El Genocidio. La Máxima Expresión Del Racismo en Guatemala. Una Interpretación Histórica y Una Reflexión. Marta Casaús Arzú.

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Nuevo Mundo Mundos 38:34

Nuevos
Nouveaux mondes mondes nouveaux - Novo Mundo Mundos Novos - New world New
worlds

Colloques
2009
Journée d’Étude - Séminaire « Usages politiques du passé » IEP-Master HRI / IDA-Rennes / EHESS-Mascipo- (VIe
Journée d’Histoire des sensibilités) / Programme ANR Indiens dans la Guerre du Chaco

El Genocidio: la máxima
expresión del racismo en
Guatemala: una interpretación
histórica y una reflexión
Marta Casaús Arzú
https://doi.org/10.4000/nuevomundo.57067

Résumés
English Español
This article examines the history of the relationship between racism and genocide in certain
countries, such as Guatemala, where racism has been a key element of the building of the national
State. The text focuses on three vital moments of Guatemalan history, when the stereotypical images
of indigenous people and the representations of the power elites’ whiteness were being forged. The
analysis of these three different moments is followed by some thoughts and considerations about the
genocide committed against the indigenous peoples of Guatemala during the 1980s.

El artículo analiza la correlación existente entre racismo y genocidio a lo largo de la historia, en


aquellos países en donde el racismo ha sido uno de los elementos vertebradores de los Estados
Nacionales, como es el caso de Guatemala. Se detiene en tres momentos de la historia del país en
donde se fue forjando el estereotipo del indígena y el imaginario de la blancura de las elites de poder
y finaliza con una reflexión sobre el genocidio perpetrado contra los Pueblos indígenas en la década
Alt + Q
de los 80.
Entrées d’index
Keywords: genocide, Guatemala, indigenous peoples, ladinos, mayas, nation-State, oligarchical
domination, power elites, racism, repression, whites
Palabras claves: blancos, dominación oligárquica, elites de poder, Estado nación, genocidio,
Guatemala, ladinos, mayas, pueblos indígenas, racismo, represión
38:34
Notes de l’auteur
Quiero agradecer a Luc Capdevila y a Frédérique Langue, por haberme dado la oportunidad de
participar en el seminario de Rennes y por haber publicado mi ensayo completo en el libro editado
por ellos, Entre Mémoire collective et histoire officielle. L´histoire du temps présent en Amerique
Latine, Presses Universitaires de Rennes, 2009. Especialmente a Frédérique por haberme traducido
el artículo.

Texte intégral

Introducción y punto de partida del


ensayo
1 La guerra que sufrió Guatemala durante 36 años causó, según el informe de la Comisión
para el Esclarecimiento Histórico, mas de 200.000 víctimas, de las cuales, sólo el 6%
correspondió a población implicada directamente en el conflicto armado. A ello hay que
sumarle el hecho de que de todos los casos registrados, el 83% eran mayas y el 17%
ladinos. Por primera vez en la historia del país, una comisión oficial confirma que el
racismo constituyó un elemento fundamental para explicar la saña y discriminación con la
que se llevaron a cabo los operativos militares contra las comunidades indígenas del
Occidente. Por segunda vez en la historia, se confirma, según las normas del derecho
internacional, que se cometieron actos de genocidio por parte del ejército que identificó a
grupos del pueblo maya como el enemigo interno.1
2 Lo primero que nos preguntamos al respecto es ¿cómo pudo suceder?, ¿Qué pudo
provocarlo? ¿Por qué tanta crueldad y tanto horror?¿Cómo es posible que se estén
produciendo estos genocidios en el siglo XXI?Ante ello creo que es bueno retomar a los
teóricos del holocausto que nos recuerdan que los genocidios del siglo XX, están
estrechamente vinculados con la modernidad. El holocausto judío y los genocidios de los
últimos años no son aberraciones, sino “posibilidades ocultas de la sociedad moderna,
forman parte del proceso civilizador”.2 Bauman Cohn y Kuper, destacan que el crecimiento
de la violencia militar y el uso ilimitado de la coacción son las características comunes de
las grandes civilizaciones, si bien la civilización moderna no fue la condición suficiente, si
fue la condición necesaria para que se produjera.
3 No es mi intención adentrarme por esta vía de razonamiento, pero si quiero que pensemos
que estos genocidios no son casuales, ni fruto de una aberración de unos pueblos salvajes.
Forman parte de la burocracia moderna y de la cultura de la racionalidad y que en cualquier
momento pueden volver a producirse, de ahí mi interés en abordarlo en ésta ocasión. Quiero
partir de la base de un supuesto debatido y polémico en Guatemala y en el resto de
América Latina, y es la relación entre racismo y genocidio. Considero que, en aquellos
estados pluriétnicos y pluriculturales, en donde existen minorías étnicas o mayorías
minorizadas, como es el caso de Guatemala, y en donde el racismo ocupa un lugar
primordial en la estructura social, en la ciencia y en la estructura de poder, éstas prácticas,
actitudes manifestaciones contribuyen a la ejecución de actos de genocidio.Parto de la
definición de racismo elaborada en su día como:
“la valoración generalizada y definitiva de unas diferencias, biológicas o culturales,
reales o imaginarias, en provecho de un grupo y en detrimento del Otro, con el fin de
justificar una agresión y un sistema de dominación. Estas actitudes pueden
expresarse como conductas, imaginarios, prácticas racistas o ideologías que como
tales se expanden a todo el campo social formando parte del imaginario colectivo.
Pueden proceder de una clase social, de un grupo étnico o de un movimiento
comunitario; o provenir directamente de las instituciones o del Estado, en cuyo caso
hablaremos de racismo de Estado. Puede ocupar distintos espacios de la sociedad, 38:34
dependiendo de que la relación de dominación tenga su origen en una clase, un grupo
étnico, un movimiento comunitario o el Estado.

4 A modo de hipótesis podemos afirmar que la expansión o reducción de los espacios del
racismo en Guatemala va a estar en función de la composición étnica de la sociedad, de los
criterios de jerarquización social, del proyecto de construcción de la nación, de la
vertebración del tejido social y de la naturaleza del Estado. Por ello se hace imprescindible
conjugar todas estas variables en estudios específicos sobre regiones, grupos, instituciones
que nos permitan abordar el tema en todas sus dimensiones.3
5 En este artículo quiero partir de la base de que el racismo en sus diversas expresiones,
prácticas, manifestaciones y lógicas, es un factor histórico estructural que funciona y ha
funcionado como uno de los principales mecanismo de opresión, explotación y sobre todo
como la mejor justificación de un sistema de dominación y mantenimiento del status quo.
6 Consideramos básico analizar para el caso de Guatemala ese hilo conductor que es el
racismo, analizar como va mutando, se va metamorfoseando según las diferentes etapas
históricas. Los espacios en donde se recrea y se reproduce y según los diferentes actores
que lo construyen y recrean desde las élites de poder, la iglesia, pasando por el Estado,
hasta llegar a naturalizarse de tal manera que incluso las clases subalternas lo utilizan
como elemento de recreación de su propia identidad.
7 En ese sentido, resulta indispensable utilizar la expresión de Foucault4 de racismo de
Estado, en la medida en que es el Estado, a partir del liberalismo, el que va a crear un
modelo homogéneo, monocultural, monoétnico y excluyente, a partir de mediados del
siglo XIX. El Estado juega un papel esencial en la reproducción del racismo y, por ello, nos
parece más pertinente el enfoque histórico-político. Este autor en Genealogía del racismo,
hace un repaso histórico de la configuración del Estado moderno a través de diversos
filósofos y pensadores políticos del siglo XVIII y XIX. Concluye afirmando que por
influencia de las teorías darwinistas en las ciencias sociales, se produce una estatalización
de lo biológico y el Estado modifica el concepto de soberanía utilizado hasta el siglo XVIII.
8 El racismo se inserta como nuevo mecanismo de poder del Estado, como una tecnología
de poder con la prerrogativa y el derecho a decidir quién ha de vivir y quien no, ejerciendo
el derecho a matar o eliminar al Otro en nombre de la soberanía. Partiendo de este
desplazamiento del concepto de soberanía y de la incorporación del racismo como
elemento intrínseco de la estructura de poder del Estado, afirma que los Estados más
homicidas son a la vez los más racistas. Para Foucault, la importancia del racismo en el
ejercicio del poder radica en que:

“El racismo representa la condición bajo la cual se puede ejercer el derecho a matar.
Si el poder de normalización quiere ejercer el viejo poder soberano de matar, debe
pasar por el racismo. Pero también un poder soberano, es decir, un poder que tiene
derecho de vida y muerte, si quiere funcionar con los instrumentos, los mecanismos y
la tecnología de la normalización, debe pasar por el racismo”.5

