Tratado de Los Delitos y de Las Penas

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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE

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4

236-4-20

De la Cruz, sculp..
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DE LOS DELITO
SB 35 c
Y

DE LAS PENAS.

In rebus quibuscumque difficilioribus non expectan


dum, ut quis simul & serat , & metat , sed prae
paratione opus est , ut per gradus maturescant.
Bacon. Serm. Fidel. num. XLV .

TRADUCIDO DEL ITALIANO


X
POR D. JUAN ANTONIO DE LAS CASAS.
FA
LL
OU

MADRID. MDCCLXXIV.

Por D. JOACHIN IBARRA , Impresor de Cámara


de S. M.

CON LAS LICENCIAS NECESARIAS.


NOTA.

El Consejo , conformándose con

el parecer del Sr. Fiscal , ha per

mitido la impresion y publicacion

de esta Obra , solo para la instruc

cion pública , sin perjuicio de las

Leyes del Reyno , y su puntual


observancia ; mandando , para in

teligencia de todos , poner en el

principio esta Nota.


PROLOGO

DEL TRADUCTOR.

Presentamos al Público en Cas

tellano el Tratado de los Deli

tos y las Penas , cuyas alaban

zas resuenan ya en casi todas

las partes del Mundo. La ver

dad , aunque camina con pasos

lentos en el principio , hace des

pues rápidos progresos. En la


traduccion Francesa se cita la Ga

ceta Literaria de primero de Octu

bre de 1765 , donde se ruega al

Autor de esta Obra , se declare ,

y reciba en premio de ella una


medalla de veinte ducados , que

le ha determinado una Sociedad

de Sabios , en concurrencia de

otras Obras Académicas. Nuestra

a4
PROLOGO
ij

Gaceta del Martes 15 de Fe


brero de este año , en el ca

pítulo de Petersburgo , con fe


cha 21 de Diciembre pasado ,

dice así : " El Gobierno de Mos


.
" cou ha propuesto á la ave
» riguacion de los Juristas dife

» rentes qüestiones , relativas á

» la administracion de la justi

" cia criminal . Se les ruega apli

» quen la mayor atencion á unos

" objetos , tanto mas importan


" tes > quanto en parte algu

" na se encuentran exemplares

" mas freqüentes de la barbarie

» de la edad media , como en los

» Códigos criminales de los dife

" rentes Países , ó en las costum

» bres , que en las comarcas mas


» cultas tienen muchas veces fuer

" za de Ley , por respeto á una

» materia , que exige principal


DEL TRADUCTOR. iij

» mente toda la atencion del Le

gislador. Por estas causas soli


" citan los Individuos del Gobier

" no de Moscou , que sin faltar


" al respeto debido á las institu

" ciones humanas , los Juristas,

» que quieran trabajar sobre estas

" qüestiones , se apliquen parti


» cularmente al Derecho Natural,

"y á los principios de humani

" dad , que son inseparables , los

" quales han sido , segun dicen ,

" mal observados por la mayor par

" te de los Legisladores . Las ques

» tiones propuestas son : I. Qué

" origen tienen las penas corpo

" rales , y quál es el fundamen


n.to del derecho de castigar ?

" II. Quáles son los mejores me

" dios para descubrir los delitos,


"y convencer á los reos ? III . Si

nel tormento se opone á los de


iv PROLOGO

" rechos de un Ciudadano preso;

y si la costumbre de darle , cor

responde al fin que debe lle

" varse al imponer Leyes , que

tienen por basa la severidad mas


equitativa ? IV . Si debe ser

» proporcionado el castigo al deli

" to , qué deberá hacerse para con

" servar esta proporcion ? V. Por

qué regla se deberá juzgar de la


" enormidad de un delito ? VI. Si

los suplicios capitales son abso

» lutamente necesarios para la con

" servacion del buen orden en la

" Sociedad ? VII . Quáles son las


" penas correspondientes á cada

clase de delitos ? VIII. T quá

" les son los medios mas efica

ces de precaverlos en la Socie


" dad ? "

" Si las mas de estas qüestio

" nes no estan ya bastantemente


DEL TRADUCTOR. V

» aclaradas en el excelente Tra

" tado del Marques Beccaria , á


"lo menos se encuentran allí los

"principios que conducen á su


" decision . " ¿ Qué pudiéramos

añadir á estos testimonios auto

rizados 2 ni qué apoyo conse

guiría la verdad , aun quando


uniésemos á ella nuestras débiles

fuerzas ? Los obstinados y ca

prichudos , que juzgan de las co

sas por costumbre , y no por ra


ciocinio , con dificultad saldrian

de su propósito ; los dóciles y

juiciosos no necesitan nuestros


avisos.

No podemos , sin embargo,

pasar en silencio una reflexion ,

que nos dicta nuestra prudencia.


La malicia de los hombres abu

sa y ha abusado en todos tiem

pos de los mejores Libros , de


vj PROLOGO

las doctrinas mas sagradas


‫ و‬y
de las mas santas materias ; por

tanto será bien entender , que el

Tratado presente , sin embargo

de que combata alguna parte de

la Legislacion actual , como de


rivada de la Romana , esto es
mas como opinion , que como
desobediencia. El Autor ha pro

testado en muchas partes de la

Obra y su Apología , la sumision

y respeto que tiene , y predica


la que los demás deben tener á

las Leyes dominantes del País

en que cada uno reside ; ni un

particular puede exponer de otro


modo sus dictámenes. El pare

cer de un Filósofo en esta clase

de materias , podrá acaso servir

á ilustrar los Príncipes y Ma

gistrados , á cuyo cargo está el


gobierno de los hombres ; pero
DEL TRADUCTOR. vij

nunca fomentar la vana confian

za de los que sin discurrir , de


ben obedecer. La suprema po

testad temporal , que todos re


conocemos en nuestros Reyes,

está recomendada en términos

tan precisos , que no dexan lu

gar á la interpretacion. El que

no quiera temerla , dice el Apos


tol hablando con los Romanos ,
1
obre bien , y en lugar de casti

go , conseguirá alabanza. Este sí

que es medio seguro de obtener

alguna reforma , caso que se juz

gue necesaria en nuestros Códi

gos la obediencia , la modera

cion , las acciones virtuosas , los

votos sinceros , que se encami

nen al trono por medio de la

súplica , y acompañados de las

bendiciones y el rendimiento.

Pero la insolencia , el atrevi


PROLOGO
viij
1
miento y la altanería orgullosa,

no solo encuentran el justo cas

tigo que merecen , sino que ja

más logran el fin á que se di

rigen. Y en verdad , ¿ qué hor


ror no merecen estos atentados ?

Ciertamente quando calla la voz,

siempre escuchada del amor pro

pio , que hace producir á los

hombres sofísticos raciocinios , se

vé claramente , que á fin de con

servar ilesas las sagradas perso


nas é inmunidad de los Sobe

ranos " no hay pena que pueda

llamarse excesiva. El suplicio mas

estudiado , queda muy inferior

para satisfacer la naturaleza de

tan execrables acciones. Estos son

los dictámenes del Autor , y así

deben entenderse sus opiniones,

quando trata de los delitos de

lesa Magestad.
DEL TRADUCTOR . ix

Protestamos sinceramente , que

despues de haber meditado con

seriedad ( quanto ha cabido en


nuestra reflexion ) las máximas

de este Tratado , no hemos ha

llado mas que motivos de de

sear pueda alguna vez llegar á


los oidos de un Monarca , que

siendo padre y defensor de sus

vasallos " tiene lleno el Mun

do de su clemencia aun en
"

los casos que requerian la mas

severa justicia. Si nuestra Na

cion , llena de estas nobles ideas,

multiplicase las acciones virtuo


sas en la misma escasez de los

Delitos , habrá conseguido des


vanecer lo horroroso de las Pe

nas. Admítasenos el buen deseo

de la felicidad comun 9 único

objeto de nuestro trabajo , y en

cuyo beneficio desearíamos em


X PROLOGO DEL TRADUCTOR .

plear mayor talento é instruc

cion , si la Providencia y opor


tunidad nos lo hubiesen confia

do.

PRO
xj

PROTESTA DEL TRADUCTOR.

SI el todo , ó alguna parte de la

doctrina contenida en el Tratado

presente , que habemos traducido ,

no fuese conforme al sentir de

nuestra Santa Madre la Iglesia , y

á las supremas Regalías de S. M.

desde luego con toda sumision y

respeto , como debemos , lo detes→

tamos ; creyendo solo lo que nos

enseñaren , y sometiendo nuestro

juicio al de nuestros Maestros y

Superiores.

[I J

b
xij

PROLOGO

DEL AUTOR.

(
Algunos restos de Leyes de

un antiguo Pueblo conquista


dor , hechas recopilar por un

Príncipe , que doce siglos há

reynaba en Constantinopla , mix

turadas despues con ritos Lom

bardos , y envueltas en farra

ginosos volúmenes de privados

y obscuros intérpretes , forman

aquella tradicion de opiniones,

que en una gran parte de la

Europa tiene todavía el nombre

de Leyes y es cosa tan Co

mun quanto funesta ver en nues

tros dias , que una opinion de


PROLOGO DEL AUTOR . xiij

Carpzovio , un uso antiguo , se

ñalado por Claro , un tormen

to , sugerido con iracunda com

placencia por Farinacio sean


"

las Leyes obedecidas con segu

ridad y satisfaccion de aquellos,

que para regir las vidas y for

tunas de los hombres , deberian

obrar llenos de temor y descon

fianza. Estas Leyes , heces de

los siglos mas bárbaros , se han

exâminado en este Libro por la

parte que corresponden al sys

tema criminal , y cuyos desór

denes se intenta exponer á los

Directores de la felicidad públi

ca , con un estilo que espanta

al vulgo no iluminado é impa→


b 2
xiv PROLOGO

ciente. La ingenua averiguacion

de la verdad , la independencia

de las opiniones vulgares , con

que se ha escrito esta Obra , es

un efecto del suave é ilumina

do Gobierno , baxo el qual vi

ve el Autor. Los grandes Mo

narcas , y bienhechores de la hu

manidad , que rigen , aman las

verdades expuestas por los Fi

lósofos retirados , con una sen

cillez vigorosa , opuesta al im

pulso fanático de aquellos que

se prevalen de la fuerza , ó de

la industria , rechazados por la

razon ; y los desórdenes pre

sentes son , para quien bien exâ

mina todas las circunstancias , la


DEL AUTOR. XV

sátyra y zaherimiento de las eda

des pasadas ; no de este siglo,

ni sus Legisladores .

Qualquiera que quisiere hon

rarme con su crítica ; empiece,

pues , por conocer bien el fin á

que se dirige esta Obra : fin que

conseguido , bien lexos de dis

minuir la legítima autoridad , ser

viría de aumentarla , si puede

en los hombres mas la razon que

la fuerza , y si la dulzura y la

humanidad la justifican á los ojos

de todos . Las críticas mal en

tendidas , que se han publicado

contra este Libro , se fundan

sobre confusas nociones , y me

obligan á interrumpir por un

b3
xvj PROLOGO

instante mis razonamientos á los

sabios Lectores , á fin de cer

rar de una vez para siempre to

da entrada á los errores de un

tímido zelo , ó á las calumnias

de la maligna envidia.

Tres son los manantiales de

donde se derivan los principios

morales y políticos , reguladores

de los hombres, La Revelacion ,

la Ley Natural , y los Pactos es

tablecidos de la Sociedad, No

hay comparacion entre la pri

mera y las otras , con relacion

á su fin principal ; pero son se

mejantes en que conducen todas

tres para la felicidad de esta

vida mortal . Considerar las re


DEL AUTOR. xvij

laciones de la última , no es ex

cluir las relaciones de las dos

primeras ; antes bien al modo

que estas , sin embargo de ser

divinas é inmutables , fueron de

pravadas por mil modos en los

entendimientos de los hombres,

admitiendo estos malamente Re

ligiones falsas , y arbitrarias no

ciones de Virtud y de Vicio;

así parece necesario exâminar se

paradamente de toda otra con

sideracion , lo que nazca de las

puras convenciones humanas , ó

expresas , ó supuestas por la

necesidad y utilidad comun : idea

en que toda secta y todo sys

tema de moral debe necesaria

b4
PROLOGO
xvij

mente convenir ; y será siempre

laudable empresa la que contri

buyese á reducir aun los hom

bres mas incrédulos y porfiados,

para que se conformen con los

principios que los impelen á vi

vir en Sociedad . Hay , pues , tres

distintas clases de Vicio y de

Virtud Religiosa , Natural , y

Política. Estas tres clases no de

ben jamás tener contradiccion en

tre sí ; pero no del 4 mismo mo

do en todas las conseqüencias y

obligaciones , que resultan de las

otras. No todo lo que pide la

Revelacion , lo pide la Ley Na

tural ; ni todo lo que esta pide,

lo pide la pura Ley Social , sien→


DEL AUTOR. xix

do importantísimo separar lo que

resulta de los pactos tácitos , ό

expresos de los hombres ; por

que los límites de aquella fuer

za son tales , que pueden exer

citarse legítimamente entre hom

bre y hombre , sin una especial

mision del Ser Supremo . Así,

pues , la idea de la Virtud Po

lítica puede sin defecto llamarse

variable. La que resulta de la

Virtud Natural sería siempre lim

pia y manifiesta , si las pasio

nes " ó la flaqueza de los hom

bres no la obscureciesen ; pero

la que dimana de la Virtud Re

ligiosa , es siempre una y cons

tante ; porque revelada de Dios


XX PROLOGO

inmediatamente , está conservada

por él mismo .

9 Sería , pues , un error atri

buir , á quien habla de conven

ciones Sociales , y de sus conse

qüencias , principios contrarios á

la Ley Natural , ó á la Reve

lacion , porque no trata de es

tas . Sería un error en quien , ha

blando del estado de Guerra an

tes del estado de Sociedad , lo

tomase en el sentido Hobesiano ,

esto es de ninguna razon , ni

obligacion anterior ; en vez de

tomarlo por un hecho nacido de

la corrupcion de la naturaleza

humana , y de la falta de un

establecimie expreso . Sería un


nto
DEL AUTOR.
xxj

error imputar á delito en un Es

critor , que considera las emana

ciones del pacto social el no


"

admitirlas antes del pacto mis

mo.

i La Justicia Divina y la Jus

ticia Natural son por su esencia

inmutables y constantes ; porque

la relacion entre dos mismos ob

jetos , es siempre la misma ; pe

ro la Justicia Humana , ó bien

Política , no siendo mas que una

relacion entre la accion y el

vario estado de la Sociedad , pue

de variar , á proporcion que se

haga necesaria ó util á la mis

ma Sociedad , aquella accion ; ni

se discierne bien , sino resolvien


xxij PROLOGO

do las complicadas y mudables

relaciones de las combinaciones

civiles. Pero si estos principios,

esencialmente distintos , se con

fundieren , no hay esperanza de

raciocinar con fundamento en las

materias públicas. A los Teólo

gos pertenece establecer los con

fines de lo justo y de lo injus

to , en la parte que mira la in

trínseca malicia ó bondad del

acto ; y al Publicista determinar

las relaciones de lo justo ó in

justo político , esto es , del daño

ó provecho de la Sociedad . Ni

un objeto puede perjudicar al

otro ; porque es manifiesto quán

to la verdad , puramente políti


DEL AUTOR. xxiij

ca , debe ceder á la inmutable

virtud dimanada de Dios.

Qualquiera , repito , que qui

siere honrarme con su crítica,

no empiece suponiendo en mí

principios destruidores de la Vir

tud , ó de la Religion ; pues ten

go demostrado no son tales los

mios ; y así , en lugar de con

cluirme incrédulo 服 ó sedicioso ,

convénzame de mal Lógico , ó T


A
V
de imprudente Político : no se

amotine por las proposiciones que

sostengan el interes de la hu

manidad : hágame ver la inutili


T
dad , ó daño político , que pue

da nacer de mis principios , y

la ventaja de las prácticas reci


XXIV PROLOGO DEL AUTOR.

bidas. He dado un público tes→

timonio de mi Religion , y de

mi sumision á mi Soberano , con

la respuesta á las Notas y Obser

vaciones : sería superfluo respon→

der á otros Escritos semejantes ;

pero quien escribiere con aque→

lla decencia , que tanto convie

ne á hombres honestos , y con

aquellos conocimientos , que me

dispensen de probar los prime→

ros principios , de qualquiera cla→

se que fueren , encontrará en

mí , no tanto un hombre , que

procura responder , quanto un pa

cífico amante de la verdad .

}
XXV

INDICE

DE LOS PARRAFO S,

que se contienen en este


Libro .

INtroduccion.
Pág. I
§. I. Origen de las Penas. 6
11. Derecho de castigar. 9
III. Conseqüencias. 13
IV. Interpretacion de las Leyes. 17
V. Obscuridad de las Leyes. 24
VI. Proporcion entre los Delitos y las
Penas. &
VII. Errores en la graduacion de las Pe
nas.
VIII. Division de los Delitos.
IX. Del Honor.
X. De los Duelos.
XI. De la tranquilidad pública.
XII. Fin de las Penas.
XIII. De los Testigos.
XIV. Indicios yformas de juicios. 66
XV. Acusaciones secretas. 72
XVI. Del Tormento. 77
XVII. Del Fisco.
XVIII . De los Juramentos . 100
XIX . Prontitud de la Pena. 103
XX.Violencias. 108
XXI. Penas de los Nobles. III
INDICE.
xxvj
XXII. Hurtös. 115
XXIII. Infamia. 117
XXIV. Ociosos. 121
+
XXV. Destierrosy Confiscaciones. 124
XXVI. Del Espíritu de Familia. 127
XXVII. Dulzura de las Penas. 135
XXVIII. De la Pena de Muerte. 141
XXIX. De la Prision. 163
XXX. Procesos y Prescripciones. 171
XXXI. Delitos de prueba dificil. 177
XXXII . Suicidio. 187
XXXIII. Contrabandos. 197
XXXIV . De los Deudores. 201
XXXV . Asylos. 208
XXXVI . De la Talla. 210
XXXVII. Atentados , Cómplices , Impu
nidad. 213
XXXVIII. Interrogaciones sugestivas ,y
Deposiciones. 218
XXXIX. De un género particular de
Delitos. 4 224
XL. Falsas ideas de utilidad. 227
XLI. Cómo se evitan los Delitos. 232
XLII. De las Ciencias. 237
XLIII. Magistrados. 246
XLIV . Recompensas. 247
XLV. Educacion. 248
XLVI. Del Perdon. 250
XLVII.Conclusion. 254

TRA
I

TRATADO

DE LOS DELITOS

DE LAS PENAS.

INTRODUCCION .

ABANDONAN los hombres casi

siempre las reglas mas importan

tes á la prudencia de un momen

to , ó á la discrecion de aquellos ,

cuyo interes consiste en oponer

se á las Leyes mas próvidas : y así


como del establecimiento de estas

resultarían universales ventajas , re

sistiendo al esfuerzo por donde pu

dieran convertirse en beneficio de

pocos ; así de lo contrario resulta


A
2 TRATADO DE LOS DELITOS

en unos todo el poder y la felici

dad , y en otros toda la flaqueza

y la miseria. Las verdades mas


palpables desaparecen facilmente

por su simplicidad , sin llegar á ser

comprehendidas de los entendi

mientos comunes. No acostum

bran estos á discurrir sobre los ob

jetos : por tradicion , no por exâ


men , reciben de una vez todas las

impresiones : de modo que solo

se mueven á reconocer y remediar

el cúmulo de desórdenes que los

oprime , quando han pasado por


medio de mil errores en las cosas

mas esenciales á la vida y á la li

bertad , y quando se han cansado


de sufrir males sin número.

Las historias nos enseñan , que

debiendo ser las Leyes pactos con

siderados de hombres libres , han

sido partos casuales de una nece


Y DE LAS PENAS .
3
i
sidad pasagera : que debiendo ser
dictadas por un desapasionado exâ
S minador de la naturaleza humana ,
e
han sido instrumento de las pasio
21
nes de pocos. La felicidad mayor
į
colocada en el mayor número , de

biera ser el punto á cuyo centro

se dirigiesen las acciones de la mu


chedumbre . Dichosas , pues , aque

Ilas pocas Naciones , que sin espe

rar el tardo y alternativo movi


[
miento de las combinaciones hu
S
manas , aceleraron con buenas Le

yes los pasos intermedios de un


5
camino que guiase al bien , evi

tando de este modo que la extre

midad de los males los forzase á

executarlo : y tengamos por dig

no de nuestro reconocimiento al

Filósofo , que desde lo obscuro y

despreciado de su aposento tuvo

valor para arrojar entre la muche


A2
4 TRATADO DE LOS DELITOS

dumbre las primeras simientes de

las verdades útiles , por tanto tiem


po infructuosas.

Conocemos ya las verdaderas

relaciones entre el Soberano y los

súbditos , y la que tienen entre sí

recíprocamente las Naciones. El

comercio animado á la vista de

las verdades filosóficas , comunica

das por medio de la Imprenta , ha


encendido entre las mismas Nacio

nes una tácita guerra de industria

la mas humana y mas digna de hom


bres racionales. Estos son los fru

tos que se cogen á la luz de este

siglo ; pero muy pocos han exâ

minado y combatido la crueldad

de las penas y la irregularidad de

los procedimientos criminales , par

te de Legislacion tan principal y

tan descuidada en casi toda Euro

pa. Poquísimos subiendo á los prin


Y DE LAS PENAS .
5

cipios generales , combatieron los


errores acumulados de muchos si

glos , sujetando á lo menos con

aquella fuerza que tienen las ver

dades conocidas , el demasiado li

bre exercicio del poder mal diri

gido , que tantos exemplos de fria

atrocidad nos presenta autorizados

y repetidos . Y aun los gemidos de


los infelices sacrificados á la cruel

ignorancia y á la insensible indo

lencia ; los bárbaros tormentos con

pródiga é inutil severidad multi

plicados por delitos , ó no proba


dos ó quiméricos ; la suciedad y

los horrores de una prision , au

mentados por el mas cruel verdu

go de los miserables , que es la in

certidumbre de su suerte ; debie

ran mover aquella clase de Magis

trados que guian las opiniones de


los entendimientos humanos.

A3
6 TRATADO DE LOS DELITOS

El inmortal Presidente de Mon

tesquieu ha pasado rápidamente so


bre esta materia. La verdad indi

visible me fuerza á seguir las tra

zas luminosas de este grande hom

bre ; pero los ingenios contempla

tivos para quienes escribo , sabrán

distinguir mis pasos de los suyos.

Dichoso yo , si pudiese , como él,

obtener las gracias secretas de los

retirados pacíficos sequaces de la

razon , y si pudiese inspirar aque

lla dulce conmocion , con que las

almas sensibles responden á quien

sostiene los intereses de la huma

nidad .

§. I.

Origen de las Penas.

LAS
Leyes son las condiciones

con que los hombres vagos é in


Y DE LAS PENas .
7

dependientes se unieron en socie

dad , cansados de vivir en un con


tinuo estado de guerra , y de go

zar una libertad que les era in


util en la incertidumbre de con

servarla. Sacrificaron por eso una

parte de ella , para gozar la res

tante en segura tranquilidad . El

complexô de todas estas porcio→


nes de libertad , sacrificadas al bien

de cada uno , forma la Soberanía

de una Nacion , y el Soberano es

su administrador y legítimo de
positario. Pero no bastaba formar

este depósito , era necesario tam


bien defenderlo de las usurpacio

nes privadas de cada hombre en

particular. Procuran todos , no so

lo quitar del depósito la porcion

propia , sino usurparse las agenas.


Para evitar estas usurpaciones se

necesitaban motivos sensibles , que

A4
8 TRATADO DE LOS DELITOS

fuesen bastantes á contener el áni

mo despótico de cada hombre , quan

do quisiere sumergir las Leyes de

la Sociedad en su caos antiguo . Es

tos motivos sensibles son las penas

establecidas contra los infractores

de aquellas Leyes. Llámolos motivos

sensibles , porque la experiencia ha

demostrado que la multitud no

adopta principios estables de con

ducta , ni se alexa de aquella in

nata general disolucion , que en

el Universo Físico y Moral se ob

serva , sino con motivos que inme


diatamente hieran en los sentidos ,

y que de continuo se presenten al

entendimiento , para contrabalan

cear las fuertes impresiones de los

ímpetus parciales , que se oponen


al bien universal : no habiendo tam

poco bastado la eloquencia , las

declamaciones , y las verdades mas


Y DE LAS PENAS. 9

sublimes á sujetar por mucho tiem

po las pasiones excitadas con los


sensibles incentivos de los objetos

presentes.

§. II.

Derecho de castigar .

Toda pena ( dice el gran Mon

tesquieu ) que no se deriva de la ab

soluta necesidad , es tyranica : pro

posicion que puede hacerse mas

general de esta manera . Todo ac

to de autoridad de hombre á hom

bre , que no se derive de la abso

luta necesidad , es tyránico. Veis

aquí la basa sobre que el Sobera

no tiene fundado su derecho para

castigar los delitos : sobre la nece

sidad de defender el depósito de

la salud pública de las particulares

usurpaciones ; y tanto mas justas


10 TRATADO DE LOS DELITOS

son las penas , quanto es mas sa

grada é inviolable la seguridad , y


mayor la libertad que el Sobera
no conserva á sus súbditos . Consul

temos el corazon humano , y encon

traremos en él los principios fun


damentales del verdadero derecho

que tiene el Soberano para cas

tigar los delitos ; porque no debe

esperarse ventaja durable de la po

lítica Moral , quando no está fun


dada sobre máximas indelebles del

hombre . Qualquiera Ley que se se

pare de estas , encontrará siempre

una resistencia opuesta , que ven

ce al fin ; del mismo modo que


una fuerza , aunque pequeña , sien

do continuamente aplicada , vence

qualquier violento impulso comu


nicado á un cuerpo .

Ningun hombre ha dado gratui

tamente parte de su libertad pro


Y DE LAS PENas. II

pia con solo la mira del bien pú

blico : esta quimera no exîste sino


у
en las novelas . Cada uno de noso

tros querria , si fuese posible , que

no le ligasen los pactos , que ligan

á los otros . Qualquiera hombre se


hace centro de todas las combina
J

ciones del globo .

La multiplicacion del género

humano , pequeña por sí misma ,


pero muy superior á los medios ,

que la Naturaleza esteril y aban

donada ofrecia , para satisfacer á

las necesidades , que se aumenta


ban cada vez mas entre ellos,

reunió los primeros salvages. Es


tas primeras uniones formaron ne

cesariamente otras para resistir

las , y así el estado de guerra se


transfirió del individuo á las Na

ciones.

Fue , pues , la necesidad quien


12 TRATADO DE LOS DELITOS

obligó á los hombres para ceder

parte de su libertad propia : y es

cierto , que cada uno no quiere


poner en el depósito público , sino

la porcion mas pequeña que sea


posible , aquella solo que baste á

mover los hombres para que le

defiendan. El agregado de todas

estas pequeñas porciones de liber

tad posibles , forma el derecho de

castigar todo lo demas es abuso ,

y no justicia es Hecho , no Dere

cho. Obsérvese , que la palabra


Derecho no es contradictoria de

la palabra fuerza ; antes bien


aquella es una modificacion de

esta , cuya regla es la utilidad del

mayor número. Y por justicia en


tiendo yo solo el vínculo necesa
rio para tener unidos los intereses

particulares , sin el qual se redu

cirian al antiguo estado de inso


Y DE LAS PENAS .
13

[ ciabilidad . Todas las penas , que

S pasan la necesidad de conservar

este vínculo , son injustas por su

naturaleza . Tambien es necesario

precaverse de no fixar en esta pa

labra Justicia la idéa de alguna

cosa real , como de una fuerza fi

sica , ó de un ser existente ; es

solo una simple manera de con


cebir de los hombres : manera que

influye infinitamente sobre la fe

licidad de cada uno . No entiendo

tampoco por esta voz aquella di


ferente suerte de justicia , que di

mana de Dios , y que tiene sus

inmediatas relaciones con las pe

nas y recompensas eternas .

§. III.

Conseqüencias.

LA primera conseqüencia de es
14 TRATADO DE LOS DELITOS

tos principios es , que solo las Le

yes pueden decretar las penas de

los delitos ; y esta autoridad debe

residir únicamente en el Legisla

dor , que representa toda la Socie

dad unida por el contrato social.

Ningun Magistrado ( que es parte

de ella) puede con justicia decretar

á su voluntad penas contra otro in


dividuo de la misma Sociedad. Y

como una pena extendida mas allá

del límite señalado por las Leyes,

contiene en sí la pena justa , y

otra mas en la extension ; se sigue,

que ningun Magistrado baxo pre

texto de zelo ú de bien público,

puede aumentar la pena estableci


da contra un Ciudadano delin

quente.

La segunda conseqüencia es,

que si todo miembro particular se

halla ligado á la Sociedad ; esta


Y DE LAS PENAS . 15

tambien con cada uno de ellos por

un contrato , que de su naturaleza

obliga á las dos partes. Esta obli


gacion , que descendiendo desde

el Trono , llega hasta las mas hu

mildes chozas , y que liga igual


mente entre los hombres al mas

grande , y al mas miserable , solo

significa , que el interes de todos

está en la observacion de los pac

tos útiles al mayor número. La

violacion de qualquiera de ellos

empieza á autorizar la anarquía ( 1 ) .


El Soberano , que representa la

misma Sociedad , puede únicamen


te formar Leyes generales , que

obliguen á todos los miembros;

( 1 ) Esta voz obligacion es una de aquellas mas


freqüentes en la Moral , que en qualquiera otra
Ciencia , y que son una expresion abreviada de
un raciocinio , y no de una idea. Busca una á la
palabra obligacion , y no la encontrarás : haz un
raciocinio ; y entendiéndote tú mismo , serás en
tendido.
16 TRATADO DE LOS DELITOS

pero no juzgar quando alguno ha

ya violado el contrato social , por


que entonces la Nacion se dividi

ría en dos partes : una represen

tada por el Soberano , que afirma

la violacion ; y otra del acusado ,

que la niega. Es , pues , necesario ,

que un tercero juzgue de la ver

dad del hecho ; y veis aquí la ne


cesidad de un Magistrado , cuyas

sentencias sean inapelables , y con

sistan en meras aserciones , ó ne

gativas de hechos particulares .


La tercera conseqüencia es , que

quando se probase ser la atrocidad

de las penas , si no inmediatamen

te opuesta al bien público , y al


fin mismo de impedir los delitos,

á lo menos inútil ; aun en este

caso sería ella , no solo contraria

á aquellas virtudes benéficas , que


son efecto de una razon iluminada,

y
Y DE LAS PENAS . 17

y que prefiere mandar á hombres

felices mas que á una tropa de

esclavos , en la qual se haga una

perpetua circulacion de temerosa

crueldad , pero tambien á la justi

cia y : á la naturaleza del mismo


contrato social .

S. IV.

Interpretacion de las Leyes.

Uarta conseqüencia.
Quar Tampoco

la autoridad de interpretar las Le

yes penales puede residir en los

Jueces criminales por la misma ra

zon que no són Legisladores. Los


Jueces no han recibido de nues

tros antiguos Padres las Leyes co

mo una tradicion y un testamen


to , que dexase á los venideros

solo el cuidado de obedecerlo : re

cíbenlas de la sociedad viviente , ό

B
18 TRATADO DE LOS DELITOS

del Soberano su representador,

como legítimo depositario , en

quien se hallan las actuales resul

tas de la voluntad de todos. Recí

benlas , no como obligaciones de

un antiguo juramento : nulo , por


que ligaba voluntades no existen

tes : iniquo , porque reducia los


hombres del estado de sociedad al

estado de barbarie ; sino como

efectos de otro tácito ó expreso ,

que las voluntades reunidas de los

súbditos vivientes han hecho al

Soberano , como vínculos necesa

rios para sujetar ó regir la fer


mentacion interior de los intereses

particulares . Esta es la fisica y


real autoridad de las leyes. ¿ Quién

será , pues , su legítimo intérprete ?


El Soberano ; esto es , el deposita
rio de las actuales voluntades de

todos , ó el Juez , cuyo oficio solo


J
Y
DE LAS PENAS . 19

sea exâminar , si tal hombre haya


hecho ó no una accion , que les
sea contraria.

En todo delito debe hacerse por

el Juez un silogismo perfecto . Pon


dráse como mayor la Ley general :

por menor la accion , conforme ó

S no con la Ley ; de que se inferirá


por conseqüencia la libertad ó la

0 pena. Quando el Juez por fuerza

ó voluntad quiere hacer mas de

un silogismo , se abre la puerta á


la incertidumbre.

No hay cosa tan peligrosa co

mo aquel axioma comun , que pro

; pone por necesario consultar el

espíritu de la Ley. Es un dique

1 roto al torrente de las opiniones.

Esta verdad , que parece una pa

radoxa á los entendimientos vul

/ gares , en quienes tiene mas fuer

) za un pequeño presente desórden ,


B 2
20 TRATADO DE LOS DELITOS

que las funestas , aunque remotas

conseqüencias , nacidas de un fal

so principio , radicado en una Na

cion , la tengo por demostrada.

Nuestros conocimientos y todas

nuestras ideas tienen una recíproca

conexion quanto mas complica

das son , tanto mayor es el núme

ro de sendas , que guian y salen


de ellas. Cada hombre tiene su

mira , y cada hombre la tiene di

versa, segun los diferentes tiempos.

El espíritu de la Ley sería , pues,

la resulta de la buena ó mala Lógi

ca de un Juez , de su buena ó mala

digestion : dependería de la violen

cia de sus pasiones , de la flaqueza

del que sufre , de las relaciones que


*
tuviese con el ofendido , y de

todas aquellas pequeñas fuerzas ,

que cambian las aperiencias de los


objetos en el ánimo fluctuante del
Y DE LAS PENAS . 21

hombre. ¿Quántas veces vemos la


suerte de un Ciudadano trocarse

en el paso que de su causa se hace

á diversos Tribunales ; y ser las


vidas de los miserables víctima de

falsos raciocinios , ó del actual fer


mento de los humores de un Juez,

que toma por legítima interpreta


cion la vaga resulta de toda aque
lla confusa série de nociones , que

le mueve la mente ? ¿Quántas ve


ces vemos los mismos delitos di

versamente castigados por los mis


mos Tribunales en diversos tiem →

pos , por haber consultado , no la

constante y fixa voz de la Ley,


sino la errante instabilidad de las

interpretaciones?

Un desorden , que nace de la

rigorosa y literal observancia de

una Ley penal , no puede compa

rarse con los desórdenes , que na

B 3
22 TRATADO DE LOS DELITOS

cen de la interpretacion. Obliga


este momentaneo inconveniente á

practicar la facil y necesaria cor

reccion en las palabras de la Ley,


que son ocasion de la incertidum

bre , impidiendo la fatal licencia

de raciocinar , origen de las arbitra


rias y venales altercaciones. Pero

un Códice fixo de Leyes , que se

deben observar á la letra , no dexa

mas facultad al Juez , que la de

exâminar y juzgar en las acciones


de los Ciudadanos , si son ó no

conformes á la Ley escrita. Quan

do la regla de lo justo , y de lo in

justo , que debe dirigir las accio

nes , tanto del Ciudadano igno


rante , como del Ciudadano Filó

sofo , es un asunto de hecho , y no

de controversia ; entonces los súb


ditos no están sujetos á las peque

ñas tyranías de muchos , tanto mas


Y DE LAS PENAS .
23
T
crueles , quanto es menor la dis
tancia entre el que sufre , y el que

hace sufrir : mas fatales , que las de


uno solo , porque el despotismo
"
de pocos no puede corregirse sino

por el despotismo de uno ; y la


crueldad de un despótico es pro

porcionada con los estorvos , no

con la fuerza. Así adquieren los

Ciudadanos aquella seguridad de

sí mismos , que es justa , porque es

el fin que buscan los hombres en

la Sociedad , que es útil , porque

los pone en el caso de calcular

exâctamente los inconvenientes de

un mismo hecho. Es verdad , que

adquirirán un espíritu de indepen

dencia ; mas no para sacudir el


yugo de las Leyes , ni oponerse á

los Superiores Magistrados ; sí á


aquellos que han osado dár el sa

grado nombre de virtud á la fla

B4
24 TRATADO DE LOS DELITOS

queza de ceder á sus interesadas y

caprichosas opiniones. Estos prin→

cipios desagradarán á los que esta


blecen como derecho transferir en

los inferiores las culpas de la ty


ranía recibidas de los Superiores.

Mucho tendria que temer , si el

espíritu de tyranía fuese compati¬

ble con el espíritu de lectura,

§. V.

Obscuridad de las Leyes .

tacion
SI es un mal la interpre

de las Leyes , es otro evidentemen

te la obscuridad , que arrastra con


te
sigo necesariamen la interpreta
cion , y aun lo será mayor , quan

do las Leyes estén escritas en una

lengua estraña para el Pueblo , que

lo ponga en la dependencia de al

gunos pocos , no pudiendo juzgar


Y DE LAS PENAS . 25

por sí mismo quál será el éxito de

su libertad , ó de sus miembros en

una lengua , que forma de un libro

público y solemne uno quasi pri


2
vado y doméstico . ¿ Qué deberé
mos pensar de los hombres , sa

biendo , que en una buena parte de

la culta é iluminada Europa es

esta costumbre inveterada? Quan

to mayor fuere el número de los

que entendieren y tuvieren entre


las manos el sacro Códice de las

Leyes , tanto menos freqüentes se


rán los delitos ; porque no hay

duda , que la ignorancia y la in


certidumbre ayudan la eloqüen

cia de las pasiones.

Una conseqüencia de estas últi


mas reflexiones es , que sin Leyes

escritas no tomará jamás una So


ciedad forma fixa de gobierno , en

donde la fuerza sea un efecto del


26 TRATADO DE LOS DELITOS

todo , y no de las partes : en don

de las Leyes inalterables , sin la

general voluntad , no se corrom

pan , pasando por el tropel de los

intereses particulares . La expe

riencia y la razon han demostra

do , que la probabilidad y certeza


de las tradiciones humanas se dis

minuyen á medida que se apartan

de su origen. ¿ Pues cómo resisti

rán las Leyes á la fuerza inevitable

del tiempo y de las pasiones , si no


existe un estable monumento del

pacto social ?

En esto se echa de ver , qué

utilidades ha producido la Impren

ta , haciendo depositario de las

santas Leyes , no algunos particu

lares , sino el Público ; y disipan

do aquel espíritu de astucia y de


trama , que desaparece á la luz de

las Ciencias , en apariencia des


Y DE LAS PENAS . 27

D preciadas , y en realidad temidas

1 de sus sequaces. Esta es la ocasion

7 por que vemos disminuida en Eu

S ropa la atrocidad de los delitos ,

que hacian temer á nuestros an

tiguos , los quales eran á un tiem

po tyranos y esclavos . Quien co


noce la historia de dos ó tres si

1 glos á esta parte , y la nuestra , po


drá ver cómo del seno del luxo y

de la delicadeza nacieron las mas

dulces virtudes , Humanidad , Be

neficencia y Tolerancia de los er

rores humanos . Verá quáles fue

ron los efectos de aquella , que er

radamente llamaron antigua sim


plicidad y buena fé : la humani

dad gimiendo baxo la implacable

supersticion : la avaricia y la am

bicion de pocos tiñeron con san

gre humana los depósitos del oro,

y los tronos de los Reyes. Las


28 TRATADO DE LOS DELITOS

trayciones ocultas , los estragos

públicos , cada noble hecho un ty

rano de la plebe , los Ministros de

la Verdad evangélica manchando

con sangre las manos , que todos


los dias tocaban el Dios de Man

sedumbre , no son obras de este

siglo iluminado , que algunos lla

man corrompido.

S. VI.

Proporcion entre los Delitos

y las Penas.

No solo es interes comun que

no se cometan delitos , pero aun

lo es que sean menos freqüentes , á

proporcion del daño que causan


en la Sociedad . Así , pues , mas

fuertes deben ser los motivos que

retraygan los hombres de los de

litos , á medida que son contrarios


Y DE LAS PENAS. 29

$ al bien público , y á medida de

los estímulos , que los inducen á

! cometerlos. Debe por esto haber

una proporcion entre los Delitos

y las Penas.
1 Es imposible prevenir todos los
des órdenes en el combate univer

sal de las pasiones humanas. Cre

cen estas en razon compuesta de


la poblacion , y de la trabazon de

los intereses particulares ; de tal

suerte , que no pueden dirigirse

geométricamente á la pública uti


lidad. Es necesario en la Aritmé

tica Política substituir el cálculo

de la probabilidad á la exâctitud

matemática . Vuélvanse los ojos so

bre la historia , y se verán crecer


los desórdenes con los confines de

los Imperios ; y menoscabándose

en la misma proporcion la máxî

ma nacional , se aumenta el im
30 TRATADO DE LOS DELITOS

pulso ácia los delitos , conforme al

interes que cada uno toma en los


mismos desórdenes : así la nece

sidad de agravar las penas se di

lata cada vez mas por este motivo.

Aquella fuerza , semejante á un


cuerpo grave , que oprime á nues

tro bien estár , no se detiene sino

á medida de los estorvos que le

son opuestos. Los efectos de esta

fuerza son la confusa serie de las

acciones humanas : si estas se en C

cuentran y recíprocamente se ofen

den , las penas , que yo llamaré

estorvos políticos , impiden el mal

efecto , sin destruir la causa impe


lente , que es la sensibilidad mis

ma , inseparable del hombre ; y el

Legislador hace como el habil Ar

quitecto , cuyo oficio es oponerse


á las direcciones ruinosas de la

gravedad , y mantener las que con


Y DE LAS PENAS .
31

tribuyen á la fuerza del edificio.

S Supuesta la necesidad de la re

union de los hombres , y los pac

tos que necesariamente resultan de

la oposicion misma de los intere

ses privados , encontramos con una


escala de desórdenes , cuyo primer

grado consiste en aquellos , que


destruyen inmediatamente la So

ciedad , y el último en la mas pe

queña injusticia posible cometida

contra los miembros particulares


de ella. Entre estos extremos están

comprehendidas todas las acciones

opuestas al bien público , que se

llaman delitos , y todas ván ami

norándose por grados insensibles ,

desde el mayor al mas pequeño.


Si la Geometría fuese adaptable
á las infinitas. y obscuras combi

naciones de las acciones humanas,

debería haber una escala corres


32 TRATADO DE LOS DELITOS

pondiente de penas , en que se gra


duasen desde la mayor hasta la

menos dura ; pero bastará al sabio

Legislador señalar los puntos prin

cipales , sin turbar el orden , no de

cretando contra los delitos del pri


mer grado las penas del último. Y

en caso de haber una exâcta y uni

versal escala de las Penas y de los

Delitos , tendríamos una comun y

probable medida de los grados de

tyranía y de libertad , y del fon

do de humanidad ó de malicia de

todas las Naciones.

Qualquiera accion no compre


hendida entre los límites señalados,

no puede ser llamada Delito , 6


castigada como tal , sino por aque

llos que encuentran su interes en

darle este nombre. La incertidum

bre de estos límites ha producido


en las Naciones una moral , que

con
Y DE LAS PENAS. 33

contradice á la Legislacion ; mu

a chas actuales Legislaciones , que se

0 excluyen recíprocamente ; una mul

titud de Leyes , que exponen el hom


bre de bien á las penas mas rigo

rosas , ha hecho vagos y fluctuan


tes los nombres de Vicio , y de

Virtud ; ha hecho nacer la incerti

dumbre de la propia exîstencia ,

que produce el letargo y el sue

ño fatal en los Cuerpos Políticos.

Qualquiera que leyere con desin


teres filosófico los Códices de las

Naciones , y sus Anales , encontra

rá casi siempre cambiarse los nom

bres de Vicio , y de Virtud , de

buen Ciudadano , ó de Reo , con las


revoluciones de los siglos , no en

razon de las mutaciones que acae


cen r en las circunstancias de los

Países , y por conseqüencia siem

pre conformes al interes comun;

с
34 TRATADO DE LOS DELITOS

sino en razon de las pasiones y de

los errores , de que succesivamente

fueron movidos los Legisladores .

Verá muchas veces que las pasio


nes de un siglo son la basa de la

moral de los siglos que le siguen:

que las pasiones fuertes , hijas del


fanatismo y del entusiasmo , de

bilitadas y carcomidas ( por decir

lo así ) del tiempo , que reduce to

dos los fenómenos físicos y mo

rales á la igualdad , vienen poco


á poco á ser la prudencia del si

glo , y el instrumento util en ma

nos del fuerte y del prudente . De


este modo nacieron las obscurísi

mas nociones de honor y de vir

tud ; y son tales , porque se cam


bian con las revoluciones del tiem

po , que hace sobrevivir los nom→


bres á las cosas se cambian con

los rios y con las montañas , que


Y DE LAS PENAS. 1
35
e
son casi siempre los confines , no
e solo de la Geografía física , pero
S. tambien de la moral.
D
Si el placer y el dolor son los
2 motores de los entes sensibles : si C
1
entre los motivos que impelen los
el hombres aun á las mas sublimes

operaciones , fueron destinados por

el invisible Legislador el premio


J y la pena ; de la no exâcta distri

bucion de estas nacerá aquella con


0
tradiccion (tanto menos observada,

quanto mas comun ) que las penas cas

tiguen los delitos de que han sido


e causa. Si se destina una pena igual

á dos delitos , que ofenden des

igualmente la Sociedad , los hom


bres no encontrarán un estorvo

muy fuerte para cometer el mayor,

quando hallen en él unida mayor


7
ventaja.

C 2
36 TRATADO DE LOS DELITOS

§. VII.

Errores en la graduacion de las


Penas.

