ADORNO, Theodor W. - Televisión y Cultura de Masas
ADORNO, Theodor W. - Televisión y Cultura de Masas
ADORNO, Theodor W. - Televisión y Cultura de Masas
La conversin en clis
A1 ocuparnos de este peligro es posible que no hagamos justicia
plenamente al significado de algunos de los cliss sobre los que hay
que tratar. No debemos olvidar en ningn momento que todo fenmeno
psicodinmico tiene dos caras, a saber, el elemento inconsciente o del
Ello y la racionalizacin. Si bien a este ltimo se lo define
psicolgicamente como un mecanismo de defensa, es muy posible que
encierre una verdad objetiva, no psicolgica, que no se puede dejar de
lado sencillamente fundndose en la funcin psicolgica de la
racionalizacin. As, algunos de los mensajes cliss, dirigidos a puntos
particularmente dbiles en la mentalidad de grandes sectores de la
poblacin, pueden resultar perfectamente legtimos. Sin embargo, cabe
decir con ecuanimidad que los discutibles beneficios de las moralejas,
como la de que "no se debe ir en pos de un arco iris", quedan
ampliamente tapados por la amenaza de inducir a la gente a adoptar
simplificaciones mecnicas mediante modos de deformacin del mundo
que dejan la impresin de que ste puede distribuirse en casilleros
preestablecidos.
El ejemplo aqu elegido ha ce indicar, no obstante, en forma bastante
drstica, el peligro de los cliss. Una pieza de televisin relativa a un
dictador fascista, una especie de hbrido entre Mussolini y Pern,
muestra al dictador en un momento de crisis; y el contenido de la
pieza consiste en su colapso interior y exterior. En ningn momento se
deja en claro si la causa de su colapso es un levantamiento popular o
una rebelin militar. Pero ni esta cuestin ni otra alguna de naturaleza
social o poltica entra en el argumento. El curso de los acontecimientos
tiene lugar exclusivamente en un nivel privado. El dictador es
simplemente un villano que trata con sadismo a su secretaria y a su
"bondadosa y adorable esposa". Su antagonista, que es un general,
estuvo antes enamorado de la esposa; y general y esposa se siguen
amando, por ms que la esposa se mantiene fielmente el lado de su
marido. Forzada por la brutalidad del marido, la esposa huye, y es
interceptada por el general, quien quiere salvarla. El punto culminante
se alcanza cuando los guardias rodean el palacio para proteger a la
popular esposa del dictador. No bien se enteran de que ella ha
partido, los guardias se marchan; y el dictador, cuyo "yo inflado"
explota al mismo tiempo, se rinde. El dictador no es nada ms que un
mal hombre, pomposo y cobarde. Parece proceder con suma
estupidez; no sale a flote nada relativo a la dinmica objetiva de la
dictadura. Se crea la impresin de que el totalitarismo surge de
desrdenes caracterolgicos en polticos ambiciosos y de que es
derrocado por la honradez, el coraje y la calidez humana de aquellas
figuras con que se supone que se identificar el auditorio. El recurso
estndar que se utiliza es el de la personalizacin espuria de cuestiones
objetivas. Los representantes de las ideas atacadas, como sucede aqu
en el caso de los fascistas, son presentados como villanos en un
ridculo estilo "de capa y espada", en tanto que aquellos que combaten
por la "buena causa" son idealizados personalmente. Esto no slo aleja
de toda cuestin social concreta sino que afianza la divisin del mundo,
psicolgicamente tan peligrosa, en negro (el grupo de afuera) y blanco
(el grupo de adentro). Por cierto, ninguna produccin artstica puede
ocuparse de ideas o credos polticos in abstracto, pues tiene que
presentarlos en trminos de su impacto concreto sobre seres humanos,
pese a lo cual sera ftil presentar individuos como meros especimenes
de una abstraccin, como tteres representativos de una idea. A fin de
ocuparse del impacto concreto de los sistemas totalitarios resultara
ms recomendable mostrar cmo la vida de gente comn es afectada por
el terror y la impotencia, en vez de encarar la psicologa falseada de los
figurones, cuyo rol heroico es calladamente reconocido en semejante
tratamiento por ms que se los represente como villanos. Al parecer no
hay casi otro problema de tanta importancia como un anlisis de la
pseudo-personalizacin y sus efectos, el cual no se limita en modo
alguno a la televisin.