9 Al hilo de esta interpretación puede entenderse la experiencia de los últimos genocidios


de Ruanda, Bosnia, Irak, Guatemala, y explica, en parte por qué no ha desaparecido la
polémica sobre las razas. Es más, ésta se ha agudizado, ya que el racismo no ha muerto,
simplemente cambia de registro al de la guerra de las razas o racismo de Estado.El
problema radica en la ontología misma del Estado -no importa la naturaleza del mismo,
socialista o capitalista. Es la base filosófica y política de la constitución del Estado
moderno la que posee un fuerte componente bío-racial, lo que Foucault denomina, el bío-
poder.
10 Estos supuestos de partida nos permiten situar el racismo desde el Estado y analizarlo,
no sólo como una ideología de la diferencia y de la desigualdad; no sólo como una forma
de discriminación y opresión entre clases o grupos étnicos, sino como una lógica del
exterminio y de exclusión, como una tecnología del poder. Es aquí en donde radican las 38:34
bases histórico-políticas del genocidio, en la forma como se construyeron los estados
homogéneos en América latina. Es en el Estado y sus Aparatos Represivos en donde el
genocidio opera como la máxima expresión del racismo, porque constituye un elemento
intrínseco al mismo y forma parte de uno de sus ejes vertebradores utilizados y
manipulados por las élites de poder que se consideran blancas. Leo Kuper, en la línea de
Foucault, opina que la responsabilidad del Estado y la posibilidad de la recurrencia del
genocidio, radica en que las sociedades contemporáneas civilizadas son proclives a
recurrir a los holocaustos genocidas porque, “El Estado territorial soberano reclama, como
parte integrante de su soberanía el derecho a cometer genocidios o participar en matanzas
genocidas que estén bajo su dominio”,6 y si esto es así pasa en Europa como lo hemos visto
para el caso de Bosnia, Chechenia, ¿cómo no lo va a ser para países como Ruanda,
Guatemala en donde el componente del racismo histórico estructural esta latente y no hay
mas que activarlo y ponerlo en marcha?
11 El problema es más complejo en la medida en que afecta al conjunto de la sociedad
porque, al ser un elemento histórico estructural y al estar enraizado en la mente y en los
corazones de todos los actores que componen la estructura social, opera en cualquier
momento como un detonante en contra de la población maya, que siempre ha sido vista
con recelo y temor. De modo que la construcción de tópicos, prejuicios y estereotipos
contra «el indio», se convierten en armas mortales contra él para exterminarlo o volverlo a
invisibilizar. De alguna manera los aparatos represivos del Estado y los aparatos
ideológicos, van a operar con mecanismos sutiles, utilizando los discursos racialistas y las
prácticas racistas cotidianas, para desencadenar, en la población no indígena odio,
violencia, cuando no silencio y complicidad por parte de los ciudadanos.
12 Los estudios realizados sobre genocidio y holocausto en otros países, demuestran la
enorme responsabilidad que tuvo no sólo el Estado fascista, sino la población civil en el
holocausto y advierten de los enormes peligros que se corren de no desactivar esas
prácticas racistas que conducen al genocidio.7 Estos enfoques de otras realidades como la
alemana, la de Ruanda o Yugoslavia, poseen la limitación de estar pensados y escritos para
realidades diferentes a la nuestra, pero resulta necesario investigar para el caso de
Guatemala aquellas variables sociológicas, políticas y psicológicas, y sobre todo el
trasfondo histórico que ha dado origen a la pervivencia y naturalización del racismo y los
actos de genocidio. Si bien algunos elementos e instrumentos de análisis pueden sernos de
gran valor y sugerirnos nuevas vetas de investigación, sobre un tema tan poco estudiado e
investigado en Guatemala, como es, la génesis, ontología, lógicas y efectos del racismo y su
vinculación con el genocidio.8

El espacio del racismo en la construcción


del Estado-nación siglos XIX y XX
13 A partir de la Independencia, con la llegada de los regímenes liberales, el espacio del
racismo no se redujo, como era de esperar por el cambio de dominación, el ingreso a la
modernidad y por la influencia del pensamiento ilustrado. Con la irrupción de nuevos
actores sociales, el cambio de dominación y sobre todo con la modificación sustancial del
agro guatemalteco y las reformas liberales, el racismo sufre una nueva metamorfosis. El
ejercicio del racismo provendrá directamente del Estado y se expresará en las
constituciones, ordenanzas laborales, en la reestructuración político-administrativa, en el
imaginario de las élites, etc.
14 En este proceso de recreación y adaptación de la patria y la nación se proyecta la imagen
del indio y el espacio que éste debe ocupar en la nueva organización política y social. El
indio pasa a constituir uno de los universos simbólicos claves, cuyo estereotipo se redefine 38:34
de acuerdo con las características del Estado liberal. A nuestro juicio, la inclusión o
exclusión del «indio» en la nueva imagen de nación y el papel que debe jugar como
ciudadano, súbdito o bárbaro con estatuto restringido, continuará siendo una de las
preocupaciones constantes de las élites criollas, como lo había sido durante toda la época
colonial. Este imaginario del «indio» se verá reflejado en el modelo de nación cívica,
nación civilizada y -en menor medida- en la nación homogénea a lo largo del siglo XIX.
Son innumerables los textos y documentos de la época que lo evidencian, así como las
opiniones de los intelectuales orgánicos de las élites criollas.
15 En 1879, Justo Rufino Barrios emite el Decreto 241, por el que se funda un colegio
destinado a la civilización de los indígenas. Las razones aducidas para ello son:

“Que los aborígenes... se encuentran en un estado de atrazo y abyección, que les


incapacita para participar en los beneficios de todo jénero que proporciona la
civilización... Que los indígenas de Jocotenango poseen terrenos cuyo valor es
oportuno se destine a la mejora de la raza”.

16 La imagen reiterativa, de un «indio» con aspecto degradante y embrutecido... que


permanece en la más crassa ignoranciay su repetición mecánica, operó tanto para excluir
al indígena de la naciente nación como al mismo tiempo para culparle de la falta de
progreso y engrandecimiento de la misma.
17 El racismo va a ser un elemento clave en el nuevo Estado liberal oligárquico, en donde el
indígena -que durante la Colonia estaba reconocido jurídicamente como un grupo socio-
racial y gozaba de cierta autonomía para garantizar la buena marcha del Estado
corporativo- pierde todos sus derechos y pasa a ser invisibilizado. A nuestro juicio, la
metamorfosis del racismo, a partir del siglo XIX, está vinculada a las nuevas formas de
dominación capitalista, en las que el racismo opera de forma más virulenta y enérgica,
pero a su vez, más sutil y difusa. Estas variables refuerzan el imaginario racista de la élite,
el espacio del racismo se difumina y dispersa por toda la sociedad y las formas de
dominación tradicional se consolidan gracias al sistema de patronaje clientelar que las
élites criollas reproducen, recrean y refuerzan desde el Estado. Coincidimos con González
Ponciano, la conversión de la blancura en autoritarismo político fue la ruta que los
liberales guatemaltecos adoptaron, incluso con criterios de inmigración selectiva de
alemanes, anglosajones y nórdicos para mantener el estado excluyente.9

