Vivir en El Espíritu
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MINISTRY Anaheim California
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Vivir en el espíritu
CONTENIDO
1. Expresar a Dios y vivir en el espíritu
2.El Señor es el Espíritu que está en nuestro
espíritu
3.El vivir de Dios y el hombre en unidad, y vivir en
el espíritu
4.Producir el nuevo hombre y vivir en el espíritu
5.Guardarnos de los ídolos y vivir en el espíritu
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PREFACIO
Este libro se compone de mensajes dados en chino por
el hermano Witness Lee en un entrenamiento
intensificado con respecto a la vida divina, llevado a
cabo en Taipei del 19 al 23 de agosto de 1975. Estos
mensajes no fueron revisados por el orador.
4
CAPÍTULO UNO
EXPRESAR A DIOS Y VIVIR EN EL ESPÍRITU
Lectura bíblica: Gn. 1:26-27; Ef. 4:24; Ap. 4:3a; 21:11,
18a; Gn. 2:7; Zac. 12:1b; Job 32:8a; Pr. 20:27a; Jn.
3:6b; Ro. 8:16; 2 Ti. 4:22; Ro. 1:9
EL PENSAMIENTO QUE APARECE
CONSTANTEMENTE EN LAS ESCRITURAS
5
conforme a nuestra semejanza”. Génesis 1 declara que
en la creación, Dios creó muchas cosas en un periodo
de cinco días. Durante esos cinco días, Él creó todo
mediante Su hablar. Dios dijo: “Sea la luz”, y fue la luz
(v. 3). Luego dijo: “Haya expansión”, e hizo la
expansión (vs. 6-7). El salmo 33:9 dice: “Porque El
dijo, y fue hecho; El mandó, y existió”. Sin embargo,
en el sexto día Dios llevó a cabo una conferencia de la
Deidad. Él dijo: “Hagamos al hombre a nuestra
imagen, conforme a nuestra semejanza”. Antes de
crear al hombre, Él creó los cielos, la tierra y una
miríada de cosas; sin embargo, estas cosas no eran Su
propósito central. Su propósito central está fijado en
el hombre. Dios deseaba que el hombre fuera Su
expresión, así que lo creó a Su imagen; por
consiguiente, el hombre es como una fotografía de
Dios. Esta fotografía es el retrato de Dios, Su réplica y
Su expresión.
Algunos de nosotros quizás hayamos escuchado y
leído muchos mensajes sobre esto; sin embargo, no
importa cuántas veces lo hayamos escuchado, es
posible que todavía no lo entendamos, pues este
asunto no forma parte de nuestros conceptos
naturales. En las Escrituras, existe el principio
gobernante de la primera mención. Según este
principio, la primera mención de un asunto en las
Escrituras establece los principios aplicables a ese
tema en toda la Biblia. La primera mención que se
hace del hombre en la Biblia, dice que éste fue creado
a la imagen de Dios, es decir, que el hombre es la
expresión misma de Dios, Su réplica y Su
manifestación. Este es el principio establecido con
respecto al hombre. Si usted me preguntara por qué
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fue creado el hombre, le respondería: “El hombre fue
creado para ser la expresión de Dios”. Por esta razón,
el hombre es como una fotografía de Dios y una réplica
de Dios. Obviamente, los que no creen en Dios ni en
las Escrituras no pueden hacer tal declaración; incluso
creo que muchos de los que han estado en el
cristianismo por años tampoco pueden proclamar
esto. Debemos ver lo siguiente: la Biblia revela que
Dios desea que el hombre sea Su réplica. Si
novecientos de nosotros estuviéramos reunidos
juntos, todos nos pareceríamos los unos a los otros.
Esto se debe a que todos somos réplicas de la única
copia original. Cada uno de nosotros se parece a Dios.
Ninguno de nosotros se parece a una vaca. Cada uno
de nosotros es una réplica de Dios con el fin de
expresarle. Esto es lo que nos dice el comienzo de la
Biblia.
La Biblia nos muestra que en el principio Dios creó los
cielos y la tierra, y que en el primer día Él creó una
cosa, en el segundo día creó otra, y así sucesivamente.
Después de crear los cielos, la tierra, el sol, la luna, la
hierba, los árboles y las diferentes criaturas, Dios dijo:
“Hagamos al hombre a nuestra imagen”. Este es el
propósito central de Dios, y este es el pensamiento
central que podemos ver constantemente a lo largo de
las Escrituras. El propósito de Dios es que el hombre
sea como Él y que lo exprese.
Al final de las Escrituras
9
simplemente por un solo individuo; Su deseo es
obtener una expresión corporativa de Sí mismo.
Frecuentemente hablamos del terreno de la iglesia.
Para ver el asunto del terreno de la iglesia, no tenemos
que esperar hasta llegar al primer capítulo de
Apocalipsis. El terreno de la iglesia ya está implícito
en Génesis 1:26. ¿Cómo podemos decir esto? Podemos
decirlo porque en el principio, cuando Dios creó al
hombre, Él no creó a dos individuos. Si hubiera creado
a dos individuos, habría habido dos terrenos sobre los
cuales estar firmes. En el principio, Dios creó a un solo
hombre. Génesis 5:2 dice: “Varón y hembra los creó ...
y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron
creados”. El varón se llamaba Adán, y la mujer
también se llamaba Adán. Dios no creó a dos
personas, sino que Él creó a un solo hombre. Tal vez
usted argumente y diga que Dios creó a un varón y a
una mujer. Esto es correcto, pero el varón y la mujer
eran una sola persona. A los ojos de Dios, Él creó
solamente a un hombre.
Quizás hayamos nacido en el siglo veinte, ¿pero
cuando fuimos creados? ¿Fuimos creados o nacimos?
Primero fuimos creados y luego nacimos, pues cuando
Adán fue creado, nosotros también fuimos creados.
Adán, Abel, Pablo y el resto de la humanidad, todos
fuimos creados al mismo tiempo. La única diferencia
es que Abel y Pablo nacieron antes que nosotros.
Fuimos creados al mismo tiempo, pero nacimos en
diferentes épocas. Esto muestra que todos estamos
sobre el mismo terreno.
En Génesis 9, debido a la infiltración de Satanás y a la
caída del hombre, vemos que se formaron las
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naciones. Estas naciones tipifican a las
denominaciones de hoy en día. Sin embargo, en
Hechos, en el día de Pentecostés, las personas que
habían venido a Jerusalén de diferentes naciones y
que hablaban diferentes dialectos, se congregaron
juntos. Allí en Jerusalén, muchos de ellos obtuvieron
gracia y recibieron la vida divina y, por tanto, fueron
edificados juntamente para llegar a ser un solo y
nuevo hombre. Este nuevo hombre es la iglesia, la cual
tiene como fin expresar a Dios.
EL PROPÓSITO ÚNICO DE DIOS
ES QUE EL HOMBRE LE EXPRESE
12
aspectos diferentes de la iglesia, y uno de ellos es la
iglesia como réplica de Dios. La iglesia es una
fotografía corporativa de Dios; es como una fotografía
que Dios ha tomado de Sí mismo. Él no busca que esa
fotografía le adore, le sirva ni trabaje para Él. Su única
intención es que dicha fotografía lo manifieste de una
manera clara y definida, para que cuando las personas
vean la iglesia, lo vean a Él. Si las personas nos
preguntan: “¿Dónde está Dios?”, podríamos decir:
“Vengan a verlo: Dios está en la iglesia”. Si nos
preguntan: “¿Qué aspecto tiene Dios?”, podríamos
responder: “Cuando ustedes ven la iglesia, ven a Dios”.
Pienso que en los primeros días, los que estaban en la
iglesia en Jerusalén decían: “¡Oh judíos! ¿Quieren
conocer a Dios? Entonces vengan a ver la iglesia. Lo
que sus padres les han dado y lo que ustedes han
aprendido de ellos, sólo ha sido la ley en doctrinas. Sin
embargo, hoy lo que la iglesia en Jerusalén expresa es
al Señor mismo. La iglesia en Jerusalén es una réplica
de Dios”. ¿Podemos nosotros decir lo mismo hoy? Si
no podemos proclamar esto, nos hemos desviado.
Las Escrituras nos muestran que cuando Dios
reprendía y juzgaba a Su pueblo, frecuentemente los
reprendía no tanto por sus pecados y cosas malignas,
sino por el hecho de que, si bien eran celosos para
servirle, no le expresaban. Consideren las siete
epístolas en Apocalipsis. En la primera epístola,
escrita al mensajero de la iglesia en Éfeso, el Señor
dijo: “Yo conozco tus obras, y tus trabajos y
perseverancia; ... y has sufrido por amor de Mi
nombre, y no has desmayado. Pero tengo contra ti que
has dejado tu primer amor ... Vendré a ti, y quitaré tu
candelero de su lugar, si no te has arrepentido” (2:2-
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5). ¿Qué quiso decir el Señor? El Señor parecía estar
diciendo: “Ustedes no me expresan; se preocupan por
las obras, por la perseverancia y por otras cosas
buenas, pero no por Mí. Puesto que no se interesan
por Mí, Yo tampoco me preocuparé por ustedes”. A
menudo esta es nuestra situación.
