DGC Hamilton Unidad 1 A

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Organización de Estados Iberoamericanos, Revista Iberoamericana de

Educación, Número 1, Estado y Educación, enero-abril de 1993. Traducción:


José Álvarez-Uría Rico. Incluido en el libro del autor Towards a Theory of
Schooling (Londres, Falmer Press, 1989). Se traduce y reimprime con el
permiso del autor. Este material fue pensado y desarrollado por la Dirección
de Materiales Didácticos (SEV-UNQ). Es apto para personas ciegas y con
disminución visual que utilicen lectores de pantalla. Este material se utiliza
con fines exclusivamente didácticos.

Orígenes de los términos educativos "clase" y


"currículum"
Autor: David Hamilton, Universidad de Liverpool.

Uno
La división de los alumnos en clases iba a constituir una de las innovaciones
pedagógicas más importantes en toda la historia de la educación (Mir, Aux
Sources de la Pédagogie des Jésuites, 1968) (ver nota 1).

Inicio nota 1. Mir, G. C. Aux sources de la Pédagogie des Jésuites: Les


Modus Parisiensis. Roma, 1968, p. 160. Fin nota 1, vuelve al texto principal.

Difícilmente se podría sobrevalorar la importancia de esta innovación (la


idea misma de un "currículum") en la historia de la educación (Rashdall, The
Universities of Europe in the Middle Ages, 1936) (ver nota 2).

Inicio nota 2. Rashdall, H. The Universities of Europe in the Middle Ages.


Volumen a. Oxford, editado por F. M. Powicke y A. B. Emden, 1936, p. 440.
Fin nota 2, vuelve al texto principal.

El discurso de la escolarización se presenta como un instrumento histórico,


pero sus correlaciones históricas no son siempre evidentes. Algunos
términos, como Kindergarten y teaching machine, se pueden relacionar
fácilmente con determinados períodos de la historia de la educación, pero
otras expresiones, como "clase" y "currículum", se han universalizado,
ocultando sus orígenes y su evolución a los expertos en educación y a los
historiadores.

Cuando, por ejemplo, los historiadores hacen referencia al "currículum" de


la universidad medieval, inconscientemente imponen el lenguaje del
presente a la escolaridad del pasado; el resultado es la excesiva
ponderación de la estabilidad de la práctica educativa, y los expertos en la
materia se quedan con la impresión de que la enseñanza y el aprendizaje
están relativamente a salvo de las turbulencias del cambio histórico.

¿Son los historiadores los únicos culpables de esta distorsión? Pienso que
no. También es responsable la comunidad educativa, en su conjunto, por no
aportar puntos de referencia conceptuales para contrastar el pasado
pedagógico. En suma, los historiadores han fallado al establecer la
diferenciación cronológica y los expertos en educación no han hecho la
diferenciación conceptual. Para salir de este atolladero es necesario, creo
yo, situar los lugares comunes de la escolarización mucho más cerca del
primer plano del análisis educativo, pues no son el telón de fondo del
cambio educativo, sino la verdadera trama o urdimbre del mismo.

Dos
La disertación más amplia sobre los orígenes de las clases en la
escolarización se puede hallar en Centuries of Childhood (edición original en
1960) de Philipe Ariès. Ariès observó que, aunque el término "clase" no
aparecía en los escritos medievales sobre la escolarización, había tenido un
uso corriente, limitado, en el período clásico (por ejemplo, en las
Instituciones de Quintiliano, hacia el año 95 después de Cristo) (ver nota
3). Por consiguiente, Ariès sostenía que la reaparición de "clase", en la
descripción que Erasmo hacía, en 1521, de la St. Paul's School de Londres,
ocurrió porque los reformadores renacentistas eran muy "dados a retomar
de los antiguos" (ver nota 4). Así pues, desde esta perspectiva, la práctica
renacentista guardaba continuidad con el precedente medieval: las "clases"
ya existían y lo único que les faltaba era la etiqueta adecuada (ver nota 5).

Inicio nota 3. Ariès, P. Centuries of Childhood: A Social History of Family


Life. Nueva York, 1962, p. 176 (edición española en Taurus, Madrid, 1988).
Entre otras cosas, Ariès señala que el término "clase" no figura en Marrou,
H. Histoire de l'Education dans l'Antiquité. París, 1948. Fin nota 3.

Inicio nota 4. Ariès, P. Op. cit., 1963, p. 180. Fin nota 4.

Inicio nota 5. Ariès sostiene que "la idea (de clases) precedió durante largo
tiempo a la palabra y ya era familiar cuando se estableció la terminología"
(ibíd. p. 177). Para un tratamiento detallado de la etimología del término
"clase", véase Clouatre, D. L. "El concepto de clase en la cultura francesa
anterior a la revolución", Journal of the History of Ideas, 45, 1984, pp. 219-
244. Fin nota 5, vuelve al texto principal.

No obstante, en esta argumentación se presentaba una serie de problemas.


En primer lugar, los reformadores renacentistas eligieron nuevas
designaciones y no sólo por su afición a los autores clásicos, sino también
porque deseaban distanciarse de la práctica medieval. En segundo lugar, en
1416 se había redescubierto una versión íntegra de las Instituciones de
Quintiliano, así es que ¿por qué se necesitaron más de cien años para que
el término clase se incorporase al lenguaje de la escolarización? En tercer
lugar, ¿por qué Erasmo, humanista preeminente, no recogió las expresiones
de Quintiliano en sus primeras obras sobre educación, De Copia (primera
edición en 1512) y De Ratio Studii (primera edición en 1511)? Según un
traductor reciente, ambas obras estaban "profundamente influidas" por
Quintiliano en lo que respecta al "contenido" y al "estilo" (ver nota 6) y,
para mayor abundamiento, el título de De Copia está tomado de "una frase
de Quintiliano" (ver nota 7).

Inicio nota 6. Collected Works of Erasmus. Volumen 24. Toronto, 1978, p.


663. (En la cuestión de los escritos erasmistas quiero agradecer la ayuda de
mi colega en Glasgow, Betty Knott, cuya traducción de e Copia aparece en
las mismas series). Fin nota 6.

Inicio nota 7. Woodward, W. H. Desiderius Erasmus Concerning the Aim and


Method of Education. Cambridge, 1904, p. 20. Fin nota 7, vuelve al texto
principal.

El primer uso conocido de "clase" -en una fuente no comunicada por Ariès-
aparecía en un informe abreviado de la Universidad de París, publicado en
1517 por Bobert Goulet, profesor de teología. La última parte del
Compendium Universitatis Parisiensis de Goulet incluía una serie de
preceptos que, según pensaba Goulet, debía adopta cualquier que deseara
fundar o reformar un colegio. Aparte de exhortar a los lectores a seguir el
modo de vida y de enseñanza ya practicado en París, el primer precepto de
Goulet describía la planificación del colegio adecuado: "Debería contar, al
menos, con doce clases o pequeñas escuelas, según las exigencias de lugar
y auditores" (ver nota 8).

Inicio nota 8. Gouler, R. Compendium on the University of Paris. Filadelfia,


1928, pp. 100-101. (Agradezco a la Biblioteca Charles Patterson van Pelt de
la Universidad de Pennsylvania por facilitarme una fotocopia del pasaje
original.) Fin nota 8, vuelve al texto principal.

La yuxtaposición de Goulet entre "clases" y "escuelas" manifiesta la


coexistencia de usos medievales y renacentistas. En el informe se refleja
igualmente el hecho de que el término "escuela" tenía un doble significado
en el período medieval. Podía referirse a un grupo de personal o al local en
el que se impartía la enseñanza. Por tanto, ¿qué significación debía
atribuirse a la vinculación de la "clase" con la escuela "pequeña"? ¿Aludía
Goulet a la edad (y el número) de los estudiantes o estaba diciendo que
esos nuevos locales (o grupos) debían ser más pequeños que los utilizados
anteriormente para la docencia? Además, ¿cuáles eran las prácticas
colegiales existentes a las que Goulet se refería con la aprobación? Para
comprender estos planteamientos es necesario observar más de cerca las
formas adoptadas por la escolarización medieval.