El racismo de Estado y el reforzamiento


de la dominación militar oligárquica
18 Con la consolidación del Estado autoritario y el reforzamiento de la dominación militar
oligárquica a partir de 1963, pero sobre todo de finales de la década de 1970 a mediados de
la de 1980, podemos decir que el racismo de Estado alcanzó su máxima expresión porque
la oligarquía no fue capaz de legitimar su dominio a través de un Estado de derecho y
recurrió al ejército, al fraude electoral y a la militarización del Estado para mantenerse en
el poder. A nuestro juicio, la culminación del racismo de Estado coincidió con la crisis de
dominación militar oligárquica y con la irrupción del movimiento popular y
revolucionario. De 1978 a 1984 se produjo una crisis orgánica, un vacío de poder y una
pugna inter-oligárquica por la hegemonía, acompañado todo ello por la incorporación
masiva de los Pueblos Mayas a distintas formas de lucha política y de reivindicación
social. A lo que se sumó una fuerte crisis económica por agotamiento del modelo agro-
exportador, que dio lugar a reacciones agresivas y virulentas de la élite, que se reflejaron
en las respuestas de la encuesta que pasamos en 1979.
19 Consideramos que fue entonces cuando el racismo operó como ideología de Estado, 38:34
porque proporcionó una estrategia política para la acción. Fue durante este período
cuando la élite de poder proyectó una estrategia de represión selectiva e indiscriminada,
empleó la tortura, la guerra psicológica y todo tipo de métodos represivos contra la
población civil y especialmente contra la población indígena que provocó un auténtico
etnocidio, especialmente durante la época de Ríos Montt. Ello explica el por qué de la
alianza militar-oligárquica con la tendencia neo-pentecostal basada en la doctrina
calvinista del más rancio puritanismo, que justifica el exterminio de los «indios» porque
no son sujetos de gracia, porque son idólatras, pecadores y representan las fuerzas del mal.
A juicio de Cantón, a finales del siglo XX el etnocidio ya no se plantea desde el discurso
político oficial, sino desde un influyente neo-pentecostalismo estrechamente vinculado a
los círculos del poder, cuya cabeza visible es el Presidente de la República. En el excelente
trabajo realizado por esta autora y por los testimonio recogidos en su trabajo de campo
sobre los neopentecostales, La prosperidad de Guatemala pasa por la aniquilación de la
tradición maya o por la exclusión de los mayas de esa prosperidad, lo cual es legítimo ya
que son los indígenas inconversos los responsables de que Guatemala no haya levantado
nunca la cabeza.10
20 Resulta interesante analizar el fortalecimiento del racismo con la ideología neo-
pentecostal y podríamos preguntarnos por qué se produce una alianza militar-oligárquico-
neopentecostal durante dos mandatos presidenciales con el sector católico más tradicional
de la élite, como sucedió durante los gobiernos de Ríos Montt y de Serrano Elías. A
nuestro juicio, esto se explica porque el concepto de Estado coercitivo, represivo y
discriminador es el mismo; porque el imaginario de la nación civilizada, integrada o
conversa es similar y porque el imaginario racista etnocéntrico y excluyente de los
militares, de la élite y de los neo-pentecostales, que formaron dichos gobiernos, mantiene
enormes coincidencias en el discurso y en la aplicación de prácticas racialistas.
21 En este período los espacios del racismo se amplían, se profundizan y se planifican
desde el Estado, que elabora una estrategia basada en la violencia racista contra el
indígena. Podríamos afirmar que durante este período el racismo racialista llega a su
culminación, como ideología y como tecnología de poder. Con características diferentes a
las coloniales, vuelve a operar la lógica de la segregación y de la discriminación racial con
la creación de: aldeas estratégicas, patrullas de autodefensa civil, programas
contrainsurgentes de tierra arrasada y masacres colectivas contra la población civil.
22 Sin embargo el genocidio como máxima expresión del racismo, no logró legitimar el
sistema de dominación oligárquico-militar, ni consiguió realinear los factores del poder y
la crisis de dominación se vio agudizada por un profundo cuestionamiento de la identidad
de las élites de poder blanco-ladinas, que se plasmó en una incapacidad de plantear un
proyecto de Estado-nación plural en lo cultural, incluyente en lo económico y democrático.
Esta crisis de legitimidad y de incapacidad de retornar al status quo anterior, forzó a una
salida negociada entra la guerrilla y el ejército y a la firma de los Acuerdo de Paz en 1996,
abriendo una nueva vía para la resolución de los conflictos y planteando nuevas formas de
diálogo y negociación entre los grupos enfrentados y nuevas exigencias por parte de los
mayas hacia un estado mono étnico y mono cultural.
23 Queremos detenernos en tres momentos de la historia del siglo XX, para intentar
explicar las bases de donde parte el racismo y cómo y por qué pudo provocarse el
genocidio entre 1981 y 1983 y por último hacer una reflexión final acerca de la posibilidad
de que vuelva a ocurrir:

La sombra del indio como ser agónico y en decadencia (1931-1944).


El imaginario racista de la élite de poder en Guatemala: interpretación de los datos
de una encuesta (1979-80).
El indio como amenaza pública: El racismo como tecnología del exterminio (1980- 38:34
1996).

1. De la ciudadanía incluyente a la
sombra del indio como ser agónico y en
decadencia (1920-1944)

Contexto histórico de emergencia del debate


24 Uno de los aspectos más novedosos de éstas dos décadas, fue la construcción del
imaginario racista en Guatemala, y cómo el pensamiento social de las redes intelectuales
de 1910 y 1920, fueron creando diversos imaginarios de nación y de percepción de su
identidad y de la identidad del Otro. Los intelectuales de las generaciones de 1910 y de
1920 hablaban de dos modelos contrapuestos. Los partidarios delnacionalismo
espiritualista o vitalista, encabezados por la figura de Alberto Masferrer y otros autores de
la Generación de 1910, como Fernando Juárez Muñoz, Carlos Wyld Ospina, Flavio Guillén,
Rafael Arévalo Martínez y Salvador Mendieta, basaban su imaginario en un concepto
político y social de nación, en el que los derechos cívico-políticos de todos los ciudadanos
estuvieran representados, pero también hubiera cabida para sus derechos culturales.
Plantearon un modelo más incluyente y participativo donde los derechos sociales y las
bases de la nación no sean determinadas únicamente por las leyes, la educación y los
derechos de ciudadanía, para lograr una homogeneización, sino por el respeto y la
tolerancia de sus derechos específicos y por la adquisición de derechos sociales, entre los
que destaca el derecho a la tierra.
25 Los intelectuales de la “Generación del 20” estuvieron más influidos por el liberalismo
decimonónico y el positivismo spenceriano en su vertiente racialista. El triunfo de
gobiernos dictatoriales en todo Centroamérica en la década de 1930 y el asesinato de
Augusto Sandino, en Nicaragua, reforzaron los regímenes dictatoriales y produjeron como
reacción un retorno de los intelectuales al positivismo y a las corrientes eugenésicas. La
influencia del nacional-socialismo se dejó sentir en la cultura política de esta década y
muchos de los intelectuales, que apoyaron las dictaduras de 1930, estaban influidos por el
fascismo italiano y el nazismo alemán. Incluso algunos de ellos se manifestaron
partidarios de las tesis del exterminio de judíos, chinos o indígenas. En cuanto al modelo
de nación y nacionalidad, eran partidarios de la homogeneización nacional y del
blanqueamiento racial por la vía de la eugenesia.
26 Para buena parte de esta generación del 20, heredera del positivismo racialista de corte
spenceriano, si el indígena del presente estaba en decadencia y no había forma de
regenerarlo ni de redimirlo ¿no era mejor dejarlo como estaba o intentar eliminarlo?
27 Resurgieron así las teorías eugenésicas, degeneracionistas e higienistas, las teorías
integradoras o asimiladoras, y otras interpretaciones históricas divergentes acerca de la
historia colonial y republicana, que trataron de dar nuevas respuestas a viejas incógnitas.
Pero lo que desapareció, si se compara éste con los debates anteriores a 1930, fue la
relación entre “el problema del indio y el problema de la nación”.
28 En este período la nación dejó de ser objeto de preocupación, ya no aparecía ligada a la
inclusión e incorporación del indígena, como en los debates de 1927-30 de los
espiritualistas. La nación dejaba de ser un problema, no era ya ni siquiera una
preocupación, tal vez porque durante seis años de férrea dictadura ubiquista se acabó por
aceptar tácitamente su inexistencia o se intento nuevamente invisibilizarlo.
29 Como en otros tantos momentos de la historia de Guatemala, de nuevo afloraba el
debate sobre «el indio y la nación» y se volvía a destapar la caja de Pandora que liberaba la 38:34
heterogeneidad y el pluralismo cultural existentes y situaba una vez más “a ese indio
degenerado e irredento” en el centro de la polémica; volvía a resurgir como eje de la
opinión pública el debate acerca de la naturaleza del «indio», sus diferencias culturales y
su historia.11
30 En esta etapa de dictadura ubiquista ya no era necesario «regenerar al indio», la
dictadura ya lo había logrado a través del trabajo forzoso. Lo que se buscaba era justificar
un sistema de dominación basado en el racismo biológico.12 Cuyo máximo exponente va a
ser el literato, periodista y secretario de la presidencia de Ubico Carlos Samayoa
Chinchilla. Este autor, retomaba los planteamientos positivistas y partía de un
determinismo burdo de corte biológico, psicológico y ambiental. Algunas de sus
afirmaciones más notables que contribuyeron a generar los tópicos actuales del indígena y
las prácticas sociales de discriminación y genocidio fueron las siguientes:

 “el indio será siempre indio, porque el alma de su raza ya murió, porque carece de
energía a causa de su mala alimentación, el maíz, y porque es irredimible por
naturaleza ... dime lo que comes y te diré lo que será tu descendencia… El indio de
América ya colmó su misión. En mi concepto nada sería capaz de sacarlo de su
letargo espiritual y el primer obstáculo para obtener su íntegra liberación será su
propia idiosincrasia”.13

31 Aconsejaba en sus cartas abiertas en el diario El Imparcial, “el exterminio del indio”
como en Argentina o la reducción en reservas como en Estados Unidos y se ufanaba
además de los resultados en estos países, que “han sido excelentes”.En su discurso,
aparecen todos los tópicos respecto del «indio», haragán, degenerado, huraño,
irredimible, un elemento decorativo, y lo que es mas grave en la construcción de un
estereotipo y de un prejuicio racista, su carácter absoluto e inamovible, las frases “indio
será siempre indio”, una sombra, un ser agónico, un sonámbulo, cuyas energías gastadas
le impiden seguir viviendo, al que habría que ayudarle a morir o eliminarle, porque “es un
obstáculo para el desarrollo, muerto en vida al que hay que ayudarle a morir”; y sólo si no
se lograba eliminarle, que sería lo deseable, habría que fusionar su sangre con
“representantes de la raza blanca”. En este segundo fragmento, lo que estaba
argumentando era indudablemente un sistema de opresión y de dominación por la «raza
blanca». Estaba justificando la construcción de un racismo de estado, fundamentado en
una dictadura represiva de 13 años y en el trabajo forzado de los indígenas para paliar la
crisis de dominación oligárquica que se produjo con la caída de los precios del café.
32 Este proyecto de nación eugenésica durante esta etapa es generalizada y mantenida por
muchas otros intelectuales como Miguel Ángel Asturias, Federico Mora, Epaminondas
Quintana, Víctor Soto, etc., todo ellos partidarios de la eugenesia como estrategia
asimilacionista y de blanqueamiento de la nación.
33 En este debate, quedaban plasmados todos los estereotipos del indio que forman parte
del conjunto de tópicos de la sociedad actual y que se han seguido escuchando hasta la
actualidad o que se siguen leyendo en la prensa: el indio genética y psicológicamente
inferior, la decadencia de las civilizaciones prehispánicas, su agotamiento vital y
degeneración actual, la incapacidad intrínseca del indio para civilizarse y regenerarse, el
indio como paisaje y como parte del folklore, el indio como obstáculo para el desarrollo y,
lo que me parece más humillante, “el indio como una sombra, el indio que confunde la
cosa con la sombra”, en otras palabras, lo que aquí se está expresado en términos muy
claros, es el «indio» como ficción, el «indio» como ser invisible como fantasma errante.
34 Resulta lógico pensar que buena parte de la configuración del pensamiento racista
guatemalteco y su incidencia en la opinión pública terminó por calar en el imaginario de la
sociedad letrada e ilustrada del país y no sólo en su imaginario racista, sino en la falsa
percepción de sí mismos como “blancos por oposición al indígena”; blancos por genética,
blancos por cultura, blancos por educación, en suma, blancos por definición. 38:34
35 Durante este periodo fue cuando se exacerbó el racismo y se conformó un Estado
nacional homogéneo y mono-étnico; una buena parte de las élites guatemaltecas volvieron
a creer que podían construir un Estado sin nación y una nación sin «indios»; aquellos
guatemaltecos que se consideraban criollos o ladinos decidieron, al fin, convertirse en
«blancos» y crearon una imagen distorsionada de su identidad étnica, al negarse, una vez
más, a construir un proyecto de identidad nacional.

2. El imaginario de blancura en la élite de


poder y su percepción del «indio»:
interpretación de una encuesta

El contexto de emergencia (1978-1981)


36 El período en donde surge la idea de pasar una encuesta a las redes familiares que
detentaban el poder económico y político del país durante este período, parte de la
necesidad de analizar la naturaleza del racismo guatemalteco, sus formas de expresión, sus
espacios, su génesis, la construcción de los tópicos, etc., teniendo en cuenta que el período
de realización de la encuesta era de una importancia crucial porque se producía en unas
circunstancias sociopolíticas en las cuales se reactivaban los estereotipos y se reforzaban
los prejuicios de una sociedad atravesada por el racismo y la discriminación, a saber : la
militarización del poder oligárquico que se inició con el golpe de Estado de 1963, por la
cual son los militares los que se suceden en el poder por medio de elecciones fraudulentas,
llegó a su fin con una crisis de hegemonía del sistema y una descomposición de las alianzas
entre militares y élites de poder. Esta crisis generalizada se expresó en un vacío de poder y
una falta de realineamiento de las élites dominantes.
37 La falta de alternativas democráticas, el escaso funcionamiento del sistema político y de
partidos, el sistemático fraude electoral y los altos niveles de represión selectiva,
contribuyeron a la emergencia de movimientos revolucionarias en todo el país que se
expresaron en una lucha armada liderada por cuatro organizaciones político-militares, que
se unificaron en torno a la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca –URNG-, que
reivindicó los anhelos mas sentidos de las clases subalternas e incorporó, por primera vez
de forma masiva a la población indígena a la lucha armada. Durante éste período de
conflicto bélico, pasamos una encuesta a,110 miembros de la oligarquía, sin distinción de
género, edad y estudios, pertenecientes a las principales redes familiares de poder que
procedían, en su mayor parte de la época colonial y que habían permanecido en el poder
desde entonces, aseguraba la representatividad del núcleo oligárquico de ese período.14
38 La encuesta constó de cuatro grandes temáticas, identidad y racismo, historia y racismo,
economía y racismo y estrategias de integración. Abordaremos aquellas preguntas que
redundan en los discursos de las élites en su afán de perpetuar la discriminación étnica y
racial y en preservar su hegemonía.15 El primer aspecto que nos llama la atención es su
auto-adscripción étnica, de los 110 entrevistados, 59 se consideran blancos, 23 criollos, 12
mestizos y 14 ladinos y las razones para considerarse como «blanco-criollos» es su
ascendencia española o europea y carecer de sangre india. No parece existir una marcada
diferencia en su consideración étnica por género, edad, ocupación o educación. Este
porcentaje de élites blanco-criollas, perciben la diferencia entre indígenas y no indígenas
en función de aspectos de carácter biológico-racial. En sus respuestas son claras las
alusiones a dichos aspectos genéticos Un hombre que se considera blanco, abogado,
miembro de la Real Academia de España, respondió: 38:34
“La vida de un sujeto está programada por sus genes, los genes determinan su
conducta y desarrollo. La transmisión genética de los indios es de una raza inferior.
Los genes de la raza blanca son superiores y esa raza superior produjo grandes
inventos y artistas, la otra no ha creado nada”.16

39 Una mujer de 45 años, que se considera blanca, ama de casa, esposa de industrial,
responde:

“Existen diferencias claras, porque la mezcla del alemán con indio es más pura, más
sana, porque la raza española no era pura, por eso el indio mezclado es más perverso
y haragán”.17

40 De nuevo la construcción del estereotipo está basada en la valorización de rasgos


negativos e imaginarios que se elevan a categoría de absoluto y el mestizaje vuelve a
aparecer como algo perverso y negativo. En relación al roce interétnico con grupos
indígenas son aun mas selectivos en mas de un 50% no adoptarían a un niño indígena y
jamás se casarían con una indígena y las principales razones aducidas son: “No son de mi
raza, tengo prejuicios hacia esa raza, son una raza inferior”. Algunas respuestas fueron
más viscerales llegando a afirmar “son una raza inferior, son feos y huelen mal”, “no me
gustaría por la inferioridad del indio”. “Va a ser indio toda la vida” o “no pertenece a mi
clase ni a mi raza”.18
41 Como se puede observar el racismo burdo y vulgar prevalece sobre el racismo cultural y
se manifiesta de una manera cruel y sin tapujos, en muchas de las respuestas. En la
actualidad se ha producido un cambio de percepción en dichas élites, pero éstos han sido
mínimos por lo que hemos podido observar en las últimas encuestas y apuntan hacia un
racismo de corte más cultural que biológico.19
42 En cuanto a la construcción del estereotipo y al prejuicio étnico, siguen prevaleciendo
rasgos biológicos o raciales como el hecho de caracterizar a la población indígena como:
sumisa, conformista, morena, baja, haragana, tradicional, introvertida y sucia. Sin
embargo, después de la guerra de 36 años y ante la emergencia del movimiento maya y del
acceso de algunas élites mayas a ciertas cuotas de poder, pareciera que ha habido una
modificación del prejuicio étnico hacia valores positivos como que los indígenas son
trabajadores, honrados, poseedores de una cultura e incluso inteligentes, pero en
encuestas recientes en Prensa Libre y en el Diario de Hoy, se les sigue considerando como
una raza y una cultura inferior.
43 En el 2005, por primera vez en la historia de Guatemala, el diario de mayor tirada Prensa
Libre20 publicó una encuesta realizada a un universo poblacional amplio en toda la república
y llegó a la conclusión de que Guatemala es un país racista. Algunos datos aportados por esta
encuesta muestran que el 94.3% de los encuestados afirmó que existe discriminación y que
esta es padecida por los indígenas. El factor racial sigue pesando en la medida en que el
74.8% de los ladinos reconoció tener “sangre española o extranjera”, mientras que solo el
58.7% reconoció tener “sangre indígena”. Esto se ve reforzado por el 47.7% que aún
considera al apellido de origen español como mejor condición que el apellido indígena.
Continúa habiendo una percepción tanto entre indígenas como entre ladinos de que, un
74% del conjunto de la muestra considera que ser rubio o «canche» provee mayores
oportunidades para participar en el mercado laboral, en comparación con ser moreno. Lo
mismo sucede con los apellidos españoles.Los estereotipos relacionados con el trabajo y la
etnicidad continúan reproduciéndose. Muestran que los estereotipos son reproducidos y
asumidos por los mismos grupos. Los indígenas se consideran mejores para “las tareas del
campo” (96.5%), mientras que los ladinos se desenvuelven mejor en los trabajos de oficina
(57.8%).En general, las preguntas dirigidas a visibilizar la imagen que tanto ladinos como
indígenas tienen de sí mismos y del otro, muestran que ambos conglomerados reproducen
los estereotipos. “El estereotipo funciona: los mayas son trabajadores, honrados a medias, 38:34
pero sucios. Por otra parte, los ladinos son holgazanes, medio limpios de cuerpo, pero muy
corruptos”.
44 En una investigación reciente realizada en Guatemala, “Diagnóstico del racismo” para la
formulación de políticas públicas contra el racismo y la discriminación étnica en
Guatemala, uno de los estudios del informe, acerca de los Costos de la discriminación en la
población indígena, femenina y rural en Guatemala, llega a la conclusión de que los costos
de la discriminación no sólo afectan a las personas mas vulnerables, profundizando la
pobreza y la exclusión e incrementando la brecha de las desigualdades, sino que tiene un
costo para el Estado y para toda la sociedad en general, lo que él llama el costo de
oportunidad y cree que ese costo, se puede medir en una pérdida de crecimiento real del
conjunto de la economía. A su juicio el costo nacional de la discriminación, para el año
2003, fue de 6.000 millones de quetzales, el equivalente al 3.3 % del PIB. Con lo que
demuestra que” con la discriminación perdemos todos”, los mas vulnerables, las empresas
y el Estado. Lo cual nos conduce a pensar que el racismo no solo afecta profundamente al
discriminado sino que tiene un costo enorme para el conjunto de la población y para el
país en general. El racismo no solo tiene rostro de mujer, es que es nos impide crecer
económicamente”.21

3. El indio como amenaza pública, (1978-


1985): El racismo como tecnología del
exterminio
45 La consolidación del estado oligárquico y la crisis de hegemonía que se produce ante la
incapacidad de las oligarquías y de los sucesivos gobiernos militares de llegar a una alianza
interelitaria e interclasista, la utilización de la represión selectiva como único mecanismo
de mantenimiento del poder y la falta de salidas democráticas tras múltiples fraudes
electorales que, mediante partidos comparsas, nombraban a candidatos militares a la
presidencia para mantenerse en el poder; el asesinato sistemático de los líderes sindicales
y campesinos y de aquellos candidatos presidenciales civiles que no se plegaban a las
reglas del juego, generó un desgaste en la estructura político-militar y provocó la
emergencia de nuevos movimientos revolucionarios desde 1970, que llegaron a su máxima
culminación entre 1980 y 1983.
46 La encuesta citada anteriormente, ya reflejaban claramente este imaginario racista y era
perceptible una tendencia no mayoritaria, pero si significativa que abogaba por «el
exterminio del indio o por su eugenesia» como solución para la integración de éstos en la
nación. No se debe desestimar que un buen porcentaje de la población encuestada, que en
su mayor parte se consideraban blancos y descendientes de europeos, que abogaban por la
mejora de la raza y que eran partidarios de la eugenesia o del exterminio del indígena, son
los que accedieron al poder entre 1980 a 1983, causando uno de los mayores genocidios en
la historia del país.
47 No resulta casual que estas élites «blancas» ante las pregunta ¿cuál es la solución que
Ud, propone para integrar a los indígenas a la nación? la respuesta de un 10% de la
muestra fuera, «exterminarlos» o «mejorar la raza». Algunas de estas respuestas más
indicativas en este sentido fueron las siguientes.
48 Un ingeniero industrial, de 55 años que se considera blanco expresó su opinión:

 “Yo no encuentro otra solución más que exterminarlos o meterlos en reservaciones


como en Estados Unidos. Es imposible meterle cultura a alguien que no tiene nada en
la cabeza, culturizar a esa gente es obra de titanes, son un freno y un peso para el
desarrollo, sería más barato y más rápido exterminarlos”.22 38:34
49 Un joven agricultor, de 26 años, que se considera blanco y con estudios superiores opina
que:

” Integrarlos no sería una solución, tampoco repartirles tierra, ni darles dinero, ni


siquiera educarlos merece la pena. En el fondo yo soy un reaccionario, porque
algunas veces me dan ganas de exterminar a todos los indígenas del altiplano”.23

50 Un empresario de 49 años con estudios secundarios opina que:

“La única solución para esa gente sería una dictadura férrea, un Mussolini o un Hitler
que les obligara a trabajar y a educarse, o los exterminara a todos”.24

51 Estas respuestas son lo suficientemente elocuentes para percibir el profundo desprecio,


temor y odio que un sector de la oligarquía sentía y expresaba en el momento de pasar la
encuesta (1979-1980). Dos años más tarde se empezaron a producir las masacres y el
genocidio mayoritariamente en contra la población indígena. Probablemente estos juicios
de valor que formaban parte del inconsciente colectivo del núcleo oligárquico, se
convirtieron en una práctica política de la clase dominante. De la misma manera que
prueba Schrimer, la actitud racista de los altos mandos del ejército, según las entrevistas
citadas por la autora, contribuyó notablemente a la ejecución de actos de genocidio,
aunque ni el ejército ni el estado guatemalteco hayan reconocido este hecho.25
52 El hecho de que el indígena pasara de ser objeto a ser sujeto de su propia historia y se
incorporara a la vida política de forma masiva a través de organizaciones revolucionarias,
desató y desencadenó en este núcleo de poder. Todo este inconsciente colectivo de
exterminio que llevaría a la muerte a más de 200.000 personas entre muertos
confirmados y desaparecidos, 626 aldeas masacradas y más de un millón y medio de
refugiados y desplazados entre 1978 y 1983. El temor a la rebelión del «indio» y el deseo
solapado de exterminarle se unían en una coyuntura histórico-política que terminaría en
un etnocidio.
53 Este exterminio de la población indígena, sin duda fue obra del ejército y la élite de
poder durante la fase más álgida de la guerra y costó la vida, según la Comisión de
Esclarecimiento Histórico (CEH), a más de 200.000 personas, de las cuales más del 83%
eran mayas, provocando actos de genocidio contra la población indígena. Esta violencia
tuvo un trasfondo racista en la medida en que se trató de exterminar al pueblo Maya,
declarándolo enemigo interno.26 El informe de la CEH, apoyado en la Convención de
Prevención y Delito de Genocidio firmada por todos los estados, entre ellos Guatemala, en
1950, tipifica de genocidio a:

 “cualquiera de los actos mencionado a continuación perpetrados con la intención de


destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico o religioso en cuanto a tal, y
que suponga: matanza de los miembros del grupo; lesión grave a la integralidad física
o mental de los miembros del grupo; sometimiento intencional del grupo a
condiciones de existencia que puedan acarrear su destrucción física total o parcial;
medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo, Traslados por la
fuerza de niños del grupo a otro”

