrollo del ser humano, tanto en los aspectos
psicosomático y social, como en el profesional, pues trae
consigo satisfacciones personales que van mucho más allá de
las económicas (honorarios o premios), aunque estas no sean
ho
nada despreciables, al ser una de las actividades que mayores
ec
beneficios económicos otorga.
r
Además de los evidentes beneficios físicos que aporta a quienes
De
lo practican, el deporte inculca principio y actitudes. Es el medio
idóneo que brinda al deportista la satisfacción de aprender

de
valores como la disciplina, el esfuerzo, la perseverancia para
alcanzar las metas y el trabajo en equipo, todo ello en pos del

ca
triunfo. En buena cuenta, puede decirse que el deporte es parte

te
del desarrollo vital del ser humano, el proyecto de vida de
muchos y la profesión de otros tantos.

lio
El aspecto personal es predominante, tomando en cuenta que,

b
Bi
si bien la condición de deportista es innata, debe formársele en
el camino. A las grandes estrellas del deporte se les reconoce
desde su infancia, pero requieren de una disciplina.
En el ámbito social, el deporte moviliza a un gran número de
personas (deportistas, espectadores, organizaciones, clubes,
empresarios, etc.), invirtiéndose considerables sumas de dinero
26
para la realización de las actividades deportivas. Son muchos los
intereses que confluyen: para el deportista alcanzar una meta
física o económica; para el espectador la recreación al seguir el
certamen; para los organizadores, los beneficios económicos del
deporte como espectáculo, el que es entendido como un
negocio; para los empresarios, la oportunidad de promocionar
sus productos o servicios. De esta manera, un sin número de
ho
relaciones se perfeccionan gracias al deporte.
ec
B. El Deporte en el Perú.
r
De
La historia manifiesta que para nuestro país, el enfrentamiento
bélico con Chile fue un hecho trágico, acontecimiento que se
puede expresar detuvo el progreso del deporte de nuestro país;

de
circunstancia que determinó que a pesar de ser este una de las

ca
actividades de esparcimiento más populares en diversas partes
del mundo, no sucede lo mismo en territorio nacional.

te
Se manifiesta también que, en cierta medida los juegos de azar,

lio
la televisión, la internet y otras formas de ocupar el tiempo libre

b
han desplazado al deporte; se puede decir entonces que se

Bi
prefiere la inactividad a la actividad física.
Ante la situación antes expresada, se suma la carencia de
recursos destinados para programas de promoción para el
deporte en nuestro país, de la misma manera, la falta de
infraestructuras deportivas sería uno de los motivos
determinantes que explicaría el escaso desarrollo y la ausencia
27
de éxitos en materia deportiva. Sin embargo, como
acertadamente se ha señalado, lo que faltan son deportistas. El
elemento humano es lo que precisamos, más allá de los
recursos o la infraestructura, que es importante, pero no es lo
esencial sin el capital humano.
Según una encuesta realizada por el Grupo Opinión Pública de
ho
la Universidad de Lima8, son tres los deportes más populares en
el Perú: el fútbol, el vóley y el atletismo, cabe señalar que el
ec
ajedrez disputa el tercer lugar, pero existe la discusión respecto
r
a su naturaleza deportiva. De
II. Definición de Deporte desde una Perspectiva Jurídica.
de
El deporte ha pasado ser parte de la vida cotidiana de la ciudadanía, ha
dejado de ser una actividad marginal y hoy el término deporte pasa a

ca
identificar una materia de enorme repercusión.

te
En algunos casos esta función del Estado se encuentra consagrada en la

lio
Constitución, como ocurre en España. En otros casos, como el nuestro, es
una Ley la que se encarga de regular esta materia. Teniendo entonces el

b
Bi
Estado que cumplir con esta función de fomentar el deporte, las
consecuencias jurídicas que emanan de este hecho son variadas.
Desde la óptica del derecho, es posible abordar esta definición siendo
necesario también acotarlo, para saber, con suficiente certidumbre, cuándo
8 Encuesta realizada por el Grupo de Opinión Pública de la Universidad

de Lima el 7 y 8 de octubre del 2006, a 485 ciudadanos de Lima y Callao.
De acuerdo con esta consulta la tabla, el voleibol y el tenis son los
deportes que han tenido mejor rendimiento.
28
estamos frente a una de sus manifestaciones, de modo y manera que nos
conste que a esa actividad le resulta aplicable el Derecho del deporte. Para
abordar esta situación Real Ferrer utiliza una definición institucionalista,
conforme a la cual sería posible enmarcar la actividad deportiva. Señala que
son deporte aquellas actividades físicas institucionalizadas que supongan
una superflua confrontación o competición, consigo mismo o con un
elemento externo.
ho
III. Organización Pública del Deporte.
ec
La apatía del Estado por el deporte es un mal endémico generalizado. Al
r
De
respecto, Espartero dice: “El Estado mantuvo, como ha puesto de manifiesto
el común de la doctrina, una actitud abstencionista hacia el fenómeno
deportivo”.9 En opinión de Bermejo Vera: “El sector deportivo ha sido

de
constantemente abandonado por los poderes públicos” y “los problemas de

ca
ordenación jurídica del deporte han sido siempre de carácter secundario”. 10
Es parte de la razón del Estado generar un hábito deportivo como política

te
paritaria en el desarrollo de la persona, con la finalidad de que el deporte

lio
cumpla una función social y termine siendo u medio de vida, no un fin; un

b
medio de cultura moral y espiritual.

Bi
El Estado, debe promover el deporte, no intervenir en él. Corresponde buscar
su democratización, que todos lo practiquen de una manera uniforme y
comprometida, Comprometer socialmente a los ciudadanos en las prácticas
9 ESPARTERO CASADO. Julián. Introducción al Derecho del Deporte, 2004,

p. 75.
10 Ibídem, p. 75.
29
no es otra cosa que unirlos en fines y deseos comunes, de superación y
entrega personal.
La concepción del deporte como un aliado en el progreso personal, social y
económico se puede entender de la siguiente manera:
- Personal, porque es capaz de servir como un estímulo, apartando al
individuo de los vicios;
ho
- Social, porque funciona como una herramienta de inclusión social; y,
ec
- Económico, por las fuentes de ingresos que genera.
r
IV. Organización Privada del Deporte.
De
Esta se encuentra referida mayormente al Olimpismo, que puede ser materia
de
de análisis desde dos ámbitos: internacional y nacional.

ca
4.1. Olimpismo Internacional.

te
Su conceptualización gira en torno al evento más importante del
deporte, la OLIMPIADA o JUEGOS OLÍMPICOS, que, conforme al

lio
Diccionario de la lengua española se puede definir como la

b
“Competición universal de diversos deportes que se celebra

Bi
modernamente cada cuatro años en un lugar previamente
determinado.”
El Movimiento olímpico se desarrolla bajo la organización y la
normatividad del Comité Olímpico Internacional, cuyo esquema puede
representarse de la siguiente manera:
30
Movimiento Olímpico
Comité Olímpico Federaciones Deportivas Comités Olímpicos

Internacional Internacionales Internacionales
Carta Olímpica
4.2. Olimpismo Nacional.
ho
El movimiento olímpico nacional se encuentra regulado administrativa
y legalmente por el Comité Olímpico Peruano.
ec
De acuerdo con el artículo 27 de la Ley 28036, Ley de Promoción y
r
De
Desarrollo del Deporte: “El Comité Olímpico Peruano es la entidad
nacional constituida como asociación civil sin fines de lucro, afiliada al
Comité Olímpico Internacional, que tiene por objeto fomentar,

de
proteger y desarrollar el movimiento olímpico y los deportes
calificados como tales. Asimismo, difundir los ideales olímpicos y la

ca
representación internacional del movimiento olímpico peruano.”.

te
Según la mencionada norma, su institucionalidad y objetivos están

lio
regidos por su estatuto y reglamentos, por las disposiciones de la

b
Carta Olímpica Internacional aplicables de conformidad con la

Bi
legislación y los convenios nacionales e internacionales vigentes. Está
constituido por los presidentes de las federaciones reconocidas
oficialmente con carácter olímpico, quienes eligen a su presidente y a
los miembros de su directorio.
El artículo 28 de la Ley 28036, establece las responsabilidades del
Comité Olímpico Peruano, que son las siguientes:
31
1. Administración de las villas olímpicas en todas las competencias
del circuito olímpico.
2. Seleccionar a los deportistas integrantes de las delegaciones
nacionales a los juegos del circuito olímpico, a propuesta de las
respectivas Federaciones Deportivas Nacionales.
3. Inscripción, acreditación y participación de los deportistas
ho
peruanos en los Juegos Olímpicos y demás competencias
ec
realizadas bajo el patrocinio del Comité Olímpico Internacional.
r
4. Estimular la práctica de las actividades representadas en los
De
Juegos Olímpicos y en las demás competencias patrocinadas por
el Comité Olímpico Internacional.

de
5. Ejercer la representación exclusiva del deporte peruano ante el
Comité Olímpico Internacional.

ca
6. Rendir Cuentas respecto de los recursos que el Instituto Peruano

te
del Deporte le asigne.

lio
7. Informar al Instituto Peruano del Deporte y a su Asamblea de

b
Bases sobre los recursos provenientes de fuentes nacionales y/o

Bi
internacionales.
Asimismo, como se establece en los artículos 25 y 26 del reglamento
de la Ley 28036, Decreto Supremo 018-2004-PCM, el Comité
Olímpico Peruano determina las disciplinas deportivas que
representan al Perú en los eventos del Circuito Olímpico: Juegos
32
Bolivarianos, Juegos Sudamericanos, Juegos Panamericanos y
Juegos Olímpicos, informando a las federaciones deportivas
nacionales y al Instituto Peruano del Deporte sobre los criterios
técnicos que se utilicen para determinar la clasificación y selección de
los deportistas que concurran a los eventos del Circuito Olímpico.
V. El Derecho Deportivo.
ho
La relación entre deporte y derecho es bastante estrecha. Al ser el hombre,
ec
y por ende la sociedad, los principales beneficiarios del deporte, el derecho
se constituye como la herramienta reguladora de las actividades deportivas.
r
De
Deporte y Derecho. Uno parte de la vida del sujeto, el otro de un sistema que
rige la conducta de los hombres; ambos son necesarios, cada cual según su
de
finalidad. El deporte es, sobre todo y ante todo, una criatura de la Ley; sin
derecho, el deporte carece de sentido, por cuanto ninguna actividad humana

ca
está más reglamentada que el deporte.

te
El deporte evoluciona con el hombre, con la vida en sí. Es, hoy en día, uno
lio
de los principales rasgos diferenciadores de la sociedad contemporánea, y
ya se habla de un proceso de deportivización de la colectividad.

b
Bi
Tiene una vinculación variada con la salud, la educación, la cultura, el ocio.
Y es que, como realidad cambiante, el deporte ha contagiado a las
propuestas legislativa, sufriendo esa efervescente y permanente
metamorfosis, de lo menor a lo mayor, de lo intrascendente a lo
trascendente. Por esas vertientes el deporte se fue delineando.
5.1. Definición de Derecho Deportivo.
33
Para Majada, el derecho deportivo es el conjunto de normas escritas
o consuetudinarias que regulan la organización y práctica de los
deportes y, en general, cuantas cuestiones jurídicas plante la
existencia del deporte como fenómeno de la vida social. 11
Por su parte, Clariá manifiesta que el derecho deportivo se entiende
como el conjunto de normas de derecho público y privado, estatal y
ho
no estatal, que regula las relaciones entre las personas jurídicas y
físicas que – directa o indirectamente- se vinculan con la actividad
ec
deportiva.
r
De
Ambas definiciones son bastantes genéricas, sobre todo la segunda.
Están recargadas de un contenido positivista extremo al limitar a esta
rama a un conjunto de normas (leyes, dispositivos, reglamentos),

de
desconociendo que la esencia de todo derecho, y su efectividad para

ca
resolver problemas sociales, son sus fuentes, que en el caso del
derecho deportivo son abundantes.

te
A decir de Frega, “Es la disciplina que se encarga de abordar el

lio
fenómeno deportivo desde los distintos ámbitos del derecho y a la vez

b
posibilita generar intercambios interdisciplinarios que permiten

Bi
analizar con mayor amplitud y riqueza científica todas las
manifestaciones del objeto de estudio: el deporte”.12 Para Gil
Domínguez, “El derecho del deporte es la disciplina que se encarga
11 MAJADA, Arturo. Naturaleza Jurídica del contrato deportivo, 1948, p.

30.
12 FREGA NAVIA, Ricardo, Contrato de trabajo deportivo, Buenos Aires,
s.e., 1999, p. 10 citado por CÁRDENAS CASTRO, Felipe. Importancia de la

existencia del contrato de trabajo de los deportistas profesionales en
el régimen laboral colombiano. 2003, p. 7.
34
de abordar el fenómeno deportivo desde las distintas vertientes del
derecho …”.
Las definiciones rescatan el fenómeno deportivo en el sentido de que
el deporte es una forma de vida, una conducta, un quehacer cotidiano
de la persona mediante el que se desenvuelve en sociedad, consigo
mismo y con los demás. Esa forma de vida genera toda una industria
ho
a su alrededor, que la hace más llamativa por sus ingresos y por la
diversidad de medios que utiliza para captar espectadores, lo cual es
ec
reconocido, abordado y normado por el derecho.
r
De
Para Melo Filho13 el derecho deportivo se configura como una rama
jurídica catalizadora de expectativas y experiencias sociales, políticas,
educacionales y económicas en el plano deportivo,

de
compatibilizándolas con un ius singulari que condensa normas de

ca
organización, normas de conducta, normas substantivas y normas
procesales, a fin de albergar hechos, falencias, especificaciones y

te
relaciones jurídico-deportivas. El autor brasileño plasma en su

lio
definición la autonomía jurídica y su especialidad.

b
De esta manera, se puede indicar que el derecho deportivo es una

Bi
rama especial del derecho que regula la actividad generada por las
conductas y los vínculos entre todos los actores del deporte.
Asimismo, protege jurídicamente al ser humano y sus relaciones con
la práctica y las técnicas deportivas, estableciendo reglas aplicables
13MELO FILHO, Álvaro. Direito desportivo: Aspectos teóricos e prácticso,

2006, p. 1.
35
al desarrollo de esta importante disciplina, con el fin de lograr los
beneficios para la persona y la sociedad.
Esta área del derecho ha merecido una variedad de denominaciones:
derecho deportivo, derecho del deporte, legislación deportiva,
derecho del atleta. En el derecho comparado se le conoce como
“derecho del deporte” o “deportivo” en Brasil y Portugal; “ley del
ho
deporte” en el sistema anglosajón como en Estados Unidos e
Inglaterra; “derecho del deporte” en Francia y Cataluña; entre otros.
ec
Para algunos sectores, el deporte forma parte del derecho al
r
De
entretenimiento, que está compuesto por aquellas actividades
vinculadas con la distracción, como el cine, la radio, la televisión, la
música, la lectura y los espectáculos públicos, que son tomadas como

de
pasatiempo y recreo por las personas.

ca
5.2. Ámbito del Derecho Deportivo.

te
La legislación regula la disciplina deportiva en lo referente a los

lio
derechos y obligaciones que les asisten a los deportistas,
espectadores, organizadores, patrocinadores, jueces, en general a

b
Bi
todos sus actores; así como el quebrantamiento de las reglas de
juego; la imputabilidad de los daños ocasionados en la práctica
deportiva, entre otras. Tales situaciones son tratadas de manera
especial por el derecho deportivo, tomando en cuenta que el deporte
no es un fin sino un medio para el desarrollo del se ser humano y de
la sociedad.
36
De esta forma, el derecho deportivo cuenta con un rico contenido y
áreas de desarrollo profesional. Su ámbito se forja en el
asesoramiento de instituciones deportivas, deportistas profesionales,
técnicos y agentes de la Federación Internacional de Fútbol
Asociados (FIFA), contratos de patrocinio, transferencias de
jugadores, instrumentación y puesta en marcha de sistemas de
gerenciamiento de instituciones deportivas, diseño y negociación de
ho
acuerdos de colaboración entre entidades deportivas, negociación de
ec
contratos de trabajo deportivo, explotación del derecho a la imagen,
defensa de los derechos de los deportistas menores de edad,
r
De
métodos alternativos de solución de conflictos, medidas para restringir
las prácticas ilícitas de ambush marketing, entre otras actividades.

de
La asesoría legal deportiva es cada vez más solicitada. El gran
negocio que genera el deporte profesional, sumado al tecnicismo de

ca
los contratos, exige contar con una orientación individualizada, que

te
proteja los intereses personales, sociales y económico de la persona.
Asimismo, las inversiones en el patrocinio del deporte postulan una

lio
exigencia en la toma de decisiones estratégicas. Por ejemplo, los

b
grandes eventos deportivos (Campeonato Mundial de Fútbol, Juegos

Bi
Olímpicos), son una vitrina para los patrocinadores, que invierten
ingentes cantidades de dinero a cambio de los derechos que incluyen
la exclusividad en su sector.
5.3. Fuentes del Derecho Deportivo.
37
El Derecho Deportivo es una rama especial del derecho por varias
razones: i) regula el deporte, que es un fenómeno social y como
empresa puede obtener grandes ganancias e innumerables
compromisos; ii) tiene como elemento de regulación el deporte que,
con su variedad y diversidad de disciplinas, exige una regulación y
solución típica a sus problemas; iii) su núcleo se ordena sobre la base
del derecho disciplinar, del derecho consuetudinario y del derecho
ho
estatutario; iv) es un derecho una normatividad peculiar, que debe ser
ec
entendida sobre la base de las fuentes del derecho deportivo, propias
y especiales.
r
A. La Ley.
De
de
Como menciona Acosta: “(…) las primeras normas jurídicas han
nacido espontáneamente del movimiento deportivo y han ido

ca
decantando su formación y estabilidad desde finales del siglo XIX
hasta nuestros días. Pero a su vez, el Estado, en uso de la

te
soberanía que viene establecida en la norma de máxima jerarquía

lio
de cada país, también ha considerado la necesidad de regular la
práctica y promoción del deporte. No son desconocidas a este

b
Bi
respecto las diversas leyes que, sobre deporte, se han dictado en
todos los países, con los más diversos sistemas políticos. Así, ha
habido leyes del deporte dentro del Estado liberal, dentro de los
estados totalitarios, y dentro de los estados socialdemocráticos la
práctica deportiva actual se rige por estos dos conjuntos
normativos, el primero establecido por el propio movimiento
38
deportivo, el segundo creado por el Poder Legislativo de cada
país.”14
Ello es cierto, por lo que ateniéndonos a los aspectos meramente
formales, el deporte es una materia que no tiene distinción de
regímenes políticos, tanto en el régimen autocrático como en el
democrático, la actividad deportiva está normativizada.15
ho
Existe todo un conjunto normativo que regula el derecho deportivo
ec
en el Perú. Hay normas generales y normas especiales; las
primeras establecen los fundamentos especiales, mientras que
r
De
las segundas regulan de manera específica las relaciones
humanas de orden deportivo.

de
Se discute, en el derecho comparado, cuál es el conjunto de
normas que prima en materia deportiva: las emanadas de la praxis

ca
o las que dicta el Estado. Si bien el aforismo latino reza que Lex
specialis derogat lex generalis, debe tenerse en cuenta por

te
principio constitucional que la ley es obligatoria desde el día

lio
siguiente de su publicación en el diario oficial, salvo que

b
establezca la postergación de su vigencia. Es más, para referirnos

Bi
a una norma con carácter imperativo, esta debe emanar de un
ente con facultades legislativas (por antonomasia el Poder
legislativo). No podemos referirnos stricto sensu que la praxis se
14 ACOSTA, Gerardo. “La prohibición de recurrir a la justicia ordinaria

y los mecanismos alternativos de resolución de conflictos deportivos”.
Suplemento de Derecho Deportivo.
15 Artículo 109 de la Constitución Política del Perú. 1993.
39
asimile a la Ley, en todo caso debemos reconocer que se trata de
los llamados usos y costumbres, que termina siendo otra fuente
del derecho, que tiene trascendencia en el deporte.
Hay una fuente normativa estatal y una fuente normativa privada.
La primera derivada del Estado, la segunda de las asociaciones.
Ambas son importantes, ya sea en el criterio de la política por
ho
seguirse como en la casuística y necesidades de cada deporte
que solo sus integrantes conocen. La legislación del deporte es
ec
frondosa y dispersa, merece una organicidad para los fines
r
prácticos que la propia institución exige.
De
Las normas del derecho deportivo tienen las siguientes
características: son de orden público, de interés social, consagran

de
la preservación del derecho a la salud y realización de la persona,

ca
y la casuística es tratada de acuerdo con cada práctica deportiva.
Debe respetarse el orden jerárquico de las disposiciones

te
normativas, independientemente de que cada disciplina deportiva

lio
tenga su estatuto o reglamento, el que debe estar acorde con la

b
legislación vigente o con los principios del derecho.

Bi
B. La Costumbre.
Los tipos de costumbre son tres: praeter legem, que rige una
situación no contemplada por la ley, su fin es colmar vacíos;
contra legem, cuando la costumbre sobrepasa la norma escrita,
llegando a derogarla por desuso; y, secundum legem, norma
40
consuetudinaria que deriva su vigencia de una disposición de la
ley, esta remite la solución a la costumbre.
Independientemente de que la práctica deportiva sea competitiva
o no, esta es llevada a cabo bajo reglas que son de aceptación
cuasi universal, siendo autosuficientes tanto para la práctica
privada como para la competencia ordenada por las federaciones
ho
nacionales.16 Estas reglas de juego son las que determinan quién
es el ganador y quién el perdedor, han sido adquiridas y
ec
perfeccionadas por el tiempo de modo que el carácter
r
consuetudinario configura un matiz por demás importante en la
De
normatividad deportiva. Cierto, la costumbre en las relaciones
deportivas es fuente de derecho, en el entendido de que sus usos

de
y práctis deben ser tenidos en cuenta en el momento de premiar
al ganador, resolver un conflicto de intereses, y más aún

ca
tratándose de un derecho nuevo, que está en proceso de

te
surgimiento y que debe ir alimentándose del quehacer y de las
vivencias diarias de sus actores. La costumbre en el aspecto

lio
deportivo es un derecho creado por las masas, a diferencia de la

b
ley, que es un derecho creado por las élites.

Bi
En el derecho deportivo, la costumbre ha jugado un papel
importante en razón de que está en proceso de normativización,
de tecnificación. Es en este orden de ideas que, a falta de norma
legal expresa, puede aceptarse la aplicación de la costumbre,
16KRESALJA, Baldo. “Gestión y justicia deportiva”. La República. Lima,

15 de octubre del 2006, p. 17.
41
como ha venido sucediendo en materia deportiva. Como expresa
Lyra Filho, los profesionales del Derecho, los magistrados o los
árbitros, “tienen que descender al submundo de las costumbres
populares y de la convivencia de los pueblos, de cuya capacidad
creadora, el derecho deportivo es uno de los más bellos
ejemplos”.17
ho
C. Los Principios Generales del Derecho.
ec
El deporte como institución y cada una de sus disciplinas cuentan
con reglas propias, que le permiten su recta realización. Estas
r
De
normas reglamentarias son aplicables en forma general. La
universalidad es lo que rige la esencia de cada disciplina deportiva
en el claro entendido de que el deporte no es privativo de un país,

de
sino, por el contrario, el derecho deportivo se rige de conformidad

ca
con los principios internacionales codificados y por los principios
generales que ha ido creando. Estos principios, especiales y

te
generales, infieren en una materia compleja, dinámica y

lio
cambiante, cuya característica es la cada vez mayor
profesionalización de la actividad deportiva en todas sus

b
Bi
disciplinas.
Entre los principios generales del derecho deportivo están los
siguientes:
17 LYRA FILHO, Joao. Introducao ao direito desportivo, 1952, p.95.
42
- Reconocimiento, protección y promoción del deporte como
derecho colectivo.
- Promoción estatal.
- No discriminación.
- Tutela eficaz, necesaria y proporcional.
ho
- Función social del deporte.
ec
- Sujeción a disposiciones internacionales y nacionales.
r
- Autorreglamentación. De
- Fair Play.
de
- Espíritu y moral deportiva.

ca
- Ley de la ventaja.
te
- Libertad de asociación.
lio
Alvaro Melo refiere la existencia de diez principios que inspiran la
legislación deportiva, haciéndola práctica y optimizando su

b
Bi
aplicación: universalidad, autonomía deportiva, descentralización,
reconocimiento del olimpismo, pluralidad de la actividad deportiva,
protección de la justicia deportiva, transparencia de la gestión
deportiva, estímulo de la práctica deportiva, diferenciación
deportiva e inclusión social del deporte.
43
En alguna medida es preciso diferenciar los principios que rigen
la legislación deportiva de los que inspiran la doctrina del deporte.
Los primeros tienden a la practicidad, los segundos a la
concreción de un pensamiento uniforme y lógico del deporte como
fenómeno social.
D. La jurisprudencia.
ho
Debemos partir del hecho de que en un inicio la solución de
ec
conflictos deportiva se da en los tribunales administrativos, siendo
pocas las causas que llega a los tribunales judiciales.
r
De
No obstante ello, es importante tomar en cuenta que mediante las
resoluciones expedidas por los operadores jurídicos se van

de
delimitando los criterios para la solución de los conflictos que se
suscitan en materia deportiva. La disciplina del derecho deportivo

ca
es incipiente en nuestro medio, estamos en un proceso de
aprendizaje no solo por parte de los magistrados, sino de todos

te
los operadores jurídicos.

lio
Las líneas directrices para la solución del conflicto de intereses o

b
Bi
incertidumbre jurídica serán dadas por la jurisprudencia, teniendo
como base la legislación y la teoría general.
E. La Doctrina.
En este caso, como se ha indicado, en el Perú se adolece de una
inopia en teoría deportiva, la doctrina jurídica es casi nula, a
diferencia de lo que ocurre en otros países. Esto limita la
44
consagración de principios y la trascendencia de criterios
jurisprudenciales. La doctrina que se aplica a la práctica y las
consecuencias deportivas es la general, por analogía con
aquellos derechos que le son compatibles pero que, dada la
especialidad de este derecho la solución real que aportan no es
la más técnica del caso.
ho
Las fuentes del derecho deportivo no son muy distintas de las de
otros derechos. Quizás se asemeje a las del derecho comercial
ec
en el sentir de que los usos y costumbres tienen un rol
r
protagónico, pero a la vez presta especial atención a sus propios
De
principios generales. En estos está la diferencia y el éxito para la
real solución de los conflictos y estructura de su futura legislación.

de
La referencia sucinta a las fuentes del derecho deportivo nos debe

ca
permitir un entendimiento real de la relación del deporte con el
derecho, de la actividad física y sus derivaciones con la vida

te
social. Su presencia en la actividad del hombre es una realidad

lio
constante que merece su tratamiento, trascendencia, concreción,
Con este presupuesto el deporte deberá sobrevivir, ser superior,

b
Bi
supremo, soberano, fiel a su propio destino y apenas sumiso “a sí
mismo”, esto es, a los preceptos de la moral deportiva y a las
reglas del derecho deportivo.
5.4. Autonomía del Derecho Deportivo.
Existe autores que sostienen que no es posible hablar de una rama
autónoma del derecho y que solo estamos ante la aplicación de un
45
conjunto o pluralidad de normas de derecho constitucional,
administrativo, penal, civil, comercial, laboral, que se adaptan a las
peculiaridades del fenómeno deportivo. Otros, por el contrario,
sostienen que las particularidades de la relación del deportista
profesional con el club o la existencia de normas jurídicas específicas
destinadas a la actividad deportiva, determinan que estemos ante un
ordenamiento jurídico deportivo específico, que es autónomo y que
ho
incluye, además de las normas jurídicas estatales, las disposiciones
ec
contenidas en estatutos y reglamentos de las instituciones deportivas
nacionales y extranjeras.
r
De
Ante lo explicado anteriormente, existen tres posiciones en torno a la
autonomía del derecho deportivo:

de
A. Argumentos a favor.
ca
Cárdenas Castro dice que el derecho deportivo tiene una
autonomía determinada por relaciones sociales que necesitan de

te
un ordenamiento jurídico compuesto por normas claras. Esta

lio
actividad humana supone un conjunto sistemático de normas

b
homogéneas cuyo fin es el funcionamiento y mejoramiento de la

Bi
actividad deportiva.
Por su parte, Clariá18 sustenta que “es razonable aceptar la
existencia del derecho deportivo como una rama del derecho
18 CLARIÁ, José Octavia. “La actualidad del derecho deportivo”.

Suplemento de derecho depotivo. ElDial.com. Diario jurídico argentino
en internet.
46
especial y que tiene normas y principios particulares (…) la
especificidad de la materia y las particularidades de la misma
justifica plenamente su estudio y su tratamiento especializado”.
Especialización, autonomía y relaciones esencialmente privadas
es lo que prima en el derecho deportivo, a lo que se suma que
“esta rama constituye un ejemplo más del moderno fenómeno,
propio del derecho privado, de especialización primero y
ho
autonomía después, que se da en ciertos grupos de sus
ec
normas”.19 Así, para Majada, “(…) el derecho deportivo es una
rama jurídica de novísima creación, de carácter autónomo.
r
De
Debido a esta misma circunstancia no cabe incluir con exactitud
sus diversas cuestiones dentro del derecho público o privado, del

de
derecho civil o administrativo, pues las materias de que tratan
deben estudiarse con una visión armónica dentro de una

ca
concepción unitaria.”20
te
Por su parte, Gustavo Real Ferrer, considera que para que pueda
predicarse la autonomía de una disciplina jurídica deben concurrir

lio
las siguientes circunstancias: a) un ámbito de la realidad bien

b
acotado (autonomía objetiva), b) un conjunto de principio propios

Bi
(autonomía conceptual o dogmática) y c) la existencia de un
conjunto de normas y relaciones homogéneas. Los tres elementos
están presentes en el derecho del deporte. Un ámbito de la
realidad bien acotado significa que existe un conjunto de
19 MAJADA, Arturo. Op. Cit. P. 40.

20 Ibídem, p. 39.
47
relaciones sociales que por su naturaleza, sus particularidades y
para conseguir un determinado grado de desarrollo necesitan y
demandan un ordenamiento jurídico propio: el deporte como
fenómeno social lo generó espontáneamente. El ordenamiento
deportivo supone un conjunto de normas que implica un conjunto
sistemático de normas, y a la vez, expresa cierta homogeneidad
se evidencia por cuanto ambas pretenden el pleno funcionamiento
ho
y mejora del deporte; y porque regulan relaciones que se dirigen
ec
a un mismo fin.
r
Cierto es que el deporte tiene un conjunto de reglas,
De
organizaciones, procesos, instancias y jurisdicción que le son
propias, lo que llevó a Jean Plassard a plantear la existencia del

de
derecho deportivo como un derecho vivo, entendemos
directamente con su independencia y autonomía. Lyra, fue un

ca
convencido de que el derecho deportivo es un derecho de

te
carácter voluntario y autónomo, atendiendo a las circunstancias
de que los propios aficionados y profesionales se someten a las

lio
reglas del deporte que practican, reglas que ellos y sus

b
organizaciones elaboran.21
Bi
Siendo así, los elementos que caracterizan los argumentos a
favor, son:
- Autonomía objetiva.
21 LYRA FILHO, Joao. Op. Cit., p.96
48
- Conjunto sistemático y homogéneo de normas.
- Tiene como sustento principios identificados.
- Materia específica que justifica un tratamiento especializado.
- Sujetos propios.
B. Argumentos en contra.
ho
El derecho deportivo se nutre de las demás ramas del derecho,
ec
que permiten la regulación de sus relaciones. Como tal carece de
dos de los requisitos esenciales para su autonomía: 1) conceptos
r
De
y categorías propias; y, 2) principios, por lo que se puede decir
que no hay un derecho deportivo estrictamente hablando. El

de
derecho que se le aplica al deporte se satisface de las ramas
jurídicas para dar solución a sus problemas, tal es el caso del

ca
derecho laboral y el derecho mercantil en materia deportiva, por
considerar algunos.
te
lio
Entre sus características, se puede considerar:

b
- Carencia de conceptos, principios y categorías propias.

Bi
- Utilización de las diversas ramas del derecho.
- Su existencia es solo teórica pero no práctica.
- Al carecer de especialidad mantiene una estrecha relación
con las fuentes generales del derecho.
C. Posición ecléctica.
49
Espartero Casado, expresa que “(…) no pretendemos, desde
luego, postular la existencia de una rama autónoma del derecho,
pero sí designar el fenómeno, relativamente reciente y no del todo
acabado, del sometimiento del deporte al conjunto de normas que
regulan la sociedad de la que él mismo no es sino reflejo y
expresión.”22
ho
Si bien, es cierto que el derecho deportivo aún está en proceso de
formación; sin embargo, pugna por ser considerado autónomo en
ec
el ordenamiento jurídico; en palabras de Barrachina: “(…) a pesar
r
de estar integrado por normas que proceden del Derecho civil,
De
derecho Administrativo y Derecho Laboral. Con el paso del tiempo
y de las aportaciones tanto legislativas como jurisprudenciales, no

de
cabe duda que este conjunto normativo especial adquirirá una
personalidad propia, con sus propios principios generales,

ca
diferenciado del resto del ordenamiento jurídico.” 23

te
Las características de esta vertiente son:

lio
- Es una rama nueva, emergente.

b
Bi
- Viene forjando su desarrollo.
- No asume totalmente una autonomía.
- Está integrado por normas del derecho general.
22 ESPARTERO CASADO, Julián. Introducción al derecho del deporte. P. 20.