LAS reflexiones precedentes me

conceden el derecho de afirmar,

que la verdadera medida de los de

litos es el daño hecho á la Socie

dad , y por esto han errado los que


creyeron serlo la intencion del

que los comete. Esta depende de

la impresion actual de los obje

tos , y de la anterior disposicion

de la mente , que varían en todos

los hombres , y en cada uno de


ellos con la velocísima sucesion de

las ideas , de las pasiones , y de


las circunstancias . Sería , pues , ne

cesario formar , no un solo Códi

ce particular para cada Ciudada

no , sino una nueva Ley para ca


Y DE LAS PENAS .
37

da delito. Alguna vez los hom

bres con la mejor intencion cau


S
san el mayor mal en la Sociedad;

y algunas otras con la mas mala


hacen el mayor bien .

m Otros miden los delitos mas por

la dignidad de la persona ofendi

dda , que por su importancia , res

pecto del bien público . Si esta fue

se la verdadera medida , una irre

verencia contra el Supremo Sér de

bería castigarse mas atrozmente,

que el asesinato de un Monarca;

Or siendo la diferencia de la ofensa

de una recompensa infinita por la

¿ superioridad de la naturaleza .

de Finalmente algunos pensaron que

la gravedad del pecado se consi

derase en la graduacion de los de

litos . El engaño de esta opinion

se descubrirá á los ojos de un in

A diferente exâminador de las ver

C3
38 TRATADO DE LOS DELITOS

daderas relaciones entre hombres

y hombres , y entre los hombres y

Dios. Las primeras son relaciones


de igualdad . La necesidad sola ha

hecho nacer del choque de las pa

siones , y de la oposicion de los


intereses la idea de la utilidad co

mun , que es la basa de la justi

cia humana. Las segundas son re

laciones de dependencia de un Sér

perfecto y Criador , que se ha re


servado á sí solo el derecho de ser

á un mismo tiempo Legislador y

Juez , porque él solo puede serlo


sin inconveniente . Si ha estable

cido penas eternas contra el que

desobedece á su Omnipotencia ,

¿ quién será el necio que osará su

plir por la Divina Justicia : que

querrá vindicar un Sér , que se bas

ta á sí mismo : que no puede re

cibir de los objetos impresion al


Y DE LAS PENAS .
39

guna de placer ó de dolor ; y que


solo entre todos los Seres obra sin

relacion ? La gravedad del peca

do depende de la impenetrable ma

licia del corazon. Esta no puede

sin revelacion saberse por unos Se

res limitados : ¿ cómo , pues , se

la tomará por norma para castigar


los delitos ? Podrán los hombres

en este caso castigar , quando Dios

perdona , y perdonar quando cas

tiga. Si ellos son capaces de con


tradecir al Omnipotente con la

ofensa , pueden tambien contrade

cirle con el castigo .

§. VIII.

Division de los delitos.

Hemos visto que el daño hecho


á la Sociedad es la verdadera me

dida de los delitos. Verdad pal

C 4
40 TRATADO DE LOS DELITOS

pable , como otras , y que no nece

sita para ser descubierta Quadran

tes ni Telescopios , pues se presen

ta á primera vista de qualquiera


mediano entendimiento ; pero que

por una maravillosa combinacion

de circunstancias no ha sido co

nocida con seguridad cierta , sino

de algunos pocos hombres contem

plativos de cada Nacion y de ca

da siglo . Las opiniones Asiáticas,

y las pasiones vestidas de 2 autori

dad y de poder , han disipado ( mu

chas veces por insensibles impul


sos , y algunas por violentas im

presiones sobre la tímida creduli

dad de los hombres ) las simples

nociones , que acaso formaban la

primera Filosofía de la Sociedad

en sus principios , á la qual pa

rece que nos revoca la luz de es

te siglo con aquella mayor fuerza ,


Y DE LAS PENAS . 41

que puede subministrar un exâmen

Geométrico de mil funestas expe

riencias , y de los mismos impedi


3
mentos. El orden proponia exâ

minar y distinguir aquí todas las


3 diferentes clases de delitos , y el

modo de castigarlos ; pero la va

riable naturaleza de ellos , por las

diversas circunstancias de siglos

y lugares , nos haría formar un

plan inmenso y desagradable . Bas

táranos , pues , indicar los princi

pios mas generales , y los errores


mas funestos y comunes para des

engañar así los que por un mal


entendido amor de libertad quer

rían introducir la Anarquía , como

los que desearían reducir los hom

bres á una regularidad claustral.

Algunos delitos destruyen in

mediatamente la Sociedad ó quien

la representa : otros ofenden la par


42 TRATADO DE LOS DELITOS

ticular seguridad de alguno ó al

gunos Ciudadanos en la vida , en

los bienes , ó en el honor ; y otros

son acciones contrarias á lo que

cada uno está obligado de hacer,

ó'no hacer , segun las Leyes , res

pecto del bien público. Los pri


meros , que por mas dañosos son

los delitos mayores , se llaman de

lesa Magestad, La tyranía y la ig

norancia solas , que confunden los

vocablos y las ideas mas claras,


*
pueden dar este nombre , y por

conseqüencia la pena mayor á de


litos de diferente naturaleza , y ha

cer así á los hombres , como en otras

infinitas ocasiones , víctimas de una

palabra . Qualquier delito , aunque

privado , ofende la Sociedad ; pero

no todo delito procura su inme


diata destruccion . Las acciones mo

rales , como las físicas , tienen sú


= Y DE LAS PENAS.
43

al esfera limitada de actividad , y es

en tán determinadas diversamente del

*OS tiempo y del lugar , como todos


e los movimientos de naturaleza ; so
Dr
lo la interpretacion sofística , que
By es ordinariamente la filosofía de
1
la esclavitud , puede confundir lo

01 que la eterna Verdad distinguió


con relaciones inmutables.

Síguense despues de estos los


08 delitos contrarios á la seguridad

S
de cada particular, Siendo este el
I fin primario de toda Sociedad le

* gítima , no puede dexar de seña

larse alguna de las penas mas con


S siderables , establecidas por las Le
yes , á la violacion del derecho de

e seguridad , adquirido por cada Ciu


} dadano.

La opinion que qualquiera de


1
estos debe tener de poder hacer
F todo aquello , que no es contrario
44 TRATADO DE LOS DELITOS

á las Leyes , sin temer otro incon

veniente que el que puede nacer

de la accion misma , debería ser


el Dogma Político creído de los

Pueblos , y predicado por los Ma

gistrados con la incorrupta obser

vancia de las Leyes. Dogma sa

grado , sin el qual no puede ha

ber legítima Sociedad ; recompen

sa justa de la accion universal , que


sacrificaron los hombres , y que

siendo comun sobre todas las co

sas á qualquiera sér sensible , se

limita solo por las fuerzas propias.


Dogma que forma las almas libres

y vigorosas , y los entendimientos

despejados , que hace los hombres

virtuosos , con aquel género de vir

tud que sabe resistir al temor , no

con aquella abatida prudencia , dig

na solo de quien puede sufrir una

existencia precaria é incierta. Los


Y DE LAS PENAS .
45

atentados , pues , contra la seguri

dad y libertad de los Ciudadanos ,

son uno de los mayores delitos ,


1
y baxo de esta clase se compre
1
henden , no solo los asesinatos y
hurtos de los hombres plebeyos,

sino aun los cometidos por los

Grandes y Magistrados ; cuya in


fluencia se estiende á una mayor

distancia , y con mayor vigor , des


truyendo en los súbditos las ideas

de justicia y obligacion , y subs

tituyendo en lugar de la primera


el derecho del mas fuerte , en que

peligran finalmente con igualdad ,


el que lo exercita y el que lo sufre.

§. IX.

Del Honor.

ccion notable
HAY una contradi

entre las Leyes civiles , zelosas


46 TRATADO DE LOS DELITOS

guardas sobre toda otra cosa del


cuerpo y bienes de cada Ciuda

dano , y las Leyes de lo que se

llama Honor , que prefiere la opi

nion. Esta palabra Honor es una

de aquellas que ha servido de ba


sa á dilatados y brillantes razona

mientos , sin fixarle alguna signi

ficacion estable y permanente . ¡Con


dicion miserable de los entendi

mientos humanos tener presentes

con mas distinto conocimiento las

separadas y menos importantes


ideas de las revoluciones de los

cuerpos celestes , que las impor

tantísimas nociones morales , fluc

tuantes siempre , y siempre confu


sas , segun que las impelen los

vientos de las pasiones , y que la

ciega ignorancia las recibe y las

entrega ! Pero desaparecerá esta

paradoxa , si se considera , que co


Y DE LAS PENAS. 47

1 mo los objetos muy inmediatos á

los ojos se confunden , así la mu

e cha inmediacion de las ideas mo

rales hace que facilmente se mez

a clen y revuelvan las infinitas ideas

simples que las componen , y con


fundan las lineas de separacion ne

cesarias al espíritu Geométrico , que

quiere medir los fenómenos de la

sensibilidad humana. Y se dismi

nuirá del todo la admiracion del

indiferente indagador de las cosas

humanas , que juzgare no ser por

acaso necesario tanto aparato de


moral , ni tantas ligaduras para

hacer los hombres felices y se

guros.

Este Honor , pues , es una de

aquellas ideas complexâs , que son


un agregado , no solo de ideas sim

ples , sino de ideas igualmente com


plicadas , que en el vario modo de

་་
48 TRATADO DE LOS DELITOS

presentarse á la mente , ya admi

ten y ya excluyen algunos dife

rentes elementos que las compo

nen , sin conservar mas que algu

nas pocas ideas comunes , como

muchas quantidades complexâs al

gebraicas admiten un comun Par


tidor. Para encontrar este comun

Partidor en las varias ideas , que

los hombres se forman del Honor,

es necesario echar rápidamente una


mirada sobre la formacion de las

Sociedades. Las primeras Leyes y

los primeros Magistrados nacie

ron de la necesidad de reparar los

desórdenes del despotismo físico


de cada hombre : este fue el fin

principal de la Sociedad , y este

fin primario se ha conservado siem

pre realmente ó en apariencia , á


la cabeza de todos los Códices ,

aun de los que le destruyen ; pero


la
Y DE LAS PENAS.
49
| la inmediacion de los hombres , y
2
el progreso de sus conocimientos ,
han hecho nacer una infinita serie

de acciones y necesidades recí


0
procas de los unos para los otros,
·
siempre superiores á la providen

cia de las Leyes , é inferiores al


1
actual poder de cada uno. Desde
,
esta Epoca comenzó el despotis

mo de la opinion , que era el úni


I co medio de obtener de los otros

aquellos bienes , y separar de sí

los males á que no era suficiente

la misma providencia de las Le

yes. Y la opinion es la que ator

menta al sabio y al ignorante , la

que ha dadò crédito á la aparien


cia de la virtud mas allá de la vir

tud misma : la que hace parecer


Misionero aun al mas malvado,

porque encuentra en ello su pro

pio interes. Hiciéronse por esto

D
50 TRATADO DE LOS DELITOS

los sufragios de los hombres , no

solo útiles , pero aun necesarios ,


para no quedar por baxo del nivel

comun . Por esto , si el ambicioso

los conquista como útiles , si el

vano vá mendigándolos como tes

timonios del propio mérito , se vé

al hombre honesto procurarlos co


mo necesarios . Este honor es una

condicion , que muchísimos inclu

yen en la exîstencia propia. Na

cido despues de la formacion de

la Sociedad , no pudo ser puesto

en el depósito comun ; antes es


una instantanea vuelta al estado

natural , y una substraccion mo¬

mentanea de la propia persona

para con las Leyes , que en aquel


caso no defienden suficientemente

á un Ciudadano .
Por esto en el estado de liber

tad extrema política , y en el de


Y DE LAS PENAS. 51

extrema dependencia desaparecen

las ideas del honor , ó se confun

den perfectamente con otras ; por

que en el primero el despotismo

de las Leyes hace inutil la solici

tud de los sufragios de otros : en

el segundo , porque el despotismo

de los hombres , anulando la exîs

tencia civil , los reduce á una per

sonalidad precaria y momentanea.

El honor es , pues , uno de los


2
principios fundamentales de aque
J
llas Monarquías , que son un des
; potismo disminuido ; y en ellas
J lo que las revoluciones en los Es

tados despóticos , un momento de


Į retrotraccion al estado de Natura

leza , y un recuerdo al Señor de

: la igualdad antigua.

D2
52 TRATADO DE LOS DELITOS

§. X.

De los Duelos.

LA necesidad de los sufragios

de los otros hizo nacer los Duelos

privados , que tuvieron luego su

origen en la Anarquía de las Le

yes . Se pretende , que fueron des

conocidos en la antigüedad , acaso

porque los antiguos no se junta

ban sospechosamente armados en

los Templos , en los Teatros y con

los amigos : acaso porque el Due

lo era un espectáculo ordinario y


comun " que los gladiatores es

clavos y envilecidos daban al

pueblo , y los hombres libres se

desdeñaban de ser creídos y lla

mados gladiatores con los parti

culares desafios. En vano los de

cretos de muerte contra qualquie


Y DE LAS PENAS . 53

ra que aceta el Duelo han procu

rado extirpar esta costumbre , que


tiene su fundamento en aquello

que algunos hombres temen mas

que la muerte ; porque el hombre

de honor , privándolo de los sufra

gios de los otros , se prevee ex

puesto á una vida meramente so

litaria , estado insufrible para un

hombre sociable ; ó bien á ser el

blanco de los insultos y de la in

famia , que con su repetida accion


exceden al peligro de la pena .

¿Por qué motivo el vulgo no tie

ne por lo comun desafios , como


la Nobleza ? No solo porque está

desarmado , sino tambien porque

la necesidad de los sufragios es

menos comun en la plebe , que en

los nobles , que estando en lugar

mas elevado , se miran con mayo

res zelos y sospechas.


D3
54 TRATADO DE LOS DELITOS

No es inutil repetir lo que otros

han escrito ; esto es , que el mejor

método de precaver este delito


es castigar al agresor : entiéndese

al que ha dado la ocasion para el


Duelo declarando inocente al
2

que sin culpa suya se vió preci

sado á defender lo que las Leyes


actuales no aseguran , que es la

opinion ; mostrando á sus Ciuda

danos , que él teme solo las Le


yes , no los hombres.

§. XI.

De la tranquilidad pública.

Finalmente entre los delitos de

la tercera especie se cuentan par

ticularmente los que turban la

tranquilidad pública , y la quietud


de los Ciudadanos , como los es

trépitos y huelgas en los caminos


Y DE LAS PENAS.
55

a públicos destinados al comercio


0 y paso de los Ciudadanos : los

sermones fanáticos , que excitan

las pasiones fáciles de la curiosa

muchedumbre , que toman fuerza

con la freqüencia de los oyentes,

y mas del entusiasmo obscuro y

mysterioso , que de la razon clara

y tranquila , pues esta nunca obra

sobre una gran masa de hom


bres.

La noche iluminada á expensas

públicas : las guardias distribuidas

en diferentes quarteles de la Ciu

dad : los Morales y simples dis

cursos de la Religion , reservados

al silencio y á la sagrada tranqui

lidad de los Templos , protegidos

de la autoridad pública : las ha


rengas ó informes destinados á

sostener los intereses públicos ó

privados en las juntas de la Na


D4
56 TRATADO DE LOS DELITOS

cion , ya sean en los Tribunales,

ya en donde resida la Magestad

del Soberano ; son los medios efi

caces para prevenir la peligrosa


fermentacion de las pasiones po

pulares. Estos forman un ramo


principal , de que debe cuidar la

vigilancia del Magistrado , que los


Franceses llaman de la Policía ; pero

si este Magistrado obrase con Le

yes arbitrarias , y no establecidas

de un Códice , que gyre entre las

manos de todos los Ciudadanos,

se abre una puerta á la tyranía,

que siempre rodéa los confines de

la libertad política. Yo no encuen❤

tro excepcion alguna en este axîo

ma general. Cada Ciudadano de

be saber quándo es reo , y quán

do es inocente . Si los Censores á

Magistrados arbitrarios son por

lo comun necesarios en qualquier


Y DE LAS PEnas .
57

1 Gobierno , nace esto de la flaque

za de su constitucion , y no de la
naturaleza de uno bien organiza

L do. La incertidumbre de la pro

pia suerte ha sacrificado mas víc


timas á la obscura tyranía , que la

crueldad pública y solemne. Amo

tina mas que envilece los ánimos.

El verdadero Tyrano empieza

siempre reynando sobre la opi

nion , porque esta se apodera del

esfuerzo , que solo puede resplan


decer en la clara luz de la verdad ,

ó en el fuego de las pasiones , ό

en la ignorancia del peligro.

¿ Pero quáles serán las penas

convenientes á estos delitos ? ¿ Es

la muerte una pena verdadera

mente útil y necesaria para la se


guridad y buen orden de la So

ciedad? ¿Los tormentos son justos,

y obtienen el fin que se proponen


58 TRATADO DE LOS DELITOS

las Leyes ? ¿Quál es el mejor mo

do de evitar los delitos ? ¿Las mis

mas penas son igualmente útiles

en todos tiempos ? ¿Qué influen


cia tienen ellas sobre las costum

bres ? Estos problemas merecen

ser resueltos con aquella preci

sion Geométrica , á quien no pue

dan resistir , ni la niebla de los

sofismas , ni la eloqüencia seduc


tora " ni la duda temerosa. Me

tendré por afortunado , aunque no

tenga otro mérito mas , que haber

el primero presentado á la Italia

con alguna mayor evidencia lo


que otras Naciones se han atrevi

do á escribir , y empiezan á prac

ticar ; pero si sosteniendo los de

rechos de la humanidad y de la

verdad invencible , contribuyese á

entrambas , arrancando de los do

lores y angustias de la muerte al


Y DE LAS PENAS . 59

guna infeliz víctima de la tyranía

ó de la ignorancia , igualmente fa
tal ; las bendiciones y lágrimas de
un solo inocente en los extremos

de la alegría me consolarían en el

desprecio de los hombres.

§. XII.

Fin de las Penas.

Consideradas simplemente las

verdades hasta aquí expuestas , se

convence con evidencia , que el

fin de las penas no es atormentar

y afligir un Ente sensible , ni des

hacer un delito ya cometido . ¿ Se

podrá en un Cuerpo Político , que


bien lexos de obrar con pasion , es

el tranquilo moderador de las pa

siones particulares ; se podrá , re

pito , abrigar esta crueldad inutil ,

instrumento del furor y del fana


60 TRATADO DE LOS DELITOS

tismo ó de los flacos tyranos ?

¿ Los alharidos de un infelíz re

vocan acaso del tiempo , que no

vuelve , las acciones yá consuma

das ? El fin , pues , no es otro , que

impedir al reo causar nuevos da


, y retraher
ños á sus Ciudadanos ,

los demas de la comision de otros

iguales. Luego deberán ser escogi

das aquellas penas, y aquel método

de imponerlas , que guardada la

proporcion , hagan una impresion


mas eficaz y mas durable sobre los

ánimos de hombres , y la menos do

lorosa sobre el cuerpo del reo,

§. XIII.

De los Testigos .

Es un punto considerable en to

da buena Legislacion determinar


exâctamente la creencia de los
Y DE LAS PENAS. 61

? Testigos , y pruebas del reato .

Qualquiera hombre racional , esto


es , que tenga una cierta conexion

en sus propias ideas , y cuyas sen


saciones sean conformes á las de

los otros hombres , puede ser Tes

tigo. La verdadera graduacion de

su fe es solo el interes que tiene


de decir ó no decir la verdad. Por

esto aparece frívolo el motivo de

la flaqueza en las mugeres : pueril


la aplicacion de los efectos de la

muerte real á la civil en los pros

critos ; é incoherente la nota de

infamia en los infames , quando no

tienen en mentir interes alguno .

La creencia , pues , debe dismi

nuirse á proporcion del odio ó de


la amistad , ó de las estrechas rela

ciones , que median entre el testi

go y el reo. Siempre es necesario

mas de un testigo ; porque en tan


62 TRATADO DE LOS DELITOS

to que uno afirma , y otro niega,

no hay nada cierto , y prevalece el

derecho que cada qual tiene de


ser creído inocente. La fe de un

testigo viene á ser tanto menor


sensiblemente , quanto mas crece

la atrocidad de un delito ( 1 ) , ó lo

(1 ) Entre los Criminalistas la creencia de un


testigo es tanto mayor , quanto es mas atroz el
delito. Veis aquí el axîoma ferreo , dictado por
la flaqueza mas cruel : In atrocissimis leviores con
jecture sufficiunt , & licet Judici jura transgredi.
Traduzcámoslo en vulgar , y vean los Europeos
una de muchísimas igualmente racionales máxî
mas , á que casi sin saberlo están sujetos. ,, En los
"" mas atroces delitos , esto es , en los menos pro
"" bables , bastan las mas ligeras conjeturas , y es
,, lícito al Juez pasar por encima de lo prevenido por
Derecho." Los absurdos prácticos de la Legisla
cion son por lo comun producidos del temor , ma
nantial principal de las contradicciones humanas.
Atemorizados los Legisladores ( tales son los Juris
consultos , autorizados por la muerte para deci
dir de todo , llegando á ser de Escritores inte
resados y venales , árbitros , y Legisladores de las
fortunas de los hombres ) por la condenacion de
qualquier inocente , cargan la Jurisprudencia de
inútiles formalidades y excepciones , cuya exâc
ta observancia haría sentar la Anárquica impuni
dad sobre el Trono de la Justicia. Atemorizados
por algunos delitos atroces y difíciles de probar,
Y DE LAS PENAS .
63

inverosimil de las circunstancias:

tales son , por exemplo , la Magia


= y las acciones crueles , sin utilidad

del que las hace. Es mas proba


ble , que mientan muchos hom

bres en la primera acusacion ; por

que es mas facil , que se combinen

en muchos ó la ilusion de la igno

rancia , ó el odio perseguidor , que

no lo es el que un hombre exer

cite tal potestad , que Dios , ó no

ha dado , ó ha quitado á toda cria

tura. Igualmente en la segunda;

porque el hombre no es cruel,

sino á proporcion del interes pro

pio , del odio ó del temor que

concibe. No hay en el hombre

propiamente algun principio su

se creyeron en necesidad de pasar por encima de las


mismas formalidades que habian establecido ; y
así ya con despótica impaciencia , ó ya con un
miedo mugeril , transformaron los juicios graves
en una especie de juego , en que el acaso y los
rodeos hacen la principal figura.
64 TRATADO DE LOS DELITOS

perfluo siempre es proporciona


do á la resulta de las impresiones

hechas sobre los sentidos. Igual

mente la fe de un testigo puede

disminuirse tal vez , quando este

fuere miembro de alguna Socie

dad , cuyos usos y máximas sean

ó no bien conocidas , ó diversas

de las públicas. Semejante hom


bre , no solo tiene sus pasiones

propias , tiene tambien las de los


otros.

Finalmente es casi ninguna la

creencia que debe darse á un tes

tigo , quando el delito que se ave

rigua, consiste en palabras; porque

el tono , el gesto , todo lo que pre

cede , y lo que sigue , las diferen

tes ideas , que los hombres dán á


las mismas palabras , las alteran y
modifican de tal manera , que casi

es imposible repetirlas : tales pre

ci
Y DE LAS PENAS . 65

3 cisamente quales fueron dichas.


es Demas de esto , las acciones vio

lentas y fuera del uso ordinario ,


e como son los delitos verdaderos ,
dexan señales de sí en la muche

dumbre de las circunstancias , y en

1 los efectos que de ellas resultan ;

pero las palabras no permanecen

mas que en la memoria , por lo

comun infiel , y muchas veces se


ducida de los oyentes. Es , pues , +

sin comparacion mas facil una ca-


lumnia sobre las palabras , que so

bre las acciones de un hombre ;

porque en estas , quanto mayor


número de circunstancias se tra

hen para prueba , tanto mayores


medios se subministran al reo pa

ra justificarse.

E
66 TRATADO DE LOS DELITOS

§. XIV.

Indicios , y formas de Juicios .

HAY un Teorema general muy

util para calcular la certidumbre

de un hecho , por exemplo la fuer


za de los indicios de un reato .

Quando las pruebas del hecho son

dependientes la una de la otra ,


esto es , quando los indicios no se

prueban sino entre sí mismos ;

quanto mayores pruebas se tra

hen , tanto menor és la probabilidad

de él ; porque los accidentes que

harian faltar las pruebas antece

dentes , hacen faltar las consiguien


*
tes . Quando las pruebas del he

cho dependen todas igualmente de


una sola , el número de ellas no

aumenta , ni disminuye la proba


bilidad de él , porque todo su va
Y DE LAS PENAS. 67

lor se resuelve en el valor de

aquella sola de quien dependen.

Quando las pruebas son indepen


dientes la una de la otra , esto es,

y quando los indicios se prueban


re de otra parte , no de sí mismos;
er quanto mayores pruebas se trahen ,
0 tanto mas crece la probabilidad
DI del hecho ; porque la falacia de

una prueba no influye sobre la


se otra. Hablo de probabilidad en

materia de delitos , que para me

recer pena deben ser ciertos. Esta,

d que parece paradoxa , desaparece


e rá al que considere , que rigoro
samente la certeza moral no es

mas , que una probabilidad ; pero

probabilidad tal , que se llama cer

: teza , porque todo hombre de buen

sentido consiente en ello necesa

riamente por una costumbre naci

da de la precision de obrar , y
E 2
68 TRATADO DE LOS DELITOS

anterior á toda especulacion . La

certeza , que se requiere para ase

gurar á un hombre reo es , pues,

aquella , que determina á quales

quiera en las operaciones mas im


portantes de la vida. Pueden dis

tinguirse las pruebas de un reato

en perfectas é imperfectas . Llá

manse perfectas las que excluyen

la posibilidad de que un tal

hombre no sea reo ; é imperfectas

las que no la excluyen . De las pri


meras una sola aun es suficiente

para la condenacion : de las se

gundas son necesarias tantas , quan

tas basten á formar una perfecta :

vale tanto como decir , si por cada

una de estas en particular es po

sible que uno no sea reo , por la


union de todas en un mismo su

geto es imposible que no lo sea.

Nótese , que las pruebas imper


Y DE LAS PENAS . 69

Afectas , de que el reo puede justi

e. ficarse , y no lo hace , segun está

S obligado , se hacen perfectas. Pero

3 esta certeza moral de pruebas es

mas facil conocerla , que exâcta


mente definirla . De aquí es , que

0 tengo por mejor aquella Ley , que


establece Asesores al Juez princi

! pal sacados por suerte , no por es

cogimiento ; porque en este caso

} es mas segura la ignorancia , que

juzga por dictamen , que la cien

cia , que juzga por opinion. Don

de las Leyes son claras y precisas,


el oficio del Juez no consiste mas,

que en asegurar un hecho. Si en

buscar las pruebas de un delito se


requiere habilidad y destreza : si

en el presentar lo que de él resul

ta es necesario claridad y preci

sion ; para juzgar de lo mismo que

resulta no se requiere mas , que


E 3
70 TRATADO DE LOS DELITOS

un simple y ordinario buen senti

do , menos falaz que el saber de

un Juez , acostumbrado á querer

encontrar reos , y que todo lo re

duce á un systema de antojo , re


cibido de sus estudios . ¡ Dichosa

aquella Nacion , donde las Leyes


no se tratasen como Ciencia ! Uti

lísima es la que ordena , que cada

hombre sea juzgado por sus igua

les ; porque donde se trata de la

libertad y de la fortuna de un
Ciudadano , deben callar aquellas

máximas , que inspira la desigual

dad ; sin que tenga lugar en el


Juicio la superioridad , con que el
hombre afortunado mira al infe

líz , y el desagrado con que el in


felíz mira al superior . Pero quan
do el delito sea ofensa de un ter

cero , entonces los Jueces deberian

ser mitad iguales del reo , y mitad


Y DE LAS PENnas. 71

i del ofendido , así balanceándose

de todo privado interes , que modifi


er ca aun involuntariamente las apa

riencias de los objetos , hablan solo

las Leyes y la verdad. Es tam

3 bien conforme á la justicia , que el

5 reo pueda excluir hasta un cierto

número aquellos que le son sospe→

chosos , y que esto le sea conce

dido sin contradiccion : parecerá


entonces , que el reo se condena á

sí mismo. Sean públicos los jui

cios , y públicas las pruebas del

reato , para que la opinion , que


acaso es el solo cimiento de la So

ciedad , imponga un freno á la

fuerza , y á las pasiones ; para que

el pueblo diga : Nosotros no somos

esclavos , sino defendidos : dicta

men que inspira esfuerzo , y que

equivale á un tributo para el So

berano , que entiende sus verdade

E4
72 TRATADO DE LOS DELITOS

ros intereses. No añadiré otros re

quisitos y cautelas , que piden se


mejantes instituciones . Nada ha

bria dicho , si fuese necesario de

cirlo todo,

§. XV. S

Acusaciones secretas.

Evide
ntes pero consagr
, ados
desórdenes son las acusaciones se

cretas , y en muchas Naciones ad

mitidos como necesarios por la

flaqueza de la constitucion . Se

mejante costumbre hace los hom

bres falsos y dobles. Qualquiera

que puede sospechar ver en el otro

un delator , vé en él un enemigo.
Entonces los hombres se acostum

bran á enmascarar sus propios dic

támenes , y con el uso de escon

derlos á los otros , llegan finalmen


Y DE LAS PENAS.
73

te á esconderlos de sí mismos . In

felices , pues , quando han arriva


t
do á este punto : sin principios

claros que los guien , vagan desma

yados y fluctuantes por el vasto

mar de las opiniones , pensando

siempre en salvarse de los mons

truos que les amenazan . Pasan

el momento presente en la amar


1 gura , que les ocasiona la incerti

dumbre del futuro : privados de

los durables placeres de la tran

quilidad y seguridad , apenas al

gunos pocos de ellos repartidos en

varias temporadas de su triste vi

da , y devorados con priesa y con

desórden , los consuelan de haber

vivido. ¿Y de estos hombres haré


mos nosotros los Soldados intré

pidos defensores de la Patria y

del Trono ? ¿Y entre estos encon

trarémos los Magistrados incor


74 TRATADO DE LOS DELITOS

ruptos , que con libre y patriótica

eloqüencia sostengan y desenvuel


van los verdaderos intereses del

Soberano ? ¿ Que lleven al Trono

con los tributos el amor y las ben


diciones de todas las congregacio

nes de los hombres ; y de este

vuelvan á las casas y campañas

la paz , la seguridad y la esperan


za industriosa de mejor suerte,

util fermento y vida de los Es


tados ?

¿Quién puede defenderse de la

calumnia , quando ella está arma

da del secreto , escudo el mas fuer

te de la tyranía ? ¿ Qué género de


Gobierno es aquel , donde el que

manda sospecha en cada súbdito


un enemigo , y se vé obligado por

el reposo público á dexar sin re

poso los particulares ?

¿ Quáles son los motivos con


Y DE LAS PENAS .
75

2 que se justifican las acusaciones y


& penas secretas ? ¿La salud pública,
!! la seguridad y conservacion de la
! forma de Gobierno ? ¿ Pero qué

extraña constitucion es aquella,

donde el que tiene consigo la

fuerza y la opinion , mas eficáz


que ella , teme á cada Ciudadano ?
1 ¿ Pretende , pues , la indemnidad

F del acusador ? Luego las Leyes no

le defienden bastantemente : y se

rán de esta suerte los súbditos

mas fuertes que el Soberano. ¿ La


infamia del delator ? Luego se au
toriza la calumnia secreta , y se

castiga la pública. ¿La naturaleza


del delito? Si las acciones indife

rentes , si aun las utiles al público,

se llaman delitos ; las acusaciones

y juicios nunca son bastante se

cretos. ¿Qué ? ¿ puede haber deli

tos , esto es , ofensas públicas , y


76 TRATADO DE LOS DELITOS

que al mismo tiempo no sea in

teres de todos la publicidad del

exemplo , fin único del juicio ? Yo


respeto todo Gobierno , y no ha

blo de alguno en particular. Tal


es alguna vez la naturaleza de las

circunstancias , que puede creerse

como extrema ruina quitar un mal,

quando es inherente al systéma de

una Nacion ; pero si hubiese de

dictar nuevas Leyes en algun án

gulo del Universo , que estuviese

abandonado , antes de autorizar


esta costumbre me temblaría la

mano , y se me pondria delante de

los ojos la posteridad toda.


Es opinion del Señor de Mon

tesquieu , que las acusaciones pú


blicas son mas conformes al Go

bierno Republicano , donde el

bien público debe formar el pri


mer cuidado de los Ciudadanos ,
Y DE LAS PENAS. 77

que al Monárquico , donde esta


1 máxima es debilísima por su mis

ma naturaleza , y donde es un ex
celente establecimiento destinar

Comisarios , que en nombre pú


blico acusen los infractores de las

Leyes. Pero así en el Republica

no , como en el Monárquico , debe


darse al calumniador la pena que

tocaría al acusado.

§. XVI.

Del Tormento.

UNA crueldad consagrada por

el uso entre la mayor parte de las

Naciones es la tortura del reo

mientras se forma el proceso ; ó

para obligarlo á confesar un deli

to , ó
ό por las contradicciones en

que incurre , ó por el descubri

miento de los cómplices , ό


ó por no
78 TRATADO DE LOS DELITOS

sé quál metafisica é incomprehen

sible purgacion de la infamia ; ó

finalmente por otros delitos , de

que podria ser reo ; pero de los


quales no es acusado.

Un hombre no puede ser llama


do Reo antes de la sentencia del

Juez ; ni la Sociedad puede qui

tarle la pública proteccion , sino

quando esté decidido , que ha vio.

lado los pactos baxo que le fue

concedida. ¿ Qué derecho , sino el


de la fuerza , será el que dé potes

tad al Juez para imponer pena á

un Ciudadano , mientras se duda ,


si es reo ó inocente ? No es nuevo

este dilema : ó el delito es cierto,

ó incierto : si cierto , no le convie

ne otra pena , que la establecida

por las Leyes , y son inútiles los

tormentos , porque es inutil la con


fesion del reo : si es incierto , no se
Y DE LAS PENAS. 79

debe atormentar un inocente , por

que tal es , segun las Leyes , un


hombre , cuyos delitos no están

S probados. Pero yo añado , que es


querer confundir todas las relacio

nes pretender , que un hombre sea

al mismo tiempo acusador y acu


sado , que el dolor sea el crysol

de la verdad , como si el juicio de

ella residiese en los músculos y fi


bras de un miserable. Este es el

medio seguro de absolver los ro

bustos malvados , y condenar los

flacos inocentes. Véis aquí los fa

tales inconvenientes de este pre

tendido juicio de verdad ; pero


juicio digno de un Canibal , que
aun los bárbaros Romanos por
mas de un título reservaban á solo

los esclavos , víctimas de una fe

róz y demasiado loada virtud .

¿Quál es el fin político de las


80 TRATADO DE LOS DELITOS

penas ? El terror de los otros hom

bres. ¿Pero qué juicio deberémos

nosotros hacer de las privadas y


secretas carnicerías , que la tyra
nía del uso exercita sobre los reos,

y sobre los inocentes . Es impor

tante , que todo delito público no

quede sin castigo ; pero es inutil,

que se acierte quién haya cometi

do un delito sepultado en las ti


nieblas . Un daño hecho , y que no

tiene remedio , no puede ser casti

gado por la Sociedad política , sino

quando influye sobre los otros

Ciudadanos con la lisonja de la

impunidad . Si es verdad , que el


número de los hombres , respeta

dores de las Leyes , ó por temor

ó por virtud , es mayor que el de


los infractores , el riesgo de ator

mentar un solo inocente debe va

luarse en tanto mas , quanta es ma

yor
Y DE LAS PENAS. -7 81

yor la probabilidad en circunstan

S cias iguales , de que un hombre las

J haya mas bien respetado , que des

preciado.
Otro ridículo motivo de la tor

tura es la purgacion de la infamia.

Esto es , un hombre juzgado infa

me por las Leyes , debe , para li


bertarse de esta infamia , confir

mar la verdad de su deposicion


con la dislocacion de sus huesos.

Este abuso no se debería tolerar

en el siglo decimo octavo. Se cree,

que el dolor , siendo una sensacion,

purgue la infamia , que es una

mera relacion moral. Se dirá , que

acaso el dolor es un crysol ; ¿ pero


la infamia es acaso un cuerpo mix

to impuro ? No es dificil subir al

origen de esta Ley ridícula ; porque


los mismos absurdos , adoptados por

una Nacion entera , tienen siempre


F
82 TRATADO DE LOS DELITOS

alguna relacion con otras ideas

comunes , y respetadas de la Na
cion misma. Parece este uso to

mado de las ideas religiosas y es

pirituales , que tienen tanta in

fluencia sobre los pensamientos de

los hombres , sobre las Naciones,

y sobre los siglos. Un dogma in

falible asegura , que las manchas S

contrahidas por la fragilidad huma


na , y que no han merecido la ira

eterna del Supremo Ser , deben pur

garse por un fuego incomprehen

sible ; pues siendo la infamia una

´mancha civil , así como el dolor

y el fuego quitan las manchas es

pirituales , ¿ por qué los dolores


.
del tormento no quitarán la man

cha civil , que es la infamia ? Yo


creo que la confesion del reo , que

en algunos Tribunales se requiere

como esencial para la condena


Y DE LAS PENAS .
83

cion , tenga un origen no dese


¿
mejante ; porque en el mysterio
0 so tribunal de la penitencia , la
S confesion de los pecados es parte

7 esencial del Sacramento . Veis aquí


le como los hombres abusan de las

6. luces mas seguras de la revela

cion ; y así como estas son las que


j solo subsisten en los tiempos de la

ignorancia , así á ellas recurre la

humanidad docil en todas las oca

siones , haciendo las aplicaciones


mas absurdas y disparatadas . Mas :
La infamia es un dictamen no su
jeto á las Leyes , ni á la razon , si

no á la opinion comun . La tortu


ra misma ocasiona una infamia

real á quien la padece : luego con


este método se quitará la infamia
causando la infamia.

El tercer motivo es el tormen

to que se dá á los que se supo


F 2
84 TRATADO DE LOS DELITOS

nen reos , quando en su exâmen

caen en contradicciones ; como si

el temor de la pena , la incerti


dumbre del juicio , el aparato y

la magestad del Juez , la ignoran


cia comun á casi todos los mal

vados y á los inocentes , no de

ban probablemente hacer caer en


contradiccion al inocente , que te

me , y al reo , que procura cubrir


se : como si las contradicciones , co

munes en los hombres quando es


tán tranquilos , no deban multi

plicarse en la turbacion del áni


todo embebido con el pensa
mo ,
miento de salvarse del inminente

peligro.
Este infame crysol de la ver
dad es un monumento aún de la

antigua y bárbara legislacion ,

quando se llamaban juicios de Dios


las pruebas del fuego y del agua
Y DE LAS PENAS .
85
21
hirbiendo , y la incierta suerte de
las armas. Como si los eslabones

i que tiene su
de la eterna cadena ,

y origen en el seno de la primera


T causa 2 debiesen á cada momento

desordenarse y desenlazarse por

frívolos establecimientos humanos.

La diferencia que hay entre la

tortura y el fuego y agua hirbien

do , es solo que el éxito de la

primera parece que depende de la

voluntad del reo ; y el de la se

gunda de lo extrínseco de un he

cho puramente fisico : pero esta


diferencia es solo aparente , y no

real. Tan poca libertad hay ahora

entre los cordeles y dolores para


8
decir la verdad , como habia en

tonces para impedir sin fraude los

efectos del fuego y del agua hir

biendo. Todo acto de nuestra vo

luntad es siempre proporcionado

F 3
86 TRATADO DE LOS DELITOS

á la fuerza de la impresion sensi

ble , que es su manantial ; y la


sensibilidad de todo hombre es li

mitada : y así la impresion del do

lor puede crecer á tal extremo ,

que ocupándola toda , no dexe

otra libertad al atormentado , que

para escoger el camino mas corto

en el momento presente , y subs

traherse de la pena. Entonces la


respuesta del reo es tan necesaria

como las impresiones del fuego y


del agua. Entonces el inocente

sensible se llamará reo , si cree con

esto hacer cesar el tormento . To

da diferencia entre ellos desapa

rece por aquel medio mismo , que

se pretende empleado para encon

trarla. Es superfluo duplicar la

luz de esta verdad citando los innu

merables exemplos de inocentes,

que se confesaron reos por los do


10
Y DE LAS PENAS. 87

lores de la tortura : no hay Na


la cion , no hay edad que no presen
i te los suyos ; pero ni los hombres
) se mudan , ni sacan las conseqüen
" cias. No hay hombre , si ha gira

do mas allá de las necesidades de

la vida , que alguna vez no corra


ácia la naturaleza , que con voces

secretas y confusas lo llama á sí;


pero el uso , tyrano de los entendi

mientos , lo separa y espanta. El

éxîto , pues , de la tortura es un

asunto de temperamento y de cál


culo , que varía en cada hombre á

proporcion de su robustez y de

su sensibilidad ; tanto , que con es


te método un Matemático desata

rá mejor que un Juez este proble


ma. Determinada la fuerza de los

músculos y la sensibilidad de las

fibras de un inocente , encontrar

el grado de dolor que lo hará con


F 4
88 TRATADO DE LOS DELITOS

fesar reo de un delito supuesto.

El exâmen de un reo se hace

para conocer la verdad ; pero si


esta se descubre dificilmente en

el ayre , en el gesto y en la fi

sonomía de un hombre tranquilo ,

mucho menos se descubrirá en

aquel á quien las convulsiones

del dolor alteran , y hacen faltar

todas las señales , por donde , aun

que á su pesar , sale al rostro de


la mayor parte de los hombres la

verdad misma. Toda accion vio

lenta hace desaparecer las mas pe

queñas diferencias de los objetos,

por las quales algunas veces se


distingue lo verdadero de lo falso.
Conocieron estas verdades los

Legisladores Romanos , entre los


que no se encuentra usada tortura

alguna , sino en solo los esclavos,

á quienes estaba quitado todo de


Y DE LAS PENAS . 89

recho personal. Las ha conocido

3 la Inglaterra , Nacion y Reyno

donde la gloria de las Letras , la

superioridad del Comercio y de las

riquezas , y lo que á esto es con

siguiente , el poder , los exem

plos de virtud y de valor , no de


xan dudar de la bondad de las

Leyes. La tortura ha sido aboli


da en Suecia : ha sido abolida de

uno de los mayores y mas sabios

Monarcas de la Europa , que co


locando sobre el Trono la Filoso

fia , Legislador amigo de sus va

sallos , los ha hecho iguales y li

bres en la dependencia de las Le

yes , que es la sola igualdad y li

bertad , que pueden los hombres

racionales pretender en las pre


sentes combinaciones de las cosas.

No han creido necesaria la tortura

las Leyes de los Exércitos , com


90 TRATADO DE LOS DELITOS

puestos por la mayor parte de la


hez de las Naciones , y que por

esta razon parece debería servir

en ellos mas que en qualquiera


otra Sociedad. Cosa estraña para

quien no considera quan grande

es la tyranía del uso , que las Le

yes pacíficas deban aprender el

mas humano método de juzgar,


de los ánimos endurecidos á los

estragos y á la sangre.

Esta verdad , finalmente , ha si

do conocida de aquellos mismos


que mas se alexan de ella . No vale

la confesion dictada durante la

tortura , si no se confirma con ju


ramento despues de haber cesado

esta ; pero si el reo no confirma

lo que allí dixo , es atormentado

de nuevo . Algunas Naciones y

algunos Doctores no permiten es

ta infame repeticion mas que tres


Y DE LAS PENAS . gr

veces : otras Naciones y otros


Doctores la dexan al arbitrio del

Juez : de manera , que puestos dos

hombres igualmente inocentes , ó

igualmente reos , el robusto y es

forzado será absuelto , y el flaco

y tímido condenado , en fuerza

de este exâcto raciocinio : " Yo ,

Juez , debia encontraros reos de

tal delito : tú , vigoroso , has sa

" bido resistir al dolor , y por es

" to te absuelvo : tú , debil , has

» cedido , y por esto te condeno .

" Conozco que la confesion que


" te he arrancado entre la violen

» cia de los tormentos , no tendria

" fuerza alguna ; pero yo te ator

» mentaré de nuevo , si no confir


" mas lo que has confesado."

Una conseqüencia estraña , que


necesariamente se deriva del uso

de la tortura , es, que el inocente


92 TRATADO DE LOS DELITOS

se hace de peor condicion que el

reo ; puesto que aplicados ambos

al tormento , el primero tiene to


das las combinaciones contrarias;

porque , ó confiesa el delito , y es

condenado , ó lo niega , y decla


rado inocente ha sufrido una pe

na que no debía ; pero el reo tie

ne un caso favorable para sí ; es


te es , quando resistiendo á la tor

tura con firmeza , debe ser ab

suelto como inocente ; pues así

ha cambiado una pena mayor por

una menor. Luego el inocente

siempre debe perder , y el culpa


do puede ganar .

La Ley que manda la tortura ,

es una Ley que dice : " Hombres,

" resistid al dolor ; y si la Natu


" raleza ha criado en vosotros un

» inextinguible amor propio : y si


" os ha dado un derecho enage
Y DE LAS PENAS. 93

" nable para vuestra defensa ; yo


» creo en vosotros un afecto todo

» contrario ; esto es , un odio he

» roico de vosotros mismos ; y os


" mando que os acuseis , diciendo
la verdad aun entre el desenla

" zamiento de los músculos , y

» dislocaciones de los huesos."

Se da la tortura para descubrir


si el reo lo 厩 es de otros delitos

fuera de aquellos sobre que se le


acusa ; cuyo hecho equivale á es
te raciocinio : " Tú eres reo de

" un delito : luego es posible que


lo seas de otros ciento . Esta du

» da me oprime , y quiero salir


de ella con mi criterio de la

" verdad : Las Leyes te atormen

tan , porque eres reo , porque

puedes ser reo , porque yo quie


" ro que tú seas reo . "

Finalmente , la tortura se da
94 TRATADO DE LOS DELITOS

á un acusado para descubrir los

cómplices de su delito ; pero si


está demostrado que esta no es

un medio oportuno para descubrir

la verdad , ¿ cómo podrá servir

para averiguar los cómplices , que

es una de las verdades de cuyo

descubrimiento se trata ? Como

si el hombre , que se acusa á sí

mismo , no acusase mas facilmen

te á los otros. ¿ Es acaso justo

atormentar los hombres por el

delito de otros ? ¿ No se descu

brirán los cómplices del exâmen

del reo , de las pruebas y cuer

po del delito , del exâmen de los

testigos , y en suma , de todos

aquellos medios mismos , que de

ben servir para certificar el delito

en el acusado ? Los cómplices

por lo comun huyen inmediata

mente despues de la prision del


Y DE LAS PENAS. 95

compañero : la incertidumbre de

su suerte los condena por sí sola

al destierro ; y libra á la Nacion

del peligro de nuevas ofensas : mien

tras tanto , la pena del reo , que es

tá en su fuerza , obtiene el fin que

procura ; esto es , separar con el


terror los otros hombres de seme

jante delito .

§. XVII.

Del Fisco.

Hubo
un tiempo en que casi to

das las penas eran pecuniarias , y


los delitos de los hombres el pa

trimonio del Príncipe : los aten

tados contra la seguridad públi

ca , eran un objeto de luxo ; el que


estaba destinado á defenderla te

nía interes en verla ofendida : era,

pues , el objeto de las penas un


96 TRATADO DE LOS DELITOS

pleyto entre el Fisco ( exâctor de

estas multas ) y el Reo ; un nego

cio civil , contencioso , privado,

mas bien que público , que daba


al Fisco otros derechos fuera de

los subministrados por la defensa

pública , y al Reo otras vexacio

nes fuera de aquellas en que ha

bía incurrido , por la necesidad del


exemplo. El Juez era mas un Abo

gado del Fisco , que un indiferen

te indagador de la verdad , un

Agente del Erario , Fiscal mas que

Protector y Ministro de las Le

yes. Pero así como en este siste

ma el confesarse delinqüente , era

confesarse deudor del Fisco , blan

co único entonces de los proce

dimientos criminales ; así la con

fesion del delito combinada de

modo que favorezca y no perju

dique las razones fiscales , viene á


ser
Y DE LAS PENAS. 97

ser , y es actualmente ( continuan

do siempre los efectos , despues de


haber faltado sus causas ) el cen

tro , á cuya inmediacion circulan

todas las máquinas criminales. Sin


ella un reo convencido por prue

bas indubitables , tendrá una pe

na menor que la establecida : sin

ella no sufrirá la tortura sobre

otros delitos de la misma especie,

que pueda haber cometido . Con

ella el Juez toma posesion del

cuerpo de un reo , y lo destru→

ye con metódica formalidad , pa


ra sacar , como de un fondo de

ganancia , todo el provecho que

puede. Probada la existencia del

delito , la confesion sirve de prue

ba convincente ; y para hacer es

ta prueba menos sospechosa , se


la procura por medio del tormen

to y los dolores , conviniendo al


G

A
98 TRATADO DE LOS DELITOS

mismo tiempo en que una depo

sicion extrajudicial , tranquila é

indiferente , sin los temores de

un espantoso juicio , no basta pa

ra la condenacion . Se excluyen

las indagaciones y pruebas , que

aclaran el hecho ; pero que debi

litan las razones del Fisco . No

se omiten alguna vez los tormen


tos en favor de la flaqueza y de

la miseria , sino en favor de las

razones , que podría perder este

ente imaginario é incomprehensi


ble. El Juez se hace enemigo del

reo , de un hombre encadenado,

presa de la suciedad , de los tor

mentos , y de la espectativa mas

espantosa : no busca la verdad

del hecho ; busca solo el delito

en el encarcelado . Le pone lazos,

y se cree desayrado , si no sale

con su intento , en perjuicio de


Y DE LAS PENAS.
99

aquella infalibilidad que el hom


bre se atribuye en todos sus pensa
mientos . Los indicios para la cap

tura estan al arbitrio del Juez , &c.

Para que un hombre se halle en

la precision de probar su inocen

cia , debe antes ser declarado

reo. Esto se llama hacer un pro

ceso ofensivo ; y tales son los

procedimientos en casi todos los

lugares de la iluminada Europa

en el siglo decimo octavo. El ver

dadero proceso informativo , esto


es , la indagacion indiferente del

hecho , segun manda la razon,

segun lo acostumbran las Leyes

Militares , usado aun del mismo

despotismo Asiático en los casos

tranquilos é indiferentes , tiene


muy poco uso en los Tribunales

Europeos. ¡ Qué complicado la

berinto de estraños absurdos , in


G 2
100 TRATADO DE LOS DELITOS

creíbles , sin duda , á una posteri


dad mas feliz ! Solo los Filóso

fos de aquel tiempo leerán en la

naturaleza del hombre la posible

exîstencia de semejante sistema.

§. XVIII.

De los Juramentos.

UNA contradiccion entre las

Leyes , y las máximas naturales

del hombre , nace de los juramen


tos , que se piden al reo , sobre

que diga sencillamente la verdad ,

quando tiene el mayor interes en


encubrirla : como si el hombre pu

diese jurar de contribuir segura


mente á su destruccion : como si

la Religion no callase en la ma

yor parte de los hombres , quan


do habla el interes . La experien

cia de todos los siglos ha hecho


Y DE LAS PENAS, 101

ver , que excede á los demas abu

sos el que ellos han hecho de es

te precioso don del Cielo. ¿ Pues

por qué se ha de creer , que los


malhechores la respetarán , si los

hombres tenidos por sabios y vir

tuosos la han violado freqüente

mente ? Los motivos que la Re

ligion contrapone al tumulto del

temor y deseo de la vida , son

por la mayor parte muy flacos,

porque están muy remotos de los

sentidos. Los negocios del Cielo

se rigen con Leyes bien diferentes

de las que gobiernan los negocios


humanos . ¿ Pues por qué compro

meter los unos con los otros ?

¿ Por qué poner al hombre en la

terrible precision de faltar á Dios,

ó concurrir á su propia ruina? La

Ley , que ordena el Juramento , no


dexa en tal caso al reo mas que la

G3
102 TRATADO DE LOS DELITOS

eleccion de ser martyr , ó mal chris

tiano. Viene poco á


a poco el Jura

mento á ser una simple formali

dad , destruyéndose por este me→


dio la fuerza de los principios de

la Religion , única prenda en la

mayor parte de los hombres. Que

los Juramentos son inútiles , lo ha

hecho ver la experiencia ; pues ca

da Juez puede serme testigo de

no haber logrado jamas por este

medio que los reos digan la ver


dad. Lo hace ver la razon , que de

clara inútiles , y por consiguiente

dañosas , todas las Leyes , quan→

do se oponen á los dictámenes na


turales del hombre. Acaece á es

tas lo que á las compuertas , ó di

ques opuestos directamente á la

corriente de un rio ; ó son inme

diatamente derribados y sobrepu

jados , ó el esfuerzo lento y repe


Y DE LAS PENAS .
103

tido del agua los roe y mina in


sensiblemente.

§. XIX .

Prontitud de la Pena.

TAnt
o ma
s justa y util será la

pena , quanto mas pronta fuere y


mas vecina al delito cometi .
do

Digo mas justa , porque evita en


el reo los inútiles y fieros tormen

tos de la incertid , que cre


umbre
cen con el vigor de la imagin
a
cion , y con el princip de la
i o
propia flaquez : mas justa , por
a
que siendo una especie de pena

la privacio de la libertad , no pue


n
de precede á la sentenc , sino
r ia
en quanto la necesid obliga . La
ad
carcel es solo la simple custodi
a
de un Ciudad , hasta tanto que
a no
sea declara reo ; y esta custo
do
G4
104 TRATADO DE LOS DELITOS

dia , siendo por su naturaleza pe


nosa , debe durar el menos tiem

po posible , y debe ser la menos

dura que se pueda. El menos tiem

po debe medirse por la necesaria


duracion del proceso , y por la

antigüedad de las causas , que con

cede por orden el derecho de ser

juzgado. La estrechez de la car

cel no puede ser mas que la ne

cesaria , ó para impedir la fuga,

ó para que no se oculten las prue


bas de los delitos. El mismo pro

ceso debe acabarse en el mas bre

ve tiempo posible . ¿ Quál contras


te mas cruel , que la indolencia de

un Juez , y las angustias de un

Reo ? ¿ Las comodidades y place

res de un Magistrado insensible

de una parte , y de otra las lágri

mas y la suciedad de un encarce


lado ? En general , el peso de la

I
Y DE LAS PEnas . 105

pena , y la conseqüencia de un de

lito , debe ser la mas eficaz para

los otros , y la menos dura que

fuere posible para quien la sufre;


porque no puede llamarse Socie

dad legítima aquella en donde no

sea principio infalible , que los


hombres han querido sujetarse á

los menores males posibles .

He dicho que la prontitud de

las penas es mas util , porque quan


to es menor la distancia del tiem

po que pasa entre la pena y el

delito , tanto es mas fuerte y du


rable en el ánimo la asociacion de

estas dos ideas , Delito y Pena;

de tal modo , que se consideran

el uno como causa , y la otra co

mo efecto consiguiente y necesa

rio. Está demostrado que la union


de las ideas es el cimiento sobre

que se forma toda la fábrica del


106 TRATADO DE LOS DELITOS

entendimiento humano ; sin la

qual , el placer y el dolor serían

impulsos limitados y de ningun

efecto . Quanto mas los hombres se

separan de las ideas generales , y

de los principios universales ; es

to es , quanto mas vulgares son,

tanto mas obran por las inmedia

tas y mas cercanas asociaciones,


descuidando las mas remotas y

complicadas , que sirven única


mente á los hombres , fuertemen

te apasionados por el objeto á que

se dirigen , como que la luz de


la atencion ilumina solo este , de

xando los otros en la obscuridad.

Sirven igualmente á los entendi


mientos mas elevados ; porque tie

nen adquirido el hábito de pasar

rápidamente sobre muchos obje

tos de una vez , y la facilidad de


hacer chocar muchos dictámenes
Y DE LAS PENAS. 107

parciales unos con otros : de mo

do , que las resultas , ó accion , son

menos peligrosas é inciertas .


Es , pues , de suma importan

cia la proximidad de la pena al

delito , si se quiere que en los ru


dos entendimientos vulgares á la

pintura seduciente de un delito

ventajoso asombre inmediatamen

te la idea asociada de la pena.

La retardacion no produce mas

efecto que desunir cada vez mas

estas dos ideas ; y aunque siem

pre hace impresion el castigo de 1

un delito , quando se ha dilatado ,


la hace menos como castigo , que

como espectáculo ; y no la hace

sino despues de desvanecido en


los ánimos de los espectadores el

horror del tal delito particular ,

que serviría para reforzar el temor


de la pena.
108 TRATADO DE LOS DELITOS

Otro principio sirve admirable

mente para estrechar mas y mas


la importante conexîon entre el

delito y la pena ; este es , que

sea ella conforme , quanto se pue

da , á la naturaleza del mismo de

lito. Esta analogía facilita mara


villosamente el choque que debe

haber entre los estímulos que im

pelan al delito , y la repercusion

de la pena quiero decir , que es


ta separe y conduzca el ánimo á

un fin opuesto de aquel por don


de procura encaminarlo la idea,

que seduce para la infraccion de


las Leyes .

§. XX .

Violencias.

UNos atentados son contra la

persona , otros contra la substan


Y DE LAS PENAS. 109

cia. Los primeros deben ser casti

gados infaliblemente con penas


corporales. Ni el Grande , ni el

Rico deben satisfacer por precio


los atentados contra el flaco y el

pobre de otra manera las rique


zas , que , baxo la tutela de las Le

yes , son el premio de la indus

tria , se vuelven alimento de la

tyranía. No hay libertad , quando

algunas veces permiten las Leyes,


que en ciertos acontecimientos el

hombre dexe de ser persona , y se

repute como cosa. Vereis enton

ces la industria del poderoso ca

vilosamente entregada en hacer

salir del tropel de combinacio

nes civiles , aquellas que las Le

yes determinan en su favor. Este

descubrimiento es el secreto má

gico , que cambia los Ciudadanos

en animales de servicio ; que e


110 TRATADO DE LOS DELITOS

mano del fuerte es la cadena que

liga las acciones de los incautos


de los desvalidos . Esta es la ra
y
zon por que en algunos Gobier

nos , que tienen toda la aparien


cia de libertad , está la tyranía

escondida , ó se introduce en qual

quier ángulo descuidado del Le

gislador , donde insensiblemente

toma fuerza y se engrandece. Los

hombres por lo comun oponen las

mas fuertes compuertas á la tyra

nía descubierta ; pero no ven el

insecto imperceptible , que las car

come , y abre al rio inundador

un camino tanto mas seguro , quan

to mas oculto .
Y DE LAS PENAS. III

§. XXI.

Penas de los Nobles.

¿ QUáles serán , pues , las penas


de los Nobles , cuyos privilegios

forman gran parte de las Leyes de


las Naciones ? Yo no exâminaré

aquí si esta distincion heredita

ria entre los Nobles y Plebeyos

sea util en el Gobierno , ó ne


cesaria en la Monarquía. Tampo

co exâminaré si es verdad que

forma un poder intermedio , que


limita los excesos de ambos ex

tremos , ó mas bien una congre


gacion , que esclava de sí misma

y de otros , cierra todo gyro de


crédito y de esperanza en un cír

culo estrechísimo . Semejante á las

islillas amenas y fecundas , que

sobresalen en los vastos y areno


112 TRATADO DE LOS DELITOS

sos desiertos de la Arabia ; y que

quando sea verdad ser la desigual

dad inevitable , ó util en la So

ciedad , lo sea tambien que de


ba consistir mas bien en las com

pañias , que en los individuos ;

afirmarse en una parte mas bien ,

que circular por todo el cuerpo

político ; perpetuarse mas bien,


que nacer y destruirse incesante

mente . Limitaréme solo á las pe

nas , con que se debe castigar esta


clase , afirmando ser las mismas

para el primero , que para el úl


timo Ciudadano. Toda distincion,

sea en los honores , sea en las ri

quezas , para que se tenga por le

gítima , supone una anterior igual→


dad , fundada sobre las Leyes,

que consideran todos los súbditos

como igualmente dependientes de


ellas. Se debe suponer que los

hom
Y DE LAS PENAS. 113

hombres , renunciando su propio

y natural despotismo , dixeron :

Quien fuere mas industrioso , ten

ga mayores honores , y su fama


resplandezca en sus succesores ; pe

ro por mas feliz , y mas honrado

que sea , espere mas " y no tema

menos que los otros violar aquellos


pactos , con que fue elevado sobre

ellos. Es verdad que tales decre


tos no se hicieron en una Dieta

del Género Humano ; pero exîs

ten en las relaciones inmutables

de las cosas no destruyen las

ventajas que se suponen produci


das de la Nobleza , é impiden sus

inconvenientes : hacen formidables

las Leyes , cerrando todo camino

á la impunidad . Al que dixese


que la misma pena dada al noble

y al plebeyo , no es realmente la

misma , por la diversidad de la


H
114 TRATADO DE LOS DELITOS

educacion , y por la infamia que


se estiende á una familia ilustre;

responderé que la sensibilidad del

reo no es la medida de las pe

nas , sino el daño público , tanto

mayor , quanto es causado por

quien está mas favorecido ; que

la igualdad de las penas no pue¬

de ser sino extrínseca , siendo real

mente diversa en cada individuo;

que la infamia de una Familia

puede desvanecerse por el Sobe

rano con demostraciones públi


cas de benevolencia en la inocen

te parentela del reo. ¿Y quién

ignora que las formalidades sen


sibles tienen lugar de razones en

el pueblo crédulo y admirador ?


:
Y DE LAS PENAS . 115

§. XXII.

Hurtos.

Los Hurtos , que no tienen uni

da violencia , deberian ser casti

gados con pena pecuniaria. Quien

procura enriquecerse de lo age

no , debiera ser empobrecido de

lo propio. Pero como ordinaria

mente este delito proviene de la

miseria y desesperacion , cometi

do por aquella parte infeliz de

hombres , á quien el derecho de

propiedad ( terrible , y acaso no

necesario ) ha dexado solo la des

nuda existencia ; y tal vez las pe

nas pecuniarias aumentarian el nú

mero de los reos , conforme cre

ciese el de los necesitados , qui

tando el pan á una familia ino

cente , para darlo á los malvados;


H 2
116 TRATADO DE LOS DELITOS

la pena mas oportuna será aquella

única suerte de esclavitud , que


se pueda llamar justa , esto es , la

esclavitud por cierto tiempo , que

hace á la Sociedad señora abso

luta de la persona y trabajo del

reo , para resarcirla con la pro


pia y perfecta dependencia del

injusto despotismo usurpado con

tra el pacto social. Pero quando


el Hurto está mixto con violen

cia , la pena debe ser igualmente

un mixto de corporal y servil .


Otros Escritores antes que yo han

demostrado el evidente desorden

que nace , quando no se distinguen

las penas que se imponen por hur


tos violentos , de las que se impo

nen por hurtos dolosos , igualan

do con absurdo una gruesa canti


dad de dinero á la vida de un

hombre ; pero nunca es superfluo


Y DE LAS PENAS .
117

repetir lo que casi nunca se ha

puesto en práctica. Las máquinas.

políticas conservan mas que qual

quiera otras el movimiento que re

ciben , y son las mas difíciles en

adquirir otro nuevo . Estos son de

litos de diferente naturaleza ; y

es ciertísimo , aun en la política ,

aquel axioma de matemática , que


entre las cantidades eterogeneas

hay una distancia infinita , que


las separa.

§. XXIII.

Infamia.

LAS injurias personales y con

trarias al honor , esto es , á la jus

ta porcion de sufragios , que un

Ciudadano puede exigir con de


recho de los otros , deben ser cas

tigadas con la infamia . Esta in

H3
118 TRATADO DE LOS DELITOS

famia es una señal de la desapro

bacion pública , que priva al reo

de los votos públicos , de la con

fianza de la patria , y de aquella

como fraternidad que la Sociedad

inspira. No pende esta solo de la

Ley . Es ,, pues ,, necesario que la

infamia de la Ley sea la misma


que aquella que nace de las rela

ciones de las cosas : la misma que

resulta de la moral universal , ó de

la particular , que depende de los

systemas particulares , legisladores

de las opiniones vulgares , y de

aquella tal Nacion que inspiran.


Si la una es diferente de la otra,

ó la Ley pierde la veneracion pú

blica , ó las ideas de la moral y

de la probidad se desvanecen con

menosprecio de las declamaciones,

que jamas resisten á los exemplos.

Quien declara por infames accio


Y DE LAS PENAS . 119

nes de suyo indiferentes , dismi

nuye la infamia de las que son


verdaderamente tales . Las penas

de infamia , ni deben ser muy fre

qüentes , ni recaer sobre un gran

número de personas á un tiempo .

No lo primero , porque los efectos


reales de las cosas de opinion ,

siendo demasiado continuos , de

bilitan la fuerza de la opinion mis

ma. No lo segundo , porque la in


famia de muchos se resuelve en

no ser infame ninguno .

Las penas corporales y doloro

sas no deben imponerse sobre de

litos , que , fundados en el orgullo ,

consiguen en el dolor mismo glo

ria y alimento. Conviene á estos


infamia , penas
la ridiculéz y la
la infamia

que enfrenan el orgullo de los fa

náticos con el orgullo de los es


dad
pectadores ; y de cuya tenaci

H4
120 TRATADO DE LOS DELITOS

apenas con lentos y obstinados


esfuerzos se libra la verdad mis

ma. De este modo , oponiendo

fuerzas á fuerzas , y opiniones á

opiniones , romperá el sabio Le

gislador la admiracion y sorpresa ,


ocasionada en el pueblo por un

falso principio , cuyas conseqüen


cias bien deducidas , suelen ayu

dar en el vulgo sus absurdos origi


narios .

Hé aquí un modo de no con

fundir las relaciones , y la natura


leza invariable de las cosas , que

no siendo limitada del tiempo , y


obrando incesantemente confun
2
de y desenvuelve todas las reglas

limitadas , que de ella se separan.

No son solo las artes de gusto y

de placer quien tiene por princi

pio universal la imitacion de la

naturaleza ; la misma política , ó á

"
Y DE LAS PENAS . 121

lo menos la verdadera y durable ,

está sujeta á esta máxîma general,

pues no es ella otra cosa , que el

arte de mas bien dirigir á un mis


mo centro las máximas inmuta

bles de los hombres.

§. XXIV .

Ociosos.

EL que turba la tranquili


dad pú
blica , el que no obedece á las Le
esto
yes , esto es ,
es á las condiciones

con que los hombres se sufren , y

se defienden recíprocamente , debe

ser excluído de la Sociedad , quie

ro decir , desterrado de ella . Esta

es la razon por que los Gobiernos


sabios no consienten en el seno

del trabajo y de la industria , aquel

género de ocio político , que los


austeros declamadores confunden
122 TRATADO DE LOS DELITOS

con el ocio , que proviene de las

riquezas bien adquiridas. Ocio que

es util y necesario , á medida que

la Sociedad se dilata , y la admi


nistracion se estrecha. Llamo ocio

político aquel que no contribuye

á la Sociedad , ni con el trabajo,

ni con las riquezas que adquiere,

sin perder nunca : que venerado

del vulgo con estúpida admira

cion , mirado por el sabio con com


pasion desdeñosa , en fuerza de las

víctimas que le sirven de alimen

to que estando privado del estí

mulo de la vida activa , cuya al

ma es la necesidad de guardar , ó

aumentar las comodidades de la

misma vida , dexa á las pasiones

de opinion ( que no son las me

nos fuertes ) toda su energía. No

es ocioso políticamente quien go

za el fruto de los vicios , ó de las


Y DE LAS PENAS. 123

virtudes de sus mayores , y ven

de por placeres actuales el pan y

la existencia á la industriosa po

breza , que exercita en paz la tá


cita guerra de industria con la

opulencia , en lugar de la incierta

y sanguinaria con la fuerza. Por

esto deben las Leyes definir quál

ocio es digno de castigo , no la

austera y limitada virtud de algu


nos Censores .

Quando en un Ciudadano acu

sado de un atroz delito , no con


curre la certidumbre , pero sí gran

probabilidad de haberlo cometido ,


parece debiera decretarse contra él

la pena de destierro ; mas para de

terminarlo así , es necesario un es


tatuto el menos arbitrario , y el

mas preciso que sea posible , el

qual condene á esta pena la per

sona del que ha puesto á la Na


124 TRATADO DE LOS DELITOS

cion en la fatal alternativa de te

merlo , ú de ofenderlo ; pero siem

pre reservándole el sagrado dere

cho de probar su inocencia. Ma

yores deben ser los motivos contra

un nacional , que contra un foras

tero , contra un indiciado por la

primera vez , que contra el que ya


lo ha sido otras.

§. XXV .

Destierros y Confiscaciones.

¿ Pero el que es desterrado y ex

cluido para siempre de la Socie

dad de que era miembro , deberá


ser privado de sus bienes ? Esta

question puede considerarse con

diversos aspectos . Perder los bie


nes es una pena mayor que la del
destierro luego con proporcion
á los delitos debe haber casos ,
Y DE LAS PENAS.
125

por donde se incurra en perdi


miento de todos ó parte de los

bienes , y casos en que no. El per


dimiento de todos debiera verifi

carse quando el destierro decreta

do por la Ley fuere tal , que ano

nade todas las relaciones que exîs

ten entre la Sociedad y un Ciu


dadano reo. Muere entonces el

Ciudadano , y queda el hombre ;

y en el cuerpo político debe pro


ducir el mismo efecto que la

muerte natural . Parecía , pues , que

los bienes quitados al reo debie

ran tocar á sus legítimos succeso

res , mas bien que al Príncipe;

puesto que la muerte y semejante


destierro son lo mismo respecto

del propio cuerpo político . Pero


no me fundo en esta sutileza , para

atreverme á desaprobar las confis


caciones de los bienes. Si algunos
126 TRATADO DE LOS DELITOS

han sostenido que estas sirven de


freno á las venganzas y prepoten

cias privadas , no reflexionan que

aun quando las penas produzcan

un bien , no por esto son siempre

justas ; porque para ser tales , de

ben ser necesarias ; y una injusti

cia util no puede ser tolerada de

un Legislador , que quiere cerrar

todas las puertas á la tyranía vi

gilante , que lisonjea con el bien

de un momento , y con la felici

dad de algunos personages escla

recidos , despreciando el extermi

nio futuro , y las lágrimas de infi


tos obscuros . Las confiscaciones

ponen precio á las cabezas de los

flacos : hacen sufrir al inocente la

pena del reo , y conducen los ino

centes mismos á la desesperada ne


cesidad de cometer los delitos.

¡ Qué espectáculo mas triste que


Y DE LAS PENAS. 127

una familia despeñada en el abis

mo de la miseria y de la infamia,
por los delitos de una cabeza , á

quien la sumision ordenada por

las Leyes sería impedimiento que

prohibiese el estorvarlos , aun quan


do hubiese medios de executarlo !

§. XXVI.

Del Espíritu de Familia.

Estas injusticias autorizadas y

repetidas fueron aprobadas de los


hombres aun mas iluminados , y

exercitadas en las Repúblicas mas

libres , por haber considerado la


Sociedad no como union de hom

bres , sino como union de fami

lias. Supongamos cien mil hom

bres , ó veinte mil familias , que

cada una se componga de cinco

personas , comprehendida su ca
128 TRATADO DE LOS DELITOS

beza , que la representa. Si la So

ciedad está constituída por fami

lias , habrá veinte mil hombres y


ochenta mil esclavos : si lo está

por hombres , no habrá esclavo

alguno , y sí cien mil Ciudadanos.

En el primer caso habrá una Re

pública , y veinte mil pequeñas


Monarquías , que la componen:

en el segundo , el espíritu repu

blicano no solo respirará en las

plazas y juntas públicas de la


Nacion , sino tambien entre las

paredes domésticas , donde se en

cierra gran parte de la felicidad ,


ó de la miseria de los hombres.

En el primer caso , como las Le


yes y las costumbres son el efec

to de los principios habituales de


los miembros de la República , ó

de sus cabezas de familia , el espí

rítu Monárquico se introducirá

po.
Y DE LAS PENAS. 129

poco á poco en la República mis


[ ma ; y sus efectos en tanto se
mantendrán sujetos , en quanto

medien los intereses opuestos de

cada uno ; pero no por un dicta

men que respire igualdad y liber


tad . El espíritu de familia es un

espíritu de por menor , y limita

do á cortos hechos : el regulador

de las Repúblicas , dueño de los

principios generales , vé los he


chos , y los distribuye en las prin

cipales clases , é importantes al

bien de la mayor parte . En la Re

pública de familias , los hijos per

manecen en la potestad del padre

en quanto vive ; y estan obliga

dos á esperar por solo el medio

de su muerte , la exîstencia que

dependa únicamente de las Leyes .


Acostumbrados á temer y rogar

en la edad mas sazonada y vigoro

I
130 TRATADO DE LOS DELITOS

sa , quando los dictámenes estan

menos modificados por aquel te

mor de experiencia , que se llama

moderacion , ¿ cómo resistirán á

los estorvos , que el vicio opone

siempre á la virtud en la edad

cansada y descaecida , en que la

ninguna esperanza de ver los fru

tos , se opone á vigorosas muta


ciones ?

Quando la República es de
hombres , la familia no es una

subordinacion de mando , sino de

contrato ; y los hijos al tiempo

que la edad los saca de la depen


dencia de naturaleza , por su fla

queza , necesidad de educacion y

defensa , vienen á ser miembros


libres de la ciudad , y se sujetan

al cabeza de familia , por parti

cipar sus ventajas , como los hom

bres libres en las grandes Socie


Y DE LAS PENAS.
131
dades. En el primer caso , los hi

jos , esto es , la mas grande par


te , y la mas util de la Nacion , es

tan á la discrecion de los padres .

En el segundo , no subsiste otro


vínculo de mando , que el sacro

é inviolable de subministrarse re

cíprocamente los socorros necesa →

rios , y el de la gratitud por los


beneficios recibidos , que no es tan
destruido de la malicia del cora

zon humano , quanto de una mal


entendida sujecion , decretada por

las Leyes .

Semejantes contradicciones en

tre las Leyes de familia y las fun


damentales de la República , son
un manantial fecundo de otras

entre la Moral Doméstica y la Pú


blica , de donde se origina un

conflicto perpetuo en el ánimo de


los hombres . La primera inspira

I2
132 TRATADO DE LOS DELITOS

sujecion y temor ; la segunda va

lor y libertad : aquella enseña á


limitar la beneficencia sobre un

corto número de personas , sin

espontaneo escogimiento ; esta á

dilatarla sobre toda clase de hom

bres : aquella manda un continuo


sacrificio de sí mismo á un ídolo

vano , que se llama bien de fami


lia , que muchas veces no es el

bien de alguno que la compone ;

esta enseña el modo de servir á

los propios adelantamientos , sin


ofender las Leyes ; ó excita para

sacrificarse á la Patria con el pre

mio del fanatismo , que prepara la

accion. Tales contrastes hacen que

los hombres se desdeñen de seguir

la virtud , que encuentran oscu

recida y confusa en aquella dis


tancia , que nace de las tinieblas

de los objetos , tanto físicos , co


Y DE LAS PENAS. 133

mo morales. ¡ Quántas veces un

hombre , recordando sus acciones

pasadas , queda atónito , conside

rando que han sido poco hones

tas ! Al paso que la Sociedad se

multiplica , cada miembro viene

á ser mas pequeña parte del to

do ; y la máxima republicana se

disminuye á proporcion , si las Le


yes no cuidan de reforzarla. Las

Sociedades , como los cuerpos hu


manos , tienen sus límites señala

dos ; y creciendo mas allá de

ellos , la economía se desentona

necesariamente . Parece que la ma

sa de un Estado debe ser en ra

zon inversa de la sensibilidad de

quien la compone ; porque de otra

manera , aumentándose la una y

la otra , las buenas Leyes encon


trarán al estorvar los delitos , un

impedimento en el bien mismo,


13
134 TRATADO DE LOS DELITOS

que han producido. Una Repúbli


ca muy vasta no se liberta del des

potismo , sino subdividiéndose y


uniéndose en muchas Repúblicas

de alianza, ¿ Pero cómo se conse

guirá esto ? Con un Dictador des

pótico , que tenga el valor de Si

la , y tanto genio de edificar , co


mo él tuvo de destruir. Un hom

bre así , si fuere ambicioso , le es

pera la gloria de todos los siglos :

si fuere filósofo , las bendiciones


de sus Ciudadanos le consolarán

en la pérdida de su autoridad,
aun quando no fuese indiferente

á su ingratitud. A proporcion que


las máximas de reunion se debili

tan en la Nacion , se refuerzan

las que hay por los objetos que

nos rodean ; y por esta razon , ba

xo el despotismo mas fuerte , son


las amistades mas durables , y las
Y DE LAS PENAS . 135

virtudes de familia ( siempre me

dianas ) son las mas comunes , ó


mas bien las únicas. De aquí pue
de qualquiera inferir quan limita

das han sido las miras de la ma

yor parte de los Legisladores.

§. XXVII.

Dulzura de las Penas.

Per o el curso de mis ideas


Ero me

ha sacado fuera de mi asunto , á

cuya declaracion debo sujetarme .


No es la crueldad de las penas

uno de los mas grandes frenos de

los delitos , sino la infalibilidad

de ellas , y por consiguiente la

vigilancia de los Magistrados , y


aquella severidad inexôrable del

Juez , que para ser virtud util , de

be estar acompañada de una le

gislacion suave . La certidumbre

14

F
136 TRATADO DE LOS DELITOS

del castigo , aunque moderado,

hará siempre mayor impresion,


que el temor de otro mas terri

ble , unido con la esperanza de la

impunidad ; porque los males , aun

que pequeños , quando son ciertos,

amedrentan siempre los ánimos de

los hombres ; y la esperanza , don

celestial , que por lo comun tiene

lugar en todo , siempre separa la

idea de los mayores , principal

mente quando la impunidad , tan

conforme con la avaricia y la fla


queza , aumentan su fuerza. La

misma atrocidad de la pena hace

se ponga tanto mas esfuerzo en

eludirla y evitarla , quanto es ma

yor el mal contra quien se com

bate : hace que se cometan mu

chos delitos , para huir la pena

de uno solo. Los Países y tiempos

de los mas atroces castigos , fueron


Y DE LAS PENAS . 137

siempre los de mas sanguinarias é


inhumanas acciones ; porque el

mismo espíritu de ferocidad , que

guiaba la mano del Legislador,

regía la del parricida y del ma


tador : sentado en el trono , dicta

ba Leyes de hierro para almas

atroces de esclavos , que obedecian :

en la oscuridad privada estimu


laba á sacrificar tyranos para crear
otros de nuevo.

Al paso que los castigos son


mas crueles , los ánimos de los

hombres , que , como los fluidos,

se ponen á nivel con los objetos

que los rodean , se endurecen ; y

la fuerza siempre viva de las pa

siones , es causa de que al fin de

cien años de castigos crueles , la

rueda se tema tanto , como antes

la prision. Para que una pena ob

tenga su efecto , basta que el mal


138 TRATADO DE LOS DELITOS

de ella exceda al bien que nace

del delito ; y en este exceso de


mal , debe ser calculada la infali

bilidad de la pena , y la pérdida

del bien , que el delito produciría .


Todo lo demas es superfluo , y por

tanto tyránico. Los hombres se ar

reglan por la repetida accion de los

males que conocen , y no por la

de aquellos que ignoran. Suponga.

mos dos Naciones , y que la una

en la escala de penas proporciona


das á la escala de delitos , tenga

determinada por la pena mayor

la esclavitud perpetua , y la otra

la rueda yo afirmo que la prime

ra tendrá tanto temor de su mayor

pena , como la segunda ; y si hay

razon para transferir á la primera

las penas de la segunda , la misma

razon servirá para acrecentar las

penas de esta última , pasando in


Y DE LAS PENAS. 139

sensiblemente desde la rueda á los

tormentos mas lentos y estudiados ,

y hasta los mas exquisitos , que


inventó la ciencia demasiado co

nocida de los tyranos .

Otras dos conseqüencias funes


tas , y contrarias al fin mismo de

estorvar los delitos se derivan de

la crueldad de las penas. La pri

mera , que no es tan facil guardar

la proporcion esencial entre el de


lito y la pena ; porque sin embar

go de que una crueldad industrio

sa haya variado mucho sus espe

cies , no pueden estas nunca pasar

mas allá de aquella última fuerza

á que está limitada la organizacion

y sensibilidad humana. Y en ha

biendo llegado á este extremo , no

se encontraría pena mayor corres


pondiente á los delitos mas daño

sos y atroces , como era necesaria


140 TRATADO DE LOS DELITOS

para estorvarlos. La otra conse

qüencia es , que la impunidad mis


ma nace de la atrocidad de los cas

tigos. Los hombres estan reclusos

entre ciertos límites , tanto en el

bien , como en el mal ; y un espec

táculo muy atroz para la humani

dad , podrá ser un furor pasagero;

pero nunca un systema constante,

qual deben ser las Leyes ; que si


verdaderamente son crueles , ó se

mudan , ó la impunidad fatal nace


de ellas mismas.
@
¿ Quién al leer las Historias no

se llena de horror , contemplando


los bárbaros é inútiles tormentos ,

que con ánimo frio fueron inventa

dos y executados por hombres que

se llamaban sabios ? ¿ Quién podrá


no sentir un estremecimiento inte

rior y doloroso , al ver millares de

infelices , á quienes la miseria ( ó


Y DE LAS PENAS. 141

querida , ó tolerada de las Leyes,


que siempre han favorecido á los

pocos y abatido á los muchos ) obli

gó y conduxo á un retroceso des

esperado sobre el primer estado

de naturaleza ; ó acusados de deli

tos imposibles , y fabricados por

la temerosa ignorancia ; ó reos solo


A de ser fieles á los propios princi

pios , despedazados con supuestas

formalidades , y pausados tormen


tos , por hombres dotados de los

mismos sentidos , y por consiguien

te de las mismas pasiones , agra

dable espectáculo de una muche


dumbre fanática ?

§. XXVIII.

De la Pena de Muerte .

Esta inutil prodigalidad de supli- **

cios , que nunca ha conseguido ha


142 TRATADO DE LOS DELITOS

cer mejores los hombres , me ha

obligado á exâminar si es la muer

te verdaderamente util y justa en

un Gobierno bien organizado . ¿ Qué

derecho pueden atribuirse estos

para despedazar á sus semejantes ?


Por cierto no el que resulta de la

Soberanía y de las Leyes. ¿ Son

estas mas que una suma de cortas

porciones de libertad de cada uno,

que representan la voluntad gene


ral , como agregado de las particu

lares ? ¿ Quién es aquel que ha

querido dexar á los otros hombres

el arbitrio de hacerlo morir ? ¿ Có

mo puede decirse , que en el mas


corto sacrificio de la libertad de

cada particular , se halla aquel de

la vida , grandísimo entre todos


los bienes ? Y si fue así hecho es

te sacrificio , ¿ cómo se concuerda

tal principio con el otro , en que se


Y DE LAS PENAS. 143

afirma , que el hombre no es dueño

de matarse ? Debía de serlo , si es

que pudo dar á otro , ú á la Socie

dad entera , este dominio .

No es , pues , la pena de muerte

Derecho , quando tengo demostra


do que no puede serlo : es solo

una guerra de la Nacion contra un

Ciudadano , porque juzga util ó


necesaria la destruccion de su ser.

Pero si demostráre que la pena de

muerte no es util , ni es necesaria ,


habré vencido la causa en favor de

la humanidad .

Por solos dos motivos puede

creerse necesaria la muerte de un

P Ciudadano. El primero , quando ,

aun privado de libertad , tenga ta

les relaciones , y tal poder , que in

terese á la seguridad de la Nacion :

quando su existencia pueda produ

cir una revolucion peligrosa en la


144 TRATADO DE LOS DELITOS

forma de Gobierno establecida. En

tonces será su muerte necesaria,

quando la Nacion recupera , ó pier

de la libertad ; ó en el tiempo de

la Anarquía , quando los mismos


desórdenes tienen lugar de Leyes ;

pero durante el Reyno tranquilo


de estas en una forma de Gobier

no , por la qual los votos de la

Nacion esten reunidos , bien pre

venida dentro y fuera con la fuer

za y con la opinion , acaso mas


eficaz que la misma fuerza , donde

el mando reside solo en el verda

dero Soberano , donde las riquezas

compran placeres , y no autoridad;

no veo yo necesidad alguna de


destruir á un Ciudadano , á menos

que su muerte fuese el verdadero

y único freno , que contuviese á

otros , y los separase de cometer


delitos : segundo motivo , por que se

pue
Y DE LAS PENAS. 145

puede creer justa y necesaria la


muerte de un Ciudadano .

Quando la experiencia de todos

los siglos , en que el último supli


cio no ha contenido los hombres

determinados á ofender la Socie

dad : quando el exemplo de los

Ciudadanos Romanos , y veinte

años de reynado que logró la Em

peratriz Isabel de Moscovia , en

que dió á los padres de los pueblos


este ilustre dechado , que equivale

quando menos á muchas conquis

tas , compradas con la sangre de

los hijos de la Patria , no persua


diesen á los hombres , que siempre

tienen por sospechoso el lenguage

de la razon , y por eficaz el de la

autoridad ; basta consultar su na

turaleza misma , para conocer la

verdad de mi asercion.

No es lo intenso de la pena

K
146 TRATADO DE LOS DELITOS

quien hace el mayor efecto sobre

el ánimo de los hombres , sino su

extension ; porque á nuestra sen


sibilidad mueven con mas facili

dad y permanencia las continuas ,

aunque pequeñas impresiones , que

una ú otra pasagera , y poco dura

ble , aunque fuerte. El imperio de


la costumbre es universal sobre

todo ente sensible ; y como por su

enseñanza el hombre habla y ca

mina , y provee á sus necesidades ;


así las ideas morales no se impri

men en la imaginacion sin dura

bles y repetidas percusiones . No es


el freno mas fuerte contra los de

litos el espectáculo momentaneo ,

aunque terrible , de la muerte de

un malhechor , sino el largo y di

latado exemplo de un hombre , que


convertido en bestia de servicio ,

y privado de libertad , recompensa


Y DE LAS PENAS. 147

con sus fatigas aquella Sociedad,

que ha ofendido . Es eficaz , porque


con la vista continua de este exem

plo resuena incesantemente al re


dedor de nosotros mismos el eco

de esta sentencia : To tambien seré

reducido á tan dilatada y miserable

condicion , si cometiere semejantes


delitos. Es mucho mas poderosa

que la idea de la muerte , á quien


los hombres miran siempre en una

distancia muy confusa.

La pena de muerte hace una

impresion , que con su fuerza no

suple al olvido pronto , natural


en el hombre , aun en las cosas
mas esenciales , y acelerado con la

fuerza de las pasiones . Regla gene

ral : Las pasiones violentas sorpren

den los ánimos , pero no por largo

tiempo ; y por esto son á propósi❤

to para causar aquellas revolucio


K 2
148 TRATADO DE LOS DELITOS

nes , que de hombres comunes ha


cen Persianos ó Lacedemonios ; pe

ro en un Gobierno libre y tranqui

lo , las impresiones deben ser mas

freqüentes , que fuertes.

La pena de muerte es un espec

táculo para la mayor parte , y un

objeto de compasion , mezclado

con desagrado para algunos : las re


sultas de estos diferentes dictáme

nes ocupan mas el ánimo de los

concurrentes , que el terror salu

dable , que la Ley pretende inspi

rar. Pero en las penas moderadas y


continuas , el dictamen dominante

es el último , porque es el solo. El

límite que debería fixar el Legisla

dor al rigor de la pena , parece que

consiste en el principio de compa

sion , quando empieza este á pre


valecer sobre toda otra cosa en el

ánimo de los que ven executar un


Y DE LAS PENAS. 149

suplicio , mas dispuesto para ellos,


que para el reo .

Para que una pena sea justa , no


debe tener lo intenso de ella mas

que aquellos grados solos que bas

ten á separar los hombres de los


delitos : ahora no hay alguno que

con reflexion pueda escoger la to

tal y perpetua pérdida de la liber


tad propia , por un delito , sea

ventajoso quanto se quiera : luego

lo intenso de la pena , que exîste

en la esclavitud perpetua , sosti


tuido á la pena de muerte , tiene

lo que basta para separar qualquier


ánimo determinado . Añado , que

tiene mas : Muchísimos miran la

muerte con una vista tranquila y

entera ; quien por fanatismo , quien

por vanidad , que casi siempre


acompaña al hombre mas allá del

sepulcro ; quien por un esfuerzo


K3
150 TRATADO DE LOS DELITOS

último y desesperado , ó de no vi

vir , ó salir de miseria ; pero ni el

fanatismo , ni la vanidad estan en

tre los cepos y las cadenas , baxo

el azote , baxo del yugo , en una

jaula de hierro ; y el desesperado

no acaba sus males , si no los prin

cipia. Nuestro ánimo resiste mas

bien á la violencia y dolores ex

tremos , si son breves , que al tiem

po y enojo incesante ; porque él

puede ( por decirlo así ) reunirse


todo en sí mismo por un momento ,

para sufrir los primeros ; pero su

vigorosa elasticidad no es bastante

á contrarrestar la repetida accion

de los segundos . Qualquier exem

plo que se da á la Nacion con la

pena de muerte , supone un delito:

en la pena de esclavitud perpetua,

un solo delito da muchísimos y

durables exemplos ; y si es impor


OS Y DE LAS PENAS.
151

0 tante que los hombres vean de con


nie tinuo el poder de las Leyes , no
e deben las penas de muerte ser muy

Da distantes entre ellos , sino conti


URL nuas : luego suponen la freqüencia
de los delitos : luego para que este

1 suplicio sea util , es necesario que


ทร no haga sobre los hombres toda la

impresion que debería hacer ; esto


On es , que sea util é inutil al mismo

tiempo . Si se me dixese que la es

clavitud perpetua es tan dolorosa,

y por tanto igualmente cruel que


Si la muerte ; responderé , que suman
12 do todos los movimientos infelices

1 de la esclavitud , lo será aun mas;

pero estos se reparten sobre toda


1 la vida , y aquella exercita toda su
fuerza en un momento ; y en esto

se halla la ventaja de la pena de

esclavitud , que atemoriza mas á

quien la vé , que á quien la sufre;


K 4
152 TRATADO DE LOS DELITOS

porque el primero considera todo

el complexô de momentos infeli


ces ; y el segundo está distrahido

de la infelicidad del momento fu

turo con la del presente . Todos


los males se acrecientan en la ima

ginacion ; y quien los sufre , en

cuentra recursos y consuelos , no

conocidos , ni creidos de los que

los observan ; porque substituyen

la sensibilidad propia al ánimo


endurecido del infeliz .

ό menos,
Hé aquí , al poco mas o

el razonamiento que hace un ladron

ó un asesino , quando solo tienen


por contrapeso para no violar las

Leyes , la horca ó la rueda. Bien

sé que desenredar y aclarar los


dictámenes interiores del propio

ánimo , es un arte que se aprende

con la educacion ; pero estos prin

cipios no obran menos en un mal


Y DE LAS PENAS . 153

hechor , porque no sepa explicar

los. ¿ Quáles son ( dice ) estas Le

yes , que yo debo respetar , que de

xan tan grande diferencia entre mí

y el rico ? El me niega un dinero que

le pido ,y se escusa con mandarme un

trabajo , que no conoce. ¿ Quién ha


hecho estas Leyes ? Hombres ricos

y poderosos , que no se han dignado


ni aun visitar las miserables chozas

de los pobres , que nunca han dividi

do un pan duro y amohecido entre

los inocentes gritos de los hambrien

tos hijuelos , y las lágrimas de la mu

ger. Rompamos estos vínculos , fata

les á la mayor parte , y útiles á al

gunos pocos é indolentes tyranos : aco

metamos la injusticia en su origen:

volveré á mi primer estado de inde

pendencia natural : viviré libre y fe

liz por algun tiempo con los frutos de

mi valor y de mi industria : vendrá


154 TRATADO DE LOS DELITOS

acaso el dia del dolor y del arrepen

timiento ; pero será breve este tiem

po , y tendré uno de calamidad , por


muchos años de libertad y de place

res. Rey de un corto número , corre

giré los errores de la fortuna , y veré

estos tyranos palpitar , y cubrirse de

palidez á la presencia de aquel , que

con un insultante orgullo , posponian

á sus caballos y á sus perros. Acude


entonces la Religion al entendi

miento del malvado , que abusa de

todo ; y presentándole un facil ar

repentimiento , y una quasi certi


dumbre de felicidad eterna , le dis

minuye en gran parte el horror de

aquella última tragedia.

Pero aquel que vé delante de

sus ojos un gran número de años ,


todo el curso de su vida , que pasa

ría en la esclavitud y en el dolor , á


la vista de sus Conciudadanos , con
b

Y DE LAS PENAS .
155

quienes vive libre y sociable , es

clavo de aquellas Leyes , de quien

era protegido , hace una compara


cion util de todo esto con la incer

tidumbre del éxito de sus delitos ,

y con la brevedad del tiempo que

podría gozar sus frutos. El exem

plo continuo de aquellos que ac


tualmente vé víctimas de su propia

imprudencia , le hace una impre

sion mucho mas fuerte , que el es

pectáculo de un suplicio ; porque

este lo endurece mas que lo cor

rige.