Tres
Como se ha señalado en el capítulo anterior, la escuela medieval era, sobre
todo, una relación entre un profesor particular y un grupo de estudiantes
individualizados. Al igual que los maestros de los gremios y sus aprendices,
los profesores admitían estudiantes de cualquier nivel y, por consiguiente,
la organización de su enseñanza descansaba de manera notable sobre
bases individuales. A su vez, tal individualización retroalimentaba la
organización general de la escolarización. En primer lugar, no había
presunción alguna de que todo estudiante estuviese "aprendiendo" (ver
nota 9) el mismo pasaje.

Inicio nota 9. Debe señalarse, como es natural, que lo que pasa por ser
"aprendizaje" es históricamente contingente. En la literatura de la
escolarización sería deseable la incorporación de una discusión exhaustiva
de esta contingencia. Fin nota 9, vuelve al texto principal.
En segundo lugar, no había necesidad pedagógica de que todos los
estudiantes permanecieran en presencia del profesor durante todas las
horas lectivas; con la misma facilidad podían estudiar (memorizar) sus
lecciones en cualquier otro lado. Y en tercer lugar, no se esperaba que los
estudiantes permanecieran en la escuela una vez alcanzadas sus metas
educativas. En esencia, la escolarización medieval era una formación
organizativa laxa que podía abarcar con facilidad a gran número de
estudiantes. Su aparente laxidad (por ejemplo, el absentismo o el hecho de
que las inscripciones no se correspondieran con la asistencia) no suponía el
fracaso de la organización escolar; era una respuesta perfectamente
eficiente a las demandas que se le formulaban (ver nota 10).

Inicio nota 10. La escolarización medieval, o incluso la concepción medieval


de "escuela", requiere mucha más atención. Recibe muy poco espacio, por
ejemplo, en Weijer, O. "Terminologie des Universités Naissantes",
Miscellanea Mediaevalia, 12, 1979, pp. 258-28. Sin embargo, un trabajo
que reconoce el problema es el de Southern, R. W. "The schools of Paris
and the school of Chartres", en R. L. Benson y G. Constable (Eds.)
Renaissance and Renewal in the Twelfth Century, Oxford, 1982, pp. 113-
137. Southern escribe: "Espero volver sobre los estadios y la significación
de la alteración en el significado que aportó al maestro independiente y a su
grupo de alumnos una gran ventaja en el siglo doce y preparó el camino
para las nuevas scholae institucionales al final de la Edad Media" (p. 115).
Fin nota 10, vuelve al texto principal.

Inicio FIGURA 1
Un aula del siglo dieciséis que ilustra la coexistencia de clasificación e
instrucción individualizada. Obsérvese igualmente al posible ayudante del
profesor al fondo del aula. Tomado de un cartel de coplas alemán, traducido
al inglés y publicado en 1575. (Pliego de la Balada de Euing, número 1,
Biblioteca de la Universidad de Glasgow, Departamento de Colecciones
Especiales). Fin de figura 1, vuelve al texto principal.

No obstante, estas prácticas medievales pasaron gradualmente por un


proceso de reordenación, una secuencia de sucesos que fueron
promoviendo el término "clase". Tres son los focos de innovación que
parecen haber sido importantes: la Universidad de Bolonia, la de París y las
escuelas del siglo XV asociadas con los Brethren of the Common Life, un
activo movimiento devoto de los Países Bajos.

Durante los siglos XII y XIII acudieron a Bolonia estudiantes adultos de toda
Europa. Iban para aprender las enseñanzas de un grupo de juristas
innovador cuyas revisiones de la codificación legal mitigaron, entre otras
cosas, los problemas de los terratenientes que deseaban transformar su
"posesión" (o mayordomía) en plena propiedad o dominio absoluto de la
tierra (ver nota 11). En comparación con las escuelas catedralicias, Bolonia
era un centro educativo mucho más mundano, es decir, secular. Asimismo,
la pedagogía de los juristas era comparable a la ofrecida por otros grupos
ocupacionales de la ciudad. El saber, las habilidades, etc. se transmitían a
los candidatos que podían abonar la cuota de entrada y los gastos, y un
pequeño número de "aprendices" aventajados ascendía a la condición de
miembros de la fraternidad o cofradía de juristas de Bolonia.

Inicio nota 11. La relación de Bolonia con la cambiante teoría legal y las
pautas también cambiantes de la posesión/propiedad se trata de Anderson,
P. Lineagges of the Absolutist State, Londres, 1979, 24 fols. Fin nota 11,
vuelve al texto principal.

Pero en otros aspectos los estudiantes de Bolonia eran atípicos. En cuanto


que forasteros, se veían privados de los derechos civiles concedidos a los
ciudadanos de Bolonia. Ahora bien, muchos eran poderosos personajes en
su tierra de origen y se hallaban bien equipados –desde los puntos de vista
financiero, social e intelectual– para superar esta dificultad. Los estudiantes
de Bolonia se unieron para formar su propia hermandad y así formalizaron
gradualmente sus relaciones con la autoridad civil. También formalizaron
sus vínculos con los juristas. Según un historiador reciente, esta última
conexión prefiguró un régimen "formidablemente riguroso" en el que se
regulaba la enseñanza por medio del control estudiantil del nombramiento
de los profesores y las sanciones monetarias impuestas por los estudiantes
en los casos de enseñanza deficiente (ver nota 12).

Inicio nota 12. Cobban, A. B. The Medieval Universities: Their Development


and Organization. Londres, 1975, p. 63. Fin nota 12, vuelve al texto
principal.

Aunque los estudiantes de Bolonia controlaban la organización de la


docencia, sus maestros retuvieron el derecho a expedir títulos. Al principio
estos títulos se limitaban a admitir a los estudiantes en la cofradía local,
pero después de 1219 los maestros obtuvieron un privilegio papal: el
derecho a conferir (con la autorización del Arcediano de Bolonia) licencias
docentes que tenían vigor eclesiástico y civil en todos los dominios papeles.
Armados con este privilegio, el ius ubique docendi, los profesores
licenciados ya no estaban sometidos a las restricciones locales sobre la
posesión del cargo y la práctica del mismo. El efecto –y, tal vez también, la
intención– de esta intervención papal fue el incremento de la producción de
administradores civiles y eclesiásticos (ver nota 13). Para acrecentar su
esfera de influencia, la Iglesia de Roma transformó el gremio boloñés de
maestros y aprendices en una escuela internacional de empresariado.

Inicio nota 13. Para un tratamiento general de las vinculaciones entre la


escolarización y la reforma administrativa en la Edad Media véase Murray,
A, Reason and Society in the Middle Ages, Oxford, 1978. Fin nota 13, vuelve
al texto principal.

En lo que respecta a los maestros, el ius ubique docendi supuso un auge del
aspecto docente de sus actividades; por lo que toca a los estudiantes,
proporcionó un incentivo no meramente para aprender, sino también para
adquirir el prestigio social derivado de ser un graduado (el derecho a utilizar
el título de "Maestro" o "Mister"). Bajo el influjo de tales presiones políticas
y sociales, las instituciones educativas, como la de Bolonia, comenzaron a
crecer de tamaño, número y autoridad. A su vez, algunas de ellas (sobre
todo la Universidad de París) se sometieron a nuevas formas de disciplina y
administración.

Cuatro
La Universidad de París fue un apéndice de la catedral local o escuela
diocesana; producto, a su vez, de un decreto papal del siglo once dictado
con la finalidad de que la Iglesia formase a sus propios administradores en
vez de utilizar personal seglar. Durante el siglo doce ciertos profesores
importantes –principalmente Pedro Abelardo– atrajeron a París gran número
de estudiantes (y a otros profesores); allí vivían y trabajaban fuera del
control directo del canciller de la catedral (ver nota 14). Hacia 1215 estos
maestros "externos” habían adquirido su propia corporatividad, el estatuto
de autogobierno. El canciller continuaba expidiendo títulos, pero los
maestros controlaban la admisión a su propio "consortium" de profesores
(ver nota 15).