Si bien la pseudo-personalizacin denota el modo estereotipado de
"considerar las cosas" en la televisin, tambin debemos destacar
determinados cliss en el sentido ms estricto. A muchas piezas de
televisin se las podra caracterizar mediante este lema: "una chica linda
no puede hacer nada malo". La herona de una comedia liviana es, para
emplear la expresin de George Legman, una "herona puta" (a bitch
heroine)[9]. Se comporta hacia su padre en una forma increblemente
inhumana y cruel, que slo levemente se racionaliza como "alegres
jugarretas". Pero se la castiga muy ligeramente, en el caso de que se la
castigue. A decir verdad, en la vida real las malas acciones son rara
vez castigadas, pero esto no puede aplicarse a la televisin. En este
caso, quienes desarrollaron el cdigo de produccin para el cine parecen
estar en lo cierto: lo que cuenta en los medios para las masas no es lo
que sucede en la vida real sino, en cambio, los "mensajes" positivos y
negativos, las prescripciones y los tabes que el espectador absorbe
por medio de la identificacin con el material que est contemplando. El
castigo infligido a la bonita herona slo satisface nominalmente las
exigencias convencionales de la conciencia moral durante un segundo.
Pero se le da a entender al espectador que a la bonita herona en
realidad se le perdona cualquier cosa por el solo hecho de que es
bonita.
La actitud en cuestin parece indicar una proclividad universal. En otro
sketcht que corresponde a una serie relativa a los cuenteros del to, la
chica atrayente que es activa participante en la pandilla de estafadores
no slo obtiene su libertad provisional tras haber sido condenada a
prisin por un largo perodo sino que tambin parece tener bastante
posibilidades de contraer enlace con su vctima. Por supuesto, su moral
sexual es impecable. Se espera que el espectador guste de ella a
primera vista, considerndola un personaje pulcro y modesto, y al
espectador no hay que desilusionarlo. Si bien queda al descubierto
que se trata de una tramposa, hay que restablecer o, mejor dicho,
mantener la identificacin inicial. El clis de la buena chica es tan
resistente que ni siquiera la prueba de su delincuencia puede
destruirlo; y, con mafia o con fuerza, debe ser lo que parece ser. De
ms est decir que tales modelos psicolgicos tienden a confirmar las
actitudes de explotacin, imposicin y agresin en las jovencitas, o sea,
esa estructura de carcter que en psicoanlisis se conoce hoy con el
nombre de agresividad oral.
A veces se disfrazan estos cliss como rasgos nacionales
norteamericanos, como parte del escenario norteamericano en el que
la imagen de la chica altanera y egosta pero irresistible que le saca
canas verdes a su pobre pap ha llegado a constituir una institucin
pblica. Este modo de razonar es un insulto al espritu norteamericano.
La publicidad con alta presin y la constante tentativa por popularizar e
institucionalizar determinado tipo odioso no hace del tipo un smbolo
sagrado del folklore. Muchas consideraciones de naturaleza
aparentemente antropolgica slo tienden en la actualidad a velar
tendencias objetables, como si fueran de un carcter etnolgico, cuasi
natural. De paso, es asombroso hasta qu punto el material de la
televisin, incluso en un examen superficial, trae a la mente conceptos
psicoanalticos, pero con la particularidad de que se trata de un
psicoanlisis al revs. El psicoanlisis ha descrito el sndrome oral que
rene las tendencias antagnicas de rasgos de agresin y dependencia.
Este sndrome del carcter est indicado de cerca por la chica bonita que
no puede hacer cosas malas y que, si bien es agresiva frente a su
padre, lo explota al mismo tiempo, dependiendo tanto de ste cuanto,
en el nivel superficial, adopta una actitud de oposicin a l. La diferencia
entre el sketch y el psicoanlisis consiste sencillamente en que el
sketch exalta el mismsimo sndrome que es considerado por el
psicoanlisis como un retorno a fases infantiles de desarrollo que el
psicoanalista trata de disolver. Queda por verse si algo anlogo se
aplica igualmente a ciertos tipos de hroes masculinos, en particular al
supermacho. Bien podra suceder, asimismo, que el supermacho no
pueda hacer dao.
Por ltimo, debemos referirnos a un clis bastante difundido que, en
tanto que se da por sentado en la televisin, resulta ms acentuado. Al
mismo tiempo, el ejemplo puede servir para mostrar que ciertas
interpretaciones psicoanalticas de cliss culturales no son en realidad
demasiado descabelladas; las ideas latentes que el psicoanlisis
atribuye a determinados cliss salen a la superficie. Existe una idea
muy popular de que el artista no slo es inadaptado, introvertido y a
priori un poco ridculo sino que tambin es en realidad un "esteta",
raqutico y "afeminado". En otras palabras, el folklore sinttico
contemporneo tiende a identificar al artista con el homosexual y a
respetar solamente al "hombre de accin" como hombre real, como
hombre fuerte. Esta idea se expresa en forma asombrosamente directa
en uno de los guiones de comedia que tenemos a nuestra disposicin.