No es util la pena de muerte


por el exemplo que da á los hom

bres de atrocidad . Si las pasiones

ó la necesidad de la guerra han


enseñado á derramar la sangre hu

mana , las Leyes , moderadoras de

la conducta de los mismos hombres ,

no debieran aumentar este fiero


156 TRATADO DE LOS DELITOS

documento , tanto mas funesto,

quanto la muerte legal se da con

estudio y pausada formalidad . Pa

rece un absurdo , que las Leyes,


esto es , la expresion de la volun
1
tad pública , que detestan y casti
gan el homicidio , lo cometan ellas

mismas ; y para separar los Ciuda


danos del intento de asesinar , or

denen un público asesinato . ¿Quá

les son las verdaderas y mas útiles

Leyes ? Aquellos pactos y aquellas


condiciones , que todos querrian

observar y proponer , mientras ca

lla la voz ( siempre escuchada ) del

interes privado , ó se combina con

la del público. ¿ Quáles son los


dictámenes de cada particular so

bre la pena de muerte ? Leámoslos

en los actos de indignacion y des

precio , con que miran al verdugo,

que en realidad no es mas que un


Y DE LAS PENAS. 157

inocente executor de la voluntad

pública , un buen Ciudadano , que

contribuye al bien de todos , ins

trumento necesario á la seguridad

pública interior , como para la ex


terior son los valerosos Soldados .

¿ Quál , pues , es el origen de esta

contradiccion ? ¿ Y por qué es in


deleble en los hombres esta máxî

ma , en desprecio de la razon ? Por

que en lo mas secreto de sus áni


mos , parte que , sobre toda otra,

conserva aún la forma original de


la antigua naturaleza , han creído

siempre , que nadie tiene potestad

sobre la vida propia , á excepcion

de la necesidad , que con su cetro

de hierro rige el Universo .

¿ Qué deben pensar los hombres

al ver los sabios Magistrados y

graves Sacerdotes de la Justicia,

que con indiferente tranquilidad


158 TRATADO DE LOS DELITOS

hacen arrastrar un reo á la muerte

con lento aparato ; y mientras este


miserable se estremece en las últi

mas angustias , esperando el golpe


fatal , pasa el Juez con insensible

frialdad (y acaso con secreta com

placencia de la autoridad propia )

á gustar las comodidades y place

res de la vida ? ¡ Ah ( dirán ellos ) ,

estas Leyes no son mas que pretextos

de la fuerza ; y las premeditadas y

crueles formalidades de la Justicia ,

son solo un lenguage de convencion

para sacrificarnos con mayor seguri


dad , como víctimas destinadas en bo

locausto al ídolo insaciable del despo


tismo.

El asesinato , que nos predican y

pintan como una maldad terrible , lo

vemos prevenido y executado aun sin

repugnancia y sin furor. Prevalgá

monos del exemplo . Nos parecía la


Y DE LAS PENAS. 159

muerte violenta una escena terrible

en las descripciones que de ella nos


habian hecho ; pero ya vemos ser ne

gocio de un instante. ¡ Quánto menos

terrible será en quien no esperándo

la , se ahorra casi todo aquello que


tiene de doloroso ! Tales son los fu
no
nestos paralogismos , que , si
con claridad , á lo menos confusa

mente , hacen los hombres dispues

tos á cometer los delitos , en quie


nes ‫ و‬como hemos visto , el abuso

de la Religion puede mas que la

Religion misma

Si se me opusiese como exem


plo el que han dado casi todas las
1
Naciones , y casi todos los siglos ,

decretando pena de muerte sobre

algunos delitos ; responderé , que


este se desvanece á vista de la ver

dad , contra la qual no valen pres

cripciones ; que la historia de los


160 TRATADO DE LOS DELITOS

hombres nos da idea de un inmen

so piélago de errores , entre los


quales algunas pocas verdades ,

aunque muy distantes entre sí , no

se han sumergido. Los sacrificios


humanos fueron comunes á casi

todas las Naciones . ¿ Y quién se

atreverá á escusarlos ? Que algu

nas pocas Sociedades se hayan abs


tenido solamente , y por poco

tiempo , de imponer la pena de

muerte , me es mas bien favorable,

que contrario ; porque es confor


me á la fortuna de las grandes ver

dades , cuya duracion no es mas

que un relámpago , en compara


cion de la larga y tenebrosa noche,

que rodea los hombres. No ha lle

gado aún la época dichosa , en que

la verdad , como hasta ahora el er

ror , tenga de su parte el mayor

número ; y de esta ley universal


no
Y DE LAS PENAS . 161

no vemos se hayan exceptuado , si

no solo aquellas que la Sabiduría

infinita ha querido separar de las

otras , revelándolas.

La voz de un Filósofo es muy

flaca contra los tumultos y gri

ta de tantos , á quienes guia la

ciega costumbre ; pero los pocos

sabios que hay esparcidos en los

ángulos de la tierra , me la reci

birán y oirán en lo íntimo de su


corazon ; y si la verdad , á pesar

de los infinitos estorvos que la des

vian de un Monarca , pudiese lle

gar hasta su trono , sepa , que la

que propongo va acompañada con

la aprobacion secreta de todos los

hombres sepa , que callará á sụ

vista la fama sanguinaria de los

Conquistadores ; y que la poste

ridad justa le señala el primer lu

gar entre los pacíficos trofeos de


L
162 TRATADO DE LOS DELITOS

los Titos , de los Antoninos y de

los Trajanos.
Feliz la humanidad , si por la

primera vez se la dictasen Leyes,

ahora que vemos colocados sobre

los tronos de Europa benéficos Mo

narcas , Padres de sus Pueblos , ani

madores de las virtudes pacíficas,

de las Ciencias , y de las Artes.


Ciudadanos coronados , cuyo au

mento de autoridad forma la feli

cidad de los súbditos ; porque des

hace aquel despotismo intermedio,

mas cruel por menos seguro , con

que se sofocaban los votos siempre


sinceros del pueblo , y siempre di

chosos , quando pueden llegar al

trono. Si ellos , digo , dexan sub

sistir las antiguas Leyes , nace esto

de la infinita dificultad que hay en

quitar de los errores la Herrumbre

venerable de muchos siglos , sien


Y DE LAS PENAS. 163

do un motivo para que los Ciuda


danos iluminados deseen con ma

yor ansia el continuo acrecenta


miento de su autoridad.

§. XXIX.

De la Prision.

UN
N error no menos comun que

contrario al fin social , que es la

opinion de la propia seguridad ,


nace de dexar al arbitrio del Ma

gistrado , executor de las Leyes ,


el encarcelar á un Ciudadano , qui

tar la libertad á un enemigo con

pretextos frívolos , y dexar sin cas

tigo á un amigo , con desprecio de


los indicios mas fuertes , que le

descubren reo . La prision es una

pena que por necesidad debe , á di

ferencia de las demás , preceder á

la declaracion del delito ; pero este

L 2
164 TRATADO DE LOS DELITOS

caracter distintivo suyo no le qui

ta el otro esencial , esto es , que so

lo la Ley determine los casos en

que el hombre es digno de esta pe

na. La Ley , pues , señalará los in

dicios de un delito , que merezcan

la prision de un reo , que lo suje

ten al exâmen y á la pena. La fa

ma pública , la fuga , la confesion

extrajudicial , la de un compañero

en el delito , las amenazas , y cons

tante enemistad con el ofendido , el

cuerpo del delito , y otros seme

jantes , son pruebas suficientes para


encarcelar un Ciudadano ; pero es

tas penas deben establecerse por la

Ley , no por los Jueces , cuyos de

cretos siempre se oponen á la li

bertad política , quando no son pro

posiciones particulares de una má

xima general , existente en el Có

dice. A proporcion que se moder


Y DE LAS PENAS. 165

las penas , que se quiten de las cár

celes la suciedad y la hambre , que

la compasion y la humanidad pe

netren las puertas de hierro , y man

den á los inexôrables y endureci


dos ministros de la Justicia ; po

drán las Leyes para encarcelar con


tentarse con indicios menores . Un

hombre acusado de un delito , pre

so y absuelto , no debiera retener

nota alguna de infamia. ¡ Quántos

Romanos , acusados de gravísimos

delitos , habiendo justificado su


inocencia , fueron reverenciados del

Pueblo , y honrados con las Magis

traturas ! ¿Pues por qué razon es tan

diverso en nuestros tiempos el éxî


to de un inocente ? Porque parece

que en el presente systema crimi

nal , segun la opinion de los hom

bres , prevalece la idea de la fuer

za y de la prepotencia , á la de la
13
166 TRATADO DE LOS DELITOS

Justicia ; porque se arrojan confun


didos en una misma caberna los

acusados y los convencidos ; por

que la prision es mas bien un cas

tigo , que una seguridad del reo ; y

porque la fuerza , interior defenso

ra de las Leyes , está separada de

la exterior , defensora del Trono y

de la Nacion ; siendo así que debe

rian obrar unidas. Así la primera,

por medio del apoyo comun de las


Leyes , estaría combinada con la

facultad judicativa ; mas no depen

diente de ella , con inmediata po

testad ; y la gloria que acompaña

la pompa y el fausto de un cuerpo

militar , quitarian la infamia , fixa

( como todos los dictámenes vulga

res ) mas en el modo , que en la co

sa ; pues está probado , que las pri


siones militares no son tan infama

tivas , en la opinion comun , como


06 Y DE LAS PENAS. 167

f las judiciales ordinarias . Duran aún

en el pueblo , en las costumbres y

en las Leyes , inferiores siempre


mas de un siglo en bondad á las

luces actuales de una Nacion : du


X
ran aún las impresiones bárbaras , y

las ideas feroces de nuestros padres

los Conquistadores Septentriona


les.

Algunos han sostenido , que un

delito , esto es , una accion contra

ria á las Leyes , cométase donde

quiera, puede ser castigado en qual


quier parte : como si el caracter de

súbdito fuese indeleble , es decir,

sinónomo , aun peor que el de es

clavo : como si uno pudiese ser

súbdito de un dominio , y habitar

en otro ; y que sus acciones pudie

sen , sin contradiccion , estar sub


ordinadas á dos Soberanos , y á

dos Códices , por lo comun contra


L4
168 TRATADO DE LOS DELITOS

dictorios. Igualmente creen algu

nos , que una accion cruel hecha ,

por exemplo , en Constantinopla,


pueda ser castigada en París , fun

dados en la razon abstracta , de que

quien ofende la humanidad , mere

ce tener toda la humanidad por ene

miga , y el aborrecimiento univer

sal : como si los Jueces fuesen ven

gadores de la sensibilidad de los

hombres , y no mas bien de los

pactos que los ligan entre sí. El

lugar de la pena , es el lugar del

delito ; porque allí solo se ven pre


cisados los hombres á ofender un

particular , para evitar la ofensa

pública . Un malvado , pero que no

ha roto los pactos de una Sociedad ,

de que no era miembro , puede ser

temido , y por tanto desterrado y

excluído , en virtud de la fuerza

superior , de la Sociedad ; pero no


Y DE LAS PENAS. 169

castigado con la formalidad de las

Leyes , que son vengadoras de los

pactos , no de la malicia intrínseca

de las acciones.

Los que son reos de delitos no

muy graves , suelen ser castigados,

ó en la obscuridad de una prision ,

ó remitidos á dar exemplo , con

una distante , y por tanto inutil

esclavitud , á Naciones que no han


ofendido . Si los hombres no se

mueven en un momento á cometer

los delitos mas graves , la pena pú

blica de una gran maldad , será


considerada de la mayor parte co

mo estraña , é imposible de aconte

cerle ; pero la pena pública de de

litos mas ligeros , y á que el ánimo

está mas vecino , hará una impre

sion , que desviándolo de estos , lo

separe mucho mas de aquellos. Las

penas no deben solamente ser pro

A
170 TRATADO DE LOS DELITOS

porcionadas á los delitos entre sí

en la fuerza , sino tambien en el

modo de executarlas . Algunos li

bertan de la pena de un leve deli

to , quando la parte ofendida lo

perdona , acto conforme á la be

neficencia y á la humanidad ; pe

ro contrario al bien público : como

si un Ciudadano particular pudie

se igualmente quitar con su remi

sion la necesidad del exemplo , co

mo puede perdonar el resarcimien


to de la ofensa . El derecho de ha

cer castigar , no es de uno solo , si


no de todos los Ciudadanos , ó del

Soberano ; y así el ofendido po

drá renunciar su porcion de dere


cho , pero no anular la de los
otros.
18
Y DE LAS PENAS. 171
tre

ent §. XXX.

Procesos y Prescripciones.

al Conocida
s las pruebas , y calcu

lada la certidumbre del delito , es

necesario conceder al reo el tiem


I
po y medios oportunos para justi

ficarse ; pero tiempo tan breve , que

no perjudique á la prontitud de la
C
pena , que , como dexamos senta
PL
do , es uno de los principales fre
nos de los delitos. Un mal entendi

do amor de humanidad , parece

contrario á esta brevedad de tiem

po ; pero se desvanecerá toda du

da , si se reflexiona que los peli


S
gros de la inocencia crecen con los
defectos de la legislacion .

Mas : Las Leyes deben fixar un

cierto espacio de tiempo , tanto pa

ra la defensa del reo , quanto para


172 TRATADO DE LOS DELITOS

las pruebas de los delitos ; y el

Juez vendría á ser Legislador , si

estuviese á su arbitrio determinar

el necesario para probar un delito.

Igualmente aquellos delitos atro


ces , que dexan en los hombres una

larga memoria , si estan probados,

no merecen prescripcion alguna en

favor del reo , que se ha substrahi

do con la fuga ; pero los delitos


leves , y no bien probados , deben

librar con la prescripcion la incer


tidumbre de la suerte de un Ciu

dadano ; porque la obscuridad en

que se hallan confundidos por lar

go tiempo , quita el exemplo de im

punidad , quedando al reo en tan

to disposicion para enmendarse.

Es suficiente apuntar estos princi

pios ; porque el límite preciso pue


de solo fixarse en virtud de una le

gislacion , segun las actuales cir


TOS
Y DE LAS PENAS. 173

cunstancias de la Sociedad ; aña

diré únicamente , que probada la

utilidad de las penas moderadas en

una Nacion , las Leyes que á pro

porcion de los delitos aumentan,

ó disminuyen el tiempo de la pres


Jaring

X cripcion , ó el de las pruebas , for


mando así de la misma carcel , ό
11
del destierro voluntario , una parte

13 de pena , subministrarán una facil

division de penas suaves , para un

gran número de delitos .

Pero estos tiempos no se au

44 mentarán en la proporcion exâcta

de la gravedad de los delitos , pues

to que la probabilidad de ellos es


en razon inversa de su atrocidad .

+ Deberá , pues , disminuirse el tiem

´po del exâmen , y aumentarse el de

la prescripcion ; lo qual parecerá

una contradiccion de quanto he

dicho , esto es , que pueden darse


174 TRATADO DE LOS DELITOS

penas iguales á delitos desiguales ,


teniendo consideracion al tiempo

de la carcel , ó al de la prescrip

cion , que antecede á la sentencia,

como una pena. Para explicar al

lector mi idea , distingo dos clases

de delitos. Es la primera aquella

de los mas atroces , que empezan

do desde el homicidio , compre

hende todas las maldades ulterio

res : La segunda es de aquellos de


litos menores. Esta distincion tiene

su fundamento en la naturaleza hu→

mana. La seguridad de la propia


vida es un derecho de naturaleza;

la seguridad de los bienes , lo es de

Sociedad. El número de motivos

que impelen á los hombres para

atropellar las máximas naturales de

piedad , es con muchos grados me

nor al de aquellos , que por el ansia


natural de ser felices , los mueven
Y DE LAS PENAS. 175

á violar un derecho , que no en

cuentran en sus corazones , sino

en las convenciones de la Socie

dad. La grandísima diferencia de

probabilidad en estas dos clases,


pide que se regulen con diversos

principios. En los delitos mas atro


ces , como mas raros , debe dismi

nuirse el tiempo del exâmen , por

lo que se aumenta la probabilidad

de la inocencia del reo , y debe

crecer el de la prescripcion ; por

que de la sentencia difinitiva , en

que se declara á un hombre ino

cente , ó culpado , depende extir

par las esperanzas de impunidad ,


cuyo daño crece con la atrocidad

del delito . Pero en los delitos me

nores , disminuyéndose la proba


bilidad de inocencia en el reo , de

be aumentarse el tiempo del exâ

men ; y disminuyéndose el daño


176 TRATADO DE LOS DELITOS

de la impunidad , debe disminuir

se el tiempo de la prescripcion . Es
ta division de delitos en dos cla

ses , no debería admitirse , si el da

ño de la impunidad menguase tan

to , quanto crece la probabilidad


del delito. Adviértase , que un acu

sado , de quien no conste , ni la ino

cencia , ni la culpa , aunque se ha

ya librado por falta de pruebas , se


le debe volver de nuevo á la pri

sion , y sujetar á nuevos exâmenes,

si aparecieren nuevos indicios se

ñalados por la Ley , hasta tanto que

haya pasado el tiempo determina

do á la prescripcion de su delito.

Tal es , á lo menos , el medio que

me parece oportuno para defender

la seguridad y la libertad de los


súbditos , siendo muy facil que la

una no sea favorecida á expensas

de la otra ; de manera , que estos


dos
Y DE LAS PENAS . 177
dos bienes de que se compone el

patrimoniò igual é inseparable de


todo Ciudadano , no sean protegi

dos y guardados , el uno por el

despotismo manifiesto , ó disfraza

do , y el otro por la turbulenta y

popular Anarquía.

S. XXXI.

Delitos de prueba dificil.

EN vista de estos principios , pa

recerá estraño al que no reflexîo

ne , que la razon casi nunca haya

sido legisladora de las Naciones :

que los delitos , ó mas atroces , ó

mas obscuros y quiméricos , esto

es , aquellos de que hay probabi


lidad menor sean probados por
,
conjeturas , y otros medios flacos

y equívocos ; como si las Leyes ,

y el Juez tuviesen interes , no en


M
178 TRATADO DE LOS DELITOS

averiguar la verdad , sino en pro


bar el delito : como si el condenar

un inocente no fuera un peligro

tanto mayor , quanto la probabi→


"
lidad de la inocencia supera la
probabilidad del reato . Falta en la

mayor parte de los hombres aquel

vigor necesario , igualmente para

los grandes delitos , que para las

grandes virtudes ; porque parece


que los unos van siempre á la par

con los otros en aquellas Naciones,

que se sostienen mas por la activi

dad del Gobierno , y de las pasio

nes , que conspiran al bien públi→

co , que por su calidad , ó la cons

tante bondad de las Leyes. En es

tas las pasiones debilitadas pare

cen mas á propósito para mante


ner la forma de Gobierno , que pa◄

ra mejorarla . De aquí se saca una

conseqüencia importante ; y es , que


Y DE LAS PENAS. 179

en una Nacion no siempre los

grandes delitos prueban su deca


dencia.

Hay algunos delitos , que son

á un mismo tiempo freqüentes en


la Sociedad y de prueba dificil;

y en estos la dificultad de la prue

ba tiene el lugar de la probabili

dad de la inocencia ; y siendo el

daño de la impunidad de tanta

menos consideracion , quanto la

freqüencia de ellos depende de

otros principios ; el tiempo del


exâmen y el de la prescripcion de

ben disminuirse igualmente. Ve

mos , sin embargo , que los adulte

rios , el deleyte griego , delitos de


prueba tan dificil 2 son los que ,

conforme á los principios recibi

dos en práctica , admiten las pre

sunciones tyránicas , las quasi -prue

bas , las semi-pruebas ( como si un


M 2
180 TRATADO DE LOS DELITOS

hombre pudiese ser semi-digno de

castigo , y semi-digno de absolucion) ;


donde la tortura exercita su cruel

imperio en la persona del acusado ,

en los testigos , y aun en toda la


familia de un infeliz ; como con

frialdad iniqua enseñan algunos

Doctores , que por norma y ley se


ponen en manos de los Jueces.

El adulterio es un delito , que

considerado políticamente , trahe su


fuerza y su direccion de dos causas;

las Leyes variables de los hom


bres , y aquella fortísima atraccion,

que mueve el un sexô ácia el otro.

Semejante en muchos casos á la

gravedad , motora del Universo ,


porque , como esta " se disminuye

con las distancias ; y si la una mo

difica todos los movimientos de los

cuerpos , la otra casi todos los del

ánimo , en tanto que dura su pe


Y DE LAS PENAS. 181

ríodo ; desemejante en que la gra

vedad se pone en equilibrio con

los impedimentos ; pero la atrac

cion con ellos por lo comun cobra


fuerza y vigor nuevo .

Si yo hubiese de hablar á las

Naciones , que se hallan privadas

de la luz de la Religion , diría , que

aun hay otra diferencia considera

ble entre este y los demas delitos ..


Vémosle nacer en el abuso de una

necesidad constante y universal á

toda la humanidad , necesidad an


terior , y aun fundadora de la mis

ma Sociedad ; pero los otros deli


tos , destruidores de ella , tienen su
origen mas bien determinado de

pasiones momentaneas , que de una

necesidad natural. Semejante nece

sidad parece á quien conoce la his

toria , y el hombre siempre igual

en el mismo clima , á una quanti

M 3
182 TRATADO DE LOS DELITOS

dad permanente . Si esto fuese ver

dad , inútiles y aun perniciosas se→

rían aquellas Leyes y aquellas cos

tumbres , que procurasen disminuir

la suma total ; porque su efecto se→

ría oprimir una parte de las nece


sidades propias y agenas ; pero por

el contrario serían sabias aquellas,

que ( por decirlo así ) siguiendo la

facil inclinacion del plano , divi

diesen y distribuyesen la suma en

tantas iguales y pequeñas porcio


nes , que impidiesen uniformemen

te en todas partes la sequedad y la


inundacion. La fidelidad conyugal

es siempre proporcionada al núme

ro y á la libertad de los matrimo

nios. Donde estos se rigen por las

preocupaciones hereditarias : don

de la potestad doméstica los com

bina y los escoge ; allí la galantería

rompe los vínculos , con desprecio


Y DE LAS PENAS.
183

de la moral práctica , cuyo oficio

es declamar contra los efectos ,


manteniendo las causas. Pero no

hay necesidad de estas reflexiones

para el que viviendo en la verda

dera Religion , tiene mas sublimes

motivos , que corrigen la fuerza de

los afectos naturales. La accion de

este delito es tan instantanea y

mysteriosa , tan cubierta de aquel

velo mismo , que las Leyes han

puesto : velo necesario , pero fra


gil , y que aumenta el precio de la
cosa, en vez de disminuirlo : las

ocasiones tan fáciles , las conse

qüencias tan equívocas , que el Le

gislador podrá mas bien evitarlo,

que corregirlo. Regla general : En

todo delito , que por su naturaleza

debe las mas veces quedar sin cas

tigo , la pena es un incentivo. Es

propiedad de nuestra imaginacion ,


M4
184 TRATADO DE LOS DELITOS

que las dificultades , quando no son

insuperables , ó muy difíciles , res

pecto de la floxedad del ánimo de

los hombres , la exciten mas viva

mente , y engrandezcan el objeto ;

porque sirviéndola de estorvos, que

impiden su curso vagabundo y vo

luble , sin dexarla salir de él , y


obligándola á recorrer todas las

combinaciones , se fixa mas estre


chamente en la parte agradable , á

quien mas naturalmente se arroja


nuestro ánimo , que en la dolorosa

y funesta , de quien huye y se se

para.

La Venus ática , tan severamen

te castigada de las Leyes , y tan

facilmente entregada á los tormen

tos , vencedores de la inocencia,


tiene su fundamento menos sobre

las necesidades del hombre aislado,

y libre , que sobre las pasiones del

116
Y DE LAS PENAS. 185

hombre sociable y esclavo . Toma


S su fuerza , no tanto del desmedido

3 uso de los placeres , quanto de aque

Hla educacion , que empieza por ha


çer inútiles los hombres á sí mis

mos , para hacerlos útiles á otros;


en aquellas casas donde se obscure

ce y encierra la juventud ardiente :


donde habiendo una valla insupe

rable á qualquiera otro comercio ,


1 todo el vigor de la naturaleza , que

se desenlaza , se consume inútil

mente para la humanidad , y aun

anticipa la vejez.
El infanticidio es igualmente

efecto de una contradiccion inevi

table , en que se encuentra una per

sona , que haya cedido , ó por vio

lencia , ó por flaqueza. Quien se

vé entre la infamia y la muerte de

un sér incapaz de sentir los ma

les , ¿ cómo no preferirá esta á la


186 TRATADO DE LOS DELITOS

miseria infalible , en que serian

puestos ella y su infeliz parto ? El

mejor modo de evitar este delito,


fuera proteger con Leyes eficaces

la flaqueza contra la tyranía ; la

qual exâgera los vicios , que no

pueden cubrirse con el manto de

la virtud.

Yo no pretendo minorar el hor

ror justo , que merecen estas accio

nes ; pero señalando sus orígenes,

me juzgo con derecho de sacar una


conseqüencia general ; esta es , que

no se puede llamar precisamente

justa ( vale tanto como decir nece

saria ) la pena de un delito , quan➡


do la Ley no ha procurado con di

ligencia el mejor medio posible de


evitarlo en las circunstancias exîs

tentes de una Nacion .


Y DE LAS PENAS. 187

§. XXXII.

Suicidio.

EL Suicidio es un delito , que

parece no admite pena , que pro

piamente se llame tal ; porque de

terminada alguna , ó caerá sobre

los inocentes , ó sobre un cuerpo

frio é insensible. Si esta no hará

impresion en los vivos , como no


la haría azotar una estatua : si aque

lla es tyránica é injusta ; porque la

libertad política de los hombres su

pone necesariamente , que las pe

nas sean meramente personales.


Aman estos mucho la vida ; y quan

to los rodea , los confirma en este

amor. La imagen del placer sedu

cidora , es la esperanza , dulcísimo

engaño de los mortales ; por la qual

tragan desmedidamente el mal:


188 TRATADO DE LOS DELITOS

mezclado con algunas pocas gotas

de contento , los atrahe mucho , pa

ra poder temer que la impunidad


necesaria de este delito tenga al

guna influencia sobre ellos. ¿ Quál


será , pues , el estorvo , que deten

drá la mano desesperada del sui


cida ?

Qualquiera que se mata , hace

menos mal á la Sociedad , que aquel

que para siempre se sale de sus

confines ; porque el primero dexa.

toda su substancia , y el segundo

se lleva consigo parte de sus habe


res. Y si la fuerza de la Sociedad

consiste en el número de los Ciu

dadanos , por el hecho de salirse

y entregarse á una Nacion vecina,

origina doble daño , que aquel que

simplemente con la muerte se quita


de la Sociedad misma. La qüestion,

pues , se reduce á saber si es util,


Y DE LAS PENAS. 189

ó dañosa á la Nacion dexar una

perpetua libertad á todos sus miem

bros para salirse de ella.

Qualquiera Ley que no esté ar

mada , ó que la naturaleza de las

circunstancias haga insubsistente ,

no debe promulgarse ; y como so


bre los ánimos reyna la opinion ,

que obedece á las impresiones len


tas é indirectas del Legislador , y

que resiste á las directas y violen

tas ; así las Leyes inútiles , despre

ciadas de los hombres , comunican


su envilecimiento aun á las mas sa

ludables ; porque se miran mas co

mo una dificultad para vencerla,

que como depósito del bien públi

co. Así que si , como se ha dicho,

nuestros dictámenes son limitados ,

tanta menos veneracion quedará á

las Leyes , quanta tuvieren los hom

bres á objetos estraños de ellas. De


190 TRATADO DE LOS DELITOS

este principio puede el sabio dis

pensador de la felicidad pública

sacar algunas conseqüencias útiles ;

pues si me detuviese á exponerlas ,

me separarian mucho de mi asun

to , que se reduce á probar lo in


util de hacer del Estado una pri

sion. Semejante Ley lo es ; porque


no estando un Pais dividido de los

otros por escollos inaccesibles , ό

mares inmensos , ¿ cómo se podrán

cerrar todos los puntos de su cir


cunferencia ? ¿ y cómo se podrá

guardar á los mismos guardas ? El

que se lleva consigo quanto tiene,

no puede ser castigado despues que


lo ha hecho . A este delito una
"

vez cometido , es imposible apli


carle pena ; y el hacerlo antes " es

castigar la voluntad de los hom

bres , no sus acciones ; es mandar

en la intencion , parte tan libre


Y DE LAS PENAS.
191

del hombre , que á ella no alcan

za el imperio de las Leyes huma

nas. Castigar al que se ausenta

en la substancia que dexa , á mas


de la facil é inevitable colusion ,

que no puede impedirse sin tyra


nizar los contratos , estancaría to
do comercio de Nacion á Nacion.

Castigarlo quando volviese el reo,


sería estorvar que se reparase el

mal causado en la Sociedad , ha

ciendo todas las ausencias perpe

tuas. La misma prohibicion de

salir del Pais , aumenta en los

Nacionales el deseo de conseguir

lo , y es una advertencia á los es

traños para no establecerse en él.

¿ Qué deberemos pensar de un

Gobierno , que no tiene otro me

dio para mantener los hombres ,


naturalmente inclinados á la pa

tria por las primeras impresiones


192 TRATADO DE LOS DELITOS

de su infancia , fuera del temor ?

El mas seguro modo de fixar los

Ciudadanos en su País , es au

mentar el bien estar relativo de

cada uno . Así como se debe ha

cer todo esfuerzo para que la ba


lanza del comercio decline á nues

tro favor ; así el mayor interes

del Soberano y de la Nacion , es,

que la suma de la felicidad , com

parada con la de las Naciones cir

cunvecinas , sea mayor que la de

estas. Los placeres del luxo no

son los principales elementos de

esta felicidad , sin embargo de que


sean un remedio necesario á la

desigualdad , que crece con los

progresos de una Nacion , y sin

los quales las riquezas se estanca


rian en una sola mano. Donde los

confines de un País se aumentan

en grado mayor que su poblacion,


allí
Y DE LAS PENAS. 193

allí el luxo favorece el despotis

mo : así porque quanto los hom

bres son mas raros , tanto menor

es la industria ; y quanto es me

nor la industria , es tanto mayor

la dependencia que la pobreza tie


ne del fasto , y tanto mas dificil,

y menos temida la reunion de los

oprimidos contra los opresores:

como porque las adoraciones , los

oficios , las distinciones , y la su

mision , que hacen mas sensible la

distancia entre el fuerte y el de


bil , se obtienen mas facilmente

de pocos que de muchos , siendo

los hombres tanto mas indepen

dientes , quanto menos notados ;

y tanto menos notados , quanto es


mayor el número . Pero donde la

poblacion crece en proporcion

mayor que los confines , el luxo

se opone al despotismo ; porque


N
194 TRATADO DE LOS DELITOS

aníma la industria y la actividad

de los hombres , y la necesidad

ofrece demasiados placeres y co

modidades al rico , para que los

de ostentacion , que aumentan la

opinion de dependencia , tengan


el mayor lugar. De aquí puede

observarse , que en los estados vas

tos , flacos y despoblados , si otras

causas no lo estorvan , el luxo de

ostentacion prevalece al de co

modidad ; pero en los Estados mas

poblados , que extensos , el luxo

de comodidad hace siempre dismi、


nuir el de ostentacion. Sin em

bargo , el comercio y paso de los


placeres del luxo , tiene este in

conveniente , que aunque se haga

por el medio de muchos , comien

za en pocos , y acaba en pocos ,

y solo poquísima parte gusta el

mayor número ; de tal manera,


Y DE LAS PENAS. 195

1 que no impide el sentimiento de


la miseria , causado mas por la

comparacion , que por la realidad .

8 Son , pues , la seguridad y liber


tad , limitadas por solo las Leyes ,

1 quienes forman la basa principal

de esta felicidad , con las quales

los placeres del luxo favorecen la

poblacion , y sin las quales se ha

cen el instrumento de la tyranía .

Al modo que las fieras mas ge

nerosas , y las mas voladoras aves


se retiran á las soledades y á los

bosques inaccesibles , y abando


nan las campañas fértiles y agra
dables al hombre , que las pone

lazos ; así los hombres huyen los

mismos placeres , quando la tyra

nía los distribuye.

Está , pues , demostrado , que

la Ley , que aprisiona los súbditos

en su País , es inutil é injusta :

N2
196 TRATADO DE LOS DELITOS

luego lo será igualmente la pena

del Suicidio ; y así , aunque sea

una culpa que Dios castiga , por

que solo él puede castigar des

pues de la muerte , no es un de

lito para con los hombres , pues

to que la pena en lugar de caer

sobre el reo mismo , cae sobre su

familia. Si alguno opusiese , que

la pena puede con todo eso re

traher á un hombre determinado

á matarse ; respondo , que quien

tranquilamente renuncia al bien

de la vida , y de tal manera abor

rece su existencia , que prefiere

á ella una eternidad infeliz , no se

moverá por la consideracion me

nos eficaz , y mas distante de los

hijos ó parientes .
Y DE LAS PENAS. 197

§. XXXIII.

Contrabandos.

EL Contrabando es un verdade

" ro delito , que ofende al Sobera

no y á la Nacion ; pero su pena :


no debe ser infamativa ; porque

cometido , no produce infamia en

la opinion pública. Qualquiera que

decreta penas infamativas contra

delitos , que no son reputados ta


les de los hombres , disminuye el

dictamen de infamia para los que

verdaderamente lo son. Qualquie

ra (por exemplo ) que viere deter

minada la misma pena de muerte

contra el que mata un faysan , y

contra el que asesina un hombre,


ó falsifica un escrito importante ,

no hará diferencia entre estos de

litos , destruyéndose así las má


N3
198 TRATADO DE LOS DELITOS

xîmas morales , obra de muchos

siglos , y de mucha sangre , len

tísimas y difíciles de insinuarse

en los ánimos de los hombres,

para cuya produccion se creyeron

necesarios la ayuda de los mas


sublimes motivos , y tanto apara

to de graves formalidades.

Este delito nace de la Ley mis

ma ; porque creciendo la gabela,

crece siempre la utilidad , y con


esta la tentacion de hacer el con

trabando ; y la facilidad de co
meterlo con la circunferencia,

que es necesario custodiar , y con


la diminucion del tamaño de la

mercadería misma. La pena de

perder el género prohibido , y la

hacienda , que la acompaña , es

justísima ; pero será tanto mas

eficaz , quanto mas corta fuere

la.gabela ; porque los hombres no


Y DE LAS PENAS. 199

şe arriesgan sino á proporcion de

la utilidad , que el éxito feliz de

la empresa les puede producir.

Pero ¿ por qué este delito no


ocasiona infamia á su autor , sien

do un hurto hecho al Príncipe , y


por conseqüencia á la Nacion mis

ma ? Respondo , que las ofensas


que los hombres creen no les

pueden ser hechas , no los inte

resan tanto , que baste á produ

cir la indignacion pública contra


quien las comete. Como las con

seqüencias remotas hacen cortísi¬

mas impresiones sobre los hom →

bres , no ven el daño que puede

acaecerles por ellas ; antes bien


gozan , si es posible , de sus uti

lidades presentes. Tal es el con


trabando . No ven ellos , pues,
mas que el daño hecho al Prín

cipe ; y así no se interesan en


N4
200 TRATADO DE LOS DELITOS

privar de sus sufragios á quien

lo comete , como lo son á quien

hace un hurto privado , á quien

falsifica un escrito , y otros ma

les , que pueden sucederles. Prin

cipio evidente , de que todo ente


sensible no se mueve sino por los

males que conoce ,

¿Pero se deberá dexar sin cas


tigo este delito en aquel que no
tiene hacienda que perder ? No

por cierto . Hay contrabandos , que


interesan de tal manera la natu

raleza del tributo , parte tan esen

cial y tan dificil en una buena

Legislacion , que su comision me

rece una pena considerable , has


ta la prision , hasta la servidum

bre ; pero prision y servidumbre


conforme á la naturaleza del mis

mo delito . Por exemplo : La pri

sion por hacer contrabando de


Y DE LAS PENAS . 201

tabaco , no debe ser comun con

la del asesino , ó el ladron ; y las

ocupaciones del primero , limita

das al trabajo y servicio de la

regalía misma , que ha querido


defraudar , serán las mas confor

mes á la naturaleza de las penas.

§. XXXIV.

De los Deudores.

LA buena fé de los contratos ,

y la seguridad del comercio , es


trechan al Legislador , para que

asegure á los acreedores las per


sonas de los deudores fallidos ; pe

ro yo juzgo importante distinguir


el fallido fraudulento , del fallido

inocente. El primero debería ser

castigado con la misma pena que

el monedero falso ; porque falsifi

car un pedazo de metal acuñado ,


202 TRATADO DE LOS DELITOS

que es una prenda de las obliga


ciones de los Ciudadanos , no es

mayor delito que falsificar las


obligaciones mismas. Mas el fa

llido inocente , aquel que despues

de un exâmen rigoroso , ha pro

bado ante sus Jueces , que ó la

malicia de otros , ó su desgracia ,

ó contratiempos inevitables por


la prudencia humana , le han des

pojado de sus bienes ; ¿ por qué


motivo bárbaro deberá ser encer

rado en una prision , y privado de

la libertad , único y triste bien ,

que solo le queda , experimentan

do las angustias de los culpados,

y arrepintiéndose acaso ( con la


desesperacion que causa la pro

bidad ofendida ) de aquella ino


cencia con que vivía tranquilo
baxo la tutela de las Leyes , cu

ya ofensa no estuvo en su mano :


Y DE LAS PENAS . 203

Leyes dictadas de los poderosos


por codicia , y sufridas de los fla

cos por aquella esperanza , que


comunmente centellea en los áni

mos de los hombres " haciendo

creer que los acontecimientos ad

versos son para los demás , y para


nosotros los favorables ? Los hom

bres , abandonados á sus dictáme

nes mas triviales , aman las Leyes

crueles , aunque estén sujetos á


ellas mismas. Sería interes de to

dos que se moderasen , porque es

mayor el temor de ser ofendido,

que el deseo de ofender. Volvien

do al inocente fallido , digo , que

podrán sus deudas mirarse como

inextinguibles , hasta la paga to

tal : podrásele prohibir libertarse

de la obligacion contrahida sin

consentimiento de los interesados,

y el derecho de retirarse á otro


2.04 TRATADO DE LOS DELITOS

País para exercitar su industria:

podrásele apremiar , para que em

pleando su trabajo y sus talentos,

adquiera de nuevo con qué satisfa

cer sus acreedores ; pero ni la se

guridad del comercio , ni la sagra

da propiedad de los bienes , po

drán justificar una privacion de li


bertad , que les es inutil , fuera del

caso en que con los males de la es

clavitud , se consiguiese revelar

los secretos de un supuesto inocen

te fallido , caso rarísimo , en supo

sicion de un rigoroso exâmen . Creo

máxima legislatoria , que el valor

de los inconvenientes políticos se


considere en razon compuesta de

la directa del daño público , y de

la inversa de la improbabilidad de
verificarse. Pudiera distinguirse el

dolo de la culpa grave , la grave

de la leve , y esta de la inocencia;


Y DE LAS PENAS.
205

y asignando al primero las penas


establecidas contra los delitos de

g falsificacion : á la segunda otras

menores ; pero con privacion de li

bertad ; reservando á la última el

escogimiento libre de medios para

restablecerse ; quitar á la tercera

la facultad de hacerlo , dexándola


á los acreedores. Pero las distin

ciones de grave y de leve se deben

fixar por la Ley ciega é imparcial ;

no por la prudencia arbitraria y

peligrosa de los Jueces. El señala


miento de los límites es así nece

sario en la Política , como en la Ma

temática , tanto en la medida del

bien público , quanto en la medida

de las magnitudes ( 1 ) .

( 1 ) El comercio y la propiedad de los bienes,


no son el fin del pacto social ; pero pueden ser
un medio para obtenerlo. Habiendo tantas com
binaciones , que pueden originar los daños en la
Sociedad , exponer todos sus miembros á pade
206 TRATADO DE LOS DELITOS

¡ Con qué facilidad un Legis

lador próbido podría impedir gran

parte de las quiebras culpables , y

remediar las desgracias del ino

cente industrioso ! Un público y

manifiesto registro de todos los


contratos , y libertad á los Ciuda

danos de consultar sus documen

tos bien ordenados : un banco pú

blico , formado de tributos , sabia

mente repartidos , sobre el comer

cio feliz , y destinado á socorrer


con las cantidades oportunas al

miserable é infeliz miembro de él;

cerlos , sería subordinar los fines á los medios,


paralogismo de todas las Ciencias , y principal
mente de la Política , y en el que caí en las edi
ciones precedentes , donde dixe , que el fallido
inocente debe ser guardado como una prenda de
sus deudas , ó servir en las labores de sus acreedo
res , como esclavo. Me avergüenzo de haber es
crito así. He sido acusado de irreligion , y no lo
merecía : he sido acusado de sedicion , y no lo
merecía : he ofendido los Derechos de la Humani
dad , y nadie me lo ha reprehendido.
Y DE LAS PENAS. 207

no tendrian ningun inconveniente

1 real , y pudieran producir inume

rables ventajas. Pero las fáciles,

las simples , las grandes Leyes,


que no esperan para esparcir en el
seno de la Nacion la abundancia
S
y la robustez , mas que la volun

tad del Legislador : Leyes que le

colmarian de hymnos inmortales ;


son , ó las menos conocidas , ó las

menos queridas. Un espíritu in

quieto y empleado en pequeñeces ,

la medrosa prudencia del momen,

to presente , la desconfianza y la
aversion á toda novedad , aunque

util , ocupan el alma de aquellos

que podrian arreglar y combinar


las acciones de los hombres.
208 TRATADO DE LOS DELITOS

§. XXXV.

Asylos.

ME restan aún dos qüestiones

que exâminar : Una si los Asylos

son justos ; y si el pacto entre las

Naciones de entregarse recíproca

mente los reos , es , ó no util.


Dentro de los confines de un País

no debería haber algun lugar in

dependiente de las Leyes. Su po

der debería seguir á todo Ciuda

dano , como la sombra al cuerpo .

La impunidad y el asylo se dife

rencian en poco ; y como la im


presion de la pena consiste mas
en lo indudable de encontrarla ,

que en su fuerza , no separan es


tas tanto de los delitos , quanto á

ellos convidan los asylos. Multi

plicar estos , es formar otras tantas

pe
Y DE LAS PENAS. 209

pequeñas Soberanías ; porque don

de no hay Leyes que manden , allí

pueden formarse nuevas , opuestas

á las comunes , y así un espíritu


eg contrario al del cuerpo entero de

OS la Sociedad. Todas las Historias

as muestran , que de los Asylos sa

lieron grandes revoluciones en los

il Estados , y en las opiniones de los


hombres. Pero si entre las Nacio

nes es util entregarse los reos re


cíprocamente , no me atreveré á

decidirlo , hasta tanto que las Le


yes mas conformes á las necesida

des de la humanidad , las penas

mas suaves , y extinguida la de

pendencia del arbitrio y de la opi

nion , no pongan en salvó la ino

cencia oprimida , y la virtud de


testada : hasta tanto que la tyra

nía sea desterrada en las vastas

llanuras del Asia , por el todo de


O
210 TRATADO DE LOS DELITOS

la razon universal , que siempre

une los intereses del trono y de

los súbditos ; aunque la persuasion

de no encontrar un palmo de tier


ra , que perdonase á los verdade

ros delitos , sería un medio eficací

simo de evitarlos.

§. XXXVI .

De la Talla.

LA otra question es , si será

util señalar un precio al que en

tregare la cabeza de un hombre

declarado reo , y armando el bra

zo de qualquier Ciudadano , hacer

de él un verdugo . O el reo está


fuera de los confines , ó dentro.

En el primer caso el Soberano es


timula los Ciudadanos á cometer

un delito , y los expone á un su

plicio , haciendo así una injuria,


Y DE LAS PENAS. 211

y una usurpacion de autoridad en

los Dominios de otro ; y autoriza

de esta manera las otras Naciones ,

para que hagan lo mismo con él .

En el segundo muestra la flaque

za propia. Quien tiene fuerza pa


ra defenderse , no la busca. Ade

más , este edicto desconcierta to

das las ideas de moral y de virtud ,

que se disipan en el ánimo de los

hombres con qualquiera pequeño

viento. Ahora las Leyes convidan

á la traycion , ahora la castigan.

Con una mano el Legislador es


trecha los vínculos de familia , de

parentela y de amistad ; y con

otra premia á quien los rompe , y

á quien los desprecia . Siempre


contradiciéndose á sí mismo , ya

convida los ánimos sospechosos de

7 los hombres á la confianza , ya es


parce la desconfianza en todos los
02
212 TRATADO DE LOS DELITOS

corazones. En vez de evitar un

delito , hace nacer ciento. Estos

son los recursos de las Naciones

flacas , cuyas Leyes no son mas


que reparos instantaneos de un edi

ficio ruinoso , que amenaza por to

das partes. A proporcion que las


luces crecen en una Nacion , se

hacen mas necesarias la buena fé

y la confianza recíproca ; y cada


vez mas caminan á confundirse

con la verdadera Política. Los ar

tificios , las astucias , las estradas


obscuras é indirectas , son por lo

comun previstas , y la sensibilidad

de todos se defiende mejor contra

el interes de cada particular . Los

mismos siglos de la ignorancia ,

en que la moral pública fuerza los


hombres á obedecer á la privada,

sirven de instruccion y de expe

riencia á los siglos iluminados.


Y DE LAS PENAS. 213

Pero las Leyes que premian la

traycion , y excitan una guerra

clandestina , esparciendo la sos


1
pecha recíproca entre los Ciuda

danos , se oponen á esta tan ne


3
cesaria reunion de la Moral y de

la Política , á quien los hombres

deberian su felicidad , las Nacio

nes la paz , y el Universo algun

mas largo espacio de tranquilidad


y reposo en los males que lo rodean .

§. XXXVII.

Atentados , Cómplices , Impunidad.

Aunque las Leyes no castiguen

la intencion , no por eso decimos ,

que un delito , quando empieza


por alguna accion , que manifiesta

la voluntad de cometerlo , no me

rezca algun castigo ; pero siempre


menor á la misma comision de él .

03
214 TRATADO DE LOS DELITOS

La importancia de estorvar un

atentado , autoriza la pena ; pero

así como entre este y la execu

cion puede haber algun intervalo ;


así la pena mayor reservada al

delito consumado , puede dar lu


gar al arrepentimiento. Lo mismo

es quando haya cómplices , y no

todos executores inmediatos , sino

por alguna razon diversa. Quando


muchos hombres se unen para una

accion arriesgada , á proporcion de

su tamaño , procuran que sea igual


para todos : luego será mas difi

cultoso encontrar quien se con

forme con ser el executor , cor

riendo mayor riesgo que los demás

cómplices. La única excepcion se

ría en el caso que al executor se le

señalase un premio . Teniendo en


tonces una recompensa mayor por

el mayor riesgo , la pena debería


Y DE LAS PENAS . 215

ser proporcionada. Estos discursos

parecerán muy metafísicos á quien


no reflexione quánta utilidad hay,

en que las Leyes dexen los menos

motivos de convencion que fuere

posible , entre los que se intenten

asociar para cometer un delito .