54 La Comisión, el REMHI, CALDH, La Fundación Rigoberto Menchú y otos organismos


internacionales, después de múltiples investigaciones in situ y con mas de.... testimonio de
las víctimas confirman, en los numerales 11,112,113 que “entre los años 1981 y 1983 el
ejército identificó a grupos del pueblo maya, como el enemigo interno, porque consideraba
que constituían o podían constituir la base del apoyo de la guerrilla... y considera que estos
actos criminales y de violaciones de los derechos humanos ... dirigidos de forma
sistemática contra grupos de la población maya, entre los que se cuenta la eliminación de
líderes y actos criminales contra menores....evidencia que dichos actos fueron cometidos
con la intención de destruir total o parcialmente a dichos grupos y que por ende 38:34
constituyen actos de genocidio”.27
55 A la misma conclusión llega Sanford, cuando afirma que el ejército de Guatemala
cambio su estrategia represiva de asesinatos selectivos a masacres, hacia una estrategia
genocida de larga duración contra la población maya. Considera que, “estas atrocidades
deben de ser consideradas como delito de genocidio”. A su juicio, hubo tres campañas de
genocidio planeadas y ejecutas en contra de la población maya: la estrategia de «tierra
arrasada» en zonas mayas, liderada por los hermanos Lucas García y Ríos Montt; la
persecución implacable y matanza de los supervivientes y el establecimiento de campos de
reeducación y aldeas modelo, todo estos hechos están tipificados como delitos de
genocidio.28
56 Mas contundente aún es el libro de Prudencio García quien considera que es el caso de
mayor impunidad militar y de mayor degeneración de los códigos militares de todo el
continente americano y posiblemente de todo el mundo porque se violaron todos los
principios básicos ensañándose contra la población civil, especialmente los pueblos
indígenas. Las formas mas esperpénticas de violación de los derechos humanos fueron,
mutilaciones como formas atroces de tortura y ejecución, empalamiento y crucifixiones,
masacres colectivas y exterminio de comunidades, violencia sexual contra las mujeres y
violencia extremada contra los niños.29
57 No es mi intención relatar aquí los horrores cometidos durante este periodo en mi país,
pero si enfatizar aquellas formas de violencia, tortura, aniquilación en contra de las
mujeres, niños e indígenas. Porque efectivamente sí hubo una intencionalidad y una
estrategia diseñada para exterminar físicamente a un pueblo y a su descendencia y creo
que es importante refrescar la memoria y no olvidar estos hechos para que no vuelvan a
producirse. No es casual que del total de violaciones contra los derechos humanos que
afectaron la vida y la integridad física de las personas, el 70”% se cometieran contra mayas
y solo el 10% contra ladinos y en cuanto a víctimas registradas por la CEH, el 89% fueran
maya hablantes y procedieran de municipios mayoritariamente indígenas como Quiché,
Kekchi y Kakchiquel.
58 Pasamos a recopilar algunos testimonios relacionados con estos hechos de una enorme
saña y brutalidad

“Los soldados nos gritaron que nosotros, los indígenas, no éramos nada, éramos
animales, no nos merecíamos el respeto de un ser humano”.

“[V]inieron los soldados y mataron a 15 personas y nosotros nos escondimos en la


montaña. Quebraron las cabezas de los niños y yo vi cuando violaban a las mujeres.
Sacaron los fetos de las mujeres embarazadas y les quebraron sus cabezas....Nos
trataron peor por ser indígenas, no solamente con armas y balas, pero por quemar los
hogares y cultivos”.30

“[H]abía mucha discriminación con el indígena. A los indígenas nos golpeaban y nos
insultaban casi por gusto, porque no podían decir casi ni palabra”.31

59 Después de la masacre de San Pedro Sacatepéquez y de San Marcos, el ejército estuvo


matando a la población civil durante más de 4 o 5 días en enero de 1982. El testimonio de
una de las víctimas que observó la masacre dijo:
“Habían 10 verdugos... eran de Oriente. Hacían turno para matar a las gentes.
Mientras cinco mataban, los otros cinco se venían a descansar. Como parte de su
descanso tenían turnos para matar a dos señoritas de 15 y 17 años. Al darles muerte
les dejaron sembradas estacas en los genitales”.

60 Todas estas brutalidades se dieron en áreas de población maya y la mayor parte de ellas
iban acompañados de insultos como «raza de coches» «indias de mierda».”Nos insultaban
y nos pateaban sólo porque éramos indios y nos trataban como animales”. 38:34
61 Que duda cabe que esta violencia sexista y etnicista no ha sido castigada y los verdugos y
ejecutores de dichos actos de etnocidio y feminicidio siguen en las calles impunemente y
muchas víctimas se cruzan con ellos en sus aldeas y pueblos, como lo expresan muchos
testimonio.32
62 Todos estos datos nos hacen coincidir con los planteamientos de Sanford, Fundación
Rigoberto Menchú, CALDH, García, Payeras sobre la responsabilidad del Estado
guatemalteco, del ejército y de las élites de poder quienes diseñaron y ejecutaron una
estrategia genocida de larga duración contra la población maya a lo largo de la década de
los 80.

Conclusiones y reflexiones en torno a


tema:
63 Del análisis histórico estructural sobre la génesis, la etiología, la reproducción y vigencia
del racismo en Guatemala y de sus diferentes lógicas, prácticas y manifestaciones racistas,
así como de la presencia del racismo en los diferentes espacios públicos y privados, y de
sus principales actores, élites de poder, ejército, medios de comunicación, mayas, ladinos,
etc., podemos deducir varios aspectos que nos parecen preocupantes o al menos dignos de
ser tenidos en cuenta, de reflexionar sobre ellos, como intelectuales, políticos o personas
que accionan e interaccionan en Guatemala como son las Ongs, los gobiernos europeos y
los organismos internacionales, especialmente el PNUD.

Las bases y los espacios sobre las que se construyó y reprodujo el racismo en
Guatemala, desde la Colonia hasta nuestros días permanece incólume y no parece
que haya habido ningún indicio de que los estereotipos y prejuicios que lo sustentan
se hayan desactivado, todo lo contrario.
Las bases sobre las que se montó el genocidio tanto en su aspecto institucional, el
Estado racista, como en sus aparatos represivos e ideológicos, permanece intacta y
no ha habido ningún cambio en las estructuras de poder que permitan pensar que
sean otros actores sociales y políticos quienes detenten el poder. Por el contrario
hay un cierto retorno de las oligarquías tradicionales, especialmente de los sectores
monopólicos y de los sectores más recalcitrantes del ejército.
Los responsables del etnocidio no han sido castigados, ni siquiera nominados
individualmente como se hizo en otras comisiones de la Verdad, mucho menos
enjuiciado y hasta el momento gozan de total impunidad.
Resulta evidente que, cualquier iniciativa de transformación de la constitución o de
la legislación en materia de mejora de los derechos étnico-culturales, provoca una
fuerte reacción en las clases dominantes y en las élites simbólicas, que son las
encargadas de legitimar la política general y las decisiones sobre las minorías
étnicas.
Si bien se han producido cambios importantes por un sector del gobierno actual, en
el sentido de brindar nuevos espacios a los pueblos indígenas y posibilitar una
mayor participación política de ciertas élites mayas, ello no se ha traducido en
políticas públicas que contribuyan a paliar la desigualdad económica ni la
discriminación. El frágil equilibrio de la estructura y las pugnas internas en el
gobierno, han impedido una política coherente en este campo, aunque no dudamos
de que ha habido voluntad de enfrentar y dar solución a los problemas étnicos.
La emergencia del Pueblo Maya como movimiento etno nacionalista y sus diversas
estrategias para incorporarse plenamente y en igualdad de derechos sociales
económicos y culturales, ha reavivado y reactivado los mecanismos ancestrales 38:34
generadores de prácticas racistas y discriminatorias. Es más, no sólo las ha
reactivado, sino las ha ampliado a otra parte de la población: clases medias, maras e
intelectuales que, antes simpatizaban más con los movimientos indígenas, pero que
a partir de los acuerdos de paz y de la emergencia del movimiento Maya, se ven
preocupados, cuando no amenazados, por la irrupción del «los mayas» al poder.
Las élites de poder que gobiernan y dirigen el país y las élites económicas,
continúan expresando permanentemente sus actitudes, prácticas y manifestaciones
racistas y discriminatorias, como se puede ver en algunos de los casos denunciados
por personas indígenas que se han visto impedidas de acceder a sitios públicos,
trabajo o escuela con su propia indumentaria. Los recursos judiciales instruidos
para evitar estos hechos han sido infructuosos hasta el momento, a excepción de la
demanda de Rigoberta Menchú.
8) Con la candidatura a la presidencia de Rigoberta Menchú, el nivel de prejuicios y
descalificaciones hacia su personas y hacia los indígenas se ha incrementad
notablemente, si bien es verdad que ha habido una respuesta positiva por parte de
la población, pero han contribuido a incrementar los temores a que llegue a la
presidencia una indígena.
A mi juicio, al interior del grupo que se considera «blanco» se ha exacerbado el
racismo, con expresiones y prácticas aún mas intolerantes, no expresadas en
público, pero refrendadas por otras encuestas, y que, en cualquier ocasión y frente
al temor de la llegada de «una indígena al poder», se han reactivado. Véase la
prensa sobre la campaña de Rigoberto Menchú.
La comunidad internacional y cierto discurso paternalista y pro indianista o
etnicista de algunas agencias para el desarrollo, entre ellas el Informe del IDH y
PNUD, asumen posiciones dicotómicas y bipolares de carácter étnico que no
corresponden a la realidad social del país y que contribuyen a polarizar el discurso
de unos y otros, colaborando a exacerbar las diferencias étnicas y a profundizar
ciertos esencialismos de todos los élites dominantes y subalternas, «blancos»,
«ladinos» o «mayas». No parece haber una clara conciencia de los riesgos que
implica esa polarización para el conjunto de una sociedad y un Estado racista.
Si bien es verdad que ha habido un cierto avance en las percepciones de unos y
otros y una cierta autoestima y auto respeto por parte de la ciudadanía en general
hacia los pueblos indígenas, fruto de sus conquistas en los últimos años tras los
acuerdos de Paz, que es perceptible en la encuesta de Prensa Libre. Esa toma de
conciencia por parte de los ladinos, lo que está evidenciando es la existencia
compartida por ambos grupos de que existe discriminación étnico-racial por el
color de la piel, el apellido o el grupo étnico. Lo que demuestra, una vez más, la
existencia de racismo y discriminación en la sociedad guatemalteca.
Algunas élites intelectuales, mayas y ladinas urbanas, que poseen un discurso
étnico-cultural muy esencialista y que son poco proclives a vincular los aspectos
étnicos al desarrollo y a la lucha contra la pobreza y la desigualdad, están
contribuyendo notablemente a exacerbar las dicotomías y a reactivar los prejuicios
del sector dominante, sin contar con el poder económico y político para acceder al
poder y hacer frente a un enfrentamiento ideológico y político. Lo mismo sucede
con un grupo de intelectuales ladinos que están contribuyendo a generar dicha
polarización, a través de los medios de opinión pública.

