Lección #29

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Iglesia A/D Alfa Siloé Pastor Isaí Roca

Lección nº 30:
LA VIDA Y LA GLORIA PREEXISTENTE
Juan 8: 46-59

Una acusación terrible y una respuesta llena de fe


Juan 8: 46-50
Jesús empieza con un gran desafío: “¿Hay alguien aquí – demanda - que puede apuntar con el dedo a algo
malo que haya en Mi vida?” (v. 46) Pero por mucho, que indagaran, ninguno podía formular una acusación
contra El. Después de darles tiempo, Jesús habló otra vez: “¿Admitís –les dijo- que no me podéis acusar
de nada? Entonces, ¿por qué no aceptáis lo que os digo?”. Y de nuevo se produjo un silencio incómodo.
Luego Jesús contesta a su propia pregunta: “No aceptáis Mis palabras -les dijo - porque no sois de Dios”.
Los judíos se creían un pueblo muy religioso; pero, como se habían aferrado a su propia idea de la religión
en vez de a la de Dios, se habían descarriado hasta tal punto que habían perdido a Dios. Se encontraban
en la terrible situación de pretender servir a un Dios al que no conocían.
El que se les dijera que eran unos extraños para Dios los hería en lo más vivo. Entonces lanzaron sus
acusaciones contra Jesús y acusaron a Jesús de samaritano y de poseso. Al llamarle samaritano le
acusaban de ser enemigo de Israel, porque había una enemistad a muerte entre los judíos y los
samaritanos y, sobre todo, de ser un hereje, porque eso había llegado a significar para ellos la palabra
samaritano.
La respuesta de Jesús fue que, lejos de ser un servidor del diablo, su único propósito era honrar a Dios,
mientras que la conducta de los judíos era un constante deshonrar a Dios. Dice en efecto: “No soy Yo el
que tiene un demonio, sino vosotros”.
Y entonces aparece el resplandor de la auténtica fe de Jesús.
Él dice: “Yo no estoy buscando los honores que me pueda dar este mundo… Pero hay Uno que pondrá en
su día las cosas en su sitio y asignará a cada persona el honor que le corresponda…”
De una cosa estaba seguro Jesús: a fin de cuentas, es Dios el que protege el honor de los suyos. En el
tiempo, Jesús no experimentó más que dolor y deshonor y rechazamiento; en la eternidad, recibió la gloria
que recibirán en su día todos los que obedecen a Dios.
Jesús tenía el optimismo inconquistable que nace de la fe suprema, el optimismo que tiene sus raíces en la
fidelidad y la justicia de Dios.

La Vida y la Gloria
Juan 8: 51-55
Jesús presenta aquí su concepto de que el que guarde su Palabra nunca conocerá la muerte. Esto
escandaliza a los judíos…Abraham murió, y los profetas lo mismo; ¿y no habían guardado en su tiempo y
generación la Palabra de Dios? ¿Quién es este Jesús para colocarse por encima de los grandes de la fe?
Fue el literalismo de los judíos lo que les bloqueó el entendimiento. Jesús no estaba pensando en la
vida y en la muerte físicas. Quería decir que, para la persona que le acepte plenamente, la muerte habrá
perdido su finalidad; porque habrá entrado en una relación con Dios que ni el tiempo ni la eternidad podrán
interrumpir; la muerte es sólo la entrada a una comunión más plena con Dios.
De ahí pasa Jesús a hacer una gran afirmación: Todo verdadero honor debe venir de Dios. No es difícil
honrarse a uno mismo; tampoco es tan difícil recibir honores de los demás, porque el mundo honra a los
que tienen alguna clase de éxito… Pero el verdadero honor es el que sólo la eternidad puede revelar, y los
veredictos de la eternidad no son como los del tiempo.
A continuación, Jesús hace dos afirmaciones que son el mismo fundamento de su vida.
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a) Se atribuye un conocimiento exclusivo de Dios. Afirma conocerle como nadie más le ha conocido ni le
conocerá jamás… No decirlo porque el hacerlo sería faltar a la verdad. La única manera de llegar a un
conocimiento pleno de la mente y el corazón de Dios es por medio de Jesucristo; sólo en Él se encuentra el
todo completo de la verdad, porque sólo en Él vemos a Dios como es en realidad.
b) Se atribuye una obediencia única a Dios. Mirar a Jesús es poder decir: “Así es como Dios quiere que yo
viva”. Contemplar su vida es decir: “Esto es servir a Dios”.
Sólo en Jesús vemos lo que Dios quiere que sepamos, y lo que Dios quiere que seamos.

La preexistencia divina de Jesús


Juan 8: 56-59
Este es un pasaje brillante… Cuando Jesús les dijo a los judíos que Abraham se había deleitado al ver su
día, estaba hablando de una manera que ellos podían entender. Los judíos tenían muchas creencias
acerca de Abraham: Abraham estaba viviendo en el Paraíso, y podía ver lo que estaba sucediendo en la
Tierra. Jesús usó esta manera de hablar en la parábola del Rico y Lázaro (Lucas 16:22-31). Esta sería la
manera más sencilla de interpretar este dicho.
Pero esa no es la interpretación correcta. Jesús dijo que “Abraham se deleitó al ver mi día”, en el pasado.
Los judíos interpretaban muchos pasajes de la Escritura de una manera que explica esto. Tomaban la gran
promesa que Dios le hizo a Abraham en Génesis 12:3, y decían que, cuando se le hizo aquella promesa,
Abraham sabía que quería decir que el Mesías de Dios iba a venir de su descendencia, y se regocijó de la
magnificencia de la promesa… Así podemos ver claramente que los judíos creían que Abraham había
visto, de alguna manera y durante su vida, la historia de Israel y la venida del Mesías. Así que, cuando
Jesús dijo que Abraham había visto su día, estaba presentándose claramente como el Mesías.
Los judíos, aunque debieran haber mantenido el debate a un nivel más alto, tomaron las palabras de Jesús
literalmente. Ya hemos visto que esta es la manera en que Juan nos presenta las conversaciones de Jesús
hasta llegar a la verdad final. “¿Cómo es que Tú - le preguntaron a Jesús - puedes haber visto a Abraham
si no tienes ni cincuenta años?”… Esa era la edad a la que se retiraban los levitas de su servicio (Números
4:3). Se comprende que le estaban haciendo burla; porque habría sido igualmente absurdo el suponer que
hubiera conocido a Abraham aunque hubiera tenido una edad mucho mayor…
Y fue entonces cuando Jesús hizo la afirmación más alucinante: “Yo soy de antes que Abraham”. Lo que
Jesús quería decir es que Él es antes del tiempo.
Está claro que no era que Él, la persona humana de Jesús, había existido siempre. Sabemos que Jesús
nació en Belén. Aquí se refiere a otra cosa… No hay más que Uno en todo el universo que sea eterno, y
ese Uno es Dios. Lo que Jesús está diciendo aquí es nada menos que su vida es la vida de Dios…
En Jesús vemos, no simplemente a un hombre que nació, vivió y murió; vemos al eterno Dios, el Dios de
Abraham y de Isaac y de Jacob, Que era ya antes que empezara el tiempo y que será cuando el tiempo ya
no sea más: que siempre es.
En Jesucristo se ha presentado a la humanidad el Dios eterno.

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