Frecuentemente nuestra situación es la misma. Por
cincuenta años no pude cambiar mis conceptos.
Constantemente tenía el deseo de trabajar para Dios.
Ya que había sido llamado por Dios, me preocupaba
por servirle, laborar para Él y adorarle. Todos tenemos
el mismo concepto. Quizás nos digamos a nosotros
mismos: “Mis oraciones no han sido lo
suficientemente devotas, así que hoy intentaré ser más
devoto”. Sin embargo, no importa cuán devotos
seamos ni cuán devotas sean nuestras oraciones, a
Dios no le interesa nuestra devoción. ¿Qué es entonces
lo que Dios desea? Él desea que le expresemos. Si
tenemos un semblante afligido, estaremos expresando
a un mendigo y no a Dios. Quizás usted se diga a sí
mismo: “Todas las personas a mi alrededor son muy
descuidadas. Yo soy la única persona cuidadosa. No
me atrevo a decir nada ni a hacer nada, no sea que
peque contra Dios”. A los ojos de Dios no tiene ningún
valor el que otros sean descuidados, pero tampoco
tiene algún valor el que usted sea cuidadoso. Las
personas no pueden ver a Dios en los que son
descuidados ni tampoco en usted que es tan
cuidadoso; Dios no se expresa por medio de ninguno
de los dos, porque a ambos los cubre un velo. El velo
que cubre a los demás es como un fino velo nupcial,
pero el velo que lo cubre a usted es como una gruesa
piel de vaca. La devoción suya no tiene valor, porque
14
cuando las personas lo ven a usted, lo que contemplan
es un semblante afligido. Esto no es lo que Dios desea;
Él desea ser expresado por medio de nosotros.
Nuestro semblante afligido no conducirá a las
personas a la salvación. Sólo la luz de la expresión de
Dios, que resplandece por medio de nosotros, hará
que las personas toquen a Dios.
EXPRESAR A DIOS AL USAR NUESTRO ESPÍRITU
16
NO SER RELIGIOSOS,
SINO VIVIR EN EL ESPÍRITU
18
realmente vivimos en el espíritu, entonces
espontáneamente llevamos la cruz. Si tratamos de
llevar la cruz sin vivir en el espíritu, estaremos
practicando una forma de ascetismo, lo cual en
principio es casi igual que el hinduismo. Un marido
podría decir: “Sé que mi esposa es una cruz que me ha
sido dada por el Señor, así que tengo que llevar esta
cruz”. Y la esposa podría decir: “El Señor me dio este
marido y no puedo divorciarme. Esto debe ser una
cruz de parte del Señor, así que la llevaré. El Señor
también me dio varios hijos, así que tengo una cruz
grande y varias cruces pequeñas”. Esto no es lo que
dice la Biblia acerca de llevar la cruz. Más bien, la
Biblia afirma que debemos vivir en el espíritu. Si
tenemos hijos, tenemos que vivir en el espíritu, y si no
los tenemos, también tenemos que vivir en el espíritu.
Si nuestros hijos son obedientes, tenemos que vivir en
el espíritu, y si no lo son, aún tenemos que vivir en el
espíritu. Mientras vivamos en el espíritu,
espontáneamente llevaremos la cruz. Llevar la cruz
equivale a negar nuestro yo y a renunciar a nuestras
preferencias. ¿Cómo podemos negarnos a nuestro yo?
¿Cómo podemos permitir que el Señor decida por
nosotros? La única manera de hacer esto es vivir en el
espíritu.
Si leemos nuevamente el Nuevo Testamento, nos
daremos cuenta de que en esencia éste nos enseña
simplemente a vivir en el espíritu y a andar conforme
al espíritu. La Biblia nunca nos exige que llevemos la
cruz a la vez que crujimos los dientes. Incluso quizás
malentendamos lo mencionado en Romanos 6:11 con
respecto a considerarnos muertos al pecado. Según
este versículo, es apropiado el que nos consideremos
19
muertos al pecado; sin embargo, en nuestra
experiencia, cuanto más nos consideramos muertos,
más difícil nos es morir. Esto se debe a que estamos
tratando de experimentar Romanos 6 sin tener la
realidad de Romanos 8. Romanos 8 dice que debemos
andar conforme al espíritu y vivir en el espíritu (v. 4).
Si no vivimos en el espíritu, aunque tengamos la
práctica de orar más, todavía estaremos practicando
cierta clase de mortificación propia o ascetismo, lo
cuál sólo podremos hacer por un determinado tiempo.
El vivir cristiano es un vivir en el espíritu. Solamente
cuando vivimos en el espíritu podemos orar sin cesar.
El secreto de la vida cristiana es vivir en el espíritu.
LA REALIDAD DE LA IGLESIA ESTÁ PRESENTE
CUANDO VIVIMOS EN EL ESPÍRITU
20
demás. Tenemos que volvernos a nuestro espíritu y
estar atentos a fin de permanecer en nuestro espíritu.
La mayoría de las personas prestan atención a su
mente y a sus sentimientos, pero muy pocas prestan
atención al hecho de estar en el espíritu. Tenemos que
dedicarnos absolutamente a estar en el espíritu.
Quizás no sepamos en qué consiste llevar la cruz, pero
sí debemos saber qué es seguir el espíritu. Tal vez no
sepamos lo que significa orar y ayunar, o quizás no
sepamos lo que significa ser humildes y pacientes; sin
embargo, debemos saber en qué consiste seguir el
espíritu. Cuando seguimos el espíritu, tenemos
humildad y paciencia, y espontáneamente llevamos la
cruz. Una vez que seguimos el espíritu, todo es
nuestro.
Que el Señor abra nuestros ojos para que veamos la
verdad que aparece constantemente en la Biblia, y
veamos que la manera de vivir en esta verdad es vivir
en el espíritu. Fue en nuestro espíritu que fuimos
regenerados y es en nuestro espíritu que el Espíritu de
Dios está con nosotros. Es en nuestro espíritu donde
mora el Cristo todo-inclusivo, y es en nuestro espíritu
donde disfrutamos Su gracia. Es en nuestro espíritu
donde tenemos Su presencia, y es en nuestro espíritu
donde tenemos luz, vida y verdad. Todo está en
nuestro espíritu.
CAPÍTULO DOS
EL SEÑOR ES EL ESPÍRITU
QUE ESTÁ EN NUESTRO ESPÍRITU
21
Lectura bíblica: Is. 9:6; 2 Co. 3:17; 1 Co. 15:45; Ro.
8:15; Gá. 4:6; Ro. 8:10; 2 Ti. 4:22; Ro. 8:4; Gá. 5:16,
25
EL DIOS TRIUNO:
EL PADRE, EL HIJO Y EL ESPÍRITU
26
si el Señor mencionado en este versículo se refiere al
Señor Jesús. Seguramente dirán que sí. Nadie diría
que el Señor en este versículo no es el Señor Jesús. El
Señor mencionado aquí ciertamente es el Señor Jesús
(cfr. 4:5). Entonces debemos preguntarles a quién se
refiere el Espíritu en este versículo. Tendrán que
admitir que el Espíritu mencionado aquí es el Espíritu
Santo. De esta manera, no habrá necesidad de discutir
más. También podremos mostrarles 1 Corintios 15:45,
que dice: “Fue hecho ... el postrer Adán, Espíritu
vivificante”. Esto también es irrefutable.
Los que critican ciertamente harán muchas otras
preguntas. Es posible que pregunten: “Si ustedes
dicen que el Hijo es el Padre, entonces ¿cómo es que
el Hijo le ora al Padre? Y ¿cómo es que el Padre oye la
oración del Hijo?”. Podemos decirles que no sabemos,
y que tampoco queremos discutir. Sin embargo,
podríamos pedirles que nos expongan Juan 14, dónde
el Señor le dice a Felipe: “¿Tanto tiempo hace que
estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El
que me ha visto a Mí, ha visto al Padre ... Yo estoy en
el Padre, y el Padre está en Mí” (vs. 9-10). No debemos
tratar de explicar, porque podríamos confundirnos y
así no podremos ganar la batalla. Con todo, Isaías 9:6
es muy claro, al igual que 2 Corintios 3:17. Un
versículo dice que el hijo será llamado el Padre, y el
otro versículo dice que el Señor es el Espíritu.
En uno de sus himnos, el hermano Nee dice: “Padre
una vez se te llamó, Ahora el Santo Espíritu” (Himnos,
#204, estrofa 5). Esto muestra que el hermano Nee vio
este asunto hace mucho tiempo.
27
No estoy aquí para discutir sobre doctrinas, sino para
que reciban una impresión. Tenemos que ver que
nuestro Dios es uno, y que este único Dios, quien es un
misterio, es el Padre, el Hijo y el Espíritu. Hay una
razón por la cual Él es el Padre, existe una intención
por la cual es el Hijo, y hay un propósito por el cual Él
es el Espíritu. La razón, la intención y el propósito
consisten en que Él se forje plenamente en nosotros.