23 BARACHINA JUAN, Eduardo. Derecho del deporte. 2001, p. 11.
50
- No tiene aún autonomía per se pero viene forjando su
independización.
5.5. Principios del Derecho Deportivo.
No es posible ordenar el movimiento deportivo, libre del arbitrio que
genera la anarquía, sin reglas orgánicas y principio normativos
inherentes al deporte, derivados de la sustancia específica de este.
ho
Estos principios que fundamentan su autonomía tienen como razón
ec
de ser el ordenamiento de la práctica deportiva.24
r
De esta manera, los principios rectores del derecho deportivo son:
De
- Reconocimiento, protección y promoción del deporte como
derecho colectivo.
de
- Promoción estatal.
ca
- No discriminación.
te
- Tutela eficaz, necesaria y proporcional.

lio
- Función social del deporte.

b
Bi
- Sujeción a disposiciones internacionales y nacionales.
- Autorreglamentación.
- Fair play.
24 LYRA FILHO, Joao. Op. Cit. P, 97.
51
- Espíritu y moral deportiva.
- Ley de la ventaja.
- Libertad de asociación.
VI. Derechos del Deportista.
6.1. Los derechos de la persona y el deporte
ho
Los derechos de las personas son atributos que permiten el desarrollo
ec
social del ser humano, reconociéndolo como actor principal.
r
A través de ellos el hombre se realiza, se desenvuelve, se integra,
De
vive la vida en paz, con seguridad, sabiéndose protegido por el
derecho y sus mecanismos de defensa para el cumplimiento de metas

de
y anhelos. Su fundamento está representado por la plena realización
existencial del ser humano;25 en otras palabras, podemos representar

ca
los derechos como un manto que protege al individuo.

te
Fernández Sessarego presenta la siguiente clasificación de los

lio
derechos: los fundantes y los fundados. Los fundantes son derechos

b
de base sobre los que se forjan los demás derechos, que vienen a ser
Bi
los fundamentales. Los primeros están representados por el derecho
a la vida, la libertad, la identidad y la integridad; son primigenios,
permiten la existencia. Los segundos son los derechos económicos,
sociales, civiles, culturales y políticos, como la salud, la educación, la
25 ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Derecho de las personas, 2006, p. 176.
52
vivienda, el trabajo, la igualdad, el bienestar, el debido proceso, la
propiedad y la opinión; son derivados, permiten la realización. 26
El deporte como medio de realización de la persona es un derecho
reconocido oficialmente. Es un compromiso del Estado. Se fomenta
su acceso, se promociona su práctica, se incentiva su integración
social. El deporte es un típico derecho fundado a través del cual el
ho
hombre puede encontrarle un sentido a su vida.
ec
A. El proyecto a la vida.
r
El derecho fue creado por y para el hombre como una inevitable
De
respuesta, “a su exigencia existencial de vivir en sociedad y, por
consiguiente, el de contar con reglas de conducta, de obligatorio

de
cumplimiento, que le permitan convivir en términos de justicia y
paz para realizarse como persona. O, en otros términos, para

ca
intentar cumplir con su personal proyecto de vida”.27

te
El crecimiento de la persona, el conseguir meta y realizar afanes,

lio
es consecuencia directa del cumplimiento de su proyecto de
vida. Es positivo si se cumple, negativo si se fracasa. El primero

b
Bi
permite la total realización, el segundo un quebranto.
El deporte es parte del proyecto de vida. Es un afinamiento en el
desarrollo de las potencialidades personales del joven en el
26 FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. Libertad, Constitución y derechos

humanos, tomo I, 2003, p. 82.
27 FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. El daño al proyecto de vida en la
jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Revista

Peruana de Jurisprudencia. Año 5. Núm. 31. Setiembre del 2003, p IV.
53
tránsito de individuo a persona28 y de la aptitud social que
desarrolla para vivir en sociedad. A través del deporte se
satisfacen las variadas necesidades humanas, ayuda a
conseguir el equilibrio vital y relación con los demás, porque el
deporte es integrativo y coexistencial. Gracias a él se fortalecen
los valores morales, éticos y sociales, que son base de la vida.
Mantiene al hombre actualizado física y espiritualmente, con el
ho
deseo de conseguir más y mejores resultados.
ec
El proyecto de la vida permite elegir libremente entre varias
r
alternativas, otorgándole un sentido a la vida. Es la razón por la
De
que vivimos anhelando día a día el cumplimiento de nuestros
planes.
de
El fracaso puede generar un daño al proyecto de vida; una

ca
negativa a sus esperanzas, que ocasiona en el sujeto un vacío
por la pérdida de sentido en su vida; desaparece el motivo y la

te
persona ya no podrá ser lo libre que decidió ser. Esto puede

lio
llevarlo a un desgano, un dejamiento, una depresión o al suicidio,
dependiendo de cada quien. Podría ser el caso de un deportista

b
Bi
que, como consecuencia de un accidente automovilística, queda
postrado en una silla de ruedas, siendo el deporte uno de los
fines de su vida. Este dejó de ser lo que había decidido ser, por
28VARSI ROSPIGLIOSI, Enrique. Proyecto de vida y el deporte en Carlos

Fernández Sessarego. Suplemento de análisis legal del diario oficial El
Peruano, año 3, núm. 127, 2 de enero del 2007, p.7.
54
lo que enfrenta un vacío existencial que será difícil de llenar con
otra actividad.29
El daño al proyecto de vida es lo más grave que le puede
suceder al hombre. Directa e indirectamente debemos buscar la
plena realización del ser. El respeto a sus derechos y el
reconocimiento a su pleno desarrollo es un primer camino, no un
ho
atajo, que debe estar dirigido con una adecuada política que
encumbre el forjamiento de la vida en sociedad.
ec
B. Derecho al deporte.
r
De
El deporte debe ser entendido como un derecho; no solo como
un hobby. El hombre utiliza el deporte como un medio para lograr

de
su desarrollo, mejorar su calidad de vida y mantener una vida
ordenada que le permite tener salud y sentirse bien en toda su

ca
dimensión.
te
El deporte es un derecho de la persona que le facilita la

lio
satisfacción de intereses vinculados con la salud y la integridad;
además, es un medio en el que se despliega una actividad

b
Bi
económica como labor profesional. Presenta un doble aspecto,
como derecho personal y como derecho social. El primero
relaciona al sujeto con su estado biológico y mental; el segundo
con sus relaciones laborales y económicas.
2929FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. “Nuevas reflexiones sobre el daño al

proyecto de vida”. Revista Jurídica del Perú, año LII, núm. 38, setiembre
del 2002, p. 183.
55
El deporte es un bien común de naturaleza cultural, y el acceso
a su práctica un derecho fundamental. En efecto, existe una
consagración tácita del deporte como un derecho de todos los
sujetos a practicarlo teniendo en cuenta que el deporte es una
categoría formativa dentro de los derechos culturales que
poseen rango constitucional.
ho
La antigua Ley General del Deporte, consagraba el derecho a la
vida deportiva dentro de un esquema amplio y general en el que
ec
se concebía al deporte como parte de la actividad natural de la
r
persona. Su práctica es ingénita en el ser, consiguiendo a través
De
de ella, beneficios y satisfacciones múltiples formas. Las
personas consideran la educación física y la práctica deportiva

de
como un derecho fundamental que trasciende y va más allá del
puro ámbito personal para adquirir una naturaleza de actividad

ca
social.30 El deporte es un derecho de todos (derecho colectivo)

te
y un derecho de cada uno (derecho individual)31. La connotación
normativa del deporte, en este contexto, trasciende del mero

lio
ejercicio físico presentándose como un medio de integración

b
social.
Bi
C. Deporte y Derechos Humanos.
30 GIL DOMINGUEZ, Andrés. El derecho al deporte como derecho fundamental

subjetivo colectivo. Revista Jurídica del Perú. 33. Lima, abril del
2002, p.11.
31 MELO FILHO, Álvaro. Direito desportivo, Novos rumos, 2004, p.2.
56
La teoría de los derechos humanos reconoce la existencia del
derecho a la salud y al bienestar, dentro de los que están
encuadrados, el derecho al descanso y al esparcimiento. El
deporte no es ajeno a estos derechos, por el contrario, es parte
de ellos, un medio para lograr su plena y total concreación.
Independientemente de su denominación, el deporte es una
actividad típicamente humana. La vida moderna está
ho
impregnada de él y se presenta como un medio eficaz para
ec
desarrollarse e integrarse, tanto personal como socialmente.
Toda persona ejercita su cuerpo y su menta con la práctica
r
deportiva;
De
más aún hoy en día, con el proceso de
deportivización. Como parte de la vida, el deporte exige ser

de
reconocido y tratado normativamente, elevándose a la categoría
de derecho humano, de forma que el bienestar y la dignidad de

ca
la persona, a través de él, aseguren la protección de sus
necesidades básicas.
te
La estructura legal del deporte descansa en los siguientes

lio
criterios:
b
Bi
- Derecho a participar en actividades deportivas y recreativas
en todos los niveles.
- Derecho a recibir instrucción, entrenamiento y recursos
deportivos.
- Derecho al acceso a las instalaciones deportivas,
recreativas y de tiempo libre.
57
- Derecho a la no discriminación.
Dentro de la académica clasificación de los derechos humanos
en generaciones, se puede decir que el deporte se incardina
dentro de los derechos de segunda generación (igualdad),
estrechado con la salud, la educación y la cultura; pero también
se relaciona con los derechos de tercera generación
ho
(solidaridad), como es el derecho al disfrute del tiempo libre, al
descanso y al solaz.
ec
6.2. Los derechos personales relacionados al deporte.
r
De
En este panorama se debe considerar diversos aspectos como:
- Los derechos del deportista deben estar expresamente

de
indicados.
ca
- El deportista es un sujeto de derecho, su denominación no hace
sino reconocer su actividad, siendo esencial el establecimiento

te
de derechos especiales como sujeto.

lio
- Debe existir una normatividad eficaz que regule tanto la práctica

b
como la protección y afectación de los derechos, sobre todo en

Bi
lo referente a los deportes de aventura, de élite y competitivo, en
los cuales los riesgos son extremos y se reconoce el daño
permitido y las lesiones consentidas.
A. Derecho a la Dignidad
58
La Constitución de 1993 establece que el respeto de la dignidad
es el fin supremo de la sociedad y el Estado. Es deber del Estado
asegurar una educación adecuada, la cual se logra, entre otros
aspectos, con la promoción del deporte, preparándonos para la
vida y el trabajo, y fomentando la solidaridad. La práctica
deportiva supone para el deportista el respeto a sí mismo y el
respeto al oponente, así como el compromiso de integración en
ho
el equipo, lo que se conjuga con el fair play. El deporte dignifica
ec
a quien lo practica por el esfuerzo y la entrega en cada práctica
o competición, todo en aras de alcanzar una meta, aunque en
r
De
algunos casos la derrota llega a ser sancionada. 32 Hay
situaciones bastantes singulares que lindan con la dignidad o, lo

de
contrario, que la intensifican, por ejemplo, prima la libertad del
individuo por un interés personal o una contraria cuando los

ca
deportistas participan a título simbólico más que por
profesionalismo.
te
B. Derecho a la libertad
lio
Cuando no se cuenta con un reglamento o una norma que

b
Bi
disponga lo contrario, el deportista puede realizar su práctica
deportiva y participar en la competencia como se sienta más
cómodo, pero siempre respetando los cánones establecidos.
Prima la autonomía privada del deportista, regulando sus
32 El reglamento General de la Federación Francesa de Fútbol, en su

artículo 145 dispone que “es pasible de sanción el jugador, seleccionado
para un equipo de Francia, que juegue debajo de su capacidad
contribuyendo a la derrota de la Selección Nacional.”
59
propios intereses individualmente o con otros. Ello se sustenta
en el derecho de toda persona a su libre desarrollo. Este derecho
va de la mano con las facilidades para su práctica y en ello
interviene el Estado: hace deporte el que puede, no siempre
aquel que lo desea.
C. Derecho a la salud
ho
Este derecho plasmado en la norma constitucional (artículo 7)
ec
tiene como contrapartida un deber para el deportista: cuidar su
salud y, en el caso de los profesionales, constituye una
r
De
obligación. No obstante, el cuidado que se le exige al deportista
en performance en muchos casos puede ser desoído,
incumpliendo con las políticas de cuidado mínimas impuestas.

de
La protección de la salud solo puede lograrse mediante el

ca
deporte activo y cuanto más extendido, mejor; como en el caso
de los deportes populares, esta es la clave para la efectiva

te
relación entre el deporte y el derecho a la salud.

lio
Parte de la política estatal que estimula el deporte y protege la

b
salud es la lucha contra el doping, el abuso de energéticos, la

Bi
restricción de publicidad de sustancias tóxicas en torneos
deportivos (alcohol y tabaco), la exclusión de ciertas prácticas
deportivas que afectan el desarrollo de la niñez, las pruebas
somáticas precompetitivas, etc.
D. Derecho a la igualdad
60
La igualdad en el ámbito deportivo supone un trato equitativo y
similar para todos los deportistas, prohibiendo toda forma de
discriminación en su práctica que diferencie, excluya, limite o
perjudique de forma arbitraria, por alguna razón o sin ella, de
raza, etnia, género, orientación sexual, edad, religión, ideología,
opinión, nacionalidad, caracteres físicos, condición psicofísica,
social, económica o cualquier otra circunstancia, y que tenga por
ho
objeto anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio,
ec
en condiciones de igualdad de los derechos humanos en la
espera deportiva. Existe un derecho a la igualdad en las
r
De
competiciones deportivas. En términos genéricos, la igualdad
como derecho es recogida también por nuestra Constitución

de
Política.
E. Derecho a la integridad
ca
La tutela de la integridad en la práctica deportiva implica la

te
existencia de una política de seguridad a través de medidas de

lio
asistencia médica y técnicas, en este último caso nos referimos
a las buenas condiciones de las pistas atléticas, de los campos

b
Bi
deportivos, de las medidas de seguridad contra los aficionados,
etc.
Existen casos excepcionales de deportistas obstinados que
participan y vencen en alguna contienda deportiva, arriesgando
su integridad, y otro grupo cuya participación enaltece, como es
el caso de los deportistas discapacitados en las Olimpiadas. De
61
forma general, el derecho a la integridad significa el
acondicionamiento de las estadios y recintos deportivos que
garanticen el cuerpo, la performance y el rendimiento de los
deportistas.
F. Actos de libre disposición
El deportista profesional y el de alta competencia son obligados
ho
al sometimiento de exámenes médicos. Recordemos que ello es
ec
posible en tanto que el deportista permita inspectio corporis,
típico acto de libre disposición del cuerpo humano en ejercicio
r
De
del derecho que tiene sobre sí mismo. En efecto, en mérito del
artículo 11 del Código Civil, un deportista puede obligarse
válidamente al sometimiento a examen médico, en tanto que la

de
conservación de su salud y capacidad física y psíquica sean un

ca
motivo determinante de la relación contractual.
G. Derecho a la intimidad
te
lio
El deportista se convierte en una persona notoria, lo cual hace
que su privacidad se vea vulnerada. Con la finalidad de

b
Bi
preservar su conducta y de no exponer al deportista, algunos
reglamentos deportivos le restringen ciertos derechos; por
ejemplo, que salga de su domicilio después de una hora
determinada, lo que afecta a su libertad de circulación. En el
caso específico de los futbolistas, estos deben guardar en su
vida privada un comportamiento compatible con el
mantenimiento del eficiente estado físico y mental en su
62
condición de deportista profesional. En ciertas competencias, la
intimidad se pone en juego y hasta las pruebas de determinación
del sexo afectan este derecho, aunque su trascendencia sea
vinculante con otros.
H. Derecho a la identidad
Este derecho juega un doble rol: proteger la esencia del
ho
deportista en cuanto a su identificación y signos personales, así
ec
como a la comunidad de no verse defraudada en las
competencias con cambios de identidad de los deportistas: con
r
De
la edad, los cambios de partidas de nacimiento, con el sexo, el
hermafroditismo, y con el origen, los procesos de
nacionalización de los deportistas.

de
El ejercicio de este derecho en las prácticas deportivas es

ca
esencial, pues antes de toda competencia, lo primero que se
hace es identificar a los participantes y confrontar sus datos,

te
marcas y posiciones con sus fichas personales, de modo que

lio
mal podrías desmerecer que la identidad no acapare un lugar

b
importante como derecho en la práctica deportiva. Con la

Bi
preservación de este derecho se busca evitar en la práctica
deportiva. Con la preservación de este derecho se busca evitar
la adulteración de los documentos de identidad y la veracidad de
los signos, datos y elementos individualizadores del deportista.
I. Derecho a la imagen
63
Como atributo del sujeto, la imagen es un componente utilizado
por los deportistas para generar ganancias, muchas veces
mayores que las obtenidas por su habilidad deportiva.
Se trata de un derecho personal que no puede ser aprovechado
sin autorización expresa de su titular (Artículo 15 del Código
Civil), siendo el caso que la persona en general y el deportista
ho
en especial tienen derecho a la explotación comercial de su
imagen y a participar en la que el club haga de esta. El
ec
consentimiento es un elemento esencial para la validez del uso
r
de la imagen, que siendo tan propia de la persona solo
De
corresponde a ella autorizar su disposición. Si el individuo es un
personaje público, como lo es normalmente un deportista, que

de
interviene en actividades que interesan a la colectividad en su
conjunto no constituye una violación publicitar sus actividades,

ca
por tratarse de un manejo normal de la imagen.

te
Tal es así que, en épocas de acontecimientos deportivos

lio
importantes, en especial de los mundiales de fútbol, se
comercializa la imagen individual y colectiva del deportista y de

b
Bi
su equipo en la promoción de productos, indumentaria y artículos
deportivos; asimismo, álbumes, afiches son comunes en épocas
de festividad futbolística, para lo cual se requiere el
consentimiento expreso de los interesados.
VII. Justicia Deportiva.
7.1. Definición y ámbito de aplicación.
64
Toda institución tiene reglas que rigen su actividad, que deben ser
respetadas. El deportista, profesional o amateur, sabe que a lo largo
de su carrera está en el compromiso de velar por la observancia de
las normas que le son impuestas en la práctica competitiva. En caso
de infringir el orden deportivo que se comprometió a respetar, le
corresponderá una sanción por su comportamiento. Velar por que las
normas se cumplan y sean impuestas y ejecutadas, es competencia,
ho
en primera instancia, de los organismos disciplinarios del deporte, que
ec
forman parte de lo que se denomina la justicia deportiva.
r
La justicia deportiva es aquella institución encargada de definir y
De
solucionar los conflictos o la incertidumbre jurídica que se presentan
en el ámbito deportivo, sea en materia de encuentros, torneos,

de
competencias o contiendas del interés de los sujetos relacionados con
la actividad deportiva.
ca
En esa línea, nuestra deportiva nacional engloba las decisiones de las

te
federaciones deportivas, del Consejo Superior de Justicia Deportiva y

lio
Honores del Deporte (CSJDHD) y del Poder Judicial, decisiones que
resuelven cuestiones de orden deportivo. De ello queda claro que la

b
Bi
justicia deportiva se desenvuelve en dos planos: administrativo y
jurisdiccional, buscando ambas un mismo objetivo: resolver un
conflicto de intereses o terminar con una incertidumbre jurídica en
materia deportiva.
Tomando en cuenta la definición de justicia deportiva, debe tenerse
cuidado de no confundir dos situaciones de por sí diversas: a) las
65
cuestiones relativas a la organización misma de un club o liga
deportiva que no son competencia de la justicia deportiva sino de la
justicia civil, comercial, laboral y otra especialidad; y, b) las cuestiones
relacionadas con las actividades deportivas que sí son competencia
de la justicia deportiva. En ese orden de ideas, se precisa que: “(…)
en los clubes deportivos (entidades de corte asociativo sin ánimo de
lucro) las cuestiones o divergencias de tipo “asociativo” se dirimen,
ho
normalmente, en los tribunales de justicia ordinarios. Para el ámbito
ec
disciplinario deportivo quedan aquellas cuestiones o bien
relacionadas con la competencia deportiva o bien relacionadas con la
r
De
conducta deportiva general. Un incumplimiento estatutario o
reglamentario en un club o en una federación deportiva era

de
directamente enviada a la jurisdicción civil”. 33
Efectivamente, los conflictos de orden estatutario de organización

ca
interna no son materia de la justicia deportiva.

te
Por lo mismo, advertimos que la injerencia que tengan los clubes y las
lio
ligas deportivas con relación a sanciones para sus asociados, por
incurrir en alguna infracción de orden deportivo, no forman parte de la

b
Bi
institución de justicia deportiva. Tal injerencia se encuadra dentro de
las facultades que el marco estatutario de su club o liga le reconoce.
Teniendo en cuenta la trascendencia del deporte, muchas de sus
controversias tienen actualmente materia litigiosa. A pesar de ello,
33DE ROBLES MIRALBELL, Marcos. “Análisis jurídico de la actual situación

que atraviesa el Barcelona”. Iusporte. 27 de julio del 2006.
www.iusport.es
66
muchas asociaciones internacionales que lo tutelan han intentado
mantener sus líos al canto del derecho. Son dichas asociaciones las
que “resuelven sus controversias al margen de lo regulado en los
ordenamientos jurídicos de los Estados donde se desarrolla la
actividad deportiva y dentro de lo que puede denominarse sistemas
de autorregulación”34, pero cierto es que cada vez más el deporte se
vincula con el derecho, sometiéndose a los sistemas legales vigentes,
ho
exigiendo un respeto de sus principios, lo que requiere una justicia no
ec
solo eficaz sino fundamentalmente especializada.
r
Debe quedar claro que lo resuelto por estas asociaciones no forman
De
parte de la justicia deportiva, no obstante que sus decisiones sean
acatadas por la fuerza de sus sanciones.

de
7.2. La Disciplina deportiva.

ca
La disciplina no es otra cosa que un orden. Un conjunto de normas,
criterios y reglas que rigen una actividad cuyos integrantes se

te
comprometen a respetar; en caso contrario, serán pasibles de una

lio
sanción.
b
Bi
De manera especial, la disciplina deportiva es el conjunto de reglas
que rigen la vida de los sujetos e instituciones vinculados a la actividad
deportiva.
Espartero la define como el sistema de normas que permite imponer
sanciones, o revisarlas, por parte de órganos investidos de potestad
34 ESPARTERO CASADO, Julián. Op. Cit. P. 231.
67
disciplinaria a los sujetos subordinados al ordenamiento jurídico
deportivo, con fundamento en relaciones de sujeción especial, como
consecuencia de la comisión de infracciones previamente tipificadas,
y mediante los procedimientos legales previstos.35
A. Características
La disciplina deportiva se caracteriza por cumplir una función de
ho
autoprotección, por tener un carácter público, por ser ejercida
ec
por sujetos con potestad disciplinaria, por primar el principio de
legalidad, por el respeto al debido proceso, porque se compone
r
De
de un régimen interno y uno externo: la justicia interna y la
externa.
de
La Constitución de Brasil de 1988 es un buen ejemplo de
tratamiento de la disciplina y de la justicia deportiva, siendo la

ca
norma compatible con el principio constitucional de derecho de
acción. En la misma expresa el agotamiento de la vía

te
administrativa solamente es exigible cuanto se trata de materia

lio
estrictamente deportiva, es decir de derecho administrativo

b
deportivo, como son los casos de licencia de club, transferencia

Bi
de jugador y sanción a jugador. Cuando se trata de materia civil
o penal, la acción se interpone directamente ante el Poder
Judicial, como los casos de extinción de asociaciones civiles con
fines ilícitos (barras bravas colectivizadas) y de crimen cometido
35 Ibídem, p. 237.
68
en un estadio de fútbol (agresión ocasionada por las barras
bravas).36
B. Publificación
La publificación de la disciplina deportiva no es otra cosa que el
tratamiento de las relaciones deportivas, tanto en su aspecto
interno como en sus consecuencias. Es el interés del Estado
ho
representado en la normación y tratamiento del deporte por
ec
medio de leyes y procedimientos eficaces. El régimen
disciplinario deportivo no se agota en el ámbito jurídico interno
r
De
de las asociaciones y federaciones ni se justifica únicamente en
garantizar el orden estatutario de tales organizaciones, sino que
trasciende esos ámbitos en cuanto afecta al interés público y al

de
orden jurídico general. 37

ca
El Estado tiene el compromiso de la trascendencia del deporte,
no solo en su éxito a través de marcas, récords, medallas, sino

te
también como una institución que cuente con mecanismos

lio
eficaces en sus controversias.

b
C. Principios constitucionales en la disciplina deportiva

Bi
La disciplina deportiva sintetiza la función jurisdiccional en los
siguientes principios, contemplados en el artículo 139 de la
Constitución Política del Perú: legalidad, irretroactividad de
36 NERY JUNIOR, Nelson. Constitución Federal comenta y Legislación

constitucional, 2006, pp. 374-375.
37 ESPERTERO CASADO, Julián. Op. Cit. P. 238
69
normas sancionadoras, retroactividad de normas favorables al
infractor, non bis in ídem, proporcionalidad, defensa, presunción
de inocencia, ejecución inmediata de las sanciones
administrativas y pro competitione.
Función jurisdiccional y régimen disciplinario deportivo son
instituciones que se asemejan. Ambas se rigen por postulados
ho
de orden imperativo.
ec
7.3. Justicia Interna Deportiva.
r
Los problemas que se suscitan en las organizaciones deportivas son
De
de derecho privado. Sus soluciones se plantean de acuerdo con el
estatuto de cada organización, de forma interna, incluso se incorporan

de
sanciones a aquellos socios que acuden a los tribunales para la
defensa de sus derechos. Estos sistemas de justicia interna son

ca
asumidos, también, por las organizaciones deportivas
internacionales, y es lo que se conoce como los sistemas de

te
autodefensa en la solución de conflictos.38

lio
En las instituciones deportivas prima la potestad de autoprotección

b
Bi
que se aplica a quienes están en directa relación con la organización
y su funcionamiento respecto del cumplimiento de sus deberes,
compromisos y obligaciones. Se trata de una potestad de protección
de orden general en la que se busca la defensa como organización de
un orden social.
38 Ibídem, p. 233.
70
7.4. Justicia Administrativa Deportiva.
La justicia administrativa deportiva es realizada por las federaciones
nacionales. Actúan como primera instancia respecto a faltas y
transgresiones en materia deportiva cometidas por sus afiliados,
dirigentes de clubes deportivos, ligas y deportistas. En estos casos, el
CSJDHD actúa como segunda instancia.
ho
7.5. Justicia Jurisdiccional Deportiva.
ec
Esta justicia resuelve problemas que rebasa el aspecto interno y
r
comprometen intereses sociales.
De
Se sustenta en el principio de separación de poderes entendiéndose
que: “(…) con la actividad jurisdiccional, el Estado persigue una

de
finalidad indirecta y secundaria: la de procurar la satisfacción de los
intereses individuales y colectivos, privados o públicos, tutelados por

ca
el derecho, que no pueden ser satisfechos por la falta de certeza o la

te
inobservancia de la norma que los tutela; en cambio, mediante la

lio
actividad administrativa, el Estado persigue finalidades directas y
primarias”.39
b
Bi
En el artículo 139 de nuestra Constitución se establece que los
principios y derechos de la función jurisdiccional son: 1. La unidad y
exclusividad de la función jurisdiccional. No existe ni puede
39 MORÓN URBINA, Juan Carlos. Comentarios a la Ley del Procedimiento

Administrativo General. 2006. P. 284.
71
establecerse jurisdicción alguna independiente, con excepción de la
militar y la arbitral. No hay proceso judicial por comisión o delegación.
La exclusividad de la función jurisdiccional le corresponde al Poder
Judicial, con las excepciones indicadas. Entonces, lo que decidan los
órganos de instituciones deportivas se dará en el ámbito de lo
administrativo, mas no jurisdiccional.
ho
Por jurisdicción se ha entendido el poder específico que algunos
ec
órganos estatales tiene para resolver los conflictos de intereses que
les propongan. En esa medida, este poder jurisdiccional no les
r
De
corresponde a los órganos de las instituciones deportivas ni a los
órganos administrativos diseñados para la solución de conflictos que
se presenten en el deporte y, de ser el caso, sancionar las faltas

de
disciplinarias de los deportistas. El poder de jurisdicción le

ca
corresponde al poder Judicial y a los órganos indicados por la misma
Constitución.
te
A. Carácter exclusivo.
lio
La exclusividad de la función jurisdiccional pertenece al Poder

b
Bi
Judicial y, excepcionalmente, en temas relativos a los derechos
humanos, al Tribunal Constitucional.
En el Perú, salvo las jurisdicciones militar, arbitral y la ejercida por
las autoridades de las comunidades campesinas, no existe una
jurisdicción distinta a la del Poder Judicial y las del artículo 149 de
la Constitución, para la solución de conflictos en general.
72
Si bien, existen entes administrativos directamente especializados
que resuelven controversias, sus resoluciones no son
consideradas cosa juzgada, pudiendo ser revisadas en instancias
judiciales, vía el proceso contencioso administrativo.
B. Tutela jurisdiccional estatal especializada.
Esta es la diferencia entre la naturaleza administrativa y la
ho
jurisdiccional. Es el Poder Judicial, mediante la tutela
ec
jurisdiccional, el que tiene el poder que emana del pueblo para
poner fin a una cuestión litigiosa.
r
De
Otras entidades podrán resolver conflictos, sin tener jurisdicción,
y deben ser considerados actos contenciosos realizados por

de
órganos estatales no especializados.

ca
te
b lio
Bi
73
CAPITULO II
RESPONSABILIDAD CIVIL.
I. Noción jurídica de Responsabilidad.
Etimológicamente “responder” es como “prometer a la vez” o como
“corresponder a una promesa”. La palabra comunica, entonces, un
ho
desbalance, una equiparidad previamente alterada que da lugar a la
imposición de una “respuesta”, la cual debe reestablecer el status quo
ec
preexistente, y que se quiere mantener, o bien una secuencia de acciones
r
que deben sucederse con una regularidad y orden a ser preservados. 40
De
Quien ha contratado y no ejecuta la prestación empeñada, o lo hace mal, y
provoca, así, un agravio a la contraparte -una pérdida dinerario, por ejemplo-

de
, distorsiona el ciclo vital de la relación obligatoria nacida del acuerdo, cuyo
destino natural es la plena satisfacción del interés del acreedor, mediante la

ca
cooperación y el comportamiento del deudor que se ha obligado a ello.

te
Quien despoja de sus bienes a otro, o los destruye, tiene que ser
lio
sancionado, porque atenta contra el orden y convivencia sociales
garantizados por el Estado, que los protege a través de sus reglas jurídicas.
b
Bi
Quien, con estratagemas o no, paga menos impuestos de los que le
corresponden, perjudica al fisco, y se hace merecedor de penas pecuniarias
como los intereses y las multas.
Es evidente el perfil ético del fenómeno: lo que subyace a las
consideraciones que se acaban de efectuar es, en último análisis, una
40 Leysser L. León.
74
intuición común, de conformidad con la cual, se reconoce como imperioso
que los sujetos asuman las consecuencias de su propio obrar.
Existe, sin duda, una responsabilidad “moral”, invisible que es algo así como
el sentimiento de propia “culpabilidad”, de reproche o remordimiento por la
comisión de una mala conducta.41
En sentido jurídico, en cambio, la responsabilidad puede definirse como la
ho
situación del sujeto al que le toca experimentar, concretamente, las
ec
consecuencias, para él desventajosas, que una norme prevé y le impone
atendiendo a la verificación de un determinado presupuesto.
r
Dichas consecuencias
De
desventajosas manifiestan la reacción del
ordenamiento jurídico frente a un hecho que se considera legalmente

de
reprobable, por atentar contra intereses ajenos o de la colectividad en
general.
ca
II. Conceptualización de Hechos Jurídicos.

te
De acuerdo a la concepción tradicional del acto jurídico, de origen francés y

lio
derivada principalmente de las ideas de Domat, se entiende por acto jurídico

b
a toda manifestación de voluntad dirigida a la producción de efectos

Bi
jurídicos.
Esta idea tradicional y clásica del concepto del acto jurídico, ha traído como
consecuencia que se afirme indiscriminadamente que toda declaración o
41 Ibidem.
75
manifestación de voluntad, que produce efectos jurídicos y es realizada con
el fin de alcanzarlos, constituye un acto jurídico.
Nadie puede negar el rol fundamental de la declaración o manifestación de
la voluntad como elemento principal del acto jurídico. Sin embargo, esta
importancia de la declaración o manifestación de la voluntad no puede
llevarnos a identificar ambos conceptos, el de acto jurídico y el de
ho
manifestación de voluntad, por cuanto existen diversidad de
manifestaciones de voluntad que producen efectos jurídicos que no son
ec
precisamente actos jurídicos; materia que ha sido precisada con mucha
r
claridad por la doctrina del negocio jurídico, que en forma bastante enfática
De
ha negado esa identificación conceptual; aun cuando el mismo negocio
jurídico en su concepción clásica, identificaba también el negocio jurídico

de
con la declaración de voluntad. Así pues, dentro de la teoría general del
negocio jurídico, existe uniformidad de opinión en el sentido que la

ca
declaración de voluntad es únicamente uno de los elementos del negocio,

te
el elemento principal del negocio.

lio
Dentro de la concepción tradicional del acto jurídico, se señala que sólo es
acto jurídico la manifestación de voluntad destinada a producir efectos

b
Bi
jurídicos. En otras palabras, para esta corriente no es acto jurídico toda
declaración de voluntad, sino solamente aquella dirigida a producir efectos
jurídicos, que a definitiva resultarían ser lícitos.
2.1. Diferencia entre Hechos Jurídicos Voluntarios Lícitos y Hechos
Jurídicos Voluntarios Ilícitos
76
Los hechos jurídicos voluntarios ilícitos, como su propio nombre lo
indica, se caracterizan justamente por tratarse de hechos
antijurídicos o ilícitos que contravienen el sistema jurídico, mientras
que los hechos lícitos, cuya especia más importante son los actos
jurídicos, se caracterizan precisamente por su licitud, de forma tal
que en un caso los efectos jurídicos se establecen sin importar si han
sido queridos o no, mientras que en el campo de los actos jurídicos,
ho
los efectos jurídicos sólo se confieren si han sido queridos y es por
ec
ello que el artículo 140° del Código Civil señala en forma textual, que
el acto jurídico es la manifestación de voluntad destinada a crear,
r
De
modificar, regular o extinguir relaciones jurídicas.
Como se podrá observar, la categoría de los hechos ilícitos forma

de
parte del universo de los hechos jurídicos en general, debiendo tener
una visión clara de la ubicación de los hechos jurídicos ilícitos dentro

ca
de la clasificación general de los hechos jurídicos, para poder

te
comprender a cabalidad la naturaleza jurídica de los mismos y poder
diferenciarlos de los hechos jurídicos lícitos, en especial de su

lio
categoría más importante, conformada por los actos jurídicos.

b
Bi
Siendo así, la antijuricidad o ilicitud es un aspecto fundamental de la
estructura de los hechos ilícitos, mientras que la licitud es por el
contrario aspecto clave en la estructura de los actos jurídicos, siendo
por ello mismo, nulos de pleno derecho todos los actos jurídicos que
no cumplan con el requisito de la licitud, por tener un contenido
contrario a las normas imperativas, al orden público o las buenas
costumbres.
77
Por el contrario, la ilicitud o antijuricidad, al ser aspecto fundamental
de los hechos jurídicos ilícitos, determina que sólo existan hechos
ilícitos cuando esté presente la antijuricidad. Es decir, los efectos
jurídicos de los hechos jurídicos lícitos denominados actos jurídicos,
sólo se producen cuando el contenido de los mismos es
perfectamente lícito, de forma tal que el acto jurídico cuyo contenido
sea ilícito no producirá efectos jurídicos. Del mismo modo, los
ho
efectos jurídicos de los hechos jurídicos ilícitos, en el campo de la
ec
responsabilidad civil, sólo se producirán cuando la conducta
causante de los daños, sea ilícita. Esto significa que sólo nacerá la
r
De
obligación legal de indemnizar cuando los daños sean consecuencia
de conductas antijurídicas, pues si los daños son consecuencia de

de
conductas permitidas legalmente, no habrá obligación alguna de
indemnizar.
ca
III. Principios de la Responsabilidad Civil.

te
3.1. El Principio subjetivo de Responsabilidad.

lio
El principio de responsabilidad subjetiva la encontramos consagrada

b
en el artículo 1969 del Código Civil.

Bi
Cuando se habla de responsabilidad subjetiva podemos decir que lo
que proviene del actuar humano de manera dolosa o culposa, y que
cause un daño a otra persona está obligada a reparar el daño
causado.
78
De la misma manera, la doctrina señala que bajo el principio de la
unidad ontológica y funcional del concepto de responsabilidad civil,
debe entenderse a aplicables a la responsabilidad extracontractual,
normas previstas para la responsabilidad contractual y viceversa, en
todo aquello que la naturaleza de cada sistema lo permita.
3.2. El Principio objetivo de Responsabilidad.
ho
El maestro Fernando de Trazegnies, nos dice que: “Si el artículo
ec
1969 establecía el principio de responsabilidad fundado en el dolo o
culpa, el artículo 1970 establece un segundo gran principio de
r
De
responsabilidad, que coloca paralelo al primero: los daños
producidos mediante actividades o bienes riesgosos o peligrosos, se
indemnizan sobre la base de la responsabilidad objetiva.”42

de
IV. Requisitos de la Responsabilidad Civil.

ca
4.1. La Antijuricidad.
te
Una conducta es antijurídica no sólo cuando contraviene una norma

lio
prohibitiva, sino también cuando la conducta viola el sistema jurídico

b
en su totalidad, en el sentido de afectar los valores o principios sobre

Bi
los cuales ha sido construido el sistema jurídico. Esto ha llevado a la
doctrina a señalar que en el ámbito de la responsabilidad civil no rige
el criterio de la tipicidad en materia de conductas que pueden causar
daños y dar lugar a la obligación legal de indemnizar, sino que dichas
42 Fernando de Trazegnies Granda. La Responsabilidad Extracontractual.

Tomo I. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
2003. Pg.47.
79
conductas pueden ser típicas, en cuanto previstas en abstracto en
supuestos de hecho normativos y atípicas en cuanto, a pesar de no
estar reguladas en esquemas legales, la producción de las mismas
viole o contravenga el ordenamiento jurídico. Sin embargo, este
concepto de la antijuricidad, en el sentido de antijuricidad genérica,
no se acepta sino el ámbito de la responsabilidad extracontractual,
por cuanto en el lado contractual se acepta que la antijuricidad es
ho
siempre exclusivamente típica y no atípica, pues ella resulta del
ec
incumplimiento total de una obligación, del cumplimiento parcial, del
cumplimiento defectuoso, o del cumplimiento tardío o moroso. Esto
r
De
significa que pude dar lugar a la obligación legal de indemnizar son
siempre conductas tipificadas legalmente.

de
La antijuricidad típica contractual se encuentra expresamente
prevista en el artículo 1321° de nuestro Código Civil, mientras que la

ca
antijuricidad típica y atípica; es decir, la antijuricidad en sentido

te
amplio y material, fluye de los artículos 1969° y 1970° del Código
Civil, pues en amos se hace referencia únicamente a la producción

lio
de un daño, sin especificar el origen del mismo o la conducta que lo

b
hubiera podido ocasionar o causa; entendiéndose que cualquier

Bi
conducta que cause un daño, con tal que sea ilícita, da lugar a la
obligación legal del pago de una indemnización.
Esto es evidente, por cuanto mientras en el ámbito contractual, al
estar tipificada y predeterminada las conductas ilícitas o
antijurídicas, resulta evidente que la obligación de indemnizar nacerá
siempre que se cause un daño al acreedor como consecuencia de

80
haber incumplido absoluta o relativamente una obligación, en el
ámbito extracontractual por el contrario al no estar predeterminadas
dichas conductas, debe entenderse que cualquier conducta será
susceptible de dar lugar a una responsabilidad civil, en la medida
que se trate de una conducta ilícita que cause un daño.
La antijuricidad es pues el elemento caracterizador de los hechos
ho
jurídicos voluntarios ilícitos que originan un supuesto de
responsabilidad civil, sea contractual o extracontractual, así como
ec
respecto de los hechos jurídicos voluntarios con declaración de
r
voluntad que constituyen los denominados actos jurídicos, la
De
doctrina es unánime en señalar que uno de los aspectos
fundamentales que los caracterizan es justamente por ser contrario

de
a la licitud.
ca
A. Antijuricidad Típica y la Antijuricidad Atípica o Genérica
Debe hablarse de dos clases de antijuricidad: una típica; esto

te
es, específicamente prevista por la norma jurídica, bien sea

lio
expresa o tácita; y una atípica o genérica, vale decir prevista

b
genéricamente por el ordenamiento jurídico.

Bi
De esta forma, se amplía acertadamente el concepto de
antijuricidad, y se le proporciona al sistema de la
responsabilidad civil la lógica adecuada para su buen
funcionamiento en la realidad social, pues ya no será necesario
establecer únicamente si la conducta está prohibida expresa o
tácitamente por alguna norma jurídica o un conjunto de las
81
mismas, para poder hablar de un supuesto de responsabilidad
civil, sino que podremos saber a ciencia cierta, si debe haber o
no responsabilidad civil extracontractual, en la medida en que
se determine que se trata de una conducta prohibida
genéricamente por el ordenamiento jurídico.
En el ámbito de la responsabilidad contractual, que en nuestro
ho
sistema jurídico sería preferible denominar responsabilidad civil
obligacional, dado que el contrato no es la única fuente
ec
voluntaria de obligaciones en nuestro Código Civil, si bien
r
existe y está siempre presente la antijuricidad como requisito
De
fundamental del sistema, al igual que el concepto de daño, de
relación de causalidad, de la imputabilidad y la culpabilidad, se

de
trata siempre de una antijuricidad típica, que puede consistir en
un incumplimiento total, en un cumplimiento parcial,

ca
cumplimiento defectuoso o en un cumplimiento tardío o

te
moroso, ya que es únicamente en esos supuestos,
debidamente previstos en las normas sobre inejecución de

lio
obligaciones, en que se puede hablar de responsabilidad civil

b
contractual, más propiamente de responsabilidad obligacional

Bi
dentro de nuestro sistema jurídico. 43
El tema de la antijuricidad adquiere importancia fundamental en
el ámbito de la responsabilidad extracontractual, pues es ahí
en que se manifiesta en toda su amplitud la importancia y sobre
43 TABOADA CÓRDOVA, Lizardo. Responsabilidad Civil Contractual y

Extracontractual. Academia de la Magistratura. P. 48.
82
todo la necesidad de establecer con claridad cuándo hay
responsabilidad civil, en los casos en que no exista una
conducta prohibida expresa o tácitamente por una norma
jurídica de manera específica.
Se debe precisar que, las conductas que dan lugar a la
responsabilidad civil no están expresamente tipificadas y de
ho
manera taxativa en norma alguna bajo el título de la
responsabilidad extracontractual, sino que las dos normas
ec
centrales, se limitan a establecer que cuando se causa un daño
r
a otro u otros hay lugar al resarcimiento respectivo. Tan no
De
están tipificadas las conductas que pueden dar lugar a
responsabilidad extracontractual, que el artículo 1985 exige en

de
forma expresa una relación de causalidad adecuada, haciendo
referencia directa a una teoría sobre la relación de causalidad,

ca
que a fin de establecer cuándo hay responsabilidad o no,

te
dispone que debe tratarse de una conducta capaz de causar
un determinado tipo de daño, en consideración a la experiencia

lio
cotidiana y al normal desenvolvimiento de los acontecimientos.

b
Como resulta evidente, si en este caso las conductas fueran

Bi
siempre típicas, no habría necesidad de acudir a una teoría que
distingue y discrimina, entre las múltiples conductas del
hombre, cuáles pueden dar origen a una responsabilidad y
cuáles no.44
44 Ibid. P. 50
83
De esta manera, la antijuricidad atípica o genérica no sólo es
un concepto que se impone por la misma lógica del sistema,
que no exige un vínculo obligacional previo entre los sujetos,
sino por la misma necesidad de reparar o indemnizar daños
que sean consecuencia de cualquier conducta, aún cuando la
misma no se encuentre prohibida expresa o tácitamente por
norma jurídica.
ho
Antijuricidad, en el Derecho Privado, no sólo tiene relevancia
ec
en el campo de la ineficacia de los actos jurídicos y contratos,
r
sino también en el campo de la responsabilidad civil. Dicho de
De
otro modo, es en base a esta norma genérica, que se puede
afirmar con toda seguridad que existe una antijuricidad atípica.

de
La explicación es la siguiente: si bien es cierto que la norma
tiene como propósito directo, el sancionar con nulidad a los

ca
actos jurídicos cuyo contenido sea contrario al orden público o

te
a las buenas costumbres, la razón de ser de esta nulidad, que
hemos calificado de virtual o tácita, radica precisamente en que

lio
se privan de efectos jurídicos a los actos jurídicos cuyo

b
contenido es ilegítimo, ilícito, justamente por ser contrario al

Bi
orden público o a las buenas costumbres, ya que el
ordenamiento jurídico considera que no merecen la tutela legal
y por ende el producir efectos jurídicos todos aquellos
comportamientos voluntarios del hombre que sean ilícitos por
contravenir el orden público o las buenas costumbres.
84
Se desprende la intención normativa de establecer en una
norma genérica el concepto privado de ilicitud o antijuricidad,
pues si bien es cierto que una conducta ilícita no podrá nunca
producir efectos jurídicos queridos o deseados por los sujetos,
con mayor razón se puede afirmar, sin dudas de ninguna clase,
que cuando se cause daño por intermedio de una conducta que
atente contra el orden público o las buenas costumbres, existirá
ho
o nacerá en el mundo del Derecho la obligación legal de
ec
indemnizar a cargo del autor de esta conducta, sin que sea
necesario precisar si la conducta se encuentra o no
r
De
específicamente prohibida o sancionada por una norma jurídica
determinada.
de
La antijuricidad es una noción fundamental, de la cual no se
puede prescindir en el sistema de la responsabilidad civil,

ca
contractual o extracontractual, menos aún podría

te
reemplazarse por la noción más genérica aún del daño injusto,
que fue construida en la doctrina italiana sobre la base de lo

lio
dispuesto en el Código Civil italiano, y cuyo significado está

b
referido directamente a la noción de antijuricidad atípica o

Bi
genérica que hemos desarrollado. En la medida que el Código
Civil peruano no hace referencia en absoluto al concepto del
daño injustamente sufrido, no es necesario hacer referencia a
esta noción, consagrada legalmente en el sistema jurídico
italiano. Basta con construir y deducir nuestra noción de
antijuricidad o ilicitud, con las normas que encontramos en
85
nuestro sistema jurídico, llegando a la noción de antijuricidad
atípica o genérica. De esta forma se le concede al sistema de
responsabilidad civil peruano la medida exacta de su
importancia, diferenciándolo perfectamente del sistema de la
responsabilidad penal, sin copiar conceptos y leyes
extranjeras, y sobre la base de una interpretación integral y
sistemática de nuestras propias normas jurídicas. 45
ho
4.2. El Daño causado.
ec
Resulta el aspecto fundamental en la responsabilidad civil, tanto
r
De
contractual como extracontractual. Se entiende que en ausencia de
daño no hay nada que reparar o indemnizar y por ende no hay ningún
problema de responsabilidad civil. Tan importante es este aspecto

de
del daño producido, que hay quienes han preferido denominar con
ca
mucho acierto la responsabilidad civil como “Derecho de daños”.
Se entiende como daño, la lesión a todo derecho subjetivo, en el

te
sentido de interés jurídicamente protegido del individuo en su vida

lio
de relación, que en cuanto protegido por el ordenamiento jurídico, se

b
convierte justamente en derecho subjetivo, esto es un derecho en el

Bi
sentido formal y técnico de la expresión.
No se debe olvidar que el hombre es un ser social, que se vincula en
su vida de relación social con otros hombres para la satisfacción de
sus múltiples necesidades de carácter también social, y que en
45 Ibid. P. 55
86
cuanto dichas necesidades o intereses son protegidos por el
ordenamiento jurídico se elevan a la categoría jurídica de derechos
subjetivos. Una concepción meramente formal de los derechos
subjetivos, no nos permite comprender el problema de los derechos
en su esencia social, y tampoco nos permitirá entender que la
responsabilidad civil, antes que todo, es un sistema de solución de
conflictos sociales, de conflictos o problemas entre individuos que se
ho
desenvuelven en un determinado ambiente social, en un momento
ec
histórico y político determinado. Una vez delimitado en términos
amplios, el concepto del daño y habiendo hecho énfasis en el
r
De
aspecto social de los derechos subjetivos, puede bien decirse que el
daño es todo menoscabo a los intereses de los individuos en su vida

de
de relación social, que el Derecho ha considerado merecedores de
la tutela legal.
ca
Existe un consenso que el Daño puede ser de dos categorías:

te
patrimonial y extrapatrimonial.
lio
Respecto al daño patrimonial se sabe que es de dos clases: el daño
emergente; es decir, la pérdida patrimonial efectivamente sufrida y

b
Bi
el lucro cesante, entendido como la ganancia dejada de percibir. En
lo concerniente al daño extrapatrimonial, nuestro Código Civil se
refiere al Daño Moral y Daño a la Persona46, existiendo en la doctrina
moderna una tendencia cada vez más fuerte de hablar únicamente
del daño a la persona.
46 Ibid. P. 63
87
En cuanto a las diferencias de matiz de regulación legal, el sistema
jurídico nacional, respecto al campo extracontractual ha consagrado
legalmente en el artículo 1985° del Código Civil el criterio de
reparación integral de los daños, a diferencia del ámbito contractual,
en el cual sólo se reparan o indemnizan los daños directos, tal y
como lo dispone el mismo artículo 1321° del Código Civil.
ho
Como es evidente, en el caso de la responsabilidad civil
extracontractual, el daño debe ser consecuencia del incumplimiento
ec
del deber jurídico genérico de no causar daño a otro, mientras que
r
en el campo contractual el mismo deberá ser consecuencia del
De
incumplimiento de una obligación previamente pactada entre las
partes.
de
En ambos casos, el aspecto fundamental de la responsabilidad civil

ca
es el que se haya causado un daño, que deberá ser indemnizado.
De no haber daño, no se configura un supuesto de hecho jurídico

te
ilícito, contractual o extracontractual y por ende, no se configura un

lio
supuesto de responsabilidad civil, por más que exista una conducta
antijurídica o ilícita.
b
Bi
Es preciso indicar que, el objetivo de la responsabilidad penal es la
represión de los hechos jurídicos ilícitos tipificados legalmente como
delitos, sancionando a sus autores, mientras que el objetivo de la
responsabilidad civil es indemnizar los daños causados,
consecuencia de los hechos jurídicos ilícitos típicos o atípicos. En tal
88
sentido, puede haber delito sin daño, mientras que no puede haber
hecho jurídico ilícito que origina responsabilidad civil sin daño.
De la misma manera, los daños para originar una responsabilidad
civil deben ser producto de una conducta antijurídica o ilícita, ya que
todos los daños que sean consecuencia de conductas permitidas por
la ley, por ser realizadas en el ejercicio regular de un derecho,
ho
legítima defensa o estado de necesidad, no originan una
responsabilidad civil, justamente por tratarse de daños consecuencia
ec
de conductas ajustadas al sistema jurídico.
r
De
La definición más exacta es aquella que precisa al daño
jurídicamente indemnizable como toda lesión a un interés
jurídicamente protegido, bien se trate de un derecho patrimonial o

de
extrapatrimonial. En tal sentido, los daños pueden ser patrimoniales

ca
o extrapatrimoniales. Serán daños patrimoniales las lesiones a los
derechos patrimoniales y serán daños extrapatrimoniales las

te
lesiones a los derechos de dicha naturaleza, como en el caso

lio
específico de los sentimientos considerados socialmente dignos o
legítimos y por ende merecedores de la tutela legal, cuya lesión

b
Bi
origina un supuesto de daño moral. Del mismo modo, las lesiones a
la integridad física de las personas, a su integridad psicológica y a
sus proyectos de vida, originan supuestos de daños
extrapatrimoniales, por tratarse de intereses jurídicamente
protegidos, reconocidos como derechos extrapatrimoniales.
A. Requisitos del Daño Resarcible.
89
a. El daño debe ser cierto
El daño debe existir; es decir, debe ser real, efectivo y no
meramente conjetural o hipotético.
b. El daño debe ser personal
Con este requisito se exige que la lesión recaiga sobre un
ho
interés propio, pero también, puede ser a su vez directo o
indirecto. Es directo cuando el titular del interés afectado es
ec
la víctima del ilícito. Será indirecto cuando el perjuicio deriva
r
de una lesión a bienes patrimoniales o extrapatrimoniales de
un tercero.
De
c. El daño debe ser subsistente
de
Este requisito exige que el daño debe subsistir al tiempo del

ca
resarcimiento; es decir, cuando se hable de “subsistencia”
del daño se hace referencia a que el mismo no debe aún ser

te
resarcido, por lo cual -si bien se trata de un perjuicio basado

lio
en los hechos- aún permanece jurídica en la víctima del

b
perjuicio.
Bi
B. Daños Patrimoniales.
El daño patrimonial se refiere cuando se causa a otro un perjuicio
que puede ser susceptible de apreciación dineraria o cuando
dicho perjuicio cae directamente sobre las cosas de su dominio
o posesión.
90
a. Daño emergente.
Se conceptualiza como la pérdida patrimonial efectivamente
sufrida.
b. Lucro cesante.
La doctrina la considera como la renta o ganancia frustrada
ho
o dejada de percibir.
ec
C. Daños Extrapatrimoniales.
El autor Adriano de Cupis, nos enseña que: “No puede ser
r
De
definido más que en contraposición al daño patrimonial. Daño no
patrimonial o extrapatrimonial, en consonancia con el valor

de
negativo de su misma expresión literal, es todo daño privado que
no puede comprenderse en el daño patrimonial, por tener por

ca
objeto un interés no patrimonial; o sea, que guarda relación a un
bien no patrimonial”47.
te
lio
Es el que lesiona a la persona en sí misma, estimada como un
valor espiritual, psicológico, inmaterial.

b
Bi
a. Daño Moral
Se entiende a la lesión a los sentimientos de la víctima y que
produce un gran dolor o aflicción o sufrimiento en la misma.
La doctrina establece que para que se pueda hablar del daño
47Adriano de Cupis. El daño, teoría general de la Responsabilidad Civil;

Bosch, España. 1975. Pag. 122.
91
moral, no basta la lesión a cualquier sentimiento, pues
deberá tratarse de un sentimiento considerado socialmente
digno y legítimo; es decir, aprobado por la conciencia social,
en el sentido de la opinión común predominante en una
determinada sociedad en un momento histórico determinado
y por ende considerado digno de tutela legal.
ho
De la misma manera, los sentimientos que se protegen
legalmente bajo el concepto de daño moral no sólo son
ec
aquellos que tenemos por otras personas, sean miembros
r
de nuestra familia o no, sino que también por nosotros
De
mismos, en función a nuestra propia identidad y escala de
valores.
de
b. Daño a la Persona
ca
Es la lesión a la integridad física del sujeto, su aspecto
psicológico y/o su proyecto de vida, todo lo cual deberá ser

te
obviamente acreditado.
lio
En lo relativo a la frustración del proyecto de vida, pensamos

b
Bi
que no se trata de cualquier posibilidad de desarrollo de una
persona, que puede ser incierta, sino que deberá tratarse de
la frustración de un proyecto evidenciado y en proceso de
ejecución y desarrollo que se frustra de un momento a otro.
No debe confundirse proyecto de vida, con cualquier
posibilidad respecto de la cual no exista ningún tipo de
evidencia comprobada. Tampoco se debe confundir
92
proyecto de vida con las simples motivaciones de los
sujetos.
Ante ello, el daño a la persona, por cuanto la persona no es
únicamente un cuerpo, sino también una mente, y en
muchos casos supone un proyecto de vida evidenciado por
hechos y conductas concretas.
ho
4.3. Relación de Causalidad.
ec
Representa a un requisito de toda responsabilidad civil, pues si no
r
existe una relación jurídica de causa a efecto entre la conducta típica
De
o atípica y el daño producido a la víctima, no habrá responsabilidad
de ninguna clase. La diferencia de regulación legal en nuestro

de
Código Civil radica que en el campo extracontractual se ha
consagrado en el mismo artículo 1985° la Teoría de la Causa

ca
adecuada, mientras que en el contractual, Artículo 1321°, la teoría
de la causa inmediata y directa.

te
lio
Como es sabido, en ambas clases de responsabilidad civil, existen
las figuras de la concausa y de la fractura causal, que se presentan

b
Bi
cuando las conductas o acontecimientos contribuyen a la producción
del daño, o cuando existe un conflicto de causas o conductas, una
de las cuales llega a producir efectivamente el daño, haciendo
imposible que la otra hubiera llegado a producirlo. A la conducta que
sí ha producido el daño efectivamente, fracturando el eventual nexo
de causalidad de la otra conducta, se le llama justamente fractura
causal. Las fracturas causales en el ámbito extracontractual son
93
cuatro: el caso fortuito, la fuerza mayor, el hecho de la víctima y el
hecho de un tercero.
Esto significa que el daño causado debe ser consecuencia de la
conducta antijurídica del autor para que se configure un supuesto de
responsabilidad.
En el campo de la responsabilidad civil contractual, el daño causado
ho
al acreedor debe ser consecuencia inmediata y directa del
ec
incumplimiento absoluto o relativo de la prestación debida por parte
del deudor. La relación de causalidad es pues un requisito general
r
De
de la responsabilidad civil, tanto en el ámbito contractual como
extracontractual. La diferencia reside en que mientras en el campo
extracontractual la relación de causalidad debe entenderse según el

de
criterio de la causa adecuada, en el ámbito contractual la misma

ca
deberá entenderse bajo la óptica de la causa inmediata y directa.
A. La causa adecuada.
te
lio
Para que una conducta sea causa adecuada de un daño es
necesario que concurran dos factores: un factor in concreto y

b
Bi
un factor in abstracto.
El aspecto in concreto debe entenderse en el sentido de una
relación de causalidad física o material, lo que significa que en
los hechos la conducta debe haber causado el daño, es decir,
el daño causado debe ser consecuencia fáctica o material de
la conducta antijurídica del autor. Sin embargo, no basta la
94
existencia de este factor, pues es necesaria la concurrencia del
factor in Abstracto para que exista una relación de causalidad
adecuada. Este segundo factor debe entenderse en los
términos siguientes: la conducta antijurídica abstractamente
considerada, de acuerdo a la experiencia normal y cotidiana,
es decir, según el curso normal y ordinario de los
acontecimientos, debe ser capaz o adecuada para producir el
ho
daño causado. Si la respuesta a esta interrogante es negativa,
ec
no existirá una relación causal, aún cuando se hubiere
cumplido con el factor in concreto. Es pues necesaria la
r
De
concurrencia de ambos factores para que se configure una
relación de causalidad adecuada. 48

de
No basta con establecer si una conducta ha causado
físicamente un daño, pues es necesario también determinar si

ca
esa conducta abstractamente considerada es capaz de

te
producir ese daño de acuerdo al curso ordinario y normal de los
acontecimientos.
lio
B. Las Fracturas causales y la concausa 49

b
Bi
En cuanto a la noción de fractura causal, la misma se configura
cada vez que un determinado supuesto se presenta un conflicto
entre dos conductas o causas sobre la realización de un daño,
el mismo que será resultado de una sola de dichas conductas.
48 Ibid, p. 91.
49 Idem.
95
En este sentido, en todo supuesto de fractura causal, una de
las conductas o causas habrá producido o causado el daño y
la otra no habrá llegado a causarlo justamente por haber sido
el mismo, consecuencia de la otra conducta. Es por ello que a
la conducta que no ha llegado causar el daño se le denomina
Causa Inicial, mientras que a la conducta que sí llegó a causar
el daño se le denomina Causa Ajena.
ho
Todo supuesto de fractura causal implica pues un conflicto
ec
entre la causa ajena y la causa inicial, siendo el daño
r
consecuencia de la causa ajena y no existiendo ninguna
De
relación de causalidad respecto de la causa inicial.
Esto significa en consecuencia que la causa ajena es un

de
mecanismo jurídico para establecer que no existe

ca
responsabilidad civil a cargo del autor de la causa inicial
justamente por haber sido el daño consecuencia del autor de la

te
causa ajena.
lio
Dicho en otros términos, cada vez que se le intente atribuir a

b
un sujeto una responsabilidad civil extracontractual por la

Bi
supuesta producción de un daño, el mismo tendrá la
posibilidad de liberarse de dicha responsabilidad si logra
acreditar que el daño causado fue consecuencia no de su
conducta, sino de una causa ajena, o lo que es lo mismo de
otra causa, bien se trate de un supuesto de caso fortuito, o de
96
fuerza mayor, o del hecho determinante de un tercero, o del
propio hecho de la víctima.
Si se trata de caso fortuito, la causa ajena será un fenómeno
de la naturaleza, como un terremoto, una inundación
consecuencia del Fenómeno del Niño, etc. Del mismo modo, si
se trata de fuerza mayor la causa ajena será un acto de la
ho
autoridad como una prohibición repentina decretada por norma
jurídica de una conducta antes permitida, la declaración de
ec
guerra de un Estado a otro, etc. Si se trata del hecho
r
determinante de tercero, la causa ajena será justamente el
De
hecho del tercero y en el caso del hecho de la víctima la causa
ajena será precisamente el hecho de la propia víctima.

de
Las fracturas causales se invocan consiguientemente siempre

ca
que el autor de una determinada conducta logre acreditar que
no ha sido el causante del daño imputado, por ser el mismo

te
consecuencia de otra causa, ya se trate de caso fortuito, fuerza

lio
mayor, hecho de tercero o hecho de la víctima.

b
Ahora bien, en los supuestos de concausa, la situación es

Bi
distinta, por cuanto en este caso el daño siempre es
consecuencia del conducta del autor, pero con la contribución
o participación de la propia víctima, tratándose de un supuesto
totalmente distinto al de la fractura causal. Existe un supuesto
de concausa cuando la víctima contribuye con su propio
97
comportamiento con la conducta del autor a la realización del
daño.
El daño no es consecuencia única y exclusiva de la conducta
del autor, sino que la propia víctima ha contribuido y colaborado
objetivamente a la realización del mismo, el cual no se hubiera
producido de no mediar el comportamiento de la propia víctima.
ho
En estos casos de concausa, no se trata de un conflicto entre
ec
dos conductas, a efectos de establecer cuál de ellas ha
causado efectivamente el daño y cuál de ellas no ha llegado a
r
De
producirlo, sino que se trata de un supuesto en el cual
objetivamente la propia víctima, queriéndolo o no, colabora o
contribuye con su propia conducta a la realización del daño.

de
Evidentemente, por lo general esta contribución es producto de

ca
un acto de imprudencia de la víctima.
Lo único relevante es que la víctima concurre con la conducta

te
del autor a la realización del daño, por ello, el efecto jurídico de

lio
la concausa no es la liberación de responsabilidad civil del

b
autor, sino únicamente una reducción de la indemnización a

Bi
cargo del autor en consideración al grado de participación de la
víctima.
4.4. Los Factores de Atribución.
Son aquellos que determinan finalmente la existencia de la
responsabilidad civil, una vez que se han presentado, en un
98
supuesto concreto de un conflicto social, los requisitos ya
precisados: la antijuricidad, el daño producido y la relación de
causalidad.
En materia de responsabilidad contractual, el facto de atribución es
la CULPA, mientras que en el campo extracontractual, de acuerdo al
Código actual son dos los factores de atribución: La CULPA y el
ho
RIESGO CREADO.
ec
En el campo contractual, la culpa se clasifica en tres grados: la culpa
leve, la culpa grave o inexcusable y el dolo; mientras que en el lado
r
De
extracontractual, se habla únicamente de culpa y de riesgo creado.
Estos dos factores de atribución se encuentran consagrados

de
independientemente en los artículos 1969° y 1970° respectivamente.
Aún cuando debe destacarse que al haber invertido la carga en el

ca
artículo 1969°, se ha llegado a objetivizar el sistema subjetivo de la
responsabilidad civil por culpa, en el ámbito extracontractual. No

te
obstante lo cual, debe destacarse la bondad del Código civil al

lio
haberse consagrado en el artículo 1970° el sistema objetivo basando

b
en la idea del riesgo, como factor de atribución distinto, pero

Bi
coexistente con el factor subjetivo de la culpa.
La diferencia entre ambos factores de atribución es evidente, y
apunta principalmente a que en el sistema subjetivo, el autor de una
conducta antijurídica que ha causado un daño, debe responder
únicamente si ha actuado con culpa, entiéndase dolo o culpa,
mientras que en el sistema objetivo del riesgo, además de las tres
99
condiciones lógicamente necesarias, sólo se debe probar
fehacientemente que la conducta que ha causado el daño es una
peligrosa o riesgosa, sin necesidad de acreditar ninguna
culpabilidad.
Cierto es que, para efectos prácticos, el Código civil peruano ha
acercado mucho los resultados de la aplicación del sistema subjetivo
ho
como del sistema objetivo. Sin embargo, ello no es impedimento
para la distinta calificación legal, pues una cosa es invertir la carga
ec
de la prueba y otra muy distinta abstraer por completo la prueba en
r
la configuración de los hechos o conductas que dan lugar a la
De
responsabilidad civil.
A. La Culpa.
de
La noción de culpa exige no sólo que se haya causado un daño

ca
a la víctima, sino que el mismo sea consecuencia del dolo o la
culpa del autor, pues caso contrario por más que se acreditara
te
el daño y la relación causal, no habría responsabilidad civil.

lio
La culpa es el fundamento del sistema subjetivo de

b
Bi
responsabilidad civil y es por ello que dicha exigencia fluye
claramente del artículo 1969. Sin embargo, ante la dificultad de
probar en muchos casos la culpa del autor, es decir, dado lo
difícil que es conocer el aspecto subjetivo del autor, la doctrina
moderna, y en tal sentido nuestro Código Civil, ha considerado
que es conveniente establecer presunciones de culpabilidad,
invirtiendo la carga de la prueba, de modo tal que la víctima ya
100
no estará obligada a demostrar la culpa del autor, lo cual es por
regla general bastante difícil, sino que corresponderá al autor
del daño demostrar su ausencia de culpa. Esta inversión de la
carga de la prueba y correlativa presunción de culpabilidad del
autor en el sistema subjetivo de responsabilidad civil
extracontractual en el sistema legal peruano, fluye claramente
del mismo artículo 1969, cuando dispone: “el descargo por falta
ho
de dolo o culpa corresponde a su autor”, lo que significa
ec
nítidamente que se presume la culpa del autor del daño
causado.50
r
B. El Riesgo creado.
De
El significado de esta noción de riesgo creado es que todos los
de
bienes y actividades que se utilizan en la vida moderna para la

ca
satisfacción de las diferentes necesidades existentes suponen
un riesgo ordinario o común para las personas. Para este tipo

te
de bienes y actividades, no será necesario examinar la

lio
culpabilidad del autor, pues deberá bastar con acreditar el daño
causado, la relación de causalidad y que se ha tratado de un

b
Bi
daño producido mediante un bien o actividad que supone un
riesgo adicional al ordinario y común y que por ello mismo
merecen la calificación de “riesgosos”.
Conviene precisar que el sistema objetivo de responsabilidad
no entiende ni pretende que en los casos de daños causados
50 Ibidem. p. 117
101
a través de bienes o actividades riesgosas, no exista culpa del
autor, pues ello sería absurdo e irreal. Lo único que se pretende
es hacer total abstracción de la culpa o ausencia de culpa del
autor, de modo tal que la existencia de culpa o no sea
totalmente intrascendente para la configuración de un supuesto
de responsabilidad civil extracontractual, debiendo acreditarse
además de la relación causal, la calidad del bien o actividad
ho
como una riesgosa.
ec
V. Clasificación.
r
5.1. Responsabilidad Civil Contractual.
De
La responsabilidad contractual se origina por el incumplimiento de
de
una de las partes respecto de una obligación asumida previamente.
Luis Diez-Picazo y Ponce de León, nos dice que hay responsabilidad

ca
contractual cuando se cumplen los siguientes requisitos: “que entre

te
las partes exista un contrato o una relación contractual y que los

lio
daños sean debido incumplimientos o cumplimientos defectuosos de
lo que es estrictamente materia del contrato”.51

b
Bi
5.2. Responsabilidad Civil Extracontractual.
Contrario a la definición de la responsabilidad contractual, no
requiere que haya una relación contractual, sino que aparece cuando
las personas violentan los deberes de conducta.
51Luis Diez-Picazo y Ponce de León. Derecho de Daños. Civitas Ediciones.

1999. Madrid. Pag 253.
102
Para Fernando de Trazegnies, “la responsabilidad extracontractual
moderna es un mecanismo que persigue ante todo reparar
económicamente un daño. En otras palabras, cuando una persona
ha sufrido un daño sin justificación, el Derecho quiere que los
aspectos materiales de este daño le sean aliviados mediante el
traslado de su carga económica a otro o a otros individuos.”52
ho
Entonces, podemos decir que existe un daño contractual y
extracontractual; en el primero, resulta de la inejecución o
ec
incumplimiento (parcial o total) de una obligación convencionalmente
r
asumida; en cambio, será daño extracontractual aquel que resulte
De
no de un incumplimiento contractual, sino de la transgresión de los
deberes de conducta.
de
VI. La Indemnización por Daños.

ca
Debe señalarse que en el campo contractual se indemnizan los daños
patrimoniales en cuanto sean consecuencia inmediata y directa del

te
incumplimiento obligacional por parte del deudor. Ello es lógico por cuanto
lio
siempre se requiere que los daños sean consecuencia del incumplimiento

b
absoluto o relativo de la prestación debida por parte del deudor; esto es, es
Bi
necesario que exista una relación de causalidad inmediata y directa entre
los daños causados al acreedor y el incumplimiento del deudor, bien sea
por incumplimiento total, cumplimiento parcial, cumplimiento defectuoso, o
por retraso en el cumplimiento de la prestación. Sin embargo, además de la
52 Fernando de Trazegnies Granda. La Responsabilidad Extracontractual.

Tomo I. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Catolica del Perú.
2003. Pag. 47.
103
relación causal, debe señalarse que en el campo contractual el monto
indemnizatorio será mayor o menor dependiendo del grado de culpabilidad
del deudor. Así, si el incumplimiento es consecuencia de dolo o culpa grave
del deudor, los daños y perjuicios a reparar son todos aquellos
consecuencia inmediata y directa del incumplimiento que pudieran preverse
o no al momento de contraerse la obligación. Por el contrario, si el
incumplimiento obedeciere únicamente a culpa leve, sólo se indemnizarán
ho
los daños y perjuicios que sea consecuencia inmediata y directa del
ec
incumplimiento que podía preverse al momento de contraerse la obligación.
r
Esto significa en consecuencia que en el campo contractual, el monto
De
indemnizatorio será mayor o menor, dependiendo del grado de culpabilidad
del deudor. Lo que significa que el monto indemnizatorio depende

de
exclusivamente de la relación de causalidad, sino también del factor de
atribución subjetivo; es decir, la culpabilidad.

ca
En los casos de dolo o culpa grave o inexcusable el resarcimiento

te
comprende los daños inmediatos y directos previsibles e imprevisibles al

lio
momento de contraer la obligación, mientras que en los casos de culpa leve
los daños inmediatos y directos solamente previsibles al momento de asumir

b
Bi
la obligación.
En el campo extracontractual, por el contrario, el monto indemnizatorio no
depende del grado de culpabilidad del autor del daño, sino únicamente de
la existencia de una relación de causalidad adecuada, en tanto y en cuanto
se indemnizan todos los daños siempre que sean consecuencia de una
relación de causalidad adecuada.
104
Esto significa que en el ámbito extracontractual se indemnizan todos los
daños y no interesa la calificación de previsibles e imprevisibles, como
tampoco el que sean consecuencia inmediata y directa o no de la conducta
antijurídica. Esto es, una reparación integral por los daños ocasionados.
ho
r ec
De
de
ca
te
b lio
Bi
105
CAPITULO III
RESPONSABILIDAD CIVIL EN EL DEPORTE
I. Definición
Es así que, en un contexto dentro del deporte, ya sea como actividad o como
espectáculo, presupone la necesidad de que el Estado se vea en la
ho
obligación de entrometerse.
ec
Hoy es posible encontrar en el Derecho Administrativo una serie de normas
jurídicas que tiene por objeto regular la práctica deportiva en sus distintas
r
De
manifestaciones. De igual manera, el Derecho Privado no se queda al
margen de esta realidad. Es así que, una de las instituciones que se ve
involucrada por las peculiaridades de este fenómeno es la responsabilidad

de
civil.
ca
Cuando se habla de responsabilidad civil, se hace referencia a la institución
que hace posible imputar a una persona las consecuencias de sus actos,
te
creándole la obligación de reparar las que sean dañosas para los demás,
lio
siempre que se den los elementos que generan dicha obligación.

b
Son varias las relaciones jurídicas que emergen de la práctica del deporte y
Bi
de la realización de espectáculos deportivos. En las mismas se puede llegar
a producir algún daño que deberá ser resarcido.
Efectivamente, los problemas que plantea el deporte con respecto al ámbito
de la responsabilidad civil son muchas. La justificación de la violencia y los
daños producto de esta actividad son algo que se ha venido discutiendo
106
desde tiempos antiguos. La idea central sobre la base de la cual se
desenvuelve esta discusión, es la imposibilidad de dar el mismo tratamiento
jurídico a un daño causado por un rival a otro, o a un tercero o espectador
durante la práctica de un deporte, cuando la conducta que lo originó se
ajustó a las reglas del juego, que a ese mismo daño originado en la conducta
dolosa o culposa del agente en circunstancias comunes.
ho
Existen textos del Digesto que niegan expresamente acción civil o criminal
por los daños sufridos como consecuencia de una lucha deportiva. Por otro
ec
lado, los glosadores, teniendo como respaldo otros textos del Derecho
r
Romano, fundamentan la exención de responsabilidad en los accidentes
De
deportivos.
Es así que, antiguamente, se establecía como criterio rector la impunidad

de
penal e irresponsabilidad civil del deportista que llegara a lesionar a su

ca
contrincante, siempre que actuara en un deporte autorizado y adecuando
su accionar al reglamento del juego.

te
Seguidamente, las teorías modernas tomas diversas posiciones. Algunos

lio
defienden la exoneración de la responsabilidad, aunque sin llegar a un

b
fundamento unívoco; otros, en cambio asumen distintas teorías

Bi
condenatorias de responsabilidad.
Conforme se ha podido precisar, el problema de la responsabilidad
deportiva no es algo nuevo. La nuevo es el cambio de actitud que sobre el
tema se ha asumido. Hoy ya no prima irresponsabilidad en materia civil, sino
que el daño deportivo ha accedido a los tribunales. Clide Kcomelnajer, nos
señala cinco causales que origina la asunción de esta perspectiva:
107
• El proceso de socialización de los daños. Según el citado autor, se ha
pasado de un sistema de “responsabilidad – sanción” a uno de
“responsabilidad – distribución.” Es posible advertir la tenencia a
extender la lista de los civilmente responsables y a prevenir su
insolvencia a través de los seguros obligatorios.
• La violencia deportiva también ha tenido gran influencia en este cambio
de actitud. Si bien se han dado sucesivas reglamentaciones que tienen
ho
a evitar lesiones y peligros para la salud de los deportistas,
ec
paralelamente el comportamiento de los espectadores genera una gran
cantidad y daños.
r
•
De
Otro motivo en el que se fundamenta esta nueva opción jurídica que da
cabida a la responsabilidad civil en accidentes deportivos es el proceso

de
de masificación de los deportes.
• Ese proceso va acompañado de la internacionalización, no sólo de las

ca
reglas, sino también del agrupamiento de las asociaciones, conforme ya
se ha precisado la FIFA o el Comité Olímpico Internacional.

te
• La dificultad de la prueba es otro elemento que se debe considerar. A

lio
veces, las acciones deportivas se desarrollan a gran velocidad, siendo

b
prácticamente imposible llegar a conocer la causa del daño y las

Bi
circunstancias en que aquél se produjo. Sin embargo, no se puede
desconocer los modernos medios tecnológicos que hoy ayudan a dejar
de lado esa dificultad al menos en el terreno de los deportes
profesionales.
Debido a la existencia de diversas esferas jurídicas que resultan de
susceptibles de verse afectadas con la producción de un accidente
108
deportivo y el correlativo daño que puede producirse, sería un error afirmar
que la responsabilidad civil deportiva tiene un único factor atributivo.
Lo cierto es que la problemática de la responsabilidad civil involucra un
campo muy amplio de relaciones jurídicas complejas, que da lugar a
distintas y diversas esferas de aplicación de esta responsabilidad. No hay
una sola respuesta, no existe una única postura que logre dar una
ho
explicación que pueda englobar todos los casos de responsabilidad civil
susceptibles de derivarse de la práctica del deporte. 53
ec
II. Relaciones jurídicas en los accidentes deportivos
r
De
En el ordenamiento jurídico nacional, el único deporte con un régimen
laboral profesional es el fútbol, es en razón a ello que la gran mayoría de

de
deportistas de las diversas ramas son considerados dentro del ámbito
amateur.
ca
Así, como se ha manifestado anteriormente, en la Ley de promoción y

te
desarrollo del deporte – Ley N° 28036, únicamente se hace referencia a

lio
deportes profesionales, mas no a deportistas profesionales.

b
Ante lo precisado, se ha estimado tomar como referencia la legislación

Bi
española respecto a la diferenciación existente entre deportista profesional,
federado y aficionado.
2.1. Lesión de un deportista profesional.
53 OSTERLING PARODI, Felipe y CASTILLO FREYRE, Mario. El Deporte y la

Responsabilidad Civil. Revista Jurídica del Perú N° 40. P. 78.
109
El deportista profesional tiene una relación laboral de carácter
especial con su empleador (club o entidad deportiva), tal como
establece el artículo 2.1.d del real Decreto Legislativo 1/1995 de 24
de marzo, por el que se aprueba el Texto Refundido del Estatuto de
los Trabajadores y, en concreto, el art. 1.2 del Real
Decreto 1006/1985, de 26 de junio, por el que se regula la relación
ho
laboral de los deportistas profesionales: “son deportistas
profesionales quienes, en virtud de una relación establecida con
ec
carácter regular, se dediquen voluntariamente a la práctica del
r
deporte por cuenta y dentro del ámbito de organización y dirección
De
de un club o entidad deportiva a cambio de una retribución. Quedan
excluidos del ámbito de esta norma aquellas personas que se

de
dediquen a la práctica del deporte dentro del ámbito de un club
percibiendo de éste solamente la compensación de los gastos

ca
derivados de su práctica deportiva”.

te
No obstante, ello no era tan claro a mediados del siglo pasado, pues
lio
tanto parte de la doctrina española como de la jurisprudencia del
Tribunal Supremo entendían que el deportista profesional no estaba

b
Bi
vinculado con su club o entidad deportiva por un contrato de trabajo.
Tal como se manifiesta, los deportistas profesionales sometidos a
relación laboral han de cumplir las siguientes características:
- Dedicación voluntaria a la práctica deportiva.
- Carácter regular de la relación.
110
- Dependencia y subordinación.
- Ajenidad.
- Carácter retribuido.
Existen posibilidades en las cuales se puede recibir una
indemnización en caso de accidente durante la práctica del deporte,
ho
que varían en función del tipo de accidente. Las opciones son:
ec
- En todo caso de accidente, el club se hará cargo de su sueldo.
Normalmente, el club habrá concertado con antelación un
r
De
seguro privado, aunque igualmente el sueldo del jugador ya
estará previsto en el presupuesto del club. El comportamiento
habitual del club será no contratar a otro jugador, salvo en casos

de
graves o de jugadores clave en el equipo.

ca
- Si el jugador es lesionado por otro del equipo contrario durante
un partido, cabe la posibilidad que el club del jugador lesionado

te
reclame al otro club o a su aseguradora los daños ocasionados

lio
(pago de salario del jugador durante la lesión y, aunque de difícil

b
prueba, pérdida de ingresos o de posibilidad de ganar partidos),

Bi
aunque en la práctica no suele suceder.
- Si el accidente es consecuencia del estado del terreno de juego
o de las medidas de seguridad del mismo, el equipo del jugador
lesionado puede demandar al titular del recinto o al organizador
los daños y perjuicios causados. Este hecho tampoco suele
ocurrir, así, por ejemplo no consta que la tenista Mónica Seles
111
planteara ninguna reclamación contra la organización del torneo
de tenis de Hamburgo, durante el transcurso del cual sufrió una
grave agresión de un espectador. En su caso, el futbolista Miguel
Ángel Torres, resultó con una grave lesión al tendón de Aquiles
por el grave estado del campo de juego del Estadio Miguel Grau
de Piura, el mismo que era de material sintético y resulta
perjudicial para los deportistas.
ho
- Si se lesiona el jugador durante la celebración de un partido
ec
oficial con su selección, entonces el equipo que tiene contratado
r
al jugador lesionado puede, demandar a la federación nacional
De
del jugador o a la federación internacional en su calidad de
organizadora del evento para obtener la correspondiente

de
indemnización. En este sentido resulta numerosas las
reclamaciones realizadas por los clubes hacia la FIFA por

ca
lesiones graves de alguno de sus jugadores durante la disputa

te
de un partido con la selección de su respectivo país, muchas de
ellas promovidas bajo auspicio del G-14.54

lio
Cabe señalar que para la presente investigación únicamente nos

b
-
Bi
centraremos en las relaciones resultantes de la lesión provocada
54 Grupo formado por 14 clubes de fútbol europeo de primer nivel en

setiembre del 2000, con posterioridad en el 2002, se amplió a 18 clubes,
con el objetivo de defender los intereses de los clubes ante la UEFA y
la FIFA, entre cuyas reclamaciones se encontraba la exigencia de una
compensación económica por ceder a jugadores a las selecciones nacionales
y por las lesiones que pudieran sufrir mientras estuvieran en aquella.
Recientemente, la FIFA y la UEFA han llegado a un acuerdo a fin de
proceder con la disolución del G-14.
112
por un futbolista contendor en el desarrollo del encuentro
deportivo.
En el ordenamiento jurídico español, el art. 13.d) RD 1006/198524
establece que en caso de fallecimiento o lesión que produzca
incapacidad permanente total o absoluta o gran invalidez al
deportista y que se produzca como consecuencia de la práctica del
ho
deporte, éste o sus beneficiarios, en su caso, tienen derecho a
percibir una indemnización de seis mensualidades; sin perjuicio de
ec
las prestaciones de la seguridad social a que tuvieran derecho.
r
2.2. Lesión de un deportista federado.
De
Es característico en estos deportistas estar inscrito en la federación
de
española o autonómica de una concreta modalidad deportiva, de
forma que, tal como indica el art. 32.4 LD en su párrafo primero, “para
ca
la participación en competiciones deportivas oficiales, de ámbito
estatal, será preciso estar en posesión de una licencia deportiva

te
expedida por la correspondiente federación deportiva española,

lio
según las condiciones y requisitos que se establecerán

b
reglamentariamente. Las licencias expedidas por las federaciones

Bi
de ámbito autonómico habilitarán para dicha participación cuando
éstas se hallen integradas en las federaciones deportivas españolas,
se expidan dentro de las condiciones mínimas de carácter
económico que fijen éstas y comuniquen su expedición a las
mismas”.
113
Además, el artículo 59.2 LD establece la obligación para todos los
deportistas federados que participen en competiciones oficiales de
ámbito estatal de suscribir un seguro obligatorio que cubra los
riesgos derivados de la práctica de la modalidad deportiva.
Podemos encontrarnos ante tres distintos escenarios de
aseguramiento por parte de los deportistas federados, de menor a
ho
mayor cobertura:
ec
- El supuesto más común será el del seguro obligatorio deportivo
(seguro de accidentes) que no cubre la responsabilidad civil.
r
-
De
La segunda opción es que el causante haya suscrito un seguro
obligatorio deportivo con cobertura de la responsabilidad civil, tal

de
como sucede en la caza.
Es posible que el causante haya suscrito tanto una modalidad

ca
de seguro obligatorio deportivo como un seguro privado que

te
cubra con mayor alcance la responsabilidad civil.

lio
Resulta evidente que, en comparación con la realidad española, en

b
la nuestra no se cuenta con seguros que protejan la fisionomía del

Bi
deportista, resulta que el futbolista peruano se encuentra muy
propenso a quedar desamparado después de haber sufrido alguna
lesión propia del desarrollo de sus labores.
2.3. Lesión de un deportista aficionado.
114
Este supuesto resulta el más frecuente en la práctica, como resulta
lógico, el número de personas que practica cualquier deporte de
forma aficionada supera con creces a sus pares practicantes de
naturaleza federada o profesional.
III. Teorías respecto a la Responsabilidad civil deportiva derivada de
daños causados por un deportista frente a su contendor.
ho
Resulta evidente que son diversas las personas que intervienen en la
ec
actividad deportiva, y todas ellas pueden, en algún momento tener
comprometida su responsabilidad. Dentro de ellas, como sujetos
r
De
intervinientes se encuentran, por supuesto, los jugadores o participantes.
La responsabilidad civil del deportista puede darse con relación a su

de
contendor, o respecto de un tercero o espectador; para la presente, nos
centraremos en la relación directa con el competidor contrario.

ca
3.1. Responsabilidad Civil Contractual o Extracontractual55

te
Una primera cuestión importante es determinar si entre los

lio
participantes existe o no un vínculo contractual. La trascendencia de

b
ello se debe a dos razones. Por un lado, nos faculta a precisar la

Bi
naturaleza jurídica del deber violado y, por ende, permite decidir si
se trata de un caso de responsabilidad civil contractual o uno
extracontractual. Por otro lado, ayuda a definir si, además del
55 OSTERLING PARODI, Felipe y CASTILLO FREYRE, Mario. El Deporte y la

Responsabilidad Civil – Segunda Parte. P. 2
115
deportista, se encuentra obligado a resarcir el club al que pertenece
dicho deportista.
Recordemos en este punto que, a pesar de que un gran sector de la
doctrina pretende la unificación en materia de responsabilidad civil,
es claro, sobre la base de conceptos relevantes, que ello parece
tarea imposible. En principio, los efectos que el ordenamiento
ho
jurídico atribuye a cada tipo de responsabilidad son distintos.
Además, los diferentes contextos han dado lugar a que el
ec
fundamento de la responsabilidad no sea único, sino que dependa
r
del ámbito en el que se esté desenvolviendo y de factores de
De
atribución diversos.
Nuestro Código Civil distingue entre la responsabilidad civil

de
contractual y la extracontractual. Mientras la primera implica la

ca
presencia de un contrato entre las partes, la segunda se remite a los
casos en que el daño no supone que los sujetos intervinientes

te
(causante-víctima) se encuentren ligados por algún vínculo

lio
contractual.
b
Así, una vez que se han presentado en un caso concreto de un daño

Bi
causado a una víctima, los requisitos típicos de la figura de la
responsabilidad civil, esto es, la antijuridicidad de la conducta, el
daño producido y la relación de causalidad, la existencia de la
responsabilidad viene determinada por sus factores de atribución.
En materia de responsabilidad civil contractual, el factor de atribución
es la culpa. En cambio, en el campo de la responsabilidad
116
extracontractual, nuestro ordenamiento jurídico señala como
factores de atribución a la culpa y al riesgo creado, asumiendo, de
esta forma, el sistema subjetivo y la teoría del riesgo.
Ahora bien, antes de ingresar a la búsqueda del fundamento de la
responsabilidad civil deportiva, retomemos nuestro análisis sobre la
relación que existe entre los contendores. Son tres las posiciones
ho
que pueden adoptarse sobre este complejo tópico:
ec
a. Para algunos juristas la relación entre los deportistas es
contractual. Jorge Joaquín Llambías respalda esta postura,
r
De
sosteniendo que el deportista culpable infringe el deber
preestablecido configurado por las reglas de juego, las que el
adversario había aceptado convencionalmente.

de
El citado tratadista reconoce, de esa forma, que la

ca
responsabilidad que se genera es contractual u ordinaria,
puesto que, si bien admite que entre los deportistas que

te
compiten no existe necesariamente un contrato, éstos se

lio
obligan a llevar a cabo su actividad sujetándose a las reglas de

b
juego del deporte del que se trate. De ese modo, la aceptación

Bi
de las reglas de juego imperantes sería el origen de la
responsabilidad civil contractual.
Según refiere Bosso, “la conducta en contrario, con relación a
esas reglas de juego, es una infracción a ese deber concreto y
determinado que prescriben los reglamentos vigentes con
relación a cierto deporte, también aceptadas por el adversario.
117
Eso emana de una “convención” relativa a la aceptación de las
reglas de juego; teniendo presente, que entre “convención” y
“contrato”, media la relación que existe entre el género y la
especie.”
Podemos criticar el razonamiento de Llambías, en tanto este
autor basa su posición en la idea de que la responsabilidad
ho
civil, en estos casos, deriva únicamente del incumplimiento de
reglamentos, cuando ello no es siempre cierto. El
ec
comportamiento antirreglamentario no genera necesariamente
r
responsabilidad, toda vez que pueden presentarse situaciones
De
en las que, incluso respetando las disposiciones establecidas
vía reglamento, nos encontramos frente a supuestos de

de
ca
b. Un importante sector de la doctrina señala, en cambio, que al
ser la relación entre los deportistas o contrincantes de carácter

te
extracontractual, la responsabilidad por el daño ocasionado

lio
debe considerarse, de igual forma, extracontractual. En
términos generales, los que respaldan esta tesis afirman que

b
Bi
no se puede concebir que quienes se ponen de acuerdo para
disputar un partido, estén celebrando, con ello, un contrato.
Bajo esta perspectiva, la conducta que causa el daño debe
considerarse como una violación al deber general de obrar con
prudencia, por lo que, ante la supuesta infracción, se originaría
la responsabilidad extracontractual.
118
Dentro de esta vertiente, se estima que el asentimiento a
participar en la competencia deportiva no implica la celebración
de ningún acto jurídico, “ni estar a derecho”, a que genere
deberes de contenido patrimonial, imprescindibles para la
existencia de un contrato.
Como recuerda Bosso, “Orgaz opta expresamente por la
ho
naturaleza extracontractual de la responsabilidad deportiva
entre contrincantes en el juego, en razón de que la convención
ec
y el contrato son actos o negocios jurídicos. Nada parecería
r
más ajeno a todo jugador profesional o aficionado, al practicar
De
su deporte, que atribuirle un ‘fin inmediato’ de establecer con
los jugadores adversarios ‘relaciones jurídicas, crear,

de
modificar, transferir, conservar o aniquilar derechos’. Cada
jugador se propone –al menos inmediatamente- sólo jugar,

ca
desarrollar su fuerza, su habilidad o su ingenio en una

te
contienda con el adversario y triunfar, si esto es posible. No hay
en ello finalidad de iure.”

lio
c. Otros asumen una posición a la que se le puede calificar como

b
Bi
ecléctica o intermedia. Básicamente se trata de distinguir el
deporte entre aficionados y profesionales, aplicando a los
primeros las normas propias de la responsabilidad
extracontractual, y a los segundos las reglas de la
responsabilidad civil contractual.
119
Compartiendo esta doctrina, iniciada por Leonardo Colombo,
encontramos a importantes tratadistas como Guillermo Borda y
Jorge Mosset Iturraspe.
Si bien se considera que el argumento original de esta postura
no logra englobar las distintas posibilidades, elaborando una
distinción que por su simpleza llega a ser insuficiente,
ho
coincidimos con los mencionados juristas al sostener que es
necesario un análisis de cada caso concreto y sus
ec
circunstancias particulares, para poder precisar la naturaleza
r
jurídica del deber violado. Es de esa forma cómo se podrá
De
determinar si la responsabilidad es contractual o
extracontractual.
de
Sobre el tema, Borda expresa que cuando la competencia

ca
deportiva es entre aficionados, la responsabilidad que puede
llegar a generarse será siempre extracontractual, pues quienes

te
intervienen no celebran un contrato sino que se ponen de

lio
acuerdo para jugar un partido, lo que carece de un fin jurídico.
Si se trata de un deporte en el ámbito profesional, será precisar

b
Bi
que cuando se trate de un contrato entre clubes, de los cuales
los jugadores son dependientes, la responsabilidad de los
deportistas entre sí es extracontractual, ya que entre ellos no
han celebrado contrato alguno.
Mosset Iturraspe, manifiesta: “(…) En un partido de fútbol, en
cambio, no media vínculo contractual alguno entre los
120
jugadores de uno y otro equipo; los jugadores se hallan ligados
a su respectivo club y, a la vez, a la asociación deportiva. (…)”.
Desde un punto de vista completamente distinto, Gastón
Fernández Cruz se aparta de las posiciones anteriores,
afirmando que la discusión sobre la naturaleza contractual o
extracontractual de la responsabilidad deportiva, debe
ho
considerarse superada a la luz del régimen de unificación de la
ec
d. Para el citado profesor, los alcances de la problemática de la
r
De
responsabilidad civil deportiva son demasiado amplios, así
como complejas son las distintas relaciones jurídicas que
surgen o pueden surgir de un evento deportivo. Por ello,

de
considera un error reducir ese problema a un simple análisis

ca
respecto a si media o no un contrato en la base de dichas
relaciones.
te
De esa forma, al no reconocer la existencia de diferencias entre el

lio
alcance de la responsabilidad civil, sea derivada de incumplimiento

b
contractual o proveniente de hechos ilícitos, no cree que pueda

Bi
decirse que la responsabilidad civil deportiva es de naturaleza
contractual o extracontractual. Afirma que la responsabilidad civil
deportiva escapa a la posibilidad de ser limitada en esos parámetros.
3.2. Fundamento de la Responsabilidad Civil Deportiva56
56 Ibidem. p. 7
121
Entre las diferentes doctrinas respecto a la naturaleza jurídica de las
relaciones existentes entre los deportistas que toman parte en un
encuentro, y sobre la responsabilidad civil que de él puede emanar,
la más adecuada es la teoría ecléctica. Aceptado esto, corresponde
desarrollar lo concerniente a los factores atributivos de
responsabilidad en el ámbito de los accidentes deportivos.
ho
No es de sorprender que sobre este tema tampoco haya acuerdo por
parte de la doctrina. Todo lo contrario; es posible reconocer, por lo
ec
menos, dos posiciones diferentes sobre el fundamento de la
r
responsabilidad civil deportiva: De
A. Algunos autores consideran como factor de atribución de esta
responsabilidad al riesgo propio de las actividades deportivas as

de
las que catalogan como peligrosas. Pero, ¿la actividad deportiva

ca
es una actividad peligrosa o generadora de riesgos?
Si se toma como punto de partida lo señalado por Esser,

te
tenemos que la responsabilidad por riesgo implica responder por

lio
el peligro puesto por sí mismo. Ello significa que cierta actividad

b
en su realización presenta riesgos específicos que deben ser

Bi
controlados. No obstante, la actividad riesgosa supone siempre,
cuando menos, un cierto grado de peligro adicional al simple
riesgo de vivir en común. Por consiguiente, habría que admitir
que, para calificar a toda actividad deportiva como actividad
riesgosa, el ejercicio del deporte lleva en sí un peligro propio de
122
su naturaleza, que debe ser regulado por los participantes en el
evento deportivo y por los organizadores del mismo.
No resulta correcto afirmar que todos los deportes constituyen
actividades riesgosas o altamente peligrosas. No se puede
generalizar y caer en el absurdo de sostener aquello. Cada
actividad deportiva presenta riesgos específicos. Hay deportes
ho
que podía catalogarse como peligrosos y otros como ultra
riesgosos, dependiendo de las características particulares de
ec
cada uno.
r
De
B. Otro sector de la doctrina toma a la culpa como el factor de
atribución de la responsabilidad civil deportiva. Esto importa
afirmar que en el tema de la responsabilidad deportiva no existe

de
una derogación de las reglas generales sobre apreciación de la

ca
culpa, pese a que es preciso tener en claro que la culpa
deportiva tiene sus propios rasgos.

te
Según afirma Bosso, “parece claro que la imprudencia y la falta

lio
de diligencia deberán valorarse en atención de la tipicidad

b
específica del juego o deporte y no con relación a las normas de

Bi
prudencia que rigen para el buen padre de familia. Por ello, en
definitiva, la valoración de la culpa debe sufrir necesariamente
adecuaciones con respecto al ejercicio del deporte que nos
encontramos valorando.”
Concebida de esa manera, la valoración de la culpa debe
apreciarse de acuerdo al ejercicio de ciertas actividades
123
deportivas. En consecuencia, resulta primordial determinar si el
jugador actuó o no de conformidad a los reglamentos deportivos.
Estos reglamentos son los que regulan la expectativa de la
conducta y de igualdad de situación de los deportistas que
intervienen en la competencia. Sin ellos sería imposible la
práctica de cualquier deporte. Ante ello, se pueden distinguir
ho
claramente dos tipos de disposiciones reglamentarias.
ec
- Las reglas destinadas a trazar la marcha del juego, a precisar
el modo en que debe realizarse y cuya violación in influye en
r
materia de responsabilidad.
De
- Las disposiciones que tienden a imponer prudencia, a evitar
de
brusquedades excesivas. Su incumplimiento puede implicar
la imputación de responsabilidad del deportista a quien

ca
pueda atribuirse culpa. Estas reglas buscan evitar daños que
no se relacionen con la práctica en cuestión. En pocas

te
palabras, el objetivo de esta clase de normas reglamentarias

lio
es imponer conductas que tienen directa vinculación con los

b
factores de imputación subjetiva; es decir, con la culpa.

Bi
No obstante, tampoco es factible reducir el fundamento de la
responsabilidad civil deportiva a la transgresión de las reglas de
juego. Dicha transgresión no puede constituirse en el único
criterio para juzgar o descartar la culpabilidad. Las
características y exigencias típicas de cada deporte suponen
124
que los principios normales de prudencia y diligencia tengan que
variar.
De esta manera, la violación de las disposiciones reglamentarias
no es suficiente como para considerar al deportista infractor
responsable civilmente, si su conducta no se aleja de lo que es
habitual y corriente en la clase de competencia de que se trate.
ho
A lo sumo, se podría considerar infractor y hacerse merecedor
de una sanción disciplinaria o de carácter reglamentario.
ec
Ante lo manifestado, se puede concluir que la culpa deportiva es el
r
De
factor atributivo de la responsabilidad civil deportiva. Esta debe
valorarse no solo a la luz de la violación de los reglamentos, sino
también de otros criterios, como son el riesgo y la autorización

de
estatal.
ca
3.3. Teorías respecto a la Responsabilidad Civil Deportiva derivada
de daños causados por un deportista frente a su contendor

te
A. Teorías Absolutorias
lio
Las posiciones que se encuentran dentro de esta corriente se

b
Bi
pronuncian a favor de la irresponsabilidad del deportista que
causó el daño a su contendor. Las teorías absolutorias o
excusatorias, aceptan una subclasificación, en tanto difieren en
el fundamento que debe tenerse en cuenta para exonerar de
responsabilidad al jugador.
1. Teoría del consentimiento dado por la víctima
125
Esta posición, también denominada de la “aceptación de
los riesgos”, sostiene que la víctima, al participar del
deporte en cuestión, presta su consentimiento a la
posibilidad de recibir lesiones y perjuicios patrimoniales.
Según expresa Brebbia, “la eficiacia jurídica que tiene el
consentimiento, de acuerdo a esta teoría, para eximir de
ho
responsabilidad al deportista, se encuentra en que los
bienes a los cuales la tutela legal se refiere son bienes
ec
jurídicos en cuanto el interés privado los considera y trata
r
como valiosos, de modo que al otorgarse permiso para su
De
eventual destrucción, tales bienes se toman inidóneos
como objeto de una posible violación jurídica. El

de
consentimiento quita así al acto consentido su contenido
de ilicitud en un sentido objetivo”.

ca
En principio, resulta objetable que cuando los daños son

te
padecidos en la persona física y no en el patrimoio,

lio
significa que es insuficiente e inadecuado sostener que el
consentimiento absuelve de la responsabilidad. Existen

b
Bi
principio éticos y jurídicos que hacen imposible tolerar que
se aplique esta tesis cuando los daños son de carácter
personal y no patrimonial.
De esta forma, ninguna persona puede disponer de
bienes personales como la vida y la integridad, por lo que
es absurdo que la lesión de los mismos pierda el carácter
126
de ilícito por el solo hecho de que el damnificado otorgó
su consentimiento. Los bienes personales son de interés
público, protegidos, por tanto, por el ordenamiento
jurídico, el mismo que no admite su renuncia y deposición.
Además del argumento anterior, que deja en evidencia
que esta teoría sólo es útil cuando el daño sufrido es de
ho
naturaleza patrimonial, Aida Kemelmajer de Carlucci,
cuestiona la tesis del consentimiento de la víctima, a
ec
través del siguiente razonamiento: “(…) se ha visto que se
r
deben distinguir dos tipos de deportes: los que se practica
De
sin violencia sobre las personas o que dan lugar a una
violencia eventual u ocasional, y los que llevan violencia

de
inmediata. Los reglamentos de uno y otros son diferentes;
mientras los primeros están hechos para evitar todo daño,

ca
los segundos, justamente, prevén cierto tipo de daños,

te
que admite; otros daños, en cambio, están más allá de
cualquier reglamentación.
lio
Por eso acepto como regla la crítica que los Mazeaud

b
Bi
formulan a la teoría de asunción de los riesgos, a la que
califican de falsa e inútil. Falsa, porque nadie acepta
cualquier efecto que provenga de una causa; es decir,
que el luchado o el boxeador consiente en perder la vida,
ya que el que quiere la causa quiere los efectos, es como
decir que la mujer que yace con un hombre consiente en
morir en un parto. Inútil, porque lo que excusa no es la

127
aceptación de los riesgos sino la culpa de la víctima en
esa asunción; por ejemplo, si un boxeador sufre durante
el combate una crisis cardíaca, cuando ha sido advertido
por el médico de su problema”.
Es decir, a pesar de que exista el consentimiento de la
víctima, de darse los requisitos esenciales para que se
ho
configure la responsabilidad civil, el causante del daño
tendrá la obligación de indemnizarla.
ec
2. Teoría del consentimiento dado por la víctima en
r
De
deporte autorizado por el Estado.
Otra vertiente es la que postula el insigne Sebastián Soler,

de
quien acepta que el consentimiento, por sí solo, no puede
convertir en lícito el comportamiento del agente; no

ca
obstante, considera que puede servir de justificación si
concurre un segundo elemento: la autorización del Estado

te
acordad para la práctica del deporte en cuestión.

lio
Esta tesis tiene como fundamento la idea de que no es

b
Bi
concebible que si el Estado autoriza que se realice, por
ejemplo, una pelea de box, paralelamente reprima como
delito o sancione como hecho ilícito posibles y eventuales
daños que habitualmente el ejercicio de esa actividad
provoca.
128
Sostienen también que si el Estado autoriza y legitima una
actividad que entraña de por sí riesgos a sufrir daños, es
obvio que con ello está aceptando y legalizando aquellas
consecuencias ordinarias y dañosas. Así, rechaza que
pueda existir responsabilidad, pues, no habría ilicitud.
Bosso rebate este argumento, sosteniendo que la
ho
autorización estatal sólo puede dirigirse a la práctica de
un deporte determinad, y sin que esto signifique incurrir
ec
en excesos que puedan ocasionar lesiones de manera
r
indiscriminada. DeAfirma que la aceptación de un
razonamiento como el de Soler, atenta contra la cláusula
constitucional de mayor jerarquía: “promover el bienestar

de
general”, toda vez que atenta contra la salud y la vida, que
son bienes jurídicos que el Estado protege por

ca
considerarlos de primer orden.

te
Jorge Joaquín Llambías, afirma que la autorización

lio
administrativa para practicar una actividad bajo las
condiciones que ésta determine, no es una causa de

b
Bi
justificación que pueda liberar al agente. Sostiene que
tales autorizaciones se conceden teniendo en cuenta el
bien común, pero que de ningún modo dispensan al
beneficiario de su deber de obrar con diligencia y de no
causar daño a terceros.
3. Teorías de las causas supralegales de justificación.
129
Con el objetivo de establecer la no punibilidad de las
lesiones y muertes producidas por la práctica del deporte
y el tratamiento médico, la doctrina alemana de Derecho
Penal ha elaborado las denominadas causas
supralegales de justificación. Pese a que se pueden
señalar diversas causas, cada cual con una racionalidad
propia, es posible encontrar un punto de partida común.
ho
De este modo, se puede decir que estas teorías se basan
ec
en la idea de que las normas de cultura son órdenes y
r
prohibiciones por las cuales una sociedad exige el
De
comportamiento que corresponde a su interés. El orden
jurídico nace en una cultura determinada y cosnsite en el

de
reconocimiento de los intereses sociales predominantes.
Por tanto, la separación de lo lícito y lo ilícito se realizar

ca
por el reconocimiento de las normas de cultura. La

te
comprobación de un interés justificado, es el que
determina la licitud de las acciones típicas, en la medida

lio
en que el interés es reconocido por una norma de cultura,

b
siempre que esta sea reconocida, a su vez, por el Estado.

Bi
El argumento esbozado ha sido aplicado en más de una
teoría.
Una primera es la doctrina del fin reconocido por el
Estado, sustentado por Franz von Liszt. Esta tesis señala
que del conjunto de disposiciones jurídicas, puede
130
resultar que la persecución de un determinado fin sea
vista como justificada. De esta manera, afirma que si el
acto es el medio adecuado para alcanzar ese fin
reconocido como justificado por el legislador, entonces el
acto es legítimo, a pesar de revestir en apariencia los
caracteres de un acto punible.
ho
La segunda teoría se basa en la esfera de libertad dejada
por el Estado. Esta posición supone que el Estado otorga
ec
a los individuos un margen amplio sobre el cual
r
desenvolver su autonomía. De ese modo, si una acción
De
que se ajusta a un ilícito cae en la esfera de aquella
libertad que se ha otorgado, se justifica la conducta

de
dañosa. Bajo esta teoría, el valor que posee el
consentimiento de la víctima fundamenta la absolución

ca
del causante.
te
Y una tercera teoría es la del fin salutífero y de belleza

lio
corporal. Luis Jiménez de Asúa afirma que se deben
considerar lícitos los daños producidos durante la práctica

b
Bi
de un deporte. Para ello, sostiene que debe elegirse entre
el fin general salutífero y de belleza corporal que persigue
el deporte y los bienes personales afectados por dicha
actividad. Según el famosos profesos español, el Estado,
al realizar aquella valoración, se decide por los primeros.
131
La crítica que puede formularse a todas las teorías
supralegales de justificación parte de que la validez jurídica de
las normas no implica, necesariamente, que las mismas
coincidan con los otros criterios reguladores de la vida social.
No se niega esa posibilidad, y en muchos sentidos se aspira a
conseguir que el ordenamiento jurídico internalice normas de
cultura y de justicia, pero ello no supone que sea una exigencia
ho
de validez del mismo.
ec
De igual modo, se puede cuestionar que las causas
r
supralegales únicamente ofrezcan dos alternativas. El Derecho
De
supralegal coincide con el legal y, por ende, la teoría es
superflua. La otra posibilidad es que simplemente no coincida,

de
lo que supondría la negación del Derecho, salvo que se
identifique al mismo con la justicia, pero eso nos llevaría a una

ca
suerte de iusnaturalismo invertido.

te
B. Teorías Condenatorias
lio
Si bien la mayoría de autores y fallos jurisprudenciales se

b
pronuncian a favor de la irresponsabilidad civil en materia

Bi
deportiva, en los últimos años, como consecuencia del
desarrollo del deporte, resulta posible sostener la
responsabilidad del agente causante del daño.
A diferencia de las teorías absolutorias, las condenatorias
admiten que las violencias deportivas deben considerarse
como hechos ilícitos y, por ende, determinan la posibilidad de
132
imputar responsabilidad civil y penal al agente o causante del
daño. De ese modo, las teorías condenatorias establecen que
los accidentes deportivos no merecen un tratamiento especial
o diferenciado.
Brebbia, al referirse a esta tesis, manifiesta que ella, para
fundar su posición, no necesita entrar a indagar en el campo de
ho
los principios generales del Derecho, puesto que le es
suficiente invocar normas positivas que regulan la
ec
responsabilidad aquiliana. A ello agrega, citando a Petrocelli,
r
que las normas que pueden favorecer el incremento de los
De
deportes, no tienen eficacia para excluir el delito y su obligación
de resarcimiento.
de
Bajo esta concepción, es necesario que se tenga en cuenta las

ca
observaciones respecto a la diferencia entre la culpa común y
la culpa deportiva. Asimismo, entendiendo como accidente

te
deportivo a todo aquél que se deriva de la práctica del deporte

lio
como efecto normal o corriente de la misma, debemos
descartar que los caños causados dolosamente durante la

b
Bi
competencia, entren en esa definición.
Ello lleva a sostener que si el daño ha sido provocado
dolosamente y no como consecuencia racional y ordinaria de
la actividad deportiva, se trata de un hecho ilícito común. En
consecuencia, el criterio de culpa que deberá aplicarse a la
hora de realizar una valoración, será la común u ordinaria.
133
Ahora bien, un sector de la doctrina ha sostenido que en los
casos en que el agente actuó aplicando las disposiciones
reglamentarias, no se le podrá imputar responsabilidad civil.
Por el contrario, si el daño que causa es efecto de una conducta
antirreglamentaria, se le considerará responsable. Además,
también se podrá atribuir responsabilidad si la conducta del
deportista ha estado viciada de imprudencia. Esto, debido a
ho
que “en el marco reglamentario de un deporte, tanto los
ec
partícipes como los organizadores, no se encuentran
dispensados de las obligaciones de prudencia, diligencia y
r
De
cuidados que se imponen a todo hombre como corolario del
deber general de no dañar a los demás (…)”.

de
Una reflexión crítica más profunda nos lleva a afirmar que los
elementos que deben tomarse en cuenta al analizar un

ca
supuesto de responsabilidad civil deportiva, no pueden

te
limitarse a los esbozados. El hecho de que el sujeto haya
actuado o no, según el reglamento del deporte en cuestión, es

lio
un factor que nos va a ayudar a realizar la valoración, pero sólo

b
si lo acompañamos de otros criterios. El deporte es una

Bi
superación de la actividad corriente de la persona, e implica un
riesgo especial al que se someten los competidores, que
incluso alcanza a los terceros espectadores.
La autorización administrativa dad por el Estado es un aspecto
importante que no se debe dejar de lado, pues implica que el
riesgo que entraña la práctica del deporte es lícito. Si el

134
accidente se hubiera producido como consecuencia de la
práctica de un deporte no reconocido por el Estado, no podría
considerarse como un accidente deportivo y los criterios a
tenerse en cuenta serían distintos.
Otro factor que se debe tener en cuenta, es la existencia del
consentimiento de los participantes para intervenir en la
ho
competencia deportiva. No obstante, al igual que la
autorización estatal, por sí solo carece de eficacia para
ec
determinar si un sujeto es responsable civilmente.
r
De
Asimismo, la transgresión de las reglas de juego no pueden
constituirse en el único criterio para juzgar descartar la
culpabilidad del agente.

de
Como expresa Bosso, “si la acción cometida no excede los

ca
límites de lo normal y corriente en el deporte, el infractor no
debe responder jurídicamente por las consecuencias de su

te
acción, pues en este caso no ha obrado culposamente, pese a

lio
la violación reglamentaria cometida.

b
Bi
En cambio, si la jugada excedió el nivel habitual de conducta
en dicho deporte, haya sido o no violación reglamentaria, el
infractor deberá ser sancionado penalmente y condenado al
pago de los daños y perjuicios sufridos por la víctima.”
El riesgo implícito en la práctica deportiva de la que se trate, es
otro elemento que no puede pasarse por alto. La valoración de
135
una conducta ilícita no será la misma si se analiza en la práctica
de un deporte como el rugby, que si se analiza en el marco de
una actividad deportiva como el tenis, solo por citar ejemplos
representativos.
Lo antes mencionado lleva a sostener que son diversos los
factores involucrados en este complejo tema. Un examen
ho
adecuado de la culpa deportiva que nos permita determinar si
se debe imputar responsabilidad en un caso concreto, debe
ec
tener en cuenta todos esos criterio. Las circunstancias que
r
sirvan de contexto al accidente deportivo, tampoco pueden
De
obviarse, pues es a partir de ellas que se podrá observar si se
llegó a configurar el factor atributivo de la culpa.

de
IV. La Asunción voluntaria del riesgo

ca
El principio general que rige entre deportistas en situación de juego es el

te
de la “irresponsabilidad”, es decir que si un atleta o jugador daña en una
acción propia del juego y sin intención podrá ser sancionado dentro del
lio
ámbito deportivo pero no tendrá obligación alguna de resarcimiento

b
económico. Ello provoca que, ab initio, cuando se produce alguna lesión

Bi
derivada del riesgo propio de la actividad no haya obligación de reparar, la
que sí existiría si el mismo hecho se produjera fuera del juego.
La idea inicial que subyace en la práctica de los deportes es que existe un
riesgo en la mayoría de ellos, ya sea de sufrir un accidente entre
deportistas, como en el fútbol o baloncesto, o de sufrirlo solo, como en el
esquí o en el ciclismo, y que éste es asumido de forma voluntaria. Por tanto,
136
la asunción del riesgo juega un papel muy importante en la jurisprudencia
deportiva, sobre todo en aquellos deportes cuyo desarrollo implica de forma
habitual caídas o golpes entre los participantes.
En este campo, el Derecho ha llegado a la idea de que lo relevante para
establecer la responsabilidad del jugador dañador es distinguir entre: a) una
acción normal del juego donde existe consentimiento de la víctima y por
ho
tanto no hay responsabilidad por parte del otro jugador y b) una acción
excesiva efectuada con intención, donde si el jugador sufre un daño la
ec
ilicitud no puede quedar justificada por haber consentido las reglas del
r
juego. De este modo cada jugador y sus contrincantes aceptan y se
De
exponen voluntariamente a los riesgos y las contingencias del juego lícito.
Así, se ha sostenido que la irresponsabilidad en los accidentes deportivos

de
resulta de la concurrencia de diversos elementos: la licitud del juego o
deporte mismo, el consentimiento de la víctima para exponerse y

ca
someterse a los riesgos inherentes al deporte que practica, la ausencia de

te
dolo, culpa u otra circunstancia que comporte la responsabilidad del autor
del daño y, finalmente, la observancia de las reglas, pragmáticas o cánones

lio
del juego o deporte de que se trate.

b
Bi
De este modo, en el ámbito deportivo, se alude a una concreta y específica
causa de exoneración de la responsabilidad, cuáles son los riesgos
inherentes a toda práctica deportiva que el deportista asumirá desde que lo
practica, pues es consciente de los mismos de antemano Atendiendo al
caso del fútbol, todo jugador es conocedor de la potencial posibilidad de
sufrir una lesión, asumirá dicho riesgo desde el punto y hora en que decide
jugar. Esto es, los daños que sean fruto de una lance de juego, de un riesgo
137
típico de la actividad deportiva en cuestión, no darán objeto a
responsabilidad civil, pues quedan asumidos por el deportista.
La aceptación de riesgos como factor que permite atribuir el daño a la
propia víctima, es una creación de la jurisprudencia francesa de mediados
del siglo XIX y se configura cuando una persona se expone en forma
consciente y voluntaria a un peligro específico creado por otro.
ho
Conforme a la presente teoría, si el daño se causa en la práctica de un
ec
deporte, con pleno cumplimiento de las reglas de juego, el lesionador no
debe reparar a la víctima. El fundamento de esta reside en la aceptación,
r
De
por los participantes, de los riesgos propios de cada deporte.
En la práctica, en la mayoría de los casos, no se celebra un acuerdo de

de
irresponsabilidad pero como la asunción de riesgos puede ser unilateral, lo
que generalmente ocurre es que, sin declaración al respeto, se produce

ca
una aceptación tácita del riesgo derivado de la actividad deportiva y de las
acciones de cada jugador. De todos modos, cuando los daños son sufridos
te
en la propia persona o en su integridad física, la aceptación de los riesgos

lio
no tiene aptitud para hacer desaparecer la ilicitud de la acción del dañador.

b
Bi
Para cierto sector de autores, la aceptación de riesgos como factor que
permite atribuir el daño a la propia víctima, sólo se configura cuando una
persona asume un riesgo anormal o extraordinario y esta conducta es
idónea para dañarla. En el fútbol, los deportistas no se exponen a un riesgo
anormal o extraordinario, por lo que la responsabilidad de los protagonistas
del juego debería valorarse por la actuación que le cupo personalmente a
cada jugador en el evento dañoso.
138
Finalmente, se debe precisar que la asunción del riesgo, se encuadra
dentro del análisis de la participación de la propia víctima en el accidente,
que juega un papel importante tanto en el momento de fijar los posibles
responsables como en el de señalar el importe de la indemnización. Para
que exista asunción del riesgo, en ningún caso es necesario que la víctima
actúe de forma negligente, sino que bastará con que realice de forma
voluntaria una actividad con algún riesgo inherente y que éste se manifieste
ho
en el daño sufrido.
ec
V. La Autorización del Estado respecto al Fútbol.
r
De
Se sostiene que la autorización legal de la práctica de un deporte actúa
como causa de justificación. En ese entendimiento, la intervención del
Estado hace que las lesiones que resulten de practicar los deportes
de
autorizados, cuando sean acciones propias del juego, no generen

ca
responsabilidad civil ni penal por el hecho ilícito. En tal caso, dichas
acciones no serías propiamente inculpables, sino lícitas.

te
En consecuencia, el deportista dañador, sólo respondería por daños

lio
causados con violación a las reglas de juego con notoria imprudencia o

b
torpeza (acciones excesivas o brutales).