Retrata a un jovencito que no slo es el "opio" que aparece tan a
menudo en la televisin sino que tambin es un poeta tmido, retrado y
debidamente exento de talento cuyos poemas idiotas son
ridiculizados.[10] Est enamorado de una chica pero es demasiado dbil
e inseguro para entregarse a los "toqueteos" que ella le sugiere con
bastante crudeza; a la chica, por su parte, se la caricaturiza como una
cazadora de pantalones. Como ocurre con frecuencia en la cultura de
masas, los roles de los sexos estn invertidos: la chica es abiertamente
agresiva y el muchacho, absolutamente temeroso de ella, se describe a
s mismo como un ser "manejado por las mujeres" cuando la chica
consigue besarlo. Aparecen insinuaciones groseras de
homosexualidad, una de las cuales corresponde mencionar: la herona
le dice a su amiguito que otro muchacho esta enamorado de alguien y
el amiguito le pregunta: "ソDe qu est enamorado?". Ella le contesta: "De
una chica, por supuesto", y el amiguito le responde: "ソPor qu por
supuesto? En otra ocasin fue la tortuga de un vecino y, ms todava, se
llamaba Samuelito". Esta interpretacin del artista como un ser de
innata incompetencia y como descastado social (a travs de la
insinuacin de inversin sexual) es digna de ser examinada.
No pretendemos que los casos y ejemplos particulares ni las teoras
segn las cuales se los interpreta sean bsicamente nuevos. Pero, en
vista del problema cultural y pedaggico que presenta la televisin, no
pensamos que la novedad de las conclusiones especficas deba
constituir tina consideracin primordial. A travs del psicoanlisis
sabemos que el razonamiento que termina con un "。Pero a todo eso ya
lo sabemos!", es a menuda una defensa. Se lleva a cabo esta defensa a
fin de hacer caso omiso de nociones que en realidad incomodan y que
nos hacen la vida ms difcil de lo que ya es porque agitan nuestra
conciencia moral en momentos en que se supone que gocemos de los
"sencillos placeres de la vida". La indagacin sobre los problemas de la
televisin que aqu hemos sealado y ejemplificado con unos cuantos
casos elegidos al azar exige, ms que nada, tomar en serio nociones
que para la mayor parte de nosotros nos resultan vagamente
familiares; y esto se consigue poniendo esas nociones en el contexto y
la perspectiva adecuados, y verificndolas con un material apropiado.
Proponemos que se concentre la atencin en cuestiones de las que
tenemos conciencia vagamente, pero tambin con cierto fastidio,
incluso a expensas de que nuestro fastidio aumente mientras avancen
ms y ms sistemticamente nuestros estudios. El esfuerzo que al
respecto se requiere es en s mismo de naturaleza moral, pues consiste
en encarar a sabiendas mecanismos psicolgicos que actan en diversos
niveles a fin de no convertirnos en vctimas ciegas y pasivas. Podemos
cambiar este medio de vastsimas posibilidades con tal que lo
consideremos con el mismo espritu que, segn esperamos, se expresar
algn da a travs de sus imgenes.
Notas
[1] Adorno se refiere a las investigaciones del profesor Watt que ste
rene en su obra titulada The Rice of the Novel (Studies in Defoe,
Richardson and Fielding), Chatts & Windus, Londres, 1957 (N. de E.)
[2] En su obra Movies: A Psy[c]hological Study, The Free Press, Glencoe
1950 (N. del E.)
[3] David Riesman, The Lonely Crowd, New Haven, 1950, p. 5 (Hay
traduccin castellana: Edit. Paids, Bs.As. 1964).
[4] La evolucin de la ideologa del extrovertido tambin tiene,
probablemente, su larga historia, en especial en los tipos ms bajos de
literatura popular durante el siglo XIX, cuando el cdigo de decoro qued
divorciado de sus races religiosas y adquiri por consiguiente, cada vez
ms, el carcter de un opaco tab. Parece probable, empero, que a este
respecto el triunfo del cine sealar el paso decisivo. La lectura como
acto de percepcin y apercepcin posiblemente lleva aparejada una
determinada clase de internalizacin; el acto de leer una novela resulta
bastante prximo a un monlogo interior. La visualizacin, en los actuales
medios de masas, favorece la externalizacin. La idea de interioridad,
que se conserva an en la anterior pintura de retratos a travs de la
expresividad del rostro, cede su puesto a seales pticas inconfundibles
que pueden ser captadas de un vistazo. Incluso si un personaje en una
pelcula o un programa de televisin no es lo que parece ser, su
apariencia es tratada en forma tal que no quede duda en cuanto a su
verdadera naturaleza. As, un villano que no es presentado como una
bestia debe por lo menos ser "suave", y su melosidad repulsiva y sus
pulcros modales indican en forma nada ambigua qu debemos pensar
de l.