Inicio nota 14. Véase, por ejemplo, Southern, R. W. Op. cit., 1982. Fin nota
14.

Inicio nota 15. Bernstein, A. Pierre D'Ailly and the Blanchard Affair:
University and Chancellor of Paris at the Beginning of the Great Schism.
Leiden, 1978, p. 6. La tensión entre la licencia (del canciller) y la iniciativa
(del maestro) también se discute en Cobban, A. B. Op. cit., 1975, p. 82. Fin
nota 15, vuelve al texto principal.

Sin embargo, durante el siglo XIII la asunción del control por los maestros y
el canciller quedó escindida por una nueva estructura organizativa. Diversos
benefactores –tal vez agradecidos por los consejos legales recibidos de
administradores y consejeros formados en la Universidad– fundaron
"colegios", "pedagogías" y "casas" (por ejemplo, la Casa de la Sorbona,
fundada en 1257, estos colegios residenciales (no docentes) no estaban
adscritos a una determinada agrupación religiosas, pero aún así, adoptaron
una regla o disciplina comparable.

Al inicio, los colegios eran pequeños. El primero, fundado en 1180,


albergaba solamente a ocho estudiantes. Pero a medida que pasaba el
tiempo, el carácter de los colegios cambió. Primero, aceptaron internos de
pago y más tarde empezaron a impartir enseñanza no sólo a sus propios
estudiantes, sino también a los de otras residencias. Aunque esto
proporcionó a ciertos colegios más dinero y mayor influencia, los nuevos
clientes estaban menos sometidos a la disciplina que formalmente sólo se
aplicaba a los escolares "pobres". Esta combinación de fuerte autoridad
básica y débil disciplina interna proporcionó la razón y la excusa para los
ataques contra la autonomía colegial. Los críticos sostenían que la
Universidad estaba incumpliendo su misión social y, como consecuencia de
la laxitud colegial, se había convertido en un campo de cultivo del
sentimiento antimonárquico y antiestatal (ver nota 16).

Inicio nota 16. Véanse Verger, J. "Les universités françaises au siècle:


Crises et tentatives de réforme", Cahiers d'Histoire, 21, 1976, pp. 43-66; y
Rashdall, H. Op. cit., volumen 1, 1936, p. 515. Fin nota 16, vuelve al texto
principal.

Como han indicado diversos historiadores, estas críticas tuvieron un


impacto decisivo. Con el pretexto de sustituir la "anarquía" por el "orden"
(ver nota 17), la autonomía del canciller, los profesores y los colegios
quedaron subordinados al control de las autoridades laicas y del clero
secular. En 1446, por ejemplo, la jurisdicción del Parlamento se extendió a
todos los casos civiles dentro de la Universidad, sobre la base de que tan
sólo el Rey y su corte tenían el derecho de aprobar la creación de
corporaciones (ver nota 18). Con esta y otras intervenciones semejantes
(por ejemplo, las reformas del Cardenal d'Estouteville en 1453), la
Universidad de París se vio privada de su "privilegio principal" y de su
"independencia" (ver nota 19). Su status de "universidad internacional
mesmeriana" cambió al de "institución nacional circunscrita" (ver nota 20).
Pero esta transición no fue un simple deslizamiento hacia la mesa de
negociaciones académica; fue más bien un síntoma de que la Universidad
de París se estaba saliendo de la órbita de la Iglesia de Roma para caer en
manos de los intereses políticos nacionales. La autonomía local –permitida
dentro de unas líneas marcadas por una autoridad distante– fue sustituida
por formas jerárquicas de control diseñadas para servir las necesidades del
"Estado" nacional (ver nota 21).

Inicio nota 17. Ibíd., p. 526. Fin nota 17.

Inicio nota 18. Cobban, A. B. Op. cit., 1975, p. 95. Fin nota 18.

Inicio nota 19. Verger, J. "The University of Paris at the end of the Hundred
Years War", en J. W. Baldwin y R. A. Goldthwaite (eds.), Universities in
Politics: Case Estudies from the Late Middle Ages and Early Modtn Period,
Baltimore, 1972, p. 59. Fin nota 19.

Inicio nota 20. Cobban, A. B. Op. cit., 1975, p. 95. Véanse igualmente Le
Goff, J. "La Conception fraçaise de l'Université a l'époque de la
Renaissance", en Commission Internationale pour l'Histoire des Universités,
Les Universités Européennes du XIV au XVIII Siècle: Aspects et Problemes,
Ginebra, 1967, p. 95 ("La reforma del Cardenal d'Estouteville, en 1453 en
París, es la última reforma universitaria de época y carácter medievales en
Francia"). Fin nota 20.

Inicio nota 21. Para un tratamiento más amplio del crecimiento de las
formas nacionales de administración y control véase Anderson, P. Op. cit.,
1979, pp. 16-59. Por ejemplo: "Las monarquías absolutistas occidentales
descansaban, de forma característica, en un estrato bien preparado de
jurisconsultos para poner en movimiento su maquinaria administrativa. (...)
Estos juristas-burócratas eran los celosos mantenedores del centralismo
regio", p. 28. La relación general entre las instituciones educativas
renacentistas y la creación del Estado absolutista merece un examen más
pormenorizado. A. T. Grafton y Lisa Jardine sugieren, por ejemplo, que la
escolarización humanista tenía "más que ver con su adecuación como
producto que con sus méritos intelectuales intrínsecos" y que, como
"servidores potenciales del Estado", muchos y dóciles jóvenes nobles fueron
"un producto que los oligarcas y tiranos de la Italia de finales del siglo
quince no dejarían de apreciar" (Grafton, A. T. y Jardine, L. "Humanism and
the school of Fuarino: A problem of evaluation", Past and Present, 96, 1982,
pp. 76-77. Fin nota 21, vuelve al texto principal.

La traslación de autoridad que acompañó a estos cambios afectó asimismo


a los colegios. El poder y el privilegio se concentraron en los escalones
superiores (o sea, entre los doctores). En cambio, los estudiantes quedaron
(supuestamente) bajo supervisión constante. Los colegios quedaron
sometidos a la "misma regularidad" y al "mismo orden" que otras
instituciones civiles francesas (ver nota 22). A finales del siglo quince esta
redistribución del poder también se reflejó en la división interna de los
colegios en diferentes cohortes estudiantiles. En esa época el rápido
incremento de alumnos externos más jóvenes había "desbordado
completamente" los colegios –según Ariès–, convirtiéndolos, "a todos los
efectos, en grandes escuelas para externos" (ver nota 23). En tales
circunstancias no se podía aplicar el control por medio de los requisitos de
residencia. En cambio, la vigilancia se iba a ejercer mediante una
reglamentación más cerrada de la asistencia y los progresos del estudiante.
Según Ariès, estas reformas surtieron un efecto profundo en la vida
universitaria. Trasformaron cada "administración colegial" en un "sistema
autoritario" y cada "ayuntamiento de profesores y alumnos" en un "estricto
gobierno de los alumnos por los maestros" (ver nota 24).

Inicio nota 22. Verger, J. Op. cit., 1976, p. 61. Véase también Brockliss, L.
W. B. The University of Paris in the Sixteenth and Seventeenth Centuries,
tesis doctoral, Cambridge, Universidad de Cambridge, 1976, p. 3. "(En los
colegios) la buena organización se consideraba, sobre todo lo demás, la
llave del éxito. Se rechazaban las ideas corporativistas tradicionales y, en
cambio, el control final iba a estar en manos de un individuo (el Rector o
Principal) que proveería lo necesario para la enseñanza y supervisaría las
vidas de los residentes". Fin nota 22.

Inicio nota 23. Ariès, P. Op. cit., 1926, p. 167. Fin nota 23.

Inicio nota 24. Ibíd., p. 171. Fin nota 24, vuelve al texto principal.