Bi
Otra parte de la doctrina, cuestiona la postura anterior descrita, basándose
en la distinta jerarquía de las normas administrativas que autorizan la
práctica deportiva frente a las que sancionan penalmente o determinan la
responsabilidad por daños. Se ha resuelto también, que la licitud del
deporte llevado a cabo con autorización del estatal, abarca todas las
consecuencias dañosas que irroga el juego dentro del reglamento y
139
también aquellas infracciones reglamentarias que son normales o
inevitables en vista de las características de la actividad de que se trata y
que la autorización del Estado para practicar un deporte riesgoso constituye
una causa de justificación suficiente para eximir de responsabilidad al club
y a la asociación organizadora del evento, respecto del daño sufrido por un
jugador como consecuencia de un accionar normal y habitual en el juego.
ho
Nuevas doctrinas consideran que en el estado actual de la doctrina de la
responsabilidad, es materia sentada que la autorización otorgada por el
ec
Estado para desarrollar una determinada actividad no intercede en la
r
concreción del deber de reparar el daño, el que regiría por normas que le
De
son propias y que determinan en cada caso si la actividad, en principio lícita
por estar autorizada, genera, por sus características, la obligación de

de
resarcir el daño causado. Dicho estado doctrinario ha sentado la premisa
de que la actividad lícita, aún autorizada, se transforma en ilícita cuando

ca
provoca un daño por violación del deber general de no dañar a otro.

te
Si el deporte se encuentra autorizado por el Estado, su ejercicio es lícito y

lio
si las lesiones inferidas son el resultado del riesgo que éste representa, el
consentimiento para la práctica del juego lleva implícita su conformidad

b
Bi
para afrontar las consecuencias dañosas.
140
CASO PRÁCTICO
ANÁLISIS DE LA SENTENCIA DEL EXPEDIENTE N° 141.806 - EMITIDA
POR LA SALA PRIMERA DE LA CÁMARA DE APELACIÓN EN LO CIVIL Y
COMERCIAL DEL DEPARTAMENTO JUDICIAL DE MAR DEL PLATA.
ANÁLISIS DE LA SENTENCIA DE LA CAUSA N° 113.317 – EMITIDA POR
LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA PROVINCIA DE BUENOS
ho
AIRES RESPECTO A RECURSOS EXTRAORDINARIOS DE
ec
INAPLICABILIDAD DE LEY.
r
1. Planteamiento del Asunto.
De
El presente proceso versa sobre la demanda planteada por indemnización
por daños y perjuicios iniciada por Roberto Javier Pizzo contra Mauro
de
Camoranesi e, incorporándose posteriormente al Club Atlético Aldosivi, ante
los tribunales jurisdiccionales de especialidad Civil y Comercial de Mar del

ca
Plata (Argentina); en la cual, a razón de la lesión sufrida ocasionada por el

te
codemandado Mauro Camoranesi en el desarrollo del encuentro deportivo,

lio
de fecha 14 de agosto de 1994, entre los equipos profesionales de fútbol del
Club Atlético Aldosivi y el Club Atlético Alvarado, acción que conllevó al daño
b
Bi
y ocasionándole causándole una incapacidad física parcial y permanente del
42,5% de la rodilla izquierda del demandante.
1.1. Datos Generales
- Demandante : Roberto Javier Pizzo.
- Demandado : Mauro Camoranesi.
141
- Litisconsorte : Club Atlético Aldosivi.
- Materia : Indemnización por daños y perjuicios.
- Inicio : 25 de julio de 1996.
- Término : 11 de julio del 2012.
1.2. Referencia de la Situación Planteada.
ho
Roberto Javier Pizzo, a la fecha del 14 de agosto de 1994, se
ec
desempeñaba como futbolista profesional de Club Atlético Alvarado de
Mar del Plata, Argentina, cumpliendo funciones como defensor por la
r
De
banda izquierda, labores debidamente encomendadas por el cuerpo
técnico del Club al cual representaba.

de
Por su parte, Mauro Camoranesi, tenía la calidad de futbolista
profesional del Club Atlético Aldosivi. Ambos clubes pertenecían y

ca
disputaban la Segunda División del fútbol argentino (Primera B).

te
Como se ha expresado, el encuentro futbolístico, que ya era catalogado

lio
como un enfrentamiento clásico, fue pactado para el día domingo 14

b
de agosto de 1994.
Bi
Se tiene conocimiento que, aproximadamente a los 42 minutos del
primer tiempo, ya estando el Club Atlético Aldosivi arriba en el marcador
por un rango de dos goles a cero; el señor Roberto Javier Pizzo y Mauro
Camoranesi se interceptan en una jugada – disputa que, en un
desarrollo normal de la misma, no significaría peligro alguno; sin
embargo, se puede lograr apreciar, conforme al video que se anexa al
142
presente, el accionar imprudente, el desmedido uso de la fuerza y la
inobservancia de las reglas establecidas para este deporte, por parte
del futbolista del Club Atlético Aldosivi, quien terminó impactando
directamente contra la rodilla izquierda de Roberto Javier Pizzo,
ocasionándole graves daños a la misma, entre los que, principalmente,
resaltan las intervenciones quirúrgicas realizadas, se generó la
incapacidad física, parcial y permanente del 42,5% de la flexibilidad y
ho
uso del miembro inferior lesionado, aparte también de los conceptos
ec
indemnizables que en su oportunidad se tenían en consideración.
r
Por lo que, en virtud de los fundamentos expuestos, Roberto Javier
De
Pizzo solicita ante la autoridad judicial se le brinde la Tutela
Jurisdiccional Efectiva y tras un debido proceso se le otorgue una

de
indemnización integral por los daños y perjuicios ocasionados a razón
de la lesión sufrida en su rodilla izquierda por una acción que considera

ca
excesiva, fuera de los parámetros de una jugada ordinaria propia del

te
deporte del fútbol, además que violenta abiertamente el reglamento del
mismo y que resulta una acción manifiestamente imprudente y brutal

lio
desarrollada por el demandado.

b
Bi
1.3. Calificación Jurídica de la Materia Controvertida.
1.3.1. En el Derecho Civil
La presente causa, se manifiesta si es que habría una
responsabilidad civil por parte de los demandados, en un primer
término a Mauro Camoranesi quién por su acción directa, que
posteriormente se determinaría como una de naturaleza
143
imprudente y excesiva, debería resarcir los daños ocasionados; y
en un plano complementario, determinar si existe una
responsabilidad civil por parte del Club Atlético Aldosivi, en su
calidad de actor indirecto, teniendo en consideración la relación
subordinante que ostentaba para con Mauro Camoranesi.
Ahora bien, para que se llegue a configurar una responsabilidad
ho
civil, se necesita de la concurrencia de cuatro requisitos, tales
como: la antijuricidad del hecho imputado, principal materia
ec
controvertida en el caso en concreto, que significa la ilicitud del
r
hecho dañoso o la violación de las reglas impuestas que no origine
De
u ocasione daños; la relación de causalidad entre el hecho y el
daño; los factores de atribución, que en la presente materia

de
versará sobre si se trata sobre una culpa o dolo y finalmente, el
daño como elemento propiamente dicho.

ca
Es de conocimiento que, cumpliendo con los requisitos y elementos

te
establecidos para determinar si existe una responsabilidad civil,

lio
consiguientemente, se debería determinar la manera en que se
deberá reparar los daños ocasionados. Ante ello, en la presente

b
Bi
causa, se solicitó una pretensión indemnizatoria con los siguientes
conceptos y montos: Daño Emergente por la suma de $ 6,000.00;
Lucro cesante por el monto de $ 194,400.00; Daño moral por $
100,000.00; pérdida de chance por una suma de $ 543,600.00 y el
monto de $ 40,000.00 por concepto de Daño estético; es decir, su
pretensión indemnizatoria fue por el monto total de $ 884,000.00
(Ochocientos ochenta y cuatro mil pesos argentinos).

144
Ante ello, para resolver la controversia respecto a la acción que
condujo a la lesión sufrida por el demandante, conforme a lo
desarrollado en el presente caso, se deberá tener en consideración
los siguientes puntos:
a) El fútbol profesional, al ser un deporte y una actividad
autorizada y promovida por el Estado, cuenta con que en el
ho
desarrollo del mismo, las conductas y acciones que se
mantengan dentro del ámbito de su reglamento y normal
ec
actuación, cuenten con una presunción de licitud y por
r
consiguiente, se excluya la antijuricidad. El presupuesto
De
expresado, deberá ser analizado conjuntamente con la
asunción del riesgo asumida por los futbolistas al someterse a

de
las reglas y practicar el deporte rey; sin embargo, la presente
investigación versa únicamente respecto a los hechos

ca
excepcionales, es decir, a los daños que provengan de las

te
lesiones, conductas y acciones que resulten manifiestas de un
hecho evidentemente imprudente, realizado con un uso

lio
desmedido de la fuerza y una falta de precaución

b
incuestionable.
Bi
b) Para poder configurar la antijuricidad de las acciones
desarrolladas por el futbolista que lesiona, se deberán tratar de
hechos excepcionales, lesiones que deslinden totalmente con
manifestado por la presunción de licitud previsto para el
desarrollo de un deporte y para la asunción del riesgo adoptado
145
por los futbolistas profesionales respecto a lesiones que
resulten de jugadas y contactos propios del deporte del fútbol.
c) Seguidamente, es conocido que ante un hecho dañoso
ocasionado ya sea por culpa o dolo, nace la obligación de
indemnizar a la víctima, es aquí que habiéndose deslindado
totalmente de los conceptos de la Autorización del Estado para
ho
el desarrollo del fútbol y la asunción del riesgo por parte de los
futbolistas, resulta imperante que se admitan las pretensiones
ec
respecto a una indemnización por los daños ocasionados en
r
razón a una lesión – daño generado por una acción excepcional
De
que se encuentra prevista de un actuar imprudente, negligente
y de violencia excesiva, la misma que rompe toda relación con

de
las normas y reglamento vigente para el desarrollo libre del
fútbol.
ca
d) Se recalca y se debe tener en consideración que la lesión propia

te
del accionar del demandando, resulta una de naturaleza

lio
excepcional que no se encuentra amparada por el reglamento
previsto para el desarrollo normal de un lance futbolístico. Sólo

b
Bi
ante este supuesto, debería ser admitida la pretensión, en
razón a que se realiza un apartamiento con lo normado previsto
para la licitud de las acciones ordinarias que se lleven a cabo
dentro de un encuentro de fútbol profesional, configurándose
así el hecho ilícito.
146
e) Al analizar el presente caso, se toma conocimiento que el
demandante promueve la causa ante la jurisdicción dónde se
configuró el daño, ante una vía procedimental de conocimiento
o abreviado (conforme al monto de la pretensión). Siendo, el
caso materia de estudio, susceptible de análisis ante los
tribunales ordinarios que otorguen y determinen la justicia
conforme a Ley.
ho
f) En razón a la relación de subordinación que en su oportunidad
ec
existía entre el club en el cual se desempeñaba el futbolista que
r
lesiona, también debería ser emplazado con la acción judicial;
De
en razón a la responsabilidad que se genera cuando, como se
ha expresado, quien ocasiona un daño se encuentra en una

de
relación de subordinación y ese daño se realizó en
cumplimiento del servicio respectivo (futbolista en un torneo

ca
oficial).
te
g) Siendo así, se procederá conforme a lo normado para los

lio
procesos que se tramitan ante la vía procedimental de
conocimiento o abreviado. Siendo posible interponer los

b
Bi
diversos recursos propios de la naturaleza del proceso civil. Se
debe manifestar que la causa en estudio, tras obtener una
sentencia en primera instancia declarándose FUNDADA EN
PARTE, siendo impugnada y luego CONFIRMADA y
REFORMULADA en cuanto al monto de la indemnización por
conceptos de Daño moral, tuvo su escenario final en el
147
Suprema Corte de Buenos Aires (equivalente a nuestra Corte
Suprema de Justicia).
h) Finalmente, después de un proceso en el cual se obre conforme
a las garantías procesales de Ley, se determinaría una
responsabilidad civil tanto por el futbolista que causa la lesión
como por el club del lesionador con el cual se generó una
ho
relación de subordinación y generándose la obligación de
indemnizar al demandante.
ec
Haciendo un análisis respecto a nuestro ordenamiento jurídico
r
De
nacional, lo demandado por Roberto Javier Pizzo, estaría vinculado
directamente y amparado por lo previsto en el artículo 1969° del
Código Civil que configura la Responsabilidad Civil a efectos del

de
daño ocasionado, así como también el artículo 1981° del Código

ca
Civil respecto a la responsabilidad por parte del Club Aldosivi y,
finalmente, la pretensión se vería amparada por los artículos 1984°

te
y 1985° de nuestro Código Civil en relación a lo prescrito a los

lio
conceptos que forman de una indemnización propiamente dicha.

b
1.3.2. Sanción Disciplinaria

Bi
Es menester indicar que lo previsto en la presente investigación se
mantiene muy al margen de las sanciones disciplinarias que se
puedan originar en el ámbito reglamentario propio de cada
federación y/o asociación que tenga las facultades inherentes para
decretar dichas sanciones que en su contexto correspondiente
significarían la suspensión bien, por una determinada cantidad de
148
encuentros deportivos propios de su disciplina, que el futbolista
ocasionador del daño deba cumplir en calidad de suspendido
(después de haber sido expulsado del lance deportivo que se
disputaba), o también podría significar una suspensión temporal,
generada no en una cantidad determinada de encuentros
futbolísticos sino en una de tiempo ya significando en meses o, en
su mayor expresión, años.
ho
2. Desarrollo Procedimental
ec
- La acción imprudente y excesiva que origina la demanda de
r
De
indemnización por daños y perjuicios, fue realizada con fecha 14 de
agosto de 1994, luego de diversas intervenciones quirúrgicas, realizando
tratamientos post operatorios, procedimientos de rehabilitación entre

de
otros, es con fecha 25 de julio de 1996 que se da inicio a la presente

ca
causa.
- La acción judicial, en un principio, fue dirigida únicamente contra Mauro

te
Camoranesi, debido a que, como el propio demandante manifestó,

lio
consideraba que el Club Atlético Aldosivi, no debería verse perjudicado

b
económicamente, siendo conocedor de cómo es que se manejan los

Bi
cortos presupuestos de los clubes.
- En la demanda, se tiene como pretensión indemnizatoria los siguientes
conceptos y montos: Daño Emergente por la suma de $ 6,000.00; Lucro
cesante por el monto de $ 194,400.00; Daño moral por $ 100,000.00;
pérdida de chance por una suma de $ 543,600.00 y el monto de $
40,000.00 por concepto de Daño estético; es decir, su pretensión
149
indemnizatoria fue por el monto total de $ 884,000.00 (Ochocientos
ochenta y cuatro mil pesos argentinos).
- Siendo admitida la demanda, se procedió con realizar la notificación de
la misma al único demandado en esa oportunidad, Mauro Camoranesi;
sin embargo, la misma no se hace efectiva sino hasta el año 2004,
cuando en ese entonces el demandado ya desempeñaba funciones en
ho
el prestigioso Club Juventus de Italia.
ec
- Habiéndosele comunicado de la acción en su contra, es el mismo
Camoranesi quién decide incluir en la demanda al Club Atlético Aldosivi.
r
-
De
Como medios probatorios, el demandante adjuntó la documentación
necesaria para acreditar el hecho imprudente realizado por Camoranesi,

de
tales como crónicas del día del partido de fútbol, informe médico
respecto a las intervenciones quirúrgicas y terapias de rehabilitación,

ca
testimoniales de compañeros de equipo y entre las más importantes, la
declaración testimonial de Osvaldo Otero, quien en ese entonces era el

te
Presidente de Racing Club de Avellaneda, considerado como uno de los

lio
grandes equipos del fútbol argentino quien informó que venía en

b
seguimiento del futbolista e iba a estar próximo a ser contratado por el

Bi
club, así mismo, se adjuntó la secuencia de la jugada fatal en video y en
imágenes flash.
- Por su parte Mauro Camoranesi, además de sus fundamentos propios y
basándose en la Autorización del Estado para el desarrollo del fútbol
como actividad deportiva y la asunción del riesgo de los futbolistas al
practicar el mencionado deporte, entre sus medios probatorios
150
principales estuvo las declaraciones testimoniales de Héctor De Pedro,
Edgar Videla y Oscar De la Roca, quienes habían sido futbolistas del
Club Atlético Aldosivi a la fecha de lo sucedido.
- De esta manera, en el año 2008, el juez del Juzgado Civil y Comercial
N° 1 de Mar del Plata, Dr. Heber Amalfi, emite la sentencia en la cual se
resuelve ordenar el pago de una indemnización por la suma de 200 mil
ho
pesos más intereses, en razón a que, conforme al análisis jurídico
realizado, el futbolista Mauro Camoranesi, había desplegado una
ec
conducta “imprudente y excesiva”.
r
-
De
De la sentencia se logra apreciar que, la conducta de Camoranesi fue
configurada como una acción culposa, sin embargo del análisis de
imágenes, medios probatorios y demás, el juzgado a cargo resolvió que

de
el señor Camoranesi desarrolló una acción de notoria imprudencia o

ca
torpeza, un exceso en la práctica del deporte, un accionar anormal y
evitable, que determinó su responsabilidad por las consecuencias

te
causadas por tal obrar disvalioso.

lio
- Siendo así, tanto el Club Atlético Aldosivi como Mauro Camoranesi

b
presentaron los agravios respectivos (Recursos de Apelación) y el

Bi
expediente fue dirigido a la Sala Primera de la Cámara de Apelaciones
en lo Civil y Comercial de Mar del Plata.
- El recurso impugnatorio de Mauro Camoranesi, entre demás supuestos,
se basaba en los fundamentos que las acciones excesivas e
imprudentes dentro del desarrollo del juego, serán sancionadas
disciplinariamente pero no conllevan a una ilicitud jurídica (autorización
151
del Estado) y también utilizó el fundamento de que quien se expone a un
juego de contacto asume incurre en la asunción del riesgo.
- Continuando con el desarrollo de la causa conforme a Ley, con fecha 01
de julio del 2010, la Sala Primera de la Cámara de Apelación en lo Civil
y Comercial del Departamento Judicial de Mar del Plata, con sentencia
N° 141.806, en un decisión EN MAYORÍA, resuelve confirmar la
ho
sentencia emitida por el Juzgado Civil y Comercial N° 1 de Mar del Plata,
modificándola en el extremo del monto del concepto de Daño Moral.
ec
- Uno de los puntos de suma importancia fue el voto del magistrado Dr.
r
De
Alfredo Méndez, quien en se manifestó en contra de la resolución emitida
por el juzgado primigenio; es decir, asumía la posición que el accionar
por parte de Mauro Camoranesi, se encontraba excenta de

de
responsabilidad y por consiguiente no habría derecho a indemnización

ca
alguna, en razón a la asunción del riesgo asumido por el futbolista
profesional al practicar un deporte que el Estado autoriza y fomenta,

te
considerándola en cierto extremo como una lesión frecuente o habitual

lio
en las contiendas futbolísticas.

b
- No obstante, los magistrados Ramiro Rosales Cuello y Roberto José

Bi
Loustaunau, se manifestaron a favor de la posición de determinar la
responsabilidad por parte del accionar de Mauro Camoranesi siendo
esta al nivel de calificarla como una brutal agresión, demostrando una
imprudencia y desentendimiento por completo del contacto con el balón
y más bien interceptando directamente contra el ahora demandante,
causando los daños ya conocidos.
152
- El magistrado Rosales Cuello, manifiesta también las circunstancias en
las cuales se desarrollaba el partido, considerándolas un espacio –
tiempo en la cual resulta innecesaria tanta violencia en una acción sin
peligro, debido a que la jugada se desarrollaba a la altura del mitad del
campo. (situación que podrá ser corroborada por el video adjunto).
- El Magistrado Loustaunau, adicionalmente a los fundamentos expuestos
ho
por el Dr. Rosales Cuello, manifiesta dos situaciones en las cuales
resulta procedente el deber de responder por daños ocasionados: a) el
ec
daño se ha producido por una acción “excesiva” que viola grosera y
r
abiertamente el reglamento del juego. b) en la acción se evidencia la
De
intención de provocar el resultado dañoso, sea durante el desarrollo del
juego o bien cuando éste se encuentre detenido. Supuestos en los

de
cuales subsume la acción de Mauro Camoranesi que conllevó a la lesión
y daño a Roberto Javier Pizzo.

ca
- Finalmente, con fecha 11 julio de 2012, los magistrados Dres. Genoud,

te
Soria, de Lázzari, Hitters, quienes conforman la Suprema Corte de

lio
Justicia de la provincia de Buenos Aires y por un criterio unánime
desestiman los recursos excepcionales de Inaplicabilidad de Ley,

b
Bi
confirmando la Sentencia de la Sala Primera de la Cámara de Apelación
en lo Civil y Comercial del Departamento Judicial de Mar del Plata por
los fundamentos a favor a la responsabilidad civil por parte de Mauro
Camoranesi y Club Atlético Aldosivi, condenando al pago una
indemnización por daño emergente, lucro cesante y daño moral por una
suma ascendente a los $ 200,000.00 (Doscientos mil pesos argentinos).
153
II. MATERIALES, MÉTODOS Y TÉCNICAS
2.1. Materiales de Estudio
A. Doctrina: Para conocer los basamentos jurídicos y diversas
posiciones de los juristas respecto al tema materia de
investigación.
ho
B. Jurisprudencia Extranjera: Para conocer el argumento y
posición de la Jurisdicción respectiva, específicamente en el caso
ec
en concreto.
r
C. Legislación Nacional De y Comparada: Para analizar la
normatividad con respecto a la posibilidad que habría obtener una
indemnización civil integral como consecuencia de un daño

de
producido en el marco del desarrollo de un encuentro futbolístico.

ca
2.2. Métodos
te
A. Método Inductivo-Deductivo: Será utilizada para obtener las

lio
conclusiones del trabajo de investigación, que vienen a ser las
generalizaciones de los datos obtenidos.

b
Bi
B. Método Hermenéutico-Jurídico: Será usado en la
interpretación de los textos legales, con la finalidad de esclarecer
el significado de las normas jurídicas.
C. Método Analítico-Sintético: Será aplicado en la ejecución de la
presente investigación de manera global; ya que nos permitirá
154
analizar la bibliografía necesaria y posteriormente sintetizar el
tema materia del presente proyecto.
D. Método Analítico-Comparativo: Método propio de la dogmática
jurídica y constituye una variación específica del método
deductivo; se aplicará con la finalidad de comparar los rasgos o
características esenciales de los requisitos que se deben cumplir
ho
para poder obtener una indemnización civil integral como
consecuencia de un daño den el desarrollo de un partido de
ec
fútbol, para luego en base a las compatibilidades de los mismos
r
poder llegar a nuestras conclusiones.
De
E. Método Exegético: Constituye el estudio lineal de las normas
del texto legislativo. Para la presente investigación se revisará

de
toda la legislación nacional en materia de responsabilidad civil,

ca
específicamente dentro del ámbito deportivo; asimismo, la
diferente legislación de los países en donde exista antecedes

te
respecto al presente tema.

lio
F. Método Dogmático: Nos proporcionará las bases para poder

b
estudiar los principios y la naturaleza jurídica de lo que constituye

Bi
la responsabilidad civil dentro del marco del derecho deportivo.
G. Método Hermenéutico: Nos permitirá interpretar las
disposiciones legales y normativas relacionadas al tema de
investigación tanto nacional como extranjera, en el real contexto
que motiva la presente.
155
2.3. Técnicas
A. Técnica de Acopio Documental: Se aplicará la obtención de la
información doctrinaria y legislativa.
B. Técnica de Fichaje: Será utilizada en la recolección de la
información necesaria para culminar el presente trabajo.
ho
C. Técnica de la Interpretación Normativa: Se aplicará en el
análisis e interpretación de las normas jurídicas, principios y
ec
garantías relativos al tema materia de investigación.
r
D. Técnica de De
Análisis Jurisprudencial: Se analizará
jurisprudencia emitida, tanto dentro de nuestro ordenamiento
jurídico nacional, como en lo que respecta a decisiones

de
jurisdiccionales extranjeras.
ca
2.4. Diseño de Experiencia o Procedimiento

te
Respecto al tema materia de investigación, es necesario recurrir a una

lio
secuencia ordenada, un análisis lógico y una confrontación de
conceptos y enfoques legales en relación a la existencia o no de una

b
responsabilidad civil y su posterior indemnización integral como

Bi
consecuencia de un accionar lesivo, excesivo e imprudente en el
desarrollo de un partido de fútbol.
De la idea anterior, se debe considerar también que se tendrá en
perspectiva si los supuestos se subsumen en una hipotética
responsabilidad civil subjetiva u objetiva, estableciendo sus
156
diferencias y determinando la naturaleza necesaria para los casos en
concreto.
Se analizará las sentencias que involucren temas similares y que sean
de aplicación analógica a la presente investigación, ello en
consideración a que el tema en estudio resulta nuevo en gran medida.
De la misma manera, se analizará las posiciones doctrinarias respecto
ho
a la hipotética responsabilidad en eventos deportivos, tomando en
ec
cuenta si es de aplicación la asunción del riesgo, la autorización del
Estado para el deporte en cuestión, así como también las acciones
r
De
que se tornen sumamente violentas, excesivas y fuera de un contexto
protegido por el reglamento para el fútbol.

de
ca
te
b lio
Bi
157
III. RESULTADOS
1. Conforme a lo analizado, la responsabilidad civil derivada de daños
sufridos por futbolistas, a causa de un contrincante, en el desarrollo de
un encuentro de fútbol profesional, es de naturaleza subjetiva (prevista
en nuestro Código Civil en su artículo 1969°) y, constituyéndose una
responsabilidad civil extracontractual, en virtud que, en el desarrollo del
ho
evento deportivo futbolístico no existe un vínculo obligacional entre los
partícipes de la relación sustantiva que genera la lesión y su
ec
consecuente daño.
r
De
2. En virtud de la presente investigación, conforme al caso en concreto
estudiado, los presupuestos jurídicos que generarían una posibilidad de
demandar una indemnización por daños y perjuicios a razón de un daño

de
producido por una conducta deportiva en el desarrollo de un partido de

ca
fútbol profesional son los siguientes:
- Que, la acción generadora de la lesión y su consecuente daño, sea

te
analizada y sea deslindada de un actuar propio de un hecho lícito,

lio
autorizado por el Estado en cuanto a la promoción del deporte en

b
sí, conjuntamente con la asunción del riesgo asumido por la víctima

Bi
para así, se configure como un acto propio de la antijuricidad.
- Que, la acción generadora del daño, resulte de un conducta
imprudente, negligente, de un uso desmedido de la fuerza, resulte
también de manera brutal y que contravenga de manera notoria, el
reglamento establecido para el desarrollo normal de un lance
futbolístico. Así mismo, cuando se denote la intención de provocar
158
el daño, queda establecido que los presupuestos esgrimidos se
deberán presentar ya sea cuando el encuentro deportivo se
encuentro en pleno desarrollo o cuando el mismo se encuentre
detenido.
De esta manera, con la conjunción de ambos presupuestos expresados
en los párrafos anteriores, se procedería a iniciar un análisis jurídico para
ho
subsumirlos dentro de una única figura que conlleve a cumplir con los
requisitos de la Responsabilidad Civil para así exigir una indemnización
ec
integral por los daños y perjuicios ocasionados.
r
3. Respecto a la naturaleza
De jurídica del deber violado que
consecuentemente configure un daño a otro jugador en un partido de
fútbol, se precisa que se trata del actuar conforme al reglamento

de
establecido para el desarrollo del deporte del fútbol profesional; de esta

ca
manera, en los casos que incurran en lesiones y daños se mantendría
dentro de una conducta que constituya hechos lícitos en razón a la

te
protección otorgada por el Estado, conjuntamente con la asunción del

lio
riesgo por parte del futbolista lesionado y manteniéndose fuera de un
ámbito antijurídico.
b
Bi
4. Conforme a las casuística analizada, resulta de suma importancia el
tratamiento de casos como el estudiado, debido al poco conocimiento de
los futbolistas respecto a iniciar acciones legales correspondientes luego
de sufrir daños que cumplan con los presupuestos y requisitos
expuestos. De la misma manera, constituye una base para resolver
futuras controversias similares.
159
5. Es de conocimiento, que en nuestro ordenamiento jurídico nacional
existe un régimen laboral especial para los futbolistas profesionales (Ley
N° 26566), el mismo que no trata y no protege al futbolista respecto a
casos como el presente materia de investigación.
ho
r ec
De
de
ca
te
b lio
Bi
160
IV. CONCLUSIONES
1. El jugador de fútbol profesional que lesiona a un futbolista contrincante
en el desarrollo de un partido de fútbol, no es responsable civilmente
excepto se trate de una lesión que nazca de una acción que denote una
violación a las reglas de juego establecidas; la cual, luego de un análisis
se establezca el accionar de manera negligente, imprudente, con un uso
ho
abusivo de la fuerza y resulte una agresión brutal, configurándose de tal
modo la antijuricidad para el caso en concreto, configurándose
ec
posteriormente el cumplimiento de los requisitos establecidos que
r
constituyan una responsabilidad civil subjetiva a causa del daño
De
generado.
2. Para acceder a una indemnización integral por los daños y perjuicios

de
ocasionados por un futbolista a su contrincante en el desarrollo de un

ca
lance futbolístico, se debe de cumplir, principalmente con que el hecho
dañoso sea considerado como antijurídico; esto es, dicha acción deberá
te
ser deslindada del ámbito de protección generado por la autorización por

lio
parte del Estado para el desarrollo del fútbol, así también su reglamento
para el juego normal y la asunción del riesgo a sufrir lesiones por parte
b
Bi
de la víctima. De igual manera, la acción establecida como dañosa,
deberá precisarse como una de naturaleza negligente, se denote una
imprudencia y brutalidad en el accionar de quién lesiona y vulnere
también el reglamento establecido para el desarrollo correcto del fútbol,
dejándose constancia que se trata de lesiones excepcionales en el
desarrollo de un partido de fútbol.
161
Adicionalmente, las lesiones que tienen el deber de responder tiene su
origen cuando existe una acción de juego y cuando existe la intención de
generar el resultado dañoso, ya se éste durante el desarrollo del mismo o
cuando se encuentre paralizado.
3. Al obrar antirreglamentariamente se vulnera el deber de no dañar a otro,
configurándose un accionar antijurídico en el desarrollo de un partido de
ho
fútbol, el mismo que se encontraría fuera de todo ámbito previsto de
protección a causa de la autorización estatal para el desarrollo del fútbol
ec
y la asunción del riesgo por parte de los futbolistas al competir
r
profesionalmente. De
4. La casuística establece también los presupuestos y requisitos que van a
configurar una responsabilidad civil subjetiva respecto a los daños

de
ocasionados en virtud de una lesión entre contrincantes en el desarrollo

ca
de un partido de fútbol, estableciéndose dicha acción como un hecho
antijurídico. Sin embargo, aún existe diversas posiciones al momento de

te
resolver las controversias surgidas ante hechos similares.

lio
5. En el ordenamiento jurídico nacional, se encuentra vigente la Ley N°

b
26566 – Régimen Laboral de los Jugadores de Fútbol Profesional; sin

Bi
embargo, en el desarrollo de la misma no se precisa, ni se refiere
expresamente respecto a cómo actuar ante lesiones de una naturaleza
semejante o igual a la estudiada en la presente.
162
V. RECOMENDACIONES
1. Se debe determinar que, excepcionalmente, sí es posible configurar una
responsabilidad civil de naturaleza subjetiva cuando un futbolista
profesional a razón de una acción dañosa, la misma que cumple ciertos
requisitos necesarios, lesiona de manera grave a su contrincante en el
desarrollo de un partido de fútbol y que, en consecuencia de dicha acción
ho
dañosa y la responsabilidad civil configurada corresponde indemnizar a
su contraparte.
ec
2. Resulta necesario determinar que los presupuestos para precisar la
r
De
responsabilidad civil subjetiva y su consecuente indemnización, es
generada en primera instancia, en virtud a deslindar que la acción dañosa
sea de naturaleza lícita; esto es, la acción lesiva debe ser separada del
de
ámbito de protección generada por la autorización estatal, la misma que

ca
es otorgada para el desarrollo del deporte del fútbol y así también
respecto a la asunción del riesgo por parte de los futbolistas, quienes

te
tienen conocimiento que se encuentran propensos a sufrir lesiones

lio
propios del desarrollo del deporte que desempeñan. Una vez, deslindada
la acción de un ámbito de protección, podrá ser constituida como una

b
Bi
acción antijurídica, la cual conjuntamente a los demás requisitos
previstos por el ordenamiento se configurará la responsabilidad civil de
un futbolista al lesionar a su contrincante y se podrá ser perceptible de
una indemnización por daños y perjuicios.
Es necesario también que se precise que la acción debe ser negligente,
de uso desmedido de la fuerza, de naturaleza brutal y violenta
163
ampliamente el reglamento para el correcto accionar del deporte del
fútbol.
3. Deberá precisarse que el deber violentado al causar daños al
contrincante durante el desarrollo del partido de fútbol, es el de actuar
conforme al reglamento, lo que significa que ante acciones que son
constituidas como jugadas normales, no habría un quebrantamiento al
ho
reglamento respectivo y por consiguiente no habría posibilidad de
exigirse una responsabilidad civil subjetiva por parte del accionante y
ec
mucho menos una indemnización debido a que no se configuraría un
r
hecho que se revista de la antijuricidad requerida, lo que significa que las
De
acciones se mantendrían dentro de una licitud otorgada.
4. Al obrar antirreglamentariamente se vulnera el deber de no dañar a otro,

de
configurándose un accionar antijurídico en el desarrollo de un partido de

ca
fútbol, el mismo que se encontraría fuera de todo ámbito previsto de
protección a causa de la autorización estatal para el desarrollo del fútbol

te
y la asunción del riesgo por parte de los futbolistas al competir

lio
profesionalmente.
b
5. Es de suma importancia establecer en la casuística los presupuestos y

Bi
requisitos necesarios para ser susceptibles de responsabilidad civil y su
consecutiva indemnización por las daños ocasionados en razón a una
lesión excepcional que cumpla con los presupuestos expresados en los
párrafos precedentes, ello con el objetivo de que los futbolistas
profesionales que se sientan con agravio ocasionado procedan a iniciar
las acciones pertinentes y también para que exista unanimidad de
164
fundamentos en la resolución de controversias similares al tema en
estudio.
6. Se debe promover un articulado a fin de proteger al futbolista profesional,
no únicamente fijarse en las relaciones de naturaleza laboral, sino
salvaguardando sus derechos fundamentales y qué más sino
protegiendo su físico en sí que, como es de conocimiento y resulta
ho
evidente, constituye su herramienta de trabajo y superación personal.
r ec
De
de
ca
te
b lio
Bi
165
VI. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
LIBROS:
• DE TRAZEGNIES, Fernando. “La Responsabilidad Extracontractual”.
Tomo I. Pontificia Universidad Católica del Perú. Fondo Editorial 1995.
• DE TRAZEGNIES, Fernando. “La Responsabilidad Extracontractual”.
ho
Tomo II. Pontificia Universidad Católica del Perú. Fondo Editorial 1995.
ec
• LEÓN. Keysser. “La Responsabilidad Civil – Líneas fundamentales y
nuevas perspectivas”. 1era Edición. Editora Normas Legales 2004.
r
•
De
TABOADA CÓRDOVA, Lizardo. “Elementos de la Responsabilidad
Civil”. Editorial Grijley. Lima. 2005

de
• TORREGROSA MESEGUER, Aníbal. “Responsabilidad Civil en el
ámbito del Deporte”.

ca
• VARSI ROSPIGLIOSI, Enrique. “Derecho Deportivo en el Perú”. Fondo

te
Editorial Universidad de Lima. 2008

lio
ARTÍCULOS:
b
Bi
• FERNÁNDEZ CRUZ, Gastón. “El Fundamento de la Responsabilidad
Civil Deportiva”. Themis – Revista de Derecho N° 19. 1991
• OSTERLING PARODI, Felipe y CASTILLO FREYRE, Mario. “Algunos
comentarios en torno a la responsabilidad civil derivada de actividades
deportivas en general”. Actualidad Civil. Editorial Instituto Pacífico.
2015
166
• OSTERLING PARODI, Felipe y CASTILLO FREYRE, Mario. “El
Deporte y la Responsabilidad Civil”. Revista Jurídica del Perú N° 40.
TESIS:
• REAL FERRER, Gabriel. “Principios y Fundamentos del Derecho
Público del Deporte”. Tesis Doctoral. Universidad de Alicante. 1989.
ho
• PIÑEIRO SALGUERO, José. “Responsabilidad Civil y Deporte”. Tesis
Doctoral. Universitat Pompeu Fabra. 2008
ec
• NORIEGA PINILLOS, Jorge. “La Lesión Deportiva frente al Derecho
r
De
Penal”. Tesis. Universidad Nacional de Trujillo. 1958.
RESOLUCIONES JUDICIALES:
de
• Sentencia del Expediente N° 141.806 – emitida por la Sala Primera de
la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial del Departaento Judicial

ca
de Mar del Plata.

te
• Sentencia de la Causa N° 113.317 – emitida por la Suprema Corte de

lio
Justicia de la Provincia de Buenos Aires.

b
REFERENCIAS ELECTRÓNICAS:
Bi
• http://www.cij.gov.ar/nota-4680-Ratifican-condena-a-Camoranesi-por-
lesi-n-a-otro-futbolista.html
• http://server1.utsupra.com/doctrina?ID=437849
167
• http://www.revistaajo.com.ar/notas/1342-la-patada-que-termino-en-la-
suprema-corte.html
• https://es.slideshare.net/marcialpons/el-ftbol-y-su-ordenamiento-
jurdico-origen-en-inglaterra-e-implantacin-en-argentina-gustavo-a-
abreu-isbn-9789871775071
• http://archivo.elcomercio.pe/deporte-total/futbol-peruano/carlos-
ho
zegarra-no-le-pedire-disculpas-mauricio-montes-noticia-666048
ec
VIDEOS DE LESIONES OCASIONADAS EN PARTIDOS DE FÚTBOL
r
• Lesión de Mauro Camoranesi a Roberto Pizzo:
De
https://www.youtube.com/watch?v=JrxgrsD1YiY
de
• Lesión de Julián Camino a Franco Navarro:

ca
https://www.youtube.com/watch?v=jtSaLdSREXg
te
• Lesión de De Jong’s a Xabi Alonso

lio
https://www.youtube.com/watch?v=AcIicsfW660
b
• Compilado de lesiones de fútbol

Bi
https://www.youtube.com/watch?v=UayoQwAoyj0
• Compilado de lesiones en el fútbol peruano
https://www.youtube.com/watch?v=90nOI3OeA8Q
168
ho
r ec
De
ANEXOS
de
ca
te
b lio
Bi
XV
Partes: Pizzo Roberto c/ Camoranesi Mauro s/

Tribunal: Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de
Mar del Plata
Sala/Juzgado: Primera
Fallo:
En la ciudad de Mar del Plata, a los 1 días del mes de

julio del año dos mil diez, reunida la Excma. Cámara de
Apelación en lo Civil y Comercial, Sala Primera, en acuerdo
ordinario a los efectos de dictar sentencia en los autos
"PIZZO ROBERTO C/ CAMORANESI MAURO S/ DAÑOS Y PERJUICIOS",
habiéndose practicado oportunamente el sorteo prescripto
ho
por los artículos 168 de la Constitución de la Provincia y
263 del Código de Procedimientos en lo Civil y Comercial,
resultó del mismo que la votación debía ser en el siguiente
ec
orden: Dres. Alfredo Eduardo Méndez, Ramiro Rosales Cuello
y Roberto José Loustaunau (art. 16 del Reglamento de la
Cámara; art. 35 ley 5827, reformado por ley 11.884).
r
El Tribunal resolvió plantear y votar las siguientes:
De
CUESTIONES
1.-Es justa la sentencia de fs. 725/50?

de
2.-Qué pronunciamiento corresponde dictar?
A LA PRIMERA CUESTION PLANTEADA EL SEÑOR JUEZ DR. MENDEZ

ca
DIJO:
I) A fs. 725/50 dictó sentencia el Señor Juez de Primera

te
Instancia, haciendo lugar parcialmente a la demanda de

daños y perjuicios promovida por Roberto javier Pizzo
lio
contra Mauro Camoranesi y tercero citado "Club Atlético

Aldosivi"; y en su consecuencia condenando a estos dos
últimos a abonar al primero la suma de $ 193.960,50, con
b
intereses y costas.
Bi
A fs. 751 apeló el demandado Camoranesi, a fs. 753 lo hizo

la actora y a fs. 760 el codemandado "Club Atlético
Aldosivi". A fs. 780/88 y a fs. 800/803 expresaron agravios
los codemandados Camoranesi y Club Atlético Aldosivi, los
que fueron respondidos por la actora a fs. 816/29y a
fs.805/15, respectivamente. A fs. 789/95 hizo lo propio la
actora expuso argumentos que únicamente fueron respondidos
por el Club demandado a fs. 831/32.
La sentencia
Para arribar a la solución que se resiste, el Juzgador,

luego de valorar los testimonios y demás pruebas aportadas,
consideró que el accionar del demandado Camoranesi delató
una conducta calificable como imprudente y excesiva,
contraria al respeto a la integridad física; y si bien
expresó que no podía calificar el accionar como
intencional, sostuvo que denotaba una notoria torpeza, un
exceso en la practica del deporte, anormal y evitable. Por
tal razón hace lugar a la demanda y cuantifica los
parciales de condena.
Los agravios.
ho
a) Agravios del co-demandado Camoranesi.
Formula, como primer objeción al fallo, que se lo haya
ec
condenado por un daño causado en el marco de un evento
deportivo, sin intención y en la propia disputa del balón.
Señala en tal menester que las acciones excesivas e
r
imprudentes dentro del juego están sancionadas como De
infracción pero no implican ilicitud jurídica; y quien se
expone a un juego de contacto asume un riesgo natural a su
integridad física.
Achaca al sentenciante un desconocimiento total del fútbol

de
esgrimiendo que lo que aconteció fue una desafortunada

disputa del balón y que no puede condenarse por jugadas
riesgosas sin intención de dañar, so pena de atentar contra
la esencia misma del deporte y reprochar la fuerza, la
ca
velocidad y la vehemencia en la disputa.
Endilga al fallo una cierta contradicción al describir, por

te
un lado, el vigor del deporte, y por otro, tildar de

imprudente la conducta de Camoranesi en el infortunio.
lio
Evoca a Bustamante Alsina quien, dice, no admite

responsabilidad culposa en los accidentes deportivos,
b
limitándola a supuestos dolosos.