[5] Cabe observar que la tendencia contra la "erudicin" ya estaba
presente en el comienzo mismo de la cultura popular, particularmente
en Defoe, quien se opona conscientemente a la literatura erudita de su
tiempo y que se ha hecho famoso por haber desdeado todos les
refinamientos de estilo y de construccin artstica en favor de una
aparente fidelidad a la "vida".
[6] Una de las diferencias significativas parece ser que en el siglo XVIII
el propio concepto de cultura popular -que en s mismo avanzaba
hacia una emancipacin de la tradicin absolutista y semifeudal- tena un
significado progresivo, haciendo hincapi en la autonoma del individuo
como ser capaz de adoptar sus propias decisiones. Esto significa,
entre otras cosas, que la primitiva literatura popular dejaba espacio
para autores que se oponan violentamente a la pauta establecida por
Richardson y que, no obstante, obtuvieron su propia popularidad. El
caso ms destacado de esta ndole es el de Fielding, cuya primera
novela se inici como una parodia de Richardson. Resultara interesante
comparar la popularidad de Richardson y Fielding en su poca.
Difcilmente obtuvo Fielding el mismo xito que Richardson. Pero
tambin resultara absurdo suponer que la cultura popular de hoy
permitiera un equivalente de Tom Jones. Esto puede ejemplificar el
enunciado sobre la "rigidez" de la actual cultura popular. Un
experimento decisivo sera hacer una tentativa por basar una pelcula
en una novela como The Loved One (El amado) de Evelyn Waugh. Es
casi seguro que el guin sera corregido y reformado a tal punto que
nada remotamente semejante a la idea del original quedara en l.
[7] Cuanto ms se lleva al extremo la racionalidad (el principio de
realidad), ms tiende, paradojalmente, a aparecer su fin ltimo (la
gratificacin efectiva) como algo "inmaduro" y ridculo. No slo el acto de
comer sino tambin las manifestaciones no controladas de los impulsos
sexuales tienden a provocar la risa en los auditorios: en las pelculas,
por lo general ocurre que hay que llegar gradualmente a los besos,
preparar el escenario para ellos, a fin de evitar las risas. Pero la cultura
de masas no consigue nunca del todo eliminar la risa potencial.
Provocada, desde luego, por el supuesto infantilismo del placer
sensual, la risa puede ser explicada en gran parte por el mecanismo
de represin. La risa es una defensa contra el fruto prohibido.
[8] Tampoco esta relacin debe ser simplificada en exceso. Por mucho
que los actuales medios para las masas tiendan a volver borrosa la
diferencia entre la realidad y lo esttico, nuestros espectadores
realistas tienen con todo conciencia de que las cosas "van en broma".
No es posible suponer que la percepcin primaria directa de la realidad
tenga lugar dentro del marco de referencias de la televisin, por ms que
muchos espectadores de cine recuerdan la alienacin de espectculos
familiares cuando salen de la sala: todo tiene todava la apariencia de
formar parte de la trama de la pelcula. Lo que es ms importante es la
interpretacin de la realidad en trminos de "traslados" psicolgicos, la
preparacin para ver los objetos corrientes como si algn misterio
amenazador se ocultara tras ellos. Semejante actitud parece ser
sintnica con espejismos de las masas como la sospecha de peculados,
corrupcin y conspiraciones omnipresentes.
[9] Vase el estudio Love and Death. A Study in Censorship, por G.
Legman, Nueva York, 1949 (N. del D.)
[10] Podra argumentarse que esta misma ridiculizacin expresa que
este muchacho no est destinado a representar al artista sino
simplemente al "opio". Pero posiblemente esta respuesta es
demasiado racionalista. Tambin en este caso, como en el de la
maestra de escuela, el respeto oficial por la cultura impide
caricaturizar al artista en cuanto tal. Sin embargo, al caracterizar al
muchacho como autor de poemas, entre otras cosas, se llega
indirectamente a que las actividades artsticas y la tontera estn
asociadas entre s. En muchos aspectos la cultura de masas est
organizada mucho ms mediante estas asociaciones que en trminos
estrictamente lgicos. Cabe aadir que muy a menudo los ataques contra
cualquier tipo social tratan de protegerse presentando aparentemente
al objeto del ataque como una excepcin, si bien por las indirectas
debe entenderse que se lo considera un ejemplar del concepto en su
totalidad.