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ANTONIO RAMÍREZ DE VERGER
3. Philost., Vit. Sophist., 1, 481: fi 81 p.E.r' Ixdvnv, lv oind véav, amara Tap, Scv,répav Si plalov
ttpoapyréev. El nombre, como se ve, fue acuñado por Filóstrato.
4. Edición de Haines, op. cit., I, pp. 38-49; en adelante citaré los pasajes de Frontón si-
guiendo esta edición inglesa.
5. Laus es la traducción de la palabra griega épubutov, que, como pieza retórica, fue usado
a lo largo de toda la literatura griega tanto en verso como en prosa. Citemos, por ejemplo, los
famosos encomios de Semónides de Cros (Encomio a los luchadores de las Termópilas, transmi-
tido por Diodoro Sículo, XI, 11, 6), de Píndaro (frags. 118-128, Sne11 3 ), de Gorgias (frag. 11, Unter-
steiner), de Isócrates (Orationes, IX, X y XI) y de Teócrito (Syxt:Intov Et5 171-ro1.quaov). Por otra
parte, en la época helenística comienza a quedar relegada a un segundo plano la elocuencia
judicial y destaca, por el contrario, la epidíctica, que invade todos los aspectos de la vida inte-
lectual. Marrou (Historia de la educación de la antigüedad, Buenos Aires, 1965, p. 248) señala que
la oratoria helenística vuelve la espalda a la vida real; se componen discursos ficticios de asun-
tos conocidos o fantásticos, que servían para agudizar el espíritu dialéctico de los retóricos. Pre-
cisamente ésta sería la característica que destacaría más tarde en los retóricos de la Segunda
Sofística. El origen, pues, de los temas de «salón», esto es, de los ficticios o raros aparece ya
en la época helenística e incluso en tiempos de Isócrates se rastrean temas similares, aunque en
estado todavía embrionario (cf. Isocr., Helena, 12, 210).
El encomio, tal como había sido delineado por los griegos, fue cultivado profusamente en
Roma, sea por medio de los elogia, de las laudationes funebres o de las laudes. Rostagni (op.
cit., I, p. 45) piensa que estas laudes ya se encontraban en los carmina convivalia de los inicios
de la literatura romana.
M. Durry (Eloge funébre d'une matrone romaine, Paris, 1960, «Les Belles Lettres», Introd.,
pp. XI-XLIII) ha diferenciado claramente estos géneros que se prestan a confusión: la laudatio
furzebris, la consolatio, el epitafio, el panegírico y el encomio o taus.
6. Cf. Apul., Florid., IX y XVII; Frontón, Ad M. Caesarem, I, 6, 2 (Haines, I, 156); E. Arist.,
Oral., XXVI, XXVII, LIII, etc. El panegírico había seguido gozando de gran favor hasta llegar
a los grandes panegiristas del s. IV (cf. Rostagni, op. cit., III, p. 543).
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7. Vit. Sophist., 1, 7, 484; cf. también Synes., Dio, 38 B; Apul., Florid., XII: se trata de
un elogio al loro —psittacus—, aunque se conserva sin título. Nos queda la duda de si imitaría
p Dión de Prusa o sería mera coincidencia, habida cuenta que Apuleyo, magnífico retórico, par-
ticipaba también de las corrientes intelectuales de la Segunda Sofística.
8. Synes., Dio, 41 C: EL Se jtotS/EL, icaL 6 TOG )(.4.)VCIMOÇ ETectLyov ecricouSarrh yap TrZi kv saL Ttc
iccorraxog Ocret xpwp.evtp • set mis ay anteretrael al5-ra Cdreik etyat ecapacrxeu% -re set
Suyaget.n.
9. Dionis Prusaensis opera, ed. de J. Arnim, Berolini, MCMLXXII, II, pp. 307-308.
10. Noct. Att., 17, 12, 1-2.
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11. Ibidem.
12. Irwpinabiles es un neologismo creado por Aulo Gelio, según R. Marache, op. cit., p. 137:
«Les trois fois le mot est employé pour rendre une notion qu'il n'était facile d'exprimer autre-
ment. II est posible qu'il ait fait partie du vocabulaire des intellectuels». Palabra atestiguada
posteriormente, cf. Thes. Ling. Lat., VII, 1, c, 1.748.
13. Traducción castellana de A. Tovar, Luciano, Barcelona, 1949, pp. 25 ss.
14. Musc. enc., 12.
15. Compuso también dos panegíricos en honor de Antonino Pío; cf. Eumenio, Panegyricus
Constantii, 14; Ad Antoninum Pium, 2 (Haines, I, 126) y Ad M. Caesarem, I, 6, 2-6 (Haines, I,
156-162).
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30. Philost., Vit. Sophist., I, 7, 484; Synes., Dio, 41 C; Macr., Sat., 7, 3,; A. Gel!., Noct.
Att., 17, 12, 1-2.
31. Frag. 11, 21, Untersteiner.
32. Diog. Laert., VI, 85.
33. Rostagni, op. cit., I, pp. 408-413.
34. Catull., 1, 5. Este aspecto imitado por los poetas velrrepot de los alejandrinos ha sido
puesto de relieve por M. Dolg, Los «novi poetae»: su vinculación con la literatura nacional, en
tIctas del II Congreso Español de Estudios Clásicos, Madrid, 1964, p. 358.
35. Vellem autem tantum mihi vigoris aut studii adesse, quantum adfuit quom illa olim
fiugalia conscripsi, Laudem Fumi et Pulveris (De Feriis Alsiensibus, 3, 7 [Haines, II, 12]).
36. Los cínicos, una contracultura, en Est. Clás., LXI (1970) 355-356.
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Pienso que esta historia tan utilizada por los escritores de esta
época tiene un trasfondo estoico para ellos : la ¿citechace ante cual-
quier suceso de la vida, sea próspero o adverso.
3.4. Con esto se observa otro punto más de conexión entre te-
mas tratados por Frontón y los autores griegos de la Segunda So-
fística. Las historias fabulosas pueden considerarse como hermo-
sas digresiones propias de los retóricos, pero no es menos cierto
que responden a un gusto general de la época por lo maravilloso 57,
que desemboca en el s. II en un extraordinario auge de la novela
grecolatina. Parece claro que la Segunda Sofística influyó honda-
mente en Aquiles Tacio, Longo, Jámblico, Heliodoro y Apuleyo 58.
57. García Gual, Los orígenes de la novela, Madrid, 1972, pp. 63 ss.
58. Ibídem, pp. 203, 243-246, 265, 285 y 367-396.
59. Los arcaísmos de Frontón y A. Gelio han sido estudiados detenidamente por R. Marache,
op. cit.
60. Espero en próximos estudios profundizar en este aspecto de los escritores latinos del
s. II, porque quizá nos llevaría a comprender el pensamiento de dichos autores.
61. A. Ruiz de Elvira, Humanismo y Sobrehumanismo, Madrid, 1955, p. 277.
62. lnst. Oral., 1, 6, 1; 1, 6, 39, 41 y 42; 8, 3, 24 y 25; cf. Cje., De amicitia, 1, 4.
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mera parte del libro (esp. pp. 83 - 111) respecto a los dos puntos
expuestos más arriba. No comprendo que el gusto por lo arcaico
surja aisladamente y fuera del entorno intelectual en que estaban
envueltos Frontón, Gelio y Apuleyo, que no es otro que el de la
Segunda Sofística.
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