Además, según Mir, esta fue la época en la que se utilizó por vez primera el
moderno sentido de "clase" –aunque no la denominación– en los estatutos
del Colegio de Montaigu:

Comienzo de cita textual: "En el programa de Montagiu de 1509 se


encuentra por primera vez en París la división exacta y clara de estudiantes
en clases (...). Es decir, divisiones graduadas por estadios o niveles de
creciente complejidad según la edad y los conocimientos adquiridos por el
estudiante" (ver nota 25). Fin de cita textual.

Inicio nota 25. Mir, G. C. Op. cit., 1968, p. 101. Véase igualmente Compère,
M. M. y Julia, D. "Les collèges sous l'ancien régimen", Histoire de
l'Education, 13, 1981, p. 8. "(En qué momento) se convirtió la escuela
medieval en un colegio, en el sentido moderno de la palabra... Es
seguramente la aparición de unas clases progresivas establecidas
jerárquicamente, siguiendo el modus parisiensis, con un profesor adscrito a
cada una". Un tratamiento coincidente y más detallado se encuentra en
Renaudet, A. Préreforme et Humanisme à Paris (1496-1517), París, 1916.
Fin nota 25, vuelve al texto principal.

Pero aunque el Colegio Montagiu "inaugurase" tal sistema de clase en París,


como Mir prosigue manteniendo, existe además otra evidencia de que,
hacia 1509, la división de comunidades educativas amplias en cohortes
relativamente pequeñas ya se ha conseguido en las escuelas de los
Brethren de la Vida Común (ver nota 26).

Inicio nota 26. Mir, G. C. Op. cit., 1968, p. 102. Fin nota 26, vuelve al texto
principal.

Cinco
Los Brethren se diferenciaban de monjes y frailes por su organización y sus
orígenes. En primer lugar, compartían una vida común sin hacer votos
vinculantes y, en segundo lugar, eran "esencialmente producto de la
municipalidad medieval" (ver nota 27). Tampoco sobrevivían pidiendo
limosna, sino que se servían de las donaciones de benefactores, de los
honorarios de la enseñanza y con los ingresos obtenidos copiando libros.
Los historiadores de la educación han venido prestando gran atención a los
Brethren porque estaban asociados con ciertos educadores humanistas
importantes. Aparte de Erasmo, por ejemplo, los Brethren intervinieron en
el empleo y/o la escolarización de John Standonck (Rector de Montagiu
desde 1483 hasta 1499) y John Sturm (fundador de la Academia
Protestante de Estrasburgo en 1538) (ver nota 28).

Inicio nota 27. Jacob, E. F. Essays on the Conciliar Epoch. Manchester,


1963, p. 121. Fin nota 27.

Inicio nota 28. Aparte de Erasmo, Standonck y Sturm, también se ha


firmado que Martín Lutero asistió a una escuela dirigida por los Brethren de
la Vida Común, en Magdeburg, cuando era un muchacho (véase Dickens, A.
G. The German Nation and Martin Luther, Londres, 1976, p. 77). Fin nota
28, vuelve al texto principal.

La primitiva historia de los Brethren no está nada clara (ver nota 29), pero
parece ser que hacia el siglo XV comenzaron a admitir a jóvenes en sus
comunidades (ver nota 30). En algunos casos los niños eran "donados" a los
Brethren como candidatos a una futura promoción interna; en otros casos
simplemente se los "entregaban" con el propósito de que recibieran una
educación formal. Más aún, parece que las escuelas de los Brethren
admitían igualmente a escolares "pobres" que, presumiblemente, podían
pagar sus gastos contribuyendo a las actividades de copia de los Brethren.

Inicio nota 29. Los problemas historiográficos relacionados con los Brethren
se tratan en Post, R. R. The Modern Devotion, Leiden, 1968. Fin nota 29.

Inicio nota 30. Véase, por ejemplo, Hyma, A. The Brethren of the Common
Life, Grand Rapids, MI, 1950, p. 115. Existieron también unas Sisters of the
Common Life, a las que se ha prestado mucha menos atención (véase
Hyma, op. cit., cap. 3). Fin nota 30, vuelve al texto principal.
Además de ser parte de una unidad religiosa o "colloquium" (por ejemplo, el
Colloquium Zwolle), cada una de las "casas locales o escuelas" (ver nota
31) de los Brethren se fragmentaba en varias divisiones internas. Se ha
pretendido, por ejemplo, que durante el mandado de John Cele de Zwolle,
entre 1374 y 1417, los Brethren comenzaron a dividir sus "escuelas"
(¿mayores?) en ocho grupos graduados (ver nota 32). Se dice también que
Cele atrajo a Zwolle a "1.200 alumnos de una vez" (ver nota 33); cifra
comprable a las comunicadas por Alkmaar (900 estudiantes),
Herzogenbusch (1.200 estudiantes) y Deventer (2.200 estudiantes) (ver
nota 34).

Inicio nota 31. Henkel, J. "School organizational patterns in the Brethren of


the Common Life", en K. A. Strand (Ed.) Essays on the Nothern
Renaissance, Ann Arbor, MI, 1968, p. 37. Fin nota 31.

Inicio nota 32. Ibíd, p. 43. Fin nota 32.

Inicio nota 33. Jacob, E. F. Op. cit., 1963, p. 124 (citando a Hyma). Fin nota
33.

Inicio nota 34. Véase Jansen, J. L'Allemagne et la Réforme. Volumen1,


París, 1887, p. 19. Más recientemente Geoffrey Parker ha sontenido -sin
indicar la fuente- que la "ciudad escolar" de Zwolle tenía "2.000 alumnos
hacia 1500" (The Dutch Revolt, Harmondsworth, 1979, p. 21). La última
fuente del siglo XX sobre las escuelas de los Brethren parece ser
Schoengen, M. Die Schule von Zwolle: Von ihren Anfangen bis zu dem
Auftreten des Humanismus, Friburgo, 1898. Pese a la laboriosa
investigación de Schoengen, es necesario volver a analizar las fuentes
originales. Fin nota 34, vuelve al texto principal.

Las cifras de Deventer –referidas al mandato de Alexander Hegius entre


1483 y 1498 (ver nota 35)– indicaban que cada nivel de la escuela de los
Brethren tenía un promedio de 275 alumnos. Esa dimensión de la "clase"
parece haber perdurado hasta 1520, puesto que en fecha posterior Sturm
hablaba de cifras de "hasta 200 alumnos" en cada nivel de la escuela de los
Brethren de Lieja, donde él estuvo entre 1521 y 1524 (ver nota 36). No
obstante, hay una diferencia chocante entre estas cifras y las de las "clases"
de dieciséis alumnos indicadas en el informe de Erasmo sobre la St. Paul's
School. Asimismo, la dimensión total de St. Paul difería de la de las escuelas
de los Brethren. La escritura de fundación de 1509 preveía una admisión de
153 "niños" en total (ver nota 37).

Inicio nota 35. Véase Hyma, A. Op. cit., 1950, pp. 118-119. Fin nota 35.

Inicio nota 36. Le Coultre, J. Maturin Cordier et les Origines de la Pédagogie


Protestante dans le Pays de langue Française (1530-1564). Neuchâtel,
1926, p. 203. Fin nota 36.

Inicio nota 37. Véase McDonnell, M. The Annals of St. Paul, edición privada,
1959, p. 32. La descripción de Erasmo aparece en una carta a Justin Jonas;
Ariès fecha la carta en 1519, aunque Percy Allen (Letters of Erasmus,
Oxford, 1922, p. 507) indica que, según la evidencia implícita, es más
probable que el año fuese 1521. (Agradezco a Keith Hoskin, de la
Universidad de Warwick, por llamar mi atención hacia este detalle y también
por las otras numerosas ayudas que me prestó en este capítulo). Fin nota
37, vuelve al texto principal.

