5
5
5
La Administración Pública sirve con objetividad los intereses generales y actúa de acuerdo con los
principios de eficacia, jerarquía, descentralización, desconcentración y coordinación, con sometimiento
pleno a la ley y al Derecho.
El informe elaborado por la Comisión para la Reforma de las Administraciones Públicas en junio de 2013 parte del
convencimiento de que una economía competitiva exige unas Administraciones Públicas eficientes, transparentes y
ágiles.
En esta misma línea, el Programa nacional de reformas de España para 2014 recoge expresamente la aprobación de
nuevas leyes administrativas como una de las medidas a impulsar para racionalizar la actuación de las instituciones
y entidades del poder ejecutivo, mejorar la eficiencia en el uso de los recursos públicos y aumentar su
productividad.
Los defectos que tradicionalmente se han venido atribuyendo a las Administraciones españolas obedecen a varias
causas, pero el ordenamiento vigente no es ajeno a ellas, puesto que el marco normativo en el que se ha
desenvuelto la actuación pública ha propiciado la aparición de duplicidades e ineficiencias, con procedimientos
administrativos demasiado complejos que, en ocasiones, han generado problemas de inseguridad jurídica. Para
superar estas deficiencias es necesaria una reforma integral y estructural que permita ordenar y clarificar cómo se
organizan y relacionan las Administraciones tanto externamente, con los ciudadanos y empresas, como
internamente con el resto de Administraciones e instituciones del Estado.
En coherencia con este contexto, se propone una reforma del ordenamiento jurídico público articulada en dos ejes
fundamentales: las relaciones «ad extra» y «ad intra» de las Administraciones Públicas. Para ello se impulsan
simultáneamente dos nuevas leyes que constituirán los pilares sobre los que se asentará el Derecho administrativo
español: la Ley del Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones Públicas, y la Ley de Régimen
Jurídico del Sector Público.
Esta Ley constituye el primero de estos dos ejes, al establecer una regulación completa y sistemática de las
relaciones «ad extra» entre las Administraciones y los administrados, tanto en lo referente al ejercicio de la
potestad de autotutela y en cuya virtud se dictan actos administrativos que inciden directamente en la esfera
jurídica de los interesados, como en lo relativo al ejercicio de la potestad reglamentaria y la iniciativa legislativa.
Queda así reunido en cuerpo legislativo único la regulación de las relaciones «ad extra» de las Administraciones con
los ciudadanos como ley administrativa de referencia que se ha de complementar con todo lo previsto en la
normativa presupuestaria respecto de las actuaciones de las Administraciones Públicas, destacando especialmente
lo previsto en la Ley Orgánica 2/2012, de 27 de abril, de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera; la
Ley 47/2003, de 26 de noviembre, General Presupuestaria, y la Ley de Presupuestos Generales del Estado.