Poder Judicial de La Nación: Cámara Nacional de Apelaciones en Lo Criminal y Correccional
Poder Judicial de La Nación: Cámara Nacional de Apelaciones en Lo Criminal y Correccional
Poder Judicial de La Nación: Cámara Nacional de Apelaciones en Lo Criminal y Correccional
ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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relación al punto XIV, por el que se decretó la falta de mérito para procesar
o sobreseer de Juan Carlos Loupias por el hecho por el que fuera indagado.
I- Las imputaciones y los cuestionamientos de la defensa y la
querella.
En las presentes actuaciones el a quo dictó el procesamiento de los
imputados Fabiana Gabriela Fiszbin, Ana María Fernández, Gustavo Juan
Torres, Rodrigo Mario Cozzani y Alfredo Eduardo Ucar, por haber
incumplido con los deberes que por su condición de funcionarios del
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires estaban a su cargo y le imponían la
obligación de controlar el funcionamiento en regla del local “República
Cromañón”, sito en Bartolomé Mitre 3060 de esta ciudad.
Dicho incumplimiento versaría, según el a quo, en “no haber
seleccionado el local mencionado a fin de que fuera inspeccionado y/o
clausurado cuando era un establecimiento de conflicto y no podía
continuar en funcionamiento desde el 25 de noviembre de 2004, toda vez
que el día anterior había vencido el certificado habilitante de bomberos,
otorgado conforme a los arts. 10.2.3 y 10.2.20 del Código de
Habilitaciones y Verificaciones (Ordenanza 50.250), cuestión de la que
estaban al tanto. A ello se agregó, en el caso particular, el hecho de que -
conforme a lo difundido por diversas publicaciones- “República
Cromañón” realizaba una actividad diversa de aquélla para la cual se le
otorgara habilitación.
A raíz de esa conducta fue que este local pudo seguir en
funcionamiento y, finalmente, el 30 de diciembre de 2004, se produjo la
muerte de las 193 personas que surgen de los listados remitidos por la
morgue judicial y diversas lesiones a varios centenares más”.
En el resolutorio de mención también se resolvió la situación procesal
de Víctor Daniel Telias, a quien se imputó el haber omitido el cumplimiento
de un deber propio de su oficio y que le estaba reglamentariamente
impuesto, sin que se vinculara esa omisión al hecho ocurrido el 30 de
diciembre.
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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2720/GCBA/03 y 1563/GCBA/04, que regulan los objetivos de los
organismos a su cargo, referentes al ejercicio del poder de policía, contralor
de la correspondencia de las habilitaciones con el tipo de local al que están
afectadas, cumplimiento de los extremos para la pertinente habilitación, uso
efectivo dado a los locales en relación a la habilitación asignada,
periodicidad de las inspecciones, etc.
En el caso de la imputada Fabiana Fiszbin, sus abogados
interpusieron el recurso de apelación que motivó la intervención de este
Tribunal, argumentando que el auto impugnado contiene tanto una errónea
valoración de los hechos motivo de investigación cuanto una equivocada
calificación de la conducta atribuida a la nombrada, lo que lo torna injusto y
arbitrario; sostuvo asimismo la defensa que la línea de control sobre los
locales de baile estaba a cargo del titular de la Subsecretaría de Control
Comunal y que, dentro de esta área, era la Dirección General de
Fiscalización y Control la que debía verificar el cumplimiento de la
normativa vigente, tarea que antes recaía en la Unidad Polivalente de
Inspecciones. También se cuestionó por arbitrario el importe fijado a
embargo, por exceder las previsiones del art. 518 del CPPN.
En el caso de la imputada Ana María Fernández, la defensa sostuvo
contra el auto de procesamiento que se violan principios fundamentales al
someter a Fernández a las mismas circunstancias fácticas que involucran a
Fiszbin, Cozzani, Torres y Ucar, sin advertirse que, contrariamente a lo
afirmado por el a quo, al tiempo de la tragedia la nombrada carecía de
funciones ejecutivas por la disposición N°424/DGFyC/2004; sostuvo
además que se equivoca el a quo cuando afirma que Fernández fue la titular
del organismo que controlaba a los locales de baile durante el 2004, pues la
nombrada fue titular de la UPI hasta el mes de agosto de ese año, fecha en
que dejó de tener funciones de contralor.
En el caso del imputado Gustavo Juan Torres, la defensa sostuvo que
no se efectuó un correcto análisis de los elementos de prueba a efectos de
verificar la subsunción de los aspectos fácticos en los elementos objetivos
del tipo penal imputado, no habiéndose acreditado la participación efectiva
y concreta de Torres en los hechos investigados; cuestionó también que se
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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bailables norma alguna que impusiera la periodicidad en que estos debían
ser verificados. No existía obligación por parte de la ciudad de constituirse
ante cada vencimiento de este tipo de documentación.
Por otra parte, para sostener que no existió relación necesaria
certificado vencido/tragedia se especularon tres hipótesis: que Bomberos
hubiese entregado el certificado en caso de inspección, aún con la media
sombra; que ésta se quitara para obtener la certificación y luego se la
recolocara; y que, aún clausurado por al Dirección por no contar con ese
instrumento, se lo obtuviera por cualquiera de las variantes anteriores.
Por su parte, la defensa del imputado Rodrigo Mario Cozzani fundó
su agravio en la incorrecta valoración de los elementos de prueba y
cuestionó el monto del embargo por excesivo y confiscatorio.
La defensa del imputado Alfredo Ucar indicó como fundamento de su
recurso que existió una valoración parcial y antojadiza del material
probatorio, a consecuencia de la cual se atribuyeron a Ucar
responsabilidades que nunca tuvo; con respecto al embargo se lo calificó de
arbitrario porque el importe designado excede con creces las previsiones del
art. 518 del CPPN, máxime si se suman los embargos decretados a todos los
procesados.
En oportunidad de presentarse el memorial respectivo, ampliando los
fundamentos de agravio expresados, la defensa de Ucar indicó que el fin de
protección de la norma no puede fundamentar por sí solo la imputación ni
ampliar el marco de atribución del resultado, señalándose que el a quo
utiliza ese correctivo que limita la imputación para evitar analizar
concretamente la vinculación entre la violación de la normas al deber de
cuidado y el resultado producido, es decir, que de ese modo elude acreditar
el nexo causal. Además, se señaló que el juez confunde arbitrariamente la
facultad de inspeccionar con el deber de hacerlo, afirmándose que sólo la
omisión de un deber incrementa el riesgo permitido y, por el contrario, si no
existe obligación, tampoco se viola el deber de cuidado previsto en la
norma.
Finalmente, en cuanto al imputado Victor Daniel Telias, a quien se
imputó el haber integrado la comisión de inspectores que desarrolló tareas
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
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colaboración al serle comunicados los destinos, lo que resulta importante en
virtud de que precisamente Loupias era quien conocía íntimamente el
desempeño de las fuerzas de seguridad y el grado de peligrosidad de las
zonas de cada jurisdicción, no pudiendo por ende ignorar las características
del barrio de Once, ni las situaciones que se presentaban con la comisaría 7ª
y que dieron lugar a los procesamientos de cinco miembros de la Policía
Federal.
II- El sistema de control en la Ciudad de Buenos Aires.
En razón del constante cambio de estructuras que ha sufrido el
organigrama del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en lo que hace al
sistema de control de las actividades comerciales desarrolladas por los
particulares, es necesario efectuar una descripción de esas variaciones a
efectos de contextualizar la estructura existente al 30 de diciembre de 2004.
Se comenzará por la referencia a la Dirección General de
Verificaciones y Habilitaciones (en adelante DGVyH), en virtud de la
importancia que tuvo su funcionamiento y posterior disolución en medio de
escándalos de corrupción administrativa, para los posteriores cambios de
estructura que dificultaron y entorpecieron la actividad de control.
Esa dirección fue creada en 1999 por Decreto 18-GCBA-99, para
entender en lo relativo a la habilitación de actividades comerciales,
industria y servicios y para hacer tareas de verificación de la permanencia
en el tiempo de las condiciones de seguridad, salubridad e higiene que
permitieron que cada actividad fuera habilitada en su momento. Con la
creación de esa dirección se suprimieron las direcciones generales de
Registros y Certificaciones y de Policía Municipal.
En 2001 la DGVyH fue transferida con presupuesto, personal,
patrimonio y responsabilidades primarias en dos oportunidades. Hasta mayo
de dicho año se encontraba bajo dependencia directa de la Secretaría de
Gobierno, para ser luego transferida por decreto nro. 654/01 a la
Subsecretaría de Seguridad de la Secretaría de Justicia y Seguridad.
Casi siete meses después, mediante Decreto 2.011/01, la Dirección
fue nuevamente transferida y ubicada institucionalmente bajo dependencia
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Mediante Decreto 1563-GCBA-2004 fueron suprimidas la UPI y la
UERA, creándose la Dirección General de Fiscalización y Control (en
adelante DGFyC).
Con respecto a las tareas de fiscalización realizadas en estadios, se
creó el Organismo F/N “Área Contralor de Espectáculos”, de la Secretaría
de Justicia y Seguridad Urbana, mediante Decreto 366/04, designándose por
la misma norma a su responsable. Este organismo fuera de nivel vino a
suplir a la suprimida UPI en lo que atañe a ese tipo de actividad, a fin de
preservar la seguridad y verificar las condiciones de funcionamiento en los
estadios de las entidades deportivas y civiles que sean abiertos o cubiertos.
En razón del tema que nos ocupa, cabe consignar aquí las
responsabilidades del Área Contralor de Espectáculos que, de acuerdo a lo
establecido por la norma que la creó debía: a) ejercer el poder de policía en
materia de cumplimiento de las normas de seguridad en los estadios donde
se desarrollen eventos deportivos, espectáculos artísticos y de cualquier
otra índole que concentren gran cantidad de público; b) intervenir en las
inspecciones integrales de los estadios en ocasión de la presentación del
pedido anual de aptitud técnica que deben hacer aquéllos, sin perjuicio de
las inspecciones periódicas que corresponda realizar con motivo de un
encuentro deportivo o de otra índole: c) labrar actas de comprobación,
disponer intimaciones y efectuar clausuras preventivas, las que serán
ratificadas por el órgano competente. Verificar el efectivo cumplimiento de
las intimaciones realizadas y de las clausuras impuestas, labrando las actas
de comprobación, llevando a cabo los procedimientos que correspondan en
caso de incumplimiento; d) intervenir en la autorización para que se
disponga el acceso al público en el estadio para la realización del
espectáculo programado, previa verificación de las condiciones y medidas
de seguridad adoptadas; e) disponer la realización de las adecuaciones
necesarias a cargo de los interesados para evitar riesgos, ordenando adoptar
las medidas preventivas y de toda otra índole para el emplazamiento de
venta de bebidas y/o comida; f) evaluar la capacidad de los estadios para la
realización de los espectáculos programados dentro de ellos; g)
implementar las medidas necesarias para el efectivo cumplimiento del
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e) coordinar la Unidad de Proyectos Especiales Ferias de la Ciudad, y
en ese marco, coordinar las acciones tendientes al normal
funcionamiento de la misma.
Como asesor de esta Subsecretaría y persona de confianza de Fabiana
Fiszbin se desempeñaba el imputado Alfredo Eduardo Ucar.
De la Subsecretaría de Control Comunal dependían las direcciones
de Higiene y Seguridad Alimentaria; Habilitaciones y Permisos;
Fiscalización de Obras y Catastro; Control de la Calidad Ambiental; y la de
Fiscalización y Control.
La Dirección General de Fiscalización y Control estaba a cargo, al
momento de los hechos, del imputado Gustavo Torres, y tenía entre sus
funciones (según el Decreto 1563/04) las siguientes:
a) asistir al Subsecretario en los temas de su competencia;
b) ejercer el poder de policía en materia de habilitaciones y permisos
que se refieran a establecimientos, los anuncios publicitarios y las
actividades comerciales en la vía pública y las cuestiones atinentes
que hagan a la seguridad, salubridad e higiene de los establecimientos
de comercio, industria, depósito y servicios;
c) confeccionar órdenes de inspección e instrumentarlas en la órbita de
su competencia;
d) practicar intimaciones;
e) disponer las clausuras cuando las circunstancias así lo requieran y
ratificar las clausuras inmediatas y preventivas;
f) verificar el cumplimiento de las clausuras impuestas;
g) entender sobre las violaciones de clausuras y efectuar las denuncias
correspondientes; g) labrar actas de comprobación y realizar
decomisos de mercadería y otros elementos cuando correspondiere;
h) intervenir en la remoción de anuncios y/o elementos publicitarios que
no se ajusten a la normativa vigente;
i) coordinar operativos de verificación y control que requieran de un
abordaje integral de poder de policía que ejerce el Gobierno de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires;
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La Coordinación Operativa estaba al momento de los hechos a cargo
del imputado Rodrigo Cozzani, y tenía las siguientes funciones:
a) Asistir al Director General de Fiscalización y Control y a su adjunto
en los temas de su competencia.
b) Organizar la actividad de la Coordinación.
c) Diagramar y proponer procedimientos de inspección.
d) Determinar y practicar inspecciones ante requerimientos de la
Dirección General, de la coordinación legal, de órganos judiciales, de
cualquier otro ente público y por denuncias que por cualquier medio
realicen particulares, labrando las actas de comprobación que por
irregularidades detectadas resulten pertinentes.
e) Coordinar y supervisar la actividad de los señores/señoras
inspectores/inspectoras.
f) Supervisar el contenido de las actas de comprobación labradas por el
cuerpo de inspectores y asegurar que éstas sean remitidas a la DGAI
en los plazos previstos por la ley 1217.
g) Verificar el cumplimiento de intimaciones cursadas por la Dirección
General.-
Dentro de la Coordinación Operativa, había una subcoordinación
operativa, a cargo del imputado Daniel Díaz, cuyas funciones eran: a)
Asistir al Coordinador y Director General en los temas de su competencia;
b) reemplazar al coordinador en caso de ausencia o impedimento; colaborar
con el coordinador en la coordinación y supervisión en la actividad de los
señores/señoras inspectores/inspectoras.
Había también un Área Vía Pública y Nocturno, a cargo del
imputado Víctor Daniel Telias, cuyas funciones eran: a) Asistir al
coordinador y subcoordinador en todos los temas de su competencia; b)
realizar las funciones previstas para la coordinación en lo que respecta a la
diagramación y propuesta de procedimientos de inspección; determinación
y práctica de inspecciones ante requerimientos de diferentes organismos;
coordinación y supervisión de las actividades de los inspectores y
verificación del cumplimiento de las intimaciones libradas por la Dirección
General, respecto de la Coordinación en lo que hace a las actividades
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Horacio Mario Santinelli efectuó un relato más intenso sobre los
motivos y circunstancias de los cambios constantes de estructura y de
autoridades, brindando detalles que ayudan a entender el contexto político
de esos cambios, así como las cuestiones que nada tenían que ver con la
eficacia del sistema de control, sino estrictamente con intereses personales
de los funcionarios de turno.
El testigo declaró a fojas 12.706/716 (11.543/8) que ingresó a
Protección del Trabajo en 2001 siendo el director Marcelo Antuña y la
segunda Fabiana Fiszbin. En el año 2002 le asignaron la UPI durante un
tiempo y finalmente quedó a cargo de Antuña y de Carlos Sanchez. Al
respecto relató que la UPI no funcionaba bien y Silvana Giudice decidió
darle un mayor impulso sacando a Marcelo Antuña. Ello habría generado un
conflicto de intereses porque Antuña pertenecía al sector político de la
senadora Vilma Ibarra y Giudice era radical. En mayo de 2003 lo
nombraron para la UPI junto con Gustavo Daneri que hasta ese momento
estaba trabajando como coordinador general de la DGVyC. Contó que al
principio los ubicaron para trabajar en el mismo edificio en el que estaba
“Verificación y Control y Habilitaciones y Permisos, es decir los
organismos en los que estaba el focazo de corrupción, pero que no tenían
oficina propia, por lo que se reunían en un bar o a veces iban a la oficina
de la Secretaria (...) Finalmente consiguieron una oficina en el piso 11,
pese a que había muchas oficinas vacías, pero era difícil porque estaba
metido el gremio y las dos direcciones mencionadas que eran verdaderas
cajas de recaudación política. Que en ese tiempo convivían en el mismo
piso que Kampelmacher... Que era constante el cruce entre Giudice y
Kampelmacher porque la primera le encargaba determinadas inspecciones
pero Kampelmacher no cumplía con su trabajo, por ejemplo iba a controlar
en horas donde los lugares no funcionaban, o alegaba que no tenían el
personal suficiente, o ponía diversas excusas.”. Sostuvo asimismo el testigo
que Kampelmacher tenía unos 300 inspectores pero, como no eran
profesionales, cobraban sueldos desde los $ 600 en adelante, con lo cual,
teniendo en cuenta que los inspectores que se fueron incorporando al ser
profesionales cobraban $ 1.800, había muchos recelos y envidias. Que en
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Otro dato de relevancia, es que la imputada Fabiana Fiszbin ya
integraba un organismo encargado del control de la situación laboral de los
empleados de comercios, y conocía la problemática de algunos sectores en
particular con respecto a los cuales ya había iniciado, junto con Marcelo
Antuña, la política de autorregulación que luego se aplicó a los locales de
baile (de ello da cuenta la causa 14.000/05, acumulada jurídicamente al
presente sumario, cuyo objeto procesal será detallado al final de la presente
resolución).
En ese aspecto, el video aportado a la instrucción que da cuenta de la
reunión que tuvo lugar en el Hotel Crowne Plaza Panamericano entre los
integrantes de CEDEBA (Cámara de Empresarios de Discotecas de Buenos
Aires) y funcionarios del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires los días 9
y 10 de noviembre de 2004, ilustra esta posición de ambos funcionarios
frente a la política de autorregulación.
III.b: Forma de seleccionar los lugares a inspeccionar.
Amelia Lucía de Marco a fs. 11.276/11.278 (fs. 10.396/7), Inspectora
de la Dirección General de Fiscalización y Control desde junio del 2004 en
el “Área Especiales”, que incluye establecimientos de salud, hoteles y
geriátricos, precisó que en tres ocasiones participó en controles nocturnos.
Dijo ignorar cómo se seleccionaban o quién establecía qué locales se
inspeccionaban, pudiendo sólo indicar que cree que se tomaban como guía
las denuncias recibidas. Explicó que los inspectores se reunían con la lista
que les era enviada por el coordinador del área, siendo que también éste era
quien formaba los grupos de inspectores. Al ser preguntada sobre la
inspección que oportunamente se realizara sobre el hotel “El Porteño”,
precisó que dicho operativo no fue de rutina sino que fue de grandes
dimensiones, con la participación de distintas áreas. Cotejaron que tenía la
habilitación en trámite, constatando también que el hall de entrada y todos
los pisos habían sido adornados con cortinas y telas cuya condición ignífuga
no se pudo probar, procediéndose por ello a disponer la clausura hasta tanto
se obtuviera la habilitación correspondiente y se reuniera la documentación.
Al ser preguntada, señaló que participó de operativos nocturnos para
inspeccionar locales clase “C”; explicó que se pedían la habilitación y las
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de Fiszbin, su asesor Marcelo Ucar, Rodrigo Cozzani en su condición de
Coordinador Gral. y personal de la Subsecretraría. Sostuvo que a los
inspectores se les anoticiaba de los lugares a controlar o en la comisaría en
donde se reunían, o en la base o directamente en la puerta del lugar a
inspeccionar, lo que ocurría aproximadamente una hora antes de iniciarse el
operativo. Por ello, de 50 inspecciones, hubo al menos diez casos en que
cuando llegaron los locales ya estaban cerrados. Lo cual solía ocurrir por el
tiempo que debían esperar en la seccional policial para que arribara un
móvil para acompañarlos.
El testigo Horacio Mario Santinelli manifestó que cuando estaba a
cargo de la UPI las inspecciones se hacían, básicamente, a partir de las
denuncias de particulares o certezas (casos de vendedores ambulantes en
determinados lugares). También se programaban de acuerdo a lo que surgía
de los medios de comunicación. Al referirse a las inspecciones en locales
bailables dijo que hicieron varias; que en general las infracciones eran
porque “no tenían habilitación, o la tenían para otro rubro, también por
cuestiones de seguridad como falta de salidas de emergencia, cables
expuestos o falta de matafuegos. Igualmente, al faltar la habilitación ya se
clausuraba, no era necesario inspeccionar, lo cual inclusive se puede hacer
desde la oficina de control, es decir que no es necesario concurrir al lugar.
Lo mismo concurre con el certificado de bomberos o el plano conforme a
obra, es decir que la falta ya se puede constatar con la simple lectura de la
documentación, sin necesidad de inspeccionar el lugar”.
A fojas 12.721/4 (11.551/4) prestó declaración testimonial Adrián
Eusebio Rivero, quien se desempeñó como Coordinador General Operativo
de la UPI, desde noviembre de 2003 hasta enero de 2004. Manifestó que en
la primera etapa los objetivos a inspeccionar -cuando todavía tenían un
cuerpo de 25/30 inspectores- tenían fuente en las denuncias de la
Defensoría, CGP, Policía Federal, observación propia y así se diagramaban
las inspecciones. Agregó, asimismo, que con Santinelli habían establecido
un mapa de puntos conflictivos en la Ciudad, y en la zona de Once habían
ubicado con esta calificación a “Fantástico” que está cerca de Plaza Once.
Al ser preguntado acerca de cuántos lugares como Cromañón hay en la
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2003. A partir de esa fecha se cambiaron las personas: Santinelli y Carrara
dejaron de trabajar y fueron reemplazados por Ana María Fernández y
Carlos López, pero la metodología seguía siendo la misma. Se volvió a
modificar en enero del 2004 cuando Rivero se fue y unificaron la
coordinación operativa y administrativa en una general a cargo de Ana
Fernández. Se creó la coordinación operativa a cargo de Rodrigo Cozzani y
subcoordinación a cargo de Daniel Díaz. La testigo dijo que López era el
jefe del Área Rutina que se encarga de las inspecciones que no eran
especiales (geriátricos, hoteles y establecimientos de salud). El Área
Nocturno estaba a cargo de Ignacio Penco, primero, y, luego, de Telias. En
enero y febrero, ella estuvo en legales y luego pasó al Área Residuales,
luego llamada Intimaciones y Oficios de Cozzani. La jefa del área era
Alicia Majlis que tenía un armario con las denuncias y, a partir de ellas,
decidía qué lugares ir a inspeccionar. Sólo se inspeccionaba a partir de
alguna denuncia, nunca de oficio. En el sector noche era distinto, ya que no
había inspectores fijos sino que los diurnos se juntaban y trabajaban los
fines de semana de noche. El Jefe del área sí podía allí disponer de oficio y
sin necesidad de que hubiera denuncia previa. La orden con el trabajo
designado se la daba el encargado de noche, Penco o Telias. A veces
avisaban por handy; la selección de lugares, decían ellos, venía de la
Subsecretaria de Control Comunal. Manifestó la testigo que siempre lo
arreglaban con Alfredo Ucar, asesor de Fiszbin. Hasta mayo, Cozzani y
Díaz participaban de los procedimientos, luego lo delegaron en Telias y
Penco. Al ser preguntada sobre qué rubros se controlaban generalmente
dentro del turno noche dijo que fue variando; al principio eran locales clase
A y C hasta que, a mediados de diciembre, Rivero les dijo que la
Subsecretaría a cargo de Fiszbin le había dicho que dejaran de hacer
bailables clase C y que hicieran control sobre la venta de alcohol en
kioscos. Fue así hasta que, a partir del requerimiento de la Defensoría, se
volvió a controlar los locales de baile clase C y le dijeron que hicieran
hincapié en el certificado de bomberos. Los inspectores no podían tener una
noción clara de qué lugares habían sido inspeccionados porque rotaban.
Cuando Rivero estaba a cargo llegaba un listado de bomberos que tenían
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inspecciones nocturnas: en concreto, expuso que respecto del turno noche
había una reunión los días lunes, donde se establecían los objetivos del fin
de semana siguiente, pero dijo ignorar el parámetro de determinación;
durante la semana los inspectores ya sabían que serían convocados para
inspeccionar y se los citaba entre las 23:00 y 01:00 en Lavalle 1429 octavo
piso, lugar en el que se encontraban los choferes de las camionetas y partían
para los rubros indicados en las órdenes de trabajo, que podían ser verbales
o escritas. Luego de realizada la inspección, la orden de trabajo era devuelta
junto con el informe labrado por el inspector; el coordinador del operativo
nocturno lo enviaba a la mesa de entradas que luego lo distribuía entre las
áreas respectivas, aunque, según el testigo, nunca fue claro el recorrido que
hacían los informes, incluso a veces se habían encontrado varias
actuaciones iniciadas por la Defensoría o la policía vinculadas a un mismo
local, lo que demostraba que había gran desorganización. Cuando
funcionaba la UPI no había zonificación, por lo que cualquier inspector
podía trabajar en cualquier zona. Mazzilli manifestó que varios inspectores,
entre los que él se encontraba, hicieron numerosos planteos puesto que
querían saber el motivo por el que algunos lugares se inspeccionaban y
otros no, ya que lo de las reuniones de los lunes era poco claro, a lo que
recibieron respuestas evasivas tales como que la inspección se iba a hacer
en cualquier momento o que tenían una investigación preparada sobre el
lugar. Aclaró que lo que se cuestionaba no era que los objetivos se
mantuvieran en secreto hasta último momento, sino el criterio para elegir
los lugares a inspeccionar ya que “había algunos que curiosamente no se
inspeccionaban. Tal es el caso de ‘Mitos Argentinos’ en San Telmo, en el
que gran parte de su estructura es de madera y requiere un tratamiento
ignífugo especial que dura un año aproximadamente, o bien ‘Follia’ que
está en una zona no habilitada, o bien ‘Molliere’ (Chile y Defensa) que
fueron, pero antes de que empezara el baile, es decir, cuando todavía la
gente estaba comiendo. No afirmó que esos lugares estén en falta, sino que
al no haberse dispuesto nunca su inspección en los horarios pertinentes,
justamente eso es lo que no se puede saber”. Dijo haber escuchado el rumor
de que “Mitos Argentinos” era de un amigo de Díaz; que “Moliere”
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Fiszbin concurría personalmente. En cuanto a los criterios de selección de
los objetivos, indicó ignorar los parámetros elegidos.
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superiores transmitida en forma verbal por Cozzani y Díaz. Sin embargo, sí
recordó haber visto un instructivo escrito referente a la ley 118, emanado de
Rizzo, de la Dirección de Registros de Seguridad Privada.
Diego Gabriel Mayochi (fs.18.679/681 y 15.818/819), quien
ingresara al GCBA el 2 de mayo de 2004 como inspector de la UPI y luego
integrara la Dirección General de Fiscalización y Control, dio cuenta de que
la Directora de la UPI era Ana María Fernández; en sus tareas de inspector
le tocó hacer operativos nocturnos, los días viernes y sábados, para lo cual
se los citaba a la medianoche en Lavalle 1429 (sede de la UPI) o en
Corrientes y Acevedo (la guardia de auxilio del CEPIV), desde donde
partían. Inicialmente no hubo un coordinador responsable, pero a partir de
determinado momento se desempeñaron como tales Ignacio Penco y luego
Víctor Telias. A su entender no eran estos los que elegían los lugares a
inspeccionar, sino que a ellos les entregaban un listado con los sitios
designados, cuestión que considera que era fijada por la Coordinación
Operativa (Cozzani y Díaz), careciendo la Coordinación de Nocturnos de
autonomía para elegir los objetivos.
Si bien no supo indicar a ciencia cierta qué criterios se usaban para la
selección, señaló que teóricamente tenía que haber una denuncia previa, a
fin de que los inspectores no actuaran de oficio “...puesto que se prestaba a
sospecha...”, suponiendo que este criterio se aplicaba tanto de noche como
de día. Expuso que de noche siempre iban acompañados por la policía y en
algunas ocasiones los preventores les pedían ir a controlar otro lugar que no
estaba en la orden de trabajo –un club nocturno, un restaurante, etc.-
situaciones en que se consultaba por handy a Cozzani y Díaz y estos
decidían si se iba a no.
A través de los dichos de César Salvador Suárez Carpezano
(fs.20.176/20.182 y 16.88016.883) se incorporaron datos de las
modalidades bajo las cuales se hacían las inspecciones nocturnas a julio de
2004 y aquellas que se adoptaron desde agosto de ese año en adelante. El
nombrado ingresó a la UPI el 17 de mayo del 2004, siendo asignado al Área
Especiales. La primera vez que lo convocaron para un operativo nocturno
fue el 11 de julio de 2004, cuando se inspeccionó Cemento, siendo ésa su
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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Indicó expresamente que la forma de actuar y la decisión de clausurar
o no, aún cuando se constataran importantes irregularidades, siempre era
motivo de decisión del coordinador, “...ellos tienen que acatar la orden del
handy e inclusive ha habido casos de inspectores que quedaron cesantes
por no hacerlo. Ellos tenían la sensación de que si no informaban por
handy los podían echar y que sabe que Marta Cali conoce un caso.... Es
decir, jamás se podía clausurar sin autorización del coordinador. Que ello
no está escrito en ningún lugar, pero esa era la modalidad de trabajo desde
que ingresó....”.
En la oportunidad aportó copia de las actuaciones labradas en el caso
y, entre ellas, el informe del Área Legal donde se observa: 1) que fue
expedido con fecha 12 de noviembre de 2004; 2) que se consignó mal la
fecha de la inspección: 11 de junio por 11 de julio; 3) que se asentó
erróneamente que en el local funciona un comercio minorista de ropa de
confección y lencería cuando en realidad en el local no constataron nada de
eso; 4) que se asentó que se secuestraron las tarjetas de los matafuegos para
verificar su veracidad, pero se las dejó dentro del expediente sin realizarse
ningún estudio al respecto; 5) le llamó la atención que se cuestionara su
actuación por no haber clausurado, cuando la propia área de Legales –la
Dra. Lobo- que recibió toda la documentación y las infracciones del caso
tampoco lo hizo por sí, estando habilitada para ello, como así tampoco la
Coordinación Operativa, por la que pasaron esos antecedentes antes de
llegar a legales; y 6) que en el informe no se mencionara el resultado del
análisis de la documentación aportada por los responsables de Cemento en
la UPI.
Indicó que, a su criterio, Cemento estaba para ser clausurado atento a
las faltas verificadas, sin embargo, ello dependía del criterio del
coordinador.
Finalmente, indicó que las exigencias fueron cambiando a lo largo del
tiempo, pese a que las normas permanecieran iguales. Por ejemplo, para el
segundo operativo nocturno que participó, en agosto del 2004, se empezó a
clausurar con certificado de bomberos vencido, lo cual se debió a una orden
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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designación del nombre del local o su actividad; que ignora cómo se elegían
los objetivos nocturnos, porque nunca contaban con los antecedentes del
lugar; que para las inspecciones nocturnas la consulta por handy al
coordinador era la práctica habitual y obligatoria, incluso en los casos en
que todo estaba en regla. Según la testigo, a su entender, los parámetros que
se manejaban al 11 de julio de 2004, daban margen para que aún en las
condiciones detectadas no fuera el inspector quien clausurara en el
momento, sino que lo hiciera la UPI a posteriori con el resultado de la
inspección y la totalidad de los antecedentes a la vista. En el caso concreto
de Cemento, indicó que como les mostraron un “formulario de descargo” en
el que se asentaba que habían presentado en la UPI toda la documentación
correspondiente, era evidente que los inspectores no contaban con todos los
antecedentes del caso.
En idénticos términos sobre cada uno de los items mencionados en
párrafos anteriores se pronunció Marta Susana Cali (fs.20.255/261 y
16.933/936), habiendo agregado “...que nunca se dio un caso como estos ni
tampoco tuvo en un operativo en el cual considerase que correspondiera la
clausura y que el coordinador por handy dijera lo contrario o viceversa...”.
Pedro Leopoldo Roson (fs.21.154/156 y 17.583/584), quien ingresara
al GCBA como inspector en 2004, dijo que si bien fue asignado
sucesivamente a las áreas de “Especiales” y “Espectáculos”, participó de
inspecciones nocturnas para las que fue convocado, porque esa área es la
única que no cuenta con una plantilla de inspectores propia. Asimismo
informó sobre los siguientes extremos: que durante el transcurso del año,
previo al suceso Cromañón, “Nocturnos” estuvo a cargo de Ignacio Penco y
Víctor Telias, pero también tenían influencia como línea superior Rodrigo
Cozzani y Daniel Díaz; si bien no pudo dar datos sobre quién escogía los
objetivos nocturnos ni de qué criterio se usaba al respecto, indicó que los
destinos eran conocidos momentos antes de iniciarse los operativos,
proveniendo las órdenes indistintamente de los nombrados, quienes también
participaban activamente en tales tareas; que todas las decisiones a tomarse
en relación a una inspección -por ejemplo: una clausura- debían ser
previamente consultadas vía handy a quien esa noche estuviera cumpliendo
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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Dra. Ana María Fernández. Las observaciones que se hicieron fueron
elevadas al responsable del área para que emitiera su opinión, siendo que en
el caso concreto la Dra. Fernández no realizó ningún informe. Las
verificaciones que elevaron llevaron el número 10/04, se señalaron falencias
importantes tales como: escaso personal administrativo e inspectivo; la
existencia de dos mesas de entrada; que no se cumplían con la totalidad de
las denuncias que ingresaban, con lo cual menos se podía trabajar de oficio;
que no tenían manual de procedimiento ni sistema informático; que se
demoraba en concluir los expedientes; que las fajas de clausuras y las actas
no estaban preenumeradas, etc. Como a su criterio las faltas eran graves,
habló en varias oportunidades con el secretario de seguridad porque la UPI,
en definitiva, no estaba cumpliendo con la misión para la cual había sido
creada. Como ese funcionario pretendía lograr un sistema integrado de
todas las áreas bajo su competencia, decidió planificarlo. Se hizo un
proyecto que incluía, además, el pedido de un préstamo al Banco
Interamericano de Desarrollo y la idea de llegar a tener un mapa de riesgo.
No llegó a auditar la Dirección General de Fiscalización y Control porque
se creó a fin de año y no figuraba en la planificación, siendo incluida por
ello para el 2005. Al ser preguntada, dijo que nunca le pidieron que
investigara temas relacionados con la corrupción administrativa porque
escapaba a su competencia, ya que sólo tiene incumbencia en el control
administrativo y financiero del área.
Luis Cevasco dio cuenta de haber participado de las mencionadas
reuniones de los lunes a los efectos de la planificación de los operativos de
la semana y aclaró que, sin perjuicio de ello, ante el requerimiento de los
fiscales contravencionales por denuncias, se realizaban otros más allá de la
programación. Indicó que la prevención se ejercía en base a dos vías de
información: las reuniones que los fiscales tenían con las organizaciones de
vecinos o las denuncias policiales; de hecho, aproximadamente en el mes de
noviembre de 2004 se llegaron a clausurar alrededor de 15 ó 20 locales
bailables en la zona de Flores.
Tal como puede se puede advertir, y como quedará todavía más claro
a la hora de mencionar el contenido de las auditorías efectuadas sobre los
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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efectos de determinar la actividad que hacían los locales y complementar la
información que pudieran dar los particulares al hacer la denuncia.
Concretamente, faltó una actuación de oficio por parte de los inspectores ya
ubicados en una determinada zona que reforzara la modalidad de selección
de objetivos y contemplara, a su vez, todos aquéllos sobre los que no
recaían denuncias.
III.c: Las auditorías efectuadas sobre el sistema de control del
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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Asimismo, Juan Ignacio Vazquez Pisano, auditor de la Auditoría
General de la Ciudad de Buenos Aires desde abril del 2002, manifestó a fs.
11.456/11.458 (fs. 10.710/10.711) que intervino en auditorías de legalidad
que consisten en verificar la adecuación a la normativa en materia de
habilitación de determinadas actividades como los geriátricos, hoteles,
guarderías y locales clase “A”. Sobre ello dijo que la Dirección General de
Verificaciones y Permisos sólo controlaba por requerimiento judicial,
denuncia en los 0-800 o en los C.G.P o por decisión de su interventor, en
ese entonces Martín Smuckler. A esta situación la auditoría recomendó que
debería existir una planificación adecuada si no podrían existir
arbitrariedades en los controles. Así constataron que se habían suprimido
las inspecciones rutinarias sin tener conocimiento del por qué. Finalmente
agregó, que hubo muchísimos cambios en la estructura del G.C.B.A. por lo
que era sumamente difícil hacer un control de auditoría ya que se iniciaba
un proyecto en base a un organismo que tiempo después cambiaba de
nombre, competencias y titular. Agregó que, en base a su experiencia, si no
hay una rutina eso puede dar lugar, por ejemplo, a que existan locales que
no hayan recibido ninguna denuncia y sin embargo estén en funcionamiento
aún sin contar con la habilitación.
María Estela Moreno, supervisora de la Auditoría General de la
Ciudad desde diciembre de 1999, señaló a fs. 11.459/11.461 (fs.
10.712/70.713) que participó del seguimiento de la implementación de las
recomendaciones a los organismos auditados referentes a las temáticas
geriátricos, hoteles y estadios. Al ser preguntada acerca de su conocimiento
sobre la dinámica de las inspecciones, es decir, sobre cómo se decidían los
lugares a inspeccionar, manifestó que lo desconocía. En todos los casos en
los que intervino se le preguntó a la Dirección General de Fiscalización y
Control si existía o no una planificación estratégica de las inspecciones pero
nunca hubo respuesta, con lo cual, en sus trabajos de seguimiento de las
recomendaciones de los informes originales llegó a la conclusión de que se
mantenían las observaciones hechas en su momento.
El 24 de enero de 2005 se presentó el informe de auditoría interna
nro. 002/AUDITORIA/DGFyC/2005 llevado a cabo por Hugo R. Fernández
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
Por otra parte, según el mismo informe “se ha detectado que según la
información enviada por el Área de Despacho Operativo se realizaron
inspecciones en locales bailables que no cuentan con habilitación y éstos
no han sido clausurados, teniendo en cuenta que la actividad Local
Bailable es Inspección Previa, es decir que no puede funcionar sin su
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correspondiente habilitación, debería de haberse procedido a la inmediata
Clausura”.
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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organismo no conformó las unidades polivalentes encargadas de ejercer
el poder de policía local prevista en el decreto 1958/98 y 10015/05, ni
destacó en los C.G.P. el personal correspondiente para la evacuación
de consultas y la recepción de denuncias. Se recomendaba efectuar un
seguimiento de las intimaciones frutos de las inspecciones ya que no
siempre se realizaba.”
Por otro lado, si bien fueron objeto de sendos informes
actividades distintas a las de los locales de baile clase “C”, se puede
advertir que las falencias registradas en esas actividades, como se dijo
antes, consideradas sensibles por la gravedad que podría tener un hecho
trágico en ellas, se repiten también en los locales bailables.
Así, se refiere que en el informe sobre geriátricos privados,
efectuado en el año 2001 se dijo que:
“…el Gobierno de la Ciudad no cuenta con una planificación
que determine la periodicidad con que se deben realizar las
inspecciones. Esto puede generar arbitrariedad y falta de control. La
dotación del departamento `actividades especiales` era de sólo 15
inspectores y no sólo controlaban geriátricos. El Gobierno de la
Ciudad no cuenta con un padrón de geriátricos actualizado, ni con el
detalle de las plazas de cada uno. De un listado de 100 geriátricos, 30
ya habían dejado de existir.
Al verificar in situ se constató: más gente, más habitaciones y
más camas que las habilitadas, además de múltiples deficiencias
edilicias.
Se señalaron otros incumplimientos normativos como ser:
incumplimiento a las condiciones de seguridad de los internados, falta
de libros legalmente exigibles.
Al realizar el seguimiento de este informe en el año 2004 el
área de verificaciones se negó a contestar nuestros requerimientos de
información.”
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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Dentro de ese marco el resultado de los proyectos de
seguimiento en marcha en lo que respecta a verificaciones parece
previsible, sobre todo porque en las entrevistas efectuadas los
responsables de la UPI y de la UERA –disueltas a su vez hace pocos
días- negaron todo conocimiento de los previos informes de auditoría y
por ende, de la existencia misma de las observaciones que contenían. Y
además dijeron que no se consideraban responsables del
funcionamiento del organismo al que reemplazaban.
Conviene considerar, por otra parte, que el objeto de las
auditorías es detectar cuáles son las falencias de un organismo para
que puedan ser subsanadas y que de ahí surja un mejoramiento
concreto en la gestión de la cosa pública.
Desde este punto de vista no parece tan útil saber si el
organismo disuelto corrigió las suyas mientras existía, como lo sería
saber si el organismo que lo reemplazó –con las mismas o parecidas
funciones- adopóo esas recomendaciones...
Las circunstancias se complican aún un poco más si tenemos en
cuenta que de los sucesivos cambios y mutaciones de lo que fue en su
momento la Dirección General de Verificaciones y Habilitaciones,
resulta que no siempre todas las funciones del organismo disuelto
fueron heredadas por sus directos reemplazantes dentro de la misma
secretaria. El Control de Estadios, por ejemplo, históricamente de su
competencia, ahora pasó a depender de la ´Unidad de Contralor de
Espectáculos´ organismo fuera de nivel que depende de la
Subsecretaria de Justicia y Trabajo de la Secretaria de Justicia y
Seguridad Urbana (Dec. 366/04).”
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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tanto, suscribía esos levantamientos y en la misma trabajaba además María
Angélica Lobo.
Reacondicionados los circuitos de trabajo con el arribo de Torres
como Director, dio cuenta de que el área de clausuras se puso a cargo de
Mónica Dárdano y la coordinación general de las distintas áreas en cabeza
de María Angélica Lobo. Dentro del circuito administrativo Ana Fernández
sólo tuvo a cargo cuestiones de personal (planillas de asistencia, trámite de
sellados para que los empleados cobraran sus facturas, pues como eran
contratados debían facturar). Esta última quedó fuera del circuito
administrativo de informes, inspecciones y clausuras; de hecho no tenía
intervención en las actuaciones. Si bien no pudo dar cuenta de quién en
concreto dio esa orden, dijo que “...cuando la explicaron la manera de
trabajar, le dijeron que ellos tenían que responder a Dárdano, Lobo y
Torres, siendo informado esto por la Dra. Lobo...”.
En similar sentido que el expuesto precedentemente con relación a las
funciones que Fernández desempeñó en el período de existencia de la UPI,
en el lapso de la dirección de Lucangioli, en el breve período en que
reemplazó a éste y luego bajo la Dirección de Gustavo Torres, se
pronunciaron Claudia Noemí Molina Capdevila (fs.33.796bis/799 y
27.181/182), quien ingresó a la UPI en enero del 2004 y trabajó
sucesivamente en las áreas “Legal y Técnica”, “clausuras” (desde el
1/9/2004 a marzo del 2005) y “geriátricos” desde entonces; y Viviana Busto
(fs.33.800 bis/803 bis y 27.183/84), quien desde enero de 2004 hasta agosto
del 2005 se ha desempeñado en el área de “clausuras”.
Héctor Oscar Soler quien durante el 2004 se desempeñara como
coordinador de Actividades Especiales y luego de Esparcimientos Masivos,
dio cuenta de que la resolución 424/04 dictada por el Director General
Gustavo Torres lo ratificó en esta última función, referida a la fiscalización
de geriátricos, centros de salud y hoteles. Recordó que en esa misma
decisión se contemplaba la situación de Ana María Fernández como
Directora General Adjunta, “...pero, dentro de la estructura, estaba
´colgada´, no tenía ninguna línea de mando hacia abajo. ´Había sido
excluida totalmente del sistema operativo, ella no estaba en la línea
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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habiendo informado qué locales estaban al día, cuáles no habían renovado
el certificado y los que nunca fueron aprobados.
El pedido realizado por Alimena a Fiszbin, llega a ella el 13 de
febrero de 2004 (después de pasar por otras direcciones) y lo gira a la
Dirección General de Habilitaciones y Permisos, el 18 de ese mes.
Miguel Figueroa, Director Gral. de Habilitaciones y Permisos cumple
con la solicitud efectuada por la Defensoría del Pueblo el 20 de febrero y,
en esa fecha, remite lo actuado a la Subsecretaría de Control Comunal.
Fiszbin gira nuevamente las actuaciones a la Dirección General de
Coordinación de la Secretaría de Justicia y Seguridad Urbana, el 27 de
febrero. Con fecha 10 de marzo de 2004, esta última Dirección remite lo
actuado a la Dirección General de Coordinación y Seguimiento de la
Jefatura de Gabinete que es la que se encarga de efectuar la nota de pase a
la Defensoría del Pueblo con fecha 16 de marzo.
El 5 de mayo de 2004, el Defensor Adjunto Atilio Alimena, emitió un
dictamen en el que solicitó a la Subsecretaria de Control Comunal que
arbitre todos los medios necesarios para que se intimara a los locales de
baile clase “C”, al estricto cumplimiento de las normas vigentes,
especialmente la ordenanza n° 50.250. Asimismo, solicitó que en caso de
verificarse el incumplimiento de las normas vigentes, se aplicaran las
sanciones correspondientes y se informara respecto a las acciones previstas
y a ser implementadas.
Esta solicitud se fundamentaba en que, ya por resolución nro.
2022/03, la Defensoría había recomendado el seguimiento y control de las
habilitaciones, y el funcionamiento de los distintos locales de baile pero, no
obstante ello, de lo actuado en el expediente n° 631/04 surgía la existencia
de un alto incumplimiento a las normas vigentes por parte de los
responsables de estos lugares. Esos incumplimientos o violaciones a las
normas de seguridad ponían en peligro la vida de más de 400.000 personas
por fin de semana.
Posteriormente, en el marco del expediente n° 631 se elaboró un
informe en cuyas conclusiones se indicó que: “El objeto del primer informe
a partir de los datos suministrados por los distintos organismos, fue poner
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
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La testigo dijo no haber escuchado indicación alguna de Alimena
sobre que en el caso concreto debía procederse a la clausura de los locales y
negó que Fiszbin manifestara que no podía tomar ninguna medida respecto
de esos locales por necesitar una decisión política. Finalmente, dio cuenta
de que el aporte del mentado listado era importante y que Fiszbin tenía
como política inspeccionar todos los locales de baile, que era uno de sus
objetivos y que lo iba a llevar a cabo a través de la Dirección General.
En el careo Fiszbin/Alimena (fs.20.676/680 y 17.247/249), Alimena
reconoció que conforme la Resolución n° 52 de la Defensoría del Pueblo,
también este último tenía facultad de solicitar inspecciones y acompañar a
los inspectores; que Fiszbin se preocupó por el tema planteado en la
actuación n° 631/04, pero no lo resolvió.
Martín Gerardo Grynblat (fs. 10.696/99 y 10.031/32), asesor de
Alimena en la Defensoría, dio cuenta de que intervino en la Actuación N°
631/04, junto con el nombrado y con Fernández. Refirió que se la inició en
base a una nota que se cursó a la Subsecretaría de Control Comunal,
habiéndose usado el padrón que el GCBA suministró -correspondiente al
agregado en el legajo de Habilitaciones cuerpo I-, el que personalmente
entrecruzó con el informe de la Superintendencia de Bomberos, a partir de
lo cual se advirtió que el 86% de los locales no cumplían con las normas
contra incendio, procediéndose a su clasificación en tres grupos: a) los que
cumplían con la normativa, 2) los que tenían el certificado vencido y habían
solicitado su renovación y 3) los que lo tenían vencido y no solicitaron la
renovación o bien nunca la tuvieron. Indicó también que en el curso de ese
año, por pedido expreso de Alimena, Bomberos envió mensualmente -entre
julio y octubre- un informe sobre los certificados que se emitían para los
locales de baile, los que eran recibidos dos semanas después del mes
correspondiente, no habiéndose recepcionado el listado del mes de
noviembre, el que debió haber llegado alrededor del 15 de diciembre.
Como precedentes de la Actuación n° 631/2004, en lo referente a la
problemática de los locales bailables, cabe señalar:
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local han dado cumplimiento a las condiciones para la habilitación en los
términos de la ley referida, debiendo informar de ello a la DGV y H en caso
negativo, para iniciar el procedimiento de clausura.
-Recomendar al Jefe de Seguridad Metropolitana de la PF que arbitre
los medios para intensificar el control del tránsito en la calle Gascón al
1036.
-Recomendar al Director General de Fiscalización de Obras y
Catastro que en el término de 10 días informe el procedimiento adoptado
respecto a los incumplimientos, dados los cambios de uso, aumento de
superficie cubierta no declarada en los planos Conforme a Obra registrados
el 15 de diciembre de 1999 y faltante de elementos resistentes al fuego para
la conformación de la circulación protegida de emergencia en planta baja,
de acuerdo a lo normado por el art. 4.7.3.1 del Código de Edificación y para
que se informara sobre si el local mencionado cumple con los requisitos
mínimos de seguridad para su funcionamiento y, en su caso, inicie el
procedimiento de clausura pertinente.
*La resolución n° 6320/02 de fecha 6 de diciembre de 2002, por la
que se elevó un proyecto de ley de reforma del Código de Planeamiento
Urbano y del Código de Habilitaciones y Verificaciones.
Fue dictada en base a sendas actuaciones relativas a los problemas
generados por el funcionamiento de locales de baile o violaciones a normas
producidos por ellos, y la necesidad de efectuar modificaciones en la
legislación vigente relativa a este tipo de actividad dentro del ámbito de la
Ciudad de Buenos Aires. En los considerandos se detallaron los
inconvenientes planteados en esa Defensoría, relacionados con esa
problemática:
-Molestias en la vía pública por la aglomeración de personas en los
alrededores del local de baile “El Sublime” (n° 2938/99).
-Verificación de oficio sobre el cumplimiento de la Ordenanza n°
50.250 (n° 3277/99), habiéndose recomendado que, en caso de
incumplimiento, se proceda a la inmediata clausura del establecimiento.
-Molestias derivadas del funcionamiento de gran cantidad de locales
de baile en el barrio de Constitución (n° 3104/99 y n° 2326/99).
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punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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-Obstrucción de la vía pública en ocasión del funcionamiento del
local de baile “El Teatro” (n° 5929/01).
-Ruidos molestos e incorrecta habilitación en el local “El Gran
Lebowsky” (n° 6634/01), porque se trata del emplazamiento de un
restaurante en una zonificación no admitida por la normativa vigente en la
época de su habilitación (n° 6634/01); igualmente respecto de “The Glamb”
(n° 7028/02).
-Determinación sobre si el bailable “Scape” se halla habilitado, si se
realizan “maratones” con concurrencia de menores de edad que permanecen
en el establecimiento y se unen a los mayores, y falta de control del
expendio de bebidas alcohólicas a los menores (n° 6736/01).
-Ruidos molestos e incorrecta habilitación del local -Falta de
información a la DGV y C sobre el local de baile “Arena”- (n° 8802/01).
-Falta de control sobre los locales “Follia”, “Km 20”, “Sacape”,
“Milenium, ubicados en los clubes Ciudad y Defensores de Belgrano (n°
8080/02).
-Falta de información a la DGVyC sobre la habilitación del local sito
en Boulogne Sur Mer 326 (n° 8859/02)
Luego de resaltarse en el caso los inconvenientes que conllevan los
locales de baile en zonas urbanas de mucha concentración, se señaló la
necesidad de desalentar la instalación de los salones en esas zonas,
debiéndose dar preferencia a aquellas de más fácil acceso y evacuación para
los concurrentes, y donde se minimicen las molestias a quienes viven en la
ciudad. Asimismo, advertido el hecho de que reiteradamente se verifica el
ingreso de personas más allá del número permitido, se destacó que ello
resulta un factor que afecta seriamente su seguridad, ya que el número de
concurrentes determina los anchos de salida de incendio y, además,
extremos de confort (cantidad de sanitarios).
*La nota del Comisario Alberto Corbellini de fecha 21 de abril de
2003, dirigida al Departamento de Actividades Nocturnas de la Dirección
General de Verificación y Control del GCBA, mediante la cual: a) se
remitió un listado de locales de baile que, acorde a los antecedentes de la
Superintendencia Federal de Bomberos, no habían cumplido los términos
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punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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normativa, constituye una inversión importante. Obviamente resulta menos
oneroso construir (y habilitar) locales para otros usos (bares, restaurantes,
etc.) ya que demandan menores requisitos, especialmente en cuanto a
condiciones contra incendio, medios de salida de emergencia...etc.”
Luego de incluirse un listado de 35 locales que funcionan como
bailables (algunos como actividad principal y otros como complementaria)
sin la correspondiente habilitación (Stilo, New Star, Mambo, Voodoo, el
sito en Bonpland al 1400, ex Tramps, The Place Disco, La Preciosa,
Moliére, El Universo, Pachá, Buenos Aires News, Chamaco, Captiva,
Genoma Disco, Summun 2000, Mitos Argentinos, Jade, Follia, Pagana
Disco, Tiro Loco, Guarapo, Guantanamera, La Madelein, Tocororo, Speed
Café, Los Maizalez, Terrazas del Este, El Santo, La Diosa, Caix, All
Surprise, Milenium, Tabako, Club de Golf). se señaló que: “...De la lectura
del listado precedente se desprende que lo integran algunas de las discos
más grandes y concurridas de la Ciudad. Miles de jóvenes asisten todos los
fines de semana a locales que no cuentan con habilitación y, por ende, no
están debidamente controlados. De esta manera, se desconoce si esos
locales cuentan con la infraestructura adecuada para albergar a los
asistentes que, en algunos casos, llegan a miles, especialmente en lo
atinente a las normas de seguridad, prevención contra incendio, medios de
salida de emergencia, etc. El Gobierno de la Ciudad no puede alegar
desconocimiento ante el funcionamiento de estos locales, ya que no sólo
publicitan sus actividades, sino que fueron denunciados por esta
Defensoría en reiteradas oportunidades. La mayoría de estos locales no
sólo no cuentan con habilitación, sino que constituyen actividad no
permitida en la zona... Se observa que los locales no habilitados
desarrollan actividad en diferentes zonas de la ciudad y lo hacen con
inaudita prolongación en el tiempo. En este punto debe destacarse que
obran en esta Defensoría publicaciones donde diferentes locales dan a
conocer sus actividades. De lo expuesto se desprende que no se trata de
actividades desconocidas por el Gobierno de la Ciudad, ni que estamos
ante situaciones clandestinas ni furtivas, ya que son de público
conocimiento. También podemos recordar las investigaciones periodísticas
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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son responsables, por acción u omisión, de permitir que estos locales
funcionen.
La continuidad de esta situación, y su mantenimiento en el tiempo, no
resultaría posible sin la connivencia no sólo de inspectores del gobierno,
sino también de los funcionarios de los que dependen estos agentes.
De todo lo expuesto surge la posibilidad de estar frente a situaciones
que podrían encuadrarse en actos delictivos tipificados en los artículos 249
y 256 del Código Penal (incumplimiento de los deberes de funcionario
público y cohecho). Además, la aparente connivencia podría basarse en la
figura tipificada en el artículo 210 del mismo código (asociación ilícita), lo
cual agrava el hecho.
Mientras tanto, la evasión impositiva continúa, los asistentes a los
locales de baile siguen asistiendo en cantidad, sin conocer los peligros a
los que se exponen, y los responsables de los establecimientos consiguen
grandes ganancias a expensas de la seguridad y violando normas en
vigencia.”
La suscribiente de dicha resolución, la Defensora Alicia Oliveira
(fs.14.346/349 y 12.640/641), señaló que recomendó al entonces Director
General de Verificaciones y Control que, en base a esa resolución,
dispusiera la inmediata clausura de los locales de baile que no contaran con
la correspondiente habilitación, bajo apercibimiento de iniciar acciones
penales.
*La nota del Comisario Alberto Corbellini del 31 de octubre de 2003,
dirigida también al Departamento de Actividades Nocturnas, en idénticos
términos que la nota del 21 de abril anterior, dándose cuenta de que la
reiteración obedecía a “..no haberse recepcionado al día de la fecha
contestación...”.
*La nota del Comisario Corbellini de fecha 12/4/2004, enviada a la
Dirección General de Habilitación y Permisos, en la que: a) se remitió el
listado de locales de baile que, acorde los antecedentes obrantes en la
Supeintendencia Federal de Bomberos, no cumplieron los términos
establecidos en al OM n° 50.250; b) Se indicó que “...la actividad bailable
implica un riesgo mayor, acorde al desarrollo de la misma, material y
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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dependencia y diez más en trámite, situación que le llamaba la atención.
Incluso había muchos que no habían renovado el certificado con la
superintendencia con lo cual, a su criterio, más del 80% estaba funcionando
sin la habilitación correspondiente. Agregó que en la reunión estuvo
también presente Ana Pruzac, funcionaria de la subsecretaría. Siguió
indicando que el 19 de marzo recibió la respuesta y comenzaron a realizar
el cruce de información y, en los últimos días de abril del 2004,
confeccionaron un informe interno el cual fue agregado en el expediente,
surgiendo efectivamente que el 80% de los locales de clase “C” habilitados
por el gobierno, no tenían el certificado de bomberos, situación que
implicaba la inmediata clausura. A fines de abril le expuso el problema a
Fiszbin y le adelantó que le iba a enviar una solicitud para que procediera
de inmediato a clausurar los locales, remitiéndole una intimación en ese
sentido el 5 de mayo. En agosto del 2004 desde el Área de Control de la
Defensoría del Pueblo, en cabeza del Dr. Fachal, se mandó un
requerimiento al Área Polivalente de Inspección del Gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires, donde se le pidió el listado de locales inspeccionados, con
el detalle de cuáles habían sido clausurados y cuáles mantenían la clausura,
requerimiento que fue contestado el 15 de noviembre del mismo año. En él
se detallaron 95 locales sobre los cuales hubo distintas acciones, ya sea de
clausuras, intimaciones y posteriores levantamientos de clausura, pero
igualmente seguía habiendo locales que estaban habilitados sin el
certificado de bomberos. Agregó que mensualmente seguían recibiendo el
listado de bomberos en donde los locales que contaban con certificado
aumentaban en número pero que no llegaban a ser el total de los que
figuraban habilitados por el gobierno. Igualmente la Defensoría insistía con
el control que debía realizar el gobierno para clausurar a quienes no
cumplieran, contestándoles la subsecretaría que era necesaria una decisión
política ya que, sin ella, no se podían clausurar tantos locales. El 18 de
noviembre, indicó, se hizo un informe interno que arrojó como resultado
que sólo podían estar habilitados 63 locales y que el resto debían estar
clausurados.
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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sentido. Finalmente y, sobre el resto de las cuestiones, se expresó en igual
sentido que Alimena.
Martín Gerardo Grynblat a fs. 10.696/10.698 (fs. 10.031/2), asesor de
Alimena, se pronunció en forma coincidente con el nombrado y como lo
hizo Fernández, al tiempo que precisó que él personalmente elaboró las
conclusiones finales del informe n° 631/04.
III.f: Conocimiento sobre la actividad de “República Cromañón”.
Con respecto a la actividad que realizaba República Cromañón el
testigo Horacio Mario Santinelli manifestó que se debió haber pedido
permiso para la realización de recitales, pues el local estaba habilitado como
de baile clase “C”, y se le debió aplicar la normativa para los recitales en
canchas de fútbol. Dijo asimismo, al referirse al caso particular de
República Cromañón, que “hubo varios indicios que deberían a haber
llevado a inspeccionar Cromañón, tales como la revista ‘Llegás a Bs. As´
en donde se anunció el recital o los problemas que hubo en
‘Excursionistas’. Que era práctica habitual que la información la
recabaran de los medios de comunicación, de donde surgía que allí se
hacían recitales y que iba a tocar un grupo que tiraba bengalas.”.
Asimismo, Adrián Eusebio Rivero, señaló que tenía conocimiento de
la existencia de Cromañón y de que éste estaba habilitado como local de
baile clase “C”, pero que en la práctica se hacían recitales funcionando en
forma similar a Obras Sanitarias. Que era, en realidad, una suerte de
microestadio y el régimen aplicable, a su entender, era otro porque para
hacer recitales había que pedir autorización en cada caso.
Silvana Myriam Giudici manifestó que en la época de existencia de la
DGVyC las inspecciones se hacían en base a una hoja de ruta emanada de
un sistema informático interno de esa dirección, se hacía una especie de
sorteo, evitándose de tal modo la arbitrariedad en la elección de los
objetivos; cuando se disolvió, también se dejó de lado ese sistema.
Expuso que desde el momento en que planificaban operativos de
control nocturnos la prioridad estaba puesta en la seguridad e higiene, y que
como funcionaria sabía que en ese horario Constitución, Once y la zona de
La Rural eran zonas conflictivas porque concurría mucha gente; al final de
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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que los inspectores conocen cuáles son los lugares conflictivos porque es la
esencia del trabajo. Indicó que una cosa es que en un local bailable se haga
un show y otra cosa distinta es que se utilice el lugar como auditorio o que
se den recitales, como ocurre con el Luna Park u Obras Sanitarias y que, en
su opinión, cuando se quiere realizar un recital en un local bailable, se
necesita de un permiso especial. Agregó que “El Reventón” era un objetivo
importante en la zona y que, junto con “Fantástico” y “Latino Once” (justo
a la vuelta), entiende que deberían ser inspeccionados como mínimo cada 3
ó 4 meses.
Alicia Majlis de Szurman (15.376/380 y 13.451/453) dijo que habida
cuenta de su calidad de arquitecta y que había hecho un postgrado en
“Planificación Urbana” en algún momento le sugirió a Fernández que
después de un año de trabajo en la UPI se realizara un “mapa de riesgo”,
para asentar, por zona, el tipo de infracciones y su cantidad. Dio cuenta de
que Fernández le respondió que le parecía una buena idea, pero de hecho no
se concretó porque a posteriori la UPI se disolvió.
Marcelo Beatriz Velazco (fs.16.131/135 y 14.000/002) dijo que no
conocía “Cromañón” antes del hecho del 30 de diciembre de 2004 y que en
su trabajo no había un “mapa de riesgo”, a lo que agregó que, si bien no
puede decir qué lugares bailables son conflictivos, sí puede afirmar que hay
zonas que son problemáticas, como Constitución, Once o Liniers.
Por su parte, Luis Jorge Cevasco, Fiscal General Adjunto de la
Ciudad (fs.29.484/88 y 23.278/80), expuso que en el caso preciso de
“Cromañón” nunca se supo lo que pasaba porque no había denuncias
policiales ni reclamos de vecinos; no tenía conocimiento ni del local ni del
grupo Callejeros, enterándose de su existencia luego de la tragedia. Señaló
que en la zona “Once” el problema acuciante sobre el que se trabajaba era el
de la venta ambulante.
Respecto de Fiszbin señaló que, por contacto directo con ella y a
través de sus colaboradores, advirtió que la nombrada mostraba una
preocupación constante por el control de los locales bailables con presencia
de menores, la venta de alcohol en la vía pública e irregularidades con
cuestiones de seguridad de distinto tipo y diversa naturaleza, y que también
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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Esta tarea, no solamente es desarrollada por personas ajenas a la
administración, sino que -tal como se está investigando actualmente en
diversos expedientes que corren por cuerda con el presente- cuenta muchas
veces con la colaboración de empleados o funcionarios pertenecientes a
ella, que indudablemente componen una suerte de red informal paralela al
funcionamiento de la administración que influye en los procesos no
solamente de habilitación sino también de control.
A tal punto esto es parte de la realidad que, como se advierte del
relato de varios de los testigos que dieron cuenta de los motivos de los
sucesivos cambios de estructura del organigrama de control del GCBA, una
de las principales causas fue la imposibilidad de erradicar la corrupción
interna de estos organismos, cuyos empleados muchas veces eran
sobornados por particulares a cambio de evitar los controles o de sortear
requisitos para obtener una habilitación. Todo ello motivó, incluso, que
directamente a fines de 2003 se eliminara lo que entonces era la Dirección
General de Habilitación y Control y se pasara a disponibilidad a todos sus
integrantes.
Este tipo de redes informales, también estaría compuesta por
empleados que nada tienen que ver con esa área, o por personas ajenas a la
administración, conectadas con otras que sí pertenecen a ella, y que también
participan de esta “industria de la habilitación”, realizando actividades tales
como la venta de “planchetas de habilitación” falsas.
Todo esto fue perfectamente resumido por la entonces Defensora de
Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, Dra. Alicia Olivera, en la resolución
2022/03 de ese organismo, cuando sostenía que: “El funcionamiento de este
tipo de locales no puede mantenerse en el tiempo sin una connivencia por
parte de sectores de la estructura gubernamental”. Y agregó: ”Como ya se
ha dicho en la presente resolución, el funcionamiento de estos locales se
extiende en el tiempo, por lo que han desarrollado tareas diferentes
funcionarios a cargo de las dependencias encargadas de su control. Sin
embargo, las responsabilidades, por acción u omisión, recaen en éstos.
Resulta obvio que existe en el estado comunal una estructura informal que
se mantiene a lo largo de los años que resulta imposible (por ineficiencia,
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capacidad, esto demuestra que en caso de siniestro el agravamiento del
problema generaría una situación incontrolable, como resultado del estado
de pánico (caso Keybis)”.
Y agrega: “[m]ás allá que en los últimos tiempos no se han conocido
públicamente inconvenientes en establecimientos, la problemática actual
debe tener otra lectura, no esperar que suceda una catástrofe para después
reaccionar como lamentablemente suele suceder. Sólo falta un siniestro, el
resto serán explicaciones, procesos judiciales y muertos”1 (el resaltado nos
pertenece)
Efectivamente hizo falta que ocurriera lo que ocurrió el 30 de
diciembre de 2004 en “Cromañón” para que tanto los legisladores porteños
como otros funcionarios públicos de áreas ejecutivas advirtieran el hecho de
que una actividad de alto riesgo se encontraba regulada con normas que no
pueden leerse sin sorpresa por resultar, en algunos casos, tan contradictorias
que parecieran redactadas a propósito para beneficiar los objetivos
personales de los integrantes de una estructura burocrática que deja muchas
dudas sobre su funcionamiento real en pos del interés público; que resultan
tan abiertas en su contenido que permiten que quien las utiliza pueda
hacerlo fuera de contexto, cobijando bajo un mismo precepto actividades
diferentes, resultando inorgánicas a punto que, amparándose en una norma
se pueden burlar los mecanismos de control establecidos por otra, para
situaciones similares.
Los legisladores porteños, por inacción, dejaron que perdieran estado
parlamentario diversos proyectos de reforma del Código de Habilitaciones y
Verificaciones y advirtieron, después de lo acontecido en “República
Cromañón”, la imperiosa necesidad de actualizar la legislación limitando
las posibilidades de discrecionalidad del ejecutivo. Los funcionarios del
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que, a los pocos días de ocurrido el
hecho que provocó la muerte de casi doscientas personas, dictaron decretos
como los n° 1 y 2 de 2005, en los que se regula, de manera expresa, la
equiparación de las exigencias y los controles exigidos para realizar
recitales en micro estadios y en locales de baile.
1
Informe sobre Locales Bailables efectuado por la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires a
comienzos del año 2004.
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cuenta con dos medios de egreso: uno que comunica directamente con
la vía pública y el otro que comunica con el sector de acceso vehicular
al garaje comercial. Dejase expresa constancia que esta actividad ha
sido solicitada en el carácter de complementaria del uso hotel, con el
cual no posee comunicación, sino a través del garaje comercial,
contraviniendo por tal motivo el artículo 10.2.3 inc. c) y d)”.
En base a ello, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires le envió al
representante de Once Central Park una nota en la que se le comunicaba que
no podían funcionar sin habilitación y que su otorgamiento dependía de que
se cumpliera con diferentes requisitos, entre los que estaban el de “excluir
del pedido de habilitación el del local bailable porque como actividad
complementaria contraviene lo normado en el artículo 10.2.3” De esto se
notificó al arquitecto Rizzo.
Contra esa decisión, el 6 de junio de 1997 se interpuso un recurso de
reconsideración consintiéndose, sin embargo, lo resuelto en cuanto a la
exclusión del local de baile del pedido de habilitación.
Finalmente, el 24 de julio de 1998 Once Central Park, todavía
representado por Tito Maldonado Mereles, solicitó, no obstante lo ya
requerido, que también se dejara sin efecto el pedido de habilitación para el
rubro hotel.
Para continuar con el relato de lo acontecido en torno a la habilitación
del local, se debe considerar el expediente nro. 46.309, iniciado por la
Dirección General de Policía Municipal del Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires, cuyo objeto estuvo constituido por el pedido de clausura del
local bailable clase “C” ubicado en la calle Bmé. Mitre 3060 de la
Ciudad de Buenos Aires, que tramitaba de manera paralela a los distintos
pedidos de habilitación y que evidencia los problemas, o la irregularidad,
que representaba el hecho de que el local bailable, por ese entonces “El
Reventón”, se encontrara en funcionamiento como tal pese a no tener
habilitación.
El expediente se había iniciado por disposición del Interventor de la
Dirección General de Policía Municipal del Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires, Norberto Varela, quien con fecha 25 de abril de 1997,
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habilitación). También se verificó que había comunicación con el hotel por
el primer piso. A raíz de ello, los funcionarios labraron un acta de
infracción en la que detallaron varias irregularidades, entre las que se
encontraba la de utilizar la cochera como depósito de material altamente
combustible, dado que detectaron catorce rollos de guata, aparentemente de
propiedad de una fábrica de ropa que también funcionaba en una parte del
complejo. A raíz de ello, se procedió a la clausura del garaje.
Al otro día, se presentaron otros tres inspectores para evaluar las
instalaciones del Hotel Central Park Once, verificando que el hotel se
comunicaba con el garaje y con el bar, y que poseía una tarjeta de iniciación
de trámite de habilitación diferente a la del hotel, pese a que era ostensible,
y evidente, que tanto uno como otro estaban ediliciamente vinculados y
eran explotados por la misma persona o, por lo menos, por la misma razón
social. Todo ello, a su vez, sostenían los inspectores, se comunicaba con el
local de baile que estaba clausurado.
Se constató asimismo que no había habilitación, que no había planos
de obra ni de instalación eléctrica, gas, etc., que estuvieran aprobados para
una única y gran unidad de uso, por lo que sugirieron que se ordenara una
nueva clausura para el hotel y sus anexos desde Bartolomé Mitre 3036/86 y
Jean Jaures 51 inclusive “con lo que se evitaría el ingreso a todas las
actividades que claramente constituyen una unidad de uso y se está
tratando por parte de sus titulares de hacerlo pasar por distintas unidades
para evadir normas de seguridad y funcionamiento como uso común”,
firmando la nota el funcionario Saverio Nicolás Elía.
El 6 de julio de 1997 se clausuró el hotel. Cuatro días después, el 10
de julio de 1997, Aníbal Miguelez, entonces Director de Actividades
Especiales, le envió una nota al Director del Departamento de Clausuras en
la que le aclaraba, a efectos ilustrativos, que: “el establecimiento resulta
una unidad integral de uso, conformada por un hotel, un garaje, un local de
baile, canchas de fútbol y un café bar, encontrándose comunicados entre sí
y manteniendo independencia en el desarrollo comercial de sus
actividades”.
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presentaba y solicitaba, de acuerdo a lo que establecía el decreto municipal
2366/94, la habilitación automática del local con entrada en los números
3060/66/70/72 de la Calle Bmé. Mitre en el rubro “Local de Baile clase C”;
acompañándose, según lo manifestaba el escribano Roberto Luis Rosetti,
toda la documentación correspondiente en originales ante su vista.
Asimismo, habría estado en el acto el arquitecto Horacio Alberto Campesi
quien declaraba bajo juramento que el local había sido inspeccionado por él
y reunía los requisitos de la ordenanza 44.947 y el decreto 2013/91. Lo
mismo declaraba Chavez bajo juramento.
A fojas 109 obra el acta de constitución de “Lagarto S.A.”,
conformada en La Plata, el 25 de abril de 19972, interviniendo el escribano
Alberto David Hassan. Comparecieron al acto de constitución de la
sociedad Estefanía Duday, Gerardo Ariel Costabello, Germán Marcos
Vengrover y Urbano Chavez, quienes manifestaron que la sociedad se
dedicaría a la contratación de todo tipo de artistas, músicos, actores, etc., y,
asimismo, a la organización de conciertos, recitales, bailes, actuaciones,
ciclos, giras y otras muestras artísticas.
Antes de adoptar cualquier decisión respecto al levantamiento de
la clausura dispuesta, Roberto Varela remitió las actuaciones al jefe del
Departamento de Espectáculos, Recreación y Educación, Dirección
Actividades Especiales, a fin de que se expidiera sobre las
observaciones de condición emitida en la habilitación, y en particular,
sobre la puerta alternativa de emergencia.
En la parte de atrás de esa nota (fs. 96 vta.) aparecen varias
constancias de inventario del expediente cuyos autores no pueden ser
identificados porque no hay aclaración de firmas, salvo el caso de Calderini,
a quien se reconoce por su firma y su número de legajo municipal.
En consecuencia, el expediente quedó sin remitir a su lugar de
destino desde el 8 de agosto de 1997 hasta el 7 de octubre de 2002, por
lo cual también quedó sin modificarse la clausura que recaía sobre el
local y sin que ningún funcionario responsable respondiera o se hiciera
responsable de si podía, o no, habilitarse el lugar en los términos en que
2
Fecha ésta en la que casualmente se ordenó la primera clausura del local.
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complejo en el expediente n° 10.294/97, que están firmados por la
arquitecta Mabel Carnevale
A fojas 4 obra una declaración jurada de habilitación de usos y
certificación de uso, suscripta por el arquitecto Campesi, quien afirma que
el local reúne todos los requisitos para ser habilitado.
A fojas 25 hay un plano de condiciones contra incendio de todo el
complejo que para el plano aparece como propiedad de “Nacional Uranums
Corporation”, en el que figura como destino del establecimiento: “hotel sin
servicio de comida; espectáculos y diversiones públicas; local de baile clase
“C”; actividades complementarias (sin especificar respecto a qué es el
complemento); garaje comercial; café, bar, confitería; cancha de mini fútbol
o fútbol cinco.
Hay además un plano por cada planta del lugar, hallándose todo
integrado. Los arquitectos que intervinieron en la realización de esos planos
son Juan Mario Lerner y Mabel H. Carnevale, con domicilio en Avellaneda
4428. Hay que recordar aquí que, supuestamente, los representantes de
Lagarto SA le pagaron a Rizzo y Carnevale para que hagan habilitable el
lugar, y no queda claro si hay una relación entre estos arquitectos y
Lerner, que aparece como constructor del complejo y representante legal
de Uranums Corporations.
Hay un sello de la Dirección General de Obras y Catastro donde se
lee: “Registrado, condiciones contra incendio s/capítulo 4.12 del CE”.
Abajo, en el mismo sello dice: “no verifica el cumplimiento de las demás
disposiciones del CE y CPU; no autoriza el comienzo de obra civil. Fecha:
4 de junio de 1997. Arquitecto Walter Sergio Chiodini, División Seguridad
contra Incendio del GCBA”.
A fojas 26 obra un memo que tiene como indicación de asunto:
“condiciones contra incendio” y se lee que: “La Dirección General de
Fiscalización de Obras y Catastro del GCBA certifica que: a fojas 62 del
expediente nro. 40.511/97 (referido a las condiciones contra incendio del
predio) se halla la siguiente información: “Buenos Aires, 19/06/97”
“Señor Jefe Departamento de Administración:
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necesidad de ajustarse, en lo que a medios de egreso se refiere, a lo
establecido por el artículo 4.7.
A fojas 33 obra una resolución, firmada por Roberto Calderini, en
la que sostiene que el local está preparado para desarrollar varias
funciones y que no existe conexión entre ellas; además dice por primera
vez lo de la puerta alternativa, pero relativizando su función e
importancia de manera tal de evitar el impedimento representado por la
conexión con el resto del establecimiento.
Debe recordarse aquí que este es el mismo Calderini que había
sostenido, el 14 de abril de 1997, en el expediente 10.294/97 que el
complejo no podía ser habilitado porque existía una conexión entre los
diferentes lugares que violaría las normas vigentes.
A fojas 35 obran diversas impresiones pedidas con fecha 23 de julio
de 1997 por Roberto Calderini con respecto a los expedientes en trámite
relacionados con el local a habilitar. Entre estos expedientes está el de
clausura del local, que se supone habría sido consultado por el funcionario
entre el 23 y el 28 de julio de 1997 (fechas en que solicitó los informes y
efectuó el dictamen respectivamente).
A fojas 37 hay una nota dirigida al Director de Recepciones y
verificaciones, firmada por Margarita T. de Ramar, arquitecta de la
dirección de habilitaciones especiales, que le sugirió a aquél, en base a todo
lo dicho por Calderini, que habilite el local. La nota fue remitida con fecha
29-7-97 por Claudio Niño a la dirección de certificaciones.
Finalmente, conforme surge de fojas 41, el 1° de agosto de 1997 se
otorgó la habilitación mediante disposición nro.06060 DGRYC/97, firmada
por Jorge E. Gatucci (a/c de la dirección de certificaciones) y Enrique
Reinaldo López (interventor de la Dirección Gral. De Registros y
Certificaciones).
V- “República Cromañón”: la inactividad de los funcionarios
municipales desde el 29 de marzo de 2003 hasta el 30 de diciembre de
2004.
Conforme surge de la descripción llevada a cabo por el a quo la base
del reproche efectuado a los imputados consiste en:
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como función el ejercicio del poder de policía en lo que se refería a
cuestiones de seguridad en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Por su
parte, si bien la aplicación directa de las normas al caso concreto era una
función de la Dirección General de Fiscalización y Control, la Subsecretaría
de Control Comunal tenía la obligación de controlar la aplicación de las
normas específicas, entre otras formas, mediante la coordinación de
actividades con esa Dirección General y la supervisión de su
funcionamiento.
Así las cosas, puede sostenerse como punto de partida que la
responsabilidad sobre la aplicación de las normas de seguridad en la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires estaba a cargo, al momento de los hechos, de la
Subsecretaría de Control Comunal y de la Dirección General de
Fiscalización y Control.
Ahora bien, para comprender el marco normativo que regía una
actividad como la desarrollada por “República Cromañón” antes del 30 de
diciembre de 2004, y a efectos de exponer más claramente cuál era la
conducta debida para la administración pública en materia de inspecciones,
resulta de utilidad comenzar la exposición con las normas vigentes con
posterioridad a esa fecha, que indudablemente constituyó un momento clave
para la producción normativa en esa materia.
Con fecha 8 de febrero de 2005 se dictó el Decreto de necesidad y
urgencia N°1/GCBA/05 que en su artículo 1° establece lo siguiente: “…en
los locales de baile, clase A, B o C; bares, restaurantes u otros rubros cuya
actividad complementaria sea local de baile Clase C; clubes, o sectores de
éstos u otros establecimientos donde la actividad de baile forme parte del
eje comercial del emprendimiento, se encuentra prohibida la realización de
espectáculos musicales en vivo”.
Entre los considerandos por los que se dictó dicha norma se sostiene
que “habiéndose efectuado una revisión de la normativa referida a la
actividad bailable, llevada a cabo en diversos tipos de establecimientos que
funcionan en el ejido de la Ciudad y que requieren de habilitación principal
o complementaria para realizarla, se hace necesario concentrar una serie de
requisitos esenciales en un solo cuerpo normativo, reforzando los
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Habilitaciones y Permisos, con una declaración jurada indicando la fecha y
hora del espectáculo programado; datos de la banda y cantidad de personas
que la componen.
En el caso de presentarse estructuras transitorias que no estuvieran
contempladas en el plano de habilitación, se deberá presentar un plano
detallado del espacio de uso con emplazamiento de los lugares afectados al
espectáculo. Si esas estructuras así lo justifican, deberá presentarse un
nuevo plan de evacuación.
Con respecto a las estructuras transitorias, deberán estar terminadas
con 48 horas de anticipación a la realización del espectáculo, y deberá
presentarse en idéntico plazo certificación firmada por un profesional
responsable matriculado que se responsabilice de que las estructuras
presenten las condiciones de seguridad para su uso. También deberá
presentarse una certificación firmada por un profesional matriculado
mediante la cual se haga responsable de que las instalaciones eléctricas han
sido realizadas en forma reglamentaria conforme al Código de Edificación.
Se deberá presentar la siguiente documentación: constancia de seguro
de responsabilidad civil; constancia de la contratación de servicio de
bomberos; certificado de reválida trimestral expedido por la
Superintendencia de Bomberos; constancia de la contratación y presencia
de servicio médico permanente de emergencias; constancia de nota
presentada ante la Policía Federal Argentina comunicando la realización del
espectáculo.
Ante la solicitud de permiso previo la Dirección de Habilitaciones y
Permisos procederá a inspeccionar el lugar a los efectos de fijar la
capacidad autorizada para la noche del espectáculo, y en ningún caso esa
capacidad podrá superar la autorizada en el plano de habilitación aprobado
por la Dirección General de Habilitaciones y Permisos.
Otorgado el permiso especial previo, la Dirección General de
Habilitaciones y Permisos girará las actuaciones a la Dirección de
Fiscalización y Control para que dentro de las 24 horas anteriores al horario
programado de espectáculo se efectúe la inspección previa al libramiento al
uso del público de las instalaciones. La constatación del incumplimiento de
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
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Ahora bien, en los considerandos del decreto 1/GCBA/05 se sostuvo
que era necesario dictar esa disposición, entre otras cosas, para despejar –en
miras a la seguridad de los concurrentes- cualquier duda que pueda surgir
acerca del alcance de la explotación de los locales de baile clase C, y en
particular, sobre la posibilidad de que éstos pudieran realizar recitales en
vivo.
Sin embargo, si se atiende al contenido de las normas que regulaban
la actividad de ese tipo de locales, y a otras que se hallaban vigentes al
momento del hecho y que regulaban específicamente el trámite que debía
hacerse para la realización de recitales en vivo en lugares no habilitados
expresamente para ello, esas dudas no tendrían razón de ser; o más
concretamente, no existía al momento del hecho ningún motivo para pensar
que en un lugar con la habilitación de “República Cromañón” se pudieran
hacer recitales en vivo.
Ello es así, en primer lugar, porque el espectáculo de variedades al
que se refiere el Código de Habilitaciones y Verificaciones, debería ser
siempre -del mismo modo en que fue recogido por el Decreto
2/GCBA/2005 al que luego nos referiremos- un complemento del baile, que
sería el objeto principal.
En segundo lugar, porque la concepción que se tiene sobre este tipo
de espectáculos, dista mucho del contenido de los recitales en vivo.
Pensados como complemento de la actividad de baile para la que estos
locales están específicamente habilitados, los espectáculos de variedades se
entienden como aquellos que permiten complementar esa actividad, tales
como una orquesta típica o un cantante sin grandes despliegues que la
desvirtúen. También como complemento, son espectáculos que están
destinados a durar poco tiempo, de manera tal de permitir el desarrollo de la
actividad bailable; tampoco son espectáculos en los que se cuente con una
participación activa del público, que se supone interesado básicamente en la
otra actividad.
En tercer lugar, porque ya con anterioridad al 30 de diciembre de
2004, la normativa específica que existía para la organización de recitales
de este tipo en lugares abiertos o cerrados no habilitados específicamente
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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fijas y transitorias han sido realizadas en forma reglamentaria conforme lo
establecido en el Código de la Edificación;
-informe técnico profesional firmado por profesional idóneo y
matriculado, donde se garantice que la totalidad de las estructuras realizadas
en forma transitoria y las fijas presentan condiciones de seguridad para su
uso;
-copia certificada de la contratación realizada ante la División
Reuniones Públicas de la Policía Federal Argentina u organismo con
jurisdicción en el lugar donde se desarrollará el evento, en la modalidad de
policía adicional;
-copia de la contratación de un servicio de bomberos, entendiéndose
por tal al prestado exclusivamente por la Superintendencia de Bomberos de
la Policía Federal Argentina o bomberos voluntarios con asiento en el éjido
de la Ciudad de Buenos Aires. El organismo encargado de brindar el
servicio de bomberos deberá acompañar un informe donde se garantice que
el servicio brindado cubre las condiciones de seguridad en caso de
producirse un siniestro y que se ha verificado el correcto funcionamiento de
las instalaciones de extinción con que cuenta el predio afectado al evento;
-plan de simulacro y evacuación para casos de incendio, explosión o
advertencia de explosión.
A los efectos de otorgar la autorización, se inicia un expediente en el
cual se piden informes del lugar, se verifican extremos tales como la
ubicación del escenario, de las salidas, de las butacas si las hay, etc. Se
determina la cantidad de personas que pueden ingresar, la disposición de los
medios de salida y de los pasillos que deben quedar libres para una rápida
evacuación.
El día del espectáculo, para el control durante su funcionamiento,
deben concurrir agentes del organismo de control competente, más allá de
las instrucciones que a las áreas intervinientes pudiera dar la Secretaría de
Seguridad a fin de llevar a cabo los distintos operativos dentro y fuera del
predio.
Ahora bien, tal como se vio, en los considerandos de los decretos
1/GCABA/05 y 2/GCABA/2005, que regulaban la posibilidad de efectuar
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
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Dirección, con la naturaleza de la habilitación (se acompaña copia
certificada de la referida normativa).
En esa inteligencia, cuando en dichos estadios se solicita
autorización para la realización de espectáculos musicales o eventos
que no sean partidos de fútbol, resulta de aplicación lo normado en la
resolución 996/SSIG/1994 modificada por la disposición nº
2746/DGRYCE/1998. En dicha norma se reglamentó el trámite de las
solicitudes de permiso especial pertinente, como así también las
condiciones a cumplir para la realización de espectáculos que pudieran
inscribirse bajo los alcances del referido artículo 10.1.2 del C.H. y V. A
mayor abundamiento, se acompañan copias de los referidos actos
administrativos.
b) Espectáculos o diversiones no previstos en la Ordenanza
general de Teatros: Cabe reiterar que la normativa referenciada en
los párrafos anteriores resulta de aplicación en las circunstancias
señaladas para los estadios de fútbol que soliciten la realización de
espectáculos o actos que a criterio de la autoridad de aplicación resulten
compatibles con la naturaleza de la habilitación del referido estadio, en
tanto que para el supuesto de realización de cualquier otro genero de
espectáculos o diversiones no previstas en la Ordenanza General de
Teatros ya sea en lugares cerrados o al aire libre, resulta de aplicación
lo prescripto en el art. 176 de la Ordenanza 9-XII-910 AD 761.1 del
Código de Habilitaciones y Verificaciones ...
En dicha inteligencia resulta oportuno señalar que la norma
referida establece que el Departamento Ejecutivo (de acuerdo a la
estructura orgánico funcional del G.C.B.A., la autoridad de aplicación
actualmente resulta ser esta Dirección General de Habilitaciones y
Permisos) resolverá acerca de las condiciones que deberá reunir los
locales propuestos, exigiendo en los mismos las disposiciones de dicha
ordenanza que a su juicio resulten aplicables o aconsejando las medidas
que resulten menester adoptar para evitar peligros al público y/o
artistas, previendo el artículo 177 de la misma norma legal las
facultades del Ejecutivo para negar el permiso cuando las razones
pertinentes así lo aconsejen.
De lo anteriormente expuesto, se desprende que es facultad
discrecional de la autoridad de aplicación autorizar la realización de los
referidos espectáculos y/o diversiones, así como la normativa a aplicar
en la realización de los mismos, razón por la cual y a efectos de lograr
un ordenamiento adecuado al respecto que resulte previsible tanto para
los administrados como para la Administración misma, se emplean en
los mismos los principios básicos exigidos y aplicables a cada caso en
particular, previstos en la Resolución nº 996/SSIG/1994 y Disposición
nº 2749/DGRYCE/1998.
Por otra parte, cabe destacar que con el fin de adecuar dichas
reglamentaciones a normativas contemporáneas, también se requiere
para la autorización de la totalidad de los eventos referidos (tanto de los
descriptos en el apartado a), como en el b), el cumplimiento de la Ley
118 (B.O.C.B.A. Nº 607), relacionada con la regulación del servicio de
vigilancia, custodia y seguridad. También resulta de aplicación la
instalación obligatoria de baños públicos tipo químicos en los
alrededores de lugares donde se realizan espectáculos de asistencia
masiva con antelación de 24 hs. al inicio de los mismos, de acuerdo a lo
previsto en la Ordenanza nº 51.227 (B.O.C.B.A. Nº 298); así como
también se prevé la obligatoriedad de hacerse cargo, por parte del
responsable del evento, de la limpieza de los residuos acumulados en
los alrededores del predio, debiendo por otra parte el organizador de los
espectáculos efectuar contenidos de custodia adicional con la Policía
Federal Argentina con el propósito de garantizar la seguridad, todo ello
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asiste a esos recitales. Esa respuesta fue perfectamente aceptada como
descargo, sin que nadie advirtiera que el problema no eran los vasos, sino
justamente que se hicieran recitales de rock en un lugar que no estaba
habilitado para ello (Cfr. Legajo n° 021063/000/04 de la Unidad
Administrativa de Control de Faltas).
Así las cosas, los encargados del control, en ejercicio del poder de
policía, previo al hecho del 30 de diciembre aceptaban en la práctica que los
locales de baile sortearan inexplicablemente los controles necesarios para
resguardar la seguridad del público asistente a los recitales en vivo,
situación ésta que cambió luego de lo ocurrido en “República Cromañón”,
que hizo que, conforme el propio Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
lo reconoció en los considerandos del decreto 1/GCABA/05, se advirtiera
la “necesidad de reforzar los controles sobre la actividad en cuestión y los
propios organismos de contralor” lo que no significa otra cosa que
reconocer la insuficiencia de los controles y la ineficacia de los organismos
encargados de llevarlos a cabo.
Siendo ello así, cualquier argumento que pretendiera sostener que no
existía regulación para la actividad llevada a cabo en “República
Cromañón” partiría, a nuestro criterio, de una falacia.
Tal defecto de razonamiento consistiría en “aplicar una regla general
a un caso particular cuyas circunstancias ‘accidentales’ hacen inaplicable
la regla (…) Lo que es verdad ‘en general’ puede no serlo universalmente y
sin reservas porque las circunstancias modifican los casos. Muchas
generalizaciones de las que se sabe o se sospecha que tienen excepciones
son formuladas sin reserva, o bien porque no se conocen las condiciones
exactas que restringen su aplicabilidad o bien porque las circunstancias
accidentales que las hacen inaplicables surgen tan raramente que son
prácticamente despreciables. Cuando se apela a tal generalización al
argüir acerca de un caso particular cuyas circunstancias accidentales
impiden la aplicación de la proposición general, se dice que el
razonamiento comete la falacia de accidente”3.
El razonamiento partiría de las siguientes premisas:
3
Copi, Irving M.: Introducción a la Lógica, Eudeba, Buenos Aires, 1999, pág.92.
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en la práctica, lo que es igual a decir que, en un contexto como el que nos
ocupa, muy pocas veces habría una situación de hecho que motive la
aplicación de una norma.
Empero, también puede suceder que dicho funcionamiento se deba a
la existencia de una autorización de la administración, que permita que en
locales no habilitados para ello se efectúen recitales en vivo. Dicha
autorización puede darse de manera formal -por ejemplo, porque se efectúe,
por parte de los propietarios o explotadores de un local de baile un pedido
especial de compatibilidad de uso de acuerdo a lo determinado por la
disposición 996/SSIG/94- o informal, con una actitud permisiva por parte
de la administración que, en los hechos, admita que este tipo de actividades
se lleve a cabo.
Esto último es lo que habría sucedido en la Ciudad de Buenos Aires
hasta el dictado del decreto 01/GCABA/05 que prohibió expresamente que
en los locales de baile clase “C” se efectúen recitales en vivo.
Previo al dictado de esa norma, se toleraba que bajo el término
“variedades” que obra en la ordenanza que rige la actividad de los locales
de baile, se incluyeran los recitales en vivo, lo cual además de ser frecuente
era conocido y aceptado por los funcionarios responsables del control de la
CBA.
Ahora bien, el primer deber que le corresponde al funcionario público
es indudablemente el de hacer cumplir la ley, motivo por el cual, si un local
de baile que está habilitado como local de clase “C” no cumple con las
exigencias legales, el funcionario debe encauzar la actividad llevándola a
los límites establecidos por la norma.
Sin embargo, si ello no se hace a sabiendas de que se acepta en la
práctica una situación irregular, la actividad del funcionario debe tender, al
menos, a neutralizar los efectos de su incumplimiento anterior, lo que en el
caso no significa otra cosa que llevar al mínimo los riesgos que se generan
con ello, lo cual no se puede lograr más que haciendo cumplir las
exigencias normativas que se encuentran establecidas para este tipo de
actividad y que, en el caso concreto, exigían además del cumplimiento de
todos los otros recaudos de la resolución n° 996/94, una inspección con
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De esta manera, puede sostenerse que la propia legislación otorga un
permiso al Poder Judicial para analizar la actividad de los funcionarios
públicos, y que ese control, al igual que la propia división de poderes,
también es necesario para resguardar los principios de un sistema
democrático.
Sin embargo, si bien ese sistema de gobierno exige tanto la división
de poderes como la sujeción a derecho de la actividad de todos aquellos que
los integran, cuando se trata de analizar en casos como el que nos ocupa, en
los que el contenido de la obligación queda librado a la discrecionalidad de
la administración pública, si se cumplió, o no, con el deber para el cual el
funcionario fue designado, la interpretación que el Poder Judicial haga del
contenido de la norma, se deberá mantener dentro de límites tales que no
impliquen una forma tal de intromisión en la actividad del Poder Ejecutivo
que esté prohibida por el principio de división de poderes.
Un primer parámetro para justificar la intervención judicial puede
encontrarse en el perjuicio generado al administrado por la actividad de los
funcionarios. Se sostiene en ese sentido que “cuando más fundamental sea
el bien jurídico comprometido y mayor su afectación, mayores y más
intensos habrán de ser la predeterminación legal y el control judicial, es
decir, menor será el espacio admisible para el reconocimiento en favor de
la Administración de un margen de apreciación (…). [L]a restricción del
control judicial a través del reconocimiento en favor de la Administración
de un margen de apreciación está menos justificada cuanto mayor sea la
afectación de un derecho fundamental o la intensidad de su limitación”4 .
De ello se infiere que ya resulta dudoso que pueda quedar en manos
de la administración la intensidad de los controles de actividades que, como
la que llevaba a cabo “República Cromañón”, pueden poner en peligro la
vida y la integridad física de centenares de personas. En ese tipo de áreas,
resultaría exigible al legislador una mayor densidad normativa que obligue
a la administración a procurar los recursos para que haya un control efectivo
tendente a evitar los resultados perjudiciales que una aplicación incorrecta
4
Bacigalupo, Mariano: La discrecionalidad administrativa (estructura normativa, control judicial y límites
constitucionales de su atribución); Marcial Pons, Madrid, 1997, pág.249.
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5
Bacigalupo, Mariano: ibídem, pág.210/1.
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Ya se dijo que el local donde funcionaba “República Cromañón”
estaba habilitado bajo el régimen de los locales de baile, por una ordenanza
del año 1976 que no establecía ninguna periodicidad en las inspecciones.
Previo al dictado de esa norma que contemplaba específicamente los
locales de baile, lo más parecido que había en cuanto a regulación de ese
tipo de actividad era la ordenanza n° 24.654 del 22 de octubre de 1969
referida a locales de música, canto y variedades. En ella, se regula la
actividad de ese tipo de locales, a los cuales define como aquellos en los
que: a) se ejecuta música y/o canto en carácter de actividad principal, con o
sin intervención del público concurrente; b) se realizan o no números de
variedades, con o sin transformación; c) se expenden bebidas y, d) se sirven
o no comidas.
El 12 de diciembre de 1996 se modificó esa ordenanza con la n°
51.229 que incorporó a la n° 24.654 el art. 22 que dispone que: “El Poder
ejecutivo deberá verificar, con periodicidad no mayor de 120 días y en
horario de funcionamiento, el cumplimiento de las normas vigentes.
Elaborará un informe, que se incorporará al expediente de habilitación y
que contendrá necesariamente, con carácter no excluyente dictamen
sobre el estado de: los medios de egreso y salida de emergencia,
iluminación de emergencia, condiciones de prevención contra incendio,
ventilación mecánica y coeficiente de ruidos y vibraciones”.
Recordemos que los locales de baile clase “C” son definidos por el
Código de Habilitaciones y Verificaciones como aquellos lugares en los que
se ejecuta música y/o canto hasta las 4:00 horas; se ofrecen bailes públicos,
se expenden bebidas, se sirven o no comidas y se realizan o no números de
variedades con o sin transformación.
Así, de la comparación entre la definición de uno y otro tipo de local
se observa que la única diferencia entre ellos es que en los locales de baile
clase “C” se realizan bailes como actividad principal, mas cualquiera de las
otras actividades que están reguladas como principales en el caso de la
ordenanza n° 24.654 bien podrían ser secundarias o accesorias en este tipo
de locales.
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En efecto, mediante el decreto n° 2115 del 10 de noviembre de 2003,
se estableció un régimen de “verificaciones especiales” de los locales
habilitados y por habilitar, a fin de “verificar periódicamente el
cumplimiento de lo autorizado en las habilitaciones por parte de los
establecimientos comerciales, industriales, depósitos y de servicio referidos
básicamente a constatar que la actividad que se desarrolla es la
efectivamente habilitada, que la configuración física del establecimiento
mantenga las características de su habilitación y que cumpla con
condiciones de higiene y seguridad aceptables”.
Según se expresa en los considerandos del decreto, la
implementación de ese sistema que sería llevado a cabo por profesionales
que no pertenecen a la planta del GCBA, resultaba necesaria para “contar
con elementos de juicio adicionales para ejercer eficazmente el poder de
policía sobre los locales de comercios, industrias, depósitos y servicios en
general, instrumentando las políticas adecuadas que permitan verificar y
fiscalizar rutinariamente si los establecimientos ya habilitados siguen
manteniendo las condiciones exigidas por la normativa vigente en la
materia, derivada del Código de Planeamiento Urbano, del Código de la
Edificación y del Código de Habilitaciones y Verificaciones” (el resaltado
nos pertenece).
En el art. 7 del citado decreto se establece que, entre otras cosas, las
funciones del Profesional Verificador de Habilitaciones serán las de
verificar la correspondencia entre el rubro habilitado y el efectivamente
desarrollado, entre los planos de habilitación o la Declaración Jurada
efectuada al efecto y la realidad constructiva del local, y que éste reúna
condiciones de higiene y seguridad aceptables.
En cuanto al período en el que se llevarán a cabo las verificaciones se
establece (art. 9) que en aquellos casos en los que se requiera inspección
previa al funcionamiento (dentro de los que están los locales de baile), se
realizará la verificación en la oportunidad previa al otorgamiento de la
habilitación; en los casos en que no se requiera inspección previa, se
efectuará dentro de los treinta días posteriores al otorgamiento de la
habilitación o transferencia y luego se determina que la verificación
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de ellas presentan características especiales que las hacen susceptibles de
una permanente actividad de control por parte del Servicio de Contralor
de Locales Habilitados y por Habilitar, conformar un parámetro válido
que haga discernir fácilmente cuáles son las que deberían someterse a
una verificación periódica de corto plazo y cuáles deberían someterse a
una verificación periódica de mediano o largo plazo, el establecer una
escala de actividades y su sometimiento bajo la periodicidad que se
establezca”.
Es importante destacar en este punto cuáles son los criterios que,
según esta regulación, justifican que una actividad tenga una periodicidad
de corto, mediano o largo plazo en las inspecciones.
Un primer punto considerado es el tipo de actividad, pudiéndose
advertir en la regulación que cuando se trata de una que puede tener, por
ejemplo, Incidencia s/ la población (por ejemplo fabricación de productos
alimenticios) es necesaria una periodicidad corta (1), al igual que en el caso
de actividades peligrosas (tales como la fabricación de sustancias químicas).
También resulta ser un criterio determinante el tamaño del predio, a
punto tal que una misma actividad (por ejemplo, fabricación de muebles y
colchones) varía entre los índices 5, 3 y 1 según los metros sean hasta 500
m2; más de 500 m2 o más de 1000 m2 respectivamente. Este punto resulta
también determinante para el caso de locales comerciales con afluencia de
público, en los que el índice variará de la misma manera que en el caso
dado anteriormente como ejemplo.
Finalmente, dentro de los casos con afluencia masiva de público se
distinguen los locales de cultura, culto y esparcimiento, hallándose entre los
supuestos de periodicidad 1 los cines, teatros, locales de diversión y salones
de fiesta (fs. 14.166)
No hace falta mucho análisis para advertir que una actividad como la
realizada en “República Cromañón” reunía prácticamente todos los factores
que justificaban una actividad de control más intensa: superaba los 1500
metros cuadrados de superficie habilitada; tenía una afluencia de público
superior a las mil personas; efectuaba una actividad de diversión o
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incluso en el caso de que no se estuviera de acuerdo con lo sostenido hasta
aquí en cuanto a la obligación de inspeccionar cada tres meses.
Empero, el caso de los locales bailables presentaba una particularidad
que reforzaba cualquier criterio que pudiera adoptarse en abstracto a los
efectos de establecer una periodicidad en la inspecciones, y que obligaba a
fijar un régimen especial para controlar fehacientemente a la totalidad de
los locales de baile, dejando de lado cualquier sistema de selección de
lugares a inspeccionar que se pudiera estar aplicando hasta el momento, y
mucho más un sistema basado en las denuncias de los particulares, que
salvo casos excepcionales, desconocen las reglas de seguridad exigidas para
un local de baile, y tampoco deben encargarse de verificar su cumplimento
antes de entrar a uno.
Esta particularidad versaba, por un lado, en las advertencias que hizo
en reiteradas oportunidades la Defensoría del Pueblo sobre la posibilidad de
que un hecho como el que nos ocupa ocurriera y, por otro, en el
conocimiento efectivo que los funcionarios del Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires tuvieron con las inspecciones que realizaron, acerca de que
aquello que era sindicado por la Defensoría como factores que podrían
llevar a una tragedia se hallaba presente en un alto porcentaje de los lugares
controlados.
En efecto, tal como vimos a la hora de detallar la prueba que obra en
este expediente, pocos meses después de llevarse a cabo la última
inspección del local sito en Bartolomé Mitre 3060, se dictó la Resolución n°
2022/03 de la Defensoría del Pueblo que advertía desde entonces que:
“Miles de jóvenes asisten todos los fines de semana a locales que no
cuentan con habilitación y, por ende, no están debidamente controlados.
De esta manera, se desconoce si estos locales cuentan con la
infraestructura adecuada para albergar a los asistentes que, en algunos
casos llegan a miles, especialmente en lo atinente a las normas de
seguridad, prevención contra incendio, medios de salida de emergencia,
etc. El Gobierno de la Ciudad no puede alegar desconocimiento ante el
funcionamiento de estos locales, ya que no sólo publicitan sus actividades,
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Este informe se encuentra agregado al legajo de habilitación, precedido por un memorándum firmado por
Alimena en el que se solicita “adjuntar a la actuación de referencia (n° 631/04) el informe del mes de
mayo que sirviera para emitir la Solicitud enviada al Ejecutivo de la Ciudad y el correspondiente
análisis de situación al mes de octubre de 2004 con base a la información remitida por Superintendencia
de Bomberos de la Policía Federal.”. Este memorándum tiene fecha de enero de 2005 y en el informe al
que se refiere se hace mención a que “el Defensor Adjunto Atilio Alemana ha solicitado a la
Subsecretaría de Control Comunal Lic. Fabiana Fiszbin... Mayo de 2004”. En su declaración testimonial
Alimena dijo que el informe era de fines de abril de 2004.
103
certificado, problemas con las vías de salida, problemas con los matafuegos,
luces de emergencia, cables expuestos, etc.
Si bien se puede observar que todas estas cuestiones están vinculadas
a medidas que hacen a la seguridad del lugar para casos de siniestro, se
debe tener en cuenta que en otros lugares también se observaron
infracciones vinculadas con estas cuestiones y, sin embargo, no se dispuso
su clausura. Lo determinante en estos casos pareció ser la cantidad de este
tipo de infracciones que presentaba el local. También hay que señalar que,
si bien fue en pocos casos, algunos lugares no tenían el certificado de
bomberos y no fueron clausurados.
Se constataron 70 infracciones por falta de certificado de bomberos o
por no exhibirlo, 53 de las cuales correspondían a locales de baile clase C.
También se verificaron infracciones por:
a) problemas con los medios de salida: de un total de 35, 25 se
constataron en locales clase C;
b) problemas con los matafuegos: de un total de 29
infracciones, 23 correspondían a locales de baile clase C;
c) falta de tratamiento ignífugo: de un total de 38 infracciones,
27 fueron detectadas en locales clase C;
d) falta de señalización de medios de salida: de un total de 25
infracciones, 17 correspondían a locales clase C; y
e) problemas con las luces de emergencia: de un total de 21
infracciones, 12 fueron verificadas en locales de baile clase
C.
En definitiva, sólo de este simple análisis se puede concluir que los
locales de baile que funcionaban en la ciudad de Buenos Aires adolecían,
tal como lo advirtió la Defensoría del Pueblo, de serios problemas
vinculados con falta de medidas de seguridad contra incendios.
Si de 148 locales de baile distintos inspeccionados se clausuraron
82 por infracciones relacionadas con medidas de seguridad para casos de
siniestros, y se clausuraron por la gravedad de este tipo de falta, resultaba
previsible que del resto de los locales de ese tipo que funcionaban en la
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Defensoría del Pueblo, sólo ese porcentaje contaba con la habilitación
correspondiente.
Hasta aquí se efectuó un análisis de lo que debió haber sido el deber
de los funcionarios públicos encargados del control de los locales bailables
en el ejido de la Ciudad de Buenos Aires. Una síntesis de esa evaluación
permite sostener que un análisis razonable de la normativa que regía la
actividad para la época en que ocurrió el hecho que nos ocupa, establece los
siguientes deberes para esos funcionarios:
a) Deber de garantizar la seguridad de los concurrentes, de acuerdo a
lo que surge de la Resolución n° 996/94, mediante la realización de
controles efectivos antes y durante el desarrollo del espectáculo en todos los
locales de baile clase “C” que se aparten de la actividad para la que están
autorizados y brinden recitales en vivo.
b) Deber de realizar un control periódico del funcionamiento de los
locales bailables en situaciones normales, en razón de que el tipo de
actividad y la cantidad de personas que involucra, era y es considerado por
la normativa vigente como merecedor de una atención especial en
comparación con otras actividades de menor riesgo.
c) Deber de realizar -una vez conocido el informe de la Defensoría
del Pueblo y constatada en la práctica la situación de inseguridad de gran
parte de los locales de baile inspeccionados a raíz de dicho informe-, una
inspección de la totalidad de los locales de baile de la Ciudad de Buenos
Aires.
Ahora bien, tal como se desprende de los elementos de prueba
obrantes en este expediente, ninguno de estos deberes fue cumplido por los
funcionarios públicos encargados de controlar el funcionamiento de los
locales de baile en la Ciudad de Buenos Aires y con competencia para la
determinación de los lugares a inspeccionar y la forma de llevar a cabo esas
inspecciones.
Este incumplimiento hallaría encuadre típico en lo establecido por el
artículo 248 del Código Penal, que describe la conducta del funcionario
público que “no ejecutare las leyes cuyo cumplimiento le incumbiere”.
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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Lucangioli-, desde 20 de septiembre al 17 de octubre del citado año) y que
tenía la función de asistir al Director General de Fiscalización y Control en
los temas de su competencia y reemplazarlo en caso de ausencia, aunque
por resolución nro. 424/04 dictada por Torres no tenía al momento de los
hechos la función de decidir los lugares a inspeccionar.
Una vez sentada la existencia de los elementos objetivos del tipo
penal, se pasará a analizar el aspecto subjetivo, es decir, si en el caso existió
o no dolo por parte de los imputados.
A fin de determinar ese extremo, es necesario hacer una distinción
entre las distintas conductas a las que estaban obligados los funcionarios.
Con respecto al deber de controlar la realización de recitales en vivo
antes y durante el desarrollo del evento, es menester destacar que existía
una costumbre por la cual este tipo de recitales se hacía en los locales
bailables de manera habitual, sin que los explotadores de esos locales, a
diferencia de lo que ocurría en los casos de microestadios o estadios de
fútbol, se vieran obligados a solicitar un permiso especial.
La base para la instalación de esa práctica estuvo dada,
principalmente, por la posibilidad de interpretar a los recitales en vivo como
espectáculo de “variedades”, que los locales bailables podían brindar como
actividad accesoria.
Sin embargo, una interpretación de este tipo, si bien podría cumplir
con la finalidad de no impedir la realización de esos espectáculos –y ello,
incluso por motivos que podrían ser loables, tales como fomentar la
actividad de nuevos grupos musicales, incrementar el rendimiento
económico de una actividad que genera empleo y réditos para el Gobierno
de la Ciudad de Buenos Aires, etc.- nunca podría tener un rendimiento tal,
que le permitiera al funcionario justificar la falta de controles, apartándose
de una ecuación razonable entre las ventajas de la admisión de la actividad
y la obligación de velar por la seguridad de los concurrentes a los locales de
baile que brindaban ese tipo de recitales.
Ningún funcionario a cargo del área de control del Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires puede desconocer la existencia de una norma
específica como la Resolución n° 996/94 que regula la autorización para
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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En ese sentido, no solamente no se efectuó un control en un plazo
razonable (120 días según lo analizado precedentemente), sino que
directamente no se hizo prácticamente ningún control sobre lugares que se
sabía que funcionaban como locales de baile sin poseer habilitación; o,
en los casos de locales habilitados, no se hizo un control sistemático porque
ni siquiera se sabía cuales seguían funcionando o no en razón de la falta de
depuración del padrón.
Es decir, nunca se controló de manera efectiva y sistematizada a los
locales de baile. Como prueba de ello, resultan paradigmáticas las palabras
de la licenciada Fabiana Fiszbin en el encuentro llevado a cabo con los
integrantes de la Cámara de Empresarios de Discotecas de Buenos Aires
(CEDEBA), oportunidad en la que sostuvo la importancia de las
modificaciones estructurales que se hicieron al cerrar la Dirección de
Habilitaciones y Verificaciones y reemplazarla por la Unidad Polivalente de
Inspecciones y luego por la Dirección de Fiscalización y Control para evitar
la corrupción administrativa, resaltando en la oportunidad la necesidad de
concientizar a los empresarios para que no sobornen a los inspectores, tal
como venía ocurriendo históricamente. También la imputada hizo hincapié
en la nueva forma de inspecciones, que se basaba en rotar a los inspectores
y en que éstos no conocieran los lugares que irían a inspeccionar para evitar
que les avisaran.
Asimismo, Fiszbin destacó la importancia de la tarea conjunto con
CEDEBA, y lo fundamental que resultaba un trabajo de prevención
mediante la internalización por parte de los empresarios de la importancia
del respeto de las medidas de seguridad, apuntando a un concepto de
autocontrol. Luego de todo ello, la imputada dijo: “Esto es lo que venimos
desarrollando; ya llevo casi un año también en la Subsecretaría de Control
y creo que con la Cámara, que más hemos trabajado es con ésta, a pesar
de que la agrupación o concentración de locales que hoy representa la
Cámara no sea la totalidad de los que hoy están en la ciudad. Nosotros
tenemos un padrón que ya hemos pulido, en el cual tenemos
aproximadamente doscientos locales de baile clase ‘C’. Son los
denominados en el rubro habilitaciones, que hacen a la actividad de
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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uno conforme al cual se asignaban a los inspectores los lugares a los que
debían dirigirse recién en el momento en que debían concurrir, más se lo
hizo sin ningún tipo de control que permitiera abarcar de manera
programada a la totalidad de los lugares en funcionamiento.
Lejos de ello, el eje de la elección de los lugares a inspeccionar lo
constituyeron las denuncias de los particulares, cuyo seguimiento es
solamente una de las obligaciones que se hallan en cabeza de las
autoridades de control, implicando ese sistema de fiscalización un
incumplimiento de los deberes de llevar a cabo operativos programados y
coordinados para inspeccionar también los lugares sobre los que no recaía
denuncia alguna.
Sin perjuicio de ello, y más allá de lo adecuado o no que este sistema
de selección de objetivos a inspeccionar pudiera resultar en miras al
cumplimiento del deber de los funcionarios, lo cierto es que, ante las alertas
dadas por la Defensoría del Pueblo en cuanto a la situación en que se
encontraban en materia de seguridad la mayoría de los locales bailables, y a
la experimentación a partir del resultado de las inspecciones que se hicieron
una vez conocido ese informe, se debió haber dejado de lado cualquier
sistema de inspecciones que no tuviera como finalidad verificar de
manera inmediata las condiciones de la totalidad de los locales bailables
habilitados, lo cual no solamente no fue llevado a cabo, sino que, por el
contrario, tras incrementar la cantidad de inspecciones luego de conocido el
informe, y de verificar la veracidad de su contenido, se tomó la decisión de
volver a la frecuencia de inspecciones existente con anterioridad al informe
sin haberse cerciorado ningún funcionario del control de, al menos, la
totalidad de los locales habilitados.
De lo expuesto se desprende entonces que los funcionarios aquí
imputados incumplieron con los deberes que les imponía su cargo, y lo
hicieron con conocimiento de ello, pese a la existencia de un sinfín de
circunstancias que, si bien podrían explicar ese incumplimiento, por lo
menos para esta etapa procesal, lejos estarían de hacerlo desaparecer, o de
justificarlo.
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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Por esta razón, entendemos que corresponde que todas esas
explicaciones sean brindadas en un juicio oral, y que los jueces competentes
para determinar de manera definitiva el alcance de la imputación a los aquí
procesados, deben tener la posibilidad de hacer ellos mismos las
valoraciones en cuanto a la definición de ese difuso límite entre meras
cuestiones de gestión o cuestiones propias del derecho penal; entre simples
excusas o situaciones que justifican, etc.
En fin, entendemos que corresponde que sea el tribunal oral al que le
corresponda entender en el caso el que defina todas las cuestiones que
podrían generar dudas, y es por eso que esas dudas no alcanzan para que la
conducta de los funcionarios no sea analizada en una próxima etapa del
proceso, sino que, por el contrario, justifican que se pase a ella.
Ahora bien, una vez sentada la existencia para este Tribunal de un
incumplimiento de los deberes de funcionario público que llevó, tal como lo
sostuvo el juez de primera instancia, a que no se inspeccionara el local
denominado “República Cromañón”, cabe ahora determinar la relación
entre ese incumplimiento y el resultado de muerte y lesiones del que fueron
víctimas algunos de los concurrentes al recital del 30 de diciembre de 2004.
De la imputación efectuada en primera instancia surge que para el a
quo existen razones para sostener que si “República Cromañón” hubiera
sido inspeccionada después del 24 de noviembre de 2004, oportunidad en
que venció el certificado de Bomberos que constata la existencia de los
requisitos de seguridad contra incendios exigidos por la Ordenanza n°
50.250, el lugar hubiera sido clausurado y el resultado no se hubiera
producido. Por su parte, las características de la imputación, bastante amplia
por cierto, permiten inferir también que además de la falta de inspección
después del 24 de noviembre, se reprocha el no haber inspeccionado el
lugar antes de esa fecha, teniendo en cuenta los diversos informes de la
Defensoría del Pueblo que ponían en alerta sobre las condiciones de
seguridad de los locales bailables en la Ciudad de Buenos Aires.
Ahora bien, si se parte de esa imputación, se debe pensar en el caso
qué es lo que hubiera ocurrido si se hubiera cumplido con el deber de
inspeccionar el local bailable antes o después del 24 de noviembre.
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punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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Por lo demás, nuevamente, nada permite afirmar que de haberse
vuelto a la situación de riesgo permitido para lograr el levantamiento de una
hipotética clausura, no se hubiera contado el día del recital con las mismas
condiciones con que efectivamente se contó, ya que cerrar una puerta o
poner una media sombra no son actividades que requieran un gran tiempo
de preparación.
Asimismo, no se puede dejar de considerar, a los efectos de este
razonamiento hipotético que, tal como surge de la resolución dictada por
este Tribunal a la hora de analizar la situación procesal de los imputados
encargados de la organización del recital del 30 de diciembre de 2004, los
factores de riesgo que se concretaron en el resultado, fueron muchos más
que las condiciones de infraestructura del lugar, y tuvieron que ver con
circunstancias que solamente se podían controlar en al momento de los
hechos, tales como la cantidad de gente cuyo ingreso se permitió, la
existencia de pirotecnia y su uso durante el recital, el tipo de actividad
desarrollado la noche del hecho que excedía el objeto de la habilitación y
también el nivel de riesgo aceptado por la administración a la hora de
habilitar el lugar; etc.
Siendo ello así, es dable observar que sobre una importante cantidad
de factores de riesgo que estuvieron directamente vinculados a la
producción del resultado de muerte y lesiones, los inspectores no tuvieron,
en el marco de la imputación efectuada por el juez de primera instancia,
ninguna posibilidad de incidir, lo que, sumado a los demás extremos que se
vienen analizando, torna aún más difícil la realización de un juicio de
probabilidad de la evitación del resultado en caso de haberse contado con
una conducta conforme a derecho.
Por lo expuesto, no es posible afirmar que si se suprime mentalmente
la omisión, el resultado no se hubiera producido. Y si ya en términos de
causalidad natural es imposible afirmar la imputación del resultado a la
omisión, mucho más lo es en el marco de la teoría de la imputación
objetiva, que para llegar a imputar el resultado a la omisión, debería
sostener que fue ésta la que creó un riesgo jurídicamente desaprobado que
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de 2004 fueron Omar Chabán y los integrantes del grupo musical
“Callejeros”, que violando sus deberes de cuidado permitieron que se
generaran los riesgos que luego se concretaron en el resultado, entre los que
se encuentran el haber organizado un recital de esa naturaleza en un lugar
como “República Cromañón”; haber permitido el ingreso de casi 3000
personas cuando el lugar estaba habilitado para 1030; haber permitido que
se ingresara con pirotecnia, lo cual resultaba extremadamente peligroso por
las características del lugar cuyo techo estaba revestido con material
inflamable, lo que era conocido por todos y motivó la producción de
incendios anteriores en idénticas circunstancias.
Los funcionarios del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
procesados no tendrían, de acuerdo a los elementos de prueba que por ahora
obran en el expediente, ningún tipo de relación con los imputados o ningún
conocimiento especial de la situación, que permita sostener que la omisión
de control fue a modo de participación dolosa en el hecho doloso imputado
a Chabán.
Por el contrario, todo indica que, si algo significa con respecto al
hecho el incumplimiento de los deberes de control por parte de los
funcionarios, es un aporte culposo a un hecho doloso.
Este tipo de aporte, cuya relevancia causal no se puede discutir, fue
objeto de análisis por parte de varios autores y aparece generalmente
abordado bajo el instituto de la “prohibición de regreso”.
Según esta teoría, al momento de juzgar la responsabilidad de quien
actúa de manera imprudente, se debe renunciar a las condiciones impuestas
por él cuando luego de ellas, medió la actuación dolosa de un tercero que
con su acción produjo de manera directa el resultado.
Sin embargo, la propia aplicación de este principio es discutida, y
más lo es todavía la aplicación ilimitada de esta teoría en su formulación
originaria. Al respecto puede leerse que: “en los casos en los que concurre
un comportamiento que no es directamente lesivo, es necesario averiguar
cuándo hay razones para que el plan del otro ataña a quien causa de
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punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
7
Jakobs, Günther, “La prohibición de regreso en los delitos de resultado”, en La prohibición de regreso en
derecho penal, Colección de estudios, Nº 11, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, Colombia,
1998, pág. 125.
8
Jescheck, Hans Heinrich, “Tratado de Derecho Penal parte general”, Editores Comares, Granada,
España, 1993, 4ta. Edición, pág.521.
9
Jescheck, Hans Heinrich, op. cit. pág. 521.
10
Jakobs, Günther, Derecho Penal parte general, Marcial Pons, Madrid, España, 1995, pág.843.
119
las intenciones del potencial autor doloso.”11 “[L]a propensión al hecho
visible ya a partir de la situación, sí tiene que ser suficiente para que el
hombre de afuera se abstenga de acciones que pueden conducir a una
escalada que ponga en peligro la vida”12, y es suficiente en los casos en que
ésta “resultaba bastante evidente”, o cuando “confiar en que no hubiera
un hecho doloso ya no estaba justificado”, o cuando resultaba “tan poco
imprevisible”, etc.
11
Roxin, Claus, “Observaciones sobre la prohibición de regreso”, en La prohibición de regreso..., pág.
174.
12
Ibídem.
13
Ibídem, págs. 180-181.
14
Ibídem, pág. 181.
120
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punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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Cromañón” no se bailaba sino que se daban recitales, y otra es que lo hayan
conocido efectivamente.
Finalmente, no se puede dejar de lado que en la presente causa se
encuentran procesados integrantes de la Comisaría 7ma. por el delito de
cohecho, consistente en haber recibido dinero de parte del imputado Omar
Chabán para no controlar la cantidad de gente que entraba, el estado de las
salidas, el tipo de actividad que se hacía en “Cromañón”, etc. Siendo ello
así, tampoco se puede contar con la participación de la policía para formar
el conocimiento de los funcionarios de las particularidades del lugar.
En conclusión, pese a que la omisión de los funcionarios haya sido un
factor que concurrió causalmente a la producción de los resultados de
muerte y lesiones ocurridos el 30 de diciembre de 2004, ello no alcanza
para imputar ese resultado.
Y ello es así porque, si bien los controles sirven para evitar que se
rebasen niveles de riesgo permitido que son previsibles, en la medida en
que no existan elementos que permitan al funcionario reconocer en el caso
concreto una situación particular de peligro, pese a esa previsibilidad
objetiva, el principio sigue siendo la confianza en que el administrado se
comportará de acuerdo a la ley.
Por este motivo, no sería exigible a los funcionarios, a efectos de
evitar responsabilidades en el hecho, ninguna conducta especial si no
reconocen un riesgo igualmente especial, ni se ponen deliberadamente en
una situación de desconocimiento a fin de permitir la producción de un
resultado. Sostener lo contrario, significaría adoptar para el Derecho Penal
un sistema de responsabilidad objetiva contrario a sus principios.
Sin embargo, cabe aquí advertir nuevamente que lo que está haciendo
este Tribunal es analizar el alcance típico de los hechos probados, es decir,
está subsumiendo los hechos de manera distinta al a quo, del mismo modo
en que lo hizo cuando sostuvo que las muertes producidas el 30 de
diciembre no fueron un homicidio, sino un estrago seguido de muerte;
empero, la base fáctica sobre la que se hace dicha valoración es compartida
por los representantes de ambas instancias.
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Ahora bien, así como existe una diferencia entre la valoración típica
de los hechos efectuada en primera y segunda instancia, es factible también
que exista una divergencia de criterios entre los suscriptos y los integrantes
del tribunal oral al que le toque entender. Ello así en virtud de que, en caso
de que se considere que el incumplimiento de los deberes está probado, la
relación con el resultado sigue siendo una cuestión discutible, en la que
entrarán en juego consideraciones particulares de los jueces que integren
dicho tribunal con respecto a factores que llevaron a los suscriptos a
sostener la no imputación del estrago, motivo por el cual, los jueces que
resolverán definitivamente el caso, deben tener la mayor libertad para
aplicar sus propios criterios.
No se puede desconocer que detrás de esa decisión, hay factores tales
como la previsibilidad en los delitos culposos y si es necesario que el sujeto
a quien se le imputa el delito haya previsto concretamente la producción del
resultado o, por el contrario, alcanza para tal imputación con el juicio de
probabilidad hecho en abstracto por el legislador. O factores como la propia
relevancia de la intervención dolosa de un tercero (el uso de la pirotecnia en
el caso concreto), que para algunos podría ser un aspecto irrelevante si se
puede sostener una relación causal entre el incumplimiento de los deberes y
el resultado; y para otros, podría ser determinante en virtud de la posibilidad
de arribarse a la conclusión de que una intervención de este tipo tornaría
inútil cualquier cumplimiento del deber por parte de los funcionarios.
Empero, más allá de las cuestiones teóricas, no puede dejar de
remarcarse la provisoriedad de las conclusiones de este Tribunal, sobre todo
si se tiene en cuenta que, incluso en el caso de que el tribunal oral al que le
corresponda entender compartiera todos los puntos de partida teóricos
adoptados por los suscriptos, solamente el principio de inmediatez que rige
la producción de la prueba durante el juicio oral, permitirá ratificar o no la
conclusión a la que aquí se arribó.
De esta forma, de conformidad con lo hasta ahora expuesto, debe
afirmarse la autoría del delito de incumplimiento de los deberes de
funcionario público por parte de los imputados Fabiana Fiszbin, Ana María
Fernández y Gustavo Juan Torres. Por el contrario, debe descartarse su
123
responsabilidad por los resultados de muerte y lesiones producidos el 30 de
diciembre de 2004 en el local de baile “República Cromañón”.
Finalmente, en lo que respecta a los imputados Rodrigo Mario
Cozzani, Alfredo Eduardo Ucar y Juan Carlos Loupias, cabe consignar que
con respecto a ellos, conforme los elementos de prueba obrantes hasta el
momento, corresponde descartar, en principio, su responsabilidad tanto por
el delito de incumplimiento de los deberes de funcionario público como por
los hechos del 30 de diciembre. Ello así porque el solo hecho de haber
participado en las reuniones en las que se seleccionaban los lugares a
inspeccionar y de haber tenido la posibilidad de haber sido escuchados a la
hora de seleccionar esos objetivos, no modifica la circunstancia de que,
conforme las normas que establecían las funciones de los nombrados y sus
competencias, no hayan sido ellos los responsables de tomar la decisión
final sobre los lugares a inspeccionar. Y si ello hubiera ocurrido en los
hechos, al no haber sido los funcionarios con ese poder de decisión de
acuerdo a lo establecido normativamente, tampoco son los obligados a
cumplir el deber de conformidad con lo establecido por el tipo penal
descripto en el artículo 248 del CP.
Sin perjuicio de ello, y atento a que en el marco de la causa nro.
247/05, José Antonio Iglesias presentó un escrito solicitando la ampliación
del objeto de investigación de esas actuaciones en lo que respecta a los
funcionarios del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que allí se
encuentran imputados, toda vez que la omisión que habría causado el hecho
del 30 de diciembre, sería consecuencia del actuar de una asociación ilícita
de la cual formarían parte, entre otros, Fabiana Fiszbin, Ana María
Fernández, Gustavo Torres y Rodrigo Cozzani, todos ellos, imputados en
estos actuados. Según lo denunciado, esta asociación tendría como finalidad
genérica la omisión de control de diversas actividades, entre ellas la de los
locales de baile, a cambio de beneficios personales.
Los hechos por los cuales se requirió la instrucción, tomando como
base la denuncia de Iglesias, versaban en general sobre la falta de control a
los locales de baile y el favorecimiento a los miembros de la Cámara
Empresarial de Discotecas y Entretenimientos de Buenos Aires (CEDEBA)
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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En tal sentido se valoró especialmente la nota suscripta por el
nombrado el 2 de enero del 2005 en base a un pedido de informe cursado
por Gustavo Torres, la que reza:
“Por medio de la presente dejo constancia que el día 19 de marzo del 2004 el
suscripto y un grupo de inspectores nos constituimos, conforme requerimiento de la
dependencia, en la Comisaría 7ma de la Policía Federal a efectos de prestar
colaboración por un pedido de dicha Seccional a efectos de inspeccionar distintos
locales comerciales que funcionarían como locales de baile clase “C” con sede en
dicha jurisdicción. Con la colaboración directa del Sub-Comisario de la referida
Seccional (persona de aproximadamente 40 años de edad, de estatura mediana, con
anteojos), quien prestó la asistencia de 3 móviles de dicha Comisaría, uno de ellos no
identificado, procedimos a dirigirnos a la esquina de las calles Ecuador y Bartolomé
Mitre, donde estacionamos las dos camionetas nuestras y los móviles policiales. Es ahí
donde nos indica que una de las direcciones es el local que está sobre Ecuador 60 y es a
donde se dirige uno de nuestros grupos, el otro equipo (el cual integrábamos) teníamos
que dirigirnos al local de la calle Bartolomé Mitre 3060 (que en ese momento no se
llamaba República Cromagnon), pero de los dichos de la policía y de la constatación
ocular efectuada, se pudo comprobar que el mismo se encontraba cerrado, razón por la
cual se procedió al traslado del grupo al siguiente local bailable sito en al calle
Bartolomé Mitre 2737. Se deja constancia de que en la época referida no se elaboraban
informes de aquellos locales que se encontraban cerrados. Buenos Aires, 2 de enero de
2005.”
En fundamento del reproche dirigido, se sostuvo que lo afirmado en
esa pieza -en cuanto a que para esa época no se elaboraban informes de
aquellos locales que estaban cerrados- se contradice con el testimonio de los
inspectores que declararon en la causa, con las versiones dadas por el resto
de los imputados, con lo que se desprende del “Manual de Inspecciones” y
con el informe de inspecciones (check list), donde figura el rubro
“observaciones”, que, a criterio del juez, lógicamente se debía completar.
En cuando a la manda aplicable al caso del Manual de Inspecciones
(labrado por el Gobierno para la UPI en el año 2004) se aludió
específicamente al titulo “Funciones del Inspector” apartados g) y h), en
cuanto prevén:
“g) Confeccionar informes detallando las deficiencias a subsanar, en
los casos en que un local o instalación requiera mejoras o requisitos para
funcionar en condiciones reglamentarias.
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Según Diego Gabriel Mayochi, frente a dicha situación se averiguaba
el horario de funcionamiento del local y se regresaba luego, a menos que
estuviera fuera de su jornada laboral, supuesto en el cual labraba un informe
dejando constancia de la situación.
Marta Susana Cali y Lucía de Marco también aseguraron que en ese
caso se confeccionaba un informe y se lo elevaba al coordinador de
nocturnos.
A partir de ello, sostuvo el juez que cuando un inspector concurría a
controlar un lugar y éste estaba cerrado, debía dejar constancia de ello, ya
que al informar a los superiores de la situación se posibilitaba de tal modo
que se ordenara una nueva visita a fin de hacer efectiva la inspección
dispuesta y que había fracasado inicialmente.
Víctor Daniel Telias se vinculó al Gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires a través del contrato de locación de servicios de fecha 2 de abril de
2004, como inspector de la Unidad Polivalente de Inspecciones,
dependiente de la Subsecretaría de Control Comunal de la Secretaría de
Justicia y Seguridad Urbana; documento que en su cláusula segunda
establece como plazo de vigencia el comprendido entre el 1/3/2004 y el
31/12/2004 (ver fs.42/42 vta. del expediente n° 2/2005, sumario n° 01/05
de la PG del GCBA).
El operativo desarrollado en marzo de 2004 respondió a una solicitud
de fecha 20 de febrero de 2004 (fs.18.927 y 15.992), cursada por la
Comisaría 7ma. a la Unidad Polivalente de Inspecciones, para la realización
en forma conjunta de ”inspecciones sobre comercios del rubro confiterías
bailables, que funcionan en el éjido jurisdiccional de esta Seccional y que a
continuación se detallan:
Comercios bailables:
*Central Park, sito en Bartolomé Mitre 3060.
* Latino 11 sito en Ecuador y Bartolomé Mitre.
*Stadium sito en Ecuador 31.
*La Chevecha sito en Ecuador 46.
*Popularísimo sito Bartolomé Mitre 2737”
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punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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suscribirla, se negó debido a que no estaba de acuerdo con el contenido del
acta, específicamente en lo relativo a la falta de comunicación.
Explicó que en aquella época si bien no se elaboraba un informe, se
indicaba en la orden de trabajo que el local estaba cerrado.
Reconoció que estuvo presente en un requerimiento que se llevó a
cabo en los locales de Ecuador 60, Bartolomé Mitre 2737 y Bartolomé
Mitre 3060/78, pero que se llevó a cabo el 20 de marzo y no el 19 y que lo
recuerda porque fue sábado. Por ser la coordinadora del grupo, recibió
personalmente la orden de trabajo el 19 de marzo anterior en horas de la
tarde, de manos de Cozzani. Se trató de una orden escrita, en la que se
indicaban el lugar, la fecha y la hora en que se debía presentar al día
siguiente; además, se detallaban los locales a los que debían concurrir. Así,
dio cuenta que ella, Víctor Telias, Roberto Chiesa, María del Carmen de la
Vega, Marta Cali, Pablo Sánchez y Carlos Herrera, concurrieron a la
Comisaría 7ma., y luego se trasladaron a la esquina de Bmé. Mitre y
Ecuador junto con dos móviles, se distribuyeron las tareas y en esa ocasión
personal policial le informó que el local de Bartolomé Mitre 3060/78 estaba
cerrado. Para constatar lo manifestado envió a Telias hasta la puerta del
local; por tanto, el nombrado fue con personal policial hasta el lugar y, al
regresar al punto en que ella estaba, confirmó que estaba cerrado. Dio
cuenta de que no se labró ningún informe, sino que dejó constancia en la
orden de trabajo, con la inscripción “local cerrado”. Esa orden fue luego
entregada en la oficina 801 a la agente Virginia Lamberta o Ana Clara
Taboada, quienes se desempeñaban en ese lugar. Al serle preguntado si
como coordinadora del grupo no debió confeccionar un informe, contestó
que no, que sólo se entregaba la orden de trabajo con lo que había realizado.
Respecto de los otros dos locales que inspeccionaron en esa ocasión, dado
que estaban abiertos, se elaboró el correspondiente informe que fue
entregado del mismo modo y en la misma oficina administrativa de la UPI,
la que se encargaba, a su vez, de transmitir a las autoridades superiores los
resultados de las inspecciones.
A fs.1198/99 dijo que, como coordinadora, su función era distribuir
los trabajos y no hacerlos personalmente; la orden verbal de Cozzani era
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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En caso de locales cerrados, indicó, se hacía un informe sobre tal
circunstancia, con día, hora y participantes del operativo. Aclaró que en
varias ocasiones se hizo una segunda inspección de esos lugares, porque el
informe no se archivaba sino que quedaba en un circuito administrativo
para volver a inspeccionar. Recordando casos en que debieron volver a
concurrir tres o cuatro veces.
Agregó no saber quién controlaba los vencimientos de los
certificados de bomberos, pero dio cuenta de que los inspectores los
solicitaban cada vez que iban a un lugar.
Respecto de “El Reventón Bailable”, explicó que lo escuchó
mencionar entre los inspectores pero no recordó si era porque se decía que
había cerrado o porque había que ir a inspeccionarlo.
En respuesta a la nota N° 67-SSCC-2005, cursada por el Ing. Pedro
Fioretti -Subsecretario de Control Comunal- se adjuntaron copias de las
órdenes de trabajo de inspecciones del sector nocturno desde mediados de
junio a diciembre del 2004, con la aclaración de que, habida cuenta de que
ese sector recién se creó en la primera de las fechas mencionadas, no
resultaba factible el aporte de las órdenes del mes de marzo precedente (ver
documentación reservada, sobre Ñ).
Cotejados tales documentos, se verificó que en sendas ocasiones en
que se hallaron los locales designados como objetivos a inspeccionar
cerrados, se dejó constancia de tal circunstancia en las respectivas “órdenes
de trabajo” y no mediante informes autónomos. Ello se verificó en los
siguientes casos:
Florida 151 -local Piazzola-, inspectores Sebio y D´Alessandro
(fs,21).
Salguero 626 -16/07/04, inspector Sleiman (fs.44).
*Gallo 300 -16/7/04, inspector Sleiman (fs.44).
*Mario Bravo 21 -16/7/04, inspector Sleiman (firmante),
Plubacht y Greghi (fs.44).
*Junín 1747 -local Henry Beans - 14/8/04, inspectores Marcela
Velazco y Ricardo Daniel Greghi (fs.92).
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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quedado en claro que durante el curso de este último lapso no se labraban
informes de inspección independientes, sino que tan solo se procedía al
asentamiento en la propia orden de la circunstancia de haberse hallado
cerrado el local designado para inspeccionar.
María Virginia Brizuela, coordinadora del operativo llevado a cabo
en la zona de Once el 20 de marzo del 2004, en horas de la noche, dio
cuenta en autos de haber sido quien delegó en Telias la verificación directa
del local de Bartolomé Mitre 3060 que estaba cerrado; recibió de propia
boca de éste la confirmación de esa circunstancia y dijo haber sido quien
procedió a consignar tal circunstancia en la propia orden de trabajo,
respondiendo a la modalidad autorizada al respecto por Cosan.
De lo expuesto hasta aquí se pueden obtener las siguientes
conclusiones:
En primer término, que no es posible afirmar que la conducta debida
en el caso fuera la confección de un informe autónomo a satisfacerse
inexorablemente mediante el llenado del formulario de referencia, pues
como ha quedado demostrado, durante el 2004 tal exigencia se satisfizo
reiteradamente, sin objeciones, mediante el correspondiente asiento en las
órdenes de trabajo.
En segundo lugar, tampoco es posible afirmar que la acción que es
objeto del deber fuera obligación de Telias. Esto porque, a cargo del
operativo estaba María Virginia Brizuela, quien dependía de Cozzani en
forma directa, y reconoció haber delegado en Telias la constatación sobre el
local en cuestión. Tarea que el nombrado realizó, informando
inmediatamente el resultado a quien fungía como su superior.
Finalmente, existe duda sobre la verificación de la omisión típica
misma, es decir, que en el caso no se haya informado sobre la circunstancia
de haberse hallado cerrado el local. La coordinadora del grupo Brizuela dijo
haber cumplido con ello en la propia orden de trabajo y la imposibilidad de
la incorporación de ese documento a la instrucción cercena la posibilidad de
poner en crisis su versión.
Por lo expuesto, y en relación a esta imputación en concreto, Víctor
Telias debe ser desvinculado del expediente.
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
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personales o dinero de Ana María Fernández el que se reduce hasta cubrir
la suma de quince mil pesos ($ 15.000).
V. Confirmar el punto V de la resolución de fs. 2/282 bis de la
causa nº 27.262 de esta alzada, en cuanto decretó el procesamiento sin
prisión preventiva de Gustavo Juan Torres, de las restantes condiciones
personales obrantes en autos, con la salvedad expresada en los
considerandos, que se refiere a la calificación legal del hecho que debe
reputarse, al menos en el presente estadio, como constitutiva del delito de
incumplimiento de los deberes de funcionario público, por el que habrá de
responder como autor (arts. 45 y 248 del Código Penal).
VI. Confirmar el punto VI de la resolución de fs. 2/282 bis de
la causa nº 27.262 de esta alzada, que decretó el embargo sobre los bienes
personales o dinero de Gustavo Juan Torres el que se reduce hasta cubrir la
suma de quince mil pesos ($ 15.000).
VII. Revocar los puntos VII y VIII de la resolución de fs.
2/282 bis de la causa nº 27.262 de esta alzada, en cuanto decretaron el
procesamiento de Rodrigo Mario Cozzani, de las demás condiciones
personales obrantes en autos, y el embargo de sus bienes y, por los
argumentos vertidos en los considerandos, disponer la falta de mérito
para procesar o sobreseer al nombrado en orden al delito por el que fuera
indagado (art. 309 del Código Procesal Penal de la Nación).
VIII. Revocar los puntos IX y X de la resolución de fs. 2/282
bis de la causa nº 27.262 de esta alzada, en cuanto decretaron el
procesamiento de Alfredo Eduardo Ucar, de las demás condiciones
personales obrantes en autos, y el embargo de sus bienes y, por los
argumentos vertidos en los considerandos, disponer la falta de mérito
para procesar o sobreseer al nombrado en orden al delito por el que fuera
indagado (art. 309 del Código Procesal Penal de la Nación).
IX. Revocar los puntos XI y XII de la resolución de fs. 2/282
bis de la causa nº 27.262 de esta alzada, en cuanto decretaron el
procesamiento de Víctor Daniel Telias, de las demás condiciones personales
obrantes en autos, y el embargo de sus bienes y, por los argumentos
vertidos en los considerandos, sobreseer al nombrado en orden al delito por
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c. 27.262, “Testimonios de apelación por funcionarios del G.C.B.A. ordenados el 27/09/05,
punto dispositivo XXXII, en autos “Chaban, Omar E. y otros” - I. 1/105 - Sala V.
Ante mí:
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