Bi
Añade que la lesión en la rodilla que sufriera el actor es

muy común en la práctica del fútbol en tanto éste es un
deporte de contacto y fricción.
Manifiesta que la prueba documental y testimonial por él

aportada fue desmerecida con argumentos insólitos y se
explaya sobre el correcto alcance que, a su modo de ver,
debió darse, particularmente al hecho de que el único
testigo del actor al que echa mano el a-quo trasluce un
grado de amistad e imparcialidad; no así el resto de los
testigos, ofrecidos por Camoranesi, quienes son contestes
en la forma en que ocurrió el accidente.
Impugna, finalmente, los montos otorgados como condena.
b) Agravios de la actora.
En un primer estadío pretende que, a los efectos de

cuantificar el daño moral, se califique a la conducta del
demandado de dolosa.
En los siguientes tramos se queja de los exiguos montos

fijados en concepto de daño moral y pérdida de chance, para
alzarse, finalmente, contra la tasa de interés aplicada,
solicitando sea la activa del Banco oficial y no la pasiva.
ho
c) Agravios de la co-demandada "Club Atlético Aldosivi".
ec
Se disconforma de la responsabilidad atribuida a su parte,
exponiendo que no puede calificarse a Camoranesi de
"dependiente" del club ni tampoco puede hablarse de
r
responsabilidad "in eligendo" o "in vigilando", desde que De
es el accionado quien elige asociarse y jugar por el Club.
En su tramo final se agravia de los elevados montos fijados

en los distintos parciales indemnizatorios.
de
Consideración de las quejas.
II) Como antesala de la decisión he de adelantar que le

asiste razón al co-demandado Mauro Camoranesi.
ca
A mi modo de ver, no se comprobó que la lesión sufrida por

el actor durante el partido obedeciera a un accionar del
te
demandado que pueda calificárselo de excesivo, brutal o

imprudente, sino más bien de "común" por la velocidad o el
lio
ímpetu propios del fútbol, encontrándose enmarcada dentro

de los riesgos que asumen quienes practican tan arrasador
deporte, según se observa a diario en los medios
b
periodísticos y televisivos.
Bi
El acontecimiento que nos convoca y cuya reparación se

solicita ocurrió el día 14/8/94, durante el desarrollo del
partido de fútbol disputado entre los equipos de primera
división de los clubes "Atlético Alvarado" y "Aldosivi" de
nuestra ciudad, circunstancia en la cuál Roberto Javier
Pizzo, en una jugada es embestido por Mauro Camoranesi, lo
que le provoca una lesión en su rodilla, hematomas y
desgarros, con las consecuentes intervenciones quirúrgicas,
prácticas varias y rehabilitaciones. Las partes difieren en
el modo en que se produjo la maniobra así como en su
calificación gravosa.
El panorama descripto, a la luz de los agravios, impone,

liminarmente, examinar lo relacionado a la asunción del
riesgo y si la lesión, en mérito a las pruebas aportadas,
fue producto de una acción excesiva o maliciosa del
demandado.
Resulta concepto acuñado pretorianamente que el deporte no

es sólo una actividad lícita (arts. 2052 , 2055 y 2056 del
C.Civil) sino plausible por su contribución a la formación
integral del hombre, como medio de recreación y
esparcimiento y como factor de promoción de la salud de la
población (art. 1° incs. a, b y c de la Ley 18.247; esta
Sala c. cit.; Cfr. Llambías "Responsabilidad civil
ho
proveniente de accidentes deportivos" ED 47-947; cap. I sus
citas).
ec
El permiso del Estado para el ejercicio de una actividad
deportiva importa el establecimiento de un especial régimen
de responsabilidad distinto del ordinario, pues en este
r
último se presume la ilicitud de todo daño causado a otro,De
mientras que la práctica deportiva autorizada -para algunos
autores- crea una "excepción de licitud", a modo de causa
de justificación que borra la antijuridicidad (Mazzinghi
Jorge Adolfo "Los daños en el deporte. Una sentencia severa
pero justa" La Ley 1996-C, 701; Charlin, José Antonio y
de
Paradiso Fabri Gabiela "Accidentes deportivos" La Ley 1990-

B, 138; CNCiv. Sala I 23/12/2003 c. 98030/99).
En otro orden, la aceptación de riesgos consiste en haber

ca
asumido la víctima, expresa o tácitamente, el peligro

propio del deporte que practica y del cual derivó el daño
que experimentó.
te
Del propio concepto de deporte que algunos autores brindan

lio
surge esta aceptación de riesgos: "son el conjunto de

ejercicios físicos practicados lealmente y sin ánimo de
lucro, con vistas a fines de diversión, de desarrollo
b
armónico y de endurecimiento del cuerpo, para conseguir una

Bi
victoria o para batir un record, ejercicios cuidadosamente

reglamentados, aunque pueden comportar ciertos riesgos
libremente aceptados por quienes a ellos se dedican" (Loup
Jean "Les sports et le Droit Paris 1959 pp. 29 y ss; cit.
Trigo Represas, Felix y Lopez Mesa Marcelo, La Ley TII-
2008).
El consentimiento de participar en una justa deportiva con

riesgos implícitos y conocidos obraría de tal modo como
causal de excusación de la ilicitud del acto dañoso para
algunos (Lalou "Responsabilité Civile" p. 240; Grispigni
"Il consenso del offeso" p.8; cit. Trigo Represas-López
Mesa, ob. cit. p. 793) y como causa de justificación del

daño para otros (Soler Sebastián, Derecho Penal TI n° 30).
Recapitulando lo dicho hasta aquí, si el deporte se

encuentra autorizado por el Estado, su ejercicio es lícito
y si las lesiones inferidas son el resultado del riesgo que
éste representa, el consentimiento para la práctica del
juego lleva implícita su conformidad para afrontar las
consecuencias dañosas.
Apuntaba Orgaz que la práctica de algunos deportes

constituye una actividad que el Estado auspicia y estimula
en interés de la salud física y moral de los individuos y
ho
en interés superior de la comunidad. Es por ello que su
régimen crea una presunción de licitud en cuanto al
ejercicio mismo y también a las consecuencias que resultan
ec
de éste "según el curso natural y ordinario de las cosas"
(art. 901 C.Civil). Por lo tanto las lesiones o daños
derivados de los riesgos inherentes al ejercicio normal de
r
un deporte autorizado, están de antemano justificados De
(Orgaz Alfredo "Lesiones deportivas" La Ley 151-1055; en
similar sentido, voto del Dr. Bueres CNCiv. Sala D
"Cotroneo c/ Club Atlético Banfield" en La Ley 1983-D-384).
Brebbia refinó la idea, llevándola a una elaboración digna

de
de reseña al decir que "El deporte implica, por definición,

una superación de la actividad corriente de las personas,
un riesgo especial en el que se ven envueltos los
deportistas o atletas. Cuando ese riesgo o alea es lícito,
ca
vale decir, cuando los participantes han dado su

consentimiento para el juego y éste se encuentra autorizado
por el Estado, la conducta del agente no puede ser juzgada
te
con el mismo criterio conque es apreciada la actividad de

esa misma persona en otro ámbito de relaciones en el que
lio
ese riesgo no existe" (Brebbia "Problemática..." p. 319,

parág. 4).
b
Concluye Trigo Represas en que en tanto en la justicia

Bi
argentina prevalece la aceptación del riesgo, no es lo

común la procedencia de indemnizaciones por daños
deportivos (aut. y ob. cit. pág. 796 "Deportes Peligrosos y
aceptación del riesgo").
El sistema utilizado por nuestro Código Civil concuerda con

la concepción más moderna que, en contraposición con la
doctrina francesa, entiende que la autorización para el
ejercicio de un deporte constituye una causa de
justificación de los daños que habitualmente resultan de
ese ejercicio.
Y tal justificación opera no sólo cuando el jugador

lesionante ha observado todas las reglas del juego, sino
también cuando ha incurrido en alguna de las faltas o
infracciones a estas reglas, pero igualmente naturales y
comunes (no dolosas) que se explican por la velocidad o el
vigor que impone el deporte de que se trate (Orgaz, ob.
cit. pág. 1056).
Quien practica el fútbol -máxime cuando lo hace en forma

profesional- sabe que en todo partido se producen
inevitablemente numerosas infracciones y se pueden lesionar
los jugadores. Cuando tales infracciones no pasan de lo
normal, ellas quedan cubiertas por la "licitud" dimanante
ho
de la aquiescencia estatal (arg. SII c. 143.268).
Bueres y Bustamante Alsina sostienen que el deber de
ec
responder por las lesiones deportivas tiene origen en dos
casos: a.-cuando existe una acción "excesiva" que viola
grosera y abiertamente el reglamento del juego y b.-cuando
r
existe intención de provocar el resultado dañoso (Cám Nac.De
Civ. Sala D 17/12/82 -voto del Dr. Bueres- pub. en La Ley
1983-D, 385, con nota del Dr. Jorge Mosset Iturraspe;
Bustamante Alsina "Teoría general de la responsabilidad
civil" Ed. Abledo-Perrot, p. 536 n° 1514; arg. SII c.
143.268 Reg. 558, 11/8/2009).
de
Siguiendo esta tesitura, deberá sopesarse "si hubo acción

excesiva", una exagerada falta de diligencia, tomando como
patrón el nivel habitual de riesgo en el deporte de que se
ca
trate; pues nos encontramos aquí -conforme lo dicho en

antecedente de esta Sala- ante un daño causado "sin" las
cosas, que requiere la demostración de la culpa del agente
te
(art. 1109 del C. Civil; SI c. 132.728, Reg. 519/2006).

lio
No obstante, Jorge Mosset Iturraspe considera que la "culpa

deportiva" tiene sus peculiaridades y que al juzgarse el
quehacer deportivo, para que el infractor responda
b
jurídicamente por las consecuencias de su acción, la jugada

Bi
no debe superar los límites de lo normal y corriente, haya

habido o no violación reglamentaria (Cfr. aut. cit.
"Responsabilidad por Daños" t. II, págs. 91/95, Ediar,
Bs.As.; CNCiv. Sala G "Rahit Gerhard c/ Ventura Eraldo" pub
en La Ley 1990-B, 137).
Jurisprudencialmente se ha decidido que los riesgos de los

golpes en deportes de contacto físico son previsibles y que
la culpa debe valorarse con un criterio singular y
específico sopesándose si se ha actuado con torpeza
manifiesta o dolo (arg. Cám Civ. yu Com MO Sala II
18/5/99LLBA 2000-1262 Mazzinghi Jorge "Los daños en el
deporte..." La Ley 1996-C,698).
Es que es precisamente en una actividad deportiva donde se

ponen de manifiesto aquellas circunstancias que difieren
por completo de las que integran las circunstancias
corrientes, ya que todo deporte importa siempre la
exacerbación de la conducta habitual, un esfuezo físico
fuera de lo común que ubica al deportista en un plano
superior de exigencias, a la vez que implica un riesgo
especial en el que se ven comprometidos los contendientes.
En consecuencia, cuando ese riesgo o álea es lícito, vale
decir, cuando se encuentra autorizado por el Estado y es
asumido voluntariamente por el damnificado, la conducta del
agente no puede ser juzgada con el mismo patrón con que se
ho
aprecia la actividad de esa misma persona en otro ámbito de
relaciones en el que el riesgo no existe (Cfr. Brebbia
Roberto H. "La responsabilidad en los accidentes
ec
deportivos", págs. 27/30, Ed. Abeledo-Perrot, Bs.As.,
1972).
r
Para muchos, el fútbol es un fenómeno social esencial que De
da al hombre la cuota necesaria de esparcimiento
permitiendo la total evasión de las preocupaciones
cotidianas. Este espectáculo popular que ha sido durante
muchos años una fiesta se ha convertido hoy en una feroz
competencia de intereses (según afirma la CCiv. y Com Morón
de
SII 18/5/99, P.J. c/ Club Curupayti; La Ley 1997-E, 1005)

que degenera, muchas veces, en violencia. Pero, más allá de
esa violencia externa e interna, lo cierto es que el
deporte se vive hoy en día con un fervor exagerado, con un
ca
apasionamiento que a veces desborda. Lo que antaño era

anormal ha pasado a estar legitimado. Se observan casi a
diario en los partidos infracciones de contacto que, más de
te
una vez terminan en lesiones; mas ese, entiendo, es un

riesgo conocido por cualquier jugador profesional.
lio
Véase que es la propia actora quien acompaña el recorte

periodístico glosado a fs. 84 que se titula "El infierno
b
tan temido" y que al relatar las lesiones en el fútbol

Bi
describe, como una lesión frecuente, la de la rodilla - tal

la sufrida por él mismo -.
Sumado a lo cual en los recortes anexados a fs. 134 y 135,

sus autores -periodistas deportivos- manifiestan que el
choque entre Pizzo y Camoranesi habría sido "más infortunio
que mala intención" y "en realidad dio la sensación de que
no hubo intención".
Durante el desarrollo de un partido de fútbol, es común que

los rivales se golpeen, que se cometan faltas, que un
defensor enganche desde atrás al delantero que se escapa
con la pelota hacia el arco contrario; como así también que

quienes saltan a cabecear choquen entre sí,
involuntariamente, o que se embistan brutalmente por un
exceso de vehemencia.
¿Cuándo, entonces, deberá responder el jugador que provocó

una lesión a su contrario en medio de una disputa de balón?
Precisamente, y trasladando los conceptos volcados a lo
largo de este pronunciamiento, si la acción cometida no
excede los límites de lo que se observa normalmente en los
partidos, quedará exento de responsabilidad. En cambio, si
la jugada rebasó el nivel habitual de conducta en dicho
deporte, haya habido o no violación reglamentaria, el
ho
futbolista podrá ser condenado al pago de los daños y
perjuicios; pero para esto último, recuerdo, la jugada debe
haber sido excesiva y brutal o con intención malévola; pues
ec
-insisto- el carácter lícito de los deportes reglamentados
absorbe y neutraliza ciertas infracciones a las reglas de
juego (conf. Mosset Iturraspe Jorge "El daño deportivo:
r
responsabilidad de su autor y de la institución" La Ley De
1983-D, 384).
Haciendo un paréntesis es dable agregar que la violación a

las leyes del juego puede ocasionar la aplicación de una
pena o sanción prevista por el reglamento deportivo, pero
de
no bastará para considerar civilmente responsable al

transgresor si la referida acción no se aparta de lo que es
habitual y corriente en los partidos (Brebbia "Problemática
jurídica..." p. 320 n° 4).
ca
En el caso de infracción al reglamento, el jugador sólo

incurrirá en responsabilidad si medió de su parte una
te
conducta viciada de imprudencia, brutalidad o dolo (CNCiv.

Sala G 28/4/88 "Raith c/Ventura" La Ley 1990-B-138; Charlin
lio
José Antonio y Paradiso Fabbri Gabriela "Daños y

perjuicios: accidentes deportivos", La Ley 1990-B,141).
b
Si un jugador comete un foul para lograr el control de la

Bi
pelota y, como consecuencia de la infracción, el jugador

rival experimenta daños, parece claro que el infractor no
está obligado a reparar los perjuicios, pues estos se
consideran como la derivación desafortunada de una
alternativa común y habitual en el juego (Orgaz Alfredo
"Lesiones deportivas" La Ley 151-1055; voto de Alberto
Bueres en el fallo de la CNCiv. Sala D, La Ley 1983-D,
384/85).
Si en cambio la violación del reglamento es grave -vgr. un

foul cometido sobre un jugador que ya se había desprendido
de la pelota, una patada artera a un jugador caído, un
golpe de puño fuera de la zona del juego- la conducta es
excesiva, descontroladamente imprudente y el deportista

deberá reparar las consecuencias dañosas de su ilícito
proceder (Mazzinghi Jorge Adolfo "Los daños en el deporte.
Una sentencia severa pero justa", La Ley t. 1996-C pág.
703).
Esto nos lleva a afirmar que los normales principios de

prudencia y diligencia, utilizados para valorar la culpa,
en el caso del fútbol en el modo que hoy en día se
practica, sufren atenuaciones (Mosset Iturraspe Jorge "El
daño deportivo: responsabilidad de su autor y de la
institución" La Ley t. 1983-D pág. 385).
ho
Una condena a causa de una lesión sufrida en un partido
podrá ser un dique eficaz para desbordes poco frecuentes,
exagerados, pero no para una conducta que la experiencia
ec
muestra como "bastante común" y "frecuente", aún cuando
desborde las reglamentaciones que regulan la justa
deportiva.
r
Inspeccionada la prueba recogida, observo en el video
acompañado, cuyas fotos laser obran a fs. 105/107, que en
De
la jugada que determinó la lesión del actor no hubo una
acción por parte de Camoranesi que pueda ser calificada de
extraordinaria o poco habitual. Es evidente, por la
de
mecánica de la misma, que se trata de una típica acción de

pelota dividida, en la que ambos contendientes obran con
ímpetu en la disputa del balón. El propio comentarista
deportivo, en su relato, señala que Pizzo llegaría a
ca
puntear el balón, lo que importa decididamente que todo el

episodio se desarrolla en una fracción de segundo y en un
espacio reducido. Lejos está dicha situación de poder
te
considerarse una jugada sin pelota.

lio
La lesión fue provocada durante una acción en la disputa

del balón y Pizzo, como futbolista, debió saber que un
partido de las características del protagonizado lo exponía
b
a posibilidades ciertas de salir lesionado. Pero

Bi
independientemente de mi propia opinión, las declaraciones

testimoniales de personas vinculadas puntualmente al
ambiente futbolístico, prestan aval suficiente a lo
precedentemente expuesto. Más alla de que impongan un
esfuerzo de interpretación en función de algunas
aseveraciones disímiles, los criterios de la sana crítica
permiten desentrañar la verdad de los hechos debatidos y
optar por aquellos que en su conjunto resultan categóricos
y convincentes (conf. Fassi "Código Procesal...Comentado y
Anotado..." t II p. 119).
Si bien Mauricio Fabián Bruneto (compañero de trabajo del

actor y directivo, en su oportunidad, del club Alvarado)
describe lo ocurrido diciendo que "Pizzo recibe una pelota

alta y cuando la baja y estira la pierna llega Camoranesi a
la jugada y le pega un planchazo en la rodilla", preguntado
luego si al momento de generarse la lesión el Sr.
Camoranesi venía desde la izquierda de Pizzo, responde no
recordarlo: "No recuerdo la posición exacta...", lo cual
afeblece sus dichos (arts. 375 , 384 , 424 , 456 y ccts.
CPC).
Por su parte, Héctor Horacio De Pedro declara, entre otras

cosas, que considera comunes y habituales en la práctica
del fútbol el tipo de lesión sufrida por Pizzo; que es un
deporte de fricción pero no hubo intencionalidad; que el
ho
actor, al tiempo, volvió a jugar en Alvarado. Al responder
la pregunta 23° expresa que en la jugada conocida como
"plancha" se levanta la pierna para poder disputar la
ec
pelota, interviene el pie del que la realiza como el del
rival, y normalmente es una jugada común de partido donde
los dos van de una manera, unos tiene más suerte que otros.
r
Al responder la pregunta 25° señala "para mí es una De
situación de juego normal"...a la 27° "sigo pensando que
fue un accidente de partido" (fs. 460/63; arts. 375, 384,
424 CPC).
Edgar Alberto Videla declara haber estado en el banco de

de
suplentes y haber visto una jugada cerca suyo de pelota

dividida. Considera que es común en el fútbol la lesión
sufrida por Pizzo. Describe que la jugada consistió en lo
siguiente: "era una pelota que queda larga, no era de nadie
ca
y van los dos jugadores a disputarla, y se produce la

división de la pelota y el contacto...no recuerda que haya
habido impacto de pierna a pierna..." (fs. 464/65).
te
Oscar Alfredo Delaroca también entiende, con su experiencia

lio
como futbolista, que fue una jugada normal, una pelota

dividida fueron los dos a trabar y quedó lastimado Pizzo;
que es una jugada común en cualquier partido, que fue un
b
encontronazo entre dos jugadores que van a la pelota.

Bi
Recapitulando esta parcela, los testigos, pese a que el

tiempo puede conspirar, en cierta medida, contra la
exactitud del recuerdo, aluden con justeza que se trató de
una maniobra "común" en un partido. A ello cabe agregar lo
consignado en el recorte periodístico de fs. 604: "El
marcador lateral intenta enganchar con su taco el balón y
al momento en que su botín apoya sobre el piso, llega la
pierna de Camoranessi que -con el propio impulso del
cuerpo- hace una suerte de palanca sobre la pierna
izquierda de Pizzo". Lo descripto no es otra cosa que un
foul que, a mi modo de ver, resulta bastante habitual -pese
a su dureza- en los partidos profesionales de fútbol
(v.jugadas intensas como las que ilustran las fotos de fs.

35 "in fine"; 52, 53 "in fine"; 56; 73 "in fine"; 86; 605;
última pág. del diario glosado a fs. 621; fs. 3 del diario
glosado a fs. 623); y el infortunado desenlace obecede a la
velocidad con que el jugador se lanza, "con el propio
impulso del cuerpo", hacia el balón (arts. 163, inc. 5° ,
375, 384 y ccts. CPC).
Las contingencias ocurridas permiten traer a colación lo

expresado por Trigo Represas y López Mesa, quienes analizan
que si en un partido de fútbol dos jugadores corren en
busca de la pelota y uno de ellos en una acción atribuible
a la velocidad, traba al otro antirreglamentariamente"
ho
(foul), lesionándose el último no existirá responsabilidad
del primero, pues su actitud conforma una incidencia
"frecuente" en el desarrollo del deporte futbolístico (aut.
ec
cit. "Deportes que entrañan riesgos -casos dudosos-; CNCiv.
Sala D 17/12/82 La Ley 1983-D-385 y ED 103-540).
r
Estas soluciones son lógicas porque los criterios normalesDe
de prudencia y diligencia a los que se refiere la
valoración de la culpa deben sufrir -reitero- necesarias
adecuaciones con respecto al ejercicio de actividades
deportivas de contacto.
de
Así la Cámara Civil y Comercial de Dolores dijo

acertadamente que durante un partido de fútbol nunca se
actúa con la misma prudencia o cuidado que se le exige a
los hombres en la vida normal (Cám cit. 3/8/2000 "Salinas
ca
c/ Círculo de Oficiales").
De lo expuesto colijo que el consentimiento dado por la

te
víctima o mejor dicho la aceptación de los riesgos propios

del fútbol, la autorización estatal para su ejercicio, las
lio
conductas que hoy en día se aprecian como frecuentes o

habituales en las contiendas futbolísticas y las
contingencias propias ocurridas en torno al caso
b
inspeccionado, visibles en el video acompañado, de cuya

Bi
eficacia no ha existido controversia ante este Tribunal,

convergen en la revocación de la sentencia primigenia. Por
consiguiente, deberá rechazarse la demanda incoada por
Roberto Pizzo contra Mauro Camoranesi, dejándose sin
efecto, consecuentemente, los parciales receptados con sus
respectivos montos de condena, con costas al actor vencido
(art. 68 CPC).
III) Los restantes recursos han caído en abstracto por el

modo en como se resuelve.
De nada sirve incursionar a merituar la responsabilidad del

Club demandado si el acto se definió como inoperante para
generar responsabilidad civil en el demandado. Tampoco es

procedente justipreciar los montos cuando la condena es
dejada sin efecto.
Voto, entonces, por la NEGATIVA.
A LA CUESTION PLANTEADA EL SEÑOR JUEZ DOCTOR ROSALES CUELLO

DIJO:
a. Responsabilidad de Camoranesi.
Contrariamente a lo propuesto por el colega que me precede,

no he encontrado en la sentencia de primera instancia
ho
fisura que justifique siquiera modificar el estudio de
responsabilidad que la sostiene. El pronunciamiento que me
toca en suerte revisar, al cabo de un minucioso estudio de
ec
las constancias del expediente y no menos profundo análisis
de la culpa en el ámbito deportivo, concluye en la
responsabilidad de Camoranesi por grosero apartamiento de
r
las reglas del deporte, lo cual comparto. De
No obstante la conciencia de lo difícil que será superar
ese análisis, me veo compelido a recorrer esos senderos, en
el solo propósito de fundar mi disenso con la opinión de
quien lleva la voz cantante en este acuerdo.
de
La concepción del deporte que abrazara nuestra era fue

aquella que ya Juvenal reconociera como valiosa
contribución a la formación física y mental del ser humano
ca
(Borda, Guillermo J., en comentario al trabajo "Estudios

sobre derecho y deporte" de Dolabjian, Diego A. Schmoisman,
Mario A., LA LEY 2010-A, 1275 - LA LEY 2010-A, 1283).
te
En su ámbito, el alcance de la victoria fue sólo concebido

lio
como el resultado de una disputa sana dónde el respeto a

las reglas de comportamiento, la lealtad y la hidalguía
hacia el contrincante, constituían valores a fomentar.
b
Bi
El innegable beneficio social resultante del desarrollo

general de esas virtudes, llevó a los operadores del
derecho a ensayar las más diversas soluciones jurídicas en
el noble propósito de eximir de responsabilidad por las
lesiones corrientes inferidas en ocasión de su ejercicio.
Así, los aportes no tardaron en llegar de la mano de
autorizadas voces procedentes del derecho privado como del
público.
Tales contribuciones bien pueden ser clasificadas en

causales de justificación -autorización concedida por el
Estado- (Orgaz, Nuñez y Creus), de exclusión de la ilicitud
del daño -el consentimiento de la víctima o asunción del
riesgo-, y metajurídicas -los fines útiles del deporte

(Peco), el deporte como actividad fomentada en todos los
países (Broudeur), como conducta socialmente adecuada
(Donna) y como actividad conforme a lo socialmente justo
(Donna)-. Tampoco faltaron quienes en la misma dirección
efectuaron distintas combinaciones de las tesis reseñadas -
autorización estatal más consentimiento o aceptación
(Gómez, Soler, Fontán Balestra, Zaffaroni, Borda, Trigo
Represas, López Mesa), o autorización más fin útil (Jiménez
de Asúa, Llambías), o autorización más consentimiento más
falta de culpa (Sisco, Rezzónico)-.
El desorden consecuencia de semejante aluvión de opiniones
ho
motivó que un prestigioso grupo de doctrinarios,
simplemente se parapetara detrás de la idea de culpa que
abrigara el Codificador (Brebbia, Mosset Iturraspe,
ec
Bustamante Alsina, Kemelmajer de Carlucci), sosteniendo que
la naturaleza esencialmente circunstancial de este concepto
tornaba innecesario acudir a instituciones ajenas a nuestro
r
sistema de responsabilidad civil para canalizar
De
satisfactoriamente la adecuación que requería su
apreciación en el campo deportivo, tal como sucedía en
otros contextos (Schmoisman, Mario A. Dolabjian, Diego A.;
La licitud de las prácticas deportivas y la responsabilidad
civil, RCyS2010-V, 24).
de
El consenso tampoco se hizo presente en la medida que cabía

reconocer a tal exoneración. Mientras algunos la extendían
a todo daño causado sin violar las reglas de juego, siendo
ca
su límite la transgresión abusiva de las mismas (Borda,

Llambías, Alterini, Ameal, López Cabana); otros corrían esa
linde mas allá, abarcando las consecuencias corrientes y
te
ordinarias del juego, incluso, las resultantes de

infracciones de ese tipo.
lio
En el medio, se situaron quienes descreían de la

contravención al reglamento deportivo como único criterio
b
para determinar la antijuridicidad, propugnando la

Bi
posibilidad de responsabilidad apegándose a sus normas,

como así también de eventual irresponsabilidad ante la
configuración de faltas a las mismas (Brebbia, Trigo
Represas, López Mesa).
Sin perjuicio de la simpatía que despertaba la práctica de

deportes en el seno del derecho, nadie se atrevió a
presentarla como un bill de indemnidad en el que cualquier
daño pudiera estar justificado, en una suerte de "vale
todo" con tal de ganar.
La mencionada ausencia de correspondencia automática entre

violación reglamentaria y responsabilidad civil, llevó
también a que se postulara la existencia de dos tipos de

ilicitudes: las comunes y las extraordinarias. Para las
primeras, se reservó la irresponsabilidad, salvo que la
intención indicara lo contrario; y para las segundas, un
criterio objetivo de ilicitud, sin posibilidad de
justificación (Mosset Iturraspe, Jorge, El daño deportivo:
responsabilidad de su autor y de la institución, La Ley,
1983-D-384 y ss.; López Mesa y Trigo Represas, Tratado de
la responsabilidad civil, La Ley, T II, p. 803).
El repaso efectuado, no por somero dejará de ser útil al

entendimiento de la posición que en este voto se sustenta.
ho
La disimilitud entre los bienes jurídicos tutelados en el
ámbito contravencional deportivo -correcta práctica del
deporte- y el de la responsabilidad civil -persona y
ec
bienes-, justifican dos tipos distintos de antijuridicidad.
Las reglas de juego no son normas legales cuya infracción
importe violación al derecho (arts. 1066, 1109 etc.), sino
r
meras reglas de actuación de los jugadores sancionables enDe
el ámbito deportivo (CNCiv., sala D, 17/12/1982, Cotroneo,
Ricardo D. c. Club Atlético Banfield y otros, La Ley, 1983-
D, 385, con nota de Jorge Mosset Iturraspe). La sola
violación objetiva del reglamento alcanzará para cumplir
con ese requisito en lo infraccional; pero a la luz del
de
derecho común, la culpa se alzará en elemento cualificante

sin cuyo concurso mal podríamos hablar de ilicitud.
La especial concepción de culpa que adoptara el

ca
codificador, como un elemento maleable cuyo contenido

concreto siempre deberá integrarse con las circunstancias
imperantes en el caso, razonablemente apreciadas por el
te
juzgador, vuelve estéril el recurso a institutos ajenos a

nuestro sistema, de los cuales solo resulta una confusión
lio
que va en demérito de su primigenia claridad (Loustaunau,

Roberto, Particularidades de la culpa a fin de siglo, LA
LEY1998-B, 1253 - Responsabilidad Civil Doctrinas
b
Esenciales 01/01/2007, 525). Esa ductibilidad exhibe al

Bi
concepto como portador de la sensibilidad necesaria para

acomodarse a las particularidades de cada caso, sin
urgencia de precisar de antemano la magnitud que debiera
reconocer la falta de previsibilidad para erigirse en
factor de atribución.
En esa inteligencia, más que causales de exclusión de la

ilicitud o de justificación del daño, las repasadas se
muestran como circunstancias a constatar y tener presentes
al momento de determinarse si se ha incurrido en ella o no.
Constituyen datos históricos de necesario cómputo en la
compleja ecuación de establecer si estamos o no ante la
presencia de un hecho culposo.
La culpa se identificará siempre con la omisión de las

diligencias aconsejables, lo que habrá variado es sólo el
tipo y magnitud de aquellas exigibles en cada supuesto
particular.
En el proceso de comprobación, la constatación de la

presencia de ese elemento subjetivo, y de la relación
causal que la conducta que lo exterioriza evidencie con el
daño causado, sin dejar de ponderar las posibles concausas
que interrumpan parcial o totalmente el nexo de causalidad,
entre las que se encuentra el hecho de la víctima o de
terceros, será en definitiva lo que determine la
ho
responsabilidad en el suceso que lo haya generado.
Ahora bien, el ajuste de la actividad a reglas
ec
preestablecidas y el despliegue de un esfuerzo o destreza
por encima del nivel habitual (Trigo Represas, Félix A.,
Tratado Jurisprudencial y Doctrinario, Derecho Civil,
r
Responsabilidad Civil, La Ley, T.I, p. 506) obliga a De
reconocer que la síntesis resultante de ese concepto
uniforme de culpa, por incidencia de estos factores,
proyecta generalmente una elevación del umbral de
tolerancia abarcando todos aquellos accidentes propios de
la disputa sin violación del reglamento, y aún algunos
de
provocados en transgresión a esas normas, siempre y cuando

no exhiban un apartamiento grosero o excesivo de las mismas
(CNCiv., sala G, 28/04/88, in re Raith c. Ventura, La Ley,
1990-B, 138, en el mismo sentido Orgaz, Alfredo, "Lesiones
ca
deportivas", LA LEY, 151-1055 y Bueres, Alberto en su voto

en el fallo de la CNCiv., sala D, LA LEY, 1983-D, 384/5).
te
En el fútbol es común que los rivales se golpeen, que se

cometan faltas, que un defensor enganche desde atrás al
lio
delantero que se escapa con la pelota hacia el arco

contrario. También es frecuente que los jugadores que
saltan a cabecear choquen entre sí involuntariamente, o por
b
un exceso de vehemencia. Esos daños ocasionados por el

Bi
riesgo normal de un deporte determinado, difícilmente

puedan ser imputados a título de culpa (Mazzinghi (h.),
Jorge Adolfo, Los daños en el deporte. Una sentencia severa
pero justa, cometario a fallo de la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Civil, sala A (CNCiv)(SalaA) ~ 1995/04/06
~ Berman, Gerardo R. c. Goldin, Jorge N., Responsabilidad
Civil Doctrinas Esenciales Tomo V, 01/01/2007, 1247;
Responsabilidad Civil Doctrinas Esenciales Tomo V,
01/01/2007, 1247).
El desafío entonces está en sentar en concreto esa pauta de

normalidad, proceso que no deberá disociarse de las
circunstancias que singularizan al suceso, si lo que se

quiere es concluirlo con éxito.
Esa normalidad no estará relacionada con la frecuencia con

que estas lesiones se reproducen en el juego, sino con la
previsibilidad de la maniobra que las produce. No se trata
de otra cosa que la probabilidad de que en un encuentro
regido por las reglas del juego, y con las infracciones
comunes al mismo, algún participante protagonice una acción
como la descripta.
Tal levantamiento de ese piso mínimo a partir del cual

generalmente se podrá calificar de culposamente
ho
antijurídica a una falta deportiva, disminuye el marco de
actuación de la culpa, obrando el dolo como frontera
superior de su configuración. Empero, tanto la culpa
ec
impregnada de las características especiales de este
ámbito, como el dolo, generan consecuencias jurídicas que
impiden convalidar o aceptar la mala intención de los
r
jugadores y las graves imprudencias o los excesos en De
perjuicio de los rivales. De lo contrario estaríamos
confundiendo el estímulo de los deportes con el estímulo de
la violencia, su protección con la complicidad con los
dañadores, o encontrando causas de justificación allí donde
no las hay. Tal como lo menciona el actor, ni el espíritu
de
deportivo, ni la idea misma de deporte, ni la sana

competencia, ni el fervor o la dedicación, son compatibles
con la práctica violenta alejada de sus reglas (Hersalis,
Marcelo, Deporte y violencia, en comentario al fallo de la
ca
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, sala M (CNCiv)

(SalaM) CNCiv., sala M ~ 2008/10/17 ~ López, Haydée Alicia
y otros c. Club Atlético Temperley Sociedad Civil", LA
te
LEY2009-A, 486).
lio
El desarrollo precedente nos proporciona esa certera pauta

teleológica que necesariamente deberá informar el examen de
legitimitidad de la maniobra analizada.
b
Bi
La conducta protagonizada por Camoranesi no logra sortear

ese test, revisada que sea bajo el prisma de cualquiera de
las posturas reseñadas.
En efecto, al cabo de apreciar en reiteradas oportunidades

las imágenes contenidas en el video del partido durante el
cual se produjera el suceso cuyas consecuencias se
demandan, al cual doy preeminencia sobre las testimoniales
respecto a la reconstrucción histórica del hecho dada su
fidelidad, no he logrado desterrar la impresión inicial de
innecesaria y brutal agresión que me dejara el
comportamiento protagonizado por el demandado (fs. 120
vta., 460/463, 464/465, 466/468 y 560/562).
Es que observados con detenimiento los movimientos

descriptos por ambos jugadores en la secuencia que
culminara con la lesión, se avizora claramente que el actor
concentrado en alcanzar la pelota, esfuerza su pierna
izquierda en apertura y extensión, tomando contacto con
ella y alejándola. Por el contrario, el demandado se
desentiende por completo del recorrido del balón yendo
directamente a la intercepción de la humanidad de su
contrincante, quien como producto de la acción antes
descripta, se encontraba con la pierna izquierda en
abducción y extendida, próximo apoyar el talón de ese pie
sobre el campo, dejándola en un vulnerable ángulo agudo.
ho
Lejos de adoptar una postura que minimice los efectos del
contacto en esas condiciones de inferioridad de su
oponente, éste aumenta el poder ofensivo de su accionar
ec
elevándose, levantando innecesariamente su pierna izquierda
en forma de plancha, concentrando en el pie de ese lado
todo el peso de su cuerpo potenciado por la velocidad
r
desarrollada, tomando contacto con la zona media del De
miembro inferior del lesionado, parándose literalmente
sobre la rodilla que se encontraba suspendida entre dos
puntos de apoyo distantes: el suelo y la cadera.
La fuerza del impacto se evidencia en la detención abrupta

de
de la carrera del agresor, quien luego de liberar sin

ninguna precaución toda la energía que traía en el punto
más desprotegido de su contrario -parte superior de la
articulación-, culmina allí su trayectoria haciendo ceder
ca
la resistencia que le opusiera la pierna extendida,

esfuerzo que importara la neutralización de la inercia que
traía y la luxación de la rodilla golpeada.
te
La zona de la pierna donde se ubica la lesión y la pelota

lio
pegada al piso, descartan toda intención de disputa de la

misma, puesto que de lo contrario el contacto se hubiere
producido más cerca del tobillo del actor y nunca a la
b
altura de la rótula.
Bi
Las fotografías Nº 5 y 6, glosadas a fojas 106 de autos,

dan cuenta de esto. La situación que describe esa toma
resulta representativa de la más absoluta carencia de
espíritu deportivo. El pie del demandado alzado a una
altura que torna imposible materialmente el contacto con el
balón, también confluye en ese sentido.
Direccionar su accionar hacia la disputa de la pelota,

efectuar alguna maniobra evasiva, disminuir su velocidad,
omitir levantar el pie a esa altura o simplemente flexionar
la rodilla al sentir la presencia del otro jugador bajo su
botín, se inscriben entre las medidas omitidas y que
hubieren posibilitado evitar o disminuir los riesgos y

descartar toda indiferencia hacia su producción (art. 512
del Cód. Civil -aplic. analóg.).
La maniobra calificada como plancha por el reglamento (art.