64 Como conclusión final y sin ningún ánimo de generar profecías apocalípticas o


pesimistas, sólo ateniéndome a los epígrafes desarrollados, a la constatación de los hechos
históricos y políticos, podríamos pensar que, si no ha habido grandes cambios en la
estructura del Estado, mucho menos en la estructura económica que nos permitan pensar 38:34
que se ha dado un cambio en el bloque de poder; si los aparatos represivos e ideológicos
continúan en las mismas manos y no se han desactivado por medio de campañas de
prensa, de educación o por medio de políticas públicas desde el estado; si la enfermedad
del racismo, sus causas, prácticas y mecanismos siguen vigentes y, en lo único que hemos
avanzado es en el diagnóstico de la enfermedad y en llegar a un cierto consenso de su
existencia como problema nacional; si a nivel económico y por parte de la distribución de
los servicios públicos en materia de salud y de educación del Estado hemos constatado que
los costos de la discriminación son un factor que incide notablemente en la desigualdad y
en la pobreza de los sectores mas vulnerables y desfavorecidos, especialmente mujeres,
indígenas y rurales; si el estado apenas ha podido aplicar medidas de igualdad
compensatoria en materia de etnia y género y la brecha de la pobreza cada vez crece más:
65 ¿Que nos hace suponer que los mecanismos de racismo como sistema de dominación y
de explotación se han desactivado o han terminado de tener utilidad para las élites de
poder? ¿Qué nos hace suponer que las prácticas racistas y los estereotipos han
desaparecido o se han difuminado de las estrategias discursivas, cognitivas y mentales de
los ciudadanos y ciudadanas guatemaltecas? ¿Qué nos hace pensar que ha habido un
cambio en las representaciones sociales de los grupos implicados?
66 Si la ciencia y la academia, con informes como el IDH y otros similares pronunciados en
diferentes foros y diversidades y Centros de documentación, continúan analizando la
sociedad guatemalteca de forma bipolar y dicotómica y continúan exacerbando
contradicciones falsas o no prioritarias, ¿qué nos hace suponer que no se están
reproduciendo todos los modelos dicotómicos que exacerban la relación ladinos indígena?
Y si todo esto es así, ¿por qué no deberíamos de considerar seriamente que la posibilidad
de una reactivación de los prejuicios racistas y genocidas que, se pueden provocar, en
cualquier momento, dando origen a nuevos actos de genocidio como los sucedidos hace
menos de una década y que se están produciendo en otros lugares del planeta con el
silencio y complicidad de todo el ámbito internacional?
67 ¿Porque nosotros vamos a ser diferentes al resto de países como Francia, Alemania o
Austria en donde se están dando fuerte brotes xenófobos o Ruanda, Bosnia y Chechenia
donde se han provocado auténticos genocidios en estas últimas dos décadas? ¿Por qué no
ser conscientes de que continuamos teniendo en nuestras manos una bomba de reloj sin
desactivar? Creo que todos y todas tenemos en nuestras manos el deber y la
responsabilidad moral de pensarlo y tratar de impedirlo.
68 Quiero terminar con unas palabras de una de las innumerables víctimas de este
holocausto que, supone una actitud de vida que todos y todas deberíamos asumir ante el
genocidio de los pueblos del mundo. Un testigo que lleva envueltos un morral (una bolsa)
los huesos de su familiar y que le dice al jurado lo siguiente.

“me duele mucho cargarlos.... es como cargar la muerte....no voy a enterrarlos


todavía. Si quiero que descanse, descansar yo también, pero todavía no puedo.... Son
la prueba de mi declaración… No voy a enterrarlo todavía, quiero un papel en el que
diga a mí: lo mataron ... no tenía delito, era inocente...., entonces vamos a descansar”
(testimonio de la CEH).

69 Esta terrible lección no puede quedar en el olvido, ni resulta sano para una sociedad que
pretende vivir en paz y en democracia tratar de borrar el pasado. La única actitud ética es
no olvidar y mantener viva la memoria del pasado para poder construir el futuro y en el
camino explorar los espacios comunes de la reconciliación. No podemos ni debemos de
perder la ocasión de desactivar los mecanismos de discriminación y racismo que dieron
origen a estos hechos y buscar fórmulas de consenso que impidan que hechos de ésta
naturaleza vuelvan a suceder. Debemos hacer un esfuerzo colectivo de renegociar nuestras
memorias y consolidar los Acuerdos de Paz para que todos los ciudadanos guatemaltecos y
guatemaltecas, podamos vivir en paz, consolidar la democracia y contribuir a la formación
de una identidad colectiva, basada en la igualdad real, la tolerancia y el respeto a la 38:34
diversidad étnico-cultural.