Algunos Tribunales ofrecen im

punidad al cómplice de un grave


delito , que descubriere los otros.

Este recurso tiene sus inconve

nientes y sus ventajas. Los incon

venientes son , que la Nacion au

toriza la traycion detestable , aun

entre los malvados ; porque siem


pre son menos fatales á una Socie

dad los delitos de valor , que los

de vileza , por quanto el primero

no es freqüente , y con solo una

fuerza benéfica , que lo dirija , cons

pirará al bien público ; pero la se

gunda es mas comun y contagio


0 4
216 TRATADO DE LOS DELITOS

şa , y siempre se reconcentra en sí

misma. Demás de esto , el Tribu

nal hace ver la propia incertidum

bre , y la flaqueza de la Ley , que

implora el socorro de quien la ofen

de. Las ventajas son , evitar delitos

importantes ; y que siendo mani

fiestos los efectos , y ocultos los


autores ? atemoricen el pueblo.

Contribuye tambien á mostrar , que

quien es falto de fé con las Leyes,

esto es , con el público , es pro


bable que
lo sea con un particular .

Pareciérame que una Ley general ,

la qual prometiese impunidad al

cómplice manifestador de qual


quier delito , fuese preferible á

una especial declaracion en un ca

so particular ; porque así evitaría


las uniones con el temor recípro

ço , que cada cómplice tendria de

revelarse á otro ; y el Tribunal


Y DE LAS PENAS. 217

no haría atrevidos los malhecho


res , viendo estos en caso parti

cular pedido su socorro. Seme

jante Ley debería acompañar la


impunidad con el destierro del de

lator:::: Pero en vano me atormen

to para destruir el remordimiento

que siento , autorizando con las

Leyes sacrosantas , con el monu

mento de la pública confianza , y

con la basa de la Moral humana,

la traycion y el disimulo . ¡ Qué

exemplo sería para una Nacion , si


se faltase á la impunidad prometi

da , arrastrando al suplicio , por


medio de doctas cavilaciones , en

vergüenza de la fé pública , quien


ha correspondido al convite de las

Leyes ! No son raros en las Na


ciones tales exemplos ; y por esto

no son tampoco raros los que no


tienen de una Nacion otra idea
218 TRATADO DE LOS DELITOS

que la de una máquina compli

cada , cuyos muelles mueven , se


gun su antojo , el mas diestro y el

mas poderoso . Frios é insensibles

á todo lo que forma la delicia de

las almas tiernas y sublimes , ex

citan con sagacidad inalterable

los dictámenes mas afectuosos , y

las pasiones mas violentas en el

punto que las ven útiles á sus fi

nes , acordando los ánimos como

los músicos los instrumentos .

§. XXXVIII.

Interrogaciones sugestivas ,

y Deposiciones.

Nuestras Leyes reprueban en el

proceso las interrogaciones, que se

llaman sugestivas ; esto es , aque

llas , segun los Doctores , que en


las circunstancias de un delito,
Y DE LAS PENAS. 219

preguntan de la especie , debiendo

preguntar del género : quiere de

cir , aquellas interrogaciones que,


teniendo una inmediata conexion

con él , sugieren al reo una res

puesta inmediata . Las interroga

ciones , segun los Criminalistas ,

deben , por decirlo así , abrazar y


rodear el hecho espiralmente ; pe

ro nunca dirigirse á él por linea


recta. Los motivos de este méto

do son , ó por no sugerir al reo

una respuesta , que lo libre de la


acusacion ; ó acaso porque pare

ce contra la misma naturaleza , que

un reo se acuse por sí inmediata

mente. Qualquiera que sea de es


tos dos motivos , es notable la
contradiccion de las Leyes , que

juntamente con esta costumbre

autorizan la tortura. Porque ¿ quál

interrogacion mas sugestiva que el


220 TRATADO DE LOS DELITOS

dolor ? El primer motivo se veri


fica en el tormento , puesto que el

mismo dolor sugerirá al robusto


una obstinada taciturnidad , para

cambiar la mayor pena por la

menor ; y al flaco sugerirá la con

fesion , para librarse del tormento

presente , mas eficaz por entonces

que el dolor venidero . El segundo


motivo es con evidencia lo mismo.

Porque si una interrogacion espe


cial hace confesar á un reo , contra

el derecho de la naturaleza , mu

cho mas facilmente conseguirán

esto los dolores ; pero los hombres

se gobiernan mas por la diferencia

de los nombres , que por la que


resulta de las cosas. Entre otros

abusos de la Gramática , que no

han influido poco sobre los nego

cios humanos , es notable el que

hace nula é ineficaz la deposicion


Y DE LAS PENAS . 221

de un reo ya condenado ; ya está

muerto civilmente , dicen los Juris

consultos Peripatéticos , y un muer

to no es capaz de accion alguna.


Para sostener esta vana metáfora ,

se han sacrificado muchas vícti


.
mas , y bien de continuo se ha

disputado con seria reflexîon , si la


verdad debe ceder á las fórmulas

judiciales. Si las deposiciones de

un reo condenado no llegan á un

cierto punto , que retarden el cur

so de la justicia : ¿ por qué no

se deberá conceder , aun despues

de la sentencia , á su extrema mi

seria , y á los intereses de la vér

dad , un espacio conveniente , tal,

que produciendo nuevas especies,


capaces de alterar la naturaleza

del hecho , pueda justificarse á sí ,

ó á otro , con un juicio nuevo ?


Las formalidades y las ceremonias
222 TRATADO DE LOS DELITOS

son necesarias en la administra

cion de la justicia , ya porque

nada dexan al arbitrio del que

la administra ; ya porque dan idea


al Pueblo de un juicio , no tu

multuario é interesado , sino es

table y regular ; ya porque sobre

los hombres , esclavos é imitado

res de la costumbre , hacen im

presiones mas eficaces las sensa

ciones , que los raciocinios . Pero

estas , sin un fatal peligro , jamás

pueden fixarse por las Leyes,


de modo que dañen á la verdad,

que , ó por ser muy simple , ó


muy compuesta , tiene necesidad

de alguna pompa externa , que le

concilie el pueblo ignorante. Fi

nalmente , aquel que en el exâ

men se obstinase , no respondien

do á las preguntas que se le hi

cieren , merece una pena deter

I
Y DE LAS PENAS . 223

minada por las Leyes ; y pena

de las mas graves que entre ellas

se hallaren , para que los hom


bres no burlen así la necesidad

del exemplo , que deben al públi


co. No es necesaria esta pena,

quando se sepa de cierto , que

tal reo haya cometido tal delito;

de tal modo , que las preguntas

sean inútiles , como lo es la con

fesion del delito , quando otras

pruebas justifican la criminalidad .


Este último caso es el mas ordi

nario ; porque la experiencia de

muestra , que en la mayor parte

de los procesos los reos estan

negativos .
224 TRATADO DE LOS DELITOS

3
§. XXXIX .
;

De un género particular de Delitos.

Qualquiera que leyere este Es

crito , advertirá haber omitido yo

en él un género de delitos , que


ha cubierto la Europa de sangre

humana , y que ha juntado aque

llas funestas hogueras , donde ser


vian de alimento á las llamas los

cuerpos vivos de los hombres,

quando era placentero espectácu

lo , y harmonía grata para la cie

ga muchedumbre oir los sordos

y confusos gemidos de los mise

rables , que salian envueltos en

remolinos de negro humo , humo


de miembros humanos , entre el

rechinar de los huesos abrasados,

y el tostarse de las entrañas aún

palpitantes. Pero los hombres ra


cio
Y DE LAS PENAS. 225

cionales verán , que el lugar , el

siglo y la materia 2. no me per


miten exâminar la naturaleza de

este delito. Muy largo , y fuera

de mi asunto , sería probar cóL

mo debe ser necesaria una per


fecta uniformidad de pensamien
tos en un Estado. , contra el

exemplo de muchas Naciones ;

cómo opiniones , que distan entre

sí , solamente por algunas sutilí

simas y obscuras diferencias , muy

apartadas de la capacidad huma


na , puedan desconcertar el bien

público " quando una no fuere

autorizada con preferencia á las


otras ; y cómo la naturaleza de

las opiniones esté compuesta de

modo , que mientras algunas con

el choque , fermentando y com

batiendo juntamente se aclaran ,

y nadando las verdaderas , las fal


P
226 TRATADÓ DE LOS DELITOS

sas se sumergen en el olvido ; otras,


poco seguras por su constancia

desnuda , deban vestirse de autori

dad y de fuerza. Muy largo sería

probar cómo , aunque mas odioso


parezca sobre los entendimientos

humanos el imperio de la fuerza,

cuyas solas conquistas son el disi

mulo , y por consiguiente el en


vilecimiento , aunque parezca con

trario al espíritu de mansedumbre

y fraternidad , ordenado de la ra

zon y de la autoridad , que mas

veneramos ; sea sin embargo nece

sario é indispensable. Todo esto

debe creerse probado evidente


mente " conforme á los ver
y
daderos intereses de los hom

bres , si hay quien con recono


cida autoridad lo exercite. Ha

blo solo de los delitos que pro

vienen de la naturaleza humana


Y DE LAS PENas. 227

y del pacto social , no de los pe


cados , cuyas penas , aun las

temporales , deben arreglarse con

otros principios que los de una


filosofia limitada.

§. XL.

Falsas ideas de utilidad.

UN manantial de errores y de

injusticias , son las falsas ideas de


utilidad , que se forman los Legis
ladores . Falsa idea de utilidad es

aquella , que antepone los incon


venientes particulares al incon
veniente general : aquella que man

da á los dictámenes , en vez de

excitarlos : que hace servir los


sofismas de la Lógica , en lugar

de la razon. Falsa idea de utili

dad es aquella , que sacrifica mil

ventajas reales por un inconve

P 2
228 TRATADO DE LOS DELITOS

niente imaginario , ó de poca

conseqüencia ; que quitaria á los


hombres el fuego porque quema ,

y el agua porque anega ; que

solo destruyendo repara los ma


les. De esta naturaleza son las

Leyes que prohiben llevar armas :

no contienen mas que á los no

inclinados , ni determinados á co

meter delitos ; pero los que tie

nen atrevimiento para violar las

mas sagradas de la humanidad , y

las mas importantes del Códice,

¿ cómo respetarán las menores , y

las puramente arbitrarias , cuyas


contravenciones deben ser tanto

mas fáciles é impunes , quanto su

execucion exâcta quita la liber

tad personal , tan amada del hom

bre , y tan amada del Legisla

dor , sometiendo los inocentes á

todas las vejaciones que debieran


Y DE LAS PENAS . 229

a sufrir los reos ? Empeoran estas

S la condicion de los asaltados , me

jorando la de los asaltadores : no


e minoran los homicidios , sino los

aumentan ; porque es mayor la

S confianza en asaltar los desarma

dos , que los prevenidos . Lláman

se , no Leyes preventivas , sino


medrosas de los delitos : nacen

de la tumultuaria impresion de

S algunos hechos particulares ; no


de la meditacion considerada de
"
inconvenientes y provechos de
un decreto universal. Falsa idea

de utilidad es aquella , que quer

ría dar á una muchedumbre de

seres sensibles la simetría y or

den que sufre la materia brutal

é inanimada , que descuida mo

tivos presentes los únicos , que


con eficacia obran sobre el ma

yor número , para dar fuerza á


P 3
230 TRATADO DE LOS DELITOS

los distantes ; cuya impresion es

flaca y brevísima , si una viveza


extraordinaria de imaginacion en

la humanidad , no suple con el

aumento á la distancia del obje

to . Finalmente , es falsa idea de

utilidad aquella , que sacrificando

la cosa al nombre , divide el bien

del público del bien de todos los

particulares. Hay esta diferencia

del estado de Sociedad al estado

de naturaleza , que el hombre

salvage no hace daño á otro , si

no en quanto basta para hacerse

bien á sí mismo ; pero el hom

bre sociable es alguna vez movi.

do por las malas Leyes á ofen

der á otro , sin hacerse bien á sí.

ElL despótico arroja en el ánimo

de sus esclavos el temor y el aba

timiento ; pero rechazado , vuel

ve á atormentar con mayor fuer


Y DE LAS PENAS .
231

su ánimo. Quanto el temor

es mas solitario y doméstico ,

tanto es menos peligroso al que


lo hace instrumento de su felici

dad ; pero quanto es mas públi


co , y agita mayor número de

hombres , es tanto mas facil que

1 haya , ó el imprudente , ó el des

S esperado , ó el cuerdo atrevido ,

a que haga servir los hombres á su

fin , despertando en ellos ideas


0
mas gratas , y tanto mas seduci

doras , quanto el riesgo de la em


presa cae sobre un número ma

yor ; y el valor que los infelices

dan á la existencia propia , se

disminuye á proporcion de la mi

seria que sufren. Esta es la cau

sa por que las ofensas originan

otras ; pues el odio es un movi

miento tanto mas durable que el

amor , quanto el primero toma su

P4
232 TRATADO DE LOS DELITOS

fuerza de la continuacion de los

actos , que debilitan al segundo.

§. XLI.

Cómo se evitan los Delitos.

Es mejor evitar los delitos ,

que castigarlos . Hé aquí el fin

principal de toda buena Legisla


cion , que es el arte de condu
cir los hombres al punto mayor

de felicidad , ó al menor de in

felicidad posible , para hablar se


gun todos los cálculos de bienes

y males de la vida . Pero los me

dios empleados hasta ahora son


por lo comun falsos y contrarios

al fin propuesto. No es posible


reducir la turbulenta actividad

de los hombres á un orden geo

métrico , sin irregularidad y con


fusion . Al modo que las Leyes
Y DE LAS PENAS. 233

simplísimas y constantes de la

naturaleza , no pueden impedir

que los Planetas se turben en sus


movimientos ; así en las infinitas

y opuestísimas atracciones del pla

cer y del dolor , no pueden im

pedirse por las Leyes humanas

las turbaciones y el desorden.

Esta es la quimera de los hom

bres limitados , siempre que son

dueños del mando. Prohibir una

muchedumbre de acciones indife


rentes , no es evitar los delitos,

sino crear otros nuevos ; es defi

nir á su voluntad la virtud y el

vicio , que se nos predican eter

nos é inmutables . ¿A qué nos

viéramos reducidos , si se hubie

ra de prohibir todo aquello que

puede inducir á delito ? Sería

necesario privar al hombre del


uso de sus sentidos. Para un mo
234 TRATADO DE LOS DELITOS

tivo que impela los hombres á

cometer un verdadero delito , hay

mil que los impelen á practicar


aquellas acciones indiferentes , que
llaman delitos las malas Leyes ; y

si la probabilidad de los delitos

es proporcionada al número de

los motivos , ampliar la esfera

de aquellos , es acrecentar la pro


babilidad de cometerlos . La ma

yor parte de las Leyes no son

mas que privilegios , esto es 9 un

tributo que pagan todos á la co


modidad de algunos .

¿ Quereis evitar los delitos ?

Haced que las Leyes sean claras


y simples , y que toda la fuerza

de la Nacion esté empleada en

defenderlas , ninguna parte en des

truirlas. Haced que las Leyes fa


vorezcan menos las clases de los

hombres , que los hombres mis


Y DE LAS PENAS.
235

mos. Haced que los hombres las


teman , y no teman mas que á

ellas. El temor de las Leyes es

saludable ; pero el de hombre á

hombre es fatal y fecundo de


delitos. Los hombres esclavos son

mas sensuales , mas desenvueltos ,

y mas crueles que los hombres

libres. Estos meditan sobre las

Ciencias , meditan sobre los inte

reses de la Nacion : ven objetos

grandes , y los imitan ; pero aque

llos , contentos del dia presente,

buscan entre el estrépito y des

envoltura una distraccion del apo

camiento , que los rodea : acos


tumbrados al éxito incierto de

qualquier cosa " se hace para

ellos problemático el éxito de

sus delitos , en ventaja de la pa


sion que los domina . Si la in
certidumbre de las Leyes cae so
236 TRATADO DE LOS DELITOS

bre una Nacion indolente por

clima , aumenta y mantiene su


indolencia y estupidez : si cae
sobre una Nacion sensual , pero

activa , desperdicia su actividad


en un infinito número de astu

cias y tramas , que aunque pe

queñas , esparcen en todos los


corazones la desconfianza ; ha

ciendo de la traycion y el disi

mulo , la basa de la prudencia:


si cae sobre una Nacion valerosa

y fuerte , la incertidumbre se sa
cude al fin , causando antes mu
chos embates de la libertad á la

esclavitud , y de la esclavitud á
la libertad.
▼ DE LAS PENAS. 237

§. XLII.

De las Ciencias.

¿ Quereis evitar los delitos ?

Haced que acompañen las luces


á la libertad. Los males que na

cen de los conocimientos , son

en razon inversa de su exten

sion , y los bienes lo son en la


directa. Un impostor atrevido ,

que siempre es un hombre no

vulgar , tiene las adoraciones de

un Pueblo ignorante , y la gri

ta de uno iluminado . Los pro

gresos en las Ciencias , facili

tando las comparaciones de los

objetos , y multiplicando las mi


ras , contraponen muchos dictá

menes los unos á los otros , que

se modifican recíprocamente con

tanta mas facilidad , quanto se


238 TRATADO DE LOS DELITOS

preveen en los otros las mismas

ideas , y las mismas resistencias .

A vista de las luces esparcidas

con profusion en una Nacion,

calla la ignorancia calumniosa , y


tiembla la autoridad , desarmada

de razones , en tanto que la vi

gorosa fuerza de las Leyes per


manece inalterable ; porque no

hay hombre iluminado , que no


"
ame los pactos públicos , claros

y útiles á la seguridad comun ,

comparando el poco de libertad

inutil , sacrificada por él , á la

suma de todas las libertades , sa

crificadas por los otros hombres ,

que sin Leyes podian conspirar

en contra suya. Qualquiera que

tenga un alma sensible , echando


una mirada sobre un Códice de

Leyes bien hechas , y encontran


do no haber perdido mas que la
Y DE LAS PENAS. 239

= funesta libertad de hacer mal á

otro , será obligado á bendecir el

trono , y quien lo ocupa.

No es verdad que las Ciencias

sean siempre dañosas á la huma

nidad ; y quando lo fueran , era

un mal inevitable para los hom

bres. La multiplicacion del Gé


nero Humano sobre la faz de la

tierra , introduxo la guerra , las

artes mas rudas : las primeras

Leyes , que eran pactos momen

taneos , nacian con la necesidad ,

y perecian con ella. Esta fue la

primera filosofia de los hombres,

cuyos pocos elementos eran jus

tos ; porque su indolencia y po

ca sagacidad los preservaba del


error. Pero las necesidades se

multiplicaban cada vez mas con

la multiplicacion de los hombres.

Eran , pues , necesarias impresio


240 TRATADOS DE LOS DELITOS

nes mas fuertes y mas durables ,

que los separasen de los conti

nuados regresos que hacian al


primer estado de desunion , siem

pre mas y mas funesto . Así hi

cieron un gran bien á la huma

nidad aquellos primeros errores,

que poblaron la tierra de falsas

Divinidades ( digo gran bien po

lítico ) , y que crearon un Uni

verso invisible , regulador del


nuestro. Fueron bienhechores de

los hombres aquellos que se atre

vieron á sorprenderlos , y arras

traron á los altares la ignoran

cia docil. Presentándoles objetos

colocados mas allá de lo que al

canzaban los sentidos : que se les

huían delante , á proporcion que


creían alcanzarlos : nunca des

preciados , porque nunca bien

conocidos ; reunieron y fixaron


las
Y DE LAS PENAS . 241

las pasiones , divididas en uno so


C
lo , que los ocupaba fuertemen

te. Estas fueron las primeras mu


H danzas de todas las Naciones,

que se formaron de Pueblos sal

vages : esta fue la época de la

formacion de las grandes Socie

idades ; y tal fue el vínculo ne

cesario , y acaso el único. No ha

blo de aquel Pueblo elegido de

Dios , en quien los milagros mas

extraordinarios , y las gracias

21 mas señaladas , tuvieron lugar de


política humana. Pero como es

nor propiedad del error subdividirse

hasta lo infinito ; así las Cien

ue! cias que nacieron , hicieron de


los hombres una muchedumbre

fanática de ciegos , que en un


40
laberinto cerrado se tropezaban

y atropellaban de modo , que

Taro algunas almas sensibles y filosó

Q
242 TRATADO DE LOS DELITOS

ficas desearon á su pesar el an

tiguo estado salvage. Hé aquí la

primera época , en que las luces,

ó por mejor decir las opiniones ,


son dañosas.

La segunda es en el dificil y

terrible paso de los errores á la


verdad , de la obscuridad no co

nocida , á la luz. El choque in

menso de los errores útiles á po

cos poderosos , contra las verda

des útiles á muchos desvalidos,

la reunion y el fermento de las

pasiones , que se despiertan en


aquella ocasion , causan infinitos

males á la miserable humanidad.

Qualquiera que reflexione sobre

las Historias , en quienes des

pues de algunos intervalos de

tiempo , se halla cierta semejan

za quanto á las épocas principa


les , encontrará muchas veces una
Y DE LAS PENAS. 243

T generacion entera sacrificada á

a la felicidad de aquellas que le

S suceden en el trabajoso , pero

S necesario paso de las tinieblas

de la ignorancia á la luz de la

y filosofia , y de la tyranía á la li

bertad , que son las conseqüen

J cias. Pero quando calmados los

ánimos , y extinguido el fuego,


que ha purificado la Nacion de

3 los males que la oprimen ; la

verdad , cuyos progresos son len

S tos al principio , y despues ace

1 lerados , se sienta como compa

S ñera sobre el trono de los Mo

narcas , y tiene culto y aras en

los Parlamentos de las Repúbli

cas : ¿ quién podrá entonces afir

mar , que el resplandor , que ilu

mina la muchedumbre , sea mas.

dañoso que las tinieblas ; y que

las verdaderas y simples relacio

Q2
244 TRATADO DE LOS DELITOS

nes de las cosas bien conocidas

por los hombres , les sean funes


tas ?

Si la ciega ignorancia es me
nos fatal que el mediano y confu

so saber , porque este añade á

los males de la primera los del

error inevitable , en quien tiene

una vista limitada á espacios mas

cortos , que aquel donde llegan

los confines de la verdad ; el


hombre iluminado es el don mas

precioso que puede hacer á la

Nacion y á sí mismo el Sobe


rano , creándolo depositario y

guardador de las Leyes santas.

Enseñado á ver la verdad , y á

no temerla ; privado de la ma

yor parte de las necesidades de

la opinion , nunca bastantemente


satisfechas , que hacen experien
cia de la virtud en la mayor
Y DE LAS PENAS . 245

parte de los hombres ; acostum

brado á contemplar la humani


dad desde las mas elevadas ata

layas ; es en su inteligencia la
Nacion una familia de hombres

hermanos , pareciéndole tanto me

nor la distancia de los grandes

al Pueblo , quanto es mayor la

masa de la humanidad misma,

que tiene delante de los ojos .


Los Filósofos tienen quanto ne

cesitan ; y de los intereses no

conocidos por los hombres co

munes , aquel principalmente de


no desmentir en la luz pública

los principios predicados en la

obscuridad , adquiriendo el hábi

to de amar la verdad por sí mis

ma. Un escogimiento de tales hom


bres forma la felicidad de una

Nacion ; pero felicidad momen


tanea si las buenas Leyes no
"

Q3
246 TRATADO DE LOS DELITOS

aumentan de tal manera el nú

mero , que disminuyan la proba

bilidad , siempre considerable , de


una mala eleccion.

§. XLIII.

Magistrados.

Otr o medio de evitar los deli


Tro

tos es interesar el Magistrado,

executor de las Leyes , mas á

su observancia , que á su corrup

cion. Quanto mayor fuere el nú

mero que lo componga , tanto es

menos peligrosa la usurpacion so

bre las Leyes ; porque la vena

lidad es mas dificil en miembros ,

que se observen entre sí ; y son

menos interesados en acrecentar

la autoridad propia , quanto es

menor la porcion que tocaría

cada uno , principalmente com


Y DE LAS PENAS . 247

parada con el peligro del atenta


do. Si el Soberano con el apara

to y con la pompa , con la aus


teridad de los edictos , y con no

permitir las quexas justas é in

justas de los que se juzgan ofen


didos , acostumbra los súbditos á

temer mas los Magitrados que las

las Leyes ; estos se aprovecha


rán de su temor mas de lo que

convenga á la seguridad privada

y pública .

§. XLIV .

Recompensas.

Отг о medio de evitar los


Tro deli

tos es recompensar la virtud . So

bre este asunto observo al pre

sente en las Leyes de todas las


Naciones un silencio universal .

Si los premios propuestos por

Q4
248 TRATADO DE LOS DELITOS

las Academias á los descubrido

res de las verdades provechosas,

han multiplicado las noticias y

los buenos Libros : ¿ por qué los

premios distribuidos por la bené


fica mano del Soberano , no mul

tiplicarian asimismo las acciones

virtuosas ? La moneda del honor

es siempre inagotable y fructife


ra en las manos del sabio dis

tribuidor.

§. XLV .

Educacion.

Finalmente , el mas seguro , pe

ro mas dificil medio de evitar


los delitos 2 es perfeccionar la

educacion , objeto muy vasto , Y

que excede los límites que me

he señalado : objeto ( me atrevo

decirlo ) que tiene vínculos de


Y DE LAS PENAS. 249

masiadamente estrechos con la

naturaleza del Gobierno , para

permitir que sea un campo este

ril , y solamente cultivado por


un corto número de sabios . Un .

grande hombre , que ilumina la

misma humanidad , que lo persi

gue , ha hecho ver por menor

quáles son las principales máxî

mas de educacion , verdaderamen

te útiles á los hombres , esto es,

que consisten menos en una es

teril muchedumbre de objetos ,

que en la eleccion y brevedad


de ellos en substituir los origi

nales á las copias en los fenóme

nos , así morales , como fisicos,

que el accidente , ó la industria

ofrece á los tiernos ánimos de

los jóvenes en guiar á la vir


tud por el camino facil del dic

tamen ; y en separar del mal por


250 TRATADO DE LOS DELITOS

el infalible de la necesidad y del

inconveniente , en vez de hacer

lo por el incierto del mando y

de la fuerza , por cuyo medio se

obtiene solo una disimulada y


momentanea obediencia.

§. XLVI.

Del Perdon.

A Medida que las penas son

mas dulces , la clemencia y el

perdon son menos necesarios. ¡ Di

chosa aquella Nacion en que fue

sen funestos ! Esta clemencia , es

ta virtud , que ha sido alguna

vez en un Soberano el suplemen

to de todas las obligaciones del


trono , debería ser excluida en

una perfecta Legislacion , donde

las penas fuesen suaves , y el mé

todo de juzgar arreglado y cor


Y DE LAS PENAS. 251

riente. Parecerá esta verdad du

ra á los que viven en el desor

den del systema criminal , en que

los perdones y las gracias son

necesarias , á proporcion de lo
absurdo de las Leyes , y de la
atrocidad de las sentencias. Esta

es la mas bella prerrogativa del


trono : este el atributo mas ape

tecible de la Soberanía ; y esta

es la tácita desaprobacion , que

los benéficos dispensadores de

la felicidad pública dan á un

Códice , que , con todas las im


perfecciones , tiene en su favor

la preocupacion de los siglos , el

voluminoso y arbitrario atavío


de infinitos Comentadores el
"
grave aparato de las formalidades

eternas , y el apego de los mas

astutos habladores , y menos te


midos semidoctos. Pero considé
252 TRATADO DE LOS DELITOS

rese que la clemencia es virtud

del Legislador , no del executor

de las Leyes : que debe resplan

decer en el Códice , no en los

juicios particulares : que hacer ver

á los hombres la posibilidad de

perdonar los delitos , y que la

pena no es necesaria conseqüen

cia suya ; es fomentar el alhago


de la impunidad , y manifestar ,

que pudiéndose perdonar , las sen


tencias no perdonadas son mas
bien violencias de la fuerza , que

providencias de la justicia . ¿ Qué

deberemos pensar quando el Prín

cipe concede perdon , esto es , là

seguridad pública , á un particu

lar , y que con un acto privado de


mal entendida beneficencia , for

ma un decreto público de impu→

nidad ? Sean , pues , inexôrables

las Leyes , é inexôrables sus exe→


Y DE LAS PENAS. 253

cutores en los casos particulares;

pero sea suave , indulgente y hu

mano el Legislador. Sabio Ar

quitecto , haga que su edificio se

levante sobre las basas del pro

pio amor , y que el interes ge

neral sea lo que resulte de los

intereses particulares , para no


verse obligado cada instante á se

parar con Leyes parciales , y con

remedios tumultuarios el bien pú

blico , del bien de cada uno , y


á elevar el simulacro de la sa

lud pública sobre el terror y so

bre la desconfianza. Profundo y

sensible Filósofo , dexe que los

hombres , hermanos suyos , gocen

en paz aquella corta porcion de feli

cidad , que el inmenso systema es

tablecido por aquel que conocemos

como primera causa , les permite

gozar en este ángulo del Universo .


254 TRATADO DE LOS DELITOS

§. XLVII.

Conclusion.

CON esta reflexion concluyo.

La gravedad de las penas debe


ser relativa al estado de la Na

cion misma. Mas fuertes y sen

sibles deben ser las impresiones

sobre los ánimos endurecidos de

un Pueblo recien salido del és

tado de barbarie. Al feroz leon,

que se revuelve al golpe de un


arma limitada , lo abate el rayo.

Pero á medida que los ánimos se



suavizan en el estado de Socie

dad , crece la sensibilidad ; y cre


ciendo esta , debe dismin
uirse la

fuerza de la pena , siempre que

quiera mantenerse una relacion

constante entre el objeto y la sen


sacion.
Y DE LAS PENAS.
255

De quanto hasta aquí se ha di

cho puede sacarse un teorema ge

neral , muy util , pero poco con

forme al uso , Legislador ordina


rio de las Naciones ; esto es : Pa

ra que toda pena no sea violencia


de uno , ó de muchos , contra un par

ticular Ciudadano ; debe esencial

mente ser pública , pronta , necesa

ria , la mas pequeña de las posibles


en las circunstancias actuales , pro

porcionada á los delitos , dictada

por las Leyes.

FIN.
6..
FI
RESPUESTA

A UN ESCRITO INTITULADO

NOTAS Y OBSERVACIONES

SOBRE EL LIBRO

DE LOS DELITOS Y DE LAS PENAS.

Nolo in suspicione hæreseos quemquam esse patien


tem , ne apud eos qui ignorant innocentiam,
ejus dissimulatio conscientiæ judicetur si taceat.
S. Hieronym. Epist. XXXVIII.

TRADUCIDO DEL ITALIANO

POR D. JUAN ANTONIO DE LAS CASAS.

MADRID. MDCCLXXIV.

Por D. JOACHIN IBARRA , Impresor de Cámara


de S. M.

CON LAS LICENCIAS NECESARIAS.


V
I

22

RESPUESTA

A UN ESCRITO INTITULADO

NOTAS

OBSERVACIONES

SOBRE EL LIBRO

DE LOS DELITOS Y DE LAS PENAS.

No es ciertamente un daño nue

vo é impensado en Europa para

los hombres estudiosos , recibir á

un tiempo los aplausos mas lison

jeros del Público , y las contradic

ciones de algun émulo ; ni puede

maravillarse de ello un Autor , que

haya consagrado parte de su tiem


A 2
RESPUESTA

LAS
A
2
po al conocimiento del ánimo de
los hombres. No es tampoco cosa

extraña , que se cubran con el

sacro manto de la Religion las acu


saciones menos fundadas contra un

Escritor , que la tenga esculpida

en su corazon , la honre en sus es

critos , y la profese en las acciones.


Testimonios de ello tenemos en

nuestra Italia , y en este siglo en los


respetables , y piadosos sabios

el Preboste Luis Antonio Murato

ri ( 1 ) , y el Marques Cipion Maf

(1 ) El Sr. Preboste Luis Antonio Muratori fue


acusado de heregía por su libro de Ingeniorum mo
deratione : Vida de dicho Sr. Preboste. Venecia 1756,
pág. 119. Fue acusado de heregía : le escribieron
injurias , malas palabras y amenazas. Ibid. pág.
120. Fue acusado cabeza de Secta. Ibid. pág. 130.
Inventor de nueva heregía contra la B. Virgen.
Ibid. pág. 131. Se imprimieron contra él por Ber
nardes mil infamias , injurias , calumnias , pala
bras afrentosas , villanías . Ibid. pág. 141. Fue acu
sado de jansenismo. Ibid. pág. 146. Despues de su
muerte fue declarado desde las Cátedras herege , y
condenado. Ibid. pág. 150. &c.
NOTAS Y OBSERVACIONES. 3

fei ( 1 ) . El Christiano iluminado


11
V perdona las injurias , y pone en cla

ro las acusaciones , sin odiar su

Autor , y sin olvidar su deber res



pecto á Dios , y á la propia fa
ma.

Tengo la gloria de renovar á

la Italia el exemplo de los dos ci


tados Clarísimos Varones ; y por la

tercera vez en este siglo es fuerza

que vea el Público intentada la gra


1
vísima acusacion de irreligion con

pruebas , y con razones poco dig


nas verdaderamente de la santidad

de la augusta materia. El Autor

que las produce , comparece con

el título de Notas y Observaciones

A 3

( 1 ) El Sr. Marques Cipion Maffei fue acusado


de Novador , de Herege , de Jansenista , de Calvi
nista , &c. Puede verse en las Animadversiones ad
Historiam Theologicam Dogmatum , & opinionum de
Divina Gratia , y sobre todo l' Infarinato posto al :
Vaglia.
4 RESPUESTA A LAS
1
sobre el Libro intitulado Tratado de

los Delitos , y de las Penas.

En las tales Notas y Observacio

nes , el Autor de los Delitos y de


las Penas se halla calificado hom

bre de escaso y limitado entendi

miento ( pág. 51 ) , frenético ( pág.

66 ) , impostor ( pág. 67 ) , enga

ñador del Público ( pág. 70 ) , de

mal talento (pág. 154 ) , que no sa

be lo que se dice ( pág. 138 ) , que

escribe con mucha falsedad ( pág.


139 ) , que vomita osadas neceda

des ( pág. 140 ) , estúpido impos

tor ( pág. 159 ) , furioso (pág. 93 ) ,

satírico desenfrenado (pág. 42 ) , lle


no de venenosa amargura , de ca

lumniosa mordacidad , de pérfida di

simulacion , de maligna obscuridad,

de vergonzosas contradicciones (pág.

156 ) , de sofismas , de cavilacio

nes , de paralogismos ( pág. 46 ) .


NOTAS Y OBSERVACIONES. 5

Al juicio del Público pertenece


decidir á quién hacen agravio ta

20 les modos de hablar , sobre los

quales no espere el adversario , ni


m retorsion , ni respuesta en manera

alguna.
El Autor de las Notas y Obser

vaciones dá á mi Libro los nom


50
bres de Obra salida del mas pro

a horri
fundo abysmo de las tinieblas ,
We ble " monstruosa 2 llena de veneno

( pág. 4 ) , temerariamente atrevida

( pág. 16 ) , calumniosa ( pág. 82 ) ,

ridícula ( pág. 25 ) , infame , impia,

maldiciente , y que sobrepuja lame

dida de la mas maligna , y mas des

enfrenada sátyra (pág. 42 ). Encuen

tra en ella fuertes temeridades,


atrevidas blasfemias (pág. 19) , fan

tásticas doctrinas ( pág. 20 ) , indig

nas injurias ( pág. 24 ) , insolentí

simas ironías (pág. 25 ) , falaces y

A4
6 RESPUESTA A LAS

miserables raciocinios ( pág. 62 ) ,

impertinentes pedanterías (pág.62 ),

escarnios necios y temerarios ( pág.


65 ) , sofismas traydores , cavilacio

nes enredosas ( pág.86 ) , crueles in

vectivas ( pág. 95 ) , crecidas atro

cidades ( pág. 93 ) , impertinentes

necedades ( pág. 130 ) , imposturas

( pág. 114 ) , equívocos ridículos

( pág. 130 ) , excesos de irracionali

dad ( pág. 141 ) , desatinadas invec

tivas ( pág. 156 ) , horrendos equí

vocos (pág. 164) , mordacidad (pág.

182 ) , agudezas impias y escanda

losas , grandes impertinencias (pág.

183 ) , necias suposiciones , calum


nias maliciosas ( pág. 38 ) , cegue

dad increible de audacia ( pág. 41 ).


No limita su cólera á solo el

Autor , ó á la Obra : estiéndela

hasta el Impresor , á quien llama

descarado é indigno (pág. 188 ) . No


NOTAS Y OBSERVACIONES. 7

me hallo dispuesto á responder á

este género de eloqüencia. Dice el

8 adversario antes de principiar sus

notas : Empiezo tranquilamente mis

Notas , y mis Reflexiones. La misma

tranquilidad se observará para res

S ponderle ; aunque parece mas facil

S ser friamente acusador , que res

S ponder con moderacion á las ca


lumnias .

El Autor de las Notas y Obser


vaciones hace muchas contradiccio

nes á los principios de Política , y


de Derecho de las Gentes , que yo

he fixado en mi Libro. No pienso

en combatir sobre esto sus obje

ciones : quien los adopte , no apro


bará mis discursos en esta parte ;

y quien los apruebe , no necesita

de que yo los fortalezca con otros


nuevos.

El Autor de las Notas y Obser


8 RESPUESTA A LAS

vaciones forma dos grandes acusa

ciones contra mí : la primera está


fundada sobre la Religion : la se

gunda sobre la veneracion debida

á los Soberanos ; y estas dos im

portantísimas acusaciones son las


únicas de su Libro , que pienso

exâminar. Empecemos por la pri


mera.

PARTE PRIMERA.

ACUSACIONES DE IMPIEDAD.

ACUSACION PRIMERA.

EL Autor del Libro de los Deli

tos y de las Penas no conoce aquella

justicia , que trabe su origen del

Eterno Legislador , que todo lo vé,

y todo lo prevee ( pag. 24 ) .

RESPUESTA.

Así he distinguido la justicia pu


NOTAS Y OBSERVACIONES.
9

ramente humana , de aquella que

tiene sus raices en la Religion. "Por

"justicia entiendo yo solo el víncu

"lo necesario para tener unidos los


.""
"intereses particulares (pág. 12 ) :

así declaro querer hablar única

mente de esta justicia humana : no

"de aquella diferente suerte de jus

"ticia , que dimana de Dios , y que


" tiene sus inmediatas relaciones

" con las penas y recompensas eter

"nas (pág. 13 ). " ¡ Cómo, pues , pro

bará el Acusador, que yo no conoz

ca una justicia dimanada de Dios

Eterno , despues de una explica


cion tan clara ! El modo con que

deduce el Acusador tan extraña

conseqüencia , es este silogismo .


El Autor no cree como bueno

dexar al arbitrio del Juez la inter

pretacion de la Ley.
Quien no cree como bueno de
ΙΟ RESPUESTA A LAS

xar al arbitrio del Juez la interpre

tacion de la Ley , no cree una jus


ticia dimanada de Dios.

Luego el Acusador no cree una

justicia dimanada de Dios.

ACUSACION SEGUNDA.

El Autor del Libro de los Deli

tos y las Penas manifiesta creer , que

las Escrituras sagradas son impostu

ras ( pág. 131 ) .

RESPUESTA.

En toda la Obra de los Delitos

y las Penas ni aun he nombrado la

Sagrada Escritura ; y la única vez


que he hablado del Pueblo de Dios,

se lee así : " Aquel Pueblo elegido

"de Dios, en quien los milagros mas

" extraordinarios , y las gracias mas

» señaladas tuvieron lugar de Políti

" ca humana (pág. 241 ) . " Estas. y


S
NOTAS Y OBSERVACIONES. II

aire
otras semejantes , que verémos , y
Ber
que por moderacion seguirémos lla

mando acusaciones ; en cuya prueba


Ca
no se trahe razon alguna , afirmán
& dose solo voluntariamente ; no pa

recen dictadas por un espíritu prác


ticamente embebido en la Divina

Moral de los Libros sagrados.


21.
ACUSACION TERCERA .

El Autor del Libro de los Deli

tos y las Penas está tenido de todo

el mundo racional por enemigo del

Christianismo , por mal Filósofo , y

mal hombre. (pág. 155 y sig . )

12
RESPUESTA.

Que yo parezca á mi adversa


rio bueno ó mal Filósofo , no me

16 mortifica que yo no sea un mal


hombre , lo afirma quien me co

noce ; y que yo sea enemigo del


J
12 RESPUESTA A LAS

Christianismo , se puede conocer

donde digo , que los " Ministros de


" la verdad Evangélica " con sus

manos "tocan todos los dias el

" Dios de mansedumbre (pág. 28). ”

"Que entre los motivos que im

" pelen los hombres aun á las mas

"sublimes operaciones , fueron des

" tinados por el invisible Legisla

„ dor el premio y la pena ( p.35 ) . ”

"Que Dios es un Sér perfecto y

" Criador , que se ha reservado á


"sí solo el derecho de ser á un

" mismo tiempo Legislador y Juez,

"porque él solo puede serlo sin

" inconveniente ( pág . 38


38 ) . " 1 Se

puede conocer quán enemigo soy


del Christianismo , donde insto so

bre que la autoridad pública pro

teja " la sagrada tranquilidad de

"los Tempios , y los morales y

" simples discursos de la Religion


NOTAS Y OBSERVACIONES. 13

22 (pág. 55 ) . " Donde hablando del


1
Purgatorio , he dicho así : "Un

S " dogma infalible asegura , que las

» manchas contrahidas por la fragi

} " lidad humana , y que no han me

" recido la ira eterna del Supremo


+
» Sér , deben purgarse por un fue
S
" go incomprehensible (pág. 82 ). "
Se puede por último conocer , don

de digo , que en medio de mil er

rores " en que la continuacion de

los siglos ha envuelto los entendi

mientos humanos , solo la revela

cion se ha preservado de ellos.


"De esta ley universal no vemos

"se hayan exceptuado sino solo

» aquellas verdades , que la Sabi


„ duría infinita ha querido separar

" de las otras revelándolas ( pág.

" 160) ." Sería demasiado largo co


piar aquí todos los lugares llenos
de amor
ร de reverencia , y de fé
14 RESPUESTA A LAS

á la Religion , que se encuentran en

el Libro de los Delitos y de las


Penas , aunque no pasa de 122

hojas .
ACUSACION QUARTA .

El Autor del Libro de los Deli

tos y las Penas cree incompatible la

Religion con el buen gobierno de un

Estado ( Not. pág. 165 ) ; y afirma,

que la Religion no influye nada en los


Estados ( Not. pág. 69 ) .

RESPUESTA.

Estas dos acusaciones se des

truyen mutuamente , porque una

cosa que no influye nada en el Esta T

do , no puede ser incompatible con

el buen gobierno de él. He dicho ,

que " los principios de la Religion

" son la única prenda en la mayor

" parte de los hombres (pág. 102 ). "

¿ Qué cosa puede decirse mas cla


ra
AS NOTAS Y OBSERVACIONES.
15
Caus ra ó mas precisa , para probar que
va la Religion es no inutil , ni incom

patible , sino necesaria en un Es


tado .
ACUSACION QUINTA.

El Autor del Libro de los Deli

tos y de las Penas afirma , que las


doctrinas mas augustas mas vene
2
rables , y que mas interesan de las

10 Sagradas Escrituras , no son mas que

simples opiniones humanas ; y que

estas llamadas opiniones pueden aco


modarse con las de otras Naciones ;

y que á mas de esto pueden ser ver

L daderas y falsas. ( Not . pág. 16 y

sig. y en otras partes.)

RESPUESTA.

Qualquiera comprehenderá de
lo que habemos dicho á la tercera

acusacion , si los dogmas de la San

ta Iglesia son mirados como sim

1 B
16 RESPUESTA A LAS

ples opiniones humanas por el Au

tor de los Delitos y de las Penas . Que


las infalibles verdades de la ver

dadera Religion pueden acomodar

se con la felicidad de toda Nacion ,

es cierto ; y si en este sentido se

me hace la objecion , no mudo de

dictamen . Pero que yo haya afir

mado pueden ser los dogmas de

la Santa Fe verdaderos y falsos,


esto con dificultad lo hará creer

el Acusador . Los hombres ilumi

nados y religiosos hasta ahora han

afirmado verdaderos los dogmas;

los hombres impíos los han afir

mado falsos. Quien los afirmare

verdaderos y falsos , sería un nuevo


monstruo de la Teología y de la
Lógica ; esto es un hombre ilu

minado , religioso é impío á un


tiempo . Estoy tan lexos de la ab

surda opinion , en que se afirma,


NOTAS Y OBSERVACIONES. IZ

que diversas Religiones contra


dictorias entre sí puedan ser un

culto igualmente acepto al Cria

dor , como han blasfemado algu


nos , que antes bien he declarado

una sola verdadera Religion ; " la


e " qual tiene mas sublimes moti
f
"vos" ( que todo motivo humano)
"que corrigen la fuerza de los

$ " afectos naturales ( pág. 183 ).”

ACUSACION SEXTA.

El Autor del Libro de los De

$ litos y de las Penas habla de la Reli

gion , como si fuese una simple má


xima de Política. ( Not. pág. 159.)

RESPUESTA.

El Autor de los Delitos y de las


Penas llama la Religion "un pre

" cioso don del Cielo (pág. 101 )."

No parece , que una cosa que es


B2
18 RESPUESTA A LAS

un precioso don del Cielo , pueda

interpretarse por una simple máxî


ma de Política. Pero si el Acusa

dor pretendiese imputarme " que

aconsejo sujetar la santa Religion


á la Política humana " lea donde
W
digo abiertamente "que los nego

" cios del Cielo se rigen con Leyes

"bien diferentes de las que gobier

" nan los negocios humanos ( pág.

" 101 )" y justifique despues su acu


sacion.
ACUSACION SEPTIMA.

El Autor del libro de los Delitos

y de las Penas dice , que parece odioso

el imperio de la fuerza de la Reli

gion sobre los entendimientos huma

nos. (Nota pág. 156.)

RESPUESTA.

En mi Libro á la pág. 226 dice

así : " Aunque mas odioso parez


NOTAS Y OBSERVACIONES. 19

ca sobre los entendimientos hu


J

"manos el imperio de la fuerza” .

‫ܐ‬- No puede discurrirse de dónde to

le ma el derecho el Acusador para

1 añadirme de su voluntad la fuerza


9

de la Religion. El imperio de la
fuerza sobre los entendimientos

humanos no es un imperio legíti

mo ; la razon sola , la persuasion,

la evidencia , tienen derecho á este

T imperio ; y nuestra santa é inma

culada Religion no se ha dilatado


sobre la tierra con los estragos , y

con el furor , como la Secta Maho

metana , sino con las mas celestia


les virtudes con la predicacion ,
5
con la mansedumbre , con la sangre

pura é inocente de los Mártyres ; ni

el espíritu de nuestra Santa Madre

la Iglesia ha sido nunca un espíri

tu de fuerza ó de tyranía , sino un

espíritu de dulzura , y de clemen


B3
20 RESPUESTA A LAS

cia : en suma , un espíritu de Madre

de los Fieles , que procura mante


nerlos en el camino recto con la

caridad , con los exemplos , con

las amonestaciones , y con casti

gos suaves , quando á su pesar la


obliga la necesidad á usar de ellos.

Tal es el espíritu que todo Cató


lico iluminado reconoce en la Es

posa de Jesu-Christo Señor nues

tro. Introduciendo , pues , el Acu

sador en aquel lugar de mi Libro

las palabras el imperio de la fuer

za de la Religion , atribuye á la

Santa Iglesia un espíritu , que siem

pre ha aborrecido ( 1 ). " El impe


"rio de la fuerza sobre los enten

" dimientos humanos parece odio

( 1 ) S. Agustin define así el espíritu de la Santa


Iglesia : Non in contentione , & aemulatione , & per
secutionibus , sed mansuete consolando , benevole hor
tando , leniter disputando sicut scriptum est servum
autem Domini non oportet litigare , sed mitem esse
ad omnes , docibilem , patientem , in modestia corri
pientem diversa sentientes.
NOTAS Y OBSERVACIONES. 21

so" á la Santa Iglesia , y así lo juz

go. Quando el Acusador quiera

sostener que el imperio de la fuer


za sobre los entendimientos humanos

parezca agradable , es libre de ha

cerlo : el ingerir de su propia vo


luntad palabras y sentencias en los

textos de los Autores , para des

pues combatirlos , no parece con


forme á las Leyes de la buena críti
ca ; y en la grave materia de Reli

gion se debe esto determinar por

el Tribunal de la Moral Evangé

lica.

ACUSACION OCTAVA.

El Autor es un ciego enemigo del

Altísimo. (Not. pág. 156).

RESPUESTA.

Yo le ruego con todo mi cora

zon que perdone á quien me ofen

de.
B4
22 RESPUESTA A LAS

ACUSACION NOVENA.

Exagera los estragos que se han

ocasionado por las verdades del Evan

gelio , callando siempre los bienes y

las ventajas que se han seguido á to

do el género humano de la luz de las

verdades Evangélicas & c. ( Nota

pág. 158. )
RESPUESTA.

No se citará una palabra de mi

Libro , en que se hable de estragos

ocasionados por el Evangelio , ni


directa ni indirectamente ; y aquí

se afirma un hecho , esto es , que

se habla y que se habla con exâ

geracion. Habrá á esta hora en Ita

lia mil hombres que tengan en sus

manos mi Libro ; al cuidado del

Acusador toca justificarse con ellos.

Es verdad que no he hablado en

mi Libro de los Delitos y de las

Penas de los beneficios que ha cau


S NOTAS Y OBSERVACIONES. 23

4.
sado al género humano la luz del
22 1 Evangelio.
JC.
ACUSACION DECIMA.

Blasfema contra los Ministros de


04. la verdad Evangélica , llamando sus

manos derramadoras de sangre hu

mana. (Nota pág. 37.)

RESPUESTA.
-3

En mi Obra he afirmado que la

J. introduccion de la Imprenta ha
contribuido á civilizar y humani

zar la Europa ; y añado , que quien

conoce la Historia,verá en los tiem


5

pos pasados "la humanidad gi

» miendo baxo implacable


F=3

la su
" persticion , la avaricia y la am

8 "bicion de pocos , que tiñeron con

» sangre humana los depósitos del

" oro , y los Tronos de los Reyes,

"las traiciones ocultas , los estra


24 RESPUESTA A LAS

"gos públicos , cada Noble hecho

"un tyrano de la Plebe , los Mi

" nistros de la verdad Evangélica

manchando con sangre las ma

"nos , que todos los dias tocaban

" al Dios de la Mansedumbre ; no

" son obras de este siglo ilumina→

" do , que algunos llaman corrom

" pido (pág.27 y 28) ." Y esta es la


blasfemia contra los Ministros de

la verdad Evangélica . Todos los


Escritores de la Historia antes de

Carlo Magno hasta Oton el Gran

1 de , y aun despues , estan llenos de


blasfemias semejantes ; pues que

el Clero , los Abades y los Obis→

pos asistieron á la guerra por casi

tres siglos ; y semejantes blasfe

mias podrá encontrar el Acusador


en abundancia en las Antiquitates

Italicae , dissert . XXVII , tom. 2 ,

col. 164. Las manos de los Sacer


NOTAS Y OBSERVACIONES. 25

0 dotes , que entonces tenian parte

en las matanzas de los hombres,

no es blasfemia decir que estu


viesen "manchadas con sangre hu

" mana" ; ni es blasfemia recordar


1

ง este antiguo desorden de la disci

plina , como una de las pruebas

T mas convincentes de la ignoran

cia y barbarie de aquellos tiem

pos , desorden reprobado y cor

regido por los Sumos Pontífices .

Yo no haré agravio á la literatura

de mi Acusador , sospechándolo
1
poco versado en la Historia de

aquellos tres siglos ; pero sí digo


que las acusaciones de blasfemia

se encuentran en su Libro con mas

freqüencia que los sylogismos.

ACUSACION UNDECIMA.

Camina á quitar todos los remor

dimientos de conciencia , y aun todos


26 RESPUESTA A LAS

los deberes de Naturaleza y de Reli

gion. (Not. pág.37-)

RESPUESTA.

Hé aquí sobre qué está funda

da esta acusacion. Yo digo que

"la única y verdadera medida de

" los delitos , es el daño hecho á

" la Sociedad ; y que por esto han


" errado los que creyeron serlo la

"intencion del que los comete

(pág. 36) . " Yo he definido el deli

to " una accion opuesta al bien

» público ( pág. 31 ) . " Yo he hecho


M
ver el pecado "una accion que ofen

de las relaciones que hay entre

los hombres y Dios ( pág. 38 ). ”


Delito y pecado " son , pues , dos

" cosas diversas: todo " delito" es un

" pecado " , porque Dios manda no

hacer "accion opuesta al bien pú

"blico" ; pero no todo "pecado es


NOTAS Y OBSERVACIONES. 27

" delito" ; porque algunas acciones


contrarias á la relacion entre Dios

y nosotros pueden ser indiferentes

al bien público. Si aún mi pro

posicion no fuese suficientemente

clara , convendrá traher un exem

plo. Qualquiera que hace un jui


cio temerario sin llegar á pronun

ciarlo , ha hecho un "pecado" , no

ha hecho un " delito” ( 1 ) . Puestos


estos principios ó definiciones de

(1 ) Un pecado no se comete sin malicia ; pero


un delito se puede cometer por dolo malo , por ma
la intencion , y per ignorantiam , asi L. Respicien
dum , §. Delinquunt , ff. de Poenis , donde se lee que
delinquitur , aut proposito , aut impetu , aut casu.
Véanse las Leyes 1. ff. de Legibus , y la L. 1. C. Si
adversus delictum , donde se lee si tamen delictum
non ex animo 9 sed extra venit ; y la L. 2 . f. de
Termino moto en el fin , tratándose de imponer pe
nas á quien moviese los términos , dice , quod
si per ignorantiam , aut fortuito lapides furati sint
sufficiet eos verberibus decidere. He aquí un delito,
que no es pecado , y delito castigado ; y así otros
muchos. Me desagrada la precision de baxar á
probar los primeros principios de las cosas que
todos saben ; pero no es culpa mia , si el Acusador,
negándolos ó confundiéndolos , me obliga á ha
cerlo .
28 RESPUESTA A LAS

los nombres , hagamos un sylo

gismo. Una accion opuesta al


bien público es tanto mayor,
"
quanto es mayor el daño hecho al

bien público : es así que el delito

es una accion opuesta al bien pú

blico : luego el delito es tanto


mayor , quanto es mayor el daño

hecho al bien público. Luego la

única , y verdadera medida de

los delitos es el daño hecho á la

Sociedad . El Acusador añade á

esta proposicion : juzgo demasiado

superfluo detenerme á responder y


notar sus absurdos y monstruosida

des (Not. pág.37) . Yo no creo que

tal fatiga hubiese sido superflua;

antes bien es cosa oportunísima y

necesaria probar las imputaciones

que se hacen , y mucho mas en

una materia grave ; y muchísimo


mas donde se trate de acusar á
NOTAS Y OBSERVACIONES. 29

a un hombre de impiedad. Dos hom


bres han intentado robar : uno en
al

Dr. cuentra el depósito vacío : el otro

al encuentra dinero , y lo usurpa. La

malicia del acto es igual , y por


0
esto el pecado en sí será igual:
el daño hecho á la Sociedad es
0
desigual ; y por esto serán des

iguales delitos y desigualmente

castigados en todos los Tribuna

les de Europa ( 1 ) . Pero aquí aña

de el Acusador , que supuestos mis

principios , acaeceria ser necesario

se castigasen aun las casas que se

arruinan , los incendios , las inunda

ciones , las piedras , el fuego y el

agua (Not. pág. 38 ) , puesto que

(1 ) Furtum non committitur , nec furti poena locum


babet quando effectus sequutus non est. Ita si quis
furti faciendi causa domum alicujus ingressus est ,
nihil tamen furatus fuit, non tenebitur de furto , nec
de furto puniri potest. L. Vulgaris , §. Qui furti,
ff. de Furtis , & L. 1. Sola cogitatio , ff. de Furtis,
ubi DD . & in specie Farinac. de Furtis , q. 174.
num. I.
RESPUESTA A LAS
30

hacen daño á la Sociedad . El fin

de las penas , segun mis princi

pios , es " impedir al reo causar

„ nuevos daños á sus Ciudadanos,

" y retraher los demas de la co

» mision de otros iguales (pág. 60

y sig.) . " Si imponiendo penas á las


casas que se arruinan , á los in

cendios , á las inundaciones , á las

piedras , al fuego y á las aguas , se

podrán impedir "nuevos daños , y


" retraher los demas de hacer otros

" iguales " , se deberán castigar . To

ca al Acusador probar cómo los


fenómenos de la Física procedan

en este caso. Se me dirá , que un

loco puede cometer un homicidio

como otro qualquier hombre ; y

que sin embargo , no será castiga


do como otro hombre. Lo conce

do ; mas esto no porque sea di


versa la intencion ó la malicia ,

si
NOTAS Y OBSERVACIONES. 31

DE sino porque hace menor daño á


la Sociedad el loco , que el sano ,

Di puesto que este enseña á cometer


Pup
delitos , y aquel no da otro exem
plo que el de una locura furiosa.

Uno excita el desagrado y la idea

#4 de un homicidio : el otro excita la

idea de la compasion en el Públi

co. Pero siempre vale el teore


ma , que aun en este caso es el

daño hecho á la Sociedad quien


mide las penas , no la intencion .

Baxo el nombre de daño se debe

0 entender generalmente toda suerte


M de daño hecho á la Sociedad , sea

-1 con la accion por sí , sea con el

exemplo. Decide el Acusador , que


,1 no se da verdadero delito sin mali

cia ( Not. pág. 38 ) . Una cosa es


.
que no haya delito sin malicia , y

otra es , que la malicia sea la me

dida del delito . Es opinion entre


C
RESPUESTA A LAS
32

todos los Criminalistas , y todos


los Tribunales de Europa , que así

el dolo , como la culpa , constitu

yen un delito ; y la culpa no es

malicia. ¡ Ahora porque he dicho


que la medida de los delitos es

el daño hecho á la Sociedad , no


la intencion , por esto el Acu

sador deberá inferir que camino

á quitar todo remordimiento de con


ciencia , y aun todos los deberes de

Naturaleza y de Religion ! El re

mordimiento proviene del pecado;

y quando he hablado de un peca

do , que no lo juzgo por delito , he

dicho que " es una culpa que Dios

"castiga , porque él solo puede

" castigar despues de la muerte

" (pág. 196) , " que ha establecido

" penas eternas" contra quien falte

á su divina Ley. Qualquiera podrá

serme juez , si esta doctrina cami


NOTAS Y OBSERVACIONES. 33

ne á quitar todo remordimiento


CE
de conciencia , y todos los debe
K res de Naturaleza y de Religion . Es

3
to ha provenido de confundir el
Acusador sus ideas de delito y pe
cado . El no entender un Libro es

at un mal mediano : el contradecir


10
" no entendiéndolo , es un mal
1
grande el contradecirlo é inju
E riarlo , no entendiéndolo 2 es uno

de los mas grandes males que ha


causado á los hombres el arte de

Ca la Escritura.

ACUSACION DUODECIMA.

El Autor de los Delitos y de las Pe

nas acusa de crueldad la Iglesia Ca


J tólica , y toma por blanco los Sabios
de la misma Iglesia (Not. pág . 95.).

=7 RESPUESTA.

La Santa Iglesia Católica 2 en

C 2
34 RESPUESTA A LAS

cuyo seno Dios me ha hecho la

gracia de nacer , y cuyos dogmas

honro como divinos , y creo como

infalibles , y en el gremio de la

qual espero vivir y morir ; no ha

sido nunca por mí acusada de

crueldad , ni de algun vicio. Los

Sabios de la misma Iglesia Cató

lica son mis Maestros , y tengo fir

mísima opinion en su saber y en


su rectitud , que cada uno de ellos

querria mas hacer la parté que

ahora hago yo respondiendo , que

no la que ha hecho mi Acusador,


oponiéndome falsedades convenci

das de tales en un asunto tan im

portante .

ACUSACION DECIMATERCIA.

El Autor del Libro de los Deli

tos yde las Penas llama á los mansísi

mos Prelados de todo el Catolicismo


NOTAS Y OBSERVACIONES . 35

inventores de bárbaros é inútiles

doc tormentos (Not.pág. 95 y sig. ) .


20%
RESPUESTA.
O!

No es por culpa mia , si me veo


10
obligado á repetir la misma cosa

al mas de una vez . En ningun lugar

del Libro de los Delitos y de las


Penas se llaman los Prelados inven

tores de tormentos.

ACUSACION DECIMAQUARTA .

El Autor del Libro de los Deli

tos y de las Penas niega que la here

gía se pueda llamar delito de lesa

Magestad Divina (Not . pág. 44.) .

RESPUESTA.

No hay una sylaba sola en todo

} mi Libro , de donde se pueda de

ducir esta proposicion. En mi Li

1 bro me he propuesto hablar sola

C 3
36 RESPUESTA A LAS

de los Delitos y las Penas , no de

los pecados. Desde el mismo prins

cipio he declarado , que por el

nombre de justicia entendia "el

" vínculo necesario para tener uni

" dos los intereses particulares........

" no aquella diferente suerte de

»justicia , que dimana de Dios,


"y que tiene sus inmediatas re

" laciones con las penas y recom

"pensas eternas ( pág. 13 ) . " Esta

es la razón por que he omitido


hablar del delito de lesa Mages

tad Divina. Acaso habria hecho

bien en hablar de él , concédo

lo ; pero el omitirlo no es negar

que la heregía pueda llamarse de

lito de lesa Magestad Divina. El

error de quien me acusa de lo

que no he dicho , proviene de

que en mi Libro á la pág. 42 ,


hablando del delito de lesa Ma
NOTAS Y OBSERVACIONES. 37

gestad , se lee " la tyranía y la

>> ignorancia solas , que confunden

"los vocablos y las ideas mas cla

" ras , pueden dar este nombre , y

" por conseqüencia la pena mayor


"á delitos de diferente naturale

"za" . El Acusador no sabe aca

so quánto abuso se ha hecho en

los tiempos de la ignorancia del

nombre de lesa Magestad , hecho


comun á delitos de " diferente na

"turaleza" ; porque no procuran


" la inmediata destruccion de la

„ Sociedad (pág. 42.)" . Vea , pues,

la Ley de los Emperadores Gra


ciano 2 Valentiniano y Teodosio ,

leg. 2 , Cod. de Crimin. Sacril. y

allí aparecerá , que se tratan por

reos de lesa Magestad hasta aque- ·

llos que han podido dudar an is

dignus sit quem elegerit Imperator .

Vea la leg. 5. ad leg. Jul. Majest,

C4
RESPUESTA A LAS
38

la qual estiende el delito de lesa

Magestad á qualquiera que ofen

de los Ministros del Príncipe , por

la ridícula y cavilosa razon de

que ipsi pars corporis nostri sunt .

Vea otra Ley de Valentiniano , Teo

dosio y Arcadio , leg. 9. Cod. Theod.

de Falsa moneta , y allí encontrará


el delito de lesa Magestad , es

tendido á los Monederos falsos.

Vea leg. 4. §. ad leg. Jul. Majest .

y se instruirá , que fue necesario

un Senado Consulto para hacer

cesar la acusacion de lesa Mages

tad contra quien hubiese fundi

do las estatuas sagradas de los

Emperadores. Vea la leg. 5. §. Ad


* y sabrá , que fue
1. Jul. Majest.
necesario un Edicto de los Empe

radores Severo y Antonino , para ha

cer cesar la accion de lesa Mages

tad contra quien vendiese las es


NOTAS Y OBSERVACIONES. 39

1 tatuas de los Emperadores. Allí

verá , que se publicó un Decreto

I de los mismos , para que no fuese

e reputado reo de lesa Magestad el


que por acaso hubiese dado con

una piedra en alguna estatua de un

3. Emperador. Vea la Historia y en

contrará , que Domiciano hizo mo

S rir una muger porque se habia

$ desnudado delante de su estatua .

Tiberio condenó á muerte , como

1 reo de lesa Magestad , uno , que


habia vendido una casa , que te
21
nia dentro la estatua del Empera

dor. Vea , aun en los tiempos mas


vecinos á nosotros , como abusando

Henrique Octavo de las Leyes ,

: hizo morir con infame suplicio al

Duque de Norfolk , acusándolo de

lesa Magestad , porque habia he

cho esculpir en la vaxilla de su

casa las Armas de la Inglaterra.


40 RESPUESTA A LAS

Vea como el mismo Soberano es

tendió este delito de lesa Mages

tad , hasta aquel que osase vati

cinar la muerte del Príncipe ; de

donde nació , que ninguno de los

Médicos le avisó del peligro en

la última enfermedad . Vea , en su

ma , por entero la Ley Julia Ma

jestatis , é instruido entonces el


Acusador de aquellas cosas que

no se ignoran , ó no deben igno

rarse por los que quieren hablar en

materia de Legislacion y Crimi

nales , no irá tan largo para inter

pretar lo que quiero decir , quan

do escribo, "que la tyranía y la ig


" norancia solas 2 que confunden

" los vocablos y las ideas mas cla

» ras , pueden dar el nombre de le

"sa Magestad á delitos de dife

» rente naturaleza" ; y no se ex

pondrá entonces al peligro de


NOTAS Y OBSERVACIONES. 41

creer , con esto negado , que la be

regía se pueda llamar delito de lesa

Magestad Divina.

ACUSACION DECIMAQUINTA.

Segun el Autor del Libro de los

Delitos y de las Penas , los Hereges

condenados por la Iglesia , y por los

Príncipes , son víctimas de una pa

labra ( Not. pág.43 .).


RESPUESTA.

Esta acusacion no encontrará

vestigio alguno de prueba en mi

Libro. Es cosa enojosa para mí , y

para los Lectores, verme en preci

sion de repetir tantas veces , que

el Adversario me hace imputacio

nes desmentidas por el hecho : no

sé qué será para él mismo . Yo ex

pondré aquí cómo fragua su ra

zonamiento ; y para hacerlo mas

simplemente , copio primero el lu


42 RESPUESTA A LAS

gar de mi texto , luego el comen

tario , que se hace , palabra por pa


labra . Mi Libro , pues , dice así :

"Algunos delitos destruyen inme

"diatamente la Sociedad ó quien

la representa : otros ofenden la

" particular seguridad de alguno ó

" algunos Ciudadanos en la vida,

>>en los bienes ó en el honor : y


" otros son acciones contrarias á

" lo que cada uno está obligado

de hacer ó no hacer , segun las

"Leyes , respecto del bien públi

" co. Los primeros , que por mas


"dañosos son los delitos mayores,

" se llaman de lesa Magestad . La

» tyranía y la ignorancia solas,

" que confunden los vocablos y las

"ideas mas claras , pueden dar es

» te nombre , y por conseqüencia

» la pena mayor á delitos de di

»ferente naturaleza , y hacer así,


NOTAS Y OBSERVACIONES. 43

I como en otras infinitas ocasio


25

» nes , los hombres víctimas de una


02
» palabra (pág. 41 y 42.)” .
Veamos ahora cómo interpreta

el Acusador este paso . Hé aquí

sus palabras : Ta habrá conocido el

Lector , que el Autor habla del pér

fido delito de beregía , que niega ar


01 rogantemente se pueda llamar de
lito de lesa Magestad Divina ; y

que trata de tyranos é ignorantes

aquellos que enseñan lo contrario;

afirmando demas de esto con imper


tinencia iniqua que los Hereges
2
condenados por la Iglesia y por los

Príncipes , son víctimas de una pa


1
labra (Not . pág. 43. ) .

¿Cómo, pues , pretende el Acu

sador que conozcan los Lectores se


habla del delito de la heregía, don

de se dividen los delitos en tres cla

ses ? Primera , aquellos que pro


44 RESPUESTA A LAS

curan la inmediata destruccion de

la Sociedad . Segunda , los que

ofenden un Ciudadano . Tercera,

los que ofenden solo las Leyes.

¿Cómo, pues , puede á nadie ocur

rírsele , que se hable de heregía ,


donde se establece una teórica , y

puramente humana division de los

delitos , uiversal á todo el género

humano , Mahometano , Idólatra,

y Heterodoxô , independiente en
todo de la Religion ? Depende es

to del deseo que el Acusador tie


ne de encontrarla ofendida 9 ol

vidando la opinion que los Lecto


res deben formar de él.

Aquí , pues , se trata del deli

to de lesa Magestad , sin el epite

to de Divina ; y delito de lesa Ma

gestad sin este epiteto , entre todos

los tribunales , y entre todos los


hombres de la Europa , significa
NOTAS Y OBSERVACIONES. 45

un delito puramente humano , no


el delito de heregía. Qualquiera

que tenga alguna noticia de la

Historia de los Emperadores , verá

quántos por ignorancia ó tyranía

han sido víctimas de una palabra;

la qual palabra es precisamente

esta : lesa Magestad. Añado por

consejo al Acusador sobre lo que


dexo dicho en la Acusacion dé

cimaquarta , que dé antes una

ojeada á las Historias , en caso que


piense continuar , enriqueciendo la

República de las Letras con sus

Escritos , y edificando los Chris


tianos con sus acusaciones. En la

Historia verá quánto esta palabra

lesa Magestad haya servido de

pretexto á la tyranía en los tiem

pos de los Emperadores Romanos;


porque llamándose voluntariamen

te delito de lesa Magestad toda


46 RESPUESTA A LAS

accion que desagradase á los des

póticos , se usurpaban la libertad

de los súbditos á su antojo , y se

enriquecian con infinitas rapiñas

baxo el nombre de confiscaciones.

Vea el Acusador á Tácito y á

Suetonio, y se instruirá de las enor

mes tyranías , que con la palabra

lesa Magestad hicieron Tiberio ,

Neron , Claudio y Caligula , y otras

semejantes gangrenas de la espe


cie humana. Suetonio dice , que el

delito de lesa Magestad era el que

se atribuía á los que no tenian nin


guno. Por esto , hablando del de

lito de lesa Magestad , he dicho ,

que la tyranía y la ignorancia so


las han dado este nombre á deſi

tos de diferente naturaleza 9 y he

cho los hombres víctimas de una

palabra : he dicho aquello que me


enseñan á decir todas las Histo

rias;
NOTAS Y OBSERVACIONES. 47

rias ; ni con verdad puede colo

carse en mi boca la proposicion

de que los Hereges condenados por

la Iglesia , y por los


Príncipes son
sino por
víctimas de una palabra , sino

quien haga uso de una Lógica nue

va enteramente , y hasta ahora por


fortuna del Género Humano no co

nocida.

ACUSACION DECIMASEXTA.

El Autor del Libro de los Deli

tos y de las Penas se duele de nuestros

Teólogos , porque enseñan , que un

pecado es una ofensa infinitamente


grande , que se comete contra la Di

vina Magestad de Dios (Not. pági

na 43 ) .
RESPUESTA.

No he hablado absolutamente

de la medida de los pecados : no

me he dolido de nuestros Teólo

D
48 RESPUESTA A LAS

gos : no he negado , que el peca


do sea una ofensa infinitamente

grande contra la Magestad de Dios:

en una palabra , no hay una tilde

en mi Libro , que diga esto. Para


satisfacer la curiosidad del Lec

tor , aun en este lugar , haré ver

cómo el Adversario produce su acu


sacion.

Despues de haber yo hablado


de la naturaleza del delito de lesa

Magestad : despues de haberlo de


finido un delito , que procura la
inmediata destruccion de la Socie

dad : despues de haber señalado el

abuso , que en los tiempos de la


tyranía y de la ignorancia se ha he

cho de esta palabra lesa Magestad,

atribuyéndola á acciones , que no

se dirigen inmediatamente a la
destruccion de la Sociedad , más

antes . bien son de diferente natura


S NOTAS Y OBSERVACIONES. 49

leza ; paso á señalar el pretexto

con que se quisieron hacer delitos

de lesa Magestad aun las acciones


que no lo eran , confundiendo " la

"ofensa de la Sociedad , " con " la

de "destruccion de la Sociedad : ” por

esto digo : "Todo delito , aunque

"privado , ofende la Sociedad ; pe

"ro no todo delito procura su in


" mediata destruccion . Las accio

13 » nes morales , como las fisicas , tie


"nen su esfera limitada de activi

CLEA "dad , y están determinadas diver

S " samente del tiempo y del espa

" cio , como todos los movimientos

" de naturaleza. Solo la interpre

>>tacion cavilosa , que es ordina


" riamente la filosofia de la es

21 " clavitud 5 puede confundir lo

" que la Eterna Verdad distinguió

" con relaciones inmutables ( pági

** „ na 42 y 43.
).”
D 2
50 RESPUESTA A LAS

A esto junta el Acusador las pa


labras siguientes .
: Se duele aquí el Autor de nues

tros Teólogos , porque enseñan , que

un pecado es una ofensa infinitamen

te grande , que se comete contra la

Divina Magestad de Dios ( Not.

pág. 43 ) .
El bostezo verdaderamente sin

gular del Acusador proviene de no


haber entendido bien la distincion

tan repetida entre delito y pecado,

ni haber parado la consideracion


en las difentes definiciones , que yo

presupuse en mi Libro ; como se

ha visto arriba , que no ha obser

vado , que el tratado de los Delitos

y de las Penas , como de su título

aparece , no debe tratar de la ma

licia de los pecados ; y viendo

aquella palabra acciones morales,

acaso por no ser muy versado en


NOTAS Y OBSERVACIÓNES. 51

12 la lengua de los Escritores del De

recho Natural y de las Gentes , ha

S creído, que se hablase de Moral, es

We to es, de Pecado, como comunmen

11 te hablan los Casistas. Quando tu

Ta viere legítima autoridad para leer

I las Obras de Puffendorf, léalas , y


·
le descubrirá , que las acciones mo¬

rales , en quien habla de política,


no son pecados . Pues ahora : las
ne
acciones morales , no teniendo por

objeto á Dios infinito , sino par


tiendo de un sér limitado , qual

es el hombre , y dirigiéndose á otro

२ sér limitado , qual es la Sociedad ;


deben tener " su esfera limitada de

" actividad , y están determinadas

"diversamente del tiempo y del lu


"gar , como todos los movimien

"tos de naturaleza . Solo la inter

"pretacion cavilosa , que es ordi


"nariamente la filosofia de la es

D 3
52 RESPUESTA À LAS

clavitud , puede confundir lo que

» la Eterna Verdad distinguió con

" relaciones inmutables ( dichas pa

"ginas 42 y 43 )" ; ni de aquí puede

inferirse desprecio contra los Teó

logos , ó blasfemia contra la natu

raleza de la malicia del pecado,


como parece cree el Acusador . Re
C
gla general : antes de acusar un Li«

bro , es necesario entenderlo.


ACUSACION DECIMASEPTIMA.

El Autor del Libro de los Deli

tos y de las Penas ha dicho , que mere.


ce el agradecimiento de los hombres

aquel Filósofo , que tuvo valor des

de lo obscuro y despreciado de su

aposento para arrojar entre la mu

chedumbre las primeras simientes de

las verdades útiles, por largo tiempo

infructuosas ; y este Filósofo es Mr.


Rousseau , y esto es una impía blas

femia ( Not. pág. 15 ) .


NOTAS Y OBSERVACIONES . 53
144

RESPUESTA.
E cr
He dicho , que tengamos por
3


"digno de nuestro reconocimien

to al Filósofo , que desde lo obs

" curo y despreciado de su aposen

»to tuvo valor para arrojar entre


la muchedumbre las primeras si

" mientes de las verdades útiles, por


"
» tanto tiempo infructuosas ( p. 3 ) .

No he dicho , que este Filósofo


sea el Sr. Rousseau . No creo que

sea impiedad ó blasfemia decir,

que los Filósofos , que comunican


verdades útiles á los hombres , me

recen agradecimiento ; ni creo que

sea impiedad ó blasfemia decir,


que las primeras simientes de las

verdades útiles quedan por largo


tiempo sin fruto.
1
ACUSACION DECIMAOCTAVA.

El Autor del Libro de los Deli


D4
RESPUESTA A LAS
54

tos y de las Penas dice una temeridad

muy fuerte , y una horrible blasfe

mia , quando asegura , que ni la elo

qüencia , ni las declamaciones , ni las


verdades mas sublimes bastan á con

tener por largo tiempo las pasiones

de los hombres ( Not. pág. 19 y sig ).

RESPUESTA.

Juzgo que la temeridad fuerte,


la blasfemia horrible no cayga

sobre la eloqüencia , ni sobre las


declamaciones. Cae , pues , sobre

las mas sublimes verdades. Pregun

to al Acusador si cree que estas

sublimes verdades , esto es , las de

la santa Fé , han sido conocidas en

Italia ? Responderá que sí. Pregun

to ¿ si en Italia han estado conte

nidas por largo tiempo las pasio


nes de los hombres ? Todos los Ora

dores sagrados , todos los Jueces,


NOTAS Y OBSERVACIONES. 55

14 todos los Italianos responderán que

# no. Luego de hecho " no bastan

las verdades mas sublimes á con

»tener por largo tiempo las pasio


"nes de los hombres: " y mientras

tanto que hubiere Jueces crimina


les
๑ prisiones y penas en una Na

cion Católica , será señal , " que

las verdades mas sublimes no bas

" tan ." Yo no he dicho , que las ver

dades de la Fé no podrian conte

ner , aun para siempre , las pasiones

de los hombres , si ellos las medi

tasen seriamente , como querria la

razon que se hiciese ; y sobre este

asunto vea donde digo , que " los


» que viven en la verdadera Reli

» gion , tienen mas sublimes moti

» Vos , que corrigen la fuerza de


" los afectos naturales (pág.116);"

‫ا‬ antes bien digo , que los hombres

en general no hacen esta seria me


·

56 RESPUESTA A LAS

ditacion de las verdades mas subli

mes , y por esto " no bastan ? ni

" las verdades mas sublimes ; " lo

qual repito. La terrible blasfemia

está desvanecida : queda la fuerte

temeridad ; pero no soy yo quien


la ha escrito , y esto sirve de gus

to al Christiano , al Filósofo , y al
hombre de honor.

ACUSACION DECIMANONA.

El Autor del Libro de los Delitos

y de las Penas escribe con sacrilega

impostura contra la Inquisicion (Not.

pág. 167 ) .
RESPUESTA .

En todo mi Libro no se ha nom

brado , ni señalado , tácita ni expre

samente la Santa Inquisicion . Es

te es un Tribunal mas espiritual

que mundano ; y en mi Libro he

querido tratar de las instituciones


NOTAS Y OBSERVACIONES. 57

ubl
puramente humanas : no de las re

ligiosas. Veamos , pues , de dón

de el Acusador saca mis sacrilegas


emi
imposturas contra la Inquisicion.
erte Cerca del fin de mi Libro se
uier lee así : " Qualquiera que leyere
este escrito , advertirá haber omi

ya " tido yo en él un género de deli

" tos , que ha cubierto la Europa

» de sangre humana , y que ha jun

tado aquellas funestas hogueras,


"donde servian de alimento á las

llamas los cuerpos vivos de los


Tot » hombres , quando era placentero

" espectáculo , y harmonía grata pa


"ra la ciega muchedumbre oir los

I "sordos y confusos gemidos de

» los miserables , que salian envuel

» tos en remolinos de negro humo :


" humo de miembros humanos en

"tre el rechinar de los huesos abra

F "sados , y el tostarse de las entra


58 RESPUESTA A LAS

» ñas aún palpitantes . Pero los hom

" bres racionales verán , que el lu

" gar , el siglo , y la materia no me

" permiten exâminar la naturaleza

" de este delito. Muy largo , y fue

» ra de mi asunto sería probar co


» mo debe ser necesaria una per

"fecta uniformidad de pensamien

" tos en un Estado contra el exem

» plo de muchas Naciones (p. 2 24). ”

Sobre este paso el Acusador

principia diciendo , que entre quan


tas invectivas han escrito los He

reges contra Roma , y contra la

Inquisicion , esta se ha escrito con

mas sacrilega impostura que toda


otra. La acusacion no es frívola
ciertamente : conviene ver si las

pruebas corresponden . Son , pues,

estas. Primeramente me atribuye

haber dicho , que la sangre de los

Hereges condenados á las llamas ha


NOTAS Y OBSERVACIONES. 59

43
cubierto la Europa de sangre huma

na ( pág. 157 ) . Yo he escrito , que

habia " un género particular de de


» litos • que ha cubierto la Europa

» de sangre humana. " El Acusa

dor interpreta , que esta sangre

humana , que ha cubierto la Eu

ropa , sea la de los Hereges , es


wwwb‫ני‬ parcida por el Tribunal de la In
.:

quisicion. Pregunto yo : ¿ El he◄


cho es como él lo interpreta , ό

no ? Si fuese así , no sería sacrile


ga impostura decirlo . Si no es así

( como ciertamente no lo es ) , ¿ de
dónde discurre , que yo hable de

la Inquisicion , hablando de san

gre humana esparcida por la Eu

ropa?

El talento de interpretacion cre

T ce velozmente despues , donde me

hace decir , que ha sido un espec

táculo agradable , y una harmonía


60 RESPUESTA A LAS

grata para la ciega muchedumbre

Católica , oir los sordos y confusos

gemidos de los miserables , &c. (Not.

pág. 157 ) . ¿ Con qué fundamento

de razon puede el Acusador intro

ducir la palabra Católica ? ¿ Con

qué razon puede decir haber yo

escrito , que la vista de las hogue


ras , donde se abrasaban los Hereges ,

era para la muchedumbre Católica

un espectáculo gustoso , y una harmo

nía agradable • como afirma (Not.

pág. 158 ) ? El mismo confiesa quan

tos cruelísimos é iniquísimos tormen


tos han hecho executar las Naciones

paganas , y las sectas de todos tiem

pos , ó contra los Christianos * ó con

tra los Hereges , ó contra los Secta

rios ( Not. pág . 158 ) : en lo qual

dice bien , y dice la verdad. Pero

si esto ha sido hecho por los Pa

ganos cotra los Christianos , co


}
NOTAS Y OBSERVACIONES. 6ì
" 1"
mo vemos por los infinitos Már

tyres , que han glorificado la Igle→


sia de Dios : si esto ha sido hecho
T
por los Hereges contra nosotros los

Católicos , como podrá ver el Acu


20 sador ? entre otros , en la Historia
X de la Inglaterra del P. Bartoli : si

esto ha sido hecho por los Japones ,

y otras Naciones del Asia contra

nosotros , como aún puede ver en

las Historias de las Misiones : ¿Por

qué , pues , el Acusador quiere , que


la ciega muchedumbre sea Católica

mas bien que Pagana ó Herética ?

¿ Por qué , pues , querrá , que los


" cuerpos vivos de los hombres sean

Hereges , y no Christianos y Ca

tólicos (1)?

1. (1 ) Procúrese no olvidar la distincion esencialí


sima entre Delito y Pecado , de que habemos ha
blado arriba. La virtud mas pura de los Mártyres,
h en el lenguage de los Criminalistas Heterodoxôs,
se llamaba Delito ; y yo , hablando universalmente
de las Leyes Criminales de toda Nacion , y de toda
62 RESPUESTA A LAS

Qualquiera que leyere mi Libro,


conocerá , que está escrito con el
fin de establecer las teorías ge

nerales de la Legislacion puramen

te humana de los Delitos y de las


Penas . Estas teorías generales , si se

hubiesen propuesto y demostrado

bien ( lo qual no me lisonjeo yo

haber podido hacer ) , deberian ser


la norma de los Códices crimina

les de los Christianos , de los Idó

latras , de los Mahometanos , y de

toda sociedad de hombres , qual

quiera que fuese su Religion . Se


escriben los Elementos de la Geo

metría , del Comercio , de la Me

dicina , y de toda Ciencia , sin

que se escriba la Geometría de los

Christianos , ó el Comercio de los


Chris
Religion , llamo Delitos aquellos que las Leyes
de un Pais llaman Delitos ; y en este sentido he
dicho en mi Libro , que hay Delitos imposibles ( pá
gina 141 ) , esto es , acciones que se llaman De
litos , aunque yo crea imposible cometerlas.
NOTAS Y OBSERVACIONES. 63

Christianos : así yo he escrito los

Elementos , que me han parecido

verdaderos para la Ciencia crimi

nal , sin contraherlos á Religion

alguna.

Pregunto á mi Acusador ¿ si
cree verdaderamente conforme al

espíritu de nuestra Santa Madre

la Iglesia quemar los hombres vi

vos ? Si esto fuese , él sí que haria

una injuria á nuestra benignísima


Santa Madre. La Santa Iglesia Ca→

tólica ha aborrecido siempre seme

jantes crueles espectáculos : lea la


Historia Eclesiástica : lea á S. Hi

lario lib. 1. Lactancio lib. 3. S. Ata

nasio lib . 1. S.Justino Martyr lib.5 ,

y allí verá el espíritu verdadero


de la Santa Iglesia Católica. Pero

aun sin empeñarse tanto en la lec

tura , vea él mismo la Europa Ca

tólica , y dígame despues , si por


E
64 RESPUESTA A LAS

sentencia de algunJuez Eclesiástico

se ven abrasar los Hereges. Des

pues de esto pregunto de nuevo á

mi Acusador ¿ si cree por bue


no , que se dé á la ciega mu

chedumbre el espectáculo de oir

los sordos y confusos gemidos de

los miserables , que salen con los


remolinos de humo de miembros

humanos entre el rechinar de los

huesos abrasados , y el tostarse de

las entrañas aún palpitantes ? Ima

gínese que debe decidir la qüestion

universal , para fundar los princi

pios criminales de todas las socie

dades , sean Turcas ó Christianas.

¿ Encuentra por bueno restablecer


estas usanzas ?

Semejantes crueles carnicerías ,


escribiendo en el siglo presente,

no tienen uso ya , gracias a Dios,

en la Europa : por esto he dicho,


NOTAS Y OBSERVACIONES. 65

que ni " el tiempo , ni el lugar , ni

"la materia , me permitian exâmi

» nar la naturaleza de semejante de

"lito." Este delito , dice el Acusa


dor ร es la heregía. ¿ Pero quién

-5 se lo ha dicho ? ¿ Quándo me he

explicado yo sobre este propósito ?


:: ¡ Debe serle permitido suponer in
tenciones á un Autor " y sobre

ellas , así fabricadas , fundar acusa

2. ciones , y presentarlas al tribunal

del Público , y llamar reo al Au

tor por esto de sacrílégas impostu


ras !
I
El Acusador cree buenamente,
C
que los Hereges solos han sido
24 quemados , y que este suplicio se
les ha impuesto principalmente por
los Tribunales Eclesiásticos . El
Acusador ha dicho , que yo quer

ria cobrar autoridad , vanaglorian


dome de haber leído las Historias,
E 2
66 RESPUESTA A LAS

y que osaba con esto engañar al

Público ( Not. pág. 70 ) . Yo debo


alabar su sinceridad en dexarse

conocer verdaderamente peregrino

en ellas , como se muestra aquí , y

en otras partes ; porque atribuyen→


do voluntariamente á los Tribuna→

les Eclesiásticos , y á la Inquisi

cion particularmente , la muche

dumbre de hombres quemada en

qualquier siglo de la ignorancia

pasada , afirma una cosa absoluta


mente contraria á los hechos. Yo

no diré , que todos los Ministros

de los Tribunales , aun de los mas

santos y respetables , hayan siem

pre en todo pais , y en toda edad

correspondido al espíritu de su vo

cacion : entre los Apostoles quiso

el Divino Redentor permitir que

hubiese un réprobo ; y estando la

Iglesia de Dios compuesta de hom


NOTAS Y OBSERVACIONES. 67

bres , sería tentar á este Señor , y

E pretender un continuo milagro , si


$7
se quisiese que nunca naciesen des
órdenes . Pero estos desórdenes el

2 Christiano fiel los conoce , y los

desaprueba : no los atribuye á to→

do el cuerpo , sino á los miembros ,


que son la ocasion ; y , ó no escri

be , ó escribe con tal modo y cir



cunspeccion , que observe la sen
tencia de S. Pablo , en que nos
amonesta somos deudores á los sa

bios , y á los ignorantes : senten

cia que me he propuesto observar

en todo mi Libro , y singularmen

te en aquellas pág. 224 y 225. Si

el Acusador , rasgando este velo ,

que él llama obscuridad maligna

( Not. pág. 156 ) , y baxando la

[ question á la inteligencia del vul

go , ha correspondido , no lo sé yo.

Sé , volviendo al punto controver


E 3
68 RESPUESTA A LAS

tido , que los horrores de que

mar vivos los hombres , fueron en

la mayor parte cometidos por Tri

bunales Legos en todas las partes

de Europa. Sé que la mayor par


te de aquellos infelices fueron así

maltratados por delitos de hechi

cería y de magia : vea á Bartho

lomé Espina de Strigibus , cap. 13 :

vea á Nicolas Remigio , Consejero


secreto del Duque de Lorena , el

qual en su Daemonolatreia se jacta


de haber hecho morir así nove

cientos hechiceros : vea á Pedro

Roger en el Suplemento al Diccio

nario Económico de Chomel , art.

Sorcelerie , edic. de Amsterdam


1740: vea á Pedro le Brun Historia

crítica de las prácticas supersticiosas,

tom. 1. lib. 2. cap. 3 ; y se instrui


rá como en solo el Parlamento de

Burdeos fueron miserablemente


NOTAS Y OBSERVACIONES. 69

LE abrasados mas de seiscientos he

e chiceros. Jorge Govat , Jesuita , en


Trikh sus Obras Morales , tom. 2. trat.5 .

tes cap. 42. lec . 2. num . 63 , le hará

ver , que en un solo año del siglo

29 pasado se reduxeron á cenizas dos


cientos hechiceros en la Silesia.

Podrá instruirse sobre esta mate

1: ria en la Biblioteca Mágica , tom .

36. pág. 807 : en Del-Rio Disqui


sit. Magicarum ; y en Pedro Cres

pet, de Odio Satanae, lib . 1. disc.3 :

ve tambien en Lamberto Daneo, cita

do de Del-Rio, Proloquio á las Dis

1 quis. Magic. en Bodin, Daemonoma


nia ; y en las dudas del P. Frede

rico Spé , el qual llama este supli

cio abiertamente con estas pala

bras Certe irreligiosa haec mihi

crudelitas videtur ( duda 23 ) .


Ahora , si mis opiniones sobre
quemar los hombres vivos no son

E4
70 RESPUESTA A LAS

conformes á las de muchos Tribu

nales Legos de los siglos pasados:


si no son conformes á las de algu

nos Ministros aun Eclesiásticos , que

Dios puede haber dado alguna vez

á los Fieles en su indignacion ; mas

antes bien lo son al espíritu de la


Santa Iglesia , al de los Sumos Pon

tífices , al de la Santa Inquisicion

de Roma ; uno de cuyos mas so


lícitos cuidados es el de tener siem

pre contenidos en los límites de la

dulzura mas escrupulosa , y de la


mas paternal clemencia todos los

Ministros esparcidos en el mundo


christiano : si mis opiniones , digo,

son de tal naturaleza : ¿ dónde,

pues , encontrará mi Acusador las

disculpas , para justificarse de ha


berme sobre este asunto calificado

como un hombre , que tiene una sa

crílega aversion á los juicios de la


NOTAS Y OBSERVACIONES. 71

chIglesia , y á los dogmas del Christia

OSA nismo ( Not . pág. 156 ) : que mere

as ce el nombre de ciego enemigo del

Altísimo (Not. pág. 156.) , como


él pretende inferir ? ¿Cree él que

esta nueva Lógica sea digna de

10: quien intenta escribir en materia

TOS: de Religion , persuadido á que tie

JUN te un Juez Supremo , é inevitable ,


y que penetra los mas ocultos es
MAS

mer condrijos de los corazones , y juz

280 ga con infinita justicia las acciones


de los hombres ?
Pero volvamos á la acusacion .

El Adversario no pudiendo hacer
la guerra al Libro , la hace á la in

tención de su Autor . Dice , pues,

que en aquel pasage he tenido in


Or
tencion de hablar del delito de la

heregía. Y quando esto fuese , ¿ qué

se seguiria de aquí ? Si yo hubie

se aconsejado no quemar vivos los


72 RESPUESTA A LAS

Hereges , habria aconsejado prose

guir haciendo aquello que se ha


ce por todos los Católicos el dia

de hoy. ¿ Dónde , pues , se queman

los Hereges en estos tiempos ? No


en Roma , baxo la vista del Vica

rio de Jesu-Christo , Capital de la

Religion Católica , en donde los

Protestantes de qualquiera Nacion


encuentran todos los deberes de

la humanidad y de la hospitali
dad. Los últimos Sumos Pontífi

ces , y el que felizmente reyna


de presente han acogido y acogen

con suma benignidad los Ingleses,

los Holandeses , los Tudescos , los

Moscovitas , de Sectas y Religio

nes diversas : allí han hecho y ha


cen todos los dias libre permanen

cia , y gozan de la proteccion del


Gobierno lo mismo que los otros

hombres . ¿ટં Quál es el Herege que


NOTAS Y OBSERVACIONES. 73

la Santa Inquisicion de Roma ha

hecho quemar en nuestros dias ?