200), se encuentra comprendida en el capítulo que trata de
las acciones violentas, cuanto más si la misma es aplicada
con fines ajenos a la disputa del balón, previéndose un
agravante para el supuesto de que se deje al otro jugador
en inferioridad de condiciones o imposibilitado para
continuar la disputa del partido o por tiempo
indeterminado.
ho
Si bien la mera transgresión de las normas preestablecidas
del juego no resulta suficiente a fin de configurar
antijuridicidad en el derecho civil, sí el desvío notorio o
ec
excesivo de aquellas que, con el fin de favorecer su
desenvolvimiento armónico, traducen cierto resguardo de la
seguridad de sus participantes. Ello, debido a que su
r
abierta y grave desobediencia pone de manifiesto una De
innegable indiferencia hacia el deber de previsión
demostrativa de la culpa o la intención de dañar (CNCiv.,
Sala D, "Cotroneo, Ricardo D. c. Club Atlético Banfield y
otros", La Ley, 1983-D-385).
de
En el sub examine ese apartamiento grosero de las pautas de

comportamiento previstas en el reglamento, resulta
demostrativo por lo menos de un reprochable desinterés por
la integridad física del contrario. Así lo denotan lo
ca
peligroso de la falta, la potencia que se emplea para

cometerla y la zona vulnerable donde se aplica. Esos tres
factores conforman una combinación que, al reunirse en el
te
mismo hecho, malogra cualquier justificación que se

intente.
lio
Las demás circunstancias que se dan cita en el evento,

lejos de mejorar su situación, contribuyen a confirmar esa
b
convicción. El sector del campo donde se produce el hecho

Bi
-mitad defensiva del equipo del lesionado- descarta el

riesgo para la valla del conjunto que integraba Camoranesi,
el modo en cómo aborda a Pizzo - de costado- imposibilita
interpretarlo como un involuntario reflejo defensivo de su
parte, y la posición de la pelota al momento del contacto
-superando la ubicación del agresor- elimina la intención
de su disputa. Ese conjunto de contingencias demuestra lo
innecesario y excesivo del comportamiento desplegado.
Se suma a ello la inoportunidad temporal -Camoranesi llega

a Pizzo a destiempo-, anatómica - lo golpea a la altura de
la rodilla- estratégica - lo derriba en la mitad de campo
del lesionado ganando por dos goles- y posesional -la
pelota había superado al agredido y agresor sin elevarse-,

lo cual imposibilita entenderlo como parte del juego,
tornando difícil calificarlo incluso como infracción
deportiva, erigiéndose en la más cabal muestra de aquello
en lo que no se debe convertir el deporte.
Finalmente, la calidad de hecho notorio que adquiriera la

condición de diestro del sancionado, mediante la difusión
masiva de los encuentros que el seleccionado de Italia
disputara en este Mundial, termina de cerrar el cuadro de
circunstancias que vuelven civilmente reprochable su
actitud, puesto que la experiencia demuestra que quien
pretende disputar una pelota dividida no enfrenta al
ho
contrario con su pierna inhábil -izquierda-, tal como éste
lo hizo.
ec
No innovo al afirmar la falta de normalidad que representa
una situación en la cual un jugador en su zona defensiva,
luego de perder el dominio de la pelota, es interceptado de
r
costado por un integrante del equipo contrario, quien De
desentendiéndose del esférico lo acomete violentamente con
una plancha a la altura de la rodilla, ejecutada con tanta
potencia como para luxarla, rompiendo los ligamentos y
meniscos de la articulación.
de
Lo infrecuente del suceso se desprende no sólo de lo

inusitada de la maniobra, sino también de la agresividad
revelada en la gravedad de sus consecuencias. No en vano el
perito médico traumatólogo manifiesta que es una afección
ca
inusual que depende de la dirección y violencia que le

imprima el agente traumático (fs. 652 vta.).
te
La absoluta falta de proporcionalidad entre la única

finalidad funcional al juego que podría haber perseguido la
lio
maniobra -impedir que el contrario intente disputar el

balón- y el medio elegido -aplicar una violenta plancha en
la rodilla- hablan a las claras de lo irrazonable del
b
proceder elegido, exterioriza aquella violación al deber de

Bi
previsión carente de toda diligencia aconsejable según las

vicisitudes del caso (doct. art. 512 del Cód. Civ.).
Más allá de que la fuerza impresa a la acción la muestra

injustificada independientemente del lugar del campo de
juego donde ocurra, en este caso, la ausencia de todo
riesgo para el arco defendido por el accionado y la
diferencia de goles a favor de su equipo, resultan
lapidarios para su defensa.
Ese suceso podrá ser natural en una confrontación de full

contact, king boxing, o boxeo tailandés, donde golpear
violentamente al adversario para doblegarlo es la forma
permitida de obtener el triunfo, pero no en el fútbol,

donde esa acción exhibe un desmesurado desvío de las normas
del juego que, unido a la fuerza puesta en su ejecución,
exterioriza ese factor de atribución de responsabilidad
(art. 1109 del Cód. Civ.).
Una sola circunstancia me disuade de calificar su accionar

como doloso: su caída seguida a la plancha que le
proporcionara a Pizzo. En efecto, esa mecánica me impide
descartar el convencimiento del agresor -aunque abrigo mis
dudas- de que la rodilla del agredido soportaría ese golpe
y le permitiría girar con el pie apoyado sobre ella hacia
la pelota, en una especie de encubrimiento de su grosera
ho
intención infraccional. Esa errónea convicción del dañador
es lo único que me impide arribar a la seguridad del dolo,
dubitación razonable que solo cabe resolver en su favor.
ec
b. Responsabilidad del Club Aldosivi.
r
En el propósito de impugnar este aspecto del decisorio, elDe
apoderado de la asociación civil expresa que Camoranesi no
era empleado ni dependiente de su representada, puesto que
se trataba de un jugador amateur que ejercía su derecho
constitucional de asociarse o disociarse cuando lo decida,
pudiendo no responder a una citación del club sin que ello
de
le signifique sanción alguna.
Añade que el carácter doloso, o por lo menos gravemente

culposo, de la acción desplegada por el lesionante, no
ca
implica ni supone una orden o instrucción de Aldosivi,

entidad enderezada solo a la práctica lícita o
reglamentaria de la actividad deportiva.
te
No asiste razón al apelante.

lio
En cuanto a lo primero, alcanza con parafrasear al señor

Juez de Primera Instancia, debido a que más allá de la
b
facultad del jugador de conservar el vínculo con el club o

Bi
extinguirlo, lo cierto es que al momento de disputarse el

partido Camoranesi se encontraba integrando el equipo de
Aldosivi.
La dependencia se configura en razón a que la institución

deportiva se sirve materialmente del asociado para
enfrentar a otros clubes y, si bien en esta práctica pueden
canalizarse necesidades personales del jugador, la
participación del mismo redunda en beneficio del cometido
de la asociación y, eventualmente, de su prestigio como
entidad.
La relación que se entabla entre el jugador y el club

descubre no sólo cierta subordinación jurídica, puesto que
el primero podrá representar al segundo exclusivamente en
los encuentros que éste programe, sino también técnica,
dado que integrará el plantel superior conforme lo decida
su director técnico, y en su caso, recibirá por su
intermedio instrucciones referentes a la manera de cumplir
las funciones que se le han confiado (Acuña Anzorena,
Arturo, "La responsabilidad del comitente por le hecho de
los encargados en Estudios sobre la responsabilidad civil,
citado por Trigo Represas en La dependencia en los ámbitos
contractual y extracontractual, Revista de Derecho de
Daños, Responsabilidad de los dependientes, p.45).
ho
No acatando las indicaciones podrá ser reemplazado durante
el partido e incluso en la fecha siguiente, o en otra, no
ec
formar parte del equipo con el que se la dispute. Ello
supone una autorización del principal otorgada al
dependiente, revelando la posibilidad selectiva y el poder
r
virtual de mando propios de la llamada dependencia De
transitoria o eventual (CNCiv., sala D, 29-8-83, "Irreal
c/Denaro", L.L. 1984-B-75, del voto en disidencia del Dr.
Bueres).
La responsabilidad del principal por injerencia en el modo

de
de desempeño del dependiente no resulta destruida sólo

porque el hecho sobreviniera en el curso del cumplimiento
defectuoso de la orden impartida, ya que la responsabilidad
indirecta supone generalmente el desempeño incorrecto de
ca
las tareas encomendadas. En efecto, realizado el acto en

función directa e inmediata con la comisión o encargo, ya
que de lo contrario no se habría podido ejecutar, se
te
proyecta la imagen de haber ocurrido dentro del marco

aparente de las funciones encomendadas, no operando esa
lio
fractura el mero abuso o la desobediencia, dado lo

previsible o posible de la desviación (SCJBA, 20-11-96,
"Santillán c/Banco Local Cooperativo Ltdo.", L.L.B.A. 1997-
b
12; y SCJBA, 16-2-2000, "C., M. R. c/Benítez", L.L.B.A.

Bi
2001-15 y D.J.B.A. 158-95).
Ese mínimo de recognocibilidad exterior que el accionar

exhibe respecto del objeto y límites aparentes de las
tareas comisionadas, es lo que signa definitivamente la
responsabilidad del comitente (art. 1113, párr. 1°, pte.
1ra. del Cód. Civ.). De lo contrario, por la misma acción
de su dependiente podría o no responder según el
dependiente se hubiere apartado o no de las instrucciones
precisas impartidas.
Tales circunstancias podrán servir para fundar la acción de

regreso que el principal promueva contra su dependiente,
más no para exonerar de responsabilidad a aquel que obtiene

provecho del accionar del agente lesivo, brindándole la
oportunidad para que éste ocasione daños a quien confiara
en la representación esgrimida (art. 1123 del Cód. Civ.).
c. Daño emergente.-
Con la facturación acompañada en demanda, la sentencia de

la instancia precedente tuvo por acreditadas la erogaciones
por honorarios del cirujano, primer y segundo ayudantes,
anestesista, atenciones de internación, insumos y
laboratorio correspondientes a la segunda intervención
quirúrgica, como así también las realizadas en pago de
ho
fisioterapia, kinesioterapia y placa radiográfica, las
cuales sumaron un importe de $ 3.360,50.-
ec
Lo doloroso y grave del cuadro motivó la concesión de la
suma de $ 300 en concepto de analgésicos y tratamientos
medicamentosos. La misma cuantificación reconoció lo
r
asignado a gastos de transporte, en razón de la distancia De
que separaba el domicilio del actor del centro asistencial.
Ninguna de estas partidas fueron respaldadas por
documentación alguna.-
El apoderado del Club Atlético Aldosivi cuestiona esta

de
última indemnización, ironizando respecto de la apreciación

por el juez de los supuestos dolores, a quien sindica de
lego en medicina.
ca
En cuanto a los gastos de traslado, tilda de antojadiza su

recepción por no existir prueba que los avale.
te
Los reparos repasados no poseen andamiento.

lio
La caracterización de la sintomatología y magnitud de la

lesión sufrida es apoyada por el señor Juez en el dictamen
pericial médico. Esa circunstancia en la que descansa el
b
basamento del sentido en que se decide el reclamo de gastos

Bi
de medicamentos, luce carente de crítica concreta y

razonada (art. 260 del CPCC).
Igual suerte corre la disconformidad ensayada respecto de

la condena por el costo de los traslados. ····Aquí el
dirimente funda la recepción de la petición en las
evidentes dificultades de movilidad que la lesión
infundiera al actor, y lo distante de su residencia con el
establecimiento donde se asistía. ····Estas circunstancias
que dan pábulo al uso de la atribución prevista en el
artículo 165, párrafo tercero del ceremonial, tampoco fue
criticada para demostrar el yerro en que incurriera el
iudex, lo cual obsta a su revisión (art. 260 del CPCC).
d. Lucro cesante - pérdida de chance.
La sentencia recaída admite el reclamo de pérdida de chance

hasta la suma de $ 170.000, sustentándolo en las
declaraciones -sin documental- de dirigentes del club donde
revistaba el actor, dando cuenta que el mismo cobraba entre
$ 1200 y 1500 mensuales, y de quien fuera el presidente de
Racing Club de Avellaneda, que expresara que el actor se
encontraba entre las probables adquisiciones de la
institución con posibilidades ciertas de percibir una prima
anual de $ 20.000 y un ingreso mensual de $ 2.000. El
período durante el cual entiende ocurrida esa frustración
ho
lo mesura en seis años, teniendo en cuenta la edad de 26
años del actor al momento del hecho (fs. 743/748).
ec
El mandatario de Camoranesi se disconforma del porcentaje
de incapacidad adoptado en sentencia, cuestionando la
pericia médica traumatológica de la cual se extrae. Para
r
ello, afirma que el experto sólo revisó al actor sin De
practicarle estudios, habiendo exagerado un guarismo que
resulta desmentido por el estado en que éste se presentó al
examen. Menciona en su apoyo la participación del
accionante en un torneo de fútbol representado al Colegio
de Abogados local (fs.785/787).
de
Prosigue su embate, asegurando que el actor no ha perdido

ninguna oportunidad o probabilidad de evolucionar en su
carrera que resulte imputable a su representado. Señala que
ca
éste a los 26 años se encontraba en su plenitud, habiendo

desarrollado el máximo de sus capacidades técnicas, las que
solo le permitieron jugar de marcador de punta en Alvarado
te
de Mar del Plata.

lio
Pone de resalto que su esfuerzo debía pasar por conservar

lo logrado, debido al deterioro físico que sigue a esa
edad. Desmerece las aptitudes del lesionado, repasando
b
raudamente y en forma genérica las testimoniales ofrecidas

Bi
por su parte, y los reconocimientos recibidos.
Niega que se hayan aportado elementos de prueba sobre los

ingresos dejados de percibir y sobre la existencia de la
alegada chance. Consigna que no es razonable y probable que
un jugador a esa altura de su carrera emigre al fútbol de
primera división y menos a alguno de los clubes grandes.
Postula que en el proceso de ponderación de la existencia

de menoscabo patrimonial se considere el ingreso del actor
al poder judicial, lo cual le posibilitó gozar de tiempo
necesario para concluir su carrera y procurarse sustento de
por vida, lo cual es poco probable en la vida del

futbolista. Estima no probado el perjuicio patrimonial.
En idéntico transe, el apoderado del Club Atlético Aldosivi

ataca este aspecto del pronunciamiento, manifestando que la
posibilidad de que el demandado se desempeñare en el fútbol
profesional de Buenos Aires era muy difícil y decir que se
mantendría en ese nivel por seis años remota e imposible
(fs. 801 vta./803).
Cita en su apoyo el régimen legal del fútbol profesional y

el Convenio Colectivo de la actividad, afirmando que el
término de duración de los contratos es de un año con
ho
posibilidad de prórroga por dos períodos iguales más, lo
que a su entender demuestra que Pizzo se podía haber vuelto
al año de contratado.
ec
Respecto de los ingresos como jugador local, asevera que el
club es amateur y los futbolistas que lo integran meros
r
aficionados. Si bien reconoce la existencia de una especieDe
de emolumento en contraprestación de sus servicios, los
acota a los ocho meses que dura la temporada de fútbol en
Mar del Plata.
Al tratar idéntico tópico, el mandatario del accionante

de
interpreta que la reparación de este parcial debe

identificarse con la sumatoria total de las sumas dejadas
de percibir y no un porcentaje de ellas (fs. 791/792).
ca
No asiste razón a ninguno de los apelantes.
La experticia contiene un detalle exhaustivo del examen

te
semiológico traumatológico del actor, teniendo presentes

los resultados de los estudios de diagnóstico y demás
lio
documentación médico sanitaria agregada al expediente,

conteniendo una explicación de los procedimientos
realizados y de la razón de la ciencia del dicho
b
profesional como fundamento de sus conclusiones (fs.

Bi
651/655; Devis Echandía, Compendio de la prueba judicial,

Rubinzal Culzoni, TII, pág. 110/111).
Frente a los agregados a las constancias de autos, la

pretensión de realización de nuevos estudios aparece como
inoficiosa o estéril, más aún cuando no se han brindado
fundamentos que sustenten su necesidad (fs. 651 vta.; arts.
384 y 474 del CPCC).
Bajo el gobierno de esas circunstancias, la concordancia

lógico formal que expone el dictamen, en aquellas
cuestiones técnicas que exceden los conocimientos de un
profesional del derecho como lo es el porcentaje de
incapacidad del lesionado, poseen un valor trascendente

que, ante la inexistencia de elementos que la refuten no
debe ser desoído (CSJN, 10/12/92, "Posee Daniel c/Chubut,
pcia. de y otra").
En referencia a la prueba de los ingresos del dañado, cabe

recordar que en nuestro sistema procesal no impera el
sistema de prueba tasada sino de libertad probatoria, el
cual impide afirmar que determinada circunstancia deba ser
acreditada excluyentemente por cierto medio probatorio
(Libro II, Capítulo V CPCC).
En ese contexto, la falta de documentación respaldatoria o
ho
asientos contables que avalen los ingresos no resulta
definitiva a los efectos de arrimar convicción sobre su
existencia, estado al cual se puede arribar mediante la
ec
producción de otros elementos (fs. 1/125, 700/701).
La declaración de dirigentes del club - Alvarado- para el
r
cual jugaba el actor produce ese efecto, máxime cuando es De
el apoderado del club contrario -Aldosivi- quien reconoce
la corriente entrega de emolumentos en contraprestación por
el desempeño de los jugadores locales (fs. 453/456, 803 y
692/694, arts. 163, inc. 5° párr. 2°, 384 y 424, ssgtes. y
ccdtes. del CPCC).
de
La negación de que un jugador de las características y edad

del actor pueda desempeñarse en el fútbol profesional de
primera división, resulta contravenida por la declaración
ca
nada menos que de quien fue presidente del club Racing de

Avellaneda poco después del acaecimiento del hecho,
institución que justamente se encontraba interesada en la
te
adquisición del pase en esa época (fs. 458/462, 692/694).

Esta secuencia, además, es confirmada por las expresiones
lio
de dos testigos que ya fueran citados, involucrados con la

vida deportiva de Pizzo (fs. 453/456 y 692/694).
b
La realidad, con su fuerza implacable, demuestra la cada

Bi
vez mayor presencia de jugadores de más de 30 años en el

deporte de alta competencia, no siendo el fútbol la
excepción a esa regla (art. 384 del CPCC).
En referencia a la cuantificación de esta partida,

contrariamente a lo pretendido por Camoranesi, ninguna
implicancia reporta su ingreso al Poder Judicial, la
consecuente disposición de tiempo para estudiar, y la
obtención del título de abogado, puesto que nada indica que
paralelamente al desempeño de su carrera futbolística el
actor no podría alcanzar iguales logros. Incluso, de las
constancias de autos surge que al momento de producción del
acontencimiento dañoso, el actor ya se encontraba en un
estado avanzado de la carrera y próximo a recibirse, lo

cual pone de manifiesto que su trayectoria como futbolista
no le detraía el tiempo necesario para concretar sus
anhelos universitarios (fs. 76).
La argumentación de que la temporada de fútbol en Mar del

Plata insume solo ocho meses del año, y del posible regreso
del actor de Buenos Aires al término del primer contrato de
un año al que podría haber accedido, expuestas en el
propósito de acotar la extensión de la partida en estudio,
no pueden ser siquiera consideradas en esta instancia,
debido a no haber sido alegadas en demandada (art. 272
CPCC).
ho
Independientemente de establecer si el reclamo se
identifica con el lucro cesante o la pérdida de chance, lo
ec
importante pasa por evitar que bajo distintas
denominaciones se este duplicando la indemnización del
mismo daño, para lo cual será menester indagar en la
r
sustancia de los reclamos, sin especulaciones dogmáticas De
que solo se detengan en el nomen iuris de los mismos.
En ese propósito, procedería reconocer a la solicitud de

reparación de los importes dejados de percibir como jugador
del club marplatense donde se desempeñaba, la naturaleza de
de
lucro cesante y no pérdida de chance, debido a que ese

reclamo equivale al cercenamiento de utilidades o
beneficios materiales que se habrían logrado de no ocurrir
el hecho. No se frustró simplemente la posibilidad de un
ca
beneficio (pérdida de chance), sino un aumento patrimonial

previsible que se venía devengando, dejando de ingresar
esos valores como consecuencia del incidente (art. 1069
te
del Cód. Civ.).

lio
Ahora bien, a la imposibilidad de continuar gozando de esos

ingresos debe sumársele la pérdida de la oportunidad de
mejorarlos mediante la concreción de un pase a uno de los
b
clubes que protagonizan el campeonato de primera división

Bi
de nuestro país, conforme detentaba el actor.
Frente al supuesto de truncamiento de posibilidades, el

resarcimiento no debe alcanzar la integridad del valor de
la ventaja, sino sólo el de la probabilidad de lograrla, el
cual puede ser mayor o menor según las circunstancias del
caso, pero sin alcanzar nunca la totalidad de aquel otro,
puesto que vale menos poseer algo como probabilidad que
tenerlo en el acto (Zavala de González, Matilde,
Resarcimiento de daños, t. 4, Presupuestos y funciones del
Derecho de Daños, p. 170, Hammurabi, Buenos Aires, 1999).
La indemnización del quebrantamiento de la continuidad de

ingresos deberá identificarse con el piso mínimo de
reconocimiento, agregándosele un importe por el eventual
mejoramiento de ganancias que le hubiere significado la
chance perdida. En el caso, esa posibilidad adquiere un
mayor grado de certidumbre ante la realidad de que un club
importante de primera "A" nacional lo tenía entre la nómina
de sus posibles adquisiciones, circunstancia que deberá
reflejarse en la cuantía de ese porcentual.
Ello así, y no superando la suma mensual derivada de la

pérdida de oportunidad de ingresar a Racing, el promedio de
lo percibido en el Club Local, la indemnización por ésta
ho
frustración solo deberá experimentar el aumento
correspondiente a la frustración de la oportunidad de
hacerse acreedor de una prima anual en el club de Buenos
ec
Aires.
Por lo expuesto, aprecio que la indemnización por este
r
parcial deberá estar representada por la suma de $ 169.200.
De
c. Daño moral.
El juez de primera instancia acogió este rubro en razón de

la presunción de su ocurrencia ante la existencia de daños
de
físicos derivados de accidentes, poniendo en cabeza del

responsable del hecho la prueba que contradiga su
configuración.
ca
Para su cuantificación hizo uso del arbitrio judicial,

ponderando el carácter de graves y dolorosas de las
lesiones, edad del lesionado, alteración de su actividad
te
deportiva, la incapacidad consecuente, las cicatrices

resultantes y la afectación que eso produjo en su libertad
lio
individual y vida de relación, lo que califica como un

padecimiento espiritual que debe ser indemnizado con la
suma de $ 20.000.
b
Bi
El letrado del deportista codemandado sostiene que ha

demostrado que el actor ejerce con total normalidad sus
actividades, razón por la cual esgrime la inexistencia de
un quebranto espiritual de magnitud que merezca una suma
como la fijada.
A su turno, el profesional que ejerce la representación del

club se limita a calificar de excesiva la cuantía acordada
a este tópico.
Por su parte, el representante de la parte actora propugna

el incremento de la cuantía de la indemnización, ara lo
cual desanda las declaraciones de los testigos y peticiona

que se ponderen las circunstancias que rodearon al hecho.
Contrariamente a lo expresado por el futbolista accionado,

el actor debió desistir de su intento por reinsertarse en
el fútbol profesional como consecuencia de las secuelas de
las lesiones, lo cual denota la magnitud de las
consecuencias del hecho (fs. 454, 689 vta.).
El daño moral se configura por el conjunto de padecimientos

físicos y espirituales derivados del hecho, y que tiene por
objeto reparar las consecuencias del quebranto que supone
la privación o disminución de aquellos bienes que tienen un
ho
valor precipuo en la vida del hombre y que son la paz, la
tranquilidad de espíritu, la integridad física, el honor y
los demás afectos (art. 1078 del Cód. Civ.; SCBA,
ec
02/02/88, causa 38929).
En forma análoga al daño patrimonial donde existe una
r
modificación disvaliosa del patrimonio, en el daño moral De
hay una modificación en el espíritu, en el desenvolvimiento
de su capacidad de entender, querer o sentir, que se
traduce en un modo de estar diferente de aquel que se
encontraba antes del hecho, como consecuencia de éste y
anímicamente perjudicial (conf. Daniel Pizarro y Horacio
de
Roitman, El daño moral y la persona jurídica, Revista de

Derecho Privado y Comunitario, Nro. 1, pág. 224).
En la determinación del daño moral el Juzgador cuenta con

ca
discrecionalidad para fijar su monto, aunque atendiendo a

las circunstancias concretamente acreditadas en la causa y
teniendo en cuenta que esa indemnización no debe
te
transformarse en fuente de un enriquecimiento indebido, ni

de un beneficio inesperado.
lio
Por ello, teniendo en consideración las circunstancias en

que ha ocurrido el accidente, las consecuencias físicas que
b
el mismo ha generado, los tratamientos ha que ha debido

Bi
someterse el actor, su edad, las secuelas de las lesiones,

no cabe duda que se ha perturbado su tranquilidad
espiritual y que la misma ha padecido una serie de
sufrimientos que permiten inferir razonablemente que, a
consecuencia del evento dañoso se ha modificado
desfavorablemente la situación en que se encontraba con
anterioridad al mismo.
En orden a lo expuesto, y con sustento en las normas

legales que permiten fijar esta indemnización, se determina
que en concepto de daño moral corresponde aumentar la suma
fijada por este parcial en $ 10.000 más, resultando un
importe de pesos treinta mil ($ 30.000).-
d. Intereses.
La demandante postula la aplicación de tasa pasiva hasta el

6/2/2002 y luego su variante activa, solicitando se revoque
la sentencia en ese aspecto.
Esta pretensión no habrá de merecer acogimiento en virtud

de lo decidido por el voto mayoritario de los integrantes
de la Suprema Corte provincial mediante Acuerdo 101774 en
la causa "Ponce Manuel Lorenzo y otra c/ Sangalli Orlando
Bautista y otros s/ Daños y perjuicios" (21/10/2009),
temperamento recientemente ratificado en autos "Quadrana
ho
Sergio c/ Línea 54 Expreso Roca S.A. y otros s/ Daños y
perjuicios", causa C. 100375 (25/11/2009).-
ec
Lo resuelto por el Tribunal, así como el deber de procurar
la economía procesal, me lleva a abandonar la postura que
venía sosteniendo hasta la fecha en la materia. Por tal
r
motivo, considero que no debe modificarse lo resuelto en el
De
punto por el a quo, quien mandó aplicar la tasa pasiva
pagada por el Banco de la Provincia de Buenos Aires en sus
depósitos a treinta días (art. 622 Cód. Civil; arts. 278
y 34 inc. 5 del CPCC).-
de
Con las modificaciones propuestas, voto por la AFIRMATIVA.
A LA CUESTION PLANTEADA EL SEÑOR JUEZ DOCTOR LOUSTAUNAU

DIJO:
ca
1.- En mi opinión, el deber de responder por daños

derivados de lesiones deportivas resulta procedente cuando:
te
a) el daño se ha producido por una acción "excesiva" que

lio
viola grosera y abiertamente el reglamento del juego.
b) en la acción se evidencia la intención de provocar el

b
resultado dañoso, sea durante el desarrollo del juego o

Bi
bien cuando éste se encuentre detenido (Este Tribunal Sala

II causa n° 143.268 de agosto de 2009 con cita de Bueres
Alberto J. su voto en la Cámara Nacional de Apelaciones en
lo Civil, Sala D, 17/12/82 "Cotroneo Ricardo D c/ Club
Atlético Banfield y otros" LA LEY 1983-D,385, con nota de
Jorge Mosset Iturraspe; Bustamante Alsina "Teoría general
de la responsabilidad civil" Abeledo-Perrot p. 536 n° 1514
y sgts.).
2.-En el caso de autos, si bien podrían caber algunas

vacilaciones sobre la deliberada intención de causar daño,
no encuentro motivo para dudar respecto a que -al menos- la
conducta del demandado encuadra en el primer supuesto, pues
a mi modo de ver resulta evidente que ha violado grosera y

abiertamente el reglamento del juego.
He visto detenidamente, paso por paso y a la velocidad

normal la jugada, en no menos de veinticinco oportunidades,
y continúo dudando si Camoranesi fue a disputar la pelota o
buscó deliberadamente lastimar a su rival. En la duda debo
estar a favor de que no ha habido dolo en los términos del
art. 1072 del Código Civil ( Carranza, Jorge "El dolo en
el derecho civil y comercial" edit. Astrea p. 91 con cita
de Borda y de la S.C.B.A.).
No tengo dudas en cambio, y comparto la convicción del Sr.
ho
Juez que me precedió, respecto a que aún siendo culposa, la
acción del demandado fue manifiestamente desleal, excesiva
y groseramente violatoria del reglamento de juego.
ec
Coincido por lo tanto, con la detallada descripción y
calificación del hecho que hace el Dr. Rosales Cuello, y
r
adhiero a su voto. De
ASI LO VOTO.
A LA SEGUNDA CUESTION PLANTEADA EL SEÑOR JUEZ DOCTOR MENDEZ

DIJO:
de
Corresponde, por mayoría: 1) CONFIRMAR la sentencia de fs.

725/50, modificándosela en los parciales indemnizatorios
"lucro cesante-pérdida de chance" y "daño moral", los
ca
cuales se fijan en las sumas de $ 169.200 y $ 30.000,

respectivamente; 2) Imponer costas de Alzada a los
demandados vencidos (art. 68 CPC) y 3) Diferir para su
te
oportunidad la regulación de honorarios profesionales (art.

31 ley 8904).
lio
ASI LO VOTO.
b
Los Señores Jueces Doctores Rosales Cuello y Loustaunau

Bi
votaron en igual sentido por los mismos fundamentos.
Finalizado el acuerdo se dicta la siguiente:
SENTENCIA
Por los fundamentos consignados en el precedente acuerdo,

por mayoría: 1) SE CONFIRMA la sentencia de fs. 725/50,
modificándosela en los parciales indemnizatorios "lucro
cesante-pérdida de chance" y "daño moral", los cuales se
fijan en las sumas de $ 169.200 y $ 30.000,
respectivamente; 2) Se imponen costas de Alzada a los
demandados vencidos (art. 68 CPC) y 3) Se difiere para su
oportunidad la regulación de honorarios profesionales (art.

31 ley 8904). Notifíquese personalmente o por cédula (art.
135 inc. 12 CPC). Devuélvase.-
ALFREDO EDUARDO MENDEZ
siguen las firmas.-
RAMIRO ROSALES CUELLO
ROBERTO JOSE LOUSTAUNAU
José Gutiérrez
ho
Secretario
ec
Fallo provisto por Microjuris
r
De
de
ca
te
b lio
Bi
A C U E R D O
En la ciudad de La Plata, a 11 de julio de
2012, habiéndose establecido, de conformidad con lo dispuesto
en el Acuerdo 2078, que deberá observarse el siguiente orden
ho
de votación: doctores Genoud, Soria, de Lázzari, Hitters, se
ec
reúnen los señores jueces de la Suprema Corte de Justicia en
acuerdo ordinario para pronunciar sentencia definitiva en la
r
causa C. 113.317, "Pizzo, Roberto contra Camoranesi, Mauro.
De
Daños y perjuicios".
A N T E C E D E N T E S
de
La Sala Primera de la Cámara de Apelación en
lo Civil y Comercial del Departamento Judicial de Mar del

ca
Plata confirmó, por mayoría, el fallo de primera instancia
que hiciera lugar a la demanda de daños y perjuicios

te
entablada por Roberto Pizzo contra Mauro Camoranesi y el Club
Atlético Aldosivi, modificando el monto de condena por los

lio
rubros indemnizatorios "lucro cesante - pérdida de chance" y

b
daño moral (fs. 838/867 vta.).