Notes
1  Decimos segunda condena internacional de genocidio, porque la primera se produjo en 1973, en el
Tribunal Permanente de los Pueblos, sesión Guatemala, declarando al gobierno del general Ríos
Montt como genocida y etnocida. Véase, Memorias del Silencio, Tzínil Na ´Tab ´Al. Conclusiones y
Recomendaciones del informe de la Comisión Para el Esclarecimiento Histórico. Guatemala,
Linoprint.1999 y el informe REMHI, Guatemala: Nunca Más, Guatemala: ODHAG, 1998. Así como
las conferencias de Hellen Mack, “Ni perdón ni olvido”, conferencia pronunciada en Madrid, Casa de
América y Universidad Autónoma de Madrid, mayo 1999.
2 Zygmunt Bauman, Modernidad y Holocausto, Toledo: Sequitur, 1989, p. 113. Norman Cohn,
Warrants for Genocide, Londres: Eyre & Spottinswoode, 1967.
3  Marta Casaús Arzú, La metamorfosis del racismo en Guatemala, Guatemala: Cholsamaj, 2003,
pp. 28-29; así como Guatemala: Linaje y Racismo, Guatemala: F & G Editores, 2007.
4  Michel Foucault, Genealogía del racismo, Madrid: La Picota, 1992.
5 Ibíd.
6   Leo Kuper, Genocide: It´s political Use in the twentieth Century, Yale: Yale University Press,
1981, p.137.
7  Este mismo fenómeno ocurrió en la Alemania Nazi en donde la población civil tuvo buena parte de
la responsabilidad del holocausto por su silencio, cuando no por su complicidad. Bauman considera
que el holocausto no se puede tratar de explicar como una monstruosidad del pasado o como algo
incomprensible ajeno a nuestra civilización, porque el sistema y la ideología que dieron origen a
Auschwitz permanecen intactos. Ello significa que el propio Estado-nación está fuera de control y
que, en cualquier momento puede producirse de nuevo y desencadenar hechos de esa naturaleza. La
singularidad y normalidad del genocidio es lo que asegura su repetición. Zygmunt Bauman,
Modernidad y Holocausto, Toledo: Sequitur, 1989, p. 112.
8  El libro de CALDH, sobre el primer encuentro sobre racismo y Genocidio en Guatemala, en el que
participaron mas de 700 personas para discutir las bases históricas del racismo y sus
manifestaciones en actos de genocidio, nos parece un magnifico aporte a la reflexión y al análisis de
un tema tan poco abordado como éste. CALDH, Genocidio, la Máxima expresión del racismo,
Guatemala: Maga, 2004.
9  Ramón González Ponciano, “La visible invisibilidad de la blancura y el ladino como no blanco en
Guatemala”; en Darío Euraque, Jefrey Gould y Charles Hale, Memorias del Mestizaje, cultura
política en Centroamérica, Guatemala: CIRMA, 2004.
10   Manuela Cantón, Bautizados en Fuego: protestantes, discurso de conversión política en
Guatemala (1989-1993), Guatemala: CIRMA, 1998.
11   Las teorías degeneracionistas tuvieron un éxito enorme en Europa y América Latina, donde el
impacto fue muy fuerte en el ámbito de la medicina, la psiquiatría y en las ciencias sociales. El
regeneracionismo, inspirado en el Tratado de las degeneraciones (1857) de Morel, y modificado en
1895 por Magnan y Legrain, para incorporar la idea darwinista de la lucha por la existencia, dieron a
la teoría un carácter más científico. Robert Young, Colonial Desire, hibridity in theory, culture and
race, London: Routledge, 1995, pp. 100 y ss. R. Huertas García Alejo, Locura y degeneración.
Psiquiatría y Sociedad en el positivismo francés, Madrid: CSIC, 1987.
12  Marta Casaús, “El indio, la nación la opinión pública y el espiritualismo nacionalista: Los debates
de 1929”; en Marta Casaús y Teresa García Giráldez, Las redes intelectuales centroamericanas: un
siglo de imaginarios nacionales (1820-1920), Guatemala: F & G editores, pp. 207-252. Marta
Casaús Arzú, “La creación de nuevos espacios públicos en Centroamérica a principios del siglo XX”;
en Mónica Quijada y Jesús Bustamante (eds.), Élites intelectuales y modelos colectivos, Mundo
Ibérico, (siglos XVI- XIX), Madrid: CSIC, 2003, pp. 223-255.
13  Carlos Samayoa Chinchilla, “Algo mas acerca del Indio, Nuestros aborígenes a la llegada de los
españoles.- Efectos de la conquista.- errores y fantasías.- La alimentación deficiente-. Otros tópicos”.
Carta de Carlos Samayoa Chinchilla al Señor Don Ramón Aceña Durán, El Imparcial, 25 de enero de
1937.
14   Sobre la selección de la muestra y los datos de la encuesta, Marta Casaús Arzú, Guatemala:
Linaje y Racismo, 3ª edición, corregida y ampliada; Guatemala: F & G editores, 2007.
15  Coincidimos con Van Dijk en la importancia de analizar el discurso racial de las élites porque son
ellas a las que corresponde la reproducción y pre formulación del racismo, ya que son éstas las que 38:34
dispersan la ideología y establecen las prácticas sociales al conjunto de la sociedad. Teun van Dijk,
Racismo y discurso de las élites, Barcelona: Gedisa, 2003, p.29. Teun van Dijk, (coord), Racismo y
discurso en América Latina, Barcelona:Gedisa, 2007.
16  Entrevista No. 45, Casaús, Guatemala: Linaje y…, p. 198.
17  Entrevista No. 65, Ibíd.
18  Ibíd. p. 210.
19   Véase encuesta realizada por Vox Latina y publicada en Prensa Libre, 28 de agosto, 2005.
Alejandra Hurtado de Mendoza, “Estilos de prejuicio en la población universitaria guatemalteca:
análisis comparado en cuatro universidades”; en Marta Casaús y Amílcar Dávila (Coords.),
Diagnóstico del racismo en Guatemala. Investigación interdisciplinaria y participativa para una
política integral por la convivencia y la eliminación del racismo, Vol. III, Guatemala:
Vicepresidencia de la República, 2006.
20   Encuesta realizada por Vox Latina, Prensa Libre, 28 de agosto, 2005. 1421 adultos hombres y
mujeres rurales y urbanos encuestados.
21 Wilson Romero, “Los Costos de la discriminación en Guatemala”; en Casaús y Dávila (coords.),
Diagnóstico del racismo…, Vol. I, pp. 69-95.
22  Casaús, Guatemala: linaje y…, p.249.
23  Ibíd.
24  Ibíd., p. 250.
25   Jennifer Schrimer, Las intimidades del proyecto político de los militares en Guatemala,
Guatemala: FLACSO, 1999. CEH, Conclusiones y recomendaciones, Guatemala memoria del
silencio, Guatemala: F&G Editores, 2004.
26  Comisión de Esclarecimiento Histórico, Guatemala, Memoria del Silencio, tomo V, Conclusiones
y recomendaciones. En los numerales 108-122. El informe concluye que el Estado guatemalteco,
entre 1981 y 1983, ejecutó actos de genocidio en contra de la población maya. Guatemala:
UNOPS,1999.
27   Comisión de esclarecimiento Histórico, Conclusiones, Guatemala: CEH, 1999. Jurisdicción
Universal para el juzgamiento del Genocidio en Guatemala, Demanda presentada por la Premio
Nóbel de la Paz, Rigoberta Menchú Tum, ante la Audiencia Nacional de España, México: Fundación
Konrad Adenauer, 2001.
28  El excelente libro de Victoria Sanford prueba como el ejército de Guatemala planificó e informó
de esta estrategia al Departamento de Estado norteamericano, en informes desclasificados
recientemente en enero de 1998. Afirma que en estos documentos desclasificados de la CIA y del
departamento de Estado hay evidencias de Genocidio. Victoria Sanford, Violencia y genocidio en
Guatemala, Guatemala: F & G editores, 2004, p. 32 y 33.
29  Prudencio García, El genocidio de Guatemala, a la luz de la sociología militar, Madrid: SEPHA,
2005.
30   Testimonios de sobrevivientes de la CEH, Guatemala, Memoria del silencio, Vols. III y IV;
Guatemala: UNOPS, 1999. Libros escritos por las víctimas al margen de las dos grandes
recopilaciones de la REMHI y la CEH, aún no existe mucha bibliografía contada por ellos mismos. El
libro de Víctor Montejo, Testimonio en tiempos del Mayab, o el libro colectivo, Tiempo de callar,
tiempo de hablar... Estamos empezando, Guatemala: ILUGUA, 2004. Es un buen testimonio
colectivo de lo acontecido.
31  CEH, Guatemala, Memoria..., tomo III…, p. 199.
32 Esta violencia sadomasoquista se sigue expresando actualmente en el feminicidio llevado a cabo
estos dos últimos años en Guatemala donde mueren más de dos mujeres al día y ya han sido
asesinadas impunemente más de 500 mujeres, esta vez bajo la sospecha de que son prostitutas y
mujeres de los miembros de las «maras», sin que haya pruebas sobre ello. “Feminicidio en
Guatemala”; en ABC dominical, Madrid, 11 al 17 de diciembre, 2005 asi como el libro de Victoria
Sanford, Del genocidio al feminicidio, Guatemala, FyG editores,2008.
Pour citer cet article
Référence électronique
Marta Casaús Arzú, « El Genocidio: la máxima expresión del racismo en Guatemala: una
interpretación histórica y una reflexión », Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En ligne], Colloques, mis
en ligne le 23 septembre 2009, consulté le 21 juillet 2023. URL :
http://journals.openedition.org/nuevomundo/57067 ; DOI :
https://doi.org/10.4000/nuevomundo.57067 38:34

Cet article est cité par


Wiechetek, Paweł. (2020) Neokolonializm i buen vivir w kontekście gwatemalskim.
Ameryka Łacińska Kwartalnik analityczno-informacyjny. DOI:
10.7311/20811152.2020.108.02

Hickey, Daniel. (2013) Les Mayas, victimes de l’histoire dans la guerre civile du
Guatemala, 1954-1996. Amerika. DOI: 10.4000/amerika.3880

Auteur
Marta Casaús Arzú
Profesora Titular de Historia de América, Universidad Autónoma de Madrid

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