En mi Libro he manifestado que

soy de parecer , que la Corte de

Roma y la Inquisicion tienen ra


zon para obrar así : el Acusador

querria probar que la Inquisicion

y la Corte de Roma no la tienen

NE en esto ; ¡ y despues me quiere de

cir que yo desfogo mi furor con

tra la Corte de Roma y contra la

Santa Inquisicion !

Es necesario distinguir bien las

cosas que por su naturaleza son dis

tintas . Dexar libertad á qualquiera

Ciudadano para exercitar pública

mente toda Secta , es una proposi

cion. Dexar que un hombre , que

tiene la desgracia de estár en una

Religion falsa , pero que no hace de

ella un exercicio público, viva libre

y tranquilo en un Estado , es otra


74 RESPUESTA A LAS

proposicion . Procurar reducir los

Heterodoxôs al Gremio de la San

ta Iglesia con la dulzura y con

la persuasion , mas bien que con la

fuerza , es otra proposicion . Que

mar vivos los Hereges , es tambien

otra proposicion distinta. Y quan

do esta última no me pareciese

digna de ponerse en práctica , no se

seguiria por eso , que yo adoptase

todas las tres primeras , ó una de

ellas , y que esta una fuese la ter


cera. Añado aún un período , pues

to que con mi Acusador se requie

re claridad , y no dexar nada á

sus Comentarios . Yo confieso mi

flaqueza públicamente ; y es , que

no me parece cosa buena quemar

ningun hombre cada uno tiene

su gusto. Pero he dicho en mi

Libro , que si hay quien con au

toridad conocida condene á tal


NOTAS Y OBSERVACIONES. 75

péna , esto debe creerse necesario ,


ELR

y consiguientemente justo ( pág.


224.) , á
y ahora lo vuelvo a de
cir.
23

ACUSACION VIGESIMA .

12 ( El Autor del Libro de los Deli


F

I tos y de las Penas está lleno de

22 venenosa amargura , de calumniosa

2.3 mordacidad , de pérfida disimula

cion , de maligna obscuridad , y de

I vergonzosas contradicciones ( Not.


pág.56.) .
RESPUESTA.

Esta acusacion se apoya sobre

el lugar siguiente de mi Libro:

"Muy largo y fuera de mi asunto

SA » sería probar cómo debe ser ne


cesaria una perfecta uniformidad

» de pensamientos en un Estado

contra el exemplo de muchas Na

" ciones ; cómo opiniones , que dis

»tan entre sí , solamente por algu


76 RESPUESTA A LAS

"nas sutilísimas y obscuras dife

" rencias , muy apartadas de la

"capacidad humana , puedan des

" concertar el bien público , quan

" do una no fuere autorizada con

" preferencia á las otras ; y cómo


" la naturaleza de las opiniones es

"té compuesta de modo , que mien

"tras algunas con el choque , fer

" mentando y combatiendo junta


"mente se aclaran , y nadando

" las verdaderas , las falsas se su

" mergen en el olvido ; otras , poco


"seguras por su constancia des

" nuda , deban vestirse de autori

" dad y de fuerza. Muy largo se

" ría probar cómo , aunque mas

" odioso parezca sobre los enten

" dimientos humanos el imperio

vde la fuerza , cuyas solas con

" quistas son el disimulo , y por

>> consiguiente el envilecimiento,


NOTAS Y OBSERVACIONES. 77
fr
» aunque parezca contrario al es

de " píritu de mansedumbre y frater

„ nidad , ordenado de la razon y

» de la autoridad , que mas venera

C »mos ; sea sin embargo necesario

CO Ȏ indispensable . Todo esto de

esa " be creerse probado evidente , y


" conforme á los verdaderos inte

reses de los hombres si hay


9
"quien con reconocida autoridad
LOC
" lo exercite . Hablo solo de los
20

8
"delitos que provienen de la na

" turaleza humana , y del pacto so


20
" cial ; no de los pecados , cuyas

» penas , aun las temporales , deben

" arreglarse con otros principios ,


»que los de una Filosofia limitada

"(pág. 225 y sig.)" .

A este pasage mio añado , pa

A labra por palabra , quanto al Acu


sador le parece bien oponerme .
1
Dice así : La estupidez y la impos
J
RESPUESTA A LAS
78

tura caminan á la par en nuestro Au

tor : dice que sería muy largo el

probar cómo pueda ser necesaria

una perfecta uniformidad de pen

samientos (esto es de Religion) con


tra el exemplo de muchas Naciones.

¿ Cómo , pues , muy largo el pro


bar si un Estado vivirá mas tran
quilo políticamente con una sola

Religion , que si las admite todas?

Así el Acusador ( Not . pág. 159 ).


Aun esta vez el Adversario ha he

cho uso de sus Leyes Críticas ,


para ingerir un esto es de Reli

gion , donde le ha parecido conve


niente. Pero si estas añadiduras

otras veces han sido fuera de propó

sito , ahora por fortuna la ha acer


tado. Comienza , pues , maravi

llándose , porque me parezca lar


go el probar la necesidad de la

uniformidad de pensamientos so
bre
NOTAS Y OBSERVACIONES. 79

bre esta materia en un Estado

contra el exemplo de muchas Na

ciones. ¿Por qué maravillarse què

me parezca largo ? El lo cree co

sa facil , prueba de la prontitud de

su talento ; y á mí me parece co

sa larga , prueba de la estupidez


MU
del mio , como reflexiona benig

01 nísimo : en esto no hay ni blasfe

18% mia , ni sedicion. Pero pocas li

neas mas abaxo me cambia el es

tado de la qüestion , segun su

I costumbre , y viene á zaherirme

así : ¡ Qué ceguedad hablar de Re

-CO ligion , como si fuese una simple má

xima de política , y preguntar si

deba conformarse con el exemplo

de otras Naciones ! (Not. pág.159 .)

¿Quién afirmará que se reduce la

Religion á una simple máxîma

de política , porque se haya di


cho que sería largo probar 2 Co

B F
80 RESPUESTA A LAS

mo sea necesaria á un Estado la

perfecta uniformidad de pensa

mientos , aun en materia de Reli

gion ? Hay dos proposiciones en

teramente distintas , y separadas la

una de la otra , que mi Acusador


no ha observado bien. La Reli

gion es una simple máxima de polí


tica , es una proposicion . La Re

ligion tiene influencia sobre el sys

tema político de una Nacion , es

otra ; y estas dos proposiciones son


esencialmente distintas , pues la

primera es proposicion de un Ateis

ta ; y la segunda es proposicion
de un Christiano . Esto supuesto ,

podrá muy bien este último exâ

minar la influencia de la Religion

por sola la parte política , abstra

yéndose de su verdad ó falsedad,

sin que algun Fiel é iluminado

Christiano tenga razon de zaherirle.


S NOTAS Y OBSERVACIONES. 81

Es
En este lugar (quiero tener la
complacencia de decir á mi Acu

sador aun mis pensamientos , si no


་་
12 han bastado las palabras de mi

Libro ) se habla de la influencia

puramente política de la Religion .

LY note de la Religion : no de una

determinada , esto es de la Secta

Turca , Confutezse , Bramánica,


21 Baniánica , Luterana , Calvinista ,

ó de qualquiera otra que haya en


E el mundo ; las quales todas tienen

QUE el nombre universal de Religion ,

A como lo tiene nuestra Santa Fé ,

con aquella diferencia que pasa

entre la verdad y la mentira. Digo ,

pues , que sería muy largo pro

bar ser indispensable para la tran

quilidad pública una perfecta uni

formidad de pensamientos de Re

ligion en un Estado . Digo mas ๑

que "sería fuera de mi asunto pro


F2
82 RESPUESTA A LAS

" barlo" . Digo mas , que "debe

>> creerse evidentemente probado ” ,

que esta uniformidad de pensa

mientos es indispensable (p. 226).

¿ Cómo , pues , sobre este pro

pósito puede ocurrírsele al Ad

versario acusarme de hablar de la

Santa Religion 2 como si fuese

una simple máxima de política ?

¿ Cómo , pues , se introduce en el

empeño de probarme aquello mis


mo que tengo dicho en varios lu

gares de mi Libro ; esto es , que

no hay mas Religion verdadera que

una ? ¿ Cómo , pues , se atreve á

juntar aquel injurioso dilema , de


quien una proposicion supone que

yo crea falsa mi Religion ?

Añade aquí el Acusador una

imagen de la Religion , que yo

quiero copiar , para que sirva


á mis Lectores como una mues
NOTAS Y OBSERVACIONES. 83
BE

tra de la claridad de sus ideas. Es

como sigue : Si la Religion repre


Dens senta un hombre , que toque con la

20 cabeza en nuestro globo , y que ten

ga sus plantas apoyadas en el Cie

lo : toda aquella parte de la figura

de este hombre , que pudiese por no◄

sotros ser vista , estando sobre nues

tro globo , sería , segun mi parecer,

en aquella que representa la mas per

fecta política para gobernar los

‫ע‬ hombres. Si nuestra política no es

una parte visible de la verdadera

Religion , no será , pues , buena po

Te lítica , sino una vaga y perjudicial

Filosofia ( pág. 159 ) : y continúa

gi probando lo que nadie le ha dis

putado ; esto es , que la Política

10 es tanto mas perfecta , quanto es

mas conforme á la verdadera Re

ligion. Pasa inmediatamente á de

S cir , que la política corresponde á


F 3
84. RESPUESTA A LAS

lo que se llama cuerpo humano ; y

esto puede ser y que así co


mo este no puede vivir , si su alma

no está sana ; cosa que aún puede

ser , prosigue así : véase si no es un

desatino el indagar si la Religion


es una cosa que se deba adaptar al
exemplo de otras Naciones, Distin

go. El adaptar la verdadera Reli

gion al exemplo de otras Nacio

nes ( ó por decir mejor de lo que

el Acusador ha pensado) á las falsas

Religiones , es lo mismo que apos


tatar ; y esto es malo. El adap

tar las falsas Religiones al exem


plo de las otras Naciones ó Religio

nes , es cosa muy indiferente . El

adaptar la Religion falsa al exem

plo de la Nacion , que vive en la


verdadera , lexos de ser desatino,

es cosa muy recomendable y afor

tunada . ¿ Pero por qué , pues , vá


NOTAS Y OBSERVACIONES. 85

el Acusador errando así , por sen

1 das tan distantes de la mia , que

llega al punto de concluir este


2
discurso , asegurando que no es

ni fanático , ni visionario ? (Not.

pág. 160. ) Quando yo lo hubiese

pensado , no tengo genio de bus

car pasatiempos de esta naturale


za " y podia prometerse , que ni
B
ਦਾਦ

aun el nombre hubiera tomado en

la boca.
Di
Pasemos á la interpretacion ,

que mi Acusador dá á la segun

da cosa , que yo no he querido

XE probar , porque " sería muy larga,

"y fuera del asunto" . Sus pala


bras son estas : A fin , pues , de
e.

xer que aparezca mas y mas el despre

cio con que el Acusador mira las


CO
doctrinas del Christianismo ó su
10. 2

or impericia en aquellas , porque esta

" mos separados de todas las Sectas,


F 4
86 RESPUESTA A LAS

notaré aquí de nuevo , que llama es

tas doctrinas simples sutilísimas , y

obscuras diferencias (Not. pág.160).

Pregunto yo á mi Acusador ¿ si es
conforme 2 no diré al Evangelio

de Jesu- Christo , no diré á la bue

na Lógica ; pero aun al tosco sen


tido comun , que tienen todos los

hombres en general , hacer seme

jante imputacion á un Autor , que


ha nacido Católico , que no ha da

do muestra alguna de apostasía ,

que en un Libro , donde no se tra

ta de Religion , ha proporcionado

todos los lugares donde ha encon→

trado oportunidad , para insertar

pasages llenos de reverencia , de

persuasion y de amor á la santa

Religion de Christo ? Pregunto yo

¿ si es permitido suponer , que

quando en aquel Libro se dice su


tilísimas y obscuras diferencias , pue
NOTAS Y OBSERVACIONES. 87

da entender por esto los dogmas


esenciales de su fé ? Pero no con

6 tento el Acusador con tan odiosa

interpretacion , pasa á poner en


.$10

boca mia la siguiente horrible

blasfemia , que aun copiándola, te

18 mo ofender los piadosos oidos de

5. los Lectores ; pero fuerza es ensu

ciar las plumas con semejantes ini


quidades , puesto que el Acusador
.C
10 ha procurado introducirlas en mi

S Libro. Hé aqui , pues , qué dedu


ce de aquellas sutilísimas y obscu

M104 ras diferencias mias : Las doctrinas


mas augustas mas venerables
" , y

que mas nos interesan de la Sagra

da Escritura , no son mas que sim

ples opiniones humanas ( Not. pág.


161 y sig.)

Yo he escrito , que era " muy

»largo , y fuera de mi asunto el

" probar cómo opiniones , que dis


88 RESPUESTA A LAS

"tan entre sí por algunas sutilísi

" mas y obscuras diferencias , muy


» apartadas de la capacidad huma

» na , puedan desconcertar el bien

» público ( pág. 2 2 5 )” , Quisiera po

der ser breve ; ¿ pero quién podrá

serlo , viéndose á cada paso en ne

cesidad de probar los primeros

principios ? Que á mí me parezca

largo ú corto probar esto , no creo

que sea el sugeto de la disputa;

sino el que se den opiniones aun

en materia de Religion , que dis

ten entre sí por algunas sutilísimas

y obscuras diferencias , muy aparta

das de la capacidad humana, Pri


meramente 2 como tengo dicho ,

hablar de Religion , yá fuese ver


dadera , ya falsa " considerando

la influencia política simplemente ,

y haciendo abstraccion de su ver

dad ó falsedad , era conforme á


NOTAS Y OBSERVACIONES . 89

mi instituto , que escribia de los

I Delitos y de las Penas , y al de

un hombre , que exâmina general

he mente la Legislacion criminal . Que

en el Universo se den , y hayan


1
dado sectas distantes entre sí por
Xe
"sutilísimas y obscuras diferencias ,
P

2 " apartadas de la capacidad huma

"na , " qualquiera que sepa lo que


de presente acaece sobre este Glo
CK
bo mas allá del Orizonte que des
U
cubre , y que sepa lo que ha ocur
21
rido en las edades anteriores á él,

conoce y sabe , que tales sectas


17
las hay , y las ha habido , sin que
por esto pueda ocurrírsele á nin

gun hombre racional , que las doc


70
trinas del Christianismo sean sim
*
ples opiniones humanas.
Pero el Acusador quiere abso
[
lutamente , que esta proposicion

universal se deba restringir á sola


90 RESPUESTA A LAS

nuestra Santa Religion , y que se

dice para señalar algunas Sectas,

que de ella se han rebelado . La co


sa verdaderamente no es así ; pero

lo que hay de mas singular en el caso


es, que aun concedidas todas las su
posiciones del Adversario , y con

cedido que este lugar se entendie


se de las Sectas divididas de la San

ta Iglesia , no se seguiria ninguna


conseqüencia
de las horribles s , que

el Acusador infiere ; porque sería

una blasfemia decir , que las dife

rencias , que pasan entre nosotros los

Fieles, y los Hereges , no son esencia


les. Sería otra blasfemia decir , que

las diferencias, que pasan entre noso


tros los Fieles , y los Hereges , no son

un estorvo á la salvacion eterna ; pe

ro decir que estas esencialísimas

diferencias , que conducen una par

te por el camino de la condena


NOTAS Y OBSERVACIONES. 91

e
cion eterna , son " sutilísimas , obs

» curas y apartadas de la capacidad


K >> humana , "9 no será una blasfemia ,

pi sino un hecho verdadero y legíti


23 mo : un hecho, que todo buen Teó
Si logo concede un hecho , que lo
comprueban las Historias de la He

regía , particularmente de la Igle


St sia Griega. Aquí , pues , terminan
T todas las declamaciones de mi Acu

Gi sador contra los genios osados , con

20 tra los libertinos , y contra mi im

pericia ; dexándole en quanto á es

ta , la libertad de que juzgue como


le parezca mas conveniente.

Vengamos al pasage que sigue:

Pondré antes el texto de mi Libro,

y despues la explicacion que hace


mi Acusador. Yo he dicho así :

"Muy largo y fuera de mi asunto

» sería probar cómo ……………


. la natura

"leza de las opiniones esté com


RESPUESTA A LAS
92

" puesta de modo , que mientras al

" gunos con el choque , fermentan

"do y combatiendo juntamente , se

" aclaran , y nadando las verdade

" ras , las falsas se sumergen en el

" olvido ; otras , poco seguras por

" su constancia desnuda , deban ves

"tirse de autoridad y de fuerza

" ( pág. 225 y 26 ) . ” Veamos cómo

lo interpreta. Dice así :

Sería muy largo probar cómo los


dogmas de la Religion Christiana ,

despues de algun examen , parte son

creídos por verdaderos , y parte des

echados como falsos ; y porque conti

núe , que algunas otras de las mismas


doctrinas , aunque falsas y ridículas,

y que no tienen otro mérito , que el

de ser creidas buenas por los Católi


cos obstinados , sean sin embargo sos

tenidas de los mismos Católicos , has

ta hacer abrasar quien quisiere ne


NOTAS Y OBSERVACIONES. 93

garlas. Así entiendo yo aquellas pa

labras , y no me queda duda que es

te sea su verdadero sentido ( Not.


pág. 161 ) . El Acusador habria he
cho bien en dudar , y acaso hu

biera tenido la conciencia mas

quieta , y la opinion pública mas


favorable. Es un fenómeno lógico
de los mas curiosos el de encon

trar un cúmulo de blasfemias en

un lugar de tal naturaleza , y el de

entender , interpretar , y franca


mente presentar al Público un com

puesto de errores , que pone en


boca mia. Traduzcamos brevemen

te el paso en lengua vulgar , no


para los Lectores , á quienes sería

superfluo , sino para que el Acusa

dor conozca , qué uso ha hecho de

su tiempo en las Notas , que le ha


puesto. Hé aquí mi lugar traduci

do para su inteligencia.
RESPUESTA A LAS
94

"En este Libro no hablo de los

" pecados : las penas temporales de

" estos deben arreglarse con princi

" pios , que no dependen de solo la

» razon humana , y yo me he pro


"puesto hablar solo de las accio

" nes , que dimanan de la razon pu


el
" ramente humana. Creo que

" suplicio , que en algunos casos se

» ha dado á quien no pensaba con

"forme con la Religion dominan

"te del Estado , esté probado co

» mo justo evidentemente ; pero yo


" no quiero tratar de esto " ni em

"prender probarlo , porque sería


" cosa muy larga , y fuera de mi
"asunto ; y porque veais sería
que

» larga y estraña de mi argumen

" to , os señalo quatro objetos prin


" cipales , sobre los quales deberia
hacer quatro disertaciones , si

» quisiera prepararme á esta empre


»sa;
NOTAS Y OBSERVACIONES. 95

» sa ; esto es : Primero , que sea

" necesaria á la quietud pública una

" perfecta uniformidad de pensar.


"Segundo , que aun quando esta
"uniformidad estuviese destruida

"por diferencias sutilísimas y apar

" tadas de la capacidad de los hom

bres , se seguiria daño á la quie

tud pública. Tercero , que la fuer

78 za , y la autoridad sean un me

[ "dio para dilatar y mantener la

" creencia de un género determina

1 "do de verdad respecto del Públi

" co. Quarto , que sea necesario é

"indispensable el usar de la fuer

" za , aunque ella por lo comun no

"produzca sino disimulo y envile

I " cimiento . Estas quatro proposi

" ciones las creo probadas ; pero

"no quiero entrar en el hecho de

" probarlas , "

Vea ahora el mismo Acusador,


G
· 96 RESPUESTA A LAS

si tantos piadosos y zelosos hom 1

bres, que me han leido, y entendido,

se han engañado, no encontrando en


mi Libro todos los errores mas enor

mes , y mas sediciosos blasfemados


hasta aquí contra la Soberanía , y

contra la Religion Christiana por to

dos los mas impíos Hereges , y por

todos los irreligionarios antiguos y

modernos ( Not. pág. 187 ) , que él

encuentra por no haberlo enten


dido .

Pero si aun habiendo yo ex

puesto los quatro artículos , que se

debian probar , naciese una duda;

esto es , que sea dificil cosa pro


bar cómo á la salud pública polí

tica ( de que trata mi Libro ) sea

util el usar de la fuerza , y de los

castigos ; esta duda será aun mas

moderada , que la que en medio


時間
de la Italia con la aprobacion de
NOTAS Y OBSERVACIONES. 97 *

h
muchos piadosos y apostólicos Pre

lados ha estampado sobre el mis


t
mo punto el óptimo Christiano ,
SE exemplarísimo Eclesiástico , doc
E to y benemérito Señor Muratori en
W su tratado de Ingeniorum moderatio

ne lib. 2. cap. VIII , donde dice

así : Quid Catholici nonnulli ad ea

respondeant : esto es , á aquel he

cho del Evangelio de S. Lucas,

es quando pidiendo los Discípulos á

Jesu - Christo Señor nuestro , que

0: hiciese caer llamas del Cielo sobre

los Samaritanos , respondió el Di

vino Redentor : Nescitis cujus spi

ritus estis , Filius hominis non venit

animas perdere , sed salvare sentien

tes , morte quoque Haereticos perti


naces posse juste mulctari .... Nobis

interim mitiora suadentibus satis est,

&c. En el mismo libro al cap. VII :

1 Haereticos ergo Ecclesia potest suis


G 2
A
98 RESPUEST A LAS

urgere armis , quo illos in suam cau

lam rursus perducat : armis inquam


spiritalibus , excommunicatione 9 ac

diris omnibus. Ad Reges autem sae

culique Principes spectat salutaribus

etiam poenis solicitare devios , aut

alienos à fide , ne in errore diutius


perstent , ne ve eidem immoriantur.

Y en otro lugar lib . 2. cap. XII.

pág. 370. edic . Venec . 1763 , re

firiendo el paso de Lactancio en

estos términos : Defendenda Reli


gio est 9 non occidendo , sed morien

do , non saevitia , sed patientia , non


scelere , sed fide. Illa enim malorum

sunt , haec bonorum ...... nihil est

tam voluntarium , quam Religio ; in

qua si animus sacrificantis aversus

est ; jam sublata , jam nulla est &c.

así se explica : Et ne nos quidem

eos unquam ( esto es los Hereges )

occidendos profitemur , ideo dumta


10
NOTAS Y OBSERVACIONES. 99

xat quod à nobis diversa sentiant :

quippe nostra quaeque sententia est,


Religionem voluntariam esse debe

Fe ...... neque Lactantii sententia ex

cludi salutarium poenarum usum, &c.

Y en otra parte lib. 2. cap. XIII .


1 pág. 375. añade el citado señor

Muratori : Neque tamen hic ego


sum ut suadeam , Haereticos ab Ec

clesia damnatos morte ipsa esse mulc

tandos. Mihi potius & unice summo,


commendare & suadere summis Po

testatibus moderationem hac in re &

mansuetudinem ..... Ecclesiasticorum

autem omnium esse puto , Legum

justitiam hocce in negotio mitigare

potius, quam accendere , & spiritum

lenitatis ab Apostolo commendatum ,

non vero saevitiam ubique prodere ;


& meminisse Ecclesiasticam lenita

tem sacerdotali contentam judicio


cruentas refugere ultiones
2 uti ait
1
G 3
100 RESPUESTA A LAS

S. Leo in epist. 93. Tantum abest,


ut Ecclesia suadeat extremam seve

ritatem in devios à fide , ut ab ip

sis sacris arceat religiosos viros , ta

lia suadentes , aliquove pacto in ju

dicium mortis influentes. Ideoque vel

quum incorrigibiles atque damnatos

Haereticos saecularibus Judicibus

tradit , obsecrat ut leniter in ipsos

agatur : quod vellem semper ex ani


mo & non interdum ex consuetudi

ne per nonnullos factum fuisset. Lue

go si puede un Católico ser de pa


recer , que la pena de muerte im

puesta á los Hereges , no es bien

impuesta , porque no es una pena

saludable : ¿cómo querrá el Acusa


dor encontrarme un abysmo de

maldad , aun en el caso que dixe

se ser dificil probar cómo sea bien


impuesta sobre ellos la pena de

muerte ? Por otra parte conviene


NOTAS Y OBSERVACIONES . IOI

distinguir dos proposiciones dife

rentes : Castigar los Hereges , es una:

Castigarlos de muerte , es otra. Pare

S. ce que el Adversario no tuvo pre

sente quando escribió , que sus

lectores no habian de ser los pue

blos habitadores del Caucaso , ó

del Tauro : no los Salvages del Ca

nadá , sino los Italianos .

ACUSACION VIGESIMAPRIMA.

El Autor del Libro de los Deli


L
tos y de las Penas ha pintado los

Religiosos ? y principalmente los

Claustrales , con colores infernales

8 ( Not. pág. 78 ) .

RESPUESTA.

En ningun lugar de mi Libro

se encontrará , que yo hable de


Religiosos , ni de Claustrales . Co

piaré el párrafo de donde el Acu


G4
102 RESPUESTA A LAS

sador saca los colores infernales. Di

ce así : "Llamo ocio político , aquel

"que no contribuye á la Sociedad,

»ni con el trabajo , ni con las ri

" quezas que adquiere , sin perder

» nunca : que venerado del vulgo

" con estúpida admiracion , mirado

» por el sabio con compasion des


"deñosa en fuerza de las víctimas

" con que se alimenta : que estan

"do privado del estímulo de la vi

" da activa , cuya alma es la nece

" sidad de guardar ó aumentar las

comodidades de la misma vida;

" dexa á las pasiones de opinion

" (que no son las menos fuertes )


" toda su energía ” .... " Las Leyes

" deben definir quál ocio es digno

" de castigo" ( pág. 122 y 124


24).
Así como el haber hablado yo

aquí de ocio político , solamente es

aquella importantísima restriccion,


NOTAS Y OBSERVACIONES. 103

1
que hace la proposicion esenta de
toda tacha ; así al Acusador le ha

parecido conforme á razon llamar


S la pérfidamente astuta ( Nota pági
6
na 78 ) , para disponerse á inter
1
pretarla segun su antojo . Pero la

question presente , en cuya venti


lacion difusa ha consumido mas de

ocho hojas , se reduce á nada , por

EL que convenimos ambos en un mis

2 mo parecer.

No llamo ociosos políticamente,

ni describo con colores infernales ,

como dice el Adversario , aquellos,

que con preferencia á qualquiera

otro han contribuido y contribuyen


todavia con sus manos con su ta

I lento , y con su exemplo á la mayor

ventaja , y la mas durable felicidad

temporal y política de todas las So

ciedades : aquellos que estudian con

tinuamente para la propia y agena


104 RESPUESTA A LAS

enseñanza , y que mueven los otros á

estudiar y vivir como buenos Ciuda

danos : aquellos que solo con el méto

do y exemplo de su vida hacen que

se conserve con mas permanencia en

su buen orden la Sociedad ( Not. pá

gina 78 ) . La voz " ociosos políti


" camente " no conviene á estos en

manera alguna ; y darles este títu

lo , sería , como nota bellamente

el Adversario, una grande ceguedad,

y una grande ignorancia de un semi

docto y necio político ( Not. pág.78).

Pero este juicio , como sabiamente

dice el Acusador , puede estár fun

dado en el exemplo de aquellos po

cos Religiosos , que se encuentran en

las plazas , y en algunas casas , y

por tanto menos perfectos. Este jui


cio puede mirar á aquellos , que

no contribuyen á la Sociedad , "ni

" con el trabajo , ni con las rique


NOTAS Y OBSER VACIONES. 105

31 " zas que adquieren , sin perder

» nunca" ; por lo que quando el


Adversario ha probado que no hay
1. cosa buena y util al Público 2 de

3 que no seamos , á lo menos en parte,

deudores á los Religiosos (Not. pá

gin. 81. ) , y que no se encontrará


3
en toda Italia una Casa Religiosa ,
E que tenga rentas superiores á la so

e la y necesaria subsistencia de sus

Religiosos ( Not. pág.82 . ) : quando,

digo, esto lo ha probado tan bien , no

8 deberá creer que mi parecer fue


se contrario , porque estos tales

no son " ociosos políticos" .

Debe , sin embargo , concederme

el Adversario , que donde se die

sen personas á las quales se adap

tasen en términos las propiedades ,


que yo he señalado , para definir

el ocio político , estos deberian lla

marse " ociosos políticamente" ; y


106 RESPUESTA A LAS

que por esto sería "estúpida la ve

neracion” , si el "vulgo" se la tu
viese ; y que el "sabio deberia mi

" rarlos con compasion desdeñosa”

Si hay ó no de estos " no lo he de

cidido yo ; antes bien he añadido,


que toca á las Leyes definirlo . De

hecho , Sumos Pontífices , Prínci

pes Católicos , Ministros religio


sos é iluminados , han encontrado

siempre , y encuentran pernicioso

á la Sociedad , tanto como á la

Religion , que haya en un Estado


hombres de aquellos á quien con

venga la dicha definicion . Los Tem

plarios , los Jesuatos , los Humilla


dos , y otras Ordenes semejan

tes abolidas por los Sumos Pon


tífices las Leyes , las Pragmá
ticas las Ordenes de los Sobe
9
ranos en todos los Estados de Eu

ropa , que prohiben con vigilancia


5 NOTAS Y OBSERVACIONES. 107

el depósito de las riquezas en las

manos muertas , prueban que el te

7 mor de este ocio político es razo


S nable y christiano.

Concluyamos , pues , que yo he

respetado siempre los Eclesiásticos


#119
y Regulares , como Ministros del

Altar , y del Evangelio ; y que si

el Acusador me hubiese entendido ,


int
se habria perdonado á sí mismo la

incomodidad de aquellas ocho ho


J. jas de palabras , y el disgusto de

hacer ver otra , y otras muchas

veces que no ha comprehendi

do un Libro que queria contrade


I cir.
ACUSACION VIGESIMASECUNDA.

El Autor del Libro de los Deli

7 tos y de las Penas dice , que algunos

son reos solo


・ de ser fieles á sus pro

pios principios , hablando en esto de

los Hereges (Not. pág. 123.) .


108 RESPUESTA A LAS

RESPUESTA.

He dicho que algunos han sido

expuestos á tormentos bárbaros,

sin mas delito que ser fieles á sus

propios principios , y no he pen


sado señalar en esto los Hereges.

Aquí no se habla de Religion ; pe

ro quando el Acusador quisiere

un exemplo en ella , consulte la

Historia Eclesiástica , y verá quán

tos Mártyres fueron expuestos á

los tormentos y destrozos mas bár


baros " sin mas delito que ser fie

" les á los propios principios (pág.

" 141.)" de la fe y de la constancia

en las verdades que Dios ha revela


do.

ACUSACION VIGESIMATERTIA.

El Autor del Libro de los Deli

tos y de las Penas es uno de aque

llos impios Escritores , que tratan

de engañadores los Eclesiásticos , de


NOTAS Y OBSERVACIONES. 109

tyranos los Monarcas , de fanáticos


Ś los Santos , de impostura la Reli
te

gion , y que blasfeman hasta de la

日 Magestad de su Criador (Not. pág.


2

42. ) .

RESPUESTA.

Dos ediciones de mi Libro se


"
han vendido yá en Italia. Lecto
res , que teneis mi Obra entre vues

tras manos ร ved si hay en ella

05 algun vestigio de semejantes im

be piedades. Toda esta compendio


sa acusacion la saca el Adversario

02: del paso siguiente.


Yo he dicho á la pág. 39 , que

el "daño hecho á la Sociedad es

la medida de los delitos " : he di

cho , que deberia ser esta una

verdad conocida de " todo media

" no talento. Pero las opiniones

» Asiáticas , y las pasiones vesti

¿ »das de autoridad y de poder , han


IIO RESPUESTA A LAS

" disipado ( muchas veces por in


" sensibles impulsos , y algunas por

" violentas impresiones sobre la tí

" mida credulidad de los hombres)

" las simples nociones , que acaso

"formaban la primera Filosofia de


" la Sociedad en sus principios ,

" y á la qual parece que nos revo

" ca la luz de este siglo (pág.39 y

" sig. ) " .

Este lugar mio lo traslada así

el Acusador. Se lamenta de mi ce

guedad y audacia increible en ha

ber dicho que las opiniones Asiá

ticas (esto es la Religion ), y las pa

siones ( esto es los Príncipes Chris

tianos ) vestidas de autoridad y de

poder , han disipado muchas veces

por insensibles impulsos ( la predi


cacion de las verdades del Evan

gelio ) , y algunas por violentas im

presiones ( los milagros mas por


ten
NOTAS Y OBSERVACIONES. III

tentosos sobre la tímida credulidad

nas de los hombres ( el Pueblo Christia

eno ) , las nociones simples , que aca

so formaban la primera Filosofia

e ac de la Sociedad en sus principios , y

sofa á la qual la luz de este siglo ( la luz


estaba en el mundo , pero las ti

Sre nieblas &c.) parece que nos revo


ca, & c.
5.39
Esta es otra nueva manera de

interpretar ; y tal , que por sí mis


ma demuestra el deseo de encon
mi
trar impiedad , donde no la hay,
en
y asimismo lo inutil de sus esfuer
Ast
zos. Hé aquí ciertamente un nue
Jas &
No vocabulario : que las opiniones

Asiáticas significan la Religion ; y

las pasiones los Príncipes Christia


WHE
nos los estímulos insensibles , la
red
predicacion del Evangelio : las im

presiones violentas > *ylos milagros


im
mas portentosos : la temerosa cre
nor
H
en
112 RESPUESTA A LAS

dulidad de los hombres , el Pueblo

Christiano. Parece que el Adver


sario , tomando en la mano mi Li

bro de los Delitos y de las Penas,

antes de leerlo determinó contra

decirlo. 159 ‫؟‬ ‫ܝ‬ ‫ܘ‬

Tendré aún esta vez la com

placencia de hacerle entender lo

que qualquiera habrá yá entendi

do. Opiniones Asiáticas se llaman

las del despotismo y la esclavitud,

como es sabido de todos ( 1 ) ; las

quales establecidas , yá con violen

yá con suaves ,
cia , ya pero conti
nuos estímulos , han ofuscado el

entendimiento de los hombres en

todas las Naciones , que han tenido

la desgracia de experimentarlo ,

(1 ) A la pág.209 de mi Obra habría podido co


nocer el Acusador qué significan las opiniones
Asiáticas , donde se lee : La tyranía desterrada en las
dilatadas llanuras del Asia. No hay parte del mun
do donde la Religion Christiana esté menos es
tendida que en este Pais.
NOTAS Y OBSERVACIONES. 113

llegando al punto de no conocer


6 las verdades mas palpables , co

" mo es aquella en que afirmo , que


el daño hecho á la Sociedad es la

BO única medida de los delitos. Es in

teres de todo tyrano , que tal má

xîma no se establezca , porque qui

ta el arbitrio de castigar por ca

1An pricho ; pero la luz de este siglo ,


#
que reune cada vez mas los intere

ses de los Soberanos con los de los


scla
súbditos , nos revoca de nuevo á
15/1
conocer esta verdad.
D

0 Merecia este pasage la excla


K
macion del Acusador , que dice:
722
¡Quién , pues , será aquel Christiano
10
tan poco zeloso de su divina Reli

no gion , que pudiese contenerse en es

te lugar sin prorrumpir en las mas


tremendas exécraciones contra la in

fame é impía maledicencia con que

se describe y se calumnia todo aque


H2
114 RESPUESTA À LAS

llo que hay de mas augusto y de mas

respetable en el Universo ! ¡ Quién

podrá dexar de exclamar , que este

Autor ha sobrepujado la medida

de la mas desenfrenada y maligna sá

tyra ! ¿ Pero sabe el Acusador quién

podrá contenerse ? Qualquiera que


entiende el Libro.

Aquí pondremos fin á las Acu

saciones que se me han hecho en

el punto de Religion , grande ,


augusto , divino argumento " SO

bre el qual no deberia escribir


sino un entendimiento santo , pu

ro é iluminado . Yo * no me atre
1
veré , interpretando la intencion de
mi Acusador " á culparlo de ha

berla hecho servir á sus fines par

ticulares ; antes creo ; que con

muy buen corazon y simplicidad

de espíritu , movido solo de zelo ,

haya emprendido disputar en con


LAS NOTAS Y OBSERVACIONES . I15

to tra mia esta materia , la mas subli

50 me que tienen los hombres ; pero


ra en recompensa de la rectitud de

su intencion, agradezcame un con

sejo , que quiero darle , como fiel

dor. Christiano , y como hombre que

LIGIB habla con algun conocimiento de


la causa. El deseo de encontrar

blasfemias , é introducir impieda


Las!

Tech des en un Libro que no las tiene ,


no conviene á la edificacion de

to los Fieles , no contribuye al deco

ro de quien las afirma , no perju


83

dica al nombre del Libro ni del


ato

ne Autor. Qualquiera que tiene vo


cacion de escribir sobre las cosas
-23

-de Dios , empiece fixándolo en su

corazon : entonces respirarán en


3

2 sus escritos la paz , la dulzura y

la persuasion. Instrúyase despues;


y si quiere persuadir los incrédu
2
los , no principie nunca insultan
H3
116 RESPUESTA A LAS

do á un hombre , suponiéndolo

sin fe , para despues combatirlo ;


sino antes bien adiéstrese á cono

cerlos , adiéstrese á raciocinar con

buena Lógica , y entonces escri


birá de la Religion con aquella

dignidad y virtud que puede ca


ber en las débiles fuerzas de un

hombre. Así trataron las materias

sagradas Bosuet y Fenelon , el Car

denal Orsi , y el P. Berti : quiera

el Cielo que haya razon algun

dia para juntar á estos ilustres nom


bres el de mi Acusador.

PARTE SEGUNDA.

ACUSACIONES DE SEDICION.

ACUSACION PRIMERA .

EL Autor del Libro de los Deli

tos y de las Penas trata de tyranos

crueles á todos los Príncipes , y á


NOTAS Y OBSERVACIONES. 117

todos los Soberanos del siglo ( Not.

pág. 153.).

RESPUESTA.
60

Hé aquí cómo 1 se tratan todos

los Soberanos y Príncipes de Eu


ropa en # mi Libro la única vez

que los nombro .

" Feliz la humanidad , si por la

»primera vez se la dictasen Leyes,

ahora que vemos colocados so

" bre los Tronos de Europa bené


"ficos Monarcas " padres de sus

" Pueblos , animadores de las vir

tudes pacíficas , de las ciencias,

y de las artes : Ciudadanos co

" ronados , cuyo aumento de auto


"ridad forma la felicidad de los

"súbditos porque deshace aquel

" despotismo intermedio , mas cruel

" por menos seguro , con que se sofo

" caban los votos siempre sincéros


H4
118 RESPUESTA A LAS

" del Pueblo , y siempre dichosos,

" quando pueden llegar al Trono .

" Si ellos , digo , dexan subsistir las

" antiguas Leyes , nace esto de la

" infinita dificultad que hay en qui

"tar de los errores la herrumbre

"venerable de muchos siglos , sien

" do un motivo para que los Ciu


dadanos iluminados deseen con

mayor ansia el continuo acre

» centamiento de su autoridad (pá

" gin. 162.)” .

ACUSACION SEGUNDA.

El Autor del Libro de los Deli


ཧཱུཾ་ མ%
tos y de las Penas se desenvuelve

enormemente contra las penas con

que los Príncipes Católicos castigan


los delitos de beregía ( Not. págin .

· 154.) .
RESPUESTA.
2
En todo mi Libro siempre he
NOTAS Y OBSERVACIONES. 119

hablado de los delitos , no de los


CCC
pecados esta distincion que hice
ti repetido
en el principio , la he
de muchas veces en el discurso de la

D Obra. La única vez en que de pa

so he tocado alguna palabra sobre

-las penas temporales de los peca


C dos á la pág. 226 y 227 , dice así:
[ "Hablo solo de los delitos que pro

AC "vienen de la naturaleza humana ,

& y del pacto social , no de los pe


"" cados , cuyas penas , aun las

» temporales , deben arreglarse con

"otros principios que los de una


Filosofia limitada" . Estos princi

P pios son los del santo Evangelio ,

de la buena Teología , y del Dere

cho Canónico. Hé aquí cómo me


desenvuelvo enormemente contra

los Príncipes Católicos , que casti

gan los delitos de la heregía.


120 RESPUESTA A LAS

ACUSACION TERCERA.

El Autor del Libro de los Delitos

y de las Penas excluye atrevidamen

te todo aquello que la recta razon,

la política y la Religion enseñan

para el buen orden del Género Hu

mano (Not. pág. 3.) .

RESPUESTA.

Espero que el Adversario me

presente las pruebas de tan ex

traña imputacion ; entretanto , pa

ra que vea que á lo menos una

cosa enseñada de la recta razon , de


no la
la política , y de la Religion no

excluyo , diré, que las Leyes , que

castigan á los calumniadores , son

óptimas para el buen orden del


" Género Humano .
NOTAS Y OBSERVACIONES. 121

ACUSACION QUARTA .

品 El Autor del Libro de los Deli


102 tos y de las Penas , con una liber

tad que atemoriza, se desenvuelve con


C tra los Príncipes , y contra las per

sonas Eclesiásticas en un modo fu


rioso (Not. pág.27. ).

RESPUESTA.

i La libertad no es mala. Qui

E ambulat simpliciter , ambulat confi

denter, qui autem depravat vias suas,


$2
T manifestus erit , dice el Espíritu
Santo en los Proverbios cap. X.

Que mi libertad cause espanto á


mi Acusador , él no es Juez com

petente : lo afirma , y yo lo creo;

porque escribiendo esta especie

de sueños , se acomete en verdad

la Religion , el crédito y la fama

de un hombre de bien ; y en es
122 RESPUESTA A LAS

te caso la libertad del hombre de

bien sirve de una pantalla terri

ble , y el rechazo es funesto ; pe

ro que yo en mi Libro me haya


desenvuelto contra los Príncipes ,

ó contra las personas Eclesiásti

cas , esto es enteramente supues

to. Las personas Eclesiásticas no


han sido de mí ni nombradas : por

lo que hace á los Príncipes , copia

ré aquí algunos pocos lugares de

mi Libro , que manifiestan con

qué espíritu de amor y de respeto


á los Soberanos está escrito .

"El Legislador representa toda


la Sociedad unida por el contra

"to social ( pág. 14) . El Soberano

" representa la Sociedad viviente,

» y es el legítimo depositario de la
voluntad de todos (pág. 17 y 18 )” .

Ninguno de los benéficos Sobera

nos , que gobiernan la Europa , pre


NOTAS Y OBSERVACIONES. 123

‫נ‬ tende mayor autoridad que esta.


te Los mejores Publicistas la tienen

por principio vea el Acusador,

entre otros , á Vattel le Droit des

Gensou principes de la loi natu

relle , lib. I. chap.IV. donde encon


trará este furioso modo de hablar

de los Príncipes ( 1 ) : La Souverai


" neté est cette autorité Publique qui
commande dans la Societé Civile

23 qui ordonne , et dirige ce que cha

16 qu'un y doit faire pour en atteindre

le but. Cette autorité appartient ori


ན་
ginairement , et essentiellement au

corps même de la Société , au quel


chaque membre s'est soumis ? et a

cédé les droits , qui il tenoit de la

#
(1 ) Quiero agravar mis delitos para con mi
} Adversario , el qual dice llega á conocer mi par
cialidad del todo por ciertos Escritores , en algu
nos que él llama francesismos fanfarrones ( Not.
pág. 85 y sig. ) . Sepa , pues , que tengo la desgra
cia de entender el Frances , y ademas he incurrido
en la impiedad de aprender á copiarlo, como aquí ve .
124 RESPUESTA A LAS

Nature de se conduire en toutes cho

sés suivant ses lumieres par sa pro

pé volonté , et de se faire justice


lui-meme. Mais le Corps de la So

ciété ne retient pas toujours à soi


cette autorité Souveraine : souvent

il prend le parti de la confier à un


Senat , ou
ou à une seule personne. Ce
Senat " ou cette personne est alors

le Souverain . Yo no he copiado

este pasage de tan célebre Publi

cista para persuadir á mi Adversa


rio con la autoridad sobre el ori

gen de los Cuerpos Políticos , ni

pretendo desconcertar el systema,

que él ha fabricado para el ori

gen de las Sociedades Civiles , con


razones , que quando no tengan

el mérito de claras , tienen por

lo menos el de curiosas ( 1 ) . Me

( 1 ) No me he propuesto en este Escrito respon


der á todas las objeciones que el Adversario me ha
NOTAS Y OBSERVACIONES. 125

1 basta hacerle ver , que tales ver

dades se escriben el dia de hoy

i en Europa , sin que alguno de los

Soberanos , que presiden á sus va


ĥ rios Estados , haya hasta ahora

2 mirado á los Autores ó á sus Obras

como contrarios á los sagrados de

rechos de los Príncipes. Pero vol


vamos á mis furiosos modos de ha

blar de los Soberanos.

hecho , ni á todos sus razonamientos. Héme li


mitado á solo las graves acusaciones . Qualquiera
que dudase si acaso yo con poca razon digo mal
de sus principios políticos , es justo vea algunos,
que por accidente se me han ocurrido. Son es
O tos : Un Códice de Leyes que anduviese en manos de
I todos , haria los hombres mas atrevidos para cometer
los daños , y multiplicaria los delitos ( pág. 26.) . El
temor conserva los * Reynos (pág. 164. ) . El hombre
es peor á proporcion que es mas libre ( pág. 165 ) .
Un Magistrado que reciba las acusaciones secretas de
los delitos contra el Estado , y que nunca manifieste
los delatores , y los premie , aun en el caso que en
cuentre algun calumniador ; sin embargo de que esto
pueda ocasionar la ruina de algun inocente > se debe
juzgar y creer por un Tribunal el mas util , y el
mas ventajoso para todos los Estados , y el punto de
ά que puede llegar la política humana ( pág.
perfeccion á
50 y sig.) .
126 RESPUESTA A LAS

Yo apruebo el espíritu de in

" dependencia en los súbditos , pe

» ro no para sacudir el yugo de las

" Leyes , ni oponerse á los Supe

" riores Magistrados ( pág. 23.)" .