Por todas estas razones, creo que se debe tener cautela antes de relacionar
las clases de St. Paul con las subdivisiones anteriores de los colegios de
París o de las escuelas de los Brethren de la Vida Común. En cierto sentido,
las primitivas cohortes deben ser consideradas como unidades pedagógicas
más que administrativas. Dentro de ellas las prácticas pedagógicas aún
seguían repitiendo los métodos medievales individualizados, que ya se han
descrito. Por otro lado, los posteriores educadores renacentistas no sólo
añadieron unos controles más perfilados a los procedimientos
administrativos de sus predecesores, sino que también hicieron que las
agrupaciones resultantes (escuelas "menores") sirvieran a las metas
pedagógicas al igual que a las administrativas. Y este nuevo estado de
cosas, cristalizado en la segunda década del siglo XVI, indujo a Gouler y a
Erasmo a adoptar un nuevo lenguaje de la escolaridad.

Seis
Si esto es así, la argumentación de Ariès necesita cierta revisión. La palabra
"clase" no apareció como substituto de "escuela" sino, habando en sentido
estricto, para identificar las subdivisiones en el seno de las escuelas. Los
pensadores del Renacimiento creían que el aprendizaje, en general, y las
escuelas municipales, en particular, se promoverían con mayor eficiencia
mediante unidades pedagógicas pequeñas. Estas "clases" se convirtieron en
parte de los "textos minuciosamente coreografiados" que, como ha
sostenido un historiador, se utilizaron en las escuelas francesas del siglo XVI
(por toda Europa) para "controlar a los profesores y a los alumnos" de
manera que pudiesen "enseñar y aprender materias difíciles en el mínimo
de tiempo" (ver nota 38).

Inicio nota 38. Huppert, G. Public Schools in Renaissance France. Urbana II,
1984, pp. 39, 40 y 45. Fin nota 38, vuelve al texto principal.

Así pues, yo indicaría que se aunaron tres nuevas manifestaciones sociales


para impulsar la emergencia del término "clase". En primer lugar, surgieron
nuevas pautas de organización y control como respuesta a una crisis de la
administración y del gobierno en el siglo XV. En segundo lugar, los
administradores-educadores del Renacimiento extendieron esos argumentos
a la cuidadosa supervisión pedagógica de los estudiantes. Y finalmente, un
humanista no identificado reconoció que la primitiva acepción,
relativamente vaga, de "clase" en Quintiliano estaba lista para ser adaptada
a las nuevas circunstancias.

Todos estos sucesos y resultados, creo yo, configuraron la forma de la


escolaridad posmedieval. Significaron –al menos en su concepción– una
ruptura importante con el pasado. Al igual que las propuestas
contemporáneas para la introducción de la escolarización universal (sistema
impositivo universal), aportaron un enfoque más concentrado sobre los
vínculos entre la escolarización y el control burocrático y sobre la relación
entre la escolarización y el Estado.

Pero si la adopción de las clases dio origen a la idea –expresada en el


prospecto del Colegio de Nimes en 1544– de que "todo aprendizaje tiene su
momento y su lugar" (ver nota 39), también creó problemas de articulación
interna. ¿Cómo ensamblar esas distintas fracciones de una escuela para
administrarlas como un todo? Las tentativas del siglo XVI de dar respuesta
a esta pregunta forman la base de la segunda parte de este capítulo: el
surgimiento del término "currículum".
Inicio nota 39. Gaufres, M. J. Calude Baduel er la Réforme des Etudes au
XVI Siècle. País, 1880, p. 47. Fin nota 39, vuelve al texto principal.

Siete
En comparación con el término "clase", parece que hay una ausencia de
discusión respecto a los orígenes del término "currículum" (ver nota 40). Un
punto de partido adecuado sería el Oxford English Dictionary, que localiza la
primera fuente del "currículum" en los registros de la Universidad de
Glasgow, de 1633. La palabra aparece en un atestado de la graduación
otorgada a un maestro, redactado en un formulario que, como se expresa
en la reimpresión del siglo XIX, se había promulgado "poco después" (ver
nota 41) de la reforma de la Universidad realizada por los protestantes en
1577. ¿Es históricamente representativa la cita de este diccionario? ¿Se
deriva, en cambio, del hecho de que el editor original del OED –James
Murrau– había sido profesor en Escocia? De hecho, el material reimpreso en
otras universidades escocesas y del norte de Europa no mostraba un uso
anterior del término "currículum" (ver nota 42) (con la única excepción
aparente de los registros de la Universidad de Leiden, de 1582).

Inicio nota 40. La búsqueda de los orígenes del término "currículum" resultó
infructuosa en las obras siguientes: Buisson, F. Dictionnaire de Pédagogie,
París, 1882; Foulquie, P. Dictionnaire Pédagogique, París, 1971; Monroe, P.
A. Cyclopedia of Education, Nueva York, 1911; Rein, W. Encyklopädisches
Handburch der Pädagogik, Langensalzer, 1903; y Watson, F. The
Encyclopedia and Dictionary of Education, Londres, 1921. Fin nota 40.

Inicio nota 41. Munimenta Alma Universitatus Glasguensis (Registros de la


Universidad de Glasgow desde su fundación hasta 1727) Volumen 2.
Glasgow, 1854, p. 10. Fin nota 41.

Inicio nota 42. Entre las fuentes consultadas para hallar los primeros usos
del término "currículum" se incluyen Le Coultre, J. Op. cit., 1925; Junod, L.
y Meylan, H. L'Académie de Lausanne au XVI Siècle, Lausana, 1947;
Masebieau, L. Schola Aquitana: Programme d'Études du College de
Guyenne au XVI Siècle, París, 1886; Mellon, P. L'Académie de Sédan, París,
1913; y Reusen E. H. J. "Statuts primitifs de la Faculté des Arts de
Louvain", Comptes Rendues des Séances de la Commission Royale
d'Hisoire, 9, 1867, pp.147-206. Fin nota 42, vuelve al texto principal.

Ahora bien, esta respuesta no hace más que plantear la cuestión histórica
con mayor agudeza. ¿Por qué Leiden? ¿Por qué Glasgow? La conexión más
evidente entre estas dos instituciones se encuentra en que, durante la
última etapa del siglo XVI, ambas estaban sumamente influidas por las
ideas calvinistas. Leiden fue fundada en 1575 con el propósito específico de
formar predicadores protestantes y la reorganización de Glasgow, en la
misma década, obedecía a unos propósitos similares. Así pues, ¿cuál podría
ser la conexión entre el protestantismo, el calvinismo y el "currículum"?

Inicio figura

Primera aparición conocida del término "currículum", en una versión de


"Professio Regia" de Peter Ramus, publicada como obra póstuma por
Thomas Fregius de Basilea en 1575. (Departamento de Colecciones
Especiales de la Biblioteca de la Universidad de Glasgow). Fin de figura,
vuelve al texto principal.

Como en el caso del término "clase", la respuesta parece relacionada con la


propagación de los nuevos supuestos sobre la eficiencia de la escolarización,
en particular, y la eficiencia de la sociedad, en general. Pero ¿por qué la
teoría educativa calvinista adoptó una palabra latina que significa
"movimiento progresivo o carrera"? Más específicamente, ¿qué nuevas
aspiraciones educativas se buscaban al adoptar el término "currículum"?

La respuesta a esta última cuestión queda indicada por las acepciones


originales de "currículum". En Leiden y Glasgow, y en una subsiguiente
referencia de 1643 de los registros de la Glasgow Grammar School
(institución que nutría la Universidad), el término "currículum" hacía
referencia al curso "multianual" total que seguía cada estudiante, no a una
unidad pedagógica más corta. En el caso de Leiden, por ejemplo, se
utilizaba en la formulación: "habiendo completado el 'currículum' de sus
estudios" (ver nota 43).

Inicio nota 43. Molhuysen, P. C. Bronnen tot de Geschiedenis der Leidsche


Universiteit (1574- 1871). Volumen2. La Haya, 1913-1924, p. 96. (Esta
fuente fue localizada por Maria Gibbons, con la que escribí una primera
versión de este capítulo para la reunión anual de la American Educational
Research Association en Boston, en 1980). La noción de que un
"currículum" se relaciona con la enseñanza que tiene lugar durante más de
un año parece haber sobrevivido hasta el siglo XX; por ejemplo: "El término
'currículum' es utilizado por esta Comisión para designar una ordenación
sistemática de materias (...) que se prolonga a lo largo de dos o más años".
Cardinal Principles of Secondary Education, Washington, 1918, p. 18). Fin
nota 43, vuelve al texto principal.

