Documento 1
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Seudónimo: Rosalinda
RESUMEN:
1.- INTRODUCCIÓN:
En asuntos de violencia contra la mujer e integrantes del grupo familiar, esta facultad ha
sido reconocida en el artículo 62° del TUO de la Ley n° 30364, determinando que los
hechos de dicha naturaleza que se produzcan en territorio de dichas comunidades, sean
conocidos por sus autoridades jurisdiccionales; y en relación a ello, en el artículo 69° de
su Reglamento - Decreto Supremo nº 009-2016-MIMP, se establece la “coordinación
funcional y operativa, para la investigación y sanción de la violencia contra la mujeres
e integrantes del grupo familiar, en supuestos de coexistencia del sistema jurisdiccional
ordinario y el especial.
De otro lado, se han utilizado las entrevistas a las autoridades nativas de la Federación
Regional Indígena Awajún del Alto Mayo - FERIAAM, de la Oficina Regional de
Desarrollo de los Pueblos Indígenas del Gobierno Regional de San Martín -
ORDEPISAM y a representantes y pobladores de las comunidades de Shimpiyacu y
Huascayacu.
La Convención estipula que deberá entenderse por violencia contra la mujer, toda
acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento, físico,
sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado; y que los
Estados deben asumir la protección de los derechos de las mujeres, independientemente
del contexto en el cual éstos sean violados. Así entonces, tenemos que la Convención se
aplica a la violencia que “tenga lugar dentro de la familia o unidad doméstica o en
cualquier otra relación interpersonal, ya sea que el agresor comparta o haya
compartido el mismo domicilio que la mujer y comprende abuso sexual y violación”;
así como se aplica a la violencia que tenga lugar dentro de la comunidad y que sea
perpetrada por cualquier persona y comprende entre otros: violación, abuso sexual,
tortura, trata de personas, prostitución forzada, secuestro y acoso sexual en lugar de
trabajo, instituciones educativas, establecimientos de salud o cualquier otro lugar;
siendo lo innovador de este Tratado, su aplicación a los supuestos de violencia
perpetrada o tolerada por el Estado o sus agentes dondequiera que ocurra, ampliando así
la concepción tradicional de responsabilidad del Estado, al imponerle el deber de
garante de los derechos humanos y responsabilizarlo por la omisión de cumplir este rol
(Rodríguez).
Así, la Declaración Americana sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas reconoce
que la violencia contra los pueblos indígenas, y en especial contra las mujeres, impide el
ejercicio pleno de sus derechos humanos y libertades fundamentales. En ese sentido,
establece principios básicos de igualdad y no discriminación, estableciendo que el
derecho de los pueblos indígenas a desarrollar y mantener su sistema jurídico y sus
costumbres debe ejercerse de conformidad con las normas internacionales de protección
de derechos humanos, que incluye también los Tratados anteriormente mencionados,
respecto de los derechos de las mujeres. (Comisión Interamericana de Derechos
Humanos. 2017).
El artículo 3° del Convenio 169 de la OIT, señala: “1 Los pueblos indígenas y tribales
deberán gozar plenamente de los derechos humanos y libertades fundamentales, sin
obstáculos ni discriminación. Las disposiciones de este Convenio se aplicarán sin
discriminación a los hombres y mujeres de esos pueblos. 2. No deberá emplearse
ninguna forma de fuerza o de coerción que viole los derechos humanos y las libertades
fundamentales de los pueblos interesados, incluidos los derechos contenidos en el
presente Convenio”.
Existe consenso en cuanto a que la violencia es uno de los problemas más alarmantes
que enfrentan las mujeres indígenas en las Américas, frente a lo cual los Estados tiene la
obligación de prevenir y abordar esta violencia, habiendo la Comisión Interamericana
indicado que esta obligación debe cumplirse con la debida diligencia y garantizando el
acceso adecuado y efectivo a la justicia, consignando a su vez que dado el nexo entre
violencia y discriminación contra la mujer, los Estados deben adoptar medidas para
abordar esta última como causa y factor social que sustenta a la primera (CIDH. 2001).
En ese contexto, se tiene que como bien lo señala la Relatora Especial de las Naciones
Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas:
CONCLUSIONES:
1. El reconocimiento internacional de los derechos de las mujeres debe traducirse
en políticas públicas de protección eficaz de sus derechos frente a situaciones de
violencia, siendo que en el caso de las mujeres indígenas debe visualizarse la
discriminación estructural y sistemática de la que son víctimas.
2. El acceso de las mujeres e integrantes del grupo familiar, indígenas, a la justicia
ordinaria debe contemplar el reconocimiento y el respeto del derecho indígena.
3. En el supuesto que las víctimas de violencia indígenas decidan por recurrir a la
justicia comunal, debe asegurárseles que las reglas y procedimientos respeten los
parámetros y garantías consignados en las normas internacionales de derechos
humanos, otorgándoles mecanismos claros de acceso a la justicia y de forma
efectiva materializar la restitución de sus derechos vulnerados.
4. Es necesario el diseño e implementación de un Protocolo de Actuación Conjunta
entre el Poder Judicial y las autoridades de los pueblos originarios – nativos y
campesinos, para garantizar la tutela jurisdiccional efectiva de las mujeres e
integrantes del grupo familiar víctimas de violencia.
5. Los deberes de accesibilidad a la justicia, debida diligencia y no discriminación,
frente a hechos de violencia, es exigible tanto a las autoridades ordinarias del
sistema integrado de protección, como a autoridades indígenas.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS: