01 - Aguayo (2011)
01 - Aguayo (2011)
01 - Aguayo (2011)
Políticas Públicas:
Involucrando Hombres en
la Equidad de Género
SO Y MUJER
HOMBRE
Identidad y Género en Chile
Noviembre 2011
ISBN: 978-956-19-0759-1
RPI: 210.787
Editores:
Francisco Aguayo, [email protected]
Michelle Sadler, [email protected]
Ilustración de portada: Bernardita Ojeda
Fotografías: SOY Hombre SOY Mujer
Creador: Júlio Cezar Dantas
Fotógrafos: Juan Pablo Fuentealba, Magdalena Ladrón de Guevara
SOY Hombre SOY Mujer muestra la amplitud y diversidad de definiciones de género
en Chile a través de fotografías y videos con respuestas de chilenos/as a las
preguntas: ¿Para mí, qué es ser un hombre? ¿Para mí, qué es ser una mujer?
http://soyhombresoymujer.cl
Diagramación e impresión:
Gráfica LOM
ÍNDICE
Autores y Autoras 5
Introducción 9
Prólogo al libro Masculinidades y Políticas Públicas 11
Benno de Keijzer
¿Qué tienen que ver los hombres con esto?: Reflexiones 23
sobre la inclusión de los hombres y las masculinidades en
las políticas públicas para promover la equidad de género
Gary Barker y Margaret E. Greene
Hombres, masculinidades y políticas públicas: aportes 50
para la equidad de género en Brasil
Marcos Nascimento y Márcio Segundo
Del hombre proveedor al hombre emocional: construyendo
nuevos significados de la masculinidad entre varones
mexicanos 64
Juan Guillermo Figueroa y Josefina Franzoni
Varones, paternidades y políticas públicas en el primer
gobierno progresista uruguayo 83
Carlos Güida
El papel de los hombres en la equidad de género:
¿qué masculinidades estamos construyendo en las
políticas públicas en Chile? 105
Francisco Aguayo y Michelle Sadler
Masculinidades y equidad de género en la escuela:
Consideraciones para la construcción de una política
educativa en Chile 128
Sebastián Madrid P.
Varones jóvenes de sectores empobrecidos y privilegios:
¿Por qué cambiar? 152
Klaudio Duarte Quapper
El caso de la figura ideológica de lo homosexual como
tópico en la opinión pública y las ciencias sociales en Chile 166
Gabriel Guajardo Soto
Declaración de Río de Janeiro
Simposio Global Involucrando a Hombres y Niños en la Equidad
de Género 176
Río de Janeiro, 29 de Marzo – 3 de Abril, 2009
9
INTRODUCCION
bres pasa de ser una rareza (Güida2) a convertirse en una necesidad (Aguayo y
Sadler, Barker y Greene, Güida, Nascimento y Segundo).
Pero no todo se origina en las iniciativas y conferencias internacionales: en
las últimas décadas asistimos también a un creciente malestar (¿se podría con-
siderar “de género”?) de los hombres, primero en los países del Norte (desde los
años 703) y luego en los países de Nuestra América. Se dan diversos procesos
de reflexión entre varones4 que van generando iniciativas de trabajo hacia otros
sectores y grupos etarios. Esto permite el desarrollo de programas y políticas
que incluyan acciones hacia los hombres en la lucha por la equidad de género.
Hablo de la oportunidad de trabajar “río arriba” en problemas tan serios como
la violencia doméstica, la prevención de adicciones o la salud sexual y repro-
ductiva.
Muchas de estas iniciativas empiezan trabajando tácticamente con los hom-
bres, teniendo como objetivo promover la justicia social. Lo anterior, afirma Madrid,
implica una reconfiguración de las relaciones de género y no el mejoramiento de los va-
rones en algún área específica. Lo interesante es que los hombres sí mejoran sus
vidas incluso en programas que los incorporan para el beneficio de las condi-
ciones de las mujeres. Además, es larga ya la lista de problemas que atañen prin-
cipalmente a los hombres en donde su atención también produce beneficios a
las mujeres y las familias, por ejemplo, las infecciones de transmisión sexual, los
accidentes o las adicciones.5
Así, se va dando una creciente claridad en cuanto a que se requieren políti-
cas o programas específicos dirigidos a los hombres desde una mirada de gé-
nero. Hay naciones como Australia y Brasil que abren, por ejemplo, programas
de salud del hombre. Al igual que en otros países, en México la Ley para las Mu-
jeres por una Vida sin Violencia señala la necesidad de promover e implementar
procesos de trabajo con hombres que ejercen violencia. En un contexto donde
van en aumento los hogares dirigidos exclusivamente por mujeres, es creciente
la percepción de que la paternidad arranca no sólo en el posparto (donde se
requiere una licencia específica para los hombres), sino con su participación en
2 Cuando pongo apellidos entre paréntesis me estoy refiriendo a quienes escriben textos para este
libro.
3 Mi referencia más lejana es el proceso de reflexión e investigación desarrollado por Victor Seidler
en Inglaterra en los años 70.
4 Por mencionar sólo algunas de las experiencias relevantes, tenemos los largos procesos impulsados
por diversas organizaciones en Nicaragua, la experiencia de ReproSalud en Perú, los trabajos del
Programa H (articulado por Promundo, Papai, Ecos y Salud y Género) y muchas de las iniciativas
en salud sexual y reproductiva de organizaciones afiliadas a la IPPF.
5 Aguayo y Sadler enfatizan los daños específicos de salud mental en los hombres en Chile.
14 Benno de Keijzer
8 Con la formación de redes nacionales en varios países del continente. Ver www.menengage.org
9 Ver www.whiteribbon.ca, www.lazoblanco.org, www.lazoblanco.cl
16 Benno de Keijzer
10 ¡De tres a cinco días otorgados a los nuevos padres! Esta es la forma en que la sociedad tasa la
paternidad. La propuesta original en Brasil es de 30 días, incluyendo el caso de la adopción.
18 Benno de Keijzer
11 A lo económico-social, Aguayo y Sadler agregan los efectos de familias de menor tamaño, menos
matrimonios y el aumento de divorcios y un modelo de familia que tiende a que la provisión
siga siendo un ámbito de los hombres y lo doméstico de las mujeres. Son varios autores los que
recurren a estadísticas que muestran el persistente desnivel entre el trabajo doméstico femenino
y el masculino. Como contrapunto desde lo cualitativo, Figueroa y Franzoni nos muestran las
evidencias de un auténtico involucramiento de hombres cuando, por distintas circunstancias, “les
toca” ser cuidadores.
12 Ver, por ejemplo, algunas consecuencias en el uso de drogas duras, la violencia, los accidentes y
las cicatrices corporales en la Revista La Manzana dedicada al tema de la salud de los hombres:
www: LA MANZANA - Revista Internacional de Estudios sobre Masculinidades, Vol V. Núm. 8
Diciembre 2010-Febrero 2011
Prólogo 19
13 Es notable nuestra escasa reflexión acerca de los hombres, el trabajo y sus consecuencias.
14 Garduño, Ángeles. (2001). Confluencia de la salud en el trabajo y la perspectiva de género: una
nueva mirada, Tesis doctorado en Salud Colectiva. México, DF: UAM-Xochimilco.
¿Qué tienen que ver los hombres
con esto?:
Reflexiones sobre la inclusión de los hombres y las
masculinidades en las políticas públicas para promover
la equidad de género1
1 Reconocimientos: Este capítulo ha sido extraído de la publicación: “What men have to do with it:
Public policies to promote gender equality” (Qué tienen que ver los hombres con esto: Políticas
públicas para promover la equidad de género), producido como parte del Proyecto Men and
Gender Equality Policy Project (Hombres y Políticas de Equidad de Género). La publicación
completa se encuentra disponible en: http://www.icrw.org/docs/2010/What-Men-Have-to-Do-
With-It.pdf.
La publicación completa fue financiada por la Fundación John D. y Catherine T. MacArthur, el
Gobierno de Noruega (Ministerio de Asuntos Exteriores y Agencia Noruega para la Cooperación
y el Desarrollo), la Fundación Ford y una donación anónima. El listado de quienes contribuyeron a
la publicación completa incluye a: Robert Morrell, Universidad de Cape Town, Sudáfrica; Rachel
Jewkes, Medical Research Council (Consejo de Investigación Médica), Sudáfrica; Dean Peacock,
Sonke Gender Justice Network (Red Sonke para la Justicia de Género), Sudáfrica; Abhijit Das,
Satish Kumar Singh y Anand Pawar, Centre for Health and Social Justice (Centro de Salud y Justicia
Social), India; Ravi Verma, Ajay Singh, Gary Barker y Margaret Greene, International Center for
Research on Women (Centro Internacional para la Investigación de la Mujer), Estados Unidos e
India; Juan Guillermo Figueroa, El Colegio de México, México D.F.; Francisco Aguayo y Michelle
Sadler, CulturaSalud, Santiago de Chile; Márcio Segundo, Fabio Verani, Marcos Nascimento,
Christine Ricardo, Promundo, Brasil; Sara Teri, Engender Health, Tanzania; Rahul Roy, cineasta
y coordinador independiente de la serie seminarios viajeros de masculinidades en el sur de Asia,
India; y Jorgen Lorentzen, Center for Gender Research (Centro para la Investigación de Género),
Universidad de Oslo. Gracias también a Peter Pawlak, Sarah Scotch, Ellen Weiss, Juan Manuel
Contreras, Sandy Won, Noni Milici, Lindsay Kin y Mary Ellsberg, Anna Luiza Almeida, Hugo
Correa, Rafael Machado, Karen Hardee, y Michal Avni por sus contribuciones y comentarios.
24 Gary Barker y Margaret E. Greene
Resumen e introducción
¿Cómo pueden las políticas públicas involucrar más adecuadamente a hombres
y niños para lograr la equidad de género y reducir la disparidad de género en la
salud y bienestar social? ¿Cómo pueden cambiarse las costumbres y normas
sociales establecidas para que los hombres sean más equitativos de género?
Mientras un mayor número de países buscan promover la equidad de género
a través de políticas locales y nacionales y de la intervención de programas – es-
timulados en parte por los Objetivos de Desarrollo del Milenio y otras conven-
ciones de las Naciones Unidas – estas interrogantes están, o deberían estar, en la
vanguardia de la discusión de la política social.
Un número creciente de experiencias de programas con hombres y niños
a través del mundo ha confirmado que la educación grupal, la orientación y las
actividades promocionales de la salud preventiva implementadas por ONGs
comunitarias, en clínicas sanitarias, en el ámbito escolar y a través de los me-
dios de comunicación masivos pueden influenciar los comportamientos y las
actitudes de hombres en aspectos de la equidad de género (Barker, Ricardo &
Nascimento, 2007). Estos cambios han sido documentados en una gran varie-
dad de áreas incluyendo las de salud sexual y reproductiva, prevención del VIH
y tratamiento y cuidado del SIDA, reducción de la violencia de género, salud
infantil y materna, participación de hombres como padres y comportamientos
de hombres en el cuidado de su propia salud.
Sin embargo, en su gran mayoría las políticas públicas aún no han involu-
crado adecuadamente a hombres y niños en la superación de la inequidad de
género y en el enfrentamiento de sus propias vulnerabilidades relacionadas con
el género. Las políticas que sí existen han sido raramente monitoreadas o eva-
luadas con respecto a sus efectos en los hombres y la equidad de género. Más
aún, hay, en muchos aspectos, un gran abismo entre las políticas esbozadas en
las leyes nacionales, en la proclamación de políticas y normas técnicas y lo que
sucede a nivel de la implementación de servicios públicos o financiados con
recursos públicos.
En este capítulo intentamos proporcionar un marco conceptual para pensar
cómo se vinculan los hombres y las masculinidades con las políticas de equidad
de género. Concluimos con una serie de recomendaciones para un acercamien-
to a políticas globales para incorporar a los hombres y las masculinidades dentro
de las políticas de equidad de género.
3 Análisis chi-cuadrado, todas las diferencias fueron significativas con p<.05. Resultados preliminares
de IMAGES India, 2009.
32 Gary Barker y Margaret E. Greene
hombres en tasas mucho más elevadas que contra las mujeres, mundialmente y
en África (Peacock, McNab & Khumalo, 2006; Barker, 2005). De forma similar,
a pesar de que las mujeres representan un poco más de los casos de VIH/SIDA
en el mundo a partir del 2008, el 52% de las nuevas infecciones por VIH ese año
ocurrieron entre hombres (UNAIDS; 2009).
Pero cabe una advertencia. Al llamar la atención sobre las vulnerabilidades
en salud que enfrentan los hombres, es imperativo que no se equiparen con los
desequilibrios de poder globales y acumulados entre hombres y mujeres, ni que
se intente equiparar las vulnerabilidades de los hombres con las de las mujeres.
Es posible reconocer todos estos asuntos en forma simultánea sin reforzar una
visión hidráulica de las relaciones de género en que la atención hacia los hom-
bres sea vista como falta de atención hacia las mujeres y viceversa. Un análisis
sensato de género ha incluido siempre a los hombres y las masculinidades. El
problema se produce cuando predominan estereotipos simplistas de mujeres
victimizadas e impotentes por un lado, y de hombres poderosos y violentos, por
el otro. La suma de vulnerabilidades y desventajas de las mujeres son reales y la
suma de vulnerabilidades de los hombres (reflejadas especialmente y en forma
clara en las tasas de morbilidad y mortalidad) son igualmente reales. El trabajo
de involucramiento del hombre en la equidad de género requiere de una cuida-
dosa reflexión y análisis para evitar deshacer los frágiles beneficios alcanzados
en empoderar a las mujeres, particularmente en las áreas de logro educacional,
fortalecimiento económico y político. De hecho, reflexionando en cuanto a po-
líticas para involucrar a los hombres en la equidad de género, la “máxima” debe
ser: “primero, no hagas daño”.
Más aún, cualquier discusión acerca del involucramiento de hombres y mas-
culinidades dentro de las políticas públicas debe reconocer la complejidad del
género y cómo éste interactúa con otras desigualdades sociales, como lo hemos
tratado de hacer aquí. Pero luego de haber reconocido esta complejidad, ¿cómo
deberían enfrentarse estos desafíos en las políticas públicas? Las políticas por su
naturaleza intentan aplicarse a grandes grupos de la población, y como tales, de-
ben en algún nivel simplificar la complejidad. Políticas efectivas que tomen en
cuenta el género deben reconocer la naturaleza relacionadora y estructurado-
ra del género y las múltiples dimensiones de poder y privilegios que enfrentan
hombres y mujeres. Si la “máxima” inicial para involucrar a hombres en la equi-
dad de género es “Primero, no hagas daño”, la segunda debería ser “Reconoce
que tratar el género desde la perspectiva de hombres y mujeres es complejo”.
¿Qué tienen que ver los hombres con esto? 33
Cuadro 1.
Conclusiones Aprobadas para el Involucramiento de Hombres y Niños en la
Equidad de Género, Comisión sobre el Estatus de la Mujer, 48va Sesión, 2004
• Educación equitativa de género para niños y niñas;
• Involucrar a los hombres como padres en la socialización equitativa de género de
los niños y niñas y en la provisión de cuidados y atenciones;
• Institucionalizar la inclusión de hombres y niños en las políticas de equidad de
género y en las políticas centrales de género;
• Campañas de información pública e involucramiento de los medios, incluyendo
internet, en el cuestionamiento de puntos de vista sexistas e inequitativos;
• Involucrar a hombres y niños en la prevención y el tratamiento del VIH/SIDA, y en
la salud sexual y reproductiva; e
• Involucrar a hombres y niños en la reducción de la violencia de género.
4 Esta lista claramente no es exhaustiva. A ella podríamos también agregar contextos específicos
de escenarios post-conflicto y post-desastre que requieren atención especial de las políticas
internacionales. Por ejemplo, las políticas que trabajan contextos post-conflicto deben incorporar
completamente la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad, incluyendo las voces de mujeres
en la mantención de la paz y al mismo tiempo reconociendo que los hombres pueden promover
la paz y no sólo la guerra. Estos esfuerzos deben incluir el control del acceso a las armas y desafiar
y trabajar por vencer la socialización de los niños como combatientes. Deben también asistir a
hombres y mujeres en programas de reintegración que comprenda la complejidad del retorno del
hombre a la vida civil. Mientras dichas políticas no hayan sido aún implementadas a gran escala,
investigación hecha por el Banco Mundial, UNDP y otros, reconoce las realidades específicas
de género de hombres jóvenes y adultos como combatientes y ex-combatientes y ha reconocido
cómo las versiones dominantes de masculinidades y la exclusión social, especialmente de hombres
jóvenes, son “motores” del conflicto. Para consultar algo de esta literatura, ver Barker y Ricardo,
2005.
¿Qué tienen que ver los hombres con esto? 35
5 Jamaican boys behaving badly: Changing schools to change male behavior. Disponible en: http://
www.id21.org/education/InsightsEdu2art5.html Ver también: http://news.bbc.co.uk/2/hi/
uk_news/education/1863104.stm
36 Gary Barker y Margaret E. Greene
6 Wet tot openstelling van het huwelijk voor personen van hetzelfde geslacht en tot wijziging van een
aantal bepalingen van het Burgerlijk Wetboek, febrero 28, 2003. Belgium official gazette (Belgische
Staatsblad) Disponible en: http://www.ejustice.just.fgov.be/doc/rech_n.htm).
7 Ejemplos adicionales de políticas de salud que involucran al hombre pueden encontrarse en la
siguiente publicación: Policy approaches to engaging men and boys in achieving gender equality
and health equity. WHO; Department of Gender, Women and Health, 2010. Disponible en: www.
who.int/gender/documents/men_and_boys/9789241500128/en/
8 http://www.ahrq.gov/realmen/, revisado el 3 de enero de 2010.
38 Gary Barker y Margaret E. Greene
10 Gender rights activists applaud new broader Thai rape law (Activistas por los derechos de género
aplauden la nueva y más amplia ley de violación tailandesa). 21 de junio, 2007, Associated Press.
11 Rape law change plan put forward (Se propone cambio de planes en la ley sobre violación). 30 de
enero de 2006, BBC News. Disponible en: http://news.bbc.co.uk/go/pr/fr/-/2/hi/uk_news/
scotland/4662782.stm
40 Gary Barker y Margaret E. Greene
Adelantando la agenda
Es fundamental trabajar con el movimiento de mujeres al involucrar a los hom-
bres. Involucrar a los hombres y las masculinidades en las políticas de equidad
de género requiere de un constante y efectivo diálogo con organizaciones por
los derechos de las mujeres. Este diálogo y colaboración entre los movimien-
tos por los derechos de mujeres y los aún pequeños pero crecientes grupos de
hombres que apoyan la justicia de género está ya sucediendo en unos pocos
12 Quality time thrills Nordic dads(Tiempo de calidad encanta a padres nórdicos). 28 de junio de
2005, BBC World News. Disponible en: http://news.bbc.co.uk/2/hi/europe/4629631.stm
42 Gary Barker y Margaret E. Greene
países pero continúa siendo un área que necesita más trabajo para promover
la causa común. En la mayoría de estos países, grupos pequeños de ONGs e
investigadores han sido los “líderes” en llamar la atención sobre la necesidad de
involucrar a los hombres en la equidad de género. Estas ONGs en su gran mayo-
ría han buscado el diálogo con las líderes de los movimientos por los derechos
de las mujeres (algunas emergieron de grupos por los derechos de las mujeres),
pero claramente esto no ha sido fácil. Grupos por los derechos de las mujeres
en India, México y Brasil, por ejemplo, a veces se han opuesto a usar fondos pú-
blicos para promover el involucramiento de hombres o para financiar licencias
paternales, por sus preocupaciones muy reales de que los hombres no usarán el
tiempo para proveer cuidado infantil o porque los fondos para empoderar a las
mujeres son ya insuficientes. Estos temas requieren de un significativo y conti-
nuo diálogo con el campo de los derechos de las mujeres.
Las experiencias de países como Noruega donde el permiso paternal es am-
pliamente apreciado por mujeres y hombres confirma la necesidad de enmarcar
la equidad de género y la inclusión de hombres en dichas políticas como un
bien público con beneficios para todos. Promover la equidad de género como
un bien público para todos requiere hacer que los beneficios para mujeres y
hombres –y para los legisladores– sean visibles y posibles de realizar. Desarro-
llar campañas masivas en los medios y otros esfuerzos para educar al público y
realizar diálogos públicos sobre políticas de equidad de género, involucrando a
los hombres en el proceso, han sido también importantes estrategias en ciertos
contextos.
Ciertos asuntos y eventos presentan oportunidades para abrir el diálogo so-
bre el involucramiento de los hombres. El trabajo para involucrar a los hombres
en terminar con la violencia contra las mujeres ha sido uno de los “frutos que
cuelgan bajos” en el involucramiento de hombres y niños en el apoyo a la equi-
dad de género. En años recientes, en muchos países se han promulgado nuevas
legislaciones que o establecen o incrementan las penas para hombres que ejer-
cen violencia hacia las mujeres, y todos excepto India tienen ejemplos concretos
de involucramiento de hombres en respuestas nacionales a la violencia basada
en género.
La atención hacia el VIH y la difusión de la terapia antirretroviral presenta
una oportunidad para involucrar a los hombres y tratar sus vulnerabilidades re-
lacionadas con el género. Algún progreso se ha hecho en salud al tratar el VIH y
la salud sexual y reproductiva de modo de combatir el estigma, y alcanzar a un
grupo más amplio de usuarios, incluidos los hombres. El hecho de que el SIDA
domine la salud pública y la discusión de género en algunos países es un proble-
ma, pero puede ser también una oportunidad. Del mismo modo, la difusión de
la circuncisión masculina puede, si así se diseña, proporcionar una oportunidad
para discutir la sexualidad masculina de un modo que antes era imposible. En
¿Qué tienen que ver los hombres con esto? 43
Brasil y en México, las políticas de VIH han también sido esenciales para avan-
zar en los derechos de los hombres no-heterosexuales, y en Sudáfrica las polí-
ticas progresivas del VIH (después de años de vergonzosa inacción) parecen
gradualmente estar liderando la discusión acerca de la sexualidad masculina.
La sociedad civil juega un papel esencial en hacer que la implementación sea
posible. Mientras hay numerosos ejemplos de excelentes discursos de políticas
relacionadas con hombres, la implementación real y efectiva debe ser estimula-
da, llevada a la práctica y monitoreada por la sociedad civil. Más aún, el esperar
que las políticas por sí solas logren cambios sociales a gran escala muestra una
visión miope del asunto. Claramente, al menos algunos de los cambios en la
imaginación del público acerca de los roles del género y de las normas sociales
que han tenido lugar en algunos países han sido inspirados por movimientos
por los derechos de las mujeres.
Involucrar a la juventud en el apoyo a las nuevas actitudes para las nuevas
generaciones presenta otra importante oportunidad para el cambio de políticas.
La presente generación de jóvenes en gran parte del mundo ha crecido viendo
a niños y niñas completar la educación básica en prácticamente igual número,
y muchos han visto a sus madres u otras mujeres trabajando fuera del hogar en
números sin precedente. Empoderar a la generación de jóvenes de hoy para ser
parte del debate acerca de políticas y del activismo de justicia de género es cru-
cial para lograr el cambio. Más aún, las políticas de juventud, muchas relacio-
nadas con el VIH/SIDA y salud reproductiva, han a menudo sido el lugar de
algunas de los más amplios acercamientos al género, incluyendo discusiones de
las necesidades específicas de los y las jóvenes. Incluso cuando ha habido retro-
cesos (como en India en algunos estados acerca de la educación de la sexuali-
dad y en México con las “guerras culturales” en los mismos temas), los debates
acerca de la juventud han a menudo incluido el desarrollo de la intervención
pública dentro de una estructura de especificidad de género: esto es compren-
der y llamar la atención sobre las necesidades y realidades de mujeres jóvenes y
hombres jóvenes.
Las experiencias de países europeos muestran cuán importante pueden ser
las organizaciones de monitoreo y las comisiones de alto nivel. Los países de la
Unión Europea con políticas de género, incluyendo Finlandia y Noruega, a me-
nudo tienen comisiones que son responsables de organizar discusiones acerca
del involucramiento de los hombres. Estas comisiones juegan una función im-
portante en asegurar el alcance y la calidad de la discusión nacional sobre des-
igualdad de género y acercarse a la igualdad. Simplemente la creación de dichas
comisiones no significa, por supuesto, que los hombres y las masculinidades
han sido completamente incluidos en las políticas de género, pero han sido im-
portantes en generar un debate público acerca del tema.
44 Gary Barker y Margaret E. Greene
Desafíos pendientes
Si hay un número creciente de ejemplos de políticas para incluir a los hombres
y las masculinidades en la equidad de género, hay también desafíos pendientes.
Los hombres han llegado a ser más visibles en la equidad de género en algu-
nos círculos y en algunos debates sobre políticas, pero la desigualdad social, la
oposición política (a veces de los partidos conservadores), la inacción guberna-
mental y la incompetencia han retardado el cambio o incluso revertido algunos
avances positivos de las políticas. Los siguientes son algunos de estos desafíos
pendientes.
El hombre permanece casi invisible en la discusión de la equidad de género.
En la mayoría de los casos, la discusión y el reconocimiento del involucramiento
de los hombres en la equidad de género es limitada, simbólica o inexistente, con
algunas excepciones notables, incluyendo a Sudáfrica (probablemente la más
explícita inclusión de hombres y masculinidades en políticas públicas), Brasil
(que ha avanzado en licencias paternales, involucramiento del padre y salud
masculina), México (con un antiguo programa nacional de salud reproductiva
que tiene un fuerte enfoque en la inclusión del hombre, principalmente por va-
sectomía) y Tanzania en sus políticas nacionales de VIH, entre otros.
Los hombres son más a menudo incluidos en las políticas en respuesta a cri-
sis o problemas percibidos. Como escribe Redpath et al. “…las masculinidades
a menudo se hacen evidentes en leyes y políticas cuando estos instrumentos
se mezclan con comportamientos criminales, antisociales o destructivos de los
hombres. La política pública es pues generalmente dirigida a limitar, contener
o castigar el comportamiento de hombres. Mucho menos recurrente es una
política enmarcada como proveedora de una oportunidad para cambiar cons-
trucciones de masculinidad de un modo positivo como parte de un proyecto
social más amplio de construir equidad de género en la sociedad a través de un
involucramiento constructivo con hombres y niños” (Redpath, Morrell, Jewkes
& Peacock, 2008).
En relación al punto anterior, los hombres son conceptualizados como pro-
blemáticos en la mayoría de las políticas de género. Las políticas más a menudo
refuerzan las versiones tradicionales, no equitativas y violentas de las masculini-
dades en vez de discutirlas, y han sido lentas en cuestionar el tradicional enfoque
en los hombres como proveedores únicamente. Las políticas intentan tratar a
hombres y niños, por ejemplo, como proveedores, pero no como proveedores
de cuidados. Como un ejemplo, mientras todos los países tienen algún tipo de
permiso maternal, el permiso paternal continúa siendo de mínimo a inexis-
tente (5 días en Brasil y Chile, ninguno en India, 2 semanas en Sudáfrica). De
igual modo, la generación de ingresos y los programas de apoyo al desempleo
en muchos sino en todos los países visualizan a las mujeres como cuidadoras y
a los hombres como proveedores, con poco trabajo de la política hasta ahora
¿Qué tienen que ver los hombres con esto? 45
Palabras de despedida
Si bien estos desafíos permanecen, existen numerosas oportunidades para lo-
grar cambios reales y duraderos en las experiencias vividas por hombres y muje-
res y las relaciones entre ellos. En vez de continuar aferrados al agotado punto de
vista “hidráulico” de las relaciones de género que hace competir las necesidades
de hombres contra las necesidades de mujeres, es tiempo de forjar una alianza
entre los activistas de los derechos de las mujeres, grupos de la sociedad civil que
trabajan con hombres (y líderes masculinos), movimientos de diversidad sexual
(LGBT), y otros movimientos de justicia social. A pesar de que no es siempre
fácil de reconocer, todos estos movimientos tienen el interés común de termi-
nar con las desigualdades de género. De hecho, la equidad de género debe ser
tomada como una causa que no es sólo para las mujeres sino que es igualmente
dirigida a encontrar los caminos para “reducir la presión en hombres y niños de
ajustarse a rígidas y peligrosas formas de masculinidad” (Ruxton, 2009). Es más,
tenemos aún que conectar con el interés propio de los hombres por el cambio,
particularmente en las experiencias positivas que ellos reportan al involucrarse
más en la provisión de cuidados y en sus relaciones familiares. Estas afirmacio-
nes, por supuesto, son más fáciles de decir que de alcanzar, pero creemos que
ofrecen un camino hacia adelante.
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48 Gary Barker y Margaret E. Greene
Resumen
En este artículo se presentan los primeros hallazgos de una investigación rea-
lizada con hombres mexicanos que por distintas circunstancias (separación,
divorcio, viudez), cuidan a familiares y asumen un rol distinto al de mero pro-
veedor económico. Se reflexiona sobre la experiencia de hombres adultos que
son cuidadores de sus hijos, y, en un caso, de su padre. Se ordenan algunas de sus
respuestas en cuatro dimensiones: la confrontación social con el mandato de
proveedor; el posible cambio de los valores y el significado de la masculinidad;
la paternidad como espacio emocional, y la reconstrucción del significado del
amor del padre.
Introducción
En este artículo se presentan los primeros hallazgos de una investigación rea-
lizada con hombres mexicanos que por distintas circunstancias (separación,
divorcio, viudez), cuidan a familiares y asumen un rol distinto al de mero pro-
veedor económico. Uno de los objetivos del proyecto del que estos resultados
son parte1 es analizar los factores personales, sociales y familiares que inciden
para que los hombres se conviertan en cuidadores sin retribución económica.
¿Qué factores sociales, familiares e individuales influyen?, ¿cómo es la relación
con la pareja y las mujeres de la familia?, ¿qué tan rígidos o no son los valores de
proveedor y de autoridad masculina en este grupo?, ¿se trata de casos aislados,
o podemos suponer que estamos en presencia de un nuevo significado de la
masculinidad? y ¿hasta qué punto las políticas públicas contemplan y respon-
den a las necesidades y prácticas de los hombres? En este texto se presenta una
primera lectura de algunos componentes de los relatos de este grupo de hom-
bres, sobre la experiencia que han vivido en este proceso de cuidar activamente
de otras personas.
Las preguntas anteriores se pretenden responder con el análisis e interpreta-
ción de los resultados de la información recabada, con las entrevistas realizadas
a nueve hombres adultos que son cuidadores de sus hijas o hijos, y, en un caso,
1 El proyecto de investigación sobre Hombres, Equidad de Género y Políticas Públicas se lleva a cabo
entre investigadores de varios países (entre los cuales están Brasil, Chile, India, México, Noruega,
Croacia y Sudáfrica) y contempla cuatro grandes componentes: (a) un análisis documental de
políticas públicas que de alguna manera faciliten o dificulten el que los varones participen en la
búsqueda de la equidad de género; (b) una encuesta con varones y mujeres, abordando temas de
relaciones de género y conocimiento de políticas públicas relacionadas con ellas; (c) una serie de
entrevistas en profundidad con varones dedicados a actividades que tradicionalmente han hecho
las mujeres, con la idea de ver cómo llegaron ahí y qué cambios se han generado en su identidad de
género a partir de ello; y finalmente, (d) el diseño de una serie de lineamientos conceptuales para
analizar este tema en otros entornos y contextos.
66 Juan Guillermo Figueroa y Josefina Franzoni
2 Para más información sobre nuestros informantes, puede consultar el anexo 1, en donde se resume
el perfil sociodemográfico de estos hombres.
Del hombre proveedor al hombre emocional 67
Un poco de contexto
La socialización desde la infancia hasta la edad adulta va dictando algunos códi-
gos, valores, significados y conductas que aprendemos para relacionarnos con
los otros y a su vez, esos valores van permeando nuestros estilos de vida. En las
últimas décadas, en México las relaciones de género han cambiado debido a
las transformaciones estructurales y a reacomodos en los procesos individuales
y grupales de intercambios cotidianos. La investigación demográfica ha docu-
mentado la forma en que la división sexual del trabajo y los roles de género se
modificaron a partir de la incorporación masiva de la mujer al mercado de tra-
bajo en los años setenta y ochenta (García & Oliveira, 2006). Los cambios de
la estructura social que obligaron a las mujeres a incursionar en el mundo del
trabajo remunerado han ido replanteando también la organización de funcio-
nes y roles en la familia.
Como apunta Fuller (2001), los cambios jurídicos que abrieron la igualdad
de derechos de hombres y mujeres, el crecimiento de la matrícula femenina en
las universidades y el uso de anticonceptivos modernos, que permitió a las mu-
jeres acceder a nuevas formas de vida sexual, han contribuido a transformar el
rol de los hombres, las relaciones de género en la familia y el significado de la
masculinidad. Dicha autora señala que la identidad de género es “el conjunto
de significados, de imágenes sobre sí mismas, que las personas elaboran a lo lar-
go de su vida y que les permiten percibirse como iguales a sí mismas, distintas
de los otros y merecedoras, por ello, de ser reconocidas en su unicidad” (Fuller,
2001: 20). Por su parte, la masculinidad es resultado de las normas, valores, sig-
nificados y códigos de conducta que dictan los patrones de socialización para
las personas del sexo masculino. Es de subrayarse que dicha masculinidad no
es estática, sino que se mueve frente a los cambios estructurales, culturales y del
entorno social en donde se desenvuelven los individuos.
Esa identidad de género se construye a lo largo de la vida de las personas y
los códigos aprendidos del ser masculino se van ajustando según sea el ciclo de
vida y el entorno social. La cultura atribuye a los hombres las características de
fuerza, competencia, destreza, control, racionalidad y autoridad. Estas caracte-
rísticas se recrean de distinta manera, según sea la generación y posición social
que tengan los hombres, pero también se transforman a distinto ritmo. En el
caso de México, las relaciones de género que colocaban al hombre en el espacio
68 Juan Guillermo Figueroa y Josefina Franzoni
3 Los nombres de los entrevistados se modificaron para este primer texto, con el fin de cuidar la
confidencialidad de los entrevistados, si bien en un informe más amplio se discutirá lo que significa
que algunos de ellos solicitaron que se mantuviera su identidad.
70 Juan Guillermo Figueroa y Josefina Franzoni
La división sexual del trabajo en la familia también daba las pautas de con-
ducta a los hijos. El hombre como proveedor económico tenía la máxima au-
toridad en la familia, de acuerdo con los códigos de las instituciones sociales,
políticas y culturales de ese momento. La autoridad del padre era autocrática
porque tenía la obediencia de la mujer y los hijos. En este contexto, la paternidad
correspondía a una autoridad vertical que desdibujaba la relación emocional.
El hombre fuerte no expresaba sentimientos, porque estos se consideraban una
debilidad, propia de las mujeres. Así apunta Paco las diferentes expresiones del
ser hombre racional y la mujer emocional:
“Hasta hace poco tiempo era mal visto que un hombre llorara o que le
dijera en público a una mujer te quiero, o que se le viera que la mujer era,
de cierto modo, igual a él. El hombre tenía que dar la orden y asimilar la
situación. La situación era que el hombre estaba un paso adelante y la
mujer un paso atrás” (Paco).
Los hombres gozaban de la libertad de movimiento y la capacidad de deci-
dir que no tenían las mujeres.
“El hombre podía ser lo que quisiera; era libre de ir y venir y de hacer
lo que quisiera. Ese es el ejemplo que recuerdo que me daba mi papá”
( Joaquín).
Otro de nuestros entrevistados se refirió así a la construcción que había de
la masculinidad en la generación de su padre:
“Los hombres podían hacer todo lo que quisieran. Inclusive los padres y
madres decían ‘cuiden a sus gallinas porque mi gallo anda suelto’4, por-
que mi hijo es un hombre porque ha tenido tantas novias, sale de aquí
para allá, puede tomar media botella y no se emborracha. El machismo
al estilo Jorge Negrete y Pedro Infante5. Todas esas cosas, toda esa cultu-
ra” (Paco).
Los testimonios coinciden en que los hombres se autodeterminaban; toma-
ban, fumaban y vivían abiertamente su sexualidad. Su autoridad frente a la mujer
se ejercía dentro y fuera del hogar, siempre y cuando cumplieran exitosamente
con su papel de proveedores económicos de la familia. Entre mayor fuera el éxi-
to económico, más grande era su autoridad, así como el reconocimiento social
y familiar.
4 Expresión algo común en ciertas regiones de México, para aludir a la potencia sexual de los machos,
de la cual ‘tienen que cuidarse las hembras’.
5 Nombre de dos famosos actores del cine mexicano.
Del hombre proveedor al hombre emocional 71
Aun aquellos hombres que no tienen pareja o que son personas de edad
madura para tener hijos desean vincularse emocionalmente con un “hijo”, a tra-
vés de la figura del padrino, ya que desean generar vínculos afectivos y recibir
reconocimiento por los cuidados prestados (Salguero, 2002). Así describió un
hombre soltero su deseo de tener un hijo:
“He pensado en adoptar a un niño de esos que están en el orfanato, darle
dinero, estar al pendiente y estar ahí como, no sé cómo les dicen, padrino,
¿no? Estar al pendiente del chavo, que estudie, que se vista, que el den-
tista, el oftalmólogo, y todo eso. Y cuando él esté grande que diga, no pues
mi padrino fue el que me ayudó” (Paco).
Las investigaciones realizadas sobre el significado de la paternidad en sec-
tores sociales bajos (Gutmann 1996) y medios (Vivas, 1993; Haces, 2002;
Rojas, 2008) muestran que hay un cambio en el valor de la paternidad, pues la
representación de autoridad y control cambió al significado actual de formador
y guía para los hijos. Esta transformación confirma que el ejercicio de la paterni-
dad se entrelaza con los cambios en la identidad masculina.
Ahora cada vez más algunos hombres, por distintas razones, se han conver-
tido en cuidadores de los hijos. Algunos están desempleados, mientras que la
pareja es la principal proveedora, o hubo la separación de la pareja y la recompo-
sición en la familia y la forma de asumir la paternidad. En otros casos las mujeres
renuncian al cuidado de los hijos por enfermedad, muerte, formación de una
nueva familia, falta de recursos económicos o simplemente por desinterés. En
otros, son los hijos los que deciden quedarse con el padre. Los hombres que no
son proveedores encuentran en la paternidad, el cuidado de familiares y el traba-
jo doméstico un sentido de utilidad que mitiga el conflicto de no poder cumplir
con los mandatos de la masculinidad convencional. Un hombre desempleado
habló de los sentimientos y la tensión que le producen las tareas domésticas:
“Me gusta hacer las labores de la casa porque es para nuestro bienestar,
de mis hijos y mi esposa. Yo limpio la casa para que mis hijos lleguen y
la disfruten. Yo limpio para que ellos estén bien, aseados… Bueno luego
viene como la depresión. Pero bueno, lo voy a hacer, porque si no lo hago
quién lo va a hacer, y esto va a ser un despapaye (desorden)… Por ejem-
plo, si el uniforme no lo lavo yo, quién lo va a hacer y en algunos días no
va a haber uniformes limpios” (Sergio).
El rol de cuidadores que asumen los hombres está mediado, generalmente,
por eventos dolorosos. En algunos casos la separación de la pareja (por divorcio,
muerte, enfermedad) es el punto de inflexión; en otros, la historia de violencia
de la familia de origen y la dificultad para relacionarse originaron cambios en los
patrones de masculinidad y en las relaciones de género. Los hombres que son
cuidadores reconocen que el cambio en el significado de la masculinidad que
74 Juan Guillermo Figueroa y Josefina Franzoni
por parte de él, sobre todo cuando estaba enojado. Más que pegarnos nos
aventaba, y yo creo que eso denigra al niño. Ya como adolescentes nos fue
respetando un poquito más” (Sergio).
Refiriéndose a la forma en que el padre los trataba en su adolescencia un
entrevistado dijo:
“Yo no aceptaba que la maltratara (madre) o la hiciera a un lado. Siento
que en la adolescencia no me atacaba directamente a mí, pero me afec-
taba que lastimara a mi mamá. Yo sabía que mi mamá algunas veces
era muy estricta, y podía ser estricta conmigo o con nosotros, pero con mi
papá, ¡ahí era débil!” (Sergio).
La recomposición de la paternidad con nuevos códigos, vista a la luz de los
patrones de paternidad con los que crecieron los entrevistados, indica que se
han dado algunos cambios en las relaciones de los padres con los hijos. En la
recuperación que hacen los varones de sus emociones, la paternidad tiene un
lugar central. Así describió Eduardo su proyecto de hombre:
“Bueno, el proyecto de hombre que ahora yo quiero es lo que soy: un
padre amoroso con mi hija… tener esa sumisión para aceptar lo que
tenemos que hacer, porque nadie va a hacer las cosas por nosotros. Mi
proyecto es –como te lo dije hace un rato- amar a mi hija y ser un buen
padre” (Eduardo).
Los hombres hablan de equidad y están dispuestos a participar en activi-
dades domésticas y en la crianza de los hijos, pero también demandan mayor
equidad con las mujeres en la responsabilidad económica del hogar. Al parecer
desean romper con el rol de proveedor exclusivo del hogar, porque es un estig-
ma que afecta su vida social, personal y sexual. Sobre este último aspecto, los
hombres entrevistados llamaron la atención sobre la forma en que sus parejas
condicionan la actividad sexual a su capacidad como proveedores económicos
de la familia. Cuando sostienen el gasto de la familia, las mujeres aceptan el rit-
mo y frecuencia de la actividad sexual que ellos demanden, pero cuando ellos
no perciben ingresos y la familia depende del salario de las esposas, entonces
estas condicionan la actividad sexual, porque consideran que ellos no están
cumpliendo con su rol.
en familia que más los afectan, como es cargar con la mayor responsabilidad
económica de la familia y el peso de las decisiones. La corresponsabilidad y el re-
conocimiento de sus emociones son, quizá, el mayor avance que se observa en
los nuevos patrones de masculinidad. Sin embargo, persisten fuertes signos de
rechazo a la homosexualidad y continúan algunos signos de control en la pareja.
El cambio es gradual y depende de cuál sea el punto de referencia; con respecto
a la cultura social de la década de los años sesenta del siglo XX, el significado
de la masculinidad ha cambiado de manera notoria. Pero si el parámetro son
los años noventa del mismo siglo, se observa que persisten las resistencias para
cambiar algunos de los modelos de la relación de pareja.
Las relaciones de género inequitativas llevaron a pronunciamientos legales y
políticas públicas para proteger a las mujeres de los abusos de los hombres. Hoy
podemos decir que existen relaciones de género menos desiguales porque las
mujeres cuentan con la protección de la ley. Históricamente los hombres habían
gozado de mayor autoridad, poder y libertad para desarrollarse y ser indepen-
dientes, pero eso, lo sabemos, está convenido en las tradiciones y costumbres,
pero no está escrito en las leyes. Refiriéndose a las leyes y políticas públicas para
proteger a los hombres, Paco apuntó:
“Sí, debe haber equidad porque las mujeres han ganado mucho terreno,
porque han ganado derechos que antes no tenían. De los hombres no se
ha legislado nada, porque se ha sobreentendido que los tienen, pero ya
hay que hacer algo. Como dicen, el dinero se hizo para contarlo y los
derechos para plasmarlos en papel y leyes… con esto de la liberación
femenina todo se carga a proteger a la mujer desvalida y también hay
hombres desvalidos y mujeres que abusan” (Paco).
Es necesario llamar la atención en que las instituciones mantienen en sus
políticas los códigos tradicionales de la masculinidad, a pesar de que ha habido
cambios importantes en las relaciones de género en la organización familiar y
en los roles de los hombres y las mujeres. Por ejemplo, uno de los entrevistados
apuntó que la ley del Seguro Social sigue considerando al hombre como el prin-
cipal proveedor de la familia, cuando en muchos hogares mexicanos los cónyu-
ges comparten esta responsabilidad en distintas proporciones, y no siempre el
hombre aporta el mayor porcentaje del ingreso familiar.
“El Seguro Social solamente da una pensión de viudez si el hombre está
imposibilitado para trabajar, pero no considera que si la mujer aportaba
más del 70% del ingreso familiar y muere, el hombre debiera percibir una
pensión equivalente. Entonces no hay un principio de equidad, hay un
distingo de género que afecta a los hombres” (Francisco).
Otros entrevistados apuntaron que sólo en caso de desempleo del padre la
ley debía obligar a la madre a pasar pensión a los hijos. Otro aspecto que reco-
80 Juan Guillermo Figueroa y Josefina Franzoni
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Del hombre proveedor al hombre emocional 81
ANEXO
Perfil sociodemográfico de los informantes
Número Persona
Nombre Edad Estado Civil Ocupación Escolaridad
de hijos que cuida
Pasante Lic.
Paco 55 Soltero Comerciante 0 Padre
Economía
Pasante
Francisco 54 Casado Empleado 5 Hijos Administración
de Empresas
Soltero /
Joaquín 38 Comerciante 1 Hija Preparatoria
Divorciado
Maestría en
Eduardo 58 Viudo Abogado 2 1 Hija
Derecho
Tercer año de
Alvaro 32 Viudo Chofer 2 *
Secundaria
*Cuidó a los hijos durante algún tiempo pero luego, mediante un proceso legal por supuesto abuso
sexual de las menores, los suegros le quitaron la patria potestad de sus hijas.
Varones, paternidades y políticas
públicas en el primer gobierno
progresista uruguayo
Carlos Güida
84 Carlos Güida
Resumen
Se presentan algunos tópicos con el objetivo de promover la reflexión en as-
pectos vinculados al ejercicio de la paternidad, en el marco del primer gobierno
progresista en Uruguay. Los varones, desde su predominancia en el sistema po-
lítico, en el mundo empresarial y en diferentes órbitas del Estado, asumen pos-
turas dispares ante la equidad de género en las políticas públicas. La evidencia
desde las ciencias sociales sobre algunos aspectos del ejercicio de la paternidad
muestra la necesidad de promover cambios institucionales y culturales desde la
perspectiva de género en lo referente a los comportamientos y al deber ser mas-
culino hegemónico. La diversidad de iniciativas desde el poder ejecutivo y el
parlamento en políticas sociales y sus repercusiones en la sociedad uruguaya, así
como los paradigmas que sostienen dichas iniciativas muestran la complejidad
de las intervenciones en el campo de las paternidades.
Un período germinal
Desde los planteos éticos, conceptuales y metodológicos de Arnaldo Go-
mensoro - desde mediados de los años 80 - se fueron produciendo sucesivas
aproximaciones a la problematización de la condición masculina1. Es así como
algunas iniciativas pioneras surgieron desde principio de los 90, como el Grupo
de Reflexión sobre la Condición Masculina, el cual se posicionó públicamente
frente a la violencia basada en el género, interpelando a los varones como co-
lectivo (1991 – 1994) y la investigación “Opiniones y actitudes de los varones
sobre los derechos sexuales y reproductivos” auspiciada por la Fundación J &
C. Mac Arthur y desarrollada por el Grupo Ethos (Gomensoro et al., 1995).
Algunas de las resistencias surgieron desde algunos varones organizados
en torno a la reivindicación de derechos paternos sin perspectiva de género,
sin lograr posicionarse políticamente ante una temática de lento pero creciente
interés. Oportunamente, algunas referentes feministas uruguayas alentaron la
necesidad de involucramiento de los varones en la promoción de la equidad de
género y el posicionamiento frente a la violencia doméstica y la salud sexual y
reproductiva. Mientras, para la mayoría de los espacios académicos, las agencias
de cooperación, los gobiernos, los sindicatos y las ONGs, el involucramiento
de algunos varones en temas de género resultaba de cierta manera una rareza.
2 Un evento novedoso y trascendente fue la conferencia regional “La equidad de género en América
Latina y el Caribe: Desafíos desde las identidades masculinas” (Santiago de Chile, 1998).
3 Parte de este proceso ha sido descrito en nuestra conferencia en el año 2002 y su postergada
publicación: “Equidad de género y políticas en Uruguay. Avances y resistencias en contextos
complejos”, por parte del Programa Universitario de Estudios de Género de la Universidad
Nacional Autónoma de México (PUEG – UNAM), en el libro “Debates sobre masculinidades.
Poder, desarrollo, políticas públicas y ciudadanía” (Careaga & Cruz, 2006: 315).
86 Carlos Güida
6 Nota periodística del sábado 26 de septiembre de 2009 en el diario La República: “La expresión fue
recogida y difundida minutos después por el periodista Alejandro Ruiz en la emisora local CW33,
durante el programa Exitorama, así como comentada entre los trabajadores de los medios que
asistieron”.
Varones, paternidades y políticas públicas 91
guntó quiénes de ellos/ellas creían que debería ser el titular. Ente los/as ti-
tulares, el 87,5% planteó que el beneficio debería quedar en el nombre de la
mujer, 3,2% que debería quedar en nombre del hombre y 9,4% señaló que
la opción “da lo mismo”. La justificación más común para garantizar que la
titularidad quede en nombre de la mujer es que ellas “conocen mejor las ne-
cesidades de la familia” (64,4%), o que “tienden a gastar con alimentación y
con los hijos” (17,1%). Para las titulares del beneficio, los hombres gastarían
el dinero “con bebidas y otras diversiones”. Si por un lado, beneficios como
ese pueden favorecer el empoderamiento de las mujeres (muchas de hecho
jefas de familia), por otro, coloca a los hombres en una posición de irrespon-
sables y refuerza la idea de que los hombres son “proveedores” y no “cuida-
dores” (lo que quedaría a cargo de las mujeres). De manera general, las po-
líticas de generación y transferencia de renta y empleo poseen poco análisis
de las dinámicas de género (IBASE, 2008). Menos aún sobre los hombres
y las masculinidades. Esas políticas benefician a hombres y mujeres, jóvenes
y adultos, pero no consideran las diferentes realidades sociales, productos
de una estructura con fuertes desigualdades de género. Nos parece funda-
mental incluir cuestiones sobre maternidad y paternidad, dinámicas de las
relaciones de género y deserción escolar masculina.
A las dos mesas de discusión sobre el documento técnico “De paternidades
y exclusiones”, convocadas por PNUD - una convocante de actores de la esfera
no gubernamental y otra para quienes se desempeñan en la esfera estatal-, con-
currieron un total de treinta mujeres y dos varones7. Esta es otra señal de la difícil
implicación de los varones y, a la vez del interés de las mujeres.
Cuadro 1:
Protocolo MSP – Agentes socioeducativos. Modalidad de intervención.
Fuente: www.infamilia.gub.uy
Cuadro de actividades y tareas del Agente Socioeducativo
9 La creación del Área Condición del Varón y Salud de las Mujeres en 2005 puede ser considerada
un primer avance en el marco de la visibilidad institucional de los varones en los procesos sanitarios
y de la salud sexual y reproductiva.
96 Carlos Güida
11 http://www.teledoce.com/noticia/4871_Enfrentamiento-a-balazos-entre-rapinero-y-un-
policia/
100 Carlos Güida
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102 Carlos Güida