En esta medida, el término "currículum" parece haber confirmado la idea –


ya reflejada en la adopción del término "clase"– de que los distintos
elementos de un curso educativo iban a ser tratados como un todo unitario
(ver nota 44). Cualquier curso digno de ese nombre iba a incorporar
"disciplina" (un sentido de coherencia estructural) y "ordo" (un sentido de
secuencia interna). Por tanto, al hablar de "curriculum" no sólo debía ser
"seguido", sino que debía también ser "acabado". La secuencia, la extensión
y la conclusión estudiantil (por ejemplo, en Bolonia) y/o al abuso del
profesorado (por ejemplo, en París), pero con la emergencia del
"currículum" aumentó el sentido del control en la enseñanza y en el
aprendizaje.
Inicio nota 44. En propiedad, el epígrafe de este capítulo sobre el
"currículum" está mal colocado. En realidad el comentario de Rashdall se
refiere a una "relación completa" de los estudios de un maestro desde 1215.
Para empeorar las cosas, los editores de Rashdall indican una procedencia
aún más temprana de "los programas de estudio comprehensivos, pero
definidos" (The Universities ofd Europe in the Middle Ages, vol. 1, pp. 439-
440). Sin embargo, yo respondería que, comparadas las del siglo XVI, las
regulaciones del siglo XIII tenían un sentido de secuencia y final mucho más
débil. Apoya la noción de que el término "currículum" implica coherencia
Gilbert, N. en Renaissance Concept of Method, Nueva York, 1960. Gilbert
sugiere que el estudio de teología de Erasmo –Ratio seu Methodus
Compendio Parviendi ut Veram Theologiam (1520)– es un texto típicamente
humanista por cuanto examina los cursos de instrucción "como un todo" (p.
108). Fin nota 44, vuelve al texto principal.

Ocho
De los dos tributarios del "currículum", el "ordo" y la "disciplina", el primero
es el que se muestra con mayor fuerza en los debates educativos del siglo
XVI (ver nota 45). La vinculación de las ideas sobre el orden con un cambio
en la significación del término "método" parece haber sido una conexión
fundamental. En tiempos anteriores "methodus" denotaba procedimientos
de investigación o análisis, pero no transmitía el sentido de aportar líneas
maestras que pudieran ser rápidamente asimiladas y fácilmente aplicadas.
El "método" existía como un arte intelectual agradable, no como una ciencia
intencional de la técnica.

Inicio nota 45. Para el uso educativo del término "ordo" véase Mir, G. C. Op.
cit., 1968, p. 160; y para el de "disciplina" véase Durig, W. "Disziplin: Einde
Studie zum Bedeutungsumfang des Wortes in der Sprache der Liturgie und
der Väter", Sacris Erudiri, 4, 1952, pp. 245-279. Fin nota 45, vuelve al texto
principal.

En ninguna parte se hace más evidente esta distinción en la "dialéctica", la


rama de la filosofía aplicada que analiza la estructura del lenguaje. Los
dialécticos del Renacimiento tardío, al contrario que sus predecesores, se
aproximaron a la dialéctica desde una perspectiva práctica. Sus manuales
dialécticos sustituyeron las reglas, aparentemente inagotables y
quisquillosas, por unos preceptos "condensados y simplificados" (ver nota
46). Escribieron para una audiencia general no para "lógicos profesionales"
(ver nota 47). Por tanto, la dialéctica se recompuso para que les resultara
más fácil a los estudiantes extraer y aplicar las "verdades" insitas en los
escritos y discursos de los grandes pensadores. En consonancia, las técnicas
se redujeron a una forma que se podía comunicar con facilidad. Y entre
otras cosas, esta reformulación de la dialéctica –encaminada a la concisión
secuencial y a la facilidad de comunicación– fue lo que dio al "método" su
nueva "linealidad".

Inicio nota 46. Jardine, L. Francis Bacon: Discovery and the Art of
Discourse. Cambridge, 1974, pp. 5 y 17 ("El desarrollo de la dialéctica en el
siglo XVI es esencialmente una evolución dentro de una tradición textual").
Véase también Mahoney, M. S. "The beginnings of algebraic thought in the
seventeenth century", en S. Gaukroger (Ed.) Descartes: Philosophy,
Mathematics and Physics, Hassocks, Harvewter Press, 1980, p. 149. Fin
nota 46.

Inicio nota 47. Jardine, F. Op. cit., 1974, p. 5. Fin nota 47, vuelve al texto
principal.

En esta evolución jugaron un papel importante varios profesores-


dialécticos; los más recomendados son Sturm, Melanchthon y Ramus. El
primer tratamiento del método de Sturm apareció en 1539, un año después
de haber fundado el Gymnasium de Estrasburgo. Sus referencias a los
aspectos prácticos de la enseñanza eran bastante explícitas: "Un arte es
una colección abundante de proposiciones. Pero para instituir las diversas
artes hay que utilizar un camino determinado, corto y directo, una especie
de atajo. Los griegos llaman a eso método y se puede emplear para la
enseñanza y la comunicación (ver nota 48)."

Inicio nota 48. Véase Ong, W. J. Ramus, Method and the Decay of Dialogue:
From the Art of Discourse to the Art of Reason. Cambridge, MA, 1958, pp.
232-233 (cita abreviada). Fin nota 48, vuelve al texto principal.
Al destacar la relevancia de la presentación y de la comunicación (que
pertenecían originariamente al estudio de la retórica), Sturm inició la
redefinición de la dialéctica. En este proceso también se ampliaron las
fronteras del método. La dialéctica dejó de aplicarse únicamente al estudio
del discurso escrito y hablado. En cambio, se comenzó a destacar un
conjunto de procedimientos estándar, con relevancia para la solución de
todos los problemas intelectuales (ver nota 49).

Inicio nota 49. Cf. Jardine, L. Op. cit., 1974, p. 26. "(Los reformadores)
identificaron la dialéctica (...) con la totalidad de la lógica (...) sobre la base
de que el estudio de las técnicas de la argumentación no depende del status
(...) del material al que se aplican". Fin nota 49, vuelve al texto principal.

Esta aplicación ampliada del método se hizo explícita en los escritos de


Philip Melanchthon (1497-1560), fundador del Gymnasium Luterano de
Nuremberg (1526). Por ejemplo, en su Questions in Dialectic (1547)
Melanchthon escribió: "El método es un hábito, esto es, una ciencia o un
arte que descubre y abre camino a través de lugares saturados e
impenetrables y extrae y ordena las cosas pertenecientes a la materia de
que se trate" (ver nota 50).

Inicio nota 50. Ong, W. J. Op. cit., 1958, p. 237 (cita abreviada). Fin nota
50, vuelve al texto principal.

Estas primeras sugerencias para "realinear" la dialéctica fueron, al final,


plateadas abiertamente en los escritos de Peter Ramus (1515-1572),
profesor de la Universidad de París y antiguo alumno de Sturm.
Primeramente, Ramus reafirmó los aspectos secuenciales del método
dialéctico:

Inicio cita textual: "El método (escribió en la edición de 1569 de su


Dialectic) es la disposición por medio de la cual la primera enunciación se
sitúa primero en el absoluto orden del conocimiento; la siguiente, a
continuación, y así sucesivamente; hay, una progresión sin ruptura (ver
nota 51)." Fin cita textual.

Inicio nota 51. Ibíd., p. 249 (cita abreviada). Fin nota 51, vuelve al texto
principal.
En segundo lugar, Ramus destacó conscientemente la posibilidad de la
generalización intelectual y la importancia pedagógica del método dialéctico,
sosteniendo que era no sólo apropiado para las artes filosóficas, sino
también para "toda materia que queramos enseñar fácil y claramente" (ver
nota 52).

Inicio nota 52. Ibíd., p. 250. Fin nota 52, vuelve al texto principal.

Las ideas de Ramus eran polémicas, y más aún para los filósofos cuyas
prácticas él quería echar abajo. Pero a juzgar por las 150
ediciones/adaptaciones de su Dialectic publicadas entre 1555 y 1600 (ver
nota 53), cabe escasa duda de que sus ideas encontraron una audiencia
propicia y receptiva, especialmente entre los profesores. Al constituir un
híbrido de los cánones lógicos de la dialéctica con las reglas de
comunicación y presentación de la retórica, el método "ramista" aportó a la
enseñanza una "ordenación" sin precedentes (ver nota 54). Además, se ha
sostenido que la enseñanza adquiriría mayor fuerza y/o eficiencia si se
formalizase (o "metodizase") (ver nota 55) de esta manera. Esta relación
entre orden, eficiencia y perfeccionamiento llegó a ser fundamental para la
reforma de la escuela a finales del siglo XVI y principios del XVII (ver nota
56). Cuando Caspar Pfaffad volvió a formular el argumento en su De Studii
Rameis (1597), la escolarización reformada (o "educación formal")
proporcionó los medios con los que el ser humano podía alcanzar su
"perfección natural" (ver nota 57).

Inicio nota 53. Ibíd., p 296. Fin nota 53.

Inicio nota 54. Ibíd., p. 297. Fin nota 54.

Inicio nota 55. Ibíd. Fin nota 55.

Inicio nota 56. Las relaciones entre el método y la eficiencia son señaladas
tanto por Gilbert como por Ong: "El énfasis en la rapidez y la eficiencia deja
a un lado la noción renacentista del método. (...) La noción de que el
método puede proporcionar un atajo para aprender un arte no parece
crucial para los estudiantes de medicina o para los reformadores de la
educación. Sólo cuando el entorno social se hizo más consciente el tiempo,
el método ser convirtió en el slogan de los que deseaban acelerar el proceso
de aprendizaje" (Gilbert, 1960, p. 66). "Ramus vivió e un tiempo en el que
no existía una palabra de uso común que expresara claramente lo que
nosostros significamos hoy como 'método', una serie de pasos ordenados
que se siguen para producir un efecto deseado con cierta eficacia –una
rutina de eficiencia–" (Ong, 1958, p. 225). Fin nota 56.

Inicio nota 57. Ibíd., p. 149. Pese al juicio de Pfaffad, Ong ofrece una
valoración distinta del ramismo –que promocionó un "objeto de devoción
pedagógico" que se extendió inalterado a través del "mundo intelectual
occidntal" (ibíd, p. 167)–. Para una exploración de las vinculaciones entre
Calvino, Ramus, Bacon y Comenius véase Hamilton, D. "The pedagogical
juggernaut". British Journal of Educational Studies, 25, 1987, pp. 18-29. Fin
nota 57, vuelve al texto principal.

Nueve
Esto es suficiente por lo que respecta al "método", pero ¿cuándo y dónde se
conectó con el término "currículum"? Aquí se puede percibir la relación con
el calvinismo. Tras el fallecimiento de Ramus en París, sus ideas sobre la
dialéctica se propagaron por Alemania, que, tras la labor preparatoria de
Strm y Melanchhthen, se convirtió en un "auténtico vivero de ramismo" (ver
nota 58). Y aún más, la influencia de las ideas ramistas dentro de Alemania
–según el estudioso jesuita Walter Ong– fue "más intensa" en las zonas
"influidas por el calvinismo" (ver nota 59). Desde estas áreas concretas –la
comarca del Rhin y la zona contigua– las ideas ramistas llegaron a los
sectores calvinistas de los Países Bajos.

Inicio nota 58. Ong, W. J. Op. cit., 1958, p. 298. Fin nota 58.

Inicio nota 59. Ibíd. Fin nota 59, vuelve al texto principal.

Ong no intentó explicar la atracción recíproca del ramismo y el calvinismo,


pero una explicación plausible sería el carácter omnicomprensivo de las
nociones pedagógicas de Ramus armonizó fácilmente con las ideas
calvinistas sobre la necesidad general de unas formas bien ordenadas de
organización social. Hacia la década de 1570, los seguidores de Calvino
(muerto en 1564), en Ginebra y otras partes, estaban ocupados arreglando
sus propios asuntos evangélicos según esas líneas estructuradas. Una
escuela bien ordenada, al igual que una iglesia bien ordenada, se
consideraba esencial para el mantenimiento de las ideas calvinistas, tal
como se habían desarrollado en las sucesivas ediciones de la Institución de
la Religión Cristiana (vid. 1536, 1543, 1559). Según Tawney, por ejemplo,
una "regla de vida" estaba "en la esencia misma del calvinismo" (ver nota
60); o bien, como expresó Calvino en 1539, "para estar bien 'cohesionado',
el cuerpo de la iglesia debe estar unido por la disciplina y la energía" (ver
nota 61). Así pues, desde esta perspectiva, la idea ramista del método, con
sus insinuaciones de "regularidad", podría ocupar la misma posición de
"centralidad" (ver nota 62) en las propuestas educativas calvinistas que el
precepto de disciplina, que ya se mantenía en la práctica social calvinista.

Inicio nota 60. Tawneym R. Religion and the Rise of Capitalism.


Harmondsworth, Penguin, 1942, p. 98. Fin nota 60.

Inicio nota 61. Véase Hopfl, H. The Christian Polity of John Calvin,
Cambridge, 1982, p. 100. Fin nota 61.

Inicio nota 62. Ibíd., p. 104. Hopfl también sostiene que la "primera
instancia" del uso más amplio que Calvino hace de "disciplina" (fuera de las
referencias a la excomunión) ocurrió en 1537 (p. 73). Fin nota 62, vuelve al
texto principal.

Este razonamiento acerca de la dirección y el control de la escolaridad


podría explicar la vinculación entre el ramismo y el calvinismo, pero ¿dónde
apareció realmente la palabra "currículum"? Desgraciadamente, aquí el
panorama es algo confuso. Las descripciones figurativas de la vida como
"carrera" o como un "curso" eran recurrentes en los Comentarios de Calvino
(1540-1556) (ver nota 63), pero las palabras latinas empleadas en
consonancia con este propósito –en seis pasajes diferentes, al menos–
fueron "stadium" y "cursus", no "currículum" (ver nota 64).

Inicio nota 63. Parker, T. H. L. Calvin's New Commentaries. Londres, 1971,


capítulo 1. Fin nota 63.

Inicio nota 64. John Calvin's Commentaries (en latín), Berlín, 1833-1834,
vol. 5, p. 320. Véase también Actas 13-25, Actos 20-24; 1 Corintios 9.24; 2
Timoteo 4.7 y 2 Tesalonicenses 3.1 (Agradezco a Allan Milligan el haberme
mostrado esta fuente). Fin nota 64, vuelve al texto principal.

No obstante, en la edición final (1559) de la Institución aparece en los


escritos de Calvino la expresión "vitae currículum" (o "vitae currículo");
aunque sigue siendo mucho más frecuente el uso de los términos "vitae
cursu" o "vitae cursum" (ver nota 65). En ninguna parte aparece
"currículum" con un significado educativo. Tampoco adopta una forma
educativa en ninguno de los registros del siglo XVI –publicados y
manuscritos– de la Academia de Ginebra, fundada en 1559. Este hecho, que
debilita la pretensión de Ginebra de haber sido la fuente originaria del
término "currículum", se puede ligar a la realidad de que los documentos
ginebrinos, desde la década de 1530, aparecían primero en francés y eran
después traducidos al latín para uso de las comunidades calvinistas
extranjeras (ver nota 66).

Inicio nota 65. Véase B. Nattles, F. L. y Miller, C. A Computerised


Concordance to Institutio Christianae Religionis (1559) of Ioannes Calvinus,
Pittsburg, PA, 1972. "Nitae currículum (9 "currículo") aparece seis veces;
"vitae cursus” (o "curso") aparece doce veces. Fin nota 65.

Inicio nota 66. La ceremonia de fundación de la Academia de Ginebra se


celebró en francés y en latín, y en el mismo año se publicó una versión
bilingüe de las reglas. En contraste, la revisión de las reglas en 1578, según
parece, no apareció en latín hasta 1593 –documento que, dicho sea de
paso, no se localiza en el departamento de manuscritos de la Biblioteca
Pública y Universitaria adjunta de Ginebra–. Para las fechas de las
ceremonias y reglas ginebrinas véase Bourgeaud, C. Histoire de l'Université
de Geneve: L'Academie de Calvin, Ginebra, 1900, pp. 48,49 y 626. Fin nota
66, vuelve al texto principal.

Por tal razón cabe la posibilidad de que el término educativo "currículum" se


originase no en Ginebra, sino en el discurso latino de sus congregaciones
filiales del siglo XVI. Y es en esos momentos cuando Leiden y Glasgow
entran en esta historia. Un "portador" de la idea del "currículum" (si no del
término) pudo haber sido el escocés Andrew Melville, quien enseñó durante
cinco años 1569-1574) en la Academia de Ginebra, tras diversas estancias
en las Universidades de St. Andrews, Poitiers y París (donde recibió la
influencia de Ramus). Tras haberse marchado de Ginebra a petición de sus
amigos escoceses influyentes, Melville, a la edad de veintinueve años,
aceptó la rectoría de la Universidad de Glasgow, en la que, según un
historiador reciente, asumió "la responsabilidad de introducir reformas en
las líneas ramistas" (ver nota 67).

Inicio nota 67. Durkan, J. y Kirk, I. The University of Glasgow. 1451-1577.


Glasgow, 1977. p. 276. Fin nota 67, vuelve al texto principal.

Durante la época de Melville en Glasgow (1574-1580) la Universidad


emprendió la gran reorganización a la que antes nos hemos referido.
Melville pareció considerar el Calvinismo en términos organizativos
relativamente estrictos, al igual que los sucesores de Calvino en Ginebra
(por ejemplo, Theodore Beza). Así, la residencia en el colegio sería
obligatoria para el Rector; cada profesor (o regente) se dedicaría a unas
áreas de estudio limitadas (por ejemplo, latín y griego); la promoción del
estudiante quedaría supeditada a una conducta y unos progresos
satisfactorios a lo largo del año; y a su vez, la Universidad avalaría la
conclusión del curso a cada uno de los estudiantes mediante un certificado
en el que haría su aparición inicial en Glasgow la palabra "currículum" (ver
nota 68). Como ha comentado otro historiador de la Universidad de
Glasgow, estas propuestas no sólo significaron que la enseñanza iba a
seguir un "plan rígido", sino que además "la vida entera" de cada estudiante
quedaría abierta a la supervisión del profesor (ver nota 69).

Inicio nota 68. Un dato indicativo de que el término "currículum" podría no


haberse utilizado en Glasgow hasta después de 1577 es la presencia de la
frase "vitae disciplina " (en vez de "vitae currículum") en la constitución de
refundación de la universidad en ese año –el Novum Erectio– (ibíd., p. 433).
Fin nota 68.

Inicio nota 69. Mackie, J. D. The University of Glasgow 1451-1951.


Glasgow, 1954, p. 76. Fin nota 69, vuelve al texto principal.

En Leiden parece haberse seguido unas pautas muy semejantes. Un primer


influjo de profesores imbuidos del "espíritu de Ginebra" desembocó pronto
en la controversia (por ejemplo, sobre el control civil o el control
presbiteriano de la Universidad). Pero en 1576, sólo seis años antes de que
la palabra "currículum" apareciera en los registros de la Universidad, se
alcanzó un compromiso escrito que aún seguía estando impregnado de
calvinismo (ver nota 70).

Inicio nota 70. Jurriaanse, M. W. The Fopunding of Leyden University.


Leiden, 1965. p. 13. Fin nota 70, vuelve al texto principal.

Diez
Aunque sigue habiendo cabos sueltos en esta historia (¿por qué el término
"currículum" sustituyó al de "cursus"?, ¿se adoptó la palabra "currículum"
de manera independiente en Leiden y en Glasgow?), en líneas generales
parece estar clara. El término educativo "currículum" surgió con la
confluencia de diversos movimientos sociales e ideológicos. Primeramente,
bajo la influencia de las revisiones de Ramus, la enseñanza de la dialéctica
ofreció una pedagogía general aplicable a todas las áreas del aprendizaje.
En segundo lugar, la visión de Ramus acerca de la organización de la
enseñanza y el aprendizaje estuvo en consonancia con las aspiraciones
disciplinarias del calvinismo. Y en tercer lugar, la inclinación calvinista por el
uso figurativo de la expresión "vitae currículum" –expresión que se remonta
a Cicerón (muerto en el año 43 antes de Cristo)– se amplió hasta
comprender los nuevos rasgos ordenados y secuenciales de la escuela del
siglo XVI (ver nota 71).

Inicio nota 71. El uso que hace Cicerón de la expresión "vitae Currículum"
se recoge, por ejemplo, en la entrada del término "currículum" del Cassell's
Latin Dictionary (Londres, 1893). Fin nota 71, vuelve al texto principal.

En conclusión, se ha mantenido en este capítulo que, como parte de la


agitación política general del siglo XVI, la adopción de los términos
"currículum" y "clase" fue un indicador de dos oleadas diferentes de reforma
pedagógica. Primero se dio la introducción de divisiones de clase y una
mayor vigilancia de los alumnos. Después vino el refinamiento del contenido
y los métodos pedagógicos. El resultado neto, sin embargo, fue
acumulativo; para bien o para mal, la enseñanza y el aprendizaje quedaron
más expuestos al escrutinio y el control exteriores. Además, los términos
"currículum" y "clase" entraron al mismo tiempo en la agenda pedagógica,
cuando las escuelas se estaban abriendo a un sector de la sociedad mucho
más amplio (ver nota 72). La escolarización municipal, fuera ya de la
jurisdicción de la Iglesia, ganó popularidad y, cosa igualmente importante,
las normas protestantes (por ejemplo, el Book of Discipline publicado en
1560 por los seguidores de Calvino en Escocia) airearon la convicción de
que todos los niños con independencia de su género y rango, deberían ser
evangelizados a través de la escolarización. Como resultado, la agenda
educativa medieval fue sustancialmente reformada. El resto de esta obra se
dedica a revisar las consecuencias pedagógicas de la nueva agenda (ver
nota 73).

Inicio nota 72.Un tratamiento amplio de la expansión de la escolarización en


el siglo XVI se puede encontrar, por ejemplo, en Simón, J. Educational and
Society in Tudor England, Cambridge, 1966; y en Strauss, G. Luther's
Hòuse of Learning: The Indoctrination of the Young in the German
Reformation, Baltimore, MD, 1978. Para un valioso comentario sobre el
trasfondo político y religioso de la visión de los siglos XVI y XVII sobre el
papel del Estado véase Oestreich, G. Neostoicism and the Early Modern
State. Cambridge, 1982. Fin nota 72.

Inicio nota 73. Tras haber terminado este capítulo, localicé un uso de
término "currículum" en la Professio Religia (1576), texto generalmente
atribuido a Ramus, pero publicado en realidad tras su muerte por Thomas
Fregius de Basel. En efecto, esta fuente proporciona el eslabón perdido
entre Ramus y Calvino y posteriores innovadores en la educación,
especialmente Comenius (véanse Hamilton, D. Op. cit., 1987; Hooykaas, R.
Humanisme, Science et Réforme: Pierre de la Ramée, Leiden, 1958;
Moltmann, V. J. "Zur Bedeutung des Petrus Ramus für Philosophie und
Theologie im Calvinismus", Zeitschrift für Kirchengeschichte, 68, 1957, pp.
295-318; Beitenholz, P. G. Basle and France in the Sisteenth Century: The
Basle Humanists and Printers in their Contacts with Francophone Culture,
Ginebra, 1971, cap. 8; y la entrada de "Disciplina/discipline" en la
Enciclopedia Einaudi, Turin, 1977-1984. (Agradezco a Norberto Bottani la
aportación de la última de estas fuentes.) Fin nota 73.

Fin del documento.

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