EL DIOS TRIUNO, COMO ESPÍRITU,
MORA EN NUESTRO ESPÍRITU
31
cartas del sumo sacerdote y mientras iba camino a
Damasco para arrestar a los santos, Saulo
seguramente intensificó sus oraciones y oró
detalladamente. Sin embargo, sus oraciones sólo
cooperaban con Satanás. Saulo oraba a Dios, pero
Satanás lo estaba usando. Todo aquel que no haya
recibido esta visión es propenso a caer en la trampa de
Satanás, no importa lo que haga.
EL MARAVILLOSO ESPÍRITU ES LA CLAVE DE
TODO
33
Tenemos que volvernos a nuestro espíritu. Ser santos,
victoriosos o libres de pecado, no es lo que importa. Lo
único que importa es que vivamos en el espíritu,
donde mora el Señor.
PREOCUPARNOS ÚNICAMENTE
POR VIVIR EN EL ESPÍRITU
34
de ser victoriosos, amaremos a otros sin esforzarnos
por amarlos y tendremos luz sin tratar de buscarla.
Esto es posible debido a que el Espíritu todo-inclusivo
mora en nuestro espíritu y ha llegado a ser un solo
espíritu con nuestro espíritu.
Actualmente todos tenemos que recibir esta visión
celestial. Si vemos esto, ya no nos preocuparemos por
ser santos, por ser victoriosos, por llevar la cruz ni por
tantos otros asuntos, sino que sólo nos
preocuparemos por vivir en el espíritu. Además, si
vivimos por el espíritu, también debemos andar por el
espíritu. Mientras andemos en el espíritu, nada es
imposible. Pero, si no andamos en el espíritu e
intentamos crucificarnos ejercitando nuestra
voluntad, entonces, cuanto más intentemos
crucificarnos, más vivos estaremos. Si nos esforzamos
por abandonar el mundo valiéndonos de nuestros
propios esfuerzos, cuanto más lo intentemos, más
amaremos al mundo.
Debemos ir al Señor buscando Su misericordia y
pidiéndole que abra nuestros ojos para que podamos
recibir la visión celestial. Tenemos que ver que el gran
Dios —Jehová, quién es el Padre, el Hijo y el Espíritu,
y quién es también el Señor Jesús, el Redentor, el
Creador y el Espíritu Santo— es el Espíritu todo-
inclusivo que mora en nuestro espíritu y que se ha
mezclado con nuestro espíritu como un solo espíritu.
Debemos vivir y andar en tal espíritu. Esto no debe ser
una actuación, sino nuestro diario vivir. Debemos
llevar nuestra vida diaria en el espíritu. No tenemos
que preocuparnos por saber lo que es la humildad o el
amor. Tampoco debemos preocuparnos por conocer
35
qué es la paciencia, la sumisión, el celo, la adoración
ni la oración. Debemos preocuparnos únicamente por
vivir en el espíritu. Debemos andar en el espíritu día
tras día, simplemente estando en armonía con nuestro
Señor y siendo uno con Él en el espíritu. Nuestra vida,
naturaleza, vivir y andar deben ser uno con nuestro
Señor. No es necesario saber qué es la oración ni sobre
qué debemos orar; no tenemos necesidad de saber qué
es predicar el evangelio o qué clase de evangelio
debemos predicar; ni siquiera requerimos saber lo que
significa amar a nuestra esposa o someternos a
nuestro marido; tampoco tenemos que saber lo que
significa ser humildes o pacientes. Todas estas
palabras y frases son expresiones que usan los
moralistas. Lo único que debemos saber es que
nuestro Dios y Salvador, a quien amamos, es el
Espíritu vivificante y todo-inclusivo que mora en
nuestro espíritu y que ha llegado a ser un solo espíritu
con nuestro espíritu. Estamos unidos a Él, y Él es
nuestra vida, nuestro vivir y nuestro andar. Él y
nosotros somos uno.
LO TENEMOS TODO AL VIVIR EN EL ESPÍRITU
36
espíritu. Si criticamos y juzgamos a los demás sin
cuidado alguno, esto también pone en evidencia que
no estamos en el espíritu. Si chismeamos de manera
suelta, aferrándonos siempre a nuestras opiniones, o
insistimos en nuestros puntos de vista, entonces no
estamos en el espíritu. Si insistimos en tener
avivamiento matutino cuando los demás no lo tienen,
no estamos en el espíritu. Entonces, ¿qué es lo que
significa estar en el espíritu? Estar en el espíritu es
simplemente estar en el espíritu, y no estar en el
espíritu es simplemente no estarlo. Necesitamos ver
que la realidad de todas las cosas espirituales se halla
en el espíritu. La iglesia está en el espíritu, la
edificación de la iglesia está en el espíritu, y el
testimonio eterno de la iglesia también está en el
espíritu. Este es el gozne, el secreto y la clave de
nuestra vida cristiana y de la vida de iglesia.
En el Nuevo Testamento casi ningún otro asunto se
menciona tantas veces como el espíritu. El Nuevo
Testamento habla del Espíritu y del Espíritu de vida.
También menciona nuestro espíritu regenerado, y aún
más, habla del espíritu que es la mezcla del Espíritu
con nuestro espíritu. El Nuevo Testamento se refiere
en varias ocasiones a este espíritu. Casi todos los libros
hablan sobre dicho espíritu. Apocalipsis, el último
libro de la Biblia, muestra especialmente que debemos
estar en este espíritu (1:10; 4:2; 17:3; 21:10). Hoy en la
iglesia también tenemos que recalcar el espíritu.
Mientras más hablemos de otras cosas, más muertos
y vacíos nos sentiremos, y más perderán el interés los
demás. La era en la cual nos encontramos hoy es la era
del espíritu, una era en la que existe el fluir del
espíritu.
37
Que el Señor tenga misericordia de nosotros y abra
nuestros ojos para que veamos el espíritu. He visto
muchas cosas diferentes en el cristianismo. Estuve
con la Asamblea de los Hermanos por siete años y
medio, he estado con el movimiento pentecostal y
también he participado en la línea de la vida interior.
Sé con certeza que no hay otro camino aparte de éste.
Actualmente, éste es el camino del Señor. Únicamente
al estar en el espíritu podemos disfrutar las riquezas
del Señor, y solamente en el espíritu podemos ser
liberados de todo lo que no es del Señor. Que el Señor
tenga misericordia de nosotros, a fin de que todos
veamos tal espíritu.
CAPÍTULO TRES
EL VIVIR DE DIOS Y EL HOMBRE EN
UNIDAD,
Y VIVIR EN EL ESPÍRITU
Lectura bíblica: Jn. 1:14, 18; 6:57; 14:7-9, 16a, 17, 19-
20, 23; 15:5; 17:21a, 23a; 20:22; 3:6b; 4:24
Ahora consideremos el Evangelio de Juan. Aunque
este libro nos es familiar, la mayoría de los cristianos,
incluyendo a muchos de nosotros, no nos percatamos
de cuál es el espíritu, la realidad o la esencia del
Evangelio de Juan. Aunque hemos dado muchos
mensajes basados en este libro y hemos dedicado
mucho esfuerzo para estudiarlo, la mayoría de los que
estamos en las iglesias no nos hemos dado cuenta de
cuál es la esencia de este evangelio.
Lo que la mayoría de los cristianos conoce acerca del
Evangelio de Juan se limita a los siguientes asuntos:
38
en primer lugar: “He aquí el Cordero de Dios, que
quita el pecado del mundo” (1:29); en segundo lugar:
“De tal manera amó Dios al mundo” (3:16); y en tercer
lugar: “Yo soy el buen Pastor; el buen Pastor pone Su
vida por las ovejas” (10:11). Algunos también han visto
que hemos recibido un mandamiento nuevo, a saber,
que nos amemos unos a otros (13:34). Otros han visto
que, puesto que nos amamos unos a otros, debemos
lavarnos los pies los unos a los otros (v. 14). Otros han
visto aún más, y entienden que el Señor es la vid, que
nosotros somos los pámpanos, y que permanecemos
en Él y Él en nosotros (15:1, 4-5). Sin embargo, la
mayoría no entiende cómo podemos permanecer en Él
ni cómo Él puede permanecer en nosotros. Tienen
algún conocimiento, pero muy poca experiencia.
Además, otros han visto la oración que el Señor hizo
en Juan 17 con respecto a la unidad. Por lo general, en
conjunto, éste es el grado de conocimiento que la
mayoría de los cristianos tienen acerca del Evangelio
de Juan. Si éste es nuestro caso, entonces no sabemos
cuál es la esencia de este evangelio.
El Evangelio de Juan habla principalmente acerca de
Dios. Juan 1:1 dice: “En el principio era el Verbo, y el
Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”. Por tanto,
el Evangelio de Juan es un libro que habla acerca de
Dios, y no sobre el hombre. Su propósito al hablar
acerca de Dios es mostrarnos el deseo del corazón de
Dios, el cual es forjarse a Sí mismo en el hombre. La
intención de este evangelio no es enseñarnos cómo
adorar y servir a Dios, cómo laborar para Dios ni cómo
mejorarnos para que seamos personas nobles; no
existe tal enseñanza en el Evangelio de Juan. De entre
los sesenta y seis libros de la Biblia, el Evangelio de
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Juan habla exclusivamente de una cosa: Dios desea
forjarse en el hombre a fin de ser su vida y suministro
de vida. Dios también anhela ser absolutamente uno
con el hombre. Puesto que Dios desea entrar en
nosotros e introducirnos en Sí mismo, debemos
permanecer en Él, y así Él también permanecerá en
nosotros. Además, Él y nosotros, nosotros y Él,
viviremos juntos. Él entra en nosotros a fin de
permanecer con nosotros. Ahora, Él desea que
vivamos por Él y con Él.
El evangelio más elevado no trata simplemente con el
perdón de pecados y con el hecho de ser librados del
infierno a fin de que recibamos la bendición eterna;
más bien, consiste en que seamos salvos hasta el grado
en que Dios y nosotros, nosotros y Dios, lleguemos a
mezclarnos por completo como una sola entidad,
teniendo una sola vida y un mismo vivir.
Anteriormente, nosotros éramos pecadores caídos —
malignos, degradados y desolados—, sin embargo,
ahora podemos llevar una sola vida con Dios y un solo
vivir con Él. Dios puede permanecer en nosotros y
vivir con nosotros. ¿Creemos esto? Si lo creemos,
quizás ésta sea nuestra creencia en teoría, pero no lo
que experimentamos en nuestro diario vivir. Tal vez
hayamos sido cristianos por décadas; no obstante,
quizás nunca hayamos recibido la impresión profunda
de que el evangelio de Dios nos salva e introduce en
Dios para que vivamos con Él, de modo que Él y
nosotros llevemos una sola vida y un mismo vivir. Es
posible que hayamos leído la Biblia diariamente y que
hayamos leído el Evangelio de Juan varias veces, pero
quizás nunca hayamos tenido este concepto. ¿Qué
hemos visto en el Evangelio de Juan? Tal vez hayamos
40
visto la dulzura del Señor Jesús expresada en Sus
palabras, hechos y conducta. No obstante, sin
importar cuán dulce sea Él, Él sigue siendo Él, y
nosotros seguimos siendo nosotros. Debemos leer
Juan 15:4, que dice: “Permaneced en Mí, y Yo en
vosotros”. Debemos leer también Juan 6:57, que dice:
“Como me envió el Padre viviente, y Yo vivo por causa
del Padre, asimismo el que me come, él también vivirá
por causa de Mí”. Estas palabras son mucho más
profundas, y nos muestran que el Señor no solamente
está cerca de nosotros sino que también se ha
mezclado con nosotros.
DIOS ENTRA EN EL HOMBRE A FIN DE LLEVAR
UNA SOLA VIDA Y UN SOLO VIVIR CON ÉL
44
permanecemos en la esfera del aire, y el aire
permanece en nosotros. Según las Escrituras, el aire
es un tipo del espíritu. Además, en el Antiguo
Testamento los términos aire y espíritu proceden de
la misma palabra hebrea, y en el Nuevo Testamento,
proceden de la misma palabra griega. El Señor Jesús
sopló en Sus discípulos y les dijo: “Recibid el Espíritu
Santo” (20:22). Sería muy apropiado traducir las
palabras del Señor: “Recibid el Aliento Santo”. El
Espíritu es el aliento. Nuestro Señor hoy es el aliento
santo. Esta es la razón por la que hoy podemos
permanecer en el Señor, y el Señor también puede
permanecer en nosotros.
Si leyéramos el Evangelio de Juan como alguien que
nunca antes haya escuchado el evangelio ni leído la
Biblia, veríamos algo maravilloso. Veríamos que
después de hacer tantas cosas, Dios llegó a ser un
Espíritu maravilloso, y que Él se ha infundido en
nosotros mediante Su soplo. También veríamos que
tenemos un espíritu para poder recibirlo en nosotros.
En nuestro espíritu hemos sido regenerados; en
nuestro espíritu podemos tener contacto con Él; en
nuestro espíritu podemos vivir por Él; en nuestro
espíritu podemos permanecer en Él; y en nuestro
espíritu, Él puede permanecer en nosotros.
SOLAMENTE NECESITAMOS
VIVIR EN EL ESPÍRITU Y POR EL SEÑOR
La mayoría de nosotros entendemos este asunto
claramente. Lamentablemente, cuando se trata de
nuestro vivir diario, la mayor parte del tiempo no
tomamos en cuenta el Evangelio de Juan. Por ejemplo,
supongamos que me despierte una mañana y recuerde
45
las palabras en Efesios que dicen que los maridos
deben amar a sus esposas. Luego, comienzo a orar:
“Señor, estoy de acuerdo en que los maridos deben
amar a sus esposas; pero, Señor, Tú sabes que soy
débil y que no puedo amarla. Ayúdame por favor y,
como el Espíritu Santo, impúlsame”. Supongamos que
tengo un buen avivamiento matutino aquella mañana,
pero como resultado de ello, me retraso y llego diez
minutos tarde al desayuno. Tan pronto como me ve mi
esposa, me dice: “¿Qué te pasó? ¿Dónde estabas? ¿No
sabes qué hora es?”. Entonces, inmediatamente
respondo y digo: “Esto es una cruz de parte del Señor.
¡Debo llevar la cruz!”. Al oír estas palabras, mi esposa
se enfada tanto que discute conmigo e incluso me tira
unos palillos chinos. “¿Qué quieres decir con llevar la
cruz?”, me pregunta ella. Entonces me digo para mí
mismo: “Oh, tengo que recibir la disciplina del
Espíritu Santo. Necesito aceptar este ‘cuchillo’. Tengo
muchas cosas afiladas en mi ser. Mis padres no me
corrigieron cabalmente, así que ahora necesito que mi
esposa lo haga. ¡Oh, debo tomar la cruz! ¡Debo recibir
la disciplina del Espíritu Santo!”. Luego, no tomo el
desayuno y me voy apresuradamente al trabajo,
mientras que en mi corazón sólo pienso en llevar la
cruz y en recibir la disciplina del Espíritu Santo. Sin
embargo, al mediodía, cuanto más considero la
situación, más me enfado y pienso: “¡Ella no debió
tirarme esos palillos chinos!”. Pero entonces me digo
a mí mismo: “No es correcto pensar así. ¡Debo orar!
Debo orar y velar para no caer en tentación”. Por
tanto, oro: “¡Oh Señor, líbrame de caer en tentación!”.
Cuando vuelvo a casa después del trabajo, mi esposa
aún está enojada conmigo. Cuando me ve, las
primeras palabras que dice son: “¿Ya has llevado la
46
cruz lo suficiente? ¿Has aprendido la lección de ser
disciplinado por el Espíritu Santo?”. A veces el Señor
permite que Satanás nos moleste de esta manera.
Hay diferentes maneras de ver nuestras
circunstancias. Quizás pensemos que todas las cosas
que nos suceden son lecciones de parte de Dios. Sin
embargo, si tuviéramos la luz del Evangelio de Juan,
veríamos las cosas desde otro ángulo y nos daríamos
cuenta de que no se trata simplemente de “aprender
lecciones”. Veríamos que todas las cosas que nos
suceden son pruebas para comprobar si vivimos en el
espíritu o en nuestro yo. Cuando verdaderamente
vivimos en el espíritu, no hay necesidad de llevar la
cruz, ser quebrantados ni ser disciplinados por el
Espíritu Santo. Incluso si nuestra esposa hiciera un
gran alboroto, no nos sentiríamos molestos, sino que
simplemente viviríamos en el espíritu. Si su esposa le
diera sopa de pollo, usted diría: “Aleluya”. Si ella sólo
le diera agua, usted también diría: “Aleluya”. Usted
simplemente viviría en el espíritu. Si usted trata de
llevar la cruz y recibir la disciplina del Espíritu Santo
sin vivir en el espíritu, sólo provocará que su esposa le
discipline más. El diablo sabe cómo tratar con
nosotros. Cuando procuramos no enojarnos, el diablo
nos molesta una y otra vez hasta que nos enfademos.
Al estar bajo la irritación constante del diablo, un día
le tiraremos los palillos chinos a nuestra esposa.
Entonces ella se pondrá feliz y dirá: “¡Así que tú
también tiras los palillos! ¡Ahora somos iguales!”. La
mejor manera de silenciar a Satanás no es fingir, ni ser
pacientes, ni “aprender lecciones” ni ser
quebrantados, sino vivir en el espíritu. No debemos
saber nada sino vivir en el espíritu. Hoy el Señor vive
47
en nuestro espíritu, y debemos vivir por Él. Cuando
nos reprendan debemos vivir por Él; cuando nos
abracen y nos besen, debemos vivir por Él; y cuando
nos abofeteen, también debemos vivir por Él.
No piensen que éstas son sólo mis palabras. El propio
Señor dijo en el Evangelio de Juan: “El que me come,
él también vivirá por causa de Mí” (6:57). Debemos
vivir por Él, no solamente veinte minutos al día, sino
las veinticuatro horas del día. No sólo debemos vivir
por Él cuando nuestra esposa nos bese, sino que
también debemos soportar y llevar la cruz cuando ella
nos reprenda. No se trata de orar y velar para no caer
en tentación solamente cuando vamos de compras;
más bien, debemos vivir por Él cuando entramos en el
salón de reunión así como cuando entramos en un
almacén. Ya sea que esté delante de nosotros el
capítulo tres de Juan o que estén delante de nosotros
otras cosas, de cualquier forma debemos vivir por Él.
Nuestra situación quizás cambie exteriormente, pero
interiormente siempre debemos estar en una
condición en la que vivimos por Él.
VIVIR EN EL ESPÍRITU
ES LA ENSEÑANZA MÁS ELEVADA
51
y un solo actuar. Simplemente vivimos por Él.
Nosotros no sabemos lo que significa amar al mundo
o no amarlo; tampoco sabemos qué es aborrecer a
otros o amarlos; ni siquiera sabemos qué es ser
orgullosos o humildes. Simplemente vivimos por Él.
Esto es lo que Dios se ha propuesto recobrar en esta
era. Por muchos siglos esto es lo que Él ha buscado,
pero no lo ha podido obtener. Si les hablamos a las
personas sobre la redención, la victoria, la santidad, la
cruz y el quebrantamiento, ellas entienden. Sin
embargo, si les hablamos acerca de vivir en el espíritu,
acerca de llevar una sola vida y un solo vivir con el
Señor las veinticuatro horas del día, tal pareciera que
entienden pero no muestran interés en ello. Después
de entender este asunto, nadie se ejercita para ponerlo
en práctica. Incluso después de leer este mensaje,
¿cuántos de nosotros nos ejercitaremos para poner en
práctica este asunto? Mañana por la mañana, cuando
se presente una situación, quizás nos olvidaremos de
este mensaje y de nuevo procuraremos resistir
pacientemente, intentaremos amar a nuestra esposa o
trataremos de someternos a nuestro marido. Debido a
que no tenemos la realidad de este asunto en nuestro
ser, no se produce ningún efecto en nosotros ni
ninguna respuesta.
Existe un libro en la Biblia, el Evangelio de Juan, que
específicamente nos muestra este asunto. Dios se hizo
carne a fin de ser el Cordero de Dios, quien efectuó la
redención. Además, después de Su muerte y
resurrección, Él llegó a ser el aliento de vida y se
infundió en nosotros por medio de Su soplo. Cuando
Él entra en el hombre, el Padre también entra. Cuando
Él entra en el hombre, el Hijo también entra. Él está
52
dentro del hombre como vida, pan, agua de vida, aire
espiritual y como una persona. El hombre lleva una
sola vida y un mismo vivir con Él, de tal modo que
puede expresarlo en su vivir. Esta es la historia de la
relación de Dios con el hombre. Se ha hablado acerca
de este asunto cientos de veces, incluso miles de veces;
sin embargo, en nuestro vivir diario, la mayoría de
nosotros no lo pone en práctica. Hemos oído muchas
enseñanzas en el pasado, y hemos estado dispuestos a
ejercitarnos y ponerlas en práctica; la única excepción
es la visión que se encuentra en el Evangelio de Juan.
Se ha hablado de este asunto, y lo hemos oído, pero no
ha producido ningún efecto en nosotros.
Todos los que estamos en la iglesia necesitamos
recibir una visión. Tenemos que ver que no se trata de
ser santos o victoriosos, ni de esto ni lo otro.
Actualmente todo recae en el hecho de que el Dios
Triuno como Espíritu todo-inclusivo está en nuestro
espíritu para ser nuestra vida y nuestro todo. Vivimos
por Él, y Él y nosotros somos uno: somos uno en vida
y en nuestro vivir. Él es nosotros, y nosotros somos Él.
La vid no es sólo Él, sino también nosotros, ya que
nosotros somos los pámpanos de la vid. Si pudiéramos
preguntarle a un pámpano: “¿Qué haces?”, nos
respondería: “No sé nada. Lo único que sé es vivir y
permanecer en la vid; produzco hojas cuando es el
tiempo de hacerlo, florezco cuando es el tiempo de
hacerlo, y llevo fruto cuando es el tiempo de hacerlo.
Todo depende de la ley natural de vida. Como
pámpano que soy, simplemente permanezco en la vid.
Esto es así de simple”.
53
Sin embargo, nosotros hemos estado confundidos
debido a que hemos acumulado muchas cosas
interiormente, tales como la cultura humana, los
conceptos religiosos, los pensamientos éticos y las
doctrinas cristianas. Algunos proponen una cosa,
mientras que otros proponen otra. Algunos desean
predicar el evangelio extensamente; otros desean
tener más tiempo para orar; y aun otros desean hablar
en lenguas. Necesitamos leer nuevamente el Nuevo
Testamento. Si lo leyéramos de manera imparcial,
inclinaríamos la cabeza y diríamos: “El pensamiento
fundamental, el punto central y el énfasis de la Biblia,
es que Dios se hizo el Espíritu vivificante, el Espíritu
todo-inclusivo”. Él lo ha realizado todo. Ahora Él está
esperando que lo recibamos en nosotros. Todos
tenemos un espíritu para recibirle, y podemos vivir
por Él. Esto no es una doctrina, una exhortación ni un
reglamento religioso; más bien, es el Espíritu viviente,
una Persona viviente, quien mora en nosotros, y ahora
nosotros vivimos por Él. Todo está aquí. Si tenemos
esto, lo tenemos todo.
VIVIR EN EL ESPÍRITU ES EL CAMINO
MÁS SIMPLE, CONVENIENTE Y EXCELENTE
54
veintisiete horas llegar a los Estados Unidos, y pensé
que eso era muy rápido. Sin embargo, hoy los jets
pueden volar a más de quinientas millas por hora, y
solamente tarda unas diez horas volar desde los
Estados Unidos hasta aquí. Cuando estaba a bordo de
un jumbo 747, me sentía como en casa. El vuelo fue
muy cómodo, calmado y tranquilo. ¿Preferirían
ustedes tomar el 747, o un avión construido en 1946?
Si prefieren el avión anticuado, serían insensatos. Esto
no significa que esa clase de avión no sirva para nada;
todavía tiene cierta utilidad, pero no es tan útil como
el 747. En el pasado hablé acerca de buscar la santidad
e ir en pos de la victoria. Por ejemplo, un tiempo atrás
compartí diecinueve mensajes sobre la experiencia de
vida, y cada uno de esos mensajes siguen siendo útiles
hoy. Sin embargo, si hablara otra vez sobre el tema, no
necesitaría dar diecinueve mensajes; sólo tendría que
hablar cuatro palabras: “Vivir en el espíritu”. Vivir en
el espíritu es suficiente. Si vivimos en el espíritu,
jamás satisfaremos los deseos de la carne. Si vivimos
en el espíritu, espontáneamente desecharemos el
mundo.
El camino más simple, conveniente y excelente es vivir
en el espíritu. El Evangelio de Juan no hace énfasis en
ninguna otra cosa. Dicho evangelio presenta
versículos tales como: “Vivirá por causa de Mí”,
“Permaneced en Mí”, “Porque Yo vivo, vosotros
también viviréis”, y “En aquel día vosotros conoceréis
que Yo estoy en Mi Padre, y vosotros en Mí, y Yo en
vosotros” (6:57; 15:4; 14:19, 20). Luego, en Romanos
8 dice: “Andamos ... conforme al espíritu” (v. 4). Es
suficiente vivir y andar conforme al espíritu. Debemos
ejercitar el espíritu. El mejor camino a seguir es vivir
55
en el espíritu las veinticuatro horas del día. Entonces,
cuando asistamos a una reunión, podremos expresar
algo en el espíritu. Habremos ejercitado nuestro
espíritu hasta el grado en que éste sea viviente y
fresco, y tendrá un rico depósito que nos permitirá
ejercer nuestra función en la reunión del modo que
deseemos. Si deseamos alabar, habrá alabanza; si
deseamos orar, habrá oración; si deseamos ministrar
la palabra, tendremos palabras; si deseamos testificar,
habrá testimonios. No seremos como somos hoy, a
saber, la mayor parte del tiempo no vivimos en el
espíritu y sólo vivimos en el espíritu cuando
empezamos a prepararnos para ir a la reunión. Por eso
difícilmente podemos hablar algo en las reuniones.
Si hemos recibido la visión, veremos que lo que el
Señor quiere hacer hoy es forjarse a Sí mismo en
nosotros para que podamos vivir por Él. No se trata de
vivir por Él en la mente, sino de vivir por Él en el
espíritu. Si diariamente viviéramos por Él de esta
manera, nuestro espíritu fluiría y sería viviente y
eficiente; además, seríamos ricos en experiencias y
podríamos expresar tales riquezas cabalmente. De
este modo, las reuniones de la iglesia serían liberadas
de las ordenanzas. Esto es lo que debemos ver hoy.
Este es el camino del Señor, el camino apropiado, que
debemos tomar a fin de preparar Su novia para que Él
pueda regresar.
CAPÍTULO CUATRO
PRODUCIR EL NUEVO HOMBRE
Y VIVIR EN EL ESPÍRITU
56
Lectura bíblica: Ef. 2:15; 3:8, 16-17a, 19b; 4:23-24; 2
Co. 3:18
MANTENERNOS ACTUALIZADOS
CON RESPECTO AL FLUIR DE LA ERA
57
localidades carezcan de revelación, no sean lo
suficientemente ricos y no estén actualizados.
Algunos santos rehúsan seguir el fluir de la era. Ellos
dicen que prefieren recibir todo directamente, en
lugar de aprender de otros. Estas palabras son
engañosas. Solamente pocas personas, tal como
Pablo, recibieron todo directamente. Por tanto, lo que
nosotros hayamos recibido de las Escrituras ya no es
algo que hayamos obtenido de manera directa.
Francamente, no me importa si recibo algo
directamente o no. Lo único que me importa es el
objeto mismo. Si el objeto es un diamante, no me
importa por cuántas manos haya pasado; en tanto que
lo posea en mis manos, será de mucho valor para mí.
Sin embargo, si el objeto es estiércol, no desearía
poseerlo, aun si yo fuera el primero en haberlo
recibido. Todos debemos ser humildes, en el sentido
de no considerar que hemos visto algo por cuenta
propia. Aunque ciertamente hayamos visto algunas
cosas, quizás lo que hemos visto no tenga valor.
Tenemos que ver la visión central, la cual consiste en
que el Dios Triuno se hizo carne, murió para efectuar
la redención y, en la resurrección, se hizo el Espíritu
vivificante y todo-inclusivo. Hoy Él ha entrado en
nuestro espíritu y vive en nosotros; y no sólo nos da Su
vida, sino que se imparte a Sí mismo en nosotros para
ser nuestra persona. Él y nosotros estamos unidos,
tenemos una sola vida, un mismo vivir, un solo andar
y un solo mover, y sencillamente vivimos por Él. Este
es el asunto más importante.
Algunos podrían decir que han aprendido una lección
particular, por ejemplo, cómo ser santos. Sin
58
embargo, esta clase de lecciones son secundarias. No
hace mucha diferencia si las aprendemos o no. Hoy
Dios tiene un propósito central, una visión central, la
cual tenemos que ver. Esto es lo que carecen los hijos
de Dios actualmente. Esta es una carencia no
solamente en el cristianismo, sino aun entre nosotros.
Todos tenemos que ver esto.
LA IGLESIA ES EL NUEVO HOMBRE,
EL CUAL FUE CREADO CON LA VIDA DE CRISTO
59
con la vida eterna que no había pasado por la muerte,
sino con la vida eterna que había pasado por la muerte
y la resurrección. Existe una gran diferencia entre la
vida que ha pasado por la muerte y la vida que no ha
pasado por ella. Antes de Su crucifixión, Él ya tenía la
vida eterna, pero esa vida no había entrado en la
muerte, ni había pasado por ella ni tampoco había
salido de ella. Pero después de Su resurrección, Él
poseía la vida eterna que ya había pasado por la
muerte y que había entrado en la resurrección. Fue
con tal vida eterna que el Señor Jesús creó al nuevo
hombre. Por tanto, cualquier persona que pertenece al
nuevo hombre ciertamente ha pasado por la muerte y
está en resurrección.
ES NECESARIO VER Y DISFRUTAR
LAS INESCRUTABLES RIQUEZAS DE CRISTO
61
hacer Su hogar no sólo en nuestro espíritu, sino
también en nuestro corazón. Es decir, cada parte de
nuestro ser puede ser ocupada por Cristo. Esta no es
una enseñanza ética ni una enseñanza religiosa ni
filosófica; más bien, es una visión celestial.
Temo que aunque muchos hermanos y hermanas
hayan leído Efesios una y otra vez, todavía no hayan
visto tal visión. Quizás no hayan visto que Cristo está
esperando en nuestro espíritu para tomar cualquier
oportunidad y saturar cada parte de nuestro ser
consigo mismo, a fin de hacer Su hogar en nuestro
corazón. Efesios 3:19b dice: “Para que seáis llenos
hasta la medida de toda la plenitud de Dios”. ¿Qué
clase de filosofía o doctrina es ésta? ¡Esto es más
elevado que cualquier filosofía o doctrina! Los
confucionistas chinos dicen que el principio más
elevado del aprendizaje es desarrollar la virtud
brillante. Lo más que puede hacer este principio es
ayudarnos a desarrollar la virtud brillante, la cual es
nuestra capacidad y conocimiento innatos. Hoy no
sólo tenemos la virtud brillante, la cual es nuestra
capacidad y conocimiento innatos, sino que en
nuestro espíritu tenemos al Cristo todo-inclusivo, al
Espíritu todo-inclusivo y al Dios Triuno como las
inescrutables riquezas en nosotros. Wang Yang-ming,
un filósofo chino, dijo que si una persona sólo se
mejora exteriormente pero no desarrolla su capacidad
y conocimiento innatos, esa persona es como un árbol
sin raíces y una corriente sin fuente. Si los filósofos
prestan tanta atención al tema de la fuente interior,
¡cuánto más nosotros! Ellos sólo prestan atención a la
capacidad y al conocimiento innatos, a saber, la virtud
brillante dentro del hombre; sin embargo, nosotros
62
debemos centrarnos en el gran Dios Triuno, en el
Cristo todo-inclusivo y en el Espíritu todo-inclusivo,
que mora en nuestro espíritu y se ha mezclado con
nosotros como un solo espíritu.
Si usted realmente ve esta visión, estará fuera de sí por
tres días, debido a que éste es un asunto muy
importante. El Dios Triuno está dentro de nosotros. El
Espíritu todo-inclusivo está dentro de nosotros y ha
llegado a ser un solo espíritu con nosotros. Él ha
llegado a ser yo, a fin de que yo llegue a ser Él. ¡Él y yo,
yo y Él, tenemos una sola vida, un mismo vivir, un solo
andar y un solo mover! Todo aquel que vea esto dará
saltos. Con el tiempo, seremos llenos hasta la medida
de toda la plenitud de Dios. No seremos llenos sólo
con un poco de amor o con un poco de humildad; más
bien, seremos llenos hasta la medida de toda la
plenitud de Dios. Este es el vivir del nuevo hombre, y
ésta es la vida de iglesia.
OCUPARSE SOLAMENTE DE LIBERAR EL
ESPÍRITU
Y NO TENER REGLAS EN LAS REUNIONES
63
ahorcamos. ¿Por qué hemos de necesitar un modelo
establecido? Porque nuestro espíritu no está avivado.
Nosotros mismos matamos las reuniones y, sin
embargo, no sabemos por qué las reuniones están
muertas. No quiero decir que sea incorrecto orar
después de cantar un himno; no obstante, no es
apropiado hacerlo si esto llega a ser un patrón
establecido.
El Señor que mora en nosotros es viviente. Cada uno
de nosotros tiene por dentro al Señor viviente. Si esto
es así, ¿por qué cuando venimos a las reuniones no
permitimos que actúe este Señor viviente? Si
esperamos que cierto hermano pida un himno y que
otro hermano dirija la oración, nos estaremos
reuniendo según un patrón establecido y no según el
espíritu. Frecuentemente criticamos a las
denominaciones, pero hoy lo que practicamos ha
llegado a ser igual que las denominaciones. Los
hermanos y hermanas en nuestras reuniones son
como miembros inactivos sentados en un banco.
Cuando venimos a las reuniones, debemos liberar
nuestro espíritu y adorar a Dios. Si todos viviéramos
en el espíritu, entonces al venir a las reuniones, por
una parte estaríamos callados en la presencia de Señor
y, por otra, liberaríamos nuestro espíritu. Entonces,
en nuestras reuniones no habría ninguna regla
establecida. En lugar de ello, las riquezas fluirían
espontáneamente de cada uno de nosotros. La
totalidad de este fluir sería nuestra adoración. Esta
clase de reunión estaría llena de la expresión de Dios,
llena de la presencia de Cristo y llena del mover del
Espíritu Santo. Además, todos los santos serían
alimentados. Esta es la reunión de la iglesia. Si
64
nuestras reuniones fueran así, entonces al visitarnos
las personas proclamarían que Dios está entre
nosotros (1 Co. 14:25).
MIRAR AL SEÑOR A CARA DESCUBIERTA
65
velos, de modo que sea como un espejo descubierto,
mirando y reflejando a nuestro Señor. Así, Su imagen
será impresa en nosotros como un espejo, y
reflejaremos esta imagen y seremos transformados de
gloria en gloria en la misma imagen, como por el
Señor Espíritu.
Es bueno que las iglesias en Taiwan sean todas muy
estables. Sin embargo, aunque es necesario que
nuestros pies sean estables, nuestro espíritu debe ser
flexible. Debemos cambiar nuestra oración, nuestra
manera de vivir y nuestra manera de reunirnos para
tener comunión. Todos debemos cambiar. ¡Si no
cambiamos, no habrá manera de ir adelante! Si
permanecemos en nuestra vejez, no habrá diferencia
entre nuestras prácticas y los ritos de las
denominaciones. Conoceremos todo lo demás menos
el espíritu, y tendremos todo lo demás excepto el
espíritu. ¡Oh Señor, quita nuestros velos!
