Historia de La Cultura en La Carrera de Técnico Artesanal, Un Cruce de Conceptos Hacia La Creación de Significados Como Artesano.
Historia de La Cultura en La Carrera de Técnico Artesanal, Un Cruce de Conceptos Hacia La Creación de Significados Como Artesano.
Historia de La Cultura en La Carrera de Técnico Artesanal, Un Cruce de Conceptos Hacia La Creación de Significados Como Artesano.
HISTORIA DE LA CULTURA
2021
De esta manea se puede decir que la naturaleza en el hombre está totalmente interpretada por la cultura.
Por ejemplo, la división sexual de los roles y de las tareas en las sociedades humanas es un resultado
fundamental de la cultura y por eso varia de una sociedad a otra.
No hay nada puramente natural en el hombre. Ni siquiera las funciones humanas que responden a
necesidades fisiológicas, como el hambre, el sueño, el deseo sexual, etc., carecen de un formato cultural;
las sociedades no dan las mismas respuestas a estas necesidades.
La noción de cultura, entendida en un sentido amplio que remite a modos de vida y de pensamiento, es
ampliamente admitida en la actualidad, aun cuando no deja de carecer de ambigüedades. Pero no siempre
fue así. Desde su aparición, en el siglo XVIII, la idea moderna de cultura provocó constantemente fuertes
debates.
En el año de 1700, “cultura” ya es una palabra antigua en el vocabulario francés. Proveniente del latín
cultura que significa el cuidado de los campos o del ganado, a fines del siglo XIII designa una parcela
de tierra cultivada.
A comienzos del siglo XVI, ya no significa más un estado de la cosa cultivada, sino una acción, el hecho
de cultivar la tierra. Recién a mediados del siglo XVI se forma el sentido figurado, “cultura” podía
designar cultivar una facultad, es decir el hecho de trabajar en su desarrollo. Pero este sentido figurado
es poco corriente hasta fines del siglo XVII y no tiene reconocimiento académico, ya que no figura en
la mayoría de los diccionarios de la época.
La “cultura” en sentido figurado comienza a imponerse en el siglo XVIII en el Dictionnaire de
I’Académie Française (edición de 1718). En él se habla de la “cultura de las artes”, de la “cultura de las
letras”, de la “cultura de las ciencias”, como si fuese necesario precisar la cosa que se cultiva.
La cultura es, en este sentido, la suma de los saberes acumulados y transmitidos por la humanidad,
considerada una totalidad, en el curso de la historia y se empleó en singular, lo que reflejaba el
universalismo y el humanismo de los filósofos, que consideraban que la cultura es algo propio del
Hombre (con mayúscula), más allá de cualquier distinción de pueblos y de clases. La palabra se
asocia a la idea de progreso, de evolución, de educación, de razón, que están en el núcleo del pensamiento
de la época.
La idea de cultura se utilizaba como un concepto evolutivo basado en el futuro perfectible del ser
humano. El progreso nace de la instrucción, es decir, de la cultura.
“Cultura” se acerca en ese momento a una palabra que goza de gran éxito en el vocabulario francés del
siglo XVIII: “civilización”. Las dos palabras pertenecen al mismo campo semántico y reflejan las
mismas concepciones fundamentales. “Cultura” evoca más el progreso individual, “civilización” el
progreso colectivo.
Como su homologo “cultura” y por las mismas razones, “civilización” es un concepto unitario y solo se
emplea para el refinamiento de las costumbres, y significa el proceso que saca a la humanidad de la
ignorancia y de la irracionalidad.
Al difundir este nuevo concepto de “civilización”, los pensadores burgueses, que no carecen de
influencia política, imponen su concepción del gobierno de la sociedad que, según ellos, debe apoyarse
en la razón y en los conocimientos.
Por lo tanto, la civilización se define como un proceso de mejoramiento de las instituciones, de la
legislación, de la educación, etc. La civilización es un movimiento no terminado al que hay que apoyar
y que afecta a toda la sociedad, comenzando por el Estado, que debe liberarse de todo lo que aún es no
razonable en su funcionamiento. Así la civilización puede y debe extenderse a todos los pueblos que
componen la humanidad.
El uso de “cultura” y de “civilización” en el siglo XVIII marca la llegada de una nueva concepción
desacralizada de la historia. La filosofía de la historia se libera de la teología de la historia. A partir de
este momento, el hombre está en el centro de la reflexión y en el centro del universo.
En 1774, Johann Gottfried Herder, en nombre del “genio nacional” de cada pueblo (Volksgeist) tomaba
partido por la diversidad de las culturas, la riqueza de la humanidad y en contra del universalismo
uniformador de las Luces, al que juzgaba empobrecedor. Frente a lo que consideraba imperialismo
intelectual de la filosofía francesa de las Luces, Herder pensaba que había que darle a cada pueblo,
empezando por el pueblo alemán, su orgullo. Para Herder, cada pueblo, a través de su cultura propia,
tenía un destino especifico que cumplir. Pues cada cultura expresa a su manera un aspecto de la
humanidad.
Su concepción de cultura caracterizada por la discontinuidad no excluía una posible comunicación entre
los pueblos. Herder puede ser considerado como el precursor del concepto relativista de “cultura”.
En Francia el concepto de “cultura” se enriqueció con una dimensión colectiva y dejo de relacionarse
solamente con el desarrollo intelectual del individuo. Se empieza a designar también un conjunto de
características de una comunidad, pero en un sentido a amplio y poco preciso. “Cultura” se acerca mucho
a “civilización” y a veces son palabras intercambiables.
El concepto francés queda marcado, entonces, por la idea de unidad del género humano. Entre el siglo
XVIII y el XIX hay una continuidad del pensamiento universalista. La cultura, en sentido colectivo, es
la “cultura de la humanidad”.
La introducción del concepto de cultura se llevó a cabo con un éxito desigual en los diferentes países
Por otra parte, no hubo acuerdo entre las diferentes “escuelas” sobre la cuestión de saber si hay que
utilizar el concepto en singular (la Cultura) a en plural (las culturas), en una acepción universalista o
particularista.
Es a partir de entonces que estos dos enfoques sobre la cultura, nos permiten distinguir e identificar la
diversidad cultural inmensa distribuida a lo largo y ancho del planeta, y que, en el sentido particularista,
cada pueblo o comunidad tienen en su geografía distinta una gran diversidad en las identidades, maneras
de pensar, maneras de actuar y de existir en el mundo, conformado en distintas cosmovisiones. Esta
diversidad de cosmovisiones también nos permite visualizar y entender la manera en que se han
sincretizado las actividades humanas, dado que en un mundo global el intercambio cultural es aún más
vertiginoso por el intercambio de información. Lo que nos permite de alguna manera comprender que la
sinergia cultural nos empuja hacia una visión universalista, en el que compartimos un mismo terreno
donde podemos transitar, transformar, deformar, destruir o reivindicar estas cosmovisiones.