Bi
Se interpusieron, por los demandados, sendos
recursos extraordinarios de inaplicabilidad de ley (fs.
875/885 y 886/899).
Dictada la providencia de autos y
encontrándose la causa en estado de pronunciar sentencia, la
Suprema Corte resolvió plantear y votar las siguientes

C U E S T I O N E S
1ª. ¿Es fundado el recurso extraordinario de
inaplicabilidad de ley de fs. 875/885?
En su caso:
2ª. ¿Lo es el de fs. 886/899?
ho
V O T A C I Ó N
ec
A la primera cuestión planteada, el señor Juez
doctor Genoud dijo:
r
1. El señor Roberto Javier Pizzo promovió De
demanda de daños y perjuicios contra el señor Mauro
Camoranesi por la responsabilidad deportiva atribuida en el

de
hecho ocurrido el día 14 de agosto de 1994, cuando en el
estadio General San Martín se enfrentaron los equipos de

ca
fútbol Club General Alvarado y Club Atlético Aldosivi. Este
último fue citado al proceso como tercero (fs. 4/6, 110/125,

te
146/150 y 218/225).
El juez de primera instancia hizo lugar a la

lio
demanda, condenando al citado Camoranesi y al Club Aldosivi

b
(fs. 725/750).
Bi
II. La Cámara de Apelación confirmó -por
mayoría- este fallo, aunque modificó los importes
reparatorios de los daños por "lucro cesante - pérdida de
chance" y daño moral (fs. 838/867 vta.)
Para así decidir, luego de pasar revista de
las distintas posturas doctrinarias (fs. 849/851), consideró

que la responsabilidad del señor Camoranesi debe ser
analizada desde la perspectiva de la culpa, pues la sola
violación objetiva de las reglas de juego -el reglamento- en
tanto revisten la condición de meras normas de actuación de
los jugadores, sancionables en el ámbito deportivo, no
ho
alcanza para cumplir con el presupuesto de la antijuridicidad
ec
o ilicitud (fs. 851).
Sostuvo que la sola violación del reglamento
r
alcanzará para cumplir con ese requisito en lo infraccional;
De
pero a la luz del derecho común, la culpa se alzará en
elemento cualificante sin cuyo concurso mal podríamos hablar

de
de ilicitud (fs. 851).
Afirmó que la culpa se identificará siempre

ca
con la omisión de las diligencias aconsejables y, que en el
proceso de comprobación, la constatación de la presencia de

te
ese elemento subjetivo y de la relación causal que une la
conducta con el daño causado, junto con las posibles

lio
concausas que interrumpan parcial o totalmente el nexo

b
causal, será en definitiva lo que determinará la

Bi
responsabilidad del suceso (fs. 852 vta.).
Además reparó en que el ajuste de la actividad
deportiva a reglas preestablecidas y el despliegue de un
esfuerzo o destreza por encima del nivel habitual, obliga a
reconocer que la síntesis resultante del concepto uniforme
de culpa, proyecta generalmente una elevación del umbral de

tolerancia abarcando todos aquellos accidentes propios de la
disputa sin violación del reglamento y, aun algunos
provocados en transgresión de esas normas, siempre y cuando
no exhiban un apartamiento grosero o excesivo de las mismas
(fs. 852).
ho
Consideró que tanto la culpa impregnada de las
ec
características especiales de este ámbito (fútbol), como el
dolo, generan consecuencias jurídicas que impiden convalidar
r
o aceptar la mala intención de los jugadores y las graves De
imprudencias o los excesos en perjuicio de los rivales (fs.
852 vta.).
de
Todo lo cual proporciona la necesaria pauta
teleológica que necesariamente deberá informar el examen de

ca
legitimidad de la maniobra analizada (fs. 853).
Sobre tal base, juzgó que la conducta del

te
referido Camoranesi no logró sortear ese test, pues "... al
cabo de presenciar en reiteradas oportunidades las imágenes

lio
contenidas en el video del partido durante el cual se

b
produjera el suceso cuyas consecuencias se demandan, al cual

Bi
doy preeminencia sobre las testimoniales respecto a la
reconstrucción histórica del hecho dado su fidelidad, no he
logrado desterrar la impresión inicial de innecesariedad y
brutal agresión que me dejara el comportamiento protagonizado
por el demandado..." (fs. 853 vta.).
Así observó que de "... los movimientos

descriptos por ambos jugadores en la secuencia que culminara
en la lesión, se avizora claramente que el actor concentrado
en alcanzar la pelota, esfuerza su pierna izquierda en
apertura y extensión, tomando contacto con ella y alejándola.
Por el contrario, el demandado se desentiende por completo
ho
del recorrido del balón yendo directamente a la intercepción
ec
de la humanidad del contrincante, quien como producto de la
acción antes descripta, se encontraba con la pierna izquierda
r
en abducción y extendida, próxima a apoyar el talón de ese
De
pie sobre el campo, dejándola en un vulnerable ángulo agudo.
Lejos de adoptar una postura que minimice los efectos del

de
contacto en esas condiciones de inferioridad de su oponente,
éste aumenta el poder ofensivo de su accionar elevándose,

ca
levantando innecesariamente su pierna izquierda en forma de
plancha, concentrado en el pie de ese lado todo el peso de

te
su cuerpo potenciado por la velocidad desarrollada, tomando
contacto con la zona media del miembro inferior del

lio
lesionado, parándose literalmente sobre la rodilla que se

b
encontraba suspendida entre dos puntos de apoyo distantes:

Bi
el suelo y la cadera" (fs. 853 vta./854).
Y añadió que "La zona de la pierna donde se
ubica la lesión y la pelota pegada al piso, descartan toda
intención de disputa de la misma, puesto que de lo contrario
el contacto se hubiere producido más cerca del tobillo del
actor y nunca a la altura de la rótula"; "Las fotografías N°

5 y 6, glosadas a fojas 106 de autos, dan cuenta de esto. La
situación que describe esa toma resulta representativa de la
más absoluta carencia de espíritu deportivo. El pie del
demandado alzado a la altura que torna imposible
materialmente el contactó con el balón, también confluye en
ho
ese sentido" (fs. 854 y su vta.).
ec
Con base en ello concluyó en que el demandado
omitió, en los términos del art. 512 del Código Civil,
r
aquellas medidas que habrían evitado o disminuido los riesgos De
y descartar toda indiferencia hacia su producción:
"Direccionar su accionar hacia la disputa de la pelota,

de
efectuar alguna maniobra evasiva, disminuir su velocidad,
omitir levantar el pie a esa altura o simplemente flexionar

ca
la rodilla al sentir la presencia del otro jugador bajo su
botín, se inscriben entre las medidas omitidas..." (fs. 854

te
vta.).
"Si bien -siguió diciendo- la mera

lio
transgresión de las normas preestablecidas del juego no

b
resulta suficiente a fin de configurar antijuridicidad en el

Bi
derecho civil, sí el desvío notorio o excesivo de aquellas
que, con el fin de favorecer su desenvolvimiento armónico,
traducen cierto resguardo de la seguridad de sus
participantes. Ello, debido a que su abierta y grave
desobediencia pone de manifiesto una innegable indiferencia
hacia el deber de previsión demostrativa de la culpa o la

intención de dañar"(fs. 854 vta./855).
Y culminó refiriendo que: "Las demás
circunstancias que se dan cita en el evento, lejos de mejorar
su situación, contribuyen a confirmar esa convicción...",
esto es: el sector del campo donde se produjo la jugada, la
ho
inoportunidad temporal, anatómica, estratégica y posicional
ec
de la disputa de la pelota y la condición de diestro del
sancionado (fs. 855/vta.).
r
Dijo que la absoluta falta de proporcionalidad
De
entre la única finalidad funcional al juego que podría haber
perseguido la maniobra -impedir que el contrario intente

de
disputar el balón- y el medio elegido -aplicar una violenta
plancha en la rodilla- hablan a las claras del irrazonable

ca
proceder elegido, exteriorizando la violación al deber de
previsión carente de toda diligencia aconsejable (fs. 856).

te
De este modo, el sentenciante determinó que
el suceso en cuestión -el golpear violentamente al

lio
adversario- no es natural en el fútbol, por lo que esa acción

b
se exhibe como un desmesurado desvío de las reglas de juego

Bi
que exterioriza la culpa del demandado y, por lo tanto, lo
hace responsable del hecho dañoso (fs. 856 vta.).
III. Contra este pronunciamiento se alza el
apoderado del codemandado Camoranesi mediante el recurso
extraordinario de inaplicabilidad de ley deducido a fs.
875/885, en el que denuncia la violación de los arts. 512 y

1109 del Código Civil; 375 y 384 del Código Procesal Civil y
Comercial; 17 y 18 de la Constitución nacional; 10 y 31 de
la Constitución bonaerense y de la doctrina legal que invoca,
así como el supuesto de absurdo en la valoración de la prueba.
Formula reserva de caso federal.
ho
Se agravia por cuanto en el fallo atacado se
ec
aprecian erróneamente los hechos planteados en la causa y,
consecuentemente, se infringen los arts. 512 y 1109 del
r
Código Civil. De
Así, en su presentación comienza alegando que
la Cámara ha soslayado el criterio sentado por este Tribunal

de
en la causa C. 85.692 ("G.,E. c/ S.,d. Daños y perjuicios",
sent. del 9-VI-2010), donde se estableciera -entre otras

ca
consideraciones- que el ejercicio de toda actividad deportiva
implica un riesgo y, en tanto se trate de una actividad

te
autorizada por el Estado en la cual participan
voluntariamente los contendientes, la conducta del agente

lio
que ocasiona un daño no puede ser juzgada con idéntico

b
criterio con que es apreciada la actividad de dicha persona

Bi
en otro ámbito de relaciones en donde dicho riesgo no está
presente.
De ahí que, a los fines de determinar el
surgimiento de la responsabilidad, deben ser examinadas las
normas o reglas que rigen la competición, conjuntamente con
los principios que ordenan la responsabilidad civil. Tal

determinación dependerá entonces de las circunstancias del
caso concreto, sin olvidar que la mera infracción a la
reglamentación del juego no implica per se responsabilidad
civil (fs. 878 vta./880).
Dice que la apreciación de la conducta debida
ho
contradice las pruebas habidas en 1a causa y desnaturaliza
ec
la práctica misma del deporte, en tanto impone el deber de
prever las consecuencias dañosas a quien se desplaza con
r
velocidad, fuerza y vehemencia (fs. 880). De
Expone que la lesión del actor se produce como
consecuencia de un choque a los cuarenta minutos del primer

de
tiempo del partido de fútbol, en la mitad de la cancha cuando
ambos jugadores -Pizzo y Camoranesi- disputaban la tenencia

ca
o el dominio de la pelota.
Repara luego en que la pretensión

te
indemnizatoria fue fundada en el dolo del accionado y que el
actor no cumplió con la carga de acreditar dicho factor de

lio
imputación. No obstante, el fallo suplió su desidia

b
efectuando una arbitraria interpretación de los hechos,

Bi
calificando la acción en el ámbito de la culpa -art. 1109
del Código Civil- condenando a Camoranesi (fs. 880 y 881).
Sostiene que la descripción de la jugada fue
realizada por la Cámara desde la fría óptica de quien no es
protagonista y esta circunstancia la precipita en un grosero
error de valoración, dado que una imagen no puede reflejar

la realidad de lo ocurrido en la competencia (fs. 880
vta./881).
Aduce que la conducta analizada es la típica
disputa de una "pelota dividida" entre dos jugadores. Dice,
además, que la posición del balón era elevada, porque el
ho
mismo venía picando. Por ello es que el demandado levantó la
ec
pierna izquierda a fin de lograr su posesión, encontrándose
en su carrera el miembro inferior izquierdo del actor, que
r
lo extendió con idéntico propósito, y que inevitablemente De
produjo el choque, cayendo Camoranesi por delante de su
oponente como producto de su carrera (fs. 881/vta.).

de
Controvierte, por otro lado, el rigor con que
se ha juzgado el comportamiento del accionado cuando es de

ca
público conocimiento que jugadas como la examinada ocurren
con mucha frecuencia en la práctica del fútbol, siendo

te
imposible adoptar medidas -como las exigidas en el fallo-
que eviten o disminuyan los riesgos (fs. 881 vta./882).

lio
También cuestiona el análisis que se efectúa

b
en el fallo sobre las circunstancias referidas a la situación

Bi
del balón, a la ubicación del choque en el campo de juego,
las posiciones defensiva y ofensiva de los jugadores y del
resultado del partido (fs. 882 vta./883).
Afirma que la Cámara se aparta de las
constancias de la causa, al dar preeminencia a las imágenes
por sobre las declaraciones de los testigos, las que resultan

coincidentes con las opiniones de los periodistas
especializados (fs. 883 vta./884 vta.).
Finalmente pretende exponer el absurdo
denunciado con la reproducción de declaraciones
testimoniales que, según dice, echan por tierra con la
ho
supuesta excepcionalidad del hecho y con la pretendida
ec
conducta excesiva o imprudente del demandado (fs. 884 vta.).
IV. El recurso no prospera.
r
1. En primer lugar considero necesario evaluar
De
la cuestión relativa a la responsabilidad comprometida para
luego, en segundo término, considerar la conducta que cupo

de
al demandado en la ocasión y si ésta, como tal, lo convierte
en el civilmente responsable.
ca
El recurrente intenta conmover las nociones
que la alzada -aun quien votara en minoría- somete a

te
conocimiento sobre la responsabilidad comprometida en el
ámbito de la actividad deportiva. Y destaco también que el

lio
juez que votara en minoría comparte los mismos fundamentos

b
que sus pares en cuanto a cuándo se halla comprometida la

Bi
responsabilidad por el hecho en el marco de un encuentro
deportivo (fs. 844 vta.), aunque -vale aclararlo- arriba a
conclusión diversa pues aprecia, en base a la evaluación de
la prueba habida, que el demandado no ha obrado en el caso
sino dentro de los parámetros normales, en el marco de una
típica acción de pelota dividida (fs. 846); en jugada común

y normal del partido (fs. 846 vta. y 847). Allí la diferencia
de opinión y juzgamiento en relación a lo expuesto por sus
colegas.
Por tanto nos queda evaluar, en primer
término, la responsabilidad por los hechos sucedidos
ho
(conductas) dentro del marco de la contienda deportiva.
ec
2. Cuando de daños ocasionados entre
"jugadores" durante una justa deportiva se trata, la mayoría
r
de los autores se pronuncia por la irresponsabilidad del De
autor del perjuicio, siempre que éste haya sido mera
consecuencia de la aplicación de las reglas del juego;

de
incurriendo el deportista en responsabilidad sólo por los
daños resultantes de infracciones a las normativas del

ca
deporte practicado, si medió de su parte una conducta viciada
de imprudencia, impericia, brutalidad, etc. Aún cuando

te
estuviese exenta de dolo, intencionalidad o deslealtad (Trigo
Represas, Félix A. - López Mesa, Marcelo, "Tratado de la

lio
Responsabilidad Civil", T. II, p. 807, Ed. La Ley; Savatier,

b
"Traité de la Responsabilité Civile en Droit Français", T.

Bi
II, p. 467; De Aguiar Días, "Tratado de la Responsabilidad
Civil", T. I, p. 435; Llambías, Jorge, "Tratado de las
Obligaciones", T. III, p. 589; Colombo, "Culpa Aquiliana",
T. I, p. 264; Borda, Guillermo, "Tratado de las
Obligaciones", T. II, p. 496; Herrera, Félix Guillermo,
"Daños en y por espectáculos deportivos", Bs. As., Ed. Gowa,

1996, p. 35).
Se tiene dicho que todo deporte implica -en
mayor o menor medida- un riesgo para quien lo practica que
debe ser por él asumido, y hay una cantidad de daños que
constituyen el riesgo propio y ordinario que la actividad
ho
deportiva entraña y que no resulta reparable. En tanto el
ec
deportista no realice una conducta contraria a las reglas de
juego no habrá reparación por parte del contendiente (Celia
r
Weingarten, "Tratado de Daños Reparables", T. II, p. 332,
De
Ed. La Ley; Ghersi Carlos, "Responsabilidad Civil/9", p. 479,
Ed. Hammurabi).
de
De ello se deriva que los deportistas deben
hacerse cargo de reparar los daños que resulten de su obrar

ca
culposo. El desarrollo de una actividad deportiva no puede
ser esgrimida como pantalla o justificativo para excusar a

te
un deportista de una conducta temeraria o manifiestamente
imprudente (Félix A. Trigo Represas-Marcelo López Mesa;

lio
"Tratado de la Responsabilidad Civil", T. II, p. 805, Ed. La

b
Ley). Por ello cuando un competidor posterga el juego y

Bi
genera una conducta excesiva o indudablemente negligente,
que se traduce en un daño, es razonable y justo que deba
pagar una indemnización por las consecuencias de su proceder
culposo (Mazzinghi, Jorge Adolfo -h-, "Los daños en el
deporte. Una sentencia severa pero justa", LL, 1996-C-698).
Si bien algunos han pretendido llevar al campo

exculpatorio las conductas asumidas, por el solo hecho de
tratarse de una actividad lícita y, más aún, promovida por
el Estado, es lo cierto también que el hecho de estar en
presencia de una conducta desplegada en la "órbita" de una
actividad lícita, y no solo lícita sino también considerada
ho
como valiosa por y para la sociedad, no obsta a que se reparen
ec
los daños que en la misma se verifiquen; es más, no sería
coherente que no se admitiera su reparación so color de que
r
es una actividad lícita pues ello no habilita, a modo de De
"bill de indemnidad", a que se dañe al otro inobservando
claras reglas de conducta a las cuales ajustarse (en igual

de
sentido puede verse María E. Fernández Puentes - Vega
Alejandro, "La reparación de los daños deportivos", S.J.A.,

ca
20-X-2010).
Pues aún en el marco de las reglas del juego,

te
organizadores y partícipes no están dispensados de las
obligaciones de prudencia, diligencia y cuidados que impone,

lio
a todo hombre, el deber general de no dañar a los demás

b
(conf. Savatier, René, ob. cit., T. II, p. 467, n° 855).

Bi
Es que como bien señala Mosset Iturraspe "Ni
el espíritu deportivo, ni la idea misma del deporte, ni la
sana competencia, ni el fervor o la dedicación, son
compatibles con la práctica violenta, en las hipótesis del
fútbol, del rugby y de la mayoría de los deportes colectivos
o en equipos" ("El daño deportivo, respon-sabilidad de su

autor y de la institución"; LL, 1983-D-384).
Algunos, para apreciar claramente el marco
limitativo, comprenden dos tipos de ilicitudes o
infracciones: las comunes y las extraordinarias o excesivas.
En las primeras, la irresponsabilidad es la regla, salvo que
ho
la intención permita concluir en la sanción; en las segundas,
ec
en cambio, priva un criterio objetivo, son ilícitas en sí
mismas, sin posibilidad de justificación (Mosset Iturraspe,
r
Jorge, "El daño deportivo: responsabilidad de su autor y de
De
la institución", LL, 1983-D-384; Bueres, Alberto, su voto in
re, "Cotroneo Ricardo D. c. Club Atlético Banfield y otros";

de
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala D, dic. de
1982).
ca
Y todo lo expuesto, que entiendo rige como
marco normativo para evaluar y juzgar las conductas habidas

te
en oportunidad de encuentros deportivos, de las cuales
resulten dañados los partícipes por acciones en ocasión de

lio
los mismos, asoma también como noción de juzgamiento en el

b
voto que el doctor Soria emitiera en la causa C. 85.692, al

Bi
cual adherí y, que en lo sustancial refiere que las lesiones
deportivas sufridas por un jugador pueden dar lugar al deber
de resarcir cuando media una accionar que viola el reglamento
del juego y denota un obrar culposo por imprudencia o torpeza
o, claro está, cuando existe un obrar intencional dirigido a
provocar el daño (conf. causa C. 85.692, sent. del 9-VI-2010,

último párrafo del considerando 3.c del voto del doctor
Soria).
Por lo tanto, con relación a la alegada
infracción de la doctrina legal de esta Corte, no advierto
que en el sub lite se haya demostrado su vulneración.
ho
Pues debe apreciarse como comprometida la
ec
responsabilidad de aquél que asume una conducta
manifiestamente imprudente, teñida de impericia o
r
brutalidad; esa conducta excesiva De o indudablemente
descuidada no queda cubierta ni por la asunción de los
riesgos propios u ordinarios de la actividad deportiva, ni

de
por la permisión del Estado para desarrollar tal deporte.
Si en el caso logra acreditarse que la

ca
conducta observada por el demandado puede calificarse como
aquellas típicas que generan responsabilidad, la acción puede

te
ser admitida con base en la idea de reproche de tal conducta.
3. Se abre paso así al segundo orden de

lio
juzgamiento que adelantara al comenzar el voto. Esto es

b
determinar si la conducta del demandado puede válidamente

Bi
ser calificada como excesiva, culposa o imprudente para que
genere en la víctima el derecho a percibir el resarcimiento
del caso.
a) En el punto vale primero una aclaración,
pues el recurrente se queja precisamente que en la demanda
el actor tacha de dolosa la conducta desplegada por quien lo

dañara y la alzada termina condenándolo en base a la culpa
que da por acreditada.
Un doble orden de factores determinan la
inadmisibilidad del agravio: por un lado, pues el mismo (de
considerarse su existencia) se generó a partir de lo resuelto
ho
por el juez de primera instancia quien, al igual que luego
ec
lo hizo la alzada, juzgó la conducta del demandado como
culposa. Sin que nada dijera al respecto el condenado en su
r
memorial (fs. 780). Constituyendo lo expuesto, en puridad,
De
un razonamiento tardío.
Por el otro, pues de acuerdo al principio iura

de
novit curia, corresponde a los jueces calificar jurídi-
camente las circunstancias fácticas con independencia del

ca
derecho invocado por las partes, en tanto y en cuanto no se
alteren los hechos o se tergiverse la naturaleza de la acción

te
deducida (conf. causas Ac. 38.100, sent. del 24-XI-1987,
"Acuerdos y Sentencias" 1987-V-147; Ac. 53.845, sent. del 5-

lio
XII-1995, "Acuerdos y Sentencias" 1995-IV-577; Ac. 64.429,

b
sent. del 17-XII-1996; véase también mi voto en la causa B.

Bi
61.944, sent. del 5-V-2010).
El a quo ha realizado una interpretación
compatible con los hechos invocados por las partes en sus
escritos postulatorios, por lo que más allá de haberse
alegado una actitud "dolosa" del demandado (v. fs. 111/vta.),
conforme el contexto fáctico-jurídico vertido en la

sentencia, especialmente en lo que concierne a la observancia
de las reglas preestablecidas y el despliegue inusual o por
encima de la actividad corriente por parte del demandado
Camoranesi, no encuentro acreditada la errónea ubicación de
la acción en el ámbito de la culpa (fs. 880 y 881; arts. 279,
ho
330, 384 y concs., C.P.C.C.).
ec
Es que el problema de la "calificación" es
ajeno a la causa misma. En realidad, la dilucidación del
r
motivo de atribución de responsabilidad entraña un problema De
de encasillamiento jurídico, al que es aplicable el principio
iura novit curia (Zavala de González, Matilde, "Resar-

de
cimiento de daños. El proceso de daños", t. 3, p. 244, Ed.
Hammurabi).
ca
b) Visto entonces que la apreciación de la
conducta del deportista deberá efectuarse partiendo de la

te
premisa de que, mientras se ciña en principio a los
reglamentos del certamen y no realice actos que se aparten

lio
de lo normal en la competición, quedará exento de

b
responsabilidad, por no configurar su proceder una omisión

Bi
de las diligencias requeridas por las circunstancias del caso
(Trigo Represas-López Mesa, ob. cit., p. 808), resta por
definir si el a quo ha interpretado correctamente la conducta
comprometida o, en su caso, ha incurrido en apreciaciones y
evaluaciones absurdas tal como lo denuncia el recurrente.
Sabido es que la culpa debe valorarse con un

criterio singular y específico, en función de "las
diligencias que exigiere la naturaleza de la obligación, y
que correspondieren a las circunstancias de las personas,
del tiempo y del lugar" (art. 512, Código Civil).
Precisamente, la evaluación de estas
ho
concretas circunstancias que sirven para calificar y graduar
ec
la conducta del demandado, no son más que el ejercicio de
facultades privativas de la alzada inabordables en casación,
r
salvo absurdo (C. 101.025, sent. del 3-XII-2008; C. 100.800,
De
sent. del 15-IV-2009; C. 97.827, sent. del 9-VI-2010, entre
tantas otras).
de
En tal sentido, los argumentos formulados por
el recurrente en cuanto a las características de la jugada

ca
futbolística y las apreciaciones brindadas por los testigos
de autos y de los periodistas (fs. 881/883 y 883 vta./884),

te
solamente se apoyan en su particular visión de los hechos y
propia valoración del pronunciamiento, mas no resultan

lio
suficientes para demostrar el vicio lógico de absurdo, siendo

b
ineficaz la mera discrepancia de criterio realizada al

Bi
efecto, pues para demostrarlo era menester hacer ver la
existencia de un error grave y manifiesto que conduzca a
conclusiones contradictorias, incongruentes o incompatibles
con las circunstancias objetivas de la causa (arts. 279 y
384, C.P.C.C.), situación que no avizoro en el sub examine.
En efecto, para que este Tribunal pueda

revisar las cuestiones de hecho no resulta suficiente exponer
-de manera paralela- la propia versión e interpretación de
las circunstancias fácticas, sino que es necesario demostrar
contundentemente que las conclusiones que se cuestionan son
el producto de una apreciación absurda de los hechos. Por
ho
más respetable que pueda ser la opinión del impugnante, ello
ec
no autoriza -por si sólo- para que esta Corte sustituya con
su criterio al de los jueces de la instancia de apelación
r
(conf. causas C. 102.309, sent. del 3-VI-2009; C. 88.404, De
sent. del 3-XI-2010).
Máxime cuando en su tarea el recurrente

de
insiste en destacar el testimonio de todos aquellos que
juzgan que en el caso no hubo intencionalidad, que fue una

ca
situación de juego normal, una jugada común, de pelota
dividida (ver testimonios de fs. 460, 464, 466 y 560)

te
omitiendo, a la par, toda referencia a aquellas declaraciones
que vieron en la jugada una intencionalidad manifiesta, poco

lio
común y antideportiva (fs. 452, 687 y 692).

b
Respecto a la opinión de destacados

Bi
periodistas entendidos en la materia, la afirmación del
recurrente queda sólo en tal, pues no precisa a qué nota o
periodista en particular se refiere. Un simple relevamiento
de los recortes periodísticos adjuntos en autos hace ver que
las referidas crónicas no lo son a título de profesional que
como tal se identifique.

Y si echamos mano al riesgo (siempre ordinario
o previsible) que supone toda actividad deportiva, también
evaluar esta "potencialidad dañosa" supone una cuestión de
hecho inabordable en esta instancia salvo fehaciente
acreditación del yerro incurrido. Extremo también incumplido
ho
por el recurrente.
ec
Ha de advertirse también que destaca el a quo
que lo infrecuente del suceso se desprende no sólo de lo
r
inusitada de la maniobra, sino también de la agresividad
De
revelada en la gravedad de sus consecuencias; reparando en
las propias valoraciones que efectúa el perito médico para

de
tipificar la lesión padecida. Frente a ello nada dice el
recurrente, quien se instala en un campo de evaluación de

ca
los hechos, enfrentando su propia versión y nociones al
razonamiento de la alzada; en tarea que deviene inidónea a

te
los fines perseguidos de obtener la revocación de lo
decidido.
lio
Por todo lo cual se concluye afirmando que no

b
se da en autos el error valorativo que se endilga, aún luego

Bi
de haber visto también el video de la acción
(http://tinyur1.com/38ahnvu), lo que correspondía pues en
base al mismo el juzgador de grado asume la posición que
define en la sentencia. Así, vistas tales imágenes, no se
evidencia el vicio lógico de razonamiento o la grosera
desinterpretación material de alguna prueba (C. 88.395, sent.

del 13-XII-2006; C. 107.908, sent. del 17-VIII-2011, entre
otras), más allá de la apreciación opinable, discutible u
objetable que se tenga sobre la cuestión.
V. Por lo expuesto, corresponde rechazar el
recurso interpuesto, con costas (arts. 68 y 289, C.P.C.C.).
ho
Voto por la negativa.
ec
A la primera cuestión planteada, el señor Juez
doctor Soria dijo:
r
1. El recurso no puede prosperar. De
a. De un lado, si bien el impugnante comienza
por denunciar la violación de la doctrina legal sentada en

de
la causa C. 85.692 (sent. de 9-VI-2010; v. fs. 878 vta./880),
es lo cierto que su embate en tal sentido se sustenta en la

ca
absurda valoración de la prueba y de la conducta desplegada
por ambos jugadores en que, según entiende, ha incurrido el

te
tribunal de grado al tener por configurada un obrar culposo
que dé lugar al deber de resarcir (v. fs. 880/885).

lio
Siendo ello así, comparto el parecer del

b
doctor Genoud en cuanto señala que el quejoso no logra

Bi
evidenciar el grave desvío valorativo que atribuye al fallo.
En efecto, el pronunciamiento en crisis no ha recibido un
reproche que demuestre la presencia de un error palmario y
fundamental en la apreciación del inferior que lo condujera
a conclusiones incongruentes o contradictorias con las
constancias de la causa, siendo que el impugnante se ha

limitado a oponer su propio criterio basado en apreciaciones
subjetivas o en personales puntos de vista lo cual, como es
sabido, no configura absurdo (conf. C. 97.589, sent. de 9-
XII-2009).
Vale recordar aquí que no constituye absurdo
ho
cualquier error, ni siquiera la apreciación opinable que
ec
aparezca como discutible u objetable, pues se requiere algo
más, el vicio lógico del razonamiento o la grosera
r
desinterpretación material de la prueba (conf. Ac. 89.701,
De
sent. de 8-VI-2005; C. 102.703, sent. de 18-III-2009),
situación extrema que -reitero- el demandado no logra

de
patentizar.
b. Del otro, no configura un agravio que deba

ca
ser atendido por esta Corte la genérica referencia que
efectúa el quejoso a raíz de que la condena se fundara en la

te
culpa como factor de atribución, siendo que en su escrito
inicial el actor invocó la existencia de un obrar doloso.

lio
A fs. 880 de su pieza recursiva, el demandado

b
expresa que "Sin perjuicio que el actor fundó su pretensión

Bi
indemnizatoria en el dolo a sabiendas que el balón se
encontraba en otro sector del campo, sin cumplir mínimamente
con la carga impuesta, el fallo suple su desidia efectuando
una irracional, forzada y arbitraria interpretación de los
hechos que contradice toda la prueba de la causa, para situar
la acción en la delicada esfera de la culpa y así exteriorizar

el factor de atribución de responsabilidad (art. 1109 C.C.)".
Empero, a ello limita su referencia sin contener su embate
denuncia alguna de infracción al principio de congruencia,
ni de norma legal o doctrina legal sobre el punto, como así
tampoco desarrollo de su eventual agravio en este sentido
ho
(art. 279, su doct. del C.P.C.C.).
ec
2. Por lo expuesto y demás razones
concordantes brindadas por el ponente, voto por la negativa.
r
El señor Juez doctor De de Lázzari, por los
mismos fundamentos del señor Juez doctor Genoud, votó la
primera cuestión también por la negativa.

de
El señor Juez doctor Hitters, por los mismos
fundamentos del señor Juez doctor Soria, votó la primera

ca
cuestión también por la negativa.
A la segunda cuestión planteada, el señor Juez

te
doctor Genoud dijo:
I. El apoderado del codemandado Club Atlético

lio
Aldosivi también se alza contra la sentencia de Cámara a

b
través del recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley

Bi
interpuesto a fs. 886/899 en el que denuncia absurdo y
arbitrariedad, así como la infracción de los arts. 163 inc.
5, 164, 375, 384 y 456 del Código Procesal Civil y Comercial;
17, 18 y 19 de la Constitución nacional y 10 y 31 de la
Constitución de la Provincia (fs. 886 vta./887).
En suma, alega que el tribunal de grado no ha

evaluado las pruebas recabadas en el marco del proceso, como
sí lo hiciera quien votara en disidencia, particularmente en
lo atinente a las declaraciones de los testigos presenciales
del partido de fútbol, ex jugadores y opinión de
especialistas deportivos (fs. 889/vta.).
ho
Sostiene, en este sentido, que la decisión de
ec
la mayoría se basa exclusivamente en la observancia subjetiva
de las imágenes contenidas en el video de la competencia
r
deportiva (fs. 889 vta./893). De
Arguye que el absurdo radica en la
prescindencia total y absoluta de todas las pruebas y la

de
ausencia de valoración, vulnerándose las normas contenidas
en los arts. 163 inc. 5, 384 y 456 del Código procesal (fs.
ca
893/897).
Dice que obra como factor exculpatorio la

te
aceptación, por parte del actor, de los riesgos que supone
la práctica del fútbol, lo que descarta cualquier tipo de

lio
sanción para Camoranesi. Solo en el caso -dice- de existencia

b
de dolo, sería el infractor responsable de las lesiones

Bi
provocadas. Tal hipótesis (lesión provocada
intencionalmente) ha sido descartada por los tres magistrados
votantes; concluye, por tanto, que de allí deriva la
irresponsabilidad del demandado.
Añade que, más allá de la responsabilidad del
codemandado Camoranesi, el Club Aldosivi no responde por los

daños que sufren los deportistas. Entiende que resulta
inaplicable el art. 1113 del Código Civil, dado que no puede
considerarse al jugador como un dependiente ni subordinado
de la institución deportiva: afirma que no se ha probado que
el demandado fuera empleado de la entidad ni tampoco que
ho
hubiera sido contratado, sino que lo hacía como aficionado,
ec
por su propia voluntad y a su entera satisfacción (fs.
897/899).
r
II. Este recurso tampoco prospera. De
a. En lo que respecta al planteo referido a
que Camoranesi no era empleado ni dependiente de Aldosivi,

de
puesto que se trataba de un jugador amateur que ejercía su
derecho constitucional de asociarse, el tema no constituye

ca
más que una mera reiteración de los agravios llevados ante
la Cámara, el que obtuvo una adecuada respuesta sin que

te
hubiera sido debidamente refutada (fs. 800/801 y 857/858
vta.).
lio
En efecto, esta Corte tiene dicho que son

b
insuficientes aquellos embates que se limitan a reiterar las

Bi
argumentaciones vertidas en los escritos de expresión de
agravios sin impugnar eficazmente las conclusiones
esenciales del fallo (conf. causas C. 100.157, sent. del 18-
II-2009; C. 102.236, sent. del 15-VII-2009).
En el fallo atacado se apuntó que "... más
allá de la facultad del jugador de conservar el vínculo con

el club o extinguirlo, lo cierto es que al momento de
disputarse el partido Camoranesi se encontraba integrando el
equipo de Aldosivi" (fs. 857).
Y agregó que: "La dependencia se configura en
razón a que la institución deportiva se sirve materialmente
ho
del asociado para enfrentar a otros clubes y, si bien en esta
ec
práctica pueden canalizarse necesidades personales del
jugador, la participación del mismo redunda en beneficio del
r
cometido de la asociación y, eventualmente, de su prestigio
De
como entidad". "La relación que se entabla entre el jugador
y el club descubre no sólo cierta subordinación jurídica,

de
puesto que el primero podrá representar al segundo
exclusivamente en los encuentros que éste programe, sino

ca
también técnica, dado que integrará el plantel superior
conforme lo decida su director técnico, y en su caso,

te
recibirá por su intermedio instrucciones referentes a la
manera de cumplir las funciones que se le dan..." (fs.

lio
857/vta.).
b
Pues bien, tales fundamentos -esenciales- no

Bi
fueron idóneamente rebatidos.
Por otra parte, el impugnante tampoco
controvirtió el argumento de la alzada que -con cita de
fallos de este Tribunal- consideró que la responsabilidad
del principal por injerencia en el modo de desempeño del
dependiente no resulta destruida sólo porque el hecho

sobreviniera en el curso del cumplimiento defectuoso de la
orden impartida, ya que la responsabilidad indirecta supone
generalmente el desempeño incorrecto de las tareas
encomendadas. En efecto, realizado el acto con relación
directa e inmediata respecto de la comisión o encargo, se
ho
proyecta la imagen de haber ocurrido dentro del marco
ec
aparente de las funciones encargadas, no operando esa
fractura el mero abuso o la desobediencia, dado lo previsible
r
o posible de 1a desviación (fs. 858). Pues bien, esta parte De
del fallo no fue controvertida por el recurrente, situación
que torna insuficiente su planteo (art. 279 y su doctrina,

de
C.P.C.C.).
b. En relación a la valoración de la prueba,

ca
sabido es que constituye facultad de los tribunales de las
instancias de mérito seleccionar el material probatorio,

te
dando preeminencia a unas pruebas respecto de otras y dicho
ejercicio, por sí solo, no reviste un supuesto de absurdo.

lio
Es necesario demostrar que en dicha selección medió "un error

b
grave y manifiesto", el que no se evidencia por la mera

Bi
exposición de un criterio discordante (arts. 384, 456,
C.P.C.C.; conf. causas C. 100.971, sent. del 17-XII-2008; C.
96.786, sent. del 25-II-2009; C. 102.403, sent. del 25-II-
2009; C. 102.861, sent. del 7-X-2009; C. 105.437, sent. del
3-III-2010; entre otras).
En el sub examine, como lo señalara al tratar

la primera cuestión (punto IV.3.b), no avizoro que el
razonamiento del sentenciante hubiera incurrido en tal yerro
valorativo, puesto que el mismo no queda configurado por la
sola discrepancia de criterio, aunque se mencione en forma
individual las declaraciones testimoniales (v. fs. 891
ho
vta./892), pero sin demostrar acabadamente la existencia de
ec
vicio de razonamiento y olvidando que la prueba debe
ponderarse en forma conjunta, vinculando los distintos
r
elementos de juicio entre sí (conf. causas Ac. 66.872, sent.
De
del 2-IX-1997; C. 95.621, sent. del 10-III-2011; ver también
C. 104.074, sent. del 3-III-2010; C. 101.286, sent. del 2-

de
III-2011; C. 103.062, sent. del 2-III-2011).
c. Huelga recordar que no resultan atendibles

ca
los agravios sobre violación de garantías constitucionales,
cuando la mención de normas de ese linaje no hace referencia

te
de su aplicación concreta al caso y no explica de qué manera
se habrían afectado las garantías que ellas tutelan (conf.

lio
doct. causas Ac. 83.830, sent. del 10-IX-2003; C. 108.184,

b
sent. del 22-XII-2010; en igual sentido causa C. 102.650,

Bi
sent. del 10-IV-2009).
III. Siendo suficiente lo expuesto para dar
respuesta al interrogante planteado, debe desestimarse el
recurso interpuesto, con costas (arts. 68 y 289, C.P.C.C.).
Voto por la negativa.
Los señores jueces doctores Soria, de Lázzari

e Hitters, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor
Genoud, votaron la segunda cuestión también por la negativa.
Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la
siguiente
S E N T E N C I A
ho
Por lo expuesto en el acuerdo que antecede,
ec
se rechazan los recursos extraordinarios interpuestos, ambos
con costas (art. 289, C.P.C.C.).
r
Los depósitos de $ De22.320 y $ 20.316,50
efectuados a fs. 874 y 903/906, quedan perdidos (art. 294,
C.P.C.C.). El tribunal a quo deberá dar cumplimiento a lo

de
dispuesto por los arts. 6 y 7 de la Resolución 425/2002
(texto resol. 870/2002).

ca
Regístrese, notifíquese y devuélvase.

te
b lio
EDUARDO NESTOR DE LAZZARI

Bi
DANIEL FERNANDO SORIA JUAN CARLOS HITTERS
LUIS ESTEBAN GENOUD
ho
ec
CARLOS E. CAMPS
Secretario
r
De
de
ca
te
b lio
Bi

Responsabilidad Civil Derivada de Daños Sufridos Por Futbolistas en Encuentros Deportivos

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Biblioteca Digital - Dirección de Sistemas de Informática y Comunicación

UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

“RESPONSABILIDAD CIVIL DERIVADA DE DAÑOS SUFRIDOS POR

FUTBOLISTAS EN ENCUENTROS DEPORTIVOS”

BACH. RENATO ALEJANDRO REYNA MANTILLA

DRA. JEANNETTE CECILIA TANTALEÁN RODRÍGUEZ

A DIOS, el gran arquitecto del universo, quien se encuentra presente en

cada uno de mis momentos, a quién le entrego la totalidad de mis acciones y

confío que siempre guía mis pasos.

consejos y siempre desean la superación personal.

Renato Alejandro Reyna Mantilla.

Un agradecimiento especial a la Dra. JEANNETTE CECILIA TANALEÁN

RODRÍGUEZ, excelente maestra y mejor persona, por su confianza depositada

en mí y en el desarrollo de la presente investigación desde el principio, por su

disposición absoluta y total colaboración brindada durante la presente, le estaré

agradecido de por vida.

estuvo a nuestro alrededor desde el comienzo, algunos siguen hasta hoy…

Señores Miembros del Jurado:

En cumplimiento de lo dispuesto por el Reglamento de Grados y Títulos

de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, Escuela Académica Profesional

de Derecho de la Universidad Nacional de Trujillo, con el objetivo de obtener el

Título Profesional de Abogado, me resulta honroso, someter a su consideración

el presente trabajo de investigación titulado: “RESPONSABILIDAD CIVIL

transcurso de mi formación profesional.

Ante lo manifestado, dejo a vuestro criterio y análisis la presente

investigación, con el objetivo que sea materia de evaluación y se emita el

Es propicia la oportunidad para manifestar mi agradecimiento y

reconocimiento para con los señores docentes de la Escuela Profesional de

Derecho y Ciencias Políticas, quienes con sus enseñanzas contribuyeron en mi

formación personal y profesional y, a todas las personas que en cierto modo

colaboraron en la realización de la presente tesis.

Trujillo, 04 de julio del 2017.

RENATO ALEJANDRO REYNA MANTILLA

INFORME DE LA PROFESORA ASESORA

En cumplimiento de las formalidades exigidas para la tramitación con la

finalidad de obtener el Título Profesional de Abogado, me resulta sumamente

grato realizar el siguiente informe de la Tesis titulada:

“RESPONSABILIDAD CIVIL DERIVADA DE DAÑOS SUFRIDOS POR

FUTBOLISTAS EN ENCUENTROS DEPORTIVOS”

Políticas: Renato Alejandro Reyna Mantilla.

Responsabilidad civil derivada por daños sufridos por futbolistas en encuentros

deportivos, ocasionado por su contrincante.

El autor, luego de haber realizado el estudio correspondiente de los temas

que se tratan en la investigación y el desarrollo de la presente tesis, arriba a una

correcta manifestación de los objetivos planteados en su oportunidad, ello

respecto a los presupuestos y requisitos necesarios para establecerse una

responsabilidad civil derivada por daños sufridos hacia un futbolista.

La presente investigación, recopila importante bibliografía de doctrina

nacional y comparada en relación al tema materia de estudio, por consiguiente

se trata un gran aporte con el objetivo de obtener el Título Profesional de

Conforme a lo manifestado, la presente Tesis se encuentra expedita para

ser sustentada ante el Jurado que sea designado en su oportunidad.

Es todo cuanto tengo que informar.

Trujillo, 04 de julio de 2017.

JEANNETTE CECILIA TANTALÉAN RODRÍGUEZ

La presente investigación titulada “RESPONSABILIDAD CIVIL

DERIVADA DE DAÑOS SUFRIDOS POR FUTBOLISTAS EN ENCUENTROS

DEPORTIVOS”, tiene como principal finalidad conocer cuáles son los