CAPÍTULO CINCO
GUARDARNOS DE LOS ÍDOLOS
Y VIVIR EN EL ESPÍRITU
Lectura bíblica: 1 Jn. 2:24, 27-28; 4:13; 5:4, 18-21;
He. 4:12; 6:18-20
PERMANECER EN EL SEÑOR HASTA QUE ÉL
REGRESE
66
mismo vivir con Él. Creo que ya hemos visto y oído
esto. Lo que necesitamos es buscar al Señor para que
nos siga concediendo misericordia y gracia a fin de
que vivamos según lo que hemos visto. No es
necesario que veamos esto otra vez ni que busquemos
otro método. Simplemente debemos vivir conforme a
la visión que hemos visto.
En 1 Juan 2:24 dice: “En cuanto a vosotros, lo que
habéis oído desde el principio, permanezca en
vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio
permanece en vosotros, también vosotros
permaneceréis en el Hijo y en el Padre”. Debemos
valorar las palabras permanezca y permanece. Si
permitimos que permanezca en nosotros lo que hemos
oído desde el principio, nosotros también
permaneceremos en el Hijo y en el Padre. Estas
palabras no son terrenales sino celestiales. Uno no
escucha que estas palabras sean habladas entre los
hombres sobre la tierra; más bien, estas palabras
proceden de los cielos. Es algo maravilloso que
podamos permanecer en el Hijo y en el Padre. El
apóstol Juan dijo: “Hijitos, permaneced en El” (v. 28).
Esto no significa que debemos permanecer en Él sólo
por uno o tres días, sino hasta que Él regrese.
Permanecer en el Señor no significa solamente estar
en Él, sino vivir y movernos en Él. Ya que hemos oído
este misterio eterno, de ahora en adelante debemos
simplemente permanecer en el Señor, viviendo y
andando en Él. No pregunten cómo permanecer en el
Señor; simplemente permanezcan en Él. Si ya han
sido salvos, entonces tienen al Señor dentro de
ustedes, y ciertamente sabrán cómo permanecer en Él.
67
Por tanto, no necesitan estudiar este asunto.
Simplemente deben permanecer en el Señor. Es
necesario que permanezcamos en Él hasta que Él
regrese.
UN HECHO MISTERIOSO: EL SEÑOR ESTÁ EN
NOSOTROS
69
que no vivimos por el Señor. Dicho de una manera
simple, no vivimos en el espíritu.
Quizás oremos, leamos la Palabra, asistamos a las
reuniones, laboremos para el Señor, le sirvamos y le
adoremos; sin embargo, la mayor parte del tiempo no
permanecemos en el espíritu ni vivimos por el Señor
Jesús. Debemos abandonar nuestras opiniones
religiosas. No debemos considerar que sea suficiente
orar, leer la Palabra, asistir a las reuniones, servir y
adorar. No debemos pensar así; esa es nuestra opinión
religiosa. Es muy posible que aun mientras oremos,
leamos la Palabra, nos reunamos y adoremos, al
mismo tiempo estemos fuera del espíritu y aparte del
Señor. Es posible hacer todas estas cosas y aún así no
estar en el espíritu. Entonces nuestra adoración
llegará a ser algo religioso, algo hecho para Dios pero
sin que Dios sea el contenido, y nuestro servicio se
volverá religioso, un servicio para el Señor pero que
carece de Él mismo. Es posible tener una religión, y a
la vez, no tener al Señor ni tampoco estar en el
espíritu.
EL TEMPLO Y EL PESEBRE
72
En el cristianismo moderno hay una escuela de
pensamiento que enseña la erradicación del pecado.
Los que enseñan esto dicen que cuando una persona
cree en el Señor, el pecado es erradicado en ella. Ellos
basan su enseñanza en 1 Juan 3:9, que dice: “Todo
aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado ... y
no puede pecar”. Por tanto, ellos afirman que una vez
nacemos de Dios, el pecado es erradicado en nosotros,
de modo que ya no podemos pecar. Hace cuarenta
años, en Shangai, había un hombre de mayor edad que
se aferraba a esta escuela de pensamiento. Él hablaba
sobre la regeneración de una manera muy firme,
diciéndole a las personas que tenían que nacer de
nuevo; pero también le decía a la gente que cuando
fueran regenerados, el pecado sería erradicado en
ellos y ya no pecarían. Un día, él llevó a cuatro jóvenes
a un parque. Todos necesitaban pagar la entrada al
parque, pero él compró solamente dos entradas. Dos
de los jóvenes entraron al parque usando los dos
boletos. Después, uno de ellos salió con los boletos y
entró de nuevo al parque con otro joven. Repitieron
esto hasta que los cinco hubieron entrado, usando una
y otra vez los dos boletos. Uno de los jóvenes me contó
este incidente. Cuando él vio lo que ocurrió, se quedó
perplejo, preguntándose si era correcto comprar
solamente dos entradas e introducir a cinco personas
en el parque. Se preguntó a sí mismo: “¿Qué es esto?”.
Cuando regresaron, le preguntó al hombre mayor de
edad: “¿Acaso el pecado no ha sido erradicado de
nosotros? Entonces, ¿cómo es que usamos solamente
dos entradas para introducir a cinco personas en el
parque?”. El hombre respondió: “Eso no es pecado,
sino que simplemente es una debilidad”.
73
Sea pecado o sea debilidad, ni lo uno ni lo otro es
bueno. Una vez que una persona haya sido salva
mediante la regeneración, aún puede pecar, según lo
confirma nuestra experiencia. De hecho, en 1 Juan
dice que hoy en día todavía están en nosotros los
deseos de la carne, los deseos de los ojos y la
vanagloria de la vida (2:16). ¿Por qué entonces dice en
el capítulo tres: “Todo aquel que es nacido de Dios, no
practica el pecado” (v. 9)? Por muchos años no
entendíamos este asunto con claridad.
Un día, mientras leía 1 Juan y estudiaba el texto
griego, vi el versículo 4 del capítulo cinco, que dice:
“Todo lo que es nacido de Dios vence al mundo”.
Entonces vino la luz, y de repente pude entender lo
que antes no me era claro. La palabra todo se refiere a
toda persona que ha nacido de Dios. Tal expresión, sin
embargo, se refiere especialmente a la parte interior
de una persona que ha sido regenerada con la vida
divina, es decir, se refiere al espíritu de una persona
regenerada. El espíritu regenerado de un creyente no
practica el pecado (3:9), y ha vencido al mundo. Lo
único en el universo que ha nacido de Dios es nuestro
espíritu. Nuestra carne y nuestra alma, incluyendo
nuestra mente, parte emotiva y voluntad, no nacieron
de Dios. “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo
que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Jn. 3:6). Nadie
puede negar que el espíritu que hay en nosotros, ha
nacido de Dios. Finalmente, al corroborar esto con
nuestra experiencia, tenemos que decir amén a dichas
palabras. Nuestra carne todavía puede pecar, así como
también nuestra mente, pero nuestro espíritu
regenerado no puede practicar el pecado. De hecho,
mientras nuestra carne está pecando, nuestro espíritu
74
regenerado nos advierte continuamente, diciendo:
“¡No peques! ¡No peques!”. El espíritu siempre nos
amonesta. Si obedecemos nuestros deseos carnales y
vamos a ver una película, el espíritu dentro de
nosotros nos dice: “¡Vete a casa! ¡No veas más!”.
Después de ser salvos, descubrimos que ahora hay
algo en nosotros que nos molesta y que no nos deja
tranquilos; se trata del espíritu regenerado en
nosotros. Nuestro espíritu regenerado
constantemente nos redarguye. Sólo existe un lugar en
este universo que aún está limpio, que ha sido
reservado por Dios y que no tiene las huellas de
Satanás; ese lugar es nuestro espíritu regenerado.
No importa cuánto gusten las hermanas del mundo y
de la moda, y no importa cuánto les guste
embellecerse, su espíritu frecuentemente les hablará
desde su interior, diciendo: “¡Olvídate de todas estas
cosas! ¡No hagas estas cosas que no tienen sentido!
¿Por qué le dedicas tanto tiempo a estas cosas?”.
Todos hemos tenido esta clase de experiencia. Quizás
una hermana fuerte caiga en gran tentación, y como
resultado, simplemente no le haga caso al sentir en su
espíritu. Es posible que diga: “No me importa. De
todos modos, un día iré al cielo. No pienso que vaya al
infierno sólo por tratar de embellecerme. Soy una
joven. No debo parecerme a una mujer vieja”. Sin
embargo, su espíritu le seguirá diciendo: “Es inútil
discutir. ¡Ya no hagas eso! Vas a entristecer al Señor”.
Ella sentirá que algo dentro de ella no la deja en paz.
En un sentido, no me preocupa si hemos vencido o si
hemos fracasado. Espero que nos demos cuenta de
que hay algo en nosotros que ha nacido de Dios:
75
nuestro espíritu. Quizás estemos en el peor lugar del
mundo, pero nuestro espíritu aún nos dirá: “¡Sal de
aquí! ¡Deja de hacer tonterías! ¡Lo que haces no tiene
sentido!”. Quizás digamos que es el Señor Jesús el que
nos habla; sin embargo, ¿dónde está Él cuando nos
habla? Él no nos habla desde nuestra mente ni desde
nuestra parte emotiva, sino desde nuestro espíritu
regenerado. Todo lo que es nacido de Dios vence al
mundo.
Además, en 1 Juan 5:18 dice: “El que es nacido de Dios
se guarda a sí mismo”. Somos creyentes regenerados,
y como tales, hemos nacido de Dios específicamente
en nuestro espíritu. Así que, nuestro espíritu
regenerado, es decir, lo que ha nacido de Dios, nos
guarda de pecar. Podemos testificar que este espíritu
que ha nacido de Dios, nos ha guardado. Muchos
cristianos han tenido esta experiencia. Quizás
mientras iba camino al cine, algo dentro de usted le
dijo: “¡Vete a casa! ¿Para qué vienes aquí?”. Después
de entrar al cine, algo por dentro le dijo otra vez:
“¡Vete a casa!”. Finalmente, usted tuvo que decir:
“¡Mejor me olvido de esto!”. Así que, se fue a casa.
¿Quién le guardó? ¿Quién le envió de regreso a casa?
Fue el espíritu regenerado dentro de usted quien le
guardó. Todos somos viles pecadores y somos capaces
de cometer pecados graves; sin embargo, hemos sido
guardados por todos estos años. La razón es que
nuestro espíritu regenerado nos ha guardado. Dentro
de nosotros tenemos algo que ha sido regenerado, algo
que ha nacido de Dios; ese algo es nuestro espíritu.
¿Qué hay en nuestro espíritu? Dios mismo está en él.
En 1 Juan 3:9 dice que en nuestro espíritu está la
76
simiente de Dios, es decir, Dios mismo y Cristo
mismo. Este es un asunto muy misterioso. En nuestro
espíritu regenerado está Dios mismo y Cristo mismo
como nuestra simiente. Todo lo que tenemos que
hacer es permanecer en nuestro espíritu regenerado,
y vivir y andar en nuestro espíritu. En 1 Juan se nos
dice que tenemos algo que ha sido regenerado;
tenemos la simiente de Dios en nuestro espíritu
regenerado. Así que, debemos permanecer en nuestro
espíritu regenerado. Si lo hacemos, entonces somos de
Dios.
EL MUNDO ENTERO, EXCEPTO NUESTRO
ESPÍRITU,
ESTÁ EN EL MALIGNO
78
Debemos preguntarnos si el Señor está presente en
nuestra oración, en nuestra lectura de la Biblia y en
nuestra reunión para partir el pan. Si no estamos en el
espíritu y nadie más está en el espíritu, entonces el
Señor no está presente, y todas estas prácticas siguen
en las manos de Satanás. No sólo los bailes, las
discotecas y el juego de mah-jong están en las manos
de Satanás, sino que incluso nuestra lectura de la
Palabra, nuestra oración y nuestra práctica de ir a las
reuniones pueden estar en las manos de Satanás, a
menos que éstas se hagan en el espíritu. Esto se debe
a que la única cosa en el universo que no tiene a
Satanás, es nuestro espíritu regenerado. A menos que
estemos en nuestro espíritu, cualquier cosa que
hagamos estará en las manos de Satanás.
¿Dónde está Dios hoy? Él está justamente en nuestro
espíritu. Tenemos que ver que nuestro espíritu es el
Lugar Santísimo de Dios. Las tres partes de nuestro
ser —nuestro espíritu, nuestra alma y nuestro
cuerpo— corresponden a las tres partes del
tabernáculo. Nuestro espíritu es el Lugar Santísimo, y
la morada de Dios en los cielos también es el Lugar
Santísimo. Según Hebreos, estas dos esferas están
conectadas. La morada de Dios, el lugar donde Dios
mora, es el Lugar Santísimo. Hoy nuestro espíritu
también es el Lugar Santísimo. Nuestro espíritu, en
calidad de Lugar Santísimo, está conectado y unido
con el Lugar Santísimo que está en los cielos. Si esto
no fuera así, no podríamos entrar en el Lugar
Santísimo ni tocar el trono de la gracia para hallar el
oportuno socorro, como se menciona en Hebreos 4:16.
Si el Lugar Santísimo de Dios sólo estuviera en los
cielos y no en nuestro espíritu, no tendríamos ninguna
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manera de mirar al Señor cada día. Sin embargo,
nuestro espíritu hoy es el Lugar Santísimo.
Además, la totalidad de los espíritus de los creyentes
es la iglesia. La iglesia no se encuentra en un edificio
físico; la iglesia está en nuestro espíritu. La iglesia es
el Lugar Santísimo de Dios, pues la iglesia es el
agregado o totalidad de los espíritus regenerados de
todos los santos.
Por tanto, cuando oramos, leemos la Palabra,
adoramos y servimos, debemos estar en nuestro
espíritu y en la iglesia, puesto que la iglesia es la
totalidad de nuestros espíritus. A veces no estamos en
el espíritu, pero aún así nos reunimos para adorar. En
esos momentos, debemos darnos cuenta de que
nuestra adoración no es la adoración que se realiza en
la iglesia. Si estamos en tal situación, ya no estamos en
el Lugar Santísimo, sino afuera. Sólo nuestro espíritu
regenerado, que es el Lugar Santísimo, no está bajo la
autoridad de Satanás. Aparte de nuestro espíritu
regenerado, todo lo demás en el universo y sobre esta
tierra ha sido contaminado por Satanás.
ESTE ES EL VERDADERO DIOS Y LA VIDA
ETERNA
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como un pescado que está sobre una tabla, a punto de
ser cortado por el chef a su gusto. Sólo nuestro espíritu
regenerado no está en las manos de Satanás. Aparte
de esto, todo lo demás, incluyendo nuestra carne,
nuestra mente, nuestra parte emotiva y nuestra
voluntad, está en las manos de Satanás.
El versículo 20 dice: “Pero sabemos que el Hijo de
Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para
conocer a Aquel que es verdadero”. La
expresión Aquel que es verdadero se refiere al Dios
Triuno, al Cristo todo-inclusivo y al Espíritu todo-
inclusivo. Conocer a esta Persona es tener un
entendimiento verdadero. Aunque los profesores y la
gente con doctorado tienen el conocimiento del
mundo, muchos no reciben al Señor Jesús. Por tanto,
ellos no tienen el verdadero entendimiento. Sin
embargo, nosotros sí tenemos el entendimiento
verdadero. El versículo 20 continúa diciendo: “Y
estamos en el verdadero, en Su Hijo Jesucristo. Este
es el verdadero Dios, y la vida eterna”. Observen que
este versículo no dice: “Él es”; más bien dice: “Este es”.
La palabra este se refiere a este asunto, circunstancia
o situación en particular, a saber, el Dios verdadero y
la vida eterna. Sólo hay una cosa en el universo entero
que es verdadera y real: el Dios verdadero y la vida
eterna.
GUARDARNOS DE LOS ÍDOLOS
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que ustedes lo hacen; eso también es un ídolo. Todo lo
que no está en el espíritu, es un ídolo. Todo lo que no
procede del espíritu, es un ídolo. Si los ancianos y los
colaboradores en una iglesia local se aferran a sus
propias opiniones, ellos tienen ídolos. Si estamos en el
espíritu, no tendremos opiniones. El Señor Jesús es
uno solo, y Él también es un solo espíritu con
nosotros, así que no puede haber ninguna opinión
disidente si estamos en nuestro espíritu. Toda iglesia
en la que haya disensión entre los ancianos y los
diáconos, entre los ancianos mismos o entre los
ancianos y los colaboradores, tiene ídolos.
¿Qué son los ídolos? Todo lo que no es el verdadero
Dios, es un ídolo. Hoy el verdadero Dios está en
nuestro espíritu regenerado. Nosotros permanecemos
en Él, y Él permanece en nosotros. Este es el
verdadero Dios y la vida eterna. Si algunos hermanos
que llevan la responsabilidad no son unánimes y están
en un “impasse” o punto muerto, eso es un ídolo. Si
algunos hermanos que sirven juntos no abren su ser el
uno al otro, eso también es un ídolo. Es terrible
promocionar el nombre del Señor Jesús, pero a la vez,
hacer lo que desea nuestra carne.
Por muchos años no entendía por qué estas palabras
aparecían repentinamente al final de 1 Juan: “Hijitos,
guardaos de los ídolos”. No obstante, un día el Señor
me mostró este misterio, y entonces me di cuenta de
que todo lo que no sea hecho en el espíritu regenerado
y todo lo que no exprese al Señor Espíritu, es un ídolo.
Sólo existe un Dios verdadero, y este Dios verdadero
está solamente en un lugar, a saber, en nuestro
espíritu. Todo lo que esté fuera de este espíritu, es un
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ídolo. Si nuestra práctica de partir el pan y nuestras
alabanzas no están en el espíritu, éstas son falsas. El
cumplimiento de nuestras responsabilidades y de
nuestra obra también pueden ser falsos si no están en
el espíritu. Si insistimos en nuestra opinión al servir
con otros, eso también es un ídolo.
HUIR Y CRUZAR EL RÍO
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