Antes deseo , que estos hombres,


no esclavos , sino libres , baxo la

tutela de las Leyes , se hagan " in


"trépidos Soldados , defensores de

" la Patria y del Trono...... Ma

" gistrados incorruptos , que con

" libre y patriótica eloqüencia sos


»tengan y desenvuelvan los verda

" deros intereses del Soberano , que


lleven al trono con los tributos

" el amor y las bendiciones de to

" das las congregaciones de los


1
" hombres , y de este vuelvan á
la
" las casas y campañas la paz ,

» seguridad , y la esperanza indus

" triosa de mejorar de fortuna (pá

gin. 73 y 74. )” . Ningun Sobera


no,
NOTAS Y OBSERVACIONES. 127

no , sea Monárquico , Democráti

P co , ó Aristocrático , desea mas que

reynar sobre hombres de este tem

ple. Los tiempos de los Caligulas,


de los Nerones, y de los Heliogába

blos , no son los nuestros ; y el Acu

0% sador hace una injuria á los Prín

cipes , si cree que mis principios


SO los agravian.

M Yo he llamado los contraban

0 dos "un hurto hecho al Príncipe

"( pág. 199 ) ; ” y he dicho , que

" hay contrabandos , que de tal ma


" nera interesan la naturaleza del

" tributo , parte tan esencial y tan


" dificil en una buena Legislacion ,

» que su comision merece una pe

"na considerable , hasta la prision ,

1 „ hasta la servidumbre ( pág. 200)."

¿Cree el Acusador , que esto pue


da parecer á nadie ultraje de los

Soberanos , y merecer el nombre


I
128 RESPUESTA A LAS

de desenvolverse en un modo furioso?

He pintado una Nacion bien go


bernada en estos términos : " Una

" forma de gobierno , por la qual


" los votos de la Nacion estén re

" unidos , bien prevenida dentro y


"fuera con la fuerza , y con la opi

»nion , acaso mas eficaz › que la

"fuerza misma , donde el mando


" reside solo en el verdadero Sobe

„ rano ( pág. 144 ) ; " ¿ sería esto


acaso lo que haria nacer en el Acu

sador la idea del furioso modo de


desenvolverme contra los Sobera

nos ?

Si yo he prestado un homena

ge público á la verdad , hablando

de los actuales Soberanos de Eu

ropa si yo he definido la Supre

ma potestad del Príncipe confor

me á los principios adoptados en

todas las partes de la misma Euro


8 NOTAS Y OBSERVACIONES. 129

pa : si yo he alabado con preferen


cia á todo otro el gobierno en que
"
los súbditos sean fieles y libres : si

xyo he declarado sagradas é invio

: lables las supremas regalías de los

Principados : ¿ cómo , pues, el Acu

sador puede decirme , que he fal

tado al respeto y sumision , que to

do súbdito debe á su Príncipe , y

todo hombre honesto á las Supre


32 mas Potestades , aun estrañas ? El

20 fin que he tenido en mi Libro , ha


sido solo buscar la naturaleza en

general de las Penas y de los De


litos. La he buscado como hom

bre , que no se circunscribe á una

Nacion , ó á un siglo , que exâmi

& nando las relaciones inmutables de

f las cosas establece una teoría


"
3
universal . No he tenido por obje

to siglo ó Nacion alguna en par


t
ticular ; y qualquiera que desapa
1 2
130 RESPUESTA A LAS

le
sionadamente leyere mi Obra ,
conocerá facilmente .

ACUSACION QUINTA.

: El Autor del Libro de los Delitos

y de las Penas ha dicho , que tiene

mayor derecho un hombre solo , que

toda la Sociedad junta , ó aquellos

que la representan ( Not. pág. 85 ) .

RESPUESTA.

Si en el Libro de los Delitos y


de las Penas hubiese una necedad

de esta naturaleza , no creo que el

Acusador hiciera un Libro de 191


pág. para contradecirlo.

ACUSACION SEXTA.

El Autor del Libro de los Deli

tos y de las Penas disputa á los So


beranos el derecho de imponer la pe

na de muerte ( Not . pág. 108 ) .


NOTAS Y OBSERVACIONES. 131

RESPUESTA.

Si el Libro de las Notas y Ob


servaciones pudiese permanecer en

los siglos venideros ( vaticinio con

que yo no me atrevo á lisonjearlo ) ,


serviria ciertamente de asunto á

muchas disputas entre los Eruditos

respecto al espíritu del siglo déci


mooctavo. Toda la Historia de es

te siglo la encontrarán ellos llena

} de rasgos de augusta beneficencia,

de amor paterno , y de clementí

simas virtudes , manifestadas á por


fia por los Príncipes en beneficio

de la humanidad , á quien presiden ;

rasgos y virtudes, que aventajan en

gran manera los exemplos vistos

en las edades pasadas. Verán la

humanidad respetada en medio de

los males indispensables de la guer


ra : verán aumentada la libertad

13
132 RESPUESTA A LAS

política fomentado el comercio

en todas partes : magníficos hospi

cios erigidos públicamente para


los guerreros inválidos y benemé

ritos : verán recogida la mendici

dad , libre de la hambre y de las

injurias , alimentada , amparada y


asistida : verán los miserables huer

fanillos , y aquella porcion de la

humanidad , nacida sin las aproba

ciones religiosas y civiles , que

antes perecia infelizmente , libre

ahora en muchas partes de las fau

ces de la muerte por el cuidado

paternal de los Príncipes : verán


los Tronos de los Monarcas rodea

dos , no como antes del fausto y

de la soberbia , sino de la huma

nidad , de la beneficencia , y de

las bendiciones de los Pueblos , con

puerta franca para que lleguen los


miserables , y reciban pronta de
NOTAS Y OBSERVACIONES. 133

fensa en su amparo : verán en su


105 ma los frutos de una virtud dulce,

pu que parece es el caracter distinti

nem vo de nuestro siglo. ¡ Pero cómo

conciliar tantos y tan numerosos

el testimonios con los lamentos de mi

Acusador , porque se dispute á los


Soberanos el derecho de imponer

de la pena de muerte ! ¡ Es posible,


dirian entonces los Eruditos , que

} en aquellos tiempos pareciese tan

F precioso á los Soberanos este de

recho !

Muy mal conoce el Acusador


la índole de los Soberanos actua

les. Sepa , pues , que todos los

Príncipes de hoy dia , en lugar de


tener en tanta estimacion el dere

cho de quitar la vida á un hom

bre , miran este acto como una de


las cargas mas dolorosas del Prin

cipado. Sepa , que todos los Prín

I 4
134 RESPUESTA A LAS

cipes de hoy dia , en vez de tener

en estimacion el derecho de impo

ner la pena de muerte , premiarían


á quien encontrase un medio de

proveer á la seguridad pública sin

el exterminio de hombre alguno.

Sepa , que todos los Príncipes de

Europa en nuestros dias jamás han

hecho uso personalmente de este


tristísimo derecho ; antes bien se

han descargado sobre los Tribuna

les , reservándose á sí solos el qua

si divino derecho de beneficiar per

donando. Sepa , que algunos Prín

cipes en este siglo han llegado á

imitar los exemplos de los Empe

radores Mauricio ( 1 ) ; Anastasio , é

Isac Angel ( 2 ) , los quales no qui


sieron hacer uso alguno de la pó

testad de castigar de muerte. Se

( 1 ) Evagr. Hist.
(2) Fragm. de Suid. en Const. Porphyrog.
NOTAS Y OBSERVACIONES. 135

e
pa en fin , que todos los Príncipes
10 de hoy dia han limitado , estrecha

do y contenido el uso de la pena


0 de muerte ; lo qual afirmarán los

S Archivos Criminales de todas las

Naciones Européas , y la tradicion


5 de todos los Européos vivientes.

Tiene siempre el que acusa una

ཚ gran ventaja , porque una imputa

cion se escribe en pocas lineas ; pe


ro la demostracion de la falsedad se

estiende por su naturaleza á muchas

hojas. Conozco este inconveniente ,


y espero que los lectores sabios no

me lo atribuyan á culpa. ¿Yo , pues,

be disputado á los Soberanos el de

recho de imponer la pena de muer

te ? Estas son las palabras escritas


en mi Libro : "Por solos dos moti

"Vos puede creerse necesaria la

» muerte de un Ciudadano : el pri


mero ? quando aun privado de
136 RESPUESTA A LAS

» libertad , tenga tales relaciones,

"y tal poder , que interese á la se

" guridad de la Nacion : quando su

" exîstencia pueda producir una re

» volucion peligrosa en la forma

" de gobierno establecida.... Quan


"do su muerte fuese el verdadero

"y único freno , que contuviese á

" otros , y los separase de cometer

" delitos ( pág. 143 y 144 ) . Si yo


establezco dos clases universales

de delinqüentes , contra los quales

"es justa y necesaria ” la pena de


muerte : ¿cómo , pues , el Acusa

dor dirá , que yo disputo á los So

beranos la potestad de imponer la

pena de muerte ? Nótese aquí de

paso , que todos los absurdos y las

imputaciones que el Acusador ha

ce nacer contra mí sobre este pun

to , provienen de la confusion ar

bitraria , que ha hecho de dos nom

#
NOTAS Y OBSERVACIONES . 137

bres , que yo distingo constante


mente , Derecho y Potestad. El de

recho lo he definido en el pringi

pio de mi Libro : "El agregado de

" todas las porciones de libertad ,

Į "puestas en el depósito público ,


» forma el derecho de castigar (pá

" gina 12 ) . " Ahora , no siendo pre

sumible , que ningun hombre haya

$ puesto en el depósito público aque

TE lla porcion de libertad , que le es

1 necesaria para vivir , no se llama→


ra Derecho la razon de castigar de

muerte. Pero esta misma razon se


C

O rá justa y necesaria contra las dos


señaladas clases de delitos , y esta

1 se llamará potestad , y potestad jus

ta y necesaria ; porque si se en
cuentra que la muerte de un hom

bre sea util ó necesaria al bien pú

blico , la suprema ley de la salud

del Pueblo dá potestad de conde


138 1
RESPUESTA A LAS

nar á muerte ; y esta potestad na

cerá como la de la guerra , y será

una guerra de la Nacion contra

"un Ciudadano , porque juzgue util


" ó necesaria la destruccion de su

„ sér ( pág. 143 ) .”

Tan verdad es que yo en mi

Libro he creido justa la pena de

muerte , qualquiera vez que fuere

util y necesaria , como lo he dicho

expresamente , que para probar no

conviene imponer la pena de muer

te , he procurado hacer ver no ser

util ni necesaria ; y así digo en el

principio : "Si demostráre no ser

la pena de muerte util ni nece

" saria , habré vencido la causa en

„ favor de la humanidad ( p. 143 ).”


Si yo he demostrado bien ó mal

este asunto 9 no me está bien defi

nirlo. Crea el Acusador lo que qui

siere , respecto á que esto no mi


NOTAS Y OBSERVACIONES. 139

ra , ni á la santa Fé , ni á los Prín

TR cipes , sino á un mero razonamien


COM to. Hé aquí mi proposicion redu
uer cida á un sylogismo .

La pena de muerte no debe im

ponerse , si no es util ó necesaria;

20 : Es así que la pena de muerte

nai no es util ni necesaria:

Luego la pena de muerte no


debe imponerse.

ar Aquí , pues , no se trata de los


derechos del Soberano. El Acusa

dor no querrá yá sostener , que la

pena de muerte se deba dar , aun

8 que no sea util ni necesaria. Una

$ proposicion tan escandalosa é in

2 humana no puede salir de la boca


de un hombre christiano . Si en la

menor no he raciocinado bien , esto


será un delito de lesa Lógica , pero

no de lesa Magestad. Son por otra

parte mis errores compatibles : son


RESPUESTA A LAS
140

del mismo género , que los que

cometieron tantos zelosos Chris

tianos en los primeros siglos de la

Iglesia ( 1 ) son de aquellos , que


cometian los Monges en el tiempo

de Teodosio el Grande ácia el fin

del siglo quarto , de los quales ha


blan los Anales de Italia al tomo

(1) Consúltense en estos tiempos los Santos Pa


dres , y entre otros Tertuliano , que en la Apolog.
cap. XXXVII . dice así : Era una de las máxi
mas de los Christianos sufrir la muerte mas bien
que darla á otro. Y en el tratado de la Idolatría,
cáp. 18 y 19 condena todas las clases de cargos
públicos , como prohibidas á los Christianos , por
causa de la necesidad de condenar á muerte los
reos. Qualquiera comprehenderá facilmente quán
to el horror á las sentencias de muerte pasase en
aquellos tiempos los confines de lo justo no quie
ro yo en esto conformarme con el parecer de Ter
tuliano ; antes bien he dicho con S. Agustin , que
es mejor en lugar de conducir los reos al suplicio,
ut alicui utili operi integra eorum membra deserviant.
August. epist. CCX. Basta solo , que mi Acusa
dor vea en esto , si el espíritu de los primitivos
Christianos sea mas en favor de mi opinion , que
desearía no llegasen las penas de los hombres has
ta la muerte , y se proveyese á la seguridad públi
ca por otros medios ; que en favor de la suya , que
procura se destruyan los hombres absolutamente.
NOTAS Y OBSERVACIONES. 141

segundo , año 389 , donde dice así


F el Sr. Muratori : Que Teodosio hizo

una Ley contra los Monges para que

se estuviesen en sus Conventos , pues

habia llegado á tanto su caridad pa

ra con el próximo , que quitaban los


reos de las manos de los Ministros

de Justicia , porque no querian que

alguno muriese. Mi caridad no lle

** ga á este punto , y convengo vo

luntariamente en decir , que la de


2
los Monges en aquellos tiempos

fuese indiscreta y mal entendida .


Una accion violenta contra la au
Det
n toridad pública , es siempre culpa

ble. Yo no he quitado reo alguno

# de las manos de la Justicia : he

escrito , que es justo se hagan es

tos exemplares , quando es util ó


1
necesario : he creido que esto no

puede ser util ni necesario sino en

los tiempos turbulentos de una Na


142 RESPUESTA A LAS

cion ; ¡ y se ha de decir por esto,


que yo disputo á los Soberanos el

derecho de imponer la pena de muer

te ! ¡Y un HOMBRE se debe descon

certar contra mí , calumniándome,

porque he dicho , que no se deben

matar los HOMBRES sino por la ne

cesidad ó utilidad pública ! ¡ Y es

te HOMBRE me deberá decir por

esto , que mi opinion es erronea

( página 105 ) , que soy un genio

osado ( pág. 110 ) , que hago racio

cinios locos ( pág. 112 ) , que soy un

impostor ( pág. 114 ) , que acuso de


crueldad la misma Providencia Di

vina (pág. 118 ) , que digo neceda

des impertinentes ( pág. 130 ) , que

causo fastidio , y me equivoco ridí

culamente ( pág. 130 ) , y que final


mente los hombres sabios mirarán

siempre tales verdades con despre

cio , y las juzgarán partos de hom


bres
NOTAS Y OBSERVACIONES. 143

bres igualmente despreciables , como


dice que yo me he manifestado !

( pág. 135 ) .
: Antes de finalizar la respuesta

de esta acusacion sexta 2 no debo

omitir un argumento del Acusador,


my expuesto en estos términos : Si el

Autor cree á la Sagrada Escritura,

wto debe creerla , aun quando le enseña ,

que la pena de muerte es justa y

necesaria , y que se deben respetar

J las Leyes y los Soberanos ( Not . pá

21 gina 133 ) .
¡ Dónde , pues , se lee en mi Li
bro esta blasfemia , que las penas

de muerte , decretadas por Dios en

su Pueblo , no fuesen justas , ni nece


sarias !

¡ Dónde se lee en mi Libro , que

no se deba imponer la pena de muer

te , quando sea justa y necesaria!


El Acusador tiene casi siempre

‫او‬ K
RESPUESTA A LAS
144

el dón de confundir una proposi

cion con otra. Yo he dicho " lo


y

repito , que quando la pena de


muerte es util ó es necesaria ๑ es

tambien justa , y debe imponerse.

¿ Por qué , pues , se fatiga tanto

en probarme , que la pena de muer

te puede ser justa y necesaria ?

Pero el Acusador , citándome

la Sagrada Escritura , me cita un

argumento , que no prueba , contra

una proposicion , que no ha enten


dido bien. Deberé , pues , repetir

le lo que está escrito en infinitos

Libros ; esto es , que el gobierno


del Pueblo Hebreo no era Monár

quico , no era Aristocrático , no


era Democrático , ni Mixto ; sino

Teocrático , esto es , dirigido in

mediatamente por la mano de Dios,

que se hacia visible en los multi

plicados prodigios obrados en fa


NOTAS Y OBSERVACIONES. 145

vor de este Pueblo ; y que los Pro


fetas hablaban inmediatamente á

2 aquella Nacion con la voz del mis


a. mo Dios. Si él leyese la Sagrada
2
Escritura , y los buenos y ortodo →
Ľ xôs intérpretes , vería , que mu

chos hechos de aquel Pueblo no

? podrian justificar nuestra imita

cion. Así la salida del Egypto , así

2 la entrada en la Tierra de Promi

I sion , fueron acompañadas de algu→


10 nas circunstancias justas entonces
16

E únicamente , porque fueron man

dadas por el Supremo Criador y


Señor de los hombres y de las co

sas , que sabe abrirse caminos jus

tos y admirables ; pero al mismo


tiempo imperscrutables al limitado

conocimiento del hombre mismo .

Sentado esto , deberé aún advertir

á mi Acusador , como en virtud

de la promulgacion del Evangelio,


K 2
146 RESPUESTA A LAS

y de la Ley de Gracia , fueron ab

rogadas , no tanto las Leyes cere

moniales del antiguo Testamento,

quanto las judiciales ; y como es


cribe Tertuliano : Vetus lex ultione

gladii se vindicabat , nova autem lex

clementiam designabat . Adversus

Jud. cap. III. cosas que son de muy


facil erudicion . Reflexiona de aquí,

que la única causa criminal , juz

gada por Christo Redentor nues

tro , no acabó con la lapidacion,


como estaba escrito en las Leyes,

sino con la clemencia . Exâmine

bien el espíritu del Evangelio , los

Actos de los Apóstoles , los escri


tos de los primeros Christianos,

el espíritu de la Santa Iglesia , que


suspende del ministerio sagrado á

qualquiera , que sea partícipe en


la muerte de un hombre ; y vea
despues si su sentencia ó la mia
NOTAS Y OBSERVACIONES. 147

es mas conforme , no diré á las

virtudes de la humanidad , de la

beneficencia , y de la tolerancia de

los errores humanos ( virtudes que

el Adversario encuentra equívocas)

( Not. pág. 30 ) , sino al espíritu


del Christianismo , exâminando los

principios de ambas.

Finalmente conviene decir algo

respecto al respetar las Leyes y los

I Soberanos , cosa que enseña la Es

critura , y fuera de esta lo enseña

el buen sentido y la razon á todo


"
hombre de qualquiera Religion .

Ex ¿ Quál Ley hay en el mundo , que

X: prohiba decir ó escribir , que un


Gobierno puede subsistir en paz

2. sin decretar pena de muerte sobre


ningun reo? Esto lo dice Diodoro

lib. 1. cap. 65 , contando , que Sa

bacon , Rey de Egypto , con una


B.

clemencia dignísima de alabanza


K 3
148 RESPUESTA A LAS

mudó las penas capitales en la es


clavitud , é hizo servir los delin

quentes á las obras públicas con


suceso felicísimo . Esto lo dice Es

trabon lib . XI. de ciertos Pueblos

vecinos al Caucaso por estas pala

bras : Nemini mortem irrigasse

quamvis pessima merito. Esto lo di

cen las Historias Romanas despues


de la Ley Porcia " donde se esta

bleció , no pudiese quitarse la vida


á un Ciudadano Romano sino por

sentencia de todo el Pueblo . Ley

de quien habla Livio en el lib. X.

cap. XI. Esto por último lo dice el

exemplo de veinte años de Reyno


continuo en nuestros dias en el mas

vasto Imperio del mundo en la

Moscovia , donde subiendo al Tro

no la Princesa , que murió última

mente , juró no quitar la vida á

ningun reo , y mantuvo el juramen


NOTAS Y OBSERVACIONES. 149
gegu

to , sin que la Justicia criminal ha

ya perdido su curso , ó se haya vis

SO to empeorar la tranquilidad públi

ce & ca. Si estos hechos subsisten , se


sigue como demostracion " que

qualquiera Gobierno puede subsis

tir sin decretar pena de muerte

contra ningun reo. ¡Y por haber

escrito un hecho público , creerá

el Adversario , que se ofendan las

Leyes ó los Soberanos ! Las Leyes,

01 los Soberanos , y los hombres no


se ofenden sino con dichos falsos

y calumniosos.

¿Será acaso prohibido á un Ciu

dadano , en tanto que obedece las


Leyes presentes , hacer votos , y

escribir , para que se formen mas

adaptadas , mas claras , y mas sua


ves ? ¿ Será acaso delito raciocinar

-sobre los inconvenientes universa

des de todas las Naciones , para

K 4
RESPUESTA A LAS
150

que se reformen ? ¿Ha sido acaso


mirado como un trastornador del

público reposo , ó un ultrajador de

las Leyes de los Soberanos , y de

la Iglesia , el benemérito é ilustre

señor Marques Cipion Maffei , quan


do combatiendo las ideas de la

Magia , se podia decir por él , que


1
trataba de crueles tyranos todos los

Príncipes , y todos los Soberanos del

siglo , y los sabios de la Iglesia , por

que condenaban á muerte ( entonces

se dirian los ? Mágicos y los Hechi

ceros ) los malvados (Not.pág.133 ),

como el Acusador pretende impu

tarme ? ¿Cree él que haya ó pueda

haber en Europa algun Gobierno


satisfecho en tanto grado de su per

feccion , que el sugerirle una muta

cion , deba ofenderlo ? Yo aseguro

á mi Acusador , que todos los Go

biernos de Europa , y todos los


NOTAS Y OBSERVACIONES . 151

43 Príncipes que presiden en sus Es


no tados , acetan ó excluyen los Li

bros segun les parece conveniente :

que oyen ó reusan las proposicio

nes universales á proporcion que

acomodan ó no á su Nacion ; y

que no creen ultrajado su respeto

por quien expone sus opiniones ,

buenas ó malas , generalmente , sin

designio , ó intencion de desagra

dar á alguno . Injuriam mihi faciet ,


si quis me ad ullas nostri saeculi

controversias , aut natas , aut quae nas

citurae praevideri possunt respexis


se arbitratur . Vere enim profiteor

sicut mathematici figuras à corpo


ribus semotas considerant , ita me in

jure tractando ab omni singulari fac

to abduxisse animam . Grot . de Jure

Belli , & Pacis in Prolegom .

0
RESPUESTA A LAS
152

ACUSACION SEPTIMA .

El Autor del Libro de los Deli

tos y de las Penas no ha escrito por


amor de la humanidad sino solo
,

por desfogar su cólera contra la co

mun manera de juzgar ( Not . pág.

142.).
RESPUESTA.

P
En este piadoso juicio , que el
Acusador hace de los movimien

tos interiores de mi ánimo " no

tiene mejor fortuna de la que ha

tenido en los juicios de mi Libro.

En el mismo principio de la Obra


se lee así : " Dichoso yo , si pu

diese obtener las gracias secre

" tas de los retirados pacíficos se

quaces de la razon ; y si pudie

" se inspirar aquella dulce commo


"cion , con que las almas sensibles

"responden á quien sostiene los


NOTAS Y OBSERVACIONES. 153

TA " intereses de la humanidad ( pág.


"6.)". Y mas adelante : " si soste
niendo los derechos de los hom
P "bres , y de la verdad invencible ,

contribuyese á entrambas , arran


" cando de los dolores y angus

J » tias de la muerte alguna infe

„ liz víctima de la tyranía ó de la

"ignorancia , igualmente fatal ; las

.C bendiciones y lágrimas aun de

VI " un solo inocente en los extre

10 "mos de la alegría , me consola

" rian del desprecio de los hom→

bres (pág. 58 y 59.)" . Así como

f estos rasgos son nacidos de mi


prometo que to
corazon " así me

Ĉ do Lector juicioso y sensible co

nocerá si yo haya escrito no por

amor de la verdad , sino por desfo


gar mi cólera contra el modo co

mun de juzgar.

+4
154 RESPUESTA A LAS

CONCLUSI0 N.

El Libro , pues , de los Deli

tos y de las Penas se presenta

como reo de las imputaciones si


guientes. De no conocer la Justi

cia Divina . De no creer á las Sa

gradas Escrituras . De ser enemi

go del Christianismo . De haber

afirmado incompatible la Religion


con el buen gobierno . De haber

llamado las verdades de la Fé, sim

ples opiniones humanas . De ha


#
ber mirado la Religion como una

simple máxima de política. De

haber llamado odioso el imperio

de la Religion . De ser un ene


migo del Altísimo . De haber acu

sado el Evangelio de estragos


horribles . De haber blasfemado

contra los Ministros de la verdad

Evangélica . De haber procurado


NOTAS Y OBSERVACIONES. 155

destruir todos los remordimien

tos de conciencia , y todas las

E obligaciones , aun de naturaleza.


nt De haber satyrizado los Sabios

de la Iglesia Católica. De haber


calumniado los Prelados Ecle

siásticos. De haber negado que

I la heregía sea un delito de lesa

1 Magestad Divina. De haber di

cho que los Hereges condenados

1 por la Iglesia son víctimas de

una palabra. De haber negado


que el pecado sea una ofensa in

finitamente grande cometida con


tra Dios. De haber escrito con sa

crílega impostura contra la Inqui

sicion. De haber pintado los Re


ligiosos con colores infernales.

De haber tratado de crueles ty

ranos todos los Príncipes y todos


los Soberanos del siglo ; y de ha

berse desenvuelto de un modo fu


156 RESPUESTA A LAS

rioso contra ellos. De estar en

suma " lleno de impías blasfemias,

y de contener , para decirlo en

breve , todos los errores mas enor


mes " y mas sediciosos , blasfema→

dos hasta aquí contra la Soberanía,

y contra la Religion Christiana por


todos los mas impíos Hereges , y

por todos los Irreligionarios anti


guos y modernos ; y todo esto lo
ha encontrado el Adversio en mi

Libro , y lo comunica al Públi

co por amor de la verdad (Nota

pág. ult. ) .
Una sola de estas iniquidades

bastaria para deshonrar el Autor


que la sostuviese , ó el Acusador

que falsamente la hubiese imputa

do. Todo Lector racional , que ha

ya visto el Escrito del Adversa

rio , podrá conocer suficientemen

te cómo , haya probado sus theses.


NOTAS Y OBSERVACIONES. 157

Algunos estrañarán que yo haya


pensado en responder á un Acusa

dor de tal naturaleza ; pero no

deberá causarles novedad , si re

flexionan la importancia de los


asuntos que se tratan. Es un ho

menage público , que todo Escri

tor Christiano debe á su santa Re

ligion ó defenderse , quando se

le atribuya culpa injustamente ; ó

retratarse , quando se haya desli

zado en error de tal especie. Una


de las acciones mas ilustres de la

vida de Monseñor Fenelon , fue, quan

do noticioso de la desaprobacion

que el Sumo Pontífice habia pu


blicado contra una proposicion

escrita por él , subió aquel hon

rado y piadoso Prelado al púlpito ,

y se retrató con noble y activa


virtud á la vista de todo el Pue

blo , dando gloria á las verdades


158 RESPUESTA A LAS

de la Fé. Yo hubiera tenido va

lor de imitar , á lo menos escri


biendo ร un exemplo tan ilustre,

quando se me hubiese deslizado

una sola de las impiedades que se

me atribuyen ; y en vez de res


puesta , hubiera hecho ver al Pú

blico la retractacion de mi error,

gloriándome , segun debo , de mos


trarme , con un acto solemne , hi

jo obediente de la Iglesia de Dios,

y reverente conocedor de aque

lla distancia que media entre los


Soberanos y un particular.

Pero en el Escrito de mi Adver

sario (á que yo siempre he queri

do llamar Libro ) , y en las impu


taciones que en él se leen (á que

yo siempre he querido dar el nom

bre de Acusaciones) , no he encon


trado ni una sola fundada aun so

bre apariencia de verdad. De que

pro
NOTAS Y OBSERVACIONES. 159

proviene , que en lugar de sentir

alguno de aquellos desagradables

remordimientos , con que el Acu

sador me discurre inquieto (Nota

pág. 6. ) , deseo de corazon que


la rectitud de su intencion haya
sido tanta , que consiga mante

nerle la conciencia en paz. Las


Acusaciones intentadas contra mí

por el Adversario , no delante de

un Juez , ni delante de un Tribu

nal , sino á la vista de todos los


Jueces , y de todos los Tribuna

les de Italia , no son solo un asun


to de literatura . Si estas Acusa

ciones se hubiesen probado , yo


sería el hombre mas detestable del

mundo : si no se han probado , yo

le perdono , pidiéndole solo se


abstenga en adelante de dar su

dictamen sobre otros Escritores de

nuestra Italia ; pero en el caso


L
160 RESPUESTA A LAS NOTS, &c.

que esto no pueda conseguirse,


que ponga á lo menos en el fron

tispicio de las Acusaciones , que

hiciere á otros Autores , la ad

vertencia de ser el mismo que es

cribió las Notas y Observaciones

sobre el Libro intitulado : De los

Delitos y de las Penas.

FIN.
JUICIO

DE UN CELEBRE PROFESOR

SOBRE EL LIBRO

DE LOS DELITOS

DE LAS PENAS.

L2
163

JUICIO

DE UN CELEBRE PROFESOR

SOBRE EL LIBRO

DE LOS DELITOS

DE LAS PENAS.

EL gran
Galileo fue de pare
cer que los asuntos morales eran

capaces de demostracion , del mis

mo modo que los geométricos .

El agudísimo Locke sostiene el


mismo dictamen , y repite las

pruebas de sus primeros y simplí

simos principios. Las Obras mo


rales y políticas de Hobbes , Au

tor mucho mas conocido de lo

que merece " están vestidas con

el uniforme de las matemáticas,

L 3
164 JUICIO SOBRE EL LIBRO

sin tener su espíritu y este Li

bro anonymo de los Delitos y de

las Penas tiene el espíritu geomé

trico , sin tener su librea. No pue


de negarse al Autor el talento

analítico aplicado á discernir y de


clarar aun las mas complicadas re

laciones de conveniencia y de dis

crepancia : de conexion y de opo

sicion entre fines y fines , entre


medios y medios , y entre fines y

medios , que se han querido ó

no se han querido , y que deberian

quererse ó no quererse en las


Constituciones Políticas de las So

ciedades humanas ; máquinas com

plicadísimas , de quien la mas be

lla , esto es , la mas feliz , será

siempre mirada como un maravi

lloso esfuerzo de la mas profunda


y consumada sabiduría en las co

sas divinas y humanas. El estilo


DE LOS DELIT. Y LAS PEN. 165

de este Autor es lacónico , cami

na mas de lo que parece , signifi

ca mas de lo que suena , y tal

vez no significa aquello que sue

na. No es , pues , para todos los

Lectores ; y quien no tuviese la

advertencia de confrontar parte

con parte , y de interpretar las

dicciones obscuras y equívocas con

las claras y exâctas de que se sir

ve en varios lugares ( conforme á

los cánones críticos para los esti

los de esta especie) , se desviaria

E imprudentemente del sentido y

dictámenes de nuestro Anonymo .

En verdad , aunque su modo de

pensar en las materias políticas y


1
morales sea enteramente opuesto

al modo de pensar del Hobbes ,

ha sido , sin embargo , reputado de


algunos como un Hobbesiano . Hé

I aquí las razones en que lo fundan.


L4
166 JUICIO SOBRE EL LIBRO

Dice el Anonymo , que el es


tado de naturaleza es el estado

de guerra , y que cada uno en el

estado de naturaleza es despóti

co : luego segun nuestro Autor,

en el estado de naturaleza se puede

hacer á qualesquiera toda suerte de

males sin causarle agravio , y sin

admitir en sí por ello la mas pe

queña injusticia. No hay otra re

gla de las acciones en él , sino el


despotismo absoluto de la volun

tad ; y la potencia moral de cada

uno, sin los pactos sociales , no tie

ne otros límites que los del poder


fisico . Afirma demas de esto "

que el Jus , ó el Derecho no es

otra cosa que la fuerza dirigida á


la utilidad de los mas que la

justicia no es alguna cosa real,


sino un modo de concebir de los

hombres , ventajoso á cada uno :


DE LOS DELIT. Y LAS PEN. 167

que no hay delito donde no hay

violacion de pacto : que las no

ciones de vicio y de virtud son

obscurísimas , y que varían de tiem

po y de lugar ; y otras expresio

nes semejantes. Luego en dicta


men del Autor no hay disposi
cion de corazon 9
. no hay manera

de obrar , que considerada en sí

misma , respecto á los otros , ten


ga el caracter de viciosa ó de vir

tuosa , de justa ó de injusta : las

ideas de vicio y de virtud son

ideas de quita y pon : son modas;

ó quando mas , artificios políticos,


edificados sabia ó neciamente á

proporcion de las diversas miras,


circunstancias y habilidad de
"
varios Legisladores y Conducto
res de Pueblos. Ahora si esto
2

es así ( concluyen ellos ) , ¿ quál


es la diferencia entre el Anóny
168 JUICIO SOBRE EL LIBRO

mo y el Hobbes ?

Grandísima por qualquier lado ,

con desprecio de las razones ale

gadas arriba , y de donde creen

poder deducir otras tantas conse


qüencias Hobbesianas .

El caracter del Hobbes es de

un Misantropo cruelísimo : el ca

racter de nuestro Anonymo es de

un humanísimo Filantropo . En el

estado de naturaleza , segun Hob

bes , un hombre que se divierta

en despedazar los tiernos miem

bros de un inocente jovenzuelo , cu

yos gritos no encuentren la piedad

que solicitan : un cruel asesino de

su magnífico y generoso liberta

dor , que á riesgo propio y evi


dente , y con daño de su persona

lo libertó de las garras de una bes

tia feroz ; es un hombre sin ta


cha
, porque no habia prometido
de los Delit. y LAS PEN. 169

cosa en contrario , ni al tierno in

fante , ni á su generoso liberta


dor. En el estado de naturaleza

de nuestro Anonymo , la guerra no

es justa , si no es necesaria, ni pue


de hacerse otro daño mas con las

armas en la mano que el indis

pensable , y nada mas. El Leviatán

del Hobbes es el despotismo en el

mayor grado ; y en el systema de

nuestro Autor la suma potestad

está señalada y limitada por la

Ley suprema del bien público ; y

es ilícita al despótico la violacion

de esta misma Ley , que hacen

gloria de adoptar y respetar los


Monarcas de nuestros dias 2 con

formando en todo con ella sus

acciones soberanas. El Leviatán

del Hobbes es la norma , el juicio ,

la medida de lo justo y de lo injus

to , del vicio y de la virtud : lo


170 JUICIO SOBRE EL LIBRO

que permite es honesto , porque lo

permite lo que prohibe es culpa,

porque lo prohibe ; y lo que man

da no solo es lícito , sino es obli

gacion en todos los súbditos , por◄


que lo manda. Prescindiendo de

los pactos y de las voluntades ar

bitrarias del Leviatán , las accio


nes humanas no tienen tacha mo

ral , ni moral bondad. En nuestro

Anonymo las mismas penas con

venidas en los pactos sociales , or

denadas por la autoridad pública,

no dexan de ser injustas , ilícitas,

y vituperables , si no son propor

cionadas á los delitos ; y las Le

yes inútiles , erroneas , y dañosas,

aunque determinadas por la suma

potestad política , y practicadas

de la Nacion , no pierden el título

de malas , de crueles , y de ilegí


timas. Llama nuestro Autor en
DE LOS DELIT. Y LAS PEN. 171

muchos lugares bellas , sublimes,

y divinas virtudes , no solo á la

inocencia , sino á la humanidad,

á la clemencia , á la beneficencia ,

calificando por conseqüencia ne

cesaria todo afecto contrario , y


toda contraria conducta con títu

los diametralmente opuestos . Co

noce ademas virtud y vicio , inde

pendiente de todo hecho , y de

toda ley de los que mandan ; y


no solo conoce la real esencia de

las virtudes y de los vicios , sino

que venera y ama las primeras , y

exêcra y detesta los segundos : de

manera que de todo el contexto

de su Obra salta , como suele de

cirse , á los ojos de qualquier Lec

tor imparcial y juicioso una perpe

tua y diametral oposicion entre el

modo de pensar del Hobbes , y los


dictámenes de nuestro Anonymo .
172 JUICIO SOBRE EL LIBRO

Las reflexiones , pues , de los

enemigos de nuestro Autor , y de


los Lectores incompetentes para

transformarlo en un Hobbesiano ,

se resuelven en meros equívocos ,

ó en sofismas , que sugiere la impe


ricia de las cosas , ó el inmodera

do prurito de censurar. Es verdad

que llama el - Anonymo al estado

de naturaleza , estado de guerra;

pero lo compara expresamente con


el estado actual de las Naciones

independientes una de otra ; lo

qual no quiere decir que se abor

rezcan recíprocamente , que se

nieguen los oficios de humanidad,

de correspondencia , de mutuo

comercio , de buena vecindad , y

mucho menos que sea cosa hones

ta y lícita la violacion de los ofi

cios señalados. Quiere decir úni


camente ร que así como entre las
*

DE LOS DELIT. Y LAS PEN. 173

Potencias Européas independien

tes no se pueden evacuar sus que


xas ó desavenencias * sino con la

guerra , y es justa la que se hace

despues de provocada , si el que


agravia no quiere entender la ra
zon " en falta de un autoridad

superior decisiva ; así en el esta


do de naturaleza todo hombre tie

3 ne derecho de hacerse justicia por

1 la via del hecho porque del mis


5 mo modo en el estado de natura

leza falta la autoridad superior ,


decisiva del derecho ó del agra
8 vio ,
y una protección pública y
suficiente contra los atentados de

los invasores particulares. En este


sentido llama nuestro . Autor á to

do individuo en el estado de na

turaleza independiente y despótico;

pero no libre y esento de toda

obligacion moral , y de toda regla


174 JUICIO SOBRE EL LIBRO.

de conducta respecto de los otros,

puesto que en el systema de nues

tro Autor á la misma potestad su


ma no le es lícito todo , ni átoda

Nacion , respecto de las otras ;


porque establece y circunscribe

dentro de confines estrechísimos

el jus de hacer mal á otro con las


armas en la mano en la guerra

mas justa. Igualmente quando di



ce que la Justicia humana de que
trata , no es alguna cosa real ; no

quiere decir por esto , que no es

alguna cosa verdadera ; sino que


no es un sugeto existente fuera
de nosotros , como la Diosa The

mis de los Paganos y de los Poe

tas , ú otra semejante fantasma.


La llama una simple manera de
concebir de los hombres : manera

que influye infinitamente en la fe


1
licidad de cada uno , queriendo

sig
DE LOS DELIT. Y LAS PEN. 175

significar con estos términos , que

la justicia es aquel dictamen , que


tienen los hombres racionales de

aversion 9 de reprobacion y exê

cracion , contra ciertas acciones

afecciones determinadas ; y de apro

bacion, de estimacion y benevolen

cia para con otras acciones y afec

ciones del ánimo, opuestas directa

mente á las primeras ; cuyo dictamen


de aversion y detestacion por una

parte , de aprobacion , de alaban

za y benevolencia por la otra 9. se

halla inspirado en todo ánimo , que

no esté corrompido , ó por la na

turaleza , ó por el caracter de aque


llas acciones ó afecciones discre

pantes , de que hablamos ; entre

las quales , y aquellos dictámenes,

hay tanta conexîon , quanta entre


la causa y el efecto , entre un an

tecedente y una conseqüencia , con


M

i
176 JUICIO SOBRE EL LIBRO I

independencia de todo instituto hu

mano , y de qualquier político ar

tificio . ¿Y quién no vé , que aque


llos dictámenes de reprobacion y

de aprobacion , de exêcracion y de

benevolencia , respecto de aquellas

acciones ó afecciones , que son sus

causas excitadoras , 4 influyen infi

nitamente , como reflexiona nues

tro Autor , en la felicidad de cada

uno ? ¿Y qué otra cosa son aque


llos dictámenes nuestros , y aque

Ilos nuestros juicios , veracísimos

por otra parte , y rectísimos por

sí mismos , sino maneras de con


cebir , como lo son todos nuestros

juicios , y todos nuestros dictáme

nes de qualquier género ? No es,


pues , necesario envenenar la frase

usada de nuestro Autor , donde ha


bla de la justicia humana . Del mis

mo modo sería hacerle un grande


DE LOS DELIT. Y LAS PEN. 177

agravio , queriendo interpretarle


lo que dice de los vicios , y de las

virtudes , que admiten mudanzas


y nombres , segun los diferentes

climas , y los diversos tiempos , co

mo si no reconociese algun vicio ó

alguna virtud , que sea tal por sí mis

ma en qualquier tiempo , en qual

quier pais , y entre todos los seres

inteligibles del Universo. Nues

tro Autor conoce rales virtudes,

las nombra , recomienda muchas , y


detesta todos los vicios contrarios;

pero hay en el mundo ideas falsas

y confusas de virtud , virtudes de

opinion , vicios imaginarios mal de

finidos , y peor entendidos ; y es


tas tales virtudes ó vicios están su

jetas á mil mudanzas : ahora viven

y mandan : ahora son el objeto del


desprecio comun , á medida de las

luces que iluminan á los hombres.


%
M 2
178 JUICIO SOBRE EL LÍBRO

No podian honestamente las Da

mas Griegas recibir en su gabine

te sino los parientes mas inmedia

tos , y podian sin desdoro repre


sentar sobre los teatros , y repre

sentar pagadas. Eran lícitas en Ate


nas las bodas entre hermano y her

mana , detestadas en otras partes.

El desencogimiento y la urbani
dad , tan estimadas en Roma , hi

cieron entre los Partos desprecia

ble á Venon su Conciudadano , edu

cado en Roma con todos los pri

mores de aquella Nacion. Los ze

los son virtud y punto de honor

entre algunas Naciones ; y al jui


cio de otras muchas son un objeto

de burla , y obtienen solo un ac

to de compasion . La avaricia es

en qualquiera Ciudad de comer


cio una economía laudable : es tem

planza , es sobriedad ; y las incon

1
DE LOS DELIT. Y LAS PEN. 179

sideradas profusiones en algunas

poderosas Metrópolis se honran

con el nombre de generosas mag

nificencias. Era virtud en los pri

meros siglos del Imperio Romano


una bárbara carniceria de los ino

centísimos Christianos , los mejores

de todos los Ciudadanos , los me

jores de todos los súbditos ; y fue


por algun tiempo creido como vir

tud entre los Christianos despeda


zar y extinguir á los Hebreos . El

zelo veraz y eloqüente de S. Ber

nardo iluminó y corrigió la falsa

bondad de aquellos homicidios fa

náticos. Son infinitos los exemplos

de esta clase ; y estos exemplos

mudan nombre y patria con el trans

curso de los tiempos , y con la vi


cisitud de las cosas humanas . Es

tas son aquellas virtudes y aque

llos vicios , que ha tenido presen


M 3
Sa
dh
180 JUICIO SOBRE EL LIBRO

tes el Autor , quando dice , que co


munmente son obscurísimas las no

ciones de vicio y de honor ; sin

que por esto haga el menor agra


W
vio á la esencia inmutable de la

virtud y del vicio , y á sus carac


terísticas é invariables diferencias.

Finalmente , quando el Anóny

mo dice , que no hay delito don

de no hay violacion del pacto so

cial , donde no hay daño causado,

ó injuria hecha , ni á la cabeza de

la Sociedad civil , ni al cuerpo en

tero , ni á sus miembros , es evi

dente , que habla solo de los deli

tos políticos en quanto tales ; ó en

otros términos , destina en su libro

aquella palabra delito á significar


todas las acciones , contrayéndola

solo á las que hieren , ó el cuer

po entero de la Sociedad , ó su re

presentador , ó los individuos que


DE LOS DELIT. Y LAS PEN. 181

lo componen ; pero no por esto


mira como lícitas , honestas 9. no

vituperables , y no detestables to

das las acciones , que no ofenden

el Estado y los propios Conciuda


danos. El asesinato de un estran

gero inocente , la buena fé pérfida

mente quebrantada á un forastero,

la ingratitud para con un viagero

benéfico , no son lesiones de los

pactos sociales ; y en este sentido

no son delitos políticos ; pero lo

son en un otro : son iniquidades,


son bellaquerías son maldades.
9
Nuestro Autor las reconoce por

tales , puesto que recomienda, hon

ra y ama tanto , como arriba he

mos notado , todas las virtudes ver

daderas ; y aborrece en tanto gra


do todos los vicios contrarios , que

declara ilícito é injusto


injusto , aun en
tiempo de guerra , todo daño , que

M4
182 JUICIO SOBRE EL LIBRO

se haga al enemigo , fuera del pre

ciso é indispensable para ocurrir á


la necesidad.

No soy yo , pues , quien jus

tifica nuestro Anonymo de las ne

gras tachas de discípulo del anti


guo Anasarco -y del moderno

Hobbes , peor que él. Justificase el


Autor á sí mismo , sin que yo ha

mas que manifestarlo , demos

ado que el verdadero intérpre


te a los Libros es el contexto,

y que los comentarios de los lu

gares obscuros y equívocos son

los lugares claros y precisos del


Autor de que se trate.

Querria desde luego entrar en


el pormenor de todos los pár

rafos de nuestro Anonymo . Los

juicios , si no se hacen así , no

son adequados ; pero son muy

estrechos los límites , que se me


DE LOS DELIT. Y LAS PEN. 183

han señalado para poder esten

derme á mi voluntad en lo que

me parecia necesario para justa

alabanza del Autor y del Libro.


Diré , pues solamente quánto
"

debe desearse , que se resuelva á


escribir de los Premios , y del

verdadero mérito del modo de

juzgarlo de los medios políticos

de hacerlo nacer ; y del métod


infalible de reconocerlo con J

precio de las namas y de fa

vor. Acaso algun dia publicaré

una Novela mia Política , un Via

ge al Reyno de Sofia , parte de las

tierras Australes incógnitas , don

de retrato aquel systema civil , que

creo el mas feliz y el mas per

fecto , de mas dificil conquista pa


ra los estraños , y de menos fa

cil corrupcion ( por no llamarlo


imposible ) para los naturales. Esto
184 JUICIO SOBRE EL LIBRO , &C.

es solo un sueño de un hombre

honesto ; pero no de aquellos del



excelente Abad de Saint Pierre.
"27
Un Heroe coronado podria hacer,

lo real y verdadero , solo con que

quisiese.